BUEn HUMOR 4 0 CÉNTIMOS C H A R L E S T Ó N EN A N D A L U C Í A ""* ^ ' ^ ^ - " " " < ' LA GITANA,—¿Te la digo resalao, que tienes patitas de baiiaor? * " * * * * " * " " " " * " ~ ~ * * " * * ~iiry*yv*inry%fwwv>ftnfifwifwvinnnnnnnnnr • BUEN HUMOR SEMANARIO S\TIRICO PRECIOS DE (PAGO SUSCRIPCIÓN ADELANTADO) MADRID Y PROVINCIAS Trimestre (13 números). Semestre (26 — ). Año (52 ). EXTRANJERO 5,20 pesetas 10,40 20 - UNION POSTAL 5> pesetas 16 — 32 PORTUGAL, AMERICA Y FILIPINAS ARGENTINA (Buenos Aires) Agencia exclusiva: MANZANE6A,Independencia, 856 Trimestre (13 números). 6,20 pesetas Semestre * 6,50 Semestre (26 -- ). 12,40 Año » 12 24 Año (52 ). Número suelto 25 centavos REDACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN Plaza del Trimestre Semestre Año Ángel, APARTADO S.rMadrid 12.142 •AAAAnAnAAMAAnAAA/WW^WVW^WV^^rf^^VWW^^W^^^^W^VSA^^rf^^A^AAAAA^^AAAAAAAAAAAAAnnf^^A»* Los famosos polvos insecticidas d Leyer y Compañía Son infalibles para la destrucción de toda clase de insectos jww»-" 'v)^v<^^^^w^%^^^^^«#t^^wsft/wvvwfvswrf'^tfvvws¿^#vvvnrfvvvvnrfs/i/%A/wvvvvsf v v w ^ ^ lÓfi RECi por Bases para el Concurso de noviembre Primera. Se concederán tres premios a los concursantes que envíen el mayor número de soluciones exactas a los pasatiempos que se publicarán en los números de BUEN HUMOR correspondientes al mes actual. Dichos premios consistirán en tres objetos d¿ arte. Segunda. Si varios concursantes remitiesen igual número de soluciones exacta», se sortearán entre ellos los premios correspondientes. Tercera. Todas las soluciones habrán de remitírsenos reunidas antes del día 10 de diciembre, haciendo el envío a la mano a nuestra Re- 1.—La «Loca», al aHermoso» 50 X DIEGO MARSILLA dacción o por correo, precisamente a nuestro apartado nú uero 12.142. En el sobre debe ponerse: Para el concurso de pasatiempos. Cuarta. Para optar a los premios será coidición indispensable enviar las soluciones acompañadas de los cupones del mes de noviembre insertos en esta página. A los svscriptores de BUEN HUMOR les bastará IIIIIIIIIIMMIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIMIIIII con indicar esta circunstancia al remitirnos sus pliego^. Quint.i. En uno de los números del mes de diciembre se publicarán las soluciones y los nombres de los concursantes que las hayan enviado exactas. En este número anunciaremos también la fecha en que ha de celebrarse el sorteo de los premios. 4.—De una canción rouy popular § Entendimiento C A ' ^ l CvN'V^yvv^''^ 2.—Un bicho ENTE: SOMBREROS R BBAVE s E: R 6 MONTERA-6 3.—Sabrosos, pero indigestos iijiiiiiiiiiiiiniiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiniiiiiiih 100 VnSVA AFIRMACIÓN 1 OO Altar Hortalizas 5.—Charada — P r i m a cuarta prima segunda :uarta prima asistía u n punita cuarta que resultó un segunda quinta. — P u e » vaya, u n todo. ,^ :¡r tercia quinta ' ' FIJ APELO ^^^^^^í^^íí^'^^. ^tcem 45iKU>-^^ZiOjíay fc^ - ^ ^ ^ c t ^ j ^ i«^©fe- PERFUMERÍA PARERA BádáloíXd JIKili '"llliiiiiimiiiii ¡SEÑORES! iQUÉ ALMANAQUE DE BUEH HUMOR I I ESTAMOS Al i j | V I HACIENDOl. s EN FIN, SEÑO! íY ESI iiiiiiiiiiiiiiiiiiniiiiiiiiiiiiniiiniiiiiiuiii*'' min HUMOR SEMANARIO SATÍRICO Madrid, 7 de noviembre de 1926 "EL SINO DE VICTORINO de vena- tle.spués. Victorino supo por L'i'ONGo que todos ustlülorosa experiencia lo que es que le tedes estarán conquitasen a uno el reloj, la cartera, las vencidos de que el sortijas, etcétera. Una vez, en la i)lafC\ ^ k ( ¿ ^'Sr Dsstino es una cosa \¿) • ^ ^ ^ ' ^ muy seria y de que taforma de un tranvía le quitaron :>: chaleco, en una rifa le quitaron la nolo qua ha de suceder via. Y todo con tanta habilidad que sucede, pese a quien Viotormo Cabanillas quedábase pasmapese y opóngase quien se oponga, pero do, boquiabierto y ¡¡atidifuso. por si alguien dudara de esta verdad El número de carteras que le habían axiomática referiré lo que le ocurrió a mi entrañable amigo Victorino Caba- sustraído eran trescientr.s treinta y ocho; relojes le sustrajeron cuatronUlas, con lo que creo (luedará demostrado de una manera incontrastable cientos veintidós;,. Síortijas, doscientas que es más difícil escapar al destino ochenta y nueve y alfileres de corbata siete mil seiscientos treinta y uno. que escapar del penal del Dueso Como verán ustedes había motivo para Y vamos al Dueso, digo al hueso. No recuerdo exactamente cuando co- que mi amigo comenzara a inquietarnocí a Victorino; pero nuestra amis- se. Una vez, en un autobfis, le robaron tad debia ser antigua, ya que cuando el argumento para una comedia que m? lo presentaron llevaba chichonera. Sea como sea, es el caso que lo traté d&?de su más tiernísima infancia y que nuestra amistad fué grande y más cordial que una taza de tila. He de advertir que en este cariño m í o p o r Victorino, había mucho de compasión, ya que, d'.cho sea de paso, Cabanillas era una de las personas más desgraciadas qn-^ pueden encontrarse. La fatalidad se cebaba en él y no le abandonaba nunca: era s'.i señora de compañía. La desgracia, la gran desgracia de Victorino habían sido los ladrones. Si en el mundo no existiesen esos seres que algunos periódLcos han dado éñ llamar amigos íntimos de lo ajeno, Victorino tal vez hubiera sido un hombre feliz. Pero los ladrones, repito, habían sido y llevaiban traza de seguir siendo la causa de su desgracia. La primera vez que salió a la calle, que fué el día de su bautizo, ya le robaron el sonajero; pero eso no es nada Dib. SasNO.—Madrid. comparado con lo que había ^ ^ pensaba escribir; en una verbena le quitaron un reuma, y así sucesiva.mente. Hasta que al fin se decidió a tomar una resolución; no llevar nada encima. Así no'había modo de que 1© robasen. Prescindió del reloj, cartera, sortijas, dinero; en fin, de todo aquello que pudiera excitar la codicia de los ladrones. Conservó puesto únicamente un solitario engarzado en platino que acostumbraba llevf.r .-en el dedo meñique, del que no se separaba nunca por la sencilla razón de que no le salía del dedo, y, .del que caso de querer desprenderse, hubiera tenido que ir a un joyero para que se lo limase. Por esta causa Victorino conservó puasta la sortija, convencidísimo de qu? era im/jiosible que se la r.abasen. Fiado en ello comenzó a hacer alarde de su anillo; enseñábaselo a todo el mundo y cuando iba en el tranvía procuraba poner la mano de tal modo, que distinguieran el solitario. Tenia tal convenámiento de que no se lo robarían que miraba a la 'gente como diciendo: "Fastidiaos que ésta no me la quitan". Una noche, cuando llegó a su casa, se puso a cenar tran(lui'.amente. De pronto, al llevarse la cuchara a la boca, , dio un grito de espanto. No tenía en la mano más que cuatro dedos; le faltaba uno, ¡en el que llevaba la H.ortija! Algún hábil ladrón debió intentar quitársela y al comproibar que no le salía del dedo, optó por llevarse también éste. Y i3.? <iuc como dice un [jroverbio árahe, que se atribuye a^ Muley-Hafid, lo que lia de suceder está escrito con letra gótica. MANUEL LÁZARO BUEN HUMOR Elogio poco p r o f u n do del p r i m er mozo del m u n d o . Sabéis que el primer barbián áú universo fué Adán, Y al Paraíso se entró con Jas de! Ve.ri, el gachó. Aunque no i'ué un pollo pera, pollo manzana si era. Sin pasar por Ja niñez se halló en plena "madurez". Cuando entró en el Paraíso ealiT más que aprisa quiso. pu2s, sm haber aún pecado, ya al infierno me han mandado. ¡Calla! AHÍ acude una ñera * desnuda y con cabellera. ¿Y anda en dos pies? ¡Voto al Ha¡Esta sí que es de cuidado! [do! Como tampoco era viejo, buscó el hombre su "apañejo". Que no era plato de gu¿to caminar de susto en su.?to. Que k (ostó, ¡oh, maravilla!, las costas... y una costilla. —i Recotufa! ¡Vaya cardo! Allí dormita un leopardo. —Vas a ver—dijo el Oráculo— del mmido el gran espectáculo. Y allá, junto a aquel fambrón, se despereza un león. ¡No me tires ":ndiré", per tu saiú... —i Escúchame— —¿Y gratis y—dijo él, sumiso. —Sí; mas desde... el Paraíso. 1 Mi madre! (;por si la tengo), si sé que es esto, no vengo, rogó, acercándose más, la madre de... las demás. —^Esto eS'—pensó con pupi!a— que alguien me tiene "la ñla"... ¡Pues allí avanza una bicha dispuesta a hacerme salchicha! O es que soy un badulaque y me largan con la "claque". Ha debido haber error en lo que mandó el Creador; —Soy Eva... i A tí, Amor me lleva!,... —¿Cómo? ¿A mi?... ¡Pa mi que ni[Eva!... , ¿Crees tú, so Adán, por mi vida, ciue soy yo pera podrida?... —Pero traes ima manzana (lue da el opio, so gitana, la (ual te entregó una ibioha, y así estás tú tan redicha... —¿Que me la dio?... ¡Anda, salero! Digo que, ¡valiente "pero" le pones a una manzana! —Pues... dame un cacho, barbiana. ¿Sabes, voto a aquel león, que asta manzana es... jamón? —(¡Ya vas cayendo en mis lazos!) —¡Me muero por tus pedazos! —:¡Tuya soy!... —¡Tente, galana! ¡Si es ,por los de La manzana! —¡Téfcla!... ¿Y por los míos? ¡Di!, lloró ella con írenesí. — ¡iSo llores tú, voto a Alá, porque todo se andará!... Nació Caín, niño tierno y el Paraíso fué infierno. Dib. BAL- Madrid. El señor calvo.—Acerca la fuente, Eloísa. Ya te fn' dieho qu» me molesta que me pongas la raya en medio. ¡Y la vida fué un sollozo! ¡ ¡ Y • todo ello en un segundo!! ¡ ¡ i Y es que era muy grande "el munpara cargárselo a "un mozo"!!! [do" MioüBL DB CASTRO BOEN HUMOR COMEDIAS LA Comedia VENGANZA rudamente italiana, PERSONAJES.