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03/11/10
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Labores milenarias
TEJIDOS DEL MUSEO DE BORDADOS DE COREA
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MY
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NIPO: 551-10-098-7
Labores milenarias
TEJIDOS DEL MUSEO DE BORDADOS DE COREA
EXPOSICIÓN TEMPORAL
// 12 de noviembre - 30 enero 2011
* 60 aniversario relaciones bilaterales
España // República de Corea
Con motivo del 60º aniversario de las relaciones bilaterales entre la República de Corea y España, el Museo del Traje.
CIPE tiene el placer de presentarles un nuevo fragmento de la riqueza del patrimonio textil mundial.
La exposición Labores milenarias. Tejidos del Museo de Bordados de Corea ofrece un interés múltiple. Se trata,
desde luego, de una muestra que acoge una de las más logradas expresiones estéticas del acervo cultural coreano. Las obras expuestas, muchas de ellas ornamentadas con primorosos bordados, dan testimonio de un sentido
de la belleza altamente sofisticado, fruto de un aprendizaje milenario que ha venido transmitiéndose de generación
en generación desde tiempos inmemoriales.
Pero además, y como suele suceder con las artesanías tradicionales, las obras que les presentamos son el fruto de
un esfuerzo anónimo que, en muchos casos, no ha tenido más recompensa que la satisfacción del trabajo bien
hecho. Las labores textiles son un campo tradicionalmente reservado a las mujeres coreanas, quienes, sometidas
en el pasado a una dura represión social, dieron rienda suelta a su creatividad convirtiendo sus quehaceres cotidianos en verdaderas obras de arte. Valga la exposición como reconocimiento tardío a una labor incansable y no siempre suficientemente estimada.
Por último, Labores milenarias. Tejidos del Museo de Bordados de Corea nos abre una puerta al conocimiento de
una cultura poco difundida en nuestro país. La riqueza simbólica que se esconde en cada motivo decorativo, la sabiduría acumulada en cada técnica de confección, nos acercan un poco más al vasto legado cultural coreano y a su
realidad presente, en la que las artesanías tradicionales viven un momento de revalorización.
Es por todo ello por lo que desde el Museo del Traje. CIPE queremos transmitirles el orgullo con que acogemos esta
exposición y desearles que la disfruten en toda su profundidad.
Rafael García Serrano
Director del Museo delTraje. CIPE
3
Mi afición por el coleccionismo comenzó hace 50 años, a partir del interés por los biombos bordados. Esta afición ha llegado a convertirse en un museo y ahora me permite ofrecerles una exposición muy especial en el Museo
del Traje. CIPE, en un país con una cultura tan hermosa como la española. En esta exposición podrán contemplar un total de 110 piezas entre las cuales se cuentan los pochagui (tela para envoltorio), un biombo de bordados y varios accesorios de cámara femeninos que han sido seleccionados con el fin de mostrar la cultura de las
mujeres coreanas. Con todo ello, además, conmemoramos el 60º aniversario del establecimiento de las relaciones diplomáticas entre España y la República de Corea.
El Museo de Bordados de Corea es un museo especializado que colecciona y conserva las expresiones culturales y artísticas de las mujeres coreanas, incluyendo los objetos y vestidos que bordaban plasmando sus sueños
y esperanzas. En esta exhibición les mostramos los utensilios artesanales cotidianos hechos a mano por esas
mujeres coreanas.
El Museo de Bordados de Corea ha realizado 50 exposiciones en diversos países: 5 ediciones en el Peabody
Essex Museum en EE.UU., 3 en el Victoria & Albert Museum en Inglaterra, 3 en el Musée des Arts Asiatiques en
Francia, 3 en el Museum für Ostasiatische Kunst en Alemania, 20 en el National Museum of Art Osaka y otros
museos de Japón, 2 en el Powerhouse Museum en Australia, 1 en el Musée Royal de Mariemont en Bélgica, 1
en la Chiesa di Ognissanti en Italia y 1 en el Waikato Museum en Nueva Zelanda. Es la primera vez que exponemos en España. Es un honor que la primera exhibición se celebre en el Museo del Traje. CIPE, un lugar tan prestigioso. Así como es un placer para mí poder entregar un traje tradicional de Corea, una obra de la diseñadora
Lee Liza, con el que espero que el público pueda disfrutar de la belleza de nuestra indumentaria tradicional.
