CORTE SUPREMA DE JUSTICIA

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CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
SALA DE CASACION CIVIL Y AGRARIA
Magistrado Ponente: Dr. JORGE SANTOS BALLESTEROS
Santafé de Bogotá, D.C., veintisiete (27) de julio de dos
mil (2000).
Ref.: Expediente No. 6238
Decide la Corte el recurso de casación
interpuesto por la demandante sociedad FINCA S.A. en
contra de la sentencia proferida el 3 de julio de 1996 por el
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Cali, Sala Civil,
dentro del proceso ordinario por ella promovido contra la
sociedad
AVICOLA
VILLA
MARIA
LTDA.
y
CESAR
por
reparto
RODRIGO ARCILA.
ANTECEDENTES
A.
En
demanda
que
correspondió conocer al Juzgado Cuarto Civil del Circuito de
Cali, la sociedad demandante mencionada pidió que con
citación y audiencia de los demandados también indicados, y
previos los trámites de un proceso ordinario, se hiciesen las
siguientes declaraciones y condenas además de la de costas
a cargo de la demandada:
“a.) Pretensión Principal: Declárese, que es
absolutamente simulada, la compraventa que la sociedad
Avícola Villa María Ltda hizo al señor Cesar Rodrigo Arcila,
mediante la escritura pública No. 4068 del 18 de diciembre de
1991, de la Notaría 1ª del Círculo de Cali, registrada el 19 de
diciembre de 1991, en el folio de matrícula inmobiliaria No.
373-0004773 de la Oficina de Registro de Instrumentos
Públicos de Guadalajara de Buga, mediante la cual dicha
sociedad enajenó a título de compraventa, al señor Cesar
Rodrigo Arcila, el inmueble determinado por su ubicación,
cabida, conformación y linderos, en el hecho 3º de la
presente demanda ordinaria”.
“b.)
Primera
Pretensión
Subsidiaria:
Declárese que es relativamente simulada, la compraventa
que la sociedad Avícola Villa María Ltda hizo al señor Cesar
Rodrigo Arcila, mediante la escritura pública No. 4068 del 18
de diciembre de 1991, de la Notaría 1ª del Círculo de Cali,
registrada el 19 de diciembre de 1991, en el folio de matrícula
inmobiliaria No. 373-0004773 de la Oficina de Registro de
Instrumentos Públicos de Guadalajara de Buga, mediante la
cual dicha sociedad enajenó a título de compraventa, al señor
Cesar Rodrigo Arcila, el inmueble determinado por su
ubicación, cabida, conformación y linderos, en el hecho 3º de
la presente demanda ordinaria”.
JSB. Exp. 6238
2
“c.)
Segunda
Pretensión
Subsidiaria:
Declárese la rescisión por lesión enorme, del contrato de
compraventa, contenido en la escritura pública No. 4068 del
18 de diciembre de 1991, de la Notaría 1ª del Círculo de Cali,
registrada el 19 de diciembre de 1991, en el folio de matrícula
inmobiliaria No. 373-0004773 de la Oficina de Registro de
Instrumentos Públicos de Guadalajara de Buga, mediante la
cual la sociedad Avícola Villa María Ltda. enajenó a título de
compraventa, el inmueble determinado por su ubicación,
cabida, conformación y linderos, en el hecho 3º de la
presente demanda, al señor Cesar Rodrigo Arcila”.
“2)
Ordénese
la
cancelación
de
la
inscripción o registro de la escritura pública No. 4068 del 18
de diciembre de 1991, de la Notaría 1ª del Círculo de Cali, en
el folio de Matrícula inmobiliaria No. 373-0004773 de la
Oficina de Registro de Instrumentos Públicos de Guadalajara
de Buga”.
“3)
Ordénese
la
cancelación
en
el
protocolo de la Notaría 1ª del Círculo de Cali, de la escritura
pública No. 4068 del 18 de diciembre de 1991”.
“4)
Ordénese
que
el
inmueble
sea
purificado previamente de hipotecas o cualesquiera otro
gravamen o limitaciones al dominio, constituidos sobre él”.
JSB. Exp. 6238
3
“5)
Ordénese
la
restitución
a
la
demandada, del inmueble a que se refiere esta demanda, en
el evento de que por cualquier causa dicho inmueble se
encuentre en poder de otra persona, en la época de la
sentencia”.
B.
Las súplicas transcritas tuvieron como
apoyo los hechos que a continuación se compendian:
Ante el Juzgado 11 Civil del Circuito de
Cali, la sociedad FINCA S.A. adelanta proceso ejecutivo
contra la sociedad AVÍCOLA VILLA MARÍA LTDA., ejecución
que “se encuentra descapitalizada y sin garantía alguna que
permita el cobro de la obligación ejecutada, entre otras
razones por cuanto la sociedad AVICOLA VILLA MARIA
LTDA procedió a enajenar todos sus bienes, entre otros” el
que vendió mediante la precitada escritura 4068 de 1991,
otorgada en la Notaría 1ª de Cali, a un precio de diez millones
de pesos, suma que la vendedora recibió al momento de
entregar al comprador César Rodrigo Arcila “la escritura No
4068 registrada y un certificado de tradición donde constó la
negociación”.
El
inmueble
materia
del
contrato
de
compraventa -que continúa en poder de la sociedad
vendedora- tenía un justo precio comercial cercano a los $35
millones, o sea, “más de tres veces lo que Avícola Villa María
Ltda., percibió por él”.
JSB. Exp. 6238
4
Tal
contrato
de
compraventa
es
absolutamente simulado o en su defecto, relativamente
simulado, “pues los contratantes aparentaron celebrar un
negocio que no han querido en ninguna de sus partes…Tan
sólo hubo en los contratantes, la intención de celebrar un
mutuo, o préstamo de dinero, garantizado con la propiedad
sobre el inmueble referido, para no acudir a la garantía
consagrada en la figura de la hipoteca”, tal como lo prueban
las cláusulas 5º, 7º a 15º y otras de la multicitada escritura
pública 4068.
C.
Luego
de
subsanados
algunos
defectos el juez a quo admitió la demanda y ordenó correrla
en traslado a los demandados, y al efecto notificó a Cesar
Rodrigo Arcila, quien compareció al proceso y en tiempo
oportuno contestó la demanda en la que negó casi todos los
hechos, se opuso por ende a las pretensiones y formuló las
excepciones que denominó “falta de interés jurídico en el
demandante”, “falta de titularidad de la acción por lesión
enorme” “caducidad y prescripción” y “la innominada”. A su
vez, la sociedad demandada fue emplazada y representada
en el proceso por curadora ad litem, quien también en tiempo
dio contestación a la demanda, manifestando atenerse a lo
que la parte actora probare suficientemente.
La primera instancia concluyó con sentencia
en la que el a quo denegó las pretensiones principal y
JSB. Exp. 6238
5
primera subsidiaria y declaró probada la excepción perentoria
de falta de legitimación en la causa, en relación con la
segunda pretensión subsidiaria o de declaración de lesión
enorme.
