Jurisdicción: Contencioso-Administrativa Recurso

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Jurisdicción: Contencioso-Administrativa
Recurso de Casación núm. 5729/2000.
Ponente: Excmo. Sr. D. Juan Gonzalo Martínez Micó
TRIBUTOS-REVISION DE ACTOS: Reclamaciones económico-administrativas: suspensión
de la ejecución a instancia del interesado que justifique la existencia de perjuicios de
imposible o difícil reparación en caso de ejecución: sin garantía de la deuda tributaria:
requisitos: acreditación suficiente de la imposibilidad de prestar garantía: existencia:
aportación de certificación bancaria negativa para la concesión de aval bancario: suspensión
procedente.
La Sala de lo Contencioso-Administrativo de la Audiencia Nacional -Sección Segunda- dictó
Sentencia, en fecha 22-06-2000, estimatoria del recurso deducido por la entidad
mercantil «Pleamar, SA» contra una Resolución del Tribunal Económico-Administrativo
Central de 26-02-1997, relativa a una liquidación girada en concepto de Impuesto sobre
Sociedades.
El TS declara no haber lugar al recurso de casación interpuesto por la Administración
General del Estado; con imposición de las costas.
En la Villa de Madrid, a veintiséis de octubre de dos mil cinco.
Visto por la Sala Tercera del Tribunal Supremo, constituida en su Sección Segunda por los
Excmos. Sres. Magistrados anotados al margen, el presente recurso de casación que con el
num. 5729/2000 ante la misma pende de resolución, promovido por la Administración
General del Estado, representada y dirigida por el Abogado del Estado, contra la sentencia
dictada, con fecha 22 de junio de 2000, por la Sección Segunda de la Sala de lo
Contencioso-Administrativo de la Audiencia Nacional, estimatoria del recurso de dicho
orden jurisdiccional num. 572/1997 promovido por la entidad Pleamar, SA, que ha
comparecido en estas actuaciones, como parte recurrida, bajo la representación procesal
de Procurador y la dirección técnico-jurídica de Letrado, contra el acuerdo del Tribunal
Económico-Administrativo Central de 26 de febrero de 1997, que desestimó el recurso de
alzada deducido contra la resolución del Tribunal Regional de Madrid, de 29 de abril de
1996, sobre solicitud de suspensión de la liquidación relativa al Impuesto sobre Sociedades
y a Retenciones por los Rendimientos de Capital Mobiliario, por los períodos e importe total
que luego se dirá.
ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO La entidad Pleamar, SA interpuso reclamación económico-administrativa ante el
Tribunal Regional de Madrid impugnando cinco liquidaciones practicadas por la Agencia
Estatal de Administración Tributaria de Madrid, derivadas de cinco actas modelo A2 (de
disconformidad), incoadas por la Inspección por los conceptos impositivos y períodos
siguientes: Impuesto sobre Sociedades, ejercicios 1988, 1989 y 1990, y Retenciones por
los Rendimientos del Capital Mobiliario, ejercicios 1989 y 1990, por importe total de
4.584.840.732 ptas. En el propio escrito de interposición de la reclamación Pleamar, SA
manifestó que solicitaba la suspensión sin garantía de las mencionadas liquidaciones, al
amparo de lo dispuesto en el art. 22 del Real Decreto Legislativo 2795/1980 ( RCL 1980,
2857) , invocando la imposibilidad de prestar aval y la producción de daños y perjuicios de
difícil o imposible reparación caso de no accederse a la suspensión solicitada.
SEGUNDO El Tribunal Regional de Madrid dictó Resolución el 29 de abril de 1996
acordando estimar en parte la solicitud de suspensión sin garantía, concediéndola
exclusivamente en la parte correspondiente a la sanción total impuesta a la entidad
reclamante.
TERCERO Interpuesto recurso de alzada, el Tribunal Económico-Administrativo Central lo
desestimó en acuerdo de 26 de febrero de 1997 (R.G. 6817/96; R.S. 751/96) por no
haberse acreditado fehacientemente el carácter irreparable del perjuicio que la ejecución
de los actos impugnados ocasionaría ni haberse probado la imposibilidad de obtener las
garantías suficientes para solicitar la suspensión.
