a la agencia estatal de administracin tributaria

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A LA AGENCIA ESTATAL DE ADMINISTRACIÓN TRIBUTARIA
DELEGACIÓN ESPECIAL DE MADRID
D/Dª.............................................................................................., funcionario
de carrera perteneciente al Cuerpo Técnico de Hacienda, comparece y como
mejor proceda en Derecho DICE:
Que me ha sido notificada la Propuesta de Resolución por la que pretende
imponer al funcionario firmante la sanción de apercibimiento, interesando al efecto
y dentro del plazo concedido formular las siguientes
ALEGACIONES
Primera.- La camiseta a la que se hace referencia en la propuesta de
sanción se enmarca en la acción sindical promovida por el sindicato GESTHA en
el marco del conflicto existente con el Ministerio de Economía y Hacienda, una
vez agotadas las posibilidades de negociación en el marco de lo previsto en el
Apartado 5.2 del vigente Acuerdo AEAT - Sindicatos sobre Relaciones Laborales y
Derechos Sindicales, en relación con la pretensión de los funcionarios de los
Cuerpos Técnicos del Ministerio para la creación del Cuerpo Superior Técnico de
Hacienda.
Precisamente, son las siglas de este pretendido Cuerpo Superior
Técnico de Hacienda - “C.S.T.H.” - las que aparecen en la referida camiseta, lo
que evidencia la naturaleza reivindicativa y profesional del mensaje. Junto a ellas,
se incluye la expresión “Hacienda Defrauda a sus técnicos”. Esta expresión no es
en absoluto “ambigua” como se afirma en la propuesta de sanción, sino que
responde fielmente al sentir generalizado de los funcionarios de los Cuerpos
Técnicos del Ministerio de Economía y Hacienda, que ven defraudadas sus
expectativas de adecuado reconocimiento de la relevancia de las funciones
efectivamente desempeñadas y su verdadera cualificación profesional, con los
efectos profesionales y económicos inherentes.
Segunda.- Por parte de la dirección de la Agencia se ha manifestado, como
se reconoce en la propia propuesta de sanción la “conveniencia” de no vestir la
referida camiseta. Estas manifestaciones sobre lo que resulta o no conveniente no
implican ninguna orden que se hubiera desobedecido.
Ahora bien, esta hipotética orden, de haber existido, no resultaría de
exigible cumplimiento al tratarse de una actuación nula de pleno derecho, en
cuanto lesiva de los derechos fundamentales a la libertad de expresión y a la
libertad sindical, en aplicación de lo dispuesto en el artículo 62.1. de la Ley
30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones
Públicas y del Procedimiento Administrativo Común, que declara que los actos de
las Administraciones públicas son nulos de pleno derecho cuando:
“lesionen los derechos y libertades susceptibles de amparo constitucional”.
Es más, la emisión de la hipotética orden por la que se impediría vestir la
meritada camiseta podría constituir una falta disciplinaria muy grave, pues el Real
Decreto 33/1986, de 10 de enero, por el que se aprueba el Reglamento de
Régimen Disciplinario de los Funcionarios de la Administración del Estado, tipifica
en su artículo 6.i) como falta muy grave:
“La obstaculización al ejercicio de las libertades públicas y derechos
sindicales”.
Tercera.- El hecho de vestir la camiseta con la leyenda expuesta constituye
un ejercicio legítimo de los derechos a la libertad sindical y a la libertad de
expresión.
La Constitución proclama en su artículo 28 el derecho a la libertad sindical,
y en su desarrollo, la Ley Orgánica 11/1985, de 2 de agosto, de Libertad Sindical,
reconoce en su artículo segundo que:
“Las Organizaciones Sindicales en el ejercicio de la Libertad Sindical, tienen
derecho a:
D) El ejercicio de la actividad sindical en la empresa o fuera de ella, que
comprenderá, en todo caso, el derecho a la negociación colectiva, al
ejercicio del derecho de huelga, al planteamiento de conflictos individuales
y colectivos”.