Inconforme con esa determinación, la parte
demandante interpuso recurso de apelación, que desató el
Tribunal mediante sentencia confirmatoria de la de primera
instancia, en la que además condenó en costas a la
recurrente vencida.
Contra la sentencia de segunda instancia se
interpuso el recurso de casación del que ahora se ocupa la
Sala.
SENTENCIA DEL TRIBUNAL:
Relata en primera medida el Tribunal los
antecedentes del litigio, desde las pretensiones y la síntesis
de los hechos de la demanda, para luego historiar el trámite
del proceso así como el compendio de la sentencia del a quo
y las alegaciones en segunda instancia de la parte
demandante, hecho lo cual y previa la advertencia de
encontrar
satisfecho
en
el
proceso
los
presupuestos
procesales y no observar causa de nulidad en lo actuado,
arriba a las consideraciones que bien pueden ser resumidas
como sigue:
JSB. Exp. 6238
6
Con apoyo en
jurisprudencia de esta
Corporación, inicia el fallador el análisis de la legitimación de
un tercero acreedor para deprecar la simulación de un acto
jurídico en el que fue parte enajenante su deudor y al punto
expresa que “la legitimación de la sociedad actora se
fundamenta en su derecho a exigirle a la sociedad
demandada el pago de las sumas de dinero que le adeuda”,
como consta en este caso en los cheques (cobrados
coactivamente) visibles a folio 30 del cuaderno No. 4, con los
cuales se demuestra que la sociedad demandada adquirió
obligaciones económicas con Finca S.A. el 21 de mayo y el 5
de junio de 1992. Sin embargo, añade el ad quem, la
escritura que se pretende impugnar se celebró el 18 de
diciembre de 1991, esto es, con antelación a la adquisición
de las obligaciones cartulares aludidas. “Además, los
documentos que aportó (la demandante) al descorrer el
traslado de las excepciones por sí solos no demuestran que
los cheques referidos anteriormente se hubieran girado para
recoger las facturas a que alude en su escrito, y tampoco se
aportó ninguna prueba sobre el particular. Luego a juicio de la
Sala es evidente que Finca S.A. no demostró que al momento
de la celebración del contrato cuya simulación se pretende,
tuviera el carácter de acreedora de la sociedad vendedora”.
Pero aún así, agrega el fallador de segundo
grado, no pueden salir avantes las pretensiones de
simulación dado que las pruebas recaudadas en el proceso
son insuficientes. Sobre el particular, y también con cita de
JSB. Exp. 6238
7
jurisprudencia de la Corte, de la que resalta el valor
probatorio de los indicios y la persuasión que estos pueden
llegar a tener en el ánimo del fallador, atendidas las máximas
de la experiencia y el sentido común, se refiere el ad quem a
los indicios alegados por la apelante como demostrativos de
la simulación, así:
a.) De la simple lectura de las diferentes
cláusulas del contrato contenido en la escritura pública No.
4068 del 18 de diciembre de 1991 no se infiere que las partes
hayan celebrado un contrato de mutuo.
b.) No se puede inferir que el móvil de la
simulación haya sido evitar que el inmueble sirviera de
garantía real. Por el contrario, dice el Tribunal, la hipoteca le
haría más fácil a la actora eludir las deudas quirografarias, “si
en realidad la ‘causa simulandi’ fuera burlar los intereses de
terceros acreedores, como Finca S.A.”, amén de que ésta
embargó los derechos patrimoniales que tiene o adquirirá en
el futuro Avícola Villa María Ltda.”, en relación con el bien
inmueble objeto del contrato de venta, contentivo éste de un
pacto de retroventa.
c.) Sobre el hecho de que el inmueble
continúe en poder de la sociedad vendedora y demandada,
indica el sentenciador de segunda instancia que los
documentos aportados por los peritos -y en los que el
apelante cree ver la prueba de que aquella se sigue
mostrando
y
haciendo
aparecer
como
propietaria
JSB. Exp. 6238
y
8
poseedora del mismo-, “no pueden ser tenidos en cuenta por
no haber sido aportados por las partes en las oportunidades
legales, sino por los auxiliares de la justicia al momento de
rendir su experticia, prueba ésta que no cuenta con ningún
respaldo
legal
para
ello
(artículo
237
Código
de
Procedimiento Civil)”, además de que el objeto del dictamen
no guarda relación con esos documentos, que por otra parte,
carecen de valor probatorio por ser copias simples carentes
de autenticación y cotejo.
Concluye entonces el ad quem que no
aparece en el plenario el indicio alegado; más bien, agrega,
“las pruebas aportadas por el señor César Rodrigo Arcila
demuestran fehacientemente que el contrato celebrado entre
éste y la sociedad demandada fue real”, en fe de lo cual
relaciona la documentación que este demandado agregó al
expediente, tales como las fotocopias de los cheques por él
girados a la sociedad demandada, por un monto de
$25.000.000,oo, con la constancia de haber sido pagados, los
comprobantes de egreso correspondientes, la copia del
contrato de arrendamiento celebrado el 9 de enero de 1992
entre César Rodrigo Arcila como arrendador y Luz Elena
Gutiérrez Rojas de Villa como arrendataria sobre el inmueble
comprado por el primero a la sociedad demandada, las
copias de la actuación procesal adelantada por César
Rodrigo Arcila tendiente a obtener la restitución del inmueble
dado por él en arrendamiento a Luz Elena Gutiérrez Rojas,
JSB. Exp. 6238
9
así como el certificado catastral en el que figura el
mencionado Arcila como propietario.
d.) Respecto del precio irrisorio de la venta,
como indicio de simulación, el Tribunal observa que en la
demanda se indicó que a la fecha de la celebración del
contrato el bien dado en venta tenía un justo precio comercial
cercano a los $35 millones y que quedó demostrado que el
precio real de la venta no lo fue la cantidad de $10 millones
indicado en la escritura pública, sino la suma de $25 millones,
la que no puede considerarse de irrisoria ni tampoco inferior
en más de la mitad del precio que le asignaron los peritos a
ese bien, a saber, la cantidad de $44 millones.
Antes de decidir que confirma el fallo del a
quo, concluye el Tribunal que las pretensiones de simulación
absoluta o relativa no pueden entonces prosperar como
tampoco la de lesión enorme, dado que esta acción sólo
puede ser ejercida por los contratantes o por sus herederos.
LA DEMANDA DE CASACION. CARGO UNICO
1.
Erigida con base en la causal primera
de casación, el recurrente formula a la sentencia acabada de
resumir una sola censura, consistente en la violación
indirecta, como consecuencia de errores de hecho, de los
artículos 1766, 2221, 2224, 2230, 2432, 2435, 1501, 1502,
1603, 2488, 1864, 1865, 1939, 1940, 1941, 1942 y 1943 del
JSB. Exp. 6238
10
Código Civil, y los artículos 822 y 905 del Código de
Comercio, con la infracción adicional de los artículos 248, 249
y 250 del Código de Procedimiento Civil.
