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Garantías de los derechos
fundamentales1
Alicia Cebada Romero
1. El texto recogido a continuación constituye un resumen del capítulo publicado íntegramente en el libro “Los derechos
humanos en la sociedad global: mecanismos y vías prácticas para su defensa” (CIDEAL, 2011).
Índice
1. Los derechos fundamentales en el ordenamiento jurídico español .3
1.a Concepto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .3
1.b Garantías . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .4
1.b.1 Instrumentos de control interno: el Defensor del Pueblo . . . . . . . . . . . . . .4
1.b.2 Instrumentos regionales de control . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .5
1.b.3 Instrumentos internacionales de control . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .5
1.c Vías jurisdiccionales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .7
1.c.1 Vías jurisdiccionales en el ámbito interno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .7
1.c.2 Garantías jurisdiccionales: Derecho europeo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .8
2. El principio de legalidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .10
3. Acceso a la justicia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .11
4. Jurisdicción universal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .12
4.a El reconocimiento del carácter absoluto del principio de jurisdicción
universal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .13
4.b La reforma y el alcance de la restricción al carácter absoluto del principio . . .15
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1. Los derechos fundamentales
en el ordenamiento jurídico
español
1.a Concepto
El artículo 9 de la Constitución española establece que los poderes públicos deben
promover “las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los
grupos en que se integra sean reales y efectivas; remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la
vida política, económica, cultural y social”.
El modelo de libertades español está sostenido por una serie de principios de los
que se irá hablando a continuación: legalidad, jerarquía normativa, publicidad de las
normas, irretroactividad (es decir, no retroactividad) de las leyes penales no favorables o que restringen derechos de los individuos, seguridad jurídica, responsabilidad y prohibición de arbitrariedad de los poderes públicos.
El ordenamiento jurídico español es de corte monista en lo que se refiere a las
relaciones con el Derecho internacional. Eso quiere decir que las normas internacionales se incorporan, como tales, a nuestro ordenamiento, sin necesidad de que
transformen su naturaleza y se conviertan en normas internas. No obstante, existe
un requisito para su aplicación en España: la publicación de las normas en el Boletín
Oficial del Estado (BOE).
La orientación “internacionalista” de nuestro ordenamiento se hace si cabe más
clara en el caso de las normas internacionales relativas a los derechos fundamentales y a las libertades, pues de acuerdo con el artículo 10.2 de nuestra Constitución,
éstas se convierten en parámetro interpretativo de los preceptos constitucionales
que regulan esa materia. En particular hay una referencia a la Declaración Universal
de los Derechos Humanos y, en general, a los acuerdos internacionales ratificados
por España.
Así, las normas internacionales sobre derechos humanos se convierten en una
referencia obligada en lo que se refiere a la protección de los derechos y las libertades en nuestro país.
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1.b Garantías
1.b.1 Instrumentos de control interno: el Defensor del Pueblo
La misión asignada al Defensor del Pueblo es la protección y defensa de los derechos fundamentales y las libertades públicas de los ciudadanos.
El Defensor del Pueblo es un alto comisionado de las Cortes generales, encargado
por éstas de supervisar la actuación de la Administración pública con objeto de
comprobar si respeta los derechos fundamentales.
Además del Defensor del Pueblo nacional, existen defensores del pueblo en las
comunidades autónomas.
El Defensor es elegido por Congreso y Senado, mediante votación con mayoría de
3/5. El mandato tiene una duración de cinco años. El Defensor del Pueblo no debe
recibir instrucciones de ninguna autoridad y desarrolla su mandato con autonomía.
Para proteger y defender los derechos fundamentales y las libertades de los ciudadanos, el Defensor del Pueblo tiene las siguientes competencias:
` Ejerce su control sobre todos los órganos y autoridades de la Administración General del Estado, de las Administraciones de las comunidades autónomas y de
las Administraciones locales. Asimismo, puede intervenir ante quienes actúen
como agentes o colaboradores de cualquiera de estas Administraciones en el
cumplimiento o realización de fines o servicios públicos.
