La revocatoria de licitación por “falta de competitividad” y el control jurisdiccional* Luis Eduardo Coimbra de Manuel Ingeniero en Electrónica y Telecomunicaciones por la Universidad Tecnológica Federal de Paraná (UTFPR). Bachiller en Derecho por el Centro Universitario Curitiba (Unicuritiba). Postgraduado en Administración de Empresas (MBA) por el Instituto Superior de Administración de Empresas de la Pontificia Universidad Católica do Paraná (Isad/PUC-PR) con extensión por la University of Texas at Austin (EE.UU). Empresario del ramo de la tecnología de la información en Curitiba y Brasilia. Palabras clave: Licitación. Revocatoria de licitación. Adjudicación de objeto licitado. Competitividad. Resumen: Este artículo aborda el controversial tema de la revocatoria de licitaciones públicas, por parte de los administradores, de acuerdo a la sistemática prevista en la ley nacional, y analizando los motivos que dan pie a la revocatoria de procesos de licitación. Asimismo, se pretende demostrar el porqué las evaluaciones subjetivas no previstas en ley, no pueden ser admitidas como motivo determinante para revocar una licitación. 1 Introducción Uno de los temas más actuales y controversiales en el campo de las licitaciones públicas se refiere a la posibilidad de revocatoria de los procesos al momento de la adjudicación del objeto, en vista de la “falta de competitividad”, manifestada por un reducido número de postores con propuestas clasificadas y debidamente habilitados. Essas situaciones, al ser elevadas al Poder Judicial, normalmente no han sido confrontadas, en su mérito, en vista de la supuesta imposibilidad de apreciación del contenido del acto emanado en sede de competencia discrecional. Sin embargo, el análisis pormenorizado de los supuestos que autorizaron la revocatoria en esas circunstancias, así como de la conducta de los administradores públicos en ejercicio de esa * Artículo escrito bajo la orientación del Prof. Daniel Muller Martins. 100 competencia, es de fundamental importancia para determinar la efectiva sindicabilidad de los actos y la amplitud del control jurisdiccional que será ejercido, en busca de la efectiva tutela de los valores constitucionalmente consagrados en un Estado Democrático de Derecho. 2 Consideraciones acerca del proceso de licitación 2.1 La licitación como instrumento de satisfacción de las necesidades públicas Es decir: la licitación tiene carácter instrumental y está destinada a la consecución de su finalidad pública. Su naturaleza es de procedimiento e involucra, principalmente en la epata externa, una competencia esencialmente vinculada. Resumiendo esos pensamientos, es que citamos la doctrina de Roberto Dromi, que preconiza que “el procedimiento administrativo no es un fin en sí mismo, sino más bien un medio para otros fines, que le imprimen una razón de ser substancial”.2 Por lo tanto, las eventuales anulaciones del proceso, especialmente por motivos de “conveniencia y oportunidad” no tienen espacio para ese tipo de juicio, y no pueden ser ejercidos de manera indiscriminada, bajo pena de violación de otros principios constitucionales de la administración pública. 2.2 La licitación y los principios que la informan — legalidad, juicio objetivo y competitividad Al igual que toda la actividad administrativa, la licitación está subordinada al principio de la legalidad, que es de descrito por Celso Antônio Bandeira de Mello3 de la siguiente manera: Este es el principio capital para la configuración del régimen jurídico-administrativo. [...] Para evaluar correctamente el principio de la legalidad y captar su sentido profundo es necesario prestar atención al hecho de que él es la traducción jurídica de un propósito político: el de someter a los ejecutores del poder en concreto — el administrativo — a un cuadro normativo que embargue favoritismos, persecuciones o insubordinación. Se pretende a través de una norma general, abstracta y por eso mismo impersonal, la ley, editada, por el Poder Legislativo — que es el colegio representativo de todas las tendencias (inclusive minoritarias) del cuerpo social —, garantizar que la actuación del Ejecutivo tan sólo sea la de concretización de esta voluntad general. 1 2 3 XXI — salvo los casos especificados en la legislación, las obras, servicios, compras y enajenaciones serán contratados mediante proceso de licitación pública que asegure igualdad de condiciones a todos los concurrentes, con cláusulas que establezcan obligaciones de pago, mantenimiento las condiciones efectivas de la propuesta, en los términos de la ley, lo cual solamente permitirá las exigencias de calificación técnica y económica indispensables para la garantía del cumplimiento de las obligaciones. DROMI, Roberto. El procedimiento administrativo. Ediciones Ciudad Argentina, 1996, p. 36 — original en castellano. BANDEIRA DE MELLO, Celso Antônio. Curso de direito administrativo. 21 ed. São Paulo: Malheiros, 2006, p. 96-97. 101 Revista TCEMG|jan.|fev.|mar. 2012|DIREITO COMPARADO La licitación fue elevada a principio constitucional (art. 37, XXI1), para que, siempre que se identifique una necesidad pública que no pueda ser suplida directamente por la actuación de la propia Administración Pública, esta sea ejecutada mediante la selección de un tercero que realice el servicio o suministre el bien requerido, observándose los principios de la equidad y de la obtención de la prestación de mayor utilidad (“selección de la propuesta más ventajosa”, según lo estipula el art. 3º, caput, de la Ley n. 8.666/93). LA REVOCATORIA DE LICITACIÓN POR “FALTA DE COMPETITIVIDAD” Y EL CONTROL JURISDICCIONAL El principio de la legalidad se contrapone, por lo tanto, y profundamente, a cualquier tendencia de exacerbación personalista de los gobernantes. Se opone a todas las formas de poder autoritario, desde el absolutista, contra el cual irrumpió, hasta las manifestaciones caudillescas o mesiánicas típicas de los países subdesarrollados. El principio de la legalidad es el antídoto natural del poder monocrático u oligárquico, ya que tiene como raíz la idea de soberanía popular, de exaltación de la ciudadanía. En esta última se consagra la radical subversión del anterior esquema de poder asentado en la relación soberano — súbdito (sumiso). La licitación tiene como principios específicos, entre otros, los del juicio objetivo y el de la competitividad (rectius: de la prohibición a la restricción de la libre competencia), los cuales son descritos en dispositivos del art. 3º de la Ley n. 8.666/93: Art. 3º La licitación se destina a garantizar la observancia del principio constitucional de la equidad y a seleccionar la propuesta más ventajosa para la Administración y será procesada y juzgada en estricta conformidad con los principios básicos de la legalidad, de la impersonalidad, de la moralidad, de la igualdad, de la publicidad, de la probidad administrativa, de la vinculación al instrumento convocatorio, del juicio objetivo y de los que son correlativos. § 1º Les está prohibido a los agentes públicos: I — admitir, prever, incluir o tolerar, en los actos de convocatoria, cláusulas o condiciones que comprometan, restrinjan o frustren su carácter competitivo y establezcan preferencias o distinciones en razón de la nacionalidad, de la sede o domicilio de los licitantes o de cualquier otra circunstancia impertinente o irrelevante para el específico objeto del contrato. (Los subrayados son nuestros). Sin entrar en conceptos doctrinarios más profundos, se puede decir que esos principios tienen finalidades bastante definidas: la primera es la de que los criterios de juicio sean previamente estipulados, y la segunda, de que los supuestos de equidad y de igualdad sean respetados, tanto del punto de vista de formalidades como material. Es decir: los licitantes no deben ser “sorprendidos”, durante el transcurso del proceso, con criterios oscuros o “implícitos” en la convocatoria, y no deben existir “barreras”, además de los factores de discrimen constitucionalmente previstos (exigencias de calificación técnica y económica indispensables para garantizar el cumplimiento de las obligaciones) que puedan impedir a los interesados optar por su participación en el proceso de licitación. 