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AUTORES VARIOS
Quimera
de las palabras
Colección TAHUANDO Nº 201-202
Ibarra, 2015
Casa de la Cultura Ecuatoriana “Benjamín Carrión”
Núcleo de Imbabura
Luis Fernando Revelo C.
PRESIDENTE
QUIMERA DE LAS PALABRAS
© Autores Varios
Colección: “TAHUANDO” Nº 201-202
Portada: Muestra Colectiva de la Unidad Educativa Los Arrayanes 2014.
Sala Rafael Troya de la CCE.
Ilustraciónes: Google
Diseño: Julio Flores Ruiz
1ª edición 2015
Impresión Studio21
Quito-Ecuador
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Colección TAHUANDO Nº 201-202
Contenido
Introducción ..................................................................................................................................................
5
Volar ..........................................................................................................................................................................
7
Mi viaje a Don Pablo ........................................................................................................................
17
Emma .......................................................................................................................................................................
24
El amor no siempre es suficiente ...................................................................................
25
La mentira..........................................................................................................................................................
29
No todo tiene un final feliz .....................................................................................................
41
El significado de libertad ............................................................................................................
45
Las flores frescas del páramo ...............................................................................................
52
El amor nunca se acaba ................................................................................................................
57
Ser feliz no cuesta nada .................................................................................................................
63
Y fue aquel beso .......................................................................................................................................
66
Una historia más de la vida real .......................................................................................
75
Páginas de la vida ...................................................................................................................................
79
El fuerte de Felipe .................................................................................................................................
81
Si los elefantes lo supieran.........................................................................................................
86
No es otro cuento de princesas ........................................................................................
92
Colección TAHUANDO Nº 201-202
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Introducción
uestros años juveniles han ido recogiendo a través de la palabra, todo
un cúmulo de ilusiones, sentimientos y recuerdos que al plasmar en un
libro de cuentos, pretenden seguir las huellas de grandes hombres y
mujeres del país, cuyos nombres son un ejemplo de virtud, arte y complacencia
literaria.
En cada renglón, nuestro pensamiento no encuentra límite para dar rienda
suelta a la imaginación, a lo que anhela el alma, la mente y el corazón. Cada
historia recobra vida en la pluma y talento de quienes conformamos el Tercer
Año de Bachillerato de la Unidad Educativa “Los Arrayanes” de la ciudad de
Ibarra. Hace un año nos propusimos diseñar este trabajo artístico y
encontramos eco para desarrollarlo, mediante la perseverante lectura de obras
ecuatorianas.
Hemos de expresar nuestro profundo agradecimiento a la Casa de la Cultura
Ecuatoriana, Núcleo de Imbabura, por hacer realidad la publicación de
“Quimera de las Palabras”, por abrir sus puertas a la juventud que anhela
contribuir con su aporte literario, a la cultura, ciencia, arte e identidad nacional;
en consecuencia, ponemos a disposición de la ciudadanía de este bello rincón
de la patria y del Ecuador, un libro lleno de colorido, estilo, utopía y
sentimiento.
Cuando instituciones de gran trascendencia cultural extienden su mano
amiga a la niñez y juventud, jamás sucumbirá el verso, la prosa, el encanto, ni el
aroma exquisito de las letras, pues con ellas, dejamos escapar lo que lleva el
pensamiento.
“Quimera de las Palabras” nace cuando sentimos dentro de nosotros, la llama
ardiente y la admiración por aquellos baluartes de nuestra Literatura, por el
amor que modela a la humanidad, por la esperanza de un mundo mejor, por la
fe y la sólida convicción, de que los jóvenes seremos ayer, mañana y siempre:
N
“Grandes en la acción y en el sentimiento”
Colección TAHUANDO Nº 201-202
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AUTORES VARIOS
Volar
Doménica Alarcón
ariposas. Cientos de ellas, volando a mí alrededor mientras yo admiraba sus
brillantes y frágiles alitas, tan transparentes que lograba ver sus venas, al reflejo
de la luz, desprendían un reflejo tornasol que llegaba como chispas a mis ojos,
eran tan delicadas que creía que si tan solo suspiraba por su hermosura, ellas se
desintegrarían y formarían parte del resto del polvo en la habitación. Algo que me perturbó
fue el hecho de que no había puerta y mientras observaba a las mariposas planeaba como
saldría de ahí, pero ellas eran hipnotizantes, fantásticas. Al fondo del cuarto hay un espejo,
nunca había visto uno parecido, su marco grueso y opaco le daba un toque lúgubre, los
años lo empolvaron y oxidaron.
Mientras caminaba hacia él, pude observar a través de ese esplendor de luz, como las
partículas de polvo flotaban sin rumbo alguno. Esa luz me intrigaba y traté de tocarla pero
solo llegué a conseguir un rastro de calor; regresé a ver esa luz, esperaba que surgiera de
una ventana, pero solo veía su brillo tan intenso que me obligó a entrecerrar los ojos, como
lo haces cuando miras fijamente al sol, y casi perdí la noción de mi alrededor. Regresé mis
ojos hacia el espejo al ya no poder aguantar ese brillo; cuando logro enfocar mi vista y
visualizar algo, veo a una niña que era muy familiar, me acerco lentamente al espejo y logro
reconocer, era yo, pero tan pequeña y menuda, es una imagen mía de cuando tenía 7 años;
llevaba el hermoso y suave vestido lila con el que mi mamá me vestía para dormir, tenía
unos detalles tan delicados que con el roce de un dedo me daba un cosquilleo interno, mi
cabello parecía una zarza en llamas, los rizos eran grandes y sedosos, mi rostro pálido, con
unos enormes ojos cafés que en realidad eran muy grandes para mi cara.
De repente, una por una las mariposas se fueron posando sobre mí, fueron tantas que
pensé que podrían elevarme a volar con ellas; un celestial aroma paso por mi nariz cuando
una de ellas voló alrededor de mi cara, era una mezcla entre jazmines, fresas y el océano,
que me recordaron a lo que alguna vez fue mi hogar. Una extraña sensación me insitó a
atrapar una de las mariposas, vi como sus alas se retorcían entre mis pequeños dedos,
observé sus ojos que tenían tonalidades de arcoíris dependiendo a qué lado de la luz los
pusiera, y ese aroma apareció otra vez, inconsciente me la metí en la boca, llevada por el
deseo de sentir ese aroma en mi lengua, lo hice, sentí como se retorcía, un inmenso asco
apareció, quise escupirla porque pensé que su sabor seria desagradable. Una vez que yacía
en mi boca sentí que poco a poco se derretía en mi lengua, experimenté uno de los
momentos más gloriosos en mi vida, nunca pensé que podría saborear algo tan delicioso.
M
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QUIMERA DE LAS PALABRAS
Un segundo después me vi corriendo detrás de ellas sin cesar y metiéndolas en mi boca
como si mi vida dependiera de ello.
Cuando quedé satisfecha, me recosté en el sucio piso, de un momento a otro una
sensación cálida y electrizante fue recorriendo todo mi cuerpo, seguido por un
sentimiento tan profundo y confortante que se manifestó con una felicidad incontrolable,
fue continuo e intenso, estaba situado en mi estómago, era como si las maripositas nunca
se hubieran derretido y hubieran empezado a volar en mi vientre, dejándome un
cosquilleo que me fascinó. A lo lejos oí mi nombre como un susurro:–¡Mia! ¡Mia!– corrí
detrás de ese murmullo por un túnel oscuro, hasta que llegué al final con una luz
abrasadora que me llevó a la realidad, traté arduamente de regresar a esa habitación, pero
mi cerebro no lo permitió, me acurruque mientras pude, fue inevitable, la realidad me
absorbió hacia ella.
La luz era tan intensa, revelada a través de las cortinas, cortesía de mi tía que llegó a mi
lado y me observó con expectativa, tal vez por mi cara de desagrado por haberme
despertado de un sueño perfecto. Su mirada era pasiva, cuando la tenía clavaba no podía
esconder nada y a la vez, ya lo sabía todo sin antes haber preguntado. No era la típica tía
que te consentía, ella era especial, sus historias conformaban gran parte de lo que era en
realidad, te impregnaba tanto de ellas, que te sentías como si hubieras estado allí
experimentando todo, su especialidad era descifrar sueños, ya que había estudiado
psicología, yo creía que tendría todas las respuestas, como aquella vez que le conté que
soñé que me encontraba en un bosque, que estaba sobre una bicicleta y de la nada
aparecieron más bicicletas pero estas no tenían un conductor y ella muy calmada me
explicó que cuando soñé eso, significó que debía buscar un equilibrio en mi vida para
alcanzar todos mis objetivos; desde ese día, medito acerca de todas las decisiones que
tomo sin importar que tan insignificantes sean y me pregunto si eso afectara el equilibrio
de mí.
Cuando se retiró de mi cuarto, no sin antes avisarme que el desayuno estaba listo; me
sentía rara, era tal vez porque mi estómago extrañaba esa sensación cálida que las
mariposas dejaron, nunca lo había sentido, en ese momento recordé mi imagen como
infante y un miedo me invadió, qué tal si en realidad lo que el sueño significaba, era que
me comportaba como una niña o que no quería crecer más; pensándolo bien no quisiera
envejecer, esta vida es emocionante y cuando creces empiezas a olvidar quién eres justo
cuando lo encontraste. No quiero ser ese tipo de persona que es absorbida totalmente por
el trabajo, pareja o hijos. Me levanté de golpe y corrí al espejo que estaba colgado del
armario a mi izquierda, observé que mis pies eran pequeños al igual que todo mi cuerpo,
siempre quise ser más alta, pero qué más da; mi cara estaba opaca y cansada, parecía que
había recibido un golpe de mi propia almohada, esas ojeras jamás desaparecerán, malditos
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Colección TAHUANDO Nº 201-202
AUTORES VARIOS
genes; mire mi torso y con mi mano toque mi vientre, obligando a mi cerebro y estómago
a recordar esa sensación, después de un rato me di cuenta que no funcionó y baje a
desayunar como cualquier otro día.
Esa misma tarde, mi madre me fue a retirar de casa de la tía, pasé una semana
interesante, que consistió básicamente en dormir, ver TV, ver la lluvia por la ventana y
jugar con mi cabello; pero a mi madre no le conformaba del todo la idea, porque piensa
que si paso mucho tiempo con ella sus locuras psiquiátricas se me pegarán.
Esa noche pasó algo que no creí posible, el sueño de la mariposa se repitió, y ese
sentimiento tan reconfortante y maravilloso volvió a mí, pero se intensificó cuando, del
otro lado de ese antiguo cuarto apareció una puerta y se abrió, mostrándome una
oscuridad intensa en comparación con la de la luz de esa “ventana”, por un momento
pensé que volvería al túnel que me llevó a la realidad, así que decidí quedarme lo más
alejada de esa puerta. Poco a poco una silueta irreconocible se acercaba al marco de la
puerta y yo empecé a desesperarme y el hecho de que esa puerta era mi única salida del
sueño me carcomía por dentro el miedo, de pronto esa silueta se encontró a un lado del
marco del espejo, del miedo no pude verlo, solo sentí que me iba a tocar, pero justo en el
momento que su “mano” se acercaba a mí y tal vez hacer que me dé un ataque, mi teléfono
sonó; mi mejor amiga Blake me advertía que tenía que ser muy silenciosa al salir por mi
ventana ya que tenía algo que contarme. Al oír que era ella respiré al fin; cuando salí de la
casa fui lo más cautelosa posible, pero sentía que alguien me observaba, aunque creo que
fue por ese tonto sueño, que me volví un poco paranoica.
El resto de la noche me contó lo loco que es ir a una feria como en las películas, en la que
conoció a una chica extravagante que le enseñó a colarse en los juegos y robarse los
premios; yo solo reía y escuchaba atenta porque, conociéndola, nunca se hubiera atrevido
a probar ninguno de esos tips, y pensándolo bien, yo tampoco.
Al día siguiente desperté en su sillón por culpa de su torpe perro, ya que empezó a
ladrarme al no reconocerme, tuve que saltar lo más rápido posible del borde de su ventana
hacia la mía, cuando caí en la alfombra de mi cuarto solo observé que mi mamá me estaba
esperando en mi cama con cara de enojo, no me creyó que me quedé sola en la casa de
Blake, y dijo que nos habíamos escapado para ver a unos amigos e ir a tomar en un lugar
apartado, según ella esa es la única razón “buena” por la cual irse. De castigo me obligó a
acompañarla el resto del día al hospital, ella era psiquiatra al igual que mi tía, y era muy raro
que se refiriera a ella como maniaca ya que ella trataba con el mismo tipo de gente.
Ese lugar ya era muy común para mí, muchos lo llamarían “manicomio”, pero para mí
era su simple lugar de trabajo donde estaba su oficina; lo único que me entretenía cada vez
que pisaba ese lugar era visitar a Lucas, un chico menor 2 años a mí que sufría de
esquizofrenia y me contaba todo lo que veía; me dijo que siempre ve a un camaleón
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gigante que se camuflaba cuando venía una enfermera y que de repente se las comía como
una mosca. Yo pensaba cómo sería tener una de esas enfermedades en la que no sabes en
que creer y si puedes o no confiar en los demás ó peor aún en ti mismo. Yo solo lo
observaba, porque era simplemente tierno y sobre todo abandonado, pues su familia era
muy privilegiada y esto había sido una vergüenza para ellos. Creo que son unos ignorantes
sin sentimientos, porque a pesar de ser como son, es tu familia, y peor, si es tu hijo, creo
que su familia no merece tener a alguien tan especial, él es mucho para ellos y nunca lo
sabrán; su espíritu era de un chiquillo desprotegido, pero muy curioso, sus ganas por
descubrir más sobre el mundo eran emocionantes; después yo lo ayudaba a dibujar todo
lo que me contaba, terminaban siendo cuadros muy psicodélicos, sin ningún sentido
común, pero él era excelente en ello y era lo que más me dolía porque él nunca podría
exponer sus trabajos, puesto que ni siquiera puede salir del hospital.
La tarde terminó y mi madre me llamó para marcharnos, el atardecer era hermoso, lo
observaba mientras Lucas hacía un retrato de una enfermera con cara de perro, él así las
llamaba, con un abrazo le dije adiós y fui directamente hasta el despacho de mi mama. Abrí
sin ningún cuidado la puerta y me encontré con que tenía un paciente de último
momento, con mucho disimulo trate de salir del consultorio, pero justo antes de que
lograra encajar la puerta, un mensaje sonó en mi teléfono, llamando la atención de ambos,
mi mamá dejó que ingrese. La persona con la que estaba, no regresó su mirada; no lograba
visualizar su rostro, pero por su estilo y voz resultaba joven. De lo que escuché estaba
sufriendo una depresión de segundo nivel, con inclinaciones suicidas tras el asesinato de
su hermana, su voz sonaba distante y forzada. De repente dejó de hablar, oí como tragaba
saliva y su garganta producía el sonido como de un nudo bajando por su cuello, al mismo
tiempo que respiraba mucho, como si tratara de anular su dolor, se dio vuelta para
esconder sus lágrimas, pero en ese trayecto se topó con mi mirada poco discreta, vi su
rostro, sus ojos tenían un gris profundo que estaba rodeado de un rojo mostrándome falta
de sueño y que contuvo algunas lágrimas en su relato. Tenía una tez blanca y cabello
oscuro entre castaño y negro, su nariz era recta y tenía unos labios muy bonitos, me sentí
avergonzada por interrumpir de esa manera, pero no era mi intención. Seguido a mi
molesta entrada, él solo se volvió y quedó en silencio. Yo salí del cuarto y preferí sentarme
en los sillones de espera, tratando de olvidar el sueño de esa noche. Terminada la sesión el
salió a la dirección contraria a la que estaba, pero se notaba su nueva calma. De camino a
casa pensé en él, su rostro me proyectaba una sensación conocida, que me afligía pero
calmaba a la vez, puede sonar raro, pero sentía que lo conocía de hacía mucho tiempo
aunque sé que solo lo vi en el consultorio de mi mamá por 45 segundos, era como si faltara
algo para que sea totalmente reconocible. Le pregunté disimuladamente a mi mamá
acerca de la depresión, ella rápidamente captó que me refería al chico del último
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AUTORES VARIOS
momento, me comentó que su hermana había fallecido tres meses atrás porque unos tipos
la asesinaron al querer robar su auto, él estaba presente, vio como la arrastraban fuera del
vehículo y le disparaban 5 veces, mientras que a él lo tenía contra el suelo para que no
hiciera ningún movimiento. Él no pudo reaccionar a pesar de que sabía que iban a lastimar
a alguien que amaba, y eso es lo que lo afectó más, se siente tan cobarde y la culpa lo está
comiendo lentamente; que no le creyeran y acusaran de la muerte y desaparición de su
hermana convirtiéndolo en el sospecho número uno fue la gota que derramó el vaso, y lo
llevó a una depresión crítica y casi a cometer su propia muerte. Suponiendo en que me
interesó el muchacho, mi mamá de manera muy cómplice me dijo que se llama Aarón y
que tenía 22 años, que tuviera mucho cuidado.
Pasó una semana desde que lo vi por primera vez, el resto de días acompañé a mi madre
al hospital, la razón principal era hablar más con Lucas, pues su doctor me dijo que le hacía
bien y su comportamiento mejoraba al tener alguien físico que lo apreciara y no solo su
mente que lo confundía y traicionaba, yo formaba parte de su terapia, me hacía sentir
importante por un momento. Al acabar nuestra “terapia” con Lucas, iba de camino al
consultorio de mi mamá, cuando logré divisar una melena negra y alborotada caminando
hacia la salida, no sé lo que estaba pensando pero de un segundo al otro me encontraba
atrás suyo, tocando su hombro para que se detuviera, al darse vuelta me quede paralizada
al no saber qué decir, él solo me observaba con curiosidad, como si yo le podría decir algo
que le alegrara el día tal vez; lo único que salió de mis labios fue un inapropiado
comentario: “Sé que tu depresión es por tu hermana”, justo en la mitad del camino al
pronunciar eso me di cuenta de que fui grosera y entrometida, después de eso el solo
contesto: “¿Disculpa?”, lo único que me quedaba por hacer en ese momento de
desesperación fue disculparme y aclarar con una mentirilla que lo único que quería era
entrevistarlo para un proyecto que tenía, creo que no me creyó del todo pero aun después
de lo imprudente que fui, aceptó.
Comencé preguntándole como se llamaba y que edad tenia, cosa que yo claramente
sabia, seguido de su diagnóstico y lo que provocó eso, el abiertamente me comunicó todo
pero sin expresión alguna, como si se lo estuviera repitiendo a cualquier doctor o a sus
padres, de repente me preguntó si podía confiar en mí, yo solo asentí y comenzó a
contarme lo que en realidad había pasado con su hermana. La verdad me intrigaba más
que nada pero me atemorizaba al mismo tiempo, que tal si me confesara que el mismo la
mató pero lo encubrió.
La realidad fue que ese mismo día ellos estaban de camino al bosque donde había una
cabaña en la que ellos amaban pasar el tiempo ya que en ese lugar encontraban siempre
algo escrito en las paredes, ellos creían que eran personas como ellos que hacían eso para
asustar a los demás, pero un día como cualquier otro pasaron toda la noche solos,
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acompañados de micrófonos especiales y videocámara para la oscuridad específicamente
preparada para su cacería, querían probar que el mito de que ese bosque y precisamente
en esa cabaña había espíritus por causa de muchos ritos satánicos y partidas de ouija , pero
aconteció que a la 1:17am, una de las puertas empezó a abrirse y cerrarse y de repente su
hermana empezó a ser arrastrada del cabello hasta el sótano de la cabaña, él la sostenía del
pie pero solo lograba que los arrastraran a ambos, de un solo jalón le arrebataron a su
hermana de sus manos y vio cómo se retorcía en el piso, le empezaba a sangrar la nariz y
los ojos, él quería acercarse pero algo le impedía hacerlo, lo dejaba pegado a la pared y
después de solo gritar, de auxilio y dolor, observó duramente como la cabeza se le movía
para atrás y sonó algo tan crudo, todo quedó en silencio y solo se podía oír la fuerte y
entrecortada respiración de Aaron que se sintió liberado y corrió hasta el inerte cuerpo de
su hermana; una corriente fría pasaba por mi espina dorsal, también me dijo que lo del
accidente tuvo que provocarlo para que no sospecharan nada y también declaro que esos
“ladrones” se la habían llevado consigo, pero lo que en verdad pasó fue que él la tuvo que
enterrar en el bosque, las cintas de la videocámara las quemó y nunca más pisó ese
perímetro. Lamentablemente los detectives no le creyeron del todo por la desaparición del
cuerpo y lo culparon llevándolo a enloquecer, dijo también que su familia lo había llevado
para que los médicos prueben que era un problema psicológico y no lo llevaran a la cárcel.
Yo no sabía si creer que solo tenía depresión o también demencia, aunque él lo juraba
rotundamente, creo que sabía que no le creí, entonces me dijo que tenía pruebas en su
celular pero de situaciones similares que había sacado de internet, me las enseñó y
espantada le dije que si le creía y que nunca dudaría más de él.
Esa noche otras vez soñé con las mariposas, la puerta y la oscuridad intensa, de un salto
me desperté, porque esta vez ya no fue el bello sueño del que no quería separarme sino se
convirtió en una pesadilla, observé a mi alrededor por un momento y al tranquilizarme
volví a dormir, durante un mes fui todos los días, en los cuales 3 días a la semana Aarón iba
a su terapia y después conversaba conmigo por horas, me di cuenta de lo gracioso y
maduro que es, detrás de toda esa amargura se escondía un ser humano hermoso por
dentro y fuera, yo simplemente no podía evitar contemplarlo, creo que ya éramos amigos.
En realidad no sabía que sentir, porque su vida era tan complicada, y yo no quería causarle
futuros problemas o molestias, claro, si algo sucedía entre nosotros, pero fue inevitable, y
al pasar el tiempo me di cuenta de que si me gustaba.
Una tarde mi mamá me puso a ordenar todos los closets de la casa en la cual había una
pila de cajas de cuando yo era pequeña y todos los libros de psicología de la historia.
Cuando estaba ordenando una de ellas, encontré una foto en la que estaba jugando a
vender limones con un niño, él tenía cabello oscuro y ojos grises muy alegres, después de
haberlo examinado todo me di cuenta que era Aaron, él fue mi vecino hace muchos años
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y hasta hace poco tiempo que mi mente ocultó ese recuerdo, en ese momento fui donde
mi mamá a averiguar más acerca de la foto, me contó que ellos vivieron un año y medio en
la casa de alado nuestro pero que se mudaron cuando su madre enfermó de cáncer, y que
él tenía 3 años más, o sea yo tenía 4 y él tenía 7, y mi madre también me explico que yo lo
adoraba y que era mi amor platónico porque nunca dejaba de hablar de él y todas las cosas
que hacía. ¿Por qué nunca me lo dijo? Pero una mejor pregunta ¿Cómo no me acuerdo de
él? Es como si nunca hubiera existido y aunque trato no lo recuerdo a ese niño. Al día
siguiente, como era sábado fui con mi madre en la mañana y encontré a Aaron ahí mismo
pero hablando con Lucas, algo que me pareció muy extraño, ¿de dónde se conocen?, el
momento en el que apareció en el consultorio de mi mamá lo saludé y aproveché que mi
madre estaba buscando su expediente para yo susurrarle: “Tu sabías que éramos vecinos
de pequeños por eso confiaste en mi”, el solo dio la idea de una sonrisa y prestó atención
a lo que mi mamá le decía, yo desaparecí escurridizamente por la puerta y fui velozmente
a ver a Lucas, apenas llegue le pregunté por qué conocía a Aaron y me dijo que recién lo
conocía pero se acercó para averiguar más de mí. Estaba sorprendida, pensé que solo yo
tenía interés en él pero resultó de ambos lados, me sentí muy alagada. Al salir de la sesión
Aaron fue directamente a donde Lucas y yo estábamos, ese rato Lucas desapareció no sé
cómo y Aaron me dijo: “Si quieres que te explique porque lo sabía y no te lo dije, tendrás
que aceptarme un helado primero”, dudé un momento en aceptar, pero no quería que
creyera que es una cita y peor que me gusta, le dejé en claro de que no es una cita y acepté
agradecida. Salimos del hospital y fuimos en su auto a una hermosa heladería en la que
hablamos por horas como siempre y en la que finalmente me reveló que me reconoció en
el instante en el que vio mi pálida cara, también me contó que su madre se curó totalmente
del cáncer, pero que la pérdida de su hermana la había destrozado más que la enfermedad,
en ese instante le dije: “Quiero ayudarte”, sus ojos brillaron y me pregunto si estaba segura,
yo solo asentí y él dijo –Mañana es luna llena, podremos ir y quedarnos toda la noche, lo
he tenido planeado desde hace dos semanas y tener alguien conmigo aligerará las cosas,
además confío en ti, tengo un péndulo y una grabadora, solo tenemos que encender las
cámaras e incendiar el péndulo cuando sea la hora, lo investigué en internet, después
tenemos que recitar una frase las veces que podamos y luego le consumirá el fuego
totalmente, algo que lo hará visible por unos minutos, los suficientes para que tenga mis
pruebas–.
Cuando ya era la noche del martes, Aaron me recogió en mi casa, le mentí a mi madre
diciendo que iría a dormir donde Blake para acampar con su hermano el miércoles por la
mañana; estuvo conduciendo por 45 minutos para llegar a la antigua cabaña, ya entiendo
por qué les gustaba frecuentar ese sitio, era muy tétrico y viejo, pero sobre todo apartado.
Hacía mucho frio debido a que era finales de Agosto y el otoño se acercaba; mis manos
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temblaban mientras él sacaba del balde de su camioneta las videocámaras y todo lo demás
para atrapar a lo que sea que nos vayamos a enfrentar. Cuando entramos a esa casucha
había mucho polvo y era como si alguien hubiera irrumpido en ella y la hubiera quemado,
lo que la volvía espantosa. Subimos cautelosamente las escaleras, me explicó que iba a
poner las cámaras en todas las habitaciones, y sobre todo en el sótano ya que era donde
todo ocurría, yo solo lo seguía, no me quería quedar sola en ningún rincón de esa casa, al
entrar a uno de los cuartos vi que estaba quemado y solo quedaban restos de muebles y un
espejo todo corroído, que extrañamente me recordaba al lugar de mis sueños o mejor
dicho pesadillas, tras poner en todos los cuartos las cámaras bajamos finalmente al sótano
y me dijo que ese fue el lugar en donde su hermana murió, yo en verdad no sabía cómo
sentirme, el ambiente era muy pesado causando un gran nudo en mi estómago, mi cuerpo
temblaba vigorosamente, mi corazón palpitaba en un momento rápido y después suave
como si no quisiera que nadie nos escuchara, salía vapor entrecortado de mi boca por el
frío y los tiroteos que no podía controlar. Sentía que iba a perder el control, el solo hecho
de que ese lugar se pareciera a mi pesadilla me estaba enloqueciendo, yo solo quería irme.
Habían pasado 2 horas y todavía no pasaba nada, lo sabíamos porque monitoreábamos sus
cámaras a través de su laptop, en ese momento solo se me ocurrió contarle mi sueño y que
me sentía muy mal ahí y no lo podía soportar más, el solo me miró muy asustado y me
abrazó, después me dijo que no quería que me pasara lo mismo que a su hermana y me
sujeto más fuerte, al separarnos, en sus hermosos ojos grises solo podía ver pánico. De
repente perdió la cabeza y se empezó a desesperar, gritando con mucha ira hacia todos
lados, vociferando en contra de lo que sea que habitaba ahí y más aún por su cobardía,
lanzó lo que encontraba, contra el piso y las paredes, yo era perpleja ante su reacción y solo
lo sujeté de los hombros y lo obligue a que viera mis ojos, en ese momento Aaron comenzó
a llorar y entre balbuceos me dijo: “¡Es solo que no quiero perder otra vez a alguien que
quiero por esa maldita cosa, que me ha arruinado la vida!”, me quede paralizada
analizando sus palabras, dijo que me quería, lo único que salió de mis labios fue un “Yo
también te quiero” que lo tranquilizó totalmente y en ese mismísimo momento junto sus
labios con los míos, algo que pensé, nunca podría suceder, fue mágico pero podía sentir su
dolor y anhelo muy claro, nos separamos por el ruido de una ventana rompiéndose,
regresamos rápidamente a la laptop y observamos que una de nuestras cámaras ya no
funcionaban, nos quedamos observando y vimos que de la nada las cámaras eran lanzadas
por las ventanas una por una dejándonos aterrados y con incertidumbre de su próximo
movimiento, yo solo oía los latidos de mi corazón, que iban veloces, mi respiración se
entrecortaba mientras escuchaba unos pasos de como se acercaba lentamente por las
escaleras del ático, el pánico empezó a apoderarse de mí, dejando mi boca seca y mis
manos acalambradas, no podía moverme, Aaron solo me sujetó cerca suyo y de lo que oí
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en su pecho, él se sentía de la misma manera. En un momento no oímos los pasos, nos
fuimos moviendo lentamente hacia atrás arrinconándonos en una esquina de la
habitación, pasaron algunos minutos y todo seguía en silencio, en ese momento Aaron
sacó el péndulo y este se movió furiosamente, el solo lo lanzó al suelo y yo aproveché, le
prendí fuego, poco a poco las paredes de cal, cemento y metal se desprendían hacia el
fuego como si fuera un imán, de pronto el fuego se extinguió, corrí a donde Aaron estaba
pero choqué contra algo como una especie de pared. Aaron estaba en el piso inmóvil, pero
al ver que yo estaba atrapa en una especie de caja de cristal, él no dudó en ir por mí, sé que
él no quiere seguir siendo un cobarde. Cuando intentó coger mi mano, a él le pasó lo
mismo, esa pared transparente nos separaba, él gritaba mi nombre, golpeaba y empujaba
con fuerza contra ese muro, yo hacía lo mismo, con lágrimas en mis ojos traté de gritar con
todas mis fuerzas por ayuda. En ese mismo instante, sentí que me agarraban del cabello
como casi se desgarraba una parte de mi cuero cabelludo, seguido a eso fue un tremendo
golpe contra el piso que me dejo mareada y solo veía como corría sangre de mi frente, yo
traté de arrastrarme hasta el límite de ese muro, pero me cogió el tobillo y me jalaba, yo
clave mis uñas contra el piso y eso hizo que rasguñara mis piernas hasta sangrar, después
me elevó en el aire y desde ahí pude observar como Aaron lloraba y gritaba. De lo
entumecida que estaba mi cara, no podría saber si yo también lloraba o no, solo sentí que
me choqué con el frío piso otra vez, pero ahora si me quedé inconsciente. Lo que más me
duele es que él haya visto todo y en especial repetir el mismo escenario de su hermana,
lentamente mi cuello fue torcido hasta que deje de respirar a causa de un gran estruendo
de mi columna rompiéndose, en ese momento él solo veía mi rostro como el de su
hermana y sintió morir en vida por segunda vez.
