La construcción de la diferencia cultural de los inmigrantes en los medios de información Miguel Roiz Facultad de Ciencias de la Información. Universidad Complutense de Madrid 1. M E D I O S D E C O M U N I C A C I Ó N Y REPRESENTACIÓN D E LA REALIDAD SOCIAL Los medios de comunicación «dominantes», c o m o la prensa, la radio y la televisión, afectan a m u c h o s aspectos de nuestra vida social y cultural p o r q u e «intervienen» sobre nuestra percepción del m u n d o y experiencia de la sociedad y, sobre t o d o , de las relaciones sociales. Son medios que nos permiten «acceder» al conocimiento de lo que sucede en nuestro e n t o r n o ; a u n q u e al m i s m o tiempo — s i n n i n g u n a d u d a — distorsionen e incluso p u e d a n deformar este conocimiento. Esta mediación comunicativa opera de manera relevante en algunos aspectos cruciales de nuestras relaciones sociales, como el contacto y percepción de «los otros» en un sentido amplio: desde el «otro» sexo hasta el hombre de la «otra» cultura, el extranjero. Los efectos de influencia e impacto de los mensajes de los principales medios de comunicación de masas se han estudiado repetidas veces desde los inicios de los primeros estudios sobre dicho campo de análisis (1). El énfasis se ha puesto en muchas ocasiones sobre los efectos de los programas de violencia en los niños, y en especial en los contenidos de los dibujos animados y de los seriales policíacos. Pero (1) El libro que resume las tendencias hasta los años sesenta ha sido el clásico de KLAPPER, T. A., LOS efectos de los medios de comunicación, Aguilar, Madrid, 1974, hoy ciertamente superado por nuevos estudios. Cf. RODA, R . , Los medios de comunicación de masas, CIS, Madrid, 1989. 178 también existen otros programas, tipo de noticias y referentes de gran relevancia para que los lectores, oyentes y espectadores adultos se puedan construir su propio m u n d o respecto de lo que se supone que es la realidad en un sentido m u y amplio. Y entre ellos, hay que desta­ car la «construcción por los medios de las relaciones sociales». Además de sus funciones enculturizadoras y de control, los me­ dios de comunicación «construyen socialmente la realidad» elaboran­ do y transmitiendo a grandes públicos, más o menos difusos y más o menos localizados socialmente, representaciones de conocimiento y contacto así como de consenso/conflicto entre grupos culturales tan­ to amplios — c o m o clases sociales, clases por género y en especial gru­ pos generacionales— como restringidos: étnicos y culturales. Estas representaciones se han incorporado a los significados y símbolos de los mensajes (películas, telediarios, telefilms, etc.) en for­ m a de datos de referencia y de códigos e indicaciones de interpreta­ ción sobre lo que se dice en el relato de la ficción. Por ejemplo, en la película Arde Missisipi aparecen datos sobre relaciones entre blancos y negros, policías locales y federales, hombres y mujeres, padres e hijos que exponen, definen y expresan en formas codificadas diferentes los conflictos, animadversiones, simpatías, pactos, etc., que crean las rela­ ciones raciales y de autoridad política. Pero t a m b i é n en el relato informativo, c o m o u n telediario o u n reportaje, el m e d i o construye la realidad comunicativa, esta vez interpretando el sentido, respecto del acontecer «real», de lo q u e «sucede». Esto se logra mediante la recopilación, presentación y comentario de los datos observados (por la cámara fotográfica o vídeo, por el pro­ pio periodista), como ha sucedido hace unos meses con la informa­ ción sobre atentados de la extrema derecha en Alemania contra vi­ viendas en la que residían personas de nacionalidad turca. Los periodistas median entre lo que acaba de suceder y los signifi­ cados que recibimos los lectores, oyentes o telespectadores sobre este suceso. Esta mediación puede ser más o menos inteligente y más o menos interesada. Pero el hecho de que se transmita por un medio de comunicación que llega simultáneamente a muchos individuos, im­ plica no sólo que se está creando opinión pública sino también que se están moldeando interesadamente las conciencias, tal como ha resul- 179 tado de las investigaciones realizadas por los sociólogos críticos de la comunicación, en especial por S C H I L L E R y P R O S S (2). En los medios de comunicación, la labor mediadora — a m e n u d o mediatizadora— del periodista es inmediata y automática, justo al conocer un acontecimiento e interpretarlo, codificarlo y transmitirlo a los receptores, en un proceso que suele considerarse técnico y deno­ minarse «informativo». Sin embargo, es bien diferente esta mediación inmediata del periodista de la mediación diferida del escritor más o menos humanista, quien interpreta el acontecer con reflexión e inten­ ta integrarlo en un contexto histórico-social o histórico-cultural, ge­ neralmente a través de un proceso largo e interesante de elaboración de contenidos polémicos. Este último proceso se observa en la elabo­ ración de biografías, reportajes literarios y crónicas periodísticas de investigación. Por la propia naturaleza de la información recogida inmediata­ mente por el periodista, quien tiene que elaborar con rapidez — y a m e n u d o con precipitación— un mensaje informativo para un medio determinado (periódico, cadena radiofónica o televisiva), el riesgo de distorsión del significado del acontecimiento es máximo, ya que el periodista está sujeto (en su sentido etimológico, está dominado y atado) a los fines comerciales de la empresa informativa, que suelen exigir un producto informativo sensacionalista. H a y que desmitificar cualquier pretensión de «objetividad infor­ mativa» en los medios respecto de la elaboración y trasmisión de los mensajes sobre acontecimientos, personajes o valores. La mediación del periodista —igual que la del escritor, aunque de diferente mane­ ra— es claramente interesada en el sentido de que está al servicio de intereses determinados, m u y concretos. Esta mediación puede ser unas veces ideológica (cuando hay un partido político, una Iglesia o un grupo de presión detrás del medio) y otras veces comercial, de pura — y d u r a — búsqueda de un beneficio empresarial inmediato: por el aumento de la venta de periódicos o por el crecimiento de la audiencia. (2) SCHILLER, H . , Los manipuladores de cerebros, Gedisa, Barcelona, 1980; H . PROSS, La violencia de los símbolos sociales, Anthropos, Barcelona, 1983. 