SO Doesí8S selectas de Autores colombianos PRECEDIDAS DEL Himno Na,eionaI COLECCIONADAS LISíMACO POR PALAU -..•.:>+<...•.. Cali.- Tipografia Moderna PALAU VEL.AZQUEZ --1912- 11< Co. <....s'\N"t~>~ ~I : SO poesías seleGtas • de . Autores colombianos, PRECEDIDAS J}EL Himno Nacional, . COLECCIONADAS LISíMA.CO POR PAL.AlT : INDICE Páginn,; 1) r' ;L'IIl i:) .•.. -. _••.•...•• _•......••••....•....•• _0._ I1ilil'U Ila,'jona! ............................•.......... Ab'itn-z BOlliJItl.-o LfI ,'('{JIlIr¡¡ra ,Iel mOllt:uj(s. f,o.'; tres Ah'etrL"Z IIcfli¡o.- y \"11I /adr<;nes.! . Arholeda'':'· RI Vit"!"lIC:>< Santo A rciI:il·~a~.-.-t. SOI•.lS .........•. _..........•....••.....•....•• o LaiL'c'd,:, R"jas Lar', (.Ir,," -1:/ 1, ).- c;v .';c L.';XIII ••••••••••••••••••• XCI :Ú'¡,lmil'lIto . \'C El n:lllÚ;;rno . xxx XIV en!',,:\1. .\.--.-1 ItI cstiltl1:! dd Lihc:rtmlor.< . XXXI \"·éSjJL',jes.-J,iljul'cntlld dd so!..: . ;:.XX \ '.' Lllrrilsquilla-R/ ol/)r:/zo . XlV!. C"llto.-; Cuál? ............................................• ~ xxx \"l Eche,oel'r;:, -Ham/ct . X\'II F:dJc '1.-I,a l,llna.~ . LXI Fern:indc:z \·Iadrid.-J.:!" I¡;lfldcr;¡s dc ['iZ¡lrnJ/ x.xx\' PJ¡;re2 : .fuli,. i. -lr/i/io e/anu . xm Fl6rc~ : :VI de J. '.·-[)ios ..........................•.. xv G<ÍlllcZhillle.-E/1/m;¡ ,le Ins cos:.s . XX.';XI (;()l1zÚl~'z 1..·.:ltl1arge ..-l·i;.;c ,-/<:. Irl ¡uz o., l. \.;ut,érrcz (~ '11~r"('z.·-,4/ lJi.,i>lo . r.x.'; ,/ ltw.acs. -L-'%rnhi¿l.l , 0._ . Xl. "111 1:.s.X.Vl ;' L.e,dl GÓ\l1~Z i .\r\olf<) ,. -·La inoc(n'!i;¡ .....•...... L.,,¡)¡¡ (;ó¡¡¡ez : Ernesto .. -En el cc:mcnterio . xxxIx I ~Iadjecto-Al M;tf?dafc/U1 " , ." . Lnl 1-.1 "rr"'1uíll. ··1,8 Pcrrill:" . I.l\" i\leninn lJelga<1o,-La):/ventlld y I;¡ mucrte ..(· . eXI ..\lejín.-La paloma del aren . xx MU1tes del Valle.-;ll Tequenrlnm:! . XC"II :-¡ar áez.o-Huva.mns.! . 1.11 o ~iel/'O.-." •.l1eño -Manco Nññ}z -Moisés Orl~.--L.'l ":lnden, , , . CX\'1 . c%mt)iana.-:· CI" . e Obet>".---.\lirarl al c;elo . LX.';X Peñ\c.--.1 .Haría Pl'r~'i ¡ ~antiag() l.-·/'a /JOC/¡( en el rn"r ..~ l'~r~ : Lftznro ¡.':"'La limo,-/w . . LX" Pjuz n Rico.-La Patril1 " PO\ll\)o.=-E/¡..ira . . TrllC)'.-.L . Quijau,. \V.--.41 Purl.iéé.: "" , " . 1<.estrepo ~ej¡a.-4;os de mi mwlrc ..•........... Ri,·;¡s .Mei;a-L~\ doloras:. de:ni lJ/ndrc.~ . J{ivas Grl)':,L-Consrel:¡cioncs . Rojas "arrid".-RI lJh . ':'>allJ!Jcr.·-Hofívllr .•C SU;J\.'c·dra GaJindo.-f'(¡c1...,/: . . Sih·a.-Crisá/id<ls , Tamayo.-AI Trab •.jo . ;:ejada.-Ln y r~cfl . L·nhe.--Lll Casa dt'SIerta . Valeuci:l.--En el circo . :(alenzucla i \!ario iTrium,l3te ' . va1en:tuela [ Teodon> ). o--Ln leche maternal. o!" la C\'lJ LX \'1 U ~\' ~ ... :..x~ Lxxxm LXXII XI LXIX: LIIl XIX I.XXXII LX~\' x!.. '\"11 X:¡¡XXJII CXIII X(.'·lJlI LxIV PROEMIO E/ señor doctor LisÍmaco Pa/au ha tenido la hermosísima i,fea lie co/ecciontl!" cincuenta poesÍas selectas, tie ¡¡oetas colombianos, a· gre{!ando á ellas nuestro Rrunr1ioso' Himno Nacional, con 10 CU;11 hll hecho un nueyo servicio á la biblio/:n¡{ía oatria. Con tino se ha procedido en esa selección, alejando toda. sospecha c/e parcialidad que pudiera inculpl1rsc ;;/ compilador Se hA Ii. mitado éste á reuml" er1 un volumen aquellas producciones nacionales que están ya cansa· gradas por la {fima,.sin omitir, por supuesto, el hacer ulIa er:ición correcta y esmerada que siIT8 como de lujoso eng,lste de oro que realce el mérito de tan pncÍosds joyas, El mérito de las poesÍas aquí reunidas no es el caSo discutir/o, pues que la opinión púhlica h'il pronunciado y/:! su (a/lo justiciero, con al. tísimo honor pElra SU1' ilustres Buton's, y. á no haber10 sido así, bflstarÍa reKistrar tan solo los nombres de élque/los cuya filma ha sal. vado los mélres: Arboleda, los Caros, ."vIarroquIn, PaJlon, TIalencia, Fl6rez, S¡}va, ?eña, Isaacs, Gut:én'ezGonzále7., NÚñer.,Ortir., Pombo y á qué nombrarlos todos? Harto conocidos son com() l/stros de primera mago nitud, nos6lo en el Parnaso colombiano ·sino en el Parnaso mundial RéstBnos s6lo aplaudir por tan feliz idea á su ;Juter, quien á más de brindanll público la comodidad de tener coleccionado lo que estaba disperso y en distintos volúmenes, viene ahortl ti facilitar 18 consulta 6 la cita, en un momento dado. de. selectas composiciones poéticas y A delcitarnos una vez más con. 10 granado de nUf'stro Parnaso. OCTAVIO 1912. BogotA., Febrero. VALENCIA. ,~; ~" ,t' i\~\ ~ ( tEniA DEL 11I1. HAFAEI. ,\(Ú~ÚGt del Ores(t' '\fal'~lro :'\LSEZ Sillrliei CORO I)}¡ glorin j¡jJ)):¡rccsih/c ; ()}} jlÍl,r/u inmortal.' .' ¡:;11 su¡-eos de dolons ¡" J....'1 /::/ h:cI1 ~'crlllinil " ;' Ce .•.Ú la horrihk 1.<1líl'l'rtad sublimc l1(lt..:he ' las ¡¡lJrl}ra~ Pl' Sil ;IlH'I1C¡l,k luz La 1I111l1:11,:<hd l'nter1l, fkrr<lIlIH Que l';~t•.•....• ca(il-nas giIlH.'. COfllp;:cndc bs pala),r",,!lel que mur;{, en la Cruz, 11 t{ El ll1dc~h.::j(i<.:rh,.'¡a jl grit:l I))111H}0 :Illlericano: ~l' llafIa ell sangre de h~l'lIC:-: de C<llon, ('C:fll l·~te gnHl principio H El fe\' 71f" l· •.••sc)berano 11 I'l'St1l';l¡~. y lqs que: ~\lfrell Ikll.lil'l'll SU ¡JHsión, La tierra J 11 Dd Or;I.",ec •.1callee ~e c .•lula de despojos, {le ~:1l1gn.'~'llanto un ríu Se :nirn :dJí correr, Eu H(lrlntla uo sahell La>.; ;lllli:l": ni los ()j()~ ~i ;\cl,llln\ci()n Ó l'spalJtcl ~l'tltir eí p:tdl'ccr. 1 \' ,\ or;lbs del Caribe II1Im:'c\cI11 II un pueblo lllclw, f lorr, ,r~" prefirienrlll .\ pérfida "aluel, Oh, ~;, (le Cartagena La Cl~lneg,-H(."i"n es rnuchtt, \' e,c", nbrns de Ifl 1l11lert t' I kspre('¡" su \'irtud, \' lk Bor:t\.,f¡ en los c;'UJlI'0s E! Cenit; de la glllria C"ll ('adn "~piga un hér()~ Illyictfll'r)H)IlÓ, ~ol(Lul'ls . ~in c:;rHl.a C:lnnruJ'J la \'lct{)rl;t Su \'arol1il aliente [)¡> escudo le" ~i1'\';1i J VI Holiyar (h'l' cruza el AlIdl' cl()~ rjt'~(tn Ilc~all'I;-:'. Es¡)[\<],;, cual centella, Fulg-uran en JUl1ír¡. Centaut"<ls indoll];¡hles De"l"icndell (¡ los llanos y clllpiez:L tI pr('sentir . .:(· ti" h <'J"'pey" '" fj'L \" 11 La t.nJJ))pa vlf..'toriosa En '\':ncllcho tru~na. Ouc ~n ('nd,,- trillllf() crt,'e ~u fO!'I1\:dnhle ,.ón. En ,;¡; <:'xpansivo ('¡¡¡puje La lih"rt'Hl sc l"l rCl1a nell'lL'll J ~\lnerí(:ano Ilnci"lulo un p¡¡IH:!I,íll. \. 1 ¡ I La. "irgC:ll ~us ('a1Jellus Arranca en (I1{{Inífl.. \' d(~~r¡ H 1111' t- vi',ul:! L,)I: ,,"dga del ciprés. L,'lllh:ll t:'l su t:~IKran'l.a OUl" '.'lIbre I"sa fría. Pen, glorioso 01'.l::-ullo Cir('nnda Sil alb" tcz. 1.\ 1.:\ Patria T,·rtnópilas n..•í Sl' forllla ando: de ciclopl..·.•. Su l' ""he ¡lumin(Í : 1.'1 ll"l estn·tlll.'cirla, :v!o:-tal el \'iento ha!\undo. hrrll Consll.:la('i()l1 I."'''n.iol(;~ SeglIrlcla~ :\Jn's 110 es l'otllpleta .~·lori¡\. Y('nl'er en la bnt a'¡¡", lJU(' al hrmw lJ tle COIl1 ha t,· Lo anima la \·t'n'lad. La indepcndel1t'ia sola El gra t1 clanHu' no acalIn ; ~i d ';01 alumhra á. tod'·s. Ju,ticia ('S Lihertad, :\ 1 1td hlllll hr •. los deredllls :\'arifl" predi(·andn. El alma de la llldw Prnfétíc() en~cf1Ú. J.~iv;Jurte l'n ~an ~J att.'o, En {¡t01l\OS \olando. «llehcr i¡ntcs quc .:iida Con J1a,m(lS escribw'i. José María Rivas Groot CONSTELACIONES EL HOMBRE Amplial constelaciones que ful~uráis tan lejos, Mirando hacia la tierra desde la comba altura, ¿ Por qué vuestras miradas de pálidos rdlejo~ Ta!lllenas de tristeza, tan llenas de dulzura? LAS CONS'fELAClOXES j Oh, soñador, escúchanos! i Escúchanos, poeta! EIC6cha t6, que en noches de oscuridad tranquila Nos llamas, mientras tiemblan con ansiedad secreta La 1l6pHcaen tu labio y el llanto en tu pupila. E8C6cha tú, poeta que en noches estrelladas Cual bajo augusto templo descubres tu cabeza, y nOIlimploras, viendo q!:t' están nuestras miradas Tan llenas de dulzura, tan llenas de tristeza. ¿ Porqué tan tristcs? Oye: nuestro fulgores triste Porque ha mirado :11HC>l1Ibre. Su mente y nuestra lumbre Hermanas son, Por ¡¡iglos de compasión, existe En astros como en almas la misma pesadumbre. Por si!{loshemos visto la Humanidad errante Luchar, c&er, alzarse ...y en sus anhelos vanos Volver hacia nosotras 111vista suplicante, Tender hacia nosotras las temblorosas manos, y ansiar en tal dcsierto, ya Mnguida, ya fuerte, Oasis donde salten aguas de vida cterna ; Ya llega, llama, y sale con su linfor ••.la Muerte Brindando d agua muda de su glacial cisterna. Tronos, imperios. razas, "Ímos trocarseen lodo; Vimos \'olar en polvo babélicas ciudades. Todo lo barre un viento de destrucción, y todo Es humo, y sueño, y nadll ...y todo "allidades. Es triste "er ia IUl'ha del tenl'nal proscrito, Es triste "er el ansia que sin Cl'sal' le abr<ls-'l,; El ideal anhela, requierc lo intlllito, Crece, combate, agítasc, llora, declilla ,v pasa. Es triste ver al Hombre, que lumbre y lodo ellcierra, Mirarnos desde abajo con infinito anhelo, Tocada la sHndalia con polvo Ne1:1tierra, Tocada la pupila coa resplallclor del cielo. roeta, no IlOSIlames-conduelc t"1l\.¡lmento ; Poeta, 110 nos mires-nos duele tu mirada. TUIls(iplicl1s,poeta, dispér~anse en d \'icnto; Tus ojos, i (,h poeta! se ¡¡ierden cn la nada. Xl Con ínt.i ma tristeza miramos conmovidas, Con Intima dulzura miramos pesarosas, Nosotras-!as eternas-vuestra. caducas vidaa, N osotras-Ias radiantes-vuestras oscuras foa••. EL HOMBRE Todo es olvido y muerte? Pasan gimiendo á .ola. El mar con sus oleajes, la tierra con su. hombres; y al fin en mudas playas dcshácease las ola., y .1 fin en mudo olvido de&hácense10&nombres. y nada queda? Y nada hacia lo eterno sube? Decid, astros presentes IÍ todo sufrimiento: La ola eT8porada forma un cendal de nube, y el alma agonizante no asciende al firmamento? N6, cstrellascompasivas Hay eco si todoC8nto; Al decaer los petalos espúl'ccse el perfume; y como incienso hu mano, que a brasa un fuego aanto, Al cielo Ta el cspfritu si el cuerpo se consume. Vendrá noche de siglo. á todo cuanto existe: y e:lo:pirarán,en medio de hielos y amargura, L0861timos dos hombres sobre una roca triste, Las últimas dos 0la5 sobre tina playa oscura. y moriréis, Mas flotarán y alumbrarán Sobre cenizas oh estrellas! en el postrero día ... espíritus con triunfadoras palmas; entonces la eternidad sombría, de astros, constelaciones de almas. Julio Flórez IDILIO ETERNO Ru~e el mar, y se encrespa, y se agigant&; la luna, ave de luz, prepara el vuelo, y en el momento en que la fllZ levanta da un beso al mar y se remonta al cielo, y aquel m0I1¡;;trl10indomable que respira tempestades, y sube y baja y crece, al sentir aquel ósculo. su¡;;pira .... yen su cár('el dI' '·ocas ..... Aeestremece! Hace siglos de siglos que, de lejos, tiemblan de amor en noches estivales, ELLA le da sus límpido~ reflejos, ÉL le ofrece sus perlas y corales. Con orgullo sc expresan sus amores estos viejos amantBs afligidos: ELLA le dice «te .tmo! » en sus fulgores, y ÉL prorrumpe « te adoro! )) en sus rugidos. ELLA lo aduermecon su lumbre pura yel mar la arr'ulla con su eterno g'rito, y le cuenta su afán y Sil amargura, con una voz ql1P tnwna en lo infinito. ELLA. pálida .v t",ist~, lo oye y sube, le hubla de amu[' Pll ,..ueeleste idioma y, velando la faz tl'aS d(~la nube, le oculta el duelo que á su f¡'entt' asoma, es Comprende que su amor imposible, qm' el mar la copia en Sl1 convulso seno, y !'le contempla en el cl'i~tal movible del monstruo I1zul, dOllde ('etumba el trueno, Y, al descender tras de la sierra fría, le grita el ml:ll' « lJlI tu fulg'<ll' me abraso! No desciendas tan pronto, estrella mía! El!!treIla de mi amor, detén el paso ~ Un in8tuute! ..mitiga mi amargura, ya que en tu lumbre sidel'allT..le bañas! No te alejes !...¿. No \'es tu imagen pura brilla.r en el azu 1 de miH eD~tañas? 11 YELLA exclama, en su loco desvarío: Por doquiera la muerte me circunda! Detenerme no puedo, monstruo mío! Compadece á tu pobre morihunda! t Mi último beso de pasión te f>nvía j mi postrer lampo á tu semblante junto. l.... Yen las hondas tinieblas del vacío, hecha cadáver, se C1eRplomaal punt.o. Entonee el mar, de un polo al otro polo, al encrespar sus olas plañideras, inmenso, triste, desvalido y solo, cubre eon sus sollozos las riberas. y al contemplar los luminosos rastros del alba luna en el obscuro velo, tiemblan, de envidia y de dolor, los astr08 en la profunda soledad del cielo. Todo ealla!..El mar duerme, y no imp.ortua& con sus gritos salvajes de reproche, y sueña que se besa con la luna. en el tálamo negro de la noche 1 Manuel de Jesús Fl6rez DIOS La el'lplendorosa luz de la mañana Iluminó la cumbre de la sierra, y l'i su tibio contacto estremecidos Despertaron los valles, las florestas, El mar sobre su lecho de corales. Sobre las flores del pensil las nieblai ; Hubo plac"r y movimiento y vida, Besos, rumores, músicas y esencias, y en el himno triunfal, q~lealborozada Exhaló la gentil naturaleza, lPios! fue la nota que vibró en los aires y en el alma creyente del poeta. 11 Llegó la tarde. El sol dobló su brillo Al tocar de la noche las fronteras ; La flor de nuevo embalsamó el ambiente, El ave alzó su cá.ntiga postrera, y temblaron la! ondas en los mares YgimieroJl las bri8a. en las selvas; Hubo cant.o8, murmullo, desaliento, Suspiros y sollozos, dulces qu~jas; y en aq uel desconcierto de armonías iDioR! moduló la lira del poeta, ¡pios! dijeron los ecos silenciosos, y iDi()~! clamó ]a creaciÓn entera. 1Il Llegó la noche. Contemplé su frente Coronada de vívidas estrellas. Encendidos hachones de diama.nte Que ~ 108 pies rlel Eterno reverberan ; Adurmiose la inquieta golondrina, Se aletargó la cándida azucena, Rodó sin ruido el arroyuelo manso, Acalló sus rumores la arboleda . y el silencio cerni~ndo.e en los valles, Las colinas, los montes, las florestas, • Es Dios! 98 el Señor! clamaba á. ~toe, El que en los orbes sin rival impera l. xv [ " Me l:oncentl'é i!1I mí mismo. Enajenado, Al fondo descendí de mi conciencia; Allí una voz de majestad solemne, Profunda como el mar, como él inmensa, Voz más dulce lJue el aura, y más terrible Que el huracán que I'Ugeen la tormenta, Pronunciaba también el santo nombre Que el 11ni"el'so eon su gloria llena; y al repetirlo balbueiente el labio En el silencio de la noche excelsa, Me parpeiií que pálidas y mustias Se inclina han t~'mblando la", estrellas! Eduardo Echeverría HAMLET A Julián i'áez M. Como Leal' apostrofa á la tormenta, Increpa al rayo v amenaza al trueno, Llena el alma de·sombra.s, interroga Hamlet la tempestad del pelll'amiento, Siniestro soñador, cruza. la esePlIa En \'uelto en BU dolor comu un espectro, y al contemplar lo valla de li-lvida Be bnl'la de ~u propio sufrimiento, Nada quiere del munno, á quien desprecia, los soIlozotl de su pecho Se oprime el coraz(¡n hasta que arroja De la pálida Ofdia los recupr<1o!'\. y uhogando -'Iorir, dormir-exclama adolorido y vagando en el tri8te cemp'I1lerio, Cansado de la farsa de lo~ vivos, Interroga los criÍneos de los mue¡'tos. Allí, donde la muerte ha l'onfundido Al meI1di~o. al bufón y al 0lmlento, Medita en las gl'8ndez!ltl de la vida y analiza, .ing·ando con lo~:hUl'HOs, Dudar es padecer. En la f'xistellcia Hay horas de profumlo df'saliento, . En que el alma turhada y COlllllovida Se arrodilla temblando ante pllllisl~rio. ('uando c::lnsanos de vivir luclnndo, Sin fe en lo porvenir,:, sin eOlls\l:lo, Vemos la tiprra de,;ola.cla, f~~tél'il. y sordo á la' plpgariu .,1 firllHllUPllto; Cuando la llegra idp:-!del Huicidio Como sombrío y de~(,Hrllado (',;p~tro Se levanta en la Hombra V temblorosa Vienp á cla \':lr su garl'a en e~cel'euro; xvu. Cuando tiemblan l gimen los cobardes y apostrofa á 108 dIOses Prometeo; Cuando llega la noche Ij. nuestras almae y le llena de niebla el pensamiento; Hamlet duda; su espíritu vacila y acometido por furioso vértigo Responde Ii su dolor con el sarCllsmo BU pasi6i' con el desprecio 1 y roa ta •....................................................................•••• La humanidad es Hamlet con sus dudu, Con su inmenso dolor y SUB deseos; Tiene como él su¡.; odios. su amarJ{Ura y su pálida Ofelia: el sufrimiento T José M. Sa8.vedra Galindo PAEZ Con el sol que en el hierro de BUlanza ful~ura. -Pecho y brazo delnudos de cOlaza y broquelSe destaca el guerrero por la vasta llanura Sobre el dorso indomable de su bravo corcel. Cual león eu la selva; cual condor eJlla altura, Que despliega SUB alas al inmenso dosel, Se ve en medio dell1'1no su bizarra figura Tras legiones di!persas en confuso tropel. Por la ola soberbia y el peftslCOsinuolo, Por la nube de fuego del vivac, victorioso, Reventó su galope del clarín al compAI ; y cual rayo que es muerte, y eBeltruendo y e81umbre, Clavó el bravo llanero su pendbn en la cumbre Donde Espalla, la heroica, no vio el suyo jamb. JE,-", " Epifanio .