Una luz muy intensa, se filtraba en mis ojos, mi cabeza no paraba de dar vueltas y me
dolía horriblemente, mi boca estaba seca y mis labios partidos, sentía como si hubieran
golpeado cada milímetro de mi cuerpo, tenía mucha hambre y estaba muy cansada, mi
vista se enfocó y me concentré en los ojos de Aaron. ¡No puede ser! ¿Qué hace él aquí?
¿Acaso él también murió?, ¡Dios Mío! Él también está muerto. Pero él también esta
vestido de blanco, ¿estamos muertos y fuimos al paraíso quizás?, aunque no creo que
hayamos entrado en él, tal vez es solo un mundo paralelo. Quería correr hacia él y abrazarlo
pero algo sujetaba mis manos y no me lo permitía, mi mirada fue directamente a mis
muñecas que estaban junto con mis pies pegados a través de esposas de cuero a la cama en
la que me hallaba, podía apreciar mis huesos, sobresaliendo de la bata y los oscuros
morados que tenía en mis extremidades, empecé a gritar desesperada por mi falta de
movilidad, solo oía a Aaron decirle a otras personas de blanco que fueran a ver una cosa
que no entendí, yo solo forcejeaba con todas mis fuerzas, pero era inútil. Rápidamente una
mujer llego a mi lado e inyectó un líquido transparente en la vena de mi mano, mientras
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otra me empujaba al espaldar de la cama, un minuto después, me encontraba relajada
mirando fijamente al techo, mientras oía la voz de Aaron mezclada con la de mi mamá.
Estaban diciendo que después de 2 semanas volví al fin otra vez a mí, que la esquizofrenia
por poco me lleva totalmente y me pierden, que ahora no estoy sedada pero que el
medicamento fuerte que me aplicaron evitara mis alucinaciones, pero que mi lucidez no
durará mucho, el episodio que había vivido fue muy impactante como para que no
desencadenara en esto, el suicidio de uno de los padres en frente de sus hijos a tan
temprana edad es muy trágico, rápidamente mi mente me trasladó a esa noche en la que
mi papá y yo estábamos en casa mientras él me leía un libro, era mi favorito, después me
llevó a mi cama y me arropó, me dio un beso de buenas noches y como nunca, me dijo que
me amaba mucho y que nunca lo olvidara. Cuando las luces estaban apagadas excepto en
el vestíbulo, vi a mi padre besando los retratos de toda la familia y después observé como
saco una pistola de una bolsa y como la puso en su boca con la punta hacia arriba, las balas
entraban en la cabeza, yo lo vi como si hubiera durado 1 día entero; lamentablemente mi
lucidez viene en muy pocas ocasiones y en estas semanas tal vez sean las últimas horas de
la verdadera yo.
Cómo quieren que me recupere, si me entero que en verdad nunca soñé lo que soñé, ni
tampoco conocí a la gente que creía conocer, no estaba en los lugares en que creí estar, y
el beso con Aaron tampoco sucedió, todo fue un producto de mi imaginación, mi
retorcida mente, no podía evitar llorar ante esa realidad, ¡¿Qué me está pasando?! Eso
quiere decir que Aaron nunca me amó. Aaron, el hombre con el que he soñado por casi 2
años, en todas mis mentiras creadas resulta ser mi doctor. No puedo seguir con esto.
¡Maldito cerebro porque me traicionas de esta manera! Ya no quiero, por favor ya no
quiero…
Una vez me contó que su hermana sufrió de lo mismos que yo y que veía los mismo
demonios que yo veía en todas mis alucinaciones, y llegó a la conclusión de que los
demonios eran la cordura, que al matarte te regresaban a la realidad, y que le decía a su
hermana que siempre buscara a esa sombra y dejara que la matara, pero al fin ella se
terminó matando al lanzarse de la ventana de su cuarto. Espero siempre encontrar a esa
sombra, pero no quiero morir. Encontrar los demonios y morir, encontrar los demonios y
morir. Pelear contra los demonios y regresar.
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Mi viaje a Don Pablo
Gabriela Aldáz
OCTUBRE
rimer mes, se conoce como el mes del plagio o el mes pagano, soy Ered y me
encuentro al otro lado del río en un pueblo pequeño llamado Erde, tendría que
decir que en cada mes tenemos una fiesta diferente, Plagio es una fiesta creada por
Helena Plagana, era una escritora que dejo su vida de lado para dedicarse completamente
a sus obras, su misión era mostrar al mundo que la oscuridad ganará la guerra contra la luz,
sus obras se volvieron tan contradictorias que un día se le ocurrió demostrar que su obra
era real e importante, lo importante sería que al final de la noche la encontramos atrás de
su casa muerta como una actual leyenda del rock, lo llamamos plagio por su, podría
llamarse, típica forma de morir.
Yo, como Ered, festejo esta fiesta en la butaca 56, es un una antigua oficina ubicada a las
afueras de la ciudad, se podría decir que es un poco solitaria y sombría, pero aquel
desperdicio de arquitectura está bien para mí, Cristine y Julian me acompañan esta noche
como todas, somos un trio de amigos bastante unidos, nuestro colegio está a unas cuantas
cuadras de mi casa, por lo que nos conocimos porque mi madre es amiga de la madre de
Cristine, y Julian es mi vecino. No nos llevábamos muy bien al principio, porque bueno,
teníamos 12 años, a mí me gustaba AC/DC, a Julian las luchas y a Cristine los caballos. Un
día en el momento en que atardeció, mi madre me mandó a comprar carne para la cena y
Julian se encontraba afuera de su casa; nos vimos y caminamos juntos al supermercado, y
concentrándome en nuestra pobre conversación, entendí que Julian no era solo un chico
de luchas, era un chico de luchas y buena música, AC/DC era su fuerte, la mayoría de las
tardes nos sentábamos en la acera a cantar nuestra canción preferida Black in Black,
Cristine se nos unió una tarde de mayo y desde esa tarde somos como libro y letras, como
diría mi mamá.
– Esta noche es nuestra.– dijo Julian–
– Jajaja claro, ten tu lata de jugo de tomate–
– Chicos miren, ya comenzó–
Lo mejor de esta noche se podría decir que son los fuegos artificiales, es un espectáculo
de al menos treinta minutos seguidos. Nuestro primer año en la butaca Julian trajo su
reproductor y escuchamos a Camaleones, Ziticos, y como siempre AC/DC, recuerdo que
nos tardamos en llegar al techo de la oficina abandonada, pero para la función nos
P
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encontramos en primera fila, con una lata de jugo de tomate en cada mano, fue la primera
vez que nos sentimos como uno, por lo que ver fuegos artificiales en esta época del año, es
mas una tradición, que una fiesta.
– Amarillo.–gritó Cristine
– Rojo.–replicó Julian
– No, no, mmmm ¿Verde?
Y estallamos en risas, mi enfermedad me prohibía ver bien los colores por lo que
siempre que pasaba esto reíamos como la primera vez.
NOVIEMBRE
La muerte de Don Pablo; baterías, guitarras, gente bailando, música, risas, juegos y
una fogata en el centro, se encontraba en el otro lado del río, teníamos un pequeño
bosque en donde celebrábamos este día, la muerte de Don Pablo, ¿quién fue Pablo?, el
primer anciano de Erde, su nombre era Pablo Pedro Bladimir, un zapatero honrado,
era conocido como el abuelo del pueblo ya que él era el que consentía a todos los niños
del pueblo, un día recuerdo que nos encontrábamos los tres en el centro sentados en la
pileta comiendo un helado, el mío era de vainilla, Julian y Cristine empezaron a jugar y
este botó el helado de Cristine al suelo, (debo tomar en cuenta que Cristine grita y llora
como una niña) Cristine vio su pequeño helado en el suelo, tomó aire, me miró a los
ojos, miró a Julian y como niña de 12 años que era, lloró, lloró y lloró, traté de ofrecerle
mi helado, no lo quiso, tiene babas de niño me dijo y mi helado cayo junto al de ella, la
miré y observé mi helado y la empujé, si, lo sé no me siento orgulloso por ello pero era
mi helado, Julián nos miró y corrió alrededor de la fuente con nosotros a sus pies, al
final su helado también cayó porque sus cordones se encontraban desatados, minutos
después escuchamos una risa.
– ¿Cómo puede ser posible que sus tres helados cayeran?–dijo. –¿Vamos?–
Y nos guío a la heladería, nos compró tres helados, uno de chocolate, uno de fresa y uno
de vainilla, caminamos por la fuente, nos ayudó con los juegos en el parque y tomó fotos
de nosotros tres, cuando mi madre nos recogió, miró al anciano Pedro junto a nosotros, le
dio las gracias y nos llevó a nuestra casa, de ese día debo recordar que aun con nuevos
helados en nuestras manos el juego seguía pendiente, solo terminaré esta historia diciendo
que los helados terminaron en el piso, otra vez.
Y aquí me encontraba 12 de noviembre, sentado en esta fuente mirando lo que solía ser
el negocio de Don Pablo. Mis dos mejores amigos comprando helados y mi mamá
mirando su globo de fuego que volaba junto al de mi papá en el cielo.
Mi nombre es Ered, y como Ered yo pasaba este día de la muerte de Don Pablo
comiendo helado con mis mejores amigos en memoria de aquel noble viejo que dio sus
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ahorros para comprar tres helados a tres niños juguetones y resentidos, un viejo que vivió
para ver a niños felices. Don Pablo murió a sus 78 años gracias a un paro cardiaco, esa tarde
llegamos al hospital con mamá y el doctor nos dijo:
– Don Pablo está bien niños ahora está en un mejor lugar–
– ¿En un mejor lugar? –respondió Julian. – ¿qué mejor lugar que aquí? –
– Uno mejor–
Y esas fueron sus últimas palabras, uno mejor, me pasé semanas pensando en donde
podría estar Don Pablo y en esos días lo único que me pasaba haciendo era escuchar los
discos viejos de mi papá, esperando su regreso, un año después recordé a su esposa y pensé
que podría estar con ella y con los globos de fuego de mis padres.
DICIEMBRE
Navidad y año nuevo, se les conoce como fiestas generales, es el momento en donde
uno puede regalar algo, aquí, al otro lado del río tenemos una regla, no regalar a quien has
dado en años anteriores, mi primer regalo fue de mi prima, una pelota, debo decir que no
me gustan los deportes y con mi prima llamada Camila, no nos llevamos como primos, un
día cuando yo tenía 10 y ella 14, estábamos en la playa, vacaciones familiares me dijeron–
construíamos un gran castillo de arena– era nuestro refugio, en el segundo día de creación
del súper castillo ella lo destruyó, no sé por qué razón, solo lo destruyó, recuerdo que ese
día no podía dejar de llorar, –mi castillo– repetía– ese era nuestro refugio– dije, y fueron
mis últimas palabras a ella. En reuniones familiares, visitas a casa de mis tíos, me quedaba
con mis papás o jugando con mi primo mayor que en aquel tiempo él tenía unos 18 años,
practicaba lucha libre y era un poco pequeño para su edad, de él aprendí, que si quieres
tener algo, nadie puede detenerte, nadie puede decirte que hacer, o que escuchar o que ver,
uno es una persona diferente, pero esto no quiere decir que uno es menos que otro, todos
somos iguales pero diferentes.
– Recuerda.– me dijo.– todos iguales pero diferentes.
Hoy es 23 de diciembre, noche buena para otros, fiestas generales para nosotros, estoy
con mi familia en una mesa comunal, hermanos y primos de parte de mi madre y
hermanos, primos y padres de parte de mi padre, a mi lado esta Camila, con el pase de los
años tenemos una mejor relación, ahora sé que ella estudia fotografía en una universidad
prestigiosa al otro lado del río, que tiene un novio y que es una de las mejores de su clase,
mi primo, el que practica lucha libre, hace tres años que no viene a ninguna fiesta familiar,
problemas con su padre me dijo mamá, iguales pero diferentes digo yo.
Mi regalo este año fue para mis padres, en 7 meses me voy de casa a seguir mis estudios
en una universidad al otro lado del río, no es tan prestigiosa como la universidad de
Camila, pero es buena generalmente, estudiaré una ingeniería en diseño y
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entretenimiento, se trata de crear cosas que para las demás personas logren ser irreales,
desde pequeño me ha gustado el dibujo y la diversidad de temas y objetos, mi mamá, una
vez me contó que una mañana en donde las clases se suspendieron por el clima, no lograba
encontrarme en ningún lugar de la casa, hasta que fue a su armario y me encontró con el
teléfono, unas tijeras y cinta adhesiva.
– Parecía que deseabas ver que tenía dentro.
Siempre me obsesionaron los teléfonos, no entendía como una persona de cualquier
lugar podía estar al otro lado hablando muy normal conmigo, como si no sucediera nada,
como si no fuera casi como un acto de magia. Con el tiempo logré entender algo de
comunicaciones, pero no del todo, la duda aún sigue en mí, y el teléfono aún sigue ahí, sin
nadie adentro, sin magia, sin trucos, nada más que cables y más cables.
ENERO
Este mes se conoce como iniciación, es el primer mes del año, en donde todos renuevan
sus votos personales, buscan una nueva meta y la tratan de llevar a cabo durante todo el
nuevo año, generalmente en el colegio nos hacen una lista, miramos nuestras fortalezas y
debilidades y mejoramos en eso, pero este año es diferente, es el último de colegio, aquí
nosotros debemos visitar a los de primero, o prins como nos gusta llamarlos, una tradición
de los de último es tener un ahijado de primero, este ahijado se convertirá en nuestra mano
derecha, no podemos obligarles hacer nuestros deberes ni lavar nuestra ropa y menos
usarlos para conseguir algo, debemos tratarlos con respeto, este año seré padrino de
Bengie, un chico pelirrojo, flaco y alto, las niñas lo reconocían por sus pecas, eran unos
adorables puntos rojos en su nariz y alrededor de esta, estando debajo de sus ojos, los
cuales eran de un color azul cielo. Contando que era un chico tímido, muy tímido, los
primeros días de la tradición, pasamos caminando entre clases y teniendo cortas
conversaciones, recuerdo que en el cuarto día el chico bravucón del colegio, Andruk,
pensó que una buena iniciación para este pelirrojo seria poner en su comida insectos
muertos en lugar de carne, Andruk se acercó peligrosamente en el momento de receso,
puso una bandeja con una hamburguesa y un vaso vacío.
– Come rojito.
Y el rojito comió, en el momento en que la hamburguesa estaba entrando a su boca,
llegué al comedor, vi la escena, todo el mundo viendo a rojo, llegué a su lado, lo tomé del
brazo y lo saqué del comedor y mis palabras fueron:
– Todos somos iguales pero diferentes.
Ese día fue extraño, nunca he sido conocido como alguien a quien le guste ser el centro
de atención, ni ser algún protector de indefensos, pero ver a rojo con todos esos ojos
mirándolo tuvo un gran efecto en mí.
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Yo soy Ered y como Ered yo vivo esta fiesta como uno más, en años anteriores veía a
otros de último con prins enseñándoles cosas, indicándoles donde está cada curso, como
son los profesores y demás, siempre pensé que ayudaría a mi prins en ser alguien que
llegaría muy lejos. Pero al poco tiempo en que llegó la primera reunión estudiantil la
directora llegó con malas noticias.
– Bienvenidos todos a un nuevo año, les recordamos que estamos en el mes de
iniciación, por lo cual esperamos que todos tengan sus propósitos para este nuevo año,
como primera reunión quería comunicarles que Bengie Higgty o mejor conocido como
rojo falleció la noche anterior.
La primera palabra que llegó a mi mente fue, Rojo, no lo podía creer, de un momento a
otro paso de risas a una seriedad poco imaginable, problemas familiares fue su causa, lo
imaginé en su cuarto, lo imaginé solo y sobre todo lo imaginé pidiendo ayuda, no sé cómo
murió, no sé cuál fue la verdadera razón, solo problemas familiares.
FEBRERO
Quinto mes, las fiestas cívicas podrían ser como un pequeño milagro dentro de todo,
este fue el mes en donde conocí a Fabia. Fabia era una chica, cabello color chocolate largo
y ondulado, tenía unos ojos con los cuales te escaneaba tal como una impresora a un papel,
su nariz era pequeña pero aun así hermosa, sus labios eran rosados y parecían una especie
de algodón de azúcar y unas pequeñas pecas alrededor de su nariz, la primera vez que la vi
tenía 11 años, era nueva en mi colegio por lo cual fue una de las más nombradas en aquel
mes de febrero, este mes al otro lado del río se conoce como San Valentín, un día, 14 de
febrero, es conocido como día del amor y la amistad, normalmente en este día lo que se
está acostumbrado a comprar es flores, chocolates, osos de peluche; los hombres y las
mujeres se vuelven completamente locos con este día.
Yo soy Ered, y como Ered yo festejé este mes de fiestas cívicas de la siguiente manera,
mi amor o atracción hacia Fabia era como las atracciones que esa edad lo son, fuertes y
verdaderas, mi idea para Fabia era invitarla a la mitad del bosque del otro lado del río, en
nuestra parte de tierra, la invitaría a pasar un rato conmigo, hablando acerca de sus padres,
amigos, profesores, cualquier cosa. Con mis amigos acomodamos una manta alado de la
casa del bosque, compramos y pusimos sobre la manta, rosas, un poco de comida; una
amiga de ella me comentó que a Fabia le gustaban las gomitas de gusano y aquellas gomitas
no faltaron en mi manta estirada. Aquel 14 de febrero lo primero que se me ocurrió hacer
fue caminar hacia ella, debo reconocer que como Ered nunca me he acercado a ninguna
chica con estas intenciones, mi nerviosismo me superaba, y como niño feo que soy, Fabia
se asustó y con un lindo acento ruso me dijo que me alejara, al siguiente día me enteré que
sus amigas le comentaron sobre mí, obviamente ninguna cosa bonita y como un niño de
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11 años no pude hacer otra cosa que llorar por el desamor de mi primer amor, Fabia ya no
se encuentra en mi colegio, aún recuerdo su pequeña nariz perfilada, sus labios de algodón
de azúcar y su largo pelo castaño chocolate. De la manta alado de la casa en la mitad del
bosque, estábamos con mis tres amigos incomparables, comimos gomitas de gusano y
aunque pueda mentirles, les contaré la verdad, cada bocado de aquellas gomitas
terminaron en mi estómago como si fueran una gran bomba que explotó junto con mi
corazón. Amor juvenil le dicen, irreal, pero más fuerte que nada.
MARZO
Este mes es conocido como el mes de las flores, cada marzo celebramos a nuestras
mamás su día, el día de las madres para todos, aquí, en la mitad del río, decimos que es
el mes de las flores porque cada mamá es como una flor, hermosa, delicada y tan fuerte
que vence al viento, a la lluvia, pero no a los maltratos del ser humano, sin embargo
cada que pasa esto, se reanima, tal como un girasol al sol, con un poquito de luz y con
un poquito de amor.
Mi madre se llama Xaxa, es pequeña de estatura, tiene ojos color miel, y sus manos
arreglan todo a su paso, solo necesitas tener una pequeña caricia de ella y mágicamente,
estas curado. Recuerdo un día, un día de diciembre, mi perrito Kiwi desapareció, mi mamá
me dijo que este tranquilo, que igual que hizo Don Pablo, fue a un lugar mejor.
– ¿A uno mejor?, ¿Ya no me quería verdad?
Y lloré, puedo decir, que en algunas historias lloro, dicen que soy sentimental, pero
cuando tu perro se va a buscar a un viejo Don Pablo, que se desconoce a donde fue, a un
zapatero noble pero al mismo tiempo pobre, debo reconocer que mi perro fue inteligente.
Ahora con el paso del tiempo me di cuenta que si siguió a Don Pablo y también a su mujer
y me gusta esa idea, sé que lo voy a volver a ver, sé que no pronto pero, sé que algún día.
Mi madre como toda mamá, me hizo un manjar para que pasen mis penas, me dio una
taza de chocolate caliente espumoso, sé que una taza de chocolate no podría quitar mis
penas, pero aquel chocolate, quitó esa y unas cuantas más.
Sé que era el día de las flores y más que nada debía preocuparme por ella y ella no de mí,
pero como toda madre buena, compartió su día conmigo, vimos películas, tomamos más tazas
de aquel chocolate quita penas y nos quedamos en su cama, ambos extrañando a Kiwi, ambos,
deseando que nunca se haya ido a perseguir a Don Pedro, a un viaje sin regreso.
ABRIL
Abril se conoce como el mes del Diente de León, un diente de león es una planta que en
su extremo superior tiene una bolita blanca, está formada por unas plantitas más pequeñas
o en este caso flores blancas que al momento de soplarlas estas salen volando, en el mes de
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abril, en todo el bosque hay dientes de león, aquí en el otro lado del río adoramos los
dientes de león más que nada cuando aparecen como en toda la extensión de tierra, los
dientes de león forman como una colcha blanca. Con Cristine y Julian nos gusta ir en esta
época al bosque porque nos tiramos en los dientes de león y estos empiezan a volar y a
desaparecer.
Soy Ered y como Ered yo vivo esta fiesta, como algo más, no es un día cualquiera para
mí, este día fue el más especial de todos los anteriores meses juntos, debo decir que no
tengo un mes favorito, todas estas memorias son los mejores recuerdos que tengo, cada
fiesta, cada mes, cada persona, mis amigos y mi familia, puede que mis recuerdos sean
aburridos para algunos, pero son lo único que tengo, bueno aquí va mi historia.
Un 5 de abril había un concierto, Camaleones se presentaba cerca de la butaca 56, con
Cristine y Julian decidimos ir, pedimos permiso en nuestras casas, mis padres no me lo
dieron, por lo que aquella noche me quede a dormir en la casa de Julian, para mis padres
sería una noche más en casa de mi amigo, lo que no se imaginaron fue que a las 12 de la
noche tendría un accidente que marcaría sus vidas. Al final de la noche dejamos a Cristine
en su casa, llegando a nuestra calle un automóvil paso junto a nosotros, minutos después
vimos el mismo automóvil pero un poco más cerca y un poco más directo, chocó con
nosotros, lo vimos, nos vimos y pensé en mama, pensé en papa, en Cristine en Bengie, en
mi Kiwi, pero en lo que más pensé fue en Don Pablo, ya voy le dije, voy al viaje infinito con
el viejo Don Pablo.
MAYO
Dormí
JUNIO
Dormí
JULIO
Dormí
AGOSTO
Dormí
SEPTIEMBRE
Dormí
OCTUBRE
12 de octubre, mes del plagio, Don Pablo está a mi lado con su mujer, con Bengie, Kiwi
y la mismísima Helena Plagana.
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QUIMERA DE LAS PALABRAS
Emma
Doménica Almeida
abía una vez una chica de 17 años llamada Emma, ella tenía varios problemas en
la casa y requería de un psiquiatra para mantenerse en un buen estado de ánimo.
En realidad ella tenía problemas de salud graves, tenía una enfermedad llamada
bulimia o bulimia nerviosa que es un trastorno alimentario y psicológico caracterizado por
consumir comida en exceso en periodos muy cortos.
Sufría muchos dolores, pero visitaba mucho al médico, por dolores en diferentes partes
del cuerpo. Le dolía la cadera, las rodillas, la espalda, los hombros, el estómago; a veces
sentía un dolor opresivo en el pecho y pensaba que se iba a morir; otras veces sentía
debilidad y cansancio. Sabía que eran manifestaciones de dolor emocional y se
manifestaba como diferentes tipos de dolor a los que los médicos no les encontraban
explicación ni remedio. Visitó a cientos de médicos, psicólogos y psiquiatras entre los
trece, los diez y siete años.
Nadie sabía que era bulímica. Le felicitaban por su cuerpo, los hombres le decían que
era perfecta, pero no sabían que dentro de ella llevaba a su peor enemiga.
Se sentía gorda y fea. Siempre se veía sus gorditos y aspectos de su figura que debía
trabajar. Sus amigas le decían que ya no podía mejorar más. Tenía una cara hermosa y un
cuerpo perfecto, pero quería ser como una princesa de película, se convirtió en una
obsesión, pero nadie se dio cuenta. Le comentaba a su psicólogo de la obsesión por su
figura y a él no le importó; decía que era normal... mientras tanto se suicidaba lentamente.
A nadie parecía importarle.
Si estaba triste comía, si estaba alegre, comía y después vomitaba para sacar de su cuerpo
todo lo que le hacía daño.
Era un vacío inmenso dentro de ella, que trataba de llenar permanentemente con
comida… y lo llenaba por instantes, pero se sentía muy culpable y vomitaba. Era una
adicta. Al igual que un alcohólico trata de llenar sus vacíos o tapar sus sentimientos con
trago, ella lo hacía con comida. La comida era su droga. Comenzó a engañar a su
psicólogo, al fin y al cabo a él no le importaba. Le decía que estaba bien.
Emma cada vez que comía vomitaba y pesaba 30 kg, su madre muy preocupada hacia
todo lo posible para que su hija tuviera una vida normal.
Ella odiaba las fiestas y pasar momentos con amigos, lo que para una chica de su edad
era algo normal, se sentía gorda y creía que todos sus amigos la veían con desprecio. Comía
doce veces al día pero vomitaba luego de cada una.
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Ella amaba ir a un parque, el único lugar donde se sentía feliz y podía llenar ese
sentimiento de odio hacia sí misma. Un chico que llamaba su atención por un tiempo pero
era menor que ella, de aspecto simpático de cabello castaño claro y ojos negros con una
mirada profunda, un día él se acercó para decirle que estaba impresionado por la forma en
la que ella leía un libro muy interesante que trataba sobre temas de ayuda psicológica en la
adolescencia, conversaron por varias horas y se da cuenta que Esteban con tan solo 16 años
de edad sufría problemas de alcoholismo y drogas, pero ella ocultaba su problema de
bulimia. Días después nuevamente se encontraron en el parque, pero ella ya había pensado
en ayudar a superar el problema que Esteban tenía.
Esteban le invitó a cenar y así Emma tenía más confianza, lo cual decidió hablar sobre lo
que ella tenía, él, impresionado por la noticia que Emma le dio, no entendía como una
chica tan linda físicamente y espiritualmente podría tener problemas de bulimia.
Él quería conocerla más, y así fue, hablaron por mucho tiempo. Meses después el
decidió asistir a charlas de ayuda profesional en su problema de alcoholismo y
drogadicción. Quería cada vez ser mejor para que Emma se fijara en él, mientras que
Emma decidió superar su enfermedad yendo a donde su psicólogo y a un nutricionista que
le ayudaría en su dieta.
El amor no siempre es suficiente
María Gabriela Ayala Lara
va, una niña alegre, carismática e inteligente fue abandonada en un basurero a la
corta edad de 3 años en las oscuras calles de Colombia, sus padres fueron unas
personas sin dinero ni virtudes, es por eso que no la podían tener con ellos. Eva se
crió en un lugar lleno de peligros, así que tuvo que defenderse por ella sola en un entorno
desagradable para su edad.
A sus 5 años tuvo que aprender a defenderse, esconderse y controlar sus emociones para
no ser lastimada física y mentalmente, tenía que soportar noches de frío y tinieblas, días de
desilusión y hambre, pero ella supo cómo controlarse y permanecer fuerte en todo
momento considerando su edad.
Pasaron meses hasta que una pareja de jóvenes que pasaba siempre por ahí, se dio
cuenta de la existencia de esta niña y llamaron a un orfanato para que se la llevara, no por
pena, sino por el bien de la niña. El Orfanato “San José” se hizo cargo del caso y recogió a
Eva de aquel basurero, el cual se había vuelto su hogar durante unos 2 años; Eva
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inteligentemente aceptó ir con Romina, mujer de 25 años, quien es la directora del
Orfanato “Sn José” y con quien desde ese día en adelante la acompañaría siempre como su
protectora y amiga incondicional.
A Eva no le tomó mucho tiempo adaptarse al Orfanato en el cual hizo muchos amigos
y conoció muchos adultos que eran muy buenos con ella, se sintió la persona más dichosa
del mundo ya que de pasar de vivir en un basurero a estar en un “hogar” es algo muy
extremo para ella desde cualquier punto de vista. Eva amaba la hora en la que comía
platillos deliciosos y pasaba con sus amigos en el patio de juegos, saltando y divirtiéndose
como una niña de su edad.
El tiempo pasó y al orfanato entró un niño llamado Damián el cual se veía que era muy
frio, raro y enojón, pasaba todo el día solo y no le gustaba la compañía de nadie, no tenía
muchos amigos por su actitud y no le gustaba que lo molesten o que se le dirija la palabra.
Damián, hasta su nombre tenía un algo, un niño lleno de secretos y con unos ojos que
piden a gritos poder llorar y desahogarse de inmediato, una mirada que te penetra en lo
más sensible del corazón y te deja con la duda de ser feliz o infeliz.
Eva sintió que debía conocer a este niño para poder ayudarlo de cualquier manera, Eva
quería hacerse amiga de Damián porque vio lo solo y triste que él era, así que en el
almuerzo se sentó con él. Damián la rechazaba cortantemente, pero Eva estaba ahí
siempre para él y no lo dejaba en paz.
Hasta que Damián comenzó a aceptarla y en muy corto tiempo fueron amigos, pero ya
porque Eva fue muy paciente y al mismo tiempo perseverante con lo que quería, y esto era,
ser amiga de este niño tan misterioso.
