LOS JUECES, EL HONOR Y LA MUERTE. UN

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LOS JUECES, EL HONOR Y LA MUERTE.
U N ANÁLISIS DE LA JUSTICIA
(CIUDAD DE MÉXICO, 1871-1931)
Elisa Speckman Guerra
Universidad
L
Nacional
Autónoma
de
México
os jueces son el i n s t r u m e n t o que pronuncia las palabras de la ley. L a célebre imagen de Monstesquieu
1
ilustra el papel que el Estado liberal concede a los juzgadores o, en términos más precisos, la misión que les otorga el
positivismo o el legalismo jurídico (como lo denominan
Hespanha y diversos autores), la etapa del imperio de la
ley (en alusión a la obra de D w o r k i n ) , la estatización del
derecho (como lo prefiere García Pelayo) o el absolutismo
jurídico (como lo ha denominado Grossi y Arenal Fenochio l o ha aplicado al caso mexicano).
E x p l i c a r l o anterior requiere una serie de explicaciones.
Empezaré p o r la importancia de la ley y p o r la i m p o r t a n cia de la sumisión a la ley en el modelo de Estado que surge a raíz de las revoluciones liberales europeas y de las
independencias americanas y, p o r tanto, el que se adoptó
en México - d e f o r m a más o menos completa o más o menos p a r c i a l - tras el t r i u n f o de la independencia.
1
M O N T E S Q U I E U , El espíritu,
HMex,
LV: 4 , 2 0 0 6
p.
156.
1411
1412
ELISA SPECKMAN
GUERRA
El liberal es u n Estado de derecho, t i p o ideal en que los
gobernantes actúan conforme a la ley y se legitiman con la
ley y su respeto. Y es u n Estado de derecho que se presenta a sí m i s m o c o m o emanado de u n contrato social en que
los asociados protegen intereses o bienes, que se consideran c o m o esenciales al h o m b r e y su naturaleza, y que quedan plasmados en la legislación. D e ahí la fuerza de la ley.
Aún más, según la doctrina liberal, los asociados prestan
su soberanía, pero n o la pierden, pues rigen su destino a
través de la legislación. Por tanto, desde la óptica del c o n tractualismo, u n Estado que gobierna c o n la ley n o hace
más que obedecer la v o l u n t a d del p u e b l o . Entonces, las
2
premisas del Estado liberal dan lugar al i m p e r i o de la ley,
dan f o r m a al f o r m a l i s m o o al p o s i t i v i s m o jurídico, y exigen la estatización del derecho o el absolutismo jurídico
(como l o llamaré en las siguientes páginas).
D a d o que el Poder Legislativo se convierte en titular de
la soberanía popular, únicamente se considera como ley la
n o r m a que procede de este cuerpo, y a ella n o puede o p o nerse ningún o t r o poder y ningún o t r o derecho. E n consecuencia, los particulares pierden su capacidad de elaborar
derecho y la realidad jurídica comienza y termina en el
ámbito legal. E l l o contrasta con la situación prevaleciente
3
2
D e n t r o de las n u m e r o s o s obras que se o c u p a n d e l E s t a d o l i b e r a l , m e n -
c i o n a r é algunas que rastrean su d e s a r r o l l o h i s t ó r i c o y p r i v i l e g i a n el p a pel de la l e y y la j u s t i c i a : C O S T A , " D e r e c h o s " y Lo Stato;
" O r d e n " ; F I O R A V A N T I ( e d . ) , El Estado;
m o c r a c i a " ; G R O S S I , Derecho;
GARRIGA,
G A R C Í A D E E N T E R R Í A , " L a de-
H E S P A N H A , Cultura
jurídica
y Vísperas,
y
M A N N O R I y S O R D I , "Justicia".
3
A R E N A L F E N O C H I O , " E l d i s c u r s o " , p p . 303-304; C A B O M A R T Í N ,
el concepto
de ley, p p . 18-20; G A R R I G A , " O r d e n " , p . 18; G R O S S I ,
cho, p . 65 y Mitología,
p . 44; H E S P A N H A , Cultura
jurídica,
Sobre
Dere-
p . 197 y La
L O S J U E C E S, E L H O N O R Y L A MXJER.TE
1413
en la E u r o p a feudal o corporativista, así como en la N u e v a
España. E n el antiguo régimen el poder político n o pretendía regular todos los ámbitos de la sociedad y daba espacio
a u n derecho emanado de los particulares: a diferentes sociedades, realidades y problemas correspondían diversas
soluciones (derecho canónico, común t e m p o r a l , derechos
propios), que funcionaban en sus p r o p i o s ámbitos, sin que
existiera una jerarquía u orden de preiacion.
rodemos
hablar de u n pluralismo n o r m a t i v o , definido como la coexistencia de conjuntos diferentes de normas, con l e g i t i m i dades y contenidos diversos, en u n m i s m o espacio social.
5
E l Estado liberal terminó con el pluralismo y, con el f i n
de garantizar la igualdad de los asociados, optó p o r la u n i f o r m i d a d jurídica: todos los habitantes de una nación deben regirse p o r la misma y única ley, promulgada p o r el
Poder Legislativo. E n este contexto, a los particulares sólo
les queda esperar que los legisladores —sus representantes— efectivamente representen sus ideas o su concepción
de la justicia. Según el modelo asi es, pues la ley se presenta c o m o emanada del consenso, c o m o concreción de la
v o l u n t a d general o como manifestación de aspiraciones
universales. N o obstante, más allá de las bondades o de¬
7
gracia,
p . 2 3 6 ; O L L E R O , Interpretación,
cho dúctil,
4
p . 3 4 , y Z A G R E B E L S K Y , El
p. 24.
A R E N A L F E N O C H I O , " E l d i s c u r s o " , p p . 3 0 4 - 3 0 5 ; G R O S S I , Derecho,
2 3 - 2 9 y 4 5 y Mitología,
p . 2 4 ; H E S P A N H A , Cultura
jurídica,
^ H E S P A N H A , Cultura
^ G R O S S I , Mitología,
jurídica,
ley.
p . 96.
p. 22.
G A R C Í A D E E N T E R R Í A , " L a democracia", p p . 2 7 - 3 1 ; H E S P A N H A ,
tura jurídica,
pp.
p . 96; SAA¬
V E D R A L Ó P E Z , " J u r i s d i c c i ó n " , p . 2 2 4 ; y T A U A N Z O Á T E G U I , La
7
dere-
Cul-
p p . 3 1 , 1 6 9 y 197; M A N N O R I y S O R D I , "Justicia", p . 65;
O L L E R O , Interpretación,
p . 3 4 ; y S B R I C C O L I , "Justicia c r i m i n a l " , p . 1 8 1 .
1414
ELISA SPECKMAN
GUERRA
fectos de la igualdad jurídica e independientemente de la
capacidad de representación de los legisladores o de la representatividad de la ley, queda claro que el monismo jurídico
impide una visión pluriordenamental y, en consecuencia,
p l u r i c u l t u r a l de la sociedad.
8
En suma, derecho pasa a ser u n término singular y se c o n vierte en sinónimo de la ley; éste es el primer ingrediente, pero no el único, del absolutismo jurídico. E n nombre del respeto a la v o l u n t a d de los asociados, y en n o m b r e de una
igualdad ante la ley que debía reflejarse en una igualdad ante la justicia, el Estado se p r o p u s o también u n i f o r m a r la
práctica judicial. Es decir, ante la i m p o s i b i l i d a d de contar
con u n único juez, los sometió a u n único criterio. Y ello
exigía u n cambio en el papel que hasta entonces habían c u m p l i d o los jueces y u n drástico recorte en sus atribuciones,
pues si en el antiguo régimen escogían el derecho aplicable
entre distintas fuentes y leyes, las interpretaban, organizaban, adecuaban a los usos y costumbres y las ajustaban a las
circunstancias del delito y del delincuente, ahora se requería
de técnicos o profesionales al servicio de una única ley. Por
9
otra parte, en el antiguo régimen los individuos podían re-
8
G R O S S I , Derecho,
9
Para jueces y j u s t i c i a e n a n t i g u o régimen A R E N A L F E N O C H I O , " E l d i s -
p. 65.
c u r s o " , p . 3 0 6 ; B R A V O L I R A , " A r b i t r i o " , p . 9; G A U V A R D , " L e j u g e m e n t " ; H E S P A N H A , La
gracia,
pp. 226 y 234, y SBRICCOLI,
"Justicia
c r i m i n a l " , p . 165. Para jueces y justicia en el derecho m o d e r n o A R E N A L
F E N O C H I O , " E l discurso", p . 306; B R A V O L I R A , " A r b i t r i o " , p p . 14-15;
C L A V E R O , LOS derechos,
p p . 84-88; D Í E Z - P I C A Z O , " I l modello"; p p . 28¬
34; E Z Q U I A G A G A N U Z A S , " F u n c i ó n " , p . 4 0 ; G A R C Í A D E E N T E R R Í A , " L a
democracia", p p . 38-39;
Cultura
jurídica,
G O N Z Á L E Z , El
derecho,
p . 124; H E S P A N H A ,
p . 3 1 ; I G L E S I A S V I L A , El problema,
p. 22; M A N N O R I y
S O R D I , " J u s t i c i a " , p . 6 6 ; P R I E T O S A N C H Í S , Ideología,
pp. 19-31; SAAVE-
LOS JUECES, E L H O N O R Y L A M U E R T E
1415
solver sus conflictos y aun cuando recurrían a los tribunales
eran consultados p o r los jueces, quienes tomaban en cuenta
la voluntad de las partes.
10
L a estatización del derecho viene
acompañada p o r la estatización de la justicia, es decir, la justicia oficial se convierte en la única instancia para la resolución de conflictos y los únicos que pueden aplicar la ley son
los juzgadores sancionados p o r el Estado.
Entonces, el Estado no sólo o b t u v o el m o n o p o l i o sobre la
creación de la ley, sino también sobre su aplicación, y la ley
no sólo se convierte en sinónimo de derecho, sino en equivalente de la justicia; éste es el segundo ingrediente del absolutismo, pero tampoco el último. Para que los jueces p r o f e sionales se convirtieran en simples aplicadores de la ley era
necesario contar con una legislación clara y que no necesitara de interpretación. Y de una legislación omnicomprehensiva que contemplara todas las situaciones que se le pudieran
presentar al juez, así como los pormenores de la actividad
judicial.
11
E l Estado se avocó, entonces, a normar los múl-
tiples aspectos de la vida social. P o r tanto, el absolutismo
jurídico exige y se consuma con la promulgación de los c ó digos, que regulan las diferentes ramas del derecho.
E n este trabajo me p r o p o n g o estudiar la adopción de
este modelo en la legislación mexicana, así como su aplicación en la justicia. U b i c o m i estudio en el periodo de 1871¬
1931, que abarca de la promulgación del primer al tercer
D R A L Ó P E Z , " J u r i s d i c c i ó n " , p . 2 2 4 ; S B R I C C O L I , "Justicia c r i m i n a l " , p .
1 8 1 ; S O R I A N O , Sociología,
p . 1 1 7 ; T A R E L L O , Cultura
y Z A G R E B E L S K Y , El derecho
1 0
dúctil,
jurídica,
pp. 63-82,
p. 33.
G A U V A R D , " L e j u g e m e n t " ; y H E S P A N H A , Vísperas,
p. 367.
^ A R E N A L F E N O C H I O , " E l discurso", p . 308 y B U L Y G I N , " L O S jueces",
pp. 22-23.
1416
E L I S A SPECK.rViA.iSf GUERR.A
código penal del D i s t r i t o Federal. Por tanto, incluyo diferentes cuerpos legales (tres conjuntos o tres momentos) y
diversas etapas en la construcción o consolidación del Estado mexicano (la victoria liberal y la restauración de la
República, el p o r f i r i a t o , la Revolución y la posrevolución
o la institucionalización de la Revolución). Esto permite
que las preocupaciones específicas al tema de la ley y la
justicia se enriquezcan con cuestiones generales, que atañen a la r u p t u r a y la c o n t i n u i d a d política, social y cultural
en diferentes e importantes etapas de la historia de México.
