Políticas de inclusión activa en el plano local

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Cuaderno europeo 6
Cuaderno europeo 6
6
Políticas de inclusión activa
en el plano local
Políticas de inclusión activa en el plano local
Esta publicación forma parte de un conjunto de cuadernos que tienen por objeto acercar las
políticas sociales europeas a las instituciones españolas y favorecer su participación activa en
las mismas. En concreto, se centra en uno de los aspectos clave de la Agenda Social Europea: la
protección social y la inclusión social.
Desde la aprobación de la Estrategia de Lisboa en el año 2001, los Estados miembros han
puesto en marcha periódicamente Planes Nacionales de Acción para la inclusión social. Dichos
planes, en el caso español, se han replicado en buena medida también en el plano autonómico
y puntualmente en el municipal. Sin embargo, distintos análisis constatan la dificultad de llevarlos a la práctica, hecho que lógicamente solo es posible en la medida en que se dé una participación activa del plano local.
En este cuaderno se profundiza precisamente en los aspectos que son esenciales para impulsar
la inclusión en el plano municipal, abordando este asunto desde una triple perspectiva: desde
el ángulo de las políticas municipales y sus competencias, desde las estructuras procesos y
mecanismos de trabajo para hacerlas efectivas y finalmente desde las problemáticas y temas
clave en los que se deben de centrar.
Esta publicación puede descargarse gratuitamente en la página web de la Fundación Luis Vives:
www.fundacionluisvives.org
GOBIERNO
DE ESPAÑA
MINISTERIO
DE SANIDAD
Y POLÍTICA
SOCIAL
Cuaderno europeo
ropeo 6
6
6
Cuaderno europeo 6
Políticas de inclusión activa
en el plano local
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La presente publicación está financiada en el marco del
Programa de la Comunidad Europea para el Empleo y la
Solidaridad Social (2007-2013).
Esta publicación no refleja necesariamente las opiniones de
la Comisión Europea.
Libros
yy Problemas sociales de género en el mundo global
yy Instrumentos para la gestión de la calidad en las ONG: perspectiva internacional
Cuaderno Europeo 6:
Políticas de inclusión
activa en el plano local
6
La presente publicación está financiada en el marco del Programa de la Comunidad Europea para el Empleo y la Solidaridad Social (2007-2013). El programa
está gestionado por la Dirección General de Empleo, Asuntos Sociales e Igualdad de Oportunidades de la Comisión Europea. Fue creado para contribuir a
que se alcancen los objetivos de la Unión Europea en materia de empleo y
asuntos sociales, como se establece en la Agenda Social y, de este modo, contribuir a alcanzar los objetivos de la Estrategia de Lisboa en dichos ámbitos.
El Programa septenal está destinado a todas las partes interesadas que puedan
contribuir a conformar una legislación y unas políticas sociales y de empleo
adecuadas y efectivas en los veintisiete Estados miembros de la UE, los países
de la AELC-EEE y los países candidatos y precandidatos a la adhesión a la UE.
La misión del programa PROGRESS es fortalecer la contribución de la UE para
apoyar los compromisos y los esfuerzos de los Estados miembros por crear
más y mejores empleos, así como para formar una sociedad más cohesiva. En
este sentido, PROGRESS servirá para lograr los siguientes objetivos:
–
Ofrecer análisis y asesoramiento político sobre las áreas de actividad
de PROGRESS;
–
Supervisar e informar sobre la aplicación de la legislación y las políticas
comunitarias en las áreas de actividad de PROGRESS;
–
Promover la transferencia, el aprendizaje y el apoyo de políticas entre
los Estados miembros en lo relativo a los objetivos y prioridades comunitarios; y
–
Divulgar los puntos de vista de las partes interesadas, así como de la
sociedad en general
Para más información al respecto, consulte:
http://ec.europa.eu/employment_social/progress/index_en.html
Índice
Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
7
Oscar Alzaga Villaamil, Presidente del Patronato de la Fundación Luis Vives
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
9
Capítulo 1. La inclusión social en el ámbito local: las políticas . . . . . . . . . . . .
17
Elvira González Gago, Centro de estudios Económicos Tomillo
1. Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
19
1.1. ¿Qué es “lo local”? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
20
1.2. ¿Por qué hablar de “lo local” en las políticas de inclusión? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
21
2. Marco competencial, normativas y recursos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
22
2.1. Las competencias locales según la LBRL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
22
2.2. El desarrollo de este marco competencial. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
24
2.3. Recapitulemos, ¿qué margen de actuación? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
36
3. Estrategias y planes locales de inclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
38
3.1. Algunas ideas clave . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
39
3.2. Los elementos de una estrategia o plan . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
42
3.3. Una reflexión final . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
45
Capítulo 2. La inclusión social en el ámbito local: los mecanismos
y sistemas de trabajo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
47
Marta Fernández Prat, Instituto de Gobierno y Políticas Públicas (IGOP)
1. Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
49
2. La inclusión social en el ámbito local . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
50
2.1. La gobernanza: una filosofía de trabajo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
52
2.2. La coherencia de las políticas inclusivas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
54
3. La coordinación entre comunidades autónomas y gobiernos locales. . . . . . . . .
57
3.1. El impulso autonómico para el desarrollo de los planes locales de inclusión. . . . . . . .
58
3.2. Fórmulas y objetivos de coordinación entre
comunidades autónomas y gobiernos locales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
59
4. El partenariado y la cooperación con los actores clave
en los planes de inclusión social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
63
4.1. El partenariado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
63
4.2. Los actores clave de la inclusión social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
64
4.3. El rol de los actores en la estructura organizativa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
66
4.4. La importancia del liderazgo en los planes y estrategias de inclusión social . . . . . . . .
69
5. La ciudadanía activa y la participación de las personas excluidas . . . . . . . . . . . .
70
5.1. Las personas en riesgo o situación de exclusión social como sujetos . . . . . . . . . . . . . . .
71
6. Estrategias de sensibilización y de comunicación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
73
6.1. Mecanismos de comunicación y sensibilización. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
73
Capítulo 3. Abordar la realidad de la exclusión social en España
a nivel local . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
77
Miguel Laparra y Begoña Pérez, Universidad Pública de Navarra
1. Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
79
2. La dinámica de la exclusión y los itinerarios de incorporación . . . . . . . . . . . . . . .
85
2.1. La diversidad de colectivos con distintas dinámicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
88
3. Convivencia y gestión de la diversidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
90
3.1. Inmigración . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
90
3.2. Comunidad gitana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
93
4. La reproducción de la exclusión. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
94
4.1. La herencia social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
94
4.2. Valores familiares y modelos educativos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
94
4.3. La ausencia de familia y los sucesos trágicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
95
4.4. Actitudes y estrategias de los afectados frente a la exclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
95
4.5. Las actitudes de discriminación de la sociedad, los etiquetajes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
96
4.6. La reproducción de la exclusión social en el territorio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
96
Políticas de inclusión activa en el plano local
5. El factor territorial: exclusión urbana y rural . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
97
6. La perspectiva de género de la exclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
99
6.1. Los hogares monoparentales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
100
6.2. La prostitución . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
102
7. La edad como factor de exclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
104
7.1. Las personas mayores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
104
7.2. Los jóvenes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
104
8. Estrategias de inclusión activa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
105
8.1. Los sectores excluidos y el empleo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
108
8.2. Una concepción más amplia de la activación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
110
9. Algunos datos sobre la exclusión en España . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
113
Bibliografía. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
117
[5]
Políticas de inclusión activa en el plano local
Presentación
Desde la puesta en marcha de la Estrategia de Lisboa en el año 2000, la reducción de los
niveles de pobreza y exclusión social se ha convertido en uno de los objetivos de la Unión
Europea y de sus Estados miembros. Los Estados modernos europeos, que se caracterizan
no solo por ser democráticos y de derecho sino también sociales, tienen que esforzarse
por reducir las desigualdades e incrementar los niveles de protección de los ciudadanos,
dado que esta es la mejor manera de prevenir la pobreza y la exclusión social.
Los objetivos de la Estrategia de Lisboa en materia de inclusión social no solamente
no han avanzado de acuerdo a lo previsto, sino que en muchas ocasiones han carecido
de decisiones más ambiciosas y valientes, de la dotación de recursos necesarios y de los
mecanismos que permitan hacerlos efectivos. De hecho, en la última década, no se ha
logrado reducir sustancialmente las tasas de pobreza ni en nuestro país ni en el conjunto
de la Unión Europea.
Desde la aprobación de la Estrategia de Lisboa en el año 2001, los Estados miembros
han puesto en marcha periódicamente Planes Nacionales de Acción para la inclusión
social. Dichos planes, en el caso español, se han replicado en buena medida también en
el nivel autonómico y puntualmente en el municipal. Sin embargo, distintos análisis constatan la dificultad de llevarlos a la práctica, hecho que lógicamente solo es posible en la
medida en que se dé una participación activa del plano local.
En este cuaderno se profundiza precisamente en los aspectos que son esenciales para
impulsar la inclusión en el ámbito local, abordando este asunto desde una triple perspectiva: desde el ángulo de las políticas municipales y sus competencias, desde las estructuras, procesos y mecanismos de trabajo para hacerlas efectivas y, finalmente, desde las
problemáticas y temas clave en los que estas deben centrarse.
Esta publicación se enmarca, justamente, en el proyecto europeo “A favor de la inclusión social” que se va a desarrollar durante los años 2009 y 2010 con la cofinanciación de
la Unión Europea y el apoyo del Ministerio de Sanidad y Política Social, de la Red Europea
de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social en España, de la Federación Española de
Municipios y Provincias y de la Obra Social Caixa Galicia. Además, en su ejecución participarán un buen número de comunidades autónomas, una nutrida representación de municipios del conjunto del la geográfica española, las redes de lucha contra la pobreza y la
exclusión social autonómicas y otros actores sociales como los medios de comunicación,
el mundo académico o las personas en situación y/o riesgo de exclusión social.
[7]
Queremos agradecer la colaboración a todas las entidades que hacen posible este
proyecto y, especialmente, a los autores que han puesto su saber y conocimiento en los
textos que se han incluido en este cuaderno: Elvira González Gago, investigadora del Centro de estudios Económicos Tomillo, Marta Fernández Prat, investigadora del Instituto de
Gobierno y Políticas Públicas (IGOP) de la Universidad Autónoma de Barcelona, y Miguel
Laparra y Begoña Pérez, investigadores de la Universidad Pública de Navarra. También,
cómo no, a todas las personas que con sus comentarios y sugerencias han contribuido a
mejorar y enriquecer los textos iniciales.
La Fundación Luis Vives, como entidad que construye puentes y facilita alianzas en pro
del fortalecimiento del Tercer Sector y la dinamización de la acción social, espera que este
cuaderno y el proyecto “A favor de la inclusión social” en cuyo marco se desarrolla contribuyan, en un momento precisamente adverso, a encontrar vías para una actuación más
activa y decidida en la lucha contra la exclusión desde el plano local.
Oscar Alzaga Villaamil
Presidente del Patronato de la Fundación Luis Vives
[8]
Introducción
Políticas de inclusión activa en el plano local
Introducción
A partir de las bases legales del Tratado de Niza (artículos 136 y 137), la Estrategia Europea de Protección e Inclusión Social, concebida en el marco de los objetivos de Lisboa,
impulsó políticas coordinadas entre los Estados miembros de la Unión Europea para luchar contra la exclusión social a nivel europeo. La erradicación de la pobreza y la lucha
contra la exclusión social se incluyeron como objetivos políticos comunes para todos los
estados de la Unión.
Para conseguir estos objetivos, los gobiernos se “auto-obligaron” a elaborar y poner
en marcha con carácter periódico Planes Nacionales de Acción para la inclusión social
(PNAin) y se dotaron de un mecanismo conjunto de refuerzo y coordinación llamado Método Abierto de Coordinación. Fruto de este mecanismo surgen los informes conjuntos
anuales de protección social e inclusión social, las revisiones entre pares conocidas como
los peer review y otras acciones coordinadas por la Comisión Europea basadas sobre todo
en el establecimiento de objetivos conjuntos acordados voluntariamente por los Estados
miembros más que en medidas de cumplimiento obligatorio.
En reiterados informes europeos, se ha insistido en que uno de los grandes retos de
la Estrategia Europea de Inclusión Social es conseguir que esta transcienda del plano nacional al plano local. Por ejemplo, el informe conjunto sobre protección social e inclusión
social de 2007 proponía la introducción de diversas mejoras en el ciclo 2008-2010, entre
ellas, “Nuevas mejoras de la gobernanza, con una participación continua de las partes interesadas, incluidas las autoridades locales, en el ciclo de medidas del método abierto de coordinación.”; el nuevo informe conjunto de 2009 sigue en esta línea, destacando que “algunos
Estados miembros han procurado que en el ejercicio de elaboración de estrategias renovadas
participen las partes interesadas y, en cierta medida, el conjunto de los ciudadanos. Las autoridades regionales y locales colaboran cada vez más en este proceso, aunque no lo suficiente”.
Con frecuencia, las políticas de inclusión social y protección social, que se desarrollan a
nivel local, no estan suficientemente alineadas ni en sinergia con los objetivos nacionales
y europeos, y viceversa.
En el año 2007, se puso en marcha el proyecto europeo A favor de la inclusión social
cuyo objetivo era precisamente desarrollar una serie de acciones, fundamentalmente seminarios en el plano autonómico, con objeto de acercar la Estrategia Europea de Inclu-
[11]
Introducción
sión Social al plano autonómico. Este proyecto, liderado por la Fundación Luis Vives en
colaboración con el entonces Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, concretamente la
Dirección General de Política Social, con la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la
Exclusión Social en España y la Obra Social Caixa Galicia, movilizó a más de 1.500 personas
procedentes de 800 entidades públicas y privadas.
A lo largo de este proyecto, se tomó conciencia de dos cuestiones sobre las que era
prioritario trabajar en el futuro: en primer lugar, la necesidad de contar con una participación, protagonismo e implicación más activa del plano municipal; en segundo lugar, la conveniencia de fomentar el intercambio, la cooperación y el trabajo sobre temas
conjuntos desde la perspectiva interautonómica, hecho que favorecería el aprendizaje y
enriquecimiento mutuo.
Fruto de estas dos constataciones, se planteó la continuación de la iniciativa A favor de
la inclusión social para los años 2009 y 2010 con la intención de situar la lógica del Método Abierto de Coordinación dentro de un marco de acciones e iniciativas que permitan
desarrollar conocimientos e intercambios de experiencias sobre la base de objetivos comúnmente compartidos. A lo largo del proyecto 2007, las personas que participaron en
las sesiones de debate priorizaron una serie de temas y cuestiones, que son precisamente
las que se tratan en los contenidos de esta publicación y que se discutirán a lo largo de
2009 en los distintos seminarios de debate.
Este proyecto llega en un momento muy adecuado: por una parte, nos situamos en
un rápido cambio de ciclo económico en el que la crisis financiera trae consigo no solo
un aumento del desempleo, sino un mayor empobrecimiento de las personas, un incremento de la precarización y lógicamente una mayor demanda de protección social,
problemas todos ellos que se evidencian fundamentalmente en el plano local. Por otra
parte, en el debate político y social emerge cada vez con más fuerza la importancia y el
protagonismo del plano municipal a la hora de enfocar cualquier medida de inclusión;
es en el ámbito de lo local donde más se evidencian las situaciones de exclusión y, por lo
tanto, este nivel tiene un protagonismo fundamental a la hora de promover unos altos
niveles de inclusión social.
En un momento en el que se discuten los propios modelos de crecimiento, la cuestión
clave se centra en cómo conseguir que la protección social y la inclusión social se tengan
en cuenta en todas las políticas de empleo y desarrollo económico. Esto conllevaría lógicamente a promover modelos de desarrollo inclusivos; es evidente que en este punto el
plano local tiene mucho que aportar. Lo mismo sucede con el debate sobre la flexicurity
en el que, tal y como insiste un reciente informe de la Comisión Europea1, las sinergias
entre las políticas de crecimiento y empleo, y las políticas de inclusión no siempre son
positivas. Además, este proyecto también es oportuno en un contexto en el que se ponen en juego de modo especialmente relevante aspectos que a lo largo de estos años
han estado presentes en el debate europeo; este es el caso por ejemplo de cómo garan1 Feeeding in and feeding out. The extent of synergies between growth and jobs, policies and social inclusion policies across the EU. DG
employment social affairs and equal opportunities. Febrero 2008
[12]
Políticas de inclusión activa en el plano local
tizar la viabilidad financiera de los servicios de protección social y al mismo tiempo unos
adecuados ingresos a todas las personas, requisito fundamental para evitar la exclusión
extrema.
Conviene aclarar que, cuando hablamos aquí del plano local, no nos estamos refiriendo única y exclusivamente al nivel municipal, sino a todos aquellos niveles de actuación
que estan por debajo del autonómico, sean estos cabildos, mancomunidades, concellos,
diputaciones u otras formas administrativas territoriales.
No es el objeto de este documento, ni del proyecto que se desarrolla, fomentar planes
de inclusión en el ámbito local como solución ideal a los problemas de pobreza y exclusión social. Como bien es sabido, los planes pueden ayudar si son congruentes, se implementan con los mecanismos adecuados y cuentan con los recursos suficientes, pero
la mera existencia de planes no garantiza que se reduzcan las situaciones de pobreza o
exclusión social. Se trabaja más bien sobre la idea de que es necesario el impulso desde
el plano municipal de políticas activas, que pueden tomar la forma de planes, estrategias,
medidas, etc. que se desarrollen de modo integrado y que tengan por objeto conseguir
mayores niveles de protección y de inclusión social.
Como nos recuerda la Recomendación de la Comisión Europea sobre incluisión activa2 para asegurar la efectividad de las políticas integrales activas de inclusión social, son
necesarios al menos cuatro elementos:
• Que haya un diseño político congruente en el que se tengan en cuenta de modo
adecuado los tres ámbitos de la estrategia de inclusión activa (apoyo con ingresos
adecuados, mercados laborales inclusivos, acceso a unos servicios de calidad) con
una visión conjunta de la integración económica y social de las personas en desventaja y sus posibles interrelaciones.
• Que las acciones se implementen de modo integral en los tres ámbitos de la inclusión activa, abordando las múltiples causas de la pobreza y de la exclusión social, y
reforzando la coordinación entre las agencias que desarrollan esas políticas.
• Que haya una coordinación política en los distintos niveles administrativos, local,
regional, nacional y europeo con objeto de respetar los roles, competencias y prioridades.
• Que se refuerce la participación activa de todos los actores relevantes en la planificación implementación y evaluación de las estrategias, incluyendo aquellos afectados por la pobreza y la exclusión social, los agentes sociales, las organizaciones no
gubernamenmtales, los provisores de servicios.
2
Commision recomendation on the active inclusión of people excluded from the labour market (mirar la fecha y poner cita completa
[13]
Introducción
Además, es necesario respetar una serie de principios transversales fundamentales
para garantizar las políticas de inclusión activa, tales como:
• Garantizar el cumplimento de los derechos fundamentales de las personas.
• Promover el enfoque de género y la igualdad de oportunidades para todas las personas.
• Prestar especial atención a la complejidad de las múltiples desventajas y a las situaciones específicas y necesidades de los distintos grupos vulnerables.
• Tener en cuenta las circunstancias locales y regionales para mejorar la cohesión
territorial.
• Tener en cuenta la perspectiva a largo plazo de las políticas sociales y de empleo, de
modo que puedan apoyar la solidaridad intergeneracional y romper el círculo de la
transmisión de la pobreza intergeneracional.
La propuesta de Informe conjunto de protección e inclusión social del año 20093 hace
especial insistencia en la necesidad de mejorar los servicios de atención primaria, en aspectos como los de la promoción de la salud y la prevención de las enfermedades, los de
la educación, los cuidados de larga duración y en la necesidad de una mejor coordinación
de los recursos existentes. Este informe enfatiza que esta coordinación debe de darse
especialmente en el plano local.
Este cuaderno pretende servir de soporte documental para alimentar el debate y la
reflexión; por eso, sin renunciar a la profundidad de los contenidos, se ha escrito con un
lenguaje claro y directo identificando temas para el debate y planteando preguntas para
la reflexión. Su contenido se ha estructurado en tres partes teniendo en cuenta las aportaciones de los participantes en el proyecto de 2007.
La primera de ellas se centra en las políticas de inclusión desde el plano de lo local,
para lo cual clarifica el concepto de “lo local”, de sus competencias en materia de inclusión
y de protección social, y de los márgenes de actución desde los que se puede operar. Se
hacen recomendaciones precisas para la integración de distintas medidas, las oportunidades del liderazgo local, especialmente en los servicios sociales; también se tratan temas
como la participación de la sociedad civil o la coordinación y cooperación.
El segundo capítulo pone el acento en los mecanismos y sistemas de trabajo, analizando cuáles son los espacios desde los que se debe plantear la inclusión en el plano
local, profundizando en la cuestión de la gobernanza como filosofía y modo de hacer
y la necesaria coherencia de las políticas en los planteamientos y métodos de trabajo.
Se proponen esquemas y mecanismos de coordinación entre el plano autonómico y el
municipal, profundizando en las estrategias de partenariado y planteando los retos de
3 Communication from the Commission to the Council, the European Parliament, the European Economic and Social Committee and the
Committee of the Regions. Proposal for the Joint Report on Social Protection and Social Inclusion 2009. Bruselas 13 de febrero de 2009.
[14]
Políticas de inclusión activa en el plano local
fomentar una ciudadanía activa, sobre todo de las personas excluidas. Por último, se hace
referencia a la necesidad de establecer estrategias de sensibilización y comunicación que
acompañen el resto de medidas.
Finalmente, el tercer apartado profundiza de modo comprensivo en el fenómeno de la
exclusión en el plano local, en sus problemáticas y en las maneras de abordarlo. Partiendo
de los ejes básicos de la exclusión (económico, político y social-relacional), se profundiza
primero en las distintas dimensiones de la exclusión y sus consecuencias para después
analizar las dinámicas de la exclusión, mostrando cómo dichas dinámicas pueden ser variadas en función de distintas personas y colectivos. Posteriormente se analizan cuestiones qaue afectan a la exclusión como son el fenómeno de la diversidad, la reproducción
de la exclusión y sus causas, y cómo la dimensión territorial afecta en estos procesos; así
mismo, se profundiza en el fenómeno de la exclusión desde la perspectiva de género y de
edad. Por último, se reflexiona sobre las estrategias de inclusión activa, desde un enfoque
amplio del concepto de activación.
[15]
La inclusión social en el
ámbito local: las políticas
1
Políticas de inclusión activa en el plano local
La inclusión social en el ámbito local: las políticas
Elvira González Gago
Directora de producción
Centro de Estudios Económicos Tomillo
1. Introducción
La Estrategia Europea por la Inclusión Social está en la base de la elaboración de los
Planes Nacionales de Acción para la Inclusión Social (PNAin), de muchos planes regionales y de algunos locales. De hecho, entre las medidas del PNAin vigente (2008-2010) en
su apartado de Gobernanza Acciones de coordinación, participación, información y difusión,
destaca la de “(…) impulsar el desarrollo de Planes de Inclusión Social por las Corporaciones Locales”.
En general, se ha convenido que la exclusión social es un fenómeno multidimensional
y estructural, cuyo estudio obliga a incluir en el enunciado de sus causas algunos factores
esenciales, además de la consabida pobreza económica, tales como: las dificultades de
acceso a un empleo decente, a una vivienda digna, las deficiencias en la salud, la educación y las relaciones sociales, incluidas las desigualdades entre mujeres y hombres1. En
este sentido, los planes o estrategias nacionales, regionales y locales de inclusión social
tratan de fusionar las estrategias, programas, actuaciones y presupuestos de las diferentes
áreas de acción de las políticas públicas, superando por tanto el enfoque sectorial que
asigna a los servicios sociales la responsabilidad exclusiva de atender a este fenómeno y
tratando de superar también la dificultad que supone a menudo la tradicional departamentalización para la atención integral de las personas.
Esta atención integral y adaptada a las situaciones solo se puede proveer desde la cercanía, desde la proximidad. Como señala Subirats, “el bienestar hoy está pasando de ser
una reivindicación global a convertirse, cada vez más, en una demanda personal y comunitaria, articulada alrededor de la vida cotidiana y en los espacios de proximidad, (…) asumiendo así los gobiernos y servicios descentralizados una nueva dimensión en su papel
de distribuidores de bienestar comunitario”2. De hecho, y como se verá más adelante, se
cuenta ya con una dilatada experiencia en la lucha contra la pobreza y la exclusión social
en el ámbito local; si bien el término “exclusión social” es relativamente nuevo, la realidad
a la que alude no lo es tanto, ni tampoco los esfuerzos por atenderla.
1
Ver Cuaderno Europeo 4, de la Fundación Luis Vives, capítulo I. Pobreza y exclusión: Conceptos y procesos.
2
Subirats, J. (IGOP):“El nuevo papel de los gobiernos locales desde la proximidad y la implicación ciudadana”
[19]
Capítulo 1
La inclusión social en el ámbito local: las políticas
El objetivo de este capítulo es ofrecer elementos para el debate sobre qué pueden y
deben legalmente hacer las entidades locales por la inclusión social dentro de sus territorios, qué sería deseable y/o factible que pudieran hacer, por un lado; y, por otro, qué están
haciendo y cómo, qué sería deseable que hicieran y cómo.
Antes de entrar a analizar estas cuestiones, este primer apartado concreta a qué nos referimos con “lo local”, detallando la tipología de entidades territoriales, siempre desde lo público, y se reflexiona sobre la pertinencia de abordar la inclusión social desde dichos ámbitos.
El apartado segundo hace una revisión de los marcos normativos relacionados con las
políticas vinculadas a la inclusión social, con el objetivo de determinar el marco competencial de las entidades locales, previsto tanto en las leyes estatales como en las de las CCAA,
es decir, trata de responder a la pregunta: ¿qué pueden y deben hacer legalmente las entidades locales por la inclusión social? Se revisan, así, además de la Ley de Bases del Régimen
Local (LBRL), las demás leyes estatales de todas las temáticas relacionadas con las políticas
de inclusión social y se describen las competencias recogidas en ellas respecto a las entidades locales. Se concreta, por tanto, el papel de las entidades locales en las políticas de
servicios sociales, empleo, educación, salud, dependencia, suelo y en la de igualdad entre
hombres y mujeres. Se ofrecen también ejemplos concretos de desarrollos normativos de
las CCAA, en los que amplían las competencias de las entidades locales.
Visto el marco competencial, es decir ¿qué pueden y deben hacer?, el apartado tercero se centra en las estrategias de inclusión social locales, es decir, ¿qué y cómo lo están
haciendo las entidades locales? Con la revisión de algunas estrategias/planes y de las reflexiones de los propios profesionales de la inclusión social, se identifican aspectos clave
de las estrategias / planes de inclusión social locales.
1.1. ¿Qué es “lo local”?
El sector público local está integrado por una pluralidad de entes, con distintos tamaños y funciones, que cuentan con sus propios órganos de gobierno y administración. Las
entidades locales son personas jurídicas de naturaleza pública, dotadas de capacidad jurídica plena para el cumplimiento de sus fines. La Ley Reguladora de las Bases del Régimen
Local 7/1985 (LBRL), referente básico para la regulación de todo lo que tiene que ver con
“lo local”, delimita la tipología de entidades locales, diferenciando entre entidades locales
territoriales y otros tipos de entidades locales.
Son entidades locales territoriales:
a. El Municipio
b. La Provincia
c. La Isla en los archipiélagos balear y canario.
[20]
Políticas de inclusión activa en el plano local
Otros tipos de entidades locales:
a. Las entidades de ámbito territorial inferior al municipal, instituidas o reconocidas por las comunidades autónomas (pueden ser caseríos, concejos, parroquias, pedanías, aldeas, barrios, etc.).
b. Las Comarcas u otras entidades que agrupen varios municipios, instituidas por
las comunidades autónomas de conformidad con esta Ley y los correspondientes Estatutos de Autonomía.
c. Las áreas metropolitanas.
d. Las mancomunidades de municipios.
En España existen más de 8.000 municipios, 53 diputaciones, consejos y cabildos, más
de 900 mancomunidades, 50 comarcas, 70 agrupaciones de municipios, 3.700 entidades
locales menores y 2 áreas metropolitanas3. Como se puede ver en el gráfico, según datos
del Padrón Municipal del INE de 2008, el porcentaje de municipios de tamaño menor a
los 20.000 habitantes es del 95%, y acogen al 32% de la población; el 28% de la población
vive en municipios de entre 20.000 y 100.000 habitantes, que suponen el 4% del total de
municipios; de forma que el restante 40% de la población está en municipios mayores de
100.000 habitantes, que apenas suman el 1% del total de municipios.
Porcentaje de población por tamaño de municipio
32%
40%
>100.000 habitantes
20.000 - 100.000 habitantes
<20.000 habitantes
28%
1.2. ¿Por qué hablar de “lo local” en las políticas de inclusión?
Los cambios socioeconómicos, demográficos y culturales de los últimos años han
dado lugar a la aparición de nuevas desigualdades y, por tanto, de nuevas necesidades,
cada vez más heterogéneas y específicas. El tratamiento de unas y otras requiere de respuestas integradas eficaces que superen el enfoque tradicional de arriba-abajo, por el
que las políticas se concebían como globales, universales e iguales para todos.
3 Consultores de Administraciones Públicas, CAP, Grupo Analistas: “Guía de la política pública local”. El siguiente apartado está basado en
parte en esta Guía.
[21]
Capítulo 1
La inclusión social en el ámbito local: las políticas
Si las políticas tradicionales se caracterizan por la sectorialización o departamentalización y por una visión más bien administrativista del papel local, su mejora requiere de
respuestas integrales, que casan mal con la referida segmentación y necesitan de más
operatividad y eficacia. En el ámbito local, esto ha propiciado la atención de necesidades
que antes no eran entendidas como propias, de forma que, poco a poco, las entidades locales han ido ampliando sus agendas: por una parte, porque son las que mejor advierten
las carencias; y, por otra, porque también son las que mejor pueden atenderlas, adaptando sus recursos a esa realidad.
2. Marco competencial, normativas y recursos
2.1. Las competencias locales según la LBRL
La LBRL reconoce explícitamente que los municipios son “cauces inmediatos de participación ciudadana en los asuntos públicos, que institucionalizan y gestionan con autonomía los intereses propios de las correspondientes colectividades”. La Provincia y, en
su caso, la Isla, gozan de idéntica independencia para la gestión de sus respectivos asuntos (Art. 1). Además, la LBRL recoge que la legislación del Estado y la de las CCAA debe
garantizar a los municipios, las provincias y las islas su derecho a intervenir en cuantas
cuestiones les afecten directamente, atribuyéndoles las competencias que proceda, de
conformidad con los principios de descentralización y de máxima proximidad de la gestión administrativa con los ciudadanos (Art. 2).