Al amparo de este derecho el sindicato GESTHA ha planteado el conflicto al
que anteriormente se ha hecho referencia. Y dentro de las mediadas de conflicto
se encuentra el uso por sus afiliados y simpatizantes de la referida camiseta, con
la finalidad de mostrar y dar a conocer, tanto a la Dirección, como a los
compañeros y a la opinión pública en general, el sentir de un colectivo profesional
que se ve defraudado en sus legítimas pretensiones de reconocimiento
profesional.
Este hecho constituye un ejercicio legítimo del derecho fundamental a la
libertad de expresión proclamado en el artículo 20.1 de la Constitución:
“Se reconocen y protegen los derechos:
A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones
mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción”.
El Tribunal Constitucional, en la Sentencia 198/2004, de 15 de noviembre
de 2004, Recurso de amparo 4127-200,1 declaró la nulidad del despido de un
delegado sindical por distribuir anuncios en prensa y comunicados a clientes de la
empresa hotelera, criticándola y anunciando movilizaciones en cuanto esta
sanción constituía un límite inadmisible a la libertad sindical y a la libertad de
expresión, debiendo destacarse las siguientes consideraciones:
“Si analizamos finalmente ambas acciones de comunicación desde la órbita
de la libertad de expresión no resulta posible apreciar tampoco la transgresión de
los límites genéricos de ésta. Tanto el anuncio como los comunicados se refieren
estrictamente al contenido de las reivindicaciones sostenidas por los trabajadores
en su conflicto con la empresa, y se refieren a ella exclusivamente en su condición
de empleadora y en cuanto responsable de los pretendidos incumplimientos que
se denuncian. Utilizan un lenguaje duro y agresivo, lo que no resulta inhabitual en
manifestaciones de esta naturaleza, especialmente en situaciones de tensión y de
conflicto, pero ni emplean expresiones formalmente vejatorias o particularmente
ofensivas, ni resultan gratuitos o innecesarios en su dureza, que debe ser
entendida como expresión de la firmeza de la posición reivindicativa de los
firmantes.
Como hemos señalado con reiteración la libertad de expresión no es sólo la
manifestación de pensamientos e ideas, sino que comprende la crítica de la
conducta de otro, aun cuando sea desabrida y pueda molestar, inquietar o
disgustar a aquél contra quien se dirige (SSTC 6/2000, de 17 de enero, FJ 5;
49/2001, de 26 de febrero, FJ 4; y 204/2001, de 15 de octubre, FJ 4), pues así lo
requieren el pluralismo, la tolerancia y el espíritu de apertura, sin los cuales no
existe «sociedad democrática» (SSTEDH de 23 de abril de 1992, Castells c.
España, § 42, y de 29 de febrero de 2000, Fuentes Bobo c. España, § 43). Fuera
del ámbito de protección de dicho derecho se sitúan las frases y expresiones
ultrajantes u ofensivas, sin relación con las ideas u opiniones que se expongan, y
por tanto, innecesarias a este propósito, dado que el art. 20.1 a) CE no reconoce
un pretendido derecho al insulto, que sería, por lo demás, incompatible con la
norma fundamental (SSTC 204/1997, de 25 de noviembre, FJ 2; 134/1999, de 15
de julio, FJ 3; 6/2000, de 17 de enero, FJ 5; 11/2000, de 17 de enero, FJ 7;
110/2000, de 5 de mayo, FJ 8; 297/2000, de 11 de diciembre, FJ 7; 49/2001, de 26
de febrero, FJ 5; y 148/2001 de 15 de octubre, FJ 4). Desde esta nuestra doctrina
debemos, pues, concluir que las acciones imputadas al demandante de amparo no
han trasgredido tampoco los límites genéricos de la libertad de expresión”.
Tales argumentos son plenamente aplicables a la conducta que se pretende
sancionar. La expresión “CSTH. HACIENDA DEFRAUDA A SUS TÉCNICOS” se
refiere estrictamente al contenido de las reivindicaciones sostenidas por los
trabajadores en su conflicto con la empresa, y se refieren a ella exclusivamente en
su condición de empleadora y en cuanto responsable de los pretendidos
incumplimientos que se denuncian. Resulta evidente que la leyenda que aparece
en la camiseta, portada por un Técnico de Hacienda, está denunciando un
incumplimiento del Ministerio de Hacienda en el ámbito profesional y en su
condición de empleadora de los propios Técnicos de Hacienda. Pero es más, no
se trata de un incumplimiento genérico o desconocido, sino que la propia leyenda
deja bien claro que la pretensión se refiere a la creación del Cuerpo Superior
Técnico de Hacienda, pretensión sobradamente conocida por la Administración de
Hacienda y por los funcionarios de su Cuerpo directivo, cuya Asociación
Profesional se ha esforzado en impedir su consecución.
