Antítesis del Yoga_pdf

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Antítesis del Yoga
JOCELYN
Tabla de Contenidos
Un Sueño
Capítulo I. Érase una vez.
Capítulo II. Gran Señor y la Dama Celestial
Capítulo III. Ve y Vuelve
Capítulo IV. El Mundo de la Madre
Capítulo V. La Ciudad del Futuro
Capítulo VI. Una Vida Nueva en un Mundo Nuevo
Capítulo VII. Viviendo el Sueño
Capítulo VIII. No tan fácil como había imaginado
Capítulo IX. Unas Largas Vacaciones
Capítulo X. Todo el mundo tiene un Sueño
Capítulo XI. Revolución
Capítulo XII. De Vuelta al Caldero
Capítulo XIII. Sube y Baja
Capítulo XIV. De mal en peor
Capítulo XV. Políticamente Incorrecto
Capítulo XVI. Negocios
Capítulo XVII. Sola en el Bosque
Capítulo XVIII. Muy Sola en el Bosque
Capítulo XIX. ¡Smash!
Capítulo XX. Dieu ex Machina
Capítulo XXI. Desenlace
Capítulo XXII. Un respiro
Capítulo XXIII. Final
UN SUEÑO
Debería existir en algún lugar de la tierra un sitio que ninguna nación pudiera reclamar
como propiedad exclusiva, un sitio en donde todos los seres humanos de buena voluntad
y sinceros en su aspiración, pudieran vivir libremente como ciudadanos del mundo,
obedeciendo a una sola autoridad, la de la Verdad suprema; un lugar de paz, concordia,
armonía, donde todos los instintos de lucha del hombre fueran usados exclusivamente
para triunfar sobre las causas de sus sufrimientos y desdichas, para superar sus
debilidades y su ignorancia, para conquistar sus limitaciones e incapacidades; un lugar
donde las necesidades del espíritu y la preocupación por el progreso tuvieran
precedencia sobre la satisfacción de deseos y pasiones, sobre la búsqueda de goces y
placeres materiales.
En ese lugar, los niños podrían crecer y desarrollarse de manera integral, sin perder
contacto con su propia alma. La educación no se impartiría con miras a aprobar
exámenes y obtener certificados y puestos, sino para enriquecer las facultades existentes
y revelar otras nuevas. En ese lugar los títulos y los cargos serían reemplazados por
oportunidades de servir y de organizar.
Las necesidades del cuerpo serían igualmente satisfechas en todos y cada uno de los
casos. En la organización general —intelectual, moral y espiritual—, la superioridad no
hallaría expresión en el fomento de los placeres y poderes de la vida, sino en el
incremento de los deberes y las responsabilidades. La belleza artística en todas sus
formas —pintura, escultura, música, literatura— estaría igualmente al alcance de todos,
y la oportunidad de compartir los goces que de ellas emanan sólo se vería limitada por
las capacidades de cada uno, y no por su posición social o financiera.
Pues en ese sitio ideal, el dinero no sería ya el señor soberano. El valor individual
tendría una importancia mayor que el debido a la riqueza material y a la posición social.
El trabajo no sería allí el medio para ganarse la vida, sino el medio por el cual el
individuo podría expresarse y desarrollar sus propias capacidades y posibilidades,
prestando al mismo tiempo su servicio a la totalidad del grupo, que aseguraría por su
parte la subsistencia y el ámbito laboral necesarios para cada uno.
En pocas palabras, sería un lugar donde las relaciones entre los seres humanos,
basadas por lo común casi exclusivamente en la competición y la lucha, serían
reemplazadas por relaciones de emulación en la realización del bien, en la colaboración,
relaciones de auténtica fraternidad.
—La Madre
CAPÍTULO I
ÉRASE UNA VEZ
Una pequeñez circunscrita por la muerte no es todo lo que somos:
inmortales nuestras olvidadas inmensidades
esperan ser descubiertas en nuestros yos supremos;
inconmensurables extensiones y profundidades del ser nos pertenecen.
Hacia esos dominios de altos picos sellados a nuestra búsqueda,
apunta en lo profundo de nosotros un olvidado parentesco
y una tenue voz de éxtasis y de plegaria
llama a esas luminosas inmensidades perdidas.
Incluso cuando dejamos de atender a nuestras almas
o permanecemos absortos en la consciencia terrena,
todavía tenemos partes que crecen hacia la luz.
“Savitri” de Sri Aurobindo
CUANDO el sol se pone sobre el Océano Pacífico a lo largo de la costa de California,
en los Estados Unidos de América, amanece sobre la Bahía de Bengala, en la India,
anunciando un nuevo día en Auroville, la Ciudad de la Aurora.
Nada pertenece a nadie en particular en Auroville. Roslyn había vivido en Auroville
durante veinte años. Luego durante dos años en California. Puesto que nada pertenece a
nadie en particular en Auroville, cuando regresó en 1990 no pudo reclamar la casa en la
que había estado viviendo antes de marchar.
La única casa vacía que pudo encontrar fue la casa construida por Jim Bean. Él había
sido su "verdadero amor" que había dejado de hablarle nueve años antes de su muerte.
Había prometido a Dhyan, que se había caído desde el Matrimandir —el Santuario de la
Verdad en el centro de Auroville— y se había partido la espalda, que hasta tanto ella
pudiera caminar, él no le dirigiría la palabra a Roslyn.
En 1986 Jim Bean murió y Dhyan perpetró sati. Ambos habían participado en el
proceso de construcción de la casa. Nadie podía hacerse idea de qué hacer con la casa.
Se convirtió en una casa de huéspedes. Era opresivamente sombría, sucia y vacía
cuando Roslyn regresó a Auroville. Se instaló en ella porque no tenía otro lugar a dónde
ir. Hubiera preferido no volver a Auroville.
Sólo había ido a la casa una vez anteriormente, a presentar sus últimos respetos al
cuerpo de Jim, antes de que fuera enterrado. Aquel día la casa era enteramente gris,
cemento y piedra, algo parecido a Gormenghast.
El cuerpo de Jim estaba tendido sobre una mesa, acolchado en hielo, envuelto en una
sábana blanca, rodeado de cestos de jazmines. Cuando Roslyn miró su cara quedó
sobrecogida por la expresión que vio en ella. Había sido la persona más gentil y más
dulce del mundo. Había un rictus de rabia en su cara que casi la golpeó. Depositó sobre
su corazón la orquídea que había traído para él, simbolizando "Amor Eterno por el
Divino", y salió. Lo único en aquel lugar que no era horrible eran las flores que
colmaban el centro del patio, vistosas flores de color rosa a las que Madre había dado el
nombre de "Compasión de Sri Aurobindo". Era lo único que hacía la casa soportable.
Odiaba el lugar y hubiera querido no volverlo a ver en su vida. Unos meses más tarde,
su mejor amigo se había instalado en la casa del guarda, próxima a la casa de Jim Bean,
y Roslyn le había dicho: —"Jamás vendré a visitarte aquí. Odio este lugar. Si alguna vez
quieres verme tendrás que venir al bosque." Y ahora estaba allí, en aquella casa, y en
absoluto contenta. El cuidador, Heinie, antes de partir hacia Alemania, le preguntó si
quería vivir en la casa, y ella muy sinceramente le contestó: —"¡No!"
Sorprendentemente, la casa resultaba un bello espacio conforme la mugre se iba
disolviendo paulatinamente, a base de polvos Vim y de un perseverante esfuerzo.
Surgieron los recuerdos de los buenos días de antaño. A veces sentía que Jim Bean
estaba allí, con ella, en la casa.
Roslyn había huido de sus recuerdos. Había escapado a California. Pero había
llegado el tiempo de plantar cara a su recuerdos, y percibió la ironía del destino de estar
en aquella casa que representaba el símbolo de la historia. La casa se levanta solitaria y
majestuosa al borde de un cañón, al final de un camino, en medio del bosque. Allí uno
podía trascender la soledad; la paz de la soledad es posible. La casa está construida en
armonía con los movimientos del sol y de la luna. Es exquisita. Durante el verano la
fachada recibe y absorbe el sol y actúa como una sombrilla que proporciona sombra a la
terraza. Durante el invierno el sol brilla sobre la terraza, de manera que nunca hace un
frío desagradable, a no ser que llueva durante muchos días seguidos. Roslyn debía
afrontar las horriblemente trágicas muertes de Jim Bean y de Dhyan para encontrar la
belleza en la casa. El lugar entero parecía cubierto con un grisáceo miasma de completo
abandono.
Los días de su regreso a Auroville se convirtieron en días de dolor, extenuación e
impotencia y se sintió como si todavía la estuvieran acosando. Lloró y lloró y lloró,
como si las lágrimas pudieran cambiar el pasado. Incluso cinco años después de las
muertes de Jim Bean y Dhyan, el sentimiento de pérdida no había disminuido. Ellos
eran también parte de Auroville, parte de la enorme excitante aventura que Auroville
prometía ser, y tan completamente comprometidos con Auroville que no habían querido
vivir en ninguna otra parte. Murieron antes de que la casa estuviera terminada. No
teniendo otro sitio adonde ir, Roslyn había ido allí y se encontraba en el monumento
que Jim y Dhyan habían construido. Se había convertido en una casa de huéspedes.
Se inscribió como huésped y le asignaron una habitación en la parte superior, sobre
la terraza, que resultaba más que deprimente. Era sombría. Era una celda. Los colchones
eran irrecuperables. Había aparadores para sus vestidos y cosméticos. El cuarto de baño
era sombrío. La cocina estaba mugrienta. Las blancas paredes estaban recubiertas con
una pátina de suciedad. Las alacenas estaban llenas de hormigas. La casa estaba llena de
moscas durante el día y de mosquitos y murciélagos durante la noche, y ocupada por un
ejército de ranas.
Cuidaba de la casa un conserje, Heinie, a quien se la había encomendado para su
cuidado el padre de la hija de Dhyan. Cuando Roslyn mencionó que estaba muy sucia,
le dijo que si no le gustaba que la dejara.
No tenía a dónde ir, así que se calló. Pero cada mañana, como una especie de práctica
espiritual y un gesto de respeto hacia Jim Bean, dedicaba veinte minutos a restregar una
parte de la casa con cepillo, jabón y polvos Vim. Recorrió toda la casa abriendo
ventanas, lo que de repente transformó la sombría caverna en una caja de luz. Sintió que
Jim Bean estaba vivo en la casa, en una dimensión espiritual, como un espíritu
amistoso.
En otro tiempo Roslyn había sido muy, muy joven, en la lluvia de estrellas de gas
hilarante, en la época del "strawberry fields forever".
Sus padres le habían dado todo el confort, cuidado y privilegios que pudieron
imaginar. Estaban tristemente defraudados por la forma en que ella había usado esos
regalos.
Se encontraba sobre un puente de arco iris entre el pasado y el futuro.
En 1969 Roslyn tenía veinticinco años y era madre de un pequeño bebé. Había
estado vagabundeando alrededor del planeta durante años. A los dieciséis se había
graduado en la escuela de secundaria. A los diecisiete suspendió en la Universidad,
porque apenas había asistido a las clases, habiendo tenido un flechazo con la canasta,
una pierna rota y perdido casi todos sus cursos. Trabajó y viajó durante un par de años,
y regresó a la Universidad. Deambuló por Méjico durante las vacaciones y por fin
abandonó los estudios. Vivió en Méjico en una tienda de tela de paracaídas de seda,
naranja y blanca. Pasó algún tiempo con su hermana en Nueva York trabajando para
una agencia de publicidad. Después, de nuevo vuelta a la Universidad. Encontró y se
unió a una tribu de hippies con un autobús repleto de peyote, que andaban buscando La
Ciudad de Dios. Vivió con ellos en una montaña próxima a un cañón y quedó
embarazada. Mientras estaba sentada en casa de un amigo, mirando una pintura, tuvo
una visión que le dijo que fuera a la India. Voló a Nueva York, visitó a su familia,
trabajó durante unas pocas semanas y compró un pasaje en un carguero rumbo a
Amberes. Su padre, Bernie, condujo hasta Nueva York para ir a despedirla y le aseguró
que le enviaría regularmente cien dólares al mes en tanto en cuanto ella le escribiera
regularmente.
El barco atracó en Amberes. Fue una travesía divina. En realidad no conoció ni habló
con nadie en el barco, pero se sentaba en el puente observando el cielo y el mar y
disfrutando de la brisa. Bliss nació en Berlín unos días antes de Navidad. El padre de
Roslyn, Bernie, voló a Berlín unos días después del nacimiento del bebé. Roslyn no le
había dicho que estaba embarazada, y estuvo ligeramente sorprendido de que su hijita
hubiera tenido un bebé. Ella sentía que había sido llamada a la India por un lejano gurú
[1]. Su intuición concordaba con lo que anhelaba hacer: ir a la India con el bebé. Bernie
no esperaba que el bebé pudiera sobrevivir; pero sabía que si enviaba dinero
regularmente podría tener noticias de ellas regularmente.
Llegó al Ashram de Sri Aurobindo por vez primera aproximadamente a las 11:30 de
la mañana del día 7 agosto 1969, con Bliss en un brazo y un bolsón de tela conteniendo
todo lo que tenía este mundo, en el otro. Era una calurosa mañana de verano.
Había estado viajando por la India y el Nepal durante meses, y se disponía a escribir
a su padre para pedirle que le enviara un billete de regreso a USA.
Dieciocho meses antes, embarazada de dos faltas, sentada en un sillón confortable y
enorme en casa de un amigo en Arizona, Roslyn había tenido una visión. Estaba
mirando un cuadro sobre una pared justo enfrente de ella y la pintura desapareció, la
pared desapareció, la casa desapareció, y en su lugar aparecieron dos ojos y un rostro
que le hablaba... "Ven a la India ahora". Sintió palpitar su corazón, pero no sabía en
dónde estaba ella en relación con su cuerpo. Era como si se hubiera trasladado a otra
dimensión y hubiera allí alguien más convocándola a la India. Todavía conservaba ella
su ego mental, que fue capaz de replicar al invisible ser al que estaba mirando, y le dijo:
—"¡No! Estoy embarazada de dos faltas, no tengo ningún dinero".
El ser de la visión parecía haberla escuchado y comprendido, pero le replicó,
inequívocamente, como si el embarazo y la falta de dinero fueran bagatelas: "¡¡¡Ven a la
India ahora!!!"
Y se había ido a la India creyendo que algún remoto gurú la había llamado y quería
encontrarse con ella. Desconocía el nombre o la dirección del gurú, pero había tenido
suficiente fe en la visión para dejar aquel lugar en el que estaba y viajar por mar y tierra
hasta la India. Bliss había estado viajando al Este, hacia el sol naciente, toda su vida.
Cuando Bliss tenía cinco meses se encontraban en la India. Roslyn no tenía ninguna
idea de a dónde ir. Estaba en India, pero no sabía cómo encontrar al enérgico gurú de la
visión. Esperaba que fuera cierto el dicho que había escuchado: "Cuando el discípulo
está preparado el gurú aparece".
Estaba cansada. Se había aventurado a lo largo y a lo ancho en busca de la sabiduría,
de la comprensión y de la verdad, y no había encontrado nada. No importaba dónde
estuviera; siempre era lo mismo. Estaba empezando a sentir que ella y Bliss estaban
solas contra el mundo.
Estaba realmente cansada de que la gente le preguntara: "¿De dónde eres?" o
"¿Dónde está tu marido?"
Sentía que los hombres, los encargados de hotel, los tenderos, estaban todos tratando
de aprovecharse de ella, una joven mujer extranjera, sola con un bebé.
El dinero parecía ser lo único que tenía respeto universal. La espiritualidad parecía
ser una ilusoria ficción.
Arrancada de un mundo estrecho en donde sentía que estaba muriendo de asfixia
psíquica, hasta esta otra dimensión en dónde debía de tomar un montón de respiraciones
profundas, puesto que el mundo se estaba revelando constantemente como algo en nada
parecido a lo que ella siempre había imaginado que iba a ser. Quería escribir, pero
incluso por encima de eso, quería vivir, conocer, experimentar este mundo, y entender
alguno de sus misterios.
Cuando Roslyn estaba abandonando Katmandú, otro viajero le mencionó: "Hay un
ashram parecido a un club campestre a unas cien millas al sur de Madrás, en
Pondicherry, camino de Ceilán. Está en la costa, con excelentes casas de huéspedes y
hermosas playas de arena blanca".
Decidió que tal vez podía interrumpir el largo trayecto en autobús, tren y barco, hasta
Ceilán, en Pondicherry. Le habían gustado las playas de arena blanca en Méjico, los
largos días del trópico, las cálidas noches y los cielos despejados.
Tras días de viaje desde Katmandú hasta Patna, luego en tren de tercera clase hasta
Madrás, no podía soportar la idea de otros dos días en el tren de enlace hasta el barco
que la llevaría hasta Colombo. Tomó un autobús a Pondicherry.
Descendió del autobús en el apeadero para autobuses de Pondicherry y tomó un
rickshaw [2]. Tomó uno que parecía menos desvencijado. Incluso conservaba marcas en
sus neumáticos, y el conductor parecía más joven, más fuerte y sano que la mayor parte
de los demás conductores de rickshaw. Algunos de ellos tenían el aspecto de no
encontrarse bien. Uno tenía una pierna horrible, hinchada monstruosamente por la
elefantiasis; otro tenía muñones de lepra en lugar de dedos en una de sus manos.
Ella parecía ser el único rostro blanco en la abarrotada estación de autobuses,
descalza, con Bliss sobre una de sus caderas y su bolsón afgano de tela colgado del otro
hombro, vestida con un llamativo pijama de algodón de color rojo. Muchas mujeres,
cubiertas con sábanas blancas como vestidos, se detenían para mirarla, mientras
negociaba con el conductor de su rickshaw cuánto debía pagar por una carrera hasta el
Ashram. Las mujeres se detenían y la miraban. Las mujeres musulmanas locales, sus
cabezas y sus cuerpos cubiertos con vestiduras blancas, bajo las cuales una deliciosa
falda, o una falda andrajosa, o una destellante pulsera tobillera, o el vislumbre de un
anillo de nariz, con un niño en una de sus caderas y otro tomado de la mano. Mujeres y
hombres acarreando niños, bolsas y pollos caminaban juntos en grupos de dos o tres.
Roslyn se sentó en el rickshaw y su conductor pedaleó lentamente a través de la
muchedumbre de la estación de autobús. Las mujeres parecían sonreírse bajo sus velos.
Roslyn sentada en su rickshaw discurría lentamente entre vendedores de dulces y
mercaderes de flores que se apretujaban sobre ella mostrando sus mercancías. Le había
indicado al conductor del rickshaw que la llevara al Ashram, pero ella no podía recordar
el nombre del Ashram. "Ashram" resultó suficiente para que el desastrado conductor se
introdujera en la corriente de bicicletas que se movían hacia el norte. Circularon
lentamente dejando atrás a gente que balanceaba sus cestos sobre sus caderas o sus
cabezas, mendigos, niños, y un rebaño de desagradables búfalos grises y sucios.
Pequeñas tiendas construidas con hojas de palma se alineaban a la orilla de la atestada
estación de autobús. Conducían a través de calles invadidas de cerdos comiendo
desperdicios, y hombres elegantemente vestidos y mujeres vistosamente ataviadas con
atractivos saris y llamativos brazaletes. Las calles abarrotadas de bicicletas y rickshaws,
gente y animales. No había muchos vehículos de motor en la ciudad. Las tiendas
estaban repletas de saris, dulces y cacharrería de latón. Policías con silbato dirigían el
multitudinario tráfico en las saturadas esquinas próximas al bazar.
Pasaron por un pequeño parque encantador, y a través de calles apacibles en donde
todos los muros parecían pintados del mismo color gris/azul/blanco.
No había mucha gente por la calle a esa hora en esa parte de la ciudad, y los pocos
que Roslyn vio, a pie o en bicicleta por las calles, resultaban vestidos de blanco y daban
una impresión un poco etérea. Todo el mundo iba con vestidos blancos impecables y
radiantes, moviéndose tranquila y resueltamente a lo largo de las calles de muros
gris/azul/blanco, con un ritmo diferente al de la gente que había dejado atrás en la calle
de la estación de autobús y del bazar. En las calles había puertas, vestíbulos, árboles y
flores que asomaban por encima de los muros. Ciertamente era más limpio y más
tranquilo que cualquier otro lugar que Roslyn hubiera visto en la India.
El rickshaw paró delante de una puerta abierta en los muros gris/azul/blanco.
—¿Ashram? —le preguntó ella.
Él movió su cabeza y le pidió diez rupias.
Él había estado de acuerdo en la estación de autobús en llevarla hasta el Ashram por
cinco rupias, pero había sido una carrera larga, así que le dio seis rupias y él sonrío.
Cogió a Bliss y su bolsón y se dirigió a la puerta, descalza, vestida con su llamativo
pijama rojo, el oscuro pelo de su cabeza alborotado unos centímetros en cada dirección.
Atravesó la puerta. Había flores a derecha e izquierda. Delante de ella había unos
escalones que conducían a un porche en donde varios hombres vestidos de blanco
estaban sentados en unas sillas.
Un hombre pequeño con un turbante azul pastel se levantó y preguntó con una
amigable sonrisa: —¿Puedo ayudarte?
—Estoy buscando un lugar para quedarme durante unos pocos días —contestó
Roslyn.
—Éste es el Ashram de Sri Aurobindo —replicó él.
—Sí. He oído que el Ashram tiene casas de huéspedes.
—Casas de huéspedes, sí, ¿quieres dejar tu bolsa? —preguntó él amablemente.
—Sí —contestó ella con alivio, y dejó caer la bolsa de su hombro al suelo.
—Puedes dejarla aquí —dijo él, señalando uno de los espacios vacíos de un casillero
colocado a la izquierda de los escalones.
—Siéntate aquí —dijo otro de los hombres de blanco, señalando una silla vacía.
—Me gustaría disponer de una habitación en una casa de huéspedes durante algunos
días, si es posible —dijo ella.
—Sí, pero lamentablemente la persona que se ocupa de esto ha salido para comer y
no regresará antes de las 3:30, esta tarde.
—¿Quieres sentarte aquí y esperarlo? —preguntó el hombre del turbante azul.
—No, creo que iré a encontrar algún sitio para comer en la ciudad —replicó ella.
—¿Puedo enseñarte el Ashram? —preguntó él.
Ella había leído "Viaje al Este" de Hesse, y pensó que sería descortesía rehusar, así
que aceptó su oferta de enseñarle el Ashram.
Llevando a Bliss, Roslyn siguió a su amable guía a lo largo de la senda bordeada de
flores hasta el patio central del Ashram. Él señaló a través del patio hacia las ventanas
del tercer piso y le dijo: —La Madre ha sido el Maestro de este ashram desde que Sri
Aurobindo murió en 1950. Ella vive ahí. Sale de Su habitación sólo cuatro veces al año
para dar Darshan [3] a Sus devotos. Habrá Darshan la próxima semana por el
aniversario del nacimiento de Sri Aurobindo, el 15 Agosto. ¿Estarás aquí?
—No lo sé —replicó ella. Había hecho planes de parar únicamente durante tres días.
Su dinero se estaba acabando y necesitaba escribir a su padre por más. Había previsto
pedirle que enviara el dinero y el billete a Colombo, pero podía quedarse en
Pondicherry a la espera del dinero y después escribir para el billete desde Colombo.
Su guía la condujo a través del patio hasta otro patio más pequeño y señaló hacia la
puerta de la oficina que estaría abierta por la tarde, en donde ella podía obtener el
permiso para alojarse en una casa de huéspedes. Después se dirigieron a través de uno
de los gráciles arcos de hormigón en el fondo del patio pequeño al interior de un amplio
vestíbulo con suelos de mármol.
—Ésta es la sala de meditación —dijo el guía suavemente. Apuntó con su dedo hacia
el techo—, la Madre está sentada en la planta de arriba.
Había una magnífica escalera con una alfombra verde que desaparecía en un recodo
hacia el interior de un mundo más elevado. Atravesaron el vestíbulo hacia la parte de la
habitación en donde el techo asemeja una abovedada cúpula de plata. En un lado de la
habitación había una pintura de La Madre y Sri Aurobindo. La Madre, pálida y
conmovedora, estaba envuelta en un sari dorado dispuesto de forma que cubría Su
cabeza, sobre la que se mantenía con una diadema dorada, su mano descansando
despreocupadamente junto a la mano de Sri Aurobindo. Él se sentaba a Su lado sobre el
trono recubierto con una piel de tigre. La dorada luz de Su aura se mezclaba
delicadamente en la pintura con la luz blancoazulada que emanaba del poderoso sabio
silencioso que vestía cordón blanco, una toga blanca y un dhoti [4], increíblemente
luminoso, como si brillara desde el interior con una poderosa luz, inmóvil aunque
dinámica. El devoto que había pintado el cuadro había conseguido captar la paz y el
gozo, la magia y el misterio que Madre y Sri Aurobindo habían inspirado en él. El guía
de Roslyn le explicaba: —En la pintura están sentados como lo estuvieron cuatro veces
cada año, dando Darshan a todos sus discípulos, devotos y huéspedes.
Al otro lado del vestíbulo había una foto de Sri Aurobindo, insertada en el centro de
su símbolo, una estrella de seis puntas con un cuadrado en el medio.
Roslyn miró esa foto y fue como si pequeñas campanillas sonaran a través de todo su
cuerpo. Se giró rápidamente. Había venido a la India en una búsqueda espiritual, pero
ya no estaba interesada. Si allí había algo, no quería saber nada.
Su guía la condujo de vuelta, pasando por el pequeño patio al patio central del
Ashram. La acompañó al árbol grande que ocupaba el centro y le explicó que Madre
había dado a ese árbol el nombre de "El Árbol de la Felicidad". Le señaló la losa de
mármol cubierta de flores juntó al árbol y le dijo que era allí donde Sri Aurobindo
estaba enterrado.
De nuevo escuchó las pequeñas campanillas. Intentó ignorarlas y siguió caminando,
de vuelta a través del jardín hacia el porche. Dio las gracias a su guía, y le preguntó si
conocía algún buen restaurante no vegetariano.
—No —replicó él pesaroso.
—Puedes dejar aquí tu bolso —ofreció.
Todas las reglas del viajero la invitaban a tomar su bolso, pero no deseaba cogerlo.
Llevaba encima su pasaporte y el dinero, y a Bliss. Dejó todo lo demás cerca del
casillero y salió a la calle, en donde ordenó al conductor de un rickshaw que la llevará a
un "hotel de comidas".
Roslyn almorzó en un lugar que tenía un comedor separado para mujeres. Era
agradable y privado y comió animadamente, alimentó a Bliss, y volvió al Ashram.
Su bolsón estaba todavía posado cerca del casillero. Su amigo el del turbante azul la
recibió.
—¿Has comido?
—Sí.
—Él está ahora en la oficina.
Le dio las gracias y se dirigió con Bliss a la oficina.
Las puertas francesas estaban abiertas, y había un escritorio muy grande rodeado de
estanterías llenas de libros frente a las puertas, pero no había nadie sentado en el
escritorio.
Dio otro paso en el interior de la habitación y escuchó una voz a su derecha, —
¿Puedo ayudarla?
Volvió su cabeza y vio a un hombre alto que la observaba mirando por encima de sus
gruesas gafas.
—Estoy buscando una habitación en una casa de huéspedes —replicó ella.
—Yo soy el encargado de las casas de huéspedes del Ashram.
—Necesitó una habitación.
—¿Para cuantos días necesita la habitación? —preguntó él.
—Me gustaría asistir al Darshan.
—De acuerdo, le daré una habitación en Castelini Guesthouse.
Se sentó e hizo un ademán señalando la silla frente a él: —Por favor tome asiento.
Ella se sentía cansada y estuvo contenta de sentarse. Él apartó a un lado el libro que
tenía delante para hablar con ella.
Colocó un papel delante de él y tomó su pluma. Le preguntó por todos los detalles de
su pasaporte. Ella respondió sin buscar en su bolsa para consultarlo, porque conocía los
números de memoria; había sido preguntada por ellos con frecuencia.
Después de haberle dado los detalles él le pidió su pasaporte con el que chequeó lo
que había escrito. Chequeó todo por dos veces, luego le devolvió el pasaporte y le
extendió un formulario para que lo firmara.
Le entregó un pequeño carnet verde que era un pase de huéspedes para ser admitida
en todos los servicios del Ashram. Le dijo que el coste por cada noche era de diez
rupias, incluyendo tres comidas por día en el comedor del Ashram, y que los horarios
del comedor estaban indicados en el carnet de huéspedes. En negritas al pie del carnet
verde ponía: "No tabaco, bebidas o sexo".
Se alegró de estar de acuerdo con todo ello. Ofreció pagar por adelantado.
—Está bien, haga el favor de volver aquí para devolver el carnet de huéspedes y
firmar la salida, después del Darshan.
—Muchas gracias —respondió, tomando el carnet y dirigiéndose al exterior para
recoger su equipaje en el porche. Ordenó al conductor del rickshaw que la llevara a
Castelini.
El Comedor del Ashram estaba en uno de los extremos del parque, y la casa de
huéspedes se adentraba varios bloques en el interior de la ciudad, en el lado opuesto del
parque.
Contaba con un muro en el tono radiante gris/azul/blanco del Ashram y una pulcra
puerta de teca abierta. Pagó al rickshaw que le tendió su bolsa en la puerta. Descalza,
con su pijama rojo, caminó al interior del jardín. Llevaba a Bliss en su brazo derecho, la
bolsa colgada de su hombro izquierdo, mientras subía los amplios escalones entre
pilares, al interior de la galería de mármol. Era un lugar acogedor, aunque
absolutamente silencioso. Se sintió como Alicia en la madriguera del conejo.
Las puertas francesas de la izquierda conducían a una escalera y las de su frente a un
amplio recibidor con bellas alfombras orientales en el suelo y mobiliario victoriano
cubierto con sus fundas.
Pasó al interior de la habitación, diciendo: —Hola. Pero allí no había nadie.
El techo tenía al menos cuatro metros y medio de altura. Como no había nadie en la
habitación, se adentró a través de otro conjunto de puertas, hasta llegar a una nueva
galería en donde encontró a un hombre en completo silencio vestido con almidonados y
planchados camiseta y pantalones cortos. Ella no se había lavado los pies desde Calcuta.
—¿Puedo ayudarte? —preguntó él en voz muy baja.
Ella le mostró su pequeño carnet verde que decía que ella, Roslyn, era una huésped
del Sri Aurobindo Ashram en Castelini Guesthouse.
Él tomó el carnet sin mirarla directamente. Era muy tímido. Finalmente, tras estudiar
el carnet durante bastante tiempo, se presentó a sí mismo como el administrador de
Castelini Guesthouse y le pidió que le siguiera a su habitación. La condujo al piso de
arriba y le enseñó una habitación muy limpia y agradable, a la que se accedía por un
amplio salón de estar. Era una habitación de rinconera, llena de luz, con flores frescas
en un anaquel situado debajo de una foto de la Madre y Sri Aurobindo.
—Muchas gracias. ¿Qué podría hacer con mi ropa sucia? —preguntó ella.
Él le aseguró que un sirviente vendría a recoger la ropa sucia por la mañana y le
devolvería las prendas limpias por la tarde. El sirviente le colocaría también la red
mosquitera al anochecer y la quitaría por la mañana y limpiaría la habitación. ¿Prefería
ella tomar té o café en la cama?
—Té —replicó ella, ya que nunca tomaba café; pero hasta entonces jamás le habían
ofrecido té en la cama.
—¿A qué hora?
—No comprendo.
—¿A qué hora quiere su té en la habitación por la mañana?
—Tan temprano como sea posible, por favor.
—¿A las cuatro?
—A las seis treinta.
—De acuerdo —replicó él. Señaló hacia el vestíbulo próximo a la puerta de la
habitación, en el salón de estar de esa primera planta—. El baño está ahí.
Ella le dio las gracias y él la dejó sola.
Roslyn y Bliss parecían ser las únicas personas allí. No habían visto ni oído a nadie
más en la enorme casa excepto al administrador. Su habitación daba a un amplio salón
de estar lleno de alfombras orientales, sofás victorianos y sillas de enamorados, con
fundas cuidadosamente dispuestas que daban la impresión de que nadie se sentaba
jamás en esta habitación. No había siquiera una mota de polvo en las lustrosas mesas.
Había dos puertas francesas abiertas, una conduciendo a la galería situada en la fachada
de la casa y la otra que daba paso a la galería trasera. La habitación estaba inundada con
la desvaneciente luz del incipiente atardecer y había dos silenciosos ventiladores de
techo pintados en el mismo color que los relieves de las paredes. La habitación y la casa
estaban pintadas en delicados tonos del gris/azul/blanco de los edificios del Ashram;
había una atmósfera prístina y segura. En la pared más alejada del amplio salón de estar
había puertas que conducían a las otras habitaciones de huéspedes, pero esas puertas
permanecían cerradas, y las cortinas exteriores de la abierta puerta del vestíbulo estaban
recogidas. No había evidencia de otros huéspedes.
Había un gran silencio. Era completamente diferente a cualquier otra cosa que
Roslyn hubiera experimentado en sus viajes. Parecía no haber otros huéspedes. Roslyn
calculó que si se aburría demasiado podía marcharse después de dos o tres días tal como
había planeado originalmente, pero antes necesitaba asearse, cambiarse y descansar.
El cuarto de baño era grande, todo de azulejos blancos, y tenía un inagotable caudal
de agua corriente. La suciedad de días de viaje se disolvió rápidamente y después de
unos minutos, incluso sus pies estuvieron limpios. Carecía de zapatos. Todas las cosas
de Bliss necesitaban un lavado, así que lavó un par de cosas, y como hacía bastante
calor Roslyn sintió que estaría bien para Bliss estar desnuda. Roslyn se había quitado su
sucio pijama rojo de algodón y se puso un pijama naranja limpio. Su pelo estaba limpio,
pero todavía permanecía encrespado sobre su cabeza.
Estaban limpias y dispuestas para salir, pero no tenía reloj y desconocía qué hora era.
Roslyn estaba pensando en ir paseando hacia la Sala de Comidas. Se preguntaba qué
hora era. Todavía no había visto a nadie más en la casa de huéspedes. Salió a través de
la puerta francesa a la galería trasera y vio a alguien sentado allí, un hombre grande, de
pelo rojo y barba, vistiendo un pijama malva.
Estaba sentado sobre una silla de ratán azul al lado de una mesa redonda del mismo
color. Había varias sillas azules vacías alrededor de la mesa. Ella salió a la terraza con
Bliss en sus brazos y observó el espléndido jardín de rosas.
Roslyn se volvió hacia el hombre de pelo rojo en pijama malva y le preguntó por la
hora.
Él extendió la mano y cogió una botella de cerveza, llenando el vaso vacío frente a él
sobre la mesa. Ella se sorprendió de ver a una persona bebiendo cerveza en la casa de
huéspedes. En su pequeña tarjeta verde se afirmaba claramente "No fumar, alcohol o
sexo".
El hombre pelirrojo la estaba observando, pero parecía no haberla oído. Luego le
preguntó si quería una cerveza.
—No, gracias. No tomo cerveza.
—¿Qué demonios bebes? —preguntó él.
—Coca-Cola con hielo —replicó ella.
[1] Gurú es dios, es gracia — Maestro espiritual.
[2] Bicitaxi. Triciclo con un asiento sobre las ruedas traseras y un asiento para el
conductor sobre la rueda delantera.
[3] Momento en el que uno tiene contacto directo con el gurú.
[4] Pieza de tela que los hombres envuelven alrededor de su cintura que cae
prácticamente hasta el suelo.
CAPÍTULO II
GRAN SEÑOR Y LA DAMA CELESTIAL
Una memoria sin forma permanece en nosotros todavía
y a veces cuando nuestra visión se vuelve hacia el interior,
el velo ignorante de la Tierra es apartado de nuestros ojos;
se produce una breve evasión milagrosa.
Nuestras almas pueden visitar en enormes horas solitarias
apacibles regiones de Luz imperecedera,
omnividentes picos de águila de Poder silencioso
y océanos de halo de luna de súbita Dicha inagotable
y calmas inmensidades del espacio del espíritu.
“Savitri” de Sri Aurobindo
LA persona del pijama malva se puso en pie e hizo una galante inclinación,
presentándose a sí mismo como: —John Kelly de Brooklyn.
También Roslyn se presentó a sí misma y a Bliss.
Entonces dijo él: —Disculpa por observarte, pero he estado soñando contigo, aunque
aparecías con un pijama rojo.
Roslyn no tenía idea de cómo responder a eso. Había estado llevando su pijama rojo
durante días, pero acababa de cambiarlo por su pijama naranja limpio.
Él se giró y llamó suavemente dirigiéndose al dintel acortinado detrás de él: —
¡Gabriel!
Desde el dintel acortinado del final de la galería apareció un hombre como
amojamado, de tez muy oscura, vestido con una vestimenta ligera y arrugada.
—Gabriel, la señora quiere Coca-Cola con hielo y yo otra cerveza.
—Cerveza terminada —replicó el pequeño hombre de tez oscura.
—Entonces ve a por más y alguna Coca-Cola con hielo. Anótalo en la cuenta de
Magree.
—Muy bien, ¿y la cena?
—¿Querrás acompañarme aquí para la cena? —preguntó Kelly.
Roslyn estaba muy complacida con la opción de no tener que caminar hasta el
Comedor. Pero replicó a la invitación: —Creo que debería ir al Comedor. Contemplaba
con pavor la larga caminata, llevando a Bliss.
—Tomaremos bistec. Estoy seguro que preferirás un bistec para cenar a la comida
del Comedor del Ashram. Gabriel, bistec y patatas fritas para dos y cuatro botellas de
cerveza, y Coca-Cola con hielo, y será mejor que traigas una botella de brandy.
—Sí, muy bien —dijo el pequeño hombre de tez oscura, mirando a Roslyn y a Bliss
y sonriéndose.
—¿Quieres acompañarme? —preguntó Kelly, indicando una silla al otro lado de la
mesa.
Roslyn colocó a Bliss en una de las sillas vacías y se sentó, encantada con la escena.
Era un apacible comienzo de atardecer tropical. Probablemente había papagayos e
incluso ruiseñores cantando en los árboles del patio. Era un verdadero momento de
esparcimiento, sobre la apacible galería, en la enorme casa tranquila, en un bello
atardecer, con un interesante nuevo compañero y una cena que iba a ser servida, y en el
que todo en el mundo parecía estar en su sitio.
Hubo un poco de conversación inconexa, y ese tipo de preguntas que ella siempre
encontraba difíciles, como "¿De dónde eres?"
Gabriel volvió a entrar desde el dintel acortinado llevando bolsas de algodón blanco
repletas de botellas de cerveza y un alargado contenedor plateado con un asa. Se volvió
tímidamente hacia ellos mientras desaparecía a través de las cortinas hacia el salón de
estar.
—¿Dónde nací? ¿Dónde vivo? ¿A dónde voy? Sospecho que debo contestar que soy
de Hazleton, Pensylvannia, pero no he estado allí desde hace muchos años, y
desconozco si volveré de nuevo.
—¿Por qué estás aquí?
—No lo sé. Estoy aquí.
—¿Planeas permanecer durante algún tiempo?
—No lo sé. Me estoy planteando regresar a USA. ¿Cuánto tiempo llevas aquí?
—Cuatro años.
—¿Has permanecido en esta casa de huéspedes durante cuatro años?
—Llevo aquí seis meses. Hace cuatro años que estoy en la India.
—¿Por qué viniste a la India?
—Es una larga historia.
—¿Qué hacías en Brooklyn?
—Era bombero.
—Nunca había conocido antes a un bombero.
—Estuve quince años en el Departamento de Bomberos de la Ciudad de Nueva
York.
—¿Y entonces viniste a la India?
—Y entonces vine a la India.
—¿Por qué viniste a la India?
—¿Realmente quieres saberlo?
Ella no tenía nada más que hacer ni ningún otro sitio a donde ir y resultaba muy
agradable estar allí sentada en la veranda, así que dejó que él le contara su historia.
Estuvieron sentados durante tres días y tres noches, con Gabriel puntuando las
historias con comidas no vegetarianas de la cocina del sur de la India tres veces al día, y
cervezas para Kelly y Coca-Colas sin hielo para Roslyn a lo largo de todo el día desde
las 7 a.m. hasta las 10 p.m. Ella se ofreció a pagar por sus comidas, pero Kelly era
magnánimo y dijo que era para él un placer, y los dos se estaban riendo tanto que ella
fue feliz dejándole pagar la comida, puesto que andaba muy escasa de dinero y
necesitaba algo de ropa nueva.
John Thomas Kelly resultó para Roslyn un sorprendente primer contacto con la
Madre y Sri Aurobindo. Fue la más original e irreligiosa iniciación imaginable, pero fue
una deliciosa iniciación a un mundo en donde ananda [1] es el propósito de la
existencia.
Kelly le dijo que dejara su mente tan vacía como el cielo sin nubes de un día de
verano, sin prejuicio o preferencia, incorporando la gracia del momento del invisible
jeroglífico del tiempo en el espacio.
Kelly la llevó con él hacia atrás en el tiempo, a la época en la que él era un bebé, tal
vez del tamaño de Bliss. Él estaba en su cunita en Brooklyn. Las personas que creían ser
sus padres estaban al lado de la cuna deseándole buenas noches. Cuando le dejaban solo
en la habitación, sus padres celestiales que eran mucho más grandes y más hermosos
que sus padres humanos, inundaban la habitación y su corazón de una alegría inefable y
su vida con un pedacito de resplandor. Kelly cantó con una dulce voz de tenor "Un
pedacito de cielo descendió desde el cielo un día" y levantó a bebé Bliss y le cantó con
delicadeza ofreciéndole su vaso de cerveza. Tal vez era medio duende, y Roslyn se
había enamorado anteriormente de un duende cuando tenía cuatro años y sus padres la
llevaron a ver "El Valle del Arco Iris", de Finian en Broadway. Kelly tenía algo de viejo
Atlante, de Irlandés, de Druida, de niño, de místico y de divertido. Pensó que un poco
de cerveza no le haría daño a Bliss, y Bliss parecía totalmente encantada cuando el
divertido hombre pelirrojo con la gran nariz sonrosada canturreaba dulcemente
despreocupadas tonadas sentimentales.
Él continuó con sus recuerdos, tratando de explicar a Roslyn cómo había llegado a
estar sentado en esa terraza aquella tarde. —Conforme fui creciendo ya no pude ver los
seres mágicos que me habían cuidado de niño o incluso recordarlos.
—Yo era un macho común americano de Brooklyn. En mi 18 cumpleaños fui
reclutado por el ejército y después de un entrenamiento básico embarcado hacia Francia
en la infantería.
En este punto llegó Gabriel con sus tintineantes bolsas que a Roslyn, que siempre
ostentaba un desbordante apetito, le parecieron muy prometedoras.
Roslyn se reía de Kelly. —Olvidaste a tus parientes mágicos, pero los recuerdas esta
tarde. Confío que no me vayas a cantar "Una tarde de encanto".
Kelly replicó cantando "Make believe” de "Showboat”.
Gabriel llegó al rescate de la tarde apareciendo con un vaso de Coca-Cola y una
botella de brandy, una botella de cerveza y un vaso para Kelly, además de dos platos
rebosantes de bistec y patatas fritas.
—Es asombroso, ¿pero vas a decirme qué te ocurrió como soldado americano en
Francia para explicar cómo acabaste en esta casa de Pondicherry?
—Bueno, si quieres saber cómo llegué hasta aquí, tendrás que escuchar mi historia,
puesto que si no hubiera ocurrido lo que ocurrió, probablemente yo no estaría aquí.
Comían y bebían. Roslyn fumaba. Bliss estaba sentada en la silla al lado de Roslyn,
como una muñeca, simplemente mirando a su mamá bebiendo y al enorme hombre
pelirrojo fanfarroneando.
—No recuerdo en absoluto la Segunda Guerra Mundial —dijo Roslyn—. Y no puedo
imaginar cómo algo de esa época pudiera tener algo que ver para que nos encontremos
aquí ahora, excepto que tú estabas allí, y ahora estás aquí.
—¿Prefieres seguir hablando o escuchar? —preguntó Kelly, ofreciendo su vaso de
cerveza a Bliss que tomó unos delicados sorbos.
Roslyn reía y masticaba el bistec, y aseguró a Kelly que estaba fascinada con su
historia, o por lo menos con su absurdo pijama malva. Su pelo rojo dorado era casi tan
luminoso como su roja nariz.
—Fui embarcado hacia Francia y llevado directamente al frente y estaba aterrorizado
y horrorizado. La primera vez que entré en batalla fue el día del cumpleaños de la
Madre, en 1945. Eran los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial y Francia estaba
todavía ocupada por Alemania. Yo formaba parte del nuevo grupo de soldados G.I. que
habían sido enviados para reemplazar algunos de los soldados que habían caído en la
Batalla de las Ardenas y Bastogne. Habíamos sido enviados a una ciudad llamada
Faubourg. No recuerdo durante cuántas horas o días estuve en medio de aquella batalla,
bajo constante bombardeo de cohetes de los alemanes, llamados "chillonas Mimis"...
¡ruido terrible! Yo veía como la gente era alcanzada por esos cohetes y lanzada al aire
como una galleta. Sospecho que puede ser que eso cambiara mi mente sobre un montón
de cosas y me abriera a algo más.
—Nos encontrábamos en una trinchera en zigzag sobre una montaña, en un
camposanto de la Primera Guerra Mundial. Había sido cementerio incluso antes de
aquello. Había viejas cruces y señalizaciones de tumbas y nosotros habíamos cavado
nuestras trincheras en este cementerio como si fueran una enorme tumba. La compañía
original había sido completamente eliminada, hasta el último hombre. Nosotros
habíamos sido enviados como reemplazo. Había cuerpos sin enterrar de soldados
alemanes y americanos desperdigados por todo el campo. El mundo parecía una jungla
de árboles arrancados, tierra y tumbas. ¡¡¡Grotesco¡¡¡
—Se dice, "No hay ateo en una trinchera". Yo había sido educado como católico.
Pensé que, en cualquier caso, estaba casi muerto, que iba a ser golpeado por la muerte
de un momento a otro, así que traté de imaginar qué significa estar muerto. Fue como si
por un momento fuera de nuevo un niño y tuviera la sensación de mis gloriosos padres
celestiales a mi lado. La mayor parte de los tipos que habían ido a aquel cementerio
conmigo habían muerto ya y yo me preguntaba por qué yo estaba todavía vivo y que si
no estuviera vivo por la mañana ¿dónde estaría? ¿Quedaba algo de todos aquellos
cuerpos muertos, aparte de sus cadáveres sin enterrar?
—Hacía un frío glacial, 21 de Febrero, en mitad del invierno en Francia. Había
estado en este cementerio toda una eternidad. Era noche avanzada. Todos mis
compañeros estaban muertos. Yo estaba solo. No sabía si quedaba vivo alguno más. Vi
una voluta de humo blanco, como el humo de un cigarrillo, pero allí no había nadie para
fumar un cigarrillo. La voluta de humo comenzó a brillar con pequeñas partículas de luz
y deseé que fuera un ángel que venía a llevarme antes de que la próxima "chillona
Mimi" cayera en mi trinchera, me lanzara al aire y me hiciera añicos. Es posible que
hubiera habido alguien próximo en alguna parte, había tanto maldito ruido, pero yo no
podía ver a nadie excepto cuerpos muertos y restos de cuerpos sin enterrar. La
centelleante voluta de humo se expandió como una brumosa neblina. Las deslumbrantes
chispas eran enormes pero no intimidantes como los destellos de los cohetes, y entonces
escuché una gorjeante risa suave, una risa que surgía de aquella centelleante niebla en
medio de aquel valle de muerte, y no se trataba de una risa cruel, sino el compasivo
suspiro de un sabio hombre anciano. Era cautivadora, y algo de un orden diferente
emergió del sombrío caos que me rodeaba. Vi, en la neblina, una cara, un ser humano de
largo pelo blanco y barba, sonriendo dulcemente, transportándome fuera del dolor y del
horror y del miedo al interior de una profunda paz. Sus ojos emanaban una mirada que
me hubiera derribado si no hubiera estado ya yaciendo apretujado contra el fondo de la
trinchera, y tuve la certeza de que estaba muerto y viendo a Dios.
—No. No estaba muerto. Podía mover mi cabeza y mis manos y mis piernas. La
atmósfera de osario había desaparecido y aunque todavía permanecía en medio de este
camposanto lleno de cuerpos sin enterrar, había algo más allí conmigo, o alguien más,
que parecía tener poco que ver con la vida y con la muerte, sino que era una emanación
de un reino más allá.
—La visión habló: —"Si mi ayuda es tu elección, debes abandonar tu religión."
Entendí inmediatamente, "¡Se trata del demonio!" Pero no lo rechacé. Repliqué: —"No
tengo religión, tendrás que dármela tú", pero interiormente estaba rezando el rosario.
—¡Se reía de mí como si supiera que estaba tratando de protegerme del demonio
diciendo el Ave María! La Madre. Repentinamente ya no era una niebla, ojos, una cara,
una voz, la risa, sino un hombre de apariencia imponente con pelo blanco suelto y
barba, erguido el medio del hediondo campo de batalla, emanando vida, rodeado por
una apacible luz blancoazulada, como el cielo de un día de verano, como un imposible
lago transparente. Sus vestiduras blancas semejaban la toga de un romano, pero él era
más augusto que cualquier César.
—Yo estaba colmado por su amor y su compasión hacia mí y de una forma vaga
reconocí en él al padre celestial que se cernía sobre mí cuando yo era un bebé. ¿Dónde
estaba la Madre?
Se produjo un destello y a su lado apareció una construcción que parecía un pequeño
templo griego. Había una luminiscencia maravillosa. Pude ver a una mujer en bata de
terciopelo dentro del templo. Parecía como una diosa griega de la sabiduría.
Kelly miró a Roslyn. —Debes recordar que yo estaba en una cochina trinchera en un
apestoso campo de batalla, en un cementerio de Francia, y era como si estuviera en mi
cunita con mis amorosos, maravillosos, etéreos padres visitándome como si nada
hubiera ocurrido. ¡Estaba justo en medio de una maldita Guerra! Las pistolas disparaban
bang, bang, y los hombres morían, y de repente todo era perfecto; excepto que yo no
sabía qué estaba pasando. ¿Caí dormido y resulté alcanzado por una "chillona Mimi" y
fui al cielo? Nadie jamás me había sugerido en ninguna parte que podía existir algo tan
maravilloso y hermoso como esa mujer en su templo. Pero Ella no se correspondía con
aquel campo de batalla, así que Le dije: —"Escucha, cariño, deberías largarte de aquí,
pues estamos en un momento horrible, y si no te vas enseguida me voy a volver loco de
gusto."
—Me sonrió, y se desvaneció con Su templo en la noche, y yo me sentí muy bien.
—Lo siguiente que recuerdo es a un soldado despertándome. "Kelly, levanta. ¡Nos
vamos de esta colina! ¡Nos han relevado!"
—El lugar estaba siempre cubierto de nubes y nunca podía decir qué hora era.
Descendíamos por la colina y yo intentaba imaginarme qué había ocurrido, cuando
escuché a dos tipos detrás de mí conversando: "¿Viste la hermosa luz sobre la colina la
noche pasada?" "¡Yeah, fue impresionante!" ¡También habían visto algo!
—Pero luego supuse que fue un sueño o que nunca había ocurrido y lo olvidé.
Roslyn disfrutaba a conciencia escuchando esta increíble historia. Era un tipo de
experiencia completamente diferente a cualquier otra que ella hubiera conocido. Se fue
a la cama saciada de buenas historias y de buena comida. Por la mañana se despertó
escuchando un suave golpear sobre la puerta de su habitación. El sirviente estaba allí
con la bandeja del té.
Tomó la bandeja y salió a la galería. Kelly ya estaba sentado allí en la pequeña mesa
azul, con un puchero de café y un periódico.
No había más que una mesa, así que tuvo que sentarse con él. Era una mañana
espléndida, todavía con el ligero frescor de la noche. Había dormido con el ventilador
de techo, pero dentro de la red mosquitera, confortable, a salvo y segura, después de
cuatro noches de trenes en compartimentos de tercera clase.
Kelly la miró por encima de su periódico: —Buenos días, querida. ¿Has dormido
bien?
—Como un tronco —contestó sonriéndole.
—¿Quieres café?
—No, gracias. Estoy tomando té.
—Gabriel estará aquí pronto con el desayuno.
Esto sonó a Roslyn de maravilla. No tenía gran interés en caminar por la ciudad hasta
el Comedor del Ashram para el desayuno. Estaba encantada de poder sentarse y que le
sirvieran la comida y que le contaran buenas historias. No podía recordar sintiéndose de
una forma más acogedora o confortable.
Era algo más que un entretenimiento, era algo nuevo, diferente de cualquier otra
sabiduría-vieja-y-agotada-del-mundo
que
Roslyn
hubiera
experimentado.
Exotéricamente la historia de Kelly era la historia de un soldado G.I. durante la Segunda
Guerra Mundial, pero era una maravillosa balada lírica del afecto entre este grandullón
pelirrojo en pijama malva y sus padres celestiales, su vida interior inequívocamente tan
real —o más real— que su vida externa. Se sentaba allí feliz, tranquilo, satisfecho,
irradiando paz interior, con un vaso de cerveza en la mano, el corazón abierto y
magnánimo. Roslyn ni siquiera descendió por las escaleras de la casa de huéspedes
durante tres días.
Él continuó: —Pensé que me volvía loco, lo cual tiene fama de no ser una buena cosa
entre la sociedad católico-irlandesa de América, pero anhelaba ver de nuevo a la dama,
y al hombre, a quien comencé a dirigirme internamente como "Gran Señor". En el
ejército todo el mundo es llamado “señor” y yo estaba en el ejército. Después de ver a
este hombre divino emergiendo de una voluta de humo en el campo de batalla y haber
sobrevivido a la batalla, sentí que tenía una relación diferente hacia mi mortalidad e
inmortalidad.
—Gran Señor fue mi invisible compañero cuando yo marchaba con el ejército de
liberación a través de Europa. Tengo una amiga encantadora que me gustaría que
conocieras, aquí en Pondicherry, una condesa francesa que combatió en la Resistencia y
que ahora está viviendo aquí. Ella tuvo una experiencia similar durante la guerra.
—¡Me encantaría conocer a una condesa! —exclamó Roslyn.
—Le enviaré una nota para invitarla a cenar con nosotros en Magree el viernes.
¡¡Gabriel!!
Gabriel apareció tras las cortinas, reclinado, en una postura servil.
Kelly se volvió hacia él: —Papel, pluma.
Y se eternizó componiendo la nota. Roslyn fue a su habitación para echar una
cabezada y cuando se levantó era mediodía.
Salió a la terraza. Kelly estaba sentado allí.
—Realmente creo que debería ir al Comedor del Ashram para la comida.
—No seas tonta, Gabriel estará aquí de un momento a otro con la comida —replicó
Kelly. Bliss comenzaba a organizar griterío desde el dormitorio. Roslyn tenía que ir a
darle de comer y bañarla y vestirla. Cuando volvió había platos rebosantes de pollo al
curri y botellas de Coca-Cola y de cerveza fría sobre la mesa.
Escuchó y río y comió y durmió.
Había una imagen de la Madre con una cesta de flores en la pared al lado de la mesa
y un enorme retrato de Sri Aurobindo al fondo de la galería. En su habitación había un
calendario con una fotografía de la Madre.
Bliss se sentaba en la silla al lado de la suya, o sobre su regazo, mientras ella comía,
bebía, reía y escuchaba. Aunque Bliss tenía sólo ocho meses, parecía viajar con Roslyn
en el peregrinar de Kelly a través del horror y del terror de la guerra y de la liberación
de los campos de concentración. Roslyn podía percibir cómo la compasión de sus
padres celestiales le confortaron y le transmitieron sabiduría y fortaleza. Kelly no
hablaba desde su boca, sino desde su corazón. Estaba volviendo a contar la historia que
le había llevado a estar sentado en esta galería.
Roslyn fue consciente de que una de las cosas que había echado en falta en su vida
era alguien que le contara entretenidas historias durante todo el día.
Kelly prosiguió: —Al final me hicieron sargento porque todos los demás estaban
enfermos o heridos o muertos, excepto los nuevos reclutas. Íbamos andando por un
camino en la campiña de Francia y de repente Gran Señor apareció a mi lado y dijo: —
"Ese paso subterráneo va a ser atacado." Había un tren pasando frente a donde nosotros
nos estábamos encaminando, así que corrí por el camino y alcancé al lugarteniente que
nos dirigía y pregunté: —"¿A dónde vamos?" Intenté convencerle de ir por otro camino,
pero no quiso escucharme.
—Regresé con mis hombres y Gran Señor me dijo: —"Toma tus hombres y colócate
el primero."
—Yo estaba cansado, exhausto, asustado, no tenía demasiada esperanza de llegar a
viejo y carecía de pundonor alguno con tal de hacer cualquier cosa que incrementara
mis posibilidades de sobrevivir un día más. Dije a mis hombres que me siguieran y corrí
como un demonio colina abajo, a través del paso subterráneo y hacia la antigua casa de
labranza a medio camino de ascenso de la colina del otro lado. Nos disparaban.
Nosotros respondíamos a sus disparos, pero no paramos hasta que estuvimos en aquella
construcción y tuvimos suerte de que no hubiera allí ningún alemán cuando llegamos.
Toda mi compañía me siguió. Cuando el último hombre hubo atravesado la puerta las
explosiones comenzaron. Empujamos con fuerza la puerta para cerrarla y nos pegamos
a las paredes y después de varios minutos todo recuperó la tranquilidad.
Abrí la puerta. Cuando aclaró el humo pude ver que el paso subterráneo y todo lo que
había a su alrededor había saltado hecho añicos y el resto de la compañía había
desaparecido.
—Pero sabes, en una ocasión no Lo escuché. Yo estaba más bien fastidiado con este
ir y venir de Él por mi vida. Continuamente parecía como si Él estuviera sentado en una
enorme silla gris y navegara delante de mí en todo momento y me dijera qué hacer.
Estaba cabreado con Él, puesto que si Él era tan listo, ¿por qué no hacía algo con todo
aquel caos de la guerra en lugar de navegar por ahí en un sillón? Así que cuando un día
Él se me apareció y dijo: —“Avanza todo recto”, yo me fui a la izquierda y un trozo de
metralla me alcanzó en el hombro. Me puse contento. Suponía que me enviarían a casa.
Inmediatamente di media vuelta y fui remitido al hospital de campaña más próximo,
pero el Hombre Anciano, Gran Señor, apareció de nuevo, riéndose de mí. Vi que la
herida era sólo un rasguño con mucha sangre. Yo no quería seguir adelante, era una
buena excusa para retroceder, pero no, Él me animo a seguir y encontramos un depósito
de municiones alemán, lleno de pistolas, bombas, todas esas malditas cosas.
—Pero yo odiaba la guerra y estaba enfurecido con Gran Señor porque yo continuaba
en la línea del frente. Llegué a discutir con Él cuando se movía en Su sillón. Al final me
dijo: —"No te preocupes, estoy trabajando con el General".
—"¿El nuestro o el de ellos?"
—Se rio de mí y se alejó sobre ese sillón y no volví a verLo nunca más. Él era parte
de mi guerra y yo estaba enfermo de guerra. Quise verLo de nuevo. Lo que en realidad
yo quería hacer era volver a Brooklyn y olvidar cuanto había visto en Europa, pero no
podía olvidar. Formaba parte de mi vida, pero el horror y la insensibilidad me hacían
avergonzarme de mi propia humanidad.
—No podía pensar en mí mismo como una criatura, un ser humano de la misma raza
que había creado los campos de concentración. Liberar aquellos campos fue para mí
peor que el campo de batalla. La humanidad reducida a un estado tan terrible mediante
un tratamiento inhumano. Beber, bailar e ir con prostitutas eran el único escape a tanto
sufrimiento y a tanta muerte.
—Una noche en un burdel en Alemania, había estado bebiendo por yo no sé cuántos
días, y me encontraba vomitando en lo que parecía la medianoche. Pensé que las
mujeres me habían envenenado, al conquistador invasor; una de esas gordas malditas
zorras. Quería morir. Cerré la puerta de la habitación desde dentro porque no quería que
ninguna de aquellas zorras alemanas me molestaran mientras moría. Me quité toda la
ropa y me tendí sobre las sucias cubiertas de la cama, crucé mis manos sobre el pecho,
como lo hubiera hecho un empleado de pompas fúnebres y me dije a mí mismo: "Ahora
muero."
—Dije al palpitante dolor en mi cabeza: "¡No siento nada, estoy muerto!"
—No podía sentir nada. Tenía una sensación etérea, como si yo fuera un cuerpo de
luz flotando sobre el cansado, dolorido, enfermo cuerpo tendido sobre el lecho. Puede
ser que estuviera realmente muerto. No lo sé. Era tan apacible; tal vez era el reino en
donde Gran Señor cabalgaba montado en Su sillón. Ciertamente era diferente de
cualquier cosa que yo hubiera conocido en Brooklyn o en el ejército. El cuerpo yacía
desnudo sobre el lecho con los brazos cruzados sobre el pecho. Yo era algo más. Estaba
completamente ataviado; pero no en uniforme. Estaba en algún sitio con otros dos
hombres. Uno era un cura, un tipo de aspecto pensativo, con una gran barba negra, cejas
de pirata, pero con una perceptiva, penetrante, sin embargo dulce, expresión. Me atrajo
hacía él y su amigo, que fumaba una pipa y tenía en su cara una expresión muy seria y
reflexiva.
—"Disculpe" —intervine— "si ustedes son de un lugar más elevado, deberían
conocerLa."
—El hombre de la pipa me miró, desconcertado.
El cura dijo: —"Sí, La conocemos."
—"¿Cree que podría arreglarlo para que Ella venga a verme de nuevo?"
—"Le preguntaré" —dijo, desvaneciéndose con su amigo en la noche, y allí estaba
Gran Señor en su sillón, riéndose de mí como si yo fuera Bob Hope.
—"¡No quiero verte a ti!" —exclamé—. "Quiero verla a Ella".
—Mi cuerpo había desaparecido, yo me había convertido en una niebla humeante y
Gran Señor se había disuelto dentro de una gran luz. Nos encontrábamos en un gran
rayo de energía viajando en nuestros cuerpos etéricos sobre Alemania, Suiza e Italia. Yo
podía ver otras vagas sombras que no eran aeroplanos volando en la atmósfera.
—No podía pensar. Había una euforia total de estar moviéndonos más rápido de lo
que tú podrías jamás imaginar, muchísimo más rápido que cualquiera haya nunca
volado sobre un aeroplano, pero en cualquier caso nos encontrábamos todavía en la
dimensión del espacio incluso aunque yo no estuviera ya en la dimensión de la forma.
—La noche se convirtió en aurora, en día, y repentinamente yo estaba en una
hermosa habitación. Gran Señor estaba sentado allí en una silla, con la apariencia más
real en que yo jamás Le había visto. ¿Y yo? Yo parecía ser simplemente un resplandor
rosa sobre la cama. Ella atravesó la puerta.
—Ella permanecía allí, con la apariencia de una persona, pero la clase de persona
que podía ver y reconocer las diminutas volutas de humo rosa como yo, John Kelly,
sargento del Ejército de los Estados Unidos. Ella no sólo me vio y me reconoció, sino
que viajó conmigo a otros lugares y a otras edades. Luego, ¡BANG! Yo estaba de vuelta
en el cuerpo sobre el lecho en el burdel, más feliz de lo que jamás había estado en mi
vida.
—Miré fuera por la ventana y vi un soldado borracho subiendo por la calle con una
botella de vino en su mano y parecía tan puñeteramente hermoso. De alguna forma él
estaba conectado con la misteriosa dama.
—Vaya, podría seguir y seguir, como en ocasiones hago, pero el caso es que cuando
Ella se aparecía, incluso el campo de batalla se convertía en el lugar más maravilloso.
—Con mi educación católica, era fácil para mí imaginar que pudiera estar teniendo
visiones como Juana de Arco.
—Pero yo no era un santo. Yo era un soldado G.I. americano de Brooklyn.
—Finalmente regresé a Nueva York y creía estar loco, o que alguien lo estaba,
puesto que parecía que para la gente que había vivido en Nueva York durante la guerra,
la guerra jamás había ocurrido.
—No podía hablar sobre ello, pero no podía pensar en otra cosa. Entré a trabajar para
el Departamento de Bomberos de la Ciudad. Todo el mundo quería contratar a un
veterano y yo quería trabajar en Manhattan, así que quedé aparcado en el Departamento
de Bomberos de Central Park.
—No quería acudir a un psiquiatra, pero me preocupaba mi salud mental, así que
decidí ir a la biblioteca, la gran biblioteca con los leones de piedra en la entrada, y leer
algunos libros sobre psicología.
—No sabía qué leer, así que decidí comenzar por la A. Los libros de psicología
estaban en el estante de filosofía. Comencé con un libro de Adler. Luego pasé al
siguiente autor de la estantería, Sri Aurobindo.
—Las palabras parecían fluir desde las páginas hasta mi alma y actuar como un
bálsamo para todas las heridas y rasguños. Pude disfrutar de cómo el elixir de palabras
sagradas curaba los conflictos de mi corazón y de mi mente.
Leí cada libro de la biblioteca escrito por o sobre Sri Aurobindo y finalmente me
sentí impulsado a tratar de contactar con este maravilloso ser. Decidí buscar en el listín
de teléfonos de la Ciudad de Nueva York y encontré una Asociación Sri Aurobindo en
Madison Avenue.
—Llamé al número de teléfono y concerté una cita para visitar las dependencias. Esa
misma tarde caminaba hacia ese lugar de Madison Avenue y justo allí en medio de
Madison Avenue, a plena luz del día, con centenares de personas a mi alrededor,
repentinamente Gran Señor, sentado en su sillón, se materializó delante de mí.
—Yo no quería pararme y hablar con él. La gente hubiera pensado que estaba loco.
Hasta cierto punto estaba seguro de que nadie más podía verlo, así que no me detuve,
pero él no tuvo inconveniente en acompasar su paso al mío: —"¿A dónde vas?" —
preguntó él.
—"Me dirijo a la oficina de la Asociación Sri Aurobindo" —repliqué yo sin mover
mis labios.
—Parecía reírse de mí. Yo no quería tener visiones mientras paseaba por Madison
Avenue en mitad de la tarde. Finalmente le contesté bruscamente. —"¡Al menos Sri
Aurobindo es real. Él está aquí, sobre este planeta, realizando algo, no como tú flotando
por ahí en un sillón en cualquier parte que te apetezca en mitad de la tarde!" Sospecho
que estaba gritando. La gente se volvía a mirarme.
—Él asintió y desapareció. Llegué a la oficina. Allí no había demasiado movimiento,
pero, a pesar de que en el ejército había aprendido a no presentarme nunca como
voluntario, solicité colaborar trabajando allí. Acudía con bastante regularidad. Entré en
contacto con el Ashram de Pondicherry y vendíamos libros de Sri Aurobindo. Encontré
a gente que había sido profundamente conmovida por Sri Aurobindo y la Madre.
—Dos meses después de haber empezado a trabajar allí durante algunas horas varias
tardes a la semana, recibimos la noticia de que Sri Aurobindo había fallecido. Yo había
estado planeando un viaje a la India para conocer al Maestro. Se había retirado a sus
aposentos en 1926 y nunca volvió a salir. Su habitación era en realidad más bien un
apartamento, o una pequeña suite de varias habitaciones, incluyendo un hermoso
vestíbulo de entrada con una especie de pequeña alacena en uno de sus extremos, en
donde Él y Madre se sentaban y daban sus bendiciones a sus discípulos, desde su trono
cubierto por pieles de tigre, cuatro mañanas al año. Darshan.
—Hay Darshan la próxima semana en el Ashram. La Madre saldrá a su balcón y dará
Su bendición a la gente que permanezca abajo en la calle.
—Suena un poco como el Papa de Roma —intervino Roslyn.
—Bueno, no es algo así. Tú misma podrás verlo.
—¿Qué hacía Sri Aurobindo en su habitación? —preguntó ella.
—Nadie sabe qué es lo que Sri Aurobindo estaba haciendo. Él dijo que nadie conocía
nada sobre su vida, a pesar de todos sus escritos, porque no estaba en la superficie para
que los demás pudieran verla.
—Déjame contarte otra historia —prosiguió Kelly.
—Sri Aurobindo falleció el 5 de Diciembre de 1950. No habían sido tomadas fotos
de Sri Aurobindo desde Noviembre de 1926, fecha en la que se retiró. Todas las fotos
de Sri Aurobindo que yo había visto eran las de un hombre delgado, moreno, de pelo
negro y tez oscura.
Cartier Bresson había preguntado a Madre si podía tomar fotos de Ella y Sri
Aurobindo. Ella y Sri Aurobindo estuvieron de acuerdo. Las fotos fueron tomadas el 24
de Noviembre, 1950, tan sólo un par de semanas antes de que Sri Aurobindo falleciera.
—Pocos meses después, una tarde, en la oficina me dieron un cheque recibido de la
Madre y me pidieron que fuera a la agencia de Cartier Bresson para recoger las fotos.
Caminé hasta la gran oficina de la Quinta Avenida y pregunté a la recepcionista por las
fotos de Sri Aurobindo. Me tendió una gran carpeta, la abrió y extrajo un papel
explicando cuál era su contenido y comenzó a leérmelo. Allí ante mí había una foto del
Hombre Anciano en su sillón. ¡Gran Señor!
Kelly vertió el último resto de cerveza de la botella a su vaso.
—Es una gran historia —dijo Roslyn y brindó con él con el último resto de CocaCola caliente en su vaso.
—Una amiga mía, Mari, quiere utilizarla para un libro. Habitualmente trabajo con
ella por las mañanas, pero no puede escribirlo. Las mujeres no pueden escribir sobre la
guerra. Pero ella te gustará. Ella ve a la Madre a diario. Puede que te lleve a conocerla.
¿Te gustaría?
—Sí. Roslyn no había dejado la casa de huéspedes durante tres días.
—Quizás mañana por la tarde; mañana al anochecer tenemos cena con la Condesa de
B. en el Gran Hotel de Europa. Fue una gran heroína de la resistencia en Francia.
—Apenas puedo esperar. Podría llevar mi nuevo vestido rojo de brocado de seda de
la China que he traído de Katmandú.
De improviso, una persona aparentemente desmedida, con cabello rubio peróxido,
vestida solamente con una fina pieza de tela blanca envuelta descuidadamente alrededor
de su cintura, irrumpió a través de las cortinas de las puertas francesas, al interior de la
veranda.
—Kelly, tú eres la única persona que puede salvarme —exclamó con una voz
estridente y resonante.
El hombre desmedido repentinamente paró de vociferar y despotricar y miró a
Roslyn y después a Kelly, luego habló con voz suave, amable y dulce: —Lo siento
mucho, ¡No tenía idea de que estuvieras en compañía! ¿Quién es esta adorable dama?
—Gabriel —Kelly llamó a su amigo tamil, que parecía estar siempre esperando justo
detrás de la puerta acortinada de su habitación, cuando no estaba comprando para él—:
¿Queda otra cerveza para Ananta?
—Toda la cerveza terminada —dijo Gabriel saliendo de detrás de la cortina.
—Ve a por más cerveza —dijo Kelly.
—¿Cuantas botellas compro?
—Dos —dijo Kelly.
—Cuatro —terció Ananta.
Roslyn había estado viendo este comportamiento durante días. Siempre era igual.
Una vez que Gabriel salía, nunca se sabía cuánto tiempo le tomaría volver: quince
minutos, una hora, dos horas. Ella no tenía que mover un dedo, pero a veces debía ser
paciente durante tres días. Gabriel podía desaparecer a través de las cortinas y
reaparecer en algún momento posterior, con bolsas repletas que desaparecían en la
habitación de Kelly para reaparecer en forma de comida y bebida, inevitablemente
servida en platos de porcelana, ¡con cubertería y mantelería! ¡Ella no había visto
manteles en años!
Ananta se arrojó sobre la silla vacía entre Roslyn y Kelly y observó a Roslyn
intensamente, luego le dijo: —¡Alabado sea Dios. Por fin has llegado!
Pensaba que se partía. Estaba segura de que nunca en toda su vida se había reído
tanto como en esos tres días.
—Roslyn encuentra a Ananta —dijo Kelly.
El recorrido a través del alocado y místico mundo de Kelly había sido suave y
ligeramente distante, como estar mirando una película. Ananta hizo aparecer la película
en el aquí y ahora
Ananta explicó que su nombre significaba "infinito".
—Mi nombre no es simplemente Ananta, Ananta es un nombre que me dio mi gurú,
Panditji, en Rameshwaran. Yo era Federico Fulsom Bushnell de Boston.
Kelly refunfuñó sobre su cerveza. Roslyn era toda ojos y oídos para Ananta. —¿Cuál
es tu otro nombre? —preguntó ella.
—No puedo decírtelo esta noche, tal vez mañana. ¿Vendrás a la isla mañana?
—Me gustaría.
—Ananta ¿qué haces aquí con esta pinta? —preguntó Kelly.
—Acabó de escaparme del Jipmer. Mi madre y los sirvientes pensaron que me había
vuelto loco, así que me llevaron allí, me quitaron todo y me encerraron en una celda. He
podido escapar porque hablo tamil. Me van a echar del Ashram. Sólo la Madre puede
salvarme. Gracias a Dios mi madre y yo vamos a ir a verLa pasado mañana. Será el
cumpleaños de mi madre. Veremos a la Madre por la mañana, después comeremos en
Magree; ¿querrás acompañarnos? —volviéndose hacia Roslyn.
Roslyn estuvo encantada de aceptar.
Gabriel llegó con sus pequeñas bolsas blancas llenas de botellas de cerveza y de
Coca-Cola.
Kelly se volvió hacia Roslyn y le explicó: —El yoga de Sri Aurobindo ha sido
descrito como una experiencia de afirmación de la aventura que es la vida.
Ananta bebió un vaso entero de cerveza de un trago, volvió a llenar su vaso y
propuso un brindis a Kelly: —¡Escucha! ¡Escucha!
—He sido un sadhu en India desde 1950. Estaba tan apesadumbrado cuando murió
mi padre que pensé que lo único que podía hacer era venir a la India y buscar a Dios. No
sé por qué vine a la India buscando a Dios. Yo no soy indio, soy griego.
—Llegué a Pondicherry en 1953 después de haber viajado como un sadhu por la
India y por Ceilán durante tres años. Había recibido una "Notificación para dejar la
India".
—Estaba visitando a mi gurú en Rameshwaran y me entregaron ese trozo de papel
diciéndome que dejara la India en tres días. Era la época en la que no había barcos a
Ceilán desde Rameshwaran, así que vine a Pondicherry que todavía era un territorio
francés.
—Vine a Pondicherry para coger un barco hasta Ceilán. Pero tenía que esperar en
Pondicherry un par de días para el próximo barco. Mientras esperaba, fui a visitar el
Ashram. Pedí ser presentado inmediatamente al Maestro, la Madre. Un asistente fue a
preguntar a la Madre qué hacer. Ella envió un mensaje diciendo que me recibiría la
tarde siguiente. Se suponía que yo partía hacia Ceilán a la mañana siguiente, pero no lo
hice.
—Fui a ver a la Madre. Me recibió a la puerta del Ashram y me llevó en Su coche
fuera de la ciudad, hasta un río. Yo iba ataviado con las vestiduras naranja que había
estado llevando durante años y estaba prácticamente abrumado con el honor de que la
Madre Divina me hubiera llevado a dar un paseo con Ella. Salimos del coche y
paseamos a la orilla del río.
—Ella se volvió hacia mí y preguntó: —"¿Sabes nadar?"
—Yo había sido campeón de atletismo.
—Me quité la ropa y me zambullí en el agua, luego nadé hasta la isla y volví.
Cuando salí del agua, Madre dijo: —"Muy bien. Quiero que vivas ahí y que construyas
un templo."
—De eso hace dieciséis años. Todavía sigo aquí en Pondicherry. ¿Puedo venir a
recogerte mañana por la mañana y llevarte a la isla?
Ella estuvo contenta de aceptar.
Por la mañana Kelly estaba muy reservado. Apareció en la terraza muy tarde para el
café e ignoró a Roslyn y abrió su periódico. Roslyn ya había terminado su té así que se
levantó y cogió a Bliss.
Kelly la miró por encima del periódico y preguntó: —¿Roslyn, estarás aquí para el
almuerzo?
Ella replicó: —Estaba pensando que debería intentar comer en el Comedor del
Ashram puesto que voy a estar fuera toda la mañana, tendré un rickshaw y estoy
pagando mis comidas en el Comedor, sería divertido cambiar.
Él le recordó que tenían una cita para tomar el té esa tarde con su biógrafa, Mari, y
que iban a cenar con la Condesa.
Ella se sintió como el personaje de una novela de los buenos viejos tiempos, y se fue
a arreglar para salir. Era todavía muy temprano cuando Ananta llegó sobre su bicicleta
con un rickshaw, para Roslyn y Bliss, siguiéndole. La mañana apenas había comenzado,
las calles estaban limpias y con poca gente. Dibujos recientes hechos a tiza, kolams, [2]
destacaban en las húmedas aceras y en los umbrales de las casas. Roslyn y Bliss
subieron al rickshaw y siguieron a Ananta en su bicicleta hacia las afueras, doblando la
esquina, a través del camino de las vías del tren y a lo largo de un hermoso, tranquilo,
asfaltado sendero campestre. Avanzaron dejando atrás las construcciones y las bicicletas
y la gente, los campos de arroz y las factorías, las casas construidas en ladrillo y las
casas hechas de hojas de palma. Multitud de cocoteros crecían a lo largo del camino y
allí no había ningún tráfico motorizado.
Era una espléndida mañana soleada. Después de zigzaguear a través de pequeños
caminos durante bastante tiempo, Roslyn vio un amplio puente extendiéndose sobre un
río. Justo antes de llegar al puente Ananta giró al interior de una calle pequeña y sucia
que atravesaba una inmensa plantación que, según dijo, pertenecía a la Madre. Al final
de la senda estaba el río y una escalinata en donde los cuerpos son cremados.
Al otro lado del río podía verse la isla. Parecía completamente salvaje, a no ser por
un muro verde con un pequeño embarcadero asomando al interior del río. Ananta silbó
y una pequeña barca, tripulada por un hombre atezado con una pértiga, dejó el
embarcadero y se acercó cruzando del río.
El hombre que manejaba la barca era el tamil de aspecto más apuesto y lozano que
Roslyn había visto. Ananta le dijo que su nombre era Ramakrishna, que significa
dios/dios. Llevaba resplandeciente ropa limpia, pantalones amarillos y camisa blanca.
Descendieron desde la barca al frágil embarcadero y, cargando a Bliss, Roslyn siguió
a Ananta a través de los árboles. ¡Wow!
El muro verde desembocó en un jardín muy cuidado, con amplios y pulcramente
recortados céspedes, bordeados de flores y arbustos. Había un gran número de
cocoteros; ¡oh qué hermoso grupo de cocoteros! En medio de ellos había una estatua
kitsch de Atenea con un búho sobre su hombro y el brazo derecho roto como la Venus
de Milo. Había un pequeño templo. Ananta le dijo que antes de que la Madre se retirara
a Su habitación en 1958, Ella venía a la Isla cada año en una hermosa barca por el
cumpleaños de él. Había fotos de la Madre, llegando a la Isla en Su barca especial, en
las paredes del templo.
Él le contó a Roslyn que un año, cuando la Madre le entregó su tarjeta de cumpleaños con su nombre, Ananta, escrito en el sobre, él le dijo a Ella: —"Yo no soy indio,
soy griego. Por favor pon mi nombre real en el sobre."
La Madre tomó el sobre y envió a su asistente a por una pluma. Tachó Ananta y
escribió, "Zeus".
El camino desde el templo llevaba a un gran pilar ornamentado con cobras esculpidas
sobre él y una antorcha en la parte superior, representando el pilar de Zeus. Cerca había
una gran jaula con una enorme boa constrictor que —según dijo Ananta— no había sido
alimentada desde hacía varios días. Él pensaba que Bliss era precisamente la exquisitez
apropiada para la boa. Bliss y Roslyn se estrecharon la una a la otra. La atractiva isla
tenía también un aspecto amenazante. Ananta las condujo a una gruta con estanques de
lotos y lirios, próxima a la vivienda, una pequeña casa de campo rosa en donde algunos
de los sirvientes de Ananta estaban esperando, todos vestidos con inmaculados
pantalones amarillos y camisas blancas. Ananta invito a Roslyn a sentarse con él en la
veranda y los sirvientes les trajeron cocos verdes con tallos de loto como pajitas. La fría,
dulce, agua de coco, resultó refrescante tras el largo recorrido en rickshaw.
Ananta las invito a comer con él al día siguiente en el Gran Hotel de Europa con su
madre.
Roslyn quedó encantada. Cogió a Bliss y regresó a Pondicherry.
Esa tarde John Kelly las llevó a conocer a su amiga Mari. Mari vivía en una pequeña
casa encantadora en la manzana contigua al Ashram, que le había sido asignada por
Madre. Madre también envió a un absolutamente maravilloso, cálido y encantador
caballero italiano a vivir con Mari.
Mari y Bliss parecieron tener un flechazo a primera vista. Mari preguntó a Roslyn si
había venido para vivir en Auroville. Roslyn nunca había oído hablar de Auroville.
Mari les preparó té y con su cálida, resplandeciente, dulce sonrisa, con su voz
tranquila de indefinible acento, les dijo que un nuevo orden para el viejo planeta Tierra
había nacido, el Mundo Supramental. El futuro sería algo completamente nuevo y
diferente, un nuevo orden en evolución. La Madre había elegido un lugar, diez millas al
norte de Pondicherry, de unas sesenta millas cuadradas, en donde Ella planeaba
construir una ciudad experimental acorde con Su visión del Mundo Supramental. Gente
de todo el mundo estaba llegando para formar parte del nuevo mundo que estaba
naciendo.
Roslyn le contó a Mari que ella había venido a la India porque había tenido una
visión y tras viajar por la India y Nepal durante cinco meses estaba pensando en
regresar a USA. Quería ser escritora, aunque no hubiera publicado nada.
Se separaron con afecto. Mari prestó a Roslyn una copia de un libro que había escrito
y que había sido publicado en Londres.
Roslyn sólo tuvo tiempo de leer la reseña de la sobrecubierta antes de la cena. Había
una cita de uno de sus autores favoritos diciendo que era un libro que a él le hubiera
gustado escribir. Para Roslyn un buen libro era siempre apasionante y estaba muy
interesada en leer el libro de Mari, pero su vida era tan dinámica que no tenía tiempo
para leer. ¡Estaba teniendo tanta diversión!
Roslyn sólo tenía un vestido, pero era una espléndida creación confeccionada por el
mejor sastre de Katmandú en brocado de seda roja de China, completamente forrado,
bellamente entallado, que le sentaba perfectamente. La Condesa de B. llevaba algo
maravillosamente elegante y sobrio y a pesar de que ella pudiera ser mucho mayor que
Roslyn, era también más glamorosa y atractiva. Roslyn se sintió como un payaso. Una
auténtica hippie americana con un bebé fue una genuina, inusual, compañera de cena
para la Condesa. La Condesa era gentil y parecía estar interesada en Roslyn y Bliss. Fue
una tarde de cameo, con John Kelly arrancando relatos de heroísmo de la Condesa,
quien se había disculpado —con un acento encantador— porque su inglés no era
perfecto. Había dejado atrás Francia, un apartamento en París, una casa en la campiña,
una casa en Saint Tropez, un marido y una hija, por el remoto Pondicherry en el sur de
la India, para estar cerca de la señora, la Madre, después de haber sido un miembro
activo de la resistencia francesa en la Segunda Guerra Mundial y de haber vivido entre
la sociedad más en boga en París después de la guerra.
Roslyn estaba conociendo a personas que habían sido todas ellas atraídas a
Pondicherry por la presencia de la Madre y resultaban la gente más interesante e
inteligente que jamás había conocido.
Comenzaba a sentir que pudiera ser interesante permanecer más tiempo en
Pondicherry y estaba contenta de no haber escrito por su billete de vuelta a USA.
El 15 Agosto fue al Ashram porque había oído que todo el mundo, los devotos y los
huéspedes, se reunían alrededor del Samadhi —la tumba de Sri Aurobindo— y
meditaban juntos. Iba descalza, como siempre, lo cual era de absoluto rigor en aquel
acontecimiento, y vestía su pijama rojo, llevando a Bliss. En la puerta del Ashram
fueron detenidas por un hombre, de inmaculada camisa blanca y pantalones cortos,
quien informó a Roslyn que no se permitían niños en el Ashram durante la meditación.
Roslyn se sintió insultada y estaba indignada, pero él fue inflexible. Tomó un rickshaw
y se volvió a Castelini. Subió a sentarse en el fresco suelo de mármol de la galería
superior de la parte delantera de la casa. Recostada hacia atrás contra la baranda, Bliss
se acurrucó apaciblemente en su regazo; ella miró hacia arriba y en la pared opuesta vio
la foto de Sri Aurobindo exactamente con el mismo aspecto con el que Kelly se lo había
descrito: pelo blanco, barba blanca, con una especie de toga blanca como vestidura. El
porche estaba lleno de sol y el perfume del dulce frangipani flotaba ligeramente en el
aire. La imagen de la foto le sonreía benevolentemente. Terminó retorciéndose de risa,
imaginando estar ella misma, por lo menos, tan loca como Kelly.
A última hora de la tarde la Madre salió desde Su habitación al balcón. Roslyn era
una entre los millares de personas que en la calle miraban hacia arriba, viendo como las
puertas de Su habitación se abrían y Ella salía, envuelta en sedas que se agitaban al
viento como el suave plumaje de un minúsculo pájaro. Caminó hasta el borde del balcón
y permaneció allí con Su mano sobre la baranda y miró a la multitud reunida, abajo en
las calles, en todas las ventanas, subidos encima de todos los tejados colindantes.
Hubo un largo momento de silencio y fue como si alguien susurrara al oído de
Roslyn: "Está mirando a Bliss".
La mujer, la Madre, que permanecía en la baranda del balcón situado hacia la mitad
del edificio, a una altura de tres pisos, parecía estar mirando a Roslyn y Roslyn sintió y
pudo ver Su sonrisa. La Madre miraba buscando a toda la gente que se había reunido
procedente de todo el mundo para recibir Sus bendiciones aquella tarde. En el momento
preciso en que el cielo se volvía rosa y oro con la puesta del sol, Ella giró y caminó de
regreso a Su habitación. Roslyn estaba asombrada de sentirse radiante de felicidad con
la bendición.
A la mañana siguiente Kelly dispuso un coche y tomó a Roslyn y a Bliss para ir a
Auroville.
Auroville era un gran yermo desierto de arcilla roja, con un árbol baniano, unas
pocas chozas y un anfiteatro excavado de la misma tierra, en el centro. Había un loto de
mármol en el centro del anfiteatro, con una gran urna conteniendo un poco de tierra de
todos los países del mundo y un poco de tierra de Auroville, sellada con una placa en la
que destacaba la firma de La Madre.
Caminaron alrededor y encontraron a una canadiense que vivía en una hermosa
choza, en un pequeño trozo de terreno cercado con unos cuantos arbustos florecientes de
pequeño tamaño y un perro de aspecto ruinoso.
—¿Quieres venir y vivir en Auroville? —le preguntó a Roslyn la mujer canadiense,
Jane.
—No lo sé.
—Sería imposible para ti vivir sola con un bebé en Auroville —estableció con
firmeza Jane.
Caminaron de vuelta al coche y condujeron hasta el otro lado de la pretendida
ciudad, hasta un área que dominaba la playa y la Bahía de Bengala. Allí estaban siendo
levantadas construcciones para los primeros colonos que viajaban juntos en caravana
desde París y cuya llegada se esperaba para ese otoño. Era utopía. El sueño que Roslyn
había estado buscando.
Todo el lugar vibraba con la promesa de una gran aventura de la consciencia y el
gozo. Roslyn quería quedarse y vivir en Auroville, pero estaba sola con bebé Bliss y
Auroville era una gran idea proyectada sobre un vasto panorama desértico.
Volvieron a Castelini. Cuando llegaron le fue entregada a Roslyn una nota en la que
se le decía que hiciera el favor de ponerse en contacto con el hombre al cargo de las
casas de huéspedes en cuanto le fuera posible.
Fue a verle esa misma tarde.
La invitó a pasar y le indicó que tomara asiento. Ella se sentó en la silla frente a él.
—¿Cuándo te vas? —preguntó él.
—Creo que me gustaría quedarme —replicó ella.
—No es posible. No hay sitio para ti aquí.
—¿Y en Auroville?
—Eso no es para ti.
—¿Cómo sabe que no es para mí?
—No es una senda apropiada para cualquiera. Muchas veces la gente venía y Sri
Aurobindo los enviaba a Tiruvanamalai. ¿Has estado en Tiruvanamalai? Puedes ir desde
aquí en autobús.
—No quiero ir a Tiruvanamalai. Quiero permanecer aquí.
—No puedes estar aquí.
—Si Ella es la Madre Divina, entonces Ella es mi madre también —insistió Roslyn.
—No, no lo es. Las cosas no funcionan así. Por favor abona tu cuenta y vete.
—No tengo dinero. Estoy esperando recibir dinero de USA —replicó ella.
—Entonces, por favor, desocupa la casa de huéspedes y puedes enviarme el dinero
cuando lo recibas.
—Pero no puedo desalojar la casa de huéspedes. No tengo dinero ni lugar a dónde ir
hasta que consiga algo de dinero.
—Harás el favor de estar fuera de la casa de huéspedes mañana al mediodía.
Lo único que ella podía decir era: —Sí. Muy bien.
Volvió a Castelini. El regente, al que no había visto desde que se registró, salió y le
preguntó cuándo iba a marchar. Ella contestó que se marcharía a la mañana siguiente.
Kelly no estaba. Había esperado que él pudiera prestarle alguna cantidad de dinero, pero
él no estaba allí, ni tampoco Gabriel.
A la mañana siguiente tuvo que abandonar la casa de huéspedes. Se dirigió al hotel
cerca del parque y concertó permanecer allí y hacer sus comidas hasta que llegara el
dinero que estaba esperando.
Quedó sorprendida cuando Mari la visitó por la tarde en la habitación del hotel.
Roslyn no había contado a nadie a dónde iba a ir cuando dejó la casa de huéspedes.
Kelly y Gabriel no estaban allí y el administrador obviamente no estaba interesado.
—La madre me envió —explicó Mari.
—Me dijo que te dijera que no te preocuparas por el dinero. También me dijo que
puedes utilizar todos los servicios del Ashram y de Auroville.
—Esperaré aquí hasta que llegue mi dinero y entonces me iré a Ceilán —replicó
Roslyn.
—¿Quieres escribir una carta a Madre? Se la llevaría de tu parte —ofreció Mari.
—No.
Roslyn permaneció más de una semana en el hotel cercano al parque. Hizo algunos
amigos más; un americano que trabajaba en la prensa; una mujer alemana con dos niñas
pequeñas que vivían cerca del bazar; una señora danesa que estaba estudiando sánscrito;
una mujer italiana con un niño pequeño un poco mayor que Bliss; y el tipo que había
conocido en Katmandú. El tiempo continuaba siendo hermoso. Roslyn se bañaba todas
las mañanas y todas las tardes en la playa del Ashram próxima a las pistas de tenis, en
donde Madre había jugado al tenis por la tarde hasta la edad de ochenta años.
Iba a comprobar el correo cada día a la Oficina de Correos del Ashram, hasta que una
mañana la carta con el dinero estaba allí. Roslyn cogió la carta y corrió a casa de Mari.
Mari tenía otro mensaje de la Madre para Roslyn.
—¡Madre te recibirá cuando vuelvas de Ceilán!
No había pensado volver a Pondicherry desde Ceilán. Seguía pensando en volar de
vuelta a USA desde Ceilán. Pero tenía curiosidad por la Madre, así, a consecuencia del
mensaje de Mari, decidió dejar la mayor parte de sus pertenencias en Pondicherry y
visitar Ceilán. Escribiría a su padre y le pediría que le mandara los tickets para regresar
ella y Bliss a USA desde la India, después de encontrarse con Madre.
[1] Gozo.
[2] Dibujo tradicional que se hace delante de la casa por la mañana.
CAPÍTULO III
VE Y VUELVE
Una Mano tendida es percibida sobre nuestras vidas,
está cerca de nosotros en innumerables cuerpos y nacimientos;
con irreductible presa guarda a salvo para nosotros
el inevitable supremo único resultado
que ninguna voluntad puede impedir
ni ninguna fatalidad cambiar,
la corona de la consciente Inmortalidad,
que la divinidad prometió a nuestras esforzadas almas
cuando el primer corazón de hombre osó la muerte y sufrió la vida.
“Savitri” de Sri Aurobindo
DESDE la Oficina de Correos Roslyn se dirigió al banco y luego acometió la
liquidación de sus facturas. Primero fue a pagar la cuenta de la casa de huéspedes. El
encargado estaba sentado detrás de su escritorio y estuvo muy feliz de escuchar que ella
dejaba Pondicherry. Ella le dijo que la Madre le había prometido un Darshan privado
cuando volviera de Ceilán.
Él le dijo: —El yoga de Sri Aurobindo no es para todo el mundo.
Ella contestó que tenía entendido que Sri Aurobindo había dicho: “Toda la vida es
yoga.”
Él esbozó una sonrisa y preguntó si iba a ir a Rameshwaran.
—Debo ir a Rameshwaran a tomar el ferry.
Él sugirió que visitara el Sri Aurobindo Nilayam en Rameshwaran y conociera al
famoso yogui, Panditji.
Ella había terminado el libro de Mari que trataba sobre un canadiense en búsqueda
espiritual en Ceilán, que encuentra a un excéntrico Swami irlandés viviendo en un
pequeño Ashram cerca de Jaffna. Roslyn estaba más bien interesada en hoteles
confortables, buenas comidas y libros interesantes, que en yoguis y swamis.
Durmió con Bliss en el sector del portaequipajes del compartimento de tercera clase
para mujeres, a lo largo de la travesía nocturna del tren hacia Rameshwaran.
Se despertaron temprano y las mujeres del compartimento le dejaron sentarse al lado
de la ventanilla mientras el tren se deslizaba a través de la parte más meridional de la
India. Hacía calor incluso en esa primera hora de la mañana. El paisaje aparecía como
de arena firme. Nada verde. La gente en las estaciones iba vestida con vistosos colores.
Había vendedores de café, té, collares de conchas, cestos y galletas, en cada una de las
pequeñas estaciones, y mendigos. El tren paraba en cada pequeña aldea. Algunos
viajeros descendían. Algunas personas subían.
Luego pasaron sobre un muy, muy largo y algo bamboleante puente del ferrocarril
conectando la isla de Rameshwaran al subcontinente indio. Es un puente increíblemente
largo que conecta una franja de arena con otra franja de arena. El sol rutilaba sobre el
océano y el traqueteo del tren y el sonido del oleaje los mantenía suspendidos en el
tiempo como el tren sobre el agua.
Con un pitido el tren se detuvo frente a un delgado bloque de cemento construido
sobre una pila de arena. Algunas personas descendieron. Algunas personas tomaron el
tren. Entonces el tren arrancó de nuevo a través del paisaje más yermo imaginable.
Pudiera haber sido la luna. Se movían a paso de caracol a través del océano de arena;
incluso los escasos autobuses tenían el color de hueso blanqueado de la arena. Luego
una construcción en bloque de cemento y el tren se detuvo y algunos subían o bajaban
hasta que el conductor hizo sonar su silbato y lentamente el tren arrancó de nuevo,
moviéndose otra vez lentamente a través de la arena hasta que finalmente alcanzó una
gran estación. El tren frenó en una gran plataforma de hormigón bajo un techo de
amianto y se detuvo.
Había varias vías, pero un solo andén en la estación. Era como si el intenso calor y el
sol luminoso lo hiciera todo más apagado. La atmósfera era tan brillante que todo
parecía palidecer dentro de ella. Roslyn se sintió completamente insignificante y sola
entre la muchedumbre de viajeros y desconocía dónde se encontraba o a dónde tenía que
ir. No había visto viajeros europeos en el tren o en la estación.
Todo el mundo abandonó el tren. Había una vía polvorienta bien trazada a través del
cálido desierto que parecía partir de la estación e ir hacia el sur.
—¿El barco para Ceilán? —preguntó a los rickshaws.
—El barco a Ceilán ha partido, estará de vuelta en tres días.
Había perdido el barco.
Roslyn decidió esperar en Rameshwaran al próximo barco. No deseaba regresar en el
tren y volver a Pondicherry, y su visado estaba expirando. Debía ir a Ceilán para
obtener un nuevo visado. Preguntó a los rickshaws alineados junto al muro: —¿Hotel?
Ellos menearon sus cabezas. Uno de ellos arrastró su rickshaw fuera de la línea y le
hizo señas para que subiera. Ella no quería subir hasta que él no acordara cuánto debía
pagarle por llevarla hasta el hotel
Acordaron cinco rupias y subió al rickshaw con su bolsa y con Bliss y partieron
desde la formación de vagones y rickshaws de la estación, adentrándose en
Rameshwaran.
Rameshwaran es una de las siete ciudades santas de la India. Roslyn recordaba haber
leído en un libro que cada devoto hindú aspira a visitar las siete ciudades sagradas de la
India a lo largo de su vida. Hay un gran templo en Rameshwaran que ha sido construido
por devotos hindús en el lugar exacto en donde Sri Ram hizo su puja al dejar India por
Sri Lanka antes de la gran batalla con Ravana. Circularon por la tórrida vía polvorienta
hacia la pequeña ciudad que había crecido próxima al templo. El templo está cerca de la
playa. El conductor del rickshaw se detuvo frente a un edificio entre el templo y la
playa, con las palabras “Vivekananda Nilayam” sobre la puerta.
—¿Hotel? —preguntó ella.
El movió su cabeza. —Sí, sí.
En la entrada había una administración con un joven tamil angloparlante que la
saludó y le ofreció una habitación y un guía para enseñarle Rameshwaran. Él le dijo: —
Esta isla es sólo la Isla del Templo. No hay alimentos que se obtengan en la isla. Todo
el arroz, cualquier otra cosa, es traída del continente por tren o por barco, puesto que no
hay puente para coches. El único trabajo en la isla es el templo y la atención a los
peregrinos y sacerdotes.
Roslyn había pasado delante del templo en el rickshaw cuando se dirigían a la Casa
de Reposo. El templo dominaba completamente la ciudad. Era al menos tan grande
como un campo de fútbol. Tenía enormes torres esculpidas en sus partes norte y sur que
ascendían en el aire unos catorce niveles de sorprendentes relieves de mitos
intrincadamente esculpidos. Las entradas de cada uno de los cuatro lados estaban
construidas de piedras inmensas, varias veces la altura de un hombre. Toda la
construcción era esencialmente de grandes bloques de piedra que debían haber sido
traídos a la isla desde la tierra firme antes de que existiera un puente de ferrocarril.
No vio ni un solo vehículo a motor en la ciudad. Era el lugar más tranquilo que jamás
había visto. Había la sensación de silencioso bienestar de una época diferente, anterior a
los coches de motor etc. Todo el mundo parecía feliz y satisfecho mientras caminaba
por las calles polvorientas, cada persona una pequeña mota en el espacio, comparada
con la inmensidad del templo. Era como si ella hubiera viajado a través del tiempo a un
lugar en donde claramente todo el mundo fuera un mendigo delante del Señor.
Roslyn fue al templo. Estaba impresionada por su imponente tamaño, enormes
estatuas y relieves por todas las partes representando escenas y personajes del
Ramayana. Muchas de las estatuas estaban vivamente pintadas. El techo sobre el
inmenso corredor principal tenía al menos diez metros de altura y daba la vuelta a todo
el templo con una anchura de alrededor de cuatro metros. Los pasillos eran magníficos y
cada pulgada diferente, esculpida, pintada, con grandes monolitos. En la inmensidad del
fresco silencio se sintió muy segura.
A medio camino del corredor hacia el norte había una gran jaula. Un joven elefante
retrocedía y avanzaba, cogiendo ocasionalmente algo de paja con su trompa y
poniéndolo dentro de su boca. En el corredor del oeste había puestos con postales,
figurillas, juguetes para los niños, arroz hinchado, collares de conchas marinas, cintas,
kum-kum, y muchos exóticos recuerdos de precio asequible. Había incluso pequeñas
pulseras finas de bebé para Bliss que Roslyn compró y puso en sus pequeñas muñecas
regordetas. Bliss canturreaba encantada con el tintineo de las pequeñas pulseras de
vidrio. Atenta, mirándolo todo, la niña parecía completamente contenta en brazos de su
madre, disfrutando del paseo a través del antiguo lugar sagrado. Allí no había turistas
extranjeros.
Cuando salió del templo al resplandor de la luz solar, Roslyn decidió ir a buscar el
Sri Aurobindo Nilayam. La ciudad era muy pequeña. Tomó un rickshaw porque no sabía a dónde había que ir.
El hombre del rickshaw pedaleó lentamente recorriendo la calle desde la entrada
principal, en la parte oeste del templo. Las casas y edificios de la ciudad estaban todas
graciosamente construidas de ladrillo, madera y cemento, sin techos de palma. Las casas
quedaban minimizadas por el descomunal templo. La ciudad era un único bloque
alargado. En la esquina terminaban los edificios y la calle pavimentada continuaba hacia
la derecha, en donde había algunas construcciones.
El rickshaw giró a la derecha adentrándose en un pequeño camino polvoriento,
comenzando la subida a una pequeña colina y se detuvo frente a una genuina casa de
cemento en el borde de la pista de tierra que atravesaba la arena. En la puerta había una
persona de aspecto extraño dándole la bienvenida, pero ella estaba tan confusa que no
pudo entenderle. “Sri Aurobindo Nilayam” figuraba escrito encima de la puerta.
—Estoy buscando a Panditji —explicó ella a la persona calva y redondeada, con
gruesas gafas, que le daba la bienvenida.
Él sonrió abiertamente. En su sonrisa ella descubrió un diente de oro. —Yo soy
Panditji.
Si existe un límite, ella pudiera haber estado próxima a él en ese momento. Ni
siquiera sabía qué quería hacer, o ser, o por qué estaba allí donde estaba. Desconocía
qué pensar o decir.
La persona que le sonreía abiertamente, de forma obviamente acogedora, no era
como ninguna otra que ella hubiera visto antes, o visto fotos. Era muy redondeado y su
piel no era blanca o morena, sino de un cálido color dorado. Su cabeza estaba afeitada y
su frente y brazos rayados con tres anchas líneas blancas y en medio de su frente había
una gran U roja. Vestía un longi blanco, un blanco cordón, y llevaba una toga blanca
sobre su hombro.
Asintiendo con su cabeza la invitó: —Pasa, pasa.
Ella lo siguió al interior de la casa que consistía en un amplio patio rodeado de
terrazas. Había habitaciones a lo largo de los lados del patio que daban a la parte frontal
y trasera de la casa. Tenía mucha luz y una brisa fresca. Él le ofreció café.
Ella nunca bebía café, pero aceptó.
Él dio unas palmadas y apareció una mujer desde la parte trasera de la casa. Era muy
hermosa, de tipo y rasgos muy delicados. Llevaba un sari muy luminoso puesto de una
forma diferente a los que Roslyn había visto, envolviendo sus piernas como un dhoti —
una especie de pantalón fruncido— que luego cruzaba sobre su pecho. Llevaba cadenas
y pulseras de oro y tenía una amplia sonrisa. Extendió sus brazos hacia Bliss y Bliss
saltó dentro de ellos.
—Café —dijo Panditji.
Ella asintió con la cabeza y desapareció con Bliss.
Roslyn se sentó preguntándose qué estaba haciendo en una casa desconocida
próxima a la punta más meridional de la India. El ser humano que había frente a ella era
otro extraño, pero a pesar de que ella nunca lo había visto, ni a nadie que se le pareciera
vagamente, lo percibía como a un viejo amigo.
—¿Qué necesitas? —preguntó él.
—Estoy confusa —fue todo lo que ella pudo decir. No le dijo que le asustaba perder
el juicio. Apenas podía permitirse admitirlo, pero temía que fuera el caso.
—Yo no hablo inglés. Vuelve mañana por la tarde y habrá aquí alguien que me
traduzca —dijo Panditji.
Se sentaron sin hablar. Él estaba sentado delante de una puerta que daba a una
habitación en donde ella podía ver diversas estatuas engalanadas con flores frescas.
Sobre la puerta de esa habitación había la fotografía de un hombre obeso llevando un
longi y un mala, con un halo luminoso alrededor de su cabeza, y fotografías de la Madre
y Sri Aurobindo.
La mujer volvió a aparecer con Bliss sobre una de sus caderas, y una bandeja con dos
tazas de café y algunos dulces en la otra mano. Colocó graciosamente la bandeja en el
suelo entre ellos y desapareció, con Bliss completamente absorta en ella.
Panditji sirvió a Roslyn café y dulces. Ella no sabía qué decir, así que simplemente
estuvo sentada allí observando el espacio soleado que los circundaba, disfrutando del
café y de los dulces.
Cuando terminó su café le dio las gracias. El batió sus manos y su esposa reapareció
con Bliss que saltó a los brazos de Roslyn cuando ésta se puso en pie. El cabello de la
niña había sido peinado y tenía ribetes negros alrededor de sus ojos y un punto negro
como una bella marca en su mejilla. Con un brazo alrededor de Bliss, Roslyn juntó sus
manos frente a ella haciendo el saludo que todo el mundo usa en la India, palmas juntas,
dedos apuntando al cielo.
La esposa de Panditji le sonrió, devolviéndoles el mismo gesto de saludo, asintiendo
con su cabeza. Panditji las acompañó a la salida a través del vestíbulo de entrada hasta
el porche.
Él le recordó: —Ven mañana. Tendré alguien aquí para traducirnos.
Ella le dio las gracias y caminó hacia abajo de la colina sintiendo que acababa de
encontrar a alguien a quien ya conocía. Le quedaban dos días más antes de tomar el
barco para Ceilán.
Roslyn se detuvo en un pequeño café del que emanaba el sugerente aroma de dulces
recién hechos. Comió un plato de todavía calientes jellybies y Mysore pack,
acompañados de varias tazas de té y luego caminó a través del templo de vuelta al hotel.
A pesar de que había mucha gente alrededor se sintió completamente sola. Los
mendigos de las cercanías del templo parecían estar haciéndole pasar un mal rato,
habiéndola escogido como objeto de su atención, ¿tal vez a causa de su piel blanca?
En Rameshwaran los mendigos se alinean desde el pequeño templo a orillas del mar,
en donde se bañan los devotos peregrinos, hasta el templo grande. Cuando los
peregrinos caminan desde el gran templo al templo pequeño, dan una moneda a cada
mendigo. Roslyn carecía de monedas para todos los mendigos. Cuando pasaba delante
de ellos sin darles dinero, ellos la apremiaban y se volvían escandalosos. Ella estaba
aterrada, una mendiga ella misma. Fue horrible. Los pedigüeños eran principalmente
conflictivos sólo alrededor del templo y no entraban en su interior.
Roslyn pasaba siempre a través del templo, pues el hotel estaba cerca de la playa en
la parte del templo opuesta a la ciudad. Ella caminaba a través más bien que por fuera
del templo porque estaba umbrío y fuera del alcance del sol. Sola en los largos
corredores vacíos se sentía menos temerosa, menos confusa. Estaba allí desvalida y no
había nada que pudiera hacer. Roslyn sabía que había gente que pensaba que había
escapado de su casa por haber tenido un bebé sin estar casada. Pudiera haber estado de
acuerdo con ellos si no hubiera sido por la visión, pero pudiera ser que no fuera una
visión, pudiera ser simplemente una alucinación, o una figuración creada por su
imaginación.
Bliss era lo único estable en su vida y aunque era sólo un bebé, había ayudado a
Roslyn a llegar a la India. Bliss tenía dos meses cuando estuvieron en Turquía. Se
alojaban en un pequeño hotel cerca de la Mezquita Azul y habían tomado un autobús
hasta el Hilton para comprobar el correo en el American Express.
Roslyn estaba esperando dinero de su padre, Bernie, y carta de una amiga que había
prometido viajar por tierra con ella y Bliss a la India.
Roslyn recibió una postal de Bernie, “En el Caribe, con un tiempo maravilloso.
¿Debo mandarte dinero a Estambul? Con amor, Papá.”
Estaba absolutamente sin un duro. La carta de su amiga le decía que se había
enamorado y que iba a quedarse en Alemania. Roslyn se derrumbó en un mar de
lágrimas. Bliss la miraba como si todo fuera una broma que ella entendía perfectamente
y no hubiera nada de qué preocuparse. Extendió su manita de bebé y acarició la mejilla
de Roslyn. Roslyn cesó de llorar. Sintió de repente que todo estaba bien.
No tenía ningún sentido, pero estaba bien. Meses más tarde y todavía no comprendía
nada. Estaba sola con Bliss, aunque no podía ni imaginar cómo habían sobrevivido.
Habían conseguido llegar a la India. Habían tenido un viaje fantástico; pero estaba
vagabundeando sin saber a dónde ir. La visión simplemente la había convocado a la
India.
Estaba en Rameshwaran y era exótico y tropical. El océano era cálido. El agua de la
playa poco profunda y las olas más suaves que cualesquiera otras que hubiese visto. Era
un lugar incomparable para jugar con Bliss, excepto que la gente se arremolinaba para
mirarlas. Roslyn se metía al mar con sus pijamas, que tenían cuello Nehru, mangas
hasta las muñecas y pantalones hasta los tobillos. Esperaba no enseñar demasiado de
ella a lo que mirar a toda la gente que la estaba observando.
A pesar de que el barco hacia Ceilán parte de la India desde Rameshwaran, parecía
haber muy pocos extranjeros visitando Rameshwaran.
Se despertó a las cuatro de la mañana con el sonido de los cánticos de los altavoces
del templo. Bliss y Roslyn se asomaron al balcón frente a su habitación y miraron la
calle polvorienta entre el templo grande y el pequeño templo de la playa, en el momento
de la salida del sol. Debajo de ellas, en la calle, había músicos tocando el cuerno del sur
de la India, el chenai, y golpeando tambores delante de los sacerdotes de cabezas
afeitadas vestidos con blancos longis y cordones blancos. Portaban cosas extrañas y
eran seguidos por el elefante del templo, ataviado con un baldaquino dorado y guiado
por un mahout con taparrabos. Los peregrinos seguían al cimbreante elefante y a los
ruidosos músicos hacia la playa, y los mendigos se alineaban a un lado de la calle.