—Ai final de la comedia verán ustedes cuántos ton. DECOEACIÓN. — Habitación de un;) posada italiana. Muebles adecuadrs y comiprados a plazos. Al foro, puerta para entrar y salir. En la izquierda, ventana para mirar el campo. Eii la derecha, lavalio para hacerse In "toilette". Ambienta muy poético y dramático. (Al levantarse el tetón, en escena, BEPPO y FRANCHKTTA. BEPPO es un hombre que me juego la cMhezj a que !/a ha cumplido los cuarenta añ,cs. Es un tipo groserote y algo repvgnante. FRANCHETTA es una joven de unos veinte años, do's de. los niales fueron bisiestos. FRANCHETI'A es hermosa cual la torre de Pisa, y en unión de BEPPO oéupa ¡a habitación donde se hallan ustedes; es decir, donde se hallan ellos. Es de noche. / FRANCHETTA.—¿Partes, Beppo? •BEPPO.—Si. Parto. La no^lie ha P:^rrado como un comerciante en domingo, y ya es Ja hora de hacer e! alijo... (BEPPO es RÁPIDAS cuya acción DE se desliza BEPPO.— ¡Las armas! FRANCHETTA.—iE vero! (Hace mutis y vuelve con doce pistolas y veinte puñahs que BEPPO ÍU ciñe airetledor de su cinturón.) BEPPO.—i ¡Adío, earniaü FRANCHE. — Que la Madonna de • Portinari te saque con ben... (BEPPO, tras un último beso feroz, hace mutis por el foro. Al abrir la purta, un turbión de agua invade la estancia. Dentro se oye relampaguear de un modo que eriza el vello y el feo. En ssguida suena alejándose la voz de BEPPO, que se marcha BEPPO en una posada cantando.) BEPPO. (Dentro.- La vita é fácile la vita é bella!... ¡Golfo di Nápoli!... ¡ Civitta Verchia!... i^La voz se va apagando como lan bombillas Osram.) situada cerca de FRANCHE.— ¡Ya se va! Canta para (¡ue los carabinieri no saspechen que es un contiabandista... ¡Madonna, cuanto sufro! Si Beppo sospechaEc que le engaño con FescriuUo, el carabinieri de', próximo cuartelillo... (En la ventana suenan unos golpecitos.) ¡Oh! ¡FeíTciuüo!... (Va a la puerta, la abre y entra Fescciidlo, que es un carabinero con bigotes a "lo alpinista'', es decir, con gulas.) FESCCIUI.LO.—¡Amata mía! FRANCHE.—^¡Rudolfo! (.Se abrazan con ansias napolitanas.) FESCCIULLO.—He visto salire a lu maritto... FRANCHE.—Iba de contrabando. FESCCIULLO. — Dejémosle que alije el tabaco y las íedas que quiera; mientras tanto tú y yo podemos cantar !a tonada del amor eterno. IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIillllllll!linUII!l!!ll!!!!!i:inilllltllllllllllllllIllllllillllillillllllllllllllll contrabandista.)' FRANCHH.—^¿ Quiénes te acompañan hoy? BEPPO.—Martuchio y su hijo. Son Sentes de fiar. En caso de inutilizarme yo, no tendría inconveniente en entregarle el alijo al padre y en confiarle el dinero al hijo. FRANCHE.—¿Y piensas sacarle al alijo dinero? BEPPO.—Ya me conooes. Yo le sa- 00 dinero al alijo, al hijo, al padre y a un tío del padre y del hijo. FRANCHE.—¡Eres terrib'o! BEPPO.—¡Bah! Contrabandeo; eso es todo. FRANCHE.— ¡Te amo por una rosa: por valiente! BEPPO.—¡Valients ca-a! Pero ¡por !a Madonna! Ya es tarde. Me voy aceleratto... Adío, Franchetta ¡Deja que te arree un b?so antes de partiré! (BEPPO coge a FRANCHETTA brutal- mente por un brazo y la da tres mordiscos seguidos, los cuales dejan señal. Es bochornoso, pero todos hs contrabandistas italianos besan de esa manera. Yo he viajado mucho y por eso puedo decirlo.) P'RANCHETTA.—¡Arrivedere, amoTic! (Devuelve los besog a BEPPO porque pertenece a esa clase de mujeres que no acostumbran a quedarse con lo que íe« dan.) Ñápales —Señorita, ¿ese es un retrato de la Joaiquinaf —No. Es un retrato de la mañuela. Dib. GIRÓN.-Madrid, BUEN FKANHE.—i Por Edmundo de Am;ciá, cuánto te amo! FESCCIULLO.—¿Etí de veras? Tamb e n mi corazón choca y late por ti... FiuxcHE.—¿C-Oca y late? ¡Riquisimo! (Se be&an de un modo que e.. una vergüenza. Yo no diña nunca e.do, pero es que los italianos son tan apamonadoo... En fin, viajen ustedes por Italia y se (•(•nvencerán.) EL RETRATO IDon Mateo Tordesillas, hombre gordo, bonachón, flatulciito, zaniorano, religioso, decidor, célibe, caritativo, tueito, suscriptor de "El Sol", protector de una muchacha guapísima y de Gijón, taurófilo, espiritista, aficionado al alcohol, amigo de Rornancnes, dueño de un "Buick" y dos "Ford;-", hiperclorhídrico crónico, de Behnonte admirador, con dos casas en la Corte, un hotel en Mazarrón, unos montes en Alhama y una dehfsa en Almorox, es el héroe de la historia <iue, a falta de otra mejor, en estas brillantes páginas me lanzo a referir hoy. DOS HOliAS UESPIK8 ÜEPl'O.—{Abncrida t>ruscaiit.:'iit<' la puerta del foio. entra // la vuelve a cerrar a escape. En su. rostio se pinta la tragedia más horrorosa.) ¡Por San FrancbjíCü de Asís, (¡ué esiianto! ¡Yo (jUe creía (lue .MaTtucchio y su hi.io eran \m'x< l)nenoH compañoio.^! Re.<u!ta t|ue nada uiá.s hacer el coutra'bando han dicho (]Ue .-i yo moría, tc(a rían cUcs a más, y se han liado a tiros conmigo d? un m.odo cjue, gi nt corro, me hacen la autop.sia. Ahora están apostados ahí fuera, y en cuanto salga, me sacuden seivS balazos... (Suenan dentro dos tiros) ¿No lo dije? ¡Qué bestias de los Apeninos! FRANCHE.—[Saliendo por la derecha con FESCCIÜLI.O al oir los tiros.) ¿Qiu' tiros son esos? {Con terror.) ¡Oh! ¡ i Beppo!! FESCCIULLO.— ¡El marido! Por lo ()ue apuntado dejo se habrá empapado el lector }' calado la lectora que el susodicho guasón, de Mateo Tordesillas era más rico que 3'0 »y se chupaba una vida más alegre que un "foxtrot", y se pegaba unos tutes de comer que era un horror y se atizaba unas siestas que eran la desmigación. ¡Me !:i he buscatto!... BEPPO.—(Comprendiendo ''lo que ocurre^'' de una ojeada y 'formando se plan instantánean\inte.) Salr.d, F?. cciullo... Ya (omprendo. Amas a m mujor... ¿Qué va a hacerse'.' Todos hemos tenido estas aventuras a lo:veinticinco años... Vete t ; perdono. FESCCIUI-LO.— ¡Eso se llama .--er un buen hombre!... Adiós. Bepjx). Adiós, Franchetta. {Besándola.) Volveré mañana a la misma ho.ra. BEPPO.—[Aparte.) ¡Miserable! Xo obstante, el buen don Mateo se sentía protector de literatos y artistas y con frecuencia sentó lo dejó que se sentaran) de su mesa en derredor escritores con carpanta, músicos con hambre atroz y pintores con gazuza, y a unos y otros obsequió con una largueza procer. > digna de un gran señor. FESCCIULLO.—Adío. iSe va por el fo- ro, y nada más, salir, Mantucchio y su hijo, ouc están apostados, lo fajan a FiiA\cHE.— ¡Por ü i o ! ¡Han matado a Rudolfo! BEPFO.—Si... ¡Es mi vendetta, vulgo venganza! TELÓN E L LECixiR.—iVaya una venganza italiana!, ¿eh? Yo.—¡Ah! Pues e.*o en Italia ocur e todos los; días. E L LECTOR.--Usted dabe conoce muy bien todo lo italiano, ¿V3rdad' Yo.—Sí. Ya hace dos meses que voy a la Escuela Berlitz. E L LECTOR.—¡Ah! ENRIQUE J A R D I E L PONCELA • Vcrcelli (Apeninos), Italia. HUMOR Dib. QuiNCiTO. —Madrid. —Qué distraído soy, ¡Mira que venirme sin el impermeable! Un buen día un pintor vasco, r.gradecido, ofreció hacerle un retrato al óleo para adornar el salón. Tardó un seniestrc en pintarlo >•, al cabo de él, presentó una birria apastelada <|uc asustó a la reunión. -Mas don Mateo, mundano, en su favor opinó diciendo así: —¡Este retrato está hablando, sí, señor!... —,:Qué está hablando?—le dijeron. Y él, rotundo, contestó: —;;Sí!I ;¡Está hablando!!... Lo que [pasa es que habla mal del pintor!... S O T E R O L. P E Ó N H U EN HV MOh EL BEODO QUE PROVOCA LA T R A G E D I A La escena que voy a tener el escandinavo lionor de someter a la paciencia de mis lectores me ha sido encargada por un periódico de Nueva York para que, convenientemente traducida, sirva de propaganda a lia ley seca c|ue actualmente se está tambaleando alli, como si hubiese bebido lo que no pueden beber sus imrugnadores. Y como para demostrar los estragos cjue hace el vino (n los estragos que hacen los tragos, cuaixlo >oi' niás enormes ([ue lo natural), no hay más (aie copiar una escena de las que constar.tcmente nos ofrecen las calles madriieñas, voy a osar sacar a la vergüenza pi'iblica un borracho (|ue es conducido por un egregio y simpático guardia a la suculenta comisaría. RoBKSi'iERRK.—¡Y ustcd cs más tozudo que un zar.agozano ! EuDOSio.—; Pues no S()y de Aragón, amigo !' ¡ .Soy de Madriz ! i i Soy (/ato !!... (Al decir eslo si;jue a (/atas). RoKKSi'iKniiE.—-¿ ICs usted (/ato.' Que sea enhorabuena, pero a la cornil EiJDosK).—; /.Miau:!... ROUESI'IKRKE. {¡•'arioso, eoi/iéudole de líii- bolón de la eaniiscla y poniéndole de ¡•ie con Jicreúlea cncriiia).—¡¡Va usted a conseguir i|uc me tk-cida a ponerme bruto! ! ElDosio.—¡Anda! ¡Y yo que creía que estaba usted decidido desde que era jovencito! RoüKSi'iERKE. (l-ie/zalándolc otro puñetazo /•olcánico).—¡ i He dicho que arreando, que no estoy pa perder el tiempo con lui borracho indecente!! EiJuo.sio. (Muy fino, dándole la mano).—¡Servidor de usted!... Ronicsi'iERRE.—; Tanto gusto !... ¡ ¡ Hala!!... lu'Dosio.—¡ El gusto es mío!... ¡ ¡ N o quiero ! !... inilliMllItlIlMIllilllllIIlIlllItlIllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllMIIIIIIIIIMIIIIIIIMIIt La acción tiene lugar en la calle de ("a tretas, frente a la antigua Casa de Correos y al lado de las bocas abiertas de los leones ([ue sirven de buzón. El curda so llama EUDÜSIO y el guardia (que fué ¡epublicano cuando era cartero y célibe) se deja apodar ROI!1-,SIMI;RI!I; por sus compañeros. Sale primero el de la tajada (lue, además de la tajada, lleva en la mano unas vinagreras de mesa de comedor, compradas seguramente en un momento de subconsciencia delirante, muy común en los seres amerluzados. Robespierre le empuja de un modo terremotístieo para hacerle andar, demostrando estar poseído de una furia muy razonable, dada la infame calma:' del beodo. EuDosio.—^¡; Ahí va ! !... ; i F.mpuje usted más fuerte, no sea usted tonto ! !... RoüESPiERRi-;.