CUARTO Contra el acuerdo del TEAC de fecha 26 de febrero de 1997, Pleamar, SA
interpuso recurso Contencioso-Administrativo ante la Sección Segunda de la Sala de la
Jurisdicción de la Audiencia Nacional que, con fecha 22 de junio de 2000, dictó sentencia
cuya parte dispositiva era del siguiente tenor literal: « FALLAMOS: Que ESTIMANDO el
recurso Contencioso-Administrativo formulado por la Procuradora Dª María de la
Concepción Donday Cuevas, en nombre y representación de la sociedad Pleamar, SA, contra
la resolución de fecha 26 de febrero de 1997, dictada por el Tribunal EconómicoAdministrativo Central, debemos declarar y declaramos que dicha resolución es nula por no
ser conforme a Derecho; sin hacer mención especial en cuanto a las costas».
QUINTO Contra la citada sentencia el Abogado del Estado preparó ante al Tribunal «a
quo» el presente recurso de casación que, una vez tenido por preparado, fue interpuesto en
plazo ante esta Sala. Por auto de 18 de septiembre de 2003 de la Sección Primera de esta
Sala se acordó declarar la admisión del recurso de casación interpuesto en relación con los
expedientes correspondientes al concepto Impuesto sobre Sociedades, ejercicio 1988,
1989 y 1990, y la inadmisión del mismo en relación con los expedientes correspondientes a
las Retenciones por Rendimiento de Capital Mobiliario por no superar su cuantía el límite
legal de los 25 millones de pesetas, pues en relación con el expediente num. 60001041/95 la
deuda del ejercicio 1989 asciende a 1.532.740. ptas. y en el expediente num. 60001042/95,
restando de la deuda total (33.945.283 ptas.) el importe de la sanción (8.237.449 ptas.), ni
el importe de la cuota ni el de la sanción rebasan el límite legal establecido para acceder al
recurso de casación.
Formalizado por la representación procesal de la parte recurrida su oportuno escrito de
oposición al recurso, se señaló, por su turno, para votación y fallo, la audiencia del día 25 de
octubre de 2005, fecha en la que ha tenido lugar dicha actuación procesal.
Siendo Ponente el Excmo. Sr. D. Juan Gonzalo Martínez Micó.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO La sentencia de instancia, después de plantear la cuestión debatida -la
procedencia o no de la suspensión solicitada de la liquidación relativa al Impuesto sobre
Sociedades, ejercicios 1988, 1989 y 1990, y a Retenciones de Rendimientos de Capital
Mobiliario, ejercicios 1989 y 1990, sin necesidad de aportar aval o de otras garantías- y de
recordar el contenido del art. 22.2 del Real Decreto Legislativo 2795/1980, de 12 de
diciembre ( RCL 1980, 2857) , por el que se articulaba la Ley 39/1980, de 5 de julio ( RCL
1980, 1681) , de Bases sobre el Procedimiento Económico-Administrativo, decía que tal
como se desprende de la lectura del precepto indicado, en relación con su apartado
anterior (referido a la prestación de garantía dineraria o equivalente), la amplitud de
garantías que se reconocen permite que el contribuyente pueda ofrecer cualquiera siempre
que se «estime suficiente» por el órgano administrativo, en el supuesto de que no pueda
ofrecer cualquiera de las garantías dinerarias mencionadas en el apartado núm. 1, del citado
art. 22; estando prevista la imposibilidad de prestación de garantía en el supuesto de
irreparabilidad de los daños que la ejecución pudiera ocasionar.
Pues bien, como se desprende de lo actuado en el expediente administrativo, la sociedad
recurrente aportó certificación bancaria negativa para la concesión de aval bancario
(solicitada a Banco Central Hispanoamericano).
Por otra parte, la situación económica de la sociedad y la situación jurídica de los bienes
inmuebles, como se desprende de lo actuado en el presente recurso, prueban la situación de
liquidez (la sentencia recurrida quiso decir «iliquidez», sin duda) de la misma para hacer
frente a la ejecución del acto administrativo.
Por ello, es procedente la suspensión, que, por otra parte, dado el desarrollo de la actividad
empresarial, reflejada en los balances e informes acompañados y adjuntados al expediente
administrativo y en este procedimiento, sufriría un perjuicio económico.
SEGUNDO El Abogado del Estado articula un único motivo de casación al amparo del art.