180 2. M E D I O S D E C O M U N I C A C I Ó N Y REPRESENTACIÓN D E LA I D E N T I D A D CULTURAL Hablando en general, los medios de comunicación son actualmente en el m u n d o — y en España— los vehículos culturales más importantes de las representaciones tanto positivas como negativas acerca de la inmigración y los inmigrantes extranjeros, así como acerca de lo que es y no es la identidad cultural y étnica de los pueblos, tribus, comunidades y naciones. Su papel es, además, decisivo en el actual proceso de creación y manifestación de una identidad cultural supranacional en Europa occidental. Aunque ya he hablado anteriormente del papel decisivo de los medios en la formación y en el conocimiento de la realidad social, política y económica por los ciudadanos, la importancia de los medios de comunicación se debe a que elaboran o canalizan determinadas categorías culturales consideradas como instrumentos de mediación comunicativa entre la verdad y las ideologías, éstas concebidas como representativas de intereses que interpretan (o falsean) la realidad en su beneficio. Entre estas categorías culturales están los prejuicios, los estereotipos y los «clichés». La función que se arrogan los medios acerca de construir y transmitir modelos de identidades culturales e incluso de procesos de segregación/integración cultural con intención determinada y con fines político-sociales, se capta cuando se realiza un análisis de contenido de sus mensajes y especialmente del flujo de su discurso sobre un tema determinado. Por ejemplo, hacia el de la integración y marginación cultural de los inmigrantes extranjeros en España. Entonces se puede observar en conjunto cómo se seleccionan y organizan los datos del acontecer en una representación comunicativa en la que el «referente» o aquello sobre lo que se comunica y la «tematización» o aquellos aspectos de la realidad sobre los que se dice «algo» en el contenido, tienen un papel primordial como interpretaciones. La utilización no sólo de los signos (de un lenguaje) sino sobre todo de símbolos y códigos de una determinada cultura obliga a los públicos, como receptores de los mensajes, a saber descodificar la información de determinada manera. Así, la correcta interpretación de los mensajes de la comunicación de masas sólo es posible para los 181 miembros de u n mismo grupo sociocultural (nacional, regional, local), por lo que resultan marginados los miembros de los otros grupos que no conocen ni tienen claves para interpretar los contenidos de los mensajes y sus componentes (referentes, mitos, símbolos y códigos, entre los más importantes). Esto suele ocurrir con la comunicación masiva que ofrecen los medios nacionales o autonómicos en España: dirigidos y orientados exclusivamente hacia los públicos de su medio lingüístico cultural y socio-educativo, marginando a los posibles públicos extranjeros, sobre todo a los inmigrantes de países de idiomas no europeos y de culturas no occidentales. Sin embargo, sigue existiendo la posibilidad de que todos o algunos de los medios reconozcan y asuman la diferencia de algunos grupos étnicos o culturales de importancia. Entre ellos, quizá, los más relevantes podrían ser los latinoamericanos, diferenciados por áreas, los marroquíes y los de los países subsaharianos y centroafricanos. Hasta ahora, está m u y claro que los medios no han hecho ningún esfuerzo por acercarse a los «mundos étnicos y culturales» de los inmigrantes extranjeros en España. Es cierto que algunos programas intentan hacerlo, aunque siempre desde la perspectiva cultural española, por ejemplo: planteándose preguntas como las siguientes: ¿quienes son estos inmigrantes extranjeros?, ¿qué necesidades tienen?, ¿qué relaciones mantienen con los nacionales?, ¿cuáles son sus principales conflictos?; pero nunca o raramente intentan realizar programas desde la propia perspectiva cultural de origen, ni hacerse preguntas como: ¿Qué pueden aportar los inmigrantes a la cultura española? Estas observaciones indican que sigue existiendo un reto en España acerca del conocimiento de cómo tratan los medios de comunicación la «diversidad cultural y étnica» que existe en nuestro entorno. Es paradójico que nuestros contactos comunicativos —orales, escritos, audiovisuales—, aunque cada vez se amplían más a otros pueblos, naciones e incluso áreas culturales, al mismo tiempo no quieren entender su realidad interior y auténtica. Las culturas de los miembros de las sociedades que por razones generalmente económicas han tenido que venir a trabajar a España, donde incluso están echando raíces y cruzando su sangre con la nuestra, siguen siendo casi totalmente ignoradas. Los medios de comunicación pueden ser instituciones fundamentales en el conocimiento de los «mundos» étnicos y culturales de los 182 trabajadores inmigrantes extranjeros, de sus familias y de sus comunidades en España y también podrían ser capaces de defender y reivindicar algunos derechos de estas «minorías» —porque de minorías se trata, similares a nuestras minorías internas: los gitanos, por ejemplo. La sociología de la comunicación debería de estar presente en los análisis que se están realizando periódicamente sobre la situación y procesos de transformación cultural —si existe— de los inmigrantes; así como debería captar las necesidades de programación y contenidos que desde los públicos emergen acerca de la relación y el contacto inmigran tes/ciudadanos. Hasta ahora, los escasos trabajos realizados lo han sido desde perspectivas generales, pero se imponen estudios sociológicos en profundidad sobre la representación e imagen de las relaciones étnicas en la opinión pública (3). 