Nº 33, septiembre de 2014 Jurisprudencia Resoluciones en materia mercantil Por María Luisa Sánchez Paredes, profesora de Derecho Mercantil . Universidad Antonio de Nebrija 1. Tribunal de Justicia de la Unión Europea litigios (sentencia Worten, EU:C:2013:355, apartado 31 y jurisprudencia citada). SENTENCIA DE LA SALA TERCERA DEL TRIBUNAL DE JUSTICIA DE LA UNIÓN EUROPEA [Asuntos acumulados C-119/13 y C-120/13] DE 4 DE SEPTIEMBRE DE 2014 Proceso monitorio europeo.- Cuando declarada la fuerza ejecutiva de un requerimiento europeo de pago se ponga de manifiesto la irregularidad en la notificación del requerimiento, el demandado debe tener la posibilidad de denunciar esa irregularidad, que podría originar la invalidez de la declaración de fuerza ejecutiva. «32 Con carácter preliminar, debe recordarse que, en el marco del procedimiento de cooperación entre los órganos jurisdiccionales nacionales y el Tribunal de Justicia establecido por el artículo 267 TFUE, corresponde a este Tribunal proporcionar al órgano jurisdiccional nacional una respuesta útil que le permita dirimir el litigio del que conoce. Desde este punto de vista, corresponde, en su caso, al Tribunal de Justicia reformular las cuestiones que se le han planteado. En efecto, el Tribunal de Justicia tiene la misión de interpretar cuantas disposiciones del Derecho de la Unión sean necesarias para que los órganos jurisdiccionales nacionales puedan resolver los litigios que se les hayan sometido, aun cuando tales disposiciones no se mencionen expresamente en las cuestiones remitidas por dichos órganos jurisdiccionales (sentencia Worten, C-342/12, EU:C:2013:355, apartado 30 y jurisprudencia citada). 33 En consecuencia, aun cuando, desde un punto de vista formal, las cuestiones planteadas se refieren principalmente a la interpretación del artículo 20 del Reglamento nº 1896/2006, tal circunstancia no obsta para que el Tribunal de Justicia proporcione todos los elementos de interpretación del Derecho de la Unión que puedan ser útiles para resolver los litigios principales. A este respecto, corresponde al Tribunal de Justicia extraer del conjunto de elementos aportados por el órgano jurisdiccional nacional y, especialmente, de la motivación de las resoluciones de remisión, los elementos de dicho Derecho que requieren una interpretación, teniendo en cuenta el objeto de los 34 En el presente asunto, de los autos aportados ante el Tribunal de Justicia se desprende que, en las circunstancias de los litigios principales, el tribunal remitente no excluye la aplicación del procedimiento de oposición previsto en los artículos 16 y 17 del Reglamento nº 1896/2006. Además, los Gobiernos helénico e italiano consideran que esas disposiciones son las únicas aplicables en las circunstancias de los litigios principales. 35 La interpretación de los artículos 18 y 19 de dicho Reglamento también es pertinente en el marco de los litigios principales, ya que los requerimientos europeos de pago han sido declarados ejecutivos por el tribunal remitente. 36 En estas circunstancias y para responder adecuadamente al órgano jurisdiccional remitente, procede reformular la primera cuestión prejudicial entendiéndose que tiene fundamentalmente por objeto que se dilucide si el Reglamento nº 1896/2006 debe interpretarse en el sentido de que los procedimientos previstos en los artículos 16 a 20 de dicho Reglamento son aplicables cuando resulta que un requerimiento de pago no ha sido notificado de una forma que cumpla los requisitos mínimos establecidos en los artículos 13 a 15 de ese Reglamento. 37 A este respecto, debe señalarse, desde un principio, que de los artículos 12, apartado 5, y 13 a 15 del Reglamento nº 1896/2006 resulta que los requerimientos a que se refiere dicho Reglamento deben ser objeto de una notificación que, mediante una de las modalidades descritas en los artículos 13 a 15, cumpla los requisitos mínimos establecidos por ese Reglamento. Como el Abogado General señaló en los puntos 36 a 41 de sus conclusiones, de incumplirse los requisitos mínimos, se pondría en peligro el equilibrio entre los objetivos perseguidos por el Reglamento nº 1896/2006, de rapidez y eficacia, por una parte, y de respeto del derecho de defensa, por otra. 38 En lo que respecta, en primer lugar, a la posible aplicación del procedimiento de oposición previsto en los artículos 16 y 17 del Reglamento nº 1896/2006, debe precisarse que, como se desprende del considerando 24 del www.dictumabogados.com 1 Nº 33, septiembre de 2014 referido Reglamento, la oposición es la vía ordinaria que pone fin al proceso monitorio europeo y supone el traslado automático del asunto al proceso civil ordinario. 39 En efecto, desde que los créditos en los que tiene su origen un requerimiento europeo de pago se impugnan por vía de oposición, deja de aplicarse el procedimiento especial regulado por el Reglamento nº 1896/2006, puesto que, con arreglo al artículo 1, apartado 1, letra a), de dicho Reglamento, éste tiene por objeto únicamente «simplificar, acelerar y reducir los costes de litigación en asuntos transfronterizos relativos a créditos pecuniarios no impugnados». 40 A este respecto, procede recordar que, en virtud del artículo 16 del Reglamento nº 1896/2006, el demandado podrá presentar escrito de oposición al requerimiento europeo de pago ante el órgano jurisdiccional de origen valiéndose del formulario F, que se le remitirá adjunto al formulario E, que contiene el requerimiento. La oposición deberá formularse en un plazo de 30 días desde la notificación del requerimiento. 41 Ahora bien, si el requerimiento europeo de pago no se notifica de una forma que cumpla los requisitos mínimos establecidos en los artículos 13 a 15 del Reglamento nº 1896/2006, el demandado no recibe los formularios indicados en el apartado 40 de la presente sentencia, por lo que no se le informa correctamente de la existencia y el funcionamiento del requerimiento europeo de pago expedido en su contra. En tal caso, no dispone necesariamente de toda la información pertinente para decidir si debe oponerse o no a dicho requerimiento. 42 Una situación de este tipo no puede ser compatible con el derecho de defensa, de manera que no cabe considerar que el procedimiento de oposición previsto en los apartados 16 y 17 del Reglamento nº 1896/2006 es aplicable en circunstancias como las de los litigios principales. 43 En segundo lugar, ha de señalarse que, en caso de falta de notificación que cumpla los requisitos mínimos establecidos en los artículos 13 a 15 del Reglamento nº 1896/2006, el plazo de oposición fijado en el artículo 16, apartado 2, de dicho Reglamento no comenzará a correr, de modo que ello afectará a la validez de los procedimientos que dependen de la expiración de ese plazo, como la declaración de ejecutividad a que se refiere el artículo 18 del Reglamento o la solicitud de revisión a que se refiere el artículo 20 de éste, aunque tales procedimientos se hayan iniciado ya. 44 En lo que respecta más concretamente al procedimiento de revisión, ha de recordarse que, como indica la propia rúbrica del artículo 20 del Reglamento nº 1896/2006, ésta sólo se produce «en casos excepcionales» establecidos de manera taxativa en dicho artículo, entre los que no figura la falta de notificación. 45 En cualquier caso, debe recordarse que, en virtud del artículo 26 del Reglamento nº 1896/2006, todas las cuestiones procesales no tratadas expresamente en dicho Reglamento «se regirán por el Derecho nacional», por lo que, en dicho supuesto, se excluye una aplicación analógica del Reglamento. 46 Pues bien, en este caso, el Reglamento nº 1896/2006 no dice nada sobre las posibles vías de recurso de que dispone el demandado cuando sólo después de la declaración de fuerza ejecutiva de un requerimiento europeo de pago resulta que dicho requerimiento no ha sido notificado de una forma que cumpla los requisitos mínimos establecidos en los artículos 13 a 15 de ese Reglamento. 47 De ello se sigue que, en ese supuesto, tales cuestiones procesales se regirán por el Derecho nacional conforme al artículo 26 del Reglamento nº 1896/2006. 48 En cualquier caso, debe señalarse que, como resulta del apartado 43 de la presente sentencia, cuando un requerimiento europeo de pago no haya sido notificado de una forma que cumpla los requisitos mínimos establecidos en los artículos 13 a 15 del Reglamento nº 1896/2006, no resultará aplicable el procedimiento de ejecución previsto en el artículo 18 de dicho Reglamento. De ello se deduce que la declaración de fuerza ejecutiva de dicho requerimiento de pago debe considerarse inválida. 49 Habida cuenta de las consideraciones anteriores, procede responder a la primera cuestión prejudicial que el Reglamento nº 1896/2006 debe interpretarse en el sentido de que los procedimientos previstos en los artículos 16 a 20 de dicho Reglamento no son aplicables cuando resulta que un requerimiento europeo de pago no ha sido notificado de una forma que cumpla los requisitos mínimos establecidos en los artículos 13 a 15 de ese Reglamento. Cuando sólo después de la declaración de fuerza ejecutiva de un requerimiento europeo de pago se ponga de manifiesto tal irregularidad, el demandado debe tener la posibilidad de denunciar esa irregularidad, la cual, si se demuestra debidamente, debe entrañar la invalidez de dicha declaración de fuerza ejecutiva. www.dictumabogados.com 2 Nº 33, septiembre de 2014 Sobre las cuestiones prejudiciales segunda y tercera 50 En vista de la respuesta dada a la primera cuestión prejudicial, no procede responder a las cuestiones segunda y tercera. […] En virtud de todo lo expuesto, el Tribunal de Justicia (Sala Tercera) declara: El Reglamento (CE) nº 1896/2006 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 12 de diciembre de 2006, por el que se establece un proceso monitorio europeo, debe interpretarse en el sentido de que los procedimientos previstos en los artículos 16 a 20 de dicho Reglamento no son aplicables cuando resulta que un requerimiento europeo de pago no ha sido notificado de una forma que cumpla los requisitos mínimos establecidos en los artículos 13 a 15 de ese Reglamento. Cuando sólo después de la declaración de fuerza ejecutiva de un requerimiento europeo de pago se ponga de manifiesto tal irregularidad, el demandado debe tener la posibilidad de denunciar esa irregularidad, la cual, si se demuestra debidamente, debe entrañar la invalidez de dicha declaración de fuerza ejecutiva». SENTENCIA DE LA SALA PRIMERA DEL TRIBUNAL DE JUSTICIA DE LA UNIÓN EUROPEA [Asunto C-327/13] DE 4 DE SEPTIEMBRE DE 2014 Reglamento sobre procedimientos de insolvencia.- Cuando una sociedad se encuentre en liquidación concursal en un Estado miembro distinto de aquel en el que tiene su domicilio social puede ser también objeto de un procedimiento secundario en el otro Estado miembro en el que tiene su sede social o esté dotada de personalidad jurídica.- La legitimación para solicitar la apertura de un procedimiento secundario de insolvencia debe apreciarse conforme al Derecho nacional del Estado miembro donde se solicite la apertura de dicho procedimiento, si bien esa legitimación no puede limitarse a los acreedores que tengan su residencia o domicilio social en el Estado miembro en cuyo territorio se encuentre el establecimiento en cuestión, o a los acreedores cuyo crédito tenga su origen en la explotación de dicho establecimiento.- Cuando el procedimiento principal de insolvencia es un procedimiento de liquidación, la toma en consideración de los criterios de oportunidad por el órgano jurisdiccional ante quien se ha solicitado la apertura de un procedimiento secundario de insolvencia se rige por el Derecho nacional del Estado miembro en cuyo territorio se haya solicitado la apertura de dicho procedimiento, si bien cuando los Estados miembros establecen los requisitos para la apertura de tal procedimiento deben respetar el Derecho de la Unión, y, en particular, los principios generales de éste y las disposiciones del Reglamento 1346/2000. «20 Mediante su primera cuestión prejudicial, el órgano jurisdiccional remitente pregunta, en esencia, si el artículo 3, apartado 2, del Reglamento, debe interpretarse en el sentido de que en el marco de la liquidación de una sociedad en un Estado miembro distinto de aquel en el que tiene su domicilio social, dicha sociedad puede ser también objeto de un procedimiento secundario en el otro Estado miembro en el que tenga su sede social o esté dotada de personalidad jurídica. 21 Burgo Group, los Gobiernos alemán, griego, español y polaco y la Comisión Europea sostienen que las disposiciones del Reglamento no se oponen a la apertura de un procedimiento secundario en un caso como el del litigio principal. 22 En particular, Burgo Group considera que la definición de «establecimiento» que figura en el artículo 2, letra h), del Reglamento es clara y no toma en consideración el concepto de «sucursal» ni el de «personalidad jurídica». Además, sostiene que el texto del artículo 3, apartado 2, del Reglamento no se opone a que pueda incoarse un procedimiento secundario en contra de una persona jurídica cuyo domicilio social se halle en el mismo territorio que la unidad de establecimiento que justifica la competencia del juez que conoce de dicho procedimiento secundario, si se demuestra que el centro de los intereses principales de dicha persona jurídica se halla en otro Estado miembro. 23 Las demandantes del litigio principal aducen, sin embargo, que Illochroma no dispone de un «establecimiento» en Bélgica. Afirman que Illochroma es una persona jurídica de Derecho belga y que por tanto, en Bélgica, solo habría sido posible abrir respecto de ella un procedimiento principal, siempre y cuando dicho procedimiento no se hubiera ya abierto en Francia, donde, a su juicio, se halla el centro de los intereses principales de esta sociedad. 24 El Gobierno belga añade que fue un error incoar el procedimiento en Francia, puesto que a su parecer el centro de los intereses principales de Illochroma se halla en Bélgica. www.dictumabogados.com 3 Nº 33, septiembre de 2014 25 El Gobierno polaco afirmó en la vista que, si bien el artículo 3, apartado 2, del Reglamento debe interpretarse en el sentido de que, en circunstancias como las del caso de autos, permite la apertura de un procedimiento secundario, debe garantizarse que el lugar en el que se halla el centro de los intereses principales de una sociedad se determine estrictamente en función de los criterios establecidos por el Tribunal de Justicia en la sentencia Eurofood IFSC (C-341/04, EU:C:2006:281). 26 A este respecto, procede recordar que, de conformidad con el artículo 3, apartado 1, del Reglamento, tendrán competencia para abrir el procedimiento principal los tribunales del Estado miembro en cuyo territorio se sitúe el centro de los intereses principales del deudor. 27 En este contexto, en virtud del artículo 16, apartado 1, del Reglamento, el procedimiento principal abierto en un Estado miembro se reconocerá en todos los Estados miembros desde que produzca sus efectos en el Estado de apertura. Esa regla implica que los tribunales de los demás Estados miembros reconozcan la resolución de apertura de un procedimiento de insolvencia, sin que puedan controlar la apreciación que ha efectuado el primer tribunal sobre su competencia (sentencia Bank Handlowy y Adamiak, C-116/11, EU:C:2012:739, apartado 41 y jurisprudencia citada). 