—¡ Vamos, hombre, le he dicho a usted que a Ja comisaria! líuDosro.—¡ Y yo le he dicho a usted <;ue no me da la gana!... RoBESi'iKRRK.—\ A mí con cabezonadas, r.o! {Le afiropincua un IIHCI'O empellón iiuieho más sísiiüeo que los anleriores.) i ¡ Hala pá alante! ! (Eudnsio se tambalea y eae eon su escaso equipo, quedaiuln iiiaainfieaineiife sentado en el snelo hasta Dios sabe qué lejana feelia). EtDOSlo.—(Con Iranquilidad filosófica).—; Un rey más (|Ue se ha caído!... RoBE.si'iERRE.—¿Usted es un rey?... EuDosio.—I I^a evidencia se palpa!... ;; Rl rey de cnpas\!... ROUESI'IERRE.—; Usted es una piltrafa de la sociedaz! RuDOSio.—¡Guardia.... está usted bastante mal educao, dicho sea con todos los respetos..., es decir, dicho sea sm respeto ninguno!... (.Ve pone a gatas para intentar levantarse del suelo, si buenamente puede ser.) Dib. FuEhTE.—Madrid. -¡piua in'ioiéWm^e ha muerto! ¡Pero si sólo tenía un riñon flotante! -Sí, a3ñora. Tenía un riñon flotante, ¡pero se le ha ahogado! 8 RoBESPiíRRi.—¿Y qué diría usted si yo le diera un sablazo? EuDosio.'—^i Que sería una desgracia pa usted, porque no llevo ni una perra gorda!... RoBESPiERRE.—¡ ¡ Yo no digo eso! EuDosio.—¡ Ya ío s é ! ¡ ¡ Lo digo y o ! ! RoBESPiERRE. (Desesperado, mirando fíl cielo).—¡ ¡ Le voy a tener que llevar a la comi en un volquete!! EuDosio.—¡ Pero si voy a ir por mi pie, querido y lisonjero guardia!... Lo que le suplico es que, ya que hemos pasao por aquí, me deje usted echar ante.s una carta urgente para León que llevo en el bolsillo... RoBESPiERRE.—Pues échela usted. ¡ Pero deprisa! (Eudosio se aproxima al buzón y mete una carta por la boca del Icón que todos conocemos). EUDOSIO.—i Ve usted?... ¿Ve usted cómo no le engañaba?... ¡ ¡ A ver si hay quien me niegue que es una carta para Lcón\ i... RoBESPiERRE.—¿Y es, por un casual, para su esposa? EUDOSIO.—¡ I ^ h a acertao usted!... ; i Si fuera para mi suegra, en lugar de ser para León, sería para t i g r e ! ! . . . Y ahora, apreciable funcionario, le voy a proponer a usted una combinación que da tufo!... i Si me deja usted libre, feüz e independiente, le hago un regalito! RoBESPiERRE.—i Cuál ? EUDOSIO. {Enseñándole las vinagreras).—¡ Este convoy pa la mesa de comedor que he adqtiirido en un todo a sesenta y cinco por tre.s, noventa! RoBESPiERRE.—¡ Eso es muy cursi! EUDOSIO.—¿No le gusta a usted? ROBESPIERRE.—Ño, Señor. N o m e hace gracia. EUDOSIO.—¡ ¡ Pijes es una injusticia que no le haga gracia, porque tiene saIcroW... RoBESPiERRE. {Estallando energmnénicamente).-—¿ Pero usted se cree, so morral, que la autoridaz se vende por una porquería?... ¡; Mire usted para lo que me sirven a mí los obsequios de usted! !... {Coge las vinagreras y las arroja con furia canadiense a doce metros de distancia). EUDOSIO.—¡ i A c e i t e ! ! RoBESPiERRE.—¡ Bueno, basta de burradas ! ¡ No se crea usted que se me ha olvidao que tengo que llevarle a la comisaría ! EUDOSIO.—^¡ ¡ Y no se crea usted que se me ha olvidao a mi que no me da la gana de i r ! ! . . . ROBESPIERRE. (Más amenazador que un ciclo encapotado).—;; Hace cinco minu- BUEN tos qu€ estoy dudando si me querrá usted tomar el pelo!!... EUDOSIO.—¡ ¡ Pues no lo dude usted ni un minuto m á s ! ! . . . RoBESPiERRE.—¡ Usted lo que es es un sinvergüenza descarao, cínico, grosero, incivil, analfabeto, inconsciente, inculto e insepulto! EUDOSIO,—¡ Si eso rae lo dice usted en un telegrama, se arruina!... ¡ Y o lo. que soy es un hombre franco, un gachó que dice las cosas claras, un caballeríj que va a todas partes con la verdad y a algunas partes con la Robustianal... ¿ P o r qué me ha detenido usted? ¡ H á ganlos historia! ¡ Pues porque le he dicho a una señora transeúnte con cara de perro y con un bigote indecproso que era un asco de tía!... RoBESPiERRE.—^¡ Y era un asco, sí, señor ; pero eso es una grosería! EUDOSIO.—¡ P e r o , recapacitemos!... ; ¡ Si es fea, por qué me lo voy a callar!!... RoBESPiERRE.—¡ P o r !as buenas for mas! HUMOR EUDOSIO.-—¡ No lo puedo decir más alto ! ¡ Me dolería la garganta!... ¡ ¡ Pero no he querido ser guardia porque, con un casco sólo, no tengo ni pa empezar!!... (Dirigiéndose a ía gente que hace corro). ¡ Respetable público: en España no hay vergüenza! ¡ La moral se ha mudao! ¡ El pelo a lo garsón es una iznominia como pa que los hombres nos tiremos de los pelos, puesto que somos los únicos que nos podemos tirar de ese sitio!... ¡¡Aquí no hay casticismo, aquí no hay masculinismo, aquí no hay socialismo y aqui a todos nos da lo mismo!! ¡i Viva e! caos!! ¡ ¡ M i casero es un cerdo!!... RoBESPiERRE.—¡ ¡ Cuidao con lo que se dice!! ¡ ¡ Eso hay que probarlo!! EUDOSIO.—¡Yo lo único que pruebo es el vino!... ¡ Y no me interrumpa usted, porque los guardias se callan cuando están hablando las personas mayores!... {Pretendiendo seguir su discurso con contumacia melquiadista). ¡ Señores y señoras: según el evangelio de San Lucas, y según lo que dijo Lenine, que también es el evangelio...! ROBESPIERRE. (Le interrumpe atenaEUDOSIO.-—; Que tenga buenas formas zándole por un braso).—¡¡Vaya, ya se ella, que es la que tiene obligación, y si no que se pegue un t i r o ! ¡ ¡ Pero eso de • me ha calentao a mi el casco de oirle a usted!! ! ¡ Le voy a atar a usted codo hacerme a mí aguantar un bigote como con codo!! e' aludido a la hora de comer, pa que luego me alucine y vea pelos en la sopa EUDOSIO.—; Hace usted perfectamente! es un atropello de automóvil y no lo ¡ Pero si es t>or haber tomao la curda, paso!!... ¡También la gente del pueblo castigue usted más al codo derecho, que tiene su estomaguifo!... es e! que he empinao, o no hay justicia en la Tierra!... ¡Ahora, si el castigo es ROBESPIERRE.—¡ i Pero usted lo tiene por haber hablao por los codos, duro lleno de Valdepeñas, que es una vergüencon los dos!... ¡ Y o no me molesto!... za pública, y yo no pudo consentir esa ¡.A. usted le pagan por eso!... demasía!!... EüDosro.—¿fes que aquí está abolMa la libertaz vinícola? ROBESPIERRE.—¡ P e r o la borrachera puede que se abuela. RoBESPiERKE.—¡ P o r Última vez se In digo! ¿ V a usted a la comisaría espontáneamente y no le ato? EUDOSIO.—¡ Pa tu abuela!... (Empe.':ando a dar unos gritos que si los oyera Fleta se moriría de envidia). ¡ ¡ Viví la claridaz !!... ¡¡Viva la diafanidazü... ¡¡Viva la verdad!!... ¡ Y o no digo mentiras a nadie, ilustre y robusto guardia!!... ]]CoTi decirle a usted que yo n^ estoy en la Casa del Pueblo por no engañar a mis compañeros..., porque no soy socialista...!! haga usted ilusiones!... ¡ ¡ Y o no voy ni ataoü... (Al llegar este momento, Robespierrc se rinde a la triste evidencid y, consciente de sti fracaso, eleva sus ojos al cielo y vierte dos lágrimas. Permanece en ese estado de estupefacción un cuarto de hora, que Eudosio aprovecha para sentarse en el sícelo y quedarse más dormilo que Homero en sus buenos tiempos. El noble agente vacila, entte esperar leyendo " L a V o z " a que resurja a la vida el oprobioso beodo o presentar fulminantemente a sus superiores la dimisión de su Largo. Opta por esto último y, ante este absurdo, cae el telón, pero cae de espaldas. La cosa no es para menos) RoBESPiERRE.—¿Pues qué es usted? EUDOSIO.—¡ Borracho n a d a más!... (Dando unas voces que tiemblan los edificios y se empiesa a reunir la gente). \; Pero yo podía haber sido guardia como usted, porque soy una fiera para la inacción!!... ROBESPIERRE. (Llamándole al orden). ¡Alto! ¡Alto! ¡Alto! EUDOSIO.—¡ Cá, hombre!... ERNESTO ¡No POLO se BUEN HUMOR N U E S T R A S A R T I S T A S D I B U J A N Y ESCRIBEN Esa del dibujo soy yo. Me he pintado' así porque de niña me dediqué a la astronomía. Primero me había dedicado a contemplar las estrellas de un tenientis; pero las estrellas se fueron detrás de Lucerito. estrella de varietés, cometa errante, de las que traen cola; meteoro—y sobre todo sacaoro—im poco bóiida ella, planeta redondo, e,?fér¡GO aunque un poco achatada por los polcs—^por los .polos y por la nariz—y muy metida en carnes. Era una estrella, no diré "jamón", romo suelen decir ahora, pero sí didiré "jamona", como se ha sóido decir siempre. Me compré un telissoopio entonces y me dediqué a estudiar las estrellardel cielo; la .pluralidad de los mundos habitados, para ver si el problema ds la habitación se había resueilto en,ellos mejor que en éste. JJlegué—de veras (1)—a esitudiar matemáti'as y hasta Ueg^ié a pesar mundos—mundos siderales, por su\m<3sU>. Luego dejé la astronomía; pero sigo, no obstante, con mi añción a descubrir y admirar estrellas esplendorosas: Leocadia ALba, Juan Bonafé, Gat;:,Ln,a Bcároena, Simanne üesprés y... Raquel Meller. (i) Carmen Moragas, m o n u m e n t o nacional, como todos sabemos ( u n o de los pocos mo.« n u m e n t o s nacionales jóvenes <íue existen), k a decidido maravillar, a los lectores pre«< sentándose en tres aspectos, a cual más estu* pefaciente; como arcjuitectura, en el retrato; como dibujante, en el dibujo: com9 escritora, en las líneas c(ue saborearán nuestros lectores Eslü es historie». 10 BUEN Dib. REINOSO. —Madrid. —Pero, hombre. Anuncia usted hiuevots gordos de Castilla, frescura garantizada y salen todos •podñdos. —¿Y le parece a usted poca frescura? HUMOli BUEN 11 HUMOR c^ Dib. BERGSTROM.—Niza. El jabricante de jnanoH encuentra la manera de mar los productos de su propia fabricación. UN PAR I VERSOS D E ENCARGO Así ©1 director me dijo: —^Quiero versos; pero no con asunto y formas cursis como los liacían los mamarrachos de Zorrilla, Núñez de Arce y Campoamor. Como han cambiado las cosas, en vez de algo con acción, mándame un trozo de'vida (que es lo que queremos hoy) ó un estado del espíritu o una mancha de color.