2.3 La fase interna del proceso y sus implicancias relativas a la competitividad Aun cuando es objeto de menor estudio por parte de la doctrina, la fase interna de la licitación está descrita en dispositivos de la Ley n. 8.666/93, en especial en los artículos: 7º (obras y servicios) y 14 (bienes): Art. 7º Las licitaciones para la ejecución de obras y para la prestación de servicios obedecerán a lo dispuesto en este artículo y, en particular, a la siguiente secuencia: I — proyecto básico; II — proyecto ejecutivo; III — ejecución de las obras y servicios. § 1º La ejecución de cada fase obligatoriamente será precedida de la conclusión y aprobación, por parte de la autoridad competente, de los trabajos relativos a las fases anteriores, a la ejecución del proyecto ejecutivo, el cual podrá ser desarrollado concomitantemente 102 con la ejecución de las obras y servicios, siempre que sea también autorizado por la Administración. § 2º Las obras y los servicios solamente podrán ser licitados cuando: I — exista un proyecto básico aprobado por la autoridad competente y se encuentre disponible para análisis de los interesados en participar del proceso de la licitación; II — exista presupuesto detallado en planillas que expresen la composición de todos los costos unitarios; III — haya previsión de recursos presupuestarios que aseguren el pago de las obligaciones provenientes de las obras o servicios que serán ejecutados en el ejercicio financiero en curso, de acuerdo a su respectivo cronograma; IV — el producto esperado estuviera contemplado en las metas establecidas en el Plan Plurianual de que trata el art. 165º de la Constitución Federal, cuando sea el caso. § 4º Es vetada, también, la inclusión, en el objeto de la licitación, de abastecimiento de materiales y servicios sin previsión de cantidades o cuyos cuantitativos no correspondan a las previsiones reales del proyecto básico o ejecutivo. § 5º Es vetada la realización de licitación cuyo objeto incluya bienes y servicios únicos o de marcas, características y especificaciones exclusivas, salvo en los casos en que sea técnicamente justificable, o cuando el abastecimiento de dichos materiales y servicios sea hecho bajo el régimen de administración contratada, previsto y discriminado en el acto de la convocatoria. § 6º El incumplimiento de lo dispuesto en este artículo implica la nulidad de los actos o contratos realizados y la responsabilidad de quien les haya dado causa. [...] § 9º Lo dispuesto en este artículo se aplica también, en lo que compete, a los casos de dispensa y de inexigibilidad de licitación. Art. 14. Ninguna compra será realizada sin la adecuada caracterización de su objeto e indicación de los recursos presupuestarios para su pago, bajo pena de nulidad del acto y responsabilidad de quien le hubiera dado causa. Y, por lo tanto, es en la fase interna de la licitación que la discrecionalidad tendrá preponderancia. Actualmente, existen varias alternativas esencialmente discrecionales que serán realizadas: que licitar, cuando licitar, cuales son las condiciones del objeto a ser licitado, si el objeto será o no fraccionado (en los términos del art. 15, IV), que procedimiento será adoptado en función de la dimensión y de la naturaleza del objeto (modalidad/tipo). Al respecto, se presenta la precisa lección de José Anacleto Abduch dos Santos4: La decisión administrativa en fase interna de licitación será producida en un contexto que conjugue conceptos indeterminados con carácter polisémico (de orden jurídico o no), disposiciones normativas expresas y una pluralidad de opciones fáctico-administrativas. La selección de la opción administrativa que mejor atienda al interés público, entre las diversas alternativas posibles frente al orden jurídico, exige la ponderación valorativa que considere, además de las disposiciones legales expresas, el contenido jurídico expresado por los principios de la razonabilidad y de la proporcionalidad. [...] Por otro lado, el ejercicio de la función pública constituye un instrumento para la realización de los propósitos constitucionales elegidos como de interés público, y se 4 SANTOS, José Anacleto Abduch dos. As decisões administrativas na fase interna do processo licitatório. Revista Zênite de Licitações e Contratos, nov. 2007. Disponible en: <www.zenite.com.br>. Consultada el 02/02/2012. 103 Revista TCEMG|jan.|fev.|mar. 2012|DIREITO COMPARADO § 3º Es vetado incluir en el objeto de la licitación la obtención de recursos financieros para su ejecución, cualquiera sea su origen, excepto en los casos de proyectos ejecutados y explotados bajo el régimen de concesión, en los términos de la legislación específica. LA REVOCATORIA DE LICITACIÓN POR “FALTA DE COMPETITIVIDAD” Y EL CONTROL JURISDICCIONAL concretiza mediante el ejercicio de las atribuciones de competencia legal del agente público. Así, el ejercicio de la competencia administrativa no es una facultad otorgada al administrador, sino más bien, un deber legal. Tal cual el magistrado, que deberá ejercer la jurisdicción, resolviendo el conflicto de intereses que se le someta independientemente de existir o no norma jurídica para orientar su conducta (hipótesis de las lagunas del derecho), el administrador, a quien la Constitución confirió el ejercicio de la función administrativa debe actuar ejerciendo la conducta que sea necesaria para la satisfacción del interés público. La solución jurídica que mejor atienda al interés público, en la mayoría de las veces estará sujeta a la integración valorativa del administrador, a quien no se le da la alternativa de no actuar en la consecución del interés público. La integración valorativa de que se trata debe tener lastre, entre otros, en los principios de la razonabilidad y de la proporcionalidad. Es en el momento de la elaboración de la convocatoria, que deberán ser observadas las reglas que permitirán el respeto al principio de la competitividad. Si, por algún motivo, el concurso fuera imposible o inviable, estarán caracterizadas las situaciones de dispensa o inexigibilidad (art. 24 y 25). Perfectamente, Marçal Justen Filho5 sintetiza ese entendimiento, en los siguientes términos: En el procedimiento de licitación, se desarrolla la actividad vinculada. Eso significa ausencia de libertad (como regla) para la autoridad administrativa responsable por la conducción de la licitación. La ley define las condiciones de la actuación de los agentes administrativos, estableciendo el orden (secuencia) de los actos que serán practicados e imponiendo condiciones excluyentes de elecciones personales o subjetivas. [...] Por eso la ley resguarda autonomía para que la Administración defina las condiciones del contrato administrativo. Sin embrago, simultáneamente, estructura el procedimiento de licitación de modo que restrinja la discrecionalidad a determinadas fases o momentos específicos. Se le reserva a la Administración la libertad de elección del momento de realización de la licitación, de su objeto, de la especificación de las condiciones de ejecución, de las condiciones de pago etc. Esa competencia discrecional se ejercita en el momento preparatorio e inicial de licitación. Una vez realizadas esas elecciones, se extingue la discrecionalidad y no podrá invocarse más — o, mejor dicho, si la Administración pretendiera renovar el ejercicio de esa facultad, estará obligada a rehacer toda la licitación. [...] Le quedará un margen mínimo de libertad al administrador, usualmente de extensión irrelevante. Por lo tanto, la preservación de la competitividad se verifica en las providencias adoptadas en la fase interna y, salvo irregularidades — como por ejemplo, colusión entre los postores y/o desvíos de conducta por parte de la comisión de licitación/pregonero6 — en los procedimientos durante la fase externa de la licitación, esta deberá estar asegurada. Garantizada la condición de acceso a los interesados, y respetados los regímenes constitucionales de la libre competencia y de la libre iniciativa, el número de licitantes será regulado por la conocida “ley de la oferta y la demanda”. Celso Antônio Bandeira de Mello,7 en impecable lección, explica: Si a la licitación compareciera únicamente un interesado, se debe autorizar su habilitación normalmente. Una vez habilitado, se examinará su propuesta tal como ocurriría si hubiera 5 6 7 JUSTEN FILHO, Marçal. Comentários à lei de licitações e contratos administrativos. 