Reg.: A y S t 232 p 336-351. En la ciudad de Santa Fe, a los cinco días del mes de agosto del año dos mil nueve, se reunieron en acuerdo los señores Ministros de la Corte Suprema de Justicia de la Provincia, doctores Daniel Aníbal Erbetta, María Angélica Gastaldi, Rafael Francisco Gutiérrez, Mario Luis Netri y Eduardo Guillermo Spuler, con la presidencia del titular doctor Roberto Héctor Falistocco, a fin de dictar sentencia en autos "B., M. E. -Hurto Calificado- (Expte. 140/05) sobre REVISIÓN PENAL" (Expte. C.S.J. N° 21, año 2007). Se resolvió someter a sorteo el estudio de la causa, resultando el siguiente orden: doctores Gutiérrez, Spuler, Erbetta, Netri, Gastaldi y Falistocco. Asimismo las cuestiones a resolver son PRIMERA: ¿es admisible el recurso interpuesto? SEGUNDA: en su caso, ¿es procedente? TERCERA: en consecuencia, ¿qué resolución corresponde dictar? A la primera cuestión, el señor Ministro doctor Gutiérrez dijo: 1. M. E. B., con el patrocinio letrado del abogado C. V., inicia ante esta Corte acción de revisión contra la sentencia emitida el 24 de agosto de 2006 por la Cámara de Apelación en lo Penal de la ciudad de Vera, por la cual se confirma la resolución del inferior que la condena a la pena de cuatro años de prisión como autora del delito de abigeato agravado, con costas (Arts. 26 contrario sensu, inc. 1°; 29 inc. 3°; 40; 41 y 167 quater incs. 1°, 2° y 4° del Cód. Penal texto ordenado por ley 25890); solicitando -además- la suspensión de la ejecución de la pena hasta tanto se resuelva la acción impetrada (fs. 77/80). Manifiesta que demanda la revisión atento a que se la condena partiendo de una suposición y sin que exista certeza acerca de su participación en el hecho. Relata que el tribunal sostuvo que un animal bovino grande y uno chico se apartaron del rodeo de M. e ingresaron -por el esquinero roto- al predio bajo su custodia; y como en ese campo aparece un animal que se afirma es de aquél, se concluye que es el animal con cría que se sustrajo. Se pregunta qué pruebas hay de que fue ella quien ingresó al predio. Considera que igual apreciación merece la conclusión del A quo de que -junto con su hijo menor- ingresó a caballo al campo de M. -tras romper el alambrado perimetral- y separó la vaca y el ternero para conducirlos a su predio. Plantea que el tribunal se apartó del hecho atribuido en la indagatoria y el procesamiento y que no se le permitió defenderse en la indagatoria, imponiéndosele una pena excesiva sin una sola prueba que acredite su participación en el hecho. Sostiene que su situación encuadra en la norma del artículo 489 inciso 4, pues no cometió el hecho ni se dan las agravantes. Asevera que no existe una sola prueba de la rotura del alambrado ni que fuera ella personalmente quien lo hiciera. Entiende que cuando el legislador previó como agravante el truncar las señales para apropiarse de ganado, lo hizo teniendo en cuenta animales vivos, pero en el caso -si se aceptara que se cortaron las orejas del animal- se lo hizo post morten. Se pregunta en base a qué prueba se le agrava la pena por su condición de ganadera, pues el informe de la prevención determina que su actividad es la de ama de casa, lo que se reitera en el simple interrogatorio sumario, la indagatoria y la planilla prontuarial. Y agrega que, en tanto no hay una prueba clara de su autoría, la favorece el beneficio de la duda. 2. Por Presidencia se juzgó prima facie admisible el recurso (f. 81) y se le imprimió el trámite de rigor, sustanciándose la causa con el Titular del Ministerio Público quien, al evacuar la vista corrida al efecto (fs. 82/84), solicitó que se declare inadmisible la acción interpuesta. 3. El artículo 490 del Código Procesal Penal establece que la acción de revisión penal deberá concretarse a demostrar, bajo sanción de inadmisibilidad, la inexistencia del hecho delictuoso o de una circunstancia que contribuyó a agravar la pena, la no comisión por el condenado o la falta de la prueba en que se basó la condena, fundada en cualquiera de los incisos del artículo anterior. La introducción de planteos encuadrados en alguna de las causales taxativamente enunciadas en el artículo 489 del mismo digesto resulta, entonces, condición para la admisión formal de la demanda impugnativa, pues sabido es que "[l]os motivos de revisión penal son específicos e inextensibles" (Clariá Olmedo, Jorge A. Derecho Procesal Penal. T. III. Córdoba, Marcos Lerner, 1985, pág. 302). Tampoco puede soslayarse que la acción intentada constituye un remedio extraordinario que reconoce como objeto impugnable a la sentencia condenatoria firme -pasada en autoridad de cosa juzgada-; todo lo cual hace que el juicio de admisibilidad adquiera, en la materia, una significación especial -téngase en cuenta lo expuesto en la causa "A" (A. y S. T. 149, pág. 138)-. En el caso bajo examen, la impugnante demanda la revisión de la condena invocando lo dispuesto en el inciso 4 del artículo 489 del Código Procesal Penal. Tal norma contempla la circunstancia de que "después de la condena sobrevengan nuevos hechos o elementos de prueba que, solos o unidos a los ya examinados en el proceso, hagan evidente que el hecho delictuoso no existió, que el condenado no lo cometió, o no se dieron las circunstancias agravantes típicas que el Juez o Tribunal tuvo en cuenta al pronunciar aquélla". Con referencia a tal supuesto -"la hipótesis más frecuente de remisión, y (que) constituye también el corazón del instituto" (Leone, Giovanni. Tratado de Derecho Procesal Penal. T. III. Buenos Aires, E.U.E.A., 1963, pág. 268)-, este Tribunal ha sostenido, en reiterados pronunciamientos, que la acción no tiene el propósito de corregir la equivocada valoración de los elementos que obraban en el proceso, sino el de permitir ponderar los que, por no haber estado presentes entonces, no pudieron influir para poder arribar a una sentencia más benigna (A. y S., T. 47, pág. 438; T. 97, pág. 102; T. 139, pág. 490; T. 216, pág. 400, entre otros). Vale decir, son necesarios hechos o pruebas sobrevinientes y, en ese orden, se ha dicho que el hipotético error judicial que se pretende eliminar no puede fluir "del material histórico que tuvo o debió tener en cuenta el juzgador para su crítica, como elementos de autos" (Clariá Olmedo, Jorge A., op. cit., pág. 302) y que "el iter lógico recorrido por el juez, y con él todo el material