La Fiducia sucesoria

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LA FIDUCIA SUCESORIA
Mª Ángeles Parra Lucán
Catedrática de Derecho civil
(Capítulo de un Manual inédito)
1.
Concepto y naturaleza
A. La fiducia sucesoria es una institución que permite al causante ordenar su sucesión a
través de tercero. El causante (comitente) puede nombrar en testamento o en escritura pública a una
o varias personas (fiduciarios) para que, después de la muerte del causante, ordenen su sucesión. Se
trata de una manifestación más de la amplia libertad de que goza el causante para ordenar su
sucesión, y así aparece contemplada en el art. 3 LS. (“El causante goza de la más amplia libertad
para ordenar su sucesión por pacto, por testamento individual o mancomunado, o por medio de uno o
más fiduciarios, sin más límites que el respeto a la legítima y los generales del principio standum est
chartae”).
Esta posibilidad no contradice el carácter personalísimo que en Derecho aragonés se
atribuye al pacto sucesorio (art. 64 LS.) y al testamento (art. 92.1 LS.), porque al fiduciario no se le
encomienda que otorgue un pacto o un testamento en representación de una persona viva. Lo que el
causante encarga al fiduciario es que, tras su muerte, ordene su sucesión. De tal manera que lo que
son personalísimos son el pacto sucesorio y el testamento, pero no la ordenación de la sucesión.
B. La doctrina discute la naturaleza jurídica de la fiducia sucesoria. Debe excluirse, en
primer lugar, que se trate propiamente de un supuesto de representación, porque el fiduciario no
puede gestionar con terceros ningún interés de quien ya ha fallecido. Tampoco puede calificarse de
mandato, porque éste se extinguiría a la muerte del mandante (cfr. art. 1732 Cc.). Parece discutible
que pueda calificarse de negocio per relationem porque en éste la decisión del tercero se limita a
concretar algún aspecto que el otorgante no ha determinado, mientras que al fiduciario le pueden
corresponder la mismas facultades que al causante para la ordenación de su sucesión.
En realidad, como advierte LACRUZ , el nombramiento de fiduciario no es, “un negocio
incompleto o imperfecto, sino, más exactamente, uno que no basta para la producción de su efecto
propio –señalar la dirección del fenómeno sucesorio– y necesita de un elemento integrativo".
Esto explica que no haya delación de la herencia, esto es, ofrecimiento a favor de quien
resulte beneficiario, con la posibilidad inmediata de aceptar, hasta que el fiduciario ejecute la fiducia
(art. 133.1 LS.). La delación, entonces, tiene lugar de una manera compleja, mediante dos actos
sucesivos: el nombramiento de fiduciario por el causante y, posteriormente, tras la muerte de éste, la
ejecución de la fiducia por el fiduciario. La voluntad del causante que designa fiduciarios, en
testamento o escritura pública, siendo válida y eficaz, no basta para deferir la herencia. De este
modo, la voluntad del fiduciario integra, completa la del causante, precisamente al cumplir el
encargo que éste le hizo. Al tratarse de la ordenación de la sucesión del causante, los beneficiarios
designados por el fiduciario serán sucesores de aquél, y no de éste.
C. Admisión de la fiducia sucesoria. La delegación de la facultad de disponer fue
contemplada con recelos durante la codificación, y el art. 670 Cc. expresamente prohíbe la
disposición al arbitrio de tercero, como si se tratara de una manifestación del principio de
personalidad del testamento. Como excepción, el art. 671 Cc. permite encomendar a un tercero la
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distribución de cantidades entre personas pertenecientes a una clase o grupo fijados por el testador, y
el art. 831 Cc. permite delegar en el cónyuge la facultad de mejorar a los hijos comunes.
A diferencia del Código civil, todos los Derechos territoriales admiten figuras semejantes,
no idénticas, a la fiducia aragonesa: el Fuero Nuevo, los fiduciarios comisarios (leyes 281 a 288) y el
fideicomiso de elección (ley 236); el Código de sucesiones de Cataluña, la institución de heredero
por fiduciario (doctrinalmente: "heredero distributario", arts. 148 y 149) y la "cláusula de confianza"
o fideicomiso de elección (art. 201); la Compilación de Baleares, la fiducia sucesoria (arts. 71 y 73)
y la cláusula de confianza (art. 77) para Ibiza y Formentera, el heredero distribuidor para Mallorca y
Menorca (arts. 18 a 24), y la donación universal de bienes, para Mallorca (arts. 13 y 65); la
LDCFPV, el testamento por comisario (arts. 32 a 48) y la Ley de Derecho civil de Galicia, el
"testamento por comisario" (arts. 141 a 143, aunque en realidad su contenido coincide con lo
dispuesto en el art. 831 Cc.).
2.
Antecedentes y regulación actual
La fiducia es una institución de origen y desarrollo consuetudinario, cuyo fundamento
último se encuentra en el reconocimiento de la libertad civil y en el principio standum est chartae.
Mediante el estudio de documentos, M. ALONSO LAMBÁN demostró cómo, al menos desde
el siglo XII, los aragoneses encomendaban a terceros la distribución de sus bienes para después de su
muerte. La falta de mención expresa de la fiducia en los Fueros y Observancias se explica por la
ausencia de la necesidad de dejar a salvo una institución que se practicaba con normalidad en la
realidad vivida.
El Apéndice de 1925 reguló la fiducia en su art. 29 de forma muy restrictiva (sólo entre
cónyuges) y asistemática, sin resolver los problemas que plantea la institución.
La Compilación de 1967 dedicó a la institución el Título IV del Libro II (arts. 110 a 118),
pero dadas las circunstancias políticas y jurídicas en que se redactó, su regulación no resultó
enteramente satisfactoria.
En la actualidad, la fiducia sucesoria es objeto del Título IV de la Ley de sucesiones por
causa de muerte (arts. 124 a 148), que contiene una regulación completa de la institución. La Ley de
sucesiones no sólo amplía el ámbito de aplicación de una figura que, como explica el Preámbulo de
la Ley de sucesiones "tiene notorio arraigo y frecuente uso entre nosotros", sino que, además,
"atiende con detalle a algunos problemas que la práctica venía señalando, muy en particular los
relativos a la administración y disposición de los bienes durante el tiempo en que la herencia está
pendiente de asignación y, por tanto, necesariamente yacente".
3.
Contenido de la fiducia.
A. En cumplimiento del encargo recibido, al fiduciario le corresponde ordenar la sucesión
del comitente. Este, al designar fiduciario, ha podido establecer instrucciones sobre el modo de
ejecutar la fiducia (art. 127), que serán vinculantes para el fiduciario. No habiendo determinado el
causante nada, la ley determina, con carácter subsidiario, cómo debe ejecutarse la fiducia cuando
sólo queden descendientes del comitente (art. 142.1) o cuando se trate de la sucesión de la casa (art.
146).
Sin perjuicio de lo anterior, el fiduciario ordena la sucesión del comitente con la misma
libertad con que pudo hacerlo él (arts. 149 y ss. LS.). Puede, por tanto, instituir herederos, atribuir
legados, ordenar sustituciones, adjudicar bienes en pago de la legítima, hacer la partición (art. 53
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LS.) e, incluso, por disposición expresa del art. 188.1 LS., evitar la preterición de un legitimario del
causante no mencionado por éste en su testamento o pacto sucesorio. El fiduciario, al ordenar la
sucesión del causante podrá, además, ordenar reglas particulares de administración para los bienes
asignados a menores, en los términos de los arts. 12 y 13 Comp. El fiduciario no puede, en cambio,
ordenar la colación de liberalidades hechas por el causante, pues la ley reserva a éste de manera
exclusiva esa facultad (arts. 47 y 48 LS.).
