BUEn HUMOR - Hemeroteca Digital

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BUEn HUMOR
4 0 CÉNTIMOS
C H A R L E S T Ó N EN A N D A L U C Í A ""* ^ ' ^ ^ - " " " < '
LA GITANA,—¿Te la digo resalao, que tienes patitas de baiiaor?
* " * * * * " * " " " " * " ~ ~ * * " * * ~iiry*yv*inry%fwwv>ftnfifwifwvinnnnnnnnnr •
BUEN
HUMOR
SEMANARIO S\TIRICO
PRECIOS
DE
(PAGO
SUSCRIPCIÓN
ADELANTADO)
MADRID Y PROVINCIAS
Trimestre (13 números).
Semestre (26
— ).
Año
(52
).
EXTRANJERO
5,20 pesetas
10,40
20
-
UNION POSTAL
5> pesetas
16 —
32
PORTUGAL, AMERICA Y FILIPINAS
ARGENTINA (Buenos Aires)
Agencia exclusiva: MANZANE6A,Independencia, 856
Trimestre (13 números).
6,20 pesetas
Semestre
* 6,50
Semestre (26
-- ).
12,40
Año
» 12
24
Año
(52
).
Número suelto
25 centavos
REDACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN
Plaza
del
Trimestre
Semestre
Año
Ángel,
APARTADO
S.rMadrid
12.142
•AAAAnAnAAMAAnAAA/WW^WVW^WV^^rf^^VWW^^W^^^^W^VSA^^rf^^A^AAAAA^^AAAAAAAAAAAAAnnf^^A»*
Los
famosos
polvos
insecticidas
d
Leyer y Compañía
Son infalibles para la destrucción de toda clase de insectos
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lÓfi RECi
por
Bases para el Concurso
de noviembre
Primera. Se concederán tres premios a los concursantes que envíen
el mayor número de soluciones
exactas a los pasatiempos que se
publicarán en los números de BUEN
HUMOR correspondientes al mes actual.
Dichos premios consistirán en
tres objetos d¿ arte.
Segunda. Si varios concursantes remitiesen igual número de soluciones exacta», se sortearán entre
ellos los premios correspondientes.
Tercera. Todas las soluciones
habrán de remitírsenos reunidas antes del día 10 de diciembre, haciendo el envío a la mano a nuestra Re-
1.—La «Loca», al aHermoso»
50 X
DIEGO
MARSILLA
dacción o por correo, precisamente
a nuestro apartado nú uero 12.142.
En el sobre debe ponerse: Para el
concurso de pasatiempos.
Cuarta. Para optar a los premios
será coidición indispensable enviar
las soluciones acompañadas de los
cupones del mes de noviembre insertos en esta página. A los svscriptores de BUEN HUMOR les bastará
IIIIIIIIIIMMIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIMIIIII
con indicar esta circunstancia al remitirnos sus pliego^.
Quint.i. En uno de los números
del mes de diciembre se publicarán
las soluciones y los nombres de los
concursantes que las hayan enviado exactas. En este número anunciaremos también la fecha en que
ha de celebrarse el sorteo de los
premios.
4.—De una canción rouy popular
§
Entendimiento
C A ' ^ l CvN'V^yvv^''^
2.—Un bicho
ENTE:
SOMBREROS
R
BBAVE
s
E: R
6 MONTERA-6
3.—Sabrosos, pero indigestos
iijiiiiiiiiiiiiniiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiniiiiiiih
100
VnSVA AFIRMACIÓN
1 OO
Altar
Hortalizas
5.—Charada
— P r i m a cuarta
prima segunda
:uarta prima asistía u n punita cuarta
que resultó un segunda
quinta.
— P u e » vaya, u n todo.
,^
:¡r
tercia
quinta
' ' FIJ APELO ^^^^^^í^^íí^'^^.
^tcem
45iKU>-^^ZiOjíay
fc^
- ^ ^ ^ c t ^ j ^ i«^©fe-
PERFUMERÍA
PARERA
BádáloíXd
JIKili
'"llliiiiiimiiiii
¡SEÑORES! iQUÉ ALMANAQUE
DE
BUEH HUMOR
I
I ESTAMOS
Al
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V I
HACIENDOl.
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EN FIN, SEÑO!
íY ESI
iiiiiiiiiiiiiiiiiiniiiiiiiiiiiiniiiniiiiiiuiii*''
min HUMOR
SEMANARIO SATÍRICO
Madrid, 7 de noviembre de 1926
"EL SINO DE VICTORINO
de vena- tle.spués. Victorino supo por
L'i'ONGo que todos ustlülorosa experiencia lo que es que le
tedes estarán conquitasen a uno el reloj, la cartera, las
vencidos de que el
sortijas, etcétera. Una vez, en la i)lafC\ ^ k ( ¿ ^'Sr Dsstino es una cosa
\¿) • ^ ^ ^ ' ^ muy seria y de que taforma de un tranvía le quitaron :>:
chaleco, en una rifa le quitaron la nolo qua ha de suceder
via. Y todo con tanta habilidad que
sucede, pese a quien
Viotormo Cabanillas quedábase pasmapese y opóngase quien se oponga, pero
do, boquiabierto y ¡¡atidifuso.
por si alguien dudara de esta verdad
El número de carteras que le habían
axiomática referiré lo que le ocurrió a
mi entrañable amigo Victorino Caba- sustraído eran trescientr.s treinta y
ocho; relojes le sustrajeron cuatronUlas, con lo que creo (luedará demostrado de una manera incontrastable cientos veintidós;,. Síortijas, doscientas
que es más difícil escapar al destino ochenta y nueve y alfileres de corbata
siete mil seiscientos treinta y uno.
que escapar del penal del Dueso
Como
verán ustedes había motivo para
Y vamos al Dueso, digo al hueso.
No recuerdo exactamente cuando co- que mi amigo comenzara a inquietarnocí a Victorino; pero nuestra amis- se. Una vez, en un autobfis, le robaron
tad debia ser antigua, ya que cuando el argumento para una comedia que
m? lo presentaron llevaba chichonera. Sea como sea, es el caso que lo traté d&?de su más
tiernísima infancia y que nuestra amistad fué grande y más
cordial que una taza de tila.
He de advertir que en este
cariño m í o p o r Victorino,
había mucho de compasión,
ya que, d'.cho sea de paso,
Cabanillas era una de las
personas más desgraciadas qn-^
pueden encontrarse. La fatalidad se cebaba en él y no le
abandonaba nunca: era s'.i
señora de compañía.
La desgracia, la gran desgracia de Victorino habían
sido los ladrones. Si en el
mundo no existiesen esos seres
que algunos periódLcos han
dado éñ llamar amigos íntimos de lo ajeno, Victorino
tal vez hubiera sido un hombre feliz. Pero los ladrones,
repito, habían sido y llevaiban
traza de seguir siendo la causa de su desgracia.
La primera vez que salió a
la calle, que fué el día de su
bautizo, ya le robaron el sonajero; pero eso no es nada
Dib. SasNO.—Madrid.
comparado con lo que había
^ ^
pensaba escribir; en una verbena le
quitaron un reuma, y así sucesiva.mente.
Hasta que al fin se decidió a tomar
una resolución; no llevar nada encima. Así no'había modo de que 1© robasen. Prescindió del reloj, cartera,
sortijas, dinero; en fin, de todo aquello que pudiera excitar la codicia de
los ladrones.
Conservó puesto únicamente un solitario engarzado en platino que acostumbraba llevf.r .-en el dedo meñique,
del que no se separaba nunca por la
sencilla razón de que no le salía del
dedo, y, .del que caso de querer desprenderse, hubiera tenido que ir a un
joyero para que se lo limase.
Por esta causa Victorino conservó
puasta la sortija, convencidísimo de qu? era im/jiosible que
se la r.abasen.
Fiado en ello comenzó a hacer alarde de su anillo; enseñábaselo a todo el mundo y
cuando iba en el tranvía procuraba poner la mano de tal
modo, que distinguieran el
solitario. Tenia tal convenámiento de que no se lo robarían que miraba a la 'gente como diciendo: "Fastidiaos
que ésta no me la quitan".
Una noche, cuando llegó a
su casa, se puso a cenar tran(lui'.amente. De pronto, al llevarse la cuchara a la boca, ,
dio un grito de espanto. No
tenía en la mano más que
cuatro dedos; le faltaba uno,
¡en el que llevaba la H.ortija!
Algún hábil ladrón debió intentar quitársela y al comproibar que no le salía del dedo,
optó por llevarse también éste.
Y i3.? <iuc como dice un [jroverbio árahe, que se atribuye
a^ Muley-Hafid, lo que lia de
suceder está escrito con letra
gótica.
MANUEL LÁZARO
BUEN
HUMOR
Elogio poco p r o f u n do
del p r i m er mozo del m u n d o .
Sabéis que el primer barbián
áú universo fué Adán,
Y al Paraíso se entró
con Jas de! Ve.ri, el gachó.
Aunque no i'ué un pollo pera,
pollo manzana si era.
Sin pasar por Ja niñez
se halló en plena "madurez".
Cuando entró en el Paraíso
ealiT más que aprisa quiso.
pu2s, sm haber aún pecado,
ya al infierno me han mandado.
¡Calla! AHÍ acude una ñera *
desnuda y con cabellera.
¿Y anda en dos pies? ¡Voto al Ha¡Esta sí que es de cuidado!
[do!
Como tampoco era viejo,
buscó el hombre su "apañejo".
Que no era plato de gu¿to
caminar de susto en su.?to.
Que k (ostó, ¡oh, maravilla!,
las costas... y una costilla.
—i Recotufa! ¡Vaya cardo!
Allí dormita un leopardo.
—Vas a ver—dijo el Oráculo—
del mmido el gran espectáculo.
Y allá, junto a aquel fambrón,
se despereza un león.
¡No me tires ":ndiré",
per tu saiú...
—i Escúchame—
—¿Y gratis y—dijo él, sumiso.
—Sí; mas desde... el Paraíso.
1 Mi madre! (;por si la tengo),
si sé que es esto, no vengo,
rogó, acercándose más,
la madre de... las demás.
—^Esto eS'—pensó con pupi!a—
que alguien me tiene "la ñla"...
¡Pues allí avanza una bicha
dispuesta a hacerme salchicha!
O es que soy un badulaque
y me largan con la "claque".
Ha debido haber error
en lo que mandó el Creador;
—Soy Eva... i A tí, Amor me lleva!,...
—¿Cómo? ¿A mi?... ¡Pa mi que ni[Eva!...
,
¿Crees tú, so Adán, por mi vida,
ciue soy yo pera podrida?...
—Pero traes ima manzana
(lue da el opio, so gitana,
la (ual te entregó una ibioha,
y así estás tú tan redicha...
—¿Que me la dio?... ¡Anda, salero!
Digo que, ¡valiente "pero"
le pones a una manzana!
—Pues... dame un cacho, barbiana.
¿Sabes, voto a aquel león,
que asta manzana es... jamón?
—(¡Ya vas cayendo en mis lazos!)
—¡Me muero por tus pedazos!
—:¡Tuya soy!...
—¡Tente, galana!
¡Si es ,por los de La manzana!
—¡Téfcla!... ¿Y por los míos? ¡Di!,
lloró ella con írenesí.
— ¡iSo llores tú, voto a Alá,
porque todo se andará!...
Nació Caín, niño tierno
y el Paraíso fué infierno.
Dib. BAL- Madrid.
El señor calvo.—Acerca la fuente, Eloísa. Ya te fn'
dieho qu» me molesta que me pongas la raya en medio.
¡Y la vida fué un sollozo!
¡ ¡ Y • todo ello en un segundo!!