11. ed. São Paulo: Dialética, 2005, p. 48. Conducta definida como crimen por la Ley n. 8.666/93, en los siguientes términos: “Art. 90. Frustrar o defraudar, mediante acuerdo, pacto o cualquier otro método, el carácter competitivo del procedimiento de licitación, con la intención de obtener, para sí o para otros, ventajas provenientes de la adjudicación del objeto de la licitación: Pena — detención, de 2 (dos) a 4 (cuatro) años, y multa“. Op. cit., p. 566 104 otros concursantes. No existe óbice alguno a que le sea adjudicado el objeto de la licitación, aun siendo regular la propuesta, por el hecho de no existir otros interesados. Lo mismo ocurrirá si varios comparecieran mas sólo uno fuera habilitado. Analizado el asunto de la competitividad, véase el de la adjudicación. 2.4 El principio de la adjudicación compulsoria Hely Lopes Meireles advierte que el derecho del licitante vencedor del proceso es el de que le sea adjudicado el objeto, y no el de ser celebrado el contrato. Colocado el asunto en esos términos, luego de concluida la licitación, el derecho del licitante vencedor, es el de impedir que la Administración contrate cualquier otra empresa para la realización del objeto licitado, haya o no participado esa empresa en la licitación. No es muy remota la hipótesis de que la Administración concluya determinada licitación y, antes de que se firme el contrato, surja otra empresa dispuesta a ejecutarlo por precio más reducido. Conforme el caso, la Administración puede revocar la licitación por medio de una decisión motivada y abrir un nuevo proceso de licitación. No puede -sin embargo- firmarse contrato con otro licitante mientras la licitación anterior no haya sido desestimada (revocada o anulada). Esa orientación fue tomada por el TCU en el proceso de la Decisión Colegiada n. 868/2006 — TCU — Segunda Cámara: ‘el hecho de que el objeto de un determinado concurso haya sido adjudicado a una empresa no implica en derecho subjetivo que se haga efectivo el contrato. El derecho del adjudicatario es el de ser convocado en primer lugar en caso la Administración decida celebrarlo, conforme está ampliamente estipulado por la jurisprudencia y por la doctrina’. [...] El principio de la adjudicación compulsoria debe ser entendido en el sentido de que, si la licitación fuera concluida, lo que presupone su aprobación por parte de la autoridad competente, sólo podrá ser contratada la empresa vencedora de la licitación. Si la Administración deseara celebrar el contrato, deberá convocar al licitante vencedor para firmarlo, en los términos de la convocatoria. Sin embargo, en caso la Administración ya no quiera celebrar el contrato, el licitante vencedor no tendrá derecho subjetivo a la contratación. En sentido contrario, la posición de José dos Santos Carvalho Filho:10 Una vez aprobados el resultado y la propia licitación, se presume que la Administración tiene interés en la actividad a ser contratada. Siendo así, es correcto considerar que el vencedor tiene pleno derecho a la adjudicación y, en consecuencia, al propio contrato. Hay quien se resiste a admitir que el vencedor tiene derecho al contrato, sin embargo no pensamos así. Si toda la licitación y el resultado final fueron aprobados, la Administración está vinculada a la práctica de la adjudicación y a la celebración del negocio contractual. Es clara la divergencia de posicionamientos a respecto del tema, con la salvedad de que, especialmente Art. 49. La autoridad competente para la aprobación del procedimiento sólo podrá revocar la licitación por razones de interés público provenientes de un hecho ulterior debidamente comprobado, pertinente y suficiente para justificar tal conducta, debiendo anularla por ilegalidad, de oficio a demanda de terceros, mediante parecer escrito y debidamente fundamentado. Art. 50. La Administración no podrá celebrar el contrato alterando el orden de clasificación de las propuestas o con terceros ajenos al procedimiento licitatorio, bajo pena de nulidad. 9 FURTADO, Lucas Rocha. Curso de Licitações e Contratos Administrativos. Belo Horizonte: Fórum, 2007, p. 47-48. 10 CARVALHO FILHO, José dos Santos. Manual de direito administrativo. 21. ed. Rio de Janeiro: Lúmen Juris, 2009, p. 281-282. 8 105 Revista TCEMG|jan.|fev.|mar. 2012|DIREITO COMPARADO Parte de la doctrina más abalizada trata también del principio — implícito — de la adjudicación compulsoria, o sea, del derecho del licitante que haya presentado la propuesta señalada como vencedora de ver el objeto para sí adjudicado. Esto deviene de la lectura de los artículos 49 y 50 de la Ley n. 8.666/93.8 Lucas Rocha Furtado9 sintetiza ese pensamiento de la siguiente forma: LA REVOCATORIA DE LICITACIÓN POR “FALTA DE COMPETITIVIDAD” Y EL CONTROL JURISDICCIONAL bajo el prisma del licitante, esta posición final pueda ser considerada la más adecuada al Estado Democrático de Derecho. 3 La revocatoria del proceso — previsión legal y procedimiento De acuerdo a lo expuesto anteriormente, luego de la publicación de la Convocatoria, la Administración procede esencialmente en el ejercicio de su competencia vinculada. Entre las pocas excepciones, se destaca la posibilidad de revocatoria de la licitación, según lo expresamente previsto en el art. 49 de la Ley de Licitaciones: Art. 49. La autoridad competente de la aprobación del procedimiento podrá revocar la licitación sólo por razones de interés público como consecuencia de hechos posteriores debidamente comprobados, pertinentes y suficientes para justificar tal conducta, debiendo anularla por ilegalidad, de oficio o por requerimiento de terceros, mediante consideración escrita y debidamente fundamentada. Dicha previsión ennoblece el principio de la auto-tutela administrativa, ya consagrado por el Boletín de Jurisprudencia n. 473 del Supremo Tribunal Federal: La administración puede anular sus propios actos, cuando se encuentren contaminados por vicios que los vuelvan ilegales, porque de ellos no se originan derechos; o revocarlos, por motivo de conveniencia u oportunidad, respetados los derechos adquiridos, y salvaguardada, en todos los casos, la decisión judicial. Otras legislaciones referentes a licitaciones, como las leyes estatales de Bahía (Ley n. 9.433, del 01 de Marzo de 2005) y la de Paraná (Ley n. 15.608, del 16 de agosto de 2007), consagran el mismo precepto, en sus art. 122 y 132, respectivamente: Art. 122. La autoridad superior competente sólo podrá revocar la licitación por motivo de interés público como consecuencia de hechos posteriores, debidamente comprobados, pertinentes y suficientes para justificar tal conducta, debiendo anularla por ilegalidad, de oficio o por requerimiento de terceros, mediante consideración escrita y debidamente fundamentada. Art. 132. La autoridad superior competente para la aprobación del