sometido a su examen, ... no pueden ser objeto de revalorización, porque se destruiría la certeza jurídica que está en la base del fallo" (Leone, Giovanni, op. cit., pág. 269). Pues bien, el análisis del escrito impugnativo bajo los lineamientos precedentemente apuntados permite apreciar, sin dificultad, que los planteos de la accionante en modo alguno refieren a hechos posteriores al fallo. En efecto, en ninguna parte del breve memorial se menciona algún medio de prueba que pueda ser considerado como novedoso, resumiéndose todas las postulaciones en un mero intento de que se reconsidere la versión defensiva en torno del hecho -oportunamente desechada por los juzgadores en la primera y la segunda instancias- en base a elementos que ya estaban disponibles para los sujetos del proceso durante su desarrollo. A mayor abundamiento, puede señalarse que el Juez de Sentencia mencionó -entre otras cuestiones- que se había verificado el faenamiento de una vaca de pelaje "máscara negra" en el campo de propiedad de B.; que la inspección ocular llevada adelante en los primeros momentos de la investigación constató rastros de dos equinos y de un bovino grande y otro pequeño que se apartaban del rodeo dentro del campo del denunciante, rastros que luego de atravesar el alambrado perimetral cuyo poste esquinero estaba quebrado, se internaban en el predio del esposo de B.; que luego se encontró en el campo de ésta la cabeza de una vaca que fue reconocida por el peón de M.; que la pericial veterinaria determinó que era una vaca de nueve años de edad, que el tronchado de la oreja fue post morten y que la carne de los costillares fue extraída a cuchillo y no comida por cerdos o perros -dando de bruces los argumentos de la procesada-. Sostuvo también que concurrían las agravantes desde que se constató que se ejerció fuerza sobre el alambrado perimetral, se suprimió la señal mediante el "tronchado" de la oreja y, finalmente, porque la acusada era persona dedicada a la crianza de ganado, "conforme surge de su propia declaración". Y la lectura de la declaración indagatoria acompañada permite observar que la imputada expresó: "tengo desde hace tres o cuatro meses marca y señal a mi nombre" -además de que C. le había despachado 54 animales, entre otros conceptos-. Los fundamentos de la primera sentencia condenatoria fueron, luego, respaldados por el Tribunal de Alzada en su resolución. Frente a ello, la impugnante alega en la acción de revisión que no hay certeza de su participación en el hecho ni pruebas que la involucren, que la agravante supone truncar las señales de un animal vivo, y que no es ganadera sino ama de casa -conforme surgiría de los informes de la prevención, el simple interrogatorio sumario, la declaración indagatoria y su planilla prontuarial, los que referencia con un número de foja-. En otros términos, la acción se sustenta en la mención de eventos o documentos que no se advierte que hubiesen ocurrido o descubierto con posterioridad al pronunciamiento atacado -ello, en verdad, ni siquiera ha sido invocado-. Por ello, entiendo que los planteos distan de reunir las condiciones exigidas para encuadrar el remedio impetrado dentro de la causal contemplada en el inciso 4º del artículo 489, con lo que no corresponde superar el valladar formal a la revisión de la cosa juzgada. Voto, entonces, por la negativa. A la misma cuestión, el señor Ministro doctor Spuler expresó idénticos fundamentos a los expuestos por el señor Ministro doctor Gutiérrez y votó en igual sentido. A la misma cuestión, el señor Ministro doctor Erbetta dijo: 1. Varios son las consideraciones que estimo oportuno efectuar antes de analizar el núcleo central del presente caso, cual es el cuestionamiento a la sanción penal que fuera impuesta a B. tras ser considerada autora penalmente responsable de la figura delictual prevista en el artículo 167 quater del Código Penal. En tal sentido, no se me escapan diversos aspectos que se desprenden de las particulares circunstancias de la causa -en especial, por la naturaleza de la acción recursiva intentada-, y que podrían conspirar contra la posibilidad del tratamiento de la referida cuestión central. 2. Uno de los ápices formales que cabe analizar refiere a que según las constancias de la causa, al momento de interponer el presente remedio, la recurrente se encontraba en rebeldía, con directa incidencia en lo regulado sobre el particular en el Código Procesal Penal. El artículo 81 del referido Código estipula: "Ni el imputado rebelde ni su defensor podrán hacer peticiones en el proceso mientras aquél se mantenga ausente". En primer lugar, estimo que no puede sostenerse válidamente que una disposición de neto carácter procesal impida la posibilidad de rever una presentación de naturaleza extraordinaria si se tiene en cuenta que constituye un criterio afincado en el más Alto Tribunal de la Nación que en materia de juicios de naturaleza penal se han morigerado la rigurosidad de algunos principios procesales (Fallos:317:1642; 327:3802). En tal sentido, en el voto del Ministro Zaffaroni en la causa "Cáceres" (fallada por la Corte nacional en fecha 27.11.2007) se rescató el hecho de que "la razón de ser de impedir la prosecución del juicio en contumacia radicaría en garantizar o hacer efectivo el principio del derecho a la defensa y a la regla de que nadie puede ser penado sin haber sido oído" y que "los efectos que se desprenden de dicha norma refieren a las etapas de instrucción y juicio, pero no así en la ulterior de los recursos". Pero -concluyó- "esta omisión no habilita a que se complete el texto legal mediante una analogía "in malam partem". Si a lo expuesto, se lo confronta con las constancias de la causa, se advierte que durante todo el desarrollo del proceso penal, B. estuvo siempre a disposición del Tribunal actuante (vid. fs. 52 y 60 de autos), librándose orden de detención recién luego de dictada la resolución de Cámara que confirmó la condena impuesta en primera instancia (f. 52), con lo cual se desvanece la finalidad que perseguiría la norma dirigida a asegurar la defensa del imputado evitando la tramitación de un juicio penal en rebeldía. Repárese, por lo demás, que de una hermenéutica de las normas del Código Procesal Penal -que nunca puede efectuarse "in malam partem"- se desprende que la declaración de rebeldía del imputado solo suspende la tramitación del juicio o plenario, impidiéndole a aquél efectuar peticiones durante esta etapa mientras se mantenga ausente (cfr. arts. 80 y 81 C.P.P.). Pero de ninguna manera, se extrae que de dichas normas, como así tampoco de los artículos que regulan el recurso de revisión en materia penal, puede considerarse que este remedio recursivo no pueda ser impetrado por una persona que se encuentra rebelde (cfr. arts. 489 y s.s. C.P.P.). 