Ministerio Público de la Nación RECURSO DE CASACION Señores Jueces de Cámara: ALBERTO GABRIEL LOZADA, Fiscal General ante la Cámara Federal de Apelaciones de Córdoba, en autos “CORNEJO TORINO, Jorge Antonio y GATTO, Marcelo Diego p.ss.aa. ESTRAGO EN F.M.R.T.” (Expte. 04-C-2004 del registro del Juzgado Federal de Río Cuarto y 42-C-06 – 48/2007 de la Cámara Federal), me presento ante los señores jueces y respetuosamente digo: I. OBJETO: En los términos del artículo 456, inciso 2º, del Código Procesal Penal de la Nación, vengo a interponer recurso de casación contra el decisorio del 17 de noviembre de 2008, por el que -por unanimidad- en su punto 1) resolvió: “…DECLARAR la nulidad absoluta e insubsanable de la resolución Nº 474 dictada el 05 de octubre de 2007 por el entonces señor Juez Federal Subrogante de Río Cuarto, Dr. Oscar Armando Valentinuzzi, en cuanto dispuso indebidamente la citación a prestar declaración indagatoria, sin requerimiento fiscal, de Carlos Saúl Menem y, por iguales razones, de Heriberto Jorge José Gerardo Baeza González, así como de todos los actos procesales consecutivos que de ella dependan, sólo respecto de los nombrados (arts. 166, 167, inciso 2, 168, 172, 65, 69, 180, 188 in fine y 294 del C.P.P.N.)”. El presente remedio de casación tiene como finalidad que se eleven las actuaciones por ante la Cámara Nacional de Casación Penal, para que, previo los trámites legales, anule la resolución recurrida (CPPN, art. 471), remitiendo en consecuencia el proceso al tribunal que corresponda, para que dicte un nuevo pronunciamiento conforme a derecho, de acuerdo a los fundamentos que a seguido se expondrán. II. ADMISIBILIDAD a) Resolución recurrible: Entre las diversas hipótesis de resoluciones casables del artículo 457 del Código Procesal Penal de la Nación se contempla a las sentencias definitivas. Tal es la que culmina el juicio y puede ser pronunciada por el juez correccional al juzgar en instancia única, por los tribunales orales en lo criminal, el tribunal de menores, el tribunal federal en lo criminal o el tribunal en lo penal económico (cfr. D´ALBORA, Código Procesal Penal de la Nación, LexisNexis, Bs. As., t. II, p. 1012). El supuesto ha sido ampliado vía jurisprudencial, incluso por la CSJN. Así, se consideró equiparable a sentencia definitiva a las decisiones a cuyo respecto no exista modo de preservar inmediatamente un derecho constitucional (ST Entre Ríos, Sala I, JA, 1992-IV, p. 289). Por su parte, la CSJN considera equiparable a sentencia definitiva aquellas resoluciones que impiden continuar el proceso, siempre que causen gravamen irreparable y priven al interesado de la posibilidad de valerse de remedios legales ulteriores para obtener la tutela de sus derechos (Fallos, 300:642, 312:772, entre otros), como así también aquella que genera consecuencias de insuficiente o imposible reparación ulterior que la convertirían en definitiva a los fines del art. 14 de la ley 48 (Fallos, 325:3380, el remarcado me pertenece). En el caso concreto, la resolución puesta en crisis es equiparable a sentencia definitiva, por impedir la continuación del proceso respecto de los imputados Carlos Saúl Menem y Heriberto Jorge José Gerardo Baeza González, debido a los alcances (ex nunc) que se derivan de la misma -en caso de quedar firme- respecto de la parte pertinente del pronunciamiento fulminado (resolución del a quo n° 474, de fecha 05/10/2007 y fs. 18.920) y de los que son sus consecuentes. Es que el mencionado pronunciamiento constituye el primer y único acto procesal con efecto interruptor de la prescripción de la acción penal con relación a los imputados de marras; de modo que, al ser privado de toda eficacia, la acción penal se encontraría prescripta al día 03/11/2007, teniendo en cuenta: a- la fecha del supuesto fáctico (03/11/1995), b- los márgenes temporales previstos por la legislación de fondo (art. 62, inc. 2º), y c- que la prescripción es una causa extintiva de la acción penal que se produce de facto. A ello debe sumarse el temperamento adoptado por esa Cámara Federal el 09/09/2008, con respecto a la apelación por parte de este Ministerio Público de la denegatoria dispuesta por el Juzgado Federal de Río IV, para la citación a indagatoria instada por esta parte en relación con Oscar Héctor Camilión, por considerar transcurrido el término de la prescripción del hecho a él atribuido. Sin perjuicio de no compartir este Ministerio Público los fundamentos de la Cámara en el mencionado resolutorio, es razonable presumir que, tratándose el presente de un supuesto de similares características, un eventual pronunciamento del Juzgado Federal de Río IV o la Cámara de Apelaciones, seguiría la misma tesitura, teniendo en cuenta que aquél pronunciamiento es de reciente data. Lo dicho basta para ilustrar que en el sub lite se configura gravamen Ministerio Público de la Nación irreparable al privarse a esta parte de ejercer la función acusatoria que, entre otras, la CN le confirió, extremo este que autoriza acudir a la vía casatoria por equipararse la sentencia cuestionada a la hipótesis típica prevista en el art. 457 CPPN, según la doctrina de la CSJN antes reseñada. b) Sujeto: Como parte esencial de todo proceso penal por delito de acción pública, como es este, el Ministerio Público Fiscal se encuentra legitimado para recurrir en casación las resoluciones susceptibles de esta vía. En el caso concreto, se encuentra autorizado expresamente al recurso por el art. 458 CPPN. c) Tiempo y forma: el recurso se interpone ante el Tribunal que dictó la resolución, dentro del plazo de diez días de notificada (audiencia de fecha 17/11/2008), por escrito y con el resto de las formas establecidas en el art. 463 CPPN. Dado que además se verifican los presupuestos objetivos y subjetivos de impugnación, solicito desde ya sea concedido por ante la Cámara Nacional de Casación Penal. III. HECHOS: Por resolución nº 378 del 15 de agosto de 2008, el titular del Juzgado Federal de Río Cuarto dictó el procesamiento, sin prisión preventiva, de Carlos Saúl MENEM, y de Heriberto Jorge José Gerardo BAEZA GONZALEZ en orden al delito de estrago doloso agravado por muerte de personas en grado de coautoría - por el hecho que fueran indagados (arts. 45 y 186 inciso 5° del Código Penal). Contra esa decisión, los abogados defensores de los nombrados interpusieron recurso de apelación, lo que motivó la intervención de la Sala A de la Cámara Federal de Apelaciones de Córdoba. En su presentación, los abogados defensores del imputado Menem habían sostenido, en lo que aquí interesa, que habían existido vicios en el procedimiento que vulneran garantías constitucionales de su defendido. En concreto, precisaron en oportunidad de concurrir a la audiencia oral, que el Ministerio Público Fiscal no realizó el acto de requerir instrucción respecto de Carlos Saúl Menem, sino que se limitó a decir que no encuentra objeción a que el señor Juez recepte indagatoria a los señalados por la querellante. Entiende que, lejos de realizar requerimiento, el Ministerio Público Fiscal ha opinado de manera condicional, remitiéndose a lo que el Juez considere que ese estado de sospecha salga del escrito de la querellante. Sostiene que la inobservancia de estos preceptos tornaba insubsanablemente nula la decisión de recibirle declaración a su asistido, por no ser fundada, ni motivada, ni fundamentada, razón por la cual pidió la nulidad de la resolución N° 474 (que citó a Menem y Baeza González a indagatoria). Durante la audiencia oral, esta Fiscalía postuló el rechazo del planteo de nulidad introducido por la defensa de Menem. En la ocasión se sostuvo que en la causa había un requerimiento de instrucción por el hecho investigado, siendo innecesario la realización de otro por cada partícipe que se hubiese ido individualizando a lo largo de la instrucción. Se agregó que la acción penal estaba legalmente promovida y por lo tanto no era necesario un requerimiento de instrucción fiscal ampliatorio con relación a cada uno de los supuestos implicados. Así fue que se llegó a la resolución que de impugna, por equivocada y arbitraria, del 17 de noviembre de 2008, que es objeto de agravio, en la que la Sala A de la Cámara Federal de Apelaciones de Córdoba, a través del voto del juez Ignacio María Vélez Funes, y las adhesiones de los jueces Luis Roberto Rueda y María Alba Iriarte de Lofiego, hizo lugar al planteo de nulidad interpuesto por la defensa de Carlos Saúl Menem y, en consecuencia, declaró la “nulidad absoluta e insubsanable de la resolución Nº 474 dictada el 05 de octubre de 2007 por el entonces señor Juez Federal Subrogante de Río Cuarto, Dr. Oscar Armando Valentinuzzi, en cuanto dispuso la citación a prestar declaración indagatoria, sin requerimiento fiscal, de Carlos Saúl Menem y, por iguales razones, de Heriberto Jorge José Gerardo Baeza González, así como de todos los actos procesales consecutivos que de ella dependan, sólo respecto de los nombrados (arts. 166, 167, inciso 2, 168, 172, 65, 69, 180, 188 in fine y 294 del C.P.P.N.)”