i.iliuiiwu«wwi ' ^ iiiiinLiiwuiiiy^j^Liii,j.-"»-tji^jTW'wf.inij||F';j"i"j-tu,V.j^-. , >'.--.'^|. •w-i utw^iJujP)}^jttSPM -k-..- ,.WBjiwif.w?;HMf,^i'^'-^:' if.iw.wua-'J-"I?W?WWPW^. i-l-':'Vil Tom. 11. Barcelona 18 de marzo de 1860. Ndm. 19. i 441,1 (i!iiW!iM""W*'"i''*ii DI US PERIÓDICO SEMANAL. Gratis á los suscritores del DIAKIO DE BARCELONA. —TJn número suelto un real. SUMARIO. un DRAMA DE NUESTROS D Í A S , noTcli inédita (J<- Ms'l. Aiicciut. DON ANTONIO ROS DE OLANO. DON JUAN DE ZAVALA. LA CIENCIA PARA TODOS. FÓRMULAS : PUITOI pira dorar en fri'i.—Modii de límpicr el oro v \t\mta de loi burdadon ; tiHú. ÜM DRAMA DE NUESTROS ÜIAS. NOVELA IMÍOn A DE MAD. AHCBLOT. I. KL BAILE T EL BILLETE. Existen hombres de estudio , de con ciencia y de tíllenlo cnyocsiJirilu es susceptible de nobles Ideas y de profundas observaciones; el buen gusto ÍIIIKÍrenle & todo mérito real los liacc sencillos, sin ostentación y sin falsedad ; sus excelentes obras merecen mas el aprecio que la alabanza, pareciéndose á las mujeres virtuosas, de las cuales se habla poco. Existen "otros hombres cjuo empican la misma sencillez en sus acciones generosas; se consagran á ellas sin ruido, haciendo inmensos sacrificios con el mas absoluto silencio. Nadie lo sabe; sin embargo su fuerza moral ha sido digna de la admiración (|iie inspiran los grandes actos de valor. Pero como linn oblado según los naturales impulsos de su corazón, no se hacen de ello un mérito, y el mundo les imita; son héroes sin saberlo, y se ignorará siempre su existencia, su nombre y su virtud. Pues bien I esas dos grandes superioridades <le la inteligencia y del corazón eran la herencia ignorada de un excelente joven de frente pensativa, ojos dulces, miíadas lánguidas y pálida tez, cuyo aspecto no os iiiibiera á primera vista llamado la atención; se podia pasar junto á él en la calle ó en un salón sin «[ue vuestros ojos fuesen atraídos por su hermo.sa presencia; su reserva y su timidez lo velaban todo. Este hombre se llamaba Máximo de Lusigny. Los que se asombraban de esa timidez supieron vagamente por los se dice de los salones, que, maltratado en su infancia por una madrastra celosa de la superioridad que tenia sobre sus propios hijos, y á menudo humillado por ella, fiabia llegado á la juventud sin tener conciencia de su valor personal. Añadíase que, para acabar de quilarle toda la confianza en sí mismo, el amor, esc gran consolador de las injusticias é infortunios do ¿Me comprpiideis bion|7 (Pág. 141), col. la vida, había sido para con él mas cruel aun que los sentimientos de familia, y que liabia visto á la que amaba rechazar su aféelo para aceptar el de un rival que no lo merecía. ¿liabia algo de verdad en eslos aconlecimienlos que se decía haber pasado en provincia, ó bien era sininlemenlíí una disposición do Máximo que lo nacía tiiiiido y reservado? .Sea lo()ue fuere, encoiilrábasele á menudo en el mundo, paseando una especie de melancolía sin amargura, pero sin distracción. Afable con lodos, rechazaba hábilmente las tentativas de intimidad de <jue era objeto, alejábase de las reuniones de los jóvenes, quedándose á menudo .solo sin fastidio entregado á la lectura de obras .serias, y contentándose con la escasa fortuna heredada de su madre y que consistía en ocho mil libras de renta. Las esl)eculaciones de la bolsa y las anécdotas de entre bastidores 1(Í eran desconocidas; y no se le sospechaba ninguna afección. Era alto, delgado, rubio y pálido; tenia los ojos negros, y velados á menudo por largas pesiarías, quedaban cierto encanto á su mirada dulce y profunda; su perfil era de una notable regularidad, su boca pequeña y seria, su sonrisa rara y llena de gracia, en suma su continente era perfecto. Sin pertenecer á la alta aristocracia, su ilustre familia habia tenido asiento en otro tiempo en el Parlamento de nna ciudad de provincia, y sus alianzas con algunas distinguidas familias de París le daban entrada en todas partes. Pero en todas par tes se le notaba esta pioliinda indiferencia por los placeres en medio de los cuales se iiallaba todas la».noches. Miraba, hablaba poco, sin mezclarse en las danzas y juegos que se agitaban á su alrededor. Algunas mujeres habían procurado distraerle, atraer su atención y su interés ; pero á los esfuerzos que se empleaban para conmoverle contestaba siempre con .su dulce corlesía, de manera que después de algunas tentativas inútiles, se le dejaba entregado á sus misteriosas meditaciones. Su vida parecía pasiva; sin embargo , observándole aienlameiite, se hubiera podido ver que una narracíoii tierna , nna pieza dramática en que se deseiiv.ülvia un espíritu noble y una acción generosa, le conmovían hasta el punto de hacerle derramar lágrimas; las artes le hacían gozar, tenía suma afición á las letras , de modo que su indiferencia no existía respecto á este punió. Su inteligencia estaba abierta á todas las ideas; únícanienle su corazón permanecía cerrado á lodos los sentiiníeiiios. ürdínaríamente, las almas delicadas huyen de la miillilud; Máximo sin embargo la buscaba, viéi)do.>;ele todas las noches en muchos salones. Si buscaba á alguien, parecía no dar con él. Una noche, liabia baile en uno de los encantadores palacios del cuartel Ueaujon; la fiesta, dada por extranjeros, reuma la mas elegante sociedad parisiense; todo el mundo sabe que las fiestas mas espléndidas de París son dadas por los rusos, los ingleses ó los americanos. La de lady H... era magnífica; Máximo, según su costumbre, se paseaba como observador, camliiando algunas frases con sus conocidos, sin jugar, ni bailar jamás, y evitando las conveisacibiiesíntimas; pero allí, como en todas jiarles, mostrábase benévolo y modesto: y si no se conquistaba amigos, tampoco infundía á nadie la idea de hacerse su enemigo. Contemplaba esa mnltílud brillante y agitada, esas mujeres jóvenes, mas hermosas aun con su alegría que con sus diamantes; era la vida llena de atracción, de esperanzas, de proyectos y de pasión, y él, él parecía vivir sin pasión, sin proyectos, sin esperanzáis, á pesar de la juventud que brillaba en su frente; y cuando tndo se reiinia para aturdir al