APULEYO Y SAN AGUSTÍN A UN PASAJE PRECISIONES A muchos parecerá, sin duda, una minucia esta nota sobre un pasaje de Apuleyo en san Agustín. Pero ello nos da cuenta de las múltiples lecturas del obispo de Hipona, aunque tenemos que reconocer que un escritor tan popular y medio paisano de Agustín no podría ser desconocido, sobre todo en su propia patria. Como escribió Paul Monceaux, «con Apuleyo se puede decir que el África toma definitivamente conciencia de su genio literario))l. Nace Apuleyo hacia el año 125, en Madaura, en los confines de Numidia y de Getulia 2. Aunque tal vez descendiente de alguno de los veteranos que se instalan en Madaura, después que se convierte en colonia militar de Roma, Apuleyo se considera siempre africano y considera su patria la tierra africana, en donde transcurrió la mayor parte de su vida y donde compuso la mayoría de sus obras. Se educó en Cartago, la madre venerable de toda la provincia 3, donde llevó a cabo los estudios gramaticales y retóricos que tanta importancia debían tener para este genial sofista del África romana. Completó su formación en Atenas, sede de las principales escuelas filosóficas, y en Roma. Llegó a ser un gran enciclopedista que dominaba las artes y las ciencias de su tiempo. Se vanagloriaba de dar culto a las nueve musas por igual 4. Fue retórico, orador, filósofo, naturalista, geógrafo, novelista, poeta, agrónomo, médico, anecdotista. Como conferenciante y hábil sofista fue escuchado y aplaudido en todas partes, sobre todo en Cartago, donde sus habitantes no podían pasarse sin oír sus discursos. En esa ciudad fue bibliotecario y, además, sacerdote de Esculapio. Fue autor de muchas obras, siendo la más conocida su novela llamada en latín Metamorphoseon libri XI, conocida vulgarmente con el nombre de El asno de oro, como ya notaba san Agustín: Apuleius in libris 1 Paul MONCEAUX, Les Africains. Étude sur la littérature latine d'Afrique, París, 1894, p. 265. 2 La fecha de su nacimiento es hipotética. Suponiendo, con gran probabilidad, que el proceso contra Apuleyo tuvo lugar el año 158, y que entonces contaba poco más de treinta años, se establece como probable la fecha de su nacimiento. 3 Cf. Florida 4, 21. 4 Cf. Apologia 36; Florida 4, 20; 28; 32; 2, 9, 27. 412 JOSÉ OROZ RETA quos Asini aurei titulo inscripsit 5. Se nos han conservado también de Apuleyo otras obras: De Platone et eius dogmate; De deo Socratis; De mundo; Peri hermeneías 6 . Curioso producto de su ingenio es la colección, titulada Florida, que son trozos escogidos, extractos de sus lecciones y discursos, recogidos y publicados probablemente por algún amigo suyo después de su muerte '. Las Florida comprenden una miscelánea de 24 fragmentos de diversos temas, de dimensiones desiguales. En ellos se retrata al vivo el genio literario y la idiosincrasia africana del autor. Dos de estos fragmentos se consideran como trozos de los panegíricos, pronunciados ante los procónsules Rufino Severino y Escipión Orfito, por los años 161 y 163-64. Retórica, ciencia, erudición, anécdotas, recuerdos personales, dan a estos fragmentos un retrato vivo de Apuleyo. Pues bien, san Agustón leyó a Apuleyo y supo gustar el encanto de sus libros. Lo conoció sin duda ya adolescente, cuando todavía estudiaba gramática en Madaura, distante unos 30 kilómetros de Tagaste. Madaura, como otras ciudades africanas, había levantado una estatua a su famoso hijo 8. Con toda seguridad lo estudió a fondo en Cartago, al hacer sus estudios universitarios. Allí se conservaba todavía fresca la memoria de su orador predilecto, que cruzó como un meteoro brillante por el cielo literario del África pagana. Lo estudió, como defensor de la Iglesia, polemizando largamente contra él, en la Ciudad de Dios, al combatir su demonología 9. Conoció también la colección Florida, que desde el punto de vista literario es una de las muestras que mejor definen a Apuleyo. Y precisaDe ciuit. Dei 18, 18 1 PL 41, 754. El tratado de lógica, Peri hermeneías y, sobre todo, un diálogo hermético Asclepius, hay que considerarlos más bien como apócrifos. No faltan alusiones a otros tratados del gran enciclopedista de Madaura. Así Servio recuerda una obra De arboribus (Ad Georg. 2, 126). Paladio cita otra obra De agri cultura (1, 35, 9; Focio, Bibl. 163). Prisciano nos habla de una obra de medicina (Gr. lat. 2, p. 203, 14). Incluso hay alusiones a unos tratados de aritmética y de música, en Casiodoro, De arithm., De musica al final. En todo caso sus conocimientos fueron muy amplios y variados. 7 No parece que el título de la obra sea del mismo Apuleyo, como tampoco es probable que el título tenga que ver nada con el genus floridum. ¿Se trata de un wademécum» o prontuario de lugares comunes recogido por el mismo Apuleyo. 8 Al menos se erigieron en su honor tres estatuas, cf. Florida 9; 16; 18. Véase tamb i l Agustín, Epist. 138, 19. 