Casación CORNEJO TORINO FMRT 281108

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Ministerio Público de la Nación
RECURSO DE CASACION
Señores Jueces de Cámara:
ALBERTO GABRIEL LOZADA, Fiscal General ante la Cámara Federal
de Apelaciones de Córdoba, en autos “CORNEJO TORINO, Jorge Antonio y
GATTO, Marcelo Diego p.ss.aa. ESTRAGO EN F.M.R.T.” (Expte. 04-C-2004 del
registro del Juzgado Federal de Río Cuarto y 42-C-06 – 48/2007 de la Cámara
Federal), me presento ante los señores jueces y respetuosamente digo:
I. OBJETO:
En los términos del artículo 456, inciso 2º, del Código Procesal Penal de la
Nación, vengo a interponer recurso de casación contra el decisorio del 17 de
noviembre de 2008, por el que -por unanimidad- en su punto 1) resolvió:
“…DECLARAR la nulidad absoluta e insubsanable de la resolución Nº 474
dictada el 05 de octubre de 2007 por el entonces señor Juez Federal Subrogante de Río
Cuarto, Dr. Oscar Armando Valentinuzzi, en cuanto dispuso indebidamente la
citación a prestar declaración indagatoria, sin requerimiento fiscal, de Carlos Saúl
Menem y, por iguales razones, de Heriberto Jorge José Gerardo Baeza González,
así como de todos los actos procesales consecutivos que de ella dependan, sólo
respecto de los nombrados (arts. 166, 167, inciso 2, 168, 172, 65, 69, 180, 188 in fine y
294 del C.P.P.N.)”.
El presente remedio de casación tiene como finalidad que se eleven las
actuaciones por ante la Cámara Nacional de Casación Penal, para que, previo los
trámites legales, anule la resolución recurrida (CPPN, art. 471), remitiendo en
consecuencia el proceso al tribunal que corresponda, para que dicte un nuevo
pronunciamiento conforme a derecho, de acuerdo a los fundamentos que a seguido se
expondrán.
II. ADMISIBILIDAD
a) Resolución recurrible: Entre las diversas hipótesis de resoluciones
casables del artículo 457 del Código Procesal Penal de la Nación se contempla a las
sentencias definitivas. Tal es la que culmina el juicio y puede ser pronunciada por el juez
correccional al juzgar en instancia única, por los tribunales orales en lo criminal, el
tribunal de menores, el tribunal federal en lo criminal o el tribunal en lo penal
económico (cfr. D´ALBORA, Código Procesal Penal de la Nación, LexisNexis, Bs. As., t. II,
p. 1012). El supuesto ha sido ampliado vía jurisprudencial, incluso por la CSJN. Así, se
consideró equiparable a sentencia definitiva a las decisiones a cuyo respecto no exista
modo de preservar inmediatamente un derecho constitucional (ST Entre Ríos,
Sala I, JA, 1992-IV, p. 289). Por su parte, la CSJN considera equiparable a sentencia
definitiva aquellas resoluciones que impiden continuar el proceso, siempre que causen
gravamen irreparable y priven al interesado de la posibilidad de valerse de remedios
legales ulteriores para obtener la tutela de sus derechos (Fallos, 300:642, 312:772, entre
otros), como así también aquella que genera consecuencias de insuficiente o
imposible reparación ulterior que la convertirían en definitiva a los fines del art. 14
de la ley 48 (Fallos, 325:3380, el remarcado me pertenece).
En el caso concreto, la resolución puesta en crisis es equiparable a sentencia
definitiva, por impedir la continuación del proceso respecto de los imputados Carlos
Saúl Menem y Heriberto Jorge José Gerardo Baeza González, debido a los alcances (ex
nunc) que se derivan de la misma -en caso de quedar firme- respecto de la parte
pertinente del pronunciamiento fulminado (resolución del a quo n° 474, de fecha
05/10/2007 y fs. 18.920) y de los que son sus consecuentes. Es que el mencionado
pronunciamiento constituye el primer y único acto procesal con efecto interruptor de
la prescripción de la acción penal con relación a los imputados de marras; de modo
que, al ser privado de toda eficacia, la acción penal se encontraría prescripta al día
03/11/2007, teniendo en cuenta: a- la fecha del supuesto fáctico (03/11/1995), b- los
márgenes temporales previstos por la legislación de fondo (art. 62, inc. 2º), y c- que la
prescripción es una causa extintiva de la acción penal que se produce de facto.
A ello debe sumarse el temperamento adoptado por esa Cámara Federal el
09/09/2008, con respecto a la apelación por parte de este Ministerio Público de la
denegatoria dispuesta por el Juzgado Federal de Río IV, para la citación a indagatoria
instada por esta parte en relación con Oscar Héctor Camilión, por considerar
transcurrido el término de la prescripción del hecho a él atribuido. Sin perjuicio de no
compartir este Ministerio Público los fundamentos de la Cámara en el mencionado
resolutorio, es razonable presumir que, tratándose el presente de un supuesto de
similares características, un eventual pronunciamento del Juzgado Federal de Río IV o
la Cámara de Apelaciones, seguiría la misma tesitura, teniendo en cuenta que aquél
pronunciamiento es de reciente data.
Lo dicho basta para ilustrar que en el sub lite se configura gravamen
Ministerio Público de la Nación
irreparable al privarse a esta parte de ejercer la función acusatoria que, entre otras, la
CN le confirió, extremo este que autoriza acudir a la vía casatoria por equipararse la
sentencia cuestionada a la hipótesis típica prevista en el art. 457 CPPN, según la
doctrina de la CSJN antes reseñada.
b) Sujeto: Como parte esencial de todo proceso penal por delito de acción
pública, como es este, el Ministerio Público Fiscal se encuentra legitimado para
recurrir en casación las resoluciones susceptibles de esta vía. En el caso concreto, se
encuentra autorizado expresamente al recurso por el art. 458 CPPN.
c) Tiempo y forma: el recurso se interpone ante el Tribunal que dictó la
resolución, dentro del plazo de diez días de notificada (audiencia de fecha
17/11/2008), por escrito y con el resto de las formas establecidas en el art. 463 CPPN.
Dado que además se verifican los presupuestos objetivos y subjetivos de impugnación,
solicito desde ya sea concedido por ante la Cámara Nacional de Casación Penal.
III. HECHOS:
Por resolución nº 378 del 15 de agosto de 2008, el titular del Juzgado
Federal de Río Cuarto dictó el procesamiento, sin prisión preventiva, de Carlos Saúl
MENEM, y de Heriberto Jorge José Gerardo BAEZA GONZALEZ en orden al
delito de estrago doloso agravado por muerte de personas en grado de coautoría - por
el hecho que fueran indagados (arts. 45 y 186 inciso 5° del Código Penal).
Contra esa decisión, los abogados defensores de los nombrados
interpusieron recurso de apelación, lo que motivó la intervención de la Sala A de la
Cámara Federal de Apelaciones de Córdoba.
En su presentación, los abogados defensores del imputado Menem habían
sostenido, en lo que aquí interesa, que habían existido vicios en el procedimiento que
vulneran garantías constitucionales de su defendido.
En concreto, precisaron en oportunidad de concurrir a la audiencia oral, que
el Ministerio Público Fiscal no realizó el acto de requerir instrucción respecto de
Carlos Saúl Menem, sino que se limitó a decir que no encuentra objeción a que el
señor Juez recepte indagatoria a los señalados por la querellante. Entiende que, lejos
de realizar requerimiento, el Ministerio Público Fiscal ha opinado de manera
condicional, remitiéndose a lo que el Juez considere que ese estado de sospecha salga
del escrito de la querellante. Sostiene que la inobservancia de estos preceptos tornaba
insubsanablemente nula la decisión de recibirle declaración a su asistido, por no ser
fundada, ni motivada, ni fundamentada, razón por la cual pidió la nulidad de la
resolución N° 474 (que citó a Menem y Baeza González a indagatoria).
Durante la audiencia oral, esta Fiscalía postuló el rechazo del planteo de
nulidad introducido por la defensa de Menem. En la ocasión se sostuvo que en la
causa había un requerimiento de instrucción por el hecho investigado, siendo
innecesario la realización de otro por cada partícipe que se hubiese ido
individualizando a lo largo de la instrucción. Se agregó que la acción penal estaba
legalmente promovida y por lo tanto no era necesario un requerimiento de instrucción
fiscal ampliatorio con relación a cada uno de los supuestos implicados.
Así fue que se llegó a la resolución que de impugna, por equivocada y
arbitraria, del 17 de noviembre de 2008, que es objeto de agravio, en la que la Sala A
de la Cámara Federal de Apelaciones de Córdoba, a través del voto del juez Ignacio
María Vélez Funes, y las adhesiones de los jueces Luis Roberto Rueda y María Alba
Iriarte de Lofiego, hizo lugar al planteo de nulidad interpuesto por la defensa de Carlos
Saúl Menem y, en consecuencia, declaró la “nulidad absoluta e insubsanable de la
resolución Nº 474 dictada el 05 de octubre de 2007 por el entonces señor Juez Federal
Subrogante de Río Cuarto, Dr. Oscar Armando Valentinuzzi, en cuanto dispuso la
citación a prestar declaración indagatoria, sin requerimiento fiscal, de Carlos Saúl
Menem y, por iguales razones, de Heriberto Jorge José Gerardo Baeza González,
así como de todos los actos procesales consecutivos que de ella dependan, sólo
respecto de los nombrados (arts. 166, 167, inciso 2, 168, 172, 65, 69, 180, 188 in fine y
294 del C.P.P.N.)”.