28 De ello se desprende que, en principio, los órganos jurisdiccionales de otros Estados miembros no pueden cuestionar la resolución de apertura de un procedimiento principal en contra de una sociedad deudora adoptada por un órgano jurisdiccional de un Estado miembro, ni la declaración, cuando menos implícita, de que el centro de intereses principales de esa sociedad se halla en ese Estado. 29 En lo que respecta al centro de intereses principales, al artículo 3, apartado 1, segunda frase, del Reglamento, dispone que, respecto de las sociedades y personas jurídicas, se presumirá que el centro de los intereses principales es, salvo prueba en contrario, el lugar de su domicilio social. Así pues, de la propia redacción de este artículo se desprende que, a efectos de la aplicación del Reglamento, el centro de intereses principales de una sociedad puede no coincidir con el lugar de su domicilio social. 30 Además, procede recordar que, en virtud del decimoctavo considerando del Reglamento, éste no restringe el derecho a solicitar, en el Estado miembro en que el deudor tenga un establecimiento, la apertura de procedimientos de insolvencia una vez incoado el procedimiento principal. Además, el artículo 3, apartado 2, del Reglamento dispone que, en tal caso, los tribunales de otro Estado miembro sólo serán competentes para abrir un procedimiento secundario si el deudor posee un establecimiento en el territorio de este último Estado. 31 En este contexto, en lo que atañe al concepto de «establecimiento», éste se define en el artículo 2, letra h), del Reglamento como «todo lugar de operaciones en el que el deudor ejerza de forma no transitoria una actividad económica con medios humanos y bienes». Pues bien, tal y como ya ha declarado el Tribunal de Justicia, el hecho de que esta definición vincule el ejercicio de una actividad económica con la presencia de medios humanos demuestra que son necesarios un mínimo de organización y cierta estabilidad, y de ello se desprende, a contrario, que la sola presencia de bienes aislados o de cuentas bancarias no responde, en principio, a las exigencias requeridas para la calificación de «establecimiento» (sentencia Interedil, C-396/09, EU:C:2011:671, apartado 62). 32 Sin embargo, es pacífico que la definición que figura en el artículo 2, letra h), del Reglamento, no contiene ninguna referencia al lugar del domicilio social de una sociedad deudora o a la forma jurídica que reviste el lugar de operaciones de que se trate. Por lo tanto, habida cuenta de su tenor literal, dicha definición no excluye, a los efectos de esta disposición, que un establecimiento pueda estar dotado de personalidad jurídica y hallarse en el Estado miembro en el que la sociedad tenga dicho domicilio, siempre que cumpla los criterios establecidos en la referida disposición. 33 Tal interpretación queda corroborada igualmente por los objetivos relacionados con la posibilidad de solicitar la apertura de un procedimiento secundario, prevista, en particular, en el artículo 29, letra b), del Reglamento. 34 En efecto, el undécimo considerando del Reglamento establece que, «para una amplia serie muy diferenciada de casos de derecho material, no resulta práctico un procedimiento único de insolvencia con validez universal para toda la Comunidad», que «la aplicación sin excepciones del Derecho del Estado en que se incoa el procedimiento llevaría con frecuencia, dada esta circunstancia, a situaciones difíciles» y que, por último, el Reglamento debería tenerlo en cuenta, en particular, autorizando «procedimientos nacionales que abarquen exclusivamente los bienes situados en el país en el que se incoa el procedimiento». Además, el duodécimo considerando del Reglamento precisa que la apertura de procedimientos secundarios se permite, en particular, «con objeto de proteger la diversidad de intereses», y el decimonoveno considerando añade que, además de la protección de www.dictumabogados.com 4 Nº 33, septiembre de 2014 intereses locales, los procedimientos secundarios pueden perseguir «distintos objetivos». 35 Por este motivo, si el concepto de «establecimiento» se interpretase en el sentido de que no puede englobar el lugar de operaciones de una sociedad deudora, lugar que cumple los criterios establecidos expresamente en el artículo 2, letra h), del Reglamento y se encuentra en el territorio del Estado miembro en el que se halla el domicilio social de esta sociedad, se denegaría a los «intereses locales», y entre ellos, en particular, a los intereses de los acreedores establecidos en ese Estado miembro, la protección prevista por el Reglamento con la apertura de un procedimiento secundario en el referido Estado miembro. 36 A este respecto, ha de precisarse, por un lado, que si bien es cierto que la protección de los acreedores locales no es el único objetivo perseguido por la posibilidad de abrir un procedimiento secundario, no lo es menos que una interpretación como la propuesta en el apartado anterior sería claramente contraria a este objetivo esencial del Reglamento, tanto más cuanto que, por regla general, parece probable que los intereses «locales» merecedores de la protección que confieren las disposiciones del Reglamento se materialicen precisamente en el Estado miembro en el que se halle el domicilio social de la sociedad deudora de que se trate, y ello, incluso en el supuesto de que el centro de los intereses principales de la referida sociedad se halle en otro Estado miembro. 37 En efecto, tales intereses pueden consistir, en particular, en la confianza legítima de un acreedor en poder solicitar la ejecución de un derecho real sobre los bienes del deudor que formen parte del establecimiento en cuestión, o en beneficiarse de la aplicación de otros derechos preferentes, con arreglo a las normas en vigor en el Estado miembro en el que se halle dicho establecimiento, puesto que dichas normas eran previsibles para el acreedor en el momento en que entabló una relación comercial con el deudor. 38 Por otro lado, una interpretación como la mencionada en el apartado 35 de la presente sentencia podría generar un trato discriminatorio de los acreedores establecidos en el Estado miembro en el que la sociedad deudora tiene su domicilio social respecto de, en particular, aquellos establecidos en otros Estados miembros en lo que se hallen, en su caso, otros establecimientos del deudor. 39 En estas circunstancias, procede responder a la primera cuestión prejudicial que el artículo 3, apartado 2, del Reglamento, debe interpretarse en el sentido de que, en el marco de la liquidación de una sociedad en un Estado miembro distinto de aquel en el que tiene su domicilio social, dicha sociedad puede ser también objeto de un procedimiento secundario en el otro Estado miembro en el que tenga su sede social o esté dotada de personalidad jurídica. Sobre la segunda cuestión prejudicial 40 Mediante su segunda cuestión prejudicial, el órgano jurisdiccional remitente pregunta, en esencia, si el artículo 29, letra b), del Reglamento debe interpretase en el sentido de que la persona o la autoridad facultada para solicitar la apertura de un procedimiento secundario debe tener su residencia o domicilio social en el Estado miembro en cuyo territorio se solicita la apertura del procedimiento, o bien de que la apertura de dicho procedimiento puede ser solicitada por cualquier nacional cuyo crédito tenga su origen en la actividad de dicho establecimiento. 41 Burgo Group y, en esencia, los Gobiernos belga y griego, así como la Comisión, sostienen, a este respecto, que no es necesario que el acreedor que solicita la apertura del procedimiento secundario tenga su residencia o su domicilio social en el Estado miembro del establecimiento de que se trate o que justifique que su crédito tiene su origen en la actividad de ese establecimiento. Afirman que, en virtud del artículo 3, apartado 4, letra b), del Reglamento, estos requisitos sólo se aplican en el supuesto de que la apertura de un procedimiento territorial independiente se haya solicitado antes de la apertura de un procedimiento principal en otro Estado miembro. Sostienen que, sin embargo, tras la apertura del procedimiento principal, los requisitos para la apertura de un procedimiento secundario se rigen, en principio, por el Derecho nacional del Estado miembro en el que se halla el establecimiento de que se trata. 42 Sin embargo, las demandantes en el litigio principal sostienen que, con arreglo al Derecho belga, sólo un acreedor cuya residencia o domicilio social se halle en Bélgica puede presentar válidamente una solicitud de apertura de un procedimiento secundario, y que, a su parecer, el Tribunal de Justicia no es competente para interpretar las disposiciones de Derecho belga, que son las únicas pertinentes en el litigio principal. 43 Según el Gobierno alemán, de los objetivos perseguidos por el Reglamento se desprende, en particular, que, si bien es el Derecho nacional el que es pertinente en lo que respecta a la cuestión de quién, además del síndico designado en el litigio principal, está facultado para solicitar la apertura de un procedimiento secundario, este derecho no puede basarse en el domicilio social o la residencia del www.dictumabogados.com 5 Nº 33, septiembre de 2014 acreedor o de la autoridad que solicita dicha apertura en el Estado miembro en cuestión. 44 El Gobierno español añade que, puesto que el objetivo de los procedimientos secundarios no se limita únicamente a la protección de los intereses locales, la legitimación activa no puede limitarse a las personas que tengan un vínculo «local». 45 A este respecto, procede recordar que, en virtud del artículo 29, letra b), del Reglamento, además del síndico del procedimiento principal, podrá solicitar la apertura de un procedimiento secundario «cualquier otra persona o autoridad habilitada para solicitar la apertura de un procedimiento de insolvencia con arreglo a la legislación del Estado miembro en cuyo territorio se solicite la apertura del procedimiento secundario». Por lo tanto, de esta disposición se deprende claramente que el derecho a solicitar la apertura de un procedimiento secundario debe apreciarse, en primer lugar, sobre la base del Derecho nacional de que se trate. 46 No obstante, conforme a reiterada jurisprudencia, al adoptar las disposiciones nacionales que regulen la cuestión de quiénes pueden solicitar la apertura de un procedimiento secundario, los Estados miembros estaban obligados a garantizar el efecto útil del Reglamento, en particular, teniendo en cuenta el objeto (véase, en este sentido, en particular, la sentencia Endress, C-209/12, EU:C:2013:864, apartado 23 y jurisprudencia citada). 47 Pues bien, por un lado, tal y como resulta del apartado 34 de la presente sentencia, las disposiciones del Reglamento relativas al derecho de un acreedor a solicitar la apertura de un procedimiento secundario tienen como finalidad, precisamente, paliar los efectos de la aplicación universal del Derecho del Estado miembro en cuyo territorio se ha abierto el procedimiento principal, autorizando la apertura de procedimientos secundarios siempre que se cumplan determinados requisitos con el fin de proteger «la diversidad de intereses», lo que incluye intereses distintos de los «intereses locales». 48 Por otro lado, tanto de los considerandos decimoséptimo y decimoctavo como del artículo 3, apartados 2 y 4, del Reglamento se desprende que éste diferencia claramente entre los procedimientos territoriales iniciados antes de la apertura de un procedimiento principal y los procedimientos secundarios. Pues bien, tan sólo respecto de los primeros procedimientos se restringe la concesión del derecho a solicitar su apertura a los acreedores cuyo domicilio, residencia habitual o domicilio social se hallen en el Estado en cuyo territorio se encuentra el establecimiento en cuestión, o cuyo crédito tenga su origen en la explotación de dicho establecimiento (véase, en este sentido, la sentencia Zaza Retail, C-112/10, EU:C:2011:743, apartado 30). De ello se desprende, a contrario, que estas limitaciones no se aplican a los procedimientos secundarios. 49 Por último, en lo que atañe más concretamente a la posibilidad de limitar el derecho de solicitar la apertura de un procedimiento secundario a los acreedores locales, procede señalar que tal limitación supondría una distinción basada en criterios que implican el riesgo de producir efectos principalmente en perjuicio de los nacionales de otros Estados miembros, en la medida en que los no residentes son con mayor frecuencia no nacionales. Pues bien, tal distinción constituiría una discriminación indirecta basada en la nacionalidad, que, conforme a reiterada jurisprudencia, está prohibida en principio (véase, en particular, la sentencia Comisión/Italia, C-388/01, EU:C:2003:30, apartado 14 y jurisprudencia citada). 50 Pues bien, aunque el Reglamento menciona en su decimoséptimo considerando una justificación expresa para el trato preferente previsto en el artículo 3, apartado 4, letra b), del Reglamento para los acreedores domiciliados o cuyo domicilio social se encuentre en el Estado miembro en cuyo territorio se encuentra el establecimiento en cuestión y para los acreedores cuyo crédito tenga su origen en la explotación de dicho establecimiento en lo que respecta a la apertura de un procedimiento territorial antes de la apertura de un procedimiento principal, justificación que se deriva de la voluntad de limitar a lo estrictamente indispensable la apertura de procedimientos territoriales independientes antes del procedimiento principal, tal justificación no se menciona, ni puede tomarse en consideración, respecto de los procedimientos secundarios sobre la base de las disposiciones del Reglamento. 51 Habida cuenta de las anteriores consideraciones, procede responder a la segunda cuestión prejudicial que el artículo 29, letra b), del Reglamento debe interpretarse en el sentido de que la cuestión de qué persona o autoridad está facultada para solicitar la apertura de un procedimiento secundario debe apreciarse conforme al Derecho nacional del Estado miembro en cuyo territorio se solicite la apertura de dicho procedimiento. No obstante, el derecho a solicitar la apertura de un procedimiento secundario no puede limitarse únicamente a los acreedores que tengan su residencia o domicilio social en el Estado miembro en cuyo territorio se encuentre el establecimiento en cuestión, o a los acreedores cuyo crédito tenga su origen en la explotación de dicho establecimiento. www.dictumabogados.com 6 Nº 33, septiembre de 2014 Sobre la tercera cuestión prejudicial a la función del juez una vez abierto el procedimiento secundario. 52 Mediante su tercera cuestión prejudicial, el órgano jurisdiccional remitente pregunta, en esencia, si, siendo el procedimiento principal un procedimiento de liquidación, la apertura de un procedimiento secundario en contra de un establecimiento debe limitarse mediante criterios de oportunidad dejados a la apreciación del órgano jurisdiccional del Estado miembro ante el que se ha incoado el procedimiento secundario. 