3. Decidida, entonces, la posibilidad de analizar la pretensión recursiva interpuesta por B., es dable advertir que el recurrente funda su presentación aludiendo que de las circunstancias de la causa no se desprenden los componentes agravantes típicos que el Tribunal tuvo en cuenta para considerar la conducta enrostrada dentro de la figura penal prevista en el artículo 167 quater del Código Penal (art. 489, C.P.P.). Atendiendo a los parámetros sobre los que gira la revisión intentada coincido con lo señalado por los señores Ministros preopinantes respecto a la necesidad de que mediante la acción incoada se pretenda demostrar que el hecho no existió, que la persona condenada no es el autor, o que no se dieron las circunstancias agravantes típicas que el juez tuvo en cuenta al pronunciar aquélla, razón por la cual el juicio de admisibilidad adquiere una significación especial ("A", A. y S. T. 149, pág. 138). Y es sobre este último tópico donde quiero detenerme, pues en mi entendimiento le asiste razón al impugnante respecto a que en la causa no luce debidamente acreditada la existencia de las circunstancias agravantes que el Juez de grado, al momento de emitir la sentencia condenatoria, como así también la Cámara al momento de su confirmación, han tenido por probadas. En efecto, un cotejo de las constancias del expediente deja entrever que durante todo el desarrollo del proceso, a la recurrente se le enrostró la comisión del delito previsto en el artículo 167 ter del Código Penal (abigeato). Adviértase que así se le intimó en la indagatoria (fs. 16/17), esa figura fue la tenida en cuenta al momento de disponerse su libertad provisional (f. 18), al dictarse su procesamiento (fs. 20/21v.), como así también por el representante del Ministerio Público tanto en la oportunidad de efectuar la requisitoria de elevación a juicio (fs. 26/31), como en sus conclusiones (fs. 35/38v.). Sin embargo, el Magistrado de primera instancia, disintiendo con lo argüido por el titular de la acción penal, modifica la calificación legal del hecho enrostrado a B., considerando que en el caso habían concurrido circunstancias que agravaban el mismo por lo que encuadró la conducta en la figura prevista en el artículo 167 quater del Código Penal (abigeato agravado). Esa decisión, en mi criterio, es la que no encuentra el sustento suficiente para tener por acreditadas en la causa las circunstancias agravante típicas que califican una conducta inicialmente considerada (tanto por el fiscal de la causa, como por el Juez de instrucción) como abigeato , para pasar a considerarla como abigeato agravado. Y en el mismo déficit incurre la Cámara que confirma el decisorio del Juez de grado, pues de la mera lectura de la resolución emanada del órgano de Alzada se colige que el Sentenciante sólo convalidó los argumentos expuestos en baja instancia, sin agregar o aportar elementos que confluyeran a tener por acreditado los extremos exigidos por el artículo 167 quater. 4. Sumado a lo anterior, se impone además formular algunas consideraciones en torno a las particulares circunstancias del caso, en especial, las características del hecho base de la condena y el monto de la pena impuesta, cuya magnitud no guarda ninguna relación con la conducta objeto de reproche penal y se aleja visiblemente de las directrices emanadas de distintos principios de jerarquía constitucional (C.S.J.N., Fallos:296:729; 302:1611; 307:2027, y más recientemente en la causa "Bravo", del 9.10.2007, disidencia del Dr. Zaffaroni). Y lo dicho, no puede desvincularse del supuesto de hecho y de la sanción correspondiente al tipo penal del delito de abigeato agravado (art. 167 quater C.P.). En este sentido, entiendo que el análisis de razonabilidad de una norma, no solamente debe comprender si la misma resulta coherente con los principios constitucionales, sino también debe abarcar el exámen del contexto social en el cual la norma ha sido creada, en su correlación con aquél en el cual deba ser aplicada, esto es, su relevancia fáctica. Así las cosas, de la lectura tanto del mensaje de elevación del Proyecto enviado por el Poder Ejecutivo, al Congreso de la Nación con motivo de la reforma al Código Penal respecto a los delitos de hurto de ganado, que se plasmó en su oportunidad con la sanción de la ley 25890 un parámetro interesante para descifrar la finalidad que se perseguía con la reforma legislativa alude a que "en los últimos años el problema del abigeato se ha venido transformando en un fenómeno delictivo bastante complejo que progresivamente fue evolucionando desde el simple hecho perpetrado con fines de consumo, pasando a modalidades de mucha mayor violencia en las que se incluyen asaltos a vehículos y establecimientos rurales perpetrados por bandas que actúan con inteligencia previa y que finaliza en la organización e una verdadera industria clandestina que faena y comercializa el ganado de procedencia ilícita. Frente a este grave panorama, las normas penales existentes se han mostrado incapaces para reprimir con energía este nuevo tipo de delincuencia" (vid, Mensaje del Poder Ejecutivo nro. 1182/2003, en www.hcdn.gov.ar). Se señala en doctrina que, conforme se desprende de los motivos que impulsaron la reforma legislativa "el fenómeno ha cambiado, el delito de abigeato ya no es cometido por indigentes sino por sofisticados cuatreros..., antes se hacía para consumo -por hambre-, ahora se hace para lucrar, con 'inteligencia previa', posterior comercialización y faena clandestina", concluyendo que "Una regulación penal más severa, será "remedio a la falta de garantía de calidad y sanidad de productos" (Donna, Edgardo "Delitos contra la propiedad", Rubinzal Culzoni, Santa Fe, 2008, pág. 73; Franceschetti, Gustavo, "La reforma penal impuesta por la ley 25890. Tipificación de afectaciones al proceso productivo y comercial ganadero. El abigeato y su proceso de comercialización", en Revista de Derecho Agrario, Nova Tesis, Rosario, 2005, pág. 240). De todo lo reseñado, se desprende que el Poder Ejecutivo nacional, con el proyecto de reforma, consideró que el "abigeato" es hoy un fenómeno diferente al que estaba contemplado en el originario artículo 163 del Código Penal. En función de lo expuesto, surge claramente que la conducta que se enrostra a B. no se aproxima en modo alguno a las previsiones o circunstancias que se han tenido en cuenta para impulsar la modificación a la norma originaria que regulaba el hurto de ganado en el Código Penal. 