Para así decidir, el magistrado preopinante comenzó haciendo una breve
reseña de las constancias de la causa. Señaló, en tal sentido, que mediante la
presentación de fecha 26.09.2007, la querellante particular Dra. Ana Elba Gritti
solicitó en autos el llamado a prestar declaración indagatoria, en carácter de imputados,
al ex Presidente Carlos Saúl Menem y al ex Secretario de Asuntos Militares del
Ministerio de Defensa Jorge Baeza, en los términos del art. 294 del C.P.P.N.,
advirtiendo al Juez sobre la urgencia de la medida procesal, en razón de la inminente
prescripción de la acción penal en los treinta días subsiguientes (v. presentación de fs.
18.883/88).
En dicho escrito –agregó-, la parte efectuó una serie de consideraciones
en orden al objeto de la causa (materialidad del hecho investigado y su vinculación con
Ministerio Público de la Nación
las operaciones de venta ilegal de armamento al exterior, a la luz de una serie de
elementos de prueba reseñado), así como también en orden a los motivos de las
nuevas imputaciones solicitadas que, en principio, se vinculaban a manifestaciones
públicas vertidas por Menem en su carácter de Presidente de la República y Baeza, tras
los sucesos ocurridos del 3 de noviembre de 2005. Proveyendo dicho pedido de la
querella con relación a Menem y Baeza, con fecha 01 de octubre de 2007 el Juez
Federal dispuso: “Confiérase vista al Señor Agente Fiscal para que dictamine en los
términos del artículo 180 C.P.P.N., acerca de la procedencia de lo solicitado por la
querellante particular respecto de Carlos Saúl MENEM y Jorge BAEZA a fs.
18.878/18.888.” (fs. 18.912), habiendo notificado ello al Fiscal Federal Subrogante,
Dr. Alberto José Saissac, en forma personal y el mismo día, según constancia de autos.
Al día siguiente y mediante telefax, el Fiscal Federal Carlos Stornelli
responde en escueto escrito la vista que le fuera conferida sobre el pedido de la
querella con relación a Menem y Baeza, oportunidad en la que se pronunció en los
siguientes términos: “... esta Fiscalía no encuentra objeción alguna a que V.S.
ordene recibir las declaraciones indagatorias solicitadas por la parte querellante,
siempre que de los argumentos esgrimidos por la misma Usía encuentre
conformado el estado de sospecha enmarcado en el art. 294 del Código Procesal
Penal de la Nación...” (el destacado nos pertenece, v. fs. 18.913/14).
En dicha presentación ante el Juez Valentinuzzi –se consignó-, el Fiscal
Stornelli aprovechó la ocasión para “ratificar y reiterar el resto de los
requerimientos efectuados por esta Fiscalía en fecha 27 de setiembre de 2007,
además de la recepción de declaración indagatoria del Teniente General Balza, en
cuanto a que idéntico temperamento se adopte en relación al General de División Raúl
Gómez Sabaini –Subjefe del Estado Mayor General del Ejército-, al General Antolín
Mosquera –Jefatura IV Logística-, al Coronel Jorge Jesús Ezcurra, entonces a cargo de
la Dirección de Arsenales de la Fuerza, y al General Máximo Rosendo Groba,
entonces Comandante del III Cuerpo del Ejército, por entender plenamente
conformado el cuadro de sospecha receptado por la norma” (v. fs. 18.913/14).
Puntualizó que la presentación del 27.09.2007 a la que aludía el Fiscal
Stornelli constituía la expresa promoción de acción contra Martín Antonio Balza, Raúl
Julio Gómez Sabaini, Antolín Mosquera, Jorge Jesús Ezcurra y Máximo Rosendo
Groba, que no incluyó a Menem ni Baeza, a pesar que –según entendía- esa
petición del Ministerio Público Fiscal era posterior a la solicitud de la querella
presentada el 26.09.2007 requiriendo citación de indagatoria de los mencionados
Menem y Baeza González.
Recordó que mediante resolución N° 474 de fecha 05.10.2007 (fs.
18.900), el Juez Valentinuzzi, dispuso al respecto, en lo que concierne a Carlos Saúl
Menem y Jorge Baeza, que “...En este orden y hallándose reunidos los requisitos
exigidos por el art. 188 “in fine” del Código Procesal Penal de la Nación y
considerando el suscripto acreditado el grado de sospecha que la etapa
procesal requiere, cítese a prestar declaración indagatoria al ex Presidente
Carlos Saúl MENEM ... y Sr. Jorge BAEZA...”, además de mencionar a otros
imputados respecto de los cuales el Ministerio Público representado por el Fiscal
Stornelli había promovido acción penal, en forma, con fecha 27.09.2007.
Destacó que en la citada resolución N° 474 el Juez Federal con el objeto
de disponer la citación a indagatoria de Menem y Baeza sostuvo solamente que
consideraba “...acreditado el grado de sospecha que la etapa procesal
requiere...”, sin que el Ministerio Público Fiscal a cargo del Fiscal Stornelli hubiere
solicitado promoción de acción penal alguna respecto de los citados imputados, al
contestar la vista que oportunamente le fuera corrida por el Instructor, ni tampoco que
el Juez hubiere explicitado o despejado la condición resolutoria que entonces le
señalara el mismo Fiscal Stornelli, en cuanto a “...siempre que de los argumentos
esgrimidos por la misma Usía encuentre conformado el estado de sospecha
enmarcado en el artículo 294 del Código Procesal Penal de la Nación...” (sic).
Consideró entonces que ni el Fiscal Stornelli promovió acción penal en
contra de los imputados Menem y Baeza (aún cuando lo hizo respecto de los otros
imputados escasos días antes), ni tampoco el Juez explicitó en la mentada resolución
N° 474 los motivos por los cuales era procedente la citación a indagatoria de aquellos
dos imputados, o bien cuál era la sospecha que pesaba respecto de cada uno de ellos,
según las exigencias prescriptas por el art. 294 del C.P.P.N. dando razones y
fundamentos para ello.
Es decir, estimó que el Ministerio Público Fiscal no propugnó, ni
instó, ni tampoco excitó, de manera alguna, requerimiento de instrucción o
promoción de acción penal en contra de Menem ni de Baeza González,
después del pedido de citación a indagatoria que efectuara en autos la parte
Ministerio Público de la Nación
querellante, el 26.09.2007 (fs. 18.873/88), la que carecía de legitimación procesal
suficiente para promover por sí misma acción penal o requerimiento de instrucción en
perjuicio de algún sospechado, tarea que le correspondía a los acusadores públicos de
conformidad a los arts. 180 y 82 del C.P.P.N. y art. 71 del C.P..
Así -recalcó-, tal lo ha interpretado pacíficamente la doctrina y
jurisprudencia, la persecución penal en delitos de acción pública sólo corresponde al
Ministerio Público Fiscal, en representación de la comunidad social, para ejercitar en
nombre del Estado ese cometido estatal, cuando se verifiquen infracciones a la ley
penal vigente.
Al respecto, reiteró lo expresado por esa misma Cámara, con otra
integración sobre la función y misión del Ministerio Público Fiscal y sus diferencias
con la actuación del querellante particular: “...Los intereses de la sociedad en la
persecución de autores, cómplices o encubridores por supuestos ilícitos penales, están
a debido resguardo con la intervención del Ministerio Público Fiscal en esta causa
penal; quien ejerce, en definitiva, la política de persecución penal del mismo Estado
Nacional y garantiza el derecho a la tutela judicial efectiva que ‘…implica que la
razón principal por la que el Estado debe perseguir el delito es la necesidad de
dar cumplimiento a su obligación de ‘garantizar el derecho a la justicia de las
víctimas’, entendiendo a la persecución penal como un corolario necesario del
derecho de todo individuo a obtener una investigación judicial a cargo de un
tribunal competente, imparcial e independiente en el que se establezca la
existencia o no de la violación de su derecho, se identifique a los responsables
y se les impongan las sanciones pertinentes…’ (Caso 28.535:“MASOLA, Mirta”
del 24.05.06 –Cam. Nac. Crim. y Correccional de la Capital Federal)” (L° 268 F° 59
del Protocolo de este Tribunal, de fecha 29.06.2007)”.
Precisó acto seguido que es regla medular de nuestro sistema jurídico
actual aquella por la que el juez no puede promover proceso penal a iniciativa propia,
esto es, no puede cumplir la función que le es propia sin excitación de la jurisdicción
por parte de un acusador habilitado por la ley, a través del ejercicio de la acción penal
en nombre de los intereses de la sociedad.
En efecto, adujo que nuestra ley distingue con claridad las funciones de
acusar y juzgar, de modo que quien formula la pretensión en contra del imputado —
mediante la promoción de acción penal— debe ser un órgano distinto de quien debe
aceptar o rehusar dicha pretensión. Se elimina así la posibilidad de actuación de oficio
del órgano jurisdiccional, el cual, para hacer válida su actividad, debe contar
inexcusablemente con la acción instada por el Fiscal en nombre del Ministerio Público.
La actividad requirente –agregó- ha sido conferida al Ministerio Público
Fiscal como potestad de un órgano del Estado (art. 120, C.N.), competiéndole de tal
modo la excitación del ejercicio de la función jurisdiccional y la provocación y
requerimiento de actuaciones de la ley para que se haga justicia. Tal acto resulta
sustancial e indispensable como presupuesto procesal de la continuidad del proceso y,
no pudiendo ser omitido, debe ser obligatoriamente cumplido por el Ministerio
Público Fiscal.
En concordancia con ello, refirió que la ley procesal regulaba la función
del Ministerio Fiscal en el proceso disponiendo expresamente que “promoverá y
ejercerá la acción penal en la forma establecida por la ley” (art. 65 del C.P.P.N.).
Acerca de la forma de actuación, establece además que sus representantes
“formularán, motivada y específicamente, sus requerimientos y conclusiones; nunca
podrán remitirse a las decisiones del Juez...” (art. 69, ibid), exigencia ésta que procura
asegurar el control de tales dictámenes, dado que constituyen órganos de la función
jurisdiccional.