53 Burgo Group sostiene que el derecho, y no la mera facultad, de solicitar la apertura de un procedimiento secundario es una medida correctora del principio de universalidad de la quiebra consagrado por el Reglamento, y que éste no prevé el examen de motivos de oportunidad por el órgano jurisdiccional ante el que se ha presentado una solicitud de apertura de un procedimiento secundario. 54 Los demandados en el litigio principal sostienen, sin embargo, que la apertura de un procedimiento secundario es una mera facultad que se ofrece a los órganos jurisdiccionales y que quien solicita que se declare el concurso de acreedores debe justificar un interés en la apertura de este procedimiento y demostrar que su apertura le permite invocar un mejor rango u otro derecho preferente. 55 El Gobierno belga recuerda la amplia facultad de apreciación de que goza el órgano jurisdiccional ante quien se ha presentado la solicitud de apertura de conformidad con el artículo 29 del Reglamento en lo que respecta a la apertura de un procedimiento secundario. 56 Los Gobiernos alemán y griego comparten, en esencia, la postura de Burgo Group. El sistema y los objetivos de las disposiciones del Reglamento abogan por una interpretación conforme a la cual el órgano jurisdiccional de que se trate no puede examinar cuestiones de oportunidad en este contexto. Aducen que, a este respecto, carece de relevancia la cuestión de si el procedimiento principal que ya ha sido abierto es un procedimiento de liquidación o de saneamiento. 57 El gobierno español señala que, a diferencia de lo que sucedía en el asunto que dio lugar a la sentencia Bank Handlowy y Adamiak (EU:C:2012:739, apartado 63), el procedimiento principal controvertido en el presente asunto es un procedimiento de liquidación. Añade que, en dicha sentencia, el Tribunal de Justicia no se refería a la facultad de abrir o no el procedimiento secundario, sino únicamente 58 La Comisión deduce de la sentencia Bank Handlowy y Adamiak (EU:C:2012:739) que el Reglamento no obliga a abrir un procedimiento secundario, sino que se limita a prever la facultad de hacerlo. Sostiene que, en el supuesto de que el acreedor que solicita la apertura del procedimiento secundario haya presentado su crédito en el procedimiento principal fuera de plazo, su interés en presentar dicho crédito en el procedimiento secundario solo podrá admitirse si no se le había informado debidamente de la apertura del procedimiento principal de conformidad con el artículo 40 del Reglamento. 59 Con el fin de dar respuesta a la tercera cuestión prejudicial, procede recordar con carácter preliminar que, en virtud del artículo 27 del Reglamento, la apertura de un procedimiento principal permitirá abrir en otro Estado miembro en el que un tribunal fuera competente en virtud del apartado 2 del artículo 3 un procedimiento secundario. Según se desprende de la jurisprudencia del Tribunal de Justicia, la apertura de tal procedimiento es posible tanto cuando el procedimiento principal persigue una finalidad protectora como, a fortiori, cuando este último es un procedimiento de liquidación (véase, en este sentido, la sentencia Bank Handlowy y Adamiak, EU:C:2012:739, apartado 63). 60 Asimismo, es preciso recordar que en virtud del artículo 28 del Reglamento, salvo disposición en contrario del presente Reglamento, la Ley aplicable al procedimiento secundario será la del Estado miembro en cuyo territorio se haya abierto el procedimiento secundario. 61 A este respecto, procede señalar igualmente que el duodécimo considerando y el artículo 27 del Reglamento se limitan a permitir la apertura de un procedimiento secundario a instancia de las personas a las que se hace referencia en el artículo 29 del Reglamento, sin no obstante conferir expresamente a los órganos jurisdiccionales competentes, independientemente del Derecho nacional aplicable, una facultad de apreciación en lo que respecta a la consideración de criterios de oportunidad en este contexto. 62 Además, si bien es cierto que el Reglamento contiene en su capítulo III, titulado «Procedimientos secundarios de insolvencia», una serie de disposiciones relativas, en particular, a la cooperación entre los síndicos designados respectivamente en el procedimiento principal y en el o los procedimientos secundarios pendientes, no contiene la más mínima indicación respecto de los posibles criterios de www.dictumabogados.com 7 Nº 33, septiembre de 2014 «oportunidad» que el órgano jurisdiccional ante quien se haya solicitado la apertura de un procedimiento deba tener en cuenta. 63 De ello se desprende que, en principio, puesto que el Reglamento no contiene ninguna disposición que imponga o prohíba, en determinadas circunstancias, la apertura de un procedimiento secundario al órgano jurisdiccional ante el que se haya presentado la solicitud, la cuestión de si dicho órgano jurisdiccional goza de una facultad de apreciación a este respecto que le permita, en particular, tener en cuenta criterios de oportunidad, ha de resolverse conforme al Derecho nacional del Estado miembro en cuyo territorio se haya solicitado la apertura de dicho procedimiento. nacional del Estado miembro en cuyo territorio se haya solicitado la apertura de dicho procedimiento. No obstante, cuando los Estados miembros establecen los requisitos para la apertura de tal procedimiento deben respetar el Derecho de la Unión, y, en particular, los principios generales de éste y las disposiciones del Reglamento». TRIBUNAL SUPREMO SENTENCIA DE LA SALA DE LO CIVIL DEL TRIBUNA SUPREMO [Recurso 2946/12] DE 24 DE ABRIL DE 2014 [Ponente: Sebastián Sastre Papiol] 64 No obstante, procede recordar en este contexto, en primer término, que cuando los Estados miembros establecen los requisitos para la apertura de un procedimiento secundario deben respetar el Derecho de la Unión, y, en particular, los principios generales de éste y las disposiciones del Reglamento (véase, en este sentido, la sentencia Deutsche Lufthansa, C-109/09, EU:C:2011:129, apartado 37 y la jurisprudencia citada). Por lo tanto, los Estados miembros no pueden establecer requisitos para la apertura de un procedimiento secundario que creen una diferencia entre los acreedores que solicitan la apertura de dicho procedimiento en función de su residencia o de su domicilio social, lo que vulneraría el principio de no discriminación. Derecho cambiario.- Descuento de letras aceptadas por el comprador de vivienda sobre plano: el comprador aceptante no puede oponer al banco descontante las excepciones fundadas en sus relaciones personales con el librador vendedor que incumplió su obligación de entrega. Voto particular: el pago de los efectos cambiarios entregados por el comprador para cubrir los anticipos del precio de la vivienda en construcción debe necesariamente satisfacerse en la "cuenta especial" sobre la que se constituyen las medidas de garantía para su devolución, de este modo los títulos cambiarios no pueden circular y, frente al tenedor o endosatario, el deudor cambiario podría oponer las excepciones basadas en la resolución del contrato por incumplimiento contractual. 65 En segundo término, el juez ante quien se ha solicitado la apertura de un procedimiento secundario debe tener en cuenta, al aplicar su Derecho nacional, los objetivos que se persiguen con la posibilidad de abrir dicho procedimiento, tal y como se recuerdan en el apartado 34 de la presente sentencia. «1. El banco que presenta al cobro las letras aparece en ellas como tomador. Al margen de la relación causal que hubiera motivado su entrega por parte del librador, en este caso mediante una operación de descuento, el banco, como tenedor de las letras, goza de legitimación para ejercitar las acciones cambiarias frente al aceptante (art. 49 LCCh). Ejecutada la acción cambiaria por el tenedor-tomador contra el aceptante de la letra -en este caso contra el recurrente- el banco descontante es un tercero ajeno a la relación subyacente de la que deriva la obligación cambiaria, por lo que ésta tiene un carácter abstracto, de modo que el aceptante no puede oponerle excepciones fundadas en sus relaciones personales con el librador -MARTINSA FADESA-, en virtud de cuanto disponen los artículos 20 y 67.1 de la LCCh, a no ser que el tenedor, al adquirir la letra, haya procedido a sabiendas en perjuicio del deudor, la llamada "exceptio doli". Concluye el art. 67 LCCh que "frente al ejercicio de la acción cambiaria solo serán admisible las excepciones enunciadas en este artículo". Ha quedado acreditado en la instancia que el Banco descontante ni ha sido parte en el contrato, ni tuvo conocimiento de la resolución del mismo, ni el recurrente ha probado ni 66 En tercer término, procede señalar que, tras la apertura de un procedimiento secundario, el órgano jurisdiccional que ha abierto dicho procedimiento debe tomar en consideración los objetivos del procedimiento principal y tener en cuenta el sistema del Reglamento, con observancia del principio de cooperación leal (sentencia Bank Handlowy y Adamiak, EU:C:2012:739, apartado 63). 67 Habida cuenta de las anteriores consideraciones, procede responder a la tercera cuestión prejudicial que el Reglamento debe interpretarse en el sentido de que, siendo el procedimiento principal un procedimiento de liquidación, la toma en consideración de criterios de oportunidad por el órgano jurisdiccional ante quien se ha solicitado la apertura de un procedimiento secundario se rige por el Derecho www.dictumabogados.com 8 Nº 33, septiembre de 2014 acreditado la "exceptio doli", carga de la prueba que sólo a él incumbe. Así se ha manifestado una doctrina consolidada y uniforme de esta Sala, en SSTS núm. 1119/2003, de 20 de noviembre (RJ 2003, 8083), núm. 366/2006, de 17 de abril (RJ 2006, 4696), núm. 1201/2006, de 1 de diciembre de 2006 (RJ 2007, 555), 130/2010, de 23 de marzo de 2010 (RJ 2010, 2411), entre otras. El carácter abstracto y autónomo de las obligaciones cambiarias que se incorporan en la letra de cambio, limita las excepciones oponibles por el deudor cambiario frente al tenedor de la misma, único legitimado para ejercitar los derechos cambiarios. En este sentido, no cabe invocar como causa de oposición a la ejecución las excepciones extracambiarias invocadas en el recurso. 2. No puede invocarse la "exceptio doli" porque al Banco, al descontar las letras, no podía conocer que el contrato sería incumplido en el futuro, ni que la promotora incumpliría la prestación que sirvió de causa a la aceptación de las letras si no se ha probado ni lo uno ni lo otro. Baste examinar la cronología de los hechos acreditados en la instancia para, sin mayores esfuerzos, colegir que el Banco descontante es total y absolutamente ajeno a la relación causal que dio origen a las letras aceptadas. Es, en suma, un tercero cambiario. Como ha señalado la STS núm. 1201/2006, de 1 de diciembre (RJ 2007, 555): "Frente al ejercicio de la acción cambiaria -sigue diciendo la Sentencia de 17 de abril de 2006 (RJ 2006, 4696)- sólo serán admisibles las excepciones enunciadas en el artículo 67 LCCh, como señala el mismo precepto en el párrafo III. Hay, así, un régimen único de excepciones, oponibles en el juicio ejecutivo y en el ordinario, que se enuncia genéricamente. Deben distinguirse las excepciones que traen causa del propio título (de sus propios vicios, vicisitudes o de las obligaciones asumidas por los firmantes), que son las cambiarias, de las extracambiarias, las cuales están fundadas en las relaciones personales que puedan mediar entre el deudor demandado y el tenedor demandante, o entre aquél y el librado o los tenedores anteriores. Estas excepciones son las que aparecen reguladas en el artículo 67.1 y en el artículo 20 LCCh. >> Las excepciones cambiarias sólo pueden ser opuestas frente a determinados tenedores, en función de su respectiva naturaleza, y las extracambiarias, en principio, solamente pueden ser opuestas al demandante que haya sido parte en la relación personal sobre la que se funde la excepción de que se trate. No obstante, queda abierta la puerta a este tipo de excepciones por parte del deudor demandado frente al tenedor demandante cuando éste haya procedido en la adquisición de la letra a sabiendas del perjuicio del deudor (artículos 20 y 67 LCCh). >> [...] al tercero que no ha sido parte en el contrato causal sólo pueden afectarle las excepciones nacidas de éste si hubiere intervenido de alguna forma en el contrato subyacente, aunque sea de modo encubierto o en connivencia con las partes o confabulado con el librador o como testaferro; pero, de no darse los supuestos a que se ha hecho alusión, la letra funciona como título causal en las relaciones entre librador y tomador, entre endosante y endosatario y entre librador y librado, y como título abstracto en las demás". En ese contexto, frente a la acción directa ejercitada por el tenedor de las letras frente al aceptante, éste no puede oponer las excepciones que derivan de las relaciones personales con el librador, que justificaron la aceptación de las letras, a no ser que, conforme a lo prescrito en los arts. 20 y 67 LCCh, hubiera adquirido la letra a sabiendas del perjuicio del deudor, lo que no sólo no ha quedado probado, pues las letras fueron entregadas por la promotora libradora para su descuento al banco, en abril de 2007, antes de que fuera declarada en concurso de acreedores, en julio de 2008, y se pusiera en evidencia la imposibilidad de cumplir la prestación que sirvió de causa a la aceptación de las letras, lo que motivó su resolución en agosto de 2008. 3. Las cambiales aceptadas se ven afectadas por la normativa contenida en la Ley 57/1968, de 27 de julio, sobre percibo de cantidades anticipadas en la construcción y venta de viviendas, y por la disposición adicional primera de la Ley 38/1999, de 5 de noviembre, de Ordenación de la Edificación (en adelante, LOE). El artículo primero de la Ley 57/1968 impone al promotor, que pretenda "obtener de los cesionarios entregas de dinero antes de iniciar la construcción o durante la misma", cumplir dos condiciones: "Primera.- Garantizar la devolución de las cantidades entregadas más el seis por ciento de interés anual, mediante contrato de seguro otorgado con Entidad aseguradora inscrita y autorizada en el Registro de la Subdirección General de Seguros o por aval solidario prestado por Entidad inscrita en el Registro de Bancos y Banqueros, o Caja de Ahorros, para el caso de que la construcción no se inicie o no llegue a buen fin por cualquier causa en el plazo convenido. Segunda.