Los dos crecieron poco a poco y conforme crecían se iban conociendo el uno del otro
más y más, hasta que a Eva la empujaron por las escaleras del Orfanato “San José” y
Damián estuvo allí con ella y la defendió de los otros. Eva contaba mucho con Romina,
quien además de sacarla del basurero de donde vivía, se volvió su tutora en el orfanato,
Romina también se llevaba muy bien con Damián y los quería mucho a los dos. Eva le
conto a Romina que sentía una atracción muy fuerte hacia Damián, ya no solo lo veía
como un amigo, sino que le gustaba de una manera muy diferente.
Damián iba todas las mañanas a despertar a Eva, pero ella no quería salir de su recamara.
Damián buscaba a Eva para salir a jugar en el patio de juegos, pero Eva se negaba a salir con él.
Damián le comentó lo que estaba sucediendo a Romina, porque sentía que ella ya no
quería ser su amiga, y Romina le dijo a Damián que no tenía que ver con no querer su
amistad, solo que Eva estaba cansada y tenía un poco de dolor estomacal.
Así que Damián se sintió mucho mejor y fue a la farmacia a comprar una pastilla para
Eva. Llevo la pastilla al cuarto de Eva, ella le abre la puerta y le hace pasar, se sientan juntos
y Eva para disimular toma la pastilla porque ya se imaginaba que Damián hablaría con
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Romina y ella le había mentido para ocultar el secreto de Eva.
Pasaron todo el día en la habitación de Eva conversando y riendo, y Eva se dio cuenta
que cada vez que pasa con Damián se enamoraba un poquito más y decidió ponerle
punto final.
–¡Eva! ¿Por qué me evitas cada vez que quiero pasar contigo?– Dijo Damián.
A lo que Eva respondió que no había problema alguno, solo que no sabía lo que le
pasaba.
Eva no podía ocultarlo más, cada vez que veía a Damián quería cogerle la mano y darle
un beso. Pero Eva se dio cuenta que Damián estaba entendiendo lo que pasaba y él la
evitaba a toda costa.
Damián comenzó a cambiar sus actitudes con Eva, ya no la iba a ver en las mañanas, ya
no jugaba con ella y ni siquiera se sentaba al lado de ella en la hora de la comida.
Eva no sabía que pasaba; lo que no entendía era el “por qué”. ¿Por qué a Damián no le
gustaba Eva? ¿Será por su forma de ser, de vestir? ¿Por como Eva se ríe, tal vez son sus
dientes? ¿Su fea sonrisa, sus expresiones, sus locuras?
Eva se sentía muy confundida, tenía muchas preguntas por responder en su cabeza.
Quería que todo vuelva a ser como antes y volver a tener a su amigo incondicional, su
mejor amigo y compañero de risa, amor, tristeza y sobre todo de cariño, el cariño que
ninguno de los dos sintieron cuando pequeños.
A sus 15 años Eva y Damián ya habían sido adoptados por familias muy distintas, tenían
un nivel de vida muy diferente que el del Orfanato, cabe recalcar que en el Orfanato
estaban muy bien, pero ahora ellos estaban mucho mejor ya que los habían adoptado
familias muy ricas y poderosas.
Ninguno de los dos volvió a saber del otro hasta que un día todas las familias poderosas
de Colombia tuvieron una reunión en el lugar más lujoso de la capital. Eva ya tenía 21 años,
estaba hermosa con un vestido rojo destellante, sobresalía entre todas las mujeres que
asistieron a esta gala. Damián también fue con un terno muy elegante y como ya es grande
estaba muy guapo y pintón.
Era el momento más alegre de esta gala, el baile, todas las señoritas y los muchachos
debían tener pareja de baile, así que Damián saco a bailar a Eva.
Bailaron toda la noche y se sentían muy bien el uno con el otro, no podían creer que se
habían vuelto a ver, los mejores amigos de la infancia, amor platónico el uno del otro, era
increíble así que Damián le pidió el número a esta hermosa señorita. Hablaron durante
mucho tiempo y un día quedaron en volverse a ver en el jardín más hermoso de todo Bogotá.
Ese día fue el más maravilloso de todos los que haya habido, un sol deslumbrante, un
cielo despejado, un clima maravilloso, el cual era el día perfecto para el amor.
A las 3pm fueron al jardín y hablaron de todo el tiempo en el que no se habían visto,
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QUIMERA DE LAS PALABRAS
hablaron del amor y Eva decidió contarle acerca de él “por qué” ella actuó de esa manera
hacia él, mientras él fue tan lindo con ella. Eva le contó que amaba a Damián pero no
quería que su amistad se vea afectada, le contó que muchas veces llegó a creer que era fea
y sus actitudes eran las causantes que Damián también se aleje.
Eva habló casi todo el tiempo, cada vez que Damián quería hablar Eva le callaba
poniéndole su dedo en los labios de él. Pero Eva sintió que algo pasaba, Damián ya no
tenía la misa mirada de antes, ya no la veía como antes, no era el Damián divertido, ni el
alegre, ni el juguetón, o mucho menos el expresivo. Su rostro parecía tener una tristeza
como la que tuvo al llegar al Orfanato “San José” una mirada llena de preguntas sin
contestar, de sueños por vivir, sus expresiones faciales parecían como las de una foto, no
parecía tener la misma felicidad como la que tenía Eva.
Damián se había vuelto a enamorar de ella, sin algún motivo, sin ninguna razón él sintió
un escalofrío en su cuerpo y comenzó a convulsionar, sus padres lo llevaron de inmediato
al hospital en el cual tuvieron que realizarle muchísimos estudios.
Los padres de Damián llamaron a Eva y le avisaron lo que estaba pasando, Eva fue lo más
pronto posible a la habitación donde Damián estaba y lo acompañó en cada momento.
Una noche lluviosa Damián se sentía muy mal así que llamó a las enfermeras para que
lo atiendan, como Eva se quedó a dormir con él, presenció todo el momento crítico y
llamó a los padres de Damián.
Pasaron horas para que alguien pueda dar alguna noticia de Damián, en la sala de
emergencias, Eva estaba desesperada y no entendía porque los padres de Damián no
estaban tan sorprendidos con la noticia como ella lo estaba, así que les preguntó:
–¿Por qué no están tan preocupados por la salud de Damián como yo lo estoy?
–Porque cuando lo adoptamos ya sabíamos que tiene problemas al corazón– Dijeron
sus padres.
A lo que Eva respondió:
–¡Pero si nunca ha tenido problemas en el corazón!
Así que Eva llamó a Romina y le preguntó acerca de los problemas de Damián; Romina
le contó que Damián llego al Orfanato porque sus padres lo habían dejado en un hospital
pobre cerca de Bogotá, que el niño no tenía posibilidades de sobrevivir ya que su corazón
era muy débil. Así que Eva preguntó:
–¿Pero, por qué yo nunca note su problema? Y ¿Por qué paso tanto tiempo con vida?
Romina le comentó que mientras Eva se distraía, Damián tomaba sus pastillas, y se
cuidaba muy bien.
–¿Pero cómo pudo sobrevivir tanto tiempo? a lo que Romina contestó:
–¡Él pudo sobrevivir tanto tiempo por ti! Porque él te amaba, te quería ver siempre feliz,
y no quería que te preocuparas por él, o peor aún, sufrieras por él. Eva entró en llanto y
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desconsolada corrió a la sala de operaciones donde Damián estaba, lo abrazó fuertemente
y le juró su amor por siempre con un beso en la boca.
Eva no quería que Damián muera así que ella le dona su corazón. Cuando Damián
despierta después de la operación, ve que en sus manos está una carta que dice:
“Mi querido amor, tal vez no entiendas que es lo que pasa y estés confundido, pero no
importa, poco a poco tendrás que ir asimilando lo sucedido, tus padres pronto te lo van a
contar pero…aquí te dejo lo más grande que he tenido y gracias a ti ha ido creciendo más
y más, mi corazón, no estoy preocupada por lo que puedas hacer con él porque sé que lo
vas a cuidar tanto como yo lo cuidé para ti, solo quiero decirte que con este corazón he
aprendido a amarte, esperarte y adorarte durante toda mi vida. Fuiste y serás siempre mi
primer amor y el único con quien he soñado toda una vida juntos, pero así como tú me
ayudaste esa vez que me empujaron por las escaleras, ahora es mi turno de ayudarte yo a
ti, y mira que bien recompensado estas, siempre he querido vivir en ti y ahora lo estoy
haciendo por medio de mi corazón. No te preguntes “por qué” ya que esa ha sido mi
pregunta desde que te conocí, solo dale las gracias a Dios y mantenme siempre en tus
recuerdos que de quedarme en nuestro corazón me encargo yo. TE AMO MI VIDA.
SIEMPRE JUNTOS.”
Eva
La mentira
Lorena Báez
staba en casa tan sola preguntándome qué haría hoy por la tarde. Lo sé, es domingo
y tengo que ir a casa de mi abuela.
E
Me miro al espejo y como siempre trato de no mirar mi sonrisa apagada. ¿Por qué no
sonrío con toda la boca? No es que tenga los dientes feos. Simplemente no tengo
necesidad de estar tan feliz. Me hago mi típica cola, donde los demás cabellos salen de por
sí. No me pongo maquillaje, pues mi madre no me deja aún. Tan solo tengo diez años. Uso
unos jeans que me compraron hacía unos días, son color negro y un poco extraños.
Respiro profundo y comienzo a contar hasta diez, salgo de la habitación y me encuentro
con mis padres. Quienes están en la sala viendo televisión.
–¿Por qué tardaste tanto? –pregunta mi padre, quien me mira con cierto recelo.
– Tranquilo –le dije– solo me estaba cambiando de jeans. ¿Nos vamos? –pregunté.
– Lo siento hija –pronuncia mi madre–, pero sabes cómo es tu papá.
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QUIMERA DE LAS PALABRAS
– Es hora de irnos con la abuela –le comenté.
– Yo no quiero ir –contestó. De mala gana aventó sus muñecos y me pegó en la cabeza.
– ¡Rayos! –grité y lo bajé rápidamente de mis brazos.
Caminamos a paso lento, pues la casa de mi abuela estaba a la maravillosa distancia de
una cuadra. Tan solo de pensar que estaría rodeada de mis primos por las próximas cinco
horas, me dolía la cabeza.
¡Oh! Ya era hora de presenciar el mejor momento de los benditos domingos. La hora en
que David sale a lavar la camioneta de su padre. Era tan guapo, bueno, por lo menos lo era
para mí, mi prima y todas las chicas de la cuadra. Era el chico más amable que alguien podía
conocer, además de que era todo un caballero a pesar de su corta edad, sus maravillosos
once. Pasamos y rápidamente sentí cómo mi corazón se aceleraba. Era tan increíble que ni
siquiera me mirara y yo ya estuviera nerviosa.
Era normal que mi madre lo notara, es “madre”, todo lo sabe.
Agaché la cabeza y mi despeinado fleco cubría mis ojos, lo observé mientras caminaba
a la casa de mi abuela, pues vivía justo enfrente de la casa de David.
Él me miró y sonrió, yo apenada le devolví la sonrisa y casi corriendo entré a la casa de
mi abuela.
Como todos los domingos, saludé a toda la gente que allí se encontraban. Por cierto,
eran bastantes. Mi hermano llegó a tiempo y juntos comenzamos a cenar. Diego, mi
hermano estaba a mi lado, luego estaba Kendra, la chica más latosa y rara que conozco,
pero aun así seguía siendo mi prima, un año menor que yo.
Después de cenar, salí a respirar un poco, pues mi cabeza me dolía un poco más. Me
acerqué a la casa de enfrente y allí, sentado sobre una piedra estaba el chico que robaba mis
suspiros y mis sonrisas. Portaba una playera negra y unos jeans azules. Su sonrisa hacía que
mi corazón latiera de una forma increíble, incluso parecía el de un colibrí. Amaba con
locura a este chico.
– Pensé que no vendrías –dijo cuándo me senté a su lado.
– Sabes que tengo que ir primero con mi familia y luego vienes tú –le informé. Él me
miró sonriente y luego soltó un suspiro.
– ¿Vendrán tus primos a jugar? –preguntó David.
– Supongo que sí, pero Kendra tendrá que venir –informé de mala gana, a él tampoco
le agradaba.
– Kendra es tan... insoportable –me indicó.
– Créeme que lo sé.
Nos levantamos de nuestra piedra, que simulaba ser una banca y comenzamos a jugar
a lo de siempre. Yo no soportaba que Kendra se le acercara tanto a David, si, a ella también
le gustaba. Pero ¡hey!, para nosotras, algo increíble sería que él por lo menos tomara
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nuestras manos. Un beso sería algo que seguramente nos daría asco. Por lo menos a mí aún
me daba miedo. Nunca había dado uno y no empezaría hoy.
Se hicieron las diez de la noche y cada quien se fue a su casa. David se acercó a mí y me
abrazó.
– Eres la mejor amiga que he tenido –dijo y sentí que toda la sangre se me acumulaba en
las mejillas.
– Gracias –dije nerviosa–. También pienso lo mismo de ti.
– Hasta mañana –dijo y entró a su casa.
– Dos meses después–
Hacía tiempo que no veía a David por ninguna parte. Los domingos se habían vuelto
aburridos y Kendra no dejaba de molestarme con que lo extrañaba mucho.
De repente la madre de David se me acercó y me dijo que estaba realmente enfermo.
Me senté en la acera y miré a la casa de enfrente, para estas horas yo ya estuviera con él
jugando a lo que sea, platicando sobre cualquier tema o incluso llorando por mis tonterías
de mujer. David era mi mejor amigo... lo extrañaba y que él estuviera mal me hacía sentir
impotente, pues yo tan solo era una pequeña, no podía hacer nada por él.
Cuando llegué a casa de mi abuela Kendra entró corriendo al cuarto de mi abuela y sacó
una libreta y una pluma azul. Me lo entregó y me miró sonriente diciéndome que escriba
una carta para David.
– ¿Por qué lo tengo que escribir yo? –pregunté.
– Porque tienes mejor letra y escribes mejor tus ideas –explicó.
– Bueno –dije y comencé por un “hola”.
Cuando por fin terminé de exprimir mi cerebro cerré la carta y Kendra me la arrebató,
le puso, De: Kendra, Para: David. ¿Yo dónde quedaba? Anónima, en alguna línea de esas
hermosas palabras.
Corrí a mi casa y me arranqué el short. Me puse mis jeans más viejos y rasgados. Una
playera roja que decía “Los chicos aman a las rubias” cuando el caso es que yo no lo soy.
Me despeiné la coleta y corrí a casa de David.
– ¡Paul! –grité y al cabo de unos minutos apareció.
– ¿Lista? –preguntó y sacó un balón de fútbol.
– ¿Para quién? –preguntó Paul a Kendra.
– Tú dásela a David –dijo entregándole la carta que yo había hecho.
– Bueno –dijo y entró de nuevo a su casa.
Paul regresó y comenzamos a jugar los cuatro juntos: Paul, Kendra, Vale y yo.
Las horas pasaban y pasaban y yo sentía la presencia de un chico. Él me observaba
fijamente y yo me sonrojaba por el hecho de pensar que fuera David. Por eso me sentía
muy incómoda.
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QUIMERA DE LAS PALABRAS
– Anna –me dijo Paul.
– ¿Qué pasa? –pregunté algo agitada.
– David te mandó esto –dijo y me dio un pedacito de papel.
“Sé que fuiste tú quien escribió la carta que Kendra me envió. Conozco tu letra y
además, eres la única desgraciada que me dice “Por favor cúrate menso” Te quiero y
pronto me volverás a ver” – David.
Por cortesía yo siempre me presenté a jugar con los pequeños, eran realmente tiernos y
además, me gustaba estar en compañía de ellos. Si David salía a vernos era un bono extra.
Nunca hablé con él... solo lo observaba y sonreía. Él también lo hacía pero tampoco se
atrevía a llamarme.
Fui a cenar como era de costumbre y cuando terminé de cenar, mi estómago suspiraba
por unos doritos, fui a la tienda y compré unos de esos que tanto me gustaban, mis
favoritos. Caminaba a paso lento y en eso Vale me abraza por la cintura.
– ¿Qué me compraste? –preguntó con ojos anhelantes.
– En realidad me compré para MÍ –recalqué la última palabra.
– ¿Me das? –preguntó y yo como no era nada egoísta, le entregué la bolsa.
– Termínatelos –le dije, aunque en realidad amaba mis doritos.
– Gracias –dijo tomando la bolsa y corriendo tras niñas de su edad. La miré mientras se
alejaba de mí, con su bolsa llena de mi manjar.
– ¿Te sigues saboreando esos doritos cierto? –dijo David desde su silla. No me había
dado cuenta de que ya estaba frente a él. Lo miré y sentí que mis mejillas se sonrojaron.
– La verdad sí... amaba esa bolsita –expresé y él sonrió. Miré mis pies y luego comencé
a moverme de un lado a otro nerviosamente. Él me quedó mirando y luego miró la piedra
que estaba al lado de su silla.
– ¿La recuerdas? –preguntó.
– Claro que sí, tan solo han pasado dos años desde la última vez que me senté allí
contigo –comenté y me senté a su lado sobre esa piedra.
– ¿Extrañabas esto? –preguntó.
– No sabría decirte –afirmé– ha pasado tiempo y no sé si sigues siendo el mismo chico
que eras hace dos años.
– Lo soy, simplemente veo las cosas un poco más maduras –me dijo.
–Vamos, ¡tan solo tienes trece años! –dije riendo y él también sonrió.
– Sí, pero te aseguro que he pasado más cosas que tú –me informó y me dio un pequeño
golpe en el brazo.
– Eres un menso–le dije y él se carcajeó.
– ¡Pues si no te he hecho nada! –se excusó.
– Eso no implica que no te envidie –comenté. Él me sonrió y luego desvió la mirada.
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– Honestamente no me hubiera gustado que te pasara lo que a mí –comentó
– Siento que hayas tenido que pasar por eso –le dije y toqué su rodilla. Él soltó un
suspiro marcado y luego sonrió.
– Pensé que ya se te había olvidado cómo ser una buena amiga –comentó.
– Yo soy tu amiga, eso no se me olvidaría nunca –le dije, aunque sentí que mi corazón
estaba completamente alterado y mis mejillas no aguantaban el ardor.
10 meses después
Era una noche medio lluviosa, David me pidió que fuera a su casa a platicar un poco.
Desde que iba a las terapias podía caminar, ahora no necesitaba de ninguna ayuda, él podía
caminar, e incluso correr o brincar, se había presionado y exigido mucho, así que él ahora
podía hacer lo que se propusiera. Me cepillé el cabello e incluso me lo peiné. Sí, ahora tenía
doce... desde mi cumpleaños era todo una señorita, penoso pero algún día tenía que
comenzar mi desarrollo.
Llegué a su casa y grité su nombre.
– ¡David!
– ¡Ahora salgo! –gritó y esperé durante media hora fuera de su casa. ¿Demasiado? Lo sé,
era más lento que yo, incluso parecía mujer en cuanto a eso.
Cuando por fin salió, él sabía que yo estaba molesta así que sonrió y puso cara de
inocencia.
– Lo siento –exclamó.
– Cállate, MENSO. Me tienes esperándote desde hace media hora –dije y me senté en
la piedra.
– Uy... lo siento –exclamó y se sentó junto a mí.
Estuvimos hablando durante mucho tiempo y riéndonos de todas las cosas que pasaron
durante los últimos meses. La lluvia comenzó a caer y yo me levanté apresurada de allí.
– Ven –dijo y tomó mi mano, guiándome así, a la puerta de su cochera. Entramos y
vimos cómo la lluvia inundaba la calle– ¿Ya has tenido novio? –preguntó de repente.
– No –contesté y él me miraba fijamente– Sé que tú ya has tenido, así que no me
atreveré si ya, sino ¿cuántas?
– En realidad no han sido muchas –contestó riendo.
– Debe de ser bonito tener novio, o por lo menos dar tu primer beso –contesté y él me
miró extrañado.
– ¿Aún no te dan tu primer beso? –preguntó y yo reí nerviosa.
– No... –contesté y desvié la mirada. Hubo una especie de silencio incómodo, que hacía
que yo escuchara el taladrar de mi corazón contra mis oídos. La lluvia arreciaba y la luz de
todas las casas de repente se apagó. Abrí los ojos un tanto asustada.
– Hey –dijo David cerca de mí –no te asustes, solo se fue la luz –comentó.
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– No me asusté –dije y miré hacia la lluvia.
–¿Te importaría si...? –inició, como no lo escuché me giré para verlo y él estampó su
boca con la mía. Me sorprendí tanto de eso, que mis ojos seguían abiertos, él me besaba
dulcemente y yo estaba temblando del nerviosismo. Cerré mis ojos y traté de seguirle el
beso, ¡Era mi primer beso y era con David! Que privilegiada era. Puse una de mis manos
en su mejilla izquierda y él seguía acariciando mis labios. Se separó dulcemente de mí y me
dio un beso en la frente.
– Ya tienes tu primer beso –susurró y yo sonreí.
Mi celular –el primero que me habían comprado en la vida– comenzó a sonar, era un
mensaje de mi madre pidiendo que regresara a casa.
– Me voy –le dije y me separé de él– Hem, gracias por lo del...
– Está bien –dijo y abrió la puerta. Lo miré y él sonrió, al parecer los dos estábamos
bastante apenados. Salí de su casa y me fui trotando por las calles, estaba tan feliz por
haberlo besado, que mi sonrisa era inevitablemente exagerada. Que hermoso día había
sido el de hoy, 21 de enero, siempre te recordaré.
Llegué a mi casa y traté de guardar la compostura, si mi madre o mi padre se enteraban
de lo que yo había pasado, me castigarían de por vida y me prohibirían salir con él. Ya en
la cama recordé el beso y solté una risita. Toqué mis labios, me pellizqué para ver si era yo
la que estaba soñando. Pero no lo había soñado, había pasado.
3 semanas después
No había visto a David, desde aquél día del beso. Qué tal si solo me había besado y ahora
jamás hablaría conmigo. ¿Fue un error ese beso? Sabía que David tenía la reputación de
besar a la chica y luego olvidarla, él me platicaba de eso. Antes me parecía gracioso, pero
que hiciera eso conmigo fue realmente doloroso.
– Bueno, empieza una nueva etapa de tu vida... cuídate– me dije. El colegio estaba a tan
solo cuadras de distancia. Estaba alejadita, pero aún podía caminar hacia allá.
Ya estaba allí estaba esperando a que pronunciaran mi apellido pero era Valencia, así
que tardarían en llamarme. Mientras estaba en la fila sentí que el estómago se me revolvía
y una especie de líquido venía subiendo por mi esófago. Dios, vomitaría. Corrí entre las
filas y llegué a un bote de basura... a vaciar mi estómago. ¡Vaya primer día!
– Hola –saludó alguien detrás de mí– ¿Necesitas ayuda?
– En realidad, necesito papel –dije después de terminar.
– Toma –dijo la chica pelirroja que me ayudó, me entregó un chicle– el papel está en mi
mochila, enjuágate la boca y luego te comes el chicle –me aconsejó.
– Gracias –dije cuando lo tomé, fuimos al bebedero y me enjuagué la boca, me eché el
chicle a la boca– soy Anna Valencia.
–Yo soy Constanza Arellano –dijo y estrechó mi mano.
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–Constanza Arrellano –pronunció el señor enano.
–¡Aquí! –gritó ella.
–Sección A –le contestó y ella se encogió de hombros.
–Anna Valencia–pronunció de nuevo el mismo señor.
– Aquí –dije y caminé hacia él.
–Sección A –pronunció y me formé al lado de Constanza y ella me sonrió.
–Creo que estaremos juntas por varios años –sonrió.
Ella me agradaba, era amable y servicial. Espero llevarme bien con ella.
Al regresar a casa escuché una voz que me decía:
– Sabes que odio que arrastres los pies –me dijo con su voz aterciopelada.
–Eres un menso odioso, ¿por qué no te había visto?
–No estuve en la ciudad, perdón por no avisarte –dijo y me dio un gran abrazo.
–¿Piensas que viniendo por mí y con un abrazo... te perdonaré?
–Deberías –dijo y me dio un beso en la frente.
–Te odio David –dije, y él me quitó la mochila para colgársela.
–El odio es un sentimiento ardiente –dijo y yo me sonrojé.
Caminé a su lado y el silencio se apoderó de nosotros, cosa que no era muy común.
Casi siempre platicábamos, hasta de la mosca que chocó contra su cara, o el mosquito
que se comió por error, mientras hablaba de la nueva chica que había botado. Sí, David
se dedicaba a romper los corazones de las chicas. Por una extraña razón yo era la única
que le duraba– Caminamos a paso lento, pretendiendo que con eso tardaríamos más
en llegar a casa.
– ¿Y bien, cómo se llama la nueva? –pregunté.
– Corina –exclamó él– ¿cómo sabes que siempre es una chica?
– ¿Te gusta? –pregunté.
– No lo sé, tal vez con ella sí podría haber algo más que solo un beso –eso me deprimió,
no porque él quisiera tener novia, sino por el hecho de que yo había sido solo eso, “solo un
beso”. Él me miró y me hizo media sonrisa, la cual yo correspondí.
– ¿Pasa algo? –preguntó, yo negué rápidamente con la cabeza y desvié la mirada– ¡Claro
que pasa algo! –exclamó él mismo– Dímelo –exigió.
– No es nada importante, no tengo nada –le dije– y él me miró fijamente, siempre hacía
eso cuando yo no le quería contar algo.
– Te estaba pidiendo que me contaras lo que te tiene triste –exclamó.
– No estoy triste –aseguré– solo confundida.
– ¿Con qué?
– Bueno, saldrás con Corina, ¿no?
– Ese no es tu problema –me aseguró– hay algo más que no me quieres contar –dijo, y
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tocó mi mejilla con su mano– ¿Por qué no me quieres decir la verdad?
– Porque es muy tonto y si te lo digo tengo miedo a que me dejes de hablar –le respondí
con la sinceridad en las manos.
– Sabes que yo no te dejo de hablar y menos por tonterías, eres mi mejor amiga, Anna
–exclamó–. Nunca había pasado tanto tiempo con una chica –aseguró– ¿Me pregunto,
qué tendrás tú que no me ahuyentas?
–Tal vez sea que no te gusto y no me gustas –mentí, sabía perfectamente que él me traía
loca.
– Tal vez sea eso –dijo él y se sentó a mi lado– En fin... no me cambies el tema y tampoco
me des rodeos.
– ¿Por qué siempre quieres saber todo lo que pasa por mi cabeza? –exigí la respuesta a
esa simple pregunta.
– Porque tienes una mente retorcida que piensa miles de cosas y siempre que hago
una hipótesis sobre eso, me sales con una sorpresiva respuesta, ¿así que yo era un
misterio para él?
– ¡Oh! –dije sorprendida– Bueno, ya te diré la verdad –le dije y él se acercó más a mí.
– Dime –dijo y me sonrió.
– ¿Por qué eres tan sexy? –le pregunté y él me miró y se puso rojo como un tomate, soltó
una carcajada nerviosa y luego me quedó mirando confundido.
– ¿Ese es tu problema? –preguntó sorprendido.
– No, en realidad quisiera saber si el beso que me diste fue porque de alguna forma
pensaste que yo lo necesitaba o porque pensaste que yo te lo pedí.
– No te entiendo –me contestó tocándose la cabeza con su mano izquierda.
– Me refiero a que si... por eso te alejaste de mí, porque hubo un beso entre los dos –
solté la bomba y él me miró a los ojos, me dio un zape en la frente y rió.
– No me alejé de ti... –dijo y tomó mi mano– no podría –aseguró y luego me mostró una
bella sonrisa, llena de significado.
– ¿Entonces?
– Primero déjame decirte que te besé porque quería que tuvieras un beso especial, el
cual recordarías siempre y qué mejor que conmigo, tu mejor amigo al cual nunca vas a
olvidar y nunca dejarás de hablarle –eso era solo cuestión de tiempo para descubrir si
estaría en lo cierto– sé que no te hubiera gustado dar tu primer beso con un tipo cualquiera
que te besara luego de haber comido comida condimentada y además ni te conociera.
– Eso me lo hace más difícil... eres tú –le dije y él me miró confundido– me pone de
nervios verte, no sé cómo actuar.
– Hey –dijo y me pasó un brazo por mis hombros– No tienes por qué ponerte nerviosa,
como dijiste... solo soy yo.
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– Por eso te lo digo Menso –le dije y él me dio un gran abrazo.
– Si tú no te alejas –advirtió– yo no lo haré.
– ¿Lo prometes?
– Lo prometo –dijo y me dio un beso en los labios. Yo me sorprendí pero él se separó
de mí rápidamente, que ni siquiera alcancé a cerrar los ojos– Listo, promesa sellada.
Caminamos juntos y cuando llegamos a la esquina de mi cuadra él me entregó la
mochila. Me la colgué al hombro y le sonreí.
– Aquí nuestros caminos se separan –dijo él dramáticamente.
– Así es –reí–. Fue bueno verte –le dije y él se acercó y me abrazó.
– Siempre regresaré –me aseguró.
David era una especie de acertijo para mí. No podía pensar nada que fuera tan simple
en él, era realmente extraño. Hablaba como si fuera mayor y se portaba como si fuera
mayor. Cosa que no era tan común en un chico de 13 años. ¿De quién rayos me estaba
enamorando?
Quedé dormida pensado en David, al siguiente día me encaminé a la carretera por la que
regularmente caminaba.
Al acabar el colegio, iba caminando a mi casa, cuando vi a un chico de caminar
misterioso y algo tristón, al acercarse a mí era David, nos sentamos a hablar cuando de
repente;
– Súbete al auto –escuché decir a mi padre frente a mí. No me esperaba su presencia.
– Pero...
– Hazlo –pidió furioso. Miré a David y él solo asintió y permaneció sentado en la
banqueta.
¿Por qué me lo prohibían si él solo era un amigo mío?, ¿qué tenía de malo si no
hacíamos nada fuera de lugar?, ¿por qué mi padre lo odiaba tanto? Seguí llorando y en
eso escuché que cerraban la puerta de mi habitación. Entonces sabían que no saldría
del cuarto en varios días, solo para ir a la escuela. Llegué a la escuela y Constanza ya
estaba esperándome en la entrada, como siempre. Me despedí de mamá con un beso
en la mejilla. Luego me separé de ella y caminé hasta donde estaba mi amiga. Ella sonrió
y se enganchó de mi brazo.
Normalmente no me quejaría de todo lo que ha estado pasando ahora, pero realmente
decir que estaba bien, era una total mentira, estaba destrozada y muy fea. Quería morir,
francamente quería morir.