Esta potestad de las entidades locales es de naturaleza administrativa, no política, a diferencia de la de las CCAA, que sí lo es. El poder normativo de las entidades locales es, por
tanto, meramente reglamentario o administrativo, ya que estas no participan del poder
político del Estado, que se encuentra distribuido entre este y las CCAA.
Las competencias de las entidades locales se clasifican en competencias propias y
competencias delegadas. Entre las primeras, a su vez, hay que distinguir las competencias exclusivas y las competencias concurrentes con las del Estado y las de las CCAA.
No obstante, ambos tipos se ejercen siempre bajo los principios de autonomía y bajo la
propia responsabilidad. Por su parte, las competencias delegadas, además de la debida
coordinación con las demás administraciones públicas, habrán de respetar la potestad de
autoorganización de los servicios de la entidad local (Art. 7).
2.1.1. Los municipios
La LBRL establece en su Art. 25 que, en términos generales, los municipios, para velar
por sus intereses, pueden promover toda clase de actividades y prestar cuantos servicios
públicos contribuyan a satisfacer las necesidades y aspiraciones de la comunidad vecinal,
y enumera las competencias propias de los municipios. Entre ellas se encuentran materias
relacionadas con: el transporte público de viajeros y ordenación del tráfico; la seguridad y
protección civil; ordenación urbanística, patrimonio histórico-artístico y medioambiental;
[22]
Políticas de inclusión activa en el plano local
suministro de agua, tratamiento de residuos, salubridad pública. Aun insistiendo en que
en el ejercicio de todas y cada una de ellas se puede y debe tener en cuenta la perspectiva de la inclusión social, destacamos aquí las que están más directamente relacionadas
con ella: la prestación de los servicios sociales y de promoción, organización y reinserción
social; la participación en el funcionamiento de la atención primaria de la salud; la organización de actividades, instalaciones culturales y deportivas y de ocupación del tiempo
libre; o la intervención en la vigilancia del cumplimiento de la escolaridad obligatoria.
Además, en su Art. 26, la LBRL establece la obligación de los municipios de prestar un
mínimo de servicios en función del tamaño de su población. Destaca, en el contexto de
la inclusión, que la prestación de servicios sociales solo es obligatoria para los municipios
con población superior a 20.000 habitantes.
Por último, y de forma muy genérica, la LBRL dispone que los municipios pueden también realizar actividades que complementen las desempeñadas por otras Administraciones Públicas y, en particular, las relativas a la educación, la cultura, la promoción de la
mujer, la vivienda, la sanidad y la protección del medio ambiente (Art. 28).
2.1.2. Las provincias y las diputaciones provinciales
Por otra parte, la LBRL define en su Art. 31 a las provincias como entidades locales
determinadas por la agrupación de municipios, con personalidad jurídica propia y plena
capacidad para el cumplimiento de sus fines. Estos fines confluyen en garantizar los principios de solidaridad y equilibrio intermunicipales.
La administración y el gobierno de las provincias corresponden a las diputaciones
u otras corporaciones de carácter representativo, gozando de las competencias que
les atribuyan la administración estatal y las CCAA, y como mínimo: la coordinación de
los servicios municipales entre sí, para procurar la garantía de una prestación integral
y adecuada de los servicios de competencia municipal; la asistencia y la cooperación
jurídica, económica y técnica a los municipios, especialmente a los de menor capacidad
económica y de gestión; la prestación de servicios públicos de carácter supramunicipal
o supracomarcal; la cooperación en el fomento del desarrollo económico y social y en la
planificación en el territorio provincial, de acuerdo con las competencias de las demás
Administraciones Públicas en este ámbito; en general, el fomento y la administración de
los intereses peculiares de la provincia.
2.1.3. Las entidades inframunicipales
Son entidades de ámbito inferior al municipal y están reguladas por las CCAA para la
administración descentralizada de núcleos de población separados (Art. 45). Las competencias de estas entidades son: la construcción, conservación y reparación de fuentes, lavaderos y abrevaderos; el sostenimiento de la policía de caminos rurales, montes, fuentes
y ríos; la limpieza de calles; la mera administración y conservación de su patrimonio, incluido el forestal, y la regulación del aprovechamiento de sus bienes comunales; la ejecución
[23]
Capítulo 1
La inclusión social en el ámbito local: las políticas
de obras, y la prestación de servicios comprendidos en la competencia municipal y de
exclusivo interés de la entidad, cuando no esté a cargo de ello el respectivo municipio.
Volviendo al marco de la inclusión social y de las políticas sectoriales relacionadas con
su atención, vemos que la LBRL abre la puerta a la posibilidad, por parte de las entidades locales, de participar en las políticas de inclusión social, e incluso encargarse
de algunos de sus aspectos clave, como la cooperación en el fomento del desarrollo
económico y social, la participación en la gestión primaria de la salud, las actividades
de cultura y ocio y la educación. Una gran parte de las tareas relacionadas con el
“urbanismo inclusivo” están también contempladas en esta ley, aunque sea de forma
genérica.
Lo más relevante en cuanto a inclusión, no obstante, es que la prestación de servicios
sociales solo es obligatoria para los municipios de más de 20.000 habitantes.
2.2. El desarrollo de este marco competencial
Este marco competencial establecido por la LBRL en 1985 ha sido superado, y se ha
venido desarrollando y materializando desde su instauración a través del proceso de descentralización y de otras leyes estatales. Por su parte, las CCAA también se han encargado
de legislar los marcos de actuación en referencia a las diferentes materias, dentro de los
que han procedido a dar, también, un papel cada vez más protagonista al ámbito local.
El resto de este apartado repasa brevemente las leyes relacionadas con las temáticas
que atienden la pobreza y la exclusión social: las leyes autonómicas de servicios sociales,
y las leyes estatales de empleo, educación, sanidad, dependencia y suelo, para identificar
en ellas el papel que otorgan a las entidades locales. En los casos de educación y sanidad
se añade, a modo de ejemplo de desarrollo de estas temáticas, la relación de competencias de las entidades locales previstas en una ley autonómica concreta.
2.2.1. Las leyes de servicios sociales de las CCAA
Entre 1982 y 1992 se promulgó lo que se llamó “la primera generación” de las 17 leyes
de servicios sociales de las respectivas CCAA. En ellas, y ante la ausencia de una Ley Estatal de Servicios Sociales, se definen con distinto nivel de detalle y matices, los servicios
sociales; los principios inspiradores que han de regir los Sistemas de Servicios Sociales;
los elementos configuradores del Sistema; la distribución competencial, la financiación
y la representación. Desde entonces, empezando con Galicia en 1993 y acabando con
Cataluña en octubre de 2007, han sido aprobadas diez leyes autonómicas de “segunda
generación”4; está previsto que otras cuatro sean aprobadas en breve, y anunciado el ini-
4 Cabe destacar que, entre las 10 leyes autonómicas, a fecha de la elaboración de este artículo, se encuentren todas las CCAA uniprovinciales. Esto podría apuntar a una mayor dificultad en la organización territorial de los servicios sociales en las CCAA pluriprovinciales.
[24]
Políticas de inclusión activa en el plano local
cio del proceso de otra más. Galicia, que fue la primera en revisar su ley, de 1993, está incluso en proceso de aprobación de una tercera.
Las razones que aparecen en los preámbulos de esta segunda generación de leyes,
para justificar el cambio normativo aluden a:
• Conveniencia de la ampliación de los ámbitos competenciales de las CCAA.
• Cambios socioeconómicos y demográficos experimentados, que han dado lugar a
la aparición de nuevos focos de necesidades de atención, como el envejecimiento
de la población, el papel de las mujeres, la inmigración o la demanda de garantía
de igualdad.
• El interés de establecer la garantía, más explícita o menos, del derecho subjetivo
universal; el reconocimiento de los derechos sociales como derechos de ciudadanía social.
• La universalización de la protección social.
• La necesidad de recoger el mayor deseo de participación de los ciudadanos y de
las entidades sociales sin ánimo de lucro.
• La incorporación del mercado, de las empresas, en los sistemas.
• La necesidad de una mejor ordenación y estructuración de los sistemas integrados
de Servicios Sociales.
• La necesidad de mejorar la articulación territorial desde una definición competencial basada en la descentralización y en la subsidiariedad, con mejor coordinación
y cooperación.
Además, las leyes más recientes van incorporando la necesidad de atención a la dependencia, de forma que aquellas que fueron aprobadas al mismo tiempo o después de
la Ley de Dependencia5 (Navarra, Cantabria y Cataluña) y las que aún están en proceso de
aprobación, ya integran explícitamente tanto en las definiciones, como en los principios
y elementos de sus sistemas, las disposiciones de la Ley de Dependencia. Puede que este
sea el hito que defina a las Leyes de “tercera generación”, aunque en algunas CCAA no se
haya pasado por la segunda6.
En términos generales, se aprecian diferencias entre las primeras leyes de segunda
generación, de 1992, y las últimas, 2007. La incidencia de los factores mencionados más
arriba, que han justificado los cambios normativos era, obviamente, muy diferente al prin5
En el apartado 2.2.5 más adelante se incluye una breve mención a la Ley de la Dependencia.
6 Hay que señalar que la ley de la Comunidad de Madrid, de 2003, ya incluye un Título dedicado a la Atención social a la dependencia,
aunque, obviamente, no referido a la Ley de Dependencia. Cantabría también disponía de la Ley de Cantabria 6/2001, de 20 de noviembre,
de Atención y Protección a las Personas en Situación de Dependencia, anterior por tanto a la ley estatal, que ha sido derogada por la nueva
Ley de Derechos y Servicios Sociales de 2007.
[25]
Capítulo 1
La inclusión social en el ámbito local: las políticas
cipio que al final de este periodo de quince años. Por esta razón, el resto de este apartado
se centra en una selección de las leyes autonómicas más recientes: Navarra, Cantabria,
Cataluña, Madrid y Asturias.
Las competencias locales en las nuevas leyes
Con diferentes nombres, el papel que juegan las entidades locales en las leyes de estas cinco comunidades se centra en el desarrollo de la atención primaria (o básica, servicios sociales básicos, generales o comunitarios). Como en todo el conjunto de leyes,
tal y como lo recoge la LBRL, la titularidad de la atención primaria corresponde a las
entidades locales, de acuerdo con los diferentes sistemas de zonificación y unidades de
organización básica establecidos. En cambio, la titularidad de los servicios especializados
corresponde a las CCAA.
En el articulado de estas leyes aparecen explícitas las competencias de los municipios,
diputaciones y otras entidades infra- y supramunicipales; se detallan asimismo las funciones de los servicios y programas de la atención primaria o de base.
En el cuadro siguiente se presenta la relación de competencias de las entidades locales,
tal y como vienen redactadas en las propias leyes. Básicamente y con algunas diferencias
entre ellas, serían: (i) detección de necesidades sociales; (ii) planificación/programación
de los servicios sociales en sus ámbitos de competencia; (iii) la titularidad y gestión de
los servicios sociales de base (de atención primaria o general, de acuerdo con las diferentes nomenclaturas); (iv) colaboración con la administración autonómica en el trámite de
prestaciones económicas; (v) gestión de los servicios sociales especiales de los que son
titulares y (vi) fomento de la participación ciudadana7.
La Ley catalana se diferencia del resto en que distingue, en sus artículos 31 y 32, las
competencias de los municipios (y de las comarcas, en el caso de municipios de menos
de 20.000 habitantes) y de las de los entes locales supramunicipales. Precisamente, de las
cinco leyes autonómicas seleccionadas, esta es la única que corresponde a una comunidad autónoma pluriprovincial, y en la que las competencias de los entes locales supramunicipales son8:
a. Dar apoyo técnico, económico y jurídico a los entes gestores de las áreas básicas de
servicios sociales.
b. Ofrecer servicios de información y documentación a las áreas básicas de servicios
sociales.
7
Esta relación de competencias no difiere mucho de la recogida, por ejemplo, por la Ley castellanomanchega de 1986.
8 Tampoco difiere esta relación sustancialmente de la atribución de competencias a las Diputaciones provinciales hecha, por ejemplo, en
la ley de Castilla y León de 1989.
[26]
Políticas de inclusión activa en el plano local
c. Programar los servicios sociales en su ámbito territorial, de acuerdo con los criterios de planificación y coordinación de la Generalidad, el plan estratégico correspondiente y la Cartera de servicios sociales, y convocar una mesa territorial con los
consejos comarcales y los ayuntamientos de los municipios de más de veinte mil
habitantes de su ámbito territorial.
d. Promover y gestionar los servicios, prestaciones y recursos propios de la atención
social especializada, para garantizar la cobertura de las necesidades sociales de la
población de su ámbito territorial.
e. Promover el asociacionismo comunitario para conseguir que las necesidades sociales se cubran y gestionen mejor.
[27]
Capítulo 1
La inclusión social en el ámbito local: las políticas
[28]
b) La planificación de los servicios
sociales en su ámbito de competencia, de acuerdo con las
líneas generales de actuación
establecidas por la Administración autonómica.
Desarrollo de la Atención Primaria
c) El establecimiento de centros y servicios que constituyen el equipamiento propio de la atención social
primaria, así como el mantenimiento y la gestión de
los mismos.
d) La dotación de personal suficiente y adecuado para
la prestación de los servicios sociales en el nivel de
atención social primaria.
e) El desarrollo de las funciones correspondientes al nivel
de atención social primaria señaladas en la Sección 1.ª
del Capítulo IV del Título I.
g) La concesión de las prestaciones económicas individuales de emergencia social y de ayudas económicas temporales que tengan por objeto la integración personal.
a) El análisis de las necesidades d) La programación de los servic) La titularidad y gestión de los servicios sociales generales en los términos establecidos en los artículos 9 y 10
cios sociales de su competencia
y de la problemática social
de la presente Ley.
conforme a la planificación de
existentes en su ámbito
territorial.
la Administración del Princie) La gestión de los programas y de las ayudas económipado de Asturias y la coordib) La recogida de información
cas que le pueda encomendar la Administración del
nación de sus actividades con
y datos estadísticos, que
Principado de Asturias según se determine mediante
las instituciones y asociaciones
se pondrán a disposición
convenio entre ambas administraciones.
privadas en el ámbito de su
de la Administración del
territorio.
Principado de Asturias al
Navarra, Ley de Servicios
Sociales de la Comunidad Foral
de Navarra, 2006, Art 39
objeto de que por parte de
esta se puedan incorporar a
la planificación general.
a) Estudiar y detectar las
necesidades sociales que
se produzcan dentro de su
ámbito territorial.
b) Participar en la planificación
d) Crear, mantener y gestionar los servicios sociales de
general de los servicios sociales
base de su ámbito territorial.
realizada por la Administración f) Aprobar la cartera de servicios sociales de ámbito local
de la Comunidad Foral de
cuando pretenda completar en su ámbito territorial la
Navarra.
cartera de servicios de ámbito general.
c) Aprobar planes estratégicos y
g) Gestionar las prestaciones de servicios sociales que
sectoriales de ámbito local y
le correspondan de acuerdo con esta Ley Foral y de
programas básicos o comunitaconformidad con lo previsto en la cartera de servicios
rios y especializados de ámbito
sociales de ámbito general y, en su caso, con su propia
local.
cartera de servicios sociales.
Cantabria, Ley de Derechos y Servicios Sociales de
Cantabria, 2007
Asturias, Ley de Servivios Sociales,
2003, Art. 7
a) El estudio y detección de
necesidades sociales en su
ámbito territorial.
Planificación / Programación
f) La detección precoz de las
situaciones de riesgo social
individuales y comunitarias.
b) La elaboración y aprobación de
planes y programas correspondientes a sus servicios sociales.
Cataluña, Ley de Servicios
Sociales, 2007, Art 31 y 32
Competencias de las Entidades Locales según las Leyes de Servicios Sociales
Madrid, Ley de Servivios Sociales de la
Comunidad de Madrid, 2003, Art. 46,
Detección de necesidades
a) Estudiar y detectar las
necesidades sociales en su
ámbito territorial.
c) La participación en la planificación general de los servicios
sociales de la Comunidad
Autónoma.
d) La creación, el mantenimiento y la gestión de centros
de servicios sociales de atención primaria.
k) La elaboración y aprobación de sus propias carteras de
servicios sociales.
b) Crear y gestionar los servicios sociales necesarios, tanto
c) Elaborar planes de actuación
local en materia de servicios
propios como delegados por otras administraciones,
sociales y participar, si procede,
de acuerdo con la cartera de servicios sociales y el plan
estratégico correspondiente.
en el plan de actuación del área
básica correspondiente.
d) Establecer los centros y servicios correspondientes al
i) Participar en la elaboración
ámbito propio de los servicios sociales básicos.
de los planes y programas de
e) Cumplir las funciones propias de los servicios sociales
la Generalidad en materia de
básicos.
servicios sociales.
Participación en atención
especializada
Colaboración
Inspección / Control
f) La gestión de los equipamientos para la atención
social especializada de
titularidad municipal, así
como la de aquellos del
mismo nivel y de titularidad autonómica que se
acuerden, en función del
principio de territorialidad y
subsidiariedad.
j) La colaboración en
las funciones de
inspección y control
de la calidad a las
que alude el apartado h) del artículo
precedente.
Otras
Competencias delegadas
y otras
h) El fomento de la participación
l) Las competencias que,
ciudadana en la prevención y reen materia de atención a
menores, atribuye a las
solución de los problemas sociales
detectados en su territorio.
entidades locales la Ley
6/1995, de 28 de marzo,
k) La realización de programas de
de Garantías de los Desensibilización social, de particirechos de la Infancia y la
pación ciudadana, promoción del
Adolescencia de la Comuasociacionismo, del voluntariado y
nidad de Madrid.
de otras formas de ayuda mutua y
heteroayuda.
m) Cualesquiera otras competencias que se le sean
atribuidas por disposición
legal o reglamentaria.
Navarra, Ley de Servicios
Sociales de la Comunidad
Foral de Navarra, 2006, Art 39
Cantabria, Ley de Derechos y Servicios Sociales
de Cantabria, 2007
Asturias, Ley de
Servivios Sociales, 2003, Art. 7
i) La creación e impulso de los consejos locales de servicios sociales,
regulados en la Sección 2.ª del
Capítulo V del Título I.
e) Crear, mantener y gestionar
los servicios sociales especializados que considere
necesarios dentro de su
ámbito territorial.
e) La creación, el mantenimiento y la gestión de
centros propios de servicios
sociales de atención especializada.
Cataluña, Ley de Servicios
Sociales, 2007, Art 31 y 32
Competencias de las Entidades Locales según las Leyes de Servicios Sociales
Madrid, Ley de Servivios Sociales de la
Comunidad de Madrid, 2003, Art. 46,
Políticas de inclusión activa en el plano local
h) El resto de competencias
atribuidas por esta Ley
Foral y por el resto del
ordenamiento jurídico.
g) La prevención de situaciones
de riesgo o exclusión social y el
desarrollo de intervenciones que
faciliten la incorporación social.
h) La prevención de situaciones de
discapacidad y de dependencia y
el desarrollo de recursos de apoyo
domiciliario y comunitario.
i) La prevención de situaciones de
desprotección y el desarrollo de
recursos de apoyo familiar cuando
se aprecien situaciones de riesgo
para la infancia y la adolescencia,
en los términos que establezca la
legislación vigente en la materia.
f) Promover la creación de los
centros y servicios correspondientes al ámbito propio
de los servicios sociales
especializados y gestionarlos, en coordinación
con la Administración de la
Generalidad y el ente local
supramunicipal correspondiente.
g) Colaborar con la
Administración de
la Generalidad en
el ejercicio de las
funciones de inspección y control en
materia de servicios
sociales.
j) Coordinar los servicios sociales
locales, los equipos profesionales
locales de los otros sistemas de
bienestar social, las entidades
asociativas y las que actúan en el
ámbito de los servicios sociales
locales.
j) Coordinar los servicios
sociales locales, los equipos profesionales locales
de los otros sistemas
de bienestar social, las
entidades asociativas y las
que actúan en el ámbito
de los servicios sociales
locales.
k) Las que les atribuyen las
leyes.
h) Ejercer las funciones que
le delegue la Administración de la Generalidad.
[29]
Capítulo 1
La inclusión social en el ámbito local: las políticas
¿Un derecho subjetivo?
En principio, en estas cinco CCAA se hace explícita la voluntad de ampliar la cobertura
de los servicios sociales, aludiendo al principio de universalidad y del derecho subjetivo
a la protección y al acceso a los servicios. Excepto en la Ley de la Comunidad de Madrid9,
en todas se prevé la construcción de una cartera o catálogo de servicios o prestaciones
sociales garantizadas, o fundamentales, o mínimas, que son concebidas como derecho
subjetivo. Dichos catálogos han de incluir, como es lógico, los servicios sociales de atención primaria.
En cuatro de las leyes modernas se establece, con diferentes redacciones, que este
derecho subjetivo es exigible por la ciudadanía a las administraciones que deban satisfacerlo y, en última instancia, ante los tribunales, lo que elimina el carácter meramente asistencial de los servicios sociales (redacción de la ley navarra). También se
manifiesta la independencia de la garantía de este derecho subjetivo respecto a la
disponibilidad presupuestaria, con lo que la dotación económica es ampliable hasta
que cubra todas las necesidades.
No obstante, las propias leyes incorporan disposiciones de revisión del contenido de
esas carteras o catálogos en un plazo determinado. Aunque (por ejemplo la ley catalana)
se prevé que la revisión a la baja de las carteras requiere de un amplio consenso, las disposiciones de este tipo podrían estar limitando la subjetividad del derecho a los servicios
sociales.
Por otra parte, hay que recordar que también la propia Ley de Dependencia recoge
como derecho subjetivo la promoción de la autonomía personal y la atención a las personas en situación de dependencia. Derecho, por tanto, también exigible a las administraciones y ante los tribunales. En la medida en que estos servicios han sido clasificados
o caracterizados como atención primaria (como se ha comentado de la ley catalana), estaría en manos de las entidades locales contribuir a la garantía de este derecho subjetivo,
en los mismos términos que los servicios incluidos en los catálogos de servicios garantizados. Sin embargo, y a pesar de esta garantía, es conocido que la implantación del sistema
de dependencia está sufriendo retrasos y dificultades en algunos territorios que estarían
poniendo en cuestión la efectividad del derecho subjetivo.
Es de destacar aquí que, de las restantes leyes autonómicas de “segunda generación”,
solo la del País Vasco contempla el acceso a los servicios sociales como “derecho de la
ciudadanía” o “subjetivo”. Sin embargo, en las leyes en proceso de aprobación, como la de
Aragón o Castilla y León, ya se incorpora este derecho.
9 La Ley de la Comunidad de Madrid de 2003 recoge en su Art. 10 el “Ámbito subjetivo de aplicación del sistema público de servicios
sociales”, aunque no especifica nada más.
[30]
Políticas de inclusión activa en el plano local
El Plan Concertado
A finales de los ochenta, el entonces Ministerio de Asuntos Sociales creó el Plan Concertado de Prestaciones Básicas de Servicios Sociales, con el fin de establecer un marco
de cooperación técnica y económica entre la Administración del Estado y las CCAA, para
financiar conjuntamente una Red de Servicios Sociales de atención primaria gestionados
por las corporaciones locales, y apoyar así a estas en el desarrollo de sus competencias.
Las CCAA han de determinar la cuantía de las aportaciones de las corporaciones locales
de su territorio, responsables de cada proyecto, para participar en la cofinanciación.
Los proyectos financiados, seleccionados de común acuerdo por el Ministerio y las
CCAA, tienen como finalidad la dotación y mantenimiento de centros de servicios sociales y equipamientos complementarios, albergues y centros de acogida. Los objetivos
generales de los proyectos financiados, según el último Acuerdo de ministros de distribución territorial de los créditos de 2008 son:
• Proporcionar a la ciudadanía servicios sociales adecuados que permitan la cobertura de sus necesidades básicas.
• Procurar apoyo económico y asistencia técnica a las corporaciones locales en el
desarrollo de sus competencias.
• Consolidar y ampliar la red básica de servicios sociales municipales, para desarrollar
las prestaciones de servicios sociales de atención primaria, entre las que se encuentran la ayuda a domicilio y la teleasistencia, previstas en el catálogo de servicios
de la Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y
Atención a las Personas en situación de dependencia.
Según los datos de las sucesivas memorias del Plan Concertado, la aportación financiera de las propias corporaciones locales, determinada por las leyes de las CCAA, ha sido
incluso superior a lo estipulado inicialmente. Así, la aportación de las corporaciones locales en 2007 estaría en torno al 60% del total del Plan, con 530 millones de euros; la de las
CCAA rondaría el 30%, con más de 230 millones de euros; mientras que la del Ministerio
alcanza los 95 millones de euros (el aproximadamente 10% restante)10.
2.2.2. Las Iniciativas Locales de Empleo y el Desarrollo Local
La Ley 56/2003 de Empleo hace referencia solo en un artículo al papel de las entidades
locales en la política de empleo, aludiendo a la necesidad de ajustarla a las necesidades
del territorio, de manera que favorezcan y apoyen las iniciativas de generación de empleo
en cada localidad. En esta ley se deja, una vez más, en manos de las CCAA el establecimiento de sus mecanismos de colaboración con las entidades locales para la ejecución
de las políticas activas de empleo (Art. 4). Estos mecanismos han sido desarrollados, en
general, en forma de Planes/pactos regionales/integrales por el empleo, que recogen las
10 MEPSYD (2008): Informe de ejecución de las medidas contenidas en el PNAin 2006-2008.
[31]
Capítulo 1
La inclusión social en el ámbito local: las políticas
mismas políticas activas que tradicionalmente venía implementando el INEM antes del
traspaso de competencias.
Dentro de dichas estrategias hay tres programas focalizados fundamentalmente en el
territorio:
1. Las Escuelas Taller, las Casas de Oficios y Talleres de Empleo, cuyos proyectos son
promovidos en un elevado porcentaje por entidades locales.
2. Subvenciones del Servicio Estatal de Empleo y de las CCAA, en el ámbito de la colaboración con las Corporaciones Locales para la contratación de desempleados que
realicen obras y servicios de interés general.
3. Subvenciones públicas para el fomento del desarrollo local e impulso de los proyectos y empresas calificados como I+E11, a través de estudios de mercado y campañas
para la promoción local y contratación de Agentes de Empleo y Desarrollo Local,
cuya misión es colaborar en la promoción e implantación de las políticas activas de
empleo relacionadas con la creación de actividad empresarial.
2.2.3. La Ley Orgánica de Educación
La Ley Orgánica 2/2006, de Educación, en adelante la LOE, recoge el principio de cooperación y colaboración de las Administraciones educativas con las corporaciones locales en la planificación e implementación de la política educativa (Art. 1). Cada una, en
el ámbito de sus competencias, trabaja para lograr una mayor eficacia de los recursos
destinados a la educación y contribuir a los fines establecidos por la ley (Art. 8.1).
La disposición adicional decimoquinta de la LOE recoge que corresponden a los municipios las competencias relacionadas con la conservación, el mantenimiento y la vigilancia de los edificios destinados a centros públicos de Educación Infantil, de Educación
Primaria y de Educación Especial. Asimismo, han de cooperar en la obtención de los solares necesarios para la construcción de nuevos centros docentes, y pueden hacer uso de
aquéllos que dependan de las administraciones educativas, fuera del horario lectivo, para
actividades educativas, culturales, deportivas o de carácter social.
También corresponde a las corporaciones locales la vigilancia del cumplimiento de la
escolaridad obligatoria y de la prestación del servicio educativo.
Lo cierto es que estas competencias referidas a infraestructuras educativas y la vigilancia de la escolaridad obligatoria ya estaban en gran parte recogidas en la LBRL, vista
anteriormente, con lo que su redacción no supone una gran novedad. De hecho, la LOE
tampoco confiere a las corporaciones locales la condición de administraciones educativas, sino que reconoce su capacidad solo para cooperar con la Administración del Estado
11 Tienen la consideración de I+E los proyectos empresariales promocionados y apoyados por una Corporación Local con el fin de crear
actividad económica y generar puestos de trabajo en su ámbito territorial y que cuenten con ayudas y subvenciones para la consecución
del objetivo señalado.
[32]
Políticas de inclusión activa en el plano local
y las CCAA en el desarrollo de la educación, aunque estas puedan delegar en los municipios el ejercicio de competencias en aspectos que afecten directamente a sus intereses
(Art. 8.3). También se instaura la posibilidad de establecer convenios para promover la
oferta educativa en el primer ciclo de la Educación Infantil (Art. 15.1), en la Educación de
personas adultas (Art. 67.3) y para las enseñanzas artísticas (disposición adicional decimoquinta). Asimismo, está previsto que las corporaciones locales participen en los programas de Cualificación profesional inicial (Art. 30.5) y en la programación de la oferta de las
enseñanzas de Formación Profesional (Art. 42.1).
Por otra parte, las corporaciones locales tienen capacidad para crear consejos escolares de ámbito municipal, y participan en los consejos escolares de las Comunidades
Autónomas y en los consejos escolares de los centros escolares.12
A modo de ejemplo de cómo las CCAA han desarrollado sus propias leyes y las disposiciones relativas a las competencias de sus entidades locales, la Ley de Educación de
la Comunidad de Andalucía de 2007 las recoge en su título III CAPÍTULO I: “Cooperación
entre la Administración educativa y las Corporaciones locales”. Adicionalmente a las disposiciones de la LOE, la ley andaluza estipula que los convenios con las corporaciones
locales pueden contemplar la creación de centros de titularidad municipal que impartan
enseñanzas del sistema educativo (Art. 172). Asimismo permite la participación de la Administración educativa en el sostenimiento económico de los conservatorios elementales
y de las escuelas de música y danza de titularidad municipal (Art. 173). Pero es el Art. 174
el que desarrolla específicamente los ámbitos de actuación de las Corporaciones Locales,
de los que destacamos solo los que no están recogidos en la LOE:
a. Prevención, seguimiento y control del absentismo escolar (ya en la LBRL).
b. Desarrollo de programas y actuaciones de compensación educativa, actuaciones
dirigidas al alumnado de familias temporeras y de inserción sociolaboral de jóvenes
con especiales dificultades de acceso al empleo.
c. Desarrollo de actividades complementarias y extraescolares dirigidas al conocimiento del municipio, de sus bienes de interés cultural y de su medio ambiente, así
como aquellas que potencien los valores ciudadanos.
2.2.4. La Ley General de Sanidad
Según la Ley General de Sanidad 101/198613, las corporaciones locales tienen un derecho efectivo a participar en el control y en la gestión de las Áreas de Salud, que se concreta en la incorporación de representantes de dichas corporaciones en los principales
órganos colegiados del Área.
12 MEPSYD, “Organización del sistema educativo español”, 2007/2008
13 Es curioso que en la Ley 16/2003 de Cohesión y Calidad del Sistema Nacional de Salud no haya ni una sola mención al ámbito local.
