Consultorio Fiscal - Consejo General de Procuradores de España

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C ONSULTORIO FISCAL
Los gastos de la actividad (II)
Por GONZALO DE LUIS OTERO
Asesor fiscal del Consejo General
de Procuradores
L
El ejercicio de la actividad
del procurador no requiere
de grandes inversiones ni gastos.
Aunque en la actualidad
cualquier profesional debe
de estar bien equipado
de ordenadores y otras ventajas
técnicas, y, por supuesto,
en cualquier caso, debe disponer
de un lugar de trabajo, incido
que, salvo inversiones puntuales
en equipos, lo cierto es que para
el ejercicio de esta profesión,
de neto carácter intelectual,
no se requiere, necesariamente,
llevar a cabo grandes inversiones
ni asumir gastos elevados.
Sin embargo, la necesidad no es
el único motivo para incurrir en
un gasto o en una inversión.
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36 / PROCURADORES • Febrero 2006
os gastos aparentemente necesarios parecen no ser abundantes, sin embargo, en la práctica, el procurador bien sabe que
tiene que hacer frente a un sin número de compromisos que, quizás,
no son necesarios, pero si son inevitables y generan un gasto. De cara
a la confección de los impuestos,
solemos considerar que un gasto es
deducible por el mero hecho de ser
real. Sin embargo, la Administración
Tributaria no piensa exactamente
igual.
¿Qué define que un gasto sea o
no deducible? ¿Su realidad? ¿Su necesidad? Pudiera ser, son respuestas
con cierta lógica. Nada cabe decir
sobre que un gasto deducible debe
ser real. Sin embargo, es discutible,
por impreciso, la condición de que
un gasto deba ser necesario. Es difícil definir el alcance del término,
dado lo relativo que puede resultar
en su aplicación práctica. Si para evitarlo se pretende acotar la necesidad
del gasto sólo cuando existe una correlación entre el gasto presente y el
ingreso futuro, es decir, una causa
efecto sin claroscuros, entonces, se
enturbiará más todavía el impreciso
concepto de necesidad, salvo que se
trate de gastos por situaciones extravagantes. El contribuyente debe
probar la necesidad y realidad de un
gasto que declara como deducible,
pero, a nuestro juicio, estas dos condiciones deben de entenderse conforme a los usos y costumbres del
sector en que se desenvuelve la profesión, pues lo que puede ser un gas-
to real y necesario para un procurador, puede que no lo sea para otro
tipo de profesional o empresario, ni
siquiera, me atrevería a decir, que lo
que es gasto para un procurador
puede que no lo sea para otro, pues
cada cual es muy libre de desarrollar
su actividad como considere.
Trataremos de abordar los gastos más habituales del procurador,
gastos que consideramos deducibles
porque pueden ser perfectamente
necesarios y reales. Antes de nada,
para estos apuntes divulgativos, de
una manera sencilla y práctica, hemos preferido clasificar los gastos en
dos tipos, o, si se prefiere, conforme
a los dos estados en que se suceden:
por uso y mantenimiento del despacho, entendiendo por despacho no
sólo el espacio físico, sino también la
condición de procurador, y los devengados con ocasión del ejercicio
efectivo de la profesión. En el primer
grupo, englobaremos aquellos gastos
que se devengarán en cualquier caso,
se tengan o no clientes; los segundos,
serían los gastos que surgen con la
práctica de la profesión.
El primer gasto al que tiene que
hacer frente el procurador es el de la
colegiación. Los colegios de procuradores suelen tener establecida una
cuota de incorporación que es imprescindible abonar para formar
parte del colectivo y acceder a la jura. En la práctica, esta cuota viene a
ser una suerte de licencia para poder
ejercer o, usando la terminología
contable, un gasto de constitución.
Pues bien, respecto al desarrollo de
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los gastos de la actividad, la norma del IRPF se remite a la del Impuesto de Sociedades y ésta, en determinadas cuestiones, a la norma
contable. De ello deducimos que la
totalidad del importe de la cuota de
incorporación puede, o bien aplicarse como gasto en el mismo ejercicio en que da comienzo la actividad, o bien aplicarse repartido a lo
largo de los cinco primeros años en
importes proporcionales en cada
ejercicio.
Conforme establece el Estatuto
General de la profesión y el particular de los colegios, el procurador está
obligado a participar en el mantenimiento del colegio al que pertenece,
abonando al efecto las cuotas periódicas, fijas o variables, que se devenguen. La totalidad de estas cuotas son
deducibles y se justifican con los recibos que al efecto se expiden. También es obligación del procurador
ejerciente el suscribir una póliza de
responsabilidad civil que, dadas las
circunstancias, sobra decir que se trata de un gasto deducible.
