A Tesis Final Jorge Vergara agosto 2013

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FACULTAD LATINOAMERICANA DE CIENCIAS SOCIALES
SEDE ACADÉMICA DE MÉXICO
DOCTORADO DE INVESTIGACIÓN EN CIENCIAS SOCIALES
MENCIÓN SOCIOLOGÍA
VIII PRO MOCIÓN 2010 - 2013
Experiencias de riesgo y consumo
de drogas ilegales. Subjetividad y
trayectorias biográficas de jóvenes
peruanos
Tesis que para obtener el grado de Doctor
en Investigación en Ciencias Socia les con
mención en Sociología, presenta:
Juan Jorge Vergara Gerstein
Directora de tesis: Dra. Sara Makowski
Seminario de tesis:
Sociología cultural y Retórica social
Línea de investigación:
Discurso e identidades en América Latina y el Caribe
México D.F., agosto del 2013
Los estudios doctorales fueron realizados gracias al apoyo de CONACYT
RESUMEN
Investigación cualitativa realizada a través de los relatos y trayectorias
biográficas de jóvenes de tres ciudades del Perú: Lima, Trujillo e Iquitos.
Empleando la sociedad del riesgo, como concepto, se analizan e interpretan los
relatos desde la figura del umbral del riesgo, las experiencias de riesgo y
consumo de drogas y la gestión del riesgo. Se abordan elementos como la vida
familiar, las etapas de niñez y adolescencia, el barrio, el inicio del consumo, el
tránsito y la transformación como adictos, los problemas asociados al consumo,
la decisión de rehabilitarse, el internamiento en centros de terapia, Dios en la
recuperación de un adicto y sus horizontes de expectativa. Se trata de una
aproximación construccionista hacia la problemática del consumo de drogas
ilegales y los jóvenes, sus contextos y cultura. Enfoque que nos ha permitido
recuperar múltiples voces desde la subjetividad, adelantando una crítica
sociocultural informada, la cual está basada en los elementos significativos que
configuran las trayectorias biográficas de los jóvenes entrevistados.
Palabras clave: adicción, consumo de drogas, drogas ilegales, experiencia,
horizonte de expectativa, juventud, rehabilitación, riesgo, subjetividad,
trayectoria biográfica.
ABSTRACT
Qualitative research conducted through personal narratives and biographical
paths of youth in the Peruvian cities of Lima, Trujillo and Iquitos. Using the "risk
society" as a concept, the narratives were analyzed and interpreted from the
threshold of risk figure, the experiences of risk and drug consumption, and risk
management. The elements addressed were family life, the stages of childhood
and adolescence, neighborhood environment, the drug consumption initiation,
the transit and transformation to addiction, the problems associated with drug
consumption, the decision to rehabilitate, confinement in therapy centers, the
role of God in the recovery of an addict, and their horizons of expectation. This
was a constructionist approach to the problem of illegal drug use and young
people, their backgrounds and culture. This approach has allowed us to retrieve
multiple voices from the subjectivity, advancing a sociocultural informed review
which is based on the significant elements that shape the life histories of the
young people interviewed.
Keywords: addiction, drug consumption, illegal drugs, experience, horizon of
expectation, youth, rehabilitation, risk, subjectivity, biographical trajectory.
ii
A Dios, quien permitió toda esta travesía.
A Cecilia, mi esposa, mi eterna enamorada.
A mis padres, hermanos,
suegros, cuñados y tíos,
siempre presentes a la distancia.
iii
AGRADECIMIENTOS
Agradecemos el apoyo y guía fundamental de la Dra. Sara Makowski, directora
de la presente tesis. Sin su orientación la investigación no hubiera tomado el
rumbo logrado. A la Dra. Liliana Martínez y al Dr. Santiago Carassale un doble
agradecimiento: por promover los vuelos teóricos necesarios en la sesiones de
seminario de tesis y por sus precisas observaciones como miembros del
sínodo. Gracias al Dr. Abilio Vergara por sus comentarios a la versión inicial.
A las personas que permitieron nuestro ingreso a los centros de rehabilitación.
A Pedro Cáceda, Edward Tennison y Alejandro Moreno de Fuente de Agua
Viva. A José Zarzar y Jim Miñano de Casa de Retiro Las Lomas. Al Pastor
Augusto Policarpio del hogar Rompiendo Cadenas. A Raúl Matute del Centro
Victoria. A Claudio Pareja, director de la Oficina Municipal de Prevención y
Lucha contra las Drogas de Ventanilla. En ese mismo espacio, a Germán
Arguedas por conducirnos hasta el “hueco” La posta. A los quince jóvenes y a
las dos madres que accedieron a ser entrevistados y compartieron sus
experiencias, un agradecimiento especial.
A la Dra. Carmen Masías, directora ejecutiva de Devida, por su tiempo y
conocimiento transmitido en la entrevista concedida. Al Dr. Anthony Henman,
por su valioso aporte y experiencia en el estudio de las drogas. A Agustín Rivas,
por recibirnos en su albergue en medio de la selva loretana y responder a todas
las preguntas planteadas. A Luis Gavancho, de Legaliza Perú, por sus
comentarios y definida postura política. A Juan José Vega, por su apoyo y
contactos especializados en el campo investigado. A Hugo Aguirre y Carla
Colona, porque siempre están allí.
A todos nuestros hermanos en Cristo y amigos: Sergio y Clara, Luis y Claudia,
Juanita, Remedios, Memo y familia. En especial, al Pastor Mike Goldfuss y su
familia, a Lala y Lourdes Aguirre. A Federico y Elisa, Arturo y Lizeth, Marianela,
Sandra, Danilo, Javier, Jesús, Carlos, Lucas, Omar, Israel, Ignacio y a todas las
compañeras y compañeros de la VIII promoción del doctorado en Investigación
Social de la FLACSO – México. Agradecemos a Dios por haber puesto a todos
ellos en nuestro camino.
iv
Índice general
Pág.
Introducción
1
1. Sociedad del riesgo, subjetividad y consumo de drogas
10
2. El construccionismo como enfoque para acercarnos a
las experiencias de riesgo
14
3. Estrategia metodológica y técnicas de investigación
18
4. Sujetos de estudio, “biogramas” y el trabajo de campo
en tres ciudades del Perú
22
Primera parte
I. Una aproximación teórica a la sociedad del riesgo
32
1.1 Las nuevas formas de la modernidad: un recorrido
a través de las últimas décadas
35
1.2 “Modernidad reflexiva” y “modernidad líquida”
40
1.3 Los riesgos en la escena mundial: construcción
discursiva de las consecuencias perversas de la
modernidad y materialización de las amenazas
44
1.4 La liberalización de las formas sociales:
clases, instituciones zombis e individualización
49
II. La sociedad del riesgo y las drogas ilegales en el contexto
regional y nacional
2.1 Las drogas ilegales, uno de los riesgos
55
57
2.2 Las drogas ilegales en el Perú y la Estrategia Nacional
de Lucha contra las Drogas
63
2.3 Las comunidades terapéuticas de rehabilitación para
adictos a las drogas ilegales
71
2.4 La nueva reglamentación sobre los centros de
rehabilitación para adictos a las drogas en el Perú
77
2.5 La política de Reducción de Daños, una cuenta
pendiente
81
2.6 Ventanilla y la iniciativa municipal de prevención
v
del riesgo y lucha contra las drogas en Lima, Perú
86
III. ¿Dónde quedan los jóvenes después de la lógica del
reparto de riesgos?
90
3.1 Culturas juveniles y su complejidad
93
3.2 Juventudes y el consumo de drogas ilegales
96
3.3 Oportunidades y riesgos para los jóvenes en el Perú
108
Segunda parte
IV. Subjetividad y trayectorias biográficas bajo el umbral
del riesgo
114
4.1 La familia, su entorno y los referentes de consumo
123
4.1.1 La ruptura familiar: un matrimonio fallido
124
4.1.2 La familia, entornos de violencia y muerte
130
4.1.3 La familia como referente de consumo
136
4.2 El barrio y el alcance de las drogas ilegales
4.2.1 Huecos dentro y fuera del barrio
139
145
4.3 Imaginario futuro pasado de los jóvenes
entrevistados
147
V. La experiencia de riesgo en el consumo de drogas
ilegales en los jóvenes entrevistados
5.1 Trayectorias, experiencias de riesgo y la impronta
153
158
5.1.1 Inicio y cotidianidad en el consumo de
drogas
166
5.1.2 La vida y el cuerpo de un joven consumidor
de drogas ilegales
176
5.1.3 Espacios de consumo, de adicción y
convivencia: del hueco al cuarto de hostal
186
5.1.4 Luchas continuas de abstinencia y
relaciones de amor y drogas
194
5.1.5 La diversión se transforma y toma nombre.
El “pastelero” como una vida desperdiciada
5.2 Los problemas asociados al consumo
200
206
vi
5.2.1 Micro comercialización y los “paseros” de
droga
VI. La gestión del riesgo
6.1 Gestión del riesgo desde un centro de rehabilitación
211
217
220
6.2 La figura materna: entre la gestión del riesgo y del
desastre
232
6.3 La religión como vía posible de rehabilitación:
la presencia de Dios en la recuperación de un adicto
240
6.3.1 Medios alternativos y misticismo para la
recuperación
243
6.4 Horizontes de expectativa: la reinserción social
y el posible estigma
246
Reflexiones finales
252
Bibliografía
267
Anexos
A.1 Glosario de términos y estilo en los relatos
de los jóvenes
292
A.2 Caracterización de los sujetos de estudio.
Una mirada a sus “biogramas”
296
A.3 El contexto de siniestralidad en las comunidades
terapéuticas en el Perú
311
A.4 Pirámide adictiva
316
vii
Índice de Gráficos
Gráfico 1: Ciclo de uso de drogas en relación con
otros problemas sociales
210
Gráfico 2: La estructura formal de la droga ilegal en
escena
215
Gráfico 3: Proceso estigmático
251
Gráfico 4: “Biograma” correspondiente a Akira
296
Gráfico 5: “Biograma” correspondiente a Gisela
297
Índice de Tablas
Tabla 1. Lista y datos relevantes de los jóvenes entrevistados
23-24
Tabla 2. Lista y datos relevantes de expertos entrevistados
27-28
Tabla 3. Posiciones teóricas y epistemológicas
realismo-constructivismo
45
Tabla 4. Los marcos sociales de la memoria según
Halbwachs
155
viii
Siglas
AA
: Alcohólicos Anónimos
AA.HH: Asentamiento Humano
ATA
: Asesoramiento Terapéutico Asociado
CAN : Comunidad Andina
CEDRO: Centro de Información y Educación para la Prevención del Abuso de
Drogas
CEPAL: Comisión Económica para América Latina y el Caribe
CERN : Conseil Européen pour la Recherche Nucléaire. (En español: Centro
Europeo de Investigación Nuclear)
CICAD: Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas
Devida: Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas
DIRANDRO: Dirección Antidrogas de la Policía Nacional del Perú
ETS
: Enfermedades de Transmisión Sexual
FAV
: Centro de rehabilitación Fuente de Agua Viva
INEI
: Instituto Nacional de Estadística e Informática del Perú
LSD
: Dietilamida de Ácido Lisérgico
mTHC: Metabolito de Tetrahidrocannabinol
mCOC: Metabolito de Cocaína
NDTC : National Drug Trade Conference. (En español: Conferencia Nacional del
Comercio de Drogas)
OFECOD: Oficina Ejecutiva del Control de Drogas
OMS : Organización Mundial de la Salud
ONUDD: Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito. También
conocida como UNODC por sus siglas en inglés
PBC : Pasta Básica de Cocaína
UE
: Unión Europea
VIH
: Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida
VRAEM: Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro
11-S : Atentados terroristas contra el World Trade Center, New York, del 11 de
septiembre del 2000
ix
Introducción
La presente investigación se basa en los relatos y testimonios de jóvenes, entre
los 18 y 25 años de edad, de tres ciudades del Perú: Lima, Trujillo e Iquitos.
Nos interesó la capital del Perú debido a su prevalencia de consumo de drogas
ilegales del 5,1% de jóvenes estudiantes (Devida, 2011:31); la ciudad de
Trujillo, como una de las ciudades de más alto tránsito de drogas y de altas
tasas de violencia (Ciudad Nuestra, 2011); Iquitos, que nos permitió el
acercamiento a una ciudad con 8,4% de prevalencia de uso de marihuana1
(CEDRO, 2011:56) y una de las plataformas naturales de una vía alternativa de
rehabilitación, de la planta de la Ayahuasca (Mabit, 1994).
Es importante señalar que en todos los relatos reproducidos en este documento
se han cambiado los nombres verdaderos de los entrevistados. Decisión que
tiene por fin el proteger la privacidad de cada uno de los jóvenes. Todos los
demás datos son fieles a cada relato y dan cuenta con exactitud de los espacios
y tiempos desde el umbral del riesgo, la vida familiar, las etapas de niñez y
adolescencia, el barrio, las experiencias de riesgo, de consumo de drogas
ilegales, el tránsito y la transformación, los problemas asociados al consumo, la
decisión de rehabilitarse, entre otros elementos que configuran cada trayectoria
biográfica.
Se debe tener en cuenta que el estudio no se acotó en forma definitiva al
diseñar el protocolo de investigación ni al comenzar el trabajo de campo, sino a
lo largo del proceso. Cuando nos preguntábamos hacia dónde nos dirigíamos,
cómo concebíamos y cuáles eran los límites de la investigación, debimos tener
en claro algunas cuestiones fundamentales como el contexto y el ámbito físico,
la "unidad de estudio", o los sujetos de estudio, las "unidades de análisis"
(Guber, 2005:99).
1
A lo largo de la tesis este término se emplea como sinónimo del cannabis.
1
De partida, dirigimos la investigación hacia los centros de rehabilitación y los
jóvenes residentes de estos. Comenzamos desde ciertos conocimientos
provisorios sobre el ámbito y los interlocutores que fueron guiando la
indagación. Los conceptos teóricos que se emplearon y el objeto de
investigación nos permitieron hacer frente a una investigación en un contexto de
riesgo, contexto de cambios producidos de forma subrepticia y no planificada,
de quiebres de las premisas y contornos de la sociedad industrial que dan paso
a la sociedad del riesgo. Se ha podido corroborar que se trata de un cambio
axial en los tipos de problemas dentro del ámbito de relevancia, que mina las
formaciones de clase, los estratos, ocupaciones, roles, la familia, etc. (Beck et
al., 2001).
El riesgo como la “medida” para determinar de manera limitada el azar, y que
surge como el dispositivo de racionalización y de reducción de las
indeterminaciones de la vida en todo ámbito, nos acercó a las experiencias del
consumo de drogas ilegales en determinados ámbitos. Uno de los espacios
ineludibles es el centro de rehabilitación para adictos al consumo de drogas. Al
enfrentarnos a la realidad supimos que no estábamos equivocados y que en
estos espacios podíamos encontrar información relevante. Sin embargo, el
centro como unidad de estudio pasó a ser un referente que nos permitió
conversar con otros jóvenes que ya no estaban internos pero que, en algún
momento de sus vidas, lo estuvieron por causas de las drogas. Es decir, haber
sido interno de un centro también nos aseguraba encontrar relatos de las
experiencias de consumo de drogas ilegales. Lo importante era obtener
narraciones que den cuenta de una subjetividad que nos conduzca a apreciar la
distancia original, la cual se acrecienta en la modernidad reflexiva, entre el
individuo y las estructuras sociales. Es decir, conseguir información que nos
permita analizar esa posibilidad aumentada de expresión de sí, más que de un
incremento de dominio práctico sobre el mundo (Martuccelli, 2007).
2
De otro lado, para corroborar el funcionamiento de la realidad tuvimos que
asumir plenamente que el contexto en el que se desenvuelven los jóvenes es
de incertidumbre y caos. Así, surgió la interrogante de ¿por qué acotar la
investigación si ello depende en buena medida de la perspectiva del actor y no
de los presupuestos del investigador? Esto nos llevó, por una parte, a flexibilizar
los límites no sólo conceptuales sino también empíricos de nuestra tarea.
Consideremos pues que el acotamiento “es parte de la problemática planteada
en la construcción del objeto de conocimiento y se va sistematizando a medida
que se pasa de los datos de sentido común (…) a una mayor elaboración
conceptual” (Guber, 2005:99). Además, mostramos disponibilidad para
reformular los límites del campo en función de las nociones y prácticas de los
jóvenes que eran nuestros informantes, lo cual derivó en la inclusión de otros
actores no contemplados, por ejemplo, coordinadores de centros, exadictos, un
chamán, etc. En este sentido, también se amplió la unidad de análisis a
contextos significativos que no estaban previstos en la etapa de elaboración del
protocolo y que excedían los límites de un centro de rehabilitación, por ejemplo,
visitar un hueco en el distrito de Ventanilla o asistir a un albergue chamánico en
la selva amazónica.
Si bien no cuentan precisamente como unidades de estudio, es importante
señalar que asistimos a dos importantes eventos en la ciudad de Lima con el fin
de recabar información global y de primera mano actualizada sobre políticas y
lineamientos legislativos en relación con las drogas ilegales. El primero fue la
Conferencia Internacional Antidrogas de Lima2 que contó con la participación de
los principales zares antidrogas del mundo. Asimismo, asistimos al Primer
Encuentro sobre Reducción de Daños en Perú, organizado por el Centro de
2
Sesenta y nueve delegaciones participaron en la Conferencia (a puerta cerrada) Internacional Antidrogas
de ministros de Relaciones Exteriores y jefes de organismos nacionales e internacionales especializados
contra las drogas. Carmen Masías, directora ejecutiva de Devida, señaló que por “primera vez en la
historia de Perú se (reunieron) cinco continentes, porque se trata de una conferencia de gobiernos. (…) 69
delegaciones acreditadas, de las cuales 10 son organismos internacionales y 59 son representantes de
países”. La conferencia se realizó el 25 y 26 de junio del 2012. Este evento terminó con la firma de la
Declaración de Lima, donde se reconoce la importancia de optimizar y seguir fortaleciendo la cooperación
que sea necesaria para tratar sobre el intercambio de información y las mejores prácticas en la lucha
mundial contra las drogas ilegales.
3
Investigación Drogas y Derechos Humanos.3 Este evento intentó colocar en la
agenda política y pública peruana la existencia de otras formas de gestionar el
riesgo y enfrentar, desde una perspectiva más individualizada, la problemática
del consumo de drogas en diversos ámbitos sociales.
Respecto a nuestros sujetos de estudio o "unidades de análisis", finalmente
consideramos a los jóvenes, mujeres y hombres internos de centros de terapia
para adictos en la actualidad o, al menos, que hayan sido internos. Ambas
unidades, la de estudio y la de análisis, articulan las dimensiones que
corrientemente se llaman lo social y lo individual. El conjunto de las
configuraciones sociales trabaja como contexto particular que condiciona las
posibilidades de realización de lo que es el mundo interno de los individuos
(Lewkowicz, 1998). Asimismo, la articulación entre las dimensiones sociales e
individuales de los sujetos en cuestión es más un requerimiento que una
realización. Desde nuestro campo de estudio, intentamos comprender esa
relación que se nuclea en torno a la subjetividad.
Ante una delimitación que fue modificándose y enriqueciéndose en el proceso,
el problema de la presente investigación4 trata de responder a la siguiente
pregunta: ¿Cómo se configuran las experiencias de riesgo, consumo de drogas
ilegales y gestión del riesgo en los relatos biográficos de los jóvenes peruanos
internos en centros de terapia para adictos?
Pregunta que nos fue guiando durante el proceso de investigación y que nos
permitió abordar las configuraciones a partir de dos dimensiones, una
estructural que permite la existencia de la otra, que es subjetiva. Primero, nos
3
Realizado el 24 de agosto del 2012, este evento convocó a diversos actores de la sociedad civil y
funcionarios con el fin de generar un debate abierto sobre la situación de las políticas públicas en materia
de drogas, el impacto de la criminalización del uso de drogas, las respuestas sanitarias y la prevención,
así como el tratamiento de base comunitaria. Todos los temas y exposiciones resultaron de interés y
sirven de insumo para la presente investigación.
4
El problema de investigación, expresado como una pregunta, guió el proceso. En los estudios cualitativos
y del tipo exploratorio es posible ello, considerando por otro lado que el papel de las hipótesis cambia.
Esto es, “durante el proceso el investigador va generando hipótesis de trabajo que se afinan
paulatinamente conforme se recaban más datos, o las hipótesis son uno de los resultados del estudio”
(Hernández et al., 2006:533).
4
referimos a la dimensión social, donde la modernidad se transforma
constantemente y fluye según la situación que la conduce. Podemos emplear
metáforas como lo líquido y lo coloidal, para aprehender la naturaleza de la fase
actual, de desregulación, de flexibilización y de liberalización de los mercados,
donde lo establecido se desvanece ante nuestros ojos. La otra dimensión, la
individual, reivindica la subjetividad de los jóvenes entrevistados. Ésta suma a la
cuantificación y las cifras que nos tratan de explicar un fenómeno, el cual, en un
principio, parte desde el sujeto. Subjetividad vista como la recreación
propiamente moderna de la escisión fundadora del individuo y que da cuenta de
los cambios radicales que se van imponiendo a la condición humana, cambios
que exigen reflexionar y repensar los viejos conceptos que articulaban la
modernidad.
Dimensión que nos permite también el acceso al fenómeno estudiado desde el
umbral del riesgo, las experiencias de riesgo y consumo y la gestión del riesgo.
La problemática social de las drogas ilegales es un tema de riesgo y, entre los
jóvenes, las posturas frente a ella no se construye en términos absolutos ni
contrastados. Lo más factible es que no existan blancos ni negros sino una
gama de grises, con peculiaridades muy subrayadas en las diferentes
biografías, las cuales han sido escasamente investigadas a profundidad, tanto
por la comunidad académica como por aquellos que están encargados de las
políticas.
Esto nos lleva a justificar el tema investigado y su correspondiente enfoque
construccionista, desde el contexto de la sociedad del riesgo, reconociendo que
el camino recorrido se concentró en los vacíos dejados por otras
investigaciones, fijándose en el sustrato subjetivo de cada joven entrevistado,
desde una perspectiva microsociológica, a diferencia de la mirada amplia de
otros estudios. En este proceso, a su vez, emergen las preferencias personales
de un científico por la selección de un área del problema dado. Es preciso
señalar que, a menudo, la selección de un problema representa una decisión
5
muy personal (Denzin, 2009:6), considerando también la relevancia social y
académica.
El objetivo principal de la tesis fue el análisis e interpretación de las trayectorias
subjetivas y divergentes de los jóvenes peruanos entrevistados. Concentrarnos
en la subjetividad nos permitió explorar en las experiencias y motivaciones5 que
tienen los jóvenes en torno al consumo de drogas. Por lo que nos planteamos
objetivos subyacentes, en relación con el el aporte desde el campo cualitativo
para proporcionar un contexto un poco más profundo a emergentes y futuros
estudios e investigaciones, cuantitativos y cualitativos, sobre el consumo de
drogas ilegales y juventudes en el Perú. Esto es, a partir de los hallazgos
recabados durante todo el proceso, brindar evidencia analítica e interpretativa
extraída de los relatos de los jóvenes peruanos y la variedad de factores
sociales, culturales y personales que están relacionados con esta problemática.
De otro lado, el acceso a las fuentes necesarias para realizar esta investigación
no ha sido fácil. Por limitaciones de tiempo y espacio no se han podido incluir
fuentes bibliográficas, de archivo y directas, y seguramente hay muchas otras
que, por desconocimiento, no se han consultado. En contraste con estas
dificultades, la investigación ha sido posible a partir de las discusiones
realizadas durante el proceso del seminario de tesis, la preparación del
proyecto bajo la guía de la directora de tesis, los comentarios de profesores y
compañeros del doctorado y el trabajo de campo en Perú. Todo ello ha
proporcionado las rutas teóricas a seguir, el aparato analítico e interpretativo y
el ánimo necesario para el estudio de las experiencias de riesgo de los jóvenes
peruanos y la variedad de factores sociales, culturales y personales que están
relacionados con la problemática del consumo de drogas ilegales.
5
Es preciso señalar que para esta aproximación hacia las experiencias y motivaciones hemos considerado
que “nadie tiene acceso a la mente de otro… no hay manera posible de establecer las correlaciones
necesarias entre los movimientos públicos y sus contrapartidas causales ocultas.” (Ryle, 2005:66).
6
En términos de estructura del presente documento, hemos dividido el desarrollo
en dos partes. En la primera, presentamos un panorama teórico, desde la
sociedad del riesgo, al objeto y al sujeto de investigación. Por lo tanto, en el
capítulo uno nos aproximamos a los conceptos constitutivos de la sociedad del
riesgo, por lo que hacemos un recorrido a través de las tres últimas décadas
para dar cuenta de las nuevas formas de la modernidad. Abordamos los
conceptos de “modernidad reflexiva”, y “modernidad líquida”. El acápite de los
riesgos en la escena mundial nos permitió abordar la construcción discursiva de
las consecuencias perversas de la modernidad y la materialización de las
amenazas, aludidas desde la introducción de la tesis. En este primer capítulo
finalizamos con el desarrollo de conceptos básicos de nuestra malla teórica,
tales
como
la
situación
de
las
clases,
las
instituciones
zombis
e
individualización.
En el segundo capítulo de la tesis se desarrolla el tema de la sociedad del
riesgo y las drogas ilegales en el ámbito nacional y regional. Es una forma de
contextualizar el aparato teórico para una mejor comprensión del objeto de
estudio. Nos enfocamos en uno de los riesgos y amenazas de la región, el tema
de las drogas ilegales. Se desarrolla este tema bajo la categoría de
problemática social, indagando en sus antecedentes, la normatividad y alcances
de este fenómeno en un nivel global y glocal. Se presenta un estado actual de
la problemática en el Perú, a través de una discusión de los puntos de la nueva
Estrategia Nacional de Lucha contra las Drogas y el intento por erradicar el
problema de las drogas en ese país. Se abordan las formas comunitarias de
rehabilitación, considerando el contexto de siniestralidad en los centros, así
como también la nueva reglamentación sobre estos. Se desarrollan algunos de
los puntos más relevantes sobre la política de Reducción de Daños como una
cuenta pendiente del gobierno peruano y el caso de la Oficina Municipal de
Prevención y Lucha contra las Drogas de Ventanilla.
7
En el capítulo tercero, respecto al sujeto de investigación, se presentó cuál es la
situación de los jóvenes en Latinoamérica y qué oportunidades y riesgos existen
para ellos en el Perú de hoy. Desarrollamos el marco teórico de la cultura
juvenil a partir de las concepciones de la segunda modernidad. Se hizo un
recorrido a través de los principales estudios sobre juventudes y su relación con
las drogas ilegales, el consumo y la socioestética.
En la segunda parte de la tesis nos concentramos en las experiencias bajo y
más allá del umbral del riesgo de cada sujeto entrevistado. A través del sustrato
subjetivo de cada joven, desde una perspectiva micro de la sociología cultural,
fue posible observar, analizar e interpretar las distintas formas de integración de
los consumidores de drogas ilegales al conjunto de la sociedad. Asimismo, se
analizan los diversos tipos de relaciones sociales que se producen entre los
miembros de este colectivo. La idea es que bajo el enfoque microsociológico
apreciemos cómo se originan las relaciones sociales que van estructurando los
distintos roles y situaciones de los jóvenes que hemos entrevistado.
Subjetividad y trayectorias biográficas es el capítulo que inicia esta segunda
parte. Comenzamos con un breve desarrollo conceptual sobre subjetividades,
muerte y ruptura, familias fragmentadas, disgregaciones, consumo, etc. Es un
telón de fondo donde se abordan elementos significativos desde la familia y
referentes, bajo la tematización de cómo la familia va construyendo la
subjetividad. Asimismo se trabaja la figura de los umbrales del riesgo, los
elementos que los acercan al despeñadero, al abismo de lo comunitario. De
esta manera reconstruiremos la vulnerabilidad en la que constantemente se
encuentran. Abordamos también el tema del barrio como el escenario del
quiebre o rupturas que afronta el sujeto. Cerramos este capítulo con el pasado
presente, “lo que quise y no pude ser”, también como parte de ese telón en el
que se mueven los jóvenes en cuestión.
8
Las trayectorias biográficas presentadas, analizadas e interpretadas en el
quinto capítulo contienen las experiencias del consumo de drogas ilegales de
los jóvenes peruanos entrevistados. Indagamos a partir de la categoría presente
pasado en su iniciación en el consumo de drogas, las luchas continuas de
abstinencia y la relevancia de las relaciones de amor en el contexto del
consumo de drogas. También se desarrolló la visión de la vida y el cuerpo de un
joven consumidor y cómo la diversión se transforma, tomando un nuevo nombre
que resuena en los relatos: “pasteleros”. En el siguiente acápite se describieron
los espacios de consumo, de adicción y convivencia, como son el hueco y el
cuarto de hostal. Finalizamos con los temas y problemáticas asociados al
consumo, narcotráfico, micro comercialización, el involucramiento de los
consumidores como “paseros” de drogas, abordando al mismo tiempo las
detenciones policiales y algunas de las formas de corrupción.
En el sexto y último capítulo de la tesis presentamos los relatos de los jóvenes
en cuanto sus experiencias de acercamiento y tratamiento en un centro de
rehabilitación. Se abordó el análisis de las historias relatadas por las madres de
dos de los jóvenes como los personajes relevantes de una gestión que se ubica
entre el riesgo y el desastre. Desarrollamos el tema de la religión como vía
posible de rehabilitación, los medios alternativos y el misticismo para la
recuperación de un adicto. Finalmente, se hizo énfasis en dos temas
significativos para los jóvenes: sus horizontes de expectativa y el posible
estigma.
En los siguientes acápites el lector podrá encontrar, a manera de preámbulo,
una breve reseña de la malla conceptual que soporta la investigación en su
relación con la subjetividad y el consumo de drogas ilegales. Explicamos luego
el construccionismo como enfoque para el acercamiento a la problemática
social del consumo de drogas ilegales. Presentamos también la estrategia
metodológica y las técnicas de investigación empleadas: la entrevista
autobiográfica y observación participante. Asimismo, se caracterizan a los
9
sujetos de estudio, como procedimiento para abordar las trayectorias
biográficas, describiendo también el trabajo de campo en tres ciudades del
Perú.
1. Sociedad del riesgo, subjetividad y consumo de drogas
El riesgo, como idea básica del pensamiento del profesor Ulrich Beck, es
tomado como soporte teórico para la construcción de una malla conceptual que
nos permite el análisis e interpretación de las nuevas formas de la modernidad.
Formas que resuenan desde la subjetividad de las experiencias de riesgo y
consumo de drogas ilegales de los jóvenes peruanos, tras la primera década
del siglo XXI.
Las situaciones de riesgo y los peligros viajan “con el viento y con el agua,
están presentes en todo y atraviesan con lo más necesario para la vida” (Beck,
1998:13). Están expuestos el cuerpo, el aire, el alimento, las casas, los
muebles, etc., lo cual nos lleva a ser testigos de los riesgos en la salud, como
los quirúrgicos o los que afrontamos a través de ciertos tratamientos médicos; a
tipificar ciertas zonas del mundo y sus poblaciones como agentes en riesgo,
debido a causas naturales o generadas, por ejemplo, por los riesgos de la
contaminación industrial; a establecer políticas laborales que nos llevan
permanentemente a considerar un riesgo latente en torno a nuestra estabilidad;
a vivir ante riesgos financieros que hacen colapsar el sistema y las bolsas de
valores más poderosas del mundo. Asimismo, desde nuestro interés científico
social, existen determinadas conductas de riesgo relacionadas con las
experiencias del consumo de drogas ilegales por parte de los jóvenes. El
aspecto central de nuestro interés sociológico hace referencia al significado que
la realidad tiene para los jóvenes y la manera en que estos significados se
vinculan con las conductas y experiencias de riesgo.6
6
Conductas que en la sociedad del riesgo se relacionan con la pobreza y las actuales condiciones
democráticas. Aludiendo a que: “La miseria es jerárquica, el smog es democrático” (Beck, 1998: 42),
podríamos señalar que son conductas de riesgo que hacen de la pobreza una jerarquía y de las drogas
ilegales una forma de democracia.
10
Es así como nos situamos en el contexto de la sociedad del riesgo, donde las
sociedades no occidentales comparten con las occidentales7 “no sólo el mismo
espacio y tiempo, sino, y esto es más importante, los retos básicos de la
segunda modernidad” (Beck, 2002:3). Al resaltar esta característica identitaria,
se realiza un paso importante para repensar parte de la ciencia social, a través
de la cual las sociedades contemporáneas no occidentales somos relegadas a
“la categoría de ‘tradicionales’ o ‘premodernas’ y, por tanto, no se definen en
sus propios términos, sino como lo opuesto a la modernidad o como ausencia
de modernidad” (op. cit).
Hablar de sociedad del riesgo y subjetividad nos ubica en un eje central para
comprender el escenario actual que vive no sólo el campo de los estudios de la
juventud y el consumo de drogas ilegales, sino la juventud como un conjunto de
cambiantes clasificaciones culturales atravesadas por la diferencia y la
diversidad, en relación con contextos socioculturales más densos. Es preciso
colocar la atención en el individuo consumidor y sus diversas estrategias que
refuerzan el hecho de concentrarnos en una subjetividad del riesgo. ¿Será
posible hacerlo, considerando las imprevistas acciones de los personajes del
mundo de la droga ilegal? Nos preguntábamos antes iniciar la investigación. El
presente documento pretende responder a esta y otras interrogantes que nos
permitan conocer cómo se configuran las experiencias de riesgo, el consumo de
drogas ilegales y la gestión del riesgo en los relatos biográficos de los jóvenes
peruanos entrevistados.
De esta manera la investigación partió de la identificación de los elementos
significativos que configuran estos trayectos biográficos y del análisis sobre
cómo se produce la subjetivación en una sociedad del riesgo; entendiendo a
esta última como la condición reflexiva que refuerza una aproximación hacia las
diversas condiciones de un sujeto vulnerable en relación con las múltiples
7
Hacemos esta referencia, la cual es planteada por U. Beck para diferenciar los países desarrollados de
los que no son considerados como tales. A pesar de la influencia occidental que ha recibido
Latinoamérica, es una forma de utilizar una mirada diferenciada sobre esta región.
11
amenazas en el escenario tardo moderno. Hemos colocado nuestra atención en
el campo del relato de las experiencias de riesgo y en la figura del joven
consumidor de drogas como un actor central, enfocándonos en las prácticas
que se extraen desde una narrativización de la subjetividad, analizando e
interpretando los relatos que dan cuenta de estas prácticas y experiencias en
sus trayectorias vitales.
Ha sido preciso ubicar al Perú dentro del ámbito de una segunda modernidad y
no en el de la tradición. Así, nos acercamos a un terreno donde es visible una
“pluralización de la modernidad”, generándose entonces el espacio para el
análisis e interpretación de las trayectorias subjetivas y divergentes de los
jóvenes entrevistados, sujetos modernos asentados en partes del mundo
distintas a las que los autores de la segunda modernidad usualmente habitan.
Autores quienes han desarrollado algunas de las nociones teóricas que hemos
empleado para el desarrollo de la presente tesis, como el de "posmodernidad"
(Bauman), "modernidad tardía" (Giddens), "modernidad reflexiva" (Beck,
Giddens, Lash) y “complejidad y modernidad” (Luhmann). Así como de otros
autores, que en ciertos casos sí han experimentado de primera mano a
Latinoamérica y quienes han desarrollado sus investigaciones en torno a la
comunicación, el consumismo y la globalización (García Canclini), a la relación
entre cultura y transformaciones sociales (Grimson), culturas urbanas y
juveniles (Reguillo), la sociedad y las problemáticas peruanas (Cotler) y la
crítica de la cultura en el Perú (Vich).
A través de esta malla conceptual, donde las formas de individualización de los
riesgos y las implicaciones subjetivas que motivan al consumo de drogas
ilegales se relacionan, planteamos el riesgo subjetivo como una categoría que
nos conduce hacia diversas preguntas: si es cierto que los jóvenes son sujetos
de riesgo, ¿se trata de un riesgo de qué? ¿De un riesgo de vivir, de un riesgo
de no vivir, de un riesgo de morir? ¿Riesgo de fundir la identidad subjetiva con
12
los amigos de la esquina? ¿Riesgo de convivir en medio del éxtasis colectivo en
un antro? ¿Riesgo de no encontrarse así mismo en la soledad del dormitorio o
la azotea? ¿Riesgo de encontrar en esa búsqueda de socialidad, normas que
conlleven a la violencia ejercida por las barras bravas? ¿Riesgo de no tener una
familia ideal? o ¿riesgo de encontrar una alternativa afectiva en los temidos
escenarios de la calle?
Estas preguntas nos permiten afianzar la relación entre el riesgo –de lo que
fuera–, la subjetividad y el consumo de drogas ilegales. Indagar a través de esta
relación consiste en considerar los dilemas de la juventud, que exponen al
riesgo o al vacío, al riesgo o a la destrucción de la identidad, al riesgo o a la
indiferenciación, al riesgo o a la imposibilidad de sobrevivir, al riesgo o a la
pérdida de la integridad de sus seres queridos. En la investigación realizada
hemos escuchado relatos de jóvenes que viven en condiciones adversas muy
particulares y a la vez compartidas. Situaciones donde formar una pandilla o
una barra brava es subsistir al riesgo. Escenarios dispuestos para soportar la
angustia de la soledad perdiéndose en el anonimato de la ciudad. Tolerando las
presiones del ambiente familiar o de atenerse a las exigencias del grupo
delincuencial. Diluyéndose en la nada de un hogar sin normas y sin afectos, o
de enfrentarse a las normas de los otros. Encontrar sentido en el uso de alguna
droga, o de someterse a un imaginario colectivo que los reduce a no ser. A vivir
intensamente un cuerpo y una sexualidad que, a veces, conlleva efectos
negativos (Maluf, 2002).
Estos son los riesgos en la actualidad, son los peligros que anteriormente se
ocultaban en los grupos familiares, en la comunidad local, en las clases y
grupos sociales, y que ahora deben percibirse, interpretarse y elaborarse por el
individuo en sí mismo (Beck, 1998). En consecuencia, al abordar los riesgos
subjetivos que viven los jóvenes en torno a la problemática del consumo de las
drogas ilegales, se hace necesario volver la mirada al mundo de los relatos. Es
necesario, por un lado, para develar aquellos que muestran parcialmente las
13
lógicas de control y de ejercicio de poder bajo el pretexto de prevenir sobre los
riesgos que viven los jóvenes. Por otro, para considerar, a través de los relatos,
la importancia que tienen para las nuevas generaciones las marcas (impronta)
de las cosas dichas por las generaciones anteriores, las cuales se depositan en
los objetos de riesgo como son las drogas. Se instalan como promesas de
menos sufrimiento, de más alegría, de más placer o reconocimiento (Maluf,
2002).
2. El construccionismo como enfoque para acercarnos a las experiencias
de riesgo
La presente tesis apuesta por una aproximación construccionista hacia la
problemática del consumo de drogas ilegales y los jóvenes, sus contextos y
cultura.8 Enfoque que nos permite recuperar múltiples voces desde la
individualidad del sujeto, adelantando una crítica sociocultural informada sobre
la base de los elementos significativos9 que configuran las trayectorias
biográficas. Esto es, sin realizar aseveraciones acerca de la verdad, la
universalidad o la superioridad moral de la propia posición, presentando ciertos
argumentos del tipo tradicional, pero “no para impresionar con la estampa de la
verdad, sólo para tomar parte en una práctica cultural de creación de sentido”.
(Gergen, 2007:113)
Nos situamos teóricamente junto a las corrientes inscritas en la tradición
weberiana y en torno a lo que se denomina sociología comprensiva e
interpretativa, lo que conlleva a una renuncia de “un ideal de explicación basado
en leyes y ejemplos para asumir otro basado en casos e interpretaciones,
buscando menos la clase de cosa que conecta planetas y péndulos y más esa
8
Siguiendo a Geertz, el concepto de cultura es esencialmente un concepto semiótico. “Creyendo con Max
Weber que el hombre es un animal inserto en tramas de significación que él mismo ha tejido, considero
que la cultura es esa urdimbre y que el análisis de la cultura ha de ser por lo tanto, no una ciencia
experimental en busca de leyes, sino una ciencia interpretativa en busca de significaciones. Lo que busco
es la explicación, interpretando expresiones sociales que son enigmáticas en su superficie. Pero
semejante pronunciamiento, que contiene toda una doctrina en una cláusula, exige en sí mismo alguna
explicación” (Geertz, 2003:20).
9
El uso del concepto “elemento significativo” está inspirado en los núcleos de inteligibilidad que K. Gergen
propone (Gergen, 1996).
14
clase de cosa que conecta espadas y crisantemos” (Geertz, 1994:31).
Consideramos la obra de C. Geertz como un referente relevante en la tarea de
pensar sobre el análisis social y de la cultura. Su definición semiótica de cultura
ya ha sido utilizada con gran éxito por muchos investigadores y teóricos
procedentes del campo de la psicología y antropología social, la comunicación,
la historia, los estudios literarios, entre otros. Su perspectiva de cómo abordar
los estudios cualitativos ha tenido resonancia entre quienes investigamos sobre
la realidad social y cultural.
Nos interesa, sobre todo, por su apuesta por una ciencia interpretativa, que nos
lleva por senderos y “remolinos de conexiones inconstantes”, sabiendo que “lo
único que podemos reconstruir, si tomamos notas y sobrevivimos, son relatos
retrospectivos de la conexión de cosas que aparentemente han sucedido:
recomponiendo un rompecabezas, en pos de los hechos” (Geertz, 1996:12).
Este autor sitúa “el estudio sistemático de los significados, de los vehículos de
significado y de la comprensión del significado en el mismo centro de la
investigación y el análisis” (op. cit.: 117), lo que hace de nuestra aproximación
construccionista, desde la sociología cultural, un campo para la puesta en
práctica de la disciplina hermenéutica.
El concepto de "descripción densa" es capital en la reflexión sobre la
investigación realizada. Concentra, de una forma radical y comprensiva,
determinadas
bases
epistemológicas
que
son
centrales
para encarar
cualitativamente la problemática del consumo de drogas ilegales, estas son la
perspectiva hermenéutica y la visión del actor. A partir de este concepto, el
análisis “consiste pues en desentrañar las estructuras de significación —lo que
Ryle llamó códigos establecidos, expresión un tanto equívoca, pues hace que la
empresa se parezca demasiado a la tarea del empleado que descifra, cuando
más bien se asemeja a la del crítico literario— y en determinar su campo social
y su alcance” (Geertz, 2003:24). Es decir, se indagó en las estructuras de
significación presentes en el ambiente cultural de los jóvenes peruanos que
15
experimentaron con el consumo de drogas, analizando e interpretando cómo
interactúan y qué consecuencias tienen o han tenido.
Apostamos por una visión de ciencia interpretativa de los jóvenes, donde el
conocimiento microscópico y fragmentario es el punto de partida y, quizá, lo que
podamos ofrecer al final del trayecto. Sin embargo, es precisamente este tipo
de conocimiento el que nos podrá ayudar a la comprensión de la problemática
del consumo de las drogas ilegales y a una teorización anclada en la
experiencia de los jóvenes. Obviamente, realizamos la apuesta con todos los
retos que esto plantea, en congruencia con U. Oevermann, quien señala que
“bajo la noción de modelos de interpretación no deben entenderse opiniones
aisladas o actitudes respecto a un determinado objeto de acción, sino más bien
se trata de contextos de argumentación” (Pérez, Aguilar & Víquez, 2007:17).
De esta forma se reivindica la importancia de las dimensiones y categorías
subjetivas, que permiten hacer referencia a las estructuras de sentido con las
cuales los individuos perciben y actúan en cada entorno social. Las ideas, con
arreglo a las cuales las personas interpretan el medio en que viven, son reglas
de la interacción social que operan siempre como elementos de mediación
entre el plano microsociológico de la vida cotidiana y las grandes estructuras
sociales.
Además, estrechamente relacionada con la subjetividad, apostamos por una
tarea sociológica fundamental, como es el desarrollo de teoría mediante la
propuesta de categorías ad hoc, las cuales derivan en línea directa de la
información empírica, en lugar de tratar de forzar la información dentro de
categorías preestablecidas. Obviamente, debemos reconocer que no es posible
aproximarse a la realidad sin ninguna preconcepción de ella. Para la presente
investigación se requirieron de algunas categorías que nos permitieron observar
inicialmente el fenómeno, los sujetos y las unidades bajo estudio.
16
Habiendo realizado esa aclaración metodológica, debemos señalar también que
hemos tenido presente a lo largo de la investigación que el uso de drogas es un
asunto de carácter privado, sobre el cual pesa una prohibición y un estigma
social. Esta naturaleza del objeto hace complicada una investigación entre
jóvenes, debido al carácter de transgresión y secreto que revisten estas
prácticas censuradas (Laraña, 1986:90-91). Complejidad que resulta en una de
las dificultades “más persistentes en el estudio científico de la conducta
desviada”. Sin embargo, esa “escasez de datos e información sobre la que
basar nuestras teorías” (Becker, 1966:313) se convierte, en esta tesis, en una
de las bases de justificación y posible aporte al conocimiento.
Se realizó un acercamiento más personalizado, en profundidad, que permite
analizar e interpretar las trayectorias biográficas de los jóvenes teniendo en
cuenta elementos, como las representaciones y actuaciones, que pueden dar
ciertas luces de esa experiencia interior: cómo se construye, se enmarca y
articula. Bajo este enfoque, valoramos los relatos como objeto central de
estudio ya que estos nos permiten “organizar acciones, motivaciones y actores
alrededor de un significado, a la vez que estructurarían nuestra experiencia del
tiempo” (Bernasconi, 2011a:14). Lo que las aproximaciones narrativas hacen es
“aplicar esta forma cotidiana de interpretación y comunicación a la práctica y
propósitos investigativos con el objeto de estudiar la vida social” (op. cit.). Sin
embargo, siempre debemos ser cuidadosos con los relatos, con el registro y la
interpretación de los mismos, ya que “cuando hablamos, nuestras palabras
fluyen como acontecimientos, al igual que cualquier otro comportamiento; a
menos que lo que digamos quede inscrito en la escritura (o en algún otro
procedimiento fijo de registro), será tan evanescente como todo lo que
hacemos” (Geertz, 1994:45).
De esta forma, la postura construccionista nos reafirma como investigadores
que situados socialmente vamos acercándonos y profundizando, a través de la
interacción, en las realidades que constituye el material recolectado. Para ello,
17
incluimos en el análisis un acercamiento hacia los procesos de producción y
circulación, atendiendo a sus dimensiones políticas e ideológicas y a su relación
con la esfera pública y mediática (Kornblit, 2007:10). De esta manera también
nos acercamos a una visión relacional de las autobiografías, que se vuelven
inteligibles desde sus relaciones en curso. Se trata entonces de apreciar un
relato sobre otros, de privilegiar ciertas historias sobre otras referidas al yo,
ejecutadas a partir de lenguajes disponibles en esa esfera pública (Gergen,
2007).
3. Estrategia metodológica y técnicas de investigación
La presente tesis, de carácter microsociológico, de método cualitativo, de tipo
exploratorio interpretativo, planteó el trabajo de campo como una experiencia
individual, basada en la percepción y el registro. Si bien esto es un hecho en la
mayor parte de la práctica profesional, la perspectiva que adoptamos aquí no
impidió “considerar tanto la experiencia individual como la percepción
naturalista de lo que ocurre en el campo como resultado de la socialización del
investigador y sus nociones culturales” (Guber, 2005:33). Asumimos también
que, como ocurre con muchos científicos sociales, los métodos cualitativos, en
particular de disciplinas como la sociología, antropología social o la historia oral,
“están asociados no sólo al enfoque cualitativo sino a la realización de trabajo
de campo y la descripción etnográfica que, necesariamente, utiliza recursos
narrativos” (Blanco, 2011:138).
Con el fin de estudiar las estructuras de significación, principalmente dentro de
las trayectorias biográficas de los jóvenes, es relevante citar el método
progresivo-regresivo utilizado por Denzin en una investigación con sujetos
alcohólicos (Denzin, 1989:67), el cual sirvió de referente. Esta experiencia nos
brindó una pauta metodológica bastante clara y determinada validez en cuanto
al sentido de las historias de vida individuales en la investigación en ciencias
sociales. Los momentos de enfoque para la recolección de información y
posterior análisis de la investigación citada concordaban casi completamente
18
con los propuestos. Por tanto, se realizaron tres entrevistas a cada joven,
divididas también en tres grandes bloques biográficos: experiencias previas,
etapas de consumo y expectativas a futuro. Enfoque similar encontramos en la
publicación testimonial de Claudio Pareja,10 director de la Oficina Municipal de
Prevención y Lucha contra las Drogas y exadicto a las drogas. Este hecho
reforzaba aun más nuestra estrategia y el planteamiento de tres momentos de
entrevista con cada joven.
Las fuentes de recogida de los relatos que cuentan las personas sobre sus
vidas y las vidas de otros son las entrevistas, las cartas, las autobiografías y las
historias orales (Sparkes & Davis, 2007), así como otras técnicas que permiten
acercarnos al entorno del sujeto, sus prácticas y la significación de estas. Por lo
que las técnicas empleadas en la presente investigación fueron la entrevista en
profundidad y la observación participante. Para la primera técnica se plantearon
3 cuestionarios guía con preguntas abiertas, correspondientes a los trayectos
biográficos de: niñez y adolescencia, como etapas previas al consumo;
experiencias de riesgo, tales como el consumo de drogas, tránsito, problemas
asociados, entre otros; y la tercera guía enfocada en la etapa de rehabilitación
de los jóvenes. Para la técnica de la observación participante, se elaboró una
guía que nos permitió reconstruir los espacios visitados y las dinámicas de
rehabilitación a las que asistimos.
Al aproximarnos a los trayectos biográficos de cada joven, observamos que el
relato de vida varía tanto en su forma como en su fondo, a partir del tipo y la
calidad social del mercado en el que fue ofrecido11 (Bourdieu, 1989:127). La
situación de entrevista contribuye inevitablemente a determinar el relato
recogido, punto relevante al considerar que los trayectos biográficos de los
jóvenes –especialmente aquellos referidos a sus experiencias de consumo de
10
El título completo es “El poder del amor. No me dejes morir en las calles. No me dejes morir en las
drogas. ¡Si tú existes, cambia mi vida!”. Publicación realizada por el mismo autor, sin ningún apoyo
editorial.
11
“Los mercados de la interacción que dibuja Bourdieu no son mercados de intercambio entre valores
iguales y soberanos, son situaciones sociales desiguales que llevan emparejados procesos de dominación
y censura estructural de unos discursos sobre otros.” (Alonso, 2004:218)
19
drogas– tienen un contexto de producción particular: los centros de
rehabilitación. Pero el objeto propio de los relatos, es decir, la presentación
pública y abierta de un aspecto sumamente privado de la propia vida, como es
el consumo de drogas, implicó un aumento de inconvenientes y de censuras
específicas que es preciso señalar para alejarnos de cualquier discurso
falsificado que pueda presentarse sobre la verdadera situación del consumo de
drogas en la juventud peruana.
Resultó ineludible generar una relación de confianza entre entrevistador y
entrevistado. Conversamos con cada joven, previamente a las entrevistas, por
lapsos que duraron en promedio 20 minutos. Creemos que ninguna persona
contaría a una grabadora de voz o vídeo sus experiencias vividas de una
manera abierta e inmediata. Esto significa concebir al proceso de investigación
como “una co-investigación y que cada investigador, lejos de poder
atrincherarse tras un armamento metodológico preconstituido, es a su vez un
‘investigado’” (Ferrarotti, 2011:106).
En otras palabras, la investigación cualitativa a través de técnicas como la
entrevista en profundidad nos lleva a considerar que “la cuestión de la conexión
entre hipótesis teórica y documento biográfico empírico permanece abierta.”
(op. cit.). Es necesario, entonces, proceder con el objetivo claro de llegar a los
elementos significativos y hacer emerger las áreas afectadas por el problema.
En la línea de lo que Bourdieu propone, es de “suponer que el relato de vida
tiende a aproximarse tanto más al modelo oficial de la presentación oficial de
uno mismo, carné de identidad, estado civil (…) y de la filosofía de la identidad
que lo sostiene, que se aproxima más a los interrogatorios oficiales de las
investigaciones oficiales –cuyo límite es el interrogatorio judicial o policial–”
(Bourdieu, 1989:126).
Decidimos utilizar también la técnica de la observación participante, para lo cual
era necesario tener en cuenta la capacidad de observar y diferenciarla con el
20
hecho de ver. A través de esta técnica se describe el contexto grupal, la vida
social de los jóvenes internos, sus actividades, qué significado tienen para ellos,
acercarnos
a la comprensión del proceso y la experiencia de recuperación
(Jorgensen, 1989; Patton, 1980). La posición de participación por parte del
investigador permitió mayor entendimiento del punto de vista del sujeto. A pesar
de que resultó complicado lograr un buen balance entre participar y observar,
no deja de tener valor el hecho de “vivir en carne propia” el ambiente y las
situaciones (Hernández et al., 2006:596). Por tanto, las dinámicas de terapia,
las visitas de familiares a los adictos, asambleas de internos, terapias de
padres, vivir dos días en un centro, etc., han sido de insumo valioso para la
investigación.
La observación participante sirvió básicamente para reconstruir el lugar. Es
decir, el espacio físico y social donde los jóvenes desarrollan sus actividades y
terapias con especialistas y los distintos participantes del proceso terapéutico.
Con ese fin, se recogieron datos de los siguientes aspectos: ubicación
geográfica o localización, espacio, tiempo, horarios, condiciones materiales,
artefactos, interacciones y relaciones personales entre los distintos sujetos que
componen la realidad del centro, así como prácticas organizativas y políticas del
centro en sus diferentes manifestaciones; calidad del trato hacia los jóvenes y
sus distintas rutinas; el cuerpo, vestido, actitudes, gestos, formas de resistencia
y/o adaptación.
Complementariamente a la técnica de la observación participante y a todo el
proceso de investigación, se redactó el Diario analítico (de campo) como medio
de registro. La anotación de todo dato relevante ha sido imprescindible ya que
permitió ir modificando el proceso y algunos detalles de la investigación.
Asimismo, el diario sirvió para registrar con la mayor fidelidad posible lo que se
reflexionó durante el proceso, en las aulas, bibliotecas, etc., y lo que se observó
en la realidad de las tres ciudades peruanas visitadas. Se consideraron también
las apreciaciones, emociones y reacciones producidas por ciertos hechos,
21
dejando el registro y señalando que se trataba del pensamiento del investigador
en algunos casos y, en otros, de los sujetos investigados.
4. Sujetos de estudio, “biogramas” y el trabajo de campo en tres ciudades
del Perú
Hemos conversado con un total de quince jóvenes, trece hombres y dos
mujeres, entre 18 y 25 años de edad,12 y para proteger la privacidad de cada
uno de ellos se han cambiado todos los nombres verdaderos de los
entrevistados. Los demás datos dan cuenta con exactitud de los espacios y
tiempos, de los personajes, de las situaciones, etc., que configuran estos
relatos.13
Ha sido preciso abordar las trayectorias biográficas con el fin de “brindar pistas
de comprensión sobre lo que pasa con los y las jóvenes en este mundo
contemporáneo (…) para ganar mayor comprensión después al acercarnos a
las experiencias mismas e indagar por sus sentidos y prácticas” (Alvarado &
Vommaro, 2010:10-11). Existe una actual y creciente popularidad por los
métodos biográficos en la investigación social y esto denota una reacción a las
formas de indagación que tienden a negar la subjetividad en este proceso,
descuidando en cierto sentido el papel de la acción humana individual14 en la
vida social. A continuación presentamos una tabla que contiene datos
12
Con la excepción de dos casos, el de Luciano* y Luis Omar*. El primero, joven adicto de 33 años de
edad, con quien nos centramos en su experiencia en las drogas hasta cuando él cumplió 25 años. El
segundo, adolescente de 16 años que conocimos en Centro Victoria de la ciudad de Iquitos, era la única
persona que más se acercaba a la muestra planteada y quien tenía una historia digna de ser incluida en la
presente tesis.
13
Los jóvenes nos han ubicado, a través de sus relatos, en espacios caracterizados por el libre consumo
de drogas ilegales. Este proceso convierte el espacio de la historia en un espacio verbal, en el que se
desenvuelven las situaciones y los personajes de cada relato (Villanueva, 1992). Para que este sea
aceptado, no puede depender de que contrastemos con la realidad para saber si tal o cual lugar existe o
es verdadero. Algo que asumimos desde el principio de la investigación, pero que, por citar un ejemplo, no
nos detuvo para acercarnos hasta el “hueco” La Posta. El hecho es que la verdad en los relatos de las
experiencias es juzgada por su verosimilitud en vez de su verificación con la realidad. En efecto, los
relatos en vez de referirse a la "realidad", puede crear un "mundo" propio a partir de los espacios que
refiere. Es el "sentido" de una historia en su conjunto el que puede alterar la referencia e incluso la
referencialidad de sus partes que la componen (Bruner, 1991:14-15).
14
Siguiendo a Beck, esta acción humana nos lleva a entender la “individualización” como “el proceso de
desvinculación [disembedding] y, en segundo lugar, el proceso de revinculación a nuevas formas de vida
de la sociedad industrial en sustitución de las antiguas, en las que los individuos deben producir,
representar y combinar por sí mismos sus propias biografías” (Beck, Giddens & Flash, 2001:28).
22
relevantes de ellos y da cuenta de las razones de la selección.
Nombre y sexo
de entrevistado
Edad
Nº de
entrevistas
Adam, hombre.
19
3
Cristian,
hombre.
19
3
Sustancias
15
de consumo
PBC,
marihuana y
cocaína.
Marihuana,
cocaína,
ácidos,
ketamina y
PBC.
PBC y
marihuana
Akira, hombre.
21
3
Dalins, hombre.
20
3
PBC y
marihuana.
Damián,
hombre.
19
3
Marihuana,
cocaína y PBC.
Casa de Retiro Las
Lomas, Huanchaco,
Trujillo
Esteban,
hombre.
21
3
PBC y
marihuana.
3
Marihuana y
cocaína.
Centro Fuente de
Agua Viva,
Chaclacayo, Lima.
Proyecto Mujer,
Fuente de Agua
Viva, Chaclacayo,
Lima
Ex residente
Proyecto Vida,
Cieneguilla, Lima.
Geraldine,
mujer.
Gisela, mujer.
José Pablo,
hombre.
25
25
20
3
3
Luciano,
hombre.
33
3
Sergio, hombre.
20
3
Luiggi, hombre.
19
3
Cocaína,
marihuana,
fármacos,
ácidos y
poppers.
PBC y
marihuana.
PBC, cocaína y
marihuana.
PBC,
marihuana y
cocaína.
PBC,
marihuana y
cocaína.
Centro de
rehabilitación
Centro Fuente de
Agua Viva,
Chaclacayo, Lima.
Lugar de
procedencia
La Victoria,
Lima.
Centro Fuente de
Agua Viva,
Chaclacayo, Lima.
San Juan de
Lurigancho,
Lima.
Centro Fuente de
Agua Viva,
Chaclacayo, Lima.
Casa de Retiro Las
Lomas, Huanchaco,
Trujillo
Pachacamac,
Lima.
La
Esperanza,
Trujillo.
La
Esperanza,
Trujillo.
Pachacamac,
Lima.
Pueblo Libre,
Lima.
San Borja,
Lima.
Iglesia-Hogar
Rompiendo
Cadenas, San Juan
de Lurigancho,
Lima.
Iglesia-Hogar
Rompiendo
Cadenas, San Juan
de Lurigancho,
Lima.
Centro Fuente de
Agua Viva,
Chaclacayo, Lima.
San Juan de
Lurigancho,
Lima.
Centro Fuente de
Agua Viva,
Chaclacayo, Lima.
Santiago de
Surco, Lima.
Ventanilla,
Callao.
San Borja,
Lima.
15
Hemos ordenado las sustancias colocándolas de mayor a menor consumo en cuanto a la incidencia que
han tenido en las experiencias de riesgo de los jóvenes entrevistados. Las sustancias aquí consideradas
son las que cada entrevistado señaló en sus relatos.
23
Nombre y sexo
de entrevistado
Edad
Nº de
entrevistas
Marlon, hombre.
19
1
Sustancias de
16
consumo
Marihuana y
cocaína.
Julio, hombre.
24
1
PBC, marihuana
y cocaína.
Centro de
rehabilitación
Centro Fuente de
Agua Viva,
Chaclacayo, Lima.
Centro Fuente de
Agua Viva,
Chaclacayo, Lima.
Centro Victoria,
Iquitos
Luis Omar,
Desconocido
16
1
hombre.
Tabla 1. Lista y datos relevantes de los jóvenes entrevistados.
Lugar de
procedencia
Pueblo Libre,
Lima.
Ate, Lima.
Pampa chica,
Iquitos.
En esta investigación, a partir de los relatos sobre las experiencias intentamos
dar una mirada profunda sobre cómo es abordado el consumo de drogas, la
percepción de lo cotidiano, las relaciones, sus horizontes de expectativa, etc.
Las entrevistas a los jóvenes fueron realizadas en el transcurrir de su vida como
residentes en centros de rehabilitación para adictos17 y su experiencia no
parece destinada a crear una nueva realidad, sino más bien anuncia la
emergencia de nuevas formas de vivirla. En ese sentido, es preciso señalar que
se ha tratado de preservar las formas del lenguaje utilizado por los jóvenes, por
lo que los relatos han sido reproducidos de manera exacta en el presente
documento. Estos incluyen modismos y expresiones coloquiales, algunas de las
cuales pueden estar reñidas con las reglas y normas de la lengua española. Es
por ello que hemos colocado entre corchetes [ ] el significado de estas palabras
o expresiones. Asimismo, hemos incluido como anexo el “Glosario de términos
y estilo en los relatos de los jóvenes”, para una mejor comprensión de estos
términos.
En cuanto a lo que hemos denominado como “biograma”, hemos utilizado esta
herramienta gráfica para recoger algunos elementos básicos de sus biografías y
ciertas implicancias en sus experiencias de consumo de drogas.18 En una hoja
grande de papel los jóvenes trazaron con marcadores de distinto color dos
16
Hemos ordenado las sustancias colocándolas de mayor a menor consumo en cuanto a la incidencia que
han tenido en las experiencias de riesgo de los jóvenes entrevistados. Las sustancias aquí consideradas
son las que cada entrevistado señaló en sus relatos.
17
A excepción de un sólo caso, la joven entrevistada estuvo internada en un centro años antes de
contactarla. Al momento de la entrevista había vuelto al hogar materno, luego de recaer en el consumo y
vivir por más de seis meses en el hogar pastoral de su iglesia.
18
Para obtener información ampliada sobre cada “biograma”, se puede consultar el anexo:
“Caracterización de los sujetos de estudio. Una mirada a sus ‘biogramas’.”
24
líneas paralelas. En la primera marcaron puntos y describieron brevemente su
vida en general, desde que nacieron, su infancia, la escuela, su inicio en las
drogas, la llegada al centro, etc. En la segunda, denominada su vida en las
drogas, colocaron puntos y describieron los sucesos que consideraron los más
relevantes de su vida en ese mundo. Al terminar, junto con ellos, trazamos
ciertas relaciones entre los puntos de una y otra línea, para nosotros hipótesis
de trabajo; para los jóvenes, algunas razones de su consumo.
En cuanto al trabajo de campo, inicialmente tomamos la decisión de indagar en
dos ciudades del Perú: Lima y Trujillo. En el campo, debido a la información
relevante que fuimos recolectando sobre medios alternativos de recuperación,
decidimos dirigirnos también a la ciudad de Iquitos. El trabajo de campo
estipulaba una mínima inmersión de 4 meses en el contexto de interés, lo cual
se consiguió desplazándonos hacia las tres ciudades citadas. Lima, la capital
del Perú y ciudad que concentra a más de ocho millones de habitantes, con una
prevalencia de consumo de drogas ilegales del 5,1% de jóvenes estudiantes,
siendo el promedio nacional de 4,6% (Devida, 2011:31). La ciudad de Trujillo,
ubicada a 561 Km. al norte de Lima, lugar que, según la primera encuesta
urbana de victimización, encabezó las ciudades peruanas con mayor incidencia
de atracos (Ciudad Nuestra, 2011). Finalmente Iquitos, que nos permitió el
acercamiento a una forma de recuperación poco indagada pero relevante: la
que se realiza a través de la planta denominada Ayahuasca (Mabit, 1994).
Para lograr una estrategia efectiva y viable fue preciso tener en claro a nuestros
sujetos de estudio. Para ello empleamos el tipo de muestreo denominado no
probabilístico, considerando que el proceso de selección fue subjetivo y guiado
por determinadas características. En este caso tuvimos muestras de
conveniencia, utilizadas en investigaciones exploratorias donde el investigador,
en concordancia con lo planteado por R. Guber, está interesado en conseguir
una aproximación a la realidad a partir de determinados grupos y espacios.
25
Como parte de la unidad de análisis principal de la investigación, denominada
por otros autores como unidad de observación (Torrado, 1993), se contempló a
los jóvenes peruanos consumidores de drogas ilegales internos en los centros
de terapia, conceptualizados bajo las categorías de jóvenes consumidores de
drogas ilegales y adictos, lo cual nos permitió la flexibilidad de entrevistar
también a otros jóvenes que en alguna etapa de su vida estuvieron internados
en estos centros pero que en el momento de la entrevista ya no estaban, como
en el caso de Gisela.19
Los jóvenes entrevistados, como hemos descrito anteriormente, cumplían con la
característica de ser o haber sido consumidores de drogas ilegales. Cabe
señalar que debido a que sólo en el momento específico del trabajo de campo
se “puede detectar cuáles son los grupos relevantes y significativos” (Guber,
2005:119), el número y las características exactas de nuestra muestra se
conocieron al finalizar esta etapa. Además, en dos casos, las edades de los
entrevistados no pertenecían exactamente al grupo estipulado en cuanto a la
edad, 16 años en uno y 33 en otro, sin embargo, nos brindaron información
relevante. Por lo tanto, cada situación en que utilicemos esta información en el
análisis se indicará con un asterisco (*) junto a sus nombres.
Otra unidad de análisis fueron los familiares de los jóvenes, conceptualizados
como elementos relevantes en su relación con la cronología del sujeto en el
mundo de las drogas y porque se considera que la construcción del “espacio de
lo privado” debe ser incorporada dentro de la narración que hace posible la
constitución del individuo (Morán, 2007:14). Conseguir el contacto con los
familiares fue una de las situaciones más complicadas del trabajo de campo.
Los jóvenes entrevistados, casi en su totalidad, se negaron a que
conversáramos con sus padres. Pese a tal negativa, tenemos valiosas
entrevistas con las madres de dos de ellos.
19
Para mayor información ver el anexo: “Caracterización de los sujetos de estudio. Una mirada a sus
‘biogramas’”.
26
Asimismo, se consideraron como unidad de análisis a los expertos en el tema
de las drogas ilegales, como investigadores, representantes de gobierno,
agentes municipales, representantes de la sociedad civil, etc. En esta unidad
también se consideran los directores, coordinadores y encargados de los
centros de rehabilitación para adictos.
En un primer momento, la información proporcionada por estos ha servido de
materia prima para las entrevistas ya que dieron pistas de algunas líneas o ejes
principales de la problemática en los jóvenes. Los expertos son directores o
asesores de centros de terapia, directores de organismos gubernamentales y
no
gubernamentales,
consultores,
un
embajador,
etc.
A
continuación
presentamos el listado de los entrevistados, que está ordenado de manera
alfabética, junto a la institución que representan o donde laboran. Además,
hemos colocado una breve descripción de los entrevistados, que incluye datos
relevantes que sustentan la elección de cada uno de ellos.
Nombre del entrevistado (a)
Institución
Datos relevantes
Agustín Rivas
Albergue Supay
Chacra
Alejandro Moreno
Centro Fuente de
Agua Viva
Dr. Anthony Henman
Investigador
independiente
Chamán oriundo de Loreto, experto en
rituales y ceremonias con Ayahuasca.
Uno de los más reconocidos chamanes
de la selva amazónica que asegura que
el Ayahuasca es la base para un
tratamiento efectivo contra las
adicciones. Propietario del albergue
Supay Chacra, ubicado a 45 minutos
navegando desde Iquitos por el río
Amazonas.
Coordinador del Centro Fuente de Agua
Viva (casa comunidad), exadicto y
actual consejero en adicciones.
Pionero de la discusión sociológica de
las drogas en Brasil, exasesor del
gobierno de Evo Morales y actualmente
20
investiga el consumo de San Pedro en
el Perú. Defensor de la legalización de
las drogas. Apoya el tratamiento de las
adicciones a través de la hoja de coca
molida y mezclada con ceniza.
20
Trichocereus pachanoi: cactus con alto contenido de mezcalina.
27
Nombre del entrevistado (a)
Institución
Dra. Carmen Masías
Devida
Datos relevantes
Directora ejecutiva de Devida,
exdirectora de ONG CEDRO. Una de las
personas con mayor experiencia y,
actualmente, de la más alta jerarquía
política en el tema relacionado con las
drogas ilegales en el país.
Edward Tennison
Centro Fuente de
Coordinador del Centro Fuente de Agua
Agua Viva
Viva, exadicto y actualmente consejero
en adicciones. Persona clave en la
presente investigación, gracias a él
hemos tenido acceso a las tres casas de
este centro así como al presidente de la
Asociación de Comunidades
Terapéuticas del Perú.
Germán Arguedas
Oficina Municipal
Exadicto, expolicía, agente de la Oficina
de Prevención y
Municipal de Prevención y Lucha contra
Lucha contra las
las Drogas de Ventanilla. Nos guió en la
Drogas de
visita al hueco La posta. En el camino
Ventanilla
consideramos que su testimonio y su
experiencia en el mundo de las drogas
eran valiosos para la tesis.
José Zarzar
Casa de Retiro, Las Director de la Casa de Retiro, Las
Lomas
Lomas, Trujillo. Exadicto, actualmente
consejero en adicciones y uno de los
principales promotores de la terapia con
base comunitaria del norte del país.
Luis Gavancho
Legaliza Perú
Promotor y uno de los directores de
Legaliza Perú, institución que promueve
la despenalización del consumo de
marihuana y otras drogas ilegales
“naturales” en el Perú.
Raúl Matute
Centro Victoria de
Coordinador del Centro Victoria de
Puerto Alegría
Puerto Alegría, Iquitos. Exadicto y
actualmente
coordinador
(hermano
mayor) del citado centro. Gracias a él
tuvimos acceso a esta comunidad, a la
cual hay que llegar a través de un bote
administrado por el mismo centro. La
entrevista fue detenida a través de una
llamada telefónica del director del
centro.
Embajador Rodolfo Benítez
Ministerio de
Subdirector de Asuntos multilaterales de
Relaciones
Cuba. El único participante de la
Exteriores de Cuba Conferencia Internacional sobre Drogas
Ilegales que en su discurso se refirió a
los sujetos con problemas de adicción
de las drogas ilegales. También hizo
referencia sobre la dinámica y políticas
para la recuperación de los jóvenes con
problemas de adicción a las drogas en
Cuba.
Tabla 2. Lista y datos relevantes de los expertos entrevistados.
28
Si bien, no hemos considerado en el presente documento todas las
declaraciones obtenidas, debemos destacar nuestra participación en el Primer
Encuentro sobre Reducción de Daños en Perú. Allí pudimos registrar las
declaraciones de especialistas de los diversos sectores involucrados en la
problemática de las drogas, en especial del Dr. Carlos Cachay, subdirector
general del Hospital de Salud Mental Honorio Delgado-Hideyo Noguchi.
La unidad de estudio21 de la presente tesis es el centro de terapia para adictos.
En él también nos hemos concentrado en los espacios relevantes como los
patios, las salas de reunión, el comedor, salas y áreas de audiovisual y de
cómputo, los que cotidianamente son circulados por los jóvenes, de quienes,
siguiendo el sentido que le confiere Michel de Certeau, tomamos en cuenta los
significados que incorporan a los relatos de dichos desplazamientos (1996:115116). Otra unidad de estudio, que surgió a partir del trabajo de campo, fue el
hueco de consumo. Se trata de una zona de difícil acceso que puede ser un
basural, una casa abandonada o un terreno baldío; estos espacios albergaron,
en la mayoría de historias recogidas, a los jóvenes en sus momentos de mayor
consumo de drogas.
Los centros de terapia que se visitaron en las tres ciudades fueron el Centro de
Rehabilitación Fuente de Agua Viva, ubicado en el distrito de Chaclacayo, y la
Iglesia-Hogar Rompiendo Cadenas de San Juan de Lurigancho, ambos en
Lima. En Trujillo realizamos las entrevistas en Casa de Retiro Las Lomas. En la
ciudad de Iquitos en el Centro Victoria, donde el director Jaime Núñez nos negó
la continuidad de las entrevistas, argumentando que era necesario evaluar la
solicitud presentada. Se presentó el documento que FLACSO otorgó para estos
fines, sin embargo, el Sr. Núñez no nos otorgó el permiso para continuar con el
21
Estuvimos atentos a cualquier oportunidad relevante para conseguir información y dejamos abierta la
posibilidad de tener algunos otros espacios como unidades de estudio (hogares, centros de diversión,
etc.). Sin embargo, el factor tiempo y el de seguridad sólo nos permitieron el acercamiento al hueco La
posta.
29
trabajo iniciado. Otro espacio fue visitado en las afueras de Iquitos, en la
localidad de Tamshiyacu, donde ingresamos al albergue Supay Chacra.22
De esta manera, hemos dado un breve recorrido a través de las
consideraciones metodológicas de la tesis. Hemos dejado constancia de
nuestro procedimiento para abordar las trayectorias biográficas y cómo el
construccionismo nos ha servido de enfoque para acercarnos a las experiencias
de riesgo de cada joven. Asimismo, hemos expuesto la estrategia metodológica
y las técnicas de investigación empleadas en el trabajo de campo. Bajo el
modelo de análisis de la sociedad del riesgo a continuación presentaremos
algunas de las inseguridades y amenazas de nuestro tiempo.
22
Vocablos quechua que en español significan “terreno agrícola del diablo”.
30
PRIMERA PARTE
31
I. Una aproximación teórica a la sociedad del riesgo
(…)¿cómo concebimos nuestra sociedad,
si captamos el riesgo como un
problema universal que no puede
ser evitado ni eludido,
sobre todo cuando en otras épocas
el riesgo concernía sólo a los navegantes,
a los recolectores de hongos
o a cualquier otro grupo que
se expusiera al peligro?