La legitimidad del ejercicio del derecho a la libertad de expresión se
desprende paralelamente ante la ausencia de frases y expresiones ultrajantes u
ofensivas, sin relación con las ideas u opiniones que se expongan. No se contiene
ningún insulto ni descalificación, ni a los directivos, como personas, ni a la
Hacienda Pública, como organización. Lo que se critica y denuncia es la falta de
reconocimiento de una legítima pretensión profesional. Para ello se utiliza el
término “defrauda”, verbo cuya primera acepción en el Diccionario de la Real
Academia Española es: “Privar a alguien de lo que le toca de derecho”,
definiéndose también como: “Frustrar, desvanecer la confianza o la esperanza que
se ponía en alguien o en algo”. Resulta evidente que el colectivo que porta la
camiseta con la referida leyenda se considera privado de lo que de derecho le
corresponde y se siente frustrado en la esperanza del reconocimiento de su
verdadera cualificación profesional.
Por lo expuesto ha de concluirse que se ha ejercitado un derecho
fundamental dentro de los límites marcados por el Tribunal Constitucional. Por
ello, pretender sancionar esta conducta constituye una limitación inadmisible,
resultando asimismo de aplicación lo señalado en la citada Sentencia del Tribunal
Constitucional:
“Por todo ello no merece censura el comportamiento del recurrente en
términos de buena fe, dado que admitir lo contrario supondría «validar límites al
ejercicio de los derechos fundamentales como consecuencia de la existencia de
una relación contractual en modo alguno imprescindibles para el adecuado
desenvolvimiento de la propia relación contractual, o, más concretamente, en el
caso, imprescindibles para el adecuado desarrollo de la actividad empresarial»
(STC 90/1999, de 26 de mayo, FJ 5).
Efectivamente, aunque «la existencia de la relación contractual puede llegar
a imponer límites al ejercicio de los derechos fundamentales, estos límites resultan
asimismo limitados por la noción de imprescindibilidad», que es consecuencia de
la posición prevalente que en nuestro Ordenamiento poseen los derechos
fundamentales (SSTC 90/1999, de 26 de mayo, FFJJ 3 y 4; y 213/2002, de 11 de
noviembre, FJ 11).
Desde esta perspectiva resulta necesario apreciar que en el presente caso
se restringió injustificadamente el ejercicio de los derechos fundamentales
cuestionados al superarse el límite mencionado. El entendimiento judicial
extensivo de las obligaciones dimanantes de la relación laboral («buena fe») y de
los límites constitucionales del ejercicio de los derechos de información y
expresión modularon el ejercicio del derecho fundamental a la libertad sindical del
recurrente en una medida que, no sólo no era la «estrictamente imprescindible»,
sino que resultaba
manifiestamente desproporcionada. El carácter
sustancialmente veraz y no innecesariamente ofensivo de las comunicaciones
realizadas, el contexto de conflictividad laboral en el que éstas se realizaron, su
contenido estrictamente vinculado al objeto mismo del conflicto y su finalidad
inequívocamente sindical, dirigida a la mejora de la posición reivindicativa de los
trabajadores en orden a una solución del conflicto favorable a sus intereses, sin
que haya quedado en ningún momento acreditada la existencia de acto de
coacción o violencia alguno o de daños reales y efectivos a los intereses
económicos de la empresa que pudieran estimarse derivados de las mismas,
configuran dichas comunicaciones como una actuación sindical que no desconoció
las obligaciones legales y contractuales del recurrente ni los límites
constitucionales del ejercicio de los derechos frente a cuya lesión se demanda el
amparo”.