¡ ¡ i Y es que era muy grande "el munpara cargárselo a "un mozo"!!! [do"
MioüBL DB CASTRO
BOEN
HUMOR
COMEDIAS
LA
Comedia
VENGANZA
rudamente
italiana,
PERSONAJES.—Ai final de la comedia verán ustedes cuántos ton.
DECOEACIÓN. — Habitación
de un;)
posada italiana. Muebles adecuadrs
y comiprados a plazos. Al foro, puerta para entrar y salir. En la izquierda, ventana para mirar el campo. Eii
la derecha, lavalio para hacerse In
"toilette". Ambienta muy poético y
dramático.
(Al levantarse el tetón, en escena,
BEPPO y FRANCHKTTA. BEPPO es un
hombre que me juego la cMhezj a que
!/a ha cumplido los cuarenta añ,cs.
Es un tipo groserote y algo repvgnante. FRANCHETTA es una joven de
unos veinte años, do's de. los niales
fueron bisiestos. FRANCHETI'A es hermosa cual la torre de Pisa, y en unión
de BEPPO oéupa ¡a habitación donde
se hallan ustedes; es decir, donde se
hallan ellos. Es de noche.
/
FRANCHETTA.—¿Partes, Beppo?
•BEPPO.—Si. Parto. La no^lie ha P:^rrado como un comerciante en domingo, y ya es Ja hora de hacer e!
alijo...
(BEPPO es
RÁPIDAS
cuya
acción
DE
se desliza
BEPPO.— ¡Las armas!
FRANCHETTA.—iE vero! (Hace mutis y vuelve con doce pistolas y veinte puñahs que BEPPO ÍU ciñe airetledor de su cinturón.)
BEPPO.—i ¡Adío, earniaü
FRANCHE. — Que
la
Madonna
de
• Portinari te saque con ben... (BEPPO,
tras un último beso feroz, hace mutis por el foro. Al abrir la purta, un
turbión de agua invade la estancia.
Dentro se oye relampaguear de un
modo que eriza el vello y el feo. En
ssguida suena alejándose la voz de
BEPPO, que se marcha
BEPPO
en una posada
cantando.)
BEPPO. (Dentro.- La vita é fácile
la vita é bella!...
¡Golfo di Nápoli!...
¡ Civitta Verchia!...
i^La voz se va apagando como lan
bombillas Osram.)
situada
cerca
de
FRANCHE.— ¡Ya se va! Canta para
(¡ue los carabinieri no saspechen que
es un contiabandista... ¡Madonna,
cuanto sufro! Si Beppo sospechaEc
que le engaño con FescriuUo, el carabinieri de', próximo cuartelillo... (En
la ventana suenan unos golpecitos.)
¡Oh! ¡FeíTciuüo!... (Va a la puerta,
la abre y entra Fescciidlo, que es un
carabinero con bigotes a "lo alpinista'', es decir, con gulas.)
FESCCIUI.LO.—¡Amata mía!
FRANCHE.—^¡Rudolfo! (.Se abrazan
con ansias napolitanas.)
FESCCIULLO.—He visto salire a lu
maritto...
FRANCHE.—Iba de contrabando.
FESCCIULLO. — Dejémosle que alije
el tabaco y las íedas que quiera;
mientras tanto tú y yo podemos cantar !a tonada del amor eterno.
IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIillllllll!linUII!l!!ll!!!!!i:inilllltllllllllllllllIllllllillllillillllllllllllllll
contrabandista.)'
FRANCHH.—^¿ Quiénes te acompañan hoy?
BEPPO.—Martuchio y su hijo. Son
Sentes de fiar. En caso de inutilizarme yo, no tendría inconveniente en
entregarle el alijo al padre y en confiarle el dinero al hijo.
FRANCHE.—¿Y piensas sacarle al alijo dinero?
BEPPO.—Ya me conooes. Yo le sa-
00 dinero al alijo, al hijo, al padre y
a un tío del padre y del hijo.
FRANCHE.—¡Eres terrib'o!
BEPPO.—¡Bah! Contrabandeo; eso
es todo.
FRANCHE.— ¡Te amo por una rosa:
por valiente!
BEPPO.—¡Valients ca-a! Pero ¡por
!a Madonna! Ya es tarde. Me voy
aceleratto... Adío, Franchetta ¡Deja
que te arree un b?so antes de partiré!
(BEPPO coge a FRANCHETTA
brutal-
mente por un brazo y la da tres mordiscos seguidos, los cuales dejan señal. Es bochornoso, pero todos hs
contrabandistas italianos besan de esa
manera. Yo he viajado mucho y por
eso puedo decirlo.)
P'RANCHETTA.—¡Arrivedere, amoTic!
(Devuelve los besog a BEPPO porque
pertenece a esa clase de mujeres que
no acostumbran a quedarse con lo que
íe« dan.)
Ñápales
—Señorita, ¿ese es un retrato de la Joaiquinaf
—No. Es un retrato de la mañuela.
Dib. GIRÓN.-Madrid,
BUEN
FKANHE.—i Por Edmundo de Am;ciá, cuánto te amo!
FESCCIULLO.—¿Etí de veras? Tamb e n mi corazón choca y late por ti...
FiuxcHE.—¿C-Oca y late? ¡Riquisimo! (Se be&an de un modo que e..
una vergüenza. Yo no diña nunca
e.do, pero es que los italianos son tan
apamonadoo... En fin, viajen ustedes
por Italia y se (•(•nvencerán.)
EL RETRATO
IDon Mateo Tordesillas,
hombre gordo, bonachón,
flatulciito, zaniorano,
religioso, decidor,
célibe, caritativo,
tueito, suscriptor de "El Sol",
protector de una muchacha
guapísima y de Gijón,
taurófilo, espiritista,
aficionado al alcohol,
amigo de Rornancnes,
dueño de un "Buick" y dos "Ford;-",
hiperclorhídrico crónico,
de Behnonte admirador,
con dos casas en la Corte,
un hotel en Mazarrón,
unos montes en Alhama
y una dehfsa en Almorox,
es el héroe de la historia
<iue, a falta de otra mejor,
en estas brillantes páginas
me lanzo a referir hoy.
DOS HOliAS UESPIK8
ÜEPl'O.—{Abncrida t>ruscaiit.:'iit<' la
puerta del foio. entra // la vuelve a
cerrar a escape. En su. rostio se pinta
la tragedia más horrorosa.) ¡Por San
FrancbjíCü de Asís, (¡ué esiianto! ¡Yo
(jUe creía (lue .MaTtucchio y su hi.io
eran \m'x< l)nenoH compañoio.^! Re.<u!ta t|ue nada uiá.s hacer el coutra'bando han dicho (]Ue .-i yo moría, tc(a rían cUcs a más, y se han liado a
tiros conmigo d? un m.odo cjue, gi nt
corro, me hacen la autop.sia. Ahora
están apostados ahí fuera, y en cuanto salga, me sacuden seivS balazos...
(Suenan dentro dos tiros) ¿No lo dije? ¡Qué bestias de los Apeninos!
FRANCHE.—[Saliendo por la derecha
con FESCCIÜLI.O al oir los tiros.) ¿Qiu'
tiros son esos? {Con terror.) ¡Oh!
¡ i Beppo!!
FESCCIULLO.— ¡El marido!
Por lo ()ue apuntado dejo
se habrá empapado el lector
}' calado la lectora
que el susodicho guasón,
de Mateo Tordesillas
era más rico que 3'0
»y se chupaba una vida
más alegre que un "foxtrot",
y se pegaba unos tutes
de comer que era un horror
y se atizaba unas siestas
que eran la desmigación.
¡Me !:i
he buscatto!...
BEPPO.—(Comprendiendo ''lo que
ocurre^'' de una ojeada y 'formando se
plan instantánean\inte.)
Salr.d, F?. cciullo... Ya (omprendo. Amas a m
mujor... ¿Qué va a hacerse'.' Todos
hemos tenido estas aventuras a lo:veinticinco años... Vete t ; perdono.
FESCCIUI-LO.— ¡Eso se llama .--er un
buen hombre!... Adiós. Bepjx). Adiós,
Franchetta. {Besándola.) Volveré mañana a la misma ho.ra.
BEPPO.—[Aparte.) ¡Miserable!
Xo obstante, el buen don Mateo
se sentía protector
de literatos y artistas
y con frecuencia sentó
lo dejó que se sentaran)
de su mesa en derredor
escritores con carpanta,
músicos con hambre atroz
y pintores con gazuza,
y a unos y otros obsequió
con una largueza procer.
> digna de un gran señor.
FESCCIULLO.—Adío. iSe va por el fo-
ro, y nada más, salir, Mantucchio y su
hijo, ouc están apostados, lo fajan a
FiiA\cHE.— ¡Por ü i o ! ¡Han matado a Rudolfo!
BEPFO.—Si... ¡Es mi vendetta, vulgo venganza!
TELÓN
E L LECixiR.—iVaya una venganza
italiana!, ¿eh?
Yo.—¡Ah! Pues e.*o en Italia ocur e todos los; días.
E L LECTOR.--Usted dabe conoce
muy bien todo lo italiano, ¿V3rdad'
Yo.—Sí. Ya hace dos meses que
voy a la Escuela Berlitz.
E L LECTOR.—¡Ah!
ENRIQUE J A R D I E L PONCELA •
Vcrcelli (Apeninos), Italia.
HUMOR
Dib. QuiNCiTO. —Madrid.
—Qué distraído soy, ¡Mira que venirme sin el impermeable!
Un buen día un pintor vasco,
r.gradecido, ofreció
hacerle un retrato al óleo
para adornar el salón.
Tardó un seniestrc en pintarlo
>•, al cabo de él, presentó
una birria apastelada
<|uc asustó a la reunión.
-Mas don Mateo, mundano,
en su favor opinó
diciendo así: —¡Este retrato
está hablando, sí, señor!...
—,:Qué está hablando?—le dijeron.
Y él, rotundo, contestó:
—;;Sí!I ;¡Está hablando!!... Lo que
[pasa
es que habla mal del pintor!...
S O T E R O L. P E Ó N
H U EN
HV
MOh
EL BEODO QUE PROVOCA LA T R A G E D I A
La escena que voy a tener el escandinavo lionor de someter a la paciencia de
mis lectores me ha sido encargada por
un periódico de Nueva York para que,
convenientemente traducida, sirva de propaganda a lia ley seca c|ue actualmente
se está tambaleando alli, como si hubiese bebido lo que no pueden beber sus
imrugnadores. Y como para demostrar
los estragos cjue hace el vino (n los estragos que hacen los tragos, cuaixlo >oi'
niás enormes ([ue lo natural), no hay más
(aie copiar una escena de las que constar.tcmente nos ofrecen las calles madriieñas, voy a osar sacar a la vergüenza pi'iblica un borracho (|ue es conducido por
un egregio y simpático guardia a la suculenta comisaría.
RoBKSi'iERRK.—¡Y ustcd cs más tozudo que un zar.agozano !
EuDOSio.—; Pues no S()y de Aragón,
amigo !' ¡ .Soy de Madriz ! i i Soy (/ato !!...
(Al decir eslo si;jue a (/atas).
RoKKSi'iKniiE.—-¿ ICs usted (/ato.' Que
sea enhorabuena, pero a la cornil
EiJDosK).—; /.Miau:!...
ROUESI'IKRKE. {¡•'arioso, eoi/iéudole de
líii- bolón de la eaniiscla y poniéndole de
¡•ie con Jicreúlea cncriiia).—¡¡Va
usted
a conseguir i|uc me tk-cida a ponerme
bruto! !
ElDosio.—¡Anda! ¡Y yo que creía
que estaba usted decidido desde que era
jovencito!