Roslyn observó a los músicos, al elefante y a algunos de los sacerdotes regresando de la
playa y continuando la procesión alrededor del templo, seguidos de niños y de
peregrinos. Luego regresaron de la playa los devotos peregrinos, sus ropas empapadas,
incluso su pelo empapado con el agua del mar. Conforme regresaban hacia el gran
templo daban todo el dinero que llevaban a los mendigos silenciosamente alineados en
las calles con sus cuencos extendidos. La procesión parecía durar toda la mañana y era
la hora del desayuno, así que Roslyn decidió afrontar la calle y la aglomeración de
nuevo. Salió y fue a través del templo hasta el satisfactorio café que había encontrado el
día anterior para tomar el desayuno.
Estaba contenta de visitar a Panditji de nuevo esa tarde.
Él estaba allí para recibirlas cuando subieron la colina llevando a Bliss. Estaba con
otro hombre, bajo, de piel oscura, a quien presentó como el profesor local de inglés.
Panditji dio una palmada y apareció una mujer joven. Él presentó a su hija. Ella le cogió
Bliss a Roslyn. Panditji, el intérprete y Roslyn se sentaron en esteras en la terraza que
daba al luminoso patio.
Panditji mostró a Roslyn una tarjeta que le había dado la Madre en Pondicherry. En
la portada había una fotografía muy hermosa, muy misteriosa, de la Madre envuelta en
un sari que parecía como si fueran velos de gasa fluyendo graciosamente alrededor de
Su luminosa presencia, permaneciendo Ella en lo alto de una escalera que estaba casi
completamente cubierta de flores. Sus ojos eran casi tan grandes como Su rostro y
parecían ser el centro de una exquisita pintura. Él abrió la tarjeta y mostró a Roslyn lo
que la Madre había escrito, en inglés. “Gracias por tu ayuda. Gracias por haberme
ayudado a vencer la fuerza que me paralizaba.” Estaba datada en 1958 y firmada, “Con
amor y bendiciones M.”
Luego miró a Roslyn y le preguntó: —¿Qué deseas?
—Estoy confusa —fue todo lo que pudo responder.
Él le dijo algo al traductor. El traductor le dijo algo a Él. Entonces Él miró a Roslyn
y de una forma muy sencilla dijo: —Confusión es ego.
—Sí, pero ¿qué se supone que debería hacer?
—Sí, sí. Toma un poco de té. Esos dulces son muy buenos.
La esposa de Panditji había traído discretamente té y dulces para ellos. Su hija
devolvió Bliss a Roslyn.
Roslyn no quería té. Ella quería respuestas; pero tomó el té y comió el dulce.
Después del té, Panditji le dijo que volviera la tarde siguiente y él le daría algo.
Regresaron a la habitación del hotel para dormir, escuchando el altavoz del templo
atronando con cánticos tradicionales y música carnatica durante la noche.
A la mañana siguiente, a Roslyn volvieron a despertarle los atronadores sonidos de
voces entonando cánticos del altavoz del templo. Se levantó con Bliss y luego
caminaron hasta el mar y vieron la salida del sol sobre el océano inundando el aire y el
agua con todos los colores imaginables. Fue un momento callado, apacible y sagrado.
Casi se olvidó de sí misma y de su confusión. Simplemente estaba allí con Bliss, a la
orilla del mar cálido y amable viendo como la luz del sol coloreaba la oscuridad del mar
y del cielo hasta convertirse en una gloriosa llamarada, momentos antes del amanecer.
Los sacerdotes había encendido un pequeño fuego en el templo cercano a la playa y
el aire estaba dulcificado con el incienso y el canto de antiguos mantras sagrados.
No había nada que hacer en todo el día y estaba contenta de poder partir hacia Ceilán
al día siguiente.
Esa tarde, en su camino a casa de Panditji, se detuvo para comprarle algunas flores.
Había visto muchas flores en su casa, guirnaldas recientes alrededor de la foto de su
Gurú, guirnaldas alrededor de las fotos de Madre y Sri Aurobindo, montañas de flores
frescas en su sala de meditación. Ascendió con Bliss la pequeña colina desde la ciudad
hasta la casa de Panditji. Su hija estaba allí esperándolas. Tomó a Bliss y desapareció en
la parte trasera de la casa.
El traductor estaba con Panditji y preguntó a Roslyn: —¿Quieres dar un paseo?
Ella asintió y les siguió a él y a Panditji fuera de la casa, colina arriba alejándose de
la ciudad.
—A Panditji le gusta dar un paseo todas las tardes —explicó el traductor.
Caminó junto a ellos por el cálido camino polvoriento. La casa de Panditji estaba
próxima al borde de la ciudad. Había luego dos o tres cabañas y después simplemente
una calle a través de la arena. Había algunas cabras y vacas pastoreando en la arena,
acompañadas por chicos desarrapados. Los animales estaban muy flacos. Se cruzaron
con algunos peregrinos que caminaban en dirección opuesta. Finalmente en el horizonte
pudieron ver otro templo. Era un templo a pequeña escala, totalmente encantador, en la
orilla de la isla. No había nada ni nadie en sus proximidades. Se levantaba sobre
escalones de cemento blanco que rodeaban la construcción rosa, asentada allí sólida y
silenciosamente, en la amable brisa del soleado atardecer, un lugar en donde un hombre
ha construido un monumento a su aspiración hacia Dios.
El traductor se volvió hacia Roslyn y le dijo que Panditji había vivido solo en el
templo durante doce años haciendo tapasya. Durante siete generaciones los sacerdotes
de su familia se habían ocupado del templo, del mismo modo que habían estado al cargo
del gran templo.
Caminaron de vuelta a casa de Panditji. Panditji los invito al té. Se sentaron en las
esteras de paja sobre la umbría terraza al lado del patio soleado.
Allí le dijo al traductor que le dijera a Roslyn: —La Madre envió Su contratista a
Rameshwaran por tren con contenedores de materiales y una cuadrilla, y ellos
reconstruyeron esta casa, que había pertenecido a su familia durante muchas
generaciones. Madre siempre guarda una casa para Él próxima al Ashram en
Pondicherry, aunque Él sólo va allí dos o tres veces a lo largo del año, siempre que Ella
le llama.
Roslyn sorbía su té, sin comprender.
Después del té Panditji pidió al traductor que le preguntara: —¿Quieres hacer alguna
práctica?
Ella dijo: —Estaría deseosa de hacer alguna práctica espiritual, pero tengo un bebé.
Panditji dio una palmada y su hija vino corriendo a su lado. Él le dijo algo en un
lenguaje que Roslyn no entendió. La hija desapareció en una de las habitaciones y
reapareció un momento más tarde con un lápiz y un pequeño cuaderno de papel.
Panditji arrancó un pequeño trozo de papel del cuaderno, escribió algo sobre él y se
lo tendió a Roslyn. Luego se volvió hacia el traductor y explicó.
El traductor se volvió hacia ella y le dijo que escribiera en un pequeño trozo de papel
exactamente lo que Panditji había escrito, tres veces cada mañana durante treinta y
cuatro días.
Era sencillo, así que asintió.
Entonces el traductor dijo: —Devuelve este trozo de papel a Panditji mañana por la
mañana.
—Me voy a Ceilán mañana —dijo ella.
—Sí, pero el barco no sale hasta el mediodía. Panditji quiere que vengas mañana a
las nueve de la mañana. Roslyn asintió. Panditji batió sus manos y su hija trajo a Bliss
de la parte trasera de la casa, seguida de su madre, que saludó a Roslyn con una
amigable y amplia sonrisa. El pelo de Bliss estaba recogido en la parte superior de su
cabeza. Llevaba lápiz de ojos en sus ojos, un punto negro entre sus cejas y otro en su
mejilla. Parecía muy feliz con sus nuevas amigas.
El traductor explicó: —El punto de la frente es la señal del tercer ojo. El punto sobre
la mejilla es para preservar del mal de ojo.
Roslyn tomó a la niña y Bliss dedicó a todo el mundo una enorme sonrisa. Se
introdujeron en la calle y bajaron la colina para ir a tomar de nuevo dulces recién
hechos, exquisiteces y té.
Volvieron al hotel a través del templo, a su última noche de alojamiento bajo el
runruneante ventilador de techo, dentro de la fina gasa protectora de los mosquitos.
Estuvieron con el equipaje preparado y listas para abandonar el alojamiento antes de
ir a visitar a Panditji por la mañana. De nuevo hacía un día delicioso. Roslyn escogió
algunas flores para Panditji y dulces para su hija y su esposa, en el bazar. Cuando
llegaron a la casa, su esposa e hija las esperaban en el porche para recibirlas. Bliss les
ofreció una canturreante sonora sonrisa. Roslyn les entregó los dulces. La hija de
Panditji pareció muy complacida y tomó a Bliss y desapareció con ella. La esposa de
Panditji introdujo a Roslyn en el interior de la casa indicándole con gestos que debía
permanecer silenciosa. Panditji estaba sentado en su sala de meditación. Había un
resplandor de lámparas de manteca y olor a incienso. Su espalda enfrentaba la puerta
abierta de la terraza. Había una pequeña estera de bambú al lado de uno de los grandes
pilares de la terraza. Le indicó mediante gestos a Roslyn que se sentara, así que se sentó
con las piernas cruzadas sobre la estera.
Roslyn se sentó apoyándose contra el pilar, preguntándose qué estaba haciendo allí,
aunque era un lugar bastante agradable. Había una gran foto de la Madre a un lado de la
puerta de la habitación en donde Panditji estaba sentado y una gran foto de Sri
Aurobindo al otro lado de la puerta. Encima de la puerta había una foto del gurú de
Panditji, una especie de swami muy obeso con un aura resplandeciente que de alguna
forma el fotógrafo había incluido en la foto. Aparte de la luz que parecía emanar de Él
en la foto, el gurú de Panditji parecía más gordo que cualquier otro indio que Roslyn
hubiera visto jamás. Cada una de esas fotografías tenía flores frescas cada día. Panditji
parecía tomar flores del montón a su derecha y, tras retirar las flores del día anterior de
cada uno de los objetos, recitaba un mantra y ponía flores frescas. Luego derramaba
agua sobre las cosas todo el tiempo cantando mantras que eran casi inaudibles, como el
sordo murmullo del agua corriente, excepto ocasionalmente, como cuando hacía sonar
una campanilla, o decía un mantra que Roslyn casi podía escucharle, y luego de nuevo
el murmullo.
Estaba realmente aburrida allí sentada. No quería ser descortés, así que permaneció
donde estaba. En cualquier caso no había realmente nada más que pudiera pensar o
hacer en aquel momento. Era muy tranquilo y apacible y el patio estaba inundado de
sol. De repente fue como si una nube o una limitación en su interior se fundiera como
hielo al sol; todo su ser se sintió repentinamente liberado y oleadas de dicha tan dulces
como las cálidas olas de la playa la colmaron. Se sintió más confusa que nunca. Panditji
finalizó su meditación y salió de la habitación. Puso polvo sobre su frente y le indicó
mediante señas que debía hacer un cuenco con su mano. Derramó un poco de agua en
esta copa con rendijas y ella la bebió. Tenía el dulzor de especias y de hierbas. Él
explicó: —Esta agua era usada en el ritual para lavar simbólicamente los pies de la
Madre Divina. La Diosa.
Regresó a la habitación donde practicaba su culto y le entregó dos bananas, una para
ella y otra para Bliss.
Ella le dio las gracias y continuó diciéndole que había tenido una experiencia
mientras estaba allí sentada. Él la miró y sonrió. —Sí, sí, lo sé. No tienes que hacer el
trabajo que te encomendé. Yo lo haré por ti. ¿Tienes el trozo de papel?
Ella le entregó el pedazo de papel.
Él la invitó a visitarle al regreso de Ceilán.
Ella no veía el momento de volverlo a ver de nuevo.
Tomó a Bliss, recogió su bolsa y se dirigió al muelle para embarcar.
Roslyn estaba completamente exhausta cuando, avanzada la tarde, finalizó con la
Aduana e Inmigración Ceilanesa. Se arrastró a sí misma y a Bliss y a su bolsa, a través
de la arena, desde el muelle hasta la estación de tren. Había un tren de noche que salía
hacia Anaradapura. Era el único tren. No tenía ni idea de donde estaba eso. Alguien le
explicó que estaba en el centro de Ceilán, repleto de antiguos palacios y templos.
Compró un billete en un compartimento reservado de tercera clase, para descubrir que
su sitio correspondía a la litera más alta, en el tercer piso, e intentó dormir.
Los vendedores voceaban para vender sus mercancías en la algarabía de la pequeña
estación llena de cansados viajeros que habían descendido del barco de Rameshwaran.
Los niños chillaban, las mujeres parloteaban, los hombres gritaban, todo el mundo
arrastrando bolsas, maletas o cajas. Había unos cuantos porteadores de turbante rojo con
pilas de bolsas y de cajas sobre su cabeza. Los vendedores entraban hasta el interior del
vagón, y el tren, que se suponía partía a las 10 p.m., esperó hasta que el último pasajero
hubo pasado por Aduana e Inmigración, el Departamento de Aduanas hubiera cerrado y
los oficiales hubieran subido al tren. Permanecieron en la estación la mayor parte de la
noche. Casi todo el mundo estaba dormido en el momento en que el tren arrancó.
Roslyn finalmente quedó dormida cuando el tren echó a andar y se despertó un par de
horas más tarde porque el tren había disminuido su marcha. Sonó el silbato. Intentó
mirar por la ventanilla. Había una mujer con unos ocho niños en los asientos inferiores.
Estaban llegando a una estación. Hacía más frío que en ninguna otra parte que ella
hubiera estado en meses. Incluso los alrededores de la estación estaban muy verdes. El
tren se detuvo y ellos descendieron. Siguieron a la multitud al interior de la estación.
Roslyn se sintió completamente perdida entre la muchedumbre que se movía en todas
direcciones. Había tenido que ir a Anaradapura para coger el tren a Colombo. Roslyn se
encontraba fatigada, pero no estaba en un apuro porque desconocía a dónde estaba
yendo. Decidió que sería mejor detenerse y descansar por un día antes de continuar
hacia Colombo. En lugar de ponerse en una cola para comprar otro billete se encaminó a
la salida y a la soleada calle. Había rickshaws e incluso unos pocos taxis alineados fuera
de la estación.
Se dirigió al conductor de un rickshaw. —¿Hotel? —preguntó.
—Casa de Huéspedes del Gobierno —replicó él.
—¿Agradable? —preguntó ella.
Él movió su cabeza.
—¿Cuántas rupias? —preguntó ella.
—Cinco rupias —replicó él, reiterando la cantidad levantando su mano derecha y
mostrándole sus cinco dedos.
Ella estuvo de acuerdo. Colocó su bolsa en el extremo del asiento, subió y se
acomodó. Abandonaron la estación, doblando la esquina, entrando en el camino de
acceso a un gran edificio nuevo de cemento blanco. El conductor paró frente a la
entrada. Roslyn pagó al rickshaw a regañadientes. Un trayecto tan corto debería haber
sido sólo una o dos rupias. Pero ella se había mostrado de acuerdo con cinco, así que le
pagó cinco rupias.
Atravesó la entrada hasta el vestíbulo. Allí había un hombre detrás del mostrador con
el letrero de “Recepción”.
—Hola —dijo ella—. ¿Hay habitación?
—Sí. ¿Sencilla o doble?
—Sencilla —replicó ella.
—¿Y la niña? —preguntó él.
—Duerme conmigo, una habitación sencilla está bien.
—No, imposible, dos personas habitación doble.
—¿Cuánto? —preguntó ella.
—Habitación doble doscientas rupias.
—Yo necesito una habitación sencilla.
—Habitación sencilla, cien rupias; pero, dos personas habitación doble.
Estaba verdaderamente afectada. Incluso una habitación sencilla era excesivamente
cara y ella estaba sucia e incómoda y desconocía cómo encontrar otro lugar para
quedarse en Anaradapura. Rompió a llorar.
Un hombre mayor, descalzo, de piel blanqueada, vestido con el longi blanco y la toga
de un swami les interrumpió. Le preguntó a ella cuál era el problema y dado que estaba
casi histérica, sugirió que primero le acompañara a él y a sus amigos a tomar un trago y
luego les podría explicar su problema.
Ella comenzó a argumentar con él, pero él la calmó y le aseguró que se sentiría mejor
después del trago.
Roslyn lo siguió afuera a la terraza. Él le presentó a sus amigos que eran las únicas
personas sentadas allí, hombres ceilaneses vestidos a la occidental, con camisas blancas
y corbatas.
La recibieron amablemente y le preguntaron qué quería para beber. Aunque todavía
no era el mediodía ellos ya estaban bebiendo whisky. Ella pidió Coca-Cola con hielo.
Todos hablaban inglés. El swami con acento. Le preguntaron de dónde era y ella les
contestó que era una americana viajando por la India y que había estado en Pondicherry
y en Rameshwaran.
El Swami le preguntó si había conocido a Mari en Pondicherry.
Ella le contestó que sí.
Entonces él se presentó como “Swami Alemán”, la persona a quien Mari había
descrito como el personaje del “Swami Irlandés” en su libro.
Era el único libro que Roslyn había leído en meses. Estaba desconcertada por la
buena suerte de que la primera persona en dirigirle la palabra en Ceilán fuera un devoto
de Madre y amigo de Mari, y la persona por la que tenía cierta curiosidad de conocer en
Ceilán.
Sus amigos trabajaban para el gobierno en arqueología y turismo. Todos ellos se
hospedaban en la otra casa de huéspedes, la Antigua Casa de Huéspedes, que era mucho
más agradable. La invitaron a comer con ellos allí y se ofrecieron a llevarla luego a
recorrer los templos antiguos para ver las antiguas esculturas, sagradas para los budistas
y para los hindúes. Swami Alemán le dijo que si quería esperar dos días en la Antigua
Casa de Huéspedes, él la llevaría a visitar su ashram en Jaffna.
Ella le dijo que quería ir a Colombo.
Él le replicó que había tren directo desde Jaffna a Colombo.
Sus dos amigos insistieron para que los visitara en Colombo.
Parecía que el paseo por Ceilán había quedado establecido. Roslyn y Bliss se
juntaron con sus nuevos conocidos al abandonar la Nueva Casa de Huéspedes del
Gobierno y se dirigieron en su coche a la Antigua Casa de Huéspedes del Gobierno en
Anaradapura.
Condujeron a través del cercado de piedra hasta las grandes puertas ornamentadas de
barrotes de hierro, que les fueron abiertas por un conserje uniformado, quien saludó al
coche conforme pasaban a un camino de grava que se bifurcaba, a través de un vasto
parque, con arriates de flores muy cuidados a lo largo de la mediana del recorrido. El
coche se detuvo en la entrada, situada bajo un pórtico sustentado por grandes columnas.
Un hombre con guantes blancos y turbante les abrió las puertas del coche. Después de
que todos hubieron descendido, el conductor aparcó el coche al lado del glorioso,
inmenso, desperdigado, edificio colonial.
El vestíbulo de entrada era un gran salón lleno de mobiliario victoriano y había
algunas personas sentadas leyendo periódicos. Ella se inscribió en una habitación
sencilla por dos noches y se despidió de sus amigos hasta la hora de comer.
Siguió a un chico con pulcra chaqueta blanca y pantalones desde el mostrador hasta
su habitación. El hombre del mostrador le había dado a él la llave.
Entraron a la habitación desde la galería que daba sobre los jardines. Había un árbol
enorme, un frangipani, inundando el aire con el suave perfume de sus flores blancas.
Era una habitación amplia, de techos altos. El chico colocó su bolsa en una banqueta
de madera próxima a un armario. Encendió el ventilador de techo y le mostró el lujoso
baño adosado que contaba incluso con una enorme bañera. Era la primera bañera que
veía desde Grecia.
Ella y Bliss se bañaron, se pusieron ropa limpia y bajaron para reunirse con sus
nuevos amigos. Estaban bebiendo whisky en el vestíbulo y le ofrecieron beber algo.
Pidió otra Coca-Cola con hielo.
Pocos minutos más tarde un hombre acicalado con una inmaculada chaqueta blanca y
pantalones, descalzo, con turbante y guantes blancos, se acercó y se inclinó: —La
comida está servida.
Luego se dirigió hacia otros huéspedes. Terminaron sus bebidas y fueron al comedor.
El comedor era un salón alargado. Todas las puertas francesas a lo largo de la pared
trasera estaban abiertas a la terraza durante la comida. Ventiladores de techo zumbaban
sobre sus cabezas y había una enorme mesa bufé a lo largo de una de las paredes. Había
manteles y servilletas de lino almidonado y planchado, y una flor en un vaso en cada
mesa. Todos los camareros llevaban uniforme blanco, guantes y turbante.
Sirvieron la sopa en la mesa y luego hubieron de servirse ellos mismos en el bufé.
Roslyn llevaba a Bliss sobre su cadera y su plato vacío en la otra mano. Uno de los
camareros se apresuró a ayudarla tomándole el plato. Sólo tuvo que señalar qué quería.
Cuidadosamente, sin siquiera una salpicadura en sus inmaculados guantes blancos, el
camarero llenó su plato, e incluso antes de que hubieran recorrido la mitad de la mesa,
su plato estaba a rebosar con ensaladas, vegetales, pollo al curri, finos filetes de jamón y
rosbif. Lo rulos de patata se deslizaban por el borde del plato hacia el suelo. Finalmente
tuvo que decir: —Suficiente. El camarero llevó el plato a su sitio en la mesa.
Swami Alemán y sus amigos estaban muy animados. El Swami comenzó bebiendo
whisky por la mañana aunque no comió carne. El Swami contó historias sobre la vida
en el Tíbet hasta la Segunda Guerra Mundial, cuando el Ejército Alemán amenazó con
invadir aquella región. Él abandonó Tíbet y se fue a la India, viajando como un sadhu.
En Pondicherry tomó un barco hacia Jaffna. Encontró a un viejo swami cerca del
templo, que estuvo dispuesto a que permaneciera como discípulo en un pequeño ashram
próximo al templo. Gente chiflada de toda la India y Ceilán visitaba este templo
esperando un milagro. —Es muy difícil describir la diferencia entre gente que está
chiflada y la que no lo está —dijo el Swami.
Roslyn rio la observación, ignorando si ella estaba chiflada o soñando cuando se
atiborraba de arroz con mantequilla y pescado al curri. Realmente tenía demasiada
comida en su plato, pero la mesa de postres estaba allí reclamándola. Todos necesitaron
hacer una pausa con un cigarrillo antes de los postres. Roslyn estaba disfrutando
completamente. No tenía nada que decir, apenas escuchaba la conversación de la mesa,
tan completamente absorta estaba en la magnífica comida. Después de varios días de
pasteles rellenos de arroz, dulces, bananas y té, en Rameshwaran, aquello era el éxtasis.
Se sentía un poco avergonzada. Las otras únicas mujeres del salón llevaban hermosos
saris y eran muy discretas. La mesa que les habían asignado parecía estar rodeada por el
resto de las otras mesas y se sintió como el centro de atención de todos los ojos, con su
ligeramente raído pijama, con su bebé en el regazo, tragando cantidades ingentes de
comida. El Swami con su longi blanco no iba peor vestido que Roslyn con su pijama
naranja, por lo que decidió que sería mejor desenterrar de su bolsa el sari que había
adquirido en Pondicherry para la cena. Esperaba encontrar un sirviente que pudiera
plancharlo.
Se metió en la cama y durmió hasta la hora del té. Cuando se levantó, encontró a
Swami Alemán y a sus amigos esperándola en una mesa de la veranda, con té y pasteles.
Después del té subieron al coche y condujeron y anduvieron a hermosos templos
antiguos y a una excavación arqueológica en marcha. Era como el paraíso sobre
aquellas frescas colinas verdes a última hora de la tarde. Las piedras de los viejos
templos parecían ser casi tan antiguas como la ladera de la montaña. El lugar refulgía
con los colores de la puesta de sol. En una de las excavaciones acababan de encontrar
estatuas de Buda en oro puro y un bello, ligero, Ganesh danzarín, fabricado en oro y
pintado de negro.
Los grandes árboles, los bellos pájaros, la lujosa casa de huéspedes, todo declamaba
a Roslyn que estaba en un lugar muy especial y que por alguna razón había recibido un
día inesperado y maravilloso, un día muy especial.
A la mañana siguiente estaba un poco aburrida de todo ello, excepto de la divertida
conversación del Swami. Había comido suficiente. Había comido demasiado. Toda su
ropa estaba limpia. Las conversaciones entre Swami y sus amigos consistían
principalmente en: “¿Tomarías otra cerveza?” “¿Es demasiado pronto para empezar con
el whisky?” (a las 9 a.m.). “Tomemos otra ronda”. Swami podía ocasionalmente soltar
una perla de sabiduría: “Esta botella está vacía.” Le alivió escuchar que no bebía en su
ashram.
Estuvo feliz de partir con él en el tren hacia Jaffna, en un coche de primera clase con
billetes proporcionados por sus amigos de Colombo. Cuando descendieron de las
montañas al nivel del mar aumentó el calor y el paisaje perdió su color verde.
Jaffna estaba al final de la línea y parecía casi tan árida como Rameshwaran, aunque
era mucho mayor. Estaba asentada sobre la arena a la orilla del mar y el olor a mar
persistía en el aire. Era una ciudad muy tranquila.
El Swami rehusó tomar un rickshaw, así que tomaron un taxi desde la estación al
templo.
Swami Alemán dirigió al conductor del taxi hacia una pequeña senda polvorienta que
partía del final de una calle polvorienta que discurría delante de un extenso templo con
un gran pozo abierto debajo de un gran árbol, justo como estaba descrito en el libro de
Mari.
El taxi se detuvo. Había una descuidada cerca de espinos alrededor de un pequeño
trozo de terreno. Había en él dos pequeñas cabañas; en realidad una pequeña cabaña y
una cabaña muy pequeña.
La cabaña más grande era la casa de Swami Alemán, y tenía un amplio banco de
cemento que ocupaba la mitad trasera de la habitación en la que había una estera de paja
y un fino colchón de algodón. No había más mobiliario, excepto un recipiente de agua y
una taza, y otra estera de bambú.
La cabaña para huéspedes tenía un catre con una estructura fabricada de bambú y
unida con cuerdas, un recipiente de agua y una taza. El agua era del pozo cercano al
templo y las comidas llegaban en un tiffin [1] de acero inoxidable desde la cocina del
templo.
Era muy exótico, muy silencioso y muy apacible. No había siquiera un cojín para
sentarse. Roslyn se sentaba durante horas en el suelo sobre la fina estera de bambú,
mientras Bliss canturreaba y Swami Alemán compartía sus perlas de sabiduría de un
viajero occidental que había vivido en oriente durante casi treinta años.
Carecía en absoluto de dinero. Tenía dos o tres longis y togas que llevaba en una
bolsa de tela, una escudilla, una cuchara, un recipiente de agua y una taza. Tenía un
lugar donde dormir que le había sido otorgado por el templo. No tenía nada en absoluto
y no quería nada. Roslyn le preguntó sobre su creencia respecto al dinero y él le dijo: —
Mi Gurú me dijo que está bien tener dinero, pero no conservarlo durante la noche.
Roslyn se puso un sari y tomó un baño vertiendo catorce baldes de agua sobre sí
misma, que era como Swamaji y los otros hombres del templo se bañaban. No fue muy
satisfactorio. Se sentaba en el duro suelo, a veces apoyándose contra el muro. Bliss era
muy popular entre las mujeres de la vecindad que traían la comida. La comida era una
comida vegetariana muy sencilla. Demasiado especiada para Roslyn. Usaban como
aceite para cocinar aceite de coco que a ella no le gustaba, así que principalmente comía
arroz blanco a secas. Algunas veces había dulces o fruta. Los chapattis estaban
recubiertos de aceite de coco, así que ella no quería comerlos.
Bliss parecía estar encantada. Había una chica pequeña que acostumbraba llevar a
Bliss sobre una cadera y a un pequeño bebé varón tamil de pelo negro, sobre la otra. La
chica pequeña tenía una amigable sonrisa y un pelo cuidadosamente peinado con una
trenza. Roslyn visitó la cabaña de la familia de la niña en la que vivían siete personas.
Era una minúscula choza de palma de cocotero y la madre de la niña le dio la
bienvenida e insistió en que tomara el té. Roslyn se sentó sobre el suelo en el exterior de
la choza bebiendo el té de un vaso. Numerosos niños acudieron a su alrededor para
mirarla.
Todo era muy interesante, pero estuvo contenta de partir al cabo de tres días y
continuar su recorrido por Ceilán.
Finalmente llegó a Colombo.
A Roslyn no le apetecía contactar con los amigos de Swami Alemán. Se hospedó en
el Albergue de Juventud durante unos días, paseó por la ciudad, miró joyas y piedras
preciosas y adquirió algunas de ellas para revenderlas en USA. Tomó el tren de vuelta
hacia la parte norte de la isla para embarcar hacia Rameshwaran, India. Compró una
piña para Panditji antes de unirse a la cola en el cobertizo de la aduana. Unas cuantas
horas más tarde estaban finalmente en el barco hacia la India.
Se dirigió a la casa de reposo en donde habían estado anteriormente y durmió. Por la
mañana Roslyn se despertó ardiendo en ganas de ver de nuevo a Panditji. Esperó hasta
las 9 en punto para ir a su casa
Allí no había nadie en las escaleras para recibirla ni tampoco en el porche. Se adentró
en la casa llamando suavemente: —Hola.
La sala de meditación estaba cerrada y no había flores frescas en las fotografías del
Gurú de Panditji, Sri Aurobindo y la Madre.
Estaba una mujer a quien Roslyn había visto anteriormente en los alrededores de la
casa. Había llevado tanto tiempo unos grandes pendientes de oro, que habían hecho
unos grandes agujeros en los lóbulos de sus orejas y los pendientes casi tocaban sus
hombros.
—¿Panditji? —preguntó Roslyn.
La anciana repitió lo que había dicho varias veces antes de que Roslyn entendiera lo
que estaba diciendo: —Pondicherry.
Entregó a la anciana la piña y regresó al hotel para recoger sus cosas y tomar el
primer tren a Pondicherry.
[1] Recipiente para transportar comida.
CAPÍTULO IV
EL MUNDO DE LA MADRE
Una visión mayor nos alcanza en las alturas
en la luminosa amplitud de la mirada del espíritu.
Por fin despierta en nosotros un Alma testigo
que mira hacia las verdades invisibles y escruta lo Desconocido;
entonces todo asume una nueva y maravillosa faz…
los límites de la vida se desmoronan y se junta con el infinito.
“Savitri” de Sri Aurobindo
EL tren llegó a Pondicherry a las 5:45 de la mañana, justo cuando salía el sol y en el
cielo la aurora colmaba la mañana con la promesa de un nuevo día.
Le pareció auspicioso estar de vuelta en Pondicherry. Tenía ganas de ver a Panditji,
Kelly, Ananta, Mari, sus otros amigos y la Madre.
No deseaba volver al hotel del parque. Quería quedarse en una de las casas de
huéspedes de la Madre, aunque no quería ver a la persona que estaba al cargo de las
casas de huéspedes del Ashram
Se dirigió a la pequeña casa de Mari, próxima al Ashram, e hizo sonar la
campanilla… y sonar y sonar. Había un pequeño letrero sobre la puerta, “Cuidado con
el Perro”. No había percibido ningún perro cuando visitó a Mari. Continuó tocando la
campanilla.
Al final la puerta se abrió. Allí estaba, todo vestido de blanco, con su pelo blanco
rizándose suavemente sobre su cuello, el caballero italiano que vivía con Mari.
Eran tan sólo las 6:30 de la mañana. Roslyn espero que su comportamiento no fuera
imperdonable, pero no sabía dónde ir. Mari le había estado trayendo los mensajes de la
Madre. Quería preguntarle qué hacer.
El caballero de aspecto muy distinguido asintió con su cabeza y dijo: —Bon giorno.
—Tengo que ver a Mari.
—No, no. Imposible —dijo él muy educadamente, en forma muy suave, pero muy
firme.
—No, no. Tengo que ver a Mari.
—Mari nunca ve a nadie hasta después de su visita a la Madre por la tarde. Madre le
indicó que no lo hiciera —dijo él amablemente, sin querer causar dificultades, pero
reacio a permitirle molestar a Mari.
—No sé a dónde ir. ¿Existen casas de huéspedes que no estén administradas por ese
tipo del Ashram?
—Sí, puedes intentar en la Casa de la Sociedad. Ellos también tienen casas de
huéspedes. Es justo al final de esta calle.
La acompañó desde la puerta hasta la esquina. —La Casa de la Sociedad es la grande
blanca al lado del templo de Ganesh.
—¿Sabes dónde está Panditji? —preguntó Roslyn.
—Sí, está en la casa grande a este lado del templo de Ganesh —replicó él, atento y
servicial al tiempo que cortés y distinguido.
Le dio muchas gracias y él le respondió con una amplia sonrisa deseándole: —
¡Buena suerte!
Comenzó a descender por la calle opuesta al muro del Ashram. Se cruzó con
personas que había visto anteriormente en Pondicherry. Le sonrieron. Tuvo un impulso
de ir a la habitación de la Madre e insistir en verLa inmediatamente. Madre había dicho
que Ella la vería cuando volviera de Ceilán. Había vuelto de Ceilán. Todavía no sabía si
estaba yendo o viniendo.
Estaba sola con un bebé y a pesar de lo buena que era, Bliss seguía siendo un bebé
humano y Roslyn no podía imaginar cómo, sola con un bebé, podría vivir en el páramo
yermo que era el lugar propuesto para Auroville. Para Roslyn la Carta de Auroville había resonado como una verbalización de los principios en los que creía y para los que
quería vivir:
“Auroville no pertenece a nadie en particular. Auroville pertenece a toda la
humanidad en su conjunto, para vivir en Auroville uno debe ser un servidor
voluntario de la Consciencia Divina.
“Auroville será el lugar de la educación perpetua, del progreso constante y
de una juventud que nunca envejece.
“Auroville quiere ser el puente entre el pasado y el porvenir. Aprovechando
todos los descubrimientos exteriores e interiores, Auroville avanzará
audazmente hacia futuras realizaciones.
“Auroville será un lugar de investigaciones materiales y espirituales a fin
de dar un cuerpo viviente a una real Unidad Humana.”
—La Madre
28 de febrero de 1968
Roslyn siguió en dirección a la Casa de la Sociedad Sri Aurobindo. La Sociedad Sri
Aurobindo, no el Ashram de Sri Aurobindo, era la patrocinadora de Auroville.
Se sorprendió al darse cuenta de que había estado pensando en Auroville todo el
tiempo que duró su caminata desde la puerta de Mari hasta la puerta de la casa de la
Sociedad Sri Aurobindo y frecuentemente durante su viaje a Ceilán. Afrontó atravesar a
los mendigos reunidos delante de la puerta y la abrió. Roslyn se encontró en un
exquisito jardín pequeño con una fuente, delante de una amplia y antigua mansión
colonial de color blanco. Estaba realmente cansada, aunque sólo fueran las siete de la
mañana. Necesitaba un baño y una cama.
Una mujer india con un sari blanco, con las trenzas de su largo pelo formando una
corona sobre su cabeza, con gafas, recibió a Roslyn.
—Estoy buscando una habitación en una casa de huéspedes —explicó.
—Por favor vaya a la oficina al otro lado del Ashram, próxima a la escuela, a partir
de las nueve.
—Estoy muy cansada y muy sucia. Llevo cuatro días viajando desde Colombo. Por
favor, no me haga esperar.
La señora la invitó al interior de la sala de espera. Había grandes y lujosos sofás rojos
y sillas adosadas a las paredes de la amplia habitación. Una gran lámpara de cristal
colgaba de lo alto del techo.
—Por favor tome asiento —dijo ella, indicando una silla cercana a la puerta.
Desapareció por un momento a través de una puerta acortinada y volvió con algunos
papeles y una pluma.
Se sentó en el sofá.
—Siento molestarla tan temprano por la mañana —dijo Roslyn.
—No tiene importancia. ¿Para cuánto tiempo?
—No lo sé.
—¿Más de un mes?
—No lo sé.
—¿Quieres hacer el pago diariamente o mensualmente?
—¿Resulta más barato por meses?
—Ligeramente, pero entonces el pago es por adelantado.
—De acuerdo.
—Por favor, rellena estos documentos.
Eran los formularios habituales que Roslyn había ya rellenado en cada parada de
noche durante meses. Tenía a su bebé en el regazo. Estaba muy cansada, y sucia. No
deseaba rellenar formularios. Quería un baño y una cama.
—Por favor, no. Estoy demasiado cansada y sucia. Llevo varios días viajando desde
Colombo, por favor, podría darme una habitación y dejarme volver más tarde para
rellenar los formularios.
La señora la miró con enorme compasión. —Discúlpame, un momento. Debo hacer
una llamada telefónica.
Desapareció de nuevo a través de la puerta acortinada. Después de unos minutos
regresó y dijo: —Han acondicionado una habitación en la Casa de Huéspedes Shelter,
justo al otro lado de la calle. Por favor regresa durante el día y rellena los formularios.
—Debo venir aquí o a la oficina —preguntó Roslyn.
—Ven aquí, por favor.
Roslyn le dio las gracias y la señora la acompañó de vuelta a la calle, a través de la
fila de pedigüeños delante de la puerta. Desde la esquina le indicó un edificio verde y
desagradable al otro lado de la calle, con tiendas en su planta baja y una anodina hilera
de puertas en el cemento verde de la pared de la parte superior. Ella señaló esa parte de
arriba. —Esa es la Casa de Huéspedes Shelter.
Roslyn realizó el recorrido a través de la calle y dio con la puerta entre las tiendas y
subió por las escaleras, llevando a Bliss y su bolsa. Al final de las escaleras se encontró
con un delgado joven indio.
—Soy el administrador, por favor pase un momento a la oficina.
La condujo a una oscura y sórdida oficina detrás de las escaleras, con barras de
hierro en la ventana. Había un gran escritorio viejo de madera que prácticamente llenaba
la habitación. Él se sentó en una silla detrás del escritorio, señaló una vieja silla plegable
de metal oxidado y dijo: —Por favor tome asiento.
—Por favor, deme una habitación y déjeme rellenar los papeles más tarde.
—No, no. Eso no es posible. No puedo entregarle la llave de la habitación hasta que
los papeles estén cumplimentados y me entregue su pasaporte. Es contrario a la ley.
Depositó su bolsa en el suelo y a Bliss en su regazo. No podía dejar al bebé en el
suelo; no parecía muy limpio. Le entregó el pasaporte y rellenó los formularios.
Él examinó su pasaporte.
—¿Qué estuvo haciendo en Ceilán?
—Por favor, ¿puedo tener una habitación? La señora al otro lado de la calle también
quería que rellenara los formularios, pero dijo que podía obtener la habitación y volver
más tarde.
—Sí, sí. ¿Dónde está su marido?
—Por favor, devuélvame mi pasaporte.
—No, no. ¿Va a pagarme ahora la habitación?
—Tengo que ir al banco. Por favor, devuélvame mi pasaporte.
—No, no. Debo mostrarlo a la policía, después lo devolveré.
—Lo necesito para ir al banco —dijo ella.
—No se preocupe. Se lo devolveré antes de la hora de comer. ¿Tomará sus comidas
en el comedor?
—No lo sé. ¿Cuánto cuesta?
—Cuatro rupias al día.
—¿Y la habitación?
—Cinco rupias al día, ¿cuántos días permanecerá?
—No lo sé.
—Debe darme cien rupias ahora y le daré la llave.
—No tengo dinero. Debo ir al banco.
—Vaya al banco, regrese, deme el dinero y yo le daré la llave.
—Por favor, el banco no está abierto, por favor, permítame utilizar la habitación y yo
iré al banco cuando abra.
—Deme el pasaporte. Le mostraré su habitación. Le daré el pasaporte cuando vaya al
banco.
A regañadientes le tendió su pasaporte. Él se levantó y ella lo siguió a la estrecha
galería que tenía un pasamanos de hierro, a través de una hilera de puertas
indiferenciadas que tenían números apenas discernibles marcados a mano. Él se detuvo
casi al final de la hilera, abrió un candado y descorrió el cerrojo de la puerta.
Le extendió la llave y el candado y le mostró el armario, la mesa, la silla, la cama, la
pila de agua y el diminuto cuarto de baño con una letrina de pie y una ducha.
—Pase por la oficina antes de salir —dijo sujetando el pasaporte.
—Sí por favor, estoy muy cansada.
—Esto es una casa del Ashram, por favor, sea muy silenciosa.
—¿Hay alguien que lave la ropa?
—Sí. Una pieza, una rupia, en una semana devuelta. Urgente, una pieza, dos rupias,
devuelta el mismo día.
—¿Una semana para lavar la ropa?
—Sí. Muy bien. Muy limpia. ¿Envío sirviente?
—De acuerdo.
¡Hubiera querido arrojarlo de la habitación, desde la galería a la calle! Por fin él salió
y ella cerró la puerta por dentro. Había pequeñas ventanas a cada lado de la puerta. Si
estaban abiertas, cualquiera que pasara por la galería podía mirar el interior de la
habitación y eran las únicas ventanas, excepto un montante encima de la puerta.
Cerró las ventanas y las cortinas y abrió el montante. Se sintió como si se hubiera
registrado en una prisión.
Abrió su bolsa llena de ropa sucia. Debería ir y recoger las cosas que había dejado
con su amiga danesa que vivía cerca de la playa. No tenía nada limpio que ponerse, así
que buscó las cosas que estaban menos sucias que las que llevaba puestas.
Alguien golpeó la puerta.
Abrió. Era un hombre con unos sucios longi y camiseta blancos.
Él saludó con su cabeza —dobhi.
Lo miró. Sabía que dobhi significaba lavandero, ¡pero sus ropas estaban tan sucias!
Ella dirigió su mirada hacia la pila de ropa sobre la cama.
Él también la miró y asintió con su cabeza —sí, sí, muy bien. ¿Cuántas piezas?
Ella las contó. Había veintiséis piezas, incluyendo dos pañales de Bliss. Puso su
vestido tibetano azul marino sobre el suelo y encima de él toda la ropa para lavar, la
enrolló en un paquete y se la entregó al lavandero. —Urgente. Veintiséis piezas.
Él movió su cabeza —sí, sí. Se lo devolveré mañana. Colocó el bulto bajo su brazo y
extendió su mano: —Cincuenta y dos rupias por favor.
—No, no, tienes que traerlo hoy. Cuando traigas las veintiséis piezas, te daré el
dinero.
—Sí, lo traeré. Por favor deme ahora cinco rupias. Debo comprar jabón.
Ella le dio cinco rupias. —¿A qué hora volverás?
Él meneó su cabeza. —Sí, sí. Estaré de vuelta a las cinco.
Ella cerró la puerta y echó el pestillo desde dentro. Tenía ciertas dudas respecto a
permanecer allí durante un mes. Era desagradable y caro. Pensó en enviar un telegrama
a su padre, Bernie, y decirle que enviara los pasajes de avión. Había regresado a
Pondicherry para ver a la Madre. Kelly, Ananta y otros amigos le habían dicho que la
Madre recibía habitualmente a sus devotos el día de sus cumpleaños. Su cumpleaños
estaba próximo; tal vez pudiera ver a la Madre dos veces, una ahora que estaba de
vuelta de Ceilán y de nuevo para su cumpleaños.
Se aseó, durmió, se puso de nuevo sus ropas menos sucias y se llevó a Bliss sin ropa,
antes que vestirla con ropa sucia. Fue a recoger su pasaporte para ir al banco.
El administrador había salido y la oficina estaba cerrada. Esperó y esperó, cada vez
más y más enfurecida. Finalmente él regresó y le dio su pasaporte.
Llevó a Bliss con su amiga italiana que tenía un niño pequeño. La amiga era muy
amable; feliz de que Bliss se quedara con ella mientras Roslyn iba al banco. Invitó a
Roslyn a comer cuando regresara para recoger a Bliss.
El tipo de la casa de huéspedes era un imbécil. Era un fastidio tener que esperar hasta
avanzada la tarde para ver a Mari. Pero Pondicherry estaba encantador en esa mañana
de otoño. El cielo estaba perfectamente claro. Había pájaros cantando en todos los
árboles del parque. El único tráfico era de bicicletas y rickshaws. Caras familiares le
devolvían una sonrisa al cruzarse. Algunos conocidos que la adelantaban con sus
bicicletas se paraban para hablar. —Así que has regresado.
—Sí —replicaba ella—, Madre dijo que me vería cuando volviera de Ceilán.
Francis, que era de Auroville, replicó a esto: —Querrás decir que tú la verás a Ella,
Ella te está viendo todo el tiempo.
Otros preguntaban por Bliss.
Roslyn fue al banco. Fue y rellenó los formularios en la Casa de la Sociedad y pagó
por su habitación y por su comida en el comedor del Ashram. Fue a la Oficina de
Correos: como había escrito a Bernie que iba a volver a Pondicherry, esperaba que él
hubiera escrito y enviado algún dinero más y no resultó defraudada. Adquirió algunas
guirnaldas de jazmín.
Se detuvo delante de la casa en donde residía Panditji. Atravesó la puerta de entrada
y el jardín. Panditji estaba sentado en una amplia veranda rodeado por hombres con
impecables ropas blancas y mujeres con blancos saris.
Él la vio, le dedicó una abierta sonrisa y dijo: —Sí, pasa.
Vio allí sentado al hombre encargado de las casas de huéspedes del Ashram y al
amigo de Ananta de California, Joe. Al resto de personas no las conocía. Entregó a
Panditji las guirnaldas de jazmín envueltas en hojas. Él abrió el frágil paquete, sacó el
jazmín y asintió con su cabeza: —Sí, sí, muy bonito. Tomó la guirnalda de jazmines y la
colocó alrededor de la fotografía de la Madre ya engalanada con otras guirnaldas. Dio
una palmada fuerte con sus manos. Apareció su esposa. —¿Dónde está Bliss?
—Está con una amiga.
—Por favor, tráela esta tarde. Me gusta mucho.
—¿Tomarás café? —le preguntó Panditji.
—No, gracias.
—Por favor, toma asiento —dijo él señalando una plaza vacía en la esterilla al lado
de Joe.
Panditji se sentaba en una pila de cojines. Estaba hablando en un lenguaje que
Roslyn no entendía, pero resultaba entretenido estar allí. Luego Panditji pidió a uno de
los hombres que tradujera.
El traductor dijo, señalando a otro hombre: —Él escribe libros y quiere que Panditji
escriba un libro, pero Panditji dice que para qué escribir más libros cuando ya tenemos
los Vedas y los escritos de Sri Aurobindo y la Madre.
Había una atmósfera radiante en esta luminosa veranda soleada. Panditji se excusó
para ir a comer. Invitó a Roslyn a volver a las cuatro de la tarde para dar un paseo con
él.
Roslyn juntó las palmas de sus manos y se dirigió a casa de su amiga italiana para la
comida y a recoger a Bliss.
Visitó a Panditji por la tarde. Había varios discípulos, incluyendo a Joe y a una joven
mujer francesa, dibujando el símbolo místico “Sri Chakra”, de acuerdo a la fórmula que
Panditji les había dado. Les dijo que ninguno de los dibujos era correcto y les volvió a
dar la fórmula. Miró a Roslyn y sonrió. Ella no entendía cómo la fórmula que les estaba
dando podía resultar el bello diagrama de treinta y seis triángulos entrelazados que es el
Sri Chakra.
Los triángulos resultan ser la red invisible que los mantiene juntos a todos. Roslyn
pudo ver que hay más triángulos en el Sri Chakra que ramas hay en el Árbol Cabalístico
de la Vida.
Al cabo de un rato Panditji se excusó con los demás e invitó a Roslyn y a Joe a un
corto paseo alrededor del Ashram. Pasaron cerca de la casa de Mari. Roslyn quería ver a
Mari. Joe y Panditji la dejaron allí y Panditji le pidió que transmitiera sus saludos a “La
Mari”.
Roslyn transmitió los saludos de Panditji a Mari y le pidió que dijera a la Madre que
estaba de vuelta de Ceilán y que le gustaría encontrarse con Ella. Mari le dijo que
volviera al día siguiente por la tarde.
En casa de Panditji el té estaba siendo servido. Había dulces y algunas personas más
de las que había a primera hora de la tarde.
Panditji se sentaba en medio de las personas del Ashram que habían venido a
visitarlo. Había una fabulosa conversación. Roslyn no podía pensar en nada que decir.
No necesitaba pensar en nada que decir. Era más fantástico que cualquier cosa que
hubiera imaginado. Un grupo de sabios sentados compartiendo historias de inspiración
y a ella le había sido permitido sentarse allí y escuchar mientras eran servidos té y
dulces.
Panditji contó una historia sobre un Gurú y su discípulo. “El gurú pidió al discípulo
que sacara un cubo de agua del pozo. El discípulo no estaba entusiasmado con la tarea.
Fue al pozo con el cubo, pero allí había una larga fila de mujeres con cubos delante de
él y él había venido para aprender yoga con el gurú. Era verano y hacía calor y sabía
que si su gurú quería agua había otras maneras de obtenerla que la de enviarle a él al
pozo. Recordaba muy bien haber visto grandes vasijas llenas de agua en el ashram. Él
quería estar con el maestro, no en una lenta cola para coger un cubo de agua que el
maestro no necesitaba, así que abandonó la cola y regresó al ashram. El maestro estaba
allí sentado y, repentinamente, ante él apareció una cobra real, enroscada, dispuesta a
atacar. El maestro la miró y ella muy gentilmente se desenroscó y se marchó. El
discípulo dijo con entusiasmo: —"Maestro, quiero aprender cómo hacer eso". El
maestro replicó: —"Primero debes aprender a sacar un cubo de agua".
El momento resultó demasiado corto. Las sombras de la tarde se extendían en el
interior de la terraza y todos ellos hubieron de marcharse cuando Panditji dijo: —Ahora
iré a descansar. Roslyn tomó a Bliss con ella de regreso a la casa de huéspedes y a la
cena en el Comedor.
Por la mañana contrató a una sirvienta llamada Marie para cuidar a Bliss. Las dejó en
la casa de huéspedes y fue a la de Panditji.
Estaba sentado en su sala de meditación, cantando mantras, con los discípulos
sentados silenciosamente en la veranda. Algunos de los discípulos llevaban malas.
Estaban la mayor parte de las personas que había visto allí el día anterior. Se sentó
ensimismada, disfrutando de la tranquila mañana y del jardín soleado.
Desconocía absolutamente el extraño ritual que Panditji estaba realizando. Sin
embargo de ninguna manera resultaba intimidante para ella observarlo sentado en la
pequeña habitación, bajo el alegre brillo de lámparas de manteca y la humeante niebla
del incienso, jugando con agua, con flores, con su mala, con tallas de deidades, con
símbolos de la divinidad, cantando mantras, haciendo sonar una campanilla. Nadie de
los que allí estaban se movía, ni incluso un poquito. Finalmente Panditji se levantó y
salió entre ellos con un pequeño recipiente y una cucharilla. Se detenía delante de cada
persona y derramaba un poco de agua, con la que simbólicamente había lavado los pies
de la Madre, en las manos en forma de cuenco. Luego los discípulos bebían el agua de
sus manos y ungían sus frentes y ojos con sus palmas húmedas.
Roslyn intentó imitar lo que los otros hacían. Siempre había deseado tomar la
comunión en una iglesia católica. El agua estaba fragante con flores y especias.
La mujer y la hija de Panditji sirvieron café. Uno de los discípulos era un doctor
homeopático que generalmente no se permitía a sí mismo o a sus pacientes tomar café.
Uno de sus pacientes estaba allí y declinó tomar café porque su doctor se lo había
prohibido. El doctor sonrío y dijo: —Puedes tomar este café. Cualquier cosa que
Panditji te dé es mejor medicina que cualquiera que yo pueda darte. Y estaba claro lo
que quería decir, puesto que también él bebió el café, a pesar de que como homeópata
nunca lo bebía.
Después del café Panditji despidió a cada uno, invitándolos a regresar por la tarde.
Mientras salían, Roslyn tuvo un momento de conversación con Joe.
—¿Por qué no está aquí Ananta? —preguntó.
—Está en el hospital.
—¿Qué ha ocurrido?
—Tomó demasiadas píldoras para dormir.
—Debo ir a verlo.
—Está en la Clínica del Ashram.
Ella se apresuró en salir y tomó un rickshaw hacía la Clínica del Ashram.
Ananta se encontraba en una habitación privada del piso superior, gritando en tamil a
una pobre pequeña enfermera tamil atemorizada, cuando Roslyn entró.
Pareció muy complacido de verla.
—Querida, cómo estás. Yo necesito un barbero.
Estaba sentado sobre una cama desarreglada, con tan sólo un longi blanco
descuidadamente envuelto alrededor de su cintura.
Se abrió la puerta y entraron dos sirvientes que ella había visto en la isla. Ambos
llevaban pantalones amarillos y camisetas blancas.
El más alto le sonrío, luego se volvió hacia Ananta. —Vamos a la isla.
Ananta lo miró —¿Ahora?
El más bajo dijo: —Sí, sí. Vamos a la isla.
Ananta dijo con su voz alta y resonante: —¿Qué dice el doctor?
—Doctor dice tú ir a América. Tú no puedes ir a América. Tú vas a la isla —insistió
Ramakrishna, el más pequeño y grueso de los sirvientes.
Ananta miró a Roslyn con expresión desesperada en su rostro. —Lo sé. Me han dado
una patada para sacarme del Ashram.
En ese momento alguien más entró en la habitación, un hombre delgado y alto con
pantalones azules y camiseta blanca que ella había visto en las proximidades del
Ashram.
Él la ignoro a ella y a los sirvientes y saludó efusivamente a Ananta. Tenía una carta
de la Madre para Ananta. Ananta la abrió.
La cara y la expresión de Ananta se transformaron. Se iluminó. Se puso de pie de un
salto. Le dio las gracias al mensajero y apresuradamente garabateó una contestación
para la Madre.
Ananta dijo algo en tamil a sus sirvientes. Ellos parecieron muy contentos y salieron.
El mensajero partió.
Ananta mostró la carta a Roslyn, “Mi Queridísimo niño”, había escrito la Madre.
Roslyn dejó a Ananta discutiendo con una enfermera y prometió venir a visitarlo de
nuevo por la tarde.
Cuando volvió aquella tarde a la Clínica, él ya se había ido.
A la mañana siguiente dejó a Bliss gritando en brazos de Marie y se fue a Panditji
con su pijama naranja limpio. Él estaba sentado haciendo su puja cuando Roslyn se unió
a los silenciosos discípulos sentados recatadamente e inmóviles.
Justo cuando Panditji terminó su puja y estaba compartiendo el theertham entre sus
discípulos, la puerta del jardín se abrió repentinamente y entró Ananta, absolutamente
radiante, su pelo peróxido próximo al platino, recién rasurado, con camiseta amarilla de
seda y ceñidos pantalones blancos, seguido de todos sus nueve sirvientes con sus
camisetas blancas y pantalones amarillos. Ignoró a todos cuantos estaban allí sentados, a
punto estuvo de arrollarlos, y se arrojó al suelo delante de Panditji, cuando Panditji
paseaba entre sus apacibles y sobrios discípulos con el pequeño recipiente de agua
suavemente fragante. Panditji tomó la cucharilla y diestramente derramó una gota de
theertham sobre la parte trasera de la cabeza de Ananta. La nariz de Ananta estaba en el
suelo próxima al gran dedo gordo de Panditji.
La cara de Panditji tenía una amplia sonrisa y su talante había cambiado en un
instante, de muy imponente y sobrio a estar cercano a la hilaridad. —Levántate Ananta,
—dijo Panditji. Ananta se puso en pie, al lado de Panditji, prácticamente pisoteando a
Joe, que murmuró al cuello de su camisa al ser forzado a moverse: —Por Dios, Ananta.
Ananta lo ignoró. En el momento en que Ananta se puso en pie, su trabajador
número uno, el delgado, postrado también a los pies de Panditji, se levantó a su vez y
retrocedió, así como el segundo, tercero, cuarto, quinto, sexto, séptimo, octavo y noveno
hombres, también postrados a los pies de Panditji. El resto de los amigos y discípulos
permanecían sentados observando, la mayor parte de ellos más bien desdeñosamente.
Panditji señaló una esterilla vacía, detrás de los otros discípulos. —Toma tu asiento,
Ananta.
Ananta se movió en la dirección opuesta, delante de todos los discípulos, justo frente
a la puerta de la sala de meditación de Panditji, bajo las fotografías engalanadas con
guirnaldas de la Madre, Sri Aurobindo y el Gurú de Panditji, y de nuevo se arrojó en
una profunda postración, con sus narices tocando suelo. Panditji continuó su
peregrinación entre el resto de los discípulos, dando a cada uno, incluyendo a los
trabajadores de Ananta, algunas gotas del agua sagrada de su pequeño cuenco. Luego
Panditji regresó a su sala de meditación. Ananta se sentó justo delante de la puerta.
Panditji volvió a salir llevando una bandeja de bananas, ignoró a Ananta, casi
tropezando con él, y distribuyó las bananas entre los otros discípulos, entregando dos a
Roslyn, uno para Bliss y otra para ella.
Panditji pasó de nuevo, a través de los discípulos, a la habitación de la puja. Ananta
estaba sentado muy tranquilo frente a la puerta. Panditji sacó de nuevo el pequeño
cuenco de cobre y la cucharilla y por tres veces derramó en la ahuecada palma de
Ananta el agua sagrada que había lavado los pies de la Madre Divina en el ritual y
Ananta puso parte en su boca y parte en su frente y ojos con exagerada piedad.
Luego Panditji le dio algunas bananas y le sonrió.
La conversación que siguió era tan esotérica y dramática como uno pudiera desear.
Cada uno estaba intentando captar la sabiduría dorada; no se oía ni un susurro mientras
Panditji hablaba o el intérprete traducía sus palabras al inglés.
Cuando un discípulo preguntaba o hacía un comentario, Panditji contestaba en inglés,
sánscrito o hindi, utilizando a menudo fábulas de los Vedas como ilustración, o de los
shashtras o sutras u otro saber esotérico tradicional, para explicar lo mundano.
La esposa de Panditji servía café y la centelleante conversación complementaba la
luz del sol sobre las flores del jardín.
Panditji sólo venía a Pondicherry durante dos o tres semanas, dos o tres veces al año,
cada vez que era llamado por la Madre. Ella siempre guardaba esta bellísima casa
próxima al Ashram para Él, y hacía que Sus jardineros mantuvieran siempre los jardines
y que los sirvientes mantuvieran la casa. Siempre estaba dispuesta para Él.
Él estaba profundamente entregado a Ella. Ella le respetaba y le mantenía a Él y a Su
trabajo como yogui, así como generosamente Lo mantenía financieramente, de tal
manera que Su responsabilidad económica hacia Su familia era cubierta largamente por
Ella. Esto le permitía hacer el trabajo que Él siempre había hecho para Ella de manera
confortable y segura. El único propósito del trabajo espiritual que Panditji hacía, de
acuerdo con la tradición de sus gurús, era por el amor y las bendiciones de la Madre
Divina.
El discípulo de Panditji, Sri Navajata, lo invitó a visitar la exposición en las nuevas
oficinas para Auroville. Panditji invitó a Roslyn a acompañarlo por la tarde.
Joe estaba también con ellos. Panditji había declinado utilizar un coche. Caminaron
más allá del Templo de Ganesh. Habitualmente los mendigos molestaban a Roslyn
cuando pasaba delante de este templo. Panditji, que se había puesto chappals [1] antes
de abandonar su casa, le explicó a ella: —Chappals son muy cómodas. ¿Tú no llevas?
Joe, un super pulcro americano, la miró: —Panditji dice que deberías llevar chappals.
Ella iba descalza; no llevaba zapatos porque carecía de ellos. Paseaban, decididos,
por el centro de las calles de Pondicherry; pulcro Joe llevaba una camisa de cuello duro
recién almidonada y planchada, alisados y limpios pantalones cortos, y unas muy
respetables chappals, que le daban el aspecto de un estudiante “A”; luego estaba
Panditji, una bola dorada con una pieza de ropa blanca alrededor de su cintura, otra
pieza de ropa blanca sobre un hombro, y un blanco cordón sobre su otro hombro, con
vibhuti y kum-kum embadurnando su cara y su cuerpo, gafas colgadas de su nariz,
cabeza afeitada, lleno de júbilo; y por fin Roslyn, tan alta como Joe y Panditji, pero más
gruesa que Panditji y mucho más gruesa que Joe, con sus pelos de punta al aire,
descalza, con una bolsa de tela sobre uno de sus hombros y su pijama naranja, paseando
al lado de Joe y Panditji. Se sintió como una princesa real de tiempos remotos.
Panditji se detuvo un momento delante del templo con sus revocadas imágenes
pintadas, juntó sus palmas y murmuró un mantra.
Joe le miró y preguntó: —¿Por qué lo haces?
Panditji sonrió y señalando el templo dijo: —Es muy bonito.
Había una horda de escuálidos mendigos, raquíticos cuerpos cubiertos de harapos,
haraganeando en el soleado atardecer de la calle tranquila. Pequeños tenderetes
languidecientes vendían flores, incienso, cocos. A través de la puerta abierta podían
escuchar la música y a los sacerdotes cantando mantras.
Finalmente, dejando atrás la Oficina de Correos del Ashram, llegaron a la esquina en
donde la Oficina de Auroville estaba situada. Sri Navajata esperaba en la puerta para
recibirlos.
Atravesaron la puerta blanca del edificio blanco frente al Ashram de Sri Aurobindo.
Panditji y Joe se quitaron sus chappals. Los suelos eran blancos. Roslyn cayó en la
cuenta de que sus pies estaban sucios. Había una impresionante exhibición sobre “La
Ciudad que la Tierra Necesita”, “La Ciudad del Futuro”, “La Ciudad de la Aurora”, “La
Cuna del Superhombre”, “Auroville”, una ciudad a construir sobre el supuesto de que
esta vez el proceso evolucionario colectivo permitiría a la humanidad sobrepasar lo que
ha sido hecho y convertirse en lo que debe ser, unirse y sobrevivir en el tiempo y en el
espacio a pesar de haberle sido dado el poder de destruirse a sí misma y a la Tierra.
Auroville sería el lugar en donde todos los instintos conflictivos de la gente que
decidiera construir la humanidad, serían usados para luchar contra la pobreza, el
sufrimiento y la ignorancia y no para enfrentarse unos con otros.
Panditji miró con gran interés la exhibición y dijo: —Es un sueño de jóvenes.
La tarde siguiente Panditji les contó una parte de la fábula de Durga.
“Los dioses habían sido expulsados de su reino por el demonio-búfalo, Mahisha, y
estaban al borde de la extinción. Para salvarse invocaron a la Madre Divina, que se les
apareció bajo la forma de una flamígera, feroz y hermosa Durga. Los dioses La armaron
con todas sus armas y símbolos y Ella se convirtió en la personificación de la fuerza
cósmica.
“Durante diez días, en diez aspectos de shakti, luchó con el demonio que es descrito
a veces como una encarnación de la ignorancia con cabeza de búfalo. Victoriosa,
restauró el orden de la manifestación, el círculo de la Gran Madre, de nacimiento,
muerte y renacimiento.”
El traductor continúo: —Panditji se va mañana. La puja de Durga es la semana
próxima, y le gustaría celebrarla en Rameshwaran.
Panditji miró a Roslyn. —Ven a Rameshwaran para la puja de Durga.
Se sintió honrada por la invitación. Aunque había muchos discípulos y devotos
sentados allí, conocidos de Panditji desde hacía tiempo, sólo la invitaba a ella.
Inmediatamente dijo que iría a Rameshwaran para la puja de Durga.
—¿Qué día? —preguntó ella.
—Comienza el miércoles —replicó él.
—Es mi cumpleaños; voy a ver a la Madre. Se había quedado asombrada cuando
recibió la respuesta de Madre a través de Mari.
Mari le había contado a la Madre que Roslyn había regresado de Ceilán. Madre
replicó: “La veré en su cumpleaños.” Roslyn no le había dicho a Mari que su
cumpleaños estaba tan próximo.
—Ve a ver a la Madre y luego ven a Rameshwaran — dijo Panditji.
Le apenaba que Panditji dejara Pondicherry para ir a Rameshwaran. Estaba
encantada de estar con Él y con Sus discípulos por las mañanas y por las tardes,
tomando café y té, meditando y escuchando historias estupendas. Tenía ganas de ir a
Rameshwaran después de su encuentro con la Madre. También había mucha gente
agradable e interesante en Pondicherry y tanto que hacer. Paseaba sobre las más suaves
nubes.
Era un tiempo que redefinía los días del paraíso. Cada día amanecía con un sol
glorioso elevándose sobre el océano. Se levantaba temprano y a la salida del sol ya
estaba paseando por la calle Chabrol, a lo largo de la blanca playa en donde el sol se
alzaba dramáticamente sobre el mar.
La calle era muy tranquila, excepto por un hombre en bicicleta con un gran recipiente
de acero inoxidable sujeto al trasportín, avanzando lentamente por la calle, voceando:
—Café, café.
Delante de algunas de las casas por las que pasaba, en su paseo desde la playa hasta
el Ashram, las sirvientas barrían y lavaban el pavimento frente a las casas y dibujaban
con polvo de tiza los tradicionales dibujos tamiles llamados kolams en las aceras delante
de sus puertas. Esos dibujos eran renovados diariamente delante de muchas casas y eran
muy bonitos recién hechos por la mañana.
Los kolams son símbolos de protección y buena fortuna que nada ni nadie debe
estropear al entrar en la casa.
Roslyn iba al Ashram con Bliss y se sentaban cerca del Samadhi, situado bajo el
Árbol de la Alegría, observando a las mujeres de saris blancos arreglando las flores.
Unos minutos después de amanecer cada mañana, dos hombres colgaban un dosel de
seda pintado sobre la tumba de mármol del Samadhi, que luego era cubierto con flores
de una dulce fragancia exquisitamente arregladas. Grandes varillas de incienso estaban
encendidas. En un rincón del patio había dos mujeres, una con un gran cesto de flores y
otra con un cestillo de incienso, y cualquiera podía tomar flores e incienso para
ofrecerlos en la tumba.
Todo el mundo permanecía en silencio. Era un momento muy apacible del día,
aunque muy dinámico. Sentada allí tranquilamente sin más, apoyada contra la pared de
una de las habitaciones del patio, Roslyn se sentía en paz consigo misma y con el
mundo. No pensaba en por qué estaba allí o qué es lo que iba a hacer. Nada más se
sentaba allí hasta que el cielo se ponía blancoazulado con la clara luz de la temprana
mañana tropical, después Roslyn sentía el gruñido de su estómago y se levantaba para ir
al Café Indio en la calle Nehru para el desayuno.
Roslyn tomaba habitualmente huevos revueltos con tostada, café y varios cigarrillos.
A veces encontraba allí a un antiguo conocido, o a uno nuevo.
Después del desayuno iba de visita.
Tenía una amiga, Lorelei, con dos niñas pequeñas, una de unos meses más que Bliss
y otra de unos pocos menos. Era holandesa. Ella y su marido se habían unido al
Ashram. Su hija más pequeña había nacido en la pequeña comunidad de Promesa, en el
límite exterior de Auroville, que había sido construida por la Madre como un lugar para
los niños de Auroville que iban a nacer. Cuando Lorelei y Roslyn estaban juntas, todo lo
que hablaban y todo lo que pensaban era sobre Auroville. Las tres niñas jugaban juntas,
y ellas hablaban y hablaban sobre Auroville. La Madre parecía pensar que los niños son
el futuro y los cuidados prenatales para aquellas que iban a ser madres y el cuidado y la
educación de los niños, eran la prioridad para la comunidad de Auroville. Madre había
dicho que los niños eligen a sus padres. Cada persona, según la Madre, tiene un ser
psíquico, un aspecto inmortal. Según Sri Aurobindo “el ser psíquico vive en el
corazón”. Los niños pequeños son tan preciosos porque ellos son puro ser psíquico, no
revestido de ego.
El primer niño que había nacido en la comunidad de Auroville se había ahogado
cuando tenía ocho meses. Eso había sido un terrible golpe para la comunidad.
Lorelei vivía con su familia en una pequeña casa cerca del bazar que les había sido
proporcionada por el Ashram. Ella y su marido habían dado todo su dinero al Ashram
cuando llegaron a Pondicherry. Se les había dado una casa, una sirvienta, comida,
vestido y acceso a los servicios del Ashram, incluidos los sanitarios y el cuidado dental
y la educación. No tenían nada de dinero. Lorelei pedía prestadas algunas rupias de vez
en cuando y compraba unas pocas camisetas baratas en el bazar a las que bordar flores
alrededor del cuello y venderlas con un pequeño beneficio en Auroboutique.
Ella y Roslyn ponían a las niñas en pequeños baldes de agua en el diminuto patio de
la casa de Lorelei y se sentaban a la mesa, hablando y soñando sobre Auroville y sobre
los bordados. Ayudaba a Lorelei a dejar las camisetas listas para ser revendidas. Lorelei
necesitaba las rupias extras para pequeñas necesidades, como té o naranjas. Anhelaba
una bicicleta y una máquina de coser. Su marido la había dejado una vez que estuvieron
en el Ashram. Continuaba viviendo en la misma casa pero nunca le dirigía la palabra o
hacía las comidas con ella o con los niños. Trabajaba en la factoría del Ashram donde se
embotellaba la soda “Sodalicious”.
La sirvienta de Lorelei le traía la comida del comedor del Ashram. Estaba sola y feliz
de tener una amiga; las niñas juntas eran un tumulto. Después de estar sentadas
bordando y comadreando durante un par de horas, habitualmente salían a tomar el té y
dulces o dosais, y después Roslyn volvía a la casa de huéspedes, dejaba a Bliss con
Marie, e iba a comer.
Todos los días eran brillantemente soleados y claros. Jamás había una nube en el
cielo. Todos con quienes se reunía estaban llenos de devoción por la Madre y de
entusiasmo hacia el futuro.
Sri Aurobindo había escrito en 1940 que la humanidad estaba al borde de un avance
evolutivo y que el mundo sería transformado por la Fuerza Supramental. Parecía que
todas las cosas malas iban a evaporarse como rocío de la mañana y que habría rosas sin
espinas por todas partes en cuanto las leyes del tiempo y el espacio cambiasen, y que la
humanidad avanzaría al encuentro de sus vecinos entre las estrellas.
La comunidad alrededor de la Madre era frecuentemente mencionada como “el
Mundo de la Madre”. Era un lugar y una época muy especiales. Era limpio y
organizado, y había una profunda buena voluntad e igualdad entre todos los miembros
de la comunidad. No era simplemente que la Madre se asegurara de que cada uno de los
miembros de la comunidad fuera mantenido en un adecuado nivel de vida, había la
comprensión de cada uno de los miembros de la comunidad de que, como niño de la
Madre, aunque tuviera más dinero o mayor responsabilidad, uno no es más importante
que cualquier otro niño de la Madre. Era evidente que Su consciencia era radicalmente
diferente y de que ocurría aproximadamente lo mismo con todos los demás.
La Madre amaba a Sus niños incondicionalmente. Exigía una atmósfera de mutua
buena voluntad y respeto entre Sus niños. Explicaba a la gente que debían encontrarse
unos a otros cada día —fuese cual fuese su relación— como si fuera por primera vez,
con sinceridad y confianza.
La gente era sincera y amistosa. Era un lugar muy tranquilo y apacible en donde el
énfasis se ponía en la sabiduría, el autoconocimiento y la comprensión del mundo, más
que en la adquisición de posesiones y de poder.
El Ashram era muy poderoso. Había dos mil miembros residentes y puede ser que
otros tantos huéspedes. Había una escuela con un campus que se extendía varios
bloques en cada dirección alrededor del Ashram, un horno de pan, Clínicas de Salud,
fábricas, tiendas, casas de huéspedes, una imprenta, todo dirigido por la Madre, todo
pintado del mismo color azul/gris/banco del Ashram, un color apacible que destaca
suavemente en cualquier luz, incluso en la oscuridad de la noche. Y además estaba el
proyecto de Auroville. Había cuartos de baño limpios y filtros de agua por doquier en el
mundo de la Madre. Los niveles estéticos e higiénicos eran sorprendentes para el
planeta Tierra, inimaginables para la India, sin embargo eran escrupulosamente
mantenidos y el resultado era bello y armonioso, un lugar en donde prevalecía una
atmósfera de feliz bienestar.
Fue a ver a Mari. Mari le dijo que tenía una cita con la Madre a las 2:30 de la tarde,
el día de su cumpleaños. Ella le dijo a Mari que Panditji la había invitado a
Rameshwaran para la puja de Durga, pero que no tenía dinero alguno. ¿Podía Mari
prestarle algo?
Mari le prestó cuarenta rupias: era suficiente para un billete de ida y vuelta en tercera
clase.
Por fin llegó el cumpleaños de Roslyn.
Esa mañana la salida del sol parecía más gloriosa incluso que las hermosas mañanas
habituales que habían tenido con Bliss en Pondicherry. El cielo estaba más colorido de
lo habitual y el espectáculo de luces del amanecer sobre las olas era tal vez el más
espectacular que había visto. Hubo un momento en que el mundo entero se tornó
repentinamente de un rosa deslumbrante, el rosa del hibisco que Madre había designado
como la flor de Auroville, el color rosa del ser psíquico, que es más anaranjado que
azul. El malecón y la arena y Bliss y Roslyn quedaron bañados en el pálido resplandor
rosa asalmonado por un instante y luego, como un caleidoscopio que ha girado, los
púrpuras brillantes y cada matiz de rosa, azul, amarillo y blanco, inundaron el cielo. El
día comenzó como un brillante disco de oro anaranjado surgiendo refulgente sobre el
océano.
Bliss iba a horcajadas sobre la cadera de Roslyn. Estaban completamente felices y en
armonía la una con la otra, paseando por el fresco pavimento en la cálida luz tropical,
cuando el día estaba todavía lleno del resonante silencio de las primeras horas de la
mañana. El chico, en su bicicleta con el gran recipiente de acero inoxidable, las adelantó
voceando: —Café, café.
Recorrieron la pequeña y tranquila calle desde la playa hasta el Ashram. Todos los
edificios eran del color gris/azul/blanco del mundo de la Madre. Aunque pintados del
mismo color, por los mismos pintores que habían pintado los otros muros, los del
Ashram eran en cierta forma diferentes. Era como si el revoque del edificio que
albergaba a la Madre fuera más alegre que el de los otros edificios.
En el muy sobrio azul/gris/blanco muro, sobre las hermosas puertas amplias de
madera abiertas en la entrada, había un símbolo de la Madre, un loto de doce pétalos de
neón rojo y azul brillando suavemente en la calle silenciosa. Ocasionalmente Roslyn se
encontraba a alguien vestido de blanco, andando hacia o desde el Ashram, como un
fantasma flotante aleteando a través de la puerta bajo el psicodélico loto. Bliss llevaba
una camiseta negra bordada con un dragón dorado que Roslyn le había comprado en
Cachemira, y parecía que todos los demás llevaban ropas blancas. Dentro de la puerta
del Ashram había paz y silencio en las primeras horas de la mañana, luces cálidas, flores
y pájaros. Roslyn caminó hasta el patio central. Miró hacia arriba y vio luces en el tercer
piso, en la habitación de la Madre. Había una aparente quietud especial preñada con la
promesa de un día especial. Había mucha más gente de lo normal a esa hora de la
mañana en el Ashram, alrededor del Samadhi y en la Sala de Meditación, puesto que era
también el primer día de la puja de Durga, uno de los días especiales en los que la
Madre, antes de retirarse a su habitación en 1958, colocaba Su silla en la planta baja, en
la sala de meditación, y daba Sus bendiciones a Sus discípulos. Roslyn nunca había
visto Su silla anteriormente. Era muy especial, delicadamente tallada, con un exquisito
escabel y delicados cojines de seda. Magníficas flores habían sido dispuestas alrededor
de la silla y había discípulos sentados silenciosamente frente a la misma con rostros
radiantes. Roslyn se sentó en el suelo con Bliss. Casi se había acostumbrado a la mágica
pequeña explosión de campanillas que experimentaba cada vez que entraba dentro de
esa sala de meditación.
Era una liberación de energía o una absorción de energía, que la dejaba
completamente calma, tranquila, sin pensamiento alguno, simplemente allí en la orilla
del tiempo próxima al ahora.
Estaba por completo en la felicidad absoluta. De repente se dio cuenta de que su
nariz estaba sobre el suelo. Estaba casi dormida, de tan relajada. Se incorporó a su
posición de sentada y tomó a Bliss, que estaba sentada a su lado —ya de diez meses—,
con sus piernecitas cruzadas como un viejo yogui, como un querubín tradicional de
rizos dorados, vestida como una diosa asiática, de negro con bordados dorados, con
pulseras en sus muñecas y tobillos. Volvieron a salir a la mañana.
Roslyn tenía que prepararse para partir hacia Rameshwaran; debía coger flores para
presentarlas a la Madre; debía arreglarse ella misma para presentarse a la Madre; tenía
que comer y dar de comer a Bliss y arreglar a Bliss para presentarla a la Madre. Caminó
por delante del templo de Ganesh hacia su habitación. Había músicos tocando alargados
cuernos y tambores del sur de la India, con sacerdotes entonando cánticos y
representaciones del Señor Ganesh. Había pinturas y estatuas del dios con la cabeza de
elefante alrededor de ellos. La mañana estaba llena de flores y de música, de niñas
pequeñas y de hermosas mujeres jóvenes con flores en el pelo y tintineantes brazaletes
tobilleros de plata. Era divertido estar allí observando el ritual, el aire fragante de flores
y de incienso. Algunos hombres giraban y giraban en círculos como estáticos derviches
frente al santuario interior en el centro del patio del templo. Finalmente volvió a la calle
y, dando la vuelta a la esquina, a la Casa de Huéspedes Shelter.
Su sirvienta la estaba esperando. Roslyn dejó a Bliss con ella y marchó a sus recados.
Tenía un sari nuevo de organdí blanco, con delicados bordados malva a lo largo del
dobladillo, que se había comprado para llevarlo en su encuentro con la Madre. Bliss
tenía un conjunto para bebé de lana blanca que era horriblemente inadecuada para los
trópicos, pero el único vestido blanco que tenía, y Roslyn quería que Bliss estuviera
primorosamente vestida cuando fueran a ver a la Madre. Bliss tenía diez meses. Era el
veintiséis cumpleaños de Roslyn.
Mari se reunió con ellas en lo alto de la escalera, cubierta con una alfombra verde, de
la Sala de Meditación, con una gran sonrisa y un pequeño paquete para Roslyn, a las
2:30 pm. Subieron las escaleras. En el segundo descansillo Mari señaló una puerta a la
derecha y dijo en voz baja que tras la puerta estaba la habitación de Sri Aurobindo.
Siguieron a través de una entrada abierta a su izquierda, atravesando un largo salón —
que tenía estanterías cubiertas con sábanas protectoras del polvo en todas las paredes y
una gran mesa larga en el centro que pudiera haber sido la mesa de una biblioteca—,
hasta afuera, al interior de un pequeño porche, y entonces subieron de nuevo una
escalera más estrecha, alfombrada de verde, y a través de un vestíbulo hasta el interior
de un amplio balcón.
Había otra mujer en el balcón. Era una de las mujeres más hermosas que Roslyn había visto jamás. Su pelo negro estaba recogido en un moño y tenía la postura y la gracia
de una bailarina de ballet. Mari la presentó como: —Poorna, la nieta de la Madre.
En ese momento la puerta de la habitación que, a través del vestíbulo, daba frente a
la puerta del balcón, se abrió. Un hombre vestido con un longi y una estola blanca sobre
su hombro, de largo pelo blanco y ojos destellantes, miró hacia fuera y captó los ojos de
Poorna. Ella lo siguió a través de la puerta y la puerta se cerró.
Mari le explicó a Roslyn: —Habitualmente la gente se arrodilla delante de la Madre.
Cuando entres a la habitación te arrodillas delante de Ella. Es muy mayor y no puede
mirarte si permaneces de pie frente a Ella.
Roslyn no creía en arrodillarse ante otras personas; puede ser delante de Dios; pero
nunca se había encontrado con Dios y no tenía claro que incluso entonces se arrodillara.
No obstante, no argumentó con Mari; no dijo nada.
Mari tenía una beatífica sonrisa en su cara. Permanecía allí, silenciosa, como en un
embelesado trance. Roslyn paseaba hasta el final del balcón y miraba por encima de la
baranda el tranquilo patio del Ashram, y más allá del patio las otras habitaciones y
terrazas. Bliss estaba quieta como una muñeca, a horcajadas sobre su cadera,
sonriéndole como un feliz querubín en una suave tarde tropical. Una agradable brisa
desde el mar las acariciaba. Roslyn abrió el pequeño paquete que Mari le había dado,
una pastilla de jabón de madera de sándalo de Mysore, ¡precisamente lo que necesitaba!
La deslizó al interior de su mochila de tela.
La puerta de la habitación que, a través del vestíbulo, daba frente a la puerta del
balcón, se abrió de nuevo y salió Poorna que comenzó a descender por las escaleras. El
hombre pequeño hizo señas a Mari que avisó a Roslyn y entraron en la habitación de la
Madre.
Bliss estaba sobre uno de sus brazos y Roslyn tenía un desaliñado ramo de flores en
la otra mano, puesto que alguien le había dicho que era una tradición llevar flores a
Madre.
El suelo estaba densamente cubierto de alfombras y lo único que Roslyn pudo ver en
la habitación fue a la Madre sentada en su silla. Atravesaron la habitación y, sin
pensarlo, el cuerpo de Roslyn cayó de rodillas delante de Ella. Ella estaba sentada en Su
silla mirándolas detenidamente. Roslyn sentó a Bliss sobre la alfombra próxima a ella.
Entre la Madre y Bliss había una bonita canasta de paja. Bliss se abalanzó hacia la
canasta. Mari dijo: —Detenla; es una canasta de huevos.
Roslyn agarró a Bliss y la sentó. De nuevo el bebé se abalanzó hacia la canasta y
Roslyn la agarró y la sentó; pero claramente Bliss iba a saltar de nuevo hacia la canasta.
Roslyn trataba de contener a Bliss con una mano y en la otra todavía tenía el desmañado
ramo de flores, cuando la Madre miró a Bliss, una poderosa mirada penetrante que hizo
que Bliss se sentará de nuevo bien recta, atenta a la mirada de la Madre. Roslyn no sabía
qué estaba pasando entre ellas pero la contundente mirada que la Madre estaba
dirigiendo a Bliss era muy fuerte, Roslyn estaba contenta de no ser la receptora de esa
penetrante mirada. A continuación el semblante de la Madre se disolvió en la más dulce
de las sonrisas y Bliss le sonreía a Ella, y parecía como si compartieran la broma más
maravillosa, perfecta, clara, en una comunicación sin palabras. La Madre tenía 90 años.
Algunas personas le habían dicho a Roslyn lo que pensaban; tal vez Ella era una mera
apariencia senil. Viéndola comunicarse con Bliss, Roslyn pensó, “tal vez Ella está
senil”. Madre parecía entender a Bliss mejor que Roslyn, así Ella debía tener la
consciencia de un bebé.
Entonces Madre se volvió hacia ella y dijo: —Parlez-vous Français?
Bliss estaba sentada quieta, sonriendo felizmente al lado de Roslyn, sin prestar
atención alguna al cesto de huevos. Roslyn no había esperado que Madre le hablara.
Todo el mundo le había dicho que Madre normalmente no hablaba a la gente cuando
iban a recibir Su bendición. Roslyn estaba tan pasmada que ni siquiera se sintió capaz
de hablar inglés o americano, que había estado hablando durante toda su vida. Sólo
miraba a la Madre.
Madre dijo en un inglés perfecto y sin acento: —Do you speak French?
Roslyn no pudo responder. Su ser por entero parecía estar atravesando tal convulsión
de gozo; pero era tan suave como la seda, nada era diferente, todo era diferente, estaba
completamente sumergida en la dicha para poder contestar.
Mari contestó por ella: —Ella no habla francés, Madre.
No podía hablar, no podía moverse, no podía pensar, Madre la miraba, pero ella
estaba demasiado feliz como para sonreír, sin embargo Madre parecía estar sonriéndole
a ella. Ella continuaba haciéndole una serie de preguntas en inglés y Roslyn fue
consciente de que, por primera vez en su vida, el gato le había comido la lengua. Mari
contestaba por ella, a cosas como, —¿Te gusta Pondicherry?, ¿Has visitado Auroville?,
¿Dónde nació Bliss?
Roslyn se sentía como una tonta y Mari muy gentilmente contestaba a la Madre las
preguntas que eran para ella, como si fuera una niña idiota.
Mari le dijo a Madre que Roslyn iba a ir a Rameshwaran para la puja de Durga.
Madre dirigió a Roslyn una prolongada mirada. Se volvió hacia la mesa junto a su
silla y cogió una esponjosa flor verde con el más sorprendente perfume acre y fragante.
Le extendió la flor a Roslyn y le dijo que la entregara a Panditji, porque era una flor
especial que significaba la manifestación Supramental.
Roslyn deslizó la flor en el interior de la mochila de tela, con la pastilla de jabón y
todos los cachivaches que siempre llevaba, y la olvidó.
Por último Mari le preguntó si quería entregar el pobre ramo mustio, que había
estado sujetando, a la Madre. Extendió las flores hacia la Madre. De la mesa junto a su
silla, la Madre tomó un bello ramo de flores frescas y se las entregó a Roslyn, junto con
una tarjeta y una única rosa de color rosa. También le extendió un corderito de trapo que
llevaba colgada una campanilla, para Bliss.
Bliss cogió el corderito de mano de la Madre y pareció fascinada con el sencillo
juguete. Se estiró y tomó la flor que Madre le tendía también para ella, en su otra manita
de bebé y agitó hacia la Madre sus manos llenas con el pequeño cordero y la flor, luego
las llevó a su regazo y miró los maravillosos regalos que Madre le había dado. Levantó
la mirada hacia la Madre de nuevo, apretando los pequeños tesoros firmemente contra
su cuerpo.
La Madre miró a Roslyn y le dijo: —Tráeme de nuevo a Bliss en su cumpleaños.
Había contestado la pregunta no formulada de Roslyn. Permanecerían en
Pondicherry por lo menos hasta el cumpleaños de Bliss.
Después Ella les dedicó una gran sonrisa y Roslyn se inclinó hasta tener su nariz
pegada al suelo. Cogió a Bliss y los regalos de la Madre y salieron. El asistente de pelo
blanco le sostenía la puerta, y comenzó a bajar la escalera verde. Apenas había
descendido unos escalones cuando se detuvo. No quería seguir bajando aquellas
escaleras. No sabía qué había ocurrido en la habitación de la Madre pero, fuese lo que
fuese, parecía ser más maravilloso que cualquier otra cosa que nunca le hubiera ocurrido
en toda su vida. Había tenido muchas aventuras, muchas experiencias interiores y
externas, pero lo que había en aquella habitación era mejor que el champán, mejor que
el sexo, mejor que cualquier cosa que ella hubiera experimentado. Estar en la habitación
de la Madre era gozo perfecto, y no quería salir a la calle, quería regresar a la habitación
de la Madre.
Mari descendió por la escalera tras ella. Parecía entender perfectamente por qué
Roslyn se había detenido en los escalones. Miró a Roslyn con una maravilloso brillo en
sus ojos y le aseguró: —No te preocupes; puedes volver el día del cumpleaños de Bliss.
En el momento en que habían descendido hasta el final de la escalera, Roslyn se dio
cuenta de que ya se había olvidado de cuán más maravillosa era la sensación de estar
simplemente cerca de Ella, y estuvo contenta pensando en quedarse en el Mundo de la
Madre por lo menos hasta el día del cumpleaños de Bliss, en diciembre.
[1] Sandalias.
CAPÍTULO V
LA CIUDAD DEL FUTURO
La mirada que eleva la tierra hacia un remoto Desconocido
es sólo un prefacio de la épica ascensión
del alma humana desde su liso estado terrenal
hacia el descubrimiento de un yo más grande
y hacia el lejano resplandor de una Luz eterna.
Este mundo es un inicio y una base
en donde Vida y Mente erigen sus estructurados sueños;
un Poder nonato debe construir la realidad.
“Savitri” de Sri Aurobindo
ROSLYN reunió lo necesario para su viaje a Rameshwaran, pero carecía de dinero para
su estancia. Confiaba en que puesto que Panditji la había invitado, y era un gran
poderoso yogui, no le preocupaban detalles como el dinero. No sabía cuánto tiempo
permanecería en Rameshwaran. Pensó que cuando Panditji se diera cuenta de que no
tenía dinero, la enviaría de nuevo a Pondicherry.
No estaba preocupada. Tenía su habitación en Pondicherry y esperaba la llegada de
dinero a la Oficina de Correos del Ashram. Al dejar la casa de huéspedes hacia el tren
gastó varias de sus preciosas rupias en un rickshaw que la llevó a Castelini para cenar
con John Kelly, camino de la estación.
Kelly se estaba mudando desde Castelini a una casa de huéspedes al lado de la playa,
en donde podría estar en el jardín con un caballete y pintar el océano. Todavía llevaba
pijamas malva y bebía cerveza. La cena de esa noche fue excepcional. La Condesa de B.
había hecho que su cocinero preparara una comida especial para ellos y se la enviara,
caliente, en un tiffin. Había langosta con una deliciosa salsa, judías verdes francesas, y
mouse de chocolate. Gabriel trajo algunas Coca-Colas con hielo, y Kelly le dijo a
Roslyn: —Todavía no has visto nada.
Ella replicó: —Me parece que mi vida es muy diferente de otras personas. He tenido
algunas experiencias verdaderamente increíbles y maravillosas, como el encuentro de
hoy con la Madre, pero he tenido algunos terribles momentos muy difíciles, mucho
peores de los que he visto ocurrir a los demás.
Kelly replicó: —Es el yoga. Tu alma está siendo preparada como el acero, primero
fuego, luego hielo.
Ella contestó: —¿Cómo puede ser el yoga? Madre dice que la ecuanimidad es una
indicación del progreso espiritual. Yo estoy entre la dicha y el suicidio.
—¿Cómo te sientes hoy? —preguntó Kelly.
—Extasiada por el encuentro con Madre y asustada porque me voy a Rameshwaran
sin dinero alguno.
—No estés asustada. Has tenido siempre lo que has necesitado, ¿por qué habría de
cambiar eso? —preguntó él.
—Tal vez no debería ir. Tengo ya pagada mi habitación y mi comida aquí —dijo
ella.
—No, no, ve. Es un acto de fe. Siempre puedes regresar.
Comieron rápidamente y se fue a la estación de tren. El tren ya estaba allí. Compró
su billete y subió. La primera etapa del viaje fue tranquila y cómoda, aunque al tren le
costó una hora llegar al importante cruce quince millas al oeste de Pondicherry. Allí
hubo de dejar el tren en la gran estación, cansada, cargada con Bliss y con su bolsa, y
encontrar el tren a Rameshwaran.
Finalmente lo encontró y embarcó. Iba lleno, pero encontró un portaequipajes vacío,
se acurrucó con Bliss y se durmió. Durante la noche tuvo necesidad de levantarse para ir
al baño. Dejó a Bliss y su bolsa en el portaequipajes por un par de minutos. Luego gateó
de vuelta al sitio, junto a Bliss.
Cuando se despertó, los dedos de la aurora acariciaban el cielo de la mañana. Salió
del portaequipajes. Muchas de las personas que habían estado en el tren habían
descendido en las diferentes paradas a lo largo de la noche. Había un lugar en el asiento
de abajo. El tren entró en una pequeña estación. Había un chico en la ventanilla
vendiendo té y galletas. Le pidió té y algunas galletas y buscó en la bolsa el dinero para
pagarle. ¡El dinero había desaparecido! Estaba muy disgustada. Todo su dinero, aunque
fuese sólo unas cuantas rupias, había desaparecido. Alguien debió tomarlo de la bolsa
cuando fue al baño por la noche.
Un hombre del vagón de segunda clase, contiguo al coche de mujeres, percibió su
desasosiego. Le preguntó si necesitaba ayuda.
Ella le explicó que cuando miró en su bolsa, encontró que todo su dinero había sido
robado mientras dormía.
Él compró el té y las galletas para ella. Estuvo muy agradecida.
No le quedaba ni una paisa, ni la más pequeña de las monedas. Estaba en un tren con
bebé Bliss en el sur de la India. Trataba de no preocuparse. Panditji la había invitado. Si
verdaderamente era un gran yogui se ocuparía de ella.
El hombre que le había comprado el té y las galletas llegó hasta su ventana agitando
los brazos tratando de llamar su atención.
Le tendió un fajo de rupias y explicó: —He realizado una colecta en el coche de
segunda clase en donde viajo, puesto que no quiero que usted, una dama extranjera,
tenga un mal concepto del pueblo indio. No es mucho. Le dio un buen fajo grueso de
billetes de rupia.
Ella no le había dicho que solamente llevaba veinte rupias, y probablemente no
debería haber aceptado el dinero, pero se figuró que era la forma en que Panditji
resolvía el problema y lo aceptó.
—Ha sido un placer —dijo él.
Sonó el silbato y él regresó al otro coche. Ella contó el dinero, ¡casi trescientas
rupias, una fortuna!
El tren caminaba sobre del puente y llegaban a Rameshwaran.
Su bolsa estaba llena de rupias y tenía a Bliss, risueña, sobre su cadera. Era una
mañana dorada, suave y soleada. Descendieron del tren.
Tomó un rickshaw directamente a casa de Panditji.
No había nadie en la veranda y tampoco en el patio central. Panditji estaba sentado
en su sala de meditación entonando mantras. Roslyn se sentó con Bliss, su espalda y su
bolsa apoyadas contra un gran pilar, observando y escuchando en el silencio de la
mañana. Panditji jugaba con agua, flores y fuego, cantando mantras con más sílabas a la
vez de las que parecía posible. Las fotografías de la Madre, de Sri Aurobindo y de su
gurú, que rodeaban el marco de la puerta de su habitación de puja, parecían resonar con
una fuerza de bendición. Estaba sentada allí sintiéndose bendecida en presencia de los
Maestros. Bliss permanecía sentada a su lado, quieta como una muñeca, su mano
apoyada ligeramente sobre el regazo de Roslyn como si estuviera meditando.
Roslyn había hecho la práctica de treinta y cuatro días y se sentía mucho más estable
de lo que estaba cuando conoció a Panditji. Ignoraba por qué él la había aceptado, o por
qué ella lo había aceptado a él, pero parecía haber un entendimiento entre ellos, una
relación que nada tenía que ver con el lenguaje, la cultura o la apariencia. Él, de forma
muy amable, era un amigo, un gurú, un guía. Era jovial y encantador, firmemente
impregnado por el Divino. Panditji hacía sonar una campanilla y cantaba un mantra que
sonaba como Omaha Cream Cheese. Musitó algunos mantras más. La atmósfera cambió
después de repicar la campanilla. Se levantó y salió afuera de la sala de meditación con
su pequeña copa y su cucharilla.
Roslyn había sido cuidadosa para no hacer ruido. Él no podía haberla visto, a menos
que hubiera tenido ojos en la parte posterior de su cabeza, pero sabía que estaban allí.
Ella tomó el agua vertida en la palma de su mano y la bebió.
Él le dio dos bananas. Su hija llegó trayéndoles café y se llevó a Bliss.
Panditji se interesó por la Madre, y Roslyn recordó que Ella le había entregado una
flor para él el día anterior. Buscó en la mochila de cuyo interior había sido sustraído el
dinero en el tren. Su pasaporte estaba todavía allí y todos los cigarrillos, fósforos, peine,
dulces y otros cachivaches que siempre llevaba consigo en esta pequeña mochila de tela,
y debajo de todo ello encontró la mullida y maravillosamente fragante flor verde. Estaba
todavía tersa y exhalando un suave perfume. Debería haber estado como un resto
estrujado. Estaba asombrada de que la flor hubiera sobrevivido al viaje desde la
habitación de la Madre hasta la sala de Panditji en Rameshwaran.
Panditji estuvo muy complacido de recibir una flor de la Madre. La introdujo
inmediatamente dentro de su sala de meditación y esparció agua sobre ella y la ofreció a
la Diosa, la Madre; el activo aspecto femenino de dios, destructiva y benéfica, Durga, la
diosa de los diez brazos, montada sobre un león en batalla contra el mal. Cuando no hay
luz ni calor ni sonido, incluso entonces, en el interior, permanece Su gran calidez, el
alma, el eterno uno en todos.
Panditji le contó a Roslyn una historia sobre Durga. Había un devoto príncipe hindú
que se dirigía al templo de Durga. La India en aquel tiempo estaba dominada por los
mongoles. Un capitán mongol, musulmán, interceptó a los hindúes en su camino hacia
el templo y les conminó a que perdieran su religión o sus vidas. Ellos le persuadieron
para que los acompañara al templo. Cuando llegaron, el capitán musulmán degolló el
caballo del príncipe hindú y le dijo a él y a su séquito que si la diosa a la cual habían
venido a adorar no devolvía la vida del caballo, él los mataría a todos y se quedaría con
sus caballos y con las ofrendas que habían traído al templo de su Señor. El príncipe
hindú estaba consternado y entró en el templo con el capitán, sacó su espada y cortó su
propia cabeza, antes que convertirse en un musulmán o que los musulmanes lo mataran.
La diosa quedó complacida con su devoción por lo que le devolvió la vida y la vida de
su caballo. Desde aquel día el capitán mongol dejo de acosar a los hindúes.
Roslyn permaneció en Rameshwaran durante unos días en la casa de huéspedes de
Panditji. Era una casa tradicional del sur de la India, con grandes pilares antiguos de
madera soportando el techo de la entrada, y construida alrededor de patios, como en la
antigua Roma. Había una sirvienta que se ocupaba de ellas. Los otros discípulos nunca
hablaban con Roslyn y apenas pronunciaban palabra cuando estaban con Panditji.
La estancia era apacible pero ligeramente austera. No había nadie con quien pudiera
hablar en Rameshwaran excepto Bliss y Panditji. Llevó a Bliss a la playa. Llevó a Bliss
al templo. Llevó a Bliss a Panditji. Comieron dulces, bebieron café y vieron al elefante
y la procesión alrededor del templo. Escucharon los mantras cantados a través de los
altavoces. Era agradable, pero muy aburrido, excepto cuando podía estar con Panditji;
entonces sentía su ser colmado de luz y era tomada por una consciencia que enderezaba
su espina dorsal y la llenaba por dentro y por fuera de tranquilidad y alegría. Quería
regresar a Pondicherry donde se lo estaba pasando en grande. Ananta la había invitado a
la isla la última noche de la puja de Durga, “la Victoria”. Pidió a Panditji que le diera un
mantra y él le dijo que la vería en Pondicherry en diciembre.
Roslyn tomó el largo, lento y polvoriento tren de vuelta a Pondicherry con las
últimas rupias que el Buen Samaritano le había dado. Abandonaron Rameshwaran al
mediodía y llegaron a Pondicherry al amanecer de la mañana siguiente.
Llegaron a la estación en el momento de la salida del sol. Pondicherry estaba
resplandeciente con la belleza de los colores de la aurora. Roslyn había escrito a su
padre Bernie, “en Pondicherry, al lado del mar, es donde quiero estar”.
Tomó un rickshaw desde la estación de tren a la Casa de Huéspedes Shelter. En su
habitación todo estaba como lo había dejado y su sirvienta Marie vino para hacerse
cargo de Bliss. El dhobi llegó con la ropa limpia. Roslyn salió a la Oficina de Correos y
a ver a sus amigos.
En la Oficina de Correos había una carta de su padre con dinero. Le decía que iba a
venir a Pondicherry para verla por el cumpleaños de Bliss en diciembre.
Cobró el cheque. En el bazar compró tela que llevó a la calle de los sastres. La calle
de los sastres era un pequeño callejón que atravesaba la calle del bazar, en la que había
una hilera de hombres tamiles, sastres, sentados ante sus máquinas de coser a lo largo de
uno de los lados del callejón. Dejó la tela a uno de los sastres, quien prometió tener sus
nuevos vestidos listos para la tarde. Luego fue a comprar una bicicleta y pidió que
unieran al manillar un cestillo para Bliss y después volvió para coger a Bliss y pagar a la
sirvienta y a la casa de huéspedes.
En la habitación de al lado había una mujer italiana que se había trasladado poco
antes de su partida hacia Rameshwaran. Era una persona mayor pero muy elegante y
divertida. Era vehemente en su desaprobación de que Roslyn no llevara calzado, y de
que Roslyn dejara al bebé con la sirvienta por las mañanas, que Roslyn no estuviera
casada, etc. Pilló a Roslyn cuando pasaba por delante de su habitación.
—Así que estás de vuelta. He estado oyendo llorar a la niña.
En ese mismo momento se abrió la puerta de la habitación de Roslyn y salió Bliss,
toda limpia, con un lazo en el pelo y un vestido limpio, en brazos de la agradable mujer
tamil que se ocupaba de ella. Bliss estaba bien con Marie pero inmediatamente agarró
un berrinche cuando vio a Roslyn, en demanda de que la cogiera.
—¿Vas a ir a comer? —preguntó su vecina.
—Sí.
—¿A dónde vas a ir?
—No lo sé, puede ser al Continental —replicó ella. Siempre disfrutaba del Hotel
Continental en la playa con su comedor que daba al mar. La comida era no vegetariana,
buena y de precio asequible.
—¿Por qué no pruebas el nuevo restaurante del Ashram en la playa “Tous qu’il
faut”? Es no vegetariano. Lo regenta la nieta de la Madre y hay unos filetes dignos de
elogio.
Roslyn rió. —Debemos estar en el único ashram en la India que cuenta con un
restaurante de bistecs.
Le había impresionado la nieta de la Madre cuando se encontraron en el balcón
exterior de la habitación de la Madre. Era muy elegante. Las cosas en el mundo de la
Madre eran más limpias, más bellas, que las cosas en el mundo real, así que Roslyn
estuvo contenta de escuchar que había un restaurante no vegetariano asociado con el
Ashram.
Era un pequeño edificio azul/gris/blanco en la calle de la playa, cerca del
Continental. No había ningún distintivo en la puerta, pero estaba abierta y había un
salón lleno de mesas y taburetes blancos y gente comiendo.
Era asombroso. Había muy pocos indios, casi todos eran europeos. Roslyn no había
visto otra cara blanca ni otro restaurante no vegetariano desde hacía días. Pasaron a la
siguiente sala, en donde la nieta de la Madre estaba sirviendo comida desde una larga
mesa cubierta con un mantel limpio, un bufé, todo lo que quisieras comer por unas
pocas rupias, incluyendo filete mignon, pescado, patatas fritas, ensaladas vegetales,
arroz, dhal, chapattis, mantequilla, yogur y fruta. Exactamente el restaurante que Roslyn
había deseado durante toda su vida, a excepción de que sólo había té, café y jugo de
limón, no Coca-Cola.
Roslyn apiló la comida en el plato que tomó con una de sus manos, mientras
estabilizaba a Bliss sobre la otra cadera. Se sentó en una de las mesas blancas de la sala
exterior.
Bliss estaba sentada sobre la mesa y metía sus manos en el plato de comida de
Roslyn. Puso comida en su cara, en su camiseta, en la mesa, en el suelo e incluso una
pequeña cantidad en su boca, mientras Roslyn comía, ignorando a Bliss, mirando por la
ventana, a través de la calle vacía, la playa, el destellante mar claro y el brillante cielo
azul.
Bliss manoteaba arroz con sus puños sobre la superficie de la mesa.
La vecina de Roslyn se acercó y preguntó por qué no había dejado a la niña en la
casa de huéspedes con la sirvienta, en lugar de traerla al restaurante donde estaba
molestando a todo el mundo.
A Roslyn no la molestaba. Roslyn no podía creer que nadie pudiera molestarse por
un bebé aplastando arroz en la superficie blanca de la mesa. Así que ignoró la
observación y le dijo a su vecina italiana: —La comida es muy buena.
—Esta niña debería llevar pañales —replicó ella.
Roslyn le dio a Bliss un trozo de pescado para que jugara con él.
Su vecina se fue y no le volvió a hablar.
Durante la comida vio a Joe, el amigo de Ananta, que también iba a ir a la puja en la
isla esa noche. Éste le sugirió compartir un taxi con una señora de Nueva York.
Pasó una tranquila tarde con Bliss arreglándose para la fiesta de la puja en la isla.
Vistió su bello vestido de brocado de seda roja de la China que había adquirido en
Nepal. Empleó horas pintando su cara como una pintura de Seurat, con puntos de color
combinados alrededor de sus ojos y de sus pómulos. Bliss llevaba su camiseta de
algodón negro con el dragón dorado. Parecían terriblemente exóticas cuando se detuvo
el taxi con Joe y la vieja amiga de Ananta, Miss América Pie, que llevaba mocasines
con medias y un impecable Peck & Pec de blusa y camiseta. Joe era su usual imagen de
Mr. Limpio, con su camiseta y pantalones cortos almidonados.
Joe preguntó a Miss América Pie si era cierto que montaba su caballo en Central
Park cada día, y ella contestó: —No cuando estoy en India. Después ya no hubo más
conversación en el taxi.
Llegaron a la isla y la Condesa B. estaba allí con Ananta, luciendo completamente
cautivadora. Ambos estaban bebidos. Ananta dio la bienvenida a sus huéspedes
superficialmente y desapareció en el dormitorio con la Condesa, cerrando la puerta. Los
tres invitados que no tenían nada que decirse uno al otro en el taxi, seguían sin tener
nada que decirse. Joe golpeó la puerta del dormitorio de Ananta: —Ananta ¿tienes algo
de brandy por ahí?
—Creo que deberíamos irnos si va a comportarse de esa manera —dijo a Roslyn y a
la señora de Nueva York.
Salieron al jardín. El sol se estaba poniendo. Las luces se encendieron súbitamente en
toda la isla, la gran luz del pilar de Zeus, hileras de luces —como las de un árbol de
Navidad— sobre el templo y luces en el jardín iluminando las estatuas de Atenea y de
Varuna y los estanques de lotos. Ananta y la Condesa finalmente se reunieron con ellos.
Caminaron juntos por la limpia senda hasta el templo en donde había tres sillas. Ananta
se sentó en la del medio, con la Condesa de B. a su derecha. Miss América Pie se sentó
en la otra silla a su izquierda. Sobre el suelo había esteras para Roslyn, Bliss y Joe.
Roslyn estaba muy disgustada de que Ananta no le estuviera prestando ninguna
atención. El sacerdote comenzó a cantar y los músicos a tocar la extraña música del sur
de la India. Roslyn pareció perder contacto con el tiempo y el espacio y entrar en una
extraña nueva dimensión.
La orquesta tamil tocaba el chenai, la tabla y el armonio, mientras los sacerdotes
cantaban y jugaban con flores y otras ofrendas en el templo. Roslyn percibió una
inmensa presencia luminosa sobre la tranquila, pequeña isla. Dos sacerdotes vestidos
con longis blancos y ropa blanca sobre sus hombros izquierdos, estaban sentados
cantando mantras en el interior del templo que resplandecía con la luz de muchas
lámparas de manteca encendidas.
Roslyn escuchaba a Ananta explicando que los sacerdotes habían sido enseñados por
Panditji en Rameshwaran para ejecutar los rituales en su templo. Era la celebración de
la gran victoria de la Divina Madre como Durga, sobre el monstruo Maisha, el búfalo de
la ignorancia. El propósito del ritual no era simplemente celebrar Su victoria, sino
también invocar Su presencia.
De repente todo cambió y Roslyn se sintió maravillosa. Era como si ya no estuviera
confinada en su cuerpo; las molestias e incomodidades de su personalidad desvanecidas,
y ella fuera parte de algo inmenso y vasto que fluía a través del infinito dentro del
tiempo.
Los sacerdotes salieron del templo e hicieron un pequeño fuego en un minúsculo
hoyo, cantando mantras todo el tiempo. El sentimiento de una profunda serenidad y
dicha la mantenía embelesada. Bliss estaba sentada tranquilamente. Los sacerdotes
echaban manteca, flores, puñados de arroz, y así, al fuego, cantando cadenciosos
mantras. La música mantenía a todo el mundo extasiado. Luego los sacerdotes
volvieron a entrar al templo, dijeron algunos mantras más e hicieron sonar una
campana. Todos se pusieron de pie. Dos de los sirvientes de Ananta sacaron la gran
deidad de latón fuera del templo y la colocaron sobre una pieza de seda en un pequeño
palanquín engalanado con guirnaldas. Lo elevaron y lo llevaron sobre sus hombros.
Detrás iban los sacerdotes que continuaban cantando mantras, llevaban incienso
ardiendo y una bandeja de latón con objetos sobre ella. Los músicos, Ananta, las
señoras, Joe, Bliss y Roslyn siguieron al palanquín.
La procesión continuó alrededor de la isla propiciando a varias deidades, incluso a la
deidad del río que rodeaba la isla, y luego regresó al templo.
Ananta los había invitado a todos a cenar, pero sugirió que propiciaran a su mascota,
la boa, echándole de comer a la niña. Roslyn no lo encontró divertido y se sintió
realmente molesta con Ananta.
Había una mesa con mantel de lino, plata, cerámica china y cristal, y una excelente
cena de cuatro platos con vino y brandy. Ananta se excusó después del café, tras ignorar
a Roslyn y a Joe durante toda la tarde, y se fue al dormitorio. ¡La Condesa de B. lo
siguió, y cerró la puerta! Los demás fueron abandonados. Miss América Pie estaba muy
disgustada de haber hecho todo el camino desde Central Park para visitar a su amigo,
sólo para ser abandonada, sentada con un vaso de brandy mientras él desaparecía en el
dormitorio con una condesa francesa. —Supongo que deberíamos irnos —dijo, dejando
sobre la mesa su vaso vacío. Se fueron. El taxi los había estado esperando en la otra
orilla. Joe pensó que las mujeres estaban muy contentas desairando a Ananta.
