QUEMA DE BIOMASA EN SUDAMÉRICA: IMPACTOS REGIONALES Y GLOBALES; MIELNICKI, D.M.1, CANZIANI, P.O.1,2; 1. PROGRAMA DE ESTUDIOS DE LOS PROCESOS ATMOSFÉRICOS EN EL CAMBIO GLOBAL / PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA ARGENTINA, 2. CONICET; ARGENTINA; [email protected]; CAP.GRAL. RAMÓN FREIRE 183; CP 1426; BUENOS AIRES. Mediante mediciones satelitales se ha encontrado que en el mundo se producen 1.500.000 focos de incendios por año. En Sudamérica, durante los meses de agosto a octubre se detectan entre 1000 y 5000 focos de incendio cada día. Esta gran cantidad de incendios es la principal causa de contaminación del aire a escala regional y la principal fuente de gases de efecto invernadero en Sudamérica. Algunos incendios se realizan para la quema de pastizales y residuos agrícolas o por causas accidentales, pero una gran parte son para deforestación y desmonte por el avance de la frontera agropecuaria. Mientras que los efectos de los incendios en escala local son conocidos en mayor o menor grado: daños a los seres humanos y sus propiedades, daños a los animales, efectos sobre los suelos, los ecosistemas, la biodiversidad; hasta ahora prácticamente no se tienen en cuenta los impactos regionales y globales, cuyo estudio es reciente. Entre los impactos regionales se encuentra el transporte de contaminantes atmosféricos por los vientos a grandes distancias: el humo de incendios en Mato Grosso, Brasil y Bolivia, sumado al de incendios en Paraguay y Argentina puede llegar tan al sur como Bahía Blanca, Argentina. A partir de las emisiones de los incendios se genera ozono troposférico dañino, que afecta a la vegetación natural, los cultivos y a la salud humana y animal. El material particulado afecta el ciclo hidrológico y disminuye la radiación solar sobre los cultivos. El principal efecto global es la emisión de gases de efecto invernadero, que afecta al clima del planeta, lo cual produce cambios que a su vez pueden producir condiciones que favorezcan aún más la ocurrencia de incendios. Estos procesos se estudian mediante datos e imágenes satelitales. La difusión de estos impactos puede contribuir a la toma de conciencia necesaria para la prevención de incendios. QUEMA DE BIOMASA EN SUDAMÉRICA: IMPACTOS REGIONALES Y GLOBALES 1 MIELNICKI, D.M.1, CANZIANI, P.O.1,2 PROGRAMA DE ESTUDIOS DE LOS PROCESOS ATMOSFÉRICOS EN EL CAMBIO GLOBAL / PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA ARGENTINA 2 CONICET [email protected] 1. INTRODUCCIÓN La quema de biomasa implica en este trabajo la quema de vegetación viva o muerta por medio de incendios, incluyendo pastizales, bosques y residuos agrícolas. No se considera aquí la quema de biomasa debida al uso de biocombustibles, utilizados en reemplazo de combustibles fósiles ni la quema de biomasa de origen vegetal o animal para obtención de energía de uso doméstico. El fuego y sus impactos sobre la atmósfera y el clima terrestre, han existido desde la evolución de las plantas terrestres hace 350 -400 millones de años [Brasseur y otros, 2003]. Antes del desarrollo de las sociedades humanas, el fuego se producía por rayos, especialmente en períodos secos. Pero actualmente el fuego es principalmente el resultado de actividades humanas: parte de los incendios son causados por negligencia o intencionalmente, pero una gran proporción son utilizados para deforestar los bosques y convertir la tierra a usos agrícola- ganaderos, o para la quema de residuos agrícolas. Alrededor de 1.500.000 de focos de incendios por año se detectaron en todo el mundo mediante el instrumento satelital MODIS/Terra en los años 2001 a 2003. La mayor parte (60 a 70 %) se produjeron en sabanas, pastizales y matorrales, un 8 a 11% ocurrieron en regiones agrícolas y aumentaron de 11% en 2001 a 22% en 2003 los incendios en regiones forestales [Korontzi y otros, 2006]. En Sudamérica se registran durante los meses de mayor quema (agosto a octubre) entre 1000 y 5000 focos de incendio por día, y según los vientos, se forman verdaderos “ríos de humo” [Sinha y otros, 2004; Mielnicki y otros, 2005b] que transportan las emisiones contaminantes a grandes distancias. Los efectos de la deforestación y los incendios sobre la atmósfera y el clima comenzaron a conocerse a fines de la década del 70’ y comienzos de los 80’ [Crutzen y otros, 1979] y a estudiarse seriamente a través de campañas de mediciones desde la década del 90’. En Sudamérica se han efectuado y se realizan estudios en la región amazónica, a través del LBA (Large Scale Biosphere Atmosphere Experiment)[Avissar y