LOS JUECES, EL HONOR Y LA MUERTE. U N ANÁLISIS DE LA JUSTICIA (CIUDAD DE MÉXICO, 1871-1931) Elisa Speckman Guerra Universidad L Nacional Autónoma de México os jueces son el i n s t r u m e n t o que pronuncia las palabras de la ley. L a célebre imagen de Monstesquieu 1 ilustra el papel que el Estado liberal concede a los juzgadores o, en términos más precisos, la misión que les otorga el positivismo o el legalismo jurídico (como lo denominan Hespanha y diversos autores), la etapa del imperio de la ley (en alusión a la obra de D w o r k i n ) , la estatización del derecho (como lo prefiere García Pelayo) o el absolutismo jurídico (como lo ha denominado Grossi y Arenal Fenochio l o ha aplicado al caso mexicano). E x p l i c a r l o anterior requiere una serie de explicaciones. Empezaré p o r la importancia de la ley y p o r la i m p o r t a n cia de la sumisión a la ley en el modelo de Estado que surge a raíz de las revoluciones liberales europeas y de las independencias americanas y, p o r tanto, el que se adoptó en México - d e f o r m a más o menos completa o más o menos p a r c i a l - tras el t r i u n f o de la independencia. 1 M O N T E S Q U I E U , El espíritu, HMex, LV: 4 , 2 0 0 6 p. 156. 1411 1412 ELISA SPECKMAN GUERRA El liberal es u n Estado de derecho, t i p o ideal en que los gobernantes actúan conforme a la ley y se legitiman con la ley y su respeto. Y es u n Estado de derecho que se presenta a sí m i s m o c o m o emanado de u n contrato social en que los asociados protegen intereses o bienes, que se consideran c o m o esenciales al h o m b r e y su naturaleza, y que quedan plasmados en la legislación. D e ahí la fuerza de la ley. Aún más, según la doctrina liberal, los asociados prestan su soberanía, pero n o la pierden, pues rigen su destino a través de la legislación. Por tanto, desde la óptica del c o n tractualismo, u n Estado que gobierna c o n la ley n o hace más que obedecer la v o l u n t a d del p u e b l o . Entonces, las 2 premisas del Estado liberal dan lugar al i m p e r i o de la ley, dan f o r m a al f o r m a l i s m o o al p o s i t i v i s m o jurídico, y exigen la estatización del derecho o el absolutismo jurídico (como l o llamaré en las siguientes páginas). D a d o que el Poder Legislativo se convierte en titular de la soberanía popular, únicamente se considera como ley la n o r m a que procede de este cuerpo, y a ella n o puede o p o nerse ningún o t r o poder y ningún o t r o derecho. E n consecuencia, los particulares pierden su capacidad de elaborar derecho y la realidad jurídica comienza y termina en el ámbito legal. E l l o contrasta con la situación prevaleciente 3 2 D e n t r o de las n u m e r o s o s obras que se o c u p a n d e l E s t a d o l i b e r a l , m e n - c i o n a r é algunas que rastrean su d e s a r r o l l o h i s t ó r i c o y p r i v i l e g i a n el p a pel de la l e y y la j u s t i c i a : C O S T A , " D e r e c h o s " y Lo Stato; " O r d e n " ; F I O R A V A N T I ( e d . ) , El Estado; m o c r a c i a " ; G R O S S I , Derecho; GARRIGA, G A R C Í A D E E N T E R R Í A , " L a de- H E S P A N H A , Cultura jurídica y Vísperas, y M A N N O R I y S O R D I , "Justicia". 3 A R E N A L F E N O C H I O , " E l d i s c u r s o " , p p . 303-304; C A B O M A R T Í N , el concepto de ley, p p . 18-20; G A R R I G A , " O r d e n " , p . 18; G R O S S I , cho, p . 65 y Mitología, p . 44; H E S P A N H A , Cultura jurídica, Sobre Dere- p . 197 y La L O S J U E C E S, E L H O N O R Y L A MXJER.TE 1413 en la E u r o p a feudal o corporativista, así como en la N u e v a España. E n el antiguo régimen el poder político n o pretendía regular todos los ámbitos de la sociedad y daba espacio a u n derecho emanado de los particulares: a diferentes sociedades, realidades y problemas correspondían diversas soluciones (derecho canónico, común t e m p o r a l , derechos propios), que funcionaban en sus p r o p i o s ámbitos, sin que existiera una jerarquía u orden de preiacion. rodemos hablar de u n pluralismo n o r m a t i v o , definido como la coexistencia de conjuntos diferentes de normas, con l e g i t i m i dades y contenidos diversos, en u n m i s m o espacio social. 5 E l Estado liberal terminó con el pluralismo y, con el f i n de garantizar la igualdad de los asociados, optó p o r la u n i f o r m i d a d jurídica: todos los habitantes de una nación deben regirse p o r la misma y única ley, promulgada p o r el Poder Legislativo. E n este contexto, a los particulares sólo les queda esperar que los legisladores —sus representantes— efectivamente representen sus ideas o su concepción de la justicia. Según el modelo asi es, pues la ley se presenta c o m o emanada del consenso, c o m o concreción de la v o l u n t a d general o como manifestación de aspiraciones universales. N o obstante, más allá de las bondades o de¬ 7 gracia, p . 2 3 6 ; O L L E R O , Interpretación, cho dúctil, 4 p . 3 4 , y Z A G R E B E L S K Y , El p. 24. A R E N A L F E N O C H I O , " E l d i s c u r s o " , p p . 3 0 4 - 3 0 5 ; G R O S S I , Derecho, 2 3 - 2 9 y 4 5 y Mitología, p . 2 4 ; H E S P A N H A , Cultura jurídica, ^ H E S P A N H A , Cultura ^ G R O S S I , Mitología, jurídica, ley. p . 96. p. 22. G A R C Í A D E E N T E R R Í A , " L a democracia", p p . 2 7 - 3 1 ; H E S P A N H A , tura jurídica, pp. p . 96; SAA¬ V E D R A L Ó P E Z , " J u r i s d i c c i ó n " , p . 2 2 4 ; y T A U A N Z O Á T E G U I , La 7 dere- Cul- p p . 3 1 , 1 6 9 y 197; M A N N O R I y S O R D I , "Justicia", p . 65; O L L E R O , Interpretación, p . 3 4 ; y S B R I C C O L I , "Justicia c r i m i n a l " , p . 1 8 1 . 1414 ELISA SPECKMAN GUERRA fectos de la igualdad jurídica e independientemente de la capacidad de representación de los legisladores o de la representatividad de la ley, queda claro que el monismo jurídico impide una visión pluriordenamental y, en consecuencia, p l u r i c u l t u r a l de la sociedad. 8 En suma, derecho pasa a ser u n término singular y se c o n vierte en sinónimo de la ley; éste es el primer ingrediente, pero no el único, del absolutismo jurídico. E n nombre del respeto a la v o l u n t a d de los asociados, y en n o m b r e de una igualdad ante la ley que debía reflejarse en una igualdad ante la justicia, el Estado se p r o p u s o también u n i f o r m a r la práctica judicial. Es decir, ante la i m p o s i b i l i d a d de contar con u n único juez, los sometió a u n único criterio. Y ello exigía u n cambio en el papel que hasta entonces habían c u m p l i d o los jueces y u n drástico recorte en sus atribuciones, pues si en el antiguo régimen escogían el derecho aplicable entre distintas fuentes y leyes, las interpretaban, organizaban, adecuaban a los usos y costumbres y las ajustaban a las circunstancias del delito y del delincuente, ahora se requería de técnicos o profesionales al servicio de una única ley. Por 9 otra parte, en el antiguo régimen los individuos podían re- 8 G R O S S I , Derecho, 9 Para jueces y j u s t i c i a e n a n t i g u o régimen A R E N A L F E N O C H I O , " E l d i s - p. 65. c u r s o " , p . 3 0 6 ; B R A V O L I R A , " A r b i t r i o " , p . 9; G A U V A R D , " L e j u g e m e n t " ; H E S P A N H A , La gracia, pp. 226 y 234, y SBRICCOLI, "Justicia c r i m i n a l " , p . 165. Para jueces y justicia en el derecho m o d e r n o A R E N A L F E N O C H I O , " E l discurso", p . 306; B R A V O L I R A , " A r b i t r i o " , p p . 14-15; C L A V E R O , LOS derechos, p p . 84-88; D Í E Z - P I C A Z O , " I l modello"; p p . 28¬ 34; E Z Q U I A G A G A N U Z A S , " F u n c i ó n " , p . 4 0 ; G A R C Í A D E E N T E R R Í A , " L a democracia", p p . 38-39; Cultura jurídica, G O N Z Á L E Z , El derecho, p . 124; H E S P A N H A , p . 3 1 ; I G L E S I A S V I L A , El problema, p. 22; M A N N O R I y S O R D I , " J u s t i c i a " , p . 6 6 ; P R I E T O S A N C H Í S , Ideología, pp. 19-31; SAAVE- LOS JUECES, E L H O N O R Y L A M U E R T E 1415 solver sus conflictos y aun cuando recurrían a los tribunales eran consultados p o r los jueces, quienes tomaban en cuenta la voluntad de las partes. 10 L a estatización del derecho viene acompañada p o r la estatización de la justicia, es decir, la justicia oficial se convierte en la única instancia para la resolución de conflictos y los únicos que pueden aplicar la ley son los juzgadores sancionados p o r el Estado. Entonces, el Estado no sólo o b t u v o el m o n o p o l i o sobre la creación de la ley, sino también sobre su aplicación, y la ley no sólo se convierte en sinónimo de derecho, sino en equivalente de la justicia; éste es el segundo ingrediente del absolutismo, pero tampoco el último. Para que los jueces p r o f e sionales se convirtieran en simples aplicadores de la ley era necesario contar con una legislación clara y que no necesitara de interpretación. Y de una legislación omnicomprehensiva que contemplara todas las situaciones que se le pudieran presentar al juez, así como los pormenores de la actividad judicial. 11 E l Estado se avocó, entonces, a normar los múl- tiples aspectos de la vida social. P o r tanto, el absolutismo jurídico exige y se consuma con la promulgación de los c ó digos, que regulan las diferentes ramas del derecho. E n este trabajo me p r o p o n g o estudiar la adopción de este modelo en la legislación mexicana, así como su aplicación en la justicia. U b i c o m i estudio en el periodo de 1871¬ 1931, que abarca de la promulgación del primer al tercer D R A L Ó P E Z , " J u r i s d i c c i ó n " , p . 2 2 4 ; S B R I C C O L I , "Justicia c r i m i n a l " , p . 1 8 1 ; S O R I A N O , Sociología, p . 1 1 7 ; T A R E L L O , Cultura y Z A G R E B E L S K Y , El derecho 1 0 dúctil, jurídica, pp. 63-82, p. 33. G A U V A R D , " L e j u g e m e n t " ; y H E S P A N H A , Vísperas, p. 367. ^ A R E N A L F E N O C H I O , " E l discurso", p . 308 y B U L Y G I N , " L O S jueces", pp. 22-23. 1416 E L I S A SPECK.rViA.iSf GUERR.A código penal del D i s t r i t o Federal. Por tanto, incluyo diferentes cuerpos legales (tres conjuntos o tres momentos) y diversas etapas en la construcción o consolidación del Estado mexicano (la victoria liberal y la restauración de la República, el p o r f i r i a t o , la Revolución y la posrevolución o la institucionalización de la Revolución). Esto permite que las preocupaciones específicas al tema de la ley y la justicia se enriquezcan con cuestiones generales, que atañen a la r u p t u r a y la c o n t i n u i d a d política, social y cultural en diferentes e importantes etapas de la historia de México. Entonces, el trabajo me conduce p o r dos caminos. E l p r i m e r o , analizar las prescripciones en t o r n o a la justicia y a los juzgadores, y valorar si el m o d e l o fue adoptado de f o r m a cabal o subyacen debilidades, resquebrajamientos e incluso contradicciones. 