(N. Luhmann)23
Para entender con más exactitud el contexto de la tesis, es conveniente, junto al
esclarecimiento de la aproximación teórica empleada, delimitar la significación
exacta de una serie de conceptos que son centrales en el desarrollo de la
investigación que nos ocupa. Los más importantes son los concernientes a la
sociedad del riesgo, modernidad reflexiva, modernidad líquida, individualización,
clase, instituciones zombis, etc. Los cuales desarrollaremos a lo largo del
presente capítulo y que nos permiten considerar que los problemas de talla
mundial, como el de las drogas ilegales, no se pueden resolver solamente
dentro de los Estados nacionales. Si bien las alianzas supranacionales tratan de
resolverlos, pero contra toda lógica estos problemas avanzan. La lucha contra
el narcotráfico genera más muertos cada año, la adicción a las drogas legales e
ilegales se convierte en una de las principales causas de accidentes y muertes
en todo el orbe.24 A la par, esta situación origina una creciente conciencia de
23
En “Sociología del riesgo” (1992:22).
En referencia al uso del término adicción: “Aplicado al consumo de sustancias psicoactivas, hace
referencia a un deseo fuerte y apremiante —atribuido a sentimientos internos en vez de a influencias
externas— de consumir la sustancia (o sustancias) en cuestión. A veces, el consumidor se da cuenta de
que este fuerte deseo es perjudicial para su bienestar e intenta deliberadamente evitar el consumo. Este
sentimiento es más característico del trastorno obsesivo-compulsivo, un síndrome psiquiátrico, que de la
dependencia del alcohol y las drogas” (OMS, 1994:25). La adicción en la actualidad sigue siendo un
24
32
que los Estados no pueden frenar las problemáticas aisladamente.
Pero las drogas no son el único riesgo, existe una larga variedad de ejemplos
en otros campos, como en el financiero y sus crisis globales, el cambio
climático, el terrorismo visto después del 11-S, y la más reciente amenaza
nuclear, como la de Fukushima. A través de ellos la gente enfrenta la
posibilidad real de verse cara a cara con catástrofes y que las soluciones no
puedan resolverse dentro del Estado nacional. Son circunstancias que provocan
a las naciones y motivan a las personas a construir nuevas barreras alrededor
de los países. Detrás de todo ello existe un elemento crucial, señala Beck, el
imperativo cosmopolita: o cooperamos o fracasamos. De hacerse caso omiso a
este imperativo, el peligro crecerá siempre a medida que intentemos encontrar
respuestas a escala nacional.
En la actualidad hablamos de “riesgos” siempre que nos resulta “imposible
predecir con exactitud las consecuencias de acciones que pretendemos llevar a
cabo, y de aquí que toda decisión sea ambigua y todo deseo de actuar sea
ambiguo” (Bauman, 2001a:83). Esta falta de claridad del presente es el
resultado del impulso constante de aclarar la situación de ambigüedad y
sugiere, por tanto, que precisamente lo que no puede preverse es lo que
produce situaciones inéditas y si se incorporan a la “conciencia general, la
sociedad comienza a moverse” (Beck, 2002:137). La “mayor parte de la
ambigüedad profundamente sentida brota hoy de los esfuerzos dispares y
difusos por eliminar la ambivalencia de unos lugares selectos, separados y
siempre confinados” (Bauman, op. cit.). Así, la ambigüedad de la sociedad del
riesgo continúa, ejerce poder y gobierno como un formidable agente de
progreso.
Podemos decir que estamos frente a un proceso dialéctico en el cual, por un
lado, seguimos construyendo barreras, insistiendo en resolver algunos de
término en discusión pero ampliamente utilizado, tanto por los profesionales como por el público en
general.
33
nuestros más grandes problemas de manera aislada. Es el caso de Europa,
región en crisis y que tiene en Alemania a un claro ejemplo de mantener por sí
sola su estabilidad económica. Si bien la única forma de superar esa crisis es
encararla de forma conjunta, por el contrario, cada país se preocupa primero
por sí mismo y luego por Grecia o España. Por otro lado, retóricamente se
apunta hacia nuevas formas de fusión social para dar respuesta a esos grandes
retos. El resultado: los discursos, la retórica política y las propuestas políticas,
permanecen aún en la esfera pública sin incidir realmente en la arena
económica.
Pero cuando se trata de amenazas, el hombre se inclina por ser profundamente
conservador. Si alguien nos ofrece seguridad, estamos dispuestos a ceder
hasta nuestras bases democráticas, incluso las más profundas (Zepeda, 2012).
Como lo veremos más adelante, es cuando se ponen en juego la integridad y la
supervivencia, las cuales están acotadas en un contexto de cambio que se
produce de forma subrepticia y no planeada, tal como lo plantea la
modernización reflexiva (Giddens, 1990; Lash, 1993). Nuestra época, es como
una especie remolque de la modernización que implica una radicalización que
quiebra las premisas y contornos de la sociedad industrial, la cual abre vías a
una modernidad distinta. La modernización reflexiva significa también un
cambio de la sociedad industrial de forma cautelosa, dentro de un orden político
y económico intacto (Beck, 2001:13-17). Los marxistas y funcionalistas decían
que una sociedad nueva sustituirá a la antigua sin que exista una revolución,
nosotros, a pesar de nuestros miedos y temores, somos testigos de ello.
La modernización social, por tanto, puede reconocerse cuando lo público ya no
existe como algo fijo, ahora es más bien “líquido”. Es lo que Z. Bauman (2003)
denomina como modernidad líquida, que va imponiendo a la condición humana
cambios radicales que exigen reflexionar los viejos conceptos que la
articulaban. Algunos conceptos que desarrolla este autor al respecto son
individualidad, tiempo/espacio, comunidad, entre otros. Desde la sociología
34
cultural debemos interesarnos por comprenderlos –en torno a los cuales la
narrativa de la condición humana ha girado– como unos zombis. En la misma
línea que U. Beck los define, se tratan de instituciones, espacios, hábitos y
conductas que están vivos y muertos al mismo tiempo25 (En Bauman, 2003:12).
1.1 Las nuevas formas de la modernidad: un recorrido a través de las
últimas décadas
En la segunda mitad de los años 90 del siglo pasado, un grupo de pensadores
se situaron en el centro del discurso de lo social: U. Beck, A. Giddens, S. Lash,
M. Castells y Z. Bauman, montándose sobre un grupo de intelectuales
franceses que, desde los años 60 hasta bien entrados los 80, habían sentado
las bases del pensamiento vigente de la época. Se trataba de un grupo
heterogéneo y complejo, desde M. Foucault y J. Kristeva a P. Bourdieu y J.
Derrida (Anta, 2011:16).
Se estaba dando un cambio profundo y complejo en nuestra manera de ver las
cosas, el cual se profundizaba aún más porque en ese momento estaba siendo
vivido. Este cambio tenía que ver con el paso de una sociedad industrial a otra
de tipo reflexiva, donde el conjunto de las normas y procesos sociales que
caracterizaban la modernidad, más o menos lineal y que tenía algún tipo de
racionalidad –lo que dio lugar a un mundo de causa-efecto–, conlleva a una
sociedad que empuja hacia una forma específica de imponer un cierto control,
en gran parte desde la política, sobre lo social, lo económico y lo cultural.
De esta manera, la sociedad se va convirtiendo en la imagen de su propio
ideario y la sociología parece haber encontrado un modelo construido por ella
misma: un conjunto de teorías políticas, sociales y económicas que demuestran
la fuerza de un pensamiento atractivo. Esto nos permite observar algunos
países desarrollados que persisten en la idea de “lo podemos hacer solos”, lo
que eleva las probabilidades de catástrofes económicas que no podrían
25
Este autor utiliza como ejemplos ilustrativos de este nuevo fenómeno a la familia, la clase y el
vecindario.
35
resolverse, sin embargo, sería posible evitar esta situación sólo si se
considerara al “otro”. Ya no es posible dejar de lado al “otro”, está entre los
ciudadanos del primer mundo aunque no lo quieran, ya sea como un
competidor en el empleo o un agente con quien deberían colaborar para
subsistir ante el cambio climático o la crisis financiera.
Sin embargo, a pesar de contemplar al “otro” entre “nosotros” existen problemas
que parecen imposibles de remediar. Los cambios y las nuevas formas que se
han producido por la industrialización han generado otros problemas que las
sociedades agrícolas y preindustriales no imaginaban. No solamente nos
alejamos de la idea de la fortuna como eje directriz de la acción humana –esta
se sustituye por el término de riesgo–, sino que además experimentamos
nuevos problemas debido a la contingencia del comportamiento humano y
social. Esta modernidad comparece como el umbral temporal donde se produce
una expansión del tiempo, donde además aparecen las opciones sin fin y,
correlativamente, los riesgos también se expanden (Ortega, 2006:219).
Confiando plenamente en el poder y dominio del hombre frente a la naturaleza,
las sociedades han creado una enorme infraestructura técnico-científica para
resolver una serie de dificultades que experimentamos en todo el mundo. Por
un lado, la biotecnología pretende resolver los problemas de la producción
alimentaria modificando genéticamente los niveles de rendimiento de plantas y
vegetales. Por el otro, se desconocen las implicaciones para la salud humana,
la naturaleza y el futuro de los mismos productos modificados. Si el automóvil
de inicios del siglo XX aumentó las posibilidades de desplazamiento, el del siglo
XXI tiene una pesada carga en su contra. Los accidentes ocurridos en relación
con este vehículo han generado más muertes que las dos guerras mundiales.
Mientras el CERN se mantiene en la búsqueda de la partícula de Dios y la vida,
el cáncer es aún la enfermedad que representa uno de los principales
problemas de salud a nivel mundial.
36
También pueden ilustrarse los componentes constitutivos de los riesgos de este
(intento de) dominio del hombre frente a la naturaleza a través del mercado
global: tenemos la experiencia de la crisis asiática hacia finales del siglo pasado
o la crisis bursátil mundial de octubre del 2008. De igual forma podrían ilustrarse
los aspectos básicos de la sociedad del riesgo tecnológico y ecológico global
mediante la conmoción antropológica de Chernobil, en 1986. Está también la
menos conocida catástrofe de Goiania en Brasil (Galeano, 1994), a inicios de la
década siguiente, y que demostraba que esta región del mundo era todavía una
tierra del olvido, donde el mercado formal podría estar sustentado en gran parte
por los recursos provenientes de cualquier bando, tanto de las grandes
transnacionales como del narcotráfico.
En la constante búsqueda de control en las últimas décadas, de una
determinación de nuevas formas de vida y de la disminución del riesgo, las
sociedades actuales van encontrando todo lo contrario, el descontrol o la
imposibilidad de control es lo recurrente. La única certeza es la verdadera forma
de funcionamiento de la realidad: incertidumbre y el caos evidentes. Es posible
referirnos sobre la modernidad como un “estado de perpetua emergencia”,
inspirado y alimentado por una figura, o la sensación de la existencia de una
“mano invisible”,26 que ordena con el objetivo de que todo no se termine en el
próximo segundo. Sin esa presencia, el mundo y lo construido en él se viene
abajo, se autodestruye. “Sin acciones preventivas o ataques anticipatorios, una
catástrofe. La alternativa a un futuro prediseñado es el gobierno del caos. Los
asuntos humanos no pueden abandonarse a su propia suerte” (Bauman,
2005:46), es por este motivo que es indispensable su diseño a pesar de todo.
En esa misma búsqueda constante, esta vez de carácter político y legal, surge
el control de la prohibición, la que también ha mostrado sus nuevas formas ante
el contexto del riesgo. El marco legal prohibicionista es quizá el factor que más
violencia y criminalidad ha traído en los últimos 5 años en gran parte del mundo.
26
En este punto nos servimos de esta metáfora, que expresa en economía la capacidad autorreguladora
del libre mercado, ampliándola a las arenas social, política y ambiental.
37
Cabe recordar que, con la excepción de uno o dos intentos locales de prohibir el
alcohol, todas las drogas eran legales en los Estados Unidos de Norteamérica,
desde su nacimiento como nación hasta los inicios del siglo XX. Las primeras
leyes antidroga eran generalmente localizadas, los esfuerzos estaban dirigidos
contra diversos grupos minoritarios; tal fue el caso de las leyes antiopio chino,
focalizadas en la costa oeste, o las leyes antimarihuana, dirigidas a los
mexicanos en el suroeste, y que generaron poca atención entre los ciudadanos
estadounidenses (Eyle, 2011:2).
En las dos últimas décadas, la prohibición ha enviado a las cárceles a miles de
consumidores de drogas con largas penas carcelarias, ha institucionalizado la
corrupción y disparado las redes, mafias y carteles del narcotráfico. El comercio
y uso de drogas se ha castigado con largas condenas, cadenas perpetuas o la
pena de muerte en algunos países.27 La magnificación de la maldad
intrínsecamente pura de las drogas tiene efectos visibles sobre el bienestar de
las personas y de la sociedad. Aunque tenemos el contraejemplo de las
consecuencias violentas de la Ley Seca,28 en los Estados Unidos de
Norteamérica, los gobiernos persisten en un camino similar en relación con las
drogas ilegales, a excepción del consumo del cannabis, que está siendo
despenalizado en ciertos países o en Estados de algunos de ellos.
El concepto de sociedad del riesgo, plenamente vigente en la actualidad, tiene
estrecha relación con la ambivalencia. Por un lado, observamos a la sociedad
que está en permanente guerra contra el narcotráfico. Por otro, un grupo
significativo de intelectuales, representantes y miembros de la sociedad civil
que están a favor de la legalización de las drogas.29 En la relación de guerra
27
Egipto, India, Emiratos Árabes Unidos, Indonesia, Irán, Irak, Kuwait, entre otros.
“en 1933, la fuerza de los hechos motivó a los legisladores estadounidenses a aprobar la 19º enmienda
a la Constitución, que derogaba la Ley Seca. En el propio senado de Estados Unidos se afirmó que la Ley
Seca ‘ocasionó una increíble corrupción, injusticia e hipocresía y dio lugar a la fundación del crimen
organizado’” (López-Muñoz & Alamo, 2006:1382).
29
En al plano político-social, y bajo el contexto amenazador de guerras y prohibición, A. Giddens y U. Beck
no descartan que se puedan generar respuestas a través de movimientos sociales. Es preciso que
consideremos que el tema de las drogas es abordado también por la sociedad civil desde estos frentes,
propugnando la legalización y despenalización de algunas sustancias. La importancia de sus acciones ya
28
38
interactúan dos conflictos, uno de ellos abarca las instituciones e instrumentos
formales en colapso, y el otro pertenece a un submundo que maneja un negocio
con características inelásticas30 y que es repelido por las fuerzas de control y
vigilancia. Los principios que rigen los cálculos de riesgo se ven socavados: no
es posible compensar económica ni moralmente los daños ocasionados. Pierde
sentido asegurarse frente a una situación como ésta, en tanto que el Estadonación podría colapsar en algunos lugares del mundo; es así como hemos leído
y escuchado muchas veces el término “narco-estado”. Finalmente, aparecen
nuevas
opciones:
mercados
paralelos,
corporaciones
de
fachada,
proteccionismo y ejércitos privados, protección para-militar.
Por otro lado, existen algunas nuevas formas de la modernidad, como las
inmersas en el plano familiar e individual. Estas las desarrollaremos con
extensión en los siguientes acápites, pero como adelanto señalaremos que son
evidentes los cambios que son producto de las aspiraciones de las
generaciones jóvenes. Mejor educación y una aspiración de ingresos superiores
–símbolos convencionales del éxito medido en ingresos, carrera, estatus– ya no
satisfacen las nuevas necesidades para poseer una vida plena. Se trataría,
entonces, del “regreso (infinito) de las preguntas “¿soy feliz de verdad?, ¿me
siento realmente satisfecho?” (Beck, 1998:126), las que nos llevan a elevarnos
de nuestras raíces para verificar si estamos sanos o no. Es el continuo de la
vida, en donde lo cotidiano se torna más acelerado, en tanto, los sujetos se fijan
metas que al alcanzarlas se convierten en otras nuevas. En ese contexto,
instituciones como la familia varían y se adaptan. El individuo también lo hace,
se aleja pero no se extrae del mundo, sólo construye nuevas formas de
relación.
no se concentran únicamente en la densidad interpretativa de sus símbolos. Es decir, persiguen el objetivo
de que aquello simbólico logre articularse con algo más totalizador y que sea realmente capaz de remover
estructuras sociales (Vich, 2004:77).
30
En referencia a que las drogas ilegales tienen una curva de demanda inelástica, o que son insensibles
respecto a cambios en otra variable, como el precio. El consumo de drogas ilegales es inelástico respecto
al precio, pues los cambios en este no modifican su consumo, es decir su demanda. “Si un bien tiene una
elasticidad de demanda mayor que 1, en valor absoluto, decimos que tiene una demanda elástica. Si tiene
una demanda menor que 1 en valor absoluto, decimos que tiene una demanda inelástica” (Varian,
1999:275).
39
Para una mejor comprensión de estos temas, continuaremos desarrollando el
contexto teórico de la segunda modernidad a través de la conceptualización de
“modernidad reflexiva” y “modernidad líquida”, propuestas diferenciadas en su
denominación pero que coinciden en sus aristas esenciales, además que
aluden a una misma época.
1.2 “Modernidad reflexiva” y “modernidad líquida”
La modernidad reflexiva se plantea como un cambio producido de forma
subrepticia y no planeada, cambio que implica el quiebre de las premisas y
contornos de la sociedad industrial y que abre vías a una modernidad distinta
en el orden político y económico. Es la emergencia de una nueva sociedad,
donde lo paradigmático no es el aumento de la pobreza sino la riqueza que
aumenta en manos de pocos, la misma que produce un cambio axial en los
tipos de problemas dentro del ámbito de relevancia y la cualidad de la política,
pero que también va “minando sus formaciones de clases, estratos,
ocupaciones, roles de género, familia nuclear, fábricas, sectores empresariales”
(Beck et al., 2001:15). Es decir, es un proceso por el cual una modernización
socava y da paso a otra, la reflexiva.
La tesis de la modernización reflexiva, tal como lo señala S. Lash, tiene como
principal supuesto la progresiva liberación de la agencia de la estructura. Un
ejemplo evidente es el cambio social en la vida económica, especialmente, en
el desarrollo de un nuevo marco que podría denominarse, en términos del
mismo autor, “acumulación reflexiva” para el crecimiento económico. Esta
situación se explica a través de las nuevas formas, sumamente crecientes, de
consumo especializado. Ello trae como consecuencia formas de producción
también flexibles, de modo que la estructura fuerza a la agencia para ser libre,
que dejen atrás estructuras “fordistas” vinculadas a normas. Es un proceso que
se ha entendido en términos de “especialización flexible” (Beck et al.,
2001:348).
40
Es posible saber de contextos donde el consumo especializado es el motivo
para que las empresas ya no produzcan a gran escala, sino más bien la
tendencia es producir series más pequeñas de un producto determinado y de
diversa gama. Los elementos indispensables, además de la flexibilidad, para
que ello sea posible son innovación más rápida, proceso de diseño intensivo de
nuevos productos, mucho más trabajo, intensividad en conocimientos,
reflexividad, etc. Con este cúmulo de elementos, el control de los trabajadores
mediante reglas se ha reemplazado por la autonomía del sujeto: el autocontrol.
Hablamos de una “reflexividad estructural” en el sentido de que las reglas y
recursos del lugar de trabajo, que no controlan más a los trabajadores, se
convierten en objeto de reflexión para la agencia (op. cit.).
Así es cómo, en la modernidad reflexiva, los individuos se han ido liberando
progresivamente de la estructura, tienen que redefinirla o, expresándolo de
manera más radical, deben reinventar la sociedad y la política. En tanto más
sociedades se modernizan, más agentes adquieren la capacidad de reflexionar
sobre sus condiciones sociales de existencia y cambiarlas. Cuanto más avanza
la modernización de las sociedades, tanto más se disuelven, consumen,
cambian y son amenazados los fundamentos de la sociedad industrial que,
incluso, contradice los fundamentos de la Ilustración a pesar de ser producto de
ella.
Entendamos pues la reflexividad de la modernidad como el hecho de que la
mayoría de los aspectos de la actividad social y de las relaciones materiales
con la naturaleza, se someten a revisión continua a la luz de nuevas
informaciones o conocimientos, piezas claves en las instituciones modernas.
Sin embargo, la reflexividad mina la certeza de ese conocimiento, por lo que
está en permanente corrección. En ese sentido, A. Giddens señala que es “un
fenómeno complicado debido a las muchas posibilidades de pensar en la
reflexividad existentes en las condiciones sociales de la modernidad” (1997:33).
41
En concordancia con estas premisas, cuando la era de la “modernidad sólida”
llega a su fin, señala Z. Bauman, aparece la “modernidad líquida”. En contraste
con aquella que conserva sus formas y persiste en el tiempo, que se pensaba
duradera, la modernidad que vivimos es como los líquidos: no tiene forma y se
transforma constantemente, fluye según la situación que la conduce. Este autor
considera entonces adecuada la metáfora de la liquidez para aprehender la
naturaleza de la fase actual: de desregulación, de flexibilización y de
liberalización de los mercados. Las pautas establecidas se han desvanecido, ya
no son predeterminadas, sino que estamos frente a una versión privatizada de
la modernidad.
El peso de la construcción de pautas y la responsabilidad del fracaso caen
totalmente sobre cada individuo, en tanto somos parte de una modernidad que
es líquida y ya no sólida. Así, se va imponiendo a la condición humana cambios
radicales que exigen reflexionar en los viejos conceptos que articulaban la
modernidad. Un rasgo muy interesante de la vida moderna y de sus puestas en
escena sobresale de manera particular: el cambio en la relación entre espacio y
tiempo. Es la “diferencia que hace toda la diferencia”, la que se erige como
atributo crucial del que derivan todas las demás características de esta
modernidad líquida (Bauman, 2003:14).
La individualización, concepto que desarrollaremos con mayor extensión más
adelante, caracteriza al modo en que llevamos adelante nuestras vidas,
“concede a un número cada vez mayor de hombres y mujeres una libertad de
experimentación sin precedentes –pero también acarrea la tarea sin
precedentes de hacerse cargo de las consecuencias–” (Op. Cit: 43). Es
entonces un concepto estructural, relacionado con el estado de bienestar, con
el “individualismo institucionalizado”, pues, la mayoría de los derechos se ha
pensado para individuos, no tanto para las familias. A través de estos derechos
se invita a la gente a constituirse como individuos: “a planear, a entender, a
diseñarse como individuos y, en caso de que fracasen, a culparse a sí mismos.
42
De forma paradójica, la individualización implica, por tanto, un estilo colectivo de
vida” (Beck, 2002:14).
Todo razonamiento acerca de
la forma de hacer frente al impacto de la
individualización y el modo en que llevamos adelante nuestras vidas debe partir
de la aceptación de ese hecho, a pesar de que la otra cara de la moneda podría
ser la corrosión y desintegración del concepto de ciudadanía. Joël Roman,
coeditor de Esprit, señala en su reciente libro “que la vigilancia se halla
degradada a su función de custodiar bienes, mientras que el interés general no
es más que una junta de egoísmos, simpáticas emociones colectivas y miedo al
prójimo” (Bauman, 2003:42). Esto debería incitarnos a buscar o renovar la
capacidad de decidir juntos, lo que es notoriamente escaso hoy en día.
Si el individuo es el enemigo número uno del ciudadano, y si la individualización
pone en aprietos la idea de ciudadanía31 y la política basada en ese principio,
es porque las instituciones les otorgan otras preocupaciones a los individuos,
que son distintas a las que se esperan. En términos de Hanna Arendt, estamos
ante “la vaciedad del espacio político” (En Bauman, 2001b:109). En nuestra
época ya no existe el espacio ni el individuo que reclame para sí una
comunidad política. El arquetipo actual es un miembro leal pero a la sociedad
de consumidores, donde todo es elección, salvo la compulsión a elegir. La
compulsión que se convierte en adicción sólo es percibida como la actividad de
comprar. Esto es, los adictos a las compras, son vistos como simples
consumidores. Este tema nos sirve de nexo de los siguientes acápites,
específicamente en los cuales nos enfocamos al consumo de las drogas
ilegales.
31
“la ciudadanía se define como un conjunto de derechos y deberes para todos los miembros de la
comunidad política, pero además es un ideal a cerca de la pertenencia y, en este sentido, incorpora un
sentido semántico que implica la igualdad, la comunidad política como representante de cierta comunidad
cultural y la membresía (única) a un Estado, siendo este quien define –política y territorialmente- los límites
de la comunidad” (Bobes, 2002:373).
43
1.3 Los riesgos en la escena mundial: construcción discursiva de las
consecuencias perversas de la modernidad y materialización de las
amenazas
Para el desarrollo de este acápite es preciso señalar una serie de situaciones,
escenas o cursos de acción que, en una época de modernidad reflexiva,
conllevan riesgo y sacuden las políticas de contingencia nacionales e
internacionales: la contaminación de los ríos derivada del vertido de los
residuos químicos de las empresas mineras, papeleras, siderúrgicas,
cementeras y, en menor escala, pero igual relevante, el narcotráfico; la
contaminación del aire producido por monóxido de carbono liberado por los
automóviles y tránsito pesado, los gases liberados por la industria, la quema de
plantaciones e incendios forestales; la lluvia ácida que se extiende sobre las
plantaciones agroindustriales y los bosques de los países industrializados, que
se produce como efecto de los vertidos de gases contaminantes, etc.
La conceptualización de la sociedad del riesgo nos lleva a reflexionar en un
punto donde el riesgo es mundial, puesto que existen peligros fabricados y
anticipados por los seres humanos que no se dejan sitiar en fronteras
geográficas, temporales o sociales. Si bien existen, como ya hemos venido
desarrollando, varios aspectos clave, las crisis ecológicas y sus múltiples
consecuencias son de absoluta relevancia. La justificación de la importancia
ecológica en el debate de la sociedad del riesgo se plantea desde hace pocos
años entre posturas realistas y socioconstructivistas. Desde la primera, las
consecuencias y peligros de la industrialización avanzada son producciones
globales, y concibe el riesgo mundial como la forzosa socialización global de los
peligros creados por el mismo hombre. Situación que refuerza el imperativo
cosmopolita de la cooperación y las instituciones de orden internacional. Sin
embargo, en opinión de U. Beck, las fundamentaciones realistas serían
insostenibles debido a que representan una “conciencia colectiva sedimentada,
fragmentada y mediada por los medios de comunicación” (2008:128).
44
Para la postura socioconstructivista, la sociedad del riesgo mundial no es el
resultado de la globalización de los problemas, aquellos que son sustentados a
través de estudios, y mediciones científicas y de las ciencias naturales. Vendría
a ser, entonces, el resultado de “coaliciones discursivas transnacionales”,
gigantes grupos de poder y actores mediáticos que colocan en la agenda
pública la amenaza medioambiental global (op. cit.:129).
A continuación, con el fin de mantener claridad en el desarrollo de la
perspectiva de la sociedad del riesgo, reproducimos una tabla en relación con
las posiciones teóricas y epistemológicas sobre el debate entre realismo y
constructivismo.
Tabla 3. Posiciones teóricas y epistemológicas realismo-constructivismo
Epistemología
Realismo estricto
(ingenuo)
Teoría
Ecología humana
Sociología del medio
ambiente
Modernización ecológica
Teóricos
Catton
Dunlap
Huber, Jänicke, Spaargaren
y Mol
Dickens, Burns y
Dietz
Realismo flexible
(reflexivo)
Teoría social verde
Constructivismo flexible
(realismo constructivista)
Modernización reflexiva
Beck, Giddens y
Eder
Teoría de la red de actores
Teoría de la elección racional
Teoría de la cultura
autopoietica
Teoría de sistemas de la
gubernamentalidad
Latour
Esser y Douglas
Luhmann
Constructivismo estricto
(ingenuo)
32
Ewald, Rose y Ericson
Al hablar de los medios de comunicación es preciso también reconocer que
estos desarrollan y cumplen un rol vital en el contexto del riesgo. Si bien son los
generadores de opinión, para la gran mayoría de personas es la forma más
próxima de saber sobre el cambio climático y diversas problemáticas. A
propósito del tema investigado, los medios otorgan la posibilidad a las personas
de enterarse sobre las transformaciones del consumo de drogas ilegales, pero
32
Beck, 2008:131.
45
este tema no está presente como debería, incluso muchas veces, como lo
demuestran los estudios, el fenómeno del consumo de drogas es poco
entendido o comprendido. Junto con la disminución en la percepción de riesgo,
se ha normalizado la presencia del consumo y ha decrecido la información
preventiva en los medios. Desde la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción
advierten que esta “desaparición” es uno de los aspectos más peligrosos de la
actual situación. Si no somos capaces de volver a concienciar a la sociedad de
que el consumo de drogas puede tener consecuencias graves, nos
encontraremos con problemas muy importantes en el futuro (Echeverría, 2006).
La imagen decadente del abusador de drogas ilegales siempre tiene mayor
cobertura que la imagen de los jóvenes construyendo alternativas frente al
problema (Carvajal, 2010).
Sin embargo, existen muchas más problemáticas, que no tendrán la misma
relevancia pero que pertenecen al cotidiano desenvolvimiento e interrelación de
los seres humanos. Entre estas figuran el riesgo que supone para uno mismo la
circulación como conductor, pasajero o peatón por las autopistas; el peligro de
accidentes o atentados terroristas realizando viajes en avión; la amenaza de
envenenamiento derivado del consumo de comida manufacturada, enlatada o
de productos de origen animal o vegetal contaminados; el riesgo de quedar
desempleado como efecto de las continuas reestructuraciones empresariales
que se acomodan a la demanda; los niveles de riesgo de nuestros fondos de
pensión en relación con las pérdidas o ganancias de las inversiones que
realizan las administradoras de estos fondos; las contingencias financieras de
los mercados bursátiles y cambiarios; los riesgos de padecer efectos
secundarios por el consumo de productos farmacéuticos o una intervención
quirúrgica. A pesar del avance tecnológico y de producción en serie, persisten
los peligros producto del mal funcionamiento técnico de automóviles, aviones,
trenes, barcos, entre otros. Así como los riesgos de fracaso al introducir un
nuevo producto de consumo de masas: automóviles, computadoras, celulares,
perfumes, etcétera.
46
Todos estos riesgos, producidos en el escenario de la etapa inicial de
industrialización, los hemos heredado y perfeccionado en la segunda
modernidad. No hemos podido eliminar los riesgos, sino más bien, algunos han
aparecido y otros se han ido transformando. De esta forma, el riesgo toma la
escena mundial como un "constructo social histórico”, que es el discurso
basado en la determinación de lo que en sociedad consideramos como fuera de
lo normal e inseguro. “El riesgo es la ‘medida’, la determinación limitada del
azar según la percepción social del riesgo, surge como el dispositivo de
racionalización, de cuantificación del azar, de reducción de la indeterminación”,
como lo señala J. Beriain, para referirse a la presencia de esta métrica en la
modernidad reflexiva (1996:9). Estamos ante una expansión temporal de las
opciones sin fin y una expansión correlativa de los riesgos que a diario nos
habla en todos los ámbitos de existencia. A cambio, nos brinda más
posibilidades
de
experiencia
y
acción
que
pueden
ser
actualizadas
cotidianamente.
Por otro lado, el concepto de riesgo se impone en las especialidades científicas
más diversas y en las ciencias más variadas. En la ciencia económica ha
ofrecido el tradicional tratamiento estadístico de los cálculos del riesgo, el cual
persigue primordialmente una fundamentación del beneficio empresarial a
través de la absorción de la incertidumbre. A las estadísticas se han añadido las
aplicaciones de la teoría de la decisión y de los juegos, que se ocupan
especialmente del grado de subjetivización oportuna de expectativas y
preferencias. Como reacción a esto, los psicólogos sociales han establecido
que los hombres no calculan como deberían hacerlo en el caso de atribuir más
importancia al predicado “racional” empleado por la estadística. El ser humano
no comete errores, afirman algunos entendidos, mientras que otros dirían que
actuamos de manera conveniente según sea el contexto. Es así que se sabe
que las amas de casa en los supermercados seleccionan y elijen los productos,
haciendo un balance entre su reducido presupuesto, las necesidades de sus
familias y el riesgo de no llegar a fin de mes; mientras que los niños de la calle
47
en Perú pueden calcular los riesgos de manera altamente exitosa, pero de
modo muy distinto a los métodos impartidos en las universidades.
Asimismo, en roles como el de la dirección de las organizaciones, donde la
racionalidad,
precaución
y
responsabilidad
frente
a
los
riesgos
son
requerimientos clave, estos no pueden ser cuantificados como en otros casos.
Es por este motivo que hoy se constata la necesidad de efectuar una corrección
importante en el interior de este modelo cuantitativo de cálculo de riesgo,
guiado por expectativas subjetivas de beneficio. N. Luhmann define esta
corrección con la expresión el umbral de catástrofe, a partir de este, sólo se
aceptan los resultados de semejante cálculo, cuando no se traspasa el umbral
más allá del cual el infortunio se experimenta como catástrofe (Beriain, 1996:
125).
Las economías de subsistencia, como la del sector agrario, son en gran medida
proclives al riesgo. Los medios de comunicación siempre nos muestran las
historias de familias enteras que trabajan en la selva peruana cultivando hoja de
coca (usualmente no la procesan). El trasfondo de estas noticias señala que los
agricultores utilizan este cultivo como una caja chica, ya que sobre sus cultivos
legales siempre recae la amenaza por pérdidas de cosecha, dificultades de vías
de comunicación para sacar sus productos u obtener un buen precio en el
mercado. Es obvio que todos estos riesgos tienen relación directa con el
hambre y la pobreza extrema. La hoja de coca sería entonces el candado que
asegura relativamente la subsistencia, a pesar de la forma de ilegalidad que
practican, lo cual acarrea otros riesgos.
La sociología, que también ha fijado su atención en el problema del riesgo, tras
el debilitamiento de los prejuicios anticapitalistas, encuentra “una nueva
oportunidad para completar con un nuevo contenido su viejo rol, el de alarmar a
la sociedad” (op. cit.). Sin embargo, Luhmann hace este irónico llamado a la
reflexión en el sentido de que la sociología no debería observar a la sociedad
48
desde fuera, ya que opera en su interior. Al entregarnos a temas de máxima
actualidad, como es el caso del consumo de drogas ilegales, debemos dejar
muy en claro cuál es el objeto de la realidad que abordaremos, observando las
operaciones sociales y las estructuras que permiten estas operaciones; de no
hacerlo, carecería de sentido realizar la investigación. De esta forma,
tendremos suficientes razones para ocuparnos de la acotación del ámbito
objetivo perteneciente a la investigación de las experiencias del riesgo, las de
consumo de drogas ilegales y los horizontes de expectativa en las trayectorias
biográficas de los jóvenes entrevistados.
Ante lo expuesto en el presente acápite, la modernidad plantea una relación de
control, que a su vez crearía novedosas situaciones y discursos de riesgo social
que anteriormente no existían. Esto nos lleva a reflexionar sobre nuevas formas
dinámicas de interrelación, tratando de superar el marco de entendimiento de lo
que fuera concebido como una relación estática de la naturaleza sobre el
hombre.
1.4 La liberalización de las formas sociales: clases, instituciones zombis e
individualización
Vidas narradas y narraciones vividas es el título de la obertura de uno de los
importantes textos de Z. Bauman, La sociedad individualizada (2001). Texto
que nos presenta una función sociológica que no “corrige” las historias que
contamos sobre nuestras vidas, sino que permite mostrar que existen otros
modos de contarlas. Nos permite apreciar y analizar las numerosas
dependencias a las que los individuos están sujetos –entre ellas las drogas
ilegales–, que son escasamente observables desde el punto de vista de la
experiencia personal generalizada. Bajo esas circunstancias, la sociología
también permite relacionar las acciones y decisiones individuales con los
orígenes más profundos de sus problemas y temores.
49
Ante la afectación de estos problemas y temores, ¿es posible que pensemos en
un destino social de clase? ¿Se nace con un destino orientado hacia algún
extremo? Tradicionalmente se pensaba que uno quedaba fijado a ella al nacer,
que se acarreaba desde la juventud hasta la vejez. Todos los estamentos de la
vida se veían influenciados por la clase, tales como el lugar y el rol laboral, la
alimentación, vivienda, amistades y relaciones sentimentales, colegas de
trabajo, afinidades políticas y religiosas y, cuando era imprescindible, contra
quién se protestaba.
Este marco es válido hasta los años 50 del siglo pasado, pero ya no lo es para
el desarrollo posterior hasta el presente. Es la etapa cuando empieza a
resquebrajarse la compleja unidad de una “‘comunidad mediada por el mercado’
y acuñada estamentalmente, y que Max Weber resumió en el concepto de
‘clases sociales’” (En Beck, 1998:112). Elementos como la situación material
mediada a través de oportunidades específicas del mercado, la vigencia de las
tradiciones, estilos de vida, la conciencia de vida comunitaria y de redes de
contacto, etc., se disuelven, se transforman, hasta quedar irreconocibles por las
crecientes dependencias de conocimiento y educación. Es el carácter casi
impositivo de las oportunidades para la movilidad y la extensión de las
relaciones de competencia.
Sin embargo, en la actualidad, en las sociedades avanzadas, la estructura de la
desigualdad social presenta todos los atributos de una sorprendente estabilidad.
A pesar de todas las transformaciones y cambios, en tecnología y economía,
pese a todas las reformas generadas en las últimas décadas del siglo pasado,
las relaciones de desigualdad entre los grandes grupos de la sociedad, en
esencia, no han cambiado. En el mismo espacio de tiempo se han suavizado
socialmente las cuestiones relativas a la desigualdad. De las protestas que se
han producido –salvo ciertas excepciones– poco conocemos de sus propuestas
50
y de los resultados obtenidos, por ejemplo, de los indignados españoles o los
Occupy Wall Street.33
Sin que la estratificación social tradicional haya perdido vigencia34 –estamos de
acuerdo con Weber en que la clase se construye sobre tres dimensiones
paralelas: económica, la política y la social –, presenciamos el surgimiento de
categorías que nos presentan una novedosa caracterización de los sujetos en la
estructura social.35 Sin embargo, el riesgo no respeta la idea tradicional de
clase social, de nuevas categorías, de nacionalidad, de género o etnia. Por el
contrario, sí afecta de manera más directa a los países, comunidades o agentes
con menos recursos, pero termina por ser también una amenaza que tiene el
perverso sistema de igualar a todos sin atender a las economías, la ubicación
burocrática, niveles culturales, estatus, etc., ya sea directa o indirectamente. El
riesgo se traslada, ubicándose en el espacio que más amenaza represente.36
Las situaciones de amenaza global surgen así, para equiparar la dinámica
social y política de conflicto que estas contienen; riesgos e inseguridades
sociales, biográficas y culturales que en la modernidad avanzada han recortado
y transformado la estructura social interior de la sociedad industrial. Además de
las clases sociales, se han transformado las formas familiares, las situaciones
sexuales, el matrimonio, la paternidad, la profesión. Somos testigos de este
33
Es como el contrasentido de un viejo refrán: se dice el santo pero no los milagros.
Teniendo en claro que U. Beck ha sido atacado por los defensores de la “clase”, que lo señalan de
haber “declarado la muerte de la clase”. A lo que este señala como fracaso por parte de esos defensores,
al no poder reconocer la transformación y radicalización de las desigualdades sociales en un mundo
globalizado. Es posible seguir estas críticas y respuestas en: Atkinson, W. (2007). Beck, Individualization
and the Death of Class, British Journal of Sociology 58(3): 349–366. También en: Beck, U. (2007). Beyond
class and nation: reframing social inequalities in a globalizing world. British Journal of Sociology 58(4) 679705.
35
Robert Reich indica que las personas que actualmente participan de manera activa en la economía se
las puede dividir en cuatro amplias categorías o clases: los manipuladores del símbolo, aquellos que
inventan ideas y maneras de hacerlas deseables y vendibles; los que participan en la reproducción del
trabajo, los educadores o diversos funcionarios del estado de bienestar; las personas empleadas en
servicios personales, como los vendedores de productos; y, finalmente, la clase a la que pertenecen las
personas que en el último siglo y medio formaban el sustrato del movimiento obrero, aquellos atados a la
cadena de montaje o, en los lugares más avanzados, a las redes informáticas y a los artefactos
automatizados (Bauman, 2001a:39).
36
Como en el caso del último atentado terrorista en la maratón de Boston (15 de abril del 2013). Dos
ciudadanos de origen ruso hicieron explotar dos bombas caseras, asesinando y mutilando a varias
decenas de personas en las calles de esa ciudad estadounidense.
34
51
cambio social dentro de la modernidad, en cuyo transcurso los seres humanos
son liberados de las formas sociales de la sociedad industrial, lo que deja como
resultado situaciones familiares disruptivas, orientaciones sexuales diversas
(heterosexuales, homosexuales, bisexuales, transexuales, etc.), la ampliación
de los parámetros tradicionales del matrimonio, las familias constituidas por
padre-padre e hijos o madre-madre e hijos, entre muchos más resultados.
Este contexto nos sirve para abordar el tema de las instituciones zombis, tal
como lo plantean U. Beck y Z. Bauman, este último, incluso, retoma este asunto
para profundizar en el estudio de la individualización. Se trata entonces de
instituciones que están muertas y todavía vivas, son las que a pesar de su
escasa presencia siguen vigentes, dos buenos e ilustrativos ejemplos de este
nuevo fenómeno son la familia y el vecindario. Es frecuente que a la pregunta
por el futuro de la familia se parta de supuestos falsos para responderla, pues
se coloca frente a frente a la forma conocida de la familia nuclear y tradicional
con algún estado difuso o perverso de carencia familiar. En ese caso, es
correcto pensar que lo más probable no es que un tipo de familia elimine al otro,
sino que surjan y existan al mismo tiempo un gran número de formas familiares.
Es más, las formas extrafamiliares de convivencia también deberían figurar en
esta transformación, así muchas de ellas caracterizadas como convivencia
prematrimonial, las paternidades y maternidades con uno o dos divorcios de por
medio, las paternidades o maternidades sin divorcio de por medio, etc., serían
integradas como diversas fases en una vida familiar dentro de esta segunda
modernidad.
La pluralización de las formas de vida como consecuencia de procesos de
modernización es vivida y atacada por muchos como una amenaza de los
valores culturales, de la ética y de las bases de la vida del mundo moderno. Sin
embargo, alejados del apoyo o de la crítica, debemos reconocer su existencia,
la cual desde hace mucho tiempo se calla o se habla en voz muy baja. Para
muchos, “el abandono del matrimonio y de la familia les parece un
52
individualismo
exacerbado
contra
el
que
hay
que
actuar
política
e
institucionalmente mediante las medidas adecuadas para proteger la familia”
(Beck, 1998:156). Ante la mayor reflexividad del individuo, es sumamente difícil
pensar en políticas efectivas para contrarrestar lo que cae por propio peso.
En relación con el individuo, la mayor diferenciación de las personas
(comportamientos, experiencias y caracteres) no es sencillamente algo dado
por la naturaleza, tampoco se trata del aislamiento de los individuos, del que a
veces se habla. La individualización se trata de una cuestión macrosocial, en el
sentido institucional, de aislamiento en el espacio comunitario, de cambio del
vecindario o de transformación del barrio. Son relaciones que se construyen de
manera distinta, que se han trasladado a las pantallas de las PC, laptops,
tablets y celulares que sirven de soporte a una gran variedad de redes sociales
o comunidades virtuales. Lo que se ha incrementado en gran medida es “la
separación y la diferenciación de las personas en sus relaciones mutuas” (Elias,
1990:144) como un ajuste y adaptación al contexto, a las instituciones.
El individuo, ciertamente, rompe los lazos tradicionales, las formas de las
relaciones mutuas y las de protección, pero a cambio se ajusta a las
constricciones del mercado de trabajo y del consumo, así como se va
definiendo de acuerdo con las estandarizaciones y controles implícitos –
escasamente
visibles
sería
la
condición
exacta–
que
implican
esas
constricciones (Beck, 1998:167). A esta situación se le suma una característica
actualmente muy visible: la conectividad permanente, esta “permite que el
trabajo se filtre en el hogar y en las redes de amistades, también es posible que
la comunicación personal penetre los límites formales del trabajo” (Castells,
2006:135).
En la actualidad conocemos una variante de la liberalización que deja hombres
y mujeres alejados (no desvinculados) del designio divino, individuos que no
son irracionales, pero que “por muy diligentemente que examinen su
53
experiencia vital difícilmente encontrarán una estrategia que les pueda ayudar a
cambiar a favor suyo las reglas del juego” (Bauman, 2001a:21). Los individuos
no podrán cambiar las reglas, sin embargo, sí existe una reciprocidad en juego:
en tanto la sociedad va configurando la individualidad de sus miembros, estos
van formando la sociedad a partir de sus acciones. En ese mismo tiempo
continúan desplegando estrategias viables dentro de la red de sus
dependencias, las que están siendo socialmente tejidas. Y es que la posibilidad
de una mayor individualización es un aspecto que alude a una transformación
social ajena al control de los agentes.
Para finalizar el presente acápite y el primer capítulo de la tesis, consideremos
que tanto U. Beck, como Z. Bauman y Anthony Giddens, hacen hincapié en que
la individualización sería mal interpretada si se considera como un proceso que
se deriva de una elección consciente o, de preferencia, por parte del individuo.
La idea fundamental es que la individualización en realidad se impone al
individuo a través de las instituciones modernas (Beck, 2007:681).
54
II. La Sociedad del riesgo y las drogas ilegales en el contexto
regional y nacional
Se intuye que el dar más riesgos
a aquellos que soportan
mayores riesgos
sabe a una injusticia elemental.
(Mary Douglas)37
El hambre desayuna miedo.
El miedo al silencio aturde las calles.
El miedo amenaza: si usted ama, tendrá sida.
Si fuma, tendrá cáncer. Si respira, tendrá contaminación.
Si bebe, tendrá accidentes. Si come, tendrá colesterol.
Si habla, tendrá desempleo. Si camina, tendrá violencia (…)
(E. Galeano)38
Uno de los efectos más evidentes de la época en la que vivimos es la
equiparidad de los riesgos. El Perú ya no está lejos, no es más una porción
territorial aparte ni distante, ahora es un espacio donde se comparten y se
reparten los riesgos globales. En el texto seminal de U. Beck, La sociedad del
riesgo, el siguiente segmento de su prefacio describe concisamente la idea de
equiparar los riesgos: “Ha llegado el final de los otros, el final de todas nuestras
posibilidades de distanciamiento” (1998:11). En la década de los 80,
precisamente en 1986, Beck escribía esas líneas pensando en los “otros”, en
los judíos, negros, mujeres, comunistas, etc. Hoy en día, luego de un cuarto de
siglo, esos “otros” adquieren vigencia y nos incluye.
Es así como se va imponiendo en todos los países del planeta esta visión
mundializada pero que, en voces menos optimistas, “intenta reducir la política a
37
38
Douglas, 1986:32.
Galeano, 1993:154.
55
la ética, con el afán de convertir a cada agente social en un pequeño
empresario de su propia vida, responsable de su éxito, pero también de su
fracaso, de su miseria económica, cultural y simbólica” (Bourdieu & Wacquant,
2005:8). Somos conscientes de que tanto los riesgos como las riquezas son
objeto de repartos, sin embargo, en la región y específicamente en el Perú se
trata de bienes y repartos (disputas) completamente diferentes. Estos podrían
asegurar más éxitos que fracasos sólo para algunos.
En la sociedad del riesgo, las desigualdades y el reparto de los riesgos siguen
el esquema de clases pero a la inversa: “las riquezas se acumulan arriba, los
riesgos abajo”, esto nos permite afirmar que los riesgos no disuelven la
sociedad de clases sino que la fortalecen. Además, producen nuevas
desigualdades internacionales entre las sociedades no occidentales (Tercer
Mundo) y los Estados industrializados (Beck, 1998:41). Asimismo, la relación
entre riesgos y clases es más directa, de tal manera que la distribución del
riesgo refleja sólo la distribución vigente de poder y la posición social: “Cuando
se puede evitar realizar un daño mayor a una población numerosa trasladando
una industria peligrosa a un área escasamente poblada se plantean cuestiones
éticas fundamentales” (Douglas, 1986: 32).
La historia peruana, y en general latinoamericana, está compuesta por escenas
donde esos cuestionamientos éticos se desvanecen detrás de intereses de
diversa índole. Es una historia que “parece sumergida en un tiempo
macondiano, detenido por efectos de la manera recurrente en que las imágenes
sobre el tráfico de drogas y el conflicto armado invaden nuestra cotidianidad”
(Maya, 2001:192). Es la reiteración de la puesta en escena de uno de los
riesgos relevantes en esta región y sus variantes: el narcotráfico, el narco
Estado, la violencia amenazante, etc. Es uno de los riesgos que penetra y
habita en las salas de nuestras casas y, en tanto la globalización, en las casas
de los habitantes de cualquier parte del mundo. Se crea entonces una nefasta
identificación de los ciudadanos latinos con las figuras del narcotráfico, el
56
narcotraficante y las drogas ilegales.
De esta manera damos paso al desarrollo del segundo capítulo de la tesis,
donde se presenta el concepto de la sociedad del riesgo en relación con las
drogas ilegales en el contexto regional y nacional. De esta forma ponemos al
alcance del lector un contraste entre información producida en el ámbito
académico, institucional y gubernamental. Se trata de presentar información
veraz y rigurosa, enfocándonos en el fenómeno de las drogas como uno de los
peligros que afecta tanto al Perú como a Latinoamérica y al mundo entero,
considerando para ello una breve introducción a la problemática en el contexto
regional. Luego, abordamos el tema bajo la categoría de problemática social,
indagando la normatividad y los alcances de este fenómeno, concentrándonos
en el Perú a través de la estrategia peruana de lucha contra las drogas.
Abordamos también las formas comunitarias de rehabilitación, analizando luego
la nueva reglamentación sobre los centros de rehabilitación para adictos a las
drogas en el Perú. Desarrollamos algunos puntos relevantes sobre la política de
Reducción de Daños en el ámbito global y regional, reflexionando sobre las
posibilidades de ésta en el Perú. Finalizamos el capítulo con el caso de la
Oficina Municipal de Prevención y Lucha de las Drogas de Ventanilla.
2.1 Las drogas ilegales,39 uno de los riesgos
El hecho de compartir riesgos, en opinión de U. Beck, también puede
convertirse en una poderosa base de comunidad, que considere aspectos no
territoriales y, a la vez, los territoriales. Hasta ahora el riesgo se ha contemplado
como un fenómeno puramente negativo que hay que evitar o minimizar, pero
también puede considerarse simultáneamente como un fenómeno positivo
cuando implica compartir riesgos sin fronteras, donde las comunidades y
39
En el lenguaje cotidiano el concepto de drogas ilegales suele responder más a estereotipos o ideas
desprovistas de contenido científico. Para un estudio serio sobre este problema, debemos precisar lo que
entendemos por drogas ilegales a través de la definición de la OMS.
“Sustancia psicoactiva cuya producción, venta o consumo están prohibidos. En sentido estricto, la droga
en sí no es ilegal, lo son su producción, su venta o su consumo en determinadas circunstancias en una
determinada jurisdicción. El término más exacto “mercado de drogas ilegales” hace referencia a la
producción, distribución y venta de cualquier droga o medicamento fuera de los canales legalmente
permitidos” (OMS, 1994:34).
57
campesinos cocaleros del Chapare, en Bolivia, o del Valle de los ríos Apurímac,
Ene y Mantaro (VRAEM), en Perú, pueden construirse y reconstruirse como
comunidades de riesgo pero integradas. Compartir riesgos implica la asunción
de responsabilidades, lo que a su vez supone convenciones y fronteras, lo que
podría verse como contradictorio pero necesario debido al carácter multilateral
del problema global de las drogas. Las políticas que se erigen desde un sólo
frente, unilateralmente, hasta hoy las más comunes, “están condenadas al
fracaso” (Toro, 1993:394).
Las políticas de las drogas ilegales están circunscritas, en el contexto global, a
determinados acuerdos y tratados para controlar la producción y limitar su uso.
En estos se establece que el control de la producción y el procesamiento
resultan de vital importancia para combatir el consumo, lo que fija compromisos
entre la comunidad internacional. Si bien en este acápite nos dedicamos a
analizar la situación latinoamericana en relación con las drogas, es inevitable
que consideremos el fenómeno en términos globales y regionales. Uno de los
puntos a destacar es el de la política externa de Estados Unidos de
Norteamérica, donde los 3 últimos presidentes de esa nación han ubicado las
acciones
del
narcotráfico
dentro
del
conflicto
colombiano,
la
lucha
narcoterrorista peruana y la negación boliviana a la interdicción. Esto es
evaluado a través de sus efectos para la seguridad de Estados Unidos en un
lugar de alta visibilidad pública, así han mostrado que, junto con países como
México, son capaces de aplicar la mano dura en la “guerra contra las drogas”
(Tokatlian, 2001:209), intentando fijar unas políticas de Estado frente a los tres
países citados para que disminuyan las voces de quienes ven en el trato a
estos como una intromisión a su soberanía.40
R. Pardo nos recuerda que ya pasaron más de 100 años desde que el 9 de
marzo de 1909 se realizó el primer hito o límite en relación con las políticas
40
“(…) se argumenta que las condiciones que impone el gobierno norteamericano para otorgar su
colaboración constituyen injerencias intolerables en los asuntos internos de los países productores, las
cuales, además, no se justifican dada la reducida contribución que presta para resolver las causas
económicas y sociales de la producción de coca y cocaína” (Cotler, 1999:12-13).
58
sobre las drogas: la Conferencia de Shangai Contra el Opio (En Tokatlian,
2010). Se demarcó y declaró ilegal la producción, posesión, tráfico y consumo
de sustancias derivadas de la amapola, lo que dio inicio a la historia de la
legislación para el control de las drogas en los Estados Unidos, lo cual generó
un efecto en cadena hacia las demás naciones del mundo,41 y Perú o
Latinoamérica tampoco fueron la excepción.
En Latinoamérica, sobre todo en los países con mayor presencia de producción
y tráfico, se han plegado a estas acciones, como el caso de México, que desde
el mes de diciembre del año 2006 inició la guerra contra el narco, hasta el mes
abril de 2011, la cifra de muertos por esta guerra había llegado a 40 mil
personas, incluyendo niños y civiles inocentes (“40 mil…”, 2012). En el cono sur
esta problemática tiene sus especiales características, gran parte de la droga
ilegal que circula a nivel mundial se produce allí. A partir de los años 80 se
comenzó a sembrar coca en Colombia para sustituir la producción de Bolivia y
Perú.
Como en el caso del cartel de Medellín, “una misma organización se hacía
cargo de todo el proceso, desde el cultivo y el procesamiento hasta el
contrabando a EEUU” (Escalante, 2009:88). Vale señalar que en la actualidad
la producción de drogas ilegales sigue teniendo un lugar importante en estos
tres países andinos, siendo responsables de cerca del 100% de la producción
mundial de hoja de coca. En el año 2010, se llegó a cultivar hoja de coca en
149,100 hectáreas, frente a las 221,300 hectáreas que se cultivaban en el año
2000.42 Esta disminución de hectáreas cultivadas, lo cual paradójicamente no
corresponde a las cifras de producción de drogas cocaínicas, tendría su
explicación en tres situaciones: primero, el desplazamiento geográfico de las
41
Cabe indicar que “el control legislativo de las drogas peligrosas comenzó a principios del siglo XIX (…)
se aprobó una legislación para impedir el envenenamiento agudo por sustancias que podían ser
adquiridas en total ignorancia de su potencial mortífero o que podían estar al alcance de quienes
pretendieran suicidarse. En 1868, la Gran Bretaña aprobó leyes farmacéuticas para regular la compra de
sustancias peligrosas (…)” (op. cit.: 68).
42
Desde el 2007, la producción de cocaína ha mostrado una ligera tendencia a la baja, debido
principalmente a la disminución de la producción en Colombia (UNODC, 2011). Sin embargo, otras drogas
entran en el escenario, tales como las sintéticas.
59
áreas de cultivo, es decir, de Colombia hacia Bolivia y Perú. Situación que nos
lleva al segundo punto, ya que en el hábitat natural de la planta los promedios
de producción por hectárea llegan a 2,2 toneladas métricas en Perú, frente a las
1,36 en Colombia (“Rendimiento…”, 2006). Tercero, en el mejoramiento de la
hoja cultivada. Puede decirse que “una de las cualidades de la hoja de coca del
Huallaga (Perú) es su rendimiento. Los ‘cocineros’ emplean menor cantidad de
hoja para producir un kilo de clorhidrato de cocaína.” (Mella, 2012)
Si nos enfocamos a las problemáticas relacionadas con el narcotráfico, en
Colombia, principal referente en el ámbito latinoamericano, la violencia
generada es uno de los temas de reflexión obligatoria. Los medios de
comunicación de ese país han generalizado las categorías cultura de la
violencia y cultura de la muerte, haciéndolas inherentes a la personalidad tanto
individual como colectiva. Para entender mejor la evolución del proceso, es
preciso remontarse a las primeras décadas del siglo XX, año en los que el
proyecto político de Colombia incluía un conjunto de valores y prácticas sociales
que llegaron a convertirse en un programa de acción (Salazar & Jaramillo,
1992). Citando el caso de la región antioqueña, en Colombia, estas acciones
permitieron a la clase dirigente ganar legitimidad en esa sociedad, además de
funcionar con mucha eficiencia, pero al tratarse de un modelo que excluía a
aquellos considerados fuera de la sociedad ideal (vagos, prostitutas, hijos
naturales, etc.), permitía el surgimiento de ciudades paralelas. Estas surgen
como barreras que se colocan para asegurar una vida sin peligros. De un lado
de la barrera, la sociedad ideal, del otro lado, ese Medellín informal que crecía
cada día y que vio nacer a uno de los más grandes narcotraficantes de la
historia: Pablo Escobar Gaviria.
En la actualidad, algunos entendidos opinan que lo que viven países como
Colombia o México, no es una guerra contra el narcotráfico, sino una guerra de
pandillas, denominada también como Turf War (Suárez, 2010). Esta nace como
respuesta de las múltiples presiones de los gobiernos para acabar con este
60
problema. Este escenario obliga a replantearse muchas de las hipótesis
iniciales en relación con esta y toda la problemática derivada, tomando en
cuenta que un problema social se referiría a un “fenómeno social o una
condición social que es percibido como una potencial o directa amenaza al
orden social” (Jamrozik & Nocella, 1998:18). Es preciso señalar que no todos
los problemas sociales pueden ser vistos universalmente como tales, por el
contrario, el caso específico del consumo de drogas ilegales sí lo es, ya que
entre el año 1998 y 2008 creció a nivel global en 20,85 millones de
consumidores43 (Comisión Global de Políticas de Drogas, 2011:4). En
Latinoamérica, más allá que el consumo se ha elevado según el reporte del
2005 y el 2007, lo que preocupa es el hecho del aumento del consumo de
drogas del grupo del éxtasis originarias de Europa occidental y central, sobre
todo entre los jóvenes de mayor capacidad adquisitiva de las ciudades
(UNODC, 2009:144).
Con esta evidencia podemos afirmar que todo el espectro de las drogas, el cual
incluye el consumo de drogas por parte de la población juvenil, es percibido no
sólo como un riesgo sino como un peligro para la sociedad. Tal es el caso de
México que, según la medición del 2011 en el Distrito Federal, reportó que la
prevalencia total del consumo de drogas ilegales, como la marihuana,
inhalantes y cocaína, fue del 21,5%. Cifra estadísticamente mayor a la del 2006,
de 17,8%, y a la del 2003 de un 15,2% (Villatoro et al., 2009; 2011). Según
datos de la CEPAL, el consumo de drogas ilegales afecta principalmente a “la
población juvenil y a los varones más que a las más mujeres (…) el alcohol y el
tabaco, seguidos por la marihuana, son las drogas de inicio más frecuentes de
los pacientes atendidos en centros de tratamiento; pero las drogas ilícitas de
mayor impacto en la salud son la cocaína, la pasta base y el crack” (Arriagada &
Hopenhayn, 2000: 5-6).
En los años 2006 y 2007, la ONUDD y la Comisión Interamericana para el
43
Las drogas consideradas para este estudio fueron opiáceos, cocaína y cannabis.
61
Control del Abuso de Drogas (CICAD), realizaron en seis países de América del
Sur encuestas comparativas entre la población en general. Según esas
encuestas, los niveles más altos de consumo correspondían a Chile, seguido
por Argentina, Uruguay y Bolivia, se notificaron niveles muy inferiores en el Perú
y el Ecuador (UNODC, 2009). Estos niveles inferiores no significan que estamos
frente a una problemática social irrelevante, las últimas investigaciones
realizadas demuestran que los adolescentes y jóvenes inician el consumo de
algún tipo de droga ilícita a más temprana edad (Arriagada & Hopenhayn 2000,
Bahr et al.1998, Laraña 1986). Es preciso señalar que esto empieza con las
llamadas drogas sociales, pasando luego al consumo de las drogas ilegales, así
se percibe la presencia de varios factores de riesgo: “bajo apego escolar, tener
amigos o familiares consumidores de alguna droga o alguna situación
estresante y es aquí cuando tienen la mayor curiosidad por experimentar”
(Bolaños et al., 2008:2).
Esto demuestra que las políticas restrictivas y de guerra contra el tráfico,
comercio y consumo de las drogas ilegales han ocasionado paradójicamente,
en muchas partes del mundo, el aumento del precio de estas y su consecuente
ubicación en segmentos altos de la población. Además, la persona que “es
drogadicto y encuentra que las drogas han subido de precio” se exige un gasto
adicional que no tiene. Las drogas se caracterizan por tener una demanda
inelástica, “ya que no puede dejar de consumir drogas, las comprará a cualquier
precio” (García, 2003).
Como resultado de la suma de estos y otros problemas, de la política
prohibicionista, de los factores asociados, etc., el consumo de drogas ilegales
se considera como una problemática social y un estigma. Esta afirmación se
hace sobre la base de los hallazgos que indican que las drogas utilizadas, en su
mayoría, son “peligrosas”: marihuana, anfetaminas, barbitúricos, LSD y cristal
(Blumer, 2000:88). Las discusiones sobre el consumo de drogas y cómo hacer
que los jóvenes sean conscientes de los riesgos es también una labor que lleva
62
varias décadas. No sólo se basan en la exhortación moral o la educación
abstracta, sino que se esfuerzan por llevar, a través de un análisis y exposición
de la propia experiencia, la difusión de los peligros que entraña su uso. Los
Estados desarrollan “un discurso de protección, inserción e integración de los
jóvenes
a
la
sociedad
moderna,
desarrollando
múltiples
iniciativas
institucionales (programas de asistencia infanto-juveniles, programas de
capacitación y empleo, programas de prevención de alcohol y drogas, etc.)”
(Sandoval, 1997:4).
En el caso del consumo de marihuana, el estigma incluso posee un sustento en
las legislaciones vigentes, las cuales varían sustancialmente dependiendo del
país y del tipo de gobierno. En ese sentido, en Argentina, México, Colombia,
Perú, etc., es legal poseer una dosis personal pero surge la paradoja: la
compra, así sea para el consumo personal, y la comercialización siguen siendo
penalizadas. Por tanto el sujeto consumidor, no obstante las leyes se lo
permiten, es aún visto como un criminal.
De esta manera hemos procurado brindarle profundidad, pero sobre todo
concisión, al tema de las drogas ilegales como un riesgo y amenaza en el
ámbito regional latinoamericano, para una mejor comprensión del fenómeno. En
el siguiente acápite nos concentraremos en esta problemática en el ámbito
peruano.
2.2 Las drogas ilegales en el Perú y la Estrategia Nacional de Lucha contra
las Drogas
En el ámbito peruano, parte de la problemática de las drogas ilegales se
remonta a mediados del siglo pasado.44 Según Paul Gootenberg, antes de que
escuchásemos hablar de narcotraficantes colombianos, una clase de traficantes
44
“Lo más importante fue, en el caso específico de la cocaína, el hecho de que antes de la Segunda
Guerra no era una droga ilegal. Fue una condición jurídica y política ambigua, porque a principios del siglo
XX empezó una campaña internacional para hacer ilegal y criminal la cocaína, que era usada como
medicina como anestésico. También tenía uso legal la hoja de coca en la Coca Cola” (“El nacimiento de
los cárteles…”, 2004).
63
de cocaína a nivel internacional había nacido. Esto sucede entre los años 1947
y 1964, y estaban dirigidos por ciudadanos peruanos, bolivianos, cubanos,
chilenos, mexicanos, brasileños y argentinos. Estos delincuentes fueron
perseguidos por agentes antidrogas de Estados Unidos de Norteamérica,
nación pionera en perseguir el negocio ilícito del tráfico de cocaína. Vale
recordar que la cocaína fue, durante un corto tiempo, un medicamento cuya
producción en pequeña escala se mantuvo como legal en los Andes,
específicamente hasta la década de 1940 (Gootenberg, 2004). En la década de
1950, la cocaína viajaba fuera de Perú y Bolivia a través de contrabandistas en
pequeñas cantidades. A partir de 1960, el flujo fue en aumento, pasando a
contrabandear cientos de kilos anuales, lo cual involucró a miles de productores
de coca en los Andes orientales, lo que dio origen a los primeros laboratorios de
PBC. Paralelamente se fueron perfeccionando las cadenas de expertos en la
exportación, de una diáspora de comercio al por menor y de consumo en Nueva
York y Miami.
De esta forma se va configurando todo un sistema que, a pesar del inicio de un
régimen global de prohibiciones, permite a la cocaína instaurarse en casi todas
las sociedades a nivel mundial, incluida la peruana. En el Perú se han realizado
diferentes investigaciones y estudios epidemiológicos para tratar de conocer las
variaciones del consumo de drogas ilegales a lo largo de las últimas décadas45.
A partir de estos resultados “puede afirmarse que el consumo de drogas ha
seguido en términos generales el patrón observado en otros países, donde se
ha limitado a grupos minoritarios durante mucho tiempo y, luego, con una
expansión explosiva desde fines de la década de 1960” (Castro de la Mata,
2005:130).
El auge internacional que tuvo la cocaína, entre las décadas de 1970 y 1980, ha
tenido su contraparte interna de desarrollo y también de pugnas. La emergencia
45
Tanto el Estado peruano como organismo no gubernamentales se han encargado de dichos estudios.
Tal es el caso de la ONG CEDRO, organización que ha llevado a cabo una serie de estudios sobre la
epidemiología del consumo de drogas en hogares, comenzando desde el año 1986.
64
de otras drogas ilegales, sus vínculos y cadenas causales “seguramente están
mezclados y tienen estrecha relación con la delimitación de la nueva esfera
ilícita de la cocaína en el ámbito trasnacional” (Gootenberg, 2003:27). Este alto
flujo, décadas después, no impidió la aparición y uso de otro tipo de drogas. Por
consiguiente, la CAN y la Unión Europea, en septiembre del 2006, concretan los
temas básicos para el Convenio ALA/2005/17652, el cual daría paso al proyecto
“Apoyo a la Comunidad Andina en el área de drogas sintéticas”.
La idea era generar en estos países el saber o los saberes respecto a las
drogas sintéticas, mediante el intercambio de información y experiencias
acumuladas en Europa. Es importante señalar la falta de interés por parte de
los países miembros de la CAN, pues eran otras las drogas de mayor
prevalencia y problemática en cada uno de estos países. Algunas noticias
periodísticas contribuyeron con la labor de convencimiento, al poner en alerta a
las autoridades frente a evidencias de que era posible la producción y
comercialización de drogas sintéticas en la región. En el caso del Perú,
contribuyó a ese convencimiento la noticia aparecida en el diario Correo, de
Lima, el 10 de noviembre del 2007, en la que informaban sobre una
intervención policial en la que se encontró un laboratorio de metanfetamina en
el acomodado distrito de La Molina. Se decomisó ácido fosfórico, yodo,
hidróxido de sodio, bencina, ácido clorhídrico y 99,000 tabletas antigripales, que
contenían pseudoefedrina, el precursor químico de la metanfetamina.
Sustancias que habrían sido suficientes para la producción de siete a ocho
kilogramos de esta droga, la cual iba a ser enviada a Norteamérica y Europa
(CAN, 2010:9-10).
En la ciudad de Lima, drogas ilegales como la pasta básica de cocaína y la
marihuana no sólo se venden en lugares donde la vigilancia policial es menor,
esto es, en los barrios marginales y zonas empobrecidas; sino que también se
registra la venta de estas y otras drogas, como la cocaína y las drogas
sintéticas, en las zonas más elegantes y exclusivas de la ciudad. Estos lugares
65
no están concentrados en una zona específica, sino dispersos por toda la urbe,
adoptando diversas modalidades, siendo las más conocidas “la venta callejera,
el delivery o venta por teléfono, a través de un dealer o vendedor, la utilización
de niños o niñas, mujeres embarazadas y otras mujeres (burriers o ‘mulas’)
para el tráfico nacional e internacional” (Castro de la Mata: 2005:142).
Un tema de estrecha relación con las drogas ilegales en Perú es el referido a
las políticas y prácticas de tratamiento a las adicciones, las cuales también
están alineadas con la comunidad internacional. Se han suscrito últimamente
diversos acuerdos entre el Estado, representado por Devida,46 y diferentes
organismos civiles cuya actividad gira en torno a la terapia y rehabilitación de
adictos (“FAD…”, 2012). Existen desde clínicas de tratamiento especializado
hasta centros de rehabilitación que se autodefinen como “modalidad de
tratamiento residencial, para la rehabilitación de ciertos perfiles de adictos (…)
hay diversos tipos de comunidades terapéuticas, ajustadas a sus respectivos
modelos culturales y sociales” (“Federación…”, 2012).
Algunos centros apelan en gran medida a factores de cambio determinados por
cierta orientación religiosa o espiritual. Hasta la década pasada, la mayoría de
los centros de terapia se veían expuestos a la denuncia de los “pacientes” que
eran internados en contra de su voluntad, en este contexto, las acusaciones por
secuestro y contra la integridad personal eran las más recurrentes pero en la
actualidad existen figuras legales que les permiten a los centros actuar bajo el
amparo de la ley.47 Asimismo, vale la pena mencionar también que la situación
precaria de muchos de estos centros es evidente, él caso más recordado es el
46
“La Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (Devida), es un organismo público
descentralizado adscrito al sector de la Presidencia del Consejo de Ministros y constituye un Pliego
Presupuestal, encargado de diseñar y conducir la Estrategia Nacional de Lucha contra las Drogas y
constituirse en la contraparte nacional para todos los fondos de Cooperación Internacional destinados a la
Lucha contra las Drogas…” (Devida, 2012).
47
En el reglamento de la Ley 29765, es su Artículo 20º, sobre la Admisión e internamiento, señala que: “La
admisión e internamiento de los usuarios se efectuará:
1. A solicitud de la persona, previo consentimiento informado.
2. A solicitud del tutor, en caso de menor de edad.
3. A solicitud del curador, en caso de interdicto.
4. Por mandato judicial.”
66
que ocurrió el 28 de enero del 2012, cuando murieron 28 personas a causa de
un incendio en un centro de rehabilitación en el distrito limeño de San Juan de
Lurigancho.48
En el otro frente, en el Perú también existen activistas sociales a favor del
consumo legal de drogas. Se trata de los activistas cannábicos de Legaliza
Perú, quienes se definen como una respuesta social al vacío legal existente
entre la posesión no punible de drogas –art. 299 del Código Penal–49 y la
adquisición ilegal de estas, dentro de un marco de respeto a las libertades
individuales y el estado de derecho. Esta es una plataforma ciudadana que
desarrolla activismo a favor de políticas de drogas más eficaces y justas. A la
luz de otros movimientos sociales, expresan la voluntad de construir una
estrategia política diferente de la oficial, además de una política cultural que
asuma las representaciones y los significados de la vida cotidiana (Vich,
2004:64).
Es así que este grupo publica e intercambia información en su página Web
sobre políticas de drogas y sus consecuencias, realiza activismo pacífico
dirigido a los medios de comunicación y la opinión pública, con el fin de
promover el debate público respecto de la necesidad de reformar las políticas
actuales en tema de drogas. Así también promueve la normalización del cultivo
de plantas con principios psicoactivos declaradas ilegales, como la marihuana,
coca, San Pedro, etc., para uso individual directo. Medida que tiene como fin
suprimir el vínculo del usuario de estas drogas con el micro comercio ilegal. De
esta forma se reduce la exposición de los usuarios a la violencia y corrupción
del narcotráfico, así como el riesgo de acceder a drogas sintéticas por contacto
48
En el anexo “El contexto de siniestralidad en las comunidades terapéuticas en el Perú”, se ha elaborado
una crónica con información periodística que reúne los datos más relevantes al respecto.
49
“Artículo 299º.- Posesión no punible No es punible la posesión de droga para el propio e inmediato
consumo, en cantidad que no exceda de cinco gramos de pasta básica de cocaína, dos gramos de
clorhidrato de cocaína, ocho gramos de marihuana o dos gramos de sus derivados, un gramo de látex de
opio o doscientos miligramos de sus derivados o doscientos cincuenta miligramos de éxtasis, conteniendo
Metilendioxianfetamina - MDA, Metilendioximetanfetamina - MDMA, Metanfetamina o sustancias análogas.
Se excluye de los alcances de lo establecido en el párrafo precedente la posesión de dos o más tipos de
drogas” (Urquizo, 2010).
67
con sus redes de micro comercio. A través de su proyecto “Línea verde”, en
colaboración con el Centro de Investigación en Drogas y Derechos Humanos,
evita innecesarias detenciones por posesión y hacinamiento carcelario
(“Asociación…”, 2012).
Bajo el contexto descrito en los párrafos anteriores es que el Estado peruano,
en concordancia con las convenciones internacionales, consideró al narcotráfico
como un accionar perverso y agente principal del consumo, producción y tráfico
de drogas ilícitas, “que daña no solamente la vida y la salud de un gran número
de adolescentes, jóvenes y adultos consumidores, sino también la de sus
familias, en un acelerado proceso que involucra cada vez a más personas y de
menos edad” (Devida, 2007). Cerca de las dos terceras partes de jóvenes
entrevistados en un estudio realizado por CEDRO (2004) reconocen que el
consumo de drogas representa un serio peligro para la salud, mientras la otra
tercera, el 36%, no encuentra posibilidad de daño alguno en el uso de
psicoactivos.