3. CULTURA, CLASE, VALORES Y ESTILOS D E V I D A E N T R E LOS I N M I G R A N T E S EXTRANJEROS C o m o colectivo social y cultural, el contingente de trabajadores extranjeros y sus familias residentes (legal o ¡legalmente) en España, tienen desde una perspectiva analítica diversas dimensiones sociológicas articuladas e interrelacionadas. La descripción de sus principales categorías refleja el diferente sistema de acción social al que se remiten: CATEGORÍA Clase social Raza Etnia Cultura SISTEMA DE ACCIÓN SOCIAL Sindical, laboral, política y revolucionaria. Integración/marginación por rasgos físicos diferenciados (generalmente de contraste). Integración/marginación por rasgos culturales del grupo de pertenencia: vestimenta, adornos, alimentación, comidas, religión, etc. Enculturización/desculturización, creencias, patrones de comportamiento, etc., según la socialización original. (3) Destacamos los estudios del Colectivo IOE. La revista Entre Culturas, editada por Caritas Nacional y algunas encuestas sociológicas, como la de Actitudes hacia los emigrantes, realizada en marzo de 1994 por el ORES, Madrid. 183 Dentro de las categorías de etnia y cultura hay que distinguir entre modos de vida y estilos de vida en origen, pero también, en el caso de los inmigrantes en destino, según su mayor o menor arraigo en los países receptores como España, hay que hacerlo según factores como tiempo de residencia, medio social de acogida y seguridad en el trabajo. Tanto desde un punto de vista técnico (sociológico) como políticosocial, las distinciones entre estas categorías, y una visión analítica global de todas ellas en conjunto, puede arrojar algo de luz sobre el nivel al que operan las representaciones de los medios de comunicación respecto de la inmigración extranjera, que puede ser al de la verdad/falsedad, y al de la visión reflejada del espejo plano, cóncavo o convexo. El antropólogo y filósofo de las culturas C . LEVI-STRAUSS clarificó en los años setenta, en un importante trabajo, la mitificación que se había dado a la idea de raza en el pensamiento occidental, pensamiento claramente etnocéntrico. Este autor propuso su sustitución en la teoría sociológica por otras categorías más «realistas» desde una perspectiva comparativa (4). Este eminente humanista consideraba que utilizar el término de «raza» era, inevitablemente, ideológico y por tanto no podía ser operativo para la ciencia y la sociología, y menos utilizado por los medios de comunicación de masas. En su lugar propuso el término de «tulturas» en un sentido amplio, complementándolo con el de «estilos de vida», considerando que ello facilitaba la comprensión de los fenómenos sociales que creaba el contacto, relación y conflicto entre grupos culturales y étnicos diferentes con costumbres y apariencias variadas y diversificadas. Y u n aspecto considerado m u y relevante por LEVISTRAUSS, que ha retomado también el sociólogo francés P. B O U R DIEU, es el de que estas «culturas» (en plural) contienen universos simbólicos diversos y singulares, aunque delimitados, por lo que analíticamente se pueden equiparar a las «clases sociales» en el sentido utilizado en los países occidentales por la sociología marxista (5). Los grupos étnicos, con su patrimonio simbólico peculiar, cuando se afianzan en los países receptores de emigración siguen perteneciendo a su cultura de origen, pero también se integran a una clase (4) LEVI-STRAUSS, C : «Raza e historia», en Antropología Estructural II, Siglo XXI, México, 1979, págs 304 en adelante, y en Le regará eloignée, Plon, París, 1983. (5) BOURDIEU, P , y PASSERON, J. C : «Mitosociología», Fontanella, Barcelona, 1975. 184 social, ésta determinada por la situación económico-social de destino. Siguen manteniendo, sin embargo, siempre su m o d o de vida original. En la sociedad actual, en la que por la facilidad del desplazamiento físico y por las desigualdades de riqueza de los países se mantienen los flujos de migraciones desde los países muy pobres a los países muy ricos, la única categoría sociocultural apta para el análisis de los problemas y conflictos de los emigrantes en los países y comunidades de destino es la del «modo de vida», ya que explica la fidelidad de los colectivos a determinados valores internacionalizados y, en consecuencia, el mantenimiento de sus costumbres, habla y formas orales de comunicación como mecanismo de preservación de sus entidades culturales originales. Para unos grupos sociales e ideologías esta preservación representa un enriquecimiento basado en el reconocimiento de la diversidad cultural y étnica del m u n d o social, que además fluye y penetra de manera latente en el seno de las estructuras de la sociedad industrial y de masas avanzada. Para otros, sin embargo, el mantenimiento de sus valores representa un peligro evidente para el país de destino, ya que según ellos los emigrantes aumentan el desempleo, viven en condiciones infrahumanas, son agresivos y violentos, fácilmente se convierten en marginados e incluso en delincuentes, y alteran, además del orden institucional, el cultural. Lo cierto es que la mayoría de los inmigrantes extranjeros, en especial los procedentes de «culturas lejanas», como los orientales, iraníes y todos los del África negra, van quedando en el proceso de integración/marginación múltiple: laboral, económica, educativa y política, como «minorías culturales», convertidas también en «minorías de clase» dentro de las clases trabajadoras nacionales o regionales. Sin embargo, han logrado preservar su identidad cultural, amenazada por cierto grado no reconocido de xenofobia entre las clases medias españolas. 