Añadió que el esquema se completaba con los dispositivos legales de los
arts. 180 y 188 del C.P.P.N., de los cuales el primero vedaba al juez la posibilidad de
proceder de oficio, dejando en claro que su actividad sólo quedará habilitada
luego del pertinente requerimiento de instrucción por el ministerio público
fiscal, y el segundo contenía la fórmula de iniciación de la instrucción, a través de
requerimiento fiscal y establece el contenido de dicho acto, señalando sus elementos
esenciales.
Manifestó que la doctrina ha expresado respecto de dicho marco
regulatorio que “...la excitación omitida impide considerar válidamente ejercida la
jurisdicción [...]. Dicha omisión (que hace a la intervención del fiscal cuando resulte
obligatoria, art. 167, inciso 2) incide perjudicialmente en la garantía constitucional del
imputado al debido proceso legal, con lo cual, advertida, la invalidez que origina puede
ser declarada de oficio y en cualquier estado y grado del proceso, irradiándose a los
actos consecuentes, al margen de la eventual ocurrencia de actos del acusador que
Ministerio Público de la Nación
pudieren implicar tácita ratificación de lo actuado, desde que no es su interés el
exclusivamente protegido.” (NAVARRO, Guillermo R/DARAY, Roberto R.,
Código Procesal Penal de la Nación, Tomo 1, Ed. Hammurabi, Buenos Aires, 2ª edición,
2006, p. 474).
Del mismo modo expresó que la jurisprudencia ha considerado que “...el
marco regulatorio previsto a partir del art. 180 del rito y muy especialmente el art. 188
del digesto, le imponen al representante del Ministerio Público Fiscal la formulación
del pertinente requerimiento de instrucción. Dentro del diseño del sistema judicial
instituido por nuestro código que garantiza los principios ‘ne procedat iudex et
officio’ y ‘nemo iudex sine actore’, ante la noticia de un evento criminoso
perseguible de oficio [...] deberá la fiscalía formular requerimiento con invocación de
los datos individuales que posea del o de los imputados, una relación circunstanciada
del hecho y la proposición de diligencias pertinentes. El incumplimiento de lo
prescripto por los arts. 180, 188 y 195 aparece afectando los principios de
inviolabilidad de defensa en juicio y del debido proceso (art. 18 y sus correlativos de
los pactos internacionales previstos en el art. 75, inc. 22, de la Constitución
Nacional...” (C.N.C.P., Sala III, voto de la Dra. Ledesma, Reg. nº 1109.06.3. “D.R., T
s/ recurso de casación”)
Continúa diciendo el Tribunal en la resolución recurrida que: “De la
citada normativa surge el imperativo constitucional de que los jueces no pueden iniciar
los procesos penales de oficio –sino que es necesaria la previa excitación de un órgano
ajeno a aquellos- misión que corresponde al Ministerio Público por un mandato
superior (art. 120, C.N.)...” (C.N.C.P., Sala III, causa “D.R., T s/ recurso de
casación”).
En igual sentido, adujo que la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en
oportunidad de decidir acerca de al inconstitucionalidad del art. 348 del C.P.P.N.,
señaló, como derivados de las reglas estructurales del proceso penal, que “...la
violación del principio ne procedat iudex ex officio pone en riesgo las garantías de
imparcialidad, defensa en juicio y debido procesal legal.”, añadiendo a ello que
“permitir que el órgano encargado de dirimir el pleito se involucre con la función
requirente [...] deriva necesariamente en la pérdida de toda posibilidad de garantizar al
imputado un proceso juzgado por un órgano imparcial.” (C.S.J.N., Fallos: 327:5863,
causa “Quiroga, Edgardo Oscar”, 23.04.2004, considerando 7º del voto de los jueces
Highton y Petracchi, pronunciándose en idéntico sentido el juez Zaffaroni).
Ciertamente que este criterio del Máximo Tribunal reviste especial trascendencia, de
cara a aquellos casos en los que la jurisdicción hubo de actuar con prescindencia del
requerimiento fiscal de instrucción.
A lo anterior añadió que, según era sabido, el requerimiento de
instrucción delimita el ámbito fáctico de la pretensión, estableciendo los límites
objetivos y subjetivos del impulso procesal, lo cual conllevaba la necesidad
insoslayable de formular un nuevo requerimiento en relación con otros o nuevos
imputados del proceso.
Ello es así –aseguró-, habida cuenta que el pronunciamiento de
promoción de acción por el fiscal importa la afirmación de un delito presuntamente
cometido por un individuo.
Pues bien, adujo que de acuerdo a la secuencia de actos procesales
llevados adelante en la causa, se advertía que el Juez había encausado la pesquisa
hacia personas distintas de las que figuraban en los requerimientos fiscales
anteriores (v. fs. 13.386/412vta. y fs. 18.905/10) —Carlos Saúl Menem y Heriberto
Jorge Baeza González—, procediendo a receptarles declaración indagatoria y, más
tarde, a dictarles auto de procesamiento.
Sin embargo, en razón de tratarse de nuevos sujetos sobrevinientes,
susceptibles de una nueva imputación penal, considera que el Magistrado debió
contar para ello con el correspondiente requerimiento fiscal particularizado
respecto de los mismos, esto es, con el estímulo de la actuación judicial en esa
dirección.
Puso de resalto, de esa manera, la discrepancia con el criterio sustentado
por esta Fiscalía General, que había postulado en la audiencia del art. 454 del C.P.P.N.
que el requerimiento fiscal constituye un acto meramente objetivo, referente a hechos,
y no subjetivo, referente a personas.
Destacó asimismo que, al regular la sanción de nulidad de orden general,
el art. 167 del Código de Rito establece que se entenderá prescripta bajo pena de
nulidad la inobservancia de las disposiciones concernientes a la intervención y
participación del Juez, Ministerio fiscal y querellante en el proceso (inciso 2º),
aludiendo a los actos y diligencias que deben realizar por deberes expresamente
consignados en la ley. Pues bien, el Ministerio Fiscal interviene y participa en el
Ministerio Público de la Nación
proceso promoviendo y ejercitando la acción penal como actividad esencial de su
propio ministerio, en estos casos su participación es obligatoria y su omisión acarrea la
nulidad del proceso (WASHINGTON ABALOS, Raúl, Código Procesal Penal de la
Nación, Ediciones Jurídicas Cuyo, Chile, 1994, p. 368 y ss.). Doctrina que por lo demás
estaba en línea con la posición asumida sobre la cuestión por esta Cámara en fallos
anteriores (v., en tal sentido, “Barroso”, de fecha 26.05.2008, registrado en Lº 286 Fº
37 del Protocolo del Tribunal).
Manifestó, en otro orden de ideas, que no existía norma alguna en
nuestro sistema jurídico que autorice a la querella a promover acción penal
pública, como así también que las facultades del acusador particular -contempladas en
los arts. 82 a 86 del C.P.P.N.- presuponen necesariamente el inicio y sustanciación de
un proceso penal válido. Ni siquiera a contrario sensu o por defecto residual –afirmó el
vocal preopinante- podría interpretarse que esta potestad de persecución penal podría
ejercerla el querellante particular, cuando ha omitido hacerlo expresa y particularmente
el Ministerio Público Fiscal.
Ello resultaba así por cuanto, al regular la distinción sobre las acciones
penales plasmada en los artículos 71, 72 y 73 del Código Penal –acciones públicas,
públicas dependientes de instancia privada y privadas-, consagrando el principio de
legalidad procesal, la ley de procedimiento ha dispuesto con claridad cuáles son los
modos de iniciación del proceso para delitos de acción pública, como asimismo que
ésta se ejercerá por el Ministerio Público Fiscal, siempre que no dependa de instancia
privada (arts. 5 y 65 del C.P.P.N.).
Es que la claridad del legislador en la diferenciación de los procesos surgía
palmaria: aquél donde la persecución penal sólo puede ser iniciada de oficio, por un
lado, y, por el otro, aquél donde gobierna la voluntad del ofendido, quien puede
desistir de su acción sin perjuicio de las responsabilidad emergente de sus actos
anteriores (cfse. PALACIOS, Juan Carlos, “¿Es la querella un medio legítimo de inicio de
un proceso penal por delito de acción pública?”, Revista de Derecho Procesal Penal, La actividad
procesal del Ministerio Público Fiscal – I, 2007-2, Rubinzal-Culzoni, Bs. As., 2007, p. 52339).
De tal modo –acotó-, con relación al ejercicio de la acción y la figura de la
querella se ha sostenido: “...el querellante no está impuesto ni excluido; pero el deber
de iniciarse de oficio la acción surge como límite, para el caso de admitirlo, la
imposibilidad de que él promueva el proceso. La instancia promotora corresponde al
Ministerio Fiscal, lo que implica limitar la autonomía del querellante conjunto”
(CLARIA OLMEDO, Jorge, Derecho Procesal Penal, Rubinzal-Culzoni, T. II, p. 40).
Por tanto, en el actual régimen de enjuiciamiento penal, la admisión de la
actuación del querellante particular en el proceso no importaba delegar en él el
ejercicio de al acción penal, que sólo competía al Estado (mediante el monopolio
persecutorio del ministerio público), por lo que el desenvolvimiento de ese rol debía
comportar el respeto inexorable de las restricciones establecidas a propósito de ello en
la legislación. Sobre el tópico, la jurisprudencia ha destacado: “...al ser el querellante un
actor no esencial en el proceso, su participación en él debe encontrarse circunscripta a
los casos y bajo las condiciones que la ley establece, dado que lo contrario
necesariamente conduciría a la afectación de los derechos del imputado.” (cfse.
C.N.C.P., en pleno, plenario Nº 11, “Zichy Thyseen, Federico y otro”, 23.06.2006”).