— Busqué de El año cristiano la página veintidós. Corté un trozo de la vida del Bendito San Ramón, Compré espíritu de vino, gracias al cual funcionó mi cafetera, que es de las de lámpara de alcohol, y al verlo, apunté en la página cortada, con intención: ''''Espíritu más ardiente que el mío, jamás se vio". DE Z U Ñ I G A D A S Mas, como estaba almorzando al par que escribía. Dios lo quiso y un huevo duro sobre el papel me cayó. Y metiendo la, hoja aquella en un sobrecito ad hoc, se la envié al del encargo. ¿Pude de un modo mejor mandarle un trozo de vida {según lo que me indicó) y un estado del espíritu y una mancha de colorf... II ¡YA NO CORRE! Como por hoy no me atrevo a hacer cosa de más brillo, ahí va, lector, un sencillo cuento soso, pero nuevo. Don Melchor Calvo y Aznar, ])adre de Inés y de Blasa, y director de su casa con un rigor ejemplar, ^ acechando a Juan Vigil, que es novio de la mayor y ejerce de contador en un Bazar mercantil, le sorprendió dando un par de ardientes besos a Inés. Salió el contador por pies y al padre logró burlar. Guiados por el Infierno, reincidieron. Los vio Calvo; ochó a correr Luis y a salvo quedó del furor paterno. Mas Calvo, lleno de enojo, de nuevo,los sorprendió y a Juan, por fin, alcanzó, dejándole medio cojo. . • Y a las dos horas del hecho, sin temer que las asombre, a sus hijas llama el hombre y las dice satisfecho: — ¡No os importe que ardan ya cuantas kicfs hay en casa! —¿Por qué?—^la Inés y la BJasa preguntan a su papá. Y contesta don Melchor a sus niñas seductoras: —Pues... porque hace ya dos horas que no corre el contador. JUAN PÉREZ ZÚÑIGA 12 BUEN HUMOR BUEN aunque no lo pareciesen lo eran en el fondo, hábiles artificios dirigidos a ganar su benevolencia y su protección. —Ese director—hubo de interrumpir Ferolindo, disparando un perdigón de saliva al ojo derecho de su compañero — era un sabio. Conocía que en todx) adulnuor hay un intrigante, y en todo intrigante, un deslea: al compañerismo y a la subordinación. Desleal al compañerismo, iporque para destacar su afecto al jefe no reparará jamás en calumniar a su camarada de mesa, si eü más inteligente y puede hacerle sombra. Desleal a la subordinación, p o r q u e en cuanto esté en pleito la jefatura, no vacilará en intrigar a favor, no del candidato que tenga más derecho o más aptitudes, sino del que sea más fuerte para triunfar. Así que Solobimba concluyó de calafatearse el párpado ofendido, se apresuró a añadir: —Déjame terminar, y ensaya a ver si pueden poner el punto de mira para tirar por elevación... Pues co-' mo te iba diciendo, aquel director justo odiaba a los empleados intrigantes con t a n t a exaltación, que en cuanto descubría uno, ya no era uno, sino que eran dos, porque lo partía por la mitad... —Quieres decir que lo doblaba. .. Se me figura q u e empleas una figura. —Exacto. Quiero decir que lo echaba de la oficina, con lo cual lo partía por el eje. En cambio, mantenía t a n cerca de su predilección al empleado serio, que era correcto y disciplinado, pero que no se creía obligado a invertir más tiempo en la tertulia del director que en las labores propias de su LOS INTRIGANTES DE LA OFICINA (ANÉCDOTA CON UN POCO DE INTRIGA) ,—Estoy mu3' •ontento—exclamó de repente Solobimba, frotándose l^s manos. Ferolindo le miró eonfuso y preguntó : —¿Por qué? —Porque he descubierto que hay intrigantes en la oficina. —¿Y eso te produce júbilo? —Hasta la embriaguez, Ferolindo de mi alma. Esto puede ser en tu vida y en la mía algo tan definitivo, que tal vez cambie el rumbo de nuestra suerte: una piedra blanca, un hito. El otro le -miró de hito en hito. —Mira, Solobimba: te agradecería que me libraras de la preocupación de descifrar tus paradojas. Bien sabes que no soy un psicólogo ni un hermeneuta. ¿Es admisible que te alegre el hecho de haber en la casa donde trabajamos compañeros intrigantes, es decir, enemigos naturales nuestros, que somos lo contrario de un intrigante? Tin. ¡x)Co de seriedad, querido. Tu cabeza no funciona normalmente. Acaso necesites dos onzas de aceite de ricino. Solobimba sonrió como si hubiera visto pasar el entierro de su sastre. Se pasó la mano por la frente para lavarse la tinta de los dedos con el sudor, tan copioso como si ya le saliera ricino—^del mismo modo que Minerva salió de la frente de Júpiter—e intentó caer pesadamente sobre la silla, según había leído en las novelas. Pero se acordó de que estaba sentado en un diván. Entonces murmuró: —Voy a explicarme. Seré tan breve como nuestro sueldo. Ferolindo se asombró del poderoso espíritu sintético de su camarada. Y esperó. tíaía la tarde. Si la tarde no se tomara la molestia de caer de cuando en cuando, los cuentistas estaríamos perdidos buscando la caída de la noche. Pero correríamos'el riesgo de que las oficinas estuvieran ya cerradas, o bien, de que nuestros personajes se quedaran dormidos a la mitad del cuento. Y el lector también. Por fortuna, estas caídas, como la de ojos, se nos ofrecen graciosamente al paso y nos permiten ocultar la inanicbd de nuestro ingenio. Caía la tarde... Faltaba media hora paxa que los empleados salieran del trabajo. Ya se comprenderá que si no faltara nada, Solobimba y Ferolindo se hubieran marchado de paseo y no podríamos hoy situar este relato'en el "Departamento de asuntos Euperfluos de la ConyJDañía Macional de Explotaciones viciosas". I Nos veríamos precisados a dejarlo para el día siguiente. Y nos asusta pensar que el siguiente día pudiera ser domingo y no haber oficma, y mucho más que fuera lunes y no puc- ramos publicar esta anécdota en los periódicos. —Voy a ser breve—repitió Solobimba—aunque este insospechado suceso no me coge preparado p a r a serlo mucho. Oye bien, amigo mío. Los dos 'camaradas, en un movimiento ooníidenrial, juntaron sus asientos, y comenzaron a dialogar en voz baja y a oulotarse con el humo de sus cigarrillos. —Verás: esto de los intrigantes es como los gatos negros: traen buena suerte a los que conviven con ellos. He leído recientemente en un libro que en cierto país había un director de empresa muy caracterizado por la austeridad de su conducta. Poseía un sentido tan categórico y tan rectilíneo de la justicia- que, lo que en la mayoría de los uirectores es vanidad, o sea, materia predispuesta a la adulación y al chismorreo de sus subordinados, era en él dignidad, es decir, estimación de verdadero atributo de su autoridad, lo que le aconsejaba no aceptar lisonjas que, por venir de sus inferiores jerárquicos, pudieran parec/er, y 13 HUMOR sexo y negociado, que lo alentaba con sus felicitaciones, lo estimulaba con ascensos y acababa por considerarlo hombre de su mayor confianza. Aquella llegó a ser una empresa modelo, una .\rcadia con calefacción central... —Pero, dime, Solobimba: ¿qué relación hallas entre esos intrigantes de tu libro y los que acabas de descubrir entre nosotros? ¿Por fortuna ha ocurrido en España? —No me negarás por lo menos, que en España no faltan intrigantes. Hoy me he enterado de que Calapuche, el meritorio que se sienta junto a nuestra mesa, intriga contra ti y contra mí. —¿Y qué, querido? ¿Es que aquí no hay directores como...? —^Hay (uno, que yo sepa: el nuestro. ^ ¿ E l nuestro? —El mismo, Ferolindo. Nuestro director es el que ha escrito ese libro cuyo contenido acabas de escuchar. Sabemos, pues, cómo piensa acerca de los intrigantes. Es así que en la oficina, hay intrigantes comprobados, y que nosotros cumplimos los deberes de nuestro cargo con exactitud, corrección, disciplina y capacidad. Ergo... —Sí, sí; tenían razón, Solobimba. Esto puede ser el justo galardón que nos espere... Ya había caído la tarde. Ferolindo y Solobimba se habían quedado solos en el departamento. De repente, se abrió la puerta y apareció el director. Se dirigió a los dos amigos y, por todo saludo, les dijo con su tono más seco: —¿Están ustedes intrigando, eh? Razón tenía su compañero Calapuche, que me lo venía diciendo a diario. Desde este momento quedan ustedes despedidos de la oficina. No quiero intrigantes en esta casa... Y se quedó señalando a la puerta con el dedo, en la misma actitud enérgica del tío que anuncia en los periódicos las püdoras Pin. J. SANGERMAN OCAÑA Agente exclusivo de BUEN HUMOR en la isla de Puerto Rico Dib. RAMÍREZ.—Madrid El canelo.—¡Cualquiera saie de aqví con este ti^f DON MANUEL MÓCETE P. O. Box, n.° 124.-PONCE PADILLA BVBN 14 HUMOR EL CONVIDADO DE CARNE CUENTO Algunas veces, en Sevilla, tenemos a mucha hopra formar parte de una agradabilísima y ameniskna tertulia • de médicos que se instala en cómodos sillones a la puerta de una de las m;is favorecidas boticas de la ciudad. Allí se ve pasar al mujerío y allí don... —llamémosle don Paoo'—allí don Paco, el sabio operador, lanza entre sordas murmullos sus geniales piropos a las damas: —¡Compañeros, qué hembra! ¡Qué bazo más atrayente debe t«ner! ANECDÓTICO — ¡Señores: vay» 'm esternón derecho! —¡Viva Dios y MÜC señora! ¡Ole ahí las menuiges de su madre y ei esófago de su padre! Allí se habla de toros, de teatro, de politiquilla... que de todo entienden aquellos doctos varones; ¡hasta de medicina! Esta primavera pasada, ingresó en la tertuha cierto sefior barbudo, cejijunto y cariserio, médico que fué de un pueblo de la provincia y l:oy con con- llllllllllilillllllllllllintUIMIIIIIIIIIIIIMIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII Dib. CiSNEROS. -Madrid. —/ Chica, tengo un catarrazo que me -parto! El mediej me ha puesto un parche! —¿For eso? —Mo, poroso. V• suíta muy acreditada en Sevilla. Pero a])enas le oíamos el metal de la voz. Se limitaba a decir sus buenas tardes, al llegar y su queden con Dios, al marcharse. —¿Quién es e-e médico?