88.1 apartado d) de la Ley de la Jurisdicción, entendiendo que la sentencia recurrida
infringe el art. 22 del Real Decreto Legislativo 2795/1980, de 12 de diciembre ( RCL 1980,
2857) , así como el art. 81 del Reglamento de Procedimiento Económico-Administrativo,
aprobado por el Real Decreto 1999/191, de 20 de agosto.
El art. 22 del Real Decreto Legislativo invocado permitía decretar la suspensión sin
garantías «según se determine reglamentariamente». Pero en el art. 81 del Reglamento de
20 de agosto de 1981 no se contempla la suspensión sin garantías, sino que era preciso
aportar alguna de las que en el mismo se señalan, de donde se deduce que no era
procedente la suspensión sin garantías en aplicación del art. 81, en relación al art. 22. Aún
no era aplicable el Real Decreto 391/1996, de 1 de marzo ( RCL 1996, 1072, 2005) , que
aprobó el nuevo Reglamento de Procedimiento Económico-Administrativo, puesto que su
Disposición Final Única estableció que entraría en vigor el día 1 de junio de 1996, y la
resolución del Tribunal Económico-Administrativo Provincial se dictó el día 29 de abril del
mismo año, antes de la entrada en vigor. Además, la Disposición Transitoria Única
estableció que los trámites iniciados pero no concluidos se seguirían rigiendo por el
Reglamento de 20 de agosto de 1981 hasta su conclusión.
Con independencia de lo anterior, dice el Abogado del Estado, solamente obra una no
concesión de aval, pero no consta que no pudiera aportarse cualquier otra garantía; el
activo social tenía envergadura suficiente para que se pudiera obtener un aval o, cuando
menos, otra de las garantías admisibles para la suspensión automática. Tampoco se han
acreditado los daños o perjuicios de imposible o difícil reparación, que en supuestos de
suspensión sin aval, que son de carácter extraordinarios, deben ser en todo caso probados.
TERCERO 1. El problema planteado en el presente recurso se reduce a determinar si la
garantía a prestar por el sujeto pasivo, para obtener la suspensión de la ejecutividad del
acto administrativo impugnado en una reclamación económico-administrativa presentada
con fecha 10 de noviembre de 1995 y resuelta por el TEAR de Madrid el 29 de abril de
1996, había de ser forzosa y exclusivamente alguna de las enumeradas en el art. 81.4 del
Reglamento de Procedimiento en las Reclamaciones Económico-Administrativas (en adelante
R.P.R.E.A), aprobado por el Real Decreto Legislativo (RDL) 1999/1981, de 20 de agosto (
RCL 1981, 2126, 2471) , o si cabía conceder la suspensión sin garantías.
2. Para comprender mejor el régimen de suspensión de los débitos tributarios por
interposición de recursos y reclamaciones en vía administrativa, es muy conveniente
analizar brevemente su evolución histórica, porque así se pueden interpretar más
acertadamente las normas aplicables al caso de que se trata.
a) Un hito fundamental fue la promulgación de la Ley de Procedimiento Administrativo de
17 de julio de 1958 ( RCL 1958, 1258, 1469, 1504 y RCL 1959, 585) , cuyo art. 116 dispuso:
«La interposición de cualquier recurso, excepto en los casos en que una disposición
establezca lo contrario, no suspenderá la ejecución del acto impugnado, pero la Autoridad a
quien compete resolverlo podrá suspender de oficio o a instancia de la parte la ejecución
del acuerdo recurrido, en el caso de que dicha ejecución pudiera causar perjuicios de
imposible o difícil reparación». Nótese que no habla de garantías, pero obviamente no las
excluía.