En definitiva, insistió en la noción de que “una de las características
básicas del sistema actual de administración de justicia penal reside, sin duda, en
atribuir la persecución penal al Estado [...]. Desde el punto de vista político, tal
decisión significa atribuir formalmente al Estado, en gran medida, el poder penal, v.gr.,
la herramienta más poderosa que posee para el control social de los habitantes
sometidos a su soberanía.” (MAIER, Julio, Derecho Procesal Penal, Tomo I, Fundamentos,
Editores del Puerto, Bs. As., 2002, p. 825).
Señaló también que frente a la inexistencia de requerimiento fiscal de
instrucción respecto de Carlos Saúl Menem, sin embargo, en oportunidad de la
celebración de la audiencia indagatoria, el 27 de diciembre de 2007, el Juez
interviniente, sin referencia a requerimiento fiscal de instrucción alguno,
invocando el art. 298 del C.P.P.N., describió al imputado el hecho que se le atribuye,
en los siguientes términos: “...haber provocado el día 03.11.1995 hacia las 08:55 horas
aproximadamente, por intermedio de persona o personas cuya identidad a la fecha aún
se desconoce y en su oportuna calidad de Presidente de la Nación y Comandante en
Jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, se manera intencional,
programada y organizada el incendio del contenido de un tambor que presuntamente
habría tenido en su interior mazarota de trotyl o trotyl de descarga, el que se hallaba
ubicado en un tinglado existente en la Planta de Carga de la F.M.R.T. (cercano al
Ministerio Público de la Nación
edificio 1-2), incendio que luego de haber tomado repentinamente al resto de los
tambores del lugar con gran desarrollo de sus llamas, fuera seguido tan solo a pocos
minutos de dos explosiones simultáneas ocurridas en el mismo tinglado, obteniendo
como resultado de dicho accionar, el direccionamiento de la onda expansiva.
Asimismo, habiendo transcurrido unos minutos de ese primer estallido y con idéntica
modalidad (intencional, programada y organizada), haber provocado por intermedio
de persona o personas cuya identidad a la fecha aún se desconoce, otra explosión de
mayor magnitud que las anteriores, la que tuviera lugar en los depósitos de Expedición
y Suministro situados hacia el sector sur de la Planta de Carga, los que en su interior
contuvieran gran cantidad de explosivos, municiones y proyectiles, detonación ésta
que generó una gran onda expansiva que dispersó de manera violente tales proyectiles
y esquirlas sobre la población de Río III, afectando con mayor intensidad al Barrio Las
Violetas como también otros ubicados en las inmediaciones de la Fábrica Militar
siniestrada; todo ello con el objeto de ocultar un faltante de proyectiles, municiones
y/o explosivos que de acuerdo a la pericia contable efectuada en autos, su existencia
en base al último balance realizado el día 31-10-1995, ascendía a las 72.405 piezas de
artillería (proyectiles, y/o cartuchos y/o tiros completos), en tanto que de acuerdo a la
documentación aportada por las autoridades de la fábrica, era de 58.422 unidades
(49.948 proyectiles y 8.474 cartuchos), lo que evidenciaría graves irregularidades y/o
imprecisiones contables adrede dentro de la F.M.R.T./D.G.F.M. al surgir una
diferencia aproximada a las 35.576 unidades entre el monto total peritado y lo
recuperado por el personal de seguridad actuante, así como de piezas de artillería en
un número no determinado aún, circunstancia que podría tener vinculación con el
tráfico de armas y proyectiles que se investiga en el marco de la causa “SARLENGA”
N° 8.830/95 en la Capital Federal. Hechos ocurridos el día 03-11-95 a partir de las
08:55 horas aproximadamente en el sector, como se dijera, de la Planta de Carga de la
F.M.R.T. ubicada en la ciudad del mismo nombre y que le costara la vida de manera
directa y/o indirecta a 7 personas, a saber: Aldo Vicente AGUIRRE, Leonardo Mario
SOLLEVELD, Romina Marcela Susana TORRES, Laura Andrea MUÑOZ y Hoder
Francisco DALMASSO el mismo día 3 de noviembre de 1995, mientras que José
Andrés VARELA y Elena Sofía RIBAS de QUIROGA fallecieron los días 4 y 7 del
mismo mes y año, respectivamente; así como lesiones a un número no determinado de
personas y cuantiosos daños materiales a la población de la ciudad de Río Tercero.
Conductas que “prima facie” encuadran en la figura contenida en los arts. 186 inc. 5°
del Código Penal a título de Estrago doloso y 45 ibidem, a título de coautoría
mediata.” (fs. 19.563/64).
Adujo que si el art. 298 del C.P.P.N. le imponía al juez de informar
detalladamente al imputado cuál es el hecho que se le atribuye, cuáles son las pruebas
existentes en su contra, eso implicaba, en el caso que el “acusador” ha sido el propio
Juez, porque le describió ese hecho siendo que ni el Fiscal Stornelli, ni ningún otro
representante del Ministerio Público, le formuló requerimiento de instrucción en tales
o similares términos, a pesar de la solicitud expresa formulada en tal sentido por la
querellante particular, el 26.09.2007.
A juicio del magistrado, el Ministerio Público no hizo nunca suyo el
requerimiento de citación a indagatoria de la querella en contra de Carlos Saúl
Menem, ni tampoco de Heriberto J. Baeza González, según los fundamentos
dados por ellos en esa oportunidad. Esta circunstancia procesal de trascendencia para
el debido proceso y resguardo de la tutela judicial efectiva no podía ser ignorada ni
pasada por alto por la importancia y efectos jurídicos en la misma causa y respecto de
los mismos interesados afectados.
En función de todo ello, la Cámara consideró procedente la petición del
impugnante, por lo que declaró la nulidad de la resolución n° 474 de fecha 05.10.2007,
glosada a fs. 18.920 de autos, en cuanto dispuso citar a indagatoria a Carlos Saúl
Menem, por imperio de lo prescripto por los arts. 166, 167 inc. 2 y 168 del C.P.P.N.,
por inobservancia de las exigencias de los arts. 123, 65, 69, 180, 188 in fine y 294 del
mismo texto legal, habida cuenta que en dicho decisorio el Magistrado ha dado por
cumplimentados los requisitos del art. 188 in fine del C.P.P.N. y ha considerado
acreditado el grado de sospecha del art. 294 de la ley ritual.
Insistió en que el Ministerio Público Fiscal no efectuó requerimiento
de instrucción con relación al imputado de mención, como así tampoco
respecto de Heriberto Baeza González. Sostiene que, por el contrario, el Fiscal
Federal se limitó a expresar su falta de objeción para la recepción de declaración
indagatoria, condicionando incluso ello a la circunstancia de que el Magistrado
encuentre reunidos los recaudos del art. 294 del C.P.P.N..
Es que –reafirmó- no haber tenido objeción por el Ministerio Público
Fiscal al pedido efectuado por la querella no suplía la exigencia de acusación individual
Ministerio Público de la Nación
y particular exigida por la ley procesal y las garantías constitucionales.
Al respecto, sostuvo el magistrado que no encontraba razones para que el
Ministerio Público a cargo entonces del Fiscal Stornelli, ante el Juez de primera
instancia, omitiera acusar en legal forma –mediante el requerimiento de instrucción a
Menem y Baeza González—, siendo que escasos días antes lo efectuó con relación a
otros imputados. Tampoco se justificaba que el Juez hubiese formulado intimación a
Menem y a Baeza González al indagarlos, cuando no había forma y debida promoción
de acción penal respecto de cada uno de ellos.
La inobservancia de los preceptos legales de los artículos 188 in fine y 294
del C.P.P.N., señalados en la resolución Nº 474 de autos, tornaba a criterio del juez
nula esa decisión jurisdiccional por carecer de fundamentación (art. 123 del C.P.P.N.).
Destacó asimismo que el conjunto de consideraciones vertidas en torno al
llamado al proceso de Carlos Saúl Menem resultaban aplicables necesariamente al coimputado Heriberto Jorge José Gerardo Baeza González, respecto de quien el
Ministerio Público Fiscal tampoco formuló requerimiento de instrucción, en
contestación a la vista que le fue corrida por el Juez en los términos previstos por el
art. 180 del C.P.P.N. (v., en tal sentido, providencia de fs. 18.912 y presentaciones de
fs. 18.905/10 y 18.913).
En suma, la cámara concluyó en que, sin perjuicio de que el planteo no
había sido introducido también por la defensa de Baeza González, a efectos de
garantizar la igualdad de trato y el ejercicio de la tutela judicial efectiva, correspondía
también que se anulara la resolución N° 474, en cuanto dispuso la citación a prestar
declaración indagatoria de dicho imputado, así como de todos los actos consecutivos
que de ella dependían (arts. 166, 167, inciso 2°, 172 y concordantes del C.P.P.N.).
IV. MOTIVOS DE CASACIÓN. AGRAVIOS
El remedio de casación se interpone por inobservancia de las normas que
el rito establece bajo pena de inadmisibilidad, nulidad, caducidad (art. 456, inc. 2º), en
función del art. 404, inc. 2º, por falta, contradictoria e inidónea fundamentación de la
resolución atacada respecto del tópico de nulidad de la citación a indagatoria de los
encartados de marras.
Causa agravio a este Ministerio Público las consecuencias que se derivan
de la resolución cuestionada, al imposibilitar la prosecución de la causa con respecto a
los imputados Menem y Baeza González, pues como se ha demostrado, la acción
penal por el delito a ellos atribuido se habría prescripto con fecha 03/11/2007. Tal
extremo, sumado al criterio sostenido por la Cámara de Apelaciones de Córdoba en la
resolución de fecha 09/09/2008, determina que cualquier vía que intente esta parte
frente a la consolidación de la situación procesal dispuesta por la sentencia en crisis
con relación a Menem y Baeza González, sería insuficiente, cuando no imposible, con
lo que se vería frustrada la función que el art. 120 de la CN encomendó al Ministerio
Público Fiscal de la Nación.
