CONSEJO GENERAL DEL PODER JUDICIAL VOTO PARTICULAR QUE FORMULAN LOS VOCALES CONCEPCIÓN ESPEJEL JORQUERA Y CLARO JOSÉ FERNÁNDEZ-CARNICERO GONZÁLEZ AL INFORME APROBADO POR LA COMISIÓN DE ESTUDIOS E INFORMES EL 14 DE JUNIO DE 2010 SOBRE EL ANTEPROYECTO DE LEY REGULADORA DEL RECUSO DE CASACIÓN EN MATERIA DE DERECHO CIVIL DE CATALUÑA. I. Discrepamos del contenido del Informe al Anteproyecto de Ley reguladora del recuso de casación en materia de derecho civil de Cataluña (en adelante el Anteproyecto), aprobado por la mayoría de los miembros de la Comisión de Estudios e Informes, por entender: - Que en el mismo se debería haber señalado con claridad que no es viable realizar ciertas innovaciones en relación con el recurso de casación autonómica, a las que haremos posterior alusión, sin afectar a la competencia exclusiva del Estado en materia de legislación procesal, y a la atribución competencial que la Ley Orgánica del Poder Judicial establece, respectivamente, a favor del Tribunal Supremo y de los Tribunales Superiores de Justicia. - Que las conclusiones alcanzadas en el informe no son plenamente coherentes con algunas de las consideraciones que en el mismo se contienen, y con la doctrina del Tribunal Constitucional que el propio informe cita. II. Antes de desarrollar lo manifestado, creemos necesario señalar una serie de precisiones que, a pesar de su elementalidad, es preciso recordar en este momento: Primera, la potestad de informe de este Consejo, como de cualquier órgano que ejerza funciones consultivas, ha de partir del respeto a las razones de política legislativa que asistan al promotor de la iniciativa, pero ello no obsta, sino que además es obligado, a que se pongan de manifiesto las objeciones en Derecho que quepa apreciar, no sólo porque esto es lo que da sentido al trámite, sino además porque la 1 CONSEJO GENERAL DEL PODER JUDICIAL lealtad institucional y el principio de colaboración entre los poderes públicos deben ir orientados a propiciar que la norma que en definitiva resulte no sea merecedora de reproche jurídico alguno. Segunda, resulta evidente que el ejercicio de la potestad de informe no supone invasión del ámbito competencial de otros órganos del Estado, en particular de los Tribunales de Justicia y del Tribunal Constitucional, pues las valoraciones que puedan hacerse en el ejercicio de la función consultiva sobre legalidad o constitucionalidad de los proyectos o anteproyectos sometidos a informe son completamente independientes de los pronunciamientos que dicten aquellos Tribunales en el ejercicio de las respectivas funciones de iuris dictio. Tercera, el punto de referencia normativo dado el rango de la norma que pueda resultar del Anteproyecto de Ley es la Constitución Española, y en la medida en que la materia afecte al reparto competencial entre el Estado y las Comunidades Autónomas, también el denominado bloque de constitucionalidad, en el que la Norma fundamental goza de indiscutible primacía. Y cuarta, nuestra discrepancia con la mayoría de la Comisión se limita al aspecto competencial en materia de legislación procesal, sin controvertir el fundamento constitucional del derecho sustantivo cuya tutela se pretende, ni la competencia casacional atribuida a los Tribunales Superiores de Justicia -no confundiendo jurisdicción y proceso-, como tampoco la necesidad de que aquella tutela se materialice en la jurisprudencia del Tribunal competente, lo cual, por otra parte, no supone singularidad alguna del derecho civil catalán. III. Pasando a desarrollar la argumentación que conforma sustantivamente este Voto Particular, es esencial destacar 2 CONSEJO GENERAL DEL PODER JUDICIAL que el art. 149.1.6ª CE y la jurisprudencia constitucional que lo interpreta exigen que se expongan las particularidades del derecho sustantivo de Cataluña que justifican la competencia de la Generalidad para dictar normas procesales específicas (como son las que el Anteproyecto contiene), a las que para nada se hace alusión en el texto. Por el contrario, la propia