N° 112 - Poder Judicial de la Provincia de Santa Fe

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ACUERDO Nº 112
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En la ciudad de Rosario, el día
de junio
del año dos mil doce, reuniéronse
en Acuerdo los Jueces de la Cámara de Apelación de Circuito doctores Eduardo
Jorge Pagnacco, Ricardo Netri y René Juan Galfré, para dictar sentencia en los
caratulados
“BENITEZ
MARÍA
del
CARMEN
c/
ANTUÑA
RAMÓN
s/
RESOLUCIÓN de CONTRATO – DAÑOS Y PERJUICIOS” Expte. N° 272/11
(Expte. N° 933/08 del Juzgado de Primera Instancia de Circuito N° 14 de Villa
Constitución).
Se resolvió someter a sorteo el estudio de la causa, resultando el
siguiente orden: doctores Ricardo Netri, René Juan Galfré y Eduardo Jorge
Pagnacco.Hecho el estudio de la causa, se resuelve plantear las siguientes
cuestiones:
1º) ES NULA LA SENTENCIA RECURRIDA ?
2º) EN SU CASO, ES JUSTA ?
3º) QUE PRONUNCIAMIENTO CORRESPONDE DICTAR ?
A la primera cuestión, el doctor Netri dijo:
Mediante la sentencia N° 1307/11 (fs. 85/92), a cuya relación de la
causa me remito por razones de brevedad, se resolvió: 1) Hacer lugar a la
resolución del contrato de compraventa celebrado entre MARÍA DEL CARMEN
BENITEZ y RAMÓN ANTUÑA en fecha 17 de marzo de 2006, y en consecuencia:
a) Ordenar al demandado a restituir a la actora el precio de pesos cinco mil ($
5.000) con más los intereses expresados en los considerandos, dentro del plazo
de cinco días de practicada la planilla respectiva. b) Ordenar al actor devolver al
demandado el automotor Ford Sierra, Patente S 555084, dentro del término de
cinco días. A tal efecto se librará mandamiento al Sr. Oficial de Justicia que por
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turno corresponda para poner al demandado en posesión del mismo. 2) Hacer
lugar parcialmente a la indemnización de daños y perjuicios, condenando al
demandado a pagar a la actora la suma de pesos dos mil seiscientos ($ 2.600)
con más los intereses referidos en los considerandos, dentro del plazo de cinco
días de practicada la planilla respectiva. 3) Costas al vencido. 4) Tener presente
para un eventual proceso posterior de acción regresiva, la citación de saneamiento
efectuada a CARLOS ABEL SOLÍS.
Contra dicho pronunciamiento se alza el demandado Ramón Leonel
Antuña interponiendo recurso de apelación y conjunta nulidad (fs. 95). Respecto
de los recursos incoados se dispuso conceder los mismos por decreto de fecha
25/07/2011 (fs. 96). Llegados los autos a esta instancia el demandado expresa
agravios a fs. 103/104 y la actora contesta los agravios a fs. 106/109.
Encontrándose consentida la providencia que llamó los autos para
dictar sentencia (fs. 111 y 112), quedan los presentes en estado de definitiva.
El recurso de nulidad deducido no ha sido sustentado en esta
instancia, y tampoco resulta de lo actuado que se hayan violado u omitido las
formalidades prescriptas con carácter sustancial por la ley de rito, cuyo
quebrantamiento podría autorizar la declaración oficiosa de la nulidad, por lo que
corresponde su desestimación.
Por ello, voto por la negativa.
A la misma cuestión, los doctores Galfré y Pagnacco dijeron:
De acuerdo con lo expuesto por el Vocal preopinante, votamos en
igual sentido.A la segunda cuestión, el doctor Netri dijo:
1) El recurrente en su expresión de agravios dice que le agravia la
sentencia recurrida en cuanto resuelve:
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1.- Resolver el contrato de compraventa celebrado entre la Sra. Benítez y el
Sr. Antuña, y en consecuencia: a) ordenar al demandado a restituir a la actora
$5.000 con más intereses; b) ordenar al actor devolver el automotor al
demandado.
2.- Hacer lugar parcialmente a la indemnización de daños y perjuicios,
condenando al demandado a pagar $2.600, con más intereses.
3.- Costas al demandado.