Esta Ley de Procedimiento Administrativo de 1958 se cuidó en su Disposición Final Tercera
de respetar la especialidad de las reclamaciones económico administrativas y así preceptuó:
«Por la Presidencia del Gobierno y el Ministerio de Hacienda se redactará y propondrá a la
aprobación del Consejo de Ministros, en el plazo de un año, un nuevo Reglamento de las
Reclamaciones económico-administrativas, ajustado a las prescripciones de la presente Ley,
sin perjuicio de las especialidades que exija la peculiaridad de esta materia.
b) El nuevo Reglamento fue aprobado por Decreto 2083/1959, de 26 de noviembre ( RCL
1959, 1671) , con ánimo y carácter omnicomprensivo, es decir, sin dejar resquicio alguno a la
aplicación subsidiaria de la Ley de Procedimiento Administrativo de 17 de julio de 1958 y
por ello reguló en su art. 83, "Suspensión y caución", con carácter general, esta materia,
estableciendo en su apartado 1, lo siguiente: "los órganos competentes para conocer de las
reclamaciones podrán acordar, a instancia del interesado, que se suspenda la ejecución del
acto administrativo impugnado mientras dure la total sustanciación del procedimiento
económico-administrativo, exigiendo en todo caso la constitución de garantía" y acto
seguido, en su apartado 5, dispuso que la caución consistirá: a) En un depósito en dinero
efectivo o en valores públicos o equiparados a éstos en la Caja General de Depósitos o sus
sucursales o, en su caso, en la Corporación Local interesada. b) En una fianza solidaria,
prestada por un Banco inscrito en la Comisaría de la Banca Privada». Este párrafo, letra b),
fue modificado por Decreto 2174/1973, de 17 de agosto ( RCL 1973, 1721) , y quedó
redactado de la siguiente manera: «b) En un aval o fianza solidaria, prestada por un Banco o
Banquero registrado oficialmente o por una Caja de Ahorros sujeta a la inspección del
Banco de España».
Es incuestionable, pues, que según el Reglamento de 1959 la suspensión sólo se podía
conceder previa aportación de alguna de las garantías administrativas reglamentarias,
estándole vedado a los Tribunales Económicos Administrativo la concesión de la suspensión
fuera de estos límites.
La experiencia en la aplicación de estos preceptos puso de relieve la presión constante
sobre el Reglamento para que se pudiera aportar garantía distinta e incluso conceder la
suspensión sin garantías si el ingreso o el cobro por vía ejecutiva podía producir perjuicios
irreparables o de difícil reparación al contribuyente, supuesto admitido por el art. 116 de la
Ley de Procedimiento Administrativo de 17 de julio de 1958, pero no por el Reglamento de
1959 mencionado. De hecho, el TEAC dictó algunas resoluciones en las que contempló la
posibilidad de otorgar la suspensión sin exigencia de garantía al amparo del art. 116 de la
Ley de Procedimiento Administrativo de 17 de julio de 1958, vigente el Reglamento de
Procedimiento Económico-Administrativo de 26 de noviembre de 1959, por considerar que
dicha Ley tenía carácter supletorio, toda vez que el Reglamento se dictó en cumplimiento
de la Disposición Final Tercera de la Ley de Procedimiento Administrativo de 17 de julio de
1958.
c) La Ley 39/1980, de 5 de julio ( RCL 1980, 2857) , de Bases sobre Procedimiento
Económico-Administrativo, dispuso en su Base Tercera: «El procedimiento de las
reclamaciones económico-administrativas, en sus diferentes instancias, se adaptará a las
directrices de la Ley de Procedimiento Administrativo (se refiere a la de 17 de julio de
1958), con especial observancia de las normas siguientes: a) La ejecución del acto
administrativo impugnado se suspenderá a instancia del interesado, si en el momento de
interponerse la reclamación se garantiza en la forma que reglamentariamente se determine
el importe de la deuda tributaria».
d) El Real Decreto Legislativo 2795/1980, de 12 de diciembre ( RCL 1980, 2857) , que
articuló la Ley 39/1980, de 5 de julio, de Bases sobre Procedimiento EconómicoAdministrativo, dio cumplida solución a dos puntos conflictivos y así: a) En su art. 22
sustituyó la facultad discrecional para suspender por la obligación jurídica de los
Tribunales Económico-Administrativos y correlativo derecho de los recurrentes a la
suspensión del ingreso, si se aportaba alguna de las garantías que se determinarían en
forma reglamentaria. b) Este mismo precepto terminó con la debilidad del art. 83 del
Reglamento de Procedimiento en las Reclamaciones Económico-Administrativas de 26 de
noviembre de 1959, dictado de acuerdo con los principios y normas fundamentales de la Ley
de 17 de julio de 1958, de Procedimiento Administrativo que, pese a ello, sólo permitía la
suspensión si se aportaba alguna de las garantías establecidas, frente al art. 116 de esta
Ley, que era mucho mas amplio y comprensivo, en la medida que no condicionaba la
suspensión a la aportación de garantías, sino a la existencia de daños irreparables o de
difícil reparación, y por ello reiteró, ahora con rango de Ley, al ajustarse a la Base Tercera
de la Ley 39/1980, que «la ejecución del acto administrativo impugnado se suspenderá a
instancia del interesado sí en el momento de interponerse la reclamación se garantiza, en la
forma que reglamentariamente se determine, el importe de la deuda tributaria».