Entonces, el trabajo me conduce p o r dos caminos. E l
p r i m e r o , analizar las prescripciones en t o r n o a la justicia y
a los juzgadores, y valorar si el m o d e l o fue adoptado de
f o r m a cabal o subyacen debilidades, resquebrajamientos e
incluso contradicciones.
12
E l segundo, estudiar la justicia
estatal y otras justicias y, sin el simple afán de marcar las
diferencias entre la práctica y los modelos teórico o legal,
explorar tres aspectos: en p r i m e r lugar, la estatización de la
justicia versus
la intervención de particulares; en segundo
término, el m o n i s m o jurídico versus
la incursión, en la
práctica judicial, de u n pluralismo cultural e, incluso, de
u n pluralismo n o r m a t i v o , y p o r último, la sumisión de los
jueces a la ley versus sus posibles resistencias y distancias o
bien, versus la existencia de espacios de interpretación y de
aplicación de la ley.
1 2
13
Para el análisis de la l e y utilicé c ó d i g o s políticos o constituciones
(1857 y 1917), C ó d i g o s penales ( 1 8 7 1 , 1929 y 1931), C ó d i g o s procesales
(1880, 1894, 1929 y 1931), leyes de o r g a n i z a c i ó n de tribunales (1880,
1903, 1919, 1922 y 1928), y leyes secundarias.
13
Para el estudio de la j u s t i c i a r e c u r r í a procesos d e l A H T S J , ahora en el
A r c h i v o G e n e r a l de la N a c i ó n ; a casos p u b l i c a d o s en revistas de juristas
1417
LOS JUECES, E L H O N O R Y L A M U E R T E
Estas inquietudes me p e r m i t e n acercarme a problemas
más amplios, como los avatares y la evolución del Estado
liberal a través de u n o de sus elementos, el m o n o p o l i o sobre la creación y la aplicación del derecho; la adopción o
adaptación de modelos extranjeros, sean políticos, sociales
o culturales, así como las continuidades y rupturas del l i beralismo, c o n la presunta presencia del positivismo; las
distancias entre ley y n o r m a o la violación de la ley, y por
último, el r i t m o de mutación de las ideas y los valores en la
ley y en las prácticas judiciales.
LOS JUECES
Las premisas del absolutismo jurídico comenzaron a d i fundirse en México pocos años antes de la independencia y
siguieron difundiéndose en las siguientes décadas. Los
11
legisladores de la naciente República Mexicana los i n c l u y e r o n en constituciones y en leyes secundarias, y más tar¬
de, en los códigos expedidos a partir del t r i u n f o liberal.
15
Por tanto, en el último cuarto del siglo X I X podemos ha(El Foro,
La Ciencia
jurisprudencia),
pular,
El Tiempo,
Jurídica,
El Derecho
y en prensa {El Imparcial,
Excelsior
y El Universal).
y la Revista
El Diario
de legislación
del Hogar,
y
El Po-
A s i m i s m o , utilicé alegatos o
escritos de fiscales y defensores L A N C A S T E R JONES, " D e f e n s a " ; L O M B A R D O , Defensa;
do
1 4
M O D E S T O R A M Í R E Z , " I m p o r t a n t e " ; y F . S O D I , El
jura-
resuelve.
Véase A R E N A L F E N O C H I O ,
E l discurso
y U R Í A S FIORCASITAS, " I n -
dividuo".
1 5
E n 1 8 7 1 se p r o m u l g a r o n los C ó d i g o s c i v i l y p e n a l , años más tarde el
procesal c i v i l , el procesal penal y el m e r c a n t i l . Para el derecho
v é a n s e G O N Z Á L E Z , El derecho
y NARVÁEZ HERNÁNDEZ,
Para el p e n a l S P E C K M A N G U E R R A , Crimen,
civil
" L a crisis".
p p . 2 3 - 5 7 . Para u n p a n o r a -
m a general véase C R U Z B A R N E Y , La codificación,
2004.
1418
ELISA SPECKMAIN
GUERRA
blar de una legislación que contemplaba, y que pretendía
hacer efectivo, u n modelo de justicia que partía de los siguientes supuestos: los particulares quedan excluidos del
ámbito judicial y los jueces autorizados p o r el Estado deben limitarse a aplicar la ley, p o r tanto, niega la existencia
de u n pluralismo jurídico (que remitiría a u n pluralismo
cultural) y adopta u n m o n i s m o jurídico (que supuestamente refleja u n o cultural o que recoge las ideas, las aspiraciones y " e l sentir general" de la población).
Las premisas esenciales están contenidas en los códigos
y en las leyes de organización de tribunales. Las constituciones o códigos políticos, los códigos de procedimientos
(en este caso penales) y las leyes judiciales establecen que
sólo los tribunales pueden declarar que u n hecho está considerado c o m o delito y que sólo puede i m p o n e r una pena
"la autoridad j u d i c i a l " o "el funcionario o autoridad a quien
la ley, bando o reglamento diera esta f a c u l t a d " . E n contraparte, expresan que "nadie puede ejercer violencia para
reclamar su derecho" o "nadie puede hacerse justicia p o r
su p r o p i a m a n o " .
16
E l m o n o p o l i o de la justicia p o r parte
del Estado contempla, también, la sumisión de los jueces a
la lev. Por eso, se dicta que ningún juez puede aplicar leyes
especiales, emitidas con posterioridad a la comisión del
delito, y n o exactamente aplicables al caso, c o m o tampoco
puede aplicar penas no señaladas p o r los códigos, leyes,
bandos o reglamentos. Además, los jueces quedan obligados a m o t i v a r su sentencia o justificarla con base en la ley,
1 6
C o n s t i t u c i o n e s de 1857 y de 1917 (arts. 17 y 21); C ó d i g o de p r o c e d i -
m i e n t o s penales de 1880 (arts. 1 y 341), de 1894 (arts. 1 y 30), de 1929
(art. 129) y de 1931 (art. 1) y leyes de organización j u d i c i a l o de t r i b u n a les del f u e r o c o m ú n de 1903, 1919, 1922 y 1928.
LOS JUECES, E L H O N O R Y L A
MUERTE
1419
y sus veredictos quedan sujetos a la revisión de u n super i o r jerárquico.
17
Por último, para terminar o para reducir
el arbitrio judicial o la discrecionalidad, los códigos procesales dictan las normas que los jueces deben atender en
cada paso del proceso, incluyendo la aplicación de la sentencia (que regula el código penal).
18
Para evitar que el juez pudiera determinar los actos que
debía castigar y pudiera elegir la medida de la condena o el
t i p o de pena, y al m i s m o t i e m p o , para brindarle la p o s i b i l i dad de encontrar una n o r m a y una sanción exactamente
aplicables a cada caso ( u n único camino), los redactores del
Código Penal de 1871 enlistaron las acciones que podían
ser consideradas c o m o delitos y sus posibles variaciones
(tipos penales), las circunstancias que podían rodear al c r i men y al delincuente (agravantes o atenuantes), y la condena o la pena que en cada circunstancia debían aplicar. E n
términos más amplios, con el f i n de reducir o eliminar el
arbitrio judicial, enumeraron los delitos y les asignaron
una pena mínima y una máxima, o una pena media que p o día aumentarse o reducirse hasta en una tercera parte. Para
moverse d e n t r o de los márgenes temporales los jueces de-
1 7
C o n s t i t u c i o n e s de 1857 y 1917 (arts. 13 y 14); y C ó d i g o s de p r o c e d i -
m i e n t o s penales de 1880 (art. 341), de 1894 (art. 30), de 1929 (art. 129) y
de 1931 (art. 1).
1 8
A r b i t r i o o d i s c r e c i o n a l i d a d se p u e d e n d e f i n i r c o m o la p o s i b i l i d a d del
juez de elegir, en la r e s o l u c i ó n de u n c o n f l i c t o , entre varias p o s i b i l i d a d e s
lícitas y legales o entre diversos cursos de acción válidos y admisibles.
P o r t a n t o , tiene a r b i t r i o o d i s c r e c i o n a l i d a d cuando el límite efectivo de
su p o d e r le p e r m i t e escoger, y n o l o tiene c u a n d o la l e y sólo p r o p o r c i o na u n a n o r m a o u n c a m i n o para cada u n o de los casos. IGLESIAS V l L A ,
El problema,
p p . 28-33, 63 y 223; N I E T O , El arbitrio,
R Í A , Discrecionalidad,
p . 38.
p . 220, y RENTE-
1420
ELISA SPECKMAN GUERRA
bían considerar la presencia de circunstancias atenuantes o
agravantes, que n o sólo estaban enlistados en el Código,
sino que estaban clasificadas en cuatro grupos y que, según
su categoría, tenían u n valor. Por tanto, en cada caso, debían buscar las circunstancias que se habían presentado
y sumar su valor, si la cifra de los agravantes era m a y o r
podían aplicar una condena cercana al límite máximo o sumar años a la pena media (y viceversa). Por tanto, en teoría, su única libertad era decidir la cuantía de la condena,
pero siempre dentro de limites y valores establecidos.
Para algunos, aún esta libertad era excesiva. Por ejemp l o , durante el proceso de revisión del Código Penal (que
se realizó entre 1903-1912), el magistrado Agustín M o r e n o
sostuvo que cada una de las circunstancias debía tener u n
valor porcentual, que se sumaría o restaría directamente a
pena m e d i a / " bolo asi se podría pensar en una aplicación
aséptica, exacta y matemática de la ley, que garantizaría la
igualdad jurídica y que respondía a dos igualdades: la idéntica posibilidad que tenían los individuos para elegir sus acciones y, p o r tanto, la misma responsabilidad sobre sus
actos. Es decir, sólo así se garantizaría la premisa esencial
de la escuela liberal de derecho y del Código Penal de 1871:
a u n m i s m o delito la misma pena, sin i m p o r t a r la personalidad del delincuente.
Estas ideas contrastaban diametralmente con las p r e m i sas de la escuela positivista, que supone que las acciones
humanas surgen de factores determinantes que escapan a la
v o l u n t a d y cuyo peso n o es igual n i en todos los hombres
C ó d i g o p e n a l de 1871, arts. 180-183 y 229-236.
Trabajos,
p p . 43-44.
1421
LOS JUECES, E L H O N O R Y L A M U E R T E
n i en todos los criminales. P o r ejemplo, la antropología
c r i m i n a l propone que la tendencia a la criminalidad surge de anomalías orgánicas y que a m a y o r malformación
corresponde mayor predisposición al crimen y mayor peligrosidad, y debe corresponderle m a y o r defensa de la sociedad y una actitud más drástica p o r parte de sus jueces.
21
Llevada a la exageración y sólo para contrastar c o n la escuela liberal, podemos pensar en la siguiente premisa: a u n
m i s m o delincuente la misma pena, sin i m p o r t a r el delito
cometido. L o importante es que, para valorar al criminal y
aplicar la pena que correspondía a su peligrosidad, el juez
debía contar con u n amplio margen de decisión.
D u r a n t e el p o r f i r i a t o estas ideas contaron con amplia
difusión y aceptación, pero t u v i e r o n escasa influencia en el
plano legal. N o ocurrió l o m i s m o en 1929, pues los redactores del Código anunciaron su filiación a la escuela positivista. Sin embargo, también anunciaron sus limitaciones:
aplicar sus premisas hubiera exigido contemplar una j u s t i cia diferenciada en razón al criminal, l o que violaría la
igualdad jurídica garantizada p o r la Constitución. Opta¬
r o n p o r u n "código de transición" o p o r u n sistema interm e d i o : siguieron contemplando penas máximas y mínima
para cada delito y siguieron exigiendo a los jueces que, para moverse dentro de los límites, atendieran los atenuantes
y agravantes, pero les d i e r o n o p o r t u n i d a d de considerar
circunstancias n o contempladas en el código.
2 1
22
E l docu-
Para las ideas de ambas escuelas en M é x i c o B U F F I N G T O N ,
Criminales,
pp. 21-100; N A R V Á E Z H E R N Á N D E Z , "Bajo", y URÍAS HORCASITAS,
dígena,
2 2
In-
p p . 145-158.
A L M A R A Z , Exposición
47-50 y 55.
de motivos,
p . 2 4 y C ó d i g o penal de 1 9 2 9 , arts.