Exposición de Motivos viene a reconocer que no hay especificidades concretas en el derecho sustantivo catalán que sirvan a justificar la competencia de la Generalidad para dictar normas procesales. Efectivamente, en la misma literalmente se dice: “en el momento actual, se identifica una especificidad previa a cualquier otra consideración, que no se refiere ya a una institución concreta, sino al ordenamiento en su conjunto”; añadiendo: “hay que tener presente, como hecho diferencial, que el desarrollo cuantitativo y cualitativo de nuestro derecho civil, ligado al proceso de codificación iniciado el año 2002, tiene que considerar la posibilidad de una producción correlativa de jurisprudencia, entendida como instrumento para la interpretación y la consolidación del derecho positivo”. Resulta más que dudoso que la apelación a una especificidad de conjunto del derecho civil catalán permita satisfacer el estándar jurisprudencial en esta materia, que se expone correctamente en el Informe, aunque sin extraer –a nuestro modo de ver– la consecuencia pertinente. Tampoco cabe erigir el hecho diferencial consistente en el desarrollo in genere de ese derecho civil propio de Cataluña como factor que sirve para justificar per se la introducción de normas procesales específicas, sin vincular estas innovaciones procesales a instituciones o figuras sustantivas concretas. Semejante razonamiento es opuesto al manejado por la STC 47/2004, de 25 de marzo, dictada con ocasión del recurso de inconstitucionalidad contra la Ley gallega 11/1993, de 15 de julio, sobre el recurso de casación en materia de Derecho civil especial, Sentencia a la que el Informe del que discrepamos se refiere por lo demás profusamente. La doctrina de dicha Sentencia –que se reitera después en otras 3 CONSEJO GENERAL DEL PODER JUDICIAL posteriores como la STC 135/2006, de 27 de abril, que resuelve un recurso de inconstitucionalidad contra la Ley catalana 7/1997, de 18 de junio, de Asociaciones– viene a resumirse en tres puntos: primero, que la atribución al Estado de la competencia exclusiva sobre legislación procesal responde a la necesidad de salvaguardar la uniformidad de los instrumentos jurisdiccionales; segundo, que la competencia asumida por las Comunidades Autónomas al amparo de la salvedad recogida en el artículo 149.1.6ª CE no les permite, sin más, introducir en su ordenamiento normas procesales por el mero hecho de haber promulgado regulaciones de Derecho sustantivo en el ejercicio de sus competencias, sino sólo aquellas innovaciones procesales que inevitablemente se deduzcan, desde la perspectiva de su defensa judicial, de las reclamaciones jurídicas sustantivas configuradas por la norma autonómica en virtud de las particularidades del Derecho propio; y tercero, que corresponde al legislador autonómico ofrecer la suficiente justificación sobre la necesidad de alterar las reglas procesales comúnmente aplicables por venir requeridas por las particularidades del Derecho sustantivo autonómico, salvo que del propio examen de la Ley se puedan desprender o inferir esas necesarias especialidades. En el caso que nos ocupa, como ha quedado transcrito, el legislador catalán renuncia a efectuar esa justificación sobre la base de especialidades concretas, haciendo una invocación del derecho civil catalán en su conjunto, como si la especialidad viniera dada de manera automática por la simple existencia de éste, o por el concreto grado de desarrollo actual del mismo, tras el proceso de codificación a que ha sido sometido desde el año 2002. Frente a ello, cabe objetar que la evolución o expansión de un ordenamiento (en este caso el derecho civil especial de Cataluña) no constituye una especialidad singular, sino una cualidad inherente a todos los ordenamientos jurídicos, que con carácter ordinario se desarrollan y crecen en lo cuantitativo y en lo cualitativo, por medio de leyes dirigidas a regular 4 CONSEJO GENERAL DEL PODER JUDICIAL nuevas instituciones o a reformar las normas ya existentes. Esa evolución de