. Para así decidir, el magistrado preopinante comenzó haciendo una breve reseña de las constancias de la causa. Señaló, en tal sentido, que mediante la presentación de fecha 26.09.2007, la querellante particular Dra. Ana Elba Gritti solicitó en autos el llamado a prestar declaración indagatoria, en carácter de imputados, al ex Presidente Carlos Saúl Menem y al ex Secretario de Asuntos Militares del Ministerio de Defensa Jorge Baeza, en los términos del art. 294 del C.P.P.N., advirtiendo al Juez sobre la urgencia de la medida procesal, en razón de la inminente prescripción de la acción penal en los treinta días subsiguientes (v. presentación de fs. 18.883/88). En dicho escrito –agregó-, la parte efectuó una serie de consideraciones en orden al objeto de la causa (materialidad del hecho investigado y su vinculación con Ministerio Público de la Nación las operaciones de venta ilegal de armamento al exterior, a la luz de una serie de elementos de prueba reseñado), así como también en orden a los motivos de las nuevas imputaciones solicitadas que, en principio, se vinculaban a manifestaciones públicas vertidas por Menem en su carácter de Presidente de la República y Baeza, tras los sucesos ocurridos del 3 de noviembre de 2005. Proveyendo dicho pedido de la querella con relación a Menem y Baeza, con fecha 01 de octubre de 2007 el Juez Federal dispuso: “Confiérase vista al Señor Agente Fiscal para que dictamine en los términos del artículo 180 C.P.P.N., acerca de la procedencia de lo solicitado por la querellante particular respecto de Carlos Saúl MENEM y Jorge BAEZA a fs. 18.878/18.888.” (fs. 18.912), habiendo notificado ello al Fiscal Federal Subrogante, Dr. Alberto José Saissac, en forma personal y el mismo día, según constancia de autos. Al día siguiente y mediante telefax, el Fiscal Federal Carlos Stornelli responde en escueto escrito la vista que le fuera conferida sobre el pedido de la querella con relación a Menem y Baeza, oportunidad en la que se pronunció en los siguientes términos: “... esta Fiscalía no encuentra objeción alguna a que V.S. ordene recibir las declaraciones indagatorias solicitadas por la parte querellante, siempre que de los argumentos esgrimidos por la misma Usía encuentre conformado el estado de sospecha enmarcado en el art. 294 del Código Procesal Penal de la Nación...” (el destacado nos pertenece, v. fs. 18.913/14). En dicha presentación ante el Juez Valentinuzzi –se consignó-, el Fiscal Stornelli aprovechó la ocasión para “ratificar y reiterar el resto de los requerimientos efectuados por esta Fiscalía en fecha 27 de setiembre de 2007, además de la recepción de declaración indagatoria del Teniente General Balza, en cuanto a que idéntico temperamento se adopte en relación al General de División Raúl Gómez Sabaini –Subjefe del Estado Mayor General del Ejército-, al General Antolín Mosquera –Jefatura IV Logística-, al Coronel Jorge Jesús Ezcurra, entonces a cargo de la Dirección de Arsenales de la Fuerza, y al General Máximo Rosendo Groba, entonces Comandante del III Cuerpo del Ejército, por entender plenamente conformado el cuadro de sospecha receptado por la norma” (v. fs. 18.913/14). Puntualizó que la presentación del 27.09.2007 a la que aludía el Fiscal Stornelli constituía la expresa promoción de acción contra Martín Antonio Balza, Raúl Julio Gómez Sabaini, Antolín Mosquera, Jorge Jesús Ezcurra y Máximo Rosendo Groba, que no incluyó a Menem ni Baeza, a pesar que –según entendía- esa petición del Ministerio Público Fiscal era posterior a la solicitud de la querella presentada el 26.09.2007 requiriendo citación de indagatoria de los mencionados Menem y Baeza González. Recordó que mediante resolución N° 474 de fecha 05.10.2007 (fs. 18.900), el Juez Valentinuzzi, dispuso al respecto, en lo que concierne a Carlos Saúl Menem y Jorge Baeza, que “...En este orden y hallándose reunidos los requisitos exigidos por el art. 188 “in fine” del Código Procesal Penal de la Nación y considerando el suscripto acreditado el grado de sospecha que la etapa procesal requiere, cítese a prestar declaración indagatoria al ex Presidente Carlos Saúl MENEM ... y Sr. Jorge BAEZA...”, además de mencionar a otros imputados respecto de los cuales el Ministerio Público representado por el Fiscal Stornelli había promovido acción penal, en forma, con fecha 27.09.2007. Destacó que en la citada resolución N° 474 el Juez Federal con el objeto de disponer la citación a indagatoria de Menem y Baeza sostuvo solamente que consideraba “...acreditado el grado de sospecha que la etapa procesal requiere...”, sin que el Ministerio Público Fiscal a cargo del Fiscal Stornelli hubiere solicitado promoción de acción penal alguna respecto de los citados imputados, al contestar la vista que oportunamente le fuera corrida por el Instructor, ni tampoco que el Juez hubiere explicitado o despejado la condición resolutoria que entonces le señalara el mismo Fiscal Stornelli, en cuanto a “...siempre que de los argumentos esgrimidos por la misma Usía encuentre conformado el estado de sospecha enmarcado en el artículo 294 del Código Procesal Penal de la Nación...” (sic). Consideró entonces que ni el Fiscal Stornelli promovió acción penal en contra de los imputados Menem y Baeza (aún cuando lo hizo respecto de los otros imputados escasos días antes), ni tampoco el Juez explicitó en la mentada resolución N° 474 los motivos por los cuales era procedente la citación a indagatoria de aquellos dos imputados, o bien cuál era la sospecha que pesaba respecto de cada uno de ellos, según las exigencias prescriptas por el art. 294 del C.P.P.N. dando razones y fundamentos para ello. Es decir, estimó que el Ministerio Público Fiscal no propugnó, ni instó, ni tampoco excitó, de manera alguna, requerimiento de instrucción o promoción de acción penal en contra de Menem ni de Baeza González, después del pedido de citación a indagatoria que efectuara en autos la parte Ministerio Público de la Nación querellante, el 26.09.2007 (fs. 18.873/88), la que carecía de legitimación procesal suficiente para promover por sí misma acción penal o requerimiento de instrucción en perjuicio de algún sospechado, tarea que le correspondía a los acusadores públicos de conformidad a los arts. 180 y 82 del C.P.P.N. y art. 71 del C.P.. Así -recalcó-, tal lo ha interpretado pacíficamente la doctrina y jurisprudencia, la persecución penal en delitos de acción pública sólo corresponde al Ministerio Público Fiscal, en representación de la comunidad social, para ejercitar en nombre del Estado ese cometido estatal, cuando se verifiquen infracciones a la ley penal vigente. Al respecto, reiteró lo expresado por esa misma Cámara, con otra integración sobre la función y misión del Ministerio Público Fiscal y sus diferencias con la actuación del querellante particular: “...Los intereses de la sociedad en la persecución de autores, cómplices o encubridores por supuestos ilícitos penales, están a debido resguardo con la intervención del Ministerio Público Fiscal en esta causa penal; quien ejerce, en definitiva, la política de persecución penal del mismo Estado Nacional y garantiza el derecho a la tutela judicial efectiva que ‘…implica que la razón principal por la que el Estado debe perseguir el delito es la necesidad de dar cumplimiento a su obligación de ‘garantizar el derecho a la justicia de las víctimas’, entendiendo a la persecución penal como un corolario necesario del derecho de todo individuo a obtener una investigación judicial a cargo de un tribunal competente, imparcial e independiente en el que se establezca la existencia o no de la violación de su derecho, se identifique a los responsables y se les impongan las sanciones pertinentes…’ (Caso 28.535:“MASOLA, Mirta” del 24.05.06 –Cam. Nac. Crim. y Correccional de la Capital Federal)” (L° 268 F° 59 del Protocolo de este Tribunal, de fecha 29.06.2007)”. Precisó acto seguido que es regla medular de nuestro sistema jurídico actual aquella por la que el juez no puede promover proceso penal a iniciativa propia, esto es, no puede cumplir la función que le es propia sin excitación de la jurisdicción por parte de un acusador habilitado por la ley, a través del ejercicio de la acción penal en nombre de los intereses de la sociedad. En efecto, adujo que nuestra ley distingue con claridad las funciones de acusar y juzgar, de modo que quien formula la pretensión en contra del imputado — mediante la promoción de acción penal— debe ser un órgano distinto de quien debe aceptar o rehusar dicha pretensión. Se elimina así la posibilidad de actuación de oficio del órgano jurisdiccional, el cual, para hacer válida su actividad, debe contar inexcusablemente con la acción instada por el Fiscal en nombre del Ministerio Público. La actividad requirente –agregó- ha sido conferida al Ministerio Público Fiscal como potestad de un órgano del Estado (art. 120, C.N.), competiéndole de tal modo la excitación del ejercicio de la función jurisdiccional y la provocación y requerimiento de actuaciones de la ley para que se haga justicia. Tal acto resulta sustancial e indispensable como presupuesto procesal de la continuidad del proceso y, no pudiendo ser omitido, debe ser obligatoriamente cumplido por el Ministerio Público Fiscal. En concordancia con ello, refirió que la ley procesal regulaba la función del Ministerio Fiscal en el proceso disponiendo expresamente que “promoverá y ejercerá la acción penal en la forma establecida por la ley” (art. 65 del C.P.P.N.). Acerca de la forma de actuación, establece además que sus representantes “formularán, motivada y específicamente, sus requerimientos y conclusiones; nunca podrán remitirse a las decisiones del Juez...” (art. 69, ibid), exigencia ésta que procura asegurar el control de tales dictámenes, dado que constituyen órganos de la función jurisdiccional. Añadió que el esquema se completaba con los dispositivos legales de los arts. 180 y 188 del C.P.P.N., de los cuales el primero vedaba al juez la posibilidad de proceder de oficio, dejando en claro que su actividad sólo quedará habilitada luego del pertinente requerimiento de instrucción por el ministerio público fiscal, y el segundo contenía la fórmula de iniciación de la instrucción, a través de requerimiento fiscal y establece el contenido de dicho acto, señalando sus elementos esenciales. Manifestó que la doctrina ha expresado respecto de dicho marco regulatorio que “...la excitación omitida impide considerar válidamente ejercida la jurisdicción [...]