Además, no puede soslayarse mencionar las graves y perjudiciales
consecuencias que tiene el criterio utilizado en la sentencia de la Cámara
Federal que se impugna, si se extendiera su aplicación a las numerosas causas
que se tramitan en los distintos Juzgados Federales de la jurisdicción,
causando innecesariamente incertidumbre respecto a la validez de las
imputaciones oportunamente efectuadas en iguales condiciones. La falta de
previsión, análisis de las proyecciones y consecuencias reales o concretas del
criterio jurisprudencial establecido en la resolución recurrida, más allá de su
incidencia en la presente causa, constituye una situación de extrema gravedad
que corresponde sea corregida urgentemente por la Cámara Nacional de
Casación Penal. Solo así podrá recomponerse la certidumbre respecto de la
validez de los actos procesales realizados en las numerosas causas donde los
Jueces Federales a cargo de la instrucción, después de promovida la acción
penal, han dispuesto la citación a indagatoria de quienes durante el curso de
una investigación resultan ser partícipes en esos mismos delitos, sin que
existiera –por ser innecesario- un requerimiento fiscal expreso dirigido contra
cada una de esas personas.
Los vicios que afectan la sentencia de fecha 17/11/2008, y que la
descalifican como acto jurisdiccional válido son el desconocimiento de los actos
cumplidos y la erronea apreciación del valor procesal que debe atribuirse a los
diferentes requerimientos y presentaciones efectuadas por los representantes
del Ministerio Público Fiscal en la presente causa. En consecuencia, la
sentencia impugnada debe ser descalificada y tachada de nula, por
arbitrariedad y defectuosa fundamentación, por contener una derivación no
Ministerio Público de la Nación
razonable del derecho aplicable, es decir que resulta violatoria a lo establecido en el
art. 123 del C.P.P.N..
La CSJN sostuvo que procede el recurso extraordinario contra la
sentencia que no se encuentra suficientemente fundada en las constancias del litigio; o,
que carece de fundamento la sentencia en donde se arriba a conclusiones que no se
compadecen con las constancias de la causa, lo que importa una muy ligera actividad
analítica (ambos razonamientos en Fallos, 325:3083). En esta línea, el más alto tribunal
nacional sostuvo que es condición de validez de los pronunciamientos judiciales que
estos sean fundados, exigencia que antes de orientarse a mantener el prestigio de la
magistratura, procura esencialmente la exclusión de decisiones irregulares (Fallos,
325:2754). En el mismo orden expresó la Corte que tampoco se evidencia dicha
condición cuando la decisión padece de un excesivo rigor formal y no confiere un
tratamiento adecuado al asunto, acorde con las constancias del caso y a la normativa
sobre la que se sustentó la pretensión.
Si se observan las constancias de la causa, se advertirá claramente que la
resolución cuestionada adolece de tales defectos de fundamentación, por resolver SIN
ATENDER CONCRETAS ACTUACIONES, que, de haberse observado, la
decisión hubiese definido la cuestión de modo que no resultara perjuicio para esta
parte.
El eje central de los argumentos de la sentencia denunciada de
arbitrariedad y que por tanto perjudica esta parte es la siguiente:
“… de las
constancias de autos y sus correspondientes resaltados pone claramente de
manifiesto que el Ministerio Público Fiscal no propugnó, ni instó, ni tampoco
excitó, de manera alguna, requerimiento de instrucción o promoción de acción
penal en contra de Menem ni de Baeza González, después del pedido de
citación a indagatoria que efectuara en autos la parte querellante…” (voto del
juez Vélez Funes), refiriéndose en concreto a la vista evacuada por el Dr. Stornelli a fs.
18.913/18.914.
A efectos de un correcto abordaje metodológico en el desarrollo de los
fundamentos que se expondrán para rebatir la viciosa argumentación de la sentencia
criticada en la parte transcripta, dividiré la exposición del modo que sigue: a)
Necesidad de la existencia de un requerimiento de instrucción en este caso?, b)
Omisión de analizar constancias dirimentes de la causa, c) errónea valoración y
aplicación de la ley vigente.
a) Necesidad de la existencia de un requerimiento de instrucción?
Por lo pronto, es preciso señalar que la Sala III de la Cámara Nacional de
Casación Penal tiene dicho que en orden a que de un correcto análisis de las normas
procesales de los artículos 186, 188 y 195 del Código Procesal Penal de la Nación
surge que los únicos modos posibles de provocar el avocamiento instructorio en
forma directa, en los casos de delitos de acción pública, son dos: 1) la actuación del
acusador público mediante el requerimiento de instrucción formulado al Juez; 2) la
actividad informativa de la Policía (judicial o común) por medio de la comunicación o
información dirigida al Juez inmediatamente de tomar conocimiento de un hecho o al
remitirle la prevención policial practicada (“Lorenzo, Ernesto y otros s/ recurso de
casación”, causa nº 4789, resuelta el 29 de diciembre de 2004).
Se añadió además, que la naturaleza de la información policial promotora
de la instrucción jurisdiccional, es un acto cumplido por las autoridades de la policía en
cuanto desempeñan funciones judiciales, por el que se anoticia oficialmente al órgano
correspondiente de la instrucción del proceso acerca de la comisión de un hecho
considerado delictuoso, del cual han tenido conocimiento por sus propios medios o
por una denuncia, para que se abra causa con respecto a él. La denuncia se detiene en
el mero anoticiamiento; la información policial trasciende ese límite aproximándose
sustancialmente al requerimiento por su valor impulsor. Esa y no otra es la
interpretación que debe hacerse de la conjunción disyuntiva “o” utilizada por el
legislador en el mentado artículo 195: “La instrucción será iniciada en virtud de un
requerimiento fiscal, o de una prevención o información policial”, la que sirve para
plasmar las dos posibles alternativas (conf. C.N.C.P., Sala III, causa n° 58 “Veisaga,
José A. s/recurso de casación”, rta. 9/3/94, reg. 90; en igual sentido también Sala I,
causa nº 703 "Musimundo S.A. s/recurso de casación", reg. 962, del 27/03/96; Sala II,
causa n° 1754 “Malvido, Carlos s/recurso de casación”, rta. 12/11/98, reg. 2279; y
Sala IV, causa nº 401 "Roitman, Adrián Raúl s/recurso de casación", rta. 14/10/96,
reg. 663).
De lo expuesto, se concluye entonces que conforme a esa jurisprudencia en
el caso de iniciación de las actuaciones por prevención policial no es necesario ni
obligatorio el requerimiento fiscal, razón por la cual comunicado un hecho al juez
Ministerio Público de la Nación
por parte de la policía, queda promovida automáticamente la acción penal (C.N.C.P.,
Sala III, causa nº 1248 “Rodríguez, Andrés y otro s/recurso de casación”, rta.
22/9/97, reg. 402).
Cabe señalar que esa doctrina fue aplicada por la misma Cámara Federal
de Apelaciones de Córdoba al resolver las causas “Losa, Javier y otros p.ss.aa. Infr.
Art. 196 del CP” (14 de agosto de 1997), “Mutti, Osbaldo Eduardo s/presunto
uso indebido de Documento Público y hurto calificado de automotor art. 296 y
163 del C.P.” (Lº 240, Fº 94, 23 de febrero de 2005), y “Zavattieri, Armando J.”
(Lº 256, Fº 153, 4 de septiembre de 2006), entre otras. Es decir, que en esta
sentencia que se impugna, la Cámara Federal resolvió de modo opuesto a sus propios
precedentes respecto a las exigencias formales para el inicio de la instrucción; pero lo
que es más grave aún, lo hizo sin tener en cuenta que en este caso en concreto existía
una prevención policial que habilitaba al Juez Federal para actuar conforme a aquel
criterio, también un requerimiento fiscal de instrucción y distintas presentaciones del
Ministerio Público Fiscal requiriendo la investigación del hecho –objetivamente
considerado- y la imputación de todos los partícipes en el mismo.
En este caso particular, es preciso recordar que el proceso se originó en
“Acta de iniciación de actuaciones sumariales” labrada por el Crio. Luís Oscar
Ayala, en su carácter de titular de la U.R.7 Unidad Regional Río Tercero (v.
constancias de autos a fs. 1/2), quien de manera inmediata y en forma personal
comunicó la novedad al Juez Federal de Río IV (fs. 3). La secuencia procesal continuó
con la presencia misma del juez, Dr. Luis Rodolfo Martínez y secretario actuante, Dr.
Carlos A. Ochoa, en la dependencia policial ante referida, donde se impartieron las
primeras directivas enderezadas a investigar el hecho (véase fs. 4), ordenando la
recepción de testimonios a toda persona que se encontrara en la FMRT.
Como se advierte, la secuencia procesal reseñada sobre el origen mismo
de estas actuaciones constituye el caso prototípico de iniciación de sumario por
prevención policial. Según hemos visto en los párrafos precedentes, tal hipótesis está
pacíficamente convalidada por la jurisprudencia de la CNCP, incluso por la misma
Cámara Federal de Apelaciones de Córdoba en el año 2006 in re Zavattieri, sin que en
la sentencia en crisis se adviertan los fundamentos para un cambio de criterio.
Con lo dicho se quiere significar que en autos no hacía falta un
requerimiento fiscal de instrucción, PORQUE NO ERA NECESARIO, NI
OBLIGATORIO, según los únicos modos posibles de provocar el avocamiento
instructorio en forma directa, en los casos de delitos de acción pública, de acuerdo a la
pacífica jurisprudencia.
No obstante ello, y sin renegar de tal criterio jurisprudencial, este
Ministerio Público Fiscal de la Nación adecuó su actuación al recién inaugurado
programa constitucional del proceso acusatorio (CN 1994), comunicando su voluntad
promotora desde el inicio de esta causa. Y lo hizo del modo que a continuación se
rememorará para fundamentar el próximo agravio.
b) Omisión de analizar constancias dirimentes de la causa
Según la parte transcripta de la sentencia contra la que se dirige el
presente embate, el Ministerio Público Fiscal no habría propugnado, ni instado,
de manera alguna requerimiento de instrucción contra Menem y Baeza
González.