Indica que los yerros recaen de manera
central sobre la Escritura Pública 4068 del 18 de diciembre
de 1991 de la Notaría 1ª de Cali y adicionalmente sobre las
siguientes piezas del proceso: las facturas de compraventa
Nos. 3504511 y 3504512; las facturas y cheques adicionales,
emitidos en favor de la demandante; la certificación expedida
por el Juzgado 11 Civil del Circuito de Cali; el alegato de
conclusión
presentado,
en
primera
instancia,
por
el
apoderado demandado, la demanda ordinaria y los alegatos
de instancia del apoderado actor, en cuanto a los términos
del planteamiento de la simulación deprecada; el folio de
matrícula inmobiliaria No. 373-0004773 de la Oficina de
Registro de Cali; las copias de los cheques y la certificación
de su pago, emanados del Banco Comercial Antioqueño; los
comprobantes de egreso 1030 y 1032; las copias auténticas
emanadas del Juzgado 2 Civil del Circuito de Buga; la
certificación emanada de la Oficina de Catastro de San
Pedro- Valle y el dictamen pericial.
Con miras a desarrollar el cargo, inicia el
recurrente por memorar algunos aspectos teóricos de la
simulación y la compraventa con pacto de retroventa, para
finalmente sentar su tesis acerca de la posibilidad de
simulación en este contrato, del que dice que su mera
JSB. Exp. 6238
11
apariencia “no descarta, ni impide, poner al descubierto,
cuando con tal perfil
se presente, la verdadera intención
reflejada en un acuerdo de voluntades configurador, en
verdad, de contrato de mutuo con garantía real”.
Sentadas
esas
bases,
se
aplica
el
recurrente a la tarea de demostrar los yerros fácticos que
llevaron
al
sentenciador
a
no
encontrar
demostrada,
estándolo, la simulación relativa deprecada como primera
pretensión subsidiaria, para lo cual divide su discurso en dos
acápites, el primero relativo a los errores cometidos por el
Tribunal al desestimar el interés jurídico de la actora para
demandar la simulación, y el segundo, referido a la prueba
misma de la simulación no vista por la Corporación falladora.
2.
Respecto del primer acápite, luego de
recordar que el Tribunal expresó que la actora carecía de
interés para incoar la acción simulatoria, por no acreditar su
carácter
de
acreedora
para
el
momento
del
perfeccionamiento del negocio jurídico cuestionado, contrasta
el recurrente tal aserto del Tribunal con la existencia, en el
expediente, de varios documentos que acreditan la calidad de
acreedora de FINCA S.A. respecto de AVICOLA VILLA
MARIA
LIMITADA,
“unos
anteriores
a
la
fecha
del
otorgamiento de la escritura pública contentiva del acto
controvertido y otros posteriores a ella”.
JSB. Exp. 6238
12
Resalta
en
primer
lugar
las
facturas
cambiarias de compraventa 3504511 y 3504512 fechadas el
17 de diciembre de 1991 a cargo de AVICOLA VILLA MARIA
LIMITADA y a favor de la actora, documentos de los que
afirma que no fueron ni tachados ni desconocidos por
ninguna de las partes y con los que se demuestra el carácter
de acreedora de FINCA S.A., para el 18 de diciembre de
1991,
fecha
de
la
celebración
del
negocio
jurídico
cuestionado.
Menciona
además
que
obran
en
el
expediente cheques y facturas posteriores al 18 de diciembre
de 1991, que confirman la vigencia de una relación comercial
duradera entre la actora y la sociedad demandada, así como
la existencia acreditada en el expediente, del trámite ejecutivo
que contra la misma sociedad demandada inició FINCA S. A.
Advierte sin embargo, que independiente
mente de que las facturas cambiarias de compraventa
mencionadas hayan sido o no “recogidas” (sic) por los
cheques posteriores que sirven de título a la ejecución
aludida, es lo cierto que esas facturas demuestran el carácter
de acreedora de FINCA S.A. frente a AVICOLA VILLA MARIA
LTDA. Recalca que asimismo está demostrado que el
derecho de crédito de FINCA S.A. resultó “afectado por el
fenómeno simulatorio alegado como que por virtud de la
venta aparentada salió del patrimonio de la deudora el activo
que constituía, en verdad, el centro de la garantía general de
JSB. Exp. 6238
13
los acreedores”.
Finaliza esta parte indicando que, de
acuerdo con la Corte, es indispensable pero suficiente a la
vez, que la eficacia del derecho de crédito resulte afectada
por la simulación, “lo que no significa, como resulta
exigiéndolo implícitamente el Tribunal, que el demandante en
simulación tenga que probar, además de la existencia del
crédito anterior al momento del negocio que acusa, que ese
crédito es necesariamente, materia de acción judicial”.
3.
errores
El segundo acápite se refiere a los
cometidos por el Tribunal en punto de la prueba
misma de la simulación del acto atacado. Advierte el
recurrente que desde la demanda se destacó que el eje
central
de
la
prueba
descansaba
en
las
mismas
manifestaciones de las partes contenidas en la Escritura
Pública
4068 del 18 de diciembre de 1991, y para
demostrarlo, transcribe apartes de la demanda y del alegato
de instancia de la actora, para así afirmar que en este caso,
las partes no ocultaron su intención verdadera, sino que la
explicitaron en el clausulado vertido en la escritura pública
mencionada, de cuya simple lectura aflora, al rompe, la
celebración de un contrato de mutuo de dinero con intención
de afectación, como garantía, de un inmueble del deudor,
escondido en el ropaje de una compraventa con pacto de
retroventa. Y a renglón seguido indica que el Tribunal se
equivoca en su tarea de apreciación probatoria cuando
asume que la prueba por indicios fue la que se adujo en la
demanda, pues la sola lectura de la causa petendi permite
JSB. Exp. 6238
14
concluir que la actora basó su pretensión simulatoria en la
contemplación objetiva del texto de la escritura pública 4068.
Con esta advertencia, desarrolla el censor
este punto de su ataque, con la transcripción de varias
cláusulas que en su sentir reflejan la real intención de las
partes. Así, reproduce la cláusula quinta: “En caso de que el
(la) comprador(a) decida posterior y voluntariamente hacerle
algún préstamo adicional de dinero a el(la) vendedor(a), dicha
cantidad se entenderá incorporada y aumentada al precio de
la venta pactada en la cláusula cuarta anterior y será prueba
suficiente de los préstamos mencionados los títulos valores o
el recibo que el(la) vendedor(a) haya firmado a favor de el(la)
comprador(a); asumiendo el vendedor respecto de dicho
aumento las mismas obligaciones convenidas en este
instrumento; ...”.
De ella indica que el precio pactado en
cláusula anterior (diez millones de pesos) “no es otra cosa
que la cantidad de dinero mutuada por el comprador”, hasta
el punto que no tienen las partes inconveniente alguno en
estipular eventuales préstamos adicionales que se adicionan
al precio.
Transcribe asimismo la cláusula séptima
(“pacto de retroventa”) en la que se indica que el vendedor
puede recuperar el dominio de lo vendido en el plazo de un
año, “siempre y cuando pague cumplidamente las cuotas
JSB. Exp. 6238
15
mensuales anticipadas de intereses” entendiéndose que el no
pago de tres cuotas consecutivas significa la renuncia al
derecho de retroventa. Y le endilga lo mismo: que reafirma la
vigencia del mutuo, pues no puede entenderse que la
vendedora deba pagar intereses por sumas que a título de
precio recibió.