Tampoco puede considerarse que la expresión contenida en la camiseta
vulnere el “honor” ni la “dignidad, prestigio y autoridad” de la Hacienda Pública,
pues la denuncia se está constriñendo a su condición de empleadora de un
colectivo y no a su consideración como Organización. En todo caso, ante una
hipotética lesión de estos derechos, se produciría una colisión con el ejercicio
legítimo del derecho fundamental a la libertad de expresión. En este sentido, el
Tribunal Supremo, Sala I de lo Civil, entre otras en la Sentencia 814/1998, de 31
de julio, consideró que las expresiones empleadas en el caso allí enjuiciado no
eran difamatorias y a lo sumo suponían una crítica realizada en defensa de
intereses profesionales y sindicales, siendo su doctrina ya consolidada aplicable al
presente caso:
“En relación con el problema de la colisión entre los derechos fundamentales
al honor y a la intimidad personal, de un lado, y los de libertad de información y
expresión, del otro, la jurisprudencia del Tribunal Constitucional se ha decantado
sobre las directrices que, en síntesis, se exponen a continuación:
• que la delimitación de la colisión entre tales derechos ha de hacerse caso
por caso y sin fijar apriorísticamente los límites entre ellos,
• que la tarea de ponderación ha de llevarse a cabo teniendo en cuenta la
posición prevalente, que no jerárquica o absoluta, que sobre los derechos
denominados de la personalidad del artículo 18 de la Constitución
Española, ostenta el derecho a la libertad de información del artículo
20.1.d), en función de su doble carácter de libertad individual y de garantía
institucional de una opinión pública libre e indisolublemente unida al
pluralismo político dentro de un Estado democrático, siempre que la
información transmitida sea veraz y esté referida a asuntos de relevancia
pública que son del interés general por las materias a que se refieren y por
las personas que en ellas intervienen,
• que cuando la libertad de información se quiere ejercer sobre ámbitos que
pueden afectar a otros bienes constitucionales, como son el honor y la
intimidad, es preciso para que su proyección sea legítima, que lo informado
resulte de interés público, pues solo entonces puede exigirse de aquellos a
quienes afecta o perturba el contenido de la información que, pese a ello, la
soporten en aras, precisamente, del conocimiento general y difusión de
hechos y situaciones que interesen a la comunidad,
• que tal relevancia comunitaria, y no la simple satisfacción de la curiosidad
ajena con frecuencia mal orientada e indebidamente fomentada, es lo único
que puede justificar la exigencia de que se asuman aquellas perturbaciones
o molestias ocasionadas por la difusión de determinada noticia, y reside en
tal criterio, por consiguiente, el elemento final de valoración para dirimir, en
éstos supuestos, el conflicto entre el honor y la intimidad de una parte, y la
libertad de información, de la otra,
• que la libertad de expresión no puede justificar la atribución a una persona,
identificada con su nombre y apellidos, o de alguna forma cuya
identificación no deje lugar a dudas, de hechos que la hagan desmerecer
del público aprecio y respeto, y reprobables a todas luces, sean cuales
fueron los usos sociales del momento y
• que información veraz debe significar información comprobada desde el
punto de vista de la profesionalidad informativa.