Pondicherry era ciertamente el lugar donde quedarse durante el otoño para una mujer
soltera con un bebé. En ese particular momento en el tiempo era la única comunidad con
una actitud avanzada hacia una madre soltera. La Madre había acogido a Roslyn, y todo
el mundo las aceptaba a ella y a Bliss como parte del sueño de la Madre de un Nuevo
Mundo, surcando a través de las olas sobre el horizonte del tiempo. Una especie
evolutiva completamente nueva de seres maravillosos, con una nueva consciencia que
no incluyera la propiedad o el convencional núcleo familiar, era esperada. Cada persona
en la comunidad pensaba en sí mismo o en sí misma como una persona individual, una
persona cuya relación principal era con el Divino.
El proyecto, Auroville, fue llamado en 1969 por la Madre, “Una cuna para el
Superhombre”. Toda la comunidad del Ashram de Sri Aurobindo parecía muy
entusiasta con el proyecto de la Madre, y entusiasmada con los bebés que iban a nacer
en Auroville. Había quienes pensaban que, por parte de la Madre, era demasiado liberal
abrir de par en par las puertas a Sus niños de todo el mundo que estaban viajando hacia
Pondicherry para reunirse con Ella. Había quienes argumentaban que así como en el
Ashram Sri Aurobindo había abierto la senda al mundo Supramental, en Auroville
Madre había abierto “El centro del sexo”.
Ella, la Madre, invocaba un futuro, amplio y desconocido. Había abierto la puerta
para que un nuevo mundo se manifestara en el tiempo y condujera a la humanidad a
través de la crisis evolutiva planetaria hacia el futuro.
Madre había hablado de su visión interior de Auroville, “De la misma manera que,
en la historia del universo, la tierra constituye la representación simbólica del universo
para concentrar el trabajo en un único punto, el mismo fenómeno está teniendo lugar
ahora: India representa todas las humanas dificultades sobre la tierra y es en India donde
se encuentra la solución. Por eso he hecho comenzar Auroville”.
Era como si todo el Mundo de la Madre hubiera sido organizado para recibirlos e
inspirarlos en el ideal de Auroville. Era una nueva familia, que incluía la ciudad entera,
como si fuera un microcosmos del mundo, puesto que los ciudadanos provenían de todo
el mundo. Había un frecuente ir de aquí para allá, de un país a otro y de vuelta a
Pondicherry, haciendo de la pequeña balsa el centro de un escenario internacional. La
bella ciudad tropical siempre ha ofrecido un sitio amable para los viajeros. Roslyn había
oído que Alejandro Magno había estado en Pondicherry. La ciudad es antigua, y se dice
que el Ashram de Sri Aurobindo está situado exactamente en el mismo lugar que estuvo
el ashram del gran rishi védico Agastya. Sri Aurobindo llegó a Pondicherry buscando
refugio de los británicos. Allí era seguido por devotos de toda la India y de todo el
mundo.
La organización del Ashram de Sri Aurobindo era extraordinaria. Proporcionaba
vivienda, comida, cuidado y educación a miles de personas. Había industrias,
bibliotecas, clínicas, clínicas dentales, talleres artesanos, una perfumería, negocios,
zonas de recreo, una piscina, una playa, pistas de tenis, una imprenta, casas de
huéspedes, una sala de comidas, un restaurante, una estación de servicio, y películas el
sábado por la noche en el patio de juegos. Todo funcionaba armoniosamente.
Cuantos participaban estaban profundamente comprometidos con la Madre y trataban
a todos los demás con respeto. La Madre estaba al tanto de todo y era responsable de
cada detalle.
Roslyn hacia nuevos amigos cada día. Todos eran afables. Había tantas personas
interesantes de todas las partes. Finalmente empezó a comer en el comedor del Ashram
al menos dos veces al día, porque estaba a la vuelta de la esquina de la casa de
huéspedes. La comida era muy saludable. Con frecuencia comía en la playa, en “Tous
qu’il faut”, en donde la comida era invariablemente maravillosa.
Visitaba a Lorelei casi cada día. Se sentaban cosiendo y cotilleando, y las niñas
jugaban en baldes de agua o con ovillos de hilo, como gatitos. Roslyn tenía mucha ropa
nueva, confeccionada en el bazar para ella y para Bliss.
Lorelei y Roslyn llevaban a las niñas a Equals One, un centro experimental para
niños, donde experimentaban con nuevas propuestas educacionales que pudieran
funcionar para niños comenzando en una senda de Yoga evolutivo, como Auroville.
Había allí un canadiense grande y pelirrojo, psicólogo, que había sido discípulo de
Swami Alemán y que había inspirado a Mari el héroe de su libro, Austin.
Austin había sido paciente o estudiante en el Instituto Jung de Zurich. Tenía una
habitación llena de pequeñas cajas de arena y de juguetes, a las que llamaba el Juego del
Mundo. Llevaban allí a las niñas puesto que ni Bliss ni las hijas de Lorelei tenían
juguetes. Las niñas jugaban con los juguetes en las cajas de arena y Lorelei y Roslyn
conversaban con Austin y otras personas. Todos estaban llenos de entusiasmo con la
maravillosa nueva creación que estaba comenzando.
La Era de Acuario, sobre la cual la gente estaba cantando en San Francisco, Madre le
estaba dando la bienvenida con una nueva ciudad, un lugar material para una nueva
creación. Jóvenes, viejos, negros, blancos, gente de todo el mundo, se juntaba a jugar en
las cajas de arena de Austin.
Lorelei debía estar en casa al atardecer por si a su marido, que no le dirigía la
palabra, le acontecía estar en casa. Roslyn era libre de salir y juntarse con otros viajeros
en Equals One, o escuchar música en la Biblioteca del Ashram, meditar, o ir a una
película en el campo de juegos del Ashram.
Llovía y en ocasiones incluso en grandes cantidades. Las calles eran como ríos
durante el monzón. Entretanto la caravana de pioneros desde París estaba llegando a
Auroville, por tierra. La comunidad esperaba a esos pioneros con entusiasmo. Se
esperaba algo maravilloso para Auroville.
La caravana iba a vivir en Aspiración, una comunidad temporal que había sido
construida como un modelo experimental para Auroville. Aspiración había sido
construido en el límite de una gran meseta de páramo erosionado, dominando el mar. Se
habían construido cabañas techadas con elementos vegetales, dotadas de baños y
electricidad, tal vez una docena de cabañas, hermosamente diseñadas para acomodar a
una sola persona. Cada dos cabañas compartían un baño y un pequeño corredor en el
que había espacio para un hornillo de cocina y una pequeña alacena para la comida.
Había una cocina comunitaria desde la que se veía la reseca llanura de la Bahía de
Bengala. Todo esto había sido diseñado por el arquitecto de la ciudad, André, y
construido y pagado por la Sociedad Sri Aurobindo.
Cada cabaña estaba recién pintada. No había una grieta en el cemento. Había vajilla
nueva para la comida en la cocina. Aunque la ceremonia de inauguración de Auroville
había tenido lugar el 28 de febrero de 1968, Auroville se había desarrollado muy poco
hacia el final de 1969. Había unas pocas cabañas dispersas construidas por algunos
locos extranjeros que se sentían llamados a vivir en la tierra salvaje, algunas cabañas
próximas a una granja, y la clínica maternal y Promesa.
La clínica maternal era interesante. No era un simple lugar para dar a luz. Había una
serie de apartamentos. Cuando las mujeres en la comunidad quedaran embarazadas
podrían ir a este lugar tranquilo, apacible, confortable y pasar allí su embarazo en
contemplación del Divino, escuchando música, viviendo apaciblemente, saludable y
armoniosamente para que el niño pudiera adquirir una consciencia y un aura de paz
interior desde antes del nacimiento. El problema práctico se hizo patente cuando las
madres embarazadas tenían sus pequeños bebés y no querían moverse de los
confortables apartamentos. El complejo de cabañas de Aspiración estaba ya construido.
Dos mil quinientos acres de terreno habían sido comprados por la Sociedad Sri
Aurobindo.
Una tarde Roslyn se acercó donde Austin y conoció a una hermosa pareja. Él era
increíblemente apuesto, abierto, amigable, encantador, y ella era más bella que una
estrella de cine. Tenían un niño de cinco años. No sólo eran espléndidos a la vista sino
inteligentes y divertidos y vivían en Auroville. Estaban construyendo una primera casa
permanente en Auroville. Eran los padres del primer niño nacido en Auroville, que se
había ahogado de pequeño.
Si esa era la clase de personas que iban a vivir en Auroville, entonces Roslyn
también quería estar allí.
Su amiga, la chica tamil de Equals One, desapareció cuando la caravana, finalmente,
llegó. Se había ido a vivir a Aspiración con los pioneros que habían llegado con la
caravana. Roslyn los vio en Pondicherry cargando su vieja furgoneta Citroën blanca que
habían conducido desde París. Una pareja de australianos llegó a la casa de huéspedes.
Fueron a visitar la comunidad en Aspiración y —como todavía había cabañas libres—
les fueron asignadas dos y fueron invitados a trasladarse allí. Roslyn deseaba
ardientemente vivir en Auroville.
La gente de Aspiración formaba un grupo muy hermoso e inconfundible en las calles
de Pondicherry. Había un negro del norte de África increíblemente alto y apuesto a
quien Madre había asignado el nombre de Krishna cuando todos ellos fueron a visitarla
en el primer momento de su llegada, y una hermosa mujer francesa que había tenido un
bebé unas pocas semanas después de llegar. El resto de las personas eran todas europeas
y vestían pantalones cortos y camisetas y tenían una atmósfera de exuberante energía.
Siempre había varios de ellos juntos cuando Roslyn quería conocerlos y ellos nunca
hablaban con ella.
Su amiga tamil de Equals One se había enamorado de un francés delgado e iba a
trasladarse a su cabaña. Ofreció la suya a Roslyn.
Para Roslyn, Auroville era más real que Pondicherry, o que cualquier otro lugar que
jamás hubiera visto. No importaba que en realidad fueran unas pocas chozas en un trozo
de páramo salpicado aquí y allí con improvisadas comunidades. Para ella era un lugar
en donde había otras personas compartiendo la misma visión interior que la había
llevado hasta la India. Los requerimientos de su vida interior la habían guiado, y estaba
muy agradecida de haber encontrado un lugar que aspiraba ser lo que su alma estaba
buscando.
Su amiga dijo: —Toma mi cabaña; yo estoy viviendo con mi amigo en la suya.
Roslyn y Bliss fueron a Aspiración con ella por la tarde, en la furgoneta, para estar
en su cabaña.
La colonia era muy francesa y la mayor parte de la gente ignoraba a Roslyn por
completo, aunque hubo algunas sonrisas. Alguien se le acercó y le dijo que no podía
permanecer en Auroville sin un permiso de la Madre. No había traído nada con ella a
Aspiración excepto a Bliss, así que, en cualquier caso, tenía que volver a Pondicherry al
día siguiente. Decidió enviar una carta a Madre a través de Mari pidiéndole permiso
para vivir en Auroville.
Esa noche estaba sentada con Bliss en el duro suelo rojo del exterior de la cabaña
después de cenar. El atardecer era muy callado y había luna llena. Las estrellas eran
muy brillantes y, sentada allí, mirando las estrellas, tuvo una bella experiencia interior
que parecía confirmarle la visión que la había guiado desde Arizona, dejando atrás al
padre de Bliss y América, para venir a la India.
Al día siguiente cuando llegó a Pondicherry fue a ver a Austin en Equals One y le
contó la visión que había tenido. Él le dijo que debería escribírselo a la Madre; podría
haber sido una alucinación más que una visión.
Así que escribió una carta de varias páginas contándole a la Madre su visión en
Arizona y su visión en Aspiración, pidiendo Su permiso para vivir en Auroville, y se la
envió a través de Mari.
Regresó a Aspiración. La comunidad no resultaba muy amistosa. Los australianos
que se habían trasladado unos días antes parecían formar parte de la comunidad, pero
nadie hablaba a Roslyn, nadie se sentaba con ella en las comidas, la mujer con el bebé
estaba demasiado ocupada con su nuevo bebé y con los otros niños para darle la
bienvenida a ella como otra madre. Todo el mundo estaba muy atareado. Se sintió un
poco como si ella y Bliss fueran intrusas entre los aurovilianos, pero ¿por qué ellos eran
“aurovilianos” y ella sólo una común mortal?
Resultaba un sentimiento incómodo y ella se sentía como una extraña. Se dio cuenta
que ella suponía estar en Auroville, pero que la gente en Aspiración parecía sentir que
ella no pertenecía a aquel lugar. Uno de los hombres se acercó a donde estaba
comiendo. —Mañana todo el mundo trabaja en la carretera. Ven a trabajar en la
carretera.
—Tengo que ir a Pondicherry —respondió ella.
—Mañana todo el mundo en la comunidad de Aspiración trabaja en la carretera.
—No puedo trabajar en la carretera; tengo que ir a Pondicherry.
Él se levantó y se fue.
Se sintió como si hubiera perdido una oportunidad, pero no quería trabajar en la
carretera, y estaba a la espera de un mensaje de la Madre en Pondicherry.
Se levantó a la mañana siguiente y se dirigió al comedor para el desayuno. Uno de
los hombres franceses se acercó a ella —¿Vas a venir a trabajar con nosotros en la
carretera?
—No, voy a ir a Pondicherry.
Observó a todo el mundo llevando palas y recipientes para mover la tierra yendo a
trabajar a la carretera y ella esperó a que llegara el Land Rover que las iba llevar a ella y
a Bliss a la ciudad.
Finalmente llegó en una nube de polvo. La meseta de Auroville era de dura tierra
roja. Parecía seca, quebradiza, agotada. No se veía nada verde. Tomaron el vehículo y
viajaron hasta la ciudad. Era el único vehículo de cuatro ruedas en la carretera. El
conductor no levantaba la palma de su mano del claxon, para ahuyentar de su camino
niños, gallinas, vacas, cabras, ciclistas y rickshaws. Conducía por el medio de la
carretera repicando el claxon constantemente con su mano, a pesar de que faltaban
todavía unos minutos para alcanzar la ciudad.
La sirvienta de Roslyn, Marie, la estaba esperando en su habitación. Roslyn le dejó a
Bliss y se fue a ver a sus amigos y a comer.
Antes de regresar a Aspiración en la furgoneta esa tarde, Roslyn vio a Mari y recibió
la respuesta de la Madre. Mari le explicó que habitualmente cuando la Madre recibía
una carta, escuchaba sólo unas pocas palabras o una sola frase y era capaz de dar Su
respuesta, pero en esta ocasión pidió a Mari que le leyera la carta, de varias páginas,
entera, y luego contestó: “Bon”.
¿Qué quería decir esto? La palabra “bon” en francés significa “bien” en inglés, pero
¿cuál era Su respuesta? Roslyn estaba pidiendo permiso para vivir en Auroville, en
Aspiración; ¿quería “bon” decir que sí? Había escrito a la Madre sobre la visión que
había tenido en Arizona y la visión que había tenido en Aspiración, ¿quería “bon” decir
algo relacionado con esas visiones? No importaba. Roslyn se conformó con ella y
regresó a Aspiración.
Durante la cena el tipo italiano que le había dicho la noche anterior que todo el
mundo en Aspiración iba a trabajar en la carretera por la mañana, se le acercó y le
preguntó si iría a trabajar en la carretera la mañana siguiente. Ella tenía que ir de nuevo
a Pondi. Estaba a la espera de un cheque. Debía ir a la Oficina de Correos a comprobar
el correo.
Él regreso de vuelta a la mesa en donde sus amigos franceses estaban sentados. Bliss
y Roslyn estaban sentadas solas en un extremo del comedor, porque no había sitio para
ellas en la gran mesa en donde estaban los demás. La gente en Aspiración no eran en
absoluto como la gente del Ashram, o la gente que había conocido en Equals One, eran
muy antipáticos. Roslyn les sonreía y ellos la miraban como si no existiera. Esperaba
que las cosas cambiaran a mejor. Era un lugar agradable para sentarse en el cálido y
claro atardecer tropical. Podía ver la luz de luna reverberando sobre el océano.
Varias de las personas de la mesa grande, incluyendo al tipo italiano, se aproximaron
a ella.
El tipo italiano le preguntó: —¿Qué piensas que es Auroville?
—Libertad —replicó ella.
—¿Qué quieres decir? ¿Piensas que Auroville es un hotel al que llegas para comer y
dormir y luego te vas a Pondicherry todo el día hasta la hora de la comida?
—Auroville es el Mundo de la Madre.
—Sí, y tú no puedes vivir en Auroville sin el permiso de la Madre, así que por favor
márchate mañana.
—No, yo tengo permiso de la Madre.
—¿Cómo tienes permiso de la Madre?
—Le envíe una carta.
—¿Con quién Le enviaste una carta?
—Se la envié con Mari.
—No, sólo Poorna puede llevar cartas de Aspiración a la Madre.
— Mañana le daré a Poorna una carta para la Madre, pidiendo permiso para
permanecer en Aspiración.
—¿Puedes entregar algún dinero a la comunidad mientras permaneces aquí?
—Sí, por supuesto —sabía que la gente de la caravana había puesto en común sus
recursos en París y que el dinero, supuestamente, debía mantener la comunidad en
Auroville durante un año, pero después de unas pocas semanas se había acabado y la
comunidad estaba ahora funcionando con un presupuesto facilitado por la Sociedad Sri
Aurobindo.
—¿Cuánto darás?
—No lo sé. En este momento estoy sin blanca. Estoy esperando dinero.
—¿Por qué estás aquí?
—Quiero vivir en Auroville.
—Muy bien, vive en Auroville, pero no te quedes aquí.
—Este es el único lugar en donde puedo vivir en Auroville, tenéis agua corriente,
electricidad, transporte a Pondi, una cocina comunitaria. Yo estoy sola con un bebé. El
resto de Auroville es sólo un terreno desértico.
—Si, lo sé, pero tú te vas.
—No.
—Si, ¡tú te vas! —dijo él.
—Mañana traeré una carta para la Madre.
—Muy bien. Y se fueron.
Se sentó a solas con Bliss. Su amiga tamil había sido absorbida por el grupo francés
y no parecía adecuado dirigir la palabra a Roslyn, así que también ella la ignoraba.
Había un francés mayor de pelo blanco viviendo con una mujer muy joven, que se le
presentó, pero tampoco él parecía formar parte del grupo que se sentaba alrededor de la
mesa en la cafetería de Aspiración.
Era un francés completamente desprovisto de humor, con gafas, cuya esposa había
dado una gran parte del dinero para construir Aspiración, que se había señalado a sí
mismo el papel de “responsable”.
Se acercó a Roslyn y le dijo: —Espero que comprendas que Auroville no es para
todo el mundo. No se desarrollará de la forma correcta a menos que hagamos lo que la
Madre quiere. Tú no puedes permanecer aquí. Tú no tienes el permiso de la Madre.
—No tengo tu permiso, tengo el de la Madre —replicó ella.
—No. Éste no es el lugar para ti.
Se fue, y ella se sentó allí mirando la salida de la luna y su reflejo sobre el océano,
sintiendo que estaba donde se suponía que debía estar. Incluso si Aspiración no fuera el
lugar donde se suponía que ella tenía que estar, sentía cierto que tal vez el propósito de
su vida era venir a Auroville y vivir la experiencia que aconteciera en un lugar
consagrado a los ideales de la Carta de Auroville.
“Auroville no pertenece a nadie en particular. Auroville pertenece a toda la
humanidad en su conjunto, para vivir en Auroville uno debe ser un servidor voluntario
de la Consciencia Divina.
“Auroville será el lugar de la educación perpetua, del progreso constante y de una
juventud que nunca envejece.
“Auroville quiere ser el puente entre el pasado y el porvenir. Aprovechando todos
los descubrimientos exteriores e interiores, Auroville avanzará audazmente hacia
futuras realizaciones.
“Auroville será un lugar de investigaciones materiales y espirituales a fin de dar un
cuerpo viviente a una real Unidad Humana.”
Roslyn creía que había sido arrastrada por el destino, a través del mundo hasta la
utopía experimental, porque nada más tenía sentido, y no había nada más que ella
quisiera hacer, ni ningún otro lugar en donde quisiera estar. Quería estar cerca de la
Madre. Quería formar parte del juego de Auroville.
Pondicherry era muy agradable, pero ella no quería vivir en Pondicherry. Sentía que
necesitaba formar parte de una nueva comunidad, Auroville, pero debía de escribir otra
carta a Madre pidiéndole de nuevo permiso para quedarse en Aspiración.
Cogió a Bliss y llevó la carta a Pondicherry por la mañana.
Hacia el final de la tarde estaba reposando en su habitación antes de regresar a
Auroville. El administrador de la casa de huéspedes llamó a su puerta.
Ella abrió.
—Mari llamó por teléfono y me pidió que te dijera que acudas a su casa ahora. Tiene
un mensaje para ti de la Madre.
Roslyn estaba sorprendida. Pensó que pasarían uno o dos días antes de recibir
contestación, y como había enviado la carta a través de Poorna, esperaba la respuesta a
través de Poorna.
Agarró a Bliss y fue a casa de Mari en su camino hacia la furgoneta.
Hizo sonar la campana, y la sirvienta le hizo pasar y le ofreció una silla en el jardín.
Se sentó allí y después de unos momentos llegó Mari.
—Hola Roslyn. ¿Cómo está Bliss?
—Estamos bien. ¿Cuál es el mensaje?
—La Madre me pidió que te dijera que debes dejar Aspiración y regresar a
Pondicherry.
Roslyn sintió como si hubiera sido golpeada en su interior con un mazo de hierro.
—No entiendo —balbuceó.
—Todavía conservas la habitación en la ciudad, ¿no es así?
—Sí.
—Tienes una cita con la Madre dentro de dos semanas, por el cumpleaños de Bliss.
—Debo irme o perderé la furgoneta.
Mari la abrazó y le dijo: —No te sientas mal. Todavía no ha llegado el tiempo de que
te traslades a Auroville.
Desolada por la decepción regresó en la furgoneta, pasó otro solitario atardecer en
Aspiración, garantizando a todo el mundo que iba a marcharse definitivamente por la
mañana, y a la mañana siguiente cogió sus escasas pertenencias de vuelta a la ciudad.
En realidad no se sentía tan mal. En Pondicherry estaba más cercana a la Madre, y
Madre era mucho más interesante que Auroville. En Pondicherry tenía amigos.
Regresó a su habitación por la mañana. Por la tarde la sirvienta de Poorna vino a su
habitación con una bandeja que contenía una espléndida langosta con mayonesa y un
mus de chocolate, y una nota de Poorna diciendo que esperaba que Roslyn no estuviera
decepcionada por estar de vuelta en Pondicherry. Fue un gesto espléndido; Roslyn hubo
de contestar que no estaba decepcionada, estaba encantada de estar de regreso en
Pondicherry. Durante las dos semanas siguientes los días transcurrieron en un feliz
aturdimiento. Roslyn se levantaba temprano, paseaba hasta la playa y se bañaba a la
salida del sol, desayunaba en el comedor del Ashram y empleaba sus mañanas visitando
amigos, habitualmente Lorelei, con quien podía coser mientras Bliss jugaba con las
niñas. Después, la comida, una siesta, té y más amigos. Conoció a otras personas de
Auroville, americanos que vivían en chozas próximas al centro. Eran más amigables y a
ella le gustaban más que los franceses de Aspiración, pero ya no pensaba en trasladarse
a Auroville. Estaba en Pondi y era feliz.
CAPÍTULO VI
UNA VIDA NUEVA EN UN MUNDO NUEVO
Oh Palabra-Solar, tú alzarás el alma de la tierra hasta la Luz
y harás descender a Dios a la vida de los hombres;
la tierra será mi gabinete de trabajo y mi hogar,
mi jardín de vida donde plantar una semilla divina.
Cuando todo tu trabajo en el tiempo humano esté hecho
la mente de la tierra será una casa de luz,
la vida de la tierra un árbol creciendo hacia el cielo,
el cuerpo de la tierra el tabernáculo de Dios.
Despiertos de la ignorancia de lo mortal
los hombres serán iluminados por el rayo de lo Eterno
y por la gloria de mi pleno sol en sus pensamientos
y percibirán en sus corazones la dulzura de mi amor
y en sus actos el milagroso impulso de mi Poder.
Mi voluntad será el sentido de sus días;
viviendo para mí, por mí, en mí vivirán.
“Savitri” de Sri Aurobindo
“EN Pondicherry, al lado del mar, es donde quiero estar”, había escrito Roslyn a su
padre, Bernie, tras su encuentro con la Madre en octubre. Él le contestó que iría a
visitarla.
Bernie y Roslyn se habían vuelto finalmente amigos unos años antes, cuando él la
visitó en Méjico y ella le dio LSD. Pasaron un día memorable viajando en un
Volkswagen alquilado, con su amigo indio, de las junglas de Nayarit, Antonio, jugando
con el océano en la playa de Matacán y bebiendo agua de cocos tiernos. Se rieron un
montón y Bernie comenzó a dejarse una barba que llevó hasta que murió.
Realmente habían conectado en cierto nivel tras haber formado parte de una familia
en donde no había mucho afecto o comunicación. Aquel día se rieron tanto juntos que
su relación cambió. El papel de Bernie pasó de inalcanzable padre responsable al de
amigo.
Bernie era un judío americano dentista. Era una persona preocupada y comprometida
con la comunidad. Vivió la mayor parte de su vida en la pequeña ciudad de
Pennsylvania en donde había nacido y en donde Roslyn nació. Siempre era ampliamente
activo en las organizaciones locales que trabajaban en beneficio de la ciudad o
ayudando a la gente a ayudarse a sí misma. Había trabajado ocasionalmente en bienes
raíces y en la construcción, pero sus ingresos básicos provenían de su actividad como
dentista.
Cuando le prestaba alguna atención, siempre intentó empujar a Roslyn para que se
formara. En Méjico, durante su viaje juntos, él tuvo la suficiente franqueza como para
reírse un rato.
Había ido a ver a Roslyn a Berlín tras el nacimiento de Bliss. Las personas de aquella
familia sencillamente no iban por ahí teniendo niños fuera del matrimonio, pero estaba
deseoso de perdonar y olvidar y de llevar a Bliss con él de vuelta a USA y encontrar a
alguien que la adoptara.
Roslyn le había dicho: “¡Esfúmate!”
Volaron juntos a Creta, puesto que ella le convenció de que iba a irse a la India con
Bliss y Creta estaba al este de Berlín y era más cálida en invierno. Desde Creta voló de
regreso a Pennsylvania. Dejó a Roslyn y a Bliss en Creta con unos veinte dólares y la
promesa de cien dólares cada mes —enviados por correo a cualquier parte a donde
Roslyn le dijera que los enviara— durante un año.
El año finalizaba y Bliss y Roslyn estaban en Pondicherry. Roslyn se sentía feliz y
confortable. Estaba más delgada de lo que había estado en su vida. Tenía una bicicleta
con una cesta para Bliss en el manillar y las dos estaban bien y eran felices paseando
por la ciudad, desde la playa hasta el Ashram, a ver a los amigos, a Equals One, al
comedor del Ashram, a Tous qu’il faut y a otro lugar de comidas llamado Gompatram’s.
Era un recorrido diario de simple maravilla. Algunas veces por la tarde Roslyn se daba
un gusto e iba al bazar a tomar una Coca-Cola con hielo. Estaba dichosa y activa desde
la mañana hasta la noche y cada día encontraba un nuevo fragmento del Mundo de la
Madre y aprendía algo nuevo.
Para cualquiera que siempre había imaginado que le gustaría vivir como parte de una
comunidad más bien que en solitario o en un núcleo familiar, el Mundo de la Madre, el
Ashram de Sri Aurobindo en Pondicherry, era una sorprendente organización de gente
de corazón. Una de las premisas del yoga es que todas las relaciones comienzan de
nuevo cada día. La única cosa a la que se está constantemente unido es al Divino.
El yoga de la Madre y de Sri Aurobindo, el Yoga Integral, abarca todos los ámbitos
de la vida. Roslyn había conocido durante ese otoño en Pondicherry a las personas
mejores y más interesantes que jamás había conocido. En el momento en que su padre
llegó ella tenía amigos de Italia, Francia, Holanda, Brooklyn, Boston, Canadá, Suecia,
Alemania, gente fascinante, niños preciosos, y se sentía parte de una comunidad que
tenía como meta construir la nueva ciudad de Auroville. Quería estar en Auroville.
En la biblioteca, en el comedor y en el espacio de juegos del Ashram, se colocaban y
renovaban regularmente pequeñas citas de la Madre. Roslyn siempre encontraba esas
citas inspiradoras. “Auroville será un lugar para todos aquellos que aspiran a vivir la
Verdad del mañana”. “Auroville será un lugar en donde las personas podrán vivir libres
de todas las rivalidades nacionales, convenciones sociales, morales contradictorias y
religiones en lucha”. “Todas las personas de buena voluntad que piensan que el mundo
no es lo que debería ser, son bienvenidas”. Roslyn, leyendo estos aforismos, sentía que
se le estaba recordando lo que sabía que realmente quería y que la haría feliz. Quería
vivir en Auroville con Bliss.
Bernie llegó al aeropuerto de Madrás después de tres días de vuelo en avión, de
Filadelfia a Nueva York, Londres, Frankfurt y Kuwait y finalmente Bombay, en donde
había reservado una habitación de hotel durante unas horas, previo a tomar otro avión
hasta Madrás. Una vez en Madrás subió con Roslyn y Bliss al taxi que les condujo en
cuatro horas desde el aeropuerto hasta Pondicherry.
A Roslyn le había llevado un año llegar desde Nueva York a Pondicherry. Él lo había
hecho en dos días. El coche era el típico taxi indio, con un conductor que conducía por
el lado contrario de la carretera, puesto que todo el mundo conduce por el lado contrario
en las carreteras de la India. Bernie no se encontraba bien cuando descendió del avión.
Apenas llevaban cinco minutos en el taxi cuando todo comenzó.
Roslyn dijo: —Mañana iremos a conocer a la Madre.
—¿Qué Madre es esa? —preguntó él.
—Ella es la Madre Divina.
—Me voy a llevar a Bliss de vuelta a América conmigo. Los niños mueren en la
India. Tú puedes hacer con tu vida lo que quieras, pero ella merece una oportunidad.
Lo dejó continuar durante unos cinco minutos. Era exactamente igual que cuando él
había llegado a Méjico. Ella sabía que todo iría bien, pero tenía que detenerlo para que
no siguiera por ese camino, porque no era interesante y podía conducir a una gran
discusión entre ellos. Le interrumpió y dijo: —Mira Bernie, mañana te llevaré a conocer
a la Madre, y si crees que tú puedes hacer más por Bliss de lo que Ella puede, entonces
puedes llevarte a Bliss.
Así quedó establecido; sin discusión, él tomaría a Bliss de regreso a USA y
encontraría alguna persona indicada para adoptarla, y Roslyn conservaría a Bliss en
Pondicherry y la llevaría a Auroville.
—Había un tipo en Filadelfia que se llamaba a sí mismo Padre Divino —dijo Bernie.
—No creo que sea lo mismo que la Madre Divina —replicó Roslyn.
—Él era un farsante.
—No hables de la Madre hasta después de haberla conocido —sugirió ella.
—¿Me has traído algo de dinero? —preguntó ella.
Él desabrochó su cinturón. Ella se asustó, temerosa de que pudiera golpearla con él
dentro del taxi porque le estaba haciendo pasar un mal rato, pero él le sonrió mientras
tiraba del cinturón a través de las trabillas de sus pantalones — que no amenazaban con
caerse sin él. Bernie tenía una gran cintura y su excepcional cinturón negro de piel tenía
una cremallera que corría a todo lo largo de la cara interior del cinturón. Él se lo tendió
a Roslyn. Ella abrió la cremallera. Había allí cuidadosamente enrollados fajos de billetes
de cien dólares alrededor de la entera circunferencia. Él lo volvió a tomar antes de que
ella terminara de abrir la cremallera, pero estaba claro que llevaba dinero suficiente para
un par de semanas muy divertidas en Pondicherry.
—Me dijiste que trajera efectivo —dijo él evasivamente.
Ella no quería reñir con él. Quería que le diera algún dinero para corresponder a la
hospitalidad que había recibido de sus maravillosos amigos. Había planeado una fiesta
por el cumpleaños de Bliss e invitado a todos sus amigos de Pondi e incluso a algunas
de las personas más amistosas de Aspiración. Carecía de dinero para pagar las tartas que
había encargado a Poorna. La carretera estaba terrible porque acababa de pasar el
monzón y había partes que habían desaparecido. Tenían que conducir por desvíos llenos
de barro. El coche era caluroso e incómodo, pero había palmeras y un nuevo horizonte y
cuando frenaban amontonándose unos encima de otros era divertido estar juntos. Bliss
era su primera y única nieta en aquel momento, y estaba verdaderamente encantadora,
con rizos rubios, tranquila y adorable. Parecía reconocerle, a pesar de no haberle visto
desde que tenía tres meses. Él estaba en India, en donde jamás hubiera imaginado que
pudiera estar. Rudyard Kipling era lo más cercano a la India que él hubiera jamás
esperado estar, y allí estaba en un caluroso coche sobre una carretera polvorienta con un
pequeño conductor negro conduciendo como un diablo por el lado incorrecto de la
carretera, adelantando a duras penas carretas de bueyes, vacas y gente en bicicleta.
A mitad de camino entre Madrás y Pondicherry, después de que Roslyn le advirtiera
sobre su espalda en la parte trasera del coche, Bernie pasó al asiento delantero junto al
conductor, tomando a Bliss. Durante el resto del viaje Roslyn se inclinaba desde el
asiento de atrás hablándole, mientras él hacía amistad con el conductor y paraban y
admiraban guirnaldas de flores y viejos poblados y escuálidos niños pequeños.
Roslyn había arreglado que Bernie se alojara en El Gran Hotel de la calle Suffren en
Pondicherry. John Kelly y la amiga de Ananta, la Condesa de B., se alojaban allí en
lugar de en una casa de huéspedes del Ashram, porque les gustaba el brandy. La
condesa estaba buscando un apartamento. Había decidido quedarse en Pondicherry.
Roslyn, Bernie y Bliss llegaron al hotel. Kelly y la Condesa estaban sentados en la
terraza del piso superior, próxima a la habitación de Bernie. Invitaron a Roslyn, Bernie
y Bliss a cenar con ellos en la terraza.
Bernie al ver a la Condesa pensó que se había enamorado. Ella iba, como
habitualmente, bellamente vestida y arreglada, con sus melifluos rizos rubios
enmarcando delicadamente su encantadora cara. Ella dijo: —Lo siento, no hablo inglés.
Él replicó: —Lo siento, no hablo francés.
Ella le sonrió: —Un poquito de inglés sí que hablo, ¿no?
Él quedó fascinado por su encantador acento.
Kelly se presentó a sí mismo y ofreció a Bernie un trago. Enseguida estuvieron todos
sentados charlando en la terraza como viejos amigos.
Bernie entregó a Roslyn un baúl lleno de ropa y juguetes para Bliss que le enviaba su
madre, y ella se lo llevó a la casa de huéspedes Shelter, en donde ella y Bliss se
alojaban, para cambiarse para la cena. Había confeccionado vestidos nuevos para ella y
para Bliss en satén oro y púrpura, pero ella tenía una hermosa seda para llevar encima
del satén y Bliss tenía un montón de adorables vestidos nuevos enviados por su abuela.
Era una tarde especial. M. Magree había encontrado un juego de candelabros en
alguna parte. Había luna llena y una suave brisa que provenía del mar. Hubo vino
blanco al comienzo de la comida y vino tinto durante la comida. Junto con el vino hubo
historias de la resistencia francesa y de la liberación americana durante la Segunda
Guerra Mundial, y durante los postres, champán. Tras el postre, café, brandy y más
historias, sobre Madre y Sri Aurobindo.
Bernie había volado a la India para rescatar a su famélica nieta y se encontró con esta
espléndida magnificencia de elegancia colonial, la reconfortante compañía de otro
americano, John Kelly, y la encantadora compañía de la Condesa de B., de no menor
glamour que la Garbo, y puede que más interesante, aunque él no estaba interesado en la
Madre Divina.
Roslyn abandonó a Bernie y a Kelly en confortables sillones de ratán, fumando los
cigarros habanos de Bernie bajo la luna llena e intercambiando patrañas. La Condesa se
había retirado a su habitación. Bliss y Roslyn se fueron prometiendo volver para el
desayuno.
El día del cumpleaños de Bliss amaneció brillante y claro. Bernie estaba golpeando
la puerta de la habitación de Roslyn antes incluso de que hubiera saltado de la cama.
Estaba de muy buen humor, excitado por estar en la India y en Pondicherry. Había
venido en un rickshaw que había alquilado para todo el día. Quería saber qué iban a
hacer por la mañana, así que Roslyn montó en su bicicleta y él la siguió en su rickshaw,
pedaleado por un delgado, pequeño hombre negro, que era menos de la mitad de su
talla. Fueron a la playa del Ashram para bañarse. Bernie se horrorizó al ver a Roslyn en
el océano con el bebé apenas sujeto entre sus brazos.
Roslyn le contó la terrible historia de cómo un día estaba en el océano con Bliss y
llegó una ola y le arrebató de golpe al bebé de entre sus brazos, y por un momento la
perdió en la vastedad del mar, aterrada de que la hubiera perdido para siempre, pero
cuando intentó alcanzarla pudo recuperarla. El mar había devuelto Bliss a Roslyn.
Bernie pensaba que Roslyn era interesante, pero demasiado libre para ser una madre
responsable. Aseguró a Bliss que estaría bien, porque la iba a llevar a USA y le
encontraría un buen hogar. A Bliss le gustaba Bernie y era un encanto con él. Lo trataba
como si supiera que era su abuelo, pero Bliss y Roslyn eran inseparables. A Bliss no le
gustaba mucho si no podía alcanzar y tocar a Roslyn, y rehusaba tolerar dejar de ver u
oír a Roslyn. Habían hecho juntas el camino, paso a paso, a través de medio mundo, y
Bliss tenía muy claro que Roslyn era su persona. No le gustaba que Roslyn no estuviera
a su lado. Roslyn adoraba a Bliss, aunque a veces salía sin el bebé — y Bliss, con
frecuencia, berreaba hasta el regreso de Roslyn. Bliss no tenía miedo de otras personas,
y se iba alegremente con cualquiera siempre que Roslyn estuviera allí, pero no le
gustaba que la dejaran con otros, y habitualmente hacía pasar un mal rato a la sirvienta,
Marie, cuando Roslyn las dejaba solas.
Bliss tenía un año y había sobrevivido y prosperado. Aunque Bernie se tranquilizó al
comprobar que era una niña muy feliz y saludable, todavía pensaba que estaría mejor en
USA.
Después de un refrescante baño en el mar y una discusión porque Bliss merecía una
madre más responsable, se dirigieron al hotel para el desayuno. Les sirvieron tortillas
doradas en su punto y pan francés del día. Desayunaron y se juntaron con Kelly que los
iba a llevar a donde vivía su sirviente, Gabriel. Subieron todos al viejo coche que Kelly
había conseguido y se dirigieron al pequeño poblado en las afueras de la ciudad.
Pequeñas chozas techadas con hojas de palma estaban amontonadas firmemente juntas.
Cada una de ellas albergaba familias enteras. Gabriel, su mujer y sus hijos (siete u ocho)
les dieron cálidamente la bienvenida en la polvorienta calle del exterior de su choza. La
cabaña era tan pequeña que era difícil imaginar dónde podían acomodarse todos ellos,
incluso de pie. Los vecinos de Gabriel se unieron a ellos en la calle y les dieron flores.
Bliss estaba sentada sobre el brazo de una de las mujeres y Roslyn tomó a uno de los
otros niños. Bliss le gritó desde el otro lado del círculo de gente: —¡Mamá!
Fue su primera palabra. Kelly pensaba que era muda. Bernie creía que le ocurría algo
en la audición, porque parecía muy silenciosa cuando él había ido a verla, en Berlín,
cuando nació. Nunca lloraba. Era tan silenciosa que él sospechaba que fuera sorda, así
que aplaudía fuertemente con sus manos sobre ella cuando estaba echada en la cama,
mirándole apaciblemente. Ella no se movía, ni un sobresalto, ni un estremecimiento. No
respondía en absoluto al ruido que él había hecho. Estaba seguro que a la niña le ocurría
algo. Roslyn no sentía que le ocurriera nada anómalo. No hablaba, pero había ocasiones
en que berreaba. Era muy capaz de comunicarse, incluso sin hablar. No le gustaba que
Roslyn cogiera a otros niños. Entonces tenía algo que decir, y lo decía.
Bernie entregó algún dinero a Gabriel y regresaron en el coche, dirigiéndose al
Ashram para coger ramos de flores que ofrecer a la Madre por la tarde.
Después de la comida, Roslyn se apresuró a la casa de huéspedes y se arregló para ir
a la Madre; después pedaleó hacia el Ashram para reunirse con Bernie y Mari.
Mari les condujo subiendo las escaleras hasta un bello pequeño balcón en el exterior
de las habitaciones de Sri Aurobindo, en la parte bajo la escalera que conducía a la
habitación de la Madre, y les pidió que esperaran. Les dijo que los llamaría cuando la
Madre estuviera dispuesta para verlos y desapareció por las escaleras.
Bernie sacó de su bolsillo uno de sus grandes cigarros habanos y procedió a cortarle
la punta y a encenderlo.
Roslyn estaba apurada. —No puedes hacer eso aquí.
—Por qué no, sólo estamos nosotros. Desde allí podían ver abajo a la gente en el
patio del Ashram, pero nadie los observaba a ellos.
—Está prohibido fumar en el Ashram —dijo Roslyn.
Él tomó otra larga bocanada del largo, marrón, acre cilindro, le sonrió y dijo: —
Tranquila.
Ella había puesto a Bliss en el suelo de mosaico de mármol, junto con las flores. Allí
estaba, sentada al sol en medio de las flores, como un angelito Buda.
Bernie aspiró otra bocanada de su cigarro y otra gran nube de humo acre entró en la
atmósfera del Ashram. Roslyn intentaba aquietar su mente y recomponerse para ser
receptiva a la Madre.
Mari regresó. —Madre os recibirá ahora. Dice que el humo del cigarro Le recuerda a
Sri Aurobindo.
Bernie dejó su cigarro. Roslyn tomó a Bliss y las flores.
Mari le dijo a Bernie: —Los visitantes se arrodillan delante de la Madre para facilitar
que pueda mirarlos.
Bernie replicó: —Yo no me arrodilló ante nadie.
Mari no respondió y los condujo escaleras arriba a la habitación de la Madre.
Igual que cuando Roslyn La había visto allí en octubre, Madre estaba sentada en Su
silla en el centro de una habitación medianamente grande, con la única diferencia de que
estaba llena de cestillos de regalos que Madre estaba preparando para sus discípulos y
huéspedes con motivo de la Navidad. Roslyn, ignorando a Bernie, avanzó y se arrodilló
delante de Ella, y sentó a Bliss sobre la alfombra.
La Madre dijo a uno de Sus asistentes: —Acerca una silla, por favor.
Bernie dijo: —No necesito silla. Y se arrodilló frente a Ella.
Nadie dijo nada durante un largo momento. Luego Madre dirigiéndose a Roslyn le
preguntó: —¿Dónde te alojas?
De nuevo Roslyn se había quedado sin palabras.
Mari respondió por ella: —Casa de Huéspedes Shelter.
La Madre se volvió hacia Bernie y le dio un cestillo de plástico verde lleno de
pequeños regalos, y después entregó a Roslyn un cestillo de plástico verde así mismo
lleno de regalos. Dio a Bliss un pequeño peluche hecho a mano además de algunos
dulces y flores. A Bernie y a Roslyn les dio rosas. Entregó a Bliss una tarjeta de
cumpleaños y le dijo a Roslyn: —Tráeme de nuevo a Bliss el próximo año por su
cumpleaños.
Todos ellos compartieron un momento de silencio. Madre les sonrió y luego Mari les
condujo fuera de la habitación.
Roslyn no sabía por qué, pero estar en la Presencia de la Madre era una experiencia
verdaderamente maravillosa. Las personas parecían cambiar realmente durante los
segundos o minutos que permanecían en esa Presencia.
Cuando llegaron a la puerta del Ashram, Bernie volcó todo el contenido de su cestillo
en el extremo del asiento de su rickshaw, colocó el pequeño cesto verde de plástico
sobre su cabeza y comenzó a dar saltos por la calle en dirección a la playa. Bernie
pesaba cerca de trescientas libras y vestía con pantalones Bermuda cortos, calcetines
altos, confortable calzado fino, una limpia camiseta de deporte de algodón blanco, pelo
gris, entradas en el pelo, pequeña perilla, y no era en absoluto la clase de persona a la
que esperarías ver dando saltos por la calle con un cesto de plástico verde sobre la
cabeza, en el sur de la India, a mitad de la tarde.
—¿Qué haces? —le preguntó Roslyn.
—Únicamente estoy haciendo lo que todo el mundo hace aquí —replicó él—, poner
todo al revés. Creo que no había saltado así desde que era un niño. ¡Es divertido! Pero
luego regresó al rickshaw que estaba esperando.
Bernie partió después del Año Nuevo de 1970.
Bliss y Roslyn permanecían en Pondicherry y Bernie había estado de acuerdo en
continuar enviando a Roslyn cien dólares al mes.
Ella estaba en mejor forma que nunca lo hubiera estado antes en la vida y con menos
peso que el que había tenido a los dieciséis años. Se veía bien, se sentía bien, estaba
feliz.
Para el cumpleaños de la Madre, el 21 de febrero, se estaba sintiendo un poco
aburrida de su saludable vida y sintió que era el momento de encontrar a un hombre
interesante.
Todos los devotos se reunían alrededor del Samadhi de Sri Aurobindo a las diez de la
mañana para la meditación.
A las diez de la mañana el Ashram estaba lleno de gente. Incluso a las seis de la
mañana había centenares de personas y el arreglo de flores sobre el Samadhi de Sri
Aurobindo era exquisito. Sobre la tumba había un dosel especial de seda. Roslyn estaba
sentada ensimismada en la suave, dulce, temprana mañana. Mucha gente vestía de
blanco. La Madre había hecho entregar a todas las mujeres del Ashram nuevos saris,
blancos saris de gasa con el símbolo de la Madre impreso a lo largo del borde. Había
muchos de ellos y algunos espléndidos saris de seda. También había aurovilianos, muy
bronceados, en pantalones cortos. Los aurovilianos aportaban un color vívido, tal vez
ligeramente bárbaro entre el silencioso gentío reunido alrededor de la tumba de Sri
Aurobindo. El resto de los visitantes del Ashram habían optado por difuminarse entre la
respetuosa, devota comunidad del Ashram, vistiendo de blanco o discretos colores
pastel. Aunque había un profundo silencio en el patio en donde se sentaban, solitarios o
en grupos entre los silenciosos devotos, los aurovilianos parecían en cierto sentido ser
los más ruidosos. Roslyn se sentó sola, llevando un bello sari de seda, con fervientes
devotos a su alrededor. Estaba sentada silenciosamente en el jardín de la Madre, bajo las
ventanas de la Madre, tras las cuales Ella se sentaba en silencio irradiando bendiciones a
la muchedumbre de devotos que colmaban cada rincón y recoveco del Ashram. El lugar
estaba fragante de armonía, amor, paz y plegaria, lleno de gratitud de que ella los
hubiera reunido a todos, Sus niños, en Su jardín, representantes de todas las partes de la
humanidad. Todo esto impresionó a Roslyn sentada en un peldaño de la escalera
próxima al pie del Samadhi, engalanada en su espléndido sari de seda confeccionado en
el Ashram.
Se sentía sola entre la gente. Estaba allí invitada por la Madre, acogida por la Madre
y contenta de sentarse en Su patio el día de Su cumpleaños, entre Sus devotos, pero en
lugar de pedir por la transformación Supramental o algo provechoso o importante,
pensaba, “Madre, me gustaría encontrar un hombre verdaderamente interesante”.
Esa tarde Roslyn se topó con Ananta y Kelly en el Darshan y la invitaron a cenar con
ellos en el Hotel Liberty.
El Hotel Liberty se encuentra en una calle polvorienta tras las vías del ferrocarril.
Ocasionalmente uno podía encontrar allí un sastre griego y Ananta amaba a los griegos.
A Kelly le gustaba porque servían un whisky fuerte.
Se encontraba sentada en la mesa próxima a la puerta, con sus buenos amigos, y en el
interior de la sala caminaba un hombre increíblemente apuesto. Medía unos seis pies,
muy bien parecido de cara, ojos azules y pelo castaño cuidadosamente peinado, a la
manera de Georges Washington, con un pequeño moño sobre su nuca. Era el suyo un
comportamiento principesco y caminaba cual animal cauteloso.
Él miró a Roslyn. Ella le miró a él. ¡¡Impacto!!
Roslyn era la única mujer de la sala exceptuando a Bliss, que tenía catorce meses y
estaba recatadamente sentada en una silla. También Ananta fue instantáneamente
impactado. El alto y apuesto extranjero se aproximó y se presentó a sí mismo, Edward
Loring. Preguntó si podía unirse a ellos y pagar una ronda. Ananta dijo algo en griego y
Edward contestó en griego. Kelly dirigiendo su mirada hacia el techo exclamó: —¡Oh
Dios mío!
Loring no sólo era bien parecido y elegante, sino cortés, hablaba griego y pagaba las
bebidas de todos. Roslyn bebía Coca-Cola.
Kelly explicó a Edward que acababan de conocerse en un día auspicioso: después de
todo, era el cumpleaños de la Madre. Edward no había oído hablar de la Madre, pero
hablaba griego, y Ananta le aseguró que el gran semidiós griego, Alejandro, también
había visitado Pondicherry. Había una atmósfera muy exuberante. El bar cerraba a las
once y finalmente el barman apagó las luces. Edward adquirió diez botellas de cerveza y
los invitó a todos a acompañarle a su habitación. Kelly dio las buenas noches a todos y
tomó un rickshaw para ir a su casa a acostarse. Ananta y Roslyn estaban alborozados.
Subieron las escaleras junto a Edward y entraron en una habitación con una gran cama y
una rubia dentro.
Se sentaron todos sobre la cama ya que no había ningún otro sitio donde hacerlo. La
mujer rubia no les prestaba atención. No parecía estar dormida, simplemente insociable.
Edward les aseguró que eran bienvenidos.
Roslyn estaba sentada junto a Bliss. Ananta y Edward bebían cerveza cuando de
súbito Ananta se arrojó a los brazos de Edward. Edward dijo: —Disculpa, pero soy
lesbiana, y embistió a Roslyn. Enseguida estuvieron tumbados sobre la cama
besuqueándose entre una rubia somnolienta y Bliss. Bliss comenzó a alborotar.
Roslyn advirtió que Ananta había desaparecido con todas las botellas de cerveza que
quedaban sin abrir. No resultaba agradable estar practicando sexo escuchando el
alboroto de Bliss, así que se desenredó de Edward y dijo que debía regresar a casa.
Mostrando un talante extremadamente gentil en ese momento, no quiso oír hablar de
ello a menos que la acompañara hasta su casa. Ella aceptó.
Resultaba muy romántico estar sentada en un rickshaw desplazándose
silenciosamente por las calles bajo la suave luz de la luna, acompañada de un hermoso y
apuesto extranjero para protegerla de cualesquiera fuerzas oscuras que pudieran
abordarla en la noche.
Llegaron a la casa de huéspedes y encontraron que la puerta de la calle estaba
cerrada. Roslyn hubo de golpear sobre ella y llamar hasta que el vigilante despertó y
vino a abrir. Edward parecía reacio a dar las buenas noches, así que lo invitó a pasar a la
habitación. Acostaron a Bliss y pusieron el colchón en el suelo. Él le contó bellas
historias de amor y heroísmo. Se levantaron por la mañana y fueron a encontrar un lugar
donde alojarse. Él y la mujer rubia eran tan sólo amigos que viajaban juntos. No
pensaban viajar juntos en adelante. Él quería quedarse con Roslyn en Pondicherry.
Ella le habló sobre Auroville. Él pensó que sonaba interesante.
El 28 de febrero es el aniversario de Auroville.
Austin se trasladaba desde Equals One a su cabaña en Quiet Beach en Auroville.
Había invitado a muchos de sus amigos a reunirse con él el día 27 de febrero por la
tarde, para acompañarlo en una larga barca, una tradicional barca de pesca grande, de
madera de balsa, que carecía de velas y de motor, tan sólo una tripulación de varios
pescadores tamiles con remos. Los pescadores tamiles habían utilizado barcas como ésta
desde tiempo inmemorial.
Edward seguía con Roslyn y Bliss. Habían pasado la semana en el hotel del parque,
engullendo inmensas comidas y haciendo el amor. Bliss no estaba contenta de compartir
a Roslyn.
Edward había confesado a Roslyn, como hacen todos los amantes, que había estado
casado dos veces y no tenía hijos, pero había tenido muchos asuntos de mujeres. Sólo
había estado verdaderamente enamorado una vez anteriormente, y eso ocurrió cuando
era joven y estudiaba en una Universidad europea. Se había enamorado de una
hermosísima y jovencísima mujer llamada Lorelei que, un día, de forma repentina,
había desaparecido de su vida.
Al caer la tarde del 27 de febrero se reunieron con Austin y un grupo de otras
personas en la playa, y subieron a la barca que se adentró en el mar. Sentada en la proa
Roslyn se sintió como Cleopatra en su gabarra, con Bliss en su regazo, al lado de su
amante, rodeada de amigos, y con una tripulación de pequeños hombres negros
entonando una canción casi tan antigua como el mar en el que remaban.
Veían como desaparecían las blancas casas de la ciudad y veían pequeños poblados
intercalados entre largas arboledas de cocoteros e inmensas playas blancas. La barca
flotaba sobre el oleaje hacia la orilla.
Había un gran complejo, una enorme pieza de arena rodeada de una cerca construida
apresuradamente, levantada con postes de casuarina y palmas de cocotero. Había varias
pequeñas chozas como en el ashram del Swami alemán, con muros de barro y techos de
palma de cocotero. En una de esas chozas los sirvientes tamiles de Austin habían
preparado la cena para ellos.
En el Mundo de la Madre existía una igualdad bastante extraña. Había diez o quince
huéspedes que habían llegado en la barca y seis u ocho pescadores. Habían sido
dispuestas esteras de bambú formando un gran cuadrado sobre la arena y Austin invitó a
sentarse a todo el mundo. Había personas de Italia, Canadá y Francia, pescadores
tamiles y Austin. Austin obsequiaba constantemente a todos con poéticas historias de
sus aventuras y de su gozo y gratitud como un niño y devoto de la Madre. Austin amaba
a las mujeres en general y a la Madre en particular.
Resultaba divertido estar allí. Fue un té chispeante y arenoso. Después del té se
acercaron a la playa para la puesta de sol, y Edward nadó tan lejos dentro de la Bahía de
Bengala que la gente en la orilla estaba preocupada por su seguridad. Todos regresaron
al complejo y durmieron en esteras sobre la arena utilizado longis como sábanas.
Al amanecer varias personas de Pondicherry se reunieron con ellos para la
meditación en la playa, mientras el sol ascendía sobre el océano en el comienzo del
nuevo día, el aniversario de Auroville. La Madre había dado a Auroville una palabra
para el día, “Cambio”.
Lorelei, la amiga de Roslyn, había llegado con el grupo de Pondicherry. Ella y
Edward intercambiaron una mirada y ¡ZAS! ¡Ocurrió! La bella, la maravillosa, la
adorable Lorelei, la mujer que repentinamente había desaparecido un día de su vida, la
mujer a la que él nunca había sido capaz de olvidar. Y en ese mismo instante Roslyn
quedó olvidada.
Pero ella estaba con Bliss en Auroville. La aventura había comenzado.
En la época en que Bliss y Roslyn fueron a vivir a Auroville, el 28 de febrero de
1970, Roslyn estaba convencida de que había sido llamada para venir con Bliss a
participar en el gran experimento.
Había de ser un lugar de trascendental verdad. El ego ya no sería soberano; la gente
sería amable, y aspiraría a la paz, a la unidad humana, a la transformación Supramental,
etc. Pero ¿quiénes serían esas personas? ¿Gente como Roslyn? Ella no era una gran
persona, en diversos sentidos. Era uno de los niños traviesos malcriados de la
civilización americana.
Cuando su padre, Bernie, la fue a ver nada más nacer Bliss, la acusó de haber
quebrantado cada uno de los Diez Mandamientos.
En cierta ocasión, su dulce, amable y amorosa abuela, mirándola con tierno afecto, le
había dicho: “¡Eres un alma perdida!”
A despecho de todo, se sentía confiada de que había sido llamada por la Madre
Divina a participar en Su gran experimento. Sería la ciudad perfecta. Una espléndida
maqueta había sido diseñada por un famoso arquitecto francés. Arquitectos de Estados
Unidos y de Europa habían llegado para vivir en el lugar y ayudar a la gran visión de
una ciudad verdaderamente nueva, no una ciudad más, sino una ciudad verdaderamente
nueva, construida en una nueva forma, con nuevas normas, con gente dedicada al
futuro.
No le importaba lo que su padre y su abuela pensaran de ella. No sabía qué quería,
pero sabía que no era aquello que ellos intentaban darle. Puede que no fuera una persona
perfecta, y probablemente los otros que llegaban para trabajar juntos como
representantes de la humanidad, eran igualmente imperfectos, pero todos compartían
una identificación con las metas de Auroville.
En cierta ocasión, Madre había dicho algo como, “No podéis tener Auroville y ego”.
Estaban llenos de ego y de ignorancia. Allí, incluso sobre “la senda soleada”, eran
capaces de crear amplias bolsas de oscuridad.
Y además estaba el desafío del propio Auroville. Shayma le había dicho a Roslyn
que había una cualidad de gran heroísmo en la ceremonia de fundación en 1968. Los
representantes de todas las naciones depositaron su ofrenda en la urna, mezclando la
tierra de sus respectivas naciones con la tierra de todas las demás naciones, en un gesto
que simbolizaba la unidad de la Madre Tierra. La urna fue sellada con una pieza de
mármol en la cual había sido grabada la firma de la Madre, como un gran mantra. La
Madre había preparado una grabación para el acontecimiento. Leyó la Carta de
Auroville en inglés y en francés. Shayma había dicho: “Fue como una declaración de
guerra a las fuerzas oscuras. Nada parecido había ocurrido nunca antes en el mundo. Era
escalofriante. El Divino había reclamado un pequeño pedazo de tierra para la
transformación Supramental y algo nuevo y maravilloso había sido declarado”.
Sri Aurobindo había dicho: “Todo es Divino, incluso el diablo es Divino”.
El entero proyecto de Auroville estaba envuelto en el carisma. “La cuna del
superhombre” prometía trascender todo cuanto había sido hecho antes. No era necesario
cometer las mismas equivocaciones que anteriormente se habían cometido. Madre había
dicho de Sri Aurobindo: “Él lo ha hecho todo por nosotros”. Roslyn tomó el significado
de eso como que ir a Auroville era como ir al mundo Supramental y que allí todo sería
siempre maravilloso, dorado y gozoso.
Era una comunidad muy excéntrica pero consistente. Los ingredientes eran tan
dispares como pudieran serlo. La gente provenía de todas las partes del globo, de todas
las condiciones de vida, de todos los entornos espirituales imaginables, todos unidos por
la creencia en su particular experiencia individual, que resonaba tan profundamente con
su personal verdad interior que habían abandonado sus vidas reales en el mundo real y
habían venido a vivir en el Mundo de la Madre.
El Ashram tenía dos mil residentes en 1968.
Madre dirigía todo absolutamente, un benevolente dictador, y decía, “Si no te gusta,
vete”. A quienes les gustaba habían permanecido. A mucha gente les gustaba el
Ashram, Madre y Sri Aurobindo, pero no venían a vivir en Pondicherry, aunque lo
visitaban regularmente. Hay una gran alegría y fuerza en un gran grupo de gente
alrededor de un maestro iluminado.
Más tarde la Madre, con la ayuda de la Sociedad Sri Aurobindo, comenzó Auroville,
como una ciudad que también mostraría el Yoga en la vida diaria.
Las tres primeras personas que fueron para quedarse cerca del centro, peleaban
constantemente y había cartas a la Madre todos los días. Finalmente Ella respondió:
“Buena voluntad hacia todos, buena voluntad de todos, es la base de la paz y de la
armonía”. Y a continuación, al área central de Auroville le dio el nombre de “¡Paz!”
El 28 de febrero, Roslyn se había despertado sobre una estera de bambú en la playa
de Auroville, entre Bliss y Edward. Luego habían ido con otros a la playa, al amanecer,
para la meditación. En la playa encontraron a Lorelei, el verdadero amor, hacía tiempo
perdido, de Edward.
Todos se sentaron en la arena, por encima de la marca de la marea alta, viendo la
salida del sol sobre la Bahía de Bengala. ¿Era sólo porque estaban observando, o porque
era un día especial —el aniversario de la Ciudad de la Aurora— que parecía que el sol
saliente mostraba una luz de increíble esplendor?
Cuando el cielo se transformó en la clara luz azul de una típica mañana del sur de la
India, estaban ya dispuestos para la larga marcha desde la playa hasta el centro de
Auroville, a lo largo de una senda que Austin había elegido, a través de la desolada
tierra y de los barrancos. Caminaron a través de espinos y subiendo por las empinadas
quebradas, primero a Aspiración, en donde desayunaron. La mayor parte de las personas
que ya vivían en Auroville se reunieron allí con ellos para ir juntos hasta la casa de
Auroson, la primera casa de verdad construida en Auroville. Lorelei tocó su flauta de
plata y Edward caminó a su lado, mientras Roslyn quedaba rezagada mucho más atrás
llevando a Bliss, que a los catorce meses todavía no sabía lo que era andar.
En casa de Auroson escucharon inspirada poesía leída por Rod, para continuar luego
por el largo, caluroso y polvoriento camino. Y ahí estaba caminando sola, llevando a
Bliss por el cálido y polvoriento camino, muy alejada del grupo de aurovilianos que
caminaban juntos. Sabía que Edward la había dejado desde el momento en que vio a
Lorelei. Ellos estaban en medio del grupo delante de ella. Nunca se había sentido con
tanto calor, tan cansada y sola como aquella mañana caminando hacia el árbol Baniano
del centro de Auroville.
Un tipo bajito se acercó a Roslyn y Bliss. Llevaba gafas, pantalón corto y una
camiseta blanca, aunque sus pies tenían en el color rojizo de la tierra de Auroville.
Meneando la cabeza, dijo: —Mira a todo el mundo regresando en sus bicicletas a
Pondicherry, la meditación es sólo el comienzo. Esto es Auroville. Es el aniversario de
Auroville.
—¿Es posible quedarse aquí? —preguntó Roslyn.
—Ciertamente, hay una choza vacía cerca de aquí —dijo, señalando a un grupo de
tres chozas no lejos del árbol Baniano, en la polvorienta llanura.
—¿Si nos quedamos, cómo podremos regresar a Pondi? —preguntó ella.
—No hay problema. Hay un Land Rover que hace dos viajes cada día a Pondi y
siempre está el autobús del poblado.
—Quedémonos —dijo Edward—. Lorelei se vuelve en el autobús.
—¿Qué haremos con la comida? —preguntó Roslyn.
—Podéis comer conmigo —ofreció el hombre pequeño con gafas.
Aceptaron con presteza. Él se presentó a sí mismo como Constance.
Constance los llevó a una de las cabañas del otro lado del árbol Baniano. Tenía el
suelo de cemento y las paredes y el techo eran de bambú y hojas de palma. —
Probablemente encontraré para vosotros un par de esteras de bambú si os quedáis a
pasar la noche —ofreció.
—Estaría bien —dijo Edward.
—¿Dónde está el agua? —preguntó Roslyn.
Constance replicó: —Vivo cerca del único pozo en funcionamiento del área central.
Llaman a mi casa la Casa de la Bomba.
—¿Eres la única persona que vive aquí?
—No. Hay otros dos americanos, uno un viejo amigo mío, el otro un japonésamericano, y una mujer canadiense
—¿Cómo hacen con el agua?
—Bueno, hay una carreta de bueyes con un tanque de agua que se llena en la bomba
y reparte agua a todo el mundo. Se está haciendo un nuevo pozo cerca del Baniano.
—¿Podría vivir aquí? —preguntó Roslyn.
—Por qué no os quedáis a comer y lo hablamos.
Los acompañó descendiendo hasta un barranco rocoso de poca profundidad para
subir luego un terraplén hasta un camino rocoso y polvoriento con profundas roderas. A
su alrededor la tierra se veía sofocada, seca, cuarteada. Llegaron a un tanque de agua
con una canilla, al lado del camino. —Mantenemos este tanque lleno para la gente del
poblado —explicó Constance. Estaba situado al lado de la puerta de una cerca que
rodeaba un campo en donde algunos árboles jóvenes habían sido plantados
recientemente. Traspasaron la puerta y vieron la gran choza redonda con techo de paja
que dominaba el campo. La choza había sido construida utilizando solamente postes de
casuarina en un círculo, uniendo la parte superior de los palos verdes recién cortados en
el centro del techo para formar la estructura básica. Hojas de palma, bambú y paja
cubrían la estructura. Tenía un suelo de cemento y un pequeño muro de ladrillo entre los
postes de casuarina, y un espacio aproximado de medio metro entre los muros y el
techo. Toda la estructura parecía estar sostenida por un largo poste central de casuarina
al que las partes superiores de los postes habían sido atadas y alrededor del cual la
estructura del techo había sido construida. Era imaginativa y atractiva.
Afuera en el jardín había otras dos cabañas. Una albergaba la bomba diesel que se
utilizaba en el pozo y la otra era una pequeña cocina.
Constance les dijo que se pusieran cómodos y desapareció en la cocina.
En el instante en que Constance los hubiera dejado solos, Edward se volvió a Roslyn.
—Tú no eres mi mujer y este no es mi bebé.
—¿Qué quieres decir? —preguntó ella, sintiéndose embarazada y avasallada.
—Me gusta el proyecto de Auroville. Es interesante. Creo que sería divertido
quedarse aquí por un tiempo. Puede ser que pudiéramos construir un sitio aquí. No me
importa que vivas conmigo, pero no haré el amor contigo y en ningún caso seré
responsable de ti y de tu diablillo.
El dinero no era realmente un problema para ella en ese momento. Acababa de
recibir un generoso suplemento de Bernie además del cheque correspondiente a marzo.
Estaba allí, sentada, profundamente afectada, cuando Constance llegó llevando una
bandeja con té y pan frito.
Edward preguntó a Constance si había algún lugar cerca de la bomba donde pudieran
construir una cabaña. Constance replicó: —Justo detrás de la cerca hay un pequeño
campo que pertenece al poblado y junto a su parte posterior hay un campo que
pertenece a Auroville, que probablemente podríais utilizar. Necesitaríais el permiso de
la Madre y el del arquitecto jefe. Tal vez el propietario del poblado os permitiera poner
una tubería de agua atravesando su campo, con lo que podríais tener agua de la bomba,
pero en cualquier caso la carreta de bueyes podría suministraros agua.
Roslyn no tenía idea de dónde se estaba metiendo. Saboreaba el pan frito y el té con
azúcar moreno de palma llamado jaggery. Decidió que lo primero que quería construir
era una cocina de gas, así incluso si carecieran de agua podrían comer. Si tenían la
cocina y agua, la comida podía comprarse en Pondicherry. Constance les dijo que a
todos los que vivían en Auroville el Ashram les suministraba media pieza de
mantequilla cada día. Sin problema. Excelente pan integral de trigo, una carreta de
bueyes para traerles agua, una estera de bambú, los cheques de Bernie, y Roslyn sintió
que tenía todo lo necesario para vivir en Auroville, que era donde quería estar.
Edward y Constance iban a dar un paseo hasta el campo que Constance había
propuesto como lugar donde podían construir. La invitaron a unirse con ellos, pero
rehusó. Podía ver el trozo de terreno del que hablaban, un campo grande, rodeado por
un anillo de antiguos árboles de Palmyra.
Antes de que ellos salieran, pidió a Constance que conectara la bomba, así podría
fregar los platos y tomar un baño. El agua manaba desde una tubería a la altura de la
cintura a una acequia de riego frente a la casa.
Constance y Edward regresaron. Edward dijo que era un trozo de terreno fantástico,
no había nada de tierra, sólo rocas.
Constance les advirtió que dado que el campo estaba dentro del área de la futura
ciudad, sólo recibirían permiso para construir una estructura temporal. Roslyn tenía
dinero suficiente para construir una choza, no una casa. No quería construir su casa.
Después de más té y pan frito regresaron a la choza cercana al centro, con dos esteras de
bambú prestadas para dormir sobre ellas.
Cuando hubieron llegado, observaron que la puerta de la choza de al lado estaba
abierta. En la entrada estaba el amigo de Constance, Rod, vestido todo de blanco con
una larga barba rala y pelo largo, con cierto aire parecido a las fotos del joven Sri
Aurobindo, pero hablando con el acento suave y arrastrado de Texas. Parecía encantado
con Bliss. Les dijo que estaba construyendo una escuela próxima al otro árbol Baniano
cerca del centro de Auroville.
—Pero si aquí no hay niños —replicó Roslyn.
Él se rió de su observación. —Hay muchos niños. Hay miles de niños tamiles en el
área de Auroville. En el área hay veintitrés poblados tamiles.
—¿Hablas tamil? —preguntó ella.
—Estoy intentando aprender —replicó él.
Pasaron una noche muy incómoda en la cabaña, y Roslyn añadió colchones,
almohadas, red para los mosquitos, sábanas y lámparas de queroseno, además de una
cocina y comida, a su lista de compras para el día siguiente.
El Land Rover no bajaba a la ciudad hasta las 11, así que decidieron caminar hasta el
poblado y tomar allí el autobús. Fueron a buscar a Constance y él los llevó hasta el
camino del barranco frente a su puerta, a través de una gran área reseca con cercados de
espinas, pasando por delante de niños flacos de tez bronceada vestidos con harapos que
seguían a escuálidas vacas y cabras.
Escucharon el sonido de un claxon.
—Daros prisa —dijo Constance, y se puso a correr. Edward lo siguió. Roslyn no
podía seguirlos. Llevaba a Bliss. Intentó correr. Ellos ya estaban en el poblado. Pudo
escuchar al conductor del autobús dando otro pitido con el claxon. Edward y Constance
lo habían perdido. Permanecían bajo un gran árbol al lado de la carretera, rodeados por
el grupo de niños más patético imaginable cuando, jadeante, Roslyn los alcanzó. Los
niños mendigaban solicitando diez paisas. Constance les preguntó para qué querían diez
paisas. Ellos replicaron que querían comprar un poco de tapioca. Los niños estaban
cubiertos de llagas, sus ojos estaban inflamados y vestían únicamente un harapo de tela,
atado con una cuerda alrededor de su cintura, y las niñas, mugrientas faldas hechas
jirones que casi iban arrastrando por el suelo. Roslyn estaba horrorizada. Bliss estaba
limpia, regordeta y asombrosamente saludable en comparación: ¿Cómo podría vivir allí
con ella en un mundo en donde los niños nativos estaban tan mugrientos y andrajosos,
los ojos supurantes y con llagas?
—Tendremos que esperar durante una hora o andar hasta la Coot Road en la
carretera de Madrás, que no está muy lejos, y tomar allí un autobús —sugirió
Constance.
—Intentémoslo —dijo Edward.
Comenzaron a caminar por el largo, cálido y polvoriento camino. Era, en realidad, un
bello camino. Llegados a un punto había como una larga avenida cubierta de polvo con
grandes palmeras cocoteras a cada lado. A uno de los lados del estrecho camino
polvoriento, que carecía de anchura suficiente para dos carretas, había arrozales, y al
otro lado un hermoso estanque de lotos. Pasaron por delante de un antiquísimo templo.
Finalmente llegaron a un pequeño puesto de té. Unos minutos más tarde paró el autobús
y se fueron a Pondicherry.
CAPÍTULO VII
VIVIENDO EL SUEÑO
Un vasto Desconocido está a nuestro alrededor y dentro;
todas las cosas están envueltas por el dinámico Uno:
un sutil lazo de unión une todas las vidas.
Toda la creación es una única cadena.
“Savitri” de Sri Aurobindo
AUROVILLE pudiera ser una variante más del héroe en la contemporánea saga
planetaria. El relato del héroe, en cada clima y en cada cultura permanece el mismo,
interminable variedad de detalles en muchos espejos.
El sorprendente aspecto del heroísmo de Auroville es que Auroville no representa al
tradicional héroe individual. Un grupo de gente entregada a un proceso de
manifestación de una gran visión, está forzado individual y colectivamente a
comportarse heroicamente.
Todo aquel que viene a vivir en Auroville debe renunciar a la ordinaria senda que su
vida, de él o de ella, pudiera haber tomado entre su familia y amigos. Aunque cada cosa
que está ocurriendo en cualquier parte nunca ocurrió anteriormente, la permuta entre lo
que está ocurriendo en Auroville y en cualquier otro lugar obviamente va a ser más
intensa.
Auroville era un sueño, una visión del futuro, implantada en el desolado paisaje del
sur de la India. Gente de Europa, de los Estados Unidos, de la India, respondían a la
llamada de la Madre a aquellas personas que estuvieran buscando algo diferente en sus
vidas, personas que quisieran vivir una vida dedicada a la humanidad futura, con todo lo
que eso implicaba.
Todo esto era maravilloso y excitante, pero, ¿dónde y cómo iban a vivir estas
exóticas criaturas? Eran simples personas, hombres y mujeres, jóvenes y mayores, ricos
y pobres, expertos e inexpertos, todos ellos obsesionados con el loco pensamiento de
que querían vivir en el área de treinta kilómetros cuadrados que había sido designada
sobre el mapa del arquitecto como Auroville.
El área estaba llena de termitas y de mosquitos, aldeas míseras, con un cien por cien
de analfabetismo entre los veinte mil habitantes de los poblados del área, y sin
electricidad. El terreno, de acuerdo con una leyenda local, había sido una vez un bosque,
pero la foresta había sido talada y el terreno lamentablemente erosionado. Edward, el
amigo de Roslyn, encontró evidencias de un antiguo lugar de enterramiento cerca del
centro de Auroville, lo que según él probaba que en años recientes toda la superficie del
suelo había sido arrastrada por el monzón, causa de la deforestación del área. Roslyn
recordó que, durante las lluvias del monzón, el océano cercano a Pondi adquiría el color
rojo ¡de la tierra de Auroville!
Apenas se veía un solo árbol en toda el área. La tierra era árida y dura, y rebaños de
escuálidas vacas y cabras, que deambulaban en búsqueda de alguna brizna de verde,
habían consumido prácticamente todo excepto las rocas. El plano para la ciudad en la
oficina de Pondicherry asemejaba algo a una estación espacial intergaláctica. Cualquiera
con el más mínimo sentido común habría salido corriendo, pero Roslyn carecía de
sentido común, pensaba que había llegado el tiempo para algo diferente de lo que su
madre había conseguido y le había ofrecido a ella.
Estabilidad, seguridad, confort, no significaban mucho para Roslyn, puesto que
siempre los había tenido. Buscaba algo más, aunque no sabía qué.
Por otra parte ella no era una piedra: era una mujer joven con un pequeño bebé y
necesitaba un lugar para vivir en donde su hija pudiera crecer. No necesitaba poseer
nada, pero quería un hogar.
Roslyn había enviado una carta a Madre a través del arquitecto jefe, pidiendo
permiso para construir una vivienda temporal para ella misma, Edward y Bliss en el
campo vacío de Auroville próximo a la Casa de la Bomba. Madre contestó: “Amor y
bendiciones”.
Roslyn tomó a Bliss y caminó hasta el gran campo vacío rodeado por enormes y
añejos árboles de Palmyra. Recorrió el campo y se sentó por un momento bajo uno de
los árboles de Palmyra. Intentó imaginarse cómo resultaría vivir en este campo de la
India rural y decidió levantar allí una pequeña cabaña y descubrirlo. Por fin viviría en
Auroville. Un hombre joven tamil se le aproximó.
—Mi familia era antes la propietaria de esta tierra —dijo.
—Voy a construir una casa aquí —replicó ella.
—Puedo ayudarte —dijo él—. Soy Ramchendran.
Roslyn se presentó a sí misma y a Bliss.
—¿Dónde está el padre? —preguntó él.
—América —replicó ella.
—¿Cuándo quieres empezar a construir?
—Mañana.
—No sé si mañana empezar. Primero yo compro materiales, todas las cosas, y luego
empezar.
En ese momento llegó Edward.
Extendió su mano al hombre tamil. —Soy Edward Loring.
Ramchendran tomó brevemente su mano y se presentó a sí mismo.
—Soy Ramchendran. Mi familia era antes la propietaria de esta tierra.
—Voy a construir una casa aquí —dijo Edward—. Puedes ayudarme.
—Pensaba que iba a construir mi casa aquí —dijo Roslyn.
—¿Tú su marido? —preguntó Ramchendran.
—Somos amigos. Construiré aquí una casa para ella y después otra para mí.
—¿Cuánto de grande quieres casa?
Edward tendió a Roslyn un palo y le dijo que diseñara la casa que quería en el suelo.
En realidad no había pensado sobre ello, pero trazó una forma de U, que dividió en
dos habitaciones con el acceso en un lado y la fachada en el otro. Edward le preguntó
dónde quería construir. Ella dijo que el rincón del campo en donde se encontraban estaría bien.
Edward se dirigió a la Casa de la Bomba y tomó prestada una cinta métrica. Cinco
minutos más tarde, él y Ramchendran estaban colocando estacas en el suelo, en el sitio
donde debían cavar hoyos para los postes que soportarían el techo.
Roslyn y Edward apenas hablaban entre sí, pero participaban ambos en la
construcción de la choza. Constance los invitó a juntarse con él y estuvieron contentos
de dejar la pequeña cabaña del Centro.
Durmieron en esteras sobre el suelo, como radios de una rueda alrededor del poste
central, Bliss cerca de Roslyn, los dos chicos al otro lado de la habitación. Habían
adquirido barricas para el agua y Constance había arreglado que la carreta de bueyes les
trajera una carga de agua cada dos días.
El techado avanzaba muy rápido y no costó demasiado, pero luego el suelo pareció
tomar mucho tiempo y costaba mucho. Necesitaban ladrillos rotos, cal y cemento, arena
y piedras pequeñas, para los cimientos. Roslyn se estaba quedando sin dinero. Dos
personas más habían venido a vivir con ellos en la Casa de la Bomba, una joven pareja
de alemanes que Roslyn había conocido en Pondicherry, Geoff y Gabi.
Una mujer alemana, que había conocido a la pareja de alemanes en Pondi, y su hija,
llegaron y se quedaron con ellos. Eran siete u ocho cuerpos durmiendo en esteras
alrededor del mástil central cada noche, compartiendo la comida y compartiendo sus
vidas. Roslyn parecía ser la única con algún dinero, así que compraba la mayor parte de
la comida, pero había elegido vivir en una comunidad en Auroville y no miraba el
dinero que le llegaba como exclusivamente suyo; todo era ahora de la Madre. Bliss y la
niña alemana se adoptaron la una a la otra, y esto hizo a Roslyn más libre de lo que
había estado desde que Bliss nació.
Dejaba a Bliss en Auroville e iba a Pondicherry, a visitar a los amigos y a comprar.
Un día fue a ver a Mari.
Mari le dijo que la Madre le había dado el nombre y un paquete de bendiciones para
la casa de Roslyn. Se lo tendió a Roslyn y a Roslyn le dio un repentino golpe de risa.
Mari puso un dedo sobre sus labios diciéndole: —Ssssssh.
La Madre había denominado la casa de Roslyn “Silencio”.
Roslyn envió a la Madre una carta solicitando permiso para verla y recibir sus
bendiciones antes de trasladarse a su nueva casa. Madre le dio una cita para la mañana
del día de Pascua.
La Pascua es en abril. Un día inequívocamente caluroso en el sur de la India.
Roslyn sintió que un Darshan con la Madre ciertamente merecía un vestido nuevo y,
puesto que no tenía mucho dinero, compró un sari de seda púrpura de segunda mano en
el bazar. Compró cintas: cintas de satén en bellos colores sólidos y otras de cuadros.
Diseñó y elaboró un vestido que era muy sencillo, aunque no del todo conforme con las
normas habituales de vestir en aquel tiempo y lugar. En India es un estricto y terrible
tabú para una mujer llevar los hombros descubiertos. El vestido se sujetaba con tirantes
y llevaba adornos de cintas alrededor de la parte superior y de la parte inferior.
La mañana de Pascua caminaba hacia el Ashram llevando a Bliss, con el
extravagante vestido nuevo que alguien antes había desechado porque la seda era
demasiado vieja.
Se sentía muy entristecida a causa de la hostilidad que Edward le mostraba. No sabía
qué estaba haciendo; no hacía sino lo mejor que podía dadas las circunstancias, y se
sintió ridícula en su nuevo vestido que había comenzado a estropearse nada más
ponérselo. No estaba segura de por qué, a pesar de su turbación, estaba yendo a Pondi a
ver a la Madre, sin embargo todavía conservaba su habitación en la Casa de Huéspedes
Shelter.
Había recibido una tarjeta dándole cita para las 9:30 a.m. Llevaba un ramo de flores
para Madre. Conforme entraba en el Ashram, desde la puerta hasta la escalera sintió que
la gente la miraba. Su vestido provocaba una reacción muy desfavorable. Desconocía el
tabú de los hombros descubiertos. Intentó ignorar las malas vibraciones y subió por las
escaleras. Se dirigió directamente al balcón exterior de la habitación de la Madre y se
sorprendió de ver cuánta gente permanecía allí sentada de forma apacible, todos
aparentemente esperando ver a la Madre.
Había marquesinas azul pálido para proteger la terraza de los rayos directos del sol.
Por un momento Roslyn se sintió abrumada de encontrar allí a tanta gente, pero se
sobrepuso y encontró un lugar vacío cercano a la barandilla del balcón, donde se sentó
con Bliss. Debían estar al menos un centenar de personas en el balcón y a las 9:30 a.m.
ya hacía calor. La espera se hacía larga. Pudo reconocer algunas de las caras, pero ellos
no la reconocieron.
La mayor parte de la gente vestía de blanco. Se veían muchos símbolos de oro en
gruesas cadenas de oro. Todo el mundo permanecía en silencio. Había una atmósfera de
meditación. Incluso Bliss estaba extraordinariamente tranquila, durante un rato.
Permanecieron sentadas largamente. Llegaron más personas y la terraza estaba cada vez
más atestada. Ocasionalmente el asistente de la Madre venía y llamaba a alguien al
interior de la habitación. Nada ocurría excepto que la terraza estaba cada vez más llena.
Roslyn sentía que su soledad iba en aumento y se preguntaba si podría soportarlo. El
calor iba en aumento y Bliss comenzó a alborotar.
Pasaron las horas. Roslyn se habría ido si hubiera tenido algún sitio más interesante a
donde ir, pero iba a comer en el Gran Hotel de Europa en donde no servían la comida
hasta la una, así que no tenía nada que hacer ni sitio a donde ir hasta esa hora. Se sentó y
observó el cielo y lo que ocurría en el patio del Ashram, pensando sobre una mente
calma y silenciosa y sobre el silencio.
El asistente salió y dijo: —Personas que cumplen años.
Mucha gente se puso en pie y formó una cola. La cola se movía de forma lenta pero
continuada, hasta que quedaron sólo unas pocas personas sentadas en la terraza, que una
por una se fueron levantando uniéndose a la fila. Finalmente ella era la única que
quedaba, así que Roslyn se unió al final de la cola. Tenía ganas de llorar. Estaba muy
deprimida.
Llegó el momento de entrar en la habitación de Madre, Bliss sobre uno de sus
costados, en la otra mano un desaliñado ramo, avanzando hacia la Madre. La persona
delante de ella salió y ella fue a arrodillarse frente a la Madre, que levantó su mirada
hacia ella y rió… y rió… y rió, hasta que Roslyn y Bliss rompieron a reír con ella, como
tres tontas felices. Madre indicó con un gesto a Su asistente que diera un pequeño
muñeco de trapo a Bliss, mientras ella daba flores y paquetes de bendiciones y su mano
a Roslyn. Roslyn estaba inundada de amor y de gozo. Se levantó y caminó hacia la
salida sintiéndose feliz y segura de que Dios, Ella, está sano y salvo en Pondicherry.
A la mañana siguiente llegó el momento de regresar a Auroville. Hacía calor. Roslyn
estaba todavía feliz con el Darshan de la Madre y con la buena comida del día anterior.
Es decir, estuvo todavía feliz mientras viajaba en el Land Rover, hasta que se topó con
Edward y Jane cuando el Land Rover se detuvo en el Centro. Se iban a la ciudad.
Roslyn pasó un mal rato bajando del Land Rover con su mochila, Bliss y los dos
grandes cestos de mimbre cargados de comida para la comunidad. Hasta que al final el
conductor del Land Rover descendió y se ofreció a ayudarla, puesto que el resto de los
pasajeros habían salido sin ofrecerle ayuda alguna. Habían llegado para trabajar durante
la mañana en el vivero de los jardines del Matrimandir. Una de las mujeres llevaba un
gran sombrero de paja, tenía un acento sureño verdaderamente arrastrado y un nombre
como Scarlet Finkleberger.
Edward y Jane ni siquiera miraron o dirigieron la palabra a Roslyn al subir al Land
Rover. Roslyn dejó los cestos con provisiones con el vigilante, esperando que alguna de
las otras personas que vivían en la Casa de la Bomba o su tamby [1] pudiera ir a
buscarlo. A pesar de que no había mucha distancia desde el Centro a la Casa de la
Bomba, el calor era tan tórrido que Roslyn apenas podía respirar cuando llegó.
Abandonó a Bliss en las manos de la chica alemana y se derrumbó.
—¿Nos has traído algo para comer? —preguntó el chico alemán.
—Sí, pero lo he dejado en el Centro.
—Sí, ya lo había pensado. Iré y lo recogeré; ¿quién viene conmigo? —preguntó
Geoff.
La hija de la señora alemana se ofreció a acompañarlo. Había una nueva cara bajo
una descuidada barba, vestido con ropa hecha jirones que envolvían o colgaban sobre
partes del cuerpo, hablando con un claro acento australiano.
—Hola, soy Owen. Geoff y Gabi me trajeron aquí el sábado por la noche y he
decidido quedarme.
—Pero no puedes decidir quedarte aquí, sin más, debes solicitar el permiso de la
Madre —dijo Roslyn.
—¿Cómo hay que hacerlo?
—Tienes que enviarle una carta. A veces Ella solicita una foto.
Él encogió los hombros. —Como quieras; pero en cualquier caso ahora estoy aquí.
Estoy trabajando allí arriba en el sitio de la nueva casa. He oído que nos echan a todos
de aquí.
—¿Qué?
La señora alemana intervino: —Constance ha tenido que pedirnos que nos mudemos,
porque a él le han requerido para que desaloje. Un tipo que antes vivía aquí, tenía un
asunto con una señora americana en Pondicherry. Sedujo a su hija de 17 años y afirma
que la Madre los casó. Quiere traer a su novia a casa en su vivienda de Auroville.
Todo esto había ocurrido en los dos últimos días.
—¡Ese lugar no está preparado!
—Tenemos que salir de aquí hoy. Constance ya se fue. Decidió regresar a Pondi por
un tiempo.
—Haríamos mejor construyendo una cocina allí. Con tanta gente en la cabaña deberíamos tener una choza separada para nuestros viajes de aprovisionamiento.
A Roslyn le tranquilizaba el hecho de que Bernie le había enviado algún dinero extra.
Ella le había escrito que estaba construyendo en Auroville.
Organizaron un gran festín y se trasladaron a la nueva vivienda, Silencio, esa misma
noche. Ella y Bliss durmieron sobre el montón de arena frente a la casa. Era un poco
caótico, pero en cierto sentido todo estuvo bien hasta el día siguiente, cuando Roslyn
recibió una citación de la Oficina de Auroville en Pondicherry. El señor Vasudeva que
hacía de jefe, dijo que había habido quejas de que vivía gente en Silencio sin permiso de
la Madre. Roslyn se dio cuenta de que Edward y Jane habían estado quejándose, y
parecía que Edward quería que la Madre expulsara a todo el mundo de Silencio para
quedarse él el sitio. Madre envió una respuesta, “Nada pertenece a nadie en particular en
Auroville, y todo debe ser usado para el bienestar de todos”.
Roslyn sintió que la respuesta apoyaba a la comunidad de Silencio y pensó que sería
el fin del asunto, pero Jane y Edward escribieron de nuevo a la Madre. Esta vez la
respuesta de la Madre fue sugerir a Roslyn que trasladara Silencio al otro lado de la
ciudad hasta un terreno en donde había un gran pozo, aunque ninguna otra edificación
de Auroville. Roslyn no quería trasladarse y el asunto quedó finalmente zanjado cuando
Jane partió a Canadá para recoger dinero para Auroville y Edward se fue a Europa.
Finalmente todos ellos obtuvieron el permiso de la Madre para quedarse y Silencio
fue aceptada como otra subcomunidad de la creciente comunidad de Auroville.
El verano transcurrió sin incidentes, excepto que hacía mucho calor. Margie se unió a
la comunidad. Roslyn construyó una cocina y un patio que conectaba la cocina con la
casa. La señora alemana construyó otra cabaña y después se trasladó a Pondicherry.
Margie construyó una pequeña choza en la parte más alejada del campo. Madre le dio el
nombre de “Don de sí”.
La pareja en luna de miel abandonó la Casa de la Bomba después de un par de
semanas, y una mujer china-malaya, embarazada, y su marido francés se trasladaron
allí. Ya tenían una hija, Aura, algunos meses más pequeña que Bliss.
Todos ellos eran amigables, trabajaban para Lorelei en Pondicherry, y habían
comenzado a usar el nombre de “Aurocreación” para la producción de su creativa
comunidad.
Amigos de Roslyn vinieron a visitarla desde California con una niña pequeña.
Comían más que todos los demás juntos y no tenían dinero. De alguna forma todos se
adaptaron. El alemán, Geoff, apareció de repente con algún dinero y la vida siguió como
una continua fiesta.
Todas esas comidas para toda esa gente representaban un trabajo a tiempo completo
para algunos de ellos, puesto que las compras había que hacerlas todas en Pondicherry,
excepto la mantequilla y los huevos que venían del Ashram en el Land Rover, y la leche
del poblado. Tenían un pequeño huérfano del poblado que hacía de todo para ellos.
Acostumbraban a dejar los platos sucios en cubos en la cocina por la noche y él traía la
leche por la mañana y fregaba los platos.
Utilizaban linternas de queroseno para iluminarse. Siempre había visitas. Roslyn
encontró a un sorprendente hombre de Madagascar en el Parque de Pondicherry,
llevando las vestiduras rojas de un lama tibetano y tocando una flauta. Lo llevó a casa
para cenar, y él permaneció en Auroville durante diez años creando unas pinturas
excepcionales.
Ocasionalmente había reuniones oficiales de Auroville. En una de ellas, las personas
que vivían en Pondicherry y pensaban que estaban “al cargo” de Auroville, se reunieron
con las personas que estaban viviendo en Auroville. Cuestiones sobre los tamiles de los
poblados que vivían en Auroville, especialmente sobre la anciana tamil cuya choza
estaba próxima al Baniano, los enfureció tanto que abandonaron la reunión y regresaron
en sus coches a Pondi. La choza de la anciana ardió unos días más tarde. Todo el mundo
sospechó que la oficina de Pondicherry era responsable, pero la oficina rehusó aceptar
cualquier responsabilidad para proveer de una nueva choza a la anciana, así que algunas
personas de Auroville le construyeron una nueva choza cerca del poblado.
También hubo muchas reuniones sociales entre personas que vivían en diversos
asentamientos. La gente de Silencio fue a visitar Forecomers e hicieron una fiesta. La
gente de Forecomers visitó Silencio y la visita se convirtió en otra fiesta. Los franceses
llevaban una vida diferente en Aspiración, con cuartos de aseo, agua corriente y
electricidad. Desde el principio estuvieron muy ocupados reproduciendo las vidas que
habían dejado para intentar algo nuevo. Los experimentos terminaban habitualmente en
fracasos, pero resultaban divertidos. En Forecomers, por ejemplo, alguien construyó una
esfera de bambú en el borde del cañón y quiso vivir en ella, pero cayó dentro del cañón
con el primer viento fuerte. Afortunadamente no había nadie en su interior cuando rodó
hasta el borde y cayó por la ladera.
Habían sobrevivido al verano y al monzón de verano. Había indicios verdes en la
gran meseta roja de Auroville. Incluso había algunas flores alrededor de la casa en
Silencio. Era octubre y el cumpleaños de Roslyn. Tenía una cita por la mañana para ver
a la Madre. Recogió la mayor parte de las flores del jardín de Silencio y algunas del
Vivero, para presentárselas a la Madre como un ramo de flores de Auroville.
Estaba contenta de no haber traído a Bliss. Había mucha gente en el balcón. Debía
estar allí sentada durante un buen rato, pero era muy agradable. Había un gran silencio y
la atmósfera creada por la aspiración de las demás personas sentadas allí, esperando la
bendición de la Madre, era muy relajante. La mañana era agradable y Roslyn se las había arreglado para encontrar ropa limpia en su alacena. No había sido capaz de
conseguir un nuevo conjunto para su cumpleaños. Tan ocupada estaba viviendo,
construyendo, dando de comer a la gente. Gradualmente, el asistente iba llamando uno a
uno. Al principio de manera muy lenta, luego de manera algo más rápida, hasta que la
señaló a ella. Se levantó y caminó a través del pequeño vestíbulo hasta la habitación de
la Madre. Madre estaba sentada en su silla, muy silenciosa. Roslyn se puso ante Ella, se
arrodilló y Le ofreció el ramo que había cogido en un jardín en Auroville. Madre aceptó
las flores y meditó sobre ellas por un momento, aceptando el espíritu de la ofrenda así
como la ofrenda. Después entregó a Roslyn un ramo de las mismas flores, aunque
mucho más lozanas y vibrantes, de los jardines del Ashram.
Roslyn quería agradecer a la Madre los maravillosos días que estaba teniendo, pero
no podía hablar. Sólo podía mirar a la Madre que la observaba con dulce afecto. Luego
la Madre sonrió y entregó a Roslyn una rosa y una tarjeta y Roslyn se levantó para irse.
Se detuvo para una comida rápida en el Hotel Continental, en la playa. Dejó sus
paquetes en el rickshaw y entró en el Continental.
No le sorprendió encontrar allí a Kelly. Era uno de sus lugares favoritos. Estaba
alojado en esa misma calle, en una casa de huéspedes que daba sobre la playa.
Se saludaron afectuosamente, puesto que hacía meses que no se veían. —Es mi
cumpleaños —anunció Roslyn.
—Estupendo querida, permíteme que te invite a comer.
Una agradable sorpresa. Después de meses dando de comer a todo el mundo,
haciendo la compra y preparando cestos de alimentos, alguien la invitaba a comer.
¡Feliz cumpleaños!
—Bueno dime, cómo van las cosas por Auroville —dijo Kelly después de encargar
la comida y una Coca-Cola para Roslyn.
—Una maravilla. Estoy muy contenta —replicó.
—¿Cómo está Bliss?
—Cada vez más preciosa. Tienes que venir a vernos. He construido algo y se está
formando allí una comunidad de unas quince o veinte personas. Lo estamos pasando
realmente bien.
—Pero ¿qué hacéis?
—Vivir.
—¿Ya tenéis agua?
—Hace meses que estamos esperando el equipo para construir un pozo.
—¿Cómo os las arregláis para vivir todos juntos sin agua?
—Bueno, una carreta de bueyes con un tanque de agua viene cada mañana alrededor
de las diez. Hay más agua en el tanque de la que nuestros dos bidones de agua pueden
contener. Ponemos todos los cubos, ollas y jarras en la boca de la manguera que entra
hasta la cocina. También nos quitamos la ropa y vertemos pozales, ollas y jarras, los
unos sobre los otros hasta que el tanque se vacía. Nos relacionamos, nos limpiamos y
limpiamos las ollas y las jarras, todo al mismo tiempo. Es muy divertido.
—¿Y crees que eso es la Manifestación Supramental? —preguntó él.
—Puede ser, pero ciertamente no hacemos daño a nadie, aunque pueda impactar al
conductor de la carreta.
—¿Hay alguien entre tu gente que trabaje en algo?
—Puede que hagamos algunos talleres de artesanía y una boutique en Pondi con
Lorelei.
—Eso suena bien. Dime ¿sabes algo de tu padre?
—Va a venir con mi madre en diciembre. Mi hermana viene el próximo mes.
—Espero verlo de nuevo —dijo Kelly.
Comieron con premura, pues Roslyn tenía prisa por regresar a Auroville y con Bliss.
Le dio las gracias a Kelly por la comida y concertó con un taxi que la llevara de vuelta
al polvoriento terreno donde vivía con sus amigos.
Geoff dio la bienvenida al taxi con una cuchara en la mano. Roslyn se rio y le sugirió
que la ayudara a llevar toda la carga del coche a la cocina antes de comenzar a comer.
Todos eran muy alegres. Amigos de otras partes de Auroville los visitaron por la
tarde. Alguien trajo un magnetofón, así que hasta hubo música y baile bajo las estrellas.
Los días transcurrían en una rutina feliz.
Un día en Pondicherry, Roslyn pasaba por delante de la puerta del Ashram, cuando
se topó con Mari que en aquel momento salía del Ashram. Mari estaba radiante.
Acababa de bajar de la habitación de la Madre. Estaba en una nube, y dijo: —Mira,
Madre acaba de darme una flor para ti.
Era un ramillete aderezado con florecillas blancas.
Roslyn lo aceptó.
Mari la miró y muy tranquilamente dijo: —Es una flor de agua.
Roslyn no quería ni pensar de qué manera necesitaban el agua. Llevaban seis meses
esperando un equipo de perforación que se había demorado perforando sin éxito a través
de la roca en Forecomers durante meses, para acabar encontrando más roca que agua.
Regresó a casa, y allí estaba, ya dispuesto, el equipo de perforación. Los trabajadores
vendrían por la mañana. Iban a comenzar a excavar su pozo, pero debía de pagarles
setenta y cinco rupias cada día. Su hermana iba a traerle dinero de parte de Bernie para
el pozo. Mientras tanto, debía mantener el trabajo en marcha y pagar día tras día.
Casi había agotado su crédito, pero su hermana estaba llegando a Madrás. Estaba a
punto de ir a recibir el avión de su hermana, cuando recibió un telegrama. “Robada en
Delhi. Llego Madrás lunes 11 a.m.”
Roslyn trató de no dejarse llevar por el pánico.
Cada día debía preocuparse con el dinero para la excavación y el alquiler de la
perforadora. El próximo paso eran las tuberías de acero, que debían ser instaladas
inmediatamente puesto que la carcasa debía ser puesta mientras el equipo de perforación
del pozo estuviera allí, ya que si no se irían y podrían pasar meses hasta que pudieran
volver a colocar la carcasa.
Fue con Bliss en un taxi al aeropuerto de Madrás.
Dorrie, la hermana de Roslyn, llegó desde Delhi acompañada de una mujer francesa
rubia. Era demasiado mayor para resultar interesante, sin embargo tenía un extraño y
llamativo glamour, cabello rubio blanco, perfectamente recogido en un moño. Ropa
sencilla de safari de alta costura y unos bellos, cálidos y destellantes ojos azules que
confirmaban la primera impresión de una verdadera dama. Dorrie presentó a su hermana
la señora francesa: —Yvonne LeMieux.
—¿Podría ir a Pondicherry en su coche? —preguntó la señora francesa. Roslyn
estaba encantada de tener una compañía tan fascinante para el largo recorrido junto a su
impertinente hermana mayor que ya estaba tratando a Bliss como a un bebé, hablando
goo-goo. Roslyn subió el equipaje al coche mientras Dorrie sostenía a Bliss.
Finalmente estuvieron todos montados en el coche y dirigiéndose a Pondicherry.
Roslyn se volvió hacia Dorrie: —¿Qué ocurrió en Delhi?
—Me robaron.
—¿Cómo ocurrió?
—Cerré la puerta y me fui a dormir y cuando me levanté por la mañana mi maleta
había desaparecido. Debió ser alguien del hotel.
—¿Qué llevabas en la maleta?
—Todo, dinero, pasaporte, billetes, cheques de viaje.
—¿Qué hiciste? —preguntó la señora francesa sinceramente afectada.
—Llamé a la embajada de Estados Unidos, a la American Express y a mi padre, y
recuperé todo excepto el dinero que Bernie me dio para ti —le dijo a Roslyn.
—Pero necesito dinero. Estoy haciendo un pozo.
—No te preocupes, Bernie envió algo al banco en Pondicherry.
—Espero que llegue; el dinero enviado a través del banco en India puede tardar años
en llegar.
—Animaros. Dime, ¿a dónde estamos yendo con este coche?
—Os llevó al sitio donde yo vivo en Auroville.
—Es interesante —dijo la señora francesa—. Estoy muy interesada en Auroville.
—Vamos a atravesar Auroville antes de que el taxi la lleve a Pondicherry.
—Me gustaría ver Auroville. ¿Cómo van las cosas allí?
—Yo soy muy feliz allí —pudo contestar sinceramente Roslyn.
—¿Queréis que os cuente una historia divertida? —preguntó la señora francesa.
Roslyn y Dorrie estuvieron contentas de no tener que confrontarse entre ellas y
Roslyn no deseaba pensar sobre la suerte de su dinero.
La señora francesa les contó: —He estado viniendo regularmente a Pondicherry
desde que murió mi marido. Experimenté un extraordinario pesar cuando él falleció y el
único alivio que encontraba era un lugar al que accedía en alguna parte en mis sueños,
que era muy tranquilo, tal vez una tumba, cubierta de flores, pero había allí un
sentimiento de alegría que hacia desvanecer el dolor que encarcelaba mi alma.
Nunca había estado en Pondicherry, pero el día en que el periódico publicaba la
esquela de mi marido, traía también la esquela de un hombre francés que había fallecido
en Pondicherry, con el nombre indio de Pavitra. Pensé que era extraño. Recordé que tras
la boda, durante la cena, estaba sentada al lado de un amigo de mi marido de Bombay y
le pregunté: —“¿Dónde iré si necesito ayuda?”
—Él me contestó: —“Ve a la Madre”.
—“¿Quién es la Madre?” —le pregunté.
—“Una anciana francesa en Pondicherry” —replicó él.
—Veinte años antes el amigo de mi marido me había dicho que debía ir a la Madre si
alguna vez necesitaba ayuda, tomé un avión y viaje a Pondicherry.
—Me dirigí al Gran Hotel de Europa y tomé una habitación. Era muy agradable.
Después de una buena cena me fui a la cama a dormir. Me desperté a las cuatro de la
mañana porque alguien me estaba llamando. Incluso pude oírlo cuando estuve despierta.
La voz me urgía para que fuera. Yo no sabía quién o donde. No me permitía detenerme
para vestirme, así que me puse por encima una bata y unas pantuflas, abrí la puerta y
descendí por las escaleras hasta la calle. No podía detenerme hasta que no hubiera
respondido a la llamada. Caminé atravesando la calle vacía, preocupada de que
estuviera volviéndome completamente loca, pero incapaz de detenerme. Atravesé el
parque. En lugar de sentirme asustada o temerosa, sola antes del amanecer en una calle
desconocida, sin saber a dónde estaba yendo, me sentía sin miedo y era hermoso.
Continúe avanzando hasta que llegué a una puerta abierta bajo una luz y entré. Era justo
como en mi sueño.
—Extraña historia, ¿no?
Roslyn replicó: —Es una curiosa historia. ¿Llegaste a ver a la Madre?
—Sí, su nieta, Poorna, me presentó a la Madre.
—Nosotras vamos a ver a la Madre mañana —dijo Roslyn a Dorrie.
La señora francesa, Yvonne LeMieux, dijo: —Dedico tanto tiempo a viajar que con
frecuencia traigo mensajes de una persona a otra. Traigo de Francia un mensaje muy
importante para la Madre.
Sonaba como si estuviera hablando del mismísimo Luis XIV.
El conductor paró y todos bajaron para tomar té en un pequeño puesto del poblado.
Yvonne rehusó probar los exóticos dulces, pero Roslyn insistió a Dorrie para que
probara los aperitivos y dulces, que comieron junto con Bliss.
Yvonne comentó lo encantadora que parecía ser Bliss, y Bliss agarró un trozo de
pastel de arroz y se lo tiró, aunque fue a parar sobre la mesa. Ocasionalmente Bliss se
comportaba como un bebé cuando no se le prestaba suficiente atención, aunque
habitualmente se comportaba como una persona, de hecho, de forma casi constante,
desde el momento en que fue concebida.
Bliss no hablaba mucho. Parecía estar de acuerdo con Roslyn en que la vida
inconformista que estaban llevando era la apropiada. Era feliz, cariñosa, y se
relacionaba con mucha gente más bien que con un reducido núcleo familiar.
Regresaron al taxi y Roslyn les habló de Auroville.
Giraron a la izquierda en el pequeño templo de Ganesh que señala la entrada al área
de Auroville, abandonando la carretera de Madrás. Dorrie no podía imaginar por qué
Roslyn era tan entusiasta. Era como el Nuevo Vestido del Emperador. A ella le parecía
tan sólo calor y polvo.
El taxi se detuvo en el pequeño grupo de chozas próximo a los dos bidones, de unos
ciento noventa litros cada uno, que eran utilizados como toneles de agua. Descansando
desperdigado bajo el amplio techado había un grupo desaliñado y dispar.
Yvonne se despidió: —Buena suerte. Y continuó en el taxi en dirección a Pondi.
Dorrie deseó haberse ido con ella. Roslyn le pidió que se quedara por lo menos una
noche.
Finalmente Dorrie accedió, pero sólo después de que Roslyn le asegurara que si
verdaderamente le disgustaba, podría trasladarse a Pondicherry a la mañana siguiente.
Una de las habitaciones de la cabaña había sido reservada para uso de Dorrie. Las
otras cinco personas se habían amontonado en la otra habitación, cubriendo el suelo con
sus sacos de dormir. Había una cama con colchón, almohada, sábanas y mosquitera para
Dorrie. Nunca había usado mosquitera, pero la había visto en las películas y sabía que
no le iba a gustar.
Tenía un montón de regalos y de productos alimenticios de Bernie para Roslyn y
Bliss. Había traído un vestido para Roslyn confeccionado con un nuevo género
sintético, estampado con una selva. Roslyn estaba contenta de tener algo que ponerse
para ir a ver a la Madre.
Cuando Dorrie estaba deshaciendo sus maletas, una mangosta atravesó corriendo la
habitación y después vio una enorme cucaracha. Le dijo a Roslyn: —Mañana me
mudaré a Pondicherry.
Roslyn y Bliss tuvieron una deliciosa cena de salami y pudin de chocolate.
Por la mañana el tamby las ayudó a transportar el equipaje de Dorrie hasta el Centro,
y fueron a Pondicherry en el Land Rover para acudir a la cita con la Madre y encontrar
una casa de huéspedes para Dorrie.
Dorrie estaba muy tensa. Había estado viviendo y trabajando en Manhattan durante
diez años y no era eso lo que quería hacer el resto de su vida. Pero no conocía nada más.
Ciertamente no quería vivir como Roslyn, en una choza sin un teléfono o televisión.
Fueron a la habitación de la Madre con Mari y se arrodillaron delante de la Madre.
La Madre miró a Dorrie, le sonrió y le dio una flor. Después miró a Roslyn.
La mente de Roslyn estaba llena de todos los detalles de su vida, Bliss, el dinero, sus
amigos y la comunidad. Quería agradecer a Madre por haberle proporcionado tal
experiencia de vida, única, libre y maravillosa. Entonces de forma repentina e
inesperada, “Silencio”, el nombre de su casa, llegó hasta su mente. Recordó haber leído
algo que Madre había dicho durante el Darshan que había dado a la gente de Aspiración,
que sus mentes eran demasiado ruidosas. Roslyn detuvo sus pensamientos. Dejó de
intentar ser cortés y decirle a Madre lo apropiado. Sencillamente se sentó frente a
Madre, tranquila, silenciosa, e instantáneamente fue colmada con una energía que jamás
antes había experimentado. Parecía en cierta forma ser exactamente lo opuesto a lo que
ella conocía como su propio ser.
Era extraordinariamente maravillosa y vibrante, como si cada célula de su cuerpo se
hubiera avivado repentinamente, pero ocurrió en un destello, y cuando su mente
percibió algo que estaba ocurriendo, se detuvo. Entonces Madre le sonrió y le dio una
flor.
Roslyn y Dorrie se levantaron y bajaron las escaleras. En el patio Roslyn se detuvo
en la oficina de Madhav Pandit. Lo saludó y le explicó que había venido para que su
hermana conociera a Madre, y que su hermana necesitaba una habitación en una casa de
huéspedes para una semana.
Se mostró muy amistoso y confeccionó una tarjeta para “Good Guesthouse”.
Dorrie quedó singularmente desconcertada en el encuentro con Madre. —Parece
tenerte un gran afecto, pero no entiendo por qué estás tan fascinada por ella —dijo.
Roslyn instaló a Dorrie en un rickshaw con su equipaje y quedó en venir a comer al
día siguiente a la casa de huéspedes. Se apresuró para coger el Land Rover de regreso a
Auroville y dejó que su hermana se las arreglara por sí misma en la ciudad.
Al día siguiente por la mañana regresó a Pondicherry para encontrarse con su
hermana para la comida.
Good Guesthouse estaba en la puerta contigua al Hotel de Europa. Tenía una
atmósfera muy diferente. Dando a la calle había un muro azul/gris/blanco con una
puerta recién pintada de color azul pálido. Ramas de buganvilia colgaban sobre el muro.
La puerta se abría al interior de un jardín con habitaciones de huéspedes a los dos lados,
y luego una amplia veranda, que había sido dispuesta como una sala de estar mirando
hacia fuera, al jardín. Grandes fotografías de Madre y Sri Aurobindo dominaban el
espacio.
Dorrie estaba esperando allí. Se la veía mucho mejor que cuando llegó a Madrás.
—Se te ve como si no estuvieras encontrando Pondicherry tan duro de digerir —dijo
Roslyn.
—Estoy disfrutando. Hay algunas personas interesantes residiendo aquí en la casa de
huéspedes y la comida es estupenda.
—Estoy contenta de escuchar eso. Estoy hambrienta. ¿Cuándo es la comida?