Nobre, 2002] pero sólo recientemente se han comenzado a analizar los impactos atmosféricos de la intensa quema y el transporte de contaminantes en el sur de Sudamérica [Mielnicki y otros, 2005a; Mielnicki y otros, 2005b; Boian, 2005; Edwards y otros , 2006 a]. En este trabajo (sección 3) se analizan los incendios detectados satelitalmente en Brasil, Bolivia, Paraguay y Argentina entre enero de 2001 y julio de 2006, su ciclo estacional y distribución geográfica y algunas situaciones particulares en las que el transporte de contaminación se extiende a grandes distancias. La quema en estos países es la que tiene mayor influencia en la generación de contaminantes que afectan el sur del continente sudamericano. Los incendios al oeste de la Cordillera de los Andes, aunque pueden tener un gran impacto local o incluso de carácter global, no afectan al continente debido a la presencia de la cordillera de Los Andes. En Uruguay los incendios no son una práctica común y por lo tanto su número es muy bajo. Los impactos ambientales que producen las emisiones de los incendios en escala regional y global, entre los que se destacan los aerosoles y su influencia sobre el ciclo hidrológico, la formación de ozono troposférico dañino y la emisión de gases de efecto invernadero se discuten en la sección 4. 2. DATOS Los datos satelitales tienen en general diferente cobertura debido a la órbita del satélite, sus horarios de paso, el ancho de barrido transversal a la trayectoria, la sensibilidad de los algoritmos de detección, la nubosidad (que impide las mediciones) y por lo tanto muchas veces no se dispone de las mediciones necesarias. Utilizando datos de distintas fuentes (distintos instrumentos, distintos satélites) en conjunto con el análisis de la situación meteorológica y cálculo de trayectorias, es posible lograr una comprensión más acabada de la situación general y de cada una de las situaciones en particular. Debido a estos inconvenientes, los datos que se detallan a continuación representan un piso estadístico de la incidencia de incendios y sus impactos. 2.1 FOCOS DE INCENDIOS Para la determinación de los focos de incendio se utilizan datos de distintas fuentes satelitales: ATSR/ERS2, AVHRR/NOAA12, MODIS/Terra y Aqua. El ATSR /ERS-2, debido a que cubre la superficie del planeta cada 3 días, y la detección es nocturna, subestima ampliamente la cantidad de incendios. Los datos de detección de incendios del MODIS tiene una mejor cobertura, este instrumento se encuentra a bordo de dos satélites, el Terra y el Aqua. También se utilizan los datos del AVHRR/NOAA-12. En todos los casos la resolución es de 1 km2. El tamaño mínimo de los incendios detectados es de 1000 m2, aunque puede llegar a ser de 50 a 100 m2 en condiciones excepcionales. Si la superficie quemada es mayor, de todas maneras se registra un solo foco dentro del pixel de 1 km2 [Giglio, 2005]. La cobertura nubosa impide la detección de los focos. 2.2 MONÓXIDO DE CARBONO (CO) El compuesto que se emite principalmente en los incendios es el dióxido de carbono (CO2), 8090% del total de carbono emitido [Andreae y Merlet, 2001] y el monóxido de carbono representa el 5-8% del carbono emitido según el tipo de incendio (llama o brasa) y el tipo de vegetación (sabana o bosque). Pero no es posible medir el dióxido de carbono satelitalmente mientras que el monóxido de carbono (CO) se mide con el instrumento MOPITT (Measurement Of Pollution in The Troposphere) a bordo del satélite Terra desde marzo de 2000. Este compuesto tiene un tiempo de vida de aproximadamente 2 meses y su principal fuente en Sudamérica es la quema de biomasa, por lo que es posible utilizarlo como trazador de la contaminación producida. El MOPITT mide el CO en 6 niveles (850, 700, 500,350,250 y 150 mb), aunque solo son independientes dos capas: la troposfera baja y la alta. Las mediciones no son sensibles en la capa límite sino que se mide el CO una vez que alcanza la troposfera libre. En particular en el sur de Sudamérica, se utilizan los valores en 850 mb, ya que se estableció mediante el cálculo de trayectorias que este nivel es el más representativo de la situación real [Mielnicki, 2004]. 