Iba caminando hacia la secundaria cuando encontré a David en la esquina de siempre,
al verme hizo una mueca y pasó un brazo por mis hombros–. Estás realmente horrible.
– Buenos días para ti también –susurré y él me miró por el rabillo del ojo.
– ¿No te has lavado los dientes o por qué me hablas así?– Reí bajito y cerré los ojos
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QUIMERA DE LAS PALABRAS
mientras él me guiaba– ¿duele?
– Todos los días –susurré y él besó mi sien.
– Te curarás –prometió y yo asentí. Bueno, debo irme ahora –murmuró una vez que
llegamos al boulevard. Asentí y él tocó mis labios suavemente. Cerré los ojos, el contacto
era como si sanara todo lo que dentro de mí estaba roto, pero me dolía tanto la piel que
tuve que separarme. Él medio sonrió y tocó mi mejilla–. Estarás bien, eres Anna.
– Wohoo –susurré y él rió.
El camión que lo llevaba a la secundaria apareció y él comenzó a trotar hacia donde se
dirigía siempre. Por mi parte caminé un tramo más hasta llegar a la secundaria; Dios, era
un completo asco.
Llegué a mi aula y los chicos al verme hicieron una mueca extraña. Quería llorar, quería
hacerlo sin parar. Me sentía terriblemente miserable.
Me quedé sentada en mi lugar, con mi cabeza pegada al pupitre y los brazos a los lados
cubriéndome. Estaba cansada, no quería que nadie me viera, pero no iba a desperdiciar
mis estudios. Me gustaba ser lista, me gustaba hacer tarea y por supuesto que me gustaba
hacer exámenes, eran como mis pequeñas gotas de adrenalina y odiaba no sacar 10.
Especialmente en inglés, la materia que más me gustaba, además de la educación física.
Duré poco tiempo en esa posición, ya que el calor de mi aliento dañaba mi boca. Razón
por la que no usaba un cubre bocas y así tapar mi desgracia.
Las horas pasaban, la escuela cada vez se me hacía un poco más pesada y los
comentarios sobre mi apariencia eran terriblemente desastrosos. Educación física llegó,
estaba el sol en lo alto. Casi podía sentir cómo mi piel quemaba tanto que podía jurar que
estaba al fuego.
Odiaba la sensación, odiaba que me miraran, odiaba que me señalaran. Yo sabía que no
era la única en el planeta sintiéndome de esta forma, sabía que estaba cansada y quería
rendirme, quería desaparecer, pero no encontraba una forma menos cobarde que no fuera
morir.
Pasé el boulevard y caminé hacia mi casa, aún faltaban siete cuadras, odiaba caminar,
pero era la única opción. No podía irme volando y si volara no iría a mi casa.
– ¿Anna?
Me giré al reconocer su voz. David caminaba hacia mí y con el simple hecho de mirarlo
venir hacia mí, las lágrimas comenzaron a brotar.
– ¿Qué…? ¿Qué pasa? –me abrazó y solté todo lo que tenía dentro de mí. Hundí mi cara
en su pecho y él me abrazó fuerte–. … ¿qué te hicieron? –eran tantas cosas, que yo
simplemente no podía contestar, estaba forzándome a seguir cuerda.
Me quedé sentada a su lado. Tenía los ojos hinchados, sí, era alérgica a mis propias
lágrimas. Mi vida social era un asco y mi imagen era mucho peor. David estaba ahí, sin
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decir una sola palabra, solo mirando sus manos mientras el sol pasaba frente a nosotros. Yo
tendría que llegar a casa, sabía que mi padre volvería a las tres treinta y eran las dos de la
tarde.
Él suspiró y se levantó, me extendió la mano y yo me puse de pie. Me miró y negó con
la cabeza–. Tienes que dejar de sentirte miserable por lo que te está pasando. Si lloras te
pones peor.
– Lo sé –murmuré bajito. Agaché la mirada y él levantó mi cara por medio de mi barbilla.
– Levanta la cara. ¿Qué pasó?
Fui breve, le conté solo lo más importante, él me escuchaba con atención, pero en su
rostro no vi ninguna expresión que fuera interesante. Solamente me veía. Incluso pensé
que mientras hablaba él se distraía pensando en algo más. Al terminar suspiró y luego negó
con la cabeza.
– Eso es cierto, pero también falso.
– ¿De qué hablas?
Soy tu mejor amigo, y sé que no es la primera vez que te dicen cosas malas. Aguantarás.
– ¿No puedo simplemente desaparecer?
– La vida no es tan fácil como parece –respondió él y comenzó a caminar.
Tomé mi mochila, le seguía, ambos íbamos a nuestras casas–. Tú vives una vida de
ensueño, sales con un montón de chicas mayores que tú y presumes de ello, incluso en esta
zona eres de los chicos más codiciados.
– Sí, es así –respondió altanero – ¿qué con ello?
– Como si fuera tan fácil –susurré y él se dio la vuelta para enfrentarme.
–No eres tonta, estás apenas creciendo y desarrollándote, pronto te darás cuenta de que
todos esos estúpidos terminarán casados y con hijos en meses y tú lograrás ser alguien
importante, les echarás en cara lo que has logrado. Yo lo sé, yo confío en que es así, y Dios,
serás sensual, serás bonita, por ahora atraviesas por una fea etapa, pero así es, son los años,
mujer –dijo desesperado– tienes unos hermosos ojos, y lindos labios bajo toda esa basura.
Me le quedé mirando y negué con la cabeza.
–Odio la forma en que me hablas.
– ¿Eh?
– Odio tu voz y cómo me miras, me haces sentir extraña –él sonrió y se acercó para
abrazarme fuerte. –Te quiero.
– Yo a ti también, ahora largo, a tu casa, no quiero que te castiguen –sonrió y me dio un
beso en la mejilla.
Me quedé dormida; para cuando desperté mi madre me estaba moviendo y sonreía–.
Iremos a la dermatóloga, tu padre me ha dado dinero.
No sabía qué me hacía más feliz, saber que iba a ir a ver a una verdadera doctora o que
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me curaría. Dios, estaba tan feliz.
El lugar parecía una de esas casas antiguas con muchas ventanas. Incómoda salí del taxi
y luego de presentarnos a la cita, nos mantuvieron esperando en unos sillones enormes de
cuero café, por lo que podía ver, esto era terriblemente caro.
– Buenas tardes, ¿eres Anna?
– Sí –respondí con media sonrisa, o al menos hasta donde podía.
– Soy la Doctora Morgan, ¿puedes decirme tu edad y tu problema?
– Claro –respondí y comencé a darle mis datos, ella asentía a todo lo que yo le
comentaba. Me veía fijamente, a los ojos, a la boca, recorría hasta mi cuello.
– Sube a la camilla –me levanté de la silla y me recosté en la camilla. Ella me colocó una
enorme y potente lámpara en la cara y me veía la piel con detenimiento con una lupa
enorme. Suspiró y luego me senté–. Tienes Dermatitis Atópica fija.
– Escucha hay un tratamiento que vamos a probar en ti, podemos controlarla… pero
vas a aprender a vivir con ello.
– ¿Cómo? –Lloré– ¿Cómo se vive con esto?
– Créeme, hay personas que tienen peores casos en la piel que… –levanté la mano y
negué con la cabeza.
– Sé que hay personas sufriendo más que yo, sé que hay personas que pueden estar más
lastimados y heridos que yo. Pero ustedes… –señalé a la doctora y a mi madre– ustedes
no sienten lo que yo. Ustedes no saben lo que es que te señalen y se burlen, ustedes jamás
entenderían lo que es despertar sintiendo que la piel se corta como papel. Ustedes, ustedes
no entenderían lo que es no poder hablar porque la sangre brota. Duele, arde y pica. ¿Esto
es parte de mí? Yo no estaba así antes, ¿por qué ahora? ¿Por qué cuando todo el mundo es
tan cruel?
Llegué a casa con mi mamá casi temblando, el tratamiento era terriblemente caro,
podría vender un riñón y aun así dudaba alcanzar con eso. Mamá hablaría con mi padre, y
yo esperaba que él comprendiera.
Desperté y me tomé el medicamento que me habían recetado. Caminé rumbo a la
escuela y David ya estaba ahí esperándome, sonreí y lo empujé a penas lo vi.
– Vaya, que linda está la mañana... –reí y él también–. ¿Y esa sonrisa? ¿Alguien te besó?
– Eso sería genial, pero en realidad estoy de buen humor.
– Bueno, eso es perfecto –pasó un brazo por mis hombros y caminamos hasta donde era
el boulevard, besó mi mejilla y corrió hacia su camión.
Cuando llegué a la escuela no miré hacia los vidrios del tablero, tampoco hacia los
terceros mucho menos a los segundos, llegué a mi aula y los chicos estaban ahí, me
miraron y medio les sonreí.
Mientras caminaba decidí pensar en lo que le regalaría a David para el 14 de febrero. Lo
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sé, lo sé, tal vez no era su enamorada, pero era una buena amiga. Muchas veces me
preguntaba si habían puesto el “amistad” para las personas solitarias como yo. ¿Acaso
lucíamos siempre tan miserables?
Debo suponer que sí para que nos agregaran en tan preciado evento. Estaba por llegar
a mitad de las siete calles, cuando sentí que alguien me empujó, por poco caía, pero tenía
buenos reflejos. Escuché su risa y me enderecé tan rápido pude.
– ¿Sabes que caminas como hombre? –Preguntó David risueño y yo rodé los ojos–.
Deberías como de… mover más la cadera o algo. Tienes buen trasero.
– Cállate –ordené y él se encogió de hombros–. ¿Tienes novia?
– No, pero hay una chica que me está molestando mucho… debe ser por la fecha y eso
–asentí y mordí mis labios–. ¿Por qué preguntabas?
– Para saber si tenías… algo que hacer y así –él sonrió y pasó un brazo por mis hombros.
Me recordé a mí misma que había vomitado en la mañana. “No lo beses, no lo beses, no lo
beses”. Me mantuve lo más lejos que pude de su rostro aún bajo su abrazo.
– ¿Quieres hacer algo conmigo?
– Bueno… no estaría mal. Solo si tú quieres y eso. No te voy a forzar –dije nerviosa
mientras miraba hacia otro lado.
– Bueno, no tengo nada que hacer, podríamos ir a comer chocolates por ahí o algo que
no te cause alergia –reí suavemente, al menos se interesaba un poco en mí.
– Está bien… ¿hablamos cuando se acerque la fecha?
– Hecho –sonrió y besó mi mejilla.
Llegó el 14 de Febrero y fue ahí cuando me di cuenta de que mi vida, como la veía era
toda una mentira, tenía ángeles a mi alrededor y a un hermoso chico que me quería
demasiado. David me pidió que fuera su novia, y yo le dije que ¡sí!
No todo tiene un final feliz
Anahí Carrillo
buela – ¡Abuela! ¡Por favor cuéntame otro de tus cuentos!– dijo Sebastián muy
sonriente a su abuela.
A
–
–Bien Sebastián te contaré un cuento, pero con la condición de que después de esto,
vayas a dormir porque mañana tendrás que ir a clases.
–Sí, sí, sí, te lo prometo.
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–Te gustaría una de esas historias antiguas– contestó la abuela con una sonrisa
gigantesca
–Bueno abuela pero cuéntame ya.
Entonces, comenzó a contar uno de sus hermosos cuentos.
–En un lugar muy pero muy lejano, en donde había un gran reino, el príncipe Juan con
su esposa tuvieron un hijo, ese hijo iba a ser el próximo heredero de toda su fortuna.
–¿Y cómo se llamaba ese hijo abuela?– Preguntó curiosamente Sebastián.
–Emm, ¿te parece si lo llamamos Sebastián?
–Sí, Sebastián como mi nombre, y que pasó abuela cuéntame.
–Ten paciencia hijo, al transcurrir los días el príncipe Sebastián crecía y crecía, tenía
todo lo que un niño quisiera tener, desde caballos de verdad hasta un gigantesco árbol de
caramelos.
–¿Y en su casa tenia piscina?
–Sí, tenía 3 piscinas.
–Wow, quisiera ser él.
–Pero Sebastián no era feliz.
–¿No era feliz? Pero si lo tenía todo, ¿Por qué no era feliz abuela?
–Mira Sebastián, las personas no son felices solo con cosas materiales, a Sebastián le
faltaba el amor de sus padres y ¿sabes qué más?, amigos, con la única persona que pasaba,
era con su nana. El príncipe podía tener todo lo que quisiera pero sabes, no tenía con quien
compartirlo, sus padres no tenían tiempo para jugar, él siempre se sintió solo.
–Pobre Sebastián.
Sebastián estaba cansado de su vida, de que nadie le preste atención, de que siempre sus
padres no jueguen ni le presten atención, el decidió escapar de su reino, al estar oscuro, y
cuando todos estaban dormidos, Sebastián colgó dos sabanas en un árbol, y como si fuera
un colgante, salió por ella.
–¿Y no se lastimó?
–Por suerte no, pero fue demasiado peligroso que Sebastián haga eso, pudo caer y
hacerse daño pero en fin, el príncipe Sebastián quiso saber cómo era el mundo en realidad
–¿Y cómo es el mundo en realidad abuela?
–Mira Sebastián, el mundo real es lleno de sorpresas que cuando empieces a crecer lo
descubrirás por tu cuenta, él quería saber cómo era la gente “normal” de afuera, esa gente
que no conocía. Esa misma noche llegó al pueblo, un lugar lleno de fantasías pero a la vez
lleno de un mundo diferente de que él no sabía que existía
–¿Sintió miedo?
–Claro que no Sebastián, ¿sabes por qué?, él estaba seguro que el miedo no existe,
escúchame bien el miedo es algo que tú te lo creas.
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–Pero abuela esta solo en el mundo, no tenía nada.
–Lo sé hijo pero él sabía lo que hizo y ahora debía afrontarlo.
–¿Y sus papás?
–Ten calma Sebastián, la historia continúa. No se dieron cuenta porque como ya te dije,
nunca pasaba con ellos; la única que se dio un gran susto fue su nana, ya que al despertarlo
no encontró más que una nota que decía con letras raras SALÍ A CONOCER EL
MUNDO, EL CUAL YO NO SE QUE EXISTA. Enseguida fue corriendo al teléfono que
quedaba al fin de la escalera y marcó un número que con nerviosismo terminó en el 8. Por
el otro lado de la línea se oía la voz de otra mujer con acento nervioso, era la madre de
Sebastián, parecía que estaba hablando con su marido, explicándole que su hijo no estaba
y que se había escapado.
–Y mientras sucedía eso, ¿qué hacia Sebastián?
–Estaba en una calle en el pueblo, en donde veía a hombres que tomaban licor, él muy
asustado salió de ahí, al salir fue a parar en un lugar a esperar algo, no sabía lo que estaba
esperando, pero lo estaba esperando.
–Tal vez tenía hambre y estaba esperando que su nana le lleve comida.
–Jajaja...Hay Sebastián tu imaginación es tan grande. No habían pasado aún 5 minutos,
cuando de la nada surgieron dos pequeños niños, uno de más o menos la edad de él, y el
otro de como 3 años menor, Sebastián empezó a preguntar de dónde venían en dónde se
encontraban sus padres. El pequeño se quedó paralizado cuando le contestaron que
ninguno de ellos tenían papás, desde muy pequeños habían vivido con una señora, que
había acabado de fallecer.
–Es muy triste esta historia abuela.
–Sebastián, siempre te lo he dicho no es todo felicidad, ¿lo recuerdas? El príncipe les
contó su historia, el niño mayor le respondió que no debía hacer eso, que ese mundo es
peligroso, que encontrará cosas no aptas para su edad. Todo ese día que transcurrió
relataron experiencias vividas en esa corta edad, Sebastián les contó que vivía en un palacio
y el infante menor tenía ganas de conocer, él nunca había vivido en algo tan mágico como
parecía.
–¿Abuela, ¿Y los papás de Sebastián?
–Bueno hijo, los papás de Sebastián buscaban por todo lado, estaban realmente
desesperados llamaron a todos los reinos, lo buscaban por todo lado, era una gran pesadilla
para ellos que su único hijo no estuviera.
–Pero se merecían abuela, porque nunca pusieron atención al pobre Sebastián.
–Estas equivocado, nadie se merece que les pase algo así, es cierto que a veces nosotros,
los adultos, cometemos errores, pero nadie es perfecto Sebastián, además, de aquellos
errores nosotros aprendemos hacer mejores en la vida.
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–¿O sea que abuela, aun con dinero no son perfectos?
–No Sebastián, ¿de dónde sacas eso? Mira, el dinero puede dar todo en el mundo, pero
sabes algo que nunca te dará es amor, ni nada por el estilo, ya no me interrumpas y
sigamos. Mientras en el reino todos estaban preocupados, Sebastián con sus dos nuevos
amigos se divertía, no todo en el mundo es malo, corrían de un lado a otro, saltaban de aquí
para allá, reían sin parar, pero la hora del almuerzo había llegado y Sebastián no tenía más
que un dólar, pero eso no era impedimento, al ir a una tienda compró un par de galletas y
un jugo con el cual repartió a esos dos niños. Pasaban los días y en el reino nadie sabía
dónde podría estar su pequeño rey, todos los días salieron a buscar y ese día tocaba ir al
pueblo
¿Y luego que pasó, lo encontraron?
–Siiii, lo encontraron temblando debajo de un banco, pero no estaba solo, estaba con
los dos niños. Entonces Sebastián les explicó porque se había escapado y lo que él sentía.
Demostró sus sentimientos, y el gran vacío que tenía en su corazón por no tener tanto
cariño de sus padres, les contó que en esos días que estuvo en el pueblo conoció a Mario
y a Pedro, los dos compañeros de lucha que lo ayudaron a ser fuerte en cada momento.
–Abuela y luego ¿qué pasó con Pedro y Mario?
–Sebastián y los reyes los llevaron al reino y crearon un lugar para niños de bajos
recursos que no tienen padres que les proteja, desde ese día, Sebastián fue el niño más feliz
del mundo ya que sus padres siempre tenían un tiempo para conversar, jugar y darle todo
el amor que él deseaba y con sus dos pequeños amigos que vivían junto a él.
¿Y ahí se acaba todo abuela?
–No hijo, ¿recuerdas que te dije que no todo era felicidad?
–Pero abue los cuentos siempre tienen que acabar con un final feliz –
–No siempre hijo.
–Entonces Sebastián amaba los caballos y nunca tuvo cuidado en ese aspecto, un día en
unos de sus grandes jardines, cayó con su caballo, tuvo una gran fractura en su espalda, lo
llevaron rápidamente al doctor. Era demasiado tarde, Sebastián tenía pocos meses de vida.
–¿Y sus papás estaban tristes?
–Claro que estuvieron tristes, pero se dieron cuenta el error que cometieron al no estar
juntos cuando pudieron.
–¿Sebastián sabía de su fea noticia abuela?
–Sí, el sí sabía lo que le sucedía.
–¿Y qué hizo?
–Vivió como si fuera el último día de su vida, reía a más no poder, siempre estuvo feliz,
siempre. Sus dos pequeños amigos fueron sus eternos compañeros. El día se vistió de
negro, cuando una mañana de lluvia el pequeño corazón de Sebastián dejó de latir, todo el
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reino se entristeció con la noticia, sus padres tuvieron un gran dolor al saber lo que estaba
ocurriendo.
–¿Y eso es todo?
–No hijo, al saber que Sebastián era un niño cariñoso con un corazón demasiado
generoso, el pequeño rey se sentiría orgulloso de sus padres si ayudarían a los que más
necesiten.
–¿Y qué hicieron los padres abuela?
–Toda su herencia fue destinada a ese lugar que ellos crearon para esos niños de bajos
recursos.
–Y cada día que pasaba, los padres de Sebastián siempre fueron a visitar la tumba de su
hijo.
–¿Y cómo termina el cuento, abuela?
– ¿Cómo quieres que termine?
–Emm, me gustaría que termine como que los reyes siempre recuerden a su hijo como
el mayor preciado que tuvieron y que siempre lo lleven en su mente y en su corazón,
– ¡Muy bien!... pero ya es hora de dormir.
– ¡Buenas noches Abu!
– ¡Buenas noches, que duermas con los angelitos!
Y con un beso en la mejilla, la abuela se despidió de Sebastián, y éste cayó en el más
profundo sueño.
El significado de la libertad
Carolina Endara
e desperté a causa de la molestia que producían los rayos del sol en mi cara, salí
de la habitación para dirigirme a la cocina y prepararme algo de comer, minutos
después bajó Olivia, mi hermanastra, me miró con mala cara mientras sacaba un
poco de jugo de la nevera.
–Supongo que hoy es tu gran día ¿no?– le dije con sarcasmo.
–Pues la verdad es que sí, estoy muy emocionada por ver lo que mi papá preparó para mi
fiesta de 16, ya que a diferencia de ti, esta vez el sí encontró tiempo para organizarme una.
–Mira Olivia, no me importa lo que hagas o dejes de hacer, si yo no hice una fiesta por
mis 16, es porque no quise ser una más a la que le regalen ese collar carísimo de oro, que
para mi padre no tiene significado alguno ya que lo elige alguna de sus secretarias.
M
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En eso mi padre entró en la cocina con la camisa un tanto arrugada y los ojos cansados
con una pequeña cajita en la mano.
–Olivia hija tengo algo muy especial para ti– dijo mi padre acercándose a Olivia.
Ella algo confusa se acercó con pasos dudosos.
–Mira, espero que te guste lo elegí pensando en ti.
Olivia abrió la caja de gamuza negra y se encontró con un collar de oro que tenía un rubí
incrustado.
–Vaya es...es hermoso, gracias papá.
Se abrazaron y en eso decidí mejor salir de la habitación e irme a bañar, abrí la regadera
y pude ver como el vapor del agua empañaba el espejo y con ello los vidrios de las ventanas,
me metí en la ducha y sentía como las gotas caían en mi cuerpo. Varios minutos después,
salí con la toalla envuelta a mi cuerpo y me puse ropa, en eso me quedé dormida; me
desperté por el sonido de mi celular, la luz se había extinguido y supuse que tal vez la fiesta
ya había comenzado. Miré por la ventana y pude ver que todo estaba listo, abajo oí como
los vidrios retumbaban por la música que había afuera, así que decidí salir a disfrutar de la
fiesta. Llegué y me encontré con muchas personas bailando por todos lados, la piscina se
encontraba con velas encima y estaba de un color rosa, había muchos camareros que
llevaban copas con un líquido de muchos colores, vi a lo lejos a Gabriel, aquel a quien
podía llamar pretendiente, me acerqué y lo saludé, junto a él estaba Laura y Natalia.
Saludé a mis amigas y estuvimos hablando de las cosas que han pasado en los últimos
días, hasta que Laura y Natalia fueron a saludar a sus novios y yo me quedé a solas con
Gabriel, quien me preguntaba mucho acerca de Olivia, pero su actitud cambió muy
rápido. Hablamos pero como siempre terminamos en pelea, en eso seguí caminando y
bailando con mis amigas, hasta que decidí entrar a la casa por la puerta trasera y todas las
luces estaban apagadas, con dificultad subí por las escaleras dirigiéndome hacia mi
habitación, cuando escuché voces que provenían de la habitación de Olivia. Me asomé
para ver quien estaba adentro y pude ver los rostros de Oliva y Gabriel juntos, encarnando
un apasionado beso, no me atrevía a entrar y tan solo me alejé con pasos silenciosos para
llegar a mi habitación y dejar que mis lágrimas cayeran por mi cara, por más que intentaba
no llorar, las ganas de hacerlo eran más fuertes y no podía parar, sabía que algún día
Gabriel y yo terminaríamos, pero nunca pensé que fuera a ser de esa manera. Todo
terminó cuando sintieron mi presencia, así que solo respiré hondo y seguí caminando por
el pasillo para llegar a las escaleras y dirigirme a la puerta, la cual me conduciría hacia la
salida de ese infierno en el que estaba viviendo.
Mientras bajaba los escalones, los recuerdos volvían a mi mente, pasando una y otra vez
sin tener destino alguno, hasta que por fin decidí encender el auto, conduje sin saber a
dónde iba y era como si cada vez que me alejaba más, un recuerdo se iba de mí,
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produciéndome un fuerte dolor en la cabeza. Me bajé del auto y entré en un local en donde
afuera se veían botellas de muchos colores, con un líquido transparente en su interior. Un
muchacho con una hermosa sonrisa me ofreció uno de esos pequeños vasitos, los cuales
después de varios minutos había perdido la cuenta del número de los que había vaciado,
conduje sin saber en dónde estaba y a donde iba, sentía mucho cansancio y lo único que
quería era cerrar mis ojos, hasta que divisé detrás mío un auto negro, el cual traté de perder
de vista, pero este no tenía problema en seguirme, así que aceleré, pero todo se veía
borroso y movía las manos de un lado para el otro sin saber lo que hacía, hasta que di una
curva muy cerrada y pude ver una luz cegadora que iluminó mi cara haciéndome perder el
control del volante y así sentir un fuerte golpe.
Desperté y estaba tirada en el suelo pero pude notar que no estaba en el mismo lugar
donde fue el accidente. Quise moverme pero no pude porque tenía atada las manos con
algo, el cual estaba muy apretado y además no podía ver nada ya que me encontraba
vendada los ojos con algún tipo de tela dura, mi boca estaba sellada con una cinta adhesiva
la cual lastimaba mis labios, tenía mucha sed pero el único sabor que tenía en mi boca era
el de sangre, sentía mucho dolor por todo mi cuerpo y además tenía mucho frío, empecé
a sentir mucho miedo y pánico a la vez, quería salir de donde quiera que me encontrara,
quería saber qué me había pasado después del accidente. Sentí como unas manos me
arrebataban la venda de los ojos muy ferozmente y fue ahí cuando pude ver unos hermosos
ojos por los cuales valía la pena tanto sufrimiento, me quedé mirándolos sin moverme, ni
producir sonido alguno, eran tan perfectos.
–Bien, te voy a quitar la cinta de tu boca pero no grites.
Solo de escuchar su voz me producía un frío que recorría por todo mi cuerpo y su acento
que se quedaba grabado en mi mente. Pude sentir como la cinta se llevaba a su paso un
pedazo de mis labios y la piel de mis mejillas, pero no grité porque tenía mordida mi
lengua, a pesar de que cerré mis ojos pude ver como aquella cara no se movía ni un
momento de donde yo estaba y me miraba sin pestañear. En ese momento entró un señor
alto, robusto, con barba quien le dio algunas instrucciones.
–¡¿Me podrías explicar qué hago aquí?!
–Mira solo quédate callada y no colmes mi paciencia, ¿quieres?
–Pues… ¡no!, no lo quiero hacer, me vas a decir ya mismo donde estoy y por qué estoy
atada y por qué…
–Para, ¿sí? Ya, si quieres respuestas las tendrás cuando llegue el jefe.
–¡Pero que! ¿Quién es él y además por qué no las puedes responder tú?
–Ya bueno ya te dije que no te diré nada ¿sí?
Un hombre con una chaqueta negra de cuero entró con mucha paciencia. El jefe llegó,
dijo y tenía la voz muy ronca. Me miró con cara de preocupación.
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–Está bien.
Todos salieron y me quedé sola por unos minutos, pero no por mucho tiempo, porque
enseguida entró un señor con el cabello negro largo pero agarrado y tenía una cicatriz muy
grande por toda la cara, era pequeño y desaliñado, me habló muy groseramente y me dijo
muchas amenazas para después sacudirme, lanzarme fuertemente y acto seguido caer en el
suelo golpeándome el hombro, pude oír un crujido dentro de mí que me heló el cuerpo, la
sangre seguía saliendo y las heridas del accidente se habían vuelto a abrir pero además tenía
muchos moretones por todo el cuerpo y ya no tenía fuerzas ni para levantarme, ni si quiera
para moverme, así que solo me quedé tirada en el piso. Apenas podía abrir mis ojos y fue
entonces cuando vi que se acercaba y como su pie se movía, pero mi cuerpo estaba tan dolido
que no sentía las fuertes patadas que daba a mi estómago, podía sentir como el dolor que
sentía se hacía más intenso, cada vez mas, así que débilmente mis ojos se fueron cerrando.
Me desperté por un ruido, abrí los ojos y pude ver de nuevo a aquel chico que estaba
conmigo antes de quedarme rendida, estaba de espaldas pero aun así, bajo esa camisa se
podían ver los músculos de todo su cuerpo, aún podía sentir el dolor de todo dentro de mí
y a pesar de que estaba despierta no podía moverme ni hablar.
Quise decir algo, pero mi boca no podía moverse y peor gesticular palabra alguna. Él se
acercó a mí con una pequeña toalla y fue limpiando mis heridas, pasaba la toalla por mis
labios delicadamente y sentía como estos empezaban a moverse, al principio tuve miedo
de estar cerca de él, pero con sus actos me demostró que era diferente y podía confiar en
él, así que le conté como me sentía en aquel momento, así transcurrieron los días, cada
segundo se volvía un infierno pero en un instante llegaba él, quien me hacía olvidar todo y
hacer que valgan la pena todas las lágrimas derramadas por estar un instante.
Me encontraba sentada, vigilada por uno de los fuertes señores, su cara me recordaba todo
el dolor que había pasado todo este tiempo, su forma de actuar me traía recuerdos de aquel
hombre que maltrató mi cuerpo con golpes, los recuerdos venían a mi mente como si fueran
fotografías y automáticamente lágrimas recorrían mi cara hasta chocar contra el piso.
–¡Ya deja de llorar niña!
Lo fulminé con la mirada
–Sabes, sé que no te gusta nada de esto pero es lo que tienes.
–¡¡No quiero verte!!
–Lamentablemente es lo único que tienes ahora o es que quieres ver a tu novio
hipócrita.
–¡¡Él no es hipócrita!!
–¡Claro que sí! Fue él quien te trajo hasta aquí, sabes, cuídate por ti misma, veamos si te
puedes mover siquiera.
Aquel hombre se fue y me quedé sola en aquella habitación oscura y fría, con el corazón
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en mis manos, pensando en cómo me dejé llevar por la situación. Minutos después llegó
él, razón de mis dudas y penas.
–¿Estás bien?
–Estando aquí nunca estaré bien.
