36-37CONSULTORIOFISCAL 14/2/06 18:33 Página 1 C ONSULTORIO FISCAL Los gastos de la actividad (II) Por GONZALO DE LUIS OTERO Asesor fiscal del Consejo General de Procuradores L El ejercicio de la actividad del procurador no requiere de grandes inversiones ni gastos. Aunque en la actualidad cualquier profesional debe de estar bien equipado de ordenadores y otras ventajas técnicas, y, por supuesto, en cualquier caso, debe disponer de un lugar de trabajo, incido que, salvo inversiones puntuales en equipos, lo cierto es que para el ejercicio de esta profesión, de neto carácter intelectual, no se requiere, necesariamente, llevar a cabo grandes inversiones ni asumir gastos elevados. Sin embargo, la necesidad no es el único motivo para incurrir en un gasto o en una inversión. ENVÍE SUS CONSULTAS Esta sección relativa a temas fiscales está abierta a las preguntas de nuestros lectores. Si lo desean, pueden hacer llegar sus consultas a la dirección de correo electrónico [email protected]. En sucesivos números de la revista, iremos publicando todas aquellas respuestas que sean de interés general. Muchas gracias por su colaboración. 36 / PROCURADORES • Febrero 2006 os gastos aparentemente necesarios parecen no ser abundantes, sin embargo, en la práctica, el procurador bien sabe que tiene que hacer frente a un sin número de compromisos que, quizás, no son necesarios, pero si son inevitables y generan un gasto. De cara a la confección de los impuestos, solemos considerar que un gasto es deducible por el mero hecho de ser real. Sin embargo, la Administración Tributaria no piensa exactamente igual. ¿Qué define que un gasto sea o no deducible? ¿Su realidad? ¿Su necesidad? Pudiera ser, son respuestas con cierta lógica. Nada cabe decir sobre que un gasto deducible debe ser real. Sin embargo, es discutible, por impreciso, la condición de que un gasto deba ser necesario. Es difícil definir el alcance del término, dado lo relativo que puede resultar en su aplicación práctica. Si para evitarlo se pretende acotar la necesidad del gasto sólo cuando existe una correlación entre el gasto presente y el ingreso futuro, es decir, una causa efecto sin claroscuros, entonces, se enturbiará más todavía el impreciso concepto de necesidad, salvo que se trate de gastos por situaciones extravagantes. El contribuyente debe probar la necesidad y realidad de un gasto que declara como deducible, pero, a nuestro juicio, estas dos condiciones deben de entenderse conforme a los usos y costumbres del sector en que se desenvuelve la profesión, pues lo que puede ser un gas- to real y necesario para un procurador, puede que no lo sea para otro tipo de profesional o empresario, ni siquiera, me atrevería a decir, que lo que es gasto para un procurador puede que no lo sea para otro, pues cada cual es muy libre de desarrollar su actividad como considere. Trataremos de abordar los gastos más habituales del procurador, gastos que consideramos deducibles porque pueden ser perfectamente necesarios y reales. Antes de nada, para estos apuntes divulgativos, de una manera sencilla y práctica, hemos preferido clasificar los gastos en dos tipos, o, si se prefiere, conforme a los dos estados en que se suceden: por uso y mantenimiento del despacho, entendiendo por despacho no sólo el espacio físico, sino también la condición de procurador, y los devengados con ocasión del ejercicio efectivo de la profesión. En el primer grupo, englobaremos aquellos gastos que se devengarán en cualquier caso, se tengan o no clientes; los segundos, serían los gastos que surgen con la práctica de la profesión. El primer gasto al que tiene que hacer frente el procurador es el de la colegiación. Los colegios de procuradores suelen tener establecida una cuota de incorporación que es imprescindible abonar para formar parte del colectivo y acceder a la jura. En la práctica, esta cuota viene a ser una suerte de licencia para poder ejercer o, usando la terminología contable, un gasto de constitución. Pues bien, respecto al desarrollo de 36-37CONSULTORIOFISCAL 14/2/06 18:33 Página 2 los gastos de la actividad, la norma del IRPF se remite a la del Impuesto de Sociedades y ésta, en determinadas cuestiones, a la norma contable. De ello deducimos que la totalidad del importe de la cuota de incorporación puede, o bien aplicarse como gasto en el mismo ejercicio en que da comienzo la actividad, o bien aplicarse repartido a lo largo de los cinco primeros años en importes proporcionales en cada ejercicio. Conforme establece el Estatuto General de la profesión y el particular de los colegios, el procurador está obligado a participar en el mantenimiento del colegio al que pertenece, abonando al efecto las cuotas periódicas, fijas o variables, que se devenguen. La totalidad de estas