Manifiesta que la sentencia considera probada como relación
sustancial la compraventa del auto entre el Sr. Antuña y la Sra. Benítez y, en
cambio, niega que haya existido una permuta. El impugnante aduce que en rigor
de verdad, la voluntad de las partes fue realizar una permuta, más allá de la forma
específica utilizada. Articula que a contrario de lo expresado en la sentencia, esta
Cámara deberá considerar que quedó probada la permuta entre las partes, toda
vez que a fs. 2 y a fs. 17 obran los boletos de compraventa entre Antuña y
Benítez, de la misma fecha, 17 de marzo de 2006, y ambos por la suma de
$5.000. Señala que a fs. 48 la actora reconoció su firma en el boleto en el cual
vende la moto a Antuña.
Expresa el impugnante que en la realidad fáctica los boletos fueron
simultáneos y que no hubo movimiento ni entrega de dinero alguno.
Además, el recurrente refiere que tanto la Sra. Benítez como Antuña
sabían perfectamente en qué situación jurídica se encontraban ambos rodados, y
así, cada uno de ellos asumió a su propio costo y riesgo tanto los gastos, como las
gestiones para obtener la transferencia traslativa, por ante quien fuese el titular del
dominio de cada bien. Sostiene que por ello, el sólo hecho que no hayan podido
circular con el automóvil, no prueba un daño y menos aún que haya nexo de
causalidad para atribuírselo al Sr. Antuña, quien obró de buena fe.
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Solicita que se revoque totalmente la sentencia, con costas a la
actora.
La actora contesta los agravios planteados por la contraria y solicita
se rechace la apelación con costas al demandado.
2) Entrando en la consideración de los agravios formulados por el
demandado, debe señalarse que la argumentación del recurrente en cuanto a que
en rigor de verdad, la voluntad de las partes fue realizar una permuta, más allá de
la forma específica utilizada, no puede ser admitida. Si el Sr. Ramón Leonel
Antuña sostiene que no formalizó con la actora una compraventa del automóvil
Ford Sierra, modelo 1987, patente S 555.087, sino que en realidad se trató de una
permuta con una moto marca Motomel, modelo 2005, afirmando que no hubo
entrega de dinero alguno, le correspondía al demandado probar la verdadera
existencia de tal permuta. Ello por cuanto está a cargo del accionado la prueba de
los hechos modificativos, impeditivos y extintivos invocados en el responde.
Como dice la jurisprudencia: “La carga de la prueba se reparte entre
ambos litigantes porque es un imperativo jurídico del propio interés” (C.C.C.S.Fe,
1°, 21-10-86, RVS, I-371), “ya que, quien invoca a su favor, debe probar”
(C.C.C.S.Fe, 1°, 25-9-86, Z, 42-R/74). “Si bien la carga de la prueba no depende
de la condición de actor o demandado, cuando éste hace afirmaciones de
descargo o distintas de los hechos expuestos por el actor, tiene la carga de
probarlos” (J.C.C.Ros., 3°, 23-4-87, Z, 46-J/118; J.C.C.Ros., 5°, 04-03-87, RVS, I42). “Concretamente, los principios esenciales que rigen en materia probatoria
exigen que cada parte acredite el hecho constitutivo, extintivo, modificativo o
impeditivo que invoque a su favor” (C.C.C.S.Fe, 1°, 20-05-85, Z, 41-J/215;
J.C.C.Ros., 3°, 16-05-86, Z, 49-J/183)” (Alvarado Velloso, Adolfo, “Estudio
Jurisprudencial del Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Santa
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Fe”, Tomo IV, Actualización 1985 – 1990, Rubinzal-Culzoni Editores, pág. 263 y
264). “La carga de la prueba es un imperativo jurídico del propio interés”
(C.C.C.R., 4°, 17-3-76, Z, 11-J/138; 29-8-80, Z, 22-J/5), “es decir, cada parte debe
probar la existencia de todos los presupuestos – aun los negativos – en que basa
su pretensión procesal” (C.C.C.R., 4°, 17-3-76, Z, 11-J/138; 29-8-80, Z, 22-J/5; 258-82, Z, 31-J/218). “Pero ello no significa que la carga procesal de aportar prueba
deba permanecer estática en cabeza del actor, pues al demandado también
interesa aportar los elementos que prueban sus defensas o excepciones”
(C.C.C.R., 2°, 27-10-78, J, 60-83) “o cuando alega hechos que se oponen al
progreso de la acción suficientemente probada” (C.C.C.R., 1°, 5-10-61, J, 19-241)
“concretamente, los principios esenciales que rigen en materia probatoria exigen
que cada parte acredite el hecho constitutivo, extintivo, modificativo o impeditivo
que invoque a su favor” (C.C.C.R., 1°, 4-10-74, Z, 5-J/3; C.C.C.R., 3°, 16-3-65, LL,
119-361; 1-8-66, JA, 1966-V-474; 30-9-66, J, 30-164; 27-11-68, J, 33-144; 2-11-78,
Z, 17-R/18; 12-9-80, Z, 22-J/201; 20-4-81, Z, 24-R/22; C.C.C.R., 4°, 13-3-80, Z,
20-J/201;
25-8-82,
Z,
31-J/218)”
(Alvarado
Velloso,
Adolfo,
“Estudio
Jurisprudencial del Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Santa
Fe”, Tomo II, Rubinzal-Culzoni Editores, pág. 597 y 598).
