SODoesí8S selectas - Actividad Cultural del Banco de la República

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SO Doesí8S selectas
de
Autores
colombianos
PRECEDIDAS
DEL
Himno Na,eionaI
COLECCIONADAS
LISíMACO
POR
PALAU
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Cali.- Tipografia Moderna
PALAU
VEL.AZQUEZ
--1912-
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Co.
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poesías seleGtas •
de
. Autores colombianos,
PRECEDIDAS
J}EL
Himno Nacional,
.
COLECCIONADAS
LISíMA.CO
POR
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:
INDICE
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Ab'itn-z BOlliJItl.-o LfI ,'('{JIlIr¡¡ra ,Iel mOllt:uj(s.
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PROEMIO
E/ señor doctor LisÍmaco Pa/au ha tenido
la hermosísima i,fea lie co/ecciontl!" cincuenta
poesÍas selectas, tie ¡¡oetas colombianos, a·
gre{!ando á ellas nuestro Rrunr1ioso' Himno
Nacional, con 10 CU;11 hll hecho un nueyo servicio á la biblio/:n¡{ía oatria.
Con tino se ha procedido en esa selección,
alejando toda. sospecha c/e parcialidad que
pudiera inculpl1rsc ;;/ compilador Se hA Ii.
mitado éste á reuml" er1 un volumen aquellas
producciones nacionales que están ya cansa·
gradas por la {fima,.sin omitir, por supuesto,
el hacer ulIa er:ición correcta y esmerada que
siIT8 como de lujoso eng,lste de oro que realce el mérito de tan pncÍosds joyas,
El mérito de las poesÍas aquí reunidas no es
el caSo discutir/o, pues que la opinión púhlica
h'il pronunciado y/:! su (a/lo justiciero, con al.
tísimo honor pElra SU1' ilustres Buton's, y. á
no haber10 sido así, bflstarÍa reKistrar tan solo los nombres de élque/los cuya filma ha sal.
vado los mélres: Arboleda, los Caros, ."vIarroquIn, PaJlon, TIalencia, Fl6rez, S¡}va, ?eña,
Isaacs, Gut:én'ezGonzále7., NÚñer.,Ortir., Pombo y
á qué nombrarlos todos? Harto
conocidos son com() l/stros de primera mago
nitud, nos6lo en el Parnaso colombiano ·sino
en el Parnaso mundial
RéstBnos s6lo aplaudir por tan feliz idea á
su ;Juter, quien á más de brindanll público la
comodidad de tener coleccionado lo que estaba disperso y en distintos volúmenes, viene
ahortl ti facilitar 18 consulta 6 la cita, en un
momento dado. de. selectas composiciones
poéticas y A delcitarnos una vez más con. 10
granado de nUf'stro Parnaso.
OCTAVIO
1912. BogotA., Febrero.
VALENCIA.
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La>.; ;lllli:l": ni los ()j()~
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II1Im:'c\cI11 II un pueblo lllclw,
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La Cl~lneg,-H(."i"n es rnuchtt,
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I kspre('¡" su \'irtud,
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lk Bor:t\.,f¡ en los c;'UJlI'0s
E! Cenit; de la glllria
C"ll ('adn "~piga un hér()~
Illyictfll'r)H)IlÓ,
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~in c:;rHl.a
C:lnnruJ'J la \'lct{)rl;t
Su \'arol1il aliente
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le" ~i1'\';1i
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Holiyar
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cruza el AlIdl'
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Ilc~all'I;-:'.
Es¡)[\<],;, cual centella,
Fulg-uran en JUl1ír¡.
Centaut"<ls indoll];¡hles
De"l"icndell (¡ los llanos
y clllpiez:L tI pr('sentir . .:(·
ti" h <'J"'pey" '" fj'L
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vlf..'toriosa
En '\':ncllcho tru~na.
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~u fO!'I1\:dnhle ,.ón.
En ,;¡; <:'xpansivo ('¡¡¡puje
La lih"rt'Hl
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Arranca en (I1{{Inífl..
\' d(~~r¡ H 1111' t- vi',ul:!
L,)I: ,,"dga del ciprés.
L,'lllh:ll t:'l su t:~IKran'l.a
OUl" '.'lIbre I"sa fría.
Pen, glorioso 01'.l::-ullo
Cir('nnda
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:v!o:-tal el \'iento ha!\undo.
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I."'''n.iol(;~
SeglIrlcla~
:\Jn's 110 es l'otllpleta .~·lori¡\.
Y('nl'er en la bnt a'¡¡",
lJU(' al hrmw lJ tle COIl1 ha t,·
Lo anima la \·t'n'lad.
La indepcndel1t'ia
sola
El gra t1 clanHu' no acalIn ;
~i d ';01 alumhra á. tod'·s.
Ju,ticia
('S Lihertad,
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1td hlllll hr •. los deredllls
:\'arifl" predi(·andn.
El alma de la llldw
Prnfétíc() en~cf1Ú.
J.~iv;Jurte l'n ~an ~J att.'o,
En {¡t01l\OS \olando.
«llehcr i¡ntcs quc .:iida
Con J1a,m(lS escribw'i.
José María Rivas Groot
CONSTELACIONES
EL
HOMBRE
Amplial constelaciones que ful~uráis tan lejos,
Mirando hacia la tierra desde la comba altura,
¿ Por qué vuestras miradas de pálidos rdlejo~
Ta!lllenas de tristeza, tan llenas de dulzura?
LAS CONS'fELAClOXES
j Oh, soñador, escúchanos! i Escúchanos, poeta!
EIC6cha t6, que en noches de oscuridad tranquila
Nos llamas, mientras tiemblan con ansiedad secreta
La 1l6pHcaen tu labio y el llanto en tu pupila.
E8C6cha tú, poeta que en noches estrelladas
Cual bajo augusto templo descubres tu cabeza,
y nOIlimploras, viendo q!:t' están nuestras miradas
Tan llenas de dulzura, tan llenas de tristeza.
¿ Porqué tan tristcs? Oye: nuestro fulgores triste
Porque ha mirado :11HC>l1Ibre.
Su mente y nuestra lumbre
Hermanas son, Por ¡¡iglos de compasión, existe
En astros como en almas la misma pesadumbre.
Por si!{loshemos visto la Humanidad errante
Luchar, c&er, alzarse ...y en sus anhelos vanos
Volver hacia nosotras 111vista suplicante,
Tender hacia nosotras las temblorosas manos,
y ansiar en tal dcsierto, ya Mnguida, ya fuerte,
Oasis donde salten aguas de vida cterna ;
Ya llega, llama, y sale con su linfor ••.la Muerte
Brindando d agua muda de su glacial cisterna.
Tronos, imperios. razas, "Ímos trocarseen lodo;
Vimos \'olar en polvo babélicas ciudades.
Todo lo barre un viento de destrucción, y todo
Es humo, y sueño, y nadll ...y todo "allidades.
Es triste "er ia IUl'ha del tenl'nal proscrito,
Es triste "er el ansia que sin Cl'sal' le abr<ls-'l,;
El ideal anhela, requierc lo intlllito,
Crece, combate, agítasc, llora, declilla ,v pasa.
Es triste ver al Hombre, que lumbre y lodo ellcierra,
Mirarnos desde abajo con infinito anhelo,
Tocada la sHndalia con polvo Ne1:1tierra,
Tocada la pupila coa resplallclor del cielo.
roeta, no IlOSIlames-conduelc t"1l\.¡lmento ;
Poeta, 110 nos mires-nos duele tu mirada.
TUIls(iplicl1s,poeta, dispér~anse en d \'icnto;
Tus ojos, i (,h poeta! se ¡¡ierden cn la nada.
Xl
Con ínt.i ma tristeza miramos conmovidas,
Con Intima dulzura miramos pesarosas,
Nosotras-!as
eternas-vuestra.
caducas vidaa,
N osotras-Ias
radiantes-vuestras
oscuras foa••.
EL HOMBRE
Todo es olvido y muerte? Pasan gimiendo á .ola.
El mar con sus oleajes, la tierra con su. hombres;
y al fin en mudas playas dcshácease las ola.,
y .1 fin en mudo olvido de&hácense10&nombres.
y nada queda? Y nada hacia lo eterno sube?
Decid, astros presentes IÍ todo sufrimiento:
La ola eT8porada forma un cendal de nube,
y el alma agonizante no asciende al firmamento?
N6, cstrellascompasivas
Hay eco si todoC8nto;
Al decaer los petalos espúl'ccse el perfume;
y como incienso hu mano, que a brasa un fuego aanto,
Al cielo Ta el cspfritu si el cuerpo se consume.
Vendrá noche de siglo. á todo cuanto existe:
y e:lo:pirarán,en medio de hielos y amargura,
L0861timos dos hombres sobre una roca triste,
Las últimas dos 0la5 sobre tina playa oscura.
y moriréis,
Mas flotarán
y alumbrarán
Sobre cenizas
oh estrellas! en el postrero día ...
espíritus con triunfadoras palmas;
entonces la eternidad sombría,
de astros, constelaciones de almas.
Julio Flórez
IDILIO
ETERNO
Ru~e el mar, y se encrespa, y se agigant&;
la luna, ave de luz, prepara el vuelo,
y en el momento en que la fllZ levanta
da un beso al mar y se remonta al cielo,
y aquel m0I1¡;;trl10indomable que respira
tempestades, y sube y baja y crece,
al sentir aquel ósculo. su¡;;pira ....
yen su cár('el dI' '·ocas ..... Aeestremece!
Hace siglos de siglos que, de lejos,
tiemblan de amor en noches estivales,
ELLA le da sus límpido~ reflejos,
ÉL le ofrece sus perlas y corales.
Con orgullo sc expresan sus amores
estos viejos amantBs afligidos:
ELLA le dice «te .tmo! » en sus fulgores,
y ÉL prorrumpe
« te adoro! )) en sus rugidos.
ELLA lo aduermecon
su lumbre pura
yel mar la arr'ulla con su eterno g'rito,
y le cuenta su afán y Sil amargura,
con una voz ql1P tnwna en lo infinito.
ELLA. pálida .v t",ist~, lo oye y sube,
le hubla de amu[' Pll ,..ueeleste idioma
y, velando la faz tl'aS d(~la nube,
le oculta el duelo que á su f¡'entt' asoma,
es
Comprende que su amor
imposible,
qm' el mar la copia en Sl1 convulso seno,
y !'le contempla en el cl'i~tal movible
del monstruo I1zul, dOllde ('etumba el trueno,
Y, al descender tras de la sierra fría,
le grita el ml:ll' « lJlI tu fulg'<ll' me abraso!
No desciendas tan pronto, estrella mía!
El!!treIla de mi amor, detén el paso ~
Un in8tuute! ..mitiga mi amargura,
ya que en tu lumbre sidel'allT..le bañas!
No te alejes !...¿. No \'es tu imagen pura
brilla.r en el azu 1 de miH eD~tañas? 11
YELLA exclama, en su loco desvarío:
Por doquiera la muerte me circunda!
Detenerme no puedo, monstruo mío!
Compadece á tu pobre morihunda!
t
Mi último beso de pasión te f>nvía j
mi postrer lampo á tu semblante junto. l....
Yen las hondas tinieblas del vacío,
hecha cadáver, se C1eRplomaal punt.o.
Entonee el mar, de un polo al otro polo,
al encrespar sus olas plañideras,
inmenso, triste, desvalido y solo,
cubre eon sus sollozos las riberas.
y al contemplar los luminosos rastros
del alba luna en el obscuro velo,
tiemblan, de envidia y de dolor, los astr08
en la profunda soledad del cielo.
Todo ealla!..El mar duerme, y no imp.ortua&
con sus gritos salvajes de reproche,
y sueña que se besa con la luna.
en el tálamo negro de la noche 1
Manuel de Jesús Fl6rez
DIOS
La el'lplendorosa luz de la mañana
Iluminó la cumbre de la sierra,
y l'i su tibio contacto estremecidos
Despertaron los valles, las florestas,
El mar sobre su lecho de corales.
Sobre las flores del pensil las nieblai ;
Hubo plac"r y movimiento y vida,
Besos, rumores, músicas y esencias,
y en el himno triunfal, q~lealborozada
Exhaló la gentil naturaleza,
lPios! fue la nota que vibró en los aires
y en el alma creyente del poeta.
11
Llegó la tarde. El sol dobló su brillo
Al tocar de la noche las fronteras ;
La flor de nuevo embalsamó el ambiente,
El ave alzó su cá.ntiga postrera,
y temblaron la! ondas en los mares
YgimieroJl las bri8a. en las selvas;
Hubo cant.o8, murmullo, desaliento,
Suspiros y sollozos, dulces qu~jas;
y en aq uel desconcierto de armonías
iDioR! moduló la lira del poeta,
¡pios! dijeron los ecos silenciosos,
y iDi()~! clamó ]a creaciÓn entera.
1Il
Llegó la noche. Contemplé su frente
Coronada de vívidas estrellas.
Encendidos hachones de diama.nte
Que ~ 108 pies rlel Eterno reverberan ;
Adurmiose la inquieta golondrina,
Se aletargó la cándida azucena,
Rodó sin ruido el arroyuelo manso,
Acalló sus rumores la arboleda
.
y el silencio cerni~ndo.e en los valles,
Las colinas, los montes, las florestas,
• Es Dios! 98 el Señor! clamaba á. ~toe,
El que en los orbes sin rival impera l.
xv
[
"
Me l:oncentl'é i!1I mí mismo. Enajenado,
Al fondo descendí de mi conciencia;
Allí una voz de majestad solemne,
Profunda como el mar, como él inmensa,
Voz más dulce lJue el aura, y más terrible
Que el huracán que I'Ugeen la tormenta,
Pronunciaba también el santo nombre
Que el 11ni"el'so eon su gloria llena;
y al repetirlo balbueiente el labio
En el silencio de la noche excelsa,
Me parpeiií que pálidas y mustias
Se inclina han t~'mblando la", estrellas!
Eduardo Echeverría
HAMLET
A Julián
i'áez M.
Como Leal' apostrofa á la tormenta,
Increpa al rayo v amenaza al trueno,
Llena el alma de·sombra.s, interroga
Hamlet la tempestad del pelll'amiento,
Siniestro soñador, cruza. la esePlIa
En \'uelto en BU dolor comu un espectro,
y al contemplar lo valla de li-lvida
Be bnl'la de ~u propio sufrimiento,
Nada quiere del munno, á quien desprecia,
los soIlozotl de su pecho
Se oprime el coraz(¡n hasta que arroja
De la pálida Ofdia los recupr<1o!'\.
y uhogando
-'Iorir,
dormir-exclama
adolorido
y vagando en el tri8te cemp'I1lerio,
Cansado de la farsa de lo~ vivos,
Interroga los criÍneos de los mue¡'tos.
Allí, donde la muerte ha l'onfundido
Al meI1di~o. al bufón y al 0lmlento,
Medita en las gl'8ndez!ltl de la vida
y analiza, .ing·ando con lo~:hUl'HOs,
Dudar es padecer. En la f'xistellcia
Hay horas de profumlo df'saliento,
. En que el alma turhada y COlllllovida
Se arrodilla temblando ante pllllisl~rio.
('uando c::lnsanos de vivir luclnndo,
Sin fe en lo porvenir,:, sin eOlls\l:lo,
Vemos la tiprra de,;ola.cla, f~~tél'il.
y sordo á la' plpgariu .,1 firllHllUPllto;
Cuando la llegra idp:-!del Huicidio
Como sombrío y de~(,Hrllado (',;p~tro
Se levanta en la Hombra V temblorosa
Vienp á cla \':lr su garl'a en e~cel'euro;
xvu.
Cuando tiemblan
l gimen los cobardes
y apostrofa á 108 dIOses Prometeo;
Cuando llega la noche Ij. nuestras almae
y le llena de niebla el pensamiento;
Hamlet duda;
su espíritu vacila
y acometido por furioso vértigo
Responde Ii su dolor con el sarCllsmo
BU pasi6i' con el desprecio 1
y roa ta
•....................................................................••••
La humanidad es Hamlet con sus dudu,
Con su inmenso dolor y SUB deseos;
Tiene como él su¡.; odios. su amarJ{Ura
y su pálida Ofelia: el sufrimiento T
José M. Sa8.vedra Galindo
PAEZ
Con el sol que en el hierro de BUlanza ful~ura.
-Pecho y brazo delnudos de cOlaza y broquelSe destaca el guerrero por la vasta llanura
Sobre el dorso indomable de su bravo corcel.
Cual león eu la selva; cual condor eJlla altura,
Que despliega SUB alas al inmenso dosel,
Se ve en medio dell1'1no su bizarra figura
Tras legiones di!persas en confuso tropel.
Por la ola soberbia y el peftslCOsinuolo,
Por la nube de fuego del vivac, victorioso,
Reventó su galope del clarín al compAI ;
y cual rayo que es muerte, y eBeltruendo y e81umbre,
Clavó el bravo llanero su pendbn en la cumbre
Donde Espalla, la heroica, no vio el suyo jamb.
JE,-",
"
Epifanio .~ej!!:.
LA PALOMA
DEL ARCA
A mis amigos José Mana Vcrgara y Verl{ara
y Ac1riano Páez.
Cuarenta días y cuarenta noches
Llovió sob¡'e la tie1'l'a.., I~ntrc las aguas
~e fueroll sumergiendo lentamente
Las colinas, las selnls. las montañas.
A las cumbI'cs más altas de la tierra
Subiéronse las gentes, espantadas;
Pero de allí se fueron desgajando
Como las hojas que 1~1turbión arrastra.
En la copa de un árbol centenario
Un águila quedó ...batió las alas ...
La, cólera de Dios iba creciendo.,.
La cólera de Dios !mbió hURtn al águila,
Gentes. mon tea, camelloR, golond rinas.
En el revuelto piélngo flotaban ...
El arca de N oé se iba elevando,
Blanca y Eerena, ~ual mariz:a garza.
Rasgando el seno d,~enll1tada nube,
El sol apareció ... Su roja llama.
Que anteH bañara bulliciosos pueblos.
Bañó de resplandor mundos de agua,
L!ennse el aire d~ flotantes nieblas
Cuando el cil'lo cerr6 S1lS cataratas:
Entre espumas}' olas IplltalllE'nte
Remolinaha det;cendit'lll)()el an~a.
En ella, allndo df'l hambriento tigre
Manso cordm'o sill tl'1l1OI'balaba ...
Tu cólera, Spj''¡or, 1-'), quién no literI'a?
Tu CÓ!Nll, Rpñor, {¡ quién no ablilIlda?
Ln dín, :\oÍ>, para
bll~car la tierra,
El npg'l'o 1:11I'l'\"O á lus 1'l'pacio8 manda,
El animal pOI' los e~l acio~ \'\wla.
Nieblas l'ui'gando con sus at.ehas alas.
Solo y perdido en los helados vientos,
Divisa. al fin en la extensión lejana
La negra cima de encumbrada roca
Que 8U cabe~a entre la mar' levanta,
Yuela ...y subiendo á su escal'flll.da cumbre
La encuentra de caciáveres re¡rada,
y como el Gen:o de la guerra, inquieto,
Aquí y allá Hobre 108 :nl1ertOf-janda.
Noé, cansadt: de esperar', ~uspir'a,
108 f'spacio,",In rga ;
El ave santa de rosado pico
Hiende las brumas con sus blallcas alas,
y la paloma á
Sola y pel'didtl en solitarios air'es,
Al fin divisa, por el 801 bañada,
Como pedazo de flotante mul.g"',
La verde cima de glacial montaña.
Brillan I1lUS ojo!';como do; r'(lbíes;
Como dos azucenas son sus fi las;
Vuela ... y al fin sobre la verde oliva
Sus rojos dedos de coral descansa,
Ruelta 8U pecho cadencioso arrullo,
Coge Sil pico humedecida rama.
y como el ángE'l que hajó á jlaría
Desdt' la cumbre en el azill ~e lanza.
( Mientras el a.ve de neradas plumas
Lleva la Oliva de la Paz al Arca,
El negro CUel'Vol'n la escarpada roca
Su :,;eu de sangre elltl'p la sangre sacia).
Noé de pie 80bre el flotante buque
La ansiosa vista en los espacios clava,
y de repent~ de I'ndillas cae
y al alto cielo su mirar levant,a.
Mudo y ab~oJto en oraci(m ferviente
«Gracias, Dios mío!» en su interior exclama;
Posando en :'In hom bro la paloma llega
y el v'~rrleramo entre sus manos la.rga,
El s, ,1 mil riendo entre In /llar ,. el cielo
Con roja lum bre lo:'!l~Splld(J" bilña;
De iris de paz abrillantado!> arcos
Cubren el techo de la nave santa.
~
...