1422
ELISA S P E C K M A N
GUERRA
mentó fue sumamente criticado y, pocos meses después de
haber entrado en vigencia, fue sustituido por u n nuevo cuerpo. Los redactores del código de 1931, aunque n o lo hicier o n en n o m b r e de la escuela positivista (pues adoptaron
una postura ecléctica), concedieron aún mayores p o s i b i l i dades a los jueces: contemplaron márgenes más amplios
entre la pena mínima y la máxima y los dejaron en libertad
para elegir entre los márgenes temporales sin atender a valores preestablecidos.
23
Por tanto, tras la Revolución, se concedió m a y o r espacio a los jueces para considerar las circunstancias del d e l i n cuente (en 1929 y en 1931) y del delito (en 1931) y, a nivel
legal, se d i o u n paso atrás en el absolutismo jurídico.
L a revisión de códigos y leyes muestra o t r o aspecto i n teresante, que ya no tiene que ver con las atribuciones
de los juzgadores, sino con su perfil. Sólo podían aplicar
justicia los jueces sancionados p o r el Estado, pero entre
1869-1929 contaban con sanción dos tipos de jueces: los
profesionales, con formación y experiencia jurídica, c o n tratados y pagados p o r el Estado, p r i m e r o electos y más
tarde designados p o r los Poderes Ejecutivo o Legislativo;
24
y los jurados populares, ciudadanos comunes y corrientes
convocados al tribunal para determinar sobre los hechos
2 3
C ó d i g o penal de 1 9 3 1 , E x p o s i c i ó n de m o t i v o s y arts. 5 1 y 52. Para las
ideas de la c o m i s i ó n C E N I C E R O S , " L a escuela", p p . 2 0 4 y 2 1 0 y " D e r e c h o " , p p . 2 7 8 - 2 7 9 ; " E l c ó d i g o " , p p . 2 5 6 - 2 5 8 ; El código,
N I C E R O S y G A R R I D O , La
ley
penal,
p p . 91-99; C E -
p. 151; y T E J A Z A B R E ,
"Doctrina",
pp. 340-341.
2 4
Leyes judiciales o de organización de t r i b u n a l e s d e l f u e r o c o m ú n de
1 8 8 0 , 1903, 1 9 1 9 , 1 9 2 2 y 1928; así c o m o " L e y de 1 7 de enero de 1 8 5 3 " y
" D e c r e t o del congreso que establece la e l e c c i ó n p o p u l a r para el n o m b r a m i e n t o de las autoridades judiciales, 2 0 de n o v i e m b r e de 1 8 8 2 " .
LOS JUECES, EL H O N O R Y L A M U E R T E
que se les exponían.
1423
Los primeros intervenían en t o d o
asunto criminal, pero los segundos tenían jurisdicción l i mitada en razón a la pena media contemplada para cada
delito y p o r el t i p o de d e l i t o / r o r otra parte, dentro del
0
proceso, jueces profesionales y jurados cumplían tareas
diferentes. Tras escuchar las declaraciones del acusado, los
testimonios de testigos y de peritos, los alegatos de los abogados, y en ciertos años, la explicación o el resumen del
juez, los jurados respondían u n cuestionario que servía
para determinar la inocencia o culpabilidad del procesado.
A s i m i s m o , entre 1869-1919, también servía para calificar el
delito y determinar las circunstancias agravantes o atenuantes. E l juez se debía basar en las respuestas para elegir
la n o r m a aplicable y determinar la pena o la duración de la
condena, p o r tanto, la intervención del j u r a d o reducía aún
más los márgenes de decisión y actuación de los jueces
profesionales.
H e traído a colación la coexistencia de estos dos tipos de
juzgadores, pues aporta riqueza y complejidad a la prác2 5
Para o r g a n i z a c i ó n y competencia del j u r a d o p o p u l a r ver C ó d i g o s de
p r o c e d i m i e n t o s penales (1880 y 1894), leyes judiciales o de o r g a n i z a ción de t r i b u n a l e s d e l f u e r o c o m ú n (1880, 1903, 1919, 1922 y 1928) y leyes de j u r a d o s (1869 y 1891). Para trabajos actuales sobre las leyes que
r i g i e r o n al j u r a d o ,
AcosTA
GALÁN,
" E l jurado" y O V A L L E FAVELA,
" L o s antecedentes". Para las p r i m e r a s leyes y los a r g u m e n t o s que d i e r o n lugar a la creación del j u r a d o , P A D I L L A A R R O Y O , " L O S j u r a d o s " . Para
leyes, t r a n s f o r m a c i o n e s y debates S P E C K M A N G U E R R A , " E l j u r a d o " .
2 6
E l j u r a d o tenía competencia para j u z g a r los delitos que merecían una
pena m e d i a s u p e r i o r a los dos años de prisión (entre 1869-1907), a los
seis (entre 1907-1917), al año (entre 1917-1919), a los dos (1919-1922) y
a los c i n c o (entre 1922-1928). P o r o t r a parte, en 1903 se e x t r a j e r o n de su
c o n o c i m i e n t o , abuso de c o n f i a n z a , f r a u d e , p e c u l a d o , c o n c u s i ó n y b i g a m i a y en 1928 t a m b i é n la estafa y el a d u l t e r i o .
1424
ELISA SPECKMAN GUERRA
tica judicial. Empezaré p o r analizar la sumisión de los
juzgadores a la ley. D e haberse c u m p l i d o el modelo, n o encontraríamos divergencias entre jueces, distancias entre ley
y norma, errores judiciales o diversas aplicaciones de la ley
en u n m i s m o caso. Pero sí las encontramos y de ellas dan
cuenta múltiples procesos y fuentes. Por ejemplo, las sentencias revocadas p o r los magistrados del Tribunal Super i o r del D i s t r i t o Federal. D e 400 casos publicados en
revistas de jurisprudencia entre 1876-1910 o, l o que es lo
mismo, de 400 veredictos de primera instancia, los magistrados revocaron alrededor de 4 0 % , pues consideraron
que los jueces inferiores habían fallado sin contar con s u f i cientes pruebas (en 13% de los casos), habían violado el
procedimiento o cometido errores durante el proceso
( 1 5 % ) , habían calificado el delito de f o r m a errónea o habían aplicado una ley que no se ajustaba al caso ( 2 5 % ) , n o
habían contemplado la edad u otras características del
infractor ( 4 % ) , o simplemente habían computado errónea¬
mente la condena ( 4 3 % ) / ' E n algunos casos se trata de
ajustes en la t e m p o r a l i d a d , pero en otros, de variaciones
diametrales e incluso de cambios en la pena, p o r ejemplo,
cuando de u n h o m i c i d i o cometido sin ventaja y penado con
una media de doce años de prisión, se pasaba a uno comet i d o con ventaja y sancionado con la pena de muerte.
E l acercamiento a estos casos, sobre t o d o a los segundos, resulta de sumo interés. A n t e la imposibilidad de
ofrecer más de u n ejemplo seleccioné el proceso del general Gustavo A d o l f o Maass. E n 1908 hirió de muerte a
D a v i d Olivares, q u i e n l o increpó en u n solitario callejón.
S P E C K M A N G U E R R A , Cviynen,
p.
265.
LOS JUECES, E L H O N O R Y L A
1425
MUERTE
Alegó que había obrado en legítima defensa de su vida,
pues Olivares lo agredió y pensó que iba a sacar una p i s t o la. Si el jurado hubiera aceptado su argumento habría sido
absuelto. Sin embargo, el fiscal demostró que Olivares no
estaba armado y los miembros del jurado determinaron
que se había tratado de u n h o m i c i d i o cometido con ventaja, p o r lo que el juez aplicó la pena capital. Los abogados
del general lograron que el procedimiento se repitiera,
pues p o r error había sido i n c l u i d o en el t r i b u n a l u n i n d i v i d u o que no cumplía con los requisitos exigidos p o r la ley.
E l segundo juicio se celebró en diciembre de 1909. E n esta
ocasión el jurado consideró que Maass había repelido una
agresión de Olivares, p o r l o que el juez aplicó la pena que
correspondía a u n h o m i c i d i o simple y le sumó u n año p o r
la presencia de circunstancias agravantes, es decir, l o condenó a trece años de prisión. Los defensores apelaron de
nuevo, pues sostuvieron que al admitir que Maass había sid o agredido el jurado había a d m i t i d o que los dos hombres
habían reñido y, p o r tanto, que el juez debía haber aplicad o la pena que correspondía a u n h o m i c i d i o cometido en
riña, que se penaba con seis anos de p r i s i ó n /
5
entonces,
u n j u r a d o consideró que Maass había actuado con ventaja
y o t r o que había matado en una riña, y ello colocó en el
posible escenario a tres tipos penales ( h o m i c i d i o calificad o , h o m i c i d i o simple y h o m i c i d i o cometido en riña p o r el
agredido) y a una m u y variable pena y / o condena: de los
cuatro años de prisión a la pena capital.
2 8
N o t i c i a s sobre el c r i m e n y los procesos se p u b l i c a r o n en d i a r i o s c o -
m o El Imparcial,
de 1909.
El País y El Popular,
en agosto de 1908 y d i c i e m b r e
1426
ELISA SPECKMAN
GUERRA
L o anterior muestra que, más allá de la resistencia de los
jueces a aceptar su nuevo y restringido papel y más allá de
u n p e r i o d o de adaptación o de interiorización del modelo,
difícilmente se puede pensar en la existencia de una verdad
que los juzgadores deben descubrir, o de una única n o r ma que pueden aplicar y que contiene u n significado claro
e inequívoco,
r.1 legalismo o el f o r m u l i s m o jurídico reci¬
bio, desde sus orígenes, diversas criticas/" C o n el afán de
presentar una síntesis las agrupo en dos tendencias. L a p r i mera, adopta una postura intermedia y establece una diferencia entre casos fáciles (en que valdrían las premisas del
m o d e l o ) y casos difíciles (en que los jueces encontrarían
más de una n o r m a aplicable y / o en que la n o r m a aplicable
no es clara y puede ser entendida de f o r m a diversa p o r d i ferentes lectores). Mientras que la segunda, asume una
postura más radical y supone que la labor del juez i n v o l u cra una serie de elecciones (por ejemplo, elegir las pruebas que, en su opinión, sustentan los hechos y desechar el
resto, o bien, elegir las normas que, desde su p u n t o de vista, tienen relación con los hechos
dos),
2 9
considera proba-
además de u n proceso de adaptación (la vinculación
Para l o p r i m e r o , vale l a afirmación de M a r í a del R e f u g i o G o n z á l e z ,
q u i e n sostiene que, d u r a n t e u n t i e m p o , se n o t a u n a resistencia p o r parte
de jueces que " p o r m u c h o t i e m p o n o e s t u v i e r o n o b l i g a d o s a apegarse a
algún o r d e n a m i e n t o e n c o n c r e t o a l " d e c i r e l d e r e c h o " . G O N Z Á L E Z , El
derecho,
p . 124. Para l o segundo, la idea de B e r n a r d i n o B r a v o L i r a ,
q u i e n considera que el c a m b i o de m e n t a l i d a d de sus jueces y su asimila/•lAn
i~\ » 1
mA/loln fiio
r\rt 11 f Vi r\ r y i - í e
m í a a\
í-fimhiA l í a r r ' i l
l** I-> \XJ{~\
T Tü A
" A r b i t r i o " , p . 14.