El art. 81, Ap. cuarto, del Reglamento de Procedimiento en las Reclamaciones EconómicoAdministrativas, aprobado por Real Decreto 1999/1981, de 20 de agosto, reguló las
garantías admisibles, de modo sustancialmente igual a las reguladas en el artículo 83.5 del
anterior Reglamento de 26 de noviembre de 1959, garantías que se caracterizaban por su
solvencia, liquidez y sencillez de ejecución.
e) Transcurrido un cierto tiempo desde que se promulgaron la Ley 39/1980, de Bases del
Procedimiento Económico-Administrativo, el Real Decreto Legislativo 2795/1980 y el
Reglamento aprobado por Real Decreto 1999/1981, el Legislador se quiso hacer eco de la
aspiración sentida por los contribuyentes relativa a la admisión de garantías distintas de
las reguladas en el art. 81, apartado 4, del Reglamento de Procedimiento EconómicoAdministrativo, aprobado por Real Decreto 1999/1981, de 20 de agosto, que sólo admitió
aval o fianza solidaria de entidades de crédito, depósito en dinero o en valores públicos en
la Caja General de Depósitos o fianza de dos contribuyentes para débitos inferiores a
100.000 pesetas.
Muchos contribuyentes ante la imposibilidad de conseguir avales de entidades de crédito,
ofrecían garantías distintas, principalmente hipotecas sobre inmuebles o prendas sin
desplazamiento sobre su maquinaria, elementos de transportes, etc.
La respuesta a esta petición vino dada por una norma de rango legal, concretamente por la
Ley 25/1995, de 20 de julio ( RCL 1995, 2178, 2787) , de Modificación parcial de la Ley
General Tributaria, que redactó de nuevo el art. 22, Ap. 2, con el siguiente texto: «2.
Cuando el interesado no pueda aportar las garantías necesarias para obtener la suspensión
a que se refiere el apartado anterior (depósito de dinero o valores públicos, aval o fianza
solidaria de entidades de crédito o sociedades de garantía recíproca y fianza de
contribuyentes en deudas de cuantía muy limitada), el Tribunal podrá decretar la
suspensión, previa prestación o no de garantías según se determine reglamentariamente si
la ejecución pudiera causar perjuicios de imposible o difícil reparación.
A los efectos de este apartado, las garantías podrán consistir en hipoteca inmobiliaria,
hipoteca mobiliaria, prenda con o sin desplazamiento, fianza personal y solidaria, y
cualesquiera otra que se estime suficiente».
El nuevo Reglamento de Procedimiento en las Reclamaciones Económico-Administrativas,
aprobado por Real Decreto 391/1996, de 1 de marzo, desarrolló el precepto legal anterior,
en su art. 76, regulando un procedimiento especial para la suspensión del ingreso de las
liquidaciones impugnadas, aportando garantías distintas a las establecidas para la
denominada suspensión automática, obligatoria para la Administración.
f) La aspiración de los contribuyentes de conseguir la suspensión, sin prestar garantía
alguna, cuando no se pudieran aportar y el ingreso de la liquidación impugnada originase
perjuicio de imposible o difícil reparación, fue también reconocido por la Ley 25/1995, de
20 de julio, y desarrollado por el art. 76, Ap. 2, del nuevo Reglamento de Procedimiento en
las Reclamaciones Económico-Administrativas, de 1 de marzo de 1996.
En este caso, la decisión de los Tribunales Económico-Administrativos es discrecional,
atendiendo de una parte al perjuicio alegado, que será apreciado por la Administración en
sus justos términos, y de otra parte al riesgo de insolvencia del deudor tributario, pues no
debe olvidarse que la tutela judicial cautelar afecta no sólo al contribuyente, sino también
a su legítimo acreedor tributario.