- Percibir las cantidades anticipadas por los adquirentes a través de una Entidad bancaria o Caja de Ahorros en las que habrán de depositarse en cuenta www.dictumabogados.com 9 Nº 33, septiembre de 2014 especial, con separación de cualquier otra clase de fondos pertenecientes al promotor y de las que únicamente podrá disponer para las atenciones derivadas de la construcción de las viviendas. Para la apertura de estas cuentas o depósitos la Entidad bancaria o Caja de Ahorros, bajo su responsabilidad, exigirá la garantía a que se refiere la condición anterior". Y la disposición adicional primera de la LOE apostilla que "(l) a garantía que se establece en la citada Ley 57/1968 se extenderá a las cantidades entregadas en efectivo o mediante cualquier efecto cambiario, cuyo pago se domiciliará en la cuenta especial prevista en la referida Ley ". La obligación que impone la ley 57/1968 y la Ley de Ordenación de la Edificación de que las cantidades entregadas por el comprador a cuenta del precio de una vivienda en construcción sean depositadas en una cuenta especial, para que se destine únicamente a la construcción de la vivienda, no impide que si para estos pagos el comprador ha entregado letras de cambio, cuyo vencimiento esta diferido en el tiempo, puedan descontarse para obtener liquidez. No tendría sentido que las cantidades anticipadas por los adquirentes en efectivo puedan ser dispuestas para las atenciones derivadas de la construcción, tal como reza el precepto reproducido (art. primero, Condición Primera de la Ley 57/1968), y la entrega de las cambiales aceptadas por los adquirentes no pudieran ser descontadas. Será el dinero obtenido con el descuento el que tendrá que aplicarse a aquella cuenta especial, y el incumplimiento de esta obligación no afectará al banco descontante quien, si le han sido entregadas las letras para su descuento, tendrá derecho, en caso de impago, para dirigirse contra los obligados cambiarios al vencimiento de cada una de las letras, sin que pueda oponérsele las excepciones derivadas del incumplimiento de aquellas obligaciones del vendedor a quien descontó las letras. Entre otras razones porque el banco descontante puede no ser el depositario de las cuentas especiales ni concedente de las garantías a que se refiere la normativa invocada. Como tampoco el banco tiene obligación de saber que estas concretas letras que le son entregadas para su descuento proceden de la venta de viviendas, pues, por lo general, el análisis de riesgo que realiza el banco para aprobar la operación de descuento es del cliente, el descontatario en este caso, MARTINSA FADESA, dedicada al negocio inmobiliario, pero no sólo de promociones, sino entre otras, de adquisición de terrenos para la calificación y posterior venta a terceros, por lo que las letras descontadas bien pudieran proceder del precio aplazado de la enajenación de aquellos bienes, o de la ejecución de cualquier otra operación relacionada con el sector inmobiliario. Lo cierto e incontrovertido en la instancia es que el Banco ejecutante no intervino ni participó en modo alguno en la relación jurídica subyacente que dio lugar a la creación y aceptación de las letras descontadas, y por tanto, al no haber sido interviniente en el contrato causal, ni de forma encubierta ni en connivencia con las partes, es un tercero cambiario, al que no cabe oponer las excepciones extracambiarias que contempla el art. 67.1 LCCH de acuerdo con consolidada doctrina de esta Sala, entre otras, SSTS de 20 de noviembre de 2003 (RJ 2003, 8083) y 4 de febrero de 1988 (RJ 1988, 702). Si el banco descontante tuviera que conocer el origen concreto de las letras de cambio y, además, corriera el riesgo de que le sobreviniera la nulidad de las operaciones de descuento, como se alega en el recurso, supondría introducir en una operación tan arraigada como el descuento bancario, una excepción que tendría su fundamento en un relación subyacente entre librador y librado, que la normativa sectorial (Ley 57/1968 y Ley 38/1999) no exige, y sería contraria al régimen de oponibilidad al pago de la letra que establece el art. 67 LCCh, a la doctrina de esta Sala, y en general, una vulneración grave a los principios de abstracción y autonomía de las obligaciones cambiarias que presiden nuestro sistema cambiario, además de otros, como son "la del fortalecimiento de la posición jurídica del acreedor y la pretensión de ser más rigurosa con el deudor" (STS núm. 1119/2003, de 20 de noviembre (RJ 2003, 8083)). […] Voto particular que formula el Excmo. Sr. D. Ignacio Sancho Gargallo a la Sentencia 210/2014, de 24 de abril (recurso núm. 2946/2012), al que se adhiere el Excmo. Sr. D. Rafael Saraza Jimena. 1. Mi discrepancia con el parecer de la mayoría de la Sala afecta a la desestimación del único motivo de casación, en cuanto cuestiona la validez del descuento, porque las letras de cambio entregadas para el pago de la vivienda comprada sobre plano no podían negociarse ni descontarse, en la medida en que debían haberse ingresado en la cuenta especial que prevé el art. 1 de la Ley 57/1968. 2. Como hace la sentencia, debemos partir de que, como ha quedado acreditado en la instancia, las letras de cambio fueron aceptadas por quien compraba sobre plano, como parte del precio que anticipaba. Esta entrega de las cambiales aceptadas se veía afectada por la normativa contenida en la Ley 57/1968, de 27 de julio, sobre percibo de www.dictumabogados.com 10 Nº 33, septiembre de 2014 cantidades anticipadas en la construcción y venta de viviendas, y por la disposición adicional primera de la Ley 38/1999, de 5 de noviembre (RCL 1999, 2799), de Ordenación de la Edificación (en adelante, LOE). El artículo primero de la Ley 57/1968 impone al promotor, que pretenda "obtener de los cesionarios entregas de dinero antes de iniciar la construcción o durante la misma", cumplir dos condiciones: "Primera.- Garantizar la devolución de las cantidades entregadas más el seis por ciento de interés anual, mediante contrato de seguro otorgado con Entidad aseguradora inscrita y autorizada en el Registro de la Subdirección General de Seguros o por aval solidario prestado por Entidad inscrita en el Registro de Bancos y Banqueros, o Caja de Ahorros, para el caso de que la construcción no se inicie o no llegue a buen fin por cualquier causa en el plazo convenido. Segunda.- Percibir las cantidades anticipadas por los adquirentes a través de una Entidad bancaria o Caja de Ahorros en las que habrán de depositarse en cuenta especial, con separación de cualquier otra clase de fondos pertenecientes al promotor y de las que únicamente podrá disponer para las atenciones derivadas de la construcción de las viviendas. Para la apertura de estas cuentas o depósitos la Entidad bancaria o Caja de Ahorros, bajo su responsabilidad, exigirá la garantía a que se refiere la condición anterior". Y la disposición adicional primera de la LOE apostilla que "(l) a garantía que se establece en la citada Ley 57/1968 se extenderá a las cantidades entregadas en efectivo o mediante cualquier efecto cambiario, cuyo pago se domiciliará en la cuenta especial prevista en la referida Ley ". 3. Es cierto que, conforme al parecer de la mayoría, la obligación que impone la ley 57/1968 y la Ley de Ordenación de la Edificación de que las cantidades entregadas por el comprador a cuenta del precio de una vivienda en construcción vayan destinadas a una cuenta especial, para que se destine únicamente a la construcción de la vivienda, en principio, no debería impedir que, si para estos pagos el comprador ha entregado letras de cambio, cuyo vencimiento esta diferido en el tiempo, pudieran descontarse. Pero el problema radica en que si el descuento se hace con endoso, frente al tenedor de los efectos que reúna la condición de tercero cambiario, el comprador aceptante de las letras no podría oponerle las excepciones derivadas del incumplimiento del contrato de obra, y podrían devenir ineficaces las garantías previstas en la Ley 57/1968 y la LOE. 4. Aunque la terminología empleada pueda resultar equívoca, por el específico significado que en la Ley Cambiaria tiene la domiciliación de pago, cuando la disposición adicional primera de la LOE precisa que "(l)a garantía que se establece en la citada Ley 57/1968 se extenderá a las cantidades entregadas en efectivo o mediante cualquier efecto cambiario, cuyo pago se domiciliará en la cuenta especial prevista en la referida Ley", está previendo que el pago de la cambial deba hacerse en la cuenta especial que, conforme al artículo primero de la Ley 57/1968, el promotor debe abrir para el cobro de las cantidades a cuenta, cuyo eventual restitución se garantiza por el aval o el seguro. Si, como ha ocurrido en este caso, el promotor incumple y se resuelve el contrato de compra de vivienda en construcción, en un momento en que las letras están pendientes de vencimiento y han sido transmitidas mediante un descuento cambiario, el comprador obtendrá la restitución de las cantidades realmente abonadas, lo cual estará garantizado por el aval o el seguro, pero no las que se corresponden con las letras no vencidas y pendientes de pago. En puridad, como consecuencia de la resolución del contrato, el comprador, además de tener derecho a la restitución de las cantidades pagadas, en garantía de lo cual se tendría que haber otorgado un aval o convenido un seguro, podría reclamar la devolución de las letras aceptadas, pendientes de vencimiento. Pero la circulación de estas letras lo impide, pues no están a disposición del vendedor, con el efecto consiguiente de que, llegado el vencimiento, el tenedor de las letras podría reclamar su pago, siendo inmune a la excepción basada en la resolución del contrato por incumplimiento, mientras no se demuestre que, al adquirir la letra, había procedido a sabiendas en perjuicio del deudor. Con ello se dejaría sin efecto la reseñada protección prevista en la normativa especial para la adquisición de viviendas en construcción. 5. En atención al especial carácter tuitivo de la norma, para no dejar sin amparo a los compradores que aceptan letras para pago adelantado de las viviendas en construcción, deberíamos interpretar la disposición adicional primera de la LOE en el sentido de que el pago de los efectos cambiarios entregados por el comprador para pago de los anticipos del precio de la vivienda en construcción, deben necesariamente satisfacerse en la "cuenta especial", sobre la que se constituyen las medidas de garantía para su devolución. Lo anterior determina que estos títulos cambiarios no puedan circular de modo que pueda surgir un tercero cambiario, o, cuando menos, que frente al tenedor o endosatario, el deudor cambiario pueda oponer las www.dictumabogados.com 11 Nº 33, septiembre de 2014 excepciones basadas en la resolución del contrato por incumplimiento contractual». SENTENCIA DE LA SALA DE LO CIVIL DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 7 DE MAYO DE 2014 Compraventa de vivienda en construcción: reclamación al avalista por las cantidades entregadas a cuenta del precio.Autonomía del aval respecto de la obligación de entrega que garantiza: es indiferente la gravedad del retraso en la entrega y el avalista no puede oponer los motivos de oposición del avalado. «El artículo primero de la Ley 57/1968 establece la necesidad de que la promotora garantice la devolución de las cantidades entregadas antes y durante la construcción, respondiendo también de la terminación en el plazo convenido. El artículo segundo insiste en esta obligación, debiendo hacer entrega el cedente, al otorgamiento del contrato, del documento que acredite la garantía. El artículo tercero permite al cesionario la rescisión con devolución de las cantidades entregadas a cuenta cuando ha expirado el plazo para la terminación de la obra. La Disposición Adicional Primera de la Ley de Ordenación de la Edificación 38/89 SIC marca límites a los intereses. Sobre el particular ha declarado la sentencia de esta Sala de 25 de octubre de 2011 (RJ 2012, 433), rec. 588 de 2008: "Como principio general, procede sentar que la omisión del aval o garantía, así como el depósito en cuenta especial de las sumas anticipadas por los adquirentes, referidas en el artículo 1 de la Ley 57/1968, implica que la vulneración de lo pactado resulte grave o esencial..." En el mismo sentido se considera esencial la mencionada obligación en la sentencia de esta Sala de 10-12-2012 (RJ 2013, 914), rec. 1044/2010 y en la de 5-2-2013 (RJ 2013, 1995), rec. 1410/2010. A la vista de esta doctrina hemos de resaltar la importancia de garantizar las cantidades entregadas a cuenta, deber que se impone legalmente. El aval pretende asegurar a los compradores frente a los incumplimientos de los vendedores, en cuanto a la entrega de la obra en plazo, exigiendo a la promotora la inversión de las cantidades entregadas en la obra concertada (preámbulo de la Ley 57/1968), previsión legal cuya necesidad se destaca en situaciones de crisis económica, lo que refuerza la esencialidad de la garantía que estamos analizando. Sentada la trascendencia del aval, a la luz de la Ley 57/1968, debemos determinar si se trata de un aval de naturaleza autónoma supeditado solo a los términos contenidos en el mismo, o, por el contrario, está subordinado a las circunstancias de la obligación de entrega que garantiza. Examinado, por esta Sala, el tenor de los preceptos de la Ley 57/1968 se aprecia que, al exigir la misma la constitución del aval, refuerza su función garantizadora al dotar de naturaleza ejecutiva al mismo y no pudiendo olvidar que el hecho de que lo imponga una Ley, le aporta una especial trascendencia hasta el punto de que ello ha contribuido a que esta misma Sala considere, como obligación esencial, su constitución, como antes dijimos. Por ese reforzamiento de la garantía establece el art. 1, regla primera de la Ley 57/1968: Que el avalista responderá para el caso de que la construcción no se inicie o no llegue a buen fin por cualquier causa en el plazo convenido. Cuando el precepto establece que "por cualquier causa" no llegue a buen fin, está estableciendo un claro criterio objetivo en torno a la exigencia del aval, por lo que el avalista no podrá oponer los motivos de oposición que pudieran corresponderle al avalado, en base al art. 1.853 del C. Civil. El art. 1 de la Ley 57/1968 regula la posición del avalista como figura autónoma, por lo que una vez se acredita el incumplimiento tardío de la obligación garantizada por el aval, no podemos entrar en si la demora es excesiva o no, porque nada de ello permite el legislador que se oponga, ya que incumplida la obligación de entrega, el avalista debe devolver las cantidades entregadas a cuenta, debidamente reclamadas. No puede situarse el avalista bajo el amparo del art. 1.853 del C. Civil, pues el art. 1 de la Ley 57/1968 condiciona la exigencia del importe del aval al "caso de que la construcción no se inicie o no llegue a buen fin por cualquier causa en el plazo convenido", resultando indiferente para el legislador que el retraso haya sido más o menos breve. Este pronunciamiento sobre la obligación de pago del avalista, se hace en base a que en el presente procedimiento solo se ha dirigido la acción contra la entidad de crédito. www.dictumabogados.com 12 Nº 33, septiembre de 2014 Tampoco se pidió, por tanto, la rescisión ni la resolución frente al promotor o vendedor. SENTENCIA DE LA SALA DE LO CIVIL DEL TRIBUNAL SUPREMO [Recurso 1423/12] DE 23 DE MAYO DE 2014 [Ponente: Sebastián Sastre Papiol] La Ley 57/1968, de 27 de julio vino a poner coto a ciertos abusos que propició un desarrollo inmobiliario sin escrúpulos, (siguiendo la Exposición de Motivos: "la justificada alarma que en la opinión pública ha producido la reiterada comisión de abusos, que, de una parte, constituyen grave alteración de la convivencia social, y de otra, evidentes hechos delictivos, ocasionando además perjuicios irreparables a quienes confiados y de buena fe aceptan sin reparo alguno aquellos ofrecimientos"). La referida norma, es sectorial, de ius cogens, imperativa, de obligado cumplimiento por parte de las promotoras (art. 7 de la Ley) que, necesitadas de financiación, acudían a los anticipos a cuenta del precio de los compradores, sin esperar a la finalización de la construcción. La Ley trataba de establecer con carácter general normas preventivas que garantizasen "tanto la aplicación real y efectiva de los medios económicos anticipados por los adquirentes y futuros usuarios a la construcción de su vivienda como su devolución en el supuesto de que ésta no se lleve a efecto" (Exposición de motivos). El ámbito subjetivo de la ley se extiende a toda persona física o jurídica que "promueva la construcción de viviendas que pretendan obtener de los cesionarios entregas de dinero antes de iniciar la construcción o durante la misma" (art. 1) que "deberán" cumplir, entre otras las siguientes condiciones: " Primera.Garantizar la devolución de las cantidades entregadas más el seis por ciento de interés anual, mediante contrato de seguro otorgado con Entidad aseguradora inscrita y autorizada en el Registro de la Subdirección General de Seguros o por aval solidario prestado por Entidad inscrita en el Registro de Bancos y Banqueros, o Caja de Ahorros, para el caso de que la construcción no se inicie o no llegue a buen fin por cualquier causa en el plazo convenido. Segunda.Percibir las cantidades anticipadas por los adquirentes a través de una Entidad bancaria o Caja de Ahorros, en las que habrán de depositarse en cuenta especial, con separación de cualquier otra clase de fondos pertenecientes al promotor y de las que únicamente podrá disponer para las atenciones derivadas de la construcción de las viviendas. Para la apertura de estas cuentas o depósitos la Entidad bancaria o Caja de Ahorros, bajo su responsabilidad, exigirá la garantía a que se refiere la condición anterior." Sociedades de capital.