No puede pasarse por alto, finalmente, que la Ley de sucesiones ha previsto expresamente
como causas de indignidad (y por tanto, también lo serán de desheredación, art. 195.a) LS.)
actuaciones relacionadas no sólo con el causante, sino también con el propio fiduciario (letras b), d),
g) del art. 13 LS.).
B. Además, es necesario prever la gestión y representación de la herencia desde la muerte
del causante hasta que se defiera la herencia por ejecución de la fiducia (art. 133.2 LS.). El
comitente, al designar fiduciario, también ha podido establecer instrucciones sobre la administración
y disposición de los bienes de la herencia durante este período (art. 127). Las instrucciones del
comitente en todo caso deberán respetar las facultades de administración que puedan corresponder a
su cónyuge viudo (arts. 72 y ss. Comp.).
En defecto de instrucciones, la ley regula la administración de la herencia (art. 134),
confiere al fiduciario facultades de disposición (art. 138) e, incluso, faculta al fiduciario para pedir la
liquidación de la comunidad conyugal disuelta (art. 140).
4.
Función de la fiducia y distinción de otras figuras
A. Función y utilidad de la fiducia. La doctrina ha venido justificando la fiducia en el deseo
de decidir con mayor seguridad de acierto en la elección de sucesor, en especial cuando para
mantener indiviso el patrimonio familiar se nombra a un solo heredero y son importantes sus
cualidades y su dedicación a la casa. Esa justificación socioeconómica subsiste en la actualidad, y no
sólo cuando se trate de la casa en sentido tradicional, con sus aprovechamientos agrícolas y
ganaderos, sino también de patrimonios comerciales o industriales. Otorgada fiducia, la eventualidad
de un fallecimiento temprano no producirá la apertura de la sucesión legal, y el fiduciario podrá
ordenar la sucesión del patrimonio de una manera más conveniente para su conservación y para los
intereses familiares. Haciéndose eco de esta utilidad, el art. 146 LS. se ocupa expresamente de la
"sucesión de la casa", esto es, de los supuestos en que la casa o un patrimonio deban deferirse a un
solo heredero (por establecerse así, por ejemplo, en capítulos o en pacto sucesorio).
La fiducia, además, al retrasar la designación de sucesores permite atender mejor las
eventuales necesidades de los descendientes, en especial cuando tienen poca edad en el momento del
fallecimiento del causante, y resulta imposible prever los avatares que les va a deparar la vida.
Finalmente, la fiducia refuerza la posición del fiduciario frente a los posibles llamados, al
depender de él la designación de sucesor. Así resulta en especial en la práctica frecuente en la que se
nombra fiduciario, de por vida, al cónyuge (art. 129.2 LS.): siendo colectiva la legítima, el viudo
fiduciario puede designar sucesor a uno solo de los descendientes del causante, sean o no comunes.
Incluso, el cónyuge designado único fiduciario puede atribuir bienes de la disuelta comunidad
conyugal sin necesidad de practicar su previa liquidación (art. 142.3 LS.). La ley de sucesiones,
además, atribuye al fiduciario la facultad de disposición de los bienes hereditarios pendientes de
asignación (en los términos del art. 138 LS.). Cuando la fiducia se atribuya al cónyuge, éste ve
ampliadas las facultades que puedan corresponderle por viudedad: la viudedad (universal o limitada,
arts. 72 ss. Comp.) le atribuye un derecho real sobre cosa ajena, mientras que la facultad de
disposición sobre los bienes afectos a la viudedad corresponde a los nudo propietarios, no al viudo
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con viudedad. Habiendo fiducia, las facultades de disposición serán del fiduciario: del viudo, por
tanto, cuando lo sea.
B. Distinción de otras figuras. La fiducia se basa en la confianza, al igual que otras
instituciones de Derecho sucesorio, como las herencias de confianza o las sustituciones
fideicomisarias. Debe tenerse en cuenta, sin embargo, que:
a) A diferencia de la fiducia sucesoria secreta (herencias de confianza), reguladas en los
Derechos navarro y catalán, en la fiducia aragonesa: (i) no hay secreto en el encargo, (ii) ni el
fiduciario se presenta frente a terceros con un título formal de heredero, (iii) ni debe limitarse, una
vez revelada la confianza, a ejecutar testamentariamente, como si fuera un albacea, el encargo
confidencial recibido.
b) A diferencia del fiduciario de la sustitución fideicomisaria (art. 781 Cc., vigente en
Aragón como Derecho supletorio, conforme al art. 1º.2 Comp.), el fiduciario de la fiducia sucesoria
aragonesa no es un heredero. Este título no le da derecho a usar y gozar los bienes de la herencia, sin
perjuicio de que, siendo el cónyuge, pueda corresponderle el disfrute de los bienes por el usufructo
vidual.
c) El fiduciario no es tampoco un albacea (arts. 169 y 70 LS.), a quien corresponde
simplemente ejecutar y vigilar la ejecución de la voluntad del disponente (incluido, en su caso, el
propio fiduciario, que también puede nombrar albacea al ejecutar la fiducia, al menos cuando sea el
cónyuge y ejecute la fiducia en testamento).
5.
Caracteres del cargo de fiduciario
El cargo de fiduciario es:
A. Subsidiario de la voluntad del causante. Conforme al art. 126 el fiduciario, cualquiera
que sea la forma en que haya sido designado, y salvo expresa autorización del comitente, "no podrá
modificar las disposiciones sucesorias del causante, sean anteriores o posteriores a su
nombramiento"
Partiendo del máximo respeto a la voluntad del causante, la norma establece que las
facultades de los fiduciarios son subsidiarias de lo que sobre su propia sucesión haya podido ordenar
el causante, tanto antes como después del nombramiento de fiduciario. Por tanto, y salvo que sea
otra la voluntad del comitente, el nombramiento de fiduciario no revoca las disposiciones realizadas
por el causante con anterioridad. El nombramiento de fiduciario quedará limitado entonces a los
bienes que queden sin asignar. Además, el comitente conserva todas las facultades de disposición
sobre sus bienes, por lo que después del nombramiento de fiduciario puede otorgar de manera eficaz
las disposiciones sucesorias que tenga por conveniente.
B. Esencialmente revocable. Dada la confianza en que se basa la designación de fiduciario,
el comitente puede revocar el nombramiento en cualquier momento, siempre que lo haga en
testamento o escritura pública. Se admite también la revocación tácita, mediante el nombramiento de
un nuevo fiduciario (art. 128)
C. Naturalmente gratuito. Conforme al art. 125.3 LS., el cargo de fiduciario es gratuito
"salvo que el causante hubiera previsto que fuera retribuido".
D. Personalísimo. "Las facultades del fiduciario se entenderá que tienen carácter
personalísimo" (art. 125.3 i.f. LS.). En consecuencia, y dada la confianza que inspira la institución,
el fiduciario debe ejecutar por sí no sólo la ordenación de la sucesión del causante sino, también, las
demás incumbencias que puedan corresponderle como fiduciario (actos de administración,
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disposición o liquidación de la sociedad conyugal disuelta).
De la literalidad del precepto (se entenderá) se infiere que es ésta una regla interpretativa de
la voluntad del causante y, por tanto, dispositiva, pudiendo el causante autorizar al fiduciario la
delegación del ejercicio de alguna de sus facultades. En tal caso, será exigible un poder
especialísimo.