12 E l segundo, estudiar la justicia estatal y otras justicias y, sin el simple afán de marcar las diferencias entre la práctica y los modelos teórico o legal, explorar tres aspectos: en p r i m e r lugar, la estatización de la justicia versus la intervención de particulares; en segundo término, el m o n i s m o jurídico versus la incursión, en la práctica judicial, de u n pluralismo cultural e, incluso, de u n pluralismo n o r m a t i v o , y p o r último, la sumisión de los jueces a la ley versus sus posibles resistencias y distancias o bien, versus la existencia de espacios de interpretación y de aplicación de la ley. 1 2 13 Para el análisis de la l e y utilicé c ó d i g o s políticos o constituciones (1857 y 1917), C ó d i g o s penales ( 1 8 7 1 , 1929 y 1931), C ó d i g o s procesales (1880, 1894, 1929 y 1931), leyes de o r g a n i z a c i ó n de tribunales (1880, 1903, 1919, 1922 y 1928), y leyes secundarias. 13 Para el estudio de la j u s t i c i a r e c u r r í a procesos d e l A H T S J , ahora en el A r c h i v o G e n e r a l de la N a c i ó n ; a casos p u b l i c a d o s en revistas de juristas 1417 LOS JUECES, E L H O N O R Y L A M U E R T E Estas inquietudes me p e r m i t e n acercarme a problemas más amplios, como los avatares y la evolución del Estado liberal a través de u n o de sus elementos, el m o n o p o l i o sobre la creación y la aplicación del derecho; la adopción o adaptación de modelos extranjeros, sean políticos, sociales o culturales, así como las continuidades y rupturas del l i beralismo, c o n la presunta presencia del positivismo; las distancias entre ley y n o r m a o la violación de la ley, y por último, el r i t m o de mutación de las ideas y los valores en la ley y en las prácticas judiciales. LOS JUECES Las premisas del absolutismo jurídico comenzaron a d i fundirse en México pocos años antes de la independencia y siguieron difundiéndose en las siguientes décadas. Los 11 legisladores de la naciente República Mexicana los i n c l u y e r o n en constituciones y en leyes secundarias, y más tar¬ de, en los códigos expedidos a partir del t r i u n f o liberal. 15 Por tanto, en el último cuarto del siglo X I X podemos ha(El Foro, La Ciencia jurisprudencia), pular, El Tiempo, Jurídica, El Derecho y en prensa {El Imparcial, Excelsior y El Universal). y la Revista El Diario de legislación del Hogar, y El Po- A s i m i s m o , utilicé alegatos o escritos de fiscales y defensores L A N C A S T E R JONES, " D e f e n s a " ; L O M B A R D O , Defensa; do 1 4 M O D E S T O R A M Í R E Z , " I m p o r t a n t e " ; y F . S O D I , El jura- resuelve. Véase A R E N A L F E N O C H I O , E l discurso y U R Í A S FIORCASITAS, " I n - dividuo". 1 5 E n 1 8 7 1 se p r o m u l g a r o n los C ó d i g o s c i v i l y p e n a l , años más tarde el procesal c i v i l , el procesal penal y el m e r c a n t i l . Para el derecho v é a n s e G O N Z Á L E Z , El derecho y NARVÁEZ HERNÁNDEZ, Para el p e n a l S P E C K M A N G U E R R A , Crimen, civil " L a crisis". p p . 2 3 - 5 7 . Para u n p a n o r a - m a general véase C R U Z B A R N E Y , La codificación, 2004. 1418 ELISA SPECKMAIN GUERRA blar de una legislación que contemplaba, y que pretendía hacer efectivo, u n modelo de justicia que partía de los siguientes supuestos: los particulares quedan excluidos del ámbito judicial y los jueces autorizados p o r el Estado deben limitarse a aplicar la ley, p o r tanto, niega la existencia de u n pluralismo jurídico (que remitiría a u n pluralismo cultural) y adopta u n m o n i s m o jurídico (que supuestamente refleja u n o cultural o que recoge las ideas, las aspiraciones y " e l sentir general" de la población). Las premisas esenciales están contenidas en los códigos y en las leyes de organización de tribunales. Las constituciones o códigos políticos, los códigos de procedimientos (en este caso penales) y las leyes judiciales establecen que sólo los tribunales pueden declarar que u n hecho está considerado c o m o delito y que sólo puede i m p o n e r una pena "la autoridad j u d i c i a l " o "el funcionario o autoridad a quien la ley, bando o reglamento diera esta f a c u l t a d " . E n contraparte, expresan que "nadie puede ejercer violencia para reclamar su derecho" o "nadie puede hacerse justicia p o r su p r o p i a m a n o " . 16 E l m o n o p o l i o de la justicia p o r parte del Estado contempla, también, la sumisión de los jueces a la lev. Por eso, se dicta que ningún juez puede aplicar leyes especiales, emitidas con posterioridad a la comisión del delito, y n o exactamente aplicables al caso, c o m o tampoco puede aplicar penas no señaladas p o r los códigos, leyes, bandos o reglamentos. Además, los jueces quedan obligados a m o t i v a r su sentencia o justificarla con base en la ley, 1 6 C o n s t i t u c i o n e s de 1857 y de 1917 (arts. 17 y 21); C ó d i g o de p r o c e d i - m i e n t o s penales de 1880 (arts. 1 y 341), de 1894 (arts. 1 y 30), de 1929 (art. 129) y de 1931 (art. 1) y leyes de organización j u d i c i a l o de t r i b u n a les del f u e r o c o m ú n de 1903, 1919, 1922 y 1928. LOS JUECES, E L H O N O R Y L A MUERTE 1419 y sus veredictos quedan sujetos a la revisión de u n super i o r jerárquico. 17 Por último, para terminar o para reducir el arbitrio judicial o la discrecionalidad, los códigos procesales dictan las normas que los jueces deben atender en cada paso del proceso, incluyendo la aplicación de la sentencia (que regula el código penal). 18 Para evitar que el juez pudiera determinar los actos que debía castigar y pudiera elegir la medida de la condena o el t i p o de pena, y al m i s m o t i e m p o , para brindarle la p o s i b i l i dad de encontrar una n o r m a y una sanción exactamente aplicables a cada caso ( u n único camino), los redactores del Código Penal de 1871 enlistaron las acciones que podían ser consideradas c o m o delitos y sus posibles variaciones (tipos penales), las circunstancias que podían rodear al c r i men y al delincuente (agravantes o atenuantes), y la condena o la pena que en cada circunstancia debían aplicar. E n términos más amplios, con el f i n de reducir o eliminar el arbitrio judicial, enumeraron los delitos y les asignaron una pena mínima y una máxima, o una pena media que p o día aumentarse o reducirse hasta en una tercera parte. Para moverse d e n t r o de los márgenes temporales los jueces de- 1 7 C o n s t i t u c i o n e s de 1857 y 1917 (arts. 13 y 14); y C ó d i g o s de p r o c e d i - m i e n t o s penales de 1880 (art. 341), de 1894 (art. 30), de 1929 (art. 129) y de 1931 (art. 1). 1 8 A r b i t r i o o d i s c r e c i o n a l i d a d se p u e d e n d e f i n i r c o m o la p o s i b i l i d a d del juez de elegir, en la r e s o l u c i ó n de u n c o n f l i c t o , entre varias p o s i b i l i d a d e s lícitas y legales o entre diversos cursos de acción válidos y admisibles. P o r t a n t o , tiene a r b i t r i o o d i s c r e c i o n a l i d a d cuando el límite efectivo de su p o d e r le p e r m i t e escoger, y n o l o tiene c u a n d o la l e y sólo p r o p o r c i o na u n a n o r m a o u n c a m i n o para cada u n o de los casos. IGLESIAS V l L A , El problema, p p . 28-33, 63 y 223; N I E T O , El arbitrio, R Í A , Discrecionalidad, p . 38. p . 220, y RENTE- 1420 ELISA SPECKMAN GUERRA bían considerar la presencia de circunstancias atenuantes o agravantes, que n o sólo estaban enlistados en el Código, sino que estaban clasificadas en cuatro grupos y que, según su categoría, tenían u n valor. Por tanto, en cada caso, debían buscar las circunstancias que se habían presentado y sumar su valor, si la cifra de los agravantes era m a y o r podían aplicar una condena cercana al límite máximo o sumar años a la pena media (y viceversa). Por tanto, en teoría, su única libertad era decidir la cuantía de la condena, pero siempre dentro de limites y valores establecidos. Para algunos, aún esta libertad era excesiva. Por ejemp l o , durante el proceso de revisión del Código Penal (que se realizó entre 1903-1912), el magistrado Agustín M o r e n o sostuvo que cada una de las circunstancias debía tener u n valor porcentual, que se sumaría o restaría directamente a pena m e d i a / " bolo asi se podría pensar en una aplicación aséptica, exacta y matemática de la ley, que garantizaría la igualdad jurídica y que respondía a dos igualdades: la idéntica posibilidad que tenían los individuos para elegir sus acciones y, p o r tanto, la misma responsabilidad sobre sus actos. Es decir, sólo así se garantizaría la premisa esencial de la escuela liberal de derecho y del Código Penal de 1871: a u n m i s m o delito la misma pena, sin i m p o r t a r la personalidad del delincuente. Estas ideas contrastaban diametralmente con las p r e m i sas de la escuela positivista, que supone que las acciones humanas surgen de factores determinantes que escapan a la v o l u n t a d y cuyo peso n o es igual n i en todos los hombres C ó d i g o p e n a l de 1871, arts. 180-183 y 229-236. Trabajos, p p . 43-44. 1421 LOS JUECES, E L H O N O R Y L A M U E R T E n i en todos los criminales. P o r ejemplo, la antropología c r i m i n a l propone que la tendencia a la criminalidad surge de anomalías orgánicas y que a m a y o r malformación corresponde mayor predisposición al crimen y mayor peligrosidad, y debe corresponderle m a y o r defensa de la sociedad y una actitud más drástica p o r parte de sus jueces. 21 Llevada a la exageración y sólo para contrastar c o n la escuela liberal, podemos pensar en la siguiente premisa: a u n m i s m o delincuente la misma pena, sin i m p o r t a r el delito cometido. L o importante es que, para valorar al criminal y aplicar la pena que correspondía a su peligrosidad, el juez debía contar con u n amplio margen de decisión. D u r a n t e el p o r f i r i a t o estas ideas contaron con amplia difusión y aceptación, pero t u v i e r o n escasa influencia en el plano legal. N o ocurrió l o m i s m o en 1929, pues los redactores del Código anunciaron su filiación a la escuela positivista. Sin embargo, también anunciaron sus limitaciones: aplicar sus premisas hubiera exigido contemplar una j u s t i cia diferenciada en razón al criminal, l o que violaría la igualdad jurídica garantizada p o r la Constitución. Opta¬ r o n p o r u n "código de transición" o p o r u n sistema interm e d i o : siguieron contemplando penas máximas y mínima para cada delito y siguieron exigiendo a los jueces que, para moverse dentro de los límites, atendieran los atenuantes y agravantes, pero les d i e r o n o p o r t u n i d a d de considerar circunstancias n o contempladas en el código. 2 1 22 E l docu- Para las ideas de ambas escuelas en M é x i c o B U F F I N G T O N , Criminales, pp. 21-100; N A R V Á E Z H E R N Á N D E Z , "Bajo", y URÍAS HORCASITAS, dígena, 2 2 In- p p . 145-158. A L M A R A Z , Exposición 47-50 y 55. de motivos, p . 