- Acción individual de responsabilidad de los administradores de la sociedad: el incumplimiento por la sociedad de la obligación de garantizar al comprador las cantidades entregadas anticipadamente es imputable a los administradores por negligencia en el ejercicio de sus funciones en el cargo actuando como órgano social. Si en el plazo convenido no se ha hecho entrega de la vivienda, el artículo tercero concede un derecho de opción al comprador entre solicitar la devolución de las cantidades entregadas con sus intereses o conceder un nuevo plazo al promotor. «2. La percepción por la promotora de cantidades anticipadas de los compradores durante la construcción de viviendas cuenta con una regulación antigua, pero vigente. El artículo quinto de la referida Ley 57/1968 señala que: "será requisito indispensable para la propaganda y publicidad de la cesión de viviendas mediante la percepción CUARTO Estimado el motivo y asumiendo la instancia debemos estimar íntegramente la demanda en la que se reclamaba al avalista el importe de las cantidades entregadas a cuenta por importe de 20.876,03 euros, acreditado el pago de tales cantidades mediante documentación del anticipo, del contrato y del movimiento bancario. Más los intereses legales desde la fecha en que se requirió de pago al avalista (arts 1.100 y 1.108 C. Civil; y disposición adicional primera c) de la Ley de Ordenación de la Edificación que deroga parcialmente la ley 567/1968 SIC, al dejar sin efecto el interés del 6%). No puede limitarse la condena al importe del aval, por importe de 15.337,51 €, pues como dijimos en la sentencia de 3 de julio de 2013, sentencia núm. 476/2013 (RJ 2013, 5913), recurso 254/2011: No procede respetar los límites cuantitativos de la póliza de seguro, pues la misma, al constar que se efectuaba al amparo de la Ley 57/68, que obliga a garantizar la devolución de las cantidades entregadas a cuenta, no debió contener límites inferiores... La referida limitación cuantitativa, por debajo de las cantidades entregadas, viola el artículo séptimo de la Ley 57/1968 cuando determina la irrenunciabilidad de los derechos de los cesionarios, pues la ley establece un contenido normativo y obligatorio para los avales o seguros, en su caso, que garantizan las cantidades entregadas a cuenta, cuya cobertura no podrá ser inferior a las sumas entregada por los compradores». www.dictumabogados.com 13 Nº 33, septiembre de 2014 de cantidades a cuenta con anterioridad a la iniciación de las obras o durante el período de construcción, que se haga constar en las mismas que el promotor ajustará su actuación y contratación al cumplimiento de los requisitos establecidos en la presente Ley". Y el artículo séptimo: "los derechos que la presente Ley otorga a los cesionarios tendrán el carácter de irrenunciables". La doctrina de esta Sala en SSTS de 10 de diciembre de 2012, RC 1044/2010 (RJ 2013, 914) y de 5 de febrero de 2013, RC 1410/2010 (RJ 2013, 1995) ha considerado esencial la mencionada obligación de garantizar a los compradores las cantidades anticipadas para la compra de viviendas 3. La determinación de si esta infracción es directamente imputable también a los administradores de la sociedad o, exclusivamente, a ésta última supone analizar los presupuestos de responsabilidad de los administradores frente al tercer acreedor con ocasión de contratar la compraventa de una vivienda con la promotora, pues es evidente que al causarse un daño debe responder quien lo ocasione. La acción individual de responsabilidad de los administradores por actos llevados a cabo en el ejercicio de su actividad orgánica -y no en el ámbito de su esfera personal, en cuyo supuesto entraría en juego la responsabilidad extracontractual, del art. 1.902 Cc- plantea especiales dificultades para delimitar los comportamientos de los que deba responder directamente frente a terceros, delimitando el ámbito de la responsabilidad que incumbe a la sociedad, que es con quien contrata, de la responsabilidad de los administradores que actúan en su nombre y representación. En este último caso, pues, la acción individual de responsabilidad supone una especial aplicación de responsabilidad extracontractual integrada en un marco societario, que cuenta con una regulación propia (art. 135 LSA -241 LSC-), que la especializa respecto de la genérica prevista en el art. 1902 Cc (SSTS de 6 de abril de 2006 (RJ 2006, 1892), 7 de mayo de 2004 (RJ 2004, 2155), 24 de marzo de 2004 (RJ 2004, 2066), entre otras). Se trata, de una responsabilidad por "ilícito orgánico", entendida como la contraída en el desempeño de sus funciones del cargo. En el presente caso, la fuente de deberes que se le imponen en su condición de administradores es, entre otras, la de cumplir y respetar las normas que afectan a la actividad social o sectorial, si se prefiere. El cumplimiento de este "deber objetivo de cuidado" que, como ha afirmado la doctrina, consiste en no dañar a los demás, exige emplear la diligencia de un "ordenado empresario" y cumplir los deberes impuestos por las leyes (art. 266 LSC) en relación con los terceros directamente afectados por su actuación. La infracción de este deber, supone un incumplimiento de una obligación de la sociedad, que es imputable a los administradores, por negligencia, en el ejercicio de sus funciones en el cargo, actuando como órgano social. 4. Del daño en principio, responde la sociedad, sin perjuicio de que ésta pueda repetir contra sus administradores una vez reparado mediante el ejercicio de la acción social de responsabilidad (art. 133 LSA y arts. 236 -240 LCS SIC). Pero llevados al extremo que contempla la sentencia recurrida que considera la acción individual, como subsidiaria y sólo ejercitable en caso de insolvencia de la sociedad, supondría un blindaje y, en la práctica, una exoneración de responsabilidad de los administradores. El art. 241 LCS permite una acción individual contra los administradores, cuando en el ejercicio de sus funciones, incumplen normas específicas que se imponen a su actividad social y tienden a proteger al más débil, en este caso, al comprador de una vivienda que anticipa su precio antes de serle entregada, y sufre directamente el daño como consecuencia del incumplimiento de sus obligaciones. En el presente supuesto se dan todos los presupuestos para que deba prosperar la acción individual de responsabilidad, de acuerdo con la doctrina sentada por esta Sala (SSTS 396/2013, de 20 de junio (RJ 2013, 5187), 15 de octubre de 2013 RC 1268/2011 (RJ 2013, 7253), 395/2012, de 18 de junio (RJ 2012, 8990), 312/2010 de 1 de junio (RJ 2010, 2663), 667/2009 de 23 de octubre (RJ 2009, 7272), entre otras), que son: (i) incumplimiento de una norma, en el presente caso, Ley 57/1986 SIC [Ley 57/1968], debido al comportamiento omisivo de los administradores; (ii) imputabilidad de tal conducta omisiva a los administradores, como órgano social; (iii) que la conducta antijurídica, culposa o negligente, sea susceptible de producir un daño; (iv) el daño que se infiere debe ser directo al tercero que contrata, en este caso, al acreedor, sin necesidad de lesionar los intereses de la sociedad y (v) relación de causalidad entre la conducta contraria a la ley y el daño directo ocasionado al tercero, pues, sin duda, el incumplimiento de la obligación de garantizar la devolución de las cantidades ha producido un daño al comprador que, al optar, de acuerdo con el art. 3 de la Ley, entre la prórroga del contrato o el de la resolución con devolución de las cantidades anticipadas, no puede obtener la satisfacción de ésta última pretensión, al no hallarse garantizadas las sumas entregadas. www.dictumabogados.com 14 Nº 33, septiembre de 2014 En el presente caso, el incumplimiento de una norma sectorial, de ius cogens, cuyo cumplimiento se impone como deber del administrador, en tanto que deber de diligencia, se conecta con el ámbito de sus funciones (arts. 225,226, 236 y 241 LSC), por lo que le es directamente imputable. 5. Cuanto antecede obliga a señalar inmediatamente que no puede aplicarse de forma indiscriminada la vía de la responsabilidad individual de los administradores por cualquier incumplimiento en el marco de las relaciones obligatorias que nacen de los contratos, pues, como ha señalado esta Sala (STS 30 de mayo de 2008) supondría olvidar e ir en contra de los principios fundamentales de las sociedades de capital, como son la personalidad jurídica de las mismas, su autonomía patrimonial y su exclusiva responsabilidad por las deudas sociales, u olvidar el principio de que los contratos sólo producen efecto entre las partes que lo otorgan, como proclama el art. 1257 Cc. SENTENCIA DE LA SALA DE LO CIVIL DEL TRIBUNAL SUPREMO [Recurso 1307/12] DE 29 DE MAYO DE 2014 [Ponente: Sebastián Sastre Papiol] Contrato de cuentas en participación.- Cuando exista en el contrato una previsión expresa para el caso de incumplimiento no se procederá a la liquidación de la cuenta sino en la forma prevista en el contrato. La responsabilidad de los administradores en ningún caso se puede conectar al hecho objetivo del incumplimiento o defectuoso cumplimiento de las relaciones contractuales, convirtiéndolos en garantes de las deudas sociales o en supuestos de fracasos de empresa que han derivado en desarreglos económicos que, en caso de insolvencia, pueden desencadenar otro tipo de responsabilidades en el marco de otra u otras normas. Pero en el presente caso, la responsabilidad directa de los administradores proviene del carácter imperativo de la norma que han incumplido y de la importancia de los intereses jurídicos protegidos por dicha norma. Ello supone que incumbe a los administradores asegurarse del cumplimiento de esta exigencia legal, y que su incumplimiento les sea directamente imputable. «Dentro de la sistemática del Código de Comercio actual, el contrato de cuenta en participación aparece regulado a continuación de las sociedades y antes de los contratos, como tránsito entre la compañía mercantil, que crea una personalidad jurídica, y la relación puramente contractual. Es una de las modalidades asociativas o de cooperación mercantil más antiguas que conoce el derecho de los negocios, que mantiene oculto para los terceros al capitalista participante, sea o no comerciante, lo que armoniza con el interés del gestor o empresario en aumentar su liquidez, sin obligación de pagar un interés y de restituir las sumas recibidas. Difiere de la sociedad mercantil en dos notas fundamentales, por un lado, falta en el contrato de cuenta en participación la autonomía patrimonial, como apunta la STS de 6 de octubre de 1986 (RJ 1986, 5240), pues no se constituye un patrimonio social, las aportaciones las recibe en propiedad y en exclusiva el gestor; y, por otro lado, no se crea un ente con personalidad jurídica propia que es característica de las sociedades mercantiles, que se constituyen con arreglo a su normativa reguladora (SSTS de 8 de abril de 1987, 19 de diciembre de 1946, y las de 3 de mayo y 30 de septiembre de 1960). 6. Por último, de acuerdo con lo expuesto y con la doctrina sentada por esta Sala, la acción individual de responsabilidad es una acción directa y principal, no subsidiaria, que se otorga a los accionistas, socios y terceros, para recomponer su patrimonio particular (STS 11 de marzo de 2005 (RJ 2005, 2228)), que resultó afectado directamente por los actos de administración (STS 10 de marzo de 2003 (RJ 2003, 3755)), siendo los actos u omisiones constitutivos de esta acción idénticos a los de la acción social de responsabilidad, es decir, los contrarios a la ley, a los estatutos o los realizados sin la diligencia con la que los administradores deben desempeñar su cargo, con la diferencia que el daño (o la disminución patrimonial) no se ocasiona a la sociedad sino directamente a un tercero, que es el legitimado para el ejercicio de la acción que, cuando carece de fuerza ejecutiva, se suelen acumular las acciones contra ambos (STS 17 de diciembre de 2003 (RJ 2004, 195))». Su concepto se formula en el art. 239 del CCom, de donde resulta que: (i) se trata de la aportación o las aportaciones de un tercero al negocio de otro, del gestor, sin que señale si deben destinarse a todas las actividades o a una concreta, por lo que debe estarse a lo convenido entre las partes (como permite el Código de Comercio italiano de 1942, arts. 2.549 a 2.554 y que contrariamente establece el Código de Comercio alemán, que llama al contrato "sociedad oculta o tácita", y en la que debe participarse en todas las actividades del gestor), lo que no se opone a la literalidad del Código de Comercio español, pues si bien los arts. 239, 241 y 243 se refieren a "operaciones", el art. 242 habla de "negociación"; (ii) se trata de un acto de comercio aparentemente subjetivo, como si sólo fueran comerciantes quienes pudieran interesarse en el negocio de otros, característica que en la realidad del tráfico mercantil actual no puede mantenerse. Y esta es la acepción más moderna que cabe www.dictumabogados.com 15 Nº 33, septiembre de 2014 dar a la práctica inmobiliaria actual, pues el contrato de cuenta en participación se realiza, como en el presente caso, para una operación concreta de promoción inmobiliaria. 