2.3 AEROSOLES Un aerosol es una suspensión estable de un sólido o un líquido en un gas, en este caso aire. Las partículas atmosféricas van desde tamaños de nanómetros a cientos de micrómetros (10-9 a 10-4 m). Los aerosoles finos, con radios menores a 0,5 μm se forman directa o indirectamente por procesos de combustión, tanto de combustibles fósiles como de biomasa, mientras que las partículas gruesas, con radios de 1 a 10 μm, son comúnmente polvo o aerosoles marinos, de origen natural. [Kaufman y otros, 2002]. Actualmente es posible diferenciar en las mediciones satelitales del instrumento MODIS (MODerate resolution Imaging Spectroradiometer) a bordo de los satélites Terra y Aqua los aerosoles finos de los gruesos. Las mediciones de estos instrumentos con una resolución de 10x10 km, cubren totalmente la superficie terrestre en 1-2 días, aunque se utilizan solo los datos correspondientes a las horas diurnas locales. Las mediciones no son sensibles a la distribución vertical y en general son indicativas de las concentraciones de aerosoles en la capa límite atmosférica cercana a las fuentes [Edwards y otros, 2004]. En toda Sudamérica, exceptuando la Patagonia donde se detectan altas concentraciones de aerosoles gruesos (polvo), los aerosoles son finos, y están altamente correlacionados con la quema de biomasa y no con la quema de combustibles fósiles de origen industrial [Mielnicki y otros, 2005a]. 2.4 DATOS METEOROLÓGICOS Y CÁLCULO DE TRAYECTORIAS Se utilizan datos de reanálisis del NCEP (National Center for Environmental Prediction, EEUU) y ECMWF (European Centre for Medium Range Weather Forecast) para evaluar las situaciones meteorológicas. El cálculo de trayectorias se realiza con un modelo propio de advección 3D [Factorovich, 2006], utilizando los productos ERA 40 de 2,5 º de resolución del ECMWF. 3. FOCOS DE INCENDIOS EN SUDAMÉRICA En esta sección se presentan el ciclo anual y la distribución geográfica de los focos de incendios detectados satelitalmente y algunas situaciones en las que se produjeron un alto número de incendios y el transporte de sus contaminantes a grandes distancias, analizadas también mediante información satelital. Debe tenerse presente que los focos de incendios en Sudamérica presentan un ciclo diario, con un máximo alrededor de las 17.45 UTC, como puede observarse en las mediciones realizadas con el GOES 8 (http://cimss.ssec.wisc.edu/goes/burn/time-series.html), por lo que no es posible hacer comparaciones absolutas entre sí los resultados de distintos instrumentos o distintos horarios de paso de los satélites. 3.1 CICLO ANUAL Y DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA DE FOCOS DE INCENDIOS Los incendios tienen un ciclo anual que está fuertemente relacionado con los ciclos estacionales regionales de temperatura y fundamentalmente de precipitaciones. Estos ciclos a su vez dominan las prácticas culturales que llevan a realizar las quemas agrícolas y el desmonte. En las situaciones de desmonte, al comienzo de la estación seca se cortan los árboles más pequeños y se dejan secar para mantener la combustión de los árboles más grandes. Dos o tres meses después la vegetación está suficientemente seca y se produce el pico de incendios [Carvalho y otros, 2001]. En la figura 1 se presentan los focos de incendios mensuales detectados por el instrumento satelital AVHRR/NOAA12 entre enero de 2001 y julio de 2006 en Argentina, Bolivia, Paraguay y Brasil. Es importante destacar la diferencia de magnitud entre la cantidad de focos entre los países: mientras que en los tres primeros los valores máximos son de 4000 a 8000 focos (excepto Bolivia en setiembre 2004), en Brasil se superan casi todos los años los 60.000 focos mensuales en el mes de setiembre. La forma de las curvas varía debido a la gran extensión de estos países y a los distintos tipos de biomasa quemada. Puede observarse un incremento en el número de incendios en el año 2003 en Argentina, que podría deberse a la intensificación del desmonte por el “boom” de la soja debido al incremento de su precio ese año. En el 2004 y el 2005 hubo intensas sequías en Bolivia, que llevaron a la propagación y el descontrol de los incendios (ver sección 3.2.4). Sin embargo la variabilidad interanual es baja Jul-06 Abr-06 Ene-06 Oct-05 Jul-05 Paraguay Abr-05 Ene-05 Oct-04 Jul-04 Abr-04 Ene-04 Oct-03 Jul-03 Abr-03 Ene-03 Oct-02 Jul-02 Abr-02 Ene-02 Oct-01 Jul-01 Abr-01 Bolivia Brasil 80000 70000 60000 50000 40000 30000 20000 10000 Jul-06 Abr-06 Ene-06 Oct-05 Jul-05 Abr-05 Ene-05 Oct-04 Jul-04 Abr-04 Ene-04 Oct-03 Jul-03 Abr-03 Ene-03 Oct-02 Jul-02 Abr-02 Ene-02 Oct-01 Jul-01 Abr-01 0 Ene-01 Cantidad de focos de incendio A B Argentina 18000 16000 14000 12000 10000 8000 6000 4000 2000 0 Ene-01 Cantidad de focos de incendio comparada con otras regiones del hemisferio sur [Edwards y otros, 2006b]. Figura 1. Cantidad de focos de incendios mensuales detectados por el AVHRR/NOAA-12 entre enero de 2001 y