los derechos civiles forales o especiales está además contemplada y dada por supuesta en el artículo 149.1.8ª CE, que faculta a las Comunidades Autónomas con derecho civil propio a que lo conserven, modifiquen y desarrollen, término este último que el Tribunal Constitucional ha interpretado en el sentido de habilitar a los legisladores autonómicos para extender tales derechos civiles, allí donde existan, hacia materias conexas con las que ya se encuentren reguladas en los mismos. Siendo, pues, el factor de desarrollo una característica no predicable del derecho civil catalán en particular, es incorrecto invocarla como causa justificativa que por sí sola baste para introducir innovaciones procesales autonómicas con apoyo en la salvedad del artículo 149.1.6ª CE. La jurisprudencia del Tribunal Constitucional en torno a este precepto, a la que ya hemos aludido, deja claro que el solo dato de que una Comunidad Autónoma haya promulgado regulaciones de Derecho sustantivo en el ejercicio de sus competencias no es suficiente para justificar la introducción de novedades procesales en su ordenamiento. Haría falta por tanto que, en lugar de apelar a factores generales, el Anteproyecto invocase peculiaridades ligadas a contenidos o instituciones concretas del derecho civil catalán, o a rasgos específicos que transversalmente lo caractericen, como pasaba en la ya citada STC 47/2004 con el carácter eminentemente agrario y consuetudinario del derecho civil gallego. Partiendo, por tanto, de que la justificación ofrecida en el Anteproyecto no colma las exigencias de la jurisprudencia constitucional sobre la materia, disentimos del modo en que el Informe, pese a tener perfectamente presente dicha Jurisprudencia, aborda la cuestión. En particular, no podemos suscribir la ambigua fórmula empleada en la primera de las conclusiones, cuando se afirma que “sin perjuicio de las consideraciones que en este informe se formulan, la finalidad a la que se ha hecho mención [crear un 5 CONSEJO GENERAL DEL PODER JUDICIAL cauce más amplio para el acceso al recurso de casación autonómico] se acompasa, en términos generales, con las previsiones del artículo 149.1.6ª de la Constitución española”. Estando en juego nada menos que la uniformidad de instrumentos jurisdiccionales, no cabe afirmar que una ley autonómica se acompasa en términos generales con el precepto constitucional que otorga al Estado la competencia exclusiva en materia de legislación procesal. Decir que una disposición autonómica se ajusta en términos generales a un precepto constitucional es tanto como decir que ese ajuste se da de manera aproximada, lo cual no es de recibo porque o el Anteproyecto es respetuoso con ese precepto constitucional o no lo es, y en todo caso en el Informe se debería haber indicado con precisión en qué medida cabe o no apreciar ese respeto. Por otro lado, no tiene sentido señalar que lo afirmado en la conclusión primera se hace “sin perjuicio de las consideraciones que en este informe se formulan”, porque esa frase da a entender que en el cuerpo del Informe hay consideraciones que obstan a lo afirmado en dicha conclusión, no entendiéndose entonces que ésta se alcance si en el Informe se han aportado razones que no la abonan. Por nuestra parte, entendemos que el Anteproyecto no se acomoda a las exigencias de la citada norma constitucional y de la doctrina que la interpreta, en cuanto vulnera la uniformidad de los instrumentos jurisdiccionales, a cuya salvaguarda obedece la atribución al Estado de la competencia exclusiva sobre la legislación procesal; supone una extralimitación respecto de las competencias atribuidas a las Comunidades Autónomas al amparo de la salvedad recogida en el artículo 149.1.6ª CE que no les permite, sin más, introducir en su ordenamiento normas procesales por el mero hecho de haber promulgado regulaciones de Derecho sustantivo en el ejercicio de sus competencias, sino sólo aquellas innovaciones procesales que inevitablemente se deduzcan, desde la perspectiva de su defensa