3. Su proyección al caso concreto. De lo expuesto hasta ahora y aplicando los conceptos al supuesto del recurso, aparece probado que las aportaciones fueron destinadas por INMO OTXANGO S.L. a una promoción inmobiliaria en la localidad de Zierbana, en un proyecto urbanístico para la zona San Mamés-Sur. Se aplica, por la sentencia recurrida, las normas del contrato de cuenta en participación "con independencia de aquellas de aplicación general a todos los contratos, en particular las relativas a la libertad de pactos (art. 1.255 Cc) y a los consecuencias de su incumplimiento (art. 1.124 Cc)" (Fundamento de Derecho Segundo, in fine). Se pactó que la duración del contrato se hiciera extensiva hasta que hubiera finalizado la promoción inmobiliaria, "todo ello sin perjuicio de las causas de extinción previstas en la cláusula novena" y de la liquidación de cuentas al final de la promoción (general) y de la liquidación de cuentas parcial cuando se hubiera vendido el 75 % de las viviendas. Y, a los efectos del recurso, se destaca por la sentencia recurrida que el actor solicitó, "lisa y llanamente la resolución del contrato por un motivo específicamente previsto en él (cláusula novena, apartado b), que es el incumplimiento de cualquiera de las condiciones estipuladas en el contrato", que se configura como causa de "extinción" del convenio, lo que debe entenderse como de "resolución". Los incumplimientos imputados al gestor, la sociedad promotora, fueron el de la contabilidad, -que la prueba pericial calificó de "calamitosa" -, y el de la falta de información puntual sobre el desarrollo de la promoción cada seis meses tras el cierre de cada ejercicio económico, y para su comprobación, tres meses antes de la rendición de cuentas de cada ejercicio-, según se considera probado en el Fundamento de Derecho Tercero (párrafo tercero) de la sentencia. Ambas, señala, aparecen reiteradamente incumplidas o, "al menos INMO OTXANGO S.L. no se ha preocupado de demostrar lo contrario, como era su obligación..." (mismo Fundamento de Derecho, in fine). Por último, la sentencia recurrida reproduce sentencias de la propia Audiencia de Bizkaia y de la de Madrid, en supuestos idénticos como el de autos, todos ellos referidos al periodo de auge inmobiliario en el que se presentaban para terceros interesados oportunidades de negocio en el sector, sin necesidad de constituir sociedades con la que adquirir suelos, gestionar su calificación, acometer la edificación, y, al fin, su promoción y venta. 4. En este contrato se establecen cláusulas que no configuran nítidamente una figura contractual tipo, pues, de acuerdo con la capacidad normativa de las partes (art. 1.255 Cc), pueden ser incorporadas convenciones correspondientes a otras categorías jurídicas como el mutuo o préstamo participativo, y, en fin, figuras contractuales mixtas que son de aplicación subsidiaria al contrato que los interesados quieren celebrar y que pueden regular [lo que es legítimo para la creación de la "lex privata" entre las partes ex arts. 1.089 y 1.091 Cc]. La resolución del contrato es un medio de protección de la parte que suple la inejecución grave y reiterada de lo acordado (en este caso, incumplimiento de las obligaciones de información y de llevanza de contabilidad), que por haberse frustrado el fin económico del contrato, le autoriza a no quedar vinculado y recuperar lo que hubiese cumplido. Dos son los requisitos apreciados en la instancia, el incumplimiento continuado, y sin razón que lo justifique, la imposibilidad sobrevenida de la prestación, conforme tiene establecido esta Sala en SSTS de 15 de octubre de 2002 y 5 de abril de 2006 (RJ 2006, 1921). De no existir una previsión expresa en el contrato controvertido, en caso de incumplimiento, el efecto obligado hubiera sido el de la liquidación de la cuenta en participación, que se habría realizado por el gestor (art 243 CCom). Pero, no es el caso del contrato sometido al actual debate jurídico. En cuanto al modo de realizar la liquidación también se estará a las disposiciones del contrato, que tienen fuerza de ley entre las partes (art. 1091 Cc). Habiéndose convenido, según lo expuesto, la extinción (resolución) del contrato, la sentencia recurrida no contraría la doctrina del Tribunal Supremo, según las sentencias aportadas por el recurrente, al no resolver las mismas sobre la cuestión planteada en el motivo». SENTENCIA DE LA SALA DE LO CIVIL DEL TRIBUNAL SUPREMO [Recurso 892/12] DE 7 DE JULIO DE 2014 [Ponente: Francisco Marín Castán] Contrato de permuta financiera (swap).- Nulidad del contrato por error sobre el alcance del riesgo asumido. Incidencia del incumplimiento de los deberes de información que se imponen a la entidad financiera (normativa MiFID) en la apreciación del error. www.dictumabogados.com 16 Nº 33, septiembre de 2014 «Esta Sala ya se ha pronunciado sobre las cuestiones que se suscitan en el presente recurso en la STS nº 840/2013, del Pleno, de 20 de enero de 2014 (RJ 2014, 781), recurso nº 879/2012 (en lo sucesivo STS nº 840/2013), dictada en un proceso sobre nulidad de un contrato de swap por error vicio en el consentimiento, en lo esencial idéntico al presente; en ella se examinó el contenido de los deberes de información de la entidad financiera cuando comercializa con clientes minoristas un producto complejo como es el swap y la incidencia del incumplimiento de esos deberes de información para la apreciación de error vicio del consentimiento determinante de la nulidad del contrato. La doctrina fijada en esa sentencia en el marco normativo de la Directiva MiFID -cuya trasposición al ordenamiento jurídico español se efectuó por la Ley 47/2007 que introdujo el contenido de los actuales artículos 78 y siguientes LMV, luego desarrollados por el RD 217/2008- es plenamente aplicable al presente recurso dada la fecha en la que se llevaron a cabo las contrataciones objeto de enjuiciamiento (8 de abril de 2009) y determina su desestimación por las razones que se exponen a continuación. […] lo primero que debe precisarse es que la infracción del artículo 428 LEC no puede fundamentar un recurso de casación, cuyo ámbito está limitado a una estricta función revisora del juicio jurídico consistente en la determinación del alcance y significado jurídico de los hechos probados (SSTS de 9 de enero de 2013 (RJ 2013, 1636), recurso nº 2063/2009, y las que en ella se citan de 18 de marzo de 2010 (RJ 2010, 3913), recurso nº 1816/2008, y 11 de noviembre de 2010 (RJ 2010, 8046), recurso nº 2048/2006 ), por lo que la denuncia de vulneración de ese precepto debió ser planteada mediante recurso extraordinario por infracción procesal. En consecuencia, esta Sala no va analizar la alegación de infracción del artículo 428 LEC, pero sí conviene precisar que en la audiencia previa del juicio ordinario según se consiga en el antecedente de hecho cuarto de la sentencia de primera instancia- se fijó como elemento de controversia si las mercantiles demandantes fueron o no adecuadamente informadas del contenido de los contratos con carácter previo a su suscripción y si dicha falta de información debía determinar la nulidad de los contratos, por lo que en ese punto de controversia estaba implícita la necesidad de analizar la normativa que regulaba el deber de información de la entidad financiera demandada, lo que conlleva -como se explica en la sentencia recurrida- precisar si hubo o no un servicio de asesoramiento de inversión y si se efectuaron o no las evaluaciones que esa normativa, según los casos, obligaba a realizar a la entidad recurrente, normativa que, además de haber sido alegada en la demanda, podía ser aplicada por el tribunal en virtud del principio iura novit curia. Hecha la anterior precisión se procede a examinar las dos cuestiones planteadas en el motivo, relativas a la delimitación de los test de evaluación y a la incidencia de la falta de información en la apreciación de error vicio del consentimiento. QUINTO Según se declaró en la STS nº 840/2013 (RJ 2014, 781), la habitual desproporción que existe entre la entidad que comercializa servicios financieros y los clientes, derivada de la asimetría informativa sobre productos financieros complejos, es lo que ha determinado la necesidad de una normativa específica protectora del inversor no experimentado, que tiene su último fundamento en el principio de la buena fe negocial, a la que ya se había referido esta Sala en la STS nº 244/2013, también del Pleno, de 18 de abril de 2013 (RJ 2013, 3387), recurso nº 1979/2011, en la que -aunque dictada en un proceso sobre un contrato de gestión discrecional de cartera de inversión concertado antes de la trasposición al ordenamiento jurídico español de la Directiva MiFID- se analizó el alcance de las obligaciones del profesional respecto del inversor y, en concreto, el elevado estándar de información exigible a la empresa que presta el servicio de inversión. Ahora esta Sala debe reiterar en la presente sentencia los criterios de interpretación y aplicación de esa normativa y la incidencia de su incumplimiento en la apreciación de error vicio del consentimiento. Conforme a esta línea jurisprudencial, el cliente debe ser informado por el banco, antes de la perfección del contrato, de los riesgos que comporta la operación especulativa, como una consecuencia del deber general de actuar conforme a las exigencias de la buena fe que se contienen en el artículo 7 CC, y para el cumplimiento de ese deber de información no basta con que esta sea imparcial, clara y no engañosa, sino que deberá incluir de manera comprensible información adecuada sobre los instrumentos financieros y las estrategias de inversión y también orientaciones y advertencias sobre los riesgos asociados a tales instrumentos o estrategias (art. 79 bis LMV, apartados 2 y 3; art. 64 RD 217/2008). Para articular adecuadamente ese deber legal que se impone a la entidad financiera con la necesidad que el cliente minorista tiene de ser informado (conocer el producto financiero que contrata y los concretos riesgos que lleva asociados) y salvar así el desequilibrio de información www.dictumabogados.com 17 Nº 33, septiembre de 2014 que podría viciar el consentimiento por error, la normativa MiFID impone a la entidad financiera otros deberes que guardan relación con el conflicto de intereses que se da en la comercialización de un producto financiero complejo y, en su caso, en la prestación de asesoramiento financiero para su contratación, como son la realización del test de conveniencia -cuando la entidad financiera opera como simple ejecutante de la voluntad del cliente previamente formada, dirigido a evaluar si es capaz de comprender los riesgos que implica el producto o servicio de inversión que va a contratar-, y el test de idoneidad, cuando el servicio prestado es de asesoramiento financiero dirigido, además de a verificar la anterior evaluación, a efectuar un informe sobre la situación financiera y los objetivos de inversión del cliente para poder recomendarle ese producto. Para discernir si un servicio constituye o no un asesoramiento en materia financiera -lo que determinará la necesidad o no de hacer el test de idoneidad- no ha de estarse tanto a la naturaleza del instrumento financiero como a la forma en que este es ofrecido al cliente, valoración que debe realizarse con los criterios establecidos en el artículo 52 de la Directiva 2006/73, que aclara la definición de servicio de asesoramiento financiero en materia de inversión del artículo 4.4 de la Directiva MiFID, según la doctrina fijada por la STJUE de 30 de mayo de 2013 (TJCE 2013, 142), caso Genil 48 S.L. (C-604/2011), conforme a la cual tendrá la consideración de asesoramiento en materia de inversión la recomendación de suscribir un swap realizada por la entidad financiera al cliente inversor "que se presente como conveniente para el cliente o se base en una consideración de sus circunstancias personales y que no esté divulgada exclusivamente a través de canales de distribución o destinada al público". Además, en la STS nº 840/2013 (RJ 2014, 781) esta Sala se refirió a la diferente función de ambas evaluaciones, distinguiendo la finalidad del test de conveniencia -que va dirigido a la valoración de los conocimientos (estudios y profesión) y la experiencia (frecuencia y volumen de operaciones) del cliente, con el objetivo de que la entidad financiera pueda hacerse una idea de sus competencias en materia financiera y pueda determinar si el cliente es capaz de comprender los riesgos que implica el producto o servicio de inversión para ser capaz de tomar decisiones de inversión con conocimiento de causa, en los términos que establece el artículo 73 RD 217/2008-, de la finalidad del test de idoneidad -que procede, como se ha dicho, cuando se haya prestado un servicio de asesoramiento en materia de inversiones o de gestión de cartera mediante la realización de una recomendación personalizada-, en el que se suma el test de conveniencia (sobre conocimientos y experiencia en materia financiera del cliente) a un informe sobre su situación financiera (ingresos, gastos y patrimonio) y sus objetivos de inversión (duración prevista, perfil de riesgo y finalidad) para recomendarle los servicios o instrumentos que más le convengan, según especifica el artículo 72 del RD 217/2008. A partir de las anteriores consideraciones relativas al deber de información de la entidad financiera al cliente minorista en la contratación de productos complejos, en la STS nº 840/2013 se fijó, tras analizarse en ella la reiterada doctrina de esta Sala sobre los requisitos del error vicio de consentimiento, la doctrina relativa a la incidencia del incumplimiento de ese deber en la apreciación del error vicio del consentimiento cuando haya un servicio de asesoramiento financiero, doctrina que se reitera en la presente sentencia y que puede resumirse en los siguientes puntos: 1. El incumplimiento de los deberes de información no comporta necesariamente la existencia del error vicio pero puede incidir en la apreciación del mismo. 2. El error sustancial que debe recaer sobre el objeto del contrato es el que afecta a los concretos riesgos asociados a la contratación del producto, en este caso el swap. 3. La información -que necesariamente ha de incluir orientaciones y advertencias sobre los riesgos asociados a los instrumentos financieros (art. 79 bis 3 LMNV)- es imprescindible para que el cliente minorista pueda prestar válidamente su consentimiento, bien entendido que lo que vicia el consentimiento por error es la falta del conocimiento del producto y de sus riesgos asociados, pero no, por sí solo, el incumplimiento del deber de información. 4. El deber de información que pesa sobre la entidad financiera incide directamente en la concurrencia del requisito de excusabilidad del error, pues si el cliente minorista estaba necesitado de esa información y la entidad financiera estaba obligada a suministrársela de forma comprensible y adecuada, entonces el conocimiento equivocado sobre los concretos riesgos asociados al producto financiero complejo contratado en que consiste el error le es excusable al cliente. 