LA COMPETITIVIDAD DE LAS COOPERATIVAS OLEICOLAS ANTE EL NUEVO MARCO JURÍDICO. Rafael Peralta Arco. Economista. Peraber Asesores Antecedentes de la Reforma de Cooperativas. Jamás podríamos pensar que la adaptación a las normas internacionales de contabilidad (NICS) de la legislación española iba a afecta tanto a la competitividad de las cooperativas agrarias. La adaptación a las normas internacionales pretende homogeneizar los criterios que reflejan la realidad de las empresas en la contabilidad en todos los países del mundo, de manera que el valor de una entidad determinado por la contabilidad, sea el mismo, independiente de la legislación aplicada. Resulta paradójico que sean las cooperativas las más afectadas a la adaptación de las NICS, cuando el objetivo de esta homogenización es la de igualar la valoración de las empresas, como si estas fueran susceptibles de transmisión en mercados bursátiles, aspecto no posible, de momento, en las sociedades cooperativas. La reforma mercantil emprendida por la Ley 16/2007, aprueba el nuevo Plan General Contable, en concreto el redactado en el Real Decreto 1514/07. Entre los aspectos más significativos de esta reforma, está la redefinición de las partidas patrimoniales de una empresa. Se incorporan criterios novedosos en la definición de Activo, como el control, o el principio de sustancia sobre forma. En cuanto a la masa patrimonial del Pasivo, se redefine incluyendo no sólo las obligaciones presentes, sino también las futuras. Igualmente se analiza una nueva partida patrimonial, el Patrimonio Neto, definida como la diferencia entre el Activo y el Pasivo, incluida en el anterior plan como masa de Pasivo. Se mantienen la práctica totalidad de los principios contables, destacando dos de ellos como pilares de la información contable de una empresa, el de Imagen Fiel y el Principio de Empresa en Funcionamiento. Obviamente, si hablamos de valor de una empresa, nos referiremos siempre a una entidad en funcionamiento, por la capacidad de obtener riqueza, mucho más que la suma de los valores de sus bienes y derechos minorados por sus obligaciones. Todos conocemos empresas en estos momentos de crisis, en procesos concursales, en fases de liquidación, que venden sus activos a un valor muy inferior al que reflejaba en su balance. Evidentemente el comprador debe hacer frente a costes de desinstalación, y lo que es más importante, a su puesta en marcha o incorporación a una empresa en funcionamiento. El nuevo Plan General de Contabilidad afecta a las sociedades cooperativas, en lo que a la calificación contable de las aportaciones al capital social se refiere. Así, cuando se aplica la definición contable de estas aportaciones su tratamiento es sustancialmente diferente a lo que establecía el Plan General de Contabilidad de 1990. Como sabemos el principio cooperativo de libre adhesión y baja voluntaria, establece que las aportaciones al capital se rembolsarán a sus titulares en el momento en que estos causen baja en la cooperativa. A diferencia de las sociedades de capital, en las que la empresa no sería deudora por devoluciones de capital en caso de salida del socio, en las sociedades cooperativas, podemos decir que este capital supondrá siempre una obligación de pago futura. Comparativamente con una sociedad de 1 capital, esta gozaría de más estabilidad financiera que una cooperativa, pues a la hora de reflejar su deuda, no computaría como tal el capital social de los socios; mientras que en una sociedad cooperativa, la salida de socios provocaría una inestabilidad financiera por la obligación de reembolsar el capital a sus titulares. Ante la aplicación de la norma contable, obligaría a las sociedades cooperativas a considerar el Capital Social como Pasivo, es decir una obligación (al margen de que sea presente o futura), y no una partida de Patrimonio Neto. A esto nos referimos cuando decimos que la aplicación de las NICS a la legislación contable española ha afectado principalmente a entidades que están lejos de cotizar y determinar sus valores en mercados bursátiles. Evidentemente esta reforma afecta a la imagen contable de las cooperativas, pues lo que tradicionalmente se ha entendido como ratio de solvencia de una empresa, como es el Patrimonio Neto, compuesto en su mayoría por