Dorrie se acercó al mostrador y preguntó al encargado que estaba enfrascado detrás
de un periódico: —Disculpe ¿a qué hora es la comida?
Era un hombre muy afable, vestido con unos impecables y planchados camisa y
pantalones cortos. Tenía una agradable sonrisa. —A las 12:30, aproximadamente dentro
de diez minutos. Se presentó a sí mismo a Roslyn: —Soy Mr. Doyle.
—Soy Roslyn. Vivo en Auroville.
—Oh sí, su hermana ya me ha contado. Debo ir a ver cómo marchan las cosas en la
cocina —dijo, y desapareció tras las cortinas en el interior del comedor, donde Roslyn
pudo ver las mesas dispuestas para el almuerzo. Estaba hambrienta.
—¿Qué hiciste aquí ayer? —preguntó Roslyn a Dorrie.
—Hay aquí un tipo que fue a Harvard. Salió y compró cervezas que trajo dentro de
su bolsa verde para libros. También está una agradable chica joven franco-canadiense.
Estuvimos bebiendo juntos. Estuvo bien; pero no era lo que hubiera esperado de un
ashram en India.
Se produjo un destello de blancura y el ser más apuesto del mundo se estaba
inclinando sobre la extendida mano de Roslyn, que de alguna forma había conseguido
alzarla en el espacio. Miró dentro de unos ojos que parecían contar la historia de la
eterna primavera. Él estaba diciendo: —Tú debes ser la terrible hermana que vive en
una choza en Auroville.
—¿Y tú quién eres? —acertó a decir.
—James Anthony Drummond Bean IV —replicó él—. ¿Puedo acompañarte a la
mesa?
Roslyn se pensó por un momento Vivien Leigh en “Lo que el Viento se Llevó”. Había pasado de un campo de batalla de polvo y pan frito al interior de un comedor con
manteles y servilletas limpios. Su hermana susurraba un ininteligible balbuceo a un
hombre infinitamente más atractivo que cualquier estrella de cine. Su cabello castaño no
era tan largo como para ser hippie o descuidado, pero lo suficientemente largo para
suavizar su cara alargada y fina. Roslyn se perdía en esos soñadores ojos color de
avellana, y apenas podía oír, mucho menos tomar parte, en la sutil conversación, justo
como una abandonada heroína de novela.
Todos estuvieron esplendorosos a través del curso de la sopa, el pescado, el entrante
y el postre, y después prefirieron té mejor que café. Jim invitó a Roslyn a un helado
después de la comida en su camino hasta el Land Rover.
La comida pudiera haber sido noticia de periódico por las sensaciones que despertó
en ella mientras la engullía. Él se convirtió en su Crema de Helado Jim.
Regresó cada día para comer con su hermana y, a veces, llevaba con ella a Bliss. Jim
siempre las acompañaba, y a ella la llevaba a tomar un helado después de la inmensa
comida.
Roslyn hizo reservas para sus padres, Bernie y Anna, en Good Guesthouse, para su
proyectada visita en Navidad. Jim le dijo que él iría a encontrarse con sus padres en
Inglaterra por Navidad.
Roslyn le preguntó: —¿Dónde vas a ir? ¿Has visto a Madre? ¿A dónde hay que ir?
Él se rio y le compró otro helado.
Dorrie partió y se casó dos semanas más tarde. Cada vez que Roslyn iba a Pondi
corría al lado de Jim. Él siempre le compraba un helado. Un día cuando corría al lado de
él, acababa de quedarse sin dinero, y necesitaba terminar de hacer las compras para la
comunidad, así que le pidió prestadas cien rupias.
Unos días más tarde fue a recoger a sus padres al aeropuerto y los llevó a la casa de
huéspedes, prometiendo volver al día siguiente para la comida.
Cuando llegó por la mañana, su madre ya estaba enfadada. Jim Bean les había pedido
las cien rupias que había prestado a Roslyn. Luego otro tipo de Auroville había venido y
había pasado la mañana convenciendo a Bernie para que diera dinero para un diario en
Auroville.
Jim Bean estaba atravesando el vestíbulo con una rubia escultural.
—Ahí tienes a tu amigo, Jim Bean —dijo Anna sarcásticamente.
—Sí, ya veo. ¿Quién es la rubia?
—Una escritora suiza.
Llegó Bernie chupando un cigarro y haciendo carantoñas a Bliss. Anna estuvo algo
menos tensa con Bernie de lo que había estado con Roslyn, pero no le gustaba India.
Comieron juntos, pero Roslyn encontraba gran dificultad en hablar con ellos,
especialmente porque lo único que parecía tener que decir era, “necesito dinero”.
Apareció un divertido hombre pequeño, seguido de una mujer con un cesto sobre su
cabeza y un niño pequeño. —Haré magia para ustedes —dijo el hombre pequeño.
—¿Por cuantas rupias?
—Las que quieran darme.
De repente apareció una bella rosa en su mano que entregó a Anna.
Ella dijo: —Muchas gracias —pero mientras se la entregaba se había convertido en
un pañuelo de seda que se desplegaba metros y metros, hasta que hubo un montón de
seda sobre el suelo.
Tomó una pequeña vasija de barro de la cesta y la llenó con agua de un grifo del
jardín. Vertió el agua dentro de una de las macetas de palmera, y continúo vertiendo y
vertiendo y vertiendo. Era como el cántaro de Baco.
Después sacó de la cesta un recipiente con un pequeño árbol de mango, de un tamaño
inferior a un pie. Volvió a llenar la vasija con agua y comenzó a verterla sobre el
arbolito. El árbol comenzó a crecer y al cabo de cinco minutos había crecido
centímetros y había echado más hojas.
—¡Wow! —exclamó Roslyn—. Verdaderamente necesitamos a este tipo en
Auroville.
—Sí, ¿qué está diciendo? —respondió el mago.
Al día siguiente era el cumpleaños de Bliss. Madre había dejado de ver a la gente
durante algunos días, así que sólo habría la fiesta, al atardecer, en Silencio.
Anna y Bernie planeaban acudir a la fiesta en taxi.
—¿Mañana tú venir aquí ir taxi Auroville? —dijo Roslyn al mago en su mejor tamil.
—Sí —mientras hacía aparecer del aire un montón de cintas multicolores de satén.
El encargado de la casa de huéspedes entró en el vestíbulo. —Lo siento mucho pero
esto es una casa de huéspedes del Ashram. Aquí no queremos magos.
—¿Por qué no? —preguntó la madre de Roslyn.
—Por favor, lo siento, pero esta persona tiene que irse.
El mago recogió sus cosas y colocó el cesto sobre la cabeza de su mujer; Roslyn
salió con ellos y lo arregló para que fueran a Auroville al día siguiente. Les dio cien
rupias y esperó que quisieran actuar al día siguiente.
Los amigos americanos de Roslyn habían partido finalmente a California. Roslyn
regresó un día de Pondi y encontró que se habían marchado y dos cestos de provisiones
sobre la mesa con una nota. “Muchísimas gracias, volveremos a vernos”. Así que ahora
sólo quedaban en Silencio, Geoff, Gabi y Margie. Margie tenía su choza, Don de sí.
Geoff y Gabi iban a trasladarse a la cabaña construida por la mujer alemana, y por
primera vez desde que había construido, sólo Roslyn y Bliss vivían en su cabaña,
aunque todos ellos seguían compartiendo la cocina. Si sus padres hubieran llegado
cuando había ocho personas compartiendo la cabaña, hubieran alucinado, pero tal como
estaba ahora parecía correcto.
Todo el mundo de Auroville y muchas personas del poblado cercano habían sido
invitados a la fiesta de Bliss. Gabi, Roslyn y Margie habían estado horneando pasteles y
galletas durante días. El techado de palma del patio entre la choza y la cocina estaba
siendo reconstruido ya que la estructura original se había construido demasiado rápido y
el ángulo no tenía suficiente caída, con el resultado de que se estaba desintegrando
después tan sólo del primer monzón. Ya tenían hecha la nueva estructura, pero no las
hojas de palma, así que Ramchendran empleó todo el día inflando globos y atándolos en
la nueva estructura, de tal manera que el techo era sólo cielo y globos.
Además colgaron algunas linternas mágicas japonesas que Roslyn había encontrado
en Pondicherry, y Ramchendran dijo que encendería las bujías que llevaban dentro
cuando empezara a oscurecer.
Había flores, comida y bebida, una pequeña banda tamil con chenai, armonio y tabla,
y mucha gente en el momento en que llegó el taxi a última hora de la tarde.
Roslyn quedó sorprendida al ver a Jim Bean descender del coche junto con los
magos y sus padres.
Los magos involucraron inmediatamente a los aurovilianos en su actuación, y todo el
mundo estuvo enseguida participando, cautivado, conforme iba haciendo los trucos que
había realizado el día anterior y muchísimos más. Hubo muchas risas y alegría, y
Roslyn se sentó tranquilamente en el suelo con Bliss en su regazo observando el
acontecimiento. Resultó divertido, una fiesta de verdad.
Un amigo de Forecomers trajo fuegos artificiales y estuvo tirando cohetes frente a la
casa. Ramchendran prendió las linternas y Bernie alucinaba. —Estás loca. Vais a hacer
que se incendie la casa.
Una de las grandes frustraciones de la infancia de Roslyn había sido que los fuegos
artificiales estaban prohibidos. A ella le gustaban los fuegos artificiales. Ella y Bernie
comenzaron a gritarse el uno al otro, y Bernie y Anna cogieron al mago, a su mujer y su
hijo y se fueron. No les había gustado nada de aquello y estaban enfadados con Roslyn
por todo lo que se había estado haciendo.
Roslyn encontró en la cocina un gran termo de boca ancha lleno de helado. Por todas
partes había gente comiendo y bebiendo. Sonaba música pop en un magnetofón y la
gente bailaba. Roslyn dejó a Bliss sentada sobre una de las mesas redondas de cemento
del patio y se dedicó a circular un poco entre sus amigos. Cuando regresó, alguien había
dado a Bliss un elefante de peluche, y la gente había puesto pulseras en sus pequeñas y
regordetas muñecas, llamativos collares alrededor de su cuello y cintas en su pelo;
parecía estar disfrutando.
Poco después del anochecer la fiesta comenzó a tocar a su fin, pero hubo varios
amigos, antiguos y nuevos, que se quedaron durante la noche.
Los padres de Roslyn aparecieron por la mañana en un taxi. Estaban enojados con
ella, pero querían pasar el día con Bliss. Su madre le dijo que bañara a Bliss y que la
vistiera para que pudieran llevársela a la ciudad a pasar el día. Roslyn metió a Bliss en
una tinaja llena de agua.
—¿Es así como la bañas?
Roslyn estaba en realidad temerosa de que Bernie y Anna trataran de secuestrar a
Bliss. Estaban muy enfadados con ella, pero pensaban que Bliss era encantadora.
No deseaba entregarles a Bliss para pasar el día, pero tampoco quería discutir con
ellos, así que les dio a Bliss; pero se quedó muy tranquila cuando la trajeron de vuelta a
última hora de la tarde.
Se estableció entre ellos una molesta tregua. Se veían casi a diario. Sus padres
también veían mucho a John Kelly, Mari, la Condesa de B. y otras personas en
Pondicherry, así que, a pesar de su desacuerdo con Roslyn, sus padres estaban
fascinados por el Mundo de la Madre.
Roslyn los invitó para que vinieran con Kelly a comer el día de Navidad. Llegaron
sus huéspedes y todo el mundo estuvo muy alegre mientras disfrutaban de las patatas
fritas con sal y bebían agua del nuevo filtro de agua en la comida. Roslyn esperaba que
la tarta la redimiera. Intentó cortarla: el cuchillo se dobló sin conseguir atravesarla. La
tarta estaba más dura que los ladrillos del suelo. Roslyn estaba apurada. Entonces Gabi
confesó haber traído harina de arroz en lugar de harina de trigo.
Tras la suntuosa fiesta y un paseo por la árida meseta, en donde hacía calor a pesar
de ser el mes de diciembre, sus padres no hacían sino volver una y otra vez a que ella no
debería llevar una vida como esa. Que si ella quería vivir así podía hacerlo, pero que
Bliss se merecía algo mejor, y dale y dale.
Finalmente subieron a su taxi y regresaron a Pondicherry.
Una monumental fiesta había sido preparada esa tarde en la Casa de la Bomba.
Roslyn quedó sorprendida al ver llegar a Jim Bean con su amiga suiza a última hora de
la tarde.
Roslyn llevaba su vestido de brocado rojo de seda de la China que sólo se había
puesto dos veces anteriormente. Era el vestido más precioso que había tenido jamás. Y
él y su amiga llegaron a la reunión con un grupo de personas y después de saludar a
varios amigos, se aproximó y dijo: —Hola Roslyn.
Le preguntó algo y comenzaron a hablar, permaneciendo allí mientras el sol se ponía.
Salió la luna. Se sirvió la cena, y no se movieron, como si se hubieran parado por un
momento en el espacio al decir “hola” y el tiempo y el mundo se hubieran detenido.
Permanecieron allí sin acercarse a otros, o sin alejarse de otros. No habían visto a nadie
ni oído nada. De repente la mujer suiza estaba allí diciendo: —Son las 9:30 y cierran las
puertas de la casa de huéspedes a las 10:00. ¿Nos vamos?
—Pero no habéis comido nada —dijo Roslyn, mirando a la mesa, no encontrando
otra cosa excepto platos vacíos.
¡Se habían quedado sin cenar!
—No tiene importancia —dijo Jim, sonriendo al tiempo que rodeaba con su brazo a
la mujer suiza, mientras se dirigían hacia el taxi.
Roslyn quedó pensativa intentando sacar conclusiones de todo esto, pero su sentido
de supervivencia se impuso y fue a ver si habían quedado algunos restos de la fiesta.
El uno de enero Madre proclamó 1971 “¡Un Dulce Año!”
Bernie y Anna regresaron a Filadelfia desde Madrás. Habían dado dinero para el
pozo, la bomba, la instalación eléctrica, una contribución para el diario de Auroville e
hicieron una donación al Ashram. Anna comentó en el aeropuerto: —Creo que
podíamos habernos quedado en el hotel más caro de Nueva York y haber salido a comer
y a cenar cada día y al teatro cada noche, y hubiéramos gastado menos dinero del que
hemos gastado en dos semanas con Roslyn en el sur de la India.
Por mucho que hubieran hecho, por mucho que hubieran dado, no era suficiente.
Había todavía una Casa de la Bomba que construir, tuberías y pintura que comprar, y
Roslyn no se sentía muy estable. Era feliz. Pronto habría agua corriente y electricidad.
Sentía que hacer la compra y cocinar para las personas en Silencio no iba a ser su
trabajo durante mucho tiempo.
Ocasionalmente Roslyn se encontraba casualmente con Jim Bean en Pondicherry.
Apenas tenía tiempo para detenerse y tomar un helado con él.
La mayor parte de de las personas en Auroville estaban trabajando juntos en una
representación de danza que se iba a organizar al borde del cañón, en Forecomers.
Rod había escrito un poema titulado: “El artista antes del amanecer y el sueño de
victoria”.
¿Por qué el viento salvaje merodea sobre este planeta
mientras el cazador corre entre las estrellas?
¿Y por qué, el cautivo viento de la flauta,
llama suavemente a la luna
cuando la claridad lleva el vestido de la noche?
La mejor música pop de aquel tiempo, como “Here comes the Sun”, de los Beatles,
orquestaba las danzas y la obra. La obra terminaba con los músicos invitando a la
audiencia a bailar alrededor de un Poste de Mayo con largas cintas de colores, y todo el
mundo era feliz imaginando que la Era de Acuario, de la amistad y de la realización
universal había comenzado ya en la Ciudad de la Aurora, en la Costa del Coromandel.
Hubo dos representaciones. Roslyn llevó de nuevo su vestido de brocado rojo, pero
le iba un poco justo.
Jim Bean estuvo allí durante el último ensayo y en las dos representaciones.
Roslyn le preguntó: —¿Cuándo vas a venirte a Auroville?
—Me marcho a Hobe Sound dentro de tres semanas —replicó él.
—¿Dónde está eso?
—Florida
—¿Por qué?
—Mis padres me han invitado para Pascua.
—Creí que vivían en Londres.
—Tienen varias casas.
—Eso está bien.
—Si me das el termo grande que traje a la fiesta de cumpleaños de Bliss, te lo traeré
lleno de helado cuando regrese.
—Si te gusta tanto Auroville, ¿por qué te vas?
—Aquí hará mucho calor dentro de unas semanas.
—Es la cosa más tonta que he oído en mi vida. Y se marchó.
Ambas representaciones tuvieron un gran éxito y tanto los actores como la audiencia
estaban admirados de cuán divertidas, y sin embargo inspiradas, habían sido las veladas.
Una inmensa fotografía de la Madre de grandes dimensiones estaba colgada, en el
centro del proscenio, del arco provisional de bambú y palma sobre el escenario. Luego,
al final de cada tarde todo el mundo estuvo bailando alegremente, porque el bello
Auroville estaba justo allí, todos felices, todos sonrientes, aquí llega el sol, en la ciudad
de la aurora.
Una pareja americana con una furgoneta Mercedes y un niño dos meses más pequeño
que Bliss, apareció un día cerca de la cocina en Silencio. Él se acercó y preguntó: —
¿Puedo aparcar aquí?
Roslyn lo había visto una o dos veces en Katmandú. Le dijo que estaba bien.
Un chico alemán que fabricaba instrumentos musicales con la cáscara de un coco y
una vara con una cuerda, apareció un día y se quedó. Una mujer americana
completamente loca con una hija de 13 años apareció y desapareció dejando a su hija.
Habían estado unos pocos días. Él se acercó a la pandilla reunida alrededor de la
mesa del desayuno tomando té y dijo: —Adiós, gracias por todo.
Dirigió a todos ellos una sonrisa amistosa y se despidió con la mano, y entonces la
mujer, que era realmente muy hermosa, apareció desde detrás de la furgoneta, hizo un
tímido saludo con la mano y pronunció también un tímido: —Adiós.
Fue una magnífica escena. La gente venía y se iba. Siempre había gente alrededor.
Había una escena de comida representándose en el patio desde el amanecer hasta el
anochecer. Si no había nadie comiendo o bebiendo, había gente hablando, o niños que
jugaban. El pequeño tamby tamil pasaba entre la gente limpiando. Las líneas eléctricas
habían sido instaladas, la Casa de la Bomba había sido construida, y todo ello había
pasado la inspección. Estaban únicamente a la espera de que la Compañía Eléctrica de
Tamil Nadu conectara la corriente; mientras tanto todavía seguían viviendo con dos
bidones de agua cada día.
Una hora después de que la furgoneta Mercedes se hubiera ido, regresó. La pareja
descendió de la furgoneta con su niño pequeño y caminó hasta el patio.
—Hola —dijo ella tímidamente.
—Hola —dijo Gaby—. ¿Habéis olvidado algo?
—Llegamos hasta la carretera de Madrás, y no pudimos imaginar a dónde ir, porque
sentimos que éste es exactamente el lugar que habíamos estado buscando, así que dimos
la vuelta. Nos gustaría quedarnos y construir una casa.
Roslyn y otros amigos construyeron un palacio de bambú y hojas de palma en una
cercana arboleda de lilos de la India. La familia de él eran comerciantes mayoristas de
suministro de agua en Bombay, por lo que él iba a ayudar a unificar el abastecimiento
de agua en Auroville.
Se estaba aproximando el cumpleaños de Madre e iban a comenzar los trabajos en el
Matrimandir. Ram, de Bombay, tenía que instalar una bomba en el pozo próximo al
Baniano.
La noche anterior al cumpleaños de Madre estaba claro que tendrían que trabajar
durante toda la noche, y si todo marchaba bien, pudiera ser que hubiera agua para la
ceremonia, fijada a la salida del sol. Roslyn fue a ayudarle a mantenerse despierto,
mientras él animaba a los mecánicos y electricistas en su trabajo a lo largo de la noche.
Con lentitud, cuidadosamente, introdujeron la nueva bomba al final de un tramo de
tubería dentro del pozo, y luego fueron añadiendo tramos de tubería consiguiendo que
no se desprendieran y se perdieran en el interior del pozo para siempre. Finalmente,
justo al amanecer, Ram presionó un botón, el agua fluyó, y todo fue un delirio de
alegría.
Ram se fue a casa a dormir y Roslyn se dirigió al lugar preparado para la ceremonia.
Se sentó en una de las pocas esterillas y navegó entre la vigilia y el sueño. Las estrellas
se desvanecieron y el cielo se volvió más claro. Silenciosamente llegaron otros desde
Auroville, andando o en bicicleta, penetrando en el área y sentándose tranquilamente en
su cercanía.
Las dulces llamadas de los pájaros a primera hora de la mañana y el sordo zumbido
de la mañana del sur de la India fueron interrumpidos por el ruido de un autobús, el
Land Rover y varios coches que llegaban desde Pondicherry y que parecían todos ellos
emerger de la luz de la mañana, desbaratando el mágico silencio.
Una de las personas que habían llegado en los vehículos le dijo a Roslyn que se
levantara, puesto que se había dejado caer en una de las esteras reservadas para las
VIPS. Se sintió como una VIP, habiendo dedicado la noche con Ram ayudando a que el
trabajo avanzara. Recordó la actitud de ciertas personas en Pondicherry hacia los
aurovilianos: los toscos y desmadrados aurovilianos eran simplemente los trabajadores,
que habían venido a construir Auroville, como si de una casa se tratara. Los trabajadores
venían, construían la casa y luego se iban, tras lo cual los propietarios podían instalarse
y disfrutar del lugar.
Se sintió enfurecida y traicionada cuando le pidieron que dejara su sitio para alguien
más importante, así que en lugar de moverse hasta la apropiada sección reservada al
proletariado, caminó de vuelta a Silencio y se perdió la ceremonia.
Unos días más tarde era el aniversario de Auroville, el 28 de febrero. Todo el mundo
iba al árbol Baniano para meditar a la aurora.
Roslyn caminó hasta el Baniano, dejando a Bliss durmiendo en la choza. Cuando
llegó al árbol, el cielo clareaba y los primeros colores de la mañana coloreaban
brillantemente el cielo por el Este. Podía ver las siluetas de otros aurovilianos. La
mañana era muy silenciosa. Era un silencio especial, sin el croar de una rana, sin un
silbido, sin el zumbido de un mosquito; era casi luminoso, como si él mismo fuera un
sonido.
Roslyn había estado indagando en los misterios de la espiritualidad durante años,
pero ninguno había sido capaz de mostrarle cómo meditar, ni le había proporcionado un
mantra. Lo único que había sido capaz de inferir con claridad de lo que había leído y
experimentado era permanecer en silencio.
Estaba sentada allí, tratando deliberadamente de impedir que los pensamientos
fluyeran en el interior de su mente, contemplando el cielo del amanecer mientras las
estrellas se desvanecían. Había una deslumbrante gradación de todos los colores, desde
el oro pálido hasta el púrpura profundo, esparcidos por el cielo, dispuestos con una
gracia caleidoscópica, colmando de color el cielo y el nuevo día. Luego todos los
colores huyeron hacia el horizonte y se mezclaron en una aureola salmónrosada
alrededor del sol asomando sobre el borde de la tierra.
Ya no pensaba. Estaba allí; y escuchó a Madre que le decía: “Tu trabajo en Silencio
ha terminado”. Vio grandes construcciones blancas de cemento descendiendo sobre el
campo.
Roslyn estaba conmocionada cuando se alejaba del Árbol. No podía saludar ni hablar
con nadie. Había dedicado un año entero tratando de construir un lugar habitable. Todo
estaba dispuesto y pagado y no quería abandonarlo. Había gastado toda una fortuna y
sus padres jamás se lo perdonarían. No sabía qué hacer. Se fue a Pondi para hablar con
Austin, quien le dijo que escribiera a la Madre y buscara en Auroville otro lugar donde
vivir.
—¿Por qué?
—Bueno, si fue una verdadera visión no permanecerás en Silencio por mucho
tiempo.
Hubo de estar de acuerdo, pero no quería trasladarse. Escribió a Madre y recibió
como réplica un paquete de bendiciones. Roslyn no estaba segura de que la carta
hubiera llegado realmente a manos de la Madre, puesto que Madre recibía la
correspondencia de los aurovilianos únicamente a través de Vasudeva, cuya actitud
hacia Roslyn le hacía pensar que la tenía en poca consideración.
Decidió ir a Rameshwaran y visitar a Panditji.
Encontró a Jim Bean por la calle y le mencionó que iba a ir a Rameshwaran.
—Me gustaría ir contigo. Conocí a Panditji el mes pasado cuando viajaba por el sur y
me encomendó una práctica de treinta y cuatro días que terminaré dentro de poco. Deja
que consulte el I Ching.
El I Ching dijo: “Tres días antes del comienzo”.
Acordaron encontrarse a los tres días e ir a Rameshwaran.
Roslyn se dirigió a la ciudad tres días más tarde, sin Bliss, con su equipo de viaje, y
fue a buscar a Jim.
Él había consultado el I Ching de nuevo, con el resultado de “No cruzar el agua
inmensa”, por lo que no iba a acompañarla.
Se fue sola y se quedó durante unos días. Consultó a Panditji qué debía hacer.
Él replicó: —Cuida de Bliss. Bliss es encantadora.
Le pidió algún tipo de práctica.
Él le dijo: —No estés preocupada.
Finalmente regresó a Auroville. Hacía calor y no había mucho que hacer. Dedicaba
largas tardes a hablar con sus vecinos y a diseñar una nueva comunidad construida de
estructuras de bambú y palma interconectadas que pudieran albergar talleres de trabajo,
estudios, clases y salas de juego, una cocina, un comedor, áreas de descanso y áreas
sociales, como una colmena gigante.
No le quedaba nada de dinero. Ninguno de ellos tenía dinero. Roslyn sabía que, si se
trasladaba, Bernie se enfadaría por todo el dinero que había gastado en Silencio, y puede
que no le diera dinero para volver a construir, pero no obstante decidió trasladarse a un
terreno amplio de playa vacía que Auroville poseía próximo al poblado de
Chinnacapalet.
Había escrito una carta a Madre sobre su visión de 28 de febrero y recibido un
paquete de bendiciones.
Ahora escribió a la Madre por permiso para trasladarse a la playa.
Vasudeva dijo: —Habla con el arquitecto jefe.
El arquitecto dijo: —No, es mejor que construyas algo en Auromodele.
—No quiero trasladarme a Auromodele. Quiero trasladarme a la playa. Por favor
pídele a la Madre permiso para mí —imploró.
Él le preguntó a Madre. Ella le dio permiso y un paquete de bendiciones.
Roslyn fue a ver a Jim Bean y le dijo que iba a comenzar una nueva comunidad en la
playa, y le preguntó si podía contribuir con algún dinero que ayudara al trabajo.
Él le dio cien rupias.
Roslyn se trasladó el primero de mayo, incluso sin haber visto el terreno que había
elegido sobre el mapa en la oficina de Auroville. Dhyan y Guiom y su pequeño hijo se
trasladaron a Silencio.
[1] Hermano pequeño.
CAPÍTULO VIII
NO TAN FÁCIL COMO HABÍA IMAGINADO
En nuestras partes ocultas guardamos este conocimiento;
despiertos a la llamada de un vago misterio,
encontramos una honda Realidad invisible
mucho más verdadera que la faz que ofrece al mundo la presente verdad:
somos acosados por un yo que ahora no podemos recordar
y movidos por el Espíritu que todavía debemos llegar a ser.
“Savitri” de Sri Aurobindo
HASTA el 21 de febrero de 1971, por lo que a Jose concernía, Auroville podía
arreglárselas sin él. Había escuchado una conversación en Pondicherry acerca de la
inauguración del Matrimandir. Había autobuses que salían desde el Ashram a las 5 a.m.
el día del cumpleaños de la Madre. Él no iba a coger ningún autobús a Auroville a las 5
a.m.
El día del cumpleaños de la Madre se despertó a las 4 a.m. Intentó volver a dormir.
Despertó a su mujer y le dijo que iba a tomar el autobús para ir a la meditación en
Auroville. Una fuerza seductora lo arrastraba a traspasar la puerta, a subir al autobús,
hacia Auroville.
Llevaba viviendo con Ethel en el Ashram desde 1965 y nada parecido le había
ocurrido nunca antes. Nadie se había preocupado por él y él no se había preocupado por
nadie. Procedía de Harlem y su esposa procedía de New Jersey.
Había abandonado la casa de su madre cuando tenía 14 años y fue un hipster tan
colgado como uno pudiera serlo en las calles de Nueva York durante los años cincuenta.
Haciendo sus asuntos se colgó. Hacía negocios sobre la marcha. Furtivo, indómito,
vagabundeaba por las calles, sorbiendo conocimiento a la moda, incompleto. Cuando
escuchaba el silbato de un poli se tragaba sus palabras exclamando: “A Dios pongo por
testigo, yo no sé nada”.
Del reformatorio, vuelta a la calle, prostitutas callejeras y borrachos, batiendo
marcas, anotándose tantos. Se creía tan listo que pensaba que no dejaba rastro. Pero
pasó otra temporada en la cárcel y de nuevo vuelta al mundo de las mentiras y de la
estafa que era lo suyo. Robaba a los ricos, a veces a los pobres. Jamás robó a una
persona honrada, puesto que jamás conoció a ninguna.
De noche acechaba a las parlanchinas multitudes en los lujosos bares y restaurantes,
mezclándose felinamente entre la muchedumbre en el teatro, para sustraer las confiadas
bolsas. Su faz de piedra cuando la víctima gritaba. Su corazón se aligeraba con la
velocidad. Su adolescencia fue una encarnación de la voracidad. Saqueaba los
callejones de las calles de la zona oeste de la ciudad donde los traficantes hacían su
negocio con los yonquis, los chulos chuleaban prostitutas. Su pistola inspiraba terror.
Las víctimas esperaban su crimen; despreciable, perdido en el submundo del terror.
Había exprimido la vida como un rey, estrujando cualquier cosa que inflamara su
avidez, hasta que un día un atraco “salió mal”.
Entonces escuchó el “blues” del perdedor. Esposaron sus manos y sonaron las sirenas
estridentes. El juego había terminado con un choque. Paró porque la muerte lo seguía de
cerca, enrabiada. Los polis tenían puños y sus manos fueron esposadas juntas.
En el tribunal todo el mundo estuvo de acuerdo en que lo mejor era encerrarlo y tirar
la llave. Así que acordaron quince años de trabajos forzados.
Su nueva vida era una muerte en vida. Trabajaba como un esclavo mientras el tiempo
pasaba, a buen recaudo. Quería venganza, pero su sentido común le inclinaba a la
astucia, le obligaba a la contención. Después de cinco años de buena conducta salió bajo
palabra, pero se prometió que su celda podía esperar su vuelta. Por fin era libre.
Solitario como un lobo, al traspasar la puerta decidió que había de encontrar otro
camino que no le llevara de vuelta a la celda de la prisión. Se registró en una
universidad y le pagaron por ir a clase. Leyó absorto tomos de cosas absurdas y
aprendió a hablar en contenidos tonos. En la universidad buscó su alma y encontró a su
esposa, una chavala con suficiente dinero para que él no tuviera que volver a robar.
Sabía que este no sería su escenario durante mucho tiempo, así que decidió sacar el
máximo de él mientras estaba ocurriendo y ver mundo.
Había conocido a la Madre en su viaje alrededor del mundo en 1962. Habían estado
viajando en una larga luna de miel en cargueros, de puerto en puerto. El barco que habían tomado en Madrás se había detenido, sólo unas horas después, en Pondi, y les
dijeron que permanecería cargando mercancías durante dos días.
Descendieron y encontraron un maravilloso bar desde el que se veía un gran paseo y
el océano. Estuvieron disfrutando de la brisa y de la cerveza fría. Un tipo bebido, de
Boston, con pelo rubio peróxido se ofreció a invitarles a una ronda. Se reunieron con él
en su mesa y entraron en algo parecido a un largo intercambio de palabras. El extraño
tipo les dijo que había estado viviendo en Pondicherry durante nueve años.
—¿Por qué? —preguntó Jose.
—Aquí está la Madre Divina.
Ellos no le creyeron. El bostoniano bebido les invitó a reunirse con él en el mismo
bar a la mañana siguiente y él les llevaría a la Madre.
Había sido una tarde fascinante. A Jose no le gustaba mucho el tipo de Boston, pero
la cerveza estaba fría, la comida era buena y barata, y no conocían otro lugar en la
ciudad, así que estuvieron en el bar por la mañana.
El americano bebido con un exótico nombre indio entró en el bar justo en el
momento en que Jose terminaba su café. Jose no quería saber nada del tipo. Ethel sentía
curiosidad por “la Madre Divina”, y puesto que parecía estar aburrida de casi todo
excepto del sexo y la comida, ¿por qué no? Siempre podían reírse de ello más tarde.
—Debéis venir ahora mismo.
—¡Eh! Vuelve dentro de media hora, o nos encontramos contigo más tarde —dijo
Jose. Acababa de encender un cigarrillo y no quería apresuramientos.
—Tenéis una cita con la Madre dentro de cinco minutos.
Jose pagó la cuenta y junto con Ethel siguieron a Ananta que recorría con paso
enérgico la ciudad atravesando el parque. Ananta se detuvo en el parque, cogió algunas
flores y se las dio a Jose y Ethel para que se las entregaran a la Madre.
Atravesaron una puerta, un patio, subieron una escalera y se sintieron como si fueran
a reunirse con una VIP. Permanecían en un balcón al sol, bajo una marquesina, junto
con otras veinte personas. Había un gran silencio.
—¡Eh, tú! —dijo Jose volviéndose hacia el brahmin de Boston.
Ananta dijo: —Por favor no os mováis, habrá que esperar unos minutos.
Jose y Ethel se miraron el uno al otro y se rieron. Permanecieron mirando por sobre
la barandilla lo que ocurría en el patio de abajo y afuera en la calle. Todos los edificios
eran del mismo color azul/gris/blanco.
Un hombre mayor, pequeño, de pelo blanco, con una barba rala y un impecable y
almidonado dhoti blanco y una estola blanca, que se parecía, hasta donde la imaginación
podía alcanzar, a San Pedro a las puertas del cielo, entró en la terraza y les hizo señas de
que le siguieran.
Siguieron a Ananta al interior de Su habitación.
Allí estaba Ella sentada en Su Silla.
Jose no tenía palabras para describir lo que le ocurrió en los momentos siguientes.
Descendiendo por las escaleras, después del encuentro con Madre, le dijo a su
esposa: —Cuando el barco regrese a Nueva York tomaré un avión y regresaré aquí para
estar con Ella.
Al atravesar el patio se detuvieron ante la tumba. Jose sintió algo que tiraba de él,
como si el espacio alrededor de la tumba magnetizara sus pies. Cuando seguía a Ethel,
en dirección a la puerta, dijo silenciosamente dirigiéndose a la Madre: —Volveré.
Habían estado viviendo felizmente en el Ashram durante seis años. Se encontraban a
gusto. Sabían dónde tenían que ir a dormir. Sabían que iban a comer. Como
entretenimiento había una película en el patio de recreo la noche de los sábados. Una
paz armoniosa, un sencillo sentimiento de bienestar, que jamás había imaginado
posible, había entrado en su vida.
Él no quería ir a Auroville. No quería que nada cambiara. Las cosas estaban bien
como estaban, pero la fuerza que lo arrastraba fuera de la cama le demandaba que fuera
en el autobús a la ceremonia de Auroville.
La puesta de la primera piedra consistió simplemente en un niño ofreciendo flores e
incienso a una imagen de la Madre Divina. Luego la mayor parte de la gente se fue.
Unos pocos se quedaron para comenzar a excavar los cimientos del Matrimandir.
Jose se quedó. Rompían la endurecida tierra con barras de hierro y ponían la tierra en
bandejas de esparto cuyo contenido era arrojado a una carretilla. Alguien debía llevar la
carretilla a un extremo del sitio y vaciar la tierra. Jose decidió que él sería este alguien
de la carretilla.
Durante todo el día trabajó con los aurovilianos. Cuando al atardecer regresó el
autobús, él lo tomó de vuelta a Pondi, sin advertir que estaba cubierto por la tierra roja
de Auroville. Ethel le dijo que parecía muy apuesto y enérgico con los pies
embadurnados.
Escribió a Madre; quería trabajar en el Matrimandir. Ella le envió un paquete de
bendiciones. Su esposa estuvo de acuerdo en que empleara unos cuantos días a la
semana, o incluso unas cuantas noches, en Auroville. Le hubiera gustado no tener que
dejar de trabajar por la tarde y regresar a la ciudad. Quería trabajar hasta que estuviera
terminada, hasta que estuviera construida, una habitación para Ella en Auroville.
La primera noche que pasó fuera iba a dormir bajo el Baniano. En la cercanía estaban
siendo construidas cabañas, servicios, una cocina, para los trabajadores del
Matrimandir. Uno de los tipos, también de Nueva York, que cantaba canciones de Bob
Dylan todo el día mientras trabajaba con la barra de hierro removiendo la tierra, le dijo
que podía venir a Silencio. Había una razonable cabaña nueva que había sido construida
para los pollos, en donde podría estar tan confortable como debajo del Baniano y habría
algo para comer. Era como regresar a los trabajos forzados empujando la carretilla todo
el día, pero diferente.
José suspiró. Había algunas “pollitas” de aspecto excitante en Silencio. En el Ashram
había un cartel con un amplio trazo manuscrito de la Madre, “¡No cotilleos!” La
comunidad era tan pequeña y tan estrecha que todo el mundo sabía todo sobre todos los
demás, y más.
Jose quería vivir tranquilamente en el Ashram. Quería ser el hombre invisible, no el
sujeto de cotilleos. Había demasiadas muchachas en Auroville y todas llevaban
pantalones cortos y camisetas sin mangas cuando llegaban a trabajar al Matrimandir.
Puede que pensaran que con toda la polvareda nadie las advirtiera, pero él se fijó. Él y
su esposa estaban “haciendo yoga”. Ellos no follaban, excepto para hacer niños. Ella
tenía dos niños. Él detestaba el yoga. A él le gustaban las mujeres. Los extraviados ojos
azules de la mujer americana con el marido indio, ¿lo miraban a él? Ella tenía un niño
pequeño. Su mujer tenía dos niños pequeños. Demasiados niños pequeños.
La gente en Pondi decía imbecilidades como, “Madre finalmente cometió un error,
Auroville”.
“Madre abrió el centro del sexo, Auroville”
No era como el Ashram en donde todas las “pollitas” iban envueltas en algodón
blanco, como niñas o como cuerpos muertos. Viviendo con Ethel en el Ashram pensó
que había trascendido toda esa mierda de excitarse con un polvazo, pero se sentía cien
años más joven. Alguna parte de él simplemente respondía a las mujeres. Estaba feliz
trabajando en el Matrimandir y mirando todas esas bellas mujeres durante todo el día.
Repentinamente recordó que era un macho y se preguntó si es que lo había olvidado o
sólo creía haberlo olvidado. En cualquier caso, había vuelto, y se sentaba en el rincón
oscuro del patio en donde las “pollitas” y todo el mundo se reunían alrededor de las dos
mesas de cemento. Se sentía más a gusto en este gallinero que en el apartamento en
donde él y Ethel habían vivido durante seis años.
Trataba de pensar en otras cosas. Se dio cuenta de que apenas pensaba. El cuerpo se
movía, trabajaba, nunca había sido más feliz. Comer, dormir, lo único que deseaba, pues
le hacía tan feliz, era hacer algo para Ella.
Fue a visitar a Ethel en Pondicherry. Ella le dijo que alguien había dicho a Madre:
“Algunos en Auroville piensan que son seres Supramentales”.
Madre había replicado: “Son inframentales. Se comportan como gatos y perros”.
Jose quedó impactado de vuelta a esta otra realidad, pero después de unos días de
nuevo sintió la urgencia de ir al Matrimandir, así que regresó durante unos días más.
Apenas se dio cuenta de que Roslyn se había ido y de que Dhyan había llegado.
Dhyan estaba muy contenta de que Madre le hubiera dado permiso para trasladarse a
Silencio. Se había sentido muy desgraciada y sola viviendo en la zona de huerto, en
Esperanza.
Había llegado a Pondicherry con Guiom la primavera anterior. Todavía no tenía
dieciocho años y estaba casada y embarazada. Había conocido a Guiom en el pueblo
cercano al convento, en una repostería. Era muy apuesto, con el aspecto de un lobo, con
su largo pelo rojo y su roja barba. Él era Guiom de Juin y justo acababa de regresar de
Baleares para continuar viaje hacia la India.
El padre de Dhyan había sido un pintor de casas que había tenido una caída, se había
roto el cuello y había muerto cuando ella tenía 11 años, y su vida había quedado
completamente destrozada. Su madre la envió al convento en donde pasaba las horas del
día arrodillada, rezando o restregando el suelo. Había oído hablar de las Baleares y de la
India en sus clases de geografía. Iba a tener muchos problemas en el convento si
descubrían que había hablado con un extraño y le había permitido comprarle un pastel.
Él le pidió que se casara con él y que se fuera con él a la India.
Se pusieron de acuerdo para huir a París y casarse y seguir luego en viaje hacia la
India. Ella dijo a la Madre Superiora y a las monjas que quería visitar a su madre,
consiguiendo autorización para dejar el convento. Guiom se encontró con ella en el tren.
Escribió a su madre para decirle que se había casado.
Había comenzado una nueva vida de amor y de aventura. Repentinamente el mundo
parecía eclosionar. En lugar de estar arrodillada rezando o restregando suelos, estaba en
un restaurante de París. No podía creer lo maravillosa que podía ser la vida junto a
Guiom y otros tomando café y riendo en una conversación llena de insinuaciones
sexuales con la que disfrutaba. Se preguntaba si podía dar gracias a Dios de haberse
escapado de las monjas.
Recibió una carta de su madre diciéndole que regresara al convento, que las monjas
la perdonarían. Su madre hacía decir una misa diaria por el alma de Dhyan. Esto la hizo
estremecer. Decidió no escribir a su madre durante mucho tiempo, tal vez cuando
estuvieran en la India.
Era muy feliz con Guiom. Era muy amable y atento, y se preocupaba mucho por ella.
Encontró un lugar donde vivir en Montmartre y hacía la compra, la alimentaba, adquirió
para ella un hermoso vestido blanco mexicano de novia, de Oaxaca, con bordados azul
pálido. Mientras él estaba trabajando, ella estaba en el café tomando café y vino con sus
amigos. A veces fumaban mariguana. Ya no se sentía avergonzada. Se sentía sexy,
hermosa, amada, ligeramente ebria, y estaba comenzando a sentirse algo mal.
¡Estaba embarazada! Guiom estaba sorprendido, pero no quería permanecer en París,
así que entre lágrimas y abrazos tomaron el Oriente Express hacia Estambul. Era un
largo viaje en tren, pero encontraron muy acogedor el pequeño compartimento. Luego
otro largo recorrido en tren a través de Turquía y días de autobuses a través de Irán y de
Afganistán.
Había estado viajando durante semanas atravesando Europa y Asia. Sentada al lado
de la ventanilla, en el autobús desde Kabul hasta Lahore, se dio cuenta de que estaba
viendo uno de los más bellos espacios del mundo. Contenta de estar al lado de Guiom.
Él siempre estaba allí, protegiéndola, lejos del mundo gris del convento.
En Pakistán se detuvieron brevemente en estaciones de tren repletas de público,
gente durmiendo en los andenes, mendigos por todas partes. No podía imaginar a dónde
estaban yendo. Mujeres con niños en sus brazos, colgados de sus faldas, embarazadas.
Se preguntaba si habría para ella y para su hijo algo más que un andén de cemento en
una estación de trenes donde dormir. Tomaron otro autobús en la frontera y finalmente
estuvieron en India. Estaciones de trenes, establecimientos de té, trenes que atravesaban
las montañas y después de nuevo las planicies. Descansaban en alojamientos baratos y
comían con la gente del lugar, evitando hoteles caros y restaurantes, pero su dinero se
agotaba. Guiom se estaba poniendo ansioso. Quería encontrar un lugar donde pudieran
quedarse, donde ella pudiera dar a luz. Iban de un sitio para otro. Alguien mencionó
Pondicherry, en el sur de la India. Tras viajar a Madrás, se dirigieron allí.
Tomaron una habitación en un alojamiento barato de una de las calles principales y
se dirigieron a la Casa del Café de la India para comer algo.
No había mesas libres. Una de las mesas estaba únicamente ocupada por una obesa
mujer occidental con apariencias de hippie con una niña pequeña. Guiom preguntó si
podían sentarse con ella. Ella respondió que sí.
La mujer obesa le dijo a Dhyan: —Eres muy guapa.
Dhyan llevaba su traje mejicano de boda.
Llegó el camarero y pidieron café.
—¿Estás viajando? —preguntó Dhyan.
—No, vivo aquí.
—¿Dónde?
—Vivo en Auroville.
Ellos tomaron su café.
La mujer obesa cogió a su niña y sus bolsas de compra.
Guiom y Dhyan fueron al Ashram de Sri Aurobindo desde donde los remitieron al
otro lado de la calle, a la Oficina de Auroville.
Vieron la exposición que mostraba una nueva ciudad en construcción. La leyenda de
la puerta decía: “Bienvenidas todas las personas de buena voluntad”.
Estuvieron viendo la exposición y leyendo la Carta de Auroville, y sintieron que si
Auroville no pertenecía a nadie en particular, sino a la humanidad en su conjunto, y se
daba la bienvenida a las personas de buena voluntad, también ellos serían bienvenidos.
Se aproximaron al mostrador.
—Sí, ¿puedo ayudarles? —les preguntó la señora de sari blanco con una larga trenza
de cabello cano sobre su espalda.
—Queremos vivir en Auroville —dijo Guiom.
—Preferimos aspirantes que lo hayan solicitado desde su país y vengan únicamente
después de haber sido aceptados por la Madre.
—Hemos viajado hasta aquí por tierra desde Europa. No queremos regresar a Europa
para escribir una carta solicitando permiso para venir a Auroville —replicó Guiom.
—Os entregaré una solicitud y si me la traéis de vuelta, con fotos, se la entregaré a la
Madre.
Fueron a hacerse fotos y al día siguiente regresaron con las fotos y las solicitudes. La
señora tomó los papeles y les pidió sus pasaportes. Les dijo que regresaran el domingo
por la mañana.
En la habitación donde se alojaban había cucarachas. Para escapar del aburrimiento
se fueron a dar un paseo y encontraron un hermoso recorrido a lo largo de la playa. Al
final del mismo había una casa de huéspedes del Ashram. Guiom sugirió trasladarse allí,
alejados del lúgubre alojamiento junto al bazar. Tomaron una habitación que daba al
mar y que era limpia y fresca. Dhyan se sintió mejor enseguida al estar en un lugar
limpio.
A la mañana siguiente regresaron a la Oficina de Auroville. La señora del sari blanco
les dijo que podían vivir en Auroville. Había un apartamento libre en Promesa, la
comunidad que había sido construida para las mujeres que esperaban ser madres.
Después del nacimiento del bebé deberían trasladarse a algún otro lugar de Auroville.
Había una comunidad agrícola, Esperanza, cerca de Promesa, en donde se estaban
construyendo algunas nuevas cabañas. Si entregaban quince mil rupias podían tener allí
una choza cuando naciera el bebé.
—Pero ese es todo el dinero que tenemos —dijo Guiom.
—No os preocupéis. La Madre os ha aceptado en Auroville. La Sociedad Sri
Aurobindo facilita "Prosperidad" para los aurovilianos.
—Pero no conocemos nada sobre Auroville excepto lo que hemos visto aquí. La sala
de exposición estaba llena de maquetas de la galaxia en expansión que sería la ciudad.
Edificios futuristas conectados por aceras, una inmensa bola dorada rodeada de pétalos
de madera de palo de rosa, edificios interconectados de formas extrañas, planos de una
nueva ciudad, pero no quedaba claro cuánto de la nueva ciudad estaba construido.
—Tal vez os gustaría ver Auroville antes de tomar una decisión. Hay un recorrido
para visitantes que parte de aquí a las 3:30 de la tarde y regresa hacia las seis. Si estáis
aquí esta tarde a las 3:25 podéis hacer el recorrido y ver Promesa, Esperanza, el centro,
Aspiración. Os costará tres rupias a cada uno y posteriormente podéis venir mañana y
decirme lo que hayáis decidido.
—Esto suena bien —dijo Guiom.
Dhyan sintió hostilidad y confusión por el hecho de que la señora les hubiera pedido
todo su dinero. En la pared, con grandes letras, había leído, “No habrá intercambio de
dinero en Auroville”.
Habían decidido utilizar el dinero que todavía les quedaba para regresar a Europa o
para permanecer en la India. No querían regresar a Europa. Estaban felices de haber
encontrado un lugar que ofrecía un nido donde ella pudiera dar a luz. Estaban de
acuerdo en que eran muy afortunados por haber encontrado un lugar en el mundo donde
poder tener a su hijo.
El primer lugar en el que se detuvo el autobús en su recorrido fue Promesa. Allí la
Madre había construido una comunidad residencial; apartamentos agradables y
sencillos, con cuartos de baño y cocinas, ventiladores en el techo, una sala de partos y
un comedor, para ser usado por aquellas que fueran a ser madres en la Ciudad del
Futuro. Un lugar que había sido planeado para proporcionar a las que esperaban ser
madres una atmósfera agradable y exenta de preocupaciones durante sus embarazos, así
como para los primeros días de las vidas de aquellos nuevos seres que iban a llegar a la
Ciudad del Futuro.
El guía del tour mostró a Dhyan y a Guiom el que podría ser su apartamento si
decidían permanecer en Auroville. Estaba sin estrenar. Nadie había vivido en él todavía
y estaba recién pintado. Estaba completamente equipado, incluso con las tazas de té y
las cubiertas de las camas.
Después el recorrido llegó a Esperanza, el lugar donde su cabaña sería construida.
Era una comunidad agrícola con unas pocas chozas en mitad de un vasto terreno
dedicado a la agricultura y a granja. Había árboles cubiertos de frutos y de nueces. Allí
no pasarían hambre.
Después llegaron a Aspiración, que parecía estupendo. Había hermosas, pulcras y
techadas cabañas blancas sobre la roja planicie, dominando el mar, y muchos europeos
en pantalón corto y camiseta que ignoraban a los visitantes. Dhyan pensó que parecía
mucho más atractivo que Esperanza. A Guiom le gustaba la soledad de Esperanza y
quería trabajar la tierra. No quería vivir con un grupo poco amistoso de franceses.
A la mañana siguiente volvieron a la Oficina de Auroville, entregaron a la señora del
sari blanco su dinero y preguntaron cuándo podrían trasladarse al apartamento de
Promesa.
Ella les dijo que podían trasladarse esa misma tarde en el autobús o en el Land Rover
a la mañana siguiente. Estaban impacientes por salir de la casa de huéspedes que les
costaba veinte rupias diarias.
—¿Cómo haremos con la comida? —le preguntaron.
—Hay una cocina comunitaria en donde podéis comer. Creo que todo el mundo se
turna para cocinar, aunque hay un sirviente que mantiene limpia la cocina. Hay un
sirviente que limpiará vuestro apartamento y un dhobi que lavará vuestra ropa.
—¿Pero cómo haremos con otras cosas que necesitamos, como vestidos, pasta de
dientes, jabón y cosas para el bebé?
—Hacéis una lista cada mes y la traéis aquí al finalizar el mes. Al comienzo del mes
se distribuye "Prosperidad". Proporcionadme una lista de lo que necesitáis y trataré de
conseguirlo para entregároslo.
—Nos gustaría trasladarnos en el autobús esta tarde.
—Muy bien —dijo la señora del sari blanco.
—¿Veremos a la Madre? —preguntó Dhyan.
—Tráeme una carta para la Madre y es posible que te reciba.
—Quiero ver a la madre —dijo Dhyan.
—Tal vez podrías darme una carta para Madre antes de tomar el autobús esta tarde.
—Sí. Verdaderamente quiero verla.
—Puede que no sea posible. Normalmente no recibe a la gente.
—Escribiré solicitando Su permiso para verla.
—Sí.
—Gracias.
La señora del sari blanco les entregó un recibo y salieron, comieron en el comedor
del Ashram y después regresaron a la casa de huéspedes para recoger sus cosas y pagar
la cuenta.
Fueron a Promesa en el autobús de la tarde con todas sus pertenencias en sus tan
viajadas maletas. Cuando el autobús llegó les estaba esperando una pareja italiana. Él
era muy delgado, con el pelo plateado y ella era muy pequeña, Lucio y Mariana.
Explicaron que la oficina les había llamado advirtiendo de su llegada y estaban allí
para darles la bienvenida en nombre de la comunidad. Una niña pequeña se acercó y
permaneció tímidamente cerca de ellos. La presentaron como su hija. Mariana esperaba
otro niño para diciembre. Dhyan esperaba el suyo para octubre.
La pareja italiana les contó que ambos eran arquitectos. Ofrecieron a Dhyan y a
Guiom un té en la cocina de la comunidad. Todos en la comunidad comían allí y hacían
turnos para cocinar. Guiom y Dhyan deberían cocinar dos veces a la semana. Llevaron
las maletas al apartamento.
La comunidad agrícola, Esperanza, donde iba a construirse su cabaña, estaba al otro
lado de la carretera. Podían caminar hasta allí y observar los trabajos, pues aparte de
cocinar dos veces a la semana no tenían nada más que hacer. El resto de la gente era de
otra época, de otro mundo; a Dhyan le recordaban a su madre.
No había escrito a su madre desde Francia. Decidió esperar hasta que el bebé hubiera
nacido. Allí no había nada que hacer. Había algunos libros de Madre y de Sri Aurobindo
en la cocina comunitaria. Los llevaron a su habitación y los leyeron. Algunas veces
veían a la mujer obesa hippie en el Land Rover. Parecía estar rodeada de amigos
hippies. Parecían felices y no tan serios como la gente de Esperanza y de Promesa. Todo
el mundo era muy educado pero parecía existir una cortina entre ella y los demás.
Dhyan recibió una nota diciéndole que ella y Guiom tenían una cita con Madre. Fue
a Pondicherry con Guiom en el Land Rover. Pasaron la mañana en el tórrido balcón.
Dhyan se estaba encontrando mal, además de estar embarazada, cuando finalmente
fueron llamados a la habitación de la Madre. Dhyan casi se desmoronó a los pies de la
Madre cuando le alcanzó la ráfaga del aire acondicionado después de haber estado en la
terraza al sol durante más de una hora, bajo la marquesina de lona. Le disgustaba
esperar. Estaba un poco disgustada de que a pesar de estar embarazada hubiera tenido
que esperar mientras otros pasaban delante de ella. No hubiera esperado si no fuera
porque le había conmovido profundamente un pequeño libro de plegarias y
meditaciones que había encontrado y había estado leyendo. Dhyan no vio nada en la
habitación excepto una alfombra y una silla y una maravillosa presencia que emanaba
de Ella. Dhyan se sentía perfectamente feliz acurrucada a los pies de la Madre, hasta
que en un momento sintió una dulce mano sobre su hombro. Miró hacia arriba y quedó
deslumbrada por la mirada tierna de la mujer anciana. Dhyan sintió cómo se disolvían
sus ilusiones de autocompasión y de incomodidad. Ya no se sentía enferma y
embarazada: era joven y fuerte y había sido atraída hacia la Madre para formar parte de
la gran aventura de la consciencia y del gozo, Auroville.
Estaba tan espléndida y llena de gozo, las lágrimas corrían por sus mejillas,
agarrando la tarjeta y las flores que Madre le había dado. Se sintió reafirmada de que
ella y su niño habían sido elegidos para cumplir un maravilloso papel en el excepcional
drama que se estaba desarrollando, formar parte de la Nueva Creación en el evolutivo
ciclo planetario.
Comieron en el comedor del Ashram y esperaron en el parque hasta que llegó el
momento de tomar el autobús de regreso a Promesa. Estaban exultantemente contentos
con la oportunidad de una vida que prometía transformación desde dentro y desde fuera.
Era un lugar en donde se hablaban muchos idiomas y todos muy dulcemente.
Había una pareja americana trabajando en los jardines del Matrimandir, aunque ella
no estaba embarazada, y había una pareja de ancianos franceses que cuidaban de las
vacas y que estaban a la espera de que su casa en Esperanza estuviera terminada, pero
todos los demás estaban esperando a la cigüeña.
Era el momento y el lugar para tener un bebé y ella no podía aceptar que hubiera
tropezado con ellos sin más en su ciega peregrinación. Sentía que había sido elegida,
llamada, con el nuevo ser en su interior, como una parte del designio de la Madre para
el futuro.
Los días transcurrían espléndidos. Ella y Guiom eran felices juntos y estaban
enamorados. Iban de paseo a ver cómo iba la cabaña que se estaba construyendo para
ellos. Se detenían en el pequeño templo sobre el camino y disfrutaban con el enlucido
azul de las estatuas del dios con una cabeza de elefante. No había mucho tráfico en la
carretera y tan sólo tráfico peatonal en el polvoriento camino que se adentraba en
Auroville, unos pocos aurovilianos en bicicletas, y el Land Rover por la mañana y el
autobús por la tarde. Había una charca en el hortal y multitud de pájaros se reunían en
los árboles de alrededor. Por la noche se escuchaba el aullido de los chacales. Había
cuatro tipos viviendo en Esperanza que siempre llevaban los pies desnudos cubiertos de
polvo y que comían en la cocina comunitaria de Promesa.
Ella apenas se fijaba nunca en nadie; estaba muy absorta en la minucia de su vida. La
comadrona gujarati venía desde Pondicherry todas las semanas y le tomaba la presión
sanguínea y le recomendaba tener cuidado de no poner demasiada sal en las comidas.
Algunos días el tiempo se hacía largo entre una comida y la siguiente, con poco que
hacer entre medio. Leyó en alguna parte que Madre había dicho: “Uno debería comer
para vivir, no vivir para comer”, pero las comidas eran el momento álgido del día.
Únicamente los hombres hablaban en la mesa. En realidad ella no podía entender todo
lo que se decía, puesto que la conversación discurría en inglés, alemán o italiano. Los
tipos de la granja llegaban, se sentaban, comían y se iban. Frecuentemente no
pronunciaban ni una palabra. Guiom estaba absorto en algunos de los libros de Sri
Aurobindo. En ocasiones leía cosas en voz alta para ella. No entendía nada, pero
resultaba agradable y apacible después de haber cruzado el mundo atravesando
populosas ciudades y estaciones de tren agobiadas por la desordenada muchedumbre.
Dhyan y Guiom pronto se hicieron amigos de sus vecinos de Promesa, Ram y Susan.
Ellos estaban en el apartamento contiguo. Él era un indio rico de Bombay y ella era
americana. Esperaban un bebé para enero. Estaban construyendo una casa en un bosque
de lilos indios cercano a los felices hippies de Silencio. Ella estaba atareada cosiendo
ropa y un edredón para su bebé. Dhyan apenas podía hacer los remiendos de su escasa
ropa. Guiom había adoptado la indumentaria local, un longi que cubría la mitad inferior
de su cuerpo y una toalla sobre sus hombros. Le habían sugerido que ayudara en el
trabajo de la granja. Pasaba fuera la mayor parte del día. A pesar de que estaba
trabajando, no recibían ningún dinero. Carecían totalmente de dinero. Susan llevaba a
Dhyan a la ciudad para comer o hacer compras, puesto que Ram se iba a visitar amigos
o a alguna juerga nocturna y ella no lo veía durante días.
Ram era una maravilla cuando estaba sobrio; simplemente un bullicioso ebrio. En
Auroville no había reglas. Cualquier cosa que ocurría era “una Gracia de la Madre” y
estaba bien. La pareja italiana intentaba aconsejar a Ram y Sue. Les dijeron que se
metieran en sus asuntos. Incluso cuando Ram y Sue se gritaban el uno al otro, todos los
demás se movían a su alrededor con una silenciosa expresión vacía, que Dhyan esperaba
fuese una expresión de paz interior o calma yóguica.
En el comedor la conversación comenzó a incluir a los tipos de Esperanza, todos
ellos descontentos, como Guiom, por estar trabajando todo el tiempo en la granja para la
Sociedad Sri Aurobindo sin obtener dinero, sólo comida, habitación y pasta de dientes.
Dhyan era sin embargo muy optimista. Ella y Guiom tenían una estrecha y cálida
amistad con Ram y Sue. Había un gran sentimiento psíquico de haber entrado en el
mundo de la Madre, y estaban esperando un niño, un nuevo niño para la nueva ciudad.
Los dolores comenzaron en medio de la noche. No habían previsto esta eventualidad,
por lo que no había nadie a quien llamar. Dhyan se retorcía en el lecho mientras Guiom
permanecía impotente a su lado hasta el amanecer. Se dirigió al desayuno y dijo: —
Dhyan está de parto. ¿Qué debería hacer?
La mujer italiana inmediatamente ofreció su ayuda para trasladar a Dhyan a la sala
de partos. Su marido dijo que iba a llamar a la comadrona gujarati para que viniera en el
Land Rover.
Los dolores eran terribles. Cada contracción la dejaba exhausta y asustada, incapaz
de protegerse de la tortura de la próxima contracción. Mariana sujetaba su mano y le
decía que hiciera respiraciones profundas.
Alguien encendió un incienso bajo una fotografía de la Madre. Dhyan se preguntaban
si Madre quería o podía ayudarla. Su aliento se detuvo mientras una nueva contracción
atormentaba su cuerpo y ella era arrojada de nuevo al interior de la inmensa caverna del
dolor.
Finalmente llegó la comadrona. Examinó a Dhyan y advirtió que el niño venía en
posición de nalgas.
El parto continuó durante más de dos días y finalmente nació un hermoso niño. La
Madre le puso por nombre Auro.
Exhausta, humillada por el dolor, atemorizada por el extraño niño que permanecía
sobre su vientre, Dhyan finalmente se durmió. Se encontraba cansada y deprimida
después del parto, aunque adoraba a su pequeño y feliz hijo que tenía una corona dorada
invertida.
Era un niño disparatado, puesto que asemejaba a un viejo y parecía entenderlo todo,
especialmente a ella. Ella no sentía que Guiom, su madre, ni ninguna otra persona
excepto su padre, la hubieran entendido nunca, pero este pequeño bebé parecía
conocerla y entenderla completamente. Inmediatamente después del nacimiento, les
pidieron que abandonaran el apartamento, porque otra mujer embarazada lo necesitaba.
Se trasladaron a la nueva cabaña. Era muy satisfactoria y limpia, olía a pintura fresca
y estaba rodeada por jóvenes árboles de anacardo. Tenía un cuarto de baño, agua
corriente, electricidad, una pequeña alcoba para la cocina y tres habitaciones bajo el
fresco y excelentemente construido techo. Se suponía que Guiom iba a traerle la comida
de Promesa, pero cayó enfermo dos días después de que se hubieran trasladado a la
cabaña. El primer día intentó continuar, por lo menos yendo a buscar la comida, aunque
no pudiera trabajar en la granja; pero luego tuvo que pedir a uno de los otros muchachos
si podía traerles la comida, y cayó postrado con una fiebre muy alta. Estuvo delirando y
diciendo incoherencias durante días sin que nadie interviniera. Dhyan estaba apenas
recobrada del parto y apenas tenía fuerzas para ir al baño, y tenía un diminuto bebé y un
hombre delirante a los que cuidar.
El amigable muchacho belga de la granja vio que Guiom estaba muy enfermo y
después de unos pocos días llamó a la comadrona. Diagnosticó fiebres tifoideas. No
podían llevarlo a una Casa de Salud, podía ser contagioso: debía de cuidarlo Dhyan.
Sólo tenía dieciocho años, pero hizo lo que pudo y no cayó enferma, aunque
aborreció a Guiom. Nunca quiso volver a tocarlo después de haberlo estado limpiando
mientras estaba enfermo. Se había trasladado a otra de las habitaciones de la cabaña con
el bebé y cuando él mejoró permaneció en ella con el niño. Guiom continuó adorándola
pero ella no podía dirigirle la mirada. Vivía con él, pero ni siquiera podía dirigirle la
palabra. No había nadie más a quien hablar excepto al bebé que día a día crecía más
hermoso y radiante.
Comenzó a fijarse en otras personas a las que encontraba en el Land Rover o en el
comedor de Promesa. Le sonreían a ella y al niño y ella sintió una comunidad de amigos
a su alrededor. Estaba incomunicada de ellos cuando se encontraba en su cabaña de
Esperanza. Bastaba que sonriera a cualquiera de los otros hombres para que Guiom se
enrabiara y le dirigiera miradas furiosas el resto del día. Estaba enroscado sobre ella
como una serpiente.
Ella vio a un hombre que vestía ropa blanca fina e impecable y parecía un ángel de
ojos sonrientes, y que era casi tan delgado como su bicicleta. Él y la bicicleta parecían
ingrávidos cuando, conduciendo lentamente, sin esfuerzo, en un movimiento estático,
pasaban por delante de Esperanza en el camino hacia Auroville.
Un día en el Land Rover coincidió con un americano de largos rizos negros,
revueltos como los de un caniche sin esquilar. Descuidadamente le pasó el brazo sobre
sus hombros. Ella se había metido con calzador en la última plaza libre de la parte
posterior y Guiom se había sentado en la parte delantera con el conductor.
Estaba ruborizada y furiosa, intentando zafarse, cuando el hombre susurró en su
oído: —Eres la chica más bonita de Auroville.
Ella no podía sustraerse de él puesto que estaba apretujada entre él y la puerta.
Guiom le estaba lanzando miradas furiosas, cuando la niña pequeña de la hippie
obesa trepó desde su madre sobre el tipo de rizos revueltos para acercarse a Auro. La
pequeña y el bebé parecían estar fascinados el uno con el otro, agarrándose de los dedos
y riendo, y luego el otro niño que viajaba en Land Rover, un niño pequeño de la misma
edad que la niña, también trepó sobre las otras personas. El tipo sentado cerca de ella
hubo de mover su brazo rápido para que el niño no aterrizara encima del bebé que
estaba en el regazo de Dhyan. La afección y amistad espontánea e instantánea que había
brotado entre los tres niños fascinó a los adultos que los estaban observando. Cuando el
coche se detuvo en Pondi, los dos niños más mayores querían ir con el bebé, pero sus
padres los arrastraron en otras direcciones.
Guiom había oído que Roslyn se iba a trasladar a la playa para empezar una nueva
comunidad. Le preguntó si podía escribir a Madre solicitando permiso para cambiarse a
su cabaña en Silencio. Ella no tuvo ninguna objeción. Había entregado la cabaña a
Madre. Madre otorgó a Dhyan y Guiom permiso para cambiarse a Silencio.
Dhyan estaba feliz de trasladarse cerca de donde su amiga Sue estaba construyendo y
donde había otros niños para Auro. Le dijo al Guiom: —En Auroville nada pertenece a
nadie en particular. Yo no soy tu esposa.
Él no dio importancia a lo que ella había dicho. La amaba locamente,
apasionadamente y para siempre. Se sentía morir por la forma en que ella lo ignoraba y
flirteaba con todos los demás hombres. Él no quería golpearla, pero, ¿cómo si no podía
conseguir que se sometiera a él?
Podía percibir que ella se comportaba como si le odiara después de su enfermedad.
No era su culpa si había caído enfermo. Hacía cualquier cosa que pudiera pensar que la
complacía, pero nada de lo que hiciera le parecía bien a ella. Pensaba que al trasladarse
a Silencio, en donde estarían rodeados de desconocidos, Dhyan volvería a él.
La Sociedad Sri Aurobindo estaba construyendo un campamento de trabajadores con
una cocina comunitaria cerca del Matrimandir, pero hasta que estuviera dispuesto, el
único lugar cerca del Matrimandir donde podía estar la gente era Silencio. Estaba lleno
de tipos de pelo rizado y guitarras, hermosas mujeres y un hosco puertorriqueño que
vivía en el cobertizo de las gallinas. Era un revoltillo de humanidad, pero Dhyan
pensaba que quería estar allí, no en Esperanza. Iban a dejar su confortable cabaña, pero
esto era lo que ella quería.
Él había esperado que tendrían la cabaña entera para ellos, pero allí había demasiada
gente. Sólo disponían de la habitación trasera. Dhyan le dijo a Guiom: —Si me tocas
gritaré. No quiero que vuelvas a tocarme jamás, ni siquiera una mano o el pie.
Él no podía entender por qué o cómo podía ella sentirse así. Él la quería. Quería
hacer todo cuanto pudiera hacerla feliz.
—Lo único que puedes hacer para hacerme feliz es dejarme sola —dijo ella.
Él estuvo a punto de que le saltaran las lágrimas.
Por la mañana tomó el Land Rover y decidió ir a Pondicherry y regresar a California.
Una carreta de bueyes había llegado a Silencio justo al amanecer y Roslyn cargó en
ella sus colchones, su armario con la ropa, un hornillo, una alacena con vajilla y dos
sillas. Le dijo al conductor que se encontrara con ella en la playa, cerca de
Chinnacapalet. Dejó allí incluso los paquetes de bendiciones que le había dado Madre
para Silencio, enmarcados como parte de un collage colgado en la pared de Silencio.
Se fue con Bliss a la ciudad en el Land Rover. Iba andando desde donde el Land
Rover las había dejado hasta donde debía coger un taxi que las llevara a la playa,
cuando se encontró con John Kelly.
Él pensaba que lo que estaba haciendo era tan alocado que insistió en acompañarla
en el taxi hasta la playa. Él había tenido una visión de Auroville, un bello paseo a lo
largo de una extensa playa blanca. Así, a pesar de que era alocado, tal vez era
exactamente lo que debía de hacerse, abordar Auroville a lo largo de la playa.
El taxi discurría por la carretera de la playa, atravesando poblados, plantaciones de
cocoteros y playas tropicales, hasta que Roslyn vio un destello a su derecha. Dijo al
conductor que se detuviera. Pararon junto a una choza cercana a la carretera. Había unos
cincuenta hombres de los poblados cercanos, sentados allí, en la tienda local de bebidas,
en diversos estados de embriaguez. El establecimiento de bebidas estaba al lado de la
extensa parcela de terreno de Auroville a la que Roslyn se trasladaba.
Kelly estaba encantado. Un establecimiento de bebidas y un pedazo de playa salvaje
con pequeños y delgados abetos le parecía como una redefinición del paraíso,
especialmente después del segundo litro de toddy [1]. Roslyn lo había arreglado para
que los trabajadores del bambú trajeran también una bomba de mano y una larga tubería
y se encontraba atareada uniendo dos pequeñas chozas, una para una cocina, otra para
dormir, y observando al pequeño tamil forzar la tubería a través de la arena. Colocaron
la bomba de mano y —¡voilá!—, agua corriente por fin.
Hubo un desfile de hombres tamiles de ambos poblados, uno en cada extremo de esta
franja de la playa. El lugar donde estaba emplazando su cabaña era un pequeño
promontorio, y toda la franja de playa contaba con pequeños árboles, tan escasos y tan
pequeños que casi podía verse un poblado desde el otro, de no ser por la ligera curva de
la línea de costa.
La playa era utilizada por los pescadores locales. Los jefes de ambos poblados
vinieron a verla. Kelly charló y bebió con ellos y arregló que uno de los hijos del jefe
trabajara para Roslyn. Una mujer bien parecida de cabello cano, la mujer del jefe, trajo
arroz y pescado al curri y se llevó a niña Bliss al poblado.
La señora tamil mayor trajo de vuelta a Bliss varias horas más tarde con una cinta en
el pelo, pulseras en sus muñecas, un punto negro entre sus cejas y en la mejilla, y varios
pescados fritos. La cabaña estaba en pie y la bomba funcionando. El día terminaba.
Kelly regresaba a Pondicherry y Roslyn se quedaba, sola con Bliss, en la playa
desconocida. Hacía demasiado calor para dormir dentro de la choza, así que sacó afuera
el jergón de bambú y dejó que el martilleo de las olas y el viento entre los árboles la
arrullara hasta el sueño.
El día siguiente resultó más duro de enfrentar. Fue tan caluroso que desde las nueve
de la mañana hasta bien entrada la tarde no se movió de la cabaña, porque la arena
estaba tan caliente que quemaba sus pies y ella todavía no tenía sandalias.
Iba a poner un suelo de cemento en la cabaña. Todavía no sabía por dónde empezar
con las compras y la cocina. La mujer del jefe continuaba trayéndole las comidas.
Roslyn había esperado que alguna de las personas de Silencio se hubiera trasladado con
ella a la playa, pero nadie lo hizo, aunque la visitaban. Prácticamente todo el mundo en
Auroville estaba ocupado en el Matrimandir. Un campamento estaba siendo construido
cerca del centro para quienes allí trabajaban.
Después de varios días en la playa, Roslyn fue finalmente a Pondicherry en un
rickshaw. Fue un largo y lento recorrido hacia la ciudad y un largo y lento recorrido de
vuelta a la playa. Al final de su segunda semana, algunos de sus amigos de Auroville
llegaron en bicicleta a visitarla para insistirle que asistiera a una reunión, porque todo el
mundo había sido requerido para dejar Silencio en un plazo de quince días. El arquitecto
jefe había decidido usar ese terreno para construir Bharat Nivas, el Pabellón de la India
en Auroville. El Gobierno de la India había concedido dinero para comenzar la
construcción. Había habido un concurso nacional de arquitectos para diseñar el edificio
y la Madre había elegido al ganador. El lugar había sido escogido porque la donación no
incluía cantidades para la instalación de agua y electricidad. Allí había agua y
electricidad. La Compañía Eléctrica de Tamil Nadu finalmente había pulsado el
interruptor y enviado la fuerza tan sólo unos días después de que Roslyn se hubiera
marchado.
Visitó Silencio en su camino hacia la reunión. Le pareció grandioso. No podía
imaginar cómo o por qué se le había ocurrido marcharse. El collage con el paquete de
bendiciones para la casa había desaparecido. Pregunto por él.
Todos ellos fueron a la reunión que había sido convocada en el nuevo comedor del
campamento cercano al Matrimandir. Era una construcción temporal en bambú y hojas
de palma, que había sido diseñado por el arquitecto jefe en Pondicherry o en París. Él
mismo estaba allí junto con los otros de la oficina de Pondicherry, con sus trajes
blancos.
Con total sinceridad, las personas provenientes de Pondicherry que habían
descendido de los coches, trataban de explicar al grupo reunido frente a ellos que
aunque Auroville no pertenece a nadie en particular, la veintena de personas viviendo en
Silencio tenían dos semanas para buscarse realojamiento. Si trabajaban en el
Matrimandir podían trasladarse al campamento de trabajadores, o podían irse a vivir a
Forecomers, o regresar a San Francisco. Casi todos estaban trabajando en el
Matrimandir, pero encontraban desproporcionado que alguien de Pondi pudiera venir y
echarlos de sus cabañas, sin que tuvieran otra opción que marcharse.
Auroville no pertenece a nadie en particular, ¿pero quién era “nadie en particular”?
[1] Bebida alcohólica de fabricación local.
CAPÍTULO IX
UNAS LARGAS VACACIONES
Hay un Poder interior que conoce más allá
de nuestros conocimientos; somos más grandes que nuestros pensamientos,
y en ocasiones la tierra desvela aquí esa visión.
Vivir, amar son signos de cosas infinitas,
el Amor es una gloria de las esferas de la eternidad.
“Savitri” de Sri Aurobindo
ROSLYN regresó a la playa. Algunos de Silencio llegaron y se unieron a ella. Bernie
envió más dinero que emplearon para construir una hermosa y amplia estructura del tipo
de una colmena utilizando como materiales el bambú y las hojas de cocotero. La
construcción tenía diversas alas que partían de un amplió patio central que albergaba
discretamente un cuarto de aseo y una ducha y era el área de cocina y comedor de la
comunidad. Constaba de un taller, un estudio de danza y espacio para tres familias.
Aparecieron nuevas caras que se iban convirtiendo en viejos amigos conforme se
instalaban en las nuevas construcciones, antes incluso de que los espacios estuvieran
listos, como nuevos miembros de la comunidad. Todos ellos colaboraban con Lila en
Pondicherry y esperaban crear una organización para los artesanos y artistas de
Auroville llamada Aurocreación. Roslyn fue a visitar a Bernie por Navidad, y al
regresar a finales de enero había una joven pareja francesa a la que jamás había visto
antes alojada en su cabaña. La comunidad le dijo: “Nada pertenece a nadie en particular
en Auroville, ¡y no es tu cabaña!"
Escribió a Madre preguntando qué debía hacer. Madre replicó: “Encuentra tu ser
psíquico. Inténtalo y te ayudaré”.
Bernie llegó para visitarla en abril y se ofreció a comprarle una casa en la carretera
de la playa en Pondicherry. Le dijo que no quería una casa en Pondi.
Después de que Bernie se hubiera marchado, se trasladó a una cabaña vacía en
Esperanza en donde se hizo amiga de un hombre italiano que le habló de construir una
cabaña cerca de la que él estaba construyendo en una pequeña pieza de terreno cerca del
poblado de Erinchavadi. Cuando la cabaña estuvo terminada, sólo permaneció allí dos
días porque cada vez que se encontraban, él le daba una palmada en el trasero.
Finalmente se trasladó a la casa de un amigo alemán, en la playa. A partir de entonces
se sintió parte de una comunidad. Trabajar juntos, participar juntos y compartir había
creado en ella la ilusión de un fuerte vínculo. Todos los productos, desde los que se
obtenían en las granjas hasta los que salían de los talleres de artesanía, se vendían y
exportaban a través de Aurocreación. Crear bienes que pudieran ser vendidos para
generar un ingreso para la comunidad y realizar trabajo medioambiental, como plantar
árboles y construir embalses, se habían convertido en los dos centros de interés de la
comunidad. Puesto que había tantos niños pequeños, la educación era también una
actividad importante.
La por otra parte intensa relación entre Roslyn y Jim Bean estaba plagada de
encuentros y desencuentros. Él la tomaba en fines de semana perdidos que podían
convertirse en perdidas semanas. Bliss, abandonada con nadie en particular, ¡estaba
furiosa! Jim prometió a Roslyn que la seguiría a USA. Ella tenía un billete de vuelta,
válido durante cuatro meses. Hubo un difícil adiós en el aeropuerto de Madrás. Roslyn
le dijo a Bliss que tal vez no regresaran a India. Bliss dijo: —Mamá, tenemos que
volver a India.
Roslyn preguntó: —¿Por qué?
Bliss replicó: —Por mi pandilla.
—¿Qué pandilla?
—La de chicos tamiles.
Roslyn aterrizó en USA con Bliss en octubre de 1973. Fue al apartamento de sus
padres en Pennsylvania, donde se enteró de que Bernie se había retirado. Anna era la
que manejaba ahora el dinero y no había dinero para ella y Bliss. Podían regresar a
India, podían permanecer en USA, pero Anna creía que Bernie las había mantenido
durante demasiado tiempo. Bliss todavía no era muy mayor. Todavía era posible
encontrarle un buen hogar si Roslyn no se ocupaba de ella.
Bernie regaló a Roslyn una vieja ranchera blanca y su abuela le había enviado
quinientos dólares por su cumpleaños, así que se subió al coche y se fue con Bliss.
Enfiló en dirección a San Francisco. Le tomó varias semanas. Llamaba a Bernie
regularmente. Cuando lo llamó desde Nuevo Méjico, él le dijo que la Madre había
fallecido.
Roslyn estaba anonadada. Madre estaba trabajando en la transformación
Supramental. ¡Se suponía que no iba a morir! Roslyn, y tal vez otros, había imaginado
que la transformación cambiaría lentamente el cuerpo de Madre en un nuevo cuerpo,
una nueva especie, seres Supramentales que ya no necesitarían comer, morir, defecar o
fornicar.
No había sido así. Tal vez el cuerpo físico de Madre se quedaba demasiado pequeño
para Ella, y al morir, simultáneamente, entró en un nuevo cuerpo en cualquier otra parte
del mundo. Aun con todo, Roslyn estaba desolada. Jim Bean escribió diciendo que
quería dedicar el resto de su vida a cuidar los jardines alrededor del Matrimandir, que
iba a ser —al menos simbólicamente— la Tumba de la Madre.
Roslyn no sabía si utilizar su billete de avión y regresar a la India para estar con Jim
Bean, o continuar hacia San Francisco. Antes de abandonar Pondicherry había recibido
bendiciones de la Madre para comenzar una comunidad en California, Auroville
Occidente. Madre había dicho que la segunda ciudad de Auroville estaría en el norte de
California. Roslyn decidió continuar hasta California. Cuando llegó se puso en contacto
con un viejo amigo, artista, que estaba a punto de irse a Colombia, abandonando a su
mujer y su estudio sobre un acantilado en una ciudad llamada Bidonville, veinticinco
millas al norte de San Francisco, dominando el Pacífico. Él le ofreció el estudio. El
estudio era propiedad de los vecinos. Vivían en San Francisco y utilizaban su casa
ocasionalmente los fines de semana. Estuvieron contentos de tener a alguien viviendo
en la propiedad. No le impusieron renta alguna. No creían que fuera un espacio
adecuado para vivir. Se mostraron tan interesados por su comodidad que hicieron
instalar una línea eléctrica desde su casa al estudio para que tuviera electricidad. ¡No
tenía ella idea de lo milagroso que era conseguir un espacio libre de renta, con una
espectacular y hermosa vista del océano, en USA y en una de las más agradables
comunidades!
En el estudio no había cuarto de baño. Un vecino, Frankie, cuyo alojamiento estaba
cerca, al otro lado del estudio, ofreció a Roslyn y a Bliss libre acceso a su cuarto de
baño, cuya puerta daba a la parte trasera de la casa, por lo que podían utilizarlo sin
necesidad de atravesar la vivienda.
Frankie y su esposa eran franceses. Habían crecido en la región de castillos del sur de
Francia. Como sus padres no habían tenido hijos varones y ella era la hija mayor,
Suzanne había heredado el título y era condesa. No le gustaba hablar sobre el tema.
Había estudiado la Revolución Francesa en la escuela, cuando era niña, y estaba
aterrorizada de que ella y su familia pudieran ser ejecutados por su condición de
aristócratas. Poseía un maravilloso palacio antiguo con escaleras serpentinas, torres y
numerosas habitaciones, que ayudaban a compensar los peligros de poseer un título.
Frankie, por otra parte, había nacido cuando sus padres todavía no estaban casados.
Su madre, Françoise, ¡era la única hija de un Barón! Había rehuido la vida de la
aristocracia y, en París, se había enamorado a los treinta. Había frecuentado el salón de
Gertrude Stein, conocido a F. Scott Fitzgerald, Anais Ninn, Picasso, y numerosos
bohemios. Era de una espléndida belleza y no estaba en absoluto interesada en hacer un
matrimonio de conveniencia que hiciera feliz a su padre.
Rebosante de generaciones de comodidad y tradición, quería algo más. Llegó a
formar parte de una inapropiada pandilla — Jean Cocteau, Henry Miller, y su amante,
un joven americano adicto a la heroína. Finalmente fue rescatada por un apuesto
americano que había sido dentista, pero había huido de la respetabilidad de la clase
media. Había llegado a Francia en busca de aventura y había adquirido un barco en el
que navegaba por el Mediterráneo.
Abandonó París con él, para ir a Niza, donde embarcaron. Tenía náuseas todo el
tiempo. Cuando llegaron a Estambul tenía la certeza de estar embarazada. Él hizo
protestas de amor eterno y quería casarse con ella inmediatamente. Pero entonces, en
aquel lugar, ella se dio cuenta del valor de todo lo que había rechazado. No quería
casarse en Turquía. Quería casarse en Francia. No quería regresar en el barco, al que le
costaría meses llegar a Francia.
Así que envió un telegrama a Papá, y él contestó: “Todo está perdonado, vuelve a
casa. Con amor. Papá. Adjunto diez mil francos”. Reservó una suite en el Oriente
Express a París y dedicó una afectuosa despedida al papá de Frankie, que prometió
zarpar inmediatamente para Francia.
Él prometió ir al castillo de su padre y solicitarle permiso para desposarla. Incluso
aceptó casarse por la Iglesia Católica; todo lo que ella quisiera. Él la amaba y quería su
felicidad. ¿Reconsideraría ella regresar a Francia con él en el barco? ¡No! No quería.
Se deshicieron en lágrimas el uno en brazos del otro y ella hubo de subir al tren que
comenzaba a moverse. Agitaron sus brazos para despedirse y luego se acomodó en su
lujoso compartimento y se dedicó a comer y dormir durante todo el viaje hasta París.
Papá la fue a recibir en París y la llevó a casa. Su madre había fallecido cuando ella
nació. Su padre nunca se había vuelto a casar. Tenían cincuenta sirvientes en la casa y
cientos en la hacienda. Él no sabía qué hacer con ella que volvía sola, soltera y
embarazada, pero estaba feliz de que hubiera vuelto a casa y porque iba a tener un nieto.
Ella amaba a su americano Mr. Smith. Papá estaba tan rebosante de alegría por
tenerla de vuelta que consentía todos sus caprichos y fantasías, pero pareció defraudado
cuando finalmente llegó Mr. Smith. En el momento de su llegada ya hacía varias
semanas que Frankie había nacido. Françoise estaba exultante de volver a verlo. Estaban
tan patentemente enamorados que su padre hubo de consentir el casamiento, pero
insistió en que Mr. Smith firmara un acuerdo prematrimonial mediante el cual nunca
reclamaría la hacienda.
Se casaron y les fueron otorgadas varias habitaciones del castillo. Si la vida fuese un
libro, uno podría cerrarlo aquí y decir que todos fueron muy felices para siempre, no
obstante, la vida es algo más que eso.
Mr. Smith vendió su barco, porque Françoise rehusó volver a poner sus pies en él
nunca jamás.
Ciertamente su vida en el castillo era muy confortable. Para disgusto de Frankie,
llegó otro niño, no obstante fue muy querido y colmado de atenciones, y era en especial
el favorito de su abuelo. Aunque la mayor parte de las comidas las hacía con su nodriza
en la habitación de los niños, los domingos se le permitía juntarse con la familia y con
el abuelo en el comedor para el almuerzo. Detrás de cada silla había un criado.
La vida era una maravilla. Había perros y caballos, jardines y personas que
constantemente se ocupaban de él. De la aldea vecina llegaba un profesor para
instruirle. Al pasar el tiempo, cada domingo, en las comidas con sus padres y su abuelo,
pudo observar cómo su padre y su abuelo tenían desavenencias con respecto a Hitler.
Su abuelo creía que para Francia no tenía importancia lo que estaba ocurriendo en
Alemania, mientras que Mr. Smith veía a Hitler como una amenaza para Europa. La
discusión se tornaba más violenta cada semana. Cuando Frankie tenía siete años,
Françoise, Mr. Smith y sus hijos fueron desterrados del castillo a la casa del cura, una
construcción del siglo XV, a una cierta distancia del castillo. El profesor ya no venía
desde la aldea y Frankie debía desplazarse a la escuela del pueblo. Mr. Smith partió para
luchar contra Hitler. Después de unos meses dejaron de recibirse sus cartas. Para
Frankie fue el final de la infancia y el comienzo de la angustia. Había perdido a su
padre. ¿Habría muerto? ¿Los había abandonado marchándose de regreso a USA?
Pasaron años antes de que les comunicaran que había muerto sirviendo en el Servicio
Secreto de los aliados. En ese período de tiempo Frankie llegó a la pubertad y descubrió
a la chica de la puerta de al lado; o a la princesa del otro castillo de su valle.
Una tarde, el abuelo invitó a Frankie a tomar el té y le preguntó si quería ser el
próximo Barón de Monte D’Or.
Frankie sólo tenía trece años, pero para él su padre era un héroe y su abuelo un
villano, así que contestó: “Mi padre era Mr. Smith, y yo seré Mr. Smith. ¡No quiero ser
el Barón!
Su abuelo se enfureció y otorgó el título, el castillo y todo lo demás a la hermana de
su hija, Mathilde. A Françoise y sus hijos sólo les fue asignada la rectoría del siglo XV
y una pequeña parte de las tierras. Fueron tiempos difíciles para ellos. No obstante
Frankie continuó siendo el amigo más querido de Suzanne. Ella pensaba que había sido
magnífico que él se hubiera enfrentado a su abuelo.
Ambos partieron para ir al colegio, ella a Suiza y él con un pariente de su padre en
Irlanda. Se veían durante las vacaciones. Cuando ella cumplió 18 años, sus padres
concertaron un matrimonio con un marqués belga. ¡Ella y Frankie eran amantes!
¡Los padres de ella se quedaron estupefactos! A Frankie no quisieron ni verlo. Se
referían a él como “¡el bastardo de Françoise!” Suzanne estaba consternada. Sus padres
la amenazaron con repudiarla si continuaba viendo a Frankie. Frankie no tenía nada que
ofrecerle. Se fue a París, reclamó su ciudadanía americana y se alistó en el ejército.
Suzanne fue sensata y accedió a casarse con el marqués.
Frankie se enamoró de USA. Sirvió en el ejército y se dedicó a viajar a lo largo y
ancho del país durante unos años. Finalmente decidió que había llegado el tiempo de
visitar a su madre.
Cuando llegó a París decidió llamar a Suzanne a su apartamento, aunque no esperaba
encontrarla. Pero estaba. Estuvo encantada de escuchar su voz. Tenía un bebé, una niña,
y había dejado a su marido. Habían solicitado una anulación del Vaticano. Frankie
quedó agradablemente sorprendido al oírlo. Escribió a su madre diciéndole que se
quedaría durante un tiempo en París de camino a casa.
Se instaló en el apartamento de Suzanne y buscó trabajo. Los padres de ella no sabían que Frankie estaba allí y estaban siendo muy generosos en la confianza de que
reflexionaría y regresaría con su marido. Intentaban convencerse de que el matrimonio y
la maternidad habían conmocionado a su dulcísima hija. Cuando sus padres iban a París
se reunía con ellos en su apartamento o en un restaurante.
El amor se inventó en París y Frankie y Suzanne tuvieron allí una maravillosa
temporada amorosa. La madre de él le enviaba algún dinero. También trabajaba
ocasionalmente. Ella recibía dinero de sus padres y de su esposo. Vivían en un
agradable apartamento del 16th arrondissement. Nanette iba a la guardería por la
mañana y Suzanne y Frankie tomaban café y charlaban de todo interminablemente hasta
el momento de ir a recogerla por la tarde. La niñera le daba la cena, pero Suzanne tenía
que leerle una historia y darle el beso de buenas noches. Además estaban las tardes.
Suzanne y Frankie salían o eran visitados por amigos. Mentirijillas piadosas a sus
padres durante los paseos de compras por los Campos Elíseos, constituían los únicos
problemas de Suzanne, hasta que advirtió que estaba embarazada. Había estado
aterrorizada con la idea de quedarse embarazada de nuevo y era una devota católica, por
lo que casi nunca hacían el amor. No hubiera deseado quedarse embarazada. Pero lo
estaba.
Él estaba entusiasmado. Los padres de ella estaban en casa, en su castillo. Debía
comunicárselo. Frankie estaba de acuerdo. Él la acompañaría. Les explicarían que
querían contraer matrimonio. Ella le rogó que primero la dejara hablar con ellos a solas.
Él hubo de esperar al final del camino que atravesaba la plantación de árboles frutales
hasta que fuera llamado. Ellos jamás le habían invitado a su palacio aunque la madre de
Suzanne y la suya habían sido amigas de infancia, e incluso habían ido juntas a la
escuela, pero la madre de Suzanne se había casado con un banquero.
Suzanne reunió todo su valor y prefirió ir a ver a sus padres por la tarde, cuando sabía que estarían tomando el té en el invernadero, sentados entre las plantas.
—Suzanne, que alegría verte. ¿Y Nanette?
—La he dejado en París con la niñera. Estará bien durante la noche.
—¿Cómo viniste?
—Me ha traído Frankie.
—¿Frankie? No irás a empezar otra vez con eso.
—Sí papaíto, voy a hacerlo. Nos vamos a casar.
—Imposible. Estás casada con George.
—No papaíto. Sabes muy bien que he solicitado la anulación de ese matrimonio. Me
voy a casar con Frankie y queremos vuestra bendición.
—¡Debes estar loca!
—Es posible, pero Frankie y yo nos vamos a casar ante el Juez de Paz del pueblo.
Me gustaría que asistierais.
—Jamás.
—Imposible.
—¿Por qué?
—Estoy embarazada —dijo, estallando en lágrimas.
—Vamos, vamos, mi querida niña, esa no es una razón para casarse. Estoy seguro de
que tu marido estará muy satisfecho con otro niño.
—Papaíto, no voy a volver con George. Me voy a casar con Frankie.
—Jamás.
—Imposible.
—Te repudiaremos.
—No me importa.
—Está loca. Tendremos que encerrarla en su habitación y llamar al doctor.
Al escuchar eso, apretando su pañuelo, Suzanne salió corriendo. Bajó las escaleras,
cruzó la puerta y atravesó el arbolado hasta los brazos de Frankie que estaba allí a la
espera de ser invitado.
Un momento más tarde llegó el mayordomo y dijo a Frankie: —Con mis excusas
señor, pero el Conde ha dicho que usted no es bienvenido aquí. Regresaron a su
desvencijado Dos Caballos y se dirigieron a casa de su madre.
Su madre estuvo muy contenta de ver a su hijo mayor después de varios años, y fuera
de sí de alegría por la noticia de que él y Suzanne iban a casarse y estaban esperando un
bebé.
Se casaron en el ayuntamiento del pueblo y regresaron a París. El apartamento era
suyo, pero se le informó de que el resto de la hacienda pasaría a su hermana menor,
aunque el título siguiera perteneciéndole.
Se acabó el dinero que recibía de su marido y el que recibía de sus padres. Se
acabaron las niñeras para Nanette. Tenían un techo bajo el que cobijarse, pero Frankie
debía trabajar o pedir dinero a su madre — ella misma con pocos recursos. Los únicos
trabajos que podía encontrar eran de escasa entidad, como camarero o lavaplatos. Era
graduado en gerencia de hoteles, pero el único trabajo que le ofrecieron fue de asistente
de comedor o mozo de habitación, que apenas proporcionaba lo suficiente para
alimentarlos.
Llegó el bebé que resultaron ser bebés. Dos niños de pelo rubio y ojos azules, como
Rómulo y Remo. La madre de Suzanne cedió y los visitó, llevando dos canastillas
completas y una niñera. Pero evitó incluso mirar a Frankie durante la visita, a pesar de
ser él quien servía el té. Suzanne intentó suavizar las cosas, pero su madre dijo: —Por
favor, ¡no me pidas que hable con él!
Frankie estaba furioso; se sintió herido en sus sentimientos. Estaba sin un céntimo,
pero tenían sus dos preciosos niños, y estaba harto de París.
Persuadió a Suzanne de que debían alquilar el apartamento de París y marcharse a
USA. Allí podrían vivir como reyes con la renta del alquiler y él podría solicitar ayudas
del gobierno puesto que había servido en el Ejército durante la Guerra de Corea.
Para ella resultaba obvio que algo había que hacer, así que aceptó. La madre de
Frankie vendió un anillo de la dote de su madre y les dio el dinero obtenido para pagar
el pasaje hasta Nueva York. Frankie tenía algunos amigos en Nueva York que estaban
interesados en comenzar un negocio de importación-exportación. Consiguió un trabajo a
tiempo parcial como camarero donde obtenía buenas propinas y al final invirtió todo su
dinero en un asunto que iba a hacerlos ricos con lo último en cuestión de moda —
calzones interiores con los días de la semana bordados sobre el pantalón derecho. Dos
mil pares de calzones llegaron desde Hong Kong y, en cada uno de ellos, el
correspondiente día de la semana ¡estaba mal escrito!
No sólo se había quedado sin un céntimo, sino también endeudado. Debía hacer algo.
Tenía una cierta preocupación de que Suzanne llamara a su padre, quien le enviaría los
pasajes para regresar a Europa con los niños. La persuadió de que todavía no conocía
mucho de América. —Si no has visto California, no has visto América.
—Pero ¿qué haremos allí? —preguntó ella.
Él se rio y los apiló a ella y a sus niños en el interior del viejo Studebaker que
acababa de comprar con la renta de París, y los llevó en el largo recorrido desde Nueva
York a San Francisco.
Recordaba Bidonville, de un viaje anterior a California, como una pequeña y bella
ciudad junto al océano. Después de seis días de conducir con dos inquietos niños de
cuatro años y una pequeña de siete años, llorosa e insegura, se detuvieron en el solar
dedicado a parking del único motel de la ciudad, sobre la playa.
Salieron del coche sintiendo que habían llegado. Pasearon por la ciudad observando
el apacible e inconexo ritmo de la encantadora y pequeña ciudad, y cuando vieron la
playa los niños estuvieron encantados e inmediatamente se pusieron a jugar con otros
niños. Los surferos con sus trajes isotérmicos y las bellas mujeres tomando el sol bajo la
neblina les parecieron muy divertidos. Un tipo de pelo largo y lacio, vestido de negro,
con los pies descalzos, estaba tocando el saxofón frente al océano. —¿Te gustaría vivir
aquí? —preguntó Frankie a Suzanne, y ella mirando a la extraña y heterogénea mezcla
de gente excéntrica y exótica de la playa, hubo de contestar: —Sí.
En la ciudad había un pequeño restaurante regentado por una mujer mayor, amiga de
la bebida, que ofreció a Frankie un trabajo en la cocina, cuando él se interesó la primera
tarde que llegaron a la ciudad. Él aceptó a pesar de que el sueldo estaba por debajo del
salario mínimo. Le gustó la mujer y estaba contento de echarle una mano. El restaurante
no se había abierto durante meses, pero era verano y había turistas en la ciudad. La vieja
bebedora le propuso mejorar el menguado salario, dándole permiso para alimentar a su
familia a expensas de la cocina. También le prometió una gratificación al finalizar la
temporada. Estaban terriblemente apretujados e incómodos en la habitación del motel,
dos adultos, tres niños, y todas sus pertenencias.
Visitaron la oficina de bienes inmuebles y vieron la fotografía de una casa roja
encima de un acantilado que dominaba el océano. El agente de la propiedad inmobiliaria
los acompañó a verla. Era un sueño. La casa era ordinaria e insignificante, pero la vista
era magnifica. Fue un amor a primera vista. Tenían que adquirirla. Frankie podía optar a
un crédito del Ejército y la propietaria del restaurante estuvo de acuerdo en declarar que
él había estado trabajando allí durante un año con un salario muy alto. Resolvieron el
papeleo muy rápido porque el propietario quería vender. Frankie y Suzanne eran
apuestos y elegantes y junto con los niños hacían una hermosa familia, el sueño de un
agente de la propiedad. Debido a que Frankie había obtenido la hipoteca a través de las
facilidades proporcionadas por el Ejército, no hubo que entregar una cantidad inicial. La
amortización mensual de la hipoteca coincidía exactamente con la cantidad que recibían
desde París por el apartamento.
Frankie trabajó en el restaurante durante dos meses, pero luego, cuando la propietaria
dejó de pagarle incluso el módico salario que había prometido, lo dejó.
Estaban sin un céntimo, pero habían hecho muchos amigos, y la mayor parte de ellos
estaban en la protección social. Frankie llevó a Suzanne y a los niños al Centro Cívico
para solicitar la protección social. Frankie pensaba que era algo divertido. Suzanne
estaba abochornada.
El trabajador social intentó hacerle pasar un mal rato, insistiendo en que al menos él
buscara un trabajo y aportara pruebas de que lo había estado buscando. Tras meses de
recibir formularios debidamente rellenados y firmados por el propietario de la estación
de servicio, por el propietario de la tienda de ultramarinos y por el propietario del bar,
poniendo de manifiesto que Frankie había solicitado trabajo sin haberlo obtenido, el
trabajador social insistió en que realizara algún servicio social y lo arregló para que
pintara la valla que rodeaba el santuario de aves local. Había trabajado en ello durante
varios años cuando Roslyn llegó, sin blanca, con Bliss, a la puerta de su casa. Se sintió
dichoso de acompañarla al Centro Cívico y ayudarla en la solicitud de la protección
social. Como madre soltera recibió inmediatamente un cheque, y se quedaron
extasiados.
Suzanne había encontrado un mal pagado trabajo como asistenta de bibliotecario en
la biblioteca local y la suma de su cheque salarial era deducida cada mes del cheque de
la protección social, lo que enfurecía a Frankie. Suzanne también tomaba viejos
pantalones vaqueros de la caja de beneficencia y con gran cuidado, con cerca de
cuarenta horas de arduas puntadas, los transformaba en faldas a la última moda que
vendía por diez dólares en la tienda local de ropa de segunda mano. Se las arreglaba
para hacer una o dos cada mes, usando el dinero para pagar la gasolina del viejo
Studebaker. Habitualmente andaba, incluso si engullía dos galones de gasolina para
subir a la colina frente a la casa.
Frankie había hecho una gran amistad con una dama muy rica que se hacía llamar
She. Él le había construido una sauna en su casa y había creado para ella un hermoso
jardín japonés. She le había regalado un pequeño y viejo autobús escolar que él restauró
completamente y pintó de malva, con la leyenda “Hacienda de Valdez” y un gran sol
brillante en el lateral. Era una confortable casa sobre ruedas en la que seis personas
podían pasar la noche e incluso algunas más podían acomodarse en ella para un viaje
durante el día. A menudo Frankie era requerido por She para que la llevara a volar en
ala delta. Tenía cerca de sesenta años y níveo cabello blanco, pero no estaba dispuesta a
ser una mujer vieja.
Frankie había terminado el trabajo de la sauna y el jardín para She. Había un hombre
joven de Texas alojándose con She, que parecía intentar distanciarse de Frankie.
Así que Frankie se había quedado sin asuntos que atender. Mientras Suzanne se
esforzaba en resolver los suyos. Nanette había ido a residir con sus abuelos y estaba
yendo a un internado en Bélgica. Los niños eran los típicos chicos revoltosos de siete
años, furiosos con sus padres porque no tenían una TV, bicicletas nuevas y todas las
demás cosas que tenían sus compañeros de clase.
La familia estaba colgada de los dientes en el borde de un acantilado que se
desmoronaba lentamente en el océano delante de sus ojos. Se despertaban cada mañana
dando gracias de que la casa no se hubiera deslizado por el acantilado dentro del
océano, preguntándose si o cuando lo haría. Una de las casas de la vecindad hubo de ser
evacuada porque el suelo cedió bajo ella cayendo al océano, sus cimientos se habían
desmoronado, y los propietarios estaban intentando hacer una reclamación a la
aseguradora. Roslyn y Bliss aterrizaron en este mundo como visitantes de otro planeta.
Se produjo un amor a primera vista entre Roslyn y Frankie, una familiaridad del
alma. Ambos estaban enamorados de la aventura de la vida y condenados por todos los
demás como totalmente idealistas. Ambos habían viajado ampliamente y disfrutaban
con una buena conversación. Frankie era un extraordinario filósofo y Roslyn era una
gran contadora de historias. Les gustaba juntarse cada tarde, alrededor de la mesa
redonda en la casa roja, frente al mirador que daba al acantilado y tomar té. Suzanne
cosía sus interminables faldas mientras ellos charlaban.
Roslyn llevaba allí unas pocas semanas cuando Frankie se fue a Méjico con uno de
los chicos. Habían planeado ir cuando Roslyn llegó, y pospusieron su partida durante
unas semanas, pero como el tiempo continuaba frío y húmedo, partió en busca de algo
de sol con el dinero mensual de la ayuda social.
La gente decía que era el peor invierno que podían recordar. Llovía constantemente;
cuando no llovía estaba nublado. Durante meses no hubo un atisbo de sol. En el estudio
no había calefacción y los vestidos de seda que Roslyn había traído de la India no
conseguían mantenerla abrigada. Apenas podía soportar salir fuera del saco de dormir,
excepto para ir a la casa de Suzanne. Allí se sentaban cerca del fuego con tazas de té
caliente y se confortaban la una a la otra con historias del pasado y sueños del futuro.
Suzanne tenía sólo un hogar en el rincón del cuarto de estar para calentarse. Tenía
muy poca leña para el fuego, así que cada día los fuegos eran más pequeños, hasta que
se convirtieron en prácticamente homeopáticos. Suzanne esperaba hasta que llegaba
Roslyn para encender unas pocas ramitas. Era un sitio de frío y humedad. En ocasiones
se quedaban sin leña. Roslyn sugirió visitar a la amiga de Frankie, She, en su pequeño
bosque de robles en las afueras de la ciudad, donde She tenía fajos de leña
cuidadosamente apilados a lo largo de su valla. Frecuentemente había dado permiso a
Frankie para que se sirviera de la leña apilada.
Condujeron hasta allí en el viejo coche. She no estaba. En una ocasión había invitado
a Roslyn para una sauna. Le había entregado una toalla limpia y había desaparecido. No
habían intercambiado cincuenta palabras entre ellas. She parecía estar únicamente
interesada en los hombres. Suzanne y Roslyn estuvieron contentas de no tener que
pedirle la leña y llenaron el coche con toda la que podía contener, luego se fueron
rápido a casa para una taza de té y un gran fuego. Acurrucadas junto al fuego podían
observar la tormenta rugiendo sobre el océano. Suzanne estaba constantemente
preocupada de que el acantilado pudiera derrumbarse. Tal vez una noche mientras
dormían la casa podía caerse sobre la playa, dentro de las rompientes olas. Esto lo hacía
más interesante. Era algo así como ser un náufrago.
Tenían con ellas dos niños y vivían de la protección social y de los cupones de
racionamiento que apenas se estiraban desde un día de distribución hasta el siguiente.
Compartían lo que tenían, aunque no tenían mucho, excepto el ingenio que ejercitaban
la una con la otra hasta que terminaban desternilladas de risa. Convertían cada cosa de
la que carecían en una broma y disfrutaban a conciencia de lo que tenían, que era la
mutua compañía. El niño pequeño de Suzanne podía llegar: —Mami, ¿hay algo para
comer?
—Ahora no —contestaba con un centelleo en los ojos—. Es tiempo de hacer tus
deberes.
—¿Puedo hacerlos aquí? En la habitación hace demasiado frío.
—Sólo si estás muy callado.
—¿Puedo tomar té?
—Bueno, como es un té muy suave, supongo que puedes tomar una taza, pero sin
azúcar. El azúcar es malo para tus dientes.
Roslyn estallaba en risas. Utilizaban varias veces las hojas de té, hasta que el té
estaba verdaderamente flojo. Estaba asombrada de la escasa cantidad de leche y azúcar
que Suzanne utilizaba, y trataba de emularla.
Bliss había conocido una familia de cinco niños que vivían en la casa al otro lado del
callejón lodoso. Bliss tenía cinco años y los chicos tenían dos, cuatro, cinco, seis y siete
años. Su padre estaba siempre bebiendo cerveza, la televisión nunca estaba apagada, y
la madre no parecía objetar —si es que se había dado cuenta— que de repente tuviera
un sexto niño. Bliss iba allí al salir de la escuela y se quedaba a cenar. Luego buscaba a
Roslyn en casa de Suzanne e intentaba mendigar otra cena. Roslyn la llevaba de vuelta
al estudio, encendía algunas candelas y le leía una historia. El estudio había sido un
garaje, construido en los primeros años del siglo, con una bodega debajo. Toda la
estructura estaba construida en madera y piedra, y las paredes de madera roja resultaban
hermosas al resplandor de las velas. El amigo de Roslyn había reemplazado la
techumbre entramada de guijarros por una claraboya de plexiglás. La lluvia caía sobre el
plexiglás como los palillos sobre un tambor. No había aislamiento. El artista también
había abierto una ventana en una de las paredes. Roslyn y Bliss dormían juntas en el
mismo saco de dormir. Se abrazaban estrechamente para calentarse, intentando ignorar
el frío y la lluvia y dormir.
Suzanne trabajaba constantemente. Por la mañana iba a la biblioteca. Por la tarde
cosía interminablemente las faldas que vendía por tan escaso dinero. Roslyn hizo una
muñeca para Bliss, pero estaba demasiado ocupada disfrutando del choque cultural de
estar en el norte de California como para hacer nada.
Roslyn estaba muy inspirada por la nobleza de Suzanne. Jamás perdía los estribos.
Nunca decía una palabra más alta, aunque podía ser terriblemente irónica. Jamás se
quejaba. Parecía disfrutar con las adversidades. La cuenta de Suzanne en la tienda de
comestibles estaba al descubierto y vencida, puesto que Frankie había utilizado todo su
crédito para aprovisionar el autobús para el viaje, pero Suzanne no estaba enfadada.
Parecía florecer con el té flojo y las tostadas endurecidas, y cuanto más flojo el té y más
duras las tostadas, más agudizaba el humor, pero siempre tenía alguna cosa agradable de
comer para los niños. Era asombrosa.
Finalmente habían llegado al punto de que les quedaba únicamente un cuarto de
dólar entre las dos, hasta los próximos cheques. Suzanne decidió pedirle a She un
préstamo de veinte dólares.
Roslyn se quedó en casa esperando a Suzanne. Suzanne regresó con una bolsa de
provisiones y los ojos encendidos.
—Veo que conseguiste los veinte dólares —dijo Roslyn alegremente.
Suzanne se volvió hacia ella y dijo furiosa: —Sí, y She ¡me ha hecho firmar un
pagaré! Roslyn encontró eso enormemente divertido hasta que al final Suzanne le
encontró la parte humorística; pasaron una agradable tarde riendo junto al fuego. Sin
embargo, al día siguiente se sentían deprimidas. Hacía frío. Estaba lloviendo. Roslyn
hubo de vadear con el barro hasta las rodillas para llegar a casa de Suzanne. Faltaban
todavía dos días para los cheques. Las provisiones que Suzanne había adquirido el día
anterior se habían terminado. De hecho Suzanne le dijo a Roslyn: —Deja de reírte. No
es divertido.
Justo en ese momento un moderno y nuevo Land Rover se detuvo delante de la
puerta. Viejos amigos de Frankie habían llegado de visita desde el sur de California y,
consideradamente, habían traído cajas de provisiones y un estuche de champán.
Suzanne se los presentó a Roslyn y rieron y rieron alrededor del fuego mientras la
tormenta retumbaba encima de ellos, mordisqueando caviar sobre tostadas y bebiendo
champán.
Llegó la primavera. Finalmente Frankie regresó de Méjico.
