manuel olivencia - BME: Bolsas y Mercados Españoles

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ENTREVISTA
ENTREVISTA
ENTRE
MANUEL OLIVENCIA
catedrático emérito de Derecho Mercantil
y consejero de BME
78 BOLSA. Noviembre 2007
entrevista
MANUEL OLIVENCIA
ABOGADO, GESTOR Y
HOMBRE DE CONSENSO
El tránsito entre el ejercicio profesional y la labor docente e investigadora, interrumpido en
algunas ocasiones por tareas de servicio público relacionadas con la administración, han
marcado la trayectoria de Manuel Olivencia de 78 años, consejero de Bolsas y Mercados
Españoles (BME), catedrático emérito de Derecho Mercantil y autor del primer código de
buenas prácticas societarias para las empresas cotizadas en la Bolsa española. De vocación
heredada, según dice, por la influencia de su padre, también abogado, se le considera
fundador de la llamada “Escuela del Guadalquivir” y es, quizá, uno de los herederos más
acreditados de Joaquín Garrigues, quién fuera el mayor exponente del Derecho Mercantil
español, en la segunda mitad del siglo XX. Este es Manuel Olivencia, un hombre afable,
exigente en el cumplimiento de sus cometidos, celoso de las cosas hechas con prudencia y
reflexión, con pocos enemigos conocidos y, sobre todo, fiel a los principios de discreción que
deben ser virtud en aquellos que han recibido encargos de mucha repercusión.
Carlos Humanes y Rafael Alba,
PERIODISTAS
l de Manuel Olivencia es uno de esos casos donde el lugar en el que vivió sus primeros años marcó decisivamente su desarrollo vital. Su condición de Ceutí, aunque naciera en Ronda, lugar donde solía veranear su familia, le permitió situarse en un escenario de los más abiertos que existían en
la España de la posguerra. Don Manuel relata así su relación con la
ciudad en la que pasó sus primeros años: “Yo nací en un lugar de veraneo, nací en Ronda, en la casa de campo familiar, en el mes julio.
Mi abuelo materno, el abuelo Ruíz, era rondeño de nacimiento y se
había establecido en Ceuta como comerciante. Fue allí a hacer el
servicio militar, a servir al rey y por razones de amor y, también por
vocación mercantil, creó primero un pequeñísimo negocio que le
permitió ser después un gran empresario. Fue un modelo de trabajo y de inteligencia natural. La familia de mi padre llega a Ceuta por
otros motivos. Mis abuelos Olivencia, los padres de mi padre, eran
maestros nacionales y aquella ciudad fue el sitio que encontraron
en 1914 en el turno de consortes para estar juntos, después de haber estado separados en sus destinos administrativos durante mucho tiempo”.
Sin embargo, usted estudió derecho en la ciudad de Sevilla...
Mi padre estudió derecho en Sevilla, por eso lo estudié yo allí también. Yo había estudiado la enseñanza primaria en un colegio nacional. En la escuela regida por mi abuelo. También estuve en el Instituto Público de Ceuta que pertenecía al Distrito Universitario de Granada, pero mi padre quiso que, como él, yo estudiara en Sevilla, donde tenía todavía maestros y también muy buenos compañeros. Por
E
eso yo fui a Sevilla, también en la Universidad del Estado.
¿Cómo marcó la Guerra Civil sus primeros años lectivos?
Yo recuerdo en la Escuela Nacional de Ceuta, los tres años de Guerra, las alarmas, los bombardeos...En Cartagena, recientemente, visité la reconstrucción de un refugio donde se refugiaba la población
de la aviación de Franco. Era exactamente igual que el que teníamos
en Ceuta para refugiarnos de la aviación republicana. Yo soy de la
generación de los niños de la guerra, de los que no hicimos la guerra y, sin embargo, la padecimos. Y no sólo la confrontación civil española. En el año 1939 empecé el bachillerato y estalla la Guerra
Mundial. En la Guerra Mundial vivimos en Ceuta en un escenario de
guerra también por el paso del Estrecho y la batalla de África.