Deseo que esta exhibición represente una oportunidad de acercar la cultura tradicional coreana al pueblo español y también para que los coreanos residentes en España gocen, valoren y se sientan orgullosos de su propia
cultura.
Deseo dirigir mi más profundo agradecimiento al Director del Museo del Traje, el Sr. Rafael García Serrano, quien
nos ha permitido llevar a cabo esta exhibición, al Embajador, el Excmo. Sr. Cho, Tae Yul, al Agregado de Cultura,
el Sr. Suh, Sung Chul, y a la comisaria Dra. Yang, Eun Sook.
Huh, Dong Hwa
Director del Museo de Bordados de Corea
Bosuk chogaksangcha
Joyero forrado con patchwork
5
Ha sido una satisfacción participar en la realización de la exposición Tejidos coreanos: labores milenarias. Su presentación al público en el Museo del Traje de Madrid significa la conversión en realidad de una idea que surgió
hace casi dos años y que es el fruto de una estrecha colaboración entre este museo español y el Museo de
Bordados de Corea, dos prestigiosas instituciones especializadas en los tejidos y la vestimenta tradicional de sus
respectivos países.
Deseo expresar por ello mi agradecimiento al Museo del Traje, que asumió con entusiasmo el reto de introducir
en España una visión de los bordados, los tejidos antiguos y la vestimenta tradicional de un país de Oriente todavía no muy conocido como es Corea. Gracias a ese esfuerzo los ciudadanos españoles pueden conocer ahora
de primera mano una parte de la cultura coreana, tan antigua como la de España, a través de la labor de las mujeres coreanas que durante siglos han venido reflejando la belleza de la naturaleza y de las costumbres cotidianas
de su pueblo mediante el arte de la costura y el bordado.
Mi agradecimiento también al Museo de Bordados de Corea por su colaboración incondicional que permitió el
préstamo de una selección de piezas valiosas y, en algunos casos únicas, para su exhibición en esta exposición.
Finalmente deseo manifestar mi reconocimiento a la Embajada de la República de Corea en Madrid por el apoyo
y la colaboración que brindó a este proyecto desde sus comienzos.
En este año en el que conmemoramos el 60º aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre
España y Corea, tengo plena confianza en que esta exposición contribuya a un más amplio conocimiento de la
cultura coreana en España.
Dra. EunsookYang
Comisaria de la exposición
Michil baegetmo
Tope de juncia para almohada
7
El arte del vestir: hanbok
Whalot
Vestido ceremonial femenino
La Historia del Arte occidental establece una tradicional división entre las
Bellas Artes y las Artes Decorativas,
también llamadas artes menores. Esta
división, aplicada a otros contextos culturales, y especialmente al Lejano
Oriente, no posee apenas validez,
puesto que lo artesanal goza allí de un
peso específico mucho mayor. Prueba
de ello es la renuencia habitual entre
los diseñadores de moda orientales a
ser considerados como artistas, pues
aceptan con orgullo el título de artesanos. Y eso a pesar de que la obra de
muchos de ellos está considerada
como pura vanguardia artística.
El pensamiento oriental confiere a los
objetos decorativos – entre los que
incluimos la indumentaria - una carga
significativa que trasciende lo meramente estético y funcional, y convierte así lo ornamental en una forma de
comunicación no verbal. En el caso de
Corea, como en el de China y Japón,
se puede percibir esa carga simbólica, que está ligada a la fuerte pervivencia de nociones tradicionales. Y gracias a ese inmovilismo conceptual, lo
decorativo, en un avance lento pero
constante, alcanza un altísimo grado
de sofisticación.
Saekdong chogori
Chaqueta infantil
Hanbok, literalmente “indumentaria
coreana”, es una muestra de esa con11
cepción. En esencia, el hanbok se
caracteriza por sus líneas simples.