Sentado lo expuesto, el solo hecho de que a fojas 2 y 17 obren
agregados dos boletos de compraventa entre Antuña y Benítez, de la misma
fecha, 17 de marzo de 2006, y ambos por la suma de $ 5.000, no es prueba que
acredite la existencia de una permuta. Las dos documentales corresponden a
sendos “boletos de compraventa” y, además, especifican que se efectuó el pago
de una suma de dinero “en efectivo”. Cabe señalar que el demandado reconoció el
boleto de compraventa en la audiencia celebrada el día 9 de septiembre de 2010
(fs. 47).
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Conforme lo define el art. 1485 del Código Civil: “El contrato de
trueque o permutación tendrá lugar, cuando uno de los contratantes se obligue a
transferir a otro la propiedad de una cosa, con tal que éste le dé la propiedad de
otra cosa”. No es esa la situación que surge de la documental acompañada, ya
que en el texto de ambos contratos se expresa que se convino la venta, en un
caso del automóvil y en el otro de una moto, por la suma de “cinco mil pesos”
pagado “en efectivo” (fs. 2 y 17).
La permuta se diferencia de la compraventa porque no hay precio en
dinero sino obligaciones recíprocas de dar cosas no dinerarias que obligan a
transferirse el dominio. El recurrente dice que entre las partes no hubo movimiento
ni entrega de dinero alguno, pero tal afirmación no sólo no la probó sino que todo
lo contrario surge de la documentación acompañada.
En consecuencia, de acuerdo a lo expuesto anteriormente, lo que
celebraron Ramón Leonel Antuña y María del Carmen Benítez fue un contrato de
compraventa -o mejor dicho una “promesa de venta de cosa ajena”- del automóvil
marca Ford Sierra, modelo 1987, patente S 555.087, tal como surge del boleto
agregado a fs. 2 de autos.
En cuanto al argumento del recurrente de que tanto la Sra. Benítez
como Antuña sabían perfectamente en qué situación jurídica se encontraba el
referido automóvil, es decir que la actora sabía que el demandado no era el titular
del dominio, no exime a Ramón Leonel Antuña de las obligaciones que asumió
como vendedor.
Es sabido que la prohibición de venta de cosa ajena dispuesta en el
art. 1329 del Código Civil dista de ser absoluta. Entre las excepciones se
encuentra el caso en que tanto el comprador como el vendedor tienen pleno
conocimiento de que contratan sobre una cosa ajena. La validez en este supuesto
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ha sido sostenida por la doctrina y la jurisprudencia (Risolía, Marco A., “La venta
de cosa ajena”, Editorial Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1959, N° 16; Borda,
Guillermo A., “Tratado de Derecho Civil. Contratos”, 1990, t. I, p. 66, N° 70; López
de Zavalía, Fernando J., “Teoría de los contratos”, t. 2, “Parte especial (1)”, 1977,
p. 124; C.S.J.N., 12/12/86, “Estancias Aramburu S.C.A. C/ Ferrocarriles
Argentinos”; Wayar, Ernesto C., “Compraventa y permuta”, Editorial Astrea,
Buenos Aires, 1984, N° 132).
En cuanto a la obligación que asume el vendedor de una cosa ajena,
la jurisprudencia ha dicho: “Quien suscribe un boleto de compraventa como
vendedor de un bien inmueble que no le pertenece, adquiere el compromiso de
lograr el dominio registral de lo vendido, sea porque el mismo llegare a convertirse
en propietario de la cosa, ya porque persuadiere al dueño para que hiciese la
transmisión a favor del comprador” (C.N.Civ., Sala L, 20/2/90, La Ley, 1991-A204).