3 0
G R O S S I , Assolutismo\
ttoduzioHC)
F I E S P A N H A , CultUTa jUYÍdicd,
p p . 258~329j P R I E T O S A N C H Í S , Ideología,
R I A N O , So cío lo gí¿i, p p - 119-127.
p p . 199-256 e Inp p - 31-54, y
So¬
1427
LOS JUECES, E L H O N O R Y L A M U E R T E
del caso con la ley o de la ley con el caso) y de u n ejercicio de
interpretación (pues, como t o d o texto, la n o r m a puede tener tantos intérpretes como lectores); p o r tanto, considera
que cada sentencia constituye una nueva norma y que, lejos
I
I
*
*
,
1*
1
1
1
*
1
1 ^ 1
de limitarse a aplicar derecho, los jueces crean d e r e c h o /
1
Tanto la primera postura (para algunos casos), como la segunda (para todos) abren u n campo interesante al análisis de
la práctica judicial: los factores que i n f l u y e n en las sentencias
de los juzgadores,
r i tema de este trabajo me lleva a expío-
emergencia de u n pluralismo normativo o c u l t u r a l /
3
Y me lleva a hacerlo, pues así l o sugieren juristas y testigos
de la época, quienes responsabilizan a los jurados populares de actuar conforme a principios ajenos a la ley y, p o r tant o , a los legisladores y , l o más interesante, los consideran
c o m o representantes de las ideas o los valores del " p u e b l o "
31
C o m o ejemplo de la l i t e r a t u r a q u e se ha p u b l i c a d o en los ú l t i m o s
años sobre este p r o b l e m a (y, p o r t a n t o , d e j a n d o fuera a autores clásicos): A S I S R . O I G , Jueces
(eds.), Jueces;
MALEM,
G U A S T Í N I , Estudios;
y
ESANDI, Juez;
ZACCARIA,
3 2
C A R B O N E L L , FlX-FlERRO y V Á Z Q U E Z
OROZCO y VÁZQUEZ
I G L E S I A S V I L A , El problema;
N l E T O , El arbitrio;
(comps.), La
función;
N A V A R R O , IBOUZART
R E N T E R Í A , Discrecionalidad,
y
Razón.
Para el análisis de u n a sentencia e n el M é x i c o actual CuÉLLAR V Á Z -
Q U E Z , La justicia
33
y normas;
sometida.
C o i n c i d o c o n A n t o n i o M a n u e l H e s p a n h a c u a n d o señala que, c o m o
l o m u e s t r a n diversas investigaciones, la p l u r a l i d a d de los sistemas c u l t u rales se manifiesta en t o d a práctica h u m a n a y e n t o d o c o n t e x t o social ( y
n o s ó l o en los espacios q u e h i c i e r o n más evidente esta reflexión, c o m o
las naciones q u e s u f r i e r o n el d o m i n i o c o l o n i a l o las c o m u n i d a d e s c o n
p l u r a l i d a d étnica). H E S P A N H A , Introduzione,
p p . 3 2 2 - 3 2 3 . D e ahí q u e ,
para el p e r i o d o de 1 8 7 1 - 1 9 1 0 , h a y a analizado las divergencias entre m a gistrados y jueces b u s c a n d o la presencia de diversas f o r m a s de entender
el c r i m e n , el c r i m i n a l , la j u s t i c i a y el castigo. S P E C K M A N G U E R R A ,
men,
p p . 251-313.
Cri-
ELISA SPECKMAN GUERRA
1428
(en el porfiriato entendido como las clases populares y tras
la Revolución como la población en su c o n j u n t o , es decir,
los autores que escribieron en el siglo X X le atribuían al jurado la representación del " c o m ú n sentir", " l a conciencia social", el " c r i t e r i o social reinante" o la " m o r a l social").
34
En
realidad, n o se puede pensar que los jurados populares p r o vinieran de los grupos populares n i representaran a la población en su conjunto, pues para ser jurado se exigían requisitos culturales y / o de ingreso que no cumplía la mayor parte
de los citadinos, pero tampoco puede decirse que provenían de
las élites o la clase media alta, pues los individuos con recursos solían excusarse de la obligación, en suma, groso modo se
trata de tribunales integrados p o r clase media. Sin embar35
go, subsiste u n elemento central: era aceptado que la ley no
representaba aspiraciones universales y que existía u n p l u ralismo cultural no incluido en una. ley
que
había sido redactada p o r u n sector de la comunidad. D e ahí una importante
fractura respecto al absolutismo jurídico, que justifica el
m o n i s m o jurídico con base en la capacidad del Estado y de
la lev para representar los intereses las ideas y las aspiraciones de los asociados.
U n a vez presentado el escenario, tres piezas manifiestan
las controversias o la emergencia de u n pluralismo c u l t u 3 4
J. A l b e r t o Salinas y R i v e r a , " U n j u r a d o n o t a b l e " , en El Foro,
111:31,
3 2 , 3 7 , 4 3 y 4 8 (feb.-mar. 1 8 9 5 ) ; F E R N Á N D E Z , " E l j u r a d o " ; M O N R O Y ,
" J u r a d o s " ; D . S O D I , El jurado
en México,
pp. 400-401; Armando Z . Os-
t o s , " E l J u r a d o Popular. L a v e r d a d d e s n u d a " , en El Universal
1 9 3 1 ) , p . 3 8 , y F. S O D I , El jurado
3 5
resuelve,
( 2 0 oct.
p . 32.
E n t r e 1 8 6 9 - 1 9 2 2 se exigía saber leer y e s c r i b i r y entre
1922-1928
educación p r i m a r i a , p o r o t r a parte, entre 1 8 8 0 - 1 8 9 1 se pedía u n ingreso
m í n i m o de 3 0 pesos mensuales y entre 1 8 9 1 - 1 9 1 7 de 1 0 0 pesos mensuales.
LOS JUECES, E L H O N O R Y L A M U E R T E
1429
ral, plasmado en diversas ideas u opiniones, simpatías y
valores. Para l o p r i m e r o , u n caso de la década de los veinte
(siglo X X ) . U n h o m b r e desesperado p o r obtener dinero
para pagar el parto de su mujer v i o una habitación abierta
y, a pocos pasos de la puerta, u n bolso abierto del que extrajo algunos pesos. Su delito, considerado como r o b o en
casa habitada, merecía una pena de seis o siete años de p r i sión. A los jurados les pareció demasiado severa p o r l o que
absolvieron al procesado a pesar de que estaban convenci1
1
1
"T^ T
1*1*1
'
*
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*1 •
dos de su c u l p a b i l i d a d / N o sin razón, anos atrás E m i l i o
6
Rabasa había sostenido que el jurado acostumbraba "absolver a los acusados p o r cierta clase de delitos", porque la
parecía excesiva.
37
L a divergencia de simpatías se puede ilustrar con el caso
de " E l Tigre de Santa Julia", procesado en 1908. E l célebre
c r i m i n a l fue acusado de cinco homicidios calificados, lesiones de dos hombres y cuatro robos. Para las autoridades se trataba de u n temible criminal, sin embargo, durante
las audiencias el público les aplaudía a los delincuentes y a
sus defensores, mientras que les chiflaba al juez y al fiscal.
Parecía cumplirse una afirmación de o t r o notable jurista
de la época, D e m e t r i o Sodi, quien sostuvo que ante cada
ladrón " e l jurado podía ver a una pobre víctima de la i n ¬
*
*
*
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1
* 1
1
1
1
51 1 0
justicia social que hay necesidad de salvar .
T
1
1
Esto resulta-
ba especialmente válido para el caso de " E l T i g r e " , quien
tras superar el aislamiento, la miseria y el analfabetismo,
había logrado poner en jaque a las autoridades y, con ello,
F. S O D I , El jurado
RABASA,
resuelve,
p . 32.
Deberes , p . 196.
D . S O D I , El jurado
en México,
pp. 400-401.
1430
ELISA SPECKMAN
GUERRA
podía presentarse como u n vengador de los débiles y o p r i midos. Así pareció c o n f i r m a r l o el veredicto. Los m i e m bros del j u r a d o lo consideraron culpable de u n h o m i c i d i o
calificado (no de cinco), de lesionar a u n h o m b r e (no a
dos) y de tres robos (no de cuatro) y ninguna de las preguntas fue votada p o r unanimidad, p o r ejemplo, dos t r i b u nos l o encontraron inocente de todos los r o b o s .
39
Por último, la divergencia de valores se nota en u n caso
consignado p o r el abogado A l b e r t o Salinas y Rivera. E n
1895 u n estudiante intentó violar a su novia para forzar el
m a t r i m o n i o . E l jurado no l o condenó, pues n i siquiera había logrado ingresar a la habitación. Salinas y Rivera consideró que el veredicto era resultado de su ignorancia y de
su incapacidad para conocer y entender la importancia
" d e l h o n o r de la familia, del amor p u r o y de los sentimientos de h o n r a d e z " .
40
EL H O N O R
Los códigos penales abren resquicios a la actuación de los
particulares en la esfera de la justicia. Entre 1871-1929 no
se consideraba como responsables y, p o r tanto, como merecedores de sanción, a los individuos que " e n el ejercicio
legítimo de u n derecho" cometían u n acto tipificado como
delito. Los redactores de ambos códigos dejaron abierta la
noción de derecho, p o r tanto, podían caber tanto los dere3 9
S i g u i e r o n el proceso, diarios c o m o El Diario
El País y El Popular
del Hogar,
El
Imparáal,
( m a y o - j u n . 1908). Para u n t r a b a j o sobre " E l T i g r e
de Santa J u l i a " , véase S P E C K M A N G U E R R A , " F u i h o m b r e " .
« J. A l b e r t o Salinas y R i v e r a , " U n j u r a d o n o t a b l e " , en El Foro,
3 2 , 3 7 , 43 y 48 (feb.-mar. 1895).
111:31,
LOS JUECES, E L H O N O R Y L A M U E R T E
1431
chos contemplados p o r la ley como los derechos naturales.
La cerró la comisión redactora del Código de 1931, que
adoptó una postura legalista y sólo exculpó a los i n d i v i duos que actuaban " e n el ejercicio de u n derecho consignado p o r la l e y " .
41
Por otra parte, bajo la premisa de la legítima defensa, los
tres Códigos Penales exculparon a los particulares que cometían u n delito si l o hacían al defenderse de u n ataque a
su honor, sus bienes o su vida (o al de otros), pero siempre
y cuando la autoridad o la fuerza pública n o estuvieran
presentes y el daño no hubiera p o d i d o evitarse p o r o t r o
medio.
42
Se trata, p o r tanto, de u n acto preventivo y no de
la respuesta a u n acto consumado, pues no debería c o n f u n dirse con "la venganza de sangre".
43
Por tanto, los particulares sólo podían actuar en defensa
de u n derecho o podían prevenir u n daño, pero los que
castigaban a su agresor y aplicaban "justicia p o r su p r o p i a
41
C ó d i g o p e n a l de 1871 (art. 34, fracción X i v ) , de 1929 (art. 45, fracción
x ) y de 1931 (art. 15, f r a c c i ó n v ) .
4 2
Las c o n d i c i o n e s en que p o d r í a operar la legítima defensa f u e r o n m u y
debatidas. P o r e j e m p l o , los m i e m b r o s de la c o m i s i ó n redactora d e l
C ó d i g o de 1871 d u d a r o n si debía concederse a la defensa de los bienes y
del h o n o r . O p t a r o n p o r establecer l i m i t a n t e s (al igual que l o harían los
redactores de los C ó d i g o s de 1929 y 1931). A c l a r a r o n q u e el ataque d e bía ser i n j u s t o e i n j u s t i f i c a d o , el i n d i v i d u o tenía que responder a u n p e l i g r o actual y n o a u n t e m o r , y debía hacerlo de f o r m a p r o p o r c i o n a l al
daño i n m i n e n t e . ( M a n u s c r i t o s de las sesiones de trabajo, r e u n i ó n del 19
de o c t u b r e de 1868). Para escritos de la é p o c a sobre la defensa legítima:
D Í A Z I N F A N T E , " L a l e g í t i m a " ; FlORETTI, " L a L e g í t i m a defensa", p . 13;
H o z , " L a l u c h a " y D . S O D I , Nuestra
ley penal,
p p . 114-133. Para la le-
gislación: c ó d i g o de 1871 (art. 34, fracción 8), de 1929 (art. 45, fracción
3) y de 1931 (art. 15, fracción 3).
4 3
DÍAZ INFANTE,
' L a legítima , p .
539.
1432
ELISA SPECK.MAN GUERRA
m a n o " cometían u n delito y eran juzgados p o r ello. Sin
embargo, el h o n o r m o d i f i c o este p r i n c i p i o ,
r-ntre 1 V 2 V -
1931 no recibían pena alguna los padres o esposos que mataban a su esposa o hija y / o a sus amantes al sorprenderlos
"en el acto carnal o en u n acto próximo a su consuma¬
cion .