[33]
Capítulo 1
La inclusión social en el ámbito local: las políticas
En su artículo 42, esta ley recoge las responsabilidades mínimas de los ayuntamientos
en relación al obligado cumplimiento de las normas y planes sanitarios. Se trata del control sanitario de: el medio ambiente, industrias, actividades y servicios, transportes, ruidos
y vibraciones, edificios y lugares de vivienda y convivencia humana, la distribución y suministro de alimentos, bebidas y demás productos, directa o indirectamente relacionados
con el uso o consumo humanos, así como los medios de su transporte, los cementerios
y policía sanitaria mortuoria.
De forma similar al apartado anterior, la Comunidad de Madrid, por ejemplo, en su Ley
12/2001 de Ordenación sanitaria, amplía este catálogo a:
a. Desarrollo de programas de promoción de la salud, educación sanitaria y protección de grupos sociales con riesgos específicos, en coherencia con los objetivos del
Informe del Estado de Salud de la Población de la Comunidad de Madrid y resto de
prescripciones establecidas en la Ley.
b. Realización de actividades complementarias de las propias de otras Administraciones públicas en las materias objeto de la presente Ley, y en particular, en las de la
educación sanitaria, vivienda, protección del medio y fomento del deporte, en los
términos establecidos en la legislación que regula el régimen municipal.
2.2.5. La Ley de Dependencia
La Ley 39/2006 de Promoción personal y atención a las personas en situación de dependencia, conocida por la “Ley de Dependencia”, ha establecido como derecho subjetivo de los ciudadanos la promoción de la autonomía personal y la atención a las personas
en situación de dependencia, y ha creado el “Sistema para la Autonomía y Atención a la
Dependencia”, dentro del cual quedan encuadradas tanto la Administración General del
Estado como las Administraciones de todas las comunidades autónomas.
La Ley de Dependencia abre la puerta, en su Art. 12, a la participación de las entidades
locales en la gestión de los servicios de atención a las personas en situación de dependencia, aunque la supedita a la normativa de sus respectivas CCAA.
Además, las entidades locales pueden participar en el Consejo Territorial del Sistema
para la Autonomía y Atención a la Dependencia, en la forma y condiciones que el propio
Consejo disponga. Por otra parte, el Art. 40 crea el Comité Consultivo del Sistema para
la Autonomía y Atención a la Dependencia como órgano asesor y de participación de
representantes de la Administración General del Estado, CCAA, entidades locales (6 representantes de un total de 36) y organizaciones empresariales y sindicales.
Pero, como se avanzaba en el apartado dedicado a las leyes autonómicas de servicios
sociales, la participación de las entidades locales en la atención a la dependencia no viene
determinada solamente por las disposiciones de la Ley de Dependencia, sino que las leyes
más recientes de servicios sociales ya la van incorporando. En dos de las tres leyes autonómicas aprobadas después de esta, (la de Navarra y la de Cantabria; la tercera es Cataluña),
[34]
Políticas de inclusión activa en el plano local
las prestaciones relacionadas con la dependencia están incluidas en la enumeración de las
funciones de los servicios sociales “especializados”, de los que hemos dicho se encarga la
Comunidad; por tanto, en principio, y salvo delegación posterior, no serían competencia de
los municipios. No obstante, ambas leyes recogen, por otra parte, en sus listados de programas y funciones de los servicios sociales “de base”, (que sí están recogidos como competencia de los municipios), el “Programa de promoción de la autonomía personal y atención a las
personas en situación de dependencia, que tendrá por objetivo posibilitar su permanencia
en el domicilio habitual el máximo tiempo posible” (Art 20.b y Art. 14 respectivamente); este
programa sí sería, pues, desde esta lectura, competencia local.
Por el contrario, la ley catalana sí incluye de entrada las prestaciones relacionadas con
la dependencia entre las funciones de los servicios sociales básicos (Art 17.d). Son estas,
según ella, por tanto, competencia de las entidades locales, en los mismos términos que
el resto de los servicios sociales básicos.
2.2.6. La Ley del Suelo
El Art. 25 de la LRBRL, detallado más arriba, recoge como competencia de los municipios “la ordenación, gestión, ejecución y disciplina urbanística; promoción y gestión de
viviendas; parques y jardines, pavimentación de vías públicas urbanas y conservación de
caminos y vías rurales”. Las corporaciones municipales son, por tanto, las competentes
para definir los objetivos políticos que están detrás de cualquier estrategia urbanística,
y son las encargadas de redactar y encargar el planeamiento general, aunque su aprobación definitiva corresponde a las CCAA. Son también competentes para aprobar los
instrumentos de planeamiento de desarrollo, para asumir su ejecución en los casos de
gestión pública, o controlarla en la privada, y para velar por el respeto a la legalidad en
la edificación y en los cambios de uso del suelo (disciplina urbanística), y para el otorgamiento de licencias e imposición de sanciones14.
La nueva Ley 8/2007 del suelo ha modificado la LRBL en tanto que reconoce ahora, en
su Art. 22, que corresponden al Pleno municipal en los Ayuntamientos y a la Asamblea
vecinal en el régimen de Concejo Abierto, la aprobación inicial del planeamiento general,
y la aprobación final de la tramitación municipal de los planes y demás instrumentos de
ordenación previstos en la legislación urbanística, así como los convenios que tengan por
objeto la alteración de cualesquiera de dichos instrumentos.
2.2.7. La Ley de Igualdad
La exposición de motivos de la Ley Orgánica 3/2007 para la igualdad efectiva de mujeres y hombres anuncia que esta Ley se refiere a la generalidad de las políticas públicas, tanto estatales como autonómicas y locales. En el contexto que nos interesa, su Art.
21 estipula, de forma genérica, que las entidades locales han de integrar el derecho de
igualdad en el ejercicio de sus competencias y que han de colaborar con el resto de
administraciones públicas. Y, de forma más específica, el Art. 22 abre la posibilidad a las
14 Consultores de Administraciones Públicas, CAP, Grupo Analistas: “Guía de la política pública local”
[35]
Capítulo 1
La inclusión social en el ámbito local: las políticas
corporaciones locales de establecer Planes Municipales de organización del tiempo de
la ciudad, con el objetivo de avanzar hacia un reparto equitativo de los tiempos entre
hombres y mujeres.
La Ley de Igualdad se detiene en algunas áreas concretas de actuación, sobre las que
ya se ha abordado el papel de las entidades locales en las páginas precedentes: así, entre
otras, se habla de una educación para la igualdad de mujeres y hombres y de la incorporación del principio de igualdad en la política de educación (artículos 23 a 26); de la integración de este principio en la política de salud (Art. 27), en la sociedad de la información (Art.
28), en los deportes (Art. 29), en las políticas de desarrollo rural (Art. 30), en las urbanas, de
ordenación territorial y vivienda (Art. 31); también alude a los programas de mejora de la
empleabilidad de las mujeres (Art. 42), a los derechos de conciliación de la vida personal,
familiar y laboral (Art. 44).
2.3. Recapitulemos, ¿qué margen de actuación?
Un somero resumen de las páginas precedentes recogería que las entidades locales,
en mayor o menor medida, dependiendo de su tamaño y de la CCAA en la que están ubicadas, cuentan, en principio, con margen de maniobra para incidir, con mayor o menor
impacto, en:
• Dinamizar la economía local y su capacidad de crear empresas y generar empleo,
no solo en actividades adecuadas a la idiosincrasia de su territorio, sino también en
áreas de interés para la comunidad.
• También pueden promover iniciativas que contribuyan a la mejora de la conciliación de la vida familiar y laboral de hombres y mujeres, gracias a sus actuaciones
en el fomento de las guarderías o escuelas infantiles, en la ampliación de horarios
de centros docentes, etc. Es conocido que estas iniciativas no solo mejoran la calidad de vida de hombres, mujeres y niños, sino que permiten la incorporación a
un empleo a mujeres que de otra forma no trabajarían; además crea empleos relacionados con el cuidado de esos niños. Su responsabilidad en el cumplimiento de
la escolarización obligatoria se relaciona directamente con situaciones de riesgo,
problemas en las familias y abandono escolar prematuro. Las actuaciones en materia de educación de adultos pueden ser un avance en la llamada “educación a lo largo de toda la vida”, la mejora de empleabilidad y el nivel de vida de estas personas.
• Sus responsabilidades obligatorias en las Áreas de salud y de Planificación urbanística son claves también en la diferenciación de una localidad inclusiva o una que
no lo es: la promoción de programas de salud para grupos de población con problemas específicos, de forma complementaria con el sistema autonómico de salud;
un tratamiento responsable y sostenible de los residuos urbanos e industriales; una
política de control de la contaminación atmosférica y acústica, a través, entre otras
[36]
Políticas de inclusión activa en el plano local
cosas, de una gestión del transporte urbano eficaz y sostenible; un entorno accesible para personas con limitaciones de movimiento;
• El estudio y detección de las necesidades de sus habitantes; la gestión en sus territorios de los servicios sociales de atención primaria, y en algunos casos, como
hemos visto, incluso la atención a la dependencia;
• Todo ello, incorporando el principio de igualdad entre mujeres y hombres y atendiendo a las responsabilidades que esto conlleva respecto del resto de políticas.
En los siete apartados descritos en las anteriores páginas, junto a la LBRL y la respectiva Ley Estatal como garante de algunas prestaciones básicas, se deja en manos de las
CCAA la potestad de ampliar el espectro competencial descrito de las entidades locales.
No obstante, es conocido que los municipios ya están gestionando, de hecho, muchos
servicios relacionados con las nuevas necesidades aparecidas durante los últimos años
(muchas de ellas relacionadas con la integración de inmigrantes o la atención a las familias), aunque aún no tengan las competencias materializadas en las leyes. Parece necesario agilizar lo que se ha llamado “segunda descentralización” de competencias desde las
CCAA a las entidades locales.
[37]
Capítulo 1
La inclusión social en el ámbito local: las políticas
Preguntas clave
¿Están en esta relación de competencias locales todas las materias relacionadas con la
atención integral a la exclusión social en el territorio? ¿Qué otras materias sería necesario
delegar? ¿Es suficiente el grado de descentralización de las políticas relacionadas con la inclusión social? ¿Cómo delimitar el ámbito competencial de las entidades locales sobre la
inclusión social?
La existencia de un aparato normativo ¿garantiza la adopción de “políticas de inclusión”?
¿o es mejor hablar de políticas “relacionadas con la inclusión”? ¿sería más útil contar con
“leyes de inclusión social”? ¿es factible? ¿cómo?
¿En qué medida y cómo se están prestando los servicios sociales en los municipios de menos de 20.000 habitantes? ¿Cuántas personas en España no tienen acceso directo a los servicios sociales?
¿Cómo y quién decide la delegación de competencias? ¿Cómo se sabe si se va a mejorar la
eficacia y la participación ciudadana? ¿Qué condiciones son necesarias para la mejora de
la eficacia? ¿En qué medida la descentralización de competencias está siendo acompañada de descentralización de recursos económicos?
¿Se ha producido de facto una ampliación de competencias?
¿Es previsible la aparición de desigualdades entre entidades locales en la provisión de servicios? ¿Cómo evitarla?
¿Se están utilizando las competencias locales de forma coordinada ya para atender de forma integral a las personas en situación o riesgo de exclusión?
¿Qué implica la participación de las entidades locales en los Consejos territoriales?
¿En qué se concretan las reivindicaciones relacionadas con la inclusión social de una nueva
Ley de Bases del Régimen Local?
3. Estrategias y planes locales de inclusión
Es en este contexto competencial en el que el ámbito local va adquiriendo más y más
relevancia en cuanto a la atención integral de las nuevas necesidades de los ciudadanos
y ciudadanas. Y es en este contexto en el que las entidades locales, muy conscientes de
todo esto y muy animadas por la Comisión Europea y los Planes Nacionales para la Inclusión Social (PNAin), han empezado a reflexionar y, en ocasiones, a elaborar estrategias o
planes de acción para la inclusión social.
[38]
Políticas de inclusión activa en el plano local
En efecto, según el último PNAin 2008-2010, al menos un total de 71 corporaciones locales (municipios y diputaciones/provincias) tienen o están en proceso de tener un Plan
de Inclusión, lo que afectaría al menos a 16.925.739 habitantes y a 2.158 municipios. Este
porcentaje alcanza al 37,45 % de la población. Además, algunas entidades inframunicipales
(algunos distritos de la ciudad de Madrid) están también planteando estrategias integrales
de atención a las necesidades de sus ciudadanos, en la medida en que pueden hacerlo.
3.1. Algunas ideas clave
En las primeras páginas de este capítulo se puntualizaba que en España existen más
de 8.000 municipios y, en total, casi 13.000 entidades locales de mayor o menor tamaño.
Es, por tanto, imposible abordar el estudio de todas las estrategias o planes de actuación
de todas estas entidades; ni siquiera sabemos cuántas han emprendido este camino, por
lo que la generalización puede parecer osada. No obstante, de la revisión de algunos
planes locales que ya existen15 y de las reflexiones hechas por y con expertos, técnicos y
directivos de diferentes servicios locales relacionados con la inclusión social16, sí se puede
avanzar algunos elementos importantes, al menos para el debate y la reflexión.
Estas iniciativas locales, al menos en su vertiente más formal, son relativamente nuevas y
escasas y, en su mayoría, responden al impulso de la Comisión Europea que, en el contexto
de su “método abierto de coordinación”, ha instado a la elaboración de planes o estrategias
de inclusión social a nivel nacional, regional y local. De hecho, las iniciativas en el nivel local
son aún más jóvenes y más escasas que las regionales o nacionales, lo que, junto a las diferencias observadas entre unas y otras, apuntaría a que nos encontramos frente a procesos
de reflexión y aprendizaje, más o menos extendidos en el tiempo y más o menos abiertos,
sobre la implementación de mejores mecanismos de coordinación e integración de las políticas en los territorios. El intercambio de experiencias (y experimentos), al más puro estilo
del mencionado “método abierto de coordinación”, ha difundido ciertas prácticas comunes,
en tanto que los planes más recientes parecen aprovechar las lecciones de sus precedentes
e incorporan mejoras conceptuales, metodológicas y operativas.
¿Yuxtaposición o integración de medidas?
Es comúnmente aceptado que una estrategia o plan de inclusión social o de lucha
contra la exclusión social (aunque estos dos términos no sean idénticos) ha de incluir los
aspectos temáticos que ya son casi clásicos en el discurso inclusivo: acceso a un empleo
decente, a servicios de salud, educación, vivienda, servicios sociales; además de echarle
una mirada a las necesidades particulares de algunas personas.
15 Algunas de las reflexiones plasmadas provienen del estudio del MEPSYD (2008) “Los planes de inclusión social en las Comunidades
Autónomas y en las Corporaciones Locales” (en prensa)
16 Conclusiones de la Jornada de debate: “El Papel de las Corporaciones Locales en la Lucha contra la Exclusión Social”, celebrada en Madrid
el 28 de noviembre de 2007 y organizada por la Consejería de Familia y Asuntos Sociales y el IMAP.
[39]
Capítulo 1
La inclusión social en el ámbito local: las políticas
Una estrategia puede limitarse a yuxtaponer planes, programas, medidas, cronogramas
y presupuestos; pero también puede trabajar la coordinación y cooperación entre todas las personas relacionadas directa o indirectamente con esas áreas y colectivos, con
el objetivo de obtener sinergias y que el todo sea más que la suma de las partes.
El liderazgo político ¿de los servicios sociales?
En la mayoría de los casos, quien tiene la iniciativa es la correspondiente área, o departamento o concejalía de servicios sociales. En efecto, uno de los aspectos claves destacado es el liderazgo político, que se impone como una condición necesaria para que
cualquier proceso (llámese plan, proyecto o estrategia), de lucha contra la exclusión social
tenga garantía de éxito. La movilización de todos los agentes involucrados (o a involucrar) en la lucha contra la exclusión o por la inclusión social requiere de ese empuje y
liderazgo, ya que es una tarea ardua, costosa y complicada: es preciso incluir la transversalidad de la inclusión en los servicios públicos de empleo, de vivienda, de salud, educación,
urbanismo, justicia, hacienda…; es también preciso involucrar a la sociedad civil, tanto a
las ONG como a los propios ciudadanos y ciudadanas y –muy especialmente- a las propias personas afectadas por procesos y situaciones o riesgo de exclusión social. Otros
actores de la sociedad, como sindicatos o patronales, también suelen ser convocados a
unirse al proyecto.
• El avance hacia el reconocimiento de los servicios sociales como derecho subjetivo, equiparables por tanto a los servicios de salud, educación, empleo o vivienda,
y con el consiguiente aumento de presupuesto y recursos para que este derecho
no esté sujeto a la disponibilidad presupuestaria, ayudará sin duda a los servicios
sociales en el papel de líderes: es alentador que algunos de los nuevos proyectos
de leyes de servicios sociales recojan este principio.
• En algunos casos, para fortalecer la posición de liderazgo de los servicios sociales
y/o para dar credibilidad y fuerza a todo el proceso, se ha optado por hacerlos depender de una instancia jerárquicamente superior, como la alcaldía o vice-alcaldía,
de forma que todas las partes se vean como iguales entre sí y tengan todas que
responder al mismo mandato superior.
• Aprovechar el momento y la oportunidad de “rentabilidad política” que la aprobación de la Ley de Dependencia supone. La dependencia y, en menor medida, la
lucha contra la exclusión, parecen estar más presentes en las agendas políticas.
La participación de la sociedad civil
El papel de la sociedad civil, articulada a través de organizaciones sin ánimo de lucro
de diversas naturalezas, en la atención a situaciones de pobreza y exclusión social se cen[40]
Políticas de inclusión activa en el plano local
tra, además de en su papel de denuncia de situaciones de exclusión, en la atención a
estas. Esta contribución se basa en su mayor cercanía a la realidad que la que pueda tener
cualquier entidad de carácter público, por muy eficaz que esta pudiera ser; por tanto, por
su mejor conocimiento de dicha realidad, ya que en ocasiones incluso está participada
directamente por personas en situación o en riesgo de exclusión; y por la mayor eficacia
y agilidad que ha demostrado en la aplicación de los mecanismos de intervención más
eficaces y en la gestión integral de recursos.
La integración de las entidades sin ánimo de lucro en las políticas, medidas, programas
o estrategias relacionadas con la exclusión social se ha convertido, por tanto, en un elemento clave de la eficacia y de la expresión del compromiso y voluntad de la sociedad.
La coordinación y cooperación
Como se decía, la clave está en la coordinación y cooperación, en la integración de
procesos y acciones, aunque se constata la falta de experiencia y práctica sobre dichos
procesos de coordinación y cooperación. Estos han de cubrir varias vertientes: 1) coordinación de la entidad local con la respectiva CCAA, que tiene competencias en muchas
materias importantes para la inclusión, y con la capacidad de delegar o no esas competencias en lo local; 2) coordinación de la entidad local con otras entidades locales, en especial en los casos de municipios de pequeño tamaño, si forman parte de mancomunidades u otras instituciones supramunicipales, para la prestación de determinados servicios;
3) coordinación entre las diferentes áreas/departamentos de la entidad local.
• Es particularmente importante que la coordinación entre las áreas de servicios sociales, empleo y educación, prioritarias en la inclusión social, sea eficaz.
• Se trata de encontrar, en cada caso, los procedimientos o protocolos más adecuados, buscando el punto óptimo entre mecanismos y canales de comunicación informales, (ambos muy eficaces en un entorno local, aunque poco estables y en
general no completos) y mecanismos más formales, institucionalizados y protocolizados, que aseguran la continuidad de las relaciones, pero que pueden llegar a
ahogarse por la rigidez del propio mecanismo.
• Además, hay que tener en cuenta que estos mecanismos o, más bien, este equilibrio entre ellos, es inestable, es decir, que cambiará en el tiempo, del mismo modo
en que cambian las personas y las necesidades.
La movilización y coordinación de todos los agentes ha de centrarse tanto en los responsables políticos como en los mandos intermedios y técnicos: como se decía, la voluntad y
responsabilidad políticas son necesarias para el proceso, pero no suficientes; el proceso no
cuajará sin la implicación de los niveles intermedios y técnicos; entre otras razones, porque
estos niveles permanecen en el tiempo, mientras que el nivel político no. Y porque este
último tiene, además, la capacidad de paralizar o, al menos, ralentizar iniciativas.
[41]
Capítulo 1
La inclusión social en el ámbito local: las políticas
Por otra parte, tal y como se ha destacado anteriormente, dado el papel fundamental
que juegan las entidades sin ánimo de lucro, se hace necesario establecer y/o mejorar los
canales de comunicación y cooperación entre estas iniciativas privadas de atención a los
intereses generales, que coinciden precisamente con la iniciativa pública, responsable
última de las políticas públicas y de interés general.
La comunicación
En muchos casos falla la comunicación desde el área, departamento o concejalía líder
no solo hacia el resto de áreas (“yo ni sabía que había un plan municipal de inclusión social”, dicho por alguien de otro área un año después de la aprobación de un plan local),
sino incluso dentro de la propia área de servicios sociales (“yo tampoco”, dicho por un
profesional del propio sistema o distrito). No solo es preciso invertir fuerzas en la difusión
del proyecto, sino que además es indispensable “avanzar en la práctica de un lenguaje
común y mejor entendimiento con el resto de áreas”. Es curioso cómo las mismas palabras
aluden a realidades y conceptos diferentes en función del sistema de atención en el que
sean pronunciadas.
Esta falta de comunicación tenderá a confundirse con falta de utilidad y de eficacia del
plan; en definitiva, le restará credibilidad y fuerza. Si los propios profesionales de las áreas
más próximas a la exclusión social ni conocen ni valoran la existencia de una estrategia
o plan, entonces algo falla. Estará en duda la utilidad del propio concepto de política de
inclusión como aglutinadora y aunadora de los esfuerzos de toda una institución.
3.2. Los elementos de una estrategia o plan
Diagnóstico
El punto de partida es un diagnóstico profundo, riguroso y detallado de la situación
en el ámbito territorial de referencia, para conocer las personas, situaciones y factores
de exclusión. Este es un elemento clave para poder priorizar con criterio, algo nada fácil
cuando se habla de exclusión social.
El análisis de estas situaciones se enfrenta a limitaciones en la disponibilidad de información y datos estadísticos (resulta que las personas excluidas están también fuera de las
estadísticas), mucho más severas en las entidades locales que a nivel autonómico, sobre
todo si son de pequeño tamaño, por lo que cualquier esfuerzo y avance en este sentido
será muy útil. Por el contrario, la participación de todos los agentes, (incluyendo a las personas en situación o riesgo de exclusión) y de las entidades sociales como informadores
claves al diagnóstico es mucho más factible, eficaz y rica en al ámbito local que en otros
ámbitos mayores, en lo que se está llamando “diagnósticos participados”.
El seguimiento de este diagnóstico inicial también es clave para la continua mejora de
la estrategia o plan.
[42]
Políticas de inclusión activa en el plano local
Este diagnóstico de la situación externa, de las necesidades que es preciso atender, ha
de completarse con uno de la situación interna, es decir, referente tanto a las voluntades
políticas como a la realidad de los mandos intermedios y del personal técnico de base,
tratando de responder, todo lo honesta y sinceramente que se pueda, a las preguntas:
¿qué se quiere y qué se puede hacer?
Es muy ilustrativa la frase, expresada en unas jornadas, “antes del texto, el contexto”:
será inútil, o muy poco eficaz, cualquier esfuerzo que no cuente con el respaldo político; será frustrante una obstaculización consciente o inconsciente, intencionada o
no, de los mandos intermedios y técnicos, por falta de comprensión, sensibilización o
capacidad; será complicado no contar con la iniciativa social.
Un buen diagnóstico de partida de la situación externa e interna es indispensable para
poder priorizar y ordenar las acciones a realizar.
Objetivos y medidas: las prioridades
El primer paso en el proceso de priorización, en la mayoría de los casos observados,
suele consistir, una vez diagnosticadas las necesidades, en la yuxtaposición de programas
o medidas que ya están en marcha, es decir, en la confección de un único documento
en el que aparezcan todas estas actuaciones, sin un orden explícito de prioridad. No es
despreciable la utilidad de este instrumento, ya que recoge mucha de la información
necesaria para dibujar el panorama de todas las actuaciones conjuntas y sirve, por tanto,
de documento didáctico. Ya se ha señalado que, a menudo, las distintas áreas de una entidad no se conocen entre sí, no saben lo que hacen “los de la planta de arriba” o “los del
despacho de al lado”.
Si bien este primer documento es útil, no va a ser suficiente.
El segundo paso consiste en abordar la integración de las partes, atendiendo a las necesidades detectadas en el diagnóstico. La determinación de prioridades (llámense objetivos estratégicos o líneas estratégicas) y de acciones (medidas, programas) para atender
a dichas prioridades es, en sí misma, la estrategia o plan, y esto se hace recurriendo a
reuniones de trabajo a todos los niveles: político, intermedio y técnico. En realidad, este
proceso de reflexión y “negociación” es en sí mismo el gran avance. Y el resultado gana en
credibilidad si se cuantifican algunos de estos objetivos o prioridades.
En general se observa una gran coincidencia en las temáticas abordadas por los diversos planes locales estudiados: empleo, vivienda, salud, educación, etc., y también en los
colectivos atendidos: mayores, niños y niñas, personas con discapacidad, etc. Son temas
inspirados y homogeneizados, en gran medida, por las orientaciones de la Estrategia Europea para la Inclusión Social. Si bien esta coincidencia de materias se ve también en los
planes regionales y los nacionales, en los locales se hace más hincapié en las necesidades
de las personas inmigrantes y de las personas mayores.
[43]
Capítulo 1
La inclusión social en el ámbito local: las políticas
Por el contrario, en términos formales, sí se aprecia una gran variedad en las modalidades y conformaciones de las estrategias o planes: de la planificación programática a
los formatos inspirados en los respectivos planes de servicios sociales y a modelos más
básicos. Puede ser de ayuda utilizar la referencia del plan de la respectiva comunidad
autónoma. Alguna incluso tiene ya diseñado un modelo de plan y su metodología, para
orientar y animar la realización de un ejercicio como este a nivel local.
Presupuesto
Como lógica consecuencia de lo anterior, parece preciso llegar a un compromiso presupuestario que “materialice” las conversaciones, las negociaciones y los avances del proceso.
Es importante identificar, medir y hacer seguimiento de partidas de gasto; y también, en la
medida en que se pueda, relacionarlas con las personas beneficiarias: solo así se podrá analizar la eficacia y eficiencia de las medidas. En contextos de posibilidades presupuestarias
muy limitadas y condiciones precarias, este ejercicio es especialmente necesario.
No obstante, como destaca el profesor Cabrera, a pesar de la falta de recursos, hay mucho margen de trabajo y mejora, y hay que utilizarlo con creatividad17. Si una política
de inclusión social es la suma sinérgica de las políticas sectoriales, entonces, en una
opción de mínimos, solo habría que hacer frente al coste adicional de la coordinación
y cooperación. No hay excusa para no hacerlo. Se trata de incorporar la dimensión
trasversal de inclusión social, de la misma forma en que se ha conseguido, con mayor
o menor éxito, incorporar en todas las políticas la dimensión transversal de género o
de accesibilidad.
Seguimiento y evaluación
Un sistema de seguimiento y evaluación eficaz, comprometido, riguroso, continuo,
avalado por un comité interdepartamental y con la participación de todos los agentes,
da credibilidad y solvencia a los procesos. La utilización de información estadística, como
la utilizada en la parte diagnóstica, es muy útil y permite monitorizar acciones y corregirlas a tiempo, en caso de que sea necesario. En algunos casos se externalizan estas
tareas para dar independencia y veracidad a la evaluación, aunque no debería dejarse
de implicar a todos los actores. En otros casos se ha optado incluso por la creación de
un observatorio permanente de la exclusión social en el ámbito territorial de referencia.
Aunque una alternativa menos costosa sería la celebración de foros con todos los agentes sobre temas concretos.
Puede ser muy útil el uso de las tecnologías de la información para crear o mejorar
bases de datos integradas, fomentar la interactividad, el intercambio ágil de información
y experiencias, páginas web, plataformas, blogs, etc.
17 Ponencia de Pedro Cabrera en la Jornada de debate: “El Papel de las Corporaciones Locales en la Lucha contra la Exclusión Social”, celebrada en Madrid el 28 de noviembre de 2007 y organizada por la Consejería de Familia y Asuntos Sociales y el IMAP.
[44]
Políticas de inclusión activa en el plano local
3.3. Una reflexión final
Las estrategias o planes tienden a ajustarse a las circunstancias y condiciones del territorio al que pertenecen, con lo que se observa una gran heterogeneidad en su concepción. Esta pluralidad es reflejo de diversidad y riqueza, pero también de disparidad:
riqueza en tanto que los planes incorporan la variedad de situaciones existentes en sus
territorios, aportando un sinfín de conocimientos, información y buenas prácticas que
es preciso sintetizar, conocer y poner en valor; y disparidad, puesto que el tratamiento
y el significado socioeconómico de temáticas idénticas podría ser muy distinto en los
diversos territorios. En la medida en que esto se produce, se puede debilitar la visión de
conjunto que debería presentar un tema crítico para el bienestar de la población como es
el planteamiento y la gestión de la inclusión social. Se pone de manifiesto así la necesidad
de establecer mecanismos de coordinación y cooperación interterritorial.
Preguntas clave
¿Son realmente útiles los planes de inclusión social? ¿Tienen realmente un valor adicional a
la suma de planes sectoriales que ya existen?
¿Es mejor que lideren el proceso los Servicios Sociales o una instancia jerárquicamente superior? ¿Ventajas e inconvenientes de ambas opciones?
¿Cómo ha de organizarse la participación de la sociedad civil tanto durante el proceso de
reflexión/elaboración de los planes o estrategias locales para la inclusión social como en su
colaboración directa? ¿Qué responsabilidad tienen las entidades sin ánimo de lucro?
¿Cómo determinar prioridades entre áreas de intervención, colectivos, en función de la gravedad y/o urgencia de situaciones?
¿Es imprescindible plantear incrementos presupuestarios o debe hablarse más bien de mejoras en la eficiencia, es decir, mejores resultados con recursos similares? ¿Con qué límites?
[45]
La inclusión social en el
ámbito local: los mecanismos
y sistemas de trabajo
2
Políticas de inclusión activa en el plano local
La inclusión social en el ámbito local: los
mecanismos y sistemas de trabajo
Marta Fernández Prat
Instituto de Gobierno y Políticas Públicas (IGOP)
1. Introducción
La función de este bloque es arrojar un poco de luz sobre la filosofía de trabajo y los
aspectos metodológicos que deben tenerse en cuenta para diseñar e implementar un
plan local de inclusión social. Se podrá constatar, sin embargo, que la metodología de actuación está muy relacionada con el contenido mismo de las políticas de inclusión. Y, en
consecuencia, en más de una ocasión hemos tenido que hacer referencia a este último.