A partir del período de gobierno 2011-2016, es importante señalar la existencia
de una variación real en el ámbito político y el marco legal con que el Estado
enfrenta el problema de las drogas en el Perú. Esto ha posibilitado la creación y
accionar de nuevas agencias para la lucha contra las drogas y la adecuación de
otras a los nuevos retos que se presentan. Carmen Masías, directora ejecutiva
de Devida, señaló en la entrevista que sostuvimos con ella que:
“(…) hay una voluntad política y ese es un cambio que se nota con este
gobierno. El presidente [Ollanta] Humala el 28 de julio cuando asumió el
poder, dejó en claro que uno de los puntos más fuertes y más
contundentes es la lucha contra el narcotráfico. Eso se ha visto reflejado
en esta estrategia que ha sido aprobada por unanimidad por el
presidente y todo el consejo de ministros (…) lo más importante es que
por primera vez un gobierno está poniendo el dinero que está poniendo
para la lucha contra las drogas (…) 223'000,000 de dólares y comparas
68
lo que se ponía antes, en el 2002 se ponía 13'000,000, eso era todo.”
Devida, en una coyuntura política distinta, presentó ante el Poder Ejecutivo
peruano y la opinión pública en marzo del año 2012, la Estrategia Nacional de
Lucha contra las Drogas. Este documento, en comparación con sus versiones
predecesoras,50 es una muestra del desarrollo más profundo y pormenorizado
de las acciones que el actual gobierno estipula emprender. La estrategia tiene
como objetivo reducir drástica y sosteniblemente el tráfico ilícito y el consumo
de drogas, así como sus negativos efectos sociales, políticos, económicos51,
culturales y ambientales incorporando a los productores de cultivos ilegales a la
economía licita. Está basada en tres ejes estratégicos referidos al desarrollo
alternativo integral y sostenible, la interdicción y sanción, así como también a la
prevención y rehabilitación del consumo de drogas.
Sobre desarrollo alternativo integral y sostenible, esperan mejorar las
condiciones económicas, políticas, sociales y ambientales que permitan
desvincular a la población del cultivo ilícito de la hoja de coca, generando
empleo y ocupación para jóvenes, y aprovechando sosteniblemente los
recursos naturales. Con relación a la interdicción y sanción, el objetivo es
desarticular, judicializar y penalizar al crimen organizado, incrementar el
decomiso de insumos químicos, mayor detección e investigación de
operaciones de lavado de activos, además de brindar capacitación y
equipamiento a las instituciones del Estado vinculadas a la lucha contra las
drogas. A través del último eje, sobre la prevención y rehabilitación del consumo
de drogas, buscan desarrollar intervenciones preventivas y terapéuticas para
generar espacios protectores en la comunidad, familia y escuela (Devida, 2012).
50
Estas son la Estrategia Nacional de Lucha contra las Drogas 2002 – 2007 y su actualización, la
Estrategia Nacional de Lucha contra las Drogas 2007 – 2011.
51
Según lo señalado por Adolfo Figueroa, existen dos problemas con las cuentas peruanas. “Uno es el
cálculo de los ingresos provenientes de la producción de la coca y del narcotráfico (…) Mi hipótesis es que
este ingreso ha creado nuevos ricos, pero también el ingreso ha llegado a todos los estratos (…) El otro
problema es el cálculo del ingreso por remesas de peruanos en el exterior. Estas cifras deben ser muy
importantes, y con tendencia creciente, dada la magnitud de la emigración reciente” (En Cotler Ed., 1995).
69
Finalmente, para Carmen Masías, es posible resumir que:
“hay políticas que están bien o que van en camino de uno de los tres
grandes pilares que tiene la estrategia. Uno es control de la oferta, el otro
control de la demanda y el otro es el desarrollo alternativo con inclusión.
Por ejemplo, una de las políticas que estoy tratando acá con el equipo de
implementar es que no puede haber erradicación si antes no se planifica.
El componente de desarrollo en las zonas a erradicar. Es una política de
firmeza en el actuar en el componente de desarrollo alternativo y de
erradicación, pero con el respeto a los derechos de las personas (…) de
que no tengas un doble discurso y que sepan que el cambio de todas
maneras se da.”
Es la primera vez que una profesional con estrechos vínculos con las ONG se
hace cargo de la dirección de Devida. Su predecesor, Ricardo Soberón –ligado
a una ONG defensora de los derechos humanos de los productores y
consumidores de droga–, le auguraba poco tiempo en el cargo, la Dra. Masías
va obteniendo logros significativos en el tema. Ingresar con el tema de la
erradicación de plantaciones de coca al valle del Monzón por primera vez, en 40
años, es uno de esos logros. Otro, otorgarle apoyo económico estatal a la
Oficina de prevención y lucha contra las drogas de la municipalidad de
Ventanilla, programa que abordaremos en el quinto capítulo de esta tesis.
Sin embargo, tampoco es correcto que, a partir de estos elementales avances,
elevemos las expectativas. La penuria, la inseguridad y la ansiedad resultantes
del efecto de la globalización y el fenómeno de las drogas en el Perú
contribuirían a resquebrajar la confianza y los lazos sociales, la familia y las
instituciones de la sociedad, con la consiguiente crisis de las identidades
individuales y colectivas que afectan la integración social, y en consecuencia la
pérdida del capital social acumulado (Cotler, 1999:183).
70
2.3 Las comunidades terapéuticas de rehabilitación para adictos a las
drogas ilegales
En el Perú, existe un enorme déficit respecto a la cobertura del Estado en
relación con el tratamiento a las adicciones. En la Estrategia Nacional de Lucha
contra las Drogas (2012-2016), se estima que existen entre 32 mil y 45 mil
dependientes de drogas cocaínicas en el Perú, para lo cual se dispone de 918
camas para la atención de todos los problemas de salud mental. De éstas sólo
200 camas, menos del 30%, son para la atención específica de drogas, sin que
se reporte de la existencia de alguna cama para tratar a mujeres en caso de
adicciones (Devida, 2012:15).
No se trata sólo de la necesidad de redefinir los ámbitos de responsabilidad
gubernamental, sino más bien de la cuestión de si ciertas tareas aparentemente
“cubiertas” por el Estado, arrojen resultados positivos y sostenibles en relación
con la problemática de las drogas. En consecuencia, es preciso considerar una
política reflexiva, lo que significa el abandono del enfoque político tradicional.
Por ejemplo, Devida y su rol en la rehabilitación de adictos. Esta línea de acción
de las políticas gubernamentales es algo dudoso, y en esta época de
ambivalencia debe ponerse aún más en tela de juicio. El gobierno tiene varios
temas de mayor prioridad, tales como el combate a la desnutrición, la
alfabetización, la lucha focalizada sólo en dos de los eslabones de la droga
(producción y tráfico), etc. Son temas considerados como de mayor costo
social.
Esta situación obliga a dejar de lado las posturas que exigen la exclusividad
gubernamental en el abordaje de la rehabilitación del consumo de drogas. El
núcleo de la argumentación es que el hacerse cargo responsable y
realistamente de esta tarea, impone al Estado una nueva forma de gestionarla.
El Estado debe practicar la autocontención y la renuncia a ciertos monopolios
(Beck et al., 2001:60), sin dejar de considerar el tema como prioritario. Sin que
utilice a las comunidades terapéuticas como una vía de escape de la
71
responsabilidad que, como Estado, debe asumir. Trabajando en dupla con
estas, apoyando y vigilando. Reorientando los recursos humanos y materiales
para que se logre un modelo participativo entre varias instituciones: Estado,
hospitales públicos y clínicas privadas, universidades, comunidad terapéutica,
institutos técnicos de educación superior, familia, etcétera.
Es de vital importancia considerar a la familia. Es la institución que, de alguna
manera, se libera del problema y opta por la rehabilitación del adicto en una
comunidad terapéutica, ve también en ésta una vía de escape. Son tantas las
situaciones que se generan alrededor del consumo de drogas de los jóvenes,
que sus familiares prefieren aislarlos, separarlos del entorno, olvidarse que
existe el problema y encargar la gestión a un tercero. Aunque el
desconocimiento por parte de los familiares es alto, en relación con formas de
rehabilitación, siempre existe algún medio por donde la información o el
contacto con la comunidad terapéutica se hacen efectivos. Las comunidades
tienen diversas formas de promoción de sus servicios, una de ellas son sus
páginas Web, donde colocan todo el proceso de rehabilitación que ofrecen,
matizándolo con imágenes de su infraestructura. Esta es una de las maneras
como la familia conoce, contacta y opta por esta vía, escapando a una situación
compleja, pero transformándola en otra. Es decir, la rehabilitación en sí misma
es un proceso complejo y duro. Además de tener un costo material, implica un
costo emocional y requiere de la participación activa de la familia durante los 12
a 14 meses de internamiento del adicto.
La comunidad terapéutica, vista desde el individuo como una vía de escape,
nos muestra a un joven adicto que se aleja del entorno de consumo como una
forma de evadir diversas realidades y responsabilidades: la cárcel, la muerte, la
compulsión del consumo, etc. En varios relatos obtenidos, hemos podido
conocer que los jóvenes estuvieron a punto de ser recluidos en cárceles debido
a los delitos cometidos. Escapar a la muerte también es una razón que lleva a
los jóvenes a tomar esta vía de escape. Y, finalmente, otro elemento para optar
72
por esta vía es que la compulsividad del consumo de drogas los aleja de toda
forma de control de sus vidas. Es así como los jóvenes desean, aunque no es
una decisión permanente, alejarse del consumo y optan por ser ingresados a
una comunidad terapéutica.
Profundizando en la comunidad terapéutica de autoayuda, es preciso indicar
que estamos frente a un tipo de “institución total”.52 Decimos un tipo debido a
que posee ciertas características que la acercan al concepto, mientras que
otras la distinguen. Las características que coinciden se reflejan en la definición
de estas comunidades, como el espacio “estructurado en el que viven personas
con trastornos por consumo de sustancias psicoactivas para lograr su
rehabilitación. Estas comunidades están a menudo diseñadas expresamente
para personas drogodependientes; operan bajo normas estrictas, están
dirigidas principalmente por personas que se han recuperado de una
dependencia y suelen estar en zonas aisladas geográficamente.” (OMS,
1994:25).
Una característica que también coincide, siguiendo a Goffman (2001:19-20), es
que todas las dimensiones de la vida de los jóvenes adictos se desarrollan en el
mismo lugar, la comunidad terapéutica. Todas las etapas de la actividad
cotidiana de cada miembro de la institución de rehabilitación se llevan a cabo en
la compañía inmediata de un determinado número de otros miembros, a los que
se da el mismo trato y de los que se requiere que hagan juntos las mismas
dinámicas o terapias de rehabilitación. Todas las actividades cotidianas están
estrictamente programadas en unas pizarras, en carteles o en los muros de los
52
El concepto de “institución total” (Goffman, 2001), se refiere a espacios donde el sujeto tiende a dormir,
jugar y trabajar en diferentes lugares, con diversos coparticipantes. Cuando el comportamiento de un
sujeto se aleja de la normalización, una posibilidad es el internamiento y es allí cuando se origina la
ruptura con su vida pasada y libre, transformándose y desarrollando todas sus actividades en un mismo
lugar y bajo una autoridad única o, en el caso de los centros de rehabilitación, bajo una línea de mando
denominada como jerarquía de “hermanos mayores”. Cada actividad se realiza con un conjunto de otros y
están estrictamente programadas bajo un orden vertical. Todas las actividades programadas apuntan a
cumplir los objetivos que tiene la institución para la recuperación del sujeto (Goffman, 2001:19). En un
sentido histórico vale recordar que la práctica del internamiento para los comportamientos desviados, a
comienzos del siglo XIX, “coincide con el momento en que la locura era percibida menos en su relación al
error que en relación a la conducta regularizada y normal.” (Foucault, 1996:51)
73
patios, de manera que la actividad que se realiza en un momento determinado
conduce a la siguiente, y toda la secuencia de actividades se impone de
manera jerárquica, mediante un sistema de normas explícitas y un cuerpo
administrativo representado por el “coordinador de la casa”.
Entre las características que las diferencian, podemos mencionar que las
comunidades tienen cierta orientación religiosa, ya sea católica, evangélica, o
simplemente la presencia de un ser superior que los 12 pasos señalan. Cada
individuo es parte de la rehabilitación, sujeto de autoayuda y de ayuda de los
otros. Es considerado como un residente, no es un interno, paciente u otra
denominación patológica. Tienen además ciertas libertades para salir de los
centros, en cualquier día de la semana, ya sea a pasear, comprar algún
alimento, llamar por teléfono, etc., en las zonas aledañas a los centros. Lo
hacen siempre acompañados de las personas de mayor jerarquía. Esta
jerarquía también es una característica diferencial y los divide entre “hermanos
mayores” y “hermanos menores”. Los primeros obtienen ese estatus al cumplir
determinado tiempo internos y manteniendo las reglas de conducta dentro de la
comunidad. Los “menores” son los que recién ingresan al proceso de
rehabilitación o también puede tratarse de un “hermano mayor” que, al cometer
cierto acto de indisciplina, es degradado.
Otro elemento que caracteriza y diferencia a las comunidades terapéuticas de
una “institución total” es la infraestructura. Por lo general son casas o
residencias que han sido transformadas y acondicionadas para que funcionen
como comunidades. Su infraestructura no fue construida ex profeso. Se
acondicionan residencias, que en el caso del centro Fuente de Agua Viva, por
citar un ejemplo, se ubica en una zona campestre de la clase alta limeña.53
Estas residencias (03) fueron cedidas o alquiladas por sus propietarios para el
funcionamiento de esta comunidad terapéutica. Cuentan con cancha de fulbito,
frontón, jardines, incluso, con piscina. Sin embargo, en los momentos que
53
La zona de Los Cóndores, en Chaclacayo.
74
pudimos permanecer allí, vimos que los internos le daban un uso distinto a la
piscina, la utilizaban para lavar su ropa.54
Estos elementos describen lo que actualmente conocemos como comunidades
terapéuticas o centros de rehabilitación. Pero es preciso señalar que las
comunidades no se crearon en las últimas décadas. Datan de mediados del
siglo pasado y sus inicios se encuentran en la experiencia estadounidense de
Synanon, una derivación de AA que rechazó a los profesionales y al enfoque
clínico para resolver los problemas de adicción. Charles Dederich, un ex
alcohólico, fundó en 1958 esta institución implantando una metodología que
consistía en dar mayor poder a los adictos y ayudarse mutuamente para librarse
de cualquier adicción que tuviesen, fuese esta comer compulsivamente, apostar
o drogarse.
Las comunidades terapéuticas han existido desde hace más de 50 años, sin
embargo, la adicción a las drogas ilegales, condición que se muestra en una
magnitud y dimensión alarmante (Rodríguez, 2009:326), obliga a una
actualización de las mismas. En Latinoamérica, donde enfrentamos nuestros
propios problemas de consumo de drogas legales e ilegales, se comenzaron a
diseñar programas basados en las experiencias norteamericanas y europeas en
la década de 1980. En Buenos Aires, Argentina, fue la sede de unas Jornadas
sobre fármaco dependencia donde participaron miembros de Daytop (Estados
Unidos) y de la Federación Mundial de Comunidades Terapéuticas (WFTC). Era
el año 1985 y al finalizar ese evento se crea la Federación Latinoamericana de
Comunidades Terapéuticas (González, 2001:13).
En el Perú el Centro de Rehabilitación de Ñaña, dependencia del Hospital
Hermilio Valdizán, fue la primera comunidad terapéutica profesionalizada
fundada hace tres décadas (1982). Pionera en el trabajo de investigación y
54
A través de las páginas Web y folletos, las comunidades terapéuticas resaltan este tipo de
comodidades, como las piscinas. Han sido varios los jóvenes que, off the record, señalaron el desengaño
que experimentan al darse cuenta de la ruptura que existe entre lo que promocionan y lo que realmente
encuentran como espacio y el proceso de rehabilitación.
75
tratamiento con enfoque conductual-cognitivo, es el lugar donde se han formado
numerosos profesionales de la salud mental (CEDRO, 2011:120). En el año
1989, bajo el mismo enfoque de autoayuda empleado en otros países, se fundó
la comunidad Paz y Bien. Esta comunidad se crea “como necesidad frente al
desbordante número de adictos a las drogas (…) 4 años después terminaría en
las páginas policiales en un escándalo que dejó dudas por su mala
administración y formas terapéuticas denunciadas como inhumanas.55 Este
proyecto de la lucha por la rehabilitación de adictos llegó a manejar 18 casas a
nivel nacional” (Durand, 2011).
El tratamiento ofrecido Paz y Bien y la mayoría de instituciones que la siguieron,
talvez sea el resultado de la glocalización de determinados modelos de
rehabilitación. Este tratamiento tiene referencias directas con su versión italiana
de Progetto Uomo, se realizaba bajo la premisa de que el adicto era el único
que podía salvar a otro adicto. La gran diferencia local, que tropicaliza el
modelo italiano, es que en Paz y Bien no se permitía intervención alguna de
profesionales médicos ni especialistas en adicciones. Es así como, desde que
empezaron a funcionar las comunidades terapéuticas en el Perú, se han visto
envueltas en una serie de sucesos que han llevado al cierre escandaloso de
algunas y el surgimiento de otras. Uno de los mayores problemas, que persiste
hasta la fecha, es la existencia de comunidades informales. Sólo “un reducido
porcentaje de centros están registrados ante las autoridades municipales y de
salud, probablemente debido a que los requisitos para lograr la formalización
son engorrosos e implican realizar una inversión significativa.” (CEDRO,
2011:121).
Actualmente existen sólo 21 centros formales según la ACTP (“Comunidades”,
2012) y 47 según el MINSA (“Sólo…”, 2012), los cuales estarían registrados por
55
Ricardo Zuccarini y su esposa Juana Escudero (hermana Juana), fundadores de Paz y Bien, fueron
denunciados por sus métodos de secuestro de pacientes para su internamiento, violencia física dentro de
las comunidades, violaciones sexuales, asesinatos, malversación de fondos del Estado, entre otros delitos.
El poder judicial los procesó sólo por algunos de esos cargos, en 1994 los condenaron a ambos a 8 años
de prisión (“Paz y…”, 2009).
76
las autoridades de salud y autorizados a funcionar por los municipios de cada
zona donde se ubican. La diferencia entre la ACTP y el Ministerio sería el
resultado de que no todos los centros formales están obligados a pertenecer a
la asociación. Por otro lado, existe un aproximado de 250 centros informales
dispersos en todo el Perú. Por ello, y por los trágicos sucesos en dos centros de
rehabilitación, el gobierno peruano, el 23 de julio del año 2011, promulgó la Ley
29765, y casi un año después, el 04 de junio del 2012, el consiguiente
reglamento a través del D. S. Nº 006-2012-SA. Este regula el establecimiento y
ejercicio de los centros de atención para dependientes de sustancias que
operan bajo la modalidad de comunidades terapéuticas. En el siguiente acápite
analizaremos los puntos más relevantes del citado reglamento, contrastándolos
con lo expresado por algunos expertos y las acciones de la ACTP.
2.4 La nueva reglamentación sobre los centros de rehabilitación para
adictos a las drogas en el Perú
El reglamento de la Ley 29765 estuvo a cargo de un extenso grupo
multidisciplinar, dirigido por la jefa de la Dirección General de Salud de las
Personas del MINSA, Doris Lituma. Carmen Masías, Directora Ejecutiva de
Devida, formó parte de este grupo y señaló que se había librado una batalla con
el Ministerio de Salud para sacar adelante el reglamento de las comunidades
terapéuticas. En la entrevista que sostuvimos con ella, dijo: “ha sido campal,
porque los señores de salud mental no querían para nada incluir el asunto de
las comunidades terapéuticas. Hemos sacado un excelente reglamento, a pesar
de que hemos tenido que negociar algunos puntos, pero y va a ser una política
de integración de comunidades terapéuticas con criterios mínimos.”
Los profesionales que elaboraron la normatividad pertenecen a 22 instituciones
nacionales: Ministerio de Salud, del Interior, de Justicia, Defensoría del Pueblo,
CEDRO, Devida, Asociación de Comunidades Terapéuticas del Perú, Colegio
Médico, psicólogos y psiquiatras. Sin embargo, el resultado de este trabajo
conjunto ha tenido diversas opiniones por parte de los expertos que pertenecen
77
al sector privado de la rehabilitación. Edward Tennison, consejero del centro
Fuente de Agua Viva, afirmó que en la citada normatividad se pueden encontrar
“requisitos y sanciones a las comunidades que no operan bien pero no se
habla, en uno sólo de sus artículos, de cómo va a ayudar el estado a estas
comunidades.”56 En ese último punto los expertos también coinciden y que,
siguiendo al país vecino de Chile, el estado peruano debe fiscalizar pero a su
vez apoyar al cumplimiento de la norma. José Zarzar, director del centro
Asesoría Terapéutica Asociada, señaló en la entrevista que sostuvimos que
“tenemos que ser socios, si no la solución puede ser peor que el problema”,57
refiriéndose a la relación cercana que debe existir entre Estado y las
comunidades terapéuticas.
Abordando concretamente el reglamento, no podemos pasar por alto que han
tenido que pasar más de 15 años después de los sucesos de Paz y Bien, y los
43 muertos en los incendios del año 2012, para que el Estado recién actúe
legislativamente sobre este tema. El reglamento establece los requisitos y las
normas para la organización y funcionamiento de los centros de atención para
dependientes que operan bajo la modalidad de comunidades terapéuticas. Este,
“en el papel” está orientado a “garantizar los derechos de los usuarios, la
calidad de las prestaciones, así como los mecanismos para la verificación,
control y evaluación del cumplimiento” (D. S. Nº 006-2012-SA, 2012) por parte
de las autoridades competentes.
Señala en sus puntos principales que, obligatoriamente, las comunidades
terapéuticas deben funcionar bajo la responsabilidad de un director general,
teniendo como corresponsables a un director administrativo, el director médico
y un equipo terapéutico multidisciplinario. Este punto, aunque se venía
cumpliendo relativamente por los centros formales, ahora permitirá garantizar la
calidad de la atención que ofrecen a sus usuarios, protegiéndolos contra riesgos
que el anterior vacío legal permitía. Asimismo, las comunidades terapéuticas
56
57
En entrevista realizada el 11 de junio del año 2012.
En entrevista realizada el 14 de mayo del año 2012.
78
“deben establecer condiciones igualitarias en la calidad de las prestaciones que
brinden, de manera independiente de las condiciones económicas, sociales, de
género y de creencias de los usuarios.” (op. cit.)
Esta nueva normatividad propone dos tipos de comunidades terapéuticas que
tendrán que ser inscritas única y exclusivamente a través del MINSA. Los tipos
son: una para pacientes sólo con adicciones (Tipo 1), y otra para pacientes con
adicciones y que además sufran alguna patología (Tipo 2). De esta manera, el
paciente recibiría tratamiento diferenciado y, por ejemplo, ya no se observarían
pacientes psiquiátricos compartiendo un mismo espacio con los adictos a
sustancias. En la comunidad terapéutica Tipo 2, se contaría con un psiquiatra
que debe estar capacitado para el tratamiento de este tipo de pacientes.
Asimismo, el reglamento establece no mezclar a hombres y mujeres en un
mismo local, ni adolescentes, quienes deberán ser internados en otros centros.
El reglamento también incluye requisitos para el ingreso y salida de pacientes,
infraestructura de locales y capacitación de consejeros. Esto último debido a
que, como hemos visto en casi todos los casos, son ex adictos.
Otra novedad del reglamento es que las comunidades terapéuticas podrán
realizar “acciones de prevención, promoción, investigación, capacitación y
docencia en el ámbito de la problemática del consumo de sustancias
psicoactivas.” (op. cit.). Posibilidad que actualmente ya viene siendo explotada
por la ACTP, a través de la alianza pedagógica con la Universidad Católica de
Trujillo, el apoyo de la municipalidad del Callao y el aval de Devida. Son cerca
de 30 personas, entre ex adictos, personal que venía laborando en las
comunidades, e incluso, familiares de adictos que se vienen capacitando como
la primera promoción de “Consejeros en adicciones”. Pese a que el Estado no
participa directamente de esta iniciativa, es una muestra tangible que existe
interés en recibir capacitación por parte de diversa índole de público. Lo que
faltaba era la organización y promoción de procesos pedagógicos como este
que, ahora amparados por una ley, podrían ser replicados en otras provincias.
79
Finalmente, otro punto relevante es que las formas de ingreso de un adicto, a
través del reglamento de esta ley, han quedado plenamente establecidas.58 Iría
quedando atrás las situaciones de secuestro y el vacío que perjudicaba, tanto a
los jóvenes adictos como a los encargados de los centros de terapia, y que
inmersos en situaciones complejas no tenían claridad si es que era legal o no el
internamiento. Estas formas de ingreso son:
•
A solicitud de la persona, previo consentimiento informado. Situación que
en contadas ocasiones sucede.
•
A solicitud del tutor, en caso de menor de edad. Forma que ha ido
incrementándose correlativamente con la disminución de la edad de
inicio de consumo.
•
A solicitud del curador, en caso de interdicto. A través de una junta
médica especializada que señala la incapacidad de la persona para
poder decidir ser ingresado a una comunidad terapéutica. Forma que
significa una posibilidad para aquellas familias que buscan internar
legalmente a sus hijos u otros familiares.
•
Por mandato judicial. Por conmutación de penas o acuerdos entre las
autoridades y la persona procesada.
De esta forma hemos dado cuenta de los puntos más relevantes del
reglamento de la Ley 29765, haciendo un balance sumamente adelantado ya
que la vigencia de la misma aún no cumple 1 año, es notoria la falta de un rol
estatal activo. No existe, como en otros países, la participación directa del
Estado a través de fondos o agencias que apoyen el funcionamiento de las
comunidades terapéuticas. A pesar de todo el déficit existente, más de 30 mil
dependientes de drogas para los 918 espacios hospitalarios, el Estado se
mantiene reacio a invertir en la problemática del consumo de drogas ilegales.
58
Punto sumamente relevante si además consideramos que una ley cercana al tema, la Ley 29737, se
había promulgado en el mes de julio del 2011. Esta ley modifica el artículo 11 de la Ley 26842, referido a
la salud mental y que regulaba los procedimientos de internamiento de las personas con trastornos
mentales. Esta modificatoria agregaba la posibilidad de realizar el internamiento involuntario de acuerdo
con los procedimientos establecidos en su reglamento. Esto quiere decir que antes los adictos podían ser
detenidos y privados de su libertad individual por autoridades policiales o sanitarias por causas que no
eran delictivas.
80
Sólo está presente para registrar, fiscalizar y sancionar. Un ciclo burocrático
bastante conocido.
2.5 La política de Reducción de Daños, una cuenta pendiente
La política de Reducción de Daños,59 que tiene como objetivo disminuir los
efectos negativos producto del uso y abuso de las drogas, no obstante que
tiene una larga data es una cuenta pendiente para el Estado peruano. Su
nacimiento está emparentado con los inicios prohibicionistas de las drogas y
tiene diversas aristas como propuesta. Una de estas es la legalización del
consumo, la que casi siempre está bajo la sombra del discurso oficial de los
gobiernos, y que lentamente va saliendo a la luz. Habiendo pasado por debates
confusos, sin tener en claro detalles básicos como cuáles drogas se deben
legalizar y cuáles no, cómo reemplazaría la regulación a la prohibición, qué
condiciones sociales y económicas se deben considerar para aplicar la
legalización, etc., se abre paso y es cada vez una posibilidad más real.
En la actualidad, la política de legalización avanza junto la despenalización del
consumo de drogas ilegales en Latinoamérica. Los casos más relevantes son
los de Uruguay que, tras la aprobación de la cámara de diputados, en los
próximos días debatirá en su cámara de Senadores la legalización del consumo
y venta de la marihuana. Asimismo, el caso de Colombia, con un programa de
59
Sus raíces las encontramos en Estados Unidos, Inglaterra y Holanda, aplicándose también en las
últimas décadas del siglo XX en España, Suiza y en Australia (Menéndez & di Pardo, 2004:45). Las
primeras formas, quizá sin tener el rótulo de Reducción de daños, las encontramos en Nueva York y en
Florida. Consideremos que, hacia 1920, la ciudad de Nueva York tenía 13,000 adictos registrados, el
mayor número de consumidores atendidos legalmente por el estado en el siglo XX. (Musto, 1987:79). En
Florida, en 1921, se inauguran clínicas para narcóticos, “establecimientos que pretendían dar servicio a los
adictos que ya no recibirían abastos de opiáceos o de cocaína de los médicos locales.” (Musto, 1987:78).
Gradualmente las clínicas se fueron cerrando, hasta el año 1925, ya que algunas habían sido mal
administradas.
Varias décadas después en Inglaterra, ante el grave consumo de drogas intravenosas y la epidemia de
VIH/SIDA, a principios de los años ochenta, el Rolleston Committee aprobó el Modelo Mersey de
mantenimiento de opiáceos. Posteriormente esto llevó a la creación del Mersey Regional Drug Training
and Information Centre, como pionero de los centros de intercambio de jeringas en Europa. Dichos
institutos requirieron del apoyo de la policía local para poder referir y tratar con seguridad a los enfermos
adictos que ingresaban. Esa misma década los holandeses informaron a los usuarios de drogas sobre los
riesgos del uso compartido de agujas y jeringas. Iniciaron la distribución y entrega de jeringas estériles
colocándolas disponibles a través de farmacias, así mismo se da comienzo a los programas de metadona,
este “Opiáceo sintético que se utiliza en el tratamiento de mantenimiento de las personas con dependencia
de opiáceos. Tiene una semivida prolongada y puede administrarse una vez al día por vía oral, bajo
supervisión.” (OMS, 1994:43).
81
Reducción de Daños a partir del reemplazo del “basuco” por el consumo de
marihuana. El Perú, aún reacio a este tipo de políticas, se mantiene en la
vereda de aquellos países que cierran toda posibilidad a la legalización. Como
lo expresó la Dra. Carmen Masías: “El gobierno peruano tiene una política
clarísima que es no legalizar (…) Con territorios tan complejos, con producción
de droga, no solamente sembrío de coca, sino también producción de cocaína.
A mí me parecería realmente un disparate.”
En relación con la política de Reducción de Daños, refiriéndonos a la época
contemporánea y en relación con la arista de reemplazo de sustancia o
suministro médico de sustancia, no nos podemos sustraer del ámbito
internacional. En ese sentido, los casos relevantes son los de las autoridades
locales en Alemania, Suiza y otros países europeos. Estos autorizaron y
subvencionaron el funcionamiento de máquinas de intercambio de agujas para
que los adictos a las drogas tuvieran acceso a jeringas nuevas las 24 horas del
día (Nadelman, 1998:115). Esta política es uno de los temas más importantes
en ciertos ámbitos institucionales, pero de los menos considerados por la
sociología de la salud y la antropología médica. No sólo se trata de una lógica
práctica que caracteriza nuestra sociedad del riesgo, sino que es “una de las
principales maneras de abordar la prevención de la enfermedad en las culturas
locales.” (Nichter, 2005:110). Sin embargo, según algunos especialistas
latinoamericanos, esta propuesta presenta aspectos muy similares a la del
modelo sociocultural, el cual “ha demostrado sus limitaciones por lo menos en
la reducción de ciertos daños. Los estudiosos sostienen que estos dos
enfoques han sido y son apoyados por las empresas alcoholeras, ya que no se
oponen al consumo, incluido el consumo “excesivo”, sino que lo legitiman en
términos culturales, grupales y subjetivos.” (Menéndez & di Pardo, 2004:45)
En Latinoamérica debemos reconocer el caso argentino, donde sí es posible
percibir avances importantes en términos regionales. La experiencia se inició en
el Hospital de Salud Mental “Dr. Agudo Ávila”, de la ciudad de Rosario, en
82
sociedad con el Centro de Estudios Avanzados en Drogodependencias y SIDA
de la Universidad Nacional de Rosario. Este programa ha sido replicado en
diversas zonas y en asentamientos urbanos irregulares de la ciudad y la
experiencia indica que la Reducción de Daños no sólo es necesaria sino que
también es posible en Argentina y en otros países (ARDA, 2006:30).
Por ejemplo en Brasil, donde podemos encontrar una buena producción sobre
el tema, existe apoyo oficial a este tipo de políticas pero escaso financiamiento.
Se nota el apoyo desde la celebración de la 9ª Conferencia de la International
Harm Reduction Association (IHRA) en 1998, el reconocimiento institucional de
la figura del “reductor de daños”, la existencia de asociaciones relacionadas con
el tema, etc., pero también son evidentes los problemas para la financiación de
programas de Reducción de Daños, no obstante tienen experiencias de éxito
como las de Salvador de Bahía u otras en distintos lugares del país. Por otro
lado el caso de México, con la línea de trabajo desarrollada por el Centro
Cáritas de Formación para la Atención de las Fármaco dependencias y
Situaciones Críticas Asociadas (CAFAC). Potencian políticas de drogas
alternativas a las más hegemónicas y dentro de ella algún proyecto concreto
que demuestra la consistencia de estas “otras políticas” no sólo para la salud,
sino para la seguridad en general. (Romaní, 2008:306).
Retomando la arista de legalización y despenalización de las drogas ilegales,
aunque las propuestas varían de acuerdo a la sustancia y los países, se
aprecian cambios sustanciales mayoritariamente alrededor del uso legal
medicinal y la despenalización del consumo de marihuana. Para estos fines sí
es posible ver a una juventud organizada, políticamente activa y dispuesta a
lograr cambios. Es posible reflexionar brevemente esta situación a partir de lo
que Antonio Gramsci afirmaba: “todo es político, también la filosofía o las
filosofías, y la única filosofía es la historia en acto, es decir la vida misma.”
(Gramsci, 1975:32). A la luz de la actualidad mediática, pero salvando las
diferencias del contexto gramsciano, existe una energía que mueve a miles de
83
jóvenes a fundar60 los movimientos de “legalización” y “despenalización” de las
drogas, colocándolos en espacios relevantes.
Desde 1972 cuando la Organización Nacional para la Reforma de la Ley de la
Marihuana (NORML) solicitó al gobierno norteamericano que reclasificara la
droga y aligerara las restricciones sobre ésta. Después de años de disputas
legales, la NORML finalmente obtuvo que la DEA escuchase el caso (15 años
después, en 1987). El juez que atendió esta demanda estuvo de acuerdo en
que la droga debía ser reclasificada y ser utilizada como un medicamento. A
pesar de la recomendación del juez, la DEA se negó a reclasificar la droga y en
la ley federal sigue siendo una droga de Clase I, la de mayor control hoy en día.
(Padwa & Cunningham, 2010:17).
Actualmente, las legislaciones vigentes acerca del consumo de marihuana
varían sustancialmente dependiendo del país y del tipo u orientación política del
gobierno. Sólo por citar algunos casos que están fuera del ámbito regional, en
Holanda es legal consumirla, puede comprarse y consumirse en los
coffeeshops, la contradicción surge ya que no existen reglamentos que
permitan a estos establecimientos comprarla legalmente. En algunos países
como Canadá y en más de 18 estados norteamericanos ya existen leyes que
permiten el uso medicinal de la marihuana. (“Marihuana, una…”, 2010).
Retornando a nuestra región, en Argentina, México, Colombia, Perú, etc., es
legal poseer una dosis personal pero la paradoja se encuentra, nuevamente, en
adquirirla. La compra, así sea para el consumo personal, y la comercialización
siguen siendo penalizadas.
En consecuencias, surge el reclamo masivo de los activistas cannábicos. En el
Perú, como hemos citado antes, Legaliza Perú constituye una plataforma
ciudadana que desarrolla activismo a favor de políticas de drogas más eficaces
y justas. Promueven la normalización del cultivo de plantas, para uso individual
60
Entiéndase a esta fundación como el simple hecho de ser testigos y/o partícipes de los actuales
movimientos sociales que están presentes en diversas partes del mundo.
84
directo. El fin es suprimir el vínculo del usuario de estas drogas con el micro
comercio ilegal, librándose además de detenciones injustas, reduciendo su
exposición a la violencia y corrupción del narcotráfico, al acceso a drogas
sintéticas, etc. Uno de los dirigentes de Legaliza Perú, el Sr. Luis Gavancho, en
la entrevista que nos concedió61 opinó que “las drogas no son malas, tienen
potenciales en psicoterapia, en distintas cosas. De repente drogas extremas,
como el Crystal Meth, sí. Una sustancia no se puede calificar de buena o mala.”
En cuanto a la hoja de coca como una sustancia de sustitución de consumo, el
Dr. Anthony Henman señaló en la entrevista que sostuvimos62 que en el Perú
se podrían trabajar algunas vías alternativas para enfrentar esos duros períodos
de abstinencia, a través de “formas de cocaína blandas, que son hojas
básicamente en forma de mate, en forma de harina comible, forma de las
pastillas o en hojas enteras (…). La coca en hoja, al contrario de la cocaína
refinada es muy difícil de abusar, porque físicamente no puedes consumir una
cantidad de hojas suficiente como para ingerir una dosis elevada de cocaína.”
Es la misma línea de trabajo propuesta por el Dr. Teobaldo Llosa, médico
psiquiatra peruano que es conocido a nivel mundial.63 El Dr. Llosa propone la
denominada terapia de cocalización, o de sustitución de consumo, en la que se
administra harina de coca encapsuladas para controlar la adicción a la cocaína
y a la PBC. Suministro que va en paralelo a los estudios que se realizan en
pacientes adictos al clorhidrato de cocaína, “con fines de determinar la
efectividad de controlar la apetencia y reducir las recaídas, dentro de los
principios de la terapia agonista de sustitución denominada terapia de
cocalización/cocainización propulsada por el Dr. Llosa desde la década de 1980
con demostrados resultados benéficos en el control de la apetencia cocaínica”
61
Entrevista realizada el 30 de mayo del 2012.
Entrevista realizada el 01 de mayo del 2012.
63
Es preciso señalar que el Dr. Llosa se hizo conocido a nivel mundial por realizar las primeras
operaciones al cerebro en adictos a la PBC. Este tipo de práctica “le valió el apelativo de Mengele
peruano, como lo bautizó el diario francés Le Monde, en alusión a ese médico nazi que trataba a los judíos
como ratas de laboratorio. La operación se llamaba cingulotomía y se practicaba en pacientes
considerados ‘irrecuperables’; es decir aquellos que no habían podido curarse mediante otras terapias
(pastillas, reclusiones prolongadas, electroshocks).” (Avilés, 2007:17)
62
85
(Llosa et al., 2006:5). La ventaja es el bajo costo del tratamiento y la reducción
significativa de las hospitalizaciones o internamientos en centros de
rehabilitación.
Finalizando el presente acápite, sobre políticas que son pensadas para reducir
el daño del consumo de drogas, acudimos a una afirmación del Dr. Teobaldo
Llosa: “No existe una cura efectiva contra las adicciones al clorhidrato y la pasta
de coca (…) Todos los tratamientos son tentativos, unos más efectivos que
otros.” (Avilés, 2007:16)
2.6 Ventanilla y la iniciativa municipal de prevención del riesgo y lucha
contra las drogas en Lima, Perú
Esta iniciativa, a cargo de la Oficina Municipal de Lucha y Prevención contra las
Drogas, es una de las más recientes propuestas de ese ámbito y podría
convertirse en un modelo en contra del consumo de drogas ilegales en el Perú.
Iniciativa que trata de responder a una ola de constantes transformaciones que
se dan en torno a la problemática de las drogas, y las políticas, leyes y medidas
en contra de ellas. La repetida declaración pública de una guerra o lucha contra
las drogas ha tenido un impacto notable sobre los debates y discusiones
políticas. Sin dejar de considerar que el lenguaje político ha tenido “un efecto
decisivo sobre los efectos y resultados de la política” (Smith, 1993:51), veamos
cómo la política, en la práctica, evidencia sus primeros logros.
Es preciso que nos situemos en la región Lima, ubicada en la costa central del
Perú en donde viven cerca de 9 millones de personas, el 30.8% de la población
nacional. Es la región con mayor participación del valor agregado bruto en el
PIB nacional, con el 47.3% del total peruano (Jaramillo et al., 2012:45). La
provincia constitucional del Callao, ubicada en esta región, es mayormente
conocida como el puerto de Lima debido a su ubicación geográfico marítima y
alberga al distrito de Ventanilla. Debido a su amplia extensión (73.52 km2) este
distrito tiene alto número de asentamientos humanos (AA.HH). Según el último
86
censo nacional, Ventanilla cuenta con 277,875 habitantes, de los cuales 54,915
tienen entre 15 y 24 años de edad (INEI, 2007). Este distrito ocupa el primer
lugar a nivel nacional de crecimiento poblacional. Sólo en el año 2000 se
crearon diversos AA.HH, el más grande fue Pachacútec, donde residen más de
25 mil pobladores (“Reseña…”, 2012).
Ante esta situación demográfica, y la consecuente problemática social, las
autoridades municipales de Ventanilla tienen el objetivo de contactar y
recuperar de las calles a personas con problemas de adicción y derivarlas a
centros de rehabilitación. Con la instalación de esta oficina, única en
funcionamiento en todo el país, los representantes municipales, Devida,
DIRANDRO y el Ministerio de Salud, promueven la participación estatal para
que el objetivo antes citado se cumpla. Tiene escasos precedentes64 en la lucha
contra las drogas en el país, es un nuevo organismo que tiene el propósito de
atender la gran necesidad de las familias afectadas por el consumo de
estupefacientes y alcohol. Devida65 ha reconocido el carácter y decisión política
del burgomaestre de Ventanilla, Omar Marcos, calificando a esta iniciativa como
un modelo de gestión pública municipal en la lucha contra las drogas, la cual
podría ser replicada en otras entidades ediles.
Esta nueva oficina diseñó desde el año 2011 un programa de lucha contra las
drogas denominado Plan de Rescate de Drogadictos 2012, trazándose el
objetivo de salvar de las calles a los adictos y atender a las familias afectadas
por el problema del consumo de drogas. A través de ésta estrategia,
adolescentes y jóvenes de entre 15 y 25 años de edad, con alta vulnerabilidad
64
Como ya hemos señalado en capítulos anteriores, el distrito de San Luis cuenta con un Programa
municipal de Prevención del Consumo de Drogas y Pandillaje, desde el año 2010, sin resultados
conocidos. Otro antecedente relevante son los “Centros Municipales de Orientación y Prevención de
Alcohol y Drogas” (CEMOPADS), que funcionaron en la década de 1990 y donde básicamente se
trabajaba en prevención (Ferrando, 1994:72).
65
El 17 de septiembre del 2012 se dio a conocer la siguiente noticia: “Trescientos mil nuevos soles,
transferirá la Comisión Nacional de Vida Sin Drogas, Devida, a la municipalidad de Ventanilla, para el
desarrollo de un proyecto de integración social y Lucha contra las drogas en el Sector Pesquero III del
Proyecto Especial Pachacútec. El desembolso que forma parte del cofinanciamiento de iniciativas locales
de la Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas de la OEA (CICAD-OEA) se hará
efectivo el próximo año en el marco del Programa Presupuestal de Prevención y Tratamiento del Consumo
de Drogas de Devida.” (“Devida transferirá…”, 2012).
87
social tienen la posibilidad de recuperar su salud física y emocional a través de
la ejecución del plan. Este contempla su internamiento en centros de
rehabilitación, donde reciben terapias y apoyo espiritual a través de la palabra
de Dios.66 Considerando que un 78,8% de la población peruana profesa la
religión católica, otro 15,2% la evangélica y un 3% no profesa religión alguna
(INEI, 2008:88), el apoyo espiritual para la recuperación del adicto es relevante.
El plan de rescate ha sido planteado sobre cuatro ejes: “el rescate de adictos, la
atención a las familias, campañas preventivas constantes y visitas casa por
casa” (“Rescataran adictos…” 2012:18). Así mismo, en el año 2012, siete mil
doscientas familias de este distrito han participado en un programa anexo al
plan, denominado “Familias Fuertes: Amor y Límites”. Padres, hijos, hermanos
y demás familiares de personas adictas a algún tipo de sustancia se han visto
involucrados y apoyaron en la recuperación física y emocional. Claudio Pareja,
jefe de la Oficina Municipal de Prevención y Lucha contra las Drogas de
Ventanilla, señala que si “bien no es fácil calar en la mentalidad de los padres,
porque existe en ellos un sentimiento de culpa por la situación precaria en la
que han educado a sus hijos, los coordinadores de rescate les harán
comprender que la droga es un problema serio que requiere de medidas
drásticas y no tiene que ver con estratos sociales” (“Inauguran oficina…”, 2012).
Los jóvenes rescatados, poco a poco, deben ir tomando conciencia que tienen
un problema y que solos no lo pueden resolver. Es todo un desafío ejecutar el
plan, según los reportes psiquiátricos la toma de conciencia de que tienen un
problema surge recién al segundo o tercer año de permanecer en completa
abstinencia (Nizama, 1999). En ese sentido, la intervención de la familia del
adicto en algunos casos es ambigua. Confunden el amor con una situación de
miseración y compasión que no ayuda, sostienen los coordinadores. Es preciso
señalar que la incidencia de consumo de drogas en la zona sur de Ventanilla es
alta. Allí se encuentran los AA.HH Licenciados y Defensores de la Patria, así
66
De esta forma denominan a la prédica de la Biblia y compartir mensajes basados en ella.
88
como en la zona norte en el AA.HH Villa Los Reyes, y con mayor ocurrencia en
la zona oeste de Pachacútec. En estos lugares se observan realidades fuertes,
adolescentes y jóvenes que provienen de hogares donde las rupturas son
frecuentes, y donde muchas veces los integrantes de la familia también
consumen algún tipo de droga. Por tanto, entre otras acciones, se dictan
charlas a la comunidad intentando cambiar este panorama desde la institución
municipal (“Comuna de…”, 2012).
De esta manera, bajo el contexto de la sociedad del riesgo y las drogas ilegales,
hemos realizado un repaso de la problemática tanto en Perú como en la región
latinoamericana, considerando brevemente datos de otras partes del mundo. Se
ha puntualizado en los aspectos políticos y gubernamentales más relevantes en
cuanto al consumo, rehabilitación, la política de Reducción de Daños y hemos
presentado el caso de la municipalidad de Ventanilla como una situación
paradigmática dentro del ámbito peruano.
89
III. ¿Dónde quedan los jóvenes después de la lógica del reparto de
riesgos?
La juventud -finalmente-
ha encontrado también algo para sí,
con lo que puede hacer entrar
en pánico a los adultos:
ese algo es la diversión
-deporte diversión,
música diversión,
consumo diversión,
vida diversión-.
(Ulrich Beck)67
El presente capítulo está dedicado al sujeto de estudio e iniciamos,
retóricamente, preguntándonos sobre éste y su situación después del reparto
de riesgos. Para obtener no sólo una sino varias respuestas, desarrollamos
información indispensable sobre la situación actual de la juventud en base a
estudios relevantes sobre ellos, enfocándonos en la relación con el reparto de
riesgos y la complejidad que conlleva esta cambiante y diversa etapa de la vida.
Se aborda el tema del consumo de drogas y cómo afecta este en las relaciones
sociales, familiares y personales de los jóvenes. Se desarrolla brevemente
algunos elementos culturales que configuran al sujeto joven, así como una
descripción socioestética del mismo. Al final del capítulo abordamos las
oportunidades y riesgos que existen para los jóvenes en el Perú.
Iniciamos recordando que los principales conceptos sociológicos que Beck
desarrolla en su texto La sociedad del riesgo (1998), giran alrededor del análisis
comparativo entre las diferencias generadas por el reparto de la riqueza
(modernidad clásica) y las derivadas del reparto de riesgos (sociedad del
67
Beck, 2006:12.
90
riesgo). Este concepto, el de sociedad del riesgo, hace referencia a un estado
de cosas en las sociedades de la segunda modernidad, donde la sociedad se
basa en la gestión y administración del riesgo y, así, trata de realizar un mundo
donde se dominen los problemas que ella misma crea y recrea.
Como ya hemos señalado, el tiempo actual está caracterizado por el reparto
desigual de riquezas y, en esa misma línea, de los riesgos. En tanto que las
riquezas se acumulan hacia arriba, en la jerarquía de las clases sociales, los
riesgos se acumulan hacia abajo. Lo soñado en el contexto de la sociedad de
clases significa que todos quieren y deben participar en el pastel. El objetivo en
la sociedad de riesgo es que todos han de ser protegidos del veneno, de los
peligros y amenazas (Beck, 1998), donde dinámicas distintas de desarrollo
están presentes, en la de clase está el ideal de igualdad, en la de riesgo la de
seguridad frente a lo inesperado.
Para comprender mejor la lógica del reparto de riesgos en su relación con la
juventud, es necesario considerar un eje principal: el de la individualización
institucionalizada. Las instituciones y las leyes que se imparten quiebran el
colectivo y obligan a los seres humanos a desarrollar su propio trayecto
biográfico, en donde su vida individual queda al margen de tradiciones, de sus
grupos de referencia y, sobre todo, en ausencia de opciones reales debido al
desventajoso reparto de riquezas. Más adelante desarrollaremos estas
oportunidades y riesgos que tienen los jóvenes, pero adelantamos que es allí
donde la agudización de las desigualdades y la individualización se entrelazan.
De esta manera, como consecuencia, los problemas se transforman y son
desmontados políticamente como un fracaso personal (Catalán, 2002:8-9). En
relación con nuestro interés científico, la institución de la salud dictamina
política y socialmente una nueva crisis: la enfermedad de la adicción a las
drogas. Una crisis social es presentada como una crisis individual, siendo leída
normativamente, desde las instituciones, como "enfermedades personales",
dejando en mayor desventaja a los vulnerables, los que en el reparto de los
91
riesgos quedaron con casi toda esa carga.
Siguiendo a M. Catalán (2002), uno de los resultados de la sociedad de riesgo
en relación con las drogas es el advenimiento del Estado terapéutico. De este
modo, la individualización moderna monta una particular estructura de control
institucional sobre las "situaciones individuales" a través de dispositivos de
castigo y rehabilitación de los individuos, niega así el papel de cada cultura en
su relación explicativa en los consumos compulsivos de sustancias. Es
precisamente la toma de conciencia de esta negación la que puede conducir al
surgimiento de nuevas comunidades socioculturales, aquellas cuyo núcleo se
basa en las experiencias de riesgo que han sido superadas pero que están
constantemente a prueba, como las comunidades terapéuticas de rehabilitación
para drogadictos.
Los esfuerzos por frenar el tráfico y el consumo de drogas, por parte de las
alianzas supranacionales, no evitan que estos sigan avanzando. Esta lucha
genera más muertos cada año, la adicción se convierte en una de las
principales causas de accidentes y muertes en todo el orbe. Si seguimos a
Amartya Sen (2000), quien planteó la idea de que cada uno es responsable de
su vida, las acciones de la juventud encajarían perfectamente con el
pensamiento moderno. Sólo que ya es tiempo de que el progreso y el desarrollo
no se conciban únicamente como un proceso de producción y reparto de
riquezas, sino como un proceso que permita a los jóvenes expandir sus
libertades y posibilidades de enfrentar los riesgos. Aunque es preciso reconocer
que la realidad señala que las posibilidades y las capacidades de estos para
enfrentarse a las situaciones de riesgo, de evitarlas o de compensarlas, están
repartidas de manera desigual. Es decir, sólo “quien dispone del almohadón
financiero necesario a largo plazo puede intentar evitar los riesgos (…)” (Beck,
1998:41).
92
Antes de pasar al primer acápite de este capítulo, apuntamos que el modelo de
reparto de riesgos de la modernización posee una tendencia inmanente a la
globalización. A la gran producción industrial le acompaña un universalismo de
los peligros, independientemente de los lugares de su producción (op. cit.). Para
ilustrar ello, pensemos en las cadenas de comida rápida que conectan en la
práctica a casi todos los habitantes de la Tierra. Atraviesan las fronteras, al
igual que muchas de las drogas ilegales, pese a que estas no poseen
estrategias de mercadeo ni campañas de publicidad millonarias. Ya no es
posible afirmar categóricamente que en alguna parte del mundo los jóvenes
estén libres de ese riesgo. Todo lo contrario, están más expuestos ante la lógica
del reparto de riesgos, siendo la juventud una etapa compleja de la vida. A
continuación, profundizaremos en ese aspecto.
3.1 Culturas juveniles y su complejidad
Los estudios en juventudes constituyen un campo en consolidación, tal como lo
demuestra el aumento en el número de investigadores, tesis de grado y
posgrado, y su tratamiento a nivel político y social. Así lo describen estos
investigadores especializados en su estudio sobre jóvenes:
El tema de la juventud, en concreto, está presente de forma constante en
la agenda pública. Deserción escolar, deficiencias al nivel educativo,
criminalidad, drogas, falta de oportunidades de educación y empleo,
pobreza, “apatía”, alienación, “falta de límites”, “desinterés” político,
social o educativo, son algunos temas que cotidianamente se tematizan
en los medios de comunicación, son retomados por los partidos políticos,
por padres y madres o están presentes en las reflexiones de los
educadores (Pérez, Aguilar & Víquez, 2007:16).
Se propone a los jóvenes como un concepto y un atributo individual que
construye un sentido de pertenencia generacional en quienes la poseen,
relacionado con la edad cronológica y un crédito temporal disponible (Urresti,
2006). La juventud no es tanto una categoría biológica que está recubierta de
93
consecuencias sociales, es un complejo conjunto de cambiantes clasificaciones
culturales atravesadas por la diferencia y la diversidad. Como una construcción
cultural, el significado de juventud se altera a través del tiempo y el espacio
según quién y/o para quién se define. Como eje discursivo está formado por la
vía organizada y estructurada en que hablamos y construimos el ser joven en
tanto categoría de personas. En el campo académico, particularmente, han sido
significativos los discursos de estilo, imagen, diferencia e identidad (Muñoz &
Ospina, 2009:18).
La construcción del joven como sujeto social con un rol determinado, se da en
el marco de las sociedades modernas con sistemas capitalistas de producción,
en un contexto de redefinición económica a nivel internacional y de
afianzamiento de los Estados en aquellos países que se independizaban de las
colonias europeas. Para la sociología, aparece la categoría juventud a través de
las investigaciones respecto al vínculo del individuo con la sociedad, de la
relación de los jóvenes en el sistema de producción y el lugar de estos en el
proyecto de los Estados-nación. En la articulación de estas perspectivas se
afianza la idea de un sujeto social en construcción, capaz de convertirse en un
proyecto de renovación cultural y social (Pérez, 2010:2-3). Sin embargo,
siguiendo a Bourdieu, existiría un temor que “acecha a la consciencia y al
subconsciente” de los jóvenes. Para que el joven sea capaz de subir a las
alturas de esa renovación, tiene que poner los pies en el suelo con firmeza.
Precisamente, el suelo es lo que se nota cada vez más tembloroso e inestable y
menos fiable, no es roca firme en la cual apoyarse para saltar (Bauman,
2001a:65).
Entendamos entonces que las representaciones modernas respecto de la
juventud comprenden a los jóvenes como sujetos en construcción, pero en una
situación de riesgo, de vulnerabilidad o de peligro, que a la vez implica una
promesa futura (Pérez Islas, 2000; Feixa, 1999). Esta idea de futuro la podemos
contrastar con el postulado psicoanalítico de que “el sujeto no es el producto
94
deseado de la norma social sino su producto indeseado. En otras palabras, el
sujeto no es el individuo conforme con la norma sino una inconformidad con la
norma que adviene luego de su fracaso en socializar el cuerpo”68 (Ubilluz,
2006:12). Situaciones que van complejizando la comprensión de la juventud y
que se profundiza cuando se trata de entender un momento que está siendo
vivido.
En tanto, las autoridades que se relacionan con las políticas de juventud se
preocupan por colocar el tema en la agenda mediática, pero apenas evidencian
elementos que tengan vínculos con este campo, como es el caso del acceso
pleno a la salud, a oportunidades educativas y laborales, uso de tecnologías de
información y de consumos culturales. Podría afirmarse que es un espacio en el
cual los planteamientos son incipientes y las preocupaciones generalizadas aún
no se concretan en términos de acciones eficaces. Latinoamérica tiene que
admitir la existencia de “un perfil de morbimortalidad juvenil que se origina en la
mayor prevalencia de accidentes, agresiones físicas, uso nocivo de drogas,
enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados y precoces, y
otros.” (CEPAL, 2004:18)
No toman en cuenta que, por ejemplo, el joven consumidor de drogas ilegales,
considerado adicto bajo ciertas vertientes, “ha buscado una ruptura para
conseguir una ‘determinación’, en la que siendo distinto de la mayoría puede
encontrar su lugar en el grupo. No es propiamente la marginación lo que priva y
que aparecerá de forma secundaria con el tiempo; sino el reconocimiento de su
posición-situación dentro del grupo” (Terradas, 1985:7). En la línea preventiva,
estudios recientes señalan que “cara a la prevención del consumo de drogas,
se deberían potenciar los factores de protección y disminuir los de riesgo, así
como tener más en cuenta el contexto cultural en el que viven los individuos.”
(Becoña, 2007:96)
68
Nuestra noción de cuerpo nos lleva mantener presente que: “El sociólogo que toma al “cuerpo” como
hilo conductor de sus investigaciones no debe olvidar nunca la ambigüedad y la fugacidad de su objeto, su
calidad de incitador al cuestionamiento más que de proveedor de certezas” (Le Breton, 2002:34).
95
Podríamos señalar que, incluso, dada la naturaleza intervencionista de dichas
políticas, el consumo de drogas ilegales podría no ser objeto prioritario. Una
visión más desglosada de las causales atribuidas a las necesidades de la
juventud denota cierta ambigüedad, “lo que podría reflejar no sólo la
complejidad y multicausalidad de la situación juvenil en la región, sino también
una incorporación parcial o incompleta de los estudios de juventud en los
diagnósticos de los organismos encargados de la materia” (CEPAL, 2004:294).
En el ámbito de las relaciones intersubjetivas, las cuales se ven influidas por
dinámicas atravesadas por la sensibilidad y el afecto, podemos imaginar otro
tipo de acciones colectivas capaces de reconstruir el vínculo social entre los
jóvenes y su contexto. En el ámbito político social, en referencia a los
movimientos y colectivos, los jóvenes “se movilizan por cuestiones que la
política nacional excluye en gran medida” (Beck, 2002:23), aquellas que
escapan de la agenda formal de los estados nacionales.
Sin embargo, no basta con referirnos a la juventud como concepto o atributo
individual, como categoría sociológica, como sujeto de políticas, etc., sino que
es necesario profundizar en sus representaciones modernas bajo el contexto
cultural. Seguiremos algunas pistas en el sentido de lo que R. Reguillo entiende
como “socioestética”.69 Más adelante desarrollaremos este y algunos otros
conceptos que permitan conocer y comprender el hecho por qué, para los
jóvenes, la forma termina por convertirse en el fondo, así abordaremos lo
estudiado en referencia a la vestimenta, las marcas corporales como los
tatuajes y el piercing, la música, etc.
3.2 Juventudes y el consumo de drogas ilegales
Las dimensiones de consumo de drogas ilegales, las cuales van en aumento,
serían la prueba de una masificación de su uso en los distintos grupos del
espectro social, donde la juventud se posiciona como una población de alto
69
Definida como “posibilidad de nombrar la relación entre los componentes estéticos y el proceso de
simbolización de estos a partir de la adscripción a los distintos grupos identitarios que los jóvenes
conforman” (Reguillo, 2000:145).
96
riesgo o vulnerabilidad. Esta es una de las razones de fuerza para que los
jóvenes sean considerados como una población de especial interés social y
político.70 Razones que también nos dejan frente a otra problemática social, la
percepción que éstos generan, consumidores o no, en la población en general.
En el flujo de información de los medios de comunicación y el ámbito mediático
se estaría produciendo una relación no deseada, es decir, “la asociación que se
realiza entre drogas y la rebeldía juvenil, comportamiento antisocial y estilo de
vida
decadente
de
los
reportes
(noticiosos)
puede
tener
un
efecto
contraproducente de estimular simbólicamente el consumo de drogas por
imitación” (Stares, 1996:62).
Flujo de información que por un lado sobre expone, pero que por otro
desinforma. En esa misma línea, es probable que los jóvenes desconozcan que
el simple hecho de probar una droga ya pone al individuo en riesgo de
insertarse en patrones más intensos de consumo, los que, incluso, implican la
adicción. En efecto, según investigaciones realizadas por el Instituto de
Medicina y la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, se
determinó que, del total de los individuos que han probado marihuana, el 9%
podría desarrollar adicción, de los que han probado cocaína, el 17%, y el 23%
para los que han probado heroína (CEDRO, 2004:5). Lo que se alude en el
desconocimiento personal y colectivo de que el probar una droga puede
conducir a la adicción sería, en parte, ese vestigio de cómo se desarrolla el
tema de las drogas ilegales en la esfera de la opinión pública.71
Al hablar de drogas y juventud abordamos una compleja temática que
contempla la identidad individual, la grupal y sentido de pertenencia que se
70
“El tema de la juventud, en concreto, está presente de forma constante en la agenda pública. Deserción
escolar, deficiencias al nivel educativo, criminalidad, drogas, falta de oportunidades de educación y
empleo, pobreza, “apatía”, alienación, “falta de límites”, “desinterés” político, social o educativo, son
algunos temas que cotidianamente se tematizan en los medios de comunicación, son retomados por los
partidos políticos, por padres y madres o están presentes en las reflexiones de los educadores” (Pérez et
al., 2007: 16).
71
“significa cosas distintas según se contemple como una instancia crítica en relación con la notoriedad
pública normativamente licitada del ejercicio del poder político y social, o como una instancia receptiva en
relación con la notoriedad pública “representativa” o manipulativamente divulgada, de personas e
instituciones, de bienes de consumo y de programas.” (Habermas, 1981:261)
97
reafirman por elementos culturales, como la música, y aspectos externos, como
tatuajes, peinados, adornos, vestimenta, etc. Existe toda una estética que
acompaña y fundamenta esta relación, pues el joven que consume drogas
evidencia determinadas características que lo distingue en las múltiples
situaciones que enfrenta. Es también caracterizado por la sociedad, quien le
coloca un estigma que va recorriendo todos los ámbitos de sus vidas. Muchas
veces en esta condición, la juventud “llega a constituir una subcultura a través
de la creación, droga mediante, de un mundo nuevo compuesto por un sistema
de valores y conductas que se desvían del patrón sociocultural imperante.” (Da
Silva, 2012:2)
La declaración de la Federación Ibérica de Juventudes Anarquistas,
autodenominados ahora como juventudes libertarias, expone lo siguiente:
“El consumo de drogas actualmente es una actividad tan generalizada,
que parece sorprendente conocer a alguien que no haga uso de alguna
de ellas de una forma más o menos habitual. No hay más que mirar
alrededor para percatarnos de que la juventud, uno de los posibles
elementos potenciadores de un cambio social, se deja llevar por este tipo
de consumo.” (“Las drogas y…”, 2008:23)
Desde una vertiente ideológica determinada y de manera clara, exponen la
situación sobre las drogas ilegales y su consumo en los jóvenes. Llama también
la atención que federaciones como esta, que apelan a condiciones de libertad y
revolución, sean sumamente críticas hacia conductas que conllevan a una
forma de alienación de los jóvenes. Y es que una de las actividades más
habituales con la que los jóvenes rellenan su tiempo libre es con el consumo de
drogas legales e ilegales, por este motivo es posible afirmar que las drogas
desempeñan un papel protagónico dentro del ámbito del ocio: “Estas, en primer
lugar, conllevan un consumo, muchas veces, continuado, debido a la adicción
que generan (…) consiguen que el individuo que las consume se desconecte de
98
la realidad y le aportan un placer inmediato con, eso sí, peores consecuencias a
medio y largo plazo” (“Ocio y…”, 2012:35).
Una de las características de las drogas ilegales es que su consumo reiterado
va sobreponiéndose a otras motivaciones del sujeto, sumiéndolo en un estado
que lo aleja de las condiciones de normalidad. Se desvía convirtiéndose en,
dependiendo de la sustancia y la frecuencia de consumo, un sujeto ansioso,
agresivo, paranoico, con tendencias suicidas, entre otros signos y síntomas
evidenciados (Narconon, 2013). Lo que resulta problemático y relevante en el
ámbito individual se convierte en una cuestión de interés social al verse
multiplicado el número de sujetos que se ven envueltos en dichas condiciones.
En Latinoamérica, la problemática del consumo de drogas ilegales en los
jóvenes está relacionada de manera estrecha con la violencia y la exclusión
social. Las cifras señalan que a “los quince años de edad ya fuman cerca de
40% de los jóvenes y cada persona consume unos seis litros de alcohol puro
por año, el promedio más alto en el mundo menos desarrollado. Además, hay
unos 45 millones de personas que fuman marihuana, que es la droga no legal
más utilizada” (Peruga et al., 2002).
En un estudio realizado en el Hospital Universitario de Caracas, donde se puso
a prueba la presencia de mTHC y mCOC en las muestras de orina de un
determinado número de pacientes, se concluye que la prevalencia aparente de
consumo de sustancias ilegales en hombres jóvenes es de 40% (Contreras et
al., 2007:172). Cifra de prevalencia inesperada por los profesionales que
realizaron el estudio, la cual además de ser alarmantemente alta pone un punto
de reflexión sobre la proporción de consumo. Según este mismo estudio, por
cada consumidor de marihuana existirían dos de cocaína. Concluyen, además,
dando la recomendación que es necesario conocer y tener actualizados los
patrones cualitativos del consumo de sustancias adictivas.
99
Los estudios realizados en el Perú, promovidos y coordinados por la ONG
CEDRO, sobre la motivación que tienen los jóvenes para consumir drogas,
señalan que es multifactorial. Tienen implicancias los factores psicológicos,
biológicos y sociales, los cuales están relacionados de manera normal por los
mismos jóvenes a “la curiosidad, obteniendo placer y satisfacción, relax de
tensiones psicológicas, facilitando la socialización, presión social en su grupo,
aislamiento social, dinámica familiar, baja auto-estima, manejo inapropiado de
medidas sobre drogas, influencias genéticas y problemas alcohólicos en
familiares.” (Bolaños et al., 2008:5)
En otro estudio de CEDRO, denominado “Epidemiología de Drogas entre la
Población Urbana Peruana”, encontramos que cada vez hay más mujeres que
consumen marihuana y cocaína. En el año 2003, un 2,4% de encuestadas en el
área urbana señalaban haber consumido marihuana alguna vez en su vida
(CEDRO, 2003:95), cifra que se elevó a 8% en el año 2010 (CEDRO, 2010:49).
Ya desde hace algunos años atrás se podía advertir que “el consumo de drogas
en el Perú se estaba feminizando” (Portillo, 2008), a ello se le suma el alto
porcentaje de consumidoras de sedantes de manera permanente. El segundo
grupo en ascenso en el consumo son los adolescentes, un 1,7 por ciento de
ellos entre los 12 y 18 años ha probado, por lo menos una vez, la peligrosa
droga sintética conocida como "éxtasis". La diseminación que esta droga
sintética está experimentando es un cambio en el país. Pasó de ser consumida
exclusivamente entre jóvenes de altos recursos económicos a ser la droga más
popular, incluso se ofrece libremente en las cercanías de los colegios.72
Cabe señalar que los jóvenes también han expresado su preocupación ante el
consumo cada vez más extendido y precoz de drogas ilegales, el cual lo
“relacionan con una facilidad de acceso que, a determinada edad, puede ser
incluso superior a la de las drogas legales” (op. cit.), debemos añadir en este
72
“La presencia del éxtasis se está extendiendo cada vez más hacia sectores C y D, apartándose
rápidamente de los sectores A y B donde inicialmente apareció. Las discotecas populares y la aparente
adulteración de las pastillas de éxtasis son una combinación que está potenciando su abuso notoriamente”
(Arnao & Cabezudo, 2001:128-129).
100
punto el fácil acceso en relación con los costos. El Perú es el segundo
productor de cocaína en el mundo y también es productor de marihuana, es por
ello que los precios para el consumo interno de estas drogas son más bajos que
en mercados internacionales. Incluso, el consumo por ciudades es diferenciado
debido a diversos factores relacionados con la producción de drogas ilegales,
así la cercanía a las zonas de producción es un agente que podría facilitar y a la
vez dificultar su comercialización al menudeo (interdicción de por medio):
“Desde este punto de vista se aprecia mayor prevalencia de vida de marihuana
en ciudades como Cusco, Iquitos y Pucallpa; así como mayor prevalencia de
vida de drogas cocaínicas en Iquitos, Piura y Tarapoto.” (CEDRO, 2011:55)
Las acciones del narcotráfico se traducen en producción, tráfico y consumo de
drogas ilícitas dañan no solamente la vida y la salud de un gran número de
jóvenes, sino que también lo hacen a su entorno familiar, dentro de un
acelerado proceso que involucra a más personas de menor edad (Devida,
2007:7). Este accionar ilegal se ve enfrentado por determinadas políticas de
Estado, que dentro de sus objetivos preventivos considera a los jóvenes como
un público prioritario. Estas acciones están orientadas a evitar el consumo de
drogas, a la recuperación y su reinserción social.
Lo grave del asunto es que, a pesar de las políticas y acciones estatales, las
zonas empobrecidas de los países latinoamericanos –favelas en Brasil, villas
miseria en Argentina o asentamientos humanos en Perú– son actualmente “los
espacios donde se han enquistado los puntos de venta del consumo final de la
cadena productiva de drogas ilícitas, en especial de la cocaína, un negocio
internacionalizado y oligopolizado que mueve millones de dólares, que tiene
nexos con el tráfico de armas, el contrabando y el lavado de dinero” (Ziccardi,
2008:23). Esta situación traería consigo una tendencia de quiebre de los lazos
sociales tradicionales, incluyendo las relaciones de clientelismo que siempre
fueron una marca distintiva de diversos países de la región.
101
Así se van configurando extensas áreas de pobreza, las cuales generalmente
se ubican en la periferia de las ciudades. Se observa la profundización y
segregación socio-espacial en gran escala, lo que da paso a lo que Sabatini
denomina una “cultura de la segregación” o “efecto ghetto” (Sabatini et al.,
2001). Según este mismo autor, el fenómeno de la segregación residencial está
también
significativamente
relacionado
con
otros
problemas
sociales,
extendiéndose la compleja red y emparentándose con el retraso escolar,
inactividad juvenil y embarazo adolescente.
Ante lo expuesto, vemos a la juventud como un grupo que se ve afectado por el
consumo de drogas ilegales y, además, por su estigmatización. Es un grupo
con la necesidad de destinar su tiempo en alguna actividad que lo sustraiga del
contexto en el que se desenvuelve cotidianamente. La juventud requiere de la
potenciación de ciertos referentes normativos y de valores que constituyan un
marco sociocultural de inclusión. Es necesario que los conceptos que giran en
torno a las conductas ilícitas puedan significar algo negativo y que no generen
la atracción que están logrando. Es decir, que los jóvenes reconozcan y
rechacen esas conductas.
Para que este marco sociocultural tenga más elementos de análisis, debemos
contemplar también aquellos insertos en los relatos simbólicos, motivos
recurrentes en la subjetivación de las experiencias vitales de los jóvenes. A
través de ellos buscan expresar y reinterpretar la estructura del mercado
musical,
los
discursos
sobre
la
identidad,
etc.
Hay
que
considerar
especialmente los trabajos con un enfoque cultural, en los cuales existe la
posibilidad
de
desarrollar
un
abordaje
denominado
de
dramatización
socioestética de las identidades desde el consumo de las drogas ilegales.73
La visión socioestética considera aspectos narrativos y performativos de la
identidad juvenil derivados de sus experiencias en el mundo de las drogas
73
Abordaje empleado en la tesis de Osiris Chajín sobre socioestética y culturas juveniles (2009: 12).
102
ilegales. Aspectos que, según lo señalado por R. Reguillo, se configuran a
través del “vestuario, las marcas corporales; la apariencia, (que) buscan no sólo
la expresión libre del cuerpo, sino la dramatización de algunas de las creencias
fundamentales” (2000a:151). Esto nos impulsa a “‘escuchar’ que es lo que
están tratando de decir a través de sus músicas, de su poesía, de sus grafittis,
que es lo que están tratando de decirle a la sociedad en términos de
configuraciones cognitivas y configuraciones afectivas y especialmente, de
configuraciones políticas” (op. cit.). Siendo conscientes de que lo visto en
nuestras sociedades son esferas funcionales que no se comunican unas con
otras, debemos comprender a los individuos a partir de sus cambios constantes,
cambios entre lógicas de acción que, incluso, pueden ser incompatibles
(Laddaga, 2006:62).
Estos órdenes que emergen y compelen a las personas a la auto organización y
auto tematización de sus biografías (Beck & Beck-Gernsheim, 2002:24),
posibilitan el escenario para que la música sea un elemento muy cercano a la
juventud. Esta cercanía nos permite constatar la existencia de una relación
entre consumo de drogas ilegales y música. Desde la conocida frase “sexo,
drogas y rock & roll” podemos acudir a la historia de la música para corroborar
la leyenda que envuelve a muchos cantantes y grupos vinculados a consumos
de sustancias: Janis Joplin, Jim Morrison, Jimi Hendrix, Kurt Cobain, etc.
El rock es uno de los géneros eminentemente juveniles. Se presenta como
fuente de reelaboración de las historias vitales de los jóvenes, “se ofrece como
otra coordenada de sentido vinculada con una búsqueda estética, gramáticas
propias, construcción de saberes, etc., que dan cuerpo a lo performativo de las
subjetividades juveniles” (Chajín, 2009:28). En el consumo del rock podemos
encontrar una fuerte mediación en la construcción de las subjetividades
juveniles que no siempre es reconocida por las lecturas adultas que, casi
siempre desde fuera, lo poco que ven es rebeldía. De esta situación surge el
deseo de controlar y ordenar que se realice lo políticamente correcto. Pero
103
tampoco desconoce el peso que allí tienen las dinámicas de la economía de
mercado y las lógicas de producción y reproducción que toman cuerpo
(Serrano, 2004:92-99).
Se va abriendo el abanico de géneros y el rock, en tanto producto cultural,
coloca en escena diversas categorías. Una de ellas es el metal, categoría que
entre los jóvenes se constituye en “una alternativa para enfrentar sin mediación
alguna y por vía experimental la ‘decadencia’ y ‘barbarie’ del mundo” (Amaya &
Marín, 2000:66). El metal en ese sentido se acerca al punk, siendo ambos
géneros un impulso hacia el realismo y la dureza de la vida. Un joven es
metalero o es punkeke como alternativa a no ser nadie y a vivir en un mundo
falso, incluso se le considera como una alternativa frente a la de ser
considerado un joven “hiphopero”.