2 4 y C ó d i g o penal de 1 9 2 9 , arts. 1422 ELISA S P E C K M A N GUERRA mentó fue sumamente criticado y, pocos meses después de haber entrado en vigencia, fue sustituido por u n nuevo cuerpo. Los redactores del código de 1931, aunque n o lo hicier o n en n o m b r e de la escuela positivista (pues adoptaron una postura ecléctica), concedieron aún mayores p o s i b i l i dades a los jueces: contemplaron márgenes más amplios entre la pena mínima y la máxima y los dejaron en libertad para elegir entre los márgenes temporales sin atender a valores preestablecidos. 23 Por tanto, tras la Revolución, se concedió m a y o r espacio a los jueces para considerar las circunstancias del d e l i n cuente (en 1929 y en 1931) y del delito (en 1931) y, a nivel legal, se d i o u n paso atrás en el absolutismo jurídico. L a revisión de códigos y leyes muestra o t r o aspecto i n teresante, que ya no tiene que ver con las atribuciones de los juzgadores, sino con su perfil. Sólo podían aplicar justicia los jueces sancionados p o r el Estado, pero entre 1869-1929 contaban con sanción dos tipos de jueces: los profesionales, con formación y experiencia jurídica, c o n tratados y pagados p o r el Estado, p r i m e r o electos y más tarde designados p o r los Poderes Ejecutivo o Legislativo; 24 y los jurados populares, ciudadanos comunes y corrientes convocados al tribunal para determinar sobre los hechos 2 3 C ó d i g o penal de 1 9 3 1 , E x p o s i c i ó n de m o t i v o s y arts. 5 1 y 52. Para las ideas de la c o m i s i ó n C E N I C E R O S , " L a escuela", p p . 2 0 4 y 2 1 0 y " D e r e c h o " , p p . 2 7 8 - 2 7 9 ; " E l c ó d i g o " , p p . 2 5 6 - 2 5 8 ; El código, N I C E R O S y G A R R I D O , La ley penal, p p . 91-99; C E - p. 151; y T E J A Z A B R E , "Doctrina", pp. 340-341. 2 4 Leyes judiciales o de organización de t r i b u n a l e s d e l f u e r o c o m ú n de 1 8 8 0 , 1903, 1 9 1 9 , 1 9 2 2 y 1928; así c o m o " L e y de 1 7 de enero de 1 8 5 3 " y " D e c r e t o del congreso que establece la e l e c c i ó n p o p u l a r para el n o m b r a m i e n t o de las autoridades judiciales, 2 0 de n o v i e m b r e de 1 8 8 2 " . LOS JUECES, EL H O N O R Y L A M U E R T E que se les exponían. 1423 Los primeros intervenían en t o d o asunto criminal, pero los segundos tenían jurisdicción l i mitada en razón a la pena media contemplada para cada delito y p o r el t i p o de d e l i t o / r o r otra parte, dentro del 0 proceso, jueces profesionales y jurados cumplían tareas diferentes. Tras escuchar las declaraciones del acusado, los testimonios de testigos y de peritos, los alegatos de los abogados, y en ciertos años, la explicación o el resumen del juez, los jurados respondían u n cuestionario que servía para determinar la inocencia o culpabilidad del procesado. A s i m i s m o , entre 1869-1919, también servía para calificar el delito y determinar las circunstancias agravantes o atenuantes. E l juez se debía basar en las respuestas para elegir la n o r m a aplicable y determinar la pena o la duración de la condena, p o r tanto, la intervención del j u r a d o reducía aún más los márgenes de decisión y actuación de los jueces profesionales. H e traído a colación la coexistencia de estos dos tipos de juzgadores, pues aporta riqueza y complejidad a la prác2 5 Para o r g a n i z a c i ó n y competencia del j u r a d o p o p u l a r ver C ó d i g o s de p r o c e d i m i e n t o s penales (1880 y 1894), leyes judiciales o de o r g a n i z a ción de t r i b u n a l e s d e l f u e r o c o m ú n (1880, 1903, 1919, 1922 y 1928) y leyes de j u r a d o s (1869 y 1891). Para trabajos actuales sobre las leyes que r i g i e r o n al j u r a d o , AcosTA GALÁN, " E l jurado" y O V A L L E FAVELA, " L o s antecedentes". Para las p r i m e r a s leyes y los a r g u m e n t o s que d i e r o n lugar a la creación del j u r a d o , P A D I L L A A R R O Y O , " L O S j u r a d o s " . Para leyes, t r a n s f o r m a c i o n e s y debates S P E C K M A N G U E R R A , " E l j u r a d o " . 2 6 E l j u r a d o tenía competencia para j u z g a r los delitos que merecían una pena m e d i a s u p e r i o r a los dos años de prisión (entre 1869-1907), a los seis (entre 1907-1917), al año (entre 1917-1919), a los dos (1919-1922) y a los c i n c o (entre 1922-1928). P o r o t r a parte, en 1903 se e x t r a j e r o n de su c o n o c i m i e n t o , abuso de c o n f i a n z a , f r a u d e , p e c u l a d o , c o n c u s i ó n y b i g a m i a y en 1928 t a m b i é n la estafa y el a d u l t e r i o . 1424 ELISA SPECKMAN GUERRA tica judicial. Empezaré p o r analizar la sumisión de los juzgadores a la ley. D e haberse c u m p l i d o el modelo, n o encontraríamos divergencias entre jueces, distancias entre ley y norma, errores judiciales o diversas aplicaciones de la ley en u n m i s m o caso. Pero sí las encontramos y de ellas dan cuenta múltiples procesos y fuentes. Por ejemplo, las sentencias revocadas p o r los magistrados del Tribunal Super i o r del D i s t r i t o Federal. D e 400 casos publicados en revistas de jurisprudencia entre 1876-1910 o, l o que es lo mismo, de 400 veredictos de primera instancia, los magistrados revocaron alrededor de 4 0 % , pues consideraron que los jueces inferiores habían fallado sin contar con s u f i cientes pruebas (en 13% de los casos), habían violado el procedimiento o cometido errores durante el proceso ( 1 5 % ) , habían calificado el delito de f o r m a errónea o habían aplicado una ley que no se ajustaba al caso ( 2 5 % ) , n o habían contemplado la edad u otras características del infractor ( 4 % ) , o simplemente habían computado errónea¬ mente la condena ( 4 3 % ) / ' E n algunos casos se trata de ajustes en la t e m p o r a l i d a d , pero en otros, de variaciones diametrales e incluso de cambios en la pena, p o r ejemplo, cuando de u n h o m i c i d i o cometido sin ventaja y penado con una media de doce años de prisión, se pasaba a uno comet i d o con ventaja y sancionado con la pena de muerte. E l acercamiento a estos casos, sobre t o d o a los segundos, resulta de sumo interés. A n t e la imposibilidad de ofrecer más de u n ejemplo seleccioné el proceso del general Gustavo A d o l f o Maass. E n 1908 hirió de muerte a D a v i d Olivares, q u i e n l o increpó en u n solitario callejón. S P E C K M A N G U E R R A , Cviynen, p. 265. LOS JUECES, E L H O N O R Y L A 1425 MUERTE Alegó que había obrado en legítima defensa de su vida, pues Olivares lo agredió y pensó que iba a sacar una p i s t o la. Si el jurado hubiera aceptado su argumento habría sido absuelto. Sin embargo, el fiscal demostró que Olivares no estaba armado y los miembros del jurado determinaron que se había tratado de u n h o m i c i d i o cometido con ventaja, p o r lo que el juez aplicó la pena capital. Los abogados del general lograron que el procedimiento se repitiera, pues p o r error había sido i n c l u i d o en el t r i b u n a l u n i n d i v i d u o que no cumplía con los requisitos exigidos p o r la ley. E l segundo juicio se celebró en diciembre de 1909. E n esta ocasión el jurado consideró que Maass había repelido una agresión de Olivares, p o r l o que el juez aplicó la pena que correspondía a u n h o m i c i d i o simple y le sumó u n año p o r la presencia de circunstancias agravantes, es decir, l o condenó a trece años de prisión. Los defensores apelaron de nuevo, pues sostuvieron que al admitir que Maass había sid o agredido el jurado había a d m i t i d o que los dos hombres habían reñido y, p o r tanto, que el juez debía haber aplicad o la pena que correspondía a u n h o m i c i d i o cometido en riña, que se penaba con seis anos de p r i s i ó n / 5 entonces, u n j u r a d o consideró que Maass había actuado con ventaja y o t r o que había matado en una riña, y ello colocó en el posible escenario a tres tipos penales ( h o m i c i d i o calificad o , h o m i c i d i o simple y h o m i c i d i o cometido en riña p o r el agredido) y a una m u y variable pena y / o condena: de los cuatro años de prisión a la pena capital. 2 8 N o t i c i a s sobre el c r i m e n y los procesos se p u b l i c a r o n en d i a r i o s c o - m o El Imparcial, de 1909. El País y El Popular, en agosto de 1908 y d i c i e m b r e 1426 ELISA SPECKMAN GUERRA L o anterior muestra que, más allá de la resistencia de los jueces a aceptar su nuevo y restringido papel y más allá de u n p e r i o d o de adaptación o de interiorización del modelo, difícilmente se puede pensar en la existencia de una verdad que los juzgadores deben descubrir, o de una única n o r ma que pueden aplicar y que contiene u n significado claro e inequívoco, r.1 legalismo o el f o r m u l i s m o jurídico reci¬ bio, desde sus orígenes, diversas criticas/" C o n el afán de presentar una síntesis las agrupo en dos tendencias. L a p r i mera, adopta una postura intermedia y establece una diferencia entre casos fáciles (en que valdrían las premisas del m o d e l o ) y casos difíciles (en que los jueces encontrarían más de una n o r m a aplicable y / o en que la n o r m a aplicable no es clara y puede ser entendida de f o r m a diversa p o r d i ferentes lectores). Mientras que la segunda, asume una postura más radical y supone que la labor del juez i n v o l u cra una serie de elecciones (por ejemplo, elegir las pruebas que, en su opinión, sustentan los hechos y desechar el resto, o bien, elegir las normas que, desde su p u n t o de vista, tienen relación con los hechos dos), 2 9 considera proba- además de u n proceso de adaptación (la vinculación Para l o p r i m e r o , vale l a afirmación de M a r í a del R e f u g i o G o n z á l e z , q u i e n sostiene que, d u r a n t e u n t i e m p o , se n o t a u n a resistencia p o r parte de jueces que " p o r m u c h o t i e m p o n o e s t u v i e r o n o b l i g a d o s a apegarse a algún o r d e n a m i e n t o e n c o n c r e t o a l " d e c i r e l d e r e c h o " . G O N Z Á L E Z , El derecho, p . 124. Para l o segundo, la idea de B e r n a r d i n o B r a v o L i r a , q u i e n considera que el c a m b i o de m e n t a l i d a d de sus jueces y su asimila/•lAn i~\ » 1 mA/loln fiio r\rt 11 f Vi r\ r y i - í e m í a a\ í-fimhiA l í a r r ' i l l** I-> \XJ{~\ T Tü A " A r b i t r i o " , p . 14. 3 0 G R O S S I , Assolutismo\ ttoduzioHC) F I E S P A N H A , CultUTa jUYÍdicd, p p . 258~329j P R I E T O S A N C H Í S , Ideología, R I A N O , So cío lo gí¿i, p p - 119-127. p p . 