RoüKSi'iERKE. (l-ie/zalándolc otro puñetazo /•olcánico).—¡ i He dicho que arreando, que no estoy pa perder el tiempo con
lui borracho indecente!!
EiJuo.sio. (Muy fino, dándole la mano).—¡Servidor
de usted!...
Ronicsi'iERRE.—; Tanto gusto !... ¡ ¡ Hala!!...
lu'Dosio.—¡ El gusto es mío!... ¡ ¡ N o
quiero ! !...
inilliMllItlIlMIllilllllIIlIlllItlIllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllMIIIIIIIIIMIIIIIIIMIIt
La acción tiene lugar en la calle de ("a
tretas, frente a la antigua Casa de Correos y al lado de las bocas abiertas de
los leones ([ue sirven de buzón. El curda
so llama EUDÜSIO y el guardia (que fué
¡epublicano cuando era cartero y célibe)
se deja apodar ROI!1-,SIMI;RI!I; por sus compañeros. Sale primero el de la tajada
(lue, además de la tajada, lleva en la mano unas vinagreras de mesa de comedor,
compradas seguramente en un momento
de subconsciencia delirante, muy común
en los seres amerluzados. Robespierre le
empuja de un modo terremotístieo para
hacerle andar, demostrando estar poseído
de una furia muy razonable, dada la infame calma:' del beodo.
EuDosio.—^¡; Ahí va ! !... ; i F.mpuje usted más fuerte, no sea usted tonto ! !...
RoüESPiERRi-;.—¡ Vamos, hombre, le he
dicho a usted que a Ja comisaria!
líuDosro.—¡ Y yo le he dicho a usted
<;ue no me da la gana!...
RoBESi'iKRRK.—\ A mí con cabezonadas,
r.o! {Le afiropincua un IIHCI'O empellón
iiuieho más sísiiüeo que los anleriores.)
i ¡ Hala pá alante! ! (Eudnsio se tambalea
y eae eon su escaso equipo, quedaiuln
iiiaainfieaineiife sentado en el snelo hasta
Dios sabe qué lejana feelia).
EtDOSlo.—(Con Iranquilidad
filosófica).—; Un rey más (|Ue se ha caído!...
RoBE.si'iERRE.—¿Usted es un rey?...
EuDosio.—I I^a evidencia se palpa!...
;; Rl rey de cnpas\!...
ROUESI'IERRE.—; Usted es una piltrafa
de la sociedaz!
RuDOSio.—¡Guardia.... está usted bastante mal educao, dicho sea con todos
los respetos..., es decir, dicho sea sm
respeto ninguno!... (.Ve pone a gatas para
intentar levantarse del suelo, si buenamente puede ser.)
Dib. FuEhTE.—Madrid.
-¡piua in'ioiéWm^e ha muerto! ¡Pero si sólo tenía un riñon flotante!
-Sí, a3ñora. Tenía un riñon flotante, ¡pero se le ha ahogado!
8
RoBESPiíRRi.—¿Y qué diría usted si
yo le diera un sablazo?
EuDosio.'—^i Que sería una desgracia
pa usted, porque no llevo ni una perra
gorda!...
RoBESPiERRE.—¡ ¡ Yo no digo eso!
EuDosio.—¡ Ya ío s é ! ¡ ¡ Lo digo y o ! !
RoBESPiERRE. (Desesperado,
mirando
fíl cielo).—¡ ¡ Le voy a tener que llevar
a la comi en un volquete!!
EuDosio.—¡ Pero si voy a ir por mi
pie, querido y lisonjero guardia!... Lo
que le suplico es que, ya que hemos pasao por aquí, me deje usted echar ante.s
una carta urgente para León que llevo
en el bolsillo...
RoBESPiERRE.—Pues échela usted. ¡ Pero deprisa! (Eudosio se aproxima al
buzón y mete una carta por la boca del
Icón que todos conocemos).
EUDOSIO.—i Ve usted?... ¿Ve usted cómo no le engañaba?... ¡ ¡ A ver si hay
quien me niegue que es una carta para
Lcón\ i...
RoBESPiERRE.—¿Y es, por un casual,
para su esposa?
EUDOSIO.—¡ I ^ h a acertao usted!...
; i Si fuera para mi suegra, en lugar de
ser para León, sería para t i g r e ! ! . . . Y
ahora, apreciable funcionario, le voy a
proponer a usted una combinación que
da tufo!... i Si me deja usted libre, feüz
e independiente, le hago un regalito!
RoBESPiERRE.—i Cuál ?
EUDOSIO. {Enseñándole las vinagreras).—¡ Este convoy pa la mesa de comedor que he adqtiirido en un todo a
sesenta y cinco por tre.s, noventa!
RoBESPiERRE.—¡ Eso es muy cursi!
EUDOSIO.—¿No le gusta a usted?
ROBESPIERRE.—Ño, Señor. N o m e hace
gracia.
EUDOSIO.—¡ ¡ Pijes es una injusticia
que no le haga gracia, porque tiene saIcroW...
RoBESPiERRE. {Estallando
energmnénicamente).-—¿ Pero usted se cree, so morral, que la autoridaz se vende por una
porquería?... ¡; Mire usted para lo que
me sirven a mí los obsequios de usted! !... {Coge las vinagreras y las arroja con furia canadiense a doce metros
de distancia).
EUDOSIO.—¡ i A c e i t e ! !
RoBESPiERRE.—¡ Bueno, basta de burradas ! ¡ No se crea usted que se me ha
olvidao que tengo que llevarle a la comisaría !
EUDOSIO.—^¡ ¡ Y no se crea usted que
se me ha olvidao a mi que no me da la
gana de i r ! ! . . .
ROBESPIERRE. (Más amenazador que un
ciclo encapotado).—;; Hace cinco minu-
BUEN
tos qu€ estoy dudando si me querrá usted tomar el pelo!!...
EUDOSIO.—¡ ¡ Pues no lo dude usted ni
un minuto m á s ! ! . . .
RoBESPiERRE.—¡ Usted lo que es es un
sinvergüenza descarao, cínico, grosero,
incivil, analfabeto, inconsciente, inculto
e insepulto!
EUDOSIO,—¡ Si eso rae lo dice usted
en un telegrama, se arruina!... ¡ Y o lo.
que soy es un hombre franco, un gachó
que dice las cosas claras, un caballeríj
que va a todas partes con la verdad y
a algunas partes con la Robustianal...
¿ P o r qué me ha detenido usted? ¡ H á ganlos historia! ¡ Pues porque le he dicho a una señora transeúnte con cara
de perro y con un bigote indecproso que
era un asco de tía!...
RoBESPiERRE.—^¡ Y era un asco, sí, señor ; pero eso es una grosería!
EUDOSIO.—¡ P e r o , recapacitemos!...
; ¡ Si es fea, por qué me lo voy a callar!!...
RoBESPiERRE.—¡ P o r !as buenas for
mas!
HUMOR
EUDOSIO.-—¡ No lo puedo decir más alto ! ¡ Me dolería la garganta!... ¡ ¡ Pero no
he querido ser guardia porque, con un
casco sólo, no tengo ni pa empezar!!...
(Dirigiéndose a ía gente que hace corro).
¡ Respetable público: en España no hay
vergüenza! ¡ La moral se ha mudao! ¡ El
pelo a lo garsón es una iznominia como
pa que los hombres nos tiremos de los
pelos, puesto que somos los únicos que
nos podemos tirar de ese sitio!... ¡¡Aquí
no hay casticismo, aquí no hay masculinismo, aquí no hay socialismo y aqui
a todos nos da lo mismo!! ¡i Viva e!
caos!! ¡ ¡ M i casero es un cerdo!!...
RoBESPiERRE.—¡ ¡ Cuidao con lo que
se dice!! ¡ ¡ Eso hay que probarlo!!
EUDOSIO.—¡Yo lo único que pruebo
es el vino!... ¡ Y no me interrumpa usted, porque los guardias se callan cuando están hablando las personas mayores!... {Pretendiendo seguir su discurso
con contumacia melquiadista). ¡ Señores
y señoras: según el evangelio de San
Lucas, y según lo que dijo Lenine, que
también es el evangelio...!
ROBESPIERRE. (Le interrumpe
atenaEUDOSIO.-—; Que tenga buenas formas
zándole por un braso).—¡¡Vaya,
ya se
ella, que es la que tiene obligación, y si
no que se pegue un t i r o ! ¡ ¡ Pero eso de • me ha calentao a mi el casco de oirle a
usted!! ! ¡ Le voy a atar a usted codo
hacerme a mí aguantar un bigote como
con codo!!
e' aludido a la hora de comer, pa que
luego me alucine y vea pelos en la sopa
EUDOSIO.—; Hace usted perfectamente!
es un atropello de automóvil y no lo
¡ Pero si es t>or haber tomao la curda,
paso!!... ¡También la gente del pueblo
castigue usted más al codo derecho, que
tiene su estomaguifo!...
es e! que he empinao, o no hay justicia
en la Tierra!... ¡Ahora, si el castigo es
ROBESPIERRE.—¡ i Pero usted lo tiene
por haber hablao por los codos, duro
lleno de Valdepeñas, que es una vergüencon los dos!... ¡ Y o no me molesto!...
za pública, y yo no pudo consentir esa
¡.A. usted le pagan por eso!...
demasía!!...
EüDosro.—¿fes que aquí está abolMa
la libertaz vinícola?
ROBESPIERRE.—¡ P e r o la borrachera
puede que se abuela.
RoBESPiERKE.—¡ P o r Última vez se In
digo! ¿ V a usted a la comisaría espontáneamente y no le ato?
EUDOSIO.—¡ Pa tu abuela!... (Empe.':ando a dar unos gritos que si los oyera Fleta se moriría de envidia). ¡ ¡ Viví
la claridaz !!... ¡¡Viva la diafanidazü...
¡¡Viva la verdad!!... ¡ Y o no digo
mentiras a nadie, ilustre y robusto guardia!!... ]]CoTi decirle a usted que yo n^
estoy en la Casa del Pueblo por no engañar a mis compañeros..., porque no
soy socialista...!!
haga usted ilusiones!... ¡ ¡ Y o no voy ni
ataoü...
(Al llegar este momento,
Robespierrc
se rinde a la triste evidencid y, consciente de sti fracaso, eleva sus ojos al cielo
y vierte dos lágrimas. Permanece en ese
estado de estupefacción
un cuarto de
hora, que Eudosio aprovecha para sentarse en el sícelo y quedarse más dormilo
que Homero en sus buenos tiempos. El
noble agente vacila, entte esperar leyendo " L a V o z " a que resurja a la vida el
oprobioso beodo o presentar
fulminantemente a sus superiores la dimisión de su
Largo. Opta por esto último y, ante este
absurdo, cae el telón, pero cae de espaldas. La cosa no es para menos)
RoBESPiERRE.—¿Pues qué es usted?
EUDOSIO.—¡ Borracho n a d a más!...
(Dando unas voces que tiemblan los edificios y se empiesa a reunir la gente).
\; Pero yo podía haber sido guardia como usted, porque soy una fiera para la
inacción!!...
ROBESPIERRE. (Llamándole al orden).
¡Alto! ¡Alto! ¡Alto!
EUDOSIO.—¡ Cá,
hombre!...
ERNESTO
¡No
POLO
se
BUEN
HUMOR
N U E S T R A S A R T I S T A S D I B U J A N Y ESCRIBEN
Esa del dibujo soy yo. Me he pintado' así porque de niña me dediqué
a la astronomía. Primero me había
dedicado a contemplar las estrellas de
un tenientis; pero las estrellas se fueron detrás de Lucerito. estrella de varietés, cometa errante, de las que traen
cola; meteoro—y sobre todo sacaoro—im poco bóiida ella, planeta redondo, e,?fér¡GO aunque un poco achatada por los polcs—^por los .polos y
por la nariz—y muy metida en carnes.
Era una estrella, no diré "jamón",
romo suelen decir ahora, pero sí didiré "jamona", como se ha sóido decir siempre.
Me compré un telissoopio entonces
y me dediqué a estudiar las estrellardel cielo; la .pluralidad de los mundos habitados, para ver si el problema ds la habitación se había resueilto
en,ellos mejor que en éste.
JJlegué—de veras (1)—a esitudiar
matemáti'as y hasta Ueg^ié a pesar
mundos—mundos siderales, por su\m<3sU>.
Luego dejé la astronomía; pero sigo, no obstante, con mi añción a descubrir y admirar estrellas esplendorosas:
Leocadia ALba, Juan Bonafé, Gat;:,Ln,a Bcároena, Simanne üesprés y... Raquel Meller.
(i)
Carmen Moragas, m o n u m e n t o nacional,
como todos sabemos ( u n o de los pocos mo.«
n u m e n t o s nacionales jóvenes <íue existen),
k a decidido maravillar, a los lectores pre«<
sentándose en tres aspectos, a cual más estu*
pefaciente; como arcjuitectura, en el retrato;
como dibujante, en el dibujo: com9 escritora,
en las líneas c(ue saborearán nuestros lectores
Eslü es historie».
10
BUEN
Dib. REINOSO. —Madrid.
—Pero, hombre. Anuncia usted hiuevots gordos de Castilla, frescura garantizada y salen todos •podñdos.
—¿Y le parece a usted poca frescura?
HUMOli
BUEN
11
HUMOR
c^
Dib. BERGSTROM.—Niza.
El jabricante de jnanoH encuentra la manera de mar los productos de su propia fabricación.
UN
PAR
I
VERSOS D E ENCARGO
Así ©1 director me dijo:
—^Quiero versos; pero no
con asunto y formas cursis
como los liacían los
mamarrachos de Zorrilla,
Núñez de Arce y Campoamor.
Como han cambiado las cosas,
en vez de algo con acción,
mándame un trozo de'vida
(que es lo que queremos hoy)
ó un estado del espíritu
o una mancha de color.—
Busqué de El año cristiano
la página veintidós.
Corté un trozo de la vida
del Bendito San Ramón,
Compré espíritu de vino,
gracias al cual funcionó
mi cafetera, que es de
las de lámpara de alcohol,
y al verlo, apunté en la página
cortada, con intención:
''''Espíritu más ardiente
que el mío, jamás se vio".
DE
Z U Ñ I G A D A S
Mas, como estaba almorzando
al par que escribía. Dios
lo quiso y un huevo duro
sobre el papel me cayó.
Y metiendo la, hoja aquella
en un sobrecito ad hoc,
se la envié al del encargo.
¿Pude de un modo mejor
mandarle un trozo de vida
{según lo que me indicó)
y un estado del espíritu
y una mancha de colorf...
II
¡YA NO CORRE!
Como por hoy no me atrevo
a hacer cosa de más brillo,
ahí va, lector, un sencillo
cuento soso, pero nuevo.
Don Melchor Calvo y Aznar,
])adre de Inés y de Blasa,
y director de su casa
con un rigor ejemplar,
^
acechando a Juan Vigil,
que es novio de la mayor
y ejerce de contador
en un Bazar mercantil,
le sorprendió dando un par
de ardientes besos a Inés.
Salió el contador por pies
y al padre logró burlar.
Guiados por el Infierno,
reincidieron. Los vio Calvo;
ochó a correr Luis y a salvo
quedó del furor paterno.
Mas Calvo, lleno de enojo,
de nuevo,los sorprendió
y a Juan, por fin, alcanzó,
dejándole medio cojo.
. •
Y a las dos horas del hecho,
sin temer que las asombre,
a sus hijas llama el hombre
y las dice satisfecho:
— ¡No os importe que ardan ya
cuantas kicfs hay en casa!
—¿Por qué?—^la Inés y la BJasa
preguntan a su papá.
Y contesta don Melchor
a sus niñas seductoras:
—Pues... porque hace ya dos horas
que no corre el contador.
JUAN PÉREZ ZÚÑIGA
12
BUEN
HUMOR
BUEN
aunque no lo pareciesen lo
eran en el fondo, hábiles artificios dirigidos a ganar su
benevolencia y su protección.
—Ese director—hubo de
interrumpir Ferolindo, disparando un perdigón de saliva al ojo derecho de su
compañero — era un sabio.
Conocía que en todx) adulnuor hay un intrigante, y en
todo intrigante, un deslea:
al compañerismo y a la subordinación. Desleal al compañerismo, iporque para destacar su afecto al jefe no reparará jamás en calumniar
a su camarada de mesa, si
eü más inteligente y puede
hacerle sombra. Desleal a la
subordinación, p o r q u e en
cuanto esté en pleito la jefatura, no vacilará en intrigar a favor, no del candidato que tenga más derecho o
más aptitudes, sino del que
sea más fuerte para triunfar.
Así que Solobimba concluyó de calafatearse el párpado ofendido, se apresuró a
añadir:
—Déjame terminar, y ensaya a ver si pueden poner
el punto de mira para tirar por elevación... Pues co-'
mo te iba diciendo, aquel
director justo odiaba a los
empleados intrigantes con
t a n t a exaltación, que en
cuanto descubría uno, ya no
era uno, sino que eran dos,
porque lo partía por la mitad...
—Quieres decir que lo doblaba. .. Se me figura q u e
empleas una figura.
—Exacto. Quiero decir que
lo echaba de la oficina, con
lo cual lo partía por el eje.
En cambio, mantenía t a n
cerca de su predilección al
empleado serio, que era correcto y disciplinado, pero
que no se creía obligado a
invertir más tiempo en la
tertulia del director que en
las labores propias de su
LOS INTRIGANTES DE LA OFICINA
(ANÉCDOTA CON UN POCO DE INTRIGA)
,—Estoy mu3' •ontento—exclamó de
repente Solobimba, frotándose l^s manos.
Ferolindo le miró eonfuso y preguntó :
—¿Por qué?
—Porque he descubierto que hay
intrigantes en la oficina.
—¿Y eso te produce júbilo?
—Hasta la embriaguez, Ferolindo
de mi alma. Esto puede ser en tu vida
y en la mía algo tan definitivo, que tal
vez cambie el rumbo de nuestra suerte: una piedra blanca, un hito.
El otro le -miró de hito en hito.
—Mira, Solobimba: te agradecería
que me libraras de la preocupación
de descifrar tus paradojas. Bien sabes
que no soy un psicólogo ni un hermeneuta. ¿Es admisible que te alegre el hecho de haber en la casa donde trabajamos compañeros intrigantes, es decir, enemigos naturales nuestros, que somos lo contrario de un
intrigante? Tin. ¡x)Co de seriedad, querido. Tu cabeza no funciona normalmente. Acaso necesites dos onzas de
aceite de ricino.
Solobimba sonrió como si hubiera
visto pasar el entierro de su sastre. Se
pasó la mano por la frente para lavarse la tinta de los dedos con el sudor,
tan copioso como si ya le saliera ricino—^del mismo modo que Minerva
salió de la frente de Júpiter—e intentó caer pesadamente sobre la silla, según había leído en las novelas.
Pero se acordó de que estaba sentado en un diván. Entonces murmuró:
—Voy a explicarme. Seré tan breve
como nuestro sueldo.
Ferolindo se asombró del poderoso
espíritu sintético de su camarada. Y
esperó.
tíaía la tarde. Si la tarde no se tomara la molestia de caer de cuando en
cuando, los cuentistas estaríamos perdidos buscando la caída de la noche.
Pero correríamos'el riesgo de que las
oficinas estuvieran ya cerradas, o bien,
de que nuestros personajes se quedaran dormidos a la mitad del cuento. Y
el lector también.
Por fortuna, estas caídas, como la
de ojos, se nos ofrecen graciosamente
al paso y nos permiten ocultar la inanicbd de nuestro ingenio.
Caía la tarde... Faltaba
media hora paxa que los empleados salieran del trabajo.
Ya se comprenderá que si no
faltara nada, Solobimba y
Ferolindo se hubieran marchado de paseo y no podríamos hoy situar este relato'en
el "Departamento de asuntos Euperfluos de la ConyJDañía Macional de Explotaciones viciosas".
I
Nos veríamos precisados a
dejarlo para el día siguiente. Y nos asusta pensar que
el siguiente día pudiera ser
domingo y no haber oficma,
y mucho más que fuera lunes
y no puc- ramos publicar esta anécdota en los periódicos.
—Voy a ser breve—repitió Solobimba—aunque este
insospechado suceso no me
coge preparado p a r a serlo
mucho. Oye bien, amigo mío.
Los dos 'camaradas, en un
movimiento ooníidenrial, juntaron sus asientos, y comenzaron a dialogar en voz baja y a oulotarse con el humo
de sus cigarrillos.
—Verás: esto de los intrigantes es como los gatos negros: traen buena suerte a
los que conviven con ellos.
He leído recientemente en
un libro que en cierto país
había un director de empresa muy caracterizado por la
austeridad de su conducta.
Poseía un sentido tan categórico y tan rectilíneo de la
justicia- que, lo que en la
mayoría de los uirectores es
vanidad, o sea, materia predispuesta a la adulación y al
chismorreo de sus subordinados, era en él dignidad, es
decir, estimación de verdadero atributo de su autoridad, lo que le aconsejaba no
aceptar lisonjas que, por venir de sus inferiores jerárquicos, pudieran parec/er, y
13
HUMOR
sexo y negociado, que lo alentaba con
sus felicitaciones, lo estimulaba con
ascensos y acababa por considerarlo
hombre de su mayor confianza. Aquella llegó a ser una empresa modelo,
una .\rcadia con calefacción central...
—Pero, dime, Solobimba: ¿qué relación hallas entre esos intrigantes de
tu libro y los que acabas de descubrir
entre nosotros? ¿Por fortuna ha ocurrido en España?
—No me negarás por lo menos, que
en España no faltan intrigantes. Hoy
me he enterado de que Calapuche, el
meritorio que se sienta junto a nuestra mesa, intriga contra ti y contra
mí.
—¿Y qué, querido? ¿Es que aquí
no hay directores como...?
—^Hay (uno, que yo sepa: el nuestro.
^ ¿ E l nuestro?
—El mismo, Ferolindo. Nuestro director es el que ha escrito ese libro
cuyo contenido acabas de escuchar.
Sabemos, pues, cómo piensa acerca de
los intrigantes. Es así que en la oficina, hay intrigantes comprobados, y
que nosotros cumplimos los deberes de
nuestro cargo con exactitud, corrección, disciplina y capacidad. Ergo...
—Sí, sí; tenían razón, Solobimba.
Esto puede ser el justo galardón que
nos espere...
Ya había caído la tarde. Ferolindo
y Solobimba se habían quedado solos
en el departamento.
De repente, se abrió la puerta y
apareció el director. Se dirigió a los
dos amigos y, por todo saludo, les dijo con su tono más seco:
—¿Están ustedes intrigando, eh?
Razón tenía su compañero Calapuche,
que me lo venía diciendo a diario. Desde este momento quedan ustedes despedidos de la oficina. No quiero intrigantes en esta casa...
Y se quedó señalando a la puerta
con el dedo, en la misma actitud enérgica del tío que anuncia en los periódicos las püdoras Pin.