Igual
sucede
con
la
cláusula
octava
(“destrate”), referida a que el vendedor puede recuperar el
dominio del bien vendido, antes del vencimiento estipulado,
“siempre y cuando esté al día en el pago de las cuotas
mensuales de intereses, y no haya renunciado al derecho del
pacto de retroventa, evento en el cual pagará el equivalente a
dos (2) meses de intereses no devengados como desastre
(sic)”. Y con la novena (“prórrogas”), en que se estipula que el
contrato podrá prorrogarse previo acuerdo de las partes,
siempre y cuando el vendedor pague al comprador
cumplidamente los intereses pendientes, presente el paz y
salvo predial y complementarios, el paz y salvo de
administración y los últimos recibos cancelados de agua,
energía y teléfono. De esta última añade que la figura de la
prórroga es extraña al contrato de compraventa, aun con
pacto de retroventa; y además, fluye de esa cláusula que la
vendedora no se desprende del uso y goce del inmueble
vendido sino que continúa asumiendo las obligaciones
propias de quien detenta el dominio, tales como el pago de
los impuestos y servicios públicos domiciliarios.
JSB. Exp. 6238
16
Con
igual
método
glosa
la
cláusula
duodécima, relativa a los intereses pactados y que el
vendedor debe pagar al comprador, “sobre las sumas
recibidas”; copia la decimoquinta, sobre renuncia del
vendedor al pacto de retroventa “en caso de incurrir mora en
el pago de tres cuotas mensuales de intereses”.
A continuación destaca el censor otros
factores extractados de la misma escritura 4068 de los que
advierte que si bien por sí mismos no evidencian el
“contenido negocial disimulado (sic), sí convergen a la
manera de indicios confirmatorios, a corroborar la existencia,
como contrato realmente querido por las partes, de un mutuo
con garantía real”. Así, de la cláusula cuarta (“precio”) resalta
lo estipulado en el sentido de que el vendedor sólo recibe la
totalidad del precio “al momento de entregar al comprador(a)
esta escritura registrada y un certificado de tradición donde
conste esta negociación”; convenio del cual insiste que si se
lo coloca en el contexto del mutuo oculto, confirma la realidad
disimulada.
Lo mismo dice de las cláusulas décima y
undécima, relativas a la entrega y disfrute del inmueble
vendido, en las que se prevé que la vendedora continuará
con su uso y goce, estipulación que, ubicada en el contexto
del mutuo, sólo reitera la ausencia del ánimo real de
disposición del derecho de dominio en el vendedor y de
adquisición del mismo en el comprador. Y así prosigue con
JSB. Exp. 6238
17
otras cláusulas, como la de gastos de la negociación que
corren todos por cuenta del vendedor, para concluir que sin
recurrir a indicios, que no fue eso lo que se dijo en la
demanda, aflora con nitidez la celebración de un negocio real
(mutuo con garantía real) escondido tras el velo de uno
aparente (compraventa con pacto de retroventa).
Además, resalta el censor estos errores
relacionados con otros medios de prueba:
En relación con la afirmación del Tribunal
según la cual el móvil de la simulación no puede inferirse de
la sola lectura de la escritura, en vista de que una garantía
hipotecaria hace más fácil eludir el cobro de deudas
quirografarias, dice el censor que esa Corporación se
equivoca, pues aun cuando de la sola escritura no se infiera
el móvil ella sí aporta uno de los elementos esenciales que
estructuran la simulación, dado que contiene el título que
sustrae el bien del patrimonio de la sociedad deudora, en
perjuicio de los acreedores. Pero además, el Tribunal no
reparó en las inocultables dificultades económicas de la
demandada, reflejadas en la multitud de embargos de
remanentes decretados en sendas ejecuciones de distintos
acreedores contra aquella sociedad, motivo suficiente para
impedir el funcionamiento de la garantía hipotecaria, con
posibilidad de respaldo para los acreedores quirografarios,
negada por virtud de la simulación.
JSB. Exp. 6238
18
Continúa con el indicio de la permanencia
de la demandada en la tenencia y uso del inmueble vendido,
pues tal indicio fluye de las cláusulas novena, décima y
undécima que aluden a que el bien queda en poder de la
vendedora, al pago de impuestos y servicios públicos, sin que
pueda desdibujarse (por el contrario se reafirma) el indicio
con la “actuación” del demandado César Rodrigo Arcila
derivada de la existencia de un contrato de arrendamiento
celebrado por él como arrendador y la madre de las únicas
socias de la sociedad demandada, como arrendataria.
Denuncia
luego
un
error
de
derecho
cometido por el Tribunal, con violación de los artículos 183,
237 y 254 del c.p.c., cuando concluye en la imposibilidad
legal de valorar los documentos relacionados con el objeto de
la prueba pericial, que los peritos adjuntaron a su dictamen,
dado que estos auxiliares sí lo podían hacer como ocurrió en
este caso, en que, para reafirmar la consistencia de la
idoneidad del avalúo del inmueble ($44.000.000,oo) para la
fecha de la compraventa, que era ése el objeto de la prueba,
“muestran que dicho bien era presentado para efectos de un
crédito Finagro que se tramitaba por la suma de $30.000.000”
CONSIDERACIONES
La acción de simulación se ha estructurado
a partir de la interpretación jurisprudencial de la Corte
Suprema de Justicia sobre el artículo 1766 del Código Civil,
JSB. Exp. 6238
19
tanto en lo que concierne con sus manifestaciones, clases,
efectos, naturaleza, entre otros tópicos, como -que es lo que
acá interesa resaltar- en punto de los titulares de la misma. Y
de allí han salido los contornos de esa acción dirigida a la
comprobación judicial de una realidad jurídica escondida tras
el velo creado deliberadamente por los estipulantes, que
causa al actor una amenaza a sus intereses, por lo cual, y
amén de las partes en el contrato o sus herederos, es titular
de dicha acción el tercero, cuando el acto fingido le acarrea
un perjuicio cierto y actual.
En efecto ha sostenido la Corte: “todo aquel
que tenga un interés jurídico, protegido por la ley, en que
prevalezca el acto oculto sobre lo declarado por las partes en
el acto ostensible, está habilitado para demandar la
declaración de simulación. Ese interés puede existir lo mismo
en las partes que en los terceros extraños al acto, de donde
se sigue que tanto aquéllas como éstos están capacitados
para ejercitar la acción…Mas para que en el actor surja el
interés que lo habilite para demandar la simulación, es
necesario que sea actualmente titular de un derecho cuyo
ejercicio se halle impedido o perturbado por el acto
ostensible, y que la conservación de ese acto le cause un
perjuicio” (G. J. CXIX, pág. 149). A lo cual solo resta agregar,
en palabras de la misma Corte, que ese interés, “debe
analizarse y deducirse para cada caso especial sobre las
circunstancias y modalidades de la relación procesal que se
trate, porque es ésta un conflicto de intereses jurídicamente
JSB. Exp. 6238
20
regulado y no pudiendo haber interés sin interesado, se
impone la consideración personal del actor, su posición
jurídica, para poder determinar, singularizándolo con respecto
a él, el interés que legitima su acción” ( G.J. LXXIII, pág. 212).
