Jurisprudencia del TCP en temas de libertad. Actualización 2016.

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MINISTERIO PÚBLICO
DEFENSORÍA DE CASACIÓN
Penados: Temas de Libertad y Tribunal de Casación Penal1.
(Criterios utilizados según la nueva integración: Res. 2839/15
SCBA y
Acuerdo nº 10/15 TCP)
INDICE
Introducción………….................................................................................pág. 3
Admisibilidad en materia de habeas corpus …................................................. pág. 4
Habeas corpus y cómputo de pena...............................................................pág. 9
Admisibilidad recurso casación…………..........................................................pág. 9
Admisibilidad recurso de casación: cómputo de la pena.................................... pág. 17
Actualización en materia de cómputo de pena:
Libertad
provisoria
concedida
en
términos
de
libertad
condicional........................................................................................pág. 20
Excarcelaciones en términos de libertad asistida............................................pág. 24
Consideración de la privación de libertad en procesos anteriores donde medió absolución,
sobreseimiento.................................................................................... pág. 29
Vencimiento
de
la
pena
frente
a
sentencias
que
imponen
prisión
perpetua.............................................................................................pág. 34
Cómputo de pena no hace cosa juzgada…………………………....................................pág. 42
Análisis de las denegatorias en los distintos regímenes en los que se puede incluir al
condenado......................................................................................... pág. 43
Denegatoria
fundada
en
calidad
del
delito
cometido………………................................................................................ pág. 43
Condición de reincidente no declarada........................................................ pág. 44
RELEVAMIENTO EN PARTICULAR PARA LOS DISTINTOS DERECHOS LIBERATORIOS
*Salidas transitorias
Análisis del cumplimiento regular de los reglamentos (en el caso una sanción por participar
en una reyerta del año 2013). …………………………………….......................................pág. 45
Denegatoria apoyada en factores subjetivos del condenado: se fundamentó que dado la
actitud del encartado ante los conflictos emergentes en sus relaciones de pareja, los que
habrían sido el aparente detonante de su conducta transgresora, resulta prudente por el
momento que el mismo se incorpore a actividades de capacitación y continúe las que
desarrolla, en particular, con el tratamiento psicológico que ha abordado junto a su
pareja............................................................................................. pág. 47
Inconstitucionalidad art 100 ley 12.256 - aplicación de la ley 24660………………….......pág. 47
Denegatoria apoyada en las actuaciones administrativas que registra el penado, las cuales
debieron haber sido debidamente certificadas, como asimismo su Problemática adictiva sin
abordaje concreto …...............................................................................pág. 63
Denegatoria apoyada en ausencia actividades en la cárcel.................................pág. 64
*Libertad condicional
Denegatoria apoyada en proceso de unificación de penas pendiente…………………......pág. 65
Denegatoria fundada en que “no trabajó” durante el encierro............................pág. 66
Denegatoria fundada en “ausencia de actividad educativa” y por “encontrarse régimen
semiabierto de modalidad limitada”...........................................................pág. 66
Denegatoria fundada en la necesidad de que “previamente se incluya a la persona detenida
en un espacio terapéutico que le brinde contención para resolver su problemática adictiva y
la importancia de lograr un verdadero proceso reflexivo acerca de su accionar
1
Documento de trabajo elaborado por Fabiana Danti y Agustín M. Lavalle.1
desajustado"........................................................................................pág. 67
Denegatoria fundada en aspectos psicológicos y/o conductas adictivas…………………....pág. 68
Denegatoria por aspectos subjetivos de la persona condenada……………….................pág. 70
Ausencia de transito espacios más autogestivos. Problemática adictiva”…………….....pág. 71
Necesidad de espacio mayor autogestión previo a la libertad.............................pág. 74
Objetivación desmedida de la sanción disciplinaria..........................................pág. 76
Sanción disciplinaria en otro periodo de encierro............................................pág. 78
Progresividad no secuencial......................................................................pág. 79
Rechazo de pedidos liberatorios por poseer antecedentes en el uso de sustancias psicoactivas, situación que lo llevó a delinquir, y haber rechazado el tratamiento propuesto a
tales efectos; b) no encontrarse inscripto en el área educacional, habiendo rechazado el
ofrecimiento; y c) la falta de una propuesta laboral concreta para el momento de su
egreso...............................................................................................pág. 80
Informe ambiental: ausencia de medios igual a encierro permanente…………..……......pág. 82
Cumplimiento regular de los reglamentos carcelarios. Sanciones de antigua data y
problemática adictiva......................................................................... ...pág. 82
Sanciones de antigua data........................................................................pág. 83
Denegatoria por características de su personalidad, señaladas en los informes psicológico y
social, como así también reparos en cuanto a quienes brindarán un marco de contención en
caso de lograr su egreso......................................................................... pág. 83
Denegatoria apoyada en la problemática adictiva……………….............................. pág. 86
*Libertad asistida
Validez constitucional art 104 ley 12.256......................................................pág. 86
Reiteración hechos delictivos. Conclusiones informe psicológico.........................pág. 87
Denegatoria de (libertad asistida, salidas transitorias y régimen abierto)
alegando
fundamentalmente que no se evidencia de parte del imputado ninguna capitalización
positiva de los espacios tratamentales, déficit que no se revela de menor entidad desde que
no resulta ser ésta su primera experiencia al respecto. asimismo valoró el informe
psicológico, que daría cuenta de la persistencia en el condenado de ciertos indicadores que
aún obstan asumir en su composición endopersonal atenuadas sus dificultades para
motivarse en la norma, en tanto en el mismo se expresa: “se observa un sujeto que no
dimensiona los efectos producidos a partir de su accionar, minimizando los
mismos”.............................................................................................pág. 88
Informe inconveniente: apoyado en conclusiones del informe psicológico………………. pág. 89
Falta proyecto laboral más allá del informe conveniente del spb.........................pág. 91
Libertad denegada por prohibición del art 100 (ley 12.256) en razón del delito cometido:
Inconstitucionalidad de la norma planteada por la defensa …………………..................pág. 92
Salidas Transitorias. Ausencia de Ambiental: error de juicio……………………………………….pág. 93
Denegatoria apoyada en el lapso de tiempo que el causante totaliza cautelado y la lejanía
temporal para encontrarse tempestivamente en condiciones de acceder a una libertad
anticipada, llevan a concluir que, en el caso particular el interno deberá acceder a los
institutos más autogestivos paulatinamente ..................................................pág. 94
Denegatoria fundada entre otros motivos en las “reincidencias”..........................pág. 95
Denegatoria apoyada en dos sanciones disciplinaras como consecuencia de incurrir en faltas
de carácter grave con fecha 21/01/14 y el haber cometido el 8/10/08 el delito que se le
enrostra en los presentes actuados, esto es robo agravado por el uso de arma, mientras se
hallaba gozando del beneficio de libertad asistida en el marco de un otro
proceso..............................................................................................pág. 96
Denegatoria fundada en el hecho que el condenado de autos se encuentra inserto en un
régimen cerrado modalidad moderada lo cual constituye un óbice para la promoción del
beneficio intentado................................................................................pág. 97
Excarcelaciones en tiempo de libertad condicional.........................................pág. 98
Salidas laborales: procesados. recaudos inexigibles…………................................pág. 100
Medidas
de
seguridad:
imposición
de
la
misma:
afectación
debido
proceso............................................................................................pág. 102
Unificación de penas……………………............................................................pág. 105
Sanciones disciplinarias celular sin chip: atipicidad......................................pág. 107
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Introducción
En el presente documento de trabajo es continuidad de anteriores. En él se
pretende actualizar la última jurisprudencia –en casos favorables a la defensa- del
TCP en materia de ejecución penal, relevando además cuestiones relativas a la
admisibilidad de los recursos y habeas corpus en los casos resueltos con la nueva
composición.
Para comenzar se presentan los criterios de cada sala del TCP en lo que respecta a
la admisión del habeas corpus en temas relativos a ejecución penal, señalando que
en los pocos supuestos admitidos en el período relevado (dic.15/abril16) se
consideraron las siguientes cuestiones para ello:
*se equipara a sentencia definitiva el caso por la presencia de gravamen de
imposible o tardía reparación ulterior, al afectar directamente un derecho que
reclama tutela inmediata;
*supuestos de excepción, gravedad institucional o claras cuestiones federales;
arbitrariedad o en todos aquellos casos en donde la índole de las cuestiones traídas
a conocimiento involucren un serio riesgo para la vida o la salud de las personas
detenidas, como así también, en cuanto se avizore un menoscabo directo a la
dignidad humana de imposible o insuficiente reparación ulterior.
Mientras que respecto a la admisibilidad del recurso de casación en la misma
materia se consideró para admitir:
*gravamen de imposible reparación que importaría vedarle la eventualidad de
beneficiarse con una resolución favorable
*la resolución criticada no es derivación razonada del derecho vigente
*el recurso se dirige contra una resolución que deniega la libertad personal del
encausado, ocasionándole un perjuicio que podría resultar de imposible reparación
ulterior, razón por la que ha de considerarse equiparable a sentencia definitiva
3
“por afectar un derecho que requiere tutela judicial inmediata”.
*se encuentran en juego agravios de naturaleza federal, sea por encontrarse
cuestionado el contenido y el alcance de normas jurídicas de tal índole, se postule
la tacha de arbitrariedad cuando se halla inescindiblemente unido a la aludida
cuestión federal o, eventualmente, la vulneración directa de una garantía
constitucional que implique una “causa federal suficiente”
*decisión jurisdiccional que deniega la libertad condicional constituye sentencia
equiparable a definitiva;
*la índole de las cuestiones traídas a conocimiento involucren un serio riesgo para
la vida o la salud de las personas detenidas, como así también, en cuanto se
avizore un menoscabo directo a la dignidad humana de imposible o insuficiente
reparación ulterior.
*cuando la índole de los agravios materializados en dicha impugnación hagan
necesaria la intervención de esta sede como Tribunal intermedio, conforme a la
doctrina sustentada por la Corte Federal en los casos “Strada” y “Di Mascio” (fallos:
308:490; 311:2478), siempre que se encuentren cumplimentadas la totalidad de las
exigencias que la introducción de una cuestión federal requiere.
Mientras que si se trata del computo de pena de la pena se añade “el tiempo
vivencial es insusceptible de reparación integral ulterior, y su derecho se vería
erosionado irremediable y continuamente.” (esto sin perjuicio de lo que en otros
documentos de trabajo se ha señalado como dicho la SCJBA
“cuestiones
de
cómputo”
y CSJN -ver
en:
http://www.defensapublica.org.ar/JURISDICCIONAL/Documentos_trabajo/Documento_de_Trabajo_Cuestiones
_del_c%C3%B3mputo_de_pena_2015.pdf
*ADMISIBILIDAD del HABEAS CORPUS.
SALA 1
CAUSA 75.588
Es doctrina de este Tribunal, que la presentación directa del Hábeas Corpus ante
4
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esta Sede es formalmente inadmisible, salvo supuestos de gravedad institucional o
claras cuestiones federales (cf. Sala I -Rc. 1805 de la S.C.J.B.A.-, Causa N° 55.733
“S., V. A. s/ Hábeas Corpus”, del 14/11/2012, Causa N° 55.494 “T. A., E. s/ Hábeas
Corpus”, del 14/11/12. En igual sentido Sala III, Causa N° 5918, “Gómez, Miguel
Ángel s/ Habeas Corpus”, del 15/01/2001 y Sala II, Causa N° 2268, del 16/5/2000).
En el caso bajo estudio advierto la existencia de cuestiones excepcionales que
habilitan la apertura de jurisdicción de este Tribunal en aras de velar por la validez
y vigencia para el caso de las normas de ejecución penal, frente al compromiso del
normal decurso de la progresividad legal en el tratamiento penitenciario, en la
inteligencia de que llegados a esta etapa de la incidencia carecería de sentido
que se efectuara un nuevo pedido ante los tribunales inferiores, por la alta
probabilidad de obtenerse idéntica respuesta (conforme lo decidido a fs. 20/23 y
fs. 35/37).
SALA 2
CAUSA 75.591
Como reiteradamente ha sostenido esta Sala, la prerrogativa reconocida por el art.
20 de la Constitución de la Provincia de Buenos Aires, y lo dispuesto por el art. 406
del ceremonial en cuanto permiten ejercer la acción de habeas corpus ante
cualquier Juez u órgano jurisdiccional de la provincia con competencia penal
respectivamente, dichos preceptos debes ser interpretados de manera armónica
con la reglamentación que, también por previsión constitucional (art. 20 último
parágrafo de la Const. Pcial.) se de a tal derecho.
Dicha reglamentación es la que fijan los arts. 405 y siguientes del C.P.P., y en tal
inteligencia entiendo que en principio el art. 417 del C.P.P. confiere a este Tribunal
una función revisora de las resoluciones adoptadas por los Tribunales inferiores en
materia de habeas corpus, y es por ello que en principio no resulta admisible la
interposición de tal acción en esta sede en forma originaria, ello siempre que no
existan motivos de excepcionalidad que lo autoricen, porque ello implicaría alterar
la función encomendada por la ley a esta órgano jurisdiccional a través de la vía
recursiva, así como el principio procesal de la doble instancia.
Ahora bien, esta sala también ha asumido en forma directa y excepcional
competencia en casos similares al presente para alterar decisiones comprometidas
5
con principios de rango constitucional, tanto por desajuste con la doctrina plenaria
establecida, como por generar desigual tratamiento del universo de sujetos
intervenidos penalmente cuando la situación implicaba paulatino agotamiento de la
potestad persecutoria del estado (Art. 16 de la C.N.), puesto que los mentados
escenarios imponían la urgente intervención del Tribunal de Casación Penal para
procurar, del modo más expedito posible, la corrección de la condición lesiva
denunciada.
Sobre el caso en estudio se proyectan los presupuestos de excepcionalidad
referidos, puesto que el accionante alega que se ha realizado una errónea
interpretación de los requisitos del beneficio, presentando características
particulares que avalan su revisión ante esta instancia casatoria, aun en el marco
de un instituto tan excepcional como es aquel que ha sido seleccionado por la
defensa para provocar la intervención directa de este Tribunal, por lo que entiendo
que se trata de uno de aquellos casos en que debe excepcionarse el principio antes
aludido y admitirse la acción de habeas corpus interpuesta en forma originaria ante
esta sede.
CAUSA 74.536
En orden a la admisibilidad de la acción intentada, aduce que atento a tratarse de
un auto interlocutorio que compromete la libertad personal del causante, debe ser
asimilado a sentencia definitiva en cuanto ocasiona un gravamen de imposible o
tardía reparación ulterior, al afectar directamente un derecho que reclama tutela
inmediata; a la vez que desconoce la doctrina fijada sobre el particular; y se está
cuestionando la validez de una ley provincial por estimársela repugnante a nuestro
ordenamiento constitucional.
En virtud de lo expuesto, requiere que este Tribunal supere los recaudos formales
en pos de garantizar el debido tratamiento de la cuestión y, a todo evento, el
tránsito hacia el superior tribunal.
SALA 3
CAUSA 76.009 : Presentación por propio derecho del detenido.
Es doctrina constante de Sala según la cual la posibilidad de acudir en habeas
corpus ante cualquier órgano jurisdiccional (conforme los artículos 20 inciso 1° de
la Constitución Provincial y 406 del Código Procesal Penal), no permite obviar las
debidas instancias, a fin de venir directamente al Tribunal de Casación, que carece
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de competencia originaria para conocer y decidir acerca de la acción deducida
(doctrina de los artículos 417, 448 y concordantes del Código Procesal Penal).
Esta acción no autoriza, en principio, a sustituir a los jueces de la causa en las
decisiones que les incumben y los recursos y defensas contra las mismas deben ser
decididos dentro de las actuaciones en las que fueron dictadas y con las
formalidades de ley, ya que lo contrario supondría violar todas las reglas que
aseguran la competencia de los Tribunales y el indispensable orden en la
tramitación de los juicios (Corte Suprema, Fallos, 78, 546; 233, 103; 237, 8; entre
otros y Suprema Corte en el expediente nº 3.001-1-1-1.784/01).
Por ello, con el fin de satisfacer la garantía, evitando rigores formales y dar el
debido trámite a lo peticionado por el requirente corresponde –como bien lo
postula el Defensor ante la Casación- reconducir las presentes actuaciones a
conocimiento y decisión del Juzgado de Ejecución nro. 1 de San Martín (artículos 18
y 75 inciso 22 de la Constitución Nacional; 8.2.h y 25 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos; 405, 406 y 417 del Código Procesal Penal)
SALA 4
CAUSA 75.590
“... la acción directa de hábeas corpus ante esta Sede es inadmisible, salvo
supuestos de excepción, gravedad institucional o claras cuestiones federales (cf.
Sala II, causa Nº 2641 "Burgos", del 03/02/00, Sala III causa 5918 “Gómez”) toda vez
que para los supuestos de hábeas corpus el ordenamiento procesal prevé en el art.
417 que: “La resolución que recaiga en el hábeas corpus será impugnable ante las
Cámaras de Apelación y Garantías, o ante el Tribunal de Casación, cuando la acción
se hubiere originado en dichas Cámaras” y que "...el artículo 417 del C.P.P. otorga a
este Tribunal, por medio del recurso casatorio, una función revisora de las
resoluciones adoptadas por los Tribunales inferiores en materia de hábeas corpus y,
siendo así, no resulta admisible la interposición originaria de tal acción en esta
sede cuando no existan motivos de excepcionalidad que la autoricen, porque ello
implicaría alterar la función encomendada por la ley a este órgano jurisdiccional a
través de la vía recursiva, así como el principio procesal de la doble instancia..."
(Sala II, causa Nº 2641 "Burgos", del 03/02/00).
7
SALA 5
CAUSA 74.699
Es cierto como viene afirmando mi colega de Sala sobre el particular que más allá
de lo establecido por el artículo 20 inciso primero de la Constitución de la Provincia
de Buenos Aires y el artículo 406 del Código Procesal Penal, en cuanto permiten
ejercer la acción de hábeas corpus ante cualquier Juez u órgano jurisdiccional
respectivamente, en el ordenamiento jurídico vigente tal garantía se halla
reglamentada por los arts. 405 y ss. De la ley ritual. De este modo, el art. 417 es
claro al establecer una función revisora al Tribunal de Casación en materia de
hábeas corpus, de manera que, en principio general, no resultaría admisible la
interposición originaria de tal acción en esta sede, cuando no existan motivos de
excepcionalidad que la autoricen (cf. causa 54.267, caratulada “Chaparro Juan
Camilo s/ Hábeas Corpus”; entre muchas otras).
Ahora bien, por mi parte, considero necesario enunciar aquellos supuestos que
habilitarían la competencia originaria de este Tribunal, con el objeto de evitar que
la determinación de la excepcionalidad mencionada quede librada a la
discrecionalidad o mero arbitrio del juzgador en el caso concreto, so riesgo de
incurrir en pronunciamientos disímiles frente a situaciones equivalentes.
En este sentido, a mi juicio corresponde apartarse del principio general supra
enunciado
cuando
se
adviertan
circunstancias
de
gravedad
institucional,
arbitrariedad o en todos aquellos casos en donde la índole de las cuestiones traídas
a conocimiento involucren un serio riesgo para la vida o la salud de las personas
detenidas, como así también, en cuanto se avizore un menoscabo directo a la
dignidad humana de imposible o insuficiente reparación ulterior.
III.- Dicho ello, e ingresando al análisis del caso que nos ocupa, considero que en la
presente se configura una de aquellas excepciones, por lo que el remedio casatorial
resulta admisible.
Debe remarcarse que las razones que invoca el a quo, como obstativas de la
procedencia de la libertad asistida, resultan portadoras del vicio de la
arbitrariedad, lo cual amerita ingresar al tratamiento del fondo de la cuestión, a
fin de preservar el derecho de defensa en juicio del encartado, configurándose,
así también, una clara cuestión federal (art. 18 de la Constitución Nacional, 8 de
la Convención Americana de Derechos Humanos, 15 de la Constitución Provincial,
14 de la ley 48 y 1 del C.P.P.).
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* Habeas corpus y cómputo de pena: admisibilidad
Causa 67.727 Ojeda 20/11/14
Es doctrina de este Tribunal, que la presentación directa del Hábeas Corpus ante
esta Sede es formalmente inadmisible, salvo supuestos de gravedad institucional o
claras cuestiones federales (cf. Sala III, causa 5918, “Gómez, Miguel Ángel s/
Habeas Corpus”, del 15/01/2001. En igual sentido Sala II sentencia del 16/5/2000
en causa 2268, Sala I causa nº 1969, del 23/3/00).
Todas y cada una de las causales exceptivas planteadas por la accionante se han
visto acreditadas en este caso y habilitan la revisión de lo resuelto ante la eventual
prolongación ilegal de la privación de libertad del beneficiario de la petición,
derecho que merece tutela inmediata (Fallos 322:2080) toda vez que el tiempo
vivencial es insusceptible reparación integral ulterior, y que se vería erosionado
irremediable y continuamente.
En esa inteligencia cabe resaltar que se encuentran agotados los mecanismos
ordinarios disponibles, los que incluyen el paso de la cuestión por este Tribunal en
dos oportunidades. Como reza el art. 14.5 del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos: “Toda persona declarada culpable de un delito tendrá derecho a
que el fallo condenatorio y la pena que se haya impuesto sean sometidos a un
tribunal superior, conforme a lo prescripto por la ley” (el resaltado me pertenece).
*.- ADMISIBILIDAD RECURSO DE CASACION
SALA 1
CAUSA 73.963 (Resolución de la Cámara de Apelaciones y Garantías como
primer pronunciamiento adverso a la defensa).
Si bien es cierto que la literalidad de la regla del art. 450 del rito no abarca
ordinariamente el supuesto bajo examen, no lo es menos que la naturaleza de la
decisión en crisis –en tanto se trata de resoluciones que denieguen o restrinjan la
libertad personal- debido a sus implicancias materiales deben, por un lado, estar
alcanzadas por el derecho al recurso consagrado en los artículos 8.2 h.- de la CADH
9
y 14.5 del Pacto de Derechos Civiles y Políticos, que en opinión de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos se extiende a todos los autos procesales
importantes (C.I.D.H., Informe Nro. 55/97, caso 11.137, considerando Nº 262), al
mismo tiempo que a los fines recursivos y bajo ciertas condiciones pueden ser
estimadas como resoluciones equiparables a sentencias definitivas a los fines de su
admisibilidad en la instancia casatoria.
Ahora bien, en el caso de autos, la decisión de la Cámara ha sido la primera
adversa, de modo que esta instancia casatoria es la que asegura en la especie el
derecho al doble conforme.
SALA 2 (presentación de queja y admisibilidad del recurso de casación)
CAUSA 72.664
En lo que respecta al recurso de casación, es criterio de esta Alzada que en
principio la vía adecuada para cuestionar las decisiones restrictivas de la libertad
personal dictadas durante el proceso y en la etapa de ejecución es el recurso de
apelación, de acuerdo con los artículos 164, 174, 188 y 498 del CPP. El recurso de
casación quedaría reservado, en lo que a esta materia respecta, para las hipótesis
reguladas en la parte final del artículo 450, según la ley 13.812, es decir, aquellas
en las que la Cámara de Apelación y Garantías haya denegado, por primera vez, la
libertad personal; quedando en principio excluidos (salvo las excepciones) los
supuestos en los que dicha negativa constituya tan sólo la confirmación de una
medida dispuesta en la instancia originaria, en cuyo caso ya habría quedado
satisfecho el derecho del imputado al recurso.
En el caso de autos se verifica una situación de excepcionalidad porque aquí el
riesgo que se pretende evitar se denuncia como eventualmente emergente de un
órgano superior departamental como es la Excma. Cámara de Apelación y
Garantías, por lo que se justifica razonablemente la avocación de este Tribunal de
Casación, como órgano de revisión superior, al tratamiento del recurso de casación
articulado. Ello así, corresponde en este caso en particular, hacer una excepción en
torno a la admisibilidad de la presentación en trato, por el gravamen de imposible
reparación que importaría vedarle la eventualidad de beneficiarse con una
resolución favorable que, en virtud de lo resuelto por Acuerdo Plenario, con fecha
4 de noviembre de 2014, en la causa n° 63.610 caratulada “Altamirano, Facundo
Ezequiel s/ Recurso de Casación”, justifica la apertura de la vía casatoria, por lo
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que el recurso incoado resulta admisible.
SALA 3
CAUSA 72.425
La resolución que deniega la libertad condicional a Antonio David Ojeda Ortiz ha
sido objeto de validación por la Alzada mediante auto que no es derivación
razonada del derecho vigente acorde a las circunstancias de la causa.
SALA 4
CAUSA 73.052
Habiéndose interpuesto en tiempo y forma, en los términos de los artículos 421 y
451 del C.P.P., el recurso de casación resulta admisible de conformidad con la
previsión del artículo 450 tercer párrafo del C.P.P. y, a fin de garantizar la doble
conformidad judicial.
CAUSA 71.822
En lo que atañe a la admisibilidad del remedio debo manifestar que ha sido
deducido en tiempo y forma de conformidad con los arts. 421 y 450 del CPP y amén
de que en el caso se encuentra garantizada la doble conformidad judicial, entiendo
que el auto que se impugna resulta recurrible por esta vía en los términos del art.
450 del C.P.P., por cuanto se dirige contra una resolución que deniega la libertad
personal del encausado, ocasionándole un perjuicio que podría resultar de
imposible reparación ulterior, razón por la que ha de considerarse equiparable a
sentencia definitiva “por afectar un derecho que requiere tutela judicial
inmediata” (conf. SCJBA, causas P.94.377, sent. del 18/04/2007; P. 112.802, sent.
del 26/10/2011, entre otras).
CAUSA 72.720
El remedio ha sido deducido en tiempo y forma, cf. arts. 421 y 451 del C.P.P.,
contra una resolución impugnable por esta vía, a fin de garantizar la doble
conformidad judicial, en los términos del art. 450 del mismo digesto.
CAUSA 72.961
En el sub lite se encuentra plenamente cumplimentado lo que en doctrina se
11
conoce como “doble conforme” que al decir de Maier resulta “…una garantía
procesal, que bien explicada, debe conducir necesariamente a la exigencia de que
para ejecutar una pena contra una persona, se necesita una doble conformidad
judicial, si el condenado la requiere. Esta condición procesal, impuesta a la
aplicación de una pena estatal –con otras palabras: al desarrollo del poder penal
del Estado-, ha sido perfectamente descripta, por analogía con la prueba de
exactitud de una operación matemática, como la exigencia del principio de “la
doble conforme”. El “derecho al recurso” se transformaría, así, en la facultad del
condenado de poner en marcha, con su voluntad, la instancia de revisión –el
procedimiento para verificar la doble conformidad- que, en caso de coincidir total
o parcialmente con el tribunal de juicio, daría fundamento regular a la condena –
dos veces el mismo resultado igual gran probabilidad de acierto en la solución- y,
en caso contrario, privaría de efectos a la sentencia originaria…” (Conf. Julio B. J.
Maier, Derecho Procesal Penal, T. I Fundamentos, Editores del Puerto s.r.l., 1999,
2da. Ed., Buenos Aires, p. 713).
En ese mismo orden de ideas, afirmó FERRAJOLI que “la doble instancia es a la vez
garantía de legalidad y de responsabilidad contra la arbitrariedad. Así, siendo los
jueces independientes, aunque sometidos a la ley, la principal garantía a la favor
de la libertad, el abuso o el error es la impugnación del juicio, su reexamen,
censura y reparación en segunda instancia, con los alcances que los propios textos
les brinda…” (Conf. FERRAJOLI, Luigi “Los Valores de la doble instancia y de
nomofilaquia”, NDP, T. 1996-B, Editores del Puerto s.r.l. Buenos Aires, p. 447/448).
En esta inteligencia, siendo que la resolución del “a quo” fue confirmada por la
Excma. Cámara del Departamento Judicial Morón, la citada garantía en el caso en
análisis ha quedado resguardada.
Vale aquí citar lo resuelto por la CIDH en el caso Castillo Petruzzi y otros, Sentencia
de fecha 30/05/1999, Párr. 161: “para que haya una verdadera revisión de la
sentencia, en el sentido requerido por la Convención, es preciso que el Tribunal
Superior reúna las características jurisdiccionales que lo legitiman para conocer en
el caso concreto”. Ninguna duda cabe acerca de que la Cámara de Apelaciones y
Garantías es un órgano que abastece los requisitos aludidos respecto de las
decisiones de los Jueces de instancia, como ser los de Garantías, Correccionales y
los Tribunales en lo Criminal.
Ahora bien, resta evaluar si se encuentran en juego agravios de naturaleza federal,
sea por encontrarse cuestionado el contenido y el alcance de normas jurídicas de
12
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DEFENSORÍA DE CASACIÓN
tal índole, se postule la tacha de arbitrariedad cuando se halla inescindiblemente
unido a la aludida cuestión federal o, eventualmente, la vulneración directa de una
garantía constitucional que de lugar a una “causa federal suficiente” (Fallos: 256:
281 y sus citas) o que el planteo se funde en arbitrariedad (Fallos 302;865,
304;1052).
En esa línea de ideas, estimo que la resolución puesta en crisis resulta susceptible
de la tacha de arbitrariedad por las razones que a continuación expondré,
correspondiendo por tanto abrir las compuertas casatorias.
SALA 5
CAUSA 72.621
Se hallan reunidos los requisitos de tiempo y forma exigidos normativamente a los
fines de otorgar legitimidad al acto de interposición del remedio casatorio, como
así también los elementos que hacen a la impugnabilidad objetiva y subjetiva, en
tanto se trata de una resolución pasible de ser recurrida en los términos del
artículos 450 in fine -conf. ley 13.812- y 451 del Código Procesal Penal.
La defensa se encuentra legitimada para hacer uso de los recursos interpuestos a
tenor de lo establecido en el artículo 454, inciso cuarto del mentado cuerpo
normativo y, por lo tanto, deben declararse admisibles y proceder el Tribunal a
decidir sobre los fundamentos de los motivos que los sustentan (artículos 454,
inciso 4º, 464 y 465 del Código Procesal Penal).
CAUSA 72.291
El recurso ha sido correctamente declarado admisible por el “a quo”, pues se
hallan cumplimentados la totalidad de los requisitos de impugnabilidad objetiva y
subjetiva que prevé nuestro ordenamiento adjetivo.
En primer lugar, debo recordar que la decisión jurisdiccional que deniega la
libertad condicional constituye sentencia equiparable a definitiva (conf. C.55.029,
“Metralla”, de fecha 09/05/2013, entre otras).
En segundo lugar que, si bien por principio general, no resultaría admisible el
recurso de casación contra aquellas resoluciones en donde se encuentran
asegurados tanto el derecho al recurso como la garantía del doble conforme (tal el
caso de autos), he sostenido que existen algunos motivos excepcionales que
13
autorizan a este órgano a la revisión de aquellos casos.
Oportunamente afirmé que cabe apartarse del principio general supra mencionado,
cuando se adviertan circunstancias de gravedad institucional, arbitrariedad o en
todos aquellos casos en donde la índole de las cuestiones traídas a conocimiento
involucren un serio riesgo para la vida o la salud de las personas detenidas, como
así también, en cuanto se avizore un menoscabo directo a la dignidad humana de
imposible o insuficiente reparación ulterior.
Por último, referí que cuando la índole de los agravios materializados en dicha
impugnación hagan necesaria la intervención de esta sede como Tribunal
intermedio, conforme a la doctrina sustentada por la Corte Federal en los casos
“Strada” y “Di Mascio” (fallos: 308:490; 311:2478), siempre que se encuentren
cumplimentadas la totalidad de las exigencias que la introducción de una cuestión
federal requiere.
En esta inteligencia, considero que en la presente se configura una de aquellas
excepciones, por lo que el remedio casatorial resulta admisible.
En efecto advierto que las razones que invoca el “a quo”, como obstativas de la
procedencia de la libertad asistida, resultan portadoras del vicio de la
arbitrariedad, ello en tanto la Cámara ha exigido al condenado el cumplimiento de
requerimientos que no se muestran como indicadores para un rechazo del instituto
previsto por el art. 104 de la ley 12.256, lo cual amerita ingresar al tratamiento del
fondo de la cuestión, a fin de preservar el derecho de defensa en juicio del
encartado, configurándose, así también, una clara cuestión federal (art. 18 de la
Constitución Nacional, 8 de la Convención Americana de Derechos Humanos, 15 de
la Constitución Provincial, 14 de la ley 48 y 1 del C.P.P.).
CAUSA 71.189 (salidas transitorias denegadas en ambas instancias deptales.)
La decisión jurisdiccional que deniega las salidas transitorias constituye sentencia
equiparable a definitiva.
En segundo lugar que, si bien por principio general, no resultaría admisible el
recurso de casación contra aquellas resoluciones en donde se encuentran
asegurados tanto el derecho al recurso como la garantía del doble conforme (tal el
caso de autos), he sostenido que existen algunos motivos excepcionales que
autorizan a este órgano a la revisión de aquellos casos.