4. LA REPRESENTACIÓN D E LA I D E N T I D A D . LOS C O N F L I C T O S É T N I C O S Y CULTURALES D E LOS I N M I G R A N T E S E N LOS M E D I O S DE COMUNICACIÓN La representación comunicativa de la emigración extranjera en España y el tratamiento informativo tanto de su identidad como de 185 su m o d o de vida, aspectos ambos que se consideran céntrales en una sociología de la comunicación entre colectivos de inmigrantes y grupos nacionales (o regionales), se relaciona estrechamente con un aspecto condicionante de gran relevancia, que es el idioma. El mayor o menor conocimiento por los colectivos inmigrados según su área de procedencia y lugar de residencia en destino de nuestros idiomas (sobre todo del castellano-español y, en sus casos, de los idiomas de las Comunidades receptoras como Cataluña o Euzkadi) es el principal medio para poder integrarse a las comunidades de acogida y destino. Muchas veces los conflictos y problemas que tienen y sufren los inmigrantes están causados por la deficiente, cuando no nula, comunicación interpersonal con los españoles, que es la que por su naturaleza social suele facilitar que se diriman los conflictos con el diálogo y a gusto de ambas partes. C u a n d o el conocimiento del español es nativo, como sucede entre lo emigrantes de Perú o la República D o m i n i cana, los problemas de adaptación laboral, educativa, cultural y social son menores. Sin embargo, entre inmigrantes sin conocimiento mínim o de nuestro idioma, como los procedentes de los países del Magreb y del África subsahariana y ecuatorial, los conflictos no se solucionan fácilmente por falta de diálogo directo, y el enfrentamiento étnico y cultural «de alguna manera» es inevitable en mayor o menor medida. Si partimos de la tesis —verificada según varios estudios— de que los inmigrantes extranjeros en España sufren «aislamiento comunicativo» en los dos ámbitos: a) el de los contactos y relaciones interpersonales, y b) el de su representación «objetiva» en los medios de comunicación de masas, resulta que aunque su «identidad» original queda preservada de posibles contaminaciones respecto de actitudes, valores y creencias, por efecto de la cultura de masas su integración a la sociedad y a las relaciones sociales «normales» con los españoles tiende a ser mínima, cuando no inexistente. Frecuentemente las familias de los inmigrantes o ellos individualmente viven en barrios marginados similares a guetos y suelen relacionarse en círculos sociales m u y reducidos y estrictamente étnicos, por lo que la asimilación cultural a las comunidades de recepción es difícil. Y, además, su aislamiento no sólo no evita el desarrollo de sentimientos de racismo y xenofobia, sino que incluso lo fomenta. Para solucionarlo los colectivos de inmigrados deberían de buscar el equilibrio entre mantener su 186 identidad extranjera aceptando al mismo tiempo en parte la identidad española, aunque entraríamos en u n proceso de permeabilización cultural e intercomunicación étnica que nos obligaría a reconocer que progresivamente España va hacia una sociedad multicultural y multiétnica, además de multinacional y pluriregional, lo cual no está nada claro todavía. Pero esta posibilidad penetra ya además en el campo aplicado de la sociología de la comunicación y resultaría en parte de las medidas políticas y culturales de los gobiernos. La imagen de los inmigrantes extranjeros en España como colectivos y de sus características étnicas y culturales suele investigarse a través de dos procedimientos: u n o por técnicas de encuestas y otro por el análisis de los contenidos de los mensajes que ofrecen los medios de comunicación, especialmente la prensa, la radio y la televisión. Sin duda y al respecto cada vez es más publicación de los resultados de encuestas, la opinión pública, como en el proceso de en la información periodística de actualidad importante el papel de la tanto en la formación de comunicación persuasora (6). Entre las encuestas realizadas acerca de los temas tratados en este artículo sobresalen los resultados de la encuesta del CIRES sobre «Actitudes de los españoles ante los inmigrantes», realizada en marzo de 1994. Algunos datos obtenidos tienen un relevante interés respecto de la percepción cultural que tenemos los españoles de «los otros» (considerados socialmente como extraños en el sentido de H . B E C KER) así como de la interculturalidad. Lo más importante es que el 26 por ciento de la población española cree que son demasiadas las personas de otras nacionalidades que viven en España; u n o de cada cinco españoles valora la inmigración extranjera de mala o m u y mala, aunque se contrapese con el dato que u n o de cada tres consideran a su vez que es buena o m u y buena; que se reconozca que han existido hasta ahora pocos contactos entre españoles e inmigrantes; y respecto de la emigración irregular o ilegal (sobre todo acerca de los inmigrantes que no tienen trabajo) casi la mitad de los encuestados dicen que habría que expulsarlos de (6) Roiz, M.: Técnicas modernas de persuasión, Eudema, Madrid, 1994. 