E. Voluntario. El cargo de fiduciario es voluntario (art. 125.3), y puede ser renunciado, sin
necesidad de alegar ninguna excusa.
6.
Elementos personales.
A. ¿Tiene la fiducia carácter familiar? La regulación de la fiducia de la Ley de sucesiones
de 1999 trasciende el carácter familiar que tenía la institución en la Compilación de 1967. De tal
manera que pueden designar fiduciario no sólo las personas casadas, sino también las solteras y, aun
aquéllas, pueden designar fiduciarias a personas distintas de su cónyuge, sin que sea necesario que se
trate de parientes e, incluso, para ordenar la sucesión a favor de extraños (con las limitaciones que
resulten entonces de la regulación de la legítima de los descendientes, arts. 171 y ss. LS.).
Pero el legislador ha sido consciente de que, conforme a una realidad arraigada, la fiducia
puede seguir cumpliendo una finalidad familiar:
a) Así, frecuentemente, las personas casadas nombrarán fiduciario a su cónyuge, y se tiene
en cuenta esta circunstancia a distintos efectos (arts. 125.2, 129.2, 142.3, 147.e.), o se prevé la
intervención del cónyuge como fiduciario en defecto de voluntad del causante (arts. 144.1, 146.1).
Con posterioridad a la ley de sucesiones, el art. 17 de la Ley relativa a parejas estables no
casadas, de 26 de marzo de 1999, reconoce que: "Los miembros de la pareja estable no casada
podrán ordenar la sucesión del otro mediante la fiducia de acuerdo con lo regulado en la legislación
sucesoria aragonesa". Puesto que, con arreglo a esta última, la fiducia individual no se limita a la del
cónyuge, no parece que la ley de parejas añada nada a lo que ya podría deducirse de la ley de
sucesiones, sin que lo previsto en esta última para el cónyuge fiduciario sea aplicable al miembro de
la pareja no casada, al no establecerlo así expresamente la ley de parejas estables.
b) Cuando en el momento de ejecutar la fiducia existan descendientes del causante la ley
presume, salvo disposición en contra, que su voluntad será que el fiduciario ordene su sucesión
exclusivamente a favor de ellos (art. 142.1).
c) La sucesión de la casa, salvo voluntad en contra del causante, debe recaer en uno de los
hijos o descendientes y, en su defecto, en uno de sus parientes, con preferencia de los comprendidos
hasta el cuarto grado (art. 146).
B. Comitente. Conforme al art. 124 LS. ("todo aragonés"), quien otorga la fiducia debe ser
aragonés sin que, en consecuencia, la institución de la fiducia pierda su validez aunque en el
momento de fallecer tenga una vecindad civil distinta. No es seguro que esta conclusión pudiera
deducirse de las reglas generales sobre conflictos de leyes, puesto que el art. 9º.8 Cc., al no tener
presente la institución de la fiducia, sólo se cuida de dejar a salvo las disposiciones hechas en
testamento y los pactos sucesorios ordenados conforme a la ley personal del momento de su
otorgamiento, aunque sea otra la ley que rija la sucesión.
El art. 124 exige que el comitente tenga capacidad "para testar". En principio, por tanto, y
dada la naturaleza de la materia a que se refiere la fiducia (ordenar la sucesión) basta la capacidad
general "para testar": conforme al art. 93 LS., ser mayor de catorce años y no carecer de capacidad
natural. Ahora bien, y por coherencia con lo dispuesto en otros lugares de la ley, ello no permite
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nombra fiduciario en testamento ológrafo o en pacto sucesorio a quienes, conforme a la capacidad
exigida para otorgar esos actos, no sean mayores de edad (arts. 93.2 y 63).
C. Fiduciario. Atendiendo al número de fiduciarios, la fiducia puede ser individual o
colectiva: a) La fiducia es individual cuando el causante haya nombrado a un fiduciario para que
actúe individualmente o a varios fiduciarios para que actúen de forma sucesiva, para el caso de que
el primer llamado no quiera o no pueda (por ejemplo, fallece, o es incapacitado, etc.) aceptar el
nombramiento; b) La fiducia es colectiva cuando el causante ha nombrado a varios fiduciarios para
que actúen conjuntamente. El art. 124 establece una regla interpretativa de la voluntad del causante,
con arreglo a la cual, "nombrados varios sin señalar cómo deben actuar, se entenderá que el
llamamiento es conjunto". Ampliando el ámbito de la fiducia colectiva en la Compilación de 1967,
la ley de sucesiones no limita su existencia a los supuestos en que exista "casa", entendida en el
sentido tradicional como comunidad familiar y patrimonial, sino que cualquier aragonés puede
designar una pluralidad de fiduciarios para que actúen conjuntamente.
En todo caso, conforme al art. 125.1: "El fiduciario habrá de ser mayor de edad y tener
plena capacidad de obrar en el momento del fallecimiento del causante". Parece de buen sentido la
exigencia de plena capacidad de obrar en el fiduciario, dada la trascendencia que tiene la disposición
de bienes ajenos.
Naturalmente que, por aplicación de las reglas generales de validez de los actos, el
fiduciario deberá ser capaz al ejecutar la fiducia, pero al exigir la ley que tenga plena capacidad "en
el momento del fallecimiento del causante" se excluyen situaciones de interinidad innecesarias que,
al prolongar el tiempo en que el llamado puede ejecutar la fiducia provocarían incertidumbre e
inseguridad jurídica (es un menor, por ejemplo: no podría ejecutar la fiducia hasta que alcance la
mayoría de edad). La exigencia de que el fiduciario sea capaz en el momento del fallecimiento del
causante resulta además coherente con todas las facultades de administración y disposición que, de
acuerdo con la ley, pueden corresponder al fiduciario hasta el momento en que se ejecuta la fiducia
(arts. 134 y ss. LS.).
D. El cónyuge fiduciario. Presumiendo que esa será habitualmente la voluntad del
comitente, establece el art. 125.2 que: "Salvo disposición del comitente no surtirá efecto el
nombramiento del cónyuge como fiduciario si al fallecimiento de aquél estuviera declarada
judicialmente la nulidad del matrimonio, decretado el divorcio o la separación, o se encontraran en
trámite los procedimientos dirigidos a ese fin". La norma es subsidiaria de la voluntad del causante,
que puede establecer el mantenimiento de la fiducia e, incluso, volver a reiterar el nombramiento. El
legislador presupone que en los casos a que se refiere la norma se habrá perdido la confianza que
está en la base de la institución, por lo que no es necesario que la revoque. No basta, en cambio, la
separación de hecho, por lo que en este caso, para dejar sin efecto la fiducia será necesaria su
revocación.
7.
Nombramiento del fiduciario
A. Contenido. El nombramiento del fiduciario es el primer acto de ordenación de la
sucesión del causante. La delación de la herencia no tendrá lugar, sin embargo, hasta el momento de
ejecución de la fiducia por el fiduciario o hasta su extinción (art. 133.1).
El nombramiento del fiduciario es un negocio jurídico unilateral, aunque en el instrumento
de su otorgamiento intervengan otras personas (pacto sucesorio, capitulaciones, testamento
mancomunado), y por eso la ley establece que en todo caso es posible revocar el nombramiento (art.
128.1).
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Al designar fiduciario el comitente puede, además, establecer instrucciones sobre la
ejecución de la fiducia (destino de los bienes, entre quién deben distribuirse, de qué forma, plazo de
ejecución, retribución del fiduciario) o administración y disposición de los bienes sujetos a ella (art.
127).