5. La irracionalidad de la pena impuesta a B. se potencia si se atiende al grado de lesividad ocasionado al bien jurídico que se intenta proteger con la norma en cuestión. En tal sentido, cabe destacar que uno de los principios que emanan de la Carta Magna nacional y que tienen directa incidencia en el derecho penal es el que refiere a la "proporcionalidad de la pena". En virtud del mismo, la afectación de los derechos que la imposición de la pena importa, no puede ser groseramente desproporcionada con la magnitud de la lesividad del conflicto o con el grado de la lesión provocado al bien jurídico. Tal circunstancia obliga a jerarquizar las lesiones y a establecer un grado mínimo de coherencia entre la magnitud de la pena conminada a cada hecho delictual, no pudiendo tolerarse que las lesiones a la propiedad tenga mayor pena que las lesiones a la vida y que, ante tales situaciones "...no resta otra solución que hacer uso de los criterios y límites señalados en el art. 41 C.P., sin perjuicio de que, en los supuestos en que los mínimos legales resulten desproporcionados respecto del grado de culpabilidad por el hecho, deba imponerse una pena por debajo de ese mínimo, que siempre se ha de considerar indicativo, a efectos de acatar las leyes de mayor jerarquía (constitucional e internacional) que prohíben la imposición de penas que excedan la cuantía señalada por el grado de culpabilidad por el hecho" (Zaffaroni, Alagia, Slokar, "Derecho Penal-Parte General", Ediar, Bs. As. 2000, págs. 123 y 698). En el mismo sentido se manifiesta Luigi Ferrajoli cuando alude a la "pena mínima necesaria" para quien en "el sentido genérico de reacción a la ofensa constituye el fin de la minimización de la reacción violenta al delito" ("Derecho y Razón", Ed. Trotta, Madrid, 2005, págs. 330 y s.s.). Por lo demás cabe resaltar que también acerca del principio de proporcionalidad se ha expedido la Corte Suprema de Justicia de la Nación en oportunidad de fallar la causa "Martínez" en donde se ponía en tela de juicio el monto de la pena prevista para el delito de robo de automotores en la vía pública (Fallos:312:809), y más recientemente en la causa "Gramajo" (del 5.9.2006) -donde se declaró la inconstitucionalidad de la pena prevista en el art. 52 C.P.precisándose que "la pena y cualquier otra consecuencia jurídico penal del delito no puede ser cruel, en el sentido que no debe ser desproporcionada respecto del contenido injusto del hecho. Toda medida penal que se traduzca en una privación de derechos debe guardar proporcionalidad con la magnitud del contenido ilícito del hecho, o sea, con la gravedad de la lesión al bien jurídico concretamente afectado por el hecho, porque las previsiones legales expresan tales magnitudes a través de las escalas penales". Prosiguió señalando el Alto Cuerpo de Justicia que "la vida humana resulta más valiosa que la propiedad es un dato que parte de la propia Constitución Nacional, pero la expresión penal de ello debe concretarse estableciendo una pena más elevada respecto del delito de homicidio que aquella fijada con relación al hurto o al robo". Consideró el Máximo Tribunal nacional que "debe entenderse como una pena cruel aquella que importa una evidente violación al principio de proporcionalidad de la reacción punitiva con el contenido injusto del hecho", para concluir precisando que "frente a los valores protegidos por nuestra Constitución, no es posible alterar la jerarquía de los bienes jurídicos de la ley penal imponiendo privaciones de derecho punitivas no importa bajo qué título o nomen juris que coloquen una lesión a la propiedad en un plano igual o superior a la lesión a la vida". Y no otra consideración merece la circunstancia de que el hurto de una cabeza de ganado que se le achaca a la imputada haber faenado, resulte sancionado con una pena de cuatro años de prisión efectiva. 6. En síntesis, las consideraciones precedentes habilitan flexibilizar la interpretación de la norma procesal en función de los principios de jerarquía superior y hacen procedente el planteo recursivo en orden a que no se ha verificado en el caso las circunstancias agravantes típicas que el juez tuviera en cuenta para modificar la configuración legal inicialmente atribuida a la encartada (reitero, abigeato) por la figura calificada por la que la termina condenando (abigeato agravado). Cabe tener en cuenta que las circunstancias que rodearon el caso y el grado de lesividad irrogado al bien jurídico confluyen unívocamente para determinar la irrazonabilidad que se desprende de la imposición de una pena de cuatro años de prisión por el delito enrostrado a B. (Abigeato agravado), lo que constituye un fiel reflejo de la inconsecuencia del mínimo previsto en el artículo 167 quater del Código Penal. Y, ante supuestos como el presente, es que resulta de aplicación la doctrina según la cual los mínimos previstos en cada uno de los tipos penales para enunciar las escalas de sanción punitiva que corresponde por la comisión de determinado delito revisten naturaleza meramente enunciativa (vid, al respecto, Zaffaroni, Alagia y Slokar, "Derecho Penal Parte General", Ediar, Bs. As., 2000, págs. 951 y s.s.; Binder, Alberto "Introducción al Derecho Penal", págs. 251 y s.s.). Por lo demás, no puede soslayarse que dicho criterio interpretativo fue recepcionado por el Anteproyecto de Ley de Reforma y Actualización integral del Código Penal de la Nación, elaborado por la Comisión constituida por resolución del Ministerio de Justicia de la Nación, en cuyo artículo 9 se alude a que "El juez podrá determinar la pena por debajo de los mínimos previstos e inclusive eximir de pena, cuando el peligro o daño causados sea de escasa significación" (Ediar, Bs. As., 2007, pág. 105). Por las razones expuestas, es que considero que debe hacerse lugar al planteo recursivo