Oportunamente afirmé que cabe apartarse del principio general supra mencionado,
cuando se adviertan circunstancias de gravedad institucional, arbitrariedad o en
todos aquellos casos en donde la índole de las cuestiones traídas a conocimiento
14
P ROV I NC IA D E B U E N O S A IR E S
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DEFENSORÍA DE CASACIÓN
involucren un serio riesgo para la vida o la salud de las personas detenidas, como
así también, en cuanto se avizore un menoscabo directo a la dignidad humana de
imposible o insuficiente reparación ulterior.
Por último, referí que cuando la índole de los agravios materializados en dicha
impugnación hagan necesaria la intervención de esta sede como Tribunal
intermedio, conforme a la doctrina sustentada por la Corte Federal en los casos
“Strada” y “Di Mascio” (fallos: 308:490; 311:2478), siempre que se encuentren
cumplimentadas la totalidad de las exigencias que la introducción de una cuestión
federal requiere.
En esta inteligencia, considero que en la presente se configura una de aquellas
excepciones, por lo que el remedio casatorial resulta admisible.
SALA 6
CAUSA 72.070 (en el caso se plantea inconstitucionalidad de una norma)
Podrá interponerse recurso de casación contra los autos dictados por la Alzada
departamental cuando denieguen la libertad personal, incluso en la etapa de
ejecución.
El objetivo es garantizar el derecho al recurso en casos donde la libertad personal
es denegada por primera vez por la Cámara y admitir su tratamiento, pese a que
dicho derecho haya sido ejercido y exista doble conformidad judicial –como ocurre
en autos-, cuando se verifique una situación de gravedad institucional o concurra
alguna cuestión constitucional que posibilite la apertura de la instancia
extraordinaria federal (ver Sala VI, c. 54.752, rta. 13 de noviembre de 2012, Sala II,
c. 36.257, rta. 1 de septiembre de 2009 y Sala III, c. 40.814, rta. 18 de marzo de
2010, e. o.).
La Corte Suprema de Justicia de la Nación y la Corte Interamericana de Derechos
Humanos han realizado un desarrollo conteste con lo expuesto atendiendo, en un
principio, a la sentencia condenatoria y, luego, a otros autos procesales relevantes.
En efecto, el control de los autos procesales relevantes que no constituyen
sentencia fue confiada tradicionalmente al recurso de apelación, el que satisface
con amplitud los requerimientos reclamados por aquéllos, extendiendo dicha
función al recurso de casación para circunstancias donde, por razones vinculadas al
estadio del procedimiento, aquél no lograba satisfacer la garantía en cuestión (cf.
Fallos 320:2326, 319:585, 321:3630, 322:3225 y 324:4076).
15
En su actual composición, la Corte Federal retornó al tradicional principio del
derecho constitucional argentino –cfr. Fallos 327:619, 327:3488, entre otros- según
el cual ningún tribunal de justicia puede negarse a examinar aquellas cuestiones
constitucionales que eventualmente podrían ser tratadas por el órgano a través del
recurso extraordinario y, consecuentemente, no son válidas las restricciones
procesales que impiden a las instancias anteriores cumplir esta obligación que
surge del artículo 31 CN (Fallos 33:162, 308:490 y 311:2478, entre otros).
La Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires, en forma
concordante, afirmó que debe darse respuesta a las eventuales cuestiones
federales que se susciten a fin de posibilitar el tránsito de la causa por las
instancias superiores locales, extendiendo los supuestos de admisibilidad del
recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley (Ac. 95.296, 4-XI-2006, 102.374,
28-IX-2011, Ac. 100.512, 31-X-2007; Ac. 101.795, 13-V-2009; 101.263, 17-VI-2009,
entre muchos otros).
La pretensión de innecesariedad que exista cuestión federal o gravedad
institucional para ingresar al tratamiento del recurso, cuando se encuentre
comprometida la libertad de una persona, introduce asimetrías difíciles de
justificar al sistema recursivo e invertiría el orden de prelación establecido por la
CIDH y la CSJN, al habilitar más oportunidades para impugnar ciertos autos
procesales importantes que las previstas para cuestionar la sentencia.
En este sentido, la Casación debe establecer si existe gravedad institucional, o
cuestión federal que habrá de ser examinada en la instancia extraordinaria, a tenor
de los requisitos previstos en el art. 14 de la Ley 48, en cuyo caso deberá atender
los motivos de agravio del recurso a fin de posibilitar su tránsito hacia el superior
tribunal de la causa.
Por eso, atendiendo únicamente las omisiones que pueden obedecer a la instancia
por la que se encuentra transitando el proceso, deben tenerse en consideración los
diversos requisitos que, conforme ha sido desarrollado por la Corte, hacen a la
admisibilidad formal de este remedio y que han sido sistematizados en la Acordada
nº 4 del 2007, a la que me remito en honor a la brevedad.
Fijadas las bases para el análisis, en primer lugar, entiendo que la recurrente no ha
conseguido demostrar que exista gravedad institucional en el caso, toda vez que no
se intenta explicar en que medida la controversia excede el interés individual y
atañe al de la colectividad (CSJN, Fallos 255:41; 290:266; 292:229; 293:504;
307:770; 292:229; 324:533, 317:1076), afecta la debida preservación de los
principios básicos de la Constitución Nacional (Fallos: 257: 132; 248:189; 260:114;
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DEFENSORÍA DE CASACIÓN
272:188, entre otros) o compromete el cumplimiento de tratados internacionales
(fallos 319:2411).
Del mismo modo advierto que, aunque el pronunciamiento cuestionado es
equiparable a sentencia definitiva y la defensa técnica ha denunciado la afectación
de principios constitucionales, no significa que haya una cuestión federal directa e
inmediatamente vinculada con los hechos debatidos que imponga la intervención
de esta sede (arts. 14 y 15 de la Ley 48, Fallos 310:1542 y 325:2129; y SCBA, P.
106.159, 2-III-2013).
Sin perjuicio de ello, en el caso, puede advertirse que concurre el requisito pues se
pone en cuestión la validez de una ley provincial bajo la pretensión de ser
repugnante a nuestro ordenamiento constitucional y la decisión recaída ha sido
favorable a su validez y contraria al derecho que la peticionaria pretende sustentar
en las normas de jerarquía supralegal invocadas (art. 14 inc. 2 de la Ley 48). Estas
circunstancias, a mi juicio, hacen necesario que este Tribunal supere los recaudos
formales frustratorios en pos de garantizar su adecuado tratamiento y tránsito
hacia su superior tribunal.
Vale decir que, en autos, concurren cuestiones excepcionales que ameritan la
intervención de la instancia casatoria (v. de esta Sala VI, c. n° 54.994, “González,
Esteban Ariel s/ hábeas corpus”, del 19 de octubre de 2012, reg. 1/12; c. n°
56.413, “Cardozo Pajón, Armando Antonio s/ hábeas corpus”, del 27 de diciembre
de 2012, reg. 48/12, entre muchos otros). (causa 72070 Sala VI Valdez Gastón
s/recurso de Casacion del día 10/12/15)
ADMISIBILIDAD RECURSO DE CASACION CONTRA RESOLUCIONES s/CÓMPUTO DE LA
PENA.
SALA 1
CAUSA 72.776
Si bien es cierto que la literalidad de la regla del art. 450 del rito no abarca
ordinariamente el supuesto bajo examen, no lo es menos que la naturaleza de la
decisión en crisis –en tanto se trata de resoluciones que denieguen o restrinjan la
libertad personal- debido a sus implicancias materiales deben, por un lado, estar
17
alcanzadas por el derecho al recurso consagrado en los artículos 8.2 h de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos y 14.5 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, que en opinión de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos se extiende a todos los autos procesales importantes (C.I.D.H.,
Informe Nro. 55/97, caso 11.137, considerando Nº 262), al mismo tiempo que a los
fines recursivos y bajo ciertas condiciones pueden ser estimadas como resoluciones
equiparables a sentencias definitivas a los fines de su admisibilidad en la instancia
casatoria.
Pese a la doble conformidad de las instancias locales y ante la eventual
prolongación ilegal de la privación de libertad del beneficiario de la petición,
derecho que merece tutela inmediata (Fallos 322:2080) se encuentra expedita la
jurisdicción de este Tribunal toda vez que el tiempo vivencial es insusceptible de
reparación integral ulterior, y su derecho se vería erosionado irremediable y
continuamente.
SALA 3
CAUSA 72.661
Las decisiones impugnadas pasan por alto la doctrina de Sala según la cual la
naturaleza administrativa del cómputo no hace cosa juzgada -y esto a propósito de
los errores que pudieran producirse en su realización-, además de mostrar un
excesivo apego a cuestiones formales que termina por desnaturalizar el derecho de
defensa del imputado, al hacerlo cargar con omisiones atribuibles al propio tribunal
de primera instancia que, no obstante unificar la pena impuesta a Marcelo Rojas en
la causa número 4525 con la impuesta en la causa número 3784 de su propio
registro, omitió considerar, al practicar el respectivo cómputo, que esta última era
también única, incluyendo la –igualmente unificada- aplicada en la causa número
1384/09 del Juzgado en lo Correccional número abarcativa, a su vez, de la
impuesta en las causas números 834, 1810 y 485 del Tribunal en lo Criminal número
1, en las que el condenado registraba tiempos de prisión cautelar computables que
se debieron certificar.
Tiene dicho desde antiguo la Corte Suprema de Justicia de la Nación que, en
materia criminal, en la que se encuentran en juego los derechos esenciales de la
libertad y el honor, deben extremarse los recaudos que garanticen plenamente el
ejercicio del derecho de defensa; importando la tutela de dicha garantía un
adecuado asesoramiento legal, que asegure la realidad sustancial de la defensa en
18
P ROV I NC IA D E B U E N O S A IR E S
MINISTERIO PÚBLICO
DEFENSORÍA DE CASACIÓN
juicio (Fallos, 5:459; 192:152 –LL, 26-133-; 237:158; 255:91, entre muchos otros).
Con lo expuesto, entonces, propongo al Acuerdo corresponde declarar procedente
el recurso de casación interpuesto, sin costas, y casar las resoluciones impugnadas
con devolución de las actuaciones al tribunal de primera instancia, a fin que
practique nuevo cómputo de la pena única impuesta a Marcelo Rojas que incluya
todos los tiempos de prisión preventiva computables (artículos 18 de la
Constitución Nacional; 24 del Código Penal; 450, 461, 465, 500, 530 y 531 del
Código Procesal Penal).
SALA 4
CAUSA 70.213
El recurso ha sido interpuesto en tiempo y forma, en los términos de los artículos
421 y 451 del C.P.P. Asimismo entiendo que el pronunciamiento sobre el cómputo de
pena es resolución equiparable a sentencia definitiva, dado que ella es apta para
modificar el contenido de la condena oportunamente aplicada, por lo que cabe
atribuirle carácter de sentencia definitiva en el marco de las previsiones del art.
450 del C.P.P. (conf. precedentes de la S.C.B.A. en causas P. 42080, P. 59997, P.
60429, entre otras).
SALA 5
CAUSA 68.190
Tratándose la resolución impugnada de un cómputo de pena, que fija sus alcances
concretos y constituye una parte accesoria del fallo de condena, al poner fin a la
discusión sobre el modo de contabilizar el tiempo que insumirá la ejecución de la
sanción impuesta, resulta complementaria de una sentencia condenatoria criminal
y, por ende, encuadra dentro de los márgenes del primer párrafo del artículo 450
del C.P.P. (v. de este Sala, c. N° 57.777, “Giménez, Helvio Ramón s/ Recurso de
Queja”, sent. del 20 de diciembre de 2013, reg. 647/13).
En el mismo sentido, la SCBA ha resuelto que “la sentencia que decide sobre el
cómputo de pena es equiparable a sentencia definitiva […] desde que, integrando
el proceso de ejecución de la sentencia y siendo posterior a ella, se agota en sí
misma terminando la causa y haciendo imposible su continuación” (cfr. P.105.638
sent. de 7-X-2009, Ac. 60.798, sent. del 17-X-1995, P. 62.754, sent. del 28-III-2001,
P. 86.333, sent. del 19-XI-2003; y RP 116.563 , sent. 07-III-2012, e/o.).
19
SALA 6
CAUSA 68.190
Tratándose la resolución impugnada de un cómputo de pena, que fija sus alcances
concretos y constituye una parte accesoria del fallo de condena, al poner fin a la
discusión sobre el modo de contabilizar el tiempo que insumirá la ejecución de la
sanción impuesta, resulta complementaria de una sentencia condenatoria criminal
y, por ende, encuadra dentro de los márgenes del primer párrafo del artículo 450
del C.P.P. (v. de este Sala, c. N° 57.777, “Giménez, Helvio Ramón s/ Recurso de
Queja”, sent. del 20 de diciembre de 2013, reg. 647/13).
En el mismo sentido, la SCBA ha resuelto que “la sentencia que decide sobre el
cómputo de pena es equiparable a sentencia definitiva […] desde que, integrando
el proceso de ejecución de la sentencia y siendo posterior a ella, se agota en sí
misma terminando la causa y haciendo imposible su continuación” (cfr. P.105.638
sent. de 7-X-2009, Ac. 60.798, sent. del 17-X-1995, P. 62.754, sent. del 28-III-2001,
P. 86.333, sent. del 19-XI-2003; y RP 116.563 , sent. 07-III-2012, e/o.).
* Actualización en materia de cómputo de pena
Se mantienen los criterios de las salas que permitían cómputos unificados, es decir
la posibilidad de reclamar en el computo el tiempo de privación de libertad sufrido
en procesos que concluyeron con sobreseimientos o absoluciones o se sufrió tiempo
demás en prisión preventiva
Se sigue resolviendo en favor de considerar -a los efectos del cómputo- las reglas
de la libertad como cumplimiento de pena
*CÓMPUTO DE PENA
Casos de libertad provisoria concedida en términos de libertad condicional, se
viene resolviendo que a los fines de la determinación de la fecha de vencimiento
de la misma, se debe descontar el tiempo en que el condenado transcurrió
excarcelado en términos de libertad condicional conforme a la Doctrina Legal del
caso P. 92.518 “Llabrès” de la SCBA2.
2
“Así las cosas, entiendo que el período de excarcelación cumplido por el imputado en términos de libertad
condicional, esto es, con la verificación ex ante de los requisitos legales (art. 13, párr. 1º, Cód. Penal) y con las consecuentes
condiciones fijadas para su curso (ib. art. 13, aps. 1 a 6), debe asimilarse al encarcelamiento preventivo en sentido estricto a
los fines del cómputo de pena previsto en el art. 24 del Código Penal.
Si bien el lapso de excarcelación en el supuesto de libertad condicional no aparece contemplado expresamente en
la regulación normativa como un caso asequible de cumplimiento de encierro preventivo al efecto del cálculo de pena (art. 24
en relación con el art. 5, C.P.), entiendo que a través de una interpretación analógica in bonam partem es posible arribar
20
P ROV I NC IA D E B U E N O S A IR E S
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DEFENSORÍA DE CASACIÓN
Reiterado en el 114.202, "Verdín, Alejandro Gabriel. Recurso extraordinario de
inaplicabilidad de ley del 30/09/14, en los mismo términos (con dictamen favorable
del Subprocurador):”...Si bien el lapso de excarcelación en el supuesto de libertad
condicional no aparece contemplado expresamente en la regulación normativa
como un caso asequible de cumplimiento de encierro preventivo a los efectos del
cálculo de pena (art. 24 en relación con el art. 5, C.P.), entiendo que a través de
una interpretación analógica in bonam partem es posible arribar a una solución
compensatoria con fundamento en un elemental principio de equidad (arts. 1, 18,
33 y 75 inc. 22, Const. nac.; 10, Const. Prov.). Las condiciones bajo las que se
concede una excarcelación de este tenor junto con el propio sometimiento al
proceso, importan de modo oblicuo una restricción a la libertad del imputado que,
aunque menos severa que el encierro cautelar stricto sensu, justifican equiparar el
tránsito de la libertad procesal bajo tales condicionamientos con el cumplimiento
de la prisión preventiva al que alude el art. 24 del Código Penal. La libertad
condicional es parte del tratamiento penitenciario dispensado a los condenados en
la última etapa de ejecución de la pena. Por el contrario, en la excarcelación bajo
la modalidad de libertad condicionada el beneficiario es un justiciable que goza de
la presunción de inocencia y, como tal, no debe hallarse sometido a tratamiento
penitenciario. De modo que si se le exige al imputado que cumpla con requisitos de
tipo resocializantes durante el tránsito de su excarcelación (ref. a las condiciones
fijadas en los aps. 1 a 6 del art. 13, C.P.), cuando, en términos generales, sólo cabe
establecer reservas mínimas tendientes a asegurar los fines del proceso (conf. arts.
179, 180 y concs., C.P.P.); como contrapartida y a fin de conjurar tal asimetría,
debe reconocerse que el tiempo de excarcelación transcurrido con sujeción a los
condicionamientos propios de la libertad condicional, resulta un período hábil a los
a una solución compensatoria con fundamento en un elemental principio de equidad (arts. 1, 18, 33 y 75 inc. 22,
Constitución nacional; 10, Constitución provincial).
Las condiciones bajo las que se concede una excarcelación de este tenor junto con el propio sometimiento al
proceso, importan de modo oblicuo una restricción a la libertad del imputado que, aunque menos severa que el encierro
cautelar stricto sensu, justifican equiparar el tránsito de la libertad procesal bajo tales condicionamientos con el cumplimiento
de la prisión preventiva al que alude el art. 24 del Código Penal.
La libertad condicional es parte del tratamiento penitenciario dispensado a los condenados en la última etapa de
ejecución de la pena. Por el contrario, en la excarcelación bajo la modalidad de libertad condicionada el beneficiario es un
justiciable que goza de la presunción de inocencia y, como tal, no debe hallarse sometido a tratamiento penitenciario.
De modo que si se le exige al imputado que cumpla con requisitos de tipo resocializantes durante el tránsito de su
excarcelación (ref. a las condiciones fijadas en los aps. 1 a 6 del art. 13, C.P.), cuando, en términos generales, sólo cabe
establecer reservas mínimas tendientes a asegurar los fines del proceso (cfr. arts. 179, 180 y concs., C.P.P.); como
contrapartida y a fin de conjurar tal asimetría, debe reconocerse que el tiempo de excarcelación transcurrido con sujeción a los
condicionamientos propios de la libertad condicional, resulta un período hábil a los fines del cómputo de pena previsto en el
art. 24 del Código Penal (del voto del Dr. Negri del 11 de marzo de 2009).
21
fines del cómputo de pena previsto en el art. 24 del Código Penal. En función de
todo lo dicho, corresponde casar el fallo impugnado y reenviarlo a la instancia de
origen para que dicte un nuevo cómputo de pena teniendo en cuenta a los efectos
del art. 24 del Código Penal el tiempo de excarcelación efectivamente transcurrido
en los términos de libertad condicional (arts. 169 inc. 10, C.P.P. y 13, C.P.) -art. 496
del Código Procesal Penal-.”
Este criterio se aplicó e/o en:
-Causa N° 49.893/ Sala I “Pacheco” Reg. n° 265 del 29.3.2012. -Causa N° 43.987/
Sala I “Guerra” Reg. n° 325 del 2.5.2012. (supuesto de pena única: en uno de los
procesos estuvo en libertad sometido a reglas de conducta) -Causa N° 49.386/ Sala
III “López” Reg. n° 1560 del 18.10.2012 -Causa N° 51.755/ Sala II “Neira” Reg. n°
1329 del 25.10.2012 -Causa N° 51.787/ Sala II “Ibáñez” Reg. n° 1521 del
29.11.2012, entre muchos otros -ver cuestiones de computohttp://www.defensapublica.org.ar/JURISDICCIONAL/Documentos_trabajo/Docume
nto_de_Trabajo_Cuestiones_del_c%c3%b3mputo_de_pena_2015.pdf
AHORA TAMBIEN, CON LA NUEVA COMPOSICIÓN DEL TRIBUNAL DE CASACIÓN
PENAL, SE LO HA HECHO EN LOS SIGUIENTES CASOS:
CAUSA 68.190 VELIZ HECTOR SALA VI (10/03/16) “Manteniendo la postura que la
Sala sostuvo en la causa nº 60.830, “Britez, Oscar Rolando s/recurso de casación”
que fue resuelta el pasado 31 de marzo de 2014, las condiciones impuestas en la
excarcelación se ajustan a las que corresponderían en caso de otorgársele la
libertad condicional, motivo por el cual, en resguardo del principio de igualdad se
impone acceder al reclamo propiciado y ordenar se practique un cómputo que
contemple el lapso en cuestión. Sumado a ello, no se encuentra acreditado que
Veliz no haya observado dichas obligaciones.”
CAUSA 72.879 ALBORNOZ BRIAN JEREMI SALA I (29/12/15) “Primeramente cabe
señalar que el tiempo en el que el procesado se halla sometido a una libertad
caucionada durante la sustanciación de la causa no es una detención ni una prisión
preventiva computable como pena según el art. 24 del Código Penal.
Mas, la liberación durante el trámite del pleito, cuando se otorga bajo las
condiciones establecidas en el art. 13 del Código Penal puede ser considerada, y así
lo solicita la defensa, como tiempo de cumplimiento de la libertad asistida, es
22
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DEFENSORÍA DE CASACIÓN
decir asimilada a dicha institución del derecho de fondo.
Conforme me expedí en otras oportunidades –ver causas 63.7533 “Fuentes
Guillermo”, 56.438 “Manrique Hidalgo Ismael Antonio”- entiendo que asiste razón
al recurrente, toda vez que al no existir normativa legal que contemple el supuesto
debe primar como pauta de interpretación el principio “pro homine” y el de
exégesis restrictiva de las normas penales (conf. Corte Suprema de Justicia de la
Nación in re “Acosta Alejandro Esteban”, Fallos 331:858).
3
Distinta discusión se plantea en lo que respecta al segundo lapso, en donde conforme el temperamento de la
Alzada no corresponde la aplicación de la citada norma (artículo 24 del Código Penal), en tanto “…En ninguna normativa de
fondo se dice que el tiempo en que el justiciable se encontrare “excarcelado” durante la sustanciación de su proceso, ha de
ser computado como cumplimiento de la pena….”(fs 3/vta.).
La cuestión trasunta por definir si una excarcelación otorgada y cumplida en los términos de la libertad asistida o
condicional (artículo 169 inciso 10 del C.P.P.) puede ser asimilada al cumplimiento de libertad asistida o condicional a los
fines del cómputo definitivo de pena.
De acuerdo me he expedido sobre la temática en causa número 56.438, caratulada “Manrique, Hidalgo Ismael
Antonio s/ recurso de casación”, sin perjuicio de que la respuesta podría inferirse ya de los propios términos en que se halla
planteada la cuestión, entiendo que al no existir normativa legal que contemple la solución a este supuesto, debe primar -por
imperio del principio pro homine y de exégesis restrictiva de las normas penales-, aquella interpretación legal que más
derechos acuerde al ser humano frente al poder estatal (conf. Corte Suprema de Justicia de la Nación in re “Acosta
Alejandro Esteban”, Fallos 331:858).
De tal modo, y tal como lo sostuvo la Defensora, entiendo que una excarcelación otorgada bajo los requisitos y
condiciones de la libertad condicional, debe ser equipada al cumplimiento de la libertad condicional propiamente dicha, con
todas sus consecuencias, y entre ellas -claro está- el cómputo definitivo de pena.
En otras palabras, si el procesado se hallaba en condiciones de obtener la libertad condicional, y por tal motivo se
le otorgó la excarcelación en tales términos y bajo las condiciones de dicho instituto, deviene acertado juzgar que el tiempo
en que estuvo sometido al referido régimen cautelar, sea computado como cumplimiento de pena.
De efectuarse una interpretación contraria, el imputado excarcelado en los términos de una libertad asistida o
condicional debería esperar a la firmeza de la sentencia para comenzar a cumplir pena bajo la modalidad de libertad asistida
o condicional, haciendo incierta su situación procesal, y supeditándola a los plazos recursivos (solución que propusieron los
Sres. Camaristas).
En miras de evitar esta consecuencia disvaliosa, el propio Código Penal previó en el artículo 27 que en los casos
de sentencias recurridas y confirmadas los plazos de la condena condicional se computen desde la fecha del
pronunciamiento originario, por lo que, también por interpretación analógica in bonam parte deviene aplicable la solución
que aquí propugno.
Por lo demás, aprecio que los Camaristas, al sostener que la situación llevada a su consideración por la parte,
difiere de la propuesta como parámetro (sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires -causa
P. 92.518 caratulada “Llabrés, Claudio Hernán, 11/03/09-) en tanto en el presente caso a Fuentes únicamente se le impuso
caución juratoria, hizo primar un criterio restrictivo y omitió tener en cuenta datos de suma relevancia.
Desde mi punto de vista, no debe pasar por alto que la pretensión medular del fallo reseñado es evitar asimetrías;
así bajo esta premisa la Cámara no se interesó en considerar la situación integral de Fuentes, esto es: la sentencia
condenatoria quedó firme después de transcurrido nueve años, tres meses y veinticuatro días desde el pronunciamiento
originario; además, la pena impuesta fue de cinco años de prisión y de acuerdo a los tiempos de detención contabilizados
en el cómputo de ley -siguiendo el temperamento de la Cámara- Fuentes estuvo privado de su libertad un tiempo total de
cuatro años, tres meses y veintinueve días, sanción que venció el 28 de mayo de 2013 y caducará el mismo día y mes del
2023.
Ciertamente, en el caso en trato, el excesivo tiempo que demoró la tramitación del proceso, no puede dejar de
considerarse como una pauta de significancia a la hora de dictar un pronunciamiento justo. Nótese que el período durante el
cual el condenado estuvo bajo el régimen excarcelatorio fue de aproximadamente diez meses y magüer la caución que se le
impusiera, por las consideraciones efectuadas, tal circunstancia no obtura la contemplación de dicho lapso en los términos
del artículo 24 del Código Penal.( SALA 1 CAUSA 62753 MARZO 2014 FUENTES GUILLERMO OSCAR)
23
excarcelaciones en términos de libertad asistida
También debe computarse el tiempo que el procesado permaneció sometido a
reglas de conducta al ser excarcelado en términos de libertad asistida u otra forma
de atenuación de la prisión preventiva:
En general el argumento viene siendo que:
“Si bien la libertad dispuesta como medida alternativa a la
prisión preventiva, en principio, no debe merituarse a los fines de la realización del
cómputo de pena, existen en el presente características que permiten resolver en
sentido contrario al indicado. Así, no puedo dejar de considerar que cuando el
imputado beneficiado con la excarcelación en tiempo de libertad condicional se
encuentra compelido al cumplimiento de obligaciones que restringen su libertad
física, la situación de hecho resulta similar a la de aquel que ha sido condenado y
sometido a las etapas que son inherentes al régimen de ejecución penal, en lo que
respecta a las limitaciones y obligaciones que implican una restricción a la libertad
física y locomotriz del sujeto. En virtud de lo reseñado, surgen claramente las
limitaciones imperantes en la libertad concedida al imputado quien debe mantener
un domicilio, notificar en caso de cambio del mismo o si debe ausentarse por un
tiempo determinado, como así también la continuidad de sometimiento al proceso
hasta tanto adquiera firmeza la condena que ya le ha sido impuesta, razón por la
que no advierto motivo alguno para impedir el cómputo del período sustanciado
como encierro cautelar en los casos como el presente. Sobreabundando, destaco
que si bien resulta evidente que ninguna medida alternativa a la prisión preventiva
resulta más gravosa, intensa e intimidante para el justiciable que la privación de la
libertad en sí misma, no menos cierto es que, en casos como el presente, las
obligaciones dispuestas en el marco del beneficio concedido, importan un
menoscabo al bien jurídico mencionado que, aunque menor, no deja de resultar
significativo para quien lo padece, sumado a que sería el resultado del ejercicio de
un derecho –de apelar su sentencia- lo que le impediría el goce del beneficio.(TCP
24/06/14 Sala III causa N° 17.913 (Registro de Presidencia Nº 59.698 caratulada
“Valdéz, Andrés Alejandro, s/ recurso de queja).
En el mismo sentido encontramos las resoluciones de:
-CAUSA N° 59.459/ SALA IV “Lenon” Reg. 72 del 20.2.2014.
-CAUSA N° 58.902/ SALA V “Figueroa” Reg. 85 del 25.2.2014 (de recomendable
24
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atención sobre fin preventivo especial y posibilidad de demostración -por parte
del procesado- que torna innecesaria la efectiva aplicación de la sanción penal)
-CAUSA N° 60.830/ SALA VI “Britez” Reg. 159 del 31.3.2014. -Causa N° 49.569/ Sala
I “Porcio” Reg. N° 316 del 26.4.2012.-Causa N° 56.438/ Sala I “Manriquez” Reg. N°
276 del 14.5.2013.-Causa N° 60.653/ Sala IV “González” Reg. N° 207 del 15.4.2014.
-Causa N° 61.139/ Sala IV “Figueredo” Reg. N° 217 del 22.4.2014.
En el caso de alternativas a la prisión preventiva: Causa N° 60.081/ Sala IV
“Barrios” Reg. N° 143 del 19.3.2014.
AHORA REITERADO EN LOS CASOS:
* 70.949 “PORTILLO” DEL 01/12/15 SALA QUINTA
La defensa sostiene que una excarcelación otorgada bajo requisitos y condiciones
de la libertad asistida, debe ser equiparada al cumplimiento de la libertad asistida
propiamente dicha, con todas sus consecuencias, y entre ellas el cómputo
definitivo de pena. Por lo que, habiéndose acreditado que Portillo cumplió
debidamente con las reglas de conducta que se le impusieran al tiempo de
concedérsele el beneficio, corresponde concluir que el tiempo que estuvo sometido
su asistido al referido régimen cautelar, sea computado como cumplimiento de
pena.
Es que no puede dejar de advertirse que las condiciones bajo las cuales se
conceden dichas excarcelaciones equiparan, en la situación fáctica, la posición del
imputado excarcelado con la del condenado beneficiado por el instituto de la
libertad asistida, a raíz de que en ambos casos la libertad ambulatoria se halla
restringida al cumplimiento de las condiciones que el juez otorgante haya impuesto
en el caso concreto, incluso cuando no sean más que las obligaciones propias de tal
instituto.
Tampoco se debe cargar a la cuenta del encausado, en definitiva, las demoras de la
administración de justicia en el pronunciamiento de una sentencia definitiva, lo
cual cae, pura y exclusivamente, bajo la órbita del Estado y no del justiciable.
Pues bien, pese a presumirse inocente, es claro que el encartado beneficiado con
la excarcelación, en razón de alcanzar el plazo previsto en el art. 104 del digesto
de fondo para obtener la libertad asistida, no se encuentra plenamente “libre”,
desde que se halla sometido a la tramitación del proceso penal, el cual suele durar
25
años, tal como es de público y notorio conocimiento, en cuyo marco debe cumplir
ciertas obligaciones para mantener dicho estado fáctico de libertad locomotiva,
como, por ejemplo, fijar su domicilio y/o notificar todo cambio del mismo a la
autoridad judicial, no ausentarse del mismo por más de 24 horas, comparecer ante
las citaciones que se le cursen –art. 179 del ceremonial-, ello sin perjuicio de las
eventuales condiciones que el magistrado de grado fije conforme a sus facultades
(art. 180 del ceremonial, en su resultado, análogo a las condiciones del art. 13 del
C.P), lo cual torna evidente que, tal como se expresa in re “Llabrés”, las
situaciones del condenado liberado condicionalmente y del procesado excarcelado
en los términos del art. 169 inc. 10 del ritual se encuentran, en sus efectos
fácticos, equiparadas.
Esta equivalencia material de las situaciones procesales permite efectuar una
interpretación analógica de la ley penal, puntualmente del art. 16 del digesto
sustantivo, referente al cumplimiento de la pena en libertad condicional y su
eventual incorporación, conforme a lo expuesto, a la forma de realizarse el
cómputo de pena, de acuerdo con el art. 24 del mismo cuaderno de fondo.
En tal inteligencia, el art. 16 del Código Penal establece que, una vez transcurrido
el término de la pena, encontrándose el condenado gozando de su libertad
condicional, dicha pena se extingue, siempre que el beneficio no haya sido
revocado.
El espíritu de la norma se encamina, conforme a una finalidad vinculada a la
prevención especial positiva, a considerar innecesaria la efectiva ejecución penal,
en lo que hace al fáctico cumplimiento del remanente de la concreta pena
privativa de la libertad, a raíz de que el condenado ha demostrado, con su obrar
conforme a las condiciones impuestas, que la privación de la libertad deviene en
innecesaria en el caso concreto.
Desde el puro e hipotético deber ser, si la pena, bajo criterios preventivos, se
justifica en la readaptación del reo para el medio libre (art. 5.6 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos), es lógico que la aplicación de la sanción
penal se considere obsoleta, allí cuando el delincuente demuestre una falta de
necesidad preventivo-especial positiva, en el marco del goce de su libertad
ambulatoria, cumpliendo con las condiciones impuestas en el auto de libertad, en
el sentido de que obrará conforme a derecho, y esto aun cuando lo haga en el
marco de una excarcelación.