La Ley 1/1998, de 26 de febrero ( RCL 1995, 545) , de Derechos y Garantías de los
Contribuyentes, ha regulado definitivamente esta cuestión al disponer en su art. 30, Ap. 1,
que «el contribuyente tiene derecho, con ocasión de la interposición del correspondiente
recurso o reclamación administrativa, a que se suspenda el ingreso de la deuda tributaria,
siempre que aporte las garantías exigidas por la normativa vigente, a menos que, de acuerdo
con la misma, proceda la suspensión sin garantía».
g) Por último, la Ley 58/2003, de 17 de diciembre ( RCL 2003, 2945) , General Tributaria,
al regular en su art. 233 la suspensión de la ejecución del acto impugnado en vía económicoadministrativa, establece, en su apartado 2, la suspensión automática de la ejecución del
acto impugnado si se garantiza el importe de dicho acto exclusivamente con las garantías
previstas (depósito de dinero o valores públicos; aval o fianza de carácter solidario de
entidad de crédito o sociedad de garantía recíproca o certificado de seguro de caución;
fianza personal y solidaria de otros contribuyentes para los supuestos que se establezcan).
Cuando el interesado no pueda aportar las garantías necesarias para obtener la suspensión
automática, el apartado 3 permite acordar la suspensión previa presentación de otras
garantías que se estimen suficientes. Y en el apartado 4 autoriza a suspender la ejecución
del acto con dispensa total o parcial de garantías cuando dicha ejecución pudiera causar
perjuicios de difícil o imposible reparación.
CUARTO Expuesta la evolución histórica del régimen de la suspensión de los actos
tributarios, la Sala ha de reiterar el consolidado criterio jurisprudencial -recogido, entre
muchas más, en Sentencias de 12 de junio de 2000 ( RJ 2000, 4473) , 25 de enero de 2003
( RJ 2003, 1997) , 7 de febrero ( RJ 2003, 2480) y 8 de marzo de 2003 ( RJ 2003, 3781)
-, con arreglo al cual, salvo en materia de sanciones, la suspensión de la ejecución de los
actos tributarios en vía económico-administrativa estaba prevista, en forma automática, en
el régimen del Reglamento de Procedimiento de 20 de agosto de 1981 ( RCL 1981, 2126,
2471) -art. 81.4- sólo previa prestación de las garantías allí especificadas, y, después de la
reforma introducida por la Ley 25/1995, de 20 de julio ( RCL 1995, 2178, 2787) , de la
misma forma o aportando garantías distintas a las establecidas para la suspensión
automática (las garantías podían consistir en hipoteca inmobiliaria o mobiliaria, prenda con
o sin desplazamiento, fianza personal y solidaria y cualesquiera otra que se estimasen
suficientes) o incluso sin necesidad de aportación de garantías, únicamente para el caso de
que el interesado no pudiera aportarlas y que, de la ejecución, pudieran derivar para el
mismo daños o perjuicios de imposible o difícil reparación, según se determinase
reglamentariamente, o cuando el Tribunal Económico-Administrativo apreciara que, al
dictar el acto reclamado, se había podido incurrir en error aritmético, material o de hecho
(art. 22, apartados 2 y 3, según la redacción reformada del Real Decreto Legislativo
2795/1980, de 12 de diciembre [ RCL 1980, 2857] , por el que se articula la Ley 39/1980 [
RCL 1980, 2857] , de Bases sobre Procedimiento Económico-Administrativo, en adelante
TAPEA).