julio de 2006 en A) Argentina, Bolivia y Paraguay y B) Brasil. Nótese la diferencia de escala entre ambos gráficos. En Sudamérica se distinguen distintas regiones de incendios, como puede observarse en la figura 2 en la que se presentan los incendios mensuales del año 2005: a) Al norte del Amazonas la quema se produce principalmente entre diciembre y mayo, con los máximos entre febrero y abril. b) En la región al sudeste de la desembocadura del Amazonas, entre setiembre y enero. c) En el centro de Sudamérica, Bolivia, Paraguay, centro-norte de Argentina y la región del Mato Grosso en Brasil, los incendios se producen entre julio y diciembre, con máximos entre agosto y octubre. d) En Argentina y Paraguay existe un máximo adicional en enero (que se extiende en general hasta marzo), como consecuencia de los incendios de pastizales en la región oeste de la zona pampeana y las quemas de residuos agrícolas. Los incendios de bosques patagónicos, que también se producen en esta época y que contribuyen a este máximo, son en general en áreas pequeñas aunque pueden tener emisiones importantes. En el año 2005 los focos en Paraguay fueron particularmente importantes, así como en las provincias de Misiones, Corrientes, Chaco y Formosa, Argentina y en Mato Grosso, Brasil (ver fig. 2 febrero y marzo), debido a la intensa sequía en la región. ENE FEB MAR ABR MAY JUN JUL AGO SET OCT NOV DIC Figura 2. Distribución geográfica de los focos de incendio MODIS/Terra en Sudamérica a lo largo del año 2005. Los puntos rojos representan los focos detectados y no se encuentran graficados a escala. 3.2 ALGUNOS ANÁLISIS DE SITUACIONES Se analizan algunas situaciones particulares en las que los incendios en diversas regiones del centro de Sudamérica produjeron grandes emisiones contaminantes y el transporte del mismo a grandes distancias. En estos casos, debido a la topografía del continente sudamericano, se forman “ríos de humo”, con un transporte de la contaminación hacia el sudeste. En las demás regiones del hemisferio sur (África del Sur, Australia, Continente Marítimo) se producen quemas aproximadamente en la misma época, también con transporte hacia el sudeste, lo que genera un cinturón de contaminación alrededor de todo el planeta en las latitudes centradas en 40º S [Edwards y otros, 2006a]. 3.2.1. 29 DE SETIEMBRE DE 2000 El 29 de setiembre de 2000 se registraron altas concentraciones de monóxido de carbono (CO) en el noreste argentino: al sur de 28º S hubo más de 500 mediciones individuales del MOPITT superiores a 150 ppbv, con un máximo de 320 ppbv (fig.3). Aunque estas concentraciones de CO no son nocivas por sí mismas, el CO es un trazador de la contaminación troposférica por lo que se buscó determinar su origen. Aunque se produjeron numerosos incendios en la zona central de Argentina los días anteriores (el NOAA-12 detectó 367 focos de incendios el 27/9 y 258 el 28/9), el día 29 la cantidad de incendios disminuyó (105 focos) y estos se produjeron al oeste de la zona afectada por el CO. Se realizó el cálculo de las trayectorias 3D hacia atrás, en base a un modelo propio forzado con productos del ERA-40, para determinar el origen de la masa de aire contaminada. Para niveles de presión finales mayores a 850 mb, se encontró que el aire proviene del este de Brasil desde baja altura (fig. 4a). Para niveles finales de 850 mb, se produce una convergencia sobre la frontera de Brasil y Paraguay de aire proveniente de zonas con alto número de incendios en Brasil y Bolivia el 26/9/2000, y luego una corriente en chorro hacia el sur (fig. 4b). En este caso, la intensificación de la baja del noroeste argentino y la posición del anticiclón de Atlántico (fig. 5), generan una situación de Jet de Capas Bajas Chaco [Salio y otros, 2002] que impulsa el transporte de productos de la quema de biomasa desde Bolivia y Brasil, hacia regiones altamente pobladas de Argentina. Figura 3. Concentraciones de CO (ppbv) en 850 mb el 29/9/2000. Figura 4. Trayectorias hacia atrás desde el 29/9/2000 15 UTC, zona 31 a 32 S, 58 a 60 W; a) 3 días desde 900-950 mb , cantidad de incendios ATSR desde el 26 al 28/9/2000; b) 6 días desde 850 mb , cantidad de incendios ATSR desde el 22 al 24/9/2000. Figura 5. Geopotencial medio entre el 27 y el 30 de setiembre de 2000 en 1000 mb (datos NCEP). 