Cuando comentamos al respecto de la cultura hip hop, debemos reconocer que
está totalmente construida sobre otras estructuras de creación artística: el
break, grafitti, rap, etc. Asimismo, resalta por tener una clara sensibilidad
política y social, la cual se ve reflejada en una “fuerte carga de resistencia en la
cual se expresan antagonismos entre sectores sociales populares y de élite,
reivindica un ejercicio amplio de los derechos ciudadanos que se ven
amenazados por situaciones de exclusión y discriminación y (...) es una
identidad juvenil que se refuerza en demostraciones públicas” (op. cit.:71). Por
ello, la música hip hop no deja de lado la problemática social, la cual tiene una
fuerte influencia de las drogas en sus líricas.74
Otros géneros populares entre los jóvenes son el reggae y el reggaetón. En el
primero, de más larga data y originario de Jamaica, existe una relación directa y
evidente con el consumo de la marihuana. Este género está ligado a la religión
Rastafari, la cual propone la marihuana como un elemento que fortifica el
74
“Y tú caminas con el mundo a tus pies o a tus espaldas, te pierden los coches, las drogas, las faldas. Yo
conozco los secretos que te guardas bajo llave y es que tuve 2 maestros: Señor Libro y Señor Calle.”
Segmento de la canción “El cuenta cuentos”, de Nach Scratch.
104
cuerpo, alma y mente. Investigaciones caribeñas señalan que es preciso
reconocer que “detrás del patrón de crecimiento del consumo de drogas está la
promoción de estilos de vida relacionados con entornos donde existen
llamativos autos nuevos, donde se gasta mucho dinero, exhibición de joyas, (…)
la música reggae, armas, clubes nocturnos (…) que se asocian con modelos de
conducta que atraen a los jóvenes” (Stone, 1991:284).
Como una sucesión del reggae, únicamente de denominación, encontramos al
reggaetón. Género que es ante todo “una mercancía cultural, los jóvenes (que)
lo escuchan y bailan son principalmente consumidores. Que esta mercancía se
elabore sobre fantasías otrora inconfesables, no implica que quienes la
consuman se identifiquen plenamente con ellas” (Ubilluz, 2006:93). Tengamos
presente que la identidad no es una esencia, “se trata de un concepto
relacional, que supone simultáneamente un proceso de identificación y un
proceso de diferenciación, lo que implica necesariamente una tarea de
construcción, la identidad se construye en interacción (desnivelada) con los
otros, los iguales y los diferentes” (Reguillo, 2000b:78).
En este amplio abanico de posibilidades musicales y su relación con las drogas,
no podemos dejar de mencionar lo que en el Perú es conocida como la cumbia
andina o música chicha.75 Se trata de un ritmo que desde hace varias décadas
se ha desarrollado, incluso en forma de cultura.76 Este ritmo está presente en el
gusto musical de la juventud y representa “el fortalecimiento y la expansión de
las expresiones musicales andinas en las ciudades” (Hurtado, 1997:90). Con la
chicha y los anteriores géneros musicales podemos tener un panorama más
completo de la socioestética de la juventud, de la que consume y la que no
consume drogas, ya que “se puede apreciar en la mayoría de las fiestas
75
“Sobre el origen del significante ‘chicha’ para designar a esta cumbia andinizada y luego a todo el
campo tropical peruano, existen diversas versiones, pero la más difundida sostiene que posiblemente el
término “chicha” proviene del título de una canción que causó furor por el año 1966: “La chichera” de los
Demonios del Mantaro” (Bailón, 2004:59).
76
Siendo una de sus expresiones, por ejemplo, la prensa chicha. Para J. Gargurevich es “un conjunto
abigarrado de primeras páginas muy coloridas -con fotos audaces- que cuelgan de los kioskos de venta y
que difieren de manera tosca de sus homólogos formales, tanto en el diseño como en la temática
noticiosa” (Gargurevich, 1999).
105
familiares juveniles de los sectores populares que se inician con vallenatos,
merengue, salsa, tecno, disco, rock; continúan con chicha y rematan, como fin
de fiesta, con huaynos. El conflicto musical-cultural atraviesa las generaciones,
las familias y a los mismos individuos” (op. cit.:94).
Es preciso señalar también la existencia de la relación específica entre la
música electrónica y el contexto de su consumo, las fiestas o festivales raves.
La música electrónica, caracterizada por el empleo de tecnología y el empleo de
instrumentos electrónicos para su composición y ejecución, tiene una larga data
y sus inicios masivos los tuvo con agrupaciones como The Beach Boys y Pink
Floyd. Con el paso de las décadas se ha diversificado en subgéneros, como el
techno, trance, dance, etc. Actualmente se apoya en el uso de computadoras y
su ejecución ya no requiere de un músico, sino más bien de un DJ quien anima
las fiestas. Este y otros contextos ligados a la música (conciertos de rock o sus
sub-géneros, discotecas, etc.) serían algunos de los escenarios más frecuentes
de consumo juvenil.77 “Estas relaciones música- drogas han sido, sin embargo,
muy poco investigadas de manera sistemática (…) salvo excepciones como los
estudios de Amador Calafat78 o el pionero Gamella y Roldan79 sobre los
contextos de consumo del éxtasis” (Fouce Fernández & Fossoul, 2007). Otro
caso excepcional es el de la Subsecretaría de adicciones de la provincia de
Buenos Aires, Argentina. En el año 2007 realizó un estudio en un evento de
música electrónica, donde el consumo observable de drogas de diseño alcanzó
un total de 43 jóvenes de 150 (Míguez, 2007).
En cuanto a la existencia de una estetización del joven consumidor en torno a
los tatuajes y las perforaciones, es posible afirmar una relación aunque no
causal ni directa. Estos elementos de la socioestética juvenil están aumentando
especialmente como una forma de comunicación y de expresión de su propia
77
La mayoría de los asistentes a centros de diversión en Lima, el 42.7% de encuestados, afirma que el
consumo de drogas entre sus amigos ha aumentado, seguido por un 19.6% que indican que sigue igual.
(Zavaleta, 2007:9)
78
Psiquiatra, terapeuta y director de la revista especializada en adicciones.
79
Discotecas, pubs, raves o fiestas y fiestas privadas son los entornos sociales principales del uso de
éxtasis en España. (Gamella & Roldán, 1997).
106
identidad, a la vez que están manifestando su culto al cuerpo, conocido de
manera extendida como body art.80 Sin embargo, aun cuando los jóvenes se
someten en muchos casos a este tipo de prácticas en este momento de sus
vidas, estas siguen realizándose a lo largo de la vida y pueden hallarse en
individuos de todas las edades (Chimenos et al. 2003).
En la actualidad hacerse un tatuaje o un piercing está de moda, no tanto por
razones anticonformistas sino por motivos estéticos. Si apreciamos brevemente
el ámbito global, Estados Unidos de Norteamérica es uno de los países donde
esta práctica está ampliamente generalizada. Entre el 10% y 13% de los
adolescentes de entre 12 y 18 años lleva tatuajes o piercings.81 Desde la
década de 1990, los tatuajes y los piercings se han incrementado notablemente,
hasta el punto de que el 38% de la población general es portadora de algún tipo
de tatuaje (Mangas et al., 2004:200). El pabellón auricular continúa siendo la
localización de las perforaciones o piercings más frecuente, aunque cada vez
son más utilizados otros lugares de la cara como la ceja, la nariz, los labios, etc.
Los tatuajes y perforaciones en el cuerpo son una de las características de las
sociedades urbanas contemporáneas en diversas partes del mundo y también
en Latinoamérica. Son “la circulación y resignificación de determinados signos y
emblemas tribales como las perforaciones corporales (piercings) y los tatuajes
(“tatoo”), en una gran variedad de cuerpos y escenarios (Nateras, 2002:150).
Aunque estas manifestaciones las podamos observar en cualquier otra ciudad o
país del mundo, los significados construidos son particulares, dependiendo del
contexto sociocultural al que correspondan, del género al que pertenezcan,
incluso, a las adscripciones identitarias grupales que se tengan (op. cit.).
Finalizaremos señalando que de manera tradicional se ha asociado la idea de
preferencia al riesgo a los usuarios de piercings o tatuajes, es el caso de los
adictos a drogas intravenosas e intramusculares, quienes tienen una alta
80
“El body art, o arte del cuerpo, designa a una vertiente del arte contemporáneo que toma el cuerpo
como medio de expresión y/o materia para la realización de los trabajos (…).” (“Body…”, 2012).
81
Término del idioma inglés que al traducirlo significa perforación.
107
incidencia de tatuajes pues los utilizan para cubrir las marcas de las punciones.
Lo que para la región latinoamericana es escasamente significativo, ya que el
uso de drogas inyectables es bajo en comparación, por ejemplo, a las
inhalables y fumables. Sí es preocupante que la presencia de tatuajes y
piercings esté asociada con un comportamiento de riesgo en referencia al
consumo de drogas, promiscuidad sexual, suicidio y trastornos de la
alimentación (Mangas et al. 2004).
3.3 Oportunidades y riesgos para los jóvenes en el Perú
Los jóvenes en el Perú afrontan una problemática que tiene relación directa con
las oportunidades y ganancias que reportaría el invertir atendiendo sus
necesidades. Según investigadores del Ministerio de Salud del Perú (MINSA) y
el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), “dadas las tendencias
y escenarios poblacionales del Perú, si no se invierte hoy mismo en los jóvenes
y adolescentes, se estará perdiendo una coyuntura propicia en los próximos
años” (“Oportunidades…”, 2005:5). Según estas mismas indagaciones, queda
demostrado los notables beneficios, económicos y sociales, monetarios y no
monetarios, de la inversión en estos grupos de edad. Las intervenciones que
han mostrado mayores beneficios entre los programas sociales y de salud son
las que promueven el tratamiento de ETS para la prevención del contagio con el
VIH y otras conductas de riesgo. Vale anotar que estas conductas, en muchos
casos, van asociadas al consumo de drogas legales e ilegales.
Invertir en la salud reproductiva de este grupo poblacional es fundamental para
la lucha contra la pobreza y aprovechar las oportunidades del país, este tipo de
inversión puede disminuir los embarazos precoces y no deseados, el VIH sida,
la violencia sexual y familiar, el subempleo y mano de obra no calificada. “La
mayoría de casos de SIDA se concentra entre jóvenes y adultos jóvenes en
edad productiva (25 y 35 años). Se ha estimado que entre 11,400 y 20,200
jóvenes (15-34 años) viven con VIH, pero solamente el 55% por ciento de ellos
cuentan con el acceso al conocimiento, información y educación sobre el VIH y
108
sobre
cómo
protegerse
del
riesgo
de
contraerlo”
(“Lucha…”,
2012).
Consideremos que los efectos de esta problemática recaen también sobre las
familias y comunidades de los jóvenes, lo que profundiza sus niveles de
pobreza.
Por otro lado, la tasa de embarazos en adolescentes ha descendido menos que
en los otros grupos poblacionales. El embarazo adolescente, si bien ha
descendido a nivel nacional, se ha incrementado en algunas zonas del país
como la selva. Este porcentaje se ha elevado del 26% al 29% (op. cit.), es decir,
casi un tercio de las mujeres de esa zona ya son madres o están embarazadas
antes de alcanzar los 20 años de edad. El embarazo adolescente tiene efectos
en la transmisión intergeneracional de la pobreza y la pobreza extrema. Existen
documentadas intervenciones con alto costo-beneficio en salud reproductiva y
para enfrentar otros problemas de salud con elevadas tasas de retorno.
Los jóvenes se hallan “mejor provistos de salud pero menos reconocidos en su
morbimortalidad específica”, se señala en el reporte de CEPAL (2004) citado en
el acápite anterior. Existe un perfil de morbimortalidad juvenil que se origina en
la mayor prevalencia de accidentes, agresiones físicas, uso nocivo de drogas,
enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados y precoces,
entre otros. De esta manera, los jóvenes viven un contraste entre buena salud y
riesgos sanitarios poco cubiertos.
Es preciso considerar que, en las últimas décadas, los cambios en la estructura
por edades llevarán a que el Perú atraviese, aproximadamente entre los años
2025 y 2035, una alta razón de dependencia. Es decir, la relación entre la
población dependiente dividida por la población en edad productiva alcanzaría
su nivel histórico más bajo (“Oportunidades…”, 2005:6). Junto a esta
característica también debemos contemplar que en las zonas más pobres del
Perú, nos referimos a la zona centro andina y la selva, la población adolescente
y joven se ha incrementado en mayor proporción que en el resto del país. Son
109
los jóvenes y adolescentes los que constituyen el 19,2% de la población del
país,82 cifra que es ligeramente mayor en los departamentos con altos índices
de pobreza, tales como Junín y Puno,83 con un 19,7% y 19,3% de jóvenes entre
su población respectivamente.
Las intervenciones de mayores réditos serían las realizadas en el sector
educación. En esta categoría de inversión se aprecian resultados positivos en
relación con el nivel educativo aprobado y la asistencia a un centro de
educación superior. Como riesgos u obstáculos, según la Primera encuesta de
juventudes Perú 2011, se considera que las principales razones de la ausencia
a un centro de educación superior son los problemas económicos o porque su
situación laboral se lo impide, con 37,7% y 24,8%, respectivamente. Los
problemas sociales más frecuentes que enfrenta la juventud peruana son la
existencia de burla o descalificación entre sus compañeros debido a su aspecto
o forma de vestir, con un 32,9%; le sigue la violencia física entre alumnos, con
26,2%; en tercer lugar, los graves problemas de disciplina de los alumnos, con
22,8%; en un cuarto lugar, pero no menos importante, el frecuente problema
social del consumo de alcohol y drogas de los alumnos, con el 20,8%. (INEI,
2011).
Existen también otras cifras que nos aclaran más la situación de los jóvenes en
el Perú, como el 59,3% que logró aprobar al menos un año del nivel secundario
y que aprobaron al menos algún año de educación superior universitario, con el
15,6%. El 14,6% de jóvenes aprobó al menos un año de educación superior no
universitaria y el 10,5% de la población joven algún grado del nivel primario o
inicial o no tiene ningún nivel educativo (op. cit.).
En buena parte, las oportunidades y riesgos de la juventud peruana son
representadas por el contraste entre autodeterminación y protagonismo, de un
82
Esta cifra se refiere a hombres y mujeres de 15 a 24 años de edad. Si consideramos el rango entre 15 y
29 años, el porcentaje de la población se eleva a 27,5%. En este grupo de edad el sub grupo mayoritario
es el que se encuentra entre los 15 a 24 años, con 73% (INEI, 2007).
83
Según la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO), años 2008 y 2009 (INEI, 2012).
110
lado, y precariedad y desmovilización, del otro. Apreciando el lado positivo, se
da una creciente autodeterminación juvenil en tanto individuos que habiendo
relativizado sus figuras de autoridad, sobre todo las de sus padres y las figuras
políticas, proyectan con mayor autonomía sus expectativas y trayectorias de
vida, expresando esos proyectos vitales como estudiar en condiciones
favorables, contar con un trabajo e ingresos decentes, acumular lo suficiente
para lograr una autonomía plena frente a los padres y la comunidad, constituir
una pareja o familia, vivir a pleno afectivamente la sexualidad juvenil, etc.
(Palau, 2004:14).
Si observamos el lado negativo, los jóvenes todavía no constituyen un sujeto
específico de derecho. A pesar de que ostentan una baja participación electoral
y la consiguiente desmotivación para involucrarse en el sistema político, llevan
consigo un estigma que los presenta como potenciales desestabilizadores del
orden social (op. cit.:21). Vale considerar la convergencia que, en otros
espacios geográficos, han logrado los jóvenes a través de diversos movimientos
sociales84 con repercusión global, pero que al corto y mediano plazo han ido
transformándose.85
Ante la información expuesta, podemos comprender mejor al sujeto de
investigación. No podemos dejar de contemplar a los jóvenes a partir de la
etapa en la que se encuentran. La juventud es “una fase preparatoria para la
transición que se estará experimentando entre la niñez y la etapa adulta. Es un
período en donde se busca ganar independencia y autonomía. Además, es
también una etapa crítica, ya que marcará la búsqueda y la intención de asumir
nuevos roles y nuevas funciones” (Rivera-González, 2011: 333). Es en esa
84
Autores como Tilly y Tarrow sitúan estos fenómenos en el plano exclusivamente político y en los
aspectos mesurables (económico-material) de la acción colectiva (revoluciones, revueltas,
democratización, nacionalismo). Este tipo de análisis explica los movimientos sociales a partir del
funcionamiento del mercado político (Melucci, 1999). Al utilizar el concepto movimientos sociales estamos
más cerca a lo que plantea la Dra. Cecilia Bobes, quien señala que “hace falta entonces el desarrollo de
nuevas perspectivas teóricas que permitan considerar tanto lo civil como lo político, lo institucional, lo
normativo y lo simbólico” (Bobes, 2002: 384).
85
Por citar un ejemplo, Occupy Wall Street, movimiento formado en el año 2011, se presenta ahora como
una organización sin fines de lucro y pretende llegar a diversas ciudades del mundo.
111
búsqueda donde podría surgir el momento cuando “‘se inicia’ y encuentra en la
droga un ‘caballo’ que les proporciona los suficientes ‘fuegos artificiales’ para
poder alejarse de su momento vital” (Terradas, 1985:7).
112
SEGUNDA PARTE
113
IV. Subjetividad y trayectorias biográficas bajo el umbral del
riesgo
Cada uno carga con las sombras y la luz
tras de los espejos que se enfrentan.
Y en la brevedad, de la eternidad
cada hombre elije su destino.
Justo en el umbral donde el bien y el mal
echan a la suerte los caminos.
(Tabaré Cardozo)86
La problemática del consumo de drogas ilegales es compleja. Concentrarnos en
el sustrato subjetivo abordando esta problemática, desde las trayectorias87
biográficas, es complejo también. Las instituciones y diversos escenarios son
parte del tema que analizamos en el presente acápite desde la voz de los
jóvenes entrevistados.88 Asimismo, la vida cotidiana y el papel de ellos previa a
su ingreso en el mundo de las drogas y sus articulaciones en la segunda
modernidad, indagados a través de una figura denominada el umbral del riesgo.
Figura espacio-temporal que, como dice la canción de T. Cardozo, visibiliza y
diferencia las sombras de la luz tras el espejo de la auto reflexividad de la
época. Instancia donde cada hombre elije su destino, es el umbral “donde el
bien y el mal echan a la suerte los caminos.”
En la presente tesis privilegiamos el estudio interpretativo de la subjetividad de
los jóvenes entrevistados,89 y de los resultados de la interacción entre estos y la
familia, el barrio, los vecinos, etc. Consideramos que el estudio de la
86
Músico uruguayo. Parte de la letra de la canción “El umbral”, del disco “El murguero oriental” (2008).
Siguiendo a Bourdieu, entendemos las trayectorias como “la serie de posiciones sucesivamente
ocupadas por un mismo agente (o un mismo grupo) en un espacio en devenir y sometido a incesantes
transformaciones.” (1989:127).
88
A partir de la segunda parte de la tesis, en cada vez que se utilice la palabra joven o jóvenes se referirá
tácitamente a nuestros entrevistados. Se especificará cuando se utilice esta palabra en términos
genéricos.
89
Asimismo, se considerarán las declaraciones de expertos en el tema de las drogas ilegales y de madres
de familia de dos de nuestros entrevistados.
87
114
subjetividad implica, tanto el análisis de diversas instituciones sociales, como el
análisis de la historia individual y colectiva de los sujetos, “así como de las
normas, de los lenguajes, de las miradas, de los referentes simbólicos, de los
mitos.” (Gil Montes, 2007:642). Proceso de subjetivación del individuo que se
realiza sobre “un campo de significaciones, un conjunto de concepciones del
mundo y de la vida, donde se entrelazan diversos niveles de comprensión y
aprehensión de una cosmovisión” (op. cit.). Un estudio que contempla la
subjetividad nos permite una constante búsqueda de sentido.
El aspecto sociológico central de esta perspectiva se refiere entonces al
significado que la realidad tiene para los jóvenes y la manera en que estos
significados se vinculan con sus conductas de riesgo. Es así como nos hemos
acercado a un nivel de la realidad que debería ser conocido. En tanto que, en
una problemática social como esta, es indispensable la generación de ciertas
políticas que contemplen la voz de los jóvenes, asociada estrechamente a
factores subjetivos, internos a ellos. Los hemos concebido como actores
interpretativos, cuya dimensión subjetiva es estructurada inicialmente por
encuentros con objetos externos (padres, profesores, libros y toda la variedad
de portadores culturales), los cuales se internalizan con el proceso de
socialización. “La subjetividad y la motivación se vuelven tópicos fundamentales
para la teoría social sólo si reconocemos este proceso de internalización, pues
si aceptamos la internalización entendemos que existe alguna relación vital
entre el ‘interior’ y el ‘exterior’ de cualquier acto.” (Alexander, 1992:12)
Al centrarnos en la dimensión subjetiva de los jóvenes, en contraste con las
visiones macro de las ciencias sociales, se abre un enorme espacio para la
libertad del individuo y su mirada del problema como el punto de partida en la
producción de los fenómenos sociales. En consecuencia, en lugar de leyes
sociales, se habla de contingencias. Al hacer énfasis en las contingencias y los
factores subjetivos, siguiendo la línea weberiana, se favorece a la comprensión
más que a la explicación, como tipo de conocimiento producido. Para poder
115
llevar a cabo una adecuada comprensión de los factores subjetivos, los sujetos
y las situaciones de estudio han sido abordados en un plano de análisis micro,
de tal manera que las particularidades interpretativas de los procesos sociales
se puedan aprehender (Castro, 1996:65).
Asimismo, es fundamental que señalemos el lugar central del concepto sujeto
en el desarrollo de la modernidad y en esta etapa tardía o segunda modernidad.
En este contexto, se aprecia un sujeto que bajo las identidades que tenga,
estas deben ser flexibles (Beck, 1998, Bauman 2003). Es una propuesta de
sujeto que, ante los cambios en el contexto, su situación dependerá de las
posibilidades que la sociedad del riesgo le brinda. Es la manera que intentamos
entrever cómo, desde esa sociedad, las personas se definen y le brindan
significado a sus actos. Es así como reivindicamos una subjetividad necesaria a
través de dos visiones: espacio de resistencia y, a la vez, como una condición
moderna. La subjetividad de resistencia pero que suma a la cuantificación y las
cifras que nos tratan de explicar un fenómeno, el cual, en un principio, parte
desde el sujeto. Subjetividad vista como la recreación propiamente moderna de
la escisión fundadora del individuo. Ambas visiones, la segunda más que la
primera, dan cuenta de una subjetividad “surgida de la distancia original que se
acrecienta entre el individuo y las estructuras sociales, y define una posibilidad
acrecentada de expresión de sí más que un aumento de dominio práctico sobre
el mundo.” (Martuccelli, 2007a:383)
Tengamos en cuenta que tampoco se trata de otorgarle la exclusividad de lo
subjetivo a la modernidad. La preocupación por la subjetividad excede y
precede a la modernidad. Es importante señalar que la sociología siempre se
ha interesado por el individuo y los autores más relevantes de la sociología, en
muchas de sus obras, han abordado con frecuencia y talento las dimensiones
individuales. Sería imposible citarlos a todos, pero dos ejemplos claros son
Durkheim y Weber. Textos como Las formas elementales de la vida religiosa y
Estudios sobre la sociología de la religión, son percepciones de lo transmitido a
116
través del vínculo social, a partir de elementos interindividuales y, en
determinados pasajes, de la subjetividad. Así, podríamos seguir mencionando a
autores como Marx, desde sus escritos de juventud, o a Simmel con una
apuesta sobre el individuo en la misma línea que Weber.
La diferencia con nuestros tiempos es que en la “sociología clásica”, cualquiera
que sea el talento o el genio de los autores, a pesar del continuo interés de la
sociología por el individuo, éste no fue nunca un objeto privilegiado del análisis
sociológico. El análisis descendiente de la sociedad fue suficiente (Martuccelli,
2007b:10). Lo que nos interesa en el contexto contemporáneo es la subjetividad
en su significado propiamente social, la cual nace en medio del mundo. Es en
ese espacio donde se ubica toda su paradoja: “por un lado se vuelve más que
nunca un fenómeno social; por el otro, al mismo tiempo, y cada vez más, una
dimensión que percibimos como asaltada por una sensación de extrañeza de
nuestros contextos sociales.” (Martuccelli, 2007a:387). Es decir, una verdadera
ruptura separa la importancia creciente de lo subjetivo, cuyas razones son de
naturaleza social y por ello aún objeto de estudio “clásico” de la sociología; y el
sentimiento que experimenta cada sujeto en relación con ese mismo espacio
subjetivo. Espacio reservado y considerado como un terreno no social que, a su
vez, es “multirreferencial e inacabado, un continuo de producción de sentido”
(Gil Montes, 2007:242).
Entendamos a la subjetividad como ese estado social particular donde los
individuos tienen la sensación, reemplazados por muchas representaciones
sociales, de que su intimidad ya no puede ser anexada dentro de ninguna
representación totalizante (Martuccelli, 2007a:382). Nos acercamos a la
premisa básica para la comprensión del fenómeno del consumo de drogas en
una sociedad del riesgo. En tiempos de globalización e individualización,
debemos aproximarnos lo máximo posible a las diversas condiciones del sujeto.
Asimismo, nos aproximamos a la subjetividad considerando lo que M. Bajtin
afirmaba: la subjetividad es plural y polifónica (En Perrés, 1998:135). Debemos
117
tener muy en cuenta y mantener distancia de las “determinaciones causales
univocas y lineales por las que una disciplina, teoría, instancia o autor, pretenda
erigirse en dominante en lo que concierne a esta compleja problemática” (op.
cit.).
En cuanto a la dimensión institucional de la individualización, la individualización
es la que estructura y configura la subjetivación.90 Como ya hemos señalado en
la primera parte de la tesis, en el proceso de individualización institucional no
desaparecen las diferencias de clase ni las relaciones familiares. Lo que sucede
es que permanecen en el trasfondo, como un telón o un backing,91 en relación
con el centro emergente del modelo biográfico vital. El sujeto ciertamente rompe
los lazos tradicionales y las relaciones de protección, pero las intercambia por
las constricciones del mercado, así como por las estandarizaciones y controles
implícitos de dichas constricciones (Beck, 1998:167).
Otro tema presente en el desarrollo de este acápite, y que es preciso explicitar,
es la figura del umbral del riesgo. Es la propiedad espacio-temporal que sitúa a
los jóvenes entre el bien y el mal, el paso previo a la iniciación en el consumo
de drogas, el lugar al que regresan en cada etapa de abstinencia, la posición en
la que se ubican sus familiares, es la manera abreviada de señalar el espaciotiempo al filo de un abismo o una pendiente inclinada. Este umbral se configura
en función de la condición del sujeto respecto a sus roles, las instituciones, sus
experiencias, etc., y varía dependiendo de la situación del hogar familiar, la
presencia o ausencia de los padres y de los integrantes de la familia. El umbral
del riesgo, en esta tesis, es una propiedad del sujeto que consume drogas y
que puede estar constituida por elementos que caracterizan a la familia, las
90
“La subjetivación -como la subjetividad- es una operación, pero una operación de otra naturaleza, de
otro estatuto. Se trata de una operación crítica sobre la subjetividad instituida, pero no hay posibilidad de
subjetivación sin un plus producido por la instauración de una subjetividad determinada. Esa subjetivación
será una operación sobre la serie de operaciones instituidas, pero su funcionamiento trabaja en otro nivel
lógico. Ese otro nivel lógico sólo es posible por la instauración del primero y de su plus. La operación
crítica que llamamos subjetivación es la operación sobre la subjetividad instituida desde el plus que ha
producido como efecto impertinente.” (Lewkowicz, 1998:9)
91
Término del idioma inglés que en el campo de las comunicaciones se emplea para referirse a la
escenografía, especialmente en televisión. También se utiliza el término para hacer referencia a un fondo
musical.
118
amistades, las autoridades, el barrio, el colegio, etc. Este umbral sitúa a los
jóvenes en un espacio complejo y es casi permanente cuando su contexto vital
posee ciertos elementos que representen amenazas.
La distancia que los separa entre un ambiente libre de drogas y otro que no lo
está es mínima, y ese es el umbral referido. Los espacios donde se
desarrollaron en sus primeros años de vida dan cuenta de esta figura. El hogar
representa diversas amenazas que van configurando el umbral como propiedad
de cada joven. Otro espacio puede ser el barrio, que dependiendo de la zona
contienen o no los “huecos” de venta de drogas como principales amenazas.
Cuando estos lugares de venta no se encuentran en las inmediaciones del
barrio, un personaje aparece en escena, el dealer o vendedor de drogas. El
colegio podría ser otro espacio donde los jóvenes atraviesan por el umbral del
riesgo, allí es donde aparece la posibilidad de que se realice el intercambio e
iniciación de las experiencias de consumo.92 Son diversas las formas en las que
los jóvenes relataron y describieron tanto las instituciones como los personajes
que favorecen este umbral como una propiedad que impacta de diversas
maneras en cada trayecto.
En relación con el umbral en forma de tiempo, podemos afirmar que éste se
configura a partir de la edad en que viven los jóvenes, pero no es el único
elemento. También pueden ser los meses y años que el joven debió vivir dentro
de los espacios que configuran el umbral. Por ejemplo, el tiempo de vida en un
barrio o en un colegio determinados. Otro punto que debemos resaltar es que
cualquier riesgo que desborda el umbral habría de implicar una decisión de
reducirlo. Sin embargo, cuando el joven se encuentra en el umbral, el concepto
de reducción del riesgo se convierte en relativo. Denota aquellas acciones
racionales que tomarían el umbral como punto referente que por ninguna razón
se debería cruzar. Evidentemente, siempre se debería huir de esta situación. La
92
“La inocencia marcada por el bajo mundo del tráfico de drogas. Un niño de apenas 7 años, y de iniciales
D.S.R., fue descubierto cuando era obligado a vender droga a sus compañeros del colegio Canto Bello, en
San Juan de Lurigancho. Este hecho ha puesto sobre el tapete una alarmante realidad: el incremento de la
comercialización de estupefacientes en los colegios de Lima.” (“Alarmante incremento…”, 2012)
119
realidad indica lo contrario y los relatos conseguidos lo reafirman.
Analizar e interpretar el umbral de riesgo, a través de la trayectoria biográfica de
cada joven entrevistado, es colocar el telón de fondo de las escenas en relación
con las experiencias de consumo de drogas. Es reconstruir las subjetividades
del riesgo, es representar a ese sujeto que está al filo del abismo o de la
pendiente, un sujeto que interactúa con diversos elementos y que nos lo relata
con sus propias palabras. Lo hace como resultado de la aplicación del método
progresivo-regresivo (Denzin, 1989), citado en la primera parte de la tesis.
Método que también fue planteado para dar cuenta de la acción del sujeto en
términos de un proceso relacional. Esto es, observar a los jóvenes y su realidad
en una sociedad relacional, repensándola, aprovechando los fundamentos de la
sociología relacional en sus aspectos teóricos y, metodológicamente, los de
aplicación práctica de cómo podemos intervenir sobre la realidad para aportar
en la resolución de la problemática social de las drogas ilegales. Así, asumimos
que los problemas de la sociedad del riesgo, en parte, son generados por las
relaciones sociales. Al pretender entenderlos, no solamente será sobre la base
de las acciones individuales o voluntarias, ni a la inversa, solamente a través de
las acciones colectivas o estructurales; será a través de nuevas relaciones
sociales y nuevas articulaciones de estas relaciones (Donati, 2011:120).
Este tipo de estudio es, principalmente, una forma de indagación en el sustrato
subjetivo a partir de los relatos que los jóvenes han compartido sobre sus
experiencias. El contexto prohibitivo del consumo y el carácter oculto de la
práctica, hace que el relato emerja como la auto-interpretación del sujeto
brindándonos acceso a la constitución del yo consumidor, a ese yo adicto que
se describe y analiza en cada estructura de significación. Asimismo, la
subjetividad de este joven consumidor “habrá que considerarla como el efecto
de unas prácticas de constitución y no como una mera ‘ideología consumista’
que satura de unos ideales bajos a un sujeto ya constituido.” (Lewkowicz,
120
1998:4)
Es preciso reconocer que nos preocupa el sujeto singular, sin embargo,
intentamos movernos más allá de él. Esto con el fin de reconocer la realidad de
la relación, considerando la “autoconcepción no como una estructura cognitiva
privada y personal del individuo sino como un discurso acerca del yo: la
representación de los lenguajes disponibles en la esfera pública.” (Gergen,
1996:163). Apostamos por el yo como una narración que se hace inteligible en
el seno de las relaciones vigentes. Esto es, poner el foco en el relato mismo
pero sin desentendernos del contexto comunicativo en el que las historias se
inscriben (Bernasconi, 2011a:22), considerando la subjetividad como espacio
de representación, como teatro y escenificación.93
De esta manera sustentamos la elección de los relatos, a partir de la
experiencia que cada joven posee y que brinda la posibilidad de aproximarnos
al sustrato subjetivo. Además, si los relatos nos absorben cuando leemos
ficciones o historia, nos atrapan cuando vamos al cine a ver alguna buena
película o cuando decidimos encender la televisión, etc., entonces es evidente
su capacidad evocadora y cercana a nosotros. Por esta familiaridad “los relatos
sirven también como medios críticos a través de los cuales nos hacemos
inteligibles en el seno del mundo social.” (Gergen, 1996:164). Durante horas94
hemos escuchado extensos relatos sobre la infancia de cada joven
entrevistado, sus relaciones con la familia, los primeros años en el colegio, los
amigos del barrio, el primer amor, sus costumbres, la música que escuchaban,
cómo veían a las personas adictas, sus imaginarios futuros, etc., así
sucesivamente hasta llegar a sus experiencias de consumo y más allá.
Tan predominante es el proceso del relato en la cultura occidental que J. Bruner
93
Apunte de la directora de la presente tesis, Dra. Sara Makowski, en relación con el desarrollo de la
subjetividad propuesto por D. Martuccelli.
94
Cada entrevista duró en promedio 1 hora. Al haber realizado tres entrevistas con cada sujeto, además
de las entrevistas con expertos y dos madres, tenemos más de 55 horas de grabación de audio como
resultado.
121
ha sugerido una propensión natural a la utilización narrativa. Señala que la
narrativa es una forma convencional, transmitida culturalmente y limitada por el
nivel de cada individuo. A diferencia de las construcciones discursivas
generadas a través de procedimientos lógicos y científicos, por lo que pueden
ser descartadas si son falsas; las construcciones narrativas no atraviesan ese
camino ya que sólo pueden lograr verosimilitud. Son una versión de la realidad
cuya aceptación está gobernada por una convención y la necesidad narrativa,
más que por la verificación empírica. Aunque irónicamente algunos no tienen
reparo en llamar a estas historias como verdaderas o falsas (Bruner, 1991:4).
Difícilmente podemos menospreciar la importancia de los relatos en nuestras
vidas. En la medida en que sirven de vehículos que nos permiten entender
mejor la amenaza del consumo de drogas ilegales, los relatos se afianzan como
la forma básica por la cual los seres humanos otorgamos sentido a nuestras
experiencias.95
De manera ajustada hemos dado cuenta de los principales tópicos que guían el
desarrollo del presente acápite y, en parte, los siguientes. Es preciso tener en
cuenta el rol interpretativo de la subjetividad sin desprenderlo de sus
significaciones sociales. Consideremos además que la subjetividad tiende a
expresarse a través de formas mixtas, evanescentes, contradictorias y
fuertemente desarticuladas. La vivencia subjetiva “aparece siempre como un
magma difícilmente formalizable, en cuya raíz siempre es posible encontrar un
sentimiento irreprimible de extrañeza del mundo y de sus formas culturales.”
(Martuccelli, 2007a:386). En relación directa con el tema de investigación, nos
interesan las prácticas sociales de constitución de una subjetividad en la que la
adicción sea una posibilidad siempre dada desde ya. La percepción de una
subjetividad adicta se preocupa por la constitución misma de esa posibilidad.
Interesan aquí entonces las causas coyunturales que producen una subjetividad
amenazada de caer en adicción (Lewkowicz, 1998:2).
95
Experiencias que nos llevan a observar que la historia misma es, parafraseando a H. Arendt, un relato
que no cesa de comenzar pero que no tiene final (1995:42). Las generaciones jóvenes, como lo señala
Manuel Cruz, son “aquellas que nos seguirán, son la superficie sobre la que podemos escribir el futuro.”
(op. cit.:26)
122
4.1 La familia, su entorno y los referentes de consumo
La lógica del reparto de los riesgos de la modernización, como dimensión
esencial de la sociedad del riesgo, nos plantea situaciones de amenaza que
surgen y afectan la dinámica social. Estas se traducen en riesgos e
inseguridades sociales, biográficas y culturales que en la segunda modernidad
han recortado y transformado la estructura social interior de la sociedad
industrial y sus formas. Léase las clases sociales, las formas familiares, el
matrimonio, la paternidad, situaciones sexuales, etc., y las evidencias básicas
del estilo de vida que están incluidas en ella (Beck, 1998). Así, pues, somos
testigos de un cambio social en cuyo transcurso los sujetos son liberados de las
formas sociales, pero estas relaciones no desaparecen, se transforman. Tal
como lo podremos percibir a partir de los relatos narrados por los jóvenes
entrevistados.
Sin embargo, antes de iniciar y de colocar el término familia como un tema
invariante, reconozcamos que esta acción conlleva el peligro de exclusión y
devaluación. Es desconocer todas aquellas modalidades que no calzan en lo
que se podría denominar como familia tradicional de la modernidad. Lo que
viene después de ésta es la familia diferente, de ausencias paternas o
maternas, la familia extendida o la contraída a las figuras paternales a través de
los abuelos, la familia negociada, disfuncional, rota, la familia cambiante papápapá o mamá-mamá, la familia múltiple, que proviene del primer o segundo
divorcio, del volverse a casar, del nuevo divorcio, de los hijos, de los tuyos y de
los míos, de los pasados y presentes familiares. El despliegue de esta nueva
familia nuclear y su temporalización debe basar su carácter monopólico en la
atingencia, el cual es adquirido en la sociedad del riesgo y del bienestar no
tradicional. Situación un poco abstracta y marcada por catástrofes pero que
demuestra que lo delicioso, lo seductivo y salvador del amor se esconde tras
otra cifra estadística, la de divorciados que se casan de nuevo. Es así como “el
amor se hace más necesario que nunca antes y al mismo tiempo imposible”
(Beck & Beck-Gernsheim, 2001:16).
123
Por tanto, es preferible pensar en la familia en dos niveles: como una idea
establecida en la cultura y como aquella realidad específica en la que vivimos o
investigamos. Ambas constituyen nuestra forma de mirar la experiencia familiar
y, desde aquí, la forma de entender a otros grupos familiares (Pérez, 2011:104).
El sistema de creencias sobre la familia es milenario y parece universal, pero no
lo es, como veremos en adelante.
Los jóvenes relatan sus vidas en relación con diversas instituciones y la familia
es una de las más relevantes. Las escenas que aparecen una y otra vez en sus
relatos son de ruptura, cuando la familia se desmembró, cuando la muerte
aparece como una señal de infortunio (riesgo), de catástrofe familiar, cuando
este entorno es espacio de violencia. Veremos también que tanto el espacio
familiar como los personajes de este entorno, son referentes de consumo de
drogas.
4.1.1 La ruptura familiar: un matrimonio fallido
Geraldine, a través de su relato, nos muestra el matrimonio de sus padres como
el escenario de infidelidad y como uno de los actos relevantes de su biografía.
Tercera hija del matrimonio, con un hermano adicto a la PBC desde muy joven
y una hermana que salió del país para estudiar en Inglaterra, vivió desde su
niñez en el distrito de Pueblo Libre. En este distrito la población está constituida
básicamente por el estrato socio-económico medio, sólo un 2% del total de su
población está considerado bajo la línea de la pobreza (INEI, 2010:89). Sus
límites geográficos colocan a este distrito muy cerca de zonas de mayor riesgo,
de alta circulación de drogas, como lo son el Cercado de Lima y Breña.96
Geraldine nos describe sus propio umbral del riesgo, configurado por sus
padres en el ambiente que ella recuerda, de una ruptura constante y de
encubrimiento de éste bajo el contexto de un matrimonio fallido.
96
78 y 24 puntos de venta de drogas identificados, respectivamente (CEDRO, 2011).
124
“El matrimonio con mi mamá empezó a ‘disfuncionarse’ (SIC), yo tenía
unos 14 años. No sabía que mis padres ya estaban separados, dormían
juntos pero nunca estaban en la intimidad y yo me vengo a enterar
después porque lo escuché por teléfono (…) Y yo lo escucho hablar por
teléfono y desde allí se me cayó [perdí la confianza en él].”
Estamos ante una condición aceptada por los padres, un matrimonio que sólo
se sostiene en base a compartir físicamente el hogar más no a la convivencia
verdadera. El descubrimiento de un engaño, que marcan a la joven en su
adolescencia, da como resultado que la figura paterna ya no vuelve a ser la
misma. La joven utiliza la figura “se me cayó” para expresar que el padre
abandona ese lugar de respeto y admiración culturales en la relación hija-padre.
Este hecho, según lo relatado por la joven, no sólo impactaría en su conducta
adictiva, sino también en su actuar frente a las relaciones sentimentales donde
el engaño fue recurrente.
Para otro joven, José Pablo, el engaño de su padre también es un tema
significativo en su relato sobre la familia. Este joven nació en la provincia de
Cerro de Pasco y a la edad de 7 años llegó a ser “presidente de los niños” en la
iglesia Cristiana Evangélica donde asistía con su familia. Él tuvo que trasladarse
a la capital ya que a su padre vio otras oportunidades laborales fuera de su
ciudad de origen. Es un cambio abrupto, Cerro de Pasco cuenta con una
población de poco más de 150 mil habitantes, la ciudad de Lima con más de 8
millones. San Juan de Lurigancho, el distrito donde su padre les compró una
casa, alberga a casi un millón de habitantes, de los cuales el 27% son pobres
(op. cit.).
El desplazamiento de la familia de José Pablo significa también una ruptura, la
cual no era constante pero que no mantuvo a su familia bajo las mismas
condiciones en las que vivían en provincia. El padre, dedicado a la minería,
tenía que ausentarse del hogar por varias semanas, lo que antes no solía
125
pasar. A la edad de 15 años, José Pablo en una reunión con sus tíos maternos
estaba bebiendo licor y uno de ellos, acaloradamente, le increpa que el padre
del joven tenía una doble vida, tenía otros hijos fuera de su hogar.
“Yo estaba mareado y le increpé y me dijo ‘oe, tu papá siempre se la
pega de santo y a las finales tiene 2 hijos aparte.’
Eso fue como un baldazo de agua fría porque yo imaginaba a mi papá en
un lugar mucho mejor.”
El matrimonio estuvo muchas veces a punto de disolverse pero no fue así,
permanecieron juntos hasta la actualidad. Sin embargo, esta situación sumada
al consumo de drogas de José Pablo, lo llevaron a abandonar el hogar durante
varios meses en esa época. A su regreso encuentra una probable solución
entre sus padres pero la situación es complicada para el joven. El padre tiene 3
hijas fuera del matrimonio y por ello José Pablo no acepta ningún tipo de ayuda
para que él continúe estudiando. Podemos deducir que este orgullo de valerse
por cuenta propia tiene relación con el sustento económico de su consumo de
drogas.
“Llegué y mi papá y mi mamá estaban hablando. [Les dije]‘Si se van a
separar no me digan nada. Sólo voy a saber el día que uno de ustedes
va a estar en la casa’, les dije (…) Mi mamá me respondió que estaban
arreglando la situación.
En la verdad (SIC) tenía 3 hijas. Una antes de conocer a mi madre y 2
después. Mi padre me dijo que nosotros éramos sus hijos, igual que
ellas, pero que a nosotros nos tomaba en primer lugar.
Le dije, orgulloso, que yo sabía luchar la vida. Me decían que me ponga
a estudiar, le decía que no, que quería trabajar.”
Esta situación familiar, bajo un formato de dos hogares compartiendo el mismo
padre (bigamia), es el derrumbe de una realidad y una fantasía en torno a la
familia. El engaño de su padre fue un pensamiento recurrente en José Pablo,
sobre todo en los momentos de consumo, era el argumento que justificaba esa
126
acción. Esto quizá, era buscar y encontrarle un propósito a lo que hacía. La
ruptura familiar debido al engaño, con consecuente separación de los padres o
sin ella, es causa de dolor en los jóvenes. No duele sólo el instante o los
momentos en los que se conoce la verdad, en los de la toma de decisión de
separarse o tras la decisión de permanecer bajo el mismo techo, sino que es un
dolor que permanece y amenaza sus vidas.
Los resultados de este tipo de rupturas, como elementos que configuran el
umbral del riesgo, son también un factor que los empuja hacia una pendiente.
Se observan estos resultados de diversas formas en el relato de Adam. Este
joven nació en el movido distrito de Breña, vivió otra parte de su infancia en el
puerto del Callao y algunos años, antes del inicio y durante su consumo de
drogas ilegales, vivió en San Juan de Lurigancho. Sus padres se separaron
cuando él aún no cumplía los 10 años de edad, tiene un hermano mayor –quien
tras el divorcio vivió en casa de los abuelos maternos– y una hermana menor.
La familia durante un tiempo trató de resistir unida, con la madre como único
soporte. Tuvieron un padrastro pasajero, “un novio” de su madre. Pero esta
relación no duró mucho tiempo. Los abuelos maternos al ver la situación familiar
decidieron hacerse cargo del hijo mayor.
“(…) y mi abuela decidió acoger a mi hermano mayor y llevárselo a vivir
con ella. Porque mi mamá trabajaba de 8 a 8 y a veces llegaba más
tarde. 10 u 11 de la noche y nosotros parábamos solos.
En fin, mi hermano se alejó de esa edad, a los 14, nos separamos. Vive
con mis abuelos allá en Canto Grande y nosotros nos regresamos a vivir
a San Juan.”
Este joven lleva muy claro en su memoria la separación de sus padres, el
esfuerzo de su madre por mantener el hogar, el alejamiento del hermano
mayor. Cuando cumple 15 años de edad, su padre intenta retomar la relación
con él, lo había hecho en otras oportunidades pero la madre de Adam siempre
lo impidió. El joven nos relata con detalle este encuentro, ubicándolo en la parte
127
exterior de su casa, en San Juan de Lurigancho, a los dos días después de su
cumpleaños. Hacemos mención de este segmento de la biografía como
muestra de eventos que emanan, eventos que significan el resultado de
matrimonios fallidos para los jóvenes. Fallidos, tanto como relación de pareja,
como en el sentido que dañan aún más a los hijos, distanciándolos del padre
ausente o colocándolos de un lado de la balanza.
“Como mis padres son separados, él vino, mi papá.
Me acuerdo que mi mamá no lo dejaba entrar y me dijo ‘ya habla con él
pero desde afuera, de la reja.’
Era una puerta, el patio y la reja [zaguán].
Yo le dije: ‘dime’.
Él: ‘hijo mío, feliz cumpleaños. No he podido venir porque tu madre dice
que no quiere que los tenga cerca.’
Las razones de la madre de Adam para que no permita las visitas de su padre,
son, a la vez, de índole emotiva y económica. Ella fue rechazada por la familia
del padre desde el inicio hasta el final de su matrimonio. Luego del divorcio el
padre se desentendió económicamente de las responsabilidades familiares.
Como ya hemos señalado antes, si se aborda el tema de la familia, se tiene que
hablar de trabajo, del dinero, de la educación, de la movilidad y especialmente
del reparto de la desigualdad (Beck, 1998:132), que en los casos vistos de
matrimonios que terminan fragmentados, son las madres las que asumen
mayores riesgos.
Para completar esta ilustración, observemos que el padre de Adam llegó para
saludarlo por su cumpleaños, aunque dos días después pero llegó. Le preguntó
cómo había estado, qué era de su vida, cómo había pasado su día. Adam no
podía abrazarlo porque estaba tras la reja, aunque era consciente que la reja
estaba sin llave. Aunque la madre se oponía a que su padre ingresase a la
casa, el joven le preguntó e insistió, ella aceptó finalmente. Entraron a la casa y
el padre sacó unos regalos que le había llevado: unas zapatillas y una casaca.
128
Se tomaron fotos y le dijo que por la noche le traería su pastel de cumpleaños,
le preguntó si podía regresar a las 8 de la noche. Adam ya tenía planes para ir a
celebrar esa noche, sin embargo, aceptó y quedó con su padre en verse a esa
hora. Adam nunca llegó a la hora acordada, se la pasó “tomando, fumando y
escuchando música” en un bar del bohemio distrito de Barranco,97 en Lima.
Regresó después de la media noche, encontró a su padre esperándolo, para su
sorpresa estaba dentro de la casa y su madre también lo esperaba despierta. A
pesar de su falta, Adam reaccionó agresivamente ante ellos. Situación que
mostraría otro de los resultados relacionados al escenario familiar de este
joven.
“‘¿Qué me quieres aconsejar ahora, qué me quieres meter? ¿ahora
quieres entrometerte en mi vida?’.
Discutimos y me fui a mi cuarto. La llamó a mi mamá y le pidió que le
abrieran la puerta. Le dijo: ‘tus hijos son un problema (...)’.
‘Tus hijos son un problema’. Tus hijos le dijo.”
Damos cuenta de otro tipo de ruptura familiar a través del relato biográfico de
Luciano*, joven que nació en la provincia Constitucional del Callao. Este es el
desplazamiento socio económico. Él vivió una “vida feliz” hasta los 7 años de
edad, cuando su padre aún trabajaba como marino mercante. Sin embargo,
menciona que en esa época su padre le obligaba a tomar cerveza cada vez que
él bebía junto a sus amigos, cuando regresaba al hogar, después de varios
meses de navegar. Su padre perdió el empleo y la economía familiar inicia su
descenso, vendió la casa que tenían en la Av. Colonial y empiezan a vivir de un
lugar a otro, hasta que llegaron a un asentamiento humano (AA.HH) del distrito
de Ventanilla. Es un cambio sumamente drástico, pasar de una zona residencial
de clase media baja a vivir a un AA.HH que en esa época estaba en plena
creación. Sin servicios básicos como agua potable, desagüe o luz eléctrica.
97
En el 2006 dentro del contexto de las elecciones municipales, Apoyo S.A., aplicó una encuesta que
permitió evaluar la gestión municipal. A la pregunta ¿cuáles son los principales problemas de Barranco?,
sus vecinos contestaron, en primer lugar, la venta de drogas con 64%, en segundo, la delincuencia con
63% (Tavera & Terrones, 2007).
129
Desde ahí empezó que mi padre, poco a poco, ya no tenía dinero. Nos
íbamos de un lugar a otro hasta que llegamos a Ventanilla. En Ventanilla
allí sí fue toda nuestra desgracia (…). Vivimos en una chocita y era
desierto, todo era desierto y solamente una choza, no había luz, no había
agua, no había nada.”
Como hemos visto, la ruptura en la familia tiene distintas razones, como la
separación, el divorcio, fragmentación, fracaso económico, etc., es una mezcla
desequilibrada de diversas situaciones, hasta de lo más opuesto, ilustrando de
manera bastante clara lo que U. Beck y Z. Bauman refieren como instituciones
zombis. Como veremos en el siguiente acápite, con familias muertas pero que
siguen vivas, donde el ideal familiar se contrasta con la realidad en entornos de
violencia y sucesos como la muerte. Estos configuran el umbral del riesgo.
4.1.2 La familia, entornos de violencia y muerte
La familia, en la actualidad, está muy lejos de esa imagen occidental de
felicidad bastante difundida por los medios de comunicación a mitad del siglo
pasado. Imagen que producía en la gente, de una manera clara y unívoca,
aspiraciones a una vida familiar “feliz”. La casa unifamiliar, al auto nuevo, la
buena educación y la elevación de su estándar de vida. Aspiraciones que,
probablemente, sólo estuvieron situadas en determinado sector (privilegiado)
del Perú. El entorno de los jóvenes entrevistados se caracteriza por diversos
elementos, la violencia es un elemento significativo que configura sus trayectos.
Gisela, quien pasó gran parte su infancia en los Estados Unidos de
Norteamérica, ha vivido por varias formas de violencia en el entorno familiar. Su
madre, según lo relatado por la joven, tuvo un rol bastante lejano a pesar de
que ella era la hija mayor. Su padre era el que se hacía cargo de ella, pero no la
corregía, era su madre la encargada de hacerlo y Gisela lo interpretaba como
las primeras formas de violencia injustificada. El resultado de esta violencia se
resume en las siguientes líneas:
130
“(…) a mi mamá yo no la quería ni ver, para mí era la mala de la película,
yo no quería saber nada de mi mamá.”
Otra escena que describe el entorno familiar violento es cuando la madre de
Gisela, agotada y herida por los maltratos de su esposo, llamó a la policía y lo
detuvieron por violencia doméstica. Acto que marcó a esta joven porque tenía
una mejor relación con su padre que con su madre. Es decir, no convivía mucho
con su madre ya que ésta tenía que trabajar, era su padre quien la llevaba con
él a su trabajo y le permitía “hacer de todo”. Gisela posee los mejores recuerdos
de su padre hasta los 6 años de edad, época en la que sus padres se
divorciaron. Al año siguiente junto a su madre y su hermana menor regresaron
al Perú y se instalaron en un departamento en el distrito de Lince pero en la
zona colindante con San Isidro. Es preciso señalar esta ubicación ya que se
trata de unas manzanas del distrito de Lince, de estrato de clase media, que
están en el límite con un distrito exclusivo y mayoritariamente poblado por la
clase alta limeña y el sector empresarial. Es en ese lugar, y bajo un contexto
socio económico acomodado, que Gisela sufre otro tipo de violencia, la sexual.
Esto la lleva a considerar que desde “niña le quitaron la inocencia”. Lo que
agrava la situación, pero que si recurrimos a las estadísticas es lo usual, es que
el abusador(a) es un personaje del entorno familiar directo.
“(…) la hermana de mi papá tenía 16 años, ella empezó a ‘jugar’ con
nosotras, también con contacto físico. Empezó inclusive manipulación,
masturbación de parte de ella con nosotras y yo tenía entre 7 u 8 años.”
Al poco tiempo de vivir en el Perú y en el entorno descrito, la madre de Gisela
inicia una nueva relación con otro hombre, pero que al transcurrir de los años
también se separan. El motivo de esa separación es un elemento que vuelve
aún más complejo el entorno de violencia familiar de esta joven. Ella le contó al
padrastro la violencia sexual que sufrió de parte de su tía. Él se aprovechó de
esa información y empezó a jugar con ella también. La joven refiere que nunca
existió penetración, pero sí la violentó sexualmente haciendo que lo toque y
131
acaricie en los genitales. Ambas situaciones, la acontecida con la tía y la otra
con el padrastro, son delitos tipificados en Código Penal98 peruano, sin
embargo, la impunidad campea.
Cuando Gisela le confiesa a su madre que su padrastro la obligaba a realizarle
estos tocamientos, se origina la separación de ellos. La recurrencia de estas
situaciones dramáticas nos llevan a examinar un umbral caracterizado por las
figuras de ruptura y quiebre de inocencias, pero configurado también por
entornos familiares marcados por la catástrofe consentida, por un tipo de
infortunio o riesgo que talvez podría ser evitado. Ante la afectación de estos
problemas, cabe retornar a la pregunta, ¿se nace con un destino orientado
hacia algún extremo? Talvez en el Perú algunos jóvenes lo podrían pensar:
nacer en un ambiente y quedar fijado a él, acarreándolo desde la juventud hasta
la vejez.
Otro tema relevante de analizar, bajo el marco de la violencia, son las
reproducciones. Es decir, los actos vividos y experimentados por los jóvenes
que en su entorno familiar propio se repiten. Violencia replicada por ellos,
tratando de emular los supuestos propósitos que tuvieron aquellos quienes se la
ocasionaron. En el caso de Geraldine, su madre en algún momento de su niñez
le confesó que ella, como hija, no fue producto de la planificación de la familia.
Hecho que marcó profundamente a la joven ya que además la madre utilizaba
esta información a manera de castigo.
“Mi mamá me dijo que no estaba planificada en realidad, sólo mi
hermano y mi hermana porque mi papá trabajaba, era ingeniero
pesquero en Panamá (…) por eso mi mamá me dijo que yo no estaba
predestinada porque mi papá más paraba de viaje (…)”
98
Artículo 176º-A.- Actos contra el pudor en menores
El que sin propósito de tener acceso carnal regulado en el artículo 170º, realiza sobre un menor de catorce
años u obliga a éste a efectuar sobre sí mismo o tercero, tocamientos indebidos en sus partes íntimas o
actos libidinosos contrarios al pudor, será reprimido con las siguientes penas privativas de la
libertad:
1. Si la víctima tiene menos de siete años, con pena no menor de siete ni mayor de diez años.
2. Si la víctima tiene de siete a menos de diez años, con pena no menor de seis ni mayor de nueve años.
132
A Geraldine le marcó mucho que su madre le dijera que la tuvieron sin haberla
planificado. Fue a insistencia de su padre, señaló en otra parte de la entrevista.
De cierta manera se replica la historia y el padre de su hija percibe lo mismo al
saber que la entrevistada se daba golpes en la barriga estando embarazada. Es
como si pensara "si a mí no me quisieron tener, yo tampoco quiero tener a la
hija que llevo en el vientre".
“Me tiraba puñetes en la barriga cuando estaba sola, no quería tener a
mi hija. Él [su pareja] siempre me saca en cara eso, me dice que cuando
la bebe crezca le va a decir que yo no la quise tener, que es algo que ella
debe saber, que por él la he tenido.”
Estas réplicas se dan en diversos planos. Puede ser que la ilustración en el
relato de Geraldine nos otorgue una pista clara. Sin embargo, no perdamos de
vista que toda situación violenta o agresiva escenificada entre los padres, o
proferida por ellos hacia los hijos, tendría resultados en la conducta de los hijos.
La relación entre variables como la exigencia de obediencia y de
comportamiento obediente, el ataque agresivo y la respuesta agresiva, y así
sucesivamente, está sujeta a la alteración de su fuerza y prevalencia dentro de
la sociedad. “Y por cada una de estas relaciones existen varias razones para
sospechar una forma funcional opuesta en su dirección a aquella que ahora
aceptamos como ley.” (Gergen, 2007:46)
Una situación relevante en la escena de la familia es la muerte. Significa el
desfase entre la situación familiar ideal y la situación en la realidad. Damián a la
edad de 4 años pierde a su padre en un accidente automovilístico. Era un 24 de
diciembre y el padre, gerente de una importante empresa pesquera, viajaba
entre Chimbote y Trujillo y falleció a causa de la colisión de su vehículo frente a
un ómnibus de transporte interprovincial. Este joven ya no disfrutará de la
misma manera las fiestas navideña desde aquél día. Su relato es el significado
de un lamento al que este joven recurre con varios propósitos.
133
“Lamentablemente falleció un 24 de diciembre, justo cuando ya
habíamos planeado la familia venir a vivir acá. Comprar una casa acá en
Trujillo y lamentablemente, el mismo 24 de diciembre él se queda en
Chimbote por motivos de trabajo. Tenía que hacer hasta las 6 de la tarde
y no podía acompañarnos. Yo, mi hermano y mi mamá decidimos viajar
más temprano, punto de 2 [aproximadamente a las 2 p.m.] para los
preparativos. Supuestamente para esperarlo.
Lamentablemente nunca llegó ¿no? Tuvo un accidente, él venía en su
carro, se accidentó en Chao (…).”
Esta tragedia marca la transfiguración de la vida familiar. El dinero que traía el
padre ese día del accidente, para comprar la casa nueva, fue hurtado por las
personas que lo socorrieron. La familia quedó huérfana y el sostén familiar
desapareció, se quedaron con una pensión económica mínima y con pocos
ahorros en el banco. La madre y los familiares de Damián pensaron que él era
muy pequeño para saber la verdad, le engañaban que su padre se había ido de
viaje pero él recuerda claramente la imagen del ataúd cuando lo estaban
velando. Esta contradicción generó que, con el paso de los años, se vaya
convenciendo que su padre nunca regresaría “de ese viaje”. Cuando sus
familiares por fin le contaron cómo fue, cómo sucedió, este joven asume la vida
con un lastre: la muerte.
“Desde ese momento fue algo que nunca pude asimilar. Tener la pérdida
de un padre a tan corta edad ¿no?”
La conclusión a la que llega Damián en su relato es parte de una construcción
dolorosa permanente, producidas a partir de los temores y los deseos que
existen en él, en cierto sentido es un reclamo frente a la ausencia. Un
acontecimiento traumático permite que un conjunto de fragmentarias imágenes
–que podrian haber estado desde diferentes instancias imaginarias si su padre
no hubiera muerto– pasen a ser organizadas al interior de una narrativa mayor y
alternativa, centrándose en el aspecto material. En ese sentido, la madre de
134
Damián es consciente que para su hijo existe un tema pendiente en cuanto a lo
material. Las cosas ya no volvieron a ser como antes, su situación
socioeconómica se transformó. El colegio privado al que asistía este joven tuvo
que ser reemplazado por uno público. La movilidad privada que siempre pasaba
por él para el colegio se convirtió en el microbús público que a diario tenía que
utilizar. Actualmente, su madre no tiene idea de cómo resolverlo pero sabe bien
que este tema le afecta a él, sin embargo justifica lo hecho.
“Él siempre me dice, ‘¿mamá por qué me sacaste?’
Siempre me hace esa pregunta, me hacía esa pregunta, por qué me
sacaste de mi colegio que yo estaba, por qué me sacaste. Le digo ‘hijo,
yo pensé que el Raymondi era un buen colegio para que hagas una
buena primaria. Que era base.’
Y siempre me hacía esa pregunta él.”
Pero Damián no fue el único que atravesó por una situación de ruptura en
relación con la muerte. La muerte del padre de Akira, la que nos permite unir
este acápite con el siguiente, significa a la vez ruptura y referente.
Akira, joven hombre de ascendencia japonesa, nació en el distrito de La Victoria
en el año 1991. Distrito ubicado en la parte central de Lima Metropolitana que,
de acuerdo a la información proporcionada por el programa ‘Lugar de Escucha’,
contiene hasta 109 lugares de venta y consumo de drogas (CEDRO, 2011). En
este distrito la misma población identifica zonas de consumo y micro
comercialización, asimismo, percibe que no se hace nada por la problemática y
“que eso nunca va a cambiar” (Poma, 2006:66).
Pero la familia de la madre de Akira no permitió que ella y el padre del joven se
casaran y por tanto no vivieron mucho tiempo, en esa época, en La Victoria.
Cuando el joven cumplió 3 años de edad, en el contexto migratorio de peruanos
nissei y sansei99 a Japón, su madre lo llevó a vivir a esa isla. Cuando este joven
99
Hijo de emigrante japonés y nieto de emigrante japonés, respectivamente.
135
tenía 4 años recuerda una llamada telefónica que quedó grabada en su
memoria. En esta comunicación, relata Akira, le daban aviso que el padre había
fallecido. Era adicto a la PBC y murió por complicaciones producidas por el
consumo compulsivo. Así narra el joven ese momento:
Investigador: Me dices que tu papá es fallecido [antes de iniciar la
entrevista habíamos conversado al respecto]. ¿En qué año falleció?
Akira: No sabría decirte, yo tenía cuatro años cuando falleció.
Investigador: Entonces ¿murió en el año 1995, cierto? ¿y murió por…
consumo?
Akira: Por consumo.
Akira es poco elocuente al respecto, sin embargo, las escasas palabras podrían
indicar que la muerte de su padre sí es relevante. También la adicción de éste,
la cual le permitió saber siempre a este joven que “(el consumo de drogas) era
algo malo”.
4.1.3 La familia como referente de consumo
Los integrantes de la familia de los jóvenes entrevistados cumplen, de diversa
forma, el rol referencial en cuanto al consumo de drogas y configuran también
este umbral del riesgo. No en todos los casos lo ha sido, pero es importante
señalar estos signos que provienen de padres, tíos, primos, etc. Como Akira y
su padre consumidor de PBC, éste muere a causa de su adicción y sirve de
referente claro del consumo y su resultado, sin embargo, el rol de adicto es
asumido por Akira sin que la muerte le sirva de contra argumento.
En el caso de Gisela, se profundiza la complejidad de su entorno familiar al
conocer que su primer referente sobre drogas ilegales fue su padre. Bueno, no
sólo él ya que el hermano de su padre también era adicto y ella desde niña lo
supo. Pese a que ella sabía de esta situación desde muy pequeña, nunca había
visto a su padre, hasta cuando Gisela regresó a los Estados Unidos de
136
Norteamérica, a la edad de 20 años. Su padre se había vuelto a casar y la joven
vivía muy cerca de él, en Miami.
“Lo que pasa es que bueno, mi papá también fue una persona adicta y
yo tuve que verlo a él en ese estado (…) Porque él me prometió que
nunca más lo volvería a hacer y a la semana o 2 semanas su esposa me
llama y me dice que había vuelto (…)”
Y es más complejo aún el entorno de Gisela ya que su padrastro, el que hacía
que ella le realice tocamientos sexuales, también era drogadicto. Incluso, su
madre lo conoció cuando él tenía pocos meses de sobriedad, recién había
salido de un centro de rehabilitación para adictos.
Geraldine nos relata que su primera y más impactante referencia familiar en
relación con las drogas es su hermano mayor. Ella, desde los 8 años de edad,
recuerda a su hermano como un adicto a las drogas. Sus padres hacían todos
los esfuerzos para que su hermano dejase las drogas pero, sin notarlo, ponían
al alcance de Geraldine un tema que no comprendía del todo. Podemos afirmar
que la colocaban en contacto directo con un objeto que significaba en esa
época, por un lado, el sufrimiento y angustia de los padres, pero por el otro, la
liberación del hermano, el escape y rebeldía frente el matrimonio fallido de sus
padres.
“Mi mamá me decía, hija ayúdame a buscar algo empaquetado en el
cuarto de tu hermano. Y nunca me voy a olvidar que encontré en la
batería de su radio papel higiénico y mi mamá lo abre y encontró
marihuana.”
Pero los elementos referenciales no sólo están compuestos por el objeto
mismo, la droga, sino también por las conductas que se convierten en la
representación de la libertad frente a las situaciones que agobian a los jóvenes,
el consumo y sus resultados. Además, están las imágenes de decadencia
humana que emanan en el relato de Geraldine, son el recuerdo de una fase
137
avanzada en la adicción de su hermano pero que no hicieron más que acercarla
al mundo de las drogas.
“Yo siempre lo veía a llegar mal, lo veía muy mal y yo le ayudaba a mi
mamá, le pasaba la toalla, el shampoo, el jabón porque él llegaba todo
sucio porque se perdía días, semanas, meses.”
Cristian es un joven quien vivió solo con su madre desde los 2 años de edad, su
padre se separó de ellos. Él los dejó y se fue a trabajar a Chile. Este joven, por
el trabajo de su madre como empleada doméstica de lunes a sábado, siempre
estuvo a cargo de sus tías y tíos. En su relato nos encontramos otra vez con un
familiar cercano como referente, o también cómplice del acto, en el consumo de
drogas. Su primo hermano, un adolescente con experiencia en las drogas, le
invitó marihuana por primera vez. Además, lo que este relato contiene es una
breve descripción de ese entorno familiar, el cual era permisible en tanto
consumo de drogas legales.
Investigador: Cuando eras adolescente y me dices que probaste por
primera vez marihuana, ¿con quiénes probaste?
Cristian: Con mi primo que estaba más metido. Vivía en mi barrio. Iba
con marihuana al colegio.
Investigador: Antes de probar marihuana, ¿consumías cigarrillo o
alcohol?
Cristian: Sí había probado cigarrillo y alcohol. Alcohol con mis tíos en mi
casa pero también en el colegio. Antes de los 12 años, en cumpleaños,
reuniones. Me invitaban. Cuando mi mamá estaba y cuando no estaba.
Mi mamá decía [a sus tíos], "no le des mucho porque se vaya a
emborrachar."
El alcohol y el tabaco son las drogas sociales que están presentes tanto en el
ámbito familiar como en el escolar. El relato de Cristian suma e ilustra, desde la
subjetividad, a los datos estadísticos sobre la prevalencia de vida de 87,8 %
para el uso de alcohol y 56,7 % para el tabaco en el Perú. (CEDRO, 2011:53).
138
También sirve de evidencia de su uso común en la población, la aceptación de
los padres sobre el consumo de los hijos, la venta libre, publicidad no
reglamentada en medios de comunicación, etcétera.
Los personajes en el entorno de la familia son los referentes inmediatos sobre
consumo de drogas y es común escuchar ello en los relatos. Sin embargo, no
se limitan a este entorno, tema del cual hablaremos en el siguiente acápite.
Específicamente cuando analicemos el barrio como aquel espacio caracterizado
por un denominador común o varios elementos referenciales, en lo
socioeconómico, cultural y simbólico. Además, indagar las pistas que nos
otorgue en relación con la caracterización del umbral del riesgo de cada joven.
Es preciso que incluyamos en el análisis y la interpretación, las interconexiones
entre los actores, las instituciones y la diversidad desde una confrontación
dialógica y la coexistencia de diferentes concepciones en los sujetos. Esto
significa, mantener la apertura hacia diversas experiencias culturales,
considerando
estos
espacios
vitales denominados unidades
vecinales,
urbanizaciones residenciales o asentamientos humanos, desde los cuales los
jóvenes nos ubican en el siguiente elemento que configura el umbral del riesgo:
el barrio.
4.2 El barrio y el alcance de las drogas ilegales
El espacio donde viven y circulan los jóvenes entrevistados, populares en su
mayoría, son los escenarios que sirven de referentes y, a la vez, de espacios de
consumo de drogas legales e ilegales. Zonas residenciales, urbanizaciones,
condominios, unidades vecinales, barrios, barriadas o asentamientos humanos
de reciente creación. En estos ámbitos geográficos se ubican parques de
esparcimiento, canchitas de fulbito, “esquinas”, las tiendas y bodegas, los
huecos, los “castillos del terror”, además de las casas o departamentos donde
los jóvenes habitan. Estos elementos configuran, en sus relatos, el lugar físico y
simbólico del consumo. Los personajes que allí encontramos son los familiares,
139
amigos, vecinos, los consumidores, los locos o “quemados”, los paseros, la
policía, el serenazgo, etc., quienes confluyen en determinados tiempos y que
generan una particular interacción alrededor de las experiencias de riesgo y de
consumo.
José Pablo, que como ya hemos señalado, es un joven que llegó de provincia y
vive en el distrito de San Juan de Lurigancho. En este segmento de su vida, él
se ubica a un costado de la cancha de fulbito, es medio día. Está junto a un
amigo del barrio que es un consumidor de marihuana. José Pablo aún no había
probado la droga antes.
“[Con] mi amigo José Luis nos sentamos esperando para que alguien
venga a jugar y empezamos a consumir marihuana. Me decía para
vacilarnos, para reírnos. Yo de ‘copión’ jalé [fumé] también.”
Luego de esta escena, sería normal para ambos que esperasen a que se reúna
el grupo, con el que usualmente jugaban, antes de iniciar el consumo. Para
todos ellos se instaló en su habitus,100 consumir y disfrutar de los efectos de la
marihuana durante el juego, allí, en la cancha del barrio. Desde hace algún
tiempo, las autoridades han detectado que estos espacios públicos, otrora de
esparcimiento sano, son utilizados por jóvenes y adultos para la venta y
consumo de drogas.101
Aunque es algo contradictorio, antes de hacer deporte fumarse un cigarrillo de
marihuana, es una situación real y frecuente. Los agentes de vigilancia y control
aparecen casi siempre en las noches, el día no representa para ellos,
equivocadamente, mayor peligro. La distancia entre el barrio y la droga es corta,
100
“(…) los habitus son la incorporación de la misma historia -o, más exactamente, de la misma historia
objetivada en habitus y estructuras-, que las prácticas que ellos engendran son mutuamente
comprensibles e inmediatamente ajustadas a las estructuras y también objetivamente concertadas y
dotadas de un sentido objetivo al mismo tiempo unitario y sistemático, que trasciende las intenciones
subjetivas y los proyectos conscientes, individuales o colectivos.” (Bourdieu, 2007:94)
101
“El gerente del Observatorio de Criminalidad del Ministerio Público, Juan Huambachano, informó que
esta institución logró identificar un total de 284 puntos de micro comercialización de drogas, que están
próximos a espacios públicos como centros educativos, parques, losas deportivas e incluso discotecas.”
(“Casi 300…”, 2011)
140
el alcance es casi inmediato. Por lo general es un amigo o un familiar el que
invita, no es el vendedor el que aparece en escena, no en esa etapa inicial.
Cuando Akira cumplió los 10 años de edad, su madre decidió regresar al Perú
desde el Japón. Su madre se comprometió con otro hombre y había tenido un
hijo más. Los cuatro llegaron a vivir donde Akira había nacido, al distrito de La
Victoria, a pocas cuadras de la zona denominada como La parada. Zona
descrita por Akira de esta manera:
“Todo lo que ves en el barrio, lo que pasa, es normal.
Ves droga, delincuencia. Ves tantas cosas que ya se hace algo normal
para ti.”
La Parada es una zona que hasta hace pocos meses albergaba el Mercado
Mayorista de Lima y que, según los últimos diagnósticos realizados por las
autoridades peruanas, presenta tres tipos de problemas: consumo, micro
comercialización y delincuencia. Más grave aún es que se hayan detectado
puntos específicos de venta de inhalantes a niños, niñas y adolescentes (Poma,
2006:34).
Con barrios donde la presencia de drogas ilegales es evidente, se podría
pensar que sólo esta característica configura un umbral de alto riesgo. Reflexión
que dista de la realidad. Por ejemplo, las zonas circundantes a distritos como La
Victoria, donde la presencia de las drogas no es tan evidente, representan un
espacio donde los jóvenes están expuestos igualmente a éstas. Como se
aprecia en el relato de Sergio, su barrio y los elementos que este contiene, lo
acercaron hacia el consumo de drogas y de cierto aprendizaje que nos sitúa en
otro nivel de conocimiento de esta realidad social. Sergio nació en el límite entre
los distritos de San Borja y La Victoria, fue en el año de 1992 y sus padres eran
bastante jóvenes cuando lo tuvieron, realmente eran adolescentes. La unidad
141
vecinal donde vivió la mayor parte de su vida, casa de los abuelos maternos,
colinda con una zona de La Victoria denominada Balconcillo.102
“Conforme fue pasando el tiempo, fui creciendo, fui aprendiendo cosas,
más cosas ¿no?