Haremos un repaso de las constancias de la causa para verificar si es cierta
dicha afirmación, o si por el contrario, la misma carece de entidad por la
comprobación de concretos elementos que indican la expresa voluntad requirente de
este Ministerio Público Fiscal.
Comencemos en fs. 491/497, donde luce escrito de contestación de vista
ordenada a fs. 288, en el cual el entonces TITULAR DE LA FISCALÍA
FEDERAL DE RÍO IV, DR. ROBERTO C. MASUET, REQUIERE
INSTRUCCIÓN EN LOS TÉRMINOS DEL ART. 188 CPPN, en contra
determinadas personas, la mayoría de las cuales hoy están imputadas, “y/o contra de
aquellas/s personas que hubiesen intervenido como coautores, cómplices,
encubridores o responsables de los hechos por los que se promueve esta requisitoria
de instrucción, Y QUE SURJAN DE LA INVESTIGACIÓN A LLEVARSE A
CABO A PARTIR DE ESTE MOMENTO” (sic., lo resaltado me pertenece).
A continuación, el Fiscal Federal actuante pasó a narrar la sustancia
fáctica en virtud de la cual ejercitó su voluntad promotora. De esta manera,
circunstanció los hechos en razón del modo, tiempo y lugar en que los mismos
habrían sucedido, tras lo cual procedió a efectuar el reproche de responsabilidad que le
cabría a los sujetos identificados hasta ese momento de la investigación, respecto de
los cuales pidió al juez indagatoria. Finalmente solicitó varias medidas útiles para la
averiguación de la verdad, muchas de las cuales se enderezaban a deslindar nuevas
Ministerio Público de la Nación
imputaciones, según surge claramente de una lectura concienzuda de dichas medidas.
Resultaría sobreabundante acotar que las mencionadas constancias, en
forma clara, precisa y completa, representan una verdadera promoción de
acción penal o requisitoria fiscal de instrucción, ajustada a la normativa
procesal (art. 188 CPPN), a través de la cual un Fiscal Federal de la Nación,
delimitando claramente el objeto procesal, expresó en concreto su voluntad de ejercer
el cometido funcional que la Constitución Nacional confió al Ministerio Público Fiscal
de la Nación en el art. 120.
En este orden, la jurisprudencia tiene dicho que uno de los primordiales
fines del requerimiento que en los casos señalados por la ley efectúa el Ministerio
Público es el de señalar los límites a los que deberá ceñirse la pesquisa que dirigirá el
juez, pues en este sistema preponderantemente acusatorio, es el fiscal el titular de la
acción penal. Por ello, corresponde que el agente fiscal de primera instancia precise
los hechos que, eventualmente, configurarán delitos cuya materialidad será objeto de
investigación por la justicia federal (CFA La Plata, 07/07/2005. El destacado es mío).
Continuando el análisis de las constancias de autos cuyo examen se ha
omitido en la sentencia bajo recurso, observamos a fs. 632 y vta., que el Dr. Roberto
C. Masuet, al evacuar la vista corrida en relación a una denuncia formulada por
representantes gremiales de ATE respecto de unas personas cuya indagatoria no había
sido entonces solicitada a fs. 491/497, SE REMITIÓ AL EVENTO por el cual
formuló requisitoria de instrucción en las constancias acabadas de mencionar,
peticionando la acumulación de las actuaciones. Con posterioridad, varios de los hasta
ese momento de la pesquisa -bajo sospecha- se encontraban individualizados, fueron
indagados y procesados.
La causa fue elevada a juicio al Tribunal Oral en lo Criminal Federal n° 2,
y allí, como consecuencia de una medida probatoria (pericia química) solicitada por el
Ministerio Público Fiscal, representado en esa instancia por el entonces Fiscal General,
Dr. Miguel A. F. Rizzotti, la causa, tornando nuevo rumbo en cuanto al aspecto
subjetivo del hecho, regresó a instrucción, para continuar con las investigaciones en
función de dicha novedad.
En esa instancia, a fs. 13.386/13.412 el Dr. Carlos Ernesto Stornelli, a la
sazón Fiscal Federal, al contestar vista corrida en virtud del art. 180 CPPN tras el
nuevo cauce del proceso, solicitó ampliación del objeto procesal, y promovió acción
penal en los términos del art. 188 CPPN contra las personas hasta ese momento
imputadas, pero dejando expresamente consignado que no obstante las
imputaciones allí delineadas, no se descartaba la posible responsabilidad que
pudiera caber a otros funcionarios de la FMRT, DGFM, Ejército Argentino, o
“aún del Poder Ejecutivo Nacional, tanto en sus estratos superiores como de
inferior jerarquía, circunstancia que sería develada sin duda alguna con el
transcurso de la presente investigación” (lo destacado me pertenece).
A fs. 18.905/18.910, en forma coherente y consecuente con sus
manifestaciones, el Dr. Stornelli avanzó hacia nuevas líneas de imputación
trascendentes del ámbito de la DGFM, pues ahora las sospechas recayeron sobre altos
mandos del Ejército Argentino, desde quien detentaba la máxima jefatura (Martín
Antonio Balza), hasta las autoridades que tenían bajo su jurisdicción territorial el
ámbito donde sucedieron los hechos de la causa (Máximo Rolando Groba, a la sazón,
Jefe del III Cuerpo de Ejército), entre otros, a los que solicitó sean indagados.
Entre los fundamentos allí expuestos, el Dr. Stornelli, destacaba el
posible móvil del evento criminoso, esto es, el de ocultar o pretender ocultar el faltante
de material bélico que había dejado la operación de contrabando para de este modo
impedir o dificultar la investigación judicial sustanciada en extraña jurisdicción en
beneficio de los allí imputados, entre los cuales estaba –y sigue estando, ahora en etapa
de plenario- el imputado Carlos Saúl Menem (concretamente, v. fs. 18.908 vta.).
A mayor abundamiento, si alguna duda cupiera sobre la intención que
tenía el representante del Ministerio Público Fiscal en orden al avance de las
investigaciones, a fs. 18.909 vta., Stornelli parafraseando el interlocutorio de fecha
19/12/2003 del Tribunal Oral 2, pondera la necesidad de continuar investigando el
hecho, quiénes fueron sus autores intelectuales y materiales, sus instigadores,
cómplices y posibles encubridores “sin resignar ninguna hipótesis referente a
personas y sus funciones en el Gobierno Nacional…”, a la vez que “… no debería
dejarse al margen de la futura investigación el ambiente político-económico e
internacional vigente a la época de la explosión de la fábrica militar y evitar así
cualquier impunidad de quien sea”.. (el destacado me pertenece).
Como si eso no bastara para ilustrar la voluntad persecutoria del
representante del Ministerio Público, en el petitorio que cierra el escrito de marras, tras
solicitar indagatorias de Balza, Gómez Sabaíni, Mosquera, Ezcurra y Groba, sostiene
(en alusión a los pedidos de indagatoria) “sin perjuicio ello de toda otra persona
Ministerio Público de la Nación
que con el devenir de la investigación pudiera resultar sospechada en orden al
hecho objeto de autos” (el resaltado es mío).
Pero eso no es todo. Es que a fs. 19.153/19.154, al evacuar la vista que le
fuera corrida en el auto 508 de fecha 26/10/2007 (fs. 19.011/19.117), en relación al
imputado Emanuel, el fiscal Stornelli, reiteró una vez más “HABRÉ DE
REMITIRME
PLENAMENTE
AL
CONTENIDO
DEL
REQUERIMIENTO DE INSTRUCCIÓN EFECTUADO POR ESTA
FISCALÍA A FS. 13.386/13.412 – EN CUYO MARCO EXPRESAMENTE SE
CONSIGNÓ QUE NO OBSTANTE LAS IMPUTACIONES INICIALES
ALLÍ
DELINEADAS,
NO
SE
DESCARTABA
LA
POSIBLE
RESPONSABILIDAD QUE TAMBIÉN PUDIERA CABER, ENTRE
OTROS, EN LOS RESTANTES FUNCIONARIOS DE LA DIRECCIÓN
GENERAL DE FABRICACIONES MILITARES, TANTO EN SUS
ESTRATOS SUPERIORES COMO DE INFERIOR JERARQUÍA” (sic.).
En
el
mismo
escrito,
el
fiscal
sostuvo
(nuevamente)
“…
APROVECHARÉ LA OPORTUNIDAD PARA RECORDAR, UNA VEZ
MÁS, LA DIRECTRIZ TRAZADA POR EL TRIBUNAL ORAL EN SU
INTERLOCUTORIO DICTADO EN FECHA 19 DE DICIEMBRE DE 2003
(CONF. FS. 13.000/13.003), EN OPORTUNIDAD DE DISPONER EL
RETROTRAIMIENTO DE LA CAUSA A LA ETAPA INSTRUCTORIA A
LOS FINES DE INVESTIGAR EL HECHO, QUIÉNES FUERON SUS
AUTORES INTELECTUALES Y MATERIALES, SUS INSTIGADORES,
CÓMPLICES Y POSIBLES ENCUBRIDORES ‘SIN RESIGNAR NINGUNA
HIPÓTESIS REFERENTE A PERSONAS Y SUS FUNCIONES EN EL
GOBIERNO NACIONAL …” (sic., lo destacado es nuestro).
Con lo dicho, queda absolutamente claro y demostrado que en la causa
hay por lo menos CUATRO escritos promotores de la instrucción por parte del
Ministerio Público Fiscal, los que se fueron actualizando a medida que
avanzaban las investigaciones, y concretando en nuevas imputaciones, en
cumplimiento del pronóstico temprano que ya avizorara el primer agente fiscal, Dr.
Roberto C. Masuet.