187 España. Sin embargo, como valoración de conjunto, el grado de xenofobia manifestada es bajo. A pesar de las limitaciones de la encuesta por muestreo como técnica de captar las representaciones de la realidad, claramente orientadas por el m o d o de hacer el cuestionario y leer las preguntas, estos resultados reflejan posiblemente una contradicción m u y clara: que si bien no existe un nivel alto de presunción racista, sí existe por lo menos aprensión y cierto desprecio hacia los inmigrantes, en especial hacia aquellos en situación ilegal, sin trabajo y sin vivienda estable. Más relevantes por su difusión y significados son los resultados de los análisis realizados sobre aquellos contenidos de los medios que han tratado de temas vinculados directamente con el «mundo inmigrante», desde sucesos sangrientos o violentos hasta reportajes sobre situaciones y problemas específicos. Lo más frecuente en la información ha sido el reportaje sobre grupos étnicos y culturales singularizados (marroquíes, dominicanos, africanos negros de Gabón, Senegal, Mali, Gambia, etc.). Habría que partir, para comprender el tratamiento informativo de la noticia, del hecho ya señalado de que los medios dominantes en el m u n d o de la información son claramente dependientes de fines comerciales al estar financiados básicamente por los anuncios. Esto explica también que los periodistas tiendan a «etiquetar informativamente» a los inmigrantes y en especial a determinados colectivos (caracterizados por su color de piel, por el área de procedencia, por las actividades laborales que realizan, etc.). Este «etiquetaje» facilita el sensacionalismo informativo y además tiene importantes efectos en el reconocimiento público de los procesos de desviación y marginación que sufren muchos inmigrantes (7). Desde actitudes conscientes o inconscientes los periodistas y los medios de comunicación construyen en las noticias sobre situación de los inmigrantes unas características económicas, sociales y cultura(7) Me remito a la teoría sociológica sobre la desviación denominada «del etiquetaje», que interpreta la desviación social no como una serie de características de individuos o grupos, sino como un «proceso de interacción» entre desviados y no desviados. Desde esta perspectiva, a algunos grupos o a individuos dentro de ellos se les cuelga por una mayoría social la etiqueta de «desviados» como forma de intentar comprender la naturaleza sociocultural de la desviación. Cf. A. GiDDENS, Sociología, págs. 163-167, Alianza, Madrid, 1991. 188 les determinadas acerca de su trabajo (tipo, tareas), de sus familias (tamaño, tipo, relaciones, dependencia), de su m o d o de vida (tradicional, comidas peculiares o de su vestimenta), basadas frecuentemente en los estereotipos recogidos de otros medios de comunicación o periodistas presuntamente especializados. Estas construcciones se elaboran en forma de estereotipos y «clichés», y aunque suelen ser negativas para los inmigrantes ocasionalmente y también pueden ser positivas, en especial cuando los sucesos que recoge la noticia se vinculan con acciones violentas recibidas por la población emigrante. Se puede encontrar también detrás de muchos tipos de mensajes informativos en la prensa, radio, revistas y televisión otro tipo de etiquetaje, esta vez de integración hacia determinados colectivos extranjeros, como pueden ser los latinoamericanos con actividad laboral media (argentinos, peruanos, brasileños) y sobre todo los norteamericanos, británicos, alemanes y franceses, dándose entonces la vuelta a la «teoría de la desviación por el etiquetaje», favoreciendo la imagen de esta emigración y facilitando su integración a la sociedad nacional y comunidades regionales. Se puede observar claramente que lo que se dice o anuncia en las informaciones acerca de profesionales y ejecutivos europeos y norteamericanos así como acerca de los jubilados europeos residentes en zonas turísticas del Mediterráneo, les caracterizan positivamente, y casi sin excepción. Respecto del tratamiento informativo de los problemas de los inmigrantes de «clase baja» los medios más bien excluyen que incluyen. Casi nunca hablan de conflictos de identidad ni de procesos de integración, cuando saben perfectamente que existen; ni relacionan el m o vimiento inmigrante con conflictos de clase y con el cambio social. Curiosamente, únicamente informan acerca de «acontecimientos» graves o sucesos como crímenes, droga, prostitución, etc. «Sucesos» como el asesinato de la dominicana Lucrecia Pérez, con la secuela de búsqueda y detención de sus asesinos, así como del juicio y la condena, han representado el p u n t o informativo más alto y se han escrito m u chas páginas de periódicos y se han emitido muchas horas de radio y televisión, porque era lo más «comercial» de la actualidad y podía servir para vender publicidad por su sensacionalismo. D e manera ostensible son estas informaciones, y no las que podrían fomentar y promover un acercamiento cultural, las que han predominado casi exclusivamente, hasta ahora, en la prensa, la radio y la televisión española. 189 Los medios de comunicación españoles han creado por dichas razones u n clima desfavorable a los colectivos de inmigrantes como grupos étnicos y culturales, en base a destacar en su información: por una parte, sus diferencias culturales como curiosidad o rareza (vestimenta, alimentación, costumbres, prácticas religiosas) e incluso las diferencias físicas (la piel, el pelo, el m o d o de andar y sentarse) y, por otra parte, poniendo cierto énfasis — a veces m u y exagerado— en los problemas de convivencia que crean a los españoles, bien a las autoridades, organizaciones e instituciones, bien a los grupos sociales con los que tienen contacto: como vecinos o compañeros de trabajo. En mi opinión, los periodistas han construido un significado global de la información sobre los inmigrantes extranjeros en España que es claramente negativo y que se suele resumir en lo siguiente: «proceden de universos simbólicos (culturas, etnias, religiones) lejanos geográfica y socialmente y además considerados claramente peligrosos (el SIDA procede del África negra, el terrorismo integrista está afincado en el Magreb), su integración social y asimilación cultural es difícil cuando no imposible (ellos no quieren), por tanto son «huéspedes» transitorios y es ineficaz una política informativa de reconocimiento de sus diferencias y singularidades, que ademas son irrelevantes como aportación