. Dicha omisión (que hace a la intervención del fiscal cuando resulte obligatoria, art. 167, inciso 2) incide perjudicialmente en la garantía constitucional del imputado al debido proceso legal, con lo cual, advertida, la invalidez que origina puede ser declarada de oficio y en cualquier estado y grado del proceso, irradiándose a los actos consecuentes, al margen de la eventual ocurrencia de actos del acusador que Ministerio Público de la Nación pudieren implicar tácita ratificación de lo actuado, desde que no es su interés el exclusivamente protegido.” (NAVARRO, Guillermo R/DARAY, Roberto R., Código Procesal Penal de la Nación, Tomo 1, Ed. Hammurabi, Buenos Aires, 2ª edición, 2006, p. 474). Del mismo modo expresó que la jurisprudencia ha considerado que “...el marco regulatorio previsto a partir del art. 180 del rito y muy especialmente el art. 188 del digesto, le imponen al representante del Ministerio Público Fiscal la formulación del pertinente requerimiento de instrucción. Dentro del diseño del sistema judicial instituido por nuestro código que garantiza los principios ‘ne procedat iudex et officio’ y ‘nemo iudex sine actore’, ante la noticia de un evento criminoso perseguible de oficio [...] deberá la fiscalía formular requerimiento con invocación de los datos individuales que posea del o de los imputados, una relación circunstanciada del hecho y la proposición de diligencias pertinentes. El incumplimiento de lo prescripto por los arts. 180, 188 y 195 aparece afectando los principios de inviolabilidad de defensa en juicio y del debido proceso (art. 18 y sus correlativos de los pactos internacionales previstos en el art. 75, inc. 22, de la Constitución Nacional...” (C.N.C.P., Sala III, voto de la Dra. Ledesma, Reg. nº 1109.06.3. “D.R., T s/ recurso de casación”) Continúa diciendo el Tribunal en la resolución recurrida que: “De la citada normativa surge el imperativo constitucional de que los jueces no pueden iniciar los procesos penales de oficio –sino que es necesaria la previa excitación de un órgano ajeno a aquellos- misión que corresponde al Ministerio Público por un mandato superior (art. 120, C.N.)...” (C.N.C.P., Sala III, causa “D.R., T s/ recurso de casación”). En igual sentido, adujo que la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en oportunidad de decidir acerca de al inconstitucionalidad del art. 348 del C.P.P.N., señaló, como derivados de las reglas estructurales del proceso penal, que “...la violación del principio ne procedat iudex ex officio pone en riesgo las garantías de imparcialidad, defensa en juicio y debido procesal legal.”, añadiendo a ello que “permitir que el órgano encargado de dirimir el pleito se involucre con la función requirente [...] deriva necesariamente en la pérdida de toda posibilidad de garantizar al imputado un proceso juzgado por un órgano imparcial.” (C.S.J.N., Fallos: 327:5863, causa “Quiroga, Edgardo Oscar”, 23.04.2004, considerando 7º del voto de los jueces Highton y Petracchi, pronunciándose en idéntico sentido el juez Zaffaroni). Ciertamente que este criterio del Máximo Tribunal reviste especial trascendencia, de cara a aquellos casos en los que la jurisdicción hubo de actuar con prescindencia del requerimiento fiscal de instrucción. A lo anterior añadió que, según era sabido, el requerimiento de instrucción delimita el ámbito fáctico de la pretensión, estableciendo los límites objetivos y subjetivos del impulso procesal, lo cual conllevaba la necesidad insoslayable de formular un nuevo requerimiento en relación con otros o nuevos imputados del proceso. Ello es así –aseguró-, habida cuenta que el pronunciamiento de promoción de acción por el fiscal importa la afirmación de un delito presuntamente cometido por un individuo. Pues bien, adujo que de acuerdo a la secuencia de actos procesales llevados adelante en la causa, se advertía que el Juez había encausado la pesquisa hacia personas distintas de las que figuraban en los requerimientos fiscales anteriores (v. fs. 13.386/412vta. y fs. 18.905/10) —Carlos Saúl Menem y Heriberto Jorge Baeza González—, procediendo a receptarles declaración indagatoria y, más tarde, a dictarles auto de procesamiento. Sin embargo, en razón de tratarse de nuevos sujetos sobrevinientes, susceptibles de una nueva imputación penal, considera que el Magistrado debió contar para ello con el correspondiente requerimiento fiscal particularizado respecto de los mismos, esto es, con el estímulo de la actuación judicial en esa dirección. Puso de resalto, de esa manera, la discrepancia con el criterio sustentado por esta Fiscalía General, que había postulado en la audiencia del art. 454 del C.P.P.N. que el requerimiento fiscal constituye un acto meramente objetivo, referente a hechos, y no subjetivo, referente a personas. Destacó asimismo que, al regular la sanción de nulidad de orden general, el art. 167 del Código de Rito establece que se entenderá prescripta bajo pena de nulidad la inobservancia de las disposiciones concernientes a la intervención y participación del Juez, Ministerio fiscal y querellante en el proceso (inciso 2º), aludiendo a los actos y diligencias que deben realizar por deberes expresamente consignados en la ley. Pues bien, el Ministerio Fiscal interviene y participa en el Ministerio Público de la Nación proceso promoviendo y ejercitando la acción penal como actividad esencial de su propio ministerio, en estos casos su participación es obligatoria y su omisión acarrea la nulidad del proceso (WASHINGTON ABALOS, Raúl, Código Procesal Penal de la Nación, Ediciones Jurídicas Cuyo, Chile, 1994, p. 368 y ss.). Doctrina que por lo demás estaba en línea con la posición asumida sobre la cuestión por esta Cámara en fallos anteriores (v., en tal sentido, “Barroso”, de fecha 26.05.2008, registrado en Lº 286 Fº 37 del Protocolo del Tribunal). Manifestó, en otro orden de ideas, que no existía norma alguna en nuestro sistema jurídico que autorice a la querella a promover acción penal pública, como así también que las facultades del acusador particular -contempladas en los arts. 82 a 86 del C.P.P.N.- presuponen necesariamente el inicio y sustanciación de un proceso penal válido. Ni siquiera a contrario sensu o por defecto residual –afirmó el vocal preopinante- podría interpretarse que esta potestad de persecución penal podría ejercerla el querellante particular, cuando ha omitido hacerlo expresa y particularmente el Ministerio Público Fiscal. Ello resultaba así por cuanto, al regular la distinción sobre las acciones penales plasmada en los artículos 71, 72 y 73 del Código Penal –acciones públicas, públicas dependientes de instancia privada y privadas-, consagrando el principio de legalidad procesal, la ley de procedimiento ha dispuesto con claridad cuáles son los modos de iniciación del proceso para delitos de acción pública, como asimismo que ésta se ejercerá por el Ministerio Público Fiscal, siempre que no dependa de instancia privada (arts. 5 y 65 del C.P.P.N.). Es que la claridad del legislador en la diferenciación de los procesos surgía palmaria: aquél donde la persecución penal sólo puede ser iniciada de oficio, por un lado, y, por el otro, aquél donde gobierna la voluntad del ofendido, quien puede desistir de su acción sin perjuicio de las responsabilidad emergente de sus actos anteriores (cfse. PALACIOS, Juan Carlos, “¿Es la querella un medio legítimo de inicio de un proceso penal por delito de acción pública?”, Revista de Derecho Procesal Penal, La actividad procesal del Ministerio Público Fiscal – I, 2007-2, Rubinzal-Culzoni, Bs. As., 2007, p. 52339). De tal modo –acotó-, con relación al ejercicio de la acción y la figura de la querella se ha sostenido: “...el querellante no está impuesto ni excluido; pero el deber de iniciarse de oficio la acción surge como límite, para el caso de admitirlo, la imposibilidad de que él promueva el proceso. La instancia promotora corresponde al Ministerio Fiscal, lo que implica limitar la autonomía del querellante conjunto” (CLARIA OLMEDO, Jorge, Derecho Procesal Penal, Rubinzal-Culzoni, T. II, p. 40). Por tanto, en el actual régimen de enjuiciamiento penal, la admisión de la actuación del querellante particular en el proceso no importaba delegar en él el ejercicio de al acción penal, que sólo competía al Estado (mediante el monopolio persecutorio del ministerio público), por lo que el desenvolvimiento de ese rol debía comportar el respeto inexorable de las restricciones establecidas a propósito de ello en la legislación. Sobre el tópico, la jurisprudencia ha destacado: “...al ser el querellante un actor no esencial en el proceso, su participación en él debe encontrarse circunscripta a los casos y bajo las condiciones que la ley establece, dado que lo contrario necesariamente conduciría a la afectación de los derechos del imputado.” (cfse. C.N.C.P., en pleno, plenario Nº 11, “Zichy Thyseen, Federico y otro”, 23.06.2006”). En definitiva, insistió en la noción de que “una de las características básicas del sistema actual de administración de justicia penal reside, sin duda, en atribuir la persecución penal al Estado [...]