Pasan J pasan flilencio!ólasnoches;
Brillan :1 brillan rutilantes albas,
y albas y noches en la mar encuentran
La santa no.ve que en silencio baja.
Un día, al fin, de la lejautl. Armenia
Sobre los montes, de repente para ...
Merman las aguaR.o.en la negra cumbre
Como un castillo Bedivisa el Arca.
Abre Noé la ventanilla y mira ...
Riega la luna su fulgor de plata:
Brilla en la mar la matutina estrella;
Abre la aurora su brillante alcázar.
Van asomando los deslIudos montes ...
Aquí aparecen las ('olioas, calvas .
.Allá el sol dora los abiertos valles .
Buscan sus lechos las dispersas aguas.
Vuelve la mar á su cajón de tierra .
Azota el viento las desieJ·tas playas .
No hay una nave que sus ondas surque .
Plateadas fuentes de las cumbres bajan .
Conchas del mar sobre lus montes brillaD J
Bosques enterCJsen la mar sobreaguan :
En donde un pueblo levantó sus t.orres,
Brota un volcán HUS mlumbrantes llamas.
Abre Noé la ya desea,da puerta ...
Vuelan las aves y al azul se lanzhn;
('ormn las fieras y los montes buscan;
Ruedan los pect:s y á las ondas saltall.
Muge en la altura el al'l'ogante toro;
La yegua al viento su relincha alarga;
Ladra saltando de la nave el Ferro;
El galIo airoso sobre el másti canta.
(Ved, la paloma 1m el vecino bosque
Llena su pieo de menudas pajo s:
Bajo el alar en donde halló refugio
Arma su nido y sus polluelos saca.
Mientras las ave", compañeras !"uyas,
Huyen y dejan para siempre el Arca,
Ella se queda asolJ1l.añaudo al hombre
En la desierta y terreJHd morada.
XX.II
r
Triste es su arl'ullo!
:'lu doliente arrullo
y lar¡:ra;
Pero consuela al corazón que sufre,
Porque f1equejas se alimenta el alma).
Ea una queja agonizante
Pisa Noé la humedecida t.ienu
1sobre
punto en que !'!upie descansa,
Con su mujer y con RUS hijos lodo~,
Un alto templo al HacedoJ' ln"anta"
,,1
En sus altares sacrificio ofn'N':
Cuando el cordero entre 1m" manos alza,
Brilla el reflejo de seiscientos a flOS
En su cabeza, cual la nieve, blanca.
losé María Pinzón Rico
LA PATRIA
Es bella nueHtra Pat.ria, aquí tendida,
Voluptuosa y gentil entre dos mares,
Por las brieas del tr6pico mecida,
Cubierta por SllS ~E'IVllS seculal'eK!
Es BU clima la eterna primavera,
La sonrisa del cielo está en su lumbre
y el resplandor dl~lcosmos reverbera
De sus volctllll>.Sen la nívea cumbre,
Cuaja en sus venas oro .Yesmeraldas,
Lanzan SIlS ondas perlas y corales,
De BUS monte!; gigaotes en las fa,ldas
La sa via corl'p PO mágicos raudales,
SUS muiere;; de asiática
belleza
Unen á
andaluza donosura
De la sangre mori"ea la fiereza,
De la indígena s; ngre la dulzura ~
la
Colombianos ~ herencia tan querida,
Con vidas de mil héroes conquistada,
Juremos defender con alma y vida,
Juremos conservarla illl11aculada!
y corno Dio,; reuniera en su iusticia
Fe, ra 6n, lilwrta<l. en sacro lazo,
TOIIWtnOS U('H: cienda la primi:~ia
Dándonos
hoy el fra ternal
brl1zo!
¡¡
Así, cuando lIE'guemos de la tumba
A la feliz tl'uHmufnción rlivJJla.
y sintamos qUt~ ell)olvo ~e derrumba
Mientras ya lihre e alma se ilumina,
A nuestros grándes mÍ1Ttires diremos
Al ¡ende la regi6n 111' las 8Rt.I'elluH:
« Lo eterno, con vosotros mel'f'CCmOS;
N o' deslm;tl'amos vuestras obra.s bellas.
XXIV
Si aquí tenéis también vivo y profundo
De la gloria de América el anhelo;
Si vuestra sangre fertiliza el mundo,
Si en vuestra'! almas ~e deleita el cielo,
Hagamos nuestro júbilo infinito
Bendecidos por Dios. <le Dios delante!
Ya es nuestra historia el derrotero escrito
Que seguirá. la humanidad triunfante.')J
A. León Gómez
LA INOCENCIA
"Cna Vf'Zuna lliñn dijo al viento:
Colócame en tus alas un momento
y 11(."11mI-'al e~pacio
Donde brillan In hlIla y las estrellas
Cual miradas dI' Dim.¡, lámparas bellas
Del celeste palacio.
y el
vil'1l to I'espolld ió: DI-'la aneha eHiera,
En el diáfano azul que reveJ'lwra,
TÚ plwdrH encontl'arme;
Cuando impulse las fieras tempestades,
Cuando llore en laR vastas sole::ades,
Puedes, niña, lIamarme.
Ella entOtlCf~Sle dijo 111 claro río:
Llévame en tu cristal líquido J' frío
Hasta lejanos mares;
Al fondo de coral, antro remoto
Donde alumbran la vida de lo ignoto
Mil negros luminares.
Búscame, dijo el agua, entl'e la bruma,
En la fuente, en la escarcha yen la espum~,
En el océano solo,
En las nubes qU:l cruzan por el cielo
y en los eternos témpa.nos de hielo
Delllterido polo.
y las aguas y el viento sus tesoros,
Con acentos dulcísimos, sonoros,
Le ofrecieron sonriendo.
Besó el aire fiU hermosa cabellera,
Besó el agua su hueila en la ribera,
\" sigu:eroll corriendo.
Luégo la niña á la llzucena pura:
Dame tU eSf'ncil1, dijo, y la hermosura
Que mi ))lente amhiciona,
Déjame recrpar C(ln tu belleza,
Déja que te eoloqllP en mi cabeza
Cll\1)O nupcial corona.
y sin medir el bi€>1l quP era su orgullo,
Del blando t ¡¡ 110 arreha tó el capullo
La inquieta mano; en bl'eve
XXVI
Perdiendo su inoeenci" la azucena
Moribunda dohlÓ, de dolor llena,
Sil!'! péta los de nieve.
El céfiro, de dulce hA-cienrlo alarde,
Dijo á la niña, al yerla por la tarde,
Mel:wcblica y sol<t.
Cont~mplal1do á sus pies de la fior muerta,
Ajada y sin perfunws'y f'ntreabierta
La p{Uida corola:
TOdo puede volver el! t~sta vida:
La fortuna, el amor, l~ fe perd ida,
La ilusiÓn qne SI! trunca;
Mas guárda, niña, del candor la esencia,
Porque una vez perdida la inocencia,
]1.'0 se recobru llunca.
José Eusebio Caro
EL BAUTISMO
[.~ mi se)!undo hijo recién nacido)
Yéll, yen
IBISvivas
fllentp8 del bauti8m~
I~peibp, oh niño, de cri:,;tiano el nombre;
Nombrf' de amor, de cieucia, de heroísmo,
Que hace en la tipnu un semidi(lsdel hombre!
Los homb)'p~ que e!'f1s aguas recibip)'on
Con ;;11eSI,íritu y hrazo l'luh'yugaron
La. in llIellf'U m8 l' q 11f' [l udacf's recorif'T'on.
Los nllJn(hs
que tl'as ella adivinaron!
(1).
Potentes más que el genitor de Palas:
Al rayu señalaroll ,ul'umino
(2);
y á los vientos, al7.(lIIdo~e ~in n la",
Siguieroll sin tem h:ar Sll torbellino (3).
Ellos al Leviat{in entre cadenas
Sacan dp los abislllos con su mano (4),
y pifillTl con sus plantas las arenas
He! fOlldo de coral del Oeeano ~5 }.
Cristianos son los que esas formas bellas.
qllL> el CI'I' «101' engalanÓ á Natura,
Obligan á va{:jal' ¡,,'Ils blandas huellas
En in:,;tllllUinen. nítida pintura (6).
COII
lle UlI hib C( '11 la eUl'va retol'eida
Ip,.; ea !los iUTlIn 11(}e un in€'rte leño ...
j y el Sf'Cl'eto p('l'turball'de
la. vida,
y agitaTlI'l e:lll;ível f!ll ISUsueño! (7)
1 Descuhrimiento de In ,\mérica por Cristobal Colón,
cristiall".-Ikscuhrimiento
de la~ Indias y del paso por
el cabo de Buena E'per¡lm:a ;:or Vasco de Gama, cristiallo.-CircUllllll\·egacion del globo por MagalJanea y Se·
IHlstián de Ekano. La Pérous~, Cook, etc., ete., cristianos.
:¿ In \'ención drl ¡:arnrrayo por Pranklin, cristiano.
:\ Globos aerostáticos por Montgolfier y Charles, cristia n{)~
.¡, Pesca de la balkna
por los ingle!es, holandcse!l, ra.
an.l!loamericanc,s. dc. , cristianos.
¡; In\'ención de la cumpana de buzear, por Wil PhiIIips, crísti;¡n<l,
.
6 Inv~nci6n del art~ fotográfico por Daguerre, ('ristia no.
7 DescubrImiento del ~alvanismo por Galvani y Volta, cristianos.
80S,
XXVIII
y tú también,
eras también criAtiano,
Tú que dijiste, contemplando el cielo:
«Ya mis OjOR no alcanzan,
pobre anciaDo;
Yo ra:ogaré del finnampn lo el velo! ))
y en el aire
ele\'andIJ dos cristalel'l,
'\ VenuR la faz, )I\ll ,..to de hinojos,
Los ojo,; C(ue te hici¡;;tp fueroll tales
Vue,ta
Que envidiar(.n
:a¡.: áglljb~ tus ojo,,;! (1),
Y era eristiano
illjl:Pl que Tllf>ditando
Eu el retir(¡ (h~modef-ij¡¡ pstauza,
Sin afá.ll, sin el'rllr, pei;Ó, jugando,
Los planetw.; y l'l Hui ell S11 b;t¡'nza~
(2).
II
Oh prenda de mi amor, duiee hijo mío!
Cuando en edad y para el bién crecieres,
( y en el gran Padre Vniversal cc,nfío
Vivir'/Ís para f'l bién lo que vivierE!s)
Serio elltonces
quizá,
med ¡tahundo,
Ihvado,
Quiera!'! curioso, vis\t¡lmlo el mundo,
Juzgar lo que lo~ hornbres hall fundado.
De "rrlor de cieneia v luvpntud
Conocerás
en tOIlces por tí mismo,
Verán tus ojos, palparán tus manOH
Lo que puede d milagro del bautismo
En los que el nomore'llpvan
de Cl'iHtianos,
Sí! do naciones lW{)Hperas hal ¡are:-,
Sujetas
HÓlo á moderadas
If'YPS
(,!ue form:u'on Spnados populares,
y que obligan á súbditos y á n~yes (3);
Do al hombre "ieres respetar al hcmbre,
y ñ la ml;jer como á Sil ignal tl'fl truja,
Modesta y libre, ~in 4ue al pueb'o asombre
Viva fiel sin vivir esclavizada
(4);
Do "ieres generosos
Sin temor de peligros
misionel'os,
de ultrajPs,
lli
/''---
1 In\'enci6n del telescopio por ~k,)
6 por el alemán Jansen, cristianos.
2 Sistema del mundo por Newton, cristiano.
3 Gobiernos representativos, conocidos s610 de Id
naciones cristianas.
" Eo todos los pueblos no-cristianos es admitida la
poligamia.
XXII
Abandonar
la ¡mtria placenteros
Para 11('v¡L1' l:t lu7. {¡ lo~ ~a]v[ljes;
Do
\·j¡.;hllllbl';'
De o~euro
]('f;
h:'''pi''io
pÚI]:C:lS
(]ollcella",
('1111'1'
las
~o!llbJ'as
ntgas,
Curando tl('1i\'([~ (;"11 ,.1I~ !llanos bellas
D(' lo~ ]pprosos las hpdi, 'lIda,. lagas
(3);
»(1 pIIPc]a,.. ,¡dllliJ'ar'
illstituClOlIPS
Qw· a IJI'ig:l 11111
ill\'[ilid",
al desnudo,
QUl' ¡[ 1111\n~;¡n nI clf'IIH'lltt' sill pri:-;iones,
Qup h;ll'('n :l1l'Íf'g'O \,('r y hablar al mudo;
Do \'jpf( S Jlrll11'''';c1ll
tll i;·¡o('pntl'.
Ca,.:1 iglldo al pp¡:\:e,''':o con cH.r·iño,
Re~p()tl1do f"!lIlH;iaIJO ilt1¡'ligente,
Asegurado ('1 J!0r\'ellit, del niño;
-
Allí do hallcll't's libena,1 y ciencia,
1\1i:'(')'ico 1'(1in, caJ'idad ,i u sticia.
Dominando
del pueblo 'la conciellcia,
De la industria calJlIando la codicia;
Allí do J'e~petándllse
{¡ sí mi~mo
Y'(,l'f's al hombre
amar á sus hermanos,
PO(lrÚIi clamar:
(1; HOllor
al Cristianismo,
QUl' l~sto~ Il o pueden ser sino cristianos!»
111
Eso~ s(!r{w cristianos!
herederos
De la virtud y (]Pl antiguo
nombre
De aquello ••floc!' pobres eornpaiípros
Del que se hizo llama l' III.JO nEL J[o~1BnE;
De Ac¡ llP¡ que
De un al'tp~ano
De los grallde~,
y al flB cual un
en un establo fue nlicido,
ell f'l taller criado,
del mundo perseguido,
ladrÚll cl'ucificado;
Que nada de su mano que se lea
~os dejÓ, ni \'il1jÚ plll' las naciones;
)ac!nlet·wpnte
al pUl~ul0 de .Judea
Di(~'~trláS
SUR i¡~HtI'UCCiOIle8;
\ cUyo \ edil), PUlpero, mas
fecundo
Fue que el cl't 10 y la l~spadade los rE'yes
Con los sig:!. ,,.;cl'pci6 ~ renovó el mundo!
CumbilÍ L'o~(ul11lJre:-l. I'dig:hnef;, leyes!
Las Hermanas
de In Caridlld,
j
Miguel A. Caro
A LA ESTATUA
DEL
(En la plaza
LIBERTADOR
maY'lr
,Ic Bo~otá)
jBOLivAu! no faseina
A tu escultor la musa que te adora
Sobre el collado quc ¿í fUllín domill:l,
Donde estrago" •• iulminiio
de los Ill\~as vengadora.
Tu diestra,
~() le turba
la Fallla,
Alada prl'g'O)lera, q lIe tu gloria
Del mundo por los ámbitos dl'r¡'ama,
y doquier' te pr(\c1ama
Genio de la venganza y la victoria.
f;l no supo el camino
Por do el carro lanza~te de la guerra,
Que de Orinoco al Potosí argentino
Iml,etuoso vino
Temblar haciendo f'll derredor la tierra.
Ni sordos atamhores
Oyó, ni en las abier,as capitales
Entn.r vio tús banderas tricolores
Bajo lluvia de flores
y al eRtruendo de músicas mareiales.
Ni á ~us ojos te ofreces
Cuando, nuevo Reinaldo, rl tí te olvidas,
y el hechizan te til t 10 hasta las hece:3
Bebiendo, te adormeces
Del H.ímac en las márgenes floridas.
No en raptos
dI' hl'roí"lIlo.
No en vé¡·tigo de triunfos y esplendores
A(lmir6 tu grandeza. (.:1 á tí llIiRIlIO
Te buscÓ en el
1I hismo
De ree<'índitas lueh:ls y dolo]·ps.
Te viOlo si adolesCCIl t('.
Ya en el sileneio de la gr~in ruín/1.
Que Roma encienn, a.pacentr .•r tu mente,
• Verso de Olmcoo puesto aqul como alusión á la
Victoria de Junín, Cn.nto á Bolívar .
. :X~XI
La soimd ora frf'n te
Doblada al peso dl~ r.lisi6u div'ina;
Petand() Íl bs E;;pniías,
De América inflamar p) ;;8110 inerte
Con grito que COnnI1l8\'l' las montañas;
Solo, en playas f>xtrañas.
O
entrf'
escombro!; hundido, e!1gl'alldecerte;
y pUf'i'tn el PPIl;;;¡llIi~'uto
Allí dondl' visióll mortalllo
aleanza,
Nuevo Colón ell pérfido \ knwnto,
Cun profél'.íl..'O alientl)
Aviya)' ('n tinieblas la l'speranza;
Con mano cornpa,.;Í\'a
( No b:en {¡ la fortuna has hecho esclava)
Restituir su lilwrta.d natÍ\'a
A una raza eautivn
y á la prole infeliz que ílmamantaba;
o llevar
de un sl:'g'undo
Palante * el corazóll al templo santo
Mientras responde á tu dolor profundo
Con eco g'emebundo
:Fiel muchedumbre derramando llanto;
o en la región
del hielo,
la cumbre cana,
y contemplar allf del tiempo el vuelo,
La inmensidad del cielo,
La pequeñez e1e la gr:1ndl:'za humana.
Del Chim borazo hollar
Vio el dolor que se ceba
.
á la hora en que el Eterno dijo:
«Quiérole .ya purificar con nueva
y terrífica prneba, »
Columbia elltOIlCe¡;; te negó por hijo;
En
tí,
y En ddiu vil de,.;f!ora,
Con rabio>'o azotar, la ínclita rama
Con ,que pi¡)do~a Gmtit,ud decora
Tu fren te creadora
Que el honm' ce los Césares desama!
Ya ~l obceeado lwrmuno
El arma fe\·olvió contra tu pecho,
GnU.RDOT
XXXII
y en el confín postrero colombiano
Te brinda hidalgo hispano,
Si patria te faltó, su honrado tl'cho.
A ese asilo postrero,
Del piélago mezcl}indo~e al hramido
O al lejano damar dPl marinl'I'o,
¿ Qué aecllto lastilll,H'O
Fúnebrp vu(~la á golpear tu oído'.'
¿ Qué asolaciÓn [1 ugura
La voz dolil'lIte qUf:' 1!1Ilos aires gira?
De negra ingratitud víctima pura,
En hó¡ rida esp;'.suru
ICielos! el Hél'Oe de .\Yllcucho expira.
En tan "oJemne,; días,
Por la ori1l:\ ::Iel mar, los pasos lentos,
y cruzados los brazos cual solías,
Honda~ melaIJcolía>3
.
Exhalaba~ á \'t'ces ('11 ID mell tos.
Ora pasara
un ave,
Ya. hender vieses el líquido elemellto,
Sin dejar rastro
en Pl. ,"elera
1I1t Vl',
Murmurabas:
¿ Quién sabe
Si 81'{. en la lIJar' y edifiqup ('11el "ipnto ? )
En sord os aq uiloncs
Oía~ como hígllbrcs ~eñH.1es:
«¡, Si eaerán sobre mí la8 maldiciones
De ciPII gpnertÚ:ioTlei'l '!
j Ay, desg'raciado
autor de t,í.11toS males!
(l
J)
Brutal' la ale,-osia
Viste, y á empuje de discordia
bmnt
Bn HIbolc¡¡ l" la lil)('},t;¡ rl. Gelllí¡l
Colom bi¡¡ en agllllí<l;
'l'u espíritu rnJilhll d,'chllaba.El r.(Jly.(· p~tH t lltuio,
flllp;t'lltes nUJ'(·olas.
De dUOl1H en tti' pf'r:ho solital'io
Vio aquel tumulto vado:
i Vio el hClIld(l abi"lIlO, las <llllargas olas!. ..
Apa¡·tanrlo
Callando
respondi4e
A la íntima pfusi611 con que (:1te nombra
Cuando 1'11 fija 1; tu f'pl11eja nza jll~iste,
y herlllo,a,
IW¡'O nistl',
Apal eei6 tu vener<lllda ~ombl'tl.
Con e~f' aspecto y esa
.Melancólica
nube ¿e tu ceño,
Que de~eng:aiío y fluundono expresa,
Descendiste á la huesa,
y aún tI' acompaña en el eterno sueño.
Inclinando la espada
Tu bl'azo triunfador pa rece inerme;
Tereiado el grave manto; la mirada
En el Rue!o clavada;
Mustia en tUl-;lalliu1:' la elocuencia duerme.
