Revista del Ministerio Público Gestión de las luces Revista Científica Arbitrada V Etapa Nº 13 República Bolivariana de Venezuela MINISTERIO PÚBLICO Caracas, Enero / Julio 2013 Luisa Ortega Díaz Fiscal General de la República Yajaira Auxiliadora Suárez Viloria Vicefiscal General (E) Mercedes Prieto Directora General de Apoyo Jurídico Joel Espinoza Director General de Actuación Procesal Yurima Elena Gil Trías Directora General Contra la Delincuencia Organizada José Miguel Carpio Director General Administrativo Santa Palella Stracuzzi Directora de la Escuela Nacional de Fiscales del Ministerio Público (E) CONSEJO DIRECTIVO EDITORIAL Luisa Ortega Díaz Yajaira Suárez Viloria Santa Palella Stracuzzi COMITÉ TÉCNICO CIENTÍFICO Gioconda González, Mercedes Prieto, María Eugenia Rodríguez, Raquel del Rocío Gásperi Revista del Ministerio Público Nº 13 Depósito Legal pp. 197602C51464 Copyright: Ministerio Público ISSN 169.04435 Producción Editorial: Editorial Latina Impreso en la República Bolivariana de Venezuela Caracas, 2013 Arbitraje: Los artículos publicados en la Revista del Ministerio Público son arbitrados mediante el Sistema Doble Ciego. El Ministerio Público agradece a los autores de los trabajos publicados su colaboración; sin embargo, las opiniones y conclusiones expuestas no constituyen doctrina oficial de la Institución. Contenido EDITORIAL 5 PRESENTACIÓN 9 Juzgamiento penal del no presente Roberto Delgado Salazar Un acercamiento pragmático del repensar del Derecho Penal ante la condición postmoderna Marisol Zakaría La responsabilidad penal de las personas jurídicas y sus implicaciones políticocriminales Elienai González El Ministerio Público garante de los Derechos y Garantías que asisten a los Niños, Niñas y Adolescentes venezolanos en el marco del Estado Social de Derecho Yasser Abdel Abdelkarim Parada El Tipo Penal y su relación con la Tipicidad como elemento Yannis Carolina Domínguez La lucha contra el narcotráfico en Venezuela y el Derecho Penal del enemigo Dixon Daniel Zerpa Pérez 13 37 59 99 129 151 NORMAS PARA LA ELABORACIÓN Y PRESENTACIÓN DE LOS ARTÍCULOS EN LA REVISTA DEL MINISTERIO PÚBLICO Apéndice Normas apa para referencias y citas bibliográficas 179 187 Editorial Hoy nos encontramos con un nuevo número de la Revista Científica Arbitrada, órgano divulgativo de la Escuela Nacional de Fiscales, que ha logrado estimular en el tema de la investigación, no sólo a los fiscales del Ministerio Público, sino a los estudiantes del Programa de Formación para el Ingreso a la Carrera Fiscal de esta Casa de Estudios, y que se han convertido en piezas fundamentales para nuestra Institución. Formar investigadores en el área científica requiere de complejidad la cual es acrecentada por el arduo trabajo que desarrolla cada uno de nuestros fiscales. Por eso hago propicia la ocasión, para invitar a todos nuestros funcionarios del área del Derecho, a que participen con sus investigaciones a escribir en nuestra Revista, ya que sus aportes serán de importancia para el Ministerio Público e incluso para la sociedad venezolana, que se ve reflejada en cada uno de estos temas que los autores desarrollan. En esta oportunidad, en esta Revista N° 13, los articulistas nos brindan una serie de títulos interesantes que se mencionan a continuación: El Juzgamiento Penal del No Presente; Un Acercamiento Pragmático del Repensar del Derecho Penal ante la Condición Postmoderna; Introducción a la Responsabilidad Penal de las Personas Jurídicas y a sus Implicaciones PolíticoCriminales; el Ministerio Público Garante de los Derechos y Garantías que Asisten a los Niños, Niñas y Adolescentes Venezolanos en el Marco del Estado Social de Derecho y por último, El Tipo Penal y su Relación con la Tipicidad como Elemento, La lucha Contra el Narcotráfico en Venezuela y el Derecho Penal del Enemigo, que estoy segura serán de gran interés para los lectores. Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [7] Me llena de orgullo, contar con funcionarios que, a pesar de sus múltiples actividades y compromisos laborales, nos brindan un verdadero aporte en la difusión de sus conocimientos y fortalecen la formación de los ciudadanos. Luisa Ortega Díaz Fiscal General de la República [8] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 Presentación La Escuela Nacional de Fiscales a casi cinco años de su creación, se ha convertido en la Casa de Estudios por excelencia de los fiscales y abogados del Ministerio Público y de otros funcionarios de los organismos del Sistema de Justicia Penal en Venezuela. Nuestra máxima Casa de Estudios, cumpliendo su función de difundir y divulgar el conocimiento, continúa trabajando en el fortalecimiento de la investigación con sus respectivos aportes científicos, manteniendo las ediciones semestrales de su Revista Científica Arbitrada, que ya ha avanzado hasta su N° 13 en su actual V Etapa y cuyos temas brindan al público lector, una gama de títulos que los comprenden diferentes temas en el área jurídica. Es para mí un verdadero orgullo presentar esta nueva edición, consolidando la “Gestión de las Luces”, estrategia transformadora que ha posibilitado brindar a nuestro público lector una gama de conocimientos que puestos en práctica constituyen un soporte de innegable utilidad institucional. La Escuela Nacional de Fiscales continuará en su empeño formativo y divulgativo, estrechando además relaciones interinstitucionales con los órganos que conforman el Sistema de Justicia Penal venezolano, cuyo funcionariado también se nutre de los avances del conocimiento que brindamos en las diferentes áreas jurídicas donde se desempeñan, lo cual redunda, sin duda, en mejorar sus métodos de trabajo y funciones que le han sido encomendadas. Santa Palella Stracuzzi Directora de la Escuela Nacional de Fiscales del Ministerio Público Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [11] Juzgamiento Penal del No Presente Roberto Delgado Salazar Abogado egresado de la Universidad Central de Venezuela Ex-Juez Penal y Ex-Magistrado Resumen En la última reforma de la legislación procesal penal venezolana contenida en el Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley del Código Orgánico Procesal Penal del 15-06-2012 (en adelante COPP), se ha contemplado la posibilidad de llevar a cabo un procesamiento o juicio en ausencia del imputado o la imputada no presente en el proceso, que fue previsto en la Constitución de 1961 sólo para reos de delitos contra el patrimonio público y suprimido en la actual Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV), lo cual ha sido motivo de planteamientos críticos y serios cuestionamientos en los que se aduce -en nuestra opinión sin valederas o convincentes razones, un regreso al pasado que a la vez implica violación al derecho a la defensa por desconocimiento del derecho que tiene todo justiciable a ser oído en el proceso. A ello se trata de dar respuesta en este trabajo, en el cual se hace un análisis de esta nueva situación presentándola como más bien acertada y conveniente, sin quebrantamiento Constitucional alguno, que permite hacer efectiva la justicia penal y evitar que el poder punitivo del Estado quede burlado por la paralización del proceso debido a injustificada conducta contumaz de alguna de las partes, respetando los derechos de quien ha de ser juzgado sin su presencia en una parte importante del proceso porque así lo provoca, pudiendo ser oída a través de quien ejerce su representación profesional; lo que aquí se expone y desarrolla con suficiente fundamentación y, además, haciendo comparación con el sistema existente en muchos otros países en los que ha regido y rige ese juzgamiento en ausencia o por rebeldía. Descriptores Proceso penal, juzgamiento, ausencia, contumacia, rebeldía, derecho a ser oído. Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [15] Abstract In the last reform of the criminal procedure legislation in Venezuela, which was implemented in the “Código Orgánico Procesal Penal” in June 15, 2012 (abbreviated as COOP from now on) is contemplated the possibility of the procedure or judgement in the absence of the defendant, who does not appear in court, situation which was forseen in the Venezuelan Constitution of 1961, only in the case of crimes against the public patrimony, which was supressed from the actual Constitution of the Bolivarian Venezuelan Republic (abbreviated as CRBV, from now on in this work). The referred inclusion in the adjective law has been severely questioned and largely criticised –in the opinion of the author without convincing reasoning- as “a return to the pass with the violation of the right to a defense and to be heard for a judge”. This article intends to give a response to the critics aroused against the legislative reform, which is considered by the author as just, correct and necessary, not violatory of the constitutional rule, on the contrary it helps to put into practice the criminal justice and avoids the punitive power of the State from being mocked at by an indefinite delay of the judgement, provoked for any of the subjects in contempt of court. This rule of law must be applied granting the right of the absent party who can be heard through his technical defense, statement which is explained and motivated logically in this essay, comparing the venezuelan legislation with the solutions assumed in foreign legislations in cases of contempt. Descriptors Criminal process, judgement, contumacy, Right to be heard. [16] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 A todo imputado o imputada le asiste el inviolable derecho a la defensa en todo estado y grado de la causa, lo que comporta entre otras cosas, el derecho a ser oído (CRBV: Art. 49.1) y estar presente en los actos del proceso que se le sigue, siendo en principio obligatoria su asistencia a determinadas audiencias orales: la preliminar y las del juicio, existiendo la obligación por parte de los órganos jurisdiccionales de asegurarle una tutela judicial efectiva para el ejercicio efectivo de ese derecho, lo que determina como regla general, el derecho esencial a no ser juzgado en ausencia, puesto que de ser así habría un estado de indefensión en su perjuicio. Algunos autores han tratado sobre ese derecho como insoslayable, otros simplemente como un derecho que debe ser reconocido y respetado pero que puede no ejercerse personalmente. Bandrés Sánchez-Cruzat (1992: 468), refiere al respecto que dentro de las garantías que el Tribunal Constitucional español reconoce a toda persona, interpretando el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos y el Convenio Europeo de Derechos Humanos, se encuentra: “A hallarse presente en el proceso y a defenderse personalmente”. Ahora bien, no es lo mismo un juzgamiento en ausencia totalmente a espaldas del justiciado y sin que se le dé la oportunidad de ser oído, que aquél en el que, no estando físicamente presente sí puede defenderse y ser oído a través de una representación técnica y profesional previamente designada por él o en su defecto por el Estado, como ha existido desde hace bastante tiempo en muchos países, inclusive parcialmente en Venezuela. Como ejemplo muy cercano y actual podemos destacar que el Código de Procedimiento Penal de Colombia del 2004, en su artículo 127, bajo el título Ausencia del imputado, establece: Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [17] Cuando al fiscal no le haya sido posible localizar a quien requiera para formularle imputación o tomar alguna medida de aseguramiento que lo afecte, solicitará ante el juez de control de garantías que lo declare persona ausente adjuntando los elementos de conocimiento que demuestren que ha insistido en ubicarlo. El imputado se emplazará mediante edicto que se fijará en lugar visible de la secretaría por el término de cinco (5) días hábiles y se publicará en un medio radial y de prensa de cobertura local. Cumplido lo anterior el juez lo declarará persona ausente, actuación que quedará debidamente registrada, así como la identidad del abogado designado por el sistema nacional de defensoría pública que lo asistirá y representará en todas las actuaciones, con el cual se surtirán todos los avisos o notificaciones. Esta notificación es válida para toda la actuación. El juez verificará que se hayan agotado mecanismos de búsqueda y citación suficientes y razonables para obtener la comparecencia del procesado. La Corte Constitucional de Colombia declaró exequible ese artículo, o sea constitucional y por ende no desaplicable, considerando que si bien como regla general no se pueden adelantar investigaciones ni juicios en ausencia en un sistema acusatorio caracterizado por la realización de un juicio oral público, con inmediación de las pruebas, contradictorio, concentrado y con todas las garantías, sin embargo, sólo de manera excepcional y con el propósito de dar continuidad y eficacia a la administración de justicia, puede tener lugar la declaratoria de ausencia y la contumacia de una persona, en cuyos casos la audiencia respectiva se realizará con el defensor que haya designado o un defensor público, siempre que se verifique de manera real y material que al fiscal no le fue posible localizarlo para formularle la imputación, pudiendo luego el juez de conocimiento autorizar la audiencia de formulación de cargos y el juicio en ausencia de manera excepcional. Así lo expone Pérez Sarmiento al comentar ese Código colombiano (2006:191). En Ecuador, como lo explica Vaca Andrade, ha regido el juicio en ausencia para delitos contra el patrimonio público que fue previsto en la Constitución de la República de 2008 (Art. 233), en cuyo inciso segundo dispone: [18] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 Las servidoras o servidores públicos y los delegados o representantes a los cuerpos colegiados de las instituciones del Estado, estarán sujetos a las sanciones establecidas por delitos de peculado, cohecho, concusión y enriquecimiento ilícito. La acción para perseguirlos y las penas correspondientes serán imprescriptibles y, en estos casos, los juicios se iniciarán y continuarán incluso en ausencia de las personas acusadas. Estas normas también se aplicarán a quienes participen en estos delitos, aun cuando no tengan las calidades antes señaladas. (Subrayado nuestro). En España existe el juzgamiento en ausencia pero limitado a delitos con penas menores y sujeto a ciertas condiciones. El Art. 793.1 párrafo 2.1 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal dispone: La ausencia injustificada del acusado que hubiera sido citado personalmente o en el domicilio o en la persona a que se refiere el apartado 4 del Art. 789, no será causa de suspensión del juicio oral si el Juez o Tribunal a solicitud del Ministerio Fiscal o de la parte acusadora y oída la defensa, estima que existen elementos suficientes para el enjuiciamiento cuando la pena solicitada no exceda de un año de privación de libertad o, si fuere de distinta naturaleza, cuando su duración no exceda de seis años. Armenta Deu (2004: 113) comenta que la necesidad de que el acusado esté presente en el juicio oral que opera con carácter general, admite excepciones, en las que se permite celebrar la fase oral en ausencia del acusado, siempre que se le haya dado cumplida oportunidad para haber comparecido y que ello se contempla en el procedimiento abreviado cuando concurren las circunstancias que se señalan: - Que el imputado, al ir a notificarle cualquier resolución judicial, no fuere hallado en su domicilio, o si se ignora su paradero, o si no tuviere domicilio conocido; - Si se hubiere fugado del establecimiento en que estuviere detenido o preso; - Si se hallare en libertad provisional y dejare de concurrir a presencia judicial en el día en que esté señalado o cuando sea llamado. Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [19] En Francia está consagrado el juicio en rebeldía, que permite a un acusado ser juzgado en su ausencia, el cual sustituyó el procedimiento de juicio en ausencia (par contumace) que allá existía desde hace muchos años, rigiendo ahora la Ley del 9 de marzo de 2004, que fue adoptada para implementar los requisitos de la Corte Europea de Derechos Humanos (CEDH), en el sentido de que el acusado, aunque ausente, puede ser defendido por un abogado, sólo si persiste en su negativa a comparecer ante el tribunal y a designar a un representante legal. En aplicación de esa Ley fueron juzgados en rebeldía y condenados mediante Sentencia del 17 de diciembre de 2010, a cumplir penas de entre 15 años a prisión perpetua por secuestro, tortura y desaparición forzosa en perjuicio de varios ciudadanos franco-chilenos, a trece (13) altos ex militares representantes de la dictadura de Pinochet, que no estuvieron presentes en el proceso y contra quienes se emitió orden de captura a Interpol1. La legislación procesal italiana define como “contumacia” a la incomparecencia injustificada del imputado que ha sido notificado fehacientemente del proceso seguido en su contra (CPPI: Art. 487/9); y también supone la ausencia de algún impedimento actual y legítimo en relación a la ausencia, lo que hace posible el juicio en ausencia y que en el debate el contumaz esté representado por un defensor, ya sea este privado o bien, en su defecto, el proporcionado por el Estado; asegurando con esto la inexistencia de una situación de indefensión por desigualdad frente a aquellos imputados que decidan estar físicamente presentes en el debate (Scoponi 2006)2. En el sistema procesal alemán, la regla general es que no puede haber juicio en ausencia del imputado, ello en principio y con base en lo dispuesto en la Ley Fundamental de Bonn (Grundgesetz), cuyo Art. 103.1 dispone que “todos tendrán derecho a ser oídos ante el Tribunal”, lo que es recogido en el § 285 de la StPO, al disponer que “Contra un ausente no tendrá lugar ninguna vista oral”. 1http://www.espanol.rfi.fr/francia/20101217-historicas-condenas-para-militares-de-dictadura-chilena. 2 http://www.scoponi.com/publicaciones/Juicio-penal-en-rebeldia. [20] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 Sin embargo, se prevé alguna excepción a esta regla en caso de los que no hayan comparecido y contra el imputado cuya residencia fuere desconocida, o si reside en el extranjero y su comparecencia ante el tribunal competente no es factible o apropiada. Para Scoponi (2006), se trata de un verdadero juicio en ausencia del imputado aunque, limitado a casos de poca importancia en cuanto expectativa punitiva, ante el carácter expreso o tácito de la decisión del mismo de no comparecer al proceso, renunciado por consiguiente, a un ejercicio activo, desde la faz material del derecho de defensa en juicio, pudiéndose realizar la vista oral sin el acusado si ha sido citado de forma reglamentaria y en la citación se ha indicado que se puede proceder en su ausencia3. La Sexta Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos, hace referencia al derecho que tiene todo acusado “a la confrontación con todos los testigos que depongan contra él”, lo que es considerado como que ello va más allá de la mera presencia física, también el derecho a comprender lo actuado en el proceso donde se exige como obligatoria la presencia física del acusado en la sala de las vistas y durante todas fases del proceso, estando psíquicamente capacitado para ello. Pero ese derecho puede ser renunciado de forma tácita, por ausencia voluntaria, cuando una vez comparecido deja posteriormente de asistir a las sesiones del juicio, como así lo ha entendido el Tribunal Supremo de ese país, en cuyo caso se acepta que con ciertas salvaguardas el juicio pueda proseguir, tramitándose en ausencia del acusado (Esparza 1995: 105). Esa forma de juzgamiento estuvo prevista en Venezuela en la Constitución de 1961 sólo para los reos de delitos contra la cosa pública, en donde se establecía que “podrán ser juzgados en ausencia, con las garantías y en la forma que determine la ley” (Art. 60.5), disposición excepcional esa que no fue incluida en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela vigente desde el 30 de diciembre de 1999, en la que se consagra como contenido esencial del debido proceso la inviolabilidad el derecho a la defensa y el derecho de toda persona a ser oída en cualquier clase de proceso, con las debidas garantías (Art. 49.1 y 3). La supresión de esa norma Constitucional que permitía el juzgamiento parcial en ausencia y su no inclusión en la actual Constitución, hace que 3 Ibídem. Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [21] para algunos, como Borrego (2001: 381), se tenga como regla general el enjuiciamiento con la presencia del imputado o acusado en todo tipo de proceso y que si bien no existe un texto expreso en la nueva Constitución que prevea este asunto, puede significarse que las previsiones del artículo 49 se dirigen a establecer la vinculación del justiciable con el nuevo proceso. También puede sostenerse que si bien esa debe ser la regla general, la falta de previsión Constitucional al respecto no niega el juicio en ausencia y nada impide para que la ley contemple la posibilidad de que, estando vinculado un sujeto al proceso, por la imputación y acusación que se le hayan formulado y por ello con pleno conocimiento de la causa que se le sigue, pueda ser sometido a un juzgamiento sin estar físicamente presente, respetando por supuesto todos sus derechos concernientes al ejercicio de su defensa, como ahora se prevé y lo que posteriormente será analizado. En otros países como Argentina, sí es inadmisible el juicio contra ausentes. Maier sostiene que en ese derecho, salvo el procedimiento contravencional, la regla es absoluta, responde al principio de defensa que tiene como base el derecho a ser oído y también que su razón de ser es que el procedimiento penal necesita verificar de cuerpo presente que el imputado sea idóneo o tener capacidad para intervenir en él y esté en condiciones para ejercer la facultades que al efecto le concede la ley procesal penal (1999: 594). Clariá Olmedo explica que en el régimen de su legislación (Argentina), la intervención del imputado durante el desarrollo del juicio debe ser efectiva y no basta con que la acusación lo identifique físicamente, pues debe estar él presente frente al tribunal, cuando la actividad que se cumple lo requiere y a disposición de éste en los demás casos; y que todos sus códigos prohíben el llamado juicio penal en rebeldía que algunas legislaciones extranjeras autorizan; que se trata de una sujeción indispensable, aunque el imputado se mantenga en estado de libertad, para que el desarrollo del juicio sea válido y cuando el vínculo de autoridad se pierde, el trámite debe paralizarse hasta que se restablezca por el acto de captura en caso de contumacia, o de recuperación de la capacidad procesal en caso de locura (1998: 78). [22] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 El mismo autor, al referirse a otras legislaciones como algunos códigos europeos, que sí permiten el juicio contumacial en contra del rebelde respecto del cual no puede probarse la imposibilidad absoluta de comparecer al debate por legítimo impedimento, expresa que ello rige ante la necesidad de tramitar el proceso hasta su terminación, procurando garantizar en lo posible el derecho de la defensa y el derecho de impugnación; y que lo común es que comience con la declaración de rebeldía tramitada como un incidente especial en contradictorio donde el rebelde está representado por un defensor nombrado de oficio4. La jurisprudencia venezolana del Tribunal Supremo de Justicia en Sala Constitucional, pronunciada antes de las previsiones que al respecto trajo la última reforma o nuevo COPP del 15-06-2013 que más adelante se exponen y comentan, ha sostenido la prohibición en Venezuela del juicio en ausencia, al establecer: En Venezuela no es posible el juzgamiento en ausencia de los ciudadanos, por ser violatorio del debido que impone la necesidad de que el investigado sea notificado de los cargos de asegurarle la asistencia de abogado, de ser oído, de obtener un pronunciamiento y de que pueda recurrir contra él, pero que también exige su presencia en determinados actos del proceso, a los fines de ejercer tales derechos… (TSJ/SC Sent. 1773 del 2606-2003, Ponente J. E. Cabrera Romero). Pronunciamiento que el máximo Tribunal ha venido reiterando, en particular cuando se ha planteado lo concerniente al nombramiento de un defensor mediante poder otorgado por el imputado no presente en el proceso. En tal sentido, la Sentencia 578 de fecha 14-05-2012, con ponencia de la Magistrada Luisa Estela Morales, estableció: De manera que, el nombramiento del defensor o de abogados de confianza es uno de los actos que requiere la presencia del imputado, ya que, exige que sea el propio imputado quien personalmente lo realice en autos -independientemente que tal designación se realice a través de un poder o cualquier otro instrumento que revele la voluntad del imputado de estar asistido 4 Ibídem Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [23] por un abogado de su confianza-, dado que la asistencia comienza desde los actos iníciales de la investigación o, perentoriamente, antes de prestar declaración como imputado, lo que hace necesario la presencia de aquél, siendo ello así, debido a la propia redacción de los artículos 125.3 y 137 del Código Orgánico Procesal Penal (Sentencia de la Sala N° 3.654/2005, del 6 de diciembre). Aunado a ello, resulta contradictorio que un procesado que no se encuentre a derecho pretenda llevar a cabo solicitudes o invocar derechos, -como la oposición a medidas de aseguramiento sobre bienes- cuando siquiera ha cumplido con su obligación procesal de acatar el mandamiento judicial devenido de una orden de aprehensión. Mostrando de esta manera una conducta procesal contumaz, entendiéndose que su presencia en el proceso, no sólo implica el mejor ejercicio de su defensa y otros derechos procesales y constitucionales derivados de un proceso penal garantista, sino el cumplimento de los deberes que del mismo resulten en los actos que, por su naturaleza, tengan carácter personalísimo. El Código Orgánico Procesal Penal (COPP) desde su versión inicial (31-06-1999) ha dispuesto en su artículo 332 (hoy 315) que el juicio se realizará con la presencia ininterrumpida del juez o jueza y de las partes, pero en esa misma norma ha previsto una situación en la que el imputado o imputada pueda no estar presente en la sala de audiencia durante todo el desarrollo del juicio, al disponer que no podrá alejarse de la audiencia sin permiso del tribunal, pero si después de su declaración rehúsa permanecer, será custodiado en una sala próxima y para todos los efectos podrá ser representado o representada por su defensor o defensora. La precitada norma ha dado base para que, ante la inasistencia voluntaria del imputado a audiencias del juicio oral, como cuando se niega a ser trasladado desde el lugar de su reclusión, el juicio continúe sin su presencia estando representado por su defensor. Esta práctica ha sido avalada por la Sala Constitucional del TSJ, en Sentencia Nro. 730 de fecha 25-04-07, con ponencia de la Magistrada Carmen Zuleta de Merchán, en la que hace la salvedad de no ser equivalente ello a la celebración de un juicio en ausencia, pero creemos que en la práctica y muy justificadamente, a nuestro parecer, en ello se traduce aunque sea parcialmente, por acto voluntario del justiciado. [24] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 Dicho fallo dijo al respecto, entre otras cosas, lo siguiente: …En efecto, de acuerdo con lo señalado por un funcionario de la Guardia Nacional en el sitio donde se encontraba recluido el acusado, el imputado se escondió para no ser trasladado a la sede del tribunal. Evidenciando su voluntad de no estar presente en la sala del juicio, y al estar presente el abogado defensor del acusado en el momento en que la víctima realizó su declaración, en virtud del contenido del artículo 332 del Código Orgánico Procesal Penal, estaba legitimado para representarlo penalmente en esa audiencia de juicio que tuvo como objeto único la declaración de la víctima, quien ‘por demás fue llevada a la sede del tribunal a través del uso de la fuerza pública, y ello era del conocimiento de la defensa del acusado con anticipación… Con fundamento en esa jurisprudencia, no son pocos los tribunales que han celebrado actos del juicio oral y hasta le han dado continuidad al mismo hasta el momento de dictar sentencia, cuando el acusado de una u otra forma se niega a comparecer y en cierta forma se entiende ello como que renuncia al derecho de estar presente. Pero ahora se ha impuesto en definitiva y por consagración legal, esa posibilidad de juzgamiento en ausencia, entiéndase más bien del no presente en contumacia o en rebeldía, como se estableció desde hace bastante tiempo en otras legislaciones. En la última reforma o nuevo COPP (2012) se introdujo una forma de procesamiento y hasta juzgamiento en ausencia, entiéndase más bien por rebeldía o “en estado contumaz”, al establecer soluciones a la incomparecencia de las partes a la audiencia preliminar y especialmente ante inasistencia injustificada del imputado o imputada o quien ejerce su defensa al juicio oral. Así tenemos que, por una parte, en lo que respecta a la audiencia preliminar, bajo el título de “Incomparecencia”, el artículo 310 establece: Corresponderá al Juez o Jueza de Control realizar lo conducente para garantizar que se celebre la audiencia preliminar en el plazo establecido para ello. En caso de incomparecencia de alguno de los citados a la audiencia, se seguirán las siguientes reglas: Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [25] 1. La inasistencia de la víctima no impedirá la realización de la audiencia preliminar. 2. En caso de inasistencia de la defensa privada, se diferirá la audiencia, por una sola vez, salvo solicitud del imputado para que se le designe un defensor público, en cuyo caso se hará la designación de inmediato y se realizará la audiencia en esa misma oportunidad. De no comparecer el defensor privado a la segunda convocatoria, si fuere el caso, se tendrá por abandonada la defensa y se procederá a designar un defensor público de inmediato, y se realizará la audiencia en esa misma oportunidad. 3. Ante la incomparecencia injustificada del imputado o imputada que esté siendo juzgado o juzgada en libertad o bajo una medida cautelar sustitutiva, el Juez o Jueza de Control, de oficio o a solicitud del Ministerio Público, librará la correspondiente orden de aprehensión a los fines de asegurar su comparecencia al acto, sin perjuicio de otorgar una vez realizada la audiencia, si lo estima necesario, una nueva medida cautelar sustitutiva a la privación judicial preventiva de libertad. En caso que el imputado o imputada privado o privada de libertad o bajo arresto domiciliario, se niegue a asistir a la audiencia preliminar y así conste en autos, se entenderá que no quiere hacer uso de su derecho a ser oído, ni a acogerse a las fórmulas alternativas a la prosecución del proceso ni al procedimiento por admisión de los hechos, en la oportunidad de la audiencia preliminar, por lo que se procederá a realizar el acto fijado con su defensor o defensora, si asiste, o en su defecto con un defensor o defensora pública que se le designará a tal efecto. En caso de pluralidad de imputados o imputadas, se celebrará la audiencia con el o los imputados comparecientes; con el defensor de quien se niegue a comparecer o el Defensor Público, según sea el caso; separando de la causa a quien no haya comparecido por causa justificada. [26] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 4. Ante la incomparecencia injustificada, a la audiencia preliminar, del representante de la Defensa Pública Penal o del Fiscal del Ministerio Público, debidamente citados o citadas, el Juez o Jueza de Control notificará al Coordinador o Coordinadora de la Defensa Pública Penal del respectivo Circuito Judicial Penal o al Fiscal Superior correspondiente, según sea el caso, a los fines de garantizar su presencia en la nueva fecha fijada. De no realizarse la audiencia dentro del plazo establecido, las partes podrán intentar las acciones disciplinarias a que haya lugar contra aquel por cuya responsabilidad no se realizó dicha audiencia. Por otra parte, en lo que respecta al juicio oral, el artículo 327, en su segundo aparte, prevé: En caso que el acusado o acusada en estado contumaz se niegue a asistir al debate, se entenderá que no quiere hacer uso de su derecho a ser oído en el proceso, por lo que se procederá a realizar el debate fijado con su defensor o defensora, si asiste, o en su defecto con un defensor o defensora pública que se le designará a tal efecto; de igual manera se procederá en caso que el acusado o acusada que esté siendo juzgado o juzgada en libertad o bajo una medida cautelar sustitutiva, no asista al debate injustificadamente, pudiendo el juez o jueza, de oficio o a solicitud del Ministerio Público, revocar la medida. Estas novedosas previsiones para algunos cuestionables y en nuestro concepto muy acertado y conveniente, tienen por objeto buscar mecanismos que permitan hacer efectiva la justicia penal y, evitar que el poder punitivo del Estado, quede burlado por la paralización del proceso penal debido a injustificada conducta de alguna de las partes. También se propone con ello contrarrestar las maniobras de tantos sujetos que, por diferentes medios, tratan de alcanzar la caducidad de la privación preventiva de libertad, o evadir la acción de la justicia sobre todo cuando ya sienten que la acumulación de elementos de convicción o pruebas está obrando certeramente en su contra. Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [27] Se trata además, de poner freno a esa censurable práctica de quienes desde su condición de partes procuran de alguna manera darle “largas” al proceso para lograr que una indebida prolongación pueda dar lugar al cese de la medida de coerción personal por razón de proporcionalidad, la impunidad por prescripción de la acción penal, o la interrupción del debate por haberse suspendido más allá del tiempo legalmente previsto (ahora de 15 días, según el Art. 318 COPP), para que el juicio se inicie de nuevo desde el principio, quedando insubsistentes las pruebas ya incorporadas y posiblemente habrá dificultades para su nueva y efectiva incorporación, especialmente las testimoniales. Este juzgamiento en contumacia, si bien se traduce en la no presencia en el proceso de la parte imputada o acusada y ser oída personalmente, como la misma norma lo prevé debe entenderse que no quiere hacer uso de ese derecho, lo que implica que renuncia a ello; pero siempre que se encuentre a derecho en el mismo proceso, en conocimiento de la causa que se le sigue y de los hechos que se le atribuyen, habiendo recaído imputación en su contra con todas las exigencias de ley, pero que por propia voluntad no comparece al respectivo acto de su obligatoria asistencia (audiencia preliminar o juicio oral), estando allí representada por un defensor privado de su previa elección o un defensor público que se le designe, con lo que se garantiza así el ejercicio de sus derechos constitucionales. Lo que sí debe ser objeto de consideración, en cuanto a la intervención de la defensa pública, es que quien la ejerza en representación de ese imputado contumaz, en cualquier caso debe requerir tiempo prudencial y razonable para imponerse de las actas de proceso y los hechos que han sido objeto de imputación, lo que debe serle concedido, asegurando de esa manera una mínima eficacia en el ejercicio de su actuación profesional. La renuncia del imputado al derecho a ser oído personalmente, como lo prevé la nueva legislación procesal penal venezolana es perfectamente admisible y constitucional si se dan los antes señalados supuestos de contumacia y el ejercicio de su defensa se encuentra debidamente garantizado a través del defensor de su elección o en su defecto del que se le designe, como se acepta también la posibilidad de renuncia a otros derechos que le están garantizados. [28] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 Por ejemplo, al acogerse al procedimiento por admisión de los hechos que implica forzosamente una condena inmediata (Art. 375 COPP), significa una renuncia a tener juicio previo, oral y público para que pueda ser condenado (Art. 1. COPP). Así opina la profesora Magaly Vásquez, al expresar que la admisión de los hechos supone una renuncia (voluntaria) al derecho a un juicio, principio no sólo garantizado por el COPP en su Art. 1º sino también por instrumentos internacionales (PDCP, CADH) ratificados por la República (2007, 215). En su última publicación Pérez Sarmiento avala la constitucionalidad del juicio en ausencia al comentar el ahora artículo 327 del COPP (antes 344), rectificando una postura anterior del mismo autor en otras ediciones, al expresar que el principio constitucional de que nadie puede ser juzgado ni condenado sin ser oído no impide la prohibición del juicio en ausencia, sino sólo de aquel en el cual el imputado no puede hacer valer sus defensas y descargos a través de un abogado de su confianza, previamente escogido por él; y que la sustracción del imputado a los efectos personales vinculantes del proceso no es más que una posición perfectamente válida como forma de defensa material, y que si finalmente el acusado ausente es declarado culpable en un juicio justo, se le buscará o solicitará en extradición y no podrá alegar que fue condenado sin ser oído, pues la Constitución Bolivariana en su artículo 49.3 se refiere a que nadie `puede ser condenado sin ser oído y no a una prohibición del juicio en ausencia (2013, 437). Como hemos visto en otros países como Colombia con un sistema acusatorio similar al nuestro y también regido por amplias garantías procesales, el juzgamiento en ausencia se prevé, excepcionalmente , pero efectivo desde la fase de investigación y aún con desconocimiento del imputado o imputada, bastando que el fiscal del Ministerio lo solicite acreditando no haber sido posible su localización a pesar de las diligencias realizadas a tal fin y que esa ausencia sea declarada por el juez. Pero en Venezuela esta forma de procesamiento del imputado no presente sólo puede tener cabida desde la fase intermedia, cuando esa parte imputada no asista a la audiencia preliminar, obviamente luego de haber sido objeto de imputación y acusación, por incomparecencia injustificada a la respectiva audiencia que puede ser también la de juicio, en conocimiento pleno de la causa que se le sigue y con garantías para el ejercicio de su derecho a la defensa y ser oída a través de una Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [29] representación profesional que designe o en su defecto le sea asignada, pudiendo continuarse el proceso y llevarse a cabo el juicio oral en las mismas condiciones hasta producirse la sentencia definitiva. El camino hacia la impartición de justicia no puede detenerse ni indefinirse por el capricho y la maliciosa actuación de quien pretende sustraerse del proceso, negándose a atender los requerimientos de presencia en el mismo, estando en conocimiento de la causa que se le sigue y de los hechos que se le atribuyen y sobre los que le asiste insoslayable derecho a defenderse, lo que comporta el derecho a ser oído, pero que con esa conducta contumaz renuncia a ejercerlo personalmente y debiendo en todo caso tener garantías suficientes para que lo haga a través de su defensor o defensora. El juez al tomar medidas efectivas para garantizar la continuación del proceso, siempre dentro del marco de las antes señaladas previsiones legales y ante la contumacia e inasistencia injustificada a las audiencias, actúa en ejercicio de sus potestades y competencia al procurar la celebración de los actos para los cuales las partes y el imputado tienen el deber de acudir y atender a los llamados del tribunal. El nuevo COPP (2012), para impedir de alguna manera la interrupción del debate y enervar la dilación procesal que con ello se produce, extendió el lapso permitido de suspensión que era diez (10) días, a quince (15), e incluyó las antes comentadas disposiciones dirigidas a evitar la paralización indebida del juicio oral por culpa del imputado contumaz y su defensor que injustificadamente no asisten a los actos del juicio oral, introduciendo el aquí analizado juzgamiento en ausencia, vale decir en contumacia o rebeldía, sin la presencia de aquél y el reemplazo inmediato del defensor privado inasistente por uno público, lo que debe obrar para que se eviten las detestables tácticas dilatorias dirigidas veladamente a provocar esa interrupción, a veces porque, como antes se expuso, consideran que hasta ese momento el resultado del debate le está siendo adverso a la pretensión de esa parte, como lo reconviene quien esto escribe, al tratar sobre el principio de concentración aplicado a la actividad probatoria, en la 5ta. Edición de su obra Las Pruebas en el Proceso Penal Venezolano. La censura también procede contra la parte acusadora, sea fiscal o querellante, en cuanto igualmente pueden incurrir en la antiética táctica [30] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 de buscar el alargamiento de la suspensión provocando la interrupción para obtener nueva oportunidad de probar lo que hasta ese momento no ha logrado, ante lo cual pueden ejercerse las acciones disciplinarias que haya lugar (COPP. Art. 310, última parte). Es bien sabido que la Constitución (Art. 49.3) y los tratados internacionales sobre derechos humanos y garantías procesales consagran como inviolable ese derecho del imputado a ser oído: Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, Art. XXVI: “Toda persona Acusada de Delito tiene derecho a ser oída en forma imparcial y pública...”. Declaración Universal de Derechos Humanos, Art. 10: “Toda persona tiene derecho, en condiciones de plena igualdad, a ser oída públicamente...”. Convención Americana sobre Derechos Humanos, Art. 8.1: “Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable...”. Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, Art. 14.1: “Toda persona tendrá derecho a ser oída públicamente y con las debidas garantías...” Pero ninguna de esas disposiciones permiten interpretar el derecho a ser oído como una obligación de estar siempre presente en todos los actos o audiencias y menos que deba expresar él mismo lo que estime conveniente en su defensa, pues lo que realmente se hace vinculante es que se le conceda y respete la oportunidad para ejercer efectivamente ese derecho, con conocimiento de la causa que se le sigue y de los hechos que se le imputan, siendo entendible que puede o no hacerlo, presente o no en el proceso, y en este caso necesaria y debidamente representado por quien ejerce su defensa. Hace muchos años el gran jurista Carrara, uno de los creadores de la Escuela Clásica del Derecho Penal, advirtió sobre el efecto nocivo para la justicia y hasta en perjuicio de otros sujetos vinculados al proceso (coprocesados), cuando existe una conducta contumaz de un reo, o cuando éste se sustrae del lugar donde se encuentra privado de libertad (1944: 872), al expresar: Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [31] ...cuando en un proceso está envuelto más de un reo, uno de los cuales muy obediente, se presenta, y el otro se mantiene latitante. En esta circunstancia se perjudica al reo obediente si se niega la defensa al contumaz, y en virtud de una singularísima iniquidad, el reo obediente viene a quedar en peor condición que el desobediente. El contumaz cuantas veces se presente aprovechará de la defensa ya hecha por el reo obediente, y gozará además de la libertad que le queda para preparar sus defensas. De este modo, no pocas veces puede ocurrir que un cómplice incurra en pena más severa porque fue diligente en obedecer a los mandatos de la justicia, mientras que el autor principal se mantenía aún latitante5. Conclusión Todo lo anteriormente expresado nos lleva a concluir: Que no hay inconstitucionalidad alguna en el juzgamiento del no presente contumaz que ahora prevé el COPP, y que más bien resulta ello necesario para evitar la inconveniente paralización del proceso, constituyendo éste un instrumento fundamental para la realización de la justicia, que debe impartirse en forma oportuna, eficaz y sin dilaciones indebidas. Que no se menoscaba el derecho a la defensa y a ser oído, lo que más bien se le garantiza aún a quien incurre en esa censurable contumacia o rebeldía, para que pueda hacerlo valer a través de la representación que ejerce el defensor o defensora de su elección o que en su defecto se le designe, cuando injustificadamente se sustrae de su obligación de concurrir a la audiencia preliminar o a las del juicio oral, entendiéndose con ello que renuncia al derecho de estar presente y ser oído personalmente. Que con este posible procesamiento sin la presencia física del imputado o imputada a todas las audiencias que lo requieren, respetando siempre sus derechos constitucionales se trata de poner freno a la conducta de quienes con su injustificada conducta omisiva procuran evadir la acción 5 Latitante: sujeto que se sustrae del lugar donde está provisoriamente privado de su libertad, o bien se aleja sin autorización del lugar fijado como residencia. [32] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 de la justicia, provocar el cese de medidas de aseguramiento personal, jugar a la prescripción de la acción penal o la interrupción del debate judicial. Es también una manera de decirle ¡NO A LA IMPUNIDAD! Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [33] Bibliografía Armenta Deu, Teresa. Lecciones de Derecho Penal. 2da. Edición. Marcial Pons, Madrid, 2004. Bandrés Sànchez-Cruzat, José Manuel. Derecho Fundamental al Debido Proceso y el Tribunal Constitucional. Editorial Aranzadi, 1992. Borrego, Carmelo. La Constitución y el Proceso Penal. Librosca C.A., Caracas, 2001. Carrara, Francesco. Programa del Curso de Derecho Criminal, Parte General, Vol. III. Ed. Depalma, Buenos Aires, 1944. Clariá Olmedo, Jorge A. Derecho Procesal Penal Tomo III. Rubinzal-Culzoni Editores. Santa Fe, 1998. Delgado Salazar, Roberto. Las Pruebas en el Proceso Penal Venezolano. 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Caracas, 2007. Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [35] Un Acercamiento Pragmático Del Repensar Del Derecho Penal Ante La Condición Postmoderna Marisol Zakaría Fiscal 59º del Ministerio Público a Nivel Nacional Resumen Ciertamente, los ordenamientos penales de todos los países del mundo, muy especialmente aquéllos con economías desarrolladas, se encuentran en un proceso significativo de transformaciones vertiginosas, encontrándose en capacidad de bien condicionar, ya sea cuantitativa o cualitativamente algunos de estos cambios, destacándose en tal sentido, ciertos rasgos comunes y algunas explicaciones que subyacen tras estas nuevas orientaciones legales. Es así, como el propósito de este escrito es generar una reflexión ante el repensar del Derecho Penal al hacer un repaso de las reformas implementadas o en proceso de ello, de los sistemas penales contemporáneos, tomando en cuenta la filosofía que las induce. A juicio del autor, es dable compendiar tales peculiaridades en la consagración de un punitivismo diferente, en el uso de la pena con fines inocuos, tal vez, como efecto del derrumbe del modelo del ideal rehabilitador o a manera de resultado del discernimiento del paradigma del riesgo en Derecho Penal; en la ejecución de estrategias actuariales de control del riesgo y evidentemente, en el ejercicio del populismo penal, la conversión de la víctima en una imagen distinta de la política penal, como también, en una novedosa forma de implicación de la comunidad en el diseño y ejecución de las políticas penales. Es conveniente acotar, que en el presente artículo se muestra una perspectiva analítica, interpretativa y crítica del autor, tomando como recurso algunas fuentes, destacándose autores como Wacquant, Bericat Garland y otros. Con esto en mente, vale considerar si los aludidos cambios son simplemente transformaciones internas de los sistemas de control del delito, sin alterar el modelo o es una forma totalmente diferente de contemplar el fenómeno criminal y de responder ante él. En el contexto postmoderno surge la aparición de nuevas figuras delictivas que requieren Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [39] a prontitud, ser tipificadas, pues indudablemente, no hay respuestas efectivas ante una sociedad cada vez más violenta, planteándose entre otros, la reciedumbre de la pena o la baja de la edad para la imputabilidad de los menores, siendo temas que sin duda alguna generan dilemas en la sociedad. Descriptores Derecho Penal, postmodernidad. [40] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 Abstract Certainly the criminal systems of all countries, especially those with developed economies are in a meaningful process of dizzying change, being able to good condition, either quantitatively or qualitatively some of these changes, noting in this regard certain common features and some explanations that lie behind these new legal guidelines. Thus, as the purpose of this paper is to generate a reflection against the rethinking of criminal law to do a review of the reforms implemented or in process of it, of contemporary penal systems, taking into account the philosophy that induces. For the author, it’s reasonable to summarize these peculiarities in the consecration of a punitive different in the use of sentence for harmless, perhaps, the effect of the collapse of the rehabilitative ideal model or way of discernment result of the risk paradigm Criminal Law; in implementing control strategies actuarial risk and obviously, in the exercise of penal populism, the conversion of the victim in a different image of penal policy, as well, using a new kind of community involvement in the design and implementation of penal policy. It is convenient to narrow which in this article shows an analytical, interpretive and critical of the author, taking as a resource to some sources, noted author and Wacquant, Bericat, Garland and others. With this in mind, it is worth considering whether the aforementioned changes are simply internal transformations of crime control systems, without modifying the model or is a totally different way of looking at the criminal phenomenon and respond to it. In the postmodern context arises the appearance of new offenses that require prompt, be typified, as undoubtedly, there is no effective responses to an increasingly violent society, considering among others, the vigor of the sentence or the lower age attribution of minor issues that still undoubtedly generate dilemmas in society. Descriptors Criminal Law, postmodernism. Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [41] Introducción Desde el siglo pasado, las legislaciones penales de todo el mundo, vienen advirtiendo una sucesión de transformaciones a un ritmo vertiginoso hurgando los principios que las han fundamentado de siempre, forjando además, un repensar acerca de la filosofía penal dominante que cela las decisiones legislativas, describiendo en consecuencia, los rasgos fundamentales, el modelo de política criminal imperante y la ideología sobre el delito, la pena, el delincuente y la víctima que sustentan tales modificaciones. A sabiendas de que cada contexto nacional, goza de sus propias particularidades políticas y diferentes desarrollos sociales, económicos y culturales, perfilándose seguidamente una matriz de rasgos diferenciadores cuantitativa y cualitativamente que lo identifica, las culturas del control del delito contemporáneas de los países con economías desarrolladas también contienen elementos y rasgos comunes que pueden validar las explicaciones brindadas por la literatura comparada sobre procesos similares de cambios acaecidos en sus respectivos ordenamientos jurídicos, proporcionándole valor al supuesto de que la globalización, característica de la postmodernidad, ha hecho converger los sistemas y las culturas jurídicas. En referencia, Friedman (1994) expresa: “la convergencia refleja la interdependencia económica y algo más. En un mundo unido por la televisión, los satélites y los puertos de transporte, se produce una cierta fusión de las culturas mundiales, pudiendo permanecer inmune. Cuando las sociedades tienen experiencias similares y están expuestas a un mundo único de transportes y comunicaciones, sus sistemas jurídicos del mismo modo e ineludiblemente, se aproximan unos a otros; no obstante en Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [43] la actualidad, tal preocupación alcanza unos niveles de generalidad y prioridad antes desconocidos, aunque obviamente, las explicaciones son diversas y contienen matices que tienen relación con los contextos nacionales concretos”. Seguidamente se ha de resaltar en este contenido, que cada reforma es producto de la elaboración legislativa, de los proyectos, debates, discusiones y aportes de la política criminal; de manera que, cualquier crítica sobre una norma ya convertida en ley positiva vigente, únicamente conseguirá evitar nuevos errores en el futuro al fijar la poca operatividad conseguida; mientras, sólo resta cumplirla. Valga decir que, estos problemas no son propios del Derecho Penal de fondo, sino en todo caso, del Derecho Procesal Penal. El proceso, las garantías constitucionales, las facultades de los jueces y fiscales, los plazos razonables del proceso, el accionar de la policía, los recursos y las pruebas, entre otros son objeto de discusión porque permite reorientar el proceso donde prime la celeridad y seguridad jurídica. Con base en lo aquí expuesto, se analizarán aspectos tales como varios rasgos característicos de las reformas en los últimos tiempos, el nuevo punitivismo, el populismo penal, la postmodernidad en los vigentes cambios de la política criminal y el Derecho Penal, lo que permitirá reflexionar acerca del destino que le depara. Es favorable demarcar, que en el presente artículo se muestra una perspectiva analítica, interpretativa y crítica del autor, tomando como recurso algunas fuentes, destacándose autores como Wacquant, Bericat Garland y otros, distinguiéndose aspectos tales como, rasgos característicos de las reformas penales, el nuevo punitivismo y la postmodernidad en los cambios del Derecho Penal para cerrar con la introversión del autor, cual contribución intelectual en el ámbito jurista. Algunos Rasgos Característicos de las Reformas Penales Evidentemente, las presiones no siempre inciden sobre los mismos aspectos de los sistemas penales, porque acostumbran inclinarse a un esquema ideológico puro que por regla general, en la esfera de las legislaciones penales suelen convivir disposiciones infundidas en [44] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 pensamientos liberales del Estado y de la economía con otras de figura axiomáticamente social. Si se observa, en los sistemas de sanciones que contienen las legislaciones penales y los procesos resolutivos, al igual que en aquéllas de carácter general, prevalece el componente intimidatorio, inclusive en la orientación preventiva especial, inspirada ésta, en un modelo rehabilitador invocado en la intimidación individual y en lo inocuo. En el ámbito de las reformas de las legislaciones penales, dice O´Malley (1999) que esas contradicciones internas, se han agudizado porque se asiste a lo que él denomina una “desconcertante serie de desarrollos” totalmente incoherentes en forma de obediencia disciplinaria versus autonomía emprendedora, inocua y de almacenamiento contra la reforma correccional, castigo y estigma ante la reinserción, criminalización formal versus acuerdos informales entre víctima y delincuente, convirtiéndose éstos en binomios inconsistentes y hasta contradictorios de la política y la práctica penal contemporánea. Hace énfasis además, sobre la vigente situación de inconsistencia penológica, la cual cuenta con escasos precedentes en la historia del Derecho Penal moderno; matiza este pensamiento Pratt (2000) al indicar, “esencialmente no hemos asistido todavía a un cambio histórico completo, sino únicamente a sus inicios, de modo que, durante un tiempo, lo viejo tendrá una significativa coexistencia con lo nuevo, a la vez que, lo nuevo irá teniendo una acelerada importancia creciente, similar al descenso en importancia de lo viejo” p. 140. Si se hace un repaso a los cambios generados en los últimos tiempos, en las legislaciones y en las prácticas penales británica, norteamericana, canadiense, australiana y en general la de los países de tradición jurídica anglosajona, según comentario de Díez (2003), se observará la ausencia de un modelo político-criminal claro y coherente, siendo ostensible las contradicciones internas del modelo legislativo y de las prácticas penales, todas endémicas. La orientación ha estado demarcada en el Derecho Penal en casi todas partes del mundo, con rasgos comunes en la concepción sobre el delito, la pena, la víctima y el delincuente, como también obviamente, del hombre y de su posición en el entramado social. Y, lo mismo ha sucedido con las reformas, dándose además, de carácter simultáneo en los países Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [45] democráticos en una concepción globalizada. Sin embargo, en EEUU se han mostrado variaciones, aparentemente diferentes, esencialmente consecuencia de las dinámicas presiones económicas coyunturales y de la crisis fiscal que las mismas han provocado. Específicamente se han sustentado en una progresiva tendencia de opinión pública que preconiza que las autoridades sean smart on crime (inteligentes con el delito) en lugar de tough of crime (duro con el delito), en la intención de aligerar el coste social y económico del delito, como también de las encarcelaciones masivas, según lo explica Atlheide y Coyle (2006), por ser de muy poca data y consiguientemente delicados de valorar en cuanto a sus persistencia y consolidación, se encuentran aún por demostrar que supongan una auténtica modificación de las novísimas propensiones generales, pudiendo parecer expresión de un cambio en la argumentación, mas sin superar los modelos de decisión político-criminal de la naturaleza represiva y punitivista tan frecuentes en la última época. El Nuevo Punitivismo Desde más o menos los años ochenta, se ha experimentado un giro punitivo, según lo contempla Matthews (2005), poniendo fin a una supuesta era de indulgencia, orientándose ahora, a un carácter más enérgico y decidido contra el delito y hacia toda conducta incívica o antisocial que bordean los límites del Derecho Penal, haciendo de la represión especialmente carcelaria y en términos de duración de las sanciones, el principal mecanismo de intervención, desatendiendo al mismo tiempo, la valoración y erradicación de las causas que provocan los comportamientos criminales o antisociales. En referencia, Hinds (2005) dice que, el incremento en el uso y extensión de la duración de la pena de prisión es uno de los síntomas más evidentes de una política de control del delito mayormente represivo, mas sin embargo, considera sentenciosamente que, el punitivismo no se puede medir exclusivamente en términos de acrecentamiento de la población reclusa, debido a que las dimensiones son totalmente disímiles en los diferentes países. En tal sentido, alude a tomar en cuenta otros factores, tales son: el diseño e implementación de la ley penal sustantiva y procesal y las políticas policial y penitenciaria, por mencionar algunas. [46] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 Así entonces, la apología del cambio de estrategia se propugnaría, en todo caso, en un mensaje insidioso acerca de la situación de inseguridad en la que la delincuencia ha puesto al común de los ciudadanos, víctimas reales o potenciales de los comportamientos criminales y en la ineficacia que los planteamientos indulgentes del pasado han demostrado para contener una delincuencia creciente, provocando adicionalmente, un progresivo y encomio del estado penal, generando cifras de encarcelamiento inéditas en la historia, según acotación de Wacquant (2008). Ahora bien, la expansión del Derecho Penal se pone en evidencia, mediante síntomas que, según opinión de Teradillo (2004), se concretan en la definición de nuevas categorías de bienes jurídico-penales, en la ampliación de los espacios de riesgo jurídico-penalmente relevantes, en la flexibilización de las reglas de imputación y definitivamente, en la relativización de los principios político-criminales de garantía, lo que se traduce, en postrema instancia, en el preámbulo de nuevos tipos penales en el Código Penal, el agravamiento de la respuesta punitiva de los ya existentes y, la disminución de las garantías procesales. En este espacio analizado vale resaltar que, en los últimos años se ha visto en Gran Bretaña, inclusive en Estados Unidos, la reaparición de la retribución del merecimiento justo, como un objetivo político extendido, suscitado de inicio contra la apócrifa injusticia de las condenas individualizadas, que si bien originó una inquietud por la proporcionalidad y la determinación de la pena en las sentencias, igualmente ha restituido la legitimidad de un discurso claramente retributivo, que a su vez, le ha hecho más fácil a los políticos y las legislaturas expresar manifiestamente sentimientos punitivos y aprobar leyes más impositivas, forjando en tal sentido, la reanudación de medidas resolutivamente punitivas, tales como la pena de muerte, la cadena de forzados y el castigo corporal o formas de descrédito y humillación pública que durante décadas han sido consideradas obsoletas y enormemente, denigratorias. Simón (2008), ha argumentado en este contexto que, en los excesos punitivos, la crueldad vuelve a formar parte de los objetivos de la política penal, de modo que la noción de retribución, como una exigencia imprecisa de la justicia está confiriendo en alquería, el obtener complacencia de la crueldad; manifestación ésta, observada en la prerrogativa que los políticos dan ahora a las pretensiones de los familiares de las víctimas de delitos violentos, de alcanzar una satisfacción Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [47] emocional mediante la pena de muerte, ejecutada con prontitud y con una mínima preocupación por el reo. Es así, por lo que la noción de punitivismo apunta un uso desmedido de sanciones e, inflexiblemente, una desviación del principio de proporcionalidad. Fuera de esto, evidentemente, en los sistemas penales contemporáneos se divisa una propensión al encarcelamiento masivo por medio del establecimiento de penas privativas de libertad de mayor duración o mediante la intensificación transitoria de los límites máximos ya fijados y, también, por el exordio de leyes que con suma naturalidad, traspasan límites que hasta entonces, se pensaban teóricamente infranqueables. Señálese en referencia a manera de ejemplo, el hecho de que, durante mucho tiempo la vigencia del principio de proporcionalidad y la suspensión del bis in ídem como límites del ius puniendi estatal en el ámbito del Derecho material y en el formal, valorándose cuales logros del Derecho Penal de un estado social y democrático de derecho que intentaba adaptar la pena al daño cometido por el delito, evitando adicionalmente, la doble punición, restringir los efectos penológicos de la reincidencia y moderar la incidencia de las medidas cautelares o restrictivas de derechos en el ámbito procesal, poniendo coto a los excesos punitivos que hubiera podido causar una exageración de los propósitos intimidatorios de la pena y del propio proceso penal. Sin embargo, de un tiempo atrás a la fecha, se han incrementado por dondequiera las leyes que desestiman los condicionantes del principio de proporcionalidad, empleando sanciones penales a conductas, cuyo implícito lesivo es nulo, estableciéndose además, cargas punitivas exageradas dada la realidad del daño originado por el delito, incurriendo en dobles castigos, aumentando las consecuencias penológicos de la reincidencia o disminuyendo marcadamente las garantías procesales del imputado, por lo que vale resaltar las célebres leyes del three-strikes en los EEUU, argot del béisbol que en el ámbito de la legislación penal, significa que, al tercer delito se le impone al sujeto una condena que, considerando la ley de cada Estado, oscilaría entre 25 años de prisión y cadena perpetua. Ahora bien, valdría reflexionar acerca de las nuevas categorías de parias, compuesta por jóvenes desempleados e indigentes, drogadictos, [48] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 inmigrantes ilegales que, si bien han alcanzado relevancia en el espacio público, su presencia es indeseable y sus actividades intolerables, como también, hechos punitivos no considerados en la ley, como el secuestro expres, depredadores sexuales y maltratadores domésticos, por mencionar alguno de tantos otros, que son la enérgica y amenazante representación de la trascendida inseguridad social originada por la erosión de la estable y homogénea clase asalariada y por la descomposición de las solidaridades de clase y cultura circunscritas a una estructura nacional no definida del todo, por los cambios engendrados a través del tiempo. Ante los nuevos arquetipos sociales, incorporados como generadores de tal inseguridad, al vigente Derecho Penal no le queda otra, sino asumir el punitivismo actual con técnicas actuariales de control de riesgo, con un cierto halo de populismo penal, convirtiendo ineludiblemente a la víctima, en un ícono e involucrando de forma inconmensurable a la sociedad en el diseño y ejecución de las políticas penales, haciendo renacer sanciones que se pensaban obsoletas e impropias de sistemas penales avanzados. Ciertamente, la afluencia incorporada de todas las características sostenidas y desplegadas en este texto es lo nuevo, puesto que nunca antes se había podido contemplar y por lo que analizar y valorar es, en definitiva, lo que convierte al vigente punitivismo en un nuevo punitivismo, inédito en toda la historia penal. La Postmodernidad en los cambios del Derecho Penal Una vez analizados los rasgos de mayor relevancia en los actuales modelos político-criminales, mediante las distintas reformas legales a las cuales han sido expuestos, vale resaltar el hecho de que tienen características similares a los sistemas del Derecho Comparado, específicamente al de los países con sistemas democráticos estables y economías desarrolladas. Ante los cambios que de manera casi obligatoria han ido dándole una variación al Derecho Penal de la tardía modernidad; en otras palabras, Postmodernidad, se debería académicamente, adoptar estrategias innovadoras que se ajusten puntualmente a las surgentes figuras delictivas que no existían en el pasado. Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [49] Ahora bien, llegados a este punto, es imperioso definir lo que es la Postmodernidad, que muy a pesar de las concepciones ambiguas que le han dado diferentes autores, se ha tomado para los fines de este compendio la explicación de Bericat (2000), al decir que una sociedad postmoderna o centrífuga, es aquella que mantiene y construye el orden social, remarcando sus límites externos y generando desde allí, fuerzas de repulsión que impulsan hacia el interior los elementos del sistema, de modo que, mientras que en las sociedades centrípetas o modernas, la atracción al bien constituye el principal mecanismo regulador, en las centrífugas o postmodernas, es la aversión al mal la que desempeña las funciones reguladoras del sistema. Así, en las sociedades postmodernas como son las vigentes, tanto la transformación social como la agenda política, se nutren con los propósitos de eliminar los aspectos más detestables de la realidad, de modo que en el juego político, se ponderan más los errores que los aciertos y mayormente los escándalos que el cumplimiento de metas. Teniendo en cuenta que es posible definir el bien con contornos suficientemente precisos y dado que, debe admitirse un alto grado de tolerancia al momento de respetar la adscripción a múltiples y diferentes valores positivos, los modelos ideales pierden intensidad. Por el contrario, los modelos negativos, se vuelven cada vez más fuertes; consecuentemente, el control de la negatividad se impone de forma perentoria, explicando por demás, el hecho de que los medios de comunicación de masas, tutelen la atención pública hacia el mal, o sea, hacia los desastres, la muerte, los crímenes más horrendos, los accidentes mortales, entre otros. Por eso, mientras que la identidad social de las sociedades centrípetas se funda en los sentimientos de orgullo que encamina la obtención de logros, en las centrífugas, la identidad se cimienta compartiendo colectivamente las emociones del horror. Lo cierto es que, lo que sucede actualmente no logra ser explicado en términos de modernidad; por ello, imperativamente hay que asistir a las discontinuidades que generan rompimiento con el pasado y adoptar en consecuencia, un enfoque analítico y una estrategia diferente. Para ello, hay que entender previamente en qué ha consistido el Derecho Penal en la modernidad, teniendo que ver con el orden, la disciplina, la clasificación, la normalización, la racionalidad, la eficiencia y la acumulación de conocimientos científicos sobre el comportamiento [50] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 humano, las poblaciones y las instituciones para la organización, el control y el mantenimiento de las diferentes estructuras de la sociedad moderna, como por ejemplo, la asistencia social, las prisiones, las escuelas, las factorías y hasta los hospitales. En otros términos, Bericat (op.cit), ha descrito a la sociedad moderna, diciendo que, desde sus mismos orígenes, estableció un poderoso núcleo central de valores y realizaciones positivas adecuadamente atrayentes, como para conservar la legitimidad del sistema y la apropiada motivación de sus miembros. La razón, el progreso, la ciencia, el bienestar material, la libertad individual, la democracia, los derechos civiles, el desarrollo económico y el incremento de la esperanza de vida, constituían parte de ese núcleo central de valores. Resáltese que, la modernidad se desenvolvió por medio de la actuación progresiva y permanente de tales bienes; el discurso en Derecho Penal, a lo largo de todas sus fases de avance, ha significado ciertamente, el discurso de la convicción en que el comportamiento criminal es anormal e indeseable, pero evitable y, el discurso de la confianza con base en el soporte y técnicas de intervención, supone al ser humano capaz de modificar, reorientar o inhibir sus comportamientos criminales. En palabras de Garland (1996), la Criminología moderna partió de la premisa de que la conducta delictiva, significa una desviación en relación con el comportamiento normal y civilizado, logrando ser explicada en términos de patología individual o