—preguntamos un día. —^Ese—"^ontestonos un tertuliano—, ese 155 Cobes, el mayor guasón que se pasea por Sevilla. —Nadie lo diría.. —E? que es un guasón a lo chita callando y, avaro de sus bromas, no la.; comparte con nadie; las da él solo, se divierte él solo y cuando—^como siempre ocurre, porque Sevilla es un pueblo—trascienden al público y se le dice: —Hombre, Cobes: ¿es verdad que hizo usted tal cosa? Contesta, invariablemente, con un entre interrogante y admi'rativo monosílabo, del que no hay quien le saque: -¡¿Yo?! Ahora ha perdido unos clientes por causa de una broma de las suyas. —Se puede saber... —Con alma y vida. Se trata de un modesto matrimonio de los de pan para hoy y hambre .para mañana. La señora padece una afección crónica al hígado y el pobre del marido, que si se tira de una oreja no .?e alcanza la otra, ha recorrido con ella todas las consultas médicas de la ciudad, dando en pago de los servicios facultativos, lo que ©1 hombre puede dar; buenas palabras. Por no se sabe qué aviesa recomendación, cayeron en manos de Cobes, y Cobes; lleno de solicitud, serio y cejijunto, como siempre, comenzó a asistir a la señora, estudió su caso a conciencia; parece, que logró, si no curarla 'ladicalmente, ponerla en condiciones de "tente mientras cobro" y "pasó" su cuenta: u n a s pe^etillas: fiuince duros. Pero, ¡r|ue si quieres arroz, Catalina!, ni quince duros ni nada. Cobes ingresó también en la cofradía de los "británicos" doctores del ma-trimonio, que agradecido, eso sí, a la buena voluntad y ail buen acierto del médico, un buen día decidió pagarle de alguna manera: BUBN 15 HUMOR —Oye, Felipe, estamos qluedando en falta con el doctor Cobes, que ya ves que es el único que ha acertado. —Tienes razón, Dolores. ¿Pero de dónde me sara yo los quince duros que le debíamos? —-Oro es lo que oro vale, Felipe, y yo lie pensado que como nos van a liíandar de tu pueblo un j)a.r de pollos, ¡o convidemos a comer un día. —i Excelente idea! —Con los dos pollos, j'o haré tr?,3 platos distintos: pollo con tomate, pollo asado y pollo en pepitoria; ¿e destapan un paT de botellas de "La Giuta", que eso, total, son diez p&etas y ¡el gran banquete! —Está.? en totlo, mujer. ¿Cuánd;, llegan esos poUcsV —Mamá me escribe c|ue !os mandará por el ca-aria el jueves, que <v tu santo. —Pues el jueves por '.a no'he "enipollamos" al doctor Coues. ¡ Ya está dicho! —Tan, tan... —¿Quién es? —¿Está en casa el doctor Cobe •;' —Está, sí, señor; en su despacho l'asc usted. —Mi querido doctor... —¿U.-ted por aquí? ¿Qué le sucede ? —No, nada. Aíortunadamente para mí, no vengo en consulta. . •—^Afortunadamente para Jos dos, amigo. Siéntese y diga. —Pues <\s que yo, sieñior Cobe.s, ni vivo m se siego desde que hizo usted el milagro de curar a mi pobrocita Doiores, y queriendo pagarle de algún modo... —Gomo usted quiera: l:oy un poco, mañana otro po'o... —Sí, sí; pero, antes de eso, como oi que no es agradecido no es bien naeido, yo quiero que venga usted a cenar una noche con nosotros. —Caramba, se van u.^tedes a molestar. .. —¿Qué hab'a usted de mo^ostias? ¡Todo Jo 'Cantraiío! Campanitas que tuviera yo en mi casa, campanitas (lue c h a r a al vuelo si usted nos honrara con su visita de amigo. —l'ucs si no es más que eso... —¿Le parece a usted bien el jueves por La noche? —Sea el jueves. •—^I'ues Dios se lo pague a usted. Voy a comunicarle a Dolores la grata nueva. —Vaya usted con Dios, amigo. • —Quede tLitea con él, hombre bueno, Y el bueno de Cobes quedóse rumiando: estos me vají a pagar con una comida casera los quince duros de la minuta. ¡Pues les voy a dar ia cena! Si el ban^iuete no es digno de I,út ulo, que no le será, cerno yo poseo, Rraicias a Dios, excelente apetito y gran potencia gástrica, puede que coja una indigestión pero me voy a comer yo eolito la cena de los tras y a ver qué dicen. Y como lo pensó lo hizo. Jueves. Las nueve de la noche. Blanca mesa. El médico, el matrimonio de cervilletas prendidas y el primer plato de pollo sobr? el mantel. —¿Le sirvo, doctor? —Mo se molestei Yo mismo... No trago grandes ganas. Ando malucho Ciítos días. Picaré, solamente. Y diciendo "picaré" y haciendo caso omiso de la cuchara y trlncliante, iiiiiiiiiiii!!i¡iiiriiiniiiiitiiiiiiiiiii!iiiiiiiiiiiiiiii]iiiiiiiiiiniiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiMiiiiiitiiii Dil). ALVAREZ HERBEBO.— Soria. C0MEND.\D0R La campana lastimera y esos cantos funerales indican, 'como señales, Don Juan, vuestra hora postiera. D O N JUAN Comendador, con perdón de estas almas emplazadas, prefiero las campanadas que dará Gobernación. 16 volcó la fuente de más de medio pollo con tomate en su plato y se puso a tragar ante las miradas atónitas del matrimonio, que ni sailsa para "empapantes" veía, en la fuente. Y salió a plaza el ssgundo plato: pollo asado. —Con su permiso, voy a ponerle una pechuguita, doctor. —Mo, por Dios, nada de etiquetas. Buena cara tiene el asado. Picaré. Y ni corto ni ¡perezoso traspasó a su plato todas las lonchitas de pollo asado ([ue salieron a la mesa. Al aparecer el pollo en pepitoria, más de botella y media de la Guita había desaparecido en el insondable estóinago de Cobes, que sin darle importancia al asunto le había echado mano al pan de su dienta, porque del suyo y el del marido ya no quedaba ni miga. —¿Qué, estaba bueno el asadoT, preguntó Dolorcitas entre sudores de angustia.. BUEN —Lstaba. Y es un plato que le recomiendo a usted, ¡porque la carne de ave asada se digiere oon gran facindad y para su afección al hígado está indicadísima. Pero veo que hay pollo en pepitoria. ¡Vaya!... ¡picaré! 'í ahora no se tomó Cobes la molestia de traspasar lo de la fuente a su plato; ahora se aproximó la fuente y a los diez minutos la separaba de sí desdeñosamente, dejando allí los hueros bien mondados, sin rastro de salsa pepitoria alguna y acabando con lo que restaba de la segunda botella de la Guita. —Uvas tenemos de postre, doctor. —Buena fruta es la uva y si es de Los Palacios, manjar de Dioses. —De Los Palacios es, sí señor. —Pues picaré, picaré. Y picando picando concluyó con los tres grandes racimos que en un lavat rutas ee ofrecían. —Bien—^dijo, doblando la servilleta—; estas comidas caseras son en- HUMOR cantadoras. Yo me había sentado sm el mei.or apetito y aimque no he hecho más que picar de todo, puedo decir que he comido bien. Y asi despidió el matrimonio al guasón de Cobes: —Bueno, doctor: ya sabe que siempre que quiera puede venir a comer a casa. —Nada, acepto iti ofrecimiento y más de una vez tendré el honor de comer con ustedes. •—Sí, señor, si; aquí tiene usted siempre un puesto en la mesa. —Muchas gracias, Dolores. —Que no se ciuede en palabras; que venga usted a comer cuando se le antoje. —Gracias, Dolores, gracias; vendré. Descuide, descuide, que he de venir. —Pero, ¡a comer!—^dijo el marido estallando—; ¡a comer! A picar se va usted a la Plaza de Toros. PEDRO PÉREZ i'ERNANDEZ illMllilliliiIkillllllllllIIIIIISIIIIIIIIIIII'llllliilllllllllllliilililllilllilllllllllllllllllllllllilllillllllllllllilllllllllllllllllllllllllllllllllliliiiií —¡Qué familia más desgraciada! El hijo mayor está en un manicomio, el segundo es artiita y éste... ¡Ya ve usted! T¡¡Se casa por amar!! Dib. o. LEBONNB.-Madrid. BV EN UUMOR En la Latina.—«...¿Y después?» Toma, desde luego... Mire, mire.,. "...Y después?" Eso es lo tsmble. Ya lo creo. Sobre todo en el matrimonio, Pero que completamente conformes. El marqués de Monteclara, protaS^onista ds la nueva comedia de SasKone, se dice un Ibuen día—^no: un mal día, porque es un día de niebla y lluvia y tedio—: ¿Qué me haré yo? Y coriio llovía va y se casa con una jovencita, y ¡ron qué jovencita, Santa Virgen: Fifí Morano: oro y rosa y candor y gracia a un tismpo! ¡Ya lo creo!... La joven lestá pirrada por el marqués y el marqués se chuipa te dedos por la pírrica circunstancia. Todo esto es antes, claro; y todo va sobra ruedas; pero... Y después? ¡Ah después!... Después se ve el marquédebajo de las ruedas: le ha pillado e! carro. El marqués de Monteclara adora a su esposa chiquilla; la quiere con toda su alma; pero no puede por ¡eso volverse más joven; en estas cuestiones del "donjuanismo y del matrimonio y de los años, querer no es poder. No puede volverse más joven y la muchacha es eso, sin embargo, lo que quiere; que venga el tío Paco con la rebaja, con la rebaja de años. Y viene: vien3 el tío Paco (Morano, don Francisco) ron la rebaja, pero la rebaja se ipresenta en la persona de un sobrino: el p3so de los años es igual en los dos platülos: ella se inclina a él, él se inclina a ella y el fiel de la balanza está a punto de perder Ja fidsüdad. El marqués se entera de que la mujer y el sobrino le tienen respeto, no amor, y entonces se da cuenta de que ya no es lo de antes. sino lo de después. Aprés, que decimos los franceses y los jugadores de bacarrat. El marqués, ante aquello, filosofea. ¡Y no le queda otro remedio!... "Fi- i7 losófico estáis—. Es que no como".,. El marqués filosofa y dice: "En la vida existe el Después, solo el Después. El presente es el pasado que se acaba. No podemos de'ir "Ahora" sin que pase el momento de ahora mientras (pronunciamos la palabra y resulta qu3 al acabar de pronunciarla, •'Ahora" ya no es ahora; es después. Conformes. Los respetables mieml)roe de Clases