COLECCIÓN ART ROOM Cuaderno nº 2 YONEKO MURAJI INTRODUCCION El lema de los artistas abstractos de primera generación (New York, años 40) era el convencimiento de que todos eran diferentes. Y no les faltaba razón, pues si algo definió aquel movimiento fue la defensa del individualismo a ultranza. Según Alfred Barr, uno de los primeros teóricos del arte abstracto, existen dos corrientes del arte abstracto, la primera con origen en Cezanne que llegaba a través del cubismo hasta los movimientos geométricos. Y la segunda que partía de Gauguin, evolucionando desde el fauvismo, pasando por Kandinsky y vinculado al surrealismo para llegar al expresionismo abstracto. La primera se dice más intelectual, la segunda más intuitiva y emocional, prefiriendo las formas orgánicas, las líneas curvas, tendiendo hacia lo místico, espontáneo e irracional. El arte abstracto también sirvió, en primera instancia, para poner en evidencia la crisis del hombre moderno, después de gran hecatombe de la II Guerra Mundial. Así se buscaron nuevas expresiones para las nuevas situaciones, de forma apolítica. No obstante, esto último, debido al contexto geopolítico de la posterior guerra fría, la abstracción se equiparó en la década de los 50 a la libertad y el realismo al comunismo. Según Rosenberg el arte (abstracto) tenia que ser existencialista, debería de ser un lugar de expresión libre del individuo distanciado de la sociedad. En este punto habrá que convenir que dentro de lo “abstracto” quedan convalidadas diferentes individualidades de marcadas diferencias, por ejemplo; las veladuras de Rotko, los chorreteos de Pollock, las figuras de de Kooning, el color controlado de B. Newman o los campos de color de F. Stella, etc... El antecedente japonés estará en Jiro Yoshihara (1905-1972), en sus círculos compactos de color y su proximidad a incorporar el signo ideogramático, que empezó a desarrollar desde 1.936. Yoshihara, como el grupo Gutai, del que fue fundador, se preocupó especialmente por regenerar las formas e interpretar el arte con algo más que la imitación de la realidad, tan desastrosa en esos años, en paralelo a los abstractos americanos. Así pues, dentro del mismo contexto, si en Occidente fue el surrealismo, sobre todo en el concepto de escritura automática, un elemento sustancial para el arte abstracto, en Japón vendría ha ser la mancha de tinta o el propio gesto caligráfico el mecanismo inductor. Por consiguiente, si tanto en uno como en otro ámbito geográfico, las influencias psicológicas vinieron marcadas por la intención de liberar el inconsciente, dejar emergen nuevas formas visuales, y sustituir la realidad por la existencia, el generador de donde parte cada uno, como se observa, es fundamentalmente distinto, llegando esto hasta nuestros días. Si en segunda generación occidental, ya John Cage sugirió y defendió el budismo zen, la incorporación del azar y la relación entre arte y vida, no cuajó como dinamizador de motivo en los artistas americanos, pues incluso Tomlin que incorpora algún elemento caligráfico oriental en sus composiciones, no responde al significado sino que lo utiliza como apéndice puramente esteticista. Igual ocurre con Motherwell, que aunque sus manchas pudieran parecer orientalistas, vienen de la concreción de figuras, pájaros, toros, etc.. Así ocurre lo mismo con Franz Kline, sus obras tienen apariencia caligráfica, pero él mismo dice que en oriente el espacio es ilimitado y el pinta cuadros. Viene a ocurrir, en este mismo sentido, las impresiones que puedan causar ciertas obras del informalismo español de los años 50 y 60, pero igualmente obedecen a aspectos más esteticistas que de mensaje escrito y entendible como ocurre en las obras auténticamente orientales. En este punto es donde se ha de ubicar la obra que contiene este cuaderno de la autora YONEKO MURAJI, nacida en 1.923 en la ciudad de Osaka, participe de esa segunda generación de artistas abstractos en el ámbito japonés. La producción abstracta de Muraji, se emparienta directamente con la ideología de Yoshihara, pero