Suzanne iba a trabajar a la biblioteca cada mañana después de dejar a los niños en el
colegio y Roslyn se reunía con Frankie para desayunar y tomar café. Se acercaban a la
Oficina de Correos y luego, frecuentemente, adquirían algunas provisiones en la tienda
de comestibles y se iban en el autobús a pasar el día en el campo.
Cuando regresaban a casa, Suzanne había adecentado el caos que habían dejado por
la mañana, y era la hora del té. Se sentaban juntos frente a las ventanas panorámicas a
mirar la puesta del sol sobre el océano más allá del acantilado y jamás agotaban los
temas de conversación. Roslyn les contó su gran romance con Jim Bean, y Frankie le
dijo: —Es preferible un pájaro en la mano que dos entre la fronda.
Roslyn replicó: —Yo esperaré por el pájaro en la fronda. Es un pájaro fabuloso.
Estuvieron de acuerdo en llamar a la casa "El Patio del Pavo Real", cuartel general
del proyecto Auroville en Bidonville.
La amiga de Frankie, She, lo llamó al poco tiempo de su regreso y de nuevo estuvo
atareado prestándole servicios de chofer, acompañándole a la ópera, etc. Un día invitó a
Roslyn para el té. No tenían nada que decirse la una a la otra. Al final, She se levantó, se
acercó al piano e interpretó magníficamente algunas piezas de Debussy. Incluso con
eso, Roslyn sintió que no tenían ninguna base de comunicación.
Frankie era feliz con sus tres mujeres y las mujeres eran todas ellas felices con él.
Roslyn y Bliss habían hecho otros muchos amigos en Bidonville.
Una semana, en el “Bidonville News”, apareció un virulento artículo contrario a la
propuesta de urbanización cerca de la playa. Terminaba con la frase “La tierra pertenecía a Dios antes de que fuera ocupada por los hombres”. Estaba firmado por Billy
Skylar. Roslyn ya había oído hablar sobre el legendario Billy Skylar y sobre el Rancho
Skylar, una comunidad “abierta” en el vecino condado de Sonoma que había sido
clausurada por la Oficina del Condado. Alrededor de un centenar de familias de felices
hippies se habían asentado allí en toscos alojamientos que habían construido ellos
mismos, al margen de todos los reglamentos de construcción. El rancho había llegado a
ser una leyenda rápidamente, un lugar de encuentro para músicos, y un centro para
festivales de equinoccio y solsticio y otras ocasiones planetarias. Cientos de personas
llegaban desde San Francisco para esas celebraciones.
El vecino de Skylar era un granjero llamado John Kelly. Debía haber sido el lado
sombrío del gran amigo de Roslyn, John Kelly. Al granjero Kelly le molestaban todos
los coches que atravesaban sus tierras. Había vendido a Skylar unos mil acres de su
rancho de tres mil acres, pero la única forma de llegar al terreno de Skylar era a través
de la propiedad de Kelly. Skylar y Kelly no se llevaban bien entre ellos. Kelly acusaba a
Skylar y a sus amigos de robar sus ovejas. Tenía miles de ovejas. Skylar pensaba que lo
estaba fastidiando para forzarlo a comprar sus otros dos mil acres, pero Skylar no quería
comprarlos y no tenía suficiente dinero. Kelly se dirigió al Condado con una queja tras
otra hasta que finalmente el Condado envió excavadoras para derribar todas las
construcciones ilegales de la propiedad, incluida la casa que Billy Skylar había
construido para sí y su familia. Sin sometimiento a las normas, las construcciones no
estaban permitidas.
¿Dónde había quedado la libertad de vida y de propiedad? Skylar recibió una factura
de cien mil dólares de la Oficina del Condado, por la destrucción de su casa y las casas
de sus amigos. Skylar hubo de contratar a un abogado, para no tener que vender la
propiedad al granjero Kelly para pagar al Condado por haber arrasado su casa.
Kelly obtuvo un mandato judicial de que nadie podía utilizar el camino a través de su
tierra hasta el terreno de Skylar, excepto Billy Skylar. No había ningún otro camino para
entrar en el terreno, excepto a pie a través de las accidentadas montañas. Nadie podía
vivir en el terreno. Era sólo un terreno. Rocoso, montañoso, con arroyos, bosques
verdeantes, sin caminos de acceso, sin construcciones. Introducirse en el terreno costaba
un día entero. Billy, mientras batallaba para intentar conservar la tierra y el sueño que
había vivido allí y el sueño que conservaba para el futuro, se trasladó a Bidonville.
Adquirió una gran casa en donde él y su esposa, su ex esposa con su hermana, y el
compañero de su ex esposa y algunos otros, vivían.
En los días siguientes a la carta de Billy Skylar en el “Bidonville News”, todo el
mundo a quien Roslyn encontraba parecía tener una historia para ella sobre Billy Skylar
y sobre el Rancho Skylar. Se moría de ganas de conocer a esta leyenda viva.
Era un sábado por la mañana y diluviaba. Frankie estaba atareado con She, así que
Roslyn subió a la ranchera engulle-gasolina y se acercó a la ciudad a comprobar el
correo, esperando una carta de Jim Bean.
El casillero de la Oficina de Correos estaba vacío. Todavía le quedaban algunos
cupones de comida, así que adquirió algo de comida en la tienda de comestibles para
ella y para Bliss y se dirigió de vuelta a casa. Al pie de la colina, donde comenzaba la
carretera que va de la parte comercial a la parte residencial de la ciudad, había dos tipos,
que parecía como si estuvieran intentando sostenerse el uno al otro mientras hacían
auto-stop. Realmente parecían borrachos y sólo era el mediodía. Roslyn estuvo a punto
de dejarlos atrás, pero uno de ellos era real y verdaderamente apuesto. Paró.
El apuesto tipo rubio abrió la puerta trasera y empujó a su amigo sobre el asiento
trasero, cerrando luego de un portazo. Abrió la puerta delantera del coche y preguntó
con una voz increíblemente sexy: —Mami ¿Te importa que me siente aquí a tu lado?
Roslyn pensó, “¡Debo ser una idiota, pero éste parece ser el otro fantástico pájaro!”
Señaló el asiento vacío a su lado y le dijo: —Sé mi huésped.
Él hizo una ligera reverencia, pronunció un suave y cálido: —Gracias, Mami, y subió
al coche. Iba calado de agua, muy borracho, y era guapísimo. Largos tirabuzones rubios
caían sobre el cuello de su blusón de lana cruda. La gente verdaderamente excéntrica de
Bidonville no lleva convencionales impermeables de plástico. Su amigo dijo: —
Diablos, como llueve; regresemos al bar.
—Hay vino caliente esperándonos en casa. Vayamos.
—De acuerdo —asintió su amigo, desplomándose sobre la parte trasera del asiento
delantero. Pregunto a Roslyn: —¿Subes a Elm?
Ella asintió.
—Gracias por recogernos Mami. Mi amigo estaba empezando a encontrarse mal.
Ella le sonrió y él volvió hacia ella sus grandes ojos azules.
Bidonville tiene una calle que atraviesa la ciudad, bordeando la pequeña península,
donde está la Oficina de Correos, la tienda de vinos y licores, la lavandería automática,
la tienda de comestibles, el bar, el restaurante y la playa. Luego hay una carretera
pavimentada que conduce al sector residencial de la ciudad ubicado sobre una meseta,
rodeada de acantilados y de playa. La mayor parte de las viviendas están apartadas de la
carretera principal, sobre pequeños caminos fangosos.
—Ya me dirás cuando debo detenerme —dijo Roslyn.
La lluvia caía tan abundante que apenas podía ver el camino que subía a la meseta a
lo largo del acantilado, donde había frecuentes desprendimientos. El apuesto borracho
hacía comentarios sobre el tiempo. —Parece que mañana hará un buen día.
Comenzaba a estar un poco incómoda con él. Llegaron a la parte alta de la colina.
—Bueno, mami, si quieres pues dejarnos aquí.
—¡Vamos a ahogarnos con esta lluvia! —exclamó su amigo desde el asiento trasero.
—Por el infierno que sí.
Ella los miró. Ambos iban hechos una facha y el tipo de atrás parecía bastante mayor.
—¿A dónde queréis ir?
—Bueno, está aquí al lado —respondió el tipo mayor.
—¿Cómo de embarrado estará el camino? —preguntó ella. El camino que conducía a
su estudio era terrible, tenía que andar encontrando otras vías, para no tener que
acercarse al estudio por el camino principal. —La calle está bien —la reafirmó el rubio,
y señaló una calle embarrada a la izquierda. Parecía estar bien. Sólo había un poco de
agua. Era bastante plana, con unos pocos charcos, pero no pudo ver nada terrible hasta
que se había introducido demasiado lejos. Allí no había un lugar donde dar la vuelta, y
de repente la calle se asemejó a un río en plena riada.
—No te preocupes, sólo conduce lentamente. No está tan mal como parece —dijo él.
Estaba furiosa consigo misma por haber parado y haberlos dejado subir al coche. Se
sentía atrapada, que era como se sentía habitualmente después de una acción impetuosa
y generosa, mediante las cuales habitualmente parecía causarse a sí misma una
innecesaria adversidad. Deseó haberles insistido para que se bajaran en la calle
principal. El coche probablemente iba a ahogarse en medio del agua torrencial y
entonces ¿cómo volvería a casa? No tenía dinero para facturas del taller mecánico.
No se ahogó en el agua torrencial, pero estaba temerosa de que lo hiciera después de
haberlos dejado y ella estuviera sola de camino a casa.
—No te preocupes —dijo él, como si estuviera leyendo sus pensamientos.
Todavía estaban avanzando lentamente a través de la severa lluvia cuando de repente
él gritó: —¡Whoa!
Ella detuvo el coche. Estaba frente a una gran casa de madera roja con unos seis
vehículos aparcados.
—Pasa para tomar un vaso de vino —dijo él.
—No, no, debo regresar a casa.
—Sí, puedes regresar a casa después de tomar un vaso de vino con nosotros —dijo
mirando a su amigo.
Su amigo también insistió para que los acompañara a tomar un vaso de vino.
—Pero yo no bebo vino —dijo ella.
—No importa. Encontraremos alguna otra cosa para ti, pero tienes que entrar. Eres
tan amable. Nos has traído hasta casa bajo la lluvia. Por favor mami, por favor, pasa
siquiera unos minutos.
—No, no puedo; verdaderamente debo ir a casa. Tengo una niña pequeña.
—Por favor, quiero que entres en mi casa — insistió el hombre apuesto, sin tomar el
no como respuesta.
Ella no sabía qué hacer.
Él bajó del coche, lo rodeó y abrió su puerta, hizo una reverencia y dijo: —Billy
Skylar a tu servicio, mami.
Se quedó atónita. La única persona a la que quería conocer en Bidonville. —
¿Verdaderamente eres Billy Skylar?
Ella miró a su amigo mientras hacía esta pregunta.
El amigo se rio y replicó: —Sí, no debes preocuparte sobre el asunto. Es Billy
Skylar.
Descendió del coche y siguió al hombre al que había estado muriéndose por conocer.
La casa estaba llena de gente. Una exquisita mujer de largo cabello rubio y un vestido
estampado de flores recibió a Billy y a su amigo regañándolos por llegar tarde, mojados
y borrachos: la esposa de Billy. Él le pidió un vaso de vino caliente para la excepcional
dama que los había salvado de una muerte cierta ahogados en el diluvio.
La mujer rubia la miraba con suspicacia. Roslyn se presentó.
Billy Skylar la miró: —He oído hablar de ti. Has estado viviendo en Auroville.
—Sí.
Su amigo, Lou, dijo: —Conocí a Madre en 1965.
—Ven, ven, siéntate —dijo Billy, arrastrándola a través del salón hasta una silla
junto al fuego, de la cual desalojó a una desaliñada niña pequeña de ojos grandes,
levantándola y colocándola cuidadosamente encima de un gran cojín sobre una hermosa
alfombra de lana anudada hecha a mano.
Roslyn tenía en su mano un vaso de vino caliente y especiado. Parecía haber mucha
gente en el salón, a pesar de lo cual resultaba muy apacible y armonioso. Parecía que
todos ellos vivían allí.
Le preguntó a Lou: —¿Cómo llegaste a conocer a la Madre?
—Hace unos años sentí que había llegado la hora de ir a la India. Había oído que si
tienes un gurú él te encontrará en el momento oportuno. Decidí que si tenía un gurú se
lo pondría más fácil si iba a la India.
—Visité los lugares sagrados, los templos, los ashrams, las montañas, las orillas del
mar, y conocí a muchos gurús y personas santas, pero en cierto sentido nada cambió
para mí. Me di cuenta que mi senda espiritual no está en la India, sino aquí en
California, y que no hay más gurú que el gurú aquí —dijo, señalando su corazón.
—Estaba a punto de dejar India, pero hube de esperar durante varios días en Madrás
mi vuelo para San Francisco. Por supuesto había oído hablar del gran sabio de
Pondicherry, Sri Aurobindo, y sabía que había fallecido algunos años antes, pero como
no tenía nada más interesante que hacer decidí visitar el ashram.
—No sé cómo es Pondicherry en la actualidad, pero entonces, era increíblemente
limpio, apacible y hermoso. Me asignaron una habitación en una casa de huéspedes del
Ashram, en la playa. Había un bello paseo a lo largo del océano, sin coches, únicamente
bicicletas y rickshaws. Mucha gente llevaba vestiduras blancas. Creo que si hay otro
lugar en el mundo para mí, además de California, sería éste.
—Había oído el rumor de que había sido diseñada por Luis XIV, el Rey Sol, por lo
que fue trazada con amplias avenidas que irradian del centro, un parque encantador,
como rayos desde el sol. A lo largo de esas avenidas había altos muros sobre los cuales
podía ver árboles y arbustos en flor. No se parecía a ningún lugar que hubiera visto
antes en ninguna parte. Había tal paz, tal tranquilidad. Estábamos en medio del invierno.
El tiempo era agradable, fresco y limpio al atardecer, brillante y cálido durante el día.
Era lo último que esperaba, ¡encontrar un lugar tan encantador en la India!
—Caminé desde la casa de huéspedes hasta el Ashram, y sin ningún motivo solicité
un Darshan con la Madre.
—Mientras merodeaba por Pondicherry, parecía que cada persona con la que
hablaba, cada persona a la que conocía, estaban todas ellas entusiasmadas con el plan de
la Madre de construir una ciudad para la realización del Yoga de Sri Aurobindo.
—Pensé que sonaba como una gran idea y cuando fui a verLa, Le pregunté si podía
utilizar mi rancho en California para el mismo propósito.
—Había adquirido cincuenta acres en Sonoma, hacía años, y no había hecho nada
con ellos. Quería hacer algo por el Divino.
—Madre prometió ayudarme.
Roslyn no podía dar crédito. —¿Quieres decir que iniciaste una comunidad aquí en
California con las bendiciones de Madre? —preguntó incrédula.
—Sí. Se llamaba rancho Estrella de la Mañana. Aurobindo significa Estrella de la
Mañana, así que elegí ese nombre y utilicé como logo la estrella de ocho puntas de los
Nativos Americanos. Sentía que había de entregar la tierra al Divino, así que traté de
transferir el título a “Dios”.
—Escribí a la Madre. Billy ¿tienes las copias de aquellas cartas que te di?
Billy se dirigió a un escritorio y de una gaveta tomó una carpeta y se la entregó a
Roslyn. Había copias de las cartas de Lou a la Madre y Sus contestaciones.
Lou había escrito a Madre; quería transferir su terreno a Dios. Ella le escribió de
vuelta diciéndole que pensaba que era algo muy apropiado.
A continuación él escribió y Le dijo que había invitado a muchas personas para que
vinieran y vivieran en el terreno. Ella escribió de vuelta diciendo que era muy
interesante y le pedía que le enviara fotografías de las personas.
Lou le envió una fotografía en blanco y negro, de la que había una copia en la
carpeta. Cincuenta hippies barbudos, despeinados, andrajosos, agrestes, estridentes,
idénticamente desaliñados, y en el centro Lou y una mujer arrodillados completamente
desnudos, ¡todos ellos con unas sonrisas espléndidas!
La siguiente carta de la carpeta era de una de las secretarias de Madre diciendo que
estaba demasiado impresionada por la foto para mostrársela a la Madre.
La siguiente carta de la carpeta era de la misma secretaria disculpándose de su carta
del día anterior.
Luego estaba la carta final de la Madre. Ésta sacudió completamente la mente de
Roslyn. Estas cartas habían sido escritas en 1966. En 1970 un amigo de USA había
enviado a Roslyn un poco de LSD por correo. Mucha gente en Auroville había
expresado su interés en tomar LSD. Roslyn no deseaba ser una gurú del ácido en
Auroville, así que había ofrecido el ácido a la Madre. Se lo había enviado en una carta a
través de Mari, y le había explicado, que si Madre daba Sus bendiciones para que ella lo
usara y distribuyera en Auroville, lo haría.
Mari le transmitió una contestación de Madre diciendo: “Madre dice que nadie le
había ofrecido la sustancia anteriormente, así que quería expresar su agradecimiento a
Roslyn porque le daba la oportunidad de trabajar sobre la sustancia. Pero, por el
momento, no creía que Roslyn necesitará tomar ningún LSD; pero —dijo riendo Mari—
Madre dice ¡que te promete un ‘viaje’!”
¡Y vaya ‘viaje’! Roslyn descubrió que aunque nadie había dado a Madre la sustancia
física del LSD hasta 1970, en 1966 había escrito un definitivo ensayo sobre la
experiencia psicodélica. Roslyn quedó anonadada. Por supuesto lo que Madre había
escrito era lo más clarividente sobre el LSD que Roslyn había leído nunca, y eso que
había tomado LSD de sobra. Jamás olvidaría la frase final de esa carta, “Pero si el ser
psíquico pudiera utilizar esta sustancia ¡el resultado sería milagroso!”
CAPÍTULO X
TODO EL MUNDO TIENE UN SUEÑO
Existe una consciencia que la mente no puede alcanzar,
su palabra no puede expresar ni su pensamiento revelar.
Carece de hogar sobre la tierra, de núcleo en el hombre,
mas es el origen de todas las cosas pensadas y hechas,
la fuente de la creación y sus trabajos,
es el origen aquí de toda verdad,
la órbita del sol de los fragmentarios rayos de la mente,
el cielo del infinito que vierte la lluvia de Dios,
lo Inmenso que llama al hombre a expandir el Espíritu,
el vasto Propósito que justifica sus exiguos intentos,
un canal para el escaso gozo que él experimenta.
“Savitri” de Sri Aurobindo
ROSLYN regresó al estudio para tomar el té con Frankie y Suzanne, quienes estuvieron
de acuerdo en que haber conocido a Skylar y haber encontrado las cartas de Madre era
un claro signo de que había sido enviada a Bidonville para favorecer el comienzo de
Auroville. Era fascinante sentir que Madre no sólo era parte del pasado de Roslyn en la
India, sino también del presente y futuro en California.
Algunos días después Roslyn estaba limpiando las hojas muertas en el exterior del
estudio, cuando un hombre rapado y con una larga cola de caballo roja, se le acercó.
Preguntó: —¿Eres tú Roslyn, de Auroville?
—Sí.
Él le extendió su mano. —Soy Saschwa, fundador de la Iglesia de los Nobles
Hermanos y Hermanas.
Ella tomó su mano, lo miró y vio que él junto con su mano estaba extendiendo una
oferta de amistad.
Le explicó que la había estado buscando porque había sabido que ella era una devota
de Madre y que incluso había conocido a la Madre en Pondicherry. Le pidió que se
concentrara con él en la Madre.
Roslyn se sentó allí mismo e intentó apaciguar su mente. Había aprendido en
Pondicherry que una mente silenciosa en el primer paso hacia la meditación. Miró hacia
Saschwa y no podía creer lo que estaba viendo. Su cara, que era corriente y ligeramente
hinchada, pareció disolverse. Rostro, cabello, todo cambió, como si estuviera hecho de
agua. Roslyn respiró entrecortadamente. Por un momento la Madre estaba sentada allí
frente a ella.
Saschwa dijo: —Sí, soy un médium y un sanador.
Su mente se rebeló al pensamiento de lo que había visto y de lo que él había dicho,
pero era tan amistoso. No había nada amenazante en la experiencia, excepto que había
ido más allá de los límites de cualquier cosa que hubiera experimentado antes.
—Te amo —dijo él—. Siento que eres la hermana de mi alma.
Ella dijo: —Todo esto es un poco demasiado para mí. Ven a visitar a mis amigos y a
tomar el té. Y lo llevó al Patio del Pavo Real.
Frankie y Suzanne lo encontraron muy interesante. Aceptaron ir a comer a la gran
casa que él y sus discípulos habían alquilado en el centro de la ciudad detrás de la
Oficina de Correos.
Se quedaron impresionados con la casa blanca, antigua y grande, posiblemente la
casa más grande de la ciudad. El camino de acceso a la casa era inmenso y varios
coches estaban aparcados en sus márgenes, todos ellos bastante antiguos. A través de la
puerta principal pasaron a una habitación amplia sin muebles. Intercambiaron entre ellos
varias miradas, sonriendo a través de sus ojos, muy escépticos. ¿La Iglesia de los
Nobles Hermanos y Hermanas? Saschwa les había dicho que su logo eran dos manos.
Eran sanadores y curaban mediante simple imposición de manos e invocación de fuerza.
Eran también quirománticos. Él les había prometido leer sus manos. Decía que era el
canal de un poder que podía curar.
La habitación en donde Suzanne, Frankie y Roslyn habían entrado estaba dominada
por un gran retrato de Helen Blavatsky.
Saschwa les dio la bienvenida e hizo las presentaciones de todo el mundo. Todos sus
seguidores tenían nombres como Moonglow, India, Soma y Krishna. Cada uno de ellos
tenía un nombre New Age que habían recibido en su iniciación en la Iglesia. Había un
tipo un poco regordete, mono, de tez morena, ligeramente calvo, con barba, llamado
Scotty que alardeaba de que había sido amigo de Saschwa durante más de quince años,
más que ninguno otro en el grupo. Él había pintado el retrato de Blavatsky.
Los otros eran mucho más jóvenes que Saschwa y Scot. Formaban un grupo. Aunque
eran de diferentes edades, sexos y procedencias, de alguna forma eran todos iguales.
Parecía que cada uno trataba de hacer un esfuerzo para ser más espiritual, más esotérico,
menos exteriorizado. Saschwa era el gurú. Todos ellos parecían estar pendientes de cada
una de sus palabras, y él disfrutaba con ello.
La comida consistió en tofu frito y arroz integral con vegetales. Suzanne comentó
que pensaba que la comida era agradable. Frankie masculló que pensaba que la comida
podía estar bien para los conejos y apenas comió nada. El grupo no bebía té negro, que
era el principal combustible del Patio del Pavo Real, sino únicamente té verde. A
Frankie le gustaba Saschwa pero detestaba ver a todos los hippies reformados bebiendo
té verde y esperando a que su gurú dijera algo. Todos eran muy agradables. No había
azúcar para el té verde, sólo miel. El sacramento básico de la vida, al menos para
Frankie, era té negro con azúcar. Si el té verde con miel era un indicio de espiritualidad
o yoga o de la Nueva Consciencia, él no quería saber nada de eso. Se estaba sintiendo
muy incómodo, a pesar de que Suzanne y Roslyn parecían felices con el grupo. Por
supuesto, Saschwa observó que Frankie se estaba incomodando por momentos, y pidió
al grupo que lo excusara a él y a sus huéspedes para que pudiera llevarlos a su casa a
conocer a las niñas. No vivía en la casa grande con el resto del grupo.
Él y su compañera, Moonglow, tenían una casa aparte en la Meseta. Prometió a
Frankie una taza de té de verdad, y siguieron a su coche con el autobús. Los otros
discípulos no estaban contentos por no haber sido incluidos en la invitación, pero
Saschwa les había dejado claro que eran bienvenidos a su espacio de privacidad sólo si
eran invitados. Los discípulos eran casi serviles en su relación con él, pero realmente él
era algo que se salía de lo normal.
Su personal dominio era una hermosa casa con vistas sobre el océano. Vivía allí con
Moonglow y dos perritas Chihuahua. Eran muy pequeñas y enloquecieron con ladridos
de delicia cuando él entró en la casa. Lo primero que hizo al entrar fue coger a ambas y
saludarlas amorosamente.
Dio la bienvenida a Frankie, Suzanne y Roslyn y les dijo que serían amigos de por
vida puesto que ya habían sido amigos en muchas vidas anteriores.
Su casa estaba llena de extraordinarias piezas de arte exótico. Una pareja de chinos
ancestrales pintados sobre seda, colgaban cerca del hogar. Había bellos cuencos, vasijas
con encantadoras flores secas y mobiliario caro y confortable. La cocina estaba surtida
de bellos tarros relucientes y de utensilios de cocina colgando sobre el fogón y de vajilla
china apilada en elegantes armarios de cocina con puertas vidrieras de cristal
delicadamente enmarcado en cuarterones de madera.
Saschwa dijo a Frankie: —Observé que no tenías mucho apetito durante la comida,
¿te gustaría un poco de salmón ahumado sobre una tostada con el té?
—¿Pero cómo es esto? Tus discípulos son vegetarianos y beben sólo té verde y viven
sin mobiliario en esa casa inmensa, ¿y tú vives así?
—Karma, querido, karma. Mi karma y mi dharma es vivir así. Mis adorables perritas
necesitan ciertas comodidades. Son muy delicadas.
Ciertamente parecían delicadas. Apenas eran del tamaño de sus manos,
extremadamente delgadas, de pelo muy escaso. Parecían más bien ratones que perras.
Por fin allí estaban las tazas de buen té negro, con azúcar y leche, y platillos con
sándwiches y pastas de té. Mientras tomaban el té, Saschwa les contó algo sobre sí
mismo.
Era de Nueva York, donde había estudiado negocios. Había trabajado para una firma
de agentes de bolsa, pero al mismo tiempo siempre había tenido profundas, intensas y
extrañas experiencias interiores. Finalmente decidió que no se daba por supuesto que
fuera a vivir y a trabajar en Nueva York, puesto que la mayor parte de la gente que había a su alrededor determinó que era un poco extraño en relación al resto.
Se fue a Méjico.
Allí descubrió que podía curar a la gente tocándola. Al principio esto le había
asustado, pero luego comenzó a disfrutar de ello. Su viejo amigo, Scotty, tampoco
estaba a gusto en Nueva York. Al cabo de un par de meses se reunió con Saschwa en la
pequeña aldea en donde vivía en Méjico. Subían hasta la frontera cada seis meses y
luego regresaban a la aldea, siempre cargados de suplementos de vitaminas y minerales
para los aldeanos, puesto que Saschwa creía que la mayor parte de ellos simplemente
sufrían de malnutrición.
Se hicieron amigos de otros americanos que también vivían en Méjico, y se
trasladaron a un pequeño rancho en las afueras del pueblo en donde la gente de toda el
área acudía con sus amigos y familiares enfermos. Lo llamaban “brujo” que quiere decir
algo así como hechicero, chamán y sanador. La gente frecuentemente le traía pequeños
regalos, un pollo, media docena de huevos, una bolsa de grano. La gente acudía a verlo
y simplemente permanecía con él hasta que los federales los requerían para que se
fueran. Saschwa había llegado a ser muy conocido. Algunos ciegos de repente podían
ver y todos los días llegaba gente de toda la zona para ser curada. Regresó a California
con una pequeña banda de seguidores.
El resto del grupo incluía a personas que se habían incorporado cuando vivían en San
Francisco. Cuando él llegó a San Francisco eran sólo un grupo de cinco, incluyéndole a
él y a Scott. Alquilaron un gran apartamento para vivir y un pequeño local en donde
hacían lecturas y curaciones las tardes de los domingos. Por alguna razón los resultados
no fueron tan espectaculares como lo habían sido en Méjico, pero la gente se sentía
atraída por él y regresaba semana tras semana. Impartía cursos de quiromancia y de
curación psíquica, y la mayor parte de la gente que se había unido al grupo provenía de
esas clases. Había registrado el grupo como una iglesia a efectos fiscales.
En realidad no le gustaba vivir en la ciudad. Habían estado yendo a Bidonville una o
dos veces a la semana durante meses y se habían enamorado de la pequeña ciudad. Uno
de los miembros del grupo había heredado algún dinero, así tuvieron la posibilidad de
salir de la ciudad. Todos habían estado de acuerdo en trasladarse a Bidonville.
Carecían de ingresos, excepto los provenientes de donaciones que recibían de su
congregación por las lecturas de mano y curaciones de la tarde de los domingos.
Había una copia de “Savitri” de Sri Aurobindo en la mesita de té.
Roslyn sentía que entre ella misma, Saschwa, Frankie y Suzanne se había forjado un
lazo espiritual, una amistad que podía desafiar las tormentas del tiempo y de la vida.
Todos estaban encantados los unos con los otros, pero veían que por algún motivo
esto procedía de la Madre y Sri Aurobindo, como el contacto con Skylar. Saschwa pasó
varias tardes con ellos en las semanas siguientes.
Posteriormente Skylar llegó una tarde para el té y preguntó a Frankie si le gustaría
hacer un viaje por la región en el autobús, con Suzanne, Roslyn, él mismo y un amigo.
A Frankie le encantaba viajar en cualquier momento, a cualquier parte, en el autobús.
El autobús era un mundo autónomo sobre ruedas. Había una cocina diminuta, con un
fregadero, un arcón de hielo que sólo necesitaba un bloque de hielo y conservaba las
cosas frescas durante días, una gaveta para la vajilla y utensilios, y un estante corredero
para la tetera, las tazas, las ollas y las sartenes. Había dos amplios y cómodos bancos
enfrentados, con una mesa en medio, donde podían sentarse confortablemente seis
personas y tomar el té. La mesa podía ser movida durante la noche y encajada entre los
bancos para convertirse en una amplia cama doble. Había un asiento tipo sillón, muy
cómodo, frente a la pequeña cocina, además, por supuesto, de un asiento para el
conductor. Había cortinas entre la parte delantera y la trasera del autobús, que podían
ser descorridas para conectar ambas, o cerradas cuando se quería privacidad. En la parte
trasera había dos literas.
Frankie había desarrollado un refinado arte minimalista en el autobús. Viajar con él
era viajar con excelentes comidas e interminables tazas de té, aventurándose en lugares
insólitos, por sendas intransitadas, hacia desconocidos lugares inexplorados, todo muy
confortablemente. Siempre había un arroyo o una zona de descanso, o un Parque
Estatal, para aprovisionarse de agua fresca, y todo lo que uno pudiera necesitar lo
encontraba en La Hacienda.
Planearon salir por la mañana. Roslyn había arreglado que Bliss se quedara con los
vecinos. Debían llevar con ellos a los chicos en el viaje. Skylar había llegado con su
amigo, Danny, que tenía un dorado pelo rojo, una corta y poblada barba, unos alegres
ojos, y otro niño pequeño. Se acercaron a la ciudad a comprar algunos suministros y
entonces decidieron comer en el Patio puesto que ya era la hora cuando estuvieron de
vuelta de la ciudad. Era el 17 de noviembre de 1974 exactamente un año después de que
Madre hubiera abandonado su cuerpo en Pondicherry.
Finalmente, a primera hora de la tarde estuvieron listos para partir. De hecho hay
menos de una hora desde Bidonville al campo, pero Skylar indicó a Frankie un camino
polvoriento que conducía a las montañas y que los llevaría a unas fuentes termales. Las
pozas estaban allí, al final de la apenas discernible senda polvorienta. Profundos
estanques de agua caliente que fluía desde la tierra. Todos ellos se quitaron la ropa y se
bañaron, luego se vistieron y tomaron té en el autobús. Para entonces ya era tarde
avanzada. Frankie dio la vuelta al autobús y los llevó de regreso a la carretera principal
que llevaba al Condado de Sonoma.
Skylar explicó que desde que el terreno había sido clausurado iban a un rancho de la
vecindad, Estrella de la Montaña. Allí tenía amigos que los estaban esperando y por la
mañana podían continuar hacia la campiña.
Estrella de la Montaña estaba al final de otro camino polvoriento fuera de la carretera
principal. Allí todo el mundo pareció contento de ver a Skylar y de reunirse con sus
amigos. Allí parecían vivir unas diez o quince personas, incluyendo algunas mujeres
con niños pequeños. Había una amplia construcción comunitaria con una cocina y un
comedor anexos, próximos a donde ellos habían aparcado, al final del camino, junto a
unas viejas camionetas y a un par de coches. También había una caravana. Los
residentes vivían en pequeñas cabañas de construcción artesanal dentro del bosque.
Cada cabaña era diferente de las demás, amorosamente construidas y mantenidas. Había
un huerto y flores cuidadosamente plantadas y cultivadas cerca del edificio comunitario,
alrededor de las cabañas del bosque. Skylar rememoró que cada vez que uno quería
levantar una nueva casa sobre la parcela, toda la comunidad se reunía para ayudarle.
Roslyn encontró un lugar tranquilo bajo los árboles desde el que podían observarse
las silenciosas montañas y trató de recordar a Madre.
La cena fue muy alegre. Hubo vino y cerveza y buena comida que Frankie aprobó
efusivamente. Suzanne la encontró rústica y encantadora. Alguien tocó la guitarra y
cantó. Otros se unieron y le acompañaron cantando. Era muy acogedor; una comunidad.
Por la mañana Skylar decidió que en lugar de tomar el autobús hacia la campiña debían ir todos en el viejo coche rojo de bomberos que había aparcado en el establo de
Estrella de la Montaña.
El camión de bomberos, de un rojo brillante, contaba cuarenta y cinco años. Tenía
una gran campana que alguien debía golpear con un palo, puesto que había sido
construido antes de que los coches de bomberos tuvieran sirena. Hubieron de empujar
para sacarlo del establo. Pusieron algo de gasolina en el depósito de combustible.
Billy montó en la cabina y trató de arrancar. La gente de Estrella de la Montaña
comenzó a reír. Obviamente la escena había ocurrido con anterioridad. Billy descendió
de la cabina y abrió el capó. Pidió algunas herramientas y alguien salió corriendo y se
las trajo. Él se contorsionó y manipuló durante unos minutos. Después abrió el radiador
y comenzó a sacar puñados de paja y ratones. Todo el mundo se desternillaba de risa.
Pidió agua. Alguien trajo un cubo de agua. Lo vertió dentro del radiador, regresó a la
cabina, e increíblemente, tras unos pocos jadeos, arrancó. Todo el mundo se apretujó
dentro. Consiguieron recorrer la mitad del camino desde la montaña hasta la carretera
principal y entonces se paró. Billy protestó y manipuló y golpeó el motor con un palo,
sacó puñados de paja y ratones del radiador. Antes de que volviera a arrancar, Frankie
descendió y dijo que iba a regresar a la montaña y le seguiría con el autobús.
Billy parecía como si se hubieran herido sus sentimientos, pero dijo: —De acuerdo,
si es lo que quieres.
Frankie se marchó y el camión de bomberos arrancó de nuevo lentamente con
Danny, el amigo de Frankie, golpeando la campana con el palo que Billy había usado
para golpear el motor. Consiguieron llegar cerca de la carretera principal y la cosa se
detuvo de nuevo. Después de un par de minutos todo el mundo descendió y miraba y
reía mientras Billy intentaba arrancarlo de nuevo. Finalmente pidió a todo el mundo que
empujara. Incluso entonces no pudo arrancar. Justo en ese momento Frankie llegó con
el autobús.
Billy levantó sus brazos admitiendo la derrota. Empujaron el viejo camión de
bomberos a un lado del camino y alegremente treparon al autobús.
Billy dio instrucciones y viajaron por la carretera de Coleman Valley hasta la puerta
del granjero Kelly, cerrada con un candado de clave. Había un gran cartel. ¡¡¡Prohibido
el Paso!!! Billy descendió del autobús y abrió la puerta. Condujeron a través de la
propiedad dejando atrás el granero y la casa de labranza. Billy hizo que Frankie
detuviera el autobús en la parte superior de una colina que conducía hacia el valle donde
se encontraba el Rancho Skylar. Billy dijo que por lo que sabía nadie había utilizado el
camino durante más de un año, y que en los mejores tiempos no era muy bueno, así que
después de la lluvia y todo, podía ser intransitable. Sería mejor aparcar en la parte alta
de la colina y descender andando. Todo el mundo estaba deseoso de pasear hasta el
valle. El camino parecía más bien el cauce seco de un río que un camino. Había anchas
y profundas grietas irregulares que lo atravesaban de parte a parte. Incluso caminar
resultaba difícil. El autobús no hubiera podido pasar, aunque Frankie insistió en que él
podía haberlo hecho sin contratiempo. Fue un largo paseo. Había hermosos árboles
viejos por todas partes, sauces llorones, robles, entremezclados con pinos y otras
especies indígenas. Por fin llegaron a un arroyo junto al que se sentaron durante unos
minutos.
—Éste es. Éste es el Rancho Skylar —dijo Billy sarcásticamente.
Daba la impresión de que allí nunca hubiera vivido nadie.
—¿Podéis imaginar que hace tres años había trescientas personas viviendo aquí?
—El Condado había llevado a Lou a los tribunales, en donde le habían dicho que no
podía transferir su terreno a Dios. Iban a clausurar Estrella de la Mañana. Yo ya era
amigo de Lou y disfrutaba pasando a Estrella de la Mañana por las tardes. Siempre
había buena música. Lou me preguntó si permitiría a la gente de Estrella de la Mañana
venir aquí cuando el Condado cerrara Estrella de la Mañana y derribaran sus casas. Yo
dije: “¡Por supuesto!”
—En cuatro años la comunidad creció de cincuenta a trescientas personas. Mi hija
nació aquí. Después una mañana llegaron los bulldozers y todo se terminó.
El regocijo había terminado repentinamente y todo el mundo permaneció silencioso.
Caminaron de regreso al autobús, condujeron hasta Estrella de la Montaña, se
despidieron y regresaron a Bidonville.
Seis meses más tarde Roslyn se tropezó con Billy en la tienda de helados de la
ciudad.
—Justo la chica que estaba buscando —la saludó. Estaba con su amigo Danny.
—Íbamos a ir a casa de Frankie para ver si querías venir a la reunión de Primero de
Mayo en el campo.
—¿Cómo es que vais a celebrar el Primero de Mayo en el campo?
—Danny acaba de comprar el rancho del granjero Kelly.
Estaba sorprendida. No podía imaginar que alguien fuera tan rico como para comprar
todo ese terreno. Le dirigió su mirada —¿realmente adquiriste la tierra?
Era un tipo joven con una mujer y tres niños. Habían estado varias veces en el Patio
del Pavo Real tomando el té. En cierta ocasión habían ido juntos en el autobús a las
fuentes de agua caliente. Eran encantadores, pero Roslyn jamás imaginó que pudieran
ser ricos. La habían estado invitando a ella y a Frankie a su casa en Belvedere cada vez
que se encontraban. Habían estado tan atareados pasando buenos ratos que nunca habían
ido.
Danny le sonrió. —Sí, compramos el terreno, aunque vamos a tener que vender la
casa de Belvedere. Deberíais venir a visitarnos antes de que la dejemos.
—¡Es emocionante! —exclamó ella.
—Eso creemos —asintió Billy.
—¿Vendrás el Primero de Mayo? —preguntó Danny.
—¿Arreglaréis el camino? —preguntó Roslyn.
Billy rió y prometió: —Arreglaremos el camino para ti, ¿de acuerdo?
—Está bien, está bien, iremos, pero tenéis que venir conmigo para decírselo a
Frankie. Sé que estará encantado.
—Seguro, podemos tomar una taza de té.
Frankie y Roslyn fueron a la celebración de Skylar el 1 de mayo de 1975.
Fue un día espléndido. Quedaron sorprendidos de cuántos coches, furgonetas,
autobuses y gente había en la explanada.
Puede que el último hippie hubiera quedado enterrado en Haight Ashbury en 1969,
pero el hippysmo parecía vivo y con buena salud en aquella ladera de montaña en 1975.
Las mujeres llevaban flores en el cabello y cintas y vestidos luminosos o túnicas
ondulantes. La mayor parte de los chicos llevaban barba y vaqueros. Había muchos,
muchos niños.
Hubo música y un Poste de Mayo. Hubo muchos reencuentros de viejos amigos.
Saschwa y Moonglow vinieron y se quedaron poco. Al atardecer la mayor parte de la
gente se había ido. Billy pidió a Roslyn y a Frankie que se quedaran. Aproximadamente
otras cuarenta personas también se quedaron.
Se hicieron dos fuegos de campamento. La gente se sentó en círculos alrededor del
fuego. Había algunas guitarras, una flauta y tambores. La música era la música de la
gente, la música de los malos y de los buenos días de antaño. Roslyn estaba sentada
entre Billy Skylar y Zen Jack, un antiguo hippie.
La tarde alcanzó a la noche y todos ellos se sentaron allí sin moverse, escuchando,
prestando atención, entrando muy profundo en el interior con el sonido de la unidad. La
corriente de la magia de la tierra parecía aumentar y la música resultaba cada vez más
fascinante.
Roslyn soñaba con Jim Bean y con Auroville y con la India. Sentía como si una línea
telefónica comunicara el campo de Sonoma y este sueño con el Sueño de la Madre en el
sur de la India. De repente el círculo quedó en silencio. Ella podía escuchar el Om
cantado en un templo de la India en el mismo momento en que el grupo alrededor del
fuego comenzó el Om.
Había una extraña aura de paz en ese lugar esa noche.
Todos se levantaron temprano por la mañana, fríos y entumecidos, quejumbrosos de
la humedad.
Llegó el verano. Suzanne se llevó a los chicos y al perro a Francia a visitar a sus
padres. Y Jim Bean iba finalmente a venir para visitar a Roslyn, casi dos años después
de haberle dado el beso de despedida en el aeropuerto de Madrás, deslizando un
amuleto en su mano en el último momento, susurrándole al oído: “Te amo
verdaderamente”.
Frankie recibió el cheque del arrendamiento del apartamento en París. En lugar de
emplearlo para el pago de la hipoteca, Frankie y Roslyn asumieron que probablemente
Jim Bean podría ofrecer algún dinero al Patio, a Bidonville y a una comunidad de
Auroville en USA. Gastaron el dinero de la hipoteca en una cámara de cine.
Y Jim Bean había fijado finalmente la fecha de su llegada para la víspera del
nacimiento de Sri Aurobindo.
Ese verano la ciudad había iniciado una escuela New Age. Se había solicitado de los
residentes ofrecer cursos en cualquier área del conocimiento o disciplina en los que
tuvieran alguna experiencia. Roslyn había ofrecido un curso sobre “La Aventura de la
Consciencia y del Gozo: el Yoga de Sri Aurobindo”.
Un grupo de personas que estaban interesadas en el yoga integral de Sri Aurobindo
se habían reunido todos los viernes por la tarde durante ocho semanas en El Patio del
Pavo Real y leído y discutido el libro “La Aventura de la Consciencia”. La última clase
estaba fijada para el 15 de agosto.
Jim Bean llegó a la 1 del mediodía del día anterior. Roslyn fue a recogerlo con
Frankie y Bliss en el autobús. Condujeron desde el aeropuerto a un manantial de agua
caliente en donde se bañaron. Continuaron hasta Skylar donde Frankie aparcó el
autobús bajo un hermoso y viejo sauce llorón. Pasaron un día delicioso con Billy y su
mujer que estaban reconstruyendo su casa. Había cuatro paredes, pero sin techo.
Cocinaron en una hoguera. Había algunas personas más que ya habían regresado a la
parcela, que se reunieron con ellos por la tarde junto al fuego. Durmieron en el autobús
y salieron temprano por la mañana para estar de vuelta en Bidonville antes del
mediodía. Se detuvieron en el vivero que había en el camino para adquirir flores con las
que adornar la casa por el aniversario de Sri Aurobindo y un sauce para plantarlo en el
acantilado para detener la erosión.
Jim Bean estaba encantador y agradable. Todos lo pasaron maravillosamente.
Shadana de champán. Tomado como un sacramento. Por la tarde todas las personas
de la clase y muchos de los amigos de Frankie y Roslyn, incluida She, estaban sentados
y escuchando una cinta de música que Jim Bean había traído de la India.
Repentinamente Roslyn observó que Jim Bean no estaba. Miro alrededor.
Definitivamente él no estaba allí. Se preguntó si habría partido para siempre, o por otros
dos años, ¿o…?
Súbitamente reapareció a su lado. —¿Dónde estabas?
—Llevé a Bliss al estudio. Estaba cansada. Le leí un capítulo de Narnia y esperé a
que se durmiera antes de regresar.
Era un hombre muy excepcional.
Roslyn y Frankie fueron a visitar Mount Shasta, con Bliss y Jim Bean, en el autobús.
Allí los Nobles hermanos y hermanas iban a encontrarse con ellos. Dejaron a Bliss con
Frankie en el autobús, y Roslyn y Jim Bean caminaron a través de Panther Meadow
hasta el nacimiento del Río Sacramento, cruzando campos de flores silvestres, a lo largo
de la hermosa corriente cristalina que fluía suavemente hacia abajo por la montaña.
Encontraron un gran árbol que daba sombra a algunas rocas enormes cerca de la
corriente, en donde se detuvieron durante varias horas para leer un canto de Savitri.
Cuando finalmente alcanzaron el nacimiento del río, había allí otra persona. Zen Jack,
que había estado sentado al lado de Roslyn en el fuego del Rancho Skylar. Estaba
viviendo en una cueva de la montaña durante el verano.
Cuando regresaron al autobús por la tarde, Saschwa estaba allí con una rubia flaca
con ojos de apariencia más bien salvaje que Roslyn y Jim Bean reconocieron como
alguien que había visitado brevemente Auroville. Había estado ayunando en la montaña
durante cuarenta días, cuando, esa mañana, había sido descubierta por los Nobles
hermanos y hermanas. Estaban preocupados por su salud. Trataron de persuadirla para
que comiera. Rehusó comer nada. Dijo que estaba ayunando hasta que recibiera alguna
señal de la Madre Divina, así que Saschwa la había traído al autobús. Cuando vio a
Roslyn y Jim Bean, a quien reconoció de Auroville, sintió que era la señal que había
estado esperando y aceptó un poco de polen y de té verde con miel para romper su
ayuno.
Permanecieron varios días en la montaña. Era el cielo. El tiempo era maravilloso.
Llovió una noche, pero ellos estaban cómodos, calientes y confortables en el autobús.
De regreso a Bidonville, Frankie no pudo evitar tomar un camino lateral al interior del
bosque y se extraviaron completamente. Condujeron y condujeron por caminos
polvorientos durante horas, sin tener idea de dónde estaban, sin ver a ningún otro
vehículo. Corrían peligro de quedarse sin gasolina. Se detuvieron y acamparon para
pasar la noche al lado de un arroyo junto al camino.
A la mañana siguiente llegaron unos guardas forestales y les preguntaron qué estaban
haciendo. Frankie explicó que se habían perdido y los guardas le indicaron cómo llegar
a la carretera que estaba sólo a unas pocas millas. A Roslyn le encantó haberse perdido
en el bosque con Frankie, Bliss y Jim Bean, y hubiera deseado que se hubieran perdido
para siempre.
Tenían un montón de ropa sucia cuando regresaron al Patio del Pavo Real.
A la mañana siguiente Roslyn dejó a Bliss con los vecinos y se fue con Jim Bean y
Frankie a la lavandería automática y autoservicio de limpieza en seco que estaba a unas
veinte millas, a través de Mount Tamalpias.
Mientras la ropa se limpiaba en las máquinas, se sentaron en un pequeño café a la
moda que había en la puerta de al lado y comieron. A primera hora de la tarde la ropa ya
estaba limpia. Frankie sugirió que visitaran a Danny en Belvedere. Roslyn y Jim Bean
tenían entre ellos una larga historia de desaparecer los fines de semana, así que estaban
dispuestos para cualquier cosa.
Se dirigieron a Belvedere y encontraron la casa de Danny, la última casa del lugar.
Condujeron a través de las puertas hasta la propiedad. Una gran piscina dominaba el
frente de la casa. Danny parecía encantado de que hubieran venido. Él y su esposa, los
niños y los amigos que vivían con ellos estaban preparando todo para mudarse al
campo. Habían vendido la casa y la dejarían en unos pocos días. La casa era inmensa.
Roslyn preguntó inocentemente: —¿Cuántas habitaciones tiene la casa?
Danny la corrigió. —No cuantas habitaciones, sino ¿cuántas alas?
Los condujo por un corredor con cuadros en una de las paredes y en la otra ventanas
que daban a la bahía, a una isla y a San Francisco, hasta un gran salón que daba a un
mirador acristalado de cinco esquinas con una mesa y grandes sillas de caña con
amplios respaldos redondeados. Tomaron el té y les persuadieron para que se quedaran
a cenar y a dormir y de que al día siguiente acompañaran al campo a Danny durante su
primera noche en la parcela del granjero Kelly. Sólo iría con él su hijo de cinco años.
Sus amigos, esposa e hijos preferían disfrutar de la enorme mansión tanto como fuera
posible, pero Danny estaba ansioso de trasladarse al campo. Roslyn, Frankie y Jim Bean
rehusaron quedarse en una de las habitaciones para huéspedes, prefiriendo el autobús.
Estuvieron encantados de que se les ofreciera un gran recorrido por toda la casa y los
terrenos circundantes.
Los padres de Jim Bean tenían una casa en Fisher’s Island, una casa en Georgetown,
una casa en Hobe Sound, un apartamento en el Dakotas en la ciudad de Nueva York y
un apartamento en Londres, pero se quedó pasmado por el increíble lujo de esta casa.
Era tan grande como un pequeño hotel. Algunas de las habitaciones eran enormes.
Los techos tenían una altura de seis metros en las habitaciones principales y por todas
partes había ventanas panorámicas que daban a unas vistas impresionantes. El cuarto de
baño principal era más grande y tenía más espacio que la mayor parte de las casas.
Desde el interior de la casa podía accederse a él de una parte desde el vestíbulo y de otra
parte a través del dormitorio principal. Ambas puertas se abrían a una habitación
graciosamente amueblada con multitud de espejos, pilas de alabastro y baldas de cristal
repletas de exótica y bella parafernalia. Había varias puertas con persianas que daban a
la ducha, bañeras, e inodoros. Desde uno de los inodoros y de la ducha había puertas
que daban a una sauna, que a su vez tenía una puerta que se abría a una plataforma justo
encima de la piscina, en la cual había un enorme jacuzzi. Danny retiró la cubierta de la
bañera de hidromasaje por si querían utilizarla y conectó el jacuzzi y la sauna.
Hicieron una cena ligera con la familia y después pasaron las siguientes horas
disfrutando del placer de permanecer en la sauna hasta que estuvieron a punto de
quedarse sin respiración, para saltar luego a la piscina helada, o disfrutar de los
remolinos de agua en la bañera de hidromasaje.
Se sintieron renovados, purificados. Jim Bean intentó explicar a Frankie y a Roslyn
que la razón por la que había tardado tanto en dejar Auroville era porque había
construido una piscina de agua de pozo en el pozo en donde Auro, el hijo de Dhyan, se
había ahogado el año anterior. Le gustaba California, pero la comunidad en Auroville se
había vuelto dependiente de él. Ya había habido problemas con la Sociedad Sri
Aurobindo. Aurocreación se había separado y cada uno se preocupaba de sus propios
asuntos. Él había estado contribuyendo con sus ingresos íntegros a ayudar al
mantenimiento de la comunidad. Sentía que era necesitado en Auroville. ¿Estaba
Roslyn dispuesta a regresar a la India?
—¿Para estar contigo? —preguntó.
—Para servir al Divino —respondió él.
—No tengo dinero —dijo ella.
—¿Por qué te preocupa eso? —replicó él—. Sri Aurobindo dijo: “La victoria es
segura”.
—No sé.
—No tenemos que decidirlo esta noche. Después de la boda de mi hermana podría
regresar aquí y volver juntos a Auroville. Podríamos pasar seis meses al año aquí y seis
meses allí —sugirió.
Frankie sugirió a Jim que comprara el gran solar de terreno vacío anejo al Patio del
Pavo Real.
Jim prometió pensarlo y hablarlo con sus banqueros de Nueva York.
Siguieron el camino a lo largo del lejano costado de la casa hasta un cierto punto.
Había allí un embarcadero en donde estaba anclado un pequeño yate y la vista del
Puente Golden Gate era perfecta. Desde el embarcadero podían ver una pequeña isla sin
casas, San Francisco y el Golden Gate.
Jim Bean dijo: —Me pregunto cuánto dinero obtuvo por este lugar. Probablemente
suficiente como para construir el Matrimandir.
Roslyn dijo: —Compró dos mil acres de terreno, liberando el terreno de Skylar al
darle un acceso y quiere utilizar la propiedad para una comunidad.
—¿Verdaderamente estás tan comprometida con este lugar como lo estabas con
Auroville? —preguntó Jim a Roslyn.
—No sé.
Frankie les dijo que no debían desperdiciar una noche tan hermosa preocupándose
por el futuro, sino que debían disfrutar de la noche, y así lo hicieron.
Unos días más tarde Jim Bean partió para Nueva York, a la boda de su hermana.
Antes de partir consultó el I Ching. El hexagrama que lanzó era, “El Pozo”. Lo leyó a
Roslyn. “Pueden mover la ciudad, pero no pueden mover el pozo”. Él lo interpretó con
el significado de que debía regresar Auroville.
Suzanne llegó la noche anterior a la partida de Jim Bean. Hubo un baile para celebrar
el final del primer trimestre de la nueva escuela que la ciudad había iniciado después del
verano. Jim Bean se puso su chaqueta Nehru de seda rosa y Roslyn vistió un antiguo
vestido afgano de terciopelo negro. Pasaron una velada maravillosa. Regresaron al
estudio después de la medianoche. Bliss estaba allí sola, durmiendo. Había encendido
algunas velas, así que el lugar estaba iluminado con un cálido y tenue resplandor cuando
abrieron la puerta. En un momento de la noche Bliss gateó dentro de su cama. Roslyn
estuvo totalmente complacida, apretada entre Jim Bean y Bliss.
La noche siguiente Jim Bean voló de regreso a Nueva York.
Frankie y Roslyn habían subido por una escalera hasta las estrellas, pero cuando Jim
partió a comienzos de septiembre, no ofreció ninguna cantidad de dinero, habiendo
gastado todo el que tenía en el desarrollo del rodaje en el que ellos estaban creando una
memorable película, al menos en su imaginación, ya que no en el celuloide. En realidad
nadie le había pedido dinero y el pago de la hipoteca de la casa del mes de agosto no se
realizó y al final del mes de septiembre se debía el pago de la hipoteca. Frankie envió el
pago de septiembre, y la compañía que había concedido la hipoteca envió una correcta
nota para decir que no aceptaban el pago de septiembre sin el previo de agosto en el que
había gastos añadidos de veintitrés dólares.
Frankie no le había dicho a Suzanne que no había realizado el pago de agosto, ni que
el pago de septiembre había sido rechazado. Él no quería gastar el dinero que había sido
devuelto del pago de septiembre, pero había gastos por la utilización de la cámara de
cine, y la escuela iba a comenzar. Suzanne estaba disgustada porque no podían
permitirse unos zapatos nuevos para los chicos, así que Frankie compró a los niños
zapatos nuevos.
En octubre había tres meses de retraso en los pagos de la hipoteca. Roslyn estaba
esperando que Jim Bean regresara a California en invierno, tras la boda de su hermana,
pero él la llamó para decirle que había decidido regresar Auroville más bien que volver
a California, y le ofreció comprarle a ella un billete para Madrás. Ella no sintió que
fuera una oferta aceptable. Se sintió como lanzándose por el acantilado, pero se fue a
pasar el invierno con un viejo novio en los Ángeles y aprender cómo insertar cuentas de
cristal en el cuero.
Frankie viajó a Los Ángeles un par de veces durante el invierno para visitar a Roslyn
y sus amigos y siempre se lo pasaron muy bien, pero la hipoteca no había sido pagada
desde agosto.
Por último, en febrero Frankie llamó a Roslyn para decirle que iba a volar a
Auroville para pedirle a Jim Bean que le prestara el dinero para pagar la hipoteca.
Roslyn le deseó: —Buena suerte. Pero no pudo imaginar que fuera a tener mucho
éxito.
Algunas semanas después Frankie estaba de regreso de India en donde ni siquiera se
había tomado la molestia de pedirle a Jim el dinero, puesto que estaba claro que todos
los recursos de Jim estaban dedicados al mantenimiento de Auroville; pero Frankie se
había prendado de Auroville y estaba ansioso por volver allí con Suzanne.
—Pero, ¿qué podemos hacer con la hipoteca? —preguntó Roslyn.
—Tienes que venir y quedarte en la casa para que yo pueda ir a Europa y persuadir a
mi madre de que me ayude.
—Está bien. Estoy mortalmente aburrida del panorama de aquí, pero, ¿qué haré
cuando regreses?
—No sé. Ya veremos. Algo ocurrirá. Viajaré a Los Ángeles el fin de semana para
recogeros a ti y a Bliss.
Así que Roslyn regresó a Bidonville. Todavía recibía ocasionalmente cartas de Jim
Bean diciéndole que pronto volvería, pero ella y Bliss estaban solas en la casa.
La casa sin Frankie era como montar en bicicleta con una rueda desinflada.
Un día el espejo del recibidor, sin razón aparente, se cayó y se rompió de arriba
abajo.
Una semana más tarde Roslyn habló con un amigo de Nueva York quien le dijo que
Dhyan se había caído desde el Matrimandir y estaba en coma. Jim Bean estaba muy
atareado ocupándose de ella.
Unas semanas después Frankie regresó de Francia sorprendiendo a todos los de la
casa y pagó la hipoteca con el dinero que su madre le había dado. Su amiga, She,
compró a Roslyn y a Bliss billetes para volar de vuelta a Auroville, como un regalo por
el aniversario del nacimiento de Sri Aurobindo, después de que Roslyn embelleciera
gratuitamente con cuentas de cristal toda su ropa de cuero.
CAPÍTULO XI
REVOLUCIÓN
Oh mortal, sobrelleva esta gran ley de dolor del mundo,
en tu penoso pasaje a través del sufriente mundo
apóyate para sustento de tu alma en la fortaleza del Cielo,
vuélvete hacia la elevada Verdad, aspira al amor y a la paz.
Un pequeño gozo te es concedido desde arriba,
un toque divino sobre tus humanos días.
Haz de tu camino diario un peregrinaje,
pues a través de las pequeñas alegrías y pesares te mueves hacia Dios.
“Savitri” de Sri Aurobindo
SEGUÍAN girando las ruedas del destino. Los niños de la Madre, sus luminosos y
deslumbrados ojos puestos en las estrellas, mientras sus pies comenzaban a deslizarse
en sendas traicioneras. Una invisible nube de desarmonía comenzó a formarse en la
atmósfera. Nadie supo reconocer la proximidad de una terrible confusión. Jose había
estado ocupado trabajando en el Matrimandir y viviendo en el Campamento de
Trabajadores. La oficina de administración de Auroville había construido un
campamento para los trabajadores del Matrimandir. Jose también había construido una
casa para Ethel y sus dos niñas pequeñas.
En lugar de matar a Ethel cuando se dio cuenta de que ella se entendía con un tipo
grande holandés, rompió la relación. Abandonó la casa y no volvió durante años. Tener
una habitación en el campamento estaba bien cuando podías regresar a tu mujer y a tu
confortable casa, pero justo vivir en el campamento y comer en el comedor no era lo
suyo. Se parecía a una prisión. Todo el mundo estaba inquieto con el sexo. La comida
era tan sosa que parecían raciones de ciencia ficción, aburridamente repetitivas.
Se levantaba cada mañana en su habitación que era como una celda, con la única
diferencia de que no había barrotes en la ventana y de que el techo era de hojas de
palma y estaba lleno de ardillas. Odiaba a las ardillas. Se ensuciaban sobre él. Se
despertaba cada mañana y se ponía loco si se tropezaba con alguna suciedad de ardilla
de camino al baño. Normalmente era el primero en levantarse. Todo estaba silencioso.
En quince minutos se encontraba en su lugar en el Matrimandir. No importaba cuán
temprano llegaba, o cuán tarde permanecía, desde el amanecer hasta el anochecer,
siempre había allí algunas personas trabajando, en ocasiones muchas personas. Todo el
mundo en Auroville parecía ir a trabajar en el Matrimandir en uno u otro momento. Él
los observaba con desdén. Llegaban, trabajaban durante una o dos horas, se quejaban de
su cansancio, paraban para tomar un té, y regresaban de nuevo algunas semanas más
tarde. Él trabajaba desde el amanecer hasta que oscurecía todos los días. Comenzaba a
empujar un carretillo cargado de tierra cuando llegaba por la mañana. Lo descargaba en
un montón. Luego regresaba donde cargaban los carretilleros con la tierra que extraían
del agujero de los cimientos y tomaba otra carga de carretillo. Lo descargaba.
Descansaba unas cuantas veces durante el día para comidas breves, para luego volver a
su carretilla. Descargarla. Por la noche se derrumbaba. Estaba exhausto. Después de un
par de años de empujar aquellas carretillas cargadas estaba en una gran forma, como un
levantador de pesos.
Comenzaba a volverse loco. Entonces una de las chicas francesas se fijó en él. Había
venido con un grupo de gente de Aspiración, vistiendo pantalones cortos y camiseta de
tirantes, para un volcado de hormigón. Dedicó una larga mirada a sus músculos
mientras él echaba una buena mirada a sus piernas y hombros. Jose pensó que era un
regalo para él, por todas las carretillas de tierra que había estado empujando y
descargando.
No podía llevarla a su habitación. Ella lo invitó a visitarla en su choza de Aspiración.
Pidió prestada una bicicleta y siguió a la furgoneta en la que ella regresaba a
Aspiración. Ella se quedó un poco sorprendida al ver que él aceptaba su invitación de
inmediato. Él sabía lo que iba a ocurrir, como así fue. Ella estaba segura de estar
enamorada.
Ella vivía con su hija pequeña en una habitación. Estaban enamorados. Querían estar
juntos. Querían dormir juntos. Querían despertarse en el mismo lecho. Carecían de
dinero. Él no había necesitado dinero hasta que la encontró. Había entregado todo su
dinero a Ethel cuando la dejó.
Una cabaña grande de tres habitaciones, vacía, estaba próxima a la de ella en
Aspiración. Decidieron trasladarse a ella. La cabaña había sido reservada para el uso
personal del Gerente de la Sociedad Sri Aurobindo.
El Gerente de la Sociedad Sri Aurobindo nunca había pasado ni una sola noche en su
cabaña. Alguna vez al cabo de los meses venía en su coche con algún visitante y les
mostraba la forma tan sencilla en la que vivía en Auroville, pero no vivía en Auroville.
Nunca estaba allí.
Al cabo de unas pocas horas de que Jose se hubiera trasladado a la cabaña, el Gerente
llamó a la policía, que llegó a Auroville con un documento que les ordenaba arrestar a
todo el mundo en la cabaña. Había siete hombres en la cabaña y se convirtieron en los
siete samuráis de la batalla que iba a comenzar.
Los siete samuráis fueron a la cárcel. Más tarde la comunidad prestó fianza por ellos.
Un discípulo de Madre, Víctor, escribió a la comunidad de Auroville:
“No, no es una pelea entre dos campos: es una elección evolutiva entre el pasado de
la tierra y su futuro. En última instancia, es la elección de la Tierra entera, como un día
hubimos de elegir entre Hitler (todavía otro “hermano”) y la Resistencia, o entre el
pitecántropo y el homo sapiens. Ahora hay otra especie. Es otra la vibración a captar y a
vivir."
Adjuntaba una carta que Sri Aurobindo había escrito el 13 de septiembre de 1936:
“No hay duda de que el odio y la maldición no son la actitud correcta; es verdad que
observar todas las cosas y todas las personas con una calma y clara visión, permanecer
desapegado e imparcial en el propio juicio, es una actitud yóguica totalmente adecuada.
Debe ser establecida una condición de perfecta ecuanimidad en la que uno ve todo como
igual, amigos y enemigos incluidos, y que no es perturbada por lo que los individuos
hacen o por los acontecimientos. La cuestión es si esto es todo lo que se nos pide. Si así
fuera, entonces la actitud general será la de una Neutral indiferencia hacia todo. Pero la
Gita, que insiste enérgicamente en una perfecta y absoluta igualdad, continúa diciendo,
‘Pelea, destruye al adversario, conquista’. Si no existe un propósito de acción general,
de lealtad hacia la Verdad y contra la falsedad, excepto para la propia sadhana personal,
entonces la indiferente ecuanimidad puede ser suficiente. Pero aquí hay un trabajo que
debe ser realizado, una Verdad que debe ser establecida contra la cual se han alineado
inmensas fuerzas, fuerzas invisibles que pueden utilizar cosas visibles y personas y
acciones como sus instrumentos. Si uno es entre los discípulos, el buscador de esta
verdad, uno debe tomar partido por la Verdad, debe enfrentarse a las Fuerzas que la
atacan y buscan sofocarla. Arjuna no quería estar en ninguno de los dos bandos,
rehusaba cualquier acción de hostilidad incluso hacia los agresores. Sri Krishna, que
insistió tanto en la igualdad, censuró enérgicamente su actitud e insistió en que luchara
contra el adversario, ‘Sé ecuánime —dijo— y viendo claramente la Verdad, pelea’. Por
lo tanto, tomar partido por la Verdad y rehusar hacer concesión alguna a la Falsedad que
ataca, ser resueltamente leal y contrario a los hostiles y los agresores no es
contradictorio con la ecuanimidad. Es el sentimiento personal y egoísta lo que debe ser
apartado; el odio y el rencor deben ser rechazados. Pero la lealtad y rechazo del
compromiso con los agresores y los hostiles, o transigir con sus ideas y demandas y
decir ‘Después de todo podemos condescender con lo que quieren de nosotros’, o
aceptarlos como compañeros y como parte de nuestra gente — esas cosas tienen una
gran importancia. Si el ataque fuera una amenaza física hacia la Madre, hacia el trabajo,
y hacia el Ashram, uno se daría cuenta enseguida. Pero, porque el ataque es de un tipo
más sutil, ¿puede ser correcta una actitud pasiva? Es una batalla espiritual interior y
exterior — mediante la Neutralidad y el compromiso o incluso la pasividad uno puede
permitir que las fuerzas enemigas avancen y destruyan la Verdad y a sus hijos. Si
prestáis atención a este punto veréis que si la ecuanimidad espiritual interior está bien,
la lealtad activa y toma de posición es también correcta, y que ambas no son
incompatibles…”
La yihad de Auroville había comenzado.
Al enviar a los aurovilianos a la cárcel, el Gerente de la Sociedad Sri Aurobindo había argumentado derechos de propiedad. Los aurovilianos debían luchar para liberar
Auroville de esta falsedad.
Algunos decían que tal vez sólo era un problema de malentendido entre los de la
oficina y los que estaban sobre el terreno, pero otros estaban de acuerdo en que ésta era
la oportunidad de Auroville de quitarse de encima la tutela de la Sociedad Sri
Aurobindo. Unos pocos aurovilianos registraron la “Sociedad de Auroville”. La
Sociedad Sri Aurobindo inmediatamente los llevó a los tribunales.
El Gerente de la Sociedad Sri Aurobindo trató de promocionarse a sí mismo como
Presidente, que había sido la función de la Madre en la Sociedad. Víctor lo acusó de ser
un asura.
La Sociedad Sri Aurobindo había estado recaudando dinero en todo el mundo “para
Auroville”. En septiembre de 1973, antes incluso de que Madre hubiera abandonado su
cuerpo, la Sociedad dejó de dar incluso la mínima cantidad que antes había estado
ofreciendo a aquellos que no tenían recursos personales y que estaban trabajando en un
proyecto reconocido, como el Matrimandir. Se rumoreaba que la Sociedad Sri
Aurobindo estaba comprando tierra y edificios en toda la India en nombre de la
Sociedad Sri Aurobindo con dinero que habían recogido para Auroville.
Cuando la Sociedad repentinamente cesó de dar jabón, pasta de dientes y ciento
cincuenta rupias por auroviliano y por mes, los aurovilianos hicieron causa común y
comenzaron un servicio de distribución llamado "Pour Tous". De inmediato quedó claro
que la única forma en que la comunidad podía sobrevivir era que quienes tenían
recursos personales compartieran con aquellos que carecían de ellos, para que todo el
mundo pudiera tener algo, incluso aquellos que habían estado dependiendo de
Prosperidad y habían quedado de repente desamparados, sin esperanza de obtener una
paisa.
Sin embargo la Sociedad Sri Aurobindo reclamó el derecho de tomar y administrar el
dinero de las manufacturas de Auroville. Aurocreación era el servicio que administraba
todos los productos de Auroville. Ellos querían dar todos los beneficios a Pour Tous. La
Sociedad Sri Aurobindo afirmó ser la propietaria de los beneficios y tener el derecho de
gastar ese dinero como le pareciera conveniente. Algunos habían conseguido algún
dinero en USA para plantar árboles y cuando el cheque llegó, la Sociedad Sri
Aurobindo se quedó con la mitad.
Si Auroville iba a sobrevivir, parecía que de alguna forma necesitaba establecer su
propia identidad legal. Mientras tanto un par de unidades de producción mostraron su
desacuerdo con la política de Aurocreación de entregar todo los beneficios a Pour Tous
y querían decidir por sí mismos cuánto dar y establecieron una administración aparte de
sus negocios.
La Sociedad Sri Aurobindo solicitó el préstamo de una colosal suma de dinero del
Banco Estatal de India usando como garantía las escrituras de los dos mil quinientos
acres de terreno que habían adquirido para Auroville.
La comunidad enloqueció. La paz y la armonía desaparecieron y se tornaron en
confusión. Nadie sabía en quién confiar. Los negocios no sólo rompieron con la
Sociedad Sri Aurobindo, muchos también rompieron con Aurocreación. Todos ellos
todavía contribuían algo para Pour Tous. Aurocreación se convirtió en una pequeña
boutique que sólo distribuía los productos de personas que tenían pequeñas industrias
artesanales y tuvieron que cambiar su nombre porque la Sociedad Sri Aurobindo
reclamó Aurocreación como perteneciente a la Sociedad Sri Aurobindo.
Todo el mundo parecía estar peleándose con todo el mundo para ver quién estaba al
cargo de qué.
Víctor envió a la comunidad una carta que comenzaba con un aforismo de Sri
Aurobindo:
“‘Gobiernos, sociedades, reyes, policía, jueces, instituciones, iglesias, leyes, aduanas
y ejércitos son necesidades temporales que nos han sido impuestas durante unos cuantos
siglos, porque Dios ha escondido Su faz de nosotros. Cuando vuelva a aparecer en su
verdad y su belleza, todas ellas se desvanecerán en esa luz.’
“Mientras tanto, dejemos que los aurovilianos sigan la más alta de sus consciencias y
los resultados estarán en exacta proporción a su sinceridad y a su liberación del ego.”
Parecía que la Sociedad Sri Aurobindo estaba intentando dar el paso de ocupar el
lugar de la Madre como administradora de Auroville. Estaban, no obstante, imponiendo
una forma diferente de administración que parecía insistir en el privilegio de los
derechos de propiedad. Ni se habían preocupado de establecer la confianza y el afecto
que todos tenían hacia la Madre. Simplemente presumían del privilegio de “estar al
cargo”.
Madre había dicho: “Auroville será una espiritual anarquía”.
Alguien escribió a Nolini, sucesor espiritual de la Madre en el Ashram de Sri
Aurobindo. Respondió con una cita de Madre y un comentario, “Quien está a favor de
unos y en contra de otros está fuera de la verdad”. “En el actual conflicto en Auroville,
ambas partes son ignorantes por igual”.
La Madre había dicho: “No política en Auroville”.
Era una revolución por la preservación y el mantenimiento del dharma, una batalla
contra la carencia del dharma. Auroville pertenecía a toda la humanidad.
Los residentes en Auroville estuvieron de acuerdo que era su responsabilidad
proteger Auroville de la mala administración de la Sociedad Sri Aurobindo. Madre
había dicho: “Las decisiones serán tomadas y cumplidas por las personas que viven en
Auroville”.
El Gerente de la Sociedad Sri Aurobindo no tenía derecho a tomar decisiones por
Auroville.
Después de que el Gerente de la Sociedad Sri Aurobindo utilizara a la policía para
reclamar su cabaña en Aspiración y hubiera siete hombres acusados con cargos, los siete
invitaron a todos sus amigos para que fueran y se sentaran con ellos en la cabaña.
Setenta personas acudieron y se sentaron en la cabaña. El Gerente vino para hablar con
la comunidad. Dijo que estaba dispuesto a perdonarles. Ellos le respondieron que sacara
de la cabaña sus pertenencias personales para que los aurovilianos pudieran ocuparla.
Él dijo que necesitaba la cabaña para mostrarla a las personas interesadas en
Auroville, potenciales donantes que estaban interesados en ver cómo él estaba viviendo
en una humilde cabaña, o cómo podrían vivir en una cabaña parecida en el caso de que
vinieran a Auroville.
La comunidad le dijo que no querían que recogiera dinero para Auroville a menos
que lo entregara a la comunidad sin ninguna restricción.
Él les dijo que era imposible. Que tenía responsabilidades hacia los donantes, debía
mantener cuentas, etc. Alguien dijo: “Eres un sinvergüenza”.
La comunidad había decidido entregar la cabaña a Jose.
El Gerente encogió sus hombros derrotado, recogió sus efectos personales de la
cabaña y se fue. No retiró los cargos contra los siete samuráis y tampoco retiró los
cargos contra la Sociedad de Auroville. Auroville había comenzado su etapa en los
tribunales, que en los diez años siguientes recorrería el sistema legal indio al completo,
incluyendo el Tribunal Supremo. Los días de “La buena voluntad hacia todos, la buena
voluntad de todos, es la base de la paz y de la armonía”, habían terminado
Jose se trasladó a la cabaña con su amiga francesa.
¡Era una victoria!
Víctor escribió a Auroville:
“Como sabéis, algunas personas en Aspiración han intentado dar alguna solución
para reorganizar este cuerpo colectivo, haciéndose cargo —mejor o peor— de
relaciones externas. No estoy aquí para juzgar sus méritos o su acierto — pero ellos lo
han intentado y convocado a todos los demás a unirse en el intento. Recibí una carta
sobre esto de mis amigos de Auroville.
“Así pues, tras una Administración de Auroville por la Madre Divina, Auroville tuvo
una Administración de Auroville por la Sociedad Sri Aurobindo y luego propuso una
Administración de Auroville por la Sociedad de Auroville, y ahora ha elegido una
Administración francesa de Auroville.
“Si esto es lo único que importa, no hay nada más que pueda hacerse, a no ser que
nadie administre Auroville o que se vuelva a llamar a la Sociedad Sri Aurobindo.
“Hay una fuerza que quiere destruir Auroville, que está destruyendo Auroville.
“Actúa en el nivel mental de la duda, de la desconfianza y de los celos, empujando a
los unos contra los otros.
“Si este movimiento se dirige hacia una Administración francesa, ¿por qué no una
Administración alemana para el año que viene? ¿o una Administración americana? ¿o
una Administración holandesa?
“Con esta manera de pensar todo está adulterado y corrupto desde antes de empezar.
“¿Se transformará Auroville en un colectivo de rábanos suecos, Matrimandires
italianos y vacas suizas?
“Auroville fue puesto allí por la Madre como un lugar consagrado a la
transformación Supramental. ¡La gente que está viviendo en Auroville tiene una
responsabilidad hacia la humanidad, la de realizar el yoga evolutivo de Sri Aurobindo!
“Si la senda tomada ahora por la comunidad es sólo reemplazar la administración de
la Sociedad Sri Aurobindo por la administración del grupo de Pour Tous, es una pérdida
de tiempo.
“Por supuesto esos líderes espirituales que han puesto a aurovilianos en la cárcel son
tan sólo seres humanos, hermanos de los que fueron a prisión. Todo es lo mismo. Todos
somos iguales. Todos somos hermanos, todos niños de la Madre.
“¡Todo carece de importancia!
“Auroville no está en cualquier parte. Está aquí, ha sido puesto aquí por la Madre
Divina. ¿Por qué?
“Sólo aquí hay una fuerza de confusión que puede igualar dharma con falta de
dharma. Cuidado.
“También yo soy un niño de la Madre, a pesar de que soy recibido con alegría por
muchos en Su Ashram y entre la Sociedad Sri Aurobindo.
“¡Auroville, levanta! Ponte sobre tus pies. Sé guiada por Su Divina visión y no por
burócratas insignificantes y detentadores del poder de pelo blanco.
"Con amor, Víctor.”
Dhyan había ido con sus niños a visitar a unos amigos que estaban construyendo una
cabaña cerca de la suya en Kottakarai. La niña pequeña, que tenía sólo dos años, todavía
quería estar en su regazo. El niño pequeño, Auro, se alejó. Ella y sus amigos tomaron el
té y charlaron sobre su vida allí en la comunidad. El agua era un problema para todo el
mundo. Sus amigos estaban orgullosos de haber comenzado a cavar un pozo abierto
cerca de su cabaña. Había un gran agujero con aproximadamente medio metro de agua
en el fondo.
Después del té, Dhyan se puso en pie, cogiendo a su hija, y comenzó a llamar a su
hijo. Éste no venía. Ella llamó y llamó. Se preguntaba si se había perdido y se había ido
a casa o a algún otro sitio. Sus amigos le dijeron que mirara en el pozo que ellos habían
estado cavando. Miraron dentro del agujero. Ella gritó, dejó a su hija pequeña sobre el
barro y se precipitó dentro del agujero para rescatar el cuerpo de su hijo.
Intentaron la respiración artificial. Después escucharon la bocina del autobús del
poblado y corrieron a cogerlo, para llevar al niño al hospital y ver si podían reanimarlo.
Enterraron a Auro al día siguiente en el exterior de la choza de Dhyan. Dhyan y su
pequeña estaban conmocionadas.
Las personas que habían cavado el agujero abandonaron Auroville.
Jim Bean estaba horrorizado. Se había encariñado mucho del niño, que a menudo le
visitaba por las tardes. Decidió convertir el pozo en un memorial del niño y en una
fuente de agua y una piscina para la comunidad.
Él y el padre de la hija de Dhyan trabajaron durante todo el día, todos los días,
durante seis meses, con los albañiles y porteadores, intentando calmar su dolor mediante
la transformación de este sitio de horror en algo hermoso para la comunidad.
Dhyan se las arregló para recuperarse de su dolor, tal vez porque estaba viviendo en
una comunidad. Era una familia grande y extensa. Su dolor pertenecía a todos ellos. Los
niños de sus vecinos se convirtieron en los hermanos de su hija, compensando al
hermano que había perdido.
Jim Bean estaba intentando contribuir al desarrollo interno de la comunidad
horneando pan para todo el mundo en Auroville. También ayudaba a financiar un taller
de cuero, una carpintería y una alfarería. La totalidad de sus ingresos estaban a
disposición de la comunidad. Pagaba la comida de toda la comunidad de Kottakarai
todos los meses. No estuvieron muy contentos cuando decidió ir a visitar a sus padres y
a Roslyn una vez que hubo terminado el pozo en primavera.
Cuando Madre estaba planeando Auroville, había situado originalmente el
Matrimandir a unos cien metros de donde está en la actualidad, justo en el lugar del gran
árbol Baniano que es el centro de Auroville. Antes de que comenzara la construcción, el
espíritu del árbol vino a Ella en una visión y le pidió que no lo cortaran, porque quería
participar en la aventura de Auroville. En la visión de Madre, ella veía el árbol como un
anciano espíritu que había venido para ofrecerse a la Nueva Creación y a través suyo el
mundo entero de la Naturaleza ofreciéndose simbólicamente para la transformación
Supramental. Madre aceptó esta aspiración y cambió de lugar el Matrimandir, dando la
bienvenida a la colaboración entre el pasado y el futuro.
Panditji también quiso ofrecer algo al Matrimandir. Confeccionó un yantra en oro, el
yantra Mahasaraswati de la tradición tántrica, y pidió colocarlo en los cimientos del
Matrimandir. Había llevado a cabo una intensa puja durante medio año para consagrar y
energetizar el yantra; lo llamó “armonía en las relaciones humanas”. En un principio a
nadie pareció importarle que el yantra fuera puesto en los fundamentos del Matrimandir.
Después se infiltró una duda. Surgió una cuestión sobre su oportunidad; después de
todo, Madre no lo había mencionado en ninguna de sus conversaciones sobre el
Matrimandir. Panditji sugirió que lo pusieran cercano al Matrimandir más bien que en la
estructura. Se produjo un debate durante un tiempo, hasta que fue olvidado.
Cuando Jim regresó a Auroville la batalla con la Sociedad Sri Aurobindo estaba en
pleno apogeo. Jim se quedó asombrado al escuchar que su nombre estaba en una lista
remitida por la Sociedad Sri Aurobindo al Gobierno de la India, que contenía las
personas de Auroville que no debían obtener renovación de sus visados.
La Sociedad Sri Aurobindo decía, “Nadie debe vivir en Auroville durante más de
cinco años. Después de cinco años deben marcharse para dejar sitio a otros”.
La situación era muy tensa y él no sentía que debiera marcharse en el tránsito entre la
primavera y el verano, cuando las temperaturas suben por encima de los 45 °C. Parecía
como si Auroville fuera a explotar. Jim había escuchado de Roslyn que ya había
regresado a Bidonville y que le estaba esperando. No había dinero suficiente. La gente
estaba hambrienta. Había una batalla legal por librar. Él se sentía necesario para la
comunidad.
El amigo de Dhyan tuvo un sueño en el que ella se caía del Matrimandir que, en
aquel tiempo, consistía sólo en cuatro estructuras y una plataforma a unos treinta metros
sobre los cimientos. Ella se rio. Tenía úlceras infectadas en sus pies y sus piernas.
Estaba cansada de limpiarlas y vendarlas cuidadosamente. No parecían mejorar fueran
cuales fueran las numerosas ocasiones a lo largo del día que las introdujera en agua
caliente, o fueran cuales fueran los desinfectantes, cremas o ungüentos que usara.
Finalmente desgarró en tiras un viejo longi amarillo, en el que estaba escrito en rojo
“Om namah Shivaya”, con las que envolvió sus heridas, y montó su vieja bicicleta
blanca hasta el Matrimandir, dejando a su hija con su vecina, que tenía una niña
pequeña aproximadamente de la misma edad. Había estado haciendo lo mismo cada
mañana durante meses.
Algunos le habían sugerido que dejara de trabajar durante unos días para dar a sus
heridas una oportunidad de curación. Ella creía que ningún daño podía ocurrirle
mientras estaba trabajando para el Divino.
No quería dejar de trabajar. Le gustaba trepar por la peligrosa escalera y le gustaba
colgar suspendida en el espacio, treinta metros por encima del suelo sobre una fina
rejilla de acero.
Una mañana había subido casi hasta la parte más alta de la escalera y se estaba
alzando ella misma con sus manos dentro de la plataforma, cuando cayó a través del
andamiaje golpeándose en su caída en las barras de hierro cada pocos metros, desde la
parte superior de la escalera hasta el suelo de los cimientos, en el fondo del gran agujero
que había sido excavado para la construcción, donde aterrizó de bruces. Se rompió la
mandíbula, el cuello, la espalda, el brazo.
Algunas de las personas de allí sacaron su destrozado cuerpo del agujero y la
llevaron al hospital cercano. Alguien fue en bicicleta a buscar una camioneta. El equipo
de personas que había estado trabajando con ella la movieron tan cuidadosamente como
pudieron, suponiendo que era urgente llevarla al hospital. Tenía fracturas y sangraba.
La sala de urgencias fue un horror. Finalmente hubo un médico que aceptó admitirla
en cuidados intensivos. Jim Bean acudió al oír lo que había ocurrido. Las personas que
la habían llevado estaban conmocionadas. El personal del hospital estaba abrumado.
Fue una suerte que llegara Jim Bean y dijera al hospital que no repararan en gastos. Les
suplicó que hicieran cualquier cosa que pudieran por ella. El dinero no era un problema.
Organizó un turno de asistentes aurovilianos, de forma que no sólo había con Dhyan
una enfermera privada durante todo el tiempo, sino además dos aurovilianos. Un
ambiente de amor y de afecto podría facilitar su recuperación.
Víctor envió una carta a Auroville:
“Es necesario que en Auroville se comprenda que este accidente no fue un accidente.
No soy un especialista en Kali, pero Madre me enseñó a ser capaz de ver a través de lo
que está ocurriendo. Si pensáis que no conozco lo que está ocurriendo en Auroville estáis equivocados. Puedo ver exactamente lo que está ocurriendo allí. No soy ciego.
“Con respecto a ese accidente, cada uno debe encontrar su causa en sí mismo y en
sus deficiencias individuales. Ésa es la causa real, la condición general de la comunidad,
no la de un solo individuo o un grupo. Todos sois igualmente responsables. Si alguno
siente que esto no tiene nada que ver con él, es que no comprende que cualquier cosa
que ocurre a un miembro de la comunidad es el karma de la comunidad entera.
“Auroville debe luchar contra la falsedad de la división interna. Aquellos que dicen,
‘Nosotros estamos construyendo el Matrimandir’, esa falsedad penetra en el
Matrimandir.
“Este accidente ocurrió porque hay una discordia en la armonía de fuerzas que
construye la misma base de la realidad. Para que ocurra un accidente así la discordia
debe ser terrible, así pues no es Kali la que habla, sino la Madre.
“En una de mis conversaciones con la Madre, ella me dijo, ‘Auroville es una Torre
de Babel a la inversa’.
“Hace miles de años la humanidad se juntó para construir la Torre de Babel y
acabaron divididos. Ahora la humanidad se reúne de nuevo para conseguir unirse. El
Matrimandir es el símbolo de esa unidad. ¿Cómo puede ocurrir un accidente así en el
Matrimandir, a menos que Madre necesite hacernos conscientes de que estamos
perpetuando la división más bien que sustentando la unidad?
“Todos esos pequeños yoes que andan gritando, yo, yo, yo, y se consideran a sí
mismos como separados de este accidente, o de la expulsión de dos aurovilianos y de la
persecución y el encarcelamiento de otros por la policía, no han entendido que hay un
único Yo en Auroville, la Madre.
“El Matrimandir es Su nuevo cuerpo. Es en la Materia que esta unión de consciencias
debe manifestarse. Es en la Materia donde el yoga de la Madre debe ser vivido. Es a
través de la Materia, la materia del cuerpo transformado, como el verdadero
Matrimandir está siendo construido.
“El Matrimandir será el reflejo de aquello en que la comunidad de Auroville se
convierte mientras lo construye.
“Las personas son transformadas y una nueva especie nacerá. El Matrimandir tendrá
sentido sólo si el Babel de Auroville es demolido.
“Debo añadir que este ataque sobre Auroville no viene de fuera, sino de dentro.
"Con amor, Víctor”.
CAPÍTULO XII
DE VUELTA AL CALDERO
La fortaleza de tu espíritu te hará una con Dios,
tornará en éxtasis tu agonía,
intensificará la indiferencia hasta la calma del infinito
y la alegría reirá desnuda sobre los picos de lo Absoluto.
“Savitri” de Sri Aurobindo
AUROVILLE estaba hermoso al final de agosto, tras el monzón de verano. Todo estaba
muy verde. Siete años antes, cuando Roslyn llegó a Auroville por primera vez, en el
mes de agosto, era una tórrida y polvorienta planicie de tonos amarillos y grises.
Durante estos siete años, esta planicie reseca había comenzado a convertirse en un
exuberante oasis.
El autobús se detuvo cerca del centro, en la nueva cocina comunitaria construida por
Vasudeva para los trabajadores del Matrimandir, llamada “Cocina de la Unidad”.
Roslyn y Bliss dejaron sus maletas en la Cocina y caminaron hacia el Matrimandir.
Desde la carretera podían oír el inconfundible sonido de la hormigonera. Roslyn nunca
había olvidado el hormigonado de los cimientos del Matrimandir. Habían sido treinta y
seis horas ininterrumpidas vertiendo cemento fresco en el fondo del gran agujero para
formar un bloque compacto que jamás pudiera agrietarse. Todo el mundo de Auroville
estaba allí. Muchas personas del Ashram vinieron para ayudar. Muchas permanecieron
desde el principio hasta el final. Hubo un continuo suministro de sándwiches de
mantequilla de cacahuate y mermelada y zumo de limón, té y café, en el pequeño
cobertizo que servía como salón de té. Todo el mundo era bien recibido fueran cuales
fueran sus intereses. El trabajo continuó a lo largo de treinta y seis horas. Había una
atmósfera increíble, como si todo el mundo estuviera embriagado de gozo, extasiado de
participar en la tarea de verter una enorme cimentación de hormigón. Roslyn recordaba
haber estado fascinada por la atmósfera y pensando, “Sólo Madre podía transformar una
cimentación en una fiesta”.
Aquella mañana, muchos, muchos aurovilianos estaban trabajando en el Matrimandir
y todo el mundo parecía muy contento. La gente arrojaba sus bandejas de arena y venían
a abrazarla y a darle la bienvenida por su regreso. Bliss saltaba de alegría. Roslyn estaba
abrumada de estar en Auroville y entusiasmada por los cambios que había notado.
Estaba sorprendida y feliz de ver cuánto había progresado el Matrimandir. La luz
brillante del sur de la India parecía haber caldeado las fibras de su corazón. Había vuelto
a casa. La gente de Auroville, con sus franelas sin mangas y sus pantalones cortos,
trabajando juntos en la construcción del Matrimandir, era su gente. Alguien le dijo que
Rhoda la esperaba en Kottakarai.
Siguió un sendero a través de un pequeño barranco, atravesando campos de grano,
por encima de pequeños diques de tierra, hacia un bosque de casuarinas. Allí había una
pequeña choza en construcción. Supo que era el bosque de Jim Bean. Increíblemente,
reconoció la tubería que sobresalía de la tierra como el pozo a donde Madre le había
dicho que se trasladara en 1970, cuando Edward y Jane se estaban peleando con ella.
Esperó que la cabaña fuera para ella, aunque era muy pequeña.
Preguntó a los trabajadores dónde estaba. Un tamil desdentado, flaco, de baja
estatura, con pelo largo y fibroso y una enorme y animada sonrisa, le dijo que él era el
vigilante y que ésta era su casa. Ella le pidió indicaciones para ir a casa de Rhoda. Él la
guió a través de la foresta, por una estrecha senda. Allí había una hermosa construcción
de madera con tejado de teja, frente a una gran cabaña techada con paja. Constance, el
marido de Rhoda, le dio la bienvenida en el porche y envió a un trabajador en bicicleta a
recoger sus maletas al Centro.
Rhoda había preparado una habitación para Roslyn y Bliss en su casa, trasladándose
con Constance y sus dos niños a la otra habitación, que era además el sitio donde
cocinaban y comían. Rhoda y Constance habían empleado años en construir la “Never
Never Pottery”. Era un hermoso lugar para hacer cerámica, pero el proyecto todavía no
había fabricado ninguna pieza. Estaban experimentando con la arcilla y terminando los
hornos.
Rhoda era muy tímida, y hermosa. Su hijo era el mejor amigo de Bliss desde el día
en que se conocieron, cuando ambos tenían dos años. El niño apareció repentinamente
entre la casa y la alfarería, abalanzándose sobre Bliss.
Justo en ese momento, apareció Jim Bean caminando por la polvorienta senda. Había
empleado la mañana horneando pan para la comunidad de Auroville con Gary, el padre
de la hija de Dhyan. Llevaba en su mano una barra de pan recién hecho que ofreció a
Roslyn. Los niños estaban a su lado, pidiendo a la vez: —“Dame, dame”. Ella partió un
trozo para cada uno y otro para ella misma. Lo puso en su boca. Le pareció la cosa más
deliciosa que jamás había probado. Silenciosamente se rio de sí misma por ser tan
imposiblemente romántica, y entonces miró a Jim.
Él la miraba a ella, y súbitamente habían regresado a ese espacio en donde el resto
del mundo desaparecía. Jim se disculpó por no haberla ido buscar al avión. Roslyn dijo
que lo entendía. De algún modo habían entrado en la casa de Rhoda y estaban
acurrucados uno junto al otro en la cama de uno de los niños; conmocionados hasta la
delicia ambos se sintieron uno con el otro.
—Hay una cápsula vacía cerca del pozo —sugirió él.
—¿Podremos Bliss y yo vivir en una cápsula? —preguntó ella.
—Yo lo hago, y me gusta —replicó él.
—Sí, estoy segura que sería mejor para todos que si me quedo aquí, asintió. ¿Está
lejos de tu cápsula? ¿Es muy pequeña? —preguntó.
—En una cápsula hay probablemente espacio suficiente para que tú y Bliss podáis
dormir. Tendrás que dejar tus cosas en la despensa donde yo guardo las mías. Mi
cápsula está justo atravesando el campo vecino.
—Sospecho que tendré que construir algo donde vivir —dijo ella—. No tengo mucho
dinero.
—No te preocupes. Te ayudaré.
No estaba preocupada. Preguntó por Dhyan.
Jim contestó: —Sabe que has venido y está esperando verte.
Y continuó: —Está comenzando a tener unas llagas terribles y nada de lo que hemos
intentado parece aliviarla. Es un milagro que esté todavía viva. Para ella es terrible. Lo
primero que dijo fue: “Desearía haber muerto”. Llora frecuentemente. Intenta ser fuerte,
pero es muy duro para ella. En el hospital querían operar su espina dorsal nada más
sufrir el accidente, pero fueron temerosos porque pensaban que no tendría la fortaleza
necesaria para sobrevivir a la operación.
Roslyn no podía siquiera imaginar cómo sería sufrir una lesión corporal tan grave.
Estaba contenta de que Dhyan hubiera pedido verla al día siguiente. Siempre habían
sido amigas. Auro venía a casa con Bliss cada día y lo pasaban jugando, y
habitualmente regresaba a su casa con el ama al final de la tarde. Había sido un niño
encantador que parecía ser capaz de entretenerse interminablemente por sí mismo con
las cosas más simples. Roslyn había estado muy encariñada con él. Quería formar parte
del grupo que ayudaba a Dhyan a volver a ponerse en pie.
Hasta ese momento, Dhyan había rehusado ver a su hija, Aura. Esa tarde la pequeña
vino para jugar con Bliss. Se la veía muy triste.
Al día siguiente Roslyn fue con Bliss al hospital. Dhyan parecía espléndida. Estaba
acostada entre inmaculadas sábanas blancas. Su cuello era mantenido en tracción. Su
brazo estaba escayolado desde los dedos hasta el hombro. Tenía grandes cicatrices
recién curadas en su cara. Además, aquí y allí, había un surtido de tubos conectados a su
cuerpo.
Parecía una sacerdotisa. Estaba radiante. Una anciana sabiduría iluminaba sus ojos
que eran más bellos que zafiros. Estaba viva, y eso parecía ser lo importante. Dhyan les
ofreció pastel que Gary había horneado. A pesar de que ella no podía tomar nada sólido,
él le enviaba diariamente un pastel desde la panadería.
A pesar de los alambres que mantenían juntas sus mandíbulas y de su pérdida de
dientes, podía hablar, y ser entendida. Era cautivadora. Su personalidad era más fuerte
que sus lesiones. Estaba determinada a recuperarse completamente. Víctor le había
dicho que era su trabajo especial para la Madre. Roslyn creía que ella tenía el coraje
para enfrentar el gran desafío de recuperarse, y estaba deseosa de aportarle cualquier
cosa que pudiera ayudarla. Preguntó si podía incorporarse al equipo de asistentes.
Dhyan dijo: —No, pero te llamaré para que vengas a visitarme.
No había signos de la depresión que Jim Bean había mencionado a Roslyn.
Roslyn le preguntó por qué no había llamado a su hija para que la viera.
Dhyan replicó: —Me da miedo que se asuste al verme así.
—¡Pero estás magnífica! —le dijo Roslyn—. Parece estar temerosa de que hayas
desaparecido y no regreses, como Auro. Necesita verte.
Dhyan preguntó a Bliss si querría traer a Aura a verla.
—¿Por qué incluyes a Bliss? —preguntó Roslyn.
—Será más fácil para ella si hay aquí otra niña, especialmente Bliss.
—De acuerdo. ¿Puede traerlas Jim mañana?
—Gracias —dijo Dhyan. Roslyn sujetaba su mano y había allí una gran fuerza de
amor y de afecto entre ellas.
Roslyn regresó a Kottakarai en el autobús, a la cápsula, un pequeño tetra octaedro
con una plataforma hexagonal elevada bajo un techo de palma. La cápsula estaba
próxima al pozo abierto en donde Auro se había ahogado, que Jim había transformado
en una hermosa piscina. Compartió un colchón con Bliss. La cápsula no tenía espacio
suficiente para dos colchones.
Roslyn fue a trabajar a la Cocina de la Unidad. Escuchó a gente en Auroville
comadreando que Víctor estaba visitando a Dhyan regularmente. Decían que él había
interpretado que Dhyan había sido escogida para hacer el trabajo de transformación
Supramental por la comunidad. Todo el mundo estaba impresionado de que el famoso
Víctor, un eremita, estuviera visitando a Dhyan en el hospital.
Roslyn y Jim Bean pasaban juntos cada momento que él no estaba con Dhyan.
Roslyn comenzó a construir una cabaña en el bosque cerca de la cápsula de Jim. Una
tarde estaba sola en la despensa y apareció Auro, un pequeño fantasma resplandeciente.
Él le dijo: —¿Dónde está Jim?
—Está construyendo mi casa —replicó ella al fantasma de Auro.
La pequeña visión luminosa que parecía Auro replicó: —¿Por qué te construye una
casa? Yo ya te he construido una.
Súbitamente apareció una visión de la casa más hermosa que Roslyn hubiera visto
jamás. No tenía nada que ver con la cabaña que estaba construyendo. Era una casa como
un canto, un himno de armonía en el espacio. ¡Veía una gran casa blanca radiante, con
columnas y suelos blancos brillantes, con jardín dentro y fuera!
Tan hermosa que era algo inalcanzable, inimaginable. Le dijo al fantasma: —
¡Necesito una casa aquí, en este mundo material, no allí!
Él rio y desapareció.
En ese preciso momento, Jim Bean entró en la despensa moviendo su cabeza.
Roslyn lo miró y preguntó: —¿Ocurre algo?
Él replicó: —Tu casa se ha derrumbado sobre mi cabeza.
La cabaña que ella estaba construyendo se había derrumbado sobre él. Los
trabajadores lo habían extraído inmediatamente y, milagrosamente, no había resultado
seriamente dañado, aunque había recibido un buen golpe en la cabeza.
—Estoy apenado con lo de tu cabaña. Tendremos que comenzarlo todo de nuevo. Tal
vez pudiéramos construir algo al otro lado de mi cápsula en el hortal. Le pediré a Gary
que nos ayude. Él sabe más de este tipo de cosas.
Lo tomó entre sus brazos. —No me importa que la cabaña se haya derrumbado. Me
preocupa que cayera sobre ti.
En el lugar donde la cabaña se había desplomado, plantaron un árbol de la variedad
que Madre había designado como “El Comienzo de la Manifestación Supramental”, y
construyeron una cápsula grande en la plantación de mangos a sólo unos pocos metros
de la cápsula de Jim.
El campo tenía un cercado natural. No había aparente suelo superficial. Había una
pareja de pequeños escuálidos árboles de guayaba.
Ocasionalmente Jim Bean pasaba una noche con Dhyan en su habitación del hospital,
pero normalmente estaba en el bosque. Casi todas las mañanas antes de la aurora
llegaba a la cápsula de Roslyn y la llamaba suavemente. Ella saltaba y gateaba fuera de
su acogedor nido y se sentaban juntos, en un rincón del pozo, en la cápsula de él, bajo
un árbol, en cualquier parte, y a veces él leía en el suave resplandor de las linternas un
canto de Savitri mientras el sol ascendía. Frecuentemente Ivar, su amigo holandés, los
acompañaba.
Un día Jim Bean dijo a Roslyn: —Éstos son días paradisíacos que nos han sido
concedidos para darnos fortaleza ante lo que está por venir.
Él todavía hablaba sobre seis meses al año en América y seis meses al año en
Auroville, dependiendo de Dhyan.
Roslyn visitaba a Dhyan una o dos veces a la semana y ambas esperaban esas visitas.
Dhyan parecía estar fortaleciéndose. La escayola desapareció de su brazo,
desaparecieron los tubos, aprendía a controlar su vejiga y su esfínter, y las llagas
estaban desapareciendo gracias a una crema muy buena que alguien había traído de
Alemania. Cada vez que Roslyn iba a ver a Dhyan, estaba más convencida de que a la
postre volvería a ponerse en píe.
Una tarde Roslyn estaba sentada con Dhyan. Estaban riendo juntas cuando entró
Víctor en la habitación.
Miró a Roslyn. —Disculpa; me gustaría estar unos minutos con Dhyan.
Roslyn salió y se sentó en el porche con uno de los asistentes.
Todo el mundo parecía creer que Víctor era maravilloso. Sin saber por qué a ella le
atemorizaban sus glaciales ojos azules.
Cuando él salió, le dijo: —Puedes entrar.
Entró y continuaron su conversación con Dhyan. Se separaron con aprecio y afecto.
Jim Bean venía a cumplir su tarea cuando ella salía. Se dijeron hola y adios, y ella
tomó el autobús de la aldea de regreso a Kottakarai, a su cápsula y a Bliss.
Jim llegó a la mañana siguiente. Parecía estar enfadado con ella.
—¿Pasa algo? —preguntó.
—¿Qué le hiciste a Víctor?
—Nunca le he hecho nada a Víctor. Vino ayer mientras yo estaba visitando a Dhyan.
Les dejé solos porque él me lo pidió. Sólo lo había visto una vez antes. Yo estaba con
Panditji en uno de sus paseos de la tarde. ¿Paseaste alguna vez con Panditji por la tarde?
Jim asintió con la cabeza. Había estado en los paseos de la tarde con Panditji.
—Paseábamos alrededor del Ashram en Pondi y repentinamente este francés
pequeño, flaco, de pelo gris, se arrojó a los brazos de Panditji. Panditji lo abrazó
brevemente, algo que yo jamás le había visto hacer con ningún otro, y lo soltó,
sonriéndole.
—Me pareció muy extraño. Este hombre estaba haciendo todo lo posible por
demostrar intimidad y afecto, pero sus ojos eran como de hielo.
—Continuamos nuestro paseo. Panditji me dijo: —“Este es el gran Víctor”.
Jim dijo: —Víctor estaba furioso por haberte encontrado con Dhyan ayer. Él le dijo
al asistente que no deberían permitirte ver a Dhyan porque eres una bruja tántrica.
—Está loco. Cuando veo sus ojos pienso, “Tal vez la próxima vez nazca como un ser
humano”.
—No digas eso —le amonestó Jim.
—No me vas a decir que te has convertido en uno de sus devotos. Roslyn no podía
creer lo que estaba sucediendo.
—Dhyan lo respeta.
—Mierda. ¿Por qué?
—No debes volver a visitar a Dhyan.
—Es injusto. Disfruto visitándola. Ella disfruta con mis visitas. Esto conserva viva la
amistad entre nosotros tres. Es importante que Dhyan y yo nos veamos.
—No es posible. Víctor le ha prohibido que te vea. Les dijo a los asistentes que te
prohibieran la entrada. Ella cree que él la ayudará a ponerse bien. Es sólo hasta que esté
mejor. ¿Quieres venir hoy conmigo a ver al Dr. Sen?
El Dr. Sen era un famoso cirujano de Pondicherry a quien Jim quería consultar sobre
el diagnóstico de Dhyan. Cogieron con ellos las radiografías y tomaron el autobús que
los llevó a la ciudad y se sentaron en la antesala, esperando escuchar alguna opinión de
este doctor tan respetado.
Había visitado a Dhyan nada más producirse el accidente, había visto las radiografías
entonces y aconsejado una intervención inmediata.
Les explicó que al haber pasado varios meses desde el accidente ya no era posible
realizar esa operación. Creía que no había nada que él pudiera hacer. A juzgar por las
radiografías le parecía como si la médula espinal hubiera sido cortada en ese punto, y
que era poco probable que pudiera volver a andar. Sugirió que recibiera alguna atención
psiquiátrica que le ayudara a enfrentarse con el trauma.
Jim Bean dijo: —No puedo aceptar esto. La llevaré al hospital especializado Stoke
Mandeville en Inglaterra. Allí recibirá el mejor tratamiento.
Dr. Sen dijo: —Tengo un amigo jubilado del Stoke Mandeville que vive en Delhi. Si
puedes llevarla a Madrás tal vez estaría dispuesto a venir y encontrarse con ella para una
consulta.
—¿Quieres venir a Madrás conmigo? —preguntó Jim Bean a Roslyn cuando
estuvieron de vuelta en la calle.
—Me gustaría —dijo, sonriéndole. Él parecía sentirse como si le hubieran disparado
con una pistola de elefante. Ella no podía hacer nada para ayudarle. Todo dependía de
Dhyan.
—Podríamos coger una furgoneta y aprovechar para adquirir algunos árboles frutales
para el campo de mangos —replicó él, sonriendo tímidamente.
Al día siguiente Jim Bean recibió una nota de Víctor:
“Cada vez que una nueva verdad ha intentado manifestarse sobre la tierra, ha sido
atacada inmediatamente y corrompida, echada a perder, por fuerzas pseudo espirituales
que representaban una espiritualidad del pasado, pero era precisamente esa
espiritualidad la que la nueva verdad quería superar. Por poner un ejemplo sacado de la
historia, repleta de desafortunadas ‘desviaciones espirituales’, el Budismo ha sido
largamente adulterado en la mayor parte del mundo por un Budismo completamente
tántrico y mágico. La falsedad no está en la antigua espiritualidad que la nueva verdad
busca superar, sino en el hecho recurrente de que el pasado se aferra a sus poderes,
métodos y reinado. Como Madre acostumbraba decir, en sus sencillas palabras, ‘El mal
está en permanecer atrapado allí’. Sri Aurobindo con Su omnipresente humor decía:
‘Las verdades espirituales del pasado están perfectamente bien allí donde están — en el
pasado’. Podría suponerse que este fenómeno pudiera volver a repetirse en la actualidad.
En India, el Tantrismo representa una poderosa disciplina del pasado, y fue inevitable
que Madre experimentara lo mejor y lo peor de este sistema en Su intento de
transformar todos los medios y todos los elementos de la vieja tierra. En la Agenda se
habla abundantemente de X, símbolo del Tantrismo. Ocurre que nosotros somos testigos
del mismo fenómeno de ‘desviación’, y que este mismo Tantrismo intenta malversar la
nueva verdad convenciendo a tantos adeptos como sea posible para que no repitan el
Mantra de la Madre, con el argumento de que es ‘demasiado avanzado para el común de
los mortales’, y reciten en su lugar mantras tántricos. Esto es un intento de ocupar el
lugar de Madre. Uno debe ser muy ignorante del funcionamiento de las fuerzas para no
comprender que, repitiendo un mantra de los viejos dioses, uno se pone a sí mismo bajo
la influencia y en la órbita de todo eso. Madre había previsto esto y nos advirtió en una
entrevista del 16 de octubre de 1963. Desafortunadamente, hemos querido creer hasta
ahora que el Tantrismo se transformaría a sí mismo. No es así. El Tantrismo busca
ocupar el lugar de Madre y desviar a aquellos que no son lo suficientemente sinceros
para querer sólo Una Cosa: el nuevo mundo. Para aquellos que son suficientemente
sinceros nosotros revelamos la falsedad de la persona llamada X. Víctor”.
Jim Bean arregló las cosas para que una furgoneta los llevara a él y a Roslyn a
Madrás. Francis y uno de los asistentes llamado Boy preguntaron si también ellos
podían utilizar la furgoneta, puesto que tenían cosas que hacer en Madrás. Boy estaba
deseoso de ayudar a Jim a encontrar el mejor tratamiento para Dhyan. Francis
necesitaba un nuevo pasaporte y algunos árboles.
Había un sagrado misterio alrededor de Dhyan. El suyo iba a ser el cuerpo
transformado. Ninguno de ellos estaba dispuesto a admitir que ella pudiera necesitar la
misma terapia que pudiera aplicarse a mortales de menor importancia escogidos para un
trabajo menos ensalzado. Ella había sobrevivido para guiar a la comunidad en la
transformación Supramental. Era un cometido sagrado. Tantra, medicina, todas las
antiguas vacas sagradas eran crucificadas en la senda hacia el nuevo ser.
Boy les recordó que Víctor había dicho a Dhyan: “Los médicos no pueden hacer casi
nada. Debes confiar en Madre. Madre lo puede todo”.
A Roslyn esto no le sonaba a la Madre, quien había escrito en la Carta de Auroville:
“Aprovechando la ventaja de todos los descubrimientos del exterior y del interior,
Auroville avanzará audazmente hacia futuras realizaciones”.
Se dirigieron al Hospital General de Madrás y se reunieron con el gran
neurocirujano. Examinó las radiografías y estuvo de acuerdo en aceptar el caso.
Recomendó tomar una habitación para Dhyan en una selecta Clínica. Fueron a la
Clínica e hicieron los arreglos necesarios. El doctor de Madrás estuvo de acuerdo en
invitar al especialista del Stokes Mandeville para una consulta. Quedó concertado que
sería ingresada a la semana siguiente. Era un hermoso lugar. Un agradable y bien
cuidado edificio de estilo colonial, rodeado con un gran jardín inmaculadamente
cuidado. Las habitaciones eran amplias, luminosas y primorosamente amuebladas.
Cada habitación estaba dotada de un diván para que pudiera dormir un asistente. El
mobiliario no era estrictamente institucional. No había armarios metálicos, y había sillas
confortables, mesas de madera, atractivas fundas de cojines y cortinas. Cualquier tipo de
terapia que fuera prescrita por el doctor estaría disponible para ella en la Clínica. Tenían
un excelente fisioterapeuta. No se hizo mención de incluir un psiquiatra.
Fue una mañana larga y no muy agradable, pero ellos habían resuelto lo que en
principio debían resolver. Se sintieron con el derecho a descansar y disfrutar de la mejor
comida de la ciudad. Acordaron ir al bufé del Connemara, pero primero llevaron a
Francis al consulado de US para que pudiera ocuparse de su pasaporte.
En el medio del día estuvieron listos para la comida. Todos estaban hambrientos, así
que durante un rato no hubo mucha conversación.