3.2.2. AGOSTO 2002 Durante el mes de agosto de 2002 hubo 47300 incendios en Brasil, 5300 en Bolivia, 4200 en Paraguay y 3700 en Argentina. El alto número de incendios en Argentina, sumado al ingreso de productos de quema de biomasa por transporte desde el norte, produjo altas concentraciones de CO y aerosoles en varias ocasiones en el norte de este país (Fig. 6 a, b, d, e). En la figura 6 c y f, puede verse en las imágenes satelitales del MODIS en color natural, la dispersión del humo producido en los incendios a través Bolivia, Paraguay y Argentina. El humo en esta escala se diferencia claramente de las nubes por su textura y coloración más grisácea y las altas concentraciones de aerosoles confirman que no se trata de nubosidad. Las figuras de aerosoles presentadas indican el espesor óptico de aerosoles totales, pero las fracciones de aerosoles finos, correspondientes a la quema de biomasa son superiores al 95%. En la figura 7 se muestran las trayectorias 5 días hacia atrás desde las zonas con altas concentraciones de CO el día 27/8/2002. Estas muestran el transporte de productos de la quema de biomasa desde el norte, que se suman a los producidos por los incendios locales (puntos rojos en la figura 6 f). Estas dos situaciones muestran como las condiciones meteorológicas de viento norte, que produce condiciones favorables para los incendios [Kunst y otros, 2003], a su vez favorecen el traslado de la contaminación. Figura 6. a, d) Concentraciones de CO (ppbv) en 850 mb el 18 y el 27/8/2002 (datos MOPITT); b, f) espesor óptico de aerosoles (adimensional, MODIS/Terra); c, g) imágenes satelitales MODIS en color natural, en las mismas fechas. Los puntos rojos son incendios detectados por el mismo instrumento. Figura 7. Trayectorias 5 días hacia atrás desde 850 mb el 27/8/2002 en las áreas indicadas en rojo. Los colores indican distintos grupos de trayectorias. 3.2.3. AGOSTO 2004 Entre el 12 y el 15 de agosto se observó humo sobre amplias regiones de Sudamérica al este de la Cordillera de los Andes, desde el norte de Bolivia hasta el sur de la Provincia de Buenos Aires, Argentina. Durante estos días se produjo una profundización de la baja del noroeste y luego el avance de un frente frío que llegó al norte de Argentina el 15/8/2004. En la figura 8 se muestran estos “ríos de humo”, en las imágenes del MODIS/Terra (a la madrugada) y el MODIS/Aqua (al atardecer). Los puntos rojos representan incendios, detectados por los mismos instrumentos. La figura 9a presenta los incendios detectados por estos dos mismos instrumentos el 14/8/2004. La cantidad de focos aumenta alrededor de las 15 hs. (hora local), por lo que el Aqua detecta un mayor número de incendios [Freitas y otros, 2005] que el Terra, pero las mediciones de CO se realizan con el MOPITT que está instalado en este último satélite. Para este mismo día, se muestran en la figura 9b la concentración de CO en 850 mb medida por el MOPITT y en la 9c, el espesor óptico de aerosoles totales medidos por el MODIS/Terra. Figura 8. Composición de imágenes satelitales del 13/8/2004, tomadas por el MODIS/Terra y Aqua . Los puntos rojos representan incendios detectados por el mismo instrumento. Nótese el humo proveniente de la quema de biomasa desde Brasil, pasando por el norte de Bolivia hasta el sur de la Provincia de Buenos Aires (Argentina). Esta situación se mantuvo entre el 12 y el 15 de agosto. Por el sur se observa el avance de un frente frío. Figura 9. a) Detección satelital de incendios del MODIS Terra y Aqua el 14/8/2004.El tamaño de los puntos no está en escala. b) Concentración de CO en 850 mb (ppbv, datos MOPITT) y c) espesor óptico de aerosoles totales (adimensional, MODIS/Terra), el 14/8/2004. 3.2.4. SETIEMBRE 2004 En setiembre de 2004 hubo 17000 focos de incendio en Bolivia y 32000 en los estados de Mato Grosso y Rondonia, Brasil (datos NOAA-12). En la figura 10 a pueden verse los puntos de incendios detectados por el MODIS el día 13 con sus grandes plumas hacia el noroeste. El día 14, los vientos los vientos rotaron hacia el sur. La situación de quema y transporte hacia el sur y hacia el este se prolongó hasta el 24 de setiembre, alcanzándose el mayor transporte hacia el sur el 18/9/2004 (Fig. 10 b). Figura 10. a) Imagen satelital en color natural del MODIS/Terra el 13/9/2004. Los puntos rojos representan incendios detectados por el mismo instrumento, en Bolivia y Rondonia (Brasil). b) Imagen satelital MODIS/Aqua el 18/9/2004. Los productos de la quema de biomasa en Bolivia, Brasil y Paraguay se suman a los producidos por incendios en el norte de Argentina. 