~l{¡g:ic~1á par de Dante
TENI.;RAN:\I tu va.sto pensamiento
Renovó, cUllcentr6, y á tu semblante
Dio maie~tad cumbiante,
y á
tu étll:;t'pro
callar
Illúltiple
acento,
~o tremendo, no ,-"dustn
Revives;
del fra?;or dl~ la, pelea
Descansa" ya ... :\las, tntplar, augusto,
Doq niet' /'le alce tu busto,
Con p]{lCida elacióu ~e l'll~eñoref\,;
y en tu serena altura
Mártir perdonas, y redhes culto
Sublime en tu dolor ~in amargura,
De liwnja perjura
Libre por SIempre, y d(~cobarde insulto.
y tu IIombre NI su vuelo
Más qu;~ el de antig'uos ~emidioso8 ('rece
En tu edad misma y ell tu propio suelo;
j i tu hi:,;toriu :-in velo
Las grandezas que f\leron oscurece!
El divinal aliento,
Que anima {¡ la maf€ria y transfig'lra;
Nobilísim(l humano sputimiento;
Fillalrecogimiento;
Cuanto
al nlma PIHl,ltt'Ce
En Illbtica
6 la depura.
élmnlgama,
Cual vago nimbo dl~ 'tu pxcelsa frp.n te ,
No imitaciÓn, veuerll.ciÚlI reclama:
El que Padre te uclama,
lfezda clt, oqptllo y de wrguenza siente.
i LIBERT.\
Don!
Oe];.Ulte
De esa efigip de bronce nadie pudo
Pasar
sin que á ot.ra esfura"se levante,
y te llore y te can te,
Con pasmo religioso, en himno mudo.
- ••••
~.
)11.
José Fernández tyfadrid
A LAS BANDERAS
( Remitidas
(¡
DE PIZARRO
Bog<)tá
por el Libertador)
Estas e 00 las bnoderes qUt-! algón día
En manos de Pizu¡'ro tremolaron;
Estas en Caja.marea preSf>I1Ci/lI'on
La má~ abominable alevosía.
Recuerdos de opre8ión .Y tirullía,
Al Perú tres centurias iIlsultaron,
y 108libertadores las hallul'oIl
Tintas en pura sangre toda\'Ía.
Monumento de un di\spota. insolente,
Banderas de Pizarro ensangTentadas
Que rin:Jió ante Bolívar la Victoria:
A lo!! pies de Colombia independiente,
Para l'Iiempre abatidas y humilladas,
No más nues1 1'0 baldón, sed nue~tra gloria .
..~
'.
-------.-
Césa.r Con to
CUAL?
¿ Cl1lÍI ha de ser,
(~u{llha
Yo al esposo miré y p-l
Querido .Juan, que me
Con la .mil'lma tel'l1llra
En que el ('ielo bendijo
de !,ler, Dios mío?
me miró;
ama todavía
que aquel día.
nuestra
unión.
Ambos muelo", cstábumoe;
yo quil'le
Ese triRte si'encio intefl'u mpir,
y en voz muy baja y trémula le dije:
"Repit.e lo que ofnce ~ l0. que exige
En su curtA. Rolwl'to. ' DIce así:
y .Jnall leyél: "De Iruestros 8iete hijos
Dadme uno IHlra siempre, el que escojáis,
y yo en cambi.) ~t! dHré tkrraH.Y casas;
Tendréis fortuna
y bienestar
sin tasa,
y el hambre ahuyentaréis
de vuestl'G hogar"
.
Tornp á mirar fI Juan; en su vestido
Vi la pobreza; en su semblante
vi
Las huellas del illsomnio .v la fatiga
Del trabajo tenaz q\le Y\I, su amiga,
A mi ¡:>esar. no puedo compartir.
y pensé en nuestros
hijos: ¡ay, ~on tántol!
iSiete que ma.llt{>ner y que educar!
Luégo exclamé con apilrente calma:
••Mientras durmiendo
están-¡hijos del alma.lYéll y esclljtunos el que se ha de dar",
COIl paso lento.
asidos de la mano,
La l¡eIlusa revista. al comenzar
.
Llegámos
p 1;1 cuna d(l ~laría;
IGh cuán hermo"" estaba! Pu redil
Una l'oJ:'a entn' lirios y azahar.
El pobre panre ql1i~" al;¡¡ riciarla
y con 8 n to"ca m:lTI' 1 la tocó;
Ellu hizo UI1 Iignt. ll1ovimipnto,
El retlr{, In n¡uno y eOIl I1cento
Qne nllll('tl oh·idar:é.
dijo: .. ¡E,tlL n6!"
Fuimos á una camita donde junto8
Formaban dos un grupo encantador;
¡Tan lindos, tan pequeños, tan queridos!
iY cómo, cnandll están así dormidos
Inspiran más ternura y compaHj{¡n!
Una lágrima ví que humedecía
Las rosadus mejillas de .Julián;
La enjugué con U11bE'sO de ternura,
y dije: "El pobre es una criatUl'a;
A este tampoco lo podemo~ df\r."
Allí está Lui~, su p~lido AemblnIl1e
Aun en medio el!'l Hlleño dejar ver
Las lnlPl!as del dolor; i piHlece tánto
QtW á Vf'Ct'8 me {lI'Pgnnt<l con espallto,
Si mi suerte será llcrnr pOI' (·I!
Por largo espacio,
Mirándolo estuvimos;
Dijo, sintiendo como
"A éste nunca jamás
Ni por un mundo, ni
con los ojo~ húmedos
Juan, al fin,
yo sentía:
lo entregaría,
por mundos mi}."
Allí Pepillo está: ¡muchacho malo 1
Nunca sumiso, siempre en rebelión,
No me deja un momento dp reposo:
IEs tan inquieto, altivo y cnprichoso,
Tan díscolo y tru\'ieso E'I picarón!
j Pobrecito
! para este sacrificio
¿ Le tocará la suprte al infeliz?
"¡ Oh, nunca! dijo pl padre con ternura,
Que sólo de una madre la dulzura
Lo pupde soportar
y corregir."
Aliado de la eama de Eloísa
Caímos de 1'Odil111sJUILIl y yo;
¡!lija del alma, In queremos tánto!
Es nuestro orgnllo y ¡Jpl hognr en~'aIlto
Por su bondad, su gracia. y sn ('andor.
Mi coraz61l latía con violencia
Cuado dije temh'aw!o: "A pila <)uizá
Para su educaci(·J1l .. .lc C,)llyellflnll ...
Más .Juan me interrumpió
con energía:
'ó iCálla
cálla por Dios! ¡ Esta, jamás!"
Sólo f~tlt.a Tomás, el mayorcito:
Tan SlIlcero, tan n(Jhle. tan leal!
Es el vivo retrato rle Sil lJlidre:
j
XXXVII
"A é..;te. !~xelamé. uellaclo de la madre
Nadie delmund() lo podrá arrancar."
"i A uinguG()!" exclamámos en concierto,
"¡ A ninguno á niugun· !" repetimos
Con l~xpresión de gozo indefinible;
y Illé~o le (~!'cribimoH
En tf>I'IUinllH
cortese~i á Ruberto,
QUt> aecptar su pl'OpUe!lta
era imposible.
Después de aquél 1ll0ltlento
Sentimo'i m{l" "alor, IU(IS energía,
y sostenelllO¡';con I1lll.yoraliento
El rudo tmhajar dI! c;í.da día.
Verdad es que gallumo~ el i>ustento
Con afanes prolijos;
Empero en el hogar reina el contento
y no falta ninguno de los hijos.
Si la miseria alguna vez alcanza.
A llegar al umbral de nuestra puerta.,
No la ha de hallar a.bierta, .
Porque tenemos puesta)a esperanza.
En Aquel que de todos es consuelo,
y con los ojos en la. tierra. fij08
A los pobres proteje desde el cielo
y el pan le8 da. para sua tiernos hijo8.
E. León Gómez
EN EL CEMENTERIO
(De Victo!" IIugo)
Pasó la multitud.
:-;ielllp¡'p á
Hill mirul'me
mi ;aJo
ha pasado,
Feliz 6 deHg'l'Dciadllell su locura;
Pero lo~ llIUP.1
tos, que oldcindos viven,
Mi!'! viSitUR reciben
y á su lado me acog'en con terIll1l'a,
Saben que soy el hombre del olvido,
El viajero perclid ()
Del bosque de la muerte en la espesura;
Alma que del dolor Utl libro haciendo,
En él ha ido aprendiendo
QUfl abajo está la paz, nunca en laaltura.
Ellos conocen la actitud que tengo
Cuando {¡ olvidarme vengo
Del mundo, entre las cruces y las losas;
Ellos oyen con g'usto mis pisauas
y sig-uen mis mirarlas,
Cuando la oscuridad buscan ansiaRas.
Ellos la voz de mi dolor atienden
y mis quejas comprenden
Más que vOliotros, locos rle la tierra;
Yel himno de mi lim. vuestro ('anta,
Es para ellos el llanto
Que de amargura el corazón encierra.
Olvidados del mundo, la Natllra
Les briLda en su ternura
Este jardíN, nuestra última morada;
En .élla Aurora vaga cariñosa,
La flor es más hermosa
y es más felizel a ve enamorooa.
IYo vivo aquí! .y alIado de sus flores
Alivio mis dolores
Consolando á las tumbas olvidadas;
De los muertos deleitase el oído
Cuando escuchan el ruido
Que forman en la yerba mis pisadas.
¡Yo sueño aqui! VAgando entrelosmuertos,
Del pp,;";lLIlliento abierto..;
Los ojos ven q\lP mi alma se trasforma
En un mii¡ri(:II P!'I)(·jo que l'etl'<lta
- y (1 lo in :11/lrtfll dilata,
Delllniverso
h impcónellt() forma.
Mirando
aquL ¡.;in ver p(,bl'es insectos
De vUl'iado¡.\ aspectos.
TroIlchadns
l'amH~, H)]n\)réls y colores,
Siento, en 1[\ o~('ul'idad. que me de;;lumbran
Ln;; tillielJlas que alumbran
Volcadas
piGdl'lLs.
1Í1\ll!l]')!'
y tl()rt.s.
El ideal <le mi l'on<:tnt11.e anhelo.
Cual luminoso velo,
Flota aquí de lo ptl'l'no en las orillas;
De mis dudas sin fin las formas varias
TransfÚrlllanse en l)legari88 ... ,
Comienzo en pie y ataba de rodi las.
Cual busca la pa,lolll8 entre las grietas
D~ las rocas eBCuetas
La gota de agua que dejó la aurora,
behe con anhelo
Un poco J¡. consuelo,
De amor y fe doude la 1l1Uerte mora.
Mi alma afligIda
Alfredo G6mez Jaime
EL ALMA
DE LAS COSAS
BUR('ftd de la.s cosas la oculta. belleia :
En todas hay algo de altiva gTandeza,
En todas palpita vital emoción.
Mirad en 10H Oll1.rE'A, mil'ud PII los cielos;
Los l:tstros, las floreH. laH rocaH, los hielos.
8011 luz y colore~, --erfump y pasión.
Mirad
101"
nbj,,"](¡s:
son br)('as
Hin
(lientes
Que en hórridc1ll1ueca HI~almPI'()l! crujirmte9
Con hálito inmenso dI' rudo huracán,
!\-l iell tras
T)l.d(,\,( ¡:'O. COl! ílll¡wt
l! (~iego,
IucelJdiando el aire como dios de f\lego
Su roja melena sacudió el volcán.
Los montes slIblimes en cuya (~abeza
Extiende la nipve Sll blanca l)('lll'z;l,
.Albrillar del cielo sobl'e el alllplio tul,
En limpias maii[lllas del Hol revestidas
Son en lontananza paloma ••dormidas
Sobre el fino razo de Ullf\ falda azul.
El mar, qUH modula 8US vi{·jas caJwiones,
y ruje sus iras corno los If'OllPS,
y sube y se aleja (:on hondo gemir;
Inquieto y amargo, con ritmo profundo,
Es el turbulento ('oraz(,!1 del mundo
Que dl~sde la playa Sp e~en('ha la1 ir.
Los rudo~ peña~cos de halhu l11U~gosa
Son viejos poetas; de su fuz I'llgoHa
Emerge un ext.I'uÍÍO, llivino úsplenLlor,
Si sobre su calva, po~ad" Ul\ mOlllPIlto,
Imagen de un nolJle y audaz pell~¡¡.rniento
Sus alaR enorm('s r1p,.pliega 1>1eondor !
La brisu
e8
un hada
tra\'Íl'Hll
y
~nlCi09a.
Que todl) 10 inquiota: feliz, I um(~)r,\<;fl.,
Todo lo conmll(,', p eOIl P¡\·"o trillnful;
Encrespa y-~acllde la gl'l\V(' arboleda,
Desgarra; á las í1·)r¡>ssu:, trlljf>s dE' ,ecla
y quiebra ea l()~lagos el t '-'rHO cristal.
\/'YXXl
La luz e~ la "ida: su poder encanté.,
mllno de artista todo lo aurilIant8.,
LaR dUI<:\-'H pupilas con su raye Fll'mó;
y haHtll en el OEIl do, curioea y ligera,
I1unipu pl'fond(\ d(\ la ralélvera
Hl1
Cual
]·jI'H
del ¡¡¡nJa que allí
TI'(opel df' fulgol'p¡;, asalto
He
a:bt·rg:6.
d(~ bl'umas,
'l'ruPllo n·vestido de gasas y e~pumas,
CupJgn 111 cn :,:r.ll r1a l' \] vistosa red.
'Mugwn1e s{' 3l'l'oja por el prpcipicio,
y la cima ennrnw-réprobo
en suplicio-
Jamás
Cl·Jl
su!' ondas mitiga la sed:
L¡¡s Il1lUPS Hc.Il masas de fl( I'el' flotantes,
Marllojo de li,·¡,.,s, ci{!:iieñas errante!',
!Ilf:t-ndi(s, jardines de vivo f1rl'f'b(.I;
Fant aSlllílS y monstruos
de "iva E'Fcarlats.,
Palacios de
Cl'o. bflje:~8
de plata,
QllPl'l1bes gig:lllltps con ala.s de !'oI.
De lu ~ 1'811 f'llyprna brillador
tesoro
Fing:pnaH
I:'st rellas abejas
.de oro
Que\'lIelan eJe azules vergeJes en pos;
y son c.ela Il(¡clw, serena y r8dio~a,
Vívid os hlllarp8 de su faz bermo~8,
En qlle húuwd(\stiemblun
If'S beso¡;¡de Dio.l
Diego Uribe
LA
CASA
DESIERTA
La casa sola p::ltá! La uu t igua puerta
Al Jejúrme pasa\' lanza UIl quejido,
y el eco que á mi paso se de!'piertll,
Parece que me diC'p: ya
l'P
ha!! i(lo!
i Triste la casa está! THtríca..Y muda.
Heina la soledad por ¡]OI¡;)eqniera.
Todn me \'econ"ce y mn saluda,
'l'ouo está como ent<'lll:PS, todo es,JE'ra.
Las mismas ramé\!; que sacude el viento.
La misma fuentt' que se arra"ltra en calma,
Todo impasible, meno; ;rl). que siento
Que fibra á fibra se !TIarorn;>e el alma.
¡ A.y para aquél á quien )a pena hiera.
Qué hOlrible verse en el h()~ar V'acfo,
y hallar do e) nido de su (hcha fuera
Silencio y soledad, tristeza y frío!
Atropellarse los recuerdos miro,
Este yiene hacia mí y aquél me llama,
y cada cual el último suspiro
, y la postrera lágrima reclama .
. En alas de la brisa gemidora
Vaga en el a.ite y llega hasta mi oído
Un eco profundísimo que llora
Las dichas de un ayer desvanecido .
•
j CuAntas 8ombra~ que pl1sn.ny suspira.n
y el tibio ambiente del hoga·r reclaman,
Cuántos ojos sin lumbre que me miran,
Cuántas voces !lin eco ,que me llaman!
lCuánto a(li6sque unos labios pronunciaron
Con voz ya moribunda y apagada.
Cuálltos seres queridos que escucharon
El toque misterioso de lInmacla
!
Mas no serán eternos los ~emi(lo8,
Que no es eterno del dolor el bloque:
Porque tarde &temprano, lÍ. mili oídos,
Ha de llegar el mhó!teriosotoque.
¡Enjuguemos el llanto en las pupilas,
Sacudamos los hielos y la escarcha,
Cerremos nueva.mente nuestras filas
y prosigamos la. infinita marcha 1
I
••
)EI.~.
Ricardo Carrasquilla
EL ABRAZO
El Rol dl'\.~iBando va,
Está la tardp serena,
Hierve como una colmena
San tafé de n')gOt{I:
Echa á ulIlado su a,patía
la8 cHTlllntllHS :i V\lelo.
r leválltaHP hasta. el Cielo
y
InsólitH gritería.
Por la vía quP serpfa
De la cordillera al IHP,
Lejos, muy lejos se ve
Nube de polvo
que ondea;
Alzanla tres militares
Que á largo ~a]ope van,
y á sus corceles está.n
Desganando los ijares.
El de má~ !'uposici6n
Es de mediana estatura,
'l'iene gallarda figura
y se llama Don Sim6n. '
M onta fogoso alazán,
De tánto corr(~rrendido,
y sobre el roto vestido
Lleva un gustado dorlllán.
Gorra COIl ancha visera
Cubre Sll fn~llte, tostada
Por el s(.I, .r ~tl rnirnda
Eri torno fúlgida impera.
Cu'lI arroyo rumoroso,
Que va 1·Á.pi~l() corricnoo,
Su!,'
ll¡!tILH;
FlJrnÚl1.ll1
{¡ \ .tl'OS
uniendo
río caud¡¡h)80;
AHí vall <lipz, veinte, denta,
Oniéndl ,!'e Ú Don Sim6n;
y fnrllHlll Ull escumlr6u,
y de,pués un regimiento.
XXXIV
y la turbia polvareda,
Que más y mús crece y sube.
Forma /Z'igantesca nube
Que sobre los Andes rueda.
Es
BOLIVAH
pl que viene,
Ha vencido en Boyacá;
y locH la gente está,
y I'1Hlie i->UHruOl' ('Ol1t
jPIlt'.
Ha Jlegado ~ El pUL hlo l'nteto
Agólpase 1m red/'doJ'
Del ilustre trillllfador.
Del porten to~o g'uel'l"P/" '.
Casi en peso \'a el co/,( ('1,
Caminando
á patio !ent '.
y crece á cada momen lo
La gritería, el tro¡lf'1.
Aplausos y beudiciolll'i'i
Al que es BU padre ofre('pr
Quieren, y quipren ponpr
A sus pies lo ••corazones.
Ko pudiéndoi-le acercal',
Pna jJobre allcialla elll'rito
Levanta
y dice: "BI~lJdito!
Ah! d~já.dmelo abraza!',"
Bolívar la a.lcanza
íÍ
\'er
pida mirada,
y dice ¡>I~ voz n'po>lalla:
",\brid pas" á esa mujer."
{'\ln
!'1Ur(¡
:\las la'multitud
ardien:e,
En \'ez de ;jb]'il'SI~se apiña,
y por más que se la )'iña
Xi un paso en (~ejal'(,ollsiente.
Bolívar
~ilellcioexige.
Re apea rápidamente:
Se abre pa.so entJ'e la gente
y
(¡
la mujer •.•
e dirige.
\L'~n (¡ la anciana el trmol'
en \'aIlO,
Mas halla apoyo en la mano
Del noble Libertador.
y quiere moverse
.\ »us labics rpspetuORI1
La lIeY8, en lIaJlto la inunda,
y una alegJ'Íu p¡'ofunda
En su !o'embla.nte rehosn.
Bolívar e;.;tl'echamente
AbrRza á In anciana luégo,
y una Iftgrima. de fuego
Deja cap!' 1'11 sn frente;
y a.l v()lver~1' conmovido
En bllsea de S" nlaz{¡n,
De su gastado (\ormán
Rueda
un botÚn
desprendido.
Cae la auciuna de hinojos,
Guarrla el botÓn en su se\lo,
y con sem blall te sereno
Exclama alzt\:;uo los ojos:
.fesús mío y mi Señor,
1\'le entrego en tns manos,
haz
Que muera tu sierva en paz:
He \'isto al Libertador.'
Temístocles Tejada
LA OLA Y LA ROCA
Con ternura,
Moribunda
una noehe oscura y fría.,
una ola usí decía.
A la roca del mar:
¿ Qué haré en la inm(>n~idad tan olvidada P
y respond ió la roca despiadada. :
j Llora!'! Llorar! Llorarl
Lanzó la ola un lúgubre gemido,
y con profundo aeimto dolorido
Vol vióle á repetir:
¡Ayl quáha.cercuóndohastaelllantoacaba.!
y la roca impasible contestaba:
Morir! Morir~ Morir!. ..
Jorge Isaacs
COLOMBIA
En las r.ocht:8 azules de verano
Su uil'ón de fuego el Puracé levanta,
Huella del Arquitecto soberano,
Huella, no más, de su divina planta.