procedimiento de licitación sólo podrá revocarla ante razones de interés público como consecuencia de hechos posteriores, debidamente comprobados, pertinentes y suficientes para justificar tal conducta, debiendo anularla por ilegalidad, de oficio o por requerimiento de terceros, mediante consideración escrita y debidamente fundamentada. En todos los dispositivos legales, queda claro que el motivo para la revocatoria de la licitación debe ser: a) posterior a su instalación; b) debidamente comprobado; c) pertinente al objeto materia de la licitación y d) suficiente, de per si, que espere la revocatoria del acto. El principio de lo contradictorio y de la amplia defensa, que alcanza constitucionalmente al proceso administrativo (art. 5º, LV), se encuentra previsto en la ley nacional en sus art. 49, §3º y 109, I, c: § 3º En caso de desestimarse el proceso de licitación, queda asegurado el contradictorio y la amplia defensa. Art. 109. De los actos de la Administración como consecuencia de la aplicación de esta Ley caben: I — recurso, en el plazo de 5 (cinco) días útiles contados a partir de la notificación del acto 106 o de la escritura del acta, en los casos de: [...] c) anulación o revocatoria de la licitación; Surge una nueva divergencia en la doctrina sobre el momento de la instauración del contradictorio y de la amplia defensa, si anterior o posterior a la revocatoria. Verifíquese las posturas de Celso Antônio Bandeira de Mello:11 Concluido el proceso de licitación con éxito, la Administración, en principio, estará obligada a contratar. Fue dicho “en principio” porque, si ocurriera un motivo posterior, en razón de lo cual la Administración tuviera justificativas de interés público suficientes para no contratar, podrá, mediante acto fundamentado, “revocar” la licitación, asegurados, previamente, el contradictorio y la amplia defensa del vencedor del proceso, interesado en firmar solución contraria. Y de Edmir Netto de Araújo:12 Los actos de anulación y revocatoria son auto ejecutorios y están dotados de presunción de legitimidad, lo que significa que son publicados de inmediato, con la notificación a los eventuales interesados realizada a través de publicación en el Diario Oficial (y lo que estipulan el art. 109, I, c y § 1º, de la Ley n. 8.666/93), a pesar de conocerse una decisión contraria,13 que al considerar que las notificaciones de la referida Ley deben ser realizadas personalmente, contradice evidentemente al dispositivo legal expreso y niega vigencia a la ley federal. Por otro lado, como los interesados tienen derecho a la amplia defensa y contradictorio (art. 49, § 3º, de la Ley n. 8.666/93), caso se abriese plazo y se motivase expresamente, a priori, el interés público en la revocatoria, la discrecionalidad de la revocatoria que esta afirmada en la doctrina para la revocatoria de cualquier acto administrativo quedaría anulada por el principio de la vinculación a los motivos determinantes. Por consiguiente, debe editarse y publicarse el acto de revocatoria (como también debe hacerse con el acto de anulación), los cuales son auto ejecutorios y presumiblemente legítimos, y aguardar el plazo de 5 días útiles (art. 109,1, c, de la Ley n. 8.666/93 para proseguir la licitación (en caso de anulación parcial) o, eventualmente, iniciar otra (en los casos de revocatoria y anulación total). En caso exista recurso, la decisión, como cualquier acto administrativo, podrá ser objeto eventualmente de control jurisdiccional en cuanto a la legalidad y a la existencia de un alegado interés público, mas siempre recordando que la valoración interna de ese interés público (como ocurre, p. ej., en la desapropiación por utilidad pública) está, en principio, fuera de la apreciación judicial. También en este aspecto, puede que la solución tampoco sea simple y universal. De un lado, la Ley Nacional de Licitaciones (art. 109, § 2º), no confiere efecto suspensivo a los recursos interpuestos, lo que puede dificultar la garantía de los derechos del administrado (art. 1º de la Ley n. 9.784/99). Por otro lado, el reconocimiento incondicional de ese derecho previo puede Op. cit., p. 581 ARAÚJO, Edmir Netto de. Curso de direito administrativo. 3. ed. São Paulo: Saraiva, 2007, p. 588. 13 REsp n. 18.712/RJ 11 12 107 Revista TCEMG|jan.|fev.|mar. 2012|DIREITO COMPARADO Fue dicho “con éxito” porque todas las propuestas pueden no haber estado conformes con las bases establecidas en la convocatoria o insatisfactorias, caso en el que deberán desclasificarse (art. 48), así como puede haber ocurrido alguna invalidez en su transcurso, hipótesis en la cual la licitación tendrá que ser anulada (art. 49). LA REVOCATORIA DE LICITACIÓN POR “FALTA DE COMPETITIVIDAD” Y EL CONTROL JURISDICCIONAL dar pie a innumerables maniobras puramente dilatorias. Ante la duda, se debe respetar la garantía de los derechos de los administrados, en razón del art. 1º de la Ley n. 9.784/99. 3.1 Del deber de motivar El aspecto esencial de la revocatoria, como también de todo acto practicado en el ejercicio de la competencia discrecional, habla sobre la necesidad de la debida motivación que legitime el acto. No obstante los principios de la Administración Pública listados en el art. 37 de la Constitución de la República de Brasil14 ya trajeron en sí, implícitamente, el deber de motivar, esta obligación es positivada por las leyes que rigen el proceso administrativo. Véase las disposiciones de la Ley n. 9.784/99: Art. 2º La Administración Pública obedecerá, entre otros, a los principios de la legalidad, finalidad, motivación, razonabilidad, proporcionalidad, moralidad, amplia-defensa, contradictorio, seguridad jurídica, interés público y eficiencia. Párrafo único. En los procesos administrativos serán observados, entre otros, los criterios de: I — actuación conforme a la ley y al Derecho; [...] VI — adecuación entre medios y fines, vetada la imposición de obligaciones, restricciones y sanciones en medida superior a aquellas estrictamente necesarias a la satisfacción del interés público; VII — indicación de los supuestos de hecho y de derecho que determinaron la decisión; VIII — observancia de las formalidades esenciales que garanticen los derechos de los administrados; [...] XIII — interpretación de la norma administrativa de forma que garantice mejor la satisfacción de la finalidad pública a que se dirige, vetada la aplicación retroactiva de nueva interpretación. Art. 50. Los actos administrativos deberán ser motivados, con indicación de los hechos y de los fundamentos jurídicos, cuando: I — nieguen, limiten o afecten derechos o intereses; III — decidan procesos administrativos de concurso o selección pública; V — decidan recursos administrativos; VIII — importen anulación, revocatoria, suspensión o convalidación de acto administrativo. § 1º La motivación debe ser explícita, clara y congruente, pudiendo consistir en declaración de concordancia con fundamentos de anteriores pareceres, informaciones, decisiones o propuestas, que, en este caso, serán parte integrante del acto. Por lo tanto, al contrario de lo que un cierto “sentido común” pueda indicar (o tolerar), no es suficiente evocar conceptos vagos como “interés público” como suficientes para la extinción del acto por revocatoria. Ese deber proviene de normas positivadas, antes listadas, ni siempre evocadas. Exactamente por eso, no se puede hablar de absoluta insindicabilidad de los actos. Jessé Torres Pereira Junior15 expresa así ese deber: Art. 37. La Administración pública, directa, indirecta o institucional de cualquiera de los Poderes de la Unión, de los Estados, del Distrito Federal y de los Municipios obedecerá a los principios de legalidad, impersonalidad, moralidad, y también a lo siguiente: 15 PEREIRA JUNIOR, Jessé Torres. Comentários à Lei das Licitações e Contratações da Administração Pública. 7. ed. Rio de Janeiro: Renovar, 2007, p.572-573. 14 108 Al ser actos de contenido y efectos jurídicos diferentes, tanto el de revocatoria como el de anulación serán fundamentados por la autoridad competente para conocer y decidir la impugnación, o independientemente de existir tal pedido. La revocatoria, porque actuándose en función del interés público, se debe demostrar, en caso concreto, cual es ese interés, ya que se trata de un concepto jurídico indeterminado; la anulación, porque debe timbrar de rigor y precisión en la indicación de la norma violada. [...] Por otro lado, la motivación debe ser explícita, congruente, además de anterior o contemporánea al acto. Esto materializa el mandato contenido en el art. 2º, IV de la Ley n. 9.784/99. Por eso, reitera Celso Antônio Bandeira de Mello, se impone a la Administración Pública: “el deber de exponer las razones de derecho y de hecho por las cuales tomó la providencia adoptada. Le cabe fundamentar el acto que haya practicado, justificando las razones que le sirvieron de apoyo para expedirlo”.16 A partir de ahí, la Administración se encontrará vinculada a los motivos invocados para la práctica del acto. De ese modo, se posibilita que dichos motivos puedan ser directa y objetivamente impugnados por el interesado, e incluso evitar que otros sean levantados para legitimar dicho acto. Es la llamada “Teoría de los Motivos Determinantes”, enunciada así por Maria Sylvia Zanella Di Pietro:17 Aun relacionada con el motivo, existe la teoría de los motivos determinantes, en consonancia con la cual la validez del acto se vincula a los motivos indicados como su fundamento, de tal modo que, si fueran inexistentes o carentes de juicio, implicarán su nulidad. En otras palabras, cuando la Administración motiva el acto, aun cuando la ley no exija la motivación, este sólo será válido si los motivos fueran verdaderos. Jessé Torres Pereira Junior18 enfatiza la posibilidad y la extensión del control de tales actos: Si, no obstante las brechas discrecionales abiertas por la norma, el administrador designara los motivos de sus decisiones, se vincularán a esos motivos, que pasarán a ser albo del control. Es la teoría de los motivos determinantes, creada por el Consejo de Estado francés que el derecho brasileño incorporó para ensanchar el ámbito de control, incluso, sin embargo, condicionado a la previsión de la norma. Por fuera del círculo discrecional trazado por la norma, donde se encuentran la competencia, la forma y la finalidad, todo puede y debe ser sindicado por el control. Expresando el mismo sentido de la norma, la lección de Juarez Freitas:19 [...] la discrecionalidad puede ocurrir, en función de la facultad conferida por el legislador y por el sistema, en el plano propiamente de la elección de las consecuencias o de los resultados, entre varias opciones lícitas. Aquí y allá, la voluntad del sistema constitucional (más que de la ley) requiere motivos consistentes, coherentes y proporcionales, dado que la discreción otorgada es una competencia, más que una facultad. Una vez ausentes los buenos motivos para ejercitarla o dejar de hacerlo, el agente público queda vinculado a los motivos opuestos. Op cit., p. 79. DI PIETRO, Maria Sylvia Zanella. Direito administrativo, 12. ed. São Paulo:Atlas, 2000, p. 196. 18 PEREIRA JUNIOR, Jessé Torres. Controle judicial da administração pública — Da Legalidade Estrita à Lógica do Razoável. 2. ed. Belo Horizonte: Forum, 2006, p. 47. 19 FREITAS, Juarez. Discricionariedade administrativa e o direito fundamental à boa administração pública. São Paulo:Malheiros, 2007, p. 22-23. 16 17 109 Revista TCEMG|jan.|fev.|mar. 2012|DIREITO COMPARADO Mejor dicho, la Ley de Acción Popular provee importantes subsidios para extremarse el vicio que induce a la invalidación (ya sean las nulidades capituladas en sus art. 2º y 4º, III, ‘b’ o las anulabilidades genéricamente señaladas en su art. 3º) de aquel que constituye mera irregularidad, enmendable o, a lo mucho, inductora de revocatoria, si en esto la autoridad administrativa vislumbra conveniencia para el servicio. LA REVOCATORIA DE LICITACIÓN POR “FALTA DE COMPETITIVIDAD” Y EL CONTROL JURISDICCIONAL De tal forma que no se acepta la figura de la decisión administrativa completamente insindicable, toda vez que la motivación ha de indicar, de modo suficiente, los fundamentos jurídicos de la elección realizada. En ese panorama, el controlador, acordándose de ver ’la viga en el propio ojo’, precisa hacer las veces de ‘administrador negativo’. Sin excepción, el control del ‘demérito’ alcanza hasta la incoherencia de la conducta administrativa, a la luz de los principios. Es punto nodal: no se acepta cualquier motivo, pues se exige un motivo congruente, salvo si se trata de actos de mero expediente, autodecifrables y en aquellos casos en que la Constitución admite la falta de motivos (ejemplo: nombramiento para cargos de confianza). En consecuencia, la correcta exposición de motivos fáctica y jurídica, impuesta por la ley, además de suposición de validez del acto discrecional, es elemento que espera la posibilidad de amplio control jurisdiccional, de forma inequívoca, sin ofender al principio de separación de los poderes. 4 ANÁLISIS DE CASO CONCRETO — JURISPRUDENCIA DEL STJ En decisión acerca de la temática en estudio, el Supremo Tribunal de Justicia brasileño, recientemente juzgó el Recurso en Mandato de Seguridad, relativo a una licitación donde el Sr. Gobernador del Estado de Paraná revocó la licitación para la adquisición de útiles y electrodomésticos, con motivos fundamentados en insuficiencia del número de participantes. La decisión fue fallada así: RECURSO ORDINARIO EN MANDAMIENTO DE SEGURIDAD. ADMINISTRATIVO. LICITACION. MODALIDAD. SUBASTA ELECTRÓNICA. REVOCATORIA. AUSENCIA DE COMPETITIVIDAD. POSIBILIDAD. DEBIDO PROCESO LEGAL. OBSERVANCIA. RECURSO DESPROVEIDO. 1. En la hipótesis de los autos, la Secretaría de Estado de la Cultura instauró subasta electrónica para la adquisición de útiles y electrodomésticos. Luego de la habilitación de las empresas licitantes, fue realizada la sesión pública de licitación, habiendo sido clasificadas las siguientes empresas: (a) Cibrel Comercial Brasileña de Refrigeración Ltda., en el Lote 1 — para la adquisición de muebles y equipos; (b) Kastelo Comercio de Manufacturados Ltda., en el Lote 2 — para la adquisición de persianas. Aunque, el Gobernador del Estado de Paraná aprobó sólo el Lote 1 y no aprobó el Lote 2, por entender que no hubo competitividad en este último, por haberse presentado un único licitante. Determinó, a seguir, que fuera expuesto, por el plazo de cinco días, a la empresa interesada, en respeto al contradictorio y a la amplia defensa. En ese contexto, la recurrente se manifestó, requiriendo la aprobación del proceso de licitación del que resultó vencedora y, por consiguiente, su contratación con el Estado. Incluso, su pedido de reconsideración fue denegado. En seguida, fue revocado el Lote 2 de la convocatoria electrónica, con fundamento en el art. 49 de la Ley 8.666⁄93 y en las informaciones presentadas por la Asesoría Jurídica de la Casa Civil. 2. No se configuró la alegada violación del debido proceso legal, del contradictorio y de la amplia defensa. Eso, porque la revocatoria de la subasta electrónica ocurrió sólo después de la manifestación de la empresa que no obtuvo aprobación en el proceso. 