` Las quejas relativas al funcionamiento de la Administración de Justicia son remitidas por el Defensor al Ministerio Fiscal, que puede adoptar las medidas que
corresponda con arreglo a la ley, o bien trasladarlas a su vez al Consejo General
del Poder Judicial.
` El Defensor del Pueblo salvaguarda también el respeto de los derechos fundamentales y las libertades públicas en el ámbito de la Administración militar, sin
que ello pueda entrañar una interferencia en el mando de la defensa nacional.
` Es parte de su mandato controlar si la Administración resuelve expresamente en
tiempo y forma las peticiones y recursos que le hayan sido formulados.
` Tiene legitimidad para interponer los recursos de inconstitucionalidad y amparo,
y puede iniciar también el procedimiento de hábeas corpus.
En cambio, el Defensor del Pueblo no puede entrar en el examen individual de
aquellas quejas sobre las que esté pendiente resolución judicial, y suspenderá dicho examen si, una vez iniciada su actuación, alguna persona interesada interpusiera una demanda o recurso ante los Tribunales ordinarios o el Tribunal Constitucional,
ya que el Defensor del Pueblo debe respetar la independencia del poder judicial.
Tampoco puede intervenir en los siguientes supuestos:
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` Cuando no haya existido intervención de las Administraciones públicas.
` Cuando se trate de conflictos entre particulares.
` Cuando haya transcurrido más de un año desde el momento en que el ciudadano haya tenido conocimiento de los hechos objeto de su queja.
` Cuando se trate de quejas anónimas, o sin pretensión concreta, o se aprecie
mala fe, o aquellas cuya tramitación pueda acarrear perjuicios a derechos legítimos de terceros.
` Tampoco puede entrar a valorar el contenido de una resolución judicial.
1.b.2 Instrumentos regionales de control
En el plano regional también hay órganos de control. Así, en el marco del Consejo
de Europa encontramos el Comisario Europeo de Derechos Humanos o el Comité
para la Prevención de la Tortura. Sin embargo, ninguno de estos órganos tiene competencia para recibir quejas presentadas por individuos.
En el ámbito de la Unión Europea hay que destacar la existencia del Defensor del
Pueblo europeo, que estudia las reclamaciones contra las instituciones y órganos
de la Unión Europea.
1.b.3 Instrumentos internacionales de control
El objetivo de la función de control internacional es verificar si los Estados adecuan
o no su comportamiento a determinadas normas internacionales. Hay una serie
de órganos de control, convencionales y no convencionales, que realizan esta función.
El control no tiene una naturaleza jurisdiccional, sino meramente administrativa. El
objetivo de los órganos de control es constatar si se ha producido o no un incumplimiento de una determinada norma jurídica internacional, pero no establecer o
depurar la responsabilidad internacional del Estado en caso de que se certifique
que se ha producido el incumplimiento. Los órganos de control emiten informes
que producen efectos sobre todo en el plano político.
La mera existencia de los órganos de control es por sí misma disuasoria o preventiva. La presión política que se puede ejercer sobre el Estado que está incumpliendo
una norma internacional será mayor cuando exista un informe desfavorable de un
órgano de control internacional.
Podemos citar los mecanismos de control internacional establecidos en los siguientes tratados de derechos humanos:
` Convención para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial
(1965).
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` Pacto Internacional sobre Derechos Civiles y Políticos (1966).
` Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (1966).
` Convención para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la
Mujer (1979).
` Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes (1984).
` Convención sobre los Derechos del Niño (1989).
` Convención Internacional para la Protección de los Derechos de todos los Trabajadores Migrantes y sus Familias (1990).
También hay que mencionar el Consejo de Derecho Humanos, un órgano de control no convencional de Naciones Unidas (no convencional porque no está establecido en un tratado o convención internacional), creado en 2006 por resolución de la
Asamblea General para sustituir a la Comisión de Derechos Humanos.