judicial, de las reclamaciones jurídicas sustantivas configuradas por la norma autonómica en virtud de las particularidades del Derecho propio y, finalmente, ignora la 6 CONSEJO GENERAL DEL PODER JUDICIAL exigencia de que sea el legislador autonómico quien ofrezca la suficiente justificación sobre la necesidad de alterar las reglas procesales comúnmente aplicables por venir requeridas por las particularidades del Derecho sustantivo autonómico. Por otro lado, el Informe incurre en una extralimitación, pues trata de encontrar una justificación para las innovaciones procesales allí donde el legislador catalán no las ha ofrecido, lo que obviamente no es tarea de este Consejo. Así, en relación con la especialidad del art. 4.2.a) del Anteproyecto, se razona en el Informe, a propósito de la norma del art. 111.2 de la Ley 29/2002, de 30 de diciembre, o Primera Ley del Código Civil de Cataluña, antes disposición final 2ª del Decreto Legislativo 1/1984, de 19 de julio, que aprobó el Texto Refundido de la Compilación de Derecho Civil de Cataluña, que la doctrina jurisprudencial del [antiguo] Tribunal de Casación de Cataluña, no modificada por el presente Código u otras leyes, puede ser invocada en méritos del recurso de casación. Nuestro disentimiento radica en que esa pretendida justificación es cosecha del propio Informe, pero no se contiene en el Anteproyecto, siendo así que quien tendría que aportarla, como dice la jurisprudencia constitucional, es el legislador autonómico, a menos que las necesarias especialidades se puedan inferir o desprender del propio texto de la Ley. Tampoco sería éste el caso, pues, si nos atenemos a lo que el Informe dice, la especialidad derivaría de lo dispuesto en preceptos localizados en otros cuerpos normativos, y por tanto ajenos al Anteproyecto. Por lo que se refiere a otras especialidades, el Informe va a buscar su justificación no en la Ley en proyecto, ni tampoco en su Exposición de Motivos, sino en la Memoria Justificativa que la acompaña, lo que de nuevo impide satisfacer las exigencias que marca la jurisprudencia constitucional, como el propio Informe tiene presente, de ahí 7 CONSEJO GENERAL DEL PODER JUDICIAL que alerte al legislador autonómico sobre la necesidad de que incluya esas razones en la Exposición de Motivos de la Ley. Es el caso, en particular, de la disminución de la summa gravaminis exigida para el acceso a la casación por razón de la cuantía. Por otro lado, la justificación en sí parece que se limita a la constatación de que la mayor parte de asuntos que llegan a casación civil en Cataluña tienen que ver con la institución del art. 41 del Código de Familia de Cataluña, mientras que son escasos los asuntos relativos a materias tales como derechos reales, sucesiones y personas jurídicas. Se argumenta que si se reduce la summa gravaminis y se relajan los requisitos relativos al interés casacional (p. ej. el tiempo de vigencia de la norma en relación con la cual se alegue la falta de jurisprudencia), se logrará el acceso a la casación de un mayor número de casos, los cuales versarán a su vez sobre una mayor diversidad de materias. Efectivamente, la introducción de requisitos para el acceso a la casación tiene como finalidad intrínseca la de restringir el número y las clases de asuntos susceptibles de ese recurso. Qué duda cabe que si se suavizan las exigencias legales marcadas para dicho acceso, un mayor número y variedad de materias podrán ser objeto de casación. Pero esto no representa una especialidad o un rasgo característico del derecho civil catalán, que ampare apartarse del principio de atribución al Estado de la competencia exclusiva sobre legislación procesal que responde, como apunta la citada doctrina constitucional, a la necesidad de salvaguardar la uniformidad de los instrumentos jurisdiccionales. En fin, el que la Ley gallega 11/1993, de 15 de julio, sobre el recurso de casación en materia de Derecho civil especial, previese no una disminución sino una eliminación de la summa gravaminis, unido al dato