. Desde el punto de vista político, tal decisión significa atribuir formalmente al Estado, en gran medida, el poder penal, v.gr., la herramienta más poderosa que posee para el control social de los habitantes sometidos a su soberanía.” (MAIER, Julio, Derecho Procesal Penal, Tomo I, Fundamentos, Editores del Puerto, Bs. As., 2002, p. 825). Señaló también que frente a la inexistencia de requerimiento fiscal de instrucción respecto de Carlos Saúl Menem, sin embargo, en oportunidad de la celebración de la audiencia indagatoria, el 27 de diciembre de 2007, el Juez interviniente, sin referencia a requerimiento fiscal de instrucción alguno, invocando el art. 298 del C.P.P.N., describió al imputado el hecho que se le atribuye, en los siguientes términos: “...haber provocado el día 03.11.1995 hacia las 08:55 horas aproximadamente, por intermedio de persona o personas cuya identidad a la fecha aún se desconoce y en su oportuna calidad de Presidente de la Nación y Comandante en Jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, se manera intencional, programada y organizada el incendio del contenido de un tambor que presuntamente habría tenido en su interior mazarota de trotyl o trotyl de descarga, el que se hallaba ubicado en un tinglado existente en la Planta de Carga de la F.M.R.T. (cercano al Ministerio Público de la Nación edificio 1-2), incendio que luego de haber tomado repentinamente al resto de los tambores del lugar con gran desarrollo de sus llamas, fuera seguido tan solo a pocos minutos de dos explosiones simultáneas ocurridas en el mismo tinglado, obteniendo como resultado de dicho accionar, el direccionamiento de la onda expansiva. Asimismo, habiendo transcurrido unos minutos de ese primer estallido y con idéntica modalidad (intencional, programada y organizada), haber provocado por intermedio de persona o personas cuya identidad a la fecha aún se desconoce, otra explosión de mayor magnitud que las anteriores, la que tuviera lugar en los depósitos de Expedición y Suministro situados hacia el sector sur de la Planta de Carga, los que en su interior contuvieran gran cantidad de explosivos, municiones y proyectiles, detonación ésta que generó una gran onda expansiva que dispersó de manera violente tales proyectiles y esquirlas sobre la población de Río III, afectando con mayor intensidad al Barrio Las Violetas como también otros ubicados en las inmediaciones de la Fábrica Militar siniestrada; todo ello con el objeto de ocultar un faltante de proyectiles, municiones y/o explosivos que de acuerdo a la pericia contable efectuada en autos, su existencia en base al último balance realizado el día 31-10-1995, ascendía a las 72.405 piezas de artillería (proyectiles, y/o cartuchos y/o tiros completos), en tanto que de acuerdo a la documentación aportada por las autoridades de la fábrica, era de 58.422 unidades (49.948 proyectiles y 8.474 cartuchos), lo que evidenciaría graves irregularidades y/o imprecisiones contables adrede dentro de la F.M.R.T./D.G.F.M. al surgir una diferencia aproximada a las 35.576 unidades entre el monto total peritado y lo recuperado por el personal de seguridad actuante, así como de piezas de artillería en un número no determinado aún, circunstancia que podría tener vinculación con el tráfico de armas y proyectiles que se investiga en el marco de la causa “SARLENGA” N° 8.830/95 en la Capital Federal. Hechos ocurridos el día 03-11-95 a partir de las 08:55 horas aproximadamente en el sector, como se dijera, de la Planta de Carga de la F.M.R.T. ubicada en la ciudad del mismo nombre y que le costara la vida de manera directa y/o indirecta a 7 personas, a saber: Aldo Vicente AGUIRRE, Leonardo Mario SOLLEVELD, Romina Marcela Susana TORRES, Laura Andrea MUÑOZ y Hoder Francisco DALMASSO el mismo día 3 de noviembre de 1995, mientras que José Andrés VARELA y Elena Sofía RIBAS de QUIROGA fallecieron los días 4 y 7 del mismo mes y año, respectivamente; así como lesiones a un número no determinado de personas y cuantiosos daños materiales a la población de la ciudad de Río Tercero. Conductas que “prima facie” encuadran en la figura contenida en los arts. 186 inc. 5° del Código Penal a título de Estrago doloso y 45 ibidem, a título de coautoría mediata.” (fs. 19.563/64). Adujo que si el art. 298 del C.P.P.N. le imponía al juez de informar detalladamente al imputado cuál es el hecho que se le atribuye, cuáles son las pruebas existentes en su contra, eso implicaba, en el caso que el “acusador” ha sido el propio Juez, porque le describió ese hecho siendo que ni el Fiscal Stornelli, ni ningún otro representante del Ministerio Público, le formuló requerimiento de instrucción en tales o similares términos, a pesar de la solicitud expresa formulada en tal sentido por la querellante particular, el 26.09.2007. A juicio del magistrado, el Ministerio Público no hizo nunca suyo el requerimiento de citación a indagatoria de la querella en contra de Carlos Saúl Menem, ni tampoco de Heriberto J. Baeza González, según los fundamentos dados por ellos en esa oportunidad. Esta circunstancia procesal de trascendencia para el debido proceso y resguardo de la tutela judicial efectiva no podía ser ignorada ni pasada por alto por la importancia y efectos jurídicos en la misma causa y respecto de los mismos interesados afectados. En función de todo ello, la Cámara consideró procedente la petición del impugnante, por lo que declaró la nulidad de la resolución n° 474 de fecha 05.10.2007, glosada a fs. 18.920 de autos, en cuanto dispuso citar a indagatoria a Carlos Saúl Menem, por imperio de lo prescripto por los arts. 166, 167 inc. 2 y 168 del C.P.P.N., por inobservancia de las exigencias de los arts. 123, 65, 69, 180, 188 in fine y 294 del mismo texto legal, habida cuenta que en dicho decisorio el Magistrado ha dado por cumplimentados los requisitos del art. 188 in fine del C.P.P.N. y ha considerado acreditado el grado de sospecha del art. 294 de la ley ritual. Insistió en que el Ministerio Público Fiscal no efectuó requerimiento de instrucción con relación al imputado de mención, como así tampoco respecto de Heriberto Baeza González. Sostiene que, por el contrario, el Fiscal Federal se limitó a expresar su falta de objeción para la recepción de declaración indagatoria, condicionando incluso ello a la circunstancia de que el Magistrado encuentre reunidos los recaudos del art. 294 del C.P.P.N.. Es que –reafirmó- no haber tenido objeción por el Ministerio Público Fiscal al pedido efectuado por la querella no suplía la exigencia de acusación individual Ministerio Público de la Nación y particular exigida por la ley procesal y las garantías constitucionales. Al respecto, sostuvo el magistrado que no encontraba razones para que el Ministerio Público a cargo entonces del Fiscal Stornelli, ante el Juez de primera instancia, omitiera acusar en legal forma –mediante el requerimiento de instrucción a Menem y Baeza González—, siendo que escasos días antes lo efectuó con relación a otros imputados. Tampoco se justificaba que el Juez hubiese formulado intimación a Menem y a Baeza González al indagarlos, cuando no había forma y debida promoción de acción penal respecto de cada uno de ellos. La inobservancia de los preceptos legales de los artículos 188 in fine y 294 del C.P.P.N., señalados en la resolución Nº 474 de autos, tornaba a criterio del juez nula esa decisión jurisdiccional por carecer de fundamentación (art. 123 del C.P.P.N.). Destacó asimismo que el conjunto de consideraciones vertidas en torno al llamado al proceso de Carlos Saúl Menem resultaban aplicables necesariamente al coimputado Heriberto Jorge José Gerardo Baeza González, respecto de quien el Ministerio Público Fiscal tampoco formuló requerimiento de instrucción, en contestación a la vista que le fue corrida por el Juez en los términos previstos por el art. 180 del C.P.P.N. (v., en tal sentido, providencia de fs. 18.912 y presentaciones de fs. 18.905/10 y 18.913). En suma, la cámara concluyó en que, sin perjuicio de que el planteo no había sido introducido también por la defensa de Baeza González, a efectos de garantizar la igualdad de trato y el ejercicio de la tutela judicial efectiva, correspondía también que se anulara la resolución N° 474, en cuanto dispuso la citación a prestar declaración indagatoria de dicho imputado, así como de todos los actos consecutivos que de ella dependían (arts. 166, 167, inciso 2°, 172 y concordantes del C.P.P.N.). IV. MOTIVOS DE CASACIÓN. AGRAVIOS El remedio de casación se interpone por inobservancia de las normas que el rito establece bajo pena de inadmisibilidad, nulidad, caducidad (art. 456, inc. 2º), en función del art. 404, inc. 2º, por falta, contradictoria e inidónea fundamentación de la resolución atacada respecto del tópico de nulidad de la citación a indagatoria de los encartados de marras. Causa agravio a este Ministerio Público las consecuencias que se derivan de la resolución cuestionada, al imposibilitar la prosecución de la causa con respecto a los imputados Menem y Baeza González, pues como se ha demostrado, la acción penal por el delito a ellos atribuido se habría prescripto con fecha 03/11/2007. Tal extremo, sumado al criterio sostenido por la Cámara de Apelaciones de Córdoba en la resolución de fecha 09/09/2008, determina que cualquier vía que intente esta parte frente a la consolidación de la situación procesal dispuesta por la sentencia en crisis con relación a Menem y Baeza González, sería insuficiente, cuando no imposible, con lo que se vería frustrada la función que el art. 120 de la CN encomendó al Ministerio Público Fiscal de la Nación. Además, no