Y es que aplicar mecánicamente la pena en estos casos finalizaría justificando la
misma en la lisa y llana desobediencia a la ley, más es claro que el art. 16 del
26
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digesto de fondo no tiene en miras solo tal infracción a la norma, sino también, y
fundamentalmente, la empírica recuperación del condenado para el medio libre.
Pues bien, es evidente que, por la equiparación fáctica de las situaciones
reseñadas, el encartado que ha gozado de su excarcelación y ha mostrado un
comportamiento
procesal
respetuoso
de
las
condiciones
impuestas
bajo
apercibimiento de revocar el beneficio, ha probado, si se quiere anticipadamente,
que la aplicación de la ley penal, en lo que se refiere a su total cumplimiento, se
muestra inadecuada e innecesaria preventivamente.
En tal inteligencia, se torna evidente que, si nadie dudaría de computar los días
que el condenado ha permanecido en libertad asistida como tiempo de detención,
lo cual se debe incluir en el cómputo de pena, conforme la consecuencia que
emana del art. 16 del C.P, en lo que a la extinción de la pena se refiere, siendo
entonces equiparable la situación del excarcelado, se impone, tal como expuso el
Dr. Negri, y en razón del principio de equidad, aplicar analógicamente el art. 16 del
digesto sustantivo a la situación del condenado de autos, pese a que, en
oportunidad de gozar de su excarcelación, revestía la calidad de imputado, desde
que las demoras producidas en la investigación no le resultan imputables a su
persona.
Vale traer a colación lo expuesto por el distinguido Dr. Negri, cuando expresó, en el
precedente citado, que “…de modo que si se le exige al imputado que cumpla con
requisitos de tipo resocializantes durante el tránsito de su excarcelación (ref. a las
condiciones fijadas en los aps. 1 a 6 del art. 13, C.P.), cuando, en términos
generales, sólo cabe establecer reservas mínimas tendientes a asegurar los fines
del proceso (cfr. arts. 179, 180 y concs., C.P.P.); como contrapartida y a fin de
conjurar tal asimetría, debe reconocerse que el tiempo de excarcelación
transcurrido con sujeción a los condicionamientos propios de la libertad
condicional, resulta un período hábil a los fines del cómputo de pena previsto en el
art. 24 del Código Penal…”.
La solución propuesta no aparece como contraria a la prohibición de analogía, en
razón de que, en las consecuencias del razonamiento efectuado por el suscripto, se
beneficia al justiciable, no alterando en absoluto la escala penal establecida para
el delito por el cual resultó condenado, de lo que se concluye que no se produce
una invasión de facultades del legislador.
En apoyo de tal solución analógica, cabe advertir que en el precedente antes
27
comentado, “Llabrés”, también se ha pronunciado el superior a favor de tal
aplicación por analogía, fundado en razones de equidad.
Finalmente, es claro que la Cámara se ha pronunciado en forma contraria a la
doctrina legal emanada del superior tribunal de esta provincia, sin que sus
fundamentos alcancen a contrariar, en su argumentación, tal precedente.
*CAUSA 72.879 ALBORNOZ SALA 1 : en autos el imputado el 4 de septiembre del
año 2012 fue detenido en estas actuaciones y resultó excarcelado, en el marco de
lo dispuesto por el art. 169 inc. 10 del C.P.P., el día 27 de octubre de 2014
En el caso se le impusieron condiciones especiales como la de realizar un
tratamiento terapéutico –el que llevó adelante-; más las de concurrir al Patronato
de Liberados, mantener domicilio y trabajo.
Primeramente cabe señalar que el tiempo en el que el procesado se halla sometido
a una libertad caucionada durante la sustanciación de la causa no es una detención
ni una prisión preventiva computable como pena según el art. 24 del Código Penal.
Mas, la liberación durante el trámite del pleito, cuando se otorga bajo las
condiciones establecidas en el art. 13 del Código Penal puede ser considerada, y así
lo solicita la defensa, como tiempo de cumplimiento de la libertad asistida, es
decir asimilada a dicha institución del derecho de fondo.
Conforme me expedí en otras oportunidades –ver causas 63.753 “Fuentes
Guillermo”, 56.438 “Manrique Hidalgo Ismael Antonio”- entiendo que asiste razón
al recurrente, toda vez que al no existir normativa legal que contemple el supuesto
debe primar como pauta de interpretación el principio “pro homine” y el de
exégesis restrictiva de las normas penales (conf. Corte Suprema de Justicia de la
Nación in re “Acosta Alejandro Esteban”, Fallos 331:858).
Por ello, y en virtud de la duración de este proceso (iniciado en 4 de septiembre
del año 2012; sentencia condenatoria firme el 7 de mayo de 2015) no sólo el
encierro efectivo en calidad de procesado en una institución penitenciaria sino
también el plazo transitado en libertad condicionada abona para el cómputo del
art. 24 del CP.
Entenderlo así constituye una manera de mermar las consecuencias disvaliosas que
derivan del sometimiento prolongado a un enjuiciamiento penal (Pacto de San José
de Costa Rica, arts. 7.5 y 8.1 y Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
de la O.N.U., art. 14 y Causa N° 72.879 caratulada “ALBORNOZ BRIAN JEREMI
S/RECURSO DE CASACION”, del 29/12/15)
28
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*La consideración de la privación de libertad en procesos anteriores donde
medió absolución, sobreseimiento y/o prisión preventiva superior al tiempo de
la pena finalmente establecida luego de agotadas las instancias revisoras.
Fundamentos: principio Pro homine, pro dignidad humana, última ratio del
derecho penal e irracionalidad mínima.
Los casos fueron resueltos sobre la idea que el activismo judicial tiene que
componer el ordenamiento jurídico tras el objetivo constitucional de afianzar la
justicia.
Cuando una persona es detenida “por dos o más delitos, por el mismo o diferentes
Tribunales, y resulta condenado por uno o unos y absuelto del o los restantes, el
tiempo de prisión preventiva sufrida por todos o por alguno o algunos de ellos,
debe computarse en la pena impuesta, incluso cuando haya sufrido la prisión
preventiva por un delito del que resultase absuelto." (Zaffaroni, Eugenio R., Alagia
y Slokar; "Manual de Derecho Penal", Editorial Ediar, Buenos Aires, Argentina, pág.
942, apartado 3).Respuestas del Tribunal de Casación: resulta de plena lógica desde el Estado
compensar, ante un nuevo caso que implique cumplir una pena, el tiempo
efectivamente sufrido en prisión preventiva anterior donde mediara absolución.
Recientemente la idea se reforzó del modo siguiente: “...Entiendo que esta
situación, contemplada específicamente en algunos derechos extranjeros como en
el italiano (art. 657 del C.P.P.), debe ser acogida en nuestro sistema a través del
activismo judicial, esto es, la co-construcción del ordenamiento jurídico vivo por
parte de los operadores del sistema, haciendo frente a las necesidades que crea el
imperativo constitucional –insoslayable y omnipresente- de “afianzar justicia”. La
creación pretoriana en esta Sede de una acción originaria de hábeas corpus para
actuar en los casos en que los medios ordinarios rectamente empleados, no han
podido restablecer la legalidad es, por cierto, cabal ejemplo de ese temperamento
que adopto entusiasmado.” (58.392 de este Tribunal, caratulada “RAMIREZ, Héctor
David s/ Recurso de Casación" Septiembre de 2014).-
29
También se resolvió de este modo en Causa N° 49.286/ Sala I “Ramírez López” Reg.
N° 145 del 18.2.2013 (con cita de los antecedentes de la sala I, en causa nº 44.029
“Beisega” del 19.11.2011 y nº 29.803 “Carbonell” del 26.10.2011).
-En el mismo sentido, aplicando el alcance del art. 477 del CPPBB, según la CSJN.
CAUSA nº 56.138/Sala I “Saldías” Reg. nº 73 del 26.2.2013
-También se tomó en cuenta el tiempo sufrido en prisión preventiva -a los efectos
del cómputo de una pena de efectivo cumplimiento a la postre modificada a una de
ejecución condicional- para tener por no pronunciada con referencia a la duración
irrazonable del proceso (alcance del art. 27 CP). Causa nº 60.862/Sala VI “Canedo”
Reg. nº 177 del 31.3.2014.AHORA EN LA CAUSA 72.776 LIZONDO NESTOR DE LA SALA 1, sentencia del
03/12/15 se dice:
Las obligaciones asumidas por el Estado Nacional frente a la comunidad
internacional mediante los instrumentos de Derechos Humanos (ubicados en la
cúspide del ordenamiento jurídico patrio), impone a todos los organismos actuantes
el máximo de diligencia en la evitación de actos lesivos, y en caso de haber tenido
lugar, a su cesación y condigna reparación; al mismo tiempo compele a la remoción
de los obstáculos que impidan su realización.
En ese sentido se encuentra vedado por imperio del principio pro homine o pro
persona, echar mano de la normativa interna (eventualmente carente de la debida
adecuación) para interferir en la plena operatividad de los derechos consagrados en
los tratados referidos. Lo expresado tiene recepción en el art. 5.2 del PDCyP y de
ello ha tomado razón en forma constante el máximo tribunal de la Nación por vía
de los arts. 26 y 27 de la Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados (v.g.
“Ekmedjian c/ Sofovich”).
Más allá de otras consideraciones posibles (producto de un delito o del
acaecimiento de un mero error judicial, o situación equiparable a éste) lo concreto
es que todo individuo tiene derecho a no ser detenido o sometido a prisión
arbitrariamente (arts. 7.3 de la CADH y 9.1 del PIDCyP) y que en caso de haber
sufrido ese menoscabo tiene derecho a una reparación (art. 9.5 ídem). En el mismo
sentido la CADH en su art. 10 prevé el supuesto de condena por sentencia firme por
error judicial, lo cual a fortiori y principio de progresividad mediante puede y debe
traspolarse a la hipótesis de medidas cautelares detentivas.
30
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La reparación aludida puede asumir la forma de indemnización económica (como la
del art. 477 CPP) pero nada impide que atendiendo a la índole de la lesión sea
también evaluable la compensación en términos de mayor equivalencia, es decir,
en tiempo vivencial toda vez que lo que se puso en crisis –en este caso- ha sido el
plazo razonable de detención preventiva (9.3 PIDCyP y 7.5 CADH).
Lo cierto es que, el sobreseimiento o la absolución posterior del procesado no
convierte automáticamente en ilegítima la prisión preventiva dispuesta en el curso
del proceso en cuestión, pero no menos cierto es que ella importó un sufrimiento
para el encausado, y que el Estado debe reparar, o en su defecto y dadas las
circunstancias y particularidades del caso se debe compensar.
Como bien señala el defensor de instancia y rescata en su voto el vocal que encarna
la minoría de la resolución de primera instancia, resulta ilógico que una persona
absuelta o sobreseído sea privada de que se le compute el período de encierro a su
favor, cuando de haber sido declarada culpable, le sería computado. Ello contraría
los principios “pro homine” “dignidad humana”, “ultima ratio del derecho penal” e
“irracionalidad mínima”.
Agrego ahora, además, que la compensación no es sólo un instituto civil y que contrariamente a lo que se propugna- nada impide el razonamiento analógico a
favor del imputado en materia penal.
En cuanto al primer extremo basta con referirse al contenido textual del art. 116
del CP, inmutable desde su sanción.
A ello deben sumarse las consecuencias operativas de la omnipresente vigencia de
los Tratados Internacionales de Derechos Humanos integrantes de la cúspide del
orden jurídico patrio. Desde esta perspectiva no son neutras al momento de la
determinación judicial de la pena o la elucidación de la forma de ejecución
específica de la misma, ciertas circunstancias ajenas al hecho enjuiciado en sí
mismo y a las características de su autor (arts. 40 y 41 del CP). En esta inteligencia
me refiero a baremos para la evaluación de la culpabilidad como medida de la
sanción derivadas de lo que se ha dado en llamar en la Teoría del Delito como "pena
natural" o las consecuencias lesivas atribuibles al estado como incumplimientos a su
posición de garante de la indemnidad de las personas sometidas a su custodia, es
decir, las violaciones a los deberes de cuidado de la seguridad y la salud de los
internos de las unidades penitenciarias que acarrearen graves menoscabos de su
integridad aumentando injustamente el contenido gravoso del tratamiento
31
penitenciario legalmente previsto.
En cuanto a la prohibición de integración analógica de los institutos penales y tipos
específicos, cabe resaltar que ésta solamente opera vedando la posibilidad de
violación al principio de legalidad en su manifestación de la exigencia de ley cierta
y estricta (art. 18 de la CN; art. 9 de la CADH y 15 del PIDCyP). Nada impide la
interpretación sistemática de la normativa penal o procesal penal y su aplicación a
favor del justiciable. Así, por ejemplo, es señera la jurisprudencia que a partir de
las características de la figura de evasión (art. 280 CP) deriva analógicamente la
atipicidad de la desobediencia de la orden a la propia detención, extrañando esa
conducta del art. 239 CP (propuesta pretoriana receptada en varios proyectos de
reforma de la legislación penal a partir del anteproyecto del año 1960). Del mismo
modo, nada impide la excarcelación parcial del imputado en los términos de las
salidas transitorias al promediar su condena no firme, por la aplicación analógica
del instituto de la ley de ejecución penal para los condenados generando un
supuesto supernumerario del art. 169 CPP.
III.- Ahora bien, se nos presenta aquí la situación concreta de que Lizondo fue
condenado, por el hecho calificado como robo con homicidio calificado por el uso
de arma de fuego acaecido el 14/7/2006, a la pena de quince (15) años de prisión
por el Tribunal Criminal nº 5 del Departamento Judicial Quilmes por sentencia de
fecha 3/12/2010 (conf. resolución de fs. 18/28, concordante con la información
suministrada por el RUD).
Que ese monto fue reducido al de trece (13) años y diez (10) meses de prisión por
efecto del parcialmente exitoso recurso de casación resuelto por la Sala III del
Tribunal de Casación Penal de esta Provincia en causa n° 13942, Registro de
Presidencia
n°
47869,
caratulada
“Lizondo,
Néstor
Daniel,
s/recurso
de
casación” (reg. nº 77 de 13/2/2014).
Contra dicha decisión se encuentra pendiente el pronunciamiento de la Suprema
Corte de Justicia Provincial en el Recurso Extraordinario de Inaplicabilidad de Ley
incoado por la defensa.
En definitiva, la sentencia fue recurrida exclusivamente por la defensa y el tiempo
máximo de pena que deberá purgar Lizondo es el de trece (13) años y diez (10)
meses de prisión impuesto por la Sala III de este Tribunal de Casación.
Lleva detenido cautelarmente en estas actuaciones desde el mes de julio del año
2006 en forma ininterrumpida, algo más de nueve (9) años y tres (3) meses.
IV.- También sucede que el justiciable fue sometido a proceso por hechos anteriores
y en ellos ha sido desincriminado por sobreseimiento (por prescripción de la acción
32
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de algunos delitos) y absuelto por desistimiento de la acusación durante el debate
(en los otros).
Por este conjunto de ilicitudes permaneció en prisión preventiva un considerable
lapso que cesó el 25 de noviembre de 2005. Según la misma resolución en crisis,
ese tiempo asciende a un total de siete (7) años, un (1) mes y seis (6) días (fs. 36
del legajo).
V.- Para precisar el alcance de la propuesta efectuada en los antecedentes a los
que ya me referí en el apartado II y al mismo tiempo comprender los límites de la
exégesis es necesario recordar que cuando se trata de una relación concursal de
naturaleza real entre dos hechos objeto de persecución en distintos procesos,
corresponde un enjuiciamiento único, el que puede no haberse concretado en
función de diversas razones, correspondiendo, en definitiva, que esas plurales
persecuciones deban confluir a un pronunciamiento único, bajo las reglas del art.58
del C. Penal.
Entonces, si median hechos que en definitiva debieran integrar un proceso único,
corresponde computar a tenor del art. 24 del plexo penal de fondo todos los
tiempos de detención cautelar sufridos en relación a ese proceso "único", con
independencia que el imputado finalmente no fuera reprochado respecto de
algunas de las acusaciones. En este sentido, la imposibilidad de enjuiciamiento
único no puede cargarse a la cuenta del encausado.
Este ha sido a su vez un criterio compartido por nuestros colegas de la Casación
Federal (causas "Roa, Jorge A." Sala IV, rta 17/06/2008; "Caveda, Carlos Andrés,
Sala II rta el 28/04/2008 y "Silvero, Martín Omar, Sala II,rta. 7/10/2010).
VI.- Pero el caso en estudio describe una situación diferente. No nos encontramos
aquí con una violación a las reglas concursales por múltiple persecución penal
debida a razones ajenas al imputado.
De haber resultado condenado al supuesto se aplicaría el instituto de unificación de
penas (primer supuesto del art. 58 CP) y su consecuente sistema de acumulación
(conf. Sent. de causa nº 71.372 “GOMEZ EMILIANO GABRIEL O GOMEZ EMILIANO
JAVIER S/ RECURSO DE CASACION”, reg. 560 de 10/9/2015, entre otras).
Sin embargo, ese tiempo de prisión preventiva no se le computó “ya que no había
nada para unificar”, por lo que, en definitiva la absolución y el sobreseimiento lo
perjudicaron, situación que a todas luces deviene injusta y debe ser remediada de
alguna forma por la actividad jurisdiccional. Sentado todo ello, es dable advertir,
33
que si bien la prisión preventiva no importa una pena en sí, la misma goza de todos
sus efectos, siendo un verdadero encierro, más allá de su denominación.
Sea cual fuere la gravitación de todo o parte de ese tiempo en abono
compensatorio de la prisión preventiva sufrida en el proceso vigente, lo cierto es
que debe ser computado.
Si lo dicho es válido para el caso de un condenado a pena firme, con mucha mayor
razón debe ser evaluado en el cómputo provisorio para el análisis de la pervivencia
del peligro procesal de fuga -ya que dada la etapa procesal que se transita se ha
disipado la posibilidad de entorpecimiento probatorio- a los fines de analizar el
cese de la medida cautelar solicitado.
Lo dicho cobra mayor relevancia cuando aún haciendo caso omiso de ese tiempo el
imputado ha superado con holgura en esta misma causa los ocho (8) años, cinco (5)
meses y diez (10) días de prisión preventiva que lo colocan en condiciones
temporales de la excarcelación prevista en el inc. 10 del art. 169 CPP.
*VENCIMIENTO de la PENA FRENTE A SENTENCIAS QUE IMPONEN PRISIÒN
PERPETUA:
*sin declaración de reincidencia
CAUSA 73.799 DEL 18/2/16 VILLANUEVA DUARTE JAVIER SALA TERCERA
Tengo opinión comprometida en anteriores precedentes, y no encuentro motivos
para cambiar de criterio, en punto a que el tiempo de vencimiento de la pena
perpetua impuesta por sentencia no firme, a todo evento, no puede ser otro que el
fijado por los artículos 13 y 16 del Código Penal (en su versión según ley 25.892,
aplicable al caso por resultar más benigna) para la libertad condicional, esto es,
veinticinco años (sumando el plazo de veinte años exigido para obtener el beneficio
más los cinco restantes en que el condenado se encuentra sometido a las
condiciones de la soltura).
CAUSA 73.460 FERNANDEZ MIGUEL ANGEL SALA CUARTA DEL 08/03/16
EL RECURSO SE INTERPUSO PORQUE LA Sala Primera de la Excma. Cámara de
Apelación y Garantías en lo Penal de la citada departamental con fecha 19 de mayo
de 2.015, fundamentándose, en lo que aquí interesa en que “ la pena de prisión
perpetua debe tenerse por agotada con el cumplimiento del máximo legal de la
pena de prisión temporal, es decir, treinta y siete años y seis meses… ello es así,
toda vez que la reforma operada por la ley 23.077 introdujo al Código Penal el
34
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artículo 227 ter. que dispone que el máximo de la pena establecida para cualquier
delito será aumentada en un medio”
tiene dicho esta Sala que: “…el concepto de “perpetua” viene dado por el
Diccionario de la Real Academia Española como “Que dura y permanece para
siempre”. Este sería el punto de partida de la cuestión a elucidarse, mas en la
ciencia jurídica (a diferencia de las exactas), los términos poseen alcances
relativos, conforme las distintas alternativas que se plantean en el intrincado
complejo de normas que conforman el derecho positivo.
En el sistema penal argentino la perpetuidad de las penas no es tal “stricto
sensu”, resultando que las mismas si bien pueden ser indeterminadas, no son
infinitas y se extinguen, salvo supuestos de excepción, con la obtención de la
libertad condicional y el cumplimiento de las condiciones impuestas.
No obstante lo dicho, vista la redacción de la previsión de “perpetuidad” de la
pena, resulta imposible fijar de antemano la duración de la misma por su propia
naturaleza, no solamente porque lo perpetuo es, como dijera “supra”, lo que dura
para siempre, cualidad que lleva ínsita su inconmensurabilidad, sino, en especial,
por el régimen de cumplimiento que la torna variable. Pero al mismo tiempo, la
legislación determina que en la mayoría de los casos las penas perpetuas no
revistan tal carácter y, en cambio, tengan finalización.
A la vista de lo hasta aquí expuesto, en forma liminar podría decir que las penas
perpetuas tienen previsto su agotamiento a partir de la concesión de la libertad
condicional.
Es que, conforme lo expusiera, no sería posible formular un razonamiento que se
integre sistemáticamente con las disposiciones de la ley penal argentina si se parte
de la base que las penas perpetuas no terminan, pues, es la propia ley la que les
pone término.
El simple cotejo con la práctica y con la lectura de los textos legales revela que la
mayoría de las penas perpetuas se extinguen luego de obtenida la libertad
condicional y que el único obstáculo para que ello ocurra sería la reincidencia,
siendo que tal limitación es solo preliminar y no es lo que se verifica en la
aplicación del plexo normativo en forma armónica.
Ello así por cuanto existe la posibilidad de obtener la libertad condicional, si se
cumplen los requisitos establecidos en el art. 13 del Código Penal, transcurridos
treinta y cinco años de condena (con anterioridad a la sanción de la ley 25.892 era
35
de veinte años) o, de mediar reforma legislativa en el futuro que haga variar dicho
lapso en menos. Asimismo, la ley 24.660 que regula la ejecución de la pena
privativa de la libertad, permite por su artículo 17 la concesión de salidas
transitorias o la incorporación al régimen de la semilibertad al condenado a pena
perpetua que haya cumplido en detención quince años.
Y en la hipótesis de máxima prevista en el ordenamiento nacional, cuando se
impusiera la accesoria de reclusión por tiempo indeterminado contenida en el art.
52 del digesto de fondo (lo cual no se verifica en estos autos), la misma permite,
según lo norma el art. 53 del C.P., la obtención de una libertad que quedará sujeta
al cumplimiento de las condiciones que allí se establecen, transcurridos cinco años
más de los treinta y cinco (o veinte) años de prisión.
De otro lado, corresponde señalar que -con excepción de la prohibición expresa
contenida en el art. 37 de la Convención de los Derechos del Niño (Ley 23.849 BO
del 22/10/1990 -ADLA 1990- D, 3693)-, de las previsiones de los tratados
internacionales incorporados a la Constitución en virtud de lo dispuesto por el art.
75 inc. 22 C.N., no surge que aquéllas sean incompatibles con la aplicación de la
pena de prisión perpetua, dado que, si cumpliendo el recaudo de brindar una
potencial soltura, se permite válidamente aplicar la pena de prisión perpetua a un
menor de edad, con más razón, entiendo, no pugna con la normativa constitucional
que ella se vea conminada para el delincuente mayor cuando, como dije, no sólo
no existe norma alguna en el plexo constitucional que lo prohíba, sino que tampoco
surge implícita su contradicción con los derechos humanos que aquél tutela y
siempre que se respete -al igual que en el caso de aquellas temporalmente
determinadas- la integridad de la persona condenada (cfr. art. 5° de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, Pacto de San José de Costa Rica -ley 23.054,
BO del 27/3/1984 -ADLA 1984- B, 1250-; art. 5° de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos; arts. 7° y 10° del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos; arts. 11° y 16° de la Convención Contra la Tortura y otros Tratos o Penas
Crueles Inhumanos o Degradantes).
En este sentido, el Tribunal Constitucional Alemán al pronunciarse por la
constitucionalidad de la prisión perpetua impuso como límite que “En los
presupuestos del cumplimiento de una pena dentro del marco de la dignidad
humana, pertenece el que los condenados a prisión perpetua tengan al menos una
oportunidad de gozar de la libertad…el principio del Estado de Derecho ofrece los
36
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presupuestos bajo los cuales la ejecución de una pena de prisión perpetua puede
suspenderse,
así
como
para
reglamentar
el
proceso
aplicable
al
efecto” (Jurisprudencia del Tribunal Constitucional Federal Alemán. Extractos de
las sentencias más relevantes compiladas por Jürgen Schwabe”, Fundación KonradAdenahuer-
Stiftung
e.
B.,
2009;
p.
54,
en www.kas.d/rspla-
mex/es/publications/16817) .
En la misma línea se ha pronunciado el Tribunal Europeo de Derechos Humanos al
sostener en forma reiterada que las penas a perpetuidad no son contrarias a la
prohibición de tratos crueles, degradantes o inhumanos fijados por el art. 3 de la
Convención Europea de Derechos Humanos solo en la medida que admitan alguna
forma de libertad anticipada de modo que la sanción no sea irreducible sin otra
alternativa (T.E.D.H., causa “Kafkaris v. Cyprus –Application N° 21906/04). Ambas
citas han sido extraídas de la obra “Contra la prisión perpetua. Una visión histórica
y comparada de las penas a perpetuidad” de Mario A. Juliano y Fernando Avila, pág.
128).
Por otra parte, considero que las penas a prisión perpetua no obstan a la
resocialización del condenado, toda vez que del art. 1 de la ley 24.660 antes
citada, surge que "La ejecución de la pena privativa de libertad, en todas sus
modalidades, tiene por finalidad lograr que el condenado adquiera la capacidad de
comprender, y respetar la ley procurando su adecuada reinserción social,
promoviendo la comprensión y el apoyo de la sociedad". Así las cosas, se desprende
que durante el transcurso del tiempo en que el condenado permanezca privado de
su libertad, es función del Estado arbitrar todos los medios necesarios para lograr
esa finalidad; ya que tal como se expusiera más arriba, todo condenado a pena
privativa de la libertad cuenta con la posibilidad de recuperarla.
Tampoco se incumple con la aludida finalidad establecida por las normas
internacionales, la reforma y readaptación social del condenado (específicamente
artículo 5, inciso 6°, del Pacto de San José de Costa Rica y artículo 10, inciso 3°,
del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos antes citados) dado que esas
normas indican "...la finalidad 'esencial' que debe perseguir el Estado en el legítimo
ejercicio del 'ius punendi', cual es la 'reforma y readaptación social' de los
condenados; y si bien, de tal suerte, marcan una clara preferencia en torno a aquel
objetivo llamado de prevención especial -del que por los motivos que se verán más
adelante no resultan excluidos los condenados a prisión perpetua-, evidentemente
37
no obstaculizan otros fines que el legislador adopte, y que no se enfrenten a la
interdicción también prevista en nuestra Constitución Nacional de que las cárceles
sean para castigo” (en este sentido Carlos E. Colautti, 'Derechos Humanos', pág. 64,
Ed. Universidad, Buenos Aires, 1995).
Retomando el análisis que había comenzado líneas arriba y enlazando ello con los
presupuestos citados en los párrafos precedentes, sostengo que el sistema del
artículo 13 del Código Penal para la libertad condicional aparece íntimamente
relacionado con expresa mención a los máximos de las penas
divisibles, al
establecer como requisito para su procedencia el cumplimiento de una parte de la
condena (dos tercios en las penas que superen los tres años, y ocho meses o un año
en el caso de penas de prisión o reclusión de tres años o menores). Pero el
cumplimiento de las penas continúa en el régimen apuntado resultando que el
tiempo que se cumple la pena en libertad condicional, sumado al cumplimiento
efectivo previo, nunca resulta inferior al término de la condena.
En el mismo sentido, los efectos del goce de la libertad condicional entrañan la
extinción de la pena una vez transcurrido el término de la condena o cinco años
más en las perpetuas, según reza el artículo 16 del Código Penal, en caso de que el
beneficio no fuere revocado.
Si la libertad condicional es un derecho establecido a favor del condenado que
modifica la forma de cumplimiento de la pena, pero no permite su acortamiento,
no podría, entonces, sostenerse que pueda prolongar la duración de la condena sin
diferenciar su incidencia y hasta su finalidad respecto de las penas divisibles y las
perpetuas. La propia ley se encarga de ponerles un límite, en el primer caso,
coincidente con el término de la condena (lo cual revela que a los fines de la
extinción de la pena el cumplimiento efectivo o en libertad condicional tienen la
misma significación) y, en el segundo supuesto, fijando un límite concreto
necesario en función de la indeterminación de la pena perpetua de hasta cinco
años. Ello viene a reforzar el concepto expuesto párrafos arriba.
Si las penas divisibles se tienen por extinguidas cumpliendo una porción de ellas en
libertad condicional y, cuando ésta no se obtiene, resultan agotadas mediante su
cumplimiento efectivo, las perpetuas, que por ser indivisibles carecen de un
máximo y de un mínimo establecido y se imponen de manera indeterminada,
deberían mantener una correlación con aquéllas, indicativa de su forma de
extinción.
Ahora bien, tomando la antigua redacción del art. 13 del Código Penal (que es la
aplicable al caso en estudio), si el cumplimiento de veinte años de una pena
38
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perpetua más cinco en libertad condicional produce la extinción de la pena, podría
considerarse operado el mismo efecto extintivo si se cumplen veinticinco años de
prisión, desde que el encierro carcelario efectivo es la forma más incuestionable de
cumplir una pena, mientras que la libertad condicional sólo supone una forma más
atenuada de cumplimiento, equiparable por una previsión legal cuando se observan
determinadas condiciones.
Si partiendo de la naturaleza de la libertad condicional como forma de
cumplimiento de la pena no puede identificarse a la pena con el encierro, que sólo
es su manifestación más gravosa, característica primordial de las fases iniciales de
la ejecución, y si la libertad condicional no es una rectificación de la cuantía de la
condena, ni modifica la sentencia, ni es una parcial remisión a título de
recompensa, entonces, ¿por qué las penas perpetuas habrían de constituir una
excepción a la regla que le confiere el mismo poder extintivo al cumplimiento
efectivo de la pena bajo la forma de encierro?.
Por más que el interrogante configure un atractivo camino para la interpretación,
es la propia ley la que da una respuesta contraria en el artículo 13 del Código
Penal: La libertad condicional en las penas perpetuas puede obtenerse a los veinte
años (antes, ahora a los treinta y cinco) o un tiempo después -el necesario para que
el condenado cumpla con los requisitos de su otorgamiento-, pero en todos los
casos debe transcurrir un término de cinco años de cumplimiento del aludido
beneficio con el de las obligaciones impuestas que trae aparejado que no puede
contarse sino a partir de la obtención del mismo, del que no se descuenta la parte
de encarcelamiento efectivo que exceda los veinte años.
Aclarado, entonces, el punto de partida de mi análisis, pasaré a referirme ahora a
los fundamentos de la resolución impugnada y a la forma que considero correcta de
computar, en estos casos, la extinción de las penas perpetuas.
Visto lo hasta aquí desarrollado, es mi opinión que la pena perpetua es
indeterminada o, en el caso de la ley argentina, relativamente determinada,
aunque no susceptible de ser precisada temporalmente a través de un término fijo.
Esto se desprende claramente del artículo 16 del Código Penal, en la medida en
que subordina la extinción de las penas perpetuas a la concesión eventual de la
libertad condicional (reunidos los requisitos del artículo 13) y a su cumplimiento
satisfactorio durante cinco años.
Así las cosas, del juego de los artículos 13 y 16 del Código Penal, el mínimo posible
39
de duración de las penas perpetuas nunca podría ser inferior a veinticinco años
(veinte años de encierro más cinco de libertad condicional), mientras que la
relativa indeterminación de su monto máximo permite que éstas puedan,
eventualmente, superar las cifras máximas previstas para las penas divisibles, para
aquellos casos en los que el condenado no reúna los requisitos para obtener la
libertad condicional o bien que, luego de haber sido beneficiado con la misma, ésta
le fuere revocada, debiendo entonces reanudar el cumplimiento de su pena en
encierro.
Ya he expresado en forma precedente que el carácter indeterminado de la pena
perpetua, que es el que proviene de la imposibilidad de precisar su fecha de
extinción, resulta constitucional, siempre y cuando se le conceda a los condenados,
a su debido momento, la oportunidad de retornar al medio libre.
Así lo ha entendido implícitamente la Corte Suprema de Justicia de la Nación en los
autos “G. I., A. F. s/libertad condicional” (causa G. 239. XL, sentencia del 4 de
julio de 2006).
También resulta ilustrativa, acerca de la necesidad de otorgar a los condenados la
posibilidad de obtener la libertad en esa especie de pena, la opinión vertida por el
juez Fayt en el precedente “M., D. E. y otros s/recurso de hecho” (CSJN, causa M.