cuotas son deducibles y se justifican con los recibos que al efecto se expiden. También es obligación del procurador ejerciente el suscribir una póliza de responsabilidad civil que, dadas las circunstancias, sobra decir que se trata de un gasto deducible. El ejercicio de la profesión requiere de un espacio físico, que o bien se encuentra en el propio domicilio, o bien se trata de un despacho destinado exclusivamente a la actividad. Nada diremos respecto a la adquisición del despacho, pues ya tratamos ampliamente el asunto en el artículo del número anterior; ahora tan solo abordaremos los gastos que se derivan de la oficina como tal espacio físico. El mero hecho de disponer de un despacho implica el devengo de gastos. La comunidad de propietarios, el suministro de agua, gas, energía eléctrica, el recibo de contribución urbana u otras tasas municipales que gravan la finca, son deducibles de la actividad cuando el inmueble se destina exclusivamente a despacho. En el caso de que en el propio domicilio se ejerza la actividad, destinándose un espacio exclusivamente a despacho sin que quepa otro uso, los gastos que gene- ra dicho espacio serán deducibles. Pero, en estos casos, ¿cómo se calcula el gasto del despacho respecto al gasto total del inmueble? Una fórmula es deducir una parte del gasto equivalente a la misma proporción de los metros destinados a despacho respecto al total de metros del inmueble. El gasto, además, debe estar contabilizado en el libro correspondiente y justificado a nombre del procurador. Es la única fórmula para poder deducirse parte del gasto, injusta, quizás, pero suele admitirse sin excesivas pegas por parte de los actuarios. Otra fórmula es la consistente en llevar a cabo una separación real de suministros (dos contadores de luz, dos accesos de agua, etcétera). Entonces se podría aplicar la deducción sobre la totalidad del gasto, pues así se demostraría lo que corresponde exclusivamente a la actividad, pero implicaría un elevado coste para proceder a las modificaciones necesarias que, incluso, serían imposibles de ejecutar en muchos casos. Suelen surgir problemas con la justificación de los gastos del despacho, pues la factura o recibo debe de estar emitida a nombre del profesional. Sin embargo, es habitual que lo estén a nombre del cónyuge o de otro familiar. Se trata de un requisito formal muy estricto, sobre todo a efectos de IVA, pues no cabe la deducción de las cuotas soportadas si no existe una factura formal. En este aspecto, los actuarios de tributos se muestran inflexibles. Sin embargo, son abundantes las resoluciones de los TEA y los tribunales que han manifestado que la realidad del gasto, por lo menos a efectos del IRPF, se puede demostrar por cualquier medio admitido en derecho al margen de que la factura sea defectuosa. Antes de llegar tan lejos, es recomendable cuidar las formas, sencillo en el caso de cónyuges y si se trata de un bien ganancial, pero comple- jo en otros casos. Por ejemplo, un procurador que tiene instalado el despacho en casa de sus padres, en un inmueble privativo del cónyuge, o propiedad de cualquier otro familiar o pareja de hecho, difícilmente podrá solicitar el recibo de contribución, la comunidad de propietarios o los suministros a su nombre. No cabe en este caso deducirse los gastos, pero cabe la opción de instrumentar un alquiler del espacio, alquiler que supondrá un gasto para el procurador y un ingreso para el propietario. Respecto al alquiler del despacho, debe de instrumentarse siempre como un arrendamiento para uso distinto a vivienda, sujeto y no exento de IVA y sobre el cual el arrendatario debe aplicar una retención del 15% a cuenta del IRPF, salvo que el arrendador demuestre con un certificado expedido por la Administración Tributaria que la renta no está sujeta a retención. La totalidad del gasto por alquiler es deducible. Sin embargo, si el alquiler se ha instrumentado como un arrendamiento de vivienda, porque parte del espacio está destinado a domicilio y parte a oficina, el importe del alquiler no será deducible, ni siquiera parcialmente, dado que el propio arrendatario asume con la firma del contrato que no cabe uso como despacho. Cuestión distinta es la deducción de la parte proporcional de los gastos de uso y mantenimiento de la oficina, conforme hemos explicado más arriba. Queda cubierto nuestro espacio. Nos queda por analizar, dentro del apartado de gastos por uso y mantenimiento del despacho y por ostentar la condición de procurador, los relativos al alta en la Mutualidad o en el Régimen de Autónomos y los gastos por atención médica. En el próximo artículo abordaremos estas cuestiones y lo relativo a los gastos que se generan por el ejercicio efectivo de la profesión. Febrero 2006 • PROCURADORES / 37