puede soslayarse mencionar las graves y perjudiciales consecuencias que tiene el criterio utilizado en la sentencia de la Cámara Federal que se impugna, si se extendiera su aplicación a las numerosas causas que se tramitan en los distintos Juzgados Federales de la jurisdicción, causando innecesariamente incertidumbre respecto a la validez de las imputaciones oportunamente efectuadas en iguales condiciones. La falta de previsión, análisis de las proyecciones y consecuencias reales o concretas del criterio jurisprudencial establecido en la resolución recurrida, más allá de su incidencia en la presente causa, constituye una situación de extrema gravedad que corresponde sea corregida urgentemente por la Cámara Nacional de Casación Penal. Solo así podrá recomponerse la certidumbre respecto de la validez de los actos procesales realizados en las numerosas causas donde los Jueces Federales a cargo de la instrucción, después de promovida la acción penal, han dispuesto la citación a indagatoria de quienes durante el curso de una investigación resultan ser partícipes en esos mismos delitos, sin que existiera –por ser innecesario- un requerimiento fiscal expreso dirigido contra cada una de esas personas. Los vicios que afectan la sentencia de fecha 17/11/2008, y que la descalifican como acto jurisdiccional válido son el desconocimiento de los actos cumplidos y la erronea apreciación del valor procesal que debe atribuirse a los diferentes requerimientos y presentaciones efectuadas por los representantes del Ministerio Público Fiscal en la presente causa. En consecuencia, la sentencia impugnada debe ser descalificada y tachada de nula, por arbitrariedad y defectuosa fundamentación, por contener una derivación no Ministerio Público de la Nación razonable del derecho aplicable, es decir que resulta violatoria a lo establecido en el art. 123 del C.P.P.N.. La CSJN sostuvo que procede el recurso extraordinario contra la sentencia que no se encuentra suficientemente fundada en las constancias del litigio; o, que carece de fundamento la sentencia en donde se arriba a conclusiones que no se compadecen con las constancias de la causa, lo que importa una muy ligera actividad analítica (ambos razonamientos en Fallos, 325:3083). En esta línea, el más alto tribunal nacional sostuvo que es condición de validez de los pronunciamientos judiciales que estos sean fundados, exigencia que antes de orientarse a mantener el prestigio de la magistratura, procura esencialmente la exclusión de decisiones irregulares (Fallos, 325:2754). En el mismo orden expresó la Corte que tampoco se evidencia dicha condición cuando la decisión padece de un excesivo rigor formal y no confiere un tratamiento adecuado al asunto, acorde con las constancias del caso y a la normativa sobre la que se sustentó la pretensión. Si se observan las constancias de la causa, se advertirá claramente que la resolución cuestionada adolece de tales defectos de fundamentación, por resolver SIN ATENDER CONCRETAS ACTUACIONES, que, de haberse observado, la decisión hubiese definido la cuestión de modo que no resultara perjuicio para esta parte. El eje central de los argumentos de la sentencia denunciada de arbitrariedad y que por tanto perjudica esta parte es la siguiente: “… de las constancias de autos y sus correspondientes resaltados pone claramente de manifiesto que el Ministerio Público Fiscal no propugnó, ni instó, ni tampoco excitó, de manera alguna, requerimiento de instrucción o promoción de acción penal en contra de Menem ni de Baeza González, después del pedido de citación a indagatoria que efectuara en autos la parte querellante…” (voto del juez Vélez Funes), refiriéndose en concreto a la vista evacuada por el Dr. Stornelli a fs. 18.913/18.914. A efectos de un correcto abordaje metodológico en el desarrollo de los fundamentos que se expondrán para rebatir la viciosa argumentación de la sentencia criticada en la parte transcripta, dividiré la exposición del modo que sigue: a) Necesidad de la existencia de un requerimiento de instrucción en este caso?, b) Omisión de analizar constancias dirimentes de la causa, c) errónea valoración y aplicación de la ley vigente. a) Necesidad de la existencia de un requerimiento de instrucción? Por lo pronto, es preciso señalar que la Sala III de la Cámara Nacional de Casación Penal tiene dicho que en orden a que de un correcto análisis de las normas procesales de los artículos 186, 188 y 195 del Código Procesal Penal de la Nación surge que los únicos modos posibles de provocar el avocamiento instructorio en forma directa, en los casos de delitos de acción pública, son dos: 1) la actuación del acusador público mediante el requerimiento de instrucción formulado al Juez; 2) la actividad informativa de la Policía (judicial o común) por medio de la comunicación o información dirigida al Juez inmediatamente de tomar conocimiento de un hecho o al remitirle la prevención policial practicada (“Lorenzo, Ernesto y otros s/ recurso de casación”, causa nº 4789, resuelta el 29 de diciembre de 2004). Se añadió además, que la naturaleza de la información policial promotora de la instrucción jurisdiccional, es un acto cumplido por las autoridades de la policía en cuanto desempeñan funciones judiciales, por el que se anoticia oficialmente al órgano correspondiente de la instrucción del proceso acerca de la comisión de un hecho considerado delictuoso, del cual han tenido conocimiento por sus propios medios o por una denuncia, para que se abra causa con respecto a él. La denuncia se detiene en el mero anoticiamiento; la información policial trasciende ese límite aproximándose sustancialmente al requerimiento por su valor impulsor. Esa y no otra es la interpretación que debe hacerse de la conjunción disyuntiva “o” utilizada por el legislador en el mentado artículo 195: “La instrucción será iniciada en virtud de un requerimiento fiscal, o de una prevención o información policial”, la que sirve para plasmar las dos posibles alternativas (conf. C.N.C.P., Sala III, causa n° 58 “Veisaga, José A. s/recurso de casación”, rta. 9/3/94, reg. 90; en igual sentido también Sala I, causa nº 703 "Musimundo S.A. s/recurso de casación", reg. 962, del 27/03/96; Sala II, causa n° 1754 “Malvido, Carlos s/recurso de casación”, rta. 12/11/98, reg. 2279; y Sala IV, causa nº 401 "Roitman, Adrián Raúl s/recurso de casación", rta. 14/10/96, reg. 663). De lo expuesto, se concluye entonces que conforme a esa jurisprudencia en el caso de iniciación de las actuaciones por prevención policial no es necesario ni obligatorio el requerimiento fiscal, razón por la cual comunicado un hecho al juez Ministerio Público de la Nación por parte de la policía, queda promovida automáticamente la acción penal (C.N.C.P., Sala III, causa nº 1248 “Rodríguez, Andrés y otro s/recurso de casación”, rta. 22/9/97, reg. 402). Cabe señalar que esa doctrina fue aplicada por la misma Cámara Federal de Apelaciones de Córdoba al resolver las causas “Losa, Javier y otros p.ss.aa. Infr. Art. 196 del CP” (14 de agosto de 1997), “Mutti, Osbaldo Eduardo s/presunto uso indebido de Documento Público y hurto calificado de automotor art. 296 y 163 del C.P.” (Lº 240, Fº 94, 23 de febrero de 2005), y “Zavattieri, Armando J.” (Lº 256, Fº 153, 4 de septiembre de 2006), entre otras. Es decir, que en esta sentencia que se impugna, la Cámara Federal resolvió de modo opuesto a sus propios precedentes respecto a las exigencias formales para el inicio de la instrucción; pero lo que es más grave aún, lo hizo sin tener en cuenta que en este caso en concreto existía una prevención policial que habilitaba al Juez Federal para actuar conforme a aquel criterio, también un requerimiento fiscal de instrucción y distintas presentaciones del Ministerio Público Fiscal requiriendo la investigación del hecho –objetivamente considerado- y la imputación de todos los partícipes en el mismo. En este caso particular, es preciso recordar que el proceso se originó en “Acta de iniciación de actuaciones sumariales” labrada por el Crio. Luís Oscar Ayala, en su carácter de titular de la U.R.7 Unidad Regional Río Tercero (v. constancias de autos a fs. 1/2), quien de manera inmediata y en forma personal comunicó la novedad al Juez Federal de Río IV (fs. 3). La secuencia procesal continuó con la presencia misma del juez, Dr. Luis Rodolfo Martínez y secretario actuante, Dr. Carlos A. Ochoa, en la dependencia policial ante referida, donde se impartieron las primeras directivas enderezadas a investigar el hecho (véase fs. 4), ordenando la recepción de testimonios a toda persona que se encontrara en la FMRT. Como se advierte, la secuencia procesal reseñada sobre el origen mismo de estas actuaciones constituye el caso prototípico de iniciación de sumario por prevención policial. Según hemos visto en los párrafos precedentes, tal hipótesis está pacíficamente convalidada por la jurisprudencia de la CNCP, incluso por la misma Cámara Federal de Apelaciones de Córdoba en el año 2006 in re Zavattieri, sin que en la sentencia en crisis se adviertan los fundamentos para un cambio de criterio. Con lo dicho se quiere significar que en autos no hacía falta un requerimiento fiscal de instrucción, PORQUE NO ERA NECESARIO, NI OBLIGATORIO, según los únicos modos posibles de provocar el avocamiento instructorio en forma directa, en los casos de delitos de acción pública, de acuerdo a la pacífica jurisprudencia. No obstante ello, y sin renegar de tal criterio jurisprudencial, este Ministerio Público Fiscal de la Nación adecuó su actuación al recién inaugurado programa