JNo f u e r o n exculpados, pues a diierencia de los
funcionarios judiciales que así l o creían, su acción no po¬
día equipararse a la legitima defensa.
6
L n términos estric-
tos, sólo podría considerarse como legítima defensa si el
esposo o padre sorprendían a la pareja antes de sostener
relaciones sexuales y tenían que matarlos para evitar que
las tuvieran y mancharan su honra; si los sorprendían después, la deshonra estaba consumada y el h o m i c i d i o podría
considerarse como castigo o venganza. D e ahí que los redactores de los Códigos Penales de 1871 y de 1931 no o p taran p o r exculpar, sino p o r justificar y, p o r tanto, p o r
reducir la penalidad. Si el padre mataba a su hija o amante recibía una pena media de cinco años de prisión, y si
mataba a su esposa o amante una media de cuatro años
4 4
E l h o n o r del h o m b r e estaba v i n c u l a d o c o n valentía, fuerza, destreza,
inteligencia, sagacidad, h o n r a d e z , i n t e g r i d a d , decencia y lealtad ( y en el
caso de los m i e m b r o s de la élite t a m b i é n c o n o r i g e n y estatus social). P e r o
además, dependía del h o n o r de las mujeres de su f a m i l i a y el h o n o r f e m e n i n o estaba v i n c u l a d o c o n la castidad o f i d e l i d a d , el recato y la m o d e r a ción. Véanse E S C R I C H E , Diccionario,
p . 2 9 8 ; G . A . E S T E V A , Consejos;
SODI, " C i r c u n s t a n c i a " , p . 6 8 2 ; y T o V A R , Código
nacional.
D.
Para trabajos
actuales sobre el significado del h o n o r en el M é x i c o de la época: PlCCATO,
" E l d u e l o " y " L a p o l í t i c a " , y TEITELBAUM, " L a c o r r e c c i ó n " , p . 149. Para
el h o n o r en la ley y en la j u s t i c i a SPECKMAN GUERRA, " D e m é r i t o s " .
4 5
C ó d i g o p e n a l de 1 9 2 9 , arts. 9 7 9 - 9 8 0 .
4 6
V é a s e en Trabajos,
las o p i n i o n e s de A l b e r t o L o m b a r d o (agente d e l
M i n i s t e r i o P ú b l i c o ) , p . 4 5 ; M a n u e l R o a (agente del M . P ) , p . 2 1 3 , y W i s tano Velásquez (juez c r i m i n a l ) , p . 1 4 1 .
1433
LOS JUECES, E L H O N O R Y L A M U E R T E
(mientras que o t r o t i p o de h o m i c i d i o recibía doce). Los redactores del Código de 1931 no le concedieron al padre la
posibilidad de matar a la hija, pero siguieron reduciendo
la penalidad de quienes mataban a su corruptor, al amante
de la esposa y a la adúltera, y contemplaron una pena que,
en su extremo inferior, era prácticamente inexistente: de
tres días a tres años de prisión (contra ocho a trece años
1 1
1 1
*
* 1 "
"
1
\ A.~7
contemplados para el h o m i c i d i o simple). '
Parecida consideración se manifiesta, entre 1871 y 1929,
hacia los duelistas, quienes también herían o mataban en
nombre del h o n o r .
48
Los duelistas f u e r o n castigados, pues
violaban una premisa esencial del estado de derecho: los
particulares deben someter sus conflictos a los tribunales
estatales. Así lo vieron múltiples juristas. Escribió Juan R o dríguez de San M i g u e l en 1837, el duelo "es también una
perturbación de la paz pública, u n menosprecio a la ley, y
una protesta contra la organización social; es tanto como
gobernarse a sí m i s m o , hacerse justicia a sí p r o p i o , y menospreciar la soberanía del país en que se v i v e " .
49
Más tar-
de L u i s G . de la Sierra definió al duelista como u n rebelde
que "usurpa la autoridad pública, trastorna el orden del
Estado, perturba y destruye las relaciones entre asociados
y se burla de las leyes y los poderes c o n s t i t u i d o s " . E n el
50
4 7
C ó d i g o penal de 1871 (arts. 554-555) y de 1931 (arts. 310-311).
4 8
E l d u e l o puede d e f i n i r s e c o m o u n c o m b a t e , aplazado en t i e m p o y l u -
gar, y entablado c o n el o b j e t o de vengar o reparar una ofensa al h o n o r .
Para u n a definición s i m i l a r a la a n t e r i o r ver el t e x t o de Juan R o d r í g u e z
de San M i g u e l , q u i e n adaptó a la legislación y a la práctica mexicana la
o b r a del español J o a q u í n Escriche. J. EsCRICHE, Diccionario,
4 9
5 0
J. E S C R I C H E , Diccionario,
p . 216.
p . 217.
L u i s G . de la Sierra, " E l d u e l o y la a u t o r i d a d p ú b l i c a " , en El
n i : 3 4 , 47 y 48 (ago. 1874).
Foro,
1434
ELISA SPECKMAN GUERRA
m i s m o sentido escribió A n t o n i o Martínez de Castro (presidente de la comisión redactora del Código de 1871): "nadie tiene derecho de hacerse justicia p o r su propia mano, n i
de vengar sus injurias con usurpación del poder publico .
Sin embargo, y aquí entra el peso de los valores en contraposición con la emergencia de las ideas, los redactores
del C ó d i g o de 1871 y de 1929 consideraron que no podían
recibir el mismo trato que los individuos que reñían " p o r
tuerza casi irresistible de la preocupación vulgar .
Por tanto, impusieron al h o m i c i d i o o lesiones cometidos
en duelo una pena menor que si hubieran sido cometidos en
riña o fuera de ella. Por ejemplo, en 1871, el h o m i c i d i o cometido en u n duelo p o r el desafiador merecía cinco años de
prisión y el cometido p o r el desafiado tres años y medio. Y
en 1929 se contempla la existencia de u n T r i b u n a l de H o n o r que, integrado p o r tres particulares, debía lograr la
conciliación entre los adversarios y ordenar las reparacio¬
nes que estimara justas.
53
C o n ello se permite la interven-
ción de particulares —sancionados p o r el Estado, pero n o
regulados p o r la l e y — en la resolución de los conflictos.
Retomando, la defensa legítima, la acción en el ejercicio
de u n derecho, el h o m i c i d i o cometido p o r los padres-esposos deshonrados, y el duelo, abren la puerta a la intervención
(exculpada, despenalizada o justificada) de los particulares
en el ámbito de la justicia, p o r tanto, tenemos una segunda
fractura al absolutismo jurídico, en este caso, en detriment o del m o n o p o l i o estatal. L o interesante es que estas cua51
C ó d i g o p e n a l de 1871, e x p o s i c i ó n de m o t i v o s .
5 2
C ó d i g o p e n a l de 1871, e x p o s i c i ó n de m o t i v o s .
5 3
C ó d i g o p e n a l de 1871 (arts. 597-598) y de 1929 (arts. 979-980 y 1065¬
1092).
LOS JUECES, E L H O N O R Y L A M U E R T E
1435
t r o figuras también revelan otras dos fracturas: la existencia
de u n pluralismo cultural e incluso n o r m a t i v o en detrimento de u n m o n i s m o jurídico que representa aspiraciones e
ideas universales y la posibilidad de múltiples aplicaciones
e interpretaciones de la ley en detrimento de u n único e
inequívoco significado.
E m p i e z o p o r el pluralismo cultural y n o r m a t i v o . Los
i n d i v i d u o s que actuaban en defensa del h o n o r argumentaban que tenían "derecho" a hacerlo, pues respondían aun
sistema de conducta y de valores que los obligaba a eso, es
decir, se amparaban en la existencia de u n código paralelo.
54
Y la existencia de este código fue, a la vez, admitido
p o r juristas y abogados. Para ilustrar esta idea resulta m u y
rico el texto de Juan Rodríguez de San M i g u e l : "se ha negado la entrada en ciertos empleos, carreras y honores
a los que habiendo sido desafiados n o han admitido el desafío".
55
O el alegato que pronunció A l f o n s o Lancaster
Jones en defensa del general Sostenes Rocha (padrino en el
duelo Verástegui-Romero), en 1895:
L a l e y e s c r i t a n o s d i c e : s i t e b a t e s e n d u e l o , a u n q u e sea c o n t o das las s o l e m n i d a d e s y r e q u i s i t o s q u e n o r m a l i z a n l o s e n c u e n t r o s m á s leales y m á s c a b a l l e r o s o s , t e p r i v o d e l a l i b e r t a d . L a
s o c i e d a d n o s dice; si n o t e bates c u a n d o e n m i c o n c e p t o debes
hacerlo, te p r i v o d e la h o n r a , te a r r o j o d e m i seno para per-
5 4
L a situación n o era p r i v a t i v a de M é x i c o y se presenta en otras nacio-
nes de E u r o p a y A m é r i c a , c o m o e j e m p l o el t r a b a j o de D a v i d Parker,
q u i e n m u e s t r a los choques y encuentros entre l a ley p o s i t i v a y las " L e yes caballerescas" en U r u g u a y , P A R K E R , " L a l e y " . Para A r g e n t i n a véase
GAYOL,
5 5
"Duelos".
J. E S C R I C H E , Diccionario,
p. 216.
1436
ELISA SPECKMAN
GUERRA
seguirte aún fuera de él, bajo el látigo de m i censura
niosa[...p
ignomi-
D
C o m o último ejemplo o t r o alegato, que en 1884 escribió
M a n u e l L o m b a r d o en defensa de Joaquín Morales, quien
había asesinado a su esposa y a su amante. Para L o m b a r d o
u n m a r i d o engañado podía someter el asunto a los t r i b u nales, pero n o era bien visto que u n h o m b r e externara el
secreto de su hogar y llevara a "plaza pública acciones que
merecen sepultarse en los dolores del alma"; podía dejar
que su mujer continuara con su relación y "verla asistir a
sitios públicos apoyada del brazo de su amante", l o cual lo
convertía en u n "desgraciado rufián que carece del valor
necesario para matar"; y podía optar p o r la única salida
que la sociedad consideraba como posible y digna, matar a
adultera y a su amante.
57
Resulta i m p o r t a n t e señalar que no se trata de u n código
i n f o r m a l , sino de normas y principios plasmados en textos, que enlistaban las acciones que ofendían al h o n o r y los
medios a los que debería recurrir u n h o m b r e para defenderlo.
58
D e ahí que, incluso, nos acerquemos a u n pluralis-
m o n o r m a t i v o . Por otra parte, nos acercamos también a u n
pluralismo en las instituciones de justicia, pues algunos
consideraron (entre ellos los redactores del código de 1929)
que la resolución de los conflictos de h o n o r se podría conL A N C A S T E R J O N E S , " D e f e n s a " , p . 59.
5 7
5 8
LOMBARDO,
Defensa.
E l m e j o r e j e m p l o para M é x i c o es el Código
duelo,
nacional
mexicano
del
redactado p o r A n t o n i o T o v a r y sancionado p o r p o l í t i c o s , m i l i t a -
res e intelectuales. T O V A R , Código
como G . A . ESTEVA,
Consejos.
nacional.
Pero p u e d e n verse o t r o s ,
LOS JUECES, E L H O N O R Y L A M U E R T E
1437
fiar a tribunales no estatales e integrados p o r particulares,
que como p r o p u s o A d a l b e r t o A . Esteva, provendrían "de
los mismos círculos sociales" que los duelistas y serían ca¬
e estimar el valor de su honra.
L o más interesante es que si este código alternativo se
asomaba en la ley, parecía adueñarse del espacio de la j u s t i cia. A p r i n c i p i o s de siglo D e m e t r i o Sodi (juez) y E n r i q u e
Barrios de los Ríos (defensor de oficio) sostuvieron que
los jueces n o solían castigar a los hombres honrados que
actuaban en derensa de su honra, y en este caso entran los
u
duelistas. E n 1874 El Foro
—que sin duda era el más i m -
portante periódico jurídico de la época— proclamó que
p o r vez p r i m e r a , y tras una oleada de duelos, los p a r t i c i pantes en el enfrentamiento A m a t o - M o l i n a serían p r o cesados. D e nada sirvió una confesión que A m a t o (el
sobreviviente) h i z o a la policía y que su abogado invalidó
argumentando que había sido p r o d u c t o del delirio, pues
también se recuperaba de la herida. D e nada sirvió que los
peritos rechazaran la versión de u n M o l i n a agonizante,
quien contó a la policía que se había herido accidentalmente c o n una pistola que llevaba en el bolsillo. E l jurado
popular consideró que no se había efectuado duelo alguno
y A m a t o y los padrinos f u e r o n absueltos.