199-256 e Inp p - 31-54, y So¬ 1427 LOS JUECES, E L H O N O R Y L A M U E R T E del caso con la ley o de la ley con el caso) y de u n ejercicio de interpretación (pues, como t o d o texto, la n o r m a puede tener tantos intérpretes como lectores); p o r tanto, considera que cada sentencia constituye una nueva norma y que, lejos I I * * , 1* 1 1 1 * 1 1 ^ 1 de limitarse a aplicar derecho, los jueces crean d e r e c h o / 1 Tanto la primera postura (para algunos casos), como la segunda (para todos) abren u n campo interesante al análisis de la práctica judicial: los factores que i n f l u y e n en las sentencias de los juzgadores, r i tema de este trabajo me lleva a expío- emergencia de u n pluralismo normativo o c u l t u r a l / 3 Y me lleva a hacerlo, pues así l o sugieren juristas y testigos de la época, quienes responsabilizan a los jurados populares de actuar conforme a principios ajenos a la ley y, p o r tant o , a los legisladores y , l o más interesante, los consideran c o m o representantes de las ideas o los valores del " p u e b l o " 31 C o m o ejemplo de la l i t e r a t u r a q u e se ha p u b l i c a d o en los ú l t i m o s años sobre este p r o b l e m a (y, p o r t a n t o , d e j a n d o fuera a autores clásicos): A S I S R . O I G , Jueces (eds.), Jueces; MALEM, G U A S T Í N I , Estudios; y ESANDI, Juez; ZACCARIA, 3 2 C A R B O N E L L , FlX-FlERRO y V Á Z Q U E Z OROZCO y VÁZQUEZ I G L E S I A S V I L A , El problema; N l E T O , El arbitrio; (comps.), La función; N A V A R R O , IBOUZART R E N T E R Í A , Discrecionalidad, y Razón. Para el análisis de u n a sentencia e n el M é x i c o actual CuÉLLAR V Á Z - Q U E Z , La justicia 33 y normas; sometida. C o i n c i d o c o n A n t o n i o M a n u e l H e s p a n h a c u a n d o señala que, c o m o l o m u e s t r a n diversas investigaciones, la p l u r a l i d a d de los sistemas c u l t u rales se manifiesta en t o d a práctica h u m a n a y e n t o d o c o n t e x t o social ( y n o s ó l o en los espacios q u e h i c i e r o n más evidente esta reflexión, c o m o las naciones q u e s u f r i e r o n el d o m i n i o c o l o n i a l o las c o m u n i d a d e s c o n p l u r a l i d a d étnica). H E S P A N H A , Introduzione, p p . 3 2 2 - 3 2 3 . D e ahí q u e , para el p e r i o d o de 1 8 7 1 - 1 9 1 0 , h a y a analizado las divergencias entre m a gistrados y jueces b u s c a n d o la presencia de diversas f o r m a s de entender el c r i m e n , el c r i m i n a l , la j u s t i c i a y el castigo. S P E C K M A N G U E R R A , men, p p . 251-313. Cri- ELISA SPECKMAN GUERRA 1428 (en el porfiriato entendido como las clases populares y tras la Revolución como la población en su c o n j u n t o , es decir, los autores que escribieron en el siglo X X le atribuían al jurado la representación del " c o m ú n sentir", " l a conciencia social", el " c r i t e r i o social reinante" o la " m o r a l social"). 34 En realidad, n o se puede pensar que los jurados populares p r o vinieran de los grupos populares n i representaran a la población en su conjunto, pues para ser jurado se exigían requisitos culturales y / o de ingreso que no cumplía la mayor parte de los citadinos, pero tampoco puede decirse que provenían de las élites o la clase media alta, pues los individuos con recursos solían excusarse de la obligación, en suma, groso modo se trata de tribunales integrados p o r clase media. Sin embar35 go, subsiste u n elemento central: era aceptado que la ley no representaba aspiraciones universales y que existía u n p l u ralismo cultural no incluido en una. ley que había sido redactada p o r u n sector de la comunidad. D e ahí una importante fractura respecto al absolutismo jurídico, que justifica el m o n i s m o jurídico con base en la capacidad del Estado y de la lev para representar los intereses las ideas y las aspiraciones de los asociados. U n a vez presentado el escenario, tres piezas manifiestan las controversias o la emergencia de u n pluralismo c u l t u 3 4 J. A l b e r t o Salinas y R i v e r a , " U n j u r a d o n o t a b l e " , en El Foro, 111:31, 3 2 , 3 7 , 4 3 y 4 8 (feb.-mar. 1 8 9 5 ) ; F E R N Á N D E Z , " E l j u r a d o " ; M O N R O Y , " J u r a d o s " ; D . S O D I , El jurado en México, pp. 400-401; Armando Z . Os- t o s , " E l J u r a d o Popular. L a v e r d a d d e s n u d a " , en El Universal 1 9 3 1 ) , p . 3 8 , y F. S O D I , El jurado 3 5 resuelve, ( 2 0 oct. p . 32. E n t r e 1 8 6 9 - 1 9 2 2 se exigía saber leer y e s c r i b i r y entre 1922-1928 educación p r i m a r i a , p o r o t r a parte, entre 1 8 8 0 - 1 8 9 1 se pedía u n ingreso m í n i m o de 3 0 pesos mensuales y entre 1 8 9 1 - 1 9 1 7 de 1 0 0 pesos mensuales. LOS JUECES, E L H O N O R Y L A M U E R T E 1429 ral, plasmado en diversas ideas u opiniones, simpatías y valores. Para l o p r i m e r o , u n caso de la década de los veinte (siglo X X ) . U n h o m b r e desesperado p o r obtener dinero para pagar el parto de su mujer v i o una habitación abierta y, a pocos pasos de la puerta, u n bolso abierto del que extrajo algunos pesos. Su delito, considerado como r o b o en casa habitada, merecía una pena de seis o siete años de p r i sión. A los jurados les pareció demasiado severa p o r l o que absolvieron al procesado a pesar de que estaban convenci1 1 1 "T^ T 1*1*1 ' * ~ * T~* *1 • dos de su c u l p a b i l i d a d / N o sin razón, anos atrás E m i l i o 6 Rabasa había sostenido que el jurado acostumbraba "absolver a los acusados p o r cierta clase de delitos", porque la parecía excesiva. 37 L a divergencia de simpatías se puede ilustrar con el caso de " E l Tigre de Santa Julia", procesado en 1908. E l célebre c r i m i n a l fue acusado de cinco homicidios calificados, lesiones de dos hombres y cuatro robos. Para las autoridades se trataba de u n temible criminal, sin embargo, durante las audiencias el público les aplaudía a los delincuentes y a sus defensores, mientras que les chiflaba al juez y al fiscal. Parecía cumplirse una afirmación de o t r o notable jurista de la época, D e m e t r i o Sodi, quien sostuvo que ante cada ladrón " e l jurado podía ver a una pobre víctima de la i n ¬ * * * * í 1 * 1 1 1 1 51 1 0 justicia social que hay necesidad de salvar . T 1 1 Esto resulta- ba especialmente válido para el caso de " E l T i g r e " , quien tras superar el aislamiento, la miseria y el analfabetismo, había logrado poner en jaque a las autoridades y, con ello, F. S O D I , El jurado RABASA, resuelve, p . 32. Deberes , p . 196. D . S O D I , El jurado en México, pp. 400-401. 1430 ELISA SPECKMAN GUERRA podía presentarse como u n vengador de los débiles y o p r i midos. Así pareció c o n f i r m a r l o el veredicto. Los m i e m bros del j u r a d o lo consideraron culpable de u n h o m i c i d i o calificado (no de cinco), de lesionar a u n h o m b r e (no a dos) y de tres robos (no de cuatro) y ninguna de las preguntas fue votada p o r unanimidad, p o r ejemplo, dos t r i b u nos l o encontraron inocente de todos los r o b o s . 39 Por último, la divergencia de valores se nota en u n caso consignado p o r el abogado A l b e r t o Salinas y Rivera. E n 1895 u n estudiante intentó violar a su novia para forzar el m a t r i m o n i o . E l jurado no l o condenó, pues n i siquiera había logrado ingresar a la habitación. Salinas y Rivera consideró que el veredicto era resultado de su ignorancia y de su incapacidad para conocer y entender la importancia " d e l h o n o r de la familia, del amor p u r o y de los sentimientos de h o n r a d e z " . 40 EL H O N O R Los códigos penales abren resquicios a la actuación de los particulares en la esfera de la justicia. Entre 1871-1929 no se consideraba como responsables y, p o r tanto, como merecedores de sanción, a los individuos que " e n el ejercicio legítimo de u n derecho" cometían u n acto tipificado como delito. Los redactores de ambos códigos dejaron abierta la noción de derecho, p o r tanto, podían caber tanto los dere3 9 S i g u i e r o n el proceso, diarios c o m o El Diario El País y El Popular del Hogar, El Imparáal, ( m a y o - j u n . 1908). Para u n t r a b a j o sobre " E l T i g r e de Santa J u l i a " , véase S P E C K M A N G U E R R A , " F u i h o m b r e " . « J. A l b e r t o Salinas y R i v e r a , " U n j u r a d o n o t a b l e " , en El Foro, 3 2 , 3 7 , 43 y 48 (feb.-mar. 1895). 111:31, LOS JUECES, E L H O N O R Y L A M U E R T E 1431 chos contemplados p o r la ley como los derechos naturales. La cerró la comisión redactora del Código de 1931, que adoptó una postura legalista y sólo exculpó a los i n d i v i duos que actuaban " e n el ejercicio de u n derecho consignado p o r la l e y " . 41 Por otra parte, bajo la premisa de la legítima defensa, los tres Códigos Penales exculparon a los particulares que cometían u n delito si l o hacían al defenderse de u n ataque a su honor, sus bienes o su vida (o al de otros), pero siempre y cuando la autoridad o la fuerza pública n o estuvieran presentes y el daño no hubiera p o d i d o evitarse p o r o t r o medio. 42 Se trata, p o r tanto, de u n acto preventivo y no de la respuesta a u n acto consumado, pues no debería c o n f u n dirse con "la venganza de sangre". 43 Por tanto, los particulares sólo podían actuar en defensa de u n derecho o podían prevenir u n daño, pero los que castigaban a su agresor y aplicaban "justicia p o r su p r o p i a 41 C ó d i g o p e n a l de 1871 (art. 34, fracción X i v ) , de 1929 (art. 45, fracción x ) y de 1931 (art. 15, f r a c c i ó n v ) . 4 2 Las c o n d i c i o n e s en que p o d r í a operar la legítima defensa f u e r o n m u y debatidas. P o r e j e m p l o , los m i e m b r o s de la c o m i s i ó n redactora d e l C ó d i g o de 1871 d u d a r o n si debía concederse a la defensa de los bienes y del h o n o r . O p t a r o n p o r establecer l i m i t a n t e s (al igual que l o harían los redactores de los C ó d i g o s de 1929 y 1931). A c l a r a r o n q u e el ataque d e bía ser i n j u s t o e i n j u s t i f i c a d o , el i n d i v i d u o tenía que responder a u n p e l i g r o actual y n o a u n t e m o r , y debía hacerlo de f o r m a p r o p o r c i o n a l al daño i n m i n e n t e . ( M a n u s c r i t o s de las sesiones de trabajo, r e u n i ó n del 19 de o c t u b r e de 1868). Para escritos de la é p o c a sobre la defensa legítima: D Í A Z I N F A N T E , " L a l e g í t i m a " ; FlORETTI, " L a L e g í t i m a defensa", p . 13; H o z , " L a l u c h a " y D . S O D I , Nuestra ley penal, p p . 114-133. Para la le- gislación: c ó d i g o de 1871 (art. 34, fracción 8), de 1929 (art. 45, fracción 3) y de 1931 (art. 15, fracción 3). 4 3 DÍAZ INFANTE, ' L a legítima , p . 539. 1432 ELISA SPECK.MAN GUERRA m a n o " cometían u n delito y eran juzgados p o r ello. Sin embargo, el h o n o r m o d i f i c o este p r i n c i p i o , r-ntre 1 V 2 V - 1931 no recibían pena alguna los padres o esposos que mataban a su esposa o hija y / o a sus amantes al sorprenderlos "en el acto carnal o en u n acto próximo a su consuma¬ cion . JNo f u e r o n exculpados, pues a diierencia de los funcionarios judiciales que así l o creían, su acción no po¬ día equipararse a la legitima defensa. 