1022 XXXIX, sentencia del 7 de diciembre de 2005), en el que hace referencia
expresa al artículo 37 “a” de la Convención sobre los Derechos del Niño,
considerándolo aplicable, inclusive, a las personas mayores de dieciocho años.
La Suprema Corte de Justicia de esta provincia ha sostenido, en igual sentido,
que “impedir al condenado a prisión o reclusión perpetua y también declarado
reincidente, la posibilidad de acceder en algún momento a la libertad importa
negar (a través de una presunción iuris et de iure) que la ejecución de la pena
pueda surtir efecto resocializador -finalidad consagrada constitucionalmente- en la
persona del delincuente, impidiéndole absolutamente reintegrarse a la sociedad;
vulnerándose derechos fundamentales del ser humano” (SCJBA, P. 84.479: “G., A.
F.” s/homicidio y otros. Incidente de libertad condicional”, rta. 27/12/06).
Siempre debe quedar abierta una posibilidad de recuperación plena para la persona
que cumple una pena, de manera que ese cumplimiento no sea una consecuencia
indeleble en el resto de su vida.
La Comisión de la Cámara de Diputados remarcó el sentido que tiene la libertad
condicional el 9 de septiembre de 1921, al rechazar su supresión para la
reclusión perpetua que pretendía el Senado, señalando que “la libertad condicional
es un estímulo de buena conducta, un germen de enmienda, una prima ofrecida al
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delincuente arrepentido, y no conviene eliminar este poderoso resorte que influye
eficazmente en la conducta del condenado, durante el cumplimiento de la
pena” (Edición Oficial 611, citado en Zaffaroni, Eugenio R., “Tratado de Derecho
Penal”,T.V., p. 205).
Aceptada, de este modo, la validez de las penas perpetuas y sentada para su
constitucionalidad la necesidad de que los condenados a dicha especie de pena
puedan, a su debido momento, recobrar su libertad mediante el instituto de la
libertad condicional. Para ello estará sujeto al cumplimiento de todas las
condiciones que impone el artículo 13 del Código Penal (en su redacción anterior a
ley 25.892 B.O. 26/05/04) lo cual podrá surgir a partir de los 20 años, en fecha
indeterminada…” (Causas nros. 68.584 “ACUÑA, Jorge Adrián s/ Recurso de Queja
(art. 433 del C.P.P.)", reg. nro. 450, sent. del 6/08/2015; 55.997 “Muñoz”, reg. 62,
sent. 13/12/2012, entre otras).
En materia de pena perpetua con reincidencia teniamos que el vencimiento se
construye el límite de los 25 años, Giménez Ibáñez” de la CSJN y P. 84.479 de la
SCBA. 4
4
"El art. 18 de la C.N. prohíbe en forma expresa las penas que asumen el carácter de
tormentos y azotes. En función del art. 75 inc. 22 de la Const. Nac. está expresamente prohibida la tortura, no sólo en sentido
estricto, sino en sentido amplio, o sea cuando importe una pena 'un acto que inflinja intencionalmente a una persona dolores o
sufrimientos graves ya sea físicos o mentales, con el fin de castigarla por un acto que haya cometido o que se sospeche que
haya cometido'. Y aquí me detengo. No puede creerse en modo alguno que el principio republicano de gobierno (art. 1° de la
Const. Nac.) así como el de legalidad, humanidad (18 CN) y personalidad o trascendencia mínima, deban ser interpretados
como meras declaraciones o prohibiciones limitadas al sentido estricto enunciado, y caer en el absurdo como sería suponer
que el tormento y azotes no impide otras penas tan o más crueles o irracionales en concreta referencia a las penas realmente
perpetuas, como la presente. Se ha considerado que la pena privativa de la libertad realmente perpetua lesiona la
intangibilidad de la persona humana en razón de que genera graves de personalidad, incompatibles sin duda con al manda del
art. 18 de la Ley Fundamental.// Conforme al art. 10 fracción 3 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, el
régimen penitenciario consistirá en un tratamiento cuya finalidad esencial será la reforma y la readaptación de los penados, así
como la fracción 6° del art. 5° de la Convención [Americana sobre] Derechos Humanos, que establece que las penas
privativas de la libertad tendrán como finalidad esencial la reforma y readaptación social de los condenados, ambas incluidas a
la Norma Constitucional por imperio del art. 75 inc. 22. Vale decir, que la imposibilidad a la que hizo referencia el resolutorio en
crisis que niega toda posibilidad de reinserción social transgrede nuevamente la inteligencia de los objetivos constitucionales
de la ejecución penitenciaria.// Agrego también que la racionalidad no es sólo parte de la aplicación del quantum punitivo sino
también de la ejecución de ésta. Y aquí me detengo nuevamente. Hay una consecuencia de los principios de racionalidad y
humanidad de las penas. Toda pena importa una afectación a los derechos, que debe tener un límite temporal dentro del
sistema republicano, no siendo admisible que de un delito emerjan consecuencias jurídicas imborrables en al vida del sujeto.
De lo contrario, la ley estaría creando una capitis diminutio o muerte civil, con al consecuencia de que daría entonces lugar a la
creación de una categoría de ciudadanos degradados, marcados a perpetuidad, etigmatizados de por vida, para los cuales
sería imposible la rehabilitación civil. Esto es inadmisible incluso para los delitos más graves, cualquiera sea la teoría de la
pena que se sostenga puesto que por más grave que sea el delito siempre es indispensable prever un momento en el cuál
después del cumplimiento o extinción de la pena, la huella jurídica del delito se extinga definitivamente.// En distintas normas
el código penal prevé la finiquitud de la pena (sea que se extinga, art. 51 inc. 1°; la libertad condicional de la prisión perpetua a
los veinte años -art. 13-; plazo para la extinción de la pena -art. 65-, todas estas del código penal), pero en cualquiera de los
casos, la carencia de un límite legalmente establecido en forma expresa en la ley, obliga a deducirlo por imperio constitucional,
art. 1°, 18 de la Const. Nac., normas éstas ampliamente vulneradas en la resolución que se intenta impugnar.
41
Partimos de la base que en un estado de derecho las penas perpetuas en sentido
estricto -como consecuencia que acompaña de por vida al condenado- son
inconstitucionales (citó el art. 18 de la Constitución Nacional), por lo que resulta
indispensable en el caso establecer cuándo y bajo qué condiciones recupera su
libertad quien ha sido condenado a la pena de prisión perpetua con declaración de
reincidencia, pariendo de que la solución de ese supuesto no es expresamente dada
por la legislación de fondo.
Una interpretación armónica -y constitucionalmente admisible- de los arts. 13 y 53
del Código Penal: afirmó que a la luz del artículo 53 CP el condenado a prisión
perpetua en última condena con más la accesoria de reclusión por tiempo
indeterminado puede solicitar la libertad condicional una vez transcurridos 25 años
de prisión o reclusión, lo que -dijo- surge de sumar los 20 años a que refiere el
artículo 13 del CP mas otros 5 de cumplimiento de la pena accesoria prevista en el
art. 53 del CP.
Además aplicando el régimen del art. 53, de sumarse a los anteriores 25 años otros
5 de cumplimento en libertad condicional, la pena debía considerarse agotada a los
30 años.
Respuestas del Tribunal de Casación:
“los condenados a penas perpetuas que
sean reincidentes pueden obtener el beneficio de la libertad condicional al cumplir
25 años de reclusión o prisión y, a partir de ello, transcurrido el plazo de 5 años sin
que la libertad haya sido revocada, extinguir la pena por aplicación de lo dispuesto
por los arts. 13, 14, 16 y 53 del CP (vigentes al momento del hecho)”
-Causa nº 55.700/Sala V “Vázquez”. Reg. 458 del 3.10.2013.-Causa nº 38.699/Sala I “Coronel”. Reg. 1016 del 25.10.2012
-Causa nº 46.128/Sala I “Maidana”. Reg. 588 del 11.4.2013 (sin reincidencia).-
*EL CÓMPUTO DE PENA NO HACE COSA JUZGADA (cuando se perjudicó al
interesado)
CAUSA 72.661 SALA TERCERA 12/2/16 ROJAS MARCELO
Las decisiones impugnadas pasan por alto la doctrina de Sala según la cual la
naturaleza administrativa del cómputo no hace cosa juzgada -y esto a propósito de
los errores que pudieran producirse en su realización-, además de mostrar un
42
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excesivo apego a cuestiones formales que termina por desnaturalizar el derecho de
defensa del imputado, al hacerlo cargar con omisiones atribuibles al propio tribunal
de primera instancia que, no obstante unificar la pena impuesta a Marcelo Rojas en
la causa número 4525 con la impuesta en la causa número 3784 de su propio
registro, omitió considerar, al practicar el respectivo cómputo, que esta última era
también única, incluyendo la –igualmente unificada- aplicada en la causa número
1384/09 del Juzgado en lo Correccional número abarcativa, a su vez, de la
impuesta en las causas números 834, 1810 y 485 del Tribunal en lo Criminal número
1, en las que el condenado registraba tiempos de prisión cautelar computables que
se debieron certificar.
Tiene dicho desde antiguo la Corte Suprema de Justicia de la Nación que, en
materia criminal, en la que se encuentran en juego los derechos esenciales de la
libertad y el honor, deben extremarse los recaudos que garanticen plenamente el
ejercicio del derecho de defensa; importando la tutela de dicha garantía un
adecuado asesoramiento legal, que asegure la realidad sustancial de la defensa en
juicio (Fallos, 5:459; 192:152 –LL, 26-133-; 237:158; 255:91, entre muchos otros).
*ANALISIS DE LAS DENEGATORIAS EN LOS DISTINTOS REGIMENES EN LOS QUE SE
PUEDE INCLUIR AL CONDENADO.Como habitualmente las mismas se encuentran vinculados a la cuestión de falta de
tratamiento psicológico o de adicciones, valoración de sanciones disciplinarias de
antigua data o significándolas de manera excesiva, ausencia de actividad laboral o
educativa intramuros, ausencia de transito intramuros por regimenes mas flexibles
antes de la libertad, cuestiones basadas en declaraciones efectuadas por el
interesado en los informes psicológicos. Análisis de lo que debe entenderse por
cumplimiento regular de los reglamentos carcelarios. Algunas denegatorias tienen
que ver con el delito cometido y las prohibiciones de la ley 12256 y por la supuesta
inconstitucionalidad -en perjuicio del condenado- del art 104 ley 12256
*La denegatoria fundada en calidad del delito cometido (art 14 2da parte CP).La restricción para acceder al beneficio, basada exclusivamente en que el delito
por el que Améndola fue condenado, con independencia de la regular observancia
43
de los reglamentos carcelarios, constituye una reglamentación irrazonable que
violenta el principio de igualdad ante la ley, la finalidad de resocialización de la
pena y el régimen de progresividad (artículos 16 y 18 de la Constitución Nacional; 7
de la D.U.D.H.; 5.6 de la C.A.D.H.; 10.2.b) y 26 del P.I.D.Cy P.).
El sistema carcelario debe ser, por manda constitucional, para seguridad y
reeducación –y no para castigo- de las personas incluidas en sus establecimientos.
Así, el régimen penitenciario progresivo aparece como un derecho que debe ser
reconocido a todos los penados.
La reinserción social es el principio que debe guiar la ejecución de la pena y, en
consecuencia, la intensidad del castigo impuesto debe ir disminuyendo a fin de
permitirle al penado tomar contacto en forma paulatina con la sociedad libre, por
lo que pretender excluir de los egresos anticipados a Matías Ezequiel Améndola
únicamente a partir del delito cometido, repugna el principio de igualdad ante la
ley 25.892 ( artículos 8 inciso 2.h. de la C.A.D.H.; 450, 451, 465, 530 y 531 del
C.P.P.) (sala 3 causa número 72.477 caratulada “Améndola, Matías Ezequiel s/
recurso de casación” 03/03/16).
*La condición de reincidente no declarada.
Entiendo que la potestad para declarar la reincidencia sólo puede ser ejercida por
el tribunal que resulte competente para dictar sentencia definitiva en la causa, y
mientras se encuentre en ejercicio de esa competencia (artículo 18 de la
Constitución Nacional). Y así, la falta de la declaración de reincidencia en tiempo
oportuno (sentencia condenatoria) obsta a su consideración por la Cámara de
Apelación o por el Juez de Ejecución, quienes deben circunscribir su actuación al
contenido de la sentencia existente. De otra forma, se estaría violentando el
debido proceso legal (artículo 18 de la Constitución Nacional).
Por lo expuesto corresponde, y así lo propongo al Acuerdo, declarar admisible la
queja y procedente el recurso de casación interpuesto, sin costas, devolviendo
jurisdicción a la Cámara de Apelación y Garantías para el dictado de un nuevo
pronunciamiento acorde a lo aquí resuelto
(SALA 3 causa número 71.513
caratulada “Luís, Sergio Aníbal s/ recurso de queja”, 10/12/15).-
44
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*Relevamiento en particular para los distintos derechos liberatorios
SALIDAS TRANSITORIAS
El análisis del cumplimiento regular de los reglamentos (en el caso una sanción
por participar en una reyerta del año 2013).
voto Dr. Kohan: es opinión de quien esto escribe que la conducta del condenado
debe evaluarse en forma integral y no aislada tomando en cuenta el último período
de
observación,
toda
vez
que
la "observación
de
los
reglamentos
carcelarios" exigida por el art. 13 del Código Penal para la procedencia del
beneficio en estudio apunta precisamente a la totalidad de la estancia del interno
en el establecimiento carcelario. Así, la evaluación integral del comportamiento
del imputado responde al término "regularidad" consignado en el texto de la norma,
de ahí que considero, a la vista de lo acreditado en autos, que el penado de marras
no ha cumplido con el requisito aludido, y por ende la crítica no puede tener
favorable acogida.
La jurisprudencia ha establecido en casos análogos al presente que "No procede
hacer lugar a la libertad condicional, debido a las informaciones suministradas ...
de
donde
surge
que
el
condenado
registra
diversas
sanciones
disciplinarias..."(C.N.Crim. Corr. Cap. Fed., Sala VI, rta. 3/3/83 inédito, citado en
el "Código Penal y Normas Complementarias. Análisis doctrinario y jurisprudencial"
por Zaffaroni, Baigún y otros, T° I, pág. 29).
En igual sentido, en otro fallo que resulta de aplicación al caso en examen, se ha
dicho que "Ha sido erróneamente aplicado el art. 13 del Cód. Penal, en virtud del
cual se concede al imputado la libertad condicional, si el director de la
penitenciaría informó que tenía calificada su conducta de pésima y estimó que no
ha cumplido los reglamentos carcelarios, por haber cometido "desacato verbal" y
haber participado en otros sucesos, razón por la cual fue sumariado. Si el penado
no observó los reglamentos carcelarios, el art. 13 del Cód. Penal ha sido
erróneamente aplicado...". (T.S. Córdoba, 21/3/61, BJC, V-287).
También abona la postura por mí esgrimida el fallo que ha dicho que "La
observancia regular de los reglamentos carcelarios, como presupuesto exigido por
45
el artículo 13 del Código Penal, a los efectos de obtener la libertad
condicional, consiste en el cumplimiento correcto y adecuado de la reglamentación
pertinente, comprendida integralmente como trabajo, disciplina y educación
durante el plazo que la ley señala, sin infracciones graves o repetidas...analizada la
influencia de ellas en la formación del concepto." (El iluminado me pertenece, TSJ
Córdoba, Sala Penal, c. "T., J.A.", LL 1998-F-683, LLC 1998-819).
Asimismo cabe destacar que los requisitos nominados en el art. 13 del C.P., a los
que también remite el art. 104 de la ley 12.256, resultan taxativos y en modo
alguno puede el intérprete crear otros distintos a los legislados u obviar los mismos.
Y en ausencia del cumplimiento de todos o de alguno de ellos, como en el sub lite,
la obtención del beneficio aludido se trunca.
De tal modo, aun cuando comparto con la Cámara que las resoluciones del
Departamento Técnico Criminológico no resultan vinculantes, estimo que el “a
quo” no ha esbozado valederas razones para apartase de la conclusión arribada por
el mismo la cual, en mi sentir, aparece razonable.
La circunstancia invocada por la Cámara, esto es poseer el encartado una sanción
disciplinaria de vieja data (vigente a la fecha por revestir carácter grave en virtud
de tratarse de una reyerta generalizada protagonizada por él mediante el uso de un
elemento punzo cortante), no puede constituir por sí misma un óbice para la
concesión del beneficio en trato si, como en el caso, la referida sanción no incide
actualmente en la calificación de la conducta que recayera sobre el nombrado y, lo
que resulta determinante, la Alzada no explicó de qué manera ésta logra
neutralizar los elementos antes ponderados.
Por lo tanto, la resolución recurrida desconoce las previsiones de la Ley de
Ejecución Penal Nacional 24.660 (arts. 15, 16 y 17), en sintonía con los artículos
146 -y su remisión a los arts. 100 y 133- y 147 de la Ley de Ejecución Penal
Provincial n° 12.256, circunstancia que hace descalificable al pronunciamiento en
crisis, en ese punto, como acto jurisdiccional válido a tenor del art. 106 del C.P.P..
Expuesto ello cabe destacar que en el régimen de progresividad, a medida que se
avanza en el mismo, las exigencias requeridas para acceder a los diversos institutos
y beneficios van en aumento, con lo cual la sanción -en los términos indicados
supra- que constituye un óbice a los efectos de ser incluido en un régimen de
libertad condicional o asistida, en el caso no lo es a los fines de obtener una
primera aproximación al medio libre como serían las salidas transitorias. (Sala 4
causa N° 72.961 de este Tribunal, caratulada: "BRITO, Sergio Daniel s/ Recurso de
Casación". Noviembre 2015).46
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*Denegatoria apoyada en factores subjetivos del condenado: se fundamentó que
dado la actitud del encartado ante los conflictos emergentes en sus relaciones
de pareja, los que habrían sido el aparente detonante de su conducta
transgresora, resulta prudente por el momento que el mismo se incorpore a
actividades de capacitación y continúe las que desarrolla, en particular, con el
tratamiento psicológico que ha abordado junto a su pareja.
En el caso se relativizó la consideración de los aspectos positivos de la conducta
desarrollada por Samaniego intramuros (conducta muy buena 8, concepto bueno,
sin registros de sanciones disciplinarias, se encuentra incorporado al régimen
abierto y la opinión favorable vertida por el Departamento Técnico Criminológico).
En efecto las salidas transitorias aparecen como un paso necesario a los efectos de
preservar adecuadamente el principio de progresividad (art. 6 de la ley 24.660), el
cual no debe ser menoscabado con la invocación de razones meramente dogmáticas
afectándose la debida ejecución penal.
Por otro lado, no se entiende por qué la concesión del beneficio en trato obstaría
que el condenado pueda incorporase a actividades de capacitación o continuar las
que actualmente viene desarrollando. (causa 71.189 Sala V Samaniego Ricardo
Ramón s/ recurso de queja del día 03/12/15)
*INCONSTITUCIONALIDAD ART 100 LEY 12.256 - aplicación de la ley 24660.La validez de las normas jurídicas se subordina a su adecuación formal y sustancial
a las disposiciones de la ley fundamental, por lo que el control de
constitucionalidad propiciado en la impugnación habrá de estar dirigido a verificar,
en el caso concreto, si la norma de jerarquía inferior: el art. 100 de la ley 12.256,
responde a las directivas resultantes de una norma superior, procurando evitar que
el ejercicio del poder se torne autocrático.
La norma en cuestión consagra el impedimento a los condenados por el delito
previsto en el art. 165 del Código Penal de ser incluidos en el régimen ordinario de
salidas transitorias, por lo que somete a un régimen de ejecución más gravoso a los
condenados en base a dicha figura.
De igual forma, el art. 56 bis de la Ley 24.660, que en la especie opera como piso
47
mínimo sobre el cual deben erigirse los ordenamientos provinciales (Conf.
CSJN, fallos 328:1146, TCP, Sala VI, C. 55347, “M.R., M.G. s/hábeas corpus”, rta.
6/10/12, reg. 10/12), determina que los internos que se hallan en la condición
prevista en la norma se encuentran compelidos a cumplir íntegramente las
sanciones que les sean aplicadas y recién, una vez agotadas, pueden egresar al
medio libre en forma abrupta (con la única excepción de aquellos que accedan al
beneficio del párr. 6to del art. 100 de la Ley 12.256).
Con ello, se advierte una restricción más intensa de la libertad, una contradicción
intrasistemática y una fuerte tensión con los fines previstos para el encierro por las
normas fundamentales.
La creciente tendencia a profundizar el análisis de la etapa de ejecución de la pena
privativa de libertad a través del fortalecimiento del modelo penitenciario
progresivo (art. 6 ley 24.660 ) y la “judicialización” o “jurisdiccionalización” de la
ejecución permiten advertir la trascendencia de la decisión que se pretende, por el
valor que habrá de tener para reconfigurar la pena impuesta judicialmente (CSJN
9/3/04 fallos 327:388).
El proceso de determinación de las consecuencias jurídicas de un delito se integra
de tres clases de normas penales: las relativas a la previsión legal de las penas
junto con su concreción en los tipos de la parte especial, las que se refieren a su
determinación en el caso concreto (individualización) y las relativas a su ejecución;
previsión legal, individualización y ejecución son aspectos determinantes del
contenido material de un sistema de sanciones (cf. Silva Sánchez, J. ¿Política
criminal del legislador, del juez, de la administración penitenciaria? Sobre el
sistema de sanciones del Código Penal español, en AA.VV., La administración de
justicia en los albores del tercer milenio).
La norma en cuestión (art. 100 ley 12.256), al no atender la situación de la persona
en concreto, pues el ingreso a una prisión, en tal calidad, no despoja al hombre de
la protección de las leyes y, en primer lugar de la Constitución Nacional (CSJN,
Fallos 318:1894), consagra una categoría de personas que, por haber realizado el
tipo indicado (165 CP), habrán de ser inocuizados o neutralizadas, al no permitirles
gozar la posibilidad de salidas transitorias, estableciendo de modo general un fin
propio de las teorías de la prevención general negativa de la pena (ajena a la
prevista con jerarquía constitucional).
Los arts. 10.3 PIDCyP y 5.6 CADH proclaman como finalidad esencial del régimen
penitenciario la reforma y readaptación social a través del tratamiento, las Reglas
Mínimas para el tratamiento de Reclusos de las Naciones Unidas que, conforme la
48
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CSJN, configuran las pautas fundamentales a las que debe adecuarse toda
detención (Fallos 328:1146) establecen que es conveniente que, antes del término
de la ejecución de una pena o medida, se adopten los medios necesarios para
asegurar al recluso un retorno progresivo a la vida en sociedad (Regla 60.2).
Aunque las normas apuntadas emplean un lenguaje amplio y susceptible de
distintas interpretaciones, avanzan en sentido contrario al de la restricción aquí
cuestionada.
Lo propio ocurre con los arts. 4 y 5 de la Ley 12.256 y 1 de la Ley 24.660 que se
enderezan hacia el mismo objetivo y también en la jurisprudencia de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación que tiene dicho que "la seguridad, como deber
primario del Estado, no sólo importa resguardar los derechos de los ciudadanos
frente a la delincuencia sino también, como se desprende del citado art. 18, los de
los propios penados, cuya readaptación social se constituye en un objetivo superior
del sistema y al que no sirven formas desviadas del control penitenciario" (Fallos:
318:2002).
El plexo normativo reseñado indica, en síntesis, que la previsión en crisis resulta
contraria al mandato resocializador inequívocamente contenido en nuestro
ordenamiento, al impedir el progreso a través del régimen y eliminar cualquier tipo
de incentivo para la superación personal de los internos.
Se trata de una norma propia de la teoría general negativa de la pena, pues
excluye a todas las personas que cometan determinados delitos de los beneficios
que prevé, persiguiendo el propósito de disuadir a los ciudadanos a no cometer los
delitos que individualiza por las consecuencias que establece.
De esta forma se impone la preeminencia de los intereses del cuerpo social por
sobre las garantías del condenado, lo que responde a un visión corporativa y
organicista de la sociedad, que se convierte en el centro de la atención, en
detrimento del concepto de persona (arts. 1 DUDH y 1 CADH), poniendo en crisis el
básico concepto de dignidad humana con lo que se desconoce por esta vía lo
previsto en la ley fundamental.
El análisis de la validez constitucional de una norma de jerarquía legal, constituye
la más delicada de las funciones susceptibles de encomendarse a un tribunal de
justicia y es sólo, en consecuencia, practicable como razón ineludible del
pronunciamiento que la causa requiere, entendiéndose que por la gravedad de
tales [exámenes] debe estimárselo como ultima ratio del orden jurídico, de tal
49
manera que no debe recurrirse a él sino cuando una estricta necesidad lo requiera
(doctrina de Fallos: 260:153 entre otros).
A ello debe agregarse que es deber de los magistrados agotar todas las
interpretaciones
posibles
de
una
norma
antes
de
concluir
con
su
inconstitucionalidad, pues la adopción de dicho temperamento es un remedio
extremo, que sólo puede operar cuando no resta posibilidad interpretativa alguna
de compatibilizar la ley con la Constitución Nacional y los tratados internacionales
que la integran, dado que siempre importa desconocer un acto de poder de
inmediata procedencia de la soberanía popular, cuya banalización no puede ser
republicanamente saludable (Fallos 328:491).
La sujeción del juez no puede ser del tipo acrítico e incondicionado, sino
sometimiento ante todo a la Constitución, que impone al Juez la crítica de las leyes
inválidas a través de su re-interpretación en sentido constitucional y la denuncia de
su inconstitucionalidad.
La validez propiamente dicha, la constitucionalidad de la ley, está vinculada al
significado o contenido que depende de la coherencia con las normas sustanciales
sobre su producción, como el principio de igualdad y los derechos fundamentales,
que limitan y vinculan al poder legislativo excluyendo o imponiendo determinados
contenidos (Conf. Luigi Ferrajoli “Derecho y razón. Teoría del garantismo penal”.
Editorial Trotta. Año 1997. Pág. 874).
Sobre estos cimientos, y con apoyo en las previsiones que establecen la supremacía
de la CN y la función que le corresponde a los jueces (arts. 31, 116 Y 117), desde
1888 se ha sostenido que es elemental en nuestra organización constitucional, la
atribución que tienen y el deber en que se hallan los tribunales de examinar las
leyes en los casos concretos que se traen a su decisión, comparándolas con el texto
de la Constitución para averiguar si guardan o no conformidad con ésta, y
abstenerse de aplicarlas, si las encuentran en oposición con ella, constituyendo
esta atribución moderadora, uno de los fines supremos y fundamentales del poder
judicial nacional y una de las mayores garantías contra los abusos posibles e
involuntarios de los poderes públicos (Fallos: 33:162) .
Corresponde, a esta altura, identificar el fin de la pena – sujeto a disquisiciones
políticas y filosóficas- con el propio de la ejecución penal –determinado por las
leyes 12.256 y 24.660- (v. así, Salt, Marcos y Ribera Beiras, Iñaki, Los derechos
fundamentales de los reclusos, Ed. del Puerto, Buenos Aires, 1999, p. 169).
Debe reconocerse, sin embargo, que en sentido contrario se podría señalar que
“resocialización” no equivale sin más a “externación” y que, como surge del propio
50
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texto de las Reglas Mínimas, es factible instaurar un régimen progresivo a
desarrollarse intramuros. Este componente, de hecho, está presente en las leyes
12.256 y 24.660, que establecen distintas fases y períodos a lo largo de los cuáles
los reclusos conviven sujetos a niveles de supervisión y disciplina disímiles y que
tienden a promover en forma paulatina la autogestión.
En esta línea, también se puede indicar que la restricción apuntada no resulta en sí
misma contradictoria con el ideal resocializador, sino que se asienta en la
necesidad de adecuar la progresión en el régimen carcelario al grado de
indiferencia o rechazo al orden jurídico puesto de manifiesto por cada imputado,
tal como ocurre con el artículo 14 del C.P., al consagrar la prohibición de conceder
la libertad condicional a los reincidentes cuya validez ha sido refrendada por la
CSJN (Fallos 311:1451), por caso, se apoya en un razonamiento similar.
En el sentido expuesto puede verse que el Estado se encuentra facultado para
diseñar distintos sistemas que, atendiendo las particularidades de los internos,
redunden en un trato desigual, siempre que se apoyen en razones atendibles y
obedezcan a fines consistentes con el Estado de derecho, aún cuando el mandato
rehabilitador impone a las autoridades el deber de proporcionar a los internos
condiciones para su desarrollo personal que favorezcan su integración a la vida
social.
Además de ello, como derecho de las personas privadas de su libertad, el objetivo
de la reinserción no puede ser utilizado jamás para restringir o limitar sus derechos
o facultades sino que, por el contrario, tiene que influir positivamente en los
distintos aspectos del régimen penitenciario y actuar como principio de
interpretación de todas las normas en la materia, que deben leerse en el sentido
más favorable al cumplimiento de esta obligación, de favorecer la posibilidad de
que desarrollen una vida normal (Salt y Rivera Beiras, cit., p. 177).
Del mismo modo, la progresividad del sistema también es un derecho de los
internos que deriva del principio de mínima intervención y atenuación de los
efectos nocivos del encierro que debe guiar la actividad del Estado durante la
ejecución, como consecuencia del ideal resocializador proclamado en los
instrumentos reseñados (Salt y Rivera Beiras, cit., p. 231), mas allá que la
respuesta favorable al tratamiento, sin hesitación, constituya una condición
necesaria al considerar el avance a través de sus distintas etapas.
En esta misma línea, la CSJN ha sostenido que el nuestro es un modelo
51
constitucional en el que subyace la concepción de que la prisión sólo se justifica si
se la ejecuta de tal modo que se asegure que el individuo, en algún momento,
habrá de poder convivir en sociedad pacíficamente, lo que impone al legislador y a
los jueces el deber de asumir los posibles riesgos de la libertad del condenado,
pues no hay readaptación social sin perspectiva real de alcanzarla (voto del juez
Petracchi, en G. 560. XL. Recurso de hecho. “Gramajo, Marcelo Eduardo s/ robo en
grado de tentativa”, causa N° 1573, cons. 30).
Sostener que la ley de ejecución establece supuestos donde el egreso definitivo de
la persona privada de su libertad no se produce hasta el vencimiento de la pena, en
consecuencia, no sólo hace coexistir junto al régimen progresivo, a uno lineal y
despojado de posibilidades, sino que resulta inconsistente con los compromisos
internacionales asumidos por el Estado y con una concepción que pretenda
tomarlos con seriedad y brindarles un contenido verdaderamente operativo .
De otro lado, los objetivos declarados de la propuesta que terminó siendo
convertida en ley tampoco se condicen con las pautas enumeradas. En efecto, los
fundamentos de la Ley 12.543 detallan que “las modificaciones al régimen vigente
que se propician […] tienden a la protección de los intereses públicos contra el
accionar de la criminalidad actual, donde personas sobre las cuales recayeron
severas penas por graves delitos, no llegan a cumplir el tiempo mínimo e
indispensable, dentro de un instituto carcelario para lograr uno de los fines básicos
de la pena, esto es la readaptación del individuo al medio”.
Afirman que “deviene perentorio introducir […] modificaciones al régimen vigente
de modo tal que se evite que delincuentes temerarios o habituales se beneficien
con una regulación excesivamente permisiva […] (Y que) (c)on el incremento de la
actividad delictiva y la consecuente sensación de inseguridad de la población puede
verificarse el deterioro de la imagen del sistema penal…”. Y que “se intenta
determinar la procedencia de dicho beneficio [las salidas transitorias], conforme al
delito que hayan cometido. Así, se excluyen aquellos casos en que los delitos sean
de suma gravedad y trascendencia social”.
La modificación parte de la asunción infundada de que aquellos sujetos que
cometen delitos particularmente graves, lo harán nuevamente de no purgar
íntegramente su condena, como consecuencia de su insuficiente adaptación al
medio. Y de esta forma, sugiere que la forma más eficiente de lograr el cometido
propio del instituto es mantener al sujeto privado de su libertad durante un período
más extenso, pero no contempla como contrapartida mecanismos de tratamiento
especiales para revertir esta situación.
52
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Ello evidencia que la reforma fijó una presunción de peligrosidad iuris et
iure incompatible con el principio de legalidad criminal y el art. 8 CADH, por
tratarse de una expresión del ius puniendi estatal sobre la base de las
características personales y no del hecho cometido, que al ingresar en el campo del
derecho penal de autor, abre la puerta al autoritarismo en una materia en la que se
hallan en juego los bienes jurídicos de mayor jerarquía (Corte IDH, Caso Fermín
Ramírez vs. Guatemala, sent. 20 de junio de 2005 (Fondo, Reparaciones y
Costas), cons. 94).
A mayor abundamiento, la Corte IDH plantea que “La valoración de la peligrosidad
del agente implica la apreciación del juzgador acerca de las probabilidades de que
el imputado cometa hechos delictuosos en el futuro, es decir, agrega a la
imputación por los hechos realizados, la previsión de hechos futuros que
probablemente ocurrirán. Con esta base se despliega la función penal del Estado.
