El Estado recuperó

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El Estado recuperó vigor social y la
política cambió de concepción
La reducción del porcentaje del presupuesto dedicado
al pago de la deuda externa permitió financiar una
serie de obras en áreas como salud, vivienda, educación
y vialidad; mientras que la redacción y aprobación de
una nueva Constitución instauró en el país una
institucionalidad que goza de credibilidad entre los
ciudadanos
EL TELEGRAFO, Redacción Actualidad, 23 May 2013
En 2006, el pago de la deuda externa representaba el 24% del presupuesto del Estado.
Seis años después, ese rubro apenas representa el 4%. Esta reducción, según la
Secretaría Nacional de Planificación (Senplades), es determinante para financiar la
inversión social que lleva adelante el régimen.
En 2011, la deuda social representó 5.050 millones de dólares, cinco veces más que el
pago de la deuda externa, que para ese año llegó a 1.500 millones de dólares. Esos
recursos sirvieron para que el sistema público de salud ofrezca el año pasado 34
millones de consultas médicas, cuando hace un lustro esa cifra era de 16 millones.
Fánder Falconí, titular de Senplades, afirma que desde 2006, cuando llegó a la
Presidencia Rafael Correa, el Estado recuperó lo público, la planificación y la
autonomía democrática. “Cuando se habla de participación es el Gobierno que plantea
un programa gubernamental, que lo somete a la voluntad de la gente en las urnas, que
plantea esta recuperación, gana y es capaz de convertir un proceso transformador”,
cuenta.
Para él, hace seis años recibieron un Estado “desmantelado” en sus funciones y
capacidades de planificación y redistribución de los recursos. Esto, porque según su
criterio, la aplicación de las políticas neoliberales en América Latina privaron o
rompieron el nexo entre sociedad y Estado.
El Estado se convirtió en vehículo para favorecer a las élites económicas y políticas,
dijo el funcionario. Pone como ejemplo el traspaso de fondos públicos a privados en dos
sucesos: la sucretización durante el gobierno de Osvaldo Hurtado y el salvataje
bancario, en la administración de Jamil Mahuad, ambos mandatarios de tendencia
demócrata cristiana.
Eso ocasionó la pérdida de rectoría en ministerios fundamentales para el desarrollo
productivo y social del país. Entonces se planteó la necesidad “de devolver los grados
de autonomía a las decisiones frente a los organismos internacionales y frente a poderes
fácticos, que aquí aprisionaban las estructuras de poder”.
En 1998 se redactó la Constitución en un cuartel militar. En 2008 el proceso fue
participativo. Esa exposición queda demostrada con un caso: El Fondo Monetario
Internacional (FMI) despachaba desde una oficina del Banco Central del Ecuador, que
en ese momento actuaba como un organismo autónomo. “Allí pueden entenderse los
nexos aberrantes: un organismo internacional de crédito que debe favorecer a todos los
ciudadanos universales con políticas monetarias y crediticias reactivadoras, haciendo
políticas de ajuste estructural; es decir, privatizando, conteniendo la demanda, con
grandes procesos ligados a generar ingresos para el pago de la deuda externa”.
Betty Tola, la nueva secretaria de Gestión Política, destaca la revolución constitucional
como uno de los ejes más importantes desarrollados desde 2006.
Con eso se recuperó el “desencanto de la acción política en los años anteriores; hablar
de política era casi, casi, una mala palabra; tildado por el clientelismo, la demagogia, la
búsqueda de intereses particulares antes que nacionales, esa fue la forma como la
partidocracia destruyó al país”.
En estos seis años se aprobaron más de 150 leyes que lograron codificar a más de 1.200
normas que se encontraban dispersas. Con ello se logró simplificar el esquema jurídico
que existía en el país y resultaba caduco como el Código Orgánico Territorial y el de
Justicia, que recogen en su interior 12 leyes
La calificación de la gestión del presidente Correa bordea el 80%, luego de seis años de
gestión “cuando teníamos a ecuatorianos que salían a las calles antes del término del
periodo pidiendo la salida de esos gobernantes”, explica Tola.
No solo es la función Ejecutiva; en 2006 el Congreso dejó de funcionar con indicadores
de credibilidad que no llegaban al 6%. En 2012, al finalizar el periodo de la anterior
Asamblea Nacional, esa cifra llegó al 48%.
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