9 Aunque san Agustín no deja de admirar a su paisano Apuleyo, con todo no faltan los lugares en que ataca abiertamente la demonología de su compatriota. Cf.De ciuit. Dei 8, 12; 14; 16; 19; 22; 9, 3; 11, 27. Véase también C. MORESCHINO, «La polemica di Agostino contra la demonologia di Apuleyo)), Annali della Scuola Normale Superiore di Pisa 2, 1972, pp. 583-96. 5 6 APULEYO Y SAN AGUST~N 413 mente del principio de las Florida tomó tal vez inspiración para una imagen, expresada por Apuleyo: Vt ferme religiosis uiantium moris est, cum aliqui lucus aut aliqui locus sanctus in uia oblatus est, uotum postulare, pomum adponere, paulisper adsidere: ita mihi ingresso sanctissimam istam ciuitatem, quamquam oppido festine <m >, praefanda uenia, et habenda oratio, et inhibenda properatio est, es decir, «Así como los viajeros piadosos, cuando encuentran en su camino un bosquecillo sagrado o algún lugar santo, suelen formular votos, ofrecer algún fruto y detenerse un momento, así también yo, al entrar en esta santísima ciudad, he de suplicar previamente vuestro favor, pronunciar un discurso, y refrenar mi prisa, por mucha que ésta sea» 10. Seguramente se inspiró san Agustín en este pasaje, cuando en un sermón al pueblo recomendaba de este modo la necesidad de la pureza y del silencio para orar bien: Quomodo si uenim ad aliquem locum, silentium est ibi, forte quies est ibi, mundus est locus. Oremus hic, dicis; et delectat te compositio.loci, et credis quod ibi te exaudiat Deus.. . Si ergo loci uisibilis te delectat munditia, quare te non offendit immunditia cordis tui?, es decir: «Como cuando llegas a un lugar donde reina el silencio, donde se percibe el descanso y la limpieza, y dices: Vamos a orar aquí, y te encanta la composición del lugar y crees que Dios te escuchará ... Si pues te agrada la limpieza del lugar visible, ¿por qué no te disgusta la suciedad de tu corazón?» 11. Creemos que muy bien pudo sugerir a Agustín su imagen este pasaje de las Florida de Apuleyo, aunque reconocemos que en esta materia de influencias debemos ser muy discretos y tenemos que dejar amplio espacio a la simple probabilidad, como en este caso. Pero el pasaje de san Agustín es curioso, porque introduce una expresión que se ha hecho célebre sobre todo en los Ejercicios Espirituales de Ignacio de Loyola: compositio loci, la «composición de lugar». No es que coincida plenamente Ignacio de Loyola con Agustín de Hipona, porque «la composición del lugar» en los Ejercicios es una labor imaginaria de la representación de las escenas religiosas, sobre todo de la vida de Cristo, de su pasión y de su muerte. Pero es curioso notar el uso de esta expresión en san Agustín, y que muy bien pudo tomarla de él el asceta español, aunque dándole contenido nuevo. Para san Ignacio de Loyola, la compositio loci es un preámbulo de la meditación. «El primer preámbulo es 'la composición' viendo el lu10 Florida 1. Esta obra junto con la Apologia ha sido publicada en la col. «Clásicos Credos», Madrid, 1980. 11 Agustín, Enar. in ps. 33, 2, 8 PL 36, 312. * 414 JOSÉ OROZ RETA gar» 12; es la reconstrucción imaginaria visual de los lugares, donde tienen su realización los misterios de Belén, el Cenáculo, el Calvario, la Casa de Betania. San Francisco de Sales la llama ((Fabrication du lieu» 13, en el mismo sentido ignaciano. Como se ve, san Agustín dio otro giro a la compositio loci: es el preámbulo de la preparación del alma para que no sea un lugar sórdido, inmundo, indecoroso, desagradable, ruidoso, sino al contrario, como un jardín ameno, limpio, lleno de buenos olores, en un ambiente silencioso. Cierto que este preámbulo es más importante que el otro, porque, aunque la representación imaginaria de las escenas y lugares de los rnisterios tenga su utilidad, sobre todo para los principiantes, la tiene mucho más para todos la buena disposición del alma, por la pureza y buenas costumbres, para hablar con Dios y ofrecerle el hospedaje que solicita. De todos modos, ahí está la compositio loci en un texto de san Agustín. Y es muy probable que del pastor africano esa expresión se haya introducido en la ascética cristiana. Y tal vez tengamos que remontarnos, en su origen remoto, hasta el curioso texto de Apuleyo que hemos recordado más arriba 14. José OROZRETA Universidad Pontificia Salamanca 12 Ignacio de Loyola, Exercicios spirituales. Autógrafo español, Madrid, 1956, 9 ed., p. 40. 13 Francisco de Sales, Zntroduction a la vie dévote 1 , 2, 4. Sobre la «composition de lieu» puede verse M. OLPHE-GALLIARD, Diction. de spiritualité 2, 1321-26. 14 La palabra compositio, de componere, tiene muy variados usos. Significa «arreglar», ((poner bien» (componere curas, Virg. Aen. 4, 341; componere lites, Virg. Ecl. 3, 108). Otras veces significa «preparar», «disponer»: componere animum ad omnes casus; «describir», «ordenar las palabras)): sonorum uaria compositio harmonias efficit plures, Cic. Tusc. 1, 41. En la mente de san Agustín está la idea de ornato, de limpieza y decoro, cuando emplea esa palabra.