Como corolario y en base a la reseña efectuada, puede afirmarse sin lugar
a dudas que no solo se han respetado las normas procesales y garantías
constitucionales, sino que tal proceder se ha visto desbordado por la actuación de
esta parte, ya que resultaba superabundante revestir los nuevos pedidos de
indagatoria con las formalidades del art. 188 CPPN, pues una vez formulada la
primer requisitoria de instrucción, ya no resulta necesario promover otras sucesivas
por cada persona cuya indagatoria se solicita por el mismo hecho. Tal exigencia
contravendría los principios de economía y celeridad procesal. Por estas razones es
imposible sostener que la decisión del juez de citar a indagatoria a Menem y Baeza
González no estuvo motivada en la actuación de este ministerio.
Y ello, sin perder de vista la conclusión a la que se arribara en el
desarrollo del primer agravio, en orden a que no era necesaria, ni obligatoria, una
requisitoria fiscal de instrucción, atento el modo en que había comenzado este
proceso: por diligencia sumarial de la policía.
Continuando con el análisis de las exigencias legales en materia de
promoción de acción, conviene recordar en primer término, que el Código Procesal
Penal de la Nación determina expresamente la estructura del requerimiento fiscal de
instrucción, pero no conmina su inobservancia con nulidad. Esto se explica, si se tiene
en cuenta la inestabilidad de los elementos que integran la imputación.
En lo que atañe a la persona a la que se le atribuye el presunto delito, el
inciso 1º del artículo 188 del Código Procesal Penal de la Nación prevé que el
requerimiento de instrucción debe contener los datos personales del imputado o si se
ignorasen las señas o datos que mejor puedan darlo a conocer. Es decir, puede ocurrir
que no se conozca la identidad del autor del delito, en cuyo caso la imputación se
puede formular in incertam personam. En tal caso, es el juez quien debe descubrir e
individualizar al sospechoso y en tal caso ampliar este elemento subjetivo de la
imputación (CLARIA OLMEDO , Derecho Procesal Penal, Marcos Lerner Ed., Córdoba,
1984, t. II, p. 557; en igual sentido, C.N.C.P., Sala IV, “Roitman, Adrián Raúl P. s/
recurso de casación”, registro nº 663, resuelta el 14 de octubre de 1996).
Es que el elemento esencial del requerimiento de instrucción, a contrario
de lo sostenido por la Cámara, es el objetivo, o sea la relación del hecho imputado, tal
como lo sostuviéramos al informar en el trámite de la apelación que culminó con la
sentencia puesta en recurso. Se trata del núcleo de la conducta que se estima
delictuosa, acompañada de sus circunstancias. Esa relación será el tema u objeto del
proceso a iniciarse (CLARIA OLMEDO, cit., p. 558; en igual sentido D’ALBORA, Código
Procesal Penal de la Nación, Abeledo Perrot, Buenos Aires, 1999, p. 336).
Ministerio Público de la Nación
La Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional tiene
dicho, en jurisprudencia que comparto, que la delimitación que se formula en el
requerimiento de instrucción reconoce una función que hace al derecho de defensa del
imputado ya que esa es la forma en que se hace conocer al autor, o al interviniente en
un hecho criminal, cuál es el hecho que se atribuye y se cumple con el mandato de que
la imputación debe ser certera y precisa, en la medida de lo posible ya que se trata del
comienzo de la investigación penal. Ello, sumado al principio ne procedat iudex ex
officio, funcionan como una limitación a la actividad persecutoria del Estado:
delimitan la intervención del juez en relación al hecho imputado y permite que el
autor, u otro interviniente en él, pueda saber, con la determinación correspondiente,
en qué consiste la base fáctica que se le imputa.
Es que la delimitación del objeto procesal que define la parte acusadora es
sólo objetiva, en tanto se concreta el hecho más no el autor o a los que hubieran
intervenido en él. La delimitación de los autores o intervinientes del hecho hace a la
delimitación subjetiva del requerimiento que, en muchos casos al comienzo de un
asunto, puede faltar. Delimitado objetivamente el hecho imputado por medio del
requerimiento fiscal, el autor y los demás partícipes que hubieren intervenido en el
mismo hecho no reconoce limitación, por lo que no representa una irregularidad
procesal la circunstancia de que el juez a cargo de la instrucción amplíe subjetivamente
la delimitación objetiva propuesta por el Ministerio Público Fiscal en el requerimiento
inicial. El juez deberá valorar, en su momento, si existe mérito suficiente para ampliar
subjetivamente la imputación a otra persona en base a lo que la parte acusadora
proponga o él mismo determine (confr. Sala I, “Adrogue, Susana” causa nº 24.195,
resuelta el 7 de septiembre de 2004; en igual sentido, Sala IV “Wajsman, José”, causa
nº 27.211, resuelta el 15 de septiembre de 2005).
El análisis precedente refuta válidamente el temperamento adoptado por
la Cámara Federal de Apelaciones en la sentencia recurrida, ya que, una vez más, en
esta se afirma que el Ministerio Público no promovió acción penal contra Menem y
Baeza González, cuando, como se ha demostrado, había por lo menos cuatro
documentos fiscales requirentes, en los cuales se ha manifestado con toda claridad
la posibilidad de citar a indagatoria a los que de la investigación resulten prima facie
responsables.
Lo dicho nos autoriza a sostener lo siguiente: la decisión cuestionada
parece confundir la presentación hecha por la Fiscalía a fs. 18.913/18.914
(ocasión en la que se pidió la convocatoria para prestar declaración indagatoria a varios
imputados entre los que no estaban directa –pero sí indirectamente- Menem y Baeza
González) con un requerimiento de instrucción. Es que a esa altura la acción ya había
sido puesta válidamente en marcha y el escrito en cuestión en todo caso sirve para
ratificar la voluntad persecutoria del Ministerio con relación a un hecho reputado
como delictivo. Si existiese alguna duda de ello, léase esas constancias y allí podrá
advertirse con absoluta claridad que el fiscal ratificó todas sus presentaciones
anteriores.
Menos aún es posible sostener que, el que Stornelli se halla limitado a
decir que no encuentra objeción a que el juez recepte indagatoria a los imputados
señalados por la querella implique que “El Ministerio Público Fiscal no realizó el acto
de requerir instrucción”.
Lo dicho autoriza a extraer otra conclusión: pareciera que el decisorio
ha confundido requisitoria con acusación. La primera es un acto de excitación
destinado a evitar que el proceso se inicie de oficio (nemo procedat iudex ex
officio). Pero, una vez investido del poder de investigar no es necesario reeditar
la excitación cada vez que aparezca un nuevo sospechado. La vía del absurdo
demostraría que tal actividad no sólo afectaría el normal desenvolvimiento del
proceso, sino que atacaría los principios de economía y celeridad procesal, pues de
asistirle razón a la Cámara en su sentencia, teniendo en cuenta que en este proceso hay
actualmente más de diez imputados (pero hubo muchos más), debió haberse
formulado múltiples y repetitivos requerimientos ante la aparición de sospecha de cada
imputado, lo cual es jurídicamente inadmisible.
Esto refuta adecuadamente la conclusión de la Cámara en cuanto a la
supuesta invalidez de la convocatoria a indagatoria de Menem y Baeza González por
parte del juez instructor, ya que, tal temperamento tenía sólida motivación en la
reseñada actuación de este Ministerio a lo largo de todo el proceso. Reitero una vez
más, sin que ello fuese necesario y obligatorio en atención al origen de la causa.
En lo que sigue abordaremos el tercer y último fundamento de casación.
c) Errónea valoración y aplicación de la ley vigente
La sentencia ha declarado nula, de nulidad absoluta la citación a
indagatoria del Juez Federal en la resolución 474 respecto de Menem y Baeza
Ministerio Público de la Nación
González, porque según la Cámara, no había sido motivada por requerimiento del
Ministerio Público Fiscal.
Sabido es que para la procedencia de la declaración de nulidad, sea esta
absoluta o relativa, específica o virtual, el acto vicioso debe afectar un derecho. La
CSJN ha dicho que en virtud del principio de trascendencia, una de las exigencias
fundamentales para que proceda la declaración de nulidad de un acto procesal es la
existencia de un perjuicio concreto, o sea la limitación de un derecho del justiciable
vinculado en forma inmediata al buen orden del proceso y en forma mediata, a las
garantías que son su causa; por consiguiente tanto en el caso de una nulidad relativa
como de una absoluta, es menester la demostración de un perjuicio real y concreto
(Fallos, 323:929); también que “la nulidad procesal requiere un perjuicio concreto para
alguna de las partes, porque cuando se adopta en el solo interés formal de
cumplimiento de la ley, importa un manifiesto exceso ritual no compatible con el buen
servicio de justicia.” (in re “Castro Roberts, Óscar Alberto s/ Robo de Automotor en
concurso real con tentativa de robo -causa n° 8786- rta. el 15/11/88).
Por su parte, es doctrina de la CNCP que las nulidades procesales son de
interpretación restrictiva, siendo condición esencial para que puedan declararse que la
ley prevea expresamente esa sanción, que quien la pida tenga interés jurídico en la
nulidad y además que no la haya consentido expresa o tácitamente. De esta forma
resulta indiferente para una eventual declaración de nulidad la naturaleza de ésta,
expresa, genérica, virtual o desde otro análisis absoluta o relativa, ya que los principios
de conservación y trascendencia, plasmado éste último en la antigua máxima "pas de
nullité sans grief", impiden la aplicación de dicha sanción si el acto atacado logró su
finalidad, y si no se verifica un perjuicio que deba ser reparado (cfr. C.N.C.P., Sala III,
causas n° 2242 “Themba, Cecil Oupa s/rec. de casación” reg. 209/2000 del
26/4/2000; n° 2471 “Antolín, Miguel Angel s/rec. de casación” reg. 765/00 del
30/11/00; n° 3561 “Alincastro, Jorge R. s/rec. de casación” reg. 137/02 del 9/4/02;
n° 3743 “Encinas, Edwin s/rec. de casación” reg. 314/02 del 11/6/02; n° 4586
“Muñoz, Jorge L. s/rec. de casación” reg. 762/03 del 15/12/03, entre muchas otras).