¿Qué recuerdos conserva de sus estudios de bachillerato?
Yo creo que el bachillerato aquel era excelente, muy riguroso. Teníamos siete años de Latín. Teníamos también Griego, muchas humanidades...El Instituto de Ceuta era muy bueno. Tenía un profesorado
excelente. Además, se enriqueció con otros catedráticos que por responsabilidades políticas eran destinados allí. Era casi como un exilio. Eran docentes de aquel cuerpo de Catedráticos de Instituto que
fue enormemente prestigioso. El catedrático mío de Literatura, valga como ejemplo, era un yerno de Don Ramón María de Valle Inclán.
Se llamaba Jerónimo Toledano y consiguió aficionarme a la literatura, una afición que conservo desde entonces. Él había estado en Izquierda Republicana y por responsabilidades políticas fue destinado
forzoso a Ceuta. Ceuta era una ciudad muy agradable en aquella
época. Además para los funcionarios era la ciudad que se llamaba
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MANUEL OLIVENCIA
de las 14 cosechas, porque eran las 14 pagas que llegaban al año.
Era la única riqueza que había allí. Unas pagas incrementadas además por el suplemento del destino en África.
Don Joaquín era asesor de la Bolsa. El daba su clase muy temprano. A las nueve, porque no dejaban empezar antes. En San Bernardo, donde entré yo con el de profesor ayudante. Después de la clase, o tenía una vista en el Tribunal Supremo o le acompañábamos
al Despacho. Todo esto a pié. El era un gran caminante. Con una etaCON LAS COSAS CLARAS
pa intermedia en la Bolsa. Recuerdo que en una época de recesión
¿Siempre pensó en ser catedrático de Derecho Mercantil?
alarmante como aquella que los agentes de cambio y bolsa, como
Pedro Rodríguez Ponga, compañero bolonio, le decían a Garrigues:
Yo había pensado primero en ser abogado del Estado. Mi padre tenía
“La Bolsa hoy está mejor...mejor de lo que va a estar mañana”. Y de
una gran ilusión porque lo fuera y una gran admiración por ese cueraquí nos íbamos a trabajar, pero a trabajar como hacía trabajar Don
po prestigioso, pero yo me sentía atraído por la docencia. Y era una
Joaquín Garrigues. Yo tuve la suerte de recibir muchas enseñanzas
aventura querer ser catedrático de Universidad entonces. Sólo había
suyas y no solamente de Derecho Merdoce plazas de catedrático de Derecho
cantil. Por su inspiración, yo quise ser
Mercantil en España y estaban ocupacómo él, catedrático, y también abogadas. Teníamos que estar pendientes de
A mi se me llama de la Expo como
do. Aprendí mucho en ese despacho,
las jubilaciones, lo que llamábamos el
un hombre neutral que puede tener el
pero no ejercí la profesión hasta que
“desvieje”, para las vacantes. Hasta que
apoyo de todos los partidos para una
gané la cátedra.
la Complutense, entonces universidad
tarea de Estado. Un hombre a quién
En aquella época usted residía en un
central de Madrid, desdobla la Facultad
se encarga una misión de estado que
peculiar colegio mayor...
de Derecho Mercantil o se crean las cádebe estar por encima de los vaivenes
tedras de las Facultades de Ciencias
Sí, el Cesar Carlos. Allí estuve siete
Económicas no hay más plazas que una
años de 1953 a 1960. Ese colegio era
políticos. Se me nombra en 1984
por cada facultad. De modo que era
un islote de libertades en el Madrid de
hasta 1992 y se sabe que habrá, por lo
muy difícil. Y había un cuerpo de aspientonces. Era un colegio del Sindicato
menos dos elecciones generales. Felipe
rantes, naturalmente. Y estaban en la
de Estudiantes Universitarios (SEU) y,
González, el presidente entonces, me
cola. Algunos estaban antes que yo y hasin embargo, era un lugar donde había
llama para decirme que me conoce,
bía que respetar esa antigüedad, que
mucha tolerancia. Quizá porque los reque tengo el respeto de todos los
era de méritos.
sidentes eran universitarios, intelectua¿Cuál fue su trayectoria desde que terles, un poco extraños y el lugar era un
partidos y que necesitaba un hombre
miinó la carrera hasta que consiguió la
lujo que se permitía el SEU de la época.
como yo.
cátedra?
