Pidele a tu Padre – Test bautismo Ruth

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Pidele a tu Padre – Test bautismo Ruth
Disponerse para orar - Ivan
CHILDREN OF MEDJUGORJE
Presidente: Denis Nolan
Vicepresidente: Sor Emmanuel Maillard
Cardenal Jaime Sin
Cardenal Bernardino Echeverría
Arzobispo Datuk Pete Chungó
Consejo Asesor: Obispo Nicholas D'Antonio
Obispo Michael D. Pfeifer
Obispo Donad Montrose
Arzobispo Frañe Franic,
P. Daniel Auge
Ralph Martin
El Diario de Sor Emmanuel
Jumio 1° de 2000.
¡Queridos hijos de Medjugorje, alabado sea Jesucristo!
1. Ruth provenía de una familia atea y a la edad de 28 años, no sabía nada de Dios. Hace dos años,
Dios se le reveló y ella vivió una profunda conversión. Fue bautizada durante la Vigilia Pascual de este
año del Gran Jubileo, después de 18 meses de catecismo en los que la escuela de la Virgen en
Medjugorje jugó un papel decisivo.
Para su bautismo, Ruth invitó a sus amistades, algunas de ellas provenientes de sitios muy distantes.
Ella quería alojarlos en un buen lugar y correr con los gastos, pero no contaba con el dinero suficiente.
Por eso comenzó a rezarle a la Virgen, quien dijo en Medjugorje: "A través de la oración, ustedes
sabrán lo que deben hacer." Ruth sintió en su corazón que debía ser generosa para que sus amigos y
amigas pudieran disfrutar plenamente los momentos que pasaran con ella en este gozoso tiempo
pascual.
Al pasar los días, ella comenzó a angustiarse porque el déficit en su cuenta bancaria era evidente. En
medio de su angustia, Ruth se volvió nuevamente a María y percibió claramente estas palabras en su
corazón: "¡Pídele a tu padre!". No podía orar sin que estas palabras resonaran cada vez más
insistentemente en su interior: "¡Pídele a tu padre!" Pero esta solución no la tranquilizó, porque, en el
pasado, ella había tenido que acudir a sus padres en busca de ayuda financiera y simplemente no podía
imaginarse pedirle dinero a su padre una vez más. Mientras estudiaba todas las posibilidades, las
mismas palabras repercutieron en su espíritu. Un día, incapaz de contenerse más, lloró en silencio a los
pies de María y le explicó que de ninguna manera podía acudir a su padre, que esa puerta estaba
cerrada. De pronto, el sentido real de esas palabras impregnó su mente y finalmente comprendió lo que
María le estaba diciendo desde el principio: "¡Pídele a tu Padre!", es decir a Aquel que se convertiría en
su Padre a través del bautismo: ¡nuestro Padre Celestial! ¿Cómo no lo había entendido antes? ³Pero qué
tonta soy², pensó Ruth, pero al mismo tiempo se regocijó por haber comprendido finalmente. Entonces
se presentó humildemente ante su Padre Dios y le presentó su problema. Ella le habló de su pobreza y
de su nada, le pidió perdón por haber sido tan tonta y le suplicó que le ayudara tal como un padre terreno
ayudaría a su hija. Al confiarle su problema al Padre, se sintió inundada de gozo y supo que sus
oraciones serían respondidas. ¡Su Padre lo había entendido todo y se ocuparía de ella! Ruth era
consciente de que esta confianza no cambiaba en nada la situación de su cuenta de banco, pero su
corazón estaba gozoso y lo sentía tan ligero como si todo se hubiese ya solucionado.
Al día siguiente, su tía le telefoneó y le preguntó si necesitaba alguna ayuda. Ella especificó: "Tú sabes
que nunca te he dado dinero. ¡Vamos, tan solo dime cuánto necesitas!" Ruth se quedó sin habla. La tía
insistió una y otra vez. ¿Habría percibido en oración las necesidades de su sobrina? El hecho es que
Ruth fue a su casa y recibió exactamente la cantidad que necesitaba a fin de poder cubrir los gastos.
Ruth concluye su testimonio de este modo: "Estoy agradecida con Dios y profundamente conmovida por
la humildad de María, quien me remitió al Padre. ¡Estoy segura que Ella intercedió por mí ante el Padre
Celestial, tal como lo hubiera hecho una mamá en la tierra con el padre de su hijo pródigo!"
2. Recientemente, un peregrino le preguntó a Ivan cómo orar con el corazón y esto es lo que nos contó
sobre la respuesta del vidente: "Lo importante en la oración es comenzar de la forma correcta. Cuando tú
decides llamar por teléfono a alguien, tienes que descolgar el auricular, esperar el tono, marcar el
número, hablar y mantener la conversación. De otro modo, no habría conexión y nada sucedería. Lo
mismo sucede con la oración, no podemos simplemente hablar de ella. Tenemos que decidirnos por
hacer oración y ponernos en acción para conectarnos. Tenemos que dar los pasos adecuados para
entrar en conversación con Dios, tales como abrir nuestro corazón, ponernos en la presencia de Dios,
escucharlo y dar lo mejor de nuestra parte para mantener el diálogo".
¿No les suena esto como una buena preparación para el Día de Pentecostés? Una vez más nos damos
cuenta, que las enseñanzas de la Virgen están arraigadas en el espíritu de la Biblia, porque entre el
pueblo judío, lo que importa más en la oración es la decisión que tomamos para dirigir nuestro corazón a
Dios. Para eso utilizan la palabra hebrea "Kavana", que significa dirección, como el marino que cuida
mantener el curso que lo lleva a su destino. Las olas y la tormenta podrán abatirse sobre él, pero aún así
él llegará al puerto.
Querida Gospa, confiamos en que tú nos mantendrás en curso. Por favor, vela sobre nosotros y
condúcenos al corazón de Dios.
Sor Emmanuel
PS. de Denis Nolan: Hoy, Jueves de la Ascensión, comienza nuestra novena que nos llevará a
Pentecostés en este Año de Gracia, ¡el Gran Jubileo! Fijemos nuestro curso de acuerdo a las directrices
de nuestra Madre: "¡Queridos hijos! Me regocijo con ustedes y en este tiempo de gracia y los invito
a una renovación espiritual. Oren, hijitos, para que en ustedes habite en plenitud el Espíritu
Santo, a fin de que sean capaces de dar testimonio con gozo a aquellos que están alejados de la
fe. Oren, hijitos, en particular por los dones del Espíritu Santo, para que en el espíritu de amor,
cada día y en cada situación, estén más cerca del hermano y a fin de que superen cualquier
dificultad con sabiduría y amor. Yo estoy con ustedes e intercedo por cada uno de ustedes ante
Jesús. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado." (Mensaje de Nuestra Señora el 25 de Mayo de
2000 en Medjugorje)
(Traducido al español por Helga Wriedt R., México)
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