Pasivas están, desde hace muchos años hablando, sin saberlo, en prosa filosófica de este orden. Estamos en activo y la oración se nos vuelve por pasiva cuando menos lo esperamos y se nos corrompen la? oraciones de ese modo por menos d^ nada. Y en el terreno amoroso, no d'gamcs: que cuando un viejo se quiere casar «on una jovencita; el viejo dice: "¡ahora!", ¡que si quieres!, el tiemrpo y la joven dicen "después", eso es viejo y es de viejo; eso—desdo David a nuestros días, pasando por Marco Aurelio—és completamente histórico. La verdad filosófica proclamada por el marqués de Monteclara, tiene sus antec-sdentes científicos en Bergson y en Matías López. Antes flaco; después, gordo; perñ ...y después? Si después de haber tomado el cho''olate' y haber engordado quiere usted seguirlo tomando ¿qué le ocurre? Que engorda más... y revienta. Eso es lo ciue le pasa al marqués y a los que no somos marqueses. Todo el que insiste en el Oí.?, se muere o está en un tris. Sin embargo, el marqués se equivoca al filosofar, porque filosofa egoistamente, pensando .exclusivamente en su caso. Si tuviera en cuenta otros casos y no solamente el suyo propio, vería que hay en la vida algunos ^^despueses" agradables. Para su sobrino y su mu¡ee, sin ir más lejos, que van a poder casarse después que el marqués se suicide (iSl marqués va a suicidarse fingiendo un accidente deportivo, para ahorrar el remordimiento a los enamorados y facilitarles la boda); para ellos, futuros cónyuges, t i e n e ese "después" perspectivas venturosas. Díganle al señor que esté con dolor de muelas que aquel ahora de entonces habrá ya pasado después, dentro de un rato; y de fijo que no te parece aquello tan horrible romo al marqués ,de Monteclara. El propio marqués piensa de ese modo cuando está a las duras: él tuvo una época en que gozaba de la vida—y al decir ie la vida quiero decir, como casi siempre quiere decir esto de "La vida", del amor de las mujeres—entonces no se le ocurrió pensar que había tenido anteriormente un ahora en que se chupaba el dedo y hacía go-go-go en los brazos de la nodriza. De pensarlo, puede que se hubiera alegrado de que aquel "entonces" tuviera luego un después en el que seguía él en bra^ zos de las mujeres, pero sin chuparse el dedo; puede • que se hubiera alegrado p o r q u e entonces iba rauy a gusto en el machifco. Solo se le ocurre quejarse del "después" cuando ya el ma chito se encuentra un poco cansado. Lo cual demuestra a las claras que a él no le importa el "después" y el paso eterno del tiempo, cuando le trae momentos gratos, sino cuando se los lleva. Y demuestra que el "después" y el huir eterno del tiempo no es ni terrible ni agradable, sino terrible en unos casos, cuando el tiempo que pasa es el buen tiempo; y agradable cuando el tiempo que pa<;a es un tiempo metido en agua y ventisca. Lo malo de la vida no está en que BUEN V8 pase el tiempo; lo malo está en que los momios, .cuando llegan, si es que llegan, pasan y se nos conviertsn, ¡ay!, pn momias. Lo malo está en que el jiuro que fumamos se aca.be y no haya ttro, antes de qu^'se nos acaben a nosotros líis iganas de fumar. AI fumador que diapone de una caja o de cien cajas de referva, le tiene sin cuidado que el primer puro pase. Trisiitia' animalia post etc.—dijo el latino hace ya rato; y 'todos somc^; en eso de las tristitios más o menos animales; cuando se trata de los etcétera que son... animaladas.;, pero cuando «1 etcétera es un calambre, un discurso de entrada en la academia o la vida de una suegra insoportable a la que se tiene que heredar, no hay animal que lo sea hasta el extremo de entristecerse con el post. Pero no hay que pedir denusiada.'! "Madrid octubre 28 de 1926.—Señor don Manuel Abril.—Presente.— Muy .=('ñor mió: Habiendo leído su crónica teatral del Infanta Isabel publ'.catlíi en el número 25(j del "Semanario BUEN HUMOR" del 24 de los co- rrientes m2 .permito llamr.r'.e la atención de usted, que el ai;>cllido Sarasa aplicado ai personaje Rosario de la comedia "El espanto de Toledo", 'Ss común en-la provincia de Navarra, y l)or ser apellido; tan respetable como^ otro cualquiera; por asi ignorarlo el señor Muñoz Ssca, según me manifestó en la entrevista que tuve con él lo ajííicó en su comedia; pudiendo asegurar por lo tanto el que suscribe, que ni en Navarra ni en ningún otro sitio, tiene este apellido e! significado que en Madrid quiere dársele por algunos. Mucho le agradeceré quera usted HUMOR que "¡¡egan d^ firme" y, al ^primer l)ronto me creí que yo, con aquella carta, me jugaba ia última mía: qiie ;;quel señor iba ipso jacto (Ipso jacto, \lwerer:', De projundis y Requiescat in pace: todos los latines del caso se me agolparon en aquel momento) iba, como digo, ipso jacto a mascarme la nuez, patearme el hipocondrio y reducirme a croqueta el higadillo. Afortunadamente, como ven, se trataba de un caballero atento y razonable, justamente contrariado por una coincidencia de la que no tiene culjia nadie,, ni el señor Muñoz Seca, al escribir su comedia, ni yo al comenta"'la aquí, con el buen humor del caso, ni el pueblo de Madrid (si efectivamente ha sido el pueblo de Madrid, que yo lo dudo) al haber lanzado humorL-ticamente a la circulación uri vocablo de onomatopeya expresiva. Dib, RiVEEO G I L . Morano y su hija Fifí en el t e r c e r acto del ciclo dramático de S a s s o n e : «..¿Y después?» filosofías a un marqués y a un marqués que está con un pie en el estribo para el tren del otro mundo. El marqués lleva el propósito de dejan-e caer d?sde un pico de Idg Al¡>es ¡lara que •a gentj? crea—y creerá bien—que se ha caído de un nido. ...Y después? l>esi)ués la g e n t e a])laudió, como era de ju.sticia al autor y a los intéri)retes. U n a aclaración. Una de estas mañanas se nos presentó en casa un caballero para entregarnos en mano la carta que a continuación transcribimos, y corroborar de palaibra su contenido. La carta, copiada a la letra, dice así: hacer extensiva esta c.omunicación a isus compañeros de redacción, por si alguno de ellos ignorase, esto mismo que a usted ie comunico. Sin otro motivo le saluda atentamente su seguro servidor, Eusebia Sarasa Eña." Al ])rimer i)roiito nos dio el corazón un vuelco: la fantasía se vuelve realidad, según Osear Wilde y Pirandello; les entes de ficción se hacen entes reales a vecas, y yo al primer pronto creí que iba a tensr que habérmelas con el propio protagonista de "El espanto de Toledo", la aplautüda obra de Pedro Muñoz Seca. Los lectores saben ya que el protagonista., lo m'smo que la oibra y que el autor, son de los que "vienen pegando", de los Por lo demás no creo que nuestro amaible comunicante deba dar demasiada importancia al he(?ho. Ni los acreditados .señores de Corcho tienen c|ue asegurarnos demasiado que sólo tienen de corcho el apellido, ni la Ciervn se ha considerado en el caso de garantizarnos que no tiene c^ue ver nada con el animal del mismo nombre, ni ios muchos Ladrones ^ secas o Ladrones de Guevara que andnri por ambos mundos neresitan a.=egurarno.'^ y probarnos que no son Ladrones ele Guevara y de Relojes. Nosotros y todo el mundo, sabemos ciue el nombre propio es un nomlvre impropio en estos casos. M.4NUEL ABRiL BUEN HUMOR 19 AGRADECIMIENTO, por GEORGES AURIOL Tuve necesidad de un secretario y no só quién me recomendó a un sujeto que tenía una pierna de palo, rosándome que le aceptase a mis ser\'icios, ya que, entre otras muchas virtudes, tenía la de sfr ser un hombre sumamente agradecido. En \nsta de sus informes le indiqué que me lo mandara, y al día siguiente, muy temprano, peJietró en mi despacho. Era un hombre de alguna edad, completamente calvo y, como ya he advertido antes, llevaba una i)ierna de madera. —^Yo soy —me dijo al pr^t^entarse— Pl hombre que le h: n recomendado a usted. —^Bien; siéntese. Me han asegurado (¡ue ha viajado usted mucho. —Sí, señor. —¿Por dónde anduvo'' —En el año 1893 abandoné París, para dirigirme al Canadá, desde donde me trasladé luego ál territorio dol Xoroest-e. —^,',Y por qué es lusted calvo? ¿Alguna enfermedad dol cabello? —No; que un indio me arrancó ia ])iel. — ¡Ah! ¿Y permaneció allí ituicho tienqio? —No; porque en seguida me hice cargo de la dificultad de ganarme la vida, y me fui a Nueva York. —¿Y tiué hizo usted allí? —Me dediqué a cocinero, farniacéuli'o, brmibero, buzo, i-obradoT de tranvías y albañil. —;.No ha estado iiíted en la India"? —Si, señor; precisamente estuve dos iiños en casa de \\n Rajah, pero, a cau•a. de mía aventura amorosa, tu%'C que .'ib.'indonarlo. Partí de noche en la barca de un ¡le-cador de perl; s y durante cincuenta y cuatro horas, tres minutos ,\' diez y ocho segundos, fui juguete di' las olas. Al cabo de ese tiemiio fui atacado por una piragua de negros antroI ófagos y me hieirron su prisionero. —¿Y a (|ué ,«0 del)e que no .se lo comier; n? —En el momento que se prejiaralan a asarme, penetraron en la isla los guerreros ile Raho, y después de una matanza horrible me llevaron cauúvo a su pf.