–Pero yo puedo ayudarte, recuerdas, sabes que cuentas con mi apoyo.
–Claro, ni si quiera se tu nombre.
–Bueno, soy Sebastián.
–No quiero ver tu sonrisa burlona, ya lo sé todo; ¡¡tú me trajiste hasta acá!!
–Oye… yo…
–¡No! Sabes que, ¡no me tienes que decir nada ya me quedó muy claro todo!
–¡No, espera no es así!, ¡no es lo que piensas!
–¡Pensé que podía confiar en ti!, pero me doy cuenta que no, ¡es que es estúpido pensar
que se puede confiar en alguien en este lugar!, que tonta e ingenua fui.
–¡¡Espera!! Tu ni siquiera sabes cómo son las cosas, aquí no todo es color de rosa,
también estoy sufriendo.
–¿Por qué, por qué tal vez tu plan no está saliendo como tú querías, por qué tal vez tu
“jefe” ya te dijo que el dinero que reciban de mi padre no será para ti?
–¡No digas eso porque no sabes cómo es esto!
Se acercó rápidamente a mí y me levantó tan bruscamente que pensé que me iba a lanzar
como lo hizo aquel hombre, pero en vez de eso me miró y pude ver como sus ojos se
cristalizaban, así que me bajó con cuidado y solo se giró y salió dando un portazo, el cual
me asustó, me quedé en silencio por un par de minutos ya que estaba en shock y después
de que volví a respirar, las lágrimas empezaron a caer por mis mejillas sin control, no
entendía por qué a pesar de que estaba tan lejos de casa me sentía tan vacía , porque a pesar
de que dije que nunca me volvería a enamorar me encontraba aquí llorando, como cuando
una está enamorada, ¡por qué tenía que estar pasándome esto a mí!
Pasaba los días tratando de entender por qué lo hizo, en realidad no sé por qué quería
entenderlo, no sé porque quería justificar sus actos o es que de verdad existía una
explicación para todo lo que había hecho.
Estuve pensando por horas, como si el tiempo no tuviera fin, hasta que vi como la puerta
se abría muy lentamente.
–Tenga aquí está su comida.
–Gracias.
El hombre se acercó y desató mis manos para después salir cerrando la puerta de un
portazo.
Apenas podía moverme y no era por el dolor, sino porque no sentía mi cuerpo, la luz que
había en ese cuarto era muy clara y me molestaba mucho en los ojos, mis manos temblaban
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QUIMERA DE LAS PALABRAS
y tenía mucho frío, a pesar de que la comida era muy mala tenía mucha hambre, con cada
bocado que ponía en mi boca sentía como mi estomago rugía por más, pero cada vez que
pasaba por mi garganta, era como si tragara un puñado de cuchillos que desgarraban mi piel
y el sabor metálico de la sangre volvía a aparecer al igual que las lágrimas, las cuales ya no eran
de dolor sino de frustración, sentía que moría cada vez mas y de un momento para otro pude
ver como mi plato estaba completamente vacío y mi estómago pedía más, tenía que ser
fuerte y aguantar, me aparté de ahí con dificultad y arrastrándome llegué a la esquina en
donde apoyé mi espalda a la pared y dejé caer mi cabeza cayendo así en un profundo sueño.
Cuando desperté, como si fueran una alarma llamaron al jefe para que comenzara la
tortura, la cual consistía en llamar a mi padre para amenazarlo por dinero y después debido
a su resistencia proseguir con una serie de golpes hasta dejarme inconsciente.
Cuando desperté todo se encontraba en silencio y no podía ver nada, pero a pesar de
eso podía oír la respiración de alguien más, traté de moverme pero las vendas que tenía en
mi espalda me impedían, era como si el dolor hiciera presión en mí y no me dejara
moverme, entonces podía oír esa respiración cada vez más cerca de mi hasta que pude
sentir como alguien tocaba mis manos con mucha delicadeza, hasta que quedó en frente
mío y pude por fin ver sus ojos que me miraban, así que decidí abrir mis ojos por completo
y cuando los hice pude ver como sus ojos se llenaban de lágrimas.
–Sé que me odias, pero perdóname.
–¿Crees que si te odiaría dejaría que estuvieras, así tan junto a mi?
Acto seguido me dio una hermosa sonrisa.
–La verdad es que no hay nada que perdonar, porque si no lo hubieras hecho, nunca te
hubiera conocido, y no te preocupes por mi dolor, vale la pena si vas a venir siempre a
abrazarme.
–Bueno la verdad es que tal vez tú no te diste cuenta pero ya nos habíamos conocido.
–¿De verdad? No lo recuerdo.
–Lo tengo en mi mente como si pasara todos los días, te acuerdas fue en una cafetería,
estabas con un vestido blanco, parecías un ángel, te faltaba una moneda para pagar tu café
y yo lo pagué por ti, de hecho esa moneda es el único recuerdo vivo de aquel día. Sacó de
su bolsillo aquella moneda, la cual yo se la había dado para compensar su acto, no entendía
como él podía hacer que las pequeñas cosas se hicieran los momentos más hermosos.
–¿Quieres hacerme un favor?
Solo asentí débilmente.
–Sonríe, presume tu hermosa sonrisa.
–Trato, pero es muy difícil estando aquí.
–A mí tampoco me gusta estar aquí.
–¡Entonces vámonos a otro lugar!
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AUTORES VARIOS
–Para ti es muy fácil porque regresarías a tu casa pero yo, no se a donde ir.
–Ven conmigo, empecemos de nuevo, yo puedo tener una casa pero perdí mi hogar
hace mucho tiempo.
–Está bien, podemos salir de aquí pero hay que esperar a que te recuperes.
–¡No podemos esperar! ¡Ese hombre va a agredirme cada vez más!
–¡Bueno! Tú no te preocupes yo te voy a sacar de aquí.
Salió de la habitación apresuradamente pero no tardó en volver y tenía un vaso de agua
en la mano.
–¡Tómalo!
–¡¿Pero qué?!
–Confía en mí.
–Pero es que yo…
Tomó mi cara entre sus manos y depositó un cálido beso en mis labios, el cual anestesió
todo el dolor e hizo que todo mi ser flotara por los cielos.
–No te haría daño nunca, confía en mí.
Cogí el vaso y tomé aquel líquido transparente, sentía como el frío proveniente enfriaba
mi garganta a su paso, acto seguido me abrazó hasta que mis ojos se cerraron lentamente.
Lo único que recuerdo son algunas sombras y murmullos de algo que no podía entender
bien, era como si estuviera viendo una película pero la filmación tuviera muchos daños y
solo viera imágenes que aprecian, pero tan pronto como las veía se esfumaban y de pronto
me encontraba en un lugar muy diferente del que me encontraba antes.
El sonido llenaba mis oídos haciendo que abriera mis ojos, me dolía la cabeza, pero mis
ojos se deslumbraron cuando vieron a Sebastián, quien me tenía en sus brazos.
–¿Cuánto tiempo estuve dormida?
–Bueno…no mucho, tranquila no te perdiste de nada.
–¡¿En dónde estoy?!
–Estamos en un lugar donde podemos ser libres juntos.
–Entonces ¿pudimos escapar?
–¡Sí! Lo logramos.
–Entonces ¿a dónde quieres ir?
–No importa mientras este junto a ti.
–¡Tienes razón! Es que solo quiero salir y gritar al mundo lo feliz que soy.
–Pues hazlo, ahora eres libre.
Tomé la mano de Sebastián y empezó a caminar sin destino, su presencia hacía que todo
tome sentido, pero mi felicidad duró poco ya que unas luces aparecieron interrumpiendo
mi visión y a continuación un fuerte sonido que alarmó a mis sentidos, me volteé en busca
de Sebastián, quien estaba en el suelo inmóvil con la mano en el pecho tratando de cubrir
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QUIMERA DE LAS PALABRAS
aquella gran mancha roja que se desprendía de su cuerpo y caía en el suelo llevándose su
alma a su paso. La cabeza me daba vueltas y aquella imagen no dejaba de invadir mis
pensamientos, haciendo que tratara de entender en qué momento dejé que esto pasara, en
qué instante todo cambió su rumbo, quién había hecho esto, quién era el que arrebató mi
felicidad en un suspiro. La policía sacó sus armas en forma de defensa y un hombre se
encontraba de pie con la manos en dirección hacia el cuerpo de Sebastián y sostenía el
arma como si todo dependiese de ella, la oscuridad de la noche ocultaba su cara pero tan
pronto como mi cuerpo volvió a la realidad pude ver que aquella persona era mi padre.
Ha pasado mucho tiempo desde aquel incidente, me paso los días recostada en mi
cama, preguntándome si él estará observándome. Abro los ojos lentamente y me pongo a
llorar sabiendo que él no está más.
Me hago un ovillo y vuelvo a cerrar los ojos esperanzada en volver a soñar con él, volver
a imaginarme entre sus labios, volver a imaginarme rodeada por sus pequeños brazos, mi
padre no lo recuerda, de hecho nadie lo hace, es como si nunca nada hubiera pasado, como
si mi secuestro hubiera sido un sueño, pero para mí es como si fuera ayer la última vez que
vi el rostro de mi amor y ese dolor ya no es un sufrimiento para mí ya que son los recuerdos
los que aprisionan mi corazón y hacen que lo extrañe demasiado, pero ahora lo entiendo,
entiendo que tal vez todas las veces que pedí sacar a mi padre de mi vida al fin se habían
cumplido, porque ahora Sebastián era mi vida, pero para poder llegar a quererlo tanto,
tenía que aprender a saber que era el vivir día a día sin estar junto a él para así poder
apreciar los momentos en los cuales el me lo dio todo.
Las flores frescas del páramo
Elena Iturralde
ace mucho tiempo atrás existía una niña llamada Isabel, esta muchacha tenía
doce años de edad, con su aspecto agradable, su cabello era chocolate como el
barro de la tierra, Isabel tenía los ojos miel claro, esto era algo particular para
todos los moradores del lugar, esta es la razón por la cual la llamaban Mielita. Ella vivía en
un pequeño pueblo llamado Capulí, su familia era pequeña debido a que su padre había
fallecido hace seis años, Mielita solo tenía un hermano menor, Pablo, tenía ocho años y era
un niño de un carácter un poco extraño, de piel morena como la canela y ojos verdes
claros, llamaba mucho la atención, Isabel cuidaba de su hermano debido a que su mamá
pasaba mucho tiempo en el taller de pintura, ya que esta era la única fuente de dinero para
su hogar.
H
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AUTORES VARIOS
Un día Isabel salió a caminar por el bosque con su hermano, cuando de repente se
encontró con una casita de apariencia tenebrosa, pero la curiosidad de la niña era tan
grande que sin perder tiempo se acercó, antes de entrar a la casa miró por las ventanas pero
por el polvo no se podía ver nada de su interior, Mielita entró a la casa, la puerta ya
desgastada por los años hizo un sonido intimidante, allí adentro la niña examinó el lugar,
la vivienda se dividía en tres habitaciones, la más pequeña parecía ser un dormitorio, tenía
una cama pequeña, un escritorio grande, el siguiente cuarto era una concina pequeña,
antigua pero de una belleza encantadora, por último la sala era amplia con unos muebles
llenos de polvo y una gran chimenea en la mitad. Para Isabel esta casa misteriosa tenía una
razón para que la abandonaran de esa manera, había comenzado a oscurecer y Pablito que
esperaba afuera entró para apresurar a su hermana para regresar a la casa antes que llegara
su mamá. Isabel y su hermano emprendieron su regreso, pero ella no dejaba de pensar en
esa casita extraña.
Llegaron a la casa, Isabel corrió a su cuarto para investigar sobre lo que había visto, buscó
un libro que su abuelo le había regalado sobre la historia del pueblo, la niña revisó hasta
que al fin encontró algo referente a su particular descubrimiento, el libro hablaba de una
vieja mujer que vivía en la casa más alejada del pueblo, esta mujer no tenía mucho contacto
con los habitantes de Capulí, se creía que esta mujer era un tipo de bruja, pero no había
ningún dato certero que lo afirmara. Mielita sorprendida por lo que decía en el libro, pensó
que tenía que ir a la casa para encontrar más información.
Apenas Isabel llegó del colegio no perdió tiempo, fue a buscar a su hermano que estaba
en la cocina y preparó una mochila donde puso una linterna y su diario para escribir todo
lo que encontraría, y comenzó la caminata que duró alrededor de una hora, cuando al fin
llegaron ahí estaba la casita igual que el día anterior. Entraron y se pusieron en busca de una
escoba para remover toda la suciedad, comenzaron por la habitación donde Isabel en un
cajón encontró un libro muy antiguo, cuando lo abrió se encontró con unos tipos de
hechizos y recetas para preparar, entonces la niña se asustó un poco, esto había sido la
afirmación para que las suposiciones de las antiguos habitantes sean verdaderas, mientras
Isabel seguía leyendo el libro, Pablito al abrir un armario encontró varios frascos con
nombres extraños, corrió de inmediato donde su hermana, los dos niños asombrados por
lo que habían encontrado decidieron no contar esto a nadie hasta saber con qué estaban
tratado, Isabel fue a la cocina analizó los frascos y le sorprendió los títulos que llevaban
estas opciones, que significaba pelo de unicornio y ojos de dragón para esta niña tan
curiosa, haber visto esto despertó más su interés acerca de la llamada bruja pero a pesar de
su búsqueda por el resto de la casa no logró encontrar más datos de la anciana. Cuando
Isabel y Pablo regresaron a su casa, la niña llevó consigo el libro de hechizos, en la noche
leyó y aprendió las asombrosas pociones y encantamientos que esto proveía. Isabel
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decidió comenzar por el hechizo más fácil para probar si estos funcionarían, iba a volver
invisible una manzana, este hechizo era muy simple pero necesitaba preparar una receta y
para esto, conseguir los materiales, la niña hizo la lista, necesitaba hojas de laurel, flores
secas, semillas de arvejas pero además en la receta pedía dos cabellos de un duende.
En la mañana Mielita salió en busca de los ingredientes directo hacia el bosque, recogió
muchas flores y las hojas de laurel, llegó a la vieja casa y puso todo a secar en la cocina. Se
dirigió al armario de especialidades y buscó un largo rato hasta que al fin encontró el pelo
de duende con todo listo, mezcló en una gran olla, dejó cocinar por una media hora como
indicaba la receta y al final dentro de una hora la pócima estaba lista, Isabel puso el líquido
en una jarra y lo vertió sobre una manzana, dentro de unos segundos la manzana
desapareció por completo. Lo había logrado, la volvió invisible, la niña sentía una inmensa
satisfacción y se le despertó aún más la curiosidad por hacer otro hechizo.
Isabel llegó a su casa emocionada a contar a su hermano lo que había logrado, con ella
llevó la manzana en sus manos, cuando entró a la casa lo primero que hizo fue tirar la
manzana en los brazos de Pablo, su hermano sin entender lo que pasaba se sorprendió
mucho al ver que algo había golpeado sus manos pero no podía distinguir qué fue lo que
sucedió, entonces Isabel le contó a su hermano acerca del hechizo y sobre la efectividad
del mismo; Pablo admirado por lo que su hermana logró, le propuso que hiciera otra vez
la pócima para que lo hiciera invisible y así poder divertiste sin que nadie viera nada.
Isabel buscó su libro de hechizos y la receta para volver invisible a su hermano pero no
estaba completamente segura que funcionaria para convertir personas, pero Pablo insistió
tanto que Mielita decidió comenzar con la preparación, juntos se dirigieron al bosque, allí
recolectaron los ingredientes necesarios para realizar la sustancia, con todo listo para
comenzar mezclaron uno a uno los productos con mucha precisión ya que este
experimento no podía fallar. Cuando por fin estuvo lista la pócima Isabel no podía esperar
para probarla como había anhelado, sin perder tiempo tomó la solución y la vertió sobre
su hermano, los niños aguardaron cinco minutos y no veían ningún efecto entonces
pensaron que no había funcionado; ya había oscurecido y tenían que regresar a su casa,
mientras caminaban los niños inquietados y desconcertados por lo que pasó, no entendían
cuál era la razón por la que no veían ningún cambio.
Llegaron a su casa, su mamá les esperaba como siempre con una deliciosa merienda
que, aunque era humilde la preparaba con mucho cariño, los hermanos comieron callados
y pensativos cada uno en su mente recordaba qué parte de la receta no siguieron como
correspondía, cuando acabaron de comer subieron de inmediato a su cuarto para
conversar entre los dos sobre el acontecimiento, cansados de tanto pensar los niños
cayeron rendidos por el sueño.
En la noche Isabel no podía conciliar el sueño, de repente escuchó unos extraños ruidos
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que provenían de la habitación de Pablito, se levantó de su cama y con mucho sigilo, para
que nadie notara su presencia, se acercó a la puerta, su corazón latía cada vez más fuerte y
cuando por fin se decidió a entrar a la recamara, Pablito no estaba, no se encontraba en su
cama, había desaparecido sin dejar rastro alguno, Isabel de inmediato corrió a la ventana
pero estaba cerrada, de repente oyó la voz de Pablo que reía de alegría porque al parecer
hizo al fin efecto la poción, Isabel no entendía bien lo que pasaba, ya que se le hacía
imposible ver a su hermano, fue en este momento cuando los dos hermanos realmente
lograron su preciado deseo, Isabel volvió a la cama con una sonrisa inmensa, soñó con
todo lo que haría con su hermano siendo invisibles, se veía jugando dentro de las
jugueterías, comiendo los mejores manjares en la pastelería y asustando a las personas para
divertirse con su hermano.
Al día siguiente Isabel se despertó y de inmediato corrió hacia al cuarto de Pablito,
cuando entró, llamó a su hermano en voz alta pero no le respondía, entonces bajó a la
cocina y encontró la caja de galletas abierta y migas regadas por el piso, llamó otra vez a su
hermano en voz baja porque su mamá se encontraba cerca, entonces sintió una mano de
hombre y una voz que al oído le decía que todo se encontraba bien, Isabel sintió un alivio
y sin perder tiempo se dirigió con Pablito a la casa del bosque para planear sus aventuras;
los niños ya en la casa decidieron que su primera aventura sería ir a asustar a las personas
de la calle, para esto llevaron una sábana blanca para hacerse pasar como fantasmas. Isabel
y Pablo estaban en la calle cuando vieron pasar a la señora Inés, entonces Isabel la saludó
y se le ocurrió que Pablito la asustara con su voz, entonces Pablito susurró una pequeña
palabra y la señora Inés se quedó callada pero hizo una extraña mueca sin saber que estaba
sucediendo, cuando Pablito volvió a repetir el susurro la señora Inés le preguntó a Isabel si
ella había oído algo, pero Isabel le dijo que no, la señora Inés al ver que algo raro le estaba
pasando salió corriendo y los niños rieron a carcajadas de su primera broma, así
continuaron toda la tarde, asustando a los vecinos y ya por la noche entraron a la pastelería,
Isabel distraía al panadero mientras Pablito robaba dos tortas de manjar, cuando ya por fin
salieron de la panadería, se encontraban muy felices, Isabel y Pablo solo querían pasar bien
sin hacer daño a ninguna persona.
En la casa su mamá esperaba con ansias la llegada de sus dos hijos, no había visto a Pablo
ya un día entero y le parecía algo extraño, cuando los niños entraron a la casa la mamá tuvo
un gran susto al ver que solo se encontraba Isabel, le preguntó a su hija donde estaba su
hermano pero Isabel no sabía que decirle, entonces se inventó que se había ido a donde la
abuela a pasar unos días, la mamá sin entender lo que pasaba preguntó cuál era el motivo
para que Pablo se fuera sin avisar, entonces Isabel no supo que responder y le dijo que ella
no sabía mucho pero que no se preocupe porque Pablito estaba bien.
Los niños subieron al cuarto y se preocuparon por lo que estaba pasado, tenían que
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volver a Pablito a la normalidad, Isabel fue a buscar el libro para encontrar el hechizo que
lo devolvería a la normalidad, al parecer el dicho hechizo tenían materiales un poco
extraños pero Isabel y Pablito tenían que ir a revisar que les faltaba para poder preparar la
pócima.
En la mañana los niños se dirigieron a la casita del bosque entonces Isabel leyó la receta
del hechizo, una semilla de pino, tres pelos de unicornio, un diente de dinosaurio y una flor
fresca de páramo, la niña revisó en el armario y encontró todos los ingredientes requeridos,
menos la flor fresca de páramo. Pero Isabel sabía que aquella flor solo existía en la punta
del páramo que estaba muy lejos y tenía un camino un poco peligroso, ya que había
muchos precipicios; los hermanos al ver que esta era su única solución para deshacer el
hechizo, se prepararon para afrontar el viaje.
En la tarde del mismo día, sin perder tiempo los niños emprendieron su viaje a la
montaña ya que sabían que la flor solo florecía en la noche, los niños llevaron provisiones
de comida para tener mayor energía en el viaje. Luego de una larga caminata de dos, tres
horas los hermanos comenzaron a acercarse a la montaña, pero el camino cada vez se hacía
más peligroso, sin importar el peligro Isabel y Pablo siguieron ya que tenían que llegar a la
cima antes de que fueran las doce de la noche.
Haciendo sus máximos esfuerzos los niños llegaron a la cima a las once y media de la
noche, con mucho apuro se pusieron a buscar las flores, pero no encontraban rastro de
ninguna flor, de repente algo extraño sucedió, la punta de la montaña se vio encandilada
por una luz de color azul, este magnífico espectáculo causó en los niños una inmensa
alegría porque pudieron ver que en las rocas aparecían las flores, entonces Isabel corrió
rápidamente para cortar algunas, pero se dio cuenta que en el momento que se acercaba,
las flores se ocultaban, ese momento la niña pensó que las flores podían verla, el único que
podía acercase era Pablito, con su trasparencia era imposible para las flores esconderse; así
Pablito se acercó y arrancó unas cuantas flores que serían suficientes para realizar el
hechizo.
Su mamá en la casa desesperada por la desaparición de sus dos hijos, no sabía qué hacer
y pidió ayuda a sus vecinos, entonces todos salieron en busca de los niños.
Mientras tanto los hermanos bajaban de la montaña al ser tan oscura la noche, no vieron
un río e Isabel cayó dentro de él, entonces Pablito bajó corriendo a la casa del bosque y
rápidamente realizó la poción para volver a la normalidad, Pablito ya visible salió
corriendo a pedir ayuda a su madre y en el camino se encontró con toda la comunidad que
ya venían en busca de los hermanos; Pablito de inmediato les contó que Isabel se
encontraba en problemas porque se había caído en un río y que él no podía auxiliarla, por
eso necesitaba ayuda de más personas.
Todos los moradores del lugar emprendieron su viaje de rescate, guiados por Pablito
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llegaron al río y encontraron a la pobre Isabel a punto de morir ahogada, entonces Pedro
el bombero que era experto en rescate y primeros auxilios, sin pensar dos veces saltó al río
y sacó a Isabel en sus brazos.
Cuando todo pasó e Isabel se recuperó de su accidente, los dos niños le contaron todo
a su mamá y se dieron cuenta de lo peligroso que fue todo lo que hicieron, ellos
aprendieron que siempre los actos que realizamos tienen consecuencias, por eso debemos
pensar bien en lo que hacemos y sobre todo pensar en las personas que están alrededor
nuestro, además le prometieron a su mamá no volver a jugar con este tipo de cosas y
siempre decirle la verdad, así sea difícil de contarle.
El amor nunca se acaba
Natalia López
staba en la tarde arreglándose para salir, era un sábado e iba a salir de noche por el
cumpleaños de su amiga a una discoteca. Ella se llama Sahara Calderón de 22 años,
estaba cepillándose el cabello, cuando le llama su amiga que era Doris y le dice que
está afuera de la casa y que quisiera entrar a maquillarse y para ir las dos juntas, Sahara dijo
que bueno, fue abrir la puerta, al entrar Doris saludó con el papá de Sahara y la mamá,
subieron a la habitación de ella y empezaron a arreglarse, mientras transcurría el tiempo,
Sahara empezó a contarle de su ex novio llamado Tomy, ellos estuvieron 2 años de novios,
y le decía a Doris que no le puede olvidar y que estaba muy enamorada de él. Habían
terminado por motivos de que él estaba hablando con otra chica de la misma universidad
y salieron varias veces a comer y ella les había sorprendido, entonces preferible decidió
terminar ya que no era juguete de su novio y tenía que valorarse, a él no le importó mucho
y ahora estaba saliendo con esa chica llamada Silvana. Sahara empezó a llorar por que le
dolía mucho, recién era un mes en donde finalizaron con la relación.
Doris le consoló y le aconsejó que preferible trate de olvidarle y que empiece a salir con
otros chicos. Entonces Sahara decidió que desde aquel día no se va a volver a enamorar y
va empezar a vacilar con chicos que le gusten.
Pasaron las horas y ellas seguían hablando, cuando salieron ya a la discoteca que era en
la ciudad de Buenos Aires, ella salió muy hermosa con un vestido corto, tenía pelo largo y
de color café claro, era de ojos miel, muy alta, tenía un buen cuerpo ya que le gustaba
mucho hacer ejercicio, con un vestido apegado al cuerpo se le veía muy sexy, su amiga
también era muy linda estaba con una falda y una blusa blanca, bajó las escaleras y se
despidió del papá y de su mamá, su hermano también iba con ellas, él era muy guapo de
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pelo negro con ojos muy oscuros y era blanco, él se llamaba Jorge, tenía 20 años.
Su mamá se llamaba Daniela y su papá Andrés, era de una familia muy adinerada ya que
su papá trabaja en la fiscalía de Buenos Aires y su mamá era doctora.
El chofer les fue a dejar, todos estaban felices, pero Sahara un poco preocupada por
volver a ver a Tomy, llegaron más o menos a las 11 de la noche, ya que primero habían ido
a un bar y se tomaron algunas copas de vodka. Al llegar todo mundo estaba entrando,
Sahara estaba con sus amigas y un chico de la universidad que era muy guapo pero muy
traicionero. Empezaron a bailar, toda la gente era feliz, algunas tomaban licor, otros
bailaban y la fiesta estaba excelente, Sahara seguía bailando con ese chico, le dijo que por
favor le acompañara a felicitarle a su amiga, entonces fueron cogidos de la mano, le dijeron
feliz cumpleaños y se fueron a bailar, su amiga murmurando le dijo cuidado esta Tomy con
Silvana. Sahara se preocupó y empezó a ver por todos lados para encontrarle, pero seguía
bailando con el joven, después de un momento vio que pasó por atrás de él y Sahara se
dejó besar por el chico, Tomy los vio, pero fue como si nada y fue a la barra a pedir un
trago. Sahara muy disgustada, decidió dejar de bailar y fue a donde Doris a contarle lo que
había sucedido. Ya eran las 3 de la mañana, Sahara había tomado alcohol y se encontraba
mareada. Al salir buscó a su hermano, se fueron y llevaron a Doris a dormir a su casa.
Saliendo de la discoteca, un joven le empujó ya que se había tropezado, él era de ojos
azules, de cabello claro y era muy lindo, él dijo que lo sentía y se quedaron observando
mutuamente con Sahara.
Salieron de la discoteca y fueron a su casa, a ella le gustó ese muchacho, pero no prestó
mucha atención y pensaba en Tomy.
Pasaron dos semanas y Sahara estaba mejor, a punto de olvidar a Tomy.
Un día salía de su casa a las seis de la mañana a trotar, como a ella le fascinaba el deporte
no le importaba nada más, estaba corriendo por el parque cerca de su casa, el cielo estaba
despejado, cantando los pajaritos, y ella estaba muy desestresada, y seguía corriendo, al
cabo de diez minutos, Sahara se encontró con el chico de la fiesta que había tropezado y
empujado a Sahara, él solo le quedó sonriendo, se miraron como esa anterior vez,
fijamente uno al otro, él estaba con ropa deportiva y se le veía muy lindo, entonces Sahara
dejó de verle y siguió corriendo, pero en ella decía que le parecía muy guapo, y que quisiera
conocerle, solo se sonrojó y no paró.
Al llegar a su casa le contó a Doris que le había visto a un chico y le contó toda la historia,
no sabía cómo se llamaba, pero que estaba con un grupo de personas que ella si les
conocía.
Pasó el tiempo y una tarde, Doris le dijo que salga que está afuera de la casa que le tenía
un chico para ella. Sahara muy rápido se fue a cambiar y se puso muy guapa. Cuando salió
de su casa estaba Doris con un amigo que estaban en planes para ser novios y un chico
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atrás mientras ella seguía caminando, cuando saludó con Doris y regresó a ver y estaba el
chico que le había visto en el parque, solo se quedaron viendo y se rieron, y Sahara se
sonrojó.
Entró al carro y le saludó, fueron a dar vueltas en el carro, y él se presentó, dijo que se
llamaba Martín, y le había pedido disculpas por esa vez que le empujó y se reían por lo que
se habían topado dos veces, a Sahara le pareció demasiado buena gente, pasaron riéndose
toda la tarde, fueron a ver una película al cine, y cuando ella tenía que irse, le fueron a dejar.
Llegaron a la casa, él se bajó, le abrió la puerta, le dejó en la entrada de la casa, y le pidió su
número de teléfono para ver si salen otra vez.
Ella entró a la casa muy emocionada, estaba demasiado feliz. Le llamó a su amiga, le dijo
que pasó súper bien y que le había gustado mucho.
Se fue a dormir y cuando era las 12 de la noche recibió un mensaje de él diciendo “que
tenga una linda noche, gracias por hacer un día tan lindo, pasé demasiado bien, que
descanse”. Ella vio y estaba muy contenta porque él era muy tierno y lindo, ella le
respondió el mensaje, igual dándole gracias por ser tan bueno.
Así pasaron los días, él le escribía todos los días y conversaban todo el día, estaban
haciéndose muy buenos amigos y tal vez iba a ver una buena relación entre ellos.
Habían quedado para salir un sábado a una fiesta, le fue a traer de la casa, siempre se
portaba muy caballero, le daba a entender a Sahara que le importaba mucho. Cuando
estaban en el carro yendo a la fiesta, le llega un mensaje de Tomy, diciendo que hoy quería
verle y que quería arreglar las cosas para que la relación entre ellos no se acabe. Sahara se
puso muy nerviosa y no sabía qué hacer, si estar con Martín o con Tomy, pero al llegar se
había dado cuenta que Tomy no valía la pena, siempre le utilizaba y no le importaba los
sentimientos de ella entonces se calmó y estaba con Martín.