Además, al decir Ramón Leonel Antuña, en su absolución de
posiciones, que él le reclamó varias veces a Solís (el titular del auto) los papeles
del vehículo y que por eso fue a Casilda (fs. 47), está reconociendo el propio
demandado que era su obligación conseguir la documentación del rodado y
entregársela a quien se lo había comprado.
Es cierto que en el boleto de compraventa celebrado entre las partes
se expresa que: “El comprador se compromete a efectuar la correspondiente
transferencia de dominio del vehículo dentro de los diez días de la fecha, de
acuerdo a lo establecido al respecto por la ley 22.977 y sus normas
reglamentarias, interpretativas y/o complementarias, estando a su exclusivo cargo
la totalidad de los gastos que demande la misma y los trámites y gestiones
pertinentes, incluyendo la firma del formulario 08 o el que a tales fines lo subsista
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o reemplace y/o el otorgamiento de los poderes, todo ello en forma directa con el
titular dominial. Transcurrido dicho plazo sin que se realizara la transferencia el
vendedor no se responsabiliza por los inconvenientes de cualquier índole que
pudieran existir anteriores o posteriores a la fecha, que imposibilitaran la
efectivización de dicho trámite, incluyendo embargos y/o prendas o medidas
judiciales de cualquier tipo sobre el vehículo, al igual que deudas emergentes de
patentes municipales y/o multas” (fs. 2).
Ahora bien, una interpretación adecuada de dicha disposición
contractual pone en evidencia que la intención de las partes sobre el particular ha
sido desligar al vendedor de los gastos y molestias o esfuerzos propios de los
trámites de transferencia del vehículo, como también eximirlo al vendedor de la
responsabilidad
por
los
inconvenientes
que
pueden
sobrevenir
como
consecuencia del retardo en que pudiere incurrir el comprador en realizar los
trámites de transferencia, pero en modo alguno puede entenderse que ello
significa liberar o exonerar al vendedor de la prestación que hace al objeto
principal de la obligación contraída en una compraventa, esta es la entrega al
comprador de la documentación necesaria para que éste puede realizar la
transferencia del dominio del rodado vendido mediante dicho contrato.
En el caso que nos ocupa, se encuentra probado que el demandado
no cumplió con su obligación de entregar la documentación del rodado, ya que el
Sr. Ramón Leonel Antuña, al absolver posiciones, dijo: “yo fui a buscar los papeles
(del automóvil) a Casilda (donde residía Carlos Solís, titular del vehículo) y me
dieron una documentación que el vehículo ya no podía circular” (respuesta a la
posición quinta de fs. 47).
También se estableció en el boleto de compraventa en cuestión que
“el vendedor se responsabiliza por lo vendido, declarando bajo su responsabilidad
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civil y penal y los daños y perjuicios consiguientes, que lo vendido no está gravado
con embargo alguno ni prenda agraria (ley 12.962), ni pesa sobre el mismo ningún
impedimento que afecte mi derecho de disponer su venta” (fs. 2).
Pues bien, la falta de entrega de la documentación del automóvil y la
imposibilidad de circular del mismo que surge de la absolución de posiciones del
demandado, constituye un obstáculo para la transferencia del vehículo, que se
encuentra dentro de las obligaciones del vendedor.
La demanda promovida en autos se funda en el incumplimiento del
contrato por parte del vendedor, ante lo cual la compradora tenía dos acciones: la
de exigir al vendedor el cumplimiento del contrato, o la de reclamar la resolución
del mismo con el resarcimiento de los daños y perjuicios sufridos.
Sobre el particular debe tenerse presente que en los contratos con
prestaciones recíprocas no puede pedirse derechamente el resarcimiento de los
daños, si contemporáneamente no se reclama la resolución judicial del mismo por
culpa de la contraparte.
La actora ejerció en autos la segunda acción, puesto que pretende la
resolución del contrato de compraventa y la restitución del precio oportunamente
abonado al demandado con más los daños y perjuicios que dice haber sufrido.
En lo que se refiere a la resolución del contrato, se encuentra
acreditado que la actora intimó al demandado el cumplimiento de su obligación
como vendedor de entregar la documentación del automotor, por medio de la carta
documento que luce a fojas 3. Luego, ante la falta de respuesta por parte del
accionado, la actora le remitió la carta documento que se agregó a fojas 4, en la
que le hace saber que por no cumplir su obligación como vendedor de entregar la
documental del automotor, y teniendo en cuenta que la compradora le abonó el
total del precio acordado, ello determina la resolución del contrato de compraventa
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por su exclusiva responsabilidad, reclamándole la restitución del dinero abonado
con más sus intereses y los daños y perjuicios que su incumplimiento le acarreó.