capital social, ahora pasaría a engrosar la partida del Pasivo, es decir la que refleja la deuda y por tanto el riesgo de la entidad. Saltan las alarmas en el movimiento cooperativo que se ve profundamente afectado por esta reforma, más aún cuando poco tenían que ver con la homogenización de los valores en mercados internacionales. Es por esto que el legislador estatal, en su reforma mercantil, adapta la legislación general de cooperativas buscando una fórmula para evitar que las aportaciones al capital social emigren del Patrimonio Neto al Pasivo del Balance. Para ello es necesario que este capital social no sea exigible en el momento de la baja del socio, es decir, que la cooperativa no esté obligada al reembolso de las aportaciones, y que de hacerlo lo haga de forma discrecional el órgano de administración. Se trata de promulgar una reforma legal que permita al órgano de administración, generalmente Consejo Rector, convertir la obligatoriedad del pago en algo discrecional. Es este el motivo por el que desde 2008 la Ley General de Cooperativas diferencia entre “Aportaciones al Capital Social Reembolsables en caso de baja”, y “Aportaciones al Capital Social cuyo reembolso en caso de baja puede ser rehusado”. Las primeras, las “Reembolsables”, las de toda la vida, suponen una obligación futura para la cooperativa, pues en caso de baja habría que pagarlas, por lo que se han de contabilizar como partida de Pasivo. Las segundas, las “Rehusables”, absolutamente novedosas, permitirían al Consejo Rector rehusar el reembolso en caso de baja del socio, y por tanto se podrían quedar como Patrimonio Neto. ¿Y qué significa rehusar el reembolso en caso de baja?. Pues entramos a analizar un concepto de escasa seguridad jurídica para el socio, pues en caso de baja de este, estamos facultando al Consejo Rector a que no reembolse el capital hoy, pero no determina la obligación de fijar un vencimiento a esta “deuda”. Rehusar no significa no reembolsar, sino que afecta a la exigibilidad de establecer un vencimiento. Como diría un cómico conocido, “hoy no, mañana”, pero no se sabe cuándo será este mañana. Esto favorece la estabilidad financiera de la cooperativa, pues no vería amenazada su liquidez en caso de una salida masiva de socios. Sin embargo, amenaza gravemente el principio cooperativo de puertas abiertas o de baja voluntaria, pues al no poder exigir el reembolso el socio, puede forzar la permanencia de quien desea salirse, o en caso de salida penalizaría económicamente los intereses legítimos de este. Se trata de establecer prioridades entre los intereses económicos de los socios, y la estabilidad financiera de la cooperativa. 2 ¿En qué situación se queda el socio saliente cuando su reembolso es rehusable?. En primer lugar habría que matizar que esta figura no se le podría denominar socio, pues dicha condición la da la actividad cooperativizada, y no la posesión de participaciones. Con lo que si un socio deja de entregar producto a la cooperativa, deja de ser socio, y si se le debe dinero por la devolución de su capital, sería un simple acreedor sin derechos políticos. A diferencia de un acreedor ordinario, que tiene el crédito con un vencimiento específico, este acreedor por salida societaria, sería un acreedor sin vencimiento, con lo que la inseguridad jurídica se ceba con él. Es por esto que el legislador se ve en la necesidad de establecer unas cautelas que protejan a este acreedor por reembolsos rehusados. Estas cautelas, de las que hablaremos más adelante, vendrán determinadas tanto en la Ley de cooperativas, como en los estatutos, e incluso en el propio reglamento de régimen interno. Hemos dicho que esta reforma se recogió en la Ley General de Cooperativas, Ley 27/1999, pues el legislador estatal no tiene competencias autonómicas, con lo que esta reforma de 2007, apenas tuvo trascendencia, pues la Ley General sólo es de aplicación en aquellos territorios en los que no existe una ley autonómica, concretamente, Ceuta, Melilla y Cantabria. Es decir, se inicia una reforma del tratamiento jurídico de las aportaciones al capital, que permite, previa modificación estatutaria, considerar rehusable el reembolso de las aportaciones, pero esto no se puede aplicar a las diferentes comunidades autónomas por falta de legislación que