~ej!!:. LA PALOMA DEL ARCA A mis amigos José Mana Vcrgara y Verl{ara y Ac1riano Páez. Cuarenta días y cuarenta noches Llovió sob¡'e la tie1'l'a.., I~ntrc las aguas ~e fueroll sumergiendo lentamente Las colinas, las selnls. las montañas. A las cumbI'cs más altas de la tierra Subiéronse las gentes, espantadas; Pero de allí se fueron desgajando Como las hojas que 1~1turbión arrastra. En la copa de un árbol centenario Un águila quedó ...batió las alas ... La, cólera de Dios iba creciendo.,. La cólera de Dios !mbió hURtn al águila, Gentes. mon tea, camelloR, golond rinas. En el revuelto piélngo flotaban ... El arca de N oé se iba elevando, Blanca y Eerena, ~ual mariz:a garza. Rasgando el seno d,~enll1tada nube, El sol apareció ... Su roja llama. Que anteH bañara bulliciosos pueblos. Bañó de resplandor mundos de agua, L!ennse el aire d~ flotantes nieblas Cuando el cil'lo cerr6 S1lS cataratas: Entre espumas}' olas IplltalllE'nte Remolinaha det;cendit'lll)()el an~a. En ella, allndo df'l hambriento tigre Manso cordm'o sill tl'1l1OI'balaba ... Tu cólera, Spj''¡or, 1-'), quién no literI'a? Tu CÓ!Nll, Rpñor, {¡ quién no ablilIlda? Ln dín, :\oÍ>, para bll~car la tierra, El npg'l'o 1:11I'l'\"O á lus 1'l'pacio8 manda, El animal pOI' los e~l acio~ \'\wla. Nieblas l'ui'gando con sus at.ehas alas. Solo y perdido en los helados vientos, Divisa. al fin en la extensión lejana La negra cima de encumbrada roca Que 8U cabe~a entre la mar' levanta, Yuela ...y subiendo á su escal'flll.da cumbre La encuentra de caciáveres re¡rada, y como el Gen:o de la guerra, inquieto, Aquí y allá Hobre 108 :nl1ertOf-janda. Noé, cansadt: de esperar', ~uspir'a, 108 f'spacio,",In rga ; El ave santa de rosado pico Hiende las brumas con sus blallcas alas, y la paloma á Sola y pel'didtl en solitarios air'es, Al fin divisa, por el 801 bañada, Como pedazo de flotante mul.g"', La verde cima de glacial montaña. Brillan I1lUS ojo!';como do; r'(lbíes; Como dos azucenas son sus fi las; Vuela ... y al fin sobre la verde oliva Sus rojos dedos de coral descansa, Ruelta 8U pecho cadencioso arrullo, Coge Sil pico humedecida rama. y como el ángE'l que hajó á jlaría Desdt' la cumbre en el azill ~e lanza. ( Mientras el a.ve de neradas plumas Lleva la Oliva de la Paz al Arca, El negro CUel'Vol'n la escarpada roca Su :,;eu de sangre elltl'p la sangre sacia). Noé de pie 80bre el flotante buque La ansiosa vista en los espacios clava, y de repent~ de I'ndillas cae y al alto cielo su mirar levant,a. Mudo y ab~oJto en oraci(m ferviente «Gracias, Dios mío!» en su interior exclama; Posando en :'In hom bro la paloma llega y el v'~rrleramo entre sus manos la.rga, El s, ,1 mil riendo entre In /llar ,. el cielo Con roja lum bre lo:'!l~Splld(J" bilña; De iris de paz abrillantado!> arcos Cubren el techo de la nave santa. ~ ... Pasan J pasan flilencio!ólasnoches; Brillan :1 brillan rutilantes albas, y albas y noches en la mar encuentran La santa no.ve que en silencio baja. Un día, al fin, de la lejautl. Armenia Sobre los montes, de repente para ... Merman las aguaR.o.en la negra cumbre Como un castillo Bedivisa el Arca. Abre Noé la ventanilla y mira ... Riega la luna su fulgor de plata: Brilla en la mar la matutina estrella; Abre la aurora su brillante alcázar. Van asomando los deslIudos montes ... Aquí aparecen las ('olioas, calvas . .Allá el sol dora los abiertos valles . Buscan sus lechos las dispersas aguas. Vuelve la mar á su cajón de tierra . Azota el viento las desieJ·tas playas . No hay una nave que sus ondas surque . Plateadas fuentes de las cumbres bajan . Conchas del mar sobre lus montes brillaD J Bosques enterCJsen la mar sobreaguan : En donde un pueblo levantó sus t.orres, Brota un volcán HUS mlumbrantes llamas. Abre Noé la ya desea,da puerta ... Vuelan las aves y al azul se lanzhn; ('ormn las fieras y los montes buscan; Ruedan los pect:s y á las ondas saltall. Muge en la altura el al'l'ogante toro; La yegua al viento su relincha alarga; Ladra saltando de la nave el Ferro; El galIo airoso sobre el másti canta. (Ved, la paloma 1m el vecino bosque Llena su pieo de menudas pajo s: Bajo el alar en donde halló refugio Arma su nido y sus polluelos saca. Mientras las ave", compañeras !"uyas, Huyen y dejan para siempre el Arca, Ella se queda asolJ1l.añaudo al hombre En la desierta y terreJHd morada. XX.II r Triste es su arl'ullo! :'lu doliente arrullo y lar¡:ra; Pero consuela al corazón que sufre, Porque f1equejas se alimenta el alma). Ea una queja agonizante Pisa Noé la humedecida t.ienu 1sobre punto en que !'!upie descansa, Con su mujer y con RUS hijos lodo~, Un alto templo al HacedoJ' ln"anta" ,,1 En sus altares sacrificio ofn'N': Cuando el cordero entre 1m" manos alza, Brilla el reflejo de seiscientos a flOS En su cabeza, cual la nieve, blanca. losé María Pinzón Rico LA PATRIA Es bella nueHtra Pat.ria, aquí tendida, Voluptuosa y gentil entre dos mares, Por las brieas del tr6pico mecida, Cubierta por SllS ~E'IVllS seculal'eK! Es BU clima la eterna primavera, La sonrisa del cielo está en su lumbre y el resplandor dl~lcosmos reverbera De sus volctllll>.Sen la nívea cumbre, Cuaja en sus venas oro .Yesmeraldas, Lanzan SIlS ondas perlas y corales, De BUS monte!; gigaotes en las fa,ldas La sa via corl'p PO mágicos raudales, SUS muiere;; de asiática belleza Unen á andaluza donosura De la sangre mori"ea la fiereza, De la indígena s; ngre la dulzura ~ la Colombianos ~ herencia tan querida, Con vidas de mil héroes conquistada, Juremos defender con alma y vida, Juremos conservarla illl11aculada! y corno Dio,; reuniera en su iusticia Fe, ra 6n, lilwrta<l. en sacro lazo, TOIIWtnOS U('H: cienda la primi:~ia Dándonos hoy el fra ternal brl1zo! ¡¡ Así, cuando lIE'guemos de la tumba A la feliz tl'uHmufnción rlivJJla. y sintamos qUt~ ell)olvo ~e derrumba Mientras ya lihre e alma se ilumina, A nuestros grándes mÍ1Ttires diremos Al ¡ende la regi6n 111' las 8Rt.I'elluH: « Lo eterno, con vosotros mel'f'CCmOS; N o' deslm;tl'amos vuestras obra.s bellas. XXIV Si aquí tenéis también vivo y profundo De la gloria de América el anhelo; Si vuestra sangre fertiliza el mundo, Si en vuestra'! almas ~e deleita el cielo, Hagamos nuestro júbilo infinito Bendecidos por Dios. <le Dios delante! Ya es nuestra historia el derrotero escrito Que seguirá. la humanidad triunfante.')J A. León Gómez LA INOCENCIA "Cna Vf'Zuna lliñn dijo al viento: Colócame en tus alas un momento y 11(."11mI-'al e~pacio Donde brillan In hlIla y las estrellas Cual miradas dI' Dim.¡, lámparas bellas Del celeste palacio. y el vil'1l to I'espolld ió: DI-'la aneha eHiera, En el diáfano azul que reveJ'lwra, TÚ plwdrH encontl'arme; Cuando impulse las fieras tempestades, Cuando llore en laR vastas sole::ades, Puedes, niña, lIamarme. Ella entOtlCf~Sle dijo 111 claro río: Llévame en tu cristal líquido J' frío Hasta lejanos mares; Al fondo de coral, antro remoto Donde alumbran la vida de lo ignoto Mil negros luminares. Búscame, dijo el agua, entl'e la bruma, En la fuente, en la escarcha yen la espum~, En el océano solo, En las nubes qU:l cruzan por el cielo y en los eternos témpa.nos de hielo Delllterido polo. y las aguas y el viento sus tesoros, Con acentos dulcísimos, sonoros, Le ofrecieron sonriendo. Besó el aire fiU hermosa cabellera, Besó el agua su hueila en la ribera, \" sigu:eroll corriendo. Luégo la niña á la llzucena pura: Dame tU eSf'ncil1, dijo, y la hermosura Que mi ))lente amhiciona, Déjame recrpar C(ln tu belleza, Déja que te eoloqllP en mi cabeza Cll\1)O nupcial corona. y sin medir el bi€>1l quP era su orgullo, Del blando t ¡¡ 110 arreha tó el capullo La inquieta mano; en bl'eve XXVI Perdiendo su inoeenci" la azucena Moribunda dohlÓ, de dolor llena, Sil!'! péta los de nieve. El céfiro, de dulce hA-cienrlo alarde, Dijo á la niña, al yerla por la tarde, Mel:wcblica y sol<t. Cont~mplal1do á sus pies de la fior muerta, Ajada y sin perfunws'y f'ntreabierta La p{Uida corola: TOdo puede volver el! t~sta vida: La fortuna, el amor, l~ fe perd ida, La ilusiÓn qne SI! trunca; Mas guárda, niña, del candor la esencia, Porque una vez perdida la inocencia, ]1.'0 se recobru llunca. José Eusebio Caro EL BAUTISMO [.~ mi se)!undo hijo recién nacido) Yéll, yen IBISvivas fllentp8 del bauti8m~ I~peibp, oh niño, de cri:,;tiano el nombre; Nombrf' de amor, de cieucia, de heroísmo, Que hace en la tipnu un semidi(lsdel hombre! Los homb)'p~ que e!'f1s aguas recibip)'on Con ;;11eSI,íritu y hrazo l'luh'yugaron La. in llIellf'U m8 l' q 11f' [l udacf's recorif'T'on. Los nllJn(hs que tl'as ella adivinaron! (1). Potentes más que el genitor de Palas: Al rayu señalaroll ,ul'umino (2); y á los vientos, al7.(lIIdo~e ~in n la", Siguieroll sin tem h:ar Sll torbellino (3). Ellos al Leviat{in entre cadenas Sacan dp los abislllos con su mano (4), y pifillTl con sus plantas las arenas He! fOlldo de coral del Oeeano ~5 }. Cristianos son los que esas formas bellas. qllL> el CI'I' «101' engalanÓ á Natura, Obligan á va{:jal' ¡,,'Ils blandas huellas En in:,;tllllUinen. nítida pintura (6). COII lle UlI hib C( '11 la eUl'va retol'eida Ip,.; ea !los iUTlIn 11(}e un in€'rte leño ... j y el Sf'Cl'eto p('l'turball'de la. vida, y agitaTlI'l e:lll;ível f!ll ISUsueño! (7) 1 Descuhrimiento de In ,\mérica por Cristobal Colón, cristiall".-Ikscuhrimiento de la~ Indias y del paso por el cabo de Buena E'per¡lm:a ;:or Vasco de Gama, cristiallo.-CircUllllll\·egacion del globo por MagalJanea y Se· IHlstián de Ekano. La Pérous~, Cook, etc., ete., cristianos. :¿ In \'ención drl ¡:arnrrayo por Pranklin, cristiano. :\ Globos aerostáticos por Montgolfier y Charles, cristia n{)~ .¡, Pesca de la balkna por los ingle!es, holandcse!l, ra. an.l!loamericanc,s. dc. , cristianos. ¡; In\'ención de la cumpana de buzear, por Wil PhiIIips, crísti;¡n<l, . 6 Inv~nci6n del art~ fotográfico por Daguerre, ('ristia no. 7 DescubrImiento del ~alvanismo por Galvani y Volta, cristianos. 80S, XXVIII y tú también, eras también criAtiano, Tú que dijiste, contemplando el cielo: «Ya mis OjOR no alcanzan, pobre anciaDo; Yo ra:ogaré del finnampn lo el velo! )) y en el aire ele\'andIJ dos cristalel'l, '\ VenuR la faz, )I\ll ,..to de hinojos, Los ojo,; C(ue te hici¡;;tp fueroll tales Vue,ta Que envidiar(.n :a¡.: áglljb~ tus ojo,,;! (1), Y era eristiano illjl:Pl que Tllf>ditando Eu el retir(¡ (h~modef-ij¡¡ pstauza, Sin afá.ll, sin el'rllr, pei;Ó, jugando, Los planetw.; y l'l Hui ell S11 b;t¡'nza~ (2). II Oh prenda de mi amor, duiee hijo mío! Cuando en edad y para el bién crecieres, ( y en el gran Padre Vniversal cc,nfío Vivir'/Ís para f'l bién lo que vivierE!s) Serio elltonces quizá, med ¡tahundo, Ihvado, Quiera!'! curioso, vis\t¡lmlo el mundo, Juzgar lo que lo~ hornbres hall fundado. De "rrlor de cieneia v luvpntud Conocerás en tOIlces por tí mismo, Verán tus ojos, palparán tus manOH Lo que puede d milagro del bautismo En los que el nomore'llpvan de Cl'iHtianos, Sí! do naciones lW{)Hperas hal ¡are:-, Sujetas HÓlo á moderadas If'YPS (,!ue form:u'on Spnados populares, y que obligan á súbditos y á n~yes (3); Do al hombre "ieres respetar al hcmbre, y ñ la ml;jer como á Sil ignal tl'fl truja, Modesta y libre, ~in 4ue al pueb'o asombre Viva fiel sin vivir esclavizada (4); Do "ieres generosos Sin temor de peligros misionel'os, de ultrajPs, lli /''--- 1 In\'enci6n del telescopio por ~k,) 6 por el alemán Jansen, cristianos. 2 Sistema del mundo por Newton, cristiano. 3 Gobiernos representativos, conocidos s610 de Id naciones cristianas. " Eo todos los pueblos no-cristianos es admitida la poligamia. XXII Abandonar la ¡mtria placenteros Para 11('v¡L1' l:t lu7. {¡ lo~ ~a]v[ljes; Do \·j¡.;hllllbl';' De o~euro ]('f; h:'''pi''io pÚI]:C:lS (]ollcella", ('1111'1' las ~o!llbJ'as ntgas, Curando tl('1i\'([~ (;"11 ,.1I~ !llanos bellas D(' lo~ ]pprosos las hpdi, 'lIda,. lagas (3); »(1 pIIPc]a,.. ,¡dllliJ'ar' illstituClOlIPS Qw· a IJI'ig:l 11111 ill\'[ilid", al desnudo, QUl' ¡[ 1111\n~;¡n nI clf'IIH'lltt' sill pri:-;iones, Qup h;ll'('n :l1l'Íf'g'O \,('r y hablar al mudo; Do \'jpf( S Jlrll11'''';c1ll tll i;·¡o('pntl'. Ca,.:1 iglldo al pp¡:\:e,''':o con cH.r·iño, Re~p()tl1do f"!lIlH;iaIJO ilt1¡'ligente, Asegurado ('1 J!0r\'ellit, del niño; - Allí do hallcll't's libena,1 y ciencia, 1\1i:'(')'ico 1'(1in, caJ'idad ,i u sticia. Dominando del pueblo 'la conciellcia, De la industria calJlIando la codicia; Allí do J'e~petándllse {¡ sí mi~mo Y'(,l'f's al hombre amar á sus hermanos, PO(lrÚIi clamar: (1; HOllor al Cristianismo, QUl' l~sto~ Il o pueden ser sino cristianos!» 111 Eso~ s(!r{w cristianos! herederos De la virtud y (]Pl antiguo nombre De aquello ••floc!' pobres eornpaiípros Del que se hizo llama l' III.JO nEL J[o~1BnE; De Ac¡ llP¡ que De un al'tp~ano De los grallde~, y al flB cual un en un establo fue nlicido, ell f'l taller criado, del mundo perseguido, ladrÚll cl'ucificado; Que nada de su mano que se lea ~os dejÓ, ni \'il1jÚ plll' las naciones; )ac!nlet·wpnte al pUl~ul0 de .Judea Di(~'~trláS SUR i¡~HtI'UCCiOIle8; \ cUyo \ edil), PUlpero, mas fecundo Fue que el cl't 10 y la l~spadade los rE'yes Con los sig:!. ,,.;cl'pci6 ~ renovó el mundo! CumbilÍ L'o~(ul11lJre:-l. I'dig:hnef;, leyes! Las Hermanas de In Caridlld, j Miguel A. Caro A LA ESTATUA DEL (En la plaza LIBERTADOR maY'lr ,Ic Bo~otá) jBOLivAu! no faseina A tu escultor la musa que te adora Sobre el collado quc ¿í fUllín domill:l, Donde estrago" •• iulminiio de los Ill\~as vengadora. Tu diestra, ~() le turba la Fallla, Alada prl'g'O)lera, q lIe tu gloria Del mundo por los ámbitos dl'r¡'ama, y doquier' te pr(\c1ama Genio de la venganza y la victoria. f;l no supo el camino Por do el carro lanza~te de la guerra, Que de Orinoco al Potosí argentino Iml,etuoso vino Temblar haciendo f'll derredor la tierra. Ni sordos atamhores Oyó, ni en las abier,as capitales Entn.r vio tús banderas tricolores Bajo lluvia de flores y al eRtruendo de músicas mareiales. Ni á ~us ojos te ofreces Cuando, nuevo Reinaldo, rl tí te olvidas, y el hechizan te til t 10 hasta las hece:3 Bebiendo, te adormeces Del H.ímac en las márgenes floridas. No en raptos dI' hl'roí"lIlo. No en vé¡·tigo de triunfos y esplendores A(lmir6 tu grandeza. (.:1 á tí llIiRIlIO Te buscÓ en el 1I hismo De ree<'índitas lueh:ls y dolo]·ps. Te viOlo si adolesCCIl t('. Ya en el sileneio de la gr~in ruín/1. Que Roma encienn, a.pacentr .•r tu mente, • Verso de Olmcoo puesto aqul como alusión á la Victoria de Junín, Cn.nto á Bolívar . . :X~XI La soimd ora frf'n te Doblada al peso dl~ r.lisi6u div'ina; Petand() Íl bs E;;pniías, De América inflamar p) ;;8110 inerte Con grito que COnnI1l8\'l' las montañas; Solo, en playas f>xtrañas. O entrf' escombro!; hundido, e!1gl'alldecerte; y pUf'i'tn el PPIl;;;¡llIi~'uto Allí dondl' visióll mortalllo aleanza, Nuevo Colón ell pérfido \ knwnto, Cun profél'.íl..'O alientl) Aviya)' ('n tinieblas la l'speranza; Con mano cornpa,.;Í\'a ( No b:en {¡ la fortuna has hecho esclava) Restituir su lilwrta.d natÍ\'a A una raza eautivn y á la prole infeliz que ílmamantaba; o llevar de un sl:'g'undo Palante * el corazóll al templo santo Mientras responde á tu dolor profundo Con eco g'emebundo :Fiel muchedumbre derramando llanto; o en la región del hielo, la cumbre cana, y contemplar allf del tiempo el vuelo, La inmensidad del cielo, La pequeñez e1e la gr:1ndl:'za humana. Del Chim borazo hollar Vio el dolor que se ceba . á la hora en que el Eterno dijo: «Quiérole .ya purificar con nueva y terrífica prneba, » Columbia elltOIlCe¡;; te negó por hijo; En tí, y En ddiu vil de,.;f!ora, Con rabio>'o azotar, la ínclita rama Con ,que pi¡)do~a Gmtit,ud decora Tu fren te creadora Que el honm' ce los Césares desama! Ya ~l obceeado lwrmuno El arma fe\·olvió contra tu pecho, GnU.RDOT XXXII y en el confín postrero colombiano Te brinda hidalgo hispano, Si patria te faltó, su honrado tl'cho. A ese asilo postrero, Del piélago mezcl}indo~e al hramido O al lejano damar dPl marinl'I'o, ¿ Qué aecllto lastilll,H'O Fúnebrp vu(~la á golpear tu oído'.' ¿ Qué asolaciÓn [1 ugura La voz dolil'lIte qUf:' 1!1Ilos aires gira? De negra ingratitud víctima pura, En hó¡ rida esp;'.suru ICielos! el Hél'Oe de .