61
Casi 25 años
más tarde, se presumía, de nuevo, que p o r p r i m e r a vez los
participantes en u n duelo serían procesados. Falta de memoria histórica, ignorancia o parte central del argumento
de los defensores, quienes sostuvieron cp.te, p o r falta de
5 9
60
6 1
A . E S T E V A , El
Trabajos,
duelo.
p . 1 5 4 y 2 4 0 . V é a s e t a m b i é n D . S O D I , Nuestra
N o t a p u b l i c a d a en El Foro,
111:61-68 (sep.
1874).
ley, p . 268.
s e c c i ó n de " J u r i s p r u d e n c i a c r i m i n a l " ,
1438
ELISA SPECKMAN GUERRA
aplicación, las leyes tocantes al duelo habían p e r d i d o v i gencia. Se trataba ahora de Francisco Romero y del duelo
que éste sostuvo con J o s é C . Verástegui. A pesar de que la
Cámara desaforó al duelista (quien era diputado), de que
los jurados v o t a r o n su culpabilidad y de que el juez l o
condenó, Romero pasó pocos meses en prisión, pues los
legisladores expidieron una ley de amnistía.
62
E n suma, los duelistas aplicaban justicia p o r su p r o p i a
mano y atentaban contra el m o n o p o l i o estatal, y legitimaban sus acciones con base en u n sistema alternativo de
normas. C o n esto muestra una segunda afrenta a la idea
de que la ley presenta ideas y valores comunes, y ahora no
se trata de una alteridad proveniente de clases populares,
sino de la propia élite.
Paso a una tercera r u p t u r a del modelo: las divergentes
aplicaciones e interpretaciones de la ley y concretamente,
los usos y abusos de los p r i n c i p i o s de legítima defensa y
del ejercicio legítimo de u n derecho. E m p i e z o p o r la legítima defensa y, dado que n o puedo extenderme, me l i m i t o a
la legítima defensa del honor. Las resoluciones judiciales
muestran diferentes posibilidades en la aplicación e interpretación de este p r i n c i p i o . Por ejemplo, se nota una diferencia en los sujetos que recibían autorización para actuar
en su defensa.
63
Resulta sumamente ilustrativo el caso de
" L a n o t i c i a del d u e l o y del proceso se p u b l i c ó en diarios c o m o El
rio del Hogar
y El Tiempo,
Dia-
agosto y septiembre de 1895. Para u n trabajo
sobre este d u e l o S P E C K M A N G U E R R A , " E l ú l t i m o d u e l o " , en prensa.
6 3
Q u e d a b a n descalificados los i n d i v i d u o s que eran considerados caren-
tes de h o n o r . P o r e j e m p l o , el m a r i d o de u n a p r o s t i t u t a que asesinó a
u n o de los amantes de su m u j e r . Revista
de legislación
y jurisprudencia,
I
(1889), p p . 380-383. O , en f o r m a general, los m i e m b r o s de los g r u p o s
LOS JUECES, E L H O N O R Y L A
1439
MUERTE
las mujeres, pues al parecer, en las primeras décadas los
juzgadores consideraron que carecían de h o n o r o que debían confiar a sus hombres el castigo de su deshonra. Para
ello hay varios ejemplos. E n 1873 dos mujeres, Gregoria
L o z a n o y Juana Villegas, se enfrentaron p o r el amor de u n
soldado. L a p r i m e r a —que era amasia del m i l i t a r — le dijo
a la segunda —que era su amante—: " s i eres mujer vamos
afuera para zanjar la cuestión". Salieron acompañadas de
u n grupo y se enfrentaron con cuchillos, una de ellas m u rió a consecuencia de las heridas. A pesar de que El
Foro
tituló la nota como " D u e l o entre mujeres" y que, en cierta
f o r m a , la desafiadora peleó en defensa de su hombre y de
su h o n r a y las reglas del enfrentamiento f u e r o n pactadas
con anterioridad y f u e r o n respetadas, la sobreviviente no
fue juzgada como responsable de lesiones ocurridas en duelo.
64
C o m o segundo ejemplo el caso de la C h i q u i t a M a n a
V i l l a (a) " L a C h i q u i t a " . E n 1897 fue procesada p o r matar a
otra prostituta y argumentó, en vano, que lo había hecho
en defensa de su honor, pues su compañera de oficio no
sólo le había arrebatado a dos amantes sino que se mofaba
de ello públicamente.
65
Tras la Revolución dos procesos
revelan el cambio. E n 1923 Sara del T o r o mató al hombre
p o p u l a r e s , c u y o s e n f r e n t a m i e n t o s eran considerados c o m o riñas. V é a n se L u i s G . de la Sierra, " E l d u e l o y la a u t o r i d a d p ú b l i c a " , en El
111:34, 47 y 48 (ago. 1874), y en Diario
de los Debates,
Foro,
la intervención de
F r a n c i s c o Bulnes d u r a n t e la discusión sobre el desafuero de Francisco
R o m e r o , 1894, p p . 170-178. Para u n t r a b a j o c o n t e m p o r á n e o véase P I C C A T O , City of Suspects,
p p . 88-99.
6 4
El Foro,
1:1 (6 j u l . 1873), p p . 1 1 0 - 1 1 1 .
6 5
Para el p r o c e s o de M a r í a V i l l a véanse El Imparcial
(mar. 1897). Para el
h o n o r f e m e n i n o y su incidencia en este caso B U F F I N G T O N y P I C C A T O ,
" T a l e s " , p p . 395-398.
1440
ELISA S P E C K M A N GUERRA
que la sedujo y que no le cumplió la promesa de m a t r i m o n i o cuando quedó embarazada. A r g u m e n t o , esta vez con
éxito, que l o había hecho "en defensa de su h o n o r ultraja¬
do .
E n f929 M a n a leresa Landa —la
benorita Méxi-
c o " que había representado al país en el certamen universal
celebrado en Estados U n i d o s — asesinó a su esposo cuando, p o r los encabezados de u n diario, se enteró que éste
había estado casado o, al menos (pues algunos sostenían que
ya lo sabía), cuando supo que el hecho era conocido p o r la
sociedad entera, ya que la legítima mujer había entablado
u n j u i c i o p o r bigamia. Argumentó, de nuevo con éxito,
1 1 ^
1
1
C
1
1
1
*
1
¿."7
que había actuado en defensa de su h o n o r u l t r a j a d o .
67
La divergencia en la aplicación o interpretación del
p r i n c i p i o de legítima defensa tiene que ver, también, con la
temporalidad, y resulta esencial para diferenciar prevención y castigo. Si el daño al h o n o r estaba consumado, la
acción entraba en el terreno de la venganza. Así lo consideraron los jueces o magistrados que v i e r o n los casos del
general Pedro Troncoso (en 1900) y de L e o p o l d o Villarreal
M a y a (en 1931). E l p r i m e r o golpeó a u n gendarme que, en
u n pasillo del teatro A r b e u y durante una discusión, le dijo
"sea usted caballero". E l general sostuvo que su condición
de caballero había sido cuestionada en público y que había
actuado en defensa de su honor, los jueces así l o considerar o n , pero los magistrados del T r i b u n a l Superior de Justicia
sostuvieron que para el m o m e n t o en que golpeó al policía
el acto o la ofensa al h o n o r estaba consumada, p o r lo que
La noticia fue publicada en El Universal (mar. 1923).
Siguieron el proceso diarios como El Universal y Excelsior, diciembre
de 1929. Para trabajos contemporáneos BARREDA SOLÓRZANO, " E l j u rado" y M A C Í A S G O N Z Á L E Z , " E l caso".
66
6 7
1441
LOS JUECES, E L H O N O R Y L A M U E R T E
no nabia actuado para impedirla o prevenirla.
0
XLI segundo
mató a u n boxeador que meses atrás vivía con su esposa,
p o r l o que el juez consideró que no se trataba de una defensa contra una inminente pérdida de la honra, sino de
una simple y llana venganza.
Sin embargo, los límites no siempre estuvieron tan claros. E n ocasiones se confundían gracias a la habilidad del
defensor. E n 1927, Federico Sodi logró convencer al j u rado que su defendido, A l b e r t o N a g o r e , había matado
para defender su h o n o r y no para vengarse del i n d i v i d u o
que, hacía t i e m p o , l o engañaba con su mujer. E n el i n t e r r o gatorio orilló a su cliente a contestar: "tenía que matarlo,
para remediar no las cosas del pasado, sino para que no se
repitieran en el f u t u r o " . Es decir, lo convenció de que había matado para evitar que siguieran siendo amantes, que
se mofaran de él, que el seductor de su esposa presumiera
su conquista, en pocas palabras, que lo había matado para
evitar que su h o n o r se siguiera mancillando y que su des¬
honra se hiciera p u b l i c a . E n otros casos n o fue necesaria
70
la capacidad del defensor, pues el peso del h o n o r bastó para que se admitiera una ley " n o exactamente aplicable al
caso", c o m o ocurrió en el ya expuesto caso de Joaquín
Morales, quien fue absuelto p o r el jurado p o p u l a r . O en
71
el de Donaciano Vélez, quien en 1894 fue procesado p o r
asesinar a. u n amigo de su mujer, pues supuso que era. su
6 8
E l caso fue p u b l i c a d o en la sección de J u r i s p r u d e n c i a de ha
Jurídica,
I V (1900), p p . 12-25.
^ MODESTO RAMÍREZ,
7 0
7
F. S O D I , El jurado
* LOMBARDO,
Importante
resuelve,
Defensa.
.
p p . 79-111.
Ciencia
1442
ELISA SPECKMAN GUERRA
amante, aun cuando n o los sorprendió al momento se sos¬
tener relaciones sexuales."
A h o r a bien, cuando la defensa legítima no aplicaba, los
defensores recurrían al ejercicio legítimo de u n derecho.
E n 1909 sostuvo D e m e t r i o Sodi: "de ninguna exculpante
se ha abusado tanto c o m o del ejercicio legítimo de u n derecho en las audiencias del j u r a d o " . Y es que, siendo más
73
amplia que la legítima defensa, efectivamente fue objeto de
múltiples usos y justificó diversas intromisiones de p a r t i culares. C o m o ejemplo, el caso de G u i l l e r m o Elso, procesado en 1880 p o r matar al h o m b r e que había deshonrado
a su hermana y absuelto porque el jurado consideró que
había obrado en el derecho legítimo de "velar p o r su hon¬
ra .
Mas interesante resulta el caso de M a n a del r i l a r
M o r e n o . E n 1924 fue procesada p o r asesinar a Francisco
Tejeda L l o r c a , quien dos meses antes había asesinado a su
padre p o r pugnas políticas. L a viuda y la huérfana en vano
solicitaron justicia, pues el homicida era diputado y tenía
fuero. C u a n d o ganó las elecciones como senador de Veracruz, la adolescente se convenció de que las autoridades
nada harían y, decidida a c u m p l i r el juramento de justicia
que había hecho ante el cadáver de su padre, mató a Tejeda L l o r c a y se entregó a la policía. Las muestras de s i m patía se m u l t i p l i c a r o n y desde todos los puntos del país
María del Pilar M o r e n o recibía cartas de apoyo, escritas
p o r grupos e i n d i v i d u o s de diferentes sectores de la sociedad. Las muestras de simpatía también se manifestaron al
interior del palacio de justicia y en las avenidas aledañas: el
7 2
A H T S J , exp. 196651.
73
D . SODI, El jurado
74
El Derecho,
en México,
p . 141.
I , 1890, p p . 318-334.