de que el Tribunal Constitucional encontrase justificada tal eliminación en atención a una característica transversal –naturaleza 8 CONSEJO GENERAL DEL PODER JUDICIAL eminentemente agraria y rural– del derecho civil gallego, no significa que, como el Informe proclama en su conclusión séptima, no sea posible analizar la constitucionalidad de la disminución de la cuantía que lleva a cabo el Anteproyecto a la luz de la STC 47/2004. Hasta tal punto esta conclusión no es de recibo, que el propio Informe no deja de apreciar la conveniencia de que el Anteproyecto indicase en la Exposición de Motivos “las razones que hacen específicamente necesaria tal medida en atención a las especialidades del derecho civil catalán”, lo que concuerda con el tercero de los puntos en que se resume la doctrina de la STC 47/2004 sobre la materia. Si la doctrina de esta Sentencia no es trasladable al caso que nos ocupa, ¿por qué recomendar entonces que el legislador autonómico ofrezca una justificación de la medida en cuestión basada en las particularidades del derecho sustantivo autonómico? Como puede observarse, el Informe incurre aquí en una de esas contradicciones internas a las que nos referíamos en los primeros párrafos de este Voto. Discrepamos igualmente del Informe en lo relativo a las menciones a la doctrina elaborada por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña relativa a la posibilidad de permitir que accedan a la casación, por la vía del interés casacional, los asuntos de cuantía inferior a la summa gravaminis y los de cuantía indeterminada y que alude a la posibilidad de plantear conjunta o alternativamente el recurso de casación por ambos cauces con independencia de que el procedimiento se haya fijado en atención a la cuantía o por razón de la materia. Al respecto se cita el Auto del TSJ de Cataluña de 29 de octubre de 2009, que a su vez consigna diversas sentencias de ese mismo Tribunal en la misma línea. En el Informe parece considerarse suficiente que el Anteproyecto pretenda plasmar a nivel normativo lo que viene siendo una doctrina jurisprudencial sentada por el mencionado Tribunal Superior de Justicia. Así, en la conclusión novena se lee: “La regulación del interés casacional que recoge el apartado segundo del artículo 4 supone, en buena medida, la plasmación 9 CONSEJO GENERAL DEL PODER JUDICIAL normativa de la doctrina jurisprudencial sentada por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña sobre esta materia. Ello contribuye a reforzar la seguridad jurídica y a propiciar unas mayores posibilidades de admisión del recurso de casación autonómico, pues la redacción que propone el Anteproyecto, en sintonía con las pautas establecidas por la Ley aragonesa antes citada, clarifica ciertos aspectos regulados en la LEC para así fijar un régimen normativo que facilita un mejor acceso a la casación de las instituciones propias del Derecho Civil catalán”. Discrepamos de tal consideración y entendemos que la misma no puede servir como justificación para introducir la especialidad procesal de que se trata. En primer lugar, es esencial destacar que la doctrina del TSJ de Cataluña mencionada se opone radicalmente a la Jurisprudencia dictada en la materia por el Tribunal Supremo, la cual, curiosamente, tiene cumplido reflejo en el Informe. Así, en el mismo se explica que, conforme a esta Jurisprudencia, sólo son recurribles en casación por la vía del interés casacional las sentencias recaídas en procedimientos que se hayan seguido por razón de la materia, no pudiendo utilizarse dicho cauce para los asuntos que, seguidos por razón de la cuantía, tengan una cuantía inferior a la summa gravaminis de la LEC o sean de cuantía indeterminada, quedando claro que los cauces de acceso a la casación del art. 477.2 LEC son distintos y excluyentes entre sí. A este respecto el Informe cita un extracto de la STS, Sala Primera, de 27 de mayo de 2009, que a su vez se refiere a diversos Autos de esa misma Sala en idéntico sentido. Tan es así, que incluso en el párrafo