\Yllcucho expira. En tan "oJemne,; días, Por la ori1l:\ ::Iel mar, los pasos lentos, y cruzados los brazos cual solías, Honda~ melaIJcolía>3 . Exhalaba~ á \'t'ces ('11 ID mell tos. Ora pasara un ave, Ya. hender vieses el líquido elemellto, Sin dejar rastro en Pl. ,"elera 1I1t Vl', Murmurabas: ¿ Quién sabe Si 81'{. en la lIJar' y edifiqup ('11el "ipnto ? ) En sord os aq uiloncs Oía~ como hígllbrcs ~eñH.1es: «¡, Si eaerán sobre mí la8 maldiciones De ciPII gpnertÚ:ioTlei'l '! j Ay, desg'raciado autor de t,í.11toS males! (l J) Brutal' la ale,-osia Viste, y á empuje de discordia bmnt Bn HIbolc¡¡ l" la lil)('},t;¡ rl. Gelllí¡l Colom bi¡¡ en agllllí<l; 'l'u espíritu rnJilhll d,'chllaba.El r.(Jly.(· p~tH t lltuio, flllp;t'lltes nUJ'(·olas. De dUOl1H en tti' pf'r:ho solital'io Vio aquel tumulto vado: i Vio el hClIld(l abi"lIlO, las <llllargas olas!. .. Apa¡·tanrlo Callando respondi4e A la íntima pfusi611 con que (:1te nombra Cuando 1'11 fija 1; tu f'pl11eja nza jll~iste, y herlllo,a, IW¡'O nistl', Apal eei6 tu vener<lllda ~ombl'tl. Con e~f' aspecto y esa .Melancólica nube ¿e tu ceño, Que de~eng:aiío y fluundono expresa, Descendiste á la huesa, y aún tI' acompaña en el eterno sueño. Inclinando la espada Tu bl'azo triunfador pa rece inerme; Tereiado el grave manto; la mirada En el Rue!o clavada; Mustia en tUl-;lalliu1:' la elocuencia duerme. ~l{¡g:ic~1á par de Dante TENI.;RAN:\I tu va.sto pensamiento Renovó, cUllcentr6, y á tu semblante Dio maie~tad cumbiante, y á tu étll:;t'pro callar Illúltiple acento, ~o tremendo, no ,-"dustn Revives; del fra?;or dl~ la, pelea Descansa" ya ... :\las, tntplar, augusto, Doq niet' /'le alce tu busto, Con p]{lCida elacióu ~e l'll~eñoref\,; y en tu serena altura Mártir perdonas, y redhes culto Sublime en tu dolor ~in amargura, De liwnja perjura Libre por SIempre, y d(~cobarde insulto. y tu IIombre NI su vuelo Más qu;~ el de antig'uos ~emidioso8 ('rece En tu edad misma y ell tu propio suelo; j i tu hi:,;toriu :-in velo Las grandezas que f\leron oscurece! El divinal aliento, Que anima {¡ la maf€ria y transfig'lra; Nobilísim(l humano sputimiento; Fillalrecogimiento; Cuanto al nlma PIHl,ltt'Ce En Illbtica 6 la depura. élmnlgama, Cual vago nimbo dl~ 'tu pxcelsa frp.n te , No imitaciÓn, veuerll.ciÚlI reclama: El que Padre te uclama, lfezda clt, oqptllo y de wrguenza siente. i LIBERT.\ Don! Oe];.Ulte De esa efigip de bronce nadie pudo Pasar sin que á ot.ra esfura"se levante, y te llore y te can te, Con pasmo religioso, en himno mudo. - •••• ~. )11. José Fernández tyfadrid A LAS BANDERAS ( Remitidas (¡ DE PIZARRO Bog<)tá por el Libertador) Estas e 00 las bnoderes qUt-! algón día En manos de Pizu¡'ro tremolaron; Estas en Caja.marea preSf>I1Ci/lI'on La má~ abominable alevosía. Recuerdos de opre8ión .Y tirullía, Al Perú tres centurias iIlsultaron, y 108libertadores las hallul'oIl Tintas en pura sangre toda\'Ía. Monumento de un di\spota. insolente, Banderas de Pizarro ensangTentadas Que rin:Jió ante Bolívar la Victoria: A lo!! pies de Colombia independiente, Para l'Iiempre abatidas y humilladas, No más nues1 1'0 baldón, sed nue~tra gloria . ..~ '. -------.- Césa.r Con to CUAL? ¿ Cl1lÍI ha de ser, (~u{llha Yo al esposo miré y p-l Querido .Juan, que me Con la .mil'lma tel'l1llra En que el ('ielo bendijo de !,ler, Dios mío? me miró; ama todavía que aquel día. nuestra unión. Ambos muelo", cstábumoe; yo quil'le Ese triRte si'encio intefl'u mpir, y en voz muy baja y trémula le dije: "Repit.e lo que ofnce ~ l0. que exige En su curtA. Rolwl'to. ' DIce así: y .Jnall leyél: "De Iruestros 8iete hijos Dadme uno IHlra siempre, el que escojáis, y yo en cambi.) ~t! dHré tkrraH.Y casas; Tendréis fortuna y bienestar sin tasa, y el hambre ahuyentaréis de vuestl'G hogar" . Tornp á mirar fI Juan; en su vestido Vi la pobreza; en su semblante vi Las huellas del illsomnio .v la fatiga Del trabajo tenaz q\le Y\I, su amiga, A mi ¡:>esar. no puedo compartir. y pensé en nuestros hijos: ¡ay, ~on tántol! iSiete que ma.llt{>ner y que educar! Luégo exclamé con apilrente calma: ••Mientras durmiendo están-¡hijos del alma.lYéll y esclljtunos el que se ha de dar", COIl paso lento. asidos de la mano, La l¡eIlusa revista. al comenzar . Llegámos p 1;1 cuna d(l ~laría; IGh cuán hermo"" estaba! Pu redil Una l'oJ:'a entn' lirios y azahar. El pobre panre ql1i~" al;¡¡ riciarla y con 8 n to"ca m:lTI' 1 la tocó; Ellu hizo UI1 Iignt. ll1ovimipnto, El retlr{, In n¡uno y eOIl I1cento Qne nllll('tl oh·idar:é. dijo: .. ¡E,tlL n6!" Fuimos á una camita donde junto8 Formaban dos un grupo encantador; ¡Tan lindos, tan pequeños, tan queridos! iY cómo, cnandll están así dormidos Inspiran más ternura y compaHj{¡n! Una lágrima ví que humedecía Las rosadus mejillas de .Julián; La enjugué con U11bE'sO de ternura, y dije: "El pobre es una criatUl'a; A este tampoco lo podemo~ df\r." Allí está Lui~, su p~lido AemblnIl1e Aun en medio el!'l Hlleño dejar ver Las lnlPl!as del dolor; i piHlece tánto QtW á Vf'Ct'8 me {lI'Pgnnt<l con espallto, Si mi suerte será llcrnr pOI' (·I! Por largo espacio, Mirándolo estuvimos; Dijo, sintiendo como "A éste nunca jamás Ni por un mundo, ni con los ojo~ húmedos Juan, al fin, yo sentía: lo entregaría, por mundos mi}." Allí Pepillo está: ¡muchacho malo 1 Nunca sumiso, siempre en rebelión, No me deja un momento dp reposo: IEs tan inquieto, altivo y cnprichoso, Tan díscolo y tru\'ieso E'I picarón! j Pobrecito ! para este sacrificio ¿ Le tocará la suprte al infeliz? "¡ Oh, nunca! dijo pl padre con ternura, Que sólo de una madre la dulzura Lo pupde soportar y corregir." Aliado de la eama de Eloísa Caímos de 1'Odil111sJUILIl y yo; ¡!lija del alma, In queremos tánto! Es nuestro orgnllo y ¡Jpl hognr en~'aIlto Por su bondad, su gracia. y sn ('andor. Mi coraz61l latía con violencia Cuado dije temh'aw!o: "A pila <)uizá Para su educaci(·J1l .. .lc C,)llyellflnll ... Más .Juan me interrumpió con energía: 'ó iCálla cálla por Dios! ¡ Esta, jamás!" Sólo f~tlt.a Tomás, el mayorcito: Tan SlIlcero, tan n(Jhle. tan leal! Es el vivo retrato rle Sil lJlidre: j XXXVII "A é..;te. !~xelamé. uellaclo de la madre Nadie delmund() lo podrá arrancar." "i A uinguG()!" exclamámos en concierto, "¡ A ninguno á niugun· !" repetimos Con l~xpresión de gozo indefinible; y Illé~o le (~!'cribimoH En tf>I'IUinllH cortese~i á Ruberto, QUt> aecptar su pl'OpUe!lta era imposible. Después de aquél 1ll0ltlento Sentimo'i m{l" "alor, IU(IS energía, y sostenelllO¡';con I1lll.yoraliento El rudo tmhajar dI! c;í.da día. Verdad es que gallumo~ el i>ustento Con afanes prolijos; Empero en el hogar reina el contento y no falta ninguno de los hijos. Si la miseria alguna vez alcanza. A llegar al umbral de nuestra puerta., No la ha de hallar a.bierta, . Porque tenemos puesta)a esperanza. En Aquel que de todos es consuelo, y con los ojos en la. tierra. fij08 A los pobres proteje desde el cielo y el pan le8 da. para sua tiernos hijo8. E. León Gómez EN EL CEMENTERIO (De Victo!" IIugo) Pasó la multitud. :-;ielllp¡'p á Hill mirul'me mi ;aJo ha pasado, Feliz 6 deHg'l'Dciadllell su locura; Pero lo~ llIUP.1 tos, que oldcindos viven, Mi!'! viSitUR reciben y á su lado me acog'en con terIll1l'a, Saben que soy el hombre del olvido, El viajero perclid () Del bosque de la muerte en la espesura; Alma que del dolor Utl libro haciendo, En él ha ido aprendiendo QUfl abajo está la paz, nunca en laaltura. Ellos conocen la actitud que tengo Cuando {¡ olvidarme vengo Del mundo, entre las cruces y las losas; Ellos oyen con g'usto mis pisauas y sig-uen mis mirarlas, Cuando la oscuridad buscan ansiaRas. Ellos la voz de mi dolor atienden y mis quejas comprenden Más que vOliotros, locos rle la tierra; Yel himno de mi lim. vuestro ('anta, Es para ellos el llanto Que de amargura el corazón encierra. Olvidados del mundo, la Natllra Les briLda en su ternura Este jardíN, nuestra última morada; En .élla Aurora vaga cariñosa, La flor es más hermosa y es más felizel a ve enamorooa. IYo vivo aquí! .y alIado de sus flores Alivio mis dolores Consolando á las tumbas olvidadas; De los muertos deleitase el oído Cuando escuchan el ruido Que forman en la yerba mis pisadas. ¡Yo sueño aqui! VAgando entrelosmuertos, Del pp,;";lLIlliento abierto..; Los ojos ven q\lP mi alma se trasforma En un mii¡ri(:II P!'I)(·jo que l'etl'<lta - y (1 lo in :11/lrtfll dilata, Delllniverso h impcónellt() forma. Mirando aquL ¡.;in ver p(,bl'es insectos De vUl'iado¡.\ aspectos. TroIlchadns l'amH~, H)]n\)réls y colores, Siento, en 1[\ o~('ul'idad. que me de;;lumbran Ln;; tillielJlas que alumbran Volcadas piGdl'lLs. 1Í1\ll!l]')!' y tl()rt.s. El ideal <le mi l'on<:tnt11.e anhelo. Cual luminoso velo, Flota aquí de lo ptl'l'no en las orillas; De mis dudas sin fin las formas varias TransfÚrlllanse en l)legari88 ... , Comienzo en pie y ataba de rodi las. Cual busca la pa,lolll8 entre las grietas D~ las rocas eBCuetas La gota de agua que dejó la aurora, behe con anhelo Un poco J¡. consuelo, De amor y fe doude la 1l1Uerte mora. Mi alma afligIda Alfredo G6mez Jaime EL ALMA DE LAS COSAS BUR('ftd de la.s cosas la oculta. belleia : En todas hay algo de altiva gTandeza, En todas palpita vital emoción. Mirad en 10H Oll1.rE'A, mil'ud PII los cielos; Los l:tstros, las floreH. laH rocaH, los hielos. 8011 luz y colore~, --erfump y pasión. Mirad 101" nbj,,"](¡s: son br)('as Hin (lientes Que en hórridc1ll1ueca HI~almPI'()l! crujirmte9 Con hálito inmenso dI' rudo huracán, !\-l iell tras T)l.d(,\,( ¡:'O. COl! ílll¡wt l! (~iego, IucelJdiando el aire como dios de f\lego Su roja melena sacudió el volcán. Los montes slIblimes en cuya (~abeza Extiende la nipve Sll blanca l)('lll'z;l, .Albrillar del cielo sobl'e el alllplio tul, En limpias maii[lllas del Hol revestidas Son en lontananza paloma ••dormidas Sobre el fino razo de Ullf\ falda azul. El mar, qUH modula 8US vi{·jas caJwiones, y ruje sus iras corno los If'OllPS, y sube y se aleja (:on hondo gemir; Inquieto y amargo, con ritmo profundo, Es el turbulento ('oraz(,!1 del mundo Que dl~sde la playa Sp e~en('ha la1 ir. Los rudo~ peña~cos de halhu l11U~gosa Son viejos poetas; de su fuz I'llgoHa Emerge un ext.I'uÍÍO, llivino úsplenLlor, Si sobre su calva, po~ad" Ul\ mOlllPIlto, Imagen de un nolJle y audaz pell~¡¡.rniento Sus alaR enorm('s r1p,.pliega 1>1eondor ! La brisu e8 un hada tra\'Íl'Hll y ~nlCi09a. Que todl) 10 inquiota: feliz, I um(~)r,\<;fl., Todo lo conmll(,', p eOIl P¡\·"o trillnful; Encrespa y-~acllde la gl'l\V(' arboleda, Desgarra; á las í1·)r¡>ssu:, trlljf>s dE' ,ecla y quiebra ea l()~lagos el t '-'rHO cristal. \/'YXXl La luz e~ la "ida: su poder encanté., mllno de artista todo lo aurilIant8., LaR dUI<:\-'H pupilas con su raye Fll'mó; y haHtll en el OEIl do, curioea y ligera, I1unipu pl'fond(\ d(\ la ralélvera Hl1 Cual ]·jI'H del ¡¡¡nJa que allí TI'(opel df' fulgol'p¡;, asalto He a:bt·rg:6. d(~ bl'umas, 'l'ruPllo n·vestido de gasas y e~pumas, CupJgn 111 cn :,:r.ll r1a l' \] vistosa red. 'Mugwn1e s{' 3l'l'oja por el prpcipicio, y la cima ennrnw-réprobo en suplicio- Jamás Cl·Jl su!' ondas mitiga la sed: L¡¡s Il1lUPS Hc.Il masas de fl( I'el' flotantes, Marllojo de li,·¡,.,s, ci{!:iieñas errante!', !Ilf:t-ndi(s, jardines de vivo f1rl'f'b(.I; Fant aSlllílS y monstruos de "iva E'Fcarlats., Palacios de Cl'o. bflje:~8 de plata, QllPl'l1bes gig:lllltps con ala.s de !'oI. De lu ~ 1'811 f'llyprna brillador tesoro Fing:pnaH I:'st rellas abejas .de oro Que\'lIelan eJe azules vergeJes en pos; y son c.ela Il(¡clw, serena y r8dio~a, Vívid os hlllarp8 de su faz bermo~8, En qlle húuwd(\stiemblun If'S beso¡;¡de Dio.l Diego Uribe LA CASA DESIERTA La casa sola p::ltá! La uu t igua puerta Al Jejúrme pasa\' lanza UIl quejido, y el eco que á mi paso se de!'piertll, Parece que me diC'p: ya l'P ha!! i(lo! i Triste la casa está! THtríca..Y muda. Heina la soledad por ¡]OI¡;)eqniera. Todn me \'econ"ce y mn saluda, 'l'ouo está como ent<'lll:PS, todo es,JE'ra. Las mismas ramé\!; que sacude el viento. La misma fuentt' que se arra"ltra en calma, Todo impasible, meno; ;rl). que siento Que fibra á fibra se !TIarorn;>e el alma. ¡ A.y para aquél á quien )a pena hiera. Qué hOlrible verse en el h()~ar V'acfo, y hallar do e) nido de su (hcha fuera Silencio y soledad, tristeza y frío! Atropellarse los recuerdos miro, Este yiene hacia mí y aquél me llama, y cada cual el último suspiro , y la postrera lágrima reclama . . En alas de la brisa gemidora Vaga en el a.ite y llega hasta mi oído Un eco profundísimo que llora Las dichas de un ayer desvanecido . • j CuAntas 8ombra~ que pl1sn.ny suspira.n y el tibio ambiente del hoga·r reclaman, Cuántos ojos sin lumbre que me miran, Cuántas voces !lin eco ,que me llaman! lCuánto a(li6sque unos labios pronunciaron Con voz ya moribunda y apagada. Cuálltos seres queridos que escucharon El toque misterioso de lInmacla ! Mas no serán eternos los ~emi(lo8, Que no es eterno del dolor el bloque: Porque tarde &temprano, lÍ. mili oídos, Ha de llegar el mhó!teriosotoque. ¡Enjuguemos el llanto en las pupilas, Sacudamos los hielos y la escarcha, Cerremos nueva.mente nuestras filas y prosigamos la. infinita marcha 1 I •• )EI.~. Ricardo Carrasquilla EL ABRAZO El Rol dl'\.~iBando va, Está la tardp serena, Hierve como una colmena San tafé de n')gOt{I: Echa á ulIlado su a,patía la8 cHTlllntllHS :i V\lelo. r leválltaHP hasta. el Cielo y InsólitH gritería. Por la vía quP serpfa De la cordillera al IHP, Lejos, muy lejos se ve Nube de polvo que ondea; Alzanla tres militares Que á largo ~a]ope van, y á sus corceles está.n Desganando los ijares. El de má~ !'uposici6n Es de mediana estatura, 'l'iene gallarda figura y se llama Don Sim6n. ' M onta fogoso alazán, De tánto corr(~rrendido, y sobre el roto vestido Lleva un gustado dorlllán. Gorra COIl ancha visera Cubre Sll fn~llte, tostada Por el s(.I, .r ~tl rnirnda Eri torno fúlgida impera. Cu'lI arroyo rumoroso, Que va 1·Á.pi~l() corricnoo, Su!,' ll¡!tILH; FlJrnÚl1.ll1 {¡ \ .tl'OS uniendo río caud¡¡h)80; AHí vall <lipz, veinte, denta, Oniéndl ,!'e Ú Don Sim6n; y fnrllHlll Ull escumlr6u, y de,pués un regimiento. XXXIV y la turbia polvareda, Que más y mús crece y sube. Forma /Z'igantesca nube Que sobre los Andes rueda. Es BOLIVAH pl que viene, Ha vencido en Boyacá; y locH la gente está, y I'1Hlie i->UHruOl' ('Ol1t jPIlt'. Ha Jlegado ~ El pUL hlo l'nteto Agólpase 1m red/'doJ' Del ilustre trillllfador. Del porten to~o g'uel'l"P/" '. Casi en peso \'a el co/,( ('1, Caminando á patio !ent '. y crece á cada momen lo La gritería, el tro¡lf'1. Aplausos y beudiciolll'i'i Al que es BU padre ofre('pr Quieren, y quipren ponpr A sus pies lo ••corazones. Ko pudiéndoi-le acercal', Pna jJobre allcialla elll'rito Levanta y dice: "BI~lJdito! Ah! d~já.dmelo abraza!'," Bolívar la a.lcanza íÍ \'er pida mirada, y dice ¡>I~ voz n'po>lalla: ",\brid pas" á esa mujer." {'\ln !'1Ur(¡ :\las la'multitud ardien:e, En \'ez de ;jb]'il'SI~se apiña, y por más que se la )'iña Xi un paso en (~ejal'(,ollsiente. Bolívar ~ilellcioexige. Re apea rápidamente: Se abre pa.so entJ'e la gente y (¡ la mujer •.• e dirige. \L'~n (¡ la anciana el trmol' en \'aIlO, Mas halla apoyo en la mano Del noble Libertador. y quiere moverse .\ »us labics rpspetuORI1 La lIeY8, en lIaJlto la inunda, y una alegJ'Íu p¡'ofunda En su !o'embla.nte rehosn. Bolívar e;.;tl'echamente AbrRza á In anciana luégo, y una Iftgrima. de fuego Deja cap!' 1'11 sn frente; y a.l v()lver~1' conmovido En bllsea de S" nlaz{¡n, De su gastado (\ormán Rueda un botÚn desprendido. Cae la auciuna de hinojos, Guarrla el botÓn en su se\lo, y con sem blall te sereno Exclama alzt\:;uo los ojos: .fesús mío y mi Señor, 1\'le entrego en tns manos, haz Que muera tu sierva en paz: He \'isto al Libertador.' Temístocles Tejada LA OLA Y LA ROCA Con ternura, Moribunda una noehe oscura y fría., una ola usí decía. A la roca del mar: ¿ Qué haré en la inm(>n~idad tan olvidada P y respond ió la roca despiadada. : j Llora!'