Martin sospechaba de algo, entonces le preguntó a Sahara si estaba bien, ella dijo que
más o menos, le contó todo y él le dio algunos consejos, y le dijo que si quería ir a donde
Tomy, que se vaya, que él le entendía y que no pasaba nada. Pero Sahara dijo que con
Tomy se acabó todo y no quería nada. Martín muy contento la sacó a bailar y toda la noche
pasaron juntos, riéndose, hablando de todo.
Cuando se acabó le fue a dejar a la casa, le dijo que había pasado demasiado bien y
que otro día también para salir. Ella muy contenta se fue a su cuarto y estaba
ilusionándose de él.
Pasaron un mes y ellos seguían hablando, conversaban todos los días, y él le molestaba
para ser algo más que amigos, porque le gustaba mucho, le parecía muy linda y buena
persona. Él también se estaba enamorado. Cuando un día le invitó a salir a tomar helados
y él le llevó un ramo de flores y se declaró para que sean novios.
Ella pensó mucho antes de decirle la respuesta ya que le deba miedo que él le enamore
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y después se vaya con otra. Pero él no tenía esas intenciones, él si le iba a valorar y a
respetar, como una dama se merece. Después de un momento, ella dijo que bueno que si
quería ser su novia, pero si quiere hacerle algún daño mejor que dejan las cosas ahí, él le
dijo que no, que le iba a valorar hasta el día en el que ya no estén.
Fue una tarde increíble, pasaron muy bien, después de tomar helados se fueron a
merendar en un restaurante muy elegante que había reservado, pasaron hasta muy tarde,
en la noche le fue a dejar y se fue a su casa.
Así pasaron los días, uno más bello que el otro, estaban sumamente enamorados. Él, un
día le invito a la casa a Sahara, entonces había una cena de toda su familia, el venía de una
familia muy adinerada, toda su familia tenía una empresa muy grande, cada uno venía en
diferentes coches muy lujosos, Sahara se quedó muy impresionada. Entraron al comedor,
todos sus familiares, estaban ahí, le quedaron viendo y muy amables le sonrieron y le
dieron la bienvenida.
Era una familia muy alegre todos se llevaban, la mamá de Martín era media rara, tenía
algomuy triste en su interior, pero tal vez estaba peleada con su padre o triste por alguna
cosa sencilla.
Pasó toda la noche riéndose, los primos de Martín dijeron que era una chica muy
hermosa y de una personalidad espectacular, al padre de él también le gustó y a su madre
también.
Al acabarse la cena ya todos se fueron y Martín le fue a dejar a Sahara a la casa, habían
pasado demasiado bien, él le dio las gracias por ir a su casa.
En el camino Sahara le preguntó por qué estaba media triste su madre, él sin palabras
quedó callado, después Sahara al ver que parecía algo grave, decidió cambiarle de tema.
Casi en medio camino él le respondió, como tú me tienes confianza yo también tendré
confianza en ti y quisiera desahogarme un poco. Mi papá está con otra mujer y mi mamá
se enteró hace unos pocos días, ella no sabe qué hacer, solo me dijo a mí para que le
ayudara pero yo no tengo la menor idea para poder hacer algo, dice que le ha encontrado
en el celular y también está muy raro y a veces no ha llegado en las noches y miente que se
quedó en el trabajo.
Sahara estaba muy triste por lo que había dicho Martín solo le abrazó y él empezó a
llorar, Sahara le dijo que todo pasará y que le diga al papá para ver qué es lo que pueden
hacer.
Llegaron a la casa y le dijo que este tranquilo y que Dios es muy grande, que lo va a
escuchar y que todo va a estar bien.
Pasaron los meses estaban muy bien, siempre Sahara le ayudaba en los problemas, era
una pareja muy espectacular.
Los papás de Sahara querían conocer a los padres de Martín, así que decidieron
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hacer un almuerzo para pasar muy bien. Fue un sábado en el que fueron a casa de
Sahara, su papá había hecho una parrillada, se veía muy exquisita, el papá de Martín y
la mamá muy contentos conocieron a los padres de Sahara, le dieron el permiso y fue
una tarde en la que cada uno se conocieron, el papá de Martín pasó hablando con el
papá de Sahara y así él tenía una hermana menor y se llevaba con Jorge, pasaron las
horas y estaban muy borrachos los papás de Martín ya que habían bebido mucho
alcohol. El padre de Sahara les invitó a que se quedaran a dormir, tenían los suficientes
cuartos para que duerman. Martín estaba muy contento ya que vieron que sus papás
estaban mejor y al pasar todo el día con Sahara.
Amaneció y ellos se fueron a su casa a arreglarse y a dormir un poco más, estaban muy
contentos todos ya que se conocieron y les parecía unas buenas personas.
Pasaron dos años y ellos seguían en la relación, pasaban muy bien, a veces tenían sus
problemas pero les gustaba mucho.
Un día se fueron a dormir a una hostería que tenía él, alejada de la ciudad, estaban
yendo, Jorge, la hermana de Martín llamada Lucía, Sahara y Martín todos muy felices se
iban a ir tres días, ahí en esa hostería tenían todo, piscina y para pasar muy bien. El primer
día todos estaban muy cansados ya llegaron de noche, solo comieron y se fueron a acostar.
Martín le había llevado un ramo de flores porque cumplían ese día 2 años de noviazgo.
Al siguiente día le llevó el desayuno a la cama, después se fueron a la piscina, pasaron un
buen tiempo jugando ahí adentro del agua, salieron, fueron a comer, ya los empleados les
habían preparado la comida, almorzaron.
El papá de Martín tenía unos caballos, se fueron de cabalgata todo muy lindo, invitaron
a otros amigos más y pasaron muy chévere, en la noche había una fiesta ya que había
organizado Martín para pasar muy bien, había invitado a mucha gente.
Sahara se fue a arreglar para estar guapa, pasaron las horas y ya estaba por comenzar la
fiesta, Martín le fue a ver a la habitación y fueron juntos, llegaron y estaba muy bien ya
había bastante gente bailando, muchos conocidos.
Pasaron bailando y tomando, celebrando ya que cumplían dos años, muy felices se
quedaron hasta las seis de la mañana, Martín estaba muy ebrio y Sahara también lo estaba,
los amigos de ellos se quedaron a dormir ya que no se podían ir por lo que habían bebido
alcohol.
Ya se despertaron todos, comieron y empezaron hacer la maleta para irse de nuevo a la
ciudad, todos iban muy cansados.
Jorge iba dormido con Lucía y Sahara también estaba dormida. La hostería quedaba un
poco cerca de la ciudad a dos horas, en medio camino Martín le da un beso a Sahara y le
dice que le quiere mucho, ella solo se levantó, le respondió y se quedó nuevamente
dormida, estaba ya haciéndose de noche y estaba lloviendo un poco, pasó un rato cuando
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un carro venía muy veloz, le rebasó a un carro y no se dio cuenta de que estaba el carro de
Martín, él también iba a una velocidad rápida, no pudo abrirse, perdió el control y se chocó
con el carro que venía rápido. El carro se impactó con un muro de piedras.
Sahara salió volando ya que no tenía puesto el cinturón de seguridad, después todos
estaban dentro del carro muy heridos. Martín estaba muy grave, inconsciente. Jorge y
Lucía estaban mal pero ellos pedían ayuda, no podían salir del carro.
Y Sahara no se levantaba estaba botada en el piso. Justo un amigo de Martín que venía
atrás, por lo que también estaba en la hostería. Llamaron de urgencia a la ambulancia, llegó
y se llevaron a todos al hospital. Martín y Sahara estaban muy mal. Los padres de los dos
estaban ahí, muy preocupados, lloraban por sus hijos. Lucía y Jorge estaban en una
operación rotos las piernas.
Pero Martín estaba inconsciente y tenían que operarle por que se encontraba rotas las
costillas y tenía un golpe en el cerebro.
Sahara estaba en terapia intensiva. Tenía un fuerte golpe en la cabeza.
Pasaron los días y Martín se recuperó. Igual los otros estaban en mejores condiciones,
pero Sahara no se despertaba seguía en terapia intensiva. Los doctores ya no sabían que
hacer, no podían hacer nada, se habían rendido. Era la decisión de los padres, dejarle
conectada o desconectarle.
Martín se sentía muy culpable, al ver que Sahara estaba muy mal y que tal vez le iba a
perder para siempre. Pero todos le ayudaban y le daban fuerzas para que salga adelante, él
no tenía la culpa y ella va a salir con vida, va a estar bien.
Así pasaron los meses, ella no se recuperaba, Martín ya no quería verle así, quería
tenerle nuevamente en sus brazos. Cuando recibió una llamada del padre de Sahara, a
decir que le van a desconectar porque ya no hay posibilidades de nada, Martín llorando
fue a verle por última vez para despedirse. Muy triste iba al hospital con sus papás,
llegaron, vieron que los papás de Sahara estaban llorando. Entraron a verle y se fueron
despidiendo uno por uno.
Martín le prometió que va hacer muy feliz por ella, que le cuide mucho y que se van a
volver a encontrar en el cielo, que le amaba mucho. Sus padres también le dijeron algunas
palabras.
Llegó el momento en el que le desconectaron. Todos se retiraron muy tristes.
En la noche le velaron y al siguiente día le enterraron. Martín le puso en una carta lo
mucho que le quería y que le ayude a salir adelante.
Sus padres lo único que pedían era que ella este mejor y que les de fuerzas. Así, todos se
retiraron y sin ella continuaron viviendo. Y tenían que ser felices porque ella era un ángel
que les protegía.
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Ser feliz no cuesta nada
Denisse Ortiz
uando piensas que eres completamente “feliz”, tienes las mejores amigas que
nadie podría tener, cuando de repente te das cuenta que las cosas han cambiado y
no son como pensabas.
Esta historia es relatada en una pequeña ciudad, donde las personas eran súper alegres y
muy solidarias, donde todo era perfecto, donde había paz y amor.
Empezaron las clases y llegó una chica nueva, la nueva a la que todos querían conocer
entraba al primer año de bachillerato, ella era muy hermosa por fuera, con sus
características totalmente perfectas, todos los chicos se le acercaban a preguntarle de
dónde venía, cómo se llama y ella era un poco tímida, no podía expresar todo lo que quería,
sin embargo les contestaba, ella se llamaba Cristina, era hermosa por dentro y por fuera.
Los días pasaron y Cristina de la noche a la mañana fue la más popular del colegio, ella hizo
amigas muy rápido, no se le hizo difícil adaptarse a la nueva ciudad y mucho menos al
nuevo colegio, ella era muy amigable, sus “amigas” la “adoraban”. Cristina tenía su amiga
en la que confiaba al 100%, se llamaba María, tenían su grupo de amigas que era: Cristina,
María, Carla y Karina, las cuatro formaban un equipo envidiable ya que eran las mejores
amigas y por supuesto las más populares. Al poco tiempo Cristina invitó a sus amigas a
pasar un rato en su casa en la piscina y sus amigas se dieron cuenta que Cristina tenía todo
lo que una chica podía pedir, a pesar de ser guapa tenía todas las cualidades para ser la chica
perfecta, sus “amigas” empezaron a sentir envidia por ella, pero María tenía el corazón
puro, era la única que en verdad apreciaba a Cristina. Un día ellas fueron de compras como
solían hacer y empezaron a burlarse de Cristina, pero ella no les dio importancia, hizo
como si nada pasara, Cristina adoraba a sus amigas sentía que eran las mejores, pero
cuando estaban en clases, ella ya notaba un cambio en ellas y Cristina empezó a sentirse
sola, triste, su hermosa sonrisa se había borrado, ella acudió varias veces donde sus amigas
y ellas le daban las espaldas, Cristina se hacía preguntas de por qué pasaba eso y se armó
de valor y se arriesgó a preguntarles. Y ellas dijeron que nada pasaba y Cristina les creyó y
volvieron a ser felices como amigas, de repente todo el colegio le quedaba viendo mal, le
decían cosas groseras, ella lloraba y se refugiaba en sus amigas y no entendía qué pasaba;
cuando ella descubre en su página social que escribían mal de cada estudiante del colegio
y hacían ver como si ella lo escribía, eran mensajes muy groseros hacia las otras personas,
pero ella trataba de explicarles que no fue ella, pero no pudo, sus “amigas” la apoyaban pero
ella se sentía perdida, todos estos días fueron los peores para Cristina, cada que iba al
C
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QUIMERA DE LAS PALABRAS
colegio era una pesadilla, todo el colegio se le burlaba le decían malas palabras, hasta los
hombres la faltaban el respeto.
Ella no decía nada a sus padres para no preocuparles, ya que ellos trabajaban todo el día
para darle lo mejor que se merecía Cristina.
Cada día para Cristina era un tormento, un día se puso a conversar con sus amigas de lo
que le estaba pasando, ellas le consolaban hipócritamente porque cuando un día Cristina
abrió la página en la red social, encontró tantas cosas malas sobre ella y Cristina ya no pudo
más, llamó a una de sus amigas para despedirse ya que ella quería suicidarse.
Cristina hizo un video para todo el colegio explicando todo lo que pasaba, cómo se
sentía al respecto, de cómo le hacían la vida imposible sin ella saber un por qué.
María al escuchar así a Cristina le llama desesperadamente a la mamá a contarle, cuando
corren a verle a la casa, Cristina estaba a punto de cometer un gran error, llega María y su
madre. Cristina ponía resistencia porque ella ¡ya no quería vivir más!
María siendo ella su gran amiga le aconseja y Cristina entre lágrimas se da cuenta que
María tenía razón, la mamá de cristina muy triste puso una denuncia en el colegio pidiendo
a las autoridades un apoyo hacia Cristina.
Cuando la policía empezó con las investigaciones, todos los chicos del colegio estaban
muy nerviosos, pero ellos nunca dudaron de las mejores amigas de Cristina.
La mamá al ver que la policía no obtenía buenos resultados, ella mismo empezó con las
investigaciones y se dio cuenta que alguien había creado un blog de su hija, con montajes
de ella, unas imágenes poco prudentes, la mamá estaba muy molesta y con María
empezaron a investigar quien le estaba haciendo este gran daño a su hija.
Pasaron los días y no obtenían resultados, María ni la mamá nunca dudaron de sus otras
amigas Carla y Karina.
María habló con ellas, pero no dijeron nada, ellas decían que no tienen nada que ver con esto.
La mama de Cristina fue a la casa de Carla a conversar con los papás de ella, pero ellos
se portaron muy groseros con la mamá de Cristina, no le quisieron recibir y peor
escucharle, ahí es cuando la mamá de Cristina empieza a sospechar de ella.
Cristina empezó a ir al colegio nuevamente, todo el colegio la miraba extraño, ella se
sentía muy mal no entendía que pasaba y Cristina decidió entrar a un grupo donde hacían
obra de caridad, donde hablaban sobre Dios y allí conoce a un chico llamado Axel, era
guapo, alto, de ojos claros y cabello café, los dos se hicieron grandes amigos, Axel un día le
pregunto qué le pasaba y Cristina le contó todo lo que le pasaba, Axel fue tan bueno con
ella que logró apoyarle y ahí los 2 se dieron cuenta que se estaban enamorando, todas las
chicas del colegio envidiaban a Cristina porque estaba con el chico más guapo de la ciudad,
pero en especial Carla, quien aparentaba ser su mejor amiga.
Cristina con la ayuda de Axel pudo olvidarse de todo lo que pasaba, se olvidó de la
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página web que le había creado, todo volvió a la normalidad y mejor aún, ella con un
enamorado que la amaba y la respetaba.
Cristina hizo una pijamada con sus tres amigas Carla, María y Karen, las cuatro se divirtieron
toda la noche contando chistes y anécdotas de su vida, cuando todas se quedan dormidas,
Cristina no podía dormir y coge la computadora de Karen y cuando la abre se da cuenta que en
esa computadora estaba el blog que le crearon a Cristina. Cuando ella se da cuenta que sus
“amigas” le fallaron, sale de la casa desesperada y llorando de nuevo, cuando encuentra a Axel y
le dice lo que le pasó, Cristina estaba muy triste, lloraba y entró en depresión.
Cristina estuvo con ayuda psicológica, pero nada podía quitar el dolor que ella sentía al
pensar que sus “mejores amigas” le hicieron eso, al pasar los días la mamá de Cristina levantó
cargos contra estas chicas, y María se acercó donde Cristina a decirle que ella no tenía nada
que ver en esto, que ella le quiere mucho a Cristina y nunca le provocaría un dolor tan grande.
Cuando María fue a ver a Cristina, ella se negó y le dijo que nunca más quería verle, pero
cuando María pudo explicarle que ella fue la única que no tuvo nada que ver, se abrazaron
y lloraron juntas y prometieron ser amigas siempre.
Las otras chicas Carla y Karen estaban muy arrepentidas no sabía cómo pedirle perdón
a Cristina, no encontraban la forma y los padres de las chicas pidieron perdón a la mamá
de Cristina y las chicas fueron expulsadas del colegio.
Pasó el tiempo y Cristina retomó su vida, con la ayuda de Dios siguió adelante, era la
niña más feliz del mundo con Axel, María y sus padres que fueron apoyo incondicional
para ella.
Paso un año y medio desde aquel intento de suicidio y Karen y Carla con un gran cargo
de conciencia fueron a visitar a Cristina a pedirle perdón, Cristina lloraba, porque no podía
perdonarles, le habían causado un dolor muy grande cuando Cristina les preguntó ¿por
qué? Si eran grandes amigas, ¿por qué le hicieron eso?
Ellas le dijeron que le tenían envidia, pues Cristina siempre obtenía las mejores cosas,
siempre era la más bonita, con mejores calificaciones, obtenía todo lo que quería, Cristina
escuchando todo eso lloraba y con una voz tan dulce les dijo:
–LES PERDONO.
Karen y Carla lloraban, porque no podían creer el corazón tan grande que tenía Cristina,
ellas ahí se dieron cuenta que perdieron una amiga de verdad.
Todos muy asombrados porque Cristina les perdonó, ella les dijo que hizo eso porque
todo el mundo merece ser perdonado y volver a tener una segunda oportunidad.
Y empezó el último año de colegio, lo que todo el mundo esperaba y en este año todos
empezaron a ser muy buenos amigos y con la ayuda de Dios se graduaron con la frente en
alto y Cristina salió adelante, afrontó todas sus depresiones y ella ahora es una gran mujer
a la que todos admiran.
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Y fue aquel beso
Valeria Proaño
alifornia. Un hogar el cual dejé hace una semana no más. Ahora me encuentro en
Sidney, Australia. Ciudad nueva, diferente país, universidad nueva, casa nueva, un
poco de incomodidad. Hacer amigos nuevamente es algo que nunca se me ha
dado con facilidad, difícilmente logro hablarle a alguien en todo el año escolar, así que no
me encariño con nadie. Quizás aquí encuentre al amor de mi vida, como en las películas o
quizás aquí sea aun peor que lo que pasé en mi país natal. Absolutamente nadie de mi
familia se encontraba aquí, mi padre pagaba mi universidad y las necesidades que ocuparía
aquí desde Los Estados Unidos.
1. Primer día en la universidad.
Me encontraba justo en este momento en mi departamento, desempacando mi maleta.
Ya era de noche y yo al día siguiente tenía que presentarme a la universidad. Nunca fui
buena haciendo amigos y claramente en esta escuela no será la excepción, pero aun así,
haré lo mejor posible para hablar bien con las personas. Cansada después de guardar las
cosas en mis cajones, me recosté en la cama totalmente diferente a la mía, resulta que esta
es aún más cómoda. Miré mi reloj y marcaban las doce en punto, tenía que dormir o
llegaría tarde en mi primer día de escuela.
Salí de casa con los nervios a flor de piel, me dirigí hacia la parada del bus que me dejaría
exactamente en la escuela. Al llegar bajé de este y miradas realmente incomodas para mí
se hicieron notorias en pocos segundos. Sonreía a medias para mostrarles mi notoria
incomodidad. Solo llevaba conmigo una libreta y una pluma, no tenía absolutamente nada
de libros, según me habían enviado un correo… los recibiría justamente hoy.
Cautelosa entre los pasillos, me dirigí a mi primera clase: Literatura. Tomé el lugar más
alejado del escritorio del maestro y me senté solamente esperando a que una linda persona
me hablara. Al lado de mí había un chico de cabello rizado con mirada baja, aun que me
senté a su lado no me miró en ningún momento, me hacía sentir invisible… más de lo que
yo ya era. Todos susurraban en sus oídos cosas que yo no lograba entender, pero no dudo
mucho que estén hablando porquerías sobre la chica nueva antisocial, si… yo. El profesor
entró por la puerta con una gran sonrisa en su rostro.
–Buenos días jóvenes –saludó y buscaba a alguien con la mirada–. Hoy tenemos una
alumna nueva, no sé si ya lo notaron.
Me estremecí y mi estómago comenzó a revolverse.
–Ella es de Los Ángeles, es Americana, Annie… –cerré los ojos, odiaba presentarme–.
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AUTORES VARIOS
Por favor saluda a tus nuevos compañeros.
–Hola –solo alcancé a decir, y la mayoría reía en susurro.
–Algo más que ese Hola se agradecería señorita Annie –insistió aquel señor con
anteojos.
–Bien… –susurré– Me llamo Annie Smith y soy de Los Ángeles, amo tocar guitarra y
no estaría mal poder hacer algún buen amigo aquí, me encantaría. Amo el queso y los
gatos, pero no más de lo que amo el kiwi.
–Suficiente –rió el maestro que al parecer, se llamaba Diego tal como indicaba su
gafete–. Empecemos con la clase y Annie… si tienes alguna duda, no dudes en preguntar
–asentí.
Anoté la fecha del día de hoy en la parte superior de mi libreta, a la vez miraba de reojo
aquel que seguía con la cabeza baja. Escribía delicadamente en su cuaderno y yo sentía que
él era de esas personas solitarias al igual que yo, podríamos ser buenos amigos algún día si
todo marchaba bien después de esto.
–Señorita –llamó el profesor–. Annie –lo miré–. ¿Podría llevar estos papeles a
enfermería? Es sobre unas faltas de un alumno, está hospitalizado –me levanté–. ¿Sería tan
amable?
–Sí pero…
–¿Qué sucede?
–¿Dónde es la enfermería? –pregunté y rieron al instante, me sentí incomoda.
–James –habló él.
Volteé mi mirada para buscar al chico llamado James. Mi piel palideció al notar que era
el muchacho que se sentaba a mi lado y no hablaba en lo absoluto.
–¿Qué? –respondió él.
–Acompañe a Annie a la enfermería.
Sin decir nada se levantó haciendo una mueca, se había molestado… podía sentirlo y
claramente a él se le notaba.
Salió primero por la puerta sin importarle que yo fuera detrás de él. Traté de alcanzarlo,
pero él iba caminando como si fuera totalmente solo.
–¡Oye detente! –grité y él se detuvo.
–Camina rápido, ¿Acaso no puedes? –se limitó a decir.
–Solo dime donde es, puedo ir sola si tú quieres.
–No te veo cara de chica inteligente.
–¿Qué pasa contigo?
–¿Podrías callarte y solamente caminar?
–Perdón yo… no quería molestarte.
–Lo estás haciendo.
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QUIMERA DE LAS PALABRAS
–Lo lamento de verdad, es que… soy nueva aquí y todo esto es demasiado… –me
interrumpió.
–Escucha –se giró–. No me interesa lo que estés pasando, solo te pido caminar. Me
mareas con tanta habladuría tuya, solo cállate y sigue mis pasos, ¿tan difícil es?
–Es aún más difícil contigo comportándote así.
–No me interesa, no estoy aquí para agradarte.
Asentí más que nerviosa y caminaba detrás de él. James solamente pasaba los pasillos
con tanta sabiduría que para mí me hubiera sido una eternidad poder llegar sola hasta
donde ahora estamos. Luego de unos incómodos minutos divisé aquella enfermería.
–Llegamos, solamente entrega eso –me dijo James.
–¿Podrías…?
–No te esperaré, no tengo todo el tiempo así que espero que recuerdes el camino de
regreso.
–Yo no sé regresarme sola, por favor espérame. Eres el primer chico al cual le hablo en
esta universidad, quizás no te agrado ahorita pero… quisiera que habláramos para poder
llegar a ser amigos, no ahora pero… quizás después, no tengo a nadie aquí.
Me miró serio y luego soltó una carcajada, algo andaba mal en ese chico. Con el ceño
fruncido lo miré con gran desprecio.
–¿Qué? –pregunté.
–Me da gracia el hecho de que pienses que tú y yo algún día seremos amigos. Nunca lo
seremos, jamás ¿Captas el hecho de que no te quiero y tampoco te necesito en mi vida?
Estoy solo y no tengo por qué cambiarlo, tú no serás la excepción aquí.
–¡Eres un grosero! ¿Por qué me tratas así? No te he hecho nada malo.
–Me vale un comino tu opinión y no tengo por qué explicarte nada.
–¿Así eres siempre con las personas?
–Ya te dije que no tengo por qué explicarte nada.
–James...
–¡Deja de ser tan entrometida y preguntona!
Él se giró y caminó, al parecer furioso de regreso al salón de clases. En cambio yo… me
dirigí hacia la enfermería con los papeles que el profesor Diego me había entregado. Al
entregarlos recordé como me había hablado hace unos momentos.
–Idiota –susurré y la señorita me miró confundida–. Lo siento yo...
–No importa – asintió ella.
–¿Estás saliendo con aquel chico? –Me preguntó una chica de cabello castaño, quedé
helada.
–¿Qué? Claro que no.
–Bien. A Elisa no le gustaría después de todo.
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–¿Elisa?
–No importa eso.
La chica se levantó y salió por la puerta al igual que yo. Traté de alcanzarla y sin embargo
no lo logré. Suspiré y caminé justamente por donde había pasado para llegar hasta aquí.
Finalmente llegué al salón de Literatura y luego de entrar miré a James, él estaba sentado
justo como lo encontré.
–Gracias Annie –agradeció el profesor.
–No hay de qué –sonreí y me senté en mi lugar.
El profesor comenzó a hablar sobre un trabajo en equipo, algo sobre hacer algunos
poemas. Tenían que ser más de cien al terminar el mes. Todos escogían sus parejas
mientras que yo me encontraba preguntándome si venir aquí había sido una buena idea.
Todos se encontraban sentados con sus respectivas parejas de trabajo y miré a mi lado,
James tanto como yo no teníamos pareja, creo que era más que obvio que pasaría.
–Oye… –susurré–. ¿Quieres trabajar conmigo? Es que no hay nadie y la verdad es que
contigo hablé hace un momento y… –me miró.
–¿Siempre tienes que dar explicación para todo? Aburres. Y respecto a lo otro, preferiría
hacerlo solo.
–Pero... es un trabajo en equipo.
–Dije que quiero hacerlo solo.
–James y Annie –Habló el profesor–. ¿Cómo se llamará su equipo?
– American –sonreí y James bufó.
2. Es Complicado.
El ceño de James durante todas las siguientes clases me hacían sentir incomoda.
Aparentemente él no quería trabajar conmigo. Ya era la hora del almuerzo y yo me
encontraba con la bandeja en mis manos buscando algo de comida para mi estómago. A lo
lejos noté a James discutiendo con una chica, muy bonita con cabello largo y piel blanca.
Él extendía sus manos en signo de molestia, sin querer seguía viendo a aquella chica
aparentemente gritándole. Él molesto se retiró de aquel lugar y salió hacia las bancas. Corrí
con mi bandeja en mis manos tratando de alcanzarlo, él estaba sentado con sus manos en
el cabello. Tímida decidí acercarme.
–¿James? –pregunté y el levantó la mirada.
–¿Qué quieres?
–¿Estás bien? Yo... te vi discutir con una chica.
–Eso a ti no te importa –se levantó–. Déjame solo.
–¡James espera! –Dejé mi bandeja en una mesita– ¿Te rompieron el corazón? –Él rió.
–No hagas esas preguntas estúpidas, nadie me rompe el corazón.
–Mmm, yo… Te noté algo alterado, decidí venir a ver que te pasaba.
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–Gracias, pero no necesito tu compasión.
–Cualquier cosa que necesites yo estaré aquí, creo que me gustaría tenerte como un…
no sé cómo, pero me gustaría –tomé su hombro–. ¿Me dejas?
–Niña, prefiero estar solo y… nosotros solo trabajaremos juntos por un tiempo, luego
de eso haré como si no existes.
–¿Qué tal si te agrado en ese corto tiempo?
–No digas tonterías, siempre he estado solo no tienes por qué pensar eso.
–Bien, como digas… –susurré–. ¿Después de clases te gustaría ir a mi casa para avanzar
con el proyecto?
–De acuerdo, estaría bien.–dijo James.
–Bueno… –volví a tomar mi bandeja–. ¿Puedo comer contigo?–pregunté
–¿Tengo otra opción?
–Puedes correrme de aquí y…
–Solo come– susurró.
Obedecí y saque mi sánduche del empaque. Había pedido una torta de queso, jugo de
manzana y unas galletas. James miraba hacia otro lado, noté que él no tenía la bandeja de
comida.
–¿Quieres la torta de queso? –el me miró–. De verdad, tómalo no hay problema.
–¿Segura?
–Sí –él lo tomó–. Espera, iré por un poco de jugo.
Asintió y me levanté para entrar de nuevo a la cafetería e ir a traerle un poco de jugo. La
tomé y luego la misma chica con la que James discutía hace unos momentos me miraba
fijamente. La ignoré y salí de nuevo para ver a James comiéndose aquella torta. Se veía
sumamente inofensivo, trataría de comportarme lo más comprensible y nada entrometida
posible para agradarle, en serio quería agradarle.
–Aquí tienes –le entregué la botella–. ¿Estaba rico?
–Del uno al diez lo calificó con un… ocho –reí–. Gracias por el jugo.
–No hay de qué –sonreí–. ¿Eres de aquí?
–Sí, nací aquí.
–Genial y… ¿Trabajas?
–De nuevo agobiándome con las preguntas –se levantó–. Me voy.
–James lo siento yo… solo… olvídalo.
–Definitivamente eres de Estados Unidos.
–¿Qué tratas de decirme?