que sirve para abonar la conclusión novena, ya transcrita, se alude igualmente a “las ventajas que supone la plasmación normativa de la doctrina jurisprudencial sentada por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, en aras a reforzar la seguridad jurídica y propiciar unas mayores posibilidades de admisión del recurso de casación autonómico”, pero no se duda en señalar que “la redacción que propone el Anteproyecto, en sintonía con las pautas establecidas por la Ley aragonesa antes citada, 10 CONSEJO GENERAL DEL PODER JUDICIAL clarifica ciertos aspectos regulados en la LEC para así fijar un régimen normativo contrapuesto a la línea interpretativa seguida por el Tribunal Supremo”. Además, más allá de esta clara contradicción con la Jurisprudencia del Tribunal Supremo, es claro que una construcción de naturaleza doctrinal como lo es la emanada del TSJ de Cataluña, la cual por definición no forma parte del ordenamiento jurídico catalán, no puede constituir una especialidad de Derecho sustantivo que sirva de base para la innovación procesal que se pretende introducir. Finalmente, ni la seguridad jurídica ni las mayores posibilidades de admisión del recurso de casación autonómico, que el Informe presenta como justificaciones de la solución acogida en el art. 4.2 del Anteproyecto, pueden considerarse características específicas del derecho civil catalán que justifiquen la innovación procesal en cuestión ni el apartarse del criterio mantenido al respecto por el T.S.. De modo que la consecuencia será inevitablemente que asuntos análogos serán susceptibles de recurso de casación en Cataluña y no lo serán en el resto del Estado, sin que exista una auténtica peculiaridad específica de las instituciones del derecho foral que lo justifique, con clara vulneración del principio de igualdad. Discrepamos, de otro lado, del Informe en lo relativo al tratamiento que en éste se hace del art. 3.2 del Anteproyecto, conforme al cual la invocación de la infracción de algún precepto constitucional en relación con la aplicación de normas del derecho civil catalán, no impide conocer del recurso de casación al Tribunal Superior de Justicia de Cataluña si acaso cupiera el recurso conforme a los criterios de esta Ley pero no fuera posible la casación ante el Tribunal Supremo conforme a los requisitos de la LEC. En nuestra opinión, es claro que semejante disposición entra en directa contradicción con lo establecido en el artículo 5.4 LOPJ, en virtud del cual “en todos los casos en que, según la ley, proceda recurso de casación, será suficiente para fundamentarlo la infracción de precepto constitucional. 11 CONSEJO GENERAL DEL PODER JUDICIAL En este supuesto, la competencia para decidir el recurso corresponderá siempre al Tribunal Supremo, cualesquiera que sean la materia, el derecho aplicable y el orden jurisdiccional”. El Informe no desconoce este precepto, ni tampoco la jurisprudencia que lo ha aplicado, citando al respecto un buen número de resoluciones, desde los Autos del TSJ de Cataluña de 8 de junio de 2000, 8 de mayo de 2003, 20 de junio de 2005 y 7 de noviembre de 2005, que –al amparo del art. 5.4 LOPJ– declinaron la competencia de ese Tribunal para conocer de recursos de casación en que se había invocado la infracción de un precepto constitucional, hasta diversas resoluciones del Tribunal Supremo en las que éste sienta su doctrina para el caso de que en un recurso de casación se invoque la infracción de normas constitucionales junto con la vulneración de normas sustantivas de derecho civil propio de alguna Comunidad Autónoma, destacando el Auto de 8 de septiembre de 2008, del que el Informe extracta los fundamentos de derecho 2ª y 3ª. Pues bien, a la vista de todas estas consideraciones, resulta insostenible que el Informe diga que “la doctrina que se trae a colación revela que el artículo 3.2 del Anteproyecto es prescindible”, porque con ello puede darse a entender que ese precepto se aviene con lo preceptuado en el art. 5.4 LOPJ y la interpretación jurisprudencial