En el caso presente se tiene que en la
demanda la actora sustenta su interés jurídico en pretender la
declaración de simulación en el hecho de adelantar contra la
sociedad demandada AVICOLA VILLA MARIA LTDA, en
forma infructuosa,
insolutos y en
el cobro ejecutivo de varios títulos
la consideración de ser el bien objeto del
contrato cuya simulación se impetra, el único activo sobre el
cual se puede garantizar la acción de cobro preindicada.
Pero además, y con ocasión del traslado de las excepciones
de mérito que propuso el demandado, la actora allegó al
expediente
los
originales
de
facturas
cambiarias
de
compraventa que evidencian una relación comercial en que la
sociedad demandada figura como deudora desde antes de la
presentación de la demanda ejecutiva, mucho antes de la que
dio inicio a este proceso, pero además anterior a la fecha de
la escritura contentiva del contrato cuya simulación se
pretende. En efecto, figura en autos (fls. 94 a 99 del cdno.
ppal.)
los
originales
de
seis facturas
cambiarias
de
compraventa, tres de ellas fechadas el 17 de diciembre de
1991, y un cheque de fecha tres de enero de 1992. Además,
se aportó con la demanda certificado del Juzgado Once Civil
del Circuito de Cali, en que consta la existencia de un
proceso ejecutivo iniciado por la actora contra la sociedad
JSB. Exp. 6238
21
demandada, por razón del cobro de dos cheques girados por
la aludida demandada (cuyas copias fueron allegadas por el
juzgado ejecutor, y que obran a folio 30 del cdno. 4). Lo cual
significa que con creces demostró su interés jurídico en
accionar, por su acreditada condición de acreedora no sólo
antes y después del contrato que ataca de simulado, sino por
el cobro coactivo e infructuoso de deudas a cargo de la
sociedad vendedora, configurándose así un derecho cierto en virtud de la demostración de su condición de acreedor
antes y después de la enajenación- y actual –en razón de no
haber podido cobrar coactivamente sus acreencias.
2.
Ahora bien, del contenido de la
escritura pública 4068 del 18 de diciembre de 1981 otorgada
en la Notaría Primera de Cali, la Corte resalta en forma
unificada y resumida el clausulado que las partes acordaron
para lo que denominaron “compraventa con pacto de
retroventa”. Allí se lee que la codemandada, AVICOLA VILLA
MARIA LTDA, propietaria de una finca situada en San Pedro,
transfiere a título de compraventa con pacto de retroventa el
mencionado bien, a favor del codemandado CESAR
RODRIGO ARCILA, quien paga como precio de esa compra
la suma de $10.000.000,oo, los cuales se obliga a entregar a
la sociedad vendedora, cuando ésta le entregue a su vez la
escritura registrada y el certificado de tradición en que conste
el registro de la compraventa. Sin embargo, ese precio puede
variar, pues si el comprador decide voluntariamente “hacerle
algún préstamo adicional” (sin saberse cuál es el primigenio)
JSB. Exp. 6238
22
a la sociedad vendedora, tal préstamo se incorpora al monto
del precio, y respecto de este aumento también la vendedora
asume las obligaciones que después se indicarán, cuyo
cumplimiento es requisito para que ella pueda ejercer el
derecho de recomprar el bien. Este derecho se pacta en la
cláusula que denominan “pacto de retroventa”, en la cual se
indica que el vendedor se reserva el derecho a recuperar el
dominio del inmueble en el plazo de un año, siempre que
pague cumplidamente “las cuotas mensuales anticipadas de
intereses” pactados en la cláusula 12ª, o antes, si no ha
renunciado al pacto de retroventa, renuncia que se supone
acaece cuando la sociedad vendedora no paga tres cuotas
consecutivas de intereses. Las partes acordaron que este
contrato de compraventa con pacto de retroventa pudiese ser
objeto de prórrogas, siempre que la vendedora pagara
cumplidamente los intereses y presentara el paz y salvo
predial, el de administración y los últimos recibos de agua,
energía y teléfonos, lo que hace suponer que la sociedad
vendedora no entregaba materialmente el bien al comprador,
pero esta inferencia no requiere hacerse, como que la
cláusula 10ª
expresamente contempla que la sociedad
queda en poder del inmueble, a título de mera tenencia.
a.
Es pues evidente en este caso que la
compraventa convenida con pacto de retroventa tuvo como
causa determinante la necesidad de dinero por parte de la
sociedad vendedora y la utilidad práctica que le reportaba a
quien iba a proveer de dinero a esa sociedad consistente en
JSB. Exp. 6238
23
la transferencia del bien como garantía efectiva, más que la
misma hipoteca, toda vez que por ese medio evitaba el
proceso hipotecario, la venta en pública subasta, y los demás
inconvenientes de un cobro coactivo de esta índole.
Pero esa sola consideración no es la que
debe
mover
a
tachar
de
simulado
un
contrato
de
compraventa con pacto de retroventa, porque el móvil o
motivo que cada parte tiene para proceder a contratar no
refleja de manera inexorable una simulación relativa. La Corte
dijo: “no se puede hablar de simulación en una venta con
pacto de retracto (sic) por el hecho de que se requiera de un
dinero, y ser éste el interés inmediato del vendedor. No. El
que vende con retroventa más que un propósito de
disposición persigue un dinero, que al no alcanzarlo mediante
el mutuo acude al pacto de retro como una manera ágil y
rápida de lograr el objetivo. Empero, la voluntad cuando se
expresa en sentido de vender sí es real, o mejor, querida,
bajo la especial circunstancia de poder readquirir el bien con
el pago de lo pactado o de lo consignado como precio de
venta” (Sentencia 009 del 29 de enero de 1985).
Por consiguiente, resulta de la mayor
importancia dilucidar la esencia de la simulación y su
asimilación o disimilitud con figuras afines y en lo pertinente a
este caso, a efectos de verificar si el contrato que estos autos
muestran está o no afectado de simulación.
JSB. Exp. 6238
24
b.
Desde cuando la doctrina comenzó a
perfilar la figura de la simulación, un sector considerable de
ella la ha tomado como si se tratara de una especie que, no
obstante contar con aristas más o menos definidas, tiende a
confundirse con figuras similares, de las que se separa sólo
por algunos elementos, a veces meramente accidentales.
Pero superados esos escollos, la doctrina y la jurisprudencia
han reiterado que para que se configure la simulación es
menester que entre las partes del negocio exista acuerdo
sobre la simulación, esto es, una convención de todos los que
actúan a sabiendas para crear la ilusión, aspecto que de
entrada, marcó en su momento una diferencia radical y que
hoy subsiste, con la denominada reserva mental o con el dolo
(que debe ser obra de una de las partes).