J. SANGERMAN OCAÑA
Agente exclusivo de BUEN HUMOR en la isla de Puerto Rico
Dib. RAMÍREZ.—Madrid
El canelo.—¡Cualquiera saie de aqví con este ti^f
DON MANUEL MÓCETE
P. O. Box, n.° 124.-PONCE
PADILLA
BVBN
14
HUMOR
EL CONVIDADO DE CARNE
CUENTO
Algunas veces, en Sevilla, tenemos
a mucha hopra formar parte de una
agradabilísima y ameniskna tertulia
• de médicos que se instala en cómodos
sillones a la puerta de una de las
m;is favorecidas boticas de la ciudad.
Allí se ve pasar al mujerío y allí don...
—llamémosle don Paoo'—allí don Paco, el sabio operador, lanza entre sordas murmullos sus geniales piropos a
las damas:
—¡Compañeros, qué hembra! ¡Qué
bazo más atrayente debe t«ner!
ANECDÓTICO
— ¡Señores: vay» 'm esternón derecho!
—¡Viva Dios y MÜC señora! ¡Ole
ahí las menuiges de su madre y ei
esófago de su padre!
Allí se habla de toros, de teatro,
de politiquilla... que de todo entienden aquellos doctos varones; ¡hasta
de medicina!
Esta primavera pasada, ingresó en
la tertuha cierto sefior barbudo, cejijunto y cariserio, médico que fué de un
pueblo de la provincia y l:oy con con-
llllllllllilillllllllllllintUIMIIIIIIIIIIIIMIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII
Dib. CiSNEROS. -Madrid.
—/ Chica, tengo un catarrazo que me -parto! El mediej me ha puesto un
parche!
—¿For eso?
—Mo, poroso.
V•
suíta muy acreditada en Sevilla. Pero
a])enas le oíamos el metal de la voz. Se
limitaba a decir sus buenas tardes, al
llegar y su queden con Dios, al marcharse.
—¿Quién es e-e médico?—preguntamos un día.
—^Ese—"^ontestonos un tertuliano—,
ese 155 Cobes, el mayor guasón que se
pasea por Sevilla.
—Nadie lo diría..
—E? que es un guasón a lo chita
callando y, avaro de sus bromas, no la.;
comparte con nadie; las da él solo,
se divierte él solo y cuando—^como
siempre ocurre, porque Sevilla es un
pueblo—trascienden al público y se
le dice:
—Hombre, Cobes: ¿es verdad que
hizo usted tal cosa? Contesta, invariablemente, con un entre interrogante y admi'rativo monosílabo, del que
no hay quien le saque:
-¡¿Yo?!
Ahora ha perdido unos clientes por
causa de una broma de las suyas.
—Se puede saber...
—Con alma y vida. Se trata de un
modesto matrimonio de los de pan
para hoy y hambre .para mañana. La
señora padece una afección crónica al
hígado y el pobre del marido, que si
se tira de una oreja no .?e alcanza la
otra, ha recorrido con ella todas las
consultas médicas de la ciudad, dando en pago de los servicios facultativos, lo que ©1 hombre puede dar; buenas palabras.
Por no se sabe qué aviesa recomendación, cayeron en manos de Cobes, y
Cobes; lleno de solicitud, serio y cejijunto, como siempre, comenzó a asistir a la señora, estudió su caso a conciencia; parece, que logró, si no curarla 'ladicalmente, ponerla en condiciones de "tente mientras cobro" y
"pasó" su cuenta: u n a s pe^etillas:
fiuince duros.
Pero, ¡r|ue si quieres arroz, Catalina!, ni quince duros ni nada. Cobes
ingresó también en la cofradía de los
"británicos" doctores del ma-trimonio,
que agradecido, eso sí, a la buena voluntad y ail buen acierto del médico,
un buen día decidió pagarle de alguna manera:
BUBN
15
HUMOR
—Oye, Felipe, estamos qluedando
en falta con el doctor Cobes, que ya
ves que es el único que ha acertado.
—Tienes razón, Dolores. ¿Pero de
dónde me sara yo los quince duros
que le debíamos?
—-Oro es lo que oro vale, Felipe, y
yo lie pensado que como nos van a
liíandar de tu pueblo un j)a.r de pollos,
¡o convidemos a comer un día.
—i Excelente idea!
—Con los dos pollos, j'o haré tr?,3
platos distintos: pollo con tomate, pollo asado y pollo en pepitoria; ¿e destapan un paT de botellas de "La Giuta", que eso, total, son diez p&etas y
¡el gran banquete!
—Está.? en totlo, mujer. ¿Cuánd;,
llegan esos poUcsV
—Mamá me escribe c|ue !os mandará por el ca-aria el jueves, que <v
tu santo.
—Pues el jueves por '.a no'he "enipollamos" al doctor Coues. ¡ Ya está
dicho!
—Tan, tan...
—¿Quién es?
—¿Está en casa el doctor Cobe •;'
—Está, sí, señor; en su despacho
l'asc usted.
—Mi querido doctor...
—¿U.-ted por aquí? ¿Qué le sucede ?
—No, nada. Aíortunadamente para
mí, no vengo en consulta.
. •—^Afortunadamente para Jos dos,
amigo. Siéntese y diga.
—Pues <\s que yo, sieñior Cobe.s, ni
vivo m se siego desde que hizo usted
el milagro de curar a mi pobrocita
Doiores, y queriendo pagarle de algún
modo...
—Gomo usted quiera: l:oy un poco,
mañana otro po'o...
—Sí, sí; pero, antes de eso, como
oi que no es agradecido no es bien naeido, yo quiero que venga usted a
cenar una noche con nosotros.
—Caramba, se van u.^tedes a molestar. ..
—¿Qué hab'a usted de mo^ostias?
¡Todo Jo 'Cantraiío! Campanitas que
tuviera yo en mi casa, campanitas
(lue c h a r a al vuelo si usted nos honrara con su visita de amigo.
—l'ucs si no es más que eso...
—¿Le parece a usted bien el jueves
por La noche?
—Sea el jueves.
•—^I'ues Dios se lo pague a usted.
Voy a comunicarle a Dolores la grata
nueva.
—Vaya usted con Dios, amigo.
• —Quede tLitea con él, hombre bueno,
Y el bueno de Cobes quedóse rumiando: estos me vají a pagar con
una comida casera los quince duros
de la minuta. ¡Pues les voy a dar ia
cena! Si el ban^iuete no es digno de
I,út ulo, que no le será, cerno yo poseo,
Rraicias a Dios, excelente apetito y
gran potencia gástrica, puede que coja
una indigestión pero me voy a comer
yo eolito la cena de los tras y a ver
qué dicen.
Y como lo pensó lo hizo.
Jueves. Las nueve de la noche. Blanca mesa. El médico, el matrimonio de
cervilletas prendidas y el primer plato
de pollo sobr? el mantel.
—¿Le sirvo, doctor?
—Mo se molestei Yo mismo... No
trago grandes ganas. Ando malucho
Ciítos días. Picaré, solamente.
Y diciendo "picaré" y haciendo caso omiso de la cuchara y trlncliante,
iiiiiiiiiiii!!i¡iiiriiiniiiiitiiiiiiiiiii!iiiiiiiiiiiiiiii]iiiiiiiiiiniiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiMiiiiiitiiii
Dil). ALVAREZ HERBEBO.— Soria.
C0MEND.\D0R
La campana lastimera
y esos cantos funerales
indican, 'como señales,
Don Juan, vuestra hora postiera.
D O N JUAN
Comendador, con perdón
de estas almas emplazadas,
prefiero las campanadas
que dará Gobernación.
16
volcó la fuente de más de medio pollo
con tomate en su plato y se puso a
tragar ante las miradas atónitas del
matrimonio, que ni sailsa para "empapantes" veía, en la fuente.
Y salió a plaza el ssgundo plato:
pollo asado.
—Con su permiso, voy a ponerle
una pechuguita, doctor.
—Mo, por Dios, nada de etiquetas.
Buena cara tiene el asado. Picaré.
Y ni corto ni ¡perezoso traspasó a su
plato todas las lonchitas de pollo asado ([ue salieron a la mesa.
Al aparecer el pollo en pepitoria,
más de botella y media de la Guita
había desaparecido en el insondable
estóinago de Cobes, que sin darle importancia al asunto le había echado
mano al pan de su dienta, porque del
suyo y el del marido ya no quedaba
ni miga.
—¿Qué, estaba bueno el asadoT,
preguntó Dolorcitas entre sudores de
angustia..
BUEN
—Lstaba. Y es un plato que le
recomiendo a usted, ¡porque la carne
de ave asada se digiere oon gran facindad y para su afección al hígado
está indicadísima. Pero veo que hay
pollo en pepitoria. ¡Vaya!... ¡picaré!
'í ahora no se tomó Cobes la molestia de traspasar lo de la fuente a su
plato; ahora se aproximó la fuente y
a los diez minutos la separaba de sí
desdeñosamente, dejando allí los hueros bien mondados, sin rastro de salsa pepitoria alguna y acabando con
lo que restaba de la segunda botella
de la Guita.
—Uvas tenemos de postre, doctor.
—Buena fruta es la uva y si es de
Los Palacios, manjar de Dioses.
—De Los Palacios es, sí señor.
—Pues picaré, picaré.
Y picando picando concluyó con los
tres grandes racimos que en un lavat rutas ee ofrecían.
—Bien—^dijo, doblando la servilleta—; estas comidas caseras son en-
HUMOR
cantadoras. Yo me había sentado sm
el mei.or apetito y aimque no he hecho más que picar de todo, puedo decir que he comido bien.
Y asi despidió el matrimonio al
guasón de Cobes:
—Bueno, doctor: ya sabe que siempre que quiera puede venir a comer
a casa.
—Nada, acepto iti ofrecimiento y más
de una vez tendré el honor de comer
con ustedes.
•—Sí, señor, si; aquí tiene usted
siempre un puesto en la mesa.
—Muchas gracias, Dolores.
—Que no se ciuede en palabras;
que venga usted a comer cuando se
le antoje.
—Gracias, Dolores, gracias; vendré.
Descuide, descuide, que he de venir.
—Pero, ¡a comer!—^dijo el marido
estallando—; ¡a comer! A picar se
va usted a la Plaza de Toros.
PEDRO PÉREZ
i'ERNANDEZ
illMllilliliiIkillllllllllIIIIIISIIIIIIIIIIII'llllliilllllllllllliilililllilllilllllllllllllllllllllllilllillllllllllllilllllllllllllllllllllllllllllllllliliiiií
—¡Qué familia más desgraciada! El hijo mayor está en un manicomio, el segundo es artiita y éste... ¡Ya ve usted!
T¡¡Se casa por amar!!
Dib. o. LEBONNB.-Madrid.
BV EN
UUMOR
En la Latina.—«...¿Y después?»
Toma, desde luego... Mire, mire.,.
"...Y después?" Eso es lo tsmble. Ya
lo creo. Sobre todo en el matrimonio,
Pero que completamente conformes.
El marqués de Monteclara, protaS^onista ds la nueva comedia de SasKone, se dice un Ibuen día—^no: un
mal día, porque es un día de niebla y
lluvia y tedio—: ¿Qué me haré yo?
Y coriio llovía va y se casa con una
jovencita, y ¡ron qué jovencita, Santa
Virgen: Fifí Morano: oro y rosa y
candor y gracia a un tismpo! ¡Ya lo
creo!... La joven lestá pirrada por el
marqués y el marqués se chuipa te
dedos por la pírrica circunstancia. Todo esto es antes, claro; y todo va sobra ruedas; pero... Y después? ¡Ah
después!... Después se ve el marquédebajo de las ruedas: le ha pillado e!
carro. El marqués de Monteclara adora a su esposa chiquilla; la quiere
con toda su alma; pero no puede por
¡eso volverse más joven; en estas cuestiones del "donjuanismo y del matrimonio y de los años, querer no es
poder. No puede volverse más joven
y la muchacha es eso, sin embargo, lo
que quiere; que venga el tío Paco con
la rebaja, con la rebaja de años.