5. En caso de incumplimiento de este deber, lo relevante para juzgar sobre el error vicio no es tanto la evaluación sobre la conveniencia de la operación en atención a los intereses del cliente minorista que contrata el swap, como si, al hacerlo, el cliente tenía un conocimiento suficiente de este producto complejo y de los concretos riesgos asociados www.dictumabogados.com 18 Nº 33, septiembre de 2014 al mismo; y la omisión del test que debía recoger esa valoración, si bien no impide que en algún caso el cliente goce de este conocimiento y por lo tanto no haya padecido error al contratar, permite presumir en el cliente la falta del conocimiento suficiente sobre el producto contratado y sus riesgos asociados que vicia el consentimiento; por eso la ausencia del test no determina por sí la existencia del error vicio, pero sí permite presumirlo. SEXTO La aplicación de estos criterios al presente recurso, atendidos los hechos declarados por la sentencia recurrida que han quedado relacionados en el fundamento jurídico segundo de la presente sentencia y que deben permanecer invariables en casación (SSTS 27 de junio de 2011 (RJ 2011, 5835), recurso nº 145/2008 y 31 de enero de 2012 (RJ 2012, 3767), recurso nº 165/2009), determina las siguientes conclusiones: En el caso ahora sometido a enjuiciamiento hubo un servicio de asesoramiento financiero ya que el banco recurrente efectuó un ofrecimiento personalizado del swap a los demandantes, por lo que estaba obligado a efectuar el test de idoneidad tal como se declara en la sentencia recurrida. Lo cierto es que las alegaciones del motivo sobre la confusión de la sentencia acerca del test cuya realización era exigible carecen de fundamento y no resultan idóneas para la casación de la sentencia recurrida, pues se desarrollan en un plano puramente teórico partiendo de una premisa que, siendo correcta -el test de idoneidad es el procedente cuando hay un servicio de asesoramiento de inversión-, perjudica en realidad el interés de la propia recurrente que no hizo el test de idoneidad, ya que lo único que podría justificar la dialéctica del motivo es que la entidad financiera recurrente hubiera hecho ese test de idoneidad y así lo declarara la sentencia recurrida. El criterio de la sentencia recurrida al apreciar error excusable determinante de la nulidad del contrato se ajusta en lo esencial a la citada doctrina de esta Sala que, como ya se ha dicho, partiendo de que el incumplimiento de los deberes de información no conlleva necesariamente la apreciación del error vicio pero puede incidir en la apreciación del mismo y directamente en la concurrencia del requisito de excusabilidad del error, permite presumir el error cuando como es el caso la entidad bancaria no realizó, siendo preceptivo, el test de idoneidad. Conviene precisar también que, entre las cuestiones que con carácter previo se plantean en el escrito de interposición del recurso, se solicita a la Sala que fije doctrina sobre la ausencia de exigencia legal de especificas formalidades para la realización del test de conveniencia, pero esta Sala no tiene que pronunciarse en este proceso sobre esa cuestión puesto que las supuestas irregularidades formales del test de conveniencia no forman parte de la razón causal del fallo impugnado ni de la desestimación de este recurso; como tampoco supuestas irregularidades formales del test de idoneidad, pues lo decisivo es el hecho de no haberse realizado el test de idoneidad. Finalmente debe aclararse que la circunstancia de que el swap fuera ofrecido a los clientes -según se alega por la entidad bancaria- para dar cumplimiento a lo previsto en el artículo 19 de la Ley 36/2003 (o en el artículo 19 de la RD 2/2003 que se mencionó en la contestación a la demanda, con el mismo contenido que el anterior), con el fin de informar a las mercantiles demandantes, como deudoras hipotecarias que eran con un préstamo a tipo de interés variable a largo plazo, de los instrumentos de cobertura del riesgo de incremento de los tipos de interés disponibles, no excluye que ese ofrecimiento fuera una recomendación personalizada determinante de la existencia de asesoramiento financiero en los términos en que se define por la STJUE que antes ha quedado citada, pues el hecho declarado en la sentencia recurrida es que la entidad bancaria ofreció el swap. No se declara en esa sentencia el hecho del que quiere partir la recurrente de que la entidad bancaria ofreciera información sobre posibles instrumentos, productos o sistemas coberturas de riesgo que tuviera disponibles, por lo que esta Sala no tiene que pronunciarse sobre la significación jurídica de un hecho no declarado en la sentencia recurrida». SENTENCIA DE LA SALA DE LO CIVIL DEL TRIBUNAL SUPREMO [Recurso 2838/12] DE 18 DE JULIO DE 2014 [Ponente: Ignacio Sancho Gargallo] El pacto de honorarios entre el concursado y su letrado dirigido a la preparación y solicitud del concurso y a la asistencia durante el procedimiento no es oponible a la administración concursal. « […] la controversia se suscita en torno al reconocimiento o determinación del importe del crédito generado a favor del letrado del concursado, por la solicitud y declaración de concurso, y por la asistencia letrada del concursado durante el procedimiento, que debe satisfacerse con cargo a la masa, esto es, el importe que por tal concepto tiene la consideración de crédito contra la masa. www.dictumabogados.com 19 Nº 33, septiembre de 2014 Como ya hemos reiterado en otras ocasiones, para que un crédito contra un deudor concursado sea crédito contra la masa es necesario que pueda merecer esta consideración de acuerdo con la regulación contenida en el apartado 2 del artículo 84 de la Ley Concursal. Esta categoría de créditos, que no se ven afectados por las soluciones concursales, tienen en la práctica una preferencia de cobro respecto del resto de los créditos concursales, pues deben satisfacerse a sus respectivos vencimientos (art. 154 LC). Desde esta perspectiva es lógico que la enumeración de créditos contra la masa se interprete de forma restrictiva, porque, en cuanto gozan de la reseñada "preferencia de cobro", merman en la práctica las posibilidades de cobro de los créditos concursales, en función de los cuales y para cuya satisfacción se abrió el concurso. De este modo, resulta de aplicación la mención que la Exposición de Motivos de la Ley Concursal hacía al carácter restrictivo de los privilegios y preferencias de cobro: "(s)e considera que el principio de igualdad de tratamiento de los acreedores ha de constituir la regla general del concurso, y que sus excepciones han de ser muy contadas y siempre justificadas" (sentencia 33/2013, de 11 de febrero, con cita de la anterior sentencia 720/2012, de 4 de diciembre). El artículo 84.2.2º de la Ley Concursal, en la redacción aplicable al caso, anterior a la reforma operada por la Ley 38/2011, de 10 de octubre, disponía que tenían la consideración de créditos contra la masa "(l)os de costas y gastos judiciales ocasionados para la solicitud y la declaración de concurso, la adopción de medidas cautelares, la publicación de las resoluciones judiciales previstas en esta ley, y la asistencia y representación del concursado y de la administración concursal durante toda la tramitación del procedimiento y sus incidentes hasta la eficacia del convenio o, en otro caso, hasta la conclusión del concurso, con excepción de los ocasionados por los recursos que interpongan contra resoluciones del juez cuando fueren total o parcialmente desestimados con expresa condena en costas". [La] Ley 38/2011, de 10 de octubre, apostilla respecto de los créditos por costas y gastos judiciales ocasionados para la solicitud y la declaración, que deben ser "necesarios"; y respecto de los créditos por la asistencia y representación del concursado durante toda la tramitación del procedimiento y sus incidentes, matiza que sólo "cuando su intervención sea legalmente obligatoria o se realice en interés de la masa". Al margen de que la retribución de los servicios prestados por el letrado de la concursada para la solicitud y declaración de concurso voluntario, así como de la posterior asistencia al concursado durante todo el procedimiento concursal, puedan merecer la consideración genérica de créditos contra masa, es posible aquilatar su cuantía, esto es, determinar hasta qué montante pueden ser abonados con cargo a la masa. 6. Al respecto, debemos cuestionarnos si vincula el pacto de honorarios que el letrado del deudor concursado puede haber convenido con este último, para preparar y solicitar el concurso de acreedores, y para retribuir su asistencia a lo largo del procedimiento concursal. La insolvencia del deudor común y su declaración de concurso son circunstancias que alteran la normal relación entre el letrado y su cliente, por lo que respecta a la vinculación del pacto de honorarios. Fuera del concurso de acreedores, una vez prestados los servicios jurídicos, para determinar lo que tiene derecho a reclamar el letrado de su cliente, deberíamos regirnos por lo acordado entre ellos, ordinariamente en la hoja de encargo, y, si han existido, por sus novaciones. Como hemos advertido en otras ocasiones, las normas colegiales sobre honorarios profesionales señalan los límites de los honorarios, pero no son contrarias a los pactos entre las partes sobre cuantía y forma de pago, de tal manera que las partes son libres de acordar lo que crean conveniente, en virtud de lo dispuesto en el artículo 1255 del Código Civil (sentencias 748/1999, de 16 septiembre, y 324/2009, de 14 de mayo). Declarado el concurso, la situación cambia, ya que la masa activa con cargo a la cual deberían pagarse los honorarios del letrado del concursado está afectada a la satisfacción de los créditos de los acreedores, y el reconocimiento y pago de cualquier crédito contra la masa constituye una merma de esta legítima expectativa. Por esta razón, después de la declaración de concurso, en cuanto el deudor concursado ya no dispone plenamente de sus bienes y derechos, sino que está afectado por la limitación de facultades patrimoniales que el juez hubiera acordado conforme al artículo 40 de la Ley Concursal, lo que hubiera convenido con su letrado respecto del precio de los servicios que debieran pagarse con cargo a la masa, no resulta oponible a la administración concursal que representa los intereses del concurso, y por ende de los acreedores concursales, al hacerse cargo del control y pago de los créditos contra la masa, siempre bajo la tutela judicial. Por esta razón, la administración concursal deberá decidir qué servicios profesionales de asistencia letrada al concursado merecen que su retribución sea pagada como crédito contra la masa, de acuerdo con las restricciones previstas en el artículo 84.4.2º de la Ley Concursal; y precisar www.dictumabogados.com 20 Nº 33, septiembre de 2014 hasta qué cuantía está justificado el pago contra la masa, sin que resulte necesariamente vinculante el pacto de honorarios que pudieran haber alcanzado el deudor común y su letrado, antes de la declaración de concurso. Del mismo modo, si no se está de acuerdo con el parecer de la administración concursal y se acude al incidente concursal, el tribunal tampoco está vinculado por el pacto de intereses, sin que sea necesario que previamente hubiera sido impugnado. creces el parámetro de referencia que son los honorarios del letrado administrador concursal. Los tribunales de instancia han corroborado esta valoración que, por no alterar las reglas legales sobre la determinación y cuantificación de los créditos contra la masa por la asistencia letrada del concursado, no puede ser revisada en casación». 7. En puridad, deberíamos distinguir entre los honorarios ya pagados por servicios prestados antes de la declaración de concurso, como son los correspondientes a la preparación y presentación de la solicitud de concurso, y los que se corresponden con servicios posteriores, realizados después de la declaración de concurso. AUDIENCIAS PROVINCIALES El pago de honorarios excesivos antes de la declaración de concurso, por servicios prestados con anterioridad a la declaración, pueden ser objeto de impugnación mediante la acción rescisoria concursal, si se consideran perjudiciales para la masa, lo que exigirá la impugnación del pacto de honorarios, si el pago se ajusta al mismo. Los créditos por servicios jurídicos prestados con posterioridad a la declaración de concurso, que se correspondan con la mención del artículo 84.2.2º de la Ley Concursal (los necesarios para la asistencia y representación del concursado durante toda la tramitación del procedimiento y sus incidentes, cuando su intervención sea legalmente obligatoria o se realice en interés de la masa, con excepción de los ocasionados por los recursos que interponga contra resoluciones del juez cuando fueren total o parcialmente desestimados con expresa condena en costas), pueden ser satisfechos con cargo a la masa en la cuantía que, como ya hemos apuntado, se considere adecuada y proporcionada. Esta valoración no se ve determinada por el pacto de honorarios, que no vincula a los acreedores del deudor común, en cuyo interés se restringe a lo estrictamente necesario la admisión y cuantificación de los créditos contra la masa por la asistencia letrada del concursado, sin que sea necesario que previamente se haya impugnado el pacto de honorarios. En nuestro caso, el deudor común pactó con su letrado, por la preparación y presentación del concurso, así como por la asistencia letrada a lo largo del procedimiento concursal y de sus incidentes, unos honorarios de 180.200 euros, más IVA, de los cuales pagó antes del concurso 100.000 euros, más IVA. La administración concursal entiende que por estos servicios se ha pagado más de lo que es adecuado y proporcionado, entre otras razones porque supera con SENTENCIA DE LA SECCIÓN 2ª DE LA AUDIENCIA PROVINCIAL DE BADAJOZ [Recurso 137/14] DE 2 DE JUNIO DE 2014 [Ponente: Fernando Paumard Collado] Sociedades de capital.- Ejercicio acumulado de la acción individual de responsabilidad y de la acción de responsabilidad por deudas sociales. «La Mercantil Apelante -"Plásticos Ferro, S.L.U."