B. Forma de designación. Conforme al art. 127, la designación de fiduciario y las
instrucciones del comitente, si las hubiere, "deberán constar necesariamente en escritura pública o
testamento". La forma se constituye así en un requisito de validez de la fiducia.
La escritura pública (documento público notarial) puede contener, además de la designación
de fiduciario, otros negocios (capitulaciones matrimoniales, pacto sucesorio), o limitarse a contener
la declaración del voluntad dirigida a nombrar fiduciario.
La ley muestra gran flexibilidad, al permitir otorgar fiducia en cualquiera de los tipos de
testamento admitidos por el Derecho aragonés (unipersonal, mancomunado). Otorgado con arreglo a
las formalidades legales (ológrafo, notarial abierto, cerrado, especiales, excepcionales), la
designación de fiduciario valdrá aunque el testamento no contenga otras disposiciones (art. 90 LS.)
La misma forma se exige para las instrucciones sobre modo de ejecución, administración o
disposición de bienes. La regla tiene la consecuencia de negar toda vinculación para el fiduciario de
posibles instrucciones o facultades de disposición o administración que en otra forma haya podido
darle el causante, lo que parece preferible en aras de la seguridad jurídica.
C. Revocabilidad del nombramiento de fiduciario. El art. 128.1 LS. establece que sea cual
sea la forma en que se ha producido la designación de fiduciario podrá revocarse en escritura pública
o en cualquier clase de testamento (incluido, por tanto, el ológrafo).
La revocación será siempre una declaración de voluntad unilateral del comitente, al margen
de que el nombramiento de fiduciario se hubiera efectuado en un instrumento con intervención de
otras personas. De esta forma, queda en manos del comitente hasta el momento de su fallecimiento
la subsistencia de la designación del fiduciario.
La norma es importante, porque elimina las dudas planteadas en este punto durante la
vigencia de la regulación de la fiducia en la Compilación de 1967 y que, en la actualidad, siguen
dividiendo a la doctrina en relación a instituciones semejantes a la fiducia aragonesa de otros
ordenamientos (gallego, vasco).
Por otra parte, la norma afecta a lo dispuesto en otras disposiciones aragonesas, que deben
interpretarse conforme al art. 128 LS.:
a) Hecha la designación de fiduciario en capitulaciones matrimoniales, el comitente no
precisa para su revocación la intervención de ninguna de las personas que lo hicieron en su
otorgamiento, aunque afecte a "bienes y derechos recibidos" (cfr. art. 28 Comp.). Tampoco la del
otro cónyuge (cfr. art. 1331 Cc.).
b) De la misma manera, es revocable de manera unilateral por el comitente, en cualquier
clase de testamento o en escritura pública, la designación de fiduciario hecha en testamento
mancomunado. Por ello, debe entenderse que a la revocación de la fiducia no le es aplicable lo
dispuesto en el art. 106.4 LS. (que exige la revocación en testamento abierto ante notario). Además,
debe excluirse la posibilidad de atribuir a la designación de fiduciario el carácter de disposiciones
correspectivas, dado que no tienen en sentido estricto contenido patrimonial (art. 105 LS.). En
consecuencia, tampoco será de aplicación lo dispuesto en el art. 106.3 LS. (limitación de la
revocación a las causas de revocación del pacto sucesorio), siendo posible la revocación sin
alegación de causa alguna.
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c) Finalmente, y en coherencia con la naturaleza de confianza de la fiducia, parece de buen
sentido que la revocación de la otorgada en pacto sucesorio no requiera la intervención de todos los
que intervinieron en aquél e, igualmente, que no sean de aplicación los preceptos que establecen las
causas de revocación unilateral de las disposiciones paccionadas (art. 86 LS.).
Cabe también la revocación tácita del fiduciario, mediante el nombramiento de un nuevo
fiduciario. Pero en todo caso, debe prevalecer la voluntad del comitente. En este sentido se introduce
una regla interpretativa conforme a la cual, el nombramiento de nuevo fiduciario producirá la
revocación de los anteriormente designados, "a no ser que resulte clara la voluntad del causante de
que actúen conjunta o sucesivamente" (art. 128.2).
D. Acceso al cargo. Al fallecimiento del causante, si el nombramiento sigue siendo eficaz
(cfr. arts. 125.2 y 128), el fiduciario accede al cargo. Al ser un cargo voluntario (art. 125.3) se admite
la renuncia (art. 147). La ley no establece una lista de excusas para renunciar al cargo, ni tampoco la
pérdida de los beneficios que, en su caso, pudieran corresponderle en la herencia.
En particular, y conforme al art. 147.d): "Se considerará que renuncian a su condición de
fiduciarios los que requeridos notarial o judicialmente por cualquier persona con interés legítimo
no la aceptaren pura y simplemente en igual forma en los sesenta días siguientes a la notificación".
La posibilidad de requerir al designado fiduciario para que acepte el cargo trata de evitar la
prolongación de situaciones de incertidumbre, puesto que pueden existir interesados en conocer
quién es el fiduciario o, incluso, si hay fiducia: por ejemplo, los terceros acreedores (cfr. art. 137.2),
pero también los posibles beneficiados si el fiduciario renuncia y entra en juego la sucesión legal.
Aunque el art. 147 considera la renuncia como causa de "pérdida de la condición de
fiduciario", como si esa se hubiera adquirido ya automáticamente, sin necesidad de aceptación, la
buena fe impondrá en muchos casos la necesidad del requerimiento a que se refiere el precepto antes
de dirigirse contra el nombrado fiduciario como representante de la herencia (arts. 134 y ss.).
8.
La herencia pendiente de asignación.
Desde que muere el causante hasta que se ejecuta la fiducia la herencia se encuentra
pendiente de asignación y, en consecuencia, los bienes carecen de un titular actual. En este punto, la
Ley de sucesiones de 1999 supone una mejora notable respecto de lo previsto en la Compilación de
1967, que se limitaba a remitirse de forma genérica a las normas de la comunidad hereditaria. Para
ello, establece reglas sobre la administración, representación y disposición del patrimonio hereditario
así como las cargas y obligaciones que lo gravan. En consecuencia, la ley contempla el patrimonio
sujeto a fiducia como algo dinámico y vivo, y trata de impedir que el nombramiento de fiduciario
suponga el entorpecimiento y la paralización del tráfico normal de los bienes.
Según el art. 136 LS., con cargo al caudal relicto se pagarán: “a) los alimentos debidos a los
hijos y descendientes del causante cuando esta obligación no corresponda a otras personas; b) las
cargas y deudas de la herencia; c) los gastos de conservación de los bienes, los tributos, primas de
seguro u otros gastos a que se hallen afectos aquéllos así como las obligaciones contraídas por el
administrador en la gestión de los negocios del causante o que se deriven de su explotación, en
cuanto no hayan de ser satisfechos por el cónyuge usufructuario”.
De esta manera, y en primer lugar, los descendientes en situación de alimentos pueden
cubrir sus necesidades con cargo al patrimonio hereditario, sin esperar a que se ejecute la fiducia. En
consecuencia, y frente a la regla general (cfr. art. 150 Cc.), la muerte del causante, no extingue el
derecho a alimentos de sus hijos o descendientes con cargo a su patrimonio, que subsistirá en el caso
de que no haya personas vivas a las que puedan exigir alimentos (la pareja estable, art. 13 de la Ley
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aragonesa de 26 de marzo de 1999; los parientes, con arreglo a la legislación general; el viudo
usufructuario, art. 84.4ª Comp. o las personas del art. 200 LS.).