Por lo que respecta a las técnicas de control de estos mecanismos internacionales,
el procedimiento más extendido se basa en la obligación de los Estados de presentar al comité de que se trate informes periódicos sobre el cumplimiento de sus
obligaciones convencionales. Después el comité adopta “observaciones o conclusiones o recomendaciones finales” por medio de las cuales determina cuál es el
grado de cumplimiento por parte del Estado de las obligaciones que le impone el
tratado internacional en cuestión.
En la Convención contra la Tortura y en el Protocolo optativo a la Convención para
la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer se prevé además el envío de misiones de inspección a aquellos Estados sobre los que existen
fundadas sospechas de graves violaciones de los derechos protegidos.
Algunos de los tratados prevén además, según los casos, dos procedimientos casi
contenciosos, ambos facultativos. El primero, al que nunca se ha recurrido, permite
que un Estado parte denuncie a otro por violación de sus obligaciones respecto al
convenio en cuestión. El segundo procedimiento sirve para el examen de quejas
individuales presentadas al comité correspondiente directamente por víctimas o
por terceros en su nombre, por violación de derechos individuales protegidos por
cada uno de los convenios.
En estos casos el procedimiento termina bien porque no se admite a trámite la
queja, bien porque una decisión sobre el fondo rechaza la queja o le da satisfacción.
En este último caso, se declara que el Estado ha violado sus obligaciones según la
convención y lesionado ilícitamente un derecho internacionalmente protegido, se
le señalan las medidas de reparación que debe adoptar y se le solicita que informe
en un plazo breve del cumplimiento de la propia decisión, que será objeto de un
seguimiento específico.
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Por lo que respecta al modo de presentar las quejas ante los órganos de control internacionales, éstas no pueden ser anónimas y deben provenir de personas sometidas a la jurisdicción de un Estado que haya reconocido la jurisdicción del órgano
correspondiente.
La queja debe ser presentada directamente por la víctima o por otra persona que
pruebe que actúa en representación de la misma. Debe hacerse por escrito e ir
convenientemente firmada. La víctima debe consignar en la queja todos los hechos en los que se basa, así como suministrar la máxima cantidad de información
posible.
No se conocerá de la queja si ésta ha sido sometida a otro órgano internacional que
está conociendo de la misma o si no se han agotado los recursos internos. El agotamiento de los recursos internos es, pues, una condición de admisibilidad. Esta
condición se excluye cuando agotar los recursos internos requiere una cantidad
excesiva de tiempo o cuando se sabe de antemano que serían inefectivos (cuando
la ley que los Tribunales internos tienen que aplicar vulnera claramente el tratado
internacional de que se trate).
Si se acepta la queja, entonces el comité normalmente solicita al Estado denunciado que dé las explicaciones que estime oportuno. Se da al denunciante la posibilidad de presentar comentarios a la respuesta del Estado. Los comités no tratan de
investigar los hechos y no se admiten los amicus curiae (informes presentados por
terceras partes). Después, el comité correspondiente expresa su opinión, que es
enviada al Estado y al denunciante.
Durante el procedimiento se aplica el principio de igualdad de partes. Las conclusiones del comité se hacen públicas inmediatamente. No existe posibilidad de
recurrir contra la decisión de los comités.
La tramitación de un caso, incluyendo admisibilidad y fondo, puede demorar entre
dos y tres años y medio. En casos urgentes los comités pueden solicitar la adopción de medidas provisionales: la no ejecución de una pena de muerte o la no devolución de una persona a un país en el que puede ser víctima de tortura.
1.c Vías jurisdiccionales
1.c.1 Vías jurisdiccionales en el ámbito interno
Garantías jurisdiccionales no judiciales: el Tribunal Constitucional
El Tribunal Constitucional está compuesto por doce magistrados. Se nombran por
el Rey a propuesta de las Cortes Generales (cuatro el Congreso y cuatro el Senado),
del Gobierno (dos) y del Consejo General del Poder Judicial (dos). Los magistrados
ocupan su cargo durante nueve años y deben ser juristas de reconocida competencia con más de quince años de ejercicio profesional.