6 L n términos estric- tos, sólo podría considerarse como legítima defensa si el esposo o padre sorprendían a la pareja antes de sostener relaciones sexuales y tenían que matarlos para evitar que las tuvieran y mancharan su honra; si los sorprendían después, la deshonra estaba consumada y el h o m i c i d i o podría considerarse como castigo o venganza. D e ahí que los redactores de los Códigos Penales de 1871 y de 1931 no o p taran p o r exculpar, sino p o r justificar y, p o r tanto, p o r reducir la penalidad. Si el padre mataba a su hija o amante recibía una pena media de cinco años de prisión, y si mataba a su esposa o amante una media de cuatro años 4 4 E l h o n o r del h o m b r e estaba v i n c u l a d o c o n valentía, fuerza, destreza, inteligencia, sagacidad, h o n r a d e z , i n t e g r i d a d , decencia y lealtad ( y en el caso de los m i e m b r o s de la élite t a m b i é n c o n o r i g e n y estatus social). P e r o además, dependía del h o n o r de las mujeres de su f a m i l i a y el h o n o r f e m e n i n o estaba v i n c u l a d o c o n la castidad o f i d e l i d a d , el recato y la m o d e r a ción. Véanse E S C R I C H E , Diccionario, p . 2 9 8 ; G . A . E S T E V A , Consejos; SODI, " C i r c u n s t a n c i a " , p . 6 8 2 ; y T o V A R , Código nacional. D. Para trabajos actuales sobre el significado del h o n o r en el M é x i c o de la época: PlCCATO, " E l d u e l o " y " L a p o l í t i c a " , y TEITELBAUM, " L a c o r r e c c i ó n " , p . 149. Para el h o n o r en la ley y en la j u s t i c i a SPECKMAN GUERRA, " D e m é r i t o s " . 4 5 C ó d i g o p e n a l de 1 9 2 9 , arts. 9 7 9 - 9 8 0 . 4 6 V é a s e en Trabajos, las o p i n i o n e s de A l b e r t o L o m b a r d o (agente d e l M i n i s t e r i o P ú b l i c o ) , p . 4 5 ; M a n u e l R o a (agente del M . P ) , p . 2 1 3 , y W i s tano Velásquez (juez c r i m i n a l ) , p . 1 4 1 . 1433 LOS JUECES, E L H O N O R Y L A M U E R T E (mientras que o t r o t i p o de h o m i c i d i o recibía doce). Los redactores del Código de 1931 no le concedieron al padre la posibilidad de matar a la hija, pero siguieron reduciendo la penalidad de quienes mataban a su corruptor, al amante de la esposa y a la adúltera, y contemplaron una pena que, en su extremo inferior, era prácticamente inexistente: de tres días a tres años de prisión (contra ocho a trece años 1 1 1 1 * * 1 " " 1 \ A.~7 contemplados para el h o m i c i d i o simple). ' Parecida consideración se manifiesta, entre 1871 y 1929, hacia los duelistas, quienes también herían o mataban en nombre del h o n o r . 48 Los duelistas f u e r o n castigados, pues violaban una premisa esencial del estado de derecho: los particulares deben someter sus conflictos a los tribunales estatales. Así lo vieron múltiples juristas. Escribió Juan R o dríguez de San M i g u e l en 1837, el duelo "es también una perturbación de la paz pública, u n menosprecio a la ley, y una protesta contra la organización social; es tanto como gobernarse a sí m i s m o , hacerse justicia a sí p r o p i o , y menospreciar la soberanía del país en que se v i v e " . 49 Más tar- de L u i s G . de la Sierra definió al duelista como u n rebelde que "usurpa la autoridad pública, trastorna el orden del Estado, perturba y destruye las relaciones entre asociados y se burla de las leyes y los poderes c o n s t i t u i d o s " . E n el 50 4 7 C ó d i g o penal de 1871 (arts. 554-555) y de 1931 (arts. 310-311). 4 8 E l d u e l o puede d e f i n i r s e c o m o u n c o m b a t e , aplazado en t i e m p o y l u - gar, y entablado c o n el o b j e t o de vengar o reparar una ofensa al h o n o r . Para u n a definición s i m i l a r a la a n t e r i o r ver el t e x t o de Juan R o d r í g u e z de San M i g u e l , q u i e n adaptó a la legislación y a la práctica mexicana la o b r a del español J o a q u í n Escriche. J. EsCRICHE, Diccionario, 4 9 5 0 J. E S C R I C H E , Diccionario, p . 216. p . 217. L u i s G . de la Sierra, " E l d u e l o y la a u t o r i d a d p ú b l i c a " , en El n i : 3 4 , 47 y 48 (ago. 1874). Foro, 1434 ELISA SPECKMAN GUERRA m i s m o sentido escribió A n t o n i o Martínez de Castro (presidente de la comisión redactora del Código de 1871): "nadie tiene derecho de hacerse justicia p o r su propia mano, n i de vengar sus injurias con usurpación del poder publico . Sin embargo, y aquí entra el peso de los valores en contraposición con la emergencia de las ideas, los redactores del C ó d i g o de 1871 y de 1929 consideraron que no podían recibir el mismo trato que los individuos que reñían " p o r tuerza casi irresistible de la preocupación vulgar . Por tanto, impusieron al h o m i c i d i o o lesiones cometidos en duelo una pena menor que si hubieran sido cometidos en riña o fuera de ella. Por ejemplo, en 1871, el h o m i c i d i o cometido en u n duelo p o r el desafiador merecía cinco años de prisión y el cometido p o r el desafiado tres años y medio. Y en 1929 se contempla la existencia de u n T r i b u n a l de H o n o r que, integrado p o r tres particulares, debía lograr la conciliación entre los adversarios y ordenar las reparacio¬ nes que estimara justas. 53 C o n ello se permite la interven- ción de particulares —sancionados p o r el Estado, pero n o regulados p o r la l e y — en la resolución de los conflictos. Retomando, la defensa legítima, la acción en el ejercicio de u n derecho, el h o m i c i d i o cometido p o r los padres-esposos deshonrados, y el duelo, abren la puerta a la intervención (exculpada, despenalizada o justificada) de los particulares en el ámbito de la justicia, p o r tanto, tenemos una segunda fractura al absolutismo jurídico, en este caso, en detriment o del m o n o p o l i o estatal. L o interesante es que estas cua51 C ó d i g o p e n a l de 1871, e x p o s i c i ó n de m o t i v o s . 5 2 C ó d i g o p e n a l de 1871, e x p o s i c i ó n de m o t i v o s . 5 3 C ó d i g o p e n a l de 1871 (arts. 597-598) y de 1929 (arts. 979-980 y 1065¬ 1092). LOS JUECES, E L H O N O R Y L A M U E R T E 1435 t r o figuras también revelan otras dos fracturas: la existencia de u n pluralismo cultural e incluso n o r m a t i v o en detrimento de u n m o n i s m o jurídico que representa aspiraciones e ideas universales y la posibilidad de múltiples aplicaciones e interpretaciones de la ley en detrimento de u n único e inequívoco significado. E m p i e z o p o r el pluralismo cultural y n o r m a t i v o . Los i n d i v i d u o s que actuaban en defensa del h o n o r argumentaban que tenían "derecho" a hacerlo, pues respondían aun sistema de conducta y de valores que los obligaba a eso, es decir, se amparaban en la existencia de u n código paralelo. 54 Y la existencia de este código fue, a la vez, admitido p o r juristas y abogados. Para ilustrar esta idea resulta m u y rico el texto de Juan Rodríguez de San M i g u e l : "se ha negado la entrada en ciertos empleos, carreras y honores a los que habiendo sido desafiados n o han admitido el desafío". 55 O el alegato que pronunció A l f o n s o Lancaster Jones en defensa del general Sostenes Rocha (padrino en el duelo Verástegui-Romero), en 1895: L a l e y e s c r i t a n o s d i c e : s i t e b a t e s e n d u e l o , a u n q u e sea c o n t o das las s o l e m n i d a d e s y r e q u i s i t o s q u e n o r m a l i z a n l o s e n c u e n t r o s m á s leales y m á s c a b a l l e r o s o s , t e p r i v o d e l a l i b e r t a d . L a s o c i e d a d n o s dice; si n o t e bates c u a n d o e n m i c o n c e p t o debes hacerlo, te p r i v o d e la h o n r a , te a r r o j o d e m i seno para per- 5 4 L a situación n o era p r i v a t i v a de M é x i c o y se presenta en otras nacio- nes de E u r o p a y A m é r i c a , c o m o e j e m p l o el t r a b a j o de D a v i d Parker, q u i e n m u e s t r a los choques y encuentros entre l a ley p o s i t i v a y las " L e yes caballerescas" en U r u g u a y , P A R K E R , " L a l e y " . Para A r g e n t i n a véase GAYOL, 5 5 "Duelos". J. E S C R I C H E , Diccionario, p. 216. 1436 ELISA SPECKMAN GUERRA seguirte aún fuera de él, bajo el látigo de m i censura niosa[...p ignomi- D C o m o último ejemplo o t r o alegato, que en 1884 escribió M a n u e l L o m b a r d o en defensa de Joaquín Morales, quien había asesinado a su esposa y a su amante. Para L o m b a r d o u n m a r i d o engañado podía someter el asunto a los t r i b u nales, pero n o era bien visto que u n h o m b r e externara el secreto de su hogar y llevara a "plaza pública acciones que merecen sepultarse en los dolores del alma"; podía dejar que su mujer continuara con su relación y "verla asistir a sitios públicos apoyada del brazo de su amante", l o cual lo convertía en u n "desgraciado rufián que carece del valor necesario para matar"; y podía optar p o r la única salida que la sociedad consideraba como posible y digna, matar a adultera y a su amante. 57 Resulta i m p o r t a n t e señalar que no se trata de u n código i n f o r m a l , sino de normas y principios plasmados en textos, que enlistaban las acciones que ofendían al h o n o r y los medios a los que debería recurrir u n h o m b r e para defenderlo. 58 D e ahí que, incluso, nos acerquemos a u n pluralis- m o n o r m a t i v o . Por otra parte, nos acercamos también a u n pluralismo en las instituciones de justicia, pues algunos consideraron (entre ellos los redactores del código de 1929) que la resolución de los conflictos de h o n o r se podría conL A N C A S T E R J O N E S , " D e f e n s a " , p . 59. 5 7 5 8 LOMBARDO, Defensa. E l m e j o r e j e m p l o para M é x i c o es el Código duelo, nacional mexicano del redactado p o r A n t o n i o T o v a r y sancionado p o r p o l í t i c o s , m i l i t a - res e intelectuales. T O V A R , Código como G . A . ESTEVA, Consejos. nacional. Pero p u e d e n verse o t r o s , LOS JUECES, E L H O N O R Y L A M U E R T E 1437 fiar a tribunales no estatales e integrados p o r particulares, que como p r o p u s o A d a l b e r t o A . Esteva, provendrían "de los mismos círculos sociales" que los duelistas y serían ca¬ e estimar el valor de su honra. L o más interesante es que si este código alternativo se asomaba en la ley, parecía adueñarse del espacio de la j u s t i cia. A p r i n c i p i o s de siglo D e m e t r i o Sodi (juez) y E n r i q u e Barrios de los Ríos (defensor de oficio) sostuvieron que los jueces n o solían castigar a los hombres honrados que actuaban en derensa de su honra, y en este caso entran los u duelistas. E n 1874 El Foro —que sin duda era el más i m - portante periódico jurídico de la época— proclamó que p o r vez p r i m e r a , y tras una oleada de duelos, los p a r t i c i pantes en el enfrentamiento A m a t o - M o l i n a serían p r o cesados. D e nada sirvió una confesión que A m a t o (el sobreviviente) h i z o a la policía y que su abogado invalidó argumentando que había sido p r o d u c t o del delirio, pues también se recuperaba de la herida. D e nada sirvió que los peritos rechazaran la versión de u n M o l i n a agonizante, quien contó a la policía que se había herido accidentalmente c o n una pistola que llevaba en el bolsillo. E l jurado popular consideró que no se había efectuado duelo alguno y A m a t o y los padrinos f u e r o n absueltos. 