Con cargo a la herencia, además, deben pagarse las cargas y deudas de la misma, sin que
deba esperarse a la ejecución de la fiducia. De esta forma, la ley trata de garantizar que el
nombramiento de fiduciario no perjudique a los acreedores del causante.
En particular, la letra c) del art. 136 establece a cargo de la herencia todos los gastos que
deriven de la gestión ordinaria de los bienes. Especial atención merece, por su trascendencia
práctica, la referencia a las obligaciones contraídas por el administrador en la gestión de los negocios
del causante o que se deriven de su explotación, lo que debe ponerse en relación con las facultades
que confiere al administrador en este ámbito el art. 137.1 LS. No puede pasarse por alto que, como
excepción, la ley excluye que deban pagarse con cargo al caudal relicto aquellos gastos que, como
contrapartida del derecho de usufructo que puede corresponder al viudo, deba satisfacer este último
conforme al art. 84 Comp.
9.
Administración de la herencia
A. Sujetos a los que corresponde la administración. Pendiente de ejecución la fiducia, la
administración y representación del patrimonio hereditario corresponderá, conforme al art. 134.1
LS.: “1º. Al cónyuge viudo sobre todos los bienes y derechos del premuerto, mientras tenga la
condición de administrador de la comunidad conyugal, o, en otro caso, sólo sobre los bienes afectos
al derecho de viudedad. 2º. Al fiduciario o fiduciarios”.
La ley atribuye en primer lugar al viudo, si lo hay, y sea o no fiduciario, la administración
de los bienes y derechos del premuerto siempre que, con arreglo a lo previsto en otros lugares del
ordenamiento aragonés, le corresponda tal administración.
En primer lugar, al cónyuge viudo le corresponde la administración de la comunidad legal
hasta la partición con adjudicación de bienes, conforme al art. 53 Comp. Producida la liquidación, o
no siendo el régimen económico el de comunidad legal, el viudo tendrá sólo la administración de los
bienes afectos al derecho de viudedad (arts. 79 y ss. Comp.). De esta manera, la fiducia a favor de
persona distinta del cónyuge viudo no supone una limitación de sus facultades.
Precisamente, pensando en la posibilidad de que el causante no haya nombrado fiduciario a
su cónyuge, y tratando de posibilitar que el nombrado pueda entrar cuanto antes en la administración
de los bienes, se legitima al fiduciario para solicitar la liquidación de la disuelta sociedad conyugal
(art. 140). Si el cónyuge no quiere liquidar, nadie podría obligarle, pues los herederos del causante
están indeterminados mientras no se ejercite la fiducia. De esta forma, al legitimar al fiduciario se
facilita el ejercicio de la fiducia, pues con la liquidación se concretarán los bienes sobre los que
recae. En particular, en los supuestos de viudedad limitada (en especial, art. 73 Comp.) la
liquidación de la comunidad conyugal permitirá determinar los bienes sobre los que recae la
administración del viudo y la del fiduciario. Además, debe entenderse que, en relación a los bienes
hereditarios sujetos a usufructo vidual, el fiduciario podrá ejercer las facultades que el art. 85 Comp.
atribuye a los nudo propietarios.
Si el cónyuge viudo es, además, el único fiduciario, será el administrador de todos los
bienes, incluso de aquellos sobre los que no tenga viudedad.
Tratándose de fiducia colectiva la regla es la misma, si bien se permite que el causante
haya designado un administrador, de forma que los fiduciarios sólo serán administradores en
defecto de designación por el causante (art. 134.2). La posibilidad del causante de nombrar
administrador a un extraño sólo se admite, por tanto, en el caso de fiducia colectiva. De esta forma
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se podrán evitar las dificultades que implica la atribución de las facultades de administración a una
pluralidad de personas, lo que requiere acuerdos por mayoría, conforme a las reglas de la
comunidad. Naturalmente, el administrador designado por el causante sólo estará llamado a
desempeñar sus funciones en defecto del cónyuge viudo, cuando a éste no le corresponda la
administración.
B. Inventario. a) El art. 135 LS. establece la obligación del administrador de formalizar en
escritura pública un inventario como garantía de los derechos de los beneficiarios, para clarificar la
composición del patrimonio sujeto a fiducia y evitar que se distraigan bienes del patrimonio
hereditario.
En defecto de plazo fijado por el comitente, el inventario debe confeccionarse dentro de los
seis meses siguientes a su fallecimiento, si bien, mediando causa justificada puede acudirse al Juez
solicitando una prórroga (art. 135.2 LS.).
La regla se matiza para el cónyuge viudo que haya sido designado como único fiduciario.
En este caso, por coherencia con lo dispuesto en el art. 80 Comp. para el usufructo vidual, se le
exonera de la obligación de confeccionar el inventario salvo que expresamente lo haya exigido el
causante o lo acuerde el Juez a instancias del Ministerio Fiscal para salvaguardar el patrimonio
hereditario (aunque no haya legitimarios, cfr. art. 80 Comp.).
b) Sanción para el caso de incumplimiento. Transcurrido el plazo para realizar el inventario
sin que el administrador lo haya formalizado y, conforme al art. 134.5, cualquiera de los parientes
del causante dentro del cuarto grado (grupo amplio de quienes, en última instancia, resultarían
beneficiados en la sucesión legal), o cualquier otro interesado en la herencia (acreedores el causante,
por ejemplo), pueden solicitar del Juez que requiera al administrador para que formalice el
inventario. El Juez, previa audiencia del administrador, le concederá un nuevo plazo con
apercibimiento de que, si no lo hace, lo realizará a su costa un tercero designado judicialmente, sin
perjuicio de las responsabilidades en que pudiera incurrir.
De esta forma, para el caso de incumplimiento de la obligación de confeccionar el
inventario la ley opta por una solución moderada que, dotando de efectividad a la previsión legal, no
tiene consecuencias negativas para la fiducia. En particular, el incumplimiento de la obligación de
inventariar no extingue la fiducia, lo que podría dar lugar a la apertura de la sucesión legal, contra la
voluntad del causante.
C. Contenido de la administración. Conforme al art. 137.1: “El administrador satisfará las
obligaciones y cargas a que se refiere el artículo anterior, gestionará los negocios que forme parte
del caudal, podrá cobrar créditos vencidos y consentir la cancelación de las fianzas y derechos que
los garanticen y realizar cualesquiera otros actos propios de todo administrador, así como ejercer
las facultades de gestión que el causante le haya podido atribuir”.
Partiendo del máximo respeto a la voluntad del causante, que puede haber establecido
instrucciones concretas sobre la administración del patrimonio, el precepto pretende que el
patrimonio sujeto a fiducia no quede paralizado tras la muerte del causante, lo que podría suceder si
las facultades de administración no estuvieran claramente determinadas.
De esta forma se verán favorecidos tanto los terceros que tengan créditos pendientes como
quienes finalmente resulten beneficiados tras el ejercicio de la fiducia, en la medida en que se
incluye expresamente la posibilidad de que el administrador gestione los negocios o las
explotaciones que constituyan el objeto de la fiducia.
D. Representación de la herencia. El art. 137.2 LS., además, legitima activa y pasivamente
al administrador para ejercitar las acciones necesarias para la defensa del patrimonio relicto, e
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impone a los acreedores la carga de dirigir su demanda contra él para hacer efectivos los créditos por
obligaciones de las que deba responder el patrimonio pendiente de asignación. Se excluyen así los
problemas prácticos derivados de las demandas dirigidas contra la herencia yacente (demandas
contra "herederos desconocidos de Dª M.", notificaciones por edictos, etc.).