Aunque el desarrollo del precepto -es decir, del art. 22 del TAPEA- tuvo lugar en virtud del
nuevo Reglamento de Procedimiento Económico-Administrativo aprobado por Real Decreto
391/1996, de 1º de marzo ( RCL 1996, 1072, 2005) , arts. 74 a 77, inclusives,
fundamentalmente art. 76, y en éste se admite ya la suspensión con cualquier clase de
garantía, o sin ella, el requisito de que la ejecución pueda acarrear al interesado daños o
perjuicios de imposible o difícil reparación resulta de todo punto insoslayable, así como el
de la necesidad de acreditar que no pudieron adjuntarse las garantías prevenidas
legalmente para la suspensión automática. Pero ha de destacarse que esta doble necesidad
no se establece «ex novo» en el Reglamento de 1996, sino que resulta ya de la redacción del
art. 22.2 del TAPEA, aprobado por Real Decreto Legislativo 2795/1980, de 12 de
diciembre, conforme lo evidencian las frases «cuando el interesado no pueda aportar las
garantías necesarias para obtener la suspensión» y «si la ejecución pudiera causar
perjuicios de imposible o difícil reparación» que recoge expresamente su apartado
2. Al ser así y no existir ninguna laguna legal, en este punto, que el Reglamento tuviera que
llenar, es evidente que, si la Sala de instancia da por sentado, por un lado, que la sociedad
Pleamar aportó certificación bancaria negativa para la concesión de aval bancario
(solicitada al Banco Central Hispano) y, por otra parte, que, dado el desarrollo de la
actividad empresarial (reflejada en los balances e informes adjuntados al expediente
administrativo y al proceso) sufriría un perjuicio económico, la necesidad de rechazar el
motivo se muestra obligada para la Sala.
QUINTO Pero es que, además, en el desarrollo del único motivo de casación que articula, el
Abogado del Estado dice que no se han acreditado los daños o perjuicios de imposible o
difícil reparación.
Bien se ve a la vista del contenido de la argumentación que lo que se discute es la
apreciación de la Sala acerca de si se han «acreditado» o no los perjuicios de imposible o
difícil reparación.
Es patente que tal circunstancia es una apreciación de hecho no susceptible de revisión en
casación. El mecanismo para haberla hecho valer sería invocar como vulnerados los
preceptos que regulan la valoración probatoria, lo que no ha hecho el Abogado del Estado.
En cualquier caso, conviene poner de relieve que las conclusiones obtenidas por la Sala de
instancia no son arbitrarias, irracionales, o contrarias a los principios generales del
Derecho, pues para su adopción se toma en consideración: la negativa de una entidad
bancaria a la prestación del aval y que dado el desarrollo de la actividad empresarial, la no
suspensión de la liquidación, le haría sufrir a la empresa un perjuicio económico.
En consecuencia, al plantear el Abogado del Estado una cuestión de hecho no susceptible de
revisión en casación, procede igualmente desestimar el motivo.
SEXTO Por las razones expuestas se está en el caso de desestimar el recurso, sin que se
aprecie la concurrencia de circunstancias que justifiquen la no imposición de costas al
recurrente, si bien en uso de las facultades que nos otorga la Ley de la Jurisdicción ( RCL
1998, 1741) en su art. 139, establecemos el máximo de la cuantía de la minuta del Letrado
en concepto de costas en la cantidad de 2.400 euros, sin perjuicio de que por dicho Letrado
pueda reclamarse de su cliente una cantidad mayor hasta completar la que estime que le es
debida para satisfacer sus honorarios profesionales.
Por lo expuesto, en nombre de Su Majestad el Rey y en el ejercicio de la potestad de
juzgar que, emanada del Pueblo español, nos confiere la Constitución ( RCL 1978, 2836) .
FALLAMOS
Que debemos declarar y declaramos no haber lugar al recurso de casación formulado por la
Administración del Estado contra la sentencia de la Sala de esta Jurisdicción de la
Audiencia Nacional, Sección Segunda, de fecha 22 de junio de 2000, recaída en el recurso
Contencioso-Administrativo al principio reseñado, en lo atinente a la suspensión de las
liquidaciones relativas al Impuesto sobre Sociedades ejercicios 1988, 1989 y 1990, con
imposición de costas a la parte recurrente en la cuantía señalada en el Fundamento de
Derecho Sexto.
Así por esta nuestra sentencia, que se publicará en la Colección que edita el Consejo
General del Poder Judicial, definitivamente juzgando, lo pronunciamos, mandamos y
firmamos.-Rafael Fernández Montalvo.-Manuel Vicente Garzón Herrero.-Juan Gonzalo
Martínez Micó.-Emilio Frías Ponce.-Jaime Rouanet Moscardó.-Rubricados.
PUBLICACIÓN.-Leída y publicada ha sido la anterior sentencia por el Excmo. Sr.
Magistrado Ponente de la misma, D. Juan Gonzalo Martínez Micó, hallándose celebrando
audiencia pública, ante mí, el Secretario. Certifico.
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