- interesa la revocación de la Sentencia de instancia y, en su lugar, se dicte otra que estime íntegramente la pretensión deducida en la demanda rectora de la litis, en la que se ejercitaba la acción individual de responsabilidad de los Administradores Solidarios, prevista en el Art. 236 de la L.S.C., al tiempo que una Acción de responsabilidad por deudas sociales de los artículos 363 y 367 de la misma Ley en relación con deudas contraídas por "Pozos y Sondeos Guadiana, S.A" frente a la actora/apelante. Considera el recurrente que la prueba ha sido erróneamente valorada por el [juez] "a quo", pues no ha tenido en cuenta ni la amplia prueba documental aportada, ni tampoco ha valorado adecuadamente a los efectos en la "ficta confessio" del Art. 304 LEC, la incomparecencia de los demandados a la práctica de la prueba de sus respectivos interrogatorios. SEGUNDO El recurso tiene necesariamente que prosperar porque, en efecto, la Sala considera que la Sentencia apelada incurre en una valoración errónea del arsenal probatorio aportado, primordialmente, por la parte demandante, pues, en la práctica, los demandados se han limitado a expresar una pura negativa a todo lo argumentado por el actor. Y así, en efecto, constan en autos suficientes elementos acreditativos de la existencia de una deuda de "Pozos y Sondeos Guadiana, S.A.L" para con la hoy apelante, por razón de suministro de material que, en su día, fue entregado por "Plásticos Ferro, S.L.U.", para ser utilizado por aquélla en su giro o tráfico comercial característicos - www.dictumabogados.com 21 Nº 33, septiembre de 2014 apertura y fabricación de pozos y realización de sondeospero que aún no ha sido satisfecha en su totalidad. Así resulta: de la factura de 10/9/2008, por importe de 10.664,04 €, del cual aún restan por satisfacer la cantidad de 8.872,75 €; del albarán de entrega de la mercancía, fechado el 4/9/08; firmado por uno de los codemandados; de los gastos bancarios de devolución de los recibos girados para obtener el cobro del resto de la deuda; y de la reclamación remitida por burofax, de fecha 8/3/2013, cuya recepción firma el codemandado Sr. Avelino. Frente a las pruebas acreditativas de la generación de la deuda y de su impago, ninguna acreditación aportan los codemandados que sirviera para desvirtuar los hechos de la demanda. Pero es que, a mayor abundamiento, resulta que pedida, por la actora, la prueba de interrogatorio de los codemandados, y pese a admitirse y señalarse día y hora para su práctica, los hoy apelados ni comparecieron a tal efecto, ni alegaron causa justificativa alguna para excusar su inasistencia. De ahí que deba operar la previsión del Art. 304 L.E.C. y considerar acreditados los hechos que constituyen el objeto de la pretensión actora, por la "ficta confessio" de los codemandados. TERCERO Acreditada la realidad y exigibilidad de la deuda reclamada por el actor también debe tenerse por acreditada la concurrencia de los restantes elementos que legalmente se exigen para el éxito de la acción de responsabilidad de los Administradores solidarios. CUARTO Los administradores sociales están sujetos a responsabilidad por daños causados en el ejercicio de su cargo. El Apartado primero del Art. 133 del Texto refundido de la Ley de sociedades Anónimas, (vigente al tiempo del nacimiento de relaciones comerciales con "Pozos y Sondeos Guadiana, S.A", en septiembre de 2008) que, actualmente, con pocas modificaciones es el Art. 236 del Texto Refundido de la Ley de sociedades de Capital (R.D.L. 1/2010, de 2 de Julio) establece con carácter general que los administradores responderán, frente a la sociedad, frente a los accionistas y frente a los acreedores sociales del daño que causen por actos u omisiones contrarios a la Ley o a los estatutos o por los realizados incumpliendo los deberes inherentes al desempeño del cargo. La exigencia de responsabilidad a los administradores por los daños causados a la sociedad se hace a través de la denominada acción social, que regula el Art. 134 del Texto Refundido de la L.S.A. (actualmente Art. 238 del T.R.L.S.C.). Está legitimada directamente para ejercitar la acción la propia sociedad, previo acuerdo de la junta general y va dirigida a restaurar su patrimonio, resarciendo el quebranto patrimonial provocado por la conducta ilícita del administrador. La exigencia de responsabilidad por daños causados directamente a los socios o a terceros (señaladamente, a los acreedores) se hace a través de la denominada acción individual, que está regulada en el Art. 135 del TRLSA (actualmente, el Art. 241 de la TRLSC). El texto del precepto explicita claramente el requisito del carácter directo de la lesión resarcible mediante el ejercicio de dicha acción, al disponer que no obstante lo dispuesto en los artículos precedentes, quedan a salvo las acciones de indemnización que puedan corresponder a los socios y a terceros por actos de los administradores que lesionen directamente los intereses de aquéllos. Para que los administradores solidarios deban responder al amparo de ese precepto es precisa la concurrencia de los siguientes requisitos: acción u omisión antijurídica; desarrollo de la acción u omisión por los administradores precisamente en concepto de tales; daño directo a quien demanda; y relación de causalidad entre el actuar de los administradores y el daño. Sin embargo, la responsabilidad solidaria que impone a los Administradores sociales el Art. 262.5 del TRLSA, actual Art. 367 TRLSC, a diferencia de la acción individual o social, que son acciones de responsabilidad por daños, no requiere más que la prueba de los hechos que son presupuesto de su efectividad y se configura como una responsabilidad cuasi objetiva, entendida, desde luego, como una responsabilidad "ex lege" (SS. TS. 26/X/2001; 25/X/2005; 20/7/2001; 4/X/2011) que no se identifica con la acción fundada en la negligencia de los artículos 133 a 135 de la L.S.A., por no ser necesaria una relación de causalidad entre la omisión de los Administradores y la deuda social, ni una negligencia distinta de la prevista en el propio precepto, que comenzaría en [el] mismo momento en que los Administradores conocen la situación patrimonial y sin embargo no proceden como dispone el Art. 262 de la L.S.A., de modo que la mera pasividad de los administradores traería aparejada su responsabilidad solidaria por obligaciones sociales a modo de consecuencia objetiva. En definitiva, el Art. 367 del TRLSC hace responsable solidario de todas las deudas sociales a los administradores de la Sociedad cuando, estando incursa en causa de www.dictumabogados.com 22 Nº 33, septiembre de 2014 disolución, dejan transcurrir el plazo de dos meses desde que tengan conocimiento de la misma o debieran tenerlo conforme a la diligencia exigible, sin convocar la junta general para que adopte el correspondiente acuerdo de disolución o las medidas oportunas para su remoción o no promuevan la disolución jurídica en caso de que el acuerdo fuera contrario a la disolución o no pudiera ser logrado. Es decir, la acción de responsabilidad solidaria de los administradores del Art. 367 LSC requiere que hayan incumplido el deber de promover la disolución, existiendo una de las causas legales que así lo exige; que, mientras los administradores demandados estaban en el ejercicio de su cargo, la sociedad hubiere incurrido en alguna de las causas de disolución contenidas en el Art. 363 LSC. En el supuesto hoy enjuiciado, se acredita que concurría en la Sociedad "Pozos y Sondeos Guadiana, S.A." causa de disolución, por concurrencia de pérdidas que habían reducido el patrimonio social a una cantidad inferior a la mitad del capital social. Circunstancia que se detecta ya en las cuentas de los ejercicios 2007 y 2008, que fueron las últimas cuentas depositadas en el Registro Mercantil, donde no consta las cuentas de los ejercicios 2009, 2010 y 2011. Los codemandados sólo procedieron a disolver la sociedad el 30/5/2011. De modo y manera que, en el presente supuesto las causas invocadas por el actor, fueron: cese en el ejercicio de la actividad que constituye el objeto social (Art. 363.1a) LSC); la conclusión de la empresa que constituye su objeto (Art. 363.1b); imposibilidad manifiesta de conseguir el fin social (Art. 363.1.c); pérdidas que dejan reducido el patrimonio de la sociedad por debajo de la mitad del capital social (Art. 363.1 e); reducción del capital social por debajo del mínimo legal (Art.363.1f). Basta advertir, en el supuesto enjuiciado, que atendiendo a las dos últimas cuentas anuales depositadas por la Sociedad en el Registro Mercantil, que se corresponden los ejercicios 2007 y 2008 (en que surge la deuda que motiva la presentación de la demanda). Los fondos propios eran negativos (-51.670,41 € en 2007; -167.556,97 €, en 2008), por lo que se cumplía con toda claridad la causa prevista en el Art. 363.1e), pues el patrimonio de la sociedad era muy inferior a la mitad del capital social, que era de 60.102,00 €. No constando, entonces, que los Administradores solidarios, demandados, que fueron nombrados en 7 de enero de 2005, hubieran convocado Junta de accionistas en los dos meses posteriores al cierre del ejercicio de 2007 o de 2008, ni que hubieran removido, por cualquier otra vía, la causa de disolución, es obvio ya que concurría causa legal de disolución y que los codemandados no cumplieron los concretos deberes que los actuales artículos 365 y 366 TRLSC, les imponía en tales circunstancias, de convocar junta para acordar la disolución o solicitar la disolución judicial. Asimismo, consta que el crédito reclamado por la demandante nació mientras los codemandados eran administradores, así como que, formalmente, tal y como están configuradas las dos acciones de responsabilidad deducidas (la de responsabilidad solidaria por no haber promovido la disolución de la sociedad, estando incursa en causa legal y la acción individual, porque el impago de la deuda fue debido a la falta de diligencia de los administradores en el ejercicio de su cargo), podían ejercitarse sin necesidad de que fuera parte la sociedad deudora, para discutirse si la existencia e importe del crédito y su impago constituía un daño sufrido por el actor como consecuencia del comportamiento de los administradores contrario a los deberes de diligencia exigibles legalmente y si era una deuda social sobre la que se extendía la responsabilidad solidaria (TTS.3/12/2013). Por otra parte, debe tenerse en cuenta, asimismo, que, estimada la demanda contra el administrador por razón de la responsabilidad solidaria por deudas sociales, por incumplimiento de la obligación de promover la disolución, no es necesario entrar a conocer, más detalladamente, sobre la acción individual de responsabilidad, que en los fundamentos de derecho de la demanda, aparece deducida de forma subsidiaria. Finalmente, no está de más recordar que, ante una situación de insolvencia o de desbalance, los administradores no deben continuar llevando a cabo operaciones mercantiles cuando conocen que la sociedad no va a poder asumir sus compromisos de pago, dada su deficiente situación patrimonial, lo que es una situación susceptible de causar un daño directo a los acreedores. JUZGADOS DE LO MERCANTIL SENTENCIA DEL JUZGADO DE LO MERCANTIL Nº 6 DE MADRID [Autos 316/12] DE 10 DE ABRIL DE 2014 [Ponente: Francisco Javier Vaquer Martín] Sociedades de capital.- Impugnación de acuerdos: nada impide nombrar como administrador a quien fue condenado en proceso civil por acción social de responsabilidad. La mera designación de la accionista mayoritaria como administradora social única no conlleva un daño o lesión del interés social. www.dictumabogados.com 23 Nº 33, septiembre de 2014 «A.- Comenzando a analizar la estricta cuestión debatida, lo que sostiene la parte demandante es que habiendo sido condenada Dña. Celsa en proceso civil por acción social de responsabilidad de administradores a restituir al patrimonio social cantidades indebidamente dispuestas, no puede la demandada elegir a la misma para ser designada administradora social única, así como resulta lesivo para las accionistas demandantes y para la sociedad. B.- Estima este Tribunal que para resolver tal cuestión debe acudirse inicialmente a las prohibiciones del art. 213 T.R.L.S.C. según el cual no podrán ser designados administradores sociales los menores de edad no emancipados, los judicialmente incapacitado, las personas inhabilitadas conforme a la Ley Concursal mientras no haya concluido el periodo de inhabilitación fijado en sentencia de calificación y los condenados por algunos de los delitos señalados en el precepto. Como señala la doctrina dicho precepto no solo recoge supuestos de prohibición en la designación, sino además supuestos sancionadores de inhabilitación y normas respecto a la capacidad para ser designado administrador social. Resulta de ello que la capacidad de administración de bienes y derechos ajenos [-pues en eso consiste en cargo de administración social-] aparece unida a la capacidad civil de obrar, de tal modo que toda persona mayor de edad no incapacitada judicialmente, no sancionada con la inhabilitación para sancionar bienes ajenos y no condenada por algunos de los delitos de carácter económico [-en tanto no se cancelen los antecedentes penales y, con ellos, todos los efectos de la pena impuesta-], podrá ser designado administrador social; no existiendo en la normativa civil y mercantil supuestos sancionadores e inhabilitadores vitalicios o indefinidos en el tiempo [-de tratarse de administrador persona jurídica-]; lo que obliga a interpretar tales previsiones legales de un modo restrictivo. Dicho lo anterior, debe significarse que entre los supuestos de prohibición de designación no se recoge el haber sido condenado a indemnizar a la sociedad por los daños causados a la misma desde la posición de administrador social; de tal modo que la sociedad está habilitada para designar como administrador a quien fue civilmente condenado anteriormente, en acción social de responsabilidad, por causar daño al patrimonio social la sociedad; pues tal comportamiento doloso o negligente del administrador en modo alguno supone estar incurso en causa de incapacidad, inhabilidad o prohibición ni limita la libertad de elección de la junta general de accionistas. QUINTO.- Examen de la pretensión.- Acuerdo contrario al interés general en beneficio de uno o varios accionistas. A.- Alegan igualmente las demandantes que el acuerdo de designación de Dña. Celsa como administradora [anteriormente condenada civilmente en sentencia firme por acción social de responsabilidad a indemnizar a la sociedad en un importe superior a los 90.000 €-] supone perjuicio o daño a la sociedad al contrariar el interés general en exclusivo beneficio de la accionista mayoritaria, que precisamente es Dña. Celsa. B.- La doctrina jurisprudencial viene entendiendo que para la apreciación de este vicio invalidante de los acuerdos sociales es necesaria la presencia de un triple requisito: 1.- que el acuerdo anulable lesione el interés social, entendiendo por tal el interés de todos los socios [STS de 12.7.2002 (RJ 2002, 8252)], admitiéndose tanto el daño patrimonial como moral, y tanto el daño actual [-al tiempo de adopción del acuerdo-] como el posterior al mismo [siempre que sea cierto, aunque potencial-], lo que permite impugnar acuerdos lesivos al interés general sin esperar a que el daño se produzca [STS de 7.3.2006 (RJ 2006, 5700)]; 2.- que el acuerdo adoptado beneficie a uno o varios socios o tercero; beneficio que deberá ponderarse acudiendo tanto a criterios jurídicos como económicos; y no sólo a éstos últimos; y, 3.- que exista una relación de causalidad entre el acuerdo adoptado, en perjuicio al interés general y el beneficio de uno o varios socios o terceros, por lo que la relación entre lesión y beneficio debe ser causal y evidente, lo que requiere cumplida prueba [STS de 7.3.2006]. C.- Atendiendo a tal doctrina debe desestimarse la demanda al no resultar invocada ni acreditada la presencia de un daño concreto, cierto y presente, derivado causalmente de la mera designación de la accionista mayoritaria como administradora social única; y menos aún se acredita que dicho daño o lesión del interés general esté unido lógica y causalmente al beneficio obtenido por ella; a lo que solo resta añadir que precisándose la valoración de dicho beneficio injusto desde el ámbito jurídico, la mera obtención de la retribución del cargo de administrador social en nada supone beneficio para la socia mayoritaria ni perjuicio para la sociedad, en cuanto el cargo era y es retribuido, antes y después de la adopción del acuerdo de designación de administrador». www.dictumabogados.com 24