En un entorno cada vez más complejo y globalizado la solución a los retos planteados por la exclusión social pasa por sumar esfuerzos. Esta voluntad de cooperación entre
distintos niveles de gobierno y otros agentes sociales ya viene apuntada por la Estrategia
para la Inclusión Social diseñada en Lisboa y sus posteriores revisiones. Así pues, desde la
óptica inclusiva los métodos de trabajo ponen el acento en conceptos como “gobernanza”, “coordinación”, “participación de diferentes actores” y “comunicación”. Elementos que
se desarrollarán a lo largo de estas páginas y que se complementan con el principio de
coherencia de actuaciones, es decir, que para que la estrategia sea eficiente y eficaz, todas
las políticas de inclusión (procedan del nivel de gobierno que procedan) tienen que ser
coherentes entre sí en lo referente a sus métodos, objetivos y contenidos.
El presente bloque se divide en cinco apartados: el primero sitúa la inclusión social en
el ámbito de lo local a la vez que esboza los principios de la gobernanza y menciona la
importancia de la coherencia en las políticas de inclusión. El segundo apartado se refiere a la coordinación -en tanto que forma, pero también contenido- entre los gobiernos
autonómicos y los locales. En el tercer apartado se expone una herramienta concreta de
la gobernanza, el partenariado, y acto seguido se apuntan fórmulas de relación entre los
gobiernos locales y los actores clave de un plan de inclusión. En cuarto lugar nos hemos
detenido en describir la importancia de la participación de un actor clave: la ciudadanía
y, en concreto, las personas en riesgo o situación de exclusión social. Finalmente hemos
incidido sobre las estrategias de sensibilización y comunicación que deben acompañar
los planes locales de inclusión social.
[49]
Capítulo 2
La inclusión social en el ámbito local: los mecanismos y sistemas de trabajo
2. La inclusión social en el ámbito local
Desde la Cumbre de Lisboa hasta la fecha, además de haberse puesto en marcha el
Método Abierto de Coordinación (en adelante MAC) y el desarrollo de los Planes Nacionales de Acción para la Inclusión Social (PNAin), iniciados en 2001, la mayoría de las comunidades autónomas españolas han implementado su plan de acción autonómico para la
exclusión social. Se constata, por lo tanto, que la Estrategia se ha traducido efectivamente
en cambiar el curso de ciertas políticas, en introducir actores nuevos en determinados
momentos de la elaboración de las mismas y en el desarrollo de planes para luchar contra la exclusión desde algunos niveles de gobierno. Ahora bien, nos encontramos muy
cerca de las puertas del 2010 sin poder afirmar que todo ello se haya traducido en una
disminución real del fenómeno de la exclusión social. Paralelamente y a pesar de que uno
de los objetivos estratégicos sea movilizar a todos los agentes y sensibilizar a la población
respecto del fenómeno de la exclusión, se observa que aún hoy (nueve años después de
Lisboa) la mayoría de los municipios europeos aún no dispone de planes locales y, por
otro lado, la sociedad en general no conoce los planes de inclusión social. Por ello es tan
importante seguir trabajando desde estas mismas instituciones evaluando y rectificando
los instrumentos de actuación, pero también es necesario desarrollar y dar a conocer los
planes y estrategias locales para la inclusión social.
Antes de poner de relieve la importancia del ámbito local en la lucha contra la exclusión social, nos parece necesario recordar que las políticas de inclusión son aquellas que
deben fomentar que las personas puedan acceder con dignidad a los tres espacios o ejes
de la inclusión social: el espacio de la producción mercantil (también laboral y de consumo), el espacio de la ciudadanía (y de participación política) y, finalmente, el espacio
relacional y de los vínculos sociales.
[50]
Políticas de inclusión activa en el plano local
Los espacios de la inclusión social
Espacio de la producción mercantil, del mercado de
trabajo y del consumo
(Presencia y tipo de participación en la producción, en
la creación de valor y en el consumo)
Inclusión
social
Espacio de la ciudadanía
(Participación política y acceso
a los derechos sociales y de
ciudadanía: reconocimiento y
atención a la diferencia)
Espacio relacional y de los
vínculos sociales
(Participación y vínculos en
redes sociales de reciprocidad)
Fuente: Subirats, J., 2004:15
La Estrategia de Lisboa ya reconocía la importancia del ámbito local como escenario
privilegiado para la articulación de redes de agentes sociales para la inclusión. Adicionalmente, el Diario Oficial de las Comunidades Europeas (12.1.2002) afirma que “Un gran
número de organizaciones no gubernamentales a diferentes niveles (local, regional, nacional
y europeo) poseen experiencia y conocimientos en la lucha contra la exclusión social y actúan
a nivel europeo como defensores de las personas que están expuestas a la exclusión social; las
autoridades locales y regionales tienen también experiencia y conocimientos en este ámbito.
Las organizaciones no gubernamentales, los interlocutores sociales y las autoridades locales y
regionales pueden, por tanto, hacer una contribución importante, a nivel europeo, a la comprensión de las diferentes formas y efectos de la exclusión social y a garantizar que el diseño,
la aplicación y el seguimiento del programa tengan en cuenta la experiencia de las personas
expuestas a la exclusión social”.
El ámbito local, por lo tanto, es un escenario privilegiado en la lucha para la exclusión
social en distintos sentidos:
1. Conocimiento de la realidad (de los factores de exclusión que operan en el territorio y de los colectivos más vulnerables y/o en riesgo y situación de exclusión).
2. Proximidad de actuación (las medidas que se adoptan tienen una traducción inmediata en la realidad).
3. Posibilidad para articular redes de agentes sociales para la inclusión (conocimiento de
los agentes sociales, de sus relaciones y posibilidad de dinamizarlas directamente).
[51]
Capítulo 2
La inclusión social en el ámbito local: los mecanismos y sistemas de trabajo
Los límites de lo local
No obstante, a pesar de las posibilidades y potencialidades del ámbito local para fomentar la inclusión social, este nivel de actuación tiene sus límites puesto que los factores
de exclusión (sobre todo los derivados del mercado, de la inmigración, etc.) trascienden
cada vez más no solo al ámbito lo local, sino también al autonómico y estatal. Por otro
lado, hay una serie de actuaciones importantes pero de carácter más bien legislativo (de
regulación de derechos y deberes) que compete directamente al Estado o a las comunidades autónomas.
En consecuencia, el diseño de las políticas de inclusión social debe tener en cuenta
tanto los límites de lo local como su especificidad y potencialidad. Ser consciente de ello
es útil y necesario para ser efectivos y eficaces no solo en las políticas locales sino también
en las de los otros niveles de gobierno.
Enfoque de las políticas sociales por niveles de gobierno
Ámbito estatal y/o autonómico: tienden a tener un carácter universalista. Se basan en derechos sociales normativamente reconocidos y se caracterizan por su producción poco fraccionable y una operativización que supone unas necesidades homogéneas.
Ámbito local: tienen un carácter más selectivo o particularista. Se desarrollan sobre bases normativas más débiles. Se caracterizan porque potencialmente permiten procesos de diseño y
de producción más flexibles. Tienden a dar respuesta a necesidades más heterogéneas.
Se deriva de todo ello que la coordinación multinivel para obtener el objetivo común
es imprescindible para el buen desarrollo de la Estrategia para la inclusión. En consecuencia, el establecimiento generalizado y sistemático de planes locales para la inclusión social en Europa y en España no debería sufrir más demoras.
2.1. La gobernanza: una filosofía de trabajo
En el año 2001 la Comisión de las Comunidades Europeas emitió una comunicación:
“La gobernanza europea. Un libro blanco” (COM (2001) 428 final). Adicionalmente, la reformulación de la Estrategia de Lisboa hizo hincapié en el concepto de “gobernanza”. A
continuación comentaremos un poco más este concepto puesto que es el que debe
inspirar parte del contenido de los planes de inclusión (en sentido amplio) así como la
metodología de diseño y de implementación de los mismos.
Según el Libro Blanco, la reforma de la gobernanza tiene como objetivo “abrir el proceso
de decisión política para dotarlo de unos mayores niveles de integración y responsabilidad”. Se
parte de la base de que un mejor uso de sus poderes debería permitir a la UE (en general
y a los distintos niveles de administración) una conexión más directa con sus ciudadanos
y dar lugar a unas políticas más efectivas. Con este propósito los poderes públicos debe[52]
Políticas de inclusión activa en el plano local
rán combinar más eficazmente diferentes instrumentos como la legislación, el diálogo
social, la financiación estructural o los programas de acción. La gobernanza, además, implica una nueva filosofía de la acción pública que consiste en convertir a la ciudadanía en
un actor importante del desarrollo de su territorio.
La “gobernanza” designa las normas, procesos y comportamientos que influyen en el
ejercicio de los poderes, especialmente desde el punto de vista de la apertura, la participación, la responsabilidad, la eficacia y la coherencia. Veamos brevemente en qué consiste cada uno de los puntos mencionados:
• Apertura. Las Instituciones deberían trabajar de una forma más abierta. Es decir,
se debería desarrollar una comunicación más activa sobre su labor y sobre las decisiones que adoptan. Para ello es imprescindible utilizar un lenguaje que resulte
accesible para el público en general. Este aspecto reviste una especial importancia
si se quiere fomentar la confianza en unas instituciones de por sí complejas y ser
transparente hacia la ciudadanía.
• Participación. La calidad, la pertinencia y la eficacia de las políticas implican una
amplia participación de los ciudadanos en todas y cada una de las distintas fases
del proceso, desde la concepción hasta la aplicación de las políticas. Una participación reforzada debería generar una mayor confianza en los resultados finales y en
las instituciones de las que emanan las políticas. La participación depende esencialmente de la adopción de un enfoque integrador de este tipo por parte de las
administraciones centrales en la concepción y aplicación de las políticas de la UE,
pero también por parte de las administraciones autonómicas y locales.
• Responsabilidad. Es preciso clarificar el papel de cada uno en los procesos normativo y ejecutivo. Cada una de las instituciones debe explicar su acción y asumir la
responsabilidad que le incumba. Pero también se precisa una mayor claridad y una
mayor responsabilización de los Estados miembros y de todos los agentes que participan en el desarrollo y aplicación de las políticas de la UE en los distintos niveles.
• Eficacia. Las medidas deben ser eficaces y oportunas, y producir los resultados buscados sobre la base de unos objetivos claros, de una evaluación de su futuro impacto, y, en su caso, de la experiencia acumulada. La eficacia requiere también que la
aplicación de las políticas sea proporcionada y que las decisiones se tomen al nivel
más apropiado.
• Coherencia. Ya hemos hablado de la importancia de la coherencia de las políticas
dentro de un sistema complejo. Sin embargo, queremos subrayar que para ello se
requiere un liderazgo político y un compromiso firme por parte de las instituciones.
Cada uno de estos principios es importante en sí mismo. Pero no pueden ponerse en
práctica mediante acciones separadas. Las políticas ya no pueden resultar eficaces si no
se elaboran y aplican de una forma más integradora. Esto significa, entre otras cosas, que
[53]
Capítulo 2
La inclusión social en el ámbito local: los mecanismos y sistemas de trabajo
el modelo lineal consistente en decidir las políticas desde arriba debe ser sustituido por
un círculo virtuoso basado en la interacción, en las redes existentes y en una participación
a todos los niveles, desde la definición de las políticas hasta su aplicación.
Más concretamente, en el ámbito local, la utilización del término “gobernanza” ha sido
muy variada y se ha aplicado para referirse a fenómenos tan diversos como las redes políticas, la nueva gestión pública, el nuevo gobierno de las corporaciones empresariales,
los partenariados público-privado, etc. Desde nuestro punto de vista, el común denominador de este concepto se encuentra en la definición de una nueva forma de gobernar
caracterizada por dos ideas clave:
• Los gobernantes reconocen que su actividad se ha desplazado de la jerarquía a la
red. Es decir, el gobierno ya no es únicamente un ejercicio de autoridad desde la
cúpula de una institución, sino una tarea relacional de contactos, pactos y negociaciones con una amplia red de actores presentes de una u otra forma en el territorio.
La “gobernanza local” sería la identificación, la descripción de una red de actores
que interactúan en un determinado ámbito territorial.
• Al trasladarnos de la jerarquía a la red aparece un segundo elemento central: frente a una interpretación gerencial del gobierno local tradicional (lo importante es
mandar desde la cúpula institucional) la gobernanza local recupera una acepción
política de la actividad de gobierno (lo importante es escuchar, relacionarse y liderar redes y coaliciones).
Así pues, si consideramos que la principal diferencia entre las viejas y las nuevas formas
de gobierno es el carácter ejecutor de las primeras (gobierno monopolista y tecnocrático)
y el carácter relacional de las segundas (gobierno participativo y con liderazgo político),
entonces la dimensión relacional de los planes de inclusión los convierten en un instrumento para renovar nuestros gobiernos municipales.
2.2. La coherencia de las políticas inclusivas
La lucha contra la exclusión social tiene que ser integral, transversal y coherente. O, dicho
en otras palabras, el fenómeno de la exclusión social es complejo por su naturaleza poliédrica, multifactorial y multicausal, y por ello las políticas para afrontarlo deben tratar el fenómeno integralmente, es decir, de forma holística. A su vez, la exclusión tiene que ver con muchos ámbitos de la vida de las personas mientras que, de momento, las administraciones
trabajan (y por lo tanto reaccionan a los problemas y demandas) de forma fragmentada. En
este sentido, el diseño de las políticas tiene que trascender la segmentación administrativa
y potenciar actuaciones transversales en cada nivel de gobierno y entre los distintos niveles.
Finalmente, en la Estrategia Europea para la Inclusión Social se involucran muchos niveles
de gobierno, pero también una diversidad cada vez mayor de actores. Por ello, el diseño y
desarrollo de estos planes debe ir en consonancia con el resto de políticas impulsadas des-
[54]
Políticas de inclusión activa en el plano local
de la UE para garantizar así la coherencia de las políticas de inclusión. Esta coherencia debe
contemplar dos ejes distintos: 1) el de los objetivos y 2) el de los métodos.
1. Coherencia en los objetivos: la finalidad de la Estrategia para la Inclusión es erradicar la pobreza y la exclusión social en el ámbito de la Unión Europea, por lo que
se hace necesario compartir la misma definición del fenómeno (exclusión social),
pero también de su otra cara de la moneda, la inclusión. En este sentido, la Comisión Europea emitía en 2004 un informe en el que definía la inclusión social de esta
forma: “La inclusión social es un proceso que asegura que aquellas personas en riesgo
de pobreza y de exclusión social aumenten las oportunidades y los recursos necesarios
para participar completamente en la vida económica, social y cultural, así como para
gozar de unas condiciones de vida y de bienestar que se consideren normales en la sociedad en la que viven. La inclusión asegura que tengan mayor participación en la toma
de decisiones que afectan a sus vidas y al acceso a los derechos fundamentales”. De esta
definición podemos inferir que el municipio inclusivo debería satisfacer tanto las
exigencias materiales de existencia como las que se refieren al vínculo social y al
acceso general al bienestar de su ciudadanía.
Teniendo definido el objetivo marco, la Unión establece como subobjetivos sustantivos: a) el de la actuación hacia individuos y grupos más vulnerables; y b) la
prevención de los riesgos de exclusión en una acción de conjunto que beneficie
a todas las personas por igual, más allá de si se encuentran o no en una situación
de vulnerabilidad concreta. Ambos tienen que ser vigentes a todos los niveles de
actuación administrativa y, por lo tanto, también al nivel de lo local. Seguramente
la administración local puede ser más eficiente que las otras respecto del primer
subobjetivo puesto que es la que conoce más directamente los colectivos más desfavorecidos de su territorio así como sus problemáticas. En consecuencia, el diseño
de las medidas de intervención será más ajustado a sus necesidades reales.
2. Coherencia en los métodos e instrumentos de intervención: siguiendo las directrices de la Estrategia Europea para la Inclusión Social, el diseño y realización de los
instrumentos y políticas inclusivas deben fundamentarse en los siguientes aspectos: a) gobernanza (de la que hablaremos después más extensamente) y la movilización de todos los agentes; b) generación e intercambio de conocimientos sobre el
tema; c) integralidad, derivada de una visión holística de los problemas sociales; d)
transversalidad en la articulación de las respuestas (rompiendo así con los compartimentos estanco entre los diversos agentes que trabajan con las personas, sean o
no de la administración pública); y e) innovación en las prácticas y las políticas.
Todas estas directrices, expuestas en un primer momento para desarrollar el MAC
y los PNAin, deben aplicarse también en la realización de los planes locales de inclusión. La naturaleza de estos métodos, junto con el hecho de que cada nivel de
actuación tiene que contar con la presencia de diferentes actores o agentes hace
necesario establecer mecanismos formales de coordinación vertical y horizontal
con el fin de garantizar la coherencia del conjunto de políticas.
[55]
Capítulo 2
La inclusión social en el ámbito local: los mecanismos y sistemas de trabajo
– El ámbito local es un escenario privilegiado para actuar contra la exclusión social.
Aun así, tiene sus limitaciones que deben suplirse con la coordinación entre el ente
local, la CCAA y el Estado.
– La gobernanza (o la democracia en red) debe ser una filosofía de trabajo que impregne toda la actividad de la administración pública local. Por ello esta debe realizar un proceso de apertura y transparencia hacia la ciudadanía.
– El peligro de trabajar con muchos agentes (horizontalmente y verticalmente) es el
de la incoherencia de las actuaciones, métodos u objetivos. Por ello es imprescindible (1) clarificar un lenguaje de mínimos entre todos los actores y; (2) mantener un
buen flujo de información para fomentar la coherencia entre las distintas políticas.
Preguntas clave:
¿Las administraciones autonómicas y locales de los últimos años son realmente más transparentes?
¿En qué sentido se ha abierto la participación de distintos agentes? ¿Qué tipo de participación (consultiva, vinculante, deliberativa)?
¿Se constata una mayor coherencia entre las políticas inclusivas de la UE, las del Estado,
CCAA y de los gobiernos locales? ¿Todos los niveles de gobierno entienden lo mismo cuando
hablan de “inclusión”, “inclusión activa” y “plan local de inclusión”?
¿Se percibe un aumento de la eficacia de las políticas desde que se está extendiendo el concepto de “gobernanza”?
[56]
Políticas de inclusión activa en el plano local
3. La coordinación entre comunidades autónomas
y gobiernos locales
Lo dicho hasta aquí indica porqué el tránsito hacia sociedades inclusivas debe realizarse en el escenario de la gobernanza. Como ya apuntábamos anteriormente, entendemos
por gobernanza la política de gestión relacional o gestión de las interdependencias para
la construcción colectiva del desarrollo humano.
Desde el punto de vista de los planes de inclusión social, podemos esbozar tres motivos esenciales para aplicar la gobernanza en este campo:
1. Por un lado, el incremento de la complejidad y diversidad de las necesidades, demandas y problemáticas sociales. Cada vez es más evidente que el gobierno local
deviene ineficaz e ineficiente para dar respuesta al fenómeno de la exclusión social
y su contexto desestimando los acuerdos o apoyos de los mundos privado, asociativo y comunitario. Esos mundos también luchan con la complejidad contextual,
a la vez que son fruto de la misma. La correspondencia entre sus organizaciones
y la Administración Pública en el momento de afrontar retos sociales multiplica la
capacidad de impacto social de las políticas aplicadas y por otro lado cada vez son
más evidentes las dificultades en la captación y gestión de la información disponible. La cantidad de información que se maneja socialmente es cada vez mayor y
más compleja. En consecuencia, gestionar las informaciones disponibles implica
una necesidad estratégica contemporánea que ni los cuerpos técnicos de las administraciones ni los líderes políticos democráticos pueden acometer en soledad. Por
tanto, los procederes de la gobernanza también deben ajustarse a la necesidad de
encontrar confluencias y sinergias entre diversos nódulos de información relevante
con la finalidad de abordar todas las cuestiones al elaborar las políticas.
2. La legitimidad del gobierno local pasa por conseguir entablar relaciones de confianza con la sociedad civil. Un gobierno que cuide su dimensión relacional establece canales de participación efectiva para la consecución de objetivos. La legitimidad está en la definición de los objetivos, en el proceso de implementación de
políticas y en los resultados. De ello se deriva que, en condiciones de gobernanza,
la clásica dicotomía entre sociedad civil y política se difumina dando paso a un
sistema político de relación en que la autoridad política lidera procesos de cambio
sobre la base de un consenso ciudadano básico, tanto en lo conceptual (qué es a lo
que se responde) como en lo orientado a la acción (qué debe hacerse).
3. La gobernanza no evita el conflicto, pero lo canaliza y lo traduce en oportunidades
creativas. Por lo general, el consenso que permite una acción concertada es sólido
si parte de disensiones anteriores en la manera de enfocar y plantear uno o varios
retos sociales. Estar de acuerdo en todo y antes que nada es el escaparate con el
que se esconde una relación clientelar y fragmentada entre la administración pública y un conjunto indeterminado de operadores sociales. Las disputas conceptuales,
las diferencias en el proceder, entre otras posibles discusiones, permiten orientar
[57]
Capítulo 2
La inclusión social en el ámbito local: los mecanismos y sistemas de trabajo
diversos intereses y proyectos hacia la acción común aunque no se esté de acuerdo en todo. El denominado “interés general” deja de ser producto específico de las
instituciones políticas para ser el resultado de un proceso dinámico y compartido,
fruto del conflicto a la par que del diálogo, que incluye tanto la formulación como
la gestión de políticas públicas.
Hemos visto que el concepto “gobernanza” va mucho más allá de ser una simple palabra y que implica una nueva forma de entender el papel y las actuaciones de las administraciones públicas. Y no solo esto, sino que se refiere además a la relación entre distintos
niveles de gobierno. De ahí la importancia de establecer sistemas y espacios de coordinación y cooperación entre la administración local y la autonómica.
3.1. El impulso autonómico para el desarrollo de los planes
locales de inclusión
Aunque desde la Unión Europea se haya realzado el papel de los entes locales en la
lucha contra la exclusión social y la Estrategia de Lisboa tenga sus raíces en el año 2000 se
constata que - en general - los gobiernos locales aún no han tomado la iniciativa de desarrollar sus propios planes locales para la inclusión social. Es cierto que desde lo local ya
se están promoviendo acciones inclusivas en ciertos temas, pero el despliegue de estos
planes debería añadir todo lo mencionado más arriba sobre la coherencia de las políticas
y, sobre todo, debería aportar una planificación estratégica en este campo.
La falta de una ordenación en el ámbito local de planes de inclusión conlleva, entre
otras cosas, que la Estrategia europea se vea “cortada” precisamente en el nivel que más
directamente enlaza con la realidad social en la que se expresan y manifiestan los problemas de la exclusión y la vulnerabilidad social: los entes locales. Es cierto que algunos
municipios europeos como Dublín ya han dado este paso y que en Holanda desde hace
tres años se ha promocionado el desarrollo de los planes locales de inclusión social. Sin
embargo, aún es pronto para poder afirmar que el ámbito local en la UE está provisto,
actualmente, de una malla de planes locales de inclusión social.
La situación en España no es muy diferente. Si bien es cierto que la mayoría de los municipios realizan actuaciones concretas y específicas para la inclusión social1 son pocos,
comparativamente, los entes locales que han iniciado o están elaborando su plan local
de inclusión2. A modo de ejemplo analizaremos el desarrollo de planes locales que se
está realizando en Cataluña puesto que los 22 planes que están en marcha no son fruto
solo de la iniciativa local, sino que forman parte de un programa creado por el Gobierno
Autonómico, la Generalitat.
1 En Asturias, por ejemplo, se realizan proyectos de inclusión municipal por ley. Si bien estos son muy importantes tienen un carácter muy
específico y estrictamente relacionado con el salario social.
2 El Ministerio de Educación, Política Social y Deportes tenía constancia (hasta enero de 2009) de la existencia de 71 planes locales de
inclusión en toda España.
[58]
Políticas de inclusión activa en el plano local
A principios del presente milenio, y a raíz de los acuerdos de la Cumbre de Lisboa
tres municipios catalanes3, entre ellos Barcelona, se dotaron de un plan local de inclusión
social. Posteriormente, en el año 2006 la Generalitat implementó un Programa para el
desarrollo de planes locales de inclusión social que debía establecerse paulatinamente.
Actualmente son 22 los municipios catalanes (esparcidos por la Comunidad) que se han
acogido a este Programa4 y en los años sucesivos se prevé aumentar esta cantidad.
El Programa5 mencionado tiene fundamentalmente dos ejes de actuación: por un lado,
la Generalitat financia la creación de lo que se llaman Oficinas Técnicas del Plan de Inclusión (a lo largo de tres años) cuya función es la de elaborar el Plan, coordinar los actores
claves que participan en él, hacer el diagnóstico, sensibilizar a la población, etc. La financiación, adicionalmente, también cubre algunos estudios que se creen necesarios para
elaborar el Plan. Por otro lado, el Gobierno Autonómico asesora a las Oficinas Técnicas a la
vez que les proporciona una formación permanente en forma de seminario. Se prevé que
a partir del 2009 esta formación contenga sesiones de contraste de experiencias desarrolladas en los distintos municipios, grupos de trabajo en torno a temas comunes, etc.
El funcionamiento del Programa que acabamos de esbozar aún está abierto y se va
perfilando y mejorando poco a poco por dos motivos: su carácter novedoso e innovador requería un diseño más bien procesual. El segundo motivo es que va más allá del
Gobierno autonómico y concierne a los técnicos municipales. Estos, a partir de la implementación del Programa aportan observaciones y demandas a la Generalitat partiendo
de su realidad y necesidades de forma que algunas de estas observaciones se traducen
(o pueden traducirse) en mejoras del Programa.
En suma, aunque en Cataluña existan muchos municipios que aún no se han planteado la elaboración de un Plan de inclusión, se constata que es la única Comunidad en la
que, por lo menos más de veinte entes locales, han elaborado (o están elaborando) este
tipo de planes. Y ello se debe, no tanto a la iniciativa del ámbito local, sino al impulso autonómico para desarrollarlos. En consecuencia, quizás las comunidades autónomas tendrían que desempeñar un papel catalizador y dinamizador para fomentar el despliegue
de una malla de planes locales de inclusión social.
3.2. Fórmulas y objetivos de coordinación entre comunidades
autónomas y gobiernos locales
Las fórmulas de coordinación entre la Comunidad Autónoma y los distintos entes locales pueden ser distintas en función de la idiosincrasia de cada comunidad desde el
punto de vista político-administrativo, pero también en función de su realidad social (te3
Santa Coloma de Gramenet, Mataró y Barcelona.
4
Entre ellos los municipios que ya lo habían diseñado y empezado a implementar.
5 Cabe mencionar que la Diputació de Barcelona ha publicado recientemente (junio 2008) “Plans locals d’inclusió social. Guia metodológica”. Es decir, ha editado un documento de trabajo para apoyar a los entes locales en su realización del Plan de Inclusión. En este documento
la misma institución manifiesta su intención de asesorar a los entes locales para el desarrollo de los planes al mismo tiempo que prevé formar
a técnicos y cargos electos.
[59]
Capítulo 2
La inclusión social en el ámbito local: los mecanismos y sistemas de trabajo
jido productivo, relación entre lo urbano y lo rural, existencia o no de insularidad, etc.). La
coordinación se inscribe en la lógica de la organización y la gestión y, en consecuencia, es
útil para evitar duplicidades, renovar esfuerzos y detectar “vacíos” de gestión.
Para que haya una buena coordinación entre los dos niveles gubernamentales tienen
que existir mecanismos formales de relación entre ambos. En otras palabras, no se puede
dejar al libre albedrío o a las relaciones informales (de entendimiento, de amistad) o partidistas la coordinación de las políticas de inclusión social. Al contrario, se tienen que definir
espacios de negociación y búsqueda de consenso con el objetivo de desarrollar planes
locales de inclusión coherentes con los autonómicos.
Quizás lo más importante antes de establecer los espacios y mecanismos de relación
es clarificar la finalidad de la coordinación. A nuestro parecer esta debe servir para:
• Consensuar objetivos estratégicos de lucha contra la exclusión social. Aunque el
fenómeno de la exclusión es el mismo en toda Europa, las particularidades con las
que se manifiesta en cada Comunidad Autónoma son distintas (o pueden serlo).
Es decir, los factores de exclusión social que inciden en cada territorio pueden ser
distintos y ello se traduce en la radiografía de los grupos o colectivos vulnerables o
en riesgo de exclusión, así como en sus características. Por otro lado, la composición
de los distintos agentes sociales que participan (o deberían participar siguiendo las
pautas de la gobernanza) en el diseño de las políticas determina, en cierto modo,
cuáles son los macro-objetivos a los que tiene que hacer frente la Comunidad. El
consenso entre los diferentes niveles de administración en el momento de definir
los objetivos estratégicos es esencial para garantizar el éxito de las medidas que se
puedan desarrollar.
• Consensuar las prioridades de actuación. Una vez establecidos los objetivos estratégicos hace falta establecer las prioridades de ambos planes. De esta forma se
refuerzan más las actuaciones y se garantiza la coherencia de las políticas.
• Pactar la filosofía y metodologías comunes de trabajo. La coherencia entre niveles de administración no viene dada solo por los contenidos que se quieren abordar, sino también por la filosofía de fondo así como los métodos marco de trabajo,
puesto que todo ello influye e impregna los mismos contenidos.
• Definir la distribución de competencias. Hay una serie de competencias cuya distribución ya se establece en el marco legal (constitucional o estatutario). Aun así hay
algunas zonas grises que se pueden acordar gracias a la coordinación multinivel.
• Mantener un intercambio constante de información (abajo-arriba; arriba-abajo).
Esto es muy importante puesto que el tipo y la naturaleza de la información que
llega a cada nivel de gobierno es distinto. Por ello, el flujo frecuente de información
puede ser útil a ambos niveles de administración aumentando así la calidad de las
políticas de inclusión social.
[60]
Políticas de inclusión activa en el plano local
• Establecer “bancos de conocimiento” de la realidad de la exclusión social así como
de prácticas inclusivas. O, dicho de otro modo, se trataría de que el flujo de conocimiento que se produce y se obtiene desde el nivel autonómico llegara (y por lo
tanto pudiera tener alguna traducción) a la realidad local. Y, del mismo modo, el conocimiento de lo que pasa en el ámbito local es importante para (re)definir políticas
o medidas autonómicas. Por otro lado, también es interesante pactar indicadores
entre los distintos entes locales y entre ellos y la Comunidad. Los indicadores que
se pacten pueden ser de diagnóstico, de impacto (de las intervenciones públicas)
o de seguimiento y evaluación.
• Pactar líneas de financiación. Las políticas públicas, y por lo tanto las políticas para
la inclusión social, requieren de financiación para establecerse. Si bien es muy difícil
diseñar de forma abstracta “quién tiene que financiar qué”, es necesario hablar y
pactar estos aspectos. De hecho se podría decir que los planes de inclusión (ya sean
autonómicos o locales) que no contemplen un apartado presupuestario difícilmente tendrán un impacto en la realidad.