En fin de cuentas, se sancionaría al individuo […] no con apoyo en lo que ha hecho,
sino en lo que es. Sobra ponderar las implicaciones, que son evidentes, de este
retorno al pasado, absolutamente inaceptable desde la perspectiva de los derechos
humanos “ (cit., cons. 95).
No puede dejarse de señalar que esta inteligencia de las cláusulas en juego
también es defendida por la CSJN que ha sostenido que la pena debe ser
proporcional a la culpabilidad del autor y a la gravedad de la lesión al bien jurídico
concretamente afectado, y que nuestra Constitución impone desde siempre un
derecho penal de acto, rechazando toda forma de reproche ajena a dicha
consideración. En este sentido, la Corte ha afirmado que “lo contrario sería
consagrar una discriminación entre los seres humanos, jerarquizarlos, considerar a
unos inferiores a otros; y penar esa pretendida inferioridad de la persona, en el
fondo, cancelaría directamente el concepto mismo de persona” (Fallos 328:4343).
En el caso de autos, pese a la interpretación que el A-Quo hiciera, cualquiera sea el
método que se emplee, se advierte que el juicio de peligrosidad se encuentra
implícito en la norma sin admitir ningún tipo de prueba en contrario, ni requerir
tampoco algún aval para sustentar esta conclusión, adosando así a todos los
condenados por el catálogo de delitos allí enumerados dicha calidad, en una
grosera simplificación que no encuentra apoyo en datos empíricos, ni se condice
con la información disponible.
Este pronóstico no sólo conculca principios fundamentales de un Estado liberal de
53
derecho, sino que resulta, además, casi imposible de sostener racionalmente en la
práctica. Medidas de prevención especial como la que aquí se examina, para estar
bien dirigidas, presuponen conocimientos exactos acerca de si existe el peligro de
reiteración delictiva en el autor individual y cuál es su magnitud. Y desde este
punto de vista, la criminología se ha ocupado de señalar, una y otra vez, la
imposibilidad de formular una predicción concluyente (voto del juez Petracchi, en
cit., cons. 38).
En la especie, no se trataría de una restricción válida, dado que los derechos de
nuestra Constitución sólo puede ser acotados para el caso en que se persiga una
finalidad adecuada, si la limitación a su goce es proporcional al fin que persigue y
si no existe otra vía menos gravosa para conseguirlo (Corte IDH, OC, 5-85), sin que
sea suficiente demostrar que la ley cumple un objetivo útil y oportuno (CIDH,
Informe Nº 38/96, caso 10.506, Argentina, 15 de octubre de 1996).
El Estado no tiene discreción absoluta para decidir sobre los medios a adoptarse
para proteger el “bien común” o el “orden público”. Las medidas que, como
sucede aquí, condicionen el ejercicio de derechos previstos por la CADH deben
establecerse con arreglo a ciertos requisitos de forma que atañen a los medios a
través de los cuales se manifiestan y condiciones de fondo, representadas por la
legitimidad de los fines que pretenden alcanzarse con ellas (CIDH, cit.).
Del mismo modo, la doctrina del sistema interamericano de derechos humanos no
prohíbe todas las diferenciaciones en el tratamiento del goce de los derechos y
libertades protegidas, sino que requiere en el fondo que toda distinción se funde en
una justificación objetiva y razonable, que impulse un fin legítimo, habiendo
tenido en cuenta los principios que normalmente prevalecen en las sociedades
democráticas, y que los medios sean razonables y proporcionados (CIDH, Informe
sobre Terrorismo y Derechos Humanos, OEA/Ser.L/V/ll.116 Doc. 5 rev. 1 corr, 22 de
octubre de 2002).
Aquí se advierte con claridad que aunque los fines perseguidos por el art. 100 de la
Ley 12.256 son atendibles, no puede predicarse que los obstáculos que interpone al
acceso de condenados, como Valdez, a casi la totalidad de las formas de libertad
anticipada, por el sólo hecho de la ofensa cometida, sean razonables o adecuados a
una comunidad como la que pretende nuestra Constitución, en tanto tiende a
prolongar la segregación de individuos por sí repudiados por la sociedad y
seleccionados, comúnmente, de sus estratos más postergados.
Nuevamente, en la medida en que consagra una prohibición prácticamente absoluta
e impide toda consideración individual relativa al peligro efectivo que emanaría del
54
P ROV I NC IA D E B U E N O S A IR E S
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afectado, y no permite la aplicación de un medio menos lesivo, la formulación de
la regla no satisface requisitos mínimos que aseguren la adecuación de la injerencia
al principio de proporcionalidad (voto del juez Petracchi, en cit., cons. 40). De
hecho, de la simple lectura del decisorio impugnado, surge que el dispositivo legal
es aplicado de esta forma, sin atender a las particularidades del caso.
Así, el A-quo se ha limitado a consignar los términos de la condena y la calificación
legal atribuida al comportamiento del encausado para fundar su negativa, sin
detenerse siquiera por examinar si éste cumplía alguno de los recaudos previstos.
Por lo que el hecho de que, según lo informado por la defensa técnica, el
interesado en virtud de estar incorporado al régimen abierto por resolución de
fecha 8/6/2012 y el tiempo de detención que viene cumpliendo, habiendo
alcanzado el día 20 de enero de 2015 el requisito temporal para acceder al
instituto en trato –fs. 4-, ha sido juzgado absolutamente irrelevante, lo que pone
de manifiesto el trato desigual que le ha sido propinado como consecuencia de la
legislación vigente.
Como consecuencia de lo expuesto, la norma en examen parte de una concepción
de la ejecución penal reñida con previsiones de distinta jerarquía, responde a una
teoría de la pena censurable e inconciliable con nuestro ordenamiento, se apoya en
nociones propias del derecho penal de autor y propone una diferenciación
insostenible entre sujetos sometidos la más grave de las sanciones admitidas en
democracia, por lo que ante la imposibilidad de reconducirla de manera que le
permita
salvar
estas
dificultades,
debe
inexorablemente
postularse
su
incompatibilidad con la CN.
En base a lo expuesto, entonces he de proponer al acuerdo que se haga lugar al
recurso de casación articulado por el Defensor Oficial, Dr. Mario Alberto Nápoli, se
declare la inconstitucionalidad del art. 100 de la Ley 12.256 en cuanto ha
restringido la posibilidad del imputado de autos de ser incluido en el régimen de
salidas transitorias con fundamento en consideraciones reñidas con nuestra ley
suprema y, consecuentemente, se devuelvan las actuaciones a la Sala III de dicho
departamento judicial a fin que dicte un nuevo decisorio siguiendo los lineamientos
aquí expuestos (arts.18, 19, 31, 116 Y 117 CN, 1, 5.6, y 8 CADH, 1 DUDH, 10.3
PIDCyP, 60.2 de las Reglas Mínimas para el tratamiento de Reclusos de las Naciones
Unidas, 4, 5 y 100 de la Ley 12.256, 1 y 56 bis de la Ley 24.660, 14 y 165 CP, 20 inc.
1, 106, 210, 421, 433, 450, 454 inc. 4, 511, 530 y 531 CPP.).
55
Así lo voto.
A la misma segunda cuestión planteada, el señor juez doctor Natiello, dijo:
Me aparto respetuosamente del sufragio del doctor Maidana.
Es que entiendo, que la declaración de inconstitucionalidad de una ley o decreto
constituye un acto de suma gravedad institucional, de manera que debe ser
considerada como la última ratio del orden jurídico (conf. SCJBA autos “Silacci de
Mage, L. 45.654, rtos. 28/5/91). En igual sentido se ha expresado la Corte Suprema
de Justicia de la Nación (E.D., 1-12, 10/2/1961).
A su vez, se ha exigido como indispensable, para la suficiencia de una impugnación
de carácter constitucional, la exposición del modo en que la norma cuestionada
quebrantaría las cláusulas constitucionales invocadas y que exista una relación
directa entre aquella y éstas (autos “Playamar S.R.L., I 1329, rtos. 10/12/92).
Humildemente, creo que nada de ello ocurre en el caso en estudio, dado que no se
violenta principio constitucional alguno con una mera norma en la que entran en
juego –para una sana discreción del legislador- razones de política criminal y por
ende, excede el ámbito del examen “la conveniencia, oportunidad, acierto o
eficacia del criterio adoptado por el legislador en el ámbito propio de sus
funciones” (“Pupelis, María”, C.S.J.N. 14/5/91).
Todo lo precedentemente expuesto me persuade que el texto legal censurado por
la defensa no transgrede el contenido del artículo 16 de la Constitución Nacional
ni, de igual modo, el de los artículos 28 y 31 de la misma.
Por tanto, es opinión del suscripto que al haberse realizado un pormenorizado
análisis de la razonabilidad, debo pronunciarme por la concurrencia de tal calidad.
Sobre este punto, conviene recordar que el control de constitucionalidad que les
incumbe a los tribunales se reduce al examen de si la ley es o no razonable, pero
no llega al de la conveniencia o acierto del criterio adoptado por el legislador en el
ámbito propio de sus atribuciones. (S.C.J.B.A., c. "P., D. E. s/ Incidente de
excarcelación" - SCBA - P 38504 S - 1-8-1989 Juez SAN MARTIN (SD) PUBLICACIONES:
AyS 1989-II, 774 MAG. VOTANTES: San Martín - Mercader - Laborde – Rodríguez Villar
- Negri TRIB. DE ORIGEN: CP0002LP; c. "C., V. s/ Incidente de libertad condicional" SCBA - P 38533 S - 1-8-1989 Juez SAN MARTIN (SD) PUBLICACIONES: AyS 1989-II, 774
MAG. VOTANTES: San Martín - Mercader - Laborde - Rodríguez Villar – Negri TRIB. DE
ORIGEN: CA0002LP entre muchos otros).
Como ya dijera, la redacción de las normas cuestionadas, obedece a una cuestión
de política criminal y de técnica legislativa.
Al estructurarse en nuestro país la división de poderes y de funciones, inherentes a
56
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nuestro sistema constitucional de gobierno, aceptándose que el Poder Judicial es el
guardián de la constitucionalidad, para así asegurar la supremacía de la Carta
Magna, se abre de inmediato una excepción, puesto que el ejercicio por parte de
cada uno de los poderes de competencias que le son privativas, es estrictamente
político, y en su ámbito no puede penetrar la revisión judicial (cf. Germán J. Bidart
Campos, “Derecho Constitucional, Tomo I, Ediar, Buenos Aires, 1964, pág. 798).
Ello es así, por cuanto el Poder Ejecutivo y el Legislativo necesitan, para la
conducción del Estado, disponer de un margen de arbitrio incontrolado, en cuyo
uso cada uno de ellos se encuentre libre del control del otro, dicho reducto
privativo es el que demarca el contorno de las cuestiones no judiciables (cf.
Germán J. Bidart Campos, op. Cit. Pág. 799).
El efecto de esta construcción es que las decisiones adoptadas en tales materias
por el ejecutivo o el legislativo se agotan en la propia instancia de la que emanan,
sin que puedan ser llevadas a través de una cuestión de constitucionalidad ante las
cortes judiciales.
Así, la estructuración, organización y delimitación de competencias a través del
dictado del ordenamiento legal procesal, es una facultad política inherente al
órgano legislativo, conforme lo dispuesto en los artículos 75 inciso 20 de la
Constitución Nacional y 166 de la Constitución Provincial, sin perjuicio de las
eventuales posibilidades reglamentarias concedidas al ejecutivo, o en algunos
casos, al judicial, que se encuentra exenta de todo control judicial, en tanto se
respeten las normas básicas contenidas sobre el punto por la Constitución Nacional.
Como refuerzo de lo sostenido hasta aquí, creo conveniente traer a colación la
doctrina legal de nuestro más Alto Tribunal Nacional, cuando en los autos “Pupelis,
María”, sentó que: “la declaración de inconstitucionalidad de una disposición legal
es un acto de suma gravedad institucional ya que las leyes debidamente
sancionadas y promulgadas, esto es, dictadas de acuerdo a los mecanismos
previstos en la Ley Fundamental, gozan de una presunción de legitimidad que opera
plenamente y que obliga a ejercer dicha atribución con sobriedad y prudencia,
únicamente cuando la repugnancia de la norma con la cláusula sea manifiesta,
clara e indudable. La Corte Suprema, al ejercer el elevado control de
constitucionalidad debe imponerse la mayor mesura, mostrándose tan celosa en el
uso de sus facultades como del respeto a la Carta Fundamental, con carácter
privativo a los otros poderes”.
57
En el presente caso, advierto que no se verifica la alegada violación al principio de
igualdad ante la ley que emana del artículo 16 de la Constitución Nacional, desde
que nada impide que se otorguen a unos condenados ciertas concesiones que no se
confieren a otros, que no están en análoga situación. Al respecto, debo recordar
que la doctrina de la Corte Suprema de Justicia de la Nación referente a la garantía
de igualdad ante la ley ha quedado plasmada cuando se refiere a “la igualdad de
iguales en iguales circunstancias” (Fallos, 1999-III, p. 2346 y siguientes “Lufthansa
Líneas Aéreas Alemanas c. Dirección Nacional de Migraciones” de octubre 5-1999;
Fallos, 1999- III 2701- y siguientes, “D. de P.V., A, c, O, ch S/ impugnación de
paternidad” noviembre 1-1999), de modo tal que resulta imposible sostener la
violación a la garantía invocada toda vez que no hay distingos en el universo de
sujetos que revisten iguales calidades.
Tampoco encuentro conculcado el principio de resocialización, toda vez que el
condenado podrá lograr una paulatina atenuación de las restricciones inherentes a
la pena, al obtener un cambio de sección o grupo dentro del establecimiento
penitenciario o su traslado a otro (art. 14 de la ley de ejecución penal nacional
24.660).
Asimismo, en los últimos seis meses de su condena previos al otorgamiento de la
libertad condicional si correspondiere, será pasible de adquirir salidas transitorias a
razón de un día (1) por cada año de prisión o reclusión cumplida en los cuales haya
efectivamente trabajado o estudiado (art. 100 párrafos 5, 6, 7 y 8 de la ley de
ejecución penal provincial 12.256).
Eventualmente, la finalidad resocializadora del delincuente, es esencial más no
excluyente, de la pena privativa de la libertad. Y aunque de la redacción del
artículo 1º de la ley de ejecución penal nacional 24.660 surge que aquella ya no es
esencial, sino única, la sanción de otras normas posteriores, modificatorias de la
citada ley 24.660 (como el caso de la ley 25.948) ha relativizado claramente dicho
propósito, introduciendo al régimen legal de fondo que rige la ejecución de las
penas privativas de la libertad un componente inocuizador que no puede ser
soslayado en la interpretación integral de ese cuerpo normativo (conf. Mahiques,
Carlos Alberto y Grassi, Adrián Patricio, “La Prevención especial a la deriva, o una
inconfesada vuelta a la incocuización” Revista Jurídica La Ley, Volumen 2007-F,
págs.1322 a 1332).
En virtud de lo expuesto, no se observa la concreta violación al bloque de
constitucionalidad conformado por la Carta Magna y los Tratados Internacionales
sobre Derechos Humanos incorporados por la reforma de 1.994, concretamente los
58
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arts. 18 y 75 inc. 22 de la C.N., 10 del P.I.D.C.y P., y 5 ap. 6to. de la C.A.D.H.,
requisito “sine qua non” para fulminar una norma con la sanción de máxima
gravedad que prevé el ordenamiento jurídico. Es decir, la declaración de
inconstitucionalidad sólo procederá cuando la repugnancia entre la norma en
cuestión sea manifiesta, clara e indudable con el bloque legal antes mencionado, y
nada de ello ha acontecido en el caso en estudio.
II.- Por otro lado, y sin perjuicio de lo dicho hasta aquí, resulta de aplicación al
caso lo normado por la ley de ejecución penal nacional nro. 24.660, no sólo porque
Valdez reviste calidad de condenado, sino por ser ésta más beneficiosa en orden a
la viabilidad del pedimento en trato. Al respecto, se ha resuelto en el Acuerdo
Plenario de este Tribunal de Casación en causa nro. 63.610 caratulada
“ALTAMIRANO, Facundo Ezequiel s/ Recurso de Casación”, del 04/11/2014, que el
régimen legal aplicable en materia de ejecución de las penas privativas de libertad
es la Ley Provincial N° 12.256, en cuanto resulte más beneficiosa para el
condenado, que la Ley Marco Nº 24.660 del ordenamiento nacional.
De tal modo, siendo que en el caso la Ley de Ejecución Penal Nacional n° 24.660
resulta más benigna, en cuanto no prevé como obstante para la concesión del
beneficio en trato, la limitante contemplada por el órgano “a quo”, es que
corresponde evaluar la situación del encartado a la luz de lo normado por los arts.
35, 36, 56 bis de la ley de ejecución nacional.
Sentencia dictada en causa n° 72.070 Sala VI Valdéz Gastón s/recurso de Casación
del día 10/12/15.
En igual sentido:
*En tal hermenéutica, entiendo que el conflicto normativo puede ser solucionado,
sin hesitación alguna, aplicando la normativa nacional, desde que la ley 24.660
(marco mínimo de derechos del interno) no contempla al delito cometido por el
interesado
como
excluyente
del
beneficio
impetrado.
(Sala
Quinta
causa Nº 74.068, caratulada “MIRANDA ERNESTO S/ HABEAS CORPUS”. 01/12/15).*Así entonces, en lo que hace al objeto de debate en estos autos, el régimen
relativo a las condiciones de aplicación de las salidas transitorias, se debe definir a
través de la aplicación de los arts. 15, 16, 17, ssgtes. y ccdtes de la ley 24.660, con
59
presciencia de todo aquello que se establezca distintamente sobre ello en el orden
provincial.
La situación no merece en este caso una mirada distinta a partir de las cuestiones
que han quedado zanjadas con lo decidido por este Tribunal que, reunido en pleno,
con fecha 4 de noviembre de 2014, en la causa n° 63.610 caratulada “Altamirano,
Facundo Ezequiel s/ Recurso de Casación”, donde se resolvió que “El régimen legal
aplicable en materia de ejecución de las penas privativas de libertad es la Ley
Provincial N° 12.256, en cuanto resulte mas beneficioso, para el condenado, que la
ley marco N° 24.660 del ordenamiento nacional.”, precisamente, lo contrario,
porque en el supuesto bajo examen la ley provincial ofrece soluciones más gravosas
que la ley nacional.
Entonces, ya sea por manda de los actuales arts. 121 y 75 inc. 12 de la CN, o, en
todo caso, por resultar más favorable al condenado, el marco normativo debido es
la ley 24.660 en razón de lo establecido en el art. 56 bis. (Sala 2 causa Nº
72.536 caratulada “SOSA PÉREZ, ÁNGEL FABIÁN s/ RECURSO DE QUEJA (art. 433
C.P.P.) del 08/03/16).en igual sentido Sala segunda
causa 74.194 caratulada “Coria Walter s/habeas
corpus” del 26/12/15
ver también sala Segunda causa 72.664 caratulada “Díaz Marcelo Antonio s/ recurso
de queja” del 17/03/16
criterio similar en:
la redacción de las normas cuestionadas, obedece a una cuestión de política
criminal y de técnica legislativa.
Al estructurarse en nuestro país la división de poderes y de funciones, inherentes a
nuestro sistema constitucional de gobierno, aceptándose que el Poder Judicial es el
guardián de la constitucionalidad, para así asegurar la supremacía de la Carta
Magna, se abre de inmediato una excepción, puesto que el ejercicio por parte de
cada uno de los poderes de competencias que le son privativas, es estrictamente
político, y en su ámbito no puede penetrar la revisión judicial (cf. Germán J. Bidart
Campos, “Derecho Constitucional, Tomo I, Ediar, Buenos Aires, 1964, pág. 798).
Ello es así, por cuanto el Poder Ejecutivo y el Legislativo necesitan, para la
conducción del Estado, disponer de un margen de arbitrio incontrolado, en cuyo
uso cada uno de ellos se encuentre libre del control del otro, dicho reducto
60
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privativo es el que demarca el contorno de las cuestiones no judiciables (cf.
Germán J. Bidart Campos, op. Cit. Pág. 799).
El efecto de esta construcción es que las decisiones adoptadas en tales materias
por el ejecutivo o el legislativo se agotan en la propia instancia de la que emanan,
sin que puedan ser llevadas a través de una cuestión de constitucionalidad ante las
cortes judiciales.
Así, la estructuración, organización y delimitación de competencias a través del
dictado del ordenamiento legal procesal, es una facultad política inherente al
órgano legislativo, conforme lo dispuesto en los artículos 75 inciso 20 de la
Constitución Nacional y 166 de la Constitución Provincial, sin perjuicio de las
eventuales posibilidades reglamentarias concedidas al ejecutivo, o en algunos
casos, al judicial, que se encuentra exenta de todo control judicial, en tanto se
respeten las normas básicas contenidas sobre el punto por la Constitución Nacional.
Como refuerzo de lo sostenido hasta aquí, creo conveniente traer a colación la
doctrina legal de nuestro más Alto Tribunal Nacional, antes citado, cuando en los
autos “Pupelis, María, sentó que: “ la declaración de inconstitucionalidad de una
disposición legal es un acto de suma gravedad institucional”, ya que las leyes
debidamente sancionadas y promulgadas, esto es, dictadas de acuerdo a los
mecanismos previstos en la Ley Fundamental, gozan de una presunción de
legitimidad que opera plenamente y que obliga a ejercer dicha atribución con
sobriedad y prudencia, únicamente cuando la repugnancia de la norma con la
cláusula sea manifiesta, clara e indudable. La Corte Suprema, al ejercer el elevado
control de constitucionalidad debe imponer la mayor mesura, mostrándose tan
celosa en el uso de sus facultades como del respeto a la Carta Fundamental, con
carácter privativo a los tres poderes” (El iluminado me pertenece).
En el presente caso, advierto que no se verifica la alegada violación al principio de
igualdad ante la ley que emana del artículo 16 de la Constitución Nacional, desde
que nada impide que se otorguen a unos condenados ciertas concesiones que no se
confieren a otros, que no están en análoga situación. Al respecto, debo recordar
que la doctrina de la Corte Suprema de Justicia de la Nación referente a la garantía
de igualdad ante la ley ha quedado plasmada cuando se refiere a “la igualdad de
iguales en iguales circunstancias” (Fallos, 1999-III, p. 2346 y siguientes “Lufthansa
Líneas Aéreas Alemanas c. Dirección Nacional de Migraciones” de octubre 5-1999;
Fallos, 1999- III 2701- y siguientes, “D. de P.V., A, c, O, ch S/ impugnación de
61
paternidad” noviembre 1-1999), de modo tal que resulta imposible sostener la
violación a la garantía invocada toda vez que no hay distingos en el universo de
sujetos que revisten iguales calidades.
Tampoco encuentro conculcado el principio de resocialización, toda vez que el
condenado podrá lograr una paulatina atenuación de las restricciones inherentes a
la pena, al obtener un cambio de sección o grupo dentro del establecimiento
penitenciario o su traslado a otro (art. 14 de la ley de ejecución penal nacional
24.660).
Eventualmente, la finalidad resocializadora del delincuente, es esencial más no
excluyente, de la pena privativa de la libertad. Y aunque de la redacción del
artículo 1º de la ley de ejecución penal nacional 24.660 surge que aquella ya no es
esencial, sino única, la sanción de otras normas posteriores, modificatorias de la
citada ley 24.660 (como el caso de la ley 25.948) ha relativizado claramente dicho
propósito, introduciendo al régimen legal de fondo que rige la ejecución de las
penas privativas de la libertad un componente inocuizador que no puede ser
soslayado en la interpretación integral de ese cuerpo normativo (conf. Mahiques,
Carlos Alberto y Grassi, Adrián Patricio, “La Prevención especial a la deriva, o una
inconfesada vuelta a la incocuización” Revista Jurídica La Ley, Volumen 2007-F,
págs.1322 a 1332).
En virtud de lo expuesto, no se observa la concreta violación al bloque de
constitucionalidad conformado por la Carta Magna y los Tratados Internacionales
sobre Derechos Humanos incorporados por la reforma de 1.994, concretamente los
arts. 18 y 75 inc. 22 de la C.N., 10 del P.I.D.C.y P., y 5 ap. 6to. de la C.A.D.H.,
requisito “sine qua non” para fulminar una norma con la sanción de máxima
gravedad que prevé el ordenamiento jurídico. Es decir, la declaración de
inconstitucionalidad sólo procederá cuando la repugnancia entre la norma en
cuestión sea manifiesta, clara e indudable con el bloque legal antes mencionado, y
nada de ello ha acontecido en el caso en estudio.
Expuesto ello, y sin perjuicio de mi opinión en orden a la aplicación al caso de la
Ley de Ejecución Penal Nacional 24.660 (ver mi voto in extenso en el Plenario
citado a continuación) cabe dejar sentado que en el reciente Acuerdo Plenario de
este Tribunal de Casación en causa nro. 63.610 caratulada “ALTAMIRANO, Facundo
Ezequiel s/ Recurso de Casación”, del 04/11/2014, se estableció -con mi
disidencia- que el régimen legal aplicable en materia de ejecución de las penas
privativas de libertad es la Ley Provincial N° 12.256, en cuanto resulte más
beneficioso para el condenado, que la Ley Marco Nº 24.660 del ordenamiento
62
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nacional.
En consecuencia, del cotejo de ambas legislaciones, en atención al instituto en
trato, concluyo que corresponde la aplicación de la Ley de Ejecución Penal
Nacional 24.660 por resultar más beneficiosa para el encausado, toda vez que bajo
esa normativa el encausado podrá, abastecido el recaudo temporal, obtener el
beneficio, mientras que bajo el amparo de la citada ley 12.256 a la obstante del
artículo 100 cuarto párrafo apartado 2), se suma la calidad de reincidente que
posee el penado (art. 104 de la ley 12.256). (sala cuarta causa N° 72.675 de este
Tribunal, caratulada: "AMAYA, Germán Antonio s/ Recurso de Queja (art. 433 del
CPP)”. 8/02/16).*La denegatoria apoyada en las actuaciones administrativas que registra el
penado, las cuales debieron haber sido debidamente certificadas, como
asimismo su problemática adictiva sin abordaje concreto:
“…señalo que para acceder a las salidas transitorias se requiere cumplir con el
requisito temporal, no poseer causa en el cual interese su detención, poseer
conducta diez o el grado máximo de ser alcanzado según el tiempo de detención y,
pronóstico favorable del departamento técnico criminológico de conformidad con
lo establecido en el artículo 147 de la Ley 12.256 y 17 Ley 24.660.
De esta manera a contramano de lo afirmado por los Sres. Camaristas, las
circunstancias apuntadas en su decisorio, no obedecen a exigencias que puedan
constituir en el caso en particular un valladar para el otorgamiento de las salidas
transitorias y cambio de régimen dado que agregan requisitos no contemplados en
la ley, excediendo el marco de las funciones que le son propias.
En efecto, estimo que el argumento brindado por la Alzada en orden a que De
Angeli Muñoz no ha realizado un cabal proceso reflexivo, el entorno poco
continente y el consumo de sustancias psico-adictivas no puede resultar un
obstáculo para la concesión de las salidas transitorias y cambio de régimen,
máxime cuando nada impide que un eventual tratamiento por adicciones pueda
llevarse a cabo dentro o fuera de la órbita del Servicio Penitenciario Provincial.
Con ello, debo referir que Juan Marcelo De Angeli Muñoz se encuentra condenado a
la pena de 3 años y seis meses de prisión, por resultar autor penalmente
responsable del delito de portación ilegal de arma de guerra, pena que se
63
encuentra próxima a vencer (17/09/2016).
Adviértase que el encausado de autos se halla en condiciones temporales de
acceder al beneficio en trato, ostenta concepto bueno y conducta ejemplar diez,
no registra sanciones disciplinarias, recibe visitas en forma semanal de su
concubina e hijos, se desempeña en el sector de quintas de la Unidad nro. 42 de
Florencio Varela, no presenta rasgos psicopáticos ni de impulsividad a destacar (v.
fs. 49), asume responsabilidad por el hecho cometido (v. fs. 52), informes que si
bien no resultan vinculantes, su apartamiento impone un parecer fundado, que, en
el caso, en atención a las razones vertidas, no ha sido debidamente desvirtuado en
el decisorio en crisis; agregando que, según se desprende de la lectura del presente
legajo el encausado De Angeli se encuentra incorporado en un régimen abierto y
usufructuando de salidas transitorias otorgadas por la Sra. Jueza de Ejecución con
fecha 7/04/2015 (v.fs. 46).
Por todo lo expuesto, la resolución por esta vía recurrida desconoce las previsiones
de los artículos 100, 119, 133 de la Ley 12.256 en sintonía con la Ley 24.660;
circunstancia ello que hace descalificable al pronunciamiento en crisis como acto
jurisdiccional válido a tenor de lo dispuesto en el artículo 106 del Código Procesal
Penal”
Sala
cuarta, causa N° 74.098 de este Tribunal, caratulada: "DE ANGELI MUÑOZ,
Juan Marcelo s/Recurso de Casación" sentencia del 08 de marzo de 2016)
*La denegatoria apoyada en ausencia actividades en la cárcel:
“el hecho de que Varela no se encuentre desarrollando tareas laborales ni
educativas, no constituyen impedimentos insalvables para conceder las salidas
transitorias, máxime habiendo manifestado su intención de incorporarse al área
laboral de la unidad carcelaria donde actualmente se aloja.
Es que no puede achacársele al justiciable una falencia propia del Estado,
particularmente del sistema penitenciario provincial, más aún cuando el aquí
imputado se encuentra en lista de espera para trabajar, tal como ya se dijera.
Con relación al posible conflicto adictivo que pesa sobre Varela, debo decir que la
problemática a la adicción a las drogas tampoco resulta óbice a los fines de
conceder la libertad, toda vez que dicho fundamento se contrapone en algún punto
con la necesidad de que en el Estado de Derecho se castigue sólo a aquellos que
por sus acciones afecten a bienes jurídicamente tutelados (Cfr. TCPBA, Sala II, c.
64
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50.552, rta. 5/7/2012).
Así, el hecho de que el condenado padezca una adicción a los estupefacientes no
impide que continúe su tratamiento para paliar dicho inconveniente extramuros,
máxime frente al exiguo lapso en el que estará fuera de la unidad.
Lo expuesto me lleva a señalar que la mayoría del órgano “a quo”, hizo una
arbitraria interpretación del artículo 100 y 147 de la Ley 12.256 desde que se
apartaron de los requisitos legales para la concesión del instituto en trato.
De tal modo, el decisorio puesto en crisis resulta susceptible de la tacha de
arbitrariedad y descalificable a tenor del art. 106 del C.P.P. por indebida
fundamentación, en atención a que el encartado ha cumplido el requisito
temporal, observado con regularidad los reglamentos carcelarios y cuenta con
informes técnicos de la Dirección de la Unidad Carcelaria que le son favorables,
dando así acabado cumplimiento a las normas legales aplicables al caso”.
Causa N° 72.720 de este Tribunal, caratulada: “VARELA VARGES, Gastón Ezequiel o
VARELA VERGES, Gastón o VARELA VARGEZ, Gastón Ezequiel s/ Recurso de Casación
(02/02/16 Sala IV)
*LIBERTAD CONDICIONAL
denegatoria apoyada en proceso de unificación de penas pendiente
la Cámara a quo en cuanto sostuvo que: “…el otorgamiento de la libertad
mencionada es prematuro por hallarse en marcha el mecanismo de unificación que
modificará, inevitablemente, el cómputo de pena y las fechas para gozar de la
libertad condicional y asistida. Por todo ello, corresponde rechazar por
improcedente el recurso de apelación articulado en relación al pedido liberatorio
por prematuro. Se trae a discusión un instituto cuyos límites están condicionados al
proceso de unificación puesto en marcha por el Ministerio Público Fiscal…”. (ver fs.
38/44).
En atención a lo expuesto lo cierto es que la circunstancia de que se encuentre
pendiente el proceso unificatorio no puede constituir un obstáculo para verificar el
cumplimiento de los presupuestos del beneficio de la libertad condicional incoado y
declarar, de corresponder su procedencia. (Sala cuarta: Causa N° 71.822 de este
Tribunal,
caratulada: "TOLEDO, Sebastián Martín s/ Recurso de Casación".
11/02/16)
65
*Denegatoria fundada en que la persona detenida “no trabajó” durante el
encierro
La ausencia de antecedentes laborales, a la que hacen alusión las resoluciones,
tanto del juez de ejecución como la dictada por la Cámara, no puede ser endilgada
a Martín Emiliano Aragay. Ya que en las mismas, se ha reconocido que esa ausencia
de antecedentes laborales se debe a la carencia del pertinente cupo y se encuentra
en lista de espera.
Ahora bien, lo descripto no es posible atribuírselo al condenado,
como tampoco el hecho de no contar con herramientas dirigidas a cumplir metas
de resocialización.
Sala Segunda causa Nº 75.591, caratulada “Aragay, Martín Emiliano s/habeas
corpus” del 08/03/16.-
*Denegatoria fundada en “ausencia de actividad educativa” y por “encontrarse
régimen semiabierto de modalidad limitada”.