Es el colegio de Pío Cabanillas, de Raúl
Morodo, de figuras que estuvieron lueTermine la carrera con muy buen expego en la oposición, también. Como, Jesús Ibáñez un gran sociólogo
diente, fui Primer Premio extraordinario de la Licenciatura en 1951.
que murió muy joven. Se trabajaba mucho, era un colegio de posEntonces, aconsejado por mis maestros de Sevilla, opté a una beca
tgraduados. Gente que había acabado la carrera y preparaba la cádel Colegio de España en Bolonia, de gran prestigio. La conseguí y
tedra o la abogacía del Estado.
fui allí a hacer el doctorado. Y tengo un sello en mi formación por el
hecho de ser Bolonio, de haber pasado dos años de estudio allí y haber conocido la universidad más antigua de Europa. Luego estuve
LA CÁTEDRA DE SEVILLA Y LA ESCUELA DEL
en Madrid con Joaquín Garrigues.
GUADALQUIVIR
“
“
DE LA MANO DE JOAQUÍN GARRIGUES
¿Qué recuerdos tiene de aquella época y de su estancia junto al profesor Garrigues?
Vine a Madrid con una carta de presentación para Don Joaquín Garrigues de mi maestro de Sevilla, Juan Candil. Don Joaquín, que tenía entonces el despacho en Antonio Maura 16, me recibió con la reserva propia de la persona importante que recibe muchas peticiones durante el año, pero como uno más. Él puso muy a prueba mi
vocación. Fueron momentos difíciles, pero después de esa prueba
que al parecer superé, el profesor depositó en mi plena confianza y
puedo presumir de haber sido un discípulo predilecto de ese gran
maestro. Con quién tuve, por ejemplo, mi primer contacto con la Bolsa de Madrid.
¿Cómo era ell parqué madrileño en la época?
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Y, por fin, la cátedra en Sevilla y su propio despacho...
Tuve la suerte de que en las primeras oposiciones que hice en
1960, la única plaza que salía era la de Sevilla, la de mi Facultad. Y
la gané y llegué allí de catedrático. Tenía de compañeros a muchos
que había sido maestros míos. La plantilla era extraordinaria en
aquella facultad. Y entonces empiezo a ejercer también la profesión
de abogado. Pongo un despacho muy modesto. Entonces lo necesario era sólo una máquina de escribir y papel de cartas, era el siglo
pasado, claro.
Cómo Catedrático, se le considera el cre
eador de la llamada escuela
del Guadalquivir
Así es. Yo tengo actualmente once discípulos directos que son catedráticos de universidad. Y no es una cifra frecuente. Gente que ha
estudiado conmigo. Que han sido alumnos en la licenciatura y que
se han formado en mi departamento, que ha pasado por Bolonia...
El primero por orden cronológico y por la importancia del cargo que
entrevista
MANUEL OLIVENCIA
actualmente ocupa es el vicepresidente
del Tribunal Constitucional Guillermo Jiménez Sánchez. Luego Rafael Illescas
que está en la Carlos III, jurista de extraordinaria categoría. Y estoy muy contento de esa escuela, que se reconoce
en el ámbito del Derecho Mercantil como la escuela sevillana, o la escuela del
Guadalquivir, porque algunos dicen que
también pasa por Córdoba y desemboca en San Lúcar de Barrameda.
SU DESPACHO DE ABOGADOS
Aquel primer despacho que montó
también ha tenido una evolución muy
notable...