del recurrente, correspondiendo anular la sentencia impugnada y disponer que, de conformidad con lo previsto en el artículo 494 del Código Procesal Penal se remita la causa al tribunal que corresponda a los efectos de que se sustancie un nuevo juicio en el cual y ante la posibilidad de hallarse responsable penalmente a B. del tipo previsto en el artículo 167 quater del Código Penal, se tenga en cuenta, al momento de determinar la sanción penal que corresponda, los argumentos vertidos en precedencia. Así voto. A la misma cuestión, el señor Ministro doctor Netri expresó idénticos fundamentos a los expuestos por el señor Ministro doctor Gutiérrez y votó en igual sentido. A la misma cuestión, la señora Ministra doctora Gastaldi dijo: Siempre se ha señalado que el presente remedio tiene carácter extraordinario, que el objeto impugnable recae sobre una sentencia firme, por lo cual el juicio de admisibilidad reviste especial significación. Desde esta perspectiva, de inicio cabe formular las siguientes consideraciones. Según consta en autos, la sentencia por la cual se confirmara la condena de la justiciable, se notificó a la defensa oficial el 5.9.2006 (f.127) y a B. el 6.9.2006 (f. 131), quien designó abogado defensor el 11.9..2006, solicitando éste prórroga para la presentación del recurso de inconstitucionalidad, a la cual no se hizo lugar (fs. 133/134); luego dedujo una sustitución de prisión (fs. 53/59) a la que se tuvo presente para su oportunidad, impetrando luego el recurso de revisión ahora en examen (fs. 77/80). En principio, entiendo que no obstante encontrarse prófuga la justiciable, esta circunstancia no puede ser considerada como un obstáculo para efectuar el examen de la causa atento su falta de declaración de rebeldía (cfr. arts. 80 y 81 en relación con el 489 y s.s. C.P.P.), normativa que no podría aplicarse "in malam partem" (en tal sentido, Fallos: 330:4879 voto del doctor Zaffaroni en disidencia). Es del caso señalar inicialmente que el recurso de revisión, se justifica en situaciones que evidencien iniquidad manifiesta y cuando, en definitiva, se demuestra que el mantenimiento de la condena vendría a sustentarse en la vulneración de elementales principios relativos al juicio, que el artículo 18 de la Constitución nacional exige como condición inexcusable de su validez. Estas vulneraciones sucedidas en el caso fueron inadvertidas por la defensa oficial y por falta de insistencia oportuna y eficaz de la defensa particular, lo que determinó que la justiciable se viera privada de la instancia recursiva extraordinaria con menoscabo en sus derechos y garantías. En la presente causa, una prolija lectura de los antecedentes, pone al descubierto una transgresión a las exigencias del juicio que más allá de cualquier imperfección en la habilitación en la competencia de esta Corte para conocer de las motivaciones recursivas, impondrían que se superen. Pues, nítidamente se advierte que la validez misma del pronunciamiento se encuentra seriamente afectada. Y en ese sentido, como se ha dicho, es un pre requisito propio a su función jurisdiccional el control, aún de oficio, del desarrollo del procedimiento, cuando se encuentren involucrados aspectos que atañen al orden público relativos a la libertad personal. Sobre la cual podemos decir que pivotea todo el orden jurídico. Así, se ha entendido que la excepcionalidad y los alcances restrictivos de este remedio, no pueden desnaturalizar su finalidad de "instrumento garantizador de la posibilidad de abrogar secuelas irreparables para libertad humana" (E.D., T. 101-965/972). En torno a las causales de admisibilidad y en la apreciación de la literalidad del artículo 489 inciso 4 del Código Procesal Penal, considero necesario señalar que resultaría contrario a la estructuración lógica del pensamiento exigir la prueba de hechos nuevos respecto de lo que no podría considerarse existente. Y ello ocurre, cuando como en el caso, a estarse a las constancias relevadas no logra evidenciarse concurrencia alguna de las materialidades del tipo penal agravado por el cual se condena a la justiciable. En ese sentido, y conforme con lo que seguidamente se fundamentará, lleva razón el peticionante de revisión de la condena al invocar la previsión procesal que contempla cuando resultare evidente que "el hecho no se cometió" (art. 489, inc.4, C.P.P.). Por cuanto, desestimar el recurso sosteniendo que no se trajeron nuevos hechos o prueba, importaría a mi entender, convalidar la exigencia de lo que se conoce como "prueba diabólica". Así en estos particulares casos, como dijera un perito de peritos: "es completamente absurdo discutir acerca de la refutación [prueba] sin hacerlo antes acerca del razonamiento, pues la refutación es un razonamiento, de modo que es conveniente tratar acerca del razonamiento antes que de la falsa refutación: pues tal tipo de refutación es un aparente razonamiento de la contradicción". Y tal es el razonamiento que el caso impone y que se muestra claramente con un ejemplo que se conoce como "falacia ad ignoratiam". Por lo cual, podría sostenerse que los fantasmas existen porque nadie ha podido demostrar lo contrario. Sin sentido de tal tipo de aserto, y trasladable al caso, si se exigieran nuevos hechos o pruebas de lo que no pudiera tenerse como material y jurídicamente existente. En fundamentación de lo que afirmo, echa de verse que las materialidades (el suceso) que da cuenta el sumario policial refiere a que fueron encontrados en dependencias de propiedad de la inculpada "el esqueleto de una vaca faenada", "despulpada", "por la cabeza que se encuentra con cuero es pelaje máscara negro con guampas y sus orejas tronchadas a la mitad", "se hallan las patas, bostas de mondongo y rastros de personas (ver acta de allanamiento f. 3). Detalla el acta que "se secuestró preventivamente el esqueleto" y en especial su cabeza donde sus señales fueron cortadas a la mitad, por no constar con un veterinario en el lugar (f. 3v.). Ahora bien, en el expediente se agregó un informe policial (f. 4) y el informe de un veterinario a la preventora (fs. 12/13) que dice haber analizado el esqueleto, la cabeza, más un trozo de oreja, consignando que por los huesos era una vaca de 450 kilos, que la carne fue extraída a cuchillo y haciendo constar que la oreja -cortada post mortem- presenta una señal. Luego a foja 19 este mismo médico veterinario dice que la señal de la oreja es de M., que el corte fue hecho "pos mortem" -ya que no presentaba ningún signo inflamatorio ni cicatrizante- (f. 19). Así las cosas, se indagó a B. por "sustraer una vaca con cría al pie, propiedad de Ángel M., previo "desatar tres hilos de alambre del campo" (fs. 16/17). La inculpada negó la imputación y afirmó que la vaca les pertenecía, tenía la marca y señal de su marido y que por enfermedad hubieron de sacrificarla con uno de sus hijos, tirándoles los cuartos a los chanchos y el resto se lo comieron los perros. Obra declaración en la policía en igual sentido del hijo de la inculpada explicando que le cortaron las orejas porque creían que tenía garrapatas. El Juez de instrucción procesó a B. por el delito de abigeato simple -art. 167 ter C.P.