! Llorar! Llorarl Lanzó la ola un lúgubre gemido, y con profundo aeimto dolorido Vol vióle á repetir: ¡Ayl quáha.cercuóndohastaelllantoacaba.! y la roca impasible contestaba: Morir! Morir~ Morir!. .. Jorge Isaacs COLOMBIA En las r.ocht:8 azules de verano Su uil'ón de fuego el Puracé levanta, Huella del Arquitecto soberano, Huella, no más, de su divina planta. Raudales v tOlTf'nt{;,¡ abrillanta. DO!'u los m<;nt('s. ,; en el verde llano ~i aun {¡, la prlllp ¡lel turpiul galano El eco ronco de su trueno espanta. De tu yelmo, Colombia, ante la lumbre Luciérnaga es el fueg'o de ese monte, Lodo la nieve de su altiva cumbre; El mundo de Colón f!S tu horizonte; y mientras haya esclavos bajo el cielo Habl'{¡ libertadores en tu suelo. JL-.... , Maria Valenzuela TRIUNFASTE! Sí, yo te vi los lomos oprimiendo De un fogoso corcel; ligera ~asa Te velaba la faz, mirar dejando Tus bellas formas :r tu tez Ilf'vada; Gracioso sombrerillo detpnía Tus negros bucles; la ondnlElllte flllda Desde tu airoso talle en anchos plieg-ue. Hasta 1m; cascos del brid6n bajaba, Y, sin esfuerzo, con flpxihle rienda El arool'of!() bruto sujet.abas. Tus hechizos miAojos cauti\'aron, Mas no pudieron cautivarme el alma. 'fe vi después, cuando al com pás del piano Volar dejabas la ligera planta: Blanco cendal finístnlO ,'estías, El cuello y brazos <:ándidos mostraba.s; Graciosament.e tu cabello undoi1O Sujetaba levísima guirnalda; Cual los ojos de incauta golondrina Que un niño sorprendió, reverberaban Tus vivos ojos; y al paFar danzando Arrastrabas de todos las miradas. Nuevamente mis ojos cftutivaste, Mas no pudiste cautivarme el alma. y ayer, ayer te vi! Vestido humilde y un bla t'co delan tal sólo llevabas, y con un crucifijo entre las manos Del Hospital cruza bas por las salas. Su frente el sol f>nf>lOcaso hundía, y su postrera luz por las ventallas Entraba, largas sombras dibujando En las toscas balrlosas. A la cama De un moribundo anciano te acm'caste A decirle palabras de (~sperallzu. El te escuchó; los apagados ojos Fij6 un momento en tu doliente cara: DioA DR lo premie! tl1urnwró, y sus labios Vino á sellar la mllert(~. Tu npyada Mano cerr6 sus párpado!! connllsos. Mientras ardient.e lágrima brillaba En tus ojos suspenf'lu, hasta qlWal cabo Rodó por t1lSmejillas flan rosadas. Y te amé, que hasta entonces sólo habfa. Conocido tus formfts delicadas, Y en ese instante conocl de lUlgolpe Togo~ e~l~~~Ltu;wjra~! Joaquín González Cama.rgo VIAJE DE LA LUZ Empieza el sueño á acariciar mis sienee: Vapor de adormideras en mi estancia; Los iufol'mes re(~uerLlosen la sombra CrUZi:l!Jeomo fantal:lmas. Prr la ang-o!litaI"l~tldijade la puerta RaJo furtIvo de la luna o.yanza, Ilumina 108 (¡ tomos del aire, Se detiene en mis armas. Se cerraron mis oju!', y la mente, Entre los sueños, á lo j~llOto Be alza; Meciéndose en los rayoA de la luna, Da formas á la nada.. y ve surgir la", ondulantes costas, La!' emiuencias de celeste Atlánt,ida, Donde viven I()~Genios y se unida. Del porvenir el águila.. Allá rima la luz y el canto alumbra, Aire de eternidad alienta el alma, y los poetas del futuro templan Las cristalinas arpas. Aureolas boreales de los lliglo8 Allá se encuentran, I'ecogida el ala; Como una antelia yest! ei pensamiento Que gigantesco se alza. Allá los Pl'ometcos sin cadenas, y de Jacob la luminosa escala, Allá lafruta del Edén fJerdido, La que el sabel' entraña. y el libro apoealíptico, sin sellos, Suelta {I la luz sus misteriosas páginas, y el l'abor del espíritu BU cima Deentre la niebla saca. y aHí el Horeb de donde brota puro El casto amo¡- que con lo eterno acaba; Allá está_el ideal, allá bo~uem08, Dad impUlSO á la barca. L Desperteme azorado ...y esp. mundo? Para volar á él en d6nde hay 'alas? Interrogué á las sombras del Pasado y las 130m bras callaban. Pero el )ayo de luna ya rmbía Del viejo estante á las polvosas tablas, y lamiendo los lomos de ION libros, En sus títulos df>01'0 Bemiraba. Roberto de Narváez HUYAMOS! Alma de duda y desengaños llena I Helado carIllón, que En la sombría Noche de la fatal melancolía Sacudes, sollozando, tu cadena I Déja este suelo ingrato á. que es ajena. Flor de nuestro pensil. la poes{a, Yel mundo truéca y !tu algazara impía Del campo amigo por la paz serena. Huyamos! Un rincón, noimportadónd •••• Soledad y silencio, un claro cielo, Vna choza que entre árboles Ileesconde, y la cancíón del ave que su vuelo Pára en el techo y desde allí responde Al reclamo de amor ...es cuanto anhelo 1 losé María Samper SOLlVAR Luz hecha espada, al Universo alumbra; Hombre hecho rayo, sobre Iberia estalla; y es el poeta-rey de la batalla, y es el águila-genio que se encumbra! Su alma de fuego el porvenir columbra.; Su fe de heroico apóstol, avasalla; La libertad fecunda con metralla; Su voz cautiva y su poder deHlumbra.. Siembra, del Orinoco al Chimborazo, Laurel de gloria que á la Patria inspira: Vida le da con su potente brazo; Con lo imposible y 10 eterna! delira; y el gigante, del mar en el regazo, Sobre la tumba de Colombia expira. José M. Marroquín LA PERRILLA Es fla.ca sobre manera Todl1 humana previsión, Pues en miÍs de una ocasión Sale 10 que no se espera. Salió al ('ampo una mañana Vn expertocazadol', El mllS hábil y el mejor Alumno que tuvo Diana. Se~uíalc gran cuad!' Ua De ejercitados monteras. De ojeadores, ballesteros, y oe mozos de traílla. Van todos apercibidos De Ja!iarmas necesarias y llevan de castas varias Perros diestro@ y atrevidos, Caballos de noble raza, Cornetas de monte, en fin, Cuanto exige Moratín . En RU poema La Caza. Levantan pronto una pieza, Un jabalí corpulento Que huye .-eloz, rabo á viento, y rompiendo la maleza; T0008 siguen COIl gran bulla Tras la. CPI'(lo88. alimaña; Pero ella se da tul maña Que á todos los atnrrulla. Y, aunque g:astan todo el día En paradas, Idas, vueltas, y carreras y revueltas, Es VaIm tánta porfía. Ahol'a que los lectores Han visto de qué rnanel'a Pudo burJal'se la fiem De los tales cazadores, LIV Oig:in lo que aconteció, y aunque e~ suceso que admira, ~o piellf;en. uó, que es mentira, Q1W lo cuenta quien lo vi6: Al pie de nno de los cerros Que batieron aquel día, Una vieiilla vivía QI1P 0.'"0 lAtir á los perros; y cou gana dl' I'A be\' Eu 4ué paraba la tie;;ta, Iba subiendo 1n ('\w,;ta A eso del anochpeer; COII ~l1a iba una perrilla ... ~las, 81\1pllHar adelante, Es preciso qUl-' un instante GastemoR en descrihilla : Perra. de canes d'~carJa y eutre perras protopel'l'a., Pasabn en toda su tierra Por perra antediluviana; F'lnco era el animalejo, El más flaco de los canes, Era el rastro, eran los manes De un cuasi-serni--ex-g;:;z(]l1ejo; Sarnosa era ...digo ual, lIna perra sarnosa, Era una sarna P(~rr'osa No era y mI figul'a de animal; Era, otrosí, derreng'ada, La dl'l-ribaba \I1l resuello: Puedl' dpcil'f;P qlW aquello Ni el'H. pprra. ni l!l'a !Jada. A ver, PU8S, la batahola La vieja al eerro subía, De la perra en compañía, Que era lo mismo qll!:' ir Hola. Por donde iba hizo la suerte Que se hl1 biese el jabalí Ocultado, pOl' si así Se libraba de la muerte; Empero, sintiendo luégo Que por ahí andaba gente, Tuvo por cosa prudente Tomar las de Villadiego; La vieja entonces al ver Que escapaba por la loma, SÓ!! dijo por pura broma, y la perra echó ti correr. y aquella perra extenuada, Som bra de perra que fue, De la cual se dijo que No era perra ni era nada, Aquella perrilla, sí, Cosa es de volverse loco, No pudo co~er tampoco Al maldito Jabalí. Manuel María Madiedo AL MAGDALENA Salud, salud, majestuoso río :... Al cOlltemplnr tu frent~ cOl'ouada De 108 hijos m:l~ "iPjos de la tierra, Lleno sólo de tí. siento mi alma Arrastrada en la espuma de tus olas Que entre ¡~ rofundos remolin()s braman, Absorberse en las ()br;,~ giganteAcas De nqlw] gran Sér que ~I infillito abraza.. ¿, Q\I(' fllerll nquí la f{¡billa difunta DI:' laA nillfas dI' Grpcin atelllinHcia, AlIado del tre:TJelldo c.lcodrilo Qm-'sonda 101:1 lI1i!'t~ri(ls(le tus aguas '! No t:1I tus COITiellb~suáda el albo cisne, S610 arm011Íoso en pobres alabanzas; Pero')IltraviesfUl tu raudo curso Enormes tig-re.sy robustas dantfJs; Cad:ín~res r1p ced¡'os cenumurios rrus varunileH olas Ill'l'ebatan. Como del techo del pastor humilde LaR tempestades la liW'lra paja. No nadan rosas en tus aguali tUl"bias Sino los brazos de la ceiba al1ciana, Que desgarró cun hórrido estampido El r.tyo horre¡:do de feroz b Jr¡'l\ ea. Yo veo serpientes que tUHaguas Sllrca.n, Cuvos matices á la vista encantan, y óigo el ronquido del hambri('nto tigre Rodar sobre tu margen solitaria; ,MientraR salvaje el grito de los bogas, Que enl re blasfemias sus trabajos cantan, Vuela á perderse en tus sagradas ~eJva. Que aún 110 ('onoeen la presencia humana. IOh. qu~ serían Sátiros y FUllllOS Bailando al 86n de femenilf's flautas, Sobre la arena que al caimán Ja vida En tus al'dient(Js y desiertas playas!. .. 1Ah, qué serían cerca de los bngas "lue, rebatiendo las caIludas palmas, En el silencio de solemne noche En dHrredor de las hogueras danzan, Ácompasados a.l rumor confuso De tus mugientes y eSpUID(lI'ltl.S aguas, Que acaso llega á. interumpir no lejos Del ronco tigre seca la garganta!. .. j .LVII Yo los he visto en una oseura noche Dando á los aires la robustá espalda, Soore la arena que marcado habían De la~ tortugas la penosa marcha y deleoimálJ la formidable cola y (lp lo;; tign'!:' la temible gana; Yo los he visto en delTt.'dul' del fuego Dallzur al eeo de sonora gaita, Mientl'as silbaba el huracán del Norte Sobre tUR olas con Hllñuda Yo lns he visto juntosá rabia; la hoguera Gu val' ansiosos tus arenas blandaA, y en sus pntmfias despreciar el lecho Del t1lÚ~ pomposo femenil monarca. Aún me figuro que sus rostr08 veo Dp} trémulo reJálllpag'o á la 11:ma, los ojos cprrados cual si fueran Lcs despojl·¡; de un ca m po de bn talla, COIl No muy lejos Ile allí, menos salvaje, Sobre tu arena illculta S abrasada, :El caimán Y JUlltn 11 bandonl1 al bog'a sin tus temol' eorrientes deHcun~a. EII VIUlO busca en tu deRierta margen El hombre, que cllal débil sombra pasa, Palacios v ciudaclNI de una hera, Que del'rlimhall del tiem~o laR pisadas. El Pl'scador que ell tus úrillas vh'e, Bnjo su choza de lIudf)sas ca.ñas, Que ti nadie manda ni obe(lece á nadie, De ~í mi!'II)() t>1vil/mil() y el 1lll'llan'a, i,No es m{l~ dieho8o que el ab}ecto esclavo t¿ue entre 1 t'l"fumes ;;U8 eadenaH carga? .• Yo te !'aludo en medio dp,la noche, Cuando ell 111l cielo plácido y sin mancha Mirilla hll n en tus remansos bell08 Hu faz J'otlll1dH de bruñido náea¡'! Yo te saludo, Il\ll1cio del Océano! Tecla eres \,1(1a, libertad y calma; y el hombre libre llue sus redes seca En tUlól 8\1b it1lt> margen !wlitaria, Corno en Edén nUP8tros primeros S610 de DiOH adora la palabra. padrElll, Tú te cl~8lizuH al través del tiempo Como la sombra de laacuátilgarza, LVIII Sobre la faz de tus fugaces olas. Que d(\ los montes 08 mares bajan En tus riberas vírgenes admiro .La creación saliendo de la nada, Grandiosa y bella, cual saliera un día Del Genio augusto que tus olas manda. ¡C61're á perdel't~ en los ignotos mal'e6 Como entre Dios se perderá mi alma! Cedros y flores ornan tu ribera, Aves sin fin que con tus andaR hablan, Cuyos variados armonioso cantos De tus desiertoi la. grandeza ensalzan. iYo te saludo. hijo de los Andes! Puedas un día fecundar mi patria, Libre, sin par por su saber y gloria, y habrás colmado toda mi esperanza I J. M. Quijano Wallis AL PURACE Bajo manto de plata refulgente Levantas la cubezu cU:'ormda De la ní\"en corona inlt.aeulada Que 11)8 cie:os ciñeron 1'11 tu frente. El: tllnto Del infierno que en tu 8(-'!l0 incandescente, E:'1lIHI'i fl nglla" preparada, Corro)'endu la tiPlT1I calcinada, Ruge dd cI'áter la caldera hiI'Viente. Impotente~ nI' mú8 ell tus peldaños Se abateI ante tí los aq uilones, y erea eterna imagen sin engaños Del Cauea y de sus ínclitos Val'Onell, Que aunque tengan la nieve de los años Arden siempre en su peeho las pasiones. Diego Fallon LA LUNA I A mi esposa I Ya del Oriente en el confín profundo La hma aparta el nebuloso vplo; y leve sienta en el dormido mlll'Hlo Su casto pie con virginal )·('celo. Absorta allí la inmenRida(l snluda, Su faz humilde al cielo levantada; y el hondo azul COIlelocuencia muda Orhes sin fin ofrece ii RII mirada, Un lucero no más lleva por guía, Por himno funeral silencio santo, Por solo rumbo la l'egi{¡n vacía y la insondable soledad pClr manto. Cuán bello, oh luna! á lo alto del eapaclQ Por el turqní del 6ter lenta subes, COII ricas tintas de ópalo J' topacio Franjando en tomo tu dosel dI' nubes! Cub¡'e tu marcha grupo silencioso De rizos copos, t] 118 tu lumbre tiñe; y (le la Noche el iris vaporoso La regia pompa de tu trono ciñe. De allí de~ciendf' tu callada lumbre, gasas se despliega De In llf~vada sierra por la cumbre y pOI' lo~ ¡;eH(~SlIt! la umbrosa vega. y en argentina" Con Ref'lgorayo por la falda oscllra A largo!>; trechos (~lfd,lll,Íe tOr-BR, y tu albo reAplandor' Rohl'C! !a altlll'A. En m~rnj(ll torrllJ laR desnudas rocas; o al COIl pie del cerro do la )'oza humea, el matiz de la La blanea aZllcena bañas veeiua. aldl'H. En 811 nido de ~a\1c€'s y ('aha;¡lI~. tOl'l'e dI' Sierpes de plata el valle recorriendo, Ver:se á tu luz las fuenteR y los ríos, En sus brillant.es rocas envol\'iendG Prados, florestas, ChOZli8 y'plantí08. y yo en tulumbl'e difÚnc1ido, ;oh Lunal Vuelvo (I tru YPS d••solitarias breñas A los leianos val]PA,do en su cuna, De umb'l'ososbosc¡uesy encumbra(iaspeñall, El lago del Desierto reverbera, Adorm(~cido, nítido, sereno, Su!,;montañas pintand,) en la ribera y el Juju de los cielos en su seno, j Oh! Y estu~ son tu~ /llágieas regiones. Donde la humana voz jamá~ se escucha, Laberintos de selvua y peñones En q lll' tu rayo con las Hombras lucha; Porque las somb/'as odian tu mirada; Hijas del Caos, por el mundo errantes; Náufrago:' restos de la antigua Nada, Que en el mar de la luz vagan flotantes. Tnlumbre, empero, entreel vapor fulgura, Luce del cerro en ]n áspera pendiente ; y á trechos ilumina en la espe~ura El ímpetu salvaje del torrente j En nUnH~r()saRperlas se liquida Cuando en la espuma del raudal retoza, O ('on In.fuente llora que perdida Entre la oscura soledad solloza. , En la man~i60 oculta de las Ninfas Henrliendo el bosquE" á penetrar alcanza; y alumbra ni pie de dl~speiiadas linfas De las Ondinas la nocturna danza, A tu mirada suspenctido, el viento Ni árbol ni flor en el deRierto" agita : No huyen los llérea voz ni movimiento; El corazÓn riel mundo no ?alpita . j Se acerca el centinela de la Muerte! ¡fIé aquí el silencio 1 S610 en su presencia Su pr()pia~desnudez el alma advierte, Su propia voz escucha la conciencia. y pienso aún y con pavor medito Que del Silencio la insonuable calma De los sepulcrps es tremendo grito Que no oye el CUHpO y estremece al alma.. LXD y á su muda señallle Fantasía, Rasgando altiva su m, lrtal sudario, Del infinito á la extpTlsión sombría Remonta Rndaz el vuel" solitario, Hasta el confin de lo,; espaci·'s hilmdc ; arrebatada El piélago de mundos que Rl! exti('nde Por el callana abismo de la ~arla'! ...,., y desde allí contempla El que visti() de nieve la alta sierra, De oscuridad las selvu8 seculuJ'f's. De hielo el polo, <ie verdor In tieÍTA. y de hondo azul loe cidos y lo,,: ma.res, Echó también sobre tu faz nn Vf!lo, Temphm(lo tu fulgor para quP el hombre Pueda los orbe!! nunlPrnr del delo, Tiemble ante Dios y Sll poder le asombre. Cruzo perdido el vasto firmnmento. torno entre mí mismo; y se pierde otl'a vez mi pensamiento De mi propia existencia en el n bismo, A. 8umergirme Delirios siento <}nemi mente aterran . Los Andes á lo If>jos enlutados Pienso qne Mon las tumbas do lie encierran Las cenizas de mundos ya juzgallos. El último lucero en el Levante Asoma, y triste tu pllI'tida.,lIora : Cayó de tu díadpIlw ese diamante y adOl'nará la frente de la Aurora. jOh Luna, adiós! Quisiera El vil lenguaje ll1alJecir del Que tántas emociones en 811 Deja que broten y ~es nieg'l\ en mi de9pecho hombJ'!:', pecho un nOll1bre, Se agi tu mi n ¡mil, dest!sllel'a y gime, Sintitindose ell :a eal'oP 1>\'isionera ; ¡{ecuerda al \'prte ~u mi'",i ')n su blinlf' , y el frágil polvo saeudir quisieril. Mas si del polvo libre Sp lanza \'a Esta que loIipntfl imagen dI' Dios mi,;mo, Para tendel' RU V\w]o 110 Del firmameI.:to e: inllnito ba ..