Espacios de coordinación entre el gobierno autonómico y los gobiernos locales
CCAA
Gobiernos
locales
Espacio permanente
de relación, coordinación e
intercambio de información
Espacio de
coordinación
política
Espacio de
coordinación
técnica
Espacio de
transferencia de
conocimiento
Espacio de
coordinación
económica
Fuente: elaboración propia
Esta coordinación no solo permite aumentar la eficiencia y eficacia de ambos niveles de actuación (autonómico – local) en el sentido de proporcionar coherencia en el
despliegue de las políticas de inclusión social desde un punto de vista vertical, sino que
también puede mejorar la relación entre los distintos entes locales.
Cabe señalar, además, que entre los gobiernos autonómicos y los gobiernos municipales encontramos las administraciones de segundo nivel (diputaciones provinciales,
conselhos, consells comarcals, cabildos, consells insulars, etc.). En la mayoría de los casos,
estas administraciones de segundo nivel tienen representación delegada. Aun así, su fun[61]
Capítulo 2
La inclusión social en el ámbito local: los mecanismos y sistemas de trabajo
ción es de cooperación y soporte a los municipios y, por ello deberían participar en algunos de los espacios de coordinación. De hecho, y siguiendo los principios mencionados
más arriba sobre la gobernanza (y de la movilización de todos los agentes), los espacios
de coordinación, consenso y diseño de las políticas de inclusión también tendrían que
contar además de los agentes políticos, con la presencia de los distintos agentes sociales:
el tejido asociativo (entidades del tercer sector social y otras, sindicatos), el tejido empresarial (empresas de inserción social y de otro tipo, patronal) y el mundo universitario
(expertos en el fenómeno de la exclusión social y políticas de inclusión).
– Para completar la puesta en escena de la Estrategia Europea para la Inclusión Social
es necesario que las comunidades autónomas impulsen una red de planes locales
para la inclusión social.
– La coordinación entre las CCAA y los entes locales exige unos espacios de comunicación permanente con el fin de mantener un flujo de información constante
bidireccional y también para que los distintos entes locales puedan compartir entre
ellos experiencias e informaciones.
Preguntas clave:
¿Los planes locales de inclusión existentes en España se coordinan desde las administraciones autonómicas o han surgido independientemente de ellas?
La coordinación entre CCAA y entes locales debería ir más allá de las respectivas áreas de
bienestar y/o servicios sociales, ¿se está trabajando en este sentido?
¿Quién debe financiar los planes locales de inclusión (las CCAA, los entes locales)?
¿Las administraciones de segundo nivel deberían financiar parte de los planes locales?
¿Cuál es el rol de las administraciones de segundo nivel?
[62]
Políticas de inclusión activa en el plano local
4. El partenariado y la cooperación con los actores clave
en los planes de inclusión social
4.1. El partenariado
En la literatura académica se presentan los partenariados como una fórmula de colaboración típica de la gobernanza en red. Se les considera una figura clave que favorece la
corresponsabilidad, la participación y la integración de acciones en abordajes multidimensionales y por lo tanto elementos muy útiles para abordar las problemáticas sociales, entre
ellas el fenómeno de la exclusión social. La aparición y desarrollo de fórmulas de colaboración de este tipo tiene su origen en la confluencia de fenómenos distintos: por un lado los
producidos en la sociedad como la especialización funcional, la creciente fragmentación y
el aumento de la complejidad y, por otro lado, por fenómenos que tienen que ver con las
administraciones públicas, es decir, la descentralización y la fragmentación-segmentación.
En tercer lugar, por la importancia creciente de la información y de su acceso para controlar
y coordinar los procesos así como la interdependencia existente entre distintos actores en
la elaboración y ejecución de políticas públicas. Finalmente, por la sostenida dificultad para
separar lo público de lo privado (Ysa, T; Padrós, X, Saz-Carranza, 2007).
A lo largo de las últimas dos décadas han proliferado significativamente los partenariados público-privados. Sin embargo su existencia no es nueva. Tradicionalmente el sector
público ha confiado en el sector privado para desarrollar parte de sus estrategias y alianzas. Y viceversa. Sin embargo, los partenariados actuales tienen una naturaleza y alcance
distintos. Mientras que los tradicionales eran más macroinstitucionales, los actuales se
basan en acuerdos más concretos y específicos, es decir, son más micro.
La Comisión “on Public Privat Partnerships” (2001) define el partenariado como “una
colaboración voluntaria y estable entre dos o más organizaciones públicas y privadas, autónomas, para desarrollar conjuntamente productos o servicios, compartiendo riesgos, costes y beneficios”. Cabe añadir que cada partenariado tiene una configuración diferente en función
de los socios, de las culturas organizativas en juego así como de la naturaleza y concreción de los objetivos que se definen. (Ysa, T; Padrós, X, Saz-Carranza, 2007). La dimensión
del partenariado depende fundamentalmente de los recursos implicados y establecidos
en el acuerdo entre las partes.
El partenariado es una herramienta de trabajo o, mejor dicho, una estrategia de actuación que permite y favorece un proceso en que dos o más organizaciones se unen para
crear algo nuevo. Algo que no podrían conseguir por sí solas puesto que los resultados
obtenidos van más allá de la suma de las acciones de cada agente. Otra característica del
partenariado es que la naturaleza de las organizaciones que lo crean es distinta (administración pública - empresa; administración pública - entidades del tercer sector; empresa
– tercer sector, etc.). Pero el partenariado, en tanto que estrategia, debe construirse con
una finalidad, es decir, para lograr algo. En este sentido, es importante la existencia de un
proyecto común entre las distintas organizaciones que lo constituyen. Si no hay tal pro-
[63]
Capítulo 2
La inclusión social en el ámbito local: los mecanismos y sistemas de trabajo
yecto lo que debería existir es una confluencia de intereses entre los actores con un fin
consensuado.
En la lucha contra la exclusión, el partenariado (como unión estable y pactada) de
esfuerzos es más que necesario, puesto que los elementos a combatir y las necesidades
sociales en juego son multidimensionales y plurifactoriales y deben tratarse abordando
simultáneamente dimensiones como la laboral, sanitaria, urbanística, educacional, económica, etc.). La estrategia partenarial permite responder a lo que necesitan las políticas
sociales (y por lo tanto las de inclusión social) en el sentido de que fomenta las acciones
integradas y las respuestas federadas de recursos frente a problemas concretos cuya solución no depende de un único actor local.
4.2. Los actores clave de la inclusión social
Ya hemos visto que uno de los objetivos de la Estrategia de Lisboa era “la movilización
de los agentes” lo que se inscribe en la línea de fomento de la gobernanza o del gobierno
en red a todos los niveles de gobierno.
Pero ¿cuáles son los actores clave de los planes de inclusión en el ámbito local? Del
mismo modo que el fenómeno de la exclusión social nos concierne a todos, las políticas
y acciones para la inclusión requieren de la participación de todo el municipio y, por lo
tanto, de toda su gente. Sin embargo, en el territorio se perfilan unos agentes que desarrollan (o pueden desarrollar) un papel más relevante en las temáticas y políticas de inclusión social. Todos ellos, pues, deberían poder participar en todas las fases de elaboración
de un plan local de inclusión social (diagnóstico- diseño y priorización de las acciones
- evaluación).
Para definir cuáles son los actores clave nos remitimos a los pilares o espacios de la
inclusión social: 1) el de la producción mercantil (del mercado de trabajo y del consumo);
2) el de la ciudadanía y la participación política; y 3) el relacional y de los vínculos sociales.
En cada uno de estos espacios se sitúa una red de actores.
Espacios para la inclusión social
Redes
Espacio de la producción mercantil
Red económica y de mercado
Espacio de la ciudadanía y participación política
Red de poderes públicos
Espacio relacional
Red de ciudadanía
Fuente: elaboración propia
Las tres redes mencionadas no están aisladas entre sí, sino que interactúan unas con
otras. Más aun, algunos de los actores que las constituyen se encuentran en la intersección entre dos redes. Por ejemplo, las entidades prestadoras de servicios forman parte de
la red económica y de mercado a la vez que de la red de ciudadanía.
[64]
Políticas de inclusión activa en el plano local
• Actores de la red económica y de mercado: los actores de esta red son los que
están relacionados con la producción mercantil y con el mercado de trabajo del
municipio o los que defienden sus intereses. Se trata de empresas, de asociaciones
empresariales, gremiales o de comerciales, de promotores, de propietarios inmobiliarios, etc.
• Actores de la red de poderes públicos: son aquellos que trabajan en los dos tipos de
administración local (el municipio y las administraciones de segundo nivel, como
las diputaciones): todas las personas y partidos que forman parte del gobierno municipal, los partidos políticos, los técnicos de las administraciones y políticos y técnicos de otras administraciones.
• Actores de la red de ciudadanía: esta red es la menos institucionalizada y estructurada puesto que comprende asociaciones y entidades temáticas o que trabajan
para mejorar las condiciones de colectivos sociales (como gente mayor, personas
discapacitadas, personas inmigradas, etc.), asociaciones de vecinos o comunitarias,
ONG con presencia local y el tejido ciudadano.
Cabe añadir la presencia de otros actores igualmente importantes cuya pertenencia a
una de las redes es más difícil de delimitar. En cierto modo, se podrían considerar agentes
que pertenecen a las tres redes. Se trata por un lado de las instituciones educativas como
escuelas, institutos y universidades, y también de expertos y profesionales en políticas
públicas, en análisis de la pobreza y exclusión social, etc. Por otro lado encontramos otro
grupo de actores que se sitúan en la intersección entre la red de ciudadanía y la económica: sindicatos, empresas prestadoras de servicios (del ámbito social), fundaciones de las
cajas de ahorro así como medios de comunicación.
Como se puede ver en el gráfico, la tipología de actores clave del ámbito local no
difiere mucho de la tipología de agentes que se requiere para las políticas europeas o
estatales. La mayor diferencia radica principalmente en la escala de trabajo. En este caso,
por ejemplo, las administraciones están en el ámbito local y se relacionan con las organizaciones no lucrativas que atienden a personas y problemáticas de ese territorio.
[65]
Capítulo 2
La inclusión social en el ámbito local: los mecanismos y sistemas de trabajo
Red de actores para la inclusión
Red ciudadana
Red de poderes públicos
– ONG
– Asociaciones temáticas o por colectivos
sociales (inmigración,
personas mayores,
discapacitadas o con
enfermedades crónicas, etc.)
– Asociaciones de vecinos y otras asociaciones comunitarias
– Ciudadanía
– Escuelas y
universidades
– Expertos y
profesionales
– Sindicatos
– Empresas
prestadoras de
servicios sociales
– Cajas y
fundaciones
– Medios de
comunicación
–
–
–
–
Gobierno municipal
Grupos políticos
Técnicos
Políticos y técnicos de otras
administraciones
– Empresas
– Asociaciones empresariales,
comerciales y gremiales
– Promotores, constructores y
propietarios inmobiliarios
– …
Red económica de mercado
4.3. El rol de los actores en la estructura organizativa
Siguiendo los principios de la Estrategia de Lisboa, la participación de los distintos
agentes clave no termina en el diseño de las políticas de inclusión. Al contrario, la estructura organizativa del plan tiene que garantizar que los actores (sobre todo del sector
privado y del tercer sector) mantengan su presencia e implicación en todas sus fases:
diseño, elaboración, implementación y evaluación. Para ello se deben tener en cuenta
dos aspectos significativos que influyen directamente en la gobernanza y también en la
calidad y consenso de los objetivos de un plan:
• Para afianzarse en términos éticos y de rendimiento la gobernanza participativa local
debe dar un salto cualitativo adelante. Se trataría de dedicar menos tiempo y esfuerzo
participativo a elaborar diagnósticos exhaustivos o establecer estrategias altamente
genéricas y abstractas para envolver todo ello en el ropaje de un plan-documento
ordenado, que se aprobara con toda solemnidad. Y en cambio, dedicar mucho más
tiempo y esfuerzo a la articulación permanente de redes participativas, entendiendo
que estas redes son parte intrínseca de los procesos de gobierno y que, por lo tanto,
su existencia y operatividad está llamada a desbordar la aprobación de planes-documentos. Desde esta perspectiva los planes de inclusión deberían tender a convertirse
en procesos abiertos, cambiantes, flexibles; espacios permanentes de negociación,
de conformación de alianzas variables entre actores múltiples.
• La gestión de redes debe desarrollarse desde el reconocimiento de la complejidad
conflictiva. Ciudadanos y sobre todo técnicos y políticos deberían interiorizar la cultura del conflicto como oportunidad de creatividad social. Desde esta perspectiva,
[66]
Políticas de inclusión activa en el plano local
los planes de inclusión social no deberían ser solo procesos para sumar acuerdos y
consensos fáciles entre unos cuantos, sino espacios permeables e inclusivos, donde
políticos, técnicos, ciudadanos y movimientos sociales sean capaces de reconocerse en la diferencia, de compartir poder político real desde la aceptación del conflicto y desde la incertidumbre sobre los resultados del proceso.
La estructura organizativa del plan condicionará el desarrollo del mismo. Por lo tanto
no es un asunto menor y debería dedicarse tiempo en pensarla, definirla y consensuarla.
Por un lado, es una estructura que debe garantizar el liderazgo político del plan por parte
del gobierno local, pero también la presencia continuada de los distintos actores clave.
Para intentar crear sinergias y relaciones de confianza es muy importante definir de antemano los espacios en los que participará cada ente, su rol y su responsabilidad. Y, por
consiguiente, se deberían definir y exponer las funciones de las distintas comisiones y/o
espacios que constituyen los distintos órganos de la estructura del plan.
Pero ¿cuáles son estos órganos o comisiones? Cada municipio o ente local puede organizarse según más le convenga teniendo en cuenta su realidad demográfica, social,
económica y política. Los órganos, comisiones y espacios de participación tienen que
estar directamente vinculados a la función para la que se han creado. También hay que
tener en cuenta que el flujo de información debe ser fluido entre los distintos órganos.
Contemplamos:
• Comisión de liderazgo político y legitimidad del plan. Su función es sobre todo institucional y de visibilización de las tareas que se quieren promover a través del plan.
• Órgano ejecutivo e impulsor. Partiendo de las decisiones políticas e institucionales
y teniendo en cuenta la presencia de una multiplicidad de actores en el proceso de
elaboración del plan, la función de este órgano es liderar el proceso, dinamizar los
actores clave y coordinar todas las acciones.
• Comisión de análisis y seguimiento. Para desarrollar esta función es necesario contar con un equipo de profesionales en los temas exclusión e inclusión social. Este
equipo es el que debe elaborar y realizar el seguimiento de los indicadores de diagnóstico y de impacto del plan. De todos modos, no se puede menospreciar, en
ningún caso, todo el conocimiento adquirido por parte de las asociaciones del territorio, etc.
• Grupos de acción. Son grupos creados ad hoc para desarrollar aspectos del plan
diseñados en el órgano ejecutivo.
• Espacios participativos estables y puntuales. Pueden ser mesas de trabajo entre
actores alrededor de un tema específico, espacios de consulta, etc.
• Espacios de transferencia para dar a conocer a la población en general lo que se
está haciendo, en qué términos, a quién concierne, etc. Estos espacios son muy importantes para dar visibilidad o sensibilizar e implicar a la población.
[67]
Capítulo 2
La inclusión social en el ámbito local: los mecanismos y sistemas de trabajo
Los espacios u órganos, además de tener bien definidas sus funciones y responsabilidades, deben tener definidos los actores que participarán en él y su rol. Estas definiciones
son muy necesarias para dar transparencia al proceso, y también para no crear falsas expectativas.
Estructura organizativa de un plan de inclusión local
Comisión de dirección política
Legitimación institucional del plan
Órgano ejecutivo impulsor
Dinamización, diseño, coordinación, liderazgo
Aportación de
conocimiento y
legitimidad
Grupos de
acción
Realizar las
acciones diseñadas
en el plan
Espacios
participativos y
puntuales
Actores clave
Comisión
de análisis y
seguimiento
Dotar al plan de
representatividad
Espacios de transferencia
Información y difusión
Fuente: Elaboración propia
– Los entes locales deberían hacer una apuesta política clara para lograr un municipio inclusivo. Para ello, la puesta en marcha de los planes locales de inclusión social
es imprescindible.
– Es necesaria la participación de todos los agentes sociales clave en el diseño, elaboración, implementación y evaluación de los planes locales de inclusión. Sería
conveniente iniciar el proceso con un pacto municipal para la inclusión efectuado
por los distintos agentes.
– Establecer una estructura organizativa para el desarrollo del plan y definir los roles
de cada agente es una cuestión necesaria para garantizar la continuidad del proceso y establecer corresponsabilidades con el fin de evitar algunos de los posibles
conflictos.
[68]
Políticas de inclusión activa en el plano local
Preguntas clave:
¿Hasta qué punto la participación de los distintos agentes debe ser consultiva, deliberativa
y/o vinculante?
¿Están los entes locales que trabajan sectorialmente realmente preparados y dispuestos a
trabajar con una lógica transversal?
¿Cómo se reparte la responsabilidad entre los distintos actores teniendo en cuenta que cada
uno tiene una naturaleza diferente y responde a una lógica de funcionamiento distinta?
4.4. La importancia del liderazgo en los planes y estrategias
de inclusión social
En el debate sobre los valores y principios que inspiran un plan de inclusión social, la
posición de los gobernantes locales no es la misma que la de los demás actores. Frente a
los legítimos pero particulares intereses de las diversas instituciones y los variados grupos
de la sociedad civil, los gobernantes locales son los únicos legitimados para representar
el interés colectivo. Esta peculiaridad no debe interpretarse como una autorización para
trabajar en solitario y monopolizar las decisiones que afectan a la comunidad, pero tampoco parece adecuada la interpretación opuesta, es decir, aquella que considera a los
responsables políticos locales simplemente como un actor más. Los gobernantes locales, con otras palabras, se encuentran en la necesidad de buscar una posición donde se
haga compatible el ejercicio del diálogo y del liderazgo, donde no se imponga ni una actuación unidireccional del gobierno ni los intereses de determinados grupos sociales. El
equilibrio entre diagnóstico y consenso así como la participación vinculante y consultiva
en un plan de inclusión se caracteriza por una determinada combinación de participación y liderazgo. Esta combinación es quizá el principal reto de aquello que la literatura
actual ha bautizado como “gobernanza local”.
En los pocos municipios españoles en los que ya se están desarrollando planes locales
de inclusión aparece otro tema relacionado con el liderazgo que creemos interesante resaltar. Técnicos, académicos y algunos políticos se cuestionan el lugar que debería tener
el plan de inclusión social dentro del gobierno local. El debate no es menor puesto que el
alcance de una política tiene que ver con la posición que ocupa dentro del organigrama.
Por un lado se defiende que el plan de inclusión social debe de tener el liderazgo político
del área de bienestar o servicios sociales de la administración local. Los defensores de esta
causa abogan que las temáticas de los planes coinciden con las actuaciones de las áreas
mencionadas. Por otro lado, hay quien cree que las políticas de inclusión en su vertiente
de prevención de los factores generadores de exclusión (incidir en el mercado laboral,
definir modelos urbanísticos que promocionen el espacio público, fomentar la autocontención de los municipios, etc.) solo podrá desarrollarse e incidir realmente en el territorio
si el plan de inclusión depende de alcaldía. Otro grupo, más conciliante, arguye que lo
[69]
Capítulo 2
La inclusión social en el ámbito local: los mecanismos y sistemas de trabajo
mejor sería “dejar a los planes de inclusión en el área donde han nacido”, se sobreentiende
el área de bienestar, pero estableciendo un acuerdo político sólido que ayude a aumentar
la legitimidad del plan dentro del mismo consistorio.
5. La ciudadanía activa y la participación de las personas
excluidas
A partir de la década de los años 90, la Unión Europea recoge el debate sobre la ciudadanía generado básicamente desde las ciencias sociales e intenta dar un impulso estratégico y práctico en este campo. Ello se debe, fundamentalmente, a dos motivos: 1) por un
lado, a los múltiples indicios de creciente insatisfacción de los ciudadanos con el funcionamiento del sistema político democrático en general; y 2) por otro lado, al surgimiento
de un nuevo tipo de actor político que introduce en el debate nuevos temas de discusión
y que plantea nuevas demandas en la esfera pública a la vez que se implica de forma diferente. Este nuevo actor exige un replanteamiento de los modelos de participación política que hasta entonces habían venido manejando solo los teóricos de la democracia.
En este marco, el Tratado de Ámsterdam de 1997 prevé impulsar una ciudadanía más
activa y participativa en la vida de la comunidad, fundada sobre una aproximación integral del aprendizaje a lo largo de toda la vida y la complementariedad de las ciudadanías
europea y nacional. Acercar Europa a sus ciudadanos (y en general todos los niveles de
gobierno) constituye una prioridad para la acción política: desde esta óptica, la acción en
el terreno de la educación, la formación, la juventud, la inclusión social, etc. proporciona
un vector privilegiado en la complejidad de nuestra sociedad. En general se trata de que
en las democracias avanzadas se realice una nueva configuración en la que la ciudadanía
(bien sea entendida en términos individuales o bien en su condición de miembro de determinados colectivos) esté más presente, desarrolle actividades en entornos colectivos
y mantenga interacciones con las instituciones. En suma, la ciudadanía se convierte en
agente de influencia política. Es en este sentido que podemos hablar de la importancia
que cobra y debe cobrar el diálogo civil. Este es el que debe permitir a la ciudadanía
tomar parte en el diagnóstico de las situaciones y, sobre todo, poder incidir en las “soluciones” que deben implementarse. A su vez, el diálogo civil (promovido y reconocido por
los distintos niveles de administración) permite a las personas no solo ser más partícipes
de la sociedad en la que viven, sino también ser sujetos activos de su propia vida y de la
de su comunidad, y por lo tanto los empodera en tanto que individuos.
Ya hemos visto que un municipio inclusivo es aquel que permite a todas las personas
que habitan en él acceder en condiciones a los tres espacios de inclusión: 1) el espacio de
la producción mercantil, del mercado de trabajo y del consumo; 2) el espacio relacional y
de vínculos sociales y, 3) el espacio de la ciudadanía y de la participación política.
[70]
Políticas de inclusión activa en el plano local
En este marco, pues, promover la ciudadanía activa no es solo fomentar algo abstracto
que se dibujó en el Tratado de Ámsterdam, sino que va en consonancia tanto con la metodología de elaboración de los planes de inclusión como con su contenido.
5.1. Las personas en riesgo o situación de exclusión social como sujetos
Las políticas de inclusión incumben a todos los agentes y personas que viven en un
municipio: todas las personas son sujetos de acción y objetos de atención. Solo si se concibe de esta manera se consigue fomentar y desarrollar una ciudadanía activa, que tenga
en cuenta los principios de la gobernanza, y diseñar un plan cuyo objetivo sea tender a
un municipio inclusivo.
No se estaría diseñando un buen plan de inclusión si se contemplara a las personas
vulnerables solo en tanto que “objetos” o destinatarios del plan. Ello sería una paradoja
tanto metodológica como conceptual puesto que estas personas también son parte de
la ciudadanía y, por lo tanto, tienen que formar parte de la ciudadanía activa. Por otro
lado, si uno de los espacios o ejes de la inclusión social es precisamente la participación
en la comunidad (municipio pero también sociedad) fomentar la participación de las personas en riesgo de exclusión en la elaboración de las políticas que más directamente los
concierne es incluirlos en la sociedad (por lo menos en el eje de ciudadanía). En otras
palabras, la participación activa de las personas en situación y riesgo de exclusión forma
parte de la metodología de trabajo de los planes de inclusión al mismo tiempo que es
uno de sus objetivos.
La participación de las personas excluidas o en riesgo de exclusión permite conocer
mucho mejor el trasfondo de la situación en la que se encuentran y, en consecuencia,
dirigir mucho mejor los esfuerzos necesarios para lograr un municipio inclusivo. Por su
parte, actuar en tanto que agentes o sujetos los capacita puesto que les da a conocer mejor el tejido social, productivo y político del propio territorio. Y, adicionalmente, les pone
en contacto con procesos y herramientas cuya adquisición les situará mucho mejor en el
acceso a otros recursos.
Finalmente, y teniendo en cuenta las características materiales y de vínculos sociales
que suelen tener las persones más vulnerables, es necesario que cuando se plantea su
vinculación en el proceso de elaboración del plan se parta de su situación y se les dote
de los instrumentos y recursos necesarios (tanto personales como familiares) para poder
desempeñar la tarea que se les encomendará.
[71]
Capítulo 2
La inclusión social en el ámbito local: los mecanismos y sistemas de trabajo
– El desarrollo de la Estrategia Europea para la Inclusión Social en el ámbito local
debe incluir el fomento de la ciudadanía activa (en tanto que método y en tanto
que fin).
– Los planes locales de inclusión social no pueden diseñarse, elaborarse e implementarse sin tener en cuenta la voz, las experiencias y las expectativas de las personas
en riesgo o situación de exclusión social.
Preguntas clave:
¿Las personas que participan voluntariamente en alguna o todas las fases del plan local
deberían tener algún tipo de contraprestación de servicios (canguro, reducciones puntuales
de la jornada laboral, etc.?
¿Qué se puede hacer desde la administración local para ayudar a articular una ciudadanía
activa?
[72]
Políticas de inclusión activa en el plano local
6. Estrategias de sensibilización y de comunicación
Aunque el impulso de la Estrategia Europea para la Inclusión Social se remonta al año
2000, son proporcionalmente pocas las personas que conocen su existencia o la de los
Planes Nacionales de Acción para la inclusión social. Del mismo modo, tampoco parece
haber trascendido a la ciudadanía la presencia de los planes autonómicos. Por lo tanto,
uno de los objetivos de la misma Estrategia no se está cumpliendo: el de sensibilizar a la
población sobre la problemática del fenómeno de la exclusión social y el desarrollo de
políticas para combatirlo. Este déficit debería corregirse y no debe replicarse en el caso de
los planes locales para la inclusión social y, en consecuencia, debería tenerse en cuenta
en el mismo diseño del plan.
Las estrategias de sensibilización y comunicación de los planes locales de inclusión
social deberían formularse teniendo en cuenta dos ámbitos:
• Interno: se hace necesario establecer canales y flujos de información recíproca entre todos los actores claves que participan en el plan de inclusión así como entre
los distintos órganos que lo constituyen. Ello no solo es importante para mejorar
la eficacia y eficiencia del mismo plan, sino que puede tener un efecto “eco” hacia
otros espacios sociales. No debemos olvidar que los actores del plan tienen otras
redes de relaciones y, en consecuencia, pueden ser canales de información hacia
otros sectores sociales.
• Externo: es decir, el que debe poner en relación el plan con el conjunto del municipio.
6.1. Mecanismos de comunicación y sensibilización
La aplicación de la filosofía de la gobernanza en los planes locales de inclusión, la participación de diferentes agentes y el objetivo mismo del plan (lograr un municipio más
inclusivo) obligan a desarrollar lo que podríamos llamar un “plan de comunicación y sensibilización”. Este debería tener en cuenta tanto el nivel interno (comunicación hacia la
estructura organizativa del plan y de sus actores) como el nivel externo (la comunicación
entre los agentes del plan y la ciudadanía en general).
Es probable que muchos de los mecanismos de comunicación sean los mismos o parecidos en ambos niveles. No obstante, se deben adecuar a los destinatarios y a lo que se
pretende que hagan con la información que reciben.
Respecto al nivel interno, ya se ha visto que la estructura organizativa del plan tiene espacios de relación y/o coordinación entre los distintos órganos o comisiones que deben
ser utilizados como espacios de comunicación. Aun así, debería pensarse en el potencial
de las nuevas tecnologías (internet, intranets, etc.) para hacer más fluida la información
entre los distintos agentes clave. Por otro lado, el “plan de comunicación” interno debería
ser elaborado y consensuado entre los diferentes participantes.
[73]
Capítulo 2
La inclusión social en el ámbito local: los mecanismos y sistemas de trabajo
El nivel externo de comunicación es el que quizás se encuentra más olvidado (por lo
menos respecto de las políticas inclusivas europeas, estatales y autonómicas). Por ello, hacemos hincapié en la importancia de elaborar un “Plan de comunicación y sensibilización”
de forma paralela a la elaboración de las distintas fases del Plan de inclusión social con los
siguientes objetivos:
• Sensibilizar la ciudadanía respecto del fenómeno de la exclusión social: explicar lo
que es, los factores que lo generan y reproducen, las problemáticas individuales y
sociales que conlleva, etc.
• Dar a conocer las herramientas que la sociedad (y en concreto el municipio) pone
en marcha para combatir el fenómeno y fomentar la inclusión social.
• Implicar a la ciudadanía en la lucha contra la exclusión.
Para ello se deben definir los actores clave en la estrategia de comunicación y sensibilización: los responsables del plan de inclusión (para dar a conocer el plan, su finalidad
y las distintas fases); periodistas y profesionales de la comunicación (con el fin de involucrarlos en la definición de estrategias comunicativas en el ámbito local y para que “creen”
espacios de comunicación y sensibilización en los medios de comunicación locales); los
expertos en el fenómeno de la exclusión social y las políticas de inclusión (para involucrarlos en la “explicación” de las desigualdades sociales, de la exclusión social, y también de las
políticas y mecanismos que pueden contribuir a la inclusión social).
Sin ánimo de ser exhaustivos en la exposición de mecanismos y herramientas citamos
algunos de los que se pueden tener en cuenta para desarrollar un “Plan de comunicación
y sensibilización”:
• Entrevistas
• Encuestas
• Jornadas de debate
• Internet
• Debates públicos
• Documentales
• Medios de comunicación local (radio, televisión, periódicos, revistas)
En suma, la sensibilización de la población en la temática de la exclusión social es una
cuestión lo suficientemente importante como para dedicarle un tiempo y un espacio en la
elaboración del plan e implicar, también aquí, actores clave para desempeñar el proceso.
[74]
Políticas de inclusión activa en el plano local
– Aunque los conceptos de “exclusión e “inclusión social” sean cada vez más utilizados en los medios de comunicación su contenido ha sido poco debatido, de forma
que difícilmente su significado sea claro y compartido. Por ello es necesario explicar
más los conceptos, sus causas, las implicaciones que tienen para las personas y para
el municipio (sociedad).
– La Estrategia de Lisboa, los PNAin y los planes autonómicos han pasado muy desapercibidos para la población en general, lo cual va en contra de uno de sus propios objetivos. Diseñar una estrategia comunicativa para dar a conocer los planes
locales no solo es necesario para darlo a conocer, fomentar la participación de la
gente y buscar nuevos aliados, sino que puede ser un instrumento que ayude a
visibilizar la estrategia para la inclusión desde todos los niveles de administración.
[75]
Abordar la realidad de la
exclusión social en España
a nivel local
3
Políticas de inclusión activa en el plano local
Abordar la realidad de la exclusión social en
España a nivel local
Miguel Laparra
Begoña Pérez Eransus
Universidad Pública de Navarra
1. Introducción
Tal y como se ha expuesto en los capítulos anteriores, en la concepción de la exclusión
social deben tenerse en cuenta tres aspectos clave: su origen estructural, su carácter multidimensional y su naturaleza procesual, dinámica. Entendemos que la exclusión social es
un proceso social de pérdida de integración de los individuos y del conjunto de la sociedad, que incluye no solo la falta de ingresos y el alejamiento del mercado de trabajo, sino
también un debilitamiento de los lazos sociales, un descenso de la participación social y
por tanto una pérdida de derechos sociales.