LOS JUECES, E L H O N O R Y L A M U E R T E
1443
salón parecía una ofrenda p o r la cantidad de arreglos florales que le entregaban y las calles se detenían a causa del n u t r i d o grupo que buscaba saludarla y abrazarla. Y también
se hicieron patentes en u n c o r r i d o , que se escribió y se
cantó en su h o n o r :
La justicia de los hombres
a Llorca no persiguió
quedando impune su crimen
por el fuero que adquirió
Pero María del Pilar,
hija del extinto muerto
juró vengar a su padre
y ante el mundo dar ejemplo
Por su argumento esta historia
ha causado gran furor
y toda la Nación admira
de esta niña su valor.
75
Su abogado sostuvo que había actuado en defensa de
su derecho legítimo a obtener justicia p o r la muerte de su
padre. Así l o consideraron los miembros del jurado, p o r lo
que la virgen justiciera fue puesta e libertad.
LA
MUERTE
Si la justicia estatal hubiera castigado a Francisco Tejeda
L l o r c a le hubiera impuesto una pena menor, pues Jesús
7 5
" L a niña v e n g a d o r a " , en A V I T I A H E R N Á N D E Z , Corrido,
7 6
N o t i c i a s de los c r í m e n e s y del p r o c e s o p u e d e n verse en diarios c o m o
El Heraldo
de México
y en El Universal
p p . 186-188.
(abr. y m a y o 1924).
1444
ELISA S P E C K M A N GUERRA
M o r e n o inició la riña y sacó el arma homicida. Sin embargo, la huérfana l o castigó con la muerte. Y ello se repite en
diversos casos, de hecho, los particulares que administraban justicia p o r su propia mano generalmente buscaban la
muerte de la víctima.
Entonces, se presenta una diferencia entre los castigos que
podía aplicar el Estado y el castigo que, en la práctica, solían
aplicar los particulares. E l catálogo de penas al alcance de los
jueces estatales era restringido y, dentro de éste, la pena capital estaba sumamente limitada. Las constituciones de 1857 y
1917, así como el Código Penal de 1871, la reservaron a los
varones (las mujeres n o podían ser ejecutadas) y a cinco delitos (traición a la patria en guerra extranjera, salteador de
caminos, comisión de incendios, piratería, parricidio u h o m i c i d i o calificado). Además, la condicionaron a la adopción
y puesta en practica del sistema p e n i t e n c i a r i o / '
L a prisión se había convertido en la pena p o r excelencia,
pues la escuela liberal había asumido la posibilidad de enmienda: si el crimen surge de la v o l u n t a d , con la voluntad
el c r i m e n cesa. U n delincuente podía cambiar y nada mej o r para ello que la prisión, que l o educaba y l o capacitaba
en el trabajo. Esta idea marcó el r u m b o de la ley a pesar de
la emergencia y difusión de las premisas de la escuela positivista y del determinismo biológico, que suponían que
si el c r i m i n a l actuaba p o r factores determinantes no dejaría
de d e l i n q u i r a menos que esos factores se e l i m i n a r a n y,
para los delincuentes más peligrosos recomendaba la c i r u gía (intervención de u n médico cirujano para corregir
7 7
C o n s t i t u c i ó n de 1857 (art. 23) y de 1917 (art. 22) y C ó d i g o penal de
1871 (arts. 560-566).
LOS JUECES, E L H O N O R Y L A M U E R T E
1445
la malformación que originaba la tendencia criminal) o la
cirugía social
(el destierro o la pena de m u e r t e ) /
0
Además, en la práctica la pena de muerte estaba aún más
restringida que en la ley. Si bien subsistió a la fundación de
la prisión de L e c u m b e r r i en 1900, P o r f i r i o Díaz solía conceder el i n d u l t o a buena parte de los condenados y, con
eso, al igual que el monarca de antiguo régimen, hacía gala
tanto de su poder como de su paternalismo y benevolencia.
79
Son contados y generalmente célebres los casos de
delincuentes fusilados en el jardín de Belén, en las p o s t r i merías del p o r f i r i a t o A r n u l f o Villegas, M o r a y Morales, y
Jesús Negrete " E l Tigre de Santa Julia".
Sin bien durante el m o v i m i e n t o revolucionario diversas
facciones legalizaron la ejecución de delincuentes del o r den común (bandidos, salteadores de caminos o plagiarios), tras la Revolución se volvió a privilegiar la pena de
prisión.
80
Tan fue así, que en 1929, se eliminó del catálogo
de penas contemplado p o r el Código Penal, con lo que se
redujo la capacidad legal de represión y de castigo p o r parte del Estado mexicano.
7 8
Para l o p r i m e r o , ver las notas en t o r n o a las operaciones realizadas
p o r m é d i c o s estadounidenses y publicadas en Gaceta
de Policía,
año I ,
1:24 (8 abr. 1906), p . 4; año 1,1:32 (17 j u n . 1906), p . S; año I I , 11:49 (21 oct.
1906), p . 12, y en Boletín
de Policía,
I.T1 (14 n o v . 1909), p . 5. Para l o se-
g u n d o URUETA, " C i r u g í a s o c i a l " .
7 9
Para el p e r d ó n y el i n d u l t o en a n t i g u o régimen véase HESPANHA, La
gracia,
8 0
p p . 229-233.
P o r e j e m p l o , " M a n i f i e s t o del E j é r c i t o l i b e r t a d o r d e l c e n t r o y sur de la
R e p ú b l i c a , 25 de n o v i e m b r e de 1914", o " D e c r e t o de V e n u s t i a n o
Ca-
rranza, 9 de o c t u b r e de 1916". Para trabajos actuales sobre las ideas carcelarias
en
Criminales,
la
época
BARRÓN
CRUZ,
Una
\?>2-\G1, y P A D I L L A A R R O Y O , De
mirada;
Belem.
BuEFINGTON,
ELISA. SPECK.MA.1NI G U E R R A
1446
Sin embargo, c o m o hemos visto, la ley exculpaba a los
particulares que mataban en defensa legítima y en el ejercicio legítimo de u n derecho y, para ciertos casos y etapas, a
los que lo hacían en defensa de su honor. Y más lejos llegaba la justicia. C o n el afán de terminar con la i m p u n i d a d
hacia los duelistas argumentó Francisco Bulnes ante la C á mara de D i p u t a d o s :
Y o n o p u e d o c o m p r e n d e r c ó m o en una Cámara democrática,
representativa, p o p u l a r , que ha protestado solemnemente
de-
f e n d e r l o s d e r e c h o s d e l h o m b r e — y el p r i m e r o d e t o d o s es e l
d e r e c h o a la v i d a — h a y q u i e n p r o p o n g a q u e e n e l t e r r i t o r i o
d e la R e p ú b l i c a , a l g u i e n q u e n o s o n e l v e r d u g o , n i e l p e l o t ó n
de soldados, p u e d a i m p u n e m e n t e m a t a r .
81
Se refería al m o n o p o l i o estatal del castigo, pero también
a su m o n o p o l i o para aplicar la pena capital, pues como
dije, los particulares que administraban justicia p o r su p r o pia mano solían aplicar u n castigo que, incluso al Estado,
le estaba restringido.
Cabe señalar que l o m i s m o hacían los individuos que al
aplicar justicia p o r su p r o p i a mano estaban autorizados o
justificados p o r la ley, que los que l o hacían completamente fuera de la ley.
Paso a o t r o p u n t o : el estudio de las intervenciones no
legalizadas. U n a experiencia me resulta sumamente sugerente: la utilización extralegal de recursos legales e incluso
de la fuerza pública para castigar agravios a la c o m u n i d a d .
E n este caso entrarían los jurados que —representando únicamente a los m i e m b r o s del t r i b u n a l o representando a su
81
E n Diario
de los debates,
1894, p . 174.
LOS JUECES, E L L í O N O R Y L A !MUERTE
1447
c o m u n i d a d — castigaban acciones que consideraban como
delictivas o incluso como amorales, pero que no eran las
que se estaban juzgando en ese m o m e n t o , es decir, l o hacían al condenar o absolver a otros procesados. Por ejemp l o , en el juicio de María Teresa Landa, sostuvo el fiscal:
"está p o r decidirse no la suerte de una mujer, sino la m o r a l
de todas las mujeres .
r o r tanto, pedia a los jurados que,
al castigar a la procesada, castigaran a todas las mujeres
que transgredían las normas de conducta y los principios
morales que consideraban correctos y que, p o r supuesto,
n o estaban en el banquillo de los acusados. Más claro resulta u n segundo ejemplo. U n i n d i v i d u o procesado p o r
h o m i c i d i o fue absuelto p o r el jurado popular y su defensor,
sumamente satisfecho, le preguntó a u n jurado popular si
su alegato había pesado en la determinación del tribunal.
E l t r i b u n o le contestó:
U s t e d e s t u v o b i e n , p e r o n o l o a b s o l v i m o s p o r eso; le d i m o s s u
l i b e r t a d al r e o p o r q u e e l m u e r t o e r a m u y p e n d e n c i e r o , s i e m p r e andaba c o n c u c h i l l o , a t o d o s q u e r í a matar, los tenía " a c o c h i n a d o s " ; e n esta o c a s i ó n , le t o c ó l a d e p e r d e r , e l a c u s a d o f u e
m á s l i s t o , n o se d e j ó m a t a r ; e n f i n , s e ñ o r , le d i m o s s u l i b e r t a d ,
p o r q u e ese es e l s e n t i r d e l p u e b l o d e X o c h i m i l c o .
8 2
8 3
" E l fiscal injurió a las mujeres que usan trajes de b a ñ o , a los periódicos
i n f o r m a t i v o s y a los testigos que declaran t o d a la v e r d a d " , en
Excelsior
(l- dic. 1929), Segunda Sección, p p . 1 , 8 y 9. Esta p o s t u r a se repite en m ú l tiples procesos c o n t r a mujeres. Para la m i s m a época (1923) el de N y d i a
C a m a r g o p o r el h o m i c i d i o de su esposo. Tan lúe así, que se recogió en el
i m a g i n a r i o o la ficción, c o m o e j e m p l o el j u i c i o c o n t r a Remedios Vena (a)
" L a R u m b a en la novela de Á n g e l de C a m p o . C A M P O , La Rumba,
8 3
p . 328.
A r m a n d o Z . O s t o s , " E l J u r a d o P o p u l a r . L a v e r d a d d e s n u d a " , en El
Universal
(20 oct. 1931), p . 38.
E L I S A SPECK-MAN G U E R R A
1448
Es decir, absolvieron a u n i n d i v i d u o porque, finalmente,
estaban castigando a su víctima.
E n otros casos la c o m u n i d a d actuaba sin pasar siquiera
p o r las instituciones estatales y, dentro de estas experiencías, n o puedo dejar de mencionar el linchamiento. ^ r a r a
la ciudad de México se registran m u y pocos casos, aunque la prensa capitalina los registraba para Estados U n i 1
1
1
1
1
*
1
*
^
1
^
dos, donde eran comunes los linchamientos de negros.
3
V o l v i e n d o al caso mexicano, tengo noticia de u n episodio
o c u r r i d o en 1915, cuando una m u l t i t u d apedreó a los i n dividuos que pretendían saquear el t e m p l o de Santa BrígiQC
1
da.
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1
O del i n t e n t o , hacia 1892, de linchar a Guadalupe
Bejarano — q u i e n torturó a una huérfana hasta matarla—
aun cuando la " m u j e r v e r d u g o " ya estaba en poder de las
*
1
1
0~7
autoridades.
7
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•
1
1
a
Por u l t i m o , aunque n o se trata de u n l i n -
chamiento propiamente dicho, en 1902 se registra el apedreamiento de conductores de ferrocarriles en protesta
p o r el atropellamiento de u n anciano y la indiferencia de
8 4
E l l i n c h a m i e n t o puede ser d e f i n i d o c o m o u n a a c c i ó n colectiva, ejecu-
tada p o r i n d i v i d u o s que n o cuentan c o n autorización legal y que, p o r
t a n t o , c o m e t e n u n acto ilegal, que reaccionan de f o r m a i n m e d i a t a a una
ofensa y se d i r i g e n al agresor, y que siempre i m p l i c a u n severo castigo
físico o la m u e r t e de la víctima. T o m a d a de la definición que aporta V l LAS, " ( I n ) j u s t i c i a " , p p . 140-141.