–Que eres tonta y hueca.
–Solo soy amable, algo que tu no conoces.
–Lo soy, pero no con todo el mundo.
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–Pues deberías, gracias –di media vuelta–. Nos vemos.
–¿Cómo pretendes que conozca el camino hacia tu casa?
–Nos iremos juntos, ya te lo dije.
No escuché a James decir palabra alguna, solo me dirigí de nuevo hacia mi salón de
clases a pesar de que las clases aún no habían comenzado.
Salimos de clases hasta que nos dirigimos hasta mi casa...–
–Llegamos– dije.
–Vives demasiado lejos, no vuelvo a venir –se quejó.
–Que pésima condición física tienes.
–Cállate y sírveme agua–dijo él.
–Normalmente si fueras mi amigo te la traería, pero como no eres nada mío y solo estás
conmigo por un simple trabajo, párate tú y hazlo solo.
–¿Desde cuándo eres tan grosera?–preguntó.
–¡Desde que me sacas de quicio!– dije eufórica.
–Eres una ridícula, tenemos unas cuantas horas de hablarnos.
–Tú eres un amargado– respondí.– Río con sarcasmo.
–Quejumbroso.
–¡Cállate ya! ¿Podríamos avanzar con esto?– dijo James.
–¡Pon algo de tu parte y todo mejoraría!– respondí enojada
–Hablo de los poemas, no me interesa ser algo tuyo– respondió.
Bufé y saqué mi libreta de literatura para comenzar a escribir en la mesa. James me imitó
y comenzó a escribir.
–¿Qué tanto escribes? Tenemos que apurarnos para hacer los poemas–dije.
–Ya tengo uno –levantó la libreta y sí, ya tenía uno–.
Si le dices a alguien que tengo talento para hacer poemas… juro que no te dirigiré la
palabra nunca más.
–¿Puedes leérmelo? Bueno si tú quieres– le contesté
–Mis sentimientos son tus miedos. Si tan solo supieras que es en ti en quien yo pienso.
Y si no te digo lo que siento… Debes entender que es solo por miedo. Miedo a que te
alejes por mis sentimientos. Y porque eres tú a quien quiero.
–¿En quién estabas pensando? –Reí–. De seguro en aquella chica–.
El me miró serio.
–Deberías de dejar de tomarte tanta confianza conmigo, porque no la
tenemos–respondió James.
–¿Dije algo malo?– dije confusa.
–Tú no sabes nada, anótalo rápido porque me largo de aquí.
–Discúlpame creo que… hablo de más– dije
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–Tienes una gran boca, la cual me molesta porque no soporto a esas personas.
–James yo solamente quiero agradarte, no quiero estar sola en esta enorme ciudad.
–Deberías de pensar dos veces antes de abrir tu bocota. ¡Anota rápido!
–¡Deja de gritarme, así no resolverás nada! – me enfadé.
–¡Te apuraré y eso quiero!
–¡Pues no anoto nada! –Me recargué en mi silla.
–¡Pues no me importa! ¡Aun así me largo de aquí!
–¡Está la puerta abierta vete! –respondí
James se levantó guardando sus cosas de golpe y yo solamente me estaba arrepintiendo
en mi interior.
–¡Adiós! –gritó.
–Oye...
–¿¡Qué quieres!?–dijo James
–¿Podrías pasarme el poema?
–¡Ogh tú me haces perder la paciencia! –dijo dando un portazo consigo.
Bien, si quería agradarle no debería de hacer nada de esto y mucho menos gritarle pero
de verdad… él es demasiado complicado y muy bipolar.
3. “Te ves... diferente”
Después de que James salió molesto por aquella puerta, fijé mi mirada en el cuaderno
en el cual tenía que tener ya al menos cinco poemas pero sin embargo, no tenía ni la fecha
en la parte superior. Como pude hice al menos unos cuatro renglones de un simple poema
con buena rima, no mejor que el que hizo él. Mañana tendría que pedirle una disculpa,
aunque él se pondrá como loco y posiblemente me grite como un total histérico, como mi
primer día de escuela.
Llegué a mi segundo día en esta no tan agradable escuela, aquel chico que tiene mal
humor estaba sentado en un árbol mientras tenía unos audífonos en los oídos. Cautelosa
me senté a su lado, sin hacer notar mucho mi presencia.
–James… –susurré tocando su hombro, el me miró con el ceño fruncido.
–¿Qué quieres? –Se quitó los audífonos–. Estoy escuchando música ¿No estás viendo?
–Sí pero… quería pedirte una disculpa por el día de ayer– dije.
–Entiendo –volvió a colocarse sus audífonos–.
–¿Es todo? Digo, por si lo es… ya te retires de aquí.
–También hice un poema –sonreí contenta–. Pero no mejor que el tuyo.
–Era obvio que no sería mejor.
–Que modesto.
–¿Eso es todo lo que dirás?
–¿Me dejas mostrártelo? –él rodó los ojos–. Por favor, no me tomará más de diez
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minutos.
–Que sea rápido.
Saqué mi libreta y él me miraba atento, apurándome con la mirada. Busqué entre las
hojas y suspiré.
–En ti encontré la felicidad. En el brillo de tus ojos conocí lo que es la tranquilidad. En
tu sonrisa vi lo más bello que algún día pude admirar. Estando lejos de ti entendí lo que
significa extrañar.
–Wow, admito que estuvo bueno –sonrió de lado.
–Gracias, me tarde siglos haciéndolo.
–Tonta, solo busca palabras con rimas… es todo.
–Gracias por el consejo –sonreí.
–¿Qué tanto me miras?
–Es que… no me has gritado, ni insultado –levanté mis hombros y sonreí.
–Ingenua ¿Y eso qué?
–Nada, solo… se siente bien –sonreí y el rodó los ojos.
–Guarda tu libreta, es hora de entrar a clases.
–Sí –volví a sonreír.
Guardé rápidamente mi libreta y alcancé a James. Al parecer hoy se encontraba de buen
humor y eso me agradaba, solo espero no cometer una estupidez de hablar demás, me
mantendría callada. Entré al salón y me senté a su lado justo como el primer día, saqué mi
libreta nuevamente y él hizo lo mismo. El profesor como el primer día no tardó en llegar.
–Buenos días jóvenes –saludó–. ¿Cómo van con el proyecto?
–¡Genial! –contesté felizmente.
Todas las miradas fueron hacia mí, volteé a ver a James y él tocaba su frente con sus
manos en signo de vergüenza, volví a meter el pie en algo que sabía que a él no le agradaría.
–¿Sí? ¿Podrías leerme uno de los poemas? Por favor–me dijo el profesor.
–Es que… –miré a James, incomoda–. Yo… lo tengo en una libreta que no traje hoy.
–Es una lástima, pero está bien.
El profesor se giró y comenzó a escribir en el pizarrón. No quitaba mi mirada de James,
ahora él estará molesto conmigo.
–Lo siento –susurré.
No me contestó y siguió anotando. Demonios.
Era el momento de salir a comer el almuerzo, esta vez había comprado una ensalada que
tenía pollo y en lo personal a mí me gustaba mucho. Busqué a aquel mismo chico con la
mirada, él estaba sentado solo, comiendo su comida. Me acerqué a paso lento y él me miró
desde lejos. No me dijo nada, decidí sentarme sin hablar. Seriamente abrí mi ensalada con
pollo y tomé un poco de mi agua, nerviosa.
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QUIMERA DE LAS PALABRAS
–¿Qué te pasa por qué no hablas? –me preguntó.
–¿No estás molesto?
–¿Por qué tengo que estarlo?
–Pensé que lo estabas por lo que dije, ya sabes… sobre lo del poema.
–No lo estoy, al fin y al cabo leerías el tuyo y no el mío.
–Oh… –sonreí–. Es verdad, entonces… ¿Estamos… igual que siempre?
–¿Estamos?
–Sí ya sabes… todo como antes, tú de grosero y yo de entrometida –el rió.
–Me alegra que comiences a diferenciarte de esa manera –sonreí–. Pero igual te faltó
decirte tonta, porque no puedes hacer esas simples rimas–dijo él.
–¡Oye! No seas grosero– recalqué.
–Tú acabas de decirme que lo era, yo solo recalqué tu definición hacia mí.
–Bien –bufé–. Hoy tienes que ir de nuevo a casa ¿Podrás?
–No hago nada en todo el día así que si puedo, tengo qué.
–Bien, después de clases.
–Ya cállate y ponte a comer.
Obedecí. Un pedazo de champiñón se encontraba ahí, en la ensalada… quería
enloquecer. Odiaba el champiñón aun así, sin probarlo, tan solo olerlo me daba nauseas.
–¡Qué asco!– dije.
–¿De qué demonios hablas?
–Odio esto –le mostré el champiñón.
–Es la cosa más deliciosa que pueda existir, insensible.
–Tómala entonces.
–Qué asco, ya lo tocaste.
–¡No seas princesa! Anda.
–No soy princesa.
–Entonces… ¿Una nena?
–No seas ridícula, solo hazlo a un lado –bufó.
–Me aburre venir aquí y me estoy muriendo de sueño –me dijo él.
–Siéntate en el sillón. Iré por un poco de fruta ¿Te gusta el kiwi?
–Lo odio.
–Insensible.
–A ti no te gusta el champiñón ¿Quién es más insensible?
–Lo sigues siendo tú.
–Ya vete a tragar tu kiwi – ordenó
Fui hacia la cocina a cortar mi fruta favorita para luego sentarme a quebrar mi cabeza y
hacer los poemas, en serio no me gustaba pero tenía la ventaja de tener a James como
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AUTORES VARIOS
compañero. No se escuchaba ruido del otro lado del cuarto, supuse que él estaría
esperándome como debería. Asomé la cabeza para ver si se encontraba ahí y sí, ahí estaba
él. Salí de la cocina y me encontré con un James tranquilo y pasivo, él estaba dormido
tranquilamente en el sofá.
–Te vez lindo, te vez diferente así sin insultarme –susurré sin que el despertara.
Lo observé, no me había dado cuenta de sus largas pestañas ni de su perfecta nariz, sus
labios tan rojos llamaron mi atención. Mis ojos estaban fijos en ellos y entonces me
pregunté cómo se sentiría tocarlos, morderlos, sentirlos. Sin que se diera cuenta y
revisando que él no despertara me acerqué y me arriesgué, besé sus labios despacio y
tiernamente, y sólo fue un beso, aquel beso que logró que me volviera loca, un solo beso
que logró que en mi cabeza solo existiera él y nadie más.
Una historia más de la vida real
Ana Paula Ribadeneira
oy es cuatro de noviembre y es un día más en el que estoy aquí, sin poder respirar
bien, sin poder decir al mundo que yo estoy vivo, cada día que pasa observo como
las personas se van olvidando, como las personas solo pasan y ya nada se queda
aquí. Junto a mí, quizá esta sea de las últimas veces que mi mano pueda escribir en un
papel, por lo que hoy contaré todo lo que pasé, todo lo que viví, todo lo que mi mano logró
escribir en este papel, mi nombre es Xavier, vivo, es decir vivía con mi abuela, mis padres
habían muerto cuando yo apenas era un bebé, por lo que se hizo cargo de mí. Al principio
vivíamos mi abuela, su esposo y yo, pero como el tiempo pasó, el esposo de mi abuela
falleció por un ataque al corazón, por lo que la única compañía para mi abuela era yo, y la
única compañía que yo tenía era ella, vivíamos juntos, hasta el día en el que llegaron unas
personas que sin piedad alguna, asesinaron a mi ancianita, lo último que recuerdo de ella
son sus deliciosas tortas que con amor las preparaba para mi cada mañana. Sin dudar, la
comida más rica que en mi vida probé, en este momento lo único que me queda es el
recuerdo, mientras la asesinaban yo no podía reaccionar, mis piernas se habían
entumecido y mi boca no logró soltar ni siquiera una palabra, solo observaba aquella mujer
que fue como mi madre, moría y como la única persona que yo tenía, desaparecía de mi
vida. Esas personas estaban vestidas totalmente de negro, tenían tatuajes que rodeaban su
cuello y uno muy grande en ambos brazos, a pesar de su estilo, por mí no comprendido,
debo recalcar la elegancia de estos tipos; quienes mientras yo observaba la agonizante
muerte de mi abuela me inyectaron en el brazo una sustancia, que en realidad no sé el
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QUIMERA DE LAS PALABRAS
nombre, pero me provocó mucho sueño y mientras me estaba durmiendo sentía como
estas personas me golpeaban, lastimaban y después de esto entré en un profundo sueño,
pues cuando me desperté me encontraba totalmente solo, en una habitación; las paredes
eran de color blanco, pero no había nada más que “YO”, comencé a gritar con el fin de que
alguien me salvara, pero simplemente nadie me escuchaba; pasaban las horas, era
madrugada, lo sabía, pues podía ver como el sol apenas estaba despertando, por aquella
pequeña hendija, alcance a ver como una mujer limpiaba el corredor, por detrás de la
puerta, desesperado comencé a gritar, no me escuchaba, la esperanza de lograr salir, fue la
que me impulsó a tomar fuerza y con un grito, que llevaba una mezcla entre desesperación
y alegría, la mujer me escuchó, fue ahí cuando sentí que mi alma regresaba al cuerpo, me
sentí tan bien, con una felicidad profunda, pero en el momento que quería ponerme de
pie, mis piernas no reaccionaron, me habían golpeado tan fuerte que mis piernas no
lograban dar ni apenas un paso, estaban paralizadas, por lo que acepté la propuesta de mi
salvadora, aquella mujer; nada podía salir peor.. ella me levantó y me llevó a una pequeña
casita, que literalmente se encontraba en medio del bosque, no se escuchaba nada más que
ruidos de animales; sonaba a una película de terror, solo con escuchar eso, sentía que me
hacía cada vez más pequeño, cada vez me invadía más el miedo. Y eso que con mi abuelita
veíamos mucho de animal planet; su programa favorito. Al entrar a la casa me llevó hacia
un cuarto, me ayudó a sentarme, me brindó un té muy caliente y colocó sobre mis piernas
pañitos tibios, para aliviar el dolor de mis piernas, también me obsequió una sopita llena
de verduras y aunque nunca hayan sido de mi agrado, calmaron la fuerte hambre que tenía,
pues no me había alimentado en todos esos días que me encontraba encerrado. No pasó
mucho tiempo y me quedé dormido, ya ni recuerdo en que había soñado, pero caí en un
sueño muy largo y delicioso.
A la mañana siguiente, el ruido de los pájaros me despertó. Había pasado de ser una
película de terror a un lindo cuento con un final feliz. Pero como pueden ver esto no fue ni
el final y aun peor feliz. Había dormido, como se dice, como un bebé. Los primeros días la
mujer se preocupó muchísimo de mí, me ayudaba y me complacía en todo, cada tarde a
las 5:30 para ser más exactos subía a mi habitación con un té caliente y unas galletas de
avena, que las hacía cada mañana al levantarse, me dijo que era receta de su tatarabuela.
Según mis sentidos voy más de dos meses aquí, aunque el rato ha sido bueno, ya no quiero
seguir acá, no he sentido el sol en mi rostro hace ya mucho tiempo, un buen viento por mi
espalda, no he escuchado nada más que un “el té está listo”; lástima, mis piernas aún no se
encontraban del todo bien y si salía de allí, no tenía adonde ir; aún tenía miedo de los
señores que me habían secuestrado... ¿y si me encontraban? Por lo que aquí me quedaré
un tiempo más, hasta poder valerme por mí mismo.
Ya voy mucho tiempo aquí, solo quiero gritar y recuperarme, no sé qué sucede, el
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ambiente se siente muy frío. Entre ella y yo; ella no es la misma de antes, me da a pensar
que ya se ha cansado de mí; ¡no sé qué hacer! Me siento muy impotente, después de unos
días en esta situación, tomé mucho valor y aunque mis condiciones físicas no eran
totalmente convenientes para continuar y rehacer una vida, empezar desde cero y peor aun
absolutamente solo.
Esa noche sin olvidarme, exactamente era las ocho de la noche, sinceramente no sé de
dónde saqué el coraje y me decidí por hablar con ella; subí para conversar, me senté junto
a ella y le dije que esta semana que entraba, me marcharía del hogar; apenas acabe esta
oración, pude ver en sus ojos una mirada muy frustrada, intensa y misteriosa, agachó la
cabeza; con sus expresiones me dejó desconcertado, no me dijo ni siquiera una palabra, no
sabía cómo actuar, por lo que mi única reacción fue levantarme, fui a mi habitación, me
recosté en la cama y toda esa noche no logré cerrar mis ojos, no sabía que había hecho para
que las cosas se pongan así, no sabía que sucedía. Amaneció, continúo la semana, aunque
el ambiente seguía extraño, continué la semana con el mejor ánimo que pude, pero ella ni
siquiera me lanzaba una palabra ni mirada, entonces me acerqué donde ella y le di las
gracias por ayudarme, por brindarme su apoyo y un hogar. Esa madrugada saldría de la
casa, por lo que al darle las gracias terminé con un adiós, ella igual que antes no me dijo
nada, antes de obscurecer me brindó un té, pero aquel provocó que caiga en sueño
profundo, quedé instantáneamente dormido y aunque esto quizá nadie se pueda imaginar,
cuando abrí mis ojos, mis piernas se encontraban sujetas al pie de la cama y mis manos
atadas a los extremos; caí en desesperación absoluta, intenté desatarme pero no podía,
grité muy fuerte porque sentí que unos pasos se acercaban, cuando abrieron la puerta sin
poderlo creer, curiosamente era ella, entró a la habitación sin decir palabra alguna, tapó mi
boca con cinta adhesiva, escuché un par de disparos, ¿qué sucede? Me preguntaba yo,
estaba totalmente perdido; esa mujer que tanto me ayudó, aquella que tanto me ayudó,
tomó un cuchillo de la cocina y rompió las sogas, me dio dos puñaladas en la rodilla
derecha y la otra en el estómago, en ese momento salió de la casa, tomó su auto y supongo
que huyo, nunca más en la vida la vi; por qué me hizo daño… no lo sé. Con el dolor
intenso que tenía, puse todas mis fuerzas y estiré mi pierna, así alcance a tirar un mueble
que tenía cerca, fue en ese momento que alguien que lastimosamente no sé quién es por
su anonimato y me trajo aquí donde estoy en ese momento; hace unas horas se acercó el
doctor y me dijo que no tenga miedo a la muerte, y por supuesto me dijo la otra parte, mi
tiempo cada vez es más corto, cada vez soy más débil, y en este momento ya ni siquiera
siento que estoy aquí.
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Páginas de la vida
Micaela Sosa
uve una operación por un cáncer localizado en mi estómago, el día en el que me
enteré de esta trágica noticia, se me vino todo mi mundo abajo, solo pensaba en mi
familia, mi trabajo, mis supuestos amigos. En el momento en el que mis padres se
enteraron de esta desastrosa noticia no sabían que hacer, yo también estaba muy
atemorizada, tenía miedo de que mis padres se queden solos porque, por el simple hecho
de que soy su única hija mujer, ellos van a caer en depresión y me preocupa mi hermano,
ese pequeño ser que aunque a veces me atormente mis días siempre me saca sonrisas,
aquel monstro por el que puedo dar mi vida con tal de que él esté bien, en fin mis días
siguieron siendo comunes y corrientes, cuando iba al trabajo, mientras estaba sentada
frente al computador dejaba que las lágrimas corrieran por mis mejillas, no solo por mi
enfermedad, sino también por todos aquellos amigos los cuales pensé que eran verdaderos
pero que no estuvieron allí cuando más los necesitaba. Todo el mundo en la oficina
pensaba que lloraba solo por la ruptura de alguna relación amorosa, pero no, no entendían
lo que realmente pasaba en lo más profundo de mi alma.
Llegué a mi casa después de un largo día de trabajo en el cual como de costumbre las
lágrimas no faltaron, mi cuarto estaba muy desarreglado, entonces decidí arreglarlo para
disipar el dolor que sentía en ese momento por el tumor y también para distraer mi mente
de todo lo que me atormentaba en ese momento, entre tanto desorden encontré una caja
en la cual tenía todos los recuerdos de la preparatoria: libros, cartas de amores pasados,
poemas, dibujos... pero lo que más llamó mi atención fue una foto en la cual estaban
plasmadas mi cara y la de mi entonces mejor amigo, recordé la promesa que alguna vez
hicimos “Juntos en las buenas y en las malas”, un trato el cual cerramos con el típico
escupitajo en la palma de la mano para después sellar el trato uniendo éstas en una sola.
Quise verlo una vez más antes de la operación que me harían para extraer el tumor, algo
que no les conté, es que el tumor no era maligno, gracias a Dios lo detectaron a tiempo,
pero aun así duele y mucho, volviendo al tema recordé que el año pasado mi madre me
contó que mientras estaba en el supermercado se encontró con la madre de Juan, mi mejor
amigo, e intercambiaron teléfonos, decidí visitarlo en su casa para contarle todo lo que me
pasaba en ese momento. En el momento del reencuentro él estaba muy distante y frío, lo
que más me impactó fue que cuando le conté sobre mi tumor lo único que me dijo fue:
“¿Por qué me lo cuentas a mí? yo no soy Dios para curarte”. Llegué a mi casa con un mar
de lágrimas cayendo por mis mejillas, ¿Por qué me tiene que pasar eso a mí? ¿Por qué aquel
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QUIMERA DE LAS PALABRAS
chico que me sacaba sonrisas bobas y me hacía sonrojar, me trata de esta manera? ¿Por qué
cuando más confiaba en él, me sacaba como un saco de papas de su vida? Esas y muchas
preguntas más rondaban por mi mente al no comprender el desprecio de mi mejor amigo.
El día de la operación llegó. Estaba muy nerviosa como era de esperar, justo era el día de
mi cumpleaños, cuando llegó el doctor para examinarme e ingresar al quirófano mis
padres y mi hermano lloraban mucho hasta creo que estaban más nerviosos que yo,
intercambiamos abrazos y sonrisas esperanzadoras, cuando entré al quirófano, lo único
que recuerdo es haber sentido un pinchazo en la parte baja de mi espalda, y todos los
colores empezaron a apagarse hasta que vi todo negro y no supe nada mas de mi existencia.
Después de varias horas abrí mis ojos, una potente luz blanca me obligó a parpadear varias
veces hasta acostumbrarme otra vez a la luz, sentía mucho frío y mi cuerpo temblaba, miré
a mi alrededor, estaba en una habitación de hospital, recordé que me habían operado y me
preguntaba que pasó allá en la sala de operaciones, ¿me habrán quitado el tumor?, en el
sofá del cuarto pude observar una silueta varonil, aquella silueta por la que me había
sentido rechazada, pero, ¿Qué hace él aquí? ¿Acaso me quiere seguir haciendo sufrir?,
carraspeé con las pocas fuerzas que tenía en ese momento, él levantó su mirada hacia a mí;
tenía los ojos hinchados ¿De llorar?, se levantó y empezó a acercarse lentamente, en sus
ojos veía tristeza, arrepentimiento y dolor, cuando estuvo lo suficientemente cerca tomó
mi mano y dio un beso sobre esta, haciéndome sentir una estampida de mariposas en la
pansa, cuando por fin pudo articular una palabra me pidió el más sincero perdón que he
podido escuchar, yo solo asentí con mi cabeza, dándole a entender que en ese momento
lo único que quería era un abrazo, y así lo hizo.
Él ahora es mi novio, vivimos los mejores momentos juntos, me explicó que él era así de
frío conmigo, porque él no se sentía digno de estar al lado de una mujer tan valiosa como
según él soy yo, que por eso era distante para que yo no me enamorara, pero que él desde
que nos conocimos sintió una atracción especial por mí; era un sentimiento mutuo.
Ahora yo vivo mi vida siendo una mujer feliz y sin complicaciones, sin preocuparme por
el qué dirán.
En pocos meses me casaré con ese chico que alguna vez fue capaz de romper mi corazón
en mil pedazos, pero que a la vez, con un sincero perdón logró rearmarlo para darle
felicidad, amor, compresión y ternura. También mi familia la cual tenía problemas
económicos se dio cuenta que no son necesarias las cosas materiales para ser una buena
familia, se dieron cuenta que lo que realmente importaba era el calor de hogar y el apoyo
que una familia se debe dar.
Meses después
Me encontraba sentada en el jardín de mi casa, la casa que compartía con mi ahora
esposo y mejor amigo, recordando el momento en el que me pidió ser su esposa; fue un
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día de navidad, cuando toda la familia estaba reunida en el comedor comiendo un
delicioso pavo, recuerdo que todo el día estuvo nervioso y casi sin hablar, cuando por fin
fue el momento, él se levantó de su silla y golpeó sutilmente su copa para que prestaran
atención, me pidió que me ponga de pie, estaba muy confundida, de repente se arrodilló y
mencionó las palabras que estaba esperando, “¿quieres casarte conmigo?, asentí con una
gran sonrisa, y nos fundimos en un beso que duraría por toda la vida.
Son recuerdos que nunca olvidaré.
El fuerte de Felipe
Anamaría Terán
scuchó el sonido del silencio, aquel que es inmutable, se detuvo a sentir su corazón
palpitar y limitó sus movimientos al punto de hacerlos nulos. Lo único que podía
hacer era respirar fuerte, no podía siquiera contener el suspiro, lo exhalaba por
completo, se encontraba con el alma hiperactiva. Sus ojos estaban fijos en un solo objetivo,
como Guillermo Tell en la manzana, posada en el punto más alto de la cabeza de aquel
chico valiente. Su mirada apuntaba al reloj a punto de marcar las 9:00pm. Cuando el
horero, minutero y segundero se alinearon en las tres cuartas partes del reloj en su parte
izquierda, el niño echó a correr en busca de todas las sábanas de la casa. Empezó por las
suyas, fue a las camas de sus dos hermanos, pasó cuarto por cuarto arrancando
fuertemente de ellas, dejó las más grandes para el final, las de sus padres. Registró cada
pequeño rincón donde podía dormir alguna manta, cobija, edredón o tela que sirva para
cubrir un cuarto entero, más bien, un reino entero. Llegó halando fuerte con sus manos,
las que reposaban en su hombro derecho el cúmulo de lo que sería en un futuro, una
fachada, pared, ventana, mantel, balcón, jardín, en fin, todo lo que en un castillo cabe.
Cargaba como ropavejero, los sueños de un lugar mágico en cada tejido. Cuando llegó a
su cuarto comenzó a ser de arquitecto, ingeniero y albañil; debía terminar de construir en
ese mismo momento el castillo, antes de que esta vez el minutero marque las nueve y
treinta. Aproximadamente siete segundos antes de la hora preestablecida, el niño logró
terminar su obra maestra, un fuerte de sábanas.
Felipe caminó por cada recoveco de su palacio, revisó que los empleados hayan pulido
la plata, encerado el piso y sacado brillo las ventanas. El rey se acercó –con las manos
apoyadas en su espalda baja y con los pasos firmes, lentos, intercalados en zigzag cada uno–
al barandal de las escalinatas principales; con la vista era difícil encontrar su final. Llamó
entonces a Jacobo, su fiel sirviente. Un enano que no llegaba al metro, tiró de la capa roja
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QUIMERA DE LAS PALABRAS
en el filo de azulejos que tenía esta.
–¿Llamó usted señor? –Dijo con una voz temblorosa y con la rodilla pegada al suelo
como muestra de respeto, el rey bajó su mirada, pasó su dedo índice por el barandal y lo
indicó a Jacobo, su dedo estaba cubierto de polvo.
–¿Qué es esto? Los comensales llegarán pronto, no puedo recibirlos con un castillo
sucio.
–Lo siento mi señor, lo limpiaremos en este mismo instante –sacó del bolsillo izquierdo
de su suéter un silbato en forma de caracol, de color plateado y oxidado por el uso, sopló
de él, una melodía hermosa, se escuchó y en ese mismo momento aparecieron unas
pequeñas doncellas volando, al notar que el rey se encontraba allí agacharon sus cabezas–.
–No quiero ver ni una minúscula marca de polvo, basura o alguna otra suciedad –dijo
Jacobo después de haberles señalado el barandal. Las pequeñas hadas asintieron,
limpiaron el barandal rápidamente y siguieron en busca de alguna mancha para limpiarla–.
–Jacobo ven, sígueme, necesito que corten los dolobus y los planten en el jardín en la
zona sur. Aquel arreglo pásalo a la sala principal.
–De acuerdo mi señor.
Jacobo tomaba nota rápidamente de cada corrección que le pedía el rey, con una
larguísima pluma que había sacado de su manga; haciendo un origami con la hoja de
apuntes, mandaba volando un ave de papel a distintas direcciones dependiendo del
encargo asignado anteriormente.
–Limpien bien estas ventanas, las quiero transparentes. Ese cuadro cámbialo por el de
Julio Díaz de Hernández. No me gusta como se ve ese sillón ahí…
–Por supuesto mi rey, enseguida.
–Gracias Jacobo, de verdad necesito que todo esté perfecto.
–Lo sé mi señor, lo lamento, no volverá a suceder.
Salió volando la que parecía ser su última ave de papel.
Un enorme castillo se levantaba en lo más alto de un bellísimo cerro, iluminado por el
tórrido sol de verano, con grandes pilares color bronce. En medio una puerta gigantesca,
donde cabría un ciclope e igual sería grande para él. Unos grandes ventanales se repartían
por todo el castillo, jardines con piletas y diferentes tipos de flores nunca antes vistas.
–Jacobo hizo sonar su silbato nuevamente, pero esta vez, no aparecieron las pequeñas
doncellas voladoras, sino unos pequeños y extraños pingfos con un atuendo muy peculiar.
Llevaban trajes elegantes de mesero, con variados colores y unos zapatos alargados, de un
vistoso color que denotaban la grandeza de sus pies.
Se pusieron en fila distribuidos, organizadamente, alrededor de la mesa de acuerdo a los
tipos de platos que iban a servir.
–Quiero que esta noche sea fantástica, inolvidable, si es posible. Que todos los invitados
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se sientan como en casa. Ningún plato roto o cualquier tipo de travesura de las que ustedes
acostumbran, serán aceptados en la cena.
Los pingfos susurraban con grandes sonrisas de dientes amarillentos y chuecos, como
signo de orgullo de sus pequeños desastres.