Sí. Allí se fueron reuniendo colaboradores míos. En aquel despacho que inicié
con un mecanógrafo que me recomendaron. Se llamaba Francisco Hidalgo,
creo que era agente interino en la Audiencia. Él se formó y hoy es socio de la
firma de Abogados Olivencia-Ballester
con la que nos hemos integrado en
Cuatrecasas, donde soy vicepresidente.
El despacho fue incrementándose, adquiriendo prestigio, y puedo presumir
de que he tenido consultas sobre grandes temas de la economía, en contenciosos jurídicos, mercantiles e internacionales. Por eso el despacho sigue y yo sigo trabajando en él. Y al
llegar al acuerdo de integración con Cuatrecasas, se ha mantenido
en toda Andalucía el nombre Olivencia-Ballester y nos han confiado
la dirección de la organización de los despachos andaluces.
¿Considera que el acuerdo con Cuatrecasas es el colofón de su carrera profesional?
Para mi no significa tanto el colofón de mi carrera, como la tranquilidad de que aquello que yo he creado está en el buen camino. A
nosotros, el acuerdo nos da una dimensión de servicios jurídicos totales que no tenía. Yo me había centrado mucho en mi especialidad,
en el Derecho Mercantil, pero hoy los servicios deben incluir también el Derecho del Trabajo, el Derecho fiscal...Y así tenemos la plenitud de los servicios y también una dimensión internacional de establecimientos y arraigo en muchos sitios del mundo.
COMISARIO DE LA EXPO
Al describir su carrera, a veces ha hablado de un par de paréntesis,
muy significativos en los que se dedicó, por decirlo así, al servicio
público...
Sí. Yo tengo una carrera muy lineal, pero en la que se abren algunos
paréntesis. Uno de ellos de corte político. A mi me llaman de la Subsecretaría del Ministerio de Educación en el primer Gobierno de la
Monarquía, con Carlos Robles Piquer de ministro. Cuando todavía no
estaba hecha del todo la transición. Cuando había que prepararla.
Allí coincidí, por ejemplo, con Sabino Fernández Campo, que era
subsecretario de la Presidencia en aquel Gobierno y nos lideraba.
Hubo grandes subsecretarios en aquel Ejecutivo: Marcelino Oreja,
Luis Ortiz, Ignacio Bayón, Marcelino Cabanas... Y Sabino nos decía
que allí había que hacer algo más importante que despachar expedientes administrativos. Había que preparar una oposición, había
que consolidar una monarquía. Y otro paréntesis importante, de servicios especiales también, fue cuando me nombran comisario de la
Exposición Internacional de Sevilla del 1992. La Expo.
¿Qué recuerda de aquella etapa?
Yo dediqué muchos años de mi vida a aquello y no me arrepiento de
nada. A mi se me llama de la Expo como un hombre neutral que puede tener el apoyo de todos los partidos para una tarea de Estado. Un
hombre a quién se encarga una misión de estado que debe estar
por encima de los vaivenes políticos. Se me nombra en 1984 hasta
1992 y se sabe que habrá, por lo menos dos elecciones generales.
Felipe González, el presidente entonces, me llama para decirme que
me conoce, que tengo el respeto de todos los partidos y que necesitaba un hombre como yo. Yo, al principio le digo que no, yo le digo
que no me embarco en una aventura de esas características. Yo estoy muy bien en lo mío. Pero me dijo que era un servicio a España y
me convenció. También me convencieron otros más altos que él que
apoyaron aquella idea.
Noviembre 2007. BOLSA 81
entrevista
MANUEL OLIVENCIA
¿Se refiere a una famosa llamada de la Casa Real?
Sí. Ya lo he contado en alguna ocasión, porque esa llamada, por
azar, se convirtió en pública. Yo estaba dando mi clase y entró un bedel a decirme que llamaban de la Casa de su Majestad el Rey. Entonces yo le dije muy bajito: “Cuando termine ya llamaré yo”, pero ya
se había enterado todo el mundo.