8 5
P o r e j e m p l o , la n o t i c i a del n ú m e r o de l i n c h a m i e n t o s (2 174) registra-
dos entre 1895-1898. El Imparcial
(30 ene. 1898). O b i e n , u n a n o t a que
se p r e g u n t a b a si, ante el creciente a u m e n t o de p o b l a c i ó n negra y u n
a u m e n t o de su i n f l u e n c i a en la política, la e c o n o m í a y la sociedad, en u n
f u t u r o los negros lincharían a los blancos. El Imparcial
8 6
V é a s e i m a g e n del A r c h i v o Casasola en La
87
El linchamiento
gas A r r o y o , 1892.
de la Bejarano,
(2 nov. 1906).
procuración.
M é x i c o , I m p r e n t a de A n t o n i o Vane-
1449
LOS JUECES, E L H O N O R Y L A M U E R T E
las autoridades y de la empresa ante la frecuencia de los
accidentes.
88
Los tres casos anteriores podrían explicarse con las conclusiones de autores que han trabajado el linchamiento en
el México contemporáneo: los actores que participan p o nen de manifiesto la desconfianza hacia jueces y policías
y / o actúan de acuerdo a tradiciones propias o a una c u l t u ra diferente a la que adoptan las instituciones públicas, p o r
lo que el linchamiento atestigua la coexistencia de diferentes órdenes normativos dentro de u n m i s m o espacio.
89
Por
tanto, n o sólo dan cuenta de otra f o r m a de intervención de
particulares en el plano de la justicia, sino de una i n t r o m i sión que - a l igual que la de los d u e l i s t a s - refleja la existencia de u n pluralismo cultural. Y también - a l igual que
en el caso de los d u e l i s t a s - refleja la desconfianza hacia
u n Estado que podría castigar o dejar de castigar con una
visión ajena o con una diversa prelación del delito y una di¬
versa, medida de la pena.
E n suma, estamos de nueva cuenta, ante dos de las fracturas del absolutismo jurídico: la aplicación de justicia p o r
parte de actores individuales o colectivos en detrimento
del m o n o p o l i o estatal de la justicia y la emergencia del
pluralismo en prácticas alternativas (autorizadas p o r la ley
o extralegales) en detrimento de u n m o n i s m o judicial que
respondería a u n supuesto e inexistente m o n i s m o cultural.
8 8
N o t a p u b l i c a d a p o r El Mundo
8 9
V é a s e el t r a b a j o del C e n t r o de Derechos H u m a n o s M i g u e l Agustín
P r o J u á r e z , Justicia
por propia
(19 j u n . 1902).
mano;
los ensayos que i n t e g r a n el v o l u -
m e n e d i t a d o p o r la C o m i s i ó n N a c i o n a l de D e r e c h o s H u m a n o s ; ISLAS,
" L a j u s t i c i a " ; MARTÍNEZ B U L L E G O Y R I , " S e g u r i d a d " , M O N S I V A I S , "Jus¬
t i a a " y VlLAS, " ( I n ) j u s t i c i a " .
1450
ELISA SPECKMAN GUERRA
CONSIDERACIONES FINALES
Las premisas del absolutismo jurídico empezaron a d i f u n dirse en la N u e v a España a finales del siglo
XVIII
y en M é -
xico a p r i n c i p i o s del X I X , pero la ley sólo las recogió de
f o r m a integral hacia el último cuarto del siglo. N o obstante, el análisis de las leyes expedidas entre 1871-1931, revela
ires y venires, particularidades derivadas del contexto y
la cultura mexicanas, incongruencias y fracturas. Por t a n t o , más que hablar de la adopción de modelos o esquemas
extranjeros debemos hablar de adaptación. Por otra parte,
debemos admitir que, j u n t o a las ideas liberales y propias del
derecho m o d e r n o , subsisten en la ley ideas y valores t r a d i cionales. Por ejemplo, en el Código de 1871, en n o m b r e
del h o n o r se p e r m i t e n intervenciones de los particulares en
el ámbito de la justicia y del castigo, aun cuando atenten
contra el m o n o p o l i o estatal sobre la justicia y el castigo.
Esto c o n f i r m a que las ideas m u t a n más rápido que los
valores.
L o mismo se nota en el código de 1929. E l h o n o r n o desaparece de la ley, p o r el contrario, en algunos puntos gana
terreno. Pero para esta época, la lucha se manifiesta, t a m bién, en el campo de las ideas. L a reducción del arbitrio
(visto como condición para lograr el respeto a la ley y la
igualdad jurídica) se ve sustituido p o r u n m a y o r margen
de decisión (visto c o m o condición para aplicar condenas y
penas diferenciadas en razón de la personalidad y la p e l i grosidad del criminal). Por tanto, se f i l t r a n en la legislación
ideas propias de la escuela positivista y que no habían sido
consideradas p o r la ley durante el p o r f i r i a t o , p o r lo que no
puede hablarse de premisas liberales violadas bajo el go-
LOS JUECES, EL H O N O R Y L A
MUERTE
1451
bierno de P o r f i r i o Díaz y rescatadas al t r i u n f o de la Revolución. Pero sí puede constatarse la mutación de ideas y la
permanencia de los valores, y hablarse de u n código que
refleja la lucha entre dos escuelas teóricas, que los redactores de 1931 l o g r a r o n conjugar en u n m i s m o cuerpo.
Pasemos a la práctica judicial, en la que se observa una
situación similar. Los principios del absolutismo jurídico
están presentes a partir de 1871, pero hasta 1931 n o se l o gra la estatización de la justicia, con la consiguiente expulsión de los particulares de la práctica judicial, n i tampoco el
apego al modelo que apuesta p o r el formalismo o el lega¬
lismo jurídico. Y no se trata, de nuevo, de una violación
sistemática de la legislación que pueda atribuirse a la etapa
porfiriana y que se haya resuelto con el advenimiento de la
Revolución. N o necesariamente es u n problema de cambio
político. Tampoco necesariamente
es u n problema de
tiempo, es decir, si bien podemos pensar que con los años
los jueces profesionales y los particulares asumieron o interiorizaron las nuevas reglas de juego, no podemos hablar de
u n proceso consumado.
Los jurados f u e r o n suprimidos y los particulares aband o n a r o n algunas formas de intromisión (el duelo), pero
con la proliferación del c r i m e n y la creciente desconfianza
hacia las autoridades, que se perciben como ineficaces y
corruptas, han surgido nuevas formas de participación en
la defensa o en la prevención del crimen. Por otra parte los
jueces profesionales p u d i e r o n mentalizar su nueva misión
y f u e r o n educados en el respeto a la ley. Pero tampoco se
trata de u n problema de actitud, n i siquiera de proporción.
V o y a explicarlo. E n este artículo recurrí a fuentes que p r i vilegian la divergencia de opiniones o que, incluso, explotan
1452
ELISA SPECKMAN GUERRA
el error judicial (como la jurisprudencia, que generalmente
se construye sobre casos dudosos o que se prestan a debate, o los casos célebres, que en ocasiones no son célebres
p o r el criminal, sino p o r el veredicto), además, para ejemplificar elegí "casos difíciles" e hice menor referencia a los
"casos fáciles", que son mayoría dentro de los archivos j u diciales, y que otorgan menor resquicio para encontrar
distancias respecto a la ley o posibilidades alternativas en
la resolución. Sin embargo, subsiste u n problema que va
más allá de los porcentajes e incluso de la disposición de
los jueces, y que es inherente a la n o r m a y a su aplicación,
o bien, l o es a la i m p o s i b i l i d a d de aplicar u n modelo que
parte de dos premisas: u n m o n i s m o jurídico que supuestamente representa aspiraciones universales y una ley que
ofrece la única solución correcta a cada caso y cuyo significado es claro e inequívoco.
U n sistema n o r m a t i v o difícilmente puede dar cabida a
diferencias individuales, grupales, regionales y culturales,
p o r eso, si bien el m o n i s m o jurídico se justifica en aras de
la igualdad, no podemos ignorar que el pluralismo cultural
puede emerger en las prácticas judiciales, ya sea en la j u s t i cia estatal (a través del arbitrio legal o de los resquicios
legales, de las distancias entre ley y n o r m a , de los errores
judiciales o de la arbitrariedad del juez), ya sea en las j u s t i cias alternativas, sancionadas o n o sancionadas p o r el Estado. Por otra parte, u n sistema n o r m a t i v o difícilmente
puede presentar una única y clara n o r m a para cada u n o de
los casos que se presentan a los jueces, p o r tanto, debemos
admitir que la práctica judicial involucra cierta dosis de
elección e interpretación.
LOS JUECES, E L H O N O R Y L A M U E R T E
1453
SIGLAS Y REFERENCIAS
AHTSJ
A r c h i v o H i s t ó r i c o d e l T r i b u n a l Superior de Justicia,
M é x i c o , D . F.
C Ó D I G O S Y LEYES S E C U N D A R I A S
C ó d i g o penal para el D i s t r i t o Federal y t e r r i t o r i o de la Baja C a l i f o r n i a
s o b r e delitos del f u e r o c o m ú n , y para t o d a la R e p ú b l i c a sobre delitos
c o n t r a la federación, e x p e d i d o en d i c i e m b r e de 1871, en v i g o r en
a b r i l de 1872.
C ó d i g o penal para el D i s t r i t o y t e r r i t o r i o s federales, expedido en sept i e m b r e de 1929, en v i g o r en d i c i e m b r e de 1929.
C ó d i g o penal para el D i s t r i t o y t e r r i t o r i o s federales en materia de f u e r o
c o m ú n , y para t o d a la R e p ú b l i c a en m a t e r i a del f u e r o federal, e x p e d i d o en agosto de 1931, en v i g o r en septiembre de 1931.
C ó d i g o de p r o c e d i m i e n t o s penales para el D i s t r i t o y T e r r i t o r i o s Federales, e x p e d i d o en septiembre de 1880.
C ó d i g o de p r o c e d i m i e n t o s penales p a r a el D i s t r i t o y T e r r i t o r i o s Federales, e x p e d i d o en j u l i o de 1894, en v i g o r en septiembre de 1894.
C ó d i g o de organización, de c o m p e t e n c i a y de p r o c e d i m i e n t o s en m a t e r i a p e n a l , para el D i s t r i t o Federal y t e r r i t o r i o s , e x p e d i d o en o c t u b r e
de 1929, en v i g o r en d i c i e m b r e de 1929.
C o n s t i t u c i ó n federal de los Estados U n i d o s M e x i c a n o s , p r o m u l g a d a en
f e b r e r o de 1857.
C o n s t i t u c i ó n política de los Estados U n i d o s M e x i c a n o s , p r o m u l g a d a en
f e b r e r o de 1917.
L e y de j u r a d o s en materia c r i m i n a l para el D i s t r i t o Federal, 15 de j u n i o
de 1869.
L e y de j u r a d o s en materia c r i m i n a l p a r a el D i s t r i t o Federal y T e r r i t o r i o
de la Baja C a l i f o r n i a , 24 de j u n i o de 1891.
L e y de o r g a n i z a c i ó n de t r i b u n a l e s d e l D i s t r i t o Federal y t e r r i t o r i o de la
Baja C a l i f o r n i a , 15 de septiembre de 1880.
1454
ELISA SPECKMAN GUERRA
L e y de o r g a n i z a c i ó n j u d i c i a l para el D i s t r i t o Federal y t e r r i t o r i o s federales, 9 de s e p t i e m b r e de 1903.
L e y orgánica de los t r i b u n a l e s d e l f u e r o c o m ú n en el D i s t r i t o y t e r r i t o rios de la F e d e r a c i ó n , 9 de septiembre de 1 9 1 9 .
L e y orgánica de los t r i b u n a l e s d e l f u e r o c o m ú n en el D i s t r i t o y t e r r i t o rios federales, 2 9 de d i c i e m b r e de 1 9 2 2 .
L e y orgánica de los t r i b u n a l e s d e l f u e r o c o m ú n en el D i s t r i t o y t e r r i t o rios federales, 3 1 de d i c i e m b r e de 1 9 2 8 .
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Voy a cantarles
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