Sentado ello, señalo que para acceder a la libertad condicional el código de fondo
exige: 1) que se encuentre abastecido el requisito temporal; 2) que se hayan
observado con regularidad los reglamentos carcelarios; 3) no ser reincidente; 4)
que, habiéndole otorgado, no haya sido revocada y 5) previo informe de la
dirección del establecimiento e informes de peritos favorables a su reinserción
social (arts. 13, 14, 15 y 17 del C.P.).
Por su parte, la última exigencia mencionada, también es requerida por el art. 28
de la ley 24.660.
De esta manera, a contramano de lo afirmado por los Sres. Camaristas, las
circunstancias apuntadas en su decisorio, no obedecen a exigencias que puedan
constituir óbices para el otorgamiento de la libertad condicional, dado que agregan
requisitos que la ley no prevé, excediendo en consecuencia el marco de las
funciones que le son propias.
En efecto, estimo que el argumento brindado por la Alzada en orden a que Córdoba
no se encuentra realizando actividades culturales ni
educativas, lo cual se traduce en falta de capitalización del tiempo de encierro, no
puede resultar un obstáculo para la concesión del beneficio que se pretende, desde
que el mismo art. 13 inc. 3 del C.P., permite sortear tal escollo al establecer como
condición: “Adoptar en el plazo que el auto determine, oficio, arte, industria o
66
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profesión, si no tuviere los medios propios de subsistencia”, máxime cuando el
encartado se encuentra en lista de espera por falta de cupo para iniciar el 1º ciclo
del nivel primario.
Por otro lado se impone señalar que la ley no exige que el penado deba transitar un
período mayor de tiempo en un régimen autogestivo, a fin de acceder a la libertad
condicional, dado que los distintos regímenes penitenciarios no son necesariamente
secuenciales, sino alternativos ( art. 6 de la ley 12.256).
Cabe recordar que Martín Córdoba se encuentra detenido en forma interrumpida
desde el 9 de abril de 2.013 habiendo sido condenado a la pena de 3 años y seis
meses de prisión, accesorias legales y costas, por resultar coautor del delito robo
agravado por el uso de arma de fuego en grado de tentativa, en concurso real con
portación ilegal de arma de fuego de uso civil, encontrándose próximo a agotar la
totalidad de la pena impuesta el 8 de octubre de 2.016.
Nótese que Córdoba se halla en condiciones temporales de acceder a la libertad
condicional, registra conducta ejemplar (10), concepto bueno, no ha sido pasible
de sanciones disciplinarias, se encuentra realizando tareas laborales en el sector
quinta, desde hace más de un año no consume sustancias estupefacientes
(marihuana y cocaína), ha adoptado una conducta reflexiva respecto al hecho por
el cual se encuentra detenido (v. fs. 25/vta. del presente legajo) y cuenta con un
dictamen conveniente por parte del Departamento Técnico Criminológico en orden
a su inclusión al régimen peticionado ( ver fs. 21 del presente legajo), el cual si
bien no resulta vinculante, su apartamiento impone un parecer fundado que, en el
caso, en atención a las razones expuestas, no ha sido debidamente desvirtuado en
el decisorio en crisis.
Por lo tanto, la resolución recurrida desconoce las previsiones de las normativas
que rigen el tópico -arts. 13, 14, 15 y 17 del C.P.- circunstancia que hace
descalificable al pronunciamiento en crisis como acto jurisdiccional válido a tenor
del art. 106 del C.P.P..- (sala cuarta del primero de los nombrados, para resolver en
causa Nº 75.590 de este Tribunal, caratulada: “CORDOBA, Martín s/Hábeas Corpus”.
01/03/16).-
*Denegatoria fundada en la necesidad de que “previamente se incluya a la
persona detenida en un espacio terapéutico que le brinde contención para
67
resolver su problemática adictiva y la importancia de lograr un verdadero
proceso reflexivo acerca de su accionar desajustado"
“…lo expresado no se convierte en un obstáculo en si mismo, si se tiene en cuenta
el resto de los extremos evaluados, de manera que las características de la
conformación subjetiva del interno, de la forma en que fueron relevados no
adquieren la entidad que se les asigna en el Estado Constitucional de Derecho por
imperio del principio de reserva (art. 19 de la CN). A todo evento, nada impide la
atención tratamental ambulatoria de orden psicológico, contingentemente inserta
en las condiciones a imponerse (arts. 13 in fine y 27 bis del CP).
Con respecto a sus posibilidades certeras de trabajo extramuros existe una
alternativa de inclusión laboral a lo cual se aduna el acompañamiento que recibe
de su núcleo familiar, extremos que auspician una positiva readaptación.
De esta manera lo resuelto por la Cámara de Apelación y Garantías, tal como lo
expresa el presentante, ha extralimitado los requisitos exigidos por el art. 13 CP en
una interpretación extensiva reñida con el principio de legalidad, y por lo tanto no
reúne las condiciones objetivas que hacen a la exigencia de fundamentación
suficiente (art. 106 CPP)”.
Sala
Primera
Causa
N° 73.963 caratulada
“OSORIO
RODRIGO
WENCESLAO
S/RECURSO DE CASACION” del 15/03/16.*Denegatoria fundada en aspectos psicológicos y/o conductas adictivas:
las consideraciones efectuadas sobre la falta de comprensión del causante en lo
que respecta al hecho por el cual resultó condenado, desembocan claramente en
un cuestionamiento de su propia persona y de sus mismísimos pensamientos,
violándose el viejo axioma de cogitationis poenam nemo patitur, lo que redunda en
una valoración negativa, a los efectos de la liberación anticipada, de la posición
auto-exculpatoria del condenado.
La alegada ausencia de autocrítica e incomprensión del daño causado por parte del
condenado, debe observarse con énfasis, ya que al ser la libertad condicional, una
parte trascendente del régimen de progresividad y una herramienta tendiente a
socavar los efectos negativos del régimen carcelario, debe ser entendida como un
beneficio al que pueden tener acceso todos los condenados que no proporcionen
motivos para presumir fundadamente que incumplirán sus obligaciones durante esa
etapa de la ejecución de la pena.
68
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El pronunciamiento puesto en crisis se apoya en consideraciones que hacen a la
propia calidad personal del condenado, excediendo el principio de reserva
establecido en el art. 19 de nuestra Constitución Nacional, lo cual invalida, de por
sí, los argumentos de la alzada local.
La finalidad resocializadora que emana de los arts. 5.6 de la C.A.D.H y 10.3 del
P.I.D.C.P no debe considerarse encaminada a que la persona regrese a la sociedad
como un ser más elevado moralmente, sino tan sólo a brindarle las herramientas
que le permitan en el futuro adecuar su comportamiento a ciertas normas que se
estiman elementales para la convivencia.
Una ejecución de la pena que aspire a algo más que a ofrecer esas posibilidades y
exija de los internos, para la obtención de algún avance en el régimen de
progresividad, no sólo su colaboración para el cumplimiento de las reglas
impuestas, sino también una muestra de su conversión moral, además de fundarse
en una errónea comprensión acerca de la relación que se debe dar entre individuo
y Estado (art. 19, CN), debería para ello partir de la afirmación, ya desvirtuada por
la sociología criminal y la psicología, de que la pena de encierro resocializa, cuando
en realidad lo único que puede entenderse encaminado al logro de ese fin es el
trato y las herramientas que se le brinden al condenado durante su estadía en
prisión para que en el futuro pueda desenvolverse dentro de ciertos parámetros de
comportamiento socialmente aceptables.
En este esquema no importa demasiado cuál sea la perspectiva moral del
condenado frente al delito, menos para desfavorecerlo, sino el análisis de los
recursos de los que disponga, tanto internos como externos a él, para poder
afrontar exitosamente las sucesivas etapas previstas para el cumplimiento de la
pena.
Por otro lado, en cuanto a la alegada necesidad de terapia vinculada a la
problemática adictiva, a la par de que no se encuentra correctamente constatada,
debe resaltarse que aun de existir la misma, no se observa impedimento alguno
para que sea desarrollada en forma extramuros, pudiendo funcionar el tratamiento
válidamente como una condición bajo la cual se conceda el beneficio (art. 13 inc. 6
del C.P).
De hecho, la norma citada ut-supra expresa, con referencia al tratamiento, “que
(se) acredite(n) su necesidad y eficacia de acuerdo al consejo de peritos”,
dictamen que aún no existe, al menos en este legajo.
69
El punto más crítico sobre el cual se asienta la revocatoria dispuesta por la Cámara
es sobre el cumplimiento regular de los reglamentos carcelarios y la posibilidad, en
tal punto, de ponderar las sanciones disciplinarias que registra el condenado.
En tal sentido, se observa que la Alzada local al pronunciarse sobre el tópico ha
omitido rebatir los argumentos brindados por el juzgado de ejecución que llevaron
a desestimar la posibilidad de evaluar las sanciones disciplinarias, incumpliendo el
deber de fundamentación de los actos jurisdiccionales (art. 106 del C.P.P.).
Sin perjuicio de ello, las circunstancias actuales de la causa, las cuales deben ser
consideradas al momento de resolver, imponen casar el pronunciamiento de la
alzada local.
Se observa, por un lado, que Pérez viene cumpliendo con normalidad las
condiciones compromisorias impuestas, con lo cual ha demostrado su adaptación al
régimen de libertad condicional y, por otro, que la pena establecida se encuentra
próxima a vencer (24 de septiembre de 2016).
Sala Quinta, causa Nº 70.921, caratulada “PÉREZ AVILA LAUTARO ALBERTO S/
RECURSO DE CASACIÓN”. 26/11/15.-
*DENEGATORIA APOYADA EN VALORACION ASPECTOS SUBJETIVOS DE LA PERSONA
CONDENADA.
Ahora bien, debe remarcarse, una vez más, que las razones que invoca el a
quo, como obstativas de la procedencia de las salidas transitorias así como de la
libertad condicional, resultan portadoras del vicio de la arbitrariedad, ello al
ponderar ciertos aspectos subjetivos y psicológicos del encartado, para concluir en
la confirmación del rechazo del los institutos liberatorios peticionados.
El artículo 13 del digesto penal establece que el interno debe abastecer un
requisito de orden temporal, cumplir regularmente con los reglamentos carcelarios,
debe contar con el previo informe de la institución penitenciaria que realice una
prognosis favorable de reinserción social, siendo dicho dictamen ilustrativo para el
magistrado y, finalmente, no debe ser reincidente, esto último como elemento
negativo para la plena satisfacción de los presupuestos legales que viabilicen el
beneficio.
Es decir, la mencionada disposición normativa establece que esos son los
presupuestos legales para el otorgamiento de la soltura siendo que, por ejemplo, la
posibilidad de realizar un tratamiento psicoterapéutico debe funcionar, en su caso,
70
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DEFENSORÍA DE CASACIÓN
como condición para el mantenimiento de la libertad, pero que no obsta a la
concesión del beneficio.
En este punto, cabe destacar lo señalado por la Perito Psicóloga Oficial de la
Asesoría Pericial del Departamento Judicial Mercedes, Lic. Inés Nosa, en el
dictamen que luce a fs. 14/15, en cuanto sostuvo que “La posibilidad de
reinserción social en un medio ampliado, estaría condicionada a la presencia de
mecanismos de control periódicos basados predominantemente en un apoyo
socioambiental específico, y la realización de un tratamiento psicoterapéutico.”
Entonces, no se observa impedimento alguno para que el interno se someta a
determinados mecanismos de control periódicos y un tratamiento psicológico en
forma extramuros, pudiendo funcionar como condiciones bajo los cuales se conceda
el beneficio (art. 13 inc. 6 del C.P), pero no así como un presupuesto legal que el
digesto penal no exige, lo cual finaliza desnaturalizando el instituto en trato.
Vale recordar que la libertad condicional persigue, en su praxis, testear al
condenado en su reingreso al medio libre, por lo que las circunstancias que alega
el a quo como impedientes del beneficio pueden mediante la imposición de
obligaciones funcionar como aspectos que alienten al encartado para que tenga la
oportunidad de probar que puede encarar una vida libre, adecuando su conducta al
derecho, lo cual facilitaría su readaptación al medio libre.
Efectuadas estas aclaraciones, por otro lado cabe destacar la buena evolución
intramural del condenado quien registra conducta ejemplar diez, se encuentra
inserto sin inconvenientes en el programa casa por cárceles, desempeña tareas en
el sector quintas extramuros y se encuentra cursando el 2do. Ciclo del nivel
primario.
Así las cosas, entiendo que el a quo, relativizó nuevamente la consideración de los
mencionados aspectos positivos de la conducta desarrollada por Benítez
intramuros.
Asimismo
la
inconveniencia
del
otorgamiento
de
la
libertad
condicional
dictaminada por el Departamento Técnico Criminológico del Servicio Penitenciario,
que no es vinculante para el tribunal, aparece en el caso insuficientemente
fundado, en tanto se apoyó en ciertos aspectos negativos del informe psicológico
referidos a la falta de aceptación de la culpabilidad en el hecho por el que resultó
condenado y a su “inestabilidad emocional”.
En este esquema no es excluyente cuál sea la perspectiva moral del condenado
71
frente al delito, menos para desfavorecerlo, sino que debe prevalecer el análisis de
los recursos de los que disponga, tanto internos como externos a él, para poder
afrontar exitosamente las sucesivas etapas previstas para el cumplimiento de la
pena.
causa Nº 72.757 caratulada “BENITEZ JUAREZ RAUL ANTONIO S/ RECURSO DE
CASACION” Sala V 01/03/16.*OTROS
FUNDAMENTOS
PARA
DENEGAR:
“no
transitar
espacios
más
autogestivos. Problemática adictiva”.
En cuanto a la primera cuestión, se exige al condenado tramitar por espacios de
mayor autogestión previamente al egreso anticipado, basando tal postulado en el
principio de progresividad de la ejecución de la pena.
Pero nuestro orden jurídico penal no exige al interno, para el acceso al instituto de
la libertad condicional, estar incorporado a un régimen de asistencia o tratamiento
específico.
Al respecto el artículo 101 de la ley 12.256 expresa que: “Los grupos de admisión y
seguimiento orientarán su tarea de acompañamiento a la preparación para el
egreso de todos los condenados incorporados a cualquiera de los regímenes de la
presente ley ante la proximidad de la concesión de la libertad condicional…”.
Asimismo, el art. 13 del digesto penal destaca que el interno debe abastecer un
requisito de orden temporal, cumplir regularmente con los reglamentos carcelarios,
debe contar con el previo informe de la institución penitenciaria que realice una
prognosis favorable de reinserción social, siendo dicho dictamen ilustrativo para el
magistrado y, finalmente, no debe ser reincidente, esto último como elemento
negativo para la plena satisfacción de los presupuestos legales que viabilicen el
beneficio.
En ese sentido, cabe destacar que no debe desfigurarse el principio de
progresividad del art. 6 de la ley 24.660, concibiéndolo como un postulado
axiomático que, llevado al extremo, implique soslayar la configuración en el caso
de los presupuestos que deben cumplimentarse para la concesión de la liberación
condicional, alegando requisitos de lege ferenda que, por lógica, no se encuentran
contemplados en la normativa específica, es decir, de lege lata.
Inclusive, del propio texto del art. 28 de la ley 24.660, el cual trata la libertad
condicional, surge la remisión a la normativa del código penal, sin que se haga
ninguna referencia expresa al previo tránsito por el régimen de mayor autogestión.
Si bien coincido en que previo a concederse al interno la posibilidad de cumplir la
72
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pena en libertad resulta conveniente que transite por las distintas etapas que
ofrece el Servicio Penitenciario dentro del régimen de la ejecución de la pena,
conforme al principio de progresividad, para tener una evaluación más precisa de
su comportamiento a medida que accede a espacios de mayor autogestión, donde
se le otorgan las herramientas que le servirán para desenvolverse en sociedad, y
como pasos previos a otorgársele la libertad, evitando que no se verifique un
cambio abrupto de las circunstancias que conforman el contexto del condenado y
facilitando la reinserción del mismo a la sociedad, tal proceder deberá ser
adecuado a las circunstancias concretas del caso bajo estudio.
En tal sentido, se verifica que Escurra fue condenado a la pena única de dos años y
ocho meses de prisión, la cual vencerá el día 15 de junio de 2016.
Conforme el monto de pena impuesta, Escurra se encuentra en condiciones legales
de acceder a la libertad condicional luego de haber cumplido 8 meses de prisión.
Tal posibilidad contemplada por el propio legislador, da la pauta de que el principio
de progresividad debe ser analizado de forma conexa con el fin de reinserción, y en
virtud de las circunstancias particulares del caso, otorgarle mayor flexibilidad al
cumplimiento paulatino de la pena, considerando a la libertad condicional como un
medio para el fin resocializador.
La estructuración de la ejecución progresiva de la pena no debe conducir a que,
justamente, su deseable cumplimiento paulatino conlleve a adoptar medidas y
decisiones que, lejos de colaborar con la reinserción social, en todo caso se
muestren como obstáculos para la misma (art. 5.6 de la C.A.D.H).
En tal inteligencia, el art. 7 de la ley 24.660 se estatuye como una norma que
tiende a evitar dicha indeseable consecuencia, pues la circunstancia de que “el
condenado (pueda) ser promovido excepcionalmente a cualquier fase del período
de tratamiento que mejor se adecue a sus condiciones personales, de acuerdo con
los resultados de los estudios técnico-criminológicos y mediante resolución fundada
de la autoridad competente” hace, justamente, a evitar un formalismo pétreo, una
estructuración rígida de la ejecución penal que conlleve, en la praxis, a
obstaculizar el declarado fin resocializador de la pena.
Por último, la adicción referenciada como motivo obstante para la concesión del
beneficio por el juzgado de ejecución penal encuentra su acreditación en las
declaraciones del propio Escurra, ante la inexistencia de otro medio probatorio,
fuente de prueba que también hace alusión al cesamiento de tal conducta, por lo
73
que la valoración del mismo medio de prueba a los efectos de la existencia de una
posible adicción, sin dar razones para descartar su cese, no reviste los caracteres
de objetiva imparcialidad.
Más allá de su comprobación, la alegada conveniencia de que el interno sea
incluido en dispositivos tratamentales idóneos tendiente al tratamiento de sus
desajustes adictivos y psicológicos debe resaltarse que no se observa impedimento
alguno para que los mismos sean desarrollados en forma extramuros, pudiendo
funcionar los tratamientos válidamente como condiciones bajo los cuales se
conceda el beneficio (art. 13 inc. 6 del C.P).
Por otro lado cabe destacar la buena evolución intramural del condenado,
considerando su conducta ejemplar (10) y concepto bueno, no registrando ninguna
sanción disciplinaria, la circunstancia de encontrarse incorporado al área educativa
y espera cupo para el área laboral, así como el dictamen de conveniencia
confeccionado por el Servicio Penitenciario Bonaerense.
Realizando un análisis completo de su situación, considero que el interno Escurra
ha cumplido con los presupuestos previstos por el art. 13 del C.P, resultando
pertinente incluir al penado en el régimen requerido, máxime teniendo en cuenta
la fecha de vencimiento de la pena (15 de junio de 2016), por lo que corresponde,
por imperio del principio de progresividad, conceder su libertad condicional.
Sala Quinta causa Nº 76.177,caratulada “ESCURRA GASTON MAXIMILIANO S/ HABEAS
CORPUS”. 17/03/16.en sentido similar: necesidad de espacio mayor autogestión previo a la libertad
“ambas instancias departamentales coincidieron en la inviabilidad de la solicitud
incoada, ya que previamente debe evaluarse el tránsito de Fasce dentro de un
régimen de mayor autogestión, tal el semiabierto modalidad amplia.
De este modo se obviaron de modo irrazonable todos los datos positivos emergentes
del cúmulo de informes favorables emitidos por la autoridad carcelaria en pos de
exigir del solicitante una ejemplaridad única que socava sus posibilidades de
acceder a una libertad anticipada y le impone un significativo lapso de tratamiento
penitenciario.
Cuando la ley 12256 establece que la modalidad de ejecución del encierro será
"alternativa y no necesariamente secuencial", ello deberá tener mayor gravitación
en el caso de penas de corta duración.
74
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Sin desconocer que los informes criminológicos labrados por la autoridad carcelaria
no resultan en modo alguno vinculantes para el tribunal, que deberá juzgarlos a la
luz de un análisis integral de las conductas y características personales sin verse
limitado por las conclusiones que aquéllos arrojen, en la oportunidad valoro que los
jueces de grado se apartaron de modo acrítico de sus conclusiones.
En esa medida acierta el recurrente cuando reflexiona que se agregaron aspectos
por fuera de la manda del art. 13 del CP, al exigir que el penado permanezca un
determinado tiempo (inespecificado) alojado en un régimen autogestivo para de
este
modo
poder
acceder
a
la
siguiente
modalidad.
De
seguirse
esta
recomendación, lo capcioso del sistema redundará de seguro en perjuicio de Fasce
que deberá transitar el tiempo total de su pena prisionizado, sin atisbos de
progresividad en su caso específico.
El instituto de la libertad condicional no importa una concesión graciosa de la
jurisdicción, sino un derecho reconocido en la legislación de fondo inserto
explícitamente en el programa progresivo de tratamiento penitenciario y sujeto a
taxativos requisitos legales que de cumplimentarse habilitan la obtención de la
libertad anticipada”.
Sala 1 Causa N° 75588 caratulada “FASCE RUBEN OSVALDO S/ HABEAS CORPUS”, del
día 25/02/16.“Dos resultan ser los pilares argumentales por los cuales la alzada local confirmó el
rechazo de la libertad condicional de Gómez: a) su previo tránsito paulatino por
espacios más laxos a fin de observar su comportamiento y adaptación, de
conformidad con el principio de progresividad; y b) la falta de capitalización del
tiempo en encierro, al no haber aprovechado las herramientas educativas y
laborales brindadas.
Cabe señalar que la presunta problemática adictiva no fue valorada por la Alzada
en virtud de que la profesional actuante no estimó necesario su abordaje.
En cuanto a la primera cuestión, se exige al condenado tramitar por espacios de
mayor autogestión previamente al egreso anticipado, basando tal postulado en el
principio de progresividad de la ejecución de la pena.
Pero nuestro orden jurídico penal no exige al interno, para el acceso al instituto de
la libertad condicional, estar incorporado a un régimen de asistencia o tratamiento
75
específico.
En cuanto a la circunstancia de que el condenado aun no ha sido incorporado a los
dispositivos educativos y laborales, debe destacarse que el interno ha recalcado su
deseo de trabajar en la Unidad, limitándose la autoridad penitenciaria a recalcar
esta decisión en sus informes y la falta de cupo a tales fines.
En segundo lugar, si bien es cierto que le fue ofrecida a Gómez la posibilidad de
desarrollar actividades desde el área educacional, tal circunstancia no puede
funcionar como impedimento para otorgar la libertad condicional
En igual sentido, debe observarse con respecto a esta última cuestión, vinculada a
la loable posibilidad de trabajar, que bien debe funcionar, en todo caso, como
condición bajo la cual se supedite el acceso al beneficio de liberación anticipada,
pero no así como presupuesto legal que el digesto penal no exige.
Del informe social surge la posibilidad de trabajar en una fabrica perteneciente a
unos amigos por lo cual bien esta circunstancia se viabiliza como un presupuesto
fáctico que otorga mayores elementos para el positivo acceso al beneficio,
conforme a las condiciones que eventualmente se impongan, en consonancia con el
art. 13 inc. 3 del C.P.
Por último, la adicción referenciada como motivo obstante para la concesión del
beneficio por el juzgado de ejecución penal encuentra su acreditación en las
declaraciones del propio Gómez, ante la inexistencia de otro medio probatorio,
fuente de prueba que también hace alusión al cesamiento de tal conducta, por lo
que la valoración del mismo medio de prueba a los efectos de la existencia de una
posible adicción, sin dar razones para descartar su cese, no reviste los caracteres
de objetiva imparcialidad.
Más allá de su comprobación, la alegada conveniencia de que el interno sea
incluido en dispositivos tratamentales idóneos tendiente al tratamiento de sus
desajustes adictivos y psicológicos debe resaltarse que no se observa impedimento
alguno para que los mismos sean desarrollados en forma extramuros, pudiendo
funcionar los tratamientos válidamente como condiciones bajo los cuales se
conceda el beneficio (art. 13 inc. 6 del C.P) desde que estas últimas cuestiones,
vinculadas a la probable necesidad de tratamiento terapéutico y a la loable
posibilidad de trabajar deben funcionar, en todo caso, como condiciones bajo las
cuales se supedite la continuidad del beneficio de liberación anticipada.
Por otro lado cabe destacar la buena evolución intramural del condenado,
considerando su conducta muy buena (7), máximo alcanzado por su reciente
76
P ROV I NC IA D E B U E N O S A IR E S
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ingreso, y concepto bueno, no registrando ninguna sanción disciplinaria, así como
el dictamen de conveniencia confeccionado por el Servicio Penitenciario
Bonaerense.
Realizando un análisis completo de su situación, considero que el interno Gómez ha
cumplido con los presupuestos previstos por el art. 13 del C.P, resultando
pertinente incluir al penado en el régimen requerido, máxime teniendo en cuenta
la fecha de vencimiento de la pena, por lo que corresponde, por imperio del
principio de progresividad, conceder su libertad condicional.
Sala Quinta. causa Nº 74.698, caratulada “GÓMEZ GABRIEL GASTON S/ HABEAS
CORPUS”. 15/12/15.
*Objetivación desmedida de la sanción disciplinaria.Debe remarcarse que las razones que invoca el a quo, como obstativas de la
procedencia de la libertad condicional, resultan portadoras del vicio de la
arbitrariedad, ello al objetivar en forma desmedida la sanción disciplinaria
impuesta con fecha 10/04/2013 por el secuestro de un elemento punzo-cortante, lo
cual amerita ingresar al tratamiento del fondo de la cuestión, a fin de preservar el
derecho de defensa en juicio del encartado, configurándose, así también, una clara
cuestión federal (art. 18 de la Constitución Nacional, 8 de la Convención Americana
de Derechos Humanos, 15 de la Constitución Provincial, 14 de la ley 48 y 1 del
C.P.P.).
Debo decir, en cuanto a la existencia de la sanción invocada por la Cámara, si bien
se halla vigente y reviste gravedad, difícilmente pueda considerarse por esa sola
circunstancia el cumplimiento irregular de los reglamentos carcelarios.
Es que confirmar dicho juicio del a quo llevaría a la necesaria conclusión de que
aquellos internos que han incurrido alguna vez en este tipo de faltas son sujetos
incapaces de acatar pautas.
En efecto, el “cumplimiento regular” no ha de entenderse como expresión
equivalente a “cumplimiento óptimo”, es decir, aquél que se produce sin falla
alguna, lo cual es lo que exige la alzada, al considerar impediente solo una sanción
disciplinaria en tal sentido.
Cumple regularmente con la reglamentación carcelaria quien lo hace en forma
normal, ordinaria o aceptable, siendo posible, conforme a la observación de la
realidad, que los internos hayan padecido alguna sanción en su iter vital
77
intramural, lo cual no podría aparejar, per se, la desconfiguración automática del
citado presupuesto del art. 13 del C.P., sin una previa evaluación de la naturaleza
de la infracción y de su incidencia en el pronóstico final tras relacionarla con el
progreso y los logros alcanzados por el interno en su vida carcelaria, máxime
cuando ciertas propensiones pueden controlarse mediante la imposición de
obligaciones en el sentido expresamente previsto en el art. 13 del C.P. Tal ha sido
el criterio de esta Sala en la causa nro. 65.562 (“Galiano”), entre otras.
Unido esto último con la característica humana de la autodeterminación, no hay
porqué objetivar la existencia de dicha falta sin tener presente los demás
elementos conductuales a valorar, a saber: conducta ejemplar 9, concepto bueno,
está incluido en el régimen abierto bajo el programa casas por cárceles,
desempeña tareas laborales, está inscripto con cupo estudiantil para cursar
estudios en el establecimiento y asistió a cursos de chacinados y electrónica.
La libertad condicional persigue, en su praxis, testear al imputado en su reingreso
al medio libre, por lo que las circunstancias que alega el a quo como impedientes
del beneficio, más bien, deben funcionar como aspectos que alienten al encartado
para que tenga la oportunidad de probar que puede encarar una vida libre,
adecuando su conducta al derecho, lo cual facilitaría su readaptación al medio
libre.
Así las cosas, entiendo que el a quo, relativizó la consideración de los aspectos
positivos de la conducta desarrollada por Churruca Mazza intramuros frente a una
única sanción disciplinaria que, si bien reviste gravedad, resulta ser de vieja data,
no habiendo constancia de la comisión de una nueva infracción en los últimos dos
años.
Sala V
causa Nº 71.962 caratulada “CHURRUCA MAZZA GERMAN ALBERTO S/
RECURSO DE CASACION”; del 11/02/16.
*Sanción disciplinaria en otro periodo de encierro
La existencia de una sanción vigente de otro período de detención, de quien viene
condenado a la pena única de tres años de prisión, cumplidos los requisitos
temporales previstos por el artículo 13 del Código Penal, incluido en tareas
laborales y educativas en su período de detención, contando con un entorno
familiar receptivo y continente, dentro de las circunstancias actuales de la causa al día de la fecha se encuentra a derecho y no se afirma el incumplimiento de las
obligaciones impuestas-, tornan justa la libertad condicional otorgada por la Juez
de Ejecución. (Sala 3 causa N°74.472 caratulada “Arrighi López, Jonathan Carlos s/
78
P ROV I NC IA D E B U E N O S A IR E S
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recurso de casación”, 24/02/16).sanción antigua data. Seguridad de la sociedad
Por otro lado, esa protección reclamada por la sociedad no puede traducirse en el
castigo al culpable ante la imposibilidad de deshacer las consecuencias de un delito
ya cometido.
Concluyo que poner la mira para la concesión de estos beneficios en el
cumplimiento objetivo de la ley, sin tener en cuenta la realidad en la que cada
persona resulta inserta y de la cual es expresión todo su comportamiento,
transformaría el decurso penitenciario en una mera intervención de seguridad para
la sociedad y custodia de quienes delinquen.
Por ello, fundar la negativa de la concesión del beneficio en sanciones de antigua
data, cuando por otro lado surge que los aspectos positivos evidenciados por
Correa, se han sostenido desde entonces hasta la fecha, fundamentalmente en lo
conductual, posee conducta ejemplar diez, concepto bueno, dictamen conveniente
y aprovecha los espacios tratamentales laborales y educativo, a lo que se agrega un
buen informe socioambiental, a la par que contrario a derecho, sería iatrogénico a
la finalidad de la progresión de la reinserción buscada por la pena y en
incumplimiento a lo establecido por los artículos 18 y 75 inciso 22º de la
Constitución Nacional, 10 inciso 3º del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos y 5.6 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. (Sala Tercera
causa número 72.182 caratulada “Correa, Gisela Belén s/ recurso de casación” del
02/02/16).*Progresividad no secuencial
Con respecto a al fundamento de la Cámara de Apelaciones de que el encartado
pueda consolidarse en el régimen al que recientemente ha sido incorporado, debo
coincidir con la defensa en que la norma en cita no ha fijado como presupuesto de
otorgamiento que el imputado deba esta incorporado en un régimen abierto o
semiabierto, ni que previo a su libertad haya transitado todos los regimenes de la
pena.
Y si lo que se pretendiera es que el imputado continúe afianzándose en las
dispositivos
tratamentales
en
los
que
se
encuentran
incorporado,
dicha
circunstancia encuentra respuesta en la expresa letra del ya citado art. 13 inc. 6
del plexo sustantivo, cuando se establece la posibilidad de que el juzgador fije
79
condiciones razonables para gozar del beneficio libertario, siendo que la
posibilidad realizar actividades superadoras como adoptar oficio o asistir a la
escolaridad deben funcionar, en su caso, como condiciones para el mantenimiento
de la libertad, pero que no obstan a la concesión del beneficio.
Justamente como viene sosteniendo esta alzada en causa Nº 56.067 caratulada
“ZABALA CARRIZO JUAN MANUEL S/ RECURSO DE CASACION” Reg. Sent. N°262 de
fecha 02/07/2013 -entre otras-, la libertad condicional aparece como un paso
necesario a los efectos de preservar adecuadamente el principio de progresividad
(art. 6 de la ley 24.660), el cual no debe ser menoscabado con la invocación de
razones meramente dogmáticas afectándose la debida ejecución penal.
Así las cosas, entiendo que el a quo, relativizó la consideración de los aspectos
positivos de la conducta desarrollada por Altamirano intramuros (conducta
ejemplar 10, concepto bueno, sin registros de sanciones disciplinarias vigentes, se
encuentra incorporado al área laboral y educativa dentro de la unidad).