Felipe cruzó la puerta hacia el gran comedor, era hermoso, con su cubierta de vidrio que
llegaba casi hasta lo más alto del castillo, parecía ser parte del cielo. Un balcón donde se
podía observar todo el maravilloso paisaje de Amágatal. Una larguísima mesa de la más
fina madera se extendía a lo ancho, los colores del escudo se reflejaban por medio de unos
hermosos tapices que volaban en busca de su puesto. Y en medio de este cúmulo de deleite
visual, se encontraba Jacobo, luchando por la atención de los elfos.
Al escuchar el sonido de los pasos, los pequeños pingfos regresaron a ver e
inmediatamente hicieron silencio, se pusieron en orden y colocaron su rodilla al suelo.
Felipe rió al ver su rápida reacción y les regaló una sonrisa afable, los pingfos soltaron una
risita tímida.
–Jacobo, necesito que cambien el menú previsto para esta noche. No será el pasny de
postre, sino un repete, acompañado de miel de aláudia y de entrada, nuestra especialidad,
el crut.
–Por su puesto mi señor, este mismo instante voy a informar a la Chef.
Una inmensa cocina se encontraba detrás de una puerta escondida, entre el perchero y
el cuadro del Rey Orasio I. El mágico lugar, donde los deseos culinarios se hacen realidad
tenía: un piso impecable, baldosas cuadriculadas –intercaladas entre blanco y negro
–como un tablero de ajedrez–, numerosas cocinas, cocinetas en distintos puestos, hornos,
cacerolas, ollas, planchas, distintas recetas, pasteles en lo alto de un ropero y postres nunca
antes vistos.
Jacobo entró a la cocina y llamó a Bárbara.
Una corpulenta y vieja señora se acercó arrastrando sus pies más anchos que sus piernas.
Usaba un delantal manchado, como si no lo hubiera lavado en años, con una coleta mal
hecha. Era sorprendente encontrarse con que tenía unas manos impecables, no había una
mínima suciedad en ellas.
–Me acaba de informar el rey que la entrada será un crut y de postre un repete
acompañado de miel de aláudia.
–Enseguida, respondió con voz ronca, llamaré a mis asistentes, se llevó los dedos índice
y medio a la boca entre abierta, y evocó un chiflido ensordecedor.
Unas altas y delgadas muchachas, muy elegantes y bien vestidas, caminaban
rápidamente con sus cuatro piernas. Venían refunfuñando de su jefa, según parecía
siempre las llamaba y ponía trabajos diferentes a cada momento.
–Necesito que una traiga miel de alaudia de la huerta. Ustedes preparen los postres, las
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demás, entrada y plato fuerte.
Tan pronto como Bárbara acabó de darles las órdenes, se apresuraron a cocinar y buscar
lo que les pidió.
Un extraño remolino se produjo en la laguna del castillo. Pero de él no sale un calamar
gigante, un barco perdido o algún monstruo marino, sino un gran iceberg en forma de
esfera perfectamente pulida, como aquellas que usan las gitanas. Emerge de las
profundidades, pero no está vacío, un corpulento y enorme rey aparece desde dentro.
Tiene una gran barba canosa, ojos ocultos entre unas extensas cejas, vestido con abrigadas
pieles de la cabeza a los pies. Detrás de él, dos jóvenes traviesos lanzan un pedazo de hielo,
cada uno hacia la nuca del rey. Bruno, Oriol paren ya con sus travesuras, Felipe los verá, los
dos rieron a carcajadas sin hacer caso a lo que les dijo el rey.
Felipe se aproximó a la laguna acompañado por Jacobo, bajaban la colina iluminada por
los rayos que se ocultaban en el atardecer.
– ¡Gerard! Qué alegría verte, hay que esperar siete inviernos para que me visites.
–No puedo creer que seas Luis Felipe García de Jiménez, a quién yo conocía cuando era
de este portecito… Haz crecido –lanzó tal carcajada, que las ramas se agitaron y los
pájaros volaron sin retorno– No seas tan duro conmigo, sabes que el trabajo me tiene
agobiado, por labrar, con éstas manos, aquellas gélidas tierras que poseo. He ahí, la causa
de mi demora.
Repentinamente otro helado pedazo circular amenazaba con caer en la cara de Felipe,
él lo esquivó y volteó para ver de dónde venía.
–Discúlpenos su alteza, no fue nuestra intención golpearlo –intentaron hacerlo sonar lo
más serio posible, aunque no lo lograron–.
– ¡Bruno, Oriol! ¿Así qué trajiste a estos dos? Aunque me cueste decirlo, ya los
extrañaba.
Un par de gemelos altos, fuertes, graciosos y apuestos; con sonrisas inconfundibles, más
blancas que las perlas. Se los podía distinguir solo con el color de sus ojos. Bruno los tenía
azules, como las profundidades del mar; Oriol, en cambio, verdes como las hojas de los
árboles en plena primavera.
–Todos nos extrañan, siempre lo hacen, deberías ver a las chicas de Regne Llunya –dijo
con orgullo y picardía Bruno–.
–No me hagan reír, mejor pasen, a éste, que es su hogar... Iliana debe estar por llegar.
Mientras caminaban colina arriba, en medio del sendero, escucharon una hermosa
melodía que los dejó a todos hipnotizados, como si el tiempo se hubiera detenido sin
razón alguna. Unos pequeños diamantes aparecieron flotando en el aire y de ellos salió una
bellísima mujer, como nunca antes se ha visto. Era tan hermosa que su cuerpo no
importaba, su alma era pura, limpia. Tenía un tono de voz que enamoraba a cualquiera en
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este mundo, imposible de describir. Los brillantes se cerraron, la melodía cesó y los demás
volvieron a la normalidad.
–Iliana, ¡Qué gusto que haya podido asistir! –dijo Felipe con mucho respeto inclinando
su cabeza–.
–No es necesaria tanta reverencia –respondió delicadamente–.
–La cena está lista su alteza –anunció Jacobo y se retiró–.
–Por favor serían tan amables de pasar al comedor –extendió entonces su brazo Felipe
e invitó a pasar por el umbral de la puerta principal del palacio–.
La mesa estaba perfecta. Grandes fuentes con variados platos, vinos y bebidas exóticas,
se repartían a lo largo de ella. Los pequeños y elegantes pingfos se encontraban parados y
listos para servir. Finos candelabros y arañas de piedras preciosas, flotaban por todo el
comedor.
Todos se sentaron en la mesa, conversaron de la situación en los distintos reinos. Reían
con anécdotas de los gemelos. Gerard, después de los gemelos, era el más gracioso de la
mesa, tenía el don de sacar una sonrisa aunque sea en los momentos más difíciles. Iliana,
por su parte, era la más atenta, culta y alegre; sabía verle el lado bueno a los problemas.
Después de la cena, todos regresaron a su hogar, a sabiendas que se volverían a ver,
aunque sería dentro de mucho tiempo.
Felipe pasó la mejor velada de su vida, ahora se encontraba nuevamente solo en su
castillo, las luces se fueron apagando, se despidió de Jacobo y le agradeció por toda su
atención.
La hora de la que siempre huía llegó, no había vuelta atrás. Felipe cerró los ojos
fuertemente deseando que el reloj se detuviera como cuando Irina cantaba, los volvió
abrir, se encontraba bajo un techo de sabanas de diferentes colores, era el fuerte que había
creado tres horas antes. Salió de él gateando, se encontró nuevamente solo en su casa,
guardó con pesadez lentamente las sábanas, una por una, como todos los miércoles en la
noche.
Cuando estaba a punto de guardar la última, escuchó que la puerta de entrada se abría,
un hombre gordo y barbudo entró, tras él un par de jóvenes jugando, Felipe salió
corriendo a su encuentro, aunque esta vez, tan solo le llegaba a la cintura. Los gemelos lo
saludaron con un abrazo. Caminaron hacia la sala, entonces se escuchó nuevamente que
la puerta se abría de par en par, una hermosa mujer, vestida muy elegante, llegó con una
hermosa sonrisa, se agachó y besó al chiquillo en la frente.
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QUIMERA DE LAS PALABRAS
Si los elefantes lo supieran...
Katicnina Tituaña
os animales son lo más importante del planeta, sin ellos ningún humano podría
vivir. Gracias a estos todos somos más felices, sin embargo, Antonia no entendía
por qué a pesar de todo eso eran maltratados, encarcelados y torturados; aún tenía
muchas preguntas, pues apenas cruzaba los 7 años.
Antonia vivía en una ciudad grande, donde se podía encontrar de todo, menos
naturaleza, y lo que más amaba ella era exactamente lo que no había en su alrededor, por
esa razón le encantaba ir a la hacienda de sus abuelos, en la que habitaban toda clase de
animales y todos eran sus amigos, incluso ella sentía que podía comunicarse con ellos.
Pero un día una gran tormenta con truenos y rayos lo destrozó todo y desde entonces dejó
de crecer a lado de los seres que hacían su vida más amena.
Habían transcurrido dos años desde aquella tormenta, el tiempo pasaba, pero Antonia
jamás olvidó el amor que sentía por los animales. Después de tanto insistir a sus padres,
logró que le permitieran adoptar a un perro al que nombró Fargo; él se convirtió en su
mejor amigo.
Una tarde en la que regresaba de la escuela, sintió algo extraño, de pronto unas
vocecillas se escucharon lejanamente, miró a su alrededor pero no encontró nada, caminó
unos pasos más y continuaron aquellas agudas voces, al mirar al suelo se encontró con
unos pequeños patos, éstos le decían:
–Buenos días, ¿es posible que nos de paso?
Ella atemorizada por lo que acababan de escuchar sus oídos se hizo a un lado
inmediatamente, con la boca completamente abierta, en eso un perro le dijo:
–Cuidado, se te pueden entrar moscas. – Antonia empezó a correr sin comprender
nada hacia su casa, un momento después ya se encontraba en ella. Cuando entró, notó que
sus padres no estaban en casa, subió rápidamente a su habitación, todavía conmocionada
con lo sucedido y se dio cuenta de que las sospechas que tenía podían ser comprobadas.
Bajó las escaleras velozmente con dirección al patio, en él se encontraba Fargo. Su
mascota recostada plácidamente en el césped, al verla, corrió hacia ella y ladró con alegría
sin decir ni una palabra, entonces Antonia pensó que los hechos sucedidos anteriormente
fueron locura de ella. Después sintió la necesidad de contárselo a alguien, pero no quería
que la creyeran loca, por lo que decidió decírselo a su perro, quién más que él podría
escuchar sin escuchar, y empezó a relatarle su loca historia, pero resultó ser una sorpresa
para Fargo, pues había olvidado el detalle de que su dueña ya había cumplido 10 años. Esa
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AUTORES VARIOS
era la edad en la que las personas que nacen con el don de hablar con los animales
empiezan a desarrollarlo y son capaces de entender el por qué, aunque en realidad no había
mucho que comprender. El hecho era que aquellas personas que nacen con esta
condición, tienen la misión de ayudar al mundo por medio de los animales. Los humanos
deberíamos aprender el amor sincero que ellos son capaces de transmitir.
La mascota decidió que era hora de una explicación, tomó aire y dijo:
–Creo que es hora de que lo sepas querida Antonia.
La pequeña sin dar lugar a los hechos pegó un grito.
–¡Aaaaahhhh!
– Tranquila –dijo él– sé que ahora estas asustada pero déjame explicarte porque después
de tantos años sin decir una palabra he decidido hacerlo, pero necesito que me escuches y
que estés calmada – exclamó –. Fargo comenzó la historia:
–Desde el primer día que me adoptaste lo supe, supe que eras especial, que viniste a este
mundo para salvarnos, que tenías un buen corazón, que no cabe en tu pequeño cuerpo.
Otra persona hubiera comprado un perro que no tenga pulgas, que no esté desnutrido, que
sea de raza pura, que solo coma croquetas, pero no, tu decidiste adoptar a un perro de la
calle, a un perro que ni siquiera sabías si tenía alguna enfermedad, que estaba flaco,
pequeño y desnutrido, un perro despreciado por los demás; eso es lo que te hace diferente.
Entonces, mientras fuiste creciendo, me di cuenta de que tenías ese magnífico don, pero
tenía que esperar a que cumplieras los diez años para que pudieras comprender lo que
decimos, y ahora que me cuentas lo que sucedió con los patos, recordé que ya era
momento de que lo supieras.
Antonia, con lágrimas en los ojos, sintió latir su corazón a mil por hora; ese era su sueño
desde que tenía memoria, aunque en realidad sentía que podía comunicarse con ellos por
medio del corazón. Estaba emocionada, era la mejor noticia que pudieron haberle dado en
su vida.
–Estoy muy feliz Fargo, gracias por darme esta increíble noticia, tengo que contárselo a
mis padres.
– ¡No! – Exclamó el perro – las personas que no nacen con ese don no pueden saber ni
entender, te creerán loca y probablemente te lleven a un psicólogo
–Entonces ¿qué debo hacer?, ¿qué pasará de ahora en adelante?
–Solo tienes que abrir tu corazón, escuchar y ayudar; tal vez no cambiarás el mundo,
pero cambiarás el mundo del animal.
–Tienes razón, pues bueno, ahora tengo alguien con quien hablar sin que me ignore –
rió Antonia.
–Sabes que me tendrás aquí por siempre aunque los demás te den la espalda yo te
seguiré hasta al fin del mundo.
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QUIMERA DE LAS PALABRAS
–Te quiero mucho Fargo, sabes que eres mi mejor amigo ¿Qué haría yo sin ti?
Los dos se abrazaron por un largo rato, después jugaron hasta que llegaron los padres
de Antonia y la hicieron entrar a casa para almorzar algo; ya tendría más tiempo para pasar
con su fiel amigo.
Luego de haber terminado las tareas, salieron al parque a pasear y Fargo les dio la noticia
a todos los animales del parque, por fin la pequeña podía entenderlos, todos estaban muy
contentos. Jugaron hasta que ya era de noche.
Mientras regresaban a casa, Antonia encontró un volante en el piso, este decía: “Ven y
disfruta de nuestro alegre circo, con muchos animales: tigres, leones, elefantes y monos, la
diversión está cerca de ti solo por esta semana”.
Al leer esto Antonia sintió mucha ira, sabía que los animales que habitaban en los circos
eran maltratados. Esa noche no pudo dormir bien y tuvo muchas pesadillas, en éstas, al
león le cortaban su melena, el tigre moría de sed, las patas de los elefantes tenían muchas
heridas por estar atados con cadenas días y noches enteras y veinte monos estaban
estrujados en una sola jaula. Se despertó muy asustada con el lamento del rugido del león,
el barritar incesante de los elefantes y el agudo grito de los monos. Entonces, supo que ella
era la indicada para liberar y salvar la vida de estos animales. Eran apenas las 2 de la
mañana, todos en su casa estaban dormidos, excepto Fargo, que empezó a aullar a la luna,
embargado de tristeza por sus amigos del circo.
Antonia se puso unos jeans, una chompa y una bufanda; y con mucho silencio y con
cuidado bajó las escaleras tratando de no caerse, abrió la puerta cautelosamente y salió a
ver a Fargo para que la acompañase. El circo se encontraba a la vuelta de su casa por eso
podía escuchar claramente a los animales. A pesar de que sentía mucho miedo, también
sentía valentía y coraje. Al llegar al circo, vio que todo estaba apagado y no había gente, en
su inocencia pensó que tal vez las personas de allí habían ido a liberar a los animales y
decidió regresar a casa; aunque Fargo no estaba del todo convencido, acompañó a su
dueña de regreso. En la mitad del camino volvió a escuchar los lamentos y corrió
rápidamente, esta vez segura de liberarlos. Observó el lugar y se dio cuenta de que tenía
que dar la vuelta al circo, pues los animales se encontraban encadenados y enjaulados en
la parte trasera, el camino se veía difícil pero no imposible, siguió caminando por un
estrecho sendero lleno de tablas y muy sucio.
Luego de un rato llegó a la parte trasera y sintió su corazón morir, las lágrimas
empezaron a resbalar por sus mejillas a raudales al ver aquella atroz imagen que jamás
podría borrar de su mente. Las patas del elefante sangraban, el león desnutrido moría de
hambre y de sed, los monos pintados la cara con pintura tóxica se rascaban el rostro hasta
lastimarlo, a más de estar encerrados en una diminuta jaula. En seguida empezó a hablar
con ellos, al principio la creyeron una humana más del montón, una niña que les lanzaría
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AUTORES VARIOS
basura solo porque ya no tenían energía para divertirlos, pero luego Fargo les explicó quien
en verdad era Antonia. A pesar de que les costó mucho comprender, cómo en este mundo
cruel existía alguien con corazón y sentimientos, le creyeron:
–Por un momento pensábamos que íbamos a morir – dijo el león.
– Ya no puedo más con este dolor, estas cadenas me están matando – exclamó el
elefante.
– Esto es una tortura – gritaron los monos.
–Tranquilos, he venido aquí para salvarlos, pero necesito su ayuda, no sé cómo lo haré,
pero lo lograremos, se los prometo.
De repente, por detrás del gran elefante salió su pequeño hijo y le dijo – Gracias, por fin
conoceremos la naturaleza, dice el señor león que es fantástica.– Eso rompió el corazón de
Antonia, pero logró que no lo notaran, luego recordó la frase que le dijo su abuelo: “Si el
elefante supiera lo fuerte que es, rompería las cadenas y escaparía del circo”, y fue ahí
cuando en realidad comprendió lo que esta frase significaba. Los elefantes desde muy
pequeños fueron encarcelados en el circo y algunos incluso habían nacido en él; de
pequeños intentaron romper las cadenas pero eran muy grandes, pesadas y macizas,
aunque todos los días lo intentaron llegaron a la conclusión de que no podían hacerlo,
luego fueron olvidando lo grandes que eran y pensaron que seguirían teniendo la misma
fuerza de cuando fueron pequeños. Cuando nacieron sus crías, nunca les dieron
esperanzas y se quedaron así, tristes, sin seguir luchando por su libertad; esa era la razón
por la que seguían existiendo elefantes en los circos.
Ya eran las dos y media de la madrugada, ya era hora de empezar el rescate, por suerte,
su padre le había enseñado a abrir puertas y candados con un clip. Encontró uno en su
bolsillo, entonces, empezó por los leones, abrió las rejas, y ellos al principio temerosos,
salieron poco a poco. Fargo hizo que formaran una fila, luego abrió la jaula de los monos y
les dio agua para que laven su rostro; liberó a las cebras y a los tigres, y por último a los
elefantes, pero a estos no con la magia de su clip, sino les recordó lo fuertes que eran, les
recordó que eran capaces de eso y mucho más, y después de tanto convencerlos, lo
consiguieron, e incluso el pequeño con la ayuda de su madre quedó libre, por siempre.
Pero las cadenas al romperse sonaron muy fuerte, e hicieron despertar a los dueños del
circo, nadie se dio cuenta de ese pequeño detalle pues estaban muy contentos.
En otro lado:
–Escuché un ruido muy fuerte – dijo Raúl, el jefe del circo.
–Yo también – exclamaron los demás.
– Debemos ir a ver lo que sucede, estos animales inquietos estarán intentando escapar
nuevamente, una más y les daremos veneno, ya nos conseguiremos otros más jóvenes;
animales es lo que más sobra en este mundo, y que mejor, los conseguiremos sin gastar ni
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QUIMERA DE LAS PALABRAS
un centavo – soltó una macabra carcajada Luis, el domador, sinónimo de maltratador en
este caso.
Se prepararon y salieron a buscar qué es lo que estaba sucediendo.
Los animales ya habían formado una fila y estaban saliendo poco a poco, cuando de
repente, Antonia escuchó unos pasos y unas voces, inmediatamente supo quienes eran,
comenzó a apresurar a los animales, asustada, casi descontrolada. Los cirqueros llegaron y
se dieron cuenta de lo que estaba sucediendo y rápidamente cogieron sus escopetas, pero
los animales y la pequeña ya estaban fuera; corriendo lo más de prisa que pudieron.
Escucharon muchos disparos y gritos aterrorizantes:
–Regresen animales infelices – y buuum el sonido de un disparo.
–Regresa quien quiera que seas, devuélvenos a nuestros animales – y buuuuum dos
disparos más.
Corrían y corrían, Antonia estaba muy cansada pero Fargo le daba ánimos.
–Tú puedes Antonia, no tengas miedo, piensa que solo son unos gnomos, tu nunca les
has tenido miedo.
Pero los torturadores ya estaban muy cerca de ellos, sin corazón, seguían disparando, sin
darse cuenta de que era una pequeña niña. Se acercaban cada vez más. Cuando Antonia ya
no podía, paro y respiró profundo, al menos moriría sabiendo que cambió el mundo de
muchos animales. Los cirqueros sin darse cuenta aún de que era una niña, dispararon tres
veces, directo al corazón de ella. Fargo sin pensarlo dos veces se interpuso, recibiendo las
tres balas directo en el pecho. Inmediatamente Antonia pegó un grito muy fuerte y sus
lágrimas rodaron por su rostro. Su amigo cayó a sus pies con un hilo de vida. Los señores
se acercaron y al darse cuenta de que era una niña comenzaron a correr, temiendo que sus
padres lleguen en cualquier momento, aunque estaban muy equivocados.
Cuando ya estaban muy lejos, los demás animales salieron de los árboles que
encontraron, y vieron lo que había sucedido, la niña lloraba sin detenerse y Fargo dijo sus
últimas palabras:
–Te quiero mucho Antonia, nunca lo olvides.
Cerró sus ojos y murió su único y fiel amigo, el ser con el que compartió muchos años
de su vida, pero ahora, todo ese tiempo se desvaneció en menos de un minuto.
–Lo lamentamos niña, no sabíamos cuán importante era para ti este perro – dijeron
todos los animales.
–Gracias – dijo ella – ahora lo que debemos hacer es seguir caminando hasta decidir
donde se quedarán.
–No te preocupes por nosotros –dijo el elefante– el león conoce el camino, él nos guiará
no queremos causarte más tristezas, gracias una vez más por salvarnos la vida, nunca te
olvidaremos.
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AUTORES VARIOS
Y empezaron a caminar con dirección a su felicidad. Antonia con una tristeza enorme
caminó hacia su casa, apenas eran las 3 de la mañana, tendría que contarles a sus padres lo
que había sucedido. Al regresar a su casa, ellos ya se habían despertado, gracias al instinto
de su madre que nunca fallaba, pues casi pierde a su hija. Su madre había estado llorando
sin consuelo, la policía supuestamente ya estaba en camino a pesar de haberlos llamado
hace una hora. Antonia, con Fargo en sus brazos, asustó a sus padres, ni siquiera se
imaginaban lo que había pasado. Al entrar a casa les contó todo, excepto su don, la
liberación de los animales y la triste muerte de Fargo, esa misma madrugada lo enterraron
en el árbol de manzanas que tenían en el jardín.
–Tranquila hija, sabemos que más que ser una mascota era tu familia, pero recuerda que
murió por salvarte la vida, eso lo hace un héroe.– dijo su madre.
–Gracias madre, siempre tienes las palabras correctas, te quiero.
Al día siguiente, sus padres avisaron todo a la policía, los cirqueros fueron capturados y
encarcelados, los circos con animales se prohibieron en su ciudad y se empezó a enseñar a
los niños el valor de amar a los animales. Pero Antonia aún no estaba contenta, sabía que
faltaban cosas por hacer.
Mientras veía la televisión pasaron un documental de cómo los animales no faltan para
hacer pruebas en los laboratorios, entonces lo supo, su próxima misión era esa, rescatar a
los animales de las jaulas de los laboratorios.
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QUIMERA DE LAS PALABRAS
No es otro cuento de princesas
Andrea Valenzuela
s una hermosa mañana de verano, el día más esperado de la familia Fernández
González, porque nacía la mayor de sus alegrías, su primera hija, una hermosa niña
de ojos claros y fisionomía delicada; su nombre Melinda, como su abuela materna.
Melinda fue creciendo en medio de mucho amor y atenciones, era como cualquier otra
niña de su edad y de su clase social ya que su familia tenía una buena posición económica,
sus padres Carlos y Lorena eran muy unidos.
Su infancia se desarrolló en un ambiente tranquilo y muy feliz, tuvo lo que ella deseaba,
siempre se la podía observar con una sonrisa en su rostro, parecía que la felicidad era dueña
de su corazón, su anhelo era comerse el mundo, salir, abrir sus alas, poder experimentar
muchas cosas nuevas; alcanzar todos sus sueños...
Y así fue creciendo teniendo en su vida miles de metas por cumplir, pero al crecer se dio
cuenta que no todo era como ella lo imaginó, su alegría se iba alejando fugazmente de su
vida y de su corazón, se sentía muy sola ya que su madre no pudo tener más hijos por una
enfermedad rara que poseía.
Sus padres no sabían que sucedía, veían que algo dentro de su hija había cambiado, la
ternura de niña ya no se veía reflejada en su mirada, al ser hija única se notaba su soledad
ya que siempre pidió tener una hermana menor a quien pudiese cuidar, y poder jugar con
ella a las princesas, a la cocinita y todo esos juegos que son parte de la niñez.
Melinda estaba por pasar al primer año de colegio tenía una mezcla de emociones y
sentimientos, estaba ansiosa por ver que tenía preparado el colegio para ella, en su primer
día ya conoció varias personas que cambiarían su vida, gente que sería parte de varias
situaciones.
Su primera amiga se llamaba Teresa, era una chica muy linda, pero Melinda había notado
que en sus brazos tenía pequeños cortes, pero pensó que era porque había tenido algún
accidente, luego de algunos días empezó a tener ya un grupo de amigas conformado por
Teresa, Francis, María, Joselyn y Ariana era un grupo de chicas hermosas, las podríamos
describir como princesas pero cada una tenía algo dentro de ellas que no estaba bien.
Llegaron las tan ansiadas vacaciones de final de año, ellas estaban deseosas porque
tenían planes de salir, pasear conocer otros lugares a otras personas; pero muy pronto se
darían cuenta que el mundo no es como un cuento de princesas que no hay magia, que en
vez de amor hay dolor, que no existe aquella hada madrina que te rescate de los
problemas…
E
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Un día de salida con sus amigas conoció a un grupo de chicos quienes llegaron a ser
sus amigos, Melinda sintió un enamoramiento por Juan quien luego se convirtió en su
primer amor, más que ser su enamorado llegó a ser su amigo, confidente, quien estaría
ahí con ella cuando más sola se sienta; su relación iba bien hasta que se enteró que Juan
la había engañado con una de sus amigas, Melinda sufrió su primera decepción
amorosa y se dio cuenta que no podía confiar en nadie, Teresa fue quien estuvo con ella
acompañándola en su decepción. Fue ahí cuando Teresa decide contarle como hace
ella para evitar que el dolor la consuma, le comentó que se lastima a sí misma, es decir
se hacía pequeños cortes en su brazo, Melinda recordó que cuando la conoció vio eso
en sus brazos y ahora comprendía porque estaban ahí, Melinda decidió intentar eso y
así quitar el dolor que le habían causado y lo hizo, su madre Lorena se había dado
cuenta que su hija tenía un pequeño rasguño en su brazo así que decidió preguntarle
qué es lo que había sucedido, le dijo que se había lastimado mientras jugaba; su madre
no se convenció con la respuesta que le dio su hija, así que decidió contarle a su esposo
Carlos, ellos pensaron que lo mejor era hablar con ella, tuvieron una pequeña charla y
desde ese día Melinda empezó a mentir, les dijo que se había lastimado mientras
jugaba, sus padres confiando en ella decidieron creerle.
Después de un tiempo Melinda había cambiado la verdad por mentiras, ya no se tenía el
mismo amor hacia ella misma, había perdido la ilusión de la vida, su grupo de amigas no
era lo que ella pensó porque mientras pasó el tiempo se daba cuenta que su vida estaba
vacía y que trataban de llenar ese vacío con malos vicios, como lo era el alcohol, la droga
entre otras cosas. Melinda se vio rodeada de estos problemas y era apenas una niña
queriendo vivir y tuvo que ver cómo sus amigas iban destruyendo sus vidas y ella no podía
hacer nada, así que prefirió alejarse de sus amigas, se sentía más sola que nunca; fue ahí
cuando volvió a hablar de nuevo con su ex novio y sintió nuevamente un apoyo pero fue
efímero. Porque en realidad llegó alguien a su vida que supo guiarle y hacerle entender que
la felicidad existe.
Antes de que terminarán las vacaciones decidió irse fuera de la ciudad, a la casa de
campo donde vivía su tía Rosmery, y ahí conoció a un joven llamado Juanito, que le llamó
la atención por sus movimientos poco coordinados para caminar y su forma no tan clara
para hablar, él tenía una parálisis cerebral provocada por la irresponsabilidad de una
enfermera, porque al momento del parto su madre había tenido problemas y la enferma no
le colocó rápido el oxígeno, desde el día que conoció a Juanito tuvo una gran amistad, a lo
largo que pasaba su estadía, Juanito le demostraba que no existía nada que la límite a
realizar las actividades de un niño normal.
Melinda decidió preguntarle que siente al tener esa discapacidad, Juanito sonrió y dijo:
“Solo soy diferente, la vida es un don que Dios nos regala, tenemos que aprender a
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valorarla, he visto como las personas destruyen su vida con drogas y alcohol, mientras hay
personas que luchamos por vivir”. Melinda admiraba la fortaleza de su amigo, quería saber
por qué era tan fuerte, Juanito respondió– Dios es mi fortaleza con él nada me falta, él sabe
lo que necesito que mientras haya vida hay esperanza; Juanito ve con tristeza que hay
personas que tienen discapacidad en el corazón podría decir que esa es una de las
discapacidades más grandes del ser humano.
Después de haber escuchado estas palabras, Melinda comprendía que ella es afortunada
y que no tiene motivos para ver la vida con tristeza, que a pesar de todo los problemas
tienen una solución; que hay un Dios que sabe por qué estamos aquí, estamos en este
mundo para cumplir una misión, somos ángeles enviados por Dios y que no somos nadie
para desperdiciar lo que Él nos ha dado.
Fue ahí cuando sintió la verdadera felicidad en el corazón, y comprendió mejor las
cosas, desde ese día volvió a tener la alegría de antes y los sueños que alguna vez tuvo y
sintió la fuerza necesaria para seguir adelante, su ángel fue Juanito, quien le enseñó el
verdadero camino para encontrar la felicidad.
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