3. Aun cuando no hubiera sido respetado el contradictorio, el acto revocatorio no estaría viciado de ilegalidad, por cuanto la jurisprudencia de esta Corte de Justicia, en las hipótesis de revocatoria de licitación antes de su aprobación, hace salvedades a la aplicación de lo dispuesto en el art. 49, § 3º, de la Ley n. 8.666⁄93 (“en caso de anulación del proceso de licitación, queda asegurado el contradictorio y la amplia defensa”). Se entiende, en ese aspecto, que el contradictorio y la amplia defensa son exigibles sólo cuando el proceso de licitación hubiera concluido. Así, “la revocatoria de la licitación, cuando antecede a la aprobación y adjudicación, es perfectamente pertinente y no motiva contradictorio. Sólo existe contradictorio cuando antecede a la revocatoria la existencia de derechos adquiridos de las empresas concurrentes, lo que sólo sucede luego de la aprobación y adjudicación del servicio licitado” (RMS 23.402⁄PR, 2ª Grupo, Rel. Min. Eliana Calmon, DJe de 2.4.2008). 110 4. La Administración Pública, en el ámbito de su poder discrecional, está permitida a revocar el proceso de licitación, por razones de interés público. Compitiéndole al Poder Judicial sólo validar la legalidad del acto, de manera que le está vetado penetrar en el ámbito de su discrecionalidad, emitiendo juicios al respecto de la conveniencia y oportunidad, así como acerca de la efectiva existencia de interés público. 5. La revocatoria del proceso es un acto administrativo, y exige, por lo tanto, los fundamentos debidos y la exposición de motivos (justo motivo para su anulación), así como el cumplimiento de los dispositivos legales. 7. En el caso en análisis, el Gobernador del Estado de Paraná revocó la subasta electrónica, de forma fundamentada y al amparo de los mencionados dispositivos legales y de la opinión de la Asesoría Jurídica de la Casa Civil, entendiendo por ausencia de competitividad en el concurso, el hecho de que hubo la participación efectiva de sólo una empresa, lo que imposibilitó que la Administración Pública analizara la mejor oferta y diera cumplimiento al principio de la propuesta más ventajosa. 8. La participación de un único licitante en el proceso de licitación configura falta de competitividad, lo que autoriza la revocatoria del concurso. Eso, porque una de las finalidades de la licitación es la obtención de la mejor propuesta, con más ventajas y cuotas menos onerosas para la Administración, en una relación de costo-beneficio, de modo que debe garantizarse, por lo tanto, la participación del mayor número de competidores posibles. 9. “Falta de competitividad que se vislumbra por la participación sólo de dos empresas, con ofertas en valor muy aproximado del límite máximo establecido” (RMS 23.402⁄PR, 2ª Grupo, Rel. Min. Eliana Calmon, DJe de 2.4.2008). 10. Marçal Justen Filho, al comentar el art. 4º de la Ley del Pregón (Ley 10.520⁄2002), afirma que “podría reconocerse aun cuando, el legislador no vislumbró posible la hipótesis de un número reducido de sujetos que concurrieran para participar de la convocatoria. Tal suposición devino de la presunción de que el mercado disputaría arduamente la contratación, en vista de tratarse de un bien o servicio en él disponible. Por tanto, se imagina que habrá un gran número de interesados en participar de la disputa. Si eso no ocurriera, la Administración deberá revisar la situación para reafirmar si existe efectivamente el bien o servicio común. Dicho en otras palabras, el problema del número reducido de participantes no implica alguna prohibición expresa a la Ley, sino el surgimiento de un indicio de que la modalidad de convocatoria es inaplicable y redundará en la contratación poco ventajosa para el interés público. Se debe investigar la divulgación adoptada y preguntarse el motivo por el cual proveedores actuantes en el mercado no demostraron interés en disputar el contrato” (in Pregão — Comentários à legislação do pregão comum e eletrônico, São Paulo: Dialética, 2003, p. 120). 11. Recurso ordinario desproveído. RMS n. 23.360 — PR (2006⁄0269845-7), Relatora: Ministra Denise Arruda, DJ: 18 de noviembre de 2008. En sentido contrario, en el voto vencido proferido en Primera Instancia (TJ/PR, competencia originaria para la apreciación de actos emanados por el jefe del Ejecutivo Estatal), el Desembargador Rogério Kanayama aseveró, en determinado fragmento de su pronunciamiento, lo siguiente: 111 Revista TCEMG|jan.|fev.|mar. 2012|DIREITO COMPARADO 6. El art. 49 de la Ley de Licitaciones y Contratos Administrativos prevé la posibilidad de revocatoria del proceso de licitación, en caso de interés público, “como consecuencia de hechos posteriores debidamente comprobados, pertinentes y suficientes para justificar dicha conducta”. A su vez, el art. 18, caput, del Decreto 3.555⁄2000, el cual reglamenta la modalidad de licitación denominada convocatoria, dispone que “la autoridad competente para determinar la contratación podrá revocar la licitación ante de razones de interés público, derivadas de hechos posteriores debidamente comprobados, pertinentes y suficientes para justificar tal conducta, debiendo anularla por ilegalidad, de oficio o por requerimiento de cualquier persona, mediante acto escrito y fundamentado”. LA REVOCATORIA DE LICITACIÓN POR “FALTA DE COMPETITIVIDAD” Y EL CONTROL JURISDICCIONAL Entiendo que los fundamentos que llevaron a la autoridad demandada a no aprobar, en un primer momento, la licitación para -por los mismos motivos-revocarla en seguida al apreciar el pedido de reconsideración de la demandante, no se configura hábil, jurídicamente, para sustentar el acto ora atacado. Es que el motivo expuesto por la autoridad coautora para la revocación del Lote n. 2 la ausencia de competitividad — no se enmarca en los requisitos del art. 49 de la Ley n. 8.666/93. La revocatoria en el ámbito de las licitaciones está prevista en el art. 49, caput, de la Ley n. 8.666/93, en los siguientes términos: “La autoridad responsable de la aprobación del procedimiento solamente podrá revocar la licitación por razones de interés público consecuentes de hechos posteriores debidamente comprobados, pertinentes y suficientes para justificar tal conducta, debiendo anularla por ilegalidad, de oficio o por requerimiento de terceros, mediante consideración escrita y debidamente fundamentada” (los subrayados son nuestros). Se extrae de ese dispositivo que la revocatoria de la licitación no es acto de mera discrecionalidad de la Administración Pública. En ese sentido, la precisa definición de Diógenes Gasparini (in Direito Administrativo. 10 ed. Saraiva : 2005. p. 555), la revocatoria de la licitación es un acto administrativo vinculado, aunque asentado en los motivos de conveniencia y oportunidad, cuya vinculación es relativa a la existencia de dos criterios: “el hecho posterior debidamente comprobado y la consecuencia de él de un interés público necesario y suficiente para justificarla, tratándose de un acto necesariamente motivado, que exige comprobación” Toshio Mukai explica: “Antes del Decreto Ley n. 2300/86, la doctrina, en unísono, afirmaba que el vencedor de una licitación no podía tener derecho a ser contratado. Eso porque la licitación podría ser revocada (discrecionalmente) por simples motivos de inconveniencia e inoportunidad de la contratación a cualquier momento. Con el Decreto Ley n. 2300/86 esa situación comienza a alterarse, ya que este obligó a que la revocatoria se fundase siempre en el interés público, o sea, la revocatoria de una licitación solamente se justifica ante la existencia de un interés público debidamente demostrado. Sucede que ni todos los órganos siguieron esas condicionantes. Ahora, en la redacción actual, el art. 49 de la Ley n. 8.666/93, convirtió la revocatoria de una licitación en un hecho excepcional y prácticamente vinculado. Eso porque, en primer lugar, emplea la expresión ‘solamente podrá revocar’, para demostrar que la revocatoria es un acto excepcional; condicionándola a la ocurrencia de un ‘hecho ulterior debidamente comprobado’, y que sea pertinente y suficiente para justificar la revocatoria, en razón de interés público que debe ser consecuente de ese hecho. Por tanto, la revocatoria de la licitación, actualmente, es acto vinculado a la ocurrencia de tales hechos, y ya no depende de la voluntad discrecional del administrador público. Ante la inexistencia de tales condiciones, la contratación será obligatoria, salvo si hubiera ilegalidad capaz de fundar la anulación de la licitación. Además de todo, en cualquier hipótesis, tanto la revocatoria como la anulación de la licitación están condicionadas al ofrecimiento, a los interesados directos, del contradictorio y de la amplia defensa (§3º do art. 49)” (MUKAI, Toshio. Licitações e contratos públicos. 