ís. —¿Y esos salvajes son tamliién antropófagos? —^Mucho más que los otros; pero I,-111 agradables, tan correctos, tan bien educados, que el primer día me llamaron para manifestarme que auneiue tenían la buena costumbre de comerse a todos los prisioneros, á mí me perdonaban por el mero hecho de haber í.ido condenado por los sa.lvajecs enemigos de la otra isla. En su compañía ])asé tres meses deliciosos; alimentado, viviendo en buena casa, con cocicinero, lavandera, termosifón... Hasta me casé allí... —¿Y por qué ios abandonó usted.' —La nostalgia se sobrepuso al deleite. —¿Y vino usted a Francia? —Sí, señor; á bordo de un barco holandés que hacía el comercio de plumas con los indígenas. El jefe <le la tribu me condujo al vapor en su pro})ia cano'a. El pobre lloraba al despedirse de mí. —'"No llore así —le dije, para calmarle—: En cuanto llegue a Francia le enviaré setenta y cuatro relojes de oro: uno para cada uno de sus hijos". —¿Y jiudo usted enviar tantos relojes ? —No; al llegar al Havre-, la más negra misi?ria me aguardaba en el muelle. Me vi obligado a limpiar Ixiías para poder vivir, pero me fué imposible reunir la ssuma suficiente para comprar los cronómetros. —Lo comprendo. ¿Y qué hizo usted? —Entonces me acordé de la "pequeña manía" de aquellos benditos s.ilvajes, .su predilección por ciertos jilatos... Y me hice cortar la pierna izquierda; mandé luego salarla convenientemente y, como se'acercaban las Pascuas, se la remití con una tarjeta, rogándole que la comiese sin melindres a mi salud. Soy hom'bre agradecido. Comprendiéndolo asi, lo tomé a mi servicio. R. C. R. iiuniiiiiiiiiiiiiiitiiiiiiiiiiiiiiiKiiiiiliiiliiiiiiiiiiiillllllllillillllllllllllllllllllllllllllllllll —¡Qué debo hacerf Si v%e coloco donde pmdo alcanzar la pelota, no puedo verla, y si estoy donde puedo verla, no pvedo alcanzarla... De ne Passing Sho*.—Londres. 20 BVEN ÜUMUK C H I S T E S DE TODO EL MUNDO "Why is it that men seem to pre-- n —^Señora; soy el afinador de pianos y vengo para aunar el suyo. icr talkative women to the others?" —'Pero si yo no le he llamado a •'Well... where are the others?" usted. BuEií HP.MOR, Madrid. —Ya lo sé; es su vecina la que m<" The Passing Show ha llamado. Londres De Félé-Méle, París. Traducción EL "¿ Cómo es que los hom'bres prefíelen las mujeres habladoras a las ctras?" "Bueno... ¿y cuáles son las otras?" CARBONERO. — Es maravilloso: siempre que he traído carbón a esta casa he metido cuarenta y cuatro sacos en la cueva y hoy no caben más <;ue cuarenta y tres. LA CRIADA.—iAy, Dios mío! Se me ha olvidado decirle que el amo estalia dentro cuando- ii.sted ha empezado a echar el carbón. De Sondagsnwíse-Stñx, Estocolmo. V/ f HI6l£HlfA> lACARMELA Un propietario de una finca en Normandia recibió una. jaula de madera (,ue contenía una.« cuantas aves de corrail. Escribió ai remitente diciéndole (íue la jau'n era tan mala que se rom-pió —^Estábamos a punto de morirnos, en pedazoí, cuando empezó a safiar las decía un famoso explorador en la,mfgallinr.s y que éstas se escaparon. Des?;i, de una casa de huésjjedes, pero corpués de buscarlas por todas partes, té' las botas en pedazos e hice una no encontró más que once de ellas. f-opa con ellas y así pudimos resistir Poco tiemjx) después, recibió la siun poco más. guiente contestación del remitente. —^¡Eh, eh! ¡No lo diga usted tan "Ha tenido usted mucha suerte enfuerte, porque puede enterarse la pacontrando once gallinas, porque yo tronal—dijo uno de los huéspedes. no le he enviado más que feis." Do Ahvirk Covmty GazeMe and Guardian. De PéU-MélP. Paris. lílPFZ fARn INVENTO MARAVILLOSO oara volver los cabellos a su • color primitivo a los ouinr" lias de darse una loción diaria ~on el Agua Colonia " L A CARM E L A " no mancha la piel ni la ropa, pudiéndose eniplehr ';onio perfume en los usos domésticos: su acción es debida al oxígeno del aire, por lo que constituye una novedad: su aplicación se hace con la mano. /enta todas partes, y autor N. Louez Caro. ;3antiago, y Sucursal d« tiarcelona. caspe ^z. donde se dirigirá la correspondencia. Isla de Cuja, pídase con ei ímmürc uc Ayua de Cuiuaia del protejor N. López Caro, República Argentina, en todas partes. / Ojo I Cuidado con las >mt- ^^—^^^— fiffjm iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii FAÑOSO llBtlI DE aiNENDBti S9T ÚSELO Vd! E< el mejor tratado CAtA» «tAi.r.« 10 SANTIAGO POLVOS NENS. Evita la: cícoriacioncs. Excelentes para 1^ piel. Venta en perfumerias, fai" macias y droguerías. FRIGOT RON BACARDI F.Betrian. Hospital,llS.Barcelona ( '4 El paraíso de los mosquitos De T'icPaísWíSAoR'.—Londres. LOS PERFUMES DE TASARA^ iiiiiiliiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiniiiiiiiiiiiiiiiiiiiii nCE.X HUMOR 21 RREXPONDENilA PARTICULAR e> Sarasa, Madrid Puede usted geradamente piel roja, y alevo- acibaran la existencia): Bali- na letra, sería mejor, porque asi sefíuir mandando las ingeniosi- samente imitada de las trage- rradas (divagaciones menos in- no tendríamos que leerlo nos dades que desee, pero le conmi- dias históricas que ya hemos pu- teresantes que unas declaracio- otros y nos habríamos ahorranamos severamente a que cam- blicado aqui en innúmeras y per- nes de García Prieto en la ac- do u n a neuralgia verdaderamen*!.bie de seudónimo, porque por na- tinaces ocasiones, original, hasi^ tualidad, suscritas por U n ba- incandescente. <ía del mundo volveremos a es- cierto punto, de un amable es- turrico, que nos las envia nada tampar aqui esa palabra. Esta- pontáneo de Santiago de Coni- menos que desde la feliz é inPedrncho. Madrid. cuyas iniciales son dependiente República de Cumos mucho m á s atrasados que postela, Lo de El pelo o lo muchacho. M el Infanta Isabel, o es que so- L. S. G . ) ; Hoy las ciencias ade- ba) ; Gregorerias (parodia bas- no sólo se ha dicho mucho, y Los tecnicistas (dos tante graciosa, pero (lue llega un mos meuus elegantes; pero, si lantan... sino que es un m a m a r r a c h o asi es. usted sabrá perdonar leves escamandróminas insigni- poco t a r d e cuando hemos j u r a ¡ y usted dispense, Pedrucho I nuestra falta de modernismo ci - ficantes, y r i m a d a s con una li- do ante Dios no publicar más Wlizado, ¿ V e r d a d que s i ? . . . bertad senegalesa, que se ha sa- sobre el mismo asunto, debida al Calvito. Madrid. i -No esperábamos menos de su cado de su distinguida masa en- salero, que no discutimos, del i Con que Inés, desnuda, es cefálica un amable comunicante señor Aristides de Salamina, de amabilidad!... [guapa de Madrid, llamado L. M. L.) • M a d r i d ) ; y, como brillante reDesde el objetivo (cuento octo- mate de este desgraciado grupo, y da fiebre su p a l m i t o ? . . . LAMENTABLE S E R I E I>E HON genario, o tal vez más, que nos I igilancia (articulo antipoliciaco i No nos revuelvas, Calvito ! ¡ ¡ Tapa, tapa !! '<ADISIMOS LITEEATO.S A QUIEN refiere por millonésima vez en y algo kilométrico, con un final 'ÍO PODEMOS COMPLACER, Y L I S nuestra vida el caballero Niepce, harto frío y descacharrante, conBachetti. Toledo. TA DE LAS OBRAS DE ARTE QUE, de C a r t a g e n a ) ; El naufragio feccionado con m á s entusiasmo ANGUSTIADOS Y L L O R O S O S , H E Aunque dibuja Bachetti, (desahogo atrozmente desbocado, que suerte por el compañero '>'0S T E N I D O QUE R E P U D I A R I M no ha eclipsado a Marinetti. del literato A. V. de L., de Ma- M. O., de M a d r i d ) . PLACABLEMENTE.—La forman las drid, del cual tenemos opinión Y nosotros lo deploramos con siguientes inefables produccio- de que, el día que no se empeñe E. E. L. S e v i l l a — E s malo de nes : Rememorando y Amores en hacernos tanta gracia, -.ios verdad, p a r a qué vamos a a n d a r lágrimas a m a r g u í s i m a s , portiue qué más quisiéramos aquí (ju" Para una catalana (versos con h a r á mucha m á s que la que no.-> con paliativos. cada pintor espontáneo fuese n¡ muchos m á s pares de bemoles ha hecho, porque posee cierta Velázquez escapado de la tum^ue los convenientes, firmados bonhoniic para el caso y no es V. P. K. Badajoi Artículo se ba p a r a favorecer y llenar de Por Jesús Ballesta, de Melillal ; ningún e(iuivocado ni ningún de- escribe sin hache. Y si el artícuL tragedia de la niña pera r.iente de los muchos que no- lo lo escribiera usted sin ningu- honra escandalosa a B U E N H " MOR. (poesia burlesca y veraniega, 'lue a estas fechas resultaría de Un recién llegado de Toronto una inoportunidad macabra, sa- «•HsritnttrmmnniirttiiauiíuiMiimifiifmnmfniiiiuiuiniiiiHin San Sebastlin Es usted muIjda del brillante estro del secho m á s toronto que la pobliñor qritilo, de Pinto) j Una caíción yanqui y fabulosa de don'^a (cuento inocente y parvulíde dice que procede. neo, únicamente apto p a r a ser Publicado en La semana catúH'''•/.-(•^ Chamorro. Cádiz. ''a o en El consultor de los páSon los monos de C h a m o r r o ''rocos de la provincia de Pon^evedra o en otro periódico asi para largarle un mamporro. <le sensato y sesudo, por nuesUn rnbio con los ofot blancos. '•"o querido amigo Filo Trusil. Madrid. de Castellón de la P l a n a ) ; P o r ^ia modernista (versos bastanSon los versos de este rubio '* bien perjeñados, pero con un de ingenuidad tan simpática asunto de tan poca importancia, (lue m á s parecen de un nubio l u e nos obliga a renunciar a la (|ue no ha estudiado gramática. Satisfacción de complacer a su I. P. F. Madrid El asunto de ^utor X . X., de Cáceres, en el su composición Del natural es Que vemos posibilidades para un chascarrillo viejísimo que. "acer algo mejor y m á s nueveademás, no ha tenido g r a c i a '^'to que lo que se d i s c u t e ) ; Teanunca. Y, puestos a coger cosas '"•o de avance (guasa demasi.-ido hechas, nos parece u n a tontería 'Cosmopolita y espesa para inserque cojan ustedes una cacerola tada en nuestras coluninas qu'.> de aluminio en lugar de a g a r r a r 'On pitorronas de suyo, pero no un gabán de pieles o el Palacio 'anto como para-albergar el cho-Perdón, señora, he creído que era usted mi mujer. de Comunicaciones, que vale mu'^0 aludido, elaborado por el se-¡No lo quiera Dios! cho má» y el delito es el mis"or Pacolin, de S a n t a n d e r ) ; l.a vá». 