déficits en el proceso de socialización. De esta forma, las estrategias de intervención penal, se obligarían a orientarse hacia la rehabilitación terapéutica del delincuente, por lo que, tanto las ciencias como las instituciones penitenciarias, deberían transformar sus esfuerzos en atinar con las estrategias rehabilitadoras más adecuadas para cada delincuente con particularidades muy individuales. Así, el discurso moderno junto a sus objetivos y técnicas se centraban en el individuo, con la idea de establecer responsabilidades y desplegar una apropiada estrategia rehabilitadora para reformar al delincuente, según señalamiento de Cotter, R. y De Lint (2009). Recuérdese que, el modelo penal de la modernidad se ha basado en la confianza, en la razón de la ciencia y en el conocimiento de los expertos, a sabiendas de que son ellos quienes deben diseñar los programas y las estrategias de Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [51] intervención, más allá de lo que pudieran ser las convicciones primarias o emocionales de la sociedad. En este sentido, se traen a colación las características del Derecho Penal de la modernidad, tales son: el sufrimiento infringido por el castigo se aminora, suprimiéndose los castigos que suministran un dolor o un sufrimiento prolijo; adicionalmente, las penas impuestas en las sentencias se rigen por el principio de la equivalencia con el daño devengado por el delito y no en un sentido talional, sino graduando con precisión la equivalencia en cuanto al tiempo de la condena que, ahora se ha de cumplir en celda; seguidamente, la lógica organizativa de los regímenes penales los emplaza hacia la inversión productiva de energía en el material humano, de modo que, en función de la fe en la ciencia y en la opinión de los expertos, el castigo debe ir encaminado hacia la normalización y a que su cumplimiento se efectúe en un contexto que facilite la recuperación del delincuente y su reintegración social. Finalmente, la respuesta al delito la preside la fuerza de la razón de la que nace la autoridad de la ley, de modo que ni las pasiones ni las emociones, como tampoco las presiones de la colectividad han de influir y por eso, el sistema de enjuiciamiento se rige por una serie de reglas que procuran en todo momento, asegurar la racionalidad de las decisiones (due process), teniendo en cuenta, la consistencia y coherencia del sistema penal con la utopía moderna de construir una sociedad libre de delitos, concebidos como un problema social que exige el despliegue de considerables y progresivas formas de intervención sobre los individuos y la sociedad, delineadas por expertos y profesionales designados por el Estado, integrando al Derecho Penal como un mecanismo más del complejo y entramado de fuerzas sociales destinadas a combatir las causas que en la sociedad, componen ese problema social. Los cambios, puramente, son consecuencia del proceso de civilización vinculado por supuesto, al desarrollo del Estado, la transformación de las instituciones y la propia estructura psico-social de las personas; sin embargo, existen autores que lo aluden a la estructura de economía restringida, basada sobre nociones recíprocas de intercambio, centrándose en cosas como los mecanismos de los precios y el intercambio de mercado. Asimismo, se organiza alrededor de contratos claramente establecidos y específicos, cuyos términos se han acordado entre quienes forman parte del intercambio. [52] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 La influencia de este tipo de economía en el modelo penal es incuestionable, porque así como el proceso de civilización impulsó la orientación del sistema hacia la rehabilitación particular y la regeneración social, esta forma de intercambio económico propició la aparición de nociones como la de equivalencia, proporcionalidad, due process e inversión de esfuerzos productivos en los delincuentes. Por otra parte, la economía del exceso premoderna, en su consagración de gastos improductivos, propicia un sistema penal de violencia excesiva y arbitraria, de modo que, considerado las dificultades en el tránsito de la premodernizada a la modernidad, se pueden observar, al tener que comprender el proceso penal de la postmodernidad, ajustados simplemente, en desarrollo o evoluciones que no alteran la pervivencia del proyecto penal de la modernidad. Por tanto, definir la postmodernidad es precisar, esencialmente, un modelo antagonista con el de la modernidad, pudiéndose integrar por nuevas prácticas o retomar algunas viejas, sin el significado de entonces. Habría que ajustarse e interpretar los cambios, aprovechando entre otros aspectos, los avances tecnológicos para administrar el castigo en función de la eficiencia y el progreso científico. Hay que, en otras palabras, aprender a distinguir lo que son cambios coyunturales, transitorios y reversibles, de lo que son verdaderas transformaciones estructurales, prolongadas en el tiempo, a la vez que se deben diferenciar los cambios en el estilo del discurso criminológico y la política penal. Es apreciable, igualmente, contemplar el restablecimiento de la capacidad de infligir daño y humillación como estrategia penal legítima, haciendo visibles la condición de delincuente y el cumplimiento de sanciones; la desatención a las exigencias del principio de humanidad y proporcionalidad, con sentencias arbitrarias y desproporcionadas y finalmente, la ejecución penitenciaria de sanciones que carecen del menor sentido productivo, en términos de inversión en el material humano, de modo que se haga posible la recuperación del delincuente, desatendiéndose su bienestar futuro. Son estas tendencias sobresalientes en la filosofía que, inspira las reformas de los sistemas penales de los últimos lustros, invitando con ello a reflexionar acerca de los límites a tener en cuenta y que son necesarios para el Derecho Penal, a fin de actuar con recato. En este mismo contenido, vale la pena considerar el carácter de riesgo al seleccionar las Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [53] estrategias o gestión de riesgo al actuar sobre el sujeto, a sabiendas que la eliminación del mismo, se torna imposible, dejando abierta la cuestión entre seguridad y libertad, al pretender reducir el riesgo a costa de la actuación sobre el sujeto y la merma de sus garantías individuales, porque bien se sabe que, al pretender controlar el riesgo de delincuencia, se anularían automáticamente las oportunidades de acción de los individuos que se ajustan a un determinado perfil, lo que llevaría a pensar, sobre las garantías individuales, si éstas dejan de tener sentido porque el objetivo no es el individuo sino la colectividad a la cual pertenece el delincuente. Por ello, los riesgos en cada caso, deben ser evaluados, lo cual consiste en que si la colectividad se ha de convertir en víctima o en su defecto, los delincuentes han de recibir una inmerecida restricción de la libertad; en este sentido, la estrategia actuarial en la gestión de riesgo, plantea una disyuntiva ante el cuestionamiento acerca de que, si realmente, la sociedad tiene capacidad de mejorar sus prácticas de regulación social por medio del diálogo y el cambio social, pues en el enmarque de la concepción del hombre que subyace tras el Derecho Penal de la postmodernidad, se le niega su capacidad de libertad y de regeneración moral, tendiendo a configurar una sociedad de sujetos poco solidarios y menos capaces de socialización e integración en el conjunto social. Tampoco se puede obviar a este respecto que, en este momento es bastante difícil saber a qué tipo de nueva sociedad orienta la crisis económica global a la que hay que hacer frente, debido a que sus características y dimensiones, inéditas en la historia mundial, hacen sumamente complejo predecir el futuro próximo, más aún, sabiendo las modificaciones de la política criminal de los EEUU que se están gestando actualmente y que tanta influencia tiene sobre la de los países occidentales, pudiéndose presumir en todo caso, menos represión. En todo caso, es conveniente revisar las ideologías y retóricas ante una realidad que se vive día a día, generando transformaciones en la lógica del funcionalismo sistémico, debiendo observarse de manera puntual, las inconsistencias y hasta incongruencias del sistema, muy especialmente la filosofía que lo sustenta para continuar siendo una instancia crítica, procurando no dar cobertura intelectual a políticas reaccionarias, excluyentes y segregadoras. [54] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 Introversión El asunto ahora, no es atenazar la causación de daños o utilizar la pena para prevenirlos, menos aún, si el daño como tal ya ha sido producido, sino que cuál política criminal en la pretensión de lograr mayor seguridad, se minimicen o neutralicen los factores y contextos que incitan riesgos y obviamente, alteran la seguridad ciudadana; valdría la pena connotar que, la seguridad ciudadana realmente no es un problema que se encuentra asociado con la delincuencia, sino que en esencia, es un problema de cohesión, solidaridad y certidumbre, puesto que en la medida en que se debilitan las relaciones y los compromisos entre las personas se genera inseguridad y, de allí que, el mayor de los retos sería el fortalecer los vínculos de la comunidad en una sociedad que tiende a debilitarlos. Sería revelador comprender que el delincuente no crea problemas sociales, sino que son los problemas sociales los que crean delincuentes; por eso es que, la persistencia del delito y la imposibilidad de la intervención penal de su erradicación se hacen patentes en el fracaso a priori de tal empeño. En este tenor, si bien, la seguridad no cesa de proclamarse como un bien universal, rescinde por alegar su parcialidad al ser excluyente, fragmentando a la sociedad en víctimas y victimarios, identificando y señalando a éstos en beneficio de aquéllas. La seguridad promete en todo caso, libertad y por el contrario, erosiona las libertades civiles porque legitima y justifica la oficiosidad, topando incesablemente con el valor social de la confianza en el otro y sus estrategias, aunque no sea el propósito, traspasan la solidaridad social. Porque, como ha explicado Jackson (2006), el miedo al delito no reside obligatoriamente en experiencias reales de victimización vividas por la persona, sino que actúa como una esponja que absorbe todo tipo de ansiedades relacionadas con el deterioro del tejido moral, desde el familiar hasta el comunitario y social, porque el delito explica y dramatiza sus preocupaciones acerca de la cohesión, las relaciones y el cambio social, en sí, todo el entramado simbólico del diagnóstico popular acerca de la salud de su comunidad y de su nación. Inabordable a estas maleabilidades, las políticas penales conducen todas sus energías a hacer de la seguridad el fin y, por tanto, su éxito precisa la expansión de una estrategia que arrastra, ineludiblemente, a estigmatizar a quien concuerda con el perfil de sujeto peligroso, sin proporcionarle la Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [55] posibilidad de un comportamiento futuro, exceptuando de su pertenencia al entablado social. Dicho en otras palabras, conservar alejado de la sociedad al delincuente, sin importar su evolución y su resocialización; sencillamente se le cataloga de delincuente peligroso, sobre estrictos parámetros actuariales, con base mayormente en presunciones a partir de agentes de riesgo normativamente concretos y que no gozan de una valoración personal, clínica e individualizada que proyecte, sobre bases científicas, su comportamiento posterior. En todo este razonamiento es conveniente acotar que, no existen razones por las cuales una adecuada atención a los derechos de los delincuentes tenga que significar un vilipendio a los derechos de las víctimas y una ausencia de preocupación por su sufrimiento, por lo que correspondería plantear la estrategia de la política criminal, combinando la rehabilitación y la sanción, atendiendo a la racionalidad de contribuir en el descenso de la delincuencia y ofrecer mayores posibilidades de reinserción del delincuente al contexto social. Cuando se referencian la perspectiva del populismo penal, la posición de la víctima e implicación comunitaria en el diseño de las políticas penales son sin duda alguna, manifestaciones de una misma estrategia, que en ningún momento, tiende a democratizar y legitimar al Derecho Penal mediante un procedimiento de discusión deliberativa, sino a convertir éste en un poderoso instrumento de intervención social que seduce los sentimientos, intereses y voluntades de los ciudadanos para quienes se gobierna, fraguando en todo caso, una sociedad polarizante y excluyente, encaminando los recursos a un estado penal y no uno de bienestar. Por tanto, se han de fomentar los programas de actuación gubernamental y las decisiones legislativas que sirvan a los intereses de los ciudadanos, ayudando adicionalmente a construir mecanismos de identificación y cohesión para generar las nuevas lealtades que los ciudadanos tanto necesitan; de esta manera, se estaría ejerciendo un acercamiento pragmático del repensar del Derecho Penal ante la condición postmoderna. [56] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 Bibliografía Atlheide, D. y Coyle, M. (2006). Smart on Crime: The New Lenguage for Prisione Release. Crime, Media, Cultura. Vol. 2. Num. 3. Pág. 286. Bericat, Alastuy, E. (2005). La Cultura del Horror en las Sociedades Avanzadas de la Sociedad Centrípeda a la Sociedad Centrífuga. Revista Española de Instituciones Sociológicas. Núm. 110. Pág. 84. Cotter, R. y De Lint, W. (2009). GRS Electronic Montoring & Contemporary Penology. The Howard Journal. Vol. 8. Núm. 1. Pág. 78. Díez Ripolles, J. 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Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [57] Simon Jonhatan y Colab. (2008). After the War an Crime Race, Democracy and a New Reconstructor. N.Y. University Press, New York. Teradillos Basoco, J. (2004). Globalización, Administración y Expansión del Derecho Penal. Editorial Trotte. Madrid. Wacquant, Loîc (2008). Ordering Insecurity: Social Plarization and Punitive Upsinge. Radical Philosophy Riviero. Vol.11. Num. 1. Págs 10-12 [58] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 La responsabilidad penal de las personas jurídicas y sus implicaciones político-criminales Elienai González Abogada en la Dirección del Despacho de la Fiscal General de la República Resumen En el presente trabajo se procurará hacer un recorrido por las principales teorías sobre la responsabilidad penal de las personas jurídicas, en sus dos vertientes: la anglosajona y la continental; además, se abordará la política criminal que ha girado en torno a tal responsabilidad, así como el señalamiento de algunas dificultades que ha tenido su aplicación a nivel dogmático y práctico desde el punto de vista de la prevención penal, a fin de tener una noción de sus implicaciones, y poder determinar la utilidad y eficacia de los postulados que han intentado legitimar la culpabilidad penal empresarial. Por lo tanto, dada la escasa discusión doctrinaria que ha tenido este tema en Venezuela, y su influencia eminentemente extranjera, este trabajo pretende servir de punto de arranque para estudiar detalladamente los modelos legislativos que han pretendido ser implementados en este país. Descriptores Persona jurídica, responsabilidad penal, política criminal, prevención penal. Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [61] Abstract in this paper we seek to take a tour of the main theories of criminal liability of legal persons, on two fronts: the Anglo-Saxon and continental, in addition, will address the criminal policy has revolved around such responsibility and as pointing out some difficulties encountered dogmatic level implementation and practical from the point of view of criminal prevention, in order to get a sense of its implications, and to determine the usefulness and effectiveness of the principles that have attempted to legitimize corporate criminal culpability. Therefore, given the limited doctrinal discussion that has had this issue in Venezuela, and influence foreign eminently, this work is intended as a starting point to study in detail the legislative models that have attempted to be implemented in this country. Descriptors Legal person, criminal responsibility, criminal policy, criminal prevention. [62] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 Introducción Con el auge de las leyes que contemplan la responsabilidad penal de las personas jurídicas en Venezuela, tales como la Ley Orgánica contra la Delincuencia Organizada y Financiamiento al Terrorismo y la Ley Especial contra los Delitos Informáticos y la Ley Penal del Ambiente, se pretende indagar en los orígenes de este tipo de responsabilidad, y dar a conocer cómo surgió la misma en el Derecho Penal continental, a través de una breve sistematización de los distintos modelos de imputación penal contra las empresas y de sus principales cuestionamientos. Seguidamente, se hará un abordaje sobre ciertos rasgos del aspecto político-criminal procedente de experiencias en otros países, a objeto de plasmar el influjo de la responsabilidad penal de las empresas en los criterios clásicos de prevención penal, y obtener así un panorama de su eficacia preventiva en el derecho comparado. Ahora bien, esta es una investigación de carácter documental, que pretende sentar las bases para posteriores estudios de carácter más empírico, con la intención de sugerir políticas concretas sobre la materia. Igualmente, es apropiado manifestar que el presente trabajo estará enfocado en las personas jurídicas cuyas actividades en general son lícitas, pero en el marco del desarrollo de sus funciones se cometen uno o varios delitos, sea a objeto de obtener beneficios adicionales personales o para la propia empresa, como aminorar costos de producción u obtener mayores ganancias. Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [63] El derecho penal de la “post-modernidad” que justifica la responsabilidad penal de las presonas jurídicas Es sabido que los clásicos argumentos dogmáticos del Derecho Penal continental que siempre han negado la responsabilidad penal de las personas jurídicas, se basan en la incapacidad de éstas “para realizar acciones, su incapacidad de culpabilidad y su imposibilidad de cumplir con el fin de la pena” (Bajo y Bacigalupo, 2008:803). Pese a ello, “se suscitó en el último tercio del siglo XIX y primero del XX una polémica sobre la declaración de la responsabilidad criminal de las empresas. La razón de esta preocupación era de orden práctica, dada la relevancia de la intervención de estas entidades en actividades delictivas1” De este modo, países como Francia, Holanda, Inglaterra, Estados Unidos, conciben este tipo de responsabilidad para las empresas, mientras que Alemania se ha inclinado hacia el rechazo rotundo de la misma, sin embargo, España recientemente, en el año 2010, adoptó este tipo de responsabilidad, después de una importante resistencia e intensa discusión doctrinaria, ya que autores como Muñoz Conde, Mir Puig, Silva Sánchez, Feijoo Sánchez, Robles Planas, Bajo Fernández, Bustos Ramírez, entre otros, tradicionalmente se han manifestado en contra, en aras de conservar el respeto al principio societas delinquere non potest2 y no vulnerar los pilares del Derecho Penal clásico. Resistencia ésta que permaneció no en vano, dadas también las dificultades prácticas y operativas que implica su aceptación, además del gran compromiso de construcción teórica que traería consigo, al estar el Derecho Penal continental diseñado exclusivamente para las personas físicas y para la responsabilidad individual, y no para las personas jurídicas ni para la responsabilidad colectiva. 1 Sobre este particular, Zaffaroni (2005) agrega que “En realidad, la cuestión de la responsabilidad penal de las personas jurídicas es muy antigua y tuvo particular vigencia cuando nació el interés por el llamado derecho penal económico, siendo tema de discusión de mediados de siglo pasado -en que la responsabilidad solía fundarse con argumentos kelsenianos-, de modo que no constituye ninguna novedad en el campo de la parte general del derecho penal” (p.147). 2 También países como Francia y Portugal se han apartado de esta tradición jurídicodogmática, asumiendo la responsabilidad penal de las empresas, con sus signos particulares respectivos, pero en su mayoría influenciados principalmente por países de corte anglosajón como Estados Unidos, por ejemplo. [64] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 A pesar de ello, los cambios trascendentales acaecidos en la sociedad, principalmente por los avances tecnológicos, han generado (entre otras cosas), un ascenso protagónico de las empresas en la vida económica actual, así como su instrumentalización para cometer infinidad de ilícitos de manera muy sofisticada y con pleno conocimiento de “la dificultad para descubrir al autor del delito dentro del entramado empresarial3” (Granados,2007:128), obstaculizándose cada vez más la tarea del Derecho Penal tradicional y ocasionándose una demanda incesante de innovadoras formas de afrontar una criminalidad de tal magnitud, lo que a su vez genera muchas inquietudes en pro de modificar radicalmente las bases del Derecho penal. Por su parte Feijoo (2008), caracteriza a esta sociedad moderna como una sociedad en la que predominan las organizaciones y la idea del riesgo, y dada tal complejidad, para este autor las organizaciones empresariales “son materialmente una nueva realidad emergente que ya no pueden ser tratadas como una suma de sujetos individuales sino que suponen una nueva realidad social distinta a aquéllos y con dinámicas diferentes a las individuales. Esta constatación de partida obliga a replantearse los fundamentos de la responsabilidad jurídico-penal en este ámbito” (p.202). Con la proliferación de entes con estructuras organizativas complejas, se pone en tela de juicio la eficacia de la responsabilidad penal individual al momento de imputar la comisión de un delito en este ámbito, visto que “si ya en el marco de una estructura clásica de empresa –con un empresario (individual) que la dirige y unos empleados subordinados jerárquicamente- resulta difícil la atribución de responsabilidad penal individual, más lo es en el caso de las empresas que operan sobre la base de una estructura organizativa compleja” (Montaner,2008:38). Adicionalmente, en esta sociedad post-industrial radican dos fenómenos perceptibles, como lo son “la globalización económica y la integración supranacional” (Silva, 2006:83), los cuales se caracterizan por el extraordinario protagonismo alcanzado por la comunicación y 3 Fernández (2004) se refiere a la imposibilidad de individualizar a los delincuentes dentro de la empresa como uno de los argumentos principales para responsabilizar penalmente a las personas jurídicas, por ser éstas cada vez más complejas e implicando un entramado difícil de definir que llevará a favorecer la impunidad. Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [65] la información en estos tiempos (Zuñiga, 2009), al existir una evidente intercomunicación planetaria entre los ciudadanos. Fenómenos que implican no sólo la proliferación mundial de empresas con gran complejidad organizativa sino el afán por construir una misma estructura jurídico-penal universal cada vez mayor. Dicho lo anterior, se hace necesario acotar que en general, una de las críticas más frecuentes sobre la estructura de la teoría del delito continental de conocida raigambre románico-germánica, para enfrentar la criminalidad empresarial, no sólo versa sobre su diseño exclusivo para delitos cometidos por personas individuales, sino también sobre su rigidez en ciertas figuras dogmáticas y su recurrente lejanía de la realidad por su encasillamiento y falta de flexibilidad para amoldarse a los casos que se presentan en los tribunales, surgiendo así desde gran parte de la doctrina un reclamo por reducir esa brecha distante existente entre la realidad y las teorías penales, mediante la elaboración de una nueva y transformadora política criminal que incluso introduzca novedosas pautas de responsabilidad colectiva. Así entonces García Cavero (2010), aduce que “en la medida que se esté frente a un sistema cerrado sin pretensiones prácticas, alejada de la jurisprudencia, parece difícil que la teoría del delito de origen alemán pueda servir de base a una gramática universal” (p.182). En contraste, se presenta el modelo anglosajón, que se caracteriza por su pragmatismo y su amplia experiencia en materia de responsabilidad colectiva, por lo cual autores españoles como Gómez Jara, Zúñiga y Nieto, entre otros, aducen que su influencia significaría un gran avance y una importante alternativa ante los fenómenos de la post-modernidad. Esto trae como consecuencia, la existencia de un mayor acercamiento y alcance al conocimiento de los modelos de otras culturas jurídicas radicalmente distintas a la nuestra, y asimismo, una mayor influencia de sus propios postulados, tal como ocurre con la responsabilidad penal de las personas jurídicas que se desprende del common law. Sin embargo, esta clase de responsabilidad, también proviene de la construcción de modelos teóricos de raíces eminentemente funcionalistas. En cuanto a la influencia anglo-americana, Nieto (2008) manifiesta que: En realidad la responsabilidad colectiva es producto de la influencia del ordenamiento más poderoso del mundo, el de los [66] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 Estados Unidos, donde desde la época del ferrocarril descubrieron y temieron el poder de las corporaciones, y descubrieron que para dominarlo hacían falta, aparte de la Sherman Act4, la instauración de la responsabilidad colectiva…el corporate power nos amenaza a todos y que de las cien economías más potentes del mundo, 51 son corporaciones, y existen empresas casi tan potentes como Australia, y con presupuestos que superan a países como Noruega, Finlandia o Portugal. En el año 2000 el New York Times señalaba que el valor de mercado de Microsoft era similar al producto interior bruto de España (p.131-132). Por estas razones, algunos autores afirman que el Derecho Penal no puede estar ajeno a este conglomerado de cambios, y así todo pareciera conducir a que la vía más idónea sea la de adaptarlo rápidamente a esta nueva realidad criminológica, a fin de disminuir la comisión de los delitos económicos a gran escala, así sea sacrificando sus rígidas reglas de aplicación. De este modo, señala Silva (op.cit.) como: El Derecho Penal de la globalización económica y de la integración supranacional será un Derecho desde luego crecientemente unificado, pero también menos garantista, en el que se flexibilizarán las reglas de imputación y en el que se relativizarán las garantías político-criminales, sustantivas y procesales (p.84). De manera que, es frecuente observar importantes contradicciones entre la realidad y las expectativas que se tienen del Derecho Penal, por lo que Silva explica cómo “la Globalización dirige al Derecho Penal demandas fundamentalmente prácticas, en el sentido de un abordaje más eficaz de la criminalidad”, pero resulta que nos encontramos con que “más bien se trata de responder a exigencias del poder político o de las instancias de aplicación judicial del Derecho impotente ante la lucha 4 El autor mexicano Gerardo Gómez (2007), comenta al respecto que: “La Ley Sherman fue concebida como una amplia carta de libertades económicas dirigida a preservar el ejercicio de una competencia libre e irrestricta como norma de comercio” (p.116). Aduciendo igualmente, que dicha ley se debió a la alta concentración del comercio y de la industria, y a la hostilidad pública contra las empresas gigantes de finales del siglo pasado, de lo que se puede deducir que fue concebida con el fin de diseminar los grandes monopolios existentes ya en la época (1890). Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [67] de los ordenamientos trasnacionales contra la criminalidad trasnacional” (ídem). En relación a esto Quintero (2007) comenta que “España, al igual que los demás estados, sólo puede ser coherente con sus compromisos europeos”5 (p.163), y en la misma línea parecen estar algunos autores venezolanos, como Arroyo Hernández (2004), al manifestar que en nuestro país se necesita una reforma que regule este tipo de responsabilidad en el Código Penal, para estar acordes con las tendencias internacionales actuales de este tema. Y precisamente, Silva (op.cit.) manifiesta ante estas exigencias de universalización de Derecho Penal que: A esto se añade un evidente déficit de ejecución (Vollzugsdefizit) de la normativa penal en estos ámbitos, dada la magnitud de la tarea asumida, parece razonable pensar en que la menor certainty de la consecuencia jurídica (o, en otras palabras, el inevitable carácter selectivo de la represión) se vea compensada con una mayor severity de la misma (esto es, con un reforzamiento de los aspectos simbólicos de la sanción) p.86. Justamente, también se encuentra relacionado con esas exigencias expansivas y simbólicas del Derecho Penal, el afán de su pretendida administrativización, convirtiéndolo en un “Derecho de gestión (punitiva) de riesgos generales”6 (Ibídem, 132). Breve reseña del origen y naturaleza del concepto de persona jurídica A objeto de dar a conocer de manera concisa el surgimiento de la persona jurídica es ineludible acudir a la referencia de los textos romanos; 5 Específicamente sobre las exigencias de la Unión Europea para consagrar la responsabilidad penal de las personas jurídicas, Quintero (op.cit.) refiere que “las obligaciones asumidas por España dimanan de un amplio abanico de Decisiones Marco, como son las DM 2005/667, 2005/222, 2004/757, 2004/68…” (p.163). 6 Existiendo autores que incluso afirman la falta de diferenciación cualitativa y sustancial entre infracción penal e infracción administrativa, como es el caso de Fernando Navarro Cardoso (2008), en “Infracción Administrativa y Delito: Límites a la Intervención del Derecho Penal”. [68] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 se puede apreciar cómo en esa época ya existían las personas jurídicas, las mismas eran denominadas universitas y corpus, y siguiendo la investigación realizada por De Castro y Bravo (1984), “las masas de bienes independientes y los grupos de hombres considerados de modo unitario eran denominados con estos calificativos especiales” (p.142). Continúa el mismo autor manifestando que ya en el Medioevo, los italianos tuvieron que asumir el dilema de la responsabilidad criminal de la universitas y corpus, pronunciándose a favor de la misma, los glosadores de la época y procediendo por ende a ser aplicada, aunque contradiciendo la esencia de los textos romanos. Otro jurista llamado Castro Lucini (1991), relata cómo en aquel momento el tema de la responsabilidad criminal de universitas y corpus se volvió algo sumamente controversial, visto que al ser designado Sinibaldo Fieschi como Papa (Inocencio IV), éste se opuso rotundamente al castigo indiscriminado de los ciudadanos inocentes, ya que como consecuencia de la decisión de los glosadores la ciudad también asumía responsabilidades criminales, siendo en 1245 en el Concilio de Lyón cuando el Papa Inocencio IV prohibió el castigo de universitates y collegia, lo cual representó el cambio de denominación a la de persona ficta. Siendo este el origen de la teoría de la ficción que mucho más tarde posicionaría Karl von Savigny. Sin embargo, más adelante, comenzaron a surgir distintas corrientes respecto al término persona ficta, entre las cuales la más dominante ha sido la teoría de la abstracción, que considera que ésta es un ente que funciona de manera totalmente independiente a la de sus miembros; y a pesar de carecer de sustancia racional individual propia para llamarse persona, tenía su propio patrimonio y respondía por sus propias deudas. Esta última concepción abstracta de la persona ficta había significado un gran impedimento para identificar a los miembros que cometían conductas ilícitas como fraudes, ya que obstaculizaba el levantamiento del velo de la universitas, a objeto de poder individualizar y responsabilizar a las personas físicas, de modo que se tuvo que obligar a los miembros a soportar las cargas y obligaciones de la persona ficta, pudiendo los acreedores proceder contra dichos integrantes en caso de deuda (De Castro y Bravo,op.cit.). Posteriormente, Castro Lucini (op.cit.), también explica cómo en el siglo XVII, motivados por el movimiento de la Ilustración, los iusnaturalistas empezaron a aportar nuevas ideas, e influenciaron a Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [69] los juristas de Derecho Público y de gentes, y por lo tanto, la persona ficta empieza a ser concebida como una realidad que es equiparada completamente al hombre como ser moral; siendo decisiva la obra de Hugo Grocio, quien rechazaba rotundamente el término de persona ficta, apoyado por el barón de Pufendorf, conocido jurista e historiador de la época. Consecuentemente, los seguidores de Grocio y Pufendorf impondrán el nombre de personas morales, cuyas ideas serán posteriormente tomadas y espléndidamente desarrolladas por Otto von Gierke. Es así como en el siglo XIX, gracias al movimiento que sistematizaba los textos romanos, llamado “Pandectismo Alemán”, se empieza a difundir el término moderno de la persona jurídica (Castro Lucini,op.cit.), con lo cual los juristas de la época se propusieron reducir su concepto a las figuras de corpora y universitas, lo que produjo que la doctrina se dividiera en diversas opiniones, siendo Savigny quien determinó institucionalmente que las personas jurídicas abarcarían solamente a las corporaciones y fundaciones; caracterizándolas “como organización de personas o bienes, dedicada a un fin propio y permanente, bien distinguida de los miembros o beneficiarios, y con un patrimonio totalmente separado del de sus socios, que funciona con una completa independencia” (De Castro y Bravo,op.cit.,176). Aunque tal concepción de Savigny fue utilizada en diversos sentidos por los ordenamientos jurídicos de varios países, Alemania asumió la concepción estricta incluso legalmente, pudiéndose afirmar que es aquí donde surgió la versión moderna de la persona jurídica (Ibídem). Es decir, quien logra darle auge a las ideas iniciales de Sidibaldo Fieschi, sobre la ficción de las personas jurídicas fue justamente Savigny al consagrar la teoría de la ficción7 considerando que “todo individuo y solo el individuo tiene capacidad de derecho” (Meini,1999,68), y además, que dichos entes son “personas que no existen sino con fines jurídicos” (Ibídem), y que representan “una mera ficción de derechos”8 (Militello,1995,415), siendo 7 Al respecto asume Zugaldía (1980) que “La tesis de la ficción, en la actualidad, cuando existen sociedades con más poder que los Estados, es de escaso poder de convicción… La mencionada tesis está absolutamente abandonada y se entiende hoy que las personas morales, lejos de ser puras ficciones son, por el contrario, auténticas realidades jurídicas que ponen de manifiesto una realidad social preexistente” (78). 8 Aunque expresa el autor brasilero Regis (2000) que “En la actualidad predomina en la doctrina, la idea de que las personas jurídicas no son mera ficción, sino que tienen realidad propia, aunque totalmente distinta a las de las personas físicas o naturales” (275). [70] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 por ende, una construcción jurídica incapaz de delinquir, que “carece de capacidad tangible de hacer separada de las personas físicas que la componen” (Quintero,2007,179). Esto coincide con la conclusión que se deriva de las teorías de la pena: el principio Societas Delinquere non Potest, que consiste en que “las personas jurídicas no pueden ser sujetos activos de delitos” (Silva, 1995:358). En palabras textuales de este autor “Ello significa que de los delitos cometidos en el ámbito de la empresa, sólo responden penalmente las personas individuales a las que puedan imputárseles (…) mientras que la corporación en sí, no puede ser sometida a ninguna pena criminal” (ídem). Contrariamente, Gierke siguiendo los postulados iusnaturalistas de Grocio y Pufendorf impulsó la teoría de la realidad, al insistir en que la persona jurídica “es de naturaleza «supraindividual»; que se trata de «una persona efectiva y completa, como la persona individual», «su alma está en la voluntad común, su cuerpo en el organismo asociativo»”9 (De Castro y Bravo, op.cit.:263). Igualmente agrega Regis que de esta tesis se desprende que “La persona colectiva tiene una personalidad real, dotada de voluntad propia con capacidad de obrar y de realizar ilícitos penales” (p.275). Ahora bien, lógicamente esta teoría iusnaturalista tenía como consecuencia que las personas morales respondieran criminalmente, sin embargo, a finales del siglo XVIII ello empezó a representar serias dificultades con la introducción de las teorías de las penas, ya que éstas iniciaron una relación directa con la voluntad humana, donde propulsores como Kant fundamentaban que los actos libres eran cometidos por seres razonables que saben lo que es bueno y malo según su voluntad propia, así como, Feuerbach y Rogmanosi, que entendían el fin de la prevención general de la pena como coacción psicológica (Bacigalupo,op.cit.). Por otro lado, en lo que respecta a la concepción de la persona jurídica en Francia, ésta fue desterrada del Código Napoleónico por muchos 9 Gierke lleva al extremo esta posición con la teoría organicista que intenta “trasladar todos los elementos de la acción humana, y sobre todo, de la capacidad de obrar en dirección a un fin, a grupos, organizaciones y corporaciones. Su carácter problemático ha sido puesto de manifiesto” (Bacigalupo,2005:50). Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [71] años, siendo en 1884 que se incluyó someramente en una Ley Municipal algo relacionado con la personalidad civil, sin embargo, la doctrina y la jurisprudencia francesa denominaron como personas morales a las sociedades mercantiles, comerciales y civiles, siendo asumido de modo muy extenso el concepto de la persona moral, a pesar de las grandes dificultades prácticas que ello implicaba (De Castro y Bravo, op.cit.). En cuanto a Inglaterra, a pesar de concebir el sentido estricto de la persona jurídica, no ha caído en las dificultades que ha significado este concepto para los juristas continentales, usando la figura de corporación, y generando la falta de responsabilidad de sus miembros de las deudas asumidas por ellas (Ibídem). Tal como asienta Muñoz (2001), “el derecho penal anglosajón sustituye el principio de legalidad de los delitos y las penas por la vinculación del juez, en primer lugar, al precedente judicial, a la tradición judicial –el common law- y después al derecho legal emanado del Parlamento -statute law- constituyendo así un sistema jurídico penal con características propias” (p.139). En virtud de lo cual, seguidamente, se señalaran las teorías anglosajonas que dieron origen a la responsabilidad penal de las empresas. Modelos de imputación de la responsabilidad penal de las personas jurídicas 1. Modelos de Responsabilidad Penal Indirecta de las Personas Jurídicas 1.1. Responsabilidad Vicaria (Vicarious Liability): Desde los inicios de la responsabilidad penal de las empresas, Inglaterra y Estados Unidos han sido recíprocamente influenciados, de tal manera que, la responsabilidad vicaria sentó sus bases en los tribunales ingleses desde el siglo XV10, pero no fue sino hasta el siglo XX que tuvo su verdadero impulso en los Estados Unidos con ocasión al caso Hudson, que fue emblemático en la época11. De modo que, la responsabilidad vicaria consiste en imputar a 10 Reconociéndose a nivel legislativo en el año 1889, mediante el Interpretation Act (Regis,2000). 11 Caso New York Central & Hudson River Railroad Company v. United States, 212 U.S. 481, 494, cuyo extracto de la sentencia reza textualmente: “Aplicando el principio que rige para la responsabilidad civil, únicamente damos un paso más allá, al sostener [72] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 la corporación el injusto y la culpabilidad de su representante (Gómez, op.cit). Así pues, es adecuado agregar que “…a mediados del siglo XIX las empresas ya eran responsables por infracciones de strict liability: es decir por acciones que daban lugar a una pura responsabilidad objetiva” (Ibídem, p.45). Ciertamente, “en los primeros casos de responsabilidad penal empresarial no existía imputación jurídico-penal ni subjetiva ni personal de ningún tipo, sino que se trataba, en definitiva, de meras infracciones objetivas” (Ídem). De esta manera, tal como afirma el mismo autor, se puede apreciar que este modelo vicarial, como modelo básico de atribución de la responsabilidad penal de las empresas, implica una usurpación del derecho penal en una figura propia del derecho civil, como lo es el “superior que responde (respondeat superior)” (Ídem). Por lo tanto, en este modelo de atribución “se trata de construir la responsabilidad de la persona jurídica exclusivamente a partir de la transferencia o imputación de la persona física que actúa como órgano: Lo que realiza el órgano se le imputa a la persona jurídica” (Robles, 2006:5); aplicándose la expresión del autor francés Pradel (1998), al considerar que la persona jurídica es responsable “por reflejo o de rebote”. Visto que para poder imputar a una empresa bajo este sistema se requieren dos etapas, “primero hay que evaluar el comportamiento individual, que cumpla con todos los criterios de atribución de responsabilidad, y en un segundo paso, transponer a la empresa la responsabilidad del autor” (Zuñiga, 2009:312). Dicho esto, se entiende en definitiva, “que cuando obra la persona física que representa a la empresa cometiendo un delito, entonces también lo está cometiendo la empresa misma” (Robles, op.cit:5), de lo cual se deduce que el individuo que asume la conducta criminal, no solamente respondería penalmente a manera individual, sino que también sus propias acciones harían responder a la empresa. Asimismo, en el modelo vicarial se encuentra la Teoría de la Identificación, de origen británico, que implica que la conducta haya sido desplegada por un superior dentro de la empresa y no por cualquier que la acción de un representante, en el ejercicio de la autoridad en él delegada con el fin de confeccionar las tarifas para el transporte, puede ser controlada –en interés de la seguridad pública- mediante la imputación de esa acción a su mandante y la imposición de sanciones a la empresa para la que actúa” (Gómez,2006,31). Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [73] agente o representante de la misma (Nieto, op.cit.:138), así también lo considera la jurista venezolana Arroyo Hernández (2004), al aducir que “la doctrina judicial de la identificación doctrine of identification ha sido la evolución más significativa”. 1.2. High Managerial Test: Visto que con el transcurrir del tiempo se constató la amplitud y la inadecuación teórica y práctica del modelo básico vicarial, en Estados Unidos se procedió a su restructuración en la elaboración del Código Penal Modelo, consistente en la restricción de la imputación al enfocarse exclusivamente en la conducta desplegada por los administradores de la empresa (Gómez, op.cit.). Por lo tanto, este autor señala que: El Código Penal Modelo permite que las empresas eviten la responsabilidad penal si pueden demostrar que los supervisores competentes en el área en el que tuvo lugar el delito actuaron con la diligencia debida para prevenir la comisión del mismo” (Ibídem, p.51). De esta manera, se observa que el High Managerial Test surge en los Estados Unidos como consecuencia del fracaso de una anterior experiencia, significando un avance dentro de la constante búsqueda de soluciones al problema de los delitos empresariales en ese país. 1.3. Teoría del Conocimiento Colectivo (collective knowledge doctrine): Se imputa a la empresa la suma de los conocimientos de los empleados cuando sea imposible identificar al miembro responsable del delito (Gómez, op.cit.). De esta forma, “se previene que las corporaciones evadan la responsabilidad penal mediante la creación de numerosos departamentos” (Ibídem, p.52). Siendo esta teoría relativamente reciente, ya que es en el año 1987, donde se manifiesta expresamente en la sentencia de United States vs. Bank of New England (Ibídem). Es de notar, que con este modelo no se exige la existencia de una culpabilidad individual, siendo esta una grosa amplitud del modelo básico vicarial. Entre los países de cultura jurídica continental que han adoptado el modelo vicarial en su sentido estricto, se encuentra Francia, y ya en el propio Código Penal francés, se deja clara la exigencia de individualización [74] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 de la responsabilidad de la persona física a priori, para luego poder establecer la que corresponda a la persona jurídica (Pradel,op.cit.). A su vez, en Portugal se admitió la responsabilidad penal de los entes, a través del Decreto-Ley 28/1984, pero exigiendo al mismo tiempo que las infracciones respectivas “fuesen cometidas por sus órganos o sus representantes en su nombre o interés propio” (Cuadrado, 2007:131). De la misma forma, se puede apreciar como en Brasil, en el año 1998, la Ley Penal de los Crímenes Ambientales, estableció la responsabilidad penal de las empresas cuando los delitos fueren cometidos por los miembros de las mismas y en su beneficio, siendo el modelo francés la fuente de inspiración para la creación de esta innovación legislativa (Regis,op.cit.). Ciertamente el modelo básico de responsabilidad vicarial, ha sido objeto de múltiples ataques, visto que no da solución a la dificultad de ubicar a la persona física que directamente cometió el ilícito dentro del entramado empresarial. En total coincidencia, Regis (op.cit.) rechaza la imputación vicarial al aducir que ya el motivo principal por el cual se pretende legitimar la responsabilidad penal de las personas jurídicas se basa precisamente en las serias dificultades que existen para encontrar al autor y probar el delito desde el punto de vista subjetivo, tildándola por lo tanto, de incongruente. También llamada la Teoría de la Representación, el autor español Feijoo (2002), aduce que bajo este modelo “la culpabilidad de las personas jurídicas acaba siendo siempre culpabilidad por el hecho o la decisión de otro” (p.56). Lo que por ende, llevaría a tomar en cuenta que “cuando requerimos un hecho de conexión para sancionar penalmente a la persona jurídica…el sujeto actuante podría ser pasible de causas de justificación o de inculpabilidad, excusas absolutorias, errores, muerte, etc.” (Zuñiga, op.cit.:312). En definitiva, “no supera las críticas fundamentales de la determinación de la responsabilidad de organizaciones complejas con el Derecho Penal de la responsabilidad individual” (ídem). Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [75] 2. Modelos de Responsabilidad Penal Propia o Directa de las Personas Jurídicas Es el modelo que le atribuye directamente a la persona jurídica la culpabilidad por su propia actuación, el cual ha sido aplicado por el Common Law en países como Holanda, Suiza y Austria (Ibídem, p.313); en este sentido, las empresas son susceptibles de ser responsables penalmente ya que estarían dotadas de mecanismos autónomos de organización para poder ser imputados por sus acciones ilícitas. Precisamente, Robles (op. cit.) manifiesta que “En este modelo no se atribuye a la persona jurídica lo realizado por su representante, sino que la responsabilidad de la persona jurídica se construye a partir de la infracción de deberes propios que incumben exclusivamente a ésta” (p.6). Jakobs en Alemania ha sido uno de los promotores de la propia responsabilidad penal de las empresas, al considerar que “persona individual y persona colectiva son sistemas que deben ser tratados por el Derecho Penal de forma idéntica (…) y los conceptos que son válidos para un sistema (psicofísico) se pueden trasladar sin problemas –con los matices correspondientes- a otro sistema como la empresa” (Feijoo, 2002:42). Siendo preciso destacar que este pensamiento proviene de la pretendida aplicación al Derecho Penal del funcionalismo sistémico, significando ésta una concepción organicista de la sociedad, cuyo origen se remonta a épocas tan antiguas como la de Aristóteles, siendo Durkheim, quien postuló las concepciones de la sociología sistémica que fueron trasladadas al Derecho Penal, a objeto de darle un contenido sociológico a esta rama, por todas las lagunas existentes gracias al Neokantismo que repudiaba los datos sociológicos como referencia para el Derecho (Zaffaroni,2007). Por lo tanto, se pretende construir la culpabilidad de las personas jurídicas partiendo de que “La organización empresarial es un sistema autopoiético organizativo, igual que el ser humano es un sistema autopoiético psíquico” (Quintero,op.cit.,189); la autopoiesis es un vocablo propuesto en 1971 por los biólogos chilenos Humberto Maturana y Francisco Varela para designar la organización de los sistemas vivos (Gibert-Galassi y Correa:2001), siendo Luhmann quien trasladó el concepto de autopoiesis de lo orgánico a lo social (Zaffaroni,op.cit.,p.267), radicalizando así la tesis del funcionalismo sistémico. Pudiendo apreciarse cómo se realiza una equiparación orgánica de la persona jurídica al individuo, no siendo necesario que se identifique a éste cuando se comete un delito en un en[76] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 tramado empresarial, siendo éste culpabilizado directamente. A pesar de que Jakobs ha sido una gran influencia para autores que fundamentan la culpabilidad propia de las empresas, se puede apreciar que en su artículo publicado en el año 2002 y titulado “Strafberkeit Juristischer Personen?”, (traducido al español como “Responsabilidad Penal de las Personas Jurídicas?”), “ha decidido cambiar su opinión entendiendo que en Derecho P enal el sujeto que actúa culpablemente es la persona física, a diferencia de lo que sucede en otros ámbitos en los que el sujeto de imputación y acción es la persona jurídica” (Feijoo,2002:135). Sin embargo, Alemania ha rechazado rotundamente la implementación de la responsabilidad penal de las empresas, ya que su gobierno ha realizado estudios empíricos de los cuales se ha concluido que “no existen en realidad los problemas políticos criminales señalados por la doctrina”, tal como indica un autor llamado Krekeler, citado por Feijoo (Ibídem. 207). Desde los años setenta en los Estados Unidos, han procurado crear diversos conceptos de culpabilidad propia de los entes colectivos. Por su parte, Gómez (op.cit.) explica las propuestas de un autor norteamericano llamado Laufer, quien hace la siguiente clasificación: culpabilidad empresarial proactiva: que es atribuida según las medidas tomadas antes de la comisión del delito para prevenirlo; culpabilidad empresarial reactiva: la cual surge si no se adoptan medidas correctivas posterior a la comisión del delito; culpabilidad por la ética empresarial: el ethos corporativo genera tal influencia en la empresa que causa la desviación de la misma; culpabilidad por la política empresarial: la actuación del ente colectivo implica la decisión de una estructura organizativa y no de un conjunto de individuos; y por último, la culpabilidad empresarial constructiva: que es la intención de construir una teoría del delito, pero partiendo de los entes colectivos. Entre las principales propuestas que han pretendido construir un concepto de culpabilidad propia empresarial, se encuentran: a) Defecto de Organización: La empresa incurre en este tipo de culpabilidad dolosa o imprudente cuando la no adopción de todas las medidas organizativas necesarias para el funcionamiento de la misma, ocasiona la lesión de bienes jurídicos, “esta es la forma más clásica de entender la culpabilidad de la empresa” (Nieto, op.cit.:139). Asimismo, “Heine ha pretendido desarrollar un modelo (…) cuyo objeto son los procesos de decisión colectivos defectuosos con consecuencias sociales de especial relevancia (Feijoo, 2002:43); b) Deficiente cultura corporativa: Nieto (op.cit.) Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [77] Explica que este fenómeno se da dentro de la empresa cuando “el entorno es el que anima a la comisión del delito al infractor individual, al sentirse tolerado o amparado” (p.139). En definitiva, el elemento común de los modelos legislativos que adoptan la culpabilidad propia de la persona jurídica “es que la persona física desaparece, de tal forma que el objeto de reproche son factores que tienen que ver en exclusiva con la propia empresa” (Ídem). España como país de cultura jurídica continental se apartó drásticamente del principio societas delinquere non potest, al implantar por primera vez en el año 2010, la responsabilidad penal de las empresas, y además, asumir el modelo de la culpabilidad propia de las mismas, ya que del contenido de la reforma del Código Penal, en su artículo 31 bis del Código Penal español, se desprende que “La responsabilidad penal de las personas jurídicas será exigible (…) aun cuando la concreta persona física responsable no haya sido individualizada o no haya sido posible dirigir el procedimiento contra ella”. Así, el autor español Morales (2010), afirma que efectivamente se trata de un modelo de responsabilidad directa, ya que a pesar de no descartarse que la persona física también pueda responder paralelamente por el delito cometido, el artículo no exige la previa responsabilidad penal de la persona física para poder imputarle el delito a la empresa; aunque el mismo autor refiere que la aplicación del nuevo artículo puede traer problemas de fundamentación de la responsabilidad penal de los entes al no estar definidos los criterios de imputación autónoma de los mismos (Ídem). Por otra parte, los modelos de responsabilidad penal propia de las personas jurídicas también han generado reacciones negativas, al respecto, sostiene Robles (op.cit.) que la principal debilidad continúa siendo que en esencia se trata de pura responsabilidad objetiva, por lo tanto, refiriéndose a las dificultades que enfrenta este modelo, y en particular la culpabilidad por organización defectuosa manifiesta que: La primera condición para atribuir un hecho como propio es la vinculación subjetiva. Por lo tanto se ha intentado relativizar el obstáculo de la culpabilidad, bien modificando el concepto jurídico de culpabilidad penal, bien construyendo un concepto de responsabilidad penal ad hoc, para las personas jurídicas (p.7). [78] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 Continúa el mismo autor arguyendo que para que la persona jurídica “pueda ser capaz de asumir como propia la pena en cuanto mal y en cuanto expresión de un reproche ético en cuya formación también ha participado, es algo muy lejos de ser evidente.” (Ídem) En plena concordancia, opina Feijoo (2002), que “No han sido capaces de superar la falta de equivalencia material con la culpabilidad entendida en sentido tradicional ni las objeciones de que se retorna a una mera responsabilidad objetiva incompatible con el papel tradicional del principio de culpabilidad” (p.60), ya que “…las alusiones a una supuesta voluntad colectiva no hacen sino esconder, camuflar lo que, en realidad, es la voluntad de concretas personas individuales que realmente controlan, las que rige los destinos de la persona jurídica.” (Regis, op.cit.:282). De esta manera, Regis citando a Roxin, manifiesta que la culpabilidad de las empresas representa también una ficción, ya que la organización defectuosa no puede existir sin la intervención de sus dirigentes. Por otra parte, los Estados Unidos existen muchas críticas con respecto a la aplicación de este modelo, ya que justamente se ha logrado determinar que en: …la práctica estadounidense, las grandes compañías continúan sin ser afectadas siendo sancionadas las pequeñas compañías dominadas por una persona o un número reducido de personas. Es más resulta llamativo que no existen trabajos empíricos sobre si en realidad existe una necesidad político-criminal y si los problemas señalados por los partidarios de punir a la persona jurídica son reales…” (Feijoo, 2002:206). Es así como este autor citando a Steimann y Olbrich, en la obra “Verantwortung und Steuerung von Unternehmen”, señala “cómo en el año 1995 más del 90 por 100 de las empresas condenadas eran pequeñas empresas” (Ibídem). El fenómeno de la Autorregulación La responsabilidad penal propia de las empresas ha llegado a extremos radicales, surgiendo figuras como la autorregulación empresarial (Zuñiga, op.cit.), la cual ha ido adquiriendo auge desde los años noventa, y parece Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [79] imponerse cada vez más en dicho país e influenciar a otros ordenamientos jurídicos para que también lo conciban. La autorregulación “consiste en la creación por parte de la empresa de normas internas de comportamiento y en la previsión de respuestas internas en caso de que se produzca una infracción de tales normas, también cuando la infracción sea constitutiva de delito” (Pastor,2006:6). Siendo preciso agregar, que esto es debido a que en norteamérica también llegó la teoría sistémica pero con diferentes matices, ya que la Sociología fue dominada por los estadounidenses durante los años treinta y cuarenta, siendo protagonizada por Parsons, quien considera a la sociedad como un sistema, (Zaffaroni,2007). Seguidamente expone este autor argentino, que Parsons fundamenta que: La sanción inflexible, en lugar de debilitar el componente alienativo del ego, lo reforzaría, pues percibiría que hay algo en alter que aprueba su tendencia y se pone de manifiesto en su propia ambivalencia, expresada tanto en la exageración de las sanciones como en la equivocidad de la actitud…su teoría social se compadece perfectamente con un orden que con bondad reparte roles y domestica, reservando el control social como red de seguridad que recoge a los pocos que no comprenden (p.267). Pudiéndose apreciar, como la autorregulación modernamente concebida nace por la influencia de postulados tomados de la teoría sistémica, al considerar que si las empresas forman parte de un sistema cerrado cuyos roles están bien definidos y controlados internamente, no interesaría ejercer un control social externo que sea directo como sí se necesitaría en otros ámbitos sociales. Incluso, recientemente se han empezado a establecer Códigos de Prevención, que obligan a seguir determinadas reglas de comportamiento por parte de la empresa, cuyos parámetros serían otorgados por el Estado, el cual impondría la adopción de ciertas medidas al incumplirse los programas impuestos (Nieto, op.cit.). Este tipo de autorregulación regulada tiene sus cimientos en el Derecho Reflexivo de Teubner, el cual enfoca su regulación en la propia autonomía de la empresa, y no en el modo en que funcionan sus sistemas (García, 2005), cuyo propósito sería aliviarle al Estado el exceso de funciones que ha venido teniendo, [80] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 producto del Estado de bienestar, ya que la saturación de trabajo ha ido generando ineficacia (ídem). Resulta evidente, que todo este innovador sistema de autorregulación originado en los Estados Unidos es producto del fracaso desde el punto de vista empírico de la aplicación de los modelos tradicionales de responsabilidad penal de las personas jurídicas (responsabilidad vicarial y responsabilidad directa). No obstante, ha habido muchas críticas al respecto, por considerar que estos postulados chocan tajantemente con la esencia del Derecho Penal, al permitir que el directivo de una empresa resuelva internamente la problemática que se genere de la comisión de un delito dentro de la misma (Pastor, op.cit). Lo que se traduce, en delegación de potestades públicas a individuos o entes privados, siendo esto “colaboración de particulares en funciones públicas”, tal como asienta Arroyo Jiménez (2008:21). De esta manera, opina Feijoo (2002), que “se trata de un sistema en el que el Estado ante su incapacidad de control directo de las organizaciones empresariales busca la colaboración de las empresas ofreciéndoles a cambio de dicha colaboración un trato privilegiado o bonificado” (p.159). Así, continúa este autor manifestando que la Autorregulación representa una expansión del Derecho Penal hacia áreas de las que el Derecho Administrativo siempre se ha encargado, de modo que “el sistema técnico de prevención se pretende convertir en un sistema jurídico-penal” (Feijoo,2008:243). Consideraciones sobre las dificultades de la responsabilidad penal de las personas jurídicas desde los fines preventivos de la pena La doctrina no es pacífica en cuanto a la consideración del Derecho Penal como una cuestión ontológica o meramente normativa, sin embargo, sin ánimos de adentrarnos en esta disyuntiva, supongamos que la responsabilidad penal de la persona jurídica es una decisión políticocriminal, que no requiere ser analizada en lo valorativo, en cuyo caso se procurará demostrar algunos de los problemas presentados en la aplicación de las “penas” contra las empresas. Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [81] Primeramente, conviene agregar que Mezger citado por Heinz Zipf (1979), define la política-criminal como “el conjunto de todas las medidas estadales para la prevención del delito” (p.3), lo que traería como consecuencia que uno de sus propósitos fundamentales sea precisamente la reducción delictual. Igualmente, Zugaldía (1980) refiere que la “Política en general, implica utilidad social. La política criminal supone, por lo tanto, una concepción utilitaria del Derecho Penal y la pena” (68). En este sentido, Roxin (2000) expresa que “la tarea de la pena es preventiva porque no debe orientarse a retribuir, sino a evitar la comisión de futuros delitos” (p.72). Asimismo, Jescheck manifiesta que también es labor del Estado cumplir con el cometido de la prevención general positiva al “fortalecer a la colectividad en su consciencia jurídica y educarla en la obediencia al derecho acudiendo a leyes penales justas y a su aplicación comedida e igualitaria” (Baigún, 2000:251). Al hilo de lo expuesto, algunos autores opinan que sobre las empresas podrían aplicarse perfectamente los efectos de la prevención general y especial de la pena, a modo de ejemplo, Cuadrado (2007) señala que: Una pena económica millonaria a una empresa intimidará a otras empresas para no correr el mismo riesgo (prevención general). Y desde la óptica de la opinión pública, las empresas se esfuerzan por no deteriorar su imagen y su prestigio por lo que la empresa sancionada penalmente cuidará, incluso más que la persona natural, no volver a entrar en conflictos (prevención especial) (p.145). En concordancia con lo anterior, García Arán (1999) expresa que la prevención general es eficaz al aplicarse los tipos penales siempre que son infringidos, no sólo cuando se trata de personas naturales, sino, también de personas jurídicas. Sin embargo, existen argumentos contrarios, y por lo tanto, Zugaldía (op.cit.) ha sostenido que los fines de la pena son ineficaces en cuanto a las personas jurídicas, ya que carecen de alma y sentimientos para poder percibir los efectos de la sanción: “En orden a la prevención general (no puede haber coacción psicológica ni intimidación) y en orden a la prevención especial (no puede haber corrección, ni enmienda, ni arrepentimiento, ni reeducación, ni efecto intimidatorio)” (p.73). [82] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 Ciertamente, Modolell (2002) asienta que debe “admitirse que la persona jurídica como tal no puede captar el mensaje normativo (…) la intimidación, consustancial al fin de la prevención general atribuido a la pena, sólo puede tener como objeto un ente con capacidad psicológica para ser motivable” (p.35). En total coincidencia, Regis (op.cit.), manifiesta que las ideas de prevención general y prevención especial carecen de todo sentido para las empresas, visto que “La responsabilidad penal se genera por un comportamiento propio, porque es personal y exclusivamente subjetivo” (p.279). Precisamente, a continuación se plasmarán algunos de los efectos que ha tenido la implementación de la responsabilidad penal de las empresas, para comprender cómo se desvirtúa el sentido de los fines preventivos penales. 1. La Persona Jurídica como “Objeto Peligroso”: En cuanto a la llamada prevención especial del Derecho Penal, Beristain (1985) afirma la existencia de cierta eficacia cuando las “penas” (o medidas inocuizadoras) contra las empresas son dictadas contra los entes, algunas de las cuales serían: “La clausura de la empresa, la suspensión del derecho a contratar, la supresión de las subvenciones, la disolución de una sociedad, la inhabilitación…” (p.189). No obstante, con el surgimiento de estas “penas” contra los entes colectivos, se ha distorsionado la esencia de la función de la prevención especial en Derecho Penal, siendo “necesario trazar una cuidadosa distinción entre las sanciones conforme a su naturaleza: la coacción directa la impone la necesidad de interrumpir una actividad o una omisión (la clausura para interrumpir un peligro en curso o como medio coercitivo para que se cumpla un deber y hasta que se lo haga)” (Zaffaroni,2007:160), correspondiendo esto al Derecho Administrativo; así como la función de restitución y reparación serían propias del Derecho Civil. En efecto, “Toda sanción a una persona jurídica tiene por objeto la reparación, la restitución o el cese e impedimento futuro de una acción lesiva. Cuando no corresponda a uno de estos objetivos será irracional y, por ende, inconstitucional…”, de modo que la pena “es una coerción estatal” que no cumple ninguna de estas funciones (Zaffaroni, 2005:148). Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [83] Lo expresado ut supra es motivado a que la persona jurídica representa una peligrosidad objetiva al ser considerada como un “instrumento apto para la realización de hechos ilícitos” (Gracia,1996:71), también Miró (op.cit) aduce que la empresa “se concibe como un instrumento peligroso, frente al que hay que intervenir para evitar la delincuencia de la persona física” (p.246), seguidamente, el mismo autor, rebate un argumento de Zugaldía, basado en que “no es correcto considerar a las personas jurídicas como un objeto (paralelo a la pistola con la que se mata), ya que tiene su propia personalidad”, manifestando que definir a la empresa como un instrumento no significa convertirla en un objeto, puesto que también se puede instrumentalizar a las personas” (ídem). Siendo adecuado agregar, que la anterior explicación se debe a la acción criminal de la persona física suscita determinados efectos materiales a través de la persona jurídica, que pueden generar un estado de peligrosidad inminente, independientemente de que el individuo ya haya paralizado o culminado la acción, ya que los mecanismos y procesos industriales tienden a ser muy complejos; en virtud de lo cual, las medidas o las llamadas “penas” contra las empresas atacan los efectos dañinos o situaciones de peligrosidad que subsisten como consecuencia de una acción criminal humana cometida por medio de la empresa, lo que no debería ameritar el surgimiento de responsabilidad penal alguna a ésta, pudiendo ser resuelto con sanciones o medidas de carácter administrativo (y civiles en caso que se amerite reparación). Incluso, según Zaffaroni (2005) “las sanciones administrativas tienen las ventajas de requerir menos elementos limitadores del poder que la pena” (p.148), lo que por ende haría menos dificultoso el tema de la aplicación de las mismas. Sin que se pueda entender “la razón por la cual el Tribunal penal no pueda imponerle sanciones administrativas” (ídem), tal como ocurre con la reparación del daño de naturaleza civil que imponen los mismos tribunales penales. En definitiva, argumenta este autor: “Se trata de una mera cuestión de competencia del tribunal penal y no de una modificación de principios de fondo del derecho penal general” (Ibídem). [84] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 2. La escasa aplicación de las llamadas “Penas” contra las Personas Jurídicas: Más allá de la falta de claridad sobre la real naturaleza jurídica de las “penas” contra las empresas (cuestión que hasta la actualidad sigue siendo controversial y requiere ser tratada con profundidad), también existe otro factor importante, y es que ciertamente, se ha podido comprobar la poca aplicación judicial de las “penas” contra las empresas. De esta forma, en el caso español, se pudo evidenciar en las sentencias de los tribunales penales, que “la disolución de la sociedad, asociación o fundación no se ha acordado nunca; la intervención de la empresa, sólo en una ocasión; y la clausura temporal de establecimientos ha sido las más aplicada pero en unas pocas resoluciones (Silva, 2006). Justamente, Miró (op.cit.) sobre este particular afirma que “Diez años después de la entrada en vigor de las consecuencias accesorias12 aplicables a las personas jurídicas apenas han sido puestas en la práctica por parte de los Tribunales. De esto deja constancia el escasísimo número de sentencias en que hemos encontrado la aplicación” (p.208). Incluso, resulta sorprendente que en un país como Holanda, que es uno de los pioneros en la responsabilidad penal empresarial, Heine haya señalado que allí nunca se ha aplicado la pena de clausura contra ninguna empresa (Feijoo, 2002). Al respecto, la baja operatividad de las “penas” in comento, pudiera explicarse por el alto impacto económico y laboral que sus efectos implican dentro del entramado empresarial, y además, por requerir de especialísimas circunstancias para ser dictadas por el juez, desprendiéndose que aunque las mismas hayan sido catalogadas como “penas”, no es correcto calificarlas así, por ser consecuencias jurídicas cuya aplicación sería de carácter excepcional. Por lo tanto, esta excepcionalidad significa que se está en la presencia de “ausencia de merecimiento de pena y de falta de necesidad de pena para la prevención razonable de conductas de ese género” (Fernández, 2009:290). Debiendo insistirse en que “la necesidad de pena sin merecimiento de pena no puede fundamentar la incriminación, del mismo modo que tampoco el merecimiento de pena sin necesidad de 12 Con la reforma del Código Penal español en el año 2010 las consecuencias accesorias pasaron a ser llamadas “penas”, sin haberse modificado el contenido de las mismas. Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [85] pena puede hacerlo” (Ibídem, p.291), siendo asertiva la opinión de Muñoz (op.cit.) al acentuar que “la discusión sobre la naturaleza de la intervención del Derecho penal en este ámbito… no es puramente nominal o una cuestión de etiquetas, sino que tiene claras consecuencias prácticas” (p.149). Precisamente, esta clase de situaciones son las que generan mucha desconfianza en la sociedad, y a su vez, aumentan la confianza en los empresarios para continuar cometiendo delitos. 3. El Cálculo Costes-Beneficios en la comisión del Delito Empresarial: Pero como el Derecho Penal debe justificarse de alguna manera, la consecuencia de la falta de aplicación de las llamadas “penas” contra las empresas ha tenido como nefasta consecuencia, la recurrente imposición de penas pecuniarias (multas) en contra de las personas jurídicas. De esta manera, es apropiado expresar que: …se ha criticado que al ser la multa penal una sanción eminentemente personal la extensión a la persona jurídica sólo se explica por la finalidad recaudatoria y por la comodidad que supone soslayar el procedimiento de realización forzosa de las participaciones empresariales de los autores (personas físicas), asumiendo el riesgo de perjudicar a los socios no culpables. (Cuadrado, op.cit, p.148). Igualmente, Beristain (1985) aduce como Caffe y otros critican “la eficacia de las sanciones pecuniarias…porque la empresa o la sociedad fácilmente las cubre computándolas en los costos o en los precios de ventas” (p.198); coincidiendo esto con la afirmación de Baigún (op.cit.) basada en que “la pena pone el acento en el impacto que se produce en el patrimonio de la persona jurídica” (p.260). Es acá donde se puede entrar al análisis de costes-beneficios, en cuanto a la imposición de las penas pecuniarias dictadas sobre las empresas, y es así como Pablo Coderch (1997) desarrolla “el concepto económico de negligencia y la fórmula de Hand” (p.135), que puede ser llevada a la medición que posiblemente hacen los miembros de las empresas al cometer delitos, esta fórmula dispone que “si el coste de un accidente es menor que el coste de evitarlo, una empresa económicamente racional [86] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 no evitará el accidente y preferirá pagar una indemnización a su víctima” (Ídem). Entonces, en cuanto a la prevención general, la aplicación del Derecho Penal no disuade a la empresa para que no cometa delitos, siendo “el cálculo de las ventajas o desventajas que deciden en la persona jurídica… los factores que generan la decisión institucional” (Baigún, op.cit., 251), es decir, son muy poco susceptibles de ser intimidados, rigiendo sus actos eminentemente por el cálculo económico. De este modo, puede explicarse que todavía “no se ha probado que la punición de las personas jurídicas tenga mayores efectos preventivos que otros modelos (…) Más bien todo lo contrario, como sucede con el sistema de sanciones económicas de la Unión Europea donde las grandes empresas siguen asumiendo dichas sanciones como un costo más por parte de las empresas” (Feijoo, 2002: 206). 1. Poca Ejecución de Penas Privativas de Libertad contra los Delincuentes Empresariales: Aunado a toda la situación expuesta existe esta otra tendencia insoslayable, en lo cual influye en gran medida la pretensión de responsabilizar a las personas jurídicas directamente, sin que sea necesario ubicar al individuo responsable del hecho delictivo, sin cuya acción no hubiere sido posible que ocurriera. Así, Morales (op.cit.) expresa, que la responsabilidad penal propia de las empresas “…pudiera llegar a constituir, por sarcástico que parezca, una vía de escape a la responsabilidad penal de las personas físicas.” (p.53), imponiéndose en su mayoría penas pecuniarias contra las empresas. Siendo preciso acotar que sobre este particular, Fernández (2009) manifiesta que a pesar de estar establecida la pena de prisión en esta clase de ilícitos, se le suelen aplicar a los delincuentes empresariales “fórmulas de sustitución de la pena de prisión y suspensión de su ejecución” (p.15), evitando así, que los mismos entren a la cárcel, siendo pocos los que efectivamente ingresan. Quedando en evidencia, que se “sancionan más severamente algunos delitos contra la propiedad que otros delitos contra el orden económico, aunque aquéllos perjudiquen menos a la sociedad” (Beristain, op.cit, p.198), además, este mismo autor agrega que influye en la eficacia de las sanciones penales en los delitos económicos, “La esperanza de quienes realizan estas acciones de no ser sancionados o, en casos de que se les imponga una sanción, que ésta sea muy Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [87] leve. Por desgracia, las estadísticas y la realidad prueban que esta esperanza tiene serios fundamentos” (Ibídem, 188). Si bien es sabido, que los efectos de la pena carecen de confirmación empírica en cuanto a su eficacia preventiva (Bacigalupo,op.cit.), resulta inevitable reconocer la importancia que tiene para el Derecho Penal su efectiva aplicación, sin que se quede únicamente en mera amenaza punitiva, lo cual no sólo incrementa la confianza de la ciudadanía, sino que se esfumaría esa esperanza de no sanción por parte de los delincuentes empresariales, ya que de lo contrario seguiría “…lesionándose los sentimientos de justicia de la población, que percibirá que en determinados ámbitos, no son castigados los auténticos culpables a diferencia de lo que sucede en otros supuestos más simples de delincuencia.” (Feijoo, 2002:209). Concatenando lo anterior, Beristain (op.cit.) alega que en efecto existen especialistas que “consideran que la multa resulta menos eficaz que la privación de libertad” (p.198), y en total coincidencia Bajo (1981) fundamenta que “Más eficaz que la multa a la persona jurídica es, sin duda sancionar a las personas físicas incluso con penas cortas de privación de libertad que son especialmente intimidantes en los casos de la criminalidad económica” (p.32). En definitiva, precisamente por esta situación es que: Gracia Martín aboga por un nuevo Derecho penal cuyo núcleo se centre en el castigo de los comportamientos de las clases criminales más poderosas en defensa de las restantes clases sociales. Curiosamente la permanente intensificación del rechazo frente a la delincuencia marginal coincide en el tiempo con un significativo blindaje de la criminalidad económica, la cual aparece caracterizada, cada vez más, por enfrentarse a un Derecho penal blando, a lo que se suman grandes dificultades de detección, comprensión y persecución de la conducta delictiva, y todo ello pese a la gran capacidad lesiva de la misma, que es muy superior a la que, debido a su escaza visibilidad se le puede atribuir” (Fernández,op.cit.,p.5). [88] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 Reflexiones Finales Como se pudo observar los modelos de responsabilidad penal de las personas jurídicas que han marcado la pauta en los países de cultura continental, han sido principalmente los de origen anglosajón, no obstante, específicamente en los Estados Unidos. Se ha expuesto cómo estos modelos han sufrido diversas modificaciones motivado a su fracaso y fallas recurrentes en la práctica, resultando paradójico que actualmente existan ordenamientos jurídicos que importen dichos modelos, sin saber sus precedentes e implicaciones reales en otros países, ni hacer trabajos empíricos previos al respecto, ya que por lo general no son adaptables a las particularidades de la nación que pretende copiarlos. Pero lo más preocupante aún, es que estos cambios legislativos más que por necesidades político-criminales se deben esencialmente a presiones o coyunturas políticas nacionales o internacionales de corte neoliberal, lo que en el momento inmediato genera la sensación a la población de estarse atacando el problema, pero que con el pasar del tiempo no resulta ser así; sin embargo, en cuanto a la delincuencia empresarial las reacciones de la ciudadanía a mediano y largo plazo, suelen ser menos demandantes que en lo relativo a los delitos comunes, ya que sus efectos no se perciben de un modo directo, aunque suelen ser muchos más perjudiciales. La leyes creadas bajo estas circunstancias tienen la peculiaridad de ser dictadas sin que se conozca a profundidad las características de los destinatarios de las normas, ni de los supuestos fácticos que generan su aplicación, lo que hace que en muchas ocasiones sean instrumentos legales incompletos, precarios, no adaptados a las realidades, y por ende, inmanejables para los jueces u operadores judiciales, sólo aplicable a los casos más obvios, lo cual origina su poca ejecutividad. Entonces, es cuando se hace necesario pensar en cuál sería la función del Derecho Penal en estas circunstancias, sino puede cumplir con sus roles esenciales, ni justificar la necesidad del merecimiento de la pena a plenitud, pues esto pareciera ser propio del denominado Derecho Penal Simbólico, que cada vez más viene adquiriendo un mayor protagonismo, cuya función pareciera ser aparentar el abordaje eficaz de un problema, haciendo de la amenaza penal algo eminentemente mediático sin que su aplicación jurídica posterior sea prioritaria, obviándose por completo las funciones Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [89] de la pena que han pretendido legitimar la responsabilidad penal de las empresas. Sumado a lo anterior, a lo largo del trabajo se pudo notar como una de las causas político-criminales de mayor peso para responsabilizar penalmente a las personas jurídicas ha sido la dificultad de ubicar a las personas físicas en los entramados empresariales de gran complejidad, resultando contraproducente que precisamente una de las mayores críticas sea que los efectos penales son mayormente sufridos por las pequeñas empresas, lo que refleja no solamente la desigualdad existente, sino hasta cierto punto el poder político y la inmunidad de la que continúan gozando las grandes corporaciones. Aunado a que la aplicación de penas de prisión es mínima en comparación con la gran cantidad de penas de multas dictadas, que suelen estar dentro de los cálculos económicos de las personas jurídicas; lo que por ende motiva a sus miembros a que continúen cometiendo conductas ilícitas dentro de éstas, y en consecuencia se incremente la delincuencia empresarial. Pudiéndose apreciar, que con todas estas circunstancias adversas el afán por responsabilizar a los entes colectivos crea más problemas de los que soluciona. Es cierto que existe una necesidad de atacar eficazmente esta problemática, ante ello la tendencia de responsabilizar penalmente a las empresas sigue adquiriendo fuerza, sin embargo la realidad práctica muestra ser contraria a la esencia de la política-criminal cuyo propósito fundamental es la prevención de los delitos; aunado a que todo esto ha implicado la “administrativización” del Derecho Penal, ya que ciertamente se imponen sanciones penales que son administrativas por su naturaleza y utilidad, tal como se ha apreciado en el desarrollo del presente trabajo. Por lo tanto, es adecuado preguntarse, si ha valido la pena sacrificar postulados básicos del Derecho Penal, como el principio de última ratio, el principio de personalidad de las penas, el principio non bis in ídem, y prescindir de la debida contención del poder punitivo del Estado para obtener resultados sin impacto relevante alguno. O si por el contrario, es preferible dirigirse a incentivar la profundización teórica y práctica de figuras jurídicas centradas única y exclusivamente en las personas físicas que componen el entramado empresarial, tales como la comisión por omisión, el deber de vigilancia, la autoría mediata, la posición de garante, entre otras. [90] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 En definitiva, todas las reflexiones anteriores sólo han pretendido servir de ilustración en vista de la escasa discusión doctrinaria habida del tema en Venezuela, para dar a conocer los precedentes y las connotaciones de la responsabilidad penal de las personas jurídicas, en aras de adentrarnos posteriormente al análisis de la legislación venezolana que ya es algo compleja en sí, a objeto de poder experimentar lo relativo a los modelos de imputación de las empresas existentes en el ordenamiento jurídico venezolano, y estudiar minuciosamente el contenido de cada una de las sanciones penales en cuestión, para finalmente demostrar la urgente necesidad de iniciar investigaciones empíricas serias sobre la ejecutividad real de las leyes que contienen este tipo de responsabilidad, en aras de evitar los mismos errores y poder emprender un efectivo control contra la delincuencia empresarial en Venezuela que se adapte plenamente a nuestras necesidades. Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [91] Bibliografía Arroyo Hernández, A. (2004). Actualidad e Importancia de la Responsabilidad Criminal de las Personas Jurídicas y su Incorporación en el Anteproyecto del Código Penal. Anteproyecto Código Penal –Comentarios-. Serie normativa, núm. 5, pp. 93-116. Arroyo Jiménez, L. (2008). Introducción a la Autorregulación. En: Luis Arroyo Jiménez y Adán Nieto Martín (directores), Autorregulación y Sanciones. (1ra.ed.). Págs. 18-35. Valladolid, Editorial Lex Nova. Bacigalupo, E. (2005). Teorías de la Pena y Responsabilidad Penal de las Personas Jurídicas. En: Curso de Derecho Penal Económico, pp. 43-59. Madrid-Barcelona, Marcial Pons, Ediciones Jurídicas y Sociales, S.A. Baigún, D. (2000). La Responsabilidad Penal de las Personas Jurídicas (Ensayo de un nuevo modelo teórico). Buenos Aires, Editorial Depalma. Bajo, M. (1981). 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Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [97] El ministerio público garante de los derechos y garantías que asisten a los niños, niñas y adolescentes venezolanos en el marco del estado social de derecho Yasser Abdel Abdelkarim Parada Fiscal Auxiliar 19° del Ministerio Público del estado Carabobo Resumen Los conflictos familiares son antiguos y muchos los tipos que se presentan, y aun existiendo ordenamientos jurídicos que se han preocupado por su regulación, al momento de resolverlos se encuentran con características que los particularizan y separan de otros conflictos de naturaleza distinta. Los países del mundo han atendido los conflictos familiares en los cuales se encuentran involucrados los Niños, Niñas y Adolescentes, personas que han sido reconocidos como sujetos de Derechos, a quienes se les deben respetar en toda instancia su «Interés Superior» por encima de cualquier conflicto, es por lo que en la Reforma de la Ley Orgánica para la Protección del Niño y Adolescentes se ratifica al Ministerio Público como parte integrante del Sistema de Protección, lo que resulta de gran importancia su actuación en el ejercicio de las acciones correspondientes a garantizar los derechos y garantías de los infantes venezolanos en el marco Estado Democrático y Social de Derecho y Justicia, restableciendo las relaciones familiares del infante que se trate. Descriptores Niños, niñas y adolescentes, derechos, Ministerio Público, Estado Social. Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [101] Abstract Family conflicts are old and many types that occur, and even legal there who have worried about its regulation, resolve when they meet the particularized characteristics and separated from other conflicts of different nature. The countries of the world have attended family conflicts in which they are involved Children and Adolescents, persons who have been recognized as individuals with rights, who are in all instances must respect their “Best Interest” above any conflict, so that the Reform Law for the Protection of Children and Adolescents ratifies the Attorney General as part of the protection system, which is of great importance his performance in the exercise of the corresponding actions guarantee the rights and guarantees of Venezuelan infants under Democratic and Social State of Law and Justice, restoring family relationships of the infant concerned. Descriptors Children and Adolescents, Rights, Public Ministry, Social Status. [102] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 Introducción La característica distintiva de un fiscal del Ministerio Público especializado para la protección de niños, niñas y adolescentes (NNA) radica en ejercer las acciones oportunas, previendo sobre lo que les pueda acontecer en el futuro de acuerdo a su interés superior, reconociéndolos así como lo que son: sujetos de derecho en orden a la formación integral y no un objeto de medidas judiciales o de otra naturaleza. De tal manera debe reconocerse que NNA, merecen reflexiones especiales por encontrarse en un proceso de la vida que debe de preservarse, en salvaguarda no solo de sus propios y actuales derechos, sino de los intereses de la comunidad que ellos deben formar y participar. Ante tales presupuestos, el Derecho como producto y factor social, busca siempre sus orígenes en fenómenos sociales observados y observables en la realidad, por lo que en la actualidad existe un bagaje tanto de normas internacionales como nacionales que buscan restablecer las relaciones familiares más idóneas a favor de NNA. Ello se debe a que los conflictos familiares son antiguos y muchos los tipos que se presentan, y aun existiendo ordenamientos jurídicos que se que han preocupado por su regulación, al momento de resolverlos se encuentran con características que los particularizan y separan de otros conflictos de naturaleza distinta. Así en este escenario, aparecerán hijos NNA, por lo que resulta necesario esbozar la posible prevención como la reparación del problema planteado atendiendo sus derechos involucrados en el conflicto, lo que determinará, que en ningún proceso se soslaye el imperativo del interés superior del niño consagrado por la Convención, sobre los Derechos del Niño y acogido en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [103] En este orden de ideas, resulta imperativo resaltar la relevancia de la actuación del Ministerio Público como garante de los derechos y garantías que asisten a los NNA venezolanos, en el marco del Estado Democrático y Social de Derecho y Justicia. Para ello se desarrollara una investigación bajo el diseño documental de tipo descriptivo, analítico, hermenéutico y conceptual con fundamento a la respectiva bibliografía. Derechos y garantias de los niños, niñas y adolescentes venezolanos Para abordar este punto, se debe hacer referencia a la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) adoptada por la ONU en 1989, que es el instrumento internacional más relevante y punto de partida de la transformación paradigmática en el reconocimiento y protección de los derechos de la niñez y adolescencia con el mérito de ser jurídicamente vinculante, que incorpora toda la gama de derechos humanos: civiles, culturales, económicos, políticos y sociales, inherentes a la dignidad de la persona humana y al respeto al valor de cada individuo, NNA, sin ningún tipo de discriminación. Los dirigentes querían también asegurar que el mundo reconociera que los niños y niñas tenían también derechos humanos. La niñez y la adolescencia menor de 18 años, que delimita el ámbito personal de validez de la Convención, motivó su elaboración por los gobiernos mundiales, en razón de su situación especial de seres en desarrollo, y por ello, necesitados de protección y cuidado. A los efectos, se entiende por niño todo ser humano menor de dieciocho años de edad, salvo que, en virtud de la ley que le sea aplicable, haya alcanzado antes la mayoría de edad (artículo 1°). El inicio de la mayoridad, por tanto, queda reservado a la legislación interna de los Estados, que en nuestro caso es coincidente con la edad fijada por la generalidad de las legislaciones de otros países, adoptada por la Convención, en tanto que la fase de niñez, va de cero a doce años, y a partir de éstos y hasta los 18, la fase de adolescencia (artículo 2°). Con la suscripción de la Convención en el año 1990 y su posterior conversión en ley de la República, Venezuela adquirió la obligación conforme al artículo 4° de adecuar la legislación referida a los NNA y así lo hizo, con la redacción y promulgación de la Ley Orgánica para la [104] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 Protección de Niños y Adolescentes (LOPNA) en el año 1998 y vigente desde el año 2000, normativa que ha experimentado sucesivas reformas, siendo la más reciente en el año 2007, incluida su denominación, que ahora es Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes (LOPNNA). Acorde con el nuevo paradigma adoptado, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, dispone en su artículo 78 que los niños, niñas y adolescentes son sujetos plenos de derecho y estarán protegidos por la legislación, órganos y tribunales especializados, a los que se encomendó el respeto, garantía y desarrollo de los contenidos constitucionales, la CDN y demás tratados internacionales en la materia suscritos y ratificados por la República, imponiendo al Estado, las familias y la sociedad el deber de asegurar con carácter prioritario la protección integral, para lo cual se tomará en cuenta su interés superior en las decisiones y acciones que les conciernan. Nótese que el comentario sobre la LOPNNA antecede a la Carta Magna, pues ésta última, adoptada por el pueblo venezolano por votación, promulgada y vigente desde 1999, es decir, un año después la Ley, sigue los lineamientos de aquélla en la adopción del nuevo paradigma internacional, a fin de dar cumplimiento al imperativo legal modernizador. Principios jurídicos que rigen la legislación de los Niños, Niñas y Adolescentes: La CDN descansa en cuatro principios fundamentales: La no discriminación; la dedicación al interés superior del niño; el derecho a la vida, la supervivencia y desarrollo; y el respeto por los puntos de vista del niño, que se analizarán seguidamente. La igualdad de derechos y la garantía de no discriminación (CDN, artículo 2°, CRBV artículo 21), se consagra para todos los NNA en tanto seres humanos, con independencia de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de otra índole, origen nacional, étnico o social, posición económica, impedimentos físicos, nacimiento o cualquier otra condición del niño, de sus padres o de sus representantes legales. En términos similares se expresa la LOPNNA, en su artículo 3, al consagrar el Principio de Igualdad y No Discriminación en el ejercicio de los derechos que la ley le acuerda, con inclusión de los familiares de los NNA, amparados por la cobertura legal. Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [105] El segundo principio, que goza de la característica de exclusividad en la legislación de los NNA, ya mencionado en el artículo 78 de la CRBV, es el interés superior del niño, consagrado en el artículo 3 de la CDN, en los términos que siguen: a) En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones públicas o privadas de bienestar social, los tribunales, las autoridades administrativas o los órganos legislativos, una consideración primordial a que se atenderá será el interés superior del niño. b) Los Estados Partes se comprometen a asegurar al niño la protección y el cuidado que sean necesarios para su bienestar, teniendo en cuenta los derechos y deberes de sus padres, tutores u otras personas responsables de él ante la ley y, con ese fin, tomarán todas las medidas legislativas y administrativas adecuadas. Particularmente, éste último numeral enfatiza la labor de supervisión que tiene el Estado parte atinente al cumplimiento de los derechos y deberes de los padres y responsables en resguardo de la protección y bienestar de los NNA. c) En el ámbito patrio, el artículo 8° de la LOPNNA desarrolla con perfil propio este principio del Interés Superior de Niños, Niñas y Adolescentes, al que le otorga no solo obligatoriedad en las decisiones concernientes a éstos, sino que lo hace imprescindible al momento de interpretar y aplicar la Ley, y cuya determinación, en primer lugar, se hace descansar en la apreciación de la opinión expresada por los NNA, respecto de un hecho o situación concreta. En relación con el interés superior del niño, la Sala Constitucional en Sentencia Nº 1917 del 14 de julio de 2003 (caso: José Fernando Coromoto Angulo y otra) estableció: El concepto “interés superior del niño” constituye un principio de interpretación del Derecho de Menores, estructurado bajo la forma de un concepto jurídico indeterminado. La Corte Suprema de Justicia, en Sala Político Administrativa, en el caso RCTVHola Juventud, decisión del 5 de mayo de 1983, caracterizó los conceptos jurídicos indeterminados como “... conceptos que [106] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 resulta difícil delimitar con precisión en su enunciado, pero cuya aplicación no admite sino una sola solución justa y correcta, que no es otra que aquella que se conforme con el espíritu, propósito y razón de la norma. García de Enterría y Fernández (1998) explican en relación a los conceptos jurídicos indeterminados que: ... la aplicación de conceptos jurídicos indeterminados es un caso de aplicación de la Ley, puesto que se trata de subsumir en una categoría legal (configurada, no obstante su imprecisión de límites, con la intención de acotar un supuesto concreto) unas circunstancias reales determinadas; justamente por ello es un proceso reglado, que se agota en el proceso intelectivo de comprensión de una realidad en el sentido de que el concepto legal indeterminado ha pretendido, proceso en el que no interfiere ninguna decisión de voluntad del aplicador, como es lo propio de quien ejercita una potestad discrecional. (p. 450) Entonces, el interés individual es sustituido por un interés superior, que es el del niño, porque a las necesidades de éste subviene la tutela jurídica con la cual se obtiene el fin superior de la comunidad social. El derecho a la vida, la supervivencia y el desarrollo (artículo 6 CDN) es el tercer principio mencionado, pero superior a todos, al señalar que los Estados Partes reconocen que todo niño tiene el derecho intrínseco a la vida, y garantizarán en la máxima medida posible la supervivencia y el desarrollo del niño, pues su violación hace ontológicamente inoperantes a los demás. La Carta Magna venezolana declara la vida como un valor superior (artículo 2) y como inviolable el derecho a la misma (artículo 43), asociado estrechamente al derecho de toda persona a que se respete su integridad física, psíquica y moral, por el cual ninguna persona (incluidos los NNA de acuerdo con las normas legales que se comentan infra) será sometida sin su libre consentimiento a experimentos científicos, o a exámenes médicos o de laboratorio, excepto cuando se encontrare en peligro su vida o por otras circunstancias que determine la ley (artículo 46, numeral 2). Específicamente sobre los NNA, el artículo 78 ejusdem hace referencia a todos los derechos inherentes a la persona humana reconocidos tanto Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [107] en normas generales como especiales. El artículo 15 de la LOPNNA se expresa en términos idénticos, con la obligación de dictar políticas públicas destinadas a asegurar la sobrevivencia y el desarrollo integral como garantía del derecho a la vida. El cuarto principio se refiere concretamente al derecho del niño a expresar sus puntos de vista, criterios y opiniones y que éstas sean tomadas en cuenta, a tenor de lo dispuesto en la CDN, artículo 12, que reza textualmente: a) Los Estados Partes garantizarán al niño que esté en condiciones de formarse un juicio propio el derecho de expresar su opinión libremente en todos los asuntos que afectan al niño, teniéndose debidamente en cuenta las opiniones del niño, en función de la edad y madurez del niño. b) Con tal fin, se dará en particular al niño oportunidad de ser escuchado, en todo procedimiento judicial o administrativo que afecte al niño, ya sea directamente o por medio de un representante o de un órgano apropiado, en consonancia con las normas de procedimiento de la ley nacional. De este artículo cuya claridad no requiere mayor comentario, es necesario, destacar la siguiente frase, que garantiza el ejercicio del derecho en tanto el niño esté en condiciones de formarse un juicio propio, en función de su edad y madurez. Esto último adquiere una seria connotación en el ámbito específico de la salud, ya que el ejercicio ilimitado y arbitrario del derecho a opinar pudiera poner en serio riesgo otros aún más relevantes ya mencionados, como el derecho a la vida, la supervivencia y el desarrollo. Este derecho es adoptado por la LOPNNA de manera amplia y detallada, a tenor de lo dispuesto en el artículo 80 y sus parágrafos: Derecho a opinar y a ser oído y oída. Todos los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a: a) Expresar libremente su opinión en los asuntos en que tengan interés. [108] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 b) Que sus opiniones sean tomadas en cuenta en función de su desarrollo. Este derecho se extiende a todos los ámbitos en que se desenvuelven los niños, niñas y adolescentes, entre ellos: al ámbito estatal, familiar, comunitario, social, escolar, científico, cultural, deportivo y recreacional. Parágrafo Primero. Se garantiza a todos los niños, niñas y adolescentes el ejercicio personal y directo de este derecho, especialmente en todo procedimiento administrativo o judicial que conduzca a una decisión que afecte sus derechos, garantías e intereses, sin más límites que los derivados de su interés superior. Parágrafo Segundo. En los procedimientos administrativos o judiciales, la comparecencia del niño, niña o adolescente se realizará de la forma más adecuada a su situación personal y desarrollo. En los casos de niños, niñas y adolescentes con necesidades especiales o discapacidad se debe garantizar la asistencia de personas que, por su profesión o relación especial de confianza, puedan transmitir objetivamente su opinión. Parágrafo Tercero. Cuando el ejercicio personal de este derecho no resulte conveniente al interés superior del niño, niña o adolescente, éste se ejercerá por medio de su padre, madre, representantes o responsables, siempre que no sean parte interesada ni tengan intereses contrapuestos a los del niño, niña o adolescente, o a través de otras personas que, por su profesión o relación especial de confianza puedan transmitir objetivamente su opinión. Parágrafo Cuarto. La opinión del niño, niña o adolescente sólo será vinculante cuando la ley así lo establezca. Nadie puede constreñir a los niños, niñas y adolescentes a expresar su opinión, especialmente en los procedimientos administrativos y judiciales. (LOPNNA, 2007) De las normas citadas deben comentarse algunos aspectos: En primer lugar, se trata de un derecho de los NNA de doble garantía: la primera, a expresar libremente su parecer, criterio o punto de vista en aquellos asuntos que les afecten; y la segunda, que el imperativo jurídico Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [109] exige tomar en cuenta la opinión expresada, con ciertas limitaciones y requisitos, señalados por la letra de la ley. El ministerio público como institución social garante de los derechos de la niñez y la adolescencia Maurice Hauriou describe unos pasos para la creación de las instituciones jurídicas (o del Derecho como institución). La idea es subjetiva, es producto de una persona inspirada, cuando la idea no necesita de procesos para ser aceptada y acatada o eficaz se convierte en obra social. Entonces la idea que se convierte en esencia de la institución adquiere duración indeterminada. Por su parte, Reinaldo Chalbaud Zerpa explica que para Durkheim “la Sociología podría definirse como la ciencia de las instituciones, de su génesis y de su funcionamiento”. El referido autor indica que por institución existen dos nociones que han de considerarse las más relevantes: a) como sinónimo de “instituto” u “organización asociativa funcional”; b) como “reglamentaciones” que controlan la conducta humana, es decir como formas de control social (2000 p. 6 y 7). Definición de Institución Social: En este sentido toda institución comienza con una idea, la cual necesariamente debe concretarse en el medio social, pues es de evocar que las instituciones se diferencian de los simples sucesos sociales debido a que éstos, no pasan de ser una manifestación subjetivamente particularizada de un interés grupal y no de un fin social. Agramonte define la institución social como “un tipo de conducta societal duradera, compleja, integrada y organizada, a través de la cual se satisfacen primordiales necesidades o deseos humanos”. Mientras que Morris Ginsberr considera que no son más que “usos reconocidos y establecidos que regulan las relaciones entre individuos o grupos” (Citados por Chalbaud p.7) Según Maurice Hauriou una institución es “una idea de obra o de empresa que se realiza y perdura en un medio social (...) para la realización de esta idea, se organiza un poder que le procura órganos; de otra parte, entre los miembros del grupo social interesados en la realización de la [110] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 idea, se producen manifestaciones de comunión dirigidas por los órganos del poder y reguladas por un procedimiento” (Aftalión, García Olano y Vilanova 1972, p.919). En este sentido toda institución comienza con una idea, la cual necesariamente debe concretarse en el medio social, pues es de evocar que las instituciones se diferencia de los simples sucesos sociales debido a que estos, no pasan de ser una manifestación subjetivamente particularizada de un interés grupal, no persiguiendo un fin social. Lo que lleva a analizar cada uno de los elementos que integran la definición de Hauriou: 1. Idea de obra o empresa: consiste en un plan de acción, un proyecto que va a ser realizado. 2. Un poder organizado: una institución social no se puede desarrollar sin una organización del grupo de personas adherentes al proyecto a realizar, la organización de institución debe responder una estructuración jerárquica del poder, con normas que lo regulen. 3. Comunión o adhesión: para que la idea de obra pueda llegar a materializarse en la sociedad, es necesario de que el plan de acción que ella implica sea acogido por un conjunto de personas que han internalizado la idea y están dispuestos a adherirse a la misma. Características generales de las Instituciones Sociales: Como se ha podido entender las instituciones forman parte esencial de la sociedad, por lo que dentro de ellas vamos a encontrar múltiples instituciones, cada una con características que las particularizan, como por ejemplo la familia, la religión, el Estado, el Derecho, entre otras. Sin embargo resulta pertinente resaltar que existen características universales distintivas de cualquier institución, sea cual fuere su naturaleza. Estas características son: 1. Durabilidad: significa la permanencia de la institución en el tiempo, esta característica no depende de la voluntad histórica de los individuos que le hayan dado origen, sino que la duración de las instituciones está condicionada por dos elementos: uno Real y otro Ideal. Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [111] El elemento Real se expresa por la adaptación de la institución a las circunstancias de tiempo y de lugar, es decir una institución va a durar siempre y cuando sea flexible su adecuación a los cambios de la realidad temporal y espacial. El elemento Ideal está representado por el grado de consagración que la institución logre con los ideales axiológicos a que todo sujeto en sociedad anhela. Este elemento ideal es inmutable, no cambiante ni por tiempo ni espacio geográfico, pero condiciona la permanencia de la institución. 2. Relatividad: significa que las instituciones sociales no son estáticas, ni se estancan, están obligadas a variar para ajustarse a las circunstancias de tiempo y de lugar. Esta característica se vincula al elemento Real. Por ejemplo una la institución social de familia, no es la misma en los países del oriente que en los del Occidente; ni en Venezuela la de la época colonial es la misma a la de la actualidad. 3. Paralelismo: significa que en épocas y lugares diferentes han existido instituciones parecidas o semejantes sin que una de ellas haya sido copia de la otra, ello debido a que las instituciones persiguen valores universales, en otras palabras por muy diferentes que sean las instituciones sociales por la relatividad, estas siempre deben perseguir los ideales de toda sociedad (justicia, bien común, paz, entre otros). Esta característica se vincula al elemento Ideal. En este orden de ideas se desprende que el Ministerio Público es una Institución social que reúne todas las características antes mencionadas, y que específicamente en materia de protección su actuación está y debe ser orientada en la consecución del bienestar de niños, niñas y adolescentes. Vale citar a María G. Moráis de Guerrero (2000), quien ha señalado en su obra Introducción a la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente: …Para asegurar la vigencia plena y efectiva de los derechos y garantías de los niños y adolescentes es necesario que se conviertan en el centro de la vida familiar, de la sociedad y del Estado, que sean el norte de todas sus actuaciones, que las decisiones que tomen sean las más convenientes para su desarrollo [112] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 integral. El Interés Superior del Niño es un principio que está dirigido precisamente a que estas premisas se vuelvan realidad, es un “principio garantista” muy parecido a la Prioridad Absoluta, el cual se encuentra contenido en el artículo 4 de la CDN y el artículo 78 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999). (p. 58) Ahora bien, con relación al tema expuesto, es decir, los derechos de la infancia y la adolescencia, la Constitución plantea lo pertinente en el Título III, “De los deberes, derechos humanos y garantías”, Capítulo V, “De los Derechos Sociales y de las Familias”, específicamente en los artículos 75, 76 y 78, los cuales son del tenor siguiente: Artículo 75. El Estado protegerá a las familias como asociación natural de la sociedad y como el espacio fundamental para el desarrollo integral de las personas. Las relaciones familiares se basan en la igualdad de derechos y deberes, la solidaridad, el esfuerzo común, la comprensión mutua y el respeto recíproco entre sus integrantes. El Estado garantizará protección a la madre, al padre o a quienes ejerzan la jefatura de la familia. Artículo 76. La maternidad y la paternidad son protegidas integralmente, sea cual fuere el estado civil de la madre o del padre. Las parejas tienen derecho a decidir libre y responsablemente el número de hijos e hijas que deseen concebir y a disponer de la información y de los medios que les aseguren el ejercicio de este derecho. El Estado garantizará asistencia y protección integral a la maternidad, en general a partir del momento de la concepción, durante el embarazo, el parto y el puerperio, y asegurará servicios de planificación familiar integral basados en valores éticos y científicos. Artículo 78. Los niños, niñas y adolescentes son sujetos plenos de derechos y estarán protegidos por la legislación, órganos y tribunales especializados, los cuales respetarán, garantizarán y desarrollarán los contenidos de esta Constitución, la Convención sobre los Derechos del Niño y demás tratados internacionales que en esta materia haya suscrito y ratificado la República. El Estado, las familias y la sociedad asegurarán, con prioridad absoluta, protección integral, para lo cual se tomará en cuenta su interés Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [113] superior en las decisiones y acciones que les conciernan. El Estado promoverá su incorporación progresiva a la ciudadanía activa, y un ente rector nacional dirigirá las políticas para la protección integral de los niños, niñas y adolescentes. De la revisión y análisis que se lleve a cabo en estos artículos, en concatenación con otras normas del mismo texto legal, se obtiene la posibilidad de afirmar, sin lugar a equivocaciones, que nuestra Carta Magna acoge de forma expresa tanto los principios como el contenido esencial de la Convención sobre los Derechos del Niño, los cuales son: NNA son sujetos plenos de derecho, así como ciudadanos y ciudadanas. Las familias tienen un rol esencial en la vida de NNA. La protección integral de la infancia y la adolescencia, involucra la corresponsabilidad del Estado, las familias y la sociedad. Los principios del Interés Superior del Niño y de la Prioridad Absoluta tienen un valor preeminente. La obligación de crear un sistema de protección integral de carácter descentralizado y participativo. En este orden de ideas, por disposición expresa de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, el Ministerio Público integra tanto el Sistema de Justicia como el Poder Moral. Al mismo tiempo es parte del Sistema de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes, y en relación a la protección de los mismos, se encuentra que de acuerdo a su naturaleza y pese a que no está dedicado exclusivamente a la materia de derechos de la infancia, tiene establecida una labor general, lo cual vincula a la institución con cuestiones cuyas peculiaridades concuerdan con la protección integral de dichos derechos. El órgano fiscal realiza una actividad administrativa y otra judicial, la primera de ellas que le es común respecto de cualquier otro ente administrativo o sector orgánico del Estado, ya que, la función investigadora para calificar el tipo de tutela que se amerita y las distintas responsabilidades que se pudieran haber generado es una de las atribuciones consustanciales de este organismo público así como también la Norma suprema y normativa legal le faculta para efectuar los actos conciliatorios como medio de resolver conflictos. La segunda es intentar las acciones correspondientes ante los tribunales especializados en la materia. En este sentido, se pronuncia la LOPNNA que concibe al Ministerio Público como órgano fundamental dentro del sistema de protección y en efecto se aúna con el artículo 42 y siguientes de la Ley Orgánica del [114] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 Ministerio Público. Se prevé que cuente con fiscales especializados y para el cabal ejercicio de las funciones que les son propias, se les otorga amplias facultades de inspección y vigilancia, así como para la obtención de datos fundamentales para la promoción y defensa de los intereses legítimos de niños, niñas y adolescentes. Lo anterior se evidencia de los preceptos contenidos en los artículos 119, 169, 170, 171, 172 (en materia civil) y 648, 649, 650 y 651 ejusdem (en materia penal de responsabilidad del adolescente). Las normas mencionadas establecen: Artículo 119.- Integrantes El Sistema Rector Nacional para la Protección Integral de Niños, Niñas y Adolescentes, está integrado por: …d) Ministerio Público….” Artículo 169.-Ministerio Público El Ministerio Público deberá contar con fiscales especiales para la protección del niños, niñas y adolescentes…” Artículo 170.- Atribuciones Son atribuciones del o de la Fiscal Especial para la protección de Niños, Niñas y Adolescentes, además de aquellas establecidas en su Ley Orgánica: a) Intentar las acciones a que hubiere lugar para hacer efectiva la responsabilidad civil o administrativa de las personas o instituciones, que por acción u omisión, violen o amenacen derechos individuales, colectivos o difusos de niños, niñas y adolescentes; b) Ejercer la acción judicial de protección; c) Intentar las acciones a que hubiere lugar para hacer efectiva la responsabilidad penal de las personas que incurran en delitos contra niños, niñas y adolescentes; d) Defender el interés de niños, niñas y adolescentes y del adolescente en procedimientos judiciales o administrativos; Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [115] e) Interponer la acción de privación de patria potestad, de oficio o a solicitud del hijo a partir de los doce años, de los ascendientes y de los demás parientes del hijo dentro del cuarto grado en cualquier línea, de la persona que ejerza la guarda y del Consejo de protección. f ) Promover acuerdos judiciales y extrajudiciales en interés de niños, niñas y adolescentes. (Subrayado nuestro) g) Las demás que le señale la ley. Artículo 171.- Facultades Para el ejercicio de sus funciones el o la Fiscal del Ministerio Público podrá: a) Ordenar notificaciones, a fin de solicitar las declaraciones para la investigación inicial de los hechos. En caso de negativa, puede ordenar la comparecencia compulsiva mediante la autoridad policial. b) Solicitar a las autoridades toda clase de información, pericias y documentos. c) Pedir informes a instituciones privadas o a particulares. Artículo 172.- Intervención necesaria. La falta de intervención del Ministerio Público en los juicios que la requieran implica la nulidad de éstos. (Subrayado nuestro) Estado democrático y social de derecho y de justicia En el presente, el mundo social soporta marcadas diferencias dentro del desarrollo cultural, los hombres y las mujeres no tienen acceso uniforme al desarrollo científico, tecnológico o económico, el beneficio de estos avances es limitado a determinadas capas o clases sociales lo que incide en la calidad de vida de las grandes mayorías, pues muy pocas las personas favorecidas. Los sistemas políticos y económicos que hoy rigen el Estado Moderno descuidan o desconocen la dignidad humana; pero, además, poco interesa el medio ambiente a los detentadores del poder económico [116] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 y político; para ellos la inversión es prioritaria, no cuenta la viabilidad futura de la raza humana. Pero se tiene que aceptar que el progreso de la ciencia y de la tecnología, así como la obtención de la riqueza, no tienen significado social al margen del hombre; el progreso exige importantes reajustes en nuestras instituciones políticas tradicionales, en las relaciones sociales y en las creencias. El Estado no puede ser sólo un orden jurídico, tiene que ser también un orden social y económico, una institución que garantice el libre desarrollo de todos y cada uno de los seres humanos en una sociedad, fundamentado en el respeto de los Derechos Fundamentales, puesto que su desarrollo supone, principalmente, un adecuado nivel moral y material de sus ciudadanos, correspondiente a la dignidad humana. La miseria, la indigencia, la pobreza de la mayoría, contradice los valores que fundamentan al Estado. En este marco de pensamientos, se hace necesario estudiar el Estado Social y Democrático de Derecho que históricamente significa la redefinición del Estado de Derecho, por las nuevas condiciones sociales, económicas, políticas, culturales, etc., pero en primer lugar se debe abordar el estudio del Estado de Derecho en sus rasgos conceptuales más importantes, así como su crisis y sus posibilidades. Se conoce del Estado de Derecho Mínimo que lo más importante en él es la legalidad, el individualismo y que su actividad está marcada por “el dejar hacer”. El Estado no es una institución independiente de la sociedad, forma parte de ella y se manifiesta especialmente en sus tres funciones supremas (legislativas, ejecutivas y jurisdiccionales), que si bien es cierto se dan en forma separada y con la misma jerarquía, deben conformarse como una sola voluntad estadual a efectos de garