El patio pedagógico

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El patio pedagógico
Espacios escolares / Interdisciplinariedad
y globalización / Escuela al aire libre /
Juan Gómez Márquez / Patio escolar /
Educación al aire libre
MIGUEL GARCÍA DURÁN
Un reloj de sol, un pentagrama de
hierro, un ajedrez de enormes
dimensiones, un teatro clásico, una
caseta meteorológica, un bosque,
un chozo, una charca… En total,
más de siete mil metros cuadrados
que se han acondicionado para
convertir el patio de recreo en un
espacio didáctico, multidisciplinar,
lúdico, estético y habitable. El aula
ya no es el único lugar de
aprendizaje.
El espacio Pitagórico, con el ajedrez gigante, es el lugar para la geometría y la música.
JUAN GÓMEZ MÁRQUEZ
Docente del IES Vega del Guadalete, de La
Barca de la Florida (Cádiz).
T
odos los espacios educan. Pero la
mirada de arquitectos, pedagogos
y Administración sobrevuela el patio de los centros de Secundaria y Bachillerato, como si no existiese, y se posa en
lo edificado como el único espacio didác-
tico posible. Lo no-edificado es invisible
porque no se percibe con funciones didácticas. En el IES Vega del Guadalete,
de La Barca de la Florida, hemos abordado frontalmente la invisibilidad del patio
de recreo y lo hemos acondicionado para
Nº IDENTIFICADOR: 391.009 { JUNIO 2009 Nº 391 CUADERNOS DE PEDAGOGÍA. 35
Un modelo exportable
La realización de este proyecto ha permitido descubrir las virtudes pedagógicas del patio de
recreo y repensar el uso didáctico de los distintos espacios que conforman un centro de Secundaria y Bachillerato. Desde que el alumnado pisa el recinto del centro está expuesto a
elementos didácticos.
El acondicionamiento realizado, al margen de su valor didáctico, ha revitalizado el patio como
espacio estético, habitable y lúdico, lo que ha contribuido a aumentar el grado de satisfacción
del alumnado y de sus familias con el centro.
El proyecto ha demostrado también que es posible la colaboración fructífera entre instituto y
entorno. Esa colaboración ha hecho posible que muchas personas, pertenecientes o no a la
comunidad escolar, lo sientan como propio porque hay en él algo con lo que se identifican,
especialmente el chozo. Además, la apertura vespertina del centro se aprovecha de elementos
del patio. Y bien podría servir de parque para los vecinos de la localidad.
El proyecto tiene otra virtud extraordinaria: es exportable. Cualquier otro centro educativo
puede adoptarlo, y adaptarlo a la idiosincrasia de su proyecto curricular y de su entorno, tanto
si es rural como urbano. El único requisito es contar con un patio que clame por su utilización
como espacio didáctico y de auténtico re-creo. El edificio de los centros de Secundaria y Bachillerato se suele repetir clónicamente de unos lugares a otros. El acondicionamiento del
patio podría darle a todo centro las señas de identidad que no le confiere el edificio.
la práctica docente más allá de la pista
deportiva o el huerto escolar. Los 7.783,35
m2 de nuestro patio son ahora una gran
aula polivalente.
Educabilidad de los espacios
La literatura pedagógica sobre el espacio escolar reconoce la importancia de los
espacios –y del espacio escolar, en concreto– como agentes educativos, y la relación existente entre arquitectura escolar
e innovación pedagógica (Escolano Benito, 2000; Fernández Alba, 1997; Santos
Guerra, 1993; García del Dujo y Muñoz
Rodríguez, 2004; Viñao Frago, 2006).
Los espacios no son lugares neutros,
sino que están cargados de significados.
Todo espacio educa: la escuela, el barrio
donde se asienta, el trayecto a la escuela,
el entorno (Trilla, 1985). Todos los espacios
son significativos y, por eso mismo, educativos: portadores de valores, inculcadores de comportamientos, escenarios de
aprendizaje. Nosotros construimos los espacios, pero éstos dejan su impronta en
nosotros.
Los espacios hablan y educan, de ahí
que algunos pedagogos soliciten del docente el rol de arquitecto como constructor de espacios, que se convierta en diseñador de ambientes de aprendizaje (Viñao
Frago, 1993-1994). La finalidad no es otra
36 CUADERNOS DE PEDAGOGÍA. Nº 391 }
que hacer consciente al docente de los
valores de los espacios, para que pueda
ponerlos al servicio de su labor educativa.
La educabilidad de los espacios exige
una correlación entre arquitectura escolar
y contenido educativo. Afirmaba el arquitecto Antonio Fernández Alba (De la Torre,
1982): “Un modelo arquitectónico configura una determinada metodología”. Tanto desde el ámbito de la arquitectura,
como desde el campo de la investigación
pedagógica, se ha criticado la inadecuación entre edificación y contenidos (Fernández Alba, 1997; Salmerón Pérez, 1992).
Queremos formar e instruir a individuos
democráticos y solidarios, pero diseñamos
espacios que potencian la individualidad;
queremos despertar la curiosidad y el gusto por el conocimiento, pero en espacios
espartanos y cerrados. Se hace necesario,
pues, repensar los espacios escolares, si
pretendemos extraer todo el jugo posible
al proceso de enseñanza.
La invisibilidad del patio
Sin duda se detecta una preocupación
por la edificación escolar, tanto desde el
punto de vista estético (Temas de Arquitectura, n.º 1 y 2, 2004) como didáctico
(Delval, 2006; Ribera, 2002). Mas todo este
interés pedagógico por la arquitectura escolar está focalizado en la edificación es-
colar, como si sólo lo edificado constituyera la totalidad del recinto escolar. Lo
no-edificado pasa inadvertido. Lo suyo es
ser lugar de descanso, más o menos estético y habitable; lugar de acceso al aulario del centro y subordinado a las necesidades de éste.
Para la Administración, el patio de recreo queda reducido a su dimensión cuantitativa de “tres metros cuadrados por
puesto escolar y que, como mínimo, tendrá una superficie de 44 por 22 metros,
susceptible de ser utilizado como pista
polideportiva” (Real Decreto 1537/2003,
de 5 de diciembre). La falta de sensibilidad
pedagógica con el patio se aprecia en la
práctica, vieja y nueva, de considerarlo
suelo de reserva para futuras necesidades
de aulario (así lo manifestó, por ejemplo,
la Consejería de Educación de Andalucía
en una nota de prensa del 30 de octubre
de 2007, cuando anunció la construcción
de un nuevo instituto). De ahí que restar
metros al patio no se percibe como una
barbaridad pedagógica, como ocurriría si
se destinara un aula tradicional a asuntos
administrativos.
Este desinterés generalizado por el patio de recreo ha facilitado su abandono y
deterioro estético, lúdico y de habitabilidad en muchos centros. Por decirlo en
términos pedagógicos reconocibles: el
patio constituye el núcleo más invisible e
impenetrable del currículo oculto del espacio escolar.
Quienes mayor sensibilidad didáctica
muestran con este espacio lo acercan al
campo de las ciencias naturales, pues ven
en él un lugar idóneo para facilitar el contacto entre alumnado y naturaleza a través
de la vegetación o mediante la labranza
de un huerto escolar (Salmerón Pérez,
1992; Heras Montoya, 1997).
En nuestro caso, se ha pretendido descentralizar el proceso de enseñanza-aprendizaje del aula tradicional y arremeter contra infundadas e injustificadas dicotomías
(dentro/fuera, aula/patio, lugar apto/no
apto para el aprendizaje, continente/contenido, didáctico/lúdico, etc.), que limitan
tanto las posibilidades educativas de todos los espacios del centro como el proceso educativo mismo, al ofrecer al alumnado una estructura antagónica y ficticia
de la realidad en cuanto a escenarios de
aprendizajes y conocimientos.
El proyecto de innovación educativa desarrollado en el IES Vega del Guadalete
aspira a transformar el patio de recreo en
un hiperespacio, fiel a las diferentes lec-
ESO/bachillerato
turas que de la realidad se ofrece desde
el aulario de un centro de Secundaria y
Bachillerato. Se aprovechan los 7.783,35
m2, libres de cualquier mobiliario didáctico o urbano, a excepción de una solitaria
fuente, sin arboleda ni otro elemento estético o de habitabilidad, para crear una
gran aula polivalente: siete lugares multi
e interdisciplinares e interrelacionados entre sí a modo de piezas de puzzle. Así es
como el docente deviene arquitecto.
La elección de estos lugares no es arbitraria ni espontánea, sino resultado de un
laborioso trabajo de reflexión y análisis,
de diálogo, de ensayo-error. Es una elección intencionada y guiada por criterios
como la multi e interdisciplinariedad de
esos lugares; su habitabilidad y uso lúdico;
la adecuación a las expectativas de actividades curriculares de los departamentos;
el uso de materiales diversos en cuanto a
composición, forma y color, y la instalación
de mobiliario que reúna una serie de requisitos: ser didáctico, estético, lúdico,
habitable y multidisciplinar.
Los lugares
Los 7.783,35 m2 de espacio infrautilizado de nuestro patio, tanto para la didáctica como para el verdadero re-creo, desangelado y desértico, se han convertido
en lugares como las Columnas de Números y Letras, que son las siete columnas
grises de los dos porches del edificio principal que pintamos para decorarlas y usarlas como expositores de matemáticas y
lengua: tres de ellas están dedicadas a los
números Pi, Fi y E, mientras que las otras
cuatro son columnas alfabéticas que recogen otras tantas formas de nombrar la
realidad: el ideograma chino, el árabe, el
griego y el español.
En nuestro patio también hay ahora el
Lugar del Tiempo: un reloj analemático de
sol construido en un espacio de unos 16
m2, donde el alumnado hace de gnomon.
El Espacio Pitagórico es un lugar para
la geometría y la música. Se aprovecha el
hormigonado de una zona de albero de
defectuoso drenaje para la construcción
de tres polígonos regulares (pentágono,
hexágono, octógono) inscritos en circunferencias de 3,6 m de radio; un ajedrez de
51,84 m2 y un pentagrama elaborado en
hierro de 1,50 x 5 m con las notas en chapa metálica de los primeros acordes del
Himno de la alegría. En los vacíos alcorques que bordean este espacio se han
plantado tipuanas, árbol foráneo y de crecimiento rápido que ya da sombra.
El Bosque Mediterráneo, por su parte,
ocupa los parterres de la entrada y la parte trasera del edificio principal, con una
extensión de 2.015 m2. Este lugar geológico, biológico e histórico-social alberga
una muestra de rocas representativas del
suelo de la comarca (con algunas de ellas
hemos construido nuestro particular Bosque Cromático de Piedras: seis voluminosas rocas de unos 700 kilos pintadas
con los tres colores primarios y tres secundarios, que representan un círculo cromático); un mapa topológico rediseñado
para que la población de La Barca ocupe
el centro y facilite al alumnado el conocimiento de su ubicación y los alrededores;
arboleda mediterránea de monte y ribera (encinas, algarrobos, acebuches, alcornoques, quejigos, fresnos) y arbustos (madroño, palmito, romero, lentisco, salvia,
lavanda, tomillo…) con su chozo (6 x 4 m
de planta), charca y huerto escolar. Cuenta con dos aulas al aire libre, compuestas,
cada una de ellas, por tres bancos-mesas
de los que se encuentran en los parques
forestales.
En el patio del IES Vega del Guadalete
hay también un teatro clásico antiguo con
su escenario (17,5 m2), deambulatorio y
tres gradas con capacidad para unas 140
personas. Lo llamamos el Espacio Escénico Clásico, y está adornado con un mosaico de un metro cuadrado, elaborado
por el alumnado con motivos clásicos relacionados con la comarca.
En la Avenida de las Culturas hay dispuestas varias mesas con juegos interculturales de las distintas zonas continentales
(go, awithlaknannai, wari, morris, surakarta) y lógicos (aro cautivo, torre de Hanoi,
mosaico, tangram). Para dar sombra a esta
zona se ha plantado, junto a las mesas,
una hilera de jaboneros.
Por último, en el Rincón de la Física se
encuentran una caseta meteorológica, un
pupitre de conductividad, una mesa de
óptica y cicloides. Tres centenarios naranjos donados por la Consejería de Medio
Ambiente de la Junta de Andalucía colindan con este espacio. A sus pies, la tercera de nuestras aulas al aire libre.
Logros
Comparado con el aspecto que presentaba antes de nuestra actuación, el salto
estético de nuestro patio es cualitativo.
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Variedad de formas y colores, más de medio centenar de árboles, masa forestal,
chozo, teatro, juegos… No sólo ha ganado visualmente, sino que ahora los demás
sentidos pueden participar del gozo del
patio.
Tras su acondicionamiento, el patio también es más acogedor y habitable. La instalación de mesas-bancos o las gradas
del teatro permiten al alumnado sentarse
para tomar tranquilamente su bocadillo
o charlar. El ambiente en el tiempo de
recreo se parece al de un parque.
Además, la instalación de juegos lógicos y culturales o de las propias mesasbancos y demás mobiliario da al alumnado unas posibilidades lúdicas de las que
antes carecía.
El patio de nuestro instituto, por tanto,
ha mejorado desde el punto de vista estético, de habitabilidad y lúdico. Pero sobre todo ha ganado desde el punto de
vista didáctico. Sin duda, aquí sobresalen
sus principales ventajas.
Una de ellas es que el acondicionamiento y uso del patio como aula ha permitido
borrar la distinción entre contenido y continente del acto educativo. Si el aula tradicional o de laboratorio sólo funciona
como continente del acto educativo, el
patio puede ser ambas cosas al mismo
tiempo. Hay un conjunto bastante amplio
de actividades educativas que se ven potenciadas si las desarrollamos en el patio,
ya sea porque este continente es más agradable que la espartana aula tradicional (por
ejemplo, actividades de lectura o la realización de determinados ejercicios), ya sea
porque en él están los elementos que se
deben utilizar (por ejemplo, el cálculo de
áreas de polígonos). El miedo del profesorado a una conducta errática del alumnado en este espacio no se justifica. En
general, su comportamiento y nivel de
atención mejoran. El alumnado asume que
el patio es aula y agradece bajar a este
espacio. Convertir el patio en aula desacraliza el aula tradicional como único lugar
de aprendizaje, hace visible el acto docente, influye sobre la metodología seguida, etc.
La segunda ventaja se refiere a la posibilidad de abordar el proceso de enseñanza y aprendizaje desde una perspectiva multi e interdisciplinar. Un mundo
cada vez más global e interrelacionado
exige una educación más interdisciplinar.
El aula tradicional –y su decoración espartana– carece de las características
propias de un espacio multidisciplinar
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que se fije en la mente del alumnado y
permita trabajar los temas de forma interdisciplinar. El proyecto del patio incorpora este criterio como pilar básico
en la construcción de los distintos lugares. Pensemos en el Bosque Mediterráneo, donde se armonizan las dimensiones
geológica, biológica e histórico-social.
Aquí también pueden participar departamentos como Educación Plástica y Visual, Filosofía, Matemáticas o Química.
O en el Espacio Pitagórico, donde Matemáticas y Música van de la mano, pero
también permite la entrada a la Filosofía
o al Dibujo. Este patio posee las condiciones para el trabajo interdisciplinar con
el alumnado, pero su cumplimiento está
supeditado a otros factores como son la
formación del profesorado en el trabajo
cooperativo y la programación de currículos pensados desde una perspectiva
interdisciplinaria.
Por último, la transformación del patio
también ha permitido superar la dialéctica centro/entorno. Se ha trabajado en una
dirección de ida y vuelta que ha demostrado ser una manera bastante eficaz de
establecer un vínculo fuerte entre la comunidad y el instituto. Así, se recurre a
materiales ligados a la comarca, didácticamente aprovechables, para su instalación en el patio. Un ejemplo notable de
esto es nuestro Bosque Mediterráneo, que,
además de la masa forestal autóctona plantada, cuenta con un chozo típico de la
colonización de la campiña jerezana para
ilustrar la dimensión sociocultural y vital
de todo espacio natural. Así se integra la
realidad inmediata del alumnado en su
currículo escolar. Este elemento es el pretexto para invitar a abuelos y abuelas del
lugar, ligados vitalmente a esa época y a
los chozos, para que desgranen ante el
alumnado, junto al chozo, distintos aspectos de la vida cotidiana y socioeconómica
de aquellos momentos iniciales de estos
pueblos de colonización.
Pero para que todo esto sea posible,
desde un primer momento se solicita la
participación directa en la reconversión
del patio a instituciones locales, empresas
de la zona, AMPA y a personas concretas
en forma de asesoramiento, ayuda económica, aportación de materiales o mano
de obra. La respuesta es altamente positiva. Sin ella el proyecto no se hubiera
materializado en la dimensión en que lo
ha hecho. Ello prueba que el entusiasmo
y la confianza en una idea son tan contagiosos como el desánimo.
para saber más
X De la Torre, Juan Manuel (1982): “Entrevista a Antonio Fernández Alba. La
miseria del espacio escolar”, en Cuadernos de Pedagogía, n.º 86 (febrero), pp.
21-24.
X Delval, Juan (2006): Hacia una escuela
ciudadana. Madrid: Morata.
X Escolano Benito, Agustín (2000): Tiempos
y espacios para la escuela. Madrid: Biblioteca Nueva.
X Fernández Alba, Antonio (1997): “La expresión arquitectónica en los edificios escolares”, en Historia de la Educación, n.º 16.
X García del Dujo, Ángel; Muñoz Rodríguez,
José Manuel (2004): “Pedagogía de los
espacios. Esbozo de un horizonte educativo para el siglo XXI”, en Revista Española
de Pedagogía, n.º 228 (mayo-agosto).
X Heras Montoya, Laurentino (1997): Comprender el espacio educativo. Investigación
etnográfica sobre un centro escolar. Málaga: Aljibe.
X Ribera, Pere (2002): “Otros espacios para
otra escuela”, en Cuadernos de Pedagogía,
n.º 319 (diciembre), pp. 80-83.
X Salmerón Pérez, Honorio (1992): Evaluación de los espacios arquitectónicos escolares. Granada: Servicio de Publicaciones
de la Universidad de Granada.
X Santos Guerra, Miguel Ángel (1993): “Espacios escolares”, en Cuadernos de Pedagogía, n.º 217 (septiembre), pp. 55-58.
X Trilla, Jaume (1985): Ensayos sobre la escuela. El espacio social y material de la
escuela. Barcelona: Laertes.
X Viñao Frago, Antonio (1993-1994): “Del
espacio escolar y la escuela como lugar:
propuestas y cuestiones”, en Historia de
la Educación, n.º 12-13.
X Viñao Frago, Antonio (2006): “El espacio
escolar: viejas cuestiones, nuevos escenarios”, en Escolano Benito, Agustín (dir.):
Historia ilustrada de la escuela en España:
dos siglos de perspectiva histórica. Madrid:
Fundación Germán Sánchez Ruipérez.
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