Requiérese
además
que
ese
acuerdo
simulatorio tenga como fin deliberado el engaño a los
terceros, sea que esa intención de engaño tenga o no como
propósito el daño o fraude, que es asunto diferente y que
antes se solía confundir. Ahora bien, que se logre el engaño,
que se perfeccione, no es punto de la esencia de la
simulación, como algunos opinan, sino más bien tema que
concierne a los efectos que las partes, habilidosas o no,
persiguen
y
eventualmente
precisamente al crearles
logran
en
los
terceros,
la ilusión de un negocio que no
existe o es diferente del que se muestra.
JSB. Exp. 6238
25
Finalmente, para que se dé la simulación se
precisa que exista una disconformidad intencional entre las
partes, dado que ellas no desean el contrato que muestran al
público, el contrato ilusorio que disimula su real y oculta
voluntad, bien de no celebrar contrato alguno, o de celebrar
uno diferente o con estipulaciones distintas del pregonado o,
en fin, con otra persona, de la que se hace figurar como
parte.
Pero si bien existe concordancia en la
doctrina acerca de esos requisitos esenciales en la
simulación, cuando la estructura jurídica de ella se equipara
con figuras que históricamente han surgido y decaído, o con
otras que aún se utilizan, sobresalen los criterios dispares, las
sutilezas, las subdivisiones, cuya inutilidad a los efectos de la
aplicación del Derecho es en muchos casos patente.
c.
Así, en el Derecho Romano -en el que
la rigidez de las formas propició el desarrollo de imaginativas
fórmulas tendientes a mantener esa forma, que de suyo a
veces no permitía lo querido por las partes- en múltiples
casos autorizaba a esas partes en una convención que
lograran un fin por ellas querido, mediante un acto jurídico
unido a un pacto de fiducia. Así, la hipoteca se constituía
mediante la denominada “enajenación con fiducia”, y suponía
que el deudor le transfería al acreedor la propiedad de una
cosa que formaba parte de su patrimonio y enseguida
celebraban un “pacto de fiducia”, por el cual el acreedor se
JSB. Exp. 6238
26
comprometía a transferir nuevamente la propiedad de la cosa
al deudor después del pago, quedando incluso el deudor con
el disfrute de la cosa, mediante un arrendamiento1.
En la época actual, estos pactos de fiducia,
se caracterizan por presentar una desproporción entre el
medio jurídico empleado y el fin práctico que las partes
buscan, como por ejemplo, la transferencia de la propiedad
de una cosa de manera que sirva de garantía del pago de
una deuda, cumplido lo cual el fiduciario debe transferir la
propiedad nuevamente al antiguo propietario2.
d. En conclusión, las semejanzas que la
simulación
relativa
presenta
con
los
otrora
negocios
aparentes (aquellos que las partes acordaban ante la
escasez de medios o acuerdos típicos o moldes en los que
pudiesen desarrollar lo que deseaban, abundantes en Roma
y en la antigua Francia
y hoy de interés meramente
anecdótico)3 o con los negocios fiduciarios hacen que tanto
aquellos como estos suelan, por algunos doctrinantes, ser
calificados de negocios relativamente simulados, atendiendo
a la esencia de estos, configurada en los requisitos que antes
se mencionaron. Pero la verdad sea dicha, y en lo que tiene
que ver con el negocio fiduciario, el debate sobre su entidad
1
En este negocio el deudor disponía de una acción (actio fiducia directa) para obligar
al acreedor a devolverle la propiedad de la cosa.
2
Conocida desde el derecho romano como “fiducia cum creditore”.
3
En Francia por ejemplo, para evitar los inconvenientes de la compra de un bien
hipotecado, el vendedor se hacía rematar el bien por el comprador para sanearlo de
eventuales hipotecas constituídas sobre el bien objeto de venta.
JSB. Exp. 6238
27
autónoma respecto a la simulación está lejos de haber
llegado a su final.
Pero al margen de este interesante tópico,
es preciso reiterar que actos jurídicos como los que pone de
presente este litigio pueden englobar o no una simulación; y
lo cierto es que, en cada caso particular deberá auscultarse la
voluntad de las partes mediante las pruebas recaudadas,
tales como las cláusulas pactadas, el comportamiento de
esas partes, la conducta procesal asumida, la época en que
el contrato fue celebrado, los móviles, en fin, mediante la
demostración de aquellos hechos indicadores de lo realmente
querido por ellas. Pues puede disfrazarse de compraventa
con pacto de retroventa un mutuo con garantía real, que
puede ser lo querido por las partes y en cuyo caso se está en
presencia de un negocio simulado; como también es posible
que esa compraventa con su pacto accesorio, haya sido
realmente lo querido por las partes así el móvil del contrato
haya consistido en la necesidad de dinero en el vendedor y la
obtención de una garantía sólida en el comprador.
De este último tenor fue el negocio que valió
de la Corte estas palabras: “el que vende con retroventa sabe
que dispone del bien, que se despoja del dominio, pero
también
entiende
que
puede
recobrarlo
mediante
la
devolución del precio o la cantidad incorporada en el contrato.
Comprende, las más de las veces, que el dinero que recibe el
JSB. Exp. 6238
28
vendedor no se contrae necesariamente a una estipulación
concreta del elemento precio, sino que más bien la entrega
se hace bajo el entendimiento que lo ha de restituir para la
recuperación del objeto vendido. Y esa es la razón práctica
del pacto de retroventa: el vendedor se desprende del bien
por la momentánea o circunstancial necesidad de dinero,
pero, luego debe gozar de los recursos pecuniarios para
recobrar la cosa, de suerte que el comprador no puede
impedir, por la fuerza resolutoria que tiene esa modalidad
negocial, la recuperación del bien” (Sentencia del 29 de enero
de 1985).
De lo dicho fluye entonces que tanto puede
presentarse la compraventa con pacto de retroventa como
negocio realmente querido por las partes, así ellas tengan
entendido que las mueve un fin diferente, como también
darse la presentación simulada de estos contratos para
esconder un mutuo con garantía. Pero lo cierto, y en esto
debe existir claridad, es que la venta con pacto de retroventa
“no puede, por sí sola, reflejar un negocio simulado, puesto
que éste se ofrece, tal como lo tiene estipulado la doctrina,
cuando se enderezan las voluntades, de manera distinta a lo
que en verdad quieren las partes, para hacer producir efectos
externos completamente apartados del propósito negocial”
(Sentencia mencionada).
e.
Del resumen del clausulado de la
escritura 4068 del 18 de diciembre de 1991 otorgada en la
JSB. Exp. 6238
29
Notaría Primera de Cali, se evidencia con claridad meridiana
no sólo, como antes ya se anticipó, que las partes estuviesen
movidas por la necesidad de dinero y la obtención de una
garantía, sino que, en efecto, el contrato realmente querido
fue el de mutuo con garantía, en vista de que pactos de
intereses, prórrogas en el contrato, retención de la posesión,
amén de otros hechos indicadores (como la conducta
procesal del demandado que persistentemente arguyó la
“realidad” de la compraventa y la “tradición” efectuada),
confluyen sólo a tener por celebrado estos contratos y no los
que aparentaron las partes.
f.