También ha descrito a veces aquella época, como un periodo especialmente duro...
Fueron siete años de mi vida que pasé en muchos aviones y en muchas salas de espera, en los numerosos viajes que tuve que hacer como Embajador de España, captando una participación que, por cierto
fue récord en la historia de las Exposiciones, tanto de países como de
organismos internacionales, fue un éxito extraordinario. También fue
una época muy dura. En la lucha política, en los frentes políticos. Se
me llamó, precisamente, porque yo no era de ningún partido. Y después, cuando se vio que aquello podía ser un éxito, todo el mundo se
quería apuntar. El presidente González aceptó mi dimisión, pero pensaba renovarme como consejero del Banco de España, un puesto que
yo ocupé entre 1982 y 1991. Pero me fui al Banco Hispano...
EL AZAR Y EL ENCARGO DEL CÓDIGO OLIVENCIA
Y ¿qué hizo allí...?
Recibí una oferta de Claudio Boada y de José María Amusátegui. El
me dijo, bueno, tú te has negado a trabajar con nosotros antes, pero ahora ya has dejado ese vínculo público y ahora dejas de ser consejero del Banco de España. Ya es hora de que entres en la banca
privada. Y entonces me nombran. A finales de 1991 entré en el Banco Hispano, pero en el momento de la fusión con el Banco Central.
Y quiero decir que es la experiencia mía en el Banco Central Hispano, en su consejo de Administración, lo que propicia que me llamen
para que dirija la comisión que elaboraría el Código Olivencia. Yo estudié en Londres el Código Cadbury, la repercusión que aquello ha
tenido. Los principios del Gobierno Corportativo. Entonces hago un
informe sobre ese tema y publico dos trabajos importantes y novedosos en la época, donde digo por donde van las tendencias.
Usted elabora su Código tras recibir un encargo del Gobierno...
El Código llega por los años de trabajo que yo he dedicado a la evolución de la administración de las sociedades. Había dedicado algunos
trabajos doctrinales a estas nuevas tendencias, como las sociedades
habían pasado desde la revolución de los gestores, a la desconfianza
en el gobierno de los mismos. Y entonces es cuando Rodrigo Rato desde el Gobierno impulsa la elaboración de un código. El Gobierno, a la
vista de que va a privatizar grandes sociedades y que se va a producir
un fenómeno de capitalismo popular, piensa en buena lógica que los
accionistas querrán más derechos y más protección de sus derechos.
Rato quiere que se haga un código. Tiene pensado elaborar un Código
que sea de asunción voluntaria y me siento honrado con la sorpresa
de que me nombra presidente de la Comisión que lo va a hacer. Un
nombramiento al que yo no me postulé nunca. Ni elegí yo a la comisión, por cierto muy bien elegida, muy compensada, que dicen en los
equipos de fútbol. Fue un trabajo duro y difícil, pero grato el llevar la dirección de aquella comisión que yo digo, impropiamente nombrada
con mi nombre propio. Por eso se llama Comisión Olivencia. Por una
tradición anglosajona de llamar así las cosas.
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¿Qué mandato recibió del Gobierno?
El encargo del Gobierno fue ese hacer un código exclusivamente de
asunción voluntaria, que no hiciéramos luego propuestas legislativas
y que solamente estuviera centrado en el Consejo de Administración.
Lo digo porque eso eran los límites que nosotros respetamos escrupulosamente. Muchas veces he oído decir que porque no propusimos esto u lo otro, pues porque ese era el límite. Al informe Aldama
le encomendaron otra cosa. Era otro mandato: valorar el grado de
asunción del Código Olivencia. Y proponer nuevas fórmulas, que no
sólo se centraban en el consejo sino en la Junta General también, y
que se convirtieran las recomendaciones en advertencias de mayor
soporte normativo.
¿Se considera un pionero?