si el primero tenía un componente regeneracionista, la autora que nos ocupa viene a conformar sus abstracciones desde la perspectiva del mensaje gestual, directamente involucrado por la meditación, los ritmos respiratorios y la duda si es posible la lectura caligráfica de alguna de sus obras. En este sentido su obra abstracta tiene una ambigua idea de la interpretación, pues aún cuando su apariencia formal pudiera ser ideogramática, su intención y resultado obedece a un concepto de fluidez inmediata, que solamente está plenamente en su inconsciente y es sólo transmisible a través de una especie de jeroglífico, en el que intervienen campos color, líneas y manchas, viniendo a apelar una representación no simbólica de sus motivos e intenciones. Por compensación, la autora confiere pistas descriptivas a través de sus títulos, a modo de amarre para el espectador. Alfonso González-Calero Editor 3 Entrevista a Yoneko Muraji 2. Ante sus obras, cabe la tentación de relacionar los elementos que figuran en ellas con algún símbolo particular, para de alguna forma dar una lectura más precisa a cada contemplación. ¿Tienen sus obras una intención claramente simbólica? Al contrario. Intento no insistir en la simbología claramente. 1. Siempre he pensado que el artista, antes de empezar cualquier obra, siente cierto vértigo ante la hoja en blanco. ¿En su caso cual es el ánimo ante la obra todavía no empezada? Habitualmente estoy deseando hacer la obra nueva que late dentro de mi corazón. Siempre estoy predispuesta y en cuanto surge cualquier motivación empiezo a realizar la obra. es buscar las oportunidades para hacer demostraciones de pintura en acción. En España he tenido la ocasión de poder hacerlo en las exposiciones de Huelva y Oviedo. Cuando cojo el pincel, realmente estoy en estado de vacío. Me introduzco en el mundo solamente del objeto y yo. 3. Por otra parte, la dificultad de su trabajo, da la sensación que esté en los instantes previos al comienzo, donde parece debe de existir máxima concentración. ¿Tiene su forma de trabajar algo que ver con la meditación o ritmos de respiración, igual que ocurre en otras técnicas japonesas? 5. En mi opinión su lenguaje está dentro de corrientes expresivas internacionales, que pudiendo partir de la pintura abstracta, como base ya conocida y convalidada, ha sido revalorizada con la incorporación de sus recurrencias estéticas. ¿Esas recurrencias obedecen más a los mecanismos de la acción-painting, o al gesto caligráfico japonés? Es importante no pensar nada. Entrar al mundo de la mente vacía y no estar poseído de las distracciones por respeto a la enseñanza ZEN. Igual sin darme cuenta estaría relacionado. Quizás ha arraigado en mí la manera del manejo de la pincelada, la fuerza y la belleza del SHO que aprendí en la infancia. 4. Tengo entendido que usted ha viajado mucho. ¿En alguna ocasión ha ejecutado alguna de sus obras en directo, con publico presente? Si fue así. ¿Cómo describiría usted la experiencia? Pero yo no soy consciente de ello. Hago muchas veces dibujos sencillos en cualquier lugar. Pero también parte de mi programa 4 6. ¿Cree que su trabajo lo entienden los japoneses igual que los espectadores del resto del mundo? Yo creo que si lo entienden. No pienso que cambie el sentimiento de las personas y su entendimiento, por la diferencia de nacionalidades. 7. En cuanto a las necesidades que cada artista requiere para la creación son muy diversas. ¿Necesita usted un espacio amplio para desarrollar su trabajo, o alguna otra condición previa? Por supuesto que la necesidad del espacio depende del tamaño de la obra. Pero básicamente trabajo en mi estudio y escuchando música cuando estoy pintando. Por ejemplo, Chaykovskiy, Chopain, Liszt, Bach etc... 8. Es de imaginar que usted no utiliza bocetos previos para cada obra, debido al propio carácter espontáneo que revela su producción. Pero ¿Visualiza la obra en su mente antes de ser estampada en el soporte? No realizo boceto. Pero si estoy poseída en el pensamiento, y no se para el movimiento