así lo establezca. Es por este motivo que el Plan General de Contabilidad, que entró en vigor en 2008, en su disposición transitoria sexta, establece una prórroga para las sociedades cooperativas a la hora de considerar el Capital Social Reembolsable como pasivo, hasta el 31 de Diciembre de 2009, a la espera de que las diferentes comunidades autónomas reformaran las correspondientes leyes y permitieran el rehuse del capital social, al objeto de dejarlo como partida de Patrimonio Neto. Se inicia entonces la carrera hacia la reforma de las leyes de cooperativas en cada autonomía. Llegado el 31 de Diciembre de 2009, sólo dos comunidades autónomas habían adaptado sus leyes a la normativa estatal, con lo que, a petición de un grupo de cooperativas de Andalucía al ICAC, se publicó el Real Decreto 2003/2009, ampliándose de forma excepcional y por un plazo de un año la vigencia de los criterios por lo que se establecía la delimitación entre Fondos Propios y Fondos Ajenos. Con esto llegamos hasta el 31 de Diciembre de 2010. Lamentablemente a esta fecha, muchas comunidades aún no han adaptado la normativa, estando muchas de ellas en pleno proceso de reforma de sus leyes de cooperativas, pues aprovechando esta coyuntura, llevan a cabo otras modificaciones, respondiendo de esta manera a la demanda del sector de adaptarlas a los nuevos tiempos. Publicación de la Orden sobre aspectos contables de cooperativas. Con fecha 29 de Diciembre de 2010 se publica la orden EHA 3360/2010, por la que se aprueban las normas sobre aspectos contables de cooperativas, dejando claro que la delimitación entre Fondos Propios y Ajenos entraba en vigor el 1 de Enero de 2011. Para las cooperativas cuyo ejercicio económico no coincida con el año natural, esta norma se empezaría a aplicar a partir del ejercicio económico que se inicie a partir de esta fecha. 3 Debemos destacar, en este caso, la agilidad del legislador contable. Si tenemos en cuenta que en el anterior Plan General de Contabilidad de 1991, se tardaron doce años en publicar la orden ECO/3614/2003 sobre aspectos contables de cooperativas. En esta ocasión, con un nuevo Plan General Contable, que entra en vigor el 1 de Enero de 2008, y tres años después, ya tenemos a la luz la Orden específica sobre aspectos contables de cooperativas, evidentemente adaptada al nuevo Plan. Esta Orden, establece la obligatoriedad de considerar contablemente el Capital Social como partida de Pasivo en la medida en que algún componente financiero (reembolso, retribución, o retornos) fuera exigible. Sólo en el caso en que las tres partidas de este “producto financiero”, no fueran exigibles, entonces se consideraría Fondos Propios, es decir, Patrimonio Neto. Resulta curioso cómo se puede llegar a complicar esta calificación contable, pues analiza tres componentes del capital social, como si de un producto financiero combinado se tratara. Estos tres elementos son: 1. Reembolso del capital. 2. Retribución financiera. 3. Retornos. Para su calificación contable, habría que pasar el que denominamos el “Test de la Exigibilidad”, consistente en preguntar a cada una de estas partidas, “¿es exigible ….?. 1. ¿Es exigible el reembolso de capital en caso de baja del socio? 2. ¿es exigible la retribución financiera al capital por parte del socio? 3. ¿es exigible el pago de retornos por parte del socio? Solo en caso de que la respuesta a las tres preguntas sea “no”, se considerará este capital social, como partida de Patrimonio Neto. En caso de que sólo una de las preguntas sea “si”, estaríamos ante una partida de Pasivo. Es decir, no basta con rehusar el reembolso en caso de baja, como prevé la Ley General de Cooperativas, sino que tampoco se podrá establecer la obligatoriedad de la retribución financiera de este capital. El caso de si es exigible el pago de retornos, la respuesta será siempre “no”, pues lo ha de aprobar la Asamblea. Resulta interesante y alentadora, la Disposición Adicional Única, de esta Orden EHA 3360/2010, referente al Capital Cooperativo, pues viene a decir que la calificación que esta Orden da a las diferentes partidas patrimoniales sólo tiene consideración contable, y no jurídica. Es decir, el capital social jurídicamente no cambia, sino que lo que cambia es la ubicación que tendrá en el balance de la cooperativa. Esto viene a disipar dudas sobre los efectos jurídicos que podría tener para estas empresas que su capital y reservas migraran al Pasivo del Balance, y que tanto temían miembros de consejos rectores que pudieran llegar a pensar que como consecuencia de la minoración de los Fondos Propios se podría establecer una derivación de deudas por derecho comparado de las Sociedades de Capital, o incluso una situación de concurso de acreedores. Insistimos que esta Disposición Adicional Única aclara que la calificación de estas partidas sólo es a efectos contables, no afectando a los efectos de la legislación mercantil general. 