Comencé a andar con otro tipo de gente. Yo era una persona bien
tranquila. Como te puedo decir, como le dicen acá, sana. Sin consumir
nada, sin saber jergas, nada, nada. Comencé a andar con otro tipo de
gente, comencé a descarriarme, a aprender cosas nuevas.
Poco a poco, en jerga como se dice, ‘escueleándome’ y cosas así. Fui
aprendiendo, mirando, porque yo soy un observador. Y aprendí, cosas
nuevas, malas se puede decir.
De ahí fue empezando mi consumo de marihuana, cocaína, éxtasis,
poppers, hongos, pasta.”
La madre de Sergio nos confirma este acercamiento a las drogas en el barrio.
También en barrios contiguos, como el distrito de San Luis, que se ubica al
noroeste de San Borja, cuenta con poco más de 57 mil habitantes. También es
una zona de alta incidencia de consumo y venta de drogas. Formalmente este
distrito cuenta con un “Programa Municipal de Prevención del Consumo de
Drogas y Pandillaje”, desde el año 2010. Medida que fue implementada para la
mitigación de estos dos grandes problemas (“Distrito de…”, 2010). Sin
embargo, no se conoce resultado alguno del accionar de este programa.
Sergio, apelando al engaño, mantenía a su madre con la confianza de que él
iba a entrenar a fútbol. En tanto sus salidas, poco a poco, las dedicaba más al
consumo de drogas que al deporte. El espacio de consumo era su barrio, el
cual era compartido por sus amigos, según nos relata la madre de este joven.
102
“(…) la zona urbana emergente de Balconcillo y Santa Catalina que es netamente residencial y con
construcciones modernas y la población es de un nivel socio económico media baja y media alta” (Poma,
2006:66).
142
“Y él dice que tenía un par de amigos que vivían en Lince y que le decían
que no entrasen al colegio y se iban a fumar. Me dice: ‘ahí mamá, con
ellos y con los de San Luis empecé a fumar más.’
Y no iba a entrenar y yo creía que entrenaba. Luego me llamaron y me
dijeron que no iba a entrenar yo pensaba que sí iba.”
De esta manera vamos sustentando el barrio como categoría fundamental para
nuestro análisis e interpretación. Este posee determinados elementos culturales
que lo que caracterizan: sus costumbres, sus valores, etc., los cuales se ven
reflejados en los relatos y marcan los trayectos biográficos de los jóvenes.
Estos elementos también dejan huellas, las que los jóvenes asumen como
identidad suya y del colectivo. Como el mismo Sergio lo describe:
“Mi barrio son gente, mucha gente bandida, gente de mal vivir.
La muchachas, las chibolas de repente, este, son personas que de
repente muy liberales, de ese ámbito.”
La música en el barrio es un elemento cultural relevante. En el espacio público y
en el privado,103 los jóvenes comparten gustos musicales. En las fiestas y
celebraciones, populares y masivas, se escuchan casi a los mismos intérpretes
que en casa. Cristian nos relata cómo celebraban las fiestas y los aniversarios
en Pachacamac, situaciones donde también se consumen drogas legales e
ilegales. Más adelante José Pablo nos relata y describe su espacio íntimo, en
su habitación, talvez con los mismos artistas que amenizaban las fiestas en el
barrio de Cristian. En tanto que las temáticas y letras de las canciones eran
cortinas musicales de las borracheras y consumo de drogas, para José Pablo
eran la vía para imaginar el sufrimiento.
“Fiestas, los sábados por la noche. Los aniversarios por mi barrio son
con chicha.” (Cristian)
103
Es preciso observar el tema entre lo público y lo privado, ello desde el punto de la construcción de
identidades. El ingreso de las historias personales en las letras de las canciones, permiten actualizar su
pasado y reforzar su presente, “haciendo posible un espacio para la formación de identidades colectivas.”
(Vergara, 1996:45). De esta identidad colectiva también se desprenden ciertos hábitos en relación con el
consumo de drogas.
143
“(…) escuchaba [música] chicha de Papá Chacalón, Grupo Karicia.
Escuchaba y decía ‘asu, ese tío sí ha sufrido.’ Me reía y decía que ese
tío sí había sufrido.” (José Pablo)
Los barrios contienen elementos que se convierten en factores de riesgo para
sus habitantes, sobre todo para los más jóvenes. Desde que son niños tienen a
su alcance las drogas expendidas por sus vecinos. Ese es el caso de varios de
los jóvenes entrevistados, como el de Esteban, quien vivió en la misma zona
que Cristian.
“Afuera, en la calle, está la pista, nosotros jugábamos en la pista. En la
esquina de mi casa viven los cocodrilos, son unos negros que venden
pasta allí en su casa. Todos los días salía y lo veía al negro, como era mi
vecino nos hablábamos, yo todavía era chibolito, él me jodía, me decía
‘cocoliso’ (…) y yo le respondía ‘calla negro feo’. Y el tiempo cuando
comencé a consumir, a él iba, lo llamaba, le tocaba su puerta (…).”
En este contexto, cuando Esteban tenía entre 12 y 13 años, junto a sus
conocidos del barrio se reunía a consumir alcohol, marihuana y mixtos. Al año
siguiente empezó a delinquir y ello se convirtió en una costumbre, no trabajaba
y “robaba casi siempre” en zonas aledañas a Lurín y Pachacamac.
Es preciso señalar que, debido a la muestra de la investigación, los barrios
descritos en su mayoría comparten determinados elementos sociales y
económicos. No obstante, la droga y el consumo de ésta se expanden por casi
todo espacio geográfico. En la última temporada de verano en la ciudad de
Lima, se observó que los veraneantes y residentes de las exclusivas playas del
sur convocan de manera casi automática a vendedores de drogas. Éstos se
afincaron en esas zonas, demostrando una visión empresarial a través del
alquiler de departamentos y casas en estos balnearios “a un costo que va entre
los US$6 mil a US$8 mil por los tres meses que dura la estación y así
convertirlos en centros de distribución.” (“Vendedores de…”, 2012).
144
Los relatos analizados, las investigaciones revisadas y la información de los
medios de comunicación, en su conjunto, muestran que el consumo de drogas
resulta de la combinación de una serie de factores de riesgo. Éstos llevarían a
los jóvenes a iniciarse y mantenerse en el uso de drogas ilegales. En el
siguiente acápite describiremos con mayor detalle un factor ligado al barrio, los
huecos de venta de drogas ilegales.
4.2.1 Huecos dentro y fuera del barrio
Como ya hemos visto, los actores que compartían la escena en el barrio de
Sergio eran los maestros de esa escuela de la que él aprendió lo negativo. Este
espacio puso a su disposición varios de los elementos necesarios para su
consumo, como La pólvora, lugar de venta de PBC. Este hueco está ubicado en
la misma zona de Balconcillo. El actor principal del relato evalúa su entorno
como el contexto ideal para llegar a ser un adicto. El desplazamiento habitual
en estos lugares, los hace reconocidos, recordados. Los jóvenes como Sergio,
temporalmente, dominan la acción.
“Llegué al hueco y me dicen "que fue zambo ¿dónde has estado?" A la
"La Pólvora" que es un hueco que atiende todo el día hasta las 10 de la
noche y de ahí el otro hueco.”
En otra zona de Lima, en la periferia sur de la ciudad, se ubican Lurín y
Pachacamac, distritos contiguos. Más del 30% de la población de estos distritos
son considerados como pobres. Incluso, el 2,5% y el 2,4%, respectivamente,
son extremadamente pobres (INEI, 2009:89). En estos dos lugares vivió
Cristian, primero en Lurín y luego en Pachacamac. En la zona sur de Lima
también se ubica el distrito de Villa el Salvador, cercana al barrio de Cristian y
escenario de las consecutivas compras de droga de este joven.
“Hay un barrio en Villa El salvador que se llama Los Cubanos. Es un
barrio de puros negros. Parece una (...) como el barrio, como el Barrio
Chino, pero de negros. Hay puro negro, parece Chincha [ciudad ubicada
145
al sur de Lima], puros negros altos. Es un barrio peligroso, donde venden
pasta al menudeo.
Una vez me llevaron, fui con mi primo, con quien por primera vez
consumí marihuana. Llegamos y entramos a una casa (...) habían varias
señoras en una vereda y estaban chismoseando. Mi primo se acerca y le
dice ‘tía una liga pe’ [señora véndame PBC]. Le dio una liga, un paquetito
de 20 ketes de pasta.
Esa fue la primera vez que fui con él. Tenía 17.”
El detalle y cada elemento en el relato de Cristian nos permiten conocer mejor
el escenario de venta o micro comercialización de PBC. Es un lugar cercano a
su barrio, utilizando el transporte público llegaba en 15 minutos. Es también una
de las zonas más peligrosas de la ciudad donde nadie, ni los mismos
consumidores, están libres de sufrir asaltos y robos.
“Después quise ir solo. Entré, me acerqué a la casa y entré. Me dijeron
‘quién es’. Le dije que era yo y me dejaron entrar. Me preguntaron qué
quería y le pedí una ‘liga’. Estaba un pata [hombre] fumando sentado y
había una señora echada, estaba enferma. Una negra. Abrió el colchón
el pata y habían machetes y cuchillos. Se agachó y me dijo ‘sácate las
tabas conchatumadre’ [sácate los zapatos…]. Me reí porque yo tenía un
pata que hacía lo mismo. Me reí, como estaba ‘en pierde’ [no tenía
escapatoria], tuve que sacarme mis zapatillas. Menos mal que el celular
lo tenía atrás y no me lo encontraron (…) Salí y me fui, triste.”
La droga caracteriza a estos espacios y a sus personajes. Es la trasgresión
asumida a manera de reto, siendo los más vulnerables quienes lo asumen.
Dentro de un modelo económico de mercado, con un producto de
características inelásticas y una cultura de consumo, es el cliente quien asume
todos los riesgos.
146
4.3 Imaginario futuro pasado de los jóvenes entrevistados
El imaginario futuro pasado se hace visible en los proyectos y ambiciones que
tenían los jóvenes y que ahora, bajo su condición de adictos en rehabilitación,
aparecen sólo en sus relatos como temas relevantes pero que son imposibles
de alcanzar. Esto es, lo que quise y no pude ser. Es colocar la mirada hacia
atrás, atravesando el umbral del riesgo, propiedad que también forma parte de
este futuro pasado pero que el relato lo supera, va más allá, hasta la infancia
inclusive.
El relato de Marlon es algo diferente al de los otros entrevistados en cuanto a
sus orígenes. Nació también en el distrito de Pueblo Libre pero gran parte de su
infancia la pasó en casa de sus abuelos paternos, en la zona de San Felipe, en
el distrito de Jesús María. Describió a su familia como un entorno de
profesionales de clase media alta y que sus abuelos habían llegado a vivir a la
capital provenientes de la ciudad de Ayacucho a mitad del siglo pasado. Su
padre es médico, su madre enfermera y Marlon tiene una sola hermana menor.
Con esos referentes y condiciones materiales, este joven nos plantea su
imaginario futuro con cierta ironía, haciendo una breve evaluación de sus
múltiples posibilidades.
“Nunca quise ser médico. Mi abuelo fue médico, mi papá es médico pero
yo nunca quise ser médico.
Me acuerdo que he querido ser otras cosas. Lo primero que quise ser fue
escritor. Después yo ya sabía dibujar pero me gustaba más la literatura.
De ahí fui pasando por varias cosas... y hasta ahora no me decido.”
Según lo señalado en otro momento de la entrevista, antes de ser internado en
el centro FAV, Marlon habría cursado los primeros semestres de la carrera de
Ciencia Política en la Universidad Antonio Ruiz de Montoya, recinto académico
jesuita de prestigio en el Perú.
147
Para José Pablo la situación fue distinta como inmigrante en la ciudad de Lima.
Antes de ingresar al mundo de las drogas él quería ser mecánico, en contra de
lo que su madre opinaba de esa profesión. Decía que era una profesión “muy
sucia”. En un soliloquio este joven nos revela en síntesis sus propósitos.
“Yo decía, ‘tengo que hacerme profesional, tengo que hacerme
profesional. Voy a ser el orgullo de mi padre. Si no llego a ser futbolista
profesional, voy a hacer cualquier carrera técnica pero tengo que hacer
algo.’”
José Pablo llegó a estudiar mecánica automotriz pero no terminó esta carrera
técnica. Trabajó en un taller en el distrito de San Luis, escenario donde fue
descubierto por su jefe en posesión de PBC. Este fue el primer acto, de varios,
por los que José Pablo perdería los empleos.
Dentro de los imaginarios que se hicieron realidad está el de Adam. Cuando
aún era niño solía soñar con ser un miembro del servicio de inteligencia, el paso
del tiempo y un regalo de su padre lo colocaron frente a una banda de rock
desempeñando la función de bajista. En el relato de su imaginario futuro no
contemplaba que el escenario de la música incluía otros elementos como las
drogas, sin embargo, podría tratarse de una pretensión engañosa.
“Antes de los 10 años como que ser del servicio de inteligencia. Un
detective. Después de los 10 años quería sólo tocar.
Ser músico, hacer música.”
En el relato biográfico de Luciano* lo primero que encontramos fue su
necesidad económica. A los 10 años trabajaba de madrugada cargando
maletas o ayudando a turistas junto a su hermano en el aeropuerto Jorge
Chávez. Al poco tiempo dejó la escuela para dedicarse íntegramente a trabajar.
Este joven nos relata que no pensaba más allá que en el día a día. Los medios
ni siquiera eran los básicos, por tanto su propósito principal era el de
subsistencia, de combate frente a su situación.
148
“No pensaba en eso. Pensaba en el presente, en qué comer. Ese era el
pensamiento todos los días. No mirábamos. A veces nos poníamos a
pensar en por qué tanto sufríamos. Por qué Dios nos había dado esa
vida.”
En una situación material más confortable, la madre de Akira recibía
mensualmente una pensión económica desde Japón que aseguraba las
comodidades del joven y su hermano menor. Para Akira su preocupación única
era vivir el momento, vivir consumiendo droga sin pensar más allá.
Investigador: ¿Qué pensabas ser cuando eras más joven? ¿tenías algún
interés por hacer algo de tu vida?
Akira: No lo pensaba. Vivía el momento, me divertía. Vivía mi vida. No,
no lo pensaba.
Un tema significativo sobre el imaginario futuro de más de uno de los jóvenes
entrevistados, tiene relación con el fútbol. Tema que en el ámbito social y
económico es la esperanza de muchos en el Perú. Casos de jugadores, sobre
todo provenientes de estratos económicos bajos, como Paolo Guerrero,
Jefferson Farfán, entre otros, sirven de modelo a replicar para miles de jóvenes
que desean alcanzar ese tipo de éxito.104
Lo narrado por Sergio nos brinda insumo abundante para analizar ello. Todo el
esfuerzo realizado para llegar a ser un profesional, sus anhelos de ser futbolista
son parte de su futuro pasado, incluso, aún forma parte de sus expectativas
actuales. La edad que ahora tiene lo enfrenta duramente a la desilusión de no
llegar a ser ese gran futbolista que siempre quiso ser, personaje que fue
vencido por el consumo de drogas. El siguiente relato detalla claramente la
realización de algo tan esperado, era la oportunidad que necesitaba para llegar
a ser un futbolista profesional.
104
Éxito que se mide en millones de dólares o euros. El actual equipo de fútbol de J. Farfán, el Shalke 04
de Alemania, pagó 17 millones de euros al PSV de Holanda por la transferencia del jugador. “En su
momento fue la transferencia más alta en la historia del club.” (“El hombre…”, 2011)
149
“No a primera profesional pero entré, este, como decir las ligas menores.
Entré a un equipo ‘pichiruchi’ en Surquillo y en el polideportivo entrenaba.
Me decían que podía hacerlo. Mucha gente, no solamente era una
persona cualquiera sino mucha gente. Entonces yo decía ‘si la gente lo
dice y yo, de verdad, sí veo que juego bien’, decía.
(…) Hasta que un día me acuerdo que me dijeron para jugar en la U.
Entré a jugar el segundo tiempo. Me motivé por eso, seguro. Comencé a
romperla, a jugar bien. Me pusieron de delantero, la posición que me
gustaba. Soy yo veloz, tengo mucha velocidad, la verdad.
Definía a veces bien, a veces mal. Hacía goles. Me acuerdo en ese
partido hice 2 goles, buenos goles a mi parecer. Ganamos 3-2 (...).”
Al finalizar el partido de prueba el entrenador aparece en escena para asegurar
lo que Sergio esperaba, el reconocimiento y la oportunidad de pertenecer a una
institución formal y así seguir avanzando con su proyecto de vida. A través de
sus relatos este joven explica que fue ascendiendo en el fútbol. La razón: hacía
goles. Sólo le bastaban 20 minutos de juego para anotar dos tantos. Sin
embargo, nunca dejó de frecuentar a los amigos del barrio, con quienes fumaba
algunos cigarrillos de marihuana y, de vez en cuando, mixtos. Con el paso del
tiempo y el incremento en su consumo, esos 20 minutos de juego se fueron
convirtiendo en momentos inacabables para él. El consumo de drogas ya
evidenciaba resultados en su físico y también en sus emociones. Al verse
descubierto Sergio optó por abandonar la escena de su sueño.
“(…) el profe me dijo ‘has bajado tu físico’. Sí le dije, que había estado
inconstante en los entrenamientos.
Mentía para que me crea. La verdad es que no sé si se comía el cuento.
Me pidió un mejor semblante, mejores ganas de querer jugar.
Me fui a mi casa y me puse a pensar ‘realmente voy o me quedo acá
porque de repente ya el profe me dijo que estoy muy bajo.’
De repente me baja." Me desanimé y no fui. Dejé de ir a entrenar, dejé
de ir a entrenar. Me llamaban y decía que no estaba.”
150
De esta forma hemos analizado e interpretado en el presente acápite elementos
relevantes que configuran el umbral del riesgo, y nos llevan a reconocer que la
familia y los referentes familiares se alejan del ideal como institución. Atrás
queda la idea que la familia debería constituir la piedra sobre la que se asienta
la comunidad. A cambio, refleja la disfunción, el desamor, la violencia, etc., lo
que nos otorga la posibilidad de considerar “los problemas del individuo dentro
del contexto de grupos anómalos” (Gergen, 1996:83), como lo pueden ser no
sólo las familias, sino también los sistemas educativos, instituciones
económicas y similares.
Los referentes a los que nos hemos abocado son aquellos que se relacionan
con el consumo de drogas, legales e ilegales, así como a las percepciones y
comportamientos aceptados. Como el padre alcohólico de Luciano*, quien le
daba de beber al joven y a su hermano mayor cuando eran niños. Esta escena
era un espectáculo para el padre y sus amigos. Están también los casos de
Geraldine, Gisela y Cristian con un referente familiar en relación con el
consumo de drogas. Geraldine, debido a que su hermano mayor era adicto a la
PBC, cuando era niña ayudaba a su madre a buscar dicha sustancia en el
dormitorio de su hermano. Gisela y la historia de consumo de drogas de su
padre. Esta joven vivió escaso tiempo con él en Estados Unidos de
Norteamérica, lo suficiente para encontrarse “cara a cara”, ambos, bajo los
efectos de la droga. Cristian probó marihuana por primera vez de manos de su
primo hermano. Con él también conoció el barrio Los cubanos, un lugar ubicado
entre el distrito de Villa El Salvador y Pachacamac, donde viven unos 250
exiliados de la isla desde hace cerca de tres décadas. Muchos de ellos, junto a
peruanos, se dedican a la venta de droga al menudeo o micro comercialización.
Cuando abordamos el barrio y el alcance de las drogas, este tema nos deja
información relevante en cuanto a la cercanía y la cotidianidad de la droga ilegal
en los contextos donde se desarrollaron nuestros entrevistados. El imaginario
futuro pasado, aquello que quisieron ser pero no pudieron, mostró los proyectos
151
y ambiciones que tenían los jóvenes. La coyuntura social y económica del Perú
probablemente también influyó para que algunos temas sean vistos como el
imaginario de estos y otros jóvenes entrevistados, de quienes conoceremos
más en los siguientes capítulos.
152
V. La experiencia de riesgo en el consumo de drogas ilegales
en los jóvenes entrevistados
Este sistema no es de nuestro agrado
porque amenaza nuestra libertad.
Hay un error en el pasado
que se repite en la actualidad.
Una soberbia y un descaro
que envuelve a toda la humanidad.
(Laguna Pai)105
En este capítulo nos concentramos en la presentación, análisis e interpretación
de los relatos de los jóvenes entrevistados, específicamente en relación con sus
experiencias de riesgo y consumo de drogas ilegales. Experiencias que los
jóvenes llevan en sus imaginarios, como en la letra de la canción con la
iniciamos este capítulo, donde su libertad es cortada por un algo globalizante,
un algo reproducido por actitudes que “envuelven a toda la humanidad”. Es una
realidad que está presente para los jóvenes, incluso en la lírica de las canciones
de moda, como las de la banda peruana Laguna Pai.
Es parte del contexto de los relatos que presentamos, obtenidos como un
acercamiento al fenómeno desde la subjetividad y a través de las técnicas ya
descritas. Metodológicamente, para proceder con una lectura de los trayectos
biográficos, nos hemos trazado el objetivo de llegar a los elementos más
significativos y “hacer emerger las ‘áreas problemáticas’ (…) con las
105
Agrupación peruana de música reggae fusión. Parte de la letra de la canción “Libertad”, Cultura
Babylon (2011). Además de la letra, es preciso poner atención al nombre de la agrupación, quienes
utilizan el término “Pai” en referencia a la PBC y también por otros usos generacionales y de espacios
geográficos. Ello, según lo referido por el administrador de la cuenta de facebook de esta banda, quien
además señaló: “el término Pai se empezó a usar en nuestra generación y por nuestro barrio para referirse
a ‘estar relajado, hueveando’. ‘TIRAR PAI’ era como estar relajado hueveando. Obviamente viene del ‘pai’
que se refiere a la pasta. También se usaba para referirse a alguien que era un ‘quemadaso’ o muy
distraído, que se la pasan las horas... ‘que pai ese on’, o cuando alguien estaba cansado o una situación
estaba calmada... ‘esto está bien PAI’ (...) el nombre nos lo puso un tercero, el cuñado de uno de nosotros
que nos veía tocando por horas en un cuarto que hicimos acústico con colchones y technopor (…) nos dijo
‘ustedes deberían ser Laguna Pai’ y quedó el nombre.” (Mensaje a través del facebook, 12/04/2013).
153
determinantes del contexto histórico económico cultural, meta-individual, de
forma tal que evidencian el entrecruzamiento dialéctico –o de ‘reciprocidad
condicionante’– entre individuo, cultura y momento o fase histórica.” (Ferrarotti,
2011:106-107)
En este sentido, los relatos –presentados como fragmentos relevantes de las
trayectorias biográficas– se proponen como conocimiento de la experiencia
ajena pero que esperamos evoquen un saber como si fuera propio. En tanto
estas experiencias pueden ser calificadas como negativas o no, consideremos
que cuando “una persona está presente en una corriente de actividad
enmarcada, sostiene algún tipo de control sobre su participación inmediata y
espontánea en la misma.” (Goffman, 1986:378). Los jóvenes, en parte, serían
los responsables de la fabricación de las mismas, sin embargo, la experiencia
no toma su carácter necesariamente a partir de respuestas afirmativas
organizadas. Sus respuestas también se construyen y transforman a partir de
cada suceso. Las experiencias vistas como en un infinito de sucesos repetibles,
se reúnen y así se acumulan como tal.
Además, a través de las estructuras de la historia, formales y a largo plazo, es
posible reunir las experiencias repetidamente. A. Schutz señala que desde que
nacemos vamos acumulando una especie de almacén de experiencias al que
podemos recurrir cada vez que enfrentamos situaciones nuevas (Schütz &
Walsh, 1972). Sin embargo, es necesario poner especial atención en que es
una especie de almacén, no es precisamente esa figura de repositorio sino más
bien tiene que ver con la memoria y el recuerdo.
Por lo que consideramos de suma importancia y valor el abordaje a la memoria,
la cual se enmarca en ciertos parámetros y permite una forma personal de
registro de las experiencias a partir del entorno o la sociedad. Maurice
Halbwachs rechaza la existencia de una memoria pura individual, como lo
planteaba Henri Bergson en su momento, y entiende que la memoria siempre
154
es social tanto interiormente como al exterior, como lo revela el análisis de
cualquier recuerdo a partir del siguiente esquema (En Del Rey, 2005):
Tabla 4. Los Marcos Sociales de la Memoria según Halbwachs
Generales
Específicos
El Espacio
Referidos a los diferentes grupos sociales a los que pertenecen
los individuos, que crean un sistema global de pasado en el que
El Tiempo
se produce la memoria individual y social.
El lenguaje
Familia: el apellido y nombres.
Religión: calendario litúrgico, rituales, doctrina.
Clase: la clase dominante genera una memoria colectiva, soporte
de la memoria de toda la sociedad.
Halbwachs106 estudió los procedimientos de memorización colectiva que se
producen en la familia, en los grupos religiosos y en las clases sociales,
llegando a concluir que existen unos marcos sociales de la memoria que son
más generales y otros específicos en referencia a categorías como el espacio,
tiempo y lenguaje. Por ejemplo, la ciudad como espacio general que ha sido
hurtado a la naturaleza, con todo su entorno tecnológico, artificial, sus calles,
plazas y fachadas, es un inmenso recurso o marco de referencia de la memoria
social. Desde la distribución urbana, las direcciones con los nombres de los
próceres de la patria y los grandes intelectuales, momentos memorables de la
nación, etc., todo contribuye a que el individuo coloque en su memoria y recurra
a ello para recordar que está en un espacio temporalizado y descrito (op. cit.).
Por otro lado, si observamos el fenómeno investigado desde la comunicación y
la psicología social, la memoria individual o de un grupo social se concibe como
una caja negra. Existe una entrada que transforma una señal, que se encuentra
con una información del pasado, en una señal de salida. La salida se evidencia
a través de un comportamiento, una opinión, relatos que dan cuenta de una
interpretación de experiencias propias o de la realidad, entre varias
posibilidades o combinaciones. Según N. Wiener, los individuos “damos el
nombre de información al contenido de lo que es objeto de intercambio con el
106
Al considerar a este autor, de clara postura durkheimiana, no estamos renunciando a nuestro enfoque
weberiano. Sólo estamos aprovechando la información disponible, basándonos en que “todos los análisis
de Halbwachs sobre las clases sociales se fundamentan en unos resultados de encuestas (…).” (Urteaga,
2011:258).
155
mundo externo, mientras nos ajustamos a él y hacemos que se acomode a
nosotros. El proceso de recibir y utilizar informaciones consiste en ajustarnos a
las contingencias de nuestro medio y de vivir de manera efectiva dentro de él.”
(Wiener, 1969:17)
En estrecha relación con la memoria está la impronta, como aquella marca o
huella que deja una cosa en otra que, bajo el enfoque socrático, nos lleva a la
metáfora del trozo de cera. Aquí nos encontramos tanto con la memoria como
con el recuerdo, en otras palabras, esta metáfora se refiere a lo que grabamos
en este bloque como si imprimiéramos el cuño de un anillo. Debemos señalar
que para Ricoeur esta metáfora une dos problemáticas: la de la memoria y la
del olvido (Ricoeur, 2004a:25). De manera concreta, si pensamos en un sello y
en la marca que éste puede dejar sobre la superficie donde es grabado, la
imagen que deja no es la copia fiel ni perfecta, siempre existirán detalles más o
menos grandes que no quedarán fijados. Conduce a mirar lo que produce el
sello y la superficie donde éste se marca. Esta superficie es parte fundamental
de lo que se estudia, así como la duración de la huella ya que ninguna queda
para siempre, son elaboraciones finitas.
Se debe reconocer también cierta ambigüedad en la huella. Surge porque todo
parece estar en el sello pero al intervenir aquella referencia o asunto que
insinúa una causa y un efecto, se nota claramente que no todo está allí. Ambas
son intencionalidades de mundos posibles, no poseen un sólo contenido, ni son
unidimensionales, cobran sentido de acuerdo a los espacios, al tiempo, las
experiencias y expectativas. No existen sellos ni superficies en blanco, sin
embargo, es posible que “la memoria no tenga efecto ni aun bajo un estímulo
muy fuerte, como si el estímulo o el sello se hubiera aplicado a un agua que
fluye; mientras que en otros, debido a un desgaste parecido al de las paredes
viejas en los edificios, o bien debido a la dureza de la superficie receptora, la
impresión no penetra.” (Aristóteles, 1980:46)
156
En tanto analizamos las trayectorias biográficas a partir de los relatos de cada
joven entrevistado, existe una categoría central: la narración. Consideremos
que “toda narración, presupone por parte del narrador y de su auditorio,
familiaridad con términos como agente, fin, medio, circunstancia, ayuda,
hostilidad, cooperación, conflicto, éxito, fracaso, etc.” (Ricoeur, 2004b:118). El
relato de una experiencia vive en un proceso de transmisión. Siguiendo a W.
Benjamin, el que relata toma lo que narra desde la experiencia, la que él mismo
ha vivido o, en otros casos, la experiencia que le han transmitido (Benjamin,
1998:115). Así también existe narración en el momento en que esta experiencia
vuelve a ser transmitida. “Si la experiencia no fuera comunicable, si no se
transmitiera, la narración no sería posible (…) esta experiencia del narrador se
torna, a su vez, en experiencia para el que escucha, para el oyente. El que
escucha vive otra vez la experiencia. Y en este sentido, podríamos decir que el
oyente (el lector) es capaz de recordar lo que no ha vivido, la experiencia que
no ha experimentado, pero que le ha sido transmitida en el relato.” (Melich,
2000:132). Es posible percibir la distancia que se produce entre los abordajes
de Ricoeur y Benjamin. No obstante, no es el objeto de esta investigación
presentar tales divergencias, sino considerar a Benjamin porque está enfocado
con mayor atención a las transformaciones de la modernidad y a Ricoeur por su
filosofía de la construcción narrativa.
Es preciso agregar que “el carácter común de la experiencia humana, señalado,
articulado y aclarado por el acto de narrar en todas sus formas, es su carácter
temporal. Todo lo que se cuenta sucede en el tiempo, arraiga en el mismo, se
desarrolla temporalmente; y lo que se desarrolla en el tiempo puede narrarse.
Incluso cabe la posibilidad de que todo proceso temporal sólo se reconozca
como tal en la medida en que pueda narrarse de un modo o de otro.” (Ricoeur,
2000:190). Este proceso temporal es integrador del trabajo de composición, de
construcción, de creación en una palabra, lo cual confiere a la historia relatada
una identidad. Esta identidad narrativa permite al agente aprehender la totalidad
de sus acciones como suyas, en la singularidad de cierta unidad temporal única
157
y propia. La identidad narrativa permite que el sujeto de la acción aparezca
como el lector y escritor de su propia vida.
Por lo expuesto, las categorías de experiencia y narración nos interesan en la
medida que los relatos obtenidos de los jóvenes serían rescatados de sus
memorias o a partir de otras experiencias. Estas son relatadas bajo ciertas
peculiaridades de interés y enmarcadas en contextos temporales determinados.
La impronta dejada por las experiencias de consumo de drogas ilegales, sería
además una pintura verosímil que nos conduce a los elementos significativos
que configuran las trayectorias de los jóvenes. Antes de iniciar el desarrollo del
capítulo no podemos dejar de lado una consideración fundamental: “Entre vivir y
narrar existe siempre una separación, por pequeña que sea. La vida se vive, la
historia se cuenta.” (op. cit.:192). Accedemos así, con las precauciones del
caso, a los trayectos relatados por los jóvenes peruanos entrevistados.
5.1 Trayectorias, experiencias de riesgo107 y la impronta
Teniendo como insumo el discurso de cada sujeto,108 las categorías trayectoria
y experiencia de riesgo son esenciales para el análisis de la problemática social
que nos concierne. Naturalmente no es una tarea sencilla, es preciso reconocer
que el estudio de las trayectorias y de las experiencias individuales se muestra
cada vez más complejo. Los itinerarios personales se vuelven cada vez menos
claros, por tanto, de lo que se trata no es sólo de describir al individuo y sus
acciones a la luz de las transformaciones sociales, sino de examinar también
desde la subjetividad las principales dimensiones del joven que consume
drogas ilegales en la condición moderna. Es observar la vida individual como la
solución biográfica de las contradicciones sistémicas (Beck, 1998), como ya se
ha señalado, más como una expresión de sí que como el dominio práctico del
mundo (Martuccelli, 2007a).
107
“Los riesgos que creemos identificar y que nos atemorizan son reflejo de nosotros mismos, de nuestras
percepciones culturales.” (Beck, 2008:32)
108
Consideraremos tanto la experiencia discursiva individual (Bajtín, 1982) como la discursividad referida,
es decir los discursos que recuerden o reconstruyan los sujetos investigados.
158
Es preciso considerar que el individuo está sometido a un doble proceso: de
desprendimiento y de reintegración social. Esta situación es visible durante el
trayecto biográfico en cuanto a sus experiencias de riesgo y consumo de
drogas. Se hace más evidente en etapas avanzadas de adicción o de
rehabilitación, cuando se busca que el joven se desprenda gradualmente de
conductas y hábitos que han configurado esta adicción. Se visibiliza también en
el desprendimiento de los procesos terapéuticos a los que fue sometido,
vinculándose gradualmente a su contexto educativo, laboral, social y familiar.
Es bajo ese contexto que los jóvenes se ven obligados a desarrollar de manera
más autónoma su propia biografía, en medio de la incertidumbre y la
ambivalencia (op. cit.).
Asumimos que la categoría trayectoria nos remite a una serie de posiciones
sucesivamente ocupadas por un mismo joven en un espacio en devenir y que,
en el contexto de la sociedad del riesgo, está sometido a incesantes cambios y
transformaciones (Bourdieu, 1989). Sin dejar de lado el interés de examinar
subjetivamente las principales dimensiones de los jóvenes que consumen
drogas. En tanto que el concepto experiencia, visitado desde diversas ópticas y
donde resuena el eco koselleckiano,109 nos interesa porque brinda la posibilidad
de investigar a través de las circunstancias y situaciones vividas por los
jóvenes. Ambas categorías son la fuente que nos sirve de base para este
proceso de investigación.
Consideramos también a la categoría experiencia como un tiempo pasado que,
a su vez, es presente. Es como se abre la posibilidad de la presencia de la
impronta en los relatos. En el abordaje de la compleja problemática del
consumo de drogas ilegales, se entiende que tiempo vivido y relato son dos
caras de la misma moneda fenomenológica, donde la impronta conduce a
determinados hallazgos que aportan cierto impacto simbólico, en tanto modo de
significar que va más allá del “relato de los hechos”. Son huellas que se fijan en
109
El mismo que también nos inspiró para generar la categoría Imaginario futuro pasado, del capítulo
anterior.
159
determinados trayectos de la vida de los jóvenes, sobre todo en épocas
tempranas de su vida. Algunas perduran y otras no, son huellas de mayor o
menor profundidad, las cuales están presentes en sus relatos y que
metodológicamente las visibilizamos a través de las hipótesis de trabajo que se
fueron planteando en el proceso de investigación (“biogramas” y entrevistas).
En correlato con el capítulo anterior, analizamos e interpretamos inicialmente la
impronta como un elemento significativo y paso previo a las experiencias de
consumo de drogas ilegales. Marcas que nos brindan mayores pistas de la
configuración de las experiencias de riesgo en los relatos de los jóvenes. Una
de ellas se visibiliza cuando los jóvenes señalan experiencias propias o ajenas
que, en el contexto latinoamericano, están representadas comúnmente por
imágenes de pobreza. Sin embargo, estos riesgos que usualmente son
intangibles, se presentan como objetivos y algo normal. Y es que la conciencia
del riesgo y la incertidumbre en el futuro es moneda corriente en nuestros
países, haciendo que la permanente crisis adopte el sinónimo de riesgo o
amenaza.
Esta profundización de las diferencias deja en el relato biográfico de Marlon una
huella. El joven, cuando era niño, en la década de los 90, obtenía de sus padres
lo que él quería. Ellos, profesionales con un poder adquisitivo acorde a su
estatus, accedían a lo que sus dos hijos les requerían. Solían salir a pasear en
auto y desde esa perspectiva, algo distinta a la de los demás, Marlon tiene
grabadas las diferencias socioeconómicas de las calles limeñas por las que
iban.
“Mis papás cuando era niño me compraban de todo, lo que yo quería y
yo veía en la calle había gente que pedía cosas. Esperando una
moneda, niños de mi edad esperando en la calle. Me preguntaba por qué
yo y mis amigos tenemos todo esto. Por qué, por qué, he sido mucho de
preguntarme.”
160
La condición de los otros es la huella dejada por las diferencias sociales y
económicas que este joven relata, las cuales él observó y las guardó para
expresarlas como experiencias desde su propio modo de pensar o sentir, esto
es, desde la subjetividad. Las hizo parte de su trayecto biográfico, como una
muestra de que la juventud vive hoy con gran dramatismo una serie de
tensiones que participan en la construcción de su identidad. Dramatismo que
interviene desde un contexto de crisis y de conflicto, talvez porque subsisten
con mayor desproporción la relación entre capacidades y oportunidades, no
sólo de los jóvenes, sino de la población peruana en general.
Consideremos que las oportunidades y las expectativas de los jóvenes varían
en función de las condiciones materiales, de las diversas situaciones familiares
y de sus redes de relaciones (CEPAL, 2008:10). La situación familiar de Damián
es un factor que para él ha sido determinante en su vida. Su recorrido escolar
en primaria se ve truncado por una severa decisión de su padrastro. La huella
allí es que, teniendo la oportunidad de pasar el año, la decisión tomada por su
padrastro (no por su madre) fue que repita “para que aprenda”.
“Para mi mala suerte no bajé con mi madre a ver mis notas, bajé con mi
padrastro y fuimos. Llegamos a la profesora para ver mis notas y tenía 4
cursos.
Pero la profesora me había agarrado un cariño, a pesar de mi conducta
fuera del aula, porque en el aula era más tranquilo ¿no?
Me dio una oportunidad de recuperar 2 cursos (…) Yo no más llegué a
salvar Razonamiento verbal, Religión no había estudiado.
(…) y mi padrastro habló con la profesora. La profesora, como una
manera de ayudar, le dijo: ‘si usted quiere, yo lo puedo pasar de año a él
porque es un chico tranquilo que se ve que quiere estudiar.’
Él de una manera irónica dijo que no, que si tenía que repetir el año,
debería repetir el año. ‘Él está para que aprenda’, dijo.”
Damián, el año escolar siguiente, veía a sus excompañeros formarse en otro
161
espacio del patio del colegio. Él tenía que permanecer en el mismo lugar del
año anterior, con niños que no conocía y que lo miraban como el extraño del
salón. Este es un primer estigma de este joven, el cual aparece de manera
recurrente en su relato biográfico.
Ha sido evidente que, en casi todas nuestras conversaciones, los jóvenes
presentasen ciertas dificultades de cómo recordar lo que usualmente no está
presente en sus relatos. Son situaciones que evaden o que, si las enuncian, lo
hacen con un carácter especial. Siguiendo el pensamiento aristotélico en
relación con la memoria y el recuerdo, es posible afirmar que es “el afecto que
está presente” (Bloch, 2007:31); y para tener claridad hay que pensar sobre los
elementos que generan esas imágenes producidas por el afecto. Es una
“especie de cuadro” que van pintando, a la vez que recurren a las situaciones
que aprecian o desprecian (como la desigualdad material percibida en relato de
Marlon), pero que al final de cuentas se instalan en el plano más íntimo.
En una época y circunstancias marcadas por el embarazo de Geraldine a los 17
años, nuestra entrevistada relata uno o varios cuadros, una sucesión mental de
imágenes globales dirigidas a ciertas metas: el rol de padre, el futuro rol de
madre, el tiempo como constante, el engreimiento mutuo, etc. Estas describen e
intentan explicar la distancia que tenía con su padre y cómo ésta se acortó en
los meses de su gravidez. Esa gran diferencia, traducida en escasos momentos
de felicidad, marcan y señalan una breve pausa en la acelerada vida de esta
joven.
“Fue una época que yo lo gocé mucho a mi padre. Me venía a ver todas
las noches, todos los días, en las mañanas y en las noches. Me llamaba,
me miraba la barriga, me agarraba cuando bajaba las escaleras. Me
engreía, me traía dulces, yo le cocinaba. Una época muy bonita para mí,
muy marcada, que la tengo muy presente. Nunca lo había gozado a mi
padre así, en su rol pues ¿no? Siempre tengo marcado eso.”
162
Las calificaciones de sí mismo y de los demás pertenecen a la sociabilidad
cotidiana de los jóvenes. En estas calificaciones se articula su identidad de
género y sus relaciones con su entorno social, el inmediato y también el íntimo.
En el relato de Geraldine, al hacer uso de esas expresiones ella demuestra la
necesidad del rol de padre, por lógica una ausencia anterior. Al fin, una huella
“muy bonita”.
Los relatos obtenidos, los cuales surgen de determinadas experiencias e
interacciones,110 de acuerdo a lo señalado anteriormente, son rescatados de
sus memorias para ser narrados bajo ciertas peculiaridades. Recordemos que
los jóvenes entrevistados están en espacios delimitados por ciertas reglas y
otros sujetos que vigilan su comportamiento, son jóvenes que en su mayoría
provienen de hogares cuyo núcleo no obedece necesariamente a la figura
tradicional e ideal de padre, madre y hermanos. Son entornos familiares que, en
su mayoría, evocan los tiempos tardo modernos. Existe en los relatos una
amalgama que contiene la elaboración racional, lo cognoscible, y también
aquellos modos y elementos que de forma inconsciente son considerados para
estar o no presentes en su saber. La memoria es la que les brinda a los jóvenes
la posibilidad de acumular información y contar con los indicios de la
experiencia, tras desaparecer los hechos que la motivaron.
Lo comprobamos cuando Akira nos narra sus primeros años de vida, los cuales
sucedieron hace más de una década y a miles de kilómetros del barrio que lo
vio convertirse en un adicto a la PBC. En el relato, este joven reúne experiencia
propia y lo que él pudo saber por intermedio de su madre y abuela, además del
registro familiar tradicional.111
Investigador: Dime alguna situación que recuerdes de manera especial,
ya sea bonita o no, de tu niñez o adolescencia, ¿qué te acordarías?
Akira: ¿Algo bonito?
Investigador: Ya sea bonito o no.
110
111
Interacción entendida como la influencia recíproca, según lo planteado por E. Goffman.
Fotografías, vídeos, anécdotas recurrentes contadas en el marco familiar, etc.
163
Akira: Allá nieva, en Japón nieva. Hacíamos casitas de nieve. Era una
vida sana en Japón, todo tranquilo, sano.
Señaló también que no puede recordar el idioma japonés, el cual habló y
aprendió a escribir durante los primeros años de escuela. Sin embargo, sí
recuerda la vida sana, la vida tranquila. Todo indica que extraña esa vida,
alejada de la gente “criolla”, como él definió a la mayoría de personas de su
barrio. Matiza el relato con imágenes y elementos que también añora, la nieve,
la que jamás verá caer en Lima.
Investigar sobre las experiencias de los jóvenes nos permite examinar la
construcción del discurso desde dentro y reitera la importancia del método para
innovar y replantear la historia social de la problemática de las drogas. A través
de este método no sólo se reconocen las experiencias desde la subjetividad,
sino que también implica el registro e interpretación de las nuevas experiencias
al momento de ser narradas por los protagonistas de determinada acción
significativa. Es proceder “explorando códigos y narrativas, metáforas, valores y
rituales en tan diversos dominios institucionales como la religión, la nación, la
clase, la raza, la familia, el género y la sexualidad.” (Alexander, 2005:10)
Gisela, ante los “juegos” sexuales de su padrastro, intenta ponerlo en evidencia
contándole a su madre al respecto. Ésta le cree, se separa de él pero al cabo
de unos meses lo perdona y el padrastro regresa a casa y al acecho. La huella
dejada presenta dos elementos que son profundamente relevantes para la
joven: el hecho de ser violentada sexualmente y la desidia de la madre.
“(…) eso me marcó más que otra cosa en ese entonces, no que ahora
represente algo importante en mi vida porque gracias a Dios todo eso ya
pasó (…) fue una muestra de rechazo por parte de mi mamá. Con eso
ella me estaba diciendo no te creo y ‘lo que tú digas no vale para mí.’”
Violencia y desamor que marcan profundamente, pero no para siempre, según
164
la joven afirmó en su relato. El trayecto biográfico de Gisela nos sirve para
reflexionar sobre la condición humana, la cual se presenta como una
continuidad pero que siempre está sujeta a discontinuidades. Como lo hacen
ver este complejo entorno familiar, las dificultades y crisis personales que,
incluso, llegan a oscurecer la visión de la vida de esta joven, transformándola,
cambiando su dirección parcial o totalmente. En términos generales, no es una
unidad fluida y continua pero tampoco está inarticulada. En ese sentido, una
articulación que brinde coherencia, debe hacerlo sin necesidad de negar, borrar
u ocultar las desconexiones y discontinuidades. No obstante que Nietzsche y
Sartre112 afirman que presentar la vida humana en forma de narración es
siempre una manera de falsearla, insistimos en su relevancia. Además,
siguiendo a Ricoeur, la ficción narrativa nos permite hacer de la vida biológica
una vida más humana (Ricoeur, 2006:9).
Una relativa ficción –hipérbole para ser exacto– que está presente y es utilizada
con frecuencia dentro de los relatos recogidos. También dejan huella, es una
figura a través de la cual los jóvenes alardean de sus actos y configuran las
experiencias de riesgo, rozando la exageración, apelando además al uso de
términos que abordamos con más detalle en el anexo “Glosario de términos”.
Este es el relato de Sergio:
“‘Me comí mi cana’ les decía, por dármela de más pero no sabían lo que
había pasado en ese trayecto ¿no?
‘Vamos a hacerla pe' causa" me decían. ‘Yo voy’, les dije y pusieron 5
soles cada uno y sacaron como 50 ‘mangos’.”
El uso de la ficción se da cuando la “cana que se comió” suena como algo
sencillo. Es el mismo joven quien aclara que si contase todo en detalle, no se
vería como una cuestión tan sencilla. Sin embargo, ello le brinda jerarquía,
“calle” o “escuela”, en sus propios términos. Cuando el individuo exagera
112
“La vida humana se compone de acciones discretas que no llevan a ninguna parte, que no tienen
ningún orden ni ninguna ilación. Es el que cuenta la historia el que impone retrospectivamente a los
acontecimientos humanos un orden que cuando se vivieron no tenían.” (En Peña, 2002:97).
165
proyecta eficazmente una definición de la situación, es decir, cuando está o
llega ante la presencia de otros y “cabe suponer que dentro de la interacción
quizá tengan lugar hechos que contradigan, desacrediten o arrojen dudas sobre
esta proyección.” (Goffman, 1997:24). Sergio, luego de estar detenido 15 días,
no dejó dudas del personaje que proyectaba frente a los demás: un joven
avezado, carismático,113 seguro de ser el más “bacán”, el más “pendejo” del
barrio. Situación que nos sirve de preámbulo para los siguientes acápites,
dedicados al análisis e interpretación de los temas más relevantes de la
presente tesis, como las experiencias de consumo y el tránsito hacia otras
situaciones que los jóvenes nos relataron.
5.1.1 Inicio y cotidianidad en el consumo de drogas
Para abordar el inicio en el consumo de drogas, es preciso también considerar
el pasado presente, en referencia a la condición de cada joven con el que
conversamos. Es decir, su consumo de drogas (el pasado) los define en el
momento de la entrevista (el presente). Asimismo, indagamos sobre esa
condición y profundizamos en situaciones relatadas en el presente pero que nos
brindan luces para comprender por lo que los jóvenes han pasado. La
indagación se realizó considerando que tenemos enfrente a jóvenes adictos a
determinadas sustancias, ya sea que este consumo y los deseos de hacerlo se
hayan detenido o que permanezcan latentes. Nuestra apuesta por los relatos,
como ya venimos señalando, se centra en que los seres humanos somos “tan
buenos para relatar que esta facultad parece casi tan “natural” como el lenguaje
(…) Nuestra frecuentación de los relatos comienza temprano en nuestra vida y
prosigue sin detenciones; no maravilla que sepamos cómo tratarlos.” (Bruner,
2003:11).
Un factor relevante en el inicio del consumo es el paso de la niñez a la
113
“El carisma no aparece sólo en formas extravagantes y en momentos efímeros, sino que es un aspecto
permanente, aunque intenso, de la vida social que ocasionalmente estalla provocando un verdadero
incendio. No existe una emoción carismática única, del mismo modo que no existe una emoción moral,
estética o científica única; aunque las pasiones, a menudo bastante distorsionadas, se hallan
innegablemente comprometidas, éstas pueden diferir radicalmente de un caso a otro.” (Geertz, 1994:148).
166
adolescencia como un proceso abrupto. Siendo aún niños son expuestos a
situaciones donde la droga ilegal es cercana. Por ejemplo, padres, tíos y primos
consumidores, los acercan a una realidad que los obliga a avanzar de una
etapa de la vida a otra, sin que la nueva etapa le corresponda en términos de
edad. Pero también son otros factores que impulsan este paso abrupto, como el
barrio, e incluso el colegio.
Como en el caso de Luiggi, joven que nació en el año 1993, vivió sus primeros
años en el distrito de La Victoria. Zona que, como ya hemos descrito, tiene
sectores de alta incidencia de venta y consumo de drogas. A la edad de 5 años
su familia se mudó a Villa María del Triunfo, distrito al sur de Lima, colindante
con Villa el Salvador y con Santiago de Surco. Es preciso señalar el contraste
socioeconómico114 entre estos distritos, situación que ilustra un poco mejor lo
que es la ciudad de Lima, lo que es el Perú. Allí vivió el resto de su infancia y
adolescencia. En el año 2004, cuando tenía 11 años, ingresó a la secundaria y
es en ese contexto cuando probó por primera vez “sustancia verde”115
(marihuana).
Luiggi señala en su relato que en su niñez diariamente dedicaba una hora para
hacer sus tareas escolares, utilizaba su computadora y los videojuegos, se iba a
jugar fuera de su casa, a corretear con sus primos y amigos del barrio. En esa
época también inició su consumo de drogas, fue en el baño de la escuela.
“Me acuerdo que estábamos, era la primera semana. Como éramos
puros hombres, uno sale pa'l baño. Yo veo que todos salen, de cada
salón salían uno o dos. Yo también salgo y empezaron a consumir. Yo
114
La población del distrito de Villa maría del triunfo registra un 21,1% de pobladores pobres, mientras que
Santiago de Surco un 3,3% (INEI, 2009).
115
En el caso de los entrevistados de FAV, ninguno de ellos se refería a las drogas ilegales, las que
habían consumido o no, por su nombre propio. La marihuana la denominaban “sustancia verde”, pasta
básica de cocaína como “sustancia marrón y la cocaína como “sustancia blanca”. Por otro lado el alcohol,
droga legal, era referido como “sustancia líquida”. En la entrevista que sostuvimos con E. Tennison, este
experto peruano en rehabilitación de adicciones, señaló que las denominaciones de las drogas se trata de
“estilos que se han ido imponiendo por parte de algunos terapeutas.”
Sin embargo, también señaló que en la “Terapia Cognitivo Conductual (TCC) existe un trabajo llamado
desensibilización que precisamente trata de reconvertir los estímulos discriminativos en estímulos
neutros”, y para algunos especialistas el nombre de las sustancias es discriminativo.
167
también empecé a consumir.”
Los alumnos que le invitaron por primera vez marihuana a Luiggi pertenecían al
tercero y cuarto año de secundaria, entre dos y tres años mayores que él. Lo
que este joven sabía intuitivamente le bastó para afrontar las probables rutinas
del patio y letrinas de la escuela. Es obvio también que la intuición de un niño
de 11 años “brinda mucho menos auxilio cuando tratamos de comprender o
explicar lo que estamos haciendo, o de someterlo a un deliberado control.” (op.
cit.:26). Luiggi reprodujo lo que veía en los baños, sin mayor comprensión de
causas futuras y con escaso control de la acción, frente a otros actores que
dominaban la situación.
En el relato de Adam, el cual contiene detalles del espacio y el momento exacto
de su inicio en el consumo de drogas ilegales, también es posible apreciar que
son variadas las formas de inicio. Además, es preciso señalar que los jóvenes
empiezan a consumir drogas a través de experiencias directas o indirectas.116
Este es el relato de una experiencia indirecta:
“Y me iba a mi ‘jato’, en eso me acuerdo que subo al techo -mi casa es
de tres pisos-, subo al techo y me siento en el balcón, mirando a la calle.
En la parte del filo de la fachada, hay un balcón así en el aire. Estaba
balanceándome y diciendo que si me caigo podría pasar cualquier cosa.
En eso sube mi vecino del costado, sube fumando y me dice, ‘¿qué estás
haciendo ‘huevón’? Te vas a matar, te quieres suicidar seguro’. ‘No,
para nada’, le digo y me recojo. Y le hablo, ‘¿qué estás haciendo, qué
estás fumando?’. ‘Ah, es un porro ¿quieres?’ ‘No, paso, ni fumo.’ Así
como que me ‘horneó’ con el olor, todo el humo. Me mareó la cabeza. Le
dije ‘tú eres loco, esa vaina’.”
Asimismo, cuando los jóvenes nos relatan los cambios de hábitos y costumbres,
116
Experiencias directas cuando el actor realiza el consumo, ingiere o aspira la sustancia. Una las
indirectas es cuando el actor, afectado por el humo del ambiente, siente los efectos tóxicos de la
sustancia.
168
ligados a su crecimiento y desarrollo físico, van apareciendo otros conflictos que
se tejen alrededor de sus conductas problemáticas. Para Dalins los problemas
con su familia, elemento que se vuelve constante tras iniciar su consumo de
drogas ilegales, son una característica que el joven los describe como el inicio
de todo. Este joven, nacido en el distrito de La Esperanza, estudió en el colegio
Liceo Trujillo, del cual se retiró voluntariamente antes de finalizar la secundaria.
Continuó sus estudios en un colegio no escolarizado y cuando tenía 15 años
inició su consumo de cerveza. Este consumo era en mínima cantidad pero,
según el mismo lo señala, esto hacía que tenga un comportamiento “relajado” y
es la marca del inicio de “todo” lo demás.
“Comencé a salir a la calle, comencé a la chibolada, toda la juventud. A
salir, a los bailes, las malas amistades. Ahí comenzó todo. Comencé a
llegar tarde.”
A los 16 años, para Dalins empezaron los problemas asociados (actos
delictivos, empezó robando celulares, robaba taxistas). Salía a fiestas y en una
ocasión, cuando había ingerido licor, probó por primera vez marihuana. Fue un
amigo en particular, de quien Dalins evitó darnos mayores detalles, el que
marcó el inicio de su consumo bajo el contexto antes señalado. Debemos
resaltar que este joven delinquía pero también trabajaba temporalmente con un
vecino suyo, esto le permitía un ingreso económico relativamente estable. Con
el producto de su trabajo y los hurtos, Dalins podía sustentar su consumo de
alcohol y también de drogas ilegales.
“Comencé con marihuana yo. No sé exactamente cuándo pero tenía 17
años. Ya estaba trabajando (...) fue con un patita que vivía solo. Tenía un
rancho en La Esperanza, tenía su cuarto solo. Allí fue. ‘Vamos a hacer la
hora’ me dijo. Estábamos tomando y ahí me dio de probar.”
Los relatos nos brindan indicios que refuerzan a las amistades, individuales o
grupales, como personajes relevantes alrededor del inicio del consumo de
drogas y del tránsito por el que los jóvenes atraviesan. La escuela y el barrio
169
son los espacios donde estos personajes se establecen momentáneamente. En
ocasiones estos personajes comparten estos dos espacios. José Pablo, el joven
que había llegado desde la provincia de Cerro de Pasco a la capital del país,
consume marihuana por primera vez con los amigos con quienes jugaba al
fútbol los fines de semana, en San Juan de Lurigancho. Con la mayoría de ellos
también estudiaba en el colegio.
Investigador: Con los amigos que te reunías en tu adolescencia, ¿fue con
ellos que iniciaste el consumo?
José Pablo: Sí, Michael, José Luis, Wilmer, Luis Alberto o Jorge Alberto.
Eran del colegio. De mi barrio el único era José Luis.
Investigador: ¿Con qué comenzaron?
José Pablo: Con marihuana.
La historia de Damián es similar a la de José Pablo, su inicio en las drogas fue
grupal. Esto nos lleva a resaltar el tema de la presión social entre los factores
de mayor riesgo. Aquella presión que los jóvenes entrevistados no relataron de
forma abierta –pero que sí se lee entre líneas–, es probablemente el producto
de un sentido de lealtad y disciplina. En el sentido dramatúrgico de estos
términos, como “atributos indispensables para los miembros del equipo si se
quiere sustentar la representación que ponen en escena.” (Goffman, 1997:233).
Damián no quiso ser juzgado ni excluido por sus compañeros de la barra del
equipo de fútbol Universitario de Deportes, de la que fue parte por más de 4
años. Estaban reunidos en el parque “grande” de la urbanización El Bosque, en
una zona residencial de clase media, al sur de Trujillo.
Investigador: ¿Recuerdas la primera vez que consumiste drogas?
Damián: Sí, en una reunión de las barras, en el Bosque. Me “reventaron
la boca”.
Investigador: ¿Qué te dijeron?
Damián: O sea, no, realmente no me “reventaron la boca” y yo veía que
fumaban, se lo pasaban. Yo, en mi "chibolada", yo por el "qué dirán" y le
dije "ya pasa, un toque." La primera vez no lo sentí y la segunda sentí el
170
efecto. Relajante.
Me vaciló porque me ponía tranquilazo, yo era un chico hiperactivo,
fósforo, fumaba y me ponía tranquilazo, me ponía a pensar, me ponía a
recordar, a pensar en lo que debo hacer. Y eso me vacilaba.
En tanto Damián esperaba a que los demás barristas llegaran, le invitaron por
primera vez marihuana, ese cigarrillo que él veía circular entre éstos pero que
antes no se había atrevido a probar. En la primera parte del relato, él evade la
responsabilidad de su inicio en el consumo. Luego de unos segundos se
rectifica y señala “realmente no me reventaron la boca”, él asume la culpa, sin
embargo, la presión es evidente. No es necesario que sometan o apliquen la
fuerza física para que una persona se vea coaccionada. Se sabe que la presión
de grupo tiene un mayor impacto en edades comprendidas entre los 15 y 16
años (CEDRO, 2011:111), y eso fue lo que ocurrió con Damián.
A partir de estos instantes iniciales se van trazando trayectorias biográficas que,
en mayor o menor grado, se caracterizan por el consumo de drogas. Es
importante reflexionar en este punto sobre un tema de suma relevancia, la
marihuana como una droga puente o puerta de enlace a otras drogas
(DeSimone, 1998:160). Esta planta ha sido referida en los relatos como la droga
de inicio, además, como una de las formas de enlace a través de la
complementariedad contemporánea de ésta con otras drogas, como el
clorhidrato de cocaína y la PBC. La otra forma hallada en las investigaciones es
a través de un efecto del consumo de marihuana en el pasado: la producción de
una sensación de euforia. Es decir, lo que puede presentarse no es una
adicción a la marihuana en sí, sino más bien es una adicción a la euforia
producida por ésta. Por ello, la marihuana podría servir tanto como un puente
que dirige hacia la cocaína u otras drogas, y también como un sustituto en la
producción de ese estado de euforia (op. cit.:150).
171
Es importante entonces considerar cómo se continuarán desarrollando en el
futuro inmediato las políticas sobre esta droga. Aunque países como Estados
Unidos tienen una larga data de posturas prohibicionistas contra el uso de
cannabis, los hechos recientes sugieren que esto puede estar transformándose
en el ámbito federal, puesto que en muchos estados y municipios ya han
despenalizado su consumo (Kleiman & James, 2011). Esto podría convertirse
en un efecto de cascada en todo el mundo, como la historia de las leyes y
políticas globales de las drogas lo sugieren. Mientras los agentes reguladores
tratan de adaptar los recursos a los posibles daños, otras prioridades pueden
surgir en tanto los jóvenes, como Esteban, perciben el consumo de esta planta
como una parte positiva de su vida cotidiana. Percepción que va asociada a ese
estado eufórico antes citado.
“(…) cuando fumas ‘grifa’ todo lo ves diferente, más chévere, te causa
más gracia, algo chistoso. La música te gusta más, te pegas más.
Sientes, sientes.
Y te sientes más inteligente que los demás también.”
Por otro lado, cabe señalar que la relación entre consumo de marihuana y otras
drogas no es directa, ni mucho menos causal para algunos individuos. La
relación con otras drogas es también un tema económico, en consecuencia,
algunos sujetos se movilizan hacia el consumo de PBC. En el distrito de La
Victoria, una “liga” tiene 20 “ketes” y cuesta 10 soles. Un sujeto que compra una
“liga” usualmente la divide con otro. Eso da para una noche o depende, a veces
“arman” con un sólo “kete”, otras con uno y medio. Como han señalado los
entrevistados, con dos “no quema” muy bien.
Existe una rutina, lo preparan siempre en cigarrillos ya armados, sacan el filtro,
sacan el tabaco. Ponen cerillos de fósforo en vez del filtro, mezclan la “pasta”
con el tabaco y lo vuelven a poner dentro del cigarrillo. Todo ello demora como
20 minutos para hacerlo y precisamente es lo que le da cierto ritmo al consumo.
No es posible fumar uno tras otro, se quedan algunos minutos sintiendo el
172
efecto. Después, el sujeto vuelve a trabajar “armando” uno nuevo.
Para José Pablo su consumo de marihuana y/o alcohol, pasando al tema de la
cotidianidad y siguiendo la pista al policonsumo, lo llevó a encontrar la PBC en
un momento de quiebre en su biografía. Fue cuando se enamoró de una
compañera del colegio, se hicieron pareja, ella quedó embarazada de él pero su
familia la obligó a abortar. José Pablo perennizó la relación y estos sucesos
haciéndose 2 tatuajes, en tanto que profundizaba su consumo. Además, su
comportamiento lo iba alejando de su familia.
“Yo tenía marihuana en mi bolsillo. Sin saber, le eché la pasta y desde
ahí lo probé y no era como la marihuana.
Empecé a tomar y a consumir. Desde aquella vez empecé. Ya no quería
estar en mi casa.”
En el caso de Luciano*, no le agradó la marihuana la primera vez que la
consumió. La exigencia de sus primos para que él la fume le dejó una
experiencia desagradable. Sin embargo, ello no lo alejó de la posibilidad de
elegir otras drogas y utilizar temporalmente la cocaína.
“(…) siempre he vivido en las calles y como ya tomaba desde muy
chiquito, pensaba que era algo normal. Hasta que me dieron para
consumir. A la edad de 12 años consumí ‘cloro’.
Como hemos indagado, en tanto el consumo inicial se transforma en un uso
cotidiano de las drogas, existen diversas situaciones que caracterizan y le
brindan significados a ésta en la vida de los jóvenes. Entonces, tras el inicio del
consumo de drogas legales e ilegales, se observa una movilización hacia otras
sustancias y un posterior policonsumo. Es importante saber qué significa la
droga para poder comprender un poco mejor estos desplazamientos hacia otras
sustancias. Siguiendo la demostración filosófica de Paul Ricoeur, según la cual
la acción significativa, encontrada al explorar códigos y narrativas, metáforas,
analogías, hipérboles, etc., nos permite establecer qué hace al significado
173
importante y la tomamos como una vía para entender qué hace que algunos
hechos sean plenamente significativos (En Alexander, 2005:10).
El consumo de drogas, como la marihuana, puede significar curiosidad, presión
social, socialización, diversión, humor, inteligencia, etc. El de otras como la PBC
o la cocaína, podría significar el discurso individualista de auto estimulación
ante los diversos procesos de transformación de las sociedades. Situación que
cobra mayor sentido, si la vemos desde los procesos de crecimiento desigual
de las principales ciudades, la escasa aparición de oportunidades para los
jóvenes o la internacionalización simbólica de los referentes de construcción de
las identidades juveniles. Procesos de esta época tardo moderna que generan
un clima donde se pierden los sentidos colectivos, donde los jóvenes se
convierten en la renovación discursiva de un enemigo interno (Sandoval,
1997:5).
Acorde a la época, el significado de la droga conforme transcurre el tiempo,
también se va transformando. En el caso de Luciano* y de varios de los
entrevistados, el consumo de droga los va alejando del sentido de la realidad y
adopta otra significación y relevancia. Poco a poco va dejando de ser un
instrumento de diversión. Luciano, quien trabajó desde muy niño para aportar
económicamente en un hogar con 7 hermanos y un padre alcohólico, perdió
diversas oportunidades laborales a causa de la droga. En una ocasión,
trabajando en una de las cadenas de supermercados más grande del país, le
perdonaron todas sus tardanzas y faltas, incluso, le ofrecieron ayuda para que
deje las drogas pero él negó que utilizaba sustancia alguna. El significado del
consumo de drogas evidencia los riesgos, las amenazas a las que están
expuestos, las cuales abarcan dimensiones sociales y económicas.
“Tomábamos y ‘cloreábamos’. Siempre 2 o 3 días.
La gente ya no duraba mucho pero yo siempre duraba, 3 o 4 días.
Cuando ya no había plata, no había nada, ahí me quedaba dormido.
174
Así perdía los trabajos, siempre iba de trabajo en trabajo por el
consumo.”
El significado de la droga en la vida de Cristian está asociado con la felicidad y
la diversión en un primer estadio. Este hecho es bastante cercano a las demás
historias recogidas, sin embargo, la transformación del sujeto en adicto se va
haciendo evidente. El aburrimiento es la respuesta a los momentos familiares,
situaciones que este joven no podía evitar y que esperaba con ansias que se
terminen para poder salir y consumir.
“Porque para un ‘drogo’, porque en ese tiempo era un drogadicto, estar
en una fiesta sin drogas, no es fiesta. No hay felicidad.
Ya pues, siempre la pasaba aburrido, con la familia, la pasaba por pasar.
Ya cuando se iban todos salía con mis amigos. La pasaba con mis
amigos y que para mí, supuestamente, eso era pasarla bien.”
Hasta este punto vamos conociendo apenas la etapa inicial de un individuo
consumidor, la cotidianidad y el significado que van cobrando las drogas. Como
ya hemos señalado, los inicios del consumo se caracterizan por momentos o
instantes de prueba, de intriga y curiosidad. También son situaciones
caracterizadas por la presión del grupo, escolar o del grupo de pertenencia,
como el de las barras bravas. El lazo o vínculo con el acompañante de la
situación también resulta interesante, puede ser el primo o el enamorado el que
propicia ese momento inicial. Las transformaciones o transiciones que van
sufriendo las vidas de los jóvenes son relatadas a partir de aumentos de
frecuencia y cantidades de droga, tipos de droga y formas de consumo. Existen
también, según los relatos, (no) motivos situados alrededor de las simples
ganas de consumir, socializar con la gente del barrio, con el propósito de ser
reconocido por ellos y demostrarle que sí lo pueden hacer, nada más. Dejan en
claro también que las emociones que sienten al utilizar drogas es lo que los
hace volver reiteradamente.
175
Sin embargo, es evidente también el cruce con otro factor, la ruptura en la
familia, la violencia, la muerte y el ambiente dramático vivido en ese escenario.
En las trayectorias biográficas de los jóvenes se refuerza la idea que el
consumo de droga ilegal no tiene patrones fijos, incluso, no siempre es posible
identificarlos. Observamos relatos donde el consumo avanza y se convierte en
una actividad casi diaria, llegando a ser una situación normal en sus vidas que,
con el tiempo, se vuelve indispensable. En otros casos, la droga fue un
problema anexo y el relato no da cuenta –quizá los jóvenes no quisieron
corroborar– lo indispensable que fue la sustancia en sus vidas. Sin embargo,
cualquiera que sea el caso, el consumo cotidiano y recurrente los acerca
inevitablemente a espacios de venta como los “huecos”. Lugares donde los
jóvenes tienen mayores posibilidades de relacionarse en actividades ilícitas y
con gente dedicada a cometer estos actos. Tema que abordaremos en algunos
acápites adelante.
Siguiendo el trayecto, pasemos ahora al análisis de otro lugar del pensamiento
sociológico del individuo. Uno que también se transforma irremediablemente en
la línea vital de los jóvenes consumidores, el cuerpo.
5.1.2 La vida y el cuerpo de un joven consumidor de drogas ilegales
Al abordar la vida y el cuerpo de los jóvenes consumidores de drogas,
percibimos que los riesgos y las transformaciones de la sociedad modifican el
actuar y la concepción tradicional que tenemos de ambas categorías. A.
Giddens señala que para explicar el actuar o comportamiento social no existe
mecanismo o causa única, soberana y determinante, la cual pueda
especificarse como tal. Esto es, no existen fórmulas unitarias que develen los
misterios del actuar social de los seres humanos (Giddens, 1984:28). Por tanto,
los relatos sobre el cuerpo nos interesan para comprender conductas, usos
físicos, simbólicos y las puestas en escena que merecen atención en el campo
social y que configuran un cuerpo coloidal, en flujo constante y que se acerca a
176
una ilustración o figura en disolvencia.117
Le Breton nos sugiere considerar a la sociología del cuerpo como un tema
relevante para la comprensión de la compleja situación de los jóvenes. Nos
referimos al campo de estudio de la corporeidad humana como fenómeno social
y cultural, como una materia simbólica que es objeto de representaciones y de
imaginarios.118 Las acciones que tejen la trama de la vida cotidiana, desde las
más triviales hasta las que se producen en la escena pública, implican la
intervención del cuerpo o lo corpóreo. Toda actividad que el hombre despliega
le permite ver, oír, saborear, sentir, tocar, etc., por tanto, establecer
significaciones precisas del mundo que lo rodea (Le Breton, 2002b).
Una de las formas de observar las representaciones del cuerpo es haciendo
énfasis en los relatos que dan cuenta del resultado del consumo a mediano
plazo.119 El cuerpo es cada vez menos un dato extrínseco que funciona
apartado de los sistemas referenciales de la modernidad, este se ve activado
también de manera reflexiva. Lo que podría parecer un movimiento que apunta
hacia el cultivo de la apariencia corporal es, de hecho, expresión de un interés
más profundo por “construir y controlar el cuerpo.” (Giddens, 1997:16). Existe
una relación plena entre desarrollo corporal y estilo de vida que, en el caso de
los jóvenes entrevistados, toma un carácter particular. Ellos son conscientes de
la importancia del cuerpo y el estilo de vida, sin embargo, sus conductas se van
modificando en dirección opuesta al ideal de “lo saludable”. Los hábitos y
costumbres de los jóvenes consumidores van deteriorando el cuerpo y llegan a
afectar ostensiblemente su estado mental. Como lo relata Gisela:
117
En referencia a la técnica usada para pasar de unos planos de imágenes o de sonidos a otros por
desaparición gradual de los primeros.
118
Por tanto, en el aparato teórico-analítico consideramos tres momentos: primero, estudiar las
representaciones del cuerpo en jóvenes consumidores de drogas ilegales y así observar la diferencia
simbólica del antes y el después como consumidores; segundo, indagar por la influencia de dos factores
socioculturales, "el ser adicto" y "la imagen del adicto en la sociedad"; y tercero, profundizar el tipo de
relaciones que rigen las familias de estos jóvenes (Tinat, 2008:182).
119
Por la edad de los entrevistados, no podemos hablar de un largo plazo, sin embargo, la media de
consumo en años supera los 10 años.
177
“(…) las drogas ya no me hacían el mismo efecto, ya me daba la
paranoia, estaba así con miedo, pensaba que me perseguían, que me
querían agarrar, ya no me drogaba, me hacía efecto totalmente negativo
para mí en ese entonces.”
Cabe señalar que el trayecto de esta joven está marcado por otros (varios)
incidentes. Antes de cumplir 16 años, quedó embarazada y su familia la obligó a
que aborte. A la edad de 17, además de marihuana ya había probado crack,
poppers y fármacos ansiolíticos. Un año después dejó de asistir al colegio, se
embarazó nuevamente y abortó por segunda vez. A los 19 inicia con el éxtasis y
su frecuencia de consumo de drogas se eleva, era “masivo y diario”. Además de
las
drogas
mencionadas,
consumía
eventualmente
hongos,
ketamina,
micropuntos y PBC.
Mientras que el consumo avanza en frecuencia y en sustancias, los jóvenes
detallan sus experiencias en relación con el cuerpo a través de ciertos
síntomas. En el caso de Sergio, consumidor de marihuana y PBC y uno de los
jóvenes más avezados de la zona en la que vivía (entre San Borja y La
Victoria), señala un intenso dolor en el vientre. En el trayecto relatado líneas
debajo, su organismo reflejaba la necesidad de consumo de drogas tras
permanecer 15 días detenido en la comisaría de Apolo, en La Victoria. La
policía lo había capturado saliendo de comprar drogas de La Pólvora. Durante
su detención Sergio evidenciaba este dolor, una sensación similar a la de tener
ganas de defecar, las cuales sólo se desaparecen si se consume PBC. Al salir
del encierro, Sergio se escapa de sus familiares y va en busca de la sustancia
que calme lo que los consumidores denominan el “dengue”.
“Vino un ‘pata’ fumando pasta y le dije "oe cuñao' invítame unos 'toques',
estoy bien ‘dengueao’ pe', por favor."
Estas experiencias nos presentan una lucha constante contra su propio cuerpo.
Es un esfuerzo por alejarse lo máximo posible de lo que en el fondo desean:
178
seguir consumiendo. Colocan sus cuerpos en una situación extrema (Le Breton,
2002a), la cual en tiempos anteriores era inimaginable y que trae consigo
diversas asociaciones y reacciones. Éstas apuntan únicamente a mitigar ese
sufrimiento volviendo a consumir. Luciano* lo describe de esta manera.
“Pides más, quieres más. Como una angustia, una angustia que te pide,
exagerado.
Por eso cuando uno está en consumo de pasta, por eso es que asaltan,
roban, todas esas cosas (...).”
El cuerpo va apareciendo en los relatos como el primer y más natural
instrumento y objeto técnico del hombre. Por un lado, se presenta la
corporeidad humana como un fenómeno social y cultural, materia simbólica,
objeto de representaciones y de valores compartidos (Brena, 2007:2). Por el
otro, el objeto que es víctima de dolor y de castigo.