Frente a lo volumétrico de nuestra indumentaria, el hanbok está concebido
en dos dimensiones, de manera que
la decoración puede desarrollarse
cómodamente sobre el plano. No en
vano, a excepción del conjunto que
hemos vestido sobre maniquí para
mostrar una silueta completa, las restantes piezas expuestas se muestran
sobre soportes sin apenas relación con
el cuerpo, lo que facilita la contemplación de las técnicas decorativas. El
ideal de belleza femenina inspirado por
el Confucianismo, filosofía fuertemente arraigada en Corea, valora ante todo
la modestia como principio. Así, las formas de la indumentaria vienen definidas por el énfasis en las normas de
conducta antes que por la funcionalidad, lo que, en este contexto, lleva a
que la silueta creada por el hanbok sea
independiente de la del cuerpo: lo oculta.
El origen del hanbok hay que buscarlo entre las tribus nómadas del norte
de Asia, cuya influencia llegaría a Corea
a través de los pueblos mongoles.
Durante el período de los Tres Reinos
(57 a.C.-668 d.C.), los hombres vestían ya chogori (una chaqueta de
manga larga), paji (un pantalón holgado atado a los tobillos) y durumagui
(un abrigo o sobretodo). Las mujeres,
por su parte, usaban también durumagui y chogori, ornamentado en este
caso con dos largas cintas ataderas
(gorum), pero sobre el paji vestían una
chima, falda larga y amplia de cintura
alta que envuelve el cuerpo para crear
una característica silueta triangular.
Poson (unas medias blancas de algodón) y hwa (un calzado curvado hacia
arriba en la punta) completaban el
atuendo básico, que ya en este
momento comienza a circunscribirse
al uso popular, pues la aristocracia
introduce nuevas y diversas tipologías
vetadas al pueblo llano.
La forma del hanbok que conocemos
en la actualidad quedó fijada con la
dinastía Koryo (918-1392), cuando,
nuevamente por influencia de
Mongolia, se acorta la chima y se sube
por encima de la cintura para atarse
sobre el pecho con una larga cinta. Por
su parte, el chogori se acortó hasta
cubrir apenas el busto y sus mangas
adoptaron una ligera curvatura, la cual
pasaría a ser un factor determinante a
la hora de enjuiciar la buena factura de
la prenda1.
Suwha
Calzado bordado
A lo largo del período Choson (13921910), el hanbok vivió diversas modificaciones, tal y como en Occidente se
sucedieron las modas históricas, pero
13
sin alterarse su forma sustancialmente. El fundador de la dinastía Choson,
Yi Song-gye, conocido como rey Tejo,
impuso el Neo-confucianismo como
ideología nacional. Esto implicó una
estricta jerarquización social que quedó
reflejada en un mayor formalismo de
la indumentaria, a pesar de lo cual, o
gracias a ello, se vivió un enorme auge
de las artesanías textiles.
Los rígidos códigos de comportamiento promulgados sucesivamente2 regularon, entre otras muchas materias, la
indumentaria de la compleja administración estatal. El kwanbok, o vestido
oficial de los altos rangos, incluía variantes para ceremonias de corte (chobok),
ritos religiosos (chebok), uniforme de
diario (sangbok), audiencias con el rey
(gongbok) o asuntos militares (yungbok). Y la normativa se extendía también a los materiales: sólo los oficiales
por encima del cuarto rango podrían
vestirse con sa (gasa simple), ra (gasa
compleja), meung (sarga labrada) y dan
(damasco satinado).
Otras imposiciones afectaban al hanbok ordinario. El pueblo llano sólo podía
vestir, por ley, telas blancas de algodón, pero se les permitía el uso de rosa
pálido, verde claro, gris y carbón en
determinadas ocasiones; mientras que
la Yangban, clase aristocrática defini-
da por la erudición y el estatus antes
que por la riqueza, vestía colores brillantes y podía permitirse tejidos de
seda para el frío y de ramina muy ligeros para el calor. Los niños estaban
eximidos de esa imposición y podían
vestirse con colores vivos por simbolizar la pureza. El sekdong chogori, literalmente “chaqueta de muchos colores”, es una prenda nacida en el
período Koryo con la que se vistió a
los niños de entre uno y siete años, en
la cual, además de profusión de color,
podía lucirse decoración bordada. La
codificación cromática, que tiene que
ver con la carga simbólica del color y
también con la maestría alcanzada en
las técnicas de teñido, se hace más
estricta cuando se refiere a las mujeres: estas debían vestir chogori amarillo antes de casarse y verde después,
y el color de la chima estaba ligado a
la posición social y revelaba, por ejemplo, la condición de madres.