Y viene: vien3 el tío Paco (Morano, don Francisco) ron la rebaja, pero la rebaja se ipresenta en la persona
de un sobrino: el p3so de los años es
igual en los dos platülos: ella se inclina a él, él se inclina a ella y el fiel
de la balanza está a punto de perder
Ja fidsüdad. El marqués se entera de
que la mujer y el sobrino le tienen
respeto, no amor, y entonces se da
cuenta de que ya no es lo de antes.
sino lo de después. Aprés, que decimos
los franceses y los jugadores de bacarrat.
El marqués, ante aquello, filosofea.
¡Y no le queda otro remedio!... "Fi-
i7
losófico estáis—. Es que no como".,.
El marqués filosofa y dice: "En la
vida existe el Después, solo el Después. El presente es el pasado que se
acaba. No podemos de'ir "Ahora" sin
que pase el momento de ahora mientras (pronunciamos la palabra y resulta qu3 al acabar de pronunciarla,
•'Ahora" ya no es ahora; es después.
Conformes. Los respetables mieml)roe de Clases Pasivas están, desde
hace muchos años hablando, sin saberlo, en prosa filosófica de este orden.
Estamos en activo y la oración se
nos vuelve por pasiva cuando menos
lo esperamos y se nos corrompen la?
oraciones de ese modo por menos d^
nada. Y en el terreno amoroso, no
d'gamcs: que cuando un viejo se quiere casar «on una jovencita; el viejo
dice: "¡ahora!", ¡que si quieres!, el
tiemrpo y la joven dicen "después", eso
es viejo y es de viejo; eso—desdo
David a nuestros días, pasando por
Marco Aurelio—és completamente histórico.
La verdad filosófica proclamada por
el marqués de Monteclara, tiene sus
antec-sdentes científicos en Bergson y
en Matías López.
Antes flaco; después, gordo; perñ
...y después? Si después de haber tomado el cho''olate' y haber engordado
quiere usted seguirlo tomando ¿qué le
ocurre? Que engorda más... y revienta. Eso es lo ciue le pasa al marqués y a los que no somos marqueses.
Todo el que insiste en el Oí.?,
se muere o está en un tris.
Sin embargo, el marqués se equivoca al filosofar, porque filosofa egoistamente, pensando .exclusivamente en
su caso.
Si tuviera en cuenta otros casos y
no solamente el suyo propio, vería que
hay en la vida algunos ^^despueses"
agradables. Para su sobrino y su mu¡ee, sin ir más lejos, que van a poder
casarse después que el marqués se suicide (iSl marqués va a suicidarse fingiendo un accidente deportivo, para
ahorrar el remordimiento a los enamorados y facilitarles la boda); para
ellos, futuros cónyuges, t i e n e ese
"después" perspectivas venturosas.
Díganle al señor que esté con dolor de muelas que aquel ahora de entonces habrá ya pasado después, dentro de un rato; y de fijo que no te
parece aquello tan horrible romo al
marqués ,de Monteclara. El propio
marqués piensa de ese modo cuando
está a las duras: él tuvo una época
en que gozaba de la vida—y al decir
ie la vida quiero decir, como casi
siempre quiere decir esto de "La vida", del amor de las mujeres—entonces no se le ocurrió pensar que había
tenido anteriormente un ahora en que
se chupaba el dedo y hacía go-go-go
en los brazos de la nodriza. De pensarlo, puede que se hubiera alegrado
de que aquel "entonces" tuviera luego
un después en el que seguía él en bra^
zos de las mujeres, pero sin chuparse el dedo; puede • que se hubiera
alegrado p o r q u e entonces iba rauy
a gusto en el machifco. Solo se le
ocurre quejarse del "después" cuando ya el ma chito se encuentra un poco
cansado. Lo cual demuestra a las claras que a él no le importa el "después" y el paso eterno del tiempo,
cuando le trae momentos gratos, sino
cuando se los lleva. Y demuestra que
el "después" y el huir eterno del
tiempo no es ni terrible ni agradable,
sino terrible en unos casos, cuando el
tiempo que pasa es el buen tiempo;
y agradable cuando el tiempo que
pa<;a es un tiempo metido en agua y
ventisca.
Lo malo de la vida no está en que
BUEN
V8
pase el tiempo; lo malo está en que
los momios, .cuando llegan, si es que
llegan, pasan y se nos conviertsn, ¡ay!,
pn momias. Lo malo está en que el
jiuro que fumamos se aca.be y no haya
ttro, antes de qu^'se nos acaben a nosotros líis iganas de fumar. AI fumador que diapone de una caja o de cien
cajas de referva, le tiene sin cuidado que el primer puro pase.
Trisiitia' animalia post etc.—dijo el
latino hace ya rato; y 'todos somc^; en
eso de las tristitios más o menos animales; cuando se trata de los etcétera que son... animaladas.;, pero cuando «1 etcétera es un calambre, un discurso de entrada en la academia o la
vida de una suegra insoportable a la
que se tiene que heredar, no hay animal que lo sea hasta el extremo de
entristecerse con el post.
Pero no hay que pedir denusiada.'!
"Madrid octubre 28 de 1926.—Señor don Manuel Abril.—Presente.—
Muy .=('ñor mió: Habiendo leído su
crónica teatral del Infanta Isabel publ'.catlíi en el número 25(j del "Semanario BUEN HUMOR" del 24 de los
co-
rrientes m2 .permito llamr.r'.e la atención de usted, que el ai;>cllido Sarasa
aplicado ai personaje Rosario de la
comedia "El espanto de Toledo", 'Ss
común en-la provincia de Navarra, y
l)or ser apellido; tan respetable como^
otro cualquiera; por asi ignorarlo el
señor Muñoz Ssca, según me manifestó en la entrevista que tuve con él
lo ajííicó en su comedia; pudiendo asegurar por lo tanto el que suscribe,
que ni en Navarra ni en ningún otro
sitio, tiene este apellido e! significado
que en Madrid quiere dársele por algunos.
Mucho le agradeceré quera usted
HUMOR
que "¡¡egan d^ firme" y, al ^primer
l)ronto me creí que yo, con aquella
carta, me jugaba ia última mía: qiie
;;quel señor iba ipso jacto (Ipso jacto,
\lwerer:', De projundis y Requiescat
in pace: todos los latines del caso se
me agolparon en aquel momento) iba,
como digo, ipso jacto a mascarme la
nuez, patearme el hipocondrio y reducirme a croqueta el higadillo.
Afortunadamente, como ven, se trataba de un caballero atento y razonable, justamente contrariado por una
coincidencia de la que no tiene culjia
nadie,, ni el señor Muñoz Seca, al escribir su comedia, ni yo al comenta"'la
aquí, con el buen humor del caso, ni el
pueblo de Madrid (si efectivamente
ha sido el pueblo de Madrid, que yo
lo dudo) al haber lanzado humorL-ticamente a la circulación uri vocablo
de onomatopeya expresiva.
Dib, RiVEEO G I L .
Morano y su hija Fifí en el t e r c e r acto del ciclo dramático de S a s s o n e : «..¿Y después?»
filosofías a un marqués y a un marqués que está con un pie en el estribo
para el tren del otro mundo. El marqués lleva el propósito de dejan-e caer
d?sde un pico de Idg Al¡>es ¡lara que
•a gentj? crea—y creerá bien—que se
ha caído de un nido.
...Y después? l>esi)ués la g e n t e
a])laudió, como era de ju.sticia al autor y a los intéri)retes.
U n a aclaración.
Una de estas mañanas se nos presentó en casa un caballero para entregarnos en mano la carta que a continuación transcribimos, y corroborar
de palaibra su contenido.
La carta, copiada a la letra, dice así:
hacer extensiva esta c.omunicación a
isus compañeros de redacción, por si alguno de ellos ignorase, esto mismo que
a usted ie comunico.
Sin otro motivo le saluda atentamente su seguro servidor, Eusebia Sarasa
Eña."
Al ])rimer i)roiito nos dio el corazón un vuelco: la fantasía se vuelve
realidad, según Osear Wilde y Pirandello; les entes de ficción se hacen entes reales a vecas, y yo al primer pronto creí que iba a tensr que habérmelas
con el propio protagonista de "El espanto de Toledo", la aplautüda obra
de Pedro Muñoz Seca. Los lectores
saben ya que el protagonista., lo m'smo que la oibra y que el autor, son
de los que "vienen pegando", de los
Por lo demás no creo que nuestro
amaible comunicante deba dar demasiada importancia al he(?ho. Ni los
acreditados .señores de Corcho tienen
c|ue asegurarnos demasiado que sólo
tienen de corcho el apellido, ni la Ciervn se ha considerado en el caso de garantizarnos que no tiene c^ue ver nada
con el animal del mismo nombre, ni
ios muchos Ladrones ^ secas o Ladrones de Guevara que andnri por
ambos mundos neresitan a.=egurarno.'^
y probarnos que no son Ladrones ele
Guevara y de Relojes.
Nosotros y todo el mundo, sabemos
ciue el nombre propio es un nomlvre
impropio en estos casos.
M.4NUEL ABRiL
BUEN
HUMOR
19
AGRADECIMIENTO, por GEORGES AURIOL
Tuve necesidad de un secretario y
no só quién me recomendó a un sujeto que tenía una pierna de palo, rosándome que le aceptase a mis ser\'icios, ya que, entre otras muchas virtudes, tenía la de sfr ser un hombre sumamente agradecido.
En \nsta de sus informes le indiqué
que me lo mandara, y al día siguiente,
muy temprano, peJietró en mi despacho. Era un hombre de alguna edad,
completamente calvo y, como ya he
advertido antes, llevaba una i)ierna de
madera.
—^Yo soy —me dijo al pr^t^entarse—
Pl hombre que le h: n recomendado a
usted.
—^Bien; siéntese. Me han asegurado
(¡ue ha viajado usted mucho.
—Sí, señor.
—¿Por dónde anduvo''
—En el año 1893 abandoné París,
para dirigirme al Canadá, desde donde me trasladé luego ál territorio dol
Xoroest-e.
—^,',Y por qué es lusted calvo? ¿Alguna enfermedad dol cabello?
—No; que un indio me arrancó ia
])iel.
— ¡Ah! ¿Y permaneció allí ituicho
tienqio?
—No; porque en seguida me hice
cargo de la dificultad de ganarme la
vida, y me fui a Nueva York.
—¿Y tiué hizo usted allí?
—Me dediqué a cocinero, farniacéuli'o, brmibero, buzo, i-obradoT de
tranvías y albañil.
—;.No ha estado iiíted en la India"?
—Si, señor; precisamente estuve dos
iiños en casa de \\n Rajah, pero, a cau•a. de mía aventura amorosa, tu%'C que
.'ib.'indonarlo. Partí de noche en la barca de un ¡le-cador de perl; s y durante
cincuenta y cuatro horas, tres minutos
,\' diez y ocho segundos, fui juguete di'
las olas. Al cabo de ese tiemiio fui atacado por una piragua de negros antroI ófagos y me hieirron su prisionero.
—¿Y a (|ué ,«0 del)e que no .se lo comier; n?
—En el momento que se prejiaralan a asarme, penetraron en la isla
los guerreros ile Raho, y después de
una matanza horrible me llevaron cauúvo a su pf.ís.
—¿Y esos salvajes son tamliién antropófagos?
—^Mucho más que los otros; pero
I,-111 agradables, tan correctos, tan bien
educados, que el primer día me llamaron para manifestarme que auneiue tenían la buena costumbre de comerse
a todos los prisioneros, á mí me perdonaban por el mero hecho de haber
í.ido condenado por los sa.lvajecs enemigos de la otra isla. En su compañía
])asé tres meses deliciosos; alimentado, viviendo en buena casa, con cocicinero, lavandera, termosifón... Hasta
me casé allí...