Raudales v tOlTf'nt{;,¡ abrillanta.
DO!'u los m<;nt('s. ,; en el verde llano
~i aun {¡, la prlllp ¡lel turpiul galano
El eco ronco de su trueno espanta.
De tu yelmo, Colombia, ante la lumbre
Luciérnaga es el fueg'o de ese monte,
Lodo la nieve de su altiva cumbre;
El mundo de Colón
f!S
tu
horizonte;
y mientras haya esclavos bajo el cielo
Habl'{¡ libertadores
en tu suelo.
JL-....
,
Maria Valenzuela
TRIUNFASTE!
Sí, yo te vi los lomos oprimiendo
De un fogoso corcel; ligera ~asa
Te velaba la faz, mirar dejando
Tus bellas formas :r tu tez Ilf'vada;
Gracioso sombrerillo detpnía
Tus negros bucles; la ondnlElllte flllda
Desde tu airoso talle en anchos plieg-ue.
Hasta 1m; cascos del brid6n bajaba,
Y, sin esfuerzo, con flpxihle rienda
El arool'of!() bruto sujet.abas.
Tus hechizos miAojos cauti\'aron,
Mas no pudieron cautivarme el alma.
'fe vi después, cuando al com pás del piano
Volar dejabas la ligera planta:
Blanco cendal finístnlO ,'estías,
El cuello y brazos <:ándidos mostraba.s;
Graciosament.e tu cabello undoi1O
Sujetaba levísima guirnalda;
Cual los ojos de incauta golondrina
Que un niño sorprendió, reverberaban
Tus vivos ojos; y al paFar danzando
Arrastrabas de todos las miradas.
Nuevamente mis ojos cftutivaste,
Mas no pudiste cautivarme el alma.
y ayer, ayer te vi! Vestido humilde
y un bla t'co delan tal sólo llevabas,
y con un crucifijo entre las manos
Del Hospital cruza bas por las salas.
Su frente el sol f>nf>lOcaso hundía,
y su postrera luz por las ventallas
Entraba, largas sombras dibujando
En las toscas balrlosas. A la cama
De un moribundo anciano te acm'caste
A decirle palabras de (~sperallzu.
El te escuchó; los apagados ojos
Fij6 un momento en tu doliente cara:
DioA DR lo premie! tl1urnwró, y sus labios
Vino á sellar la mllert(~. Tu npyada
Mano cerr6 sus párpado!! connllsos.
Mientras ardient.e lágrima brillaba
En tus ojos suspenf'lu, hasta qlWal cabo
Rodó por t1lSmejillas flan rosadas.
Y te amé, que hasta entonces sólo habfa.
Conocido tus formfts delicadas,
Y en ese instante conocl de lUlgolpe
Togo~ e~l~~~Ltu;wjra~!
Joaquín
González Cama.rgo
VIAJE
DE LA LUZ
Empieza el sueño á acariciar mis sienee:
Vapor de adormideras en mi estancia;
Los iufol'mes re(~uerLlosen la sombra
CrUZi:l!Jeomo fantal:lmas.
Prr la ang-o!litaI"l~tldijade la puerta
RaJo furtIvo de la luna o.yanza,
Ilumina
108 (¡ tomos
del aire,
Se detiene en mis armas.
Se cerraron mis oju!', y la mente,
Entre los sueños, á lo j~llOto Be alza;
Meciéndose en los rayoA de la luna,
Da formas á la nada..
y ve surgir la", ondulantes costas,
La!' emiuencias de celeste Atlánt,ida,
Donde viven I()~Genios y se unida.
Del porvenir el águila..
Allá rima la luz y el canto alumbra,
Aire de eternidad alienta el alma,
y los poetas del futuro templan
Las cristalinas arpas.
Aureolas boreales de los lliglo8
Allá se encuentran, I'ecogida el ala;
Como una antelia yest! ei pensamiento
Que gigantesco se alza.
Allá los Pl'ometcos sin cadenas,
y de Jacob la luminosa escala,
Allá lafruta del Edén fJerdido,
La que el sabel' entraña.
y el libro apoealíptico, sin sellos,
Suelta {I la luz sus misteriosas páginas,
y el l'abor del espíritu BU cima
Deentre la niebla saca.
y aHí el Horeb de donde brota puro
El casto amo¡- que con lo eterno acaba;
Allá está_el ideal, allá bo~uem08,
Dad impUlSO á la barca.
L
Desperteme azorado ...y esp. mundo?
Para volar á él en d6nde hay 'alas?
Interrogué á las sombras del Pasado
y las 130m bras callaban.
Pero el )ayo de luna ya rmbía
Del viejo estante á las polvosas tablas,
y lamiendo los lomos de ION libros,
En sus títulos df>01'0 Bemiraba.
Roberto de Narváez
HUYAMOS!
Alma de duda y desengaños llena I
Helado carIllón, que En la sombría
Noche de la fatal melancolía
Sacudes, sollozando, tu cadena I
Déja este suelo ingrato á. que es ajena.
Flor de nuestro pensil. la poes{a,
Yel mundo truéca y !tu algazara impía
Del campo amigo por la paz serena.
Huyamos! Un rincón, noimportadónd ••••
Soledad y silencio, un claro cielo,
Vna choza que entre árboles Ileesconde,
y la cancíón del ave que su vuelo
Pára en el techo y desde allí responde
Al reclamo de amor ...es cuanto anhelo 1
losé María Samper
SOLlVAR
Luz hecha espada, al Universo alumbra;
Hombre hecho rayo, sobre Iberia estalla;
y es el poeta-rey de la batalla,
y es el águila-genio que se encumbra!
Su alma de fuego el porvenir columbra.;
Su fe de heroico apóstol, avasalla;
La libertad fecunda con metralla;
Su voz cautiva y su poder deHlumbra..
Siembra, del Orinoco al Chimborazo,
Laurel de gloria que á la Patria inspira:
Vida le da con su potente brazo;
Con lo imposible y 10 eterna! delira;
y el gigante, del mar en el regazo,
Sobre la tumba de Colombia expira.
José M. Marroquín
LA PERRILLA
Es fla.ca sobre manera
Todl1 humana previsión,
Pues en miÍs de una ocasión
Sale 10 que no se espera.
Salió al ('ampo una mañana
Vn expertocazadol',
El mllS hábil y el mejor
Alumno que tuvo Diana.
Se~uíalc gran cuad!' Ua
De ejercitados monteras.
De ojeadores, ballesteros,
y oe mozos de traílla.
Van todos apercibidos
De Ja!iarmas necesarias
y llevan de castas varias
Perros diestro@ y atrevidos,
Caballos de noble raza,
Cornetas de monte, en fin,
Cuanto exige Moratín
. En RU poema La Caza.
Levantan pronto una pieza,
Un jabalí corpulento
Que huye .-eloz, rabo á viento,
y rompiendo la maleza;
T0008
siguen COIl gran bulla
Tras la. CPI'(lo88. alimaña;
Pero ella se da tul maña
Que á todos los atnrrulla.
Y, aunque g:astan todo el día
En paradas, Idas, vueltas,
y carreras y revueltas,
Es VaIm tánta porfía.
Ahol'a que los lectores
Han visto de qué rnanel'a
Pudo burJal'se la fiem
De los tales cazadores,
LIV
Oig:in lo que aconteció,
y aunque e~ suceso que admira,
~o piellf;en. uó, que es mentira,
Q1W
lo cuenta quien lo vi6:
Al pie de nno de los cerros
Que batieron
aquel día,
Una vieiilla vivía
QI1P 0.'"0 lAtir á los perros;
y cou gana dl' I'A be\'
Eu 4ué paraba la tie;;ta,
Iba subiendo 1n ('\w,;ta
A eso del anochpeer;
COII ~l1a iba una perrilla ...
~las, 81\1pllHar adelante,
Es preciso qUl-' un instante
GastemoR
en descrihilla
:
Perra. de canes d'~carJa
y eutre perras protopel'l'a.,
Pasabn en toda su tierra
Por perra antediluviana;
F'lnco era el animalejo,
El más flaco de los canes,
Era el rastro, eran los manes
De un cuasi-serni--ex-g;:;z(]l1ejo;
Sarnosa era ...digo ual,
lIna perra sarnosa,
Era una sarna P(~rr'osa
No era
y mI figul'a de animal;
Era, otrosí, derreng'ada,
La dl'l-ribaba
\I1l
resuello:
Puedl' dpcil'f;P qlW aquello
Ni el'H. pprra. ni l!l'a !Jada.
A ver, PU8S, la batahola
La vieja al eerro subía,
De la perra en compañía,
Que era lo mismo qll!:' ir Hola.
Por donde iba hizo la suerte
Que se hl1 biese el jabalí
Ocultado, pOl' si así
Se libraba de la muerte;
Empero, sintiendo luégo
Que por ahí andaba gente,
Tuvo por cosa prudente
Tomar las de Villadiego;
La vieja entonces al ver
Que escapaba por la loma,
SÓ!! dijo por pura broma,
y la perra echó ti correr.
y aquella perra extenuada,
Som bra de perra que fue,
De la cual se dijo que
No era perra ni era nada,
Aquella perrilla, sí,
Cosa es de volverse loco,
No pudo co~er tampoco
Al maldito Jabalí.
Manuel María Madiedo
AL MAGDALENA
Salud, salud, majestuoso río :...
Al cOlltemplnr tu frent~ cOl'ouada
De 108 hijos m:l~ "iPjos de la tierra,
Lleno sólo de tí. siento mi alma
Arrastrada en la espuma de tus olas
Que entre ¡~
rofundos remolin()s braman,
Absorberse en las ()br;,~ giganteAcas
De nqlw] gran Sér que ~I infillito abraza..
¿, Q\I(' fllerll nquí la f{¡billa difunta
DI:' laA nillfas dI' Grpcin atelllinHcia,
AlIado del tre:TJelldo c.lcodrilo
Qm-'sonda 101:1 lI1i!'t~ri(ls(le tus aguas '!
No t:1I tus COITiellb~suáda el albo cisne,
S610 arm011Íoso en pobres alabanzas;
Pero')IltraviesfUl tu raudo curso
Enormes tig-re.sy robustas dantfJs;
Cad:ín~res r1p ced¡'os cenumurios
rrus varunileH olas Ill'l'ebatan.
Como del techo del pastor humilde
LaR tempestades la liW'lra paja.
No nadan rosas en tus aguali tUl"bias
Sino los brazos de la ceiba al1ciana,
Que desgarró cun hórrido estampido
El r.tyo horre¡:do de feroz b Jr¡'l\ ea.
Yo veo serpientes que tUHaguas Sllrca.n,
Cuvos matices á la vista encantan,
y óigo el ronquido del hambri('nto tigre
Rodar sobre tu margen solitaria;
,MientraR salvaje el grito de los bogas,
Que enl re blasfemias sus trabajos cantan,
Vuela á perderse en tus sagradas ~eJva.
Que aún 110 ('onoeen la presencia humana.
IOh. qu~ serían Sátiros y FUllllOS
Bailando al 86n de femenilf's flautas,
Sobre la arena que al caimán Ja vida
En tus al'dient(Js y desiertas playas!. ..
1Ah, qué serían cerca de los bngas
"lue, rebatiendo las caIludas palmas,
En el silencio de solemne noche
En dHrredor de las hogueras danzan,
Ácompasados a.l rumor confuso
De tus mugientes y eSpUID(lI'ltl.S
aguas,
Que acaso llega á. interumpir no lejos
Del ronco tigre seca la garganta!. ..
j
.LVII
Yo los he visto en una oseura noche
Dando á los aires la robustá espalda,
Soore la arena que marcado habían
De la~ tortugas la penosa marcha
y deleoimálJ
la formidable cola
y (lp lo;; tign'!:' la temible gana;
Yo los he visto en delTt.'dul' del fuego
Dallzur al eeo de sonora gaita,
Mientl'as silbaba el huracán del Norte
Sobre
tUR
olas con
Hllñuda
Yo lns he visto juntosá
rabia;
la hoguera
Gu val' ansiosos
tus arenas blandaA,
y en sus pntmfias despreciar el lecho
Del t1lÚ~ pomposo
femenil monarca.
Aún me figuro que sus rostr08 veo
Dp} trémulo reJálllpag'o
á la 11:ma,
los ojos cprrados cual si fueran
Lcs despojl·¡; de un ca m po de bn talla,
COIl
No muy lejos Ile allí, menos salvaje,
Sobre tu arena illculta S abrasada,
:El caimán
Y
JUlltn
11 bandonl1
al bog'a sin
tus
temol'
eorrientes
deHcun~a.
EII VIUlO busca en tu deRierta margen
El hombre, que cllal débil sombra pasa,
Palacios v ciudaclNI de una hera,
Que del'rlimhall
del tiem~o laR pisadas.
El Pl'scador que
ell
tus úrillas vh'e,
Bnjo su choza de lIudf)sas ca.ñas,
Que ti nadie manda ni obe(lece á nadie,
De ~í mi!'II)() t>1vil/mil() y el 1lll'llan'a,
i,No es m{l~ dieho8o que el ab}ecto esclavo
t¿ue entre
1 t'l"fumes ;;U8
eadenaH carga? .•
Yo te !'aludo en medio dp,la noche,
Cuando ell 111l cielo plácido y sin mancha
Mirilla
hll n en tus remansos
bell08
Hu faz J'otlll1dH de bruñido náea¡'!
Yo te saludo, Il\ll1cio del Océano!
Tecla eres \,1(1a, libertad y calma;
y el hombre libre llue sus redes seca
En tUlól 8\1b it1lt> margen !wlitaria,
Corno en Edén nUP8tros primeros
S610 de DiOH adora la palabra.
padrElll,
Tú te cl~8lizuH al través del tiempo
Como la sombra de laacuátilgarza,
LVIII
Sobre la faz de tus fugaces olas.
Que d(\ los montes
08 mares bajan
En tus riberas vírgenes admiro
.La creación saliendo de la nada,
Grandiosa y bella, cual saliera un día
Del Genio augusto que tus olas manda.
¡C61're á perdel't~ en los ignotos mal'e6
Como entre Dios se perderá mi alma!
Cedros y flores ornan tu ribera,
Aves sin fin que con tus andaR hablan,
Cuyos variados armonioso cantos
De tus desiertoi la. grandeza ensalzan.
iYo te saludo. hijo de los Andes!
Puedas un día fecundar mi patria,
Libre, sin par por su saber y gloria,
y habrás colmado toda mi esperanza I
J. M. Quijano Wallis
AL
PURACE
Bajo manto de plata
refulgente
Levantas la cubezu cU:'ormda
De la ní\"en corona inlt.aeulada
Que 11)8 cie:os ciñeron 1'11 tu frente.
El: tllnto
Del infierno
que en tu 8(-'!l0 incandescente,
E:'1lIHI'i fl nglla"
preparada,
Corro)'endu la tiPlT1I calcinada,
Ruge dd cI'áter la caldera hiI'Viente.
Impotente~ nI' mú8 ell tus peldaños
Se abateI ante tí los aq uilones,
y erea eterna imagen sin engaños
Del Cauea y de sus ínclitos Val'Onell,
Que aunque tengan la nieve de los años
Arden siempre en su peeho las pasiones.
Diego Fallon
LA LUNA
I A mi esposa I
Ya del Oriente en el confín profundo
La hma aparta el nebuloso vplo;
y leve sienta en el dormido mlll'Hlo
Su casto pie con virginal )·('celo.
Absorta allí la inmenRida(l snluda,
Su faz humilde al cielo levantada;
y el hondo azul COIlelocuencia muda
Orhes sin fin ofrece ii RII mirada,
Un lucero no más lleva por guía,
Por himno funeral silencio santo,
Por solo rumbo la l'egi{¡n vacía
y la insondable soledad pClr manto.
Cuán bello, oh luna! á lo alto del eapaclQ
Por el turqní del 6ter lenta subes,
COII ricas tintas de ópalo J' topacio
Franjando en tomo tu dosel dI' nubes!
Cub¡'e tu marcha grupo silencioso
De rizos copos, t] 118 tu lumbre tiñe;
y (le la Noche el iris vaporoso
La regia pompa de tu trono ciñe.
De allí de~ciendf' tu callada lumbre,
gasas se despliega
De In llf~vada sierra por la cumbre
y pOI' lo~ ¡;eH(~SlIt! la umbrosa vega.
y en argentina"
Con Ref'lgorayo por la falda oscllra
A largo!>; trechos (~lfd,lll,Íe tOr-BR,
y tu albo reAplandor' Rohl'C! !a altlll'A.
En m~rnj(ll torrllJ laR desnudas rocas;
o al
COIl
pie del cerro do la )'oza humea,
el matiz de la
La blanea
aZllcena
bañas
veeiua. aldl'H.
En 811 nido de ~a\1c€'s y ('aha;¡lI~.
tOl'l'e dI'
Sierpes de plata el valle recorriendo,
Ver:se á tu luz las fuenteR y los ríos,
En sus brillant.es rocas envol\'iendG
Prados, florestas, ChOZli8 y'plantí08.
y yo en tulumbl'e difÚnc1ido, ;oh Lunal
Vuelvo (I tru YPS d••solitarias breñas
A los leianos val]PA,do en su cuna,
De umb'l'ososbosc¡uesy encumbra(iaspeñall,
El lago del Desierto reverbera,
Adorm(~cido, nítido, sereno,
Su!,;montañas pintand,) en la ribera
y el Juju de los cielos en su seno,
j Oh! Y estu~ son tu~ /llágieas regiones.
Donde la humana voz jamá~ se escucha,
Laberintos de selvua y peñones
En q lll' tu rayo con las Hombras lucha;
Porque las somb/'as odian tu mirada;
Hijas del Caos, por el mundo errantes;
Náufrago:' restos de la antigua Nada,
Que en el mar de la luz vagan flotantes.
Tnlumbre, empero, entreel vapor fulgura,
Luce del cerro en ]n áspera pendiente ;
y á trechos ilumina en la espe~ura
El ímpetu salvaje del torrente j
En nUnH~r()saRperlas se liquida
Cuando en la espuma del raudal retoza,
O ('on In.fuente llora que perdida
Entre la oscura soledad solloza. ,
En la man~i60 oculta de las Ninfas
Henrliendo el bosquE" á penetrar alcanza;
y alumbra ni pie de dl~speiiadas linfas
De las Ondinas la nocturna danza,
A tu mirada suspenctido, el viento
Ni árbol ni flor en el deRierto" agita :
No huyen los llérea voz ni movimiento;
El corazÓn riel mundo no ?alpita
.
j Se acerca el centinela de la Muerte!
¡fIé aquí el silencio 1 S610 en su presencia
Su pr()pia~desnudez el alma advierte,
Su propia voz escucha la conciencia.
y pienso aún y con pavor medito
Que del Silencio la insonuable calma
De los sepulcrps es tremendo grito
Que no oye el CUHpO y estremece al alma..
LXD
y á su muda señallle
Fantasía,
Rasgando
altiva su m, lrtal sudario,
Del infinito á la extpTlsión sombría
Remonta
Rndaz el vuel" solitario,
Hasta
el confin
de lo,; espaci·'s
hilmdc ;
arrebatada
El piélago de mundos que Rl! exti('nde
Por el callana abismo de la ~arla'! ...,.,
y desde allí contempla
El que visti() de nieve la alta sierra,
De oscuridad
las selvu8 seculuJ'f's.
De hielo el polo, <ie verdor In tieÍTA.
y de hondo azul loe cidos y lo,,: ma.res,
Echó también sobre tu faz nn Vf!lo,
Temphm(lo
tu fulgor para quP el hombre
Pueda los orbe!! nunlPrnr del delo,
Tiemble ante Dios y Sll poder le asombre.
Cruzo
perdido
el vasto firmnmento.
torno entre mí mismo;
y se pierde otl'a vez mi pensamiento
De mi propia existencia
en el n bismo,
A. 8umergirme
Delirios siento <}nemi mente aterran
.
Los Andes á lo If>jos enlutados
Pienso qne Mon las tumbas do lie encierran
Las cenizas de mundos ya juzgallos.
El último
lucero en el Levante
Asoma, y triste tu pllI'tida.,lIora
:
Cayó de tu díadpIlw ese diamante
y adOl'nará la frente de la Aurora.
jOh Luna, adiós! Quisiera
El vil lenguaje ll1alJecir del
Que tántas emociones en 811
Deja que broten y ~es nieg'l\
en mi de9pecho
hombJ'!:',
pecho
un nOll1bre,
Se agi tu mi n ¡mil, dest!sllel'a y gime,
Sintitindose
ell :a eal'oP 1>\'isionera ;
¡{ecuerda al \'prte ~u mi'",i ')n su blinlf' ,
y el frágil polvo saeudir quisieril.