Sang-ho hyungbae kwanbok
Vestido de diario de funcionario
con emblema de rango
El hanbok presenta variantes al margen del conjunto de uso cotidiano.
Existen formas específicas para ceremonias (para bodas principalmente,
como son el wonsam y el whalot, pero
también para cumpleaños y funerales)
y otras destinadas a usos especiales,
como los kwanbok de funcionario que
ya hemos mencionado, el mubok de
los chamanes o el kunbok de los mili15
tares. Todos ellos estuvieron en uso
hasta el final de la dinastía Choson
pero, primero por la invasión japonesa y más tarde por la entrada del capitalismo occidental, desde los años 50
del siglo XX el uso del hanbok ha quedado relegado a las fiestas del Seollal
(año nuevo lunar), el Chusok (fiesta de
la cosecha otoñal de luna llena) y fiestas familiares como el Hwangap (conmemoración del 60 cumpleaños de un
miembro de la familia), así como a
bodas. No obstante, proliferan los
defensores de las formas tradicionales, que han sufrido diversas actualizaciones para adaptarse a los gustos
contemporáneos. El interés de un buen
número de artesanos ha permitido que
se recuperen técnicas y materiales tradicionales (cáñamo y ramina) y proliferen las boutiques especializadas en
hanbok de uso cotidiano para las nuevas generaciones.
1 Los otros dos factores que determinan la
belleza del chogori son el otgorum, un nudo
practicado sobre el busto, y el git, una banda
de tejido que forma el contorno del cuello. Esto
redunda en la idea de la nula relación de la
indumentaria con las formas del cuerpo.
2 El Samgang Haengsil-do (Esquema de los
Tres principios de Comportamiento), el
Samjongjido (Tres Caminos de Obediencia) o
el Gyeongguk dechon (Gran Código de
Administración de la Nación) son algunos de
ellos. El Samjongjido, por ejemplo, establecía
que las mujeres debían seguir a sus padres
cuando eran jóvenes, a sus maridos durante el
matrimonio y a sus hijos al morir sus esposos.
De izda. a dcha.:
Hanbok: chima-chogori
Conjunto tradicional de chaqueta y falda
Tanglli
Abrigo femenino
El arte de bordar: chasu
Chasu es el término coreano con el
que se designa el arte del bordado. La
perfección técnica alcanzada por las
bordadoras de Corea ha llevado a esta
artesanía a ser considerada como una
de las máximas expresiones del ideal
de belleza autóctono. En esta exposición podemos comprobar la diversidad de objetos que se decoran con
los más variados motivos, bordados
con primorosa habilidad: contenedores para cubiertos, pinceles o medicinas, fundas para gafas, biombos, colgantes, llaveros, costureros, joyeros,
alfileteros, monederos y bolsos femeninos, pañuelos, prendas de vestir…
Con la mejora de las técnicas textiles
durante el período de los Tres Reinos,
que se extiende hasta la segunda
mitad del siglo VII, el chasu alcanzó un
gran desarrollo y se convirtió en una
forma decorativa de gran popularidad,
al tiempo que sirvió como expresión
del estatus social de las clases dominantes a través de la ornamentación
de atuendos o banderas.
Beusunbon chumeini
Bolsa para calcetines
Durante el período Shila Unificado (668918), el uso del chasu continuó expandiéndose, tanto en el ámbito cotidiano como en contextos aristocráticos
y ceremoniales. La organización de la
producción dio lugar a los kongbang,
centros encargados de tejer, teñir y
21
coser. Es en este momento cuando
las técnicas de teñido alcanzan su
máximo desarrollo, lo que propicia la
incipiente codificación del uso de los
colores, que pasan a ser un factor decisivo a la hora de interpretar los significados de las decoraciones bordadas.