a la vida social y cultural española». U n a de las muchas enseñanzas del psicoanálisis es que los h o m bres y mujeres que pertenecemos al mismo grupo solemos proyectar sobre los «otros» hombres (claramente contra los inmigrantes extranjeros) las peores y más inconfesables fantasías de nuestro inconsciente: morbos, fantasmas, represiones, temores, angustias; lo cual nos conduce fácilmente al m u n d o proyectivo de los prejuicios contra los inmigrantes, asociándolo a símbolos del olor, color y contacto físico. Los inmigrantes más pobres y marginados, aquellos de los que queremos saber poco o nada, a los que repudiamos por su trabajo y con los que, incluso, nos molesta tener relaciones personales, aparecen m u y a m e n u d o en los medios como los nuevos parias de la sociedad postindustrial española, que aunque rica, con bastante bienestar y m u y satisfecha de sí misma, sigue manteniendo un alto nivel de prejuicios sociales y culturales. D e diyersas maneras, además, la difícil situación y las relaciones casi siempre conflictivas que crean los inmigrantes en nuestro entorno nos revelan también lo que ocultamos de nosotros mismos, de nuestro pasado no demasiado lejano (pobreza, casi mise- 190 ria) y de nuestro presente (represiones, tormentos interiores e inconsistencias de comportamiento). 5. LOS C O N T E N I D O S D E LA I N F O R M A C I Ó N SOBRE LOS I N M I G R A N T E S EXTRANJEROS E N LOS M E D I O S D E C O M U N I C A C I Ó N ESPAÑOLES Después de casi veinte años que se publicó el Informe M e Bride sobre la información y comunicación en nuestro tiempo, u n valiente ejemplo de denuncia desde la U N E S C O acerca del papel corruptor culturalmente de los principales medios de comunicación en los países occidentales, la observación de la situación de los medios de comunicación dominantes en España, como la prensa y la televisión, se corresponde bastante, a pesar del tiempo transcurrido, con las conclusiones de dicha investigación, que son las siguientes: Los medios se caracterizan por la desinformación y el engaño, sobre todo porque existe deformación deliberada del mensaje (en su significado, en su verdad) por parte de los informadores. Esta deformación se debe principalmente al énfasis en publicar «malas noticias». Además se ofrecen inexactitudes y afirmaciones falsas que sustituyen a los hechos auténticos; se incorporan interpretaciones parciales por medio de la utilización de adjetivos peyorativos y de estereotipos; se da prioridad informativa a acontecimientos que no tienen importancia real; se entremezclan en la descripción de acontecimientos datos importantes con otros superficiales e intrascedentes. Aunque se trocean y fragmentan las noticias se intenta presentarlas al mismo tiempo como una totalidad; cuando se publican verdades parciales se quiere dar la apariencia de verdades completas; y generalmente se presentan los hechos de manera que impliquen una interpretación errónea y que susciten dudas y temores sin fundamento, o contengan exageraciones que induzcan claramente a interpretaciones favorables a intereses concretos (8). Entre los diferentes análisis de contenido de medios que validan los resultados tan críticos obtenidos en la U N E S C O en los principáis) UNESCO, S. Me BRIDE y otros: Un sólo mundo, voces múltiples, Comunicación e información en nuestro tiempo, págs. 272-286, FCE, México, 1989. 191 les medios de los países occidentales, he seleccionado el realizado por el colectivo I O E sobre el tratamiento que dio la prensa dominante de Madrid y Barcelona (ABC, El País y El Periódico), así como Radio Nacional de España y T V E , al tema de la emigración y los inmigrantes extranjeros durante el año 1985 (9). En los citados medios de comunicación la temática sobre los extranjeros, aunque se concentrase entonces por factores coyunturales en la problemática de la Ley de Extranjería, y en los problemas surgidos en Ceuta y Melilla alrededor de la concesión del D N I a los marroquíes residentes, fue m u y importante también en volumen acerca de la delincuencia de los inmigrantes extranjeros, convirtiéndose en el tema casi único de información y opinión. Estas características del tratamiento informativo específico indica el uso restringido que los medios de comunicación hacen del acontecer y su relación con la marginación real de la inmigración extranjera. La prensa es el medio que más focaliza su atención informativa sobre todos los sucesos acerca de los inmigrantes que tienen connotaciones sensacionalistas, en los que además se incluyen los elementos referenciales más morbosos acaecidos (sangre, violencia, muerte). Se trasluce en este medio su interés comercial por todo lo que dentro de la temática de la emigración salpica el lado oscuro de la mente. Se deduce, pues, que la mayoría de los periodistas de la prensa prefieren claramente vender noticias y opiniones que atraigan atención antes que ceñirse estrictamente a la objetividad, es decir, a informar sobre la situación real de los inmigrantes en sus aspectos tanto positivos como negativos. En la radio y la televisión también ha aparecido otra temática m u y importante, que ha sido la delicada problemática económica, laboral y legal de los extranjeros, y que tiene también una estrecha relación con los prejuicios captados en las noticias de la prensa acerca del papel de los inmigrantes sin cualificación en el aumento de las cifras de desempleo de los españoles. En los medios audiovisuales casi toda la información del año se centraba en el trabajo clandestino de los inmigrantes marroquíes y africanos y su inserción en actividades de la economía sumergida. (9) COLECTIVO I O E : «Los inmigrantes en España», Rev. Documentación n ú m . 