Ambas cartas documentos fueron reconocidas por el Sr. Ramón Leonel Antuña en
la Audiencia del día 9 de septiembre de 2010 (fs. 47).
Señala Gastaldi que “un efecto de la resolución, que podríamos
llamar con la doctrina “específico” y que también podría calificarse de “inmediato”,
es la obligación de restituir, es decir, la obligación que tienen las partes de un
contrato resuelto de devolverse lo recibido en virtud del mismo. En principio, tal
efecto es recíproco y tiene lugar independientemente del resarcimiento de los
daños y perjuicios... El fundamento legal de la restitución se suele por ello
encontrar en las normas del pago sin causa, argumentando principalmente en el
último párrafo del art. 793 del Cód. Civil” (Gastaldi, José María, “Pacto comisorio”,
Editorial Hammurabi S.R.L., Buenos Aires, 1985, p. 427 y 428).
En el caso de autos, la actora puso a disposición del tribunal
actuante, el automóvil en cuestión para que disponga sobre el mismo la restitución
al vendedor una vez que el mismo restituya el precio de venta que abonara con
más los daños y perjuicios reclamados (fs. 7 vta.).
En consecuencia, la sentencia de primera instancia es ajustada a
derecho, ya que la actora había cumplido su obligación contractual, en tanto que el
demandado no lo había hecho en cuanto que no entregó la documental del
automóvil necesaria para efectuar la transferencia e, incluso, para poder usarlo.
Además, el deudor de su obligación (Sr. Ramón Leonel Antuña) había sido puesto
en mora y la actora había notificado en forma fehaciente su voluntad de resolver el
contrato. En consecuencia, resulta aplicable al caso lo dispuesto en el art. 1204
del Código Civil, teniendo por resuelto el contrato de compraventa celebrado entre
las partes respecto del automóvil marca Ford Sierra, modelo 1987, patente S
11
555.087.
En lo que respecta al daño causado a la actora, surge indiscutible
que la no posesión de la documentación necesaria para circular impidió a esta
última poder utilizar el automóvil. Así lo establece el art. 40 inciso b) de la ley de
tránsito N°24.449.
Por todo lo expuesto, los agravios planteados por el recurrente no
pueden tener acogida.
Por ello, voto por la afirmativa.
A la misma cuestión, los doctores Galfré y Pagnacco dijeron:
De acuerdo a los principios y fundamentos a los que arriba el Vocal
preopinante, votamos en igual sentido.A la tercera cuestión, el doctor Netri dijo:
Atento el resultado obtenido al votar las cuestiones precedentes,
corresponde desestimar la nulidad y rechazar el recurso de apelación interpuesto
por Ramón Leonel Antuña, confirmando la sentencia Nº 1307/11 (fs. 85/92), con
costas a cargo del recurrente vencido (art. 251 del CPCC). Propongo que los
honorarios de Alzada de los Dres. Omar Francisco Ferreyra y Diego Pablo
Dimenna se fijen en el cincuenta por ciento del honorario que en definitiva les
corresponda a los profesionales de cada parte por su labor desplegada en lo
principal en sede inferior, con noticia de la Caja Forense.
Así voto.
A la misma cuestión, los doctores Galfré y Pagnacco dijeron:
El pronunciamiento que corresponde dictar es el que propicia el
doctor Netri.Por todo ello, la Cámara de Apelación de Circuito; RESUELVE:
Desestimar la nulidad y rechazar el recurso de apelación interpuesto por Ramón
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Leonel Antuña, confirmando la sentencia Nº 1307/11 (fs. 85/92), con costas a
cargo del recurrente vencido (art. 251 del CPCC). Fijar los honorarios de Alzada
de los Dres. Omar Francisco Ferreyra y Diego Pablo Dimenna en el cincuenta por
ciento del honorario que en definitiva les corresponda a los profesionales de cada
parte por su labor desplegada en lo principal en sede inferior, con noticia de la
Caja Forense. Insértese, hágase saber y bajen. (AUTOS: “BENITEZ MARÍA del
CARMEN c/ ANTUÑA RAMÓN s/ RESOLUCIÓN de CONTRATO – DAÑOS Y
PERJUICIOS” Expte. N° 272/11).-8-44
NETRI
GALFRÉ
PAGNACCO
MUNINI
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