61 Casi 25 años más tarde, se presumía, de nuevo, que p o r p r i m e r a vez los participantes en u n duelo serían procesados. Falta de memoria histórica, ignorancia o parte central del argumento de los defensores, quienes sostuvieron cp.te, p o r falta de 5 9 60 6 1 A . E S T E V A , El Trabajos, duelo. p . 1 5 4 y 2 4 0 . V é a s e t a m b i é n D . S O D I , Nuestra N o t a p u b l i c a d a en El Foro, 111:61-68 (sep. 1874). ley, p . 268. s e c c i ó n de " J u r i s p r u d e n c i a c r i m i n a l " , 1438 ELISA SPECKMAN GUERRA aplicación, las leyes tocantes al duelo habían p e r d i d o v i gencia. Se trataba ahora de Francisco Romero y del duelo que éste sostuvo con J o s é C . Verástegui. A pesar de que la Cámara desaforó al duelista (quien era diputado), de que los jurados v o t a r o n su culpabilidad y de que el juez l o condenó, Romero pasó pocos meses en prisión, pues los legisladores expidieron una ley de amnistía. 62 E n suma, los duelistas aplicaban justicia p o r su p r o p i a mano y atentaban contra el m o n o p o l i o estatal, y legitimaban sus acciones con base en u n sistema alternativo de normas. C o n esto muestra una segunda afrenta a la idea de que la ley presenta ideas y valores comunes, y ahora no se trata de una alteridad proveniente de clases populares, sino de la propia élite. Paso a una tercera r u p t u r a del modelo: las divergentes aplicaciones e interpretaciones de la ley y concretamente, los usos y abusos de los p r i n c i p i o s de legítima defensa y del ejercicio legítimo de u n derecho. E m p i e z o p o r la legítima defensa y, dado que n o puedo extenderme, me l i m i t o a la legítima defensa del honor. Las resoluciones judiciales muestran diferentes posibilidades en la aplicación e interpretación de este p r i n c i p i o . Por ejemplo, se nota una diferencia en los sujetos que recibían autorización para actuar en su defensa. 63 Resulta sumamente ilustrativo el caso de " L a n o t i c i a del d u e l o y del proceso se p u b l i c ó en diarios c o m o El rio del Hogar y El Tiempo, Dia- agosto y septiembre de 1895. Para u n trabajo sobre este d u e l o S P E C K M A N G U E R R A , " E l ú l t i m o d u e l o " , en prensa. 6 3 Q u e d a b a n descalificados los i n d i v i d u o s que eran considerados caren- tes de h o n o r . P o r e j e m p l o , el m a r i d o de u n a p r o s t i t u t a que asesinó a u n o de los amantes de su m u j e r . Revista de legislación y jurisprudencia, I (1889), p p . 380-383. O , en f o r m a general, los m i e m b r o s de los g r u p o s LOS JUECES, E L H O N O R Y L A 1439 MUERTE las mujeres, pues al parecer, en las primeras décadas los juzgadores consideraron que carecían de h o n o r o que debían confiar a sus hombres el castigo de su deshonra. Para ello hay varios ejemplos. E n 1873 dos mujeres, Gregoria L o z a n o y Juana Villegas, se enfrentaron p o r el amor de u n soldado. L a p r i m e r a —que era amasia del m i l i t a r — le dijo a la segunda —que era su amante—: " s i eres mujer vamos afuera para zanjar la cuestión". Salieron acompañadas de u n grupo y se enfrentaron con cuchillos, una de ellas m u rió a consecuencia de las heridas. A pesar de que El Foro tituló la nota como " D u e l o entre mujeres" y que, en cierta f o r m a , la desafiadora peleó en defensa de su hombre y de su h o n r a y las reglas del enfrentamiento f u e r o n pactadas con anterioridad y f u e r o n respetadas, la sobreviviente no fue juzgada como responsable de lesiones ocurridas en duelo. 64 C o m o segundo ejemplo el caso de la C h i q u i t a M a n a V i l l a (a) " L a C h i q u i t a " . E n 1897 fue procesada p o r matar a otra prostituta y argumentó, en vano, que lo había hecho en defensa de su honor, pues su compañera de oficio no sólo le había arrebatado a dos amantes sino que se mofaba de ello públicamente. 65 Tras la Revolución dos procesos revelan el cambio. E n 1923 Sara del T o r o mató al hombre p o p u l a r e s , c u y o s e n f r e n t a m i e n t o s eran considerados c o m o riñas. V é a n se L u i s G . de la Sierra, " E l d u e l o y la a u t o r i d a d p ú b l i c a " , en El 111:34, 47 y 48 (ago. 1874), y en Diario de los Debates, Foro, la intervención de F r a n c i s c o Bulnes d u r a n t e la discusión sobre el desafuero de Francisco R o m e r o , 1894, p p . 170-178. Para u n t r a b a j o c o n t e m p o r á n e o véase P I C C A T O , City of Suspects, p p . 88-99. 6 4 El Foro, 1:1 (6 j u l . 1873), p p . 1 1 0 - 1 1 1 . 6 5 Para el p r o c e s o de M a r í a V i l l a véanse El Imparcial (mar. 1897). Para el h o n o r f e m e n i n o y su incidencia en este caso B U F F I N G T O N y P I C C A T O , " T a l e s " , p p . 395-398. 1440 ELISA S P E C K M A N GUERRA que la sedujo y que no le cumplió la promesa de m a t r i m o n i o cuando quedó embarazada. A r g u m e n t o , esta vez con éxito, que l o había hecho "en defensa de su h o n o r ultraja¬ do . E n f929 M a n a leresa Landa —la benorita Méxi- c o " que había representado al país en el certamen universal celebrado en Estados U n i d o s — asesinó a su esposo cuando, p o r los encabezados de u n diario, se enteró que éste había estado casado o, al menos (pues algunos sostenían que ya lo sabía), cuando supo que el hecho era conocido p o r la sociedad entera, ya que la legítima mujer había entablado u n j u i c i o p o r bigamia. Argumentó, de nuevo con éxito, 1 1 ^ 1 1 C 1 1 1 * 1 ¿."7 que había actuado en defensa de su h o n o r u l t r a j a d o . 67 La divergencia en la aplicación o interpretación del p r i n c i p i o de legítima defensa tiene que ver, también, con la temporalidad, y resulta esencial para diferenciar prevención y castigo. Si el daño al h o n o r estaba consumado, la acción entraba en el terreno de la venganza. Así lo consideraron los jueces o magistrados que v i e r o n los casos del general Pedro Troncoso (en 1900) y de L e o p o l d o Villarreal M a y a (en 1931). E l p r i m e r o golpeó a u n gendarme que, en u n pasillo del teatro A r b e u y durante una discusión, le dijo "sea usted caballero". E l general sostuvo que su condición de caballero había sido cuestionada en público y que había actuado en defensa de su honor, los jueces así l o considerar o n , pero los magistrados del T r i b u n a l Superior de Justicia sostuvieron que para el m o m e n t o en que golpeó al policía el acto o la ofensa al h o n o r estaba consumada, p o r lo que La noticia fue publicada en El Universal (mar. 1923). Siguieron el proceso diarios como El Universal y Excelsior, diciembre de 1929. Para trabajos contemporáneos BARREDA SOLÓRZANO, " E l j u rado" y M A C Í A S G O N Z Á L E Z , " E l caso". 66 6 7 1441 LOS JUECES, E L H O N O R Y L A M U E R T E no nabia actuado para impedirla o prevenirla. 0 XLI segundo mató a u n boxeador que meses atrás vivía con su esposa, p o r l o que el juez consideró que no se trataba de una defensa contra una inminente pérdida de la honra, sino de una simple y llana venganza. Sin embargo, los límites no siempre estuvieron tan claros. E n ocasiones se confundían gracias a la habilidad del defensor. E n 1927, Federico Sodi logró convencer al j u rado que su defendido, A l b e r t o N a g o r e , había matado para defender su h o n o r y no para vengarse del i n d i v i d u o que, hacía t i e m p o , l o engañaba con su mujer. E n el i n t e r r o gatorio orilló a su cliente a contestar: "tenía que matarlo, para remediar no las cosas del pasado, sino para que no se repitieran en el f u t u r o " . Es decir, lo convenció de que había matado para evitar que siguieran siendo amantes, que se mofaran de él, que el seductor de su esposa presumiera su conquista, en pocas palabras, que lo había matado para evitar que su h o n o r se siguiera mancillando y que su des¬ honra se hiciera p u b l i c a . E n otros casos n o fue necesaria 70 la capacidad del defensor, pues el peso del h o n o r bastó para que se admitiera una ley " n o exactamente aplicable al caso", c o m o ocurrió en el ya expuesto caso de Joaquín Morales, quien fue absuelto p o r el jurado p o p u l a r . O en 71 el de Donaciano Vélez, quien en 1894 fue procesado p o r asesinar a. u n amigo de su mujer, pues supuso que era. su 6 8 E l caso fue p u b l i c a d o en la sección de J u r i s p r u d e n c i a de ha Jurídica, I V (1900), p p . 12-25. ^ MODESTO RAMÍREZ, 7 0 7 F. S O D I , El jurado * LOMBARDO, Importante resuelve, Defensa. . p p . 79-111. Ciencia 1442 ELISA SPECKMAN GUERRA amante, aun cuando n o los sorprendió al momento se sos¬ tener relaciones sexuales." A h o r a bien, cuando la defensa legítima no aplicaba, los defensores recurrían al ejercicio legítimo de u n derecho. E n 1909 sostuvo D e m e t r i o Sodi: "de ninguna exculpante se ha abusado tanto c o m o del ejercicio legítimo de u n derecho en las audiencias del j u r a d o " . Y es que, siendo más 73 amplia que la legítima defensa, efectivamente fue objeto de múltiples usos y justificó diversas intromisiones de p a r t i culares. C o m o ejemplo, el caso de G u i l l e r m o Elso, procesado en 1880 p o r matar al h o m b r e que había deshonrado a su hermana y absuelto porque el jurado consideró que había obrado en el derecho legítimo de "velar p o r su hon¬ ra . Mas interesante resulta el caso de M a n a del r i l a r M o r e n o . E n 1924 fue procesada p o r asesinar a Francisco Tejeda L l o r c a , quien dos meses antes había asesinado a su padre p o r pugnas políticas. L a viuda y la huérfana en vano solicitaron justicia, pues el homicida era diputado y tenía fuero. C u a n d o ganó las elecciones como senador de Veracruz, la adolescente se convenció de que las autoridades nada harían y, decidida a c u m p l i r el juramento de justicia que había hecho ante el cadáver de su padre, mató a Tejeda L l o r c a y se entregó a la policía. Las muestras de s i m patía se m u l t i p l i c a r o n y desde todos los puntos del país María del Pilar M o r e n o recibía cartas de apoyo, escritas p o r grupos e i n d i v i d u o s de diferentes sectores de la sociedad. Las muestras de simpatía también se manifestaron al interior del palacio de justicia y en las avenidas aledañas: el 7 2 A H T S J , exp. 196651. 73 D . SODI, El jurado 74 El Derecho, en México, p . 141. I , 1890, p p . 318-334. LOS JUECES, E L H O N O R Y L A M U E R T E 1443 salón parecía una ofrenda p o r la cantidad de arreglos florales que le entregaban y las calles se detenían a causa del n u t r i d o grupo que buscaba saludarla y abrazarla. Y también se hicieron patentes en u n c o r r i d o , que se escribió y se cantó en su h o n o r : La justicia de los hombres a Llorca no persiguió quedando impune su crimen por el fuero que adquirió Pero María del Pilar, hija del extinto muerto juró vengar a su padre y ante el mundo dar ejemplo Por su argumento esta historia ha causado gran furor y toda la Nación admira de esta niña su valor. 