La ausente fundamentación que se vislumbra en la resolución permite corroborar la
arbitrariedad del resolutorio, que se traduce en un vicio no subsanable de la
sentencia. Es menester que todo tribunal motive adecuadamente sus sentencias
(art. 106 del cuaderno adjetivo), lo cual no hace únicamente al requisito de
autosuficiencia de las mismas, sino también a la exposición de los fundamentos por
los cuales se pronuncia el derecho aplicable, ello permite a la parte interesada
argumentar correctamente sus impugnaciones, pues sin la exposición suficiente de
los motivos, todo recurso judicial sería incompleto, porque su base de
conocimiento
(la
sentencia)
resulta
deficitaria.(sala
Quinta
causa Nº 74.934, caratulada “ALTAMIRANO PEREZ DIEGO SEBASTIAN S/ HABEAS
CORPUS”. Del 22/12/15).*Rechazo de pedidos liberatorios por
poseer antecedentes en el uso de
sustancias psico-activas, situación que lo llevó a delinquir, y haber rechazado el
tratamiento propuesto a tales efectos; b) no encontrarse inscripto en el área
educacional, habiendo rechazado el ofrecimiento; y c) la falta de una propuesta
laboral concreta para el momento de su egreso.
“debo coincidir con la defensa en cuanto que la alegada adicción a estupefacientes
encuentra su fuente en las propias expresiones de Medina vertidas en el informe
psicológico.
En tal sentido, del informe obrante a fs. 8 se desprende que “ubica el móvil de su
80
P ROV I NC IA D E B U E N O S A IR E S
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inicio en la comisión de actividades delictivas (en) la falta de una incorporación
laboral estable que le permitiera obtener los ingresos necesarios para su familia,
destacando la presencia de problemáticas de salud en el seno de la misma, que
dificultaban aún más la economía. Paralelamente al inicio del sostenimiento de
actividades delictivas ubica el inicio del consumo de sustancias psicoactivas
(marihuana exclusivamente),
adicción que refiere
superada bajo la sola
intermediación de su detención presente”.
Por otra parte, del informe de fs. 43 de fecha 3 de junio de 2015 se expresa que
“acerca del consumo de drogas dice ser una problemática superada habiendo
realizado tratamiento específico en un C.P.A.”.
En tal sentido, la adicción referenciada como motivo obstante para la concesión del
beneficio encuentra su acreditación en las declaraciones de Medina, ante la
inexistencia de otro medio probatorio, fuente de prueba que, como bien ha
referenciado la Defensa, también hace alusión al cesamiento de tal conducta y la
concurrencia a un C.P.A. a dichos efectos, por lo que la valoración del mismo medio
de prueba a los efectos de la existencia de una posible adicción, sin dar razones
para descartar su cese, no reviste los caracteres de objetiva y racional.
Más allá de su comprobación, la alegada conveniencia de que el interno sea
incluido en dispositivos tratamentales idóneos tendiente al tratamiento de sus
desajustes adictivos y psicológicos debe resaltarse que no se observa impedimento
alguno para que los mismos sean desarrollados en forma extramuros, pudiendo
funcionar los tratamientos válidamente como condiciones bajo los cuales se
conceda el beneficio (art. 13 inc. 6 del C.P) pero no así como presupuestos legales
que el digesto penal no exige, lo cual finaliza desnaturalizando el instituto en
trato.
En segundo lugar, si bien es cierto que le fue ofrecida a Medina la posibilidad de
desarrollar
actividades
desde
el
área
educacional
siendo
rechazada,
tal
circunstancia no puede funcionar como impedimento para otorgar la libertad
condicional, más cuando el condenado ha desarrollado actividades desde el área
laboral, lo que demuestra capitalización del tiempo de encierro.
Por último, en relación a la propuesta laboral Medina ha manifestado la posibilidad
de trabajar junto a su padre de albañil.
En igual sentido, debe observarse con respecto a esta última cuestión, vinculada a
la loable posibilidad de trabajar, que bien debe funcionar, en todo caso, como
81
condición bajo la cual se supedite el acceso al beneficio de liberación anticipada,
pero no así como presupuesto legal que el digesto penal no exige.
Sentado lo anterior, el art. 13 del digesto penal destaca que el interno debe
abastecer un requisito de orden temporal, cumplir regularmente con los
reglamentos carcelarios, debe contar con el previo informe de la institución
penitenciaria que realice una prognosis favorable de reinserción social, siendo
dicho dictamen ilustrativo para el magistrado y, finalmente, no debe ser
reincidente, esto último como elemento negativo para la plena satisfacción de los
presupuestos legales que viabilicen el beneficio.
En tal sentido, se verifica que Medina fue condenado a la pena de tres años y seis
meses, la cual vencerá el día 13 de junio de 2016, encontrándose en condiciones
legales de acceder a la libertad condicional.
Por otro lado cabe destacar la buena evolución intramuros del condenado,
considerando su conducta ejemplar, concepto bueno, no registrando ninguna
sanción disciplinaria y su desempeño en el área laboral.
Asimismo, si bien el Servicio Penitenciario se ha pronunciado por la inconveniencia
del otorgamiento de la libertad condicional, debe entenderse que tal oposición
tuvo su fundamento en el rechazo de la oportunidad educacional brindada, ya que
con fecha 30 de diciembre de 2014, tal autoridad administrativa se había
pronunciado por la conveniencia del otorgamiento de la libertad asistida, siendo la
única variación de su situación institucional, aspecto éste sobre el cual me expedí
previamente.
Por último, el condenado no reviste la condición de reincidente.
En consecuencia, realizando un análisis completo de su situación, considero que el
interno Medina ha cumplido con los presupuestos previstos por el art. 13 del C.P,
resultando pertinente incluir al penado en el régimen requerido, máxime teniendo
en cuenta la fecha de vencimiento de la pena, por lo que corresponde, por imperio
del principio de progresividad, conceder la libertad condicional al condenado.
Sala quinta causa Nº 74.347, caratulada “MEDINA PATEL JONATAN JAVIER S/ HABEAS
CORPUS”. 01/12/15.*Informe ambiental: ausencia de medios igual a encierro permanente
“no hay porqué objetivar la existencia de no tener supuestamente un escenario de
contención suficiente sin tener presente los demás elementos conductuales a
82
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valorar. Caso contrario toda persona de escaso recurso se encontraría destinado a
su encierro permanente.
Así las cosas, entiendo que el a quo, relativizó la consideración de los aspectos
positivos de la conducta desarrollada por Axson intramuros (incorporación en
espacios tratamentales como el trabajo y educación así como la opinión favorable
vertida por el Departamento Técnico Criminológico).
Además, y en atención a las referencias hechas en torno al informe de referido por
el Perito Asistente Social que señalado y referenciado por el a quo, coincido con lo
expuesto por mi colega de Sala, Dr. Celesia, en tanto “…La posición del condenado
en relación con la conducta que se le atribuye… ni siquiera involucra en el caso una
postura moral o ética acerca de las desvaloraciones que contiene la ley de fondo,
desde que lo único que ha hecho es negar haber cometido el delito, alternativa
que, por otra parte, no podría descartarse de modo absoluto sin desconocer el
componente formal que permite distinguir, en términos estrictos, la verdad
procesal de la verdad material o sustantiva” (T.C.P. Sala II, C. 43.745 “C., A. M s/
Hábeas Corpus”, Reg. Sent.N° 1359 de fecha 30/09/2010).
Sala Quinta causa Nº 73.233 caratulada “AXSON ADRIAN GERMAN S/ RECURSO DE
CASACION”. Del 03/03/16.*Cumplimiento regular de los reglamentos carcelarios. Sanciones de antigua
data y problemática adictiva
Con respecto al resto de las sanciones valoradas, de fechas 04/07/11, 20/07/2011 y
07/08/11, lo cierto es que al momento de resolver la Cámara de Apelaciones las
mismas eran de antigua data y actualmente no se encuentran vigentes.
Confirmar este juicio del a quo llevaría a la necesaria conclusión con respecto a la
supuesta problemática adictiva del imputado, lo cierto es que dichas potenciales
falencias del condenado encuentran respuesta en la expresa letra del ya citado art.
13 inc. 6 del plexo sustantivo, cuando se establece la posibilidad de que el
juzgador fije condiciones razonables para gozar del beneficio libertario. Y en
efecto el Sr. Juez de Ejecución lo tuvo en cuenta al imponerle las pertinentes
reglas de conducta (Sala quinta causa Nº 70.768, caratulada “LOPEZ RODRIGUEZ
DANIEL S/ RECURSO DE CASACION” del 26/11/15)
83
*Sanciones antigua data
Por ello, fundar la negativa de la concesión del beneficio en dos sanciones vigentes
–la última de ellas en el mes de septiembre del 2011-, cuando por otro lado surge
su buen comportamiento en los últimos tres años, con conducta ejemplar diez,
concepto bueno, habiendo realizado trabajos en Micro Granja y biblioteca, e
interesado en la continuidad de sus estudios universitarios, a la par que contrario a
derecho, sería iatrogénico a la finalidad de la progresión de la reinserción buscada
por la pena y en incumplimiento a lo establecido por los artículos 18 y 75 inciso 22°
de la Constitución Nacional, 10 inciso 3º del Pacto Internacional de Derechos Civiles
y Políticos y 5.6 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.
Sala Tercera causa número 72.425 caratulada “Ojeda Ortiz, Antonio David s/
recurso de casación” 02/02/16.*Denegatoria por características de su personalidad, señaladas en los informes
psicológico y social, como así también reparos en cuanto a quienes brindarán un
marco de contención en caso de lograr su egreso.
Por otro lado, el Tribunal a quo argumentó que no se ha practicado en autos un
exhaustivo informe socio-ambiental en el domicilio donde proyecta residir el
penado, el cual determine el grado de contención que puede tener Suárez en el
medio libre y las posibilidad física de acogerlo, ello en atención a los elementos de
cautela expresados en el informe social.
Sentado lo anterior, las críticas referentes a la falta de comprensión del causante
en lo que respecta al hecho por el cual resultó condenado, desembocan claramente
en un cuestionamiento de su propia persona y de sus mismísimos pensamientos,
violándose el viejo axioma de cogitationis poenam nemo patitur, lo que redunda en
una valoración negativa, a los efectos de la liberación anticipada, de la posición
auto-exculpatoria del condenado.
La alegada ausencia de autocrítica e incomprensión del daño causado por parte del
condenado, debe observarse con énfasis, ya que al ser la libertad condicional, una
parte trascendente del régimen de progresividad y una herramienta tendiente a
socavar los efectos negativos del régimen carcelario, debe ser entendida como un
beneficio al que pueden tener acceso todos los condenados que no proporcionen
motivos para presumir fundadamente que incumplirán sus obligaciones durante esa
etapa de la ejecución de la pena.
84
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El pronunciamiento puesto en crisis se apoya en consideraciones que hacen a la
propia calidad personal del condenado, excediendo el principio de reserva
establecido en el art. 19 de nuestra Constitución Nacional, lo cual invalida, de por
sí, los argumentos de la alzada local.
La finalidad resocializadora que emana de los arts. 5.6 de la C.A.D.H y 10.3 del
P.I.D.C.P no debe considerarse excluyentemente encaminada a que la persona
regrese a la sociedad como un ser más elevado moralmente, sino tan sólo a
brindarle las herramientas que le permitan en el futuro adecuar su comportamiento
a ciertas normas que se estiman elementales para la convivencia.
Una ejecución de la pena que aspire a algo más que a ofrecer esas posibilidades y
exija de los internos, para la obtención de algún avance en el régimen de
progresividad, no sólo su colaboración para el cumplimiento de las reglas
impuestas, sino también una muestra de su conversión moral, además de fundarse
en una errónea comprensión acerca de la relación que se debe dar entre individuo
y Estado (art. 19, CN), debería para ello partir de la afirmación, ya desvirtuada por
la sociología criminal y la psicología, de que la pena de encierro resocializa, cuando
en realidad lo único que puede entenderse encaminado al logro de ese fin es el
trato y las herramientas que se le brinden al condenado durante su estadía en
prisión para que en el futuro pueda desenvolverse dentro de ciertos parámetros de
comportamiento socialmente aceptables.
En este esquema no es excluyente cuál sea la perspectiva moral del condenado
frente al delito, menos para desfavorecerlo, sino que debe prevalecer el análisis de
los recursos de los que disponga, tanto internos como externos a él, para poder
afrontar exitosamente las sucesivas etapas previstas para el cumplimiento de la
pena.
Asimismo, en cuanto a la alegada necesidad de terapia, no se observa impedimento
alguno para que sea desarrollada en forma extramuros, pudiendo funcionar el
tratamiento válidamente como una condición bajo la cual se conceda el beneficio
(art. 13 inc. 6 del C.P).
Por otro lado, del informe social puesto crisis se vislumbra que habiendo mantenido
la licenciada en trabajo social Vanesa Soledad Vanzato comunicación telefónica con
Ruth Morgante, hija del señor Gustavo Morgante, amigo del condenado que
recibiría en su domicilio al beneficiario, fue informada que todo el grupo familiar
tendría una excelente relación con Suárez a quien conocen desde hace años, no
85
teniendo inconveniente alguno en recibirlo en su hogar, como así que tienen
conocimiento de su causa y que ayudaran y contendrán afectivamente al
encausado.
A partir de lo relatado, concluye la profesional que “el grupo familiar del Sr.
Gustavo Morgante se encuentra dispuesto a ofrecerle contención desde el plano
afectivo, brindándole además su acompañamiento constante en la vivienda de
detención que afronta. Por otro lado, no se observa interés por intentar supervisar
normativamente, confiando en el supuesto buen comportamiento que el detenido
desarrollará, a pesar de conocer al mismo desde escaso tiempo e ignorar varios
aspectos de su historia vital. Como reserva, debe destacarse la presencia de
menores de corta edad en el hogar, atento a los antecedentes del causante… se
estima que dependerá esencialmente del nombrado la opción de adoptar una
alternativa de vida libre de conflictos, adaptada a la normalidad vigente”.
De lo expuesto, se observa que, más allá de ciertas reserva referenciadas respecto
de la confianza depositada por el grupo familiar receptor en el futuro
compartimiento de Suárez y la presencia de menores en el hogar, las cuales quedan
sujetas a la actitud a asumir por el nombrado, el beneficiario recibiría contención y
acompañamiento en el domicilio ofrecido, lo que se vislumbra como un aspecto
positivo que, sumado a la situación del condenado obtenida durante su detención
en la Unidad Penitenciaria, en cuanto que obtuvo la prognosis de conveniencia
emitida por el Servicio Penitenciario de acceder al beneficio peticionado, registra
una conducta ejemplar diez (10) y concepto bueno por parte de las autoridades, sin
presentar
sanciones
disciplinarias,
se
encuentra
realizando
tareas
de
mantenimiento de la Pastoral Penitenciaria y cursando el ciclo lectivo respectivo, y
la proximidad del vencimiento de la pena impuesta (23/7/17) me convencen de que
el interno satisfizo los requisitos para acceder al beneficio peticionado.
Sobre esa base, entiendo que los argumentos vertidos por el a quo para denegar el
beneficio peticionado no resultan suficientes y se alejan de los requisitos
legalmente establecidos. (Sala Quinta, causa Nº 75.966, caratulada “SUAREZ
BALTAZAR ORLANDO S/ HABEAS CORPUS” 03/03716).
*Denegatoria apoyada en la problemática adictiva
Es legítima la resolución de la Juez de Ejecución que sostiene que el incuso ha
alcanzado los elementos necesarios en pos de una reinserción social exitosa, con
86
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fundamento en que cuenta con conducta 10 ejemplar, en la falta de sanciones
disciplinarias, en el aprovechamiento de los espacios tratamentales, la contención
familiar y el dictamen de los profesionales del Servicio Penitenciario, superando los
reparos a su problemática adictiva, al disponer su evaluación por peritos en la
materia, ordenando su tratamiento en caso de que sea merituado como necesario.
Sala tercera 69.286 caratulada “Torres Nuovo, Oscar Rubén s/ recurso de casación”
02/02/16.*LIBERTAD ASISTIDA
validez constitucional art 104 ley 12.256
Se trata, a mi modo de ver, de una responsabilidad compartida entre la Nación y las
provincias respecto de una etapa en la que se mezclan de un modo inseparable
cuestiones sustantivas y de carácter instrumental, combinación que se requiere
forzosamente para brindar a las personas que sufren el castigo estatal un trato
humanitario, que sólo se puede determinar en base a la evaluación personalizada
de sus necesidades en el caso concreto.
Desde esta perspectiva, toda medida que adopten tanto el gobierno nacional como
las provincias para dotar de mayor flexibilidad al régimen de progresividad,
contribuye mejor al cumplimiento de sus responsabilidades, que en el caso son
compartidas.
Esta solución no resulta incompatible con los principios de legalidad e igualdad a
los que ya se hiciera referencia, al menos si se los entiende como exigencias
previstas a favor de las personas y no como instituciones morales superiores a ellas.
En este sentido, considero que los principios y derechos consagrados en nuestra
Constitución Nacional deben ser interpretados de la misma manera progresiva en
que lo establece para sus propias cláusulas la Convención Americana sobre
Derechos Humanos (artículo 29.b).
Concluyo, por estas razones, que no debe reputarse inconstitucional la decisión de
la provincia de Buenos Aires de introducir mayores beneficios que la ley 24.660 al
flexibilizar los requisitos temporales para el otorgamiento del instituto de la
libertad asistida.
En la medida en que ello importe conferir a las autoridades de aplicación una
alternativa más para el cumplimiento de los fines constitucionalmente asignados a
la ejecución de la pena, sin desnaturalizarla, y hallándose comprometida en esta
87
tarea no sólo la responsabilidad de la Nación, sino también la de las provincias,
considero que lo más adecuado es tolerar la coexistencia de ambos regímenes,
dentro de los límites en los que tales legislaciones se pueden combinar sin alterar,
por vía. interpretativa, sus respectivas disposiciones.
Sala Quinta 02/02/16 causa Nº 72.621, caratulada “FERNÁNDEZ PABLO ANDRES S/
RECURSO DE CASACION”.
*Reiteración hechos delictivos. Conclusiones informe psicológico.
“entiendo en primer lugar que la Cámara relativizó la consideración de los aspectos
positivos de la conducta desarrollada por Acevedo intramuros (conducta ejemplar
10, concepto bueno, sin registros de sanciones disciplinarias vigentes y la opinión
favorable vertida por el Departamento Técnico Criminológico).
Asimismo, ninguno de los motivos invocados por el a quo se muestran como
indicadores para un rechazo del beneficio del art. 104 de la ley 12.256, ya que las
potenciales falencias del condenado encuentran respuesta en la expresa letra del
art. 106 de la misma ley, cuando se establece la posibilidad de que el juzgador fije
condiciones razonables para gozar del beneficio libertario.
Con respecto a las reservas hechas sobre ciertos factores de índole subjetivo del
causante, lo cierto es que no necesariamente encuentran su justo andamiaje en el
rechazo del beneficio en trato.
Nótese que, justamente, la libertad asistida persigue, en su praxis, testear al
imputado en su reingreso al medio libre, por lo que las circunstancias que alega el
a quo como impedientes del beneficio, más bien, deben funcionar como aspectos
que alienten a la liberación, a fin de que el encartado tenga la oportunidad de
probar que puede encarar una vida libre, adecuando su conducta al derecho
vigente, máxime siendo posible que enfrente su especial problemática fuera del
ámbito penitenciario, lo cual facilita su readaptación al medio libre.
Vale recordar que la resocialización, reforma o readaptación social, proclamadas
como meta de la ejecución de la pena en los diversos textos de nuestro derecho
vigente (arts. 4 y 5, ley 12.256, 1, ley 24.660, 5.6, CADH y 10.3, PIDCP), es un
proceso que debe orientarse a la legalidad y no a la moralidad.
Esta finalidad no tiene que estar encaminada a que la persona regrese a la sociedad
como un ser más elevado moralmente, sino que tan sólo a brindarle las
herramientas que le permiten en el futuro adecuar su comportamiento a ciertas
normas que se estiman elementales para la convivencia”.
88
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Sala Quinta causa Nº 72.291 caratulada “ACEVEDO TORRES EDUARDO S/ RECURSO
DE CASACION”. Del 16/02/16.*Denegatoria de (LIBERTAD ASISTIDA, SALIDAS TRANSITORIAS Y REGIMEN
ABIERTO)
alegando fundamentalmente que no se evidencia de parte del
imputado ninguna capitalización positiva de los espacios tratamentales, déficit
que no se revela de menor entidad desde que no resulta ser ésta su primera
experiencia al respecto. Asimismo valoró el informe psicológico, que daría
cuenta de la persistencia en el condenado de ciertos indicadores que aún
obstan asumir en su composición endopersonal atenuadas sus dificultades para
motivarse en la norma, en tanto en el mismo se expresa: “se observa un sujeto
que no dimensiona los efectos producidos a partir de su accionar, minimizando
los mismos…”.Se constata la arbitrariedad de la sentencia, toda vez que los motivos invocados
por el a quo no se muestran como indicadores para un rechazo del beneficio del
art. 54 de la ley 24.660, ya que dichas potenciales falencias del condenado
encuentran respuesta en la expresa letra del art. 55 de la ley de mención, cuando
se establece la posibilidad de que el juzgador fije condiciones razonables para
gozar del beneficio libertario como desempeñar un trabajo, oficio o profesión o
adquirir los conocimientos necesarios para ello.
En efecto, la norma en cita no hace otra cosa que permitir el egreso anticipado del
condenado, allí cuando se observen cumplidos los requisitos del instituto, es más
expresamente se establece que: “…El juez de ejecución o juez competente podrá
denegar la incorporación del condenado a este régimen sólo excepcionalmente y
cuando considere, por resolución fundada, que el egreso puede constituir un grave
riesgo para el condenado o para sociedad.”
Asimismo no corresponde achacarle al imputado la falta de cupo en la unidad para
que el mismo pudiera incorporarse a las diferentes herramientas tratamentales.
Con respecto a las reservas hechas sobre ciertos factores de índole subjetivo del
causante, lo cierto es que no necesariamente encuentran su justo andamiaje en el
rechazo del beneficio en trato.
Nótese que, justamente, la libertad asistida persigue, en su praxis, testear al
imputado en su reingreso al medio libre, por lo que las circunstancias que alega el
a quo como impedientes del beneficio, más bien, deben funcionar como aspectos
89
que alienten a la liberación, a fin de que el encartado tenga la oportunidad de
probar que puede encarar una vida libre, adecuando su conducta al derecho
vigente, máxime siendo posible que enfrente su especial problemática fuera del
ámbito penitenciario, lo cual facilita su readaptación al medio libre.
Así las cosas, entiendo que el a quo, relativizó la consideración de los aspectos
positivos de la conducta desarrollada por Chauque intramuros (conducta ejemplar
10, concepto bueno sin registros de sanciones disciplinarias, y la opinión favorable
vertida por el Departamento Técnico Criminológico).
En tal inteligencia, la resolución resulta apartarse de la normativa vigente (art. 54
de la ley 24.660), con lo cual cabe calificarla de arbitraria, debiendo ser reparada
en esta instancia. (Sala Quinta causa Nº 74.699, caratulada “CHAUQUE JORGE
ALFREDO S/ HABEAS CORPUS”. 15/12/15)
*Informe inconveniente: apoyado en conclusiones del informe psicológico
De la resolución puesta en crisis se advierte que los señores Camaristas que por
mayoría revocaron la decisión del Juez de Ejecución, coincidieron con los
fundamentos llevados por el apelante. Para revocar la concesión de la libertad
asistida se consideró que el departamento técnico criminológico del servicio
penitenciario provincial aconsejó la inconveniencia de otorgar la libertad asistida.
Particularmente se meritó el informe psicológico realizado, las manifestaciones que
hizo el penado y lo plasmado por la perito psicóloga en cuanto a que indicó que "si
bien se dijo arrepentido por lo cometido, a partir de sus derivaciones, no se avizora
de sus dichos un proceso revisor en profundidad ni dilema ético en torno a sus
actos, que permita entrever un posicionamiento diferente a futuro".
Los señores Camaristas también objetaron que si bien el penado manifestó que
podría trabajar en actividades gastronómicas junto a sus amigos o en el municipio
de Marcos Paz, al que accedería por medio de un vecino, no brinda mayores datos
como para poder confirmar dicha propuesta.
Tal como fue analizado por el Juez de Ejecución, Travieso cumple con el requisito
temporal exigido para acceder al beneficio de la libertad asistida (art. 104 de la ley
12.256). Conforme se verifica del informe de fojas 13/14 del legajo, la calificación
del penado es ejemplar (9) y su concepto regular. Al respecto el Juez de grado
indicó que el 26.09.2014 revocó y dejó sin efecto la sanción disciplinaria motivada
en el suceso del día 15.05.2014. El Juez de Ejecución meritó que Travieso se insertó
de manera muy satisfactoria en el ámbito educativo, cursando 1° año del nivel
secundario, manteniendo muy buena relación con docentes y alumnos. Se valoró
90
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que desarrolló actividades deportivas y recreativas con motivación e interés.
Concluyó que dichas actitudes evidencian capitalización de su tiempo de encierro y
aprovechamiento de los espacios tratamentales, como también la observancia de
los reglamentos carcelarios. También se valoró que Travieso cuenta con
acompañamiento familiar, y que su madre estaría dispuesta a recibirlo y que el
encartado no se encuentra incorporado al área laboral por falta de cupo. El Juez de
Ejecución se apartó de la conclusión desfavorable del departamento técnico
criminológico, empero dio una explicación razonada de su parecer (art. 105 de la
ley 12.256).
Encuentro que las consideraciones efectuadas por la mayoría de la Alzada
departamental no resultan suficientes para modificar el temperamento adoptado
por el Juez de Ejecución. Con relación a la falta de una propuesta laboral concreta,
cumplo en indicar que alcanza para ingresar el régimen de libertad asistida, que se
le imponga al penado la obligación de procurarse un trabajo (art. 106 de la ley
12.256). Ello fue lo que ajustadamente se indicó en el resolutivo de la sentencia
del 23.12.2014 -apartado 3-, con las consecuencias propias que el incumplimiento
conlleva.
Con relación a la valoración del informe psicológico al que hice referencia párrafos
arriba, corresponde aquí recordar que la libertad asistida es una forma de
cumplimiento de la pena que implica afirmar el carácter resocializador de su
ejecución, y que la readaptación no importa lograr la modificación de la
personalidad del condenado, sino permitirle su reintegro al medio, previo a haberle
ofrecido las herramientas necesarias a los efectos de disminuir su nivel de
vulnerabilidad al sistema penal y por ende, evitar su constante prisionización
(causa nro. 45.713 de esta Sala, caratulada "Gómez Bazán, Roberto Oscar s/
recurso de casación" sentencia del 10/08/2011 rto. n° 988 del voto del Juez
Celesia). Por ello, la sola referencia a las manifestaciones vertidas en el marco de
una entrevista psicológica, sin un análisis profundo y armónico del resto de las
constancias que dan cuenta del desarrollo intra muros del penado, no permiten
avizorar la resocialización, reforma o readaptación social del encartado. Por lo
demás, dicha meta en la ejecución de la pena, configura un proceso que debe
orientarse a la legalidad y no a la moralidad.
Toda petición vinculada con la libertad de un condenado, por imperio del principio
resocializador que debe caracterizar al encierro, demanda del órgano jurisdiccional
91
una especial atención e interés al tiempo de rechazar, como en el supuesto que
aquí se analiza, la concesión del beneficio pretendido por la defensa (causa nro.
45.713 de esta Sala antes mencionada). Entonces, los obstáculos aducidos por el
tribunal a quo, así analizados, no configuran impedimentos suficientes para revocar
la libertad asistida solicitada, quedando en consecuencia la resolución atacada sin
adecuada fundamentación.
Sala Segunda. causa Nº 71.092 caratulada “Travieso Pereyra, Daniel Ezequiel
s/recurso de casación”. Del 29/12/15.*Falta proyecto laboral más allá del informe conveniente del SPB
En el caso, el requisito temporal para el ejercicio del derecho se encuentra
cumplido pues Mendoza se halla detenido desde el 17 de noviembre de 2012,
habiendo sido condenado a la pena de tres años y diez meses de prisión, accesorias
legales y costas por hallarlo coautor del delito de robo calificado por el empleo de
arma de fuego en grado de conato y tenencia ilegal de arma de guerra, la que,
conforme el cómputo practicado, vencerá el día 16 de septiembre de 2016 (fs.4 y
vta.).
Con relación a la observancia con regularidad de los reglamentos carcelarios, es
decir las pautas que determina la ley de ejecución para la disciplina carcelaria (en
el caso, la Ley 12.256), corresponde destacar que depende exclusivamente de una
valoración jurisdiccional, por lo que los organismos administrativos informan e
ilustran con sus informes, pero quien valora la gravedad de las infracciones es el
Juez.
En tal sentido, destaco que el condenado Mendoza no registra sanción disciplinaria
alguna, por lo que concluyo que ha observado con regularidad los reglamentos
carcelarios.
Por todo lo expuesto, habrá de ser descalificado como acto jurisdiccional válido, la
resolución cuestionada pues se apartó del dictamen criminológico y demás
circunstancias favorables (evolución actitudinal, anotado en lista de espera en el
área laboral, concepto muy bueno y conducta ejemplar con calificación 10, estudia
y cuenta con adecuada contención familiar), sobre la base de una argumentación
insuficiente contrariando lo dispuesto por los artículos 13 del C.P., y arts. 101 y c.c.
de la Ley 12.256.
En el caso se ha prescindido de aplicar las normas indicadas, circunstancia que
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torna aplicable la doctrina de la arbitrariedad, en tanto consagra una
interpretación de las normas con relación a las circunstancias del caso en términos
que equivalen a su prescindencia, lo que autoriza a revisar lo resuelto (cf. Fallos
310:2114, 311:948, 315:672 y 324:547).
Sala Sexta causa N° 72.109 caratulada: “Mendoza, Julio Alberto s/Recurso de
Casación 09/12/15.*Libertad denegada por prohibición del art 100 (ley 12.256) en razón del delito
cometido: defensor plantea inconstitucionalidad de la norma
Entiendo que la resolución de la Cámara merece ser casada, aunque por motivos
distintos a los que la parte esgrime.
El estudio de la norma aplicable amerita acudir a lo resuelto en el Acuerdo Plenario
de este Tribunal de Casación emitido el 4 de noviembre de 2014 en la causa N°
63.610 caratulada “Altamirano, Facundo Ezequiel s/ Recurso de Casación” en que
por voto mayoritario se concluyó que el régimen legal aplicable en materia de
ejecución de las penas privativas de libertad es la Ley Provincial N° 12.256, en
cuanto resulte más beneficioso, para el condenado, que la ley marco N° 24.660 del
ordenamiento nacional.
En el caso –entonces- analizadas las mandas que se vinculan con el instituto cuya
aplicación se reclama corresponde efectuar un examen de la cuestionada y el texto
del art. 56 bis de la ley 24.660, más precisamente en este último caso su inciso 2.
Conforme emerge del informe de actuario que antecede, Juan Carlos Calderón fue
condenado por el Tribunal en lo Criminal N° 1 del departamento judicial Junín, por
sentencia del 14 de junio de 2011, a la pena de nueve años de prisión, accesorias
legales y costas, en razón de haber sido hallado autor penalmente responsable del
delito de abuso sexual con acceso carnal agravado en los términos del art. 122 en
relación al art. 119 inc. 3 del CP texto anterior a la reforma de la ley 25.087, en
reiteradas oportunidades en concurso real.
En dicho contexto aparece regulando la temática de modo más favorable al
condenado, la norma nacional.
Así las cosas, la denegatoria que la Alzada no se ha pronunciado respecto del
pedido de libertad asistida de acuerdo al marco del ordenamiento jurídico
aplicable (marco normativo debido: Ley 24.660).
93
Son entonces cuestiones abstractas aquellas que podrían elucubrarse bajo leyes no
aplicables, tales como en este asunto lo sería el tema de la validez constitucional
del art. 100 de la ley 12.256, ahora irrelevante.
Sala segunda número 74.536 interpuesto en favor de Juan Carlos CALDERON
15/12/15.
*SALIDAS TRANSITORIAS. Ausencia informe ambiental: error en el juicio.
En su pronunciamiento de fs. 1/2, la alzada departamental basó su decisión
denegatoria de las salidas transitorias argumentando que si bien Carabajal ha
capitalizado el tiempo de encierro, toda vez que se desempeña laboralmente y
cuenta con estudios primarios, “…lo cierto es que no obra en el legajo un informe
socioambiental en el domicilio aportado por aquel donde usufructuaría las salidas
transitorias en caso de acceder a las mismas.”
En tal sentido, concluyó que “Tal informe resulta esencial a los fines de certificar la
existencia del domicilio en cuestión; si el grupo conviviente del lugar está
dispuesto a recibirlo y a brindarle la contención necesaria que lo ayude en su
proceso de resociabilización, como así también para reforzar los vínculos en el
afuera.”
Ahora bien, considero que tal motivo invocado por el a quo no se muestra como un
indicador para concluir en el rechazo del instituto previsto por los arts. 146 y 147
de la ley 12.256. En efecto, las normas en cita no hacen otra cosa que permitir las
salidas transitorias del condenado, allí cuando se observen cumplidos los requisitos
objetivos y subjetivos del instituto, en este caso: la configuración del requisito
temporal, encontrarse dentro de un régimen semiabierto modalidad amplia, no
tener causa abierta donde interese su detención, poseer conducta ejemplar o el
grado máximo susceptible de ser alcanzado según el tiempo de detención.