Conforme el sistema de nulidades del CPPN, los arts. 166, 167 inc. 2 y
168 autorizan la declaración anulatoria, y cuando se afectan derechos constitucionales
del imputado, ello resulta además obligatorio. Pero, como surge con claridad de la
jurisprudencia mencionada debe operar un perjuicio concreto.
En el caso de autos, no se advierte lesión para los derechos
constitucionales de Menem y Baeza González, y menos aún que pueda considerarse
lesivo el decisorio 474 del Juez Federal subrogante de Río IV.
¿Puede decirse válidamente que los imputados de marras fueron
sorprendidos respecto del hecho intimado cuando se los indagó?, ¿Puede
afirmarse sin caer en el absurdo que la hipótesis fáctica atribuida al momento
de su defensa material surgió de la nada?, concretamente ¿puede la Cámara
Federal de Apelaciones de Córdoba decir en una sentencia que el Ministerio
Público Fiscal no promovió acción penal contra Menem y Baeza González, y
que por esa razón la convocatoria efectuada por el juez es inválida por no estar
motivada?, finalmente ¿era necesario que se promoviera acción penal en esta
causa, contra Menem, Baeza González o cualquier otra persona sospechada de
participar de los hechos?
Si respondiéramos afirmativamente estos interrogantes sin lugar a dudas
tendríamos que concluir que Menem y Baeza González son objeto de persecución
penal propia de un Estado autoritario, inquisidor, desquiciado por su afán
persecutorio, y por todo ello, irrespetuoso de un estándar mínimo de respeto por los
derechos.
Concretas constancias del expediente dan cuenta de la regularidad del
proceder en cuanto a la situación de los nombrados. Sin tener necesidad u obligación
de promover acción penal pública contra Menem y Baeza González, este ministerio no
obstante lo hizo y de manera tan particularmente clara y ajustada a derecho que se
expresó en ese sentido por lo menos en cuatro oportunidades a lo largo de todo el
expediente: a fs. 491, 13.386; 18.905 y 18.912.
Luego, el Juez Federal subrogante de Río IV los convocó a indagatoria e
intimó por el hecho, tal cual este había sido descripto por el Fiscal Stornelli en sus
requerimientos.
De nuevo ¿Cómo puede afirmarse, pese a ello, en esta causa que el
Ministerio Público Fiscal no promovió acción contra Menem y Baeza
González? Esta pregunta es tan absurda como agraviante para este Ministerio. No
solo porque SI se promovió acción, sino porque ello no era ni siquiera necesario,
mucho menos obligatorio.
Por otro lado, no se advierte afectación a los derechos de los nombrados,
contrariamente a lo que se afirma solo en apariencia en la sentencia recurrida. Es que
Ministerio Público de la Nación
ni siquiera se ha explicado de manera concreta de qué defensas se habrían visto
privados Menem y Baeza González. Semejante omisión conspira contra la debida
fundamentación de la decisiones jurisdiccionales y las transforma en un exceso ritual
manifiesto (CSJN, Fallos, 302:1626; 305:1140 y 306:149). En este sentido,
recientemente la CSJN expresó, además, que la nulidad por vicios formales carece de
existencia autónoma, dado el carácter accesorio e instrumental del derecho procesal, y
exige, en cambio, como presupuesto esencial, que el acto impugnado tenga
trascendencia sobre la garantía de la defensa en juicio o se traduzca en la restricción de
algún otro derecho. De otro modo, la sanción de nulidad aparecería respondiendo a
un formalismo vacío, en desmedro de la idea de justicia y de la pronta solución de las
causas, en lo que también está interesado el orden público (B. 66, L. XXXIV,
“Bianchi, Guillermo Oscar s/defraudación”, sentencia del 27 de junio de 2002).
Lo dicho, autoriza a sostener lo siguiente: al dar un alcance inadecuado –por
exceso- a los agravios introducidos por la defensa, el fallo apelado se apega a los
aspectos meramente formales, omitiendo sopesar las implicancias sobre el debido
proceso y el derecho de defensa, lo que permite su descalificación con base en la
doctrina de la CSJN sobre arbitrariedad de sentencias.
No se verifica en autos un vicio, menos la trascendencia gravosa para el
derecho de los imputados. Es más, la propia defensa de Menem, al recurrir en
apelación, fundamentó su embate de nulidad, NO EN LA EXISTENCIA DE UNA
LESIÓN CONCRETA PARA LOS DERECHOS DE SU DEFENDIDO, sino
en que, “lejos de realizar requerimiento, el Ministerio Público Fiscal ha opinado de
manera condicional, remitiéndose a lo que el Juez considere que ese estado de
sospecha salga del escrito de la querellante (…) que la inobservancia de estos
preceptos tornaba insubsanablemente nula la decisión de recibirle declaración a su
asistido, por no ser fundada, ni motivada, ni fundamentada...” (sic) (ver acta fs.
20.824/20.825)
Pero como antes hemos dicho y lo reieramos, una lectura atenta de los
documentos y declaraciones con los que se integra la relación del hecho contenida en
los distintas requerimientos fiscales ya citados, revelan que la vinculación del Poder
Ejecutivo, desde su vértice, y de allí hacia abajo pasando por el Ministerio de Defensa,
el Ejército Argentino, la DGFM y la FMRT con el hecho objeto de este proceso, que a
su vez se vincula con el que se sustancia en extraña jurisdicción relacionado al
supuesto contrabando de material bélico (que integra la plataforma fáctica de autos),
son todos aspectos que se hallaban, al menos previstos, desde un comienzo en el
relato del acontecimiento histórico cuya investigación se solicitó, si bien descriptos con
un grado de generalidad, imprecisión y ausencia de detalles propios de quien carece de
mayor información y acude al órgano jurisdiccional justamente para peticionar su
esclarecimiento; pero que paulatinamente a medida que se avanzaba en la investigación
se fueron acotando y precisando. Tan es así que las medidas solicitadas por la fiscalía
en los requerimientos de fs. 13.886 y 18.905, ratificados a fs. 18.913 y 19.153, se
hallaron encaminadas a determinar la posible responsabilidad de integrantes del
Ejército Argentino y del Poder Ejecutivo Nacional.
Del mismo modo, y ya en la búsqueda de posibles afectaciones al
derecho de defensa de Menem y Baeza González, tampoco se observó que estuviera
ausente en la descripción del acontecimiento histórico que les fuera intimado en
ocasión de sus declaraciones indagatorias (fs. 19.563/19.564 y 19.712/19.714,
respectivamente), el carácter en virtud del cual, en relación al hecho, fueran citados, o
que no le hayan sido exhibidas las pruebas relacionadas con esos extremos, máxime
cuando surge expresamente de las actas referidas y que se refieren específicamente a la
imputación concreta.
Abonan nuestra tesis de falta de perjuicio para el derecho de defensa
el hecho de que tanto Menem como Baeza González hicieron uso del derecho material
de defenderse, el primero negando la imputación y el segundo discurriendo largamente
en su descargo -incluso respondiendo preguntas de la Fiscalía- mediante
manifestaciones que estimó útiles a su defensa.
En este sentido, todo indica que la Cámara Federal declaró la nulidad
absoluta de la convocatoria a indagatoria de los imputados de marras por considerarla
“poco ortodoxa”, al no haber revestido las formalidades prescriptas por el art. 180
C.P.P.N., a tal punto de considararla “inexistente”, omitiendo, o en todo caso,
analizando ligera e insuficientemete las actuaciones, sin percatarse que a fs. 491, 13.886
y 18.905, ratificando dichas presentaciones a fs. 18.913 y 18.154, el hecho se describió
tal y como luego fueron intimados y procesados Menem y Baeza González, por lo que
las presentaciones referidas resultaban suficientes -cuando ello no era, reitero una vez
más, necesario ni obligatorio- para expresar la intención de impulsar la acción y
delimitar el acontecimiento objeto de investigación.
Por estas razones, considero que se aplicó e interpretó mal el sistema de
Ministerio Público de la Nación
nulidades del CPPN. No se configura en autos el presupuesto esencial: la lesión y/o
afectación de derechos. El Ministerio Público actuó conforme la CN. El Juez
instructor actuó también conforme la CN.
Por todas las razones expuestas, debe hacerse lugar al presente recurso,
elevarse el mismo por ante la Cámara Nacional de Casación Penal, a fin de que se
anule la sentencia atacada, y se remita la causa al tribunal que corresponda a fin de que
dicte un nuevo pronunciamiento conforme a derecho.
V. RESERVA
En el probable caso de que esa Cámara Federal de Apelaciones no
conceda el recurso ante la Cámara Nacional de Casación Penal, hago reserva de
recurso de queja ante la misma, y dejo planteada la cuestión federal por estar
comprometida en forma seria y directa la función constitucional asignada a este
Ministerio Público Fiscal de la Nación en el art. 120 CN.
Por todo ello y normativa legal y constitucional invocada, SOLICITO:
1. Se tenga por presentado este recurso de casación en legal tiempo y
forma.
2. Concédase el mismo ante la Cámara Nacional de Casación Penal.
3. Se tenga por constituido domicilio ante la alzada en el público despacho
del señor Fiscal General que corresponda.
4. Proceda la Cámara Nacional de Casación Penal, previo legal trámite de
casación, haciendo lugar al presente y en consecuencia a anular la
sentencia cuestionada (fs. 20.847/20.888), remitiendo la causa al tribunal
que corresponda para que efectúe un pronunciamiento acorde a
derecho.
5. Tenga por formuladas las reserva de Caso Federal (art. 14, Ley 48).
FISCALIA GENERAL, 28 de Noviembre de 2008.
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