—¿Y por qué ios abandonó usted.'
—La nostalgia se sobrepuso al deleite.
—¿Y vino usted a Francia?
—Sí, señor; á bordo de un barco
holandés que hacía el comercio de plumas con los indígenas. El jefe <le la
tribu me condujo al vapor en su pro})ia cano'a. El pobre lloraba al despedirse de mí. —'"No llore así —le dije,
para calmarle—: En cuanto llegue a
Francia le enviaré setenta y cuatro relojes de oro: uno para cada uno de
sus hijos".
—¿Y jiudo usted enviar tantos relojes ?
—No; al llegar al Havre-, la más
negra misi?ria me aguardaba en el
muelle. Me vi obligado a limpiar Ixiías para poder vivir, pero me fué imposible reunir la ssuma suficiente para
comprar los cronómetros.
—Lo comprendo. ¿Y qué hizo usted?
—Entonces me acordé de la "pequeña manía" de aquellos benditos s.ilvajes, .su predilección por ciertos jilatos... Y me hice cortar la pierna izquierda; mandé luego salarla convenientemente y, como se'acercaban las
Pascuas, se la remití con una tarjeta,
rogándole que la comiese sin melindres a mi salud. Soy hom'bre agradecido.
Comprendiéndolo asi, lo tomé a mi
servicio.
R. C. R.
iiuniiiiiiiiiiiiiiitiiiiiiiiiiiiiiiKiiiiiliiiliiiiiiiiiiiillllllllillillllllllllllllllllllllllllllllllll
—¡Qué debo hacerf Si v%e coloco donde pmdo alcanzar la pelota, no
puedo verla, y si estoy donde puedo verla, no pvedo alcanzarla...
De ne Passing Sho*.—Londres.
20
BVEN
ÜUMUK
C H I S T E S DE TODO EL MUNDO
"Why is it that men seem to pre-- n —^Señora; soy el afinador de pianos y vengo para aunar el suyo.
icr talkative women to the others?"
—'Pero si yo no le he llamado a
•'Well... where are the others?"
usted.
BuEií HP.MOR, Madrid.
—Ya lo sé; es su vecina la que m<"
The Passing Show
ha llamado.
Londres
De Félé-Méle, París.
Traducción
EL
"¿ Cómo es que los hom'bres prefíelen las mujeres habladoras a las
ctras?"
"Bueno... ¿y cuáles son las otras?"
CARBONERO. — Es
maravilloso:
siempre que he traído carbón a esta
casa he metido cuarenta y cuatro sacos en la cueva y hoy no caben más
<;ue cuarenta y tres.
LA CRIADA.—iAy, Dios mío! Se me
ha olvidado decirle que el amo estalia
dentro cuando- ii.sted ha empezado a
echar el carbón.
De Sondagsnwíse-Stñx, Estocolmo.
V/
f HI6l£HlfA>
lACARMELA
Un propietario de una finca en Normandia recibió una. jaula de madera
(,ue contenía una.« cuantas aves de corrail. Escribió ai remitente diciéndole
(íue la jau'n era tan mala que se rom-pió
—^Estábamos a punto de morirnos,
en pedazoí, cuando empezó a safiar las
decía un famoso explorador en la,mfgallinr.s y que éstas se escaparon. Des?;i, de una casa de huésjjedes, pero corpués de buscarlas por todas partes,
té' las botas en pedazos e hice una
no encontró más que once de ellas.
f-opa con ellas y así pudimos resistir
Poco tiemjx) después, recibió la siun poco más.
guiente contestación del remitente.
—^¡Eh, eh! ¡No lo diga usted tan
"Ha tenido usted mucha suerte enfuerte, porque puede enterarse la pacontrando once gallinas, porque yo
tronal—dijo uno de los huéspedes.
no le he enviado más que feis."
Do Ahvirk Covmty GazeMe and
Guardian.
De PéU-MélP. Paris.
lílPFZ fARn
INVENTO
MARAVILLOSO
oara volver los cabellos a su •
color primitivo a los ouinr"
lias de darse una loción diaria
~on el Agua Colonia " L A CARM E L A " no mancha la piel ni
la ropa, pudiéndose
eniplehr
';onio perfume en los usos domésticos: su acción es debida
al oxígeno del aire, por lo que
constituye
una novedad:
su
aplicación se hace con la mano.
/enta todas partes, y autor N. Louez Caro. ;3antiago, y Sucursal d«
tiarcelona. caspe ^z. donde se dirigirá la correspondencia. Isla de Cuja, pídase con ei ímmürc uc Ayua
de Cuiuaia del protejor N. López
Caro, República Argentina, en todas
partes. / Ojo I Cuidado con las >mt-
^^—^^^—
fiffjm
iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
FAÑOSO llBtlI DE aiNENDBti
S9T
ÚSELO Vd!
E< el mejor tratado
CAtA» «tAi.r.« 10
SANTIAGO
POLVOS NENS. Evita la: cícoriacioncs. Excelentes para 1^
piel. Venta en perfumerias, fai"
macias y droguerías.
FRIGOT
RON BACARDI F.Betrian.
Hospital,llS.Barcelona
( '4
El paraíso
de los
mosquitos
De T'icPaísWíSAoR'.—Londres.
LOS
PERFUMES
DE TASARA^
iiiiiiliiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiniiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
nCE.X
HUMOR
21
RREXPONDENilA
PARTICULAR
e>
Sarasa, Madrid
Puede usted geradamente piel roja, y alevo- acibaran la existencia):
Bali- na letra, sería mejor, porque asi
sefíuir mandando las ingeniosi- samente imitada de las trage- rradas (divagaciones menos in- no tendríamos que leerlo nos
dades que desee, pero le conmi- dias históricas que ya hemos pu- teresantes que unas declaracio- otros y nos habríamos ahorranamos severamente a que cam- blicado aqui en innúmeras y per- nes de García Prieto en la ac- do u n a neuralgia verdaderamen*!.bie de seudónimo, porque por na- tinaces ocasiones, original, hasi^ tualidad, suscritas por U n ba- incandescente.
<ía del mundo volveremos a es- cierto punto, de un amable es- turrico, que nos las envia nada
tampar aqui esa palabra. Esta- pontáneo de Santiago de Coni- menos que desde la feliz é inPedrncho. Madrid.
cuyas
iniciales
son dependiente República de Cumos mucho m á s atrasados que postela,
Lo de El pelo o lo
muchacho.
M el Infanta Isabel, o es que so- L. S. G . ) ; Hoy las ciencias ade- ba) ; Gregorerias
(parodia bas- no sólo se ha dicho mucho,
y Los tecnicistas
(dos tante graciosa, pero (lue llega un
mos meuus elegantes; pero, si lantan...
sino que es un m a m a r r a c h o
asi es. usted sabrá perdonar leves escamandróminas insigni- poco t a r d e cuando hemos j u r a ¡ y usted dispense, Pedrucho I
nuestra falta de modernismo ci - ficantes, y r i m a d a s con una li- do ante Dios no publicar más
Wlizado, ¿ V e r d a d que s i ? . . . bertad senegalesa, que se ha sa- sobre el mismo asunto, debida al
Calvito. Madrid.
i -No esperábamos menos de su cado de su distinguida masa en- salero, que no discutimos, del
i Con que Inés, desnuda, es
cefálica un amable comunicante señor Aristides de Salamina, de
amabilidad!...
[guapa
de Madrid, llamado L. M. L.) • M a d r i d ) ; y, como brillante reDesde el objetivo (cuento octo- mate de este desgraciado grupo, y da fiebre su p a l m i t o ? . . .
LAMENTABLE S E R I E I>E HON
genario, o tal vez más, que nos I igilancia (articulo antipoliciaco i No nos revuelvas, Calvito !
¡ ¡ Tapa, tapa !!
'<ADISIMOS LITEEATO.S A QUIEN
refiere por millonésima vez en y algo kilométrico, con un final
'ÍO PODEMOS COMPLACER, Y L I S nuestra vida el caballero Niepce, harto frío y descacharrante, conBachetti. Toledo.
TA DE LAS OBRAS DE ARTE QUE,
de C a r t a g e n a ) ; El
naufragio feccionado con m á s entusiasmo
ANGUSTIADOS Y L L O R O S O S , H E Aunque dibuja Bachetti,
(desahogo atrozmente desbocado, que suerte por el compañero
'>'0S T E N I D O QUE R E P U D I A R I M no ha eclipsado a Marinetti.
del literato A. V. de L., de Ma- M. O., de M a d r i d ) .
PLACABLEMENTE.—La forman las drid, del cual tenemos opinión
Y nosotros lo deploramos con
siguientes inefables produccio- de que, el día que no se empeñe
E. E. L. S e v i l l a — E s malo de
nes : Rememorando
y
Amores en hacernos tanta gracia, -.ios verdad, p a r a qué vamos a a n d a r lágrimas a m a r g u í s i m a s , portiue
qué más quisiéramos aquí (ju"
Para una catalana (versos con h a r á mucha m á s que la que no.-> con paliativos.
cada pintor espontáneo fuese n¡
muchos m á s pares de bemoles ha hecho, porque posee cierta
Velázquez escapado de la tum^ue los convenientes, firmados bonhoniic para el caso y no es
V. P. K. Badajoi
Artículo se ba p a r a favorecer y llenar de
Por Jesús Ballesta, de Melillal ; ningún e(iuivocado ni ningún de- escribe sin hache. Y si el artícuL
tragedia
de la niña
pera r.iente de los muchos que no- lo lo escribiera usted sin ningu- honra escandalosa a B U E N H " MOR.
(poesia burlesca y veraniega,
'lue a estas fechas resultaría de
Un recién llegado de Toronto
una inoportunidad macabra, sa- «•HsritnttrmmnniirttiiauiíuiMiimifiifmnmfniiiiuiuiniiiiHin
San Sebastlin
Es usted muIjda del brillante estro del secho m á s toronto que la pobliñor qritilo, de Pinto) j Una caíción yanqui y fabulosa de don'^a (cuento inocente y parvulíde dice que procede.
neo, únicamente apto p a r a ser
Publicado en La semana catúH'''•/.-(•^
Chamorro. Cádiz.
''a o en El consultor de los páSon los monos de C h a m o r r o
''rocos de la provincia de Pon^evedra o en otro periódico asi
para largarle un mamporro.
<le sensato y sesudo, por nuesUn rnbio con los ofot blancos.
'•"o querido amigo Filo Trusil.
Madrid.
de Castellón de la P l a n a ) ; P o r ^ia modernista
(versos bastanSon los versos de este rubio
'* bien perjeñados, pero con un
de ingenuidad tan simpática
asunto de tan poca importancia,
(lue m á s parecen de un nubio
l u e nos obliga a renunciar a la
(|ue no ha estudiado gramática.
Satisfacción de complacer a su
I. P. F. Madrid
El asunto de
^utor X . X., de Cáceres, en el
su composición Del natural
es
Que vemos posibilidades para
un chascarrillo viejísimo que.
"acer algo mejor y m á s nueveademás, no ha tenido g r a c i a
'^'to que lo que se d i s c u t e ) ; Teanunca. Y, puestos a coger cosas
'"•o de avance (guasa demasi.-ido
hechas, nos parece u n a tontería
'Cosmopolita y espesa para inserque cojan ustedes una cacerola
tada en nuestras coluninas qu'.>
de aluminio en lugar de a g a r r a r
'On pitorronas de suyo, pero no
un gabán de pieles o el Palacio
'anto como para-albergar el cho-Perdón, señora, he creído que era usted mi mujer.
de Comunicaciones, que vale mu'^0 aludido, elaborado por el se-¡No
lo
quiera
Dios!
cho má» y el delito es el mis"or Pacolin, de S a n t a n d e r ) ; l.a
vá».