El camino desde ahí ha sido corto, pero abundante en acontecimientos, tanto que un código que tiene sólo nueve años parece ya arqueología de la historia del buen gobierno corporativo. Nuestro código era liberal, no tenía una propuesta de norma imperativa. Hasta la
recomendación de publicidad de las medidas de Gobierno, era recomendación voluntaria. Se recomendaba a las sociedades que publicaran sus reglas de gobierno y que justificaran aquellas de las que
se separaban. No había ni en eso una idea imperativa. Hoy la publicidad está apoyada por normas legales. Ha ido arraigando. Nosotros
no teníamos prisa porque todo el mundo lo acatase. Yo pensaba que
si no se acataban, cuando se hablaba del caso Enron, no habían fracaso las medidas de Gobierno Corporativo. O sí, pero también el código penal o las normas de contabilidad. Cuando no se obedecen a
las normas imperativas de la Ley de Sociedades Anónimas, ¿como
podemos esperar que todo el mundo acate como un bien unas recomendaciones?. Bueno, no había tanta prisa. Sobre todo lo que no
queríamos es que se hicieran etiquetas de que se cumplía o no se
cumplía. Que se maquillase, se disfrazase la realidad.
COLABORADOR Y CON VISIÓN DE FUTURO
¿Cuáles son los méritos de su informe?
Yo, en el informe llamado Olivencia veo el mérito de haber puesto el
proceso en marcha en España. Los empresarios olieron los vientos,
sabían que iban por ahí y hubo algún informe, pero no con el carácter del nuestro de recomendaciones articuladas en virtud de un
mandato del Gobierno. Primero fue la puesta en marcha. Segundo
un análisis muy objetivo y creo que bien redactado, a pesar de que
es muy breve en la exposición y muy rápido en los objetivos. Era definir el estado que tenía entonces los consejos de administración, un
precipitado de recomendaciones: sólo incluye 23 recomendaciones
concisas y precisas.
Tuvo usted algún contacto con Enrique Aldama, el presidente
e de la
Comisión que continuó la labor de la que usted había encabezado.
Lo primero que hizo Enrique Aldama fue llamarme, decirme que necesitaba mi consejo y ayuda. Era verano, le habían nombrado en julio y
nos reunimos. Él estaba veraneando en Sotogrande y yo en Ronda. Y
el se ofreció a subir, estaba navegando que le gustaba. Subía del mar
a la montaña. Tuvimos una entrevista muy grata junto al Puente Nuevo sobre el Tajo. Lo establecimos como símbolo, “que este puente, tú
eres ingeniero de puentes -le dije- sea el vínculo de unión de los dos
Códigos”. La cosas evolucionan, van adelante, hay que cambiarlas,
entrevista
MANUEL OLIVENCIA
¿Cómo se conjun
nga la transparencia con el respeto a los secretos
societarios?
Desde el punto de vista doctrinal es una cuestión de límites. El derecho siempre es el trazar límites. Decía Garrigues hace muchos
años que el límite no es tal límite cuando no es claro, cuando hay
confusión de linderos. Yo creo que en lo que se refiere a las reglas
de Gobierno, a cómo se dirige y gestiona, y cómo se supervisa y
controla una sociedad la información debe ser completa. Pero, naturalmente, en la lucha que impone la competencia hay límites.
Los consejeros de administración estamos obligados a un deber
de secreto. Hay deber de secreto
porque hay intereses privativos de
la sociedad que el derecho protege. En casos como la retribución
de los ejecutivos, por ejemplo,
creo que debe haber una cuenta
global y que no se puede decir
cuánto gana un ejecutivo individualmente. Hay un mercado de
ejecutivos y, por consiguiente, no
conviene que la competencia sepa
cuánto cuesta, porque la competencia puede plantearse hacerle
una oferta. En materia de retribuciones hay que plantear muchas
AMANTE DE LA
cautelas para no perjudicar la esTRANSPARENCIA Y DE LOS
fera privada de las personas, porLÍMITES BIEN DEFINIDOS
que la transparencia puede ser
¿Cree que la transparencia es un
contraria a la seguridad personal.