Al rey Heungdeok se deben las primeras restricciones en el uso del chasu:
en 834 establece el sistema de golpum, por el que se definen los rangos
aristocráticos y se pone límites a la
riqueza del chasu budista que decoraba las salas principales de los templos.
La regulación del chasu, constante en
la historia de su evolución que es sintomática de su importancia simbólica,
se incrementó en el período siguiente,
el de la dinastía Koryo (918-1392),
durante el cual el arte del bordado
alcanzó las más altas cotas de suntuosidad1. Ejemplo de esto fueron los
uniformes de la guardia real, que lucían flores y aves bordadas en cinco
colores sobre ricas sedas. Esta riqueza llevó a establecer una clasificación
del chasu, que se dividió en poshik
(bordado sobre indumentaria), kiyong
(el destinado al palacio real), kamsang
(bordado artístico) y chasu budista.
Pero es durante el período Choson
(1392-1910) cuando se fija la estética
que hoy podemos contemplar en esta
exposición. La implantación del confucianismo como ideología nacional
conduce al descuido de las actividades comerciales y artesanales, pero,
paradójicamente, la producción de
indumentaria, a cargo exclusivamente
de mujeres, se fomenta para impulsar
la economía. La importancia adquirida
por las artes textiles propició el perfeccionamiento del sistema kwangjong,
organización que dependía del
Ministerio de Industria y que centralizaba la producción de indumentaria y
de chasu destinado a los altos rangos
oficiales. Las mejores artesanas del
país eran reclutadas para pasar a formar parte del selecto grupo que producía labores de la más alta calidad
para los miembros del aparato estatal.
Nabi norigae
Colgante decorativo para vestido
Siguiendo esa línea, en 1454, Danjong
implanta el sistema Hyungbae, mediante el cual, a imitación del modelo
implantado por la dinastía Ming en
China, se codifican los emblemas bordados que definían el estatus y el rango
de los cargos oficiales. Un ejemplo lo
encontramos en el bordado que ornamenta el delantero y la espalda del
kwanbok que se incluye en la muestra. Este bordado, en el que se representa una pareja de tigres sobre un
fondo paisajístico altamente estilizado,
expresa la pertenencia del portador al
23
primer escalafón de funcionarios militares. Hasta el siglo XIX el sistema
hyungbae se valdría de diversos motivos bordados2, lo que nos habla de la
importancia simbólica alcanzada por
el chasu coreano.
Mientras el bordado oficial (kungsu) se
movió siempre dentro de unos rígidos
parámetros que limitaban toda expresión individual, el bordado popular o
minsu dio cabida a una gran libertad
creativa que quedó plasmada en infinidad de objetos de uso cotidiano.
Estos objetos recogieron durante siglos
la vasta iconografía que, más allá de
su valor estético, nos pone en contacto con el pensamiento simbólico del
pueblo coreano: caracteres chinos ligados a la filosofía taoísta3; motivos geométricos anclados en el pensamiento
religioso primitivo; motivos de procedencia budista como flores de loto,
nubes, relámpagos o esvásticas; motivos vegetales como la ciruela, el crisantemo, la orquídea y el bambú, que
representa las cuatro virtudes de la conducta noble; motivos animales como
la grulla, el gallo, el tigre, el oso, peces
y ballenas, venados… Especial importancia durante el período Choson tuvo
el shipjangsaeng, conjunción de los
diez símbolos de la longevidad: sol,
nubes, montañas, agua, árboles,
bambú, grullas, ciervos, tortugas y el
hongo de la inmortalidad. Este motivo
se aplicó principalmente en las pyongpung chasu, o biombos bordados, que
desempeñaron un importante papel
en acontecimientos relevantes de la
vida cotidiana y en celebraciones públicas. Los bordados de las pyongpung
festaciones más expresivas de la cultura coreana.