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El recurso de amparo se puede interponer contra actos y omisiones del Gobierno y
la Administración, del poder judicial, de las Cortes o de cualquiera de sus órganos,
o de las asambleas legislativas de las comunidades autónomas o de sus órganos,
que violen los derechos y libertades susceptibles de amparo constitucional.
Se debe destacar la reforma de la regulación del recurso de amparo introducida
por la LO 6/2007, de 24 de mayo. La reforma introduce la posibilidad de plantear
recurso de amparo contra las omisiones imputables a todo tipo de autoridades que
puedan implicar violaciones de derechos fundamentales y libertades públicas. Se
refuerza también la necesidad de agotar la vía ordinaria para acceder al amparo
constitucional.
Garantías jurisdiccionales judiciales
El artículo 24.1 de la Constitución española consagra el “derecho a obtener la tutela efectiva de los jueces y Tribunales en el ejercicio de sus derechos e intereses
legítimos sin que, en ningún caso, pueda producirse indefensión”. El artículo 53.2
establece que la protección de los derechos fundamentales debe ser “preferente
y sumaria”.
La protección judicial “preferente y sumaria” a la que se refiere el artículo 53.2 ha
sido calificada como un auténtico “amparo judicial”. La protección se debe exigir a
todos los Tribunales, incluyendo los militares. En estos momentos esta protección
está fragmentada en los llamados “procedimientos especiales” y se echa en falta
un desarrollo global y pleno del artículo 53.2.
1.c.2 Garantías jurisdiccionales: Derecho europeo
En cuanto a las garantías jurisdiccionales internacionales en materia de protección
de los derechos humanos, en el ámbito europeo el Tribunal Europeo de Derechos
Humanos (TEDH) está considerado como la “joya de la corona” del sistema europeo de protección de los derechos humanos. Para acudir a él, es necesario haber
agotado los recursos internos.
También el Tribunal de la Unión Europea, aunque no es un tribunal de derechos
humanos, tiene como misión velar por que los actos comunitarios no infrinjan los
derechos fundamentales. Así, el artículo 6.2 del Tratado de la Unión Europea especifica que: “La Unión respetará los derechos fundamentales tal y como se garantizan en el Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de
las Libertades Fundamentales firmado en Roma el 4 de noviembre de 1950, y tal
y como resultan de las tradiciones constitucionales comunes a los Estados miembros como principios generales del Derecho comunitario”.
Los jueces nacionales son jueces de Derecho comunitario y a ellos corresponde
también la garantía de respeto de los derechos humanos por parte de las instituciones comunitarias. En cambio, la legitimación de los particulares para impugnar una
norma comunitaria directamente ante el Tribunal de Justicia de las Comunidades
Europeas (TJCE) es muy limitada. Los particulares sólo pueden interponer recursos
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contra los actos de los que sean destinatarios o que les afecten directa e individualmente.
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2. El principio de legalidad
El Tribunal Constitucional ha interpretado el principio de legalidad atribuyéndole determinadas condiciones:
` Reserva de ley: tanto el hecho prohibido como la sanción deben estar establecidos en una ley escrita, previa y cierta.
` Irretroactividad de la norma sancionadora no favorable. El artículo 9.3 de la Constitución española establece que las disposiciones desfavorables no son retroactivas.
` Tipicidad: no se pueden crear delitos o penas por analogía.
` Non bis in idem: el principio de non bis in idem consiste en “la prohibición de
un doble proceso con un mismo objeto”. Pero sólo se incurre en esa prohibición
cuando el primer proceso ha concluido con una resolución que produzca el efecto de cosa juzgada.
` Principio de legalidad y doble incriminación en la extradición. Este principio exige
que el hecho sea delictivo y con una determinada penalidad en las legislaciones
del Estado requirente y del Estado requerido.
` Principio de legalidad y jurisdicción universal: la Audiencia Nacional ha establecido que la formulación clásica del principio de legalidad penal (“nullum crimen
sine lege, nulla poena sine lege”) en Derecho penal internacional debería transformarse en “nullum crimen sine iure”, reconociéndose que la norma puede no
estar escrita.