En el caso presente, (en donde las
partes, utilizando la compraventa con pacto de retroventa
excedieron -por utilizar un contrato diverso- el fin económico
que perseguían, cual es proporcionar una garantía al
acreedor-comprador), debe recalcarse que en él se altera
deliberadamente la verdad, pues a pesar de haber un
convenio realmente querido (mutuo con garantía), se lo
muestra de forma distinta, bajo el ropaje de una compraventa
con pacto de retroventa, en donde por lo demás, queda por
entero desdibujada la compraventa pues desaparece uno de
sus elementos esenciales, el precio, al ser la cantidad
acordada decididamente tratada y convertida en el objeto de
un contrato de mutuo. Y en donde tampoco hay entrega
material y más bien se patentiza una “retentio possessionis”,
no sólo porque la tenencia de la cosa continuaba en manos
del vendedor, sino porque éste debía pagar los impuestos
JSB. Exp. 6238
30
del inmueble. En definitiva, es lo cierto que en este caso
concreto, con evidencia manifiesta se llega a la conclusión de
que el negocio de estos autos es relativamente simulado.
Porque, los “efectos ordinarios” llamados a producirse en este
negocio, como la dación del precio y de la cosa, realmente no
se verificaron. Y tal aserto se patentiza con la crítica a los
equivocados argumentos del Tribunal, según pasa a verse:
g.
El Tribunal llega a la conclusión de que
se celebró un real contrato de compraventa con pacto de
retroventa. Son sus argumentos o fundamentos para llegar a
esa conclusión:
En primer lugar, que de la simple lectura del
contrato no se infieren los hechos alegados, sin que exista
en el expediente, fuera de la mera afirmación de la actora,
ninguna
referencia
al
respecto.
Pero
lo
que
fluye
diáfanamente, al punto de constituir éste un verdadero error
de hecho trascendente y evidente del Tribunal es que del
texto de la escritura, como lo demuestra el censor, se
evidencian pactos que pugnan con la naturaleza y esencia
del contrato de compraventa, que son incompatibles (para
usar la terminología de E. Betti) y, en virtud de los cuales
aflora la real intención de las partes. Así se concluye de la
reiterada referencia a intereses, elemento por completo ajeno
a un contrato de compraventa en que el vendedor, cuando
recibe el pago del precio, no tiene porqué reconocer el pago
de intereses sobre ese precio. Lo mismo debe decirse de los
JSB. Exp. 6238
31
préstamos adicionales que de manera voluntaria puede hacer
el comprador, préstamos que irían a sumarse al monto del
precio definitivo de la compraventa, y préstamos sobre los
cuales el vendedor, a pesar de ser parte del precio, debe
reconocer intereses a su cargo. En fin sólo hay que remitirse
al texto resumido que encabeza este punto de las
consideraciones de la Corte para hacer notar que lo que se
infiere del contrato contenido en la escritura pública 4068 es
lo contrario de lo que dedujo el Tribunal, esto es, que se
infiere la celebración de un mutuo y, por otra parte se deduce,
por incompatibilidad con este contrato, que no pudo
celebrarse una compraventa, inexistente por lo demás por
falta de un elemento de su esencia.
En segundo lugar, descarta el Tribunal que
el móvil de la simulación haya sido que el inmueble sirviera
de garantía real a la manera de una hipoteca, pues, dice,
“una garantía hipotecaria le haría más fácil eludir la deuda
quirografaria si en realidad la causa simulandi fuera burlar los
intereses de terceros acreedores, como Finca S.A., tal como
lo asevera el recurrente sin aportar al respecto ninguna
prueba”. Y aquí se olvida el Tribunal de las copias de los
oficios judiciales de embargo que, junto con las copias de los
títulos valores base de la demanda ejecutiva que instaurara
Finca S.A. contra la sociedad demandada, remitió el Juzgado
Once Civil del Circuito de Cali, que dan cuenta de la
apremiante situación de Avícola Villa María y del propósito de
engaño a terceros que se evidencia con aparentar la
JSB. Exp. 6238
32
celebración de una compraventa con pacto de retro y no un
mutuo con garantía.
En tercer lugar el Tribunal alude a que no
puede tener en cuenta los documentos aportados por los
peritos,
que
demuestran
que
la
sociedad
vendedora
continuaba en poder del inmueble, pero se olvidó que esa
situación quedó explícitamente plasmada en el texto de la
escritura, con lo cual tales documentos allegados por los
peritos para refrendar el avalúo que le daban al bien raíz (se
trata de una solicitud de crédito ante el Banco Cafetero, que
incluye como fecha marzo de 1992 -después de realizada la
venta- en donde figura como propietaria la sociedad
demandada) vienen simplemente a corroborar lo que ya las
partes habían plasmado en el texto del instrumento. Y por
eso debe añadirse que esta “retentio possessionis”, esos
pagos de impuestos y servicios domiciliarios que debía
asumir la vendedora, no encuadran de manera cabal en una
real compraventa con pacto de retroventa.
Pasa luego el Tribunal a analizar las
probanzas del demandado César Rodrigo Arcila: el pago real
de $25.000.000, la copia del contrato de arrendamiento que
éste celebrara con Luz Helena Gutiérrez de Villa como
arrendataria,
la
diligencia
de
restitución
posterior,
el
certificado catastral en que figura como propietario. Y de ellas
deduce la realidad de la venta.
JSB. Exp. 6238
33
Pero
todas
las
demás
probanzas
demuestran con suficiencia lo contrario; además y salvo por
razón de la pretensión de declaración de lesión enorme -que
en casación es indiferente toda vez que no es censurado este
punto de la sentencia-, no fue objeto de discusión el monto
del precio pues en sí mismo su cuantía es indiferente para la
determinación de si se está ante un mutuo o ante una
compraventa. Debe resaltar la Corte lo que el censor
denomina “actuación” del demandado, -cuando se refiere al
arrendamiento celebrado con la madre de las únicas socias
de la sociedad demandada, y el lanzamiento posterior-,
piezas probatorias del demandado Arcila tendientes a
acreditar su posesión sobre el inmueble, que todas ellas, de
manera
coincidente
y
sospechosa,
datan
de
fechas
concomitantes o posteriores a la iniciación de este proceso.
Todas estas situaciones, la última de la
cuales denota un conducta procesal de la parte de la que es
dable inferir (artículo 249 c.p.c.), junto con las otras pruebas,
el concierto simulatorio, el engaño a terceros y la deliberada
discrepancia entre lo declarado y lo querido, confluyen a
tener por establecida la simulación relativa, en el negocio
que pone de presente este proceso.
3.