constitucional del proceso acusatorio (CN 1994), comunicando su voluntad promotora desde el inicio de esta causa. Y lo hizo del modo que a continuación se rememorará para fundamentar el próximo agravio. b) Omisión de analizar constancias dirimentes de la causa Según la parte transcripta de la sentencia contra la que se dirige el presente embate, el Ministerio Público Fiscal no habría propugnado, ni instado, de manera alguna requerimiento de instrucción contra Menem y Baeza González. Haremos un repaso de las constancias de la causa para verificar si es cierta dicha afirmación, o si por el contrario, la misma carece de entidad por la comprobación de concretos elementos que indican la expresa voluntad requirente de este Ministerio Público Fiscal. Comencemos en fs. 491/497, donde luce escrito de contestación de vista ordenada a fs. 288, en el cual el entonces TITULAR DE LA FISCALÍA FEDERAL DE RÍO IV, DR. ROBERTO C. MASUET, REQUIERE INSTRUCCIÓN EN LOS TÉRMINOS DEL ART. 188 CPPN, en contra determinadas personas, la mayoría de las cuales hoy están imputadas, “y/o contra de aquellas/s personas que hubiesen intervenido como coautores, cómplices, encubridores o responsables de los hechos por los que se promueve esta requisitoria de instrucción, Y QUE SURJAN DE LA INVESTIGACIÓN A LLEVARSE A CABO A PARTIR DE ESTE MOMENTO” (sic., lo resaltado me pertenece). A continuación, el Fiscal Federal actuante pasó a narrar la sustancia fáctica en virtud de la cual ejercitó su voluntad promotora. De esta manera, circunstanció los hechos en razón del modo, tiempo y lugar en que los mismos habrían sucedido, tras lo cual procedió a efectuar el reproche de responsabilidad que le cabría a los sujetos identificados hasta ese momento de la investigación, respecto de los cuales pidió al juez indagatoria. Finalmente solicitó varias medidas útiles para la averiguación de la verdad, muchas de las cuales se enderezaban a deslindar nuevas Ministerio Público de la Nación imputaciones, según surge claramente de una lectura concienzuda de dichas medidas. Resultaría sobreabundante acotar que las mencionadas constancias, en forma clara, precisa y completa, representan una verdadera promoción de acción penal o requisitoria fiscal de instrucción, ajustada a la normativa procesal (art. 188 CPPN), a través de la cual un Fiscal Federal de la Nación, delimitando claramente el objeto procesal, expresó en concreto su voluntad de ejercer el cometido funcional que la Constitución Nacional confió al Ministerio Público Fiscal de la Nación en el art. 120. En este orden, la jurisprudencia tiene dicho que uno de los primordiales fines del requerimiento que en los casos señalados por la ley efectúa el Ministerio Público es el de señalar los límites a los que deberá ceñirse la pesquisa que dirigirá el juez, pues en este sistema preponderantemente acusatorio, es el fiscal el titular de la acción penal. Por ello, corresponde que el agente fiscal de primera instancia precise los hechos que, eventualmente, configurarán delitos cuya materialidad será objeto de investigación por la justicia federal (CFA La Plata, 07/07/2005. El destacado es mío). Continuando el análisis de las constancias de autos cuyo examen se ha omitido en la sentencia bajo recurso, observamos a fs. 632 y vta., que el Dr. Roberto C. Masuet, al evacuar la vista corrida en relación a una denuncia formulada por representantes gremiales de ATE respecto de unas personas cuya indagatoria no había sido entonces solicitada a fs. 491/497, SE REMITIÓ AL EVENTO por el cual formuló requisitoria de instrucción en las constancias acabadas de mencionar, peticionando la acumulación de las actuaciones. Con posterioridad, varios de los hasta ese momento de la pesquisa -bajo sospecha- se encontraban individualizados, fueron indagados y procesados. La causa fue elevada a juicio al Tribunal Oral en lo Criminal Federal n° 2, y allí, como consecuencia de una medida probatoria (pericia química) solicitada por el Ministerio Público Fiscal, representado en esa instancia por el entonces Fiscal General, Dr. Miguel A. F. Rizzotti, la causa, tornando nuevo rumbo en cuanto al aspecto subjetivo del hecho, regresó a instrucción, para continuar con las investigaciones en función de dicha novedad. En esa instancia, a fs. 13.386/13.412 el Dr. Carlos Ernesto Stornelli, a la sazón Fiscal Federal, al contestar vista corrida en virtud del art. 180 CPPN tras el nuevo cauce del proceso, solicitó ampliación del objeto procesal, y promovió acción penal en los términos del art. 188 CPPN contra las personas hasta ese momento imputadas, pero dejando expresamente consignado que no obstante las imputaciones allí delineadas, no se descartaba la posible responsabilidad que pudiera caber a otros funcionarios de la FMRT, DGFM, Ejército Argentino, o “aún del Poder Ejecutivo Nacional, tanto en sus estratos superiores como de inferior jerarquía, circunstancia que sería develada sin duda alguna con el transcurso de la presente investigación” (lo destacado me pertenece). A fs. 18.905/18.910, en forma coherente y consecuente con sus manifestaciones, el Dr. Stornelli avanzó hacia nuevas líneas de imputación trascendentes del ámbito de la DGFM, pues ahora las sospechas recayeron sobre altos mandos del Ejército Argentino, desde quien detentaba la máxima jefatura (Martín Antonio Balza), hasta las autoridades que tenían bajo su jurisdicción territorial el ámbito donde sucedieron los hechos de la causa (Máximo Rolando Groba, a la sazón, Jefe del III Cuerpo de Ejército), entre otros, a los que solicitó sean indagados. Entre los fundamentos allí expuestos, el Dr. Stornelli, destacaba el posible móvil del evento criminoso, esto es, el de ocultar o pretender ocultar el faltante de material bélico que había dejado la operación de contrabando para de este modo impedir o dificultar la investigación judicial sustanciada en extraña jurisdicción en beneficio de los allí imputados, entre los cuales estaba –y sigue estando, ahora en etapa de plenario- el imputado Carlos Saúl Menem (concretamente, v. fs. 18.908 vta.). A mayor abundamiento, si alguna duda cupiera sobre la intención que tenía el representante del Ministerio Público Fiscal en orden al avance de las investigaciones, a fs. 18.909 vta., Stornelli parafraseando el interlocutorio de fecha 19/12/2003 del Tribunal Oral 2, pondera la necesidad de continuar investigando el hecho, quiénes fueron sus autores intelectuales y materiales, sus instigadores, cómplices y posibles encubridores “sin resignar ninguna hipótesis referente a personas y sus funciones en el Gobierno Nacional…”, a la vez que “… no debería dejarse al margen de la futura investigación el ambiente político-económico e internacional vigente a la época de la explosión de la fábrica militar y evitar así cualquier impunidad de quien sea”.. (el destacado me pertenece). Como si eso no bastara para ilustrar la voluntad persecutoria del representante del Ministerio Público, en el petitorio que cierra el escrito de marras, tras solicitar indagatorias de Balza, Gómez Sabaíni, Mosquera, Ezcurra y Groba, sostiene (en alusión a los pedidos de indagatoria) “sin perjuicio ello de toda otra persona Ministerio Público de la Nación que con el devenir de la investigación pudiera resultar sospechada en orden al hecho objeto de autos” (el resaltado es mío). Pero eso no es todo. Es que a fs. 19.153/19.154, al evacuar la vista que le fuera corrida en el auto 508 de fecha 26/10/2007 (fs. 19.011/19.117), en relación al imputado Emanuel, el fiscal Stornelli, reiteró una vez más “HABRÉ DE REMITIRME PLENAMENTE AL CONTENIDO DEL REQUERIMIENTO DE INSTRUCCIÓN EFECTUADO POR ESTA FISCALÍA A FS. 13.386/13.412 – EN CUYO MARCO EXPRESAMENTE SE CONSIGNÓ QUE NO OBSTANTE LAS IMPUTACIONES INICIALES ALLÍ DELINEADAS, NO SE DESCARTABA LA POSIBLE RESPONSABILIDAD QUE TAMBIÉN PUDIERA CABER, ENTRE OTROS, EN LOS RESTANTES FUNCIONARIOS DE LA DIRECCIÓN GENERAL DE FABRICACIONES MILITARES, TANTO EN SUS ESTRATOS SUPERIORES COMO DE INFERIOR JERARQUÍA” (sic.). En el mismo escrito, el fiscal sostuvo (nuevamente) “… APROVECHARÉ LA OPORTUNIDAD PARA RECORDAR, UNA VEZ MÁS, LA DIRECTRIZ TRAZADA POR EL TRIBUNAL ORAL EN SU INTERLOCUTORIO DICTADO EN FECHA 19 DE DICIEMBRE DE 2003 (CONF. FS. 13.000/13.003), EN OPORTUNIDAD DE DISPONER EL RETROTRAIMIENTO DE LA CAUSA A LA ETAPA INSTRUCTORIA A LOS FINES DE INVESTIGAR EL HECHO, QUIÉNES FUERON SUS AUTORES INTELECTUALES Y MATERIALES, SUS INSTIGADORES, CÓMPLICES Y POSIBLES ENCUBRIDORES ‘SIN RESIGNAR NINGUNA HIPÓTESIS REFERENTE A PERSONAS Y SUS FUNCIONES EN EL GOBIERNO NACIONAL …” (sic., lo destacado es nuestro). Con lo dicho, queda absolutamente claro y demostrado que en la causa hay por lo menos CUATRO escritos promotores de la instrucción por parte del Ministerio Público Fiscal, los que se fueron actualizando a medida que avanzaban las investigaciones, y concretando en nuevas imputaciones, en cumplimiento del pronóstico temprano que ya avizorara el primer agente fiscal, Dr. Roberto C. Masuet. Como corolario y en base a la reseña efectuada, puede afirmarse sin lugar a dudas que no solo se han respetado las normas procesales y garantías constitucionales, sino que tal proceder se ha visto desbordado por la actuación de esta parte, ya que resultaba superabundante revestir los nuevos pedidos de indagatoria con las formalidades del art. 188 CPPN, pues una vez formulada la primer requisitoria de instrucción, ya no resulta necesario promover otras sucesivas por cada persona cuya indagatoria se solicita por el mismo hecho. Tal exigencia contravendría los principios de