4 A pesar de la tranquilidad que pretende el legislador con esta disposición adicional única, el sector cooperativo no ven con agrado esta reforma, pues los balances muestran una estética que genera una percepción de debilidad financiera, pues prácticamente queda sólo en los Fondos Propios del Balance, la partida de Fondo de Reserva Obligatorio Irrepartible. Recordemos que con aplicando el test de exigibilidad se considerarán Pasivo también el Fondo de Reserva Voluntario, el Fondo de Formación y Educación, y cualquier otra partida de reservas que fuera repartible entre los socios o terceros de forma exigible. Publicación de las leyes de cooperativas autonómicas. Fruto de lo anteriormente expuesto, a partir del 1 de Enero de 2011, todas las cooperativas que no tuvieran adaptados sus estatutos a una normativa que permitiera el rehuse del reembolso de las aportaciones en caso de baja, deberán contabilizarlo como pasivo, pasando de la cuenta 100, a la cuenta 150. En el caso de Andalucía, el 31 de Diciembre de 2010, se publica una modificación de la Ley 2/99 en pleno proceso de elaboración de una nueva Ley que recoja más aspectos que el sector cooperativo demandaba. Sin embargo son pocas las cooperativas que modifican sus estatutos al amparo de esta reforma, y esperan el texto definitivo de la nueva Ley. La Ley de sociedades Cooperativas Andaluzas se publica el 23 de Diciembre de 2011, entrado en vigor el 20 de Enero de 2012. En dicha Ley se recogen aspectos muy interesantes y que van a afectar a la competitividad de las cooperativas. Entre otras destacamos el hecho de que se permita el rehuse del reembolso de aportaciones en caso de baja del socio, pero incorpora el legislador una cautela muy interesante, pues se permite la libre transmisión de participaciones a terceros, adquiriendo estos la condición de socios, previa comprobación de los requisitos objetivos por parte del órgano de administración. Esto llama la atención, pues supone una mercantilización del modelo, ya que el socio saliente en vez de reclamar a la cooperativa el reembolso de su capital, podrá vender sus participaciones obteniendo un precio, que podría asimilarse a una cotización del valor de la cooperativa, exactamente igual que una sociedad de capital. Estamos ante un hecho absolutamente novedoso para el sector cooperativo, y que responde a una realidad empresarial, de manera que las cooperativas deberán orientarse al objetivo de maximizar el valor de la empresa, entendiéndose este como la cotización de sus títulos, en una clara aproximación a las sociedades de capital. Obviamente mediante este rehuse con posibilidad de transmitir libremente las participaciones, se consiguen los dos objetivos deseados, por un lado, la cooperativa consigue estabilidad financiera, considerando su capital social como Patrimonio Neto, y por otro, se protegen los intereses de los socios salientes, pues se les permite la libre transmisión de participaciones y por tanto recuperar su inversión, eso sí, con pérdida o ganancia, dependiendo de la demanda de entrada de socios en la entidad. Igualmente, la Ley Andaluza de Cooperativas, establece para las cooperativas de servicios, la posibilidad del voto plural, siempre aprobado en Asamblea que modifique los estatutos en 5 voto simple, y siempre en función de la actividad cooperativizada, en una clara aproximación a la mercantilización del sector. Pero este tema lo abordaremos en próximos artículos. Como debilidad manifiesta de esta Ley de Cooperativas Andaluzas, señalamos que depende de un desarrollo reglamentario posterior. La publicación de este reglamento establece el pistoletazo de salida para la