1 En 1034, el rey Deokjong prohíbe a mujeres
y niños vestir sedas bordadas; en 1043
Jeongjong veta el uso de los motivos del dragón y el fénix; en 1144 Injong prohíbe el uso de
hilo de oro para vestidos.
2 Las insignias establecidas por la normativa
de 1454 eran: un pavo real para el primer
rango de funcionario civil, un ganso salvaje
para el segundo y un faisán para el tercero; por
su parte, el primer y segundo rango militares
lucían tigres y el tercero se reconocía por un
oso bordado como emblema.
3 Por ejemplo los referidos a la longevidad
(su), la felicidad (pok), la abundancia material o
de descendencia (danam) o la riqueza y el
estatus social (bugwi). Y por supuesto el taegeuk (eu/yin-yang), el símbolo de los contrarios
que está representado en la propia bandera de
Corea.
Yeonwhamun duruchumuni
Bolso femenino con decoración de flores budistas
Gungchung yakchumuni
Contenedor de medicinas para uso palaciego
25
Chasu byongpung
Biombo bordado
Ankyong chumuni
Funda para gafas
Susangcha
Joyero bordado
De izda. a dcha.:
Banelkkochi
Alfiletero
But chumuni
Contenedor de pinceles
But chumuni
Contenedor de pinceles
31
El arte de envolver: pojagui
Decía Paul Klee, uno de los maestros
de la pintura del siglo XX, si no de todos
los tiempos, que pintar bien consiste
en poner el color adecuado en el lugar
adecuado. La similitud de algunas de
las obras más representativas de Klee
con parte de los pojagui que se exhiben en esta exposición es evidente. Las
complejas composiciones abstractas
concebidas por el pintor alemán
encuentran un imprevisible antecedente en las creaciones anónimas de mujeres coreanas que desarrollaron su propia poética de lo geométrico. El mismo
difícil equilibrio de armonías cromáticas
y composiciones geométricas que con
tanto ahínco trabajaron los Klee,
Mondrian, Van Doesburg, Malevich y
compañía, parece algo innato en
manos de las costureras domésticas
coreanas a cuya laboriosidad debemos
el legado artístico que constituyen los
pojagui.
Pojagui: Holyeyong supo
Pañuelo bordado para boda
Pojagui es el término coreano que
designa a los pañuelos y paños que,
convenientemente doblados, todos los
habitantes de aquel país han utilizado
durante siglos como envoltorio para
objetos cotidianos y rituales, o como
contenedor para transportar libros y alimentos, entre otros muchos usos. Los
pojagui están presentes todavía en
muchas facetas de la vida coreana,
pero la introducción de costumbres
35
occidentales (el uso de bolsas, maletas y contenedores de todo tipo) ha
mermado su importancia en el aspecto práctico, aunque no en el simbólico.
Hoy su presencia se concentra en celebraciones familiares o en actos institucionales, pero ayer fueron indispensables tanto para los monarcas como
para el pueblo llano.
Kumja Paik Kim, antigua conservadora de arte coreano en el Museo de Arte
Asiático de San Francisco, recuerda en
un artículo dedicado a los pojagui1 que
de las mujeres del período Choson se
decía que tenían siete inseparables
acompañantes: un metro, un par de
tijeras, una aguja, hilo, un dedal y dos
tipos de plancha (indu y tarimi, esta última para piezas grandes). La anécdota, más allá de expresar la segregación
social que sufrieron las mujeres coreanas, nos pone sobre aviso acerca del
virtuosismo que alcanzó el trabajo textil de mano de esas mujeres.