economía y celeridad procesal. Por estas razones es imposible sostener que la decisión del juez de citar a indagatoria a Menem y Baeza González no estuvo motivada en la actuación de este ministerio. Y ello, sin perder de vista la conclusión a la que se arribara en el desarrollo del primer agravio, en orden a que no era necesaria, ni obligatoria, una requisitoria fiscal de instrucción, atento el modo en que había comenzado este proceso: por diligencia sumarial de la policía. Continuando con el análisis de las exigencias legales en materia de promoción de acción, conviene recordar en primer término, que el Código Procesal Penal de la Nación determina expresamente la estructura del requerimiento fiscal de instrucción, pero no conmina su inobservancia con nulidad. Esto se explica, si se tiene en cuenta la inestabilidad de los elementos que integran la imputación. En lo que atañe a la persona a la que se le atribuye el presunto delito, el inciso 1º del artículo 188 del Código Procesal Penal de la Nación prevé que el requerimiento de instrucción debe contener los datos personales del imputado o si se ignorasen las señas o datos que mejor puedan darlo a conocer. Es decir, puede ocurrir que no se conozca la identidad del autor del delito, en cuyo caso la imputación se puede formular in incertam personam. En tal caso, es el juez quien debe descubrir e individualizar al sospechoso y en tal caso ampliar este elemento subjetivo de la imputación (CLARIA OLMEDO , Derecho Procesal Penal, Marcos Lerner Ed., Córdoba, 1984, t. II, p. 557; en igual sentido, C.N.C.P., Sala IV, “Roitman, Adrián Raúl P. s/ recurso de casación”, registro nº 663, resuelta el 14 de octubre de 1996). Es que el elemento esencial del requerimiento de instrucción, a contrario de lo sostenido por la Cámara, es el objetivo, o sea la relación del hecho imputado, tal como lo sostuviéramos al informar en el trámite de la apelación que culminó con la sentencia puesta en recurso. Se trata del núcleo de la conducta que se estima delictuosa, acompañada de sus circunstancias. Esa relación será el tema u objeto del proceso a iniciarse (CLARIA OLMEDO, cit., p. 558; en igual sentido D’ALBORA, Código Procesal Penal de la Nación, Abeledo Perrot, Buenos Aires, 1999, p. 336). Ministerio Público de la Nación La Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional tiene dicho, en jurisprudencia que comparto, que la delimitación que se formula en el requerimiento de instrucción reconoce una función que hace al derecho de defensa del imputado ya que esa es la forma en que se hace conocer al autor, o al interviniente en un hecho criminal, cuál es el hecho que se atribuye y se cumple con el mandato de que la imputación debe ser certera y precisa, en la medida de lo posible ya que se trata del comienzo de la investigación penal. Ello, sumado al principio ne procedat iudex ex officio, funcionan como una limitación a la actividad persecutoria del Estado: delimitan la intervención del juez en relación al hecho imputado y permite que el autor, u otro interviniente en él, pueda saber, con la determinación correspondiente, en qué consiste la base fáctica que se le imputa. Es que la delimitación del objeto procesal que define la parte acusadora es sólo objetiva, en tanto se concreta el hecho más no el autor o a los que hubieran intervenido en él. La delimitación de los autores o intervinientes del hecho hace a la delimitación subjetiva del requerimiento que, en muchos casos al comienzo de un asunto, puede faltar. Delimitado objetivamente el hecho imputado por medio del requerimiento fiscal, el autor y los demás partícipes que hubieren intervenido en el mismo hecho no reconoce limitación, por lo que no representa una irregularidad procesal la circunstancia de que el juez a cargo de la instrucción amplíe subjetivamente la delimitación objetiva propuesta por el Ministerio Público Fiscal en el requerimiento inicial. El juez deberá valorar, en su momento, si existe mérito suficiente para ampliar subjetivamente la imputación a otra persona en base a lo que la parte acusadora proponga o él mismo determine (confr. Sala I, “Adrogue, Susana” causa nº 24.195, resuelta el 7 de septiembre de 2004; en igual sentido, Sala IV “Wajsman, José”, causa nº 27.211, resuelta el 15 de septiembre de 2005). El análisis precedente refuta válidamente el temperamento adoptado por la Cámara Federal de Apelaciones en la sentencia recurrida, ya que, una vez más, en esta se afirma que el Ministerio Público no promovió acción penal contra Menem y Baeza González, cuando, como se ha demostrado, había por lo menos cuatro documentos fiscales requirentes, en los cuales se ha manifestado con toda claridad la posibilidad de citar a indagatoria a los que de la investigación resulten prima facie responsables. Lo dicho nos autoriza a sostener lo siguiente: la decisión cuestionada parece confundir la presentación hecha por la Fiscalía a fs. 18.913/18.914 (ocasión en la que se pidió la convocatoria para prestar declaración indagatoria a varios imputados entre los que no estaban directa –pero sí indirectamente- Menem y Baeza González) con un requerimiento de instrucción. Es que a esa altura la acción ya había sido puesta válidamente en marcha y el escrito en cuestión en todo caso sirve para ratificar la voluntad persecutoria del Ministerio con relación a un hecho reputado como delictivo. Si existiese alguna duda de ello, léase esas constancias y allí podrá advertirse con absoluta claridad que el fiscal ratificó todas sus presentaciones anteriores. Menos aún es posible sostener que, el que Stornelli se halla limitado a decir que no encuentra objeción a que el juez recepte indagatoria a los imputados señalados por la querella implique que “El Ministerio Público Fiscal no realizó el acto de requerir instrucción”. Lo dicho autoriza a extraer otra conclusión: pareciera que el decisorio ha confundido requisitoria con acusación. La primera es un acto de excitación destinado a evitar que el proceso se inicie de oficio (nemo procedat iudex ex officio). Pero, una vez investido del poder de investigar no es necesario reeditar la excitación cada vez que aparezca un nuevo sospechado. La vía del absurdo demostraría que tal actividad no sólo afectaría el normal desenvolvimiento del proceso, sino que atacaría los principios de economía y celeridad procesal, pues de asistirle razón a la Cámara en su sentencia, teniendo en cuenta que en este proceso hay actualmente más de diez imputados (pero hubo muchos más), debió haberse formulado múltiples y repetitivos requerimientos ante la aparición de sospecha de cada imputado, lo cual es jurídicamente inadmisible. Esto refuta adecuadamente la conclusión de la Cámara en cuanto a la supuesta invalidez de la convocatoria a indagatoria de Menem y Baeza González por parte del juez instructor, ya que, tal temperamento tenía sólida motivación en la reseñada actuación de este Ministerio a lo largo de todo el proceso. Reitero una vez más, sin que ello fuese necesario y obligatorio en atención al origen de la causa. En lo que sigue abordaremos el tercer y último fundamento de casación. c) Errónea valoración y aplicación de la ley vigente La sentencia ha declarado nula, de nulidad absoluta la citación a indagatoria del Juez Federal en la resolución 474 respecto de Menem y Baeza Ministerio Público de la Nación González, porque según la Cámara, no había sido motivada por requerimiento del Ministerio Público Fiscal. Sabido es que para la procedencia de la declaración de nulidad, sea esta absoluta o relativa, específica o virtual, el acto vicioso debe afectar un derecho. La CSJN ha dicho que en virtud del principio de trascendencia, una de las exigencias fundamentales para que proceda la declaración de nulidad de un acto procesal es la existencia de un perjuicio concreto, o sea la limitación de un derecho del justiciable vinculado en forma inmediata al buen orden del proceso y en forma mediata, a las garantías que son su causa; por consiguiente tanto en el caso de una nulidad relativa como de una absoluta, es menester la demostración de un perjuicio real y concreto (Fallos, 323:929); también que “la nulidad procesal requiere un perjuicio concreto para alguna de las partes, porque cuando se adopta en el solo interés formal de cumplimiento de la ley, importa un manifiesto exceso ritual no compatible con el buen servicio de justicia.” (in re “Castro Roberts, Óscar Alberto s/ Robo de Automotor en concurso real con tentativa de robo -causa n° 8786- rta. el 15/11/88). Por su parte, es doctrina de la CNCP que las nulidades procesales son de interpretación restrictiva, siendo condición esencial para que puedan declararse que la ley prevea expresamente esa sanción, que quien la pida tenga interés jurídico en la nulidad y además que no la haya consentido expresa o tácitamente. De esta forma resulta indiferente para una eventual declaración de nulidad la naturaleza de ésta, expresa, genérica, virtual o desde otro análisis absoluta o relativa, ya que los principios de conservación y trascendencia, plasmado éste último en la antigua máxima "pas de nullité sans grief", impiden la aplicación de dicha sanción si el acto atacado logró su finalidad, y si no se verifica un perjuicio que deba ser reparado (cfr. C.N.C.P., Sala III, causas n° 2242 “Themba, Cecil Oupa s/rec. de casación” reg. 209/2000 del 26/4/2000; n° 2471 “Antolín, Miguel Angel s/rec. de casación” reg. 765/00 del 30/11/00; n° 3561 “Alincastro, Jorge R. s/rec. de casación” reg. 137/02 del 9/4/02; n° 3743 “Encinas, Edwin s/rec. de casación” reg. 314/02 