- (fs. 20/21v.). Al abigeato simple refirieron el requerimiento de elevación a juicio y las conclusiones del fiscal, quien solicitó pena condicional (fs. 26/31 y 35/38). Mas, en primera instancia se condenó por el delito de abigeato agravado (art. 167 quater, incs. 1, 2 y 4 del C.P.). Pues, el Juzgador desestimando las explicaciones de la justiciable, tuvo por acreditado que "B. junto a su vástago menor de edad, tras romper el alambrado perimetral del campo de M., se introdujeron en sendos caballos y apartaron del rodeo la vaca y el ternero, dándole muerte a la primera", considerando la concurrencia de las agravantes del 167 quater, a saber: fuerza sobre el alambrado perimetral (inciso 1), supresión de señal mediante el tronchado de la oreja (inciso 2) y tratándose de una persona dedicada a la crianza de ganado (inciso 4). Imponiendo a la justiciable la pena de cuatro años de prisión efectiva (fs. 41/43). La defensa oficial tan solo se agravió, al apelar, invocando la insuficiencia de elementos criminosos y abogando por el principio de "in dubio pro reo" (fs. 44/45). La Cámara, a su hora, desestimó el recurso de apelación y confirmó el pronunciamiento condenatorio por el tipo agravado (fs. 48/50). Pues bien, a estarse a las materialidades que surgen de las constancias fácticas del expediente surge con evidencia que asiste razón a la defensa cuando argumenta el apartamiento del Juzgador respecto del hecho enrostrado a B., y cuando se la condenara sin "una sola prueba que acredite su participación en el hecho"(f. 78). Por ello, se impone una apreciación de los presupuestos del hecho delictivo y del razonamiento condenatorio. Todo, a los fines de emitir pronunciamiento que adelanto habrá ser por la nulidad y absolutorio. En tal cometido, cabe partir de la elemental caracterización del abigeato el cual supone el "apoderamiento ilegítimo" de una o más cabezas de ganado total o parcialmente ajenas (art. 167 ter, C.P.). Respecto a este extremo esencial, los jueces asumieron que los restos encontrados no pertenecían a B.. Apoyándose en que la cabeza del vacuno fue reconocida por el peón de M.. El Sentenciante descartó aquello conocido de que: "todas las vacas se parecen" diciendo "los peones avezados conocen la hacienda" (ver f. 42v.). Ahora bien, la conexión decisiva desde la cual tuvieron por acreditado tanto la "propiedad ajena" -de los restos- como el "apoderamiento" gira en torno a la cuestión de la oreja. En tal sentido, llamando "pericia" al "informe veterinario", a foja 49, la Cámara explicita directamente: "las pericias efectuadas sobre los restos del animal y la oreja tronchada donde se pudo establecer la señal de M. propietario del vacuno". Es del caso señalar -de inicio- la contradicción y el apartamiento que se advierte con las evidencias de la causa. Pues, en cuanto a la aparición misma de la oreja no se corresponde con las materialidades de la misma. Desde que, ni siquiera consta como hallada en el acta de allanamiento que circunscribe como "hallado": al "esqueleto de una vaca" y una "cabeza con las orejas tronchadas". Y consignando la existencia de "solo" rastros de sangre de animal "sin otro detalle o elemento", fuera de ello "otro rastro no se encontró". Más aún, se dice que "se secuestra el esqueleto para determinar las causas de la muerte y en especial su cabeza donde sus señales fueron cortadas a la mitad" (f. 3v.). En el caso, los Jueces prescindiendo de analizar críticamente esas constancias y, sin explicitación o indagación, de facto se apoyaron en el informe policial agregado, el cual "inconvincentemente" -si vale la expresión- y en contradicción con el acta de allanamiento hace referencia al hallazgo de "unos pedazos de orejas esparcidos a unos metros de los restos" (fs. 4/5). Digo más, inconvincentemente pues vista la relevancia que se le dio, se contrapone con la única actuación que contara con la aquiescencia de la justiciable. Pero, ese "hallazgo" de la oreja tronchada y con señal, a la que aludiera el "informe veterinario" (fs. 12/13 y 19) dio apoyo a la condena de B. por el tipo agravado de "supresión de marca" (art. 167 quater inc. 2, C.P.). En el caso, en contrario a lo sustentado, elementales principios del juicio probatorio debieron descalificar cualquier apoyo convictivo al referido "hallazgo" de la oreja. No solo por falta absoluta de individualización de la misma, ya que no constaba ni el acta ni el secuestro que releva, sino también por razones de sentido común, pues tampoco parece muy entendible que a quien se le adjudique suprimir la señal identificatoria, en ese mismo intento, la hubiera dejado justamente en las adyacencias. Cuando, ni siquiera se hallaron vísceras, cueros, etc.