10. Facultades de disposición.
A. Quién puede disponer de los bienes de la herencia. El art. 138 LS. reserva las facultades
de disposición al fiduciario, también en los casos en que no le corresponda la administración de los
bienes (por haber cónyuge viudo administrador, art. 134.1.1º, o por ser fiducia colectiva y haber
designado el causante un administrador, art. 134.2). Pero entonces, “el fiduciario o fiduciarios no
administradores darán cuenta al administrador de toda enajenación que hayan realizado y, en su
caso, de los bienes adquiridos que han sustituido a los enajenados” (art. 138.3).
En las fiducias colectivas, a falta de instrucciones del causante, el acuerdo sobre la
disposición se tomará por unanimidad (art. 138.1 i.f.).
B. Supuestos en los que se puede disponer de los bienes de la herencia. Las facultades de
disposición que la ley reconoce al fiduciario se limitan a determinados presupuestos. En primer
lugar, el fiduciario sólo puede disponer a título oneroso (art. 138.1 al principio). Además, y en
segundo lugar, para poder disponer de los bienes de la herencia deben concurrir alternativamente
alguna de las siguientes circunstancias: (i) que medie autorización del comitente; (ii) que la
disposición sea necesaria para atender al pago de las obligaciones y cargas señaladas en el art. 136;
(iii) que el fiduciario juzgue conveniente la disposición de los bienes hereditarios para sustituirlos
por otros, por ejemplo, de mayor rentabilidad (art. 138.1).
C. Destino de la contraprestación obtenida. Con el fin de garantizar la subsistencia del
patrimonio hereditario, la ley establece el destino de la contraprestación obtenida en la disposición
de bienes. Así, conforme al art. 138.2, salvo que la contraprestación obtenida se haya destinado al
pago de las deudas y cargas del caudal pendiente de asignación, quedará subrogada en el lugar de los
bienes enajenados.
D. Disposición habiendo legitimarios. Tratando de evitar perjuicios a los legitimarios, la ley
impone algunas cautelas para la enajenación de inmuebles por naturaleza y de los muebles como
sitios del art. 39 Comp. (explotaciones agrícolas, ganaderas, mercantiles e industriales, con cuantos
elementos estén afectos a unas y otras). Para la eficacia de la disposición de estos bienes el art. 139
exige la autorización de cualquiera de los legitimarios con plena capacidad de obrar y, siendo todos
los legitimarios menores o incapaces, de la Junta de Parientes o del Juez competente.
Se trata de un control externo a las facultades de disposición del fiduciario en relación a los
bienes de mayor trascendencia del patrimonio y que, transformados en dinero, serán de más fácil
distracción.
El precepto es aplicable en todos los supuestos de disposición que afecte a tales bienes: por
tanto, también cuando medie autorización del comitente. En todo caso, además, la contraprestación
obtenida queda sujeta a lo dispuesto en el art. 138.2.
Parece razonable entender, por aplicación de la doctrina general, que la disposición
realizada sin la preceptiva autorización legal será anulable a instancia de los legitimarios o de
quienes los representen.
11. Plazo para el ejercicio de la fiducia.
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A. Determinación del plazo. El causante puede señalar un plazo para la ejecución de la
fiducia en todo caso. Si no lo ha hecho, y salvo que el cónyuge sea el único fiduciario, la ley
establece el plazo de tres años. Partiendo del respeto a la voluntad el causante, la ley opta por la
fijación, con carácter subsidiario, de un plazo para la ejecución de la fiducia. De esta manera, se
pretende evitar que se prolongue excesivamente la situación de interinidad, tratando de conciliar la
posibilidad de una correcta ejecución de la fiducia con la protección de los intereses de los sucesores
y la seguridad del tráfico. Según el art. 129.1: "El fiduciario deberá cumplir su encargo en el plazo
que expresamente le haya señalado el comitente". 2. A falta de señalamiento expreso, la fiducia
deberá ejecutarse dentro del plazo de tres años, pero si el único fiduciario es el cónyuge del
comitente, su nombramiento se entenderá hecho de por vida". Si no se ejercita la fiducia en plazo,
se pierde la condición de fiduciario (art. 147.b)
El causante también ha podido señalar plazo al designar a su cónyuge como fiduciario. Pero
si no lo hecho, y el cónyuge es el único fiduciario, "su nombramiento se entenderá hecho de por
vida" (art. 129.2 LS.). La posibilidad de que el nombramiento del cónyuge como fiduciario se
entienda hecha de por vida enlaza con una de las finalidades habitualmente perseguida con la
institución: reforzar la posición del cónyuge viudo. Además, es coherente con la posibilidad de que
el cónyuge fiduciario ejecute la fiducia en testamento cuando no tenga señalado un plazo para
cumplir su encargo (art. 141.2).
B. Cómputo del plazo. El plazo se computa desde el fallecimiento del causante. Pero si
entonces existen legitimarios de grado preferente menores de edad, el plazo se empieza a contar
desde que alcancen la mayoría de edad todos ellos (art. 130.a) LS.): se entiende que en ese momento
el fiduciario puede tener más datos para adoptar su decisión y cumplir su encargo.
En las fiducias sucesivas, el plazo se empieza a contar desde que legalmente sea posible su
ejecución (por ejemplo, tras la muerte del primer fiduciario llamado, el segundo acepta el cargo). En
los casos en que el llamamiento deba reiterarse (por no aceptar el beneficiario, por ser nula la
atribución, cfr. art. 143.2) y haya caducado el plazo, el fiduciario deberá ejecutar su encargo en un
nuevo plazo de dos años a contar desde que el anterior resulte ineficaz (arts. 129.3 y 130.c) LS.).
C. Prórroga y reducción del plazo. Los plazos establecidos pueden prorrogarse o reducirse
por el Juez, previa audiencia del Ministerio Fiscal, a través de un procedimiento de jurisdicción
voluntaria.
En primer lugar, y en previsión de la concurrencia de circunstancias que hayan hecho
imposible la ejecución de la fiducia se prevé la posibilidad de que los fiduciarios soliciten del Juez,
antes de que caduque el plazo establecido, su prórroga. El Juez podrá concederla, mediando justa
causa, hasta un máximo de dos años (art. 131 LS.).
En segundo lugar, y salvo que el único fiduciario fuera el cónyuge viudo, cualquier persona
con interés legítimo (legitimarios, eventuales favorecidos, los que serían llamados legalmente,
acreedores de la herencia, etc.) puede solicitar del Juez que señale un plazo más breve del que en
principio corresponda, si la situación de pendencia pudiera producir graves daños al patrimonio
hereditario (art. 132 LS.).
12. Forma y eficacia de la ejecución.
A. Regla general. a) Ejecución de la fiducia por acto inter vivos en escritura pública. En
atención a la trascendencia del acto, la ley impone la necesidad de su otorgamiento en escritura
pública (art. 141.1). La exigencia de escritura pública es ad solemnitatem, es decir se trata de un
presupuesto de la validez y eficacia de la ejecución de la fiducia. Es exigible también aun cuando, en
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acto de ejecución parcial de la fiducia, sólo se disponga de bienes muebles (cfr. art. 632 Cc.).
Para su validez, la disposición del fiduciario no precisa en cambio la aceptación de los
beneficiarios. Es válida como acto unilateral, sin perjuicio de que sea precisa la aceptación del
beneficiario para la adquisición de la herencia.
b) Eficacia. El art. 143.1 establece que: "Los actos inter vivos que en ejecución de la fiducia
realicen los fiduciarios serán irrevocables". La ley establece la irrevocabilidad al margen de que se
haya producido o no la aceptación por el beneficiario e, incluso, de que haya llegado a su
conocimiento la ejecución de la fiducia.