Los pojagui fueron hechos, sin excepción, por mujeres. El origen de los mismos se encuentra en la reutilización de
retales sobrantes de otras confecciones, que se distribuían sobre el suelo y
se ordenaban pacientemente hasta formar una composición armoniosa. Lo
que Klee opinaba acerca de la pintura,
las mujeres coreanas lo aprendieron a
Pojagui: supo
Pañuelo bordado
fuerza de repetir esta experiencia de
generación en generación, transmitiendo de madres a hijas un sentido de la
belleza que hoy nos impresiona por su
modernidad. La sabiduría con que
están compuestos estos “cuadros de
tela” debería hacernos dudar acerca
de dónde se encuentran los límites entre
el arte con mayúsculas y las artesanías. ¿Qué hubiera pensado Klee de los
derroteros del arte occidental de haber
conocido la obra de esas amas de casa
coreanas? ¿Qué diseñador de moda
contemporánea podría sustraerse a la
influencia de las atrevidas combinaciones de tejidos y colores que lucen con
orgullo estos simples pañuelos?
gui preservaban la buena fortuna en el
estudio gracias a ese envoltorio, al igual
que la vara del maestro, también
envuelta en un pojagui, incrementaba
así su simbolismo e infundía respeto sin
necesidad de ser utilizada. Actos oficiales de la mayor importancia, celebraciones religiosas o festivas, bodas
y funerales perderían gran parte de su
sentido, o bien quedarían huérfanas de
buenos augurios, de no ser por la presencia de los pojagui. De esta manera
es fácil comprender por qué lo que a
nuestros ojos serían simples pañuelos
se han convertido en una verdadera
forma de arte que recoge la creatividad
de miles de mujeres anónimas.
Quizás la explicación a la sofisticación
estética de los pojagui se encuentre en
la misma idea que venimos apuntando desde el principio de estas notas: el
simbolismo inherente a los objetos
decorativos, fijado por la tradición, es
lo que hace que sean receptores de la
máxima atención por parte de sus creadoras. Los pojagui son portadores de
suerte (pok), son una muestra de respeto y son un legado familiar de primera importancia. Cuando una hija se
casaba, su madre confeccionaba un
buen número de pojagui que pasaban
a asegurar el bienestar del nuevo núcleo
familiar. Los libros que el alumno llevaba a la escuela envueltos en su poja-
Los pojagui son generalmente cuadrados, de entre unos 35 centímetros de
lado hasta tamaños suficientes como
para cubrir una cama. Las formas de
clasificarlos son muy variadas, y responden a su función, métodos de producción, color, material, diseño o, al
igual que los bordados, a sus usuarios.
Esta última es la más simple: kungpo
son los de palacio y minpo, los de la
gente común. Pero más interesante es
la clasificación formal, que distingue,
principalmente, entre chogakpo (confeccionados con patchwork bien de
fragmentos irregulares, bien con formas regulares para formar motivos
como el cintamani, en el que los círcu-
37
Pojagui: Nemo chogakpo
Pañuelo de patchwork de retales
cuadrangulares
los de tejido crean un diseño de pétalos de colores) y supo (los pojagui bordados, principalmente para ceremonias).
Las variedades son muchas más y las
clasificaciones se solapan generalmente, pudiendo darse el caso de que
un pojagui reciba distintos nombres
en función del uso que esté recibiendo en cada momento. A continuación
ofrecemos una clasificación por usos,
no exhaustiva, que da idea de la omnipresencia del pojagui en la vida cotidiana coreana:
1 Profusion of colour: Korean costumes and
wrapping cloths of the Choson dynasty, en
Wrappings of Happines. A tradicional Korean
art form, Honolulu Academy of Arts Publishing.
Hawaii, 2003, catálogo de la exposición del
mismo nombre celebrada por la citada academia y organizada por el mismo Museo del
Bordado Coreano, que ha hecho posible esta
exposición. En el mismo artículo, la Dra. Kim
habla de una obra anónima titulada Lamento
por una aguja, de la cual transcribe un párrafo
que da idea de la importancia del trabajo textil
para las mujeres coreanas. Ese párrafo, dedicado a la aguja que se menciona en el título,
termina con esta frase: “Ningún esfuerzo
humano podría igualarte”.
1. Sangyongpo o pojagui de uso
diario:
Chondaepo: para guardar dinero a
la cintura o a la espalda, haciendo
una banda larga con el pañue lo.
Pobusangpo: de comerciante,
para transportar mercancías a
modo de mochila.
Sangpo: de mesa, para cubrir alimentos, preservarlos de insectos y conservar el calor. Suelen tener un tirador en el centro y cintas ataderas en
las esquinas. También es habitual que
el forro esté imprimado con una solución oleosa para preservar el tejido
del contacto con la comida.