Era la primera oportunidad que Roslyn había tenido para hablar con Francis desde
que volvió de USA. Había escuchado el chisme de que había sido deportado por la
Sociedad, y se preguntaba si había algo de verdad en la historia, así que le preguntó: —
¿Verdaderamente fuiste deportado de la India?
Francis replicó: —No, no fui deportado. Naren y yo recibimos Avisos de Expulsión
del Gobierno de la India en los que se fijaba el plazo de quince días para abandonar el
país. Decidimos volver a USA, obtener nuevos visados y regresar.
—Creo que al Gerente de la Sociedad no le caíamos bien, y transmitieron al
Gobierno de la India alguna tontería como que nosotros éramos espías que trabajábamos
para el gobierno americano.
—Lo absurdo del asunto es que la única organización en India con la que los
americanos se relacionan es la Sociedad, por cuestión de impuestos. Para nosotros
estaba claro cuando regresamos que Auroville debe establecer su propia identidad.
Estuvimos en USA tres meses intentando recaudar dinero, principalmente para
Auroville. Por supuesto recaudamos algún dinero para plantar árboles, pero entonces,
como era una donación deducible en los impuestos, se transfirió a través de la Sociedad,
y ellos se quedaron con la mitad.
—Estábamos verdaderamente cabreados con este asunto.
—Naren y yo decidimos que era el momento de regresar. Fuimos a la Embajada
India en Nueva York cruzando los dedos y pedimos un visado. Para que resultara más
simple, pedimos visados de turista. Regresamos por la tarde y nuestros pasaportes
habían sido estampados con relucientes nuevos visados.
—Conseguimos contenernos mientras estábamos en la Embajada, pero en el
momento en que salimos a la calle rompimos a gritar de alegría y a reír de lo fácil que
había sido darle la vuelta a la Sociedad. Canjeamos los billetes de ida y vuelta
adquiridos para ayudarnos a obtener nuestros visados, por billetes de sólo ida, y
estuvimos de camino al día siguiente.
Jim, Roslyn y Boy mascaban sus comidas con buena gana. Francis continuó con su
historia.
—Llegamos a Bombay, ¡Hi-Ho the derry-o! Nos dirigimos confiadamente a
Inmigración, y cataplof. Examinaron nuestros pasaportes y dijeron: —“Por favor,
vengan conmigo”. Nos llevaron junto con nuestros pasaportes a una oficina. El letrero
del escritorio decía, Jefe de Inmigración, aunque él no estaba. Frente al escritorio había
dos sillas vacías. El tipo dijo: —“Por favor, tomen asiento”.
—Yo protesté: —“Me están esperando. No dispongo de tiempo. Si quiere, puedo
volver mañana, etc.” El tipo llamó a algunos de sus amigos y, todavía muy
educadamente, nos invitó a sentarnos.
—Esperamos allí, y esperamos, y esperamos, hasta que llegó un poli gordo y se sentó
tras el escritorio. Dijo que había dispuesto un vuelo para devolvernos a USA esa misma
tarde. Quería que le diéramos 1.252 $ cada uno.
—No queremos regresar a USA. Usted tiene nuestros pasaportes. Nosotros tenemos
visados turísticos válidos para los próximos tres meses en India —dije.
—“Pero ustedes no son turistas, son espías extranjeros, y no se les permite entrar en
la India” —dijo el hombre grande tras el escritorio.
—Naren preguntó: —“¿Puedo hacer una llamada de teléfono?”
—El poli replicó: —“Por favor, denme el dinero de sus billetes y cojan el vuelo a
Nueva York”.
Francis continuó con su relato. —No tenemos tanto dinero —le dije al poli.
—“Entonces llamaremos al Consul Americano y le pediremos su repatriación.
Pueden esperar en la Sala de Tránsito” —nos replicó.
—Nos llevaron a la sala de espera de tránsito VIP que estaba vacía, y nos dijeron que
si abandonábamos la sala quedaríamos arrestados y conducidos a prisión.
—Les pedimos algo para comer y beber. Alguien trajo una taza de té y algunos
dulces y aperitivos.
—Nos sentamos preguntándonos qué ocurriría. Tras la tarde llegó la noche y,
finalmente, llegó alguien del Consulado de US. Le dijimos que no queríamos ser
repatriados. Estuvo de acuerdo en decir al Oficial de Inmigración que el trámite tomaría
unos cuantos días, y en llamar a Auroville e informar a la comunidad que Francis y
Naren estaban siendo retenidos en el aeropuerto de Bombay, y que no se les permitía
entrar en India.
—Era un tipo excelente, éste del Consulado. Vino a vernos un par de veces, nos trajo
chicle y chocolatinas, y fue nuestro único enlace con el mundo exterior a la sala de
tránsito.
—Cuando llegó la vez siguiente nos dijo que había llamado a Auroville y que
alguien había volado a Delhi para intentar conseguir nuestra liberación.
—Teníamos un par de novelas que terminamos en los dos primeros días. Desde la
sala de espera se veía la pista de aterrizaje.
—Rehusamos pagar por nuestra comida. Estábamos siendo detenidos contra nuestra
voluntad. Debían de alimentarnos.
—No estaban muy satisfechos con nosotros. Querían que tomásemos el avión y que
nos fuéramos. Nosotros queríamos entrar en India e ir a Auroville. Puede que estuviera
paranoico, pero pensaba que estaban intentando volvernos locos sirviéndonos cordero al
curri con raita y chapattis tres veces al día. Había una fuente de agua fresca en la sala de
espera. Había baños completamente equipados. Era posible dormir en los aterciopelados
y acolchados bancos, a pesar del rumor del ajetreado aeropuerto y de los altavoces.
Francis estaba contando esta historia con gran placer mientras se sentaba en la
opulenta mesa del hotel de cinco estrellas, dándose un banquete con todo lo que le
apetecía.
—El tipo del Consulado vino de nuevo y nos dijo que debíamos ser pacientes. Las
cosas se estaban moviendo en Delhi, pero tomarían tiempo.
—Intentábamos no volvernos locos. Comenzamos a leer “Savitri” en voz alta el uno
al otro y acordamos dejar la situación en manos de Madre y Sri Aurobindo.
Los miró fijamente. —Llevábamos dieciséis días en la sala de tránsito y estábamos
prácticamente dispuestos a aceptar la opción de tomar un avión y regresar a USA,
cuando finalmente se abrió la puerta y el Inspector Jefe de Inmigración vino y nos
tendió nuestros pasaportes diciendo: —“Bienvenidos a India”. Casi nos desmayamos.
—Venía acompañado de un hombre que simplemente nos dijo: —“Por favor
síganme”.
—¿A dónde? —tuve que preguntar. —“Todo se ha arreglado”. Nos condujo a través
del aeropuerto a una limusina que estaba esperando. No podía creerlo. Me sentía como
James Bond. El coche nos llevó a una finca espléndida y nos asignaron una hermosa
casa de huéspedes de cinco habitaciones, completamente equipada, incluso con sauna y
jacuzzi.
—Sonó el teléfono, “Mr. Lala se pregunta si aceptarían cenar con él esta tarde”.
—Lala, el hombre de negocios más importante de India, la persona más rica y
posiblemente la más poderosa en India, era nuestro huésped, apoyándonos a nosotros y
a Auroville en el conflicto con la Sociedad.
—Sentimos que acabábamos de ganar una batalla.
—¿Cómo era Lala? —preguntó Roslyn.
—Es excelente. Encantador e inteligente. Uno de sus principales intereses en los
últimos cincuenta años ha sido el desarrollo de la industria turística India. Nos explicó
que a pesar de que había oído hablar de Auroville, nunca se sintió interesado hasta que
oyó que jóvenes extranjeros que habían dedicado años en Auroville como trabajadores
voluntarios sin remuneración, estaban siendo tratados de una manera no hospitalaria. Se
sintió en la honorable obligación de rescatar la imagen que él había intentado crear de
India. Nos prometió que ayudaría a Auroville a obtener justicia de nuestras quejas
contra la Sociedad.
Todos disfrutaron con varios de los postres del buffet. Se estaba haciendo tarde. Habían tenido una excelente comida, pero tenían que completar sus quehaceres antes de
regresar a Auroville. Fueron al vivero y compraron un gran surtido de árboles frutales
dispuestos para ser trasplantados. Jim había llenado hasta el último rincón de la
furgoneta de jóvenes árboles frutales tropicales. El huerto de árboles frutales estaba en
marcha.
Francis estaba diciendo que pensaba que en unas semanas el Gobierno de Delhi
podía otorgar el poder y la responsabilidad de la administración de Auroville a la
comunidad de residentes. Boy sentía que habían dado un paso importante por Dhyan y
que, en manos del eminente neurocirujano, podría recuperarse rápidamente.
Estaban ligeramente eufóricos después de un día largo e interesante.
Regresaron a Auroville sin problemas y se detuvieron en primer lugar en casa de
Francis. Allí había alguien esperando la furgoneta para decir a Jim Bean que fuera de
inmediato al hospital. Dhyan había sido operada de urgencia.
CAPÍTULO XIII
SUBE Y BAJA
Él es la divinidad que crece en las vidas humanas
y en el cuerpo de las formas del ser de la tierra:
es el alma del hombre ascendiendo hacia Dios
en el oleaje de la Naturaleza desde la ignorancia de la tierra.
Oh Savitri, tú eres el Poder de mi espíritu,
la voz reveladora de mi Palabra inmortal,
la faz de la Verdad sobre los caminos del Tiempo
que señala a las almas de los hombres los caminos de Dios.
“Savitri” de Sri Aurobindo
ROSLYN fue a la mañana siguiente a una reunión de Pour Tous —en la que participaba
todo Auroville—, bajo el árbol Baniano. Le resultaba difícil creer lo que estaba
escuchando. La Sociedad había iniciado un nuevo procedimiento judicial contra
Auroville. La Sociedad había dicho al Gobierno de la India que Auroville era un
experimento creado por la Madre bajo la supervisión y administración de la Sociedad.
Nadie podía permanecer en Auroville durante más de cinco años. Nadie podía
permanecer en Auroville sin el permiso del Gerente de la Sociedad. Era una experiencia
de carencia de propiedad. Gente de todo el mundo había venido a Auroville para
participar en una tierra que pertenecía a la Sociedad Sri Aurobindo, o en nuevas tierras
que pudieran comprar y donar a la Sociedad Sri Aurobindo, desarrollar, y abandonar. La
Sociedad Sri Aurobindo estaba preparada para administrar el patrimonio de Auroville
de acuerdo a esta interpretación de la Carta de Auroville.
Los residentes de Auroville decidieron no gestionar en adelante los visados a través
de la Sociedad Sri Aurobindo, sino directamente ante el Gobierno de la India,
involucrando directamente al Gobierno de la India en el conflicto entre los residentes y
la Sociedad.
La atmósfera de la reunión era desoladora. Roslyn se sintió como si estuviera
llorando. ¿Qué le había ocurrido al hermoso Auroville? ¿Qué les había ocurrido a esas
amables personas de Pondicherry? ¿Cómo podía la Sociedad Sri Aurobindo afirmar no
ser “nadie en particular”? Cuando llegó a Pondi, siete años antes, Auroville daba la
bienvenida a todas las personas de buena voluntad. ¿Cómo había podido llegar a ocurrir
esta hostilidad? ¿Estaban los residentes de Auroville reclamando no ser “nadie en
particular”?
Caminando de vuelta del mitin se encontró con su vieja amiga Sarah Ann, hija de un
ministro de Inglaterra, que había ayudado a iniciar la escuela de Aspiración en 1970. Se
miraron viendo la una en la otra su angustia y su confusión. Roslyn no había visto a
Sarah Ann desde su regreso de California.
—¿Qué le está ocurriendo a Auroville? —preguntó Roslyn.
—Vayamos a sentarnos al anfiteatro y conversemos —sugirió Sarah Ann.
Se apartaron de los demás, que se dispersaban de forma airada y bulliciosa, y fueron
a sentarse en el centro del anfiteatro vacío, intentando recordar el sueño.
—¿Cuándo has regresado? —preguntó Sarah Ann.
—Creo que hace un par de meses —replicó Roslyn.
—Entonces sospecho que esto es un poco sorprendente.
—No entiendo nada en absoluto. He oído historias, sobre quien hizo que a quien,
pero a pesar de que aborrezco lo que está haciendo la Sociedad, aborrezco todavía más
la reacción de los aurovilianos. ¿Cómo puede toda esta violencia e intolerancia ser el
Auroville de la Madre?
—¿Quién ha entendido el Auroville de Madre? Recuerdas que, en vida de Sri
Aurobindo, ella hablaba sobre un plan de la "ciudad ideal", con Sri Aurobindo viviendo
en el centro de la ciudad. Posteriormente dejó de estar interesada. Después tuvo la idea
de Auroville. Huta escribía a Madre sus sueños: repentinamente una o dos frases
hicieron remover una vieja, vieja memoria de algo que había intentado manifestarse —
cuando ella era muy joven—, y que había olvidado. Volvió a leer la carta de Huta.
Inmediatamente tuvo su plan para Auroville. Aquí está, con el Pabellón de la Verdad en
el Centro —dijo Sarah Ann, señalando hacia el lugar de construcción del Matrimandir.
—¿Has memorizado todos los escritos de la Madre? —le preguntó Roslyn.
—No, pero continúo leyendo y releyendo todas las citas sobre Auroville y el
Matrimandir, intentando comprender qué es lo que está ocurriendo, dentro del contexto
de lo que ella dijo sobre Auroville y el Matrimandir.
—¿Qué hubiera dicho ella sobre este horrible accidente?
—Sí, como este accidente. ¿Cómo ha podido ocurrir aquí? Madre explicó su
concepto de Auroville. Ella dijo: "El centro es un parque que he visto en una visión —
tal vez la cosa más hermosa del mundo desde el punto de vista de la Naturaleza física,
material— un parque con agua y árboles, como todos los parques, y flores —pero no
demasiadas flores de formas trepadoras—, palmeras y helechos, todas las variedades de
palmeras; agua, si es posible agua corriente, y posiblemente una pequeña cascada..."
Miraron a la suciedad y el polvo que las rodeaba, y de nuevo al Matrimandir,
emergiendo de la tierra como un feo gigante arrastrándose trabajosamente fuera de un
agujero.
—Puede que no estuviera hablando de este Auroville —dijo Roslyn.
—Pero es precisamente este Auroville —insistió Sarah Ann—. En este parque ella
vio el Pabellón del Amor. Luego lo cambió por “el Pabellón de la Madre”, la Madre, la
verdadera Madre, el principio de la Madre, el “principio creativo”, Shakti, el principio
de realización.
—Es un horror —dijo Roslyn.
—Oh, vamos —insistió Sarah Ann—. No está tan mal al fin y al cabo. Simplemente
es que no está terminado. ¿Sabías que el hormigonado del bloque del nivel más
profundo del Matrimandir comenzó con una meditación el 11 de noviembre de 1973?
Era un trabajo tremendo que requería tiempo despejado. Continuó durante seis días en
plena estación del monzón. Lo completaron en la tarde del 17 de noviembre. Ni una
gota de lluvia había caído durante esos seis días. Los cuatro pilares, representando los
cuatro aspectos de la Madre Divina, fueron completados precisamente en el momento
en el que Madre se retiraba de Su envoltorio físico, a las 7. 25 p.m. del día diecisiete.
—Muerte y destrucción. Estamos construyendo un templo de muerte y destrucción.
Tal vez ni siquiera deberíamos acabarlo. Tal vez deberíamos derribarlo y rellenar el
agujero, e intentar regresar al amistoso y feliz Auroville —sugirió Roslyn.
—Afortunada o desafortunadamente no podemos hacer eso. No hay marcha atrás.
Sólo queda la marcha hacia delante. No te preocupes; permanece contenta, haz tu
trabajo lo mejor que puedas y deja que Ella haga el resto —dijo Sarah Ann
solícitamente.
—¿Cómo podrá ser nunca lo que Ella quería? Ella dijo que las cosas en adelante ya
no son excluyentes, de ninguna manera. ¡Ella veía muy bien la posibilidad de utilizar las
tendencias más opuestas al mismo tiempo! Lo que ella quería era ser capaces de crear
un lugar en donde todos los opuestos puedan unirse. Eso no es lo que estamos haciendo,
peleándonos con la Sociedad —insistió Roslyn.
—La situación al día de hoy es la que es —dijo Sarah Ann—. Tendrás que encontrar
tu camino a través de la selva de confusión que parece estar creciendo en Auroville.
Roslyn le sonrió. —Gracias. Resulta reconfortante poder conversar con alguien que
no sólo ve el “nosotros” contra “ellos”.
—El placer ha sido mío. Estoy contenta de tu regreso. Buena suerte.
Impulsivamente Roslyn dio a Sarah Ann un breve abrazo, y se pusieron de pie en
direcciones opuestas.
Jim Bean no regresó al bosque durante un par de días.
Cuando llegó, tenía un horrible aspecto. Gary se acercó por la tarde y Jim le dijo que
estaba enfermo y que no podría regresar con Dhyan durante un par de días.
Finalmente, confesó a Roslyn que tenía un punzante dolor de oídos. Ella cogió su
ciclomotor, se fue a Pondi a comprarle unas gotas para los oídos y regresó de inmediato
al bosque. Él lo único que quería es que ella se sentara en silencio cerca de él en su
cápsula. Él estaba aparentemente inmerso en un gran dolor. Le pidió que no lo dejara.
Finalmente, tras un largo silencio, ella creyó que había quedado dormido. Él comenzó a
hablar, muy bajo. Se inclinó sobre él para escucharlo y cuando lo hizo pensó, “No,
imposible”.
Él pronunció las palabras en un susurro preñado de horror: —Me pidió que le
comprara veneno. Quiere suicidarse.
Roslyn no podía imaginar cuán desesperada debía haber estado Dhyan para pedirle
eso a Jim.
Ella se sentó a su lado toda la noche, y por la mañana, él, después de un sueño breve
y desasosegado, se levantó y leyó un canto del “Libro de Destino”, de Savitri. Ambos
intentaban aferrarse a Sri Aurobindo desesperadamente y sobrevivir a la vorágine.
Durante unos días permanecieron muy silenciosos.
La comunidad funcionaba sobre un sistema financiero puramente idealista. A todo el
mundo se le pedía que entregara todo su dinero personal a la comunidad y éste era
redistribuido de manera que cada uno pudiera obtener una cesta de comida tres veces a
la semana. Roslyn caminaba hasta el centro casi cada día a preparar la comida para
cerca de cien personas en la cocina central, Unidad. Ocasionalmente Bliss la
acompañaba. La mayor parte del tiempo Bliss estaba con los otros niños de la
comunidad, al cuidado de otros padres. La vida era muy simple.
Jim estaba atareado preparando el traslado de Dhyan a Madrás. Estaba esperanzado
en que el milagro por el que todo el mundo rogaba constantemente ocurriera y la
parálisis desapareciera. No había ambulancia disponible. Tuvo que improvisar un lecho
en una furgoneta, de tal manera que un asistente pudiera sentarse al lado de ella durante
el viaje e intentara minimizar lo traumático de un traslado de cuatro horas en un cuerpo
que había estado en una cama de hospital durante más de dos meses. Jim viajó en
autobús a Madrás para reservar una suite en un hotel cerca de la Clínica, para acomodar
a los aurovilianos asistentes, de modo que así pudiera haber siempre dos o tres
aurovilianos en Madrás con ella. Planificó un sistema continuo de cuidadores para que
Dhyan no se sintiera nunca abandonada.
Víctor había dicho a los asistentes que podían fortalecer la voluntad de Dhyan de
ponerse bien, haciendo cualquier cosa que les pidiera sin contrariar nunca su voluntad.
Finalmente, todo estuvo dispuesto, y Dhyan fue trasladada desde el hospital a la
Clínica en Madrás. Jim confidenció a Roslyn que pensaba que pudiera ser el primer
paso de su viaje a Inglaterra. Todavía estaban esperanzados. Él le dijo que no desechara
la esperanza de vivir medio año en Auroville y el otro medio en USA, si todo iba bien
con Dhyan.
Jim llevó a Dhyan a Madrás y volvió unos días más tarde. Roslyn permaneció
tranquilamente en Auroville. Estaba a la espera de más asambleas. El bus turístico
administrado por la Sociedad fue secuestrado por un grupo de aurovilianos que
pensaban que el bus pertenecía a Auroville y debía ser usado por la comunidad
residente, más bien que por la Sociedad para traer turistas de pago a Auroville. Los
turistas hubieron de volver andando a Pondicherry. La policía llegó y confiscó el
autobús.
La escuela cerró porque muchos de los profesores venían desde Pondi en el autobús,
y el autobús que llevaba los niños a la escuela estaba bajo custodia de la Policía. Bliss y
sus amigos no tenían otra cosa que hacer sino jugar juntos. Bliss era la mayor de los
niños. Roslyn la veía frecuentemente, como una de las niñas del poblado, con un bebé
sobre su costado, otro niño cogido de su mano y otros niños siguiendo tras ella. Parecía
una madre de siete años. No estaba bien. Roslyn sintió que necesitaba hacer algo por
Bliss, pero no sabía qué, así que no hizo nada.
Jim Bean había regresado de Madrás en compañía de una encantadora, alta y delgada
mujer francesa. Roslyn se quedó estupefacta cuando los vio introducirse de la mano en
el interior del bosque. ¡Parecían amantes! Jim le presentó a su amiga, aunque ella la
conocía desde hacía años. Roslyn se había encontrado con Sari en España en 1968, y se
había sorprendido de verla de nuevo en Auroville un par de años más tarde. Roslyn les
preguntó qué ocurría con Dhyan.
Jim le dijo: —Aquello es estupendo para ella. Hay un excelente fisioterapeuta, y ya
se sienta sin ayuda de nadie. El famoso neurocirujano, después de examinarla y de
volver a examinar las radiografías, dijo que la parálisis puede deberse a un coágulo de
sangre. Se disolverá. No pudo decir cuánto tiempo puede tardar.
—Debo regresar mañana, pero Sari ha sido expulsada del equipo —dijo Jim riendo,
mientras rodeaba a Sari con sus brazos.
Roslyn debía ir a trabajar en la Cocina.
Sus emociones eran como grandes olas rompiendo en todas las direcciones en su
interior, pero estaba determinada a permanecer indiferente a cualquier cosa que
estuviera ocurriendo entre Jim y Sari.
Jim regresó a Madrás. La siguiente vez que él regresó a Auroville ella lo vio en bici
cerca del centro, con Sari, antes de que él fuera al bosque. Él le dijo que se iba a ir a
vivir a la casa que había construido para Dhyan. Jim había ayudado a Gary a rehacerla
por completo así que ahora era una casita pequeña y acogedora en mitad del campo.
Estaba lista y esperándola a ella, pero como ella no podía usarla, decidió utilizarla para
sí mismo en lugar de su cápsula, por el momento.
Esto dejó a Roslyn sola con Bliss en su cápsula, próxima a la cápsula vacía de él.
Roslyn no quería pensar en hacer una escena. Si él quería dejarla ella sólo diría, “de
acuerdo. ¿Vendrás a visitarnos?”
Él la miró, desconcertado. —Oye, no te lo tomes como una cosa personal.
Sencillamente me estoy trasladando a una casa por un tiempo. Regresaré.
Ella ni siquiera estaba segura si quería que él regresara, pero no dijo nada. Dio media
vuelta, regresó a su cápsula y lloró.
Bliss llegó y preguntó: —¿Qué ocurre mamá?
Roslyn no pudo explicarlo; sencillamente leyó historia tras historia a la niña a la luz
de la lámpara de keroseno hasta bien entrada la noche.
Durante un par de semanas Roslyn apenas vio a Jim cuando volvía de Madrás,
excepto con Sari. Hacían buena pareja, los dos altos y esbeltos. Ocasionalmente Jim
venía al bosque temprano en la mañana y le leía un canto de Savitri.
Para ella la relación se había convertido en una agonía interior.
Una mañana Jim llegó al bosque. —Dhyan quiere verte —dijo—. ¿Vendrás conmigo
esta noche en el tren a Madrás?
—Desde luego —replicó ella.
Fue a pedirle a su vecina que cuidara de Bliss durante uno o dos días. Judy aceptó de
buena gana. Tenía tres niños pequeños que adoraban a Bliss.
Roslyn y Jim fueron juntos en el autobús de la aldea hasta Pondicherry. Ella apenas
pronunció palabra. Él estuvo completamente encantador y atento. Era la hora de la cena
antes de tomar el tren, así que se dirigieron a su restaurante favorito, el Continental.
Habían pedido y estaban sorbiendo sus limonadas, cuando entró Sari. Roslyn
continuaba replegándose detrás de un muro interior que intentaba construir entre ella y
Jim para intentar protegerse del espantoso dolor que amenazaba con destrozarla.
—He decidido ir con vosotros —dijo Sari.
—No has sido invitada —dijo Jim.
—Bueno, es lo mismo, quiero ver a Dhyan. Me quedaré en el hotel.
—No en este viaje. ¿Quieres cenar con nosotros?
Se sentó con ellos a la mesa y después de la cena Jim pidió a Roslyn que le excusara
un minuto mientras la acompañaba a su casa de huéspedes. Roslyn se sintió como un
cadáver sangrante cuando salieron juntos del restaurante. Por unos instantes consideró
levantarse y volver a su cápsula, con Bliss, y olvidar el viaje a Madrás, pero Dhyan la
había llamado. Debía ir. Jim se había ido sólo durante unos minutos, pero para ella
fueron toda una vida en el infierno.
Durante la primera hora el tren estuvo abarrotado. Fueron rígidamente sentados el
uno al lado del otro. Después de Villupuran bajó la mayor parte de la gente. Jim fue a
tumbarse en el banco de enfrente. Roslyn se estiró en su banco, su bolsa por almohada,
cubriéndose con un longi.
Llegaron a Madrás justo antes del amanecer y tomaron un taxi al hotel. Esperaban
meterse en las deliciosas, mullidas y limpias camas del hotel para dormir algo pero,
cuando entraron en la suite, todas las camas estaban ocupadas. Todo el mundo había
dado por supuesto que Jim Bean había reservado una suite en Madrás para nadie en
particular, y los aurovilianos asistentes de Dhyan se sentían libres de traer a sus hijos y a
sus amigos con ellos para disfrutar de la hospitalidad de Jim, a su costa. Roslyn pudo
ver como él controlaba su ira cuando vio a gente que ni siquiera se preocupaban por
Dhyan utilizando la cama en la que él había estado esperando meterse, pero él no había
puesto límites. Se disculpó ante las personas que había allí por haberlas despertado, y
les dijo que podían volver a dormir. No quiso dormir. Se volvió hacia Roslyn y le
preguntó si quería dormir. —No, no —replicó ella, muriéndose de ganas de tumbarse y
dormir, después del furioso y lastimante golpeteo sobre el duro banco del tren durante
toda la noche.
Se dirigieron al comedor que en esos momentos estaba abriendo para el desayuno. El
hotel tenía un excelente restaurante que ofrecía un servicio para turistas más bien que
para los indios del sur. Roslyn y Jim estaban ambos hambrientos y enojados.
Cuando Roslyn vio lo enfadado y disgustado que estaba Jim, olvidó su propio enfado
y quiso sacarlo de ahí, de su autocontención, sin dañarlo a él o a sí misma, entonces
recordó lo que él le había dicho cuando ella estaba disgustada de que él la dejara en
Bidonville. “Por qué estás contrariada, Sri Aurobindo dijo: La victoria es segura”.
No se estaba burlando de él; estaba intentando sacarlo de un deplorable estado
interior a uno mejor, porque veía que él estaba desbordado por las responsabilidades,
ninguna de las cuales había escogido.
Ella estaba allí para él en ese momento y ya había olvidado lo enfadada que había
estado con él durante toda la noche. Jim tomó su mano. Estaban sentados en la mesa
uno frente al otro, pero sus cabezas estaban muy próximas. Él comenzó a hablar de
cosas de las que nunca hablaba, porque nunca estaba en una situación en donde alguien
quisiera escucharlo. Estaba exhausto, mental, emocional y financieramente. Dijo que
sus padres estaban perplejos por las sumas de dinero que estaba gastando y suponían
que se debía a que estaba locamente enamorado de Dhyan. Sin embargo, toda la gente
que utilizaba la suite, y las facturas del comedor, costaban miles de rupias cada día. Le
pidió si querría acompañarlo a Mahabalipuran durante un par de días después de ir a
visitar a Dhyan.
Roslyn le dijo que estaría allí el tiempo que él quisiera estar con ella.
De nuevo volvían a estar juntos y felices como una pareja de tórtolos.
Fueron al hospital. La puerta de Dhyan estaba cerrada por dentro.
Llamaron. Dhyan dijo: —Adelante. La puerta no se abría. Jim fue y llamó a la
enfermera, que intentó abrirla con una llave. Sin embargo, no lo consiguió. Ya que
estaba cerrada por dentro y la llave estaba puesta en la cerradura. Dhyan era la única
persona en la habitación y no podía moverse del lecho. Jim corrió afuera, trepó a un
árbol y saltó al interior de la habitación a través de una ventana abierta. Un segundo más
tarde abrió la puerta y dejo entrar a Roslyn.
Las enfermeras de la planta se preguntaban cómo era posible cerrar la puerta desde
dentro. Ninguna podía imaginarlo. Jim le dijo a Dhyan que había obtenido dinero del
banco en Pondi para pagar todas las facturas y que, puesto que la suite del hotel estaba
ocupada, iba a ir con Roslyn a Mahabalipuran durante un par de días. El médico
consultor del Stoke Mandeville estaría allí al día siguiente, le recordó ella. Él le aseguró
que uno de los asistentes estaría con ella cuando llegara.
Dhyan le hizo salir y saludó cálidamente a Roslyn. Tenía mucho mejor aspecto.
Estaba sentada erguida, sin ayuda. Su cabello había comenzado a crecer de nuevo y
tenía suaves mechones castaños enmarcando su cara. Confidenció a Roslyn: —Quiero
que se vayan, que se vayan. Odio todos los ejercicios. Quiero despertar una mañana y
ser capaz de caminar, pero mis piernas se están volviendo cada vez más delgadas,
incluso con todos los masajes y ejercicios.
Roslyn pudo recordar su propio agudo dolor emocional del día anterior y
repentinamente empatizó con la profunda traumática agonía que Dhyan estaba
experimentando.
—Pero estás mejorando —le dijo a Dhyan.
Dhyan la miró y se derrumbó como un cisne entre sus almohadas. —No lo sé.
Justo en ese momento, Jim volvió a entrar con Boy.
—Boy está aquí, y Armando y Miriam están en el hotel, así que supongo que puedo
largarme —le dijo a Dhyan.
Ella sonrió a Jim y Roslyn alzando su mano, como dando sus bendiciones: —Que
tengáis unas agradables vacaciones.
Jim la besó dulcemente en la mejilla y los ojos de ella brillaron transmitiéndoles a los
dos su profundo afecto.
—Deduzco que Dhyan no aprueba a Sari, y que prefiere que estés conmigo antes que
con ella —dijo Roslyn mientras bajaba por las escaleras del hospital.
—No hablemos de eso. Estoy de vacaciones. Pasemos unos días juntos —dijo Jim.
—Le dije a Judy que estaría de vuelta esta noche o mañana —protestó débilmente
Roslyn.
—No te preocupes. Bliss está en Auroville. Estará bien.
—¿Nos vamos ahora a Mahabalipuram? —preguntó.
—Krishnamurti habla en Adyar esta tarde. ¿Lo has escuchado alguna vez? —
preguntó él.
—No. ¿Y tú?
—No. ¿Vamos a echar un vistazo?
—Claro, por qué no.
Ambos llevaban pequeñas mochilas que contenían lo imprescindible que podían
necesitar en un par de días. Se permitieron un derroche y tomaron un taxi hasta Adyar y
como almuerzo comieron varios puris y té en un pequeño tenderete de té.
Krishnamurti estaba hablando bajo un hermoso árbol en el jardín cercano al extenso,
antiguo y atractivo edificio en donde se alojaba.
El gran hombre estaba sentado en una silla, hablando. Comenzó a llover.
La gente comenzó a levantarse a causa de la lluvia. Algunos ya se iban.
El gran hombre dijo: —No, no, no os mováis, es sólo un poco de lluvia.
La ligera llovizna continuó mientras él hablaba. Ocasionalmente alguien se levantaba
y él decía: —No, no, no os mováis, es sólo un poco de lluvia.
Roslyn y Jim se partían de risa, y se iban poniendo bastante empapados.
Finalmente Krishnamurti concluyó su charla y dio permiso a todos para marchar
mientras él se escabullía en el interior de la casa bajo un paraguas que sostenía uno de
sus amigos. En el momento en que Krishnamurti entró en la casa la lluvia empezó a caer
de los cielos a cántaros. Roslyn y Jim reían y reían imitando al gran hombre, “Es sólo
un poco de lluvia”.
Tras el diluvio, hicieron el recorrido hacia la estación de autobús, en donde
encontraron un autobús para Mahabalipuram.
A Roslyn no le gustaba viajar en los atestados autobuses indios. Tomó un asiento al
lado de la ventana. Jim estaba a su lado, todo estaba bien.
El autobús era más bien un modelo antiguo, con largas franjas de óxido asomando a
través de la pintura roja y blanca, un chirriante parachoques en la parte trasera, un
chirriante parachoques en la parte delantera, sin puertas, e iba repleto de gente. Había un
pasillo e hileras de anchos bancos de madera que confortablemente podían acomodar a
cuatro o cinco personas. El espacio estaba lleno de gente apiñada. Había personas
encima de otras personas. Había gente colgada de las escaleras. Era horrendo; pero con
Jim Bean entre ella y el resto del mundo, Roslyn era completamente feliz, y él parecía
muy feliz.
No pudo cerrar la ventanilla puesto que no tenía cristal, pero el calor de la
proximidad con Jim y el cálido viento pronto secaron sus cabellos.
El autobús se puso en marcha, avanzó unos cuantos bloques y se detuvo. Subieron
algunas personas. Descendieron otras. Algunos bloques más adelante, algunas personas
más descendieron y otras subieron. Parada. Arranque. Avance de unos pocos bloques, y
parada. Arranque. Finalmente, habían atravesado la ciudad y estaban en plena carretera.
Parada. El conductor y el revisor descendieron. Todos los demás comenzaron a
descender del autobús.
Jim se levantó, miró a través de la ventana abierta y vio al conductor y al revisor
tomando té.
—¿Te apetece un poco de té? —preguntó a Roslyn.
Le desasosegaba perder el asiento de ventanilla si se levantaba, así que rehusó.
El autobús continuó parando cada pocos kilómetros, y al cabo de un tiempo, había
perceptiblemente menos gente en el autobús. Ya llevaban en el autobús un par de horas.
Ya no había gente en los pasillos y colgada de la puerta. El autobús se detuvo en la
brillantemente iluminada estación en Chinglepattu.
—¿Qué estamos haciendo en Chinglepattu? —preguntó Roslyn.
—Supongo que este es el largo camino hacia Mahabalipuram.
Ella lo miró: —Supongo. Los dos encontraron esto muy divertido. Había comenzado
a llover de nuevo.
El conductor y el revisor les sonreían. Descendieron del autobús y compraron flores
a una anciana sentada bajo un paraguas. Jim cubrió de flores la cinta de pelo de Roslyn
y ella le puso una guirnalda alrededor de su muñeca.
—¿Mahabalipuram? —preguntó Roslyn al conductor.
Él meneó su cabeza.
El revisor hizo sonar su silbato.
—¿Cuánto falta? —preguntó Roslyn.
El revisor meneó su cabeza.
Jim y Roslyn rieron. No quedaba mucha gente en el autobús.
Avanzaban lentamente por la carretera, deteniéndose al principio cada pocos
centenares de metros, después cada pocos kilómetros. Ocasionalmente subía alguien.
—Parece que hemos tomado el autobús local —dijo Jim.
Ambos estallaron en risas recordando el metro de Nueva York.
Finalmente, el autobús se detuvo en medio de ninguna parte frente a una pequeña
choza iluminada por una diminuta lámpara de keroseno. Había un samovar antiguo. El
conductor y el revisor descendieron e invitaron a Jim y Roslyn a que los acompañaran
para el té. El autobús estaba casi vacío. Habían permanecido en el autobús juntos tanto
tiempo; el conductor y el revisor parecían viejos amigos.
Jim dijo a Roslyn: —¿Qué crees que les parecemos a esta gente?
Ella vestía su caftán rojo bordado. Él llevaba una fina y arrugada camisa de algodón
blanco y pantalones informales y un chaleco de terciopelo azul. —Probablemente
parecemos un par de mariposas que escapan.
—¡Cuidado —dijo él con complicidad—, hay unos tipos con cazamariposas!
Corrieron uno alrededor del otro intentando evitar los cazamariposas que estaban
imaginando, mientras reían.
El conductor y el revisor les estaban ofreciendo el té. Interrumpieron sus saltos,
riendo, y dijeron: —Gracias.
El conductor y el revisor dijeron: —Muy bueno.
—¿Mahabalipuram? —preguntó Roslyn. Llevaban en el autobús desde el comienzo
de la tarde y era casi medianoche. Normalmente cuesta una hora llegar a
Mahabalipuram por la carretera de Madrás.
El conductor y el revisor menearon sus cabezas.
Eran casi los únicos pasajeros del autobús. Roslyn estaba medio dormida, apoyada
contra Jim, cuando el autobús finalmente se detuvo en Mahabalipuram. Al lado de la
estación de autobús había un edificio alto de color rosa con un gran cartel, “Hotel”.
Había alguien durmiendo en un catre delante de la puerta.
Jim lo despertó, poniendo cuidadosamente una mano sobre su hombro.
Finalmente el hombre se despertó, asomando su cabeza escondida bajó su longi. —
¿Si?
—¿Tiene habitación para nosotros? —preguntó Jim.
—¿Con baño individual o baño compartido? —preguntó el hombre, sentándose,
sujetando una gran llave en su mano.
—¿Cuánto? —preguntó Jim.
—Con baño, siete rupias. Baño compartido, cinco rupias.
Jim sonrió a Roslyn: —Creo que podemos tomar una con baño.
El hombre se levantó envolviéndose con su longi. —Pago por adelantado.
Jim le entregó veinte rupias. —Para tres días.
Esto pareció poner al hombre muy contento. El billete de veinte rupias desapareció
en su longi. Abrió la puerta del edificio con su gran llave y tomó una llave más pequeña
de la pared, encendió una luz tenue y los condujo escaleras arriba al interior de una
pequeña habitación con un pequeño baño. En el pestillo de la puerta del baño había un
pequeño alambre con una cinta en forma de mariposa.
Jim dijo: —Mira, hemos llegado al lugar correcto.
Roslyn dijo: —Perdona, pero necesito dormir. Y se derrumbó.
Al día siguiente tras prolongados ritos matinales, caminaron hasta la pequeña aldea.
Jim encontró un barbero, al que recordaba de una visita anterior, y disfrutó de un
rasurado con agua caliente y toalla caliente sobre su cara, sentado en una banqueta sobre
un suelo de arena. Contó a Roslyn que se había detenido en Mahabalipuram la primera
vez que había venido a la India, en su camino hacia Pondicherry, y se había enamorado
del lugar.
La aldea estaba llena de pequeños comercios en donde tallistas de piedra ejercían su
antigua artesanía.
La ciudad había sido el centro de un gran reino en tiempos antiguos. Próxima a la
diminuta aldea, que está al lado del mar, había una ladera rocosa con cantidad de tallas
desde la base hasta la cima. En la parte superior hay una amplia cavidad excavada
dentro de la montaña, sostenida con grandes columnas esculpidas que representan
antiguos dioses y diosas. En el exterior hay una gran talla a la que llaman “la penitencia
de Arjuna”.
Hay inmensas rocas planas sobre las que sentarse al sol. A Jim le encantaban las
tallas y los templos antiguos. Estaba feliz de homenajear a los dioses antiguos. Desde la
cima de la montaña podían ver los destellos del mar azul, como los ojos de Dhyan, bajo
el sol. Hicieron una ofrenda de incienso y oraciones.
Encontraron una playa inmaculada y desierta cerca de un bosque de casuarinas que
se parecía un poco al bosque en el que vivían en Auroville. Pasaron la mayor parte del
día jugueteando en el océano. A Roslyn le gustaba surfear las olas con Jim Bean. No era
nada atlética, pero con el experto adiestramiento de Jim, ocasionalmente se encontraba
en lo alto de una ola que la depositaba sobre un lecho de aguas agitadas, pura energía,
justo en la playa. Divino. Excitante. Después de cada intento volvían a sumirse en una
risa el uno con el otro. A veces ella se zambullía bajo la ola y veía cómo Jim era
arrastrado hasta la orilla para volver luego a ella. Él era increíblemente grácil en el agua.
Cabalgaron sobre las olas y jugaron con ellas hasta que quedaron exhaustos.
Pasearon de regreso a lo largo de la playa, pasando frente a los hoteles de la ciudad,
hasta su pequeña habitación, en donde dejaron sus ropas húmedas y se pusieron ropa
seca para la tarde.
Pasaron una tarde maravillosa sorbiendo limonadas y comiendo langosta a la brasa.
El día siguiente fue parecido. Roslyn pensaba en Bliss. Pero no dijo nada, confiando
en que todo fuera bien. Tenía siete años y podía cuidarse por sí misma. Jim pensaba en
Dhyan, pero sentía que necesitaba pasar unos días en la playa más de lo que ella lo
necesitaba a él.
Después del desayuno caminaron hasta la playa de nuevo y pasaron horas jugando
con las olas, construyendo castillos de arena, conversando, estando juntos. Roslyn se
sentía completamente unida con él, en completa armonía, cuando empezaron a caminar
de regreso al pueblo.
De repente Jim se detuvo en seco. Roslyn estaba tan amorosamente obnubilada que
no había visto nada. Levantó la vista. Frente a ella estaba Sari.
—Decidí ir a Madrás de todos modos y allí me dijeron que estabais en
Mahabalipuram, así que vine. Espero que no te importe —le dijo a Jim.
—En absoluto —replicó Jim—. ¿Dónde te hospedas?
Ella señaló al agradable y caro hotel nuevo con piscina ante el que se encontraban.
—¿Quieres pasar y ver mi habitación? —preguntó a Jim.
Roslyn se sintió como una imbécil cuando él dijo: —Sí.
Jim pidió a Roslyn que lo esperara y la dejó en la playa y se dirigió con Sari al jardín
del hotel. Roslyn pudo verlos mientras atravesaban la piscina y entraban en el hotel. Se
sintió deslizar al interior de un abismo. Se sentó en la playa sola, deseando haber
tomado un autobús de regreso a Auroville esa mañana. Arrepintiéndose del feliz día que
acababa de pasar con Jim. Estaba furiosa con Jim por actuar tan a la ligera con Sari.
—Un penique por saber lo que piensas.
Él estaba a su lado y ella estaba tan hundida en la tristeza que ni siquiera quería
mirarlo.
—Vamos —dijo él sentándose a su lado—. No hay nada malo.
Ella ni siquiera podía mirarlo. Temía echarse a llorar.
Él se levantó y le tendió su mano para ayudarla a levantarse. —Mira qué belleza —le
dijo, mirando hacia las nubes perfiladas en rosa y oro de la puesta de sol.
Ella dijo: —Verdaderamente necesito regresar con Bliss.
Él dijo: —No. Te necesito aquí al menos un día más. Por favor.
Y ella se quedó.
A la mañana siguiente después de sus baños y de sus rituales, se dirigieron al “Jardín
de la Rosa” para el desayuno. En el camino que partía desde la pequeña cabaña, que les
pareció que era el restaurante más selecto del mundo, había un suelo de granito y cuatro
columnas, tal vez las ruinas de un pequeño templo. Jim quiso sentarse y conversar. Esto
era muy raro, puesto que él raras veces hablaba de sí mismo, de su familia, o de su vida
anterior a haberla encontrado a ella, y ella estaba fascinada. Se sentaron en el suelo de
piedra en el rincón más alejado del camino, apoyados en sendas columnas de granito
esculpido. Jim hablaba. Era como si tratara de expresar quién era en palabras.
Intentando rastrear en su pasado, como si la búsqueda pudiera llevarlo hasta su actual
dilema.
A Roslyn le gustaba el sonido de su voz y estaba fascinada por las historias que él
contaba sobre el mundo en donde creció y alcanzó la mayoría de edad. Se asombró al
saber que había ingresado en la Cientología, en la que era un adepto de un alto nivel. Le
habló sobre técnicas de curación de la Cientología que le gustaría intentar con Dhyan.
Ella no recordaba el accidente. De acuerdo a su comprensión de las técnicas que le
habían enseñado, pensaba que si ella pudiera recordar, sanaría. También expuso otras
técnicas de curación y habló sobre su pasión por la arquitectura, probablemente el
resultado de su afecto por su mentor en el internado, un arquitecto que se había
ordenado sacerdote.
Habló sobre las casas de su familia en Fisher’s Island y Hobe Sound, la casa de su
abuelo en Londres, y de sus giras con The Velvet Underground, una banda de rock,
después de terminar en Harvard. Habló de Harvard, y de Hawái. Quería llevarla a
Hawái para enseñarle el volcán. Él hablaba y ella escuchaba. Caminaron hacia el
“Jardín de la Rosa” para el almuerzo y se sentaron en el exterior en una pequeña mesa,
mientras Jim continuaba hablando y Roslyn escuchaba.
Jim hablaba de sus padres, que los dejaban, a él y a su hermana, con niñeras y con
una institutriz cuando eran pequeños. Los habían enviado al internado cuando eran un
poco más mayores, así que apenas los veía; pero él los adoraba, a ambos. Su madre era
mayor que su padre. Se habían conocido en Roma en donde su padre era el embajador
en la Court of St. James. La noche en la que iban a anunciar su compromiso su padre
había enviado a su ayuda de cámara al banco para sacar los diamantes de la familia de la
cámara de seguridad, para que ella los llevara en el gran baile que iba a celebrarse en su
honor. El ayuda de cámara jamás regresó del banco. Las joyas desaparecieron,
diamantes heredados que habían pertenecido a la familia durante generaciones.
Posteriormente se enteraron de que el ayuda de cámara había adquirido una villa en la
Toscana y se dedicaba a elaborar vino.
Habló de la maravillosa relación que había entre sus padres, viajando juntos,
haciendo cosas. Hablaba de ellos con gran amor y respeto, aunque hubiera deseado
haber pasado más tiempo con ellos. Tal vez cuando Dhyan estuviera mejor podría estar
junto a ellos.
Después de la comida, recorrieron el camino de regreso a sus pequeñas ruinas sin
techo. Jim hablaba y Roslyn escuchaba. Le escuchaba contar cómo había formado parte
del equipo electoral de Bobby Kennedy, y el golpe cuando dispararon a Kennedy
delante de él. Cómo había cogido su Mercedes gris y conducido por toda la costa hasta
que había llegado a Bidonville, en donde se había detenido y se había sentado en el bar
hasta que una mujer lo cogió y lo llevó a su casa. Permaneció con ella, a pesar de que
ella tenía cinco niños, y estuvo ayudándola a atenderlos. Una tarde regresó a casa y la
encontró en la cama con otro hombre. Hizo sus maletas y se marchó. Regresó
conduciendo por el camino de la costa para dejar su coche con un amigo, y luego tomó
un avión a Hawái. Había trabajado en las elecciones locales allí, y su candidato fue
derrotado en una victoria aplastante de su oponente. Decidió viajar a oriente.
Pasó una temporada en Japón, en Bali, en Singapur, y finalmente llegó a Madrás.
Había ido a Pondi. Había encontrado a la Madre. Había encontrado a Roslyn.
En ese punto del relato, Jim llamó la atención de Roslyn acerca de la calle cercana al
pequeño espacio de suelo de granito en donde estaban sentados. No había muros, ni
techo; estaban sentados a plena vista de dios y de todo el mundo.
Sari avanzaba por la calle como si estuviera buscando algo, sin verlos.
—Es la cuarta vez que pasa delante de nosotros —dijo Jim—. Le dije que la vista era
magnífica desde el faro al atardecer. Creo que puede haber pensado que la encontraría
allí.
—Jim, eso no está bien —dijo Roslyn.
—¿Te importaría si la invito a cenar con nosotros esta noche?
—Sí, aunque supongo que no debería.
Mientras aguardaban a que regresara, buscándole a él, Jim continuó hablando.
CAPÍTULO XIV
DE MAL EN PEOR
Siempre llevamos en nosotros mismos una llave mágica
guardada en el hermético envoltorio de la vida.
Sólo cuando hemos ascendido por encima de nosotros mismos,
una línea de lo Trascendente encuentra nuestro camino
y nos une a lo eterno y verdadero;
nos trae la inevitable palabra,
el acto divino, los pensamientos que no mueren jamás.
“Savitri” de Sri Aurobindo
ESA tarde después de la cena en el “Jardín de la Rosa”, Jim se excusó para acompañar a
Sari de vuelta a su hotel caminando por la playa.
Roslyn se fue a la habitación y cerró la puerta.
Unos minutos más tarde, sonó un golpe en la puerta.
—¿Quién es?
—Yo.
Ella abrió.
—¿Esperabas a alguien más? —preguntó Jim cuando ella abrió la puerta.
—No, pero no estaba segura de que volvieras.
—No seas estúpida —dijo él, y se fue a la cama.
A la mañana siguiente Roslyn se levantó y comenzó a empaquetar sus cosas.
Jim Bean abrió sus ojos lentamente, la miró por unos instantes sin decir nada. Ella
cerró la maleta, la cogió y se dirigió a la puerta.
—¿A dónde vas? —preguntó él.
—Tengo que regresar a Auroville, con Bliss.
—¿Ocurre algo? Pensaba que volverías conmigo a Madrás a ver a Dhyan y saber qué
es lo que dijo el especialista.
—Mañana es el cumpleaños de mi hija —dijo ella, abriendo la puerta y saliendo.
Había un autobús a punto de salir hacia Chinglepattu en donde ella podría coger un
autobús a Pondi. Tenía sólo unas pocas rupias, pero eran suficientes para un billete de
autobús.
En el momento de arrancar el autobús Jim Bean llegó corriendo y le extendió a través
de la ventanilla una concha marina con la leyenda “Dios es Amor”.
Se sintió completamente perdida en su relación con él y estaba contenta de regresar
con Bliss que siempre era dulce, confiada y constante en su afecto.
Estuvo de regreso en el bosque a primera hora de la tarde. Fue a buscar a Bliss. Judy
dijo: —No la he visto desde hace unas horas, pero cuando regrese la enviaré a casa.
Roslyn regresó a su cápsula y luego a la Cocina de la Unidad para ayudar a preparar
la cena para la comunidad de los trabajadores del Matrimandir y para las personas que
vivían en el área centro.
Cuando finalmente regresó a su cápsula al atardecer, con la cena para Bliss en una
fiambrera, Bliss estaba allí. Había utilizado las tijeras especiales de plata de Roslyn para
cortar el bello caftán rojo de Roslyn en un montón de tiras y estaba cortando las tiras en
pedacitos.
Roslyn le gritó.
Bliss rompió en lágrimas. Tan enfurecida estaba con Roslyn por haberse ido
abandonándola. —Soy tan sólo una niña y nadie se preocupa de mí —dijo.
Roslyn se sintió culpable y abochornada y la peor madre del mundo.
Tomó a Bliss en sus brazos. Reclinó su cabeza sobre la cabeza de Bliss. Bliss se
retiró. Roslyn cogió a la niña y miró su cabeza a la luz de la lámpara de keroseno. Se
quedó sin aliento, horrorizada. Costras endurecidas, repletas de piojos, cubrían la cabeza
de la niña. Estaba furiosa consigo misma e incluso más furiosa con Jim Bean. Su
romance adolescente estaba dañando a Bliss. Trató de recomponerse para no
exteriorizar su horror y de ser cariñosa con la niña a la que había ignorado durante
meses. Había olvidado lo más importante y se había dejado envolver absurdamente en el
drama de la historia de Auroville en aquel momento.
Leyó cuentos a Bliss y consiguió que la niña riera y olvidara su enfado. Cuando Bliss
estuvo dormida, se fue a la comunidad para buscar algún remedio para los piojos. Judy
no tenía, pero encontró a alguien que sí. Regresó a su cápsula, despertó a Bliss, le aplicó
el remedio y cubrió la cabeza de la niña con un trozo del caftán rojo antes de que
volviera a dormirse.
Por la mañana llevó a la niña a la bomba de mano y le lavó el cabello. Era la primera
vez que Roslyn lavaba el pelo de Bliss desde que habían regresado a India. Era
inexcusablemente culpable y estúpida por haber sido tan negligente con su preciosa
niña.
No sabía qué hacer. Estaba sola y sin un céntimo, dependiendo de la comunidad.
Corretear alrededor de Jim Bean y cocinar en la cocina central no le dejaba tiempo para
hacer bolsas adornadas con cuentas, para las que no existía mercado local, excepto a
unos precios que apenas cubrían el coste del material. Había demostrado que hacia
cosas hermosas con sus manos, pero nadie la ayudaba a montar un taller.
Sentía que no tenía adonde ir ni a quién dirigirse.
Había estado tan preocupada por sí misma que ni siquiera había visto que
abandonaba a Bliss bochornosamente.
El cumpleaños de Bliss era al día siguiente. Roslyn pasó el día y la mayor parte de la
noche cortando uno de sus viejos vestidos de seda para hacer un vestido para la niña.
Jim Bean llegó por la mañana con una reluciente bicicleta roja para Bliss y anunció
que se trasladaba de nuevo a su cápsula en el bosque. Bliss estuvo encantada con la
bicicleta y desapareció al minuto siguiente.
Roslyn y Jim se quedaron solos en el bosque. Él parecía desolado.
Ella le preparó un té en la casa del guarda. El fogón consistía en tres ladrillos
dispuestos en forma de U y pequeñas ramas del bosque. A pesar de lo cual el té resultó
muy sabroso. Hervido sobre las ramitas y las agujas de pino en la cabaña del guarda,
sabía sorprendentemente como el Lapsang Souchong té ahumado. En su camino hacia el
bosque, Jim se había detenido en la panadería y había comprado algunos rollitos de
cinamomo. Roslyn quedó asombrada de encontrar mantequilla, mermelada y
mantequilla de cacahuete en la alacena de la cabaña del guarda, que habían llegado en la
cesta de Pour Tous esta semana. En ocasiones sólo había medio repollo y un par de
zanahorias para tres personas en la cesta para tres días.
El guarda y la mujer anciana que vivía con él, la ayudaron a trasladar todo hasta el
pequeño claro próximo a la cápsula de Jim, donde tenían una hamaca y algunas esteras
de bambú.
Jim dio las gracias afectuosamente al guarda y a la mujer anciana y les preguntó si
estaban bien. Sonrieron ampliamente y dijeron que estaban muy bien. La anciana se
llamaba Dosama. Había sido una excéntrica, una mujer sola viviendo sin compañía en el
poblado. Había abandonado a su marido porque le pegaba, y se ganaba la vida haciendo
y vendiendo dosais en el poblado. Lo que le proporcionaba lo suficiente para sobrevivir.
Le gustaba beber el vino fermentado de los cocoteros, y habitualmente estaba chispa
desde temprano por la mañana. El guarda la había invitado a compartir su cabaña
aunque era ostensiblemente mucho mayor que él. Ella se trasladó desde su choza en el
poblado, porque le habían ofrecido trabajar para la familia más adinerada en la
comunidad de Kottakarai —limpiando, cuidando de los niños y cocinando— y parecía
muy feliz en su pequeña choza con el guarda. Jim amaba la pequeña familia del bosque.
Le encantaba, viviendo en el bosque sin ningún tipo de comodidades, encontrar que
podía ir a casa para hacer la merienda-cena acompañada de té. Parecía muy feliz.
Roslyn estaba contenta de haberle complacido, pero él todavía parecía pálido,
demacrado y abrumado por algo. Después de comer Roslyn llevó los platos sucios a la
choza del guarda y luego regresó con Jim y le preguntó qué le preocupaba.
—Al regresar a Madrás encontré a Dhyan histérica. El especialista le dijo que jamás
volvería a andar.
—¿Cómo pudo decirle eso?
—La reconoció y examinó las radiografías y concluyó que la médula espinal había
sido cortada. Si hubieran operado inmediatamente después del accidente, tal vez se
hubiera podido hacer algo, pero no pudieron. Ella probablemente no habría sobrevivido
a una operación en ese momento. En cualquier caso, él dijo que no hay esperanza. Ella
me pidió que le diera un veneno.
—¿No hay esperanza? —preguntó Roslyn.
—Ella escribió a Víctor. Él contestó: “La Madre puede hacerlo todo. Ten fe en Ella.
Dirígete a Ella.”
Roslyn lo miró horrorizada. —¿Pedir un milagro?
Jim enfureció. —No seas cínica. Hemos hecho cuánto hemos podido. Dhyan no
soporta más a los médicos. Quiere regresar a Auroville y concentrarse en la
transformación Supramental, y yo estaré con ella para ayudarla durante todo el tiempo
que me necesite.
—Suena como que pudiera ser por mucho tiempo —dijo Roslyn.
—Madre puede hacerlo todo. Tú puedes ayudar; tienes que creer que Madre la
curará.
—El poder de Tinkerbelle, sí, por qué no. Desde luego tengo fe en Dhyan, y en la
Madre, pero la Carta de Auroville dice que Auroville aprovechará todos los
descubrimientos externos e internos.
Jim dijo: —Lo sé, pero ¿qué podemos hacer? Hemos visto a la mitad de los médicos
del sur de la India en los últimos seis meses, e incluso a un consultor del Stoke
Mandeville. ¿Qué podemos hacer? Ella desea venir a Auroville. Cree que Auroville la
sanará.
—Espero que sea así —dijo Roslyn.
Jim le leyó algunas líneas de Savitri.
Alguien con una excelente casa en Certeza se la ofreció a Jim para Dhyan,
trasladándose él mismo a una choza en Aspiración.
Gary y la hija de Dhyan, Aura, estaban viviendo en la cabaña de Dhyan en
Kottakarai. Aura se había convertido en inseparable de la tribu de chicos que
holgazaneaban y jugaban con Bliss durante todo el día, todos los días. Los chavales eran
admirables. Parecían capaces de hacer de todo un juego.
Jim organizó las cosas para que la furgoneta recogiera a Dhyan en Madrás el día de
Nochebuena. Dhyan regresaba a Auroville para sus primeras Navidades desde su
accidente en julio. Roslyn esperaba que fuera auspicioso. Tras el cumpleaños de Bliss,
se llevó a Bliss a Rameshwaran durante unos días para pedir a Panditji que ayudara a
Dhyan.
Panditji dijo: —Se pondrá bien, pero le llevará tiempo.
Quedaba todavía una tenue esperanza de que el gran neurocirujano estuviera en lo
cierto y fuera sólo un coágulo de sangre, que podía disolverse, y ella pudiera volver a
caminar; ¡que el gran especialista estuviera equivocado!
Dhyan llegó desde Madrás. Roslyn fue a llevarle algunas flores por Navidad. El
asistente no la dejó pasar al interior de la habitación y dijo: —Si quiere verte, te llamará.
Roslyn estaba dolida y desazonada, pero respetaba el hecho de que Dhyan tenía una
tarea muy difícil por delante y debía escoger cómo debía afrontarla. Roslyn se contentó
dando una vuelta por los alrededores y caminó de regreso al bosque.
Jim pasaba con Roslyn cada minuto que no estaba con Dhyan. Roslyn apenas veía a
Bliss. Con su bici, Bliss recorría todo Auroville, parando acá, quedándose allá,
comiendo aquí, bañándose allí, recibiendo algunas lecciones con aurovilianos
preocupados de que no hubiera escuela para los niños.
Por las mañanas cuando Jim no estaba en el bosque, Roslyn se levantaba a las cuatro
e iba a la cocina central, a veces con Bliss, y cocinaba el desayuno para cincuenta
personas, que estaba preparado y en la mesa a las 6 a.m. Cuando Jim estaba en el
bosque, siempre comenzaban el día con Savitri.
Invariablemente Roslyn empleaba sus mañanas, y habitualmente sus tardes, dando
puntadas. Si no eran pequeñas bolsas de cuero con cuentas de cristal, eran vestidos para
los niños de la comunidad, o tapices, como si sintiera que si podía tener sus manos
ocupadas, encontraría de alguna forma su camino para salir de la situación imposible en
la que se encontraba.
Ocasionalmente Jim la llevaba a Pondi.
Jim nunca le daba dinero. Decía que Dhyan lo había acusado de comprar a sus
amigos y que había dicho que no le diera a ella ningún dinero. Ella no respondió a eso.
Sabía que él, en cualquier caso, estaba entregando todo el dinero que tenía a la
comunidad pagando todo a todo el mundo, alimentación, electricidad, repoblación de
árboles, todo. Si Jim hubiera llevado a Dhyan fuera de India para su tratamiento, ¿quién
habría pagado las facturas?
Mientras tanto dos chicos locales de la edad de Bliss se habían trasladado a la cabaña
del guarda. Roslyn debía mantenerlos a todos con su cesta de Pour Tous. Ella
habitualmente comía en la Cocina Unitaria o en una caseta de té del poblado en donde le
daban diez puris por una rupia.
Sari revoloteaba por el bosque ocasionalmente. Ellos tenían una esterilla de bambú
con un tigre pintado, en la que Roslyn se sentaba la mayor parte del día cosiendo,
cuando estaba sola, o hablando con Jim cuando él estaba. No estaba contenta con la
situación.
Jim además formaba parte del equipo de los asistentes, todos dedicados por completo
a Dhyan. Dhyan tenía una hermosa habitación que daba a un delicioso jardín. Jim se iba
a “trabajar” fresco como una rosa y regresaba, un día o día y medio después, como si le
hubieran disparado y golpeado.
Una tarde regresó después de haber estado ausente durante un par de días. Roslyn
estaba tumbada en la hamaca. No se había estado encontrando bien. Él sacó de su
bolsillo un arrugado telegrama que había estado llevando encima durante dos días,
entregándoselo. Era de su madre, “Papá falleció la pasada noche”.
Roslyn tenía la vaga esperanza de que Bernie pudiera haberle dejado algún dinero,
pero recibió una carta de su madre diciéndole que Bernie le había dado todo su dinero
en 1973, y que no había nada para Roslyn en su testamento. Por un breve tiempo
consideró regresar a USA para demandar a su madre una parte del patrimonio de su
padre. Puede que legalmente tuviera derecho a algo, pero luego decidió que no quería el
karma de llevar a su madre ante los tribunales. Cómo gastara su madre el dinero de su
padre era su karma. Para Roslyn, no tener nada allí en el bosque era como el nacimiento
de un nuevo ser, que no era la hija dependiente de aquellos padres en la lejana América,
sino la niña de la Madre y Sri Aurobindo.
Unas semanas después, se encontraba una tarde sentada en el bosque con Jim. Él
había regresado del trabajo, parecía exhausto, y no pronunciaba palabra.
Ella estaba alucinada y le dijo que no le estaba poniendo las cosas muy fáciles.
Él se fue.
Venía al bosque con menor frecuencia, pero todavía venía. Cuando él estaba en el
bosque ella era amable con él, silenciosa, sin exigir nada, servicial, pero él nunca le
hablaba. A veces le leía Savitri. Su voz era como una caricia.
Roslyn era muy desdichada. Preguntó a Gary si Dhyan había ordenado a Jim que
dejara de hablarle.
Gary replicó: —Sería mejor para Dhyan y Jim que te fueras de Auroville.
Roslyn escribió a todos sus amigos diciéndoles que si le enviaban billetes de avión
para ella y Bliss estaría contenta de visitarlos.
Ninguno contestó.
La comunidad de Kottakarai dejó de enviar su cesta de Pour Tous.
Boy fue al bosque y le dijo a Roslyn: —Jim no necesita tu amor. Si lo amas, entonces
debes comprender lo que siente hacia Dhyan, que también lo ama. Deberías irte.
Roslyn hubiera estado feliz yendo a cualquier parte, pero ¿dónde? Escribió a su
hermana diciéndole que se encontraba sola, sin dinero y sin amigos.
Unas semanas más tarde recibió una carta del Consulado US en Madrás, debido a
que su hermana había contactado con ellos, comunicándoles que ella estaba sola, sin
dinero y sin amigos, por lo que ellos se sentirían contentos de repatriarla.
Dejó pasar el ofrecimiento.
Se sentó sobre su estera.
CAPÍTULO XV
POLÍTICAMENTE INCORRECTO
Los grandes son más fuertes cuando permanecen solos,
un poder de ser otorgado por Dios es su fuerza.
“Savitri” de Sri Aurobindo
ROSLYN se sentó sobre la estera en su cápsula y lloró durante meses. Jim Bean se
acercaba ocasionalmente, a veces se quedaba durante uno o dos días, jamás hablaba con
ella; comía con ella, le leía Savitri, se sentaba con ella, pasaba cuarenta y ocho horas
seguidas con ella, luego desaparecía. Ella no sabía cuándo volvería a aparecer. Él tomó
prestado su ciclomotor, pinchó una rueda y lo dejó en cualquier sitio al otro lado de la
ciudad. Cuando ella le pidió dinero para reparar el neumático, él se dirigió a Gary que
los estaba visitando en el bosque: —Dile, “tú puedes sostenerte sobre tus pies”. Gary no
hubo de repetir lo que Jim había dicho. Roslyn rompió en gritos contra él: —¡Estúpido
hijo de puta! Y le tiró lo primero que tenía a mano. Él y Gary corrieron fuera del
bosque.
Estaba conmocionada y horrorizada de que él pudiera decirle algo así, después de
haber estado sin hablarle durante semanas. Después de eso Jim no se acercó durante un
tiempo. Boy le dijo que Jim había prometido a Dhyan no hablar con ella hasta que
Dhyan pudiera andar.
Roslyn preguntó a Gary si era cierto. Él rehusó contestarle. Posteriormente reparó su
ciclomotor y se quedó con él.
Roslyn todavía conservaba la esperanza de que Dhyan caminara, pero se preguntaba
si le asustaría perder el control sobre los otros. Roslyn pensaba que el consejo de Víctor
tal vez fuera un mal consejo. Tal vez la confrontación haría más por fortalecer su
voluntad que la aquiescencia, pero nadie le había pedido su opinión. Víctor había dicho
a los asistentes que su voluntad se fortalecería si ellos hacían cualquier cosa que ella
dijera. El mundo a su alrededor debía ser única y exactamente tal y como ella deseaba
que fuese, excepto, por supuesto, respecto a su discapacidad, que ella estaba
determinada a superar; pero en el caso de que la superara tal vez perdería el control de
todos aquellos que estaban trabajando para ella. Debía de tener coraje. Debía dejar
aparte lo superficial y encontrar dentro de sí misma la fuerza de sostenerse sobre sus
pies. Todo el mundo y todas las cosas a su alrededor estaban entregados a esta meta.
Víctor llamó aparte a Jim y le dijo que cortara toda relación con la bruja tántrica,
Roslyn.
Jim, Boy y el resto de los asistentes de Dhyan estaban entregados a su trabajo con
ella. ¿Qué habrían hecho si repentinamente se hubiera puesto sobre sus propios pies?
Rehusaba utilizar una silla de ruedas. Quería andar. Hasta que pudiera caminar, ellos
estuvieron de acuerdo en llevarla. Todos rogaban y esperaban que un día la paralización
pudiera desaparecer. ¿Sería ella capaz de regresar a vivir en su cabaña?
Roslyn no estaba muy interesada en lo que pudiera ocurrir si Dhyan caminara. Parecía que Dhyan no estaba para caminar. A pesar de todos los masajes, ejercicios y
terapia, sus piernas parecían mondadientes la última vez que Roslyn la había visto
sentada en la cama de su habitación, rodeada de asistentes, flores, una foto de la Madre
de gran tamaño, aunque no la habían admitido en la habitación.
Un domingo por la tarde Roslyn había caminado hasta el Matrimandir después de
preparar la cena en la Cocina. Había muchas personas de la Sociedad sentadas en el
camino frente a la puerta del Matrimandir. La puerta estaba cerrada. Algunos
aurovilianos estaban sentados al otro lado de la puerta, negando el acceso al
Matrimandir a las personas de la Sociedad, que habían venido para meditar allí unos
minutos.
—¿Qué ocurre? —preguntó Roslyn.
Uno de los aurovilianos replicó: —Aquí no pueden entrar. Se creen los propietarios
de Auroville.
Roslyn estúpidamente dijo: —¿No te parece que estáis reclamando la propiedad de
Auroville negándoles la entrada en el Matrimandir?
Otro auroviliano replicó: —Tú no lo entiendes. Vete.
Una furgoneta llena de agentes de policía indios se detuvo.
Algunos aurovilianos comenzaron a gritar a Roslyn. Se marchó apresuradamente,
para no resultar involucrada.
Roslyn envió una nota a los editores del Auroville News que incluía una cita de la
Madre, “Aquellos que están a favor de unos y contra otros están fuera de la Verdad”.
Sin embargo, la Comunidad discrepaba con ella porque Víctor les había dicho: “Debéis
elegir”.
El virus de la división había entrado en Auroville. El enemigo no era únicamente la
Sociedad Sri Aurobindo, sino también los aurovilianos que no estaban de acuerdo con
lo que estaba ocurriendo.
La agencia encargada de la distribución de alimentos para la comunidad era Pour
Tous. Cada auroviliano recibía una cesta tres veces a la semana.
La comunidad de Kottakarai suspendió la cesta de Roslyn. Querían que se fuera. Ella
no tenía a dónde ir y cuatro personas a su cargo, Bliss, los dos chicos tamiles y la
anciana Dosama que se había quedado sin trabajo porque las personas ricas habían
regresado a América. Roslyn no era la única persona en Auroville a quien habían
suspendido la cesta. De repente la cesta de Pour Tous se había convertido en un arma
política. Inicialmente cada persona en Auroville recibía una cesta tres veces a la
semana. El ego colectivo no podía soportar algo tan puro.
La cesta de Roslyn estaba entre las primeras que suspendieron, pero siguieron
muchas más.
Para Roslyn y muchos otros, resultaba sorprendente que Auroville por algún motivo
hubiera caído en esta antigua formación.
En las Notas de Auroville se explicaba: “Está claro: ninguna cesta de alimentos se
está suspendiendo porque él o ella esté en desacuerdo con Pour Tous (en ese caso, en un
momento u otro, todos pudieran resultar afectados). Se trata de lo siguiente: no debemos
apoyar —activa o pasivamente— ninguna reclamación de la Sociedad Sri Aurobindo
sobre los terrenos de Auroville. Si, hasta que la situación haya sido resuelta, podemos
estar todos de acuerdo, por el momento, en abstenernos de relaciones con los miembros
de la Sociedad Sri Aurobindo, entonces los servicios podrán ser establecidos para todos
los aurovilianos”.
En esta situación, si un auroviliano sonreía o hablaba a un antiguo amigo de la
Sociedad Sri Aurobindo de Pondicherry, su cesta era inmediatamente suspendida.
Las personas que continuaban siendo amistosas con Vasudeva fueron etiquetadas
como colaboradoras, aunque Vasudeva no era un miembro de la Sociedad Sri
Aurobindo y había insistido en que Auroville se volviera independiente de la Sociedad
Sri Aurobindo, incluso ayudando a registrar la Sociedad de Auroville. Se había
mostrado en desacuerdo con Auroville sobre la petición al Gobierno de la India para
interceder en la batalla entre Auroville y la Sociedad Sri Aurobindo.
Todo esto carecía de sentido para Roslyn. No podía entenderlo o alcanzar a
comprenderlo dentro del contexto de nada cuanto había experimentado, leído o
estudiado. ¿Qué estaba ocurriendo? No podía creer o entender lo que estaba ocurriendo.
No podía entender a ninguna de las partes en la estúpida y desgastante batalla, en el
contexto de nada que ella hubiera concebido jamás como espiritualidad. Una de las citas
de la Madre que más le gustaban era que Auroville sería un espacio en donde en lugar
de pelearse unos con otros, la gente lucharía contra la ignorancia, la enfermedad, la
pobreza. Estaba asombrada de haberse convertido repentinamente en un enemigo de la
gente, mientras que otros que habían sido peces gordos de la Sociedad Sri Aurobindo
eran de repente buenos aurovilianos, que le lanzaban a ella tomates podridos por
continuar saludando a viejos amigos.
Era horripilante. Su hermoso e imaginativo Jim Bean, que se había estado moviendo
como un pez volador hasta unos pocos meses antes, era ahora como un zombi. No era
sólo que no le hablara a ella, sino que se había vuelto rígido. Este hombre maravilloso,
delgado, alto, que siempre se había movido con una fascinante y lánguida gracia, se
estaba moviendo como un robot. Parecía el hombre de hojalata en El Mago de Oz
mientras Dorothy le engrasaba sus juntas.
La comunidad que tanto se había divertido, reído y amado, se había vuelto hosca,
farisaica, dominada por el machismo. Trabajo y adoración habían sido sinónimos con la
amorosa Madre y llevados a cabo con gran alegría. Ahora se habían convertido en una
obligación, hecha de forma desagradable, crítica, sometida a juicio y cruel. La palabra
“deber” aparecía cada vez más.
Roslyn intentó callarse y permanecer silenciosa, e intentó hacer su trabajo en la
Cocina discretamente. Habitualmente cocinaba, cogía comida para ella y se iba, para
evitar conversaciones que inevitablemente acabarían en desacuerdo.
La política de la comunidad estaba clara. En Auroville hay siempre una expresión
individual y otra colectiva. La tarea es combinar ambas. Estaba claro que el colectivo de
Auroville tenía el derecho de pedir que los aurovilianos suspendieran la comunicación
directa con la Sociedad Sri Aurobindo. Existía el derecho, incluso el deber, de la
colectividad de exigir de los sospechosos de colaborar o de los colaboradores
declarados, una postura clara de que desistieran de seguir colaborando.
Las Notas de Auroville expresaban la moralidad imperante: “Respecto a la moralidad
y el sentimentalismo de aquellos que aprueban los resultados de las principales líneas de
acción pero que rehúsan ensuciarse las manos cuando resulta necesario, tanto peor para
ellos. El tiempo para la moralidad y la virtud hace tiempo que ha quedado atrás… como
ha quedado atrás el tiempo para los ‘fumadores de hierba’”.
La mayor parte de la gente se sentía en la acuciante necesidad de hacer una elección,
elegir algo, que era Auroville, con preferencia al pasado, la vieja creación. Esta elección
era indispensable si la comunidad quería servir al Divino con preferencia sobre
cualquier otra cosa. Por ejemplo, Pour Tous, cuyo papel era ser un cuerno de la
abundancia para la comunidad, debía elegir suprimir la comida de algunas personas.
Debía hacerse una elección.
Algunas personas llamaban a esto “Horrorville”.
Auroville, concebido y dedicado para la libertad y la transformación de la
humanidad, se convirtió en un laboratorio de la evolución en el que la conformidad
pedagógica, la apatía espiritual y la santurronería, dominaban.
Las expresiones favoritas eran: “Tiene aires de grandeza” o “Tienen aires de
grandeza”. Otras eran: “Debemos ser espontáneos” y “No está claro”.
Todas significaban lo mismo. Había un grupo de personas que habían “pagado sus
deudas”. Los siete samuráis que habían ido a la cárcel por liberar la cabaña del Gerente
en Aspiración, y las otras cincuenta personas que fueron a prisión cuando el gurú
tántrico fue exorcizado. Estas personas se juntaban cada semana con algunas de las
restantes personas de la comunidad y mantenían una reunión comunitaria llamada la
Asamblea de Pour Tous.
Estas reuniones decidían qué cestas suspender, quién organizaría el transporte al
tribunal en Tindivanan, y planeaban el día a día de la estrategia para la batalla. Cada
ocasión estaba llena de engreimiento y drama. Siempre había una gran foto de Madre.
Había la atmósfera de un grupo de personas haciendo algo muy secreto o importante,
como científicos atómicos.
Todos los visados habían expirado. Un grupo de aurovilianos fue al Ministerio del
Interior en Delhi para intentar persuadir al Gobierno de India que permitiera a los
aurovilianos obtener visados sin el apadrinamiento de la Sociedad Sri Aurobindo. El
Ministro estuvo de acuerdo, pero los aurovilianos debían ir a por sus visados a
Cuddalore, unos treinta kilómetros al sur de Pondicherry.
Roslyn no acudía a la mayor parte de las reuniones, pero se enteraba por las Notas de
Auroville que siempre leía en la Cocina mientras trabajaba.
Todas las mañanas andaba hasta el Matrimandir, en donde meditaba sobre el mantra
que le había dado la Madre. Jim también caminaba hasta el Matrimandir cada mañana
desde donde se alojaba con Dhyan. Frecuentemente coincidían en su paseo por la
explanada. Él nunca le hablaba. A veces le daba una flor. Vasudeva también iba al
Matrimandir a aquella hora. Ellos y el vigilante eran allí las únicas personas todos los
días al amanecer.
Roslyn caminaba de vuelta a su cápsula, donde pasaba la mayor parte del día
mirando a través del faldón de cierre de la estructura.
Las dos noches previas a su cumpleaños, Jim los pasó con ella en el bosque. La
mañana de su cumpleaños se despertaron juntos. Ella le dijo a él que era su cumpleaños,
y le pidió que por favor viniera aquella tarde. Él no dijo nada, lo que ella interpretó
como que vendría.
Se fue a la ciudad en el autobús de Pondicherry, a visitar la habitación de Sri
Aurobindo, después de lo cual regresó al bosque. A última hora de la tarde, Gary le trajo
de la panadería un pastel de manzana recién hecho. Ella no lo empezó, porque esperaba
a Jim. Llegó Bliss y pidió un trozo de pastel. Roslyn le dijo que se lo daría cuando
llegara Jim. Finalmente, Bliss se fue a dormir. En aquel momento Roslyn estaba ya tan
nerviosa que estaba cercana a la histeria. Estaba furiosa con Jim. Estaba furiosa porque
el pastel de manzana estaba frío, y porque Bliss se había ido a la cama sin comer nada.
Estaba furiosa y se sentía desgraciada y sin saber qué hacer.
No tenía dinero. Trabajaba por la mañana temprano en la Cocina de la Unidad, varios
días a la semana, preparando el desayuno, y varias tardes preparando la cena. El resto
del tiempo, siempre estaba cosiendo algo, pero no ganaba dinero alguno. Recogía veinte
rupias cada sábado por la tarde de la Oficina del Matrimandir para dárselas a la anciana
mujer en la choza del guarda.
Cuando Jim estaba en el bosque, ella le daba de comer, a pesar de que él sabía que
ella no recibía cesta. Comía allí a menudo y ocasionalmente traía algunas manzanas y
naranjas.
Habitualmente aparecía con las manos vacías y ella traía comida para él de la Cocina.
Cada vez que ella sentía que se estaba recobrando, acto seguido volvía él y ella se rendía de nuevo. No sabía nada de su familia y amigos en USA cuando, de improviso,
recibió un telegrama de Frankie: “Llego con Suzanne, semana próxima, montón de
amor”.
¡Salvación!
Roslyn y Jim no podían hablar el uno con el otro, pero ambos hablaban a su amigo
Paul en cuya casa de Pondicherry siempre eran bien recibidos cualquier tarde para el té.
Frecuentemente se encontraban allí y Jim se dirigía a Paul con aquello que quería decir
a Roslyn, de ese modo se comunicaba sin romper su promesa a Dhyan.
Jim estaba ayudando a Paul a abrir una boutique de arte en Pondi. Paul había
arrendado un viejo inmueble y habían demolido todo el interior de la estructura, todo
excepto los basamentos, los muros exteriores y el tejado, y habían creado un increíble
espacio.
Era mucho más glamoroso que cualquier otro en Pondi en aquellos días. Había un
patio con una claraboya. Era una tienda, pero parecía una galería exótica y muy
sofisticada. Bajo la claraboya había un jardín Zen, bonsáis sobre rocalla, musgo, un
estanque. Grandes ramilletes de orquídeas en floración colgaban en tiestos desde una
rejilla metálica bajo la claraboya.
Durante meses habían trabajado en ello. Siempre que Jim no estaba con Dhyan o en
el bosque, normalmente estaba allí trabajando con Paul. Roslyn estaba agradecida de
que Paul hubiera encontrado un medio de interesarlo en algo diferente al cuidado de
Dhyan. Cada vez que iba a Pondi, porque raras veces tenía dos rupias para el bus, se
detenía para ver a Paul, en parte buscando a Jim, en parte curiosa de este magnífico
lugar que estaban creando. Más parecía un palacio que una tienda. La entrada daba a un
patio en cuya parte izquierda había un amplio rincón con una gran mesa redonda
bellamente esculpida sobre la que danzaba el más impresionante Ganesh que Roslyn
había visto jamás. Había también algunos bellos libros de arte de la India dispersos
alrededor de la mesa, y unas sillas maravillosamente confortables. Había hornacinas
artísticamente insertadas en los muros, en las que se exhibían maravillosas esculturas.
Los suelos eran de piedra pulida. Delicadas paredes de color crema con maravillosos
vívidos cereza y verde enmarcaban el espacio. Era muy exótico y gustaba a todo el
mundo, incluso aunque pareciera, tal vez, más un templo o el salón de estar de un
excéntrico hombre rico, que una boutique. Jim había construido un pequeño
apartamento para Paul en la planta de arriba con un pequeño balcón que miraba sobre el
patio-jardín y sobre la tienda.
Llegaron Frankie y Suzanne. Roslyn estaba rebosante de alegría al verlos y pasó la
noche con ellos en la casa de huéspedes en Pondicherry. No querían estar en Auroville.
Querían permanecer en Pondi. Frankie había visitado a Jim una vez en Auroville y
pensaba que era sólo chozas y barro, sin embargo encontraba Pondi encantador.
Cada vez que Roslyn pasaba la noche en Pondi, siempre veía a Paul, y normalmente
también a Jim, en la Casa India del Café, durante el desayuno. Suzanne y Frankie
estaban ansiosos por ver de nuevo a Jim, así que fueron a desayunar a la Casa India del
Café.
Paul no estaba, ni tampoco Jim. Resultaba extraño. Paul desayunaba invariablemente
allí cada mañana, pues estaba a menos de una manzana desde su nueva tienda.
Roslyn estaba segura de que le gustaría conocer a Frankie y Suzanne, así que después
del desayuno pasearon hasta la tienda de Paul e hicieron sonar la campanilla. Les abrió
un Jim Bean muy demacrado.
—Paul no estaba en la Casa del Café, así que vine para presentarle a Frankie y
Suzanne, lo siento, no quiero molestarte.
Por la expresión de Jim resultaba obvio que no deseaba verla. Se dirigió a Frankie:
—Lo siento, no podréis conocer a Paul. Ha fallecido la pasada noche.
Frankie preguntó si podía ayudar en algo. Jim pareció agradecido por la oferta, pero
pidió a las mujeres que los excusaran.
Después de meses de trabajo, la tienda estaba a punto de abrir. Roslyn había estado
feliz al ver uno de sus tapices colgado sobre una de las paredes. Esperaba que alguien
pudiera comprarlo. Se lo había dado a Paul en consignación.
La nueva tienda había sido su última esperanza para ganarse la vida. Había hecho
planes de confeccionar cosas en el bosque y dárselas a Paul para que las vendiera. Ya le
había dado un montón de pequeñas bolsas adornadas con cuentas. Él había rehusado
pagarle por adelantado, pero habían acordado que podía dejar las cosas en consignación.
Él había muerto. La tienda jamás abrió. Todo lo que había en la tienda fue al Ashram,
incluyendo sus pequeñas bolsas de cuentas y el tapiz. Intentó recuperar sus cosas, y el
administrador del Ashram le dijo que podía llevárselas si le pagaba la cantidad que Paul
le había dado a ella. Ella exclamó: —Pero él no me pagó por ellas. Se las había dado
para que las almacenara en consignación.
—Sí, pero Jim Bean nos dijo que tú debías dinero a Paul.
En efecto, le había pedido prestadas a Paul cien rupias. Él le había perdonado el
préstamo, aunque había rehusado concederle más ayuda financiera. Ella carecía de cien
rupias para recuperar los cientos de rupias que valía el material que había entregado a
Paul en consignación para la tienda. Afortunadamente el asunto no terminó en un
desastre de envergadura. Frankie le dio gustoso las cien rupias para recuperar sus cosas
del Ashram; pero comentó que había sido mezquino por parte de Jim Bean haber
mencionado que ella debía dinero a Paul. Jim, su dulce crema de helado, se había
convertido en mantequilla rancia.
Caminó hasta la oficina del Matrimandir el sábado por la tarde y le dijeron que la
comunidad ya no podía permitirse darle veinte rupias a la semana. No era nada personal,
simplemente no había dinero. Debía hablar con la comunidad de Kottakarai para
intentar restablecer su cesta. Las personas que inicialmente habían suspendido su cesta
se habían ido; la autoridad la tenían otros.
Fue y preguntó.
—No, no, lo siento, pero no puedo hacerlo. Ángela me dijo antes de irse que la
comunidad había decidido inequívocamente que ya no formas parte de la comunidad, y
la cesta es sólo para miembros de la comunidad.
—Yo inicié esta comunidad —dijo ella.
—Eso es el pasado. Por favor vete —intervino el marido de la mujer, intentando
proteger a su esposa de las malas vibraciones de Roslyn, que en ese momento eran
terribles.
—¿Sois nazis locos? —les preguntó.
—Por favor, márchate —replicó él—, no quiero tener que echarte.
Se marchó conmocionada por el abismo, la división, que se había producido entre
ella y la comunidad.
Estaba horrorizada con lo que se estaba encontrando. Clamó a la Madre: —¿Por qué
has tenido que irte? Esto no hubiera ocurrido si no te hubieras ido.
Tenía por cierto que la Madre le hubiera ayudado en estas circunstancias, tal vez la
estaba ayudando ahora, aunque no podía verlo.
A la mañana siguiente cuando dejaba el Matrimandir, se le acercó Vasudeva.
—¿Quieres recibir Prosperidad del Fondo del Matrimandir?
Estaba sorprendida. ¿Realmente le estaba ofreciendo ayuda?
—¿Prosperidad incluye dinero? —preguntó ella.
—Siento que no sea una gran cantidad, sólo 150 rupias al mes.
—Estaría muy agradecida —dijo ella—. Me ayudas a pensar que Madre no se ha ido
del todo de este lugar.
Él se rio y siguió su camino.
En adelante, a principios de mes, alguien le traía 150 rupias al bosque.
Ella continuaba trabajando en la Cocina y meditando en el Matrimandir. Jim había
dejado de visitarla, pero sus amigos Frankie y Suzanne continuaban en Pondi y se veían
aquí y allí varias veces a la semana.
Un día estaba sentada en un restaurante de Pondicherry con Frankie y Suzanne,
cuando entró Ananta tambaleándose.
Se abalanzó sobre ella, encantado de verla. Acababa de regresar de USA. Había
abandonado su isla poco antes del fallecimiento de la Madre. Su madre había caído
enferma y la había llevado de regreso a su querida Boston, así ella podría descansar en
paz con sus venerados ancestros. Él quedó abatido por el dolor durante varios años
después de su muerte, así que le había costado un tiempo recuperarse para regresar a la
isla. La isla era un caos.
Alguien le había robado su cocina. Los administradores de Ashram se habían llevado
todo. Él no tenía visado, etc. Desvariaba, y le cogía la mano como si fuera la última vez
en su vida. Ella lo invitó a que se quedara a comer con ellos. Él estaba demasiado
enfermo para comer nada, pero tal vez podría tomar una cerveza.
Frankie y Suzanne sintieron el alivio de encontrar algo de comedia durante su
estancia en Pondicherry. Todo era admirable, y extremadamente interesante, aunque
ligeramente apagado hasta que Ananta apareció en la fiesta. Estaba tan taciturno que
resultaba divertido, y de alguna forma restablecía algún equilibrio con la vida del otro
lado de la frontera.
Ananta dijo que su cumpleaños sería en un par de días, y los invitó a todos a la isla.
Roslyn, que había sido bastante íntima de Ananta durante un tiempo, dijo: —Ananta, tu
cumpleaños es en marzo.
—Cada mes, el cuarto día de cada luna nueva es la puja de Ananta, mi cumpleaños.
¿Vendréis? —preguntó con ansia.
—Estaremos encantados de ir —dijo Suzanne dulcemente.
Ananta asió su mano y la miró intensamente . —Creo que me he enamorado de ti.
Todos prorrumpieron en carcajadas.
Roslyn comenzó a pasar gran parte de su tiempo con Ananta en la isla. A Bliss no le
gustaba Ananta y Ananta no le prestaba mucha atención a Bliss, así que habitualmente
Roslyn iba sola a la isla, y Frankie, o Frankie y Suzanne, se encontraban allí con ella.
Ananta tenía a sus sirvientes que cocinaban unas comidas exquisitas, pero la vida de la
isla giraba alrededor del pequeño templo.
Cada mañana Ananta iba a sentarse en el templo durante largo tiempo, haciendo
algunas prácticas esotéricas. Varias veces al mes venía el sacerdote y hacia una gran
ceremonia. Había mantras, fuego, frecuentemente músicos, a veces fuegos de artificio, y
finalmente prasad, que usualmente consistía en varios platos de comida con vino y
brandy. Ananta con frecuencia debía ser llevado a la cama por sus sirvientes. A menudo
Roslyn perdía el último autobús de regreso al bosque y pasaba allí la noche.
La puja consistía en invocaciones místicas a los dioses. Durante la puja la isla se
convertía en un barco que viajaba a través de distantes reinos olvidados e invocaba a
deidades que no habían sido adoradas durante siglos. Los jardines estaban inmaculados.
Era un completo cuento de hadas.
Frankie y Suzanne llevaron a su amiga, la Marquesa de Tal-y-tal, a conocer a
Ananta. Resultó amor a primera vista.
Suzanne partió para Francia. Habían dejado a las gemelas con la madre de Frankie en
Francia antes de ir a India. Habían recibido una carta donde se decía que las niñas
estaban enfermas. Frankie decidió quedarse.
Frankie, Roslyn y la Marquesa de Tal-y-tal hablaron sobre unas vacaciones en las
montañas, en Kodai.
La Marquesa sabiendo que Roslyn carecía de dinero, la había invitado a ir con ellos
como su invitada. Lo mencionaron en presencia de Ananta. Estaban en la isla bebiendo
leche de coco del propio coco, sirviéndose de un tallo de loto como pajita. Ananta
insistió a Frankie y a Roslyn para que se quedaran allí mientras él le mostraba a la
Marquesa su templo. Roslyn se molestó. Era de nuevo la historia de la-Condesa-en-eldormitorio.
Esta vez, por lo menos, tenía a Frankie con ella, y se rieron juntos de Ananta y de la
Marquesa.
A la tarde siguiente Frankie se presentó en el bosque. —¡Se han fugado!
—¿Quienes? —preguntó Roslyn.
—La Marquesa y Ananta. Se fueron esta mañana en un taxi hacía Kodai. No nos han
llevado con ellos. Así que, ¡vamos!
—De acuerdo, estoy lista.
Roslyn lo arregló para que Judy cuidara de Bliss, y se fueron con el autobús a la
ciudad y de allí en tren y en autobús a Kodai.
Kodai estaba espléndido. Era una tranquila ciudad en lo alto de una montaña,
construida alrededor de un lago. Había un internado que se parecía vagamente a uno al
que Roslyn había ido en Pennsylvania. La hiedra cubría el ladrillo de los edificios y tras
un agradable muro de piedra se encontraba el campus. Había una puerta principal en la
fachada; sólo que en Kodai estaba custodiada por un gurkha.
Kodai había sido uno de los enclaves de montaña en donde los británicos se retiraban
durante la estación cálida. Era diferente de cualquier otro lugar que Roslyn hubiera visto
en la India. Incluso los pobres vivían en pequeñas casas de piedra el lugar de chozas de
paja.
Hacía frío en Kodai. Roslyn acababa de hacerse algunos vestidos nuevos con viejos
saris que había adquirido en el bazar. Se los puso uno encima de otro. Desde la estación
de autobús fueron a buscar un lugar donde alojarse. Tenían muy poco dinero entre los
dos. Roslyn no tenía nada y Frankie sólo un par de cientos de rupias. Estaba a la espera
de que Suzanne le enviara dinero desde Francia. Parecía que cualquier sitio en Kodai
era un hotel, o una pensión, o un alojamiento, pero Frankie decidió que debían estar con
Ananta y la Marquesa, puesto que habían estado de acuerdo en viajar juntos, y que
quien tuviera dinero debía pagar la cuenta.
Roslyn tenía por cierto que Ananta jamás estaría de acuerdo en pagar su factura, a
pesar de que había estado de acuerdo con la idea cuando la estaban discutiendo, porque
lo que él quería era alguien con quien viajar. Obviamente Ananta y la Marquesa habían
huido de ellos para evitar pagar su cuenta. Frankie insistió que debían alojarse en el
mismo hotel y que él los abochornaría para que pagasen. Únicamente, no sabían dónde
Ananta y la Marquesa se habían alojado.
Frankie dijo que sería fácil descubrirlo y preguntó por el mejor hotel en Kodai.
Finalmente, alguien mencionó "el Carlton", pero de inmediato añadió, "muy caro".
—Sí, sí —replicó Frankie—. ¿Dónde está el Carlton?
Al pie de la colina pasada la escuela y el lago. Frankie le dijo a Roslyn que esperara
en un pequeño puesto de té, al otro lado de la calle de la puerta de entrada al Carlton. Se
sentó en un banco en el exterior del puesto y pidió un té. Se sentía bien simplemente
estando fuera de Auroville, mirando a los grandes árboles y notando el aire fresco. La
ciudad era tranquila y apacible. Sentada en el exterior de la pequeña tienda de té podía
mirar al lago, una tersa y clara lámina de agua. Había algunas barcas sobre el lago. La
orilla opuesta era una colina verde. Podía ver algunas casas salpicando la ladera de la
colina. Algunos niños montaban a caballo.
Finalmente, Frankie regresó. —Están ahí —dijo triunfalmente—. Tienen dos
habitaciones en el hotel. Yo he cogido una casita para nosotros. Es encantadora. Te
gustará.
—¿Pero cómo vamos a pagarla? —preguntó ella.
—No te preocupes por eso, estás de vacaciones, disfruta.
Fue feliz de no tener que preocuparse por ello y alegremente lo acompañó a la casita,
que formaba parte del hotel pero en una construcción separada, en la parte que
enfrentaba al lago. Tenía un gran porche soleado, un salón de estar con una chimenea,
una amplia habitación con seis camas, y un baño. Inmediatamente Frankie hizo sonar la
campana que llamaba al sirviente del hotel y pidió té, tostadas, mantequilla, mermelada,
pasteles, encender el fuego, y algunos baldes de agua caliente para poder bañarse antes
de la cena.
Era glorioso. Confortablemente instalados, cómodamente sobre la pequeña carretera
que rodeaba el lago, con vistas al lago, se sentaron y sorbieron su té y se dejaron llevar
por el delicioso escenario.
—Me pregunto qué dirán ellos cuando entremos en el comedor —especuló Frankie.
—Supón que no están de acuerdo en pagar nuestra cuenta, ¿regresaremos? —
preguntó Roslyn.
—Nos quedaremos todo el tiempo que se queden ellos. No te preocupes.
Limpios y con sus mejores vestidos, fueron al comedor para la cena. Los residentes
en el hotel hacían sus comidas en el comedor, o en bandejas en sus habitaciones. Como
era temporada baja no había mucha gente en el comedor. El gerente del hotel los recibió
calurosamente cuando entraron y los condujo a la mesa próxima a Ananta y la
Marquesa.
Frankie dijo: —Buenas tardes.
La Marquesa y Ananta los ignoraron.
La comida era excelente y estaban hambrientos. Roslyn y Ananta había sido amigos
durante años y ella y Frankie encontraban cómico que el él rehusara mirarla y decirle
"hola". Ella y Frankie se comportaron escandalosamente para captar la atención de
Ananta y la Marquesa. El resto de los huéspedes estaban lo suficientemente lejos como
para no resultar molestados, y Frankie, aparentemente, había encantado completamente
al gerente del hotel, que parecía feliz de tenerlos como clientes.
Después de los postres, una completa colección de cosas riquísimas, del café y del
brandy, regresaron a la casita, con un sirviente del hotel caminando delante de ellos con
una linterna para alumbrarles el camino, aunque la noche era clara y despejada. Después
de meses de dormir sobre una estera de bambú en un fragmentado suelo de bambú,
Roslyn se sintió feliz, como si hubiera muerto y hubiera subido al cielo, cuando se
metió en el lecho grande y suave, entre sábanas limpias, bajo una pila de mantas.
Pasaron tres semanas en el Carlton. Veían a la Marquesa y Ananta cada día, en el
comedor a la hora de la comida y de la cena, o cuando iban a remar al lago, o paseaban
por el jardín de rosas, o por las montañas. Ananta y la Marquesa pasaban la mayor parte
de la tarde y de la noche en el bar. Jamás dijeron ni una palabra a Frankie y a Roslyn.
Había algunos amigos de la madre de Ananta viviendo en Kodai, que con frecuencia
cenaban con ellos. Ananta y la Marquesa conservaron el taxi que los había traído desde
Pondi durante todo el tiempo que permanecieron en Kodai, y jamás ofrecieron a Roslyn
y a Frankie subir a él.
Ananta y la Marquesa parecían como una pareja en luna de miel. Tenían habitaciones
separadas pero contiguas. Uno de los sirvientes de Ananta se alojaba con él.
Ananta y la Marquesa bajaban del brazo al comedor para el desayuno por la mañana.
Luego regresaban del brazo a sus habitaciones, después del desayuno, de la comida y de
la cena, pasando el día juntos, completamente absortos el uno en el otro, y nunca, ni una
sola vez, reconociendo a Frankie o a Roslyn; a pesar de que comían en mesas vecinas
tres veces al día.
Un día, Roslyn dijo a Frankie: —Me pregunto qué ocurrirá hoy. Es el cumpleaños de
Ananta, el que únicamente ocurre una vez al año.
Ananta y la Marquesa estaban allí como de costumbre para el desayuno y para la
comida. Roslyn le dio a Ananta una rosa y le deseo un feliz cumpleaños. Él le sonrió
como si no pudiera recordar su nombre, y asintió con la cabeza dirigiéndose a ella,
como reconociendo vagamente su existencia.
Roslyn y Frankie fueron al comedor para la cena. El comedor estaba siempre
exquisito, cada una de las mesas con sus planchados manteles blancos y sus servilletas.
La Marquesa y Ananta tenían dos señoras como invitadas para la cena: una inglesa y
una señora de Boston. El comedor estaba iluminado con velas. La luna llena brillaba
sobre el lago.
Roslyn y Frankie entraron en el comedor y fueron conducidos a su mesa, al lado de
Ananta y la Marquesa. El resto del comedor estaba casi vacío. Frankie dijo: —Bonsoir,
y fue ignorado.
Ellos estaban sentados, fumando cigarrillos y esperando el postre, cuando con gran
aparato el Gerente del hotel, acompañado de dos camareros completamente
uniformados, obsequió a Ananta con una espléndida tarta de cumpleaños.
Todo el mundo cantó "Porque es un muchacho excelente" y "Cumpleaños feliz".
Ananta se puso en pie dignamente, balanceándose ligeramente, completamente
borracho.
Ananta dijo a la Marquesa: —No sé qué hacer.
Ella replicó: —Formula un deseo y sopla las velas.
Él se balanceaba hacia atrás y hacia adelante sobre la tarta. La cera de las velas
goteaba sobre el pastel.
Dio un gran soplido y las velas se apagaron.
Él se derrumbó sobre su silla.
—Ahora tienes que cortarlo —dijo la Marquesa.
—¡No sé cuántos pedazos cortar! —dijo con una gran voz resonante.
—Creo que cuatro serían suficientes —dijo ella.
Él cortó cuatro pedazos del enorme pastel. A Roslyn y Frankie, en la mesa de al lado,
les sirvieron su pudin y su café.
Frankie dijo con una voz incluso más potente que la de Ananta: —¡Ésta de la tarta sí
que es buena!
El comentario de Frankie hizo que a Roslyn le diera un ataque de risa. Las cuatro
personas de la mesa de al lado comían pastel, y cuando hubieron terminado, tres cuartas
partes de la tarta estaban todavía intactas.
La Marquesa hizo una señal al Gerente para que viniera, limpiara la mesa y
envolviera el resto de la tarta en un paquete para la señora inglesa; quien, al principio
protestó, pero luego dijo que era un pastel tan delicioso y que tenía invitados a tomar el
té al día siguiente, por lo que estaría encantada de aceptarlo.
De nuevo, Frankie dijo: —¡Ésta de la tarta sí que es buena!
Roslyn carcajeó. Dieron un paseo de vuelta a la casita.
A la mañana siguiente Roslyn estaba ociosamente perezosa en el soleado porche
esperando a Frankie para ir a desayunar.
Frankie llegó con apresuramiento, todo disgustado. —Se han marchado. He ido a dar
un paseo esta mañana y me he dado cuenta de que el coche ya no estaba. Pregunté en
recepción y pagaron la cuenta ayer y han salido temprano esta mañana.
—¿Y qué pasa con nuestra cuenta? —preguntó Roslyn.
—Han pagado una parte, pero queda una deuda pendiente de doscientos dólares —
replicó Frankie.
—¿Qué podemos hacer?
—No te preocupes. He hablado con una vieja amiga de mi madre en Madrás, en la
Sociedad Teosófica, y estuvo de acuerdo en enviar hoy mismo la cantidad
telegráficamente. Llegará aquí mañana.
Así que tenían un día más en el Paraíso. El dinero prometido llegó a la mañana
siguiente, pero entonces el Gerente les informó de que la factura por el día extra no
quedaba cubierta por los doscientos dólares. Roslyn tenía una gran cadena de oro que
había comprado años antes y que había presentado a la Madre para que la bendijera. La
llevaba puesta constantemente. No había alternativa: la llevó a un banco en Kodai y la
empeñó. Frankie prometió reintegrarle el dinero.
Regresaron a Pondi. Frankie decidió que había llegado el momento de reunirse con
Suzanne y los niños en Francia y Roslyn regresó a su cápsula, Bliss y Auroville.
Era abril. Una nueva estación cálida había comenzado.
El Bharat Nivas había sido una obra superflua y difícil de mantener durante años. La
construcción comenzó en 1971 y finalizó en 1972 cuando se acabó el dinero. Un
vigilante pagado por la Sociedad Sri Aurobindo cuidaba de dos grandes edificios sin
terminar. La comunidad decidió que se necesitaba ese espacio y que debería ser
utilizado por la comunidad. Se decidió hacer una exhibición de las artes de Auroville en
el gran edificio circular.
Roslyn contribuyó a la exhibición con uno de sus tapices. Por la tarde se colgaron
todas las pinturas, y otros objetos de exhibición, sobre los muros, etc., y un auroviliano
permaneció para cuidar de todo, con todos los objetos de arte en el gran edificio
inacabado. En la mitad de la noche, el vigilante llegó y le golpeó.
Al día siguiente cuando todo el mundo llegó para ver la exposición se enteraron de lo
que había ocurrido y todos estuvieron encolerizados de que el vigilante, pagado por la
Sociedad Sri Aurobindo, atacara y golpeara a un auroviliano dormido. Había que hacer
algo. Se necesitaba un plan de acción, preferentemente uno que no les llevara a acabar
todos en prisión.
Se decidió convocar una huelga de hambre bajo el Baniano.
Todo el mundo fue invitado a participar. Los aurovilianos se sentaron juntos bajo el
Baniano, el árbol situado en el centro de Auroville, que Madre había dicho representaba
"Unidad", y decidieron permanecer hasta que ocurriera algo para detener a la Sociedad
en su prepotencia sobre Auroville.
Roslyn no estaba contra la Sociedad Sri Aurobindo per se, pero no podía aprobar que
hubieran golpeado a un auroviliano dormido. Acababa de leer "La Materialización
Divina". Hacia el final del libro dice: "Si hay algo que puedas hacer para apresurar tu
transformación, ¡hazlo!"
Estaba muy claro.
No estaba haciendo gran cosa sentada sola y famélica en el bosque. Decidió unirse al
resto de la comunidad bajo el Baniano, sentarse y pasar hambre junto a ellos. Fue
caminando hasta el Baniano por la tarde, llevando unas pocas cosas en su mochila, por
si la huelga de hambre duraba varios días, vistiendo una larga capa de ganchillo que
podría también servir como cubierta durante la noche y al amanecer. Había unas
ochenta personas en esterillas bajo el Baniano. A la mañana siguiente estaban
únicamente cincuenta, y en la mañana del segundo día únicamente estaban treinta, pero
esas treinta personas permanecieron allí durante diez días.
Cada mañana Roslyn veía a Jim Bean y a Vasudeva caminando alrededor del
Matrimandir. Cada mañana y cada tarde ella subía hasta la primera plataforma de
hormigón del Matrimandir y se concentraba en su mantra.
Algunos le preguntaron qué estaba haciendo allí. Creían que ella estaba con la
Sociedad.
Fue capaz de explicarles que no estaba allí por la Sociedad, pero que tampoco estaba
en contra de la Sociedad. Estaba por Auroville, y sentía que lo que se estaba haciendo
pertenecía a lo viejo. Se necesitaba algo nuevo.
Creía que si Auroville estuviera unido, la Sociedad sencillamente desaparecería.
Durante el tercer y el cuarto días, la escena bajo el árbol transcurrió muy relajada.
Algún tipo de comunidad espiritual estaba emergiendo. No había discusiones, ni
palabras duras, ni estrépito. Durante diez días, treinta personas vivieron juntas al raso
bajo el árbol. Transcurridos los cinco primeros días, se recibieron desde Francia unos
comprimidos especiales de vitaminas, y cada día cada uno de los participantes recibía
una, como una comunión de la sagrada forma.
Una persona que pasaba preguntó a Roslyn si estaba haciendo "dieta" bajo el árbol.
Ella no estaba muy interesada en lo que la gente estuviera diciendo. Sentía que
Auroville estaba convirtiéndose realmente en una comunidad espiritual, en donde las
personas se unían no contra la Sociedad, sino que habían venido y se mantenían juntas
por una profunda conexión interior, como amor.
Era muy hermoso. Había una vasta y poderosa paz. Había un profundo compromiso
entre las personas que se sentaban bajo el árbol durante diez días sin comer nada.
Roslyn se quedó pasmada cuando el último día llegó un hombre desde Delhi, delgado,
elegante, de cabello blanco, vestido de blanco, y se sentó con ellos y les preguntó qué
querían.
La primera persona en hablar fue Jose. —La Sociedad Sri Aurobindo es una pandilla
de sinvergüenzas —dijo.
Roslyn se sintió como si le hubieran dado un puñetazo en el estómago.
Habían estado todos tan unidos, limpiamente, amablemente, felizmente, pero cuando
el hombre de Delhi apareció, todo el mundo estaba de vuelta en donde estaban antes de
tomar la decisión de la huelga. ¡Qué estupidez! Recogió sus pertenencias y salió hacia el
bosque, deteniéndose de camino en la cocina, atiborrándose con un pastel de vegetales
sentada al lado del mostrador mientras esperaba a que le sirvieran la cena. Envolvió un
par de piezas bajo su longi para más tarde y se marchó.
—¿Terminó la huelga? —preguntaron los trabajadores de la cocina.
—Son para mí —replicó ella, masticando y degustando la deliciosa comida.
Durante aquellos diez días había hecho buenos amigos.
Shankar había decidido trasladarse al centro y pidió a Roslyn que le ayudara a
montar un taller para Auroville. Prometió venir y trabajar con ella. Harían cosas bellas,
pero muy baratas, así todo el mundo podría tener cosas hermosas.
Con la ayuda de Shankar, hacia el final del verano le fue otorgada una gran
habitación que nadie utilizaba en Revelación, para un taller, una habitación de verdad,
no una choza. Aurosarjan regaló al taller una máquina de coser de segunda mano y le
vendió algunos vestidos, pero le dio crédito para que pudiera pagarlos conforme fuera
vendiendo todo lo que le había adelantando.
Hacía ya dos años que había regresado de USA. Le había costado dos años comenzar
el taller que había planeado el mismo día de su regreso a Auroville. Parecía que las
cosas eran mucho más difíciles sin Madre en su cuerpo físico en Pondicherry.
Ramchendran, viejo amigo de Roslyn, se había hecho sastre. Lo invitó a que se
uniera a ella. Él se sentaba a la máquina y ella se sentaba en el suelo, cortando y
terminando a mano los kaftanes que habían decidido hacer con las bellas telas hechas en
el telar manual que había adquirido Aurosarjan.
En ese momento, puntualmente, Shankar se trasladó al taller con todas las máquinas
y trabajadores de su pequeño taller cerca de Aspiración. Había convencido a Sally, una
tejedora americana, para que se uniera a ellos y tejiera telas para ellos.
Roslyn era muy feliz. El taller ronroneaba. Tejían bellas telas con las que hacían
bolsas y kaftanes, cosas hermosas. Había varios sastres trabajando para un pedido de
Bangalore, de camisetas de algodón baratas. Un sastre podía confeccionar cuatro o
cinco al día y se le pagaba por pieza terminada.
Roslyn decía que no estaba interesada en el dinero, lo único que quería era hacer
cosas hermosas, y dejó la dirección completamente en manos de Shankar. Una mañana
Roslyn llegó al taller antes de la hora de la comida. Cuando iba a salir para el almuerzo,
Shankar la detuvo.
—Puedes irte —dijo.
—¿Qué?
—Vete.
—¿Qué quieres decir? —preguntó ella.
—Tú te vas. No tienes nada que hacer aquí a partir de ahora.
Tuvo que hacer un esfuerzo para no enfurecerse.
—¿Puedo al menos entrar y coger mi cesta de costura?
—Sí, coge tus cosas y vete.
Entró en el taller. Nadie la miraba.
Recogió sus cosas y caminó hacia Sally que estaba sentada en su telar.—¿Cómo te
sientes con esto? —preguntó a Sally.
No obtuvo respuesta.
Completamente destrozada se fue de vuelta al bosque con su cesta de costura.
Al día siguiente hubo una asamblea. La comunidad citó a Madre diciendo, "el
Matrimandir será el alma de Auroville". La comunidad de Auroville había ya rehusado
aceptar ninguna ayuda de la Sociedad Sri Aurobindo. Ahora la comunidad creía que en
adelante no debían aceptar ayuda de Vasudeva ni del Fondo del Matrimandir, porque
Vasudeva decía que Auroville no debía pedir al Gobierno de la India que se involucrara
en la batalla contra la Sociedad Sri Aurobindo.