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3. Acceso a la justicia
El derecho a la tutela judicial efectiva se reconoce a los nacionales y a los extranjeros en España, e incluye tanto el derecho de acceso a la justicia como a que no
se produzca indefensión. Así, todas las personas tienen derecho al acceso a los
Tribunales para el ejercicio de sus derechos e intereses legítimos, y también a
obtener una tutela efectiva de dichos Tribunales, sin que en ningún caso pueda
producirse indefensión. La tutela efectiva supone que los recurrentes sean oídos y
tengan derecho a una decisión fundada en derecho, ya sea favorable o adversa.
El derecho a la tutela judicial efectiva incluye el derecho a la asistencia jurídica
gratuita, que se extiende a todas las personas, incluyendo a los inmigrantes que
se encuentran en nuestro país de forma irregular.
En el derecho a la tutela judicial efectiva se incluye también el principio acusatorio.
El Tribunal Constitucional ha considerado que imponer una pena superior a la solicitada por la parte acusadora constituye una violación de dicho principio.
Asimismo, toda persona tiene derecho a un proceso sin dilaciones indebidas. La
Convención Europea para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales establece en su artículo 6.1 que “toda persona tiene derecho a
que su causa sea oída equitativamente, públicamente y dentro de un plazo razonable, por un tribunal independiente e imparcial”.
El derecho a la tutela judicial efectiva implica el derecho a obtener una resolución
sobre el fondo de lo que se pide, resolución que debe estar convenientemente
motivada. La motivación debe ser congruente y razonable.
En relación con la motivación, el Tribunal Constitucional ha declarado que se vulnera
el derecho a la tutela judicial efectiva en los casos de resoluciones judiciales sobre
expulsiones colectivas de extranjeros.
Por último, el derecho a la tutela judicial efectiva también comprende el derecho a
la ejecución de las sentencias.
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4. Jurisdicción universal
El camino hacia el ejercicio de la jurisdicción universal por parte de los Tribunales
españoles se inició en noviembre de 1998, cuando la Audiencia Nacional aceptó
su jurisdicción en los casos Argentina y Pinochet. En el ejercicio de la jurisdicción
universal se produjeron el procesamiento de Cavallo y Scilingo, en España, y la
detención en Londres del ex dictador Augusto Pinochet. Cavallo fue detenido en
Cancún, durante una escala hacia Buenos Aires. México concedió la extradición por
los delitos de genocidio y terrorismo. Como dice Pigrau Solé, “México se convirtió
en el primer Estado que extradita a otro Estado, cuya única base de jurisdicción en
este caso era la jurisdicción universal, a un nacional de un tercer Estado por delitos
cometidos en el territorio de este último”.
La base jurídica fundamental en el ámbito del ordenamiento jurídico español en
relación con la jurisdicción universal es el artículo 23.4 de la Ley Orgánica del Poder
Judicial (LOPJ). En este artículo se dice que la jurisdicción española será competente “para conocer de los hechos cometidos por españoles o extranjeros fuera
del territorio nacional susceptibles de tipificarse, según la ley penal española, como
alguno de los siguientes delitos”:
a. Genocidio.
b. Terrorismo.
c. Piratería y apoderamiento ilícito de aeronaves.
d. Falsificación de moneda extranjera.
e. Los delitos relativos a la prostitución y los de corrupción de menores o incapaces.
f. Tráfico ilegal de drogas psicotrópicas, tóxicas y estupefacientes.
g. Tráfico ilegal o inmigración clandestina de personas, sean o no trabajadores.
h. Los relativos a la mutilación genital femenina, siempre que los responsables se
encuentren en España.
i. Y cualquier otro que, según los tratados o convenios internacionales, deba ser
perseguido en España.