6. ed. São Paulo: Saraiva, 2004. P.109/110). El propio Parecer Jurídico de la Casa Civil deja en evidencia la existencia de la competitividad en el caso de los autos al mencionar que: “Véase que de las dos empresas que ofrecieron propuesta sólo una estaba en condiciones de contratar con la Administración. 112 Se verificó que la otra empresa cotizó un valor mayor a lo estipulado en el anuncio de la convocatoria. Por eso, no estaba en condiciones de contratar con la Administración, pues además de que su propuesta estaba en disconformidad con el Anuncio de Convocatoria, también podría haber sido desclasificada en los términos del art. 48, II, de la Ley 8.666/93” (Información n° 0181/2006— CTJ— fjs. TJ/213). [...] En consecuencia, no se puede hablar de “ausencia de competitividad” ya que todos los interesados tuvieron la oportunidad de participar del procedimiento de la licitación que se llevó a cabo de conformidad con la Ley n. 10.520/02. Tanto que “26 (veintiséis) empresas tuvieron acceso a la convocatoria” de licitación (cf. fls. TJ/206), lo que llevó a la Coordinación de la Disputa a proponer la adjudicación del Lote n. 2 a la demandante (fjs. TJ/205). Además, el simple hecho de que apenas “dos licitantes” ofrecieron propuestas no significa agravio al carácter competitivo de la licitación. [...] “SUSPENSIÓN DE LOS EFECTOS DE LIMINAR CONCEDIDA EN MANDAMIENTO DE SEGURIDAD — AGRAVIO REGIMENTAL — LIMINAR CONCEDIDA EN MANDAMIENTO DE SEGURIDAD QUE IMPIDIÓ LA REVOCATORIA DE LA LICITACIÓN PROMOVIDA POR EL AGRAVANTE — PEDIDO DENEGADO — AGRAVIO REGIMENTAL IMPROVEIDO. REVOCATORIA DE LICITACIÓN. AUSENCIA DE COMPROBACION DE HECHO ULTERIOR Y MOTIVOS SUFICIENTES QUE AUTORIZASEN LA REVOCATORIA DEL PROCESO (ART. 49, CAPUT, LEI N. 8.666/93)” (TJPR — Ag R. n. 154.734-4/01 — Órgano Especial — Rel. Des. Oto Sponholz — DJ de 07/06/04, subrayados nuestros). “APELACIÓN CÍVIL Y NUEVO EXAMEN NECESARIO — MANDAMIENTO DE SEGURIDAD — REVOCATORIA DE PROCESO DE LICITACIÓN — AUSENCIA DE COMPROBACIÓN DE LOS MOTIVOS DEL ACTO — SEGURIDAD PARCIALMENTE CONCEDIDA — APLICACIÓN DEL ART. 49, § 3º DE LA LEY n. 8.666/93 — NULIDAD DEL ACTO DE REVOCATORIA — RECURSO VOLUNTARIO Y NECESARIO DESPROVEIDOS” (TJPR — AC. Reex. n. 14.225-9 — 1ª C.C. — Rel. Des. Waldomiro Namur — DJ del 05/04/04, subrayado nuestro). Respetando las opiniones contrarias, los motivos que sustentaron el fallo del STJ parecen haber interpretado equivocadamente el concepto de “competencia” en la ley de licitaciones. En los estrictos términos legales, el concepto de competencia no es cuantitativo, sino cualitativo, a excepción de la regla prevista en el art. 22, §7º para la modalidad invitación.20 Las hipótesis de agravio a la competencia, objetivamente consideradas, son establecidas por el propio texto legal como, por ejemplo, cuando se prohíbe favores en razón de “preferencias o distinciones” como consecuencia “de nacionalidad, de sede o domicilio de los licitantes o de cualquier otra circunstancia impertinente o irrelevante para el específico objeto del contrato” (art. 3º, §1º, I), o al vetarse la exigencia de “comprobación de actividad o de aptitud con limitaciones de tiempo o de época o en locales específicos, o cualquier otra no prevista en esta ley, que inhiba la participación en la licitación” (art. 30, §5º). En tal sentido, respetando el principio de la legalidad, la competencia no se mide por el número de participantes, sino por el acuerdo de las decisiones en la fase interna de la licitación, la cual se 20 § 7º Cuando, por limitaciones del mercado o manifestado desinterés de los invitados, sea imposible la obtención del número mínimo de licitantes exigidos en el §3º de este artículo, esas circunstancias deberán ser debidamente justificadas en el proceso, bajo pena de repetición de invitación. 113 Revista TCEMG|jan.|fev.|mar. 2012|DIREITO COMPARADO Por todos esos motivos, el acto del Gobernador del Estado de Paraná que revocó el certamen de licitación es nulo. En ese sentido: LA REVOCATORIA DE LICITACIÓN POR “FALTA DE COMPETITIVIDAD” Y EL CONTROL JURISDICCIONAL refleja en la calidad de las reglas de la Convocatoria, las cuales preservan la competitividad. Es decir, el respeto a la competitividad es dispuesto por el establecimiento de criterios que respeten el tratamiento equitativo entre los licitantes y posibiliten la selección de la propuesta más ventajosa. La competencia, en el plano concreto, se da en función de las variables que rigen la libre competencia y la libre iniciativa. Finalmente, la ley admite hasta la dispensa y la inexigibilidad de licitación, cuando no haya pluralidad de objetos y/o de interesados, o aun cuando la realización de la licitación se muestre incompatible con la necesidad a ser satisfecha (compras de pequeño valor, situaciones de emergencia, entre otras). Es esencial establecer esta diferencia, ya que ella desvenda el concepto de competitividad determinado por la ley, por interpretación sistemático-teleológica. En otro voto vencido por la concesión de la seguridad en la instancia originaria, el Sr. Desembargador Mendonça de Anunciação manifestó la necesidad de la observancia del debido proceso legal sustantivo, luego de oír a las parte interesadas: Con la debida venia, estoy en desacuerdo con la opción tomada por la ilustre mayoría, y por eso voté por la concesión de la seguridad. A mi parecer, la demandante está cubierta de razón al sustentar que “... antes de formarse el juicio jurídico acerca de la necesidad de revocatoria, o no, de la licitación, debería, primero, notificarse a la parte para presentar sus razones (amplia defensa y contradictorio previos) para auxiliar en la formación del convencimiento de la autoridad administrativa. Incluso, eso no ocurrió. El juicio de reprobación fue proferido antes que la postulante se defendiese, lo que, por tratarse de materia de orden público (garantía constitucional del proceso administrativo), macula la legalidad de la decisión” (fjs.3/4). Resalta el Prof. MARÇAL JUSTEN FILHO que “ya es tradicional la aserción de que anulación y revocatoria de acto administrativo no se confunden. La anulación corresponde al reconocimiento por parte de la propia Administración del vicio del acto administrativo, deshaciéndolo y anulando también sus efectos (en caso existan). Por su parte la revocatoria consiste en deshacer el acto por resultar inconveniente e inadecuado a la satisfacción del interés público” Y aún: “En la revocatoria, deshacer el acto administrativo no deviene de vicio o defecto. Es más, muy al contrario. Sólo se alude a la revocatoria si el acto fuera válido y perfecto: cuando es defectuoso, la Administración deberá hacer efectiva su anulación. La revocatoria se fundamenta en un juicio que verifica la conveniencia del acto relativo al interés público. En el ejercicio de su competencia discrecional, la Administración deshace su acto anterior por considerarlo incompatible con el interés público...” (COMENTARIOS À LEI DE LICITAÇÕES E CONTRATOS ADMINISTRATIVOS, Ed. Dialética, S.P, 2002, 9ª ed., pág.438). La hipótesis en examen es de revocatoria, y, por eso, no se ha de persuadir acerca de eventual nulidad del procedimiento de licitación. Sin embargo, se impone la norma del § 3º, del art. 49, de la Ley n. 8.666/93, la observancia del contradictorio y de la amplia defensa, que deben preceder a la revocatoria del acto. Recibido el parecer emitido por el Tribunal de Justicia de Mato Grosso do Sul — Brasil, (RT 746/329), el Prof. MARÇAL JUSTEN recuerda que “la anulación de la licitación debe ser precedida de procedimiento administrativo con oportunidad de amplia defensa y contradictorio...” (Obra citada, pág. 448 — subrayé). 