adaptación de los estatutos a la nueva Ley, previéndose que viera la luz a los seis meses de publicada la Ley. Sin embargo, a la fecha de redacción de este artículo no tenemos este reglamento, con lo que aún no se ha iniciado el calendario de adaptación de los estatutos, que excepcionalmente requerirían sólo mayoría simple y no cualificada. Diagnóstico de las Cooperativas Oleícolas desde un punto de vista de entrada y salida de socios. Ante este tsunami legislativo en torno a las sociedades cooperativas, estas siguen funcionando en nuestro entorno, pero con la mirada atenta a los posibles movimientos que se realicen en relación a la entrada y salida de socios. Así, la mayoría de las cooperativas oleícolas se desenvuelven en un clima de competencia con otras cooperativas, con la idea de que la viabilidad empresarial de estas parte de la mayor capacidad de molturar aceituna, considerando a la otra cooperativa como su principal adversaria a la hora de captar más actividad. A mayor molturación, mayores economías de escala y menores son los costes a imputar a las liquidaciones de los socios, por kilogramo de aceituna molturado. La partida de ingresos, es decir vender el aceite al mejor precio, lamentablemente, sigue los destinos de un caprichoso mercado con una incertidumbre que hace inútil cualquier gestión individual por parte de las cooperativas en pro de obtener un mayor precio de la venta. Todo esto pasa por acuerdos de colaboración, que mediante la concentración de la producción, permitan ganar poder de negociación en las operaciones de venta con las distribuidoras. Sin embargo, no siempre la concentración de la oferta consigue el aumento del consumo, y de la demanda a nivel mundial, que en definitiva sería la clave para aumentar el precio del aceite. Estamos pues ante una lamentable diagnóstico para los órganos gestores de las cooperativas, que apenas pueden hacer nada para aumentar la competitividad de las empresas, incluso pudiendo llegar a ser castigados por sus propios socios, decisiones relativas a inversiones productivas en intangibles, o investigación, o en comercialización, o incluso en reposición de maquinaria, pues generaría costes adicionales, que abaratarían las liquidaciones de producto a los socios. Esta situación desespera a algunos dirigentes, que deben sopesar entre invertir para ser competitivos, o tratar de mantener la producción para obtener economías de escala, como consecuencia de las decisiones cortoplacistas de los socios. Esta innecesaria competencia entre cooperativas, sobre todo de la misma comarca, ha provocado un importante abaratamiento de la entrada de nuevos socios. Principalmente entidades antiguas, cuyas inversiones iniciales están más que amortizadas, pretenden optimizar su capacidad de molturación, exigiendo aportaciones simbólicas a los socios entrantes a la cooperativa. Sin embargo, se mantienen socios históricos, con una importante 6 cifra de aportaciones al capital social, aportadas en su momento para afrontar inversiones por entonces. En algunos casos, nos encontramos que la imputación de las amortizaciones de estas inversiones, como consecuencia del paso del tiempo, el uso o la obsolescencia, fueron realizadas mediante títulos de capital, y no como un menor importe de la liquidación del producto, con lo que a día de hoy, estas inversiones se encuentran más que amortizadas, y los títulos reflejan un valor nominal que habría que reembolsar al socio en caso de baja. Ante esto, nos podemos encontramos con dos tipos de socios en una cooperativa, aquellos históricos con aportaciones al capital considerables, y otros, generalmente nuevos, que apenas tienen aportaciones. Evidentemente en caso de decidir la Asamblea sobre qué tratamiento se le va a dar a los títulos, muy probablemente estos socios sin capital apuesten por rehusar el rembolso, mientras que los que si poseen capital, prefieran mantener el derecho al rembolso en caso de baja. La situación se puede complicar aún más. Ante el retraso por parte de la cooperativa de adoptar las decisiones oportunas respecto al rehuse de capital, provocado por la falta de publicación del reglamento que apertura el calendario de adaptación de los estatutos a la nueva Ley, muchos socios, con conocimiento de esta reforma, se adelantan, y solicitan