No obstante, si los beneficiarios llamados no pueden o no quieren aceptar la atribución, o
esta es declarada nula (por otorgarse mediante violencia o dolo, o por incorrecta composición o
ejecución de la fiducia colectiva, arts. 144 y 145 LS.), la ley permite que el fiduciario reitere el
llamamiento (art. 143.2). La regla se basa en el respeto a la voluntad del causante que, al designar
fiduciarios, quiso evitar la sucesión legal. La norma, que recoge la doctrina mantenida con
anterioridad por la jurisprudencia, representa una excepción a lo dispuesto con carácter general en el
art. 8 LS. para los casos de ineficacia del llamamiento voluntario, en un supuesto en el que la
persona que ordena la sucesión, el fiduciario, vive y, por tanto, es posible que reitere el llamamiento.
B. Cuando el cónyuge sea el único fiduciario. a) Cumplimiento de la fiducia en testamento.
Por excepción, y en atención a que su nombramiento habitualmente se producirá de por vida (art.
129.2), cuando se haya designado como único fiduciario al cónyuge, "éste podrá cumplir su encargo
también en testamento, salvo disposición contraria del causante o que la fiducia se haya sometido a
plazo" (art. 141.2 LS.). El cónyuge viudo designado único fiduciario puede ("también"), si quiere,
ejecutar la fiducia, total o parcialmente, por acto inter vivos formalizado en escritura pública,
conforme a la regla general del art. 141.1.
Para que pueda ejecutarse la fiducia en testamento son presupuestos: (i) que haya sido
designado como único fiduciario el cónyuge; (ii) que el causante no haya prohibido la ejecución en
testamento; (iii) que el causante no haya señalado al cónyuge viudo fiduciario un plazo de ejecución
de la fiducia; si el comitente ha sometido a plazo la fiducia, la ley considera más ajustado a su
voluntad que no quede abierta la posibilidad de que la ejecución de la fiducia llegue a ser ineficaz, lo
que sucedería si, otorgándola en testamento, el cónyuge fiduciario no falleciera antes del
vencimiento del plazo.
La ley refuerza la posición del viudo designado único fiduciario, porque no limita la
posibilidad del cumplimiento del encargo en testamento a que sólo queden descendientes comunes
ni, tampoco, a que el viudo tenga usufructo vidual (que, de hecho, puede no corresponderle:
renunció en vida; o el matrimonio nunca tuvo viudedad, art. 9º.2 Cc. y, al morir, el comitente no
tiene vecindad aragonesa, art. 16.2 párr. 3 Cc.).
El testamento puede ser de cualquiera de los tipos admitidos en Derecho aragonés
(unipersonal o mancomunado). En el mismo instrumento, el viudo puede disponer de sus propios
bienes.
b) Eficacia. Conforme a la primera parte del art. 143.3 LS.: "Los actos de ejecución de la
fiducia en forma testamentaria son siempre revocables". La ley establece, por tanto, para los actos
de ejecución de la fiducia en forma testamentaria, la libre revocación. Ahora bien, debe observarse
que no se trata de un mero recordatorio de la regla que con carácter general establece el art. 116 LS.
para las disposiciones testamentarias. Por el contrario, de no atribuirle la ley expresamente el
carácter de revocable sería discutible que lo fuera, puesto que se trata de la ordenación de la sucesión
de una persona fallecida aunque el vehículo, el instrumento jurídico utilizado, sea un testamento (cfr.
con la solución legal para otro contenido "atípico" del testamento en el art. 116.4 LS., o con el
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carácter irrevocable que a la ejecución en testamento le atribuye la doctrina en otros ordenamientos,
o como hace algún tiempo interpretó la jurisprudencia del Tribunal Supremo en relación a las
fiducias).
También serán revocables libremente los actos de ejecución de la fiducia en testamento
mancomunado, por ser el art. 143.3 norma especial que debe prevalecer frente a las normas
generales sobre revocación del art. 106 LS.
La regla de la revocabilidad implica que la ejecución de la fiducia en testamento no
producirá efecto hasta la muerte del cónyuge viudo otorgante. También en los casos en que otorgue
el testamento en escritura pública, por tratarse de un acto mortis causa (art. 143.1).
La ejecución de la fiducia en testamento no impide, por tanto, "la eficacia de los actos de
disposición realizados por el viudo fiduciario con posterioridad" (art. 143.3 segunda parte). El
precepto deja a salvo no sólo la eficacia de los actos posteriores de ejecución de la fiducia sino
también, y difícilmente podía ser de otra manera, la de los actos de disposición realizados por el
fiduciario al amparo de lo dispuesto en el art. 138 LS. (facultades de disposición).
13. Modo de ejecutar la fiducia.
A. Habiendo descendientes del causante. El causante ha podido dar las instrucciones
oportunas sobre la forma de distribución de los bienes. El único limite será, en su caso, el respeto a
la legítima.
Para el caso de que el comitente se haya limitado a nombrar fiduciario, si en el momento de
ejecutar la fiducia existen descendientes suyos, el art. 142.1 de la ley establece que, "el fiduciario
habrá de ordenar la sucesión exclusivamente a favor de alguno o algunos de ellos, con la misma
libertad con que podría hacerlo el causante". Es decir, la ley presupone que la voluntad del causante
sería la distribución de los bienes entre sus descendientes, y por eso limita las facultades del
fiduciario a la asignación de los bienes entre ellos. En este caso, al no existir en Derecho aragonés
una legítima individual, el fiduciario podrá distribuir los bienes hereditarios de manera igual o
desigual, entre todos o varios descendientes, o bien atribuírselos a uno solo.
B. Posibilidad de uso parcial de las facultades del fiduciario. En el modo de ejecutar la
fiducia la Ley de sucesiones mantiene la regla prevista en la Compilación de 1967 al permitir al
fiduciario el uso total o parcial, y aun en tiempos distintos, de sus facultades, a menos que el
causante hubiera dispuesto otra cosa (art. 142.2). En el caso de ejecución parcial de la fiducia, y
respecto de los bienes que queden sin asignar transcurrido el plazo de ejecución de la fiducia, o a la
muerte del cónyuge fiduciario designado de por vida, se producirá la delación legal.
C. Atribución de bienes de la comunidad conyugal. El art. 142.3 establece que, cuando el
comitente haya designado como único fiduciario al cónyuge, éste, en uso parcial de la fiducia, podrá
atribuir bienes de la disuelta comunidad conyugal con el causante, sin necesidad de practicar su
previa liquidación. La norma refuerza la posición del viudo fiduciario, que no debe liquidar para
ejecutar la fiducia sobre bienes concretos.
Se recoge así expresamente el criterio defendido con anterioridad por la doctrina y por el
Auto del presidente del TSJA de 3 de octubre de 1989. La regla se explica porque el cónyuge viudo
fiduciario reúne todo el poder de disposición sobre los bienes comunes (es propietario de la mitad y,
como fiduciario, tiene el encargo de disponer sobre la otra mitad), y no resulta precisa una
liquidación para determinar los bienes de la herencia del causante.
D. Fiducia colectiva. a) Integrantes de la fiducia colectiva. En la fiducia colectiva, el
causante habrá designado las personas que la integran y la forma de actuación. A estos efectos, el
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causante goza de la más amplia libertad, pues no se limita la fiducia colectiva a los parientes. Con
carácter subsidiario, el art. 144 LS. establece algunas reglas.
En primer lugar, si el causante no lo ha excluido expresamente, la ley llama a su cónyuge
viudo a integrar la fiducia en el caso de que sólo existan descendientes comunes (art. 144.1).