El ejercicio de la profesión requiere de un espacio físico, que o
bien se encuentra en el propio domicilio, o bien se trata de un despacho destinado exclusivamente a la
actividad. Nada diremos respecto a
la adquisición del despacho, pues ya
tratamos ampliamente el asunto en
el artículo del número anterior; ahora tan solo abordaremos los gastos
que se derivan de la oficina como tal
espacio físico. El mero hecho de disponer de un despacho implica el devengo de gastos. La comunidad de
propietarios, el suministro de agua,
gas, energía eléctrica, el recibo de
contribución urbana u otras tasas
municipales que gravan la finca,
son deducibles de la actividad cuando el inmueble se destina exclusivamente a despacho. En el caso de que
en el propio domicilio se ejerza la
actividad, destinándose un espacio
exclusivamente a despacho sin que
quepa otro uso, los gastos que gene-
ra dicho espacio serán deducibles.
Pero, en estos casos, ¿cómo se calcula el gasto del despacho respecto al
gasto total del inmueble?
Una fórmula es deducir una parte del gasto equivalente a la misma
proporción de los metros destinados a despacho respecto al total de
metros del inmueble. El gasto, además, debe estar contabilizado en el
libro correspondiente y justificado a
nombre del procurador. Es la única
fórmula para poder deducirse parte
del gasto, injusta, quizás, pero suele
admitirse sin excesivas pegas por
parte de los actuarios.
Otra fórmula es la consistente en
llevar a cabo una separación real de
suministros (dos contadores de luz,
dos accesos de agua, etcétera). Entonces se podría aplicar la deducción sobre la totalidad del gasto,
pues así se demostraría lo que corresponde exclusivamente a la actividad, pero implicaría un elevado
coste para proceder a las modificaciones necesarias que, incluso, serían imposibles de ejecutar en muchos casos.
Suelen surgir problemas con la
justificación de los gastos del despacho, pues la factura o recibo debe de
estar emitida a nombre del profesional. Sin embargo, es habitual que lo
estén a nombre del cónyuge o de
otro familiar. Se trata de un requisito formal muy estricto, sobre todo
a efectos de IVA, pues no cabe la
deducción de las cuotas soportadas
si no existe una factura formal. En
este aspecto, los actuarios de tributos
se muestran inflexibles. Sin embargo, son abundantes las resoluciones
de los TEA y los tribunales que han
manifestado que la realidad del gasto, por lo menos a efectos del IRPF,
se puede demostrar por cualquier
medio admitido en derecho al margen de que la factura sea defectuosa. Antes de llegar tan lejos, es recomendable cuidar las formas, sencillo
en el caso de cónyuges y si se trata
de un bien ganancial, pero comple-
jo en otros casos. Por ejemplo, un
procurador que tiene instalado el
despacho en casa de sus padres, en
un inmueble privativo del cónyuge,
o propiedad de cualquier otro familiar o pareja de hecho, difícilmente
podrá solicitar el recibo de contribución, la comunidad de propietarios o los suministros a su nombre.
No cabe en este caso deducirse los
gastos, pero cabe la opción de instrumentar un alquiler del espacio,
alquiler que supondrá un gasto para
el procurador y un ingreso para el
propietario.
Respecto al alquiler del despacho, debe de instrumentarse siempre
como un arrendamiento para uso
distinto a vivienda, sujeto y no exento de IVA y sobre el cual el arrendatario debe aplicar una retención del
15% a cuenta del IRPF, salvo que el
arrendador demuestre con un certificado expedido por la Administración Tributaria que la renta no está
sujeta a retención. La totalidad del
gasto por alquiler es deducible. Sin
embargo, si el alquiler se ha instrumentado como un arrendamiento
de vivienda, porque parte del espacio está destinado a domicilio y
parte a oficina, el importe del alquiler no será deducible, ni siquiera
parcialmente, dado que el propio
arrendatario asume con la firma del
contrato que no cabe uso como despacho. Cuestión distinta es la deducción de la parte proporcional de los
gastos de uso y mantenimiento de la
oficina, conforme hemos explicado
más arriba.
Queda cubierto nuestro espacio.
Nos queda por analizar, dentro del
apartado de gastos por uso y mantenimiento del despacho y por ostentar la condición de procurador,
los relativos al alta en la Mutualidad
o en el Régimen de Autónomos y los
gastos por atención médica. En el
próximo artículo abordaremos estas
cuestiones y lo relativo a los gastos
que se generan por el ejercicio efectivo de la profesión. Febrero 2006 • PROCURADORES / 37
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