La comunidad estaba convencida de que la Madre proveería los medios para
continuar y completar el Matrimandir. El Matrimandir era el ser psíquico y no debía ser
contaminado por el contacto de Vasudeva. Roslyn no podía comprender esto en
absoluto. Madre había señalado claramente a Vasudeva como Su secretario para
Auroville.
Roslyn caminó de regreso al bosque. Los niños tamiles que estaban viviendo allí en
la cabaña del vigilante le dijeron que no se había recibido la cesta de Silencio. Había
oído hablar de la Senda Soleada, pero ella debía haberse extraviado en una de las
revueltas del camino, puesto que sentía que se encontraba subida a un tobogán que
resultaba nauseabundo.
CAPÍTULO XVI
NEGOCIOS
Mas existe un poder que protege, hay Manos que salvan,
divinos ojos calmos contemplan la humana escena.
Todas las posibilidades del mundo aguardan en el hombre
como el árbol aguarda en la semilla:
su pasado vive en él; conduce el paso de su futuro;
sus actos presentes moldean el destino que se aproxima.
Dioses nonatos se esconden en su casa de Vida.
"Savitri" de Sri Aurobindo
ROSLYN recibió un cheque de Frankie para recuperar su collar del banco en Kodai.
Estuvo encantada de tener una excusa, y los recursos necesarios, para dejar el sombrío
bosque durante unos cuantos días. Corrió a tomar el autobús de la aldea hasta Pondi
para hacer efectivo el cheque antes de que cerrara el banco. Luego otro autobús a
Villupuram. Desde allí, esa misma noche, tomó un tren para Kodai.
Por la mañana rescató su cadena de oro con el símbolo de Auroville. Quedaban
rupias suficientes para quedarse en un alojamiento barato unos pocos días. Kodai estaba
hermoso en el otoño, bajo la lluvia. Una noche hubo un ciclón y a la mañana siguiente
no había electricidad. Los árboles habían caído por todas partes. Un colosal eucalipto
había caído sobre el pequeño establecimiento de té, frente a la entrada del Carlton,
dejándolo completamente aplastado.
Los días que no había lluvia paseaba por las montañas y encontró maravillosos
lugares en donde sentarse y disfrutar de la panorámica de los llanos. Resultaba apacible.
Podía olvidarlo todo y permanecer absorta en las hermosas laderas y en la
contemplación de la llanura en la lejanía. Pensamientos y recuerdos la asaltaban y ella
trataba de ignorarlos, concentrándose en el hermoso mundo que la rodeaba.
Una mañana lluviosa decidió dejar Kodai y visitar a Panditji en Rameshwaran antes
de regresar a Auroville. Tomo un autobús desde Kodai a Madurai.
A la mañana siguiente llegó a Rameshwaran y se dirigió directamente a la pequeña
casa que Panditji utilizaba como casa de huéspedes para sus discípulos. Era una casa
tamil tradicional, con varias habitaciones alrededor de un patio central, a la que se
accedía recorriendo la calle que parte del muro norte del gran templo. Se sorprendió de
encontrar allí a Joe y al resto de todos los discípulos aurovilianos de Panditji.
—¿Qué hacéis todos aquí? —preguntó.
—¿Qué haces tú aquí? —replicaron ellos.
—Sencillamente sentí que debía venir a Rameshwaran en mi camino de regreso a
Auroville.
—Aquí no hay habitación para ti.
—Está bien. Tenía previsto regresar en el tren de la noche, pero ¿por qué estáis todos
aquí?
—Queríamos consultar a Panditji qué hacer con Víctor y su progrom antitántrico.
—¿Y qué ha dicho?
—Dice: —"Víctor es simpático".
—¿Qué? Después de toda la mierda que Víctor ha dicho sobre Panditji.
—Víctor es simpático. Es todo lo que Panditji dice.
—Justo la pasada semana fui expulsada de mi taller. Mi cesta ha sido cortada de
nuevo. Supongo que es porque Víctor dice que soy una bruja tántrica. ¿Y nada más?
—No sabemos. Panditji pregunta por qué la gente nos lo hace pasar tan mal por
practicar. ¿Cómo saben ellos que practicamos? No hemos hablado de nuestras prácticas.
—Víctor me asocia con Panditji porque me vio con él.
—Ese es tu problema, no el nuestro. Tenemos que prepararnos para encontrarnos con
Panditji para la puja.
—Yo también voy —dijo ella.
La miraron, vestida con varias capas de vestidos hechos con viejos saris que había
estado llevando durante una semana.
—¿No crees que deberías asearte un poco?
—Desde luego —dijo ella—. Por eso me detuve aquí antes de ir a Panditji.
Tomó un baño y lavó la mayor parte de sus vestidos. Se puso el kaftán que se había
confeccionado en el taller y siguió a los demás para la puja de Panditji.
Panditji estaba radiante.
Parecía muy complacido de ver a Roslyn. Se interesó por Bliss. Le preguntó si estaba
en la escuela. Roslyn dijo: —No.
—¿Por qué no? —preguntó él.
—No hay escuelas en Auroville
—La estás echando a perder. No deberías echarla a perder.
—Panditji, ahora Auroville es muy difícil para mí —dijo Roslyn.
—Sí, sí. Lo sé. ¿Cómo está Dhyan?
—No lo sé. Rehúsa verme. Víctor le prohibió que me viera.
—Sí, sí. Víctor es simpático.
—No es simpático. Está causando terribles problemas a cualquiera que asocia
contigo.
—Deberías permanecer tranquila. Debes aprender a permanecer muy tranquila.
Salió para dirigirse a la habitación de la puja. Hizo una larga e intrincada ceremonia,
limpiando todas las figuras, recitando mantras, haciendo sonar campanillas y ofreciendo
flores. Los discípulos se sentaban con sus malas haciendo japa silenciosamente.
Finalmente, salió de la sala de la puja y distribuyó bananas a todos los presentes.
Estaba de muy buen humor, riendo y bromeando. Invitó a todos a quedarse para la
comida. Todos disfrutaron de la deliciosa comida que su esposa había preparado para
ellos. Después regresaron a la casa de huéspedes para que Panditji pudiera descansar.
Roslyn le dijo a Panditji que se marcharía en el tren de la tarde. Le pidió por favor
que hiciera algo por ella.
—No te preocupes —respondió.
Llegó de regreso a Auroville a la mañana siguiente. Por la tarde fue a la Cocina de la
Unidad para la cena. Varias personas se aproximaron a ella y le dijeron que en adelante
no era bien recibida para tomar allí sus comidas.
La comunidad había decidido rehusar todas las contribuciones provenientes de
Vasudeva y del Fondo del Matrimandir, y ella estaba recibiendo Prosperidad del Fondo
del Matrimandir, así que ya no era bien recibida en la comunidad.
—Si rehúso aceptar las ciento cincuenta rupias al mes de Vasudeva, ¿me daréis
vosotros ciento cincuenta rupias al mes? —preguntó.
—Esa no es la cuestión —replicaron ellos.
—Pero yo tengo a mi cargo una vieja ama y tres niños.
—Ese no es nuestro problema —replicaron.
Caminó de regreso a su cápsula, derrotada. Hacía ya más de dos años que había
regresado de USA. Había trabajado continuamente durante ese tiempo en la Cocina de
la Unidad. Había trabajado duramente. Ya no era bien recibida en la Cocina. Ya no era
bien recibida en su taller. No sabía qué hacer.
Continuó caminando hasta el Matrimandir todas las mañanas y todas las tardes, pero
ya no se sentía libre de detenerse en la Cocina. Bliss le dijo: —Mamá, no estoy teniendo
una educación adecuada.
Roslyn estaba angustiada. No sabía qué hacer o a dónde dirigirse.
Fue al Ashram en Pondicherry y les suplicó que aceptaran a Bliss en la escuela.
Rehusaron, diciendo: —Madre dijo que la Escuela del Ashram no es para los niños de
Auroville.
Ella insistió e insistió, intentando que aceptaran a Bliss. Ellos rehusaron. Al final,
alguien le sugirió que escribiera a la Escuela del Ashram de Sri Aurobindo en Nueva
Delhi. Cabía la posibilidad de que pudiera obtener la admisión de Bliss.
Escribió y recibió una contestación muy amistosa invitándola a llevar a Bliss a Delhi,
insistiendo en que Roslyn permaneciera allí con ella durante un mes. Después, si Bliss
se había adaptado a la escuela, podía quedarse. Roslyn pidió a Vasudeva algún dinero
para llevar a Bliss a Delhi. Finalmente él le proporcionó lo necesario para los billetes
del tren.
A Roslyn le habían asegurado que la escuela era un colegio de nivel medio inglés y
una escuela internacional. Resultó aparente de inmediato que los niños eran indios del
norte y que el hindi era el idioma que todo el mundo utilizaba dentro y fuera de las
clases. Bliss no sabía una palabra de hindi. También estaba por detrás de los otros niños
de su edad en matemáticas.
La señora al cargo de la escuela, que había trabajado con la Madre en la Escuela del
Ashram en Pondi antes de comenzar la escuela del Ashram en Delhi, dijo: —Está bien,
no tiene importancia.
A Bliss le fue asignada una cama y una taquilla en un dormitorio con otras quince
chicas de ocho a dieciocho años de edad. A Roslyn le asignaron una pequeña
habitación. Hacía frío en Delhi durante el invierno, pero únicamente había agua fría
para bañarse. Roslyn se ponía la mayor parte de sus vestidos con el kaftán encima, e
incluso dormía con ellos, para estar caliente. Lavaba las cosas por la tarde y esperaba
que se secaran durante la noche para poder llevarlas al día siguiente.
Todos los chicos llevaban uniforme durante las clases. Las chicas llevaban faldas
plisadas y blusas blancas. El uniforme de invierno consistía además en un jersey y una
chaqueta. Roslyn no podía imaginar cómo iba a adaptarse Bliss al programa.
No tenía ni un minuto libre a lo largo del día para ella misma. La jornada comenzaba
a las 6:15 en el campo de deportes con hata yoga reglamentario. Después tenía cinco
minutos para cambiarse al uniforme de la escuela. Había media hora para el desayuno.
Tras el desayuno, había quince minutos para hacer sus camas y limpiar las habitaciones
antes de la asamblea a las 8 a.m. Después tenía clases hasta el mediodía. Todos los
niños comían en el comedor. Había más clases después de la comida hasta mitad de la
tarde. El resto de los niños tenían dos horas libres por la tarde entre su última clase y la
participación reglamentaria en el programa de deportes. Bliss tenía una hora con un
tutor de hindi y otra con un tutor de matemáticas.
Todos los chicos comían en el comedor. La comida era saludable comida vegetariana
extremadamente insípida.
A Roslyn la escuela le parecía una prisión, pero no decía nada a Bliss que parecía
preparada para aceptarla.
Bliss había estado dando vueltas por Auroville, libre como una abeja, durante dos
años, pero por alguna razón se acomodó inmediatamente a la disciplina y a la rutina de
la escuela. Hacia final de mes, Bliss estaba suficientemente cómoda en la escuela, y
confiada de que finalmente podría ponerse al día con sus compañeros de clase, incluso
en matemáticas y en hindi. No pareció importarle que Roslyn se marchara. Los gastos
de la escuela eran mínimos. La dirección de la escuela había escrito a la abuela de Bliss,
la madre de Roslyn, que había estado de acuerdo en correr con los gastos de un año.
Envió una carta a Roslyn diciendo: "Yo eduqué a mis hijos y esperaba que ellos se
preocuparon por los suyos. He enviado dinero a la Escuela del Ashram de Delhi para
este año, pero no esperes que lo haga de nuevo el año próximo”.
Roslyn tomó el tren de regreso a Madrás sintiéndose más perdida y abandonada que
nunca. Bliss había sido su constante compañera y amiga, y ahora sólo la vería dos veces
al año, en vacaciones. También debía encontrar el dinero para los gastos de la escuela
del próximo año.
Debía conseguir un taller disponible. Debía ganar dinero, pero no sabía cómo
cambiar la situación. Era una marginada. Todos los kaftanes que había hecho en su
taller antes de juntarse con Shankar se habían vendido, pero el dinero se había invertido
en el taller, eran para Auroville, no para ella. Shankar hubiera enfurecido si se hubiera
hecho un kaftán para ella.
La comunidad simplemente rechazaba a aquellos que se habían ganado la repulsa
colectiva. Era un tiempo de confusión. La comunidad rehusaba tramitar los visados de
aquellos que habían sido declarados "fuera de casta". La mayor parte de los fuera de
casta había sido aceptados por la Madre en Auroville y simplemente habían rehusado
dejar de hablar a Vasudeva.
Nadie hablaba con Roslyn cuando regresó. La mayor parte del resto de los fuera de
casta vivían al otro lado de la ciudad y rara vez los veía. Cuando se dirigía al
Matrimandir cada mañana y cada tarde, y luego de regreso al bosque, nadie de quienes
se encontraba en el camino la saludaba, ni siquiera la miraba. Si ella les saludaba o les
sonreía ellos miraban hacia otro lado, o simplemente a través de ella, como si fuera un
fantasma y ellos estuvieran mirando al vacío cuando se cruzaban con ella.
Pasaron los meses.
Empleaba la mayor parte del día sentada en su cápsula bordando sobre un intrincado
colgante de pared, o trabajando en pequeñas bolsas de cuentas de cristal. A veces por la
mañana en el Matrimandir veía a Jim Bean. Ocasionalmente él le dedicaba una sonrisa o
le daba una flor, aunque habitualmente la ignoraba. A veces cuando pasaba delante de la
Cocina, no había nadie. Cogía apresuradamente algunos trozos de pan o algunas
bananas.
Cuando no había dinero ni comida, los dos chicos tamiles llegaban a ella
preguntando: —¿Qué como?
Cualquier cosa que tuviera, se la daba. Si no tenía nada, ellos compartían el hambre
con ella. Las pequeñas bolsas con cuentas que había hecho desaparecieron. No tenía
dinero para adquirir más materiales para hacer nuevas bolsas. Si tenía dos rupias,
enviaba a los chicos a la aldea para que trajeran puris y té del puesto de té. Si no tenía
dinero, el puesto de té le daba crédito durante algunos días.
Se sentaba y bordaba durante todo el día, completando menos de medio centímetro
del complicado diseño cada día, y después caminaba hasta el Matrimandir para la
concentración de la tarde en su mantra.
Estaba apurada. Cada mes había algunos días en los que no había nada para comer.
Estaba más delgada que cuando tenía dieciséis años. Un día, un amigo, otro fuera de
casta, le entregó ciento cincuenta rupias del Fondo del Matrimandir. Sus pies y sus
piernas estaban cubiertos de llagas infectadas. Miraba a sus propios pies desnudos y
decía, internamente, a Madre: "Auroville necesita zapatos".
Puesto que no tenía dinero para comer inició un ayuno.
Después de un par de semanas comenzó a sentirse aturdida, y olía terrible. También
se sentía horrible. Su lengua estaba sucia. Alucinaba sobre días mejores mientras se
sentaba con su bastidor de bordar dando pequeñas puntadas. Se sentía más sola que
nadie vivo se hubiera sentido jamás. Se preguntaba cuánto tiempo tardaría en morir de
inanición.
Alguien había robado la mayor parte de sus vestidos y de sus sábanas. Tenía dos
piezas para vestirse. Ambas consistían en dos trozos de tela amarilla con un agujero en
medio para la cabeza.
Llevaban lazos a los lados. Ataba las cintas de la pieza posterior con las de la pieza
frontal. El armario de la despensa había desaparecido en el interior de la casa de Gary
con los pocos objetos amables de California dentro. Cuando le preguntó a Gary por
ellos, le dijo que había dado todo lo que había en el interior del armario para su venta en
la Tienda Libre.
Se sentía como un fantasma viviente. Los chicos tamiles desaparecieron cuando
estuvo claro que no había comida. La mujer anciana, Dosama, venía cada día a la
cápsula y se quejaba de hambre. Roslyn la ignoraba. No había nada que pudiera hacer
para ayudarla. También ella estaba hambrienta, pero intentaba no pensar en ello. No
podía leer. Pasaba muchas horas mirando cómo crecía lentamente el pequeño mango
frente a su cápsula, e imaginaba cómo sería la plantación de mangos en unos cuantos
años, llena de árboles con sus frutas maduras.
Finalmente, en el día vigesimotercero, caminaba de vuelta desde el Matrimandir a
través de la comunidad de Sinceridad. Un australiano pelirrojo, Tas, con quien nunca
había coincidido, aunque había oído hablar de él, la saludó y la invitó a tomar el té.
Después de que Shankar hubiera echado a Roslyn del taller, había invitado a Tas y a su
compañera de pelo plateado, Kwan Yin, a trabajar con él. Juntos habían desarrollado un
nuevo producto, zapatos de ganchillo. Habían sido incapaces de congeniar con Shankar
así que habían dejado el taller y estaban haciendo los zapatos en su casa.
Roslyn se preguntó si había llegado al final de su prolongada noche oscura del alma
cuando Tas la invitó a tomar té. —¿No os atemoriza que os echen de Auroville si me
ofrecéis una taza de té? —replicó ella a su invitación.
—Eso no es más que un montón de sinsentidos —replicó él.
Kwan Yin la recibió efusivamente. —He estado deseando hablar contigo desde hace
tiempo. Te veía pasar por aquí caminando cada tarde y finalmente le pedí a Tas que te
invitara a tomar el té.
—Gracias. No he comido nada desde hace veintitrés días.
—¿Por qué no?
—No tengo dinero alguno.
—Esto es Auroville.
—Yo soy una sin casta.
—¿Qué hiciste para convertirte en una sin casta?
—No soy miembro del club de fans de Víctor.
—Nosotros tampoco.
—Sí, pero vosotros no sois unos sin casta.
—No. Somos independientes. Confeccionamos zapatos y los vendemos. No
comemos en la Cocina Central y pagamos por nuestra cesta de Pour Tous. Hemos oído
decir que eres una magnífica artesana y que haces cosas bellas. ¿Te gustaría trabajar con
nosotros?
—Estaría encantada, pero eso sería un problema para vosotros, lo siento.
—Podemos arreglarlo.
—¿Lo dices en serio? —preguntó Roslyn asombrada de que esos dos jóvenes
encantadores quisieran ser amigos suyos a pesar de la política colectiva de tratarla como
si fuera una leprosa.
—Sí ¿por qué no? Ven y trabaja con nosotros.
Hablaron y hablaron, sobre Auroville y sobre otras cosas, y bebieron pucheros de té
hasta tarde en el atardecer. Acordaron que sería mejor si ella continuaba trabajando en
su cápsula durante el día, pero cada tarde, después de su concentración en el
Matrimandir, se detendría allí y tomarían el té, y cenarían y hablarían y hablarían y
hablarían. En ocasiones discutían sobre técnicas de artesanía.
Auroville recibió una nueva carta de Víctor.
"Buenas noticias desde Delhi... inesperadas. Me parece a mí que lo primero que hay
que hacer es detener cualquier infiltración de dinero dentro de Auroville a través de
conductos no reconocidos. Porque eso son las semillas de la subversión y de la división
en Auroville.
"Estoy pensando particularmente en aquellos que reciben dinero de Vasudeva. Eso es
una fuente de traición y de división. Allí hay posiblemente otros que vosotros conocéis
mejor que yo. La Cooperativa de Auroville debería ser la única fuente de dinero para
Auroville.
"Debemos sacar ventaja de esta breve tregua que nos han dado y establecer una
sólida fundación. El primer acto legislativo de Auroville debiera ser establecer un
código material, dando las condiciones materiales y cualidades requeridas para
pertenecer a la comunidad de Auroville, según el ideal y las condiciones espirituales
establecidas por la Madre. Si aceptáis estas sugestiones que os hago, se cerrará la puerta
a un número de elementos dudosos o indeseables.
"Incluso pudiera ser bueno invitar a esos indecisos o ambiguos elementos a declarar
públicamente en dónde están respecto a los asuntos materiales que conformarían el
código práctico de Auroville. Pedirles una respuesta. Forzarlos a elegir. Ya no debe
haber por más tiempo el menor pretexto para la división. No confundáis un camaleón
con un pingüino.
"Los asuntos espirituales pueden permanecer vagos y confusos, pero la materia es
muy exacta e imperativa; deberían ser unos pocos puntos materiales claramente
concebidos y expresados de los que nadie pueda pasar escabulléndose. Ahí es donde
todas las fuentes de división pueden ser cortadas de raíz.
"Debe existir un órgano central y centralizante con el poder de actuar sobre algunos
puntos materiales generalmente aceptados. Esos puntos deben ser reconocidos y
aceptados también por los Administradores de Auroville.
"He aquí los puntos para un código material: a) No posesiones personales. b) No
manipulación financiera fuera de los canales reconocidos, y no Prosperidad proveniente
de Vasudeva. c) No beneficios comerciales para uso personal. d) No actividades que
perjudiquen la unidad de Auroville, y no contubernio con la Sociedad Sri Aurobindo o
la Fundación del Matrimandir. e) No drogas."
Roslyn y sus amigos Kwan Yin y Tas se reían mientras lo leían en las Noticias de
Auroville.
Madre había dicho: "No hay normas en Auroville y mientras no haya normas habrá
esperanza".
Roslyn y Kwan Yin y Tas se reunían cada tarde en la pequeña choza de Kwan Yin y
tomaban té y hablaban. Cada día tenían cosas que enseñarse los unos a los otros, cosas
que habían hecho. Los zapatos de ganchillo se estaban vendiendo como bollos recién
hechos. A veces clientes o aurovilianos se encontraban allí por la tarde y se unían a ellos
alrededor de la pequeña mesa redonda bebiendo pucheros de té y riendo.
Los vecinos de Kwan Yin, particularmente Shankar, se quejaban de que estuviera
recibiendo a Roslyn en su casa. Acusó a Kwan Yin de colaborar con el enemigo y
sugirió que se fuera de Auroville.
Roslyn decidió acudir a una asamblea de la comunidad para afrontar el asunto.
La asamblea todavía no había comenzado cuando Roslyn entró en la sala. Shankar se
levantó de un salto y dijo: —O se va ella o me voy yo.
Muchos entre el resto de las personas de la asamblea se levantaron y dijeron: —Nos
vamos con él.
El moderador de la asamblea pidió a Roslyn que se fuera.
—¿Por qué? —preguntó ella.
—Porque si tú no te vas se irán todos los demás —dijo alguien.
Shankar dijo: —Me voy. Se dirigió hacia la puerta y muchas de las personas de la
sala lo siguieron.
Nadie la miraba. Aquellos que no amenazaban con irse miraban fijamente al suelo,
por la ventana, a cualquier parte excepto a ella. No querían verla. Rehusaban hablar con
ella.
Se levantó y salió.
Jose la siguió. Finalmente le gritó cuando estuvieron alejados de todos los demás: —
¡Eh, espera un minuto!
Ella se detuvo.
—¿No sabes por qué ha ocurrido esto? —preguntó.
Ella movió su cabeza silenciosamente.
—Estamos teniendo una revolución en Auroville —dijo él—. ¿Sabes qué es una
revolución? ¿Has tomado parte en alguna revolución antes?
Sabía que las palabras que él estaba pronunciando tenían para él un significado
completamente diferente del que tenían para ella. Lo miró dócilmente, sin decir nada.
—¿Por qué no mueves tu gordo trasero y te marchas a otra parte? —dijo él,
dejándola, de regreso a la asamblea.
Ella se echó a llorar.
CAPÍTULO XVII
SOLA EN EL BOSQUE
Mas infinito es el propósito de tu espíritu;
su bienaventuranza está ahí tras la faz de lágrimas del mundo.
Hay en ti un poder que desconoces;
eres receptáculo de la chispa aprisionada.
"Savitri" de Sri Aurobindo
REPENTINAMENTE el Fondo del Matrimandir cesó de enviar a Roslyn sus 150 rupias
mensuales.
Se dirigió a Vasudeva para preguntarle por qué la miseria a causa de la cual había
sido expulsada por la comunidad se le había retirado de repente.
Él le dijo que era tan simple como eso. También le expresó que esperaba
sinceramente que el dinero no destruyera el amor entre ellos. Ella se sorprendió
ligeramente. Se conocían desde hacía varios años. Él había sido el canal a través del
cual ella había enviado cartas a la Madre durante dos años. Él había sido el
intermediario entre Madre y el desarrollo de Aurocreación. Roslyn siempre imaginó que
él la desaprobaba levemente y le sorprendió que él diera a su afecto por ella el nombre
de "amor".
Ella podía aceptar que siguieran siendo amigos a pesar de que él no pudiera ayudarla
financieramente en adelante. La comunidad había aceptado a los dos chicos tamiles tras
la huelga en el Baniano. Durante la huelga, ellos le traían flores recién cortadas cada día
y ayudaban a mantener el área bajo el Baniano, con treinta personas viviendo allí,
limpia. Los muchachos encontraron otros sitios donde vivir en la comunidad. Ella
estaba sola en el bosque con la anciana mujer, Dosama. El vigilante se había casado con
una muchacha joven y había regresado a la aldea.
Un amable vecino, un santo varón de Holanda, que intentaba formar a todas las
mujeres locales en trabajos de artesanía y construir escuelas para los niños, Ivar, le daba
a Dosama dinero todas las semanas para que le hiciera la comida. Tenía una gran
compasión hacia la gente del lugar. Conocía muy bien lo que costaban las cosas y le
daba suficiente para alimentarlos a ambos, a él y a Dosama, muy modestamente. Ella
prefería beber a comer y se las ingeniaba para emborracharse al menos una vez a la
semana.
La responsabilidad más urgente de Roslyn era alimentarse. Esto resultaba un
problema porque le gustaba la buena comida y no comía la que Dosama cocinaba para
Ivar. Él era un asceta. Ella prefería no comer a comer aquella comida. No quería comer
simplemente; ¡quería un festín!
Madre había dicho que debemos comer para vivir, no vivir para comer.
Definitivamente Roslyn tenía la predilección de vivir para comer.
Iba caminando a la casita de Kwan Yin y Tas cada tarde. Tas o Kwan Yin o su
zapatero iban en bicicleta a Pondicherry varias veces a la semana para mantener la
alacena llena de comida fresca. Roslyn cocinaba ocasionalmente. La vecina de Tas,
Myra, se juntaba con ellos cada tarde, hacia la puesta del sol, para tomar el té y cenar, a
menudo con una bolsa de samosas de Pondi.
Kwan Yin frecuentemente hacía crepes que comían rociadas con zumo de limón y
azúcar. Cenaban temprano todas las tardes, en la hora siguiente a la puesta del sol, y
permanecían sentados hasta tarde alrededor de una pequeña mesa redonda, hablando,
bebiendo té y disfrutando de la mutua compañía.
Después de la cena, Roslyn caminaba de regreso a casa. Kwan Yin construyó para
ella un hermoso paseo aterrazado desde su casa hasta el camino. Había abierto la cerca,
así Roslyn no tenía que caminar alrededor y a través de toda la comunidad para llegar a
su casa. Las noches eran silenciosas y apacibles. Roslyn raramente veía a alguien
cuando caminaba de vuelta al bosque, hasta que llegaba a la cabaña del vigilante, en
donde ardía una pequeña lámpara, una diminuta llama de luz, y Dosama dormía en su
estera. Algunas noches la lámpara estaba allí, pero no tan brillante, y no Dosama.
Incluso había noches en las que no había lámpara porque Dosama no había regresado
durante más de un día. Finalmente, Roslyn la persuadió: debía regresar todas las tardes
para alumbrar las linternas grandes de la cápsula, porque Roslyn no podía encenderlas
sin ensuciar sus dedos. Prometió a Dosama veinte rupias a la semana para keroseno, lo
que puso a la anciana muy contenta. El agua había que traerla desde la bomba de mano,
cercana al viejo almacén, a unos doscientos metros.
Pasaron los meses.
El joven que solía traer a Roslyn 150 rupias cada mes de parte de Vasudeva la visitó
y le dijo que el Fondo del Matrimandir quería ayudarla. Pondrían una nueva bomba de
mano en el pozo del bosque, le construirían un pequeño taller temporal y le darían un
armario para que pudiera comenzar su taller. Esperaban que ella contribuyera
regularmente con parte de sus ganancias al Matrimandir cuando tuviera éxito.
Kwan Yin también necesitaba un taller porque, a lo largo de todo el día, los
trabajadores y clientes constituían una especie de enjambre en su cabaña de una sola
habitación. Los pequeños zapatos de ganchillo se vendían localmente como pan caliente
recién hecho, pero con sólo tres trabajadores, hacían justo tres pares al día. No obstante,
eso producía suficiente dinero para que los cuatro cenaran y bebieran té por la tarde. Los
materiales eran caros. Había jornales cada semana. Kwan Yin y Tas habían comenzado
a construir otra habitación en su choza derribando una pared. Había muchas otras cosas
que hacer y faltaba dinero para construir. De momento había una pila de ladrillos y un
montón de arena.
Roslyn estaba muy contenta por aceptar la oferta de Vasudeva de una choza taller.
La construcción del nuevo taller estuvo terminada justo cuando llegó Bliss para una
semana de vacaciones. Roslyn hizo una gran fiesta para Tas, Kwan Yin y Bliss con el
dinero que había recibido para pagar los gastos escolares de Bliss.
Bliss regresó al colegio. El colegió escribió a la madre de Roslyn que por favor
enviara sus pagos directamente a la escuela. Ella contestó que no iba a enviar más
dinero. Si querían dinero debían planteárselo a Roslyn.
Kwan Yin y Tas eran ambos jóvenes australianos. Habían visitado Auroville al
principio de los setenta. En aquel momento pensaron que parecía una buena idea, pero
estaban de paso, a punto de salir de la India, en unas vacaciones de tres semanas.
Pensaron sobre ello. Hablaron sobre ello y finalmente decidieron regresar. Un amigo
en Australia tenía un pequeño catamarán que quería que alguien lo hiciera navegar hasta
Bali, así lo tendría allí, en la playa, a su disposición, cuando volara allí en sus
vacaciones. Se ofrecieron voluntarios y pasaron 27 días en el mar.
Era asombroso. Hubieron de navegar a través del océano. Kwan Yin dijo: —Nunca
había hecho nada así antes. Roslyn estaba asombrada por el espíritu de aventura y
descubrimiento en esta historia.
Kwan Yin y Roslyn elaboraban cosas preciosas todos los días. Roslyn admiraba la
evolución del trabajo de Kwan Yin y la aspiración de perfección y consciencia en la
materia. Roslyn confeccionó a Kwan Yin un cinturón con cuentas para expresarle su
admiración. Kwan Yin dio a Roslyn un par de zapatos. Hacía años que no tenía calzado.
La abuela de Bliss la invitó a hacer una visita a USA para conocer a su bisabuela.
Roslyn fue a Delhi para acompañar a Bliss hasta el avión. Arregló el pelo de Bliss con
trenzas francesas. Mientras estaba en Delhi, entró en una tienda de Connaugh Square
llamada Cuero Nacional. Intentaron comprarle la bolsa que llevaba al hombro. Ella no
quiso dársela. Acordó hacer para ellos seis de sus pequeñas bolsas con cuentas. Ellos
rehusaron darle adelanto alguno. Prometieron que le pagarían cuando recibieran las
bolsas. Prometieron volverle a encargar una cantidad mayor. Regatearon con ella sobre
el precio, hasta que el precio que aceptaron pagar apenas cubría el coste de los
materiales, pero era un pedido, y un cliente potencial.
Regresó a Auroville esperanzada de que esto pudiera llevar a algo que le posibilitara
mantenerse a sí misma y a Bliss económicamente. Pidió prestado dinero a Kwan Yin
para hacer las bolsas. Tenía botones de plata con el símbolo de Auroville
confeccionados en el Bazar de la Plata. Estuvo cosiendo desde el amanecer hasta el
anochecer durante semanas, hasta que finalmente estuvieron listas. Las envió por correo
con acuse de recibo. Recibió el acuse, por lo que supo que las bolsas habían sido
entregadas. Al no tener noticias de ellos durante una semana, les escribió. Pasadas
varias semanas, les volvió a escribir. Jamás respondieron. Jamás pagaron las bolsas.
Meses más tarde, vio una de las bolsas colgando atravesada del hombro de un turista en
Pondicherry. Se acercó a él y le preguntó donde la había comprado. Él replicó: —En
Delhi, en Connaught Square.
Le preguntó cuánto había pagado por ella y se quedó pasmada al escuchar que eran
diez veces la cantidad que habían acordado pagarle. Les escribió de nuevo. ¡Sin
respuesta!
Mientras tanto, de nuevo todo el panorama había enloquecido.
Kwan Yin estaba teniendo un asunto con un canadiense que tenía el pelo largo y
rubio y tocaba la guitarra. Tas se enfureció. La mitad de los muros de la cabaña habían
sido derribados como paso preliminar para construir otra habitación. En lugar de más
espacio de alguna forma había quedado menos espacio. Era completamente surrealista
sentarse allí por la tarde, el techo medio desmontado, la casa completamente abierta de
un lado, como si estuvieran en un escenario.
Roslyn no prestaba mucha atención a lo que ocurría, porque estaba demasiado
ocupada trabajando en sus bolsas. Confeccionó un par para la Boutique de Auroville en
Pondicherry y estuvo encantada de que se vendieran inmediatamente. Si trabajaba desde
el amanecer hasta la puesta del sol los siete días de la semana, podía terminar dos
bolsas. Si también podía venderlas, tenía dinero suficiente para pagar los materiales, dar
a Dosama dinero para el keroseno, e ir a Pondi una vez a la semana para ver si se había
vendido algo. Podía ver y percibir que Kwan Yin, Tas y Myra estaban en algo más.
Todavía disfrutaban de sus tardes juntos. No coincidían tan regularmente como lo
hacían antes de que ella fuera a Delhi. Cuando se reunían estaban muy contentos y se
reían un montón. Un atardecer Roslyn se quedó con ellos hasta muy tarde, porque Tas
parecía muy enfadado con Kwan Yin. Intentó apaciguarlo bromeando sobre la
intensidad del drama del momento entre ellos.
A la mañana siguiente Roslyn caminó hasta la casa y allí no había nadie. La mitad
del techo y el muro trasero estaban todavía abiertos. Se dirigió a casa de Myra.
—¿Qué ocurrió?
—Realmente no lo sé. Parece que Tas se volvió completamente loco y se enfureció y
casi estranguló a Kwan Yin. La escuché gritar y acudí en medio de todo aquello.
Comencé a gritar, e intenté forzarlo para que la soltara, pero tenía miedo de que se
revolviera contra mi, así que fui a buscar ayuda. Entonces llegó Shankar e impidió que
matara a Kwan Yin. Su cara se había puesto azul. Creo que a él lo han llevado a un
hospital psiquiátrico. Respecto a ella no sé donde está.
—¿Está ella bien?
—Sí. Sí, le costó un par de minutos recobrar el aliento, pero está bien —aunque
conmocionada. Definitivamente le tiene miedo y ya no quiere estar con él.
—¿Qué van a hacer?
—No lo sé.
A la mañana siguiente Roslyn fue hasta donde Kwan Yin, y Kwan Yin estaba allí.
Parecía decididamente en muy mal estado.
Kwan Yin le dio la bienvenida y la invitó a té y crepes.
—¿Cómo estás? ¿Cómo está Tas? —preguntó Roslyn.
—Llamé a su padre y vendrá para llevárselo a Australia. Mañana por la mañana lo
acompañaré a Madrás a tomar el avión. Está sedado. Me da pena de él. Creo que yo
estoy bien pero, por un momento, pareció como el fin del camino. No podía respirar.
Me estaba estrangulando. Mis ojos estaban abiertos y no podía ver nada. Perdí
totalmente el conocimiento
—Creo que suena como si fuera él quien hubiera perdido el conocimiento.
—Tengo miedo de que pueda escapar del hospital y regresar aquí. ¿Puedo ir contigo
al bosque esta noche?
—Seguro.
—¿Qué va a ocurrir con el taller?
—No lo sé.
Comieron y regresaron al bosque, cerrando cuidadosamente la puerta de la casa, a
pesar de que toda la parte trasera estaba abierta.
A la mañana siguiente Kwan Yin regresó a su casa y tomó un taxi hasta el hospital,
recogió a Tas y fue a Madrás a encontrarse con su padre. Pasó la noche con ellos en un
hotel, ayudando a su padre con el permiso de salida de Tas y con el billete de avión para
que pudiera llevárselo a Australia. Él había tenido una historia de enfermedad mental,
pero éste era el primer rebrote en varios años desde que conoció a Kwan Yin.
Regresó a Auroville la tarde siguiente completamente exhausta por las duras escenas
emocionales, el trauma de casi haber sido asesinada, el trauma de haberse separado de
su pareja de varios años, para encontrar a alguien en su casa, Shankar.
Él, en la puerta, le impidió la entrada. —La comunidad ha decidido que no debes
permanecer aquí, así que vete.
—¿Estás loco? —le dijo. Preguntándose por qué de repente se veía rodeada de
lunáticos.
—No. Tú te vas.
—¿Y mis cosas?
Myra apareció detrás de Shankar, llevando gafas oscuras, dentro de la casa, en el
atardecer, para cubrir su ojo amoratado. —Hemos llevado todas tus cosas personales a
la Tienda Libre y todo el material del taller lo llevé a Revelación donde estoy poniendo
en marcha el taller. Lo siento Kwan Yin.
Kwan Yin estaba atónita. —¿Cómo pudiste hacer eso?
Myra se metió dentro de la casa. Shankar miró a Kwan Yin y dijo: —¡Vete!
Se fue al bosque, donde Roslyn, que la dejó dormir en la esterilla de Bliss en el
alféizar bajo el altillo donde Roslyn dormía.
Kwan Yin fue a la mañana siguiente a la Tienda Libre a reclamar algunas de sus
cosas. No es que tuviera demasiadas, pero Roslyn no tenía ni un puchero para cocinar.
Improvisaron una pequeña cocina con seis ladrillos, dos a cada lado y dos en la parte
trasera, en el nuevo taller, y utilizaron combustible del bosque. Kwan Yin tenía un
puchero, un recipiente para hervir el té, una tetera y tazas que había recuperado de la
Tienda Libre.
Roslyn tenía con ella a una mujer a la que había enseñado el trabajo con abalorios y
el bordado. Había estado trabajando con ella de forma intermitente, cuando tenía
suficiente dinero para pagarle la miseria que ella le pedía. Su amigo, Ramchendran el
sastre, siempre había dicho que le gustaría dejar su trabajo en cualquier momento y en
cualquier sitio que se encontrara si ella podía pagarle un salario.
Era sorprendente que el taller que habían estado construyendo pudiera ser tan
efímero que pudiera escaparse de sus manos simplemente porque Kwan Yin se fue a
Madrás durante un día. Tenían un producto que Kwan Yin había empleado un año en
desarrollar y poner a la venta. Zapatos de ganchillo. Los zapatos eran magníficos. Había
tomado un año adiestrar a los trabajadores. Kwan Yin se había sentado y trabajado con
ellos desde las ocho de la mañana hasta las cinco de la tarde todos los días. Myra no
podía hacer un par de zapatos aunque su vida dependiera de ello; ¿cómo podía hacerse
cargo del taller? Roslyn estaba pasmada. No podía imaginar qué estaban haciendo
Madre y Sri Aurobindo creando situaciones tan adversas, pero no lo tomaba como un
desastre.
Por la tarde el zapatero de Kwan Yin y su mujer vinieron y le dijeron que no querían
trabajar con Myra. Querían trabajar en el bosque con Roslyn y Kwan Yin. Al día
siguiente Myra (que todavía llevaba gafas oscuras) vino y preguntó si por favor le
dejarían a los trabajadores por otros dos días para completar el pedido que estaba
terminando para Findhorn. Después, estaba dispuesta a dejarlos marchar.
—¿Y qué pasa con las herramientas y los materiales? —preguntó Roslyn.
—Si los trabajadores quieren trabajar para vosotras, yo no puedo retenerlos.
¿Quieres, por favor, irte de aquí? —preguntó Kwan Yin. Myra puso pies en
polvorosa. Kwan Yin fue a la Boutique y se aseguró de que André todavía estaba
dispuesto a seguir haciendo negocios con ella. Él le dijo: —Claro ¿por qué no?
Kwan Yin le pidió un adelanto y partió a Kodaikanal para unos días de descanso.
Roslyn estaba en el bosque con cinco trabajadores que esperaban que se les pagara
regularmente. André le envió un mensaje: "Treinta pares, todo el dinero por adelantado,
por favor manda a alguien a recoger el dinero. Envía los zapatos tan pronto como sea
posible. ¡Buena suerte!"
Fue junto con el zapatero y el sastre a recoger el dinero. Les dio la mitad para que
fueran a Madrás a por materiales.
El taller estaba en marcha y funcionando.
Roslyn estaba absolutamente al final de sus recursos. Sólo tenía dos vestidos y un par
de pantalones. La ropa que se ponía la mayor parte del tiempo era la pieza de tela
amarilla con un agujero en medio para la cabeza. Le cubría justo las rodillas, y apenas
era una pieza adecuada para vestirse.
Cuando Kwan Yin regresó de Kodai tomó el kaftán y los pantalones de Roslyn y los
copió en una tela de algodón con franjas. Roslyn pensaba que parecía un traje de
presidiario, pero por lo menos estaba decente. Kwan Yin insistió que la tienda de
campaña amarilla no debía ponérsela ni siquiera en las horas de taller. Los trabajadores
iban sorprendentemente bien vestidos. Las chicas llevaban luminosos saris que parecían
estar siempre limpios e incluso planchados. Los hombres llevaban camisetas de deporte
y longis.
Roslyn tenía en su altillo-dormitorio una pequeña mesa cubierta con un trozo de uno
de los saris de la Madre, sobre la cual había algunos objetos sagrados y una pequeña
vasija para flores que cada día tenía flores frescas. Había también un soporte para
incienso en donde quemaba incienso cada mañana y cada tarde. La mesa estaba siempre
cubierta con una pátina de finas cenizas de incienso.
Roslyn se levantaba cada mañana antes de las seis, con la llamada a la oración de la
mezquita en la aldea próxima. El sol no se había levantado y la mañana estaba
silenciosa a excepción de los pájaros. Se lavaba en la bomba de mano y caminaba hasta
el Matrimandir. Cuando caminaba de regreso del Matrimandir el sol se elevaba sobre el
horizonte y en la radio de la aldea sonaba el Bande Mataran.
Al tiempo de llegar a la pequeña choza que hacía de taller, en donde ella y Kwan Yin
vivían y trabajaban con sus operarios durante todo el día, cada día, Kwan Yin se había
levantado y el agua para el primer puchero de té del día estaba en el fuego, y la tetera
lista bajo su cobertor. Kwan Yin dormía en un alféizar bajo el altillo-dormitorio. No
había paredes en el taller. Ambas vivían y trabajaban en el taller. Roslyn se había
trasladado al altillo, dando la cápsula a Kwan Yin. Kwan Yin tenía miedo de dormir
sola por la noche en el campo de mangos. Prefería dormir en el alféizar del taller, con
Roslyn justo encima en el altillo.
Kwan Yin estaba tan afectada tras el incidente con Tas que, si Roslyn estaba fuera a
la puesta del sol, comenzaba a llorar y continuaba llorando hasta que Roslyn regresaba.
A Roslyn le recordaba a Bliss cuando era niña.
A las siete y media de la mañana estaban trabajando preparando los materiales y
planeando el trabajo de cada trabajador. Cada trabajador tenía destrezas diferentes y era
la coordinación de habilidades lo que producía la belleza en las cosas atractivas que
estaban haciendo. A las ocho llegaban los trabajadores. Inicialmente había cinco, pero
rápidamente el número creció a diez, quince, y al cabo de un año sesenta y cinco.
Roslyn se sentaba en una silla de caña frente a Kwan Yin, que se sentaba en la otra, en
la pequeña mesa redonda que Kwan Yin había salvado de la Tienda Libre.
Habitualmente Roslyn trabajaba en bolsas adornadas con cuentas; Kwan Yin
normalmente trabajaba en los zapatos.
Kwan Yin no quería preocuparse de los trabajadores. Estaba ocupada
confeccionando cosas bellas con sus manos y haciendo el lugar más bello. Construyó
una exquisita, simple estructura, un bello muro circular, con ramas de casuarina
entretejidas. Encontró piedras en el cañón que usó como suelo, encementándolas
mezcladas con la tierra. Formó un montón con grandes piedras y puso dos amplias
tinajas para el agua y un pequeño recipiente de arcilla. ¡Un cuarto de baño! Un lugar
donde bañarse. De repente resultó posible para Roslyn lavarse a la luz del día sin ser
visible para nadie que pasara a través del bosque. Roslyn se había acostumbrado
prácticamente a bañarse con su vestido amarillo abriendo los lazos de los lados y
lavándose bajo la tela, o a la salida del sol antes de que nadie se hubiera despertado.
Kwan Yin y Roslyn hablaban y reían juntas, interminablemente, puchero tras
puchero de té, sobre todo y sobre nada. Auroville era un tópico favorito de
conversación. No había tantas órdenes de clientes para hacer zapatos como había habido
en el pequeño taller de Kwan Yin en Sinceridad. Sin embargo, los negocios marchaban.
Apenas habían terminado con un pedido, cuando llegaba uno nuevo. Zapatos, bolsas,
todo cuanto hacían se vendía localmente y afuera a través de la Boutique de Auroville.
Dependían de las exportaciones y el gerente de la Boutique les proveía de un
continuo flujo de clientes a quienes exportar.
De nada se había pasado a algo y estaban vendiendo. La caja tenía ingresos. Estaban
creciendo a un ritmo constante. Las chicas venían caminando al bosque todas las
mañanas, sonrientes, diciendo "Buenos días". Algunos minutos más tarde el zapatero y
el sastre llegaban en sus bicicletas. Eran habilidosos y compartían sus habilidades el uno
con el otro.
Kwan Yin teñía sus hilos para los zapatos de todos los colores del arco iris. En los
días de tinte, los árboles del bosque quedaban cubiertos con madejas de hilos de
brillantes colores. Luego el hilo era devanado en ovillos y transformado en zapatos de
ganchillo. Los zapatos eran luminosos e imaginativos. Kwan Yin quería confeccionar
zapatos adornados con cuentas.
Las bolsas se desarrollaron en una línea completa que incluía un bolso de mano, una
bolsa con seis compartimentos y una bolsa para llevar en bandolera. Los bolsos eran
exclusivos porque eran cosidos a mano con acabados de cuero. Algunos tenían las tapas
adornadas con cuentas formando mandalas. Se vendían despacio, pero un bolso
aportaba más dinero efectivo que seis pares de zapatos.
Resultaba milagroso que los ingresos que comenzaron el día que el taller se trasladó
al interior del bosque jamás se detenían. Parecía como si fuera el comienzo de la
prosperidad económica. Gastaban el dinero tan rápido como llegaba. Ocasionalmente
iban a Pondi en el autobús de la aldea y regresaban en moto-rickshaw después de haber
cenado en la ciudad. Kwan Yin iba regularmente a Madrás para comprar materiales.
Siempre iba en taxi.
Hicieron nuevos vestidos para ellas. Cuando llegó la cuenta con los gastos escolares,
fueron capaces de pagarla. Los trabajadores estaban contentos y bien pagados. Se
enteraron de que Auroville necesitaba dinero para pagar la comida de las vacas. Ellas
habían adquirido una vaca para la leche del té de ellas mismas y del taller. Tenían
dinero suficiente para contribuir con algo a Auroville cada semana. Lo entregaban a la
comunidad encargada de la cooperativa de finanzas.
Su relación con la comunidad de Auroville era muy marginal. Nadie les hablaba. No
recibían cesta de Pour Tous. No comían en las cocinas de la comunidad. No iban a las
asambleas. Pocos iban a visitarlas. Sin embargo recibían pan de la panadería. Una tarde,
en lugar de su media pieza de pan, recibieron una nota de la panadería requiriendo a
Roslyn para que compareciera ante la asamblea del Consejo de Auroville la tarde
siguiente. Ella tenía vagas esperanzas de que fuera una oportunidad para reintegrarse en
la comunidad.
Caminó hasta la oficina del Matrimandir en donde iba a celebrarse la asamblea.
Sospechaba que pudieran pedirle que pagara el pan que ella y Kwan Yin estaban
recibiendo de la panadería.
Los demás ya estaban reunidos cuando llegó. Había diez personas. En medio de la
habitación había una gran fotografía de Madre. Entró y se sentó. El silencio se hizo
entre los demás. Entonces uno de ellos le preguntó: —¿Por qué estás aquí?
Otro se levantó y fue a sentarse directamente enfrente de la fotografía de Madre y
comenzó a cantar quedamente: —Vete. Vete. Vete.
Roslyn estaba atónita por la hostilidad.
No sabía qué decir. ¿Qué podía decir? Se sentía como si hubiese llegado entre esas
personas desde otro planeta, ataviada con su mejor ropa.
Debería haberse puesto su vieja tienda amarilla.
Todos llevaban camisetas y pantalones cortos. Algunos de ellos no estaban muy
limpios. La mayor parte llevaban los pies sucios. Todos ellos llevaban chanclas de
goma. Ella parecía una enemiga de la revolución.
Finalmente, replicó: —Recibí una nota pidiéndome que viniera hoy aquí.
Una de las personas francesas replicó: —Sí, sabemos que recibiste una nota
convocándote para que vinieras hoy aquí, pero ¿por qué estás todavía en Auroville? Se
te dijo que te marcharas.
Roslyn estaba anonadada por su animosidad. La mayor parte de ellos había llegado a
Auroville después de 1973.
—Tengo permiso de Madre para vivir en Auroville —replicó.
Durante todo este intercambio, el hombre sentado frente a la foto de Madre no había
interrumpido su canto: "Vete. Vete. Vete".
Entonces un francés vestido completamente de negro, con su pelo negro rizado
recogido en una larga cola de caballo, dijo: —Ésta es la única cuestión. ¿Mantienes a
Vasudeva?
Estaba atónita. Tenía afecto y respeto hacia Vasudeva, pero ella no lo "mantenía", ni
él la mantenía a ella. El grupo esperaba con impaciencia su respuesta. Hasta que al final,
dijo: —Yo mantengo a Auroville.
El moderador zanjó el asunto en este punto, diciendo: —Esta asamblea no puede
tomar una decisión sobre esto. Deberá ser planteado en la próxima asamblea general de
la comunidad.
Roslyn fue despedida.
Días más tarde Roslyn y Kwan Yin fueron andando hasta la oficina del Matrimandir
para la Asamblea General, ataviadas con sus vestidos más bonitos y luminosos.
Atravesaron la puerta de la habitación donde se encontraba la asamblea. Myra las
fulminó con la mirada. —Aquí no sois bienvenidas.
El resto estuvo de acuerdo en rehusar admitirlas a la asamblea. Les pidieron que
esperaran fuera. Muchos de sus amigos estaban en la reunión. Boy había sido despedido
como asistente de Dhyan y había comenzado a visitar con frecuencia a Kwan Yin. No
pudo mirarla cuando el moderador le dijo: —Por favor espera fuera. No dijo nada para
desafiar la decisión de la asamblea. Roslyn estaba asombrada de que personas que
habían sido sus amigos durante años se sentaran allí como maniquíes y permitieran al
moderador de la asamblea prohibirles permanecer en la reunión.
Durante un rato se sentó con Kwan Yin escuchando la asamblea. El primer asunto de
la agenda era la factura de la comida para las vacas. Swami Cooper se negaba a darles
más crédito. ¿Podrían suministrar las granjas pasto suficiente para las vacas de
Auroville? La discusión concluyó con el consenso de que la comida de las vacas era una
prioridad.
Roslyn se levantó y se fue caminando de regreso al bosque. Un par de horas más
tarde llegó Kwan Yin en un mar de lágrimas.
Había un puchero de té listo en el acogedor rincón del té. Kwan Yin se sentó
sollozando. Roslyn intentó concentrarse en el trabajo de cuentas que estaba haciendo.
Finalmente, Kwan Yin cesó de llorar y ofreció servir el té. Roslyn apartó su trabajo.
Sorbieron su té durante unos momentos. Kwan Yin rompió a llorar de nuevo. —¿Por
qué nos odian tanto?
—¿Me odian? —reflexionó Roslyn—. ¿Qué ocurrió en la asamblea después de mi
marcha?
—Hubo una larga discusión sobre si Pour Tous debía proporcionar cestas especiales
para los niños. Todo el mundo estuvo de acuerdo: los niños necesitan mejor comida.
Luego hubo una larga discusión sobre cuál debería ser el contenido de las cestas de los
niños. Finalmente decidieron incluir racimos de uvas. Después alguien sugirió que la
dieta era tan escasa que estaría bien incluir racimos para todo el mundo. Entonces todos
estuvieron de acuerdo en que cada uno recibiera cien gramos de uva de Pour Tous.
Kwan Yin empezó a reír cuando contaba esta parte de la reunión. No quería poner en
cuestión todo el procedimiento, pero veía que era, al menos en parte, ridículo.
Continuó con su historia. —A continuación empezaron a hablar de nosotras. ¿Qué le
hiciste a Auroluigi? Se levantó y dijo que tú eres el emisario personal de la Fuerza
Oscura en Auroville.
—¿Quién es Auroluigi? —preguntó Roslyn.
—Es el nuevo amigo de Miriam. Habló contra ti por lo menos cinco minutos. Dijo
que Víctor había dicho a la comunidad hace años que tú eres una bruja tántrica. ¿Por
qué estás todavía aquí? Debes dejar Auroville inmediatamente. La comunidad insiste en
que te vayas.
Kwan Yin continuó, —¡empezaba a sonar como si fueran a venir hasta aquí en masa
y fueran a echarte de la ciudad!
—No tenemos agua corriente o electricidad. No creo que nadie nos vaya a echar de
aquí porque nadie más querría vivir aquí —replicó Roslyn, que de alguna manera había
perdido el miedo al confrontarlos cara a cara. No podía imaginar que nadie la echara del
bosque. No había ni un solo árbol allí cuando ella había llegado en 1976 y ahora, en
1980, había un bosque y una plantación de frutales (gracias a Jim Bean). Además, el
taller mantenía a varias familias de la aldea. Nada de lo que estaban haciendo era nocivo
para Auroville o para los demás. Roslyn no podía imaginar cómo el Divino podría
permitir a nadie echarla del bosque.
Kwan Yin dijo: —Creo que tienen miedo de enfrentarse contigo. Decidieron no venir
a sacarnos como una turba, sólo ignorarnos durante un año. Nadie en Auroville tiene
que relacionarse con nosotras durante un año. La Boutique no puede negociar con
nuestros productos. La comunidad no recomendará nuestros visados. No habrá pan de la
panadería. Nadie va a hablarnos ni a sonreírnos.
Y rompió en sollozos. —¿Cómo pueden hacer eso?
—Finalmente, después de que diversas personas hablarán contra ti de forma muy
razonable y desapasionada, Dennis dijo: "Nosotros no podemos juzgar a esas personas.
Retirémosles simplemente todos los derechos a los servicios de Auroville durante un
año y después veremos". Perderemos nuestros visados dentro de un año. Es una manera
limpia de deshacerse de nosotras sin echarnos —dijo entre sollozos.
—¿Qué dice Boy de todo esto? —preguntó Roslyn.
—Me acompañó de vuelta a casa en el bosque, después dijo: —"Adios", montó en su
bici y se marchó.
—Bueno, tú siempre conoces quiénes son tus amigos cuando montan y se alejan a la
puesta del sol durante una crisis —comentó Roslyn.
Kwan Yin replicó con más lágrimas. Finalmente, Kwan Yin cogió su bicicleta y se
fue a visitar a Boy.
Roslyn se sentó en su silla de caña, a la luz de la linterna, contemplando la caída de
la noche.
CAPÍTULO XVIII
MUY SOLA EN EL BOSQUE
El Ideal debe ser la verdad común de la Naturaleza,
el cuerpo iluminado por el Dios que habita en el interior,
el corazón y la mente sentirse uno con todo cuanto es,
un alma consciente vivir en un mundo consciente.
"Savitri" de Sri Aurobindo
KWAN Yin no regresó hasta la mañana.
Roslyn se levantó enferma. Le dolía la espalda. Le dolía el pecho. Le dolía la cabeza.
Le dolían los pies. Apenas podía moverse. Decidió trasladarse del taller y regresar a la
cápsula en la plantación de mangos. Sugirió a Kwan Yin que podía mudarse del alféizar
al altillo-dormitorio. Los trabajadores la ayudaron a trasladarse.
Roslyn se las arregló para andar a través del bosque hasta la plantación de mangos.
Allí se derrumbó. Tenía tanto dolor que no podía incorporarse. Kwan Yin fue a verla
con una nota de André, de la Boutique de Auroville.
"Por favor ven a recoger tus cosas de la Boutique esta tarde. Están ya empacadas en
el almacén. Algunos han amenazado con venir y sacarlas arrojándolas en medio de la
calle, así que empaqué todo y lo puse en el almacén para ti. Amor."
Roslyn no podía ni siquiera pensar en ello. Estaba en tal agonía que no podía
levantarse. No quería nada excepto que el dolor desapareciera. No le preocupaba mucho
lo que Kwan Yin hiciera con el taller y con los negocios.
Kwan Yin fue con Boy en el autobús a Pondi.
Dosama y los trabajadores se quedaron allí cuidando de Roslyn.
A la mañana siguiente Kwan Yin vino de nuevo a visitarla.
—¿Cómo estás? —preguntó.
Roslyn tenía un dolor tan agudo que no podía incorporarse.
Kwan Yin le extendió una carta con el característico sobre azul usado por su mayor
cliente australiano. —Puede ser que esto te haga sentir mejor; André me la dio ayer.
Roslyn leyó la carta. Al pie de ella se decía: "Cheque adjunto".
—¿Qué ha sido del cheque?
—André me dio 18.000 rupias.
Era más dinero del que jamás habían tenido.
—Estuvo de acuerdo en continuar haciéndose cargo de nuestras órdenes de
exportación, pero debo ir a la oficina de exportación únicamente por la noche y no ir
nunca a la Boutique. A ti no deberían verte nunca ni en la oficina ni en la Boutique.
—No me importa.
—Lorelei ha copiado nuestros zapatos, y los suyos están ya en la Boutique, cada par
por cinco rupias menos que los nuestros. ¿Crees que podría haberse hecho algo con lo
que nos está ocurriendo?
—No lo sé, pero creo que todo este dinero es la respuesta de la Madre a la acción de
la comunidad contra nosotras —dijo Roslyn.
—¿Te importa si voy con Boy a Madrás mañana a comprar materiales? —preguntó
Kwan Yin.
—No me importa.
—¿Estarás bien sola?
—Estoy enferma. Lo único que quiero es estar sola.
—¿Necesitas algo?
—Si lo necesito te llamaré.
—¿Te importa si Boy se queda conmigo en el taller?
—Para eso me trasladé.
Kwan Yin partió con su bolsa llena de rupias y Roslyn se preguntó si el terrible dolor
que estaba sufriendo era físico o emocional. Fuera como fuese no podía soportarlo. No
podía moverse. No quería hablar o comer. Sólo quería dormir para evadirse del dolor.
Kwan Yin fue a Madrás a por materiales y regresó. Fue a André para entregar
zapatos para una orden de exportación, y allí había otras 18.000 rupias para ellas.
Regresó y preguntó a Roslyn que quería hacer con el dinero.
Roslyn sólo pudo responder: —No me importa. Haz lo que quieras.
Kwan Yin preguntó si podía tomar un taxi para llevar a Roslyn al médico.
Roslyn le dijo que no podía caminar desde la cápsula hasta la carretera para meterse
en el taxi. Ni siquiera podía incorporarse. Pidió a Kwan Yin que la visitara
ocasionalmente, pero que por favor la dejara descansar. La llamaría si quería o
necesitaba algo.
Kwan Yin se hizo cargo de los trabajadores y del trabajo y pasaba las tardes y las
noches con Boy. Roslyn estuvo enferma en la cama en su cápsula durante semanas.
Kwan Yin culpaba a Roslyn por estar ambas repudiadas. Raramente la visitaba,
aunque enviaba a una sirvienta a la cápsula varias veces al día para ver si necesitaba
algo.
Roslyn estaba demasiado enferma para leer. Sus entrañas se sentían como si hubieran
sido desgarradas con un hacha. Apenas podía moverse. No tenía apetito. Era Navidad.
Bliss llegó de la escuela para pasar unos días de vacaciones.
Roslyn estuvo muy contenta de ver a su hijita, pero no era capaz de ser una buena
compañía a causa de que todavía estaba tan enferma.
Bliss voló sobre su bicicleta a buscar a sus viejos amigos y compañeros de juego.
Era Nochebuena. Bliss fue con sus amigos a la Cocina de la Unidad para la fiesta de
Navidad de Auroville. Regresó a la cápsula después de un breve tiempo.
—Mami, ¿hay aquí algo para comer?
La alacena de la comida en el taller estaba llena a rebosar de cosas buenas para
comer que Kwan Yin había comprado para Roslyn.
—La alacena está llena de comida. ¿Tienes hambre?
La niña rompió a llorar. —Fui al Centro con mis amigos. La gente rehusó darme
nada para comer. Un hombre francés vino y me dijo: —"Tú vete". Así que me fui.
Roslyn llamó a Dosama, que vino, llevó a Bliss al taller, y la ayudó a prepararse algo
para comer.
Roslyn podría haber descrito su vida en Auroville, desde su regreso de California,
como yendo de mal a terriblemente peor. Estaba contenta de que las vacaciones de Bliss
fueran sólo de unos pocos días. Aborrecía que la niña hubiera estado sometida a la
locura colectiva. Roslyn yacía en su colchón, apenas capaz de incorporarse para utilizar
el orinal.
La mañana siguiente Bliss cogió la bicicleta para irse a jugar. Por la tarde regresó
con una flor bella y fragante. —Toma mami, Jim Bean me dio esta flor para ti. Se enteró
de que estabas enferma.
Roslyn tomó la flor y la puso sobre su almohada.
—¿Has pasado un buen día? —preguntó a la niña.
—Sí, hoy todo el mundo ha sido muy amable conmigo. Todos los niños fuimos a la
fiesta de Navidad en el campo de juegos y el burgermeister nos invitó a todos a pasteles.
Fue divertido.
El trauma de la noche anterior parecía olvidado.
Bliss durmió con Roslyn en la cápsula. Por la mañana, Roslyn se sentía un poco
mejor. Pidió a Dosama que trajera agua, y después de semanas sin salir del lecho,
intentó lavarse. Todavía no era capaz de permanecer de pie durante más de un corto
espacio de tiempo; y caminaba con un dolor terrible, pero se las había ingeniado para
salir de la cama y se lavó el cuerpo y el pelo.
Cada día se sentía un poco mejor. Bliss regresó a la escuela. Después de cinco
semanas, finalmente había mejorado lo suficiente para caminar desde la cápsula hasta el
taller. Se habían contratado más trabajadores. Seguían llegando dinero y pedidos. Kwan
Yin sugirió que Roslyn se trasladara al taller y así ella y Boy podían utilizar la cápsula.
Roslyn estuvo contenta de trasladarse al taller. A la mañana siguiente Kwan Yin
llegó llorando al taller. —Mi bici ha desaparecido.
Había dejado su bicicleta cerrada con el candado bajo la cápsula cuando se fue a
dormir. Por la mañana, había desaparecido. Roslyn se enfureció con los trabajadores y
amenazó con mandarlos a todos a casa si no se devolvía la bici, y envió a dos de ellos a
buscarla.
Un par de horas más tarde los operarios regresaron con un desastrado cuadro de
bicicleta. Los frenos habían desaparecido, los pedales habían desaparecido, el manillar
había desaparecido y el ciclista había desaparecido. Sólo quedaba un cuadro
brutalmente retorcido. Roslyn y Kwan Yin lo miraron y se sintieron enfermas. La
bicicleta había sido violentamente vandalizada.
Kwan Yin preguntó a Roslyn: —¿Crees que es un aviso para nosotras?
Después de ver este cuadro de bici tan brutalmente tratado, no hubo forma de que
Kwan Yin pasara una noche sola en la cápsula. No quería regresar bajo el altillo del
taller. Ni siquiera había un muro que la protegiera de cualquiera que pasara por la
noche. Decidió irse a vivir con Boy en su pequeña casa en una de las esquinas del
huerto. Era pequeña, pero exquisita. Boy estaba encantado de tener tan bella compañera
de habitación, que estaba ganando dinero. Boy no tenía dinero, pero estaba
acostumbrado a gastarlo. La gente lo quería y le gustaba estar a su lado, y con la bella
Kwan Yin, todavía lo querían más.
Estaba feliz de haber sido elegido como consorte.
Roslyn estaba ganando dinero suficiente con el volumen de exportaciones como para
no tener que cobrar a los aurovilianos por sus zapatos. Madre había dicho: "No
intercambio de dinero en Auroville". Raramente salía del bosque. Estaba allí en el taller
con los trabajadores, trabajando siempre en algo, organizando algo, haciendo algo.
Disfrutaba trabajando con sus operarios. Juntos hacían cosas hermosas. Tenía unos
pocos amigos que la visitaban y algunas personas iban a por zapatos.
Ella y Kwan Yin se divertían confeccionando y regalando zapatos a las mismas
personas que se habían sentado en la asamblea y que no dijeron una palabra cuando
ellas fueron declaradas proscritas.
Venía la gente. Hacían sus pedidos. Tomaban sus zapatos gratuitos, y tal vez una taza
de té, pero si Kwan Yin los adelantaba en la carretera o se encontraba con ellos en un
restaurante de Pondi ellos no la saludaban. Era muy infeliz con la situación. Un día fue a
la "Casa de Auroville", un restaurante auroviliano, en Pondicherry, abierto al público.
Se sentó y pidió una taza de té.
Estaban allí varios aurovilianos. Se le acercaron y le dijeron que se fuera y se llevara
sus malas vibraciones fuera del restaurante.
Únicamente había pedido una taza de té en un restaurante, con su aspecto de bella
mariposa plateada. ¿Qué estaban tramando contra ella? Abandonó el restaurante
llorando y continuó llorando durante días. Quería dejar Auroville, pero no quería
abandonar a Boy.
Boy contó a Kwan Yin que había oído por casualidad una conversación entre su
amigo que cuidaba el huerto y algunos de los franceses. Los franceses decían que
querían echar a Roslyn del bosque, y estaban dispuestos a utilizar la violencia si fuera
necesario. Su amigo había replicado: —"Sobre mi cadáver".
Un viejo amigo de Kwan Yin que estaba viviendo en Alemania le escribió y le
ofreció un billete para ir a visitarlo. Aceptó el billete e hizo planes para marcharse
durante unos meses. Las lágrimas de Kwan Yin estaban volviendo loca a Roslyn.
Vino Boy y sugirió a Roslyn que si ella daba parte del dinero que estaba ganando a
Auroville, la gente probablemente cambiaría su actitud hacia ella.
Estaba en el proceso de construir un nuevo taller. Había ya más de treinta
trabajadores y no había lugar para más en el actual taller. Estaba construyendo un
amplio espacio con tres amplias cabañas interconectadas, con un pequeño patio de losas
de piedra en el centro. En una de ellas había un altillo para ser utilizado como almacén y
en otra un altillo-dormitorio. Había un gran techo de casuarina, bambú y palmas de
cocotero.
No tenía paredes. Para la cimentación y el suelo, utilizó cal, en lugar de cemento,
mezclada con ladrillos partidos y guijarros.
Boy le dijo que todo el mundo en Auroville sabía cuánto dinero estaba ganando, y
todos estaban enfurecidos con ella porque no daba nada a la comunidad.
—Ellos no quieren nada de mí. No aceptarán nada de mí —dijo ella.
—Inténtalo. Mete algo de dinero en un sobre cada semana y Kwan Yin puede
entregarlo al representante de la comunidad en la asamblea de la cooperativa.
—Está bien. ¿Cuánto quieres que aporte? —preguntó ella.
—Lo que puedas permitirte.
Puso dinero en un sobre y se lo entregó a Kwan Yin. Kwan Yin se lo entregó al
representante de la cooperativa. Él lo aceptó y lo entregaba a la comunidad cada semana
como parte de la contribución de la comunidad de Kottakarai.
Pasaron varias semanas sin incidentes. Kwan Yin pasaba más y más tiempo con Boy
y menos y menos tiempo en el bosque. Roslyn tenía un amigo, un joven francés, Zuzu,
de Dijon, que la visitaba cada anochecer. Pasaban horas hablando sobre conocimiento
esotérico, leyendo a Sri Aurobindo, y jugando al backgammon. Eran amigos. Él estaba
desesperadamente enamorado de una que estaba desesperadamente enamorada de otro.
Roslyn estaba todavía desesperadamente enamorada de Jim Bean.
Zuzu iba inevitablemente al bosque después de las asambleas de los jueves e
informaba a Roslyn de las importantes decisiones que habían sido alcanzadas cada
semana. Se reían juntos un montón.
Un jueves al atardecer vino y rompió en lágrimas nada más llegar. Se dejó caer en
una de las sillas de caña, sollozando. No podía hablar. No podía parar de llorar. Sus
manos temblaban.
Era demasiado. Roslyn lo dejó y se dirigió al fuego para darle una oportunidad de
recomponerse, mientras ella preparaba otro té.
Llenó la tetera, tomó la leche y el azúcar de la alacena y los puso sobre la mesa.
Cogió dos tazas limpias del estante y las colocó sobre la mesa, una cercana a su silla y
la otra cercana a la de él.
Vertió el té en ambas.
Él había conseguido controlar sus sollozos y estaba sorbiendo sus narices,
limpiándose el rostro con una esquina de su longi.
—Lo siento —gimió, mirándola a través de sus hinchados ojos.
—¿Puedes decirme qué está ocurriendo? —preguntó ella.
Él se levantó y salió afuera por un momento a hacer unas respiraciones profundas,
después volvió a entrar.
Se sentó, la miró, y dijo sollozante: —Todavía tienen al niño.
—¿Qué niño?
—Selvam —dijo, rompiendo a llorar.
Roslyn sabía que Selvam era un niño pequeño tamil que Zuzu había adoptado y
llevado a su casa. Él no quería regresar con su familia a la aldea.
—Por favor Zuzu, ¿de qué estás hablando? ¿Por qué querrían llevarse a Selvam?
¿Cómo podrían llevárselo? Está tan dedicado a ti que incluso ha dejado de visitar a su
familia.
—¡Ellos me han quitado todo! ¿No lo entiendes?
Sollozaba y estaba desconcertado.
—Por favor Zuzu, cuéntame qué ocurrió en la asamblea.
Él se controló y mirándola dijo: —¿Por qué? ¿Por qué te odian tanto?
Incluso sin más explicaciones, estaba empezando a hacerse una idea de lo que había
ocurrido, aunque no podía creerlo. Era imposible imaginar que la comunidad hubiera
echado a Zuzu y tomado su casa y todos sus bienes y el niño del que se ocupaba, por el
simple hecho de ser amigo de ella.
Él tomó un sorbo de té. —No puedo creer lo que ha ocurrido hoy en la asamblea.
Ella intentaba ocultarse tras una taza de té, temerosa de lo que estaba por venir.
—Yo estaba allí tranquilamente sentado. Nunca digo una palabra en la asamblea. Me
gusta ir a la asamblea. Me identifico con la comunidad y con el proceso colectivo, y me
gusta asistir y observar. A veces no estoy de acuerdo con lo que ocurre, pero aún con
todo resulta interesante. Habitualmente se producen situaciones divertidas. Todo eso me
gusta.
Hay personas a las que no caigo bien y ellos no me caen bien a mí, pero eso carece
de importancia. Estamos todos juntos en Auroville. Estamos aquí para la
Transformación Supramental, no por el "me gusta... no me gusta". No me gusta lo que
os hicieron a ti y a Kwan Yin, pero estamos sólo al comienzo de algo. ¡No podía
imaginar que me atacaran a mí! Yo soy francés. Les he entregado un montón de dinero.
No puedo creer que hayan podido hacer algo así.
—¿Qué han hecho? —preguntó ella.
—Dijeron que yo no soy auroviliano y que debo marcharme de Auroville. Yo estaba
tranquilamente sentado allí. Ellos hablaban de nuevo de la factura de la comida para las
vacas, y repentinamente mi vecino, Paul, me atacó. Les dijo que me había visto
viniendo aquí. Dijo que soy un espía y una serpiente y que no debería ser admitido en la
asamblea ni en Auroville y que estaba dispuesto a hacerse cargo de Selvam, de mi casa,
de todo, por Auroville.
—Intenté replicar y ellos de repente me volvieron la espalda y comenzaron a cantar
"¡Vete!"
—Les grité: ¿Y qué pasa con mi casa? ¿Y qué pasa con el niño?
—Ellos dijeron: "Auroville se preocupará de todo. Tú vete".
—No podía creerlo. Comencé a llorar. Ésta es la tercera casa que he construido en
Auroville, el segundo pozo que he perforado. Con la ayuda de mis padres, justo acabo
de poner un nuevo techado en mi casa, y he comprado una bomba nueva. ¡Otra vez no!
Él estaba llorando y gritando y Roslyn no podía decir nada.
—Les pregunté por qué te odian tanto. Les dije que les entregas dinero cada semana.
Dijeron que eso es una mentira; en cualquier caso, no es una cuestión de dinero. Estás
en contra de Auroville. Debes dejar Auroville, y yo no soy bien recibido en Auroville,
porque cualquiera que habla contigo no es auroviliano y no tiene lugar aquí.
Roslyn estaba abrumada por una sensación de desvalimiento. No podía creer que
hubiera tan exaltada animosidad contra ella. No podía imaginar qué podía haber hecho
para generar tal animosidad.
—¿Cómo pueden odiarme tanto? ¿Qué he hecho?
—Vengo a preguntarte si puedo quedarme aquí durante unos días. No tengo dinero
para irme de mi casa inmediatamente. Mi vecino amenazó con quemarla conmigo
dentro si me quedaba una noche más. ¿Puedo quedarme en el altillo del taller durante
unos días?
—Por supuesto —asintió ella.
—De momento no tengo dinero. Mis padres han enviado dinero pero todavía no ha
llegado.
—Eso por el momento no es un problema. El taller está ganando dinero.
A pesar de la conmoción, estuvieron muy felices en el bosque durante los días
siguientes. Kwan Yin estaba ocupada preparándose para ir a Europa. Roslyn había
estado de acuerdo en comprar un billete para que Boy pudiera irse con ella. Kwan Yin
estaba exportando por barco cajas de zapatos así que podría contar con algo cuando
aterrizaran en Europa. Roslyn estaba contenta de tener a Zuzu en el bosque como
compañero.
Por la tarde, cuando los trabajadores partían, ellos jugaban al Go y bebían té durante
horas al atardecer.
Unos días más tarde Boy trajo de vuelta las mil rupias con las que Roslyn había
contribuido a la comunidad esa semana. Habían sido ofrecidas a la cooperativa como
parte de la donación de la comunidad de Kottakarai. En la asamblea alguien mencionó
la observación de Zuzu de que Roslyn estaba dando dinero a la comunidad. El
representante de Kottakarai admitió que las mil rupias que él acababa de dejar sobre la
mesa, en realidad habían sido donadas por Roslyn. Alguien arrojó el montón de billetes
al suelo. "¡Llévatelo. No queremos su dinero!"
Roslyn sintió que estaba entre la espada y la pared. Kwan Yin llegó y le dijo que
André le había dicho que de alguna manera los demás habían descubierto que él todavía
se hacía cargo de sus exportaciones, y que le habían arrebatado su licencia de
exportación, porque era sólo para Auroville, y le han quitado la Boutique.
Zuzu fue a dar un paseo. Se encontró con su vecino quien le gritó: —"No se te
permite pasear por los caminos de Auroville. Has sido expulsado de Auroville. Vete de
Auroville."
Fue demasiado para él. El dinero que esperaba había llegado al banco. Adquirió un
billete de avión y se fue a Francia.
Zuzu se había ido. Kwan Yin y Boy estaban a punto de marchar. Roslyn tenía una
producción, un taller, clientes, pero no amigos, ni un lugar para mostrar y vender sus
productos, ni un agente para exportar.
CAPÍTULO XIX
¡SMASH!
Entonces prendiendo la dorada lengua de sacrificio,
invocando los poderes de un brillante hemisferio,
nos despojaremos del descrédito de nuestro mortal estado,
haremos del abismo una avenida para el descenso Celestial,
iluminaremos nuestras profundidades con el excelso Rayo
y hendiremos la oscuridad con el místico Fuego.
"Savitri" de Sri Aurobindo
KWAN Yin y Boy partieron al amanecer del primero de julio en su taxi hacia el
aeropuerto de Madrás, para tomar su vuelo a Alemania. Roslyn estaba desconcertada
sobre cómo afrontaría el día y, finalmente —desde la desesperanza— ofreció en su
mente y en su corazón la situación a Madre y Sri Aurobindo. Consideró enviar a los
trabajadores a su casa, pero el trabajo que estaba haciendo representaba cuatro años de
gran esfuerzo. Decidió permanecer a la espera.
A las 10 a.m., un hombre de barba rubia llegó al bosque de Roslyn para que firmara
una petición a ser presentada en el Tribunal Supremo de India. La petición decía que el
Acta de Auroville que había sido aprobada por el Parlamento, sustrayendo la
responsabilidad administrativa de Auroville a la Sociedad Sri Aurobindo y entregándola
al Gobierno de la India, era ilegal de acuerdo a la Constitución de la India, puesto que
Auroville era un proyecto espiritual y no político.
No sabía si debía firmar o no. Madre había dicho claramente que Auroville no debía
pertenecer a un individuo, grupo o nación, pero Roslyn no quería tener nada que ver con
las batallas políticas.
El hombre rubio intentó explicarle que no se trataba sólo de política, sino que podría
destruir la posibilidad de realizar el Sueño de la Madre si el Gobierno de la India se
hacía cargo de Auroville. Todos serían afectados en muchas formas. Espiritual anarquía
sería reemplazada por burocracia.
Hubo de estar de acuerdo con él, pero no quería ponerse en evidencia atrayendo más
odio del segmento de la comunidad de Auroville que consideraba el traspaso de poder al
Gobierno una respuesta a sus ruegos.
Roslyn intentó evitar la firma, preguntando al hombre rubio: —¿Quién eres tú?
—Mi nombre es Robert Goodman. Soy un discípulo de Madre y Sri Aurobindo,
aunque he llegado a Auroville recientemente.
Parecía muy joven, quizás de apenas treinta años, pero su comportamiento era el de
una persona mucho mayor. Parecía extremadamente serio.
Le preguntó qué quería hacer en Auroville.
Replicó que había adquirido varias parcelas de terreno en el área de Auroville y ya
estaba comenzando a construir una comunidad con algunos de sus amigos de Europa.
De profesión era joyero y hombre de negocios. Poseía tiendas en Europa y había
instalado una pequeña factoría en Pondicherry para cortar gemas.
Le preguntó si compraría algunos zapatos de ganchillo para sus tiendas.
Él dijo que no eran un buen artículo para Alemania, porque allí hacía demasiado frío
y humedad para llevar zapatos de ganchillo.
—¿Incluso en verano? —preguntó ella.
—Algunos años ni siquiera hay verano —replicó él—. ¿Hay alguna otra cosa en la
que pueda ayudarte?
—No tengo un lugar en Pondi donde vender mis productos, puesto que en la
Boutique de Auroville rehúsan aceptar nada de lo que hago, y mi agente de exportación
rehúsa trabajar para mí.
—Puedo ayudarte. Estamos abriendo una tienda en Pondi, y tenemos una licencia de
exportación.
—Si, pero tú quieres que firme tu petición. Y yo no quiero más problemas. Lo siento
—dijo ella.
—¿Cuál es ahora tu situación? —preguntó él.
—La situación es que soy una proscrita. No tengo dinero. Tengo un taller que emplea
a cuarenta y cinco personas. Tenemos clientes en el exterior que nos hacen pedidos de
zapatos regularmente, pero nuestro agente de exportación ha dicho que no aceptará más
órdenes nuestras y no podemos continuar exportando nuestras mercancías. No tengo
acceso a nuevos clientes porque mis productos no están expuestos en ninguna parte en
donde alguien pueda verlos. Aurosarjan ha copiado mis zapatos, y están en venta en la
Boutique y se exportan a través de la Boutique. Mi negocio está acabado. ¿Qué puedo
hacer? Toda esta gente depende de mí.
—Yo puedo ayudarte. Nosotros tenemos una licencia de exportación con el nombre
de Aurodevi. Estaríamos contentos de exportar para ti. También tenemos una sala de
exposición y ventas en Pondi.
Era un milagro, una respuesta a sus plegarias. Roslyn firmó la petición y le pidió
enviar de inmediato dos telegramas a sus clientes indicándoles que enviaran sus pedidos
y sus pagos a Aurodevi.
A los pocos días, recibió respuesta de uno de los clientes. Ya había enviado el cheque
a la Boutique de Auroville, pero en adelante enviaría sus pagos a Aurodevi. Del otro
cliente jamás volvió a saber nada, y había estado haciendo pedidos de zapatos de
ganchillo por valor de quince mil rupias cada mes. Años más tarde, se enteró de que
continuaba haciendo pedidos a la Boutique de Auroville porque ellos tenían el par de
zapatos cinco rupias más barato.
Envió una nota a André pidiéndole que enviara el dinero obtenido de la exportación a
su cliente australiano de zapatos a Aurodevi, que se haría cargo de sus exportaciones en
el futuro.
Al tiempo en que el dinero llegó desde Australia, Roslyn no había podido pagar a sus
trabajadores durante dos semanas. El taller casi se había quedado sin material. Estaban
haciendo zapatos de niño con los restos. Había un pedido de quinientos pares de
zapatos, pero Aurodevi recibió sólo la mitad de la cantidad que normalmente se habría
pagado por los quinientos pares. André reclamó la otra mitad de la cantidad como
comisión por todos los zapatos que él había exportado para Roslyn, a los cuales no
había cargado comisión.
Ella tenía que estar agradecida de lo que él le había pagado, porque él había perdido
su Boutique y su licencia de exportación por haber exportado para ella. La mitad del
dinero no cubría los costes de fabricación de los zapatos.
Aurodevi contrató a un gerente/contable para que se preocupara de sus negocios, el
señor Madhavan. Ella debía pagarle mil doscientas rupias al mes. Administraba el
dinero cuando llegaba y solicitaba créditos bancarios cuando no llegaba. Venía al
bosque cada sábado por la tarde con una maleta de dinero en pulcros sobres pequeños.
Cada sobre tenía el nombre del trabajador y la paga estaba dentro de los sobres. Roslyn
recibía un sobre cada semana que contenía doscientas rupias.
Roslyn y sus trabajadores trabajaban juntos seis días a la semana desde las ocho de la
mañana hasta las cuatro y media de la tarde. Estaban haciendo cosas bellas. El artículo
principal eran los zapatos de ganchillo. También había una línea de productos
adornados con cuentas y cosidos a mano: bolsos, chalecos y cinturones. Hacían de todo
excepto dinero. Los ingresos de caja que habían comenzado con rapidez en diciembre,
de repente se secaron.
El cliente australiano, Rob, envió una carta de crédito para los pedidos de agosto y
septiembre. La carta estaba redactada de tal forma que Roslyn debía de producir
documentos de embarque para mil pares de zapatos y entonces esperar el pago durante
treinta días. ¡Debía fabricar quinientos pares de zapatos sin dinero! Carecía de ahorros,
no tenía dinero en efectivo, porque había utilizado todo el dinero para pagar los gastos
escolares de Bliss, para construir un nuevo taller, para Kwan Yin y Boy, y para
contribuir a la comunidad de Auroville. Ya estaba en deuda con la producción del
pedido de julio.
Madhavan hacían las gestiones para asegurar un crédito bancario del sesenta por
ciento del valor de la carta de crédito al veintidós por ciento de interés.
Producían los zapatos y los enviaban por barco. Era muy ajustado. Roslyn escribió a
Rob pidiéndole por favor que enviara un adelanto de dinero mediante una letra bancaria
por el pedido de octubre. Él envió una letra bancaria, pero estaba sin firmar y no era
negociable. No podía conseguirse más crédito. Había cuarenta mil rupias de deudas. De
nuevo estaban confeccionando calzado para niños con los restos. No había dinero para
pagar los salarios. Había sesenta y cinco trabajadores.
Finalmente llegó otra carta de crédito, en los mismos términos que la primera carta
de crédito, para el pedido de octubre y noviembre. Madhavan negoció otro crédito, se
pagó a los trabajadores, y la producción continuó. De sus doscientas rupias a la semana,
Roslyn tenía que pagar a Dosama porque, aunque no era trabajadora del taller, hacía el
té para los trabajadores dos veces al día. Roslyn ganaba como mucho la mitad que
Madhavan y menos que el sastre y que el zapatero jefe. Estaba trabajando cada día
desde las siete de la mañana, momento en el que iba al taller a preparar el trabajo para el
día. Los trabajadores llegaban a las ocho. Finalizaba haciendo la limpieza después de
que se marcharan los trabajadores, habitualmente a las 5 p.m. cada tarde.
Una o dos veces al mes iba a Pondi en el autobús de última hora de la tarde y
revisaba en la oficina o en la Boutique para ver si había alguna carta o dinero, y cenaba
en un restaurante que contaba con un comedor en la terraza, bajo las estrellas.
Ocasionalmente visitaba el Samadhi de Sri Aurobindo y se sentaba en ese apacible
jardín durante unos minutos.
Varias veces al mes Ananta enviaba a uno de sus trabajadores para llevarla en motorickshaw a la isla. Hacía una puja especial cuatro veces al mes, que era el trabajo que le
había encomendado la Madre. Daba culto a Zeus, Atenea, Poseidón, Apolo y otros
dioses a los que no se les había dado culto desde tiempos inmemoriales. Dos sacerdotes
brahmanes venían para la puja. Encendían un fuego y decían mantras frente a su
pequeño templo. Frecuentemente había músicos y fuegos de artificio. Después de cada
puja, la estatua de Shiva y las fotografías de Madre y Sri Aurobindo eran llevadas en
procesión a las diversas capillas de la isla, y se observaban ritos de ofrenda, homenaje y
plegaria. Tras la puja siempre había una gran cena.
Tenían una relación muy gozosa. La pequeña casa de él era mucho más confortable
que la cápsula de ella. Sus sirvientes eran buenos cocineros. Él tenía un tocadiscos y
todos los discos de las antiguas comedias musicales. Frecuentemente ella se quedaba a
pasar la noche. Ocasionalmente, algún fin de semana permanecía en la isla durante dos
noches. Una vez al regresar al bosque descubrió que alguien había robado su ropa de
cama y la mayor parte de sus vestidos, a pesar de que había contratado a un vigilante
para que cuidara de la cápsula y del taller en su ausencia. En otra ocasión fue robada la
máquina de coser. Todos los materiales y zapatos estaban en un gran armario cerrado.
Cuando robaron su colchón sólo pudo dar gracias de que no hubieran robado también su
pequeña mesa de puja. Se volvió temerosa de pasar las noches fuera.
Cada vez tenía una pelea con Ananta, quien quería que ella se quedara con él porque
estaba muy solo en la isla. Ella quería hacerle comprar sus vestidos, gafas, y otras cosas
que necesitaba. La recompensa de él era que ella se quedaba en la isla durante una o dos
noches en la otra habitación, y permitía a sus sirvientes tratarla a cuerpo de rey.
También le ayudaba con su correspondencia, porque él estaba habitualmente demasiado
bebido para escribir de forma legible.
Ella intentaba que él le diera o le prestara dinero cuando estaba en apuros. Él
rehusaba darle una simple paisa. Le compraba la seda más cara para vestidos. Le pagaba
los taxis. Pero, ¡nada de dinero!
Mientras tanto, dos mil pares de zapatos habían sido producidos y embarcados y
nadie había pagado por ellos. Roslyn casi tuvo un ataque al corazón cuando escuchó que
el banco no aceptaba las cartas de crédito. Estaba enviando cartas y telegramas a Rob,
sin obtener contestación.
Por fin, a principios de diciembre, recibió una carta y un telegrama diciendo que
llegaría a finales de ese mes. Prometía arreglar todo con el banco y ver que ella recibiera
el pago por todos los zapatos que le había enviado. También ordenó seiscientos
cincuenta pares de zapatos para diciembre, incluyendo un pequeño avance, y
prometiendo el pago total cuando llegara.
Roslyn tenía una deuda superior a las cien mil rupias y debía de pedir prestado más
dinero para producir otros seiscientos cincuenta pares de zapatos para conservar el
trabajo de sus sesenta y cinco trabajadores, manteniendo el ciclo de producción. Roslyn
se encontró trabajando más y más duro, produciendo más y más zapatos. La única
recompensa que tenía por fabricar todos esos zapatos eran más deudas y
responsabilidades. No sabía si era más agobiante estar profundamente endeudada con
sesenta y cinco familias que dependían de ella, o romper la relación con sus propios
dependientes. Se preguntaba, si había algo de verdad en el karma yoga, ¿cómo había
merecido ella un karma tan tenazmente difícil?
Se levantaba cada mañana antes del amanecer. Se despertaba habitualmente con la
llamada a la oración, entonada desde la mezquita de la aldea próxima, resonante en el
profundo silencio de la temprana mañana antes de la aurora, cuando los únicos seres
despiertos aparte de ella eran unos pocos pájaros. El silencio era prístino.
Roslyn caminaba a través de la plantación de mangos hasta la bomba de mano. No
había muros alrededor de la bomba, pero no había nadie más, despierto o en los
alrededores, a esa hora de la mañana. Una fronda de bambú formaba una pantalla
natural alrededor de la bomba. El cielo estaba lleno con la rica promesa de la aurora.
Después de su baño caminaba hasta el Matrimandir. No había casas a lo largo del
camino entre su cápsula y el Matrimandir. El Matrimandir estaba aproximadamente a
dos kilómetros y medio de su cápsula. Resultaba muy surrealista caminar en la mañana
silenciosa y no ver a nadie. Finalmente, llegaba a la gran masa envolvente de hormigón
que era el Matrimandir, surgiendo lentamente de la tierra o descendiendo del cielo.
Frecuentemente veía a Jim Bean caminando alrededor del Matrimandir. Él parecía no
verla. Caminaba recto hacia ella sin mirarla. Vasudeva también paseaba frecuentemente
alrededor del Matrimandir a esa hora del amanecer. A veces Roslyn sentía que ellos
eran las únicas personas en Auroville a esa hora del día, y no tenían nada que decirse los
unos a los otros, nada en común, excepto el hábito de caminar alrededor del
Matrimandir al amanecer.
Habitualmente, cuando caminaba de regreso al bosque escuchaba el claxon del
autobús de la aldea, y el Bande Mataram que transmitía All India Radio a través de los
altavoces del poblado. Cuando estaba de vuelta en el bosque, Dosama estaba sentada
junto al fuego al lado de su pequeña choza, en la euforia de la borrachera, y recibía a
Roslyn con una cálida sonrisa. Roslyn le devolvía el saludo y se iba al taller.
Allí comenzaba el trabajo revisando la labor terminada el día anterior, que los
operarios dejaban sobre la mesa de trabajo cuando terminaban por la tarde, y
recogiéndola en el armario. Entonces decidía sobre el trabajo del día y colocaba los
materiales sobre la mesa para los trabajadores. Después de eso, iba a sentarse en su silla
de caña al lado de la pequeña mesa redonda y trabajaba en la contabilidad y la
correspondencia. Frecuentemente a la hora en que llegaban los trabajadores ella estaba
en la hamaca con un buen libro.
Los trabajadores comenzaban a llegar a las 7:50 a.m. La joven que ocupaba el lugar
más bajo de la jerarquía del taller, llegaba unos minutos antes que los demás para barrer
el taller cada mañana, y dibujaba un kolam frente a la puerta de entrada. También traía
la leche, que adquiría cada mañana en la aldea. La leche era una parte esencial del ritual
de la mañana.
Cada día traía dos litros de leche fresca. La leche debía hervirse. La mayor parte de
la leche de Roslyn se utilizaba para hacer requesón, que al día siguiente era escurrido a
través de un paño y servido como queso con pan para los trabajadores con su té de la
tarde. Ella preparaba sus frugales comidas en el pequeño fuego de seis ladrillos
dispuestos en forma de U, en donde también teñía los hilos. Tomaba su coraje de Madre
que había advertido a los sadhakas, "Confiad sólo en el Divino".
Cada mañana a las ocho llegaban los trabajadores. Habitualmente Roslyn estaba en la
hamaca esperando el té. Las mujeres siempre estaban hermosas con sus saris
brillantemente coloreados. Parecían insensibles a los tornados y los giros del destino
que estaban constantemente arrastrando a Roslyn. Llegaban bellamente ataviadas, su
pelo largo elegantemente peinado, y deseaban a Roslyn una "buena mañana". Ella se
levantaba y les daba las órdenes del día, los colores, tallas y diseños. Los zapateros y el
sastre llegaban siempre un minuto o dos después de las mujeres. Siempre estaban
alegres, y ocasionalmente uno de ellos traía una flor para Roslyn. Ella les devolvía los
saludos y les encomendaba el trabajo del día. Cada trabajador había encontrado un lugar
para sentarse en el taller que se convirtió en su plaza, de él o de ella. Roslyn no había
tenido dinero suficiente para terminar el suelo, así que el piso era sólo una cimentación
de cal mezclada con cascotes. Los trabajadores se sentaban en cojines sobre esterillas de
bambú. Se sentaban silenciosamente, con media hora para el té entre las 10 y las 10:30
a. m. y entre las 3 y las 3:30 p. m., además de una hora para la comida entre las doce y
la una. Se sentaban y trabajaban desde las ocho de la mañana hasta las cuatro y media
de la tarde, seis días a la semana. No pronunciaban ni una palabra de queja si al final de
la semana Roslyn no tenía dinero para ellos. Roslyn los admiraba por su perseverancia,
y estaba terriblemente embarazada de ser incapaz de cumplir sus compromisos con ellos
en todas las ocasiones.
Finalmente, Rob llegó a Madrás, campechano y efusivo. Fue al banco que, durante
meses, había rehusado tramitar la carta de crédito. De repente entró dinero en la caja.
También pagó en efectivo los zapatos que había ordenado para diciembre e hizo una
orden de mil pares de zapatos para enero y otros mil pares para febrero. Prometió enviar
un adelanto del pedido de enero/febrero tan pronto como estuviera de regreso en
Australia.
Se pagaron todas las deudas, con sus intereses. A Roslyn le consternó que después de
pagar todas las deudas, los intereses, y de haber adquirido el material para la orden de
enero, apenas había dinero suficiente para pagar los gastos escolares de Bliss. Ni
siquiera dinero suficiente para reparar el techado de la cápsula.
Rob y Madhavan se llevaron el uno con el otro tan bien como una casa en llamas.
Durante los pocos días que Rob estuvo, hubo taxis, cenas en los mejores restaurantes de
Pondi, y buenos momentos. Cuando Rob el Bandido se fue, Roslyn era optimista
respecto a que él había comprendido su situación financiera, y a que en el futuro se
ocuparía de que ella cobrara con prontitud los zapatos que él había ordenado. Él admitió
que estaba haciendo mucho dinero con los zapatos. Los estaba vendiendo por un precio
cinco veces superior al que le pagaba a ella, y se estaban vendiendo como pasteles
recién hechos. Ella imaginó que para él era fácil ver la ventaja que le suponía apoyarla a
ella y al taller, dando continuidad a los acuerdos que mantenían.
En la tercera semana de enero, cuando todavía él no había enviado su dinero, hubo de
pedir a Madhavan que solicitara otro crédito bancario. Recibió una carta y un telegrama
confirmando la orden de enero de mil pares de zapatos, y la de febrero, por otros mil
pares, prometiendo que el cheque se había enviado por correo. El cheque no llegó, así
que intentó obtener otro crédito bancario, pero no había carta de crédito como garantía,
y el banco rehusó prestar el dinero.
Roslyn escribió a su madre preguntando si podía ayudar con los gastos escolares de
Bliss. No recibió respuesta. Algunas semanas más tarde recibió una carta del
Administrador de la escuela de Delhi con una carta adjunta de su madre, y una nota:
"¿Por qué me sigue escribiendo cartas como ésta? Ya me escribió esto el pasado año:
‘Por favor envía cinco mil rupias inmediatamente para los gastos de este trimestre’." La
carta de su madre iba dirigida al colegio: "Eduqué a mis hijos, y no creo tener ninguna
responsabilidad de ayudarlos a educar a los suyos".
Roslyn se encontró casualmente con Joe en Pondicherry, quien le dijo que Panditji
había fallecido unos días antes. Ella no había ido a visitarlo desde hacía dos años, pero
se sintió afectada por su muerte.
Roslyn no tenía materiales para los trabajadores. Así que no pagó a los trabajadores
durante tres semanas. No tenía crédito. No tenía salida para todos los zapatos que era
capaz de producir. Debía cerrar. Debía cerrar el taller debiendo a los trabajadores los
salarios de tres meses. Debía despedirlos sin pagarles lo que les adeudaba.
Era una pesadilla. Algunos de los trabajadores eran muy amables, y pacientes con el
hecho de no recibir su paga, pero otros estaban furiosos, le gritaban, amenazando con
golpearla. Ella estaba completamente sola en el taller del bosque, desesperada e
indefensa.
Era un infierno. Eventualmente consiguió pagar y despedir a quince de los sesenta y
cinco trabajadores, pero todavía debía encontrar el dinero y los materiales para seguir
con los cincuenta trabajadores restantes.
Antiguos clientes, nuevos clientes, conocidos y extraños se dejaban caer por el
bosque. Les vendía un par de zapatos, cinco pares, diez pares, una bolsa, o lo que
querían. Había una chica italiana casada con un inglés que venía cada pocos meses y
compraba calzado y bolsas por valor de miles de rupias al contado. Los llevaba a Goa,
Kodaicanal o Katmandú y los vendía.
Roslyn se olvidó de los agentes de exportación. Había estado trabajando con
Aurodevi durante ocho meses, y estaban reclamando que ella les debía dinero, a pesar
de que ella les había proporcionado órdenes de exportación de miles de pares de zapatos
por los cuales nunca le habían pagado nada. Finalmente, Robert Goodman vino a verla
y le ofreció cinco mil rupias por todos los zapatos que ellos habían enviado sin que ella
hubiera cobrado por ellos.
Ella protestó. —Te he dado el equivalente a doscientas mil rupias en zapatos.
—Sí, sí, lo sé, pero no hemos recibido ninguno de esos pagos. Queremos concluir
nuestros negocios contigo.
—¿Y qué ocurre cuando a ti te paguen los zapatos? —preguntó ella.
—Si nos pagan los zapatos, nos quedaremos con el dinero, por supuesto.
—No puedo aceptar cinco mil rupias como pago por un valor de doscientas mil
rupias en zapatos —le rogó.
—Está bien, pues no te doy nada.
—¿No quieres pagarme cuando recibas el precio de sus ventas?
—Sí, por supuesto, pero si no recibimos ningún pago no te daremos o te enviaremos
ningún dinero y de cualquier pago que recibamos nos quedaremos un veinticinco por
ciento de comisión.
—Creo que es una mejor solución que aceptar las cinco mil rupias, pero no tengo
dinero para mí misma ni para el taller.
—Ese es tu problema.
Después de esto, cuando alguien le pedía un envío de zapatos hacía lotes y los
enviaba a través de la Oficina de Correos como paquetería asegurada. Sólo podía
asegurarlos por doscientas cincuenta rupias porque se enviaban como regalos o como
paquetes turísticos, que sólo podían alcanzar un valor máximo de doscientas cincuenta
rupias. El verdadero valor de cada paquete era habitualmente de varios miles de rupias.
Estaba completamente perpleja por lo que le había ocurrido. Empleaba varios días a
la semana tiñendo hilo para Ivar, así que al menos había algún ingreso en la caja. Teñía
centenares de kilos de hilo cada semana, permaneciendo un día tras otro encima de dos
fuegos. Dos grandes ollas de bullentes colores sobre los ladrillos que rodeaban el fogón.
Podía permanecer sobre el fogón desde la mañana hasta la tarde, trabajando con dos
chicas del poblado, mezclando el hilo con fórceps para que el tinte estuviera
uniformemente distribuido en el hilo, o Ivar le hacía volverlo a teñir antes de pagarle.
Todos sus vestidos estaban salpicados de color. Sus manos tenían con frecuencia un
color muy extraño. Aborrecía teñir, pero era una fiable fuente de ingresos.
El techo de la cápsula de Roslyn estaba lleno de agujeros. Cuando llovía, se mojaba.
No había dinero para arreglarlo. Finalmente se trasladó a uno de los altillos del taller,
porque tenía el techo en mejores condiciones y ya no se usaba como espacio de trabajo,
puesto que la mayor parte de los trabajadores se habían ido.
Las personas que habían firmado la petición de Robert Goodman contra la absorción
de Auroville por el Gobierno de la India eran llamados "Neutrales". Esas personas eran
consideradas como traidoras por la mayoría de los aurovilianos. Sólo eran unos treinta y
cinco, contra aproximadamente setecientos que eran el resto de Auroville. Robert
Goodman los organizó en un grupo para proteger sus visados y otros intereses
esenciales. También había entre ellos al menos un mínimo de amistad, puesto que todos
estaban en el mismo barco. Todos eran objeto de continuos abusos por la comunidad.
Uno de ellos, un japonés americano que había nacido en uno de los campos de
concentración para japoneses en América, durante la Segunda Guerra Mundial, estuvo a
punto de marcharse cuando una pandilla de chicos lo atacó. Le tiraron piedras y le
gritaron que se marchara. No querían japos en Auroville. Estaba conmocionado, como
lo estaban el resto de los Neutrales, de advertir que esa clase de odio y prejuicio era
aceptado en Auroville. Cuando se dirigió a los padres de los niños para explicarles lo
que había ocurrido, los padres dijeron que los chicos tenían razón: debía marcharse de
Auroville. Era una de las primeras personas aceptadas por la Madre en la comunidad de
Auroville. Estaba horrorizado. El resto de los Neutrales eran las únicas personas que
coincidían con él en que un ataque así era horroroso; el resto de Auroville parecía
considerar estupendo que los niños intentaran ayudar a purgar Auroville de elementos
indeseables.
El 5 noviembre 1982, el Tribunal Supremo de India declaró que el Acta de Auroville,
aprobada por el Parlamentó de la India, poniendo Auroville bajo el control de un
Administrador nombrado por el Departamento de Educación del Gobierno para un
período de tres a cinco años, no contravenía la Constitución de India, y debía ser
aplicada de inmediato.
El administrador estaba ya instalado en Auroville a la espera de la decisión del
tribunal. La Sociedad Sri Aurobindo había invocado que Auroville era una organización
religiosa protegida por la Constitución de la India. Vasudeva había presentado al
Tribunal Supremo la petición de los "Neutrales" solicitando que el Acta fuera
considerada nula puesto que Madre había dicho que Auroville no pertenecía a ningún
grupo o nación. Muchas personas en Auroville consideraban esto la prueba de que los
Neutrales estaban de parte de la Sociedad contra Auroville. No entendían lo que Madre
quería expresar cuando dijo: "Aquellos que están a favor de unos y contra otros, están
fuera de la verdad".
Bliss estuvo de visita durante unos días porque un grupo de niños de la escuela de
Delhi habían venido a Pondicherry para visitar el Ashram.
El Administrador había preparado un papel que envió a todos los aurovilianos
declarando que los bienes, tierra, plantaciones, construcciones, negocios, estaban todos
relacionados con Auroville y bajo la administración del Gobierno de India. Todo cuanto
había sido creado en los catorce años desde el comienzo de Auroville como una ofrenda
al Divino, quedaba bajo la administración del Gobierno de India.
Normalmente asignaba la responsabilidad del disfrute de los bienes a las mismas
personas que los habían estado disfrutando previamente; sin embargo, en algunos casos
designaba administradores conjuntos, en otros simplemente despedía a los
administradores y señalaba unos nuevos. Tomó el taller de la hija de Vasudeva y se lo
dio a un italiano. Roslyn estaba preocupada de que pudiera dar el taller, el bosque, la
plantación de mangos, a otra persona, cuando recibió un documento solicitándole que
firmara que todos los bienes que había creado eran propiedad de Auroville y estaban
bajo la administración del Administrador nombrado por el Gobierno de la India.
Uno de los Neutrales había conseguido una copia de la reciente carta enviada por
Víctor a Auroville, y se la había dado a Roslyn para que la leyera:
"El simple poder de sinceridad debería obligar a los elementos indeseables a
marcharse o a cambiar. Y me parece que en cierta medida hemos tenido éxito, puesto
que hace ocho años Auroville era una especie de de sopa turbia en donde todo tipo de
personas —más o menos conscientes y más o menos deseables— chapoteaban. Las
mangostas abrazaban a las serpientes y permitían ser mordidas en nombre de la ‘unidad
humana’ — pero ¿era una unidad de veneno o una unidad de verdad? Y también había
un cierto número de babosas que no estaban ni en un bando ni en el otro y que
simplemente dejaban su rastro de pegajosa saliva espiritual realzando la situación,
intentando ocupar el lugar de los otros dos bandos. No sé que es preferible, saliva o
veneno, y si los tres unidos para formar otra sopa, al final de unas pocas generaciones de
aurovilianos, hacia el año 2000, o después del diluvio, haría de eso un Auroville ideal.
"Por mi parte encuentro que nuestros enemigos nos han ayudado con un gran desafío
durante ocho años; ha habido una bendita progresión en la conciencia de los
aurovilianos, han comenzado a abrir sus ojos, a ver claramente, a poner cada cosa más o
menos en su sitio; sabemos quién es el león y quién el camaleón. Ha sido un progreso
enorme. Los indeseables nos han ayudado a ver qué es deseable, a saber qué es lo que
queremos en realidad; ¿un batiburrillo de gatos y babosas, o algo más? Ahora, ocho
años más tarde, ¿queréis comenzar de nuevo la experiencia del batiburrillo de gatos y
babosas para ver si esto podría crear al fin la unidad humana? ¿No decíais ‘quítale los
colmillos a la serpiente’? Pues, ¡intentadlo!
"Durante algunos miles de años diferentes profetas y avatares han venido para
enfrentarse con esto mismo. Pero, sin embargo, después de esta triste historia, la raza
humana ha comenzado a ver un poco más claramente y a dejarse persuadir un poco
menos por el mal — es decir que todo está más o menos desenmascarado, desnudado;
vemos que los pequeños diablos se arrastran a la vista de todo el mundo; en el proceso
han tenido que desprenderse de sus falsas auras espirituales y de sus falsos mostachos
— sabemos quién es quién. Éste es el verdadero progreso de la Tierra; no es que la
Tierra se haya tragado y transformado a los indeseables, es que ha alcanzado el punto en
donde comienza a conocer o a sospechar la única cosa Deseable. Apocalipsis, que no
sólo significa ’revelar’, significa ’quedar al desnudo’. Las vestiduras caen, caen los
trajes de serpiente, camaleón o babuino, y vemos quién está ahí. Somos lo que somos y
nada más. Y si tú no eres, peor para ti.
"Así que ésta es la situación en Auroville, en la cual las máscaras se han desprendido
más o menos. Es un inmenso progreso de Auroville. Ahora, ¿qué vais a hacer con esos
’desenmascarados’? ¿Ser Neutral? Pero no hay Neutralidad. ¡Es un batiburrillo de gatos
y babosas! ¿Expulsarlos? ¡Pero no somos la Gestapo! ¿Qué entonces?
"Bueno, me parece a mí necesario, muy necesario, que la limpieza se haga de una
forma simple: los aurovilianos pueden llegar a estar de acuerdo en un número de puntos
materiales, como, por ejemplo, no provecho personal, no dinero personal, una única
cooperativa central que distribuye según las necesidades y que recibe donaciones.
Entonces, automáticamente, veréis un número de pequeñas babosas y de serpientes de
talla media diciendo ¡No! Y se hará la criba. Aquellos que no quieran seguir la ley de
Auroville sólo tienen que irse a cualquier otra parte y aplicar allí su ley. Lo más
importante es saber qué se quiere. Definir unos pocos simples puntos materiales que
conformarían el código práctico de Auroville. Entonces uno lo acepta o no lo acepta.
Uno no puede hacer sus pequeños negocios o distribuir dinero por todas partes y
sembrar al mismo tiempo la corrupción. Tenéis que saber si queréis dejar que las cosas
se contaminen y vayan a peor en nombre de la ’hermandad humana’ o si queréis poner
algún orden en vuestra casa y mantenerla limpia.
"Es sencillo.
"Es claro.
"Es una cuestión de olfato.
"No debemos confundir a aquellos que aspiran con aquellos que nos estrangulan para
hacernos aspirar — si somos estrangulados, no queda nadie para aspirar ni nadie para
recordar".
Esta carta y la petición del Administrador de entregar los patrimonios, aterrorizó a
Roslyn. Robert Goodman le había traído la carta y le había advertido que el nuevo
Consejo Ejecutivo había decidido expulsar a todos los Neutrales fuera de Auroville.
Ella le mostró el papel que había recibido del Administrador y dijo: —Si firmo esto
no tendrán que venir y echarme, simplemente darle este lugar a alguien.
—Sí, pero tienes que firmarlo —replicó él.
—¿Lo cree es así? Estoy condenada si lo firmo y estoy condenada si no lo firmo —
dijo ella.
—Sí, algo así. No te preocupes, puede ser que el Administrador te permita seguir
aquí.
Por la tarde se fue a Pondi en el autobús de la aldea y preguntó a Vasudeva si debía
firmar el papel del Administrador, cediendo sus bienes al Gobierno de la India. Él le
dijo que firmara y rezara.
Tomó un moto-rickshaw de regreso a Auroville, se detuvo en casa del Administrador
y le entregó el papel, y le preguntó qué iba a hacer con él. Él le explicó que se trataba
sólo de una formalidad, pero que como había alguna objeción a su presencia en
Auroville, debía designar un ejecutivo conjunto para ayudarla a administrar su
patrimonio. Ella había pasado un infierno creando ese taller, y él iba a nombrar
despreocupadamente un ejecutivo conjunto. El Administrador parecía determinado a
designar nueva administración para los bienes controlados por los Neutrales, utilizando
la oportunidad de la toma del poder para resolver el conflicto en Auroville con un
mínimo de protesta. Parecía pensar que si se libraba de los Neutrales ya no habría
problemas en Auroville.