de la línea. Improvisadamente pincel. corre el 9. También es imposible evitar, para el observador, asociar una de sus imágenes con las si- guientes, como si fuera una historia que se va contando. ¿Nos puede aclarar si cada una de sus obras tiene continuidad con la siguiente, o por el contrario son imágenes aisladas, con historias individualizadas? Ambas maneras. A veces pinto con continuidad, y algunas como tú dices, son individualizadas. nº 1 Luz en las ventanas Tinta s/ papel washi 15 x 15 cm. 10.Yo conozco algunas de sus primeras obras donde había una figuración precisa, muy próxima a los maestros franceses de finales del XIX. ¿Echa de menos esa figuración de etapas anteriores? Frecuentemente presento mis obras de pintura figurativa al óleo ó acrílico del tamaño figura100 en la exposición Toukou*, disfrutándolas. El tema principal es la combinación del paisaje de viaje y el desnudo femenino. (*Exposición Toukou. Organizada por la sociedad Toukou – kai, fundada en 1932). Alfonso González-Calero 5 Los círculos del alma nº 1 Pantalla Shoji A Tinta s/papel washi 15 x15 cm. 6 Después de seguir durante años la trayectoria de la artista japonesa Yoneko Muraji a través de las múltiples exposiciones que ha realizado en España, donde su trabajo es ya conocido y apreciado, especialmente desde la gran muestra de su obra que ofreció hace dos años el teatro auditorio Príncipe Felipe de Oviedo –exposición que cosechó críticas muy favorables– me resulta todo un placer constatar que cada reencuentro con el trabajo de esta pintora es siempre un redescubrimiento y una sorpresa, ya que, lejos de caer en la tentación de la comodidad y la repetición, Muraji no cesa de explorar nuevos lenguajes desde fórmulas cromáticas contemporáneas y experimentando con soportes diversos. En otras palabras, pese a su veteranía no renuncia a la condición más creativa del artista, antes al contrario, saca partido a su experiencia y a sus viajes para fundir sus raíces japonesas con lo aprendido en Occidente y, sin renunciar a su sello personal, proponer un viaje desde lo conocido de la figuración hasta la abstracción más sugerente. La nueva colección que Yoneko Murayi presenta ahora en la flamante galería madrileña El Cuarto Simpático vuelve a discurrir por los caminos del color puro haciendo alarde de un vitalismo al que ya nos tiene acostumbrados, pero con una luminosidad y transparencia nuevas que la autora utiliza como vehículo de sus inquietudes renovadas. Se trata de un fluir acuático sobre telas sin tratar y papeles japoneses hechos a mano, donde el círculo se convierte en figura predominante, como si el discurrir pictórico quisiera regresar hacia el origen tras un periplo a lo largo del mundo, que tiene mucho que ver con la eterna vuelta a las cuestiones fundamentales que inquietan a la humanidad o, desde un plano mucho más terrenal, con la propia biografía de la artista, con el continuo regreso de Muraji a sus referentes y su vuelta constante a nuestro país que ya casi se ha convertido en una segunda patria donde, además del aprecio de la crítica, ha cosechado buenos amigos allá donde ha expuesto. Explorando mejor que nunca la textura líquida de los pigmentos al agua que emplea con destreza y que dotan a cada una de sus piezas de un “japonismo” innegable que despierta un gran interés en el público tanto especializado como lego, Muraji nos sorprende una vez más con la fuerza de una pintura fresca y joven, como sólo puede ser la que surge de la juventud inmarcesible de un alma en continuo crecimiento. nº 2 Boca de piedra Tinta s/ papel washi 15 x15 cm. Gracia Iglesias. Comisaria de exposiciones. 