A partir de las diversas experiencias de investigación sobre las condiciones de vida de
la población excluida en diversos ámbitos geográficos, se ha establecido una concepción
de la exclusión social sustentada en tres grandes ejes: el eje económico (la producción y la
distribución), el eje político (la ciudadanía política y la ciudadanía social) y el eje relacional
(la ausencia de lazos sociales y las relaciones sociales perversas)1.
Cuadro 1. Los tres ejes de la exclusión social
Ejes
Dimensiones
Participación en la producción
Económico
Participación en el consumo
Ciudadanía política
Político
Ciudadanía social
Aspectos
– Exclusión de la relación salarial normalizada
– Pobreza económica
– Privación
– Acceso efectivo a los derechos políticos. Abstencionismo y pasividad
política
– Acceso limitado a los sistemas de protección social: sanidad, vivienda y educación
1 Un desarrollo más amplio del concepto de exclusión social y su aplicación a un sistema de indicadores que permita su medición y análisis puede verse en el VI Informe Foessa, recientemente publicado: LAPARRA, M., PÉREZ ERANSUS, B. & (COORD.) (2008) La exclusión social en
España: un espacio diverso y disperso en intensa transformación. IN RENES, V. (Ed.) VI Informe sobre exclusión y desarrollo social en España 2008.
Madrid, Fundación Foessa.
[79]
Capítulo 3
Social
(relacional)
Abordar la realidad de la exclusión social en España a nivel local
Ausencia de lazos sociales
– Aislamiento social, falta de apoyos sociales
Relaciones sociales “perversas”
– Integración en redes sociales “desviadas”.
– Conflictividad social (conductas anómicas) y familiar (violencia
doméstica)
Interesa entonces identificar la acumulación de determinadas circunstancias problemáticas en estos ámbitos que ponen en cuestión el propio vínculo social. Pero es igualmente relevante saber cómo las distintas dimensiones de la exclusión social afectan al
conjunto de los hogares y a los distintos colectivos. No hay un proceso de exclusión/integración social que sea uno, unívoco y unidireccional. Más bien al contrario, la construcción y mantenimiento del vínculo social se hace a partir de múltiples prácticas concretas
y por ello los procesos de exclusión/inclusión son múltiples, se concretan en formas muy
distintas y presentan dinámicas con una relativa autonomía. La exclusión social debe entenderse por tanto en su multidimensionalidad, atendiendo a cada uno de estos procesos por separado y entendiendo las circunstancias específicas de cada grupo social, de
cada colectivo afectado.
En el gráfico siguiente puede observarse cómo se articulan los tres grandes ejes de la
integración social considerados en este análisis en relación con los tres principales espacios
de participación social: el mercado, el estado y la sociedad. El gráfico representa la estructura social, en su dinámica de integración, con una lógica de dentro-fuera, que va desde la
integración plena en las posiciones centrales, a la exclusión más extrema en la periferia.
Gráfico 1. Posición de los hogares respecto de los tres grandes ejes de la integración social
El mercado
5%
8%
La integración
48%
20%
1%
La ciudadanía
9%
5%
Las relaciones sociales
5%
La exclusión extrema
Fuente: Encuesta FOESSA 2008. Elaboración propia.
[80]
Políticas de inclusión activa en el plano local
Sorprende la importancia de un sector de población (un 20%) sin problemas especiales en cuanto a la integración económica en el mercado, y con unas relaciones sociales
positivas, pero que no logra hacer efectivos plenamente sus derechos de ciudadanía.
Esta debilidad nos marca, sin embargo, una clara oportunidad de mejora, ya que es en
este eje de las políticas sociales donde más fácilmente puede incidirse desde el ámbito
de las decisiones colectivas (las relaciones sociales en el ámbito privado y las relaciones
económicas en el mercado son más difícilmente moldeables). Esto puede ser todavía más
relevante cuando, como en este momento, nos enfrentamos a un contexto económico
adverso que posiblemente incidirá con mayor dureza en los sectores más excluidos y que
debería impulsar los mecanismos de compensación adecuados desde las políticas sociales. Se demuestra con esto la debilidad de los procesos de integración social generados desde
el ámbito político de la ciudadanía, en especial en lo que tiene que ver con algunos derechos sociales que reciben una menor protección jurídica a pesar de ser sustanciales para
la integración social, como el derecho a la vivienda, pero también la educación o la salud,
que no han desarrollado suficientemente políticas dirigidas hacia los más excluidos.
Tomados en su conjunto, los distintos procesos de exclusión social afectan a la mitad
de la población española (aunque sea con una intensidad mínima en muchos casos) y,
por tanto, no es desdeñable, para la mayoría de la población, la posibilidad de verse enfrentada a este tipo de situaciones (tan solo un 47.6% se encuentra integrado).
Gráfico 2. Distribución de los hogares españoles según su nivel de integración social
Exclusión severa (5,3%)
Exclusión compensada (11,9%)
Integrado (47,6%)
Integración precaria (35,3%)
Hogares en exclusión social: Aquellos con un índice de exclusión (i) doble que la media del conjunto de la población (i>2).
Exclusión severa: Aquellos hogares con un índice de exclusión (i) doble que el umbral anterior (i > 4).
Exclusión moderada o compensada: Los que presentan índices de exclusión inferiores a la exclusión social severa (2 < i < 4).
Integración precaria: Afectados por algún indicador de exclusión, pero con índices inferiores al doble de la media (0 < i < 2).
Integración plena: Hogares que no se ven afectados por ningún indicador de exclusión (i=0).
Fuente: Encuesta FOESSA 2008. Elaboración propia.
[81]
Capítulo 3
Abordar la realidad de la exclusión social en España a nivel local
Sin embargo, a una buena parte de la población, estos déficit de integración le afectan
de una forma muy leve (en forma de integración precaria) estableciéndose diversos mecanismos de compensación que hacen suponer que el nexo social no llegue a ponerse
en cuestión: los problemas que muchas personas tienen en su paso por el sistema educativo, por ejemplo, han sido a menudo superados (especialmente en las generaciones
mayores) gracias a las habilidades y saberes adquiridos con la propia experiencia laboral;
una reducción de los ingresos, incluso si es significativa, puede no tener efectos muy graves si se cuenta con una vivienda pagada en buenas condiciones y convenientemente
equipada (a menos que esa reducción de ingresos se prolongue en el tiempo e impida
la reposición de esos bienes); las relaciones sociales pueden asimismo compensar los
problemas que puedan surgir en el mercado o en el acceso efectivo a ciertos derechos
sociales o políticos, tanto en su dimensión material (acceso a bienes y servicios) como
simbólica (relaciones de pertenencia e identidad).
En realidad la diferencia entre los dos grupos intermedios (la integración precaria, un
35%, y la exclusión compensada, un 12%) es difícil de trazar: ambos se sitúan en torno a
un umbral arbitrariamente establecido. Se trata de dos grupos marcados por una cierta
precariedad (en mayor o menor grado) en su estatus social.
En síntesis, los problemas diversos de la integración social no se concentran en un
colectivo muy determinado, sino que predominan los mecanismos de compensación
que hacen que la exclusión social más severa afecte a un sector notablemente más reducido. Solo en una minoría estos problemas sociales se acumulan de una forma significativa dando lugar a formas claras de exclusión social: la brecha social más grave es la que
divide a los hogares en exclusión severa respecto del resto de la población. Un 5,3% de
los hogares estarían afectados por procesos de exclusión severa2. En términos absolutos,
estaríamos hablando de unos 800.000 hogares en España que deberían convertirse en la
máxima prioridad de las políticas sociales con vistas a garantizar la cohesión de la sociedad, además de 1,8 millones más de hogares con problemas notables de integración.
Efectivamente hay una diferencia sustancial en cuanto al perfil de lo que hemos denominado integración precaria frente a la exclusión social severa (en cuanto a las características sociodemográficas, la estructura familiar o la identidad étnica), lo que sugeriría
un “distanciamiento” importante entre ambos espacios: la fractura social se daría en el
espacio de la exclusión social severa.
• La incidencia de la exclusión severa no presenta grandes diferencias según el sexo
de la persona sustentadora principal, pero incide ligeramente más en aquellos hogares encabezados por varones. Sin embargo, los hogares en los que la sustentadora principal es mujer están más presentes en los espacios intermedios de exclusión
compensada y de integración precaria.
2
Superiores a 4 puntos (el doble del umbral establecido).
[82]
Políticas de inclusión activa en el plano local
• Si la exclusión afecta más proporcionalmente a los hogares de edades intermedias
(de 30 a 44 del sustentador principal), la integración precaria incide preferentemente en los hogares de las personas mayores.
• La exclusión afecta más a los hogares de más tamaño y polinucleares, mientras las
personas solas y los hogares sin núcleo, con un índice de exclusión bastante similar,
se encuentran sin embargo más presentes en las posiciones intermedias de exclusión compensada e integración precaria. La presencia de personas con minusvalía
y la de parados en el hogar se muestran como sendos factores muy relevantes a la
hora de aumentar las probabilidades de verse afectados por la exclusión moderada,
pero su influencia se reduce a la mitad respecto de otros factores, cuando hablamos de exclusión más severa.
• Si la comunidad gitana está especialmente afectada por la exclusión social, los
distintos colectivos de inmigrantes, posiblemente con grandes variaciones, se encuentran preferentemente en el espacio de la precariedad (aunque también la incidencia de la exclusión es alta para ellos).
• Mientras la exclusión está muy concentrada en barrios deteriorados y marginales,
la integración precaria está más presente en barrios obreros y antiguos en mejores
condiciones.
[83]
Capítulo 3
Abordar la realidad de la exclusión social en España a nivel local
La diferenciación de espacios de diversa intensidad dentro de los procesos de exclusión
avala la conveniencia de llevar a cabo estrategias de intervención diferenciadas:
1. Frente a la vulnerabilidad: las intervenciones de carácter preventivo
2. Frente al espacio más reducido de personas en grave situación de exclusión social:
dos tipos de estrategias, dependiendo sobre todo del diagnóstico de sus potencialidades: i) en unos casos, para las situaciones con menos posibilidades de solución,
los cuidados paliativos y la mejora de sus condiciones de existencia a través de
determinadas medidas de protección (ayudas económicas, recursos residenciales
alternativos, actividades ocupacionales…); ii) en los casos con mayores potencialidades de mejora, actuaciones orientadas a la promoción social y laboral, con el
diseño de itinerarios más intensos, más orientados a medio plazo y con una mayor
articulación de recursos.
Parece razonable que la acción de las entidades locales en el ámbito de la lucha contra la exclusión se focalice en este grupo de población al que le afecta la exclusión
severa. Para ello, cuentan con un instrumento de primer orden como pueden ser los
servicios sociales de atención primaria, que se han venido desarrollando durante las
últimas dos décadas en España de una forma importante. Estos servicios, concebidos
como puerta de entrada al sistema de servicios sociales, dan acceso a una buena parte de los recursos y ayudas (de ámbito estatal o autonómico) que pueden utilizarse
para atender a los grupos más excluidos. Además, en el espacio local pueden establecerse los mecanismos de colaboración con las entidades de iniciativa social que
trabajan en el territorio.
Los servicios sociales en el ámbito local deberían ser los encargados de defender los derechos sociales de los vecinos, asegurando el acceso efectivo a las prestaciones sociales
y a los programas gestionados en ocasiones en ámbitos superiores. Un ejemplo de ello
pueden ser las rentas mínimas de las comunidades autónomas, en muchas ocasiones
concebidas como derecho, pero que no han desarrollado suficientemente su capacidad protectora por falta de quien asumiera una estrategia proactiva de defender los derechos de los más desfavorecidos, garantizando su incorporación a estos programas.
Los planes locales de inclusión deberían ser el instrumento para construir una estrategia
que, articulando todos estos recursos, logre construir una capacidad de intervención
orientada a una reducción significativa de estos procesos de exclusión más severa.
Junto a ello, el desarrollo de una estrategia preventiva que evite la caída en las situaciones de exclusión severa de amplias capas de la población afectadas por procesos
de precariedad y vulnerabilidad social, se muestra socialmente justificada y técnicamente adecuada. La dinámica de los procesos de exclusión y la reincidencia de los
itinerarios de caída así nos lo dicen.
[84]
Políticas de inclusión activa en el plano local
Preguntas clave
¿Quién debería liderar la coordinación de los distintos agentes/administraciones implicados en el proceso de implantación de las políticas de inclusión?
¿Van a establecerse mecanismos de coordinación entre los planes autonómicos y los planes locales de inclusión social?
¿Qué papel deberían asumir las entidades locales en este proceso?; ¿Cuál es el alcance real
de la acción de las entidades locales en la lucha contra la exclusión social?
¿Cómo se podría implicar al tejido social, no solo a las entidades de acción social, sino a
las asociaciones vecinales, de jóvenes, de padres y madres, en la lucha contra la exclusión
social?
¿De qué manera se podría avanzar en la línea de garantizar un trabajo en red frente a la
exclusión social (entre servicios educativos, sociales y sanitarios) que permita garantizar la
realización de diagnósticos y procesos de intervención comunes? Y ¿quién debería liderar
este trabajo?
2. La dinámica de la exclusión y los itinerarios de incorporación
La exclusión social debe entenderse, no tanto como una situación de desigualdad
estática que afecta a un grupo de personas con características distintas a la población mayoritaria, sino como un proceso de alejamiento de algunos individuos respecto al centro
de la sociedad.
De este modo, la exclusión se plantea como un fenómeno de distintas intensidades.
La mayor parte de los planteamientos teóricos en torno a la exclusión diferencian, además del espacio de integración, una situación de vulnerabilidad y fragilidad que puede
ser continuada en el tiempo, o bien que puede derivar hacia situaciones de exclusión en
caso de que se produzca alguna alteración en los mecanismos de integración ya debilitados: ingresos, empleo, familia.
En este sentido, las encuestas tipo panel han demostrado la existencia de un porcentaje de personas en situación de pobreza que se encuentran en dicha situación de manera
permanente: se ha estimado que un 13,8% de la población se encuentra en España en
una situación de pobreza persistente durante un periodo de 7 años, frente a un 30,1%
que la ha experimentado de forma transitoria en el mismo periodo.3
3 AYALA CAÑÓN, L. & (COORD.) (2008) Desigualdad, pobreza y privación. en RENES, V. (Ed.) VI Informe sobre exclusión y desarrollo social en
España 2008. Madrid, Fundación Foessa.
[85]
Capítulo 3
Abordar la realidad de la exclusión social en España a nivel local
Algunos estudios más cualitativos han determinado distintos tipos de trayectorias:
– La de aquellos casos que transitan desde la integración a la vulnerabilidad (debido
a cambios dramáticos en la situación de pareja, problemas de discapacidad o rupturas laborales).
– Aquellos casos que se ubican permanentemente en la vulnerabilidad (debido a
situaciones de bajos ingresos o a su irregularidad).
– Un tercer tipo de trayectorias hacia la exclusión desde la integración y la vulnerabilidad (por cambios en la situación laboral o de ingresos, envejecimiento, enfermedades o descenso de la protección familiar).
– Trayectorias que van desde la vulnerabilidad a la exclusión más absoluta (con factores desencadenantes como la prostitución, drogas o el sida terminal, además de
carencia total de apoyos familiares).
– Un quinto tipo que vive en la exclusión permanentemente (familias chabolistas de
etnia gitana, personas sin hogar o personas con discapacidades intelectuales mentales sin apoyo familiar).
De todas ellas, se identificó como la trayectoria más frecuente aquella que va desde la
vulnerabilidad hacia la exclusión, reflejada en familias en las que a partir de generaciones
de padres con situaciones relativamente estables o algo vulnerables, los hijos padecían
situaciones de fracaso escolar, acceso a empleos precarios y un proceso de caída hacia la
exclusión (Pérez-Yruela, Cabrero y Trujillo, 2002, 2004).
Se ha demostrado también que a los problemas de carácter económico y de acceso
al empleo, se suman con el tiempo múltiples dificultades de salud, de relaciones sociales
o familiares. El propio paso del tiempo en las situaciones de dificultad tiene un efecto de
agravamiento y de intensificación de la exclusión sobre todo en aquellas relacionadas
con las drogas, la vida en la calle o las enfermedades de salud mental. Pero los itinerarios
vitales no siguen pautas lineales o unívocas, desde la integración a la exclusión, sino que
las distintas dimensiones de la exclusión presentan un desarrollo autónomo: cuando alguna de las dimensiones va bien, otras pueden fallar, conformando así procesos de idas
y venidas, altos y bajos.
Se ha comprobado igualmente la importancia de los factores subjetivos tanto en los
procesos de exclusión social como en los itinerarios de incorporación. La situación emocional, la herencia familiar o la falta de apoyos familiares se evidencian como elementos
que marcan la dinámica de la exclusión, mientras que las estrategias personales de salida
y la búsqueda de recursos y apoyos explican otros itinerarios de inserción social. Por último, el análisis basado en itinerarios también permite reconocer el efecto de la intervención en los procesos de exclusión social identificando algunas prácticas más intensas y
eficaces frente a la exclusión social.4
4
PÉREZ ERANSUS, B. & LAPARRA, M. (2008) Procesos de exclusión e itinerarios de inserción social., Madrid, Fundación Foessa.
[86]
Políticas de inclusión activa en el plano local
Pero incluso en períodos de bonanza económica hay sectores sociales que han visto
empeorar su nivel de vida: los mayores de 65 años que no se beneficiaban directamente de
la fuerte creación de empleo, los inmigrantes que experimentaban la pérdida que implica
el proceso migratorio en su primera fase de asentamiento o las personas que habían experimentado un proceso de ruptura familiar (divorcio). La herencia social (el capital social y el
capital cultural de la clase social) se muestra como un factor explicativo en la distribución
de las probabilidades de una movilidad social descendente al condicionar primero el éxito
o el fracaso escolar y después las oportunidades en el mercado de trabajo.
Este riesgo de caída afecta algo más a las mujeres, pero se explica muy especialmente
por el nivel educativo logrado (a pesar de una cierta devaluación de las enseñanzas universitarias) y sobre todo por la situación laboral: la posición de los parados, los inactivos
y los trabajadores precarios es, por este orden, más débil y está más sujeta a los nuevos
riesgos sociales.
Del estudio de los itinerarios se derivan, además, conclusiones importantes para la
intervención social. Los itinerarios exitosos analizados, en situaciones de exclusión severa,
se caracterizaban precisamente por incluir procesos de intervención prolongados y con una
elevada concentración de recursos y apoyos personales.
El reto para los servicios sociales en el ámbito local, tanto para aquellos gestionados
directamente por las entidades locales como para los que han puesto en marcha las
entidades sociales, es tener la capacidad de atender la diversidad de situaciones de
vulnerabilidad y exclusión social. Si se desea una mayor efectividad en la lucha contra
la exclusión social será necesario superar un modelo de intervención fragmentado, a
corto plazo, de baja intensidad y acompañado habitualmente de prestaciones escasas.
Se hace necesario un debate sobre la forma en la que puedan superarse esos límites:
– Una concepción más global de la intervención social capaz de abordar la multidimensionalidad de los procesos de exclusión.
– Diseño de recursos de mayor calidad y mayor eficiencia, en los que se refuercen los
procesos de acompañamiento social.
– Diseño de procesos de incorporación social a medio y largo plazo.
– Seguimiento y apoyo más allá del momento en el que se superan las situaciones de
exclusión más extremas, evitando las recaídas y asentando los logros conseguidos.
– Mejora de las prestaciones y los servicios para que puedan garantizar una transformación efectiva de las condiciones de vida de los más excluidos.
[87]
Capítulo 3
Abordar la realidad de la exclusión social en España a nivel local
2.1. La diversidad de colectivos con distintas dinámicas
La heterogeneidad es una característica fundamental del espacio social de la exclusión
relacionada en muy buena medida con los itinerarios diversos que la explican. En este
espacio encontramos los sectores marginales más “tradicionales”, como las personas sin
hogar, las que ejercen la prostitución o las que están en relación con el sistema penitenciario. En otros casos, como en los hogares monoparentales, la exclusión se explica a
partir de experiencias de ruptura familiar. La discapacidad, las enfermedades mentales, o
el consumo de determinadas sustancias, pueden llevar también a la exclusión social en
un contexto cultural, familiar, social o económico desfavorable. Algunos de los colectivos
que pueden tener una especial relevancia como muestra de la heterogeneidad que tratamos de ilustrar son:
• Las personas sin hogar como símbolo de la exclusión social extrema y del deterioro
personal que esta implica.
• Las personas en contacto con el sistema penitenciario a quienes el factor subjetivo
es más difícil de obviar.
• Los hogares monoparentales, que ponen de relieve la perspectiva de género en la
exclusión social.
• La discapacidad que sigue fuertemente asociada a la pobreza y la exclusión social y
condiciona significativamente las formas para superarlas.
• La enfermedad mental, cuya presencia en los dispositivos sociales ha sido resaltada
reiteradamente poniendo de manifiesto las carencias del sistema sanitario y de servicios sociales para su atención.
• La situación de los jóvenes, a veces vinculada con fracaso escolar y/o con consumos
de drogas, actividades irregulares, problemas en el acceso al empleo, y otros.
• La prostitución, que pone de relieve los procesos de estigmatización y que despierta una especial alarma social en los últimos años.
• La comunidad gitana, como ejemplo de una minoría étnica asociada históricamente
al espacio social de la exclusión y que no acaba de superar esta situación estructural.
• La inmigración, que ha multiplicado la heterogeneidad en el espacio social de la exclusión y que hace que las distintas comunidades de extranjeros, en diverso grado,
estén cada vez más presentes en cada uno de los colectivos anteriormente citados.
• La exclusión en las personas mayores se manifiesta en forma de situaciones de bajos
ingresos en los que además aparecen problemas de dependencia y/o aislamiento
social.
[88]
Políticas de inclusión activa en el plano local
También desde el análisis desagregado de los distintos procesos de exclusión social
se ilustra la heterogeneidad del espacio social de la exclusión, asociada a la diversidad de
itinerarios que han recorrido los distintos grupos afectados por esta situación. Desde la
perspectiva de género, contrasta la mayor incidencia en los hombres de los procesos de
exclusión de tipo económico, especialmente en el mercado de trabajo, y una mayor presencia también de situaciones conflictivas, con la especificidad de los procesos de exclusión de las mujeres que tienen mucho más que ver con los derechos políticos y sociales
(especialmente educación y vivienda).
En las personas solas y en los hogares sin núcleo se detecta una mayor incidencia de
la exclusión de la participación política y una mayor tendencia al aislamiento social. El
perfil de la exclusión de los hogares mononucleares tiene más que ver con las causas
económicas (exclusión del empleo, del consumo y de la vivienda) y con la incidencia de
determinadas relaciones conflictivas (un perfil similar al de los hogares con menores). La
situación de exclusión de los hogares polinucleares, sin embargo, parece explicarse en
mayor medida por el déficit en el acceso efectivo a los derechos sociales.
Lógicamente, la situación de los inmigrantes extracomunitarios está muy marcada por
la falta de derechos políticos que implica su estatus, pero sus problemas de acceso al empleo y a la vivienda, y su mayor riesgo de aislamiento social tienen también una incidencia
mayor que la media. La comunidad gitana presenta comparativamente una incidencia
mucho mayor de las dimensiones económicas de la exclusión, pero también en relación
con ciertos derechos sociales (vivienda, salud), y es el grupo donde la dimensión conflictiva de las conductas anómicas está más presente (con una incidencia doble que la media,
que alcanza a 7 de cada 10 familias gitanas excluidas). Pueden observarse ciertos parecidos, aunque con menor intensidad con lo que, desde un análisis territorial, se observa en
los barrios deteriorados y marginales.
La heterogeneidad del espacio social de la exclusión obliga a adecuar las intervenciones sociales a las necesidades específicas de cada colectivo y de cada persona
afectada.
La utilización de planes individualizados de inserción se ha mostrado como una metodología útil para facilitar la adecuación de los procesos de intervención a cada circunstancia específica.
La individualización de las atenciones requiere un refuerzo de los procesos de acompañamiento social personalizado que evite las respuestas burocráticas uniformizadoras a la diversidad de las situaciones sociales de exclusión.
[89]
Capítulo 3
Abordar la realidad de la exclusión social en España a nivel local
3. Convivencia y gestión de la diversidad
El “factor étnico” es sin duda un elemento que multiplica la diversidad interna del espacio social de la exclusión: casi la mitad del espacio social de la exclusión se asocia a
minorías étnicas. La exclusión severa afecta 4 veces más a los extranjeros extracomunitarios que a la población autóctona y 10 veces más a la minoría étnica gitana de origen
nacional.
En los extranjeros las situaciones más habituales son de precariedad y de vulnerabilidad, y la exclusión social severa afecta a una minoría en la que parece haber fracasado el
proyecto migratorio. Durante los últimos 10 años, la sociedad española ha realizado una
extraordinaria apuesta al acoger un flujo intenso de inmigrantes, de más de medio millón
de personas anuales en una buena parte de ese período. La mayoría de esa población
extranjera ha desarrollado un proceso rápido de integración (en unos 3 millones de extranjeros no aparecen problemas graves de exclusión social), pero aun así, la presencia de
extranjeros ha ido creciendo progresivamente en el espacio social de la exclusión y está
presente en todos los colectivos asociados a ella. Toca ahora por tanto ser coherentes
con la apuesta realizada y poner en marcha los dispositivos de inserción social capaces de
encauzar la riqueza que supone esta nueva diversidad.
Por el contrario, una minoría étnica de nacionalidad española como los gitanos es el
grupo social más afectado por la exclusión más severa. Con la comunidad gitana, la sociedad española tiene una deuda histórica de cinco siglos de persecuciones y marginación
social que solo una ambiciosa política de integración, adecuada a sus peculiaridades y
respetuosa de su identidad diferencial, será capaz de saldar.
La estrategia para la inclusión tendrá que ser en los próximos años una estrategia
intercultural.
Las diferencias territoriales son sin embargo muy relevantes a nivel local tanto en términos cuantitativos (presencia de minorías étnicas) como cualitativos (composición y
situación social ). Por ello, en cada caso deberá modularse la relevancia de este factor.
3.1. Inmigración
La inmigración se ha convertido en España en un factor estructural que está condicionando fuertemente la dinámica en todo el espacio social de la exclusión. En realidad
no es solo la inmigración en España, sino que estamos hablando de la evolución de los
flujos migratorios internacionales, cuyos efectos se dejan ver a escala global (aunque es
cierto que con una intensidad especial en nuestro país) y en cuya dinámica influyen múltiples factores (demográficos, económicos, políticos, bélicos…) que realzan todavía más
su carácter estructural y global. Para bien o para mal, la dinámica del espacio social de la
exclusión en España va a venir marcada por lo que pase con la inmigración en nuestro
[90]
Políticas de inclusión activa en el plano local
país, tanto en el sentido de que le afectará la evolución futura del flujo migratorio, como
por la evolución que pueda experimentar la situación social de los ya asentados.
Si pensamos que el proceso de integración, en su llegada a España, ha partido en muchos casos de las posiciones más extremas de exclusión (situación irregular, falta de empleo,
de vivienda, aislamiento…), el itinerario recorrido en un período de tiempo relativamente
reducido ha sido muy importante en la inmensa mayoría de los casos, y “solo” un 14% se
mantiene afectado por procesos de exclusión severa, según dicen los datos de la Encuesta
Foessa 2008. Debe resaltarse aquí también la gran diversidad de situaciones que englobamos bajo el término “inmigrante”, tanto por su origen cultural, como por el nivel de integración, por su estatus jurídico (desde los que ya se han naturalizado hasta los irregulares), o
por la dinámica que presentan (desde los que retornan a sus países definitivamente o por
ciertos períodos, hasta los que rápidamente se asientan y alcanzan una cierta promoción
social, o los que pasan a engrosar las bolsas de exclusión y marginación social).
Será necesario profundizar en los próximos años en el análisis de las diferencias que
presentan los distintos colectivos de inmigrantes en su proceso de integración y realizar un seguimiento sobre el terreno, a nivel local, de cómo evoluciona el proceso
migratorio en su doble dimensión de evolución del flujo (con retornos y nuevos asentamientos) y de integración social (dinámica social de los ya instalados).
De momento, el repaso por distintos colectivos excluidos nos permite ver la importancia que ha adquirido la presencia de extranjeros en muchos de ellos:
• La mitad de las personas sin hogar son extranjeras, aunque en muchos casos, encontremos en esta situación a trabajadores en tránsito buscando empleos de temporada
y no tanto el perfil de persona desestructurada que se asocia al colectivo transeúnte.
• Uno de cada tres reclusos es extranjero, aunque esta sobre-representación haya
que entenderla no solo como efecto de la inmigración (inmigrantes que una vez
en España, delinquen), sino del funcionamiento de redes internacionales de delincuentes (traficantes extranjeros detenidos en los aeropuertos) y de una aplicación
diferente de la legislación penitenciaria (mayor dificultad de acceso a la libertad
provisional, etc.).
• Una proporción creciente de los hogares monoparentales y también de las mujeres víctimas de la violencia machista, tanto por las diferencias culturales existentes,
como por efecto de la propia presión del proceso migratorio sobre las parejas o por
la situación de debilidad y dependencia que presentan muchas mujeres extranjeras
(sin papeles,…).
• Una parte significativa de los jóvenes en situación de riesgo de exclusión, que se
ha visibilizado con la reaparición de bandas (o gérmenes de bandas) juveniles en
muchas ciudades españolas.
[91]
Capítulo 3
Abordar la realidad de la exclusión social en España a nivel local
• El aumento de los enfermos mentales como efecto de las tensiones que genera la
aventura migratoria y que ha llevado a identificar una nueva patología específica
para los inmigrantes: el Síndrome de Ulises.
• Casi la totalidad de la prostitución en España es de origen extranjero, aunque nuevamente aquí, no deba entenderse esto como un efecto de la inmigración (mujeres
que vienen a trabajar y se ven forzadas a prostituirse una vez aquí), sino como un sistema específico de reclutamiento, en ocasiones voluntario y en ocasiones forzoso y
delictivo, diseñado internacionalmente para satisfacer la demanda interna.
• Incluso la comunidad gitana ha experimentado también el efecto de la inmigración
en un doble sentido: en primer lugar por el aumento de la población gitana como
efecto de la inmigración de comunidades romaníes del Este de Europa (se ha calculado que suponen una tasa del 10% en el conjunto de la comunidad gitana española, similar al peso de la inmigración en el conjunto de la población española)5.
Este flujo, en parte bastante marginal, podría reforzar algunos de los estereotipos
más negativos que la sociedad española tiene sobre los gitanos. En segundo lugar,
por la competencia que los extranjeros han supuesto para los gitanos en diversos
espacios, recursos y actividades6.