Mas si del polvo libre Sp lanza \'a
Esta que loIipntfl imagen dI' Dios mi,;mo,
Para
tendel'
RU V\w]o
110
Del firmameI.:to e: inllnito
ba ..•
tan\
ahismo;
Porq. ue esos aRtros, cllyaluz
c1e.m13'ya
Ante t'l brillo del alm'l hii:t del cielo,
N o !':lln siquiera ;t rel.l<tR d~~In phtya
Del mur que se abnfá !'lU futnro \'uelo.
Teodoro Valenzuela.
LA
LECHE
MATERNAL
Una madre eruel estl'angulaba .
Sus hijos al nacer--había matado
Siete,-y el cora.z6n desapiadado
Sus feroces instintos conservaba.
La maldad espantosa disculpaba
Al ~ie de un sacerdote horrorizado,
DiCIendoque Sil bárbaro pecado
Con poder infernal la subyugaba.
Él díjole sagaz: lo que babéia hecho
Haced con otro, á. condición que, antes
Que el golpe matad0r, le deis el pecho.
lIízolo así, y al coraz6n deshecho,
Empapándolo en lágrimas quemante8,
Atrajo á su hijo con abrazo estrecho,
Santiago Pérez
LA NOCHE EN EL MAR
(Á M. ,\. s.]
Adiós, mi amigo, adiós! EIl'orvo diente
Del ancla suelta el fondo ribereño,
Y. heuchida el alta lona. flota pl leño
Como el nido de uu pájaro en pl mar.
Mi horizonte se ensancha, es el espacio;
Mi pl:.l.SO,
un ruelo; el aquilón, mi aliento:
S6lo es pequeño aquí mi pensll.mipnto:
S610 yo traigo aquí rluda. y pe~ar.
Vueltos 108 ojos á la comba paya
Que en lírna azul el horizonte lIIue!'tl'a,
Tiendo bacia tí mi abandonadn die8tra,
Vuelvo it la tuya mi espantada 111:'..
rero el:!en vano va. Surco de f'H,>llmaS
Rompe eu las agilfls la tremente quilla:
Tú te quedas pacífico en la ortllél,
Yo vuelo con el céfiro fugaz.
Cual un punto á. mi vista ciespnrer(>
El alto monte, rey de la ribera,
Del mal' en tanto~tras la uzul testera
Grande, redondo el sol se va r. apagar.
La noche viene. Su sin fin de estrellas
Siembru en mil puntos el azul del cielo,
Son lentejuelas del inmenRo velo
Que está plegado ante el inmenso altar.
El silencio es tll voz, la paz tu aliento,
hocha, que duerme;:: ¡¡obre el mar callado,
AbIsmo sObrl' abismo reclinado
En la escala de abismos hasta Dios.
Mas si guardas también en tu hondo seno
La voz del duelo y el raudad del llanto,
Des~ta f>8eraudal entre mi canto,
lJespren:ie de mis 1/1 bios ~sa voz .
.N6! Ya no quiero el ar~a de amal'gura
Que al alma 8610 su paslón recuerda;
y o la despedacé cuerda por cuerda
y á la dista.nte playa la arrojé.
Brota el mar oll:\s como p1 ttlma ideas;
Con el espado crece el pensamiento ;
QUiero m{'dir el mar, beber el viento;
Aquí ya no suspiro: contaré.
-¡,.xv,.
i Oh! Quién aquí su bien ó mal no olvida.?
Quién del !mundo se acuerda ó de sí mismo?
De un abismo delante y de otro abismo,
Entre el cielo y el mar no hay sino Dios.
Doquier que el a Ima en la mirada vuele,
El infinito encuentra;
de Dios huellas
Son las mil ondas, 80n las mil estrellas
Que cada cielo, cada Ular da en pos.
Con AU perfil de luz se alza la ola
Como la crío del mal' que riza el viento,
Y, fecunda cual grande pensamiento,
Cien nuevulI olas hace borbotar.
El mar, así, en sus aguas y en sus playas,
Todo horizonte, toda zona encierra,
y ciñe en tre sus brazos á la tierra
En su táh:l.ml, hirviente de coral.
. Él ve volar el tiempo hora tras hora,
Retrata el cielo estrella por estrella;
y ni cielo ni tiempo
dejan huella
En su hondo seno ni en su m6vil faz.
Si onda de sangre hasta sus ondas corre,
Purifica su linfa en la ribera:
Hoyes ter,;o y azul como antBs era
El mar de Navarino y Trafalgar.
Élla~za, su rumor y su marea
Que sonante {¡ la p)aya se desboca;
Mas, ora dé en la a rena, ora en la roca,
Quiébrase en pila y vuelve con clamor.
Las agnaR llega~ y en el linde mugen,
Cada corri~nte arra~trasu c~l.dena,
y en movedizo círculo de arena.
Mueren el nkaje y 1'1 rumor.
Del alto m(~llt~!y de \B,t,\ agrias rocas
Ruedan á él hinchado,- los tOl'rentm"
y aI'l'astran mug'iduras ~l1Se 'rrie~lte8
Los a rroyos, los ríos. hUHtft. él.
Es su manto la aurora, el sol su estrella,
Los íris sus rayadn¡.l utÍreolas ;
El céfiro el su!'piro de su~ olas,
El cielo ilimitado su dose!.. ....
Por UI1 palmo de t ip.ITa divididas
Las nacione~ á guerra se llamaron;
Mas los mareH entre ella~ se lanzaron
y rlieron p.or confín la inmensidad.
LXVI
La inmensidad, qne Fult.on algún día
Recogió como un polvo entre eu mano,
E hizo un pueblo, anudando el Oceano,
De toda la di:ipersa humanidad.
Bello eres, ~far! Baj(, tu manto de olati
Otro universo inmenso se dilata,
Do en nidos de coral, lecho8 de plata,
Brilla el delfín v morlL pl Leviatán.
y es cada 1erl~ de tus hondas fnentes
En tu cáliz de roca desatada,
Globo de vida, límpida morada,
Dond~ mil seres en su mundo están.
Siempre sublime! Ya cuando la calma
La. ola reclina sobre la ola inerme,
y como infante que en la cuna duerme,
Dueño de las tormentas, duermes t6 ;
Y ya cuando del fondo de tu abismo,
.Arrastrando la muerte entre sus alas,
Brota armada y gigante como Palas
La tempestad sobre tu frente azul!
Lázaro María Pérez
LA LIMOSNA
A mi hija,
Oye, hija mía: cuando el pobre toca
JJe puerta en puerta, mendi~ando un pan,
Nos lo pide por Dio!', y el D108 que invoca
E8 el miAmo que á t.odos pall nos da.
El
Para
Con
y en
Padrl' uIliver~al tiene un cOJ\suelo
todo d(.jor: v CHd1l. biéu
que ROCOl'I'eaí poure sube al cielo
densa lluvia tÓl'I\llse al caer.
Por eso es su caUdftd inagotable;
Por eso cada bién abate un mal;
Por eso encuentra pan el mis"rable,
Por eso el desvalido enCUQntra hogar.
Tam bién la caridad f'n su eficacia
Da una lim'osna y la reciben dos:
El que la pide, u -¡ pan que su hambre sacia,
El que la da ... la bendición de Dios.
y el aturdido mundo no percibe
Quién en esa limosna gana más,
Si el mendigo infe~iz que la recibe
O la mano piadosa que la da..
Pero en este dilemn no hay l'azones:
Calcular es lo mismo que sentir:
Si das r~n y recibes bendiciones
¿ La dádiva mejo¡' no es para tí'l
San Juan de Dio~, que avaro persep;uía
Para ofreeerle phll {¡ la orfandad,
Al ponerlo en !'IU mano le decía:
(( j Gracia!> por la iimmilla que me das! »
Ko olvides, hija mía, la enseñanza
. Que en<:ierl'a el dón munífico de Dio~:
Si de Fe se lllimpnw tu Esperanza,
Busca (lB la Caridud tu galard6n.
--+-· .....•.....
):'1.~/--~··
José María Rojas Garrido
EL DIA
Suspenso Adán, mirando las estrellas,
Piensa que fue ilmdón la luz del día,
No sabiendo que el H!o1troá hundir volvía
En nUe\'a sombra el J'e~planclor de aquéllas!
Se rinde al suef¡o; las brillan tes huellas
Alcanza á ver de] mundo que perdía:
Despi€'rtu entusil:l !'lllado ... ¡el ~úl venía
A confirma r sus ilusiones b~l1as!
Desde entonces Adán ,yel'gue la frente,
y no la nubla incertidumbt'e aciag8
Aunque el astro se esconda en Occidlilnte,
i Porqu~ el morir con duda horribleamaga.
Si la vida también vuelve al Oriente
Cuando finge el ~epuJcro qUt! la al'aga!
Gregorio
--
Gutiérrez
González
.
AL DIABLO
Nadie te canta. rey de los infierno.,
No hay una lira que te dé su voz
.
Es que el influjo de tu sér maldito
No puede al bardo dar inspiraci6n.
Es que el poeta, al ensayar sus trovaII,
Teme iU canto profanado ver
Al pronunciar en !:lU8endechas tril!ltes
El nombre aborrecido de Luzbel.
Es que la mano, trémula de espanto,
No halla notas de luto en el laúd
Para cantar al ma.ldecido arcángel
Que osó u8urpnr la omnipotente luz:
Pues sólo tú junto á tu Dios pudiste
l'n crimen en el cielo concebir,
y s610 tú con tu ambición inmensa
Quisiste ser el soberano allí.
Angel caído, por fundar tu imperio
Cogiste el cetro como rey del mal,
y haciéndolo tu esclavo le quitaste
Su vaeta prole al infeliz Adán.
'fú, en el Edén, de la vedada fruta
Diste engañaBa á la primer mujer
Por tí Caíll con fatricida mano
El pe'~ho hirió del inocente Abel.
.
Ciega por tí la humanidad un tiempo
Un templo y un altar te levantó,
y bajo forma8 de infinitos diosea¡
Te adoraron los hombres como á Dio••
Pero cay6 el aborrecido imperio
Que con tu ini-Iujo levantaste tú,
Al alumbrar las lóbregas tinieblas
La hUUlild8insignia de la 8anta Cruz.
y desde entonces tu poder oculto
Hace al cristiano corazón temblar,
Pues ve que incierto su destino eterno
Entre su Dios y tu poder está.
LXX
Aún en la infancia al inocente niño
Amedrenta tu mágic:J poder;
y en medio de la Boche, desvelado.
Cree qua tu forma en las tinieblas ve.
En medio de SU8 castas oraciones
TienJbla la virgen al pensar en tL ....
y medrosa tu torma!!le presenta
Al criminal en su angustioso fin.
...... . . ................... .. .. ........ ....... .............
¡Pero, n6 L .... que mi mano temblorolla
No halla notas de luto en ellaód
Para cantar al maldecid o arcángel
Que os6 usurpt'l.l' la omnipotente luz....••
¡Súfre sin fin la maldición eterna
Que tu delito mereció, Luzbel! .
Mal no te miren mis marchitos ojo.
En mi lecho de muerte aparecer.
.
Medardo Rivas
LA DOLOROSA
DE MI
MADRE
i CÓmo no te he de amar, virgen hermosa
De ojos benignos y divinn faz,
Si ante tu imagen plí,lida y llorosa
Gocp.en mi hogar de bendición y paz!
Siempre te miro con sin par cariño;
Tú consuelas mi pobre corazón,
Que ante tu imagen ufrecí de niño,
Lleno de fe. mi cándida oración 1
i Cómo olvidar podré qUi:'en su 8g-onía.,
.En su~ horas de angm,tia y de pesar,
Mi madre á tí, llorando, se acogía,
y su lJanto á tu llanto vi mezclar!
Santa virgen mujer, Madre de Crillto,
A quien viste morir en una cruz,
¡Cómo podré olvidar que yo te he visto
De mi padre velar la (¡ltima luz I
Ay! quién tuviera, quién tuviera ahora
El corazón nutrido por la fe,
Para ofrecerte mi oración. Señora,
Como de niño mi oración alcé I
Mas nada. puedo conaagrarte.
El cielo
Una hija me rlió, Madre de amor,
Tu nombre lleva: bríndala consuelo
Cuando ante tí la lleve su dolor.
¡ulio Arboleda
EL VIERNES
SANTO
Tristenwnte refJosaba
La natura soñolienta,
Ya su luz amarillenta
Trémulo el sol refl(>jaha.
la pélrdl:l arCHa
pálidn vislumbn'.
y del Gól~ota la ('urnbre,
TiñPllcJc,
('011
. De
~1l
el'Í7.l1dOH
pinot,; I ellll.
El ma r no besa In playa,
Y, ya en la plena marea,
ellal espejo que argentea,
Sus terSO.8 olas explaya.
y ni las n las mo,'ía
La inconstante mariposu,
Ni 18 mosca bulliciosa
Turbar el aire se vía.
En el Cl'"ierto arenoso
Duerme el león ; cabe el Nilo
El repleto cocodrilo
Halla calor y reposo.
No cae ia hoja marchita
Del árbol; todo en el mundo
En un silf![Jcio profundo
Tranquilamente dormita.
y 80bre el G61gota guarda
Tres maderos, que ha clayado,
El pretoriBno soldado
DescanH8ndo en la alabarda.
En el del medio, á lo lejos,
Se ve brillar CJ811samente
Una luz que hacia el Oriente
Manda plácidos reflejos.
De súbito nueva luz
El c6nca vo cielo h iende,
Y cual corona desciende
Sobre la infamante cruz.
Se entra el lilolal mar profundo
Pero E-ntrela noche oscura,
Que da vasta sepultura
Entre SU8 alas al mundo,
Brilla como un meteoro
La cruz en que está fijado
El que, muriando, ha salvado
Al homhre de eterno lloro.
Su lIoble rostro, marchito,
Que illefable luz circunda,
Despide un \'ayo que inunoa
Todo el espacio infinito;
y por doquiera que están
Los justos, el corazón
Les advierte en conmoción
La caída de Satán.
Los áng'eles del Señor
Bajan desde el alto cielo
y !óle humillan en el suelo
Ante el muerto Creanor.
Del mudo dolor en pos,
Fijos los enjutof> ojos,
MaIia ve 108 despoj08
De su Hijo y de su Dio8
.
Tú ullí, j un to al crucifijo,
María !...... tú al fin lloraste,
y tus lágrimas mezclaste
Con la sangre de t,u Hijo.
j
Allí le oíste d(>cÍr
Que Juan tu hijo sena, .
y un hombre pudo á María
Ya cual ~ladre bendecir,
De .Juan hermano SOyyo
.
¡Madre! j Cucín dulce es el nombre
Con que Dios, lIama¡'te, al hombre
Al morir le permitió.
¡ Madre! j Oh Madre ~ i para mí
De JesÚs la gracia 'alcanza;
Yo UUSC( fe v esperanf.a,
1
Caridad y aÍnor, en Tí!
Rafael Tamayo
AL TRABAJO
Mirad la augusta selva; el éter puro
Con sus ramajes seculares hiende,
y de su fondo en el recinto 08curo
La enredadera su follaje extiende.
Bajo los llens,)s toldos de verdura
Rueda sus turbias ondas fraf!:oroso,
Rompiéndose al correr contra las peñal,
Indómito torrellte, y hondaH breña.s
En 8US lóbregos antros lo reciben;
y en medio la espesura.
Sin trabas, ni señor, ni leyes viven
Lo; salvajes monarcas de los boaques,
Del rey de la natura
Temidos por su fuerza y su bravura.
No penetran del 801 los limpios rayos
El tUJ.lidodosel; y eterna sombra
La flor envuelve que con tintes gayos
No alza arrogante su corola al cielo,
y mustia y sin olor se inclina al suelo
Que cubrp espesa, enmf rañada alfombra.
Hora mirad: al golpe del acero
Los centenarios troncos se estremecen
y el campo cubren con su ill11)ensamole,
El tigre carnicero
Huye al mirar por extranjera planta
Su misterioso asilo profanado;
bl sol, que en el Oriente se levanta,
Sobre la parda a1fGmbra brilla puro;
Las sumbras dejan el recinto oscuro,
y la antes mustia frente,
Del astro rey al cariñoso rayo,
Yergue la fior, que dl'l festivo Mayo
Al amoroso ambiente
Al aire libre ~e desvuelve y crece,
y el aura ilquieta su!' estambres mece.
La labor de las hachas viene luégo
El devorante fuego
Activo á completar: al eieln Hube
De humo e!ipeso vagaroso. nube;
Centellas lanza el abraaado tronco,
Ant~s columna de la selva oscura;
Yen la feraz llanura,
Que en la extensión H biert.a se dilata,
Se ve rodar el mugidor torrente,
En cuyas crespas ondas se retrata
Del vivo sol el rayo refulgente
y de la luna el resplandor de plata.
De8pu~s vendrá el arado las entrañas
De la tierra á l'omper: lindas cabañM
Al aire elevarán su frágil techo ;
y en los eitivos meSI!S,
Con gentil susurrar, el vago viento
En blando juego doblará las mieses.
El ri\ pido torrente sus furores
y BU vital aliento
Al hombre rendirá., y en 8U camino
Hará girar la rueda el!'l molino,
O regará la tierra l:ll 108 calores
Del sofocante. ag:')binc1or veran!).
Dellatrador
]u encallHcida mano
Los frutos cogerá. que en los radmos,
Cual justo galardón á BUS sudul'e~,
Le brindará naturall'za opimos;
y á la ambición y á la codicia Hiena
Su quieta .•.ida cl)rrerá serena, .
Como callAoa fuent€ entre las flores.
¿ A quién prodigio tal, á quién se debe
Tan benéfico cambio? ¿ Los portentos
Quién l'eali~ó de trasformar la selva
En campo cultivado, cuyas galas
Con carJñosas alas
En trémulo vaivén doblan los vientos?
Al gpllio del t.rabaj (): !'lUalto influjo
En 11I'\)\'echrHlosdones cambia el lujo
Con que vistió la pr{¡vida natura
La s~culHr montaña;
El Trabajo. potencia que encadena
Las fuerzas de los libres elementos;
QIlP (~ambiaIA llanurA.
En a./egr<,sy rica!'l heredades;
La selva de los siglos respetada
En bullici')~()Rpueblos y ciu(ladeH,
y en ri~llf!ños .Y plácidos recintos
Su::; misterios. )s. dt'll ,;ns laberintos,
Nada en ellllUlldn á su poder resiste,
1\ada á su empuje colosal: él viste
De eLlificiosflotantes
LXXVI
Del vasto ma.r las pr ,celosa .• onda!i~
y de floreH ft'aga.ntes
La ca.mpiña fera.z ,\' ?spig-as blonda8;
y hit>nden á su esfuel'zo
Las aéreas re~iones del e:;pacio,
Con aguda;,; almenufol el palacio,
y con sus techos de livianas cañas
Dellab)'udor
sencillo las ca.bañas,
Monstruos
form6 que la ancha f,LZ del mUllclo
Veloce8 surca.n (:on potente alie ¡to.
y que alígero; má.~ que el raulo viento
A impulso del vapor llevan d')'IUiera
Los variarlos
proJucto~
con <¡l\l~ inunrla
Activa indust~'ia 11\ t.errena esfem,
Una mano fecunda
Que millares de copias produjel'''
Del fugaz pf'l1samiento
eldma
.1uiso,
De ansia \loble de elevar Sll dUt·:o
y de su im¡:.el'io dilatar sedienta:
Yel Trabajo
t~naZ creó la imJ->J'pnta.
Rasga el trabajo
\:on divina antorcha.
LaH denHuH nieblas de la mente humana,
y con las nubles dotes del ingenIO
Benigno la engalana,
y la hace d~' las cierH.'ifi8 y las artes
I;:greg.a s<Jberana.
El de Colón el podel"O!o genio
Impuls6 á que trazara
en bhmca estela
Con la quilla de fl'ál7i1 carabela
De la igil1lradu America el camino,
Sobre el cristal enlllltc,; no empañado
D: misteriosos
mares;
y diÚle
la
constancia
Para lanza¡'::-:! tl'as igllt lta zona.
Por móvileH aliento \' aBadía,
Por allls ['izos de flotante
lonu ;
'\ por lJremj() á su esfuerzo}" gallardía
y ~ill igual vict',l'ia,
Le di~cerni(¡ ;a Historia
11e hlenhedwr
del mundo la COl'ona.
('¡dma el Trabajo
el angustioso
llanto
CI,n que la faz lid hombre artera.inunda
La dt'Hg-r;¡cia cruel, y eu lafl heridas
D,·' ruto cori."tz,·¡n bÁlsamo santo
Dcrrámale
pn,picia
Con blanda mano la labor fecunda.