Por las razones anteriores, prospera el
cargo. En consecuencia, como Tribunal de instancia, profiere
la Corte la SENTENCIA SUSTITUTIVA en la que sólo resta
indicar que la pretensión quinta de la demanda, atinente a
JSB. Exp. 6238
34
que el bien sea restituido a la sociedad demandada AVICOLA
VILLA MARIA LTA., no puede prosperar porque lo que
persigue la actora es que el derecho de propiedad sobre el
inmueble retorne a esa demandada a efectos de poder cobrar
coactivamente las deudas insolutas determinantes de este
proceso, sin que incida el hecho de que ella tenga o no la
tenencia material o la posesión del predio, aspectos ajenos a
la pretensión de simulación que un tercero ajeno al negocio
simulado incoe. Y en cuanto a las excepciones propuestas
por el demandado CESAR RODRIGO ARCILA (“falta de
interés jurídico en el demandante”, “falta de titularidad de la
acción por lesión enorme” “caducidad y prescripción” y “la
innominada”) la Corte se limita a adicionar a lo que en el
despacho del cargo se indicó, en cuanto a que no ve cómo
haya caducidad de la acción de simulación y que la
prescripción de esta acción es de veinte años, lapso que,
como es evidente, no corrió entre la fecha de la escritura
(1991) y la fecha del ejercicio de la acción (1992).
No obstante, debe resaltarse que develado
el acuerdo real -el contrato de mutuo con una garantía-, es
preciso analizar si esa garantía que recae sobre un inmueble
puede
por
sí
misma
subsistir,
de
cara
a
lo
que
perentoriamente indica el artículo 2422 del Código Civil, al
que remite el 2448, en el sentido de que no puede estipularse
que el acreedor tenga facultad de disponer del bien dado en
garantía o de apropiárselo por medios distintos de los que el
artículo 2422 prescribe y sin que valga ninguna estipulación,
JSB. Exp. 6238
35
medios que se refieren a que el acreedor prendario (e
hipotecario) tendrá derecho a pedir que la cosa dada en
prenda (o hipoteca) se venda en pública subasta para que
con el producto se pague; o que a falta de postura admisible
se le adjudique en pago, hasta concurrencia de su crédito.
Esa prohibición, que proviene desde la
época romana, llamada entonces pacto comisorio, ha tenido
franca acogida en las legislaciones de corriente occidental en
virtud de la protección que, a priori, brinda al deudor frente al
natural poder dominante del acreedor. Teme el legislador, en
palabras de Mazeaud, “que el constituyente, constreñido a
pedir prestado, se pliegue a las condiciones que se le
impongan” (Lecciones de Derecho Civil, Parte III, V. I, p. 115).
Por consiguiente, en la reseñada escritura
pública No. 4068 del 18 de diciembre de 1991 -que contiene
en realidad un contrato de mutuo y una garantía que consiste
precisamente en la transferencia provisional y luego definitiva
del bien raíz -, al estipularse (cláusulas 7ª y 8ª) que el
mutuante se quede definitivamente con la propiedad del bien
si el deudor no paga el monto prestado o sus intereses, se
infringió la norma de orden público contenida en los artículos
2422 y 2448 del Código Civil, por lo que resulta imperioso
que la Corte declare, como tribunal de instancia y de oficio, la
nulidad absoluta por objeto ilícito de la garantía así
estipulada. Para recalcar la conclusión, son pertinente estas
palabras de los autores últimamente citados: “Desde tiempos
JSB. Exp. 6238
36
de Constantino los usureros han tratado de eludir la
prohibición del pacto comisorio: El procedimiento más
habitualmente utilizado consiste en la venta con pacto de
retro o venta con facultad de volver a comprar el vendedor…
El contrato de venta con pacto de retro es válido; pero le
pertenece a los tribunales desenmascarar el fraude”. Y luego
de preguntarse si es inválido todo el contrato de garantía o
sólo la cláusula, concluyen, con la jurisprudencia francesa:
“sin duda ha estimado que el disfraz probaba por sí solo que
el pacto prohibido había sido la causa determinante de la
operación (ib. p. 115-116).
DECISION
En armonía con lo expuesto, la Corte
Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil y Agraria,
administrando justicia en nombre de la República
y por
autoridad de la ley, C A S A la sentencia de 3 de julio de
1996 del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Cali, Sala
Civil, dentro del proceso ordinario por ella promovido contra la
sociedad
AVICOLA
VILLA
MARIA
LTDA.
y
CESAR
RODRIGO ARCILA y en su lugar profiere la siguiente
SENTENCIA SUSTITUTIVA:
PRIMERO: REVOCASE el numeral primero de la
sentencia de primera instancia proferida en este proceso por
el Juzgado Cuarto Civil del Circuito de Cali, el 30 de
noviembre de 1995.
JSB. Exp. 6238
37
SEGUNDO: En su lugar, DECLARASE que es
relativamente simulada la compraventa con pacto de
retroventa que la sociedad Avícola Villa María Ltda hizo al
señor Cesar Rodrigo Arcila, mediante la escritura pública No.
4068 del 18 de diciembre de 1.991, de la Notaría 1ª
del
Círculo de Cali, registrada el 19 de diciembre de 1.991, en el
folio de matrícula inmobiliaria No. 373-0004773 de la Oficina
de Registro de Instrumentos Públicos de Guadalajara de
Buga, mediante la cual dicha sociedad enajenó a título de
compraventa, al señor Cesar Rodrigo Arcila, el inmueble
determinado por su ubicación, cabida, conformación y
linderos, en el hecho 3º de la demanda.
TERCERO:
realmente
constituyó
un
En
mutuo
consecuencia,
el
negocio
como
develado,
acompañado de una garantía sobre el inmueble que incluyó
la tradición del bien, de oficio, se declara la nulidad absoluta
por objeto ilícito de la aludida garantía, y por ende de la
tradición, por contrariar lo dispuesto en los artículos 2422 y
2448 del Código Civil.
CUARTO: Tómese nota de esta decisión al
margen de la susodicha escritura 4068 del 18 de diciembre
de 1991 de la Notaría 1ª del Círculo de Cali y ofíciese en el
mismo sentido a la Oficina de Registro de Instrumentos
Públicos de Guadalajara de Buga para que efectúe las
anotaciones pertinentes en el folio de matrícula del inmueble.
JSB. Exp. 6238
38
QUINTO:
Cancélense
las
transferencias
de
propiedad, gravámenes y limitaciones al dominio efectuados
después de la inscripción de la demanda. Cancélese la
inscripción de la demanda de este proceso en el folio de
matrícula correspondiente al inmueble.
SEXTO: No se ordena la restitución del inmueble
a la demandada sociedad AVICOLA VILLA MARIA LTDA.
SEPTIMO:
DECLARANSE
no
probadas
las
excepciones propuestas por la defensa.
OCTAVO: Costas de Primera y Segunda instancia
a cargo de los demandados. Sin costas en el recurso de
Casación.
NOTIFIQUESE Y DEVUELVASE AL TRIBUNAL DE
ORIGEN
SILVIO FERNANDO TREJOS BUENO
JSB. Exp. 6238
39
MANUEL ARDILA VELASQUEZ
NICOLAS BECHARA SIMANCAS
JORGE ANTONIO CASTILLO RUGELES
CARLOS IGNACIO JARAMILLO JARAMILLO
JOSE FERNANDO RAMIREZ GOMEZ
JORGE SANTOS BALLESTEROS
JSB. Exp. 6238
40
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