• tan\ ahismo; Porq. ue esos aRtros, cllyaluz c1e.m13'ya Ante t'l brillo del alm'l hii:t del cielo, N o !':lln siquiera ;t rel.l<tR d~~In phtya Del mur que se abnfá !'lU futnro \'uelo. Teodoro Valenzuela. LA LECHE MATERNAL Una madre eruel estl'angulaba . Sus hijos al nacer--había matado Siete,-y el cora.z6n desapiadado Sus feroces instintos conservaba. La maldad espantosa disculpaba Al ~ie de un sacerdote horrorizado, DiCIendoque Sil bárbaro pecado Con poder infernal la subyugaba. Él díjole sagaz: lo que babéia hecho Haced con otro, á. condición que, antes Que el golpe matad0r, le deis el pecho. lIízolo así, y al coraz6n deshecho, Empapándolo en lágrimas quemante8, Atrajo á su hijo con abrazo estrecho, Santiago Pérez LA NOCHE EN EL MAR (Á M. ,\. s.] Adiós, mi amigo, adiós! EIl'orvo diente Del ancla suelta el fondo ribereño, Y. heuchida el alta lona. flota pl leño Como el nido de uu pájaro en pl mar. Mi horizonte se ensancha, es el espacio; Mi pl:.l.SO, un ruelo; el aquilón, mi aliento: S6lo es pequeño aquí mi pensll.mipnto: S610 yo traigo aquí rluda. y pe~ar. Vueltos 108 ojos á la comba paya Que en lírna azul el horizonte lIIue!'tl'a, Tiendo bacia tí mi abandonadn die8tra, Vuelvo it la tuya mi espantada 111:'.. rero el:!en vano va. Surco de f'H,>llmaS Rompe eu las agilfls la tremente quilla: Tú te quedas pacífico en la ortllél, Yo vuelo con el céfiro fugaz. Cual un punto á. mi vista ciespnrer(> El alto monte, rey de la ribera, Del mal' en tanto~tras la uzul testera Grande, redondo el sol se va r. apagar. La noche viene. Su sin fin de estrellas Siembru en mil puntos el azul del cielo, Son lentejuelas del inmenRo velo Que está plegado ante el inmenso altar. El silencio es tll voz, la paz tu aliento, hocha, que duerme;:: ¡¡obre el mar callado, AbIsmo sObrl' abismo reclinado En la escala de abismos hasta Dios. Mas si guardas también en tu hondo seno La voz del duelo y el raudad del llanto, Des~ta f>8eraudal entre mi canto, lJespren:ie de mis 1/1 bios ~sa voz . .N6! Ya no quiero el ar~a de amal'gura Que al alma 8610 su paslón recuerda; y o la despedacé cuerda por cuerda y á la dista.nte playa la arrojé. Brota el mar oll:\s como p1 ttlma ideas; Con el espado crece el pensamiento ; QUiero m{'dir el mar, beber el viento; Aquí ya no suspiro: contaré. -¡,.xv,. i Oh! Quién aquí su bien ó mal no olvida.? Quién del !mundo se acuerda ó de sí mismo? De un abismo delante y de otro abismo, Entre el cielo y el mar no hay sino Dios. Doquier que el a Ima en la mirada vuele, El infinito encuentra; de Dios huellas Son las mil ondas, 80n las mil estrellas Que cada cielo, cada Ular da en pos. Con AU perfil de luz se alza la ola Como la crío del mal' que riza el viento, Y, fecunda cual grande pensamiento, Cien nuevulI olas hace borbotar. El mar, así, en sus aguas y en sus playas, Todo horizonte, toda zona encierra, y ciñe en tre sus brazos á la tierra En su táh:l.ml, hirviente de coral. . Él ve volar el tiempo hora tras hora, Retrata el cielo estrella por estrella; y ni cielo ni tiempo dejan huella En su hondo seno ni en su m6vil faz. Si onda de sangre hasta sus ondas corre, Purifica su linfa en la ribera: Hoyes ter,;o y azul como antBs era El mar de Navarino y Trafalgar. Élla~za, su rumor y su marea Que sonante {¡ la p)aya se desboca; Mas, ora dé en la a rena, ora en la roca, Quiébrase en pila y vuelve con clamor. Las agnaR llega~ y en el linde mugen, Cada corri~nte arra~trasu c~l.dena, y en movedizo círculo de arena. Mueren el nkaje y 1'1 rumor. Del alto m(~llt~!y de \B,t,\ agrias rocas Ruedan á él hinchado,- los tOl'rentm" y aI'l'astran mug'iduras ~l1Se 'rrie~lte8 Los a rroyos, los ríos. hUHtft. él. Es su manto la aurora, el sol su estrella, Los íris sus rayadn¡.l utÍreolas ; El céfiro el su!'piro de su~ olas, El cielo ilimitado su dose!.. .... Por UI1 palmo de t ip.ITa divididas Las nacione~ á guerra se llamaron; Mas los mareH entre ella~ se lanzaron y rlieron p.or confín la inmensidad. LXVI La inmensidad, qne Fult.on algún día Recogió como un polvo entre eu mano, E hizo un pueblo, anudando el Oceano, De toda la di:ipersa humanidad. Bello eres, ~far! Baj(, tu manto de olati Otro universo inmenso se dilata, Do en nidos de coral, lecho8 de plata, Brilla el delfín v morlL pl Leviatán. y es cada 1erl~ de tus hondas fnentes En tu cáliz de roca desatada, Globo de vida, límpida morada, Dond~ mil seres en su mundo están. Siempre sublime! Ya cuando la calma La. ola reclina sobre la ola inerme, y como infante que en la cuna duerme, Dueño de las tormentas, duermes t6 ; Y ya cuando del fondo de tu abismo, .Arrastrando la muerte entre sus alas, Brota armada y gigante como Palas La tempestad sobre tu frente azul! Lázaro María Pérez LA LIMOSNA A mi hija, Oye, hija mía: cuando el pobre toca JJe puerta en puerta, mendi~ando un pan, Nos lo pide por Dio!', y el D108 que invoca E8 el miAmo que á t.odos pall nos da. El Para Con y en Padrl' uIliver~al tiene un cOJ\suelo todo d(.jor: v CHd1l. biéu que ROCOl'I'eaí poure sube al cielo densa lluvia tÓl'I\llse al caer. Por eso es su caUdftd inagotable; Por eso cada bién abate un mal; Por eso encuentra pan el mis"rable, Por eso el desvalido enCUQntra hogar. Tam bién la caridad f'n su eficacia Da una lim'osna y la reciben dos: El que la pide, u -¡ pan que su hambre sacia, El que la da ... la bendición de Dios. y el aturdido mundo no percibe Quién en esa limosna gana más, Si el mendigo infe~iz que la recibe O la mano piadosa que la da.. Pero en este dilemn no hay l'azones: Calcular es lo mismo que sentir: Si das r~n y recibes bendiciones ¿ La dádiva mejo¡' no es para tí'l San Juan de Dio~, que avaro persep;uía Para ofreeerle phll {¡ la orfandad, Al ponerlo en !'IU mano le decía: (( j Gracia!> por la iimmilla que me das! » Ko olvides, hija mía, la enseñanza . Que en<:ierl'a el dón munífico de Dio~: Si de Fe se lllimpnw tu Esperanza, Busca (lB la Caridud tu galard6n. --+-· .....•..... ):'1.~/--~·· José María Rojas Garrido EL DIA Suspenso Adán, mirando las estrellas, Piensa que fue ilmdón la luz del día, No sabiendo que el H!o1troá hundir volvía En nUe\'a sombra el J'e~planclor de aquéllas! Se rinde al suef¡o; las brillan tes huellas Alcanza á ver de] mundo que perdía: Despi€'rtu entusil:l !'lllado ... ¡el ~úl venía A confirma r sus ilusiones b~l1as! Desde entonces Adán ,yel'gue la frente, y no la nubla incertidumbt'e aciag8 Aunque el astro se esconda en Occidlilnte, i Porqu~ el morir con duda horribleamaga. Si la vida también vuelve al Oriente Cuando finge el ~epuJcro qUt! la al'aga! Gregorio -- Gutiérrez González . AL DIABLO Nadie te canta. rey de los infierno., No hay una lira que te dé su voz . Es que el influjo de tu sér maldito No puede al bardo dar inspiraci6n. Es que el poeta, al ensayar sus trovaII, Teme iU canto profanado ver Al pronunciar en !:lU8endechas tril!ltes El nombre aborrecido de Luzbel. Es que la mano, trémula de espanto, No halla notas de luto en el laúd Para cantar al ma.ldecido arcángel Que osó u8urpnr la omnipotente luz: Pues sólo tú junto á tu Dios pudiste l'n crimen en el cielo concebir, y s610 tú con tu ambición inmensa Quisiste ser el soberano allí. Angel caído, por fundar tu imperio Cogiste el cetro como rey del mal, y haciéndolo tu esclavo le quitaste Su vaeta prole al infeliz Adán. 'fú, en el Edén, de la vedada fruta Diste engañaBa á la primer mujer Por tí Caíll con fatricida mano El pe'~ho hirió del inocente Abel. . Ciega por tí la humanidad un tiempo Un templo y un altar te levantó, y bajo forma8 de infinitos diosea¡ Te adoraron los hombres como á Dio•• Pero cay6 el aborrecido imperio Que con tu ini-Iujo levantaste tú, Al alumbrar las lóbregas tinieblas La hUUlild8insignia de la 8anta Cruz. y desde entonces tu poder oculto Hace al cristiano corazón temblar, Pues ve que incierto su destino eterno Entre su Dios y tu poder está. LXX Aún en la infancia al inocente niño Amedrenta tu mágic:J poder; y en medio de la Boche, desvelado. Cree qua tu forma en las tinieblas ve. En medio de SU8 castas oraciones TienJbla la virgen al pensar en tL .... y medrosa tu torma!!le presenta Al criminal en su angustioso fin. ...... . . ................... .. .. ........ ....... ............. ¡Pero, n6 L .... que mi mano temblorolla No halla notas de luto en ellaód Para cantar al maldecid o arcángel Que os6 usurpt'l.l' la omnipotente luz....•• ¡Súfre sin fin la maldición eterna Que tu delito mereció, Luzbel! . Mal no te miren mis marchitos ojo. En mi lecho de muerte aparecer. . Medardo Rivas LA DOLOROSA DE MI MADRE i CÓmo no te he de amar, virgen hermosa De ojos benignos y divinn faz, Si ante tu imagen plí,lida y llorosa Gocp.en mi hogar de bendición y paz! Siempre te miro con sin par cariño; Tú consuelas mi pobre corazón, Que ante tu imagen ufrecí de niño, Lleno de fe. mi cándida oración 1 i Cómo olvidar podré qUi:'en su 8g-onía., .En su~ horas de angm,tia y de pesar, Mi madre á tí, llorando, se acogía, y su lJanto á tu llanto vi mezclar! Santa virgen mujer, Madre de Crillto, A quien viste morir en una cruz, ¡Cómo podré olvidar que yo te he visto De mi padre velar la (¡ltima luz I Ay! quién tuviera, quién tuviera ahora El corazón nutrido por la fe, Para ofrecerte mi oración. Señora, Como de niño mi oración alcé I Mas nada. puedo conaagrarte. El cielo Una hija me rlió, Madre de amor, Tu nombre lleva: bríndala consuelo Cuando ante tí la lleve su dolor. ¡ulio Arboleda EL VIERNES SANTO Tristenwnte refJosaba La natura soñolienta, Ya su luz amarillenta Trémulo el sol refl(>jaha. la pélrdl:l arCHa pálidn vislumbn'. y del Gól~ota la ('urnbre, TiñPllcJc, ('011 . De ~1l el'Í7.l1dOH pinot,; I ellll. El ma r no besa In playa, Y, ya en la plena marea, ellal espejo que argentea, Sus terSO.8 olas explaya. y ni las n las mo,'ía La inconstante mariposu, Ni 18 mosca bulliciosa Turbar el aire se vía. En el Cl'"ierto arenoso Duerme el león ; cabe el Nilo El repleto cocodrilo Halla calor y reposo. No cae ia hoja marchita Del árbol; todo en el mundo En un silf![Jcio profundo Tranquilamente dormita. y 80bre el G61gota guarda Tres maderos, que ha clayado, El pretoriBno soldado DescanH8ndo en la alabarda. En el del medio, á lo lejos, Se ve brillar CJ811samente Una luz que hacia el Oriente Manda plácidos reflejos. De súbito nueva luz El c6nca vo cielo h iende, Y cual corona desciende Sobre la infamante cruz. Se entra el lilolal mar profundo Pero E-ntrela noche oscura, Que da vasta sepultura Entre SU8 alas al mundo, Brilla como un meteoro La cruz en que está fijado El que, muriando, ha salvado Al homhre de eterno lloro. Su lIoble rostro, marchito, Que illefable luz circunda, Despide un \'ayo que inunoa Todo el espacio infinito; y por doquiera que están Los justos, el corazón Les advierte en conmoción La caída de Satán. Los áng'eles del Señor Bajan desde el alto cielo y !óle humillan en el suelo Ante el muerto Creanor. Del mudo dolor en pos, Fijos los enjutof> ojos, MaIia ve 108 despoj08 De su Hijo y de su Dio8 . Tú ullí, j un to al crucifijo, María !...... tú al fin lloraste, y tus lágrimas mezclaste Con la sangre de t,u Hijo. j Allí le oíste d(>cÍr Que Juan tu hijo sena, . y un hombre pudo á María Ya cual ~ladre bendecir, De .Juan hermano SOyyo . ¡Madre! j Cucín dulce es el nombre Con que Dios, lIama¡'te, al hombre Al morir le permitió. ¡ Madre! j Oh Madre ~ i para mí De JesÚs la gracia 'alcanza; Yo UUSC( fe v esperanf.a, 1 Caridad y aÍnor, en Tí! Rafael Tamayo AL TRABAJO Mirad la augusta selva; el éter puro Con sus ramajes seculares hiende, y de su fondo en el recinto 08curo La enredadera su follaje extiende. Bajo los llens,)s toldos de verdura Rueda sus turbias ondas fraf!:oroso, Rompiéndose al correr contra las peñal, Indómito torrellte, y hondaH breña.s En 8US lóbregos antros lo reciben; y en medio la espesura. Sin trabas, ni señor, ni leyes viven Lo; salvajes monarcas de los boaques, Del rey de la natura Temidos por su fuerza y su bravura. No penetran del 801 los limpios rayos El tUJ.lidodosel; y eterna sombra La flor envuelve que con tintes gayos No alza arrogante su corola al cielo, y mustia y sin olor se inclina al suelo Que cubrp espesa, enmf rañada alfombra. Hora mirad: al golpe del acero Los centenarios troncos se estremecen y el campo cubren con su ill11)ensamole, El tigre carnicero Huye al mirar por extranjera planta Su misterioso asilo profanado; bl sol, que en el Oriente se levanta, Sobre la parda a1fGmbra brilla puro; Las sumbras dejan el recinto oscuro, y la antes mustia frente, Del astro rey al cariñoso rayo, Yergue la fior, que dl'l festivo Mayo Al amoroso ambiente Al aire libre ~e desvuelve y crece, y el aura ilquieta su!' estambres mece. La labor de las hachas viene luégo El devorante fuego Activo á completar: al eieln Hube De humo e!ipeso vagaroso. nube; Centellas lanza el abraaado tronco, Ant~s columna de la selva oscura; Yen la feraz llanura, Que en la extensión H biert.a se dilata, Se ve rodar el mugidor torrente, En cuyas crespas ondas se retrata Del vivo sol el rayo refulgente y de la luna el resplandor de plata. De8pu~s vendrá el arado las entrañas De la tierra á l'omper: lindas cabañM Al aire elevarán su frágil techo ; y en los eitivos meSI!S, Con gentil susurrar, el vago viento En blando juego doblará las mieses. El ri\ pido torrente sus furores y BU vital aliento Al hombre rendirá., y en 8U camino Hará girar la rueda el!'l molino, O regará la tierra l:ll 108 calores Del sofocante. ag:')binc1or veran!). Dellatrador ]u encallHcida mano Los frutos cogerá. que en los radmos, Cual justo galardón á BUS sudul'e~, Le brindará naturall'za opimos; y á la ambición y á la codicia Hiena Su quieta .•.ida cl)rrerá serena, . Como callAoa fuent€ entre las flores. ¿ A quién prodigio tal, á quién se debe Tan benéfico cambio? ¿ Los portentos Quién l'eali~ó de trasformar la selva En campo cultivado, cuyas galas Con carJñosas alas En trémulo vaivén doblan los vientos? Al gpllio del t.rabaj (): !'lUalto influjo En 11I'\)\'echrHlosdones cambia el lujo Con que vistió la pr{¡vida natura La s~culHr montaña; El Trabajo. potencia que encadena Las fuerzas de los libres elementos; QIlP (~ambiaIA llanurA. En a./egr<,sy rica!'l heredades; La selva de los siglos respetada En bullici')~()Rpueblos y ciu(ladeH, y en ri~llf!ños .Y plácidos recintos Su::; misterios. )s. dt'll ,;ns laberintos, Nada en ellllUlldn á su poder resiste, 1\ada á su empuje colosal: él viste De eLlificiosflotantes LXXVI Del vasto ma.r las pr ,celosa .• onda!i~ y de floreH ft'aga.ntes La ca.mpiña fera.z ,\' ?spig-as blonda8; y hit>nden á su esfuel'zo Las aéreas re~iones del e:;pacio, Con aguda;,; almenufol el palacio, y con sus techos de livianas cañas Dellab)'udor sencillo las ca.bañas, Monstruos form6 que la ancha f,LZ del mUllclo Veloce8 surca.n (:on potente alie ¡to. y que alígero; má.