La sndoroRa frentl~
t, SU yugo ~e rinde, no Beaba~ :
Nó; que antes bien altiva se levanta,
y sobre ella el létargo
O el fastidio indolente
Nunca sus alaH perezosas bate.
A la insegura planta
Que en la insidiosa senda de los vicios
Llega á posarse, con potente mano
Benéfico el Trabajo la desvía;
y á la región de la virtud excelsa,
Do brilla puro de verdad el día,
Lleva al mortal que en su poder confía.
Ql.1e
Fácil conquista al ambichso ofrece
La postrada nación que en la indolencia
y en ocio blando y en miseria yace,
y fáeil presa de sus hijos hace
El despotismo audaz; no á sus iurores
En cambio cede quien el tuerte brazo
Acostum bró desde la tierna infancia
Del obrado¡' Ó el campo á las labores;
N6, que jamás el ominoso yugo
De extranjera legi6n la altiva frente,
Do bl i\la de los bravos la arrogancia,
Cobarde rendirá: arde en su mente
De libertad la ~acro8llnta llama,
Y altanero Heñor en la impotencia
S" verá de abatir su independencia
y de a paga r el fuego
Que su alto pecho poderoso inflama.
i Oh santa Providencia!
Tú, que colmas de encanto y de alegría
Cuanto creÓ tu bondadosa mano,
y das al claro día
Su mágico csplen ior, al Oceano
Sus turbias ondas, misterioso arcano
Al corAzón del hombre, y del destino
Llevaderos hiciste
El amargo pesar y la agonía,
Cuaudo la sabia ley nos impusiste
Del bienhechor Trabajo, que la vida
De almo con~uelo y de eeperanzas llena,
Haz á la Patria mía
En alas del Trabajo á las regiones
Del progreso vola¡': sus altos dones
Prenda de paz y venturanza sean.
Caigan también sus gratas bendiciones
LXXVIII
Sobre mi humilde frente;
Luzca en ella el Budor con que á los buenos
Ganar mandaste el terrenal sustent.o :
En incesante brío
'
Haz que jamás desmaye, ni indolente
Ante el cansancio ceje el brazo mío;
y cuando llegue para mí el momento
De recibir el eternal salario,
Grave una manl) amiga
En la sencilla losa
Que cubra mi sepulcro solitario,
Una inscripción que al caminante diga:
Al fin aquí de su labor reposa;
Cumpl~ó en el mudo su mortal tarea:
Blanda la tierra á 8US cenizas sea.
jI ...
oo'
Candelario
Obeso
MIRAD
AL CIELO
( Tr"ducdón
de ]onathao
Cuando en vue~tl'o redor l'evudta
La tempestad teniblp de la vida,
Vuestr0
VueAtra
Lawrcnce)
ruja
y sintais que flaquea
pie aqllel ill"tallte, y quP vacila
débil 1'U' Ó!l; si amedrelltttda
~p aleja fugitiva
De vos la fe, tranquilo, iuq;ertul'oable,
En tallta confusión, con mfinita'
Invencible piedad, alzad al cielo
La entUl'biada pupila.
Si los caros amigw; quP estrechá8t~i8
Cuando todo en el mundo OR sonreía,
Ingratos olvidaron,
Hoy que os tortura del dolor la espina,
Que en medio al esplendor de vuestra suerte
Siem pre alguna sonrisa
Tuvísteis para aquel que era dichoso,
O una lágrima ardiente al que sufría,
R€'cordad que en el cielo
Existe una amistad que no se entibia.
Pueden alguna vez con faz risueña,
Como tras recia tempe~tad se mira
Acas'o un arco iris,
Tornar las ilusiones d~ otros días;
Empero, no olvid~ís que ella!!!oRtentan
Sus galas atráctiva8
Para volar despu(.s. Si sus encanto!!
Os brindare la inquieta fantasía,
En lágrimas bañado,
Con penitente compunción, ]a vista
Convertid hacia el uHtro cuya lumbre
Eternlirnt:nte brilla.
Las personas, tal H'Z, á TOS más caras,
Emprendiendo del mundo la partida,
Con el adiós postrero
Más insufrible harán vuestra a~onia.
Desde el hondo silencio ql:e os 'circunde,
Por sobre la.8 cenizas
De e808 seres queridos, resignado
El alma levantad á la divIna
..\'lansi6n encantadora
Donde nunca esas flores ~e marchitan
LXXX
j
y llegando la muerte pavorosa
A poblar de terrores la escondida
Región de ]0 futuro,
y á cubrir con 8U manto las sombrías
Escabrosas veredas que corristeis j
En hora tan temida,
En vuelltra confu8ión, imperturbable.
Con piedad infinita,
Re.~na.do y conforme, alzad al cielo
La t'nturbiada pupila:
y d88pu~8espirad pero d(' suerte
Que rueden confundida.
En vuestro la·bio la oración postrera
y la última 8onrisa ...
I
José Asunción
Silva
CRISALlDAS
Cuando enferma la niña tc:davía
I'lalió cierta mañana
y recorrió, con in_seguro pallo,
la veellla montana,
trajo, pntt'e un ramo dI-'silvestres flores,
oculta Ilna crisálida.
quP en llIl aposento coloc6, muy cerca
de la cUIlita blanca ...
Cnos días después, en el momento
en que ella expit'uba,
y todos la veíal ('on 108 ojos
nublados por lall lágrimas,
pn 1"1 instante fOilque murió, sentimos
lev!' rumor eJE' alas
y vimos escapar, tendel' el vuelo
por la antigua ventana
que da sobre el jardín, una pequeña
mariposa dorada .•.
!!:
La prisión, ya vacía, del insecto
busqué con vi~ta rápida;
al mirar ví de la difunta niña
la frente mn::;tia y pálida,
y pensé;, si al dejar ~u cárcel triste
la mariposa ala.da
la luz encuentra y el espacio inmenso,
y las campe.itres aura~,
al dejar la IH'isión que las encierra
qué encontrarán las almas ? .. ,
Luis A. Restrepo Mejía
LEJOS
DE MI MADRE
( Fra~Olentos )
Brilla fugaz en ]a azulada e~fera
La tibia luz del expirante día;
TriAteAcantares en ]a ¡¡elva umbría
Pre]udia el YI-'Spertillotrovador.
Sobre]a azul, leiana cordillera
La luna ostenta: sus seucillasgalas;
Cierne el Milenciosns siniestras alas
Del cielo al apacible resplandor
.
j Vén, solitaria ninfa misteriosa!
Tú que de amor y desventuras llena
Errante lloras la ignorada pena
Que acongoja tu seno virginal !
Vén; y en el cáliz de ]a flor hermosa
ViertalJ tus ojos gotas diamantinas,
Que hurtarlÍn á sus hojas purpurinas
Los besos de la brisa matmal.
Vén, y despliega joh Noche!]a preciada.
Límpida, veste de zafir ]uciente;
Muestra la que orla tu apacible frente,
Aureola, de pálido ful~or.
y cuando vueh-a el alba- son rosada,
De sua ves re!'plandores revestida,
A tu oscura lIIansi6n desconocida
Irás á repo!'ar con tu dolor.
Vén, vén, que qt:iero acompañar tu duelo,
Enlutada, tristísima viajera;
De dolor una queja lastimera
Quiero confiar al céfiro ve]oz;
Que si agitado de amoroso anhelo
En torno giro la mirada ansiosa,
Ya como antes la madre cariñosa
No res¡:onde solícita á mi voz!
11
Cuando en las sombras de la noche umbro8a
Quieta se aduerme la ciudad tranquila,
y en las etéreas bóvedas titila
De e¡,¡tl'f'llas el enjambre brillador;
Cuancio el aura nocturna
vagarosa,
Cargada de gratísimos
olores,
Tiende su fácil \'lIPlo entre 11:18 flores
y las mece amor,)sa
sin rumor;
y OP la luna pálida y helada
Bañadas en la lumhrp, diama,ntinil,
Al rumor de la fuente cristalina,
Siem}Jre agitada
ell rápido vaivén,
Las :linfas de la selva perfumada,
Confundidas en g:rupo misterioso,
Vagan, flotante e, manto vaporoso,
Enguirnaldac1a
la l'Il diosa sien;
En esa hora de apacible ealma,
Cuanclo del sueño al !;eductor encanto
1\06 olvidamos del pasado llanto,
En delicioso, lánguido
sopor,
En el altar se eleva de mi alma
La dulce imagen de la madre ausente,
y su mirada tierna, sonriente,
Grato cl1nsuelo brinda á mi dolor!
III
Ah ~ ¿ dónde está la <¡ue en dichoso día.
Amorof.;a meciÓ mi débil "Cuna,
A lOAfulgores dp la blanca luna
QUf' retrata el Aburra. en su cristal '!...
¡"No son las brisas de la Patria mía
Las que alegres su~urran á su oído;
No la deleita el esplendor querido
Del antioqlleño
cif!!o tropical!
A ye dI' }Jaso que en fa tal caída
Veloz arrastra
embra\'ecido
viento
y vE, á exhalar su pOHtrimer lamento
Bajo los rayos de extranjero
sol. ...
1Qué de dolores Ú t u pelad postrera
Deparaba
crtiella Huerte impía 1
LCuán pronto de tu dicha, madre mía.,
Se oscureci6 el ri,;ueño tornasol l. ...
Angel María Céspedes
LA JUVENTUD
[ Poesía
Florales
laureada
DEL SOL
con ¡"¡aleta de oro
en los JuegOlt
de Diciembre de 1908 en Bugotá
].
Era nn !'ileneio trágico que hervía
En la iínfor'a PIlol'rrie de la Iluda ;
Una !iumbra l1lortal que retpnía
Con Sil rtln no frenética .r cri~padll
Toda ia inmensidad,
En Sil secr'eta
Desolación caÓtica el vacío
Semejaba un monstruoso analfabeta
De luz y J'itmo. Allí la pavorosa
Noche sin fond!); la mudez que reta;
El triunfo cadavérico del fr'lO ;
La imprecación callada y misteriosa
De lo qUE" no es y quierH ser. Difusa
Por la extensión, alguna voz discreta
Consolaba e~e \'órtice sombrío
COIl prome8aS amables é inspiradas;
y al escuchar Sll acento, en la profusa
Sombra, se dE"bHtÍa una confusa
Palpitación
<lf' fÚrmlls incl'eadn~.
Una gran vida oculta, .Y anhelante
Seadelantaba en su calor futuro;
Por la aridez del éter, á un c()njuJ'O
ExtrañlJ, erraha un soplo acariciante
De predestinación
que le auguraha
Frf!scOI' dI' lirfa~, plácidos verdores
De selvu, can tus de ave, 0101' de ftol'e~,
El silencío en sus fauces sofocaba
La ol'qnestaci{¡n dI" toc)os 108 rumores;
y al qUf>rer expl'e~ar PSHSig-Tlota:-;
Entonaciones
de que (>,.;tab:l lleno,
Se anudabln los l'uídos \' las notas
En la ansiedad
de su eorlvulso ¡-¡eno.
Una orllci{¡n la noche halbucín
Al presentido
resplandor
dd día;
y cuando ~ esa deidad potelltl' y hella
Elevaba sus éxtasis, latfa
En cada pliegue de la sombr'u fr'ía
Algún germen inc6g'nitu de estrella.
Entonces fue CUfllldl) vibró ese grito
Poderoso que mide lo infinito.
y para "ít.l11pre al1laneei6,
La nada
Tu\'o al fin corazÓn y pensan!ipnto;
Sintió la magia del sonido'y pudo
Meditar fOn ltl, luz, Pnll\pa ignorada
Re\·i¡;;ti(¡ el ¡,¡eno del espacio mudo;
Abriose un matinal
flor'erimiento
De c1ariclad, \. así como la idea
Que í'ohl'e IÚ;g-idas frf'ntes aletC>R
I'r'e('i~a al ('alío su ful.gol' di~pers,)
En la ~oiiadn reaJidnd del \'PT'SO,
81" COndell.~(¡
pOI'
p,
illlplll~o misllIo
La hog·uPI'H. que illcPlldi;,ba eluniv/!rso,
y hasta 1('¡Jiu'los flmbitos pl"olUl1uos
EstallÓ ullte la sC>IUhr'a del a ui.o,; mo
En un ~IOl'it¡so 1'('vPllta.r de mundos.
Yo. n·ilcednr de la legión somol'Ía
Que nunea ante él (,¡-firmamento
puebla,
El ~:ol. prufeta rubio. aparecía
A redimir del mal de la tiniebla,
En uua protectora
epifanía.
La tielT8 opaca
se vistió de lumbre;
y persiguiendo misteriuso ra!;tro,
Empezó, pOI' la cóncélva techumbre,
A describir con cieg:a certidumbre,
Su et~rna
Iíllf)R
al¡;ededol'
del Astro.
y lo mismo la pléyade que tiene
Fulgor y movimiento por la gracia
Del Sol, que en ella !Sil ¡Joder espacia
Con blanno imp('·río,
y
queen diver50enlace
La aproxima J' la aleja y la retIene
Entre la paz de las regiones quietas,
Con el mágico i:Jflujo que lo hace
Juglar
maravilloso
de planetas.
Hubo un fecundo burbotar de yida
Al arribo
Potefltad
DI! toda
Brotara
¡lel Sol; .v!'lU amorosa
hízo que ell el alma ansiosa.
la crefLeión recién nacida
\lna ulegr'ía gene¡'osa.
Filtró flll rayo en medio de la tierra,
y como huella de triunfal decoro.
Marcó
Sll
paso en
el
fil{¡n que encierra
El subtRrraneo amanecer riel oro.
Visitó las pntraiius ateridas
Dei mar; tiñ6 de brilladora8 llamas
Del "ug-o pez la8 t,rf~mulal'l escamas;
Rubonzó las eonehas escondidas
LXXXVI
Al calo\' de l'\11f', beEios siderales.
y fue dejando en la r'pgión umbrosa
El rastro de su sangre luminosa
Coag'nlada
en racimos de coralf>8,
Rec()I'J'Íó la~ monótonas
praderas,
Que ch~spprtHr{)n de su verde sueño
Para dbrir en un éxtasis rislwiio
Los labios de sus f10rps mañaneras,
Entonct.'~ él IWlldi.io la llegada
De toda aqUf:,lIa corte pp.'fumada:
Pre:-;tó á los ¡¡r'jos una paz di\'ina ;
A los iazmÍ1ws, clásíea fI ureola,
y diÚ'Ú las rosas gracia femenina.;
A lo", claveles de gentil co. ola
Infundió
sensaciones
indisCl'etas;
Un juvenil ardor á la amapola
y ulla alma conventual á las violetas.
Yel joven rey sonrió; pOl'que lo mismo
Que desplegó después sohre el abismo
c~ arco je matice~ célestiales,
En la alianza de Dios y 1014 mortales,
Al t'smaltar de pr6digoR corales
El valle, las Ilanuras'y la Hierra,
Quiso que fuernn las variadas flores
El iris de su alianza con la tierra.
Él inculcó sus máximas fpcundas
En la velada gesta.ci6n del suelo;
En las entrañas hoscas y profundas
Hizo latir el ma ternal anhelo;
Despertó las semillas quP- se auuerruen
Absortas en uu íntimo t¡'ibuto,
E inició esa gran viJa que es aliento
De una ilusi6n prolífica en el germen;
En la flor, aromo80 sentimiento,
\' que, llegado p: esplendor uel fr'nto.
El'! el brote feliz de un pensamiento.
Despui's. al p¡'eludíar entre la orquesta.
Del mundo acorde en armoniosa
fiesta,
Vio el hombre por el cielo bendecida
Con bendici6n amante su esperanza,
Cuando con tenue palpitar de vida,
Onduló bajo el aura estremecida
El sumiso verdor de la labranza,
Desde entollL'eS el sol vierte
A raudales
Los dones de su numen cariñoao
Hobre todos los seret3 terrenales.
Entre el ardor del estival reposo,
Esparciendo sus luces cellitales
Halaga t'1 ocio Ó acaricia el sueño
Al envolver el cuerpo del mendigo
En el tihior de su reflejo amig:o,
Unge sus llagas, le recoge el ostro
y ennoblece 1a~ línea.8 de !,IU rostro.
En las mañanas, con mirar risueño,
Por la tibia humeda.d de los vensiles,
Contempla los retozos infantiles
y agasaja sus locos desaliños;
( El vio Jugar á 108 primeros niños
{'on regocijo paternal). ~u rayo
Con Un orgullo belicoso late
Cuando al tocar en ósculo de gloria
Los acel'O¡;¡ que marchan al combate,
Les anticipa UIl brillo de victoria;
O se diluye en un febril de"mayo
Paru sel' como vívido intrigante
Que e¡;¡piando las ~c~nas amor ••~as
uonde hablan dos el'píritns de hinojos,
Hace surgir destellos en los ojo .•
y reventar en las mejillas, fosa:,!.
Unge los campanarios y lo~'mantee;
Al deslizarse en el rauda I SOllOI'O
Complica los mi~teI'ios de :a espuma;
Serena con su paz l(,ls horiz,llntes,
y amante riega sus efluvios de oro
En la flut', en la hoja ,ven la pluma.
Aclara la sonrisa, que es UIl cunto
Que se asoma á los labio!:! inexpreso,
y glorifica con radiante besu
La ~ilencio8a majestad del llanto.
El sol es siempre jovel!; desde el polo
clesata eternamente
Su relilpl&udol', en quP ~e esconde el iris;
y lo proclama el corazón ferviente
Numen del arte y la belleza: Apolo;
Germen y centru de la \'ida: Osiris.
El sol e~ siempre juvl-m: el ar<:ano
De sUgnlll juvpntnd no languidece,
Porquf' lo mi,·mo que pl amo,- humano
Es muyantig-uo
jJ!m..• nu envejece.
La noche, que es SlI ausencia. tenebrosa,
Guarda un recueJ'do ¡,uyo en cada estrella.,
Pue8 aunque irrailíe en un confín lejano
Al trópicu
LXXXVIII
.EI sabe eo todo perpetrar su huella,
y en tanto que se apartan .sus reflejos
Aón nos acompaña desde lejos.
Rima al sur ~ir en bmzos de la aurora,
Su himno de iniciación, glorioso canto;
Enciende en derredor, mientras la hora
Meridional los á.mbitos colora,
Un hondo palpitar fecundo y santo;
y una promesa entre sus lu~es arde
Cuando se envuelve, comoen regio manto,
En la púrpura noble de la tarde.
Enrique
Alva.rez Henao
LOS TRES LADRONES
Epoca fue de s6J'didas pasiones;
El pueblo de rencor estaba henchido,
Yen el G6lgota. en sombras convertido,
Colgaban de SllS cruces tres ladrones.
A un lado y en rabiolSas contorsiones.
Expire ba \lr. ratero empedernido;
.
En el otro, un ladrón arrepentido,
y en medio Un robador de corazones.
De luto se visti6 la vasta esfera;
Gel'itas, el malo, se retuerce y gime;
Dimas, el bueno. en su tortura pspera,
y el otro, Aquel de luenga cabellera,
Que sufre, que perdona y que redime,
Se robó al fin la humanidad entera .
•
IsmaeI Enriqu~ Arciniegas
A SOLAS
Quieres qne hab~em()s '? Está bien. Empieza,
Bhbla:-1 mi corazón como otroA dín.s .
Pero n6 !
qué diríati!'?
¿ Qué podrías decir fl mi tri¡.;teza ?
...... No intBntes disculpaltt': todo eil vano!
Ya mu.rieron 1m; l'OS::l.S
pIl 'o'! hlH'rto;
El campo verde lo ",ecó el "erano,
y mi fe en tí, como mi amor, ha muerto.
Amor arre~pntirlo,
Ave que qU1ere~regre¡,;ar al nido
Al través rle la e8curcha y las neblinas;
Amor que vienes aterido y yerto,
Donde fuiste feliz
ya todo ha muerto!
No vuelvas
¡ Todo lo hallará" €'lJ ruinas!
A qué has venido? Para qué volviste?
Qué bu8cas?
~adie habrá de respondertel
Está sola mi alma, y estoy triste,
Inmensamente triste hasta la muerte.
Todas las ilusiones que t.e amaron,
Las que quisieron compartir tu suerte,
Mucho tiempo en la sombra. te esperaron,
y se fueron
cansadas de no yerta,
Cuando por vez primera
En mi camino te encontré, reta
En los campos la aleg-re primavera
Todo era luz, aromas y armonía.
.
Hoy todo cuún distinto
Paso á paso
vía.
-Nave sin rumbo entre revueltas olasPensando en las tristezas del Ocaso,
y en laH tristezas de la8 almas solus.
y f;olo voy por la desierta
En torno la mirada no columbra
Sino aspereza y pára.mos sombríos;
Los nidos en la nit:ve está.n vacíos,
y la estrella que amamo~ ya no alumbra
El azul de t.us sueños y los míos.