Se sintió completamente enferma después de hablar con él. Regresó al bosque muy
tarde. Invariablemente por la tarde se sentaba frente a su mesa de puja, encendía una
candela e incienso y repetía los mantras que Panditji y Madre le habían dado, varios
cientos de veces, pero esa noche estaba demasiado cansada cuando regresó al bosque.
Simplemente se fue a dormir.
Roslyn había puesto todo lo que tenía para crear el pequeño taller en el bosque, pero
sabía que eso no lo hacía de su propiedad. En Auroville nada pertenece a nadie en
particular. Había firmado el papel diciendo que los bienes que había creado estaban
ligados a Auroville, porque ella estaba completamente comprometida con los ideales de
Auroville. Sabía que uno de sus vecinos quería su bosque para leña, para su alfarería,
pero esperaba que no fuera designado como su ejecutivo conjunto.
Se fue a dormir preguntándose si haber firmado el papel no le iba a costar su taller, y
esperando que quienquiera que tomara el taller le proporcionara un billete para San
Francisco.
Estaba completamente exhausta. Era el primer anochecer en años que se iba a la
cama sin meditar, agradeciendo al Divino de que nada peor hubiera ocurrido aquel día.
Bliss estaba pasando la noche con sus amigos en la comunidad para niños, Ami.
Dormía, tenía sueños maravillosos con viejos amigos, que habían rehusado incluso
hablarle durante varios años, conversando con ella. Había un extraño olor dulzón. Se
había despertado, pero no había abierto los ojos.
¡BUM! ¡¡¡SMASH!!!
¡¡¡Alguien había golpeado sus dientes!!!
No abrió sus ojos para tratar de ver quién era, sino que puso sus manos sobre ellos
para protegerlos de la lluvia de sonoros golpes con un instrumento contundente que
siguieron.
¡Wack! ¡Wack! ¡Wack!
Los golpes caían sobre sus manos, brazos, cabeza, en un aparentemente interminable
horror de tormento, más allá de sus peores sueños.
Abandonó toda resistencia y permaneció allí inmóvil. Sintió unas manos, no
demasiado cuidadosas, arrancar la fina cadena de oro que llevaba alrededor del cuello,
que había sido bendecida por la Madre. Oyó a los atacantes salir precipitadamente a
través del suelo de bambú cuarteado de su altillo-dormitorio.
Esperó varios minutos antes de abrir los ojos.
Se habían ido. La noche era muy callada. En la distancia pudo escuchar el arranque
de un coche. Nunca había coches en la carretera cercana al bosque durante la noche;
casi no había coches en esa carretera incluso durante el día.
Permaneció allí durante unos pocos minutos hasta que se dio cuenta de que estaba
empapada en su propia sangre. Había sido un atardecer inusualmente fresco. Se había
puesto para ir a dormir un vestido que Ananta le había dado. Estaba completamente
empapado de sangre. Las sábanas, las almohadas, todo estaba empapado de sangre.
Lentamente abrió los ojos. Se sentó. No sentía mucho dolor, pero sus manos ya estaban
hinchadas al doble de su tamaño normal, y apenas podía moverlas. Encendió la luz de la
linterna sobre la mesa de puja próxima a su lecho. Su bolsa con los salarios para los
trabajadores y su paga extra por Deevali estaban todavía bajo la mesa de puja. Su reloj
estaba sobre la mesa. Eran las 3 a. m.
Colocó sus manos sobre su rostro. Parecía ser un amasijo. Introdujo sus dedos en la
boca y retiró un molar. El único diente que todavía estaba tambaleante en sus encías, el
resto habían desaparecido.
No lloró. Lo peor del dolor era el horror del odio que de alguna forma ella había
engendrado. No podía imaginar ningún tipo de justificación para tal brutalidad. No era
como nada de lo que ella hubiera visto o escuchado jamás o hubiera podido imaginar en
la más salvaje de sus pesadillas. Era inimaginable que esto pudiera ocurrir en Auroville.
Decidió que debía acudir a sus vecinos en busca de ayuda. Alguna gente amable
había construido pequeñas casas en los linderos de la plantación. Eran amistosos, y
ocasionalmente la visitaban en el bosque. No podía quedarse allí sin más, en un charco
de sangre y esperar que todo se arreglara.
Fue al vecino, y tímidamente golpeó en la puerta.
Escuchó la llamada de Melanie: —¿Quién está ahí?
—Roslyn —replicó ella, teniendo una gran dificultad en pronunciar su nombre.
Melanie abrió la puerta sosteniendo una linterna en su mano. Dio un vistazo a Roslyn
y jadeó entrecortadamente, llamando a su compañero: —Hero, ¡ven rápido! ¡Roslyn ha
sido herida!
Roslyn casi se desplomó de gratitud de que todavía hubiera alguna compasión en el
mundo, pero pudo mantenerse equilibrada.
—¿Qué ha ocurrido? ¡Pasa! Siéntate. Deja que te limpie la cara. ¿Cómo puedo
ayudarte? —dijo Melanie, desviviéndose por ser amable.
Hero bajó la escalera del altillo-dormitorio, miró a Roslyn y dijo: —Oh, Dios mío,
¿qué ha ocurrido?
—No sé qué ocurrió. Alguien me atacó mientras dormía.
—Increíble. ¿Cómo podemos ayudar?
—¿Qué debería hacer?
—Necesitas que te vea un médico. Te llevaré en la moto. Esperaremos un poco, hasta
que el cielo claree.
—¿Quieres ir y coger mi bolsa y algo de ropa limpia?
—Claro. Te llevaré a la Clínica del Ashram.
—Sí, sospecho que es lo mejor. Allí siempre me han tratado bien.
Subieron a la moto con las primeras luces del amanecer. La única motocicleta que
encontraron entre el bosque y Pondi fue la de Robert Goodman, conduciendo en
dirección opuesta. Roslyn lo reconoció y le hizo señas para que parara.
Él se detuvo y quedó horrorizado cuando ella se quitó el pañuelo que cubría lo peor
de sus heridas.
Preguntó que a dónde iba, y le dijo que iría a verla allí. Le prometió hacer cualquier
cosa que pudiera para ayudarla.
Llegaron a la Clínica al amanecer. Hicieron sonar la campanilla. Esperaron. Hicieron
sonar la campanilla de nuevo.
Una enfermera abrió la puerta. Miro a Roslyn y dijo: —Pasa, le dio un analgésico, la
instaló de la forma más confortable posible, le trajo un almohadón extra, y prometió
llamar al médico.
Roslyn se desmoronó y durmió. Se despertó una hora más tarde sintiendo como si
estuviera en un refrigerador.
Fue al baño, luego se sentó en su cama, comenzó a repetir mecánicamente los
mantras que habían llegado a convertirse en una fuente instantánea de consuelo y
libertad en las circunstancias ultrajantes.
Tenía frío, así que se puso la mayor parte de la ropa limpia que había traído con ella
y desvistió las cubiertas de las otras camas vacías de la habitación. Intentó acurrucarse
en la cama, pero estaba demasiado incómoda, con mucho dolor, y además, todo el
horror de lo que había ocurrido regresó. La enfermera le preguntó si quería algo de
comer o de beber. El joven doctor americano que practicaba la homeopatía entró con la
enfermera y le dio algunos pequeños placebos que de forma instantánea mejoraron la
conmoción; o era eso, o era el encanto del doctor.
Permaneció allí durante un momento y le preguntó qué había ocurrido. Habían
empezado a llegar personas de Auroville y del Ashram que se habían ido enterando de
lo ocurrido. Gente que no le había dirigido una palabra durante años de repente se
agolpaba al lado de su lecho. Percibió que algunos de ellos venían como mirones. Otros
venían amistosamente. Llegó su sastre, miró su cara y rompió en lágrimas.
Era el cumpleaños del doctor. El doctor era un ashramita. Madre siempre hacía algo
grande de los cumpleaños. Incluso hoy, en el Ashram, a todo el mundo se le permite
meditar en la habitación de Sri Aurobindo el día de su cumpleaños. Para muchos
devotos de Sri Aurobindo es lo más destacado del día y tal vez del año. Era el
cumpleaños del doctor Sen. En lugar de estar sentado en la habitación de su amado
gurú, estaba en la clínica, intentando recomponer a Roslyn.
Convocó a un equipo de doctores y preparó la cirugía. Efectuó una operación de
cuatro horas. Ofreció a Roslyn la opción de dormirla, en cuyo caso deberían introducir
un tubo por su garganta para ayudarla a respirar, o permanecer despierta y sin moverse
durante la operación. Eligió permanecer despierta.
Había una gran fotografía de Madre y Sri Aurobindo en el teatro de operaciones.
Roslyn se concentró en el mantra que la Madre le había dado y dejó que los doctores
hicieran lo mejor que pudieran hacer. Ya era obvio para ella que su cara había sido
irrevocablemente destrozada.
Bliss fue a verla y le dijo que no quería volver a la escuela de Delhi. —Mami, tú me
necesitas —dijo la niña.
Roslyn se sintió terrible. La niña no era lo suficiente mayor como para dejar la
escuela, y las únicas escuelas en Auroville eran para niños pequeños.
—No te preocupes —dijo Bliss—. Puedo ir a la Escuela de Kodai el año próximo, si
estás de acuerdo.
Roslyn estaba demasiado extenuada para intentar explicar que Kodai era seis veces
más cara que la escuela de Delhi. Sin embargo, estaba más próxima a Auroville. Roslyn
aborrecía estar tan alejada de Bliss, y nunca había ganado una discusión con ella, pero
preguntó: —¿Y tus cosas?
—Pueden enviármelas con el próximo grupo de niños que vengan a Pondi para
visitar el Ashram. No tengo gran cosa, principalmente uniformes del colegio, que me
han quedado pequeños.
—No puedo decirte lo que debes hacer, pero espero que no sea una equivocación.
—No estés preocupada Mami. Quiero estar aquí contigo durante un tiempo.
Roslyn estaba muy agradecida a la niña. Robert Goldman llegó y prometió pagar a
Roslyn las facturas del médico y del dentista. Luego, en el último momento, añadió: —
De paso, me gustaría traer a alguien a verte esta tarde.
—Realmente no soy capaz de ver a la gente —dijo ella.
—Tranquila; sólo estaremos uno o dos minutos.
Ella no tomó la molestia de contestar.
Auroville aparecía mucho en los periódicos de India. La decisión del Tribunal
Supremo había salido en primera página. Por la tarde, Robert Goodman llegó a la
clínica con un fotógrafo de un periódico de Bombay. El doctor los vio entrando en la
Clínica y los detuvo en la sala de espera. Fue a ver a Roslyn y le preguntó si quería ser
fotografiada para los periódicos.
Ella replicó: —¡No, ciertamente no!
El doctor volvió a bajar y dijo al fotógrafo que Roslyn rehusaba verle.
Robert Goodman argumentó con él: —Pero esta mañana estuvo de acuerdo en que
viniera.
El doctor rehusó permitir que el fotógrafo subiera por las escaleras.
Robert Goodman se fue con su amigo fotógrafo, enfurecido con Roslyn y con el
doctor, y rehusó pagar ninguna de las facturas cuando le fueron remitidas.
A la mañana siguiente Roslyn se miró en un espejo por primera vez desde que su
rostro había sido masacrado.
Era increíble. Toda la cara estaba hinchada y la mayor parte de ella estaba negra y
azul. El doctor había utilizado hilo negro para coser su labio superior y su mejilla
izquierda. Parecía demasiado horrible para ser humana. Estaba muy agradecida al
médico que había protegido su intimidad. Se sentía tan repulsiva que sería imposible
para ella hacer otra cosa que ocultarse en el bosque durante el resto de su vida.
CAPÍTULO XX
DIEU EX MACHINA
Pero primero debemos culminar el ascenso del espíritu
desde el abismo del que nuestra naturaleza surgió.
El alma debe elevarse soberana por encima de la forma
y ascender hasta cimas más allá de la sondormida mente;
debemos insuflar nuestros corazones con un vigor celestial,
sorprender al animal con el oculto dios.
"Savitri" de Sri Aurobindo
DESPUÉS de pasar dos meses en la Clínica, Roslyn sintió que se encontraba preparada
para regresar al bosque y al taller. Debía regresar. No tenía ningún otro sitio a donde ir.
No podía permitirse permanecer en la Clínica durante más tiempo. Tenía que vender
zapatos. Sentía que debía supervisar la producción. Todavía tenía quince trabajadores.
El sastre había mencionado que su hermano estaba durmiendo en el taller por la
noche, así había un vigilante en el lugar. No debía preocuparse por los ladrones. Había
estado de acuerdo en quedarse allí por la noche como vigilante, por lo que ella estaba
agradecida. El único problema era que significaba otra persona a la que tendría que
pagar cada semana.
Bliss se había trasladado con los otros niños de su edad a Ami. Parecía contenta.
Había dicho a Roslyn que tenía suficiente de la Escuela del Ashram en Delhi y que
quería ir a la Escuela Internacional de Kodaicanal, que no estaba tan lejos y que
utilizaba el sistema americano de educación preferentemente al sistema indio. Había
oído que en Kodai los profesores tenían prohibido golpear a los niños. Aunque ninguno
le había pegado en Delhi, no le gustaba que los profesores pegaran a los estudiantes por
no dirigirse a ellos como "Señor", o por no empollar.
Roslyn estaba impresionada de escuchar que los profesores golpeaban a los niños en
una escuela que se reclamaba ser la "Escuela Internacional de la Madre", pero no podía
imaginar de donde sacaría el dinero para los gastos escolares en Kodai. No podía
discutir con Bliss, que estaba completamente segura de lo que estaba haciendo. Bliss
había escrito a Kodai pidiendo un impreso de solicitud, y se lo había dado a Roslyn para
que lo firmara.
Antes de regresar a Auroville, Roslyn decidió caminar hasta el Samadhi en el
Ashram para presentar sus respetos ante la tumba de Madre y Sri Aurobindo, y disfrutar
la maravillosa paz que siempre encontraba mientras permanecía sentada en ese patio.
Cuando se encontraba caminando por la calle, a punto de entrar por la puerta del
Ashram, vio pasar a Jim Bean montado sobre su bici.
Lo miró y percibió como un destello entre ellos. Él la miró. Su cara todavía estaba
hinchada, y negra y azul. Sus ojos estaban rodeados de grandes círculos negroazulados.
Estaba severamente marcado de cicatrices y la mayor parte de sus dientes superiores
habían desaparecido. Él se cayó de la bici. Cuidadoso de no mirarla de nuevo, se
levantó, levantó su bici y continuó su camino. Ella entró al patio, divertida de que lo que
le había ocurrido a ella le hubiera sobresaltado tanto a él que se había caído de la bici.
Había montado en esta bicicleta, para ir a todos los sitios, cada día durante años y nadie
lo había visto caerse nunca. Ella casi olvidó el incidente en el momento en que ocurrió.
Él no le había dirigido la palabra durante años y no parecía que eso fuera a cambiar
nunca. Ella debía preocuparse de sí misma.
Sabía que necesitaba ayuda, así que se sentó en el Samadhi y pidió a Madre y Sri
Aurobindo que las protegieran a ella y a Bliss. Unos años antes hubiera incluido a
Auroville y a otros en su ruego, pero ya no sabía qué era Auroville actualmente.
No sabía si estaba regresando a Auroville o a Horrorville. Rogaba simplemente para
tener fuerzas para hacer cualquier cosa que Madre y Sri Aurobindo quisieran y
necesitaran que ella hiciera. No podía entender qué estaba ocurriendo en Auroville.
Debía regresar. Era como haber caído de un caballo que debes de volver a montar de
nuevo. Debía aceptar lo que había ocurrido y tener fe en que, incluso aunque ella no
pudiera ver la luz al final del túnel a través del que había estado arrastrándose durante
seis años, estaba allí. Todos los horrores eran simplemente una prueba de fe, pero había
aprendido que cuando pasaba una prueba en el yoga, le era otorgada una prueba más
dura.
La única forma de llegar al final del túnel es atravesarlo, intentaba decirse a sí
misma. Ignoró la tentación de ir a Madrás y pedir al Cónsul que la repatriara a Estados
Unidos. Hacía años que no tenía noticias de Frankie. Saschwa la había visitado a
principios de año durante unas semanas y se había llevado con él a USA un cargamento
de zapatos y de bolsas, que había prometido vender para ella y enviarle el dinero. No
había sabido nada de él. No tenía una dirección donde escribirle. Sentía que no había
sitio alguno donde pudiera ir en Estados Unidos. No estaba segura de que hubiera nadie
allí que pudiera recibirla, a pesar de que Kwan Yin y Boy estaban allí, viviendo en el
autobús frente a la Corte del Pavo Real. Había sabido de ellos ocasionalmente. A veces
le enviaban un pequeño pedido. Ocasionalmente incluían un cheque por un importe
pequeño para cubrir el dinero que le debían a ella y al taller.
Regresó al bosque, porque a pesar de que un miembro de la comunidad se había
ofrecido a hacerse cargo de sus bienes y administrarlos para Auroville, el Administrador
no se los había entregado a él exclusivamente, sino que lo había designado como
ejecutivo conjunto. El Administrador insistió en que ella podía continuar viviendo y
trabajando allí; y el nuevo ejecutivo conjunto la ayudaría a dirigir sus negocios y el
bosque para Auroville.
El día siguiente a su regreso al bosque, llegó alguien con una nota de su ejecutivo
conjunto, "Por favor entrega a Sunder veinte árboles grandes para el tejado de su casa".
Una semana más tarde, había una nota, "Por favor dale a Sundaranaikum veinte árboles
para el tejado del nuevo templo en Bharatipuram". Su ejecutivo conjunto vino y habló
con ella sobre su contabilidad, y estuvo de acuerdo en dejarle continuar sin interferencia
si le daba cien rupias al mes.
Había planeado tomar aproximadamente la mitad de los árboles para combustible de
su alfarería. Ella le amenazó con ir a quejarse al Administrador. Ella había afrontado
todos los gastos de cuidar y cultivar el bosque y la plantación de mangos durante seis
años. No había hecho crecer los árboles para combustible de su alfarería. Si quería los
árboles para combustible, debería pagar por ellos. Él le preguntó por qué debería pagar
por ellos. Él era el ejecutivo conjunto. Los árboles no le pertenecían. Pertenecían a
Auroville. Eran también sus árboles. Ella amenazó con quejarse al Administrador.
Finalmente él desistió, y estuvo de acuerdo en no cortar más árboles en tanto ella le
diera mil rupias cada mes, pagara todas las facturas, y se asegurara que las cuentas
correctas fueran remitidas al Administrador. No quería que ella fuera a verlo a su casa,
porque ella era todavía una proscrita, y no quería problemas con el resto de la
comunidad. Exhausta, le dio y estuvo de acuerdo en todo, pero se disgustaba cada vez
que él rompía el acuerdo enviando a alguien a cortar árboles.
Conocidos, antiguos y nuevos, de alguna forma se habían enterado de su trabajo y
venían al bosque. Vivía y hacía funcionar el taller de lo que iba vendiendo. Era muy
duro. A menudo estaba sin dinero para los salarios de tres semanas. El Administrador
pedía cuentas, un libro de existencias, recibos, comprobantes, y un libro de contabilidad.
Tuvo noticias de la Escuela de Kodai. Aceptarían a Bliss si les enviaba diez mil rupias
de adelanto antes de fin de mes. No tenía dinero. Pudo ver que el adelanto era sólo el
comienzo de cuatro años de unos gastos escolares muy elevados.
Respondió solicitando una beca de estudios.
Le contestaron que para el primer trimestre les era imposible otorgar una beca de
estudios. Después, si Bliss tenía una media alta y era recomendada por sus profesores,
tal vez podría serle concedida una beca que cubriera parte de los gastos.
Volvió escribirles pidiéndoles que cambiaran la tarifa de los gastos al de una persona
local en lugar de una extranjera, porque había sido residente en India durante trece años.
Le respondieron diciendo que no era posible, puesto que ostentaba pasaporte extranjero.
Le recordaban que si no llegaba el adelanto, Bliss perdería su plaza. Había más
solicitudes que plazas disponibles en la escuela.
Bliss dijo: —No te preocupes Mami, no me importa no ir a la escuela. Me lo estoy
pasando bien en Auroville.
Roslyn la miró horrorizada. La niña tenía sólo trece años. La comunidad de niños
entre diez y veinte años en la que Bliss estaba viviendo era uno de los escándalos de
Auroville. Había ruidosas fiestas de rock and roll varias noches a la semana y eran
consumidas legendarias cantidades de cerveza y de bebidas alcohólicas.
Roslyn fue a Aurelec, una compañía fuera de casta en Auroville, exitosos hombres de
negocio que ni siquiera eran Neutrales. Ellos estaban fuera de casta porque eran
autosuficientes; y no perseguían a los Neutrales. Financieramente ayudaban
manteniendo el servicio médico y el servicio eléctrico, en lugar de dar su dinero a la
comunidad para que la utilizara como le pareciera. Fabricaban computadoras.
Inmediatamente le prestaron diez mil rupias.
Se sorprendió de recibir una carta de su madre con un cheque. Su abuela había
fallecido, y había dejado a Roslyn algunos cientos de dólares, remitidos en el cheque
adjunto. La carta continuaba estableciendo claramente que Roslyn no tenía derecho
posteriormente a reclamar nada en absoluto a la familia y que no debía esperar futuros
pagos. Su madre concluía la carta sugiriendo que ingresara la cantidad en un banco.
Le entristecía que su abuela hubiera muerto. Había sido la última amiga en la familia.
Ahora estaba completamente sola. Era hundirse o nadar. Se tenía a sí misma, a los
trabajadores y a sus familias a quien cuidar, y a Bliss. Roslyn estaba contenta de ser
capaz de darle algo a Bliss, porque la niña era muy independiente. Bliss entendió que
recibir la oportunidad de educarse en una escuela secundaria era un privilegio. Bliss le
dijo a Roslyn: —Me gusta aprender cosas.
Roslyn respetaba eso, y quería animar a Bliss a aprender tanto como pudiera sobre
cualquier cosa que le interesara. Bliss, quien hablaba francés, tamil e hindi, y era su
mejor y más maravillosa amiga, intimidaba a Roslyn. Roslyn entendió el desafío, y
esperó estar a la altura de la tarea. Era su karma completar esa tarea. Era como un
cuento de hadas. Roslyn todavía esperaba y rogaba para que hubiera un propósito
Divino en todas las pruebas y dificultades, puntuadas por descensos de la Gracia Divina.
Roslyn estaba agradecida a su abuela por haberle dejado varios cientos de dólares.
Era más dinero del que ella había tenido junto jamás en su vida. Había suficiente para
devolver el dinero a Aurelec. Había suficiente para pagar sus deudas, comprar una
motocicleta, y afianzar el techado de su cápsula. Pensó que los bancos tenían dinero
suficiente. Prefería arriesgarlo una vez más en Auroville, en ella misma y en el taller. En
el banco no crecería lo suficientemente deprisa como para pagar los gastos escolares. Ni
siquiera había suficiente para un trimestre.
Día a día, semana a semana, mes a mes, luchó para encontrar mercados y fabricar y
vender mercancía suficiente para continuar comprando materiales y pagar a los
trabajadores. Resultó duro, pero después de unos cuantos meses, notó que parecía
haberse establecido un perceptible flujo de caja. Semana tras semana ocurría el milagro,
y se vendía suficiente mercancía para que pudiera pagar los salarios.
Al tiempo en que Bliss partió para la escuela, Roslyn sintió que podía enfrentar el
desafío de ganar lo suficiente durante el trimestre para pagar los gastos. La escuela
había sido ofensivamente explícita al respecto: si Roslyn se retrasaba en el pago de los
gastos, Bliss sería inmediatamente expulsada.
Roslyn fantaseaba pensando que su vida pudiera haber sido más fácil si se hubiera
ido, se hubiera unido a un circo, y se hubiera hecho funambulista. La situación parecía
imposible. No tenía salida para las ventas locales. No tenía agente de exportación. Sin
embargo, no se sentía enteramente desesperanzada. Sentía que era una situación
desafiante en la que estaba siendo forzada a confiar en el Divino.
Haber perdido sus dientes no le dolía tanto como haber sido abandonada por su
verdadero amor, Jim Bean. Ella estaba indefensa, y la gente todavía la atacaba
verbalmente. Jim Bean aún miraba a otra parte cuando la alcanzaba en la calle, pero
regaló a Bliss una hermosa copia de Savitri con guardas de piel con su nombre inscrito
en oro sobre la cubierta y cincuenta rupias, por su cumpleaños.
Roslyn confeccionaba cosas hermosas. La calidad de la artesanía producida en su
taller era completamente diferente de cualquier otra que se estuviera produciendo en
Auroville. Todavía trabajaba en el taller, con sus propias manos, de ocho a diez horas al
día. Tenía un talentoso grupo de artesanos cuyas habilidades complementaban unos con
otros. Tenía un armario de bellas ropas de cuero, bolsas, zapatos y accesorios.
Ya no entregaba las mercancías a crédito, e imponía el pago por cualquier producto
antes de que saliera del taller. Era difícil, pero gratificante. A veces incluso podía haber
en el correo un cheque, junto con el pedido de un antiguo cliente o de Kwan Yin y Boy.
Una mañana temprano, salió a visitar a una amiga, una colega de los Neutrales.
Helen, la amiga de Roslyn, tenía una gran casa con ocho dormitorios y cinco baños y un
estudio. Vivía allí con su hija, y con frecuencia tenía huéspedes. Era una de las casas
más bellas y mejor cuidadas en Auroville y todo el mundo había intentado quitársela.
Roslyn y Helen se sentaban frecuentemente en la terraza y se reían al menor rumor de
que una pandilla de cincuenta aurovilianos habían amenazado con ir y tomar la casa, o
que el Administrador pretendía la casa. Ellas se reían, pero no era muy divertido. Helen
vivía con una profunda ansiedad por sí misma y por su hija, por su seguridad personal, y
por la casa, su casa. Durante mucho tiempo el Administrador rehusó firmar la
recomendación necesaria para su visado, pensando que estaría más confortable en esa
casa que en la de dos dormitorios y dos baños que la comunidad le había asignado a él.
Helen estaba muy preocupada por este motivo, puesto que no podía imaginar cómo
podría permanecer en India sin un visado, y en ese tiempo nadie en Auroville obtenía un
visado sin una recomendación del Administrador. El Gobierno de la India administraba
Auroville, y la comunidad de Auroville carecía de autoridad, porque incluso una
persona aceptada por la comunidad no podía permanecer en India sin un visado.
Auroville se había enfrentado al mismo problema con la Sociedad.
Helen no fue aceptada como miembro de la comunidad; era una Neutral. Ella y
Roslyn se apoyaban moralmente la una a la otra. Intentaban bromear con todo cuanto
les estaba ocurriendo como Neutrales. Helen se habría marchado cincuenta veces, a no
ser por su hija, quien había conocido y recordaba a Madre. Su hija estaba
completamente entregada a Su Sueño, Auroville, y rehusaba incluso considerar la
posibilidad de marcharse. La amistad de Helen con Roslyn era como agua en el desierto
para ambas. Ninguna de ellas tenían a nadie más en quien pudieran confiar para un
amistoso apoyo emocional, excepto sus hijas, quienes también estaban pasando por un
periodo difícil como hijas de Neutrales.
Una mañana, después de que los trabajadores hubieran llegado y cada uno hubiera
comenzado el trabajo del día, Roslyn salió apresuradamente en su motocicleta Crusader,
recientemente adquirida, para ir a visitar a Helen, que estaba flipada porque ella y su
hija no obtenían el visado. El Administrador no recomendaba su visado, a pesar de que
ella y su hija habían sido aceptadas por la Madre y vivían en Auroville desde 1971.
Helen había ido a Alemania durante algunos años, para hacer dinero, pero su hija
había rehusado abandonar Auroville y permaneció en Auroville con el ex marido de
Helen, que era también un Neutral. Él tenía una pequeña granja con vacas y pollos, y
vendía leche, mantequilla, huevos y verduras. Había trabajado en el Matrimandir
durante muchos años, pero rehusó dejar de hablar a Vasudeva, por lo que ya no era bien
recibido en el Matrimandir.
Helen estaba sentada a la mesa en el exterior de la cocina, en el patio de su gran casa,
rodeada de orquídeas y de otras plantas exóticas, tomando su desayuno. Su casa parecía
como un sueño del futuro. Helen era una maníaca de la belleza y el orden. La casa
estaba siempre muy cuidada. Los pintores estaban allí cada verano. Parecía nueva, a
pesar de que había vivido allí durante años. Utilizaba la habitación que originalmente
había sido concebida como un estudio de TV, como taller de sastrería, y hacía hermosos
vestidos. Había diseñado trajes para el cine en Alemania, y era una gran modista.
Usualmente había un montón de bellas prendas de vestir sobre la mesa de la cocina, así
que casi siempre utilizaba la mesa del patio como comedor. La mesa estaba dispuesta
para dos personas.
Roslyn se sentó en la plaza que no estaba ocupada.
—Esa es para mi huésped —dijo Helen.
—¿Quién es tu huésped?
—Una señora francesa, amiga del señor Lala, que ahora es el presidente del Consejo
Consultivo Internacional.
—¿Cómo es que ha venido aquí? —preguntó Roslyn.
—Robert Goodman escribió al señor Lala sobre los Neutrales, y él la envió aquí para
averiguar qué es lo que ocurre.
Justo en ese momento, la antigua amiga de Roslyn, Yvonne LeMieux irrumpió en el
patio. Llevaba un espléndido salto de cama y una bata con motivos de tigre, en el tejido
del más suave, más discretamente ceñido y esplendoroso material. Su cara era como el
de una luna brillante, y su pelo platino, incluso en el desayuno, parecía como si acabara
de salir de un salón de belleza. Tenía una apariencia maravillosamente glamorosa.
Se presentó directamente a Roslyn.
Roslyn había mencionado Yvonne a Helen en sus historias sobre las fascinantes,
interesantes personas que solían visitar Auroville y Pondicherry en los días dorados,
cuando la Madre todavía estaba allí.
Roslyn se presentó ella misma a Yvonne. —¿No me recuerdas?
Yvonne la miró fijamente.
—Coincidimos varias veces hace unos diez años. Compartiste el taxi desde el
aeropuerto con mi hermana. Estuviste cenando con mi padre y conmigo en el Gran
Hotel de Europa.
Yvonne dijo: —Tú has cambiado mucho. Mientras miraba ligeramente aterrada las
cicatrices y los dientes que Roslyn había perdido.
—Pero tú pareces exactamente la misma —dijo Roslyn.
—¿Verdaderamente lo crees? —preguntó Yvonne.
—No, estás más hermosa ahora —dijo Roslyn.
—Y tú, tal vez no estás tan bella, pero estás muy interesante. ¿Eres una Neutral? El
señor Lala me ha enviado a Auroville para averiguar cuál es el problema. ¿Qué le
ocurrió a tu cara?
—Alguien entró en mi choza e intentó matarme una noche mientras dormía.
—¿Fue la Sociedad?
—No tengo ni idea de quién fue.
—Pero ¿por qué no te pones dientes postizos?
—Lo intenté con un dentista en Pondi. Pero no era competente.
—Pero aquí en Auroville hay un excelente dentista. Era el mejor dentista de París
antes de venir aquí.
—No quiere hacer nada por mí. Soy una Neutral.
—¿No era dentista tu padre? ¿No contribuyó a una unidad dental completa en
Auroville? ¿No es ese el equipo que está utilizando François?
—Probablemente.
—No puedo creerlo —dijo Yvonne.
—Da lo mismo. Estoy acostumbrada. Pero me gustaría que dejaran de atacarnos —
dijo Roslyn.
—No puedo creerlo. Voy a tomar el té con François esta tarde, y te recogeré para
verlo mañana por la mañana —dijo Yvonne.
Justo en ese momento, llegó Robert Goodman deteniendo su motocicleta. Yvonne lo
saludó y quedaron de acuerdo para reunirse con todo el Grupo Neutral al día siguiente
por la tarde en un jardín próximo.
Helen ofreció té a Robert Goodman. El declinó. Iba de camino al trabajo y llegaba
tarde.
—¿Dónde vives? ¿A qué te dedicas? —preguntó Yvonne a Roslyn.
—Vivo en el bosque y tengo un taller.
—¿Qué haces en tu taller? —preguntó Yvonne.
Roslyn llevaba una bolsa confeccionada por ella misma. También llevaba zapatos y
un vestido que ella había hecho. —Hago de todo lo que ahora llevo puesto y esta bolsa
—replicó, extendiendo a Yvonne la pequeña y delicada bolsa adornada con cuentas.
—Es muy interesante. Me gustaría visitar el taller —dijo Yvonne.
—¿Qué vas a hacer después de desayunar? —preguntó Roslyn.
—Estoy libre hasta la hora de la comida —replicó Yvonne.
—Pues entonces ven conmigo al bosque y te traeré de regreso antes del mediodía.
—¿Cómo iré? No he contratado un coche para esta mañana —dijo Yvonne.
—No hay problema, iremos en mi motocicleta. Estaré encantada de ser tu chofer
mientras estés en Auroville.
—Magnífico. Dame un minuto para cambiarme —dijo Yvonne, dejando su taza y
limpiando graciosamente sus dedos con la servilleta.
Entró en la casa para cambiarse de ropa.
Helen miró a Roslyn. —Así que ésta es tu amiga.
—Sí.
—Asombroso. Parece muy bien dispuesta.
—¿Cómo llegó hasta aquí?
—Vino en un taxi desde el aeropuerto. Robert había acordado con el señor Lala que
podía quedarse aquí, en una casa Neutral. Sabes, ella tiene muchos amigos en el resto de
la comunidad. Ha estado visitando Auroville frecuentemente desde hace años, y
persuadió al señor Lala para hacer varias donaciones a Auroville para proyectos de
energía sostenible y de regeneración ambiental.
Yvonne reapareció. Sólo le había tomado unos minutos cambiarse, pero parecía
como si hubiera pasado horas frente a un espejo. Cada cabello platino estaba en su sitio,
lustroso, recogido en un moño perfecto. Llevaba pantalones blancos de seda y, a pesar
de que debía estar en sus sesenta, parecía muy espléndida y sexy. Las uñas de sus
manos y de sus pies tenían exactamente el mismo tono naranja que su camisa de seda
bellamente cortada. Sus sandalias eran exquisitas. Llevaba un bolso blanco en
bandolera.
—Es un bolso precioso —comentó Roslyn.
Yvonne le sonrió. —Debería serlo, ha sido confeccionado por Hermes.
Todas ellas se rieron de eso.
Llamó "Ganesh" a la motocicleta de Roslyn porque el día anterior había celebrado
una puja a Ganesh en Bombay. Ganesh era bien conocido como removedor de
obstáculos. La moto Ganesh removería para Yvonne el obstáculo de cómo desplazarse
por Auroville. Montó detrás de Roslyn, admitiendo que no se había subido a una moto
en su vida.
Roslyn era una conductora segura. Cuando tenía doce años, Bernie le había regalado
una motocicleta que no podía llevar por las vías públicas, puesto que carecía de permiso
de conducir. Solía conducir por los caminos del bosque de la parte trasera de su casa en
Pennsylvania. Le encantaba la libertad de movimiento que le proporcionaba la moto.
Roslyn e Yvonne pasaron una deliciosa mañana juntas en el taller. Yvonne se
interesaba por todo. Insistió en ser presentada a cada uno de los trabajadores. Estaba
encantada por la forma en que Roslyn combinaba sus artesanías para crear algo bello.
Estaba impresionada por la sencillez y sinceridad del trabajo. Le encantó el baño de
Roslyn. Estaba muy limpio y ella valoraba mucho eso. Los trabajadores estaban todos
aseados, bien vestidos y de buen humor. El trabajo que estaban haciendo era único y
muy selecto. Yvonne mencionó que tenía un amigo con una tienda en el Taj de
Bombay. Adquirió varias bolsas, y prometió enseñárselas a su amigo que podría llegar a
ser un cliente regular. Dijo que la artesanía era soberbia y los diseños elegantes.
Roslyn sintió que su vida entera quedaba justificada porque esta persona adquiría
varias de las piezas más atractivas. Sintió que había dado un paso en la senda que la
Madre le había señalado cuando dijo: "Auroville será conocido a través de sus artes".
A la mañana siguiente Roslyn llegó para recoger a Yvonne.
Yvonne salió ya arreglada y dispuesta para salir —¿Estás lista? —preguntó a Roslyn.
—Sí, por supuesto. ¿Hablaste con François?
—Le dije que quería una cita esta mañana para una auroviliana que necesitaba
tratamiento dental urgente. Me dijo que estuviera allí a las 8:30. ¿Sabes dónde está la
Clínica Dental?
—Creo que sí.
Salieron de nuevo montadas sobre Ganesh. Roslyn se pasó un poco, dejando atrás la
Clínica Dental, y se introdujo en otra comunidad, algo más avanzada la calle.
—No, no. Estoy segura de que no es esto. Esto es "El Jardín de Madre" —dijo
Yvonne.
Roslyn nunca había estado allí porque había oído que algunos de los más virulentos
anti-Neutrales vivían en El Jardín de Madre. No quería detenerse. Sólo quería dar la
vuelta en redondo y alejarse, pero Yvonne la detuvo. —No, para. Tengo amigos aquí. El
señor Lala ayuda a esta comunidad y ha aportado fondos para el molino de viento, la
cocina comunitaria y los jardines orgánicos de aquí. Ellos pueden darnos la dirección de
la Clínica Dental. Roslyn detuvo el motor e Yvonne descendió de la moto. Dijo a
Roslyn: —Ven, ven.
Recorrieron el camino desde el parking a través del jardín hacia la cocina de la
comunidad.
Yvonne señaló al edificio, y estaba explicando a Roslyn que el señor Lala había dado
a la comunidad una donación para construir esta nueva cocina con un gran horno solar
sobre el tejado.
Dos hombres salían de la cocina. Dos hombres a los que Roslyn jamás había visto, ni
intercambiado una sola palabra en su vida.
El más bajo dijo: —Hola Yvonne, lo siento, pero tu amiga no es bienvenida aquí.
Yvonne dijo: —Buenos días Jacques. ¿Podría tomar un vaso de agua?
—Puedes tomar un vaso de agua, pero tu amiga no.
Yvonne estaba impresionada. Dijo: —¿Es esto Auroville? ¿Dónde está la Clínica
Dental?
—Vuelve a salir a la calle y gira a la izquierda. Es la segunda a la izquierda
avanzando en la calle —contestó el más alto. Miró a Roslyn y preguntó: —¿Entiendes?
El tipo más bajo le dijo a Yvonne: —Sabes que aquí siempre eres bien recibida.
Yvonne dio media vuelta sin pronunciar palabra y Roslyn la siguió de vuelta a la
moto que estaba aparcada cerca de la entrada del conjunto. Condujeron por la calle
hasta la Clínica Dental. Roslyn aparcó la motocicleta y siguió a Yvonne al interior de la
clínica.
François acogió a Yvonne cálidamente, miró a Roslyn y dijo: —Por favor, espera
fuera.
Roslyn salió, se sentó junto a la pequeña mesa próxima a la puerta y cogió una
revista. Podía escuchar la conversación de Yvonne y François. Hablaban principalmente
en francés. Entonces escuchó a Yvonne exclamar en inglés: —De acuerdo. ¡Esta misma
noche vuelo a Bombay y le digo al señor Lala que Auroville se ha terminado!
El dentista meneó su cabeza diciendo: —No, no. No quiero causar problemas a
Auroville.
Entonces comenzaron a hablar más sosegadamente entre ellos, principalmente en
francés.
Unos minutos más tarde el dentista salió e invitó a Roslyn a pasar a la clínica. Le dijo
que por favor se descalzara y se sentara en el sillón dental.
Le dijo que abriera la boca. Introdujo una luz, cogió un pequeño espejo y examinó su
boca. Luego le dijo que podía cerrar la boca y que esperara fuera.
Habló durante varios minutos a Yvonne con la puerta cerrada. Luego salió para
hablar a Roslyn.
—Sí, puedo hacer algo, pero no ahora. No de inmediato. Debes esperar a que te
llame.
—No me importa esperar —dijo Roslyn.
—Oh —añadió el dentista como una pequeña coletilla—, cuando te llame, debes
traerme cinco mil rupias antes de que comience el trabajo. ¿De acuerdo?
Roslyn estaba asombrada. ¿Habría oído él hablar de la cortesía profesional? Intentó
no evidenciar su reacción, puesto que era la única persona en el área que podía reparar
algo el estropicio de su cara, pero cinco mil rupias era una enorme cantidad de dinero.
¿De dónde iba a sacar tanto dinero para gastarlo en ella misma? Pensó que él utilizaba la
falta de dinero como una excusa para no hacer el trabajo. Intentó asegurarle que estaría
encantada de pagarle el trabajo y decidió que había de encontrar el dinero en algún sitio.
Ella le dio las gracias y él le prometió que la llamaría. Montaron con Yvonne y
partieron. Ambas estaban conmocionadas por los dos encuentros; esto ilustró a Yvonne
sobre qué significaba ser Neutral en Auroville en 1983.
Yvonne pidió a Roslyn que la llevara al banco. Quería cambiar dinero para poder
hacer una contribución a Helen como huésped. Fueron en la motocicleta hasta el banco.
Era la misma parte de la ciudad en desarrollo que la Clínica Dental.
Frente al banco estaba una amiga brasileña de Yvonne. Habían volado juntas una vez
desde Méjico Capital a París.
Cristina había estado en Auroville durante varios años y había contraído matrimonio
con un francés que había estado en Auroville desde 1969. Vivía en el lujoso sector de la
ciudad del futuro, una comunidad en la que vivían bajo el eslogan "buenos cercados
hacen buenos vecinos". Hay altos cercados o muros entre las villas de esta parte de la
ciudad. Algunas incluso tienen las puertas con gurkhas apostados en ellas, incluso en el
centro del día. Ellos tenían un taller que producía prendas para la exportación y les iba
muy bien.
Cristina saludó a Yvonne calurosamente e ignoró a Roslyn. Invitó a Yvonne a ir con
ella a su taller. Yvonne dijo que iba con Roslyn. Christine dijo: —Bueno, ella puede
irse. Tú puedes venir conmigo en mi moto.
Yvonne se volvió; su cara estaba humedecida por las lágrimas. Limpió sus ojos y
entró en el banco.
Cuando regresaban del banco hacia la casa de Helen, Yvonne dijo a Roslyn: —
¿Quién se piensa que es?
Por la tarde Roslyn se reunió de nuevo con Yvonne en la asamblea con el resto de los
Neutrales. Había unas cuarenta personas, algunas de ellas tamiles.
Yvonne se sentó entre Robert Goodman y la señora de la casa, una americana que
había sido golpeada por aldeanos y su brazo había sido roto, en una disputa de lindes.
Había venido desde California, conocido a Madre, regresado a California, vendido su
propiedad, vuelto de regreso a Auroville, y construido una casa muy sencilla utilizando
materiales perdurables.
Clarissa estaba diciendo a Yvonne: —Cualquier cosa que esté ocurriendo en
Auroville, cualquier cosa que me haya ocurrido a mí, nunca he dudado de la Madre.
—Cuando los aldeanos me atacaron y me rompieron el brazo, en lugar de pelear,
simplemente me tranquilicé y comencé a llamar a Madre. Fue milagroso. En el mismo
instante en que me desinhibí y comencé a llamarla, me soltaron y se fueron.
—¿Qué puedo hacer por ti? ¿Cómo puedo ayudar? —preguntó Yvonne.
Un loro en la jaula que estaba tras ella comenzó a gritar:"¡Madre! ¡Madre! ¡Madre!"
Todo el mundo comenzó a reír.
Helen preguntó a Yvonne si ella podía preguntarle al Administrador por qué había
rehusado recomendar su visado y el de su hija.
Yvonne asintió y escuchó lo que cada uno de ellos tenía que decir.
Estuvo de acuerdo en ir con algunos de los Neutrales, la tarde del día siguiente, a ver
al burgermeister y discutir con él la situación.
Todos ellos se juntaron en la casa del burgermeister a última hora de la tarde.
Yvonne había llamado al burgermeister para concertar una cita. Él la invitó para tomar
el té. Ella le dijo que llevaría consigo a algunos amigos.
Cuando llegaron vieron que estaba ocupado en la pista de tenis. No les miró ni les
sonrió o los reconoció de ninguna manera. Toda el área frente a su casa había sido
convertida en un campo de deportes para la comunidad. Había pistas de tenis, un campo
de voleibol, pista de bádminton, pista de baloncesto, un campo para carreras, juegos de
pelota, etc., y estructuras de entretenimientos infantiles, en donde por las tardes todos
los chicos de la comunidad, y muchos de los adultos, venían para algunas horas de
juego dirigido.
Observaron el juego durante algunos minutos. El burgermeister ni siquiera los miró.
Yvonne dijo: —Quizás quiere que le esperemos en su casa. Se dirigieron a la puerta
principal de su casa. Su hermana estaba allí.
—Hola Yvonne —dijo ella.
—Hola Mariana —replicó Yvonne.
—Pasa. Pero tus amigos no pueden entrar.
Robert Goodman, Roslyn y otros Neutrales estaban con Yvonne.
—¿Por qué me recibes a mí y no a ellos? —preguntó Yvonne.
—La comunidad ha decidido que no recibamos a estas personas en nuestra casa. Ésta
no es mi casa, es la casa de mi hermano, y no puedo dejarlos pasar porque la comunidad
ha decidido que nadie debe admitirlos en ninguna casa de Auroville.
—La reunión para el té que nunca fue —murmuró Roslyn en voz baja a Yvonne.
Yvonne preguntó a Mariana: —¿Es ésta tu casa?
—No, es la casa de mi hermano. Él pronto estará aquí.
Súbitamente apareció la madre del burgermeister.
Se acercó a la puerta: —Yvonne, pasa, pasa. Roslyn, pasa, pasa. Mira Mariana. Esta
es Roslyn. Hace mucho que no la veía. Pasa. Pasa. Era una regia señora mayor alemana
que había vivido a través de las dos guerras mundiales.
Mariana dijo: —No podemos invitarlos a pasar; la comunidad ha decidido que no
podemos invitar a estas personas en nuestras casas.
Su madre se dirigió a Yvonne, Roslyn y el resto de los Neutrales: —Pasad, pasad, el
burgermeister estará aquí pronto para hablar con vosotros. Nos sentaremos en la terraza,
no en la casa. Sí, Mariana, no nos sentaremos en la casa. No te preocupes.
Mariana dijo: —Prepararé el té.
La anciana señora, Omma, dijo: —Eso estaría muy bien. Condujo a todos, a través de
la casa, afuera, al interior de una terraza con un estanque de lotos lleno de grandes peces
dorados y atigrados. Había una mesa y sillas confortables. Había sillas suficientes para
todos.
Omma preguntó a Robert Goodman: —¿Qué quieres, Robert Goodman?
Robert Goodman dijo: —Quiero ser un auroviliano.
Omma dijo: —Sí, eso está bien. Espera, toma el té, el burgermeister vendrá.
Se volvió hacia Yvonne y comenzó a hablar en francés, una lengua que ningún otro
allí comprendía, mientras Mariana servía el té.
Finalmente el burgermeister llegó y dijo: —No os preocupéis, todo está bien. Hay un
grupo en la comunidad que ha emprendido la tarea de reintegrar a los Neutrales dentro
de la comunidad, únicamente ha sido decidido que no podemos aceptaros como grupo.
Si solicitáis separadamente uniros a Auroville, cada uno de vosotros tendrá la
oportunidad de volver a unirse a la comunidad.
—Pronto habrá una asamblea. Os llamaremos. Mientras tanto, para empezar, todos
vosotros deberíais dejar de hablar a Vasudeva.
Todavía hubo algo de discusión.
Finalmente Ivonne dijo: —Disculpadme, tengo que irme, mi coche estará esperando.
Me traslado a Pondicherry esta noche.
Todos pronunciaron un amistoso adiós y la reunión terminó.
Yvonne invitó a Roslyn a comer con ella en el Gran Hotel por la mañana. Sugirió
que debería llegar algo temprano para que pudieran ir al Samadhi y a visitar algunas
tiendas.
Roslyn estuvo en Pondi a la mañana siguiente a las 10:00 en punto. Yvonne la estaba
esperando en el comedor-terraza del Gran Hotel.
—¿Quieres té, o café, o algo? —preguntó Yvonne.
—No. Gracias.
—¿Vamos, entonces?
Fueron primero al Ashram. Estuvieron sentadas apaciblemente ante la tumba. De
repente Roslyn levantó la mirada y allí estaba Jim Bean mirándola. No lo había visto en
meses. Había oído que él había llevado a Dhyan a Bangalore para tratamiento de un
famoso sanador de allí que tenía reputación de hacer curas milagrosas. Roslyn pudo ver
en la cara de Jim que no había habido cura milagrosa, a pesar de que había oído rumores
de que Dhyan podía ponerse en pie y andar.
Jim se alejó de ella, y ella supo que eran solo rumores.
Llevó a Yvonne de compras al bazar.
—¿Quién era ese hombre tan apuesto? —preguntó Yvonne.
—Era Jim Bean. Se ocupa de Dhyan, que cayó desde el Matrimandir.
—Sí, recuerdo haber oído hablar de ello. ¿Cómo está ella?
—No lo sé. Creo que se ha convertido un poco en una reclusa. No conozco a nadie
que la haya visto en los últimos años.
—Es muy extraño. Vamos a la Boutique de Auroville —sugirió Yvonne.
Roslyn dijo: —No puedo entrar allí.
Yvonne dijo: —Ven, vayamos. Todas esas personas son amigas mías.
Llegaron a la Boutique de Auroville. El tipo alto del Jardín de Madre estaba sentado
en el mostrador de la entrada. Miró a Roslyn. —Tú no eres bienvenida aquí.
Yvonne habló con él en francés. Otros franceses de Auroville se encontraban allí.
Roslyn sabía suficiente francés como para entender que Yvonne estaba tratando de
decirles que no sólo debía serle permitida la entrada en la tienda, sino que sus productos
también deberían estar en la tienda. Ellos le dijeron que a Roslyn se le daría una
oportunidad de unirse a Auroville y pasar a formar parte del proceso, pero hasta
entonces, nada era posible.
Volvieron al Gran Hotel para la comida.
—¿Qué puedo hacer? —preguntó Yvonne—. No puedo hacer nada. Simplemente
recordar lo que dijo el loro, "Madre, Madre, Madre". Simplemente llamar a Madre.
¿Qué otra cosa podemos hacer?
Roslyn le dijo que había disfrutado completamente los días que habían pasado juntas.
Yvonne le aseguró que el placer había sido mutuo, y le dio una caja de jabón Roger
Gallet.
Roslyn condujo hasta casa en un feliz atolondramiento. Se detuvo donde su amiga
Helen para hablar del impresionante deus ex machina que milagrosamente había
aparecido. Helen era ligeramente menos entusiasta. —Vamos a ver qué ocurre —dijo.
Roslyn condujo a través del campo de deportes en su camino de regreso al bosque.
Todos los jugadores de baloncesto interrumpieron su juego e hicieron gestos para
saludarla. Ninguno de ellos le había hablado o reconocido su existencia durante años.
Ella lo tomó como una señal de las cosas que estaban por venir. Esperó que los días de
fuera de casta en Auroville hubieran terminado.
CAPÍTULO XXI
DESENLACE
Hay una Influencia desde una Luz arriba,
hay pensamientos remotos y selladas eternidades;
un místico motivo conduce las estrellas y los hombres.
El mundo es otra cosa diferente de lo que ahora pensamos y vemos,
nuestras vidas un misterio más profundo de lo que hayamos podido soñar;
nuestras mentes son corredores en la salida de la carrera hacia Dios,
nuestras almas yoes diputados del Supremo.
"Savitri" de Sri Aurobindo
REPENTINAMENTE, Roslyn se vio inmersa de nuevo en el torbellino de Auroville.
Algunos de los Neutrales dejaron de hablarle por haber consentido ser aceptada antes de
que todos fueran aceptados. No se comportó como un Bodhisattva, sentada a la espera
de que todos los demás Neutrales entraran en el torbellino. Estaba encantada de no ser
ya una proscrita y un objeto de público escarnio.
El Entry Group la aceptó formalmente para un año de prueba como Newcomer. En
su caso, sin embargo, no le exigieron la contribución de Newcomer. Insistieron en que
su unidad pasaba a formar parte del Trust Artesano de Auroville.
Tras la prueba de un año, le dirían si había sido aceptada.
—¿Aceptada en donde? —preguntó.
—En Auroville —le contestaron.
—Carecéis del derecho de aceptarme en Auroville. Fui aceptada por la Madre hace
catorce años.
—Si realmente crees eso, entonces no te aceptamos —dijeron, intimidándola para
que se callara.
Ella admitió la derrota. —De acuerdo, gracias por aceptarme en nombre de la
dictadura del proletariado. Me siento como una artista que ha conseguido sobrevivir a la
Revolución Cultural.
—Ten cuidado.
Se cuidó de mantener un bajo perfil. Era consciente de que a pesar de que había sido
formalmente "aceptada", la actitud general hacia ella no había cambiado. A la gente a la
que no había caído bien, todavía seguía sin caerle bien, y los niños a quienes se había
enseñado a tenerle miedo, continuaban teniéndole miedo.
Se dirigió al Trust Artesano, el cual aceptó su taller como una unidad de gestión
conjunta y le dijo que podría tener su propia unidad después de un año de prueba. Le
dijeron que no podía utilizar el beneficio del taller para pagar los gastos escolares de
Bliss. Si hacía dinero, era para Auroville, no para los gastos escolares de Bliss.
Rehusaron darle cinco mil rupias para el dentista.
Ella tenía claro que en tanto no hubiera nadie que se hiciera cargo de los gastos
escolares de Bliss, para ella era una tarea sagrada. Se sintió como si hubiera ingresado
en el partido fascista. Simplemente comenzó a cocinar sus libros para poder pagar los
gastos escolares. Algunas personas compasivas de Auroville le ayudaron a pagar el
dentista. Lo que hizo dos años antes de que el dentista finalmente le entregara su
dentadura. La habían hecho en Francia. Cuando se la hubo entregado, la invitó a pasar a
su despacho.
Ella estaba muy efusiva, con gratitud y agrado.
El dentista la miró tímidamente y dijo: —Creo que te debo algún dinero.
Roslyn estaba atónita. Tenía deudas atrasadas, y necesitaba dinero desesperadamente
para los gastos escolares.
—Sí —dijo él—. No puedo cobrarte nada por mi trabajo, sólo puedo cobrarte los
costes del laboratorio de París que ascienden a mil quinientas rupias. Puesto que ellos
no cobran a Auroville por su trabajo; sólo los materiales que utilizan. Son amigos de
Auroville.
—Es muy generoso. Me gustaría darte el dinero, porque estoy encantada con mis
dientes, pero lo necesito para los gastos escolares de mi hija. Me gustaría aceptar dos
mil rupias, y ofrecerte las otras mil quinientas como una donación para la Clínica
Dental.
—Gracias —replicó él, con una amplia sonrisa llena de amistad y de afecto.
Roslyn estaba encantada no sólo de tener una nueva dentadura, sino también algo de
dinero que enviar a la escuela.
Se sintió como si estuviera surfeando al filo de las olas, pero consiguiendo
sobrevivir.
Era feliz, llevaba una vida intensa, y fabricaba bellas cosas que se vendían en todo el
mundo. Vendía zapatos a Dominci en Roma, Henri Bendle en Nueva York, Origins en
Santa Fe, y en otros grandes almacenes; también a compradores particulares, que los
vendían para ella. Todavía hacía zapatos para los clientes, así como cumplimentando
pedidos para la venta local y para la exportación. Tenía clientes en Bombay y Delhi.
Jamás había cobrado a ningún auroviliano por un par de zapatos, hasta que su ejecutivo
conjunto, cuya familia había recibido al menos ocho pares de zapatos gratis ese año, le
entregó una factura por ciento cincuenta rupias cuando le pidió tres tazas de su alfarería.
Se quedó estupefacta.
Finalmente fue a una asamblea. Fue una asamblea terrible. El asunto era llegar a un
acuerdo sobre el fuera de casta James Walker, un poeta americano que llamó a la policía
cuando la comunidad destrozó su casa en Fraternidad, cuando él intentaba regresar a
ella. Había vivido en cualquier otra parte de Auroville, había visitado Francia, y no
había vivido en la casa durante un par de años. Había sido discípulo de Panditji.
Roslyn habló diciendo que no creía que fuera bueno para el proceso colectivo señalar
a los individuos como si fueran proscritos y rechazarlos. Era una forma muy dura de
afrontar el inconformismo. La asamblea ignoró sus comentarios. Todos los demás
estuvieron de acuerdo en que James Walker era un fuera de casta y en rechazarlo en
adelante y para siempre, y el asunto sería discutido de nuevo a la semana siguiente.
Roslyn estaba atónita con el procedimiento.
El procedimiento continuó semana tras semana.
Finalmente, los de la línea dura abandonaron la asamblea — ya que no podían
comprender por qué la asamblea continuaba discutiendo el asunto.
Entonces, la principal cuestión para la comunidad fue qué deseaba hacer la
comunidad de Auroville cuando el Acta de Auroville expirase. El Acta de Auroville
había sido aprobada por el Parlamento en 1981. Había apartado de la administración de
los bienes de Auroville a la Sociedad Sri Aurobindo por un período de entre tres a cinco
años, y la había puesto bajo el control del Departamento de Educación del Gobierno de
la India. La Sociedad Sri Aurobindo había recurrido el Acta. El asunto llegó al Tribunal
Supremo de la India. El Tribunal Supremo ratificó el Acta del Parlamentó en noviembre
de 1982. A menos que cuando el Acta expirase hubiera otra Acta del Parlamento, la
administración de Auroville volvería a la Sociedad Sri Aurobindo. Nadie quería eso. En
1985, el Parlamentó acordó una prórroga del Acta por dos años para dar a la comunidad
una oportunidad complementaria de clarificar sus aspiraciones.
Llegó alguien de Canadá con la idea de un land trust. Auroville no sería poseída, sólo
administrada por servidores voluntarios de la Divina Consciencia. Habría un órgano
supervisor, designado tal vez por el Gobierno de la India, con la responsabilidad de ver
que Auroville evolucionaba hacia la realización de las metas de la Carta.
Para volverse más creíble, Auroville necesitaba definir criterios de la pertenencia a la
comunidad, y tener un plan general de desarrollo. Se formó un grupo para coordinar el
desarrollo de Auroville que había sido completamente espontáneo y dejado al azar
durante los pasados diez años. El grupo se autodenominó Centro de Recursos de
Auroville, y estaba guiado por el ideal de coordinar el desarrollo de la ciudad, tomando
en cuenta las opiniones de los trabajadores verdes, de los diseñadores, de los arquitectos
y de los constructores.
Los "trabajadores verdes" de Auroville, que habían plantado los bosques, eran
principalmente idealistas que utilizaban bicicletas más bien que motocicletas para
conservar los combustibles fósiles.
La gente que estaba pensando en Auroville como una ciudad concreta, vivían
principalmente en Europa, diez o nueve meses al año. El arquitecto jefe había
construido una maqueta de su sueño en su estudio de París. El plano era como una
galaxia espiral en expansión. Para unos pocos, éste era claramente el "plan general" para
la ciudad. Otros creían que este plan era completamente inapropiado para el medio
ambiente, y eran conscientes de una crisis ecológica global que podría afectar al
desarrollo.
Auroville estaba creciendo; se necesitaba un proceso de armonización para coordinar
el crecimiento, carreteras, servicios públicos, etc., y tener un banco de datos del
desarrollo existente.
Roslyn estaba feliz trabajando con el Centro de Recursos de Auroville. Descubrió
que las pautas de desarrollo existentes sobre el mapa y el desarrollo espontáneo de la
ciudad en los diez años previos, coincidía exactamente con el plan de los arquitectos. En
la zona industrial habían florecido talleres, escuelas en la zona cultural, casas en la zona
residencial, y el único edificio en la Zona Internacional era Bharat Nivas, el pabellón de
la India.
Bharat Nivas se había convertido en un edificio completamente vivo. Era el centro
para toda suerte de actividades, desde procesamiento de alimentos, al arte o a la
administración. Roslyn siempre había pensado en él como el edificio de Sri Aurobindo,
y el Matrimandir como el edificio de Madre. La comunidad estuvo de acuerdo en
apoyar ARC, y cualquiera que quisiera construir debía pedir permiso.
Fue en una reunión de ARC donde Roslyn oyó que Jim Bean había adquirido una
gran parcela de terreno y quería construir una casa. El terreno estaba situado en el
extremo sur de Auroville, en el límite con el cinturón verde. Le fue concedido permiso
para construir, pero como estaba en el cinturón verde, se le requería que usara sólo
energía sostenible.
Roslyn se preguntaba por qué estaba construyendo una casa. La única persona que
conocía de entre quienes eran admitidos a la presencia de Dhyan era un masajista,
Devaji. Cuando le preguntó sobre Dhyan, le había dicho que estaba haciendo progresos.
Cuando le preguntó si Dhyan caminaba, el replicó: —Todavía no.
Habían pasado ocho años desde que Dhyan tuvo el accidente. Durante varios años
Jim Bean había sido el único asistente de Dhyan. Boy había sido despedido por bailar
disco con una de las antiguas amigas de Jim de Nueva York que había venido de visita.
Jim la había ignorado completamente, pero Boy había hecho amistad con ella y la había
llevado a las fiestas de rock and roll. Dhyan sintió que su baile disco era pernicioso a la
atmósfera que ella estaba intentando mantener, y lo despidió como asistente.
Boy le había dicho a Roslyn que a Jim no se le permitía fumar, beber alcohol o
comer en restaurantes.
Ella preguntó: —¿Y qué pasa si infringe una regla? ¿Qué hará ella? No puede
despedirle. ¿Tendría alguien que se ocupara de ella?
—No lo sé —dijo Boy—. He oído que tienen un pacto de suicidio.
Roslyn estaba horrorizada. —Es la cosa más estúpida que he oído nunca.
—Puede que no sea cierto; yo simplemente lo oí al hermano de Gary.
Roslyn se preguntó si Dhyan había mejorado hasta el punto de que Jim imaginara
que podrían vivir una vida normal y por eso estaba construyendo una casa para ellos.
No podía imaginar en qué estaba pensando él. ¿Por qué no llevaba a Dhyan a occidente
y consultaba allí a algunos doctores? Roslyn creía que Dhyan no necesitaba tanto una
casa, como ser capaz de mantenerse en pie, pero no podía poner objeciones al grupo que
otorgaba a Jim permiso para construir.
Roslyn seguía enamorada de Jim. Después de que él abandonara el bosque, ella había
tenido unos pocos asuntos casuales. Simplemente no había encontrado otro hombre que
la cautivara, que impresionara su mente, que la llevara dentro de reinos invisibles que
sentía como su casa, en los que había permanecido con Jim; por lo que se había vuelto
incapaz de relaciones emocionales. Vivía sola. Amaba al Divino, el Divino la Amaba a
ella. Él aparentemente no la amaba. Con frecuencia se topaba con él en la oficina, en la
calle, en la carretera. Él pasaba sobre su motocicleta y apartaba su vista de ella,
cuidadoso de no dedicarle ni una sonrisa, ni un gesto de reconocimiento. Incluso a pesar
de que él nunca le hablaba, y habitualmente incluso no la miraba, ella todavía sentía un
estremecimiento al verlo. Podía sentir su proximidad. Era como si su corazón se
iluminara y la luz pudiera extenderse más allá de sus extremidades, entonces aparecía
él. Deseaba que hubiera algún otro que pudiera producirle eso, pero no lo había; o si lo
había ella no lo había encontrado, a él o a ella.
Apenas pensaba nunca en Jim Bean y Dhyan. No había nada que pudiera hacer por
ellos, y aparentemente ellos no querían contactar con ella, así que finalmente se
olvidaba de ellos por días y por semanas. Luego se producía el destello, y Jim pasaba
cerca de ella o estaba allí, no lejos, y ella se preguntaba cómo una hermosa conexión
entre ellos se había vuelto tan retorcida. Incluso no se decían "hola" el uno al otro, a
pesar de que había una enorme empatía entre ellos.
Lo único que Roslyn podía hacer era rogar que Dhyan pudiera andar, para que Jim
fuera de nuevo libre de hablar con ella.
Dhyan no caminaba, pero Jim estaba construyendo una casa para ella. Alguien envió
a Roslyn un artículo sobre computadoras que estaban siendo usadas para estimular el
nervio dañado en la espina dorsal, haciendo posible andar a algunas personas que habían
quedado paralizadas.
Ella le remitió el artículo a Devaji. Jim no llevó a Dhyan a occidente, sino que
comenzó a construir su casa. En cierta ocasión, envió una nota a ARC expresando su
disconformidad sobre las líneas de alta tensión que estaban siendo tendidas a través del
cañón cercano a su casa. En otra, envió una nota de queja expresando que había oído
que el terreno al otro lado del cañón iba a ser convertido en aeropuerto.
El aeropuerto estaba llegando. No había nada que nadie pudiera hacer al respecto. La
faz de Auroville y Pondicherry estaba cambiando.
Roslyn estaba completamente aburrida con la rutina del día a día del taller. Le
encantaba trabajar para la comunidad y con otras personas en ARC, y luego en la
administración de Auroville Trust.
Disfrutaba trabajando con otras personas que amaban la lectura y escribían. Todavía
estaba encantada con la fantasía global de Auroville. Fuera cual fuera la que hubiere
sido su senda personal, se sentía bendecida por haber sido capaz de emplear su vida
como una participante en la gran aventura de Auroville.
Dio parte del bosque a una mujer persa, y otra parte a un grupo que quería construir
una "comunidad de sanación".
Vendía zapatos suficientes como para pagar los gastos escolares de Bliss, y trabajaba
tres o cuatro días a la semana en las oficinas administrativas. Seguía siendo amiga de
Helen, quien también había sido aceptada en el torbellino. El resto de los Neutrales
apenas hablaban con ellas, y la mayor parte del resto tampoco les hablaba.
Roslyn era feliz. No se preguntaba si esto o aquello era o no lo que quería. Su vida
era cambiante, interesante y llena de sentido. Le aburrían las afligidas quejas de Helen
sobre que alguien no le caía bien o de que algún otro la criticaba. Algunas personas no
le caían bien a Roslyn, pero eso era su problema, no el de ella. Trataba de evitar a esas
personas.
El bosque estaba espléndido. Había cultivado los árboles cuidadosamente. Había una
alfombra de flores silvestres. Todos los tejados habían sido reparados y techados. Los
gastos escolares se estaban pagando. Se levantaba por la mañana y meditaba. Preparaba
el trabajo de los operarios; lo asignaba a los trabajadores conforme llegaban, después se
iba a la oficina. Regresaba a mediodía y, frecuentemente, después de comprobar el
trabajo, volvía a marcharse a una reunión.
Por la tarde, había películas, vídeos y programas culturales varias veces a la semana.
Repentinamente no se estaba sintiendo bien. Durante varios años, su salud había sido
sorprendentemente buena. Estaba visitando a su vecina y quejándose de que durante
varios días no se había estado sintiendo bien; nada específico, simplemente no estar
bien, malestar. El amigo de su vecina mencionó: —Es curioso. Algo no marcha bien
con Jim Bean. No queda claro, puede ser algo de su pierna, tiene una llaga terriblemente
infectada, no puede andar.
A la mañana siguiente Roslyn se encontró mejor y no quiso pensar en Jim Bean,
aunque confiaba que también él se encontrara mejor.
Durante varios días, no supo nada más.
Una tarde, al finalizar una asamblea, Didier, un francés, entró en la asamblea y
solicitó hablar. Había estado ayudando a Jim a construir la casa. Siempre había sido un
íntimo amigo de Dhyan. Era un apasionado seguidor de Víctor.
Dijo: —Jim Bean no está bien. Yo le he estado ayudando a construir la casa.
Necesito personas que me ayuden a cuidar de él y de Dhyan. Hubo un inmediato
levantamiento de manos, de gente que estaría dispuesta a ayudar. —Por favor, quedaros
después de la asamblea para hablar conmigo.
La asamblea fue suspendida.
Roslyn se quedó junto con los demás. Didier la miró y dijo: —Por favor, vete.
—Por favor ¿podrías decir a Jim y Dhyan que si puedo hacer algo por ellos, me
gustaría hacerlo?
—Por favor, vete.
—Si está tan enfermo, ¿por qué no lo llevas a un hospital o a una clínica? —
preguntó.
—Por favor, vete —dijo él. Algunos otros también le impusieron que se fuera.
Ella se fue.
Unos días más tarde un amigo que vivía cerca de donde Jim estaba construyendo, se
dejó caer por el taller al atardecer para tomar una taza de té.
—Sabes que Jim está enfermo.
—Sí, lo había oído —replicó Roslyn.
—Geoff dice que Jim Bean se está muriendo —dijo su amigo.
—¿Quién lo está cuidando? —preguntó Roslyn.
—Algunos de tus vecinos de la comunidad de sanación y algunos otros de Auroville
cuidan de él y de Dhyan, pero rehúsan ver a ningún médico. Creo que hay una masajista
del Ashram que los visita. Varios doctores y homeópatas han ido ofreciendo ayuda y no
fueron admitidos. Mari llegó desde el Ashram. Tiene la reputación de ser una "gran"
homeópata. Todo el mundo sabe lo próxima que estaba de Madre. No le fue permitido
verlos. Hay una extraña aura de secretismo alrededor de todo este asunto.
—¿Qué ocurre con la casa? —preguntó Roslyn.
—El trabajo continúa. Es enorme. Está completamente fuera de lugar allí en el
bosque. Me hubiera gustado estar cuando la comunidad les dio permiso para construir
allí. Hubiera protestado. No es el lugar para una mansión tan inmensa.
—Jim Bean no puede morir. ¿Quién cuidará de Dhyan? —preguntó Roslyn.
—Estoy seguro de que la comunidad la cuidará —replicó su amigo.
Roslyn advirtió que Aura, la hija de Dhyan estaba viviendo en la puerta de al lado
con la señora persa.
Varias semanas después, Roslyn se encontraba mal. Descubrió que tenía lombrices.
Uno de sus vecinos de la comunidad sanadora pasó a saludarla.
—Hola. ¿Cómo estás? —preguntó su vecino.
—No muy bien —replicó Roslyn—, tengo lombrices.
Su vecino se partía de risa.
—¿Qué es lo que tiene de divertido? —preguntó Roslyn.
—Jim Bean vomitó ayer una lombriz enorme; no puedo creer lo conectados que
estáis.
—¿Vomitó una gran lombriz y todavía no quiere ver al médico? —preguntó Roslyn
horrorizada.
—Así es. Vamos a darle alguna medicina para las lombrices —replicó su vecino.
—¿Cómo podéis hacer eso? ¿Sois médicos? ¿Cómo sabéis la medicina que necesita?
—No seas estúpida. Simplemente necesita una medicina ordinaria para las lombrices.
Él no quiere un médico; posiblemente no necesita un médico. No seas tan dramática.
Roslyn sintió que tenía que hacer algo. Estaba soñando frecuentemente con Jim, y no
se encontraba muy cómoda con el hecho de que no estuviera recibiendo ninguna ayuda
médica profesional a pesar de estar terriblemente enfermo. Fue a visitar a sus vecinos.
—Hola —dijo, apareciendo en la puerta de su cocina una mañana temprano mientras
ellos todavía estaban desayunando.
—Hola, pasa. ¿Qué podemos hacer por ti? —preguntaron.
—Vengo por lo de Jim Bean —dijo ella.
—Sí, ¿qué ocurre?
—He oído que está enfermo y que no quiere ver al médico. He estado pensando en
escribir a su hermana.
—No lo hagas.
—¿Por qué no?
—Acabamos de mecanografiar una carta para él ayer, dirigida a su padre, pidiéndole
más dinero para terminar la casa.
—¿Por qué hubisteis de mecanografiar una carta para él?
—Su lado derecho está paralizado. No puede escribir.
—¿Estáis locos? Si no llamáis a un médico, si no lleváis a un doctor con él, ahora,
esta semana, ciertamente escribiré a su hermana.
—No creo que sea asunto tuyo —replicó el vecino.
—Hay un joven doctor que termina de graduarse, llamado Shiva, que está viviendo
en Ami. Tal vez podáis persuadir a Jim para que él lo vea.
—Está bien, lo intentaremos, pero por favor no escribas a su familia.
Roslyn estuvo tentada de ir adonde Jim estaba tumbado, según el rumor rodeado de
moscas, cogerlo y llevarlo a una clínica. Sin embargo, le asustaba que pudiera morir de
la conmoción si ella iba a verlo, o que pudiera enfurecerse y rehusar ir con ella, por lo
que escribió una nota a Dhyan y Jim preguntándoles si podía visitarlos.
No recibió contestación alguna a su nota, pero el doctor Shiva fue llamado para
examinar a Jim.
Varios días más tarde preguntó al doctor Shiva qué ocurrió cuando fue a visitar a Jim
y Dhyan.
Le dijo que se le había indicado específicamente no hablar con ella al respecto, pero
que quería hablar con ella de todos modos. Debía prometer no decir una palabra a nadie
de lo que iba a decirle.
—No te preocupes. ¿Con quién podría hablar?
—Era una situación bastante extraña. Ella estaba sentada en una silla llorando y él
estaba tumbado en el lecho. Sólo hube de darle un vistazo para ver claramente que tenía
un derrame cerebral. La mitad derecha de su cara estaba paralizada.
—Jim abrió los ojos y dijo: —"Por favor no me toques".
—Pregunté si podía tomar su pulso. Él me extendió su muñeca. Tomé su pulso y su
presión sanguínea, y le dije que necesitaba ser trasladado a un hospital inmediatamente.
Había sufrido un derrame cerebral y necesitaba ayuda médica y supervisión para
prevenir nuevos ataques. Él simplemente me dio las gracias por venir. Fui despedido y
no hubo nada más que yo pudiera hacer o decir. Así que salí, pero el asistente me dijo
que esperara. Vino a mi encuentro aproximadamente una hora más tarde y me dijo que
Dhyan no quería trasladar a Jim a un hospital por el momento. Había escrito a Víctor
para advertirle. Pidió a los asistentes que por favor permanecieran con ellos a la espera
de la contestación de Víctor. Los asistentes habían estado de acuerdo en permanecer y
esperar la réplica de Víctor. Me dieron las gracias por esperar y me ofrecieron algún
dinero, que rehúse. No sé qué hacer —dijo él.
Roslyn se sintió muy serena y fría al final de este relato. Tenía que escribir a la
hermana de Jim. No sabía qué hacer. Fue a ver a Joe, que siempre había sido afectuoso
con Jim, y le suplicó que fuera a ver a Jim y lo llevara a una clínica o a un hospital.
Joe fue tres veces, pero cada vez los asistentes le impidieron ver a Jim. Le fue
entregada una nota de Dhyan diciendo: "Te invitaremos a visitarnos tan pronto como
Jim esté mejor. Ten paciencia, por favor".
Joe había vivido en Pondicherry desde 1967 a 1973 como miembro del Ashram.
Había conocido a Madre, que se había curado a sí misma repetidamente de
enfermedades aparentemente terminales durante veinticinco años. No podía imaginar
que Jim Bean, joven, saludable, pudiera sencillamente enfermar y morir. Era un
concepto absurdo.
Roslyn estaba teniendo más y más sueños que incluían a Jim Bean.
Se acostaba después de pasar un día entero en el taller y de correr apresuradamente
por Auroville. En medio de la noche se despertaba con un horrible sueño de Jim Bean
yaciendo en un lecho, jadeando: "¡Ayuda! ¡Ayuda! ¡Ayuda!"
Había escrito a Kwan Yin y Boy y les había pedido que dijeran a Gary, que estaba en
California, que por favor volviera, puesto que era una de las personas a quien se
permitía ver a Jim y Dhyan.
Kwan Yin y Boy llegaron, pero dijeron que pasarían varias semanas antes de que
Gary llegara, porque tenía un buen trabajo y necesitaba más dinero.
Finalmente, Gary llegó.
A pesar de que Roslyn no había hablado con él en años, fue a verlo al día siguiente
de su regreso.
—Hola Gary.
—Hola Roz.
—Sabes que Jim está enfermo —dijo ella.
—Sí, fui allí ayer nada más llegar. Didier no me dejó entrar. Me entregó una nota de
Dhyan, una nota encantadora, diciéndome que me llamaría cuando Jim estuviera mejor.
Roslyn permaneció pensativa sobre qué podía hacer. Sabiendo que Jim necesitaba
ayuda. Le atemorizaba que se enfureciera y tuviera un ataque al corazón si ella se colaba
en su habitación. Sentía que él había sacrificado diez años de su vida para que todo el
mundo fuera respetuoso con Dhyan, y era irrespetuoso con ella por no dejar que fuera a
verlo sin el permiso de Dhyan, a menos que obtuviera permiso de él.
Noche tras noche se despertaba con sueños de Jim gritando: "¡Ayuda! ¡Ayuda!
¡Ayuda!"
Finalmente se dirigió a Didier.
Le dijo: —Lo siento, discúlpame, pues a pesar de que no he hablado con Jim en los
últimos nueve años, y tengo mi propia vida y no tengo nada que ver con él, estoy
teniendo estos terribles sueños todas las noches y lo escucho llamando: "¡Ayuda!" Por
favor ¿podrías decirle que gustosamente haría cualquier cosa por él? ¿Qué puedo hacer?
¿Cómo podría ayudar?
—Él no está pidiendo ayuda. Vete. Todo está bien.
Roslyn aceptó lo que él dijo, y atribuyó sus sueños a una parte de ella que todavía se
aferraba a Jim Bean, no a algo emanando del mismo Jim. Hizo un decidido esfuerzo
para olvidarse de Jim y meditaba la mitad de la noche, para dormir sólo cuando estaba
demasiado cansada para tener sueños, pero los sueños continuaron.
Algunos días más tarde, después de una reunión, escuchó por casualidad a Mariana
hablando con alguien.
—Fui a ver a Dhyan y Jim esta mañana. Ella estaba encantadora, como siempre, pero
él estaba acostado con el aspecto de estar en coma. Su cara tenía la palidez de la cera.
Su aspecto es como si se estuviera muriendo, pero Dhyan dice que él mejora.
Roslyn entregó a su vecina una nota para Dhyan pidiéndole permiso para visitar a
Jim.
Su vecina trajo una respuesta: "Cuando Jim esté mejor podrás visitarlo", decía
Dhyan.
—Ahora puedes olvidarte de él. No los molestes —le dijo su vecina.
Roslyn rompió en lágrimas, puesto que las palabras decían una cosa pero ella sentía
que en realidad le estaban diciendo algo más.
Unos días más tarde estaba sentada en su hamaca, cuando una de sus trabajadoras
llegó y le dijo: —Jim Bean ha muerto.
No podía creerlo. Repentinamente era como si la fuerza de vida comenzara a salir de
su cuerpo. Fue a ver a sus vecinos, y ellos tomaron sus manos y le dijeron que era
cierto, Jim había muerto esa mañana en la Clínica de Pondi.
—¿En la Clínica? ¿Cuándo fue a la Clínica?
—Ayer.
—¿Cómo ocurrió?
—Jim llevaba mucho tiempo sin comer. Tenía grandes úlceras abiertas. Apenas
podía respirar. A cada respiración jadeaba: "¡Ayuda!".
—Finalmente Dhyan y los asistentes decidieron llamar al doctor Chatterjee, el
homeópata de Auroville, pero el doctor Chatterjee está fuera y yo me hago cargo de sus
pacientes, así que fui. Acudí por la mañana con mi scooter —dijo Eleanor.
—Dhyan tenía un aspecto maravilloso, y él yacía sobre el lecho jadeando: "¡Ayuda!"
—Supe que no había nada que yo pudiera hacer. Soy una homeópata autodidacta.
Nada más entrar en la habitación dije que él necesitaba más ayuda de la que yo podía
prestarle. Dije: "Este hombre necesita un doctor y un hospital". Toqué su mano. Su piel
estaba completamente deshidratada. Pedí al asistente que fuera a llamar al médico del
Ashram y que le rogara que viniera, explicándole que se trataba de una emergencia.
—Una hora más tarde el doctor Sen estaba allí. Quedó horrorizado. Dijo: "Si me
hubierais llamado hace dos meses hubiera sido capaz de salvarlo, pero ahora, sólo
Madre puede ayudarlo". Insistió en llevar a Jim con él en su coche. Uno de los
asistentes fue con él. Creo que Gary estaba allí, con él, cuando murió.
Roslyn dijo: —Gracias por contarme lo que ocurrió.
Regresó al bosque. Escribió una nota a Dhyan, "Comparto tu aflicción. Si puedo
ayudarte en cualquier cosa, soy tu amiga". No obtuvo respuesta. Se sentó en su hamaca.
Decidió que iría por la mañana y presentaría sus últimos respetos al cuerpo de Jim.
Por la mañana los trabajadores le dijeron que Dhyan había muerto durante la noche
ingiriendo veneno.
CAPÍTULO XXII
UN RESPIRO
En esta investidura de vida de la carne
un alma que es una chispa de Dios pervive
y a veces irrumpe a través de la sórdida pantalla
y prende un fuego que nos hace medio divinos.
En las células de nuestro cuerpo se asienta un Poder oculto
que ve lo invisible y planea la eternidad,
nuestras partes más pequeñas dan cabida a las más profundas necesidades;
también allí los dorados Mensajeros pueden llegar:
"Savitri" de Sri Aurobindo
LAS muertes de Jim Bean y de Dhyan no afectaron, aparentemente, la vida de Roslyn.
Sentía que la única vía de salvación para sí misma y para Auroville era, tal vez, el
Matrimandir. Si esa gran confusión en medio de Auroville pudiera convertirse en algo
que de alguna manera sustentara la Fuerza de Madre y Sri Aurobindo, la fuerza para la
Transformación Supramental, entonces tal vez pudiera justificarse de un modo u otro el
sacrificio. Para ella debía ser como la concreta materialización de aquello sobre lo que
Sri Aurobindo había escrito y para lo que Madre había trabajado durante toda Su vida.
Roslyn estaba teniendo dificultades en conservar la certeza de que lo que estaba
ocurriendo en Auroville era el yoga de Madre y de Sri Aurobindo. Otro amigo, una
persona luminosa de sólo 48 años, había muerto unos meses antes que Jim y Dhyan. Él
había optado por ignorar el hecho de que la comunidad había declarado a Roslyn una
fuera de casta. Frecuentemente la visitaba para tomar el té por la tarde, habitualmente
con su hijo pequeño. A veces le traía una rosa del Jardín de Rosas del Matrimandir o
una piedra que había encontrado en el camino. Era tan respetado por todo el mundo que
nadie lo hostigaba por visitarla. Tenía un maravilloso sentido del humor. Había
trabajado en el Matrimandir todos los días desde el principio y siempre hacía el trabajo
más difícil y más exigente físicamente, además de hacer vigilancia por las noches,
escribir, preocuparse por la administración del Matrimandir, y hacerse cargo de su hijo.
Roslyn pensaba que era una de las mejores personas que había conocido jamás. Se había
sorprendido cuando él la visitó justo después de haber terminado la reparación del
techado y mirando prolongadamente la cubierta, dijo: —Esto es lo que yo necesito.
—¿Qué quieres decir?
—Nuestra casa tiene un viejo techado de un material muy simple, lleno de agujeros.
—¿Por qué no lo arreglas?
—No tengo dinero.
—¿No puede darte Auroville el dinero?
—Dicen que no hay dinero.
Roslyn no podía creer lo que estaba escuchando. ¿Era el miembro más bondadoso y
respetado de la comunidad, y la comunidad afirmaba no tener fondos para reparar su
techo? A Roslyn le habría gustado darle el dinero, pero no lo tenía.
Luego, pocos meses después, él había muerto. Dijeron que había tenido un ataque al
corazón, pero Roslyn sintió que estaba tan frustrado por no poder poner un techo sobre
la cabeza de su familia que murió de manera repentina. Se preguntaba cuándo la
comunidad de Auroville se daría cuenta de que debía haber algo terriblemente
equivocado si el hombre más admirable e inteligente de la comunidad moría antes de
cumplir los cincuenta.
Roslyn no podía imaginar cómo estaba siendo administrado Auroville si la
comunidad no proporcionaba un techado decente para este hombre bondadoso que había
entregado tantos años de un concentrado servicio. La noticia de su muerte fue una
tremenda conmoción.
Había dejado tras él un pequeño libro de ensayos, "Una Casa Para el Tercer
Milenio", que ella estaba leyendo cuando su trabajadora llegó y le dijo que Jim Bean
había muerto.
El Matrimandir era para Roslyn el símbolo del sacrificio de la vida de Jim Bean, de
la vida de Dhyan y de la vida de Rudd. Buscó fuerza en los ensayos para creer que el
sacrificio de estas vidas había merecido la pena.
Releyó lo que Madre había dicho: "La solución es adentrarse muy profundo en el
interior de uno mismo y encontrar el lugar en donde todas las diferencias se combinan
para integrar la esencial y eterna Unidad". Roslyn miraba en su interior para tratar de
encontrar ese lugar de unidad, para mitigar su ira ante esas muertes. Intentaba imaginar
cómo sería la Cámara Interior, blanca, silenciosa. Una gran habitación de doce lados
con un techo blanco, paredes de mármol blanco y una gruesa alfombra blanca en el
suelo. En el centro de la habitación estaría una enorme bola de cristal. Un único rayo de
luz solar atravesaría el cristal, atravesaría un agujero en el suelo de la Cámara y
descendería hasta un estanque de agua en la parte inferior del Matrimandir.
Roslyn sentía que el pequeño libro de ensayos le había sido dado en este momento
para ayudarla a encontrar su camino a través de lo que estaba ocurriendo. Le resonaba
algo que Madre había dicho: "No es difícil distinguir la voz del Divino: uno no puede
equivocarse. Necesitáis estar muy avanzados en la senda para ser capaces de
reconocerla; debéis escuchar la voz pequeña, silente, apacible, que habla en el silencio
de vuestro corazón. Olvidaba una cosa: para escucharla, debéis de ser sinceros. Puesto
que si no soy sinceros, comenzaréis a engañaros a vosotros mismos y no escucharéis
nada más que la voz de vuestro propio ego, y entonces seguramente cometeréis
(creyendo que es la verdadera pequeña voz) las estupideces más abominables. Pero si
sois sinceros, la vía es segura. No es siquiera una voz, ni siquiera una sensación, es algo
extremadamente sutil — una indicación casi imperceptible..."
Roslyn se aborrecía a sí misma por no haber creído en ella misma y en sus impulsos
de arrancar a Jim de las garras de los asistentes de Dhyan.
En lo externo, sus muertes no parecían cambiar su vida. Estaba viviendo en su
cápsula, fabricando y vendiendo zapatos de ganchillo, e intentando mantener al día los
pagos del colegio de Bliss. Fue invitada a una fiesta de Día de Acción Gracias en
Madrás y viajó en una furgoneta llena de aurovilianos. Sentado enfrente de ella estaba
Gary. No se dirigieron la palabra el uno al otro durante varias horas y luego él le dijo a
ella: —Aura quiere la casa.
Roslyn lo miró: —Yo no quiero esa casa.
Gary sacó de su bolsa un pequeño trozo de papel de mala calidad y lo mostró a
Roslyn. Sobre el papel había sido laboriosamente dibujado por Dhyan un cuadrado
mágico, basado en el número 24. Tenía el símbolo Om en cada esquina,
meticulosamente, amorosamente dibujado. De forma muy cuidada, las siguientes
palabras estaban insertadas en el cuadrado:
"Este lugar
Es la ofrenda
Al justo
Al verdadero
Al vasto
Ravena Mataram
de dos almas gemelas
AUM NAMO BHAGAVATE"
Roslyn miró al pequeño trozo de papel y le dijo: —Bueno, al menos esto lo hizo
bien.
—Lo escribió después de tomar las bolas espinosas de datura venenosa que causaron
su muerte.
—Bueno, parece como si hubiera llevado a cabo algo, a pesar de haber caído de
bruces y habernos arrastrado al resto en su caída.
Gary continuó hablando. Roslyn y Gary nunca habían hablado de forma íntima, pero
él quizás quería desahogarse. —Yo estaba en la Clínica cuando Jim murió.
—No estoy enterada de esa parte. ¿Cómo llegó a la clínica?
—El día anterior a su muerte, el doctor del Ashram llegó en un coche y lo metió en él
para llevarlo a la Clínica. El doctor gritó a todo el mundo porque Jim estaba
absolutamente deshidratado. —"¡Es demasiado tarde! —decía enfurecido—. ¿Qué
puedo hacer?"
—Entonces ¿cómo murió? —preguntó ella.
—No lo sé. Me habían dicho que fuera allí por si necesitaba un asistente, pues todo
el mundo estaba ocupado con Dhyan. Llegué allí; él estaba conectado a goteros, etc.
Entró una enfermera y me pidió que saliera, iba a lavarlo. Yo estaba en el corredor. Ella
salió y me dijo que él se había ido. No podía creerlo. Entré en la habitación. No quiero
recordar —pero no puedo olvidar— la expresión de su cara.
Roslyn apartó su mirada de Gary y dijo a la persona allí sentada: —¿Estamos
haciendo este trayecto hasta Madrás sólo para comer?
La persona sentada a su lado sonrió.
Fue una comida sorprendente. Habían sido traídos de USA pavos con salsa de
arándanos y azúcar, lechuga, apio, patatas dulces, tarta de nueces. Roslyn pudo
olvidarse de Auroville, de los zapatos, de la muerte, de los trabajadores y de todo lo
demás, y disfrutar completamente del festín. Comieron durante cinco horas.
Completamente drogada de buena comida se sentó en la furgoneta de regreso a
Auroville contenta de haber ido a Madrás para la comida y nostálgica de USA.
Bliss la estaba esperando en la cápsula. Acababa de llegar a casa desde la escuela, de
vacaciones. Roslyn había traído para ella un pequeño refrigerio, lleno de exquisiteces de
la fiesta. Estuvieron felices de volver a estar juntas.
Los días transcurrían con rapidez. Bliss regresó al colegio para el último trimestre y
Roslyn confeccionaba zapatos y trataba de venderlos. Varias universidades americanas
ofrecieron a Bliss una beca completa. Estaba claro que se iría a USA cuando se
graduara. Roslyn no tenía dólares para darle, pero la niña estaba determinada a ir a una
universidad en USA. Se fue, y al terminar el primer año de universidad, visitó a Roslyn
durante un mes.
Bliss asombraba a Roslyn. Se había ido a la universidad en USA con cien dólares y
había trabajado y estudiado durante un año. Además llegaba de visita con regalos en su
maleta. Roslyn estaba agradecida de que su hija fuera una increíblemente bella persona
con un montón de autodisciplina.
Luego Bliss partió hacia su trabajo de verano, sin saber cuándo podría regresar a
India. Roslyn estaba trabajando en la administración de Auroville al mismo tiempo que
en el taller, así que estaba muy ocupada. Administraba el Fondo de Asignaciones a los
miembros de la comunidad y estaba asombrada de la escasa cantidad de dinero con la
que se mantenía la mayor parte de la gente, y del poco dinero que había disponible.
Un día Roslyn recibió una carta de Frankie, que terminaba con un misterioso, "Puede
ser que nos veamos pronto".
Al día siguiente estaba sentada en el taller tomando té y un taxi se introdujo en el
bosque.
Roslyn no podía creerlo cuando Frankie y She descendieron del taxi.
Se abrazaron. Roslyn se sorprendió de lo feliz que era al verlos. Hacía tiempo que no
había sido tan feliz, era una extraña sensación, otro estado de consciencia. Había estado
tan sola y no había sido siquiera capaz de preocuparse por su ser emocional, porque
estaba tan completamente ocupada con sus responsabilidades hacia la comunidad y
hacia los trabajadores.
Frankie y She se unieron a ella alrededor de la mesa pequeña e inestable, tomando té
y hablando sobre Suzanne y los chicos, y sobre Bliss. La invitaron a comer y a quedarse
con ellos en la ciudad. Se alojaban en el Gran Hotel de Europa.
No fue con ellos a la ciudad por la noche, pero quedó en reunirse con ellos al día
siguiente para la comida.
Después de la comida se sentaron en confortables sillas de teca y ratán, en una
terraza del piso superior desde donde se dominaba un jardín lleno de flores. Frankie
preguntó sobre Jim Bean.
Repentinamente todas las lágrimas que no había derramado inundaron el rostro de
Roslyn. Compartió con ellos lo que conocía sobre lo ocurrido.
Ellos sugirieron que pudiera ser interesante ver la casa.
Roslyn replicó: —No quiero volver a ver esa casa.
She dijo: —Sabes, conozco a sus padres. Cuando estaba casada con Harold, sus
padres acostumbraban a jugar al croquet con ellos. Una vez estuve invitada a tomar el té
en su casa de Georgetown.
—¿Cómo eran? —preguntó Roslyn.
—Parecían muy convencionales. Jim debe haber sido una conmoción para ellos.
—Había oído que cuando su madre se enteró de que había muerto se derrumbó y
murió —dijo Roslyn.
—Es una terrible historia —dijo Frankie—. ¿Quién podría haber imaginado este final
en aquellas divinas semanas de melocotón, champán y rosas? —Miró a Roslyn que
había dejado de llorar—. Debes recordar los buenos tiempos.
Roslyn comenzó a llorar de nuevo.
She se inclinó hacia ella y le acarició la mano. —Debes animarte.
Roslyn dijo: —No sé qué me está pasando, nunca lloro.
Frankie dijo: —Bien, sospecho que es otra dimensión de nuestra relación;
ciertamente hemos reído juntos, así que ahora también hemos llorado juntos.
She dijo a Roslyn: —En realidad nos hemos detenido en Pondi porque estoy
buscando alguien que me acompañe. ¿Estarías interesada en venir a California y vivir en
la casa del guarda durante una temporada?
Roslyn aceptó inmediatamente, encantada de dejar Auroville, India, e ir a USA, en
donde estaría más cerca de Bliss. Necesitaba encontrar a alguien que se hiciera cargo
del bosque, del taller, del Fondo de Asignaciones y de la plantación de árboles. Le
tomaría unas pocas semanas, pero estaba dispuesta a dejar Auroville, para siempre.
Escogió el 24 de abril para volar, puesto que Madre había regresado a India el 24 de
abril y permanecido por el resto de su vida. Roslyn esperaba que la magia trabajara para
ella en la otra dirección, y que nunca regresaría a la India.
Roslyn no podía imaginar cómo podría arreglárselas con She, que era lo más
parecido a una diosa de H. Rider Haggard, para que se sintiera complacida con lo que
estaba por llegar. Roslyn se las había arreglado para vender suficientes zapatos para
pagar su billete y tenía cien dólares en efectivo. Había acordado con She que si Roslyn
pagaba su billete hasta California, She pagaría el billete de regreso a India. Roslyn gastó
sus cien dólares durante su escala en Singapur, principalmente en chocolate. Finalmente
terminó enviando todo el chocolate a Auroville con un amigo de Bidonville.
Roslyn aterrizó en San Francisco y se sintió como si hubiera vuelto a casa. Frankie y
algunos de sus amigos, sosteniendo un gran ramo de desaliñadas flores, estaban allí para
recibirla. Subieron al enorme y viejo coche americano engullidor-de-gasolina y
atravesaron zumbando San Francisco. Lo siguiente en lo que Roslyn se fijó era que
estaban sobre el glorioso Golden Gate Bridge. Suzanne estaba en Francia cuidando a su
achacoso padre, y Frankie estaba de camino hacia Méjico, dónde iba a pasar un tiempo
en la playa mirando las puestas de sol.
Entró y volvió a encender el fuego. Apiló un montón de cojines junto a la ventana y
tuvo una feliz meditación.
Durmió hasta que sonó el teléfono. Era She.
—¿Estás preparada para el almuerzo?
—Sí. ¿Quieres que vaya?
—No. Te recojo camino de la salida. Comemos fuera. ¿Hay algún sitio en particular
al que te gustaría ir?
—No, dame cinco minutos para arreglarme.
—De acuerdo.
Comenzaba la tarde: comida, una pequeña siesta, té, scrabble, y luego preparar la
cena y mirar la TV, o recibir amigos para jugar al mah jong. Los días discurrían en
medio de bosques nemorosos, en maravillosas fuentes termales, una aventura divertida.
Días idílicos.
Un día She se acercó a la casa del guarda, lo remiró todo y se quejó de que las cintas
de las fundas de los cojines no estaban atadas apropiadamente.
Roslyn estaba encantada de lo hermosa y confortable que había encontrado la casa
del guarda.
She dijo, tomando la mano de Roslyn: —Creo que nos vamos a llevar bien.
Roslyn dijo: —Así lo espero.
Le gustaba su casa. Era exquisita en cada detalle, si bien se necesitaba un enorme
trabajo amoroso para mantenerla.
La cocina era ciertamente una pieza maestra en fantasía. Tenía una pared curva con
ventanas que daban sobre un jardín de hierbas aromáticas con un refugio, un sofá bajo la
ventana acompañado de una gran mesa redonda, circundada por el otro lado por un
banco de suntuosa tapicería roja flanqueado por ventanas que daban al este. A Roslyn le
gustaba sentarse allí con She por la mañana, de manera confortable y acogedora, en las
primeras horas, viendo como se despertaba el jardín, abriendo en ocasiones la ventana
para sentir el aire vigorizante o el olor penetrante de la lluvia.
Se sentaban a la mesa una frente a otra o una al lado de la otra, y conversaban.
Ambas habían estado viviendo solas durante diez o más años. Repentinamente, después
de todos estos años de silencio, había allí alguien a quien escuchar y a quien hablar. Se
volvieron casi inseparables. Roslyn dormía en la casa del guarda y She dormía en su
dormitorio, pero pasaban muchas horas juntas al día, y parecía que no había horas
suficientes en el día para estar juntas. Eran muy felices.
A la nuera de She, al ver esto le dio un ataque. Dijo que se estaban aprovechando de
She. Roslyn era una mala persona. She no debía involucrarse de esa manera, etc.
Empezó a gritar a Roslyn: —¿Por qué no te vuelves a la India?
Roslyn no estaba dispuesta a regresar a India, así que le dijo: —Regresaré a India si
tú vienes conmigo.
Se rio y dijo: —De acuerdo, iremos el próximo invierno por tres semanas.
Tres semanas en la India le sonaron como suficientes a Roslyn.
Viajaron, y She quedó enamorada de Auroville. She no estaba a gusto y se sentía
desdichada en California, durante meses después de su regreso. A Roslyn le gustaba
California. Amaba el aire frío y los baños calientes. La cocina de California y las fresas
recién cogidas en el jardín la mantenían feliz y saludable. Yendo con She a conciertos,
de compras en San Francisco, asistiendo a talleres de trabajo. Todo era el paraíso.
El hijo y la nuera de She se negaron a venir en Navidad porque Roslyn todavía
estaba viviendo allí.
Una noche Roslyn tuvo un sueño. Jim Bean le decía que fuera y que viviera en su
casa. Ella no quería regresar a Auroville. Esa mañana mientras meditaba vio a Madre, y
Madre le dijo que era el tiempo para que regresara a Auroville. Ella no quería regresar a
Auroville. Unos pocos minutos más tarde, sonó el teléfono. She estaba al otro lado de la
línea. —Creo que es tiempo de que vayas a la India.
Roslyn sabía que debía ir, pero no quería dejar a su amiga. She prometió ir a
visitarla, o llamarla de regreso si la necesitaba. Ambas se despidieron con lágrimas en
los ojos.
CAPÍTULO XXIII
FINAL
La Luz ahora distante crecerá nativa aquí,
la Fuerza que nos visita se convertirá en nuestro camarada poder;
lo Inefable encontrará una voz secreta,
el fuego del Imperecedero consumirá la pantalla de la Materia
haciendo de este cuerpo mortal el vestido de la divinidad.
La grandeza del Espíritu es nuestro origen eterno
y será nuestra corona en el Tiempo perenne.
"Savitri" de Sri Aurobindo
ROSLYN llegó a Madrás en avión. Su zapatero la recibió en el aeropuerto con una nota
de sus vecinos que decía: "En Auroville no hay sitio para ti".
Se encogió. Sintió que estaba de regreso en el campo de batalla y carecía de
armadura, de armas, nada excepto el Divino. Se interiorizó inmediatamente y llamó a la
Madre preguntando, "¿Es esto cierto?"
Roslyn se sumió en un trance y las tres horas de viaje parecieron durar tres minutos.
De nuevo vio el fantasma de Jim Bean diciéndole que fuera a la casa que él había
construido. Rechazó esa idea. Fue a Silencio. Todos los edificios que ella había
construido estaban llenos. Nadie le ofreció un espacio. Alguien le pidió que por favor
reparara el hecho de la construcción en donde se estaba alojando. Roslyn replicó: —No
tengo sitio para mí misma. Tú estás viviendo aquí; arregla tú el techo.
Recorrió todas las casas de huéspedes, y todas estaban llenas. Era febrero, el pico de
la estación alta. Finalmente, se dirigió a la casa de Jim Bean, que también era una casa
de huéspedes pero estaba en el confín del límite de la ciudad. Estaba sucia, vacía y
deprimente. Tenía la atmósfera de una estación de autobús. El cuidador vivía en una
choza próxima. Estuvo de acuerdo en dar a Roslyn una habitación por doscientas rupias
al mes. Había una cocina en la casa. Podía utilizarla. La casa había sido arrendada
durante los próximos cinco años para un programa de educación medioambiental, así
que tendría que dejarla dentro de un par de meses, puesto que iban a venir grupos de
entre treinta y cuarenta educandos. Entonces se colocarían numerosos colchones por
toda la casa. Los educandos de esos programas eran todos hombres, granjeros pobres de
todo el sur de la India.
Él no creía que pudiera estar a gusto permaneciendo en la casa en tales
circunstancias.
Roslyn esperaba estar de regreso en USA en un par de meses. Le preguntó: —¿Tiene
que estar tan sucia?
Él replicó: —Acabas de regresar de América. Estás en la India. Si no te gusta,
márchate.
En ese momento de su vida no tenía ningún otro sitio a donde ir, así que cerró la
boca. Alquiló la habitación, y comenzó a limpiar la casa. Era la única huésped. El
cuidador le había dicho que la sirvienta lavaría sus vestidos, pero Roslyn no tenía que
decirle a la sirvienta qué hacer o quejarse de que el baño no estaba limpio. Si no estaba
contenta, podría marcharse.
El contrato por cinco años fue misteriosamente cancelado, así que no hubo de
moverse, al cabo de cuatro meses, pero tenía que soportar a cualquier huésped que el
cuidador admitía en la casa. Entonces su choza se incendió y alguien le proporcionó una
vivienda en otra parte de Auroville. Los otros de la comunidad estuvieron de acuerdo en
que ella podía quedarse en la casa.
La casa estaba en medio de un jardín, cerca del límite de un inmenso bosque,
próxima al cañón que había sido una de las mejores muestras de erosión en el mundo
cuando Auroville comenzó.
No había ni un solo árbol allí en 1968 y las aguas monzónicas bajaban
torrencialmente por el cañón, tiñendo de rojo el océano con el acarreo hacia el mar de la
tierra superficial de Auroville. Los primeros aurovilianos vieron esto e inmediatamente
se involucraron en el trabajo de construir diques y de plantar árboles para intentar salvar
la capa superior del suelo.
Fue un trabajo duro, cavar agujeros a pleno sol y proteger los árboles jóvenes de las
cabras de la aldea que merodeaban. Veinticinco años más tarde el terreno era un área
fértil rodeada por centenares de acres de bosque floreciente. Roslyn iba a pasear con su
perro cada mañana y disfrutaba de nuevas flores en el jardín cada día. Era tan hermoso
que pasmaba la imaginación. La casa era de una noble proporción, surgiendo
majestuosamente en mitad del parque que la rodeaba, discreta en su fachada pero
completamente abierta en la parte trasera a una terraza con unas vistas perpetuas.
Era una hermosa casa. Había un patio con un jardín en medio de la casa, y un
estanque de lotos con peces dorados en la terraza.
En el armario de la despensa encontró una copia de la Oración de San Francisco de
Asís, escrita por Jim Bean y enmarcada. Roslyn sintió que debía ser el propósito que
Jim había atribuido a la casa.
"Señor, hazme el instrumento de Tu paz,
Donde hay malicia pueda aportar el perdón;
Donde hay discordia pueda aportar armonía;
Donde hay error pueda aportar la verdad;
Donde hay duda pueda aportar la fe;
Donde hay desesperación pueda aportar esperanza;
Donde hay oscuridad pueda aportar Tu luz;
Donde hay tristeza pueda aportar alegría;
Oh Señor, pueda buscar no tanto ser confortado como confortar,
Ser comprendido como comprender,
Ser amado como amar,
Pues es al dar cuando recibimos,
Es al perdernos a nosotros mismos cuando nos encontramos,
Es perdonando cuando somos perdonados,
Es muriendo cuando nos incorporamos a la vida eterna...
... Amén..."
Sintió que era un honor dedicarse al cuidado de la casa. Aunque los huéspedes
dejaban dinero, no lo necesitaba desesperadamente. She le estaba enviando una pequeña
asignación mensual desde California. Roslyn tenía dinero suficiente para vivir en la casa
y conservarla tan bella como fuera posible, como una exposición de las artes y oficios
de Auroville, que es algo que sentía que Jim habría hecho.
La casa era un magnífico lugar para conciertos, así que ocasionalmente se daban
conciertos, fiestas, cenas y danzas en la terraza bajo la luna — como un reloj en el que
uno lee las horas de la noche.
Roslyn se dio cuenta que para ella no había otra cosa que hacer sino ser feliz y estar
agradecida. Sin embargo, estaba en Auroville, y estaba viva, así que intentaba participar
también en el proceso colectivo.
No quería nada. Todo lo que necesitaba le había sido dado en abundancia. Si
realmente necesitaba algo más siempre podía pedirlo a Bliss, que era una hija perfecta y
entregada y siempre extremadamente generosa con su madre.
Roslyn amaba el Matrimandir. Una mañana temprano caminaba ascendiendo por la
rampa. Era el aniversario de Auroville. El recubrimiento exterior de la estructura no
había sido instalado todavía y la cámara interior parecía suspendida de la parte superior
de una gran cúpula geodésica de hormigón. Los cientos de triángulos entrelazados eran
un Shri Chakra tridimensional para su visión esa mañana. A través de las aberturas de
los triángulos, conforme ascendía la rampa, veía cómo encendían la hoguera y las
chispas que se elevaban hacia el cielo. Hubo de detenerse y mirar. Era tan hermoso que
la fascinó. Estaba tan agradecida a la Madre y Sri Aurobindo por haberle dado la
oportunidad de hacer algo con su vida, de haberle sido permitida una visión tan
gloriosa. Estaba contenta de saber que era capaz de participar en la creación de la más
hermosa de las cosas, Auroville, un don de Madre y Sri Aurobindo a sus niños, el nuevo
Jardín del Edén; a pesar de que a veces pareciera más como el Jardín de las Delicias
Terrenales de Hieronymus Bosch, que el inocente Jardín del Edén. Cuando Madre habló
a Vasudeva sobre la gente que vivía en Auroville, en los primeros días, dijo: "Se
comportan como perros y gatos".
No tenía importancia. El poder del Sueño de la Divina Madre y el poder del alma o
ser psíquico en cada individuo había sido más poderoso que la suma de las debilidades,
faltas, excesos del ego, etc., individuales. Desde luego, aunque tal vez los individuos
cometían errores, éstos no procedían de la malicia, sino de la confusión. Parece haber
una ley, en este Jardín del Edén, que Madre había dado como un mantra de
comportamiento para los primeros tres aurovilianos que estaban viviendo en "Paz", en
el centro de Auroville. Se estaban peleando y alguno había escrito a Madre sobre ello.
La contestación de Madre fue... "Buena voluntad hacia todo, buena voluntad desde todo,
es la base de la paz y de la armonía".
La gente continúa diciendo que Auroville será el lugar de la realización del "Sueño"
de la Madre.
Esto parece imposible si uno mira la historia en términos de personalidades, pero si
uno se distancia y mira el resultado material, resulta muy alentador. Continúa creciendo
más y más hermoso conforme gente de buena voluntad de todo el mundo, de todas las
edades y de todas condiciones sociales, se reúnen en este pequeño rincón del sur de la
India.
Un lugar que era desolado y estéril hace treinta y cinco años estaba en proceso de
convertirse en un enorme jardín. Un área en donde treinta y cinco años antes había un
cien por cien de analfabetismo, ahora había alcanzado a alfabetizar al menos a la mitad
de la población indígena.
Roslyn miró a su alrededor y pudo ver que Auroville había comenzado a convertirse
en una encarnación auténtica de una verdadera unidad humana. Cada persona
representaba su parte, pero en cierto sentido ninguno de ellos había hecho nada. En
algún sentido, todo había sido hecho por Madre y Sri Aurobindo. Era un modelo de
evolución social hacia una sociedad global en donde, obviamente, la pobreza debe ser
erradicada. Debe haber comida, alojamiento, cuidado médico y oportunidades de
educación, adecuados para todo el mundo; y lentamente, lentamente, Auroville, tal vez
sin siquiera intentar de forma consciente alcanzar ese punto, estaba llegando allí.
Haber muerto por esto, no es haber muerto por nada.
La muerte es una parte de la vida, pero puesto que ella toma para sí mucho más
tiempo que la vida, es importante recordar que es esencial vivir y participar en la vida.
El desafío para cada uno en esta época es servir al futuro de la humanidad.
Roslyn estaba constantemente asombrada del inspirador e interesante trabajo que se
le había encomendado en Auroville, organizando conferencias internacionales y
exposiciones sobre la evolución de la consciencia. Sentía que en cierto modo había
vuelto a nacer y estaba comenzando una nueva vida, mirando hacia el futuro.
El momento culminante del Seminario Internacional era una reunión bajo el Baniano,
al atardecer. El lugar estaba fulgurante con la luz de cientos de candelas y el sol
poniéndose mientras la luna se levantaba por detrás del Matrimandir, y se escuchaba el
contenido de una cinta. La Madre hablando, en abril de 1964, después de haber
permanecido en silencio durante semanas. "No hay dolor, no hay muerte, sólo hay
amor".
Fin
John Kelly con la familia de Gabriel
Silencio
Bliss cumple ocho años
Bliss en su primer cumpleaños
Una cabaña en el bosque
Cómo construir una cápsula
El testamento de Dhyan
Leyendo Savitri bajo el Baniano
Con su Santidad en Forecomers
La Cámara Interior
La Madre
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