(f. 3v.). Todo lo cual, guarda correlato con las vistas fotográficas que se acompañan en el principal, de las cuales no podría distinguirse la existencia o no de los trozos de orejas y mucho menos reflejar signos distintivos o de individualización de la propiedad de las mismas (fs. 45/49). Sin embargo, el juez se apoyó en el invocado "hallazgo" no solo para adjudicar la propiedad ajena del vacuno faenado en cabeza de M., sino para calificar la conducta por el inciso 2 del 167 quater del Código Penal. Y en este aspecto, el inexcusable yerro de los Juzgadores se manifiesta con evidencia, por cuanto desde la misma tesitura que partieron -que la oreja fue tronchada "post mortem"- le indicaba inexcusablemente la imposibilidad material y jurídica de entender "la supresión" como modo agravado del apoderamiento. Arremetiendo así, con elementales reglas de la dogmática y del razonamiento jurídico. Ello así, desde que la estructura típica de la agravante exige que las acciones (alterar, suprimir o falsificar) sean realizadas por el autor para conseguir el apoderamiento ilegítimo del ganado. En ese sentido, al analizar el tipo ejemplifica Donna que "quien se apodera del ganado, consumando así el injusto" "y tras ello procede a alterar, suprimir o falsificar las marcas o señales que identifican a los animales desapoderados -obviamente con el fin de facilitar la comercialización de lo mal habido evidentemente no tipifica la agravante" (ver Donna, Edgardo A., Derecho Penal, Parte Especial, Tomo II-B, Editorial Rubinzal Culzoni Editores, pág. 88). En el caso, con claro apartamiento de elementales reglas del razonamiento jurídico en la apreciación del tipo se adjudicó al tronchado desde su facticidad mecánica el significado jurídico de "supresión" contrapuesto a todo parámetro de razonabilidad legal respecto a la acción contemplada. Pudiendo colegirse que no se reparó siquiera en el alcance explicitado en los antecedentes parlamentarios. Que como no podría ser de otra forma agrava el tipo básico en vinculación con la utilización desnaturalizada del sistema identificatorio, a través de conductas que posibilitan la afectación de la fe pública, como ser: la alteración, supresión y falsificación de marcas o señales. No obstante ello, lo cual bastaría en demostración de la invalidez del pronunciamiento. También es claro, el apartamiento de las constancias del expediente, por cuanto ninguna evidencia vincula a la imputada con la violencia exigida en el tipo agravado en el inciso 1, desde que no hay prueba ni rastro -que efectivamente pudiera haber sido individualizado- que incriminase directamente a la justiciable. Por lo demás, es a todas luces manifiesto que todos los restantes elementos obrantes en la causa indican a las claras el sentido negativo a cualquier sospecha. Nótese, en tal sentido que las múltiples órdenes de allanamientos libradas por el extravío de una vaca, tuvieron resultado negativo y el ternero tampoco apareció. Con lo que a mí juicio, en esta causa, solo queda indubitado un esqueleto y una cabeza de vaca. Lo cual por cierto, entiendo, no puede motivar la condena de María Esther B., debiéndose descalificar cualquier hipótesis condenatoria con base a las materialidades relevadas en la causa. Por todo ello, advirtiéndose deficiencias en la defensa, como así también vicios graves en el decisorio sustentado en una irrazonable aprehensión de la base fáctica, desconocimiento inexcusable del derecho, entiendo comprometido en el caso el valor justicia, básicamente ante el convencimiento de la inexistencia material del hecho calificado, razón por la cual considero por aplicación del principio "favor rei" deben flexibilizarse los recaudos del remedio impetrado, haciéndose lugar al recurso de revisión, correspondiendo anular la sentencia recurrida y absolver a la imputada por el delito de abigeato agravado que se le enrostra. Así voto. A la misma cuetión, el señor Presidente doctor Falistocco, dijo: 1. Comparto los argumentos expuestos en el voto del señor Ministro doctor Gutiérrez respecto a la excepcionalidad del remedio recursivo impetrado por la defensa técnica de B., no obstante lo cual estimo oportuno efectuar las siguientes consideraciones. Los planteos impugnativos refieren a cuestiones relativas a la irrazonabilidad de la decisión impugnada con base no solo en la carencia de elementos de prueba que acreditaran las circunstancias agravantes tenidas en cuenta por el Judicante para el dictado de la sentencia condenatoria, sino también con apoyo en la ausencia de proporcionalidad entre la sanción impuesta y el grado de culpabilidad de la conducta enrostrada. Trátase, entonces, de postulaciones dirigidas a cuestionar la justicia del caso concreto en torno a la solución a la que arribara el Sentenciante respecto a entender acreditada en la especie la configuración de las causales agravantes previstas en el artículo 167 quater incisos 1, 2 y 4, por sobre lo dispuesto por el Juez de Instrucción en el auto de procesamiento (f. 21), como por sobre lo planteado por el representante del Ministerio Público Fiscal tanto en la requisitoria de elevación a juicio (fs. 26/31), como en sus conclusiones en orden al encasillamiento de la conducta enrostrada a B. en el tipo penal previsto en el artículo 167 ter del Código Penal (fs. 35/38v.). Empero, estas críticas -y más allá de su verosimilitud- debían haber sido canalizadas por vía de los remedios recursivos previstos en la ley 7055 (vgr. recurso de inconstitucionalidad, art. 1 inc. 3; y, en su caso, recurso de queja por denegación de aquél, art. 8), lo que no fue ejercido por la defensa técnica de la imputada. Tal omisión impide, en mi criterio, que por la vía del recurso de revisión se pretenda ahora obtener el reexamen de una decisión pasada en autoridad de cosa juzgada con agravios que no permiten ser encasillados en aquellos que enuncia la normativa específica para su admisibilidad (art. 489 C.P.P.). En tal sentido, este Tribunal ha dicho -entre otras tantas oportunidades, en las causas "Roldán", "Casco" y "Gutiérrez" (A. y S., T. 185, pág. 312; T. 200, pág. 379; T. 201, pág. 105), que el artículo 489 del Código Procesal Penal de Santa Fe reza que "la acción de revisión procederá, en todo tiempo y en favor del condenado, para perseguir la anulación de la sentencia firme", enunciando seguidamente los cuatro motivos específicos que taxativamente recepta para autorizar interponerla: tales, la inconciliabilidad de la cosa juzgada; la demostración de falsedad de la prueba que originó la condena; la demostración de conductas delictivas que provocaron la condena; y la sobreviniencia de nuevos hechos o elementos de prueba. Tratándose, por cierto, de una acción impugnativa que persigue la reapertura de la jurisdicción en un proceso ya cerrado por sentencia condenatoria firme. El juicio de admisibilidad, adquiere, pues, en la materia, una significación especial (ver lo expuesto en la causa "Arias", A. y S. T. 149, pág. 138) dado que, además de tratarse de un recurso extraordinario -lo que ya magnifica las condiciones de admisibilidad-, reconoce como objeto impugnable a "la sentencia condenatoria que asume jerarquía de cosa juzgada" (Iturralde, N.; Büsser, R.; Chiappini, J. "Código