75 Su abogado sostuvo que había actuado en defensa de su derecho legítimo a obtener justicia p o r la muerte de su padre. Así l o consideraron los miembros del jurado, p o r lo que la virgen justiciera fue puesta e libertad. LA MUERTE Si la justicia estatal hubiera castigado a Francisco Tejeda L l o r c a le hubiera impuesto una pena menor, pues Jesús 7 5 " L a niña v e n g a d o r a " , en A V I T I A H E R N Á N D E Z , Corrido, 7 6 N o t i c i a s de los c r í m e n e s y del p r o c e s o p u e d e n verse en diarios c o m o El Heraldo de México y en El Universal p p . 186-188. (abr. y m a y o 1924). 1444 ELISA S P E C K M A N GUERRA M o r e n o inició la riña y sacó el arma homicida. Sin embargo, la huérfana l o castigó con la muerte. Y ello se repite en diversos casos, de hecho, los particulares que administraban justicia p o r su propia mano generalmente buscaban la muerte de la víctima. Entonces, se presenta una diferencia entre los castigos que podía aplicar el Estado y el castigo que, en la práctica, solían aplicar los particulares. E l catálogo de penas al alcance de los jueces estatales era restringido y, dentro de éste, la pena capital estaba sumamente limitada. Las constituciones de 1857 y 1917, así como el Código Penal de 1871, la reservaron a los varones (las mujeres n o podían ser ejecutadas) y a cinco delitos (traición a la patria en guerra extranjera, salteador de caminos, comisión de incendios, piratería, parricidio u h o m i c i d i o calificado). Además, la condicionaron a la adopción y puesta en practica del sistema p e n i t e n c i a r i o / ' L a prisión se había convertido en la pena p o r excelencia, pues la escuela liberal había asumido la posibilidad de enmienda: si el crimen surge de la v o l u n t a d , con la voluntad el c r i m e n cesa. U n delincuente podía cambiar y nada mej o r para ello que la prisión, que l o educaba y l o capacitaba en el trabajo. Esta idea marcó el r u m b o de la ley a pesar de la emergencia y difusión de las premisas de la escuela positivista y del determinismo biológico, que suponían que si el c r i m i n a l actuaba p o r factores determinantes no dejaría de d e l i n q u i r a menos que esos factores se e l i m i n a r a n y, para los delincuentes más peligrosos recomendaba la c i r u gía (intervención de u n médico cirujano para corregir 7 7 C o n s t i t u c i ó n de 1857 (art. 23) y de 1917 (art. 22) y C ó d i g o penal de 1871 (arts. 560-566). LOS JUECES, E L H O N O R Y L A M U E R T E 1445 la malformación que originaba la tendencia criminal) o la cirugía social (el destierro o la pena de m u e r t e ) / 0 Además, en la práctica la pena de muerte estaba aún más restringida que en la ley. Si bien subsistió a la fundación de la prisión de L e c u m b e r r i en 1900, P o r f i r i o Díaz solía conceder el i n d u l t o a buena parte de los condenados y, con eso, al igual que el monarca de antiguo régimen, hacía gala tanto de su poder como de su paternalismo y benevolencia. 79 Son contados y generalmente célebres los casos de delincuentes fusilados en el jardín de Belén, en las p o s t r i merías del p o r f i r i a t o A r n u l f o Villegas, M o r a y Morales, y Jesús Negrete " E l Tigre de Santa Julia". Sin bien durante el m o v i m i e n t o revolucionario diversas facciones legalizaron la ejecución de delincuentes del o r den común (bandidos, salteadores de caminos o plagiarios), tras la Revolución se volvió a privilegiar la pena de prisión. 80 Tan fue así, que en 1929, se eliminó del catálogo de penas contemplado p o r el Código Penal, con lo que se redujo la capacidad legal de represión y de castigo p o r parte del Estado mexicano. 7 8 Para l o p r i m e r o , ver las notas en t o r n o a las operaciones realizadas p o r m é d i c o s estadounidenses y publicadas en Gaceta de Policía, año I , 1:24 (8 abr. 1906), p . 4; año 1,1:32 (17 j u n . 1906), p . S; año I I , 11:49 (21 oct. 1906), p . 12, y en Boletín de Policía, I.T1 (14 n o v . 1909), p . 5. Para l o se- g u n d o URUETA, " C i r u g í a s o c i a l " . 7 9 Para el p e r d ó n y el i n d u l t o en a n t i g u o régimen véase HESPANHA, La gracia, 8 0 p p . 229-233. P o r e j e m p l o , " M a n i f i e s t o del E j é r c i t o l i b e r t a d o r d e l c e n t r o y sur de la R e p ú b l i c a , 25 de n o v i e m b r e de 1914", o " D e c r e t o de V e n u s t i a n o Ca- rranza, 9 de o c t u b r e de 1916". Para trabajos actuales sobre las ideas carcelarias en Criminales, la época BARRÓN CRUZ, Una \?>2-\G1, y P A D I L L A A R R O Y O , De mirada; Belem. BuEFINGTON, ELISA. SPECK.MA.1NI G U E R R A 1446 Sin embargo, c o m o hemos visto, la ley exculpaba a los particulares que mataban en defensa legítima y en el ejercicio legítimo de u n derecho y, para ciertos casos y etapas, a los que lo hacían en defensa de su honor. Y más lejos llegaba la justicia. C o n el afán de terminar con la i m p u n i d a d hacia los duelistas argumentó Francisco Bulnes ante la C á mara de D i p u t a d o s : Y o n o p u e d o c o m p r e n d e r c ó m o en una Cámara democrática, representativa, p o p u l a r , que ha protestado solemnemente de- f e n d e r l o s d e r e c h o s d e l h o m b r e — y el p r i m e r o d e t o d o s es e l d e r e c h o a la v i d a — h a y q u i e n p r o p o n g a q u e e n e l t e r r i t o r i o d e la R e p ú b l i c a , a l g u i e n q u e n o s o n e l v e r d u g o , n i e l p e l o t ó n de soldados, p u e d a i m p u n e m e n t e m a t a r . 81 Se refería al m o n o p o l i o estatal del castigo, pero también a su m o n o p o l i o para aplicar la pena capital, pues como dije, los particulares que administraban justicia p o r su p r o pia mano solían aplicar u n castigo que, incluso al Estado, le estaba restringido. Cabe señalar que l o m i s m o hacían los individuos que al aplicar justicia p o r su p r o p i a mano estaban autorizados o justificados p o r la ley, que los que l o hacían completamente fuera de la ley. Paso a o t r o p u n t o : el estudio de las intervenciones no legalizadas. U n a experiencia me resulta sumamente sugerente: la utilización extralegal de recursos legales e incluso de la fuerza pública para castigar agravios a la c o m u n i d a d . E n este caso entrarían los jurados que —representando únicamente a los m i e m b r o s del t r i b u n a l o representando a su 81 E n Diario de los debates, 1894, p . 174. LOS JUECES, E L L í O N O R Y L A !MUERTE 1447 c o m u n i d a d — castigaban acciones que consideraban como delictivas o incluso como amorales, pero que no eran las que se estaban juzgando en ese m o m e n t o , es decir, l o hacían al condenar o absolver a otros procesados. Por ejemp l o , en el juicio de María Teresa Landa, sostuvo el fiscal: "está p o r decidirse no la suerte de una mujer, sino la m o r a l de todas las mujeres . r o r tanto, pedia a los jurados que, al castigar a la procesada, castigaran a todas las mujeres que transgredían las normas de conducta y los principios morales que consideraban correctos y que, p o r supuesto, n o estaban en el banquillo de los acusados. Más claro resulta u n segundo ejemplo. U n i n d i v i d u o procesado p o r h o m i c i d i o fue absuelto p o r el jurado popular y su defensor, sumamente satisfecho, le preguntó a u n jurado popular si su alegato había pesado en la determinación del tribunal. E l t r i b u n o le contestó: U s t e d e s t u v o b i e n , p e r o n o l o a b s o l v i m o s p o r eso; le d i m o s s u l i b e r t a d al r e o p o r q u e e l m u e r t o e r a m u y p e n d e n c i e r o , s i e m p r e andaba c o n c u c h i l l o , a t o d o s q u e r í a matar, los tenía " a c o c h i n a d o s " ; e n esta o c a s i ó n , le t o c ó l a d e p e r d e r , e l a c u s a d o f u e m á s l i s t o , n o se d e j ó m a t a r ; e n f i n , s e ñ o r , le d i m o s s u l i b e r t a d , p o r q u e ese es e l s e n t i r d e l p u e b l o d e X o c h i m i l c o . 8 2 8 3 " E l fiscal injurió a las mujeres que usan trajes de b a ñ o , a los periódicos i n f o r m a t i v o s y a los testigos que declaran t o d a la v e r d a d " , en Excelsior (l- dic. 1929), Segunda Sección, p p . 1 , 8 y 9. Esta p o s t u r a se repite en m ú l tiples procesos c o n t r a mujeres. Para la m i s m a época (1923) el de N y d i a C a m a r g o p o r el h o m i c i d i o de su esposo. Tan lúe así, que se recogió en el i m a g i n a r i o o la ficción, c o m o e j e m p l o el j u i c i o c o n t r a Remedios Vena (a) " L a R u m b a en la novela de Á n g e l de C a m p o . C A M P O , La Rumba, 8 3 p . 328. A r m a n d o Z . O s t o s , " E l J u r a d o P o p u l a r . L a v e r d a d d e s n u d a " , en El Universal (20 oct. 1931), p . 38. E L I S A SPECK-MAN G U E R R A 1448 Es decir, absolvieron a u n i n d i v i d u o porque, finalmente, estaban castigando a su víctima. E n otros casos la c o m u n i d a d actuaba sin pasar siquiera p o r las instituciones estatales y, dentro de estas experiencías, n o puedo dejar de mencionar el linchamiento. ^ r a r a la ciudad de México se registran m u y pocos casos, aunque la prensa capitalina los registraba para Estados U n i 1 1 1 1 1 * 1 * ^ 1 ^ dos, donde eran comunes los linchamientos de negros. 3 V o l v i e n d o al caso mexicano, tengo noticia de u n episodio o c u r r i d o en 1915, cuando una m u l t i t u d apedreó a los i n dividuos que pretendían saquear el t e m p l o de Santa BrígiQC 1 da. /^\ 1 1 * 1 * A í~% t~\ ^\ 1 1 " f ~~^ 1 1 1 O del i n t e n t o , hacia 1892, de linchar a Guadalupe Bejarano — q u i e n torturó a una huérfana hasta matarla— aun cuando la " m u j e r v e r d u g o " ya estaba en poder de las * 1 1 0~7 autoridades. 7 "TA s 1 • 1 1 a Por u l t i m o , aunque n o se trata de u n l i n - chamiento propiamente dicho, en 1902 se registra el apedreamiento de conductores de ferrocarriles en protesta p o r el atropellamiento de u n anciano y la indiferencia de 8 4 E l l i n c h a m i e n t o puede ser d e f i n i d o c o m o u n a a c c i ó n colectiva, ejecu- tada p o r i n d i v i d u o s que n o cuentan c o n autorización legal y que, p o r t a n t o , c o m e t e n u n acto ilegal, que reaccionan de f o r m a i n m e d i a t a a una ofensa y se d i r i g e n al agresor, y que siempre i m p l i c a u n severo castigo físico o la m u e r t e de la víctima. T o m a d a de la definición que aporta V l LAS, " ( I n ) j u s t i c i a " , p p . 140-141. 