4. IMPACTOS REGIONALES Y GLOBALES EN LA ATMÓSFERA Y EL CLIMA Los incendios producen efectos que, en escalas locales son conocidos en mayor o menor grado: daños a los seres humanos y sus propiedades, daños a los animales, efectos sobre los suelos, los ecosistemas, la biodiversidad; pero hasta ahora prácticamente no se tenían en cuenta los impactos regionales y globales. Dada la magnitud del fenómeno en Sudamérica, presentada en la sección 3, se entiende que los impactos sobre la calidad del aire y el clima en dichas escalas son relevantes. En escala regional, los principales impactos se deben por una parte a la emisión de aerosoles y su influencia sobre los balances radiativos y el ciclo hidrológico y por otra parte a los procesos de producción de ozono troposférico dañino y deposición ácida húmeda y seca (lluvia ácida). Estos procesos afectan a prácticamente todo el continente, en especial entre los meses de agosto a octubre. Las modificaciones que se producen, en el balance radiativo, el ciclo hidrológico y la química de la atmósfera influyen a su vez sobre la atmósfera y el clima global. A escala global, la emisión de gases de efecto invernadero y la contribución a la destrucción del ozono estratosférico son los impactos más importantes. A su vez, se estima que el cambio climático, además de influir sobre la composición de los bosques y la vegetación en general, su cobertura geográfica, su salud y reproducción tiene también influencia sobre la magnitud y frecuencia de los incendios. 4.1 CONTRIBUCIÓN AL CAMBIO CLIMÁTICO GLOBAL El aumento en la concentración de gases de efecto invernadero de origen antrópico se debe en primer lugar a la quema de combustibles fósiles, pero se estima que las emisiones de dióxido de carbono (CO2), metano (CH4) y óxido nitroso (N2O) por quema de biomasa representan el 40, 16 y 30 % respectivamente de las emisiones antropogénicas anuales totales [Andreae y otros, 1996]. El 27% de las emisiones de CO2 por cambios en el uso de la tierra en el 2000 (que incluye fundamentalmente las emisiones por incendios para deforestación) corresponden a Sudamérica [WRI, 2005]. El aumento de aerosoles producido por la quema de biomasa tiene un efecto radiativo negativo (ver sección 4.2), que puede contrarrestar el efecto invernadero del CO2. Sin embargo, la liberación neta de CO2 que se produce, ya que el recrecimiento de la vegetación está retrasado, y en general no se vuelve a captar la cantidad de carbono liberada originalmente, tiende a reforzar el calentamiento a largo plazo [Jacobson, 2004]. Además, el tiempo de residencia en la atmósfera de los aerosoles es muy inferior al del CO2. A la de la emisión de gases de efecto invernadero de los incendios, se suman a los impactos sobre el clima las variaciones en el albedo (reflectividad de la superficie terrestre) y la capacidad de retención de humedad de los suelos, que dependen del cambio de la cobertura del suelo resultante. El efecto del albedo en zonas deforestadas puede ser de enfriamiento: se refleja una cantidad mayor de radiación solar en desiertos o cultivos que en bosques. Sin embargo, en regiones tropicales y subtropicales domina el efecto de la evapotranspiración [Gibbard y otros, 2005]: la transformación de bosques en pastizales, cultivos o desiertos lleva a una menor capacidad de retención de la humedad, una disminución en la evapotranspiración y a un aumento de la temperatura [Negri y otros, 2004]. A esto se suma la pérdida de la capacidad de retención de agua en los suelos que tienen los bosques, lo que disminuye la capacidad de regulación del escurrimiento de las cuencas hídricas. 4.2 LOS AEROSOLES Y EL CICLO HIDROLÓGICO Debemos destacar que excepto en la Patagonia, donde dominan los aerosoles de origen natural, y en las ciudades, en las que los aerosoles son originados principalmente por el transporte y la industria, en el resto de Sudamérica la principal fuente de aerosoles es la quema de biomasa [Mielnicki y otros, 2005b]. Como se muestra en la sección 3.2 estas partículas cubren durante días y a veces semanas extensas regiones de Sudamérica. Mientras que en general las zonas en las que se producen los incendios atraviesan su estación seca, los vientos trasladan las masas de aire contaminado a otras regiones en las que normalmente hay precipitaciones que pueden verse afectadas. Los aerosoles modifican el clima y el ciclo hidrológico a través de sus efectos sobre el balance radiativo y de su rol de núcleos de condensación en la formación de nubes. Con respecto al balance radiativo, los aerosoles tienen un efecto directo: reflejan la radiación solar al espacio, pero además absorben calor. Estas dos características producen un efecto de enfriamiento y reducción de la radiación solar en superficie, con un incremento en la