Partiste para ignota lontananza
Cuando empezab:-1 á descender la sombra.
XCI
...... Hecuerdas? Te llaIllab~ mi esperanza,
1Per'o ya mi esperanza no' te nombra!
No ha rle nomhrart~ !.... Para qué? .. Vacía.
Está nI nra, y la historia yace trunca"
iYa para qu{. esperar que irradie el día!
i Ya para qué deeiros: Todavía,
Si una Vl:Z grita en nuestras almas: Nunca.!
Dices que ere~ la misma, que en tu J.lecho
La dulct>llama de otros tIempos arde-;
Que el nido del aJllor no está desheeho ;
Que para amu¡'nos o+ra vez no es tarde ....
Te engañasr. .... No lo creas!... ..Ya la duda
Echó en mi corazón fuertes raíces,
Ya la fe de otros años no me escuda;
Quedó de sueños mi ilusi6n desnuda,
y no puedo creer lo que me dices.
No lo puedo Cl-eer! Mi fe burlada,
Mi fe en tu amor perdida,
Es ancla de una nave destrozada,
!
AncJa en el fondo de la mar caída.'\.
.......................................................•..............••
Anhelos de un amor, castos, risueños,
Ya nunca volveréis L .. Se van ... se esconden.
LQs llamas ?... Es inútil... No responden,
j Ya los cuhre el 8utlario de mis sueños!
Hact> tiempo SE' fue]a primav;lra
.
Llep;6 el invierno fúnebre y sombrío!
Ave fue nuestro urnor, ave viajera,
¡"Y las aves 8f van cuando hace frío!
j
..
~
Rafael Pomba
ELVIRA
TRACY
The
mil5S
is overo
Come, come, Jet
Hé aquí dd año el más hermoso
115
f{o borne
día,
Digno del Paraífld Es el tpml.lrEtnO
Saludo qUE> el otoño nos envía;
~on los adIOses qne nos da ~l vernno.
Ondas de luz pnrísima abrillantan
La blanca alcoba de la dulce El ~'ira;
Los pajarillos caJ'iñosos cantan.
El perfumado céfiro slIs¡.>iru.
Hé allí su tocador:
aún se estremece
Cual de su virgen forma al tacto blf>ndo.
Hé allí {t la Madre de Jesús; parece
Estar sus (IraciUlws esc\ll~hando.
¡Un férptro en el centro! jun paño; jU n Cristol
Dios! ... ¡Eh-ira! ... ¡es ellal
Alegremente linda aver la he visto;
len cadá \'er! ¡Gran
¿Y hoy? ... héla allí: s'oIemnementt>
h~lla.
"No ha muerto: ¡llnerme!" Venia !lJooreída.
Ayer, en esta alcoha deliciosa.
Feliz soñaba
el sueño de la vida;
Hoy sueña e: (le otra, vidA. aán lUas dichosa.
Ya de'la rosa el tillte pudihundo
Muri6 en Sil faz; p~ro en aUg'IlHta calma
La ilumina un reflejo de otro mundo
Que al morir se enÚf'abl'i{j para sii alma.
YI1 pm'u los sentidt>s nI) st> enciende
La efímera beldad de arcilla impnl'a;
Mas, tras ella, el espí¡'itu lSOrp¡'€onc!t>
La santa eternidad
de otra hermosnra,
CumpliÓ quince años: ia'y~ ¡edad fpstiva,
Mas miRteriosa y rara! ¡Edad tra idora,
Cuando e8 la niña pa.ra el hombre esquiva.,
y á los ángeJe8 férvida enamora!
¡Pobre madrel'del hombre la guardaste,
Pero esconderla.á su iingel no supiste:
La vio, se nmal'OIl, nada sospechaste,
Yen impensado instante la perdiste.
Vio, al pxpirar,ti
su ángel adorado,
y abrió los IjOS al fulg-ordel Cielo,
y diio: "el sacrificio ha terminado:
¡Yén'! ¡vámonos á, casa!" y tendió el vuelo.
Por ('so luce tan hermoso el día.
Indiferente el llanto qu~ nos cuesta!
Hoy hay boda en el Cielo; él se ~loría;
La pfl tria de la novia está df>fif>sta.
José Ca.icedo Rojas
EL
AISLAMIENTO
(LAMA
ItTINE
]
Cuántas veces sentado en la alta cumbre,
Bajo la espesa sombra dp unl1 encina,
Del sol ponipnte {¡ la t'xpiJ':lTltp lumbre
Contenplo aún la t'scena. vpspp.rtina!
Suena allá el río de aguas pspumosali!,
Gira y 8f' esconde en }¡o!'izonte obscuro;
Duerme aCH,el lugo en ondas perezosas,
y Héspero brilla en el azul más puro.
El astro, oculto, débil rayo lanza
Que alumbm apenas el hlljOSO monte;
La nochp. en tanto ,ilenciosa avanza,
Subp. y Mil sombra eubn' ,,1 horizontp.
Nada turba esta calma sobe!'ll,nll;
S610 sp oye en la torre del convento
L~ religi(JfIU voz de la campona
Que al cOllciel'to final une su acpnto.
; Sublime cuaul'O! ¿ Pero qué mp importa,
0"020 nn hay en él ni encal:to~
ciertos?
j At, que ,,1 sol de los V¡"os no conforta
A lA!>:
spmhrlls PT'rantes ni ~ los muertos!
Si
De colina en colilla en vlIno huyendo,
Del Sur al Setentrtón, de Oriente á Ocaso,
Dilatada extfmsit'>Tlv{ y recolTiendo,
y la dicha jamás me salp. al pa.<;o,
Los bosques, vegas, soto!'; y hl~redades
Perdieron IJara mí todo su a~:I'ado :
Ro~a8 y se vas, vastas soledades,
Os fúlta un solo sér
j nadn hay poblado!
Que el sol recorra su carre\'ll illlmmsa,
l}n su curso seguirlf' yo no quiero;
Entre Ó sRIga en región diáfana ó densa,
¿ Qué i:nporta el sol? Yo nada de él espero.
y aunque seguir su luz me fuera dable,
Todo desierto y solitario "iet'a;
De cuanto alumbra nada es envidiable;
Nada le pido á. su radiante esfera.
j Oh , si llegar allá pOf;iblefuese,
Do en utros cielos brilla un 801 di vino;
Si eRte mundo mortal dejar pudiese
Vieran mis ojus lo que no imagino!
La fuente del amor Hinduda hallara,
Sil sed apagaría,
y un bién interminable allí gozara,
Bién que en la tierra lIombre no tendría.
y mi alma allí
i Que no pueda en elearro
de la aurora
Ir á tí, de mis ansias vago objeto!
¿ Por qué en este deRtierro el alma llora?
¿ Por qué mi &éral mundo está sujeto?'
La hoja de la rama desprendida
:Rueda, y álzala el aire sin esfuerzo;
Yo 80Y cual hoja seca ya y sin vida,
Como á ella alzadme, tempestuoso cierzo 1
Agripina
Montes del Valle
AL
TEQUENDAMA
TEQUE~DAMA grandioso:
Deslumbrada anteel spqllitollsLmbroso
De t.u prismal riquísimo atnvío,
La atropellada fl1~':1per~iguiendo
De tu flotante mo~e en f'1 vacío,
El alma presa de febril mareo
En tus orillas trémula p:lseo.
Raudas. HIJoealí¡.¡ticasvisiones
De un aní guo soñar al pstro vuelven,
Resurgen del olvido RUS embriones
y en tus iris sus formas dese!1vuelven.
¡Y quién no soñará, de tu caída
Al formidable estruendo,
Que mira á Dios crear omnipotente,
Entrevisto al fulgor de tu arco horrendo! •••
lA moril'! ... Al abismo te provoca
Algo á la mente del mortal extraño;
y del estriho de la ingente roca
Tajada en ba.hilónico lwldaño,
Sohrecogido tIe infernal locura,
Perseguido dragón de la llanura,
Cabalgas iracundo
Con tu rug-ido estremeciendo el mundo.
¿Qué buscas en lo ignoto?
¿Cómo. adónde, por quién vasempujadoT ••
Envuelto en ¡<'s profusos tOl'beIlinos
De la hervidora trombll de tu espuIna
E irisado en fantástico espejismo,
Con frenesí de cieg'o terremoto
Entre tu aérea clámide de bruma.
Te lanza:;; despeñado.
Gigante volador sobre el ahismo,
Se irgue á. tu paso murallón inmoble
Cual vigilan te esfing'e del Leteo,
Mas de ritmo hárbaro al rt'doble
Vacila. con medroso bamboleo.
Yen tanto al pie del pavoroso salto,'
Que desgarra SUR senos al basalto.
Con tórrida opulencia
En el souriente y pintoresco valle
Abl'en las palmas florecida calle.
Por ver te allí pa8U.r,la platanera
Sus abanicos de esmt'ralda agita;
La ouduladora, el/btica palmera
xcvn
Riega su gargantilla de corales;
y al rumor del titán cosmopolita,
Con sus galas y aromas estivales,
La indiana piña de la ardiente vega,
Adorada del sol, de ámbar y de oro
SU!! amat'ilIos b.úcarOHdef·~lie~a.
Sus Anforas de Jugo uectarmú·
Te ofrece hospitalaria
La guanábana en traje campesino,
A la par que su rica vainillera
El tamarindo trupical desgrana,
y la silvestre higuera
Reviste al alba su lujosa graDS.
Bate del aura al caprichoso giro
Susgranadillas de oro mc:jieano
Con su plumaje de ópalo'y z::¡tiro
La pasionaria en el palmar del llano;
y el cámbulo deshoja reverente
Sus cálices de fuego en tu corriente
.
Miro á lu alto. En la sien de la montaña
Su penacho imperial ~ozosa baña
La noble águila flera,
y espejándose en tu arco de topacio,
Que aderezh la luz de cien colores,
Se eleva majestuosa en el espacio
Llevándose un jirón de tus vapores,
y las mil ignoradas resonancias
Del antro v la floresta
y místicas -estancias
Do urden alados silfos blanda orquesta,
Como final tributo de reposo
¡Oh émulo del destino!
Ofrece á t •• suicidio de eoloso
La tierra engalanada en tu camino.
Mas ¡ahl que tu hcrmosura,
Desquiciada, sublime catarata,
El insondable abismo desbarata,
La inm=nsidad se IlC:Vd,
Sin que mi ol'ado espíritu se atreva
A perseguirte en la frétg:osahondura.
Atomo por tus ondas alTltstrado,
Por retucar mis destBñidos sueños
y rpponer mi espíritu cansndo
En tu excph~avisión de poesía,
He venido ell I enosa romería;
No á invest.ij!(u'la huella de los años
De tu dram(l en la página perdida.
Hoy, que la f(' dI' la ilusión ya es ida
y abatido y helaoo el pensamiento,
XCVIII
Co"nel adiós postrer de la esperanza
En tu horrible vorágine Be lanza
Desplomado al más bond o desaliento.
En vano ya traA el cristal enfriado
De la vieja retina
El arpa moribunda se alucina,
Yen el triste derrumbe del pasado,
Cual soñador minero
Se vuelve hacia f I fil6n abaudonado
De nuevo á. rebuscar algún venero.
0-di6s! ¡adios! Ya á reflejar no alcanza.
lJel alma la sentelIa fugitiva
Ni tu ideal fastuOi'R perspectiva,
Ni el prodigioso ritmo de tu danza;
y así como se pierden á lo lejoA,
Blancos al alba y al morir bermejos,
En nívea blonda de la errante nube
O {lO chal de la colina
LO!I primorosos impalpables velos
De tu sutil lIeblina,
Va en tus ondas mi cántico arrollado
Bajo tu insigne mole confundido,
E, mermos ante el hado.
Canto y cantc,r sepultará el olvido.
JL-...
",
José Joaquín
Ortiz
LA BANDERA COLOMBIANA
No oís? E~ cual la voz de gran torrente,
Con las lluvias d.~Dios acrecentado,
Que baja de lo!'!Andel'! del'peñado.
Raudo, tremendo, asordador.
rugieftte.
¿No oís más cerca ya? Se une á los ecos
El riiido de música guerrera
Que, en alaR de los vientos desatado,
Colma el ámbito inmenso de la esfera.
Pero ved m~s allá C0ffiO se avanza,
Entre un bURque de aceros refulgente,
Que del sol á }o:..¡rayos reverbera,
Del pueblo ent.re la (lla,
Al firlnumento amI enhiellta y sola,
De nuestra patria la mmortal ban~:el'a.
y sube al Capitolio, y los clarines
Suelt.an su aguda voz; retumba el trueno
Del cañÓn en !l,S últimos confines.
IOh! ¡salve á tí, magnifica y sublime.
Ungida con la sangre de los brllvos
Muertos en ,a pelHa!
LOh! salve ti tí, quemada por el fuego
De las contrarias huP!'tes;
Tú. poder, gloria, y de la pll.tria idea!
jOh la balJdera de la patria essanta,
Flote en las manaR que flotare; ora
Volvie Ido veflcf>dora,
Eut,'e lluvia de flores
Al són ·jel himno que su gloria canta,
O de la adversa lid acasO vue,va
.
i9h de la patria la bandera es santa!
y si hay UD eil1dadano que, pensando
En el secreto de su álma, diga:
"¡Está en indignas man08!" ése puede
A su rmld,'p nel!ar en ~u ira insana;
No tiene corazón, y ent.re sus venas
Empobreció IR :;¡angre colombiana.
f;ulindo lallzar un pu~blo Dio~ dispone
En la t·tlpléndi.la senda de la Historia,
Da la señf\.J de mn.rcha; y en la mallo
Ve l'US caudil o!': pOli e
El pendÓn que hl~ rle g'uiarlo. cual un día
Manrló !'ll)brf>J&cob la parda nube
Que, flotando en el aire,
e
Flle en el Desiol'to misteriosa guía;
Yel velo que al sol en onda suave
TX>sarrollan 10l0~ céfiros, escribe
Con in "isi ble dad y ca ractel"es
Arcanos, que lee!' tau sólo él sabe,
(l
Cuál RU rumbo será, si hahrá bonanza,
Qué ~mpestad vendrá, la hom de gloria,
La horl\, del cautiverio,
.
La del rescate y de la. g"I'Rn victoria.
Puso en una las águíll:lS caudales
Del claro
inmenso
CIelo emp€mtrices;
Un hacecillo en utra de los 1'a Yv~
Que l'roc·elosa nube al mund{; lanza,
Yen otra derram6 de oro lafil liMes,
('omo emblema de fuer7.a 6 de pspl'lranza,
O de dominaci6n
6 <le rUinl1.
Así á la verdt:l El'Ína
Dio el Arpa gemid<.rfL
Alto dón al que pena y al que llora;
y pll~O por preili1gio al gran de~tino
Que I'e!,f'rvó á la. ~1"'8iu.
Sobre el delgaoo lIno
Que al vendaval dI' tempestad
se mueve
O al tenue soplo de favonio suave,
Yen
quejuntó al vellóo de pura ni{>ve
Un rayo de la frente de la aurora
Del Pescador la milagrosa nave,
y cuando creó á Colo-mbia, generolW
Rasg6 un Jir61l del iris ltldíoso
Qlle tras la wmpe~tad alegra al mundo,
y lo entl'egó R.Bolívar; y Bolívar
De triunfo
Ol'Ínoco
en triunfo
lo llevó, de donde
se lanza al mar profundo
A donde el Potosí su n{vea cumbre
En la regk'ln d~l firmamento esconde,
MaH árbitros ~ i\1z~a 11
Duefias de !'us de¡;;tinos )8·S nacione~,
Creen que cuannn baja la Victoria
A coronar sus fuertes campeones,
Suyo e8 el triunfo J la victoria suya;
Mall j ay ~que ignoraD ellas
Que la 8el:rew. tela de su historia
Se teje entr~ JaN TIlanos invisibles
Del que el! Señor Ilel mundoy )asestrella •.
Dios fue quif>n á las águilas rOlll&1I88
De ciud~ en duoad llevó volando
En IOR antiguos días
Hasta el confin ctelorbe, preparando
I.J8. pal universal á su Mesfas;
Dios quien hizo "ali!' dI' las regiones
Al aterido polo más cet'canas,
De bárba)'os innúm",ras !egiones,
y al Mediodía encamino]as cuando
Quiso purgar la tierra
Con la espantosa plaga de la guerra
y cuando, lleno de clemencia, quiso
Dar una muestra de su Amor profundo
Mostrando al Viejo Mundo
Este, hasta allí. velado Paraíso;
Llamó ~ CoMn y le mostró lo. senda
De Américl< al conffn del Oceano ,
Al tmvés de las tinieblas y huracanes
y ternpeHt.ad tremenda;
y Colón. obedientt.',
Venciendo el ciego caos,
Cruzó el férvido Atlántico animoso
.En tres frágiles naos,
y el pendón de Castilla glorioso
Plantó al fin en la tierra de Occidente.
Dios sac6 de la inmeDsa muchedumbre
De nue!'tra tierra un hombre
~
Que distingi6 pntre todos: era un mundo
De nobles pensamientos su cabezo;
Su espíl'itu, te~oro inagotable
De fuerZAy voluntad; él conocía
Del corazón de 108 d(>mAslas sendas,
y elocuente sabía
Cómo hacer poderosa su palabra,
y a~í. cuando de golpe aparecía
En medie, del combate, del ~oldado
El pecho plllpitaba, cual'si viera
O la faz de FlU madJ't' placentera
() el bello ro~tro del objeto amado.
El se llam6 Bolívar, y doquiera
Fue 1'ímbolo del pueblo, en la batalla
y bajo del dosel, y hasta que á orilas
Del mar fervieDtI~halló la paz que sólo
En el silencio de la tumba se halla.
De su ea hallo al escucharse el trote
'l'emblaba el corazón, y á, lo!:'reflejos
De su fulminen aeero se cubrían
De p::llidez las fr~nt€s. y doquiera
Que rá.pido pasaba, la Victoria
DerJ'8m8ba
lamel en su bandera .
.
.
CJI
8or1aba; el yerto polvo de 18.1 fos~.
De esclavo tornábase fecundo;
y tres ,grandes naciones de repente
St>alzaron de él, de gloriA radios88,
Con pasmo univer~al de todo el.'mundo.
Murió; y callaron 108 heroico!' hf>Cho8,
Mas como ~l 801 tl8 8 la última colina
Del Occidente azul su di~co inclina
1cae en un ubismo de oro y llama;
y enmudeció la trompa de la Fama,
y tan ~ra.nde vacío hubo en la Historia
Que colmarse ha¡;ta ahora no ha podido
Ni en patriotiimo, níen valor, ni en gloria.
8u portentosa vida
De excelso honor y de dolor tejida,
Será en edad lejana
La mayor epopeya americana.
La. liras de 108 bardos
Que lloren la trÍ8títtÍma elegía
Bajo los sauces de 8U tumba fria,
IDlDortales se harán, pues 8U alto ejemplo
Tál reguero de luz deja, que nadie
Se atreverá á. ieguir sus nobles huellas
De la inmortalidad al santo templo.
Él amaba la patria; mas la. patria
No eJa s610 para él la hermosa tierra
Que, como un velo,
Arropa el combo cielo,
y reverente encierra
Las cunas de los hijos y las tumbas
De nuestros padres caras;
Que en su seno también firmes reposan
De nues! ro Dios la8 bendecidas arali:
y fue así como eÍI su hora soberana,
Pronto á dejar el mundo,
Se envolvió en la bandera colombiana,
y con amor profundo
Pronunció lleno cieesperanza el nombre
Del que murió por libertar al hombre.
Rafael Núñez
MOISES
[Fragmento.j
Símbolo 6('1del procelQló\otránsito
Que lleva del ~l'ror á la verdad,
Vedlo emprender ~u marcha en el dt'~ierto,
Inspirado piloto, más que experto,
ColÓn de una terreRtre inmenRidad!
Como en lomo al panal la abeja gira,
Cual corre la ola en cieg;a dirección,
Cual Sirio alumbra. aun más queel sol ardiente,
Así, á veces, un hombre en su alma siente
ImpulAo de g'lorio~a vocación.
Órgano inmemo de infinitas notas,
La humanidad camina h un solo fin;
¿Quién la empuja? El que mece las eApiga.s,
El que arte da al castor y á 1a8 hormigas,
Vuelo á las ave!ól,há.lito al jazmín.
¿Quien hizo el telescopio? ¿Galileo?
¿De la. brújula Gioja fue el autor'!
¿Quién Nínive fund6? ¿Fuf' Nino acaBO?
La obra se muestra" mas Be oculta el brazo,
Cual tle oye ~l grito y no se ve el dolor.
Cicerón no produjo sn elocuencia,
Que nunca el ar~ esa altitud tendrá.