114 Enseña el maestro CELSO ANTÔNIO BANDEIRA DE MELLO que “si ocurriese motivo ulterior, en razón del cual la Administración tenga suficientes justificativas de interés público para no contratar, podrá, mediante acto fundamentado ‘revocar’ la licitación, asegurados, previamente, el contradictorio y la amplia defensa del vencedor del proceso, interesado en que se sancione en contrario” (CURSO DE DIREITO ADMINISTRATIVO, Malheiros Editores, 14ª edición, pág.546. Subrayé). En sus COMENTÁRIOS À LEI DAS LICITAÇÕES E CONTRATAÇÕES DA ADMINISTRAÇÃO PÚBLICA (5ª edición, Ed. Renovar, 2002), el doctrinador JESSÉ TORRES PEREIRA JÚNIOR aduce que “... el ejercicio del derecho a la defensa ha de ser garantizado previo a la decisión...” (pág.525 — subrayé). Queda indagar: ¿en qué momento debe ser concedida la oportunidad de defensa? Parece cierto, entonces, que el derecho a la amplia defensa debe ser garantizado antes de la revocatoria del acto. Más aún, está claramente demostrado que no fue lo que ocurrió en el presente caso. Basta ver que fue sólo en el despacho que revocó la licitación que el Sr. Gobernador ordenó que se notificase a los interesados, con un plazo de 05 (cinco) días, para conocer esta decisión, en respeto al contradictorio y a la amplia defensa” (fls.171). Tampoco se argumente que esa previa notificación dificultaría la agilización de la licitación. Como anteriormente se dijo, aunque con otras palabras, el magistrado tiene compromiso con la legalidad y no con la gobernabilidad. Además, de eso, ¿cuál es la utilidad de la notificación posterior a la revocatoria de la licitación? Está fuera de lugar cualquier recurso administrativo. Por esas razones, voté por la concesión de seguridad. Verifíquese, por lo tanto, que cuando el análisis transciende la evocación de los conceptos (indeterminados) de interés público y de conveniencia y oportunidad, se puede efectuar el examen de los motivos y sustentar las posiciones contrarias a la revocatoria, ya que los motivos evocados están vinculados a la Administración. 5 CONCLUSIÓN La revocatoria de licitaciones, de acuerdo a la sistemática prevista en la ley nacional (es reproducida por las legislaciones Estatales que tratan del tema), únicamente es admitida de forma bastante restringida, siempre en razón de hechos ulteriores a la instauración del procedimiento, y aun así amparada en robusta motivación y mediante garantía del contradictorio y amplia defensa a los interesados. Dicho régimen es más compatible con el Estado Democrático de Derecho. En fin, si existe la “supremacía del interés público”, no se puede olvidar que la licitación tiene como supuesto fáctico la existencia de una necesidad pública a ser satisfecha, que su revocatoria debe tener como fundamento la alteración y/o la extinción de esa necesidad colectiva. 115 Revista TCEMG|jan.|fev.|mar. 2012|DIREITO COMPARADO La respuesta puede ser encontrada en la opinión emitida por el citado maestro, en el Proceso Administrativo TJ/RJ n. 27.454/98, en que destaca que “en obediencia al principio constitucional de la amplia defensa y del contradictorio, que inspira lo dispuesto en el art. 49, § 3º, de la Ley n. 8.666/93, se otorgó a los concurrentes la oportunidad de que se pronuncien acerca de lo propuesto por la Comisión, habiendo sido notificados y deducido razones contrarias a deshacer el proceso...” (pág.522). LA REVOCATORIA DE LICITACIÓN POR “FALTA DE COMPETITIVIDAD” Y EL CONTROL JURISDICCIONAL Lo que se verifica, sin embargo, es que el control sobre esos actos de revocatoria, por parte del Poder Judicial, ni siempre es llevado a cabo en su real dimensión. Tal fenómeno es objeto de comentario por la abalizada doctrina de Adilson Abreu Dallari:21 Lo que sucede hoy en día en términos de control de la licitación es una timidez fantástica del Poder Judicial, que aun encuentra una barrera enorme en el vetusto tema de discrecionalidad, de la autonomía de la Administración, de la supuesta autonomía del Poder Ejecutivo. El Poder Judicial, como regla general (salvo honrosas excepciones), no va a fondo en el examen de las cuestiones inherentes a la licitación; él se complace en examinar los trámites, en verificar si las Bases estipuladas en la Convocatoria fueron obedecidas. Hay una timidez inaceptable en verificar si aquellas condiciones establecidas en el anuncio son pertinentes, alegando que eso es campo de la discrecionalidad, pues la Administración es quien debe saber lo que es conveniente y lo que no lo es. Mas es preciso, verificar la relación de pertinencia de los requisitos establecidos en los anuncios de convocatoria. Finalmente, abandonar el control sobre los motivos que den pie a la revocatoria de procesos de licitación fundamentándose en la teoría de la separación e independencia de los poderes, podría infirmar el propio principio de la licitación. Si la actividad administrativa debe respeto a principios como los de la legalidad, la moralidad y de la impersonalidad, no se puede admitir que la simple referencia a la “conveniencia y oportunidad” pueda propiciar la cancelación de la licitación. En hipótesis más absurdas, podría estarse ante la situación de repetirse la licitación tantas veces como fueran necesarias hasta obtener un resultado que sea “agradable” a la Administración, refiriéndonos al precio pagado, a la cantidad de participantes o a vencedor en sí. Por eso, evaluaciones subjetivas a respecto de los precios ofertados y/o del número de participantes, no previstas en Ley, no pueden ser admitidas como motivo determinante para la revocatoria de las licitaciones, especialmente en situaciones donde no estén claramente demostradas las alteraciones de las situaciones de facto que permitieron el inicio del procedimiento. Como se dijo anteriormente, “licitación no es actividad lúdica”. Referências ARAÚJO, Edmir Netto de. Curso de direito administrativo. 3. ed. São Paulo: Saraiva, 2007. BANDEIRA DE MELLO, Celso Antônio. Curso de direito administrativo. 21. ed. São Paulo: Malheiros, 2006. CARVALHO FILHO, José dos Santos. Manual de Direito Administrativo, 21. ed. Rio de Janeiro:Lúmen Juris, 2009. DALLARI, Adilson Abreu. Aspectos Jurídicos da Licitação. 7. ed. São Paulo: Saraiva, 2006. DI PIETRO, Maria Sylvia Zanella. Direito Administrativo. 12.ed. São Paulo: Atlas, 2000. DROMI, Roberto. El procedimiento administrativo. Buenos Aires: Ediciones Ciudad Argentina, 1996. FREITAS, Juarez. Discricionariedade administrativa e o direito fundamental à boa administración pública. São Paulo: Malheiros, 2007, p. 22-23. 21 DALLARI, Adilson Abreu. Aspectos jurídicos da licitação, 7. ed. São Paulo: Saraiva, 2006, p. 212. 116 FURTADO, Lucas Rocha. Curso de Licitações e Contratos Administrativos. Belo Horizonte: Fórum, 2007. JUSTEN FILHO, Marçal. Comentários à Lei de Licitações e Contratos Administrativos. 11. ed. São Paulo: Dialética, 2005. PEREIRA JUNIOR, Jessé Torres. Comentários à Lei das Licitações e Contratações da Administração Pública. 7. ed. Rio de Janeiro: Renovar, 2007. ________________. Controle judicial da administración pública — Da Legalidade Estrita à Lógica do Razoável. 2. ed. Belo Horizonte: Forum, 2006. Revista TCEMG|jan.|fev.|mar. 2012|DIREITO COMPARADO SANTOS, José Anacleto Abduch dos. As decisões administrativas na fase interna do processo licitatório. in ILC — Revista Zênite de Licitações e Contratos – noviembre de 2007. Disponible en <www.zenite.com. br>. Acceso el 16/04/2009. 117