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4.a El reconocimiento del carácter absoluto del principio de
jurisdicción universal
Una vez que en noviembre de 1998 se abrió definitivamente la puerta, por parte de
nuestros Tribunales, al ejercicio de la jurisdicción universal, se fueron sucediendo
los casos hasta que surgió el asunto Guatemala. En diciembre de 2000, la Audiencia Nacional rechazó la jurisdicción de los Tribunales españoles para conocer de este
caso, pues en contraste con los casos Argentina y Chile, no se había demostrado la
incapacidad de los Tribunales guatemaltecos para actuar. El argumento básico de la
Audiencia Nacional fue que, en aplicación del principio de subsidiariedad de la jurisdicción universal, los Tribunales españoles no eran, por el momento, competentes
para conocer del asunto. La Audiencia Nacional infería el principio de subsidiariedad
del artículo VI de la Convención para la Represión del Delito de Genocidio, que, en
su opinión, daba prioridad a los Tribunales del lugar donde se cometió el delito y a
los Tribunales internacionales sobre los Tribunales de cualquier Estado que pretendiera ejercer la jurisdicción universal.
Este auto de la Audiencia Nacional fue recurrido ante el Tribunal Supremo, que hizo
una interpretación restrictiva del principio de jurisdicción universal, según la cual los
Tribunales españoles sólo debían conocer de aquellos casos en que existiera una
conexión con España, bien porque hubiera víctimas españolas o porque el presunto
autor de los crímenes se encontrara en España o porque se diera cualquier otra
conexión relevante.
El asunto llegó al Tribunal Constitucional, que se pronunció sobre el mismo en su
Sentencia 237 de 2005, afirmando el carácter absoluto del principio de jurisdicción
universal tal y como aparecía configurado en la LOPJ. El Tribunal considera que
es clásico en el Derecho Penal dar prioridad a los Tribunales del lugar donde se ha
cometido el delito. Acepta, pues, la aplicación del principio de subsidiariedad como
base para establecer la prioridad de una jurisdicción en casos de concurrencia. Sin
embargo, rechaza de plano la interpretación excesivamente restrictiva del principio
de subsidiariedad, y afirma que la abstención de los Tribunales de un tercer Estado
sólo habría de darse cuando ya se hubiera iniciado un procedimiento en la jurisdicción territorial o en el Tribunal internacional.
En sentido contrario, para la activación de la jurisdicción universal extraterritorial
habría de ser suficiente con que se aportaran indicios serios y razonables de inactividad judicial que vinieran a suponer una falta de voluntad o de capacidad para la
persecución efectiva de los crímenes.
En relación con el argumento de la inexistencia de “vínculos de conexión”, “como
que el presunto autor del delito se halle en territorio español, que las víctimas sean
de nacionalidad española, o bien que exista otro punto de conexión directo con
intereses nacionales”, el Tribunal Constitucional no reconoce ninguno de los precedentes que citó el Tribunal Supremo para avalar su posición.
Por el contrario, el Tribunal Constitucional llama la atención sobre el hecho de que
la Ley española no es la única legislación nacional que incorpora un principio de
jurisdicción universal sin vinculación a intereses nacionales, pudiendo citarse las
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de países como Bélgica, Dinamarca, Suecia, Italia o Alemania. Todos estos Estados
incorporan, con mayor o menor amplitud, la represión de distintos crímenes contra
la comunidad internacional a su ámbito de jurisdicción, sin restricciones motivadas
en vínculos nacionales. Por ejemplo, la sentencia del Tribunal Supremo no hacía
mención alguna al Código alemán de Crímenes contra el Derecho Internacional de
26 de junio de 2002, en cuyo artículo primero se establece que sus preceptos se
aplicarán a los crímenes contra la humanidad, de genocidio y de guerra “incluso
cuando el delito sea cometido en el extranjero y no tenga relación alguna con Alemania”.
En cuanto a la conexión referida a la presencia del presunto autor del delito en
nuestro territorio, el Tribunal Constitucional declara: “Sin lugar a dudas la presencia del presunto autor en el territorio español es un requisito insoslayable para el
enjuiciamiento y eventual condena, dada la inexistencia de los juicios in absentia
en nuestra legislación (exceptuando supuestos no relevantes en el caso). Debido a
ello, institutos jurídicos como la extradición constituyen piezas fundamentales para
una efectiva consecución de la finalidad de la jurisdicción universal: la persecución
y sanción de crímenes que, por sus características, afectan a toda la comunidad
internacional. Pero tal conclusión no puede llevar a erigir esa circunstancia en requisito sine qua non para el ejercicio de la competencia judicial y la apertura del
proceso […]”.