Si de Guido al piucd brilla la aurora,
Si de Fidifls al tacto el mármol llora,
¿Quién sino Dios ese porte~to hará?
Drl imberbe Alejandro ¿pudo el brazo
De Asia grandiosa la conquista hacer?
De Octavio débil ¿c6mo surge Augusto,
Que vence á todot'l, se proclama el justo,
Desarma á Roma y la hace florecer?
Chi~pa de Morl'p. es chispa de los cielos;
Arpa de Dante ¿quip.I1 te pulsará?
El alfabeto el'! inYfmeión !'luprema;
Sin principio ni fill. divino emblema,
El número á los hombres Dio!! lo da.
jOb, sí! el fl:lctol' terrestre de lo grande
Refleja nada máfl la excelf:lftluz.
CIV
Fuerza celeste el numen que nos mueve,
La carne humilde en ángel torna en breve,
~ aun la hace Dios 8u8penlla de la cruz I
De un pueblo conductor, no como Atila,
Sediento de botín y destrucción,
Tú, Moisés, sin corona y sin espada"
De libertad á la emoción sagrada,
Quebran taste el poder de Faraón.
Puñal de Bl'UtO no emancipa un pueblo,
POJ'que el tirano de los pueblos es
La trÍl:,te noche que en su vida interna
Forma la au¡,¡encia de la aurora eterna,
No el que caut.iva ¡<usmundanos pies,
Valor común no expresa el he¡'oísmo:
Lo tiene el tigre, Boyes lo mostró.
Vll.lor moral. abnegación, ejemplo.
Lo que bace al hombre de sí mismo templo,
Tál fue la savia que á Moisés creó.
¡Yedlo! ¡vedI0! Los mismoi que r(>dime
Contra él murmurun, débiles de fe;
No hay flaqueza mayor que la ignorancia;
La dicha el hombre ardientemente ansia;
Pero no siempre el derrotero ve.
El despotismo es ademáf; ponzoña
Que al hombre quita iU virtud mejor,
Que ea la conciencia de su real destino,
De ser en este mundo un peregrino
Cuya fuerza motriz es el dolor.
Al ungido de Dios es á quíe 1 toca
Aliento dar al vacilallte pie,
y afirmar las incierta!" conviccionelil,
Dfll porvenir midiendo JaN regiones
Con el compás que marca lo qUl1fue.
Pasión del biéll eB fuerza irrtlsistible
Cf>mo atracción del mistedoso imán;
Dogal y llamas la verdad desprecia,
y de lo bello el sentimiento en Grecia
Las mismlS ruinas proclam~ndo e:,¡tán.
..................................................................
MArtir San Pa blo, sus palabras queJan,
Enseñando la fe por el amor:
Quiso ahogarlas en humo Torquemada;
cv
Mas no vence á la luz la llamarada.
y antes bien la corona con su horror.
Corinto cae. yel Apóstol se alza
.En pil'ámidp eterna de verdad,
Dp la duda I'n la vasta J'l'girlll yel tu,
Y. aun en ;;¡jlencio, rla al viajero a.lerta,
Cllal de un faro la murta Clill'ídad .
......
.
De la patria anhdada I'()!O viste
jOh :\1oj~és! el contorno, \~I deIlso tul,
Spmeiante a I sinuoso líncamíento
Que 1:lnautH, de reposo,ya sediento,
A
\'1'1'
alcanza
en ~l f:oufín azul.
En la cumbre del Nebo hallÓ pse signo
Del t~J'millo feliz de su misión;
Blijó las gradas cid aU8tf!I'O monte,
y mostrando
á su pueblo el horizont.e,
L(· dij.,: fuiste esclavo; i eres Nación!
iDe:'\l\lé~I11llri6! ... del triuIlfo IfHj angustias
Su cOl'llz(;n no tuvo que 8ufl'ir:
La ingratitud, más dura 4ue el snp!ieio,
El laun'I, más punzante que el cilicio,
No pudiel"Oll SH sueño intelrumpir.
Dio" lo pl'emi6 con la mejor pl'('sea,
Del ídeallll cflsta juventud.
Librándol" del trance indescl'iptible
En que al sentirla realidad terrihle
Vacila fll¡:rllnas veces la virtud.
Su obra moral fue granne, fue completa:
La s tn hl~s de la Ley del Sinaí.
-La fuente eterna del derecho humano,
Que en cada hombre nos dará un hermano,
Entre tl'uellOS y luz bl'otó de allí.
Belisario Peña
A MARIA
Pena15 del corazón, duro quebranto
Del ánimo y del cuerpo en largo olvido
Me han puesto ya del canto;
RODca la voz me 581(' con g"l'01ido,
y del 9@tro divillO el rayo -ardiente
Ya no me inflama la mardlita fr'ente.
_,Y pedirme
~r
aún osi\iA cantos y flores?
queréis que la lira ;>oh-OI'OHa
Re~uene con loores
De.est~ áquiell t{llItoama mos Mudrehermosa!
¿ y yo arrojarnw á dáro~J()1'l no dudo
Con lengua t{)}·pe y con ('1labio rudo?
N6, no dudo dliro8]o,
MARÍA,
de mi niñ{>z, luz de mis ojos,
Uniea. Madre mía!
Amor
Permite que á t,us plantfls hoy de hinojos,
Rompa. el amor filiAl, si tánto alcanza,
El silencio á mi voz en tu alabanza.
Si nunca el crimen yo, si á vil u:randeza
Jamá.s ol'gulIecÍ con mis cantare!',
Ni á guerrera proeza
Tributé gloria, pueda en tus altares
Sonar UIt lira, con tu lIombre ufana,
Indocta, humikle, pero no profana.
Ni la impiedad protel'va, ó duda inerte,
O indiferencia helada me apagaron,
Con las f\ombras de muerte,
.
El 801 de viva Fe; nunca albergaron,
Como en cavemos, ell la meTltt mía.
Miedo y t,iniebJas, A.pl'sar del día.
Yo creo en tí, y sé que ante el fulgente
Trono do esUs, espíritus alanos Postran ln inmortal frentt:
y que á velar tu gloria. meneados
Los áureos incensario!'l por qllf'ruLes,
Vuela el incienso cE>]p8tial en nubes:
Que, de éxtasis divinos poseídos,
Los que la lumbre ven de tu henno8ura
-\nhelan más sentidos
Para gozar lo bello. Eres tan pura,.
Que el puro sol y cándidas estrella.
Indignas son de recibir tus huellas.
Sé que tú eres el iris que le ostenta
Deteniendo el nublado en que se inflo.m',
El rayo y la tormenta;
Que erp.8lucero y sol y mar y llama,
Lirio y rllsa del Valle, y que los hombres
De cuanto hermoso ven te dan los nombres;
Que á tí lleguen con súplica y lameuto
Los dolores 11uman08, yel profundo
Gemido y él tormento
De almas que esconden su dolor al mundo,
y que tienes de madre, entre mil dones,
De madre amor, de madre los perdones.
Sé
nada sé, Señora. ¡Quién 8upiera
Decir lo que eres tú! Corredme el velo
De la celeste e"fera;
Dádmela ver, como se ve en el cielo,
Y entonces: ¡necio yol ¿qué hombre podría
Balbucir tU8 grandezas, oh MARtA.?
¿C(.mo te alabaré? ¿Qu~ ne~e8ito
Para agradarte yo? Corazón, Mma,
Con ímpetu infinito,
Vuelo de rayo en alas de paloma,
y flameando amor arde y recibe
Muerte de amor, y á má8 amur revive.
Est;o, grato te fuera, mas las vendas
Terrenas me aprisionan; layl culpado
Yo también por las sendas
Y las zarza~ anduve del pecado,
y cien vece~ y mil estampé en ellas.
Como en el poi va del camino, huellas.
Vén, pues, á. mí, l:>eñora:una palabra
Dí que me purifique de su escoria
El corazón, y lábra
Un trono en él do estés: así en tu Il;loria
Se abrase el mundo, v ciña e·a corona,
Galardón prometido' al que perduna.
¿ Yo qué podré ofrendo.rtt>? No diamantes,
Que estrellas mil y mil de la maña.na
ovm
y soles rutilantes,
Brillos y luz te rtnrlen por .ppanaj
Ni el oro con que dieron viles manos
Paga al pudor y cetro á los tiranos.
¡Ah! ¿qué podré ofl'enc1arte? Nifios, vamos,
Llevadme á la florífera colina
Donde enlazáis en ramos
Vario clavel con rosa purpul'ina,
Do para el ara vuestra mano arranca
El hrio azul y la azucena blanca.
En armóniea V01. y alterna en coro
Con ruido de aguas y de brisas y aves,
Solta.d 108 labios de oro;
Guirnaldas reteged. y aromas suaves
De inocencia infundidles, que yo pío
Lágrimas pondré en ellas por rocío.
IAh¡cuántoesgrato
áe! almtl, cuántohermo8o
Gozar vuestra alegría: sienta al menos
Con vorla yo, reposo.
Labios que no han mentido, ojos serenos,
Paz sin deseo!!
Mi paterna estancia,
¿Do están y la pureza de mi infancia?
S610 quedan memorias dolorm-as
Cual de prístina esencia al botecillo'
Su fragancia de l'OHaS,
No tengo ya ese dón puro y sencillo
Que á f¡í, Virgen de vírgene!l, agrada
Más que otro d(;n de la terrena nada.
Sí, sí lo tengo, y dál,telo hoy ansío:
Díme ¿mi hijo adorado que allá. tienes
No es el corazón mfo?
El fue mi bien, el 01'0 de mis bienes,
y tú me lo unancaste en e~a a marga
N )ehe d~ mi dolo!' oscura .r larga.
Aún recuerdo, Señora, de !:lUSojO!!
El sidéreo mirar; aún veo ahora
En ambo!> labio~ IOjoS
Las tinta8 sonl'Osadas de la aurora.
y entre albor de azucenas dulcemente
La inocencia ripndolf' en la frente.
En exceso lo amé, por
etlo
tierna,
y sin haceJ'le en el 89mbl&llte agravios,
Con la leche materna
y tu nombre du]d~illlo en los labios,
Mano de ángel {¡ tí J'a uda llevolo,
Mí hogar dejando :-ílt'IH:inso y solo.
Solo, no silencioso; llena el viento
En vez de su bullicio y :;u argentina
Voz, la de mi lamento.
Yal morir de la lumbre vespertina
Le llamo por dO'luiera, y á mi oído
Hif're en respuesta d maternal gemido,
Tú quP eres Madre y padeeí!;¡te tánto,
Lo que se ama y se llora al hijo sabes:
¿Y por qué de mi llanto
No te doliste .Yde mis penas graves?
Con él perdi mi luz, 1)(!I'c1ími calma,
CuantJ e8 el corazón, euanto es el alma.
Aur: he.}"del llanto cie¡.;o, y desatando
Con soIJozo el aliento en la garganta,
Trémulo vov alzando
El paterno holocausto fi tu ara santa,
!Lo aceptas!. ..... ¡ah! me embarga de alegría
El gozo de ofrendártelo, MARÍA,
Miguel Medina y Delgado
LA JUVENTUD
Y LA MUERTE
Andada la mitad de mi camino,
Como Hsho mela:lc6lico v detmudo
Hácia el ocaso lóbrego me inclino.
A )a es¡:.eranza ó al recuerdo acudo;
Y, olvidado quiza de lo prt'sente.
i Hermo"a .Juventud, yo te Maludú!
El sol de las mañanas en tu frente
Esparció sus colores, yen tus ojos
Vistió su \'iva luz, 8U fuego ardiente.
No hay para tí cadenas ni cerrojos;
La vida en .tu sonrisa se derrama,
Y hay vida en tu pesar y en tus enojos.
Tú embelleces del mundo ei panorama,
Como embellf>ceel árbol donde anida
El pujaro que canta. pcrque ama.
j Cuán amable ere~ tú! Cuando perdida
Te comtemplo á lo lejos, me parece
Que se me \'.a del corazón la vida.
Tú eres fuerza y salud, y á tus gozosos
Labios los regocijos se avecinan,
Coronándolos de ó~ulos sabrosos,
Pero ~qué venturanzas
no declinan?
lEn tu mdo de \Júrpura y de f1.()l'es
La vejez ó la muerte te asesinan!
Triunfadora f~lizde triunfadorel!l,
Sigilosa y fatídica, la Muerte
Reparte á su s8,bor los sinsabores.
Todo lo toca con su dedo inerte.
Y, doquiera presente y escondida,·
Abate al débil Y derriba al fuerte .
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_1 Cufi.ntn poder en BU inmortal guadaña!
i y cuánto, cuánto misterioso arcano
Su silenciosa aparición entraña!
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Oh Muerte! oh Muerte! en coro lastimero
Tus lmzañas rec6nditas deploran
El rústico, :¡ el rey, .Yel pordiosero.
Mas hov con nuevos tintes se coloran
Tus recieñtes trofe08, el tributo
Que tus mano~ enjutlls atesoran,
Hobaste á un árbol su preciado fruto,
y en la senda quP hol\aste transitoria
El horizonte se eub,'iú de luto.
j Qué victoria la tuya!
j qué victoria
Con tra glílIarda .J Il\';'l\ tud florida,
Contra la fe de prometida gloria!
j Lucio murió! Tan súbita caída,
La de una estrella que al nace¡- se apaga,
Ay! la existencía á (\Hsdeñar convida.
Para pompa fu~az de la pradera
Lucio creció con lent,itud lozana,
Como renuevo de gentil palmera;
Brilló como la luz de la mañana,
y ~e alejó por la reg-i6n vacla,
Cual preludio d~ música lejana,'
Pasó, pas6
Pero en su tumba fría.,
Yen su lenguaje míst,ic0 sin nombre,
Se dirá que este valle de agonía
No es la patria ni el término del hombre.
Guillermo Valencia
EN
EL CIRCO
Como una roca gigantesca, empina
El Circo de Nerón le. frente oscura
A coronar la plácida colina
Donde el C~Ra,r divierte su IOCUl'e.,
No finge yá la lumbre del Ponienm
Vasto incendio de ~úpula8 lejanas:
Han bajado las ~ombras lentamen te
A cobijar' las Ag'uilas romanas,
Gasa¡.¡ de claridad amarillen ta
La luna tiene por el Lirco mudo,
De pálido matiz un fri¡.¡oargerrta,
Pone toques de luz sobre mi Pflcudo.
En el árido polvo del combatt!,
Donde rppoRa. la falanje
inerte,
Como una lluvia de piedad se abate
y acal'Ícia á los siervos de la Muerte.
Que á deleitar del pueblo lo::; antojOl!1
y del César los bárbu¡'os sentido!:!,
Fueron-en el azul puestos 108 ojosCual rubio trigo del Señor, molidos!
Allí, bajo la saña de la8 fieras,
La de 'llcella sin par, el bI.Pndo :1iño
Confunrlieron rizadaí'l cabelleras
y frescas
m~nos
de color de armiño:
Quién I"R conocerij '? De sus hellezaR
No qucda rastro:
zarpas de leones
Deshojaron la flor de SUA cabe~as,
y el cuervo devoró SURcorazoneR.
EIlO!l, sobre las húmedas aren¡\s,
Sin un ay! de i1010r que les denigre,
Entregaron sus carnes á la8 hil~nas.
Al taimado
chacal y al ágil tigr{>
Que. meneando la felpuda cola,
Divagan entre lívidos despojos,
Bajo el rayo junar que torna¡,;ola
La hirsuta piel de sus hocicos rojos.
cxm
¡Cómo se desperezan anhelantes,
Canl'ados de matar, en sangre tintos!
Cómo bullen sus Oj08 coruscl1ntes!
Cómo afilan Ht1l' garras en los plintos!
Vierte la herida cálidos torrentes
108 provoca:
Relámpagos de esmalte son sus dientes
Entre el joyel de la purpúl-eH boca
.
De sa.via que los urge,
Como chnes alígel'Os que pl vuelo
Gusten po ,al' en 16brega barranca.
Súbito al Circo deHcenrlió del Cielu
ena fhlunge lumin()~a y blanca:
A su .• vuell)s. filosa dentadura
Mostró un ChH ca.l y preparose list')
A destrizar la cándida figura
De ¡os eBbdtos ángeles de CIisto,
Que apa~ando
las a.las refulgentes,
Con un mimr de dio~eH aflig:irlos
Inclinaron
el ampo de sus frentes
Para beSrll' los mál,tires ca.ído¡,;!
Te han vencido, Nerón! Sobre tu solio
Como un alud la Galia se desploma;
iDe las cimas del viejo Capitolio
Han volado las ¡íg:uilas
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de Roma!
o'
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i Esas Venlt5 que abrieron á raudales
'l'us arrebatos de furor no visto,
Fecundaron los místicos rosales
De los n¡trlllados mártires de Cristo!
iOh lmf!l'tes de ~ngrientos
justadores!
LContra el rudo molar dp. lo~ feJinos
ttompisteis vuestra cárcel de dolores
Para beber los hálitos divinos!
.
Enrique Alvarez Bonilla
LA SEPULTURA
DEL MONTAÑES
Del camino á la OI'illa. entre malezas
Sin más señal que una imperfecta cruz,
Hijo de la ignorancia y la miseria,
Duermes el sueño de la l1luer'te, tú.
No hay inscripción: no sé cual fue tu nombre;
Tampo hay flores: no dejaste amor;
f:;ólote canta el ave de tu bosque,
Sólo prote ~etu reposo Dios.
El viajero nocturno 8e san tigua
Al pasar, y murmura una oración;
Que si re~ppto inspira toda tumba,
La abandonada les inspira horror,
Dejaron á tu lado la camilla
En que tu último aliento se exhaló,
Signo de tu pobreza y tu agonía,
Mudo testigo de tu cruel dolor.
Dicen que oyen de noche hondos gemidoe
y que la sombra ven del montañés.
Dí: ¿ la mentas hallarte en este asilo?
¿ De los mortales lloras el desdén?
Óyeme: he visto túmul08 lujosos,
Perfumados de rosa y azahar,
y en que el mármol compite con el oro
y sueves sombras los cipreses dan;
y no ha sentido mi alma esta ternura,
Este respeto que ha sentido aquí:
Allá se admira elluje de las tumbas,
Aquí Eepiensa en el incierto fin.
Bajo el oro y el mármol no hay gusanos?
~A qué disimular la rt>alidad?
Con la nada también nos engañamos,
j AI1{¡tam biéll lleva m08 el (j¡sfraz!
Oye: el Dio8-Hombrequemurióhumilla.do
y entre odios y des¡;>reciosy baldón,
Ama los corazones Ignorados
Que en silen:.:iodevoran .••u dolor.
Humilde montañés, no s~ tu nombre;
No te vela la sombru de un O:mor:
Lo cantarán las aves de tu yOS(UW
Protegerá tu sepultura Di~
15ANCO DE LA REPUBlICA
,
JlIlpTECA LUI~ANGEl ~--;;.
Ricardo
Nieto
SUEf'lO
BLANCO
El Duque de Gandía,
seguido de cincuenta caballeros,
salió al campo de caza cierto día
primaveral.
Soltaron 108 lebreles,
sonó la, trompa en la dormida l'ierra,
hincharon sus narices los corceh~s,
J' en medin de 10!l tílamq; de plata,
al gri t () d€' hurro! ccmo voz de guerra
se de15pleg6 la aleg-re cahalgata;
Llevado de su ardor en la montafia
el Duque penetró; franqueó peñascos,
y de8pué~ de un in8tantQ sólo ola
la amarilla hojarasca que crujía.
de ~u nE>gl'Ocorcel bajo los cascos.
CanBado f1e vagar á la ventura
el apuesto doncel, bajo la fronda
de una encina gigante verde-oscura
!le detuvo á pensa,r
Mas de imp~ovi80
sus pupilas azules descubrieron
la mal!Zllna fatal del Paraíso
bajo una formade mujer: quince años,
que eran quince canciones á la vida,
y una boca fragante y florecida
que formó con da veles el Deseo
en el fOlldo de UlI vaso cri"talino
para decir 108 "ert'lo~ al bm'n VlOO
del eg-reg-io Gonzalo de Bereeo.
y la niña inocente sonreía
al Duque de Gandía,
quien pensaba mirando aquellos labios
que es ml'joI' qne )a gloria y IOH laureles
la Olíf» !'oja de un beso
que de~tjlall dos uba¡.; mo~catele8.
y su boca tra vie¡"a
se aproximaba á la encendida fresa.
MUHse detl~\'0. ¿ Acaso
no e!' llB criQ'l'n-peJl~()-"ertel'
la copa
de vino sohre p) 1'8HO?
em parlar~' cristal no es un delito?
deHhojar
ti. flor no es un delito?
marchitar un davelno e~ UD delito?
i
CXVI
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