En segundo lugar, si se establece genéricamente la fiducia a favor de "parientes", en defecto
de instrucciones del comitente o para completarlas, se entienden llamados, hasta un número de tres,
los parientes que tengan capacidad para ser fiduciarios conforme al orden de prelación previsto en el
art. 144.2: "1º. Ascendientes más próximos del causante de menor edad de una u otra línea. 2º.
Hermanos que hayan convivido familiarmente con el causante, con preferencia del mayor sobre el
menor. 3º. Los colaterales que dentro del cuarto grado nombre el Juez, oído el Ministerio Fiscal".
De una parte, se da preferencia a los parientes más próximos. De otra, al limitar el llamamiento al
cuarto grado de los colaterales se evitan las dificultades que en la redacción de la Compilación
suscitaba la falta de limitación de grado: si no existen tres dentro del cuarto grado, tendrá lugar la
delación legal.
b) Ejecución de la fiducia colectiva. Por lo que se refiere a la ejecución de la fiducia
colectiva habrá de estarse, en primer lugar, a lo dispuesto por el causante. A falta de instrucciones
suyas, el art. 145.1 LS. establece que "los acuerdos sobre ejecución total o parcial de la fiducia se
tomarán por mayoría de los fiduciarios en acto al que habrán de ser convocados todos ellos".
La fiducia colectiva necesariamente debe ejecutarse por acto inter vivos formalizado en
escritura pública (art. 141 LS.). Conforme al art. 145.2: "Al otorgamiento de la escritura pública
concurrirán todos los fiduciarios. No obstante, bastará con que concurra la mayoría de ellos si los
comparecientes manifiestan bajo su responsabilidad que la decisión se tomó tras deliberación a la
que fueron convocados la totalidad de los fiduciarios".
E. Sucesión de la casa. El art. 146 de la Ley se ocupa expresamente de la "sucesión de la
casa", es decir, cuando la casa o un patrimonio deban deferirse a un solo heredero, conforme a lo
previsto por el causante. Si no se han determinado las normas para el nombramiento del heredero o
cuando resulten de imposible cumplimiento la ley establece unas reglas sobre quién debe efectuar la
elección y entre qué personas debe recaer la misma. Se trata de garantizar, de esta forma, el
cumplimiento de la voluntad del causante, al propiciar la designación de un heredero y evitar la
aplicación de la sucesión legal, aun en el supuesto de que el causante no hubiera nombrado
fiduciarios.
En primer lugar, y conforme al art. 146.1, la elección debe efectuarse por el cónyuge
sobreviviente y, en su defecto o cuando éste hubiera fallecido sin realizarla, por las personas
llamadas a integrar la fiducia colectiva conforme al art. 144.
En segundo lugar, la elección debe recaer en uno de los hijos o descendientes del causante
y, en su defecto, en uno de los parientes de éste, con preferencia de los comprendidos hasta el cuarto
grado.
14. Extinción de la fiducia
A. Idea general. La ley distingue la "pérdida de la condición de fiduciario", como cualidad
personal, de la "extinción de la fiducia" como institución.
En la fiducia individual, si el causante no previó un llamamiento sucesivo, la pérdida de la
condición de fiduciario extingue la fiducia. Pero no siempre la pérdida de la condición de fiduciario
determina la extinción de la fiducia:
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a) si el causante ha designado varios fiduciarios para que actúen sucesivamente, la pérdida
de la condición del fiduciario del primer llamado permite al segundo cumplir el encargo, y así
sucesivamente (art. 148.1 primera parte);
b) para la fiducia colectiva, establece el art. 148.2 que: "Cuando los fiduciarios sean varios,
la pérdida de tal condición por alguno de ellos, una vez agotada la posibilidad de designación en el
supuesto contemplado en el apartado 2 del art. 144, no impedirá el cumplimiento del encargo por
los restantes, aunque sólo quede uno, salvo que sea el cónyuge no designado por el comitente o que
éste haya dispuesto otra cosa".
B. Pérdida de la cualidad de fiduciario. Conforme al art. 147, la condición de fiduciario se
pierde:
a) Por las causas establecidas por el causante. La admisión de que el causante establezca
libremente los motivos por los que el fiduciario puede perder la condición de tal es consecuencia del
respeto a la voluntad del causante, fundamento último de la institución.
b) Por expirar el plazo establecido para su ejecución, conforme a lo previsto en los arts.
129 a 132 LS.
c) Cuando el fiduciario fallezca, sea declarado ausente o fallecido, privado de la plena
administración de sus bienes o incapacitado judicialmente. Se recogen aquí causas distintas
relacionadas con la existencia y plena capacidad requerida al fiduciario (art. 125 LS.). La norma
resulta coherente con las facultades de administración y disposición que la ley atribuye al fiduciario
(arts. 134 y ss. LS.) y evidencia el deseo del legislador de evitar que se prolonguen excesivamente
situaciones de incertidumbre (esperando a que el fiduciario reaparezca o se compruebe su muerte, en
los casos de ausencia o declaración de fallecimiento; o a que sea rehabilitado, en los supuestos de
concurso, quiebra o declaración de prodigalidad, o a que recupere su capacidad antes de que fallezca
o de que expire el plazo de ejecución de la fiducia).
d) Por renuncia del fiduciario. Se considerará que renuncian a su condición de fiduciarios
los que requeridos notarial o judicialmente por cualquier persona con interés legítimo no la
aceptaren pura y simplemente en igual forma en los sesenta días siguientes a la notificación.
e) Cuando el cónyuge viudo fiduciario contraiga nuevas nupcias o lleve vida marital de
hecho, salvo que el comitente hubiera dispuesto expresamente otra cosa. Se recogen en este
apartado distintas causas que pueden suponer pérdida de la confianza, que está en la base de la
institución. Parece ponderado, sin embargo, permitir que el causante establezca la conservación de la
fiducia, pues no siempre supondrán un obstáculo para el cumplimiento imparcial del encargo (por
ej., si hay que repartir los bienes entre los hijos comunes).
f) Por incurrir el fiduciario, para con el causante o sus descendientes, en alguna de las
causas legales de desheredación o indignidad para suceder. Las causas de indignidad (art. 13 LS.) y
de desheredación (art. 195 LS.) tienen suficiente gravedad como para poner fin a la confianza
otorgada.
C. Efectos de la extinción de la fiducia. Si la fiducia se extingue (porque siendo individual,
el único fiduciario pierde su condición, o siendo colectiva no concurren las circunstancias a que se
refiere el art. 148.2), se produce la apertura de la sucesión legal para los bienes que queden
pendientes de asignar. La delación legal de la herencia tiene lugar al extinguirse la fiducia (art. 133).
Al ser posible la ejecución parcial de la fiducia (art. 142.2), el art. 148.1 deja a salvo la
eficacia los actos de ejecución ya realizados. Se exceptúan los actos "de disposición que el cónyuge
viudo fiduciario hubiere efectuado en su testamento en los casos de las letras e) y f) del artículo
anterior". Parece razonable que no se mantengan los actos que no desplegarían su eficacia hasta la
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muerte de quien los ha otorgado pero ha perdido la condición de fiduciario por razones relacionadas
con la confianza.
En los demás casos, conservan su eficacia los actos de disposición otorgados por el
fiduciario en su testamento (art. 148.1 a contrario): extinguida la fiducia, se produce la delación a
favor de los designados por el viudo en su testamento, tanto en el caso de que fallezca como en los
demás supuestos de la letras c y d del art. 147 (art. 133.1)
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