A propósito de los otros vínculos de conexión mencionados por el Tribunal Supremo, el Tribunal Constitucional indica: “Junto al de la presencia en territorio nacional del presunto autor introduce la Sentencia impugnada otros dos vínculos de
conexión: el de personalidad pasiva, haciendo depender la competencia universal de la nacionalidad española de las víctimas, y el de vinculación de los delitos
cometidos con otros intereses españoles relevantes. […] Pues bien, al respecto
debemos afirmar que tal interpretación, radicalmente restrictiva, del principio de
jurisdicción universal plasmado en el art. 23.4 LOPJ […] desborda los cauces de lo
constitucionalmente admisible […] a partir de criterios correctores que ni siquiera
implícitamente pueden considerarse presentes en la ley y que, además, se muestran palmariamente contrarios a la finalidad que inspira la institución”.
Así pues, el Tribunal Constitucional venía a decir en su jurisprudencia que más allá
de la aplicación del principio de subsidiariedad, en los términos precisados por
el propio Tribunal, y de la existencia de cosa juzgada, no cabía introducir ninguna
limitación al principio de la jurisdicción universal y consideraba que el intento del
Tribunal Supremo por introducir el elemento de los “vínculos de conexión” con objeto de restringir el ámbito de aplicación de este principio constituía una actuación
contraria a la ley.
El Tribunal Supremo, por su parte, aceptó la doctrina del Tribunal Constitucional.
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4.b La reforma y el alcance de la restricción al carácter absoluto
del principio
Con todo, en noviembre de 2010 ha entrado en vigor una ley que modifica los términos en que el artículo 23.4 regulaba el ejercicio de la jurisdicción universal, introduciendo la referencia a los vínculos de conexión que el Tribunal Supremo utilizaba
en el caso Guatemala y a una especie de criterio de razonabilidad.
En efecto, en junio de 2009 el Congreso envió al Senado el proyecto de reforma de
la LOPJ que, entre otros aspectos, modifica la regulación de la jurisdicción universal. La reforma acaba de entrar en vigor.
Organizaciones no gubernamentales y activistas de derechos humanos han criticado, precisamente, la modificación que restringe el carácter absoluto de la jurisdicción universal. Esta modificación matiza que la jurisdicción española tendrá
competencia para conocer de hechos cometidos por españoles y extranjeros fuera
del territorio nacional que puedan tipificarse como genocidio, crímenes de lesa
humanidad, crímenes de guerra, terrorismo, piratería, apoderamiento ilícito de aeronaves, prostitución, corrupción de menores e incapaces, tráfico ilegal de drogas,
tráfico de personas y mutilación genital femenina, siempre que los presuntos autores de alguno de estos delitos se encuentren en España, o las víctimas sean de
nacionalidad española, o se constate algún vínculo de conexión relevante con España y siempre que ningún país competente o el Tribunal Penal Internacional hayan
iniciado un procedimiento que suponga una investigación y persecución efectiva de
tales hechos punibles.
Para determinar con exactitud el alcance de esta restricción habrá que esperar a conocer la interpretación que el Tribunal Constitucional acabe haciendo del requisito
de la “conexión relevante”. Si se hace una interpretación generosa, se podría considerar que en los casos de crímenes que suponen violaciones de normas imperativas de derecho internacional general existe una “conexión relevante”, pues nuestro
Estado siempre se puede considerar lesionado por un crimen de esta naturaleza.
También se puede considerar que los delitos cometidos en ciertos escenarios que
tienen una conexión con España en virtud, por ejemplo, de nuestro pasado colonial,
entrarían dentro de la jurisdicción de nuestros Tribunales.
En cualquier caso, no cabe duda de que con la nueva regulación se complica la
tarea de defender la jurisdicción de los Tribunales españoles en asuntos como el
genocidio en el Tíbet o los crímenes de guerra en la franja de Gaza.
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