elemento fundamental en el goDecir cuanto cobra uno puede
El derecho siempre es el trazar límites. Yo
bierno societario?
desatar acciones terroristas, secreo que en lo que se refiere a las reglas de
cuestros, chantajes, etc. Por eso
Yo creo que la transparencia es
Gobierno, a cómo se dirige y gestiona, y
es muy importante ser precisos y
fundamental. Yo creo que libercómo se supervisa y controla una sociedad
prudentes en la delimitación de lo
tad más transparencia es lo que
la información debe ser completa. Pero,
que es aquello que debe permaneda el resultado de publicidad:
cer en secreto y lo que es lo debe
“haga usted lo que quiera, pero
naturalmente, en la lucha que impone la
ser transparente.
diga lo que hace”. Naturalmente
competencia hay límites. Los consejeros de
¿Resulta difícil resolver el conflicto
eso respecto de las reglas de
administración estamos obligados a un
latente en las sociedades entre
buen gobierno. Es decir, de aquedeber de secreto. Hay deber de secreto
propiedad y gestión?
llas reglas con las que se dirigen
porque hay intereses privativos de la
y controlan las sociedades. La
Siempre hay una tensión latente
sociedad que el derecho protege.
transparencia, nunca querrá poahí que conviene canalizar. En
der decir que todo lo que existe
nuestro código decíamos que los
en el seno de una sociedad se coconsejeros ejecutivos deben estar
munique. Hay secretos comerciaen minoría en el consejo de admiles, contables, industriales. Hay una esfera privativa que realmente
nistración y estar sometidos a la supervisión. Ahí ya hay un freno,
existe, pero que realmente no afecta a lo que es el núcleo de las reuna indicación de que el órgano supervisor no puede estar domiglas de gobierno. ¿Cómo se gobierna la sociedad? ¿Quiénes tienen
nado por los supervisados. Ahora, después vienen las aplicaciola gestión? ¿Quiénes manejan el día a día? ¿Ante quien rinden cuennes prácticas, de cómo es la presidencia del órgano de supervitas? ¿quién supervisa esa labor? Eso es lo fundamental y eso hay
sión, de la que ostenta el primer ejecutivo de la compañía, por
que transparentarlo. Eso hasta ahora no se ha hecho y la opacidad,
ejemplo... En España, separar la presidencia del poder ejecutivo
lo que ha provocado es concentración de poder en muy pocas maes complicado por la tradición que existe en las sociedades. Pero
nos, porque la información es poder y el mantener la información en
se pueden aplicar contrapesos, como la conveniencia de que hapocas manos y no trasladarla a los demás significa tener resortes de
ya un vicepresidente independiente que pueda convocar el consepoder de los que los demás carecen.
jo, entre otras cosas.
¿como nos vamos nosotros a atrincherar en una posición?. Aldama hizo su trabajo no con un sentido de continuismo, pero si de continuidad. Se apoyo mucho en los principios, eran los mismos y en muchas
de las recomendaciones hubo coincidencias, en otras hubo diferencias y, sobre todo, propuso un soporte normativo.
¿Qué opina del Código Conthe?
El Gobierno socialista que sale de las elecciones de 2004 amplía esta orden ministerial, se trata ahora de examinar lo existente y lo posterior, las normas de la OCDE, de la Unión Europea y se trata de actualizarse y ver si hay que separarse de las recomendaciones existentes siempre que se justifiquen
los motivos. Es un mandato más
amplio que los de los Gobiernos
de Aznar. De ahí que el Código
Conthe, no sea sólo un texto refundido o unificado. Aporta nuevas recomendaciones que no estaban en las anteriores. Y se separa. Yo creo que tiene más carácter imperativo, menos claridad, excesivo detalle reglamentarista, en comparación con los anteriores.
“
“
Noviembre 2007. BOLSA 83
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