~ que el raulo viento A impulso del vapor llevan d')'IUiera Los variarlos proJucto~ con <¡l\l~ inunrla Activa indust~'ia 11\ t.errena esfem, Una mano fecunda Que millares de copias produjel''' Del fugaz pf'l1samiento eldma .1uiso, De ansia \loble de elevar Sll dUt·:o y de su im¡:.el'io dilatar sedienta: Yel Trabajo t~naZ creó la imJ->J'pnta. Rasga el trabajo \:on divina antorcha. LaH denHuH nieblas de la mente humana, y con las nubles dotes del ingenIO Benigno la engalana, y la hace d~' las cierH.'ifi8 y las artes I;:greg.a s<Jberana. El de Colón el podel"O!o genio Impuls6 á que trazara en bhmca estela Con la quilla de fl'ál7i1 carabela De la igil1lradu America el camino, Sobre el cristal enlllltc,; no empañado D: misteriosos mares; y diÚle la constancia Para lanza¡'::-:! tl'as igllt lta zona. Por móvileH aliento \' aBadía, Por allls ['izos de flotante lonu ; '\ por lJremj() á su esfuerzo}" gallardía y ~ill igual vict',l'ia, Le di~cerni(¡ ;a Historia 11e hlenhedwr del mundo la COl'ona. ('¡dma el Trabajo el angustioso llanto CI,n que la faz lid hombre artera.inunda La dt'Hg-r;¡cia cruel, y eu lafl heridas D,·' ruto cori."tz,·¡n bÁlsamo santo Dcrrámale pn,picia Con blanda mano la labor fecunda. La sndoroRa frentl~ t, SU yugo ~e rinde, no Beaba~ : Nó; que antes bien altiva se levanta, y sobre ella el létargo O el fastidio indolente Nunca sus alaH perezosas bate. A la insegura planta Que en la insidiosa senda de los vicios Llega á posarse, con potente mano Benéfico el Trabajo la desvía; y á la región de la virtud excelsa, Do brilla puro de verdad el día, Lleva al mortal que en su poder confía. Ql.1e Fácil conquista al ambichso ofrece La postrada nación que en la indolencia y en ocio blando y en miseria yace, y fáeil presa de sus hijos hace El despotismo audaz; no á sus iurores En cambio cede quien el tuerte brazo Acostum bró desde la tierna infancia Del obrado¡' Ó el campo á las labores; N6, que jamás el ominoso yugo De extranjera legi6n la altiva frente, Do bl i\la de los bravos la arrogancia, Cobarde rendirá: arde en su mente De libertad la ~acro8llnta llama, Y altanero Heñor en la impotencia S" verá de abatir su independencia y de a paga r el fuego Que su alto pecho poderoso inflama. i Oh santa Providencia! Tú, que colmas de encanto y de alegría Cuanto creÓ tu bondadosa mano, y das al claro día Su mágico csplen ior, al Oceano Sus turbias ondas, misterioso arcano Al corAzón del hombre, y del destino Llevaderos hiciste El amargo pesar y la agonía, Cuaudo la sabia ley nos impusiste Del bienhechor Trabajo, que la vida De almo con~uelo y de eeperanzas llena, Haz á la Patria mía En alas del Trabajo á las regiones Del progreso vola¡': sus altos dones Prenda de paz y venturanza sean. Caigan también sus gratas bendiciones LXXVIII Sobre mi humilde frente; Luzca en ella el Budor con que á los buenos Ganar mandaste el terrenal sustent.o : En incesante brío ' Haz que jamás desmaye, ni indolente Ante el cansancio ceje el brazo mío; y cuando llegue para mí el momento De recibir el eternal salario, Grave una manl) amiga En la sencilla losa Que cubra mi sepulcro solitario, Una inscripción que al caminante diga: Al fin aquí de su labor reposa; Cumpl~ó en el mudo su mortal tarea: Blanda la tierra á 8US cenizas sea. jI ... oo' Candelario Obeso MIRAD AL CIELO ( Tr"ducdón de ]onathao Cuando en vue~tl'o redor l'evudta La tempestad teniblp de la vida, Vuestr0 VueAtra Lawrcnce) ruja y sintais que flaquea pie aqllel ill"tallte, y quP vacila débil 1'U' Ó!l; si amedrelltttda ~p aleja fugitiva De vos la fe, tranquilo, iuq;ertul'oable, En tallta confusión, con mfinita' Invencible piedad, alzad al cielo La entUl'biada pupila. Si los caros amigw; quP estrechá8t~i8 Cuando todo en el mundo OR sonreía, Ingratos olvidaron, Hoy que os tortura del dolor la espina, Que en medio al esplendor de vuestra suerte Siem pre alguna sonrisa Tuvísteis para aquel que era dichoso, O una lágrima ardiente al que sufría, R€'cordad que en el cielo Existe una amistad que no se entibia. Pueden alguna vez con faz risueña, Como tras recia tempe~tad se mira Acas'o un arco iris, Tornar las ilusiones d~ otros días; Empero, no olvid~ís que ella!!!oRtentan Sus galas atráctiva8 Para volar despu(.s. Si sus encanto!! Os brindare la inquieta fantasía, En lágrimas bañado, Con penitente compunción, ]a vista Convertid hacia el uHtro cuya lumbre Eternlirnt:nte brilla. Las personas, tal H'Z, á TOS más caras, Emprendiendo del mundo la partida, Con el adiós postrero Más insufrible harán vuestra a~onia. Desde el hondo silencio ql:e os 'circunde, Por sobre la.8 cenizas De e808 seres queridos, resignado El alma levantad á la divIna ..\'lansi6n encantadora Donde nunca esas flores ~e marchitan LXXX j y llegando la muerte pavorosa A poblar de terrores la escondida Región de ]0 futuro, y á cubrir con 8U manto las sombrías Escabrosas veredas que corristeis j En hora tan temida, En vuelltra confu8ión, imperturbable. Con piedad infinita, Re.~na.do y conforme, alzad al cielo La t'nturbiada pupila: y d88pu~8espirad pero d(' suerte Que rueden confundida. En vuestro la·bio la oración postrera y la última 8onrisa ... I José Asunción Silva CRISALlDAS Cuando enferma la niña tc:davía I'lalió cierta mañana y recorrió, con in_seguro pallo, la veellla montana, trajo, pntt'e un ramo dI-'silvestres flores, oculta Ilna crisálida. quP en llIl aposento coloc6, muy cerca de la cUIlita blanca ... Cnos días después, en el momento en que ella expit'uba, y todos la veíal ('on 108 ojos nublados por lall lágrimas, pn 1"1 instante fOilque murió, sentimos lev!' rumor eJE' alas y vimos escapar, tendel' el vuelo por la antigua ventana que da sobre el jardín, una pequeña mariposa dorada .•. !!: La prisión, ya vacía, del insecto busqué con vi~ta rápida; al mirar ví de la difunta niña la frente mn::;tia y pálida, y pensé;, si al dejar ~u cárcel triste la mariposa ala.da la luz encuentra y el espacio inmenso, y las campe.itres aura~, al dejar la IH'isión que las encierra qué encontrarán las almas ? .. , Luis A. Restrepo Mejía LEJOS DE MI MADRE ( Fra~Olentos ) Brilla fugaz en ]a azulada e~fera La tibia luz del expirante día; TriAteAcantares en ]a ¡¡elva umbría Pre]udia el YI-'Spertillotrovador. Sobre]a azul, leiana cordillera La luna ostenta: sus seucillasgalas; Cierne el Milenciosns siniestras alas Del cielo al apacible resplandor . j Vén, solitaria ninfa misteriosa! Tú que de amor y desventuras llena Errante lloras la ignorada pena Que acongoja tu seno virginal ! Vén; y en el cáliz de ]a flor hermosa ViertalJ tus ojos gotas diamantinas, Que hurtarlÍn á sus hojas purpurinas Los besos de la brisa matmal. Vén, y despliega joh Noche!]a preciada. Límpida, veste de zafir ]uciente; Muestra la que orla tu apacible frente, Aureola, de pálido ful~or. y cuando vueh-a el alba- son rosada, De sua ves re!'plandores revestida, A tu oscura lIIansi6n desconocida Irás á repo!'ar con tu dolor. Vén, vén, que qt:iero acompañar tu duelo, Enlutada, tristísima viajera; De dolor una queja lastimera Quiero confiar al céfiro ve]oz; Que si agitado de amoroso anhelo En torno giro la mirada ansiosa, Ya como antes la madre cariñosa No res¡:onde solícita á mi voz! 11 Cuando en las sombras de la noche umbro8a Quieta se aduerme la ciudad tranquila, y en las etéreas bóvedas titila De e¡,¡tl'f'llas el enjambre brillador; Cuancio el aura nocturna vagarosa, Cargada de gratísimos olores, Tiende su fácil \'lIPlo entre 11:18 flores y las mece amor,)sa sin rumor; y OP la luna pálida y helada Bañadas en la lumhrp, diama,ntinil, Al rumor de la fuente cristalina, Siem}Jre agitada ell rápido vaivén, Las :linfas de la selva perfumada, Confundidas en g:rupo misterioso, Vagan, flotante e, manto vaporoso, Enguirnaldac1a la l'Il diosa sien; En esa hora de apacible ealma, Cuanclo del sueño al !;eductor encanto 1\06 olvidamos del pasado llanto, En delicioso, lánguido sopor, En el altar se eleva de mi alma La dulce imagen de la madre ausente, y su mirada tierna, sonriente, Grato cl1nsuelo brinda á mi dolor! III Ah ~ ¿ dónde está la <¡ue en dichoso día. Amorof.;a meciÓ mi débil "Cuna, A lOAfulgores dp la blanca luna QUf' retrata el Aburra. en su cristal '!... ¡"No son las brisas de la Patria mía Las que alegres su~urran á su oído; No la deleita el esplendor querido Del antioqlleño cif!!o tropical! A ye dI' }Jaso que en fa tal caída Veloz arrastra embra\'ecido viento y vE, á exhalar su pOHtrimer lamento Bajo los rayos de extranjero sol. ... 1Qué de dolores Ú t u pelad postrera Deparaba crtiella Huerte impía 1 LCuán pronto de tu dicha, madre mía., Se oscureci6 el ri,;ueño tornasol l. ... Angel María Céspedes LA JUVENTUD [ Poesía Florales laureada DEL SOL con ¡"¡aleta de oro en los JuegOlt de Diciembre de 1908 en Bugotá ]. Era nn !'ileneio trágico que hervía En la iínfor'a PIlol'rrie de la Iluda ; Una !iumbra l1lortal que retpnía Con Sil rtln no frenética .r cri~padll Toda ia inmensidad, En Sil secr'eta Desolación caÓtica el vacío Semejaba un monstruoso analfabeta De luz y J'itmo. Allí la pavorosa Noche sin fond!); la mudez que reta; El triunfo cadavérico del fr'lO ; La imprecación callada y misteriosa De lo qUE" no es y quierH ser. Difusa Por la extensión, alguna voz discreta Consolaba e~e \'órtice sombrío COIl prome8aS amables é inspiradas; y al escuchar Sll acento, en la profusa Sombra, se dE"bHtÍa una confusa Palpitación <lf' fÚrmlls incl'eadn~. Una gran vida oculta, .Y anhelante Seadelantaba en su calor futuro; Por la aridez del éter, á un c()njuJ'O ExtrañlJ, erraha un soplo acariciante De predestinación que le auguraha Frf!scOI' dI' lirfa~, plácidos verdores De selvu, can tus de ave, 0101' de ftol'e~, El silencío en sus fauces sofocaba La ol'qnestaci{¡n dI" toc)os 108 rumores; y al qUf>rer expl'e~ar PSHSig-Tlota:-; Entonaciones de que (>,.;tab:l lleno, Se anudabln los l'uídos \' las notas En la ansiedad de su eorlvulso ¡-¡eno. Una orllci{¡n la noche halbucín Al presentido resplandor dd día; y cuando ~ esa deidad potelltl' y hella Elevaba sus éxtasis, latfa En cada pliegue de la sombr'u fr'ía Algún germen inc6g'nitu de estrella. Entonces fue CUfllldl) vibró ese grito Poderoso que mide lo infinito. y para "ít.l11pre al1laneei6, La nada Tu\'o al fin corazÓn y pensan!ipnto; Sintió la magia del sonido'y pudo Meditar fOn ltl, luz, Pnll\pa ignorada Re\·i¡;;ti(¡ el ¡,¡eno del espacio mudo; Abriose un matinal flor'erimiento De c1ariclad, \. así como la idea Que í'ohl'e IÚ;g-idas frf'ntes aletC>R I'r'e('i~a al ('alío su ful.gol' di~pers,) En la ~oiiadn reaJidnd del \'PT'SO, 81" COndell.~(¡ pOI' p, illlplll~o misllIo La hog·uPI'H. que illcPlldi;,ba eluniv/!rso, y hasta 1('¡Jiu'los flmbitos pl"olUl1uos EstallÓ ullte la sC>IUhr'a del a ui.o,; mo En un ~IOl'it¡so 1'('vPllta.r de mundos. Yo. n·ilcednr de la legión somol'Ía Que nunea ante él (,¡-firmamento puebla, El ~:ol. prufeta rubio. aparecía A redimir del mal de la tiniebla, En uua protectora epifanía. La tielT8 opaca se vistió de lumbre; y persiguiendo misteriuso ra!;tro, Empezó, pOI' la cóncélva techumbre, A describir con cieg:a certidumbre, Su et~rna Iíllf)R al¡;ededol' del Astro. y lo mismo la pléyade que tiene Fulgor y movimiento por la gracia Del Sol, que en ella !Sil ¡Joder espacia Con blanno imp('·río, y queen diver50enlace La aproxima J' la aleja y la retIene Entre la paz de las regiones quietas, Con el mágico i:Jflujo que lo hace Juglar maravilloso de planetas. Hubo un fecundo burbotar de yida Al arribo Potefltad DI! toda Brotara ¡lel Sol; .v!'lU amorosa hízo que ell el alma ansiosa. la crefLeión recién nacida \lna ulegr'ía gene¡'osa. Filtró flll rayo en medio de la tierra, y como huella de triunfal decoro. Marcó Sll paso en el fil{¡n que encierra El subtRrraneo amanecer riel oro. Visitó las pntraiius ateridas Dei mar; tiñ6 de brilladora8 llamas Del "ug-o pez la8 t,rf~mulal'l escamas; Rubonzó las eonehas escondidas LXXXVI Al calo\' de l'\11f', beEios siderales. y fue dejando en la r'pgión umbrosa El rastro de su sangre luminosa Coag'nlada en racimos de coralf>8, Rec()I'J'Íó la~ monótonas praderas, Que ch~spprtHr{)n de su verde sueño Para dbrir en un éxtasis rislwiio Los labios de sus f10rps mañaneras, Entonct.'~ él IWlldi.io la llegada De toda aqUf:,lIa corte pp.'fumada: Pre:-;tó á los ¡¡r'jos una paz di\'ina ; A los iazmÍ1ws, clásíea fI ureola, y diÚ'Ú las rosas gracia femenina.; A lo", claveles de gentil co. ola Infundió sensaciones indisCl'etas; Un juvenil ardor á la amapola y ulla alma conventual á las violetas. Yel joven rey sonrió; pOl'que lo mismo Que desplegó después sohre el abismo c~ arco je matice~ célestiales, En la alianza de Dios y 1014 mortales, Al t'smaltar de pr6digoR corales El valle, las Ilanuras'y la Hierra, Quiso que fuernn las variadas flores El iris de su alianza con la tierra. Él inculcó sus máximas fpcundas En la velada gesta.ci6n del suelo; En las entrañas hoscas y profundas Hizo latir el ma ternal anhelo; Despertó las semillas quP- se auuerruen Absortas en uu íntimo t¡'ibuto, E inició esa gran viJa que es aliento De una ilusi6n prolífica en el germen; En la flor, aromo80 sentimiento, \' que, llegado p: esplendor uel fr'nto. El'! el brote feliz de un pensamiento. Despui's. al p¡'eludíar entre la orquesta. Del mundo acorde en armoniosa fiesta, Vio el hombre por el cielo bendecida Con bendici6n amante su esperanza, Cuando con tenue palpitar de vida, Onduló bajo el aura estremecida El sumiso verdor de la labranza, Desde entollL'eS el sol vierte A raudales Los dones de su numen cariñoao Hobre todos los seret3 terrenales. Entre el ardor del estival reposo, Esparciendo sus luces cellitales Halaga t'1 ocio Ó acaricia el sueño Al envolver el cuerpo del mendigo En el tihior de su reflejo amig:o, Unge sus llagas, le recoge el ostro y ennoblece 1a~ línea.8 de !,IU rostro. En las mañanas, con mirar risueño, Por la tibia humeda.d de los vensiles, Contempla los retozos infantiles y agasaja sus locos desaliños; ( El vio Jugar á 108 primeros niños {'on regocijo paternal). ~u rayo Con Un orgullo belicoso late Cuando al tocar en ósculo de gloria Los acel'O¡;¡ que marchan al combate, Les anticipa UIl brillo de victoria; O se diluye en un febril de"mayo Paru sel' como vívido intrigante Que e¡;¡piando las ~c~nas amor ••~as uonde hablan dos el'píritns de hinojos, Hace surgir destellos en los ojo .• y reventar en las mejillas, fosa:,!. Unge los campanarios y lo~'mantee; Al deslizarse en el rauda I SOllOI'O Complica los mi~teI'ios de :a espuma; Serena con su paz l(,ls horiz,llntes, y amante riega sus efluvios de oro En la flut', en la hoja ,ven la pluma. Aclara la sonrisa, que es UIl cunto Que se asoma á los labio!:! inexpreso, y glorifica con radiante besu La ~ilencio8a majestad del llanto. El sol es siempre jovel!; desde el polo clesata eternamente Su relilpl&udol', en quP ~e esconde el iris; y lo proclama el corazón ferviente Numen del arte y la belleza: Apolo; Germen y centru de la \'ida: Osiris. El sol e~ siempre juvl-m: el ar<:ano De sUgnlll juvpntnd no languidece, Porquf' lo mi,·mo que pl amo,- humano Es muyantig-uo jJ!m..• nu envejece. La noche, que es SlI ausencia. tenebrosa, Guarda un recueJ'do ¡,uyo en cada estrella., Pue8 aunque irrailíe en un confín lejano Al trópicu LXXXVIII .EI sabe eo todo perpetrar su huella, y en tanto que se apartan .sus reflejos Aón nos acompaña desde lejos. Rima al sur ~ir en bmzos de la aurora, Su himno de iniciación, glorioso canto; Enciende en derredor, mientras la hora Meridional los á.mbitos colora, Un hondo palpitar fecundo y santo; y una promesa entre sus lu~es arde Cuando se envuelve, comoen regio manto, En la púrpura noble de la tarde. Enrique Alva.rez Henao LOS TRES LADRONES Epoca fue de s6J'didas pasiones; El pueblo de rencor estaba henchido, Yen el G6lgota. en sombras convertido, Colgaban de SllS cruces tres ladrones. A un lado y en rabiolSas contorsiones. Expire ba \lr. ratero empedernido; . En el otro, un ladrón arrepentido, y en medio Un robador de corazones. De luto se visti6 la vasta esfera; Gel'itas, el malo, se retuerce y gime; Dimas, el bueno. en su tortura pspera, y el otro, Aquel de luenga cabellera, Que sufre, que perdona y que redime, Se robó al fin la humanidad entera . • IsmaeI Enriqu~ Arciniegas A SOLAS Quieres qne hab~em()s '? Está bien. Empieza, Bhbla:-1 mi corazón como otroA dín.s . Pero n6 ! qué diríati!'? ¿ Qué podrías decir fl mi tri¡.;teza ? ...... No intBntes disculpaltt': todo eil vano! Ya mu.rieron 1m; l'OS::l.S pIl 'o'! hlH'rto; El campo verde lo ",ecó el "erano, y mi fe en tí, como mi amor, ha muerto. Amor arre~pntirlo, Ave que qU1ere~regre¡,;ar al nido Al través rle la e8curcha y las neblinas; Amor que vienes aterido y yerto, Donde fuiste feliz ya todo ha muerto! No vuelvas ¡ Todo lo hallará" €'lJ ruinas! A qué has venido? Para qué volviste? Qué bu8cas? ~adie habrá de respondertel Está sola mi alma, y estoy triste, Inmensamente triste hasta la muerte. Todas las ilusiones que t.e amaron, Las que quisieron compartir tu suerte, Mucho tiempo en la sombra. te esperaron, y se fueron cansadas de no yerta, Cuando por vez primera En mi camino te encontré, reta En los campos la aleg-re primavera Todo era luz, aromas y armonía. . Hoy todo cuún distinto Paso á paso vía. -Nave sin rumbo entre revueltas olasPensando en las tristezas del Ocaso, y en laH tristezas de la8 almas solus. y f;olo voy por la desierta En torno la mirada no columbra Sino aspereza y pára.mos sombríos; Los nidos en la nit:ve está.n vacíos, y la estrella que amamo~ ya no alumbra El azul de t.us sueños y los míos. Partiste para ignota lontananza Cuando empezab:-1 á descender la sombra. XCI ...... Hecuerdas? Te llaIllab~ mi esperanza, 1Per'o ya mi esperanza no' te nombra! No ha rle nomhrart~ !.... Para qué? .. Vacía. Está nI nra, y la historia yace trunca" iYa para qu{. esperar que irradie el día! i Ya para qué deeiros: Todavía, Si una Vl:Z grita en nuestras almas: Nunca.! Dices que ere~ la misma, que en tu J.lecho La dulct>llama de otros tIempos arde-; Que el nido del aJllor no está desheeho ; Que para amu¡'nos o+ra vez no es tarde .... Te engañasr. .... No lo creas!... ..Ya la duda Echó en mi corazón fuertes raíces, Ya la fe de otros años no me escuda; Quedó de sueños mi ilusi6n desnuda, y no puedo creer lo que me dices. No lo puedo Cl-eer! Mi fe burlada, Mi fe en tu amor perdida, Es ancla de una nave destrozada, ! AncJa en el fondo de la mar caída.'