'fuerte de Búfalo (tragedi» exaDe Lendoo M*¡¡. 22 SUÉN HUMOR EL BUEM HUMOR ^^m^ PUBLICO DEL Para tornar pjrte en este Concurso, es condición indispen?ahle que todo envío de chistes venga acompañado de su correspondiente cupón y con la firma del remitente al píe de cada cuartilla, nunca en c a r t a aparte, aunque al publicurse los trabajos no conste su nombre, sino un pseudónimo, si asi lo advierte el interesaao. En el sobre infiíquese; «Para el "Concurso de chistes». Concederemos un premio de DIEZ PESETAS al mejor chiste de los publicados en cada número. Es condición indispensable la presentación de la cédula personal para el cobro de los Premios. ¡Ahí Consideramos innecesario advertir que de la originalidad de los chistes son responsables los que figuren como autores de los ir.ismos. -'V»^^V%^^^^^^rfVW^%í"^W^rw--'S AMADOR FOTÓGRAFO PUERTA DEL SOL. 13 E n t r e estudiantes. — ¿ Y desde cuándo fumas ? — D e s d e que tengo relaciones con la hija de u n a estanquera. Piedad Otaola. E n u n rcstanrant. — M o z o , t r á e m e u n a perdiz. ' —¡ Volando! —-] No ! ¡ Volando no, que me pueden hacer daño las p l u m a s ! Paulino C. Jiménez. Unos días antes de su santo. Juanito estaba rezando sus ora ciones y pedía a la Divina P r o A'idencia que le enviase algunos Ijonitos regalos. — ¡ M á n d a m e , Dios mío, un tren eléctrico y u n a máquina clt v a p o r ! — d e c í a dando unos gritos espantosos. • — ¡ Juanito ! ¿ P o r q u é chillas t a n t o ? — l e reconvino su m a d r e — . i Dios no es sordo ! — ¡ Pero la abuelita sí lo es !... C. Mingóte.—Madrid. En e! mercado. — D é m e u n cuarto d e gallina. — ; Quiere usted pechuga ? — i Cuánto vale ? —,Tres pesetas. — E s m u y caro. N o apechugo con la pechuga. R. H.—Bilbao. £1 premio del número anterior ha correspondido al siguiente chiste: Un caballero entra en una librería y dirigiéndose ol librero, que e j un hombre muy pequeño, le pregunta: — ¿iene usted Las grandezas del Universo al alcance de todos? -Si, señor, Pero tendré que hacer us J de la escalera, porqu< no está a mi alcace. Fernando S a l v o . - L a Cornña. PASTILLAS DE CAFE Y LECHE —^Mira, Tolito, cuando n.is casemos h a s de renunciar al tabaco. — B u e n o , njujer. — Y a la bebida. —Corriente. — V al Casino. —Bien. — N o recuerdo ahora que debas renunciar a nada m á s . — Y o si. ¡ Renvmcio a casarme 1 Mohamed Ben K a d d u r . Melilla. — i Cuál es el oficio (lue m á s marea? — E l de cajero de u n comercio, porque se pasa todo el día dando vueltas. Manuel Salgado García. Madrid. VIUDA DE CELESTINO SOLANO Primera marca mundial LOGROÑO ¡¡Enfermos de la vista!! NO MAS MIOPES, PRÉSBITAS NI VISTAS DÉBILES Con solo friccionarse en las sienes con el maravilloso producto itahano, de fama mundial LOIDU, evitareis el uso de los lentes y adquiriréis una envidiable yista, incluso las personas septuagenarias. Pedid hoy mismo el interesante libro gratis. Depósito general- Ugo Marone. Piazieta Falcone. número 1, (Vomero). NAPOLI (Italia.) —-i Pero cómo estás con es.'i Ijorrachera tan fenomenal, P a n cracio ? — P o r q u e ando buscando una aguja del catorce y p a r a eso hav que estar muy bien alumbrado. María Soler Azpiolea. Santander. —-i Pero cómct no ha advertido usted q u e . había fuego en la casa ? ¿ Está usted tonto ? — P e í done ustez. señurito, pero como soy algu sordu n u m lo había olídu. Masto.—MadridEntre zapateros. — ¿ Qilé te haces ahora ? VAJILLAS CM CRISTALERÍA Aparatos para luz eléctrica — ¿ A dónde vas ? — A coñiprar un t e r m ó m e t r o . — Espera al invierno, porque h e oído decir q u e en esa época siempre bajan. J. M . Conde. ™ S A N Z ^s£&; E n t r e novios próximos a casarse. ' Espoz Y Mina, 40 (esquina a la Plaza del Ángel) MADRID ~ Gran surtido en artículos para regalos — P o n i e n d o pisos de goma a' calzado. — l í n cuanto se entere ' " clientela femenina de que pones pisos, se te van a rifar. Rurico Cálix de Sílex. T r a g a r s e un sable, — A q u í m e tiene usté, mi .apitán. con too el sable dentro del cuerpo y m á s firme que un guardacantón —decía u n soldado andaluz. BVÉN tíVMOR •—Pero, hombre, ¿cómo es posible ? — P u e s ná, que lo h e vendió y nie lo he sorbió en aguardiente. Don Esdrújulo.-—San F e r n a n d o . F.xamen de Medicina. — D í g a m e usted los nombrps de los huesos del cráneo. — P u e s . . . son... se llaman.. se denominan... ¡Bueno, señor profesor, debe de ser efecto de Teniendo la tos ((ue tienes curar no se concibe, ha de desaparecer tan sólo tomando J a r a b e O R I V E - mi emoción ante el tribunal, p'oro no puedo citar ninguno ! ; Y eso (,ue los tengo todos en la cabeza! Luysín.—h^stación Baeza. El m é d i c j . — D e todo eso que le pasa a usted, tiene la culpa ei vinazo. El paciente.—Pero, señor doctor, si yo nunca he probado el A'ino. Yo h e bebido siempre agua. El m é d i c o . — P u e s , entonces, tiene la culpa el aguaza. Calixto Ucebro. HERNIAS Bragueros cientific&nentR J Campo» ADÍCO M E D I C O ORTOPÉDICO de MADi^IO* llii^o Fi^eroa 8 — i Cómo es ((ue Antonio y usted ya no se hablan siendo, contó eran, t a n buenos amigos? — N a d a . Reñimos discutiendo cuál de los dos t|ueria m á s al •>—i T a n t a gfacíá le hizo ? — ¡ Muchísima 1 ¡ Desde entonces no puedo ver un burro sin a c o r d a r m e de u s t e d ! M i n o t a u r o . — P a l m a de Mallorca. Colmo. El del gran dentista F u e n t e s y su ayudante Recajo, es arreglarle los dientes a la cabeza de tm ajo. Bernardo Ortega P é r e z ( P i e r r o t ) . Valladolid., Marchaba un gitano por 'a carretera, cuando se dio de ;ara con la g^iardia civil. Le p a i ó la pareja y pidióle la cédula, la cual entrego el cañí. Pero antes EL MEJOR JABÓN Fabricado con aceite de orujo SALGADO Y COMPAÑÍA, S. A. Oficinas: REINA, 45 duplicado MADRID de leerla le preguntó uno de los g u a r d i a s cómo se llamaba, contestando el gitano : —rMe llamo José Ciruelo. — ¡ C a r a m b a ! ¿ Y cómo dice en la cédula José Manzano? — P u e s , m i r e usté, eso debe ser (|ue m e h a n injertao. R. 1^ A Í . _ J e r e z de ia l'rc.ntera. — i E n qué se parece u n a modelo a un ma(|uini,sta de imprenta ? — l í u (¡ue los dos lo ganan co;i las f o r m a s . Santiago F e r n á n d e z C a í . Madrid. U n o del gallinero.—i A v e r esta cuenta, que á mí no me s a ' e aunciue parece fácil! El matemático.—Veamos. E l -espectador.—Patatas, dos , j u d í a s y garbanzos, t r e s ; carbón, aceite, vino y pan. c i n c o , c a r n e y tocino, c u a t r o ; longaniza, cero c u a r e n t a . . . ; No hay más I El m a t e m á t i c o . — S u m a n ca torce pesetas con cuarenta céntimos. F.s espectador.—¡ P u e s no u ' e sale la cuenta de la compra ! El m a t e m á t i c o . — ¿ Q u é sum.i saca u s t e d ? El espectador.—No, si la suma es idéntica. Digo que no me sale la cuenta, porqtie son catorce cuarenta y yo sólo gano diez pesetas. Carlos Atienza.—Madrid. En tina peluquería. El maestro ( a im paleto que espera su turno.)—i H ^ visto usted el Alrededor del Muiuh'-' El paleto.—No, señor. No be .salió del centro. Carlos de León. lín tm grupo de abogados j ó venes se habla de cuestiones económicas : presupuestos, ingresos, déficit, sueldos y M a r r u e cos. Y uno de ellos p r e g u n t a : —•,: Sabéis cuál es el listado más pobre del m u n d o ? —Albania, ponjue su capiml es un Üurazzo T e g a r u L.—Deauville. —ri Caramba, don S e n é n ! i Siempre que le veo, m e acuv:rdo del cuento del b u r r o que me AGENTE DE PUBLICIDAD PAEA BupN HUMOR EN CATALUÑA Félix Verdún Daly ROSKLLO. 402 BARCELONA —^Tres menos d o s . . . tres menos d o s . . . — ¿ Q u é ? ¿ N o lo sabes? F í j a t e : si !iay tres moscas en u n a mesa y mato dos, ¿ c u a n t a s (juedan? —Dos. Sotam-Hacho.—Ceuta. —¿ T e acuerdas de aquel famoso te que dio la duquesa de Pampliega el año 1895? — ¡ A mí se me olvidan todos los fenómenos sísmicos ? —¿ (^ómo los fenómenos sismicos ? — i Claro ! ; Me estás hablando de u n te remoto! Francisco Paniagua.—Melilla. Parrilla. •—^¡ Pero, M i m l ! ; Renuncias a casarte con el m a r q u é s de Bris^ tol? — S i , yo no me caso m á s qi-ie con un barón. Quien la Pasta Dentífrica Orive usa a diario por ser la mejor, sensación agradable recibe y despide gratísínu) olor. H . D u r o s . — S a n F-ernando. —Vamos a ver, Paquitn, ,: cuántas son tres menos dos;' E n un examen. —¿ Q u é es g r a m á t i c a Latina ? — G r a m á t i c a , no sé. La-tina es donde lava mi m a d r e la ropa sucia. — ¿ C u á l es el colmo d e nn mudo? — Provocar u n a conversación. Chelines.—Villada (Palencia.) Manuel Alvarez.—Madrid. En u n a fiesta de Sociedad. L'n pollo (íí otro).—Presén'ame a esa carabina, que me gustaría conocerla. El o t r o . — P e r o , hombre, ¿ t ú te crees que estamos en la instrucción p a r a presentar a r m a s ? UNION COMERCIAL D I ACKITES (itro. contó! 23 SalgadoyCompañía, S. A. Compradores de aceites de oliva. Venta exclusiva al consumo interior de España Oficinas; Reina. 45 dup., Madrid Silbido Santander. Lo que se cuenta. Un matemático Kolossal se presenta al público en un teatro de M a d r i d , y después de ext r a e r raíces cúbicas, multiplicar y dividir por varias cifras mentalmente, con una rapidez asombrosa, p r e g u n t a antes de retirarse ; —.,: Desea algún otro espectador que le resuelva alguna nueva operación? CUPÓN MOLINOS de todas claaaa, para mano y filena lAotri*. Trituradotea. - Desintegradoraa, Cortadoraa. Tainlxlidaraa. Inmeriao aurtli3o. Ptdaaa eatálogo MATTH8. 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