Procesal Penal Comentado", Tomo III, pág. 116; en el mismo sentido, Leone, Giovanni, "Tratado de Derecho Procesal Penal", T. III, pág. 262, Ed. EJEA, Bs. As., 1963; Creus, Carlos, "Derecho Procesal Penal", pág. 172, Ed. Astrea, Bs. As. 1996). De tal forma, resulta recaudo de admisibilidad del recurso de revisión penal, la articulación de planteos encuadrados en alguna de las causales enunciadas en el citado artículo. Y en el supuesto particular del regulado en el inciso 4 del artículo 489 del Código Procesal Penal, la pretensión dirigida a poner de manifiesto que el hecho no existió, que el condenado no es el autor, o que no se dieron las circunstancias típicas agravantes tenidas en cuenta, debe ser sustentada en hechos o elementos de prueba distintos respecto a los que ya existían en el proceso ("Scatemburlo", A. y S. T. 215, pág. 191). El hecho, ha de ser, pues, "nuevo", o sea que no haya podido ser alegado antes de la sentencia definitiva y "nuevo" también el elemento de prueba, en cuanto "no haya podido ser valorado por el tribunal que dictó aquélla, independientemente de la concurrencia de la voluntad del sujeto que ahora lo hace valer a los efectos de la revisión" (Fenech, Miguel, "Derecho Procesal Penal" vol. segundo, Barcelona, 1962, pág. 569, citado por Iturralde, Norberto, "La revisión en el Código Procesal Penal de Santa Fe", Zeus, Boletín del 26.05.2001). Es decir, son necesarios, pues, hechos o pruebas sobrevinientes, esto es, que ocurran o sean descubiertos con posterioridad al pronunciamiento impugnado (vid, A. y S. T. 139, pág. 490), aún cuando su existencia fuese anterior, de modo tal que no hubiesen integrado en su hora el plexo probatorio tenido en cuenta por el Juez o el Tribunal, porque como se precisó en reiterados pronunciamientos de este Tribunal, el remedio que se confía a la acción de revisión penal no tiene el propósito de corregir la equivocada valoración de los elementos que estaban presentes en el proceso, sino el de permitir ponderar los que por no haber estado presentes entonces, no pudieron influir para poder arribar a una condenación más benigna (A. y S. T. 97, pág. 141, entre otros). En tal sentido, afirma Iturralde que "La eficiencia probatoria de los nuevos hechos o de los nuevos elementos de prueba han de ser de una envergadura que produzca la evidencia de la no subsistencia del suceso delictivo o la no comisión del hecho o la menor gravedad del delito frente a la conminación de la pena, obviamente, según corresponda". Continúa diciendo que "...la misma ley establece que el hecho o elemento de prueba nuevo debe ser de semejante naturaleza que evidencie la pretensión. Por tanto manifiesta, citando en esto a Giovanni Brichetti que "si la ley exige la evidencia, esto demuestra que el hecho nuevo, o los nuevos elementos de prueba, deben poseer un valor decisivo; deben proporcionar, de modo rápido, y por eso fácil, la demostración precisa, categórica del asunto de que se trate" (Iturralde, Norberto, "La revisión en el Código Procesal Penal de Santa Fe", cit.). Frente a las exigencias que se mencionan, de una detenida lectura del memorial recursivo se advierte que el recurrente pretende la revisión de la sentencia condenatoria invocando lo dispuesto en el artículo 489 inciso 4 del Código Procesal Penal. Para ello, apoya su postulación en que el Sentenciante arribó a una conclusión sancionatoria "sin la mínima prueba que fortalezca la presunción de autoría en cabeza de la imputada", insistiendo en que durante todo el desarrollo del proceso ha "sostenido que B. no cometió el hecho y que no hay prueba de ello", como que así tampoco puede considerarse acreditado -dice- las agravantes en las que el Tribunal fundó su decisorio, esto es romper el alambrado, truncar las orejas del animal, y por último la "condición de ganadera" de la imputada. Es decir, si bien el impugnante sustenta su postulación recursiva en lo normado en el inciso 4 del artículo 489 del código de rito, ninguno de los argumentos que esboza refieren a "hechos nuevos" o "prueba nueva" que se dirijan a demostrar que el hecho no existió o que la imputada no lo cometió sino que, por el contrario, se limita a insistir con los mismos argumentos que expusiera en las distintas etapas procesales en que ejerció su postulación defensista, que no existen elementos de prueba que arrojen, con la certeza exigida, que B. fue la autora del hecho que se le enrostra. Por lo demás, el cotejo de las constancias de la causa, solicitadas como medida para mejor proveer, permiten advertir que el discurso defensista expuesto en el recurso bajo análisis resulta similar al mantenido durante el desarrollo del proceso tratando de desvirtuar los términos de la imputación sostenida por el Fiscal en el entendimiento de que las pruebas colectadas no resultaban suficientes para acreditar la comisión del ilícito endilgado a B.. Las consideraciones expuestas resultan, en mi criterio, determinantes para decidir la inadmisibilidad del recurso interpuesto. Voto pues, por la negativa. A la segunda cuestión, el señor Ministro doctor Gutiérrez dijo: Atento al resultado obtenido al tratar la cuestión anterior, no cabe entrar a la consideración de la procedencia del recurso. A la misma cuestión, los señores Ministros doctores Spuler, Erbetta y Netri, la señora Ministra doctora Gastaldi y el señor Presidente doctor Falistocco expresaron idénticas razones a las expuestas por el señor Ministro doctor Gutiérrez y votaron en igual sentido. A la tercera cuestión, el señor Ministro doctor Gutiérrez dijo: Atento al resultado de las votaciones efectuadas al tratar las cuestiones anteriores, corresponde juzgar inadmisible la acción de revisión penal interpuesta. Así voto. A la misma cuestión, los señores Ministros doctores Spuler, Erbetta y Netri, la señora Ministra doctora Gastaldi y el señor Presidente doctor Falistocco dijeron que la resolución que correspondía adoptar era la propuesta por el señor Ministro doctor Gutiérrez y votaron en igual sentido. En mérito de los fundamentos del acuerdo que antecede, la Corte Suprema de Justicia de la Provincia RESOLVIÓ: Declarar inadmisible la acción interpuesta. Registrarlo y hacerlo saber. Con lo que concluyó el acto, firmando el señor Presidente y los señores Ministros por ante mí, doy fe. Fdo.: FALISTOCCO-ERBETTA-GASTALDI-GUTIÉRREZ-NETRI-SPULER- Fernandez Riestra (Secretaria)