Como la historia de Luis Omar*, a quien lo encontramos en su primer
internamiento, fue en Centro Victoria de la ciudad de Iquitos. Esta ciudad,
capital del departamento de Loreto, cuenta con una población menor a los 200
mil habitantes (INEI, 2012). Sin embargo, tiene el segundo mayor índice de
prevalencia de consumo de drogas en el Perú: 8,3% para marihuana y 5,4%
para drogas cocaínicas (CEDRO, 2011). Según lo relatado en entrevista con
Raúl Matute, exadicto y encargado de Centro Victoria, es posible encontrar
drogas ilegales en casi todos los distritos y caseríos de Iquitos. “En San Juan,
donde está el famoso ‘hueco’ de Secada; bajando por la entrada de Juan Pablo,
hay droga en la urbanización, Juan Pablo II; hay varios ‘huequitos’ en las
colinas, [donde hay] personas que 'solapa’ venden en sus bares; en Belén es
una putrefacción (SIC), al costado de la Posta de Belén; la calle Blasco Núñez,
la bajada de Pasaje Paquito, donde venden las famosas hierbas.” Así describe
Raúl Matute120 este mundo, donde todos saben “quiénes venden droga, las
autoridades saben.” Es un “Sodoma” todo Iquitos, señaló.
120
Entrevista realizada en la ciudad de Iquitos el 20 de julio del 2012.
179
En este contexto creció Luis Omar, quien al momento de la entrevista negaba
que estuviera internado en Centro Victoria por ser adicto a las drogas. Este
joven refería que su padre lo había internado debido a los frecuentes delitos
que cometía. Cuando conversamos con él, mostraba heridas de quemaduras
recientes en el pecho. Una turba de pobladores lo había castigado121 por haber
robado en una vivienda.
“Me han amarrado. Éramos tres, eran más mayores.
Aquí en mi espalda, con el machete me han dado diez veces.
Nos han amarrado a los tres y nos han quemado con la plancha.
Cinco segundos ha estado en mi pecho.”
Luis Omar* evidenciaba, además de un dolor físico, estar resentido frente a los
sucesos de su vida. Su madre los había abandonado varios años atrás, a él, a
su hermano menor y a su padre. Éste había tratado de criarlos solo, pero tenía
que salir a diario a vender como ambulante por las calles de Iquitos y los dejaba
al cuidado de los vecinos. Su infancia la intercalaba entre el colegio y un
lavadero de motocicletas donde trabajaba. Hasta que, en la adolescencia, unos
amigos lo convencieron para hurtar en domicilios. Ese sería también el
momento clave en su trayectoria de consumo de drogas. En la relación delitoconsumo de drogas, este joven nunca midió los riesgos que ello implicaba.
Para un adicto, su cuerpo es el blanco de las sensaciones generadas por el
consumo. El cuerpo es producido para ser controlado, identificado y
reproducido; “constituye un blanco de la racionalización moderna pues se
convierte en el objeto del poder y del saber”. (Turner, 1989:15). Un poder que
se va alejando y un saber de la ambivalencia, un saber de la incertidumbre a la
que llegan. Lo único cierto es que la sustancia es agradable para ellos, señalan
disfrutarla.
121
En el Perú no es extraño saber de castigos comunales ante cualquier hecho delictivo. No esperan que
la justicia formal se encargue. Probablemente son conscientes que el “suplicio penal no cubre cualquier
castigo corporal: es una producción diferenciada de sufrimientos, un ritual organizado para la marcación
de las víctimas y la manifestación del poder que castiga, y no la exasperación de una justicia que,
olvidándose de sus principios, pierde toda moderación.” (Foucault, 2003:40). La exasperación es el tono
frecuente de estas situaciones, con pobladores que siguen confiando en el “castigo-espectáculo”.
180
Lo que no saben es cuándo ni dónde se detendrán. Como Esteban, quien
reflexiona sobre las sensaciones de la PBC en su cuerpo.
“Siendo consumidor pensaba ‘quién habría inventado la droga, quién la
habría hecho tan rica’. Yo probaba una vez, otro día probaba otra vez y
cada día que probaba la sentía más rica. Y así, cada vez que me
acordaba del sabor y todo lo que se sentía, me daba ganas de fumar, me
‘dengueaba’, como se dice. Comienzas a sentir algo en el estómago,
como un frío, que se te quiere revolver el estómago, te acuerdas lo que
se sentía, su saborcito y quieres ir a fumar otra vez.”
Las reflexiones de este joven son una parte de la evidencia del impacto social
del consumo de drogas ilegales. El uso de PBC es más frecuente en zonas
marginales y Esteban vivía en una de ellas. Es probable que este consumo sea
el resultado de un proceso de fractura social que se escenifica en las metrópolis
contemporáneas (SEDRONAR, 2007), como Lima. Lurín o Pachacamac son
esos espacios, no los únicos, de fractura donde los jóvenes carentes de
oportunidades ven en el consumo de PBC sólo una sensación “rica”. Lo único
problemático, temporalmente, son los signos corporales que evidenciaba la
abstinencia.
Una de las repercusiones más importantes son las consecuencias adversas que
este consumo tiene para la salud. La UNODC calcula que el número de
consumidores problemáticos de drogas en 2010 se situó entre un 10% y un
13% del total mundial estimado de usuarios, mientras que en 2008, según el
Grupo de Referencia de las Naciones Unidas sobre el VIH y el uso de drogas
por inyección, había 16 millones de personas que se inyectaban la droga.
Ambas estimaciones se han mantenido estables hasta el año 2012 (UNODC,
2012:19).
La Organización Mundial de la Salud estimó que en el año 2009 ocurrieron 270
000 nuevos casos de tuberculosis (TBC). Brasil, Perú y Haití concentraron el
181
53% de estos casos de TBC (OPS, 2011), y esta enfermedad es altamente
relacionada con el consumo de drogas. La TBC es una enfermedad social
totalmente curable, es causa y consecuencia de pobreza y los problemas
asociados a ella. Los grupos de edad más afectados son los comprendidos
entre los 15 y 54 años. Las regiones con más altas tasas de TBC en el Perú
son: Lima, Callao, Ica, Tacna, Madre de Dios, Ucayali y Loreto (Bonilla,
2008:166). Los distritos de La Victoria y Villa María del Triunfo en Lima, lugares
donde Luiggi vivió gran parte de su vida, se encuentran en el sexto y séptimo
lugar con más casos de TBC reportados en esta ciudad (op. cit.). En la última
sesión de entrevista con este joven, a través de su “biograma”, nos hizo saber
de su enfermedad.
Investigador: (…) descríbeme por favor el episodio en tu vida que tuviste
la TBC.
Luiggi: En el 2010, en diciembre, casi terminando el año, para año nuevo
fui para un hospital. Esta botando flema negra durante mes y medio.
Me descartaron que tenía TBC. Fui a sesiones, estaba con ampollas
semanales y de ahí dejé de ir y la “sustancia marrón” la suplanté por
“sustancia verde”.
Investigador: O sea, ¿no tuviste principio de TBC? Pero te trataron…
¿Eliminaron la TBC?
Luiggi: Pero dicen que como un virus allí está y no se puede eliminar y
en cualquier momento puede salir.
En un primer instante Luiggi negó haber sufrido de TBC, como se puede
apreciar en la conversación. Al final lo admitió ya que también figuraba en el
papelógrafo de su “biograma”, y junto a él pudimos establecer una hipótesis
más de trabajo. Esta enfermedad ocasionó una marca, una simple variante en
su trayecto biográfico de consumo, el cambio de una sustancia por otra. Su
compulsividad por mantenerse drogado superó cualquier amenaza a su salud o
a su vida, llevando a su cuerpo hacia ese flujo o disolvencia que lo ubica como
un sujeto más emotivo que racional.
182
El tema del cuerpo, cuando el consumo avanza y se localiza en esta
compulsividad, adquiere también determinada significación sexual y se
convierte en una forma de intercambio. Gisela nos relata la “vida alocada” que
llevaba en sus épocas de consumo de drogas. Su cuerpo como objeto de
intercambio, era parte de esa forma de diversión a la que alude la joven durante
muchos años de su biografía. Los demás personajes, sus amigas y amigos,
comparten la escena de la noche limeña, de las discotecas y las fiestas rave.
Amistades que también la condujeron por el mundo de la mafia, la falsificación
de dinero, la clonación de tarjetas de crédito, la venta de drogas, etc. Todo ello
amparado en su belleza física y en la normalidad con que Gisela concebía,
desde niña y adolescente, las relaciones sexuales.
“(…) hasta los 18 más o menos que empecé a salir, él salía también por
su parte y yo empecé a probar más drogas, salía con esas amigas y
había de todo, alcohol, drogas, sexo entre dos, tres personas. O sea, una
vida bastante alocada (…).”
Cuando Sergio nos narró el episodio del corte de pelo con un homosexual de un
barrio cercano a su casa, en Balconcillo, sospechamos que podría existir una
historia oculta detrás. En efecto, al apagar la grabadora aceptó, un poco
ofuscado y avergonzado, que él había mantenido relaciones sexuales con este
homosexual a cambio de dinero para comprar drogas. Situación que la
interpretamos como una práctica más común y frecuente de lo que el
entrevistado afirmó. Este es el relato que permitió esa confesión posterior.
“Me metí el primero, me metí el segundo (PBC), y por allí hay una
peluquería, hay un ‘cabro’ y me fui a cortar el pelo.
Yo no tenía plata y le dije ‘oe, córtame el pelo pe’ ¿Cuánto es tu corte?’,
y me metí la mano al bolsillo y me dijo: ‘4 soles pero si quieres te lo
puedo hacer gratis’ (finge la voz como de un hombre afeminado).
Le dije que ya, pero no por querer ‘comérmelo’ a él, ni porque me chupe
la vaina, como así decirlo.”
183
Realmente estamos frente a una forma de prostitución, tema estrechamente
relacionado con el consumo de drogas. Como en la historia de Geraldine, quien
tras separarse del padre de su hija se ve agobiada por necesidades
económicas que no podía solventar. Sus padres no aparecen en esta escena,
sólo tangencialmente la madre, quien consulta con la joven de dónde sacaba
tanto dinero. Ésta le mentía que había conseguido un buen trabajo como
anfitriona de eventos, con lo que amparaba el sueldo de miles de dólares,
según refiere.
“Entonces opté por lo más fácil. Empecé con gente de por mi casa, que
también consumía.
Comencé a conocer a narcos y me ponían (...) comencé a trabajar de
prostituta. Entonces, iban hombres, me daban droga, me iba con ellos al
hotel. Me pagaban y yo tenía mi buen dinero.”
Comprendemos de esta manera que el abuso de drogas en hombres y mujeres
ocasiona una problemática asociada al cuerpo. La adicción impide que ellos
decidan libremente sobre su vida sexual, recurriendo de manera permanente o
esporádica a la prostitución para solventar su consumo y sus necesidades
económicas en general.
Pasando a otro tema en relación con el cuerpo, tal como lo hemos señalado en
el segundo capítulo de la tesis, existe una estética caracterizada por tatuajes y
perforaciones. El cuerpo para los jóvenes es también “una forma particular de
experimentar la posición en el espacio social” (Bourdieu, 1986:184). La cultura,
por medio de los valores que impone y desde los que interpreta el mundo, no se
adhiere simplemente al cuerpo, sino que lo constituye. Se inscribe en los
cuerpos y en las cosas, y dentro de ese contexto, el tatuaje “es un fenómeno
que constituye una de las maneras, en que las culturas reflejan cierto estado de
los sujetos, en los cuerpos de los mismos, por medio del trazado doloroso de
signos con determinados significados.” (Brena, 2007:4).
184
Investigador: Vi ese tatuaje que tienes en cada dedo de la mano
izquierda ¿qué dice?
José Pablo.: Dice Maydú.
Investigador: ¿Qué significa?
José Pablo: Es el nombre de la “flaca” que verdaderamente me enamoré.
Es evidente aquí el cruce de un elemento fundamental, el amor como marca
simbólica, es difícil de borrar y tiene un espacio de registro en sus propios
cuerpos. El significado construido fue particular, dependió del contexto en el
cual José Pablo se encontraba. La familia de Maydú sabía que este joven era
consumidor de drogas, por lo que cuando ella se embarazó, sus padres la
indujeron para que aborte. Luego, la familia completa desapareció del lugar
donde vivían. En su casa funciona actualmente una farmacia, lugar que José
Pablo siempre observa cada vez que pasa por allí.
La presencia de tatuajes y piercings en adolescentes y jóvenes “está asociada
con un comportamiento de riesgo en referencia al consumo de drogas,
promiscuidad sexual, suicidio y trastornos de la alimentación.” (Mangas et al.
2004:201). Se encuentra a su vez que consumo de drogas y conducta violenta
se asocian con otro tema visto desde el inicio del presente acápite, la
delincuencia. Esta conexión daría lugar a un tipo de afinidad electiva,122 que se
presenta
relativamente
de
manera
causal
y
“fuertemente
asociada,
compartiendo los universos simbólicos que componen la idea de la
marginalidad.” (SEDRONAR, 2007:16). Sergio, al ser capturado por la policía,
atraviesa por el procedimiento de rutina para detectar alguna marca o seña
particular en su cuerpo. La policía sabe que una marca o tatuaje puede
relacionar al detenido con el mundo lumpen.
“Y me dijo si tenía apodo. Le dije que no tenía.
Me hizo quitar el polo y me vio mi tatuaje que tengo en la espalda,
122
En referencia al concepto de “afinidades electivas” de Max Weber, el cual se refiere a un proceso
histórico social por el cual dos estructuras culturales o institucionales comparten rasgos comunes, se
atraen recíprocamente, se refuerzan y estimulan. (Weber, 2004).
185
grande (…). (Me hice el tatuaje) En mi consumo pe', parte de mi
distorsión, por decirlo así.”
De esta manera los trayectos biográficos analizados dan cuenta del cuerpo,
utilizando la propuesta de E. Goffman, en un proceso metabólico. Diríamos que
lo observado nos coloca frente a algunas fases y una de ellas se denomina la
mala conducta contingente. Los relatos nos muestran que tras el consumo de
drogas sus conductas los llevan a actuar de una manera inaceptable u ofensiva.
Los ritos de transición, como una fase constante y de enlace, van marcando
acentuadamente el hecho de consumo frecuente, compulsivo, que trae
conductas violentas y consecuencias físicas nefastas para la salud y la vida.
Esto puede denominarse la fase de los procesos desorganizadores, cuando las
transformaciones del yo se van acentuando (Goffman, 1991:116). En los
siguientes acápites veremos cómo este proceso continúa, se va transformando
y no se agota, salvo que llegue la muerte.
5.1.3 Espacios de consumo, de adicción y convivencia: del hueco al
cuarto de hostal
En el presente acápite damos cuenta de los espacios de consumo relatados por
los jóvenes y, en un caso, visitado por el investigador. Al inicio del consumo, los
espacios tienen una relación cercana con la vida recreativa nocturna, con
aquello que los define como jóvenes. Pero con el tiempo, estos espacios van
transformándose. En su transitar en el mundo de las drogas, los jóvenes llegan
a consumir también en entornos familiares, en el barrio, el colegio o el trabajo.
Empezamos así, de manera descendente,123 con la observación participante
que realizamos en un “hueco”.
El 20 de junio ingresamos al “hueco” La Posta, en el distrito de Ventanilla. En
los relatos de Luciano* habíamos obtenido las referencias de ese lugar, un
123
Consideramos que el “hueco”, como espacio de consumo, es uno de los últimos lugares a donde llega
un consumidor. En términos figurados es la cúspide de los espacios del consumo, de la cual
descenderemos para ir analizando e interpretando la información.
186
terreno baldío y de difícil acceso que está ubicado exactamente detrás de un
centro de atención médica o posta de salud. Uno de los muros perimétricos de
la posta sirve de pared de contención para este “hueco”. Para llegar hasta allí
hay que escalar un pequeño monte, desde la cima se pueden ver hacia abajo
los restos dejados por los consumidores y habitantes de ese lugar. Realmente
es un basural en todo el sentido de la palabra. Había una pieza grande de hule
espuma de látex, a manera de colchón la cual estaba sumamente sucia, una
frazada quemada por un lado y tres abrigos viejos. A menos de un metro de allí
había excremento humano, probablemente tres o cuatro personas habían
defecado allí. Bolsas plásticas conteniendo basura en abundancia, trapos de
tela sucios y quemados. Es probable que los habitantes de este lugar los
utilicen como antorchas o leña para dar luz y calor durante las largas noches de
consumo. Zapatos y ropa vieja tirados por todo el lugar. Por lo visto, las
personas hacen uso de estos zapatos y luego los cambian por otros que se
encuentren
en
mejor
estado.
Caminando
unos
cuantos
metros,
nos
encontramos con más heces humanas, más basura suelta y dispersa.
Encontramos también botellas de licor, con la única descripción en la etiqueta
que decía “licor blanco”. Se trata de alcohol de dudosa procedencia pero de
costos muy bajos, 3 soles la botella (15 pesos mexicanos aproximadamente).
Se observan millares de trozos de papel periódico de unos 10 cm. X 5 cm. Son
los rastros de miles de “ketes” de PBC que yacen tirados allí junto a filtros de
cigarrillos quemados.124 Apreciamos los restos de una pequeña choza con otra
frazada rota. Los agentes de la Oficina Municipal de Prevención y Lucha contra
las drogas de Ventanilla nos comentan que algunos días antes, ellos junto con
la policía, habían tratado de destruir este lugar o, en todo caso, retirar los
elementos que permiten la subsistencia en este “hueco”. Sin embargo, es
evidente que los adictos sólo necesitan el espacio físico donde estar aislados
del mundo, sin importarles ni las más mínimas condiciones de salubridad para
124
Como ya hemos mencionado, los consumidores de PBC sólo utilizan el papel de estos filtros. Dentro
colocan trozos de cerillos de fósforo. Esto evita, aunque no siempre lo logra, que los consumidores se
quemen los dedos de la mano y los labios.
187
subsistir. Allí consumen droga, beben licor, comen, defecan, comparten,
escuchan música, se aíslan, etc., en un radio de menos de 10 metros, repleto
de basura y heces.
En esa oportunidad nos encontramos con un sólo consumidor. Horas antes la
policía había realizado una “batida” y por ello casi todos se habían fugado.
Todos, menos él. El nombre de esta persona es Marco Antonio, su edad, 39
años. Lleva 6 años viviendo en este “hueco” y es lo que algunos estudiosos de
este fenómeno denominan como “adicto marginal”125 (Nizama, 1999). Lucía
muy sucio, con barba y cabellos largos. Sus manos estaban negras y sus uñas
sumamente crecidas y sucias también. Su rostro hacía contraste con lo oscuro
de todo su cuerpo, lucía amarillento y delgado. Según los miembros de la
oficina municipal, Marco Antonio ha sido aconsejado y apoyado en diversas
oportunidades pero se resiste a abandonar la vida que lleva. Vida que se
desarrolla casi íntegramente en el “hueco” La Posta. Sólo sale de allí para
conseguir algunas monedas lavando automóviles. Nos despedimos de él con su
promesa que el viernes siguiente, a las 8 de la mañana, estaría listo para irse
de allí, para internarse en el centro de rehabilitación que le señale el personal
de la municipalidad. La última vez que Marco Antonio había prometido lo mismo
había sido dos meses atrás, un viernes también.
Los párrafos anteriores sólo corresponden a la descripción del “hueco”, como
tradicionalmente se le conoce. Debemos saber que en la actualidad éste tiene
algunos símiles. En los últimos 15 años en el Perú se han evidenciado ciertos
cambios y transformaciones en relación con la seguridad y la vigilancia, el poder
adquisitivo y la economía.126 Desarrollo que también ha traído la profundización
125
Adictos que viven como "topos" en los “huecos”, fumaderos o en covachas de cartón en las riberas de
los ríos, en casas y carros abandonados o deambulan continuamente por las calles pidiendo limosna,
viviendo al margen de su familia.
126
En el año 2013, el Perú habrá acumulado un crecimiento promedio anual 6% en los últimos 15 años
(“En 2013…”, 2012). Sin embargo, tomado en su conjunto, el crecimiento económico del Perú en los
últimos 45 años, hasta el año 2005, “ha sido decepcionante. El producto interno per cápita creció en
menos de 1% en promedio por año, por debajo de la media latinoamericana, de los países desarrollados, y
sobre todo de los países en desarrollo” (Loayza, 2008:10). Una variable importante a considerar en este
balance macro, es que en el Perú se consume más de lo que se produce. Por lo menos esa una de las
188
de las problemáticas sociales recurrentes del país. Las drogas ilegales, su
venta y consumo, también se ven afectadas positivamente por este crecimiento.
Así, los espacios se amplían y dan paso a la proliferación de “jatos” y hostales
para consumo. En el primer caso, son casas de venta y libre consumo127 de
drogas, pequeñas y escondidas bodegas de barrio, por lo general. En el caso
de los hostales, los jóvenes rentan una habitación exclusivamente para
consumir drogas durante varias horas y hasta días, con menos probabilidades
que la policía los allane.
En el relato de Dalins encontramos una breve descripción de un hostal donde
consumían drogas, en el distrito de La Esperanza, en la periferia norte de
Trujillo.
Dalins: Yo conozco en La Esperanza (un señor) que alquila cuartos.
Investigador: ¿Para fumar?
Dalins: No exactamente para fumar. Es "telo" pero el “tío” me da a mí. Él
ya sabía pa' qué era, pero él me daba. Yo también le "caía" su plata.
Son lugares con pocas habitaciones que usualmente sirven como “hostales de
paso”, pero que al percibir una mejor ganancia con los jóvenes que consumen
drogas, se transforman en “fumaderos”. En el exterior presentan letreros que los
identifican como hostales o cuartos de alquiler, por lo general se encuentran en
las inmediaciones de los “huecos” donde venden droga. Los costos son
variables, el precio diario puede estar entre 20 y 30 Nuevos Soles en algunos
casos (entre 100 y 140 pesos mexicanos). En otros lugares, les cobran una
tarifa determinada por cada hora que pasan allí y por cada sujeto que ingrese al
cuarto. Es decir, la tarifa horaria tienen un precio pactado, pero cada invitado
que llega tiene que pagar un monto adicional.
miradas a la economía, si observamos que el consumo del sector retail reporta un crecimiento del 15% en
el 2012 (“Ventas de…”, 2013), período en el cual el país sólo creció un 6,3% según su PBI (INEI, 2013).
127
Libertad relativa, ya que en cualquier momento podría ser objeto de allanamientos policiales.
189
Elementos que van caracterizando la transformación de los espacios de
consumo, ámbitos que contienen sus prácticas, lugares que reafirman la
identidad como adicto que disfruta de la droga y que terminan definiendo la
posición del otro y del yo en el espectro social. Cabe señalar que, ante estas
transformaciones, los objetivos pragmáticos siguen siendo los mismos:
consumir la cantidad de droga que deseen, con la persona o persona que ellos
elijan, sin temor a ser detenidos o descubiertos, con las comodidades que
talvez no posean en sus propios hogares.
Luciano*, quien sitúa sus años de mayor consumo en el distrito de Ventanilla,
describe la situación y el espacio de esta manera:
“Nos íbamos a hostales, ya no nos íbamos al hueco.
Cada 2 horas te cobraban 15 soles, cada 2 horas. Te tocaban la puerta.
El dueño sabía que estabas fumando.
(…) elegante. Con tu baño, tu loseta, tu televisor. Mejor dicho, elegante.
15 soles cada 2 horas y si venía un “puntero” más, 5 soles más. Una vez
me gasté casi 600 soles.”
Cuando el adicto posee dinero, como apreciamos en el anterior relato, no
escatima en gastos. Abandonan temporalmente el “hueco” y se desplazan a un
espacio “elegante”. La gran diferencia es que la seguridad es casi total, sus
compañeros de consumo sí son los de siempre, los del “hueco”.
En este punto reflexionemos, siguiendo a R. Reguillo, sobre la construcción de
sociabilidad de los jóvenes. Sociabilidad que puede estar dada tanto por la
forma del grupo o “tribu urbana”, como por los modos de estar juntos a través
de sus prácticas. Éstas no se corresponden con un territorio o colectivo en
particular, sino con variables socioeconómicas, contextos generacionales, o
incluso prácticas concretas (Reguillo, 2000a), como las que en cada párrafo
vamos encontrando y conociendo. El consumo une pero a la vez separa, es una
de las muchas barreras divisorias en esta segunda modernidad. Une y
190
sociabiliza a pocos, a los consumidores y adictos. A la vez separa a éstos del
resto del mundo, llevándolos a hostales mientras exista el dinero suficiente, o
los lleva a estos guetos tardo modernos que son los “huecos”.
En ese sentido, dirijamos nuestra atención hacia otros espacios de consumo,
aquellos relacionados con la diversión. Como consecuencia del proceso social,
histórico y económico, de cambios y transformaciones, los destinados a la
diversión y el disfrute, además de haber pasado a formar parte de las
necesidades básicas, se han transformado en lugares que son clave para los
jóvenes (“Consumo de…”, 2012). La diversión conlleva a afianzar las
relaciones, amplía la comunicación, modula el afecto, etc., y los jóvenes pasan
cada vez más tiempo en los espacios destinados para ello. Entonces, en las
discotecas, los conciertos, las fiestas públicas y privadas, los festivales de
música electrónica o raves, etc., el expendio de droga encuentra el lugar ideal
para desarrollar mejor su comercio.
Gisela, rodeada de amigas y amigos de clase media limeña, asidua a
discotecas y raves, describe la situación dentro de un rave o fiesta de música
electrónica.
“Estando en los raves, la gente está bailando, tienes a los de seguridad
de VIP que te están mirando pero (mis amigos) llevaban bolsas de
cocaína, mi pareja sacaba y él mismo me daba en la nariz, me lo ponía y
yo me drogaba así (…).”
En la actualidad es usual que las discotecas y fiestas estén divididas por una
especie de clase de distinción y/o exclusión. Esto marca la diferencia entre
público en general, VIP (personas muy especiales por sus siglas en inglés) y
Mega VIP o VIP Platinum, entre otras denominaciones que refieren a un trato,
un lugar y un costo diferenciado dentro de los centros de diversión nocturnos.
En uno de esos espacios Gisela ubicó su relato, en la zona VIP. Cabe señalar
que la cocaína no es el tipo de droga más utilizada en fiestas de música
191
electrónica, lo es el éxtasis o cualquier otra droga de diseño, junto al consumo
de abundante agua.128
Los hábitos de consumo y su relación con los espacios, se justifican, por un
lado, en cuanto a su seguridad, para no ser descubiertos por los encargados del
control interno (personajes de gran tamaño físico conocidos como los 911). Por
ejemplo, las drogas fumables producen demasiados indicios y por ello prefieren
utilizar drogas sintéticas o la cocaína en tanto asisten a discotecas, raves o
fiestas. De otro lado, para mantener la apariencia o de proyectar una imagen
pública de que no consumen drogas ilegales.
Investigador: En las fiestas ¿consumían drogas?
Akira: No, en las fiestas no fumábamos. Aspirábamos coca nomás.
El relato de Akira, situado en fiestas en torno a la zona de La Victoria, nos
presenta una situación habitual en el mundo de las drogas. Muchas personas,
no sólo los jóvenes, pasan inadvertido su consumo de drogas ilegales ante la
sociedad. Todo depende del lugar, para decidir el tipo de droga que utilizarán,
de esta manera la probabilidad de ser descubiertos o de hacerlo público es
menor. En tanto que Akira usaba marihuana en una primera época –la primera
vez que lo hizo fue en un paseo escolar– en la esquina de su casa y en el
parque, la PBC lo llevó a lugares más reservados y alejados de lo público, como
los “huecos” y hostales. La cocaína, la consumía en los baños de las fiestas o
discotecas a las que asistía.
Si bien en el presente acápite estamos abocados al análisis de los espacios de
consumo, es preciso que abordemos brevemente la disponibilidad de las
drogas, debido además a que en todos los relatos es un tema considerado
128
Drogas como el éxtasis u otras sintéticas, “afectan la producción interna del neurotransmisor
serotonina, uno de los mecanismos a través de los cuales se regula la temperatura corporal, por lo cual,
cuando los efectos del éxtasis son combinados con una actividad física como el baile, el usuario puede
experimentar un descontrol de la temperatura corporal y sufrir lo que se conoce con el nombre de “golpe
de calor” y deshidratarse. Para poder combatir la deshidratación y re-hidratar el cuerpo, las personas
necesitan regular la cantidad de líquidos que consumen.” (“¿Qué efectos…”, 2013)
192
como obvio por los jóvenes. En la ciudad de Lima y otras provincias del país,
esta disponibilidad ha hecho que en muchos lugares sea posible adquirir un
paco de marihuana por 5 soles, 3 ó 4 ketes de pasta básica de cocaína por 1
sol o un sobre conteniendo 2 o 3 gramos de cocaína por 15 soles. Debemos
reconocer que “en muchos casos el precio está determinado por el lugar de
venta, la cantidad y el grado de pureza de la droga pues se sabe que muchos
vendedores mezclan droga con otras sustancias tales como yeso, tiza, talco y
otras sustancias para incrementar sus beneficios.” (CEDRO, 2011:48)
El siguiente relato de Cristian nos lleva a prestar mayor atención a los parques,
los campos o lozas deportivas comunales, los nuevos “skates parks” o parques
con rampas para bicicletas y skateboards, etc., como espacios de consumo o
potencial consumo.
“En los cumpleaños de los amigos. Que lo celebramos en su casa o en el
centro del parque a las 12 o 1 de la mañana.
Pasa serenazgo pero con nosotros (ellos) no chocan. Fumamos en el
mismo parque. Estamos tomando y uno se ‘denguea’, que es el
síndrome de querer consumir, y a uno se le ocurre decir ‘ya pues, cómo
es, nos proyectamos.’"
Otro nuevo elemento en este fenómeno, señalado por un agente de la
municipalidad de Ventanilla, son los mismos familiares de los jóvenes (madres
en su mayoría) quienes les permiten utilizar drogas en sus casas, ello con tal
que éstos no se expongan en las calles a ser detenidos, o a las manifestaciones
de violencia como parte de la interacción del consumo compulsivo.129
De esta manera, hemos dado cuenta que en los últimos años se han
presentado transformaciones en los espacios de consumo, los cuales están
ligados estrechamente a los cambios en la estructura social y económica
129
Elemento que agudiza la problemática del consumo de drogas. Información referida por Germán
Arguedas, agente municipal de la oficina de prevención y lucha contra las drogas de Ventanilla, en la
entrevista que sostuvimos el 20 de junio del 2012.
193
peruana. A través de los relatos hemos descrito y analizado los “huecos” o
fumaderos de droga (terrenos baldíos y chacras que son prácticamente
tomados por los consumidores); los hostales, como una versión actualizada de
los “huecos”; las discotecas, fiestas y los raves como centros de diversión
nocturna y, a la vez, puntos de encuentro entre jóvenes y drogas ilegales; los
espacios públicos que también son tomados, tales como parques y lozas
deportivas que acogen la venta y el consumo de drogas; finalmente, los
hogares de los mismos jóvenes, que en el afán por protegerlos, los padres
acceden a que sean espacios de consumo.
5.1.4 Luchas continuas de abstinencia y relaciones de amor y drogas
Hemos planteado este acápite, en el avance del trayecto de consumo de cada
joven entrevistado, a partir de la relación abstinencia-amor. Esta es otra marca
que como hipótesis de trabajo nos acerca a los elementos que configuran
significativamente sus biografías. Es preciso que comprendamos a la
abstinencia como los períodos voluntarios o inducidos de alejamiento del
consumo de drogas, y al amor,130 como la influencia de las relaciones familiares
y sentimentales en estos períodos.
El consumo de drogas constante por varios años y las temporales fases de
abstinencia han marcado la trayectoria biográfica de Geraldine. Marca que se
hace evidente, por ejemplo, en la forma cómo reacciona a las actividades
cotidianas. La entrevistada señala que hacer las cosas rápidamente, con
premura, era una señal que algo andaba mal. Otra señal, marca o estigma,131
es la desconfianza que ella generaba en sus familiares, algo que talvez sólo
estaba en su mente. Al imaginarse lo que la gente piensa u opina, están
seguros que no confían en ellos, originando a su vez que los jóvenes tampoco
130
Asumiendo que nuestros tiempos están caracterizados por el miedo a establecer relaciones duraderas,
más allá de las meras conexiones que por sobrevivencia debemos tener.
131
Cuando un joven se reconoce públicamente como adicto, existe la posibilidad de ser potencialmente
excluido de los grupos sociales. Los adictos ingresan a la categoría de sujetos estigmatizados y
desacreditados (Goffman, 2006:166).
194
demuestren sus sentimientos, sus angustias, sus momentos de debilidad, etc.,
a nadie.
“(…) yo sabía que estaba mal, en la calle sabía que estaba mal. No
estaba drogándome todavía.
Aún así haciendo mis cosas, limpiando mi cuarto, manteniendo mi mente
ocupada, yo sabía que en cualquier momento ya quería hacer las cosas
mal. Porque quería hacer las cosas rápidas. Porque el hecho de no estar
sin hacer nada me llevaba a (...) a lo que yo quería.
En vez de conversar con el padre de mi hija, de romper esa vergüenza,
de bloquear esa vergüenza y hablar como pareja mía. ‘Mira, sabes que
tengo ganas de fumar. Por favor ayúdame.’
Pero no, me callé. Por qué, porque ya estaba que buscaba.
Lo dejé a mi adicto, como se dice acá, ganarme.”
El hecho de la desconfianza genera la inestabilidad de sus relaciones. Como lo
relataba Geraldine, que tras estos episodios de inseguridad emocional, rompe
su relación amorosa con el padre de su hija de 4 años. Persona que en la
actualidad se encarga de la crianza de la pequeña y que, esporádicamente, la
visita en el centro de rehabilitación donde Geraldine se encuentra internada.
Preocupa que, ante la ausencia de una vida en común entre ella y su pareja,
podría dejar de existir lo solidario, aunque siempre existen las excepciones.
El amor, como elemento relevante en los relatos de los jóvenes, interviene en
momentos calmos y también en los de crisis, posee diversas posibilidades
dependiendo de cada situación. Tiene la capacidad de reorientar las conductas
de los jóvenes pero también puede reforzarlas. Goffman nos ofrece una
definición funcional, útil para nuestros fines, del giro amor: “La formulación de
un giro facilita la inserción de los elementos de la imagen en un guión único. El
pasado y el futuro de una escena no necesitan de reconstrucción imaginaria
(…) encerrando al mismo tiempo un futuro completo para cada una de las
personas.” (Goffman, 1991:47). Adam, en momentos que estaba relativamente
195
alejado de las drogas, se reencuentra con una pareja del pasado, una
enamorada que había tenido en su adolescencia. Sin saber que ella era
consumidora ni el tipo de drogas que utilizaba, la acompaña desde el
“skatepark” hasta su casa, a pocas cuadras de la de Adam, en San Juan de
Lurigancho. Ambos ingresan al dormitorio de la chica y el joven, sin siquiera
prevenirlo, es inyectado con ketamina.
“Subimos a su cuarto, me saqué el polo y así del impulso y me lo metió
de la nada, la aguja. Cuando volteé me estaba metiendo la sustancia. Ni
he sentido el dolor de la aguja y eso que le tengo pánico a las agujas.
Me lo metió en el hombro. Ella estaba encima de mí. Me empezó a
besar, me sacó la aguja. Me echó en la cama, me agarró la cabeza y me
dijo que cómo me sentía. Luego me habló de por qué habíamos
terminado.”
Es muy probable que una de las razones del consumo de “SamyKeta”, así es
como llamaban a esta joven en su barrio, sea el rompimiento de la relación que
tuvo con Adam. No lo afirmamos pero lo planteamos como una posibilidad. Bajo
este contexto de individualización, las relaciones de amor oscilan entre un dulce
sueño y una pesadilla, y no existe forma de decir en qué momento uno se
transforma en la otra. Casi todo el tiempo ambos avatares coexisten, aunque en
niveles diferentes de conciencia o bajo circunstancias que los soportan. Z.
Bauman señala que estas relaciones ocupan, por decreto, el centro de atención
de los individuos líquidos modernos, quienes las colocan en el primer lugar de
sus proyectos de vida (2005:8), sin embargo, nunca se sabe por cuánto tiempo.
Lo que el relato de Adam también nos muestra es la relación abstinencia-amor
que, en este caso específico, lleva al joven a retornar al consumo, agravado por
el tipo de sustancia (ketamina), la cual amplía su abanico de policonsumo.
El factor del amor, en otras de sus posibilidades, nos permite observar a José
Pablo como una persona que de alguna manera dependía de esa relación.
196
Aunque enamorarse no es una experiencia que tenga la mayoría de los
habitantes del mundo, el amor romántico es fruto de diversas influencias
sociales e históricas (Giddens, 2000:28-29), visibles en el trayecto biográfico de
este joven a partir de su origen, su religión o el amor de sus padres. José Pablo
pensaba que no podía existir sin su pareja, su historia personal se fundía con la
de ella, hasta el punto de llegar a perder su propia identidad y vivir para ella en
vez de hacerlo para sí mismo.
“En eso empiezo a llorar y a preguntarme por qué se había ido. En
verdad la quería bastante, ella se tatuó mi nombre.
Quería tatuarme su nombre pero se desapareció. No me dijo que se iba,
me dolió bastante.”
El hecho del abandono surge como otra de las principales motivaciones en el
consumo de José Pablo. Una marca fundamental, también un símbolo grabado
en su cuerpo. Las decepciones amorosas, inevitables en el desarrollo de toda
persona, se convierten en motivos para usar drogas cada vez que José Pablo
recuerda a su adolescente enamorada, con quien iba a tener un hijo. Toda la
familia desapareció luego del aborto, este joven la buscó pero jamás encontró la
manera de retomar el contacto con ella. Él suma esta decepción, a la de su
entorno familiar, para sumergirse profundamente en el consumo de las drogas.
“También esa decepción con la chica. Iba a tener un hijo con ella pero
sus padres le hicieron abortar y se lo llevaron al extranjero, ya no sé
nada de ella.”
“Carla había desaparecido. Fui a su casa, nunca me abrieron.
Con el transcurso del tiempo allí hay una botica grande. Nunca más la
volví a ver.”
El significado del amor también se combina y se funde con el sexo entre los
jóvenes. En el siguiente relato de Sergio todo se trata de “amor del alma de la
cintura para arriba y amor del cuerpo de la cintura para abajo” (García Márquez,
1985). La situación de las relaciones en la segunda modernidad se ve reflejada
197
en un conjunto de experiencias definidas con el término amor, el cual se ha
ampliado enormemente, bajando los estándares. Las relaciones fugaces, de
una sola noche, son descritas por medio de una expresión: “hacer el amor”
(Bauman, 2005:19).
La enamorada de Sergio es la coprotagonista de este segmento de su trayecto
biográfico. Aunque la relación inicialmente fue fugaz este joven nos señaló, off
the record, que aún mantiene contacto telefónico con ella.
“La señora me dijo que me quedaría a dormir en su casa. Le agradecí. Mi
madre me dijo que debía llegar a las 8 de la mañana a la casa.
Me quedé y fue mi primera vez con ella. Mi primera vez no. La primera
vez de ella.”
Sergio nos dijo además que desea ser padre. Interpretamos este deseo como
una forma de asegurar una relación en caso él regrese en algún momento al
consumo de drogas o a ser internado en un centro de rehabilitación.
Pero no todas son historias de amor donde nuestros personajes son víctimas de
algún alejamiento o de sufrimiento. Los jóvenes también son los personajes
responsables de infligir este sentimiento. Gisela, en sus etapas de mayor
consumo, no tenía remordimientos en dejar a su enamorado de ese momento e
irse con sus amigas y amigos de fiesta, a discotecas y raves a divertirse y
consumir. Cabe precisar que dejaba a su enamorado porque él ya estaba en
otra fase de consumo, se había “tirado al abandono”.
“Él se perdió, se tiró al abandono, inclusive ya ni me respondía el
teléfono, se quedaba encerrado en su casa y yo empecé a salir, mientras
que él ni se imaginaba que yo salía porque el paraba tan drogado y tan
solitario dentro de su casa. Después que falleció su mamá, a mí ni me
contestaba, no quería saber nada de nadie y obviamente a mí me llegó.
Yo no quería eso y empecé a salir con mis amigas. Esas grandes amigas
que también ya eran consumidoras de drogas y no solamente de
198
marihuana, cocaína, y de muchas otras drogas más. Una se inyectaba
ketamina y son drogas que yo llegué a probar después (…).”
La significación del amor, como venimos señalando, tiene relación con cambios
positivos, sin embargo, cambios que no se sostienen en el tiempo. Como nos
relata Geraldine, cuando conoció al padre de su hija, una persona que no
consumía drogas, una persona demasiado sana para ella.
“(…) hasta que terminó con la chica. Después quiso estar conmigo y yo
empecé a sentir algo por él y estuvimos. Desde que estuve con él, dejé
de consumir por dos años, nos llevábamos muy bien pero de pronto me
aburrió esa vida porque él era muy casero, me tenía en mi casa viendo
películas, ya no salía.”
Por otro lado, el amor visto como influencia negativa en cuanto al consumo,
comparte el espacio físico con las drogas y se relaciona al punto de convivir. El
joven ama a una persona pero también integra la droga a la relación. Esteban
nos cuenta que cada vez que permanecía con su pareja en algún hostal, antes
o después de mantener relaciones sexuales con ella, el consumo de drogas era
habitual. Consumía en ese mismo espacio físico, sólo esperaba que ella se
quede dormida o aparentase ello.
“Yo compraba también mi pasta. Cuando nos íbamos a un ‘telo’ con mi
flaca, teníamos relaciones y yo me metía al baño y armaba 3 o 4
cigarrillos. Salía y me ponía a fumar al costado de ella. Ella también a mi
costado. Yo fumaba y ella no sé, sí olía pero se hacía la tercia, se hacía
la dormida. No me decía nada.”
El amor es un elemento que configura las experiencias de riesgo. Envuelve
acciones positivas y negativas, a favor y en contra del consumo de los jóvenes.
Pero son ellos quienes tejen redes de contacto, conexiones que se establecen a
demanda y que pueden cortarse a voluntad, concertada o unilateral. Sin
embargo, hablar de una “‘conexión indeseable’ es hablar de un oxímoron: las
199
conexiones pueden ser y son disueltas mucho antes de que empiecen a ser
detestables” (Bauman, 2005:10). Para los jóvenes, los vínculos durables elevan
los riesgos de acercarse a dependencias paralizantes que atentan contra la
variedad para abrir cada vez más páginas de su Yo.
5.1.5 La diversión se transforma y toma nombre. El “pastelero” como una
vida desperdiciada
Siguiendo el trazado propuesto, continuaremos analizando cómo la vida y el
imaginario de la socialización y la performance de los jóvenes se van
transformando. Los momentos de diversión con cierto tipo de drogas
(marihuana, cocaína, ácidos, etc.), como insumo para permanecer en la
condición de “integrado social”, en un determinado tiempo desaparecen de su
cotidianidad. A cambio, aparece otro tipo de droga, una ligada a imaginarios de
marginalidad: la pasta básica de cocaína (PBC). Asimismo, las etapas de
rebeldía que tratan de subvertir el orden familiar, avanza hasta colocarlos en
una situación que “nunca se hubieran imaginado”.
Pero debemos tener presente que, por más relación marginal que exista, el uso
de las drogas no se limita a los sectores más vulnerables. Los accesos y usos
de una misma droga son diversos. Esto es, se consume cocaína o marihuana
bajo ciertas circunstancias que se relacionan a los espacios, tiempos, poder
adquisitivo, etc. Sin embargo, es probable que a través de las transformaciones
de índole socioeconómica que sufre el sujeto, éste llegue, tarde o temprano, al
consumo de PBC. Venga de la condición socioeconómica que venga, el sujeto
podría caer en el consumo de pasta. Esta es una droga que genera rápida
dependencia, caracterizada por la compulsión y apetito para continuar el
consumo, el cual produce tolerancia con gran facilidad. Reportes clínicos
señalan que un adicto experimentado puede llegar a consumir por encima de
100 cigarrillos de PBC en una sesión de 8 horas de duración en promedio
(CEDRO, 2011:24).
200
Más allá de estos cruces en las formas y epidemiologías del consumo, dentro
del imaginario de las drogas en los últimos años, en los países del cono sur, el
caso de la PBC resulta un claro ejemplo de su parte marginal.132 Su anclaje
como “la droga de los pobres” ha hecho de su consumo el paradigma de
diversos males que aquejan a la sociedad actual. Esta sociedad de profundas
diferencias, coloca del lado de los menos favorecidos las drogas más nocivas.
Como veremos, la perspectiva urbana es pertinente para abordar la
problemática de su consumo. Desde 1990 los estudios hacían referencia de la
existencia de por lo menos doscientos mil consumidores de PBC en el Perú. El
2,8% de los entrevistados en 1988 la consumían y marcaban una tendencia
baja a finales de esa década (Cartagena, 2003:52). En 1992 la prevalencia de
consumo alcanza un pico de 5.6%, luego muestra una tendencia decreciente de
4.7% en 1997 y 4.1% en el 2003. En los 10 últimos años se ha mantenido
relativamente estable, sin embargo, estamos hablando que en 2010, la
prevalencia es de 2.1%, lo que corresponde a 277,085 personas que consumen
PBC (UNODC, 2013:28).
Para Marlon, joven de clase media, con estudios universitarios truncos,
consumidor de marihuana y cocaína, la PBC es un tema lejano. Simbólicamente
está fuera de su alcance y lo describe en dos frases.
“(…) la pasta ya es una cuestión imperdonable.
(…) La pasta también tiene su componente social.”
Frases que son evidencia de que existe un imaginario social que vincula de
modo directo al consumo de PBC con condiciones de exclusión social y
marginalidad. Diversos factores contribuyen a la construcción social de este
imaginario, los lugares de venta usualmente se encuentran en zonas populares,
la presentación de los medios de comunicación suelen reforzar esta conexión
aunque con diferentes perspectivas y matices. Por otro lado, los pocos estudios
132
“(…) en pasta te compras una liga de 10 o dos ketes a 1 sol. Eso permite con el acceso... lo mismo que
la relación con el crack (…) se vende en dosis muy pequeñas, para gente de pocos recursos económicos
es mucho más accesible. Además, por una serie de razones están buscando un efecto más intenso e
inmediato.” En entrevista con Anthony Henman.
201
e investigaciones enfocan el problema desde esta perspectiva, abordando no
sólo el perfil social paradigmático del consumidor, sino que se establece un
vínculo entre las condiciones sociales de marginación y pobreza estructural,
apareciendo éstas como factores que lo favorecen y promueven (SEDRONAR,
2007:15).
Sergio, en sus primeros años de consumo opinaba lo mismo que Marlon. Al
poco tiempo, todo era distinto, ya no jugaba al fútbol en ese equipo de reserva,
muy cerca de la liga profesional. Su físico lo concentraba en fumar PBC y en
agenciarse de recursos para ello.
Investigador: ¿Te hablaron alguna vez sobre las drogas?
Sergio: Sí, mis padres. Pero me decían "no las consumas." Yo les decía
que no. "Yo qué voy a ser pastelero" decía. Me volví pastelero y
empedernido.
Investigador: ¿Qué pensabas de los pasteleros?
Sergio: Que son lo peor. Cuando me volví pastelero yo realmente decía,
"¿voy a fumar pasta?" Miraba otro tipo de gente que fumaba marihuana y
‘sentía palta’. Me sentía mal por un rato pero ese era mi vacilón. Me
gustaba todo eso.
Las personas que utilizan la PBC son estigmatizados,133 los tildan de
“pasteleros”, “pastrulos” o “panaderos”. En sus peores momentos, o fase de
desorganización, deambulan por las calles, asustados, con la cara sucia,
barbudos, bajos de peso, enfermos, etc. En ese punto los familiares no saben
qué hacer, no tienen información suficiente para evaluar a dónde los puede
llevar el consumo de drogas a los jóvenes, ni a dónde pueden recurrir ellos
como padres de una persona adicta. Es probable que escuchasen o supiesen
de manera vaga sobre la rehabilitación de un drogadicto, pero las reacciones
son diversas. Asumir esta realidad provoca un fuerte impacto, confusión y
133
Existe una figura recurrente de estigmatización, la cual no se observa únicamente entre usuarios de
marihuana frente usuarios de PBC, también los de cocaína hacia los de PBC, de acuerdo a “un espiral
imaginario de riesgo, marginalidad y violencia.” (SEDRONAR, 2007:68).
202
desorientación (Rubio, 2006), al punto que a veces el mismo sujeto sugiere qué
y cómo hacer para intentar cambiar la situación. La historia que narra Luciano*
es más frecuente de lo que pensamos. Este joven conoció, a través de unos
tíos adinerados, a una joven de otra clase, ella vivía sola en un departamento
en Santiago de Surco. Al poco tiempo de conocerse, se fue a vivir con ella.
Transcurrieron pocos meses sin que este joven evidenciara su adicción a las
drogas. Cuando ella se dio cuenta, Luciano* le pidió ser encerrado, literalmente,
en el departamento. Sin embargo, el adicto siempre encuentra la manera de
burlar el encierro para lograr consumir.
“Hasta que yo le dije ‘ciérrame con llave’.
Ella se iba a estudiar. Ella me decía que quería que yo cambie.
Ella se iba y cerraba con llave y cuando se iba yo decía, ‘¿ahora qué
hago? Ya sé, delivery’ (…).
Cuando ella se iba, me cerraba con llave. Yo veía que bajaba y salía de
los edificios. Allí comenzaba a armar.
Parecía esas discotecas que sale humo. Yo botaba todo por las
ventanas.”
El consumidor de PBC, o “pastelero”, genera toda una nueva filosofía de vida,
en la que desarrolla una visión catastrófica de su estado, creyéndose incapaz
de enfrentar el problema y de poder vivir sin la droga. Al mismo tiempo genera
argumentos irracionales como justificación de su consumo, pasando por la
negación, el autoengaño, la racionalización de su consumo, etc. (Cartagena,
2003:94). Es el campo de indagación llamado desviación y quienes constituyen
su núcleo son los desviados sociales (Becker 1966, Foucault 1996), tal como
también los define Goffman, son los que “representan los fracasos
motivacionales de la sociedad.” (2006:166)
Algunos jóvenes llegan a la convicción que su conducta está controlada por
fuerzas externas, donde todo es parte de un proceso patológico. Sin embargo,
hemos presenciado momentos de reflexión donde asumen total responsabilidad
203
de su adicción pero que, desde el planteamiento de Anthony Henman, la
“dependencia es más una fisura, unas ganas locas de consumir que a veces
dura bastante tiempo o a veces viene esporádicamente. A veces la persona
pasa 15 días o un mes sin tocar el asunto. Y de allí pasa tres o cuatro días en
un ‘hueco’ sin parar.” Estas situaciones llevan a una sensación de “tocar fondo”
que repercute en la sociabilidad y en sus condiciones de vida, deteriorando aún
más su estado. El efecto de esta acción repercute directamente en sus redes de
integración social y familiar que, en casi todas las historias, se ve limitada a la
madre y resulta profundamente dañada. El consumidor suele ser expulsado del
hogar, lo cual aumenta su condición de marginalidad.
El tránsito de consumo asociado a diversión, felicidad y despreocupación hacia
un consumo compulsivo, aparece en los relatos de los jóvenes como un
elemento significativo que configura sus trayectos. Adam utiliza el término,
escuchado repetidas veces en las entrevistas, distorsionado para describir esa
combinación de emociones y estados. Se trata de una de las representaciones
del tránsito hacia lo que llega de manera inevitable cuando las frecuencias de
consumo aumentan.
Investigador: ¿Cómo es distorsionado?
Adam: Estás como un poco eufórico, estás, digamos, con demasiada
alegría. Estás con odio y amor, una nota así. Es bien fuerte la sensación.
Yo lo veía como placer.
El sufrimiento referido no está presente en una etapa en específico, puede
aparecer y desaparecer en diversos momentos de la vida de los adictos.
Geraldine, nos narró el número de recaídas que tuvo, en referencia a las veces
que salió de un centro de rehabilitación pero que volvió a consumir. Ha tenido
cuatro recaídas hasta el día de nuestra entrevista. Este es el punto de
desenlace, el resultado de no dejar el consumo a pesar de los intentos de
abstinencia como una vía de recuperación. La evaluación que realiza la joven
en su relato, contempla además los motivos de su recaída.
204
¿Y dónde está el año y 3 meses que tú has sufrido?, me dicen ¿por qué
no lo aplicaste en ese momento?
Porque yo quería seguir drogándome. Por qué, porque yo me sentía
sola. Eso no es excusa, me dicen.
Entonces por qué, ya no sé qué responderles.
Para ilustrar mejor el tránsito que analizamos en el presente acápite, veamos el
relato de Luciano*. Cuando aún no consumía PBC, este joven siempre
regañaba134 a “Angelito pirañita”, uno de los “pasteleros” de su barrio. Sólo en el
lapso de tiempo de un año y medio la situación se invierte. La transfiguración en
el relato es una especie de moraleja por parte de “Angelito…”.
“(…) al que le decía siempre que cómo se veía, me decía: ‘¿y ahora ya
me entiendes?’ Yo estaba desesperado.
‘Tú no me entendías en ese tiempo porque tú no consumías esto. Ahora,
ya me estás entendiendo, ¿cierto? Ahora yo te digo, anda vete a tu casa,
mira cómo estás.’
‘Ahora sí te entiendo’, le dije.”
Pero allí no termina este tránsito para Luciano*. Uno de los actos más duros los
vive en el “hueco” La Posta, en Ventanilla. Su situación en ese escenario de
miseria era deplorable, era un paria entre los excluidos.
“(…) todos estábamos en el ‘hueco’, pedí a todo el mundo y nadie me
quería dar. Me agarraban la botella, me tiraban por el costado y me
decían que nos les pidiera. Empecé a buscar en la basura, ‘aunque sea
encontraré alguito’ (decía). Tanto busqué y me di cuenta.
Me senté y comencé a llorar, como diciendo: ¿qué estoy haciendo Dios
mío?”
El problema del consumo de drogas, como la PBC, en su tránsito no sólo afecta
134
En referencia a la negación de la otredad y la consignación a una identidad indefinible “(…) la identidad
es motivo de debate, de disputa, ya que hay que argumentar y exhibir sus signos. La identidad está
siempre asediada, en evaluación pública (…).” (Vergara, 1996:46)
205
al individuo, arrastra a todos los que están a su alrededor. Los coloca en
situaciones inimaginables, en situaciones de riesgo y, hasta, denigrantes. De
esta forma, a través de los relatos, observamos estas ilustraciones que nos
presentan a jóvenes que se transforman y que, tras un determinado tiempo y
sustancia de consumo, son irreconocibles física y mentalmente.
5.2. Los problemas asociados al consumo
Los problemas asociados al consumo de drogas son diversos. En este acápite
abordaremos algunos problemas de índole social, como la delincuencia común,
los asaltos cometidos por los jóvenes entrevistados y la corrupción de las
autoridades. Más adelante analizaremos una problemática asociada de mayor
complejidad, la micro comercialización de drogas.
Dalins, al cumplir la mayoría de edad (18 años) conoció a más gente “de mal
vivir”, le enseñaron a robar casas y a extorsionar comerciantes de la ciudad de
Trujillo. Antes de delinquir consumía drogas, fumaba PBC o mixtos, pero señala
que no le era indispensable. Tenía en esa época una enamorada, ella sufría por
su conducta pero “a la vez lo disfrutaba” ya que con el dinero que Dalins
conseguía a través de los robos, él la invitaba a comer y le compraba ropa. La
enamorada, a cambio de todos estos beneficios no insistía en pedirle al joven
que cambie. A sus 19 años, el consumo y los actos delictivos aumentaron, su
trayectoria criminal y de drogas iban en un avance en paralelo. Gastaba hasta
80 soles diarios en droga, estaba segado pero nada lo detenía.
Dalins: Consumía y me iba a robar.
Investigador: ¿El estar drogado te daba ese valor?
Dalins: No, porque a veces me iba lúcido, me iba sano.
Investigador: ¿No necesitabas droga para robar?
Dalins: No. Eso sí lo hice varias veces pero también me iba drogado a
robar.
206
El momento actual de Dalins, interno en un centro de rehabilitación, tiene
relación con su record delictivo. No es solamente la adicción a las drogas lo que
lo ha llevado a excluirse de la sociedad. Su bien equipada conducta criminal135
pudo haberlo llevado a la prisión, pero el ingreso al centro de rehabilitación
impidió esa situación.
Por otro lado, el consumo sumado a los actos delictivos como robos o asaltos,
llevaron a José Pablo hasta la celda de una comisaría del sector donde vivía, en
San Juan de Lurigancho. Estuvo detenido cerca de una semana y esto sirvió
para que su familia, finalmente, reconociese su realidad como drogadicto.
“En mi caso, cuando se enteraron que yo consumía fue porque casi me
voy preso.”
Es común que los jóvenes adictos, al convertirse en paseros, sean detenidos
con droga y se presente lo que el modelo Goldstein denomina como conexión
económico compulsiva.136 Las cantidades de droga con las que son detenidos
pueden sobrepasar o no lo que estipula la ley para un consumidor, sin embargo,
algunos agentes de la policía aprovechan estas situaciones para salir
beneficiados económicamente. Esta es la escena típica cuando los familiares
ven, por fin, la real existencia de un problema en el hogar, es un riesgo que se
torna en amenaza real. Es el descubrimiento de lo que estuvo allí por mucho
tiempo y que, tras la detención de los jóvenes, cobra matices legales que
podrían acabar con ellos en la cárcel purgando condenas como traficantes de
drogas. Esa situación es la que ejerce presión para que la familia acceda a la
extorsión policial.
135
En el relato de este joven encontramos varios indicios de no estar arrepentido de su conducta criminal,
incluso, operativamente se había equipado adquiriendo un revolver calibre 38. Para los criminales este
sería un paso decisivo en su avanzada criminal. Antes de ello, Dalins alquilaba el armamento para realizar
sus atracos.
136
“La conexión económica-compulsiva comprende aquellos delitos que se cometen para proveerse de
drogas o de los medios económicos necesarios para obtener drogas. Estos delitos adquisitivos son muy
comunes entre consumidores problemáticos de drogas, es decir, entre quienes muestran alguna forma de
uso compulsivo de estas sustancias.” (UNODC & CICAD, 2010:25)
207
Un poco más dramática es la historia de Sergio, quien tras ser detenido en la
comisaría fue trasladado a la Fiscalía, instancia donde podrían haber decidido
enviarlo a prisión para que desde allí afronte un juicio penal. Como hemos
citado anteriormente, Sergio fue detenido saliendo de comprar drogas de La
Pólvora, en La Victoria. Su caso era complejo, la cantidad de droga encontrada
sí justificaba acciones penales contra él, sin embargo, luego de pagarle al fiscal
encargado del caso la cantidad de 1,000 Nuevos Soles (aproximadamente
4,800 pesos mexicanos), salió en libertad. Su madre relata la escena previa,
señalando que ella hizo creer a Sergio por mucho tiempo que él debía firmar un
documento mensualmente porque estaba con libertad provisional.
“(…) yo entré antes a hablar con el Fiscal y me dijo ‘señora, 18 añitos, ay
estos chicos de ahora. Su hijo no tiene antecedentes penales. Le voy a
dar una oportunidad pero lo que pasa con estos chicos es que reinciden
pues.’
Le dije que le daba mi palabra, mi vida, que nunca más lo iba a encontrar
allí. Como su madre le pedí una oportunidad nueva para mi hijo y le
aseguré que nunca más lo iba a volver.
‘Ya, lo voy a asustar’, me dijo.
Y vino Sergio y lo asustó pues. Y yo le hice creer que tenía que firmar
todos los meses porque era la única forma que se calme.”
A las pocas horas de haber salido en libertad, Sergio se escapó de su casa,
específicamente del hogar de sus abuelos maternos. Se fue directo al parque
de su barrio a encontrarse con sus compañeros de consumo y de allí al “hueco”
La Pólvora, el mismo lugar donde lo detuvieron.
“Terco como la mula, así es el adicto pe'. Me fui por atrás, por atrás,
comencé a evadir. Llegué al hueco y me dicen ‘que fue zambo ¿dónde
has estado?’
A la "La Pólvora" que es un hueco que atiende todo el día hasta las 10
de la noche y de ahí el otro hueco.
‘Ya me han contado ya, que te has comido tu cana’, me dijo.
208
‘Ahí pe' (le dije).
‘¿No habrás tirado a la gente?’
Le dije que no, que estaba tranquilo. Me regalaron 10 pacos más.”
Por lo relatado, a pesar de todas las experiencias por las que atraviesan, los
jóvenes son reacios a medir las consecuencias de sus acciones. Toda decisión
es ambigua y todo deseo de actuar se convierte en tal, en ambiguo (Bauman,
2001a). Es decir, prefieren colocarse en una posición incierta. Tomar las
decisiones correctas siempre es ir en contra de sus deseos más internos, en
consecuencia, deciden por lo que saben que no es correcto y pareciera que
disfrutan del riesgo. Es preciso señalar que la mayor parte de esta ambigüedad
no proviene directamente de ellos, brota de los esfuerzos de sus padres, de las
autoridades, del Estado, etc. Este esfuerzo, por un lado, trata de ejercer poder y
gobierno como una forma de asegurar su correcto y legal desenvolvimiento. Por
otro lado, forma parte, directa o indirectamente, de las mismas redes de
ilegalidad y corrupción en las que están envueltos los jóvenes consumidores de
drogas en general.
Luego de haber analizado la problemática asociada de la delincuencia, como
los asaltos, y la extorsión por parte de la policía y las malas autoridades, es
factible reconocer que todos estos resultados son negativos tanto para los
jóvenes como para la familia y su comunidad. Esta situación se puede convertir
en un círculo o ciclo que se repite un sinnúmero de veces y que posibilita una
serie de consecuencias.
Tal como veremos en el siguiente esquema,137 el inicio en el consumo de
drogas conduciría, entre otras posibilidades, a que el joven cometa actos
delictivos, los cuales poco a poco se incrementan y se convierten en situaciones
137
Este esquema surge del análisis e interpretación de los relatos así como de la reflexión de documentos
tales como la “Estrategia Nacional de Lucha contra las Drogas 2012-2016” y la “2013 National Drug
Control Strategy”. En el primer documento, el gobierno peruano aborda sólo transversalmente la relación
consumo de drogas-delincuencia. En tanto que en el segundo, el gobierno norteamericano sí aborda
directamente esta relación y plantea algunas formas y objetivos para su solución.
209
criminales. Como ya hemos visto en los relatos, los actos criminales son
detectados por las autoridades que, en algunos casos, extorsionan a los
detenidos, y los jóvenes son conducidos a comisarías y la fiscalía. En tanto el
consumo de drogas aumenta, llegando a convertirse en compulsivo, la
necesidad de recursos económicos es mayor, así como los actos delictivos y
criminales. Entre los probables resultados, tenemos: detención en alguna
cárcel, internamiento en centros de rehabilitación para adictos o la muerte.
Consecuencias planteadas a partir de las experiencias de riesgo relatadas por
los jóvenes peruanos entrevistados; algunas que ya hemos podido analizar y
otras que analizaremos e interpretaremos en el capítulo final de la presente
investigación.
Centro de
rehabilitación
Cárcel
ENCARCELACIÓN
CONSUMO
COMPULSIVO
CRIMEN
Muerte
DELINCUENCIA
I
N
I
C
I
O
EN
EL
Gráfico 1: Ciclo de uso de drogas en
relación con otros problemas
sociales
C
O
N
S
U
M
O
Uno de esos actos delictivos más frecuentes es la micro comercialización de
drogas. Pasemos al acápite donde profundizaremos esta problemática
asociada, donde analizaremos el tránsito de los jóvenes consumidores hacia
esta forma ilegal de comercio. Situación que los lleva a involucrarse con la
210
venta de droga ilegal a baja escala y que es recurrente en los relatos obtenidos
de los jóvenes y expertos.
5.2.1 Micro comercialización y los “paseros” de droga
El mundo de las drogas ilegales refleja de diversas maneras el mundo en el que
todos vivimos, llegando a ser un sistema de redes de interconexión.138 Para
abordar los temas y las problemáticas asociadas, indefectiblemente debemos
mencionar las partes más visibles de esta red. En un extremo se colocan a los
consumidores, de quienes hemos escuchado muy poco de manera directa o a
través de los medios, y del otro extremo al narcotráfico. Este eslabón, tiene
características muy similares a la de cualquier negocio convencional. Mantiene
diversas medidas de vigilancia y seguridad contra la intrusión, de ahí que
utilizan un modo personalizado de negociar. En diversos países del mundo las
formas de vigilancia y seguridad de ambos bandos, policía y narcotráfico, nos
llevan a presenciar una de las más violentas representaciones de guerra
contemporánea. En parte esta guerra se generaría en lugares situados a miles
de kilómetros, en el cono sur del continente americano en el caso de la cocaína.
Allí se producen los insumos básicos, se procesan y se remiten a puntos
intermedios o de comercialización.
En tanto los agentes de control y vigilancia producen y mantienen sus acciones
bajo estrictas medidas de seguridad y tienden a utilizar un modo personalizado
de evaluar sus éxitos y los modos de hacer frente a sus informantes. Desde el
lado contrario, los productores y distribuidores utilizan un modelo de éxito
empresarial y sus historias se filtran desde los entornos sociales más próximos
hasta los medios de comunicación. Organizan sus negocios con subalternos de
confianza, forman sociedades con lazos locales y la base de sus acciones está
colocada en una estructura piramidal de autoridad. Cabe así la comparación
138
La teoría de redes es virtualmente aplicable a cualquier aspecto de la realidad social, aunque se centre
principalmente en el efecto de la posición en la red del actor, en su conducta, la identificación de los
subgrupos en la estructura o la red, y también, la naturaleza de las relaciones entre los actores. Para
aseverar ello, hemos revisado diversa literatura, entre los cuales destacamos el texto Orígenes sociales
del análisis de redes, en Análisis de redes sociales. (Requena, 2003:3-11).
211
entre la experiencia del tráfico internacional e ilegal de drogas con modelos
legales de producción y exportación.
En pocas palabras, las experiencias de potencias productoras y exportadoras
de drogas ilegales, como la cocaína, han sido capaces de mantener y elevar
sus cifras productivas y exportadoras, los precios se incrementan, canalizan los
recursos generados hacia el desarrollo de otras actividades que les ofrecen
oportunidades de legalizar sus posesiones. Lo que habrían hecho con el
negocio del narcotráfico es que los actores principales se asemejen a grandes
grupos empresariales, clanes familiares, como los chaebols en Corea o los
keiretsu en Japón.139 Han internalizado las habilidades para la selección, el uso
eficiente y la adaptación de las tecnologías genéticas. Todo esto contrasta
fuertemente con la experiencia latinoamericana de vigilancia y control, en los
que los acuerdos internacionales en contra del tráfico de drogas han sido a
menudo poco efectivos e ineficientes, dejando como resultado la grave
situación actual en la que vivimos.
Si dirigimos nuestra atención al nivel intermedio, el de la micro comercialización
y el actuar de la policía en ese ambiente, es frecuente el hallazgo de “ketes” de
PBC y envoltorios o pequeñas bolsas conteniendo marihuana o cocaína. Luego
los detenidos son trasladados a las comisarías correspondientes, donde se les
realiza los partes de ley e inicia el proceso de investigación que puede durar
hasta 15 días y que incluye allanamientos legales a las casas o espacios de
expendio. En la ciudad de Lima las operaciones de mayor impacto son las
realizadas por el Escuadrón Verde. Realizan seguimientos, detenciones y
redadas en las zonas de mayor peligro de Lima, donde se detienen a
sospechosos y personas de mal vivir. Sin embargo, las detenciones las
acciones diarias no evidencian una disminución en los flujos de droga en las
calles. En Lima existen más de mil puntos de venta plenamente identificados:
Comas con 102, La Molina con La Victoria con 119, San Juan de Lurigancho
139
El cártel de drogas mexicano, en sus diversas denominaciones, o los colombianos serían el símil
concreto.
212
con 106, entre otros distritos (CEDRO, 2011:157-168).
La micro comercialización también es ejercida por consumidores que ven en
este negocio una forma de obtener ganancia y de sustentar su consumo. Luiggi
expendía marihuana en un parque del distrito de Santiago de Surco, en Lima.
La forma como los jóvenes denominan el parque es bastante sugerente, “el
parque rasta”, en referencia a la cultura rastafari y al consumo de marihuana
sugerido como ritual por esta religión. Este joven compraba en un distrito
aledaño, en Barranco, un octavo de marihuana que le costaba entre 40 y 60
soles, dependiendo de la época. Eso lo convertía en 20 “pacos” de 10 soles
cada uno. Las ganancias que superaban el 200% de la inversión, le otorgaban a
Luiggi la suficiente confianza para no temer que la policía lo atrape. El
entrevistado señaló que, contrariamente a lo que uno puede sospechar, no
tenía ningún arreglo con la policía local. Sin embargo, llegó el día en que lo
detuvieron con un octavo de marihuana en su posesión.140 Por la cantidad
encontrada, el joven era punible por tráfico ilícito de drogas, en su modalidad de
micro comercialización. En este punto es donde aparece nuevamente la
problemática de la corrupción y/o extorsión por parte de las malas autoridades.
Luiggi lo relata en el siguiente segmento de su trayectoria biográfica:
“Llamé a mi tío y como es de civil, tuve que ‘bajar’ unos 400 soles.
Él me ayudó a salir. En realidad no me llevaron. Estaba en la patrulla,
llamé a mi tío y ya.
Me soltaron.”
De esta manera nos acercamos a uno de los últimos eslabones antes del
consumidor final, precisamente a un eslabón entre el consumidor y el micro
comercializador de drogas ilegales. Es cuando el consumidor se convierte en
140
Un hecho significativo y que llama la atención es el conocimiento de las leyes que tienen los que se
involucran en este negocio. Así, teniendo en cuenta que la modalidad delictiva establecida en el artículo
298 del Código Penal peruano es sancionada con penas leves en relación con las otras modalidades,
cuando los comercializadores son intervenidos buscan ser procesados por este tipo penal y no por los
otros, Incluso llegan a fingir ser consumidores, amparándose en el artículo 299 del mismo Código.
Procuran no tener en su poder cantidades superiores a los mínimos establecidos para el delito de tráfico
de drogas, aun cuando comercialicen con cantidades superiores. Así, se afirma que existe un manejo
interesado de las leyes que reprimen el tráfico ilícito de drogas. (“Legislación”, 2012).
213
“pasero” de drogas. Tiene diversas modalidades, una de ellas es cuando un
consumidor va a comprar droga para otros, como una forma de venta indirecta
o cuando este utiliza su experiencia y percepción frente a los demás para
solventar su consumo. Conocen los lugares más seguros por dónde entrar y
salir de los puntos de venta, para no ser estafados o asaltados por los mismos
vendedores y corren el riesgo de ser detenidos por la policía. Germán
Arguedas, personal de la oficina de prevención de Ventanilla, señala otra
modalidad. Cuando “son usados por los micro comercializadores para que ellos
no tengan problemas con la justicia. Entonces los drogadictos comercializan en
las noches pero no son vendedores en sí, sino que alguien más les provee (….)
Si agarran a alguien, agarran al drogadicto que está vendiendo.”
Los sujetos se convierten en "paseros", principalmente, cuando su economía se
ve quebrada y carecen de fondos para sustentar su consumo. Se arriesgan a
las detenciones y chantajes policiales, a las diversas situaciones de peligro que
se relacionan con los lugares de venta, ya no les interesa ni evalúan esos
riesgos. Van a comprar a cambio de una comisión de droga que reciben de
quienes los enviaron. En ocasiones, la experiencia adquirida y jerarquía dentro
del grupo les sirve para apropiarse de toda la compra. Como el relato de
Cristian, quien al transcurrir más de tres años en el consumo de drogas, ve
sorprendido cómo los adolescentes de su barrio en Pachacamac ya habían
iniciado un trayecto que a él le había tomado más tiempo. Como lección para
los menores, Cristian se apropia de la droga encargada.
“(…) habían chibolos que fuman hasta pasta. Eran chibolos ‘apiolados’
Yo sabía que fumaban pero solamente marihuana. Hasta que un día se
acerca, era de 13 años, y me dice: ‘oe Cristian sácame pasta.’
Me extrañé. ‘Tú tas bien huevón, chibolo ¿no?’, le dije.
Me insistió y me dio 20 soles. Lo agarré y me fui a comprar pasta.
Fui y vine con la pasta y no le di nada, lo ‘cerré’".
Esa es una de las diversas formas que adopta un pasero y una de las maneras
214
más usuales de conseguir drogas sin dinero propio, en términos propios de los
jóvenes, “cerrando” al que encarga. Se valen de que usualmente son mayores
que las personas que les encargan comprar droga. La experiencia en este
mundo les otorga cierta ventaja frente a los que recién se inician. Son
personajes avezados, nos les interesa correr el riesgo.
Antes de finalizar, presentamos un gráfico141 con una visión estructural de la
situación del joven consumidor de drogas ilegales ante los diversos actores y
vínculo que componen este fenómeno.142 El consumidor al centro del diagrama
es sólo para explicar el ejemplo. En la realidad podría ubicarse en cualquier
extremo o compartir varios cuadrantes a la vez. No es extraño escuchar noticias
que develan a agentes del orden como integrantes de bandas de tráfico o como
consumidores de drogas. Es el caso de Germán Arguedas, agente de la Oficina
Municipal de Prevención y Lucha contra las drogas de Ventanilla. Exadicto y, a
la vez, exagente de la Policía Nacional del Perú.
Elite o Clan Familiar
Conexión cuasi-directa
Consumidor
Narración
Interdicción
Comercio y
Promoción
Estructura de
Producción
Conexión indirecta
Interdicción
Control y Vigilancia
Gráfico 2: La estructura formal de la droga ilegal en escena.
141
Basado en la figura Resource and Knowledge Courses (Cimoli & Rovira, 2008:344).
Somos conscientes que existen diversas problemáticas asociadas al consumo, tales como la salud,
inseguridad, delincuencia menor, etc. Estos temas podrían desarrollarse o incluirse en próximas
investigaciones y así poder brindarles la profundidad que se merecen.
142
215
Enfrentados y a la vez reflejados unos con otros, los clanes del tráfico contra los
entes de control y vigilancia. Una estructura de producción a la par con las
figuras tradicionales de comercio, orientadas por modelos formales de negocio,
y las acciones de mercadeo y promoción que soportan el ilícito negocio.