del 11/6/02; n° 4586 “Muñoz, Jorge L. s/rec. de casación” reg. 762/03 del 15/12/03, entre muchas otras). Conforme el sistema de nulidades del CPPN, los arts. 166, 167 inc. 2 y 168 autorizan la declaración anulatoria, y cuando se afectan derechos constitucionales del imputado, ello resulta además obligatorio. Pero, como surge con claridad de la jurisprudencia mencionada debe operar un perjuicio concreto. En el caso de autos, no se advierte lesión para los derechos constitucionales de Menem y Baeza González, y menos aún que pueda considerarse lesivo el decisorio 474 del Juez Federal subrogante de Río IV. ¿Puede decirse válidamente que los imputados de marras fueron sorprendidos respecto del hecho intimado cuando se los indagó?, ¿Puede afirmarse sin caer en el absurdo que la hipótesis fáctica atribuida al momento de su defensa material surgió de la nada?, concretamente ¿puede la Cámara Federal de Apelaciones de Córdoba decir en una sentencia que el Ministerio Público Fiscal no promovió acción penal contra Menem y Baeza González, y que por esa razón la convocatoria efectuada por el juez es inválida por no estar motivada?, finalmente ¿era necesario que se promoviera acción penal en esta causa, contra Menem, Baeza González o cualquier otra persona sospechada de participar de los hechos? Si respondiéramos afirmativamente estos interrogantes sin lugar a dudas tendríamos que concluir que Menem y Baeza González son objeto de persecución penal propia de un Estado autoritario, inquisidor, desquiciado por su afán persecutorio, y por todo ello, irrespetuoso de un estándar mínimo de respeto por los derechos. Concretas constancias del expediente dan cuenta de la regularidad del proceder en cuanto a la situación de los nombrados. Sin tener necesidad u obligación de promover acción penal pública contra Menem y Baeza González, este ministerio no obstante lo hizo y de manera tan particularmente clara y ajustada a derecho que se expresó en ese sentido por lo menos en cuatro oportunidades a lo largo de todo el expediente: a fs. 491, 13.386; 18.905 y 18.912. Luego, el Juez Federal subrogante de Río IV los convocó a indagatoria e intimó por el hecho, tal cual este había sido descripto por el Fiscal Stornelli en sus requerimientos. De nuevo ¿Cómo puede afirmarse, pese a ello, en esta causa que el Ministerio Público Fiscal no promovió acción contra Menem y Baeza González? Esta pregunta es tan absurda como agraviante para este Ministerio. No solo porque SI se promovió acción, sino porque ello no era ni siquiera necesario, mucho menos obligatorio. Por otro lado, no se advierte afectación a los derechos de los nombrados, contrariamente a lo que se afirma solo en apariencia en la sentencia recurrida. Es que Ministerio Público de la Nación ni siquiera se ha explicado de manera concreta de qué defensas se habrían visto privados Menem y Baeza González. Semejante omisión conspira contra la debida fundamentación de la decisiones jurisdiccionales y las transforma en un exceso ritual manifiesto (CSJN, Fallos, 302:1626; 305:1140 y 306:149). En este sentido, recientemente la CSJN expresó, además, que la nulidad por vicios formales carece de existencia autónoma, dado el carácter accesorio e instrumental del derecho procesal, y exige, en cambio, como presupuesto esencial, que el acto impugnado tenga trascendencia sobre la garantía de la defensa en juicio o se traduzca en la restricción de algún otro derecho. De otro modo, la sanción de nulidad aparecería respondiendo a un formalismo vacío, en desmedro de la idea de justicia y de la pronta solución de las causas, en lo que también está interesado el orden público (B. 66, L. XXXIV, “Bianchi, Guillermo Oscar s/defraudación”, sentencia del 27 de junio de 2002). Lo dicho, autoriza a sostener lo siguiente: al dar un alcance inadecuado –por exceso- a los agravios introducidos por la defensa, el fallo apelado se apega a los aspectos meramente formales, omitiendo sopesar las implicancias sobre el debido proceso y el derecho de defensa, lo que permite su descalificación con base en la doctrina de la CSJN sobre arbitrariedad de sentencias. No se verifica en autos un vicio, menos la trascendencia gravosa para el derecho de los imputados. Es más, la propia defensa de Menem, al recurrir en apelación, fundamentó su embate de nulidad, NO EN LA EXISTENCIA DE UNA LESIÓN CONCRETA PARA LOS DERECHOS DE SU DEFENDIDO, sino en que, “lejos de realizar requerimiento, el Ministerio Público Fiscal ha opinado de manera condicional, remitiéndose a lo que el Juez considere que ese estado de sospecha salga del escrito de la querellante (…) que la inobservancia de estos preceptos tornaba insubsanablemente nula la decisión de recibirle declaración a su asistido, por no ser fundada, ni motivada, ni fundamentada...” (sic) (ver acta fs. 20.824/20.825) Pero como antes hemos dicho y lo reieramos, una lectura atenta de los documentos y declaraciones con los que se integra la relación del hecho contenida en los distintas requerimientos fiscales ya citados, revelan que la vinculación del Poder Ejecutivo, desde su vértice, y de allí hacia abajo pasando por el Ministerio de Defensa, el Ejército Argentino, la DGFM y la FMRT con el hecho objeto de este proceso, que a su vez se vincula con el que se sustancia en extraña jurisdicción relacionado al supuesto contrabando de material bélico (que integra la plataforma fáctica de autos), son todos aspectos que se hallaban, al menos previstos, desde un comienzo en el relato del acontecimiento histórico cuya investigación se solicitó, si bien descriptos con un grado de generalidad, imprecisión y ausencia de detalles propios de quien carece de mayor información y acude al órgano jurisdiccional justamente para peticionar su esclarecimiento; pero que paulatinamente a medida que se avanzaba en la investigación se fueron acotando y precisando. Tan es así que las medidas solicitadas por la fiscalía en los requerimientos de fs. 13.886 y 18.905, ratificados a fs. 18.913 y 19.153, se hallaron encaminadas a determinar la posible responsabilidad de integrantes del Ejército Argentino y del Poder Ejecutivo Nacional. Del mismo modo, y ya en la búsqueda de posibles afectaciones al derecho de defensa de Menem y Baeza González, tampoco se observó que estuviera ausente en la descripción del acontecimiento histórico que les fuera intimado en ocasión de sus declaraciones indagatorias (fs. 19.563/19.564 y 19.712/19.714, respectivamente), el carácter en virtud del cual, en relación al hecho, fueran citados, o que no le hayan sido exhibidas las pruebas relacionadas con esos extremos, máxime cuando surge expresamente de las actas referidas y que se refieren específicamente a la imputación concreta. Abonan nuestra tesis de falta de perjuicio para el derecho de defensa el hecho de que tanto Menem como Baeza González hicieron uso del derecho material de defenderse, el primero negando la imputación y el segundo discurriendo largamente en su descargo -incluso respondiendo preguntas de la Fiscalía- mediante manifestaciones que estimó útiles a su defensa. En este sentido, todo indica que la Cámara Federal declaró la nulidad absoluta de la convocatoria a indagatoria de los imputados de marras por considerarla “poco ortodoxa”, al no haber revestido las formalidades prescriptas por el art. 180 C.P.P.N., a tal punto de considararla “inexistente”, omitiendo, o en todo caso, analizando ligera e insuficientemete las actuaciones, sin percatarse que a fs. 491, 13.886 y 18.905, ratificando dichas presentaciones a fs. 18.913 y 18.154, el hecho se describió tal y como luego fueron intimados y procesados Menem y Baeza González, por lo que las presentaciones referidas resultaban suficientes -cuando ello no era, reitero una vez más, necesario ni obligatorio- para expresar la intención de impulsar la acción y delimitar el acontecimiento objeto de investigación. Por estas razones, considero que se aplicó e interpretó mal el sistema de Ministerio Público de la Nación nulidades del CPPN. No se configura en autos el presupuesto esencial: la lesión y/o afectación de derechos. El Ministerio Público actuó conforme la CN. El Juez instructor actuó también conforme la CN. Por todas las razones expuestas, debe hacerse lugar al presente recurso, elevarse el mismo por ante la Cámara Nacional de Casación Penal, a fin de que se anule la sentencia atacada, y se remita la causa al tribunal que corresponda a fin de que dicte un nuevo pronunciamiento conforme a derecho. V. RESERVA En el probable caso de que esa Cámara Federal de Apelaciones no conceda el recurso ante la Cámara Nacional de Casación Penal, hago reserva de recurso de queja ante la misma, y dejo planteada la cuestión federal por estar comprometida en forma seria y directa la función constitucional asignada a este Ministerio Público Fiscal de la Nación en el art. 120 CN. Por todo ello y normativa legal y constitucional invocada, SOLICITO: 1. Se tenga por presentado este recurso de casación en legal tiempo y forma. 2. Concédase el mismo ante la Cámara Nacional de Casación Penal. 3. Se tenga por constituido domicilio ante la alzada en el público despacho del señor Fiscal General que corresponda. 4. Proceda la Cámara Nacional de Casación Penal, previo legal trámite de casación, haciendo lugar al presente y en consecuencia a anular la sentencia cuestionada (fs. 20.847/20.888), remitiendo la causa al tribunal que corresponda para que efectúe un pronunciamiento acorde a derecho. 5. Tenga por formuladas las reserva de Caso Federal (art. 14, Ley 48). FISCALIA GENERAL, 28 de Noviembre de 2008.