Surge de las presentes actuaciones que Carabajal registra calificación de conducta
10 y concepto ejemplar, no registrando sanciones disciplinarias, desempeña tareas
laborales y educativas. Asimismo se advierte que no obstante existir una decisión
jurisdiccional que concedió el acceso del encartado al régimen abierto lo cierto es
que, por razones ajenas al nombrado, se encuentra inserto aún en un régimen
cerrado.
Pues bien, cumpliendo Carabajal con todos los presupuestos legales para el
otorgamiento del beneficio en trato, la Cámara ha supeditado la procedencia del
mismo al cumplimiento de requerimientos que no están contemplados en el orden
94
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sustantivo, configurándose así un error in judicando que amerita la casación del
pronunciamiento.
Coincidiré con la recurrente en cuanto arguyó que la ausencia de un informe
socioambiental en el domicilio oportunamente aportado (motivo principal por el
cual se confirmó la resolución de primera instancia), constituye un defecto
procedimental que no puede ser atribuido a la conducta procesal desarrollada por
el encartado o su defensa, debiendo haber sido subsanado por el a quo previo a
dictar el pronunciamiento atacado.
Sala Quinta. causa Nº 71.933 caratulada “Carabajal, Daniel Dolores s/ Recurso de
Queja (art. 433 C.P.P.)”. 04/04/16.*Denegatoria apoyada en el lapso de tiempo que el causante totaliza cautelado
y la lejanía temporal para encontrarse tempestivamente en condiciones de
acceder a una libertad anticipada, llevan a concluir que, en el caso particular el
interno deberá acceder a los institutos más autogestivos, permisivos y en
definitiva, liberatorios, en forma paulatina:
Pues bien, ninguno de los motivos invocados por el a quo se muestran como
indicadores para un rechazo del beneficio de los arts. 146 y 147 de la ley 12.256,
las normas en cita no hacen otra cosa que permitir las salidas transitorias del
condenado, allí cuando se observen cumplidos los requisitos objetivos y subjetivos
del instituto, en este caso: la configuración del requisito temporal, encontrarse
dentro de un régimen semiabierto modalidad amplia, no tener causa abierta donde
interese su detención, poseer conducta ejemplar o el grado máximo susceptible de
ser alcanzado según el tiempo de detención.
He de coincidir con la defensa en que los plurales indicios favorables esbozados en
los respectivos informes con respecto a Gómez Rojas, no condicen con el pronóstico
de desfavorabilidad emitido, únicamente fundado en el extenso tiempo de condena
que aún le resta por cumplir y en cierta postura irreflexiva o autocrítica respecto
del hecho por el que fuera condenado.
Los informes del organismo técnico criminológico resultan orientativos para el
magistrado y deben ser juzgados a la luz de un examen de razonabilidad.
Surge de las presentes actuaciones que el encartado posee una conducta ejemplar
10, concepto bueno, no registra sanciones computables al día de la fecha, se
encuentra incorporado en espacios tratamentales dentro del área laboral y
95
educativa, y está incluido en un régimen abierto. Así las cosas, entiendo que el a
quo, relativizó la consideración de los aspectos positivos de la conducta
desarrollada por Gómez Rojas intramuros.
Cumpliendo Gómez Rojas con todos los presupuestos legales para el otorgamiento
del beneficio en trato, la Cámara ha exigido al imputado el cumplimiento de
requerimientos que no están contemplados en el orden sustantivo para la concesión
de las salidas transitorias, configurándose así un error in judicando que amerita la
casación del pronunciamiento.
Sala Quinta causa Nº 71.450 caratulada “Gómez Rojas, Humberto s/ Recurso de
Queja 02/02/16.*Denegatoria fundada entre otros motivos en las “reincidencias”
El voto mayoritario de la Sala II de la Cámara de Apelación y Garantías del
Departamento Judicial San Martín expresó si bien las faltas disciplinarias achacadas
a Carranza referidas por el Ministerio Público Fiscal han caducado en sus
efectos, “…su carácter de reincidente en cuanto a la falta de capitalización de
experiencias punitivas previas, y a un mayor ajuste en su tratamiento
penitenciario, (en virtud al fracaso anterior)…”
En primer lugar, del juego armónico de los arts. 16, 17 ley 24.660 y art. 100 de la
ley 12.256 que regulan el instituto de las salidas transitorias a nivel nacional y
provincial respectivamente, y a la luz del principio de progresividad que debe regir
en materia de ejecución de la pena privativa de la libertad (art. 6, Ley 24.660), no
surge que la circunstancia de que el condenado sea reincidente constituya un
obstáculo para su concesión o ampliación.
Por otro lado, considero que la Cámara relativizó la consideración de los aspectos
positivos de la conducta desarrollada por Carranza Gómez intramuros. En efecto,
de la lectura de la resolución dictada por el Juzgado de Ejecución Penal N° 2 -que
oportunamente había hecho lugar a la ampliación de salidas transitorias- (fs.
27/32) surge que el nombrado, además de registrar una conducta Ejemplar (10) y
concepto bueno, “…se encuentra cumpliendo satisfactoriamente las salidas
transitorias a las que fuera incluido en su oportunidad, presentándose en los
horarios que fueran estipulados, sin registrar actualmente ninguna anomalía en el
goce de las mismas y demostrando compromiso y responsabilidad…”
Debe agregarse también que el penado se desempeña laboralmente en el casino de
oficiales, para la empresa de catering “Cook Master” con un correcto desempeño y
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se encuentra cursando el tercer año del nivel secundario además de haber
participado en distintos cursos de capacitación.
Pues bien, advierto que en el caso la ampliación de las salidas transitorias que
viene usufructuando correctamente Carranza Gómez aparecen como un paso
necesario a los efectos de preservar adecuadamente el principio de progresividad
(art. 6 de la ley 24.660), el cual no debe ser menoscabado con la invocación de
razones meramente dogmáticas o extralegales sin afectarse la debida ejecución
penal.
Sala Quinta causa Nº 71.255, caratulada “CARRANZA GOMEZ MIGUEL ANGEL S/
RECURSO DE CASACION”. 15/12/15.*Denegatoria apoyada en dos sanciones disciplinaras como consecuencia de
incurrir en faltas de carácter grave con fecha 21/01/14 y el haber cometido el
8/10/08 el delito que se le enrostra en los presentes actuados, esto es robo
agravado por el uso de arma, mientras se hallaba gozando del beneficio de
libertad asistida en el marco de un otro proceso.
Las circunstancia invocada por la Cámara referente a poseer Pascuale dos sanciones
disciplinarias como consecuencia de haber incurrido en faltas de carácter grave con
fecha 21/01/14, no puede constituir por sí misma un óbice para la concesión del
beneficio en trato, por lo menos para esta primer aproximación con el medio libre
como lo es el instituto de las salidas transitorias, más aún si como en el caso las
mismas no incidieron en la calificación de la conducta que recayera sobre el
nombrado. Por lo demás, tiene especial gravitación para definir la cuestión que la
Alzada no explicó de qué manera las referidas sanciones logran neutralizar los
elementos antes ponderados.
Expuesto ello cabe destacar que en el régimen de progresividad, a medida que se
avanza en el mismo, las exigencias requeridas para acceder a los diversos institutos
y beneficios van en aumento, con lo cual las sanciones disciplinarias -en los
términos indicados supra- que constituyen un óbice a los efectos de ser incluido en
un régimen de libertad condicional o asistida, en el caso no lo es a los fines de
obtener una primera aproximación al medio libre como serían las salidas
transitorias.
97
Dicho esto resta que me expida respecto de la otra circunstancia que fue valorada
por la Cámara a quo, junto a la reseñada ut supra, para arribar a la conclusión aquí
cuestionada. Y en esta línea debo manifestar que merituar una circunstancia de tan
vieja data como ser el hecho de haber cometido el encausado con fecha 8/10/08 el
delito de robo agravado por el uso de arma mientras se hallaba gozando del
beneficio de libertad asistida en el marco de un proceso anterior, es contrario al
principio de progresividad que ha de infundir la ejecución de la pena, siempre en
función de la resocialización que constituye el fin último de su ejecución conforme
la normativa de jerarquía constitucional en la materia, máxime cuando, como en el
caso, la Cámara no ha explicado razonablemente porqué Pascuale no es pasible de
confianza a pesar de los avances evidenciados.
Por lo tanto, la resolución recurrida desconoce las previsiones de la Ley de
Ejecución Penal Nacional 24.660 (arts. 15, 16 y 17), en sintonía con los artículos
146 -y su remisión a los arts. 100 y 133- y 147 de la Ley de Ejecución Penal
Provincial n° 12.256, circunstancia que hace descalificable al pronunciamiento en
crisis, en ese punto, como acto jurisdiccional válido a tenor del art. 106 del C.P.P.
Sala Cuarta causa N° 72.962 de este Tribunal, caratulada: "PASCUALE, Matías
Nicolás s/ Recurso de Casación". 04/02/16.
*Denegatoria fundada en el hecho que el condenado de autos se encuentra
inserto en un régimen cerrado modalidad moderada lo cual constituye un óbice
para la promoción del beneficio intentado.
el hecho de encontrarse el joven alojado en un régimen cerrado modalidad
moderada, resulta –en función del principio de progresividad de la pena- prematura
la concesión de las salidas transitorias peticionadas y, si bien el tránsito por los
distintos regímenes no es necesariamente secuencial, conviene que el incuso vaya
afianzando paulatinamente las herramientas que incorpore a través de los distintos
espacios tratamentales en los que sea incluido, que se desarrolle en un régimen de
mayor autogestión, del que se encuentra alojado (régimen cerrado) para luego con
el tiempo pueda ponderarse si está en condiciones de acceder al beneficio
peticionado, debiendo profundizar el tratamiento resocializador del que es objeto.
A ello debo agregar que, el detenido Pereyra no cuenta con un dictamen favorable
del Departamento Técnico Criminológico el cual exprese la conveniencia y efecto
beneficioso que puedan tener las salidas para el futuro personal, familiar y social
del encartado de autos (conf. artículo 17 de la Ley 24.660), el cual si bien
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DEFENSORÍA DE CASACIÓN
no resulta vinculante para el órgano jurisdiccional, no se advierte en el sub lite una
debida fundamentación que permita apartarse del mismo.
Por lo expuesto lo decidido por el “a quo” es un apartamiento flagrante del texto
de la ley, resultando insoslayable la estricta observancia de los requisitos
contenidos en la misma. (Sala Cuarta causa N° 72.706 de este Tribunal,
caratulada: “PEREYRA, Claudio Ariel s/ Recurso de Queja interpuesto por Fiscal
General (art. 433 CPP) del 17/03/16)
*EXCARCELACIONES en TIEMPO DE LIBERTAD CONDICIONAL
Siendo este el único óbice que se levanta en contra del pedimento de la defensa, la
situación planteada presenta semejanza valorativa con la resuelta por esta Sala en
la causa N° 35.985 “Gómez, Néstor Hugo s/recurso de casación” cuya doctrina
judicial resulta aplicable al caso.
Se sostuvo allí que “El instituto de la excarcelación en tiempo de libertad
condicional es uno de los supuestos legales en que se reglamenta el principio de
proporcionalidad en materia de prisión preventiva, según el cual resultaría
irrazonable que por una infracción penal hipotética el imputado sufra más durante
el procedimiento que con la pena que eventualmente le corresponda, de allí que se
disponga excarcelar al acusado cuando el monto de la condena -no firme- y demás
condiciones permitirían la aplicación del art. 13 de la ley de fondo si aquél tuviera
la condición de penado (art. 169 inc. 10 del rito).
A esta altura el núcleo de la cuestión reside en dirimir si la idea de que la
excarcelación será procedente cuando sea posible asegurar que el imputado
estando en libertad se someterá al proceso y a la eventual sanción que se le pueda
aplicar si es condenado, mantiene su vigencia en el supuesto precedentemente
señalado, en otras palabras, si resulta ajustado a derecho otorgarle a los peligros
procesales de fuga y entorpecimiento eficacia restrictiva de la excarcelación
cuando lo es en los términos de la libertad condicional mediando el dictado de una
sentencia -no firme- que impone una pena determinada.”
Eso mismo ocurre en el sub examine por lo que “Para resolver se debe partir de la
premisa de que el encarcelamiento preventivo nunca puede ser más gravoso que la
posible pena a aplicarse en caso de condena.
El Código Penal adopta en el art. 13 el instituto de la libertad condicional como una
99
forma morigerada de cumplimentar las últimas fases ejecutivas de la pena, por lo
cual toda vez que se imponga antes de la condena firme un encierro que, adquirido
tal estado, no se impondría en virtud de encontrarse abastecidas aquellas
condiciones necesarias para otorgar la libertad anticipada (requisito temporal y
cumplimiento regular de los reglamentos carcelarios) se estará vulnerando
mediante el encarcelamiento preventivo el espíritu de la institución de trato.”
Es por ello que aquí también se impone que “…la interpretación que de la
normativa procesal se haga debe ser abordada procurando no desvirtuar las
finalidades que inspiran los institutos sustantivos, y es por ello que resulta absurdo
exigirle a quien aún conserva el estado de inocencia por haber articulado los
remedios que la ley le ofrece para impugnar un pronunciamiento que estima
injusto, además del cumplimiento de los requisitos demandados por el art. 13 del
Código Penal, que justifique que aquellos peligros que su probable conducta
pudiera generar para la actuación de la ley penal se hallan en el caso
neutralizados.
Y sobra decir que ello es así no sólo porque de otra manera se agravan las
condiciones de quien es aún inocente con relación a aquellos que por encontrarse
firme la sentencia condenatoria dictada en su contra han abandonado ese estado
(C.N. 16), sino que también, como lo ha señalado el recurrente, que el imputado
sea liberado una vez que el fallo deviene firme, cuando los peligros procesales
pierden virtualidad, implica un contrasentido jurídico que no puede tener cabida
en la sistemática del juicio previo (C.N. 18).
A partir de allí no puede ser soslayado que aceptar una distinta interpretación
indirectamente importaría restringir el libre ejercicio de las facultades recursivas
del procesado, al quedar expuesto ante la disyuntiva de procurar su inocencia o, al
menos, un monto de pena menor a la aplicada, o de precipitar su libertad
renunciando a la garantía de la doble instancia, y como el legítimo ejercicio de una
herramienta de garantía nunca puede redundar en un perjuicio para quien la actúa,
no otra exégesis que la propuesta en este voto resulta ajustada a derecho.
Recapitulando, en mérito a la restrictiva interpretación que merece toda
disposición legal que coarte la libertad personal, no será legítimo esgrimir la
existencia de los peligros procesales de fuga o entorpecimiento para denegar la
aplicación del beneficio excarcelatorio en tiempos de la libertad condicional,
cuando la sentencia no firme imponga una pena que permita su obtención y
concurrieran las demás condiciones necesarias para acordarla”.
A la luz de lo dicho, la situación sometida a nuestra consideración resulta
100
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valorativamente análoga, pues frente al supuesto de excarcelación en términos de
la libertad asistida, se vuelven a enarbolar la existencia de peligros procesales –a
esta altura con el juicio sustanciado, y sentencias no firmes de primera y segunda
instancia, resumidos en la posibilidad de fuga- que en marcada desproporción,
llevaron a las instancias anteriores a mantener la restricción cautelar de la libertad
del imputado. Y ello al solo fin de garantizar el cumplimiento de una pena que,
cuando adquiera su condición jurídica de tal, permitiría que el condenado agote
aquella en libertad.
Es por ello que constituyendo éste el único argumento que se levantó contra la
excarcelación solicitada, su descalificación casatoria deja sin fundamentos a la
decisión aquí atacada.
SALA SEGUNDA 08/03/16 causa Nº 73.992, caratulada “Escobar, Mauro Adrián
s/recurso de casación.
*SALIDAS LABORALES: procesados. Recaudos inexigibles
Surge de las presentes actuaciones que con fecha 31 de marzo de 2011 la Cámara
de Apelaciones y Garantías del Departamento Judicial San Nicolás –en el marco del
incidente n° 1743- otorgó a Basualdo salidas periódicas por el término de 72 horas
mensuales bajo la tuición de su concubina y/o de su hermana y, el día 4 de abril de
2012, autorizó al encartado a gozar de sus salidas bajo palabra de honor (incidente
n° 1928).
Asimismo, en fecha 14 de marzo de 2013, el Tribunal Oral en lo Criminal N° 1
Departamental decidió ampliar las salidas de que gozaba Basualdo a 48 horas
quincenales, bajo palabra de honor (incidente n° 2190).
Por último, el día 12 de diciembre de 2013 se concedió al causante una nueva
ampliación de la morigeración otorgándole salidas por un plazo superior a las 72
horas quincenales autorizándolo –en fecha 29 de abril de 2014- a usufructuarlas en
el domicilio de su hermana sito en la ciudad de Baradero.
Se advierte, entonces, que las instancias locales han considerado reiteradamente
que Basualdo resulta merecedor de distintos beneficios tendientes a atenuar los
efectos de la prisionización cautelar que viene sufriendo desde hace más de 13
años. Surge, también, que el nombrado lleva casi cinco años cumpliendo con las
salidas oportunamente otorgadas por el Tribunal en lo Criminal y por la Cámara.
101
Pues bien, teniendo en consideración que la última resolución dictada con relación
a la morigeración de la prisión preventiva de Basualdo data de abril de 2014, que el
nombrado ha demostrado responsabilidad al momento de cumplir con las salidas
periódicas concedidas por los mencionados organismos jurisdiccionales, ello sumado
a la excelente conducta que registra de acuerdo al informe de Vigilancia y
Tratamiento y a la circunstancia de que aún ostenta la calidad de procesado,
entiendo que resulta pertinente continuar profundizando el proceso de atenuación
de la coerción que han iniciado las instancias locales, máxime teniendo en cuenta
las concretas posibilidades laborales aducidas por la Defensa.
Debe ponderarse también que Basualdo lleva más de 13 años en prisión preventiva,
es decir que se encuentra a dos años de cumplir con el requisito temporal para
acceder a los regímenes de semilibertad que permiten a los condenados trabajar
fuera de los establecimientos penitenciarios sin supervisión continua, en iguales
condiciones a las de la vida libre (art. 23 de la ley 24.660, en relación al art. 17 del
mismo ordenamiento normativo).
Tampoco debe perderse de vista que además de ser un derecho consagrado
constitucionalmente, el trabajo resulta ser una herramienta muy importante con
que cuentan las personas privadas de su libertad tendiente a socavar los efectos
negativos del encierro carcelario.
Desde una óptica constitucional, la presunción de inocencia de la que aún goza
Basualdo, no puede verse menoscabada por indebidos requerimientos sustantivos,
sólo evaluables -en principio- para situaciones de condena consolidada, es decir
para supuestos de libertad en la faz ejecutiva (Art. 497 y subsiguientes del C.P.P.).
En efecto, a los fines de merituar la posible atenuación de la coerción del imputado
–v.g. mediante salidas laborales- deberá analizarse si se encuentran neutralizados o
no los peligros procesales de fuga o entorpecimiento de la investigación (art. 163,
párr. 4°, inc. 2°).
Sala Quinta causa Nº 72.402 caratulada “BASUALDO MARTIN ADRIAN S/ RECURSO DE
CASACION”. 03/03/16.
*MEDIDAS DE SEGURIDAD
imposición de la misma: afectación debido proceso
En la oportunidad de dar mi voto en la causa n°61.022, “Romero, Javier s/ Habeas
Corpus”, señalé que según lo establece el artículo 62 del Código Procesal Penal, la
“internación provisoria o la derivación al fuero civil, en caso que no concurran los
102
P ROV I NC IA D E B U E N O S A IR E S
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presupuestos para el dictado de la prisión preventiva, son los únicos supuestos que
se encuentran comprendidos en el código de rito (artículo 168). Ninguna previsión
existe en el citado cuerpo sobre el dictado de una medida de seguridad, a
excepción de lo estipulado en el artículo 1ro. Luego, aunque respecto de la
imposición de una intervención provisional, encontramos la manda del artículo 168
bis”.
“Siguiendo esta línea de ideas, no huelga destacar que la ley 14.296 agregó la
temática en el mencionado artículo 1ro. del C.P.P., a la vez que modificó el inciso
5º del artículo 323. Ambos textos hacen referencia a las medidas de seguridad”.
“Repárese que el artículo 1ro. (texto en el que se reconocen de manera explícita
las garantías fundamentales del imputado) requiere, para la imposición de una
medida de seguridad en los términos del artículo 34 inciso 1º del Código Penal, que
se observen las normas relativas al procedimiento del juicio. No albergo dudas de
que, la teresas de la norma es dotar de mayores exigencias a la hora de dictar una
medida de seguridad en el fuero penal. Esto es, que previo al dictado de una
medida de tal entidad, se acredite mediante un debido proceso, la existencia del
hecho y la participación en él del agente”.
“En sintonía con lo expuesto, y con semejante impronta es dable destacar que el
artículo 168 bis del Código de rito (texto según ley 14.128) prevé la celebración de
una audiencia preliminar previa al dictado de alguna medida de coerción y, en lo
que interesa destacar, la imposición de una internación provisional, audiencia que
podrán requerir tanto las partes del proceso o designar de oficio el juez. Por su
parte, con claridad el artículo reseña las características esenciales de tal
procedimiento oral y público; así se lee ‘…en la misma serán oídas el fiscal, el
particular damnificado si lo hubiera, la defensa, y el imputado se hallare presente,
en ese orden, durante un tiempo máximo de quince minutos. Las intervenciones
deberán dirigirse a fundamentar la procedencia o improcedencia de la medida a
dictarse…’”.
Ahora bien, nótese que el Juez de Garantías, ante la petición de internación
provisional de Rodrigo Alejandro Trotta que hiciera la representante del Ministerio
Fiscal, dispuso la observancia de “las normas relativas al juicio previstas en el Libro
III del CPP.- (Art. 1 último párrafo del CPP)” (v. f. 14 de este incidente), para lo
cual se ordenaron vistas a los interesados (f. 16) y se resolvió (v. fs. 27/30 vta.) sin
haberse llevado a cabo audiencia alguna, pese a la cita expresa de la norma ritual
103
que lo ordena.
Como lo tengo dicho en el precedente ante citado, “respetando la voluntad
legislativa, la imposición de una medida de seguridad penal debe ser consecuencia
de un proceso de sustanciación, en el que imperen los principios rectores de la
etapa de juicio (Oralidad, Contradicción, Inmediatez, Publicidad) y en el cual el
magistrado, valiéndose de la prueba disponible, esté en condiciones de evaluar la
conveniencia y razonabilidad del dictado de tal medida”.
“Desde mi punto de vista, una adecuada intelección del alcance de la reforma
introducida por la ley 14.296, no puede prescindir de la exposición de motivos que
ilustran la télesis y objetivos puestos a consideración del poder legisferante. Así, se
postuló como uno de los ejes centrales ‘…la afirmación de la garantía del juicio
previo para la imposición de medidas de seguridad…’. De la lectura de los
fundamentos, surge con claridad el propósito de robustecer la inmediación,
bilateralidad y defensa en juicio, pilares de nuestro sistema de enjuiciamiento
penal”.
“Para el dictado de una medida de seguridad en el ámbito penal existen algunos
presupuestos cuya acreditación resulta insoslayable. En primer lugar, es preciso
tener por acreditado que el sujeto ha cometido un hecho previsto como delito. En
segundo lugar, debe examinarse las características de la situación que lo torna
inimputable; su origen, evolución y tratamiento más adecuado. En tercer término,
establecer una prognosis, a partir del hecho y de las circunstancias que han
determinado su estado de inimputabilidad, el riesgo propio, para terceros y la
eventualidad de futuras acciones lesivas. Entonces para el adecuado examen de
estos presupuestos y su correlato en la toma de decisión jurisdiccional es que el
sistema de enjuiciamiento bonaerense ha establecido se sigan las reglas relativas al
juicio previstas en el Libro III (art. 1ro in fine del C.P.P.)”.
Como puede apreciarse de autos, tal procedimiento fue categóricamente omitido
por el Juez garante y, por consiguiente, confirmado por el decisorio de la Cámara
departamental que se critica ante estos estrados.
Es más, también se observa un apartamiento del análisis de las causales dispuesto
por el art. 324 del C.P.P., que reafirma la necesidad de reconducir el trámite legal
de estos actuados.
En tal sentido, la nulidad es absoluta y manifiesta (arts. 201, 202 inc. 3° y 203
C.P.P.), asistiéndole razón al recurrente cuando indica que se ha soslayado la
aplicación de la normativa en vigor y con ello, el derecho de su ahijado procesal a
ser oído según lo estatuye el art. 8.1 de la Convención Americana sobre Derechos
104
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DEFENSORÍA DE CASACIÓN
Humanos (arts. 31 y 75 inc. 22° C.N.).
En lo restante, no puedo pasar por alto la lectura asistemática realizada por el a
quo del art. 323 inc. 5° del Digesto ritual, al declarar la improcedencia del
sobreseimiento reclamado por la Defensa Oficial en virtud de la hipótesis del art.
34 inc. 1° del Código Penal. Advierto en ello una flagrante colisión de normas cuya
exégesis debe recalar en su conciliación o armonización de modo que se mantenga
incólume la coherencia del ordenamiento jurídico.
De todos modos, resta precisar que cuando se aprecia una colisión de dos o más
interpretaciones posibles, debe recordarse, siguiendo los lineamientos de nuestro
máxime interprete constitucional, que “…el principio de legalidad (art. 18 de la
Constitución Nacional) exige priorizar una exégesis restrictiva dentro del límite
semántico del texto legal, en consonancia con el principio político criminal que
caracteriza al derecho penal como la ultima ratio del ordenamiento jurídico, y con
el principio pro homine que impone privilegiar la interpretación legal que más
derechos acuerde al ser humano frente al poder estatal” (C.S.J.N., “Acosta,
Alejandro Esteban s/Recurso de hecho”,).
Sentado lo anterior, si surge evidente el estado de inimputabilidad de Trotta e
innecesario que continúe abierto el proceso iniciado en su contra, se debe dar
primacía a normas de mayor jerarquía como ser: plazo razonable del proceso, y de
la privación de la libertad –en el caso la internación provisional-, y el derecho de
defensa.
En otras palabras y en línea con lo expresado en el precedente “Romero, Javier s/
Habeas Corpus” antes citado, y aún a riesgo de resultar sobreabundante, “subrayo
que un ciudadano no puede estar sometido de manera indeterminada a un proceso
penal, bajo el pretexto de una cita legal, a mi modo de ver erróneamente
interpretada. Si el sistema penal intervino respecto de un sujeto que no tiene
capacidad de culpabilidad, tal persona debe quedar fuera de la injerencia del
poder punitivo, esto es, desvinculada del proceso. Dicho esto, el sobreseimiento es
el mecanismo que por antonomasia prevé nuestra legislación para clausurar el
proceso
con
relación
al
imputado”.
(Sala
Primera
Causa
Nº
74.550 caratulada “TROTTA, Rodrigo Emanuel s/ Recurso de Casación (solicita
trámite de hábeas corpus)”, del 29/12/15).*UNIFICACION DE PENAS
105
En efecto, nuestra regulación en materia de unificación de penas proviene
directamente
del
Código
Penal
italiano
de
1888,
conocido
como códice
Zanardelli, que influyó a gran parte de la producción legislativa latinoamericana de
finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX y contenía reglas mucho más
detalladas y precisas que no fueron trasladadas a nuestra parte general como
consecuencia del afán simplificador que presidió su redacción (cf. CNCC en pleno,
Hidalgo J., rta. 5 de marzo de 1990, voto del juez Zaffaroni).
Dicha norma establecía que, en estos casos, corresponde unificar el remanente de
la pena original con la del nuevo delito sin superar los máximos legales para, luego,
computar desde el momento de la sentencia firme que dispuso la unificación. Ello
obedece a razones procesales (dado que la segunda condena no se dicta en
violación a las reglas del concurso) y materiales (impedir que el condenado se
beneficie con la comisión de una nueva infracción) (cf. Zaffaroni E. R., Alagia A. y
Slokar A., Derecho Penal. Parte General, Ed. Ediar, p. 1021 y sgtes.).
Quiénes sostienen, como lo hace el A-Quo, que éste es el método vigente en la
actualidad parten de la asunción de que esta regla ha sido traspasada por el
legislador, aunque de modo simplificado, a nuestro Código Penal. Así, por ejemplo,
Zaffaroni que se cuenta entre los defensores más destacados de esta postura,
descarta de plano la posibilidad de que haya existido una genuina voluntad de
alterar el contenido de la norma tomada como referencia y sostiene que la
supresión obedeció a un simple “exceso en la simplificación” (v. CNCC, cit.).
A juicio del suscripto, sin embargo, esto no resulta convincente por las razones que
se expondrán a continuación. La primera de ellas, precisamente, es que no
considero que pueda afirmarse que la intención del legislador haya sido consagrar
entre nosotros, la solución propiciada por el viejo código italiano, la cuál me
permito transcribir, en extenso, a fines ilustrativos:
"La norma contenida en el precedente artículo […] se aplicará también en el caso
de un delito cometido después de una condena a pena restrictiva de la libertad
personal y antes que ella sea cumplida o mientras se cumpla; más el aumento de
pena, conforme el artículo precedente, es respectivamente de dos tercios, de la
mitad o de un tercio, en lugar de la mitad, de un tercio o de un sexto. Para
determinar tal aumento se tiene en cuenta solamente la parte de la pena que resta
cumplir al momento en el que es pronunciada la condena después de haber
computado, en la pena por el nuevo delito, donde sea necesaria la agravante de la
reincidencia: mas si la pena ha sido cumplida, o la condena extinguida antes que la
nueva condena se halle firme, la pena por el nuevo delito será aplicada
106
P ROV I NC IA D E B U E N O S A IR E S
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DEFENSORÍA DE CASACIÓN
íntegramente" (cf. CNCC, cit., voto del juez Navarro).
Como puede observarse, la simple comparación evidencia que ambas fórmulas
difieren significativamente en su alcance y complejidad y que las diferencias no se
limitan al aspecto apuntado, sino que también se extienden a cuestiones no
menores, como los límites que se imponen al incremento de las penalidades o la
regulación de la reincidencia. Esto debilita seriamente la hipótesis de que todo lo
que el legislador hizo es abreviar y depurar el estilo de redacción ya que, entre
otras cosas, ésta no explica porque estas otras disposiciones no deberían, también,
considerarse contenidas en nuestra legislación.
A lo que cabe añadir que, en sentido contrario al mandato de la CSJN (Fallos
278:62), esta interpretación presume una inconsecuencia grave por parte del
legislador, al suponer que introdujo importantes modificaciones a una norma que,
en realidad, pretendía mantener incólume. Tampoco parece atender al hecho de
que las sucesivas reformas al Código Penal no sólo no han expresado preocupación
por clarificar el punto, sino que parecen haber convalidado lo que, me atrevo a
decir, constituye su comprensión dominante.
En el mismo sentido, que la solución contraria – unificar la totalidad de ambas
penas- resulta más coherente con el sentido de la expresión "unificación de penas"
al permitir distinguir con mayor claridad los efectos de la condena y el cómputo, se
ajusta mejor al sentido que la propia ley atribuye a la pena al referirse a institutos
ajenos a la unificación en los que, inequívocamente, se refiere a ésta en la medida
impuesta por la sentencia y evita por ello ciertas dificultades interpretativas (v.
arts. 12, 16, 18, 20 ter., 27, 50, 65 inc. 3 C.P. y en sentido coincidente, CNCC, cit.,
voto del juez Ouviña). (Sala Sexta causa N° 68.290, “González, Juan Martín s/
Recurso de Casación” 08/03/16).*SANCIONES DISCIPLINARIAS
CELULAR SIN CHIP: conducta atípica
“no existe concordancia entre el artículo 85 de la ley nacional de ejecución penal
nro. 24660 y el 47 de la ley local nro. 12256, por cuanto el legislador provincial
“poseer elementos electrónicos” (cf. art. 47, especialmente el inciso 3º, ley
12.256) diferenciándose en este punto de lo hecho por el Congreso de la Nación
(art. 85 inc. “c”, ley 24.660).
Colegir el cuerpo sancionatorio analógicamente de diferentes incisos del art. 47 de
107
la
ley
12.256,
conllevan
a
una
construcción
analógica in
malam
partem absolutamente vedada por nuestro bloque federal, pues conforme al art. 18
de la C.N y entendiendo el concepto de ley previa en sentido amplio, debe
considerarse abarcada la normativa de ejecución también dentro del plexo de
garantías constitucionales” (Sala Quinta c. 70.768 caratulada López Rodríguez
Daniel s/ recurso de casación del 26/11/15).
Fabiana Danti-Agustín Lavalle. 15 de mayo de 2016.(En caso de ser necesario contar con algún fallo completo de los
señalados
pueden
ser
solicitados
por
correo
electrónico
a
[email protected])
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