La fuerte presencia de extranjeros en muchos barrios y pueblos de nuestro país exige
una política orientada a la integración social:
• El desarrollo de una estrategia orientada a potenciar su participación en el conjunto de la sociedad.
• Evitar la formación de guetos y de procesos de segregación tanto real (en el territorio o en los colegios) como simbólica (en las cabezas).
• La construcción de espacios y oportunidades para el diálogo intercultural y el conocimiento mutuo.
• Prever y potenciar su presencia en los dispositivos de inclusión de distinto tipo.
Es preciso formar a los profesionales de los servicios locales para que puedan hacer
frente a las nuevas situaciones planteadas por la inmigración.
5 MACÍAS, A. (2008) La emigración de la minoría étnica gitana de Rumanía hacia España: Factores condicionantes de las migraciones
internacionales. Departamento de Trabajo Social. Pamplona, Universidad Pública de Navarra.
6
Basta con visitar un mercadillo en cualquier ciudad española para visualizar esto.
[92]
Políticas de inclusión activa en el plano local
3.2. Comunidad gitana
La comunidad gitana7 está extraordinariamente sobre-representada en el espacio de
la exclusión más extrema: siendo el 2% de la población en España, suponen el 12% del espacio social de la exclusión severa. Tres de cada cuatro hogares gitanos está afectado por
procesos de exclusión de cierta entidad y uno de cada 3 está en situación de exclusión
severa. Sin embargo, en los últimos años se están produciendo avances trascendentales
en la integración social de esta comunidad. En lo concerniente al empleo, sabemos que
la tasa de empleo de la población gitana es del 63% para la población de 16 a 65 años,
similar a la de la población mayoritaria, lo que contrasta con el estereotipo de una comunidad gitana alejada de los valores del trabajo. Es cierto que el acceso al mercado de trabajo en los gitanos está demasiado marcado por el subempleo y la temporalidad por lo
que la mejora de la cualificación y el acceso al empleo estable se convierten en objetivos
prioritarios para el futuro. También en el terreno educativo se han logrado importantes
avances. La escolarización en la enseñanza primaria ha mejorado significativamente: el
acceso a la escuela en la edad obligatoria (antes de los 7 años) era en 1994 del 79% y había
subido al 94% en 2001. En este caso la principal línea de trabajo a desarrollar se centra en
mejorar la escolarización a partir de los 12 años así como los indicadores de rendimiento
y absentismo. Por último, una tercera línea de acción que está dando importantes frutos
en la actualidad y que puede ser desarrollada en el futuro es la de la de potenciación de
la mujer gitana como motor de cambio. Los servicios sociales y las entidades ciudadanas
que trabajan con la comunidad gitana habitualmente tratan de potenciar estas estrategias y recurrir a las mujeres como palanca de cambio para el conjunto de la comunidad.
Después de una convivencia de siglos y de múltiples iniciativas puestas en marcha,
hay suficiente evidencia empírica de la necesidad de construir una estrategia realmente orientada a la integración definitiva de los gitanos en la sociedad española y
respetuosa además con la identidad diferenciada de esta comunidad.
La presencia de la comunidad gitana se extiende prácticamente por toda la geografía
española y por ello su situación debería considerase muy seriamente en cualquier
plan local para la inclusión.
7 Habitualmente se venía calculando el tamaño de la comunidad gitana en unas 800.000 personas, aunque esta estimación carecía de
cualquier base empírica reciente. A partir de la Encuesta Foessa 2008, que se dirige preferentemente hacia los sectores sociales más modestos, con más presencia de esta población, puede establecerse la estimación de que el 2,1% de la población en España pertenece a la
Comunidad Gitana, lo que supone unas 970.000 personas.
[93]
Capítulo 3
Abordar la realidad de la exclusión social en España a nivel local
4. La reproducción de la exclusión8
Un factor decisivo en las situaciones más extremas de exclusión sin duda lo constituye
la herencia social. Se constata que la posición de clase tiene una gran importancia en
explicar tanto el riesgo genérico de exclusión social como la distribución de los riesgos
asociados a la aparición de factores excluyentes.
4.1. La herencia social
La herencia social determina en buena medida la posición de clase social, es decir, la
ocupación laboral desempeñada por la persona principal del hogar. Esta posición aparece
condicionada por la que tuvieron sus padres e igualmente condiciona el grado de desarrollo cultural y educativo de las personas, así como sus condiciones de trabajo y sus ingresos.
En algunos casos la exclusión social es una situación heredada generación tras generación frente a la cual la influencia de los factores personales es limitada. Este hecho es
visible en los casos de personas que viven en la marginalidad. En sus itinerarios encontramos muestras de esta herencia tanto en las condiciones de habitabilidad del hogar (infravivienda, viviendas ambulantes) como en las formas de subsistencia desde la infancia
(mendicidad, prostitución, venta de rosas, recogida de cartones o chatarra) o la ausencia
de modelos educativos y normativos.
En otros casos menos extremos la herencia de clase social se manifiesta en la situación económica de pobreza que marca la infancia de sus protagonistas y la necesidad de
asumir cargas familiares o laborales desde muy temprana edad y, en el caso de personas
extranjeras, la construcción del proyecto migratorio.
4.2. Valores familiares y modelos educativos
Las familias influyen en la transmisión de valores y modelos de vida a sus miembros. La
familia ayuda a la construcción de normas, responsabilidades y proyectos de futuro en los
itinerarios de inserción positivos.
Sin embargo, en los itinerarios hacia la exclusión se identifican modelos familiares en
los que el desorden, la ausencia de normas, las rupturas o la falta de afectos construyen la
personalidad de sus protagonistas.
También observamos cómo determinados comportamientos se transmiten de generación en generación. El consumo de drogas o alcohol, los embarazos prematuros e incluso el maltrato. Algunos casos son especialmente intensos al estar presentes los abusos
y maltrato durante generaciones.
8
Basado en LAPARRA, M. & PÉREZ ERANSUS, B. (2007) Procesos de exclusión e itinerarios de inserción social., Madrid, Fundación Foessa.
[94]
Políticas de inclusión activa en el plano local
La capacidad de algunas personas de valorar la influencia negativa de este entorno les
ha llevado precisamente a querer huir de él como una vía para iniciar un camino de integración social. Encontramos la evidencia en hijos de familias marginales que son conscientes de la necesidad de “separarse para integrarse” y por ello abandonan su entorno
familiar, incluso rompen las relaciones con su familia de origen como sacrificio para su
propia integración. En los itinerarios de personas transexuales es precisamente el rechazo
familiar el que marca el inicio de los procesos de exclusión social.
Por último, en ciertos casos de personas extranjeras, detectamos que las familias proyectan deseos de cambio de promoción que a menudo generan frustración en los individuos que emigran.
Por el contrario, en la mayor parte de los procesos de inserción exitosos, la protección familiar es un factor de inserción. En algunos casos de deshabituación a la droga, la familia ha
jugado un papel importante; en la integración de las personas extranjeras, el reagrupamiento familiar es decisivo para el proceso de estabilización personal y social; y en los procesos
exitosos de inserción de mujeres gitanas, la familia es un factor de integración decisivo.
4.3. La ausencia de familia y los sucesos trágicos
Comprobamos cómo muchas personas vinculadas a la heroína durante años provenían de situaciones de acogimiento familiar (tíos o abuelos) o acogimiento institucional.
En estos casos, la ausencia de un modelo de apoyo emocional y educativo influyó en el
abandono escolar temprano y el inicio de trayectorias de consumo.
El fallecimiento de los padres y seres queridos también es identificado como un factor
de exclusión. En algunos casos porque algunas personas asumen cargas familiares desde
edades excesivamente tempranas. En otros casos porque supone el detonante de situaciones depresivas y vinculación a las drogas.
4.4. Actitudes y estrategias de los afectados frente a la exclusión
Frente al estereotipo de pasividad o dependencia, a menudo atribuido a la población
excluida, muchos hogares muestran estrategias muy activas de supervivencia basadas
en la combinación del desempeño de numerosas actividades laborales con el acceso a
prestaciones sociales.
Es cierto que existen algunos casos, marcados claramente por el factor temporal, en
los que se ha acabado sustituyendo progresivamente estrategias personales más activas
por otras más adaptativas que pueden conducir a la cronicidad. Algunos casos presentan
tendencias autodestructivas relacionadas con las enfermedades mentales así como con
dependencias del alcohol o a las drogas y los intentos de suicidio.
[95]
Capítulo 3
Abordar la realidad de la exclusión social en España a nivel local
Incluso en estos casos de elevado deterioro, se demuestra que los procesos de trabajo
individual continuados en el tiempo en los que se produce una confluencia de recursos
puede producir una importante mejora en las condiciones de vida.
A pesar de esta influencia de los factores personales y familiares, insistimos en que es
difícil estimar su peso relativo frente a otros factores debido a las interacciones existentes
entre todos ellos. Personas que han vivido en las mismas circunstancias de escasez de
oportunidades y entornos degradados han seguido itinerarios muy diversos en función
de la confluencia de diversos factores familiares e individuales.
Igualmente complejo es discernir el peso de los factores decisivos en los itinerarios de
inserción. Sin embargo, detectamos la confluencia de los factores personales de combinación de estrategias laborales y de acceso a servicios sociales: las oportunidades de acceso a
unos ingresos estables (vía garantía de ingresos, vía empleo), la vivienda y la regularidad.
4.5. Las actitudes de discriminación de la sociedad, los etiquetajes
No podemos obviar en este análisis los procesos de discriminación social que sufren
diversos colectivos y que constituyen factores de generación y reproducción de la exclusión social. Estos procesos de discriminación en el acceso al alquiler o compra de vivienda y al empleo explican buena parte de las dificultades que tienen algunas personas
extranjeras en nuestro país. Igualmente, las posibilidades de mejora de los gitanos están
también profundamente condicionadas por la actitud de la población española frente
a esta comunidad, muy marcada por un profundo rechazo. Los gitanos son uno de los
grupos más estigmatizados y más rechazados en la sociedad española y en torno a él se
mantienen multitud de estereotipos y de prejuicios negativos.
4.6. La reproducción de la exclusión social en el territorio
La dimensión del barrio se erige como un espacio particularmente significativo para
comprender la dialéctica inclusión/exclusión social urbana y proporciona información
substancial sobre los factores que la determinan, y las prácticas y estrategias que las personas ponen en marcha respecto a ellos, configurando lo que hemos dado en llamar la
“Estructura de Oportunidades Territorial”. En este sentido hay que tomar en especial consideración el efecto de la estigmatización del territorio y de los sujetos que lo habitan.
En muchas ciudades españolas todavía se sienten los efectos de determinadas políticas urbanas de segregación y de concentración de problemáticas sociales que se desarrollaron hace casi medio siglo (y de otras actuaciones más recientes en el mismo sentido). Las “barriadas” así creadas han supuesto un foco permanente de reproducción y de
intensificación de los procesos de exclusión social, dificultando las estrategias personales
y familiares de salida.
[96]
Políticas de inclusión activa en el plano local
Digerir esta problemática heredada requerirá en muchos casos la combinación de una
política urbanística audaz y de una estrategia de desarrollo comunitario. Afortunadamente
hay diversas experiencias exitosas que pueden servir de referencia para estas situaciones.
• Combatir los procesos de reproducción generacional de la exclusión social y la pobreza severa tiene un indudable valor preventivo que conviene desarrollar en el futuro. Para ello, algunos espacios y actuaciones estratégicas parecen especialmente
relevantes: la familia, la escuela y el barrio.
• Reforzar las intervenciones sociales y los niveles de protección en todos los hogares afectados por procesos de exclusión en los que hay menores se convierten en
prioridades clave.
• Atender prioritariamente al ámbito escolar y reforzar su capacidad integradora y de
atención a la diversidad, y a los niños con necesidades especiales.
• Poner en marcha estrategias de lucha contra la discriminación y programas de sensibilización que acaben con los prejuicios existentes contra determinadas minorías.
5. El factor territorial: exclusión urbana y rural
Tal y como acabamos de mencionar, el entorno puede constituir una barrera a la integración por diversos motivos: la falta de oportunidades laborales, la influencia de un
contexto deteriorado bien a nivel físico (entorno degradado, insalubridad) bien a nivel
social (presencia de actividades irregulares, consumos de drogas y otros), y, por último, la
falta de recursos sociales de la red pública o de un tejido social integrador también pueden constituir factores exclusógenos achacables a un espacio determinado. En sentido
contrario, el territorio, si goza de oportunidades laborales o de recursos sociales, puede
presentar importantes potencialidades como factor de integración social.
La exclusión social está presente en todos los territorios. Es cierto que en España hay
diferencias por comunidades autónomas y por tamaño de municipio, pero afecta a todos
los territorios. A partir del VI Informa Foessa (2008)9 sabemos que Canarias presenta los niveles más altos de exclusión social, tanto en términos de incidencia como de intensidad.
Le siguen el Este de España y Madrid, zonas de grandes núcleos urbanos con modelos de
desarrollo muy basados en la construcción, y en los servicios y con una mayor tendencia
a la generación de desigualdades sociales. Las mayores diferencias, sin embargo, no se
producen tanto entre unas regiones y otras, sino en los territorios más cercanos, de unos
barrios a otros o entre localidades vecinas.
9 Basado en LAPARRA, M., PÉREZ ERANSUS, B. & (COORD.) (2008) La exclusión social en España: un espacio diverso y disperso en intensa
transformación. en RENES, V. (Ed.) VI Informe sobre exclusión y desarrollo social en España 2008. Madrid, Fundación Foessa.
[97]
Capítulo 3
Abordar la realidad de la exclusión social en España a nivel local
Es en el barrio donde se detecta la importancia de la actuación de las redes sociales en
la provisión de recursos en ausencia o contra-sentido de las políticas sociales y cuando el
tejido económico productivo es débil. Entonces, el ámbito comunitario, tanto de las organizaciones del llamado “tercer sector” como de las redes de vecinos, familiares y amigos,
viene a cubrir las carencias de protección pública.
La población española es mayoritariamente urbana y por ello la exclusión social también es un fenómeno de mayor presencia en las ciudades. 8 de cada 10 hogares excluidos
en España viven en ciudades de más de 20.000 habitantes y 1 de cada 3 en ciudades de
más de 100.000. Sin embargo, son los municipios de tamaño intermedio (muchos de ellos
posiblemente en la periferia de las grandes ciudades) los que presentan mayor incidencia
de la exclusión severa.
Los barrios periféricos a menudo se caracterizan por su alejamiento de los centros de
actividad de la ciudad, vivienda barata, insuficientes dotaciones y fragmentación de las
redes sociales.
Los núcleos de las ciudades también presentan mayor incidencia de la exclusión social
debido a la degradación de sus espacios, la mayor presencia de vivienda en régimen de
alquiler habitada por población extranjera, el envejecimiento de la población autóctona,
la gran diversidad de usos del espacio y la inadecuación de sus dotaciones.
En cuanto a la incidencia de la exclusión en el ámbito rural, es cierto que esta tiene
unas características determinadas por la especial incidencia de determinados problemas.
A la falta de oportunidades laborales se unen en este entorno los déficit de la red de
atención social y sobre todo la falta de tejido social. De este modo, el aislamiento social
es una de las características comunes a la exclusión rural. Tanto la red pública de servicios
sociales como las entidades de iniciativa social concentran sus recursos especializados en
los núcleos urbanos. Este hecho hace que algunas situaciones de exclusión en el ámbito
rural sean más intensas (problemáticas de salud mental, maltrato, soledad) precisamente
por la falta de recursos de integración.
Es importante desarrollar una estrategia de intervención social frente a la exclusión en
el territorio, especialmente en ciertos barrios en el ámbito urbano y en localidades periféricas. En algunos casos, cambiar la dinámica de exclusión y marginación de ciertos
barrios requerirá intervenciones urbanísticas de calado. En otros casos, la clave será el
propio desarrollo social y comunitario.
La dotación de espacios y recursos públicos (centros sociales, transportes, guarderías)
son herramientas muy útiles en la lucha contra la exclusión social.
Es preciso buscar fórmulas de acercamiento de los recursos especializados a las situaciones del ámbito rural y fomentar allí el tejido asociativo.
[98]
Políticas de inclusión activa en el plano local
6. La perspectiva de género de la exclusión10
El análisis de género de algunos estudios sobre exclusión social en el nivel autonómico deja entrever que la llamada feminización de la exclusión no parece manifestarse
tanto en su dimensión cuantitativa, sino más bien de manera cualitativa. De este modo,
a partir de ciertos estudios de condiciones de vida de la población excluida se deriva
que algunos tipos de hogar encabezados por mujeres presentan claramente un mayor
riesgo de exclusión social que el resto. Por otro lado, las causas que llevan a las mujeres
a la exclusión social, el tipo de situaciones vividas y los mecanismos para salir de ella son
altamente diferenciables. Mientras que las causas identificadas en los varones tienen que
ver con el empleo, la discapacidad o la drogodependencia, en los hogares encabezados
por una mujer se identifican como factores desencadenantes el fallecimiento del cónyuge, las separaciones, la conflictividad, los malos tratos, la falta de disponibilidad para
el empleo debido a cargas familiares no compartidas y en términos generales, la ruptura
de situaciones de dependencia económica. También se han observado diferencias de
género en las situaciones de exclusión vividas por algunos colectivos específicos como el
inmigrante. Por último el modo de superar la exclusión también es distinto en los hogares
encabezados por una mujer, presentando un mayor índice de acceso y participación en
los recursos sociales.
Las diferencias de género son así importantes en la dinámica de los procesos de exclusión, pero no llevan a una mayor incidencia de estos procesos en las mujeres. Más bien
al contrario, los procesos de exclusión social que afectan a las mujeres se encuentran
más compensados y dan lugar preferentemente a situaciones de una cierta precariedad,
mientras que la exclusión social más severa tiene una mayor incidencia en los hogares
encabezados por varones. Lo que es importante, además, es que en distintos grupos sociales las diferencias de género pueden actuar con lógicas distintas y aun contrapuestas,
situando en ocasiones a las mujeres, como en el caso de la comunidad gitana, con mayores potencialidades para la promoción social y en otros casos, como en ciertos colectivos
inmigrantes, en un posición mucho más desfavorecida.
La exclusión severa se asocia más a los hogares cuyo sustentador principal es un hombre, mientras que la exclusión moderada afecta más a los hogares encabezados por una
mujer. Más allá de esto, interesa destacar cómo en los hogares encabezados por hombres
y por mujeres hay una serie de factores que inciden comparativamente más, reforzando
o aliviando los procesos de exclusión que aquí analizamos. Ofrecemos otro modelo con
análisis separados para estos dos grupos de hogares (ver tablas siguientes).
Así, la pertenencia a hogares polinucleares, la presencia de jóvenes en el hogar, de personas con minusvalía (posiblemente también de ancianos) y de parados, intensifica para
los hogares encabezados por mujeres las probabilidades de verse afectados por la exclusión moderada notablemente más que para los de los varones. Sin embargo, cuando ha-
10 Basado en LAPARRA, M., PÉREZ ERANSUS, B. & (COORD.) (2008) La exclusión social en España: un espacio diverso y disperso en intensa
transformación. en RENES, V. (Ed.) VI Informe sobre exclusión y desarrollo social en España 2008. Madrid, Fundación Foessa.
[99]
Capítulo 3
Abordar la realidad de la exclusión social en España a nivel local
blamos de la exclusión severa, solo la presencia de minusvalías y la residencia en barrios
deteriorados muestra claramente esa misma función intensificadora comparativamente
mayor en los hogares encabezados por mujeres.
En el caso de los varones, la edad del sustentador principal (a partir de los 45, pero muy
especialmente de los 65) y el tamaño del hogar multiplican las probabilidades de verse
afectados por la exclusión social claramente más que en el caso de las mujeres.
Especialmente relevante es el impacto diferente de la variable étnica en los dos grupos
de hogares según el sexo de la persona sustentadora principal: cuando las mujeres son
sustentadoras principales, la procedencia de la inmigración extranjera supone multiplicar
extraordinariamente las probabilidades de verse afectadas por la exclusión social, tanto
cuando se trata de procesos de exclusión social más moderada, como cuando hablamos
de la exclusión severa: se confirma aquí la tesis de la triple discriminación que ha sido
ampliamente defendida desde la perspectiva de género.
La pertenencia a la minoría étnica gitana, sin embargo, no intensifica las probabilidades de los hogares encabezados por una mujer de verse afectados por la exclusión
severa más que a los varones (aunque sigue siendo un factor claramente explicativo) e
incluso se reduce significativamente la importancia de este factor en comparación con
los varones si hablamos de exclusión moderada. Ser mujer es una desventaja (en términos de desigualdad y de exclusión moderada) y la pertenencia a la comunidad gitana es
una desventaja fuerte en términos de exclusión severa, pero ser mujer gitana no es mayor
desventaja que ser hombre gitano, sino más bien todo lo contrario.
Este resultado del análisis multifactorial puede resultar sorprendente en un primer
momento, pero lo que nos apunta es algo que ya había sido puesto de relieve por los
expertos tanto en la investigación de esta comunidad como desde la intervención social:
el papel de la mujer como motor de cambio y su mayor disposición a activar los procesos
de promoción social de las familias gitanas.
Además de lo ya dicho, hay dos colectivos especialmente significativos desde la perspectiva de género, cuya atención debería tenerse muy presente en las actuaciones contra la exclusión a nivel local: los hogares monoparentales, habitualmente encabezados
por mujeres y el ámbito de la prostitución.
6.1. Los hogares monoparentales11
Desde esta perspectiva de género, los hogares monoparentales, preferentemente encabezados por una mujer, aparecen especialmente afectados por procesos de exclusión
social, aunque normalmente no alcanzan las situaciones extremas de otros colectivos y
tienden a compensar su situación con estrategias también diferenciadas.
11 Basado en la monografía sobre Género y Exclusión Social en la Monoparentalidad, realizada por Begoña Arregui, Blanca Fernández, Ruth
Iturbide y Arantxa Rodríguez. para el Informe Foessa.2008
[100]
Políticas de inclusión activa en el plano local
La distribución media de los hogares monoparentales en España es a primera vista,
modesta, representando el 1,8 % del total de hogares, pero su presencia por comunidades autónomas oscila entre un mínimo de 0,2 a 0,7 % de los hogares de Melilla, Aragón y
Baleares y un máximo de 2,5 a 3% del País Vasco, Canarias, Asturias y Cataluña. Desde un
punto de vista de la familia tradicional, tenderíamos a asociar la monoparentalidad con
mayor impacto de carencia económica y de anomia familiar. Pero no necesariamente
tiene porqué ser este el caso de España, donde la monoparentalidad tiene una mayor
presencia relativa en las regiones de mayor renta.
La estructura de los roles de género en nuestra sociedad introduce una mayor inestabilidad en este tipo de hogares, haciéndose más patente la fragilidad familiar y de calidad
de vida de las personas que en ellos viven, llevándoles en muchos casos al aislamiento
por ruptura o al debilitamiento de los apoyos de la red familiar o hacia situaciones de
destitución y desamparo emocional y social. No hay que ir muy lejos para ver que en
muchas situaciones de pobreza y de exclusión nos encontramos con una unidad familiar
rota, inestable y económicamente dependiente, que vive en esa frágil frontera entre la
pobreza y la miseria: de acuerdo con la Encuesta de Condiciones de Vida 2007, la tasa de
pobreza relativa es del 36,6% en este tipo de hogares (16 puntos más que para el conjunto de los hogares) y la de pobreza extrema, del 13,4% (el triple), y hay un 30% de hogares
monoparentales que carecen de alguno de los bienes considerados como básicos. El impacto de las carencias se agrava en el caso de los hogares monoparentales liderados por
madres solas, que conforman el 85% de los hogares monoparentales, duplicando la tasa
de pobreza relativa respecto a los encabezados por varones.
La situación de los hogares monoparentales está muy asociada a los procesos de precariedad social y laboral o de exclusión moderada, pero no tanto a los procesos de exclusión
social más extrema. Sin embargo, la incorporación de estos hogares a los programas de
inserción tiene un gran interés estratégico por las potencialidades de recuperación que
presentan (las actuaciones aquí suelen tener un alto porcentaje de éxito) y también por el
valor preventivo que aportan para con los menores que dependen de estas mujeres.
La adopción de una perspectiva de género es importante en los planes de inclusión
a nivel local.
Esta perspectiva permitirá identificar las potencialidades que presentan las mujeres
como motor de cambio en muchos hogares, especialmente en ciertos colectivos.
La asociación entre la presencia de menores y la de mujeres hace que priorizar la
actuación con las mujeres tenga un importante valor preventivo, incluso cuando se
trate simplemente de mejorar el nivel de protección social y las prestaciones económicas recibidas por estos hogares.
[101]
Capítulo 3
Abordar la realidad de la exclusión social en España a nivel local
6.2. La prostitución12
Se estima que unas 115.000 personas ejercen la prostitución en España13 (una cifra
muy inferior a la que en ocasiones se ha difundido), de las cuales la mayoría son mujeres. Se trata de una población joven, entre los 18 y 35 años mayoritariamente, y predominantemente extranjera. Entre el 80% y el 95% de ellas proceden de países de Latinoamérica, Europa del Este o África Subsahariana, siendo minoritarias por el momento las
de origen asiático.
Las que ejercen esta actividad en la calle (más de 5.000 personas) o en los clubs (casi
16.000 según la Guardia Civil) son las que presentan las situaciones de mayor vulnerabilidad. Las mayores de 45 años que siguen ejerciendo la prostitución son las que presentan
las peores situaciones sociales.
Las mujeres que ejercen la prostitución optan por esta actividad desde las situaciones
de precariedad, necesidad económica y de subsistencia, y les resulta en un momento
dado la única opción posible14. La discriminación, el estigma y los prejuicios son importantes barreras de la población para acceder a servicios sociales y de salud. Junto con
ello, la pobreza, el consumo de drogas, el sinhogarismo, la situación de ilegalidad administrativa, los bajos niveles educativos y culturales, el desconocimiento del idioma, y otros
muchos factores inciden negativamente en su salud y en sus condiciones de vida.
Debemos mencionar a aquellas mujeres que son coaccionadas para ejercer la prostitución, que suelen ser víctimas de abusos sexuales, de la involuntariedad para realizar
ciertas prácticas sexuales, de ser forzadas al sexo desprotegido, o de mantener sexo acompañado con violencia o rituales degradantes. Estas mujeres suelen tener su autonomía y
libertad personal coartada y controlada por estas redes de tráfico de personas con fines
de explotación sexual.
12 Basado en la monografía Exclusión Social y Prostitución realizada por Carmen Meneses Falcón para el Informe Foessa 2008.
13 Informe ESCODE, 2006. Es difícil precisar los porcentajes y número de personas implicadas por tratarse de una población oculta y una
actividad que puede realizarse compaginándola con otras actividades, realizarse por temporadas o puntualmente.
14 Nos referimos a un importante sector de mujeres que ejercen la prostitución, no aludimos a aquellas mujeres que desarrollan esta actividad en posiciones de alto estatus prostitucional.
[102]
Políticas de inclusión activa en el plano local
La realidad de la prostitución es por tanto compleja y requiere diversas actuaciones
para luchar contra el tipo de exclusión social con la que está asociada. Dado los pingües ingresos que se pueden obtener de la prostitución, en una economía donde
las mujeres ganan menos dinero que los hombres y conforman en mayor medida la
población con situaciones de pobreza, el ejercicio de la prostitución puede ser una
elección racional para muchas mujeres que quieren evitar o disminuir los procesos de
vulnerabilidad y exclusión social.
En la medida en que existan alternativas diferentes a la prostitución, las mujeres optarán por ellas, pues los efectos colaterales de realizar esta actividad son importantes y
generan acusadas secuelas en muchas de ellas. En este sentido, las líneas de trabajo a
desarrollar en este ámbito deben combinar, entre otras cosas, actuaciones en relación
con el mercado de trabajo, con el estatus jurídico de las extranjeras, con la atención
social y sanitaria a las personas que ejercen la prostitución (especialmente a las de
mayor edad) y con la persecución de las redes de tráfico de personas.
[103]
Capítulo 3
Abordar la realidad de la exclusión social en España a nivel local
7. La edad como factor de exclusión
7.1. Las personas mayores
El incremento de la esperanza de vida y las transformaciones familiares han propiciado
un aumento del riesgo de exclusión social entre las personas mayores, sobre todo en
aquellas que viven solas. La pobreza económica, la pérdida de salud, la dependencia y el
aislamiento social confieren características específicas a una parte de este colectivo que
se encuentra en situación de exclusión.
Es cierto que el acceso a las pensiones, aunque sean bajas, y la propiedad de la vivienda
han constituido factores de amortiguación de la exclusión y por ello la presencia de personas mayores es más frecuente en el colectivo de exclusión compensada o integración
precaria y menos en el de exclusión severa. A pesar de ello la situación de aislamiento y
dependencia de algunas personas mayores en ocasiones pasa inadvertida a los servicios
sociales y sanitarios, y por ello requieren de especial atención.
Se hace preciso un mayor esfuerzo de detección de las situaciones de exclusión en las
personas mayores. De nuevo, es necesario avanzar por el llamado espacio sociosaniario que permita la confluencia de esfuerzos de ambos sistemas.
La creación de servicios de urgencias de carácter social podría suponer una primera
respuesta a algunas de estas situaciones y permitiría dar un primer paso en el diseño de diagnósticos que permitan la puesta en marcha de planes de intervención
individualizados.
La utilización del tejido social del ámbito local articulado en torno a espacios comunitarios puede permitir la integración de las situaciones de mayor aislamiento de esta
población.
7.2. Los jóvenes
Los procesos de riesgo social de la juventud aparecen vinculados al fracaso en el sistema educativo, al acceso al mercado laboral en condiciones de precariedad y al consumo
de drogas.
A pesar de la preocupación inherente a las elevadas tasas de consumo de los jóvenes
es preciso recordar que la vinculación entre consumo de drogas y exclusión social no
es directa15. Buena parte de los jóvenes que consumen drogas lo hacen de una manera
muy relacionada al ocio y debido a la protección familiar o a su acceso al mercado laboral,
este consumo nunca se traducirá en procesos de exclusión o deterioro más graves. Sin
embargo, cuando el consumo de drogas aparece vinculado al fracaso escolar y carencia
15 Basado en la monografía Exclusión Social y Jóvenes. Javier Martín Nieto y Carla López Adrover. Informe Foessa 2008.
[104]
Políticas de inclusión activa en el plano local
de rentas en la familia, y/o cuando las drogas tienen efectos en la salud mental o física de
los consumidores sí se inician procesos de exclusión social.
Especialmente preocupante es la situación de los menores extranjeros no acompañados en nuestro país (Canarias, Ceuta y Melilla, Madrid), ya que cuentan con un elevado
riesgo de exclusión social vinculado a la vida en la calle, al consumo y al “trapicheo”.