temperatura en las capas de la atmósfera contaminadas [Ramanathan y otros, 2001]: esto modifica el perfil térmico de la troposfera, que a su vez afecta a la convección. Los aerosoles actúan como núcleos de condensación en la formación de nubes: un incremento en el número de partículas en la atmósfera causa un incremento en el número de gotas formadas. Este aumento de la cantidad de gotas de nube, conocido como “primer efecto radiativo indirecto” produce una mayor reflexión de la radiación solar y conduce también a un enfriamiento del clima. Si la humedad disponible no aumenta (lo que generalmente sucede por la disminución que producen los mismos aerosoles en la temperatura de superficie), el incremento en el número de gotas lleva a una disminución de su tamaño, lo que resulta en una disminución de la eficiencia de precipitación. Esta disminución a su vez produce un incremento en el tiempo de vida de las nubes y por lo tanto un aumento de la reflexión, lo que se conoce como “segundo efecto radiativo indirecto” [Ramanathan y otros, 2001]. Los efectos mencionados, tanto la disminución del tamaño de las gotas como la modificación en la estructura térmica de la atmósfera, llevan a una disminución de las precipitaciones en las regiones afectadas por aerosoles, una situación observada tanto en zonas afectadas por contaminación por quema de biomasa como por contaminación urbana [Rosenfeld, 2000; Koren y otros, 2004]. Por otra parte estos mismos efectos producen que, en los casos en los que se llegan a formar nubes precipitantes en regiones contaminadas, estas se producen a mayor altura (la precipitación se forma a 5 km de sobre la bases de la nube en zonas contaminadas y 7 km en pirocúmulos, nubes de tormenta generadas por los mismos incendios, frente a 1,5 km en nubes de zonas sin contaminación) y son mucho más violentas. La liberación de calor a mayor altura puede alterar las ondas planetarias en niveles altos y afectar el clima global [Andreae y otros, 2004]. La deposición húmeda es la forma más efectiva y rápida de eliminar los contaminantes de la atmósfera, por lo que la supresión de las precipitaciones prolonga la duración de los mismos. Estos efectos actúan en escalas regionales y pueden tener una fuerte influencia sobre el clima regional pero a su vez producen impactos que todavía no han sido totalmente cuantificados sobre el clima global [Brasseur y otros, 2003]. 4.3 LLUVIA ÁCIDA La deposición ácida, húmeda o seca, es un fenómeno que se relaciona generalmente la contaminación industrial del aire en los países industrializados del hemisferio norte. Sin embargo, las deposiciones ácidas se producen en todo el mundo. En las regiones tropicales, la quema de biomasa en la temporada seca tiene una fuerte influencia sobre la composición del agua de lluvia. Existen estudios de escala global que indican que los suelos de Argentina, Paraguay y Uruguay no serían sensibles a la deposición ácida, mientras que el resto de Sudamérica es altamente sensible, siendo en algunos casos superior la deposición anual a su carga crítica estimada [Brasseur y otros, 2003]. Dada la magnitud de la quema de biomasa en Sudamérica, es necesaria la profundización de estudios sobre este tema en escala regional y local. 4.4 PRODUCCIÓN DE OZONO TROPOSFÉRICO En la quema de biomasa se emite monóxido de carbono (CO), metano (CH4) y compuestos orgánicos volátiles (VOC) que en presencia de óxidos de nitrógeno (NO y NO2) y de radiación solar reaccionan produciendo ozono (O3). Cuando este compuesto se encuentra en la estratosfera tiene una función benéfica porque actúa como filtro de la radiación ultravioleta, sin embargo en la troposfera es un contaminante peligroso para seres humanos y animales (afecta el sistema respiratorio) y para la vegetación (produce daños en los sistemas foliares) y un gas de efecto invernadero importante. Los rendimientos de las cosechas disminuyen por exposiciones intermitentes a concentraciones de ozono superiores a 50-70 ppbv, siendo la soja un cultivo muy sensible al ozono. Las concentraciones máximas admitidas por la EPA son de 120 ppbv (1 hora) y de 85 ppbv (8 horas). Se han realizado mediciones de ozono en la región amazónica que muestran un aumento de su concentración en la temporada seca, en la que se producen los incendios, con respecto a la temporada de lluvias [Longo y otros, 1999]. Mediciones realizadas en el estado de Paraná, Brasil, registran valores promedio de 89 ppbv, con valores máximos de entre 93 y 173 ppbv durante 6 días de agosto de 2001 en que no se produjeron incendios en zonas cercanas pero recibían el aporte de la quema en el centro de Sudamérica [Boian y Kirchhoff, 2005]. Estas concentraciones, superiores a las permitidas en zonas urbanas, probablemente sean representativas de extensas regiones, en las que afectan la vegetación nativa, los cultivos y la salud humana y animal. 