\. .......................................................•..............•• Anhelos de un amor, castos, risueños, Ya nunca volveréis L .. Se van ... se esconden. LQs llamas ?... Es inútil... No responden, j Ya los cuhre el 8utlario de mis sueños! Hact> tiempo SE' fue]a primav;lra . Llep;6 el invierno fúnebre y sombrío! Ave fue nuestro urnor, ave viajera, ¡"Y las aves 8f van cuando hace frío! j .. ~ Rafael Pomba ELVIRA TRACY The mil5S is overo Come, come, Jet Hé aquí dd año el más hermoso 115 f{o borne día, Digno del Paraífld Es el tpml.lrEtnO Saludo qUE> el otoño nos envía; ~on los adIOses qne nos da ~l vernno. Ondas de luz pnrísima abrillantan La blanca alcoba de la dulce El ~'ira; Los pajarillos caJ'iñosos cantan. El perfumado céfiro slIs¡.>iru. Hé allí su tocador: aún se estremece Cual de su virgen forma al tacto blf>ndo. Hé allí {t la Madre de Jesús; parece Estar sus (IraciUlws esc\ll~hando. ¡Un férptro en el centro! jun paño; jU n Cristol Dios! ... ¡Eh-ira! ... ¡es ellal Alegremente linda aver la he visto; len cadá \'er! ¡Gran ¿Y hoy? ... héla allí: s'oIemnementt> h~lla. "No ha muerto: ¡llnerme!" Venia !lJooreída. Ayer, en esta alcoha deliciosa. Feliz soñaba el sueño de la vida; Hoy sueña e: (le otra, vidA. aán lUas dichosa. Ya de'la rosa el tillte pudihundo Muri6 en Sil faz; p~ro en aUg'IlHta calma La ilumina un reflejo de otro mundo Que al morir se enÚf'abl'i{j para sii alma. YI1 pm'u los sentidt>s nI) st> enciende La efímera beldad de arcilla impnl'a; Mas, tras ella, el espí¡'itu lSOrp¡'€onc!t> La santa eternidad de otra hermosnra, CumpliÓ quince años: ia'y~ ¡edad fpstiva, Mas miRteriosa y rara! ¡Edad tra idora, Cuando e8 la niña pa.ra el hombre esquiva., y á los ángeJe8 férvida enamora! ¡Pobre madrel'del hombre la guardaste, Pero esconderla.á su iingel no supiste: La vio, se nmal'OIl, nada sospechaste, Yen impensado instante la perdiste. Vio, al pxpirar,ti su ángel adorado, y abrió los IjOS al fulg-ordel Cielo, y diio: "el sacrificio ha terminado: ¡Yén'! ¡vámonos á, casa!" y tendió el vuelo. Por ('so luce tan hermoso el día. Indiferente el llanto qu~ nos cuesta! Hoy hay boda en el Cielo; él se ~loría; La pfl tria de la novia está df>fif>sta. José Ca.icedo Rojas EL AISLAMIENTO (LAMA ItTINE ] Cuántas veces sentado en la alta cumbre, Bajo la espesa sombra dp unl1 encina, Del sol ponipnte {¡ la t'xpiJ':lTltp lumbre Contenplo aún la t'scena. vpspp.rtina! Suena allá el río de aguas pspumosali!, Gira y 8f' esconde en }¡o!'izonte obscuro; Duerme aCH,el lugo en ondas perezosas, y Héspero brilla en el azul más puro. El astro, oculto, débil rayo lanza Que alumbm apenas el hlljOSO monte; La nochp. en tanto ,ilenciosa avanza, Subp. y Mil sombra eubn' ,,1 horizontp. Nada turba esta calma sobe!'ll,nll; S610 sp oye en la torre del convento L~ religi(JfIU voz de la campona Que al cOllciel'to final une su acpnto. ; Sublime cuaul'O! ¿ Pero qué mp importa, 0"020 nn hay en él ni encal:to~ ciertos? j At, que ,,1 sol de los V¡"os no conforta A lA!>: spmhrlls PT'rantes ni ~ los muertos! Si De colina en colilla en vlIno huyendo, Del Sur al Setentrtón, de Oriente á Ocaso, Dilatada extfmsit'>Tlv{ y recolTiendo, y la dicha jamás me salp. al pa.<;o, Los bosques, vegas, soto!'; y hl~redades Perdieron IJara mí todo su a~:I'ado : Ro~a8 y se vas, vastas soledades, Os fúlta un solo sér j nadn hay poblado! Que el sol recorra su carre\'ll illlmmsa, l}n su curso seguirlf' yo no quiero; Entre Ó sRIga en región diáfana ó densa, ¿ Qué i:nporta el sol? Yo nada de él espero. y aunque seguir su luz me fuera dable, Todo desierto y solitario "iet'a; De cuanto alumbra nada es envidiable; Nada le pido á. su radiante esfera. j Oh , si llegar allá pOf;iblefuese, Do en utros cielos brilla un 801 di vino; Si eRte mundo mortal dejar pudiese Vieran mis ojus lo que no imagino! La fuente del amor Hinduda hallara, Sil sed apagaría, y un bién interminable allí gozara, Bién que en la tierra lIombre no tendría. y mi alma allí i Que no pueda en elearro de la aurora Ir á tí, de mis ansias vago objeto! ¿ Por qué en este deRtierro el alma llora? ¿ Por qué mi &éral mundo está sujeto?' La hoja de la rama desprendida :Rueda, y álzala el aire sin esfuerzo; Yo 80Y cual hoja seca ya y sin vida, Como á ella alzadme, tempestuoso cierzo 1 Agripina Montes del Valle AL TEQUENDAMA TEQUE~DAMA grandioso: Deslumbrada anteel spqllitollsLmbroso De t.u prismal riquísimo atnvío, La atropellada fl1~':1per~iguiendo De tu flotante mo~e en f'1 vacío, El alma presa de febril mareo En tus orillas trémula p:lseo. Raudas. HIJoealí¡.¡ticasvisiones De un aní guo soñar al pstro vuelven, Resurgen del olvido RUS embriones y en tus iris sus formas dese!1vuelven. ¡Y quién no soñará, de tu caída Al formidable estruendo, Que mira á Dios crear omnipotente, Entrevisto al fulgor de tu arco horrendo! ••• lA moril'! ... Al abismo te provoca Algo á la mente del mortal extraño; y del estriho de la ingente roca Tajada en ba.hilónico lwldaño, Sohrecogido tIe infernal locura, Perseguido dragón de la llanura, Cabalgas iracundo Con tu rug-ido estremeciendo el mundo. ¿Qué buscas en lo ignoto? ¿Cómo. adónde, por quién vasempujadoT •• Envuelto en ¡<'s profusos tOl'beIlinos De la hervidora trombll de tu espuIna E irisado en fantástico espejismo, Con frenesí de cieg'o terremoto Entre tu aérea clámide de bruma. Te lanza:;; despeñado. Gigante volador sobre el ahismo, Se irgue á. tu paso murallón inmoble Cual vigilan te esfing'e del Leteo, Mas de ritmo hárbaro al rt'doble Vacila. con medroso bamboleo. Yen tanto al pie del pavoroso salto,' Que desgarra SUR senos al basalto. Con tórrida opulencia En el souriente y pintoresco valle Abl'en las palmas florecida calle. Por ver te allí pa8U.r,la platanera Sus abanicos de esmt'ralda agita; La ouduladora, el/btica palmera xcvn Riega su gargantilla de corales; y al rumor del titán cosmopolita, Con sus galas y aromas estivales, La indiana piña de la ardiente vega, Adorada del sol, de ámbar y de oro SU!! amat'ilIos b.úcarOHdef·~lie~a. Sus Anforas de Jugo uectarmú· Te ofrece hospitalaria La guanábana en traje campesino, A la par que su rica vainillera El tamarindo trupical desgrana, y la silvestre higuera Reviste al alba su lujosa graDS. Bate del aura al caprichoso giro Susgranadillas de oro mc:jieano Con su plumaje de ópalo'y z::¡tiro La pasionaria en el palmar del llano; y el cámbulo deshoja reverente Sus cálices de fuego en tu corriente . Miro á lu alto. En la sien de la montaña Su penacho imperial ~ozosa baña La noble águila flera, y espejándose en tu arco de topacio, Que aderezh la luz de cien colores, Se eleva majestuosa en el espacio Llevándose un jirón de tus vapores, y las mil ignoradas resonancias Del antro v la floresta y místicas -estancias Do urden alados silfos blanda orquesta, Como final tributo de reposo ¡Oh émulo del destino! Ofrece á t •• suicidio de eoloso La tierra engalanada en tu camino. Mas ¡ahl que tu hcrmosura, Desquiciada, sublime catarata, El insondable abismo desbarata, La inm=nsidad se IlC:Vd, Sin que mi ol'ado espíritu se atreva A perseguirte en la frétg:osahondura. Atomo por tus ondas alTltstrado, Por retucar mis destBñidos sueños y rpponer mi espíritu cansndo En tu excph~avisión de poesía, He venido ell I enosa romería; No á invest.ij!(u'la huella de los años De tu dram(l en la página perdida. Hoy, que la f(' dI' la ilusión ya es ida y abatido y helaoo el pensamiento, XCVIII Co"nel adiós postrer de la esperanza En tu horrible vorágine Be lanza Desplomado al más bond o desaliento. En vano ya traA el cristal enfriado De la vieja retina El arpa moribunda se alucina, Yen el triste derrumbe del pasado, Cual soñador minero Se vuelve hacia f I fil6n abaudonado De nuevo á. rebuscar algún venero. 0-di6s! ¡adios! Ya á reflejar no alcanza. lJel alma la sentelIa fugitiva Ni tu ideal fastuOi'R perspectiva, Ni el prodigioso ritmo de tu danza; y así como se pierden á lo lejoA, Blancos al alba y al morir bermejos, En nívea blonda de la errante nube O {lO chal de la colina LO!I primorosos impalpables velos De tu sutil lIeblina, Va en tus ondas mi cántico arrollado Bajo tu insigne mole confundido, E, mermos ante el hado. Canto y cantc,r sepultará el olvido. JL-... ", José Joaquín Ortiz LA BANDERA COLOMBIANA No oís? E~ cual la voz de gran torrente, Con las lluvias d.~Dios acrecentado, Que baja de lo!'!Andel'! del'peñado. Raudo, tremendo, asordador. rugieftte. ¿No oís más cerca ya? Se une á los ecos El riiido de música guerrera Que, en alaR de los vientos desatado, Colma el ámbito inmenso de la esfera. Pero ved m~s allá C0ffiO se avanza, Entre un bURque de aceros refulgente, Que del sol á }o:..¡rayos reverbera, Del pueblo ent.re la (lla, Al firlnumento amI enhiellta y sola, De nuestra patria la mmortal ban~:el'a. y sube al Capitolio, y los clarines Suelt.an su aguda voz; retumba el trueno Del cañÓn en !l,S últimos confines. IOh! ¡salve á tí, magnifica y sublime. Ungida con la sangre de los brllvos Muertos en ,a pelHa! LOh! salve ti tí, quemada por el fuego De las contrarias huP!'tes; Tú. poder, gloria, y de la pll.tria idea! jOh la balJdera de la patria essanta, Flote en las manaR que flotare; ora Volvie Ido veflcf>dora, Eut,'e lluvia de flores Al són ·jel himno que su gloria canta, O de la adversa lid acasO vue,va . i9h de la patria la bandera es santa! y si hay UD eil1dadano que, pensando En el secreto de su álma, diga: "¡Está en indignas man08!" ése puede A su rmld,'p nel!ar en ~u ira insana; No tiene corazón, y ent.re sus venas Empobreció IR :;¡angre colombiana. f;ulindo lallzar un pu~blo Dio~ dispone En la t·tlpléndi.la senda de la Historia, Da la señf\.J de mn.rcha; y en la mallo Ve l'US caudil o!': pOli e El pendÓn que hl~ rle g'uiarlo. cual un día Manrló !'ll)brf>J&cob la parda nube Que, flotando en el aire, e Flle en el Desiol'to misteriosa guía; Yel velo que al sol en onda suave TX>sarrollan 10l0~ céfiros, escribe Con in "isi ble dad y ca ractel"es Arcanos, que lee!' tau sólo él sabe, (l Cuál RU rumbo será, si hahrá bonanza, Qué ~mpestad vendrá, la hom de gloria, La horl\, del cautiverio, . La del rescate y de la. g"I'Rn victoria. Puso en una las águíll:lS caudales Del claro inmenso CIelo emp€mtrices; Un hacecillo en utra de los 1'a Yv~ Que l'roc·elosa nube al mund{; lanza, Yen otra derram6 de oro lafil liMes, ('omo emblema de fuer7.a 6 de pspl'lranza, O de dominaci6n 6 <le rUinl1. Así á la verdt:l El'Ína Dio el Arpa gemid<.rfL Alto dón al que pena y al que llora; y pll~O por preili1gio al gran de~tino Que I'e!,f'rvó á la. ~1"'8iu. Sobre el delgaoo lIno Que al vendaval dI' tempestad se mueve O al tenue soplo de favonio suave, Yen quejuntó al vellóo de pura ni{>ve Un rayo de la frente de la aurora Del Pescador la milagrosa nave, y cuando creó á Colo-mbia, generolW Rasg6 un Jir61l del iris ltldíoso Qlle tras la wmpe~tad alegra al mundo, y lo entl'egó R.Bolívar; y Bolívar De triunfo Ol'Ínoco en triunfo lo llevó, de donde se lanza al mar profundo A donde el Potosí su n{vea cumbre En la regk'ln d~l firmamento esconde, MaH árbitros ~ i\1z~a 11 Duefias de !'us de¡;;tinos )8·S nacione~, Creen que cuannn baja la Victoria A coronar sus fuertes campeones, Suyo e8 el triunfo J la victoria suya; Mall j ay ~que ignoraD ellas Que la 8el:rew. tela de su historia Se teje entr~ JaN TIlanos invisibles Del que el! Señor Ilel mundoy )asestrella •. Dios fue quif>n á las águilas rOlll&1I88 De ciud~ en duoad llevó volando En IOR antiguos días Hasta el confin ctelorbe, preparando I.J8. pal universal á su Mesfas; Dios quien hizo "ali!' dI' las regiones Al aterido polo más cet'canas, De bárba)'os innúm",ras !egiones, y al Mediodía encamino]as cuando Quiso purgar la tierra Con la espantosa plaga de la guerra y cuando, lleno de clemencia, quiso Dar una muestra de su Amor profundo Mostrando al Viejo Mundo Este, hasta allí. velado Paraíso; Llamó ~ CoMn y le mostró lo. senda De Américl< al conffn del Oceano , Al tmvés de las tinieblas y huracanes y ternpeHt.ad tremenda; y Colón. obedientt.', Venciendo el ciego caos, Cruzó el férvido Atlántico animoso .En tres frágiles naos, y el pendón de Castilla glorioso Plantó al fin en la tierra de Occidente. Dios sac6 de la inmeDsa muchedumbre De nue!'tra tierra un hombre ~ Que distingi6 pntre todos: era un mundo De nobles pensamientos su cabezo; Su espíl'itu, te~oro inagotable De fuerZAy voluntad; él conocía Del corazón de 108 d(>mAslas sendas, y elocuente sabía Cómo hacer poderosa su palabra, y a~í. cuando de golpe aparecía En medie, del combate, del ~oldado El pecho plllpitaba, cual'si viera O la faz de FlU madJ't' placentera () el bello ro~tro del objeto amado. El se llam6 Bolívar, y doquiera Fue 1'ímbolo del pueblo, en la batalla y bajo del dosel, y hasta que á orilas Del mar fervieDtI~halló la paz que sólo En el silencio de la tumba se halla. De su ea hallo al escucharse el trote 'l'emblaba el corazón, y á, lo!:'reflejos De su fulminen aeero se cubrían De p::llidez las fr~nt€s. y doquiera Que rá.pido pasaba, la Victoria DerJ'8m8ba lamel en su bandera . . . CJI 8or1aba; el yerto polvo de 18.1 fos~. De esclavo tornábase fecundo; y tres ,grandes naciones de repente St>alzaron de él, de gloriA radios88, Con pasmo univer~al de todo el.'mundo. Murió; y callaron 108 heroico!' hf>Cho8, Mas como ~l 801 tl8 8 la última colina Del Occidente azul su di~co inclina 1cae en un ubismo de oro y llama; y enmudeció la trompa de la Fama, y tan ~ra.nde vacío hubo en la Historia Que colmarse ha¡;ta ahora no ha podido Ni en patriotiimo, níen valor, ni en gloria. 8u portentosa vida De excelso honor y de dolor tejida, Será en edad lejana La mayor epopeya americana. La. liras de 108 bardos Que lloren la trÍ8títtÍma elegía Bajo los sauces de 8U tumba fria, IDlDortales se harán, pues 8U alto ejemplo Tál reguero de luz deja, que nadie Se atreverá á. ieguir sus nobles huellas De la inmortalidad al santo templo. Él amaba la patria; mas la. patria No eJa s610 para él la hermosa tierra Que, como un velo, Arropa el combo cielo, y reverente encierra Las cunas de los hijos y las tumbas De nuestros padres caras; Que en su seno también firmes reposan De nues! ro Dios la8 bendecidas arali: y fue así como eÍI su hora soberana, Pronto á dejar el mundo, Se envolvió en la bandera colombiana, y con amor profundo Pronunció lleno cieesperanza el nombre Del que murió por libertar al hombre. Rafael Núñez MOISES [Fragmento.j Símbolo 6('1del procelQló\otránsito Que lleva del ~l'ror á la verdad, Vedlo emprender ~u marcha en el dt'~ierto, Inspirado piloto, más que experto, ColÓn de una terreRtre inmenRidad! Como en lomo al panal la abeja gira, Cual corre la ola en cieg;a dirección, Cual Sirio alumbra. aun más queel sol ardiente, Así, á veces, un hombre en su alma siente ImpulAo de g'lorio~a vocación. Órgano inmemo de infinitas notas, La humanidad camina h un solo fin; ¿Quién la empuja? El que mece las eApiga.s, El que arte da al castor y á 1a8 hormigas, Vuelo á las ave!