su baja en la cooperativa, pidiendo el reembolso del capital. Esto supone una exigencia de liquidez para la cooperativa que está obligada al pago. Si bien, se puede acoger a un plazo de pago, de dos o tres años, dependiendo de los casos, pero desde la salida del socio, esta cantidad devenga el interés legal del dinero. Para que la baja sea justificada, basta con que el socio justifique que se trata de una baja obligatoria por perder la condición de titular de una explotación agraria. En muchos casos, se podría establecer una estrategia de arrendar la explotación de la finca, y por tanto, dejar de ser titular, con lo que se acoge a una baja obligatoria justificada. Para el socio entrante, en este caso el arrendatario, se acogería al criterio de entrada barata al capital, de manera que el saliente, recupera un dinero, que el socio entrante no va a aportar. Estos contratos de arrendamiento con salida del propietario y entrada del arrendatario, en muchos casos formados por la misma familia, generan impotencia por parte de los órganos de administración de las cooperativas, que se ven obligados a buscar recursos para reembolsar el capital, sin obtener financiación por parte del socio entrante. Propuesta de normalización societaria, ante el nuevo marco jurídico. ¿Y de qué manera se pueden normalizar esta situación? Los socios con capital están en su derecho de recuperar su inversión y muchas cooperativas les interesa incorporar a nuevos socios para mantener la producción. El acordar en la Asamblea General el rehuse del reembolso, y por tanto no obligar a la cooperativa al pago de su capital, puede abrir peligrosamente las puertas para muchos socios disconformes con la gestión, pues al votar en contra, o no asistir a esta Asamblea, pueden acogerse a la baja justificada, debiendo la cooperativa reintegrar el capital en el plazo de un año. La situación ideal sería la de igualar el capital en todos los socios en función de la actividad cooperativizada. Pero, ¿cómo se consigue?. Esto debe de hacerse de forma paulatina, evitando 7 salidas traumáticas de socios que minoren la producción de la cooperativa. Para ello, sugerimos que se acuerde el rehuse del reembolso del capital en caso de salida del socio, permitiendo la libre transmisión de participaciones entre socios y a terceros. Para equiparar títulos y actividad cooperativizada, debería aprobarse, preferiblemente en un reglamento de régimen interno, que la molturación se va a realizar en función de los títulos de capital que posea el socio. Esto no se podría hacer, al amparo de la ley de cooperativas, que establece que los socios tienen el derecho y la obligación de entregar la totalidad de la producción a la almazara, sin condicionarlo a la posesión de títulos de capital. Es por esto, que optaríamos por establecer módulos de imputación de gastos en las liquidaciones de producto a los socios, de manera que las cantidades a molturar dentro del límite establecido respecto a la posesión de títulos, se les imputarían unos gastos, y aquellas cantidades que excedieran, se les aplicaría otro parámetro de imputación de gastos, obviamente superior, y que se podría equiparar con el empleado para la liquidación de terceros no socios. De esta manera al socio con producción y sin títulos le va a interesar adquirir títulos, para abaratar la imputación de gastos en la liquidación de su producto, y el socio que tiene menor producción que la que le permita sus títulos, le interesará vender, recuperando de esta manera la inversión, sin salir de la cooperativa. Mediante este sistema, y en un plazo de tres o cuatro campañas, la tendencia, hará que la libre transmisión de títulos entre socios, consiga la equiparación entre títulos y actividad cooperativizada. Incluso, una vez conseguida esta equiparación, la cooperativa podrá establecer criterios de imputación de gastos, principalmente de estructura, a los socios no en función de la producción, sino en función de los títulos de capital social. En resumen, esta reforma, que en principio ha gustado tan poco al movimiento cooperativo, ofrece una oportunidad de adaptación a los nuevos tiempos, favoreciendo una gestión en la que se compatibilizan principios cooperativos y competitividad empresarial orientada a maximizar el valor de la empresa. 8