La prevención es la herramienta más valiosa frente a la exclusión juvenil. La intervención temprana en el centro educativo y en el ámbito familiar en casos de fracaso
escolar resulta clave.
Se hacen precisas alternativas educativas y laborales de muy diverso diseño que
permitan adaptarse en momentos tempranos a las características y motivaciones
de los jóvenes.
En los casos de menores acogidos resulta necesario aumentar los recursos de acompañamiento en la transición a la vida adulta y de seguimiento en la integración
laboral y social.
De nuevo, la coordinación entre servicios sociales, salud mental y educación debe
traducirse en protocolos de actuación concretos que desarrollen una intervención
que unan distintos esfuerzos.
8. Estrategias de inclusión activa
La mayoría de los gobiernos occidentales está realizando un importante esfuerzo por
coordinar políticas sociales y de empleo con el fin de favorecer el acceso al mercado laboral de los colectivos que quedan al margen del mismo, a través del diseño de lo que ha
venido a denominarse políticas de activación. En la concepción del término original sueco,
políticas activas de empleo, no se contemplaba la participación en este tipo de programas
de aquellos colectivos más alejados del mercado laboral. Por el contrario, las políticas de
activación diseñadas en los países del norte de Europa en los setenta estaban destinadas
a conseguir que aquellos que ya estaban en el mercado o se encontraban temporalmente en desempleo pudieran adaptarse de forma ágil a las necesidades del nuevo contexto
económico. Posteriormente, la extensión de las políticas de activación en Europa, en los
ochenta, vino de la mano de su orientación a determinados colectivos que habían sido
especialmente afectados por la crisis de empleo. En el caso de los desempleados de larga
duración, las acciones de formación y los programas de empleo público eran valoradas
como la mejor fórmula para acortar la distancia existente entre su nivel de cualificación y
los requerimientos del mercado laboral. En relación a los jóvenes desempleados que nunca habían accedido al mercado, se vio la idoneidad de los programas de activación como
estrategia preventiva para evitar que estos fueran sujetos, tempranamente, de protección
económica por desempleo.
[105]
Capítulo 3
Abordar la realidad de la exclusión social en España a nivel local
Sin embargo, en la actualidad observamos una creciente vinculación de este tipo de
programas con las prestaciones de carácter asistencial destinadas a personas que se encuentran en situación de pobreza. Lædemel y Trickey (2000) a partir de la comparación de
prestaciones de nivel asistencial en siete países (Francia, Holanda, Noruega, Reino Unido,
Dinamarca, Alemania y Estados Unidos) concluyen que se viene produciendo en todos
ellos, a partir de la segunda mitad de los noventa, un cambio consistente en la introducción de condicionamientos de carácter laboral (obligación de buscar empleo y compromiso de aceptar las ofertas recibidas) para el cobro de las prestaciones asistenciales. Esta
tendencia puede observarse también en nuestro país, especialmente en algunas prestaciones como las rentas mínimas y la Renta Activa de Inserción.
La introducción de condicionamientos en la asistencia social está basada en la idea
de que cada individuo debe hacer lo posible por integrarse si quiere ser merecedor de la
ayuda. Sin embargo, surge una preocupación: ¿son medidas que complementan la protección social en el intento de aumentar el esfuerzo para favorecer la vuelta al mercado
laboral de estas personas? o ¿son medidas que sustituyen los dispositivos de bienestar
pre-existentes, deteriorando la protección de los colectivos más vulnerables y recortando
sus derechos sociales?
Existe una gran heterogeneidad de las estrategias de activación en relación con sus
objetivos, forma y resultados. De hecho, esta heterogeneidad ha llevado incluso a cuestionar la conveniencia de utilizar un único término para denominarlas (Barbier, 2001). Bajo
el término “activación” se están incluyendo prácticas tan distintas como las derivadas de
la lógica punitiva introducida en la asistencia social norteamericana (from welfare to workfare), las prácticas de lucha contra la exclusión de orientación solidaria en Francia, las
políticas de mejora de la empleabilidad de carácter universalista en los países nórdicos o
los programas individualizados de vuelta al empleo en Gran Bretaña.
En cualquier caso, se constata que incluso en los programas más flexibles de activación, las personas se ven obligadas a comprometerse a realizar alguna acción para mantener el derecho a la asistencia: un itinerario de inserción, acudir a entrevistas periódicas o
cualquier otra acción que sea establecida en los servicios. Este proceso entraña un riesgo
elevado para las personas excluidas.
Se han encontrado, tanto a nivel nacional (Laparra et al., 2003) como internacional
(Lædemel and Trickey, 2000) suficientes evidencias empíricas de las limitaciones de estos
programas a la hora de favorecer la inserción laboral de las personas en situaciones más
intensas de exclusión. La mayoría de las evaluaciones muestran que los programas de
activación (formación, orientación) favorecen la vuelta al empleo de los perceptores de
prestaciones asistenciales que cuentan con mejores niveles de cualificación y menores
niveles de exclusión social; sin embargo, apenas tienen efecto en la inserción laboral de
aquellos que llevan más tiempo vinculados a los mecanismos de asistencia social.
El hecho de que las personas con mayor nivel de deterioro personal y social no puedan cumplir con lo establecido implica un riesgo creciente de desprotección social por
[106]
Políticas de inclusión activa en el plano local
parte de los sujetos más débiles. “Se obliga a los individuos más desestabilizados a que se
conduzcan como sujetos autónomos: montar un proyecto profesional, construir un itinerario de vida. No es tan sencillo cuando se está desempleado o se corre el riesgo de ser
desalojado de la casa en la que se vive. Se trata incluso de una exigencia que les costaría
satisfacer a muchos sujetos integrados (Castel, 1997)”.
Relacionado con esto, se detecta una falta de reconocimiento “oficial” de los distintos perfiles que componen las personas que se encuentran bajo la protección asistencial y que reiteradamente presentan dificultades para salir de ella: problemáticas sociales, falta de disponibilidad por cargas familiares y enfermedades físicas y mentales. Este perfil, que en ningún
caso les permite el reconocimiento oficial de «merecedores» de protección, en la práctica
puede estar obstaculizándoles no solo el acceso al empleo, sino también el cumplimiento
de las obligaciones establecidas por los procesos de activación y por tanto exponiéndoles
al riesgo de la desprotección económica (recorte o extinción de las prestaciones).
Ante el peligro que puede suponer la desprotección de estos colectivos, el Consejo de
la Unión Europea recomienda a los Estados que las políticas de activación que favorecen
el acceso al empleo “no supongan nunca un menoscabo del derecho a un ingreso mínimo o a la participación plena en la familia, en la comunidad, en la vida social o al derecho
a tener una buena salud” (Consejo Europeo, 2001).
De hecho en las últimas recomendaciones de la Comisión Europea sobre la promoción
de políticas de inclusión activa de las personas que se encuentran al margen del mercado
laboral se incluye la garantía de ingresos como uno de los tres elementos fundamentales
además de garantizar unos mercados laborales inclusivos y ofrecer unos servicios de calidad (2008).
Mejorar las oportunidades de empleo es una vía irrenunciable para la integración social de muchos sectores afectados por situaciones de pobreza y exclusión. El diseño
de programas más eficientes para la inserción laboral es técnicamente posible y socialmente deseable.
Sin embargo, las políticas de activación no deberían implicar la desprotección de los
sectores más desprotegidos a los que, se supone, están llamadas a ayudar.
Para ello, deberá tenerse muy en cuenta las condiciones sociales y las dificultades de
todo tipo que puedan limitar tanto la realización de actividades orientadas a la inserción laboral como la propia aceptación de un empleo.
La introducción de procesos de negociación y de acuerdo, respetuosos con la capacidad de autodeterminación de las personas asistidas, se muestra como un buen
antídoto para evitar los efectos perversos de las políticas más punitivas.
[107]
Capítulo 3
Abordar la realidad de la exclusión social en España a nivel local
8.1. Los sectores excluidos y el empleo
Las transformaciones del mercado de trabajo en las últimas décadas han supuesto
el crecimiento del empleo en general, pero en muchas ocasiones, y en especial para los
sectores con menor formación, se ha tratado de empleos precarios, de baja calidad, de
duración limitada y de escasa remuneración (Laparra, 2007). Esto ha extendido una realidad que venía de antiguo en nuestro país: la relación habitual con el mundo del trabajo,
incluso de buena parte de los sectores socialmente más excluidos.
En la Encuesta Foessa 2008 se vuelve a constatar la presencia de personas ocupadas en 6
de cada 10 hogares excluidos. La mitad de los sustentadores principales de estos hogares
excluidos están ocupados. Esto nos permite varias lecturas:
• Nos muestra una imagen diferente a la del parásito social y la dependencia institucional que suele asociarse a estos sectores.
• El empleo de los excluidos puede suponer una interesante plataforma de experiencia laboral, de relaciones sociales y de identidad positiva sobre la que construir
itinerarios de incorporación social.
• El empleo por sí solo no garantiza la integración. En ocasiones incluso se trata de
auténticos “empleos de exclusión” que poco aportan al bienestar de estas personas
y que consumen una parte importante del tiempo y de las energías que bien podrían canalizarse hacia actividades más cualificantes.
La crisis económica, sin embargo, con el efecto que pueda tener en la pérdida de empleo, supone un nuevo contexto, especialmente para los sectores más vulnerables:
• Muchos trabajadores precarios perderán sus empleos y verán cómo se intensifica
su situación de exclusión social. La duración del periodo de crisis es en este sentido
fundamental para ver hasta dónde llega este proceso. El mantenimiento de políticas redistributivas que compensen este proceso es un elemento clave.
• Las políticas activas tendrán un menor efecto en cuanto a inserción en el mercado
laboral a corto plazo, pero seguirán teniendo importancia como mecanismo para
preservar la capacidades y cualificaciones de los desempleados para el futuro.
• Será más difícil rechazar cualquier trabajo o actividad, por precario que este sea,
como estrategia de supervivencia de muchas personas, aun cuando estos “empleos”
no aporten nada en términos de integración social.
[108]
Políticas de inclusión activa en el plano local
Podría plantearse a nivel local qué tipos de empleos pueden potenciarse y hacia qué
nichos ocupacionales vamos a canalizar a los sectores más excluidos.
Durante la crisis deberá plantearse también una perspectiva estratégica, no cortoplacista, preparando a las personas más excluidas para la próxima fase expansiva del
mercado de trabajo de manera que puedan aprovechar la creación de empleos de
más calidad.
Preguntas clave
¿De qué forma podrían garantizarse unas condiciones sociales de integración a los hogares dependientes de empleos precarios?:
- ¿Apoyando económicamente a los trabajadores pobres?
- ¿Ayudando a la promoción laboral y a superar las situaciones de precariedad?
- ¿Ofreciendo formación continua y asesoramiento a los trabajadores excluidos?
- ¿Desincentivando el empleo en relación a determinados trabajos y a determinadas situaciones personales, dado que esto puede ser algo positivo?
[109]
Capítulo 3
Abordar la realidad de la exclusión social en España a nivel local
8.2. Una concepción más amplia de la activación
El análisis sobre los procesos de exclusión nos aporta una imagen complementaria a
la que habitualmente se utiliza en términos de pobreza monetaria. La asociación entre
ambas variables es lógicamente importante (la tasa de pobreza es triple entre los hogares
excluidos y la proporción de hogares excluidos es triple entre los pobres). La pobreza severa (por debajo del 30% de la mediana de ingresos equivalentes) se ha considerado en sí
misma un indicador de exclusión social desde la perspectiva de que en una sociedad de
mercado es necesario contar con unos ingresos mínimos para estar socialmente integrado. Pero por encima de ese mínimo de ingresos necesarios, no está claro que se dé una
relación automática ente bajos ingresos y exclusión.
Tabla 1. Relación entre la pobreza relativa (bajo el 60% de la mediana) y la exclusión social
(el doble de la media del índice de exclusión) (% sobre el total)
Pobres
No pobres
Sin información
Total
Tasa de pobreza
Excluidos
No excluidos
Total
6,0
8,2
2,9
17,2
42,3
10,2
59,4
13,2
82,8
14,7
16,3
67,6
16,1
100,0
19,4
Proporción de
excluidos
37,1
12,2
18,2
17,2
Fuente: Encuesta FOESSA 2008. Elaboración propia.
Podemos distinguir tres colectivos que deberían ser objeto de diferentes políticas
sociales:
La pobreza integrada:
Son los sectores integrados socialmente, pero con ingresos insuficientes que les sitúan
por debajo del umbral de pobreza, y suponen el 12,2% de los hogares. Para mejorar su
situación, las políticas redistributivas, basadas en los mecanismos clásicos de la fiscalidad
y la seguridad social, deberían ser suficientes: estamos hablando del 12% de los hogares
aproximadamente. En las personas ancianas, tanto cuando son las sustentadoras del hogar como cuando forman parte de un hogar más amplio, esta realidad es muy significativa (uno de cada cinco hogares) y también en los hogares con personas con minusvalías
o enfermedades crónicas. El impacto territorial de este tipo de políticas en los barrios más
deteriorados o en determinadas regiones del centro de España (más envejecidas) sería
muy considerable.
Las personas excluidas con dinero:
Este grupo está presente en uno de cada 10 hogares que se encuentran situados por
encima del umbral de pobreza y que no tienen porqué formar parte de los objetivos prioritarios de los programas de transferencia de rentas. Sin embargo, presentan diversos problemas de integración social, por lo que no deberían quedar al margen de la intervención
[110]
Políticas de inclusión activa en el plano local
de los servicios sociales. Su situación en este sentido les supone una mayor vulnerabilidad
frente a un posible contexto de crisis de empleo, por lo que la intervención con este
sector tiene también una dimensión preventiva frente a la extensión de la pobreza. Esta
es una situación que afecta especialmente a las personas solas (necesitadas de servicios
de apoyo y de espacios para la interrelación), a los hogares con personas con minusvalías
y enfermedades crónicas o incapacitantes (demandantes de servicios de atención a la
dependencia que alivien sus responsabilidades) o a los inmigrantes (cuyos procesos de
integración social hay que reforzar mucho más allá de su inserción laboral). Canarias y,
con menor intensidad, las comunidades del este son los territorios donde más incidencia
parecen tener este tipo de situaciones.
Las personas excluidas pobres:
Estos hogares, que suponen poco más del 7%, deberían ser los destinatarios principales de las políticas de activación unidas a la garantía de ingresos mínimos. De ellos, poco
menos de la mitad, medio millón de hogares aproximadamente, se encontrarían en pobreza extrema y exclusión social. Hacia esta población se supone que van destinados los
programas de rentas mínimas de inserción de las comunidades autónomas, el llamado en
su día “salario social”, pero que después de dos décadas de existencia en España llegaba a
100.835 perceptores en 2005 y se redujo incluso a 96.711 en 2006. La fuerte incidencia de
esta combinación más dramática en los hogares con desempleados apela al desarrollo de
políticas de garantía de rentas y de activación por parte de los servicios de empleo y de
los servicios sociales. Seis de cada diez familias gitanas se encontrarían en esta situación y
está por construir todavía una estrategia adecuada de integración social para esta comunidad. La incidencia en otras minorías étnicas y en los barrios deteriorados tendría que
ser asimismo importante. Curiosamente, Madrid aparece como la comunidad autónoma
que más precisaría de este tipo de intervenciones y sin embargo las diversas reformas
implementadas en las rentas mínimas no han logrado mejorar suficientemente su nivel
de cobertura.
La diferencia entre los sectores excluidos pobres y los que alcanzan un cierto nivel de
ingresos es considerable en términos de intensidad en el conjunto de los problemas aquí
analizados: el índice de exclusión social para estos últimos es de 3,70 frente a 4,89 para los
que no llegan al umbral de pobreza. Esto vendría a avalar la tesis de que la transferencia
de renta a estos sectores podría tener un impacto muy importante en su nivel de integración general. En el caso de los hogares encabezados por mujeres esta reducción es de
1,74 y en los que hay núcleos monoparentales, la diferencia es de 2,60. Sabíamos que el
dinero no daba la felicidad, sabemos ahora que tampoco garantiza la integración social,
pero no podemos dejar de reconocer que al menos reduce la intensidad de los problemas de exclusión.
[111]
Capítulo 3
Abordar la realidad de la exclusión social en España a nivel local
Lo que es importante concluir de esta doble perspectiva es que la exclusión social no
es exclusivamente un problema de falta de ingresos y que las políticas redistributivas
hacia los más pobres tendrán un efecto muy limitado si no van acompañadas de otras
políticas activas.
No debe reducirse el concepto de activación a las políticas orientadas a la inserción
laboral. Debería promoverse la diversificación de las políticas de incorporación social
y laboral para atender a las peculiaridades de los diferentes sectores afectados por los
procesos de exclusión:
• Otras actuaciones orientadas a hacer efectivos los derechos sociales o a mejorar
la presencia social y la participación ciudadana de los sectores excluidos también
deberían tenerse en cuenta.
• El desarrollo de relaciones sociales positivas, con la realización de ciertas actividades ocupacionales o con la oferta de lugares de encuentro entre las personas son
asimismo otras vías de activación.
Preguntas clave
¿Qué mapa de recursos es preciso ofertar para poder ofrecer itinerarios de inclusión activa a
la diversidad de situaciones de exclusión social?
[112]
Políticas de inclusión activa en el plano local
9. Algunos datos sobre la exclusión en España
Ejes de exclusión: Económico
Dimensiones
Participación en la
producción
Aspectos
Nº
Indicadores
%
1
Hogares cuyo sustentador principal está en paro desde hace un año o más
1,0
2
Hogares cuyo sustentador principal tiene un empleo de exclusión: vendedor a
domicilio, venta ambulante apoyo, venta ambulante marginal, empleadas hogar
no cualificadas, peones agricolas eventuales temporeros, recogedores de cartón,
reparto propaganda, mendicidad
2,7
3
Hogares cuyo sustentador principal tiene un empleo de exclusión: que no tiene
cobertura de la seguridad social (empleo irregular)
3,5
4
Hogares sin ocupados, ni pensionistas contributivos, ni de baja, ni con prestaciones contributivas por desempleo del INEM
1,5
5
Hogares con personas en paro y sin haber recibido formación ocupacional en el
último año
7,0
6
Hogares con todos los activos en paro
2,9
Ingresos
7
Pobreza extrema: Ingresos inferiores al 30% de la renta familiar mediana equivalente (3.360€ / año)
3,4
Privación
8
Hogares que no cuentan con algún bien considerado básico por más del 95% de
la sociedad (agua corriente, agua caliente, electricidad, evacuación de aguas residuales, baño completo, cocina, lavadora, frigorífico) por no poder permitírselo
6,0
Empleo
Participación del
producto social
Indicadores de exclusión social agrupados en sus diversas dimensiones y ejes. España, 2008
[113]
Capítulo 3
Abordar la realidad de la exclusión social en España a nivel local
Ejes de exclusión: Político (ciudadanía)
Dimensiones
Aspectos
Nº
6,6
10
Capacidad efectiva de ser considerado y de influir en el proceso de toma de
decisiones colectivas: no participan en las elecciones por falta de interés y no son
miembros de ninguna entidad ciudadana
4,4
11
Hogares con menores de 3 a 15 no escolarizados
0,2
12
Hogares en los que nadie de 16 a 64 años tiene estudios: de 16 a 44, sin completar EGB, ESO o graduado escolar; de 45 a 64, menos de 5 años en la escuela
5,0
13
Hogares con alguna persona de 65 o más que no sabe leer y escribir
1,0
14
Infravivienda: chabola, bajera, barracón, prefabricado o similar
1,4
15
Deficiencias graves en la construcción, ruina, etc.
1,9
16
Humedades, suciedad y olores (insalubridad)
4,6
17
Hacinamiento grave (<15m/persona)
4,3
18
Tenencia en precario (facilitada gratuitamente por otras personas o instituciones, realquilada, ocupada ilegalmente)
3,2
19
Entorno muy degradado
1,2
20
Barreras arquitectónicas con discapacitados físicos en el hogar
2,6
21
Gastos excesivos de la vivienda (ingresos - gastos viv. < umbral pobreza extrema)
4,7
22
Alguien sin cobertura sanitaria
0,5
23
Han pasado hambre en los 10 últimos años con frecuencia o la están pasando
ahora
2,6
24
Todos los adultos con minusvalía, enfermedad crónica o problemas graves de
salud que les generan limitaciones para las actividades de la vida diaría
2,5
25
Hogares con personas dependientes (que necesitan ayuda o cuidados de otras
personas para realizar las actividades de la vida diaria) y que no la reciben
1,1
26
Hogares con enfermos, que no han usado los servicios sanitarios en un año
0,8
27
Hogares que han dejado de comprar medicinas, seguir tratamientos o dietas por
problemas económicos
5,1
Participación política
Educación
Vivienda
Derechos sociales:
acceso a los SPS
%
Derecho de elegir a tus representantes políticos y a ser elegido: hogares con
alguna persona de 18 o más años, de nacionalidad extracomunitaria
9
Derechos políticos
Indicadores
Salud
Indicadores de exclusión social agrupados en sus diversas dimensiones y ejes. España, 2008
[114]
Políticas de inclusión activa en el plano local
Ejes de exclusión: Lazos sociales, relaciones sociales
Dimensiones
Aspectos
Nº
Indicadores
%
28
Alguien en el hogar ha recibido o recibe malos tratos físicos o psicológicos en los
últimos 10 años
6,9
29
Hogares con relaciones muy malas, malas o más bien malas
1,5
30
Hogares con personas que tienen o han tenido en los 10 últimos años problemas
con el alcohol, con otras drogas o con el juego
7,8
31
Alguien ha sido o está a punto de ser madre adolescente sin pareja
2
Conductas delictivas
32
Hogares con personas que tienen o han tenido en los 10 últimos años problemas
con la justicia (antecedentes penales)
2,4
Sin apoyo familiar
33
Personas sin relaciones en el hogar y que no cuentan con ningún apoyo para
situaciones de enfermedad o de dificultad
5,9
Conflicto vecinal
34
Hogares con malas o muy malas relaciones con los vecinos
1,7
Institucionalizados
35
Hogares con personas en instituciones: hospitales y pisos psiquiátricos, centros
de drogodependencias, de menores, penitenciarios, para transeuntes o mujeres
0,2
Conflictos familiares
Conflicto social,
anomia
Aislamiento social
Conductas asociales
Indicadores de exclusión social agrupados en sus diversas dimensiones y ejes. España, 2008
[115]
Capítulo 3
Abordar la realidad de la exclusión social en España a nivel local
Incidencia de la exclusión social en los hogares españoles
según sus características: incidencia (% sobre el total de cada grupo)
e índice de exclusión
Índice de exclusión
general
Proporción (%) en cada tramo
Integración
i=0
Integración
precaria
0<i<2
Exclusión
compensada
2<i<4
Exclusión
severa
i>4
Media
Desv. típ.
Total
47,5
35,3
11,9
5,3
1,03
1,89
Sexo
sustentador
principal
Varón
51,0
32,8
10,7
5,4
1,01
1,93
Mujer
37,2
42,0
15,6
5,2
1,12
1,81
Grupos
de edad
sustentador
principal
Hasta 29
46,3
38,6
10,0
5,0
0,99
1,69
De 30 a 44
44,7
34,3
13,8
7,2
1,18
2,08
De 45 a 64
55,5
30,1
9,6
4,8
0,91
1,99
De 65 y más
39,2
42,6
14,0
4,2
1,07
1,55
Persona sola
De 2 a 4 miembros
5 y más miembros
Sin núcleo
Mononuclear
Polinuclear
Hay núcleo monoparental
Hay ancianos
Hay menores
Hay jóvenes
Hay personas con minusvalías
Hay ocupados
Hay parados
Todos españoles o EU15
Algún extracomunitario o EU12
ampliación
Gitanos españoles
24,6
53,7
45,5
26,2
53,1
41,2
41,0
42,9
55,7
46,7
34,8
52,0
5,1
53,3
50,1
31,1
39,2
45,8
32,4
42,2
46,7
41,7
30,4
37,3
35,5
32,5
40,4
33,9
22,2
9,4
8,6
24,0
9,0
9,8
6,4
11,8
7,9
10,7
21,7
10,9
34,9
9,3
3,1
5,8
6,8
4,0
5,6
6,9
5,9
3,7
6,0
5,3
7,9
4,6
19,6
3,5
1,30
0,93
1,36
1,38
0,92
1,72
1,11
0,98
0,86
1,14
1,44
0,91
2,79
0,78
1,66
1,75
3,49
1,76
1,75
4,45
2,00
1,52
1,71
2,34
1,82
1,86
2,75
1,40
10,8
48,2
26,9
14,2
2,34
2,65
6,0
19,4
40,3
34,3
4,97
5,55
Barrio en buenas condiciones
50,8
34,8
10,2
4,3
0,91
1,67
Barrio deteriorado o marginal
28,8
37,2
21,9
12,1
1,81
2,82
48,0
56,8
48,0
49,0
50,1
41,7
25,4
50,2
43,6
38,5
54,0
48,0
36,1
35,1
28,6
37,0
30,1
44,2
42,5
32,7
39,4
40,2
32,6
36,7
11,7
5,9
17,6
10,7
12,1
10,3
19,4
12,7
13,6
11,6
10,4
9,7
4,2
2,2
5,9
3,3
7,6
3,8
12,7
4,5
3,3
9,7
3,1
5,6
0,97
0,53
1,21
0,97
1,18
0,95
1,46
0,96
1,12
1,39
0,76
0,99
1,93
1,00
2,05
2,24
2,10
1,47
1,72
1,76
2,58
2,22
1,37
1,48
Tamaño de la
familia
Núcleos
familiares
Composición
del hogar
Tres grupos
étnicos
Dos tipos de
barrios
Noroeste
Noreste
Madrid
Región NUTS-1 Centro
Este
Sur
Canarias
Más de 100.000 hab.
Entre 50.000 y 100.000
Tamaño del
Entre 20.000 y 50.000
municipio
Entre 5.000 y 20.000
Menos de 5.000
Fuente: Encuesta FOESSA 2008.
[116]
Bibliografía
Políticas de inclusión activa en el plano local
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– FONT, J. (Coord.) (2001): Ciudadanos y decisiones públicas, Ariel, Barcelona.
– JUST, J., MARTÍNEZ, O., ESTANYOL, V. Y MORA, A. (2000): “El partenariado como estrategia de
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– LÆDEMEL, I. Y TRICKEY, H. (2000): ‘An offer you can’t refuse’: workfare in international perspective, The Policy Press, Bristol.
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Departamento de Bienestar Social Deporte y Juventud del Gobierno de Navarra,
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– LAPARRA, M. Y PÉREZ ERANSUS, B. (2007): Procesos de exclusión e itinerarios de inserción social,
Fundación Foessa, Madrid.
– LAPARRA, M., PÉREZ-ERANSUS, B., SARASA, S., RENES, V., PÉREZ-YRUELA, M., TRUJILLO, M., SUBIRATS, J.
Y OBRADORS, A. (2007): “Una propuesta de consenso sobre el concepto de exclusión
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– LAPARRA, M. Y PÉREZ ERANSUS, B. (Coord.) (2008): “La exclusión social en España: un espacio diverso y disperso en intensa transformación”, en RENES, V. (Ed.): VI Informe sobre
exclusión y desarrollo social en España 2008, Fundación Foessa, Madrid.
– Ley 16/2003 de Cohesión y Calidad del Sistema Nacional de Salud
– Ley 56/2003 de Empleo
– Ley de Educación de la Comunidad de Andalucía de 2007
– Ley General de Sanidad 101/1986,
– Ley 12/2001 de Ordenación Sanitaria de la Comunidad de Madrid
– Ley Orgánica 2/2006 de Educación
– Ley Orgánica 3/2007 para la igualdad efectiva de mujeres y hombres
– Ley 39/2006 de Promoción personal y atención a las personas en situación de Dependencia
– Ley 7/1985, de 2 de abril, Reguladora de las Bases del Régimen Local.
– Leyes de Servicios Sociales de las 17 Comunidades Autónomas
– Ley 8/2007 del Suelo
– LONGO, F. Y YSA, T. (eds.) (2007): Els escenaris de la gestió pública del segle XXI, Escola
d’Administració Pública, Barcelona.
– MACÍAS, A. (2008): La emigración de la minoría étnica gitana de Rumanía hacia España:
Factores condicionantes de las migraciones internacionales, Departamento de Trabajo
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Políticas de inclusión activa en el plano local
– MOORE, M. (2005): “Creating public values through private/public partnerships”, Ponencia
presentada en el X Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y
de la Administración Pública; 18 – 21 octubre, Santiago de Chile, Chile.
– PÉREZ ERANSUS, B. Y LAPARRA, M. (2008): Procesos de exclusión e itinerarios de inserción social,
Fundación Foessa, Madrid.
– PÉREZ YRUELA, M., RODRÍGUEZ CABRERO, G. Y TRUJILLO CARMONA, M. (2004): Pobreza y Exclusión
Social en el Principado de Asturias, Consejo Superior de Investigaciones Científicas,
Madrid.
– Planes Nacionales de Acción para la Inclusión Social, diferentes años
– RENES, V. (ed.) (2008): VI Informe sobre exclusión y desarrollo social en España 2008, Fundación Foessa, Madrid.
– SUBIRATS, J. (Dir.) (2004): Pobresa i exclusió social. Una anàlisi de la realitat espanyola i europea, Fundació “la Caixa”, Barcelona.
– SUBIRATS, J. (2008), El nuevo papel de los gobiernos locales desde la proximidad y la implicación ciudadana, IGOP.
[121]
6
Cuaderno europeo 6
Políticas de inclusión activa
en el plano local
Todos los derechos reservados.
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yy Estrategia Europea de Empleo
yy Estrategia Europea de Inclusión Social
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Cuaderno europeo 6
Cuaderno europeo 6
6
Políticas de inclusión activa
en el plano local
Políticas de inclusión activa en el plano local
Esta publicación forma parte de un conjunto de cuadernos que tienen por objeto acercar las
políticas sociales europeas a las instituciones españolas y favorecer su participación activa en
las mismas. En concreto, se centra en uno de los aspectos clave de la Agenda Social Europea: la
protección social y la inclusión social.
Desde la aprobación de la Estrategia de Lisboa en el año 2001, los Estados miembros han
puesto en marcha periódicamente Planes Nacionales de Acción para la inclusión social. Dichos
planes, en el caso español, se han replicado en buena medida también en el plano autonómico
y puntualmente en el municipal. Sin embargo, distintos análisis constatan la dificultad de llevarlos a la práctica, hecho que lógicamente solo es posible en la medida en que se dé una participación activa del plano local.
En este cuaderno se profundiza precisamente en los aspectos que son esenciales para impulsar
la inclusión en el plano municipal, abordando este asunto desde una triple perspectiva: desde
el ángulo de las políticas municipales y sus competencias, desde las estructuras procesos y
mecanismos de trabajo para hacerlas efectivas y finalmente desde las problemáticas y temas
clave en los que se deben de centrar.
Esta publicación puede descargarse gratuitamente en la página web de la Fundación Luis Vives:
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