7 Reinventar una y otra vez la abstracción nº 3 Pueblo en la noche Tinta s/papel washi 15 x15 cm. 8 Aunque a la mirada europea son familiares pinturas abstractas como las creadas por la japonesa Yoneko Muraji, nunca deja de sorprender la riqueza de elementos plásticos y la amplitud de posibilidades presentes en el cuadro. Los tonos, la calidad de la mancha, las múltiples formas, aleatorias o controladas, son el reflejo visible de las indagaciones y de la expresión de la artista. Ante la denominada abstracción pictórica, la no representación desde la perspectiva del realismo, pueden confluir en el espectador ideas, emociones, valores o sugerencias de distinto calado. Algo más profundo que la exclusiva espectacularidad, como bien afirma el pintor-pintor George Baselitz, un neoexpresionista o cercano al art brut, para el cual el arte no es entretenimiento. El arte, dice, no tiene por qué ser cómodo, pero sí tiene que dar qué pensar, incitar a la reflexión. Y, en esa vía se encuentran las obras de Yoneko Muraji, cuyas imágenes pintadas, muy transparentes, dan razón a especular, a pesar de poseer títulos concretos que se refieren al campo verde o pueblo durante la noche. Los temas representados sugieren entonces la naturaleza, es decir, son evocaciones paisajísticas, sencillamente, la síntesis del paisaje. Temas amables que renuevan nuestra mirada y espíritu, inspirados desde el contexto de la pintura pura; elaborados desde el genuino acto de pintar, lejos de las modas y de restricciones de cualquier tipo. Lo que, en definitiva, descubre Muraji en sus cuadros es la magia de lo no evidente, lo que significa también no relato en primera instancia, pero sí expresión sensorial, intuición, pensamiento, los incuestionables valores de la pintura. Yoneko Muraji nació en Osaka en 1923. Graduada en la Universidad de Medicina de Mujeres de Tokio en 1944, posee, sin embargo, una larga trayectoria en el mundo del arte. Galardonada con premios y exposiciones personales en Tokio, Osaka y en España. Esos y otros datos desvelan su experiencia en el campo de la creación artística y su búsqueda de la lírica de la imagen: lo gestual y la mancha sobre lo concreto. La artista dice más con menos, sólo con la mancha cromática, sólo con la dinámica del trazo. Si el arte occidental de la segunda mitad del siglo XX creó el Informalismo, influido por oriente, éste a su vez se afecta en aquél; viaje de ida y vuelta, repitiendo, evocando, generando, rememorando, reinventando una y otra vez la abstracción. nº 4 Campo verde Tinta s/papel washi 15 x15 cm. María Dolores Arroyo Fernández Crítica de Arte (AMSC) 9 Apología del vigor nº 5 Armonía A Tintas y acrilico s/lienzo 15 x15 cm. 10 La poética del gesto tiene dos caminos diferenciados, paralelos, que no se han cruzado nunca, que a veces conviven sin solaparse con el respeto profesado por los enemigos que han firmado el armisticio. El uno es el camino del trazo fino, de plumilla, de mano paciente que fija en el detalle de la rosa su razón de ser. El otro es el camino del trazo grueso, de mano firme que transporta hasta la humedad del pincel la fuerza personal de la creación artística. El viajero conoce bien ambos caminos. Por eso, frente a la obra de la artista japonesa Yoneko Muraji siente estar frente a una genuina apología del vigor. El viajero descuelga sus gafas de miope hasta la punta de su nariz para observar de cerca los restos de la batalla. Reconoce el principio y el final de cada trazo y cree entrever las huellas individuales de cada cerda del pincel. Por un momento recuerda otros viajes por los caminos del detalle. Pero no se engaña. Pronto topa con la masa informe pero precisa, colorista pero entonada, equívoca pero presente que deja la humedad coloreada de la brocha. El viajero piensa, entonces, que la fuerza no está reñida con la precisión, ni el vigor con la ternura. Representar en la mente la batalla resulta fascinante: seguir los restos de la mano firme u observar el punto exacto en el que la presión de la artista que rindió al lienzo hizo llorar a éste en forma de lágrima de color. El viajero se complace en imaginar a la artista impulsada por una voz interior recitando un verso anónimo que ahora le viene al recuerdo: “Olvida la rosa, pero ten siempre presente el rosal”. Al fin, refresca la garganta del polvo del camino y busca posada para su descanso. nº 6 Nosotros, juventud Tintas y acrilico s/lienzo 200 x 200 cm. Jesús Moreno Hidalgo Crítico de arte 11