'fuerte de Búfalo (tragedi» exaDe Lendoo M*¡¡.
22
SUÉN
HUMOR
EL BUEM HUMOR
^^m^ PUBLICO
DEL
Para tornar pjrte en este Concurso, es condición indispen?ahle que todo envío de chistes venga acompañado de su correspondiente cupón y con la
firma del remitente al píe de cada cuartilla, nunca en c a r t a aparte, aunque al publicurse los trabajos no conste su nombre, sino un pseudónimo, si asi
lo advierte el interesaao. En el sobre infiíquese; «Para el "Concurso de chistes».
Concederemos un premio de DIEZ PESETAS al mejor chiste de los publicados en cada número.
Es condición indispensable la presentación de la cédula personal para el cobro de los Premios.
¡Ahí Consideramos innecesario advertir que de la originalidad de los chistes son responsables los que figuren como autores de los ir.ismos.
-'V»^^V%^^^^^^rfVW^%í"^W^rw--'S
AMADOR
FOTÓGRAFO
PUERTA DEL SOL. 13
E n t r e estudiantes.
— ¿ Y desde cuándo fumas ?
— D e s d e que tengo relaciones
con la hija de u n a estanquera.
Piedad Otaola.
E n u n rcstanrant.
— M o z o , t r á e m e u n a perdiz. '
—¡ Volando!
—-] No ! ¡ Volando no, que me
pueden hacer daño las p l u m a s !
Paulino C. Jiménez.
Unos días antes de su santo.
Juanito estaba rezando sus ora
ciones y pedía a la Divina P r o A'idencia que le enviase algunos
Ijonitos regalos.
— ¡ M á n d a m e , Dios mío, un
tren eléctrico y u n a máquina clt
v a p o r ! — d e c í a dando unos gritos espantosos. •
— ¡ Juanito ! ¿ P o r q u é chillas
t a n t o ? — l e reconvino su m a d r e — . i Dios no es sordo !
— ¡ Pero la abuelita sí lo es !...
C.
Mingóte.—Madrid.
En e! mercado.
— D é m e u n cuarto d e gallina.
— ; Quiere usted pechuga ?
— i Cuánto vale ?
—,Tres pesetas.
— E s m u y caro. N o apechugo
con la pechuga.
R. H.—Bilbao.
£1 premio del número anterior ha correspondido al siguiente chiste:
Un caballero entra en una librería y dirigiéndose ol librero, que
e j un hombre muy pequeño, le pregunta:
— ¿iene usted Las grandezas del Universo al alcance de todos?
-Si, señor, Pero tendré que hacer us J de la escalera, porqu< no
está a mi alcace.
Fernando S a l v o . - L a Cornña.
PASTILLAS DE CAFE Y LECHE
—^Mira, Tolito, cuando n.is
casemos h a s de renunciar al tabaco.
— B u e n o , njujer.
— Y a la bebida.
—Corriente.
— V al Casino.
—Bien.
— N o recuerdo ahora que debas renunciar a nada m á s .
— Y o si. ¡ Renvmcio a casarme 1
Mohamed Ben K a d d u r .
Melilla.
— i Cuál es el oficio (lue m á s
marea?
— E l de cajero de u n comercio, porque se pasa todo el día
dando vueltas.
Manuel Salgado García.
Madrid.
VIUDA DE CELESTINO SOLANO
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¡¡Enfermos de la vista!!
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general- Ugo Marone. Piazieta Falcone. número 1, (Vomero).
NAPOLI (Italia.)
—-i Pero cómo estás con es.'i
Ijorrachera tan fenomenal, P a n cracio ?
— P o r q u e ando buscando una
aguja del catorce y p a r a eso hav
que estar muy bien alumbrado.
María Soler Azpiolea.
Santander.
—-i Pero cómct no ha advertido usted q u e . había fuego en la
casa ? ¿ Está usted tonto ?
— P e í done ustez. señurito, pero como soy algu sordu n u m lo
había olídu.
Masto.—MadridEntre
zapateros.
— ¿ Qilé te haces ahora ?
VAJILLAS
CM
CRISTALERÍA
Aparatos para luz eléctrica
— ¿ A dónde vas ?
— A coñiprar un t e r m ó m e t r o .
— Espera al invierno, porque
h e oído decir q u e en esa época
siempre bajan.
J. M . Conde.
™ S A N Z ^s£&;
E n t r e novios próximos a casarse.
' Espoz Y Mina, 40 (esquina a la Plaza del Ángel) MADRID
~
Gran surtido en artículos para regalos
— P o n i e n d o pisos de goma a'
calzado.
— l í n cuanto se entere ' "
clientela femenina de que pones
pisos, se te van a rifar.
Rurico Cálix de Sílex.
T r a g a r s e un sable,
— A q u í m e tiene usté, mi .apitán. con too el sable dentro del
cuerpo y m á s firme que un
guardacantón —decía u n soldado andaluz.
BVÉN
tíVMOR
•—Pero, hombre, ¿cómo es posible ?
— P u e s ná, que lo h e vendió y
nie lo he sorbió en aguardiente.
Don Esdrújulo.-—San F e r n a n d o .
F.xamen de Medicina.
— D í g a m e usted los nombrps
de los huesos del cráneo.
— P u e s . . . son... se llaman..
se denominan... ¡Bueno, señor
profesor, debe de ser efecto de
Teniendo la tos ((ue tienes
curar no se concibe,
ha de desaparecer tan sólo
tomando J a r a b e O R I V E -
mi emoción ante el tribunal, p'oro no puedo citar ninguno ! ; Y
eso (,ue los tengo todos en la
cabeza!
Luysín.—h^stación Baeza.
El m é d i c j . — D e todo eso que
le pasa a usted, tiene la culpa ei
vinazo.
El paciente.—Pero, señor doctor, si yo nunca he probado el
A'ino. Yo h e bebido siempre agua.
El m é d i c o . — P u e s , entonces,
tiene la culpa el aguaza.
Calixto Ucebro.
HERNIAS
Bragueros cientific&nentR
J Campo»
ADÍCO M E D I C O
ORTOPÉDICO
de MADi^IO*
llii^o Fi^eroa 8
— i Cómo es ((ue Antonio y
usted ya no se hablan siendo, contó eran, t a n buenos amigos?
— N a d a . Reñimos discutiendo
cuál de los dos t|ueria m á s al
•>—i T a n t a gfacíá le hizo ?
— ¡ Muchísima 1 ¡ Desde entonces no puedo ver un burro
sin a c o r d a r m e de u s t e d !
M i n o t a u r o . — P a l m a de Mallorca.
Colmo.
El del gran dentista F u e n t e s
y su ayudante Recajo,
es arreglarle los dientes
a la cabeza de tm ajo.
Bernardo Ortega P é r e z ( P i e r r o t ) .
Valladolid.,
Marchaba un gitano por 'a
carretera, cuando se dio de ;ara con la g^iardia civil. Le p a i ó
la pareja y pidióle la cédula, la
cual entrego el cañí. Pero antes
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de leerla le preguntó uno de
los g u a r d i a s cómo se llamaba,
contestando el gitano :
—rMe llamo José Ciruelo.
— ¡ C a r a m b a ! ¿ Y cómo dice
en la cédula José Manzano?
— P u e s , m i r e usté, eso debe
ser (|ue m e h a n injertao.
R. 1^ A Í . _ J e r e z de ia
l'rc.ntera.
— i E n qué se parece u n a
modelo a un ma(|uini,sta de imprenta ?
— l í u (¡ue los dos lo ganan co;i
las f o r m a s .
Santiago F e r n á n d e z C a í .
Madrid.
U n o del gallinero.—i A v e r
esta cuenta, que á mí no me s a ' e
aunciue parece fácil!
El matemático.—Veamos.
E l -espectador.—Patatas, dos ,
j u d í a s y garbanzos, t r e s ; carbón, aceite, vino y pan. c i n c o ,
c a r n e y tocino, c u a t r o ; longaniza, cero c u a r e n t a . . . ; No hay
más I
El m a t e m á t i c o . — S u m a n
ca
torce pesetas con cuarenta céntimos.
F.s espectador.—¡ P u e s no u ' e
sale la cuenta de la compra !
El m a t e m á t i c o . — ¿ Q u é sum.i
saca u s t e d ?
El espectador.—No, si la suma es idéntica. Digo que no me
sale la cuenta, porqtie son catorce cuarenta y yo sólo gano diez
pesetas.
Carlos
Atienza.—Madrid.
En tina peluquería.
El maestro ( a im paleto que
espera su turno.)—i H ^
visto
usted el Alrededor
del Muiuh'-'
El paleto.—No, señor. No be
.salió del centro.
Carlos
de
León.
lín tm grupo de abogados j ó venes se habla de cuestiones económicas : presupuestos,
ingresos, déficit, sueldos y M a r r u e cos. Y uno de ellos p r e g u n t a :
—•,: Sabéis cuál es el listado
más pobre del m u n d o ?
—Albania, ponjue su capiml
es un Üurazzo
T e g a r u L.—Deauville.
—ri Caramba, don S e n é n !
i Siempre que le veo, m e acuv:rdo del cuento del b u r r o que me
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—^Tres menos d o s . . . tres menos d o s . . .
— ¿ Q u é ? ¿ N o lo sabes? F í j a t e : si !iay tres moscas en u n a
mesa y mato dos, ¿ c u a n t a s (juedan?
—Dos.
Sotam-Hacho.—Ceuta.
—¿ T e acuerdas de aquel famoso te que dio la duquesa de
Pampliega el año 1895?
— ¡ A mí se me olvidan todos
los fenómenos sísmicos ?
—¿ (^ómo los fenómenos sismicos ?
— i Claro ! ; Me estás hablando
de u n te remoto!
Francisco
Paniagua.—Melilla.
Parrilla.
•—^¡ Pero, M i m l ! ; Renuncias a
casarte con el m a r q u é s de Bris^
tol?
— S i , yo no me caso m á s qi-ie
con un barón.
Quien la Pasta
Dentífrica
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usa a diario por ser la mejor,
sensación agradable recibe
y despide gratísínu) olor.
H . D u r o s . — S a n F-ernando.
—Vamos
a
ver,
Paquitn,
,: cuántas son tres menos dos;'
E n un examen.
—¿ Q u é es g r a m á t i c a Latina ?
— G r a m á t i c a , no sé. La-tina es
donde lava mi m a d r e la ropa
sucia.
— ¿ C u á l es el colmo d e nn
mudo?
— Provocar u n a conversación.
Chelines.—Villada (Palencia.)
Manuel
Alvarez.—Madrid.
En u n a fiesta de Sociedad.
L'n pollo (íí
otro).—Presén'ame a esa carabina, que me gustaría conocerla.
El o t r o . — P e r o , hombre, ¿ t ú
te crees que estamos en la instrucción p a r a presentar a r m a s ?
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Un matemático Kolossal
se
presenta al público en un teatro de M a d r i d , y después de ext r a e r raíces cúbicas, multiplicar
y dividir por varias cifras mentalmente, con una rapidez asombrosa, p r e g u n t a antes de retirarse ;
—.,: Desea algún otro espectador que le resuelva alguna nueva operación?
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URQUIOLA. — M A Y O R , 1
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Dib.GARRWO.—Madrid.
—Vamos a ver, Pochito; ¿qué me dice usted de ese pantalón?
—Nada, Birriaquez; que hace usted los choMchullos mejor que un agente electoral del antiguo
régimen.
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