Nótense las líneas de relación, no se vinculan directamente con los clanes, es
casi imposible probar una relación directa. Las acciones que se dirigen al
consumidor, a los elementos de producción y comercialización, represivas en su
mayoría y que generan los espacios ideales para la extorsión y corrupción. La
interdicción en las zonas de consumo, en las de micro comercialización, las de
producción, seguimiento y detención de traficantes, investigación del flujo de los
recursos producidos por el negocio ilícito, etc., elementos básicamente
mediáticos, y cuyos resultados son escasos en comparación del tamaño del
problema. El discurso que gira en torno a los cuatro ejes es el insumo del
presente estudio, de los relatos del consumidor (sujeto de la enunciación), quien
avanza de una rebeldía que subvierte primero su orden interno, pasando al
ámbito familiar hasta llegar al nivel social. Este infringe leyes y comete ilícitos
que tienen un único objetivo: consumir drogas.
216
VI. La gestión del riesgo
Porque en realidad,
las personas que tienen hijos adictos
no saben a dónde ir.
En serio.
Y de verdad,
yo creo que el gobierno sí se tiene
que preocupar de estas personas.
(Madre de Sergio)143
En este último capítulo de la tesis abordamos el tema de la gestión del riesgo e
indagamos sobre la dimensión de rehabilitación de un adicto. Es decir, bajo el
enfoque de las consecuencias perversas de la modernidad (Giddens, Bauman,
Luhmann & Beck, 1996) y en el contexto de siniestralidad de las comunidades
terapéuticas en el Perú, analizamos las dinámicas específicas de rehabilitación
y la voz del sujeto adicto en relación con éstas, incluyendo la figura materna y
algunas instituciones, ubicándolas entre la gestión del riesgo y del desastre. En
tanto que la modernidad tardía comparece como el umbral del tiempo donde se
produce una expansión –nunca antes imaginable– de las opciones sin fin,
somos testigos de una expansión correlativa de los riesgos relacionados con el
consumo de drogas ilegales. Tenemos “más posibilidades de experiencia y
acción que pueden ser actualizadas, es decir, nos enfrentamos a la necesidad
de elegir (decidir) pero en la elección (decisión) nos va el riesgo, la posibilidad
de que no ocurra lo esperado, de que ocurra ‘lo otro de lo esperado’
(contingencia).” (Giddens et al., 1996:9)
El enfoque de este capítulo nos permite reconocer, ciertamente, que a los seres
humanos nos está negada la seguridad definitiva. Algunos dramas humanos –
como el consumo de drogas y su consecuente adicción–, no se basan en
143
En entrevista realizada el 18 de junio del 2012.
217
decisiones o, específicamente, en decisiones que se centran en las ventajas y
oportunidades sociales y económicas. Los jóvenes sólo aceptan los peligros
como el simple lado oscuro de su condición en la modernidad tardía. Este es un
primer punto que debemos resaltar: los riesgos presumen decisiones y
consideraciones de utilidad, sin embargo, difieren, de los consecuentes “daños
del consumo”, por su origen normal en el centro de la subjetividad del
individuo.144
Esto tiene, entre varias, una consecuencia que es fundamental: los peligros, no
importa cuán grandes y devastadores, son “golpes de la vida” que se descargan
directamente sobre la humanidad de los vulnerables. Aquellos a los que en el
reparto de los riesgos quedaron con casi toda esa carga, los jóvenes.
Paradójicamente son golpes que se originan en cada uno de ellos, pero que se
hacen visibles como si llegaran desde “fuera”. Dejan de ser atribuibles a un
“otro”, para pasar a ser responsabilidad de su “yo”. Donde antes existían
innumerables acusaciones que se dirigían contra diversas causas, incluso
contra sus dioses, ahora ya tienen un blanco bien definido que es el joven
consumidor y adicto a las drogas. Es así como se visibiliza claramente la
individualización, aquel concepto estructural relacionado con el Estado de
bienestar que, en territorio del Tercer mundo, es menos que insuficiente para
enfrentar el problema de las drogas. El Perú no es un espacio donde la mayoría
de los derechos y deberes están pensados para individuos más que para
familias, aún se piensa en la familia en términos legales. El problema es la
ineficiencia política y la ausencia de infraestructura.
Al originarse un tipo de riesgo relacionado al consumo compulsivo de drogas,
por un lado, desde el Estado peruano se plantea resolver la problemática de
alguna manera. Por otro, desde la familia aparece la exigencia de
144
Nos referimos a un individuo que llegó a un consumo compulsivo y que se le considera como adicto a
las drogas ilegales. Esta condición observa además que el individuo no toma en cuenta los grados de
desviación de su propia conducta. Como ya hemos visto en el segundo capítulo, “(…) hace referencia a un
deseo fuerte y apremiante —atribuido a sentimientos internos en vez de a influencias externas— de
consumir la sustancia (o sustancias) en cuestión.” (OMS, 1994:25)
218
responsabilidades sociales (rendición de cuentas) por parte del Estado y las
autoridades, incluso en aquellos ámbitos en los que las normas dominantes
usualmente no promueven tal exigencia. Es decir, desde espacios donde la
gente en la mayoría de veces se hace responsable de la gestión de sus propios
riesgos, se le exige a los gobernantes de turno que se hagan cargo de velar por
el bienestar y recuperación del joven adicto. Ante respuestas negativas o
ausencia de recursos por parte del Estado, la familia inicia una infructuosa
búsqueda de soluciones al problema de la adicción. Estas pueden ser
soluciones clínicas, comunitarias, religiosas o, incluso, formas alternativas de
rehabilitación. La familia, generalmente la madre, establece estrategias en base
a sus conocimientos de la problemática, que pueden ser desde nulos hasta muy
informados, y los recursos materiales con los que cuente.
Es este paradigma, entre la poca capacidad del Estado para la gestión del
riesgo y el núcleo familiar con particulares características, el que se constituye
en una de las causes por donde discurre la problemática de las adicciones a las
drogas ilegales. Con escasas oportunidades y mayores riesgos, sin un sólido
soporte familiar, la presencia de otras problemáticas en ese entorno, la
ausencia de una decidida actitud de cambio, etc., el joven consumidor de
drogas sucumbe a cualquier intento de abstinencia o cambio voluntario.
Generalmente, acaba en el fracaso, en la desesperanza y la adicción adquiere
un estatus patológico. En consecuencia, algún miembro de esta familia
característica se compromete en la rehabilitación del joven. En la mayoría de
veces las madres son el eje fundamental del tratamiento de rehabilitación, de la
gestión del riesgo.
Para tener una mejor comprensión del panorama de la adicción y cómo lo
hemos venido analizando e interpretando, recurrimos a la Pirámide adictiva.145
Los factores expuestos en esta pirámide, con referentes directos desde el
enfoque clínico de la adicción (Ver anexo A.4), están distribuidos en el entorno
145
Teniendo como principal referencia la pirámide adictiva publicada en el artículo científico “El fenómeno
adictivo” (Nizama, 1999).
219
social, familiar y la experiencia individual. Estos se corresponden, en cierta
medida,146 de manera genérica con los relatos que hemos venido analizando.
Se expresan como características del entorno social que lo configuran como un
ambiente de riesgo; en el entorno familiar, caracterizado por la disfuncionalidad
y la presencia de formas tardo modernas de la familia; en el individual,
configurado desde la subjetividad y otras características de la personalidad del
joven, lo que conllevaría a una situación adictiva o de adicciones. En cuanto a la
inconsciencia general o ceguera, se aprecia una falta de interés o ausencia de
actitudes positivas sobre temas de diversa índole, tanto en el nivel social como
el familiar. Lo cual se agudiza en el plano de la experiencia individual, donde la
ceguera del problema específico coloca al joven a un sólo paso de llegar a la
adicción.
Frente a este panorama, en el presente acápite nos concentramos en el papel
del Estado y la transferencia de la gestión del riesgo hacia instituciones
privadas, como los centros o comunidades de rehabilitación y terapia para
adictos. Desde otra dimensión, la familiar, todo lo que les libera cuando el joven
es internado en un centro de rehabilitación y la relación existente con el plano
individual, a través de la figura materna como figura ambivalente entre la
gestión del riesgo y el desastre. Abordamos también la religión como factor que
transforma, que aleja y protege de las amenazas futuras, así como también las
formas místicas y medios alternativos de rehabilitación. Finalmente analizamos,
siempre desde la voz y la subjetividad de los jóvenes, el estigma del consumo
de drogas y las opciones que ellos ven como su posible futuro.
6.1 Gestión del riesgo desde un centro de rehabilitación
En este primer acápite nos concentramos en la subjetivación de los
entrevistados en relación con su momento actual, internado en un centro de
rehabilitación. Todos los jóvenes con quienes hemos conversado estaban
146
Si bien el enfoque constructivista nos ha llevado a fundamentar nuestra teoría desde diferentes
vertientes, es preciso recordar que nuestra indagación es microsociológica y no pretende abordar campos
como el psiquiátrico o psicológico.
220
internos en un centro o, en uno de los casos, había pasado por la experiencia
de ser residente en uno de ellos. Akira, ha sido internado en 5 oportunidades
anteriores, incluso, es sobreviviente del incendio del centro de rehabilitación
Cristo es Amor de San Juan de Lurigancho. Esteban, este es su cuarto
internamiento, en la anterior oportunidad había fugado de FAV a los pocos
meses de su llegada. Geraldine, esta joven ha estado internada en tres
ocasiones anteriormente, compartiendo en una oportunidad el mismo centro de
rehabilitación que su hermano mayor. Luciano*, ha estado internado en centros
de rehabilitación hasta en tres oportunidades. Cabe señalar que también ha
tenido períodos de encierro domiciliario auto impuestos. Adam, con quien
conversamos en su segundo internamiento, había sido trasladado de un centro
público a uno privado, debido a las malas condiciones del primero. Cristian y
Sergio, es la primera vez que están internados y les falta muy pocas semanas
para pasar a la fase de reinserción. Gisela, ex residente de un centro de
rehabilitación exclusivo para mujeres. Dalins, Damián, José Pablo, Luiggi, Luis
Omar*, Marlon y Julio, los conocimos en su primer internamiento.
Antes de retomar el análisis e interpretación de los relatos, debemos señalar
que los centros visitados constituyen un “medio terapéutico”, cuyo régimen
diario consiste en actividades estructuradas y no estructuradas e interacciones
sociales que se desarrollan en situaciones y entornos formales e informales.
Retomando el concepto de “institución total”, son actividades de un día típico en
un centro o comunidad terapéutica, lo cual implica un periodo bastante
estructurado que se inicia minutos antes de las 7:00 de la mañana y finaliza
aproximadamente a las 22:30. Durante este tiempo los residentes participan en
una variedad de reuniones, actividades ocupacionales, grupos de encuentro y
otros grupos terapéuticos, consejo y terapia individual y actividades recreativas.
La interacción entre estas actividades educativas, terapéuticas y sociales,
constituye la esencia del centro como agente de rehabilitación.
La comunidad terapéutica se beneficia del papel de los pares como agente
221
activo en el cambio del adicto, a través del fortalecimiento de los vínculos
interpersonales, en la superación de los trastornos adictivos, en el cambio de la
conducta adictiva y otras conductas relacionadas. “Los compañeros son una
fuente incomparable de feedback de evaluación y apoyo, reforzamiento para las
conductas positivas, instrucción, modelamiento y sugerencias para el cambio.”
(Llorente & Fernández, 1999:331). Los centros que son establecidos
considerando todos estos elementos, deben proporcionar un espacio único para
que las interacciones sean intensivas, continuadas y desarrolladas de modo
ordenado, lo que facilitaría la estructuración de las relaciones del adicto consigo
mismo y con los demás, preparándole para la integración posterior en otros
núcleos, como los familiares, escolares o con los amigos.
De esta forma, se propone un proceso de aprendizaje por observación y de
pares, así como de control de las contingencias de la conducta bajo
seguimiento, tanto del equipo coordinador como de los demás residentes. Esta
ayuda mutua y las estrategias grupales facilitarían el cambio motivacional,
actitudinal y comportamental, los cuales constituyen elementos básicos del
modelo de rehabilitación de las comunidades terapéuticas. Este modelo se
constituye
fundamentalmente en
las teorías
cognitivo–conductuales,
el
aprendizaje social y las teorías motivacionales sobre el cambio en las
conductas adictivas (op. cit.). Las actividades comunitarias se desarrollan a
través de reuniones diarias, sesiones de terapia grupal y la interacción
permanente, y son dirigidas por ex adictos que, en su mayoría, han sido
capacitados como consejeros. Estos también son agentes de control y nos
permiten afirmar la existencia de ciertos rasgos de un “panóptico”,147 donde el
primitivo Gran Hermano, del que escribiera George Orwell, no deja salir al
adicto que llevan los jóvenes por dentro y está preocupado en devolver al
rebaño a la oveja descarriada. Pero al viejo Gran Hermano se le han sumado
147
Considerando este concepto desde la figura creada por Bentham y desarrollada por Foucault, quien
señala que el efecto mayor del panóptico es “inducir en el detenido un estado consciente y permanente de
visibilidad que garantiza el funcionamiento automático del poder. Hacer que la vigilancia sea permanente
en sus efectos, incluso si es discontinua en su acción.” (Foucault, 2003:185)
222
nuevos Gran Hermanos,148 que detectan a las personas que “no encajan” en el
lugar en el que están, y las deportan “al sitio al que pertenecen”, a los centros
de rehabilitación. Siguiendo a Z. Bauman (2005:169-170), ambos Grandes
Hermanos, el viejo y los nuevos, se les encuentra preferentemente fuera de los
límites permitidos, en las regiones marginadas del espacio social, sin embargo,
sobre todo los nuevos, están fuera y dentro de estos espacios.
El viejo Gran hermano se encarga que los residentes desarrollen también
tareas ocupacionales, como la cocina, limpieza, mantenimiento del centro, etc.,
además de realizar actividades recreativas y disponer de tiempo personal para
su aseo. En lo indagado, cabe destacar que los residentes de los centros se
transmiten entre si los mensajes que constituyen el espíritu y esencia de la
comunidad. De esta forma, la relevancia de la autoayuda es evidente. Además,
las paredes ubicadas en lugares estratégicos de la casa, refuerzan los
mensajes y sirven de murales donde se inscriben los principios básicos de la
institución, alguna plegaria, el himno institucional, los 12 pasos, etcétera.
La invocación a un dios y a la Biblia es un rasgo característico en las
comunidades de rehabilitación visitadas. Aunque este tema lo desarrollaremos
con mayor extensión en el siguiente acápite, cabe señalar que aquellas
comunidades, de inspiración probadamente religiosa (católica o evangélica), se
basan en la “curación por la fe” en un ser superior y la lectura de la Biblia. En
efecto, son diversas las instituciones en el Perú que incluyen dentro de su
nombre referencias a “Dios”, “el amor”, “la vida”, “la esperanza”, “el camino”, “la
humildad” u otra figura que simboliza la retórica que está detrás. Es en ese
sentido, más no en el orwelliano, que los miembros y residentes de estas
comunidades se denominan entre sí “hermanos” que, como ya hemos señalado
anteriormente, se diferencian de acuerdo con ciertas jerarquías de permanencia
y conducta. En algunos casos utilizan símbolos cristianos en su vestimenta,
tales como cruces, imágenes religiosas, entre otros (Ferrando, 1994:42).
148
Que pueden ser familiares directos y de segundo grado, novios, novias, profesores de la escuela, la
universidad, agentes municipales, estatales, de organismos privados, etc.
223
De esta manera hemos dado cuenta brevemente de algunos de los elementos
que configuran las comunidades terapéuticas o centros de rehabilitación en el
Perú. A continuación reconstruiremos el proceso de rehabilitación, la gestión del
riesgo, a partir de los relatos de los jóvenes. Además del análisis e
interpretación de esta gestión, la contrastaremos desde diversos puntos que
son significativos en los trayectos biográficos correspondientes a esta, tales
como el acercamiento al centro, la llegada, la decisión de rehabilitarse y la vida
cotidiana en la rehabilitación.
Los elementos significantes de partida en la gestión del riesgo son el
acercamiento y la forma cómo llegan los jóvenes al centro de rehabilitación. Por
lo general son engañados por sus padres, incluso, son sedados o llevados de
manera forzada. Como en el relato de Gisela, quien en una de sus épocas de
mayor consumo colmó la paciencia de su madre. Ella no soportó más el
comportamiento de la joven y solicitó que internasen a su hija en un centro de
rehabilitación
exclusivo
para
mujeres
ubicado
en
Cieneguilla,
Lima.
Recordemos que los padres de esta joven se separaron cuando ella era una
niña a causa de la adicción del papá, que su padrastro abusó sexualmente de
ella y que también era un adicto a las drogas. Este complejo contexto configura
su relato biográfico. La joven utiliza el color simbólico del personal de hospitales
y centros de salud para referirse a estos nuevos Gran hermanos, quienes
llegaron hasta su domicilio y le inyectaron algún sedante antes de llevársela al
centro.
“Al ratito, a los minutos, menos de 5 minutos, llegaron los de blanco.
De verdad estaban vestidos de blanco. Era una chica y dos chicos, uno
de ellos que yo le digo el gorila porque era gigante.
Mi mamá subió con ellos y me dijo que querían conversar conmigo.
Obviamente empecé a maldecir a mi mamá, la empecé a insultar,
empecé a decir de todo. Hasta que ya los vi muy cerca y empecé a pedir
ayuda.
224
Desesperada porque ya me imaginaba qué me iba a pasar. No tenía la
certeza pero tenía indicios por lo que estaba pasando (…) Me inyectaron
y me dormí.
Abrí los ojos y estaban los cerros, obviamente estaba camino a
Cieneguilla y hasta ese momento no lo sabía.”
Son situaciones de cierta violencia que no se restringen solamente a clínicas y
centros de la capital del país. A Damián, quien vivía en el distrito de La
Esperanza, en Trujillo, también se lo llevaron algunas personas del centro de
rehabilitación. Su madre actuó de manera directa sin esperar la llegada del
personal del centro de rehabilitación, ella colocó sedantes en el jugo que el
joven bebió.
“Ya eran las 3 (de la tarde) y salía a consumir. Bajé y para ir a la salida,
hay un pasadizo que pasa a la calle y la cocina (...) Abrí y había chicha
morada, una jarraza para mi solo.
Empecé a comer todo y me acabé la chicha.
A los 5 minutos, 10 minutos se me cierra esto (el pecho) y no podía
respirar. Me empieza a latir la cabeza, pensé que era la gripe.
A las 5 y media me seguía el dolor, feazo. Le pedí a mi mamá que me
lleve al doctor o que venga a la casa.
En una de esas, como tanto sería el dolor, me quedé dormido. Yo calculo
5 a 10 minutos.
Me levanto y me tenía uno de la nuca, uno del brazo. Ya caballero, qué
vamos a hacer. No hice resistencia a pesar que ya sabía que me traían
para acá (al centro de rehabilitación).”
En este caso, el primo de Damián fue quien consiguió los datos del centro
donde lo internarían, la Casa de Retiro Las Lomas en Trujillo. José Zarzar,
director de ese centro, nos comentó que esta forma de operar –cuando los
jóvenes son sedados o dopados por sus mismos familiares– son “casos
225
extremos”. De esta manera se evita que los jóvenes huyan o desaparezcan del
alcance de los padres, alargando su estadía en el “mundo de las drogas”.
Pero no todos llegan a los centros en contra de su voluntad. Como en el caso
de Sergio, joven que utilizó el centro de rehabilitación como esa vía de escape
que le permitió evadir las amenazas futuras. Él había robado a vendedores de
droga y además se había apoderado de droga que le habían encargado
comprar. Conforme a su conducta violenta, había golpeado a uno de los
vendedores del “hueco” en La Victoria, dejándolo inconsciente por varios días.
“Lo dejé en coma 4 días. De ese roche ya sabía que no podía andar
mucho. Tenía que andar del hueco a mi barrio y de mi barrio al hueco(...)
Dije que mejor sería que me vaya. Subí al carro y mi mamá estaba
escribiendo una carta. Me quedó mirando y lloraba.
Estaba en el camino y dije ‘me voy a internar, me voy a internar’."
Sin embargo, tomar la decisión de rehabilitarse es un momento que, según lo
narrado, es difícil de lograr y mantener. Existen sucesos graves, como en el
relato de Sergio, que les obliga, pero a un adicto le es difícil dejar de pensar en
consumir. En el caso de Luciano*, su decisión de rehabilitarse era sólo un acto
más en la película de su vida. Primero le pidió a su pareja que lo encerrara en el
departamento que compartían en Santiago de Surco.
“Hasta que yo le dije ‘ciérrame con llave’. Ella se iba a estudiar.
Ella se iba y cerraba con llave y cuando se iba yo decía: "¿ahora qué
hago? Ya sé, delivery." (se ríe)
Cuando ella se iba, me cerraba con llave. Yo veía que bajaba y salía de
los edificios. Allí comenzaba a armar.
Parecía esas discotecas que sale humo. Yo botaba todo por las
ventanas.”
Luciano* mantenía de esta manera conforme a su pareja. Paralelamente él
proseguía con la adicción desde una posición más cómoda. Hasta que este
226
joven “tocó fondo”, como dicen usualmente en los centros de rehabilitación.
Vivió un período, no era el primero, de 6 meses en el “hueco” La Posta. En una
persecución policial, lo querían detener como micro comercializador de drogas,
se había caído en una zanja y tenía los dos pies heridos. Habitualmente no
comía durante varios días, sólo consumía PBC y alcohol. Una tarde, un amigo
del “hueco” le pidió que lo acompañe, que haga como “campana” en un robo a
una pequeña tienda comercial. Tuvieron que caminar varias cuadras, los pies le
dolían mucho pero más pudo la necesidad de tener dinero para comprar
drogas. El asalto al pequeño comercio terminó con ese amigo detenido,
Luciano* sólo lo vio pasar esposado y en camino a la comisaría. Sin otra opción
que regresar al “hueco”, este joven, cansado de la vida que llevaba, tomó la
decisión de rehabilitarse, claro, con una pequeña ayuda de los agentes
municipales de Ventanilla.
“Lo vi largo regresar al hueco y en eso veo que pasa la camioneta de los
muchachos (agentes de Ventanilla), los que iban al hueco. Me moría de
hambre. Pensé que por allí estaba su central, caminé y caminé y nunca
encontré.
Dije: ‘Dios, si quieres mi cambio dame una luz para llegar a ese centro’.
Seguí caminando y vi bastantes focos como diciendo ‘acá está la casa’.
Pasé y vi un letrero ‘Ventanilla vive mejor sin drogas’.
Lo vi bonito. Dije: ‘está bonito este centro, yo creo que mejor me voy a
quedar acá.’
‘A mí me dijeron que acá es para que cambien la vida y yo he venido a
cambiar’, dije. Me abrazaron y me dijeron que pase. Vi oficina por acá,
oficina por allá. Me dijeron que no me preocupase que iba a comer.
Llegaron en la camioneta y decían ‘¡acá hay un varón que va a cambiar
su vida. Llévenlo a San Juan de Lurigancho.!’
Les dije que no, que iría a traer mis cosas. No me dejaron y me trajeron
acá, desde el mes de abril.”
227
Desde el otro extremo, en el relato de Cristian, nos dimos cuenta que sí existen
jóvenes adictos que en algún momento de su trayectoria de consumo buscan
ayuda verdaderamente. Le piden a su familia que los apoyen y optan por
ingresar a un centro de rehabilitación. La decisión es consensuada entre el
joven y la familia.
“(…) ‘mami, la verdad, es que quiero que me metas en un centro.’ Ese
pata que está acá(...) Yo lo veía todo como yo, con el pelo largo, todo
cochino. Daba pena. Yo sabía en lo que estaba. Después de un año o
dos años lo vi bien cambiado, otra persona, otro estilo de vestir, de
hablar. Ya rehabilitado.
Entonces le dije a mi mamá que debe ser un buen centro. Le dije que me
metan en el mismo centro. Y ya. Vine para acá.”
La familia, como desarrollaremos en el siguiente acápite, puede verse entre
avivar una llama o apagarla, como la paradoja del “viento y el fuego”. Sin
embargo, en el mediano y largo plazo cumple un rol fundamental en la decisión
de rehabilitarse, es “el factor de protección más importante” (Díaz et al.,
2009:828). A pesar de las distancias geográficas entre Geraldine y su madre,
todo señala que esta se encuentra fuera del país, es ella quien más se
preocupa por la adicción de su hija. A pesar de las múltiples recaídas, vuelven a
internar a la joven y es la madre quien a través de una prima de Geraldine
coordina los internamientos y refuerza la decisión para que la joven
permanezca allí.
“Otra vez estoy acá sentada. Ha sido duro para mí, no hay justificación
como me dicen acá.
Que haya vuelto a lo mismo, yo sufría mucho por mi hija. Acá me
confrontan, me dicen que cómo es posible, si yo decía querer tanto a mi
hija ‘¿cómo te fuiste a drogar?’.
Yo sé que no hay justificación les digo pero, sé que ya no quiero volver a
hacerlo.”
228
Algunos trayectos biográficos, como el de Geraldine, son relatados como
figuras sin fin, incluso, son factibles de interpretar como una cinta de Moebio.149
Sus vidas en el mundo de las drogas se hacen más complejas, se inician en el
consumo, por alguna o por ninguna razón, avanzan y podrían llegar al mismo
punto de inicio pero con una orientación invertida. Tal como si uno modelara
este trayecto biográfico en la superficie de la citada figura matemática. Los
jóvenes muchas veces tienen todos sus valores invertidos a causa del
consumo, son internados y al finalizar el programa de rehabilitación, ya en la
calle, vuelven al consumo de drogas y en reiteradas ocasiones son recluidos en
los centros de rehabilitación.
No obstante que los centros de rehabilitación a nivel mundial publicitan altas
cifras de efectividad de sus tratamientos, de más del 70%,150 debemos ser
cuidadosos con ellas. Son cifras que se muestran sin respaldo científico y que,
por lo general, sólo están avaladas por las estadísticas de los mismos centros.
El Dr. A. Henman señaló al respecto que, en el caso específico de los usuarios
de opiáceos, “un usuario de cada diez quiere parar. Yo he tratado de hacer mil
programas diferentes y siempre termina en lo mismo, 10%. Yo voy a las
autoridades sanitarias y les digo que yo les puedo cumplir con el 10% pero no
me pidan hacer más porque yo he tratado de todas las maneras de levantar un
poco las estadísticas y no funciona pues.” Sí es preciso considerar que, en la
opinión de otro de los expertos que entrevistamos, Edward Tennison, por cada
persona que ingresa a un programa de rehabilitación, es probable que 10
personas dejarán de estar expuestas al consumo de drogas ilegales. “Por el
efecto de cortar el vínculo con la droga, vas a evitar que esta persona
contamine a 10 más,” señaló este experto.
149
Esta cinta es “una superficie de un solo lado que puede ser construida mediante la colocación de los
extremos de una tira rectangular después de primero haber dado una sola vuelta de tuerca a uno de los
extremos. Este espacio presenta propiedades interesantes, tales como tener un solo lado y permanecer en
una sola pieza cuando se divide por la mitad.” (Enciclopedia Británica, 2013)
150
“Con una tasa de éxito del 74 por ciento, Narconon ha liberado permanentemente miles de adictos de
drogas en los últimos años, que regresan a la sociedad como individuos estables, productivos y
contribuyentes.” (“Drug rehabilitation…”, 2013)
229
Hagamos brevemente un paréntesis para señalar que esta situación nos
conduce a integrar en el análisis tanto la efectividad de los tratamientos
ofrecidos –medidos bajo diversos aspectos pero donde la total abstinencia
posterior al tratamiento es lo más valorado–, como los resultados directos y
colaterales producidos por el internamiento de un joven a un centro. Esto es,
considerar que sólo 1 de cada 10 individuos ya no volvería a consumir drogas
tras el tratamiento de rehabilitación, pero que de cada individuo que ingresa a
un centro de rehabilitación se estaría alejando a 10 (familiares, amigos o
vecinos del adicto) de la probabilidad de exponerse al consumo.
Para finalizar el presente acápite, en cuanto a la vida cotidiana en los centros
de
rehabilitación,
cuyo
régimen
diario
se
constituye
de
actividades
estructuradas y no estructuradas, transcurre en programas que duran entre 14 a
16 meses según cada comunidad terapéutica. Meses en que cada joven lleva
su propio proceso que, en términos generales, son épocas difíciles de
sobrellevar. Sergio, quien está a poco tiempo de terminar el programa de
rehabilitación en FAV, describe su proceso de esta manera.
“Yo ya estoy internado un año casi. Voy a cumplir mi programa, voy a
culminar mi programa.
Para mí no se me ha hecho nada fácil esto. Me he querido fugar muchas
veces, pero me he puesto a pensar.
He tenido muchas oportunidades de irme, me han dado la confianza de
salir sólo con un coordinador o sólo con un ‘trainner’.
No me he ido, me daba distancias. Lo pensaba pero no lo hacía. Yo creo
que allí estaba mi conciencia de enfermedad.”
Son meses que están concentrados en que los jóvenes se deshabitúen de las
sustancias. Como ya hemos señalado, se basan fundamentalmente en teorías
cognitivo-conductuales, aprendizaje social y teorías motivacionales sobre el
cambio en las conductas adictivas. Además, existen diversos componentes
típicos de los centros de rehabilitación, como técnicas conductuales basadas en
230
el condicionamiento operante e implican la aplicación sistemática de
contingencias para determinadas conductas que favorecen la ansiada
deshabituación. Lo cognitivo-conductual se orienta a la adquisición de
habilidades sociales diversas para afrontar y manejar el estrés y los deseos de
consumo, autocontrol, prevención de recaídas, etapas de depresión, etc.
Estrategias que preparan al sujeto para el estilo de vida abstinente (Llorente &
Fernández, 1999:332).
Junto con las estrategias de intervención individuales, las técnicas grupales
constituyen la base de la rahabilitación. De nuestra indagación en la múltiples
visitas a los centros en Lima, Trujillo e Iquitos, podemos señalar que el trabajo
grupal suministra una oportunidad privilegiada para la identificación con otros
individuos que se enfrentan y resuelven dificultades semejantes. Estas técnicas
de grupo ayudan a identificar y comprender el impacto que el abuso y
dependencia de drogas en las vidas de cada uno de los componentes del
grupo, incluso, el orientador que muchas veces es un ex adicto. Aprenden
acerca de los sentimientos y reacciones propios y ajenos, a cómo comunicar y
escuchar necesidades y sentimientos de una manera respetuosa, adaptándose
a un determinado entorno. Dentro de las estrategias grupales, se utilizan los
grupos de encuentro para “confrontar” actitudes y comportamientos negativos.
En ocasiones estos “confrontes” refuerzan cambios positivos en tales actitudes
y comportamientos. En opinión de los jóvenes, los confrontes también alimentan
la frustración de estar internados.
En cuanto a las técnicas específicas utilizadas, estas varían significativamente
según la orientación teórica del programa. La comunidad terapéutica que
tenemos en la actualidad en el Perú es el producto de la combinación de
diversos modelos de rehabilitación. Edward Tennison afirma que la comunidad
FAV ha tomado como referencias las comunidades tradicionales y también el
Proyecto Hombre (Progetto Uomo), Daytop International, El Reparo de
Argentina, Hogares Claret de Colombia, entre otros. “De aquello que
231
consideramos lo que era bueno y lo hemos readaptado a la idiosincrasia del
adicto peruano”, hizo la aclaración.
Considerando que el riesgo “es el enfoque moderno de la previsión y control de
las consecuencias futuras de la acción humana” (Beck, 2002:5), las
perspectivas a mediano y largo plazo de los centros de rehabilitación se dirigen
hacia el debate y la mejora de un modelo orientado a las expectativas de los
jóvenes. Es decir, hacia la reinserción social de los usuarios, no excluyente de
otros abordajes relacionados con la abstinencia total de consumo de
sustancias. Este objetivo debería desarrollarse a través de una participación
activa en la comunicación e intercambio con los actores de las adicciones a las
drogas, tanto en el ámbito nacional como en el internacional. Los temas de
debate deben concentrarse en la asistencia real a los usuarios y la
transparencia en la evaluación de la eficacia de los procesos de rehabilitación.
Otro punto clave es la claridad y estandarización de intervenciones
multidisciplinarias donde, en opinión del Dr. Carlos Cachay,151 subdirector
general del Hospital de Salud Mental Honorio Delgado-Hideyo Noguchi, se debe
considerar indefectiblemente al sector salud, la educación, el accionar de la
policía y el sistema penal.
6.2 La figura materna: entre la gestión del riesgo y del desastre
El vínculo con la familia, para varias de las teorías que abordan el uso de
drogas, es una de las variables que tiende a disminuir la probabilidad de que los
jóvenes consuman. Usando la teoría de control social, los estudiosos presumen
que los jóvenes se abstendrían de consumir drogas por los lazos que se han
desarrollado entre ellos y sus padres. Cuando existen fuertes lazos entre
padres e hijos, los jóvenes los respetan, y surge el deseo de complacerlos más
que cuando los lazos son débiles o inexistentes. Por lo tanto, los lazos fuertes
pueden ayudar a los jóvenes a resistir las influencias de sus compañeros y el
entorno que se muestra a favor del consumo. Algunos investigadores han
151
En exposición realizada en el Primer Encuentro sobre Reducción de Daños en Perú, el 24 de agosto
del 2012.
232
confirmado que los enlaces fuertes con los padres tienden a desalentar la
iniciación en las drogas y los enlaces débiles apoyan o aumentan la
verosimilitud del consumo de drogas como fases de experimentación (Bahr et
al., 1998:980).
El párrafo anterior nos muestra una perspectiva positivista y algo utópica
cuando la contrastamos con la realidad. Podríamos estar ante la paradoja del
“viento y el fuego” (Ackerman, 2012). Mientras queremos encender el fuego, el
viento no nos lo permite porque lo apaga. Cuando el fuego está encendido, el
viento lo aviva. Cuando los jóvenes necesitan más de la familia, de su mayor
comprensión, la familia parece “apagar” todo lo que existe en él. Cuando los
jóvenes ingresan al mundo de las drogas y la familia intenta ser el apoyo
correcto, no hace más que avivar ese fuego que significa el consumo de las
drogas. Para entender mejor la vinculación familiar de un joven adicto, hemos
conversado con las madres de Damián y Sergio. Presentamos a continuación
un análisis e interpretación de estos personajes ubicándolas entre gestión del
riesgo y el desastre en todo el trayecto biográfico de los jóvenes.
Cuando se asocia el consumo de drogas a problemas familiares, ambientes y
núcleos disfuncionales, aparece el uso de drogas como la forma de evadir esta
problemática. Aunque los padres no lo reconozcan o tarden en hacerlo, muchas
veces es visible que la impronta estructural de la motivación del joven que se
droga recurra a esas situaciones superadas por todos, menos por ellos, para
consumir. También surge la idea de la madre que carga con la responsabilidad,
aprovechando el contexto en el que se inicia el ciclo vital del sujeto. La historia
del nacimiento de Sergio es dramatizada por su madre, alejándose de la
responsabilidad directa a partir de argumentos de inmadurez, falta de afecto,
severidad de los padres y vergüenza de sus propios actos.
“(…) cuando yo conozco al papá de Sergio para mí era todo lo que yo
tenía, ¡guau!
233
No me hubiera importado si, si, era el más feo del mundo o era el más
guapo del mundo (…) cubría toda esa falta de afecto que yo necesitaba
en ese momento. Para mí él era todo mi mundo.
Lo conozco a los 14 años, antes de cumplir 15. Cuando yo estaba
embarazada, obviamente me asusté porque tenía también mucho miedo.
O sea, mi papá, yo dije ‘me mata primero a mí, luego lo busca a él y
también lo mata’. Literalmente hablando.
Sin embargo, ellos reaccionaron de otra manera. Hicieron una reunión,
me dijeron que habían decidido por mí. "Hemos decidido que termines el
colegio (…) que vivas aquí (...) que luego vayas a la casa de tu tía (...)
que el bebé nazca y luego lo criemos acá (…) que no conozca a su papá
(…) que él no lo firme sino nosotros (…) Obviamente, en ese momento
tenía tanto miedo y vergüenza que yo dije ‘ya’.”
Los estudios revisados sobre la drogadicción demuestran que una elevada
proporción de los consumidores tiene una historia de disfunción familiar detrás.
Naturalmente, correlación no significa relación causal y el demostrar que, las
personas incluidas en esta categoría, han vivido en ambientes familiares
disfuncionales cuando eran niños no demuestra que dichos ambientes tengan
una relación de causa-efecto con su conducta posterior (Giddens, 2000:217).
Probablemente hayan influido factores muy diversos, tales como violencia
física, la pobreza, falta de oportunidades, decisiones erradas, entre otros.
Siempre desde la perspectiva materna, el pasaje de una etapa a otra es una
situación relevante. La madre va preparando al niño y luego al adolescente al
mundo externo. Se proponen como el vínculo principal, mediando con sus
amigos, la diversión, el deporte, etc. En un momento de la relación madre-niño,
se establece entre ellos una zona, un espacio intermedio que no está
conformado ni por el espacio exterior al niño, ni por uno interior subjetivo. Este
intermedio, ilusorio, se abre entre la subjetividad del niño y el reconocimiento
del mundo exterior, un puente que une y separa el interior del exterior
234
(SEDRONAR, 2009:93). Como en el relato de la madre de Damian, donde este
joven marcaba claramente esa distancia entre lo que ella observaba y lo que
ocurría con los más internos deseos del joven.
“(…) siempre le aconsejaba a Damián. Ya empezó a crecer y en el
colegio, pero no lo notaba que estaba metido en esto. Damián es una
persona amorosa, bien caritativa. Él lo demuestra así, o sea, es con
quién sea.
Pero empezó a raíz que esto, no sé quién sería, a veces los amigos uno
no los ve en las calles. Con este problema de las barras. Empezó que
‘mami la U’, que ‘mami la U’, me comentaba.
Como a mí me gusta el deporte le dije que me cambiaba a la U, como yo
soy de Alianza.”
Esta situación ponía en marcha una transición de un estado donde el joven, aún
adolescente, estaba fusionado a la madre, a otro donde la percibe como algo
exterior, separado y distante de trayectoria biográfica. Utilizaba al fútbol como
argumento para encontrarse con “la barra”, también para satisfacer el deseo de
consumir drogas. Podemos decir que este espacio subjetivo iba creando el
vínculo con su mundo exterior, alejado de toda norma y regla impuesta por su
madre.
En ese sentido, es preciso señalar que los jóvenes consideran escasamente
que la vida social se rige por reglas o normas. Consideración limitada, debido a
que sólo algunas de sus actividades han estado sujetas a las normas. Como
Damián, cuando le pedía permiso a su madre para ir a jugar al fútbol. Si no
respetaba por lo menos esa regla, sabía que su madre dejaría de financiar esa
afición. Fuera del hogar, se subvertiría el orden sin que ella lo sepa. De esta
forma es posible identificar a los individuos de conducta desviada, a través de
ciertas reglas y normas. Pero es mucho más complejo, ya que la experiencia
“nos enseña que ninguno de nosotros es tan normal como podríamos pensar.”
(Giddens, 2000:230). Y si en un nivel macro y mediano es compleja la
235
definición, qué es lo que puede suceder cuando este hecho aparece en la vida
cotidiana familiar. La madre de Damián tenía pistas, indicios, sospechas, etc.,
de la conducta desviada de su hijo, pero ella no lo quería notar, “no veía eso en
él”.
“Ya empezó a reunirse con amigos que van toda clase de tipos de
personas, toda clase de chicos.
Como él venía y dormíamos en el mismo cuarto, siempre nos
quedábamos los ‘trecitos’ nada más. Casi no lo notaba, no sé, no quería.
No lo notaba (…) y dejaba mi dinero. No se me desaparecía. Porque
siempre uno dice que ya cuando entran en este vicio empiezan a
perderse las cosas, a agarrar la plata, eso ¿no?
Entonces yo no veía eso en él. Era raro. Ya último ha sido que ya...
bueno, eso lo noté más cuando entró a las barras.”
Las prácticas de control de los padres, en el caso de Sergio, se ven referidas en
el relato en la forma como monitoreaban, entrenaban y disciplinaban a su hijo.
Existe una amplia variedad y diferentes formas de control utilizadas por los
padres, una de ellas es el monitoreo a través de la vigilancia, supervisión y
estar alertas sobre las actividades de sus hijos. Cuando el monitoreo de los
padres falla, la probabilidad de que los jóvenes entren al mundo delictivo y de
las drogas aumenta. También existe la evidencia que la probabilidad de uso de
drogas está mediado por el tipo de amigos que el joven escoge (Bahr et al.,
1998).
“(…) jugaba fútbol, entrenaba y si entrenaba y jugaba, nada de drogas.
Además, no lo veía tomar. Nunca lo he visto con un cigarrillo. Yo estaba
tranquila.”
“(…) su papá siempre le ha hablado mucho, desde que era pequeño:
‘mira, cuando tú crezcas te van a invitar droga.’ Como Marcos también la
ha pasado, también por ser su hijo no quería que él pasara por las
drogas, obviamente. Pero como me dijo el terapeuta, ‘no pasa por el
hecho que tu padre te hable tanto, sino qué hace este ‘pata’ hablándome
236
tanto si me dice mucho y no hace nada, o hace todo lo contrario de lo
que dice.’”
“(…) comenzó a conocer patas que le decían que pruebe. La curiosidad
primero. Me dice que probó pero que quería jugar. O sea, en su mente
estaba que quería jugar y no podía hacer eso.
(…) allí el chico, los hermanos del chico fumaban droga. Entonces me
dice ‘mamá, conejo me llevó allá y los patas allí fumaban. Yo a veces ya
no venía a la casa y me pasaba de frente. Decía, ya uno o dos. Y decía
no, no, tengo que jugar, mejor no.’ Y así de a poquitos, de a poquitos,
comenzó a agarrar uno, dos, tres, cuatro, cinco.”
En base a lo expuesto, y a través de lo narrado por la madre de Sergio, nuestro
análisis es más claro. Existió control por parte de sus padres, el argumento del
fútbol marcaba distancia con cualquier vicio, el padre proveía de reglas y
valores. Sin embargo, existió una falla en el monitoreo de las amistades de
Sergio que permitió que las probabilidades de uso se elevaran al punto de
concretarse. Léase ello como responsabilidad del joven en el consumo, sin
dejar de lado que el número de amigos con uso de drogas está fuertemente
relacionado con el uso de drogas.
La madre de Damián con el transcurrir del tiempo continuó hallando más
evidencias, pero su gestión tuvo una incidencia mayor en el desastre que vivió
el joven. La madre mantenía la negación de que algo sucedía con su hijo, hasta
que en una oportunidad encontró entre sus pertenencias un frasco con gotas de
colirio. Ella sabía el uso que tienen esas gotas y ya todo, inevitablemente, iba
quedando más claro. Conversó con el padrastro de Damián y decidieron
practicarle un análisis de sangre para saber objetivamente la verdad de su
consumo.
“(…) y le sacamos análisis. Y salía que sí estaba consumiendo.
Él mismo nos dijo a nosotros. Le dimos una oportunidad pero no fue así.
Entonces de todas maneras, eso ya, ‘ni modo’ dije. Ya no.”
237
“Entonces cuando se llegó un día, parece que mi sobrino ya estaba
escuchando. Él me contó, estaban en la esquina, se reúnen amigos y me
dice que lo vio a Damián.
Seguro que había fumado y él le llamó la atención. Y Damián medio que
esto, como a querer pelearse. Entonces él vino y me dijo ‘no, tía, de una
vez, toma la decisión, sí o sí. Hay que internarlo.’
Y tomamos la decisión y en ese mismo día, o bueno al siguiente día,
vinieron y lo llevaron a Damián.”
Las percepciones de los familiares de usuarios de drogas ilícitas pasan por un
proceso de sensibilización para dejar de co-depender del adicto y buscar ayuda
externa, como las madres de Damián y de Sergio. No es fácil encontrar ayuda y
ello se suma a la frustración y sensación de fracaso al ver a su hijo destruirse
por el consumo. La co-dependencia es un término que ha generado polémica
en diferentes ambientes científicos y académicos, sin embargo, lo citamos ya
que en algunos centros terapéuticos peruanos se trata de profundizar este tema
con la finalidad de ayudar al familiar del adicto a comprender su situación.
Definen al co-dependiente como “la persona que suele olvidarse de sí misma
para concentrarse en los problemas del otro (puede ser la pareja, un familiar, un
amigo, otros), por esa razón es muy común que se relacione con gente
‘problemática’, justamente para poder rescatarla y crear de este modo un lazo
que los una.” (Bolívar et al., 2009:829). En el caso de la madre de Sergio lo que
nosotros sí podemos apreciar en su relato es un inevitable el lazo que los une,
la relación cultural de madre e hijo. Es preciso señalar que durante los primeros
años de consumo ella sabía que su hijo consumía marihuana, que había
ingresado al mundo de las drogas. La complicación fue que ninguno de los dos
conocía la salida.
“Y cuando mi hijo estaba en drogas y yo me daba cuenta, tampoco sabía
qué hacer. No sabía a quién pedir ayuda, cómo ayudarlo y muchas veces
me decía ‘mamá, por favor ayúdame.’ Y no sabía cómo ayudarlo.
238
Y cuando él se fue de mi casa y yo lo buscaba por todos lados, a veces
no lo encontraba ¿sabes?
A veces salía a las 12 de la noche y regresaba a mi casa a las 5 de la
madrugada. De caminar por todos lados y no encontrarlo. A veces sí
tenía la dicha de encontrarlo, mal, pero sí lo traía.
Pero cuando él recién se fue, no quería que lo buscara y cuando lo
encontraba me decía ‘vete, no me veas así, vete, vete.’ Y me acuerdo
que le rogaba ‘por favor, hijito, ven conmigo.”
En ambos casos son las madres quienes afrontan los costos económicos de la
rehabilitación de sus hijos.152 Son las que gestionan, en parte, la recuperación
de ellos. La madre de Damián, en base a sus propios negocios, es la que
solventa la rehabilitación en la Casa de Retiro Las Lomas. Su nuevo esposo se
niega a aportar económicamente. La madre de Sergio también solventa estos
costos mediante su negocio de catering. Su esposo no la apoya directamente,
lo hace su madre, la abuela de Sergio. Reciben también un apoyo especial del
director de Fuente de Agua Viva, cubren solamente los costos profesionales y
no la pensión alimenticia.
En la actualidad, a pesar de todas las transformaciones y cambios, pese a
todas las reformas generadas en las últimas décadas, en el mismo espacio de
tiempo vemos aún la vigencia del vínculo maternal. Son otras formas zombis,
no sólo las instituciones poseen esa característica, sino también los vínculos
filiales, en los casos investigados, entre padres e hijos. Son madres que,
mientras sus hijos permanezcan inmersos en el consumo de las drogas,
representan a muertos vivientes. Su carga y pesar son evidentes, talvez en el
fondo no desearían afrontarlo más pero tienen que seguir haciéndolo. Son
personajes que, en un primer momento, negaron la condición adictiva de sus
152
Los costos mensuales que deben asumir los familiares de cada interno de una comunidad terapéutica
son variables. En los casos entrevistados, en la capital, pagan en promedio 1,200 Nuevos Soles
mensualmente. En provincia este costo es menor, en promedio pagan 800 Nuevos Soles en el mismo
período de tiempo. Estos costos, cuando se trata de una recuperación realizada a través del modelo
clínico estatal como el del Hospital Hermilio Valdizán, se reduce a 20 Nuevos Soles diarios como máximo
(Mairata, 2012:50).
239
hijos. Posterior a ello, están a la espera de nuevas ideas y maneras de que sus
hijos se rehabiliten, de que exista una vía efectiva para que ellos abandonen el
consumo de drogas; además, son en estos dos casos el sustrato trabajador,
atadas a una forma de generación de ingresos que les asegure los recursos
económicos necesarios para el pago de la rehabilitación de los jóvenes.
6.3 La religión como vía posible de rehabilitación: la presencia de Dios en
la recuperación de un adicto
La impronta religiosa de los centros, los que hemos visitado y refiriéndonos en
términos generales a la mayoría de ellos, hace que los adictos basen su
recuperación en la ayuda de una fuerza superior que les devolverá un
comportamiento ajustado a la normalidad y la abstinencia. “Llegamos al
convencimiento que sólo el poder de un ser superior podría devolvernos el sano
juicio”, dice el segundo de los 12 pasos153 que están inscritos en una de las
paredes del centro FAV. Para algunos esta sería una de las versiones del dios
personal que plantea U. Beck, de quien terminan atándose con las cadenas de
sus “deseos, traumas, histerias, miedos, y esperanzas…” (2009:22). Para otros,
es el Dios de la Biblia.
En el relato de algunos jóvenes está presente ese Dios como el personaje que
los liberara de los efectos que la adicción produce en ellos. A través de
meditación, la oración, la congregación en grupo y buscando ser ayudados por
compañeros ex-adictos, Dios es un elemento relevante en la rehabilitación. Son
diversos los momentos y también las formas aludidos en los relatos que se
refieren a la rehabilitación o al cambio. Discursivamente existe la convicción en
muchos jóvenes, pero existe también una evidente distancia entre lo que dicen
y lo que hacen. Ello los aparta de las posibilidades reales de cambiar, de
alejarse del consumo de las drogas. Se aferran a un ser superior, otros apelan a
la fuerza de voluntad y la decisión humana, pocos confían en Dios como agente
153
En el ambiente de la rehabilitación para adictos, han adaptado los 12 pasos creados por A.A.
240
transformador “verdadero”.154 Gisela, entre los 18 y 19 años de edad se creía
“la dueña del mundo”. Convicción que muchos jóvenes comparten y que los
distancia de la posibilidad de cambiar o de rehabilitarse, de alejarse del
consumo de las drogas.
“Tenía 18-19 años y me creía la dueña del mundo, que nunca me iba a
pasar nada, obviamente nunca me pasó nada grave porque obviamente
Dios siempre me estuvo cuidando y tenía un plan para mí, pero ahora ya
sé que fue por eso. Pero en ese entonces no conocía al Señor y yo decía
“a mí nunca me va a pasar nada”, he estado en todas partes, he hecho
de todo y nunca me pasaba nada, siempre me salía con la mía entre
comillas, o por lo menos esa era la perspectiva que yo tenía en ese
entonces.”
Los jóvenes, incluso antes de considerarse adictos, sienten haber sido
protegidos por un Dios en el que actualmente creen. Se relacionan con esta
figura de tal forma que es un elemento fundamental al momento de relatar no
solamente de sus experiencias de recuperación y de cambio, también de todo
su trayecto biográfico. Es el caso de Geraldine, quien asume que Dios es quien
salvaguarda su integridad.
“En todo este tiempo que he estado ( en las drogas), siempre busco que
Dios me proteja.”
Es posible que sea un elemento que configura sus relatos debido a que en las
comunidades terapéuticas, apelando a la espiritualidad para la recuperación,
plantean la realidad de una vida con Dios. Recalcan la aplicación de valores
cristianos a la vida diaria, focalizándose en el crecimiento espiritual y la dignidad
del individuo, proponiendo un tratamiento humanitario para los adictos y
promoviendo la abstinencia total a largo plazo para que los jóvenes alcancen
sus más anhelados objetivos (Rodríguez, 2009). Sin embargo, como se ha
mencionado en el acápite anterior, la rehabilitación no pasa sólo por una
154
Según lo señalado por dos de nuestros entrevistados. Desarrollamos este tema en el siguiente capítulo
de la tesis.
241
condición espiritual. El factor clave es la verdadera decisión de rehabilitarse que
puede ser tomada únicamente por cada uno de los jóvenes. Existe un buen
número de personas que está “en contra de su voluntad y los tienen
prácticamente presos”, nos comentaba uno de nuestros entrevistados. En su
opinión, de esa manera no existiría un cambio real porque están simplemente
obligados.
Condición que podemos apreciar en otros relatos también. Relatos de aquellos
jóvenes con mayor experiencia y un trayecto biográfico más amplio, como el de
Luciano*. Él compara los programas de rehabilitación por los que ha pasado y
afirma que, luego de tomar una decisión voluntaria de rehabilitarse, sólo Dios le
ha permitido darse cuenta que necesita cambiar.
“He ido a centros terapéuticos, estuve en 3 centros terapéuticos y nunca
vi ningún resultado.
Los centros nada más te mantienen, sales y uno quiere estar tranquilo
todo pero, la verdad, si uno no está con Dios… Yo acá encontré esto.
Encontré.
Siempre me decían: ‘¿por qué no oras, por qué no te acercas a Dios?’
Yo me reía y decía: ‘¿Dios? no hace nada Dios. Miren todas las
‘delincuencias’ (sic) que hay, ¿por qué Dios no hace nada con eso?’
Siempre decía eso. Hasta que acá me abrí, mi corazón. Gracias a eso
me abrí las vendas y me di cuenta de lo que estoy viviendo.”
Así como podemos asumir que Dios es un elemento que se introduce desde la
estructura y metodología de cada comunidad, también debemos considerar lo
que cada joven nos planteó como su experiencia propia de redención, Dios
como su vía para rehabilitarse. José Pablo, buscó ayuda para rehabilitarse pero
su madre se la negó, no tenía el dinero que ella pensaba podía costar el
internamiento en un centro. Ante la negativa, en ese momento el joven salió
nuevamente a la calle a seguir consumiendo, bebió y fumó pero ya no sentía
gusto por nada de eso, fue la “noche más larga” de su vida. Se despidió de
242
todos sus amigos del “hueco”, les dijo que se iba a rehabilitar. Ellos lo tildaron
de loco y le respondieron que si se iba a un centro lo “tratarían mal”, que le
“pegarían”. A José Pablo no le importaba eso, solamente quería cambiar y
sabía que Dios tenía un plan para él.
“Tomé consciencia, estaba sentado en la puerta. No podía contener mis
lágrimas. Decía que con su ayuda o sin su ayuda les dije que me
internaba.
Entré, me bañé y saqué mi ropa. Me llevaron a una iglesia de enfrente
(…) Le hablaron al pastor y llegué aquí a las 10 y media de la mañana.
En un estado borracho (sic). Lo único que quería era que Dios me ayude,
que haga lo que algún día quiso hacer conmigo.”
A los 5 meses de internamiento en el Hogar Rompiendo Cadenas, luego de
transcurrir más de 4 años consumiendo PBC, este joven afirmaba que “ante
todas las cosas, por encima de toda mi familia, por encima de todos mis
sueños, está lo que Dios quiere hacer en mi vida.”
6.3.1 Medios alternativos y misticismo para la recuperación
Al entrevistar al Sr. Agustín Rivas,155 chamán experto en rituales con la
Ayahuasca, encontramos una relación poco esperada entre los medios
alternativos de rehabilitación y la religión: “(…) el Evangelio, que es a favor de
Dios, es fantástico para poder cambiar a la gente.” Declaración que nos
proporcionó un indicio que fuimos profundizando. En efecto, los medios
alternativos de rehabilitación, la visión mística y la religión como vía posible en
la recuperación de un adicto, para este chamán, están conectados. Reconoce
también que “(…) no es fácil hacer cambiar las cosas, demora entre cuatro a
seis años. Allí doy gracias a las religiones que meten la palabra de Dios para
que puedan entender el cambio”, señaló.
155
Entrevista realizada el 09 de agosto del 2012.
243
Sumado a ello, es preciso señalar que en un futuro inmediato Legaliza Perú
abordará el tema de la legalización de las drogas a través de un centro de
investigación de plantas psicoactivas: “Queremos incorporar otras plantas
nativas del Perú como el San Pero, la Ayahuasca. Porque si bien es cierto la
Ayahuasca es patrimonio, no tiene ningún marco legal claro”, señaló Luis
Gavancho, uno de los directores de esta organización. Declaraciones que
refuerzan nuestra reflexión en relación con ciertas plantas, como la ayahuasca,
y su uso para la rehabilitación de adictos.
El brebaje Ayahuasca resulta de la cocción de dos plantas principalmente, la
Ayahuasca (Banisteriopsis caapi) y la Chacruna (Psychotria viridis), se usa en
los rituales dirigidos por curanderos, en las noches a oscuras de la selva
amazónica generalmente, buscando el efecto de modificación de la conciencia.
El paciente que participa en el proceso de uso terapéutico de la Ayahuasca,
experimenta un renacimiento en un universo interno, el cual se manifiesta a
través de sueños, visiones, “flashbacks” durante la conciencia ordinaria, etc. La
función de plantas psicotrópicas como esta es permitir la visualización del
proceso por el paciente mismo. Contrariamente a la iniciación de la adicción a
las drogas ilegales, este proceso responde al restablecimiento de un orden
interno. La Ayahuasca, preparada como una poción, abre una puerta de
relación con el “otro mundo” (Mabit, 1994:46), y nos presenta un sistema
ancestral de saber médico que surge de la experiencia de identidad, de la
práctica, del lugar, de la historia (Sieber, 2003).
A. Rivas, afirma que esta planta es la primera medicina que controla la adicción.
Además, nos indicó que la Ayahuasca “trabaja con la conciencia, pero (en el
proceso de rehabilitación) también se administran diferentes medicinas para
bajar la ansiedad. La ansiedad es la que provoca todas esas cosas, la
desesperación. Pero no hay que olvidar que es una enfermedad, (sin embargo)
la sociedad no lo toma como una enfermedad, lo toma como una delincuencia
(sic).” Es así como los drogadictos son marginados, manifestó, y que además
244
son víctimas de la violencia “más no tienen un centro donde pueden tener
orientación, una orientación de suplantar eso por otra cosa.”
Otro punto relevante que también señaló fue que “un drogadicto o un
dependiente de drogas no cambia de la noche a la mañana. Un drogadicto para
rehabilitarse necesita mínimo seis años. Y otra cosa, tiene que aceptar ser
curado, no exigido. Si acepta ser curado, allí estás entrando a su conciencia. Se
abre la puerta más grande para su curación.” Este chamán se refería a que una
persona, dependiendo del grado de toxicidad que llegue a tener en su cuerpo, a
las sustancias y a la frecuencia de consumo, necesita tiempo para rehabilitarse
realmente. Él calcula que con el tratamiento de rehabilitación con la Ayahuasca,
una persona adicta a las drogas necesitaría entre cuatro a seis años “para
sacar eso tóxico y sacar la ansiedad” de su cuerpo. Y menciona otro detalle
fundamental, “que la persona no regrese al lugar donde ha estado.” Es decir, el
contexto es fundamental para que no recaiga. Asimismo, señaló que el “resto es
algo que viene por medio de tu intuición, ¿qué es lo que hace la Ayahuasca? La
Ayahuasca amplifica tu intuición para poder desarrollarla mejor, para poder
utilizarla en los momentos especiales.”
Debemos reconocer que, retomando el hilo conductor de una sociedad tardo
moderna que consume indiscriminadamente, en el circuito turístico del Perú es
posible encontrar ofertas de paquetes rituales con la Ayahuasca. Existen
también ofertas de terapias sobre la base de este y otros brebajes naturales, las
cuales han tenido consecuencias nefastas. Como la muerte del joven
estadounidense Kyle Nolan, ocurrida en el Departamento de Madre de Dios, en
agosto del 2012. El joven había viajado desde la zona norte de California (USA)
hacia la selva peruana con el fin de acabar con su adicción a ciertas sustancias.
En la opinión de A. Rivas, lo que crea ese tipo de consumo o experiencia que
no es un ritual, es pánico, es “gente que está buscando droga, y como la
Ayahuasca no es droga, cuando se encuentran con ese tipo de Ayahuasca y
245
esas combinaciones, hacen una comparación entre (la Ayahuasca) y esas
drogas que les gustan.” La Ayahuasca, para este chamán es: "estado,
visionario, consiente, emocional". Lo cierto es que personas de diversas edades
y nacionalidades, como Nolan, se están dirigiendo a la selva del Amazonas en
busca de la Ayahuasca, ya sea para ampliar sus horizontes espirituales o para
curar el alcoholismo, la depresión, e incluso, el cáncer. Pero lo que muchos de
ellos encuentran es una pesadilla. Desde que uno aterriza, por ejemplo, en la
ciudad de Iquitos, en el mismo aeropuerto se puede encontrar un sinnúmero de
ofertas de “turismo Ayahuasca”. Mientras que los taxistas quieren hacer creer a
los visitantes que tienen el acceso a los verdaderos curanderos indígenas, en la
ciudad los carteles publicitarios de las agencias de viaje dicen algo similar:
“Enjoy mystical Ayahuasca”. “Me recuerda a cómo venden cocaína y marihuana
en Ámsterdam. Aquí, es chamanes y ayahuasca” (Hearn, 2013), señala un
periodista norteamericano que investigó el caso de Kyle Nolan.
6.4 Horizontes de expectativa: la reinserción social y el posible estigma
Cuando nos hemos referido a la pareja conceptual espacio de experiencia y
horizonte de expectativa, somos conscientes que estos conceptos son
categorías formales que han permitido parte del proceso de investigación. La
anticipación formal de explicar e interpretar las trayectorias biográficas con
estas expresiones polarmente tensas, “únicamente puede tener la intención de
perfilar y establecer las condiciones de las historias posibles” (Koselleck,
1993:334). Se trata de categorías que nos permiten fundamentar la posibilidad
de una historia de vida. Es decir, creemos que no existiría relato alguno que no
haya sido constituido mediante las experiencias, propias o ajenas, y esperanzas
de personas que actúan o sufren en el escenario de las drogas ilegales.
Nuestras dos categorías indican la condición humana universal, que remiten a
un dato antropológico previo, sin el cual los relatos no serían posibles, y sin el
que una posibilidad de futuro tampoco existiría. Esta posibilidad, visibilizada a
partir de lo que esperan hacer los jóvenes al salir del centro, tiene un correlato
246
con lo que ellos saben y reconocen en cuanto a las percepciones generales que
la gente tiene sobre un adicto. En otras palabras, lo que ellos esperan hacer al
salir del proceso de rehabilitación está mediado por cómo los percibe la gente a
partir de su estancia o permanencia en el centro.
Al respecto, un concepto que es mencionado por todos los centros que hacen
tratamiento y rehabilitación de adictos a las drogas es la reinserción social.
Todos los programas la tienen como última fase del tratamiento y significa, casi
invariablemente –por lo menos aparece en toda comunicación publicitaria o
informativa del proceso–, el paso mediante el cual un adicto en recuperación se
reinserta en su medio ambiente social y familiar.
Este proceso no implica, como se podría entender de manera más amplia, la
capacitación o entrenamiento del sujeto en alguna actividad laboral o técnica, y
la consecuente búsqueda de un centro de trabajo en el cual pueda aplicar sus
conocimientos. En ese sentido, un rasgo que es común a las instituciones que
trabajan en el tratamiento de adictos es que, salvo excepciones, no disponen de
programas de rehabilitación independientes de los programas de tratamiento,
sino integrados. Es decir, el enfoque de trabajo sólo está centrado en lograr la
absoluta abstinencia y el alejamiento del consumo de drogas. “De esta manera
se deja de lado, quizás no por desconocimiento, sino por limitaciones de
recursos o de capacidad para hacerlo, el adiestramiento del toxicómano para su
reinserción en la sociedad.” (Ferrando, 1994:71)
Es así como el proceso de adaptación o reinserción de los jóvenes,
comúnmente, recae nuevamente sobre la familia del sujeto. El padrastro de
Damián, a pesar de la distancia que éste marca con el joven durante el proceso
de rehabilitación, ya le ha propuesto algunas opciones de estudio técnico que le
puedan servir para su inserción en el mundo laboral.
“Mi padrastro quiere que estudie una carrera técnica, que pueda ganar
mi plata y él me pueda colocar.
247
Me estuvo diciendo que podía estudiar logística. Que empiece como
practicante e ir agarrando experiencia y tener un cargo.
Podía también recomendarme, tener un buen sueldo y ganar a mi corta
edad. Eso también lo estaba pensando, como también estudiar inglés,
una carrera corta de 3 años que me pueda servir.”
También existen aquellos horizontes de expectativa que, basados en la
coyuntura del país, aparecen en los trayectos biográficos. Akira nos relata sus
deseos de ser cocinero. Antes de ello, él debe terminar la secundaria, la cual
abandonó en el segundo año, es decir, le faltan tres años de estudio que piensa
realizar en un colegio no escolarizado.
Investigador: Y después de sacar tu certificado ¿qué harás?
Akira: Estudiar inglés y gastronomía.
Investigador: ¿Quieres ser cocinero? ¿qué te gusta cocinar?
Akira: Todavía no sé cocinar nada pero me gustaría aprender.
Para Adam es muy claro el panorama futuro, por más que le falte cerca de un
año para terminar el programa de rehabilitación. Este joven sabe que su familia
no podría cubrir los costos de una carrera universitaria. A pesar de ello, no
abandona ese sueño y se plantea estudiar y trabajar a la vez. Él ya trabajó en
algún trayecto de su vida en las casetas de peaje del municipio limeño. Su
deseo es volver y, esta vez, poder sostener algo provechoso y ya no su
adicción a las drogas.
Investigador: ¿Quisieras estudiar algo?
Adam: Sí, Arquitectura. Diseño de interiores pero, bueno, está dentro de
Arquitectura.
Investigador: ¿Y el trabajo?
Adam: Bueno me gustaría regresar a EMAPE porque te dan la facilidad,
el tiempo. Puedes estudiar en la universidad o en un instituto.
Mantenerme centrado en el trabajo y mi hogar.
248
Sin embargo, el horizonte de expectativa se entrecruza con un elemento
inevitable, es otra característica que nos remite a las “instituciones totales” la
que aparece en escena: el estigma156 de un interno. Al reconocerse
públicamente como adicto, existe el riesgo de que los jóvenes sean excluidos
por los grupos sociales. Cuando la adicción es catalogada como vicio, esto
“implica más una concepción moral que una cuestión de salud, pues se
considera un hábito negativo, voluntario e inmoral que se repudia.” (Nuño
Gutiérrez et al., 2006:29).
Investigador: ¿Le dirías a alguien que eras un ex-adicto y que estuviste
internado?
Adam: No tiene ni idea la gente de eso. No por burla sino porque me
daría a mí la fortaleza de que he pasado por algo así y no me gustaría
volver a pasar. Por eso debe uno evitar el consumo de drogas.
Para presentarme en un trabajo sí lo mantendría en secreto.
Siguiendo a Goffman (2006), los adictos ingresan a la categoría de sujetos
estigmatizados y desacreditados. Son diversos ámbitos donde los jóvenes
adictos son caracterizados por la sociedad de una manera singular, les colocan
un estigma que va recorriendo todos los ámbitos de sus vidas. Como lo señala
Adam en el anterior relato y en el siguiente de Cristian, talvez por ignorancia de
los “otros”, tratarán de mantener oculto un episodio de sus vidas.
Investigador: ¿Qué crees que es lo que piensa la gente de los
drogadictos?
Cristian: Las personas ignorantes, los que no tienen conocimiento de lo
que es la enfermedad de la adicción, discriminan todos. Ven a un fumón
y se alejan, piensan que les van a robar. Te miran de mala manera pues.
156
“El término estigma y sus sinónimos ocultan una doble perspectiva: el individuo estigmatizado, ¿supone
que su calidad de diferente ya es conocida o resulta evidente en el acto, o que, por el contrario, esta no es
conocida por quienes lo rodean ni inmediatamente perceptible para ellos? En el primer caso estamos
frente a la situación del desacreditado, en el segundo frente a la del desacreditable. Esta es una diferencia
importante, aunque es probable que un individuo estigmatizado en particular haya experimentado ambas
situaciones.” (Goffman, 2006:14)
249
En tanto los jóvenes sostegan la abstinencia total podrán mantener en secreto
su pasado, podrán “controlar la información” con respecto a su adicción y
consecuente paso por un centro de rehabilitación. Caso contrario son los
mismos jóvenes –sus conductas, actitudes, cuerpos–, quienes se delatarán.
Además, debemos reconocer que los jóvenes en su trayecto biográfico de
consumo hicieron gala de ello, se dieron a conocer a través de esos actos, por
los cuales son reconocidos. Pero la manera de entender el pasado tiene
consecuencias para la interpretación de ese pasado por sí mismo,157 y las tiene
también para su relación con el presente y el futuro (Koselleck, 1993).
Asimismo, G. Mead (1948)
ha argumentado que el "pasado objetivo" o el
"pasado socio-estructural" tienen efectos condicionantes sobre la organización
de la experiencia presente. Al expresar las experiencias de riesgo y consumo
de drogas los jóvenes deciden por un principio y un final de la historia, teniendo
como referencia a esa unidad de la continua corriente de la vida.
La existencia de determinados patrones que guían el orden social son los que
catalogan ciertos temas como problema social. De esta forma se visibiliza una
conceptualización del consumidor como marginado o procedente de grupos
marginales (Rico, 1996:92). Por tal motivo, es preciso aclarar que existe
también un número importante de consumidores de drogas que mantienen
determinado nivel de integración y que, a menudo, no son considerados como
drogadictos. Esta situación, a la par, profundiza el estigma hacia el joven que
fuma marihuana, “pero no al ama de casa que se emborracha todas las
mañanas, o al ejecutivo metido en el infernal mundo de los barbitúricos para
dormir y las anfetaminas al levantarse” (Laraña, 1986:101).
Julian Buchanan (2008), investigador inglés dedicado por más de 20 años al
estudio del consumo de drogas, nos propone el siguiente proceso estigmático.
157
Las narrativas poseen una cara hacia el pasado y otra hacia el presente- futuro, estructurando nuestro
sentido del tiempo y por lo tanto nuestro sentido de nosotros mismos. Es decir, lo que significa ser en el
mundo (Biber & Finegan, 1996:107).
250
Estereotipos y
Etiquetas
ESTIGMA
Roles y
Expectativas
Identidad
internalizada y
reforzada
Oportunidades
disminuidas
Gráfico 3. Proceso estigmático
Este diagrama se basa en lo planteado por E. Goffman (2006), e involucra la
severa desaprobación social de las características de la persona o sus
creencias, las cuales son inaceptadas por las normas y cultura dominante.
Siguiendo a Nietzsche, podemos comprender mejor este proceso:
“Un tiempo del que siempre se espera que sea un tiempo nuevo no
puede sino impulsar desde sí una historia que únicamente puede
experimentarse de modo perspectivista. Con cada nuevo futuro surgen
nuevos pasados. Imposible predecir todo lo que aún será historia algún
día. ¡Quizá el pasado siga estando, en lo esencial, sin descubrir!
¡Necesita aún de tantas fuerzas retroactivas!” (En Koselleck, 2004:126).
Finalmente, hemos seleccionado un relato que marca las consecuencias del
consumo desde el punto de vista del sujeto en rehabilitación. Cristian enuncia,
como discurso de su identidad de sujeto a punto de culminar el programa, una
última reflexión con la cual colocaremos el punto final al presente capítulo.
“Los que no quieren rehabilitarse, hay 3 lugares donde pueden parar: la
cárcel, el hospital o el cementerio. Son los 3 lugares donde un drogadicto
puede llegar.”
251
Reflexiones finales
Antes de presentar nuestros principales hallazgos, los que dan cuenta de la
configuración de las experiencias de riesgo, consumo de drogas ilegales y
gestión del riesgo en los relatos biográficos de los jóvenes entrevistados, es
preciso resumir brevemente la ruta teórica y el contexto de la presente tesis.
Contexto de crisis, azar, ambivalencia, irreversibilidad, de la pérdida de las
certezas, la omnipotencia de las ciencias, etc., lo cual nos permite justificar el
empleo del concepto de la sociedad del riesgo. El paradigma del riesgo, el cual
se produce en una interacción entre lo natural y lo social, configura el ambiente
en el que los jóvenes entrevistados se desenvuelven. Estos sujetos, ante el
pesimismo y la decadencia, ante la fustigación de la realidad, adoptan diversas
conductas y hábitos como una vía que los lleva hacia determinadas “patologías”
de consumo de la modernidad reflexiva. Las anfetaminas son utilizadas para
responder a las nuevas exigencias de la sociedad y, frente a ellas, los
ansiolíticos se utilizan para contrarrestar la aceleración lograda. Existe una
transformación en los seres humanos y en su subjetividad, es la nueva y
vigente exigencia de convertirse en un “súper-hombre” (Rodríguez, 2009).
En el ámbito político, hemos constatado que el contexto de las drogas ilegales
tiene estrecha relación con el mercado, tal como refiere José Mujica, presidente
del Uruguay: “Si dejamos en la clandestinidad al narcotráfico, les estamos
regalando el mercado. Lo que defendemos es que se haga cargo el Estado,
registrar a un consumidor y si se pasa de la dosis el Estado lo controla.”158
Consideremos que la Cámara de Diputados de ese país ya tomó la decisión de
despenalizar el consumo y regular la producción y comercialización del
cannabis. Estas son decisiones complejas que, observándolas en la línea de la
sociedad del riesgo, van más allá de un sólo Estado. “(…) ninguna política
nacional
podrá
159
supranacional”,
158
159
resolver
este
problema,
si
no
se
resuelve
a
nivel
señala el presidente del Perú, Ollanta Humala.
“Mujica sorprendió…”, 2013.
“Ollanta…”, 2013.
252
Apreciamos a una juventud inmersa en la sociedad de consumo como factor de
integración, aunque los jóvenes todavía no constituyen un sujeto específico de
derecho. En la última década, con mayor recurrencia, han llevado consigo un
estigma que sólo los presenta como potenciales desestabilizadores del orden
social. Existen además una serie de paradojas y tensiones alrededor de este
grupo tan vulnerable: tienen más acceso a educación y a la tecnología160 pero
el acceso al empleo sería menor. Los años de escolaridad formal son mayores
que el de las generaciones precedentes, pero al mismo tiempo las nuevas
generaciones superan largamente el índice de desempleo. Están más
incorporados a la adquisición de conocimientos y formación, pero están más
excluidos de los espacios en que los conocimientos se ponen en práctica y
donde puedan realizarse. Contradictoriamente a uno de los fundamentos de la
sociedad tardo moderna, la seguridad del empleo y los salarios, ahora existe
una marcada distancia con el mundo laboral y la fuente de ingresos.
Bajo el contexto descrito, nos hemos concentrado a lo largo de esta
investigación en la amenaza que significa el consumo de drogas ilegales,
ubicando al Perú dentro del ámbito de una segunda modernidad. Hemos
generado el espacio para lograr el objetivo de analizar e interpretar las
trayectorias subjetivas y divergentes a través de los relatos de los jóvenes
peruanos entrevistados. Justificamos este objetivo, entre varias razones,
considerando al Perú como uno de los tres principales productores de drogas
derivadas de hoja de coca. Adoptamos una función micro de la sociología, un
enfoque constructivista que no “corrige” las historias sobre las vidas de los
jóvenes entrevistados, sino que nos permite mostrar que existen otros modos
de
contarlas
a partir de determinadas líneas
teóricas
que
se
van
fundamentando en el proceso.