(…) Proyectando las directrices jurisprudenciales acabadas de exponer al
caso concreto de autos, resulta innegable que la información de la que se hizo eco
el Diario BBBBBBBB y fue publicada en su edición de 26 de Diciembre de 1.990,
hacía referencia a asuntos de relevancia pública, en primer lugar, porque versaba
sobre materia de interés general - la Enseñanza - y en segundo término, porque
afectaba a organismos o entidades de la Administración Pública, (…)
Estas consideraciones permiten extraer la inicial conclusión de que en la
colisión apuntada entre los derechos fundamentales al honor, a la intimidad
personal y familiar y a la propia imagen, y los, también, fundamentales de
libertades de expresión e información, debe, en principio, concederse preferencia
a los segundos sobre los primeros, especialmente, cuando la persona afectada
por la información ostenta, como acontece con el recurrente, el carácter de
persona pública en función del cargo que desempeñaba - Inspector Técnico de
Educación -, pues en tales casos, la protección a los derechos fundamentales
recogidos en el artículo 18.1 de la Constitución debe ceder, en una mayor medida,
frente a los reconocidos en los apartados a) y d) de su artículo 20.1, y así, como
se decía, entre otras sentencias, en la de 30 de Diciembre de 1.991, el derecho al
honor se debilita, proporcionalmente, como límite externo de las libertades de
expresión e información, en cuanto sus titulares son personas públicas, ejercen
funciones públicas o resultan implicadas en asuntos de relevancia pública,
obligadas por ello a soportar un cierto riesgo de que sus derechos subjetivos de la
personalidad resulten afectados por opiniones de interés general... siempre que
las opiniones o frases no revelen zafiedad, tosquedad o grosería. Y en este orden
de cosas, conviene recordar, en línea con la doctrina establecida por el Tribunal
Constitucional en sentencia de 8 de Junio de 1.988, que el derecho al honor tiene
en la Constitución un significado personalista, al ser un valor referible a personas
individualmente consideradas, lo que hace inadecuado hablar del honor de las
instituciones públicas o de clases determinadas del Estado, respecto de las
cuales, es más correcto, desde el punto de vista constitucional, emplear los
términos de dignidad, prestigio y autoridad moral, que son valores que merecen la
protección penal que les dispensa el legislador, pero que no son equiparables con
el honor, y por ello, en su ponderación frente a la libertad de expresión, debe
asignárseles un nivel más débil de protección del que corresponde al honor”.
En definitiva, con la expresión contenida en las camisetas no se ven afectadas
ni la “dignidad, prestigio y autoridad” de Hacienda Pública más allá de su condición
de empleadora pública, responsable de la organización de los recursos humanos
financiados y sostenidos con fondos públicos, y por tanto de relevancia e interés
general, por lo que la está sujeta a la crítica ejercida dentro de los límites del
derecho a la libertad de expresión como ha ocurrido en este caso.
Cuarta.- De todo lo expuesto se desprende que no se han incumplido los
deberes señalados en los artículos 79 y 80 de la Ley de Funcionarios Civiles del
Estado de 1964.
En primer término debe recordarse que esta norma es anterior a la
Constitución y por tanto su articulado debe interpretarse a la luz del texto
constitucional, especialmente en cuanto a la prevalencia de los derechos y
libertades susceptibles de amparo constitucional, entre los que como se ha
expuesto se encuentran la libertad de expresión y la libertad sindical.
Y en segundo lugar, no alcanza a comprenderse en qué medida el portar la
meritada camiseta puede suponer no “tratar con esmerada corrección al público” o
no “observar una conducta de máximo decoro”. En ningún momento se falta a la
corrección al público que con la visión de la leyenda es informado del conflicto
laboral existente en la Administración de Hacienda.
Y en modo alguno es indecoroso poner de manifiesto un conflicto profesional
cuando en este ejercicio de la libertad de expresión no se ve afectado en lo más
mínimo el ejercicio diligente de la función pública del funcionario firmante.
En conclusión, imponer la sanción que se propone constituiría un acto nulo de
pleno derecho, como lo es ya el hecho de proponer la sanción, en cuanto lesivo de
los derechos fundamentales a la libertad de expresión y a la libertad sindical, en
aplicación de lo dispuesto en el artículo 62.1. de la Ley 30/1992, de 26 de
noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del
Procedimiento Administrativo Común, que, como se ha expuesto, declara que
nulos de pleno derecho que “lesionen los derechos y libertades susceptibles de
amparo constitucional”.
Ahora bien, si lo que se pretende por los funcionarios públicos que proponen
sancionar una conducta reivindicativa es amedrentar a los funcionarios de los
Cuerpos Técnicos de Hacienda y cercenar el ejercicio legítimo de los derechos
fundamentales a la libertad sindical y a la libertad de expresión, se estaría
incurriendo en la falta disciplinaria muy grave, tipificada en el artículo 6.1.i) del
R.D. 33/1986, como “La obstaculización al ejercicio de las libertades públicas y
derechos sindicales”.
Por todo lo expuesto,
SOLICITO que se tengan por efectuadas las anteriores alegaciones y se
proceda al archivo del expediente disciplinario incoado.
En Madrid, a ………………………………………………
Fdo…………………………………………..….
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