del mismo, si bien resulta redundante por no añadir nada al estado de la cuestión. El empleo del término “prescindible” oscurece el verdadero alcance de la contradicción entre el art. 3.2 del Anteproyecto y el art. 5.4 LOPJ. Ciertamente, el Informe añade a continuación algunas reflexiones en las que se apunta que el art. 3.2 del Anteproyecto viene a establecer una cláusula competencial a favor del TSJ de Cataluña, y que por eso mismo el legislador autonómico carece de competencia para promulgarla so riesgo de inconstitucionalidad. A pesar de que la conclusión sexta viene a abogar por la supresión de ese art. 3.2 del Anteproyecto, lo cierto es que en esa misma conclusión se hacen afirmaciones que, en nuestra opinión, se desvían de la verdadera causa por la que esa disposición es objetable, por 12 CONSEJO GENERAL DEL PODER JUDICIAL ejemplo cuando se observa que “no se vislumbra supuesto alguno del que pueda conocer el Tribunal Superior de Cataluña al amparo de lo dispuesto en el artículo 3.2 del Anteproyecto”. No es éste el motivo por el que la norma cuestionada resulta inaceptable, sino sencillamente su franca contradicción con la LOPJ y, en definitiva, su transgresión del orden competencial entre Estado y Comunidades Autónomas, lo cual debería haber sido objeto de un reflejo mucho más nítido en el Informe del que discrepamos. Algo similar sucede con el análisis del art. 5 del Anteproyecto. El Informe debería recordar, explicitándolo una vez más, que es el artículo 149.1.6ª CE el que admite, en clave restrictiva, que las Comunidades Autónomas dicten especialidades procesales a condición de que éstas se deriven de las particularidades de su propio derecho sustantivo. Resulta claro, a tenor de la explicación ofrecida en la Exposición de Motivos de la Norma a la que el Informe hace referencia, que lo que ese precepto pretende es cobijar la posibilidad de que el recurso de casación catalán se fundamente en la infracción de normas procesales, con tal de que éstas se hallen insertadas en preceptos del ordenamiento civil catalán. Ello representa una clara desviación procesal que sin embargo no encuentra apoyo en una particularidad de derecho sustantivo –como quiere el artículo 149.1.6ª CE y la jurisprudencia constitucional que lo ha interpretado-, sino en el hecho puramente formal de que determinada norma de carácter procesal aparezca incluida en un cuerpo legal de naturaleza sustantiva. Por último, atendiendo a la conclusión octava del Informe, ésta considera que "Dado el contenido de la norma sustantiva autonómica (artículo 111.2 de la Ley 29/02, de 30 de diciembre, conocida como Primera Ley de Código Civil de Cataluña), fácilmente se colige que la novedad introducida por el Anteproyecto se acomoda a una singularidad propia del Derecho Civil Catalán. Por ello, ninguna objeción se ha de 13 CONSEJO GENERAL DEL PODER JUDICIAL plantear a la posibilidad de que, al amparo de lo dispuesto en el apartado 2 del artículo 4 del Anteproyecto, el recurso de casación pueda sustentarse en la infracción de la doctrina jurisprudencial en vigor del Tribunal de Casación de Cataluña". En nuestra opinión, la referencia a la jurisprudencia de este extinto Tribunal no cumple con la excepción contenida en el artículo 149.1.6ª CE, que exige que la especialidad se derive de las particularidades del derecho sustantivo, pues aquí la excepción nada tiene que ver con el derecho sustantivo, sino con la ampliación del presupuesto de recurribilidad del artículo 447.3 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, al extender la consideración de interés casacional no solo a la sentencia que se oponga a la doctrina jurisprudencial del Tribunal Supremo o del Tribunal Superior de Justicia, sino también a la del Tribunal de Casación de Cataluña. En cuyo sentido discrepamos del acuerdo aprobado por la mayoría de la Comisión de Estudios e Informes en el día de la fecha. En Madrid, a quince de junio de dos mil diez. Fdo. Concepción Espejel Jorquera Fdo. Claro J. Fernández-Carnicero González 14