160
La revolución de las tecnologías de la información y comunicación, la que ha transformado
profundamente el sistema productivo y la estructura social en los países industrializados (Albornoz, 2001),
se ve reflejada tenuemente o con otros matices en Latinoamérica. Antes de finalizar la década pasada, en
Latinoamérica se invertía sólo el 0,78% del PBI en I+D, frente al 2,11% que invirtió la Zona del Euro
(Banco Mundial, 2013).
253
Con esas historias o relatos de las experiencias, propias y ajenas, uno de los
principales hallazgos tiene relación con los elementos que configuran el umbral
del riesgo. Esta propiedad espacio-temporal de los jóvenes entrevistados, los
sitúa entre las experiencias que están fuera y dentro del consumo drogas. Nos
ha permitido delimitar el paso previo a la iniciación, el lugar al que regresan en
cada etapa de abstinencia, es la manera abreviada de señalar la ubicación al
filo de un abismo o una pendiente inclinada. El umbral referido marca la
distancia que los separa entre un ambiente libre de drogas y otro que no lo está.
Siguiendo la lógica del reparto de los riesgos, el umbral se configura a través de
las inseguridades sociales, biográficas y culturales que en la segunda
modernidad han recortado y transformado la estructura social interior. Cambian
las clases sociales, las formas familiares, el matrimonio, la paternidad,
situaciones sexuales, etc., y las evidencias básicas del estilo de vida que están
incluidas en ella (Beck, 1998). El término familia ya no es un tema invariante,
eso sería desconocer todas aquellas modalidades que no calzan en lo que se
podría denominar como familia tradicional de la modernidad. Lo que tenemos es
la familia diferente, de ausencias paternas o maternas, la familia extendida o la
contraída a las figuras paternales a través de los abuelos, la familia negociada,
disfuncional, rota, la familia cambiante papá-papá o mamá-mamá, la familia
múltiple, que proviene del primer o segundo divorcio, del volverse a casar, del
nuevo divorcio, de los hijos, de los tuyos y de los míos, de los pasados y
presentes familiares.
El espacio donde viven y circulan los jóvenes entrevistados, sectores populares
en su mayoría, son escenarios de riesgo y una categoría fundamental para una
mejor comprensión del consumo de drogas. Cabe señalar que no sólo las zonas
populares representan riesgo, también lo son las áreas residenciales, que junto
a las unidades vecinales, los barrios y barriadas, los asentamientos humanos,
etc., marcan los trayectos biográficos de los jóvenes. Estos espacios contienen
parques, canchitas de fulbito, esquinas, tiendas o pequeñas bodegas, además
254
de las casas o departamentos donde los jóvenes habitan, que pueden servir de
lugares referenciales y, a la vez, escenarios del consumo de drogas. Los
personajes que allí encontramos son los familiares, amigos, vecinos, los
consumidores, los locos o “quemados”, los paseros, la policía, el serenazgo,
etc., quienes confluyen en determinados tiempos y que generan una particular
interacción alrededor de las experiencias de riesgo y de consumo.
El barrio como categoría fundamental y significativa, configura el relato de los
jóvenes. Posee determinados elementos culturales que lo que caracterizan,
como sus costumbres y sus valores, que marcan los trayectos biográficos de los
jóvenes, marcando sus itinerarios, los cuales se vuelven cada vez menos
claros. La música es un elemento relevante que configura el barrio y que nos
brinda ciertas pistas de los jóvenes. En el espacio público y en el privado, los
jóvenes comparten gustos musicales, se escuchan casi a los mismos
intérpretes, tanto en casa como en las fiestas y celebraciones. El barrio
contiene elementos que se convierten en factores de riesgo para sus
habitantes, sobre todo para los más vulnerables. Desde que son niños tienen a
su alcance las drogas expendidas por sus vecinos, por sus conocidos, incluso,
por sus familiares. La droga muchas veces caracteriza a los barrios y sus
personajes. Las sustancias son la trasgresión asumida a manera de reto, y son
los más vulnerables quienes los asumen. Consideremos que, dentro de un
modelo económico de mercado, la droga es un producto con características
inelásticas, y en una cultura de consumo es el cliente quien asume todos los
riesgos y los costos.
El alcance de las drogas en el barrio, es una realidad que nos lleva a reflexionar
en cuanto a la corta distancia y la cotidianidad de la droga ilegal en los diversos
escenarios vitales. Sí es cierto que existen distritos con mayores puntos de
venta, sin embargo, la movilidad de los vendedores y las formas de venta hacen
que el alcance de las drogas penetre cualquier ubicación geográfica. Las
situaciones relatadas sobre el barrio contemplan determinados elementos
255
culturales como las fiestas y los aniversarios”. Otras situaciones son los partidos
de fulbito. Previo a ello el consumo de marihuana y otras drogas fue narrado
como parte de una rutina de los jóvenes, es la que los lleva a la diversión. La
cercanía, o el alcance de las drogas, está presente en los relatos a través de los
personajes y espacios de venta y los “huecos” de consumo.
Un hallazgo relevante y tema significativo sobre el imaginario futuro de más de
uno de los jóvenes entrevistados, tiene relación con el fútbol. Este deporte,
tanto en el ámbito social como en el económico, es la esperanza de muchos
jóvenes en el Perú. Casos de jugadores, sobre todo provenientes de estratos
económicos bajos, como Paolo Guerrero, Jefferson Farfán, entre otros, sirven
de modelo a replicar para miles de jóvenes que desean alcanzar ese tipo de
éxito. La carrera técnica automotriz de José Pablo o los estudios truncos en
Ciencia Política de Marlon, como imaginario futuro pasado, nos permite
encontrar situaciones significativas del trayecto biográfico de los jóvenes. Tiene
relación con los tiempos, la coyuntura social y económica del Perú, los cuales
influyen para que diversos temas sean vistos como otros imaginarios de los
jóvenes entrevistados: gastronomía, hotelería o la industria de la música.
Un factor relevante en el inicio del consumo es el paso de la niñez a la
adolescencia como un proceso abrupto. Este proceso es la impronta dejada por
una niñez expuesta a situaciones donde la droga ilegal es cercana. Padres, tíos
y primos consumidores, los acercan a una realidad que los obliga a avanzar de
una etapa de la vida a otra, sin que la nueva etapa les corresponda en términos
de edad. Pero también son otros factores que impulsan este paso abrupto,
como el barrio, e incluso el colegio. Otros indicios refuerzan a las amistades,
individuales o grupales, como personajes relevantes alrededor del inicio del
consumo de drogas y del tránsito por el que los jóvenes atraviesan.
Nuevamente, la escuela y el barrio son los espacios por donde estos
personajes circulan. En ocasiones estos personajes comparten estos dos
espacios, es decir, son compañeros de la escuela y a la vez vecinos.
256
En tanto el consumo inicial se transforma en cotidiano, existen diversas
situaciones que caracterizan y le brindan significados a la droga en la vida de
los jóvenes. Es importante saber qué significa la droga para poder comprender
un poco mejor estos desplazamientos hacia el aumento o el desplazamiento de
una sustancia a otra. La acción significativa, encontrada al explorar los relatos,
nos permite establecer qué la hace importante, tomándola como una vía para
entender mejor cada trayecto biográfico. Una de ella, la razón del consumo, es
relatada y reducida a que se iniciaron en el mundo de las drogas “por
curiosidad”. Entonces es cuando debimos recurrir a las relaciones de esta
curiosidad con otros temas para comprender mejor las razones del uso continuo
de las drogas. Aparecen la “ruptura familiar”, “violencia”, “muerte”, “referentes
familiares”, “cercanía a lugares de venta y consumo”, “presión de grupo”,
“socialización” y la “diferenciación”.
Esta curiosidad encuentra situaciones que la desencadenan, son ámbitos en los
cuales están presentes y ausentes las instituciones zombis. Son, conforme a los
tiempos, situaciones muchas veces complejas y significativas para los jóvenes:
padres, tíos o primos adictos a drogas legales e ilegales; familiares que abusan
sexualmente de ellos y que nunca recibieron pena legal por ello; padres que
fallecen, que los niegan o a quienes nunca conocieron; familias con dos o tres
divorcios y la subsecuente convivencia con hermanos de diferentes padres;
barrios donde las drogas ilegales son moneda corriente o el alcance a éstas es
fácil; los espacios seguros y libres de drogas, como las escuelas, las áreas
recreativas y zonas deportivas, existen cada vez menos. Estos son algunos de
los complejos elementos que configuran los trayectos biográficos, pero es
preciso señalar que no todos los jóvenes entrevistados vivieron por situaciones
y espacios como los antes mencionadas. En sus relatos sólo existe el tener
experiencias de riesgo que los llevan por caminos nuevos, placenteros,
peligrosos y que representan independencia, pero también a veces hostilidad
ante lo que ellos no concuerdan. Es decir, tienen una vida familiar estable,
condiciones
materiales
aceptables
o
pertenecen
a
círculos
sociales
257
reconocidos. Sin embargo, cualquier situación puede convertirse en una buena
razón o argumento del consumo de drogas.
Por otro lado, está claro que para que un sujeto consuma una droga es
necesario que existan determinados contextos, vínculos y un mercado (legal o
ilegal) donde se la pueda conseguir con facilidad, hecho identificable en los
relatos obtenidos. Por tanto, para la caracterización del sujeto debemos tener
en cuenta la presencia de estos agentes que facilitan o inducen al consumo. La
oferta no llega a través del micro comercializador parado en la puerta del
colegio, muchas veces lo hace como una simple y seductora transmisión de
experiencias, sin necesidad de agentes ajenos al entorno, como ya se ha
señalado, a través de familiares, compañeros de escuela, amigos y vecinos.
Aunque el uso de las drogas no tiene patrones fijos, este varía de un sujeto a
otro, es posible afirmar que en los casos investigados se encuentran
características de una persona considerada por las instituciones como enferma.
La adicción adquiere ese estatus patológico, en el hogar, en las escuelas y,
sobre todo, en la mayoría de centros de rehabilitación donde el proceso es duro
y complejo. Los jóvenes tienen problemas que no pueden resolver de un modo
socialmente aceptable y van encajando dentro de lo que se denomina como
comportamiento desviado. Son ellos mismos quienes participan en la
construcción de las imágenes de la adicción. A partir de la existencia de
determinadas
reglas
que
guían
el
orden
social,
se
visibiliza
una
conceptualización del consumidor como marginado o procedente de grupos
marginales (Rico, 1996:92). Es preciso aclarar que existe un número importante
de consumidores de drogas que mantienen determinado nivel de integración
social y que, a menudo, no son considerados como drogadictos. Esta situación
profundiza el estigma hacia el joven que fuma marihuana, pero no al ama de
casa o al ejecutivo que consumen drogas legales y socialmente aceptadas
(Laraña, 1986).
258
El estigma también tiene que ver con el cuerpo de los jóvenes. Los relatos al
respecto nos han permitido comprender conductas, usos físicos, simbólicos y
las puestas en escena en el campo social. Cuando el consumo avanza y se
localiza en la compulsividad, adquiere una determinada significación sexual y se
convierte en una forma de intercambio. Como Gisela y Geraldine, quienes nos
relataron la “vida alocada” que llevaban. Utilizaron sus cuerpos como objeto de
intercambio, era parte de esa forma de diversión o de sustento material. El
abuso de drogas ocasiona también en los hombres esta problemática asociada
al cuerpo, como las marcas dejadas por actos violentos y/o delictivos. Se
aprecia además, el intercambio homosexual para conseguir los medios y así
seguir con el consumo. La adicción impide que ellos decidan libremente sobre
su vida sexual, recurriendo de manera permanente o esporádica a estos
intercambios con el fin de solventar su consumo, sus necesidades económicas
o para ser liberados de prisión. Esta última circunstancia, a pesar de nuestra
insistencia, no fue corroborada por Damián pero, según nos refirió un “hermano
mayor” de la Casa de Retiro Las Lomas, fue un hecho real. Un efectivo policial
“sodomizó” a este joven a cambio de liberarlo de la cárcel.
En tanto los jóvenes avanzan y aumentan el consumo de drogas, la “adicción”
aparece como una realidad ineludible, llegando a convertirse en algunos casos
en “pasteleros”, un marginado dentro de la marginalidad. En algún punto del
trayecto, sin que el consumo de PBC sea un requisito, se hace necesario el
proceso de rehabilitación. Esta gestión del riesgo, que escasamente es
atendida por el Estado,161 pasa a manos del sector privado. Son comunidades
de rehabilitación en su mayoría, que tratan de brindarle determinada estructura
a los jóvenes, cierto orden que les otorgue la capacidad de alejarse de las
161
No obstante que las fábricas universales de opinión pública siempre están muy preocupadas por Cuba,
poco se difunde sobre las acciones del Estado cubano en relación con el consumo de drogas y su
rehabilitación. Embajador Rodolfo Benítez, sub director de Asuntos multilaterales de Cuba, fue el único
participante (Conferencia Internacional sobre Drogas Ilegales) que en su discurso se refirió a los sujetos
con problemas de adicción de las drogas ilegales. En una entrevista que nos concedió (26 de junio del
2012), señaló que un factor relevante es la prevención, el trabajo conjunto entre la escuela y la familia.
Sobre la rehabilitación en Cuba, queda sólo en el recuerdo, más como una anécdota, el tratamiento que
recibió Diego A. Maradona en los años 2000 y 2004 en ese país. En el espectro mediático, actualmente no
se conoce una recaída en las drogas del famoso futbolista.
259
drogas, enfrentarse con los problemas de la vida y las demandas de la
sociedad. Una gran dificultad que algunos muestran es que no pueden tomar
una actitud de búsqueda de soluciones, por lo que el dejar pasar es la única
alternativa. Manifiestan necesidades afectivas, aislamiento y dificultades de
interrelación en diversos momentos de su vida.162
En cuanto a los jóvenes que ya han pasado por más de un proceso de
rehabilitación suelen transitar por una puerta giratoria que los lleva de un
tratamiento a otro (Ferrando, 1994). El bajo porcentaje de efectividad de los
tratamientos, junto con el aumento del consumo de drogas en el país podría ser
también una de las causas de esta situación cíclica e interminable. Los jóvenes,
a través de sus recaídas, refuerzan las acciones y necesidades terapéuticas.
Estas, a su vez, se van nutriendo del contexto sociocultural del cual se
selecciona la información que circula (creencias religiosas, experiencias
redentoras y conocimientos populares), de los programas de otras partes del
mundo y de las experiencias y afectividades subjetivas de los propios actores
(Nuño Gutiérrez et al., 2006).
Con estas gestiones del riesgo se pretende que el futuro de la catástrofe se
actualice e influya en las decisiones que hay que tomar. La política de
Reducción de Daños es una de esas decisiones por tomar. El objetivo: disminuir
los efectos negativos del uso y abuso de las drogas. En los casos argentinos y
brasileros es posible encontrar avances importantes en términos regionales.
Sobre todo en Argentina, la experiencia del Hospital de Salud Mental “Dr.
Agudo Ávila”, replicada en diversas zonas y en asentamientos urbanos
irregulares de la ciudad de Rosario (ARDA, 2006).
Como ya hemos citado anteriormente, la familia es un elemento relevante en
todos los trayectos biográficos, sumamente significativo y se ubican entre la
162
Contradictoriamente se observa que en diversos momentos de su trayectoria biográfica los jóvenes
construyen sus relaciones de manera distinta, estas son efímeras, pasajeras, son “relaciones de bolsillo”
(Bauman, 2005a).
260
gestión del riesgo y el desastre. Gestión del desastre debido a que, en algunos
relatos, la madre trata de encubrir, negar o apañar la realidad del consumo de
drogas por parte de sus hijos. Sin embargo, al final de esa etapa de desastre
por negación, casi siempre sobreviene el hacerse cargo del problema. Nos
referimos a la etapa de rehabilitación, donde surge la figura de la madre que
carga con la responsabilidad del hijo adicto. A pesar de todas las
transformaciones y cambios, vemos aún la vigencia del vínculo maternal. Este
vínculo es una forma zombi, y el personaje relevante es la madre que, en tanto
su hijo o hijos permanezcan inmersos en el consumo de las drogas, representa
a un muerto viviente. Afrontan la adicción de sus hijos, están convencidas de
que tienen que seguir haciéndolo hasta que sus fuerzas y economía lo
permitan. Son personajes que están en la búsqueda constante de nuevas ideas
y maneras de rehabilitación. Algunas, incluso, se capacitan como consejeras
terapéuticas.163
Los jóvenes, bajo la condición de internos, también valoran esa gestión. Como
Damián, quien en plena entrevista con nosotros, desde un consultorio que nos
habían asignado para ello, logró escuchar la voz de su madre, su principal y
única gestora del riesgo. Nos rogó detener la entrevista, se puso de pie y se
detuvo en la puerta, logró ver a su madre y fijó su mirada en ella. Él estaba a
escasos 20 metros pero sabía que, por reglas del centro, no debía abandonar el
consultorio. La miraba fijamente y sólo repetía: “mi viejita, mi viejita, mi
viejita”.164 Lágrimas corrían por su rostro, a los pocos segundos se las limpió,
encendimos nuevamente la grabadora y el joven sentenció: “la droga es una
porquería que me ha quitado todo.” Siguiendo a R. Koselleck, en Damián y los
otros jóvenes entrevistados, las esclusas del recuerdo y los estratos de su
experiencia en las drogas instauran cortes, nuevos umbrales y memorias,
generadas por victorias o derrotas, quiebres en sus conciencias que les exigen
una reelaboración de nuevos horizontes de sentido (En Del Rey, 2005).
163
Es el caso de la Sra. Francisca Rabanal, madre de un joven adicto. La Sra. Rabanal se viene formando
como “Consejero en adicciones” a través de la ACTP, que en alianza pedagógica con la Universidad
Católica de Trujillo, la municipalidad del Callao y el aval de Devida, dictan esta especialización.
164
En el Perú, bajo ciertos contextos, el uso del término “vieja” o “viejita” hace referencia a la madre.
261
Paralelamente a cada experiencia particular, podemos condensar la información
afirmando que los jóvenes entrevistados presentan una actitud pasiva de cara a
la vida y, sobre todo, a la solución de sus problemas. Evidencian problemas de
socialización en sus relatos, pero con deseos de amor y de aprobación, ya que
comparten una imagen negativa de sí mismos. Se ven tímidos y muy sensibles,
pero es difícil imaginar esa timidez cuando relatan los hechos delictivos –una de
las problemáticas asociadas al consumo– más inverosímiles que hayamos
escuchado. Esto marca tendencias de inadaptación que los expertos las
atribuyen a situaciones familiares antes citadas y que configuran el umbral:
estructura y núcleos constituidos fuera de los patrones tradicionales, carencia o
ausencia de control, valores, normas y reglas.
Pero los jóvenes asumen estas situaciones en diferente registro. Como ya
hemos señalado, con familias ausentes o donde no se ha logrado crear un
clima adecuado de seguridad y confianza, estos han visto en la droga el
sustituto de lo que no sucedió en sus hogares o lo que sucedió pero que fue
inadecuado. Además, este hogar vacío o en abandono son generadores de
situaciones conflictivas y duras que permiten la disociación, negación y el
encubrimiento como modalidad de una conducta de riesgo. Con este trasfondo,
los jóvenes señalan haber vivido en su adolescencia y juventud momentos
clave donde esa curiosidad, se convirtió en etapas de experimentación sin
límites.
Los jóvenes demuestran escasa tolerancia ante cualquier situación. Encuentran
rápidamente en la droga el medio para hacer todo lo contrario a lo que le
indican sus padres o la persona a su cargo. A la larga, antes de ingresar o
dentro de los centros de rehabilitación, se dan cuenta de que sólo han
cambiado un sometimiento por otro. Lo que en un principio pudo ser una forma
de rebeldía, se convierte en los jóvenes en un “lo he perdido todo”, una rebeldía
en avanzada que los puede llevar por el espiral o la puerta giratoria de la
rehabilitación. Pero tal como lo hemos señalado, cada sujeto tiene una historia
262
configurada por distintos elementos y eso se refleja a lo largo de todo su
trayecto biográfico.
Finalmente, es preciso reflexionar sobre algunas rutas analíticas y ciertas
consideraciones que se desprenden de nuestra investigación y que podrían
profundizarse en futuros estudios. Para entender y comprender mejor el
consumo de drogas por parte de los jóvenes, resulta indispensable
reconciliarnos con un mundo en que cosas como éstas son simplemente
posibles (Arendt, 1995); el consumo de drogas hace mella en el individuo y su
entorno y viceversa, llevándonos a conocer situaciones poco o nada previstas.
Al analizar e interpretar numerosos elementos que configuran los trayectos
vitales y de los que dependen los individuos, nos percatamos que estos son
escasamente visibles en profundidad en las investigaciones de carácter
cuantitativo. El punto de vista recogido desde la experiencia personal, suma a lo
que las múltiples investigaciones sobre el consumo de drogas sólo dan cuenta
desde la experiencia generalizada. Datos válidos, los segundos, que junto a los
hallazgos cualitativos, nos permitirían relacionar con mayor sustento las
acciones y decisiones individuales de los jóvenes consumidores de drogas con
los orígenes de sus problemas y temores.
Aproximarnos lo máximo posible a las diversas condiciones de los jóvenes,
permitiría comprender a la subjetivación como una dimensión que se estructura
a través de la dimensión institucional. Al ocuparnos del sujeto singular, nos
impulsa a movernos más allá de él con el fin considerar la autoconcepción
como un discurso acerca del yo (Gergen, 1996). Apreciar el yo como una
narración que se hace inteligible en el seno de las relaciones vigentes, permite
enfocarnos en el relato mismo, con la salvedad de que no debemos
desentendernos del contexto comunicativo en el que las historias se inscriben
(Bernasconi, 2011a). La ruta de la subjetividad puede ser retomada como un
espacio de representación, como teatro y escenificación que ilustra la impronta
dejada por una infancia determinada por el riesgo, el infortunio, las rupturas, la
263
violencia o la muerte en el núcleo familiar. Puede ser vista también como la
representación de la socialización temprana y los elementos del barrio y del
colegio que configuran las experiencias de riesgo, los inicios del consumo, etc.,
y como un capítulo pendiente de esta investigación, el estudio de la reinserción
social del joven consumidor de drogas.
Para el análisis y la interpretación de los relatos, es preciso tener en cuenta en
todo momento de la investigación que: entre vivir y narrar existe siempre una
separación, y que la vida se vive, la historia se cuenta, como lo señala P.
Ricoeur (2000). En ese sentido, el que relata toma lo que narra desde la
experiencia, la que él mismo ha vivido o, en otros casos, la experiencia que le
han transmitido (Benjamin, 1998). Desde nuestros hallazgos se desprende otra
ruta analítica que se podría profundizar: la familia, específicamente la madre
como gestora del desastre, y el hogar como espacio de consumo. En los
múltiples caminos que toma el trayecto de cada joven, está presente la madre,
por lo que es de suma relevancia profundizar en la comprensión de su rol.
Además, está presente la familia que aleja al adicto a las zonas de mayor
riesgo, de las calles, de los huecos, etc., y permite que el espacio vital, la casa
familiar, se convierta en el “fumadero” de la modernidad tardía. Es necesario
comprender las razones que los impulsan a tomar esa decisión y romper esa
barrera simbólica.
De otro lado, existen ciertas líneas de acción que consideramos pertinentes
señalar y que también merecerían ser analizadas. Estas pueden servir, tanto
para el ajuste de las actuales políticas y leyes, como para la reflexión de otras
nuevas en torno a la juventud y el consumo de drogas ilegales en el Perú.
Considerando que han pasado ya más de 100 años (Shangai 1909) del inicio de
la fiscalización mundial de las drogas ilegales, las políticas enmarcadas en el
prohibicionismo tienen resultados que nos permiten dudar de su total eficacia.165
165
Si consideramos una sola arista de la problemática de las drogas ilegales, como es el consumo de
PBC, la eficacia de las políticas se cuestiona cuando la prevalencia adquiere un patrón estable en 2005
con 3.7%; 2.2% en 2007 y 2.1% en 2010 (UNODC, 2013).
264
Ante ello, es preciso tener en cuenta que hace algunas semanas la OEA se
pronunció a favor de regular “el mercado de cannabis, ya que perseguir a los
usuarios y al mercado de cannabis ha resultado ser inefectivo, costoso y
contraproducente.” (2013)
La lucha contra las drogas en el Perú, ante las constantes transformaciones,
está obligada a incluir la voz del sujeto consumidor y a adaptarse a los próximos
cambios en relación con la legalización del cannabis. De esta manera, entre
otros asuntos, enfrentará la paradoja y el vacío legal de la “libertad” de consumo
de cantidades mínimas legales. Es decir, por un lado es permitido legalmente el
consumo mínimo de determinadas sustancias, por otro, no es legal la
comercialización de esas cantidades mínimas. En ese sentido, las propuestas
de Legaliza Perú y el Centro de Investigación “Drogas y Derechos Humanos”,
entre otras instituciones y miembros de la Sociedad Civil, podrían ser incluidas
seriamente en el debate político y legal. Con los clubes sociales y el auto
cultivo, por lo menos para el tema del cannabis, se podría medir tentativamente
el impacto social y sanitario de la liberalización citada.
Se podría mostrar apertura hacia la política de Reducción de Daños. Esta
política, en el Perú, representa diversas opciones, tales como: la priorización de
grupos vulnerables, la información oportuna, sustitución y/o usos terapéuticos
de sustancias, etc., como complemento, tránsito u objetivo intermedio para
hacer abandono de las prácticas de riesgo. Además, constituye una oportunidad
de recurrir a la misma fuente o materia prima (hoja de coca) de las drogas
ilegales de mayor consumo en el Perú, en su forma de píldoras de harina de
coca para mitigar las reacciones que sobrevienen a períodos de abstinencia.
Sería el análogo de la Metadona y podría utilizarse en los programas de
desintoxicación y mantenimiento de los farmacodependientes de drogas
cocaínicas.
265
Los centros de rehabilitación para adictos nos brindan una ruta analítica y
reflexiva que permitiría la generación de determinadas líneas de acción. Estas
instituciones, bajo la perspectiva de una institución total, poseen caracteristicas
variables que se ven relacionadas con la situación de siniestralidad y el bajo
nivel de efectividad en la recuperación del adicto. Por tanto, es recomendable
acercarnos al comportamiento de un sujeto en el mismo espacio del
internamiento. Profundizando en la observación, sistematización y análisis de
cada actividad que se realiza individualmente y con el conjunto de otros,
aquellas que apuntan a cumplir los objetivos que tiene la institución para la
recuperación del sujeto y que brinden más luces científicas del proceso de
rehabilitación.
En ese sentido, el Estado peruano podría destinar mayores recursos que
permitan estudios e investigaciones al respecto, aprovechando la coyuntura de
inversión de más de 200 millones de dólares en la Estrategia Nacional de Lucha
contra las Drogas 2012-2016. Además, es preciso que el Estado identifique
nuevas formas en relación con los tratamientos de rehabilitación para adictos a
las drogas ilegales. Por un lado, alianzas estratégicas que aseguren la
participación activa del Estado, los gobiernos regionales, municipales y la
sociedad civil. Por otro, mantener y promover un enfoque multidisciplinario,
integrándose las visiones clínica, comunitaria e, incluso, la alternativa. Los
tratamientos en base a plantas ceremoniales, como el caso de la Ayahuasca,166
podrían representar una opción cuya viabilidad deberían analizar quienes
dirigen la lucha contra las drogas en Perú.
166
Existe diversa evidencia científica que puede servir de respaldo. El Centro de Rehabilitación de
Adicciones y de Investigación de Medicinas Tradicionales “Takiwasi”, dirigido por Jaques Mabit ha
producido valiosa información al respecto. Por otro lado, de la múltiples investigaciones realizadas
alrededor del mundo, recientemente se ha presentado: “El potencial terapéutico de los enteógenos para el
tratamiento de las adicciones: una investigación cualitativa sobre los efectos de la Ayahuasca”.
Investigación a cargo de la Dra. Anya Loizaga-Velder de la Universidad Heidelberg, Alemania.
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291
Anexos
A.1 Glosario de términos y estilo en los relatos de los jóvenes
A continuación presentamos el significado de ciertos términos, frases y
expresiones idiomáticas (modismos) utilizados por los jóvenes en sus
narraciones y que se encuentran a lo largo del presente texto.
Apiolado: agrandado, se cree superior a los demás.
Armar: preparar en papel especial, o utilizando el de un cigarrillo de tabaco, un
cigarrillo de droga ya sea de marihuana o PBC.
Batida: operativo policial inopinado, redada, acción policial.
Cabro: hombre homosexual.
Cana, comí cana: prisión, calabozo, cárcel, etc. Estuve preso, detenido.
Causa, causita: se refiere a un compañero o conocido. Utilizado como jerga
para referirse al compañero de barrio, no necesariamente tu amigo.
Cerrar: embaucar, estafar, negar.
Clavo, crudo: cigarrillo de PBC mezclado con tabaco. Preparado dentro de un
cigarrillo de tabaco, usualmente le extraen el filtro y le colocan cerillos o palitos
de fósforo para dejar el paso libre del humo y evitar, con poco éxito, quemarse
los dedos y los labios.
Cloro: clorhidrato de cocaína en polvo. Término que lo verbalizan (Clorear,
clorearse) para referirse a consumir o inhalar clorhidrato de cocaína.
Comérmelo, comérmela: tener relaciones sexuales con otra persona.
Comerse cana: estar preso o quedar detenido por un tiempo determinado.
Comerse el cuento: confiar, creer algo que le han dicho.
Conchatumare: forma abreviada de la frase ofensiva “concha de tu madre”.
Insulto que hace referencia a la vagina de la madre de la persona insultada.
Copión: una persona que imita, que remeda los actos de otro.
Cuñado, cuñao’: término utilizado al dirigirse a algún conocido que puede o no
ser su amigo.
Chibolo, chibola, chibolada: de una persona que está en la edad de la niñez o
que sus actitudes lo representan tal cual.
292
Chupar la vaina: tener o mantener sexo oral.
Delivery: término anglosajón utilizado en el contexto de las drogas como venta
y entrega a domicilio de drogas.
Dengue, dengueado: cuando el sujeto atraviesa por el síndrome de
abstinencia del consumo de drogas.
Drogo: persona adicta a alguna sustancia o droga ilegal.
Duro, estar duro: estar drogado, sentir los efectos de alguna droga ilegal.
Usualmente los efectos de la PBC o la cocaína.
Escuelearse, escueleándome: aprender malas costumbres, usualmente en
referencia a la escuela de la calle o de la vida.
Fest: del término inglés que se traduce como festival, fiesta.
Flaca: mujer, chica, joven. No está referido concretamente a la delgadez pero
es una forma de referirse cortésmente sobre una mujer.
Hacer la hora: pasar el momento sin cumplir con responsabilidad alguna,
vagar.
Hiphopero, ra: persona que escucha y muestra una estética ligada a la música
Hip Hop.
Hornear, horneado, horneó: el verbo hornear remite a la situación y el espacio
cerrado donde están consumiendo algún tipo de droga ilegal fumable. De allí se
desprende el adjetivo horneado y el pretérito perfecto simple horneó.
Hongos: en referencia a cualquier hongo de efectos alucinógenos.
Hueco: lugar o espacio dedicado al consumo de drogas. Pueden ser casas o
viviendas destinadas para el consumo de drogas ilegales, terrenos baldíos,
basurales, etc.
Huevón: forma despectiva y vulgar de tildar a una persona de imbécil o tonto.
Jato: casa, departamento, vivienda. Espacio donde vive una persona o una
familia. También se le denomina así al espacio cerrado donde se consume
drogas. En ocasiones es un sinónimo de hueco.
Kete: envoltorio que contiene PBC.
Lacra: de algo o alguien sucio, viejo, acabado.
293
Liga: paquete que contiene 10 o 20 ketes de PBC. Los envoltorios están
sujetos con una liga de plástico, de ahí la denominación.
Loco, loca: persona con visibles signos de demencia a causa del consumo de
drogas. Ver quemado.
Micropuntos: uno de los nombres comerciales del LSD-25. También se le
conoce como tripis, secantes, o simplemente la denominación del grabado que
traiga el papel que los contiene: soles, bartsimpsons, gatosfélix, planetas
verdes, Batman, etc.
Mixtos: cigarrillo de pasta básica de cocaína y marihuana. Es preparado dentro
de un cigarrillo de tabaco.
Oe: oye, oye tú.
Pasero: sujeto que compra droga por encargo, a cambio recibe una comisión
que usualmente es de una determinada cantidad de la droga comprada.
Pasta, pastel, pye, pai: diversas denominaciones de la PBC.
Pastelero, pastrulo, panadero: persona que consume PBC.
Pata: amigo, conocido, individuo.
Pendejo: astuto, sagaz, pero que no contempla la moral ni los valores.
Pichiruchi: ser cualquier cosa, de bajo nivel, de escasa calidad.
Poppers: droga en estado gaseoso que se expende en frascos herméticos.
Porro, bate, troncho, wiro, basuco: cigarrillo de marihuana. Preparado en
papel especial o utilizando el de un cigarrillo de tabaco.
Puntero: compañero, compinche, aliado, amigote.
Quemado, quemao’: persona que, por lo general consume PBC pero que tiene
signos visibles de demencia.
Reventar la boca: acción que se refiere a la primera vez de consumo de
drogas, usualmente ilegales y fumables como la marihuana y PBC. En el caso
de inhalables, como la cocaína, el término adopta la variante reventar la nariz.
Romperla: hacer algo muy bien.
Sacar: comprar droga, servir de intermediario en la compra de droga. “Sacar
pasta”, por ejemplo.
Sentir palta: avergonzarse, sentir vergüenza, sentir temor o preocupación.
294
Tío, tía: en referencia a una persona mayor, de más edad.
Tirar: tiene tres acepciones. La primera es mantener relaciones sexuales entre
dos o más personas. La segunda, hace referencia a gastar dinero. La tercera
verbaliza el término tiro.
Tirarse al abandono: despreocuparse de la forma en que se vive y de la
evaluación de las personas sobre uno.
Tiro: una dosis de cocaína.
Telo: hotel, hostal, hospedaje.
Tocada: concierto, por lo general, de rock o algún sub género de éste.
Tombo, tombería: policía.
Toque: fumar, aspirar el humo de un cigarrillo de droga.
Vaina: en referencia al clorhidrato de cocaína. También se utiliza para
denominar así a una determinada situación. Por ejemplo: lo que hiciste es una
vaina.
295
A.2 Caracterización de los sujetos de estudio. Una mirada a sus
“biogramas”.
Lo que hemos denominado como “biograma” se refiere a las líneas biográficas
que cada uno de los jóvenes trazó a partir de un diagrama lineal. Esta
propuesta dinámica se realizó en una hoja grande de papel, donde los jóvenes
trazaron con marcadores de distinto color dos líneas paralelas. En la primera
línea marcaron puntos y describieron brevemente su vida en general, desde
que nacieron, su infancia, la escuela, su inicio en las drogas, la llegada al
centro, etc. En la segunda línea, denominada su vida en las drogas, colocaron
puntos y describieron los sucesos más saltantes de su vida en ese mundo. Al
terminar, junto con ellos, trazamos ciertas relaciones entre los puntos de una y
otra línea, para nosotros hipótesis de trabajo, para los jóvenes, algunas razones
de su consumo. A continuación dos ejemplos de “biogramas” correspondientes
a Akira y Gisela.
Gráfico 4: “Biograma” correspondiente a Akira, sólo se pudo establecer una hipótesis la cual
está marcada y enlazada entre círculos y una línea.
296
Gráfico 5: “Biograma” correspondiente a Gisela, se pudieron establecer diversas hipótesis de
trabajo. Varios momentos o situaciones de su vida que la entrevistada relacionaba con el
consumo de drogas.
A continuación presentaremos la descripción de cada “biograma” construido por
los entrevistados lo cual nos permite obtener, de manera más precisa, su
caracterización.
Akira, joven hombre de 21 años de edad, residente del Centro Fuente de Agua
Viva (FAV) de Chaclacayo, Lima. Este es su sexto internamiento por consumo
de PBC. Tiene 2 meses en el actual programa de rehabilitación y es uno de los
sujetos que menor información proporcionó, tanto en el “biograma” como en las
entrevistas. Relacionamos este hecho con el consumo de algún tranquilizante
por indicaciones de los especialistas del centro.
De ascendencia japonesa, nació en el distrito de La Victoria, en el año 1991. A
los 3 años de edad su madre lo llevó a vivir a Japón. Cuando él tenía 4 años
297
recuerda una llamada telefónica en la cual le daban aviso a su madre que el
papá de Akira había fallecido, él era drogadicto. Su madre decidió regresar a
Perú y en la nueva escuela no reconocieron sus estudios realizados en Japón,
lo ubicaron en un grado muy inferior al que le correspondía. Akira señaló que
esto lo marcó para siempre. A los 16 se enamoró de una chica de nombre
Lizeth pero sostuvo una relación de poco tiempo. Esta ruptura coincide con su
inicio en el consumo de drogas.
Inició consumiendo marihuana luego, “por curiosidad”, probó PBC. Su consumo
se incrementa, intenta trabajar pero lo despiden. Consume compulsivamente
hasta que su madre decide internarlo en el centro terapéutico Camino hacia la
Luz. Sale y recae, consumía drogas en la calle, en el cuarto de un hotel y en el
hueco de Sucre, donde una vez le apuntaron con una pistola para robarle una
gorra. Lo internaron en tres ocasiones en el Hospital de Salud Mental Hermilio
Valdizán. Cada vez que salía, al poco tiempo, volvía a consumir. A los 20 años,
según señala, perdió todo lo que le importaba. Su quinto internamiento fue en el
centro Cristo es Amor de San Juan de Lurigancho. Akira es sobreviviente del
fatídico incendio ocurrido en ese centro en el mes de enero del 2012.
Adam, joven hombre de 19 años de edad, residente de FAV (Acogida). Este es
su segundo internamiento por consumo de marihuana, ketamina, ácidos, entre
otros. Tiene 4 meses en el programa, sin embargo hasta ahora considera que
su consumo no fue “compulsivo” como para estar en un centro. Este joven,
según señala en su “biograma”, lo primero que marca su vida fue la separación
de sus padres cuando él tenía 4 años. Tres años después su madre tiene otra
pareja y reinician una vida familiar. A partir de los 13 años de edad Adam
señala que “se sentía muy solo”167 , no tenía amigos y la única con quien
conversaba era con su hermana menor. Del Callao se mudaron a San Juan de
Lurigancho, donde hizo amigos y con ellos inició su consumo de alcohol “en
exceso”.
167
Todas las palabras y frases que figuran entre comillas en el presente acápite corresponden a citas
textuales de cada bio-grama.
298
Al cumplir los 15, “buscando la soledad y diversión por falta de atención", inicia
el consumo de marihuana. Al año siguiente consiguió trabajo y con esto
solventaba su consumo de alcohol y marihuana. Entre los 17 y parte de los 18
años tuvo “una vida completamente desordenada”, consumía alcohol,
marihuana, LSD, ketamina y cocaína. Hasta que junto con su enamorada
prometieron no volver a consumir algunas sustancias como la ketamina. A los
19 años su consumo era solamente de alcohol y marihuana, sólo los fines de
semana y a escondidas de su enamorada. Sin embargo, Adam señaló que en
esa época ya no tenía “control de sus acciones” y tenía “problemas con todo el
mundo”. Quince días antes de que su madre decida internarlo, él dejó el
consumo y trató de buscarle una solución a su problema. El 24 de febrero del
2012 lo internaron en la Casa de la Juventud, en San Juan de Lurigancho.
Luego de unos meses lo trasladaron a FAV.
Cristian, joven de 19 años de edad, él es residente de FAV (Comunidad). Este
es su primer internamiento por consumo de PBC. Está a punto de terminar el
programa de rehabilitación, tiene 14 meses en él. Nació en la provincia de
Huarmey y a los pocos meses sus padres se separaron y su madre lo llevó a
vivir a Lima, a un barrio de Lurín llamado Villa libertad. Allí permaneció parte de
su infancia, luego se mudaron a Pachacamac. A los 14 años, en la secundaria,
inicia su consumo de marihuana por “curiosidad”. La dosis de droga empezó a
ser cada vez mayor, fumaba en su casa y en el colegio, sólo quería dinero para
eso, “para seguir consumiendo”. En el colegio las cosas no marchaban bien,
repitió dos veces el primer año de secundaria. Lo cambiaron a otro colegio y en
ese ambiente probó PBC y a los pocos meses ya se consideraba adicto a esta
sustancia.
Su vida “cambió por completo”, cuando consumía pasta siempre “quería más y
más”, hasta que “se quedaba dormido”. Se volvió más intolerante, agresivo,
malcriado, etc. Su madre no quería saber nada de él, perdió a su enamorada,
perdió “todo lo que quería” y se “refugiaba en las drogas”. Su madre lo cambió
299
de colegio, en otro distrito, San José de Chilca. Lo que no sabía ella era que en
ese lugar “también abundaban las drogas”. A los 17 años abandonó ese otro
colegio y su madre lo botó de la casa. Vivió en la calle y “estaba tan lacra” que
empezó a robar, ni siquiera tenía hambre. Después de todas esas vivencias
regresó a su casa, flaco y dolido, en resumen, “destruido”. Le pidió ayuda a su
madre, ella aceptó y decidieron que debía internarse. Desde el 26 de abril del
2011 llegó voluntariamente a FAV.
Dalins, joven de 20 años de edad. Él es residente de la Casa de Retiro Las
Lomas, ubicada en Huanchaco, Trujillo. Este es su primer internamiento por
consumo de PBC y tiene seis meses en el programa. Nació en el año 1993, a
los 4 años inicia su vida escolar en un jardín cercano a su casa, en el distrito de
La Esperanza. A los 9 años, según indica, ya estudiaba en el colegio Liceo
Trujillo. En el mismo colegio a los 12 ingresa a la etapa secundaria, indica que
este cambio “le chocó pero sí avanzó”. Sin embargo, tiempo después se retiró
voluntariamente del colegio. Cuando tenía 15 años inició su consumo de
cerveza, en mínima cantidad pero esto hacía que tenga un comportamiento
“relajado”. Al cumplir 16 sus padres lo inscribieron en un colegio no
escolarizado para que culmine sus estudios. Salía a fiestas y en una ocasión,
cuando había ingerido licor, probó por primera vez marihuana. Inició también en
esta época sus actos delictivos, al inicio robaba celulares. Al cumplir 17 años
sus amigos del barrio le invitaron pasta y le gustó. Sus actos delictivos fueron
en aumento, robaba taxistas y cada asalto le representaba entre 400 a 700
soles.
Al cumplir la mayoría de edad conoció a más gente “de mal vivir”, le enseñaron
a robar casas y a extorsionar comerciantes, para ello consumía drogas antes.
Tenía en esa época una enamorada, ella sufría por su conducta pero “a la vez
lo disfrutaba”. Con el dinero que Dalins conseguía a través de los robos, él la
invitaba a comer y le compraba ropa. Al año siguiente, a los 19 años, su
consumo y los actos delictivos aumentaron, “iban de la mano”. Gastaba hasta
300
80 soles diarios en droga. La droga lo “había segado”, “perdió a su familia pero
les pidió ayuda”. Dalins “tenía miedo de lo que le pudiera pasar más adelante” y
aceptó voluntariamente ser internado.
Damián, 19 años de edad, residente de la Casa de Retiro Las Lomas. Este es
su primer internamiento por consumo de marihuana y PBC. Nació en Lima en el
año 1994. A la edad de 4 años pierde a su padre en un accidente
automovilístico. Era un 24 de diciembre. A los 8 años se enteró que su madre
ya tenía otro compromiso y señala haberse sentido “asombrado”. A la edad de
12 años ingresó a la secundaria a un colegio nacional “muy diferente” a lo que
él “se esperaba”. A los 14 inició su consumo de marihuana a causa que se
sentía muy “solo” y le “hacía falta su hermano” quien había viajado a USA. Un
año después empezó a consumir más y esta situación se relaciona con el
hecho que conoce gente de las “barras bravas” de Universitario de Deportes168 .
Le robaba dinero a su madre para poder solventar los viajes con su equipo y la
droga.
Se alejó temporalmente de las drogas, pero a los 17 años de edad volvió. En el
colegio invitaba marihuana a sus compañeros, a quienes “les llamaba la
atención y querían experimentar”. Participaba en peleas contra hinchas del
equipo rival (Alianza Lima). Eran épocas en la que “andaba más preocupado”
en su vida de barrista, “pensaba de dónde sacar el dinero para el siguiente viaje
o en ir a hacer disturbios a otros barrios”. Al terminar la secundaria se va de
viaje de excursión y lo considera como “algo inolvidable en la vida”. Para ese
viaje “sobraba la marihuana” ya que “casi todos fumaban”. Al año siguiente
ingresó a la universidad, pensó que allí todo iba a cambiar pero conoció a tres
compañeros que también consumían marihuana. Dejó de lado los estudios para
seguir con el consumo. Su madre y su padrastro lo descubrieron y decidieron
internarlo.
168
Equipo peruano de fútbol profesional.
301
Esteban, joven de 21 años de edad, residente de FAV (Comunidad). Este es su
cuarto internamiento por consumo de PBC y marihuana. Es la segunda vez en
FAV y tiene 10 meses en el programa. Es uno de los hermanos “mayores” de la
casa. Su primer recuerdo importante es cuando él tenía 8 años, a esa edad su
padre se aleja de su madre y él “siente mucha pena”. Al año siguiente conoce a
su amigo Manuel y a sus hermanas. Eran vecinos y Esteban “jugaba” (mantenía
sexo) con las hermanas de Manuel. No le gustaba el colegio y se escapaba de
su casa, hechos que coinciden con la primera vez que probó marihuana. Fue en
el colegio a la edad de 11. Entre los 12 y 13 años tenía “conocidos” con quienes
se reunía a consumir alcohol, marihuana y mixtos. Al año siguiente empezó a
delinquir, robaba con sus “causas” para solventar su consumo. Esto se convirtió
en una costumbre, no trabajaba y “robaba casi siempre”.
Se enamoró de Marycruz y ella junto con su abuela lo convencieron de que
ingrese a un centro de rehabilitación. Sólo duró 5 días internado, al cabo de
este tiempo su madre lo buscó con la policía y lo sacó de allí. Al cumplir los 18
años se fue de se casa, trabajaba en diversas provincias pero siempre volvía a
Lima a comprar PBC para su consumo. Lo internaron por segunda vez pero se
escapó. Conoció a una muchacha que lo “sedujo” y estuvieron cerca de seis
meses consumiendo PBC. Lo internaron por tercera vez, en esa ocasión sí
cumplió todo el tiempo que el programa de rehabilitación exige. Al salir “vivió
bien” durante unos meses. Al cumplir los 20 años recayó con las drogas. Lo
internaron nuevamente, está realizando todo su proceso otra vez y “ya no va a
fumar”.
Geraldine es una joven de 25 años de edad, residente de FAV (Proyecto
Mujer). Es interesante considerar que esta joven no haya colocado ninguna
fecha referencial en el “biograma”. Solamente trazo puntos en ambas líneas, sin
embargo, sí nos condujo a diversas hipótesis de trabajo ya que relacionó casi
todos los eventos relevantes de su vida como una circunstancia que la llevó al
consumo de drogas. El primer punto que señala en su “biograma” corresponde
302
a un episodio en que ella le ayudó a su madre a buscar droga para su hermano
adicto, en esta época ella aun era una niña (8 años aproximadamente).
Otro momento importante tiene relación con la violencia familiar que se vivía en
el hogar, la cual no se restringía a las agresiones del padre hacia la madre, por
ejemplo, cuando el padre castigó a su hermano por haber roto la ventana de un
vecino. La violencia también se reflejaba en el accionar del hermano, ya que la
madre tuvo que intervenir en una pelea de éste con un vecino ya que “si no lo
mataba”.169 En otra ocasión, la familia denunció al hermano por haberse llevado
unas maletas del padre, pagándole además a los policías del escuadrón de
“águilas negras” para que lo golpeen. Sin embargo, estas situaciones están
matizadas por un lado emotivo, por recuerdos recurrentes, ver a sus padres
juntos y haciendo una vida familiar en armonía.
A partir de los 14 años Geraldine inicia el consumo de drogas, ella relaciona
este hecho con el momento en que la madre le confiesa que “no quería tenerla”,
que había sido por la insistencia del padre. Otro momento relacionado con su
inicio en el consumo de marihuana es cuando la expulsan del colegio. La
situación específica es cuando ella le dice a un chico que quería fumar y lo
hacen. En relación con el ambiente familiar, éste se ve afectado por el
descubrimiento de infidelidad por parte del padre. Una situación marca
especialmente a la entrevistada en esta época, ella escucha a su padre
hablando por teléfono con su amante. Bajo el mismo contexto familiar de
infidelidad, ella conoce a un ciudadano colombiano, narcotraficante, y su
consumo de drogas empieza a ser diario. La relación con el colombiano no fue
muy estable, le “sacó la vuelta” con otra persona que también consumía drogas.
Se alió con su hermano drogadicto y empezaron a vender las cosas de valor de
su casa para comprar drogas. Al poco tiempo es internada por primera vez en
un centro de rehabilitación (a los 16 años de edad aproximadamente).
169
Las frases y palabras entre comillas corresponden a citas literales de lo descrito por cada joven en su
bio-grama.
303
Al salir, luego de seis meses, una de las primeras cosas que hace es buscar al
colombiano para seguir consumiendo. Se va de su casa y quiere “experimentar”
con cocaína. Ingresa a la universidad pero recae, es internada por segunda vez
“cuando estaba de lo mejor en sus estudios”. Al salir se embaraza y tiene a su
hija, recae, deja a su hija con sus suegros “para seguir drogándose” e inicia la
venta de drogas con narcotraficantes. Fue cómplice de un robo y volvió a
aliarse con su hermano para llevarse cosas de valor de la casa familiar. La
internaron por tercera vez. Salió y al poco tiempo, “buscando no estar sola”,
volvió a drogarse. Le robó dinero a su hermana mayor y volvieron a internarla.
Conocimos a Geraldine en su cuarto internamiento, es por consumo de alcohol,
cocaína y marihuana. Su madre vive fuera del país, su padre no tiene paradero
conocido. La mantiene económicamente una prima.
Gisela, joven de 25 años de edad, nació en el año 1987. Estuvo internada en el
centro de rehabilitación Proyecto Vida de Cieneguilla. Ella vivió su infancia en
los Estados Unidos de Norteamérica y cuando tenía 6 años de edad sus padres
se separaron. Al año siguiente junto a su madre regresó al Perú. A los 9 años
confiesa a su madre, en presencia de su segundo esposo, que la hermana de
su padre biológico tenía “juegos sexuales” con ella. Esta segunda pareja de su
madre, luego tendría también esos tocamientos con Gisela. Su madre se
separa de él pero a los pocos años retomó esa relación. Gisela se enamora por
primera vez a los 14 y, como su madre no la dejaba salir de casa, forcejeaba
físicamente con ella hasta que se escapaba. Cuando cumplió los 15 años,
vuelve a ver a su padre, también descubre el mundo de las drogas probando
marihuana, se relaciona sexualmente por primera vez, se embaraza y tiene su
primer aborto.
Señaló que la razón principal de su consumo de marihuana fue para que su
enamorado deje las drogas. Un año después inició su consumo de cocaína
llevada por la “curiosidad”. Inician los maltratos físicos por parte de su
enamorado. A los 17 años probó crack, poppers y fármacos ansiolíticos. Se
304
relaciona con gente de la mafia limeña y se divierte asistiendo a fiestas privadas
de música electrónica. La relación con en el mundo de la mafia estuvo asociada
a dinero falsificado, tráfico de drogas y prostitución de alto nivel. A los 18 dejó
de asistir al colegio, se embarazó y abortó por segunda vez. Inicia su consumo
de éxtasis y a los 19 la frecuencia de consumo de todo tipo de drogas se eleva,
era “masivo y diario”. A esta edad también consumía, además de las drogas
mencionadas, hongos, ketamina, micropuntos y pasta. Su madre decide
internarla en el centro de rehabilitación de Cieneguilla. Resiste un corto tiempo
en el centro y organiza, junto a dos internas más, una fuga. En esta época
escuchó por primera vez de Dios y “tomó su decisión”.
A la edad de 20 años viajó a Estados Unidos, se fue a trabajar y se reúne con
su padre. Su padre consumía drogas y ella lo ve por primera vez. Él también se
entera de la adicción de Gisela. En la ciudad de Miami se relaciona con un
vendedor de drogas quien la agredía físicamente. Cumplidos los 21 años se
muda a la ciudad de Nueva York, se fue a vivir con aquella tía que a sus cortos
9 años “tenía tocamientos” con ella. Trabajaba para pagar su consumo de
drogas, consumía alcohol, marihuana y cocaína. Discutía mucho con su tía, las
cosas “empezaron a salir mal” y por eso decidió regresar a Perú. A los 22 años
dejó temporalmente las drogas y decide “seguir al Señor” pero sin dejar el
vínculo con sus amigos de siempre. A los 23 años, Gisela considera que
consumió drogas ilegales en pocas ocasiones, pero a los 24 se “aleja del
Señor”, se va de su casa y tuvo una recaída “grave” en el consumo. A los 25
años “el Señor la transforma totalmente”, deja las drogas, empieza su
“verdadera vida” y permanece cerca de seis meses con la familia pastoral de su
iglesia. Actualmente lleva más de diez meses sin consumir drogas y vive junto a
su madre y su menor hermana.
José Pablo, joven de 20 años de edad, residente de la Iglesia-Hogar
Rompiendo Cadenas. Este es su primer internamiento por consumo de PBC.
Nació en provincia, en Cerro de Pasco en el año de 1989. En esa ciudad inició
305
sus estudios escolares y a la edad de 7 años su familia lo llevó por primera vez
a una iglesia Cristiana Evangélica, donde llegó a ser “presidente de los niños”.
Años después su padre se fue a trabajar a otra ciudad y los llevó a vivir a Lima,
José Pablo tenía 10 años. En esta nueva ciudad terminó la escuela primaria e
inició la secundaria. Era muy bueno en el fútbol, con los amigos del colegio se
reunían y jugaban. Cuando tenía 15 años él descubre, cuando bebía licor con
unos tíos, que su padre tenía otros hijos y otra familia. Este punto es el inicio de
José Pablo en el consumo de las drogas ilegales.
Con sus amigos del colegio tomaban licor y fumaban marihuana y sus demás
compañeros lo sabían. Poco tiempo después José Pablo se enamoró de una
compañera del colegio, ella quedó embarazada de él pero su familia la obligó a
abortar. José Pablo perennizó la relación y estos sucesos haciéndose 2
tatuajes. Profundizó su consumo y lo hace compulsivo. Trató de salir del mundo
de las drogas pero recayó, fue detenido por la policía por posesión de drogas.
Dejó los estudios y se dedicó a trabajar en varios lugares, pero como seguía en
el consumo perdió los empleos. Se “hundió en las drogas pensando en que ya
no podía ser como antes”. Sin embargo, en algún momento a inicios del año
2012 decidió cambiar. Un domingo a las 10:00 a.m., aún ebrio y drogado,
asistió a la iglesia-hogar Rompiendo Cadenas y optó por su rehabilitación. José
Pablo tiene 5 meses en el programa y ya es el encargado de la casa.
Luciano* es un adulto-joven, 33 años de edad170 , nacido en la provincia del
Callao. Tiene bonitos recuerdos de su niñez, cuando su padre llegaba de viaje
trayendo regalos para todos. Vivió una “vida feliz” hasta los 7 años de edad, sin
embargo, menciona que en esa época su padre le obligaba a tomar cerveza
cada vez que él bebía junto a sus amigos. Su padre perdió el empleo como
marino mercante y la economía familiar inicia su descenso, vendió la casa y
empiezan a vivir de un lugar a otro hasta que llegan a un AA.HH de Ventanilla.
170
A pesar de su edad d se decidió entrevistarlo debido a la disponibilidad del sujeto para colaborar con la
investigación. Es preciso señalar que nos centramos en las narraciones de sus experiencias hasta que
cumplió los 25 años de edad.
306
A los 10 años Luciano trabajaba de madrugada cargando maletas o ayudando a
turistas junto a su hermano en el aeropuerto Jorge Chávez. Al poco tiempo dejó
la escuela para dedicarse íntegramente a trabajar.
A los 13 años probó por primera vez la marihuana pero no le gustó. Desde los
15 inició con el consumo de cocaína. Un año después, regresando del trabajo a
casa, sus amigos del barrio le invitaron pasta. Desde los 18 años, su consumo
fue compulsivo y estuvo cuatro años “perdido en el hueco”. A los 24 lo apresan
por hurto agravado, llegó hasta la Fiscalía, lo condenaron pero salió en libertad.
Al cumplir los 25 unos familiares llegaron desde Estados Unidos de
Norteamérica al Perú. Lo ayudaron con trabajo y casa en una de las zonas más
exclusivas de Lima. Todos los fines de semana regresaba a Ventanilla a fumar
pasta en el hueco la posta. Actualmente es residente de la Iglesia-Hogar
Rompiendo Cadenas, en San Juan de Lurigancho, Lima. Este es su tercer
internamiento. Tiene 2 meses en el programa.
Luiggi, joven de 19 años de edad, él es residente de FAV (Comunidad). Este
es su primer internamiento por consumo de marihuana, PBC y cocaína.
Cometió delitos asociados al consumo tales como la micro comercialización de
drogas. Tiene 4 meses en el programa. No mostró una buena actitud en las
entrevistas. Fue poco colaborador para con la investigación, otorgando escasos
datos.
Nació en 1993, en esa época él y su familia vivían en el distrito de La Victoria. A
la edad de 5 años se mudaron a Villa María del Triunfo. Allí vivió el resto de su
infancia y adolescencia. En el año 2004, cuando tenía 11 años, ingresó a la
secundaria y es allí cuando probó por primera vez “sustancia verde”
(marihuana). En los meses posteriores a este hecho consumía tanto en el
colegio como en su casa. Un año después en el barrio le invitaron “sustancia
marrón” (PBC). Desde los 12 hasta los 16 años de edad, debido a su conducta
agresiva y poco interés escolar, es expulsado reiteradas veces de los colegios a
307
los que su familia lo matriculaba. Su consumo de PBC había incrementado
tanto que en el año 2010 le descubrieron principios de tuberculosis. Antes de
terminar ese año su familia adquirió una nueva casa, en el distrito de Santiago
de Surco, Lima. En esa época ya había iniciado su consumo de cocaína y en el
mes de noviembre falleció su tío a causa de las drogas. Al mes siguiente,
estando bajo los efectos de las drogas, discutió con su madre y ella sufrió un
colapso que casi le origina la muerte. En el mes de enero del 2012, sus padres
“lo pepean” y Luiggi es internado en FAV.
Sergio, de 20 años de edad, él es residente de FAV (Comunidad). Este es su
primer internamiento por consumo de marihuana y PBC. Nació en el año de
1992 y sus padres eran bastante jóvenes, casi adolescentes. No detalló más
sobre su infancia pero sí indicó que cuando tenía 8 años de edad tuvo su
primera pelea. Fue con un compañero de escuela, Josymar G. Con él, luego de
varios años, también consumió drogas. Su gran afición al fútbol lo llevó, a los 13
años de edad, a probarse en un equipo de las ligas menores de Lima. A esa
edad, además, probó por primera vez marihuana, fue en el colegio donde
estudiaba. Al cumplir los 15 años lo llamaron para que pase una prueba en el
equipo de menores de Universitario de Deportes. Lo aceptaron y dejó de
consumir drogas por un período de 6 a 8 meses. La abstinencia171 no fue total,
fumaba marihuana de vez en cuando y señala haber probado mixtos en esa
época, también se involucró en hurtos pequeños.
Al cumplir los 16 años, permaneció en un equipo de fútbol el cual asciende de
categoría y juega un campeonato importante. Sin embargo, los fines de semana
el consumo de mixtos se volvió más regular en la vida de Sergio. A los 17,
cuando logra ser convocado al equipo de reserva (un paso antes del equipo
profesional) de Universitario de Deportes, inicia su consumo compulsivo de
mixtos y crudos. A los 18 años dejó totalmente el fútbol y se dedicó sólo al
171
“Privación del consumo de drogas o (en particular) de bebidas alcohólicas, ya sea por cuestión de
principios o por otros motivos.” (OMS, 1994:11).
308
consumo drogas. Luego de varios meses sus padres lo internaron en FAV.
Sergio tiene 12 meses en el programa y está a la espera que sus padres lo
lleven a casa ya que no desea hacer la “reinserción” dentro del programa.
Luis Omar es el único adolescente (16 años de edad) que entrevistamos
durante la investigación172 . Lo encontramos en su primer internamiento y
negaba que fuera por consumo de drogas, señalaba que su padre lo había
internado debido a los frecuentes delitos que cometía. Tiene 2 semanas en el
programa y mostraba heridas de quemaduras recientes en el pecho, sentía
mucho dolor y refería que las quemaduras habían sido hechas con una plancha
caliente. Una turba de pobladores lo había castigado por haber robado en una
vivienda. La segunda entrevista no fue permitida por órdenes del director del
centro, por ese motivo no tenemos datos de su “biograma”.
Marlon es un joven de 19 años de edad, era residente en FAV (Acogida). Su
internamiento se debía por consumo de marihuana, tenía pocos meses en el
programa y sus familiares decidieron retirarlo. El carácter de su padre, un
profesional médico, fue un factor determinante para que los directivos del centro
no insistieran en que Marlon se quedase. Al regresar para la segunda entrevista
ya no lo encontramos en el centro, ese es el motivo por el cual no tenemos
datos de su “biograma”. Según lo narrado en la única entrevista, este joven
posee estudios completos escolares y antes de su internamiento había
ingresado a una universidad limeña de prestigio. Sumamente elocuente en su
relato, nos brindó detalles de su vida. Describió a su familia como un entorno de
profesionales de clase media alta que habían llegado a vivir a la capital
provenientes de la ciudad de Ayacucho. Este joven se mostró a favor del
consumo legal de la marihuana y se quejó del tratamiento de rehabilitación.
Probablemente, razón adicional por la cual convenció sus padres para que lo
retirasen de FAV.
172
Esto se debió a que era el único sujeto que se acercaba a nuestra edad de muestra. La población
residente de Centro Victoria, Iquitos, tenía una media de edad que superaba los cuarenta años.
309
Julio, de 24 años de edad, era residente de FAV (Acogida). Estaba internado
por consumo de marihuana y PBC. Tenía pocos meses en el programa y sus
familiares decidieron retirarlo para que viaje a Chile a trabajar. Al regresar para
la segunda entrevista ya no lo encontramos en el centro, ese es el motivo por el
cual no tenemos datos de su “biograma”. A partir de su relato autobiográfico,
este joven no concluyó sus estudios escolares. Desde pequeño los abandonó
para dedicarse a trabajar junto a una orquesta de música salsa. Inició ayudando
a trasladar los equipos y llegó a ser cantante y bailarín. Se emocionaba cada
vez que recordaba sus experiencias y shows musicales, lo que lo llevó a ser
apodado como “showie”, una expresión que le agradaba debido al
reconocimiento que adquiría por parte de la gente, de su público. Nos mencionó
de las ganas que tenía de dejar, en un principio, el internamiento pero que esta
situación ya había cambiado. Sin embargo, es probable que sí haya manipulado
a su familia para que lo retirasen de FAV. Es probable también que la situación
económica familiar los haya obligado a hacerlo.
310
A.3 El contexto de siniestralidad en las comunidades terapéuticas en el
Perú
Era una mañana soleada del 28 de enero del año 2012 cuando más de una
docena de unidades de la Compañía General de Bomberos Voluntarios del
Perú se tuvo que trasladar a la cuadra uno de la Avenida Próceres de la
Independencia, distrito de San Juan de Lurigancho. El humo se levantaba sobre
los techos de las casas y el olor a quemado daba cuenta de un incendio en el
centro de rehabilitación para adictos “Cristo es amor”. Ese día la cifra preliminar
de víctimas mortales fue de 27, aunque en un inicio y según representantes del
Ministerio Público esta ascendía a 26. Días posteriores se supo que murieron
29 hombres cuyas edades oscilaban entre los 16 y 45 años. Un menor de edad
entre los fallecidos, de 16 años, estaba internado debido a su adicción a los
vídeo juegos.173
El recinto albergaba a cerca de 80 internos. Los hombres de prensa que se
hicieron presentes confirmaron que una reyerta en el primer piso del lugar
devino en la quema de un colchón y en una lucha por controlar la puerta de
acceso. Las medidas de seguridad y un golpe a la parte interna de la citada
puerta habrían complicado que escapen al fuego. Desde el segundo piso
algunos lograron saltar y escapar a la calle. Los heridos fueron trasladados
hasta el Hospital 2 de Mayo, donde Mario Garvino, de 31 años de edad, fue el
fallecido número 29. Murió a causa de un severo daño cerebral, debido a la
inhalación de gases durante el incendio.174
Desde ese día las autoridades y políticos de todo nivel dieron muestras de
preocupación por el tema. Las responsabilidades de este accidente se hicieron
evidentes también. El director del centro de rehabilitación siniestrado, Raúl
García Albornoz, y el coordinador, Julio Matías Torres, fueron apresados el 01
de febrero y enviados a un penal al norte de la ciudad de Lima. Prisiliano Oré
Mitma, es otro responsable del centro que el mismo 01 de febrero se puso a
173
174
“Menor adicto…”, 2012.
“Aumenta a 28…”, 2012.
311
disposición de la justicia. Ellos fueron acusados de los delitos contra la vida, el
cuerpo y la salud en la modalidad de homicidio, exposición de personas al
peligro y exposición al peligro de persona dependiente agravado.
En tanto las autoridades municipales, distritales y provinciales, también
asumieron su cuota de responsabilidad pero a su manera. Carlos Burgos,
alcalde de San Juan de Lurigancho, se presentó el martes 31 de enero ante la
Comisión de Salud del Congreso de la República y reconoció que todos querían
lavarse las manos en este tema, pero considera que él ya asumió su culpa al
clausurar el local el lunes 30 de enero, dos días después del incendio. “Asumo
mi responsabilidad y la asumí al clausurar el local. Yo felicito a los congresistas
por la fiscalización que quieren hacer en este tema (...) Y está bien que
revisemos este caso. Todos los días aprendo algo nuevo, se aprende de los
errores porque uno no puede saber todo”, declaró a el diario El Comercio.
Sostuvo además que el ministro de Salud, el Dr. Alberto Tejada, “debe asumir
su responsabilidad ya que es su portafolio el que autoriza el funcionamiento de
estos centros”. Es preciso señalar que, según la ley, la municipalidad distrital es
la que clausura locales informales y el sector Salud autoriza a los formales. El
ministro Tejada, en diálogo con una de las más importantes radioemisoras
(RPP), insistió en atribuir toda la responsabilidad al municipio distrital de San
Juan de Lurigancho, señalando que el Estado aplicará una nueva política de
salud mental. “Será una labor comunitaria, no hospitalaria, en la cual los
psicólogos y psiquiatras participen directamente con los pobladores, ya que los
verdaderos problemas están en los hogares”,175 declaró.
Por otra parte la alcaldesa de Lima, Susana Villarán, afirmaba que antes de que
ocurra el incendio del centro de rehabilitación “Cristo es Amor”, ya se estaba
conversando con Devida para construir un centro de desintoxicación en la
capital del Perú. El primer local a edificarse sería “del más alto nivel de
175
“Alcalde de SJL…,”, 2012.
312
atención”, indicó la alcaldesa. “Va a comenzar en el Cercado de Lima y espero
que en estos tres años que nos quedan podamos tener al menos uno ejemplar
en Lima norte, Lima este, sur”, añadió. En diálogo con el programa televisivo “El
Dominical”, comentó que hay centros dirigidos por personas de muy buena
voluntad, pero que no tienen “ninguna capacidad de realizar esta tarea de
rehabilitación, que es muy difícil, de manera profesional, en condiciones de
seguridad”.
En tanto otras autoridades del Ministerio de Salud declaraban que en el Perú
sólo existen “47 centros de rehabilitación inscritos que cumplen con las
condiciones establecidas. Sin embargo, esta cifra no refleja el número total de
locales que funcionan en todo nuestro territorio”. Esto lo dijo Gloria Cueva,
directora general de Salud Mental del Ministerio de Salud, a la agencia de
noticias Andina. Las autoridades de salud están convencidas que los centros
informales suelen tener a varios internos en un mismo ambiente pequeño y no
ofrecen una buena alimentación ni cuentan con profesionales que garanticen un
adecuado tratamiento. Además, Gloria Cueva dijo que los inmuebles tienen
ventanas y puertas enrejadas, lo que pone en riesgo la vida de sus internos que
no pueden escapar en caso de un incendio o sismo.
En efecto, debido a las medidas de seguridad los internos no pueden escapar
en caso de un incendio. No se afirma ello solamente por lo ocurrido el 28 de
enero en San Juan de Lurigancho. Menos de cuatro meses después de ese
accidente, en la madrugada del 05 de mayo del 2012, cuatro menores de edad
–tres de 17 años y uno de 15– se encontraron entre los 14 fallecidos tras el
incendio en el centro de rehabilitación para adictos Sagrado Corazón de Jesús
de Chosica, zona ubicada al este de la ciudad de Lima.
Una vecina de este centro de rehabilitación, la Sra. Olid Rosas, señaló a la
prensa que antes de que se desatara la emergencia, escuchó una discusión al
interior del establecimiento desde la 1 a.m. del 05 de mayo. “Es un centro de
313
rehabilitación, suelen pasar a veces esos gritos cuando tienen sus crisis los
internos. Pero anoche fue algo fuera de lo común”, comentó añadiendo
respecto a las discusiones que estas “solían pasar y se callaban”. El alcalde de
Chosica, Luis Bueno, indicó que una de las hipótesis que se manejaron desde
el principio era que, en medio de una pelea entre internos, uno de ellos prendió
un colchón y lo arrojó a los otros. A diferencia del centro “Cristo es amor”, el
representante de la Dirección de Salud (DISA) 4 Lima Este, Pablo Céspedes,
señaló que el centro era formal y estaba empadronado en el Registro Nacional
de Establecimientos de Salud y Servicios Médicos de Apoyo.
En menos de cuatro meses el fuego acabó con la vida de 43 personas, todas
ellas internas en centros de rehabilitación. Sin embargo, la racha de siniestros
que ocurrieron en el año 2012 en el Perú no se circunscribe a estos centros.
Las terapias alternativas, ofertadas sobre la base de brebajes naturales,
también han tenido consecuencias nefastas y poco conocidas por la población.
Nos referiremos solamente a la última registrada y difundida por la prensa
peruana, se trata de la muerte del joven estadounidense Kyle Nolan de 18 años
de edad. La última vez que fue visto con vida fue el 23 de agosto del 2012. El
joven había viajado al departamento sur oriental de Madre de Dios, motivado
por sus ansias de acabar con su adicción a ciertas sustancias.
Nolan desapareció luego de permanecer en el albergue Shimbre Chamánico
Center, ubicado en la comunidad nativa de Tres Islas. Los detectives de la
División de Investigación Criminal, indagaron durante varios días sobre el
paradero del joven. Lo hicieron en distintos distritos de la región, al igual que en
Puerto Maldonado. Incluso, José Pineda Vargas, chamán y propietario del
albergue y la madre del desaparecido, Ingeborg Eswalo, denunciaron la
desaparición del joven. Él había llegado hasta esta alejada zona para que a
través de una sesión de Ayahuasca, supere sus adicciones.
Tras las investigaciones, el chamán y propietario del albergue, José Pineda,
314
asumió la responsabilidad por la desaparición de Nolan. Este joven murió en
manos del chamán y también se halló responsabilidad en el alemán Florian
Schmartz, traductor del joven. Todos los indicios indican que el joven
norteamericano había visitado varias páginas web en el intento de lograr la cura
de su adicción a las drogas. De esa manera contactó con el Shimbre
Chamánico Center, quiénes tras los sucesos sólo atinaron a colocar en su Web
(www.shimbre.org) el siguiente mensaje:
“Ofrecemos nuestras más profundas condolencias a los familiares y
amigos de Kyle Nolan. Todo el mundo asocia con Shimbre está
absolutamente devastada por la noticia (…) Shimbre fue creada para
ayudar a la humanidad y la serie de acontecimientos que se han
producido recientemente han dejado a la familia Shimbre conmocionada,
triste y enojada (…) Descanse en paz, la familia Shimbre.”
Tanto Pineda como el traductor, Florian Schmartz, señalaron que el día 22 de
agosto por la noche tuvieron una sesión de Ayahuasca y Nolan amaneció
muerto para el 23. Entonces, dijeron que para no comprometer la imagen del
albergue, lo enterraron en una chacra ubicada en los alrededores. Con las
indicaciones de Pineda, la policía halló el martes 11 de septiembre el cuerpo de
Nolan.
El último reporte, a octubre del 2012, un hombre perdió la vida a causa de
maltratos en el centro de rehabilitación “Casa de la Juventud”, en San Juan de
Lurigancho. Los familiares de Jaime Alberto Hurtado Pérez, de 35 años,
denunciaron que el mismo día que salió para internarse voluntariamente
recibieron una llamada en la que se les informó que Hurtado se había lanzado
del quinto piso del local. La necropsia señala que Hurtado Pérez murió por
traumatismos múltiples. A la fecha, este caso está en plena investigación.
315
A.4 Pirámide adictiva
ADICCIÓN
Inconsciencia del
problema
EXPERIENCIA
INDIVIDUAL
Inmadurez
Inconsciencia en
general
Violencia, maltrato, abuso
sexual, ruptura, fracaso,
muerte, ausencia.
Complacencia, referentes de
adicción, encubrimiento,
tolerancia, libertinaje.
Desinformación, negación,
manutención del vicio, temor,
codependencia.
Roles de víctima, salvador,
responsable, corresponsable.
U
M
B
R
A
L
D
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ENTORNO FAMILIAR
R
I
E
S
G
O
El barrio, la zona residencial, el parque, las lozas deportivas,
la esquina, los huecos, los hostales, las jatos, el castillo del terror, la calle.
Los aniversarios del barrio, las fiestas privadas y públicas, las discotecas, los
raves, los festivales, los conciertos, bares, y el consumo permitido de drogas
legales.
Los amigos, los dealers, los paqueteros, los paseros.
Venta indiscriminada y microcomercialización multinivel.
Los delitos asociados al consumo, el sexo a cambio de drogas o dinero para
su compra, orgías.
Tribus urbanas, sus elementos culturales y estéticos: uso de aretes, piercing,
tatuajes, la música.
ENTORNO SOCIAL
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