Ibulpo: para envolver mantas.
Pallaepo: para la ropa sucia.
Posonpo: para calcetines.
39
Chaekpo: para libros.
Hwoetdaepo: para cubrir la ropa colgada.
Kwanchalpo: para cartas y documentos.
Kyongdaepo: para cubrir el tocador
femenino.
2. Holyeyongpo o pojagui de boda:
Hampo: para envolver el arca de los
regalos.
Kirokipo: para envolver la pareja de
gansos salvajes que representan la
fidelidad en la ceremonia nupcial.
Yedanpo: para los regalos que ofrece la familia de la novia a la del novio.
Pyebaekpo: para el ritual de presentación de respetos de la esposa a los
miembros de la familia del marido.
3. Pojagui para ritos budistas.
Majipo: para la ofrenda de alimentos
a Buda.
Kongyangpo: para la provisión de alimentos a los templos.
Kyongjongpo: para las escrituras.
Pojagui para usos especiales:
Myongjongpo: para los papeles oficiales en los actos fúnebres.
Yongjong bong-anpo: para cubrir el
retrato del difunto en el funeral.
Kiujepo: para el ritual para pedir lluvias.
Chegipo: para cubrir los platos ceremoniales.
Pojagui:Gocheunmun chogakpo
Pañuelo de patchwork de retales circulares
41
Por último nos gustaría hacer mención a la situación actual de las artesanías textiles en Corea. Si bien
hemos visto que la irrupción del capitalismo occidental, como en el resto
del mundo, está haciendo desaparecer inexorablemente los conocimientos acumulados a lo largo de siglos,
también es posible albergar cierta
esperanza gracias al interés de mujeres y hombres que velan por la pervivencia de esas técnicas ancestrales.
Es el caso de Huh Dong-hwa, coleccionista de textiles coreanos y artista
a cuya labor debemos agradecer, por
ejemplo, que esta exposición haya
sido posible. Huh es el fundador y
director del Museo de Bordados
Coreanos de Seúl, al cual pertenecen
todas las piezas expuestas. Además
de salvaguardar la memoria de estas
labores milenarias, ha desarrollado
una carrera artística en la que destaca el interés por el textil y que trata de
establecer un lazo entre los lenguajes contemporáneos y las prácticas
artesanales que hoy se diluyen en la
marea mercadotécnica.
Huh Dong-hwa
El corazón de una mujer
2008
Como Huh Dong-hwa, muchos creadores coreanos están tratando de
recuperar ese patrimonio inmaterial
mediante la puesta en práctica de
diversas artesanías que prácticamen43
te habían sido olvidadas. Por ejemplo, las técnicas de teñido, uno de los
pilares sobre los que se sustentó la
brillantez de las artesanías textiles
coreanas, están siendo rescatadas
por artesanos como Jung Kwanchae. Otros nombres que podemos
citar son los de Jung Jeong-whan,
que practica y enseña al arte de la
confección de hanbok; Kim Hae-ja,
quien hace lo propio con la compleja técnica de acolchado que caracteriza a muchas prendas tradicionales;
o Han Sang-soo, que ha dedicado su
carrera al estudio y aprendizaje del
bordado, habiendo recuperado la
ancestral técnica del bordado con hilo
de oro budista. En sus manos está
que podamos disfrutar en el futuro de
una de las actividades más características del pasado cultura coreano.
Comisariado
Eunsook Yang
Coordinación
Natalia Jiménez y Juan Gutiérrez
Colaboración científica y textos
Juan Gutiérrez
Producción y montaje
Equipo técnico del Museo del Traje. CIPE
Maniquíes y faldonaje
Práxedes García y Rebeca Gordo
Restauración
Silvia Montero y Andrea Fernández
Corrección de textos
Ana Guerrero
Fotografía
Munio Rodil
Diseño gráfico y maquetación
Mª José Pacheco
Colabora
Embajada de la Rapública de Corea
Museo de Bordados de Corea
Asociación Promotora de Museos Asiáticos en España
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