8 5 P o r e j e m p l o , la n o t i c i a del n ú m e r o de l i n c h a m i e n t o s (2 174) registra- dos entre 1895-1898. El Imparcial (30 ene. 1898). O b i e n , u n a n o t a que se p r e g u n t a b a si, ante el creciente a u m e n t o de p o b l a c i ó n negra y u n a u m e n t o de su i n f l u e n c i a en la política, la e c o n o m í a y la sociedad, en u n f u t u r o los negros lincharían a los blancos. El Imparcial 8 6 V é a s e i m a g e n del A r c h i v o Casasola en La 87 El linchamiento gas A r r o y o , 1892. de la Bejarano, (2 nov. 1906). procuración. M é x i c o , I m p r e n t a de A n t o n i o Vane- 1449 LOS JUECES, E L H O N O R Y L A M U E R T E las autoridades y de la empresa ante la frecuencia de los accidentes. 88 Los tres casos anteriores podrían explicarse con las conclusiones de autores que han trabajado el linchamiento en el México contemporáneo: los actores que participan p o nen de manifiesto la desconfianza hacia jueces y policías y / o actúan de acuerdo a tradiciones propias o a una c u l t u ra diferente a la que adoptan las instituciones públicas, p o r lo que el linchamiento atestigua la coexistencia de diferentes órdenes normativos dentro de u n m i s m o espacio. 89 Por tanto, n o sólo dan cuenta de otra f o r m a de intervención de particulares en el plano de la justicia, sino de una i n t r o m i sión que - a l igual que la de los d u e l i s t a s - refleja la existencia de u n pluralismo cultural. Y también - a l igual que en el caso de los d u e l i s t a s - refleja la desconfianza hacia u n Estado que podría castigar o dejar de castigar con una visión ajena o con una diversa prelación del delito y una di¬ versa, medida de la pena. E n suma, estamos de nueva cuenta, ante dos de las fracturas del absolutismo jurídico: la aplicación de justicia p o r parte de actores individuales o colectivos en detrimento del m o n o p o l i o estatal de la justicia y la emergencia del pluralismo en prácticas alternativas (autorizadas p o r la ley o extralegales) en detrimento de u n m o n i s m o judicial que respondería a u n supuesto e inexistente m o n i s m o cultural. 8 8 N o t a p u b l i c a d a p o r El Mundo 8 9 V é a s e el t r a b a j o del C e n t r o de Derechos H u m a n o s M i g u e l Agustín P r o J u á r e z , Justicia por propia (19 j u n . 1902). mano; los ensayos que i n t e g r a n el v o l u - m e n e d i t a d o p o r la C o m i s i ó n N a c i o n a l de D e r e c h o s H u m a n o s ; ISLAS, " L a j u s t i c i a " ; MARTÍNEZ B U L L E G O Y R I , " S e g u r i d a d " , M O N S I V A I S , "Jus¬ t i a a " y VlLAS, " ( I n ) j u s t i c i a " . 1450 ELISA SPECKMAN GUERRA CONSIDERACIONES FINALES Las premisas del absolutismo jurídico empezaron a d i f u n dirse en la N u e v a España a finales del siglo XVIII y en M é - xico a p r i n c i p i o s del X I X , pero la ley sólo las recogió de f o r m a integral hacia el último cuarto del siglo. N o obstante, el análisis de las leyes expedidas entre 1871-1931, revela ires y venires, particularidades derivadas del contexto y la cultura mexicanas, incongruencias y fracturas. Por t a n t o , más que hablar de la adopción de modelos o esquemas extranjeros debemos hablar de adaptación. Por otra parte, debemos admitir que, j u n t o a las ideas liberales y propias del derecho m o d e r n o , subsisten en la ley ideas y valores t r a d i cionales. Por ejemplo, en el Código de 1871, en n o m b r e del h o n o r se p e r m i t e n intervenciones de los particulares en el ámbito de la justicia y del castigo, aun cuando atenten contra el m o n o p o l i o estatal sobre la justicia y el castigo. Esto c o n f i r m a que las ideas m u t a n más rápido que los valores. L o mismo se nota en el código de 1929. E l h o n o r n o desaparece de la ley, p o r el contrario, en algunos puntos gana terreno. Pero para esta época, la lucha se manifiesta, t a m bién, en el campo de las ideas. L a reducción del arbitrio (visto como condición para lograr el respeto a la ley y la igualdad jurídica) se ve sustituido p o r u n m a y o r margen de decisión (visto c o m o condición para aplicar condenas y penas diferenciadas en razón de la personalidad y la p e l i grosidad del criminal). Por tanto, se f i l t r a n en la legislación ideas propias de la escuela positivista y que no habían sido consideradas p o r la ley durante el p o r f i r i a t o , p o r lo que no puede hablarse de premisas liberales violadas bajo el go- LOS JUECES, EL H O N O R Y L A MUERTE 1451 bierno de P o r f i r i o Díaz y rescatadas al t r i u n f o de la Revolución. Pero sí puede constatarse la mutación de ideas y la permanencia de los valores, y hablarse de u n código que refleja la lucha entre dos escuelas teóricas, que los redactores de 1931 l o g r a r o n conjugar en u n m i s m o cuerpo. Pasemos a la práctica judicial, en la que se observa una situación similar. Los principios del absolutismo jurídico están presentes a partir de 1871, pero hasta 1931 n o se l o gra la estatización de la justicia, con la consiguiente expulsión de los particulares de la práctica judicial, n i tampoco el apego al modelo que apuesta p o r el formalismo o el lega¬ lismo jurídico. Y no se trata, de nuevo, de una violación sistemática de la legislación que pueda atribuirse a la etapa porfiriana y que se haya resuelto con el advenimiento de la Revolución. N o necesariamente es u n problema de cambio político. Tampoco necesariamente es u n problema de tiempo, es decir, si bien podemos pensar que con los años los jueces profesionales y los particulares asumieron o interiorizaron las nuevas reglas de juego, no podemos hablar de u n proceso consumado. Los jurados f u e r o n suprimidos y los particulares aband o n a r o n algunas formas de intromisión (el duelo), pero con la proliferación del c r i m e n y la creciente desconfianza hacia las autoridades, que se perciben como ineficaces y corruptas, han surgido nuevas formas de participación en la defensa o en la prevención del crimen. Por otra parte los jueces profesionales p u d i e r o n mentalizar su nueva misión y f u e r o n educados en el respeto a la ley. Pero tampoco se trata de u n problema de actitud, n i siquiera de proporción. V o y a explicarlo. E n este artículo recurrí a fuentes que p r i vilegian la divergencia de opiniones o que, incluso, explotan 1452 ELISA SPECKMAN GUERRA el error judicial (como la jurisprudencia, que generalmente se construye sobre casos dudosos o que se prestan a debate, o los casos célebres, que en ocasiones no son célebres p o r el criminal, sino p o r el veredicto), además, para ejemplificar elegí "casos difíciles" e hice menor referencia a los "casos fáciles", que son mayoría dentro de los archivos j u diciales, y que otorgan menor resquicio para encontrar distancias respecto a la ley o posibilidades alternativas en la resolución. Sin embargo, subsiste u n problema que va más allá de los porcentajes e incluso de la disposición de los jueces, y que es inherente a la n o r m a y a su aplicación, o bien, l o es a la i m p o s i b i l i d a d de aplicar u n modelo que parte de dos premisas: u n m o n i s m o jurídico que supuestamente representa aspiraciones universales y una ley que ofrece la única solución correcta a cada caso y cuyo significado es claro e inequívoco. U n sistema n o r m a t i v o difícilmente puede dar cabida a diferencias individuales, grupales, regionales y culturales, p o r eso, si bien el m o n i s m o jurídico se justifica en aras de la igualdad, no podemos ignorar que el pluralismo cultural puede emerger en las prácticas judiciales, ya sea en la j u s t i cia estatal (a través del arbitrio legal o de los resquicios legales, de las distancias entre ley y n o r m a , de los errores judiciales o de la arbitrariedad del juez), ya sea en las j u s t i cias alternativas, sancionadas o n o sancionadas p o r el Estado. Por otra parte, u n sistema n o r m a t i v o difícilmente puede presentar una única y clara n o r m a para cada u n o de los casos que se presentan a los jueces, p o r tanto, debemos admitir que la práctica judicial involucra cierta dosis de elección e interpretación. LOS JUECES, E L H O N O R Y L A M U E R T E 1453 SIGLAS Y REFERENCIAS AHTSJ A r c h i v o H i s t ó r i c o d e l T r i b u n a l Superior de Justicia, M é x i c o , D . F. C Ó D I G O S Y LEYES S E C U N D A R I A S C ó d i g o penal para el D i s t r i t o Federal y t e r r i t o r i o de la Baja C a l i f o r n i a s o b r e delitos del f u e r o c o m ú n , y para t o d a la R e p ú b l i c a sobre delitos c o n t r a la federación, e x p e d i d o en d i c i e m b r e de 1871, en v i g o r en a b r i l de 1872. C ó d i g o penal para el D i s t r i t o y t e r r i t o r i o s federales, expedido en sept i e m b r e de 1929, en v i g o r en d i c i e m b r e de 1929. C ó d i g o penal para el D i s t r i t o y t e r r i t o r i o s federales en materia de f u e r o c o m ú n , y para t o d a la R e p ú b l i c a en m a t e r i a del f u e r o federal, e x p e d i d o en agosto de 1931, en v i g o r en septiembre de 1931. C ó d i g o de p r o c e d i m i e n t o s penales para el D i s t r i t o y T e r r i t o r i o s Federales, e x p e d i d o en septiembre de 1880. C ó d i g o de p r o c e d i m i e n t o s penales p a r a el D i s t r i t o y T e r r i t o r i o s Federales, e x p e d i d o en j u l i o de 1894, en v i g o r en septiembre de 1894. C ó d i g o de organización, de c o m p e t e n c i a y de p r o c e d i m i e n t o s en m a t e r i a p e n a l , para el D i s t r i t o Federal y t e r r i t o r i o s , e x p e d i d o en o c t u b r e de 1929, en v i g o r en d i c i e m b r e de 1929. C o n s t i t u c i ó n federal de los Estados U n i d o s M e x i c a n o s , p r o m u l g a d a en f e b r e r o de 1857. C o n s t i t u c i ó n política de los Estados U n i d o s M e x i c a n o s , p r o m u l g a d a en f e b r e r o de 1917. L e y de j u r a d o s en materia c r i m i n a l para el D i s t r i t o Federal, 15 de j u n i o de 1869. L e y de j u r a d o s en materia c r i m i n a l p a r a el D i s t r i t o Federal y T e r r i t o r i o de la Baja C a l i f o r n i a , 24 de j u n i o de 1891. L e y de o r g a n i z a c i ó n de t r i b u n a l e s d e l D i s t r i t o Federal y t e r r i t o r i o de la Baja C a l i f o r n i a , 15 de septiembre de 1880. 1454 ELISA SPECKMAN GUERRA L e y de o r g a n i z a c i ó n j u d i c i a l para el D i s t r i t o Federal y t e r r i t o r i o s federales, 9 de s e p t i e m b r e de 1903. L e y orgánica de los t r i b u n a l e s d e l f u e r o c o m ú n en el D i s t r i t o y t e r r i t o rios de la F e d e r a c i ó n , 9 de septiembre de 1 9 1 9 . L e y orgánica de los t r i b u n a l e s d e l f u e r o c o m ú n en el D i s t r i t o y t e r r i t o rios federales, 2 9 de d i c i e m b r e de 1 9 2 2 . L e y orgánica de los t r i b u n a l e s d e l f u e r o c o m ú n en el D i s t r i t o y t e r r i t o rios federales, 3 1 de d i c i e m b r e de 1 9 2 8 . 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