ól,há.lito al jazmín. ¿Quien hizo el telescopio? ¿Galileo? ¿De la. brújula Gioja fue el autor'! ¿Quién Nínive fund6? ¿Fuf' Nino acaBO? La obra se muestra" mas Be oculta el brazo, Cual tle oye ~l grito y no se ve el dolor. Cicerón no produjo sn elocuencia, Que nunca el ar~ esa altitud tendrá. Si de Guido al piucd brilla la aurora, Si de Fidifls al tacto el mármol llora, ¿Quién sino Dios ese porte~to hará? Drl imberbe Alejandro ¿pudo el brazo De Asia grandiosa la conquista hacer? De Octavio débil ¿c6mo surge Augusto, Que vence á todot'l, se proclama el justo, Desarma á Roma y la hace florecer? Chi~pa de Morl'p. es chispa de los cielos; Arpa de Dante ¿quip.I1 te pulsará? El alfabeto el'! inYfmeión !'luprema; Sin principio ni fill. divino emblema, El número á los hombres Dio!! lo da. jOb, sí! el fl:lctol' terrestre de lo grande Refleja nada máfl la excelf:lftluz. CIV Fuerza celeste el numen que nos mueve, La carne humilde en ángel torna en breve, ~ aun la hace Dios 8u8penlla de la cruz I De un pueblo conductor, no como Atila, Sediento de botín y destrucción, Tú, Moisés, sin corona y sin espada" De libertad á la emoción sagrada, Quebran taste el poder de Faraón. Puñal de Bl'UtO no emancipa un pueblo, POJ'que el tirano de los pueblos es La trÍl:,te noche que en su vida interna Forma la au¡,¡encia de la aurora eterna, No el que caut.iva ¡<usmundanos pies, Valor común no expresa el he¡'oísmo: Lo tiene el tigre, Boyes lo mostró. Vll.lor moral. abnegación, ejemplo. Lo que bace al hombre de sí mismo templo, Tál fue la savia que á Moisés creó. ¡Yedlo! ¡vedI0! Los mismoi que r(>dime Contra él murmurun, débiles de fe; No hay flaqueza mayor que la ignorancia; La dicha el hombre ardientemente ansia; Pero no siempre el derrotero ve. El despotismo es ademáf; ponzoña Que al hombre quita iU virtud mejor, Que ea la conciencia de su real destino, De ser en este mundo un peregrino Cuya fuerza motriz es el dolor. Al ungido de Dios es á quíe 1 toca Aliento dar al vacilallte pie, y afirmar las incierta!" conviccionelil, Dfll porvenir midiendo JaN regiones Con el compás que marca lo qUl1fue. Pasión del biéll eB fuerza irrtlsistible Cf>mo atracción del mistedoso imán; Dogal y llamas la verdad desprecia, y de lo bello el sentimiento en Grecia Las mismlS ruinas proclam~ndo e:,¡tán. .................................................................. MArtir San Pa blo, sus palabras queJan, Enseñando la fe por el amor: Quiso ahogarlas en humo Torquemada; cv Mas no vence á la luz la llamarada. y antes bien la corona con su horror. Corinto cae. yel Apóstol se alza .En pil'ámidp eterna de verdad, Dp la duda I'n la vasta J'l'girlll yel tu, Y. aun en ;;¡jlencio, rla al viajero a.lerta, Cllal de un faro la murta Clill'ídad . ...... . De la patria anhdada I'()!O viste jOh :\1oj~és! el contorno, \~I deIlso tul, Spmeiante a I sinuoso líncamíento Que 1:lnautH, de reposo,ya sediento, A \'1'1' alcanza en ~l f:oufín azul. En la cumbre del Nebo hallÓ pse signo Del t~J'millo feliz de su misión; Blijó las gradas cid aU8tf!I'O monte, y mostrando á su pueblo el horizont.e, L(· dij.,: fuiste esclavo; i eres Nación! iDe:'\l\lé~I11llri6! ... del triuIlfo IfHj angustias Su cOl'llz(;n no tuvo que 8ufl'ir: La ingratitud, más dura 4ue el snp!ieio, El laun'I, más punzante que el cilicio, No pudiel"Oll SH sueño intelrumpir. Dio" lo pl'emi6 con la mejor pl'('sea, Del ídeallll cflsta juventud. Librándol" del trance indescl'iptible En que al sentirla realidad terrihle Vacila fll¡:rllnas veces la virtud. Su obra moral fue granne, fue completa: La s tn hl~s de la Ley del Sinaí. -La fuente eterna del derecho humano, Que en cada hombre nos dará un hermano, Entre tl'uellOS y luz bl'otó de allí. Belisario Peña A MARIA Pena15 del corazón, duro quebranto Del ánimo y del cuerpo en largo olvido Me han puesto ya del canto; RODca la voz me 581(' con g"l'01ido, y del 9@tro divillO el rayo -ardiente Ya no me inflama la mardlita fr'ente. _,Y pedirme ~r aún osi\iA cantos y flores? queréis que la lira ;>oh-OI'OHa Re~uene con loores De.est~ áquiell t{llItoama mos Mudrehermosa! ¿ y yo arrojarnw á dáro~J()1'l no dudo Con lengua t{)}·pe y con ('1labio rudo? N6, no dudo dliro8]o, MARÍA, de mi niñ{>z, luz de mis ojos, Uniea. Madre mía! Amor Permite que á t,us plantfls hoy de hinojos, Rompa. el amor filiAl, si tánto alcanza, El silencio á mi voz en tu alabanza. Si nunca el crimen yo, si á vil u:randeza Jamá.s ol'gulIecÍ con mis cantare!', Ni á guerrera proeza Tributé gloria, pueda en tus altares Sonar UIt lira, con tu lIombre ufana, Indocta, humikle, pero no profana. Ni la impiedad protel'va, ó duda inerte, O indiferencia helada me apagaron, Con las f\ombras de muerte, . El 801 de viva Fe; nunca albergaron, Como en cavemos, ell la meTltt mía. Miedo y t,iniebJas, A.pl'sar del día. Yo creo en tí, y sé que ante el fulgente Trono do esUs, espíritus alanos Postran ln inmortal frentt: y que á velar tu gloria. meneados Los áureos incensario!'l por qllf'ruLes, Vuela el incienso cE>]p8tial en nubes: Que, de éxtasis divinos poseídos, Los que la lumbre ven de tu henno8ura -\nhelan más sentidos Para gozar lo bello. Eres tan pura,. Que el puro sol y cándidas estrella. Indignas son de recibir tus huellas. Sé que tú eres el iris que le ostenta Deteniendo el nublado en que se inflo.m', El rayo y la tormenta; Que erp.8lucero y sol y mar y llama, Lirio y rllsa del Valle, y que los hombres De cuanto hermoso ven te dan los nombres; Que á tí lleguen con súplica y lameuto Los dolores 11uman08, yel profundo Gemido y él tormento De almas que esconden su dolor al mundo, y que tienes de madre, entre mil dones, De madre amor, de madre los perdones. Sé nada sé, Señora. ¡Quién 8upiera Decir lo que eres tú! Corredme el velo De la celeste e"fera; Dádmela ver, como se ve en el cielo, Y entonces: ¡necio yol ¿qué hombre podría Balbucir tU8 grandezas, oh MARtA.? ¿C(.mo te alabaré? ¿Qu~ ne~e8ito Para agradarte yo? Corazón, Mma, Con ímpetu infinito, Vuelo de rayo en alas de paloma, y flameando amor arde y recibe Muerte de amor, y á má8 amur revive. Est;o, grato te fuera, mas las vendas Terrenas me aprisionan; layl culpado Yo también por las sendas Y las zarza~ anduve del pecado, y cien vece~ y mil estampé en ellas. Como en el poi va del camino, huellas. Vén, pues, á. mí, l:>eñora:una palabra Dí que me purifique de su escoria El corazón, y lábra Un trono en él do estés: así en tu Il;loria Se abrase el mundo, v ciña e·a corona, Galardón prometido' al que perduna. ¿ Yo qué podré ofrendo.rtt>? No diamantes, Que estrellas mil y mil de la maña.na ovm y soles rutilantes, Brillos y luz te rtnrlen por .ppanaj Ni el oro con que dieron viles manos Paga al pudor y cetro á los tiranos. ¡Ah! ¿qué podré ofl'enc1arte? Nifios, vamos, Llevadme á la florífera colina Donde enlazáis en ramos Vario clavel con rosa purpul'ina, Do para el ara vuestra mano arranca El hrio azul y la azucena blanca. En armóniea V01. y alterna en coro Con ruido de aguas y de brisas y aves, Solta.d 108 labios de oro; Guirnaldas reteged. y aromas suaves De inocencia infundidles, que yo pío Lágrimas pondré en ellas por rocío. IAh¡cuántoesgrato áe! almtl, cuántohermo8o Gozar vuestra alegría: sienta al menos Con vorla yo, reposo. Labios que no han mentido, ojos serenos, Paz sin deseo!! Mi paterna estancia, ¿Do están y la pureza de mi infancia? S610 quedan memorias dolorm-as Cual de prístina esencia al botecillo' Su fragancia de l'OHaS, No tengo ya ese dón puro y sencillo Que á f¡í, Virgen de vírgene!l, agrada Más que otro d(;n de la terrena nada. Sí, sí lo tengo, y dál,telo hoy ansío: Díme ¿mi hijo adorado que allá. tienes No es el corazón mfo? El fue mi bien, el 01'0 de mis bienes, y tú me lo unancaste en e~a a marga N )ehe d~ mi dolo!' oscura .r larga. Aún recuerdo, Señora, de !:lUSojO!! El sidéreo mirar; aún veo ahora En ambo!> labio~ IOjoS Las tinta8 sonl'Osadas de la aurora. y entre albor de azucenas dulcemente La inocencia ripndolf' en la frente. En exceso lo amé, por etlo tierna, y sin haceJ'le en el 89mbl&llte agravios, Con la leche materna y tu nombre du]d~illlo en los labios, Mano de ángel {¡ tí J'a uda llevolo, Mí hogar dejando :-ílt'IH:inso y solo. Solo, no silencioso; llena el viento En vez de su bullicio y :;u argentina Voz, la de mi lamento. Yal morir de la lumbre vespertina Le llamo por dO'luiera, y á mi oído Hif're en respuesta d maternal gemido, Tú quP eres Madre y padeeí!;¡te tánto, Lo que se ama y se llora al hijo sabes: ¿Y por qué de mi llanto No te doliste .Yde mis penas graves? Con él perdi mi luz, 1)(!I'c1ími calma, CuantJ e8 el corazón, euanto es el alma. Aur: he.}"del llanto cie¡.;o, y desatando Con soIJozo el aliento en la garganta, Trémulo vov alzando El paterno holocausto fi tu ara santa, !Lo aceptas!. ..... ¡ah! me embarga de alegría El gozo de ofrendártelo, MARÍA, Miguel Medina y Delgado LA JUVENTUD Y LA MUERTE Andada la mitad de mi camino, Como Hsho mela:lc6lico v detmudo Hácia el ocaso lóbrego me inclino. A )a es¡:.eranza ó al recuerdo acudo; Y, olvidado quiza de lo prt'sente. i Hermo"a .Juventud, yo te Maludú! El sol de las mañanas en tu frente Esparció sus colores, yen tus ojos Vistió su \'iva luz, 8U fuego ardiente. No hay para tí cadenas ni cerrojos; La vida en .tu sonrisa se derrama, Y hay vida en tu pesar y en tus enojos. Tú embelleces del mundo ei panorama, Como embellf>ceel árbol donde anida El pujaro que canta. pcrque ama. j Cuán amable ere~ tú! Cuando perdida Te comtemplo á lo lejos, me parece Que se me \'.a del corazón la vida. Tú eres fuerza y salud, y á tus gozosos Labios los regocijos se avecinan, Coronándolos de ó~ulos sabrosos, Pero ~qué venturanzas no declinan? lEn tu mdo de \Júrpura y de f1.()l'es La vejez ó la muerte te asesinan! Triunfadora f~lizde triunfadorel!l, Sigilosa y fatídica, la Muerte Reparte á su s8,bor los sinsabores. Todo lo toca con su dedo inerte. Y, doquiera presente y escondida,· Abate al débil Y derriba al fuerte . •••••••••• •••• ••••• o •••• _ •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• _1 Cufi.ntn poder en BU inmortal guadaña! i y cuánto, cuánto misterioso arcano Su silenciosa aparición entraña! ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• .o.o ••••• .o •••••••••••••••••••••••• Oh Muerte! oh Muerte! en coro lastimero Tus lmzañas rec6nditas deploran El rústico, :¡ el rey, .Yel pordiosero. Mas hov con nuevos tintes se coloran Tus recieñtes trofe08, el tributo Que tus mano~ enjutlls atesoran, Hobaste á un árbol su preciado fruto, y en la senda quP hol\aste transitoria El horizonte se eub,'iú de luto. j Qué victoria la tuya! j qué victoria Con tra glílIarda .J Il\';'l\ tud florida, Contra la fe de prometida gloria! j Lucio murió! Tan súbita caída, La de una estrella que al nace¡- se apaga, Ay! la existencía á (\Hsdeñar convida. Para pompa fu~az de la pradera Lucio creció con lent,itud lozana, Como renuevo de gentil palmera; Brilló como la luz de la mañana, y ~e alejó por la reg-i6n vacla, Cual preludio d~ música lejana,' Pasó, pas6 Pero en su tumba fría., Yen su lenguaje míst,ic0 sin nombre, Se dirá que este valle de agonía No es la patria ni el término del hombre. Guillermo Valencia EN EL CIRCO Como una roca gigantesca, empina El Circo de Nerón le. frente oscura A coronar la plácida colina Donde el C~Ra,r divierte su IOCUl'e., No finge yá la lumbre del Ponienm Vasto incendio de ~úpula8 lejanas: Han bajado las ~ombras lentamen te A cobijar' las Ag'uilas romanas, Gasa¡.¡ de claridad amarillen ta La luna tiene por el Lirco mudo, De pálido matiz un fri¡.¡oargerrta, Pone toques de luz sobre mi Pflcudo. En el árido polvo del combatt!, Donde rppoRa. la falanje inerte, Como una lluvia de piedad se abate y acal'Ícia á los siervos de la Muerte. Que á deleitar del pueblo lo::; antojOl!1 y del César los bárbu¡'os sentido!:!, Fueron-en el azul puestos 108 ojosCual rubio trigo del Señor, molidos! Allí, bajo la saña de la8 fieras, La de 'llcella sin par, el bI.Pndo :1iño Confunrlieron rizadaí'l cabelleras y frescas m~nos de color de armiño: Quién I"R conocerij '? De sus hellezaR No qucda rastro: zarpas de leones Deshojaron la flor de SUA cabe~as, y el cuervo devoró SURcorazoneR. EIlO!l, sobre las húmedas aren¡\s, Sin un ay! de i1010r que les denigre, Entregaron sus carnes á la8 hil~nas. Al taimado chacal y al ágil tigr{> Que. meneando la felpuda cola, Divagan entre lívidos despojos, Bajo el rayo junar que torna¡,;ola La hirsuta piel de sus hocicos rojos. cxm ¡Cómo se desperezan anhelantes, Canl'ados de matar, en sangre tintos! Cómo bullen sus Oj08 coruscl1ntes! Cómo afilan Ht1l' garras en los plintos! Vierte la herida cálidos torrentes 108 provoca: Relámpagos de esmalte son sus dientes Entre el joyel de la purpúl-eH boca . De sa.via que los urge, Como chnes alígel'Os que pl vuelo Gusten po ,al' en 16brega barranca. Súbito al Circo deHcenrlió del Cielu ena fhlunge lumin()~a y blanca: A su .• vuell)s. filosa dentadura Mostró un ChH ca.l y preparose list') A destrizar la cándida figura De ¡os eBbdtos ángeles de CIisto, Que apa~ando las a.las refulgentes, Con un mimr de dio~eH aflig:irlos Inclinaron el ampo de sus frentes Para beSrll' los mál,tires ca.ído¡,;! Te han vencido, Nerón! Sobre tu solio Como un alud la Galia se desploma; iDe las cimas del viejo Capitolio Han volado las ¡íg:uilas ••.•••.•.•.•.•••.•••••.•.•.•.•.•.•.•.•••.•.•.•.•.•.•.•••.•••.••.•. de Roma! o' •.•.•.•.•.•.•.•..••.•.•.•.• • •••..••. • ••••••• i Esas Venlt5 que abrieron á raudales 'l'us arrebatos de furor no visto, Fecundaron los místicos rosales De los n¡trlllados mártires de Cristo! iOh lmf!l'tes de ~ngrientos justadores! LContra el rudo molar dp. lo~ feJinos ttompisteis vuestra cárcel de dolores Para beber los hálitos divinos! . Enrique Alvarez Bonilla LA SEPULTURA DEL MONTAÑES Del camino á la OI'illa. entre malezas Sin más señal que una imperfecta cruz, Hijo de la ignorancia y la miseria, Duermes el sueño de la l1luer'te, tú. No hay inscripción: no sé cual fue tu nombre; Tampo hay flores: no dejaste amor; f:;ólote canta el ave de tu bosque, Sólo prote ~etu reposo Dios. El viajero nocturno 8e san tigua Al pasar, y murmura una oración; Que si re~ppto inspira toda tumba, La abandonada les inspira horror, Dejaron á tu lado la camilla En que tu último aliento se exhaló, Signo de tu pobreza y tu agonía, Mudo testigo de tu cruel dolor. Dicen que oyen de noche hondos gemidoe y que la sombra ven del montañés. Dí: ¿ la mentas hallarte en este asilo? ¿ De los mortales lloras el desdén? Óyeme: he visto túmul08 lujosos, Perfumados de rosa y azahar, y en que el mármol compite con el oro y sueves sombras los cipreses dan; y no ha sentido mi alma esta ternura, Este respeto que ha sentido aquí: Allá se admira elluje de las tumbas, Aquí Eepiensa en el incierto fin. Bajo el oro y el mármol no hay gusanos? ~A qué disimular la rt>alidad? Con la nada también nos engañamos, j AI1{¡tam biéll lleva m08 el (j¡sfraz! Oye: el Dio8-Hombrequemurióhumilla.do y entre odios y des¡;>reciosy baldón, Ama los corazones Ignorados Que en silen:.:iodevoran .••u dolor. Humilde montañés, no s~ tu nombre; No te vela la sombru de un O:mor: Lo cantarán las aves de tu yOS(UW Protegerá tu sepultura Di~ 15ANCO DE LA REPUBlICA , JlIlpTECA LUI~ANGEl ~--;;. Ricardo Nieto SUEf'lO BLANCO El Duque de Gandía, seguido de cincuenta caballeros, salió al campo de caza cierto día primaveral. Soltaron 108 lebreles, sonó la, trompa en la dormida l'ierra, hincharon sus narices los corceh~s, J' en medin de 10!l tílamq; de plata, al gri t () d€' hurro! ccmo voz de guerra se de15pleg6 la aleg-re cahalgata; Llevado de su ardor en la montafia el Duque penetró; franqueó peñascos, y de8pué~ de un in8tantQ sólo ola la amarilla hojarasca que crujía. de ~u nE>gl'Ocorcel bajo los cascos. CanBado f1e vagar á la ventura el apuesto doncel, bajo la fronda de una encina gigante verde-oscura !le detuvo á pensa,r Mas de imp~ovi80 sus pupilas azules descubrieron la mal!Zllna fatal del Paraíso bajo una formade mujer: quince años, que eran quince canciones á la vida, y una boca fragante y florecida que formó con da veles el Deseo en el fOlldo de UlI vaso cri"talino para decir 108 "ert'lo~ al bm'n VlOO del eg-reg-io Gonzalo de Bereeo. y la niña inocente sonreía al Duque de Gandía, quien pensaba mirando aquellos labios que es ml'joI' qne )a gloria y IOH laureles la Olíf» !'oja de un beso que de~tjlall dos uba¡.; mo~catele8. y su boca tra vie¡"a se aproximaba á la encendida fresa. MUHse detl~\'0. ¿ Acaso no e!' llB criQ'l'n-peJl~()-"ertel' la copa de vino sohre p) 1'8HO? em parlar~' cristal no es un delito? deHhojar ti. flor no es un delito? marchitar un davelno e~ UD delito? i CXVI