4.5 DESTRUCCIÓN DE OZONO ESTRATOSFÉRICO Las tormentas a gran altura en las zonas contaminadas y los pirocúmulos (mencionados en 4.2), así como las tormentas en latitudes medias por el pasaje de frentes, común en Sudamérica incluso en la temporada seca (ver ejemplos en 3.2) transportan los contaminantes producidos por la quema de biomasa a la troposfera superior y a la estratosfera inferior. Los tiempos en los que este transporte se produce son muy cortos, de alrededor de 1 hora, por lo que se introduce en la estratosfera sustancias con tiempos de vida cortas, que pueden afectar la química en una región sensible de la atmósfera [Mullendore y otros, 2005; Fromm y otros ,2006]. Ente las emisiones que afectan a la capa de ozono estratosférica, que nos protege de la radiación ultravioleta, se destacan el cloruro y bromuro de metilo (ClCH3, BrCH3). Se estima que el 25 % de las emisiones globales del ClCH3 y el 20 % del BrCH3, provienen de la quema de biomasa [Blake y otros., 1996], contribuyendo significativamente a las concentraciones estratosféricas de Cl y Br que participan en la destrucción del ozono [Andreae y otros., 1996]. 4.6 EMISIÓN DE DIOXINAS Y FURANOS Entre las emisiones que se producen por la quema de biomasa se encuentran las de dioxinas y furanos, una de las categorías de compuestos regulados por el Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes. Según el Inventario Nacional de Liberación de Dioxinas y Furanos de Argentina - 2001 [Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable, 2004], el 41% de las emisiones de estos compuestos al aire y el 100% de las emisiones a tierra, corresponden a los procesos de combustión de bosques, pastizales y residuos agrícolas. Las emisiones totales de Sudamérica calculadas según el método del Instrumental Normalizado (Toolkit) del PNUMA (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente) serían muy importantes. Sin embargo, los cálculos se realizan utilizando factores de emisión en base a mediciones realizadas en el Hemisferio Norte, en general en condiciones de laboratorio [Gullet y Touati, 2003] que pueden no ser apropiadas para los ecosistemas y prácticas agrícolas de Sudamérica. 5. CONCLUSIONES En todo el mundo la quema de biomasa por incendios es la principal fuente de perturbaciones a la atmósfera y el clima de origen antrópico. Los incendios presentan un ciclo anual gobernado por el clima a través de sus efectos directos pero también por su influencia sobre las prácticas culturales de quema. En la mayor parte de Sudamérica los meses de mayor quema son entre julio y diciembre, con máximos entre agosto y octubre, aunque existen variaciones regionales: al norte del Amazonas la quema se realiza entre diciembre y mayo; al sudeste del Amazonas entre setiembre y enero; mientras que en Argentina y Paraguay existe un pico adicional ente enero y marzo. En la región patagónica los incendios se producen también durante los meses de verano. Estas quemas generan “ríos de humo”, debido al transporte de la contaminación por los vientos, que atraviesan el continente sudamericano y desembocando en el Océano Atlántico. Todos los años se producen casos en que el transporte hacia el sur llega hasta la Provincia de Buenos Aires, Argentina (3540º S). Los impactos de la contaminación producida a escala regional y global son diversos: contribución al cambio climático global a través de la emisión de gases de efecto invernadero, modificación del balance radiativo regional y del ciclo hidrológico debido a la emisión de aerosoles, modificación de la calidad del aire y del agua de precipitaciones debido a la generación de ozono, deposición ácida y emisión de contaminantes orgánicos persistentes, emisión de gases que afectan el ozono estratosférico. La mayoría de estos impactos todavía deben estudiarse y cuantificarse en las condiciones reales del continente sudamericano. La comprensión de la magnitud de este fenómeno a escala continental y sus impactos debe contribuir a la toma de conciencia necesaria para la prevención de incendios. REFERENCIAS - Avissar R., Nobre C. A., Preface to special issue on the Large-Scale Biosphere-Atmosphere Experiment in Amazonia (LBA), J. Geophys. 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