66, 1987, págs. 300-310. Social, 192 El diario ABC aparecía como el periódico más negativo hacia esta práctica laboral tan frecuente entre los trabajadores inmigrantes. Sin embargo, El Periódico informaba m u c h o más acerca de los males del trabajo eventual, de la frecuente explotación que sufría esta m a n o de obra extranjera en las actividades tanto agrarias como industriales en Cataluña, así como de la falta de una política estatal capaz de cerrar la entrada clandestina de inmigrantes, sobre todo de los procedentes de África. Además, este periódico —presuntamente «progresista»— utilizaba frecuentemente en sus noticias atribuciones negativas para definir y describir las actividades de los inmigrantes, como «extranjeros de piel oscura», «inmigrantes de raza negra», etc. U n matiz importante de la información de todos los medios, en especial de la prensa, es que trataban siempre los temas vinculados a la emigración africana, e incluso latinoamericana, desde una perspectiva valorativa de sus posibles implicaciones en la creación y difusión de una conciencia racista y xenófoba de los españoles. ABC y El Periódico tomaban claramente partido para pedir una Ley de Extranjería que permitiese expulsar a los inmigrantes ilegales, y además consideraron que había que preocuparse del trabajo de los nacionales antes que del de los extranjeros. El País, a su vez, era el único que tomaba posturas claramente de denuncia de los actos de agresión de cualquier tipo contra los inmigrantes. O t r o tema constantemente tratado fue el de los «refugiados políticos», asociándolo a las minorías de extranjeros procedentes de Irán, Palestina, Vietnam, Laos, etc., cuya delicada situación parecía ser m u cho más comprendida, y por ello más aceptada, que la de los inmigrantes económicos. C o m o se ha podido ver, la información de los medios españoles acerca de los problemas y conflictos de la inmigración y de la interculturalidad se basan más en lo que creen los periodistas que son las necesidades, gustos y preferencias temáticas de los lectores, oyentes y telespectadores españoles, que en la posibilidad de crear climas informativos favorables a los inmigrantes o difundir posturas de respeto y comprensión hacia las culturas minoritarias o hacia la creación de una posible conciencia de interculturalidad, considerada como el resultado de u n proceso tanto de interpretación de estas culturas como de impregnación recíproca de actitudes de comprensión y tolerancia. 193 Esta significación tan negativa de la inmigración económica por parte de los medios de comunicación también tiene un substrato educativo e interno a nuestra cultura nacional que honestamente no se debe dejar de lado. M e refiero a las falsas informaciones que hemos asimilado procedentes de los estereotipos transmitidos por la escuela en sus textos educativos en los años cincuenta, sesenta y setenta acerca de los árabes, los judíos, los indios americanos, los africanos de color, etc. Nosotros y nuestros hijos mayores hemos estado expuestos a su influencia. Sólo como recuerdo amargo quedan aquellas excesivas apologías de la gesta de Guzmán el Bueno, de las victorias cristianas sobre moros y turcos en Lepanto o en la toma de Oran, o bien las repetidas pruebas de los rasgos de crueldad de los primitivos habitantes de la América hispana. Este patrioterismo y etnocentrismo todavía gravita sobre nosotros (los lectores de prensa y revistas y también espectadores) e incluso sobre dos generaciones claves de periodistas. 6. EL P O S I B L E PAPEL A C T I V O D E L O S M E D I O S D E C O M U N I C A C I Ó N A N T E LA C O N S T R U C C I Ó N D E LA D I F E R E N C I A É T N I C A Y C U L T U R A L D E LA I N M I G R A C I Ó N Reconocidas las formas como se elaboran los prejuicios étnicos, y de las que se han servido hasta ahora los medios de comunicación para transmitir significados claramente negativos respecto de la posible integración social de los inmigrantes y sus familiares, hay que aclarar que esta elaboración no es privativa de los medios españoles sino de la mayoría de los europeos, tal como han revelado las investigaciones del profesor Van Dijk de la Universidad de Amsterdam (10). Hay también que plantear el papel activo que pueden tener los medios españoles respecto de la construcción de representaciones comunicativas positivas acerca de la diferencia étnica y cultural presente en España por parte de los principales colectivos de inmigrantes extranjeros. En los medios y entre los periodistas existen simultáneamente tendencias tanto hacia la comunicación prejuiciosa, segregativa y xe(10) VAN DlJK, T.: Comunicating Racism. Ethnic Prejudice in Thought and Talk, SAGE, London, 1987. 194 nofóbica como hacia la comunicación intercultural de orientación integrativa y asimilativa. Esta última es la que puede coadyuvar en mayor grado que otros mecanismos comunicativos y socioculturales a la construcción de una diferencia étnica y cultural, lo que implica el reconocimiento positivo del papel de las «otras culturas» en la vida social y política española. Cualquier papel activo de los medios debe neutralizar los absurdos argumentos de algunos periodistas, partidarios «inconscientemente» de la ideología de la discriminación cultural (matizada, claro), que quiere explicar las variaciones de conducta de u n grupo extranjero en su cultura, raza o etnia por su situación laboral, por ejemplo (como se ha visto antes por los resultados del análisis de contenido); cuando realmente lo que encubren son argumentaciones ideológicas que nutren falsas conciencias de defensa de lo propio, egoístas e intolerantes. C u a n d o se habla de «exclusión» de los inmigrantes extranjeros, y en especial de determinados colectivos dentro de ellos, en base a su color, idioma, religión y costumbres, no sólo hay que referirse a la exclusión material y de bienestar: falta de alojamientos dignos, viviendas degradadas, segregación urbana, marginación laboral y de la atención sanitaria, y también a la exclusión de los contactos interpersonales con los españoles, sino igualmente, y en especial, a la exclusión del derecho a la imagen pública y a poder defender y asumir con orgullo la pertenencia a una determinada etnia y al patrimonio cultural de origen. En todas las sociedades puede darse un proceso de reconocimiento expreso de los beneficios que tiene para los ciudadanos y para la convivencia la coexistencia de varias culturas consideradas como igualitarias en un mismo espacio físico y social. Este proceso conduce a la «multiculturalidad», que culmina en un proyecto unitario o de vida por parte de culturas compartidas dentro de las sociedades democráticas y abiertas. Puede suceder que el patrimonio cultural que han aportado los inmigrantes extranjeros haya logrado con el tiempo, en un proceso largo y no exento de conflictos, impregnar a su vez la cultura del país receptor. Aunque poder hablar de la culminación de procesos «interculturales completos» es difícil, sí se han logrado pasos para implantar 195 con éxito focos de expansión intercultural en determinados países receptores de fuertes contingentes de inmigrantes procedentes de áreas y de países determinados. Incluso ciertas culturas han logrado integrarse por derecho propio en la vida cultural, educativa y social del país receptor. H a sucedido en los Estados Unidos con las culturas aportadas por los polacos, rusos, irlandeses e italianos, e incluso con la cubana, aunque desde luego se ha circunscrito normalmente a determinadas áreas geográfico-culturales. Y también ha ocurrido algo parecido con las culturas de los inmigrantes procedentes del subcontinente Indico en Londres y otras zonas industriales británicas; y con la cultura norteafricana, especialmente argelina, en Francia... Creo que favorece el posible reconocimiento del valor pluricultural de la inmigración extranjera en España el hecho de que nuestra Constitución reconozca las culturas de las diversas regiones españolas, algunas de ellas incluso con su propio idioma, instituciones y tradiciones peculiares. Esta característica la compartimos con otros países europeos, como Suiza. Sin embargo, en esta nación, la sociedad se ha cerrado por motivos económicos y políticos a la posibilidad de un enriquecimiento multicultural, excluyendo decididamente de su seno las «otras» culturas, exaltando sus nacionalismos internos y manteniendo un importante grado de xenofobia (11). Se ha visto por los datos aportados de observaciones e investigaciones sociológicas que el tratamiento informativo de los medios en España acerca del valor positivo de las culturas de origen de los colectivos inmigrantes es casi inexistente. Desgraciadamente, la mayoría de los medios de comunicación españoles han perdido su función educadora en el sentido progresista de ilustrar, de extender el conocimiento y del saber acerca del m u n d o y del hombre, y aunque subsiste su función enculturizadora, lo es en su peor sentido: el de mostrar, y a veces demostrar, la bondad de m o dos de vida, comportamientos, valores y creencias no auténticos, importados de los Estados Unidos e impregnados de contenidos violentos y pseudoeróticos. (11) ZiEGLER, J.: Una Suisse au-dessus de tout soupcon, Du Seuil, París, 1976. 196 N o nos engañemos: cualquier cambio cultural en los medios, debería, por ejemplo, restringir o eliminar tantos programas sensacionalistas, y de contenidos violentos, y sustituirlos por programas culturales y educativos. Pero ES U N P R O B L E M A D E P O L Í T I C A C U L T U R A L . Hay que exigir por ello a los políticos encargados de la educación, la cultura e incluso la problemática social, que promuevan, por lo menos en los medios de comunicación oficiales, como televisiones nacionales y autonómicas, programas dirigidos a crear imágenes positivas y neutras de la realidad, y entre ellas de las culturas de los inmigrantes, en especial de aquellas menos conocidas y por ello desvalorizadas, como la marroquí y las africanas negras. Teniendo presente el poder de asimilación cultural que tiene el conocimiento del idioma español para los inmigrantes, tanto a nivel de la escolarización de sus hijos como del aprendizaje de adultos, se han logrado por medio de la comunicación crear espacios multiculturales de encuentros inmigrantes-españoles (Jornadas de música, gastronomía, bailes, etc.) por parte de asociaciones bien mixtas, bien de emigrantes de un país o área determinada. Desde ellos se puede difundir la necesidad de su presencia en los medios de comunicación locales, comarcales y regionales. Los medios audiovisuales, en especial la radio, deberían programar, en cooperación con las asociaciones de inmigrantes y de amistad hispana, reportajes y debates en los que pudieran participar los propios inmigrantes. Incluso se podría plantear en la radio la utilización de algunos de los idiomas de origen de determinados colectivos de inmigrantes. Dentro de algunos programas se podrían dar a conocer aspectos atractivos de las culturas: tradiciones familiares, religiosas, costumbres y mitos. En conclusión, los medios pueden y deben coadyuvar al futuro de la sociedad española como promotores, creadores y difusores de este «nuevo espacio público y cultural» que permita poco a poco llegar a una sociedad «multicultural» y más adelante «intercultural». La inmigración extranjera en España es importante y su papel en la economía productiva y en el consumo es cada día más incidente. Los medios n o sólo no han captado y aceptado esta importancia sino que la han ahogado con una información y opiniones claramente negativas y centradas en mostrar los acontecimientos más sensacionalistas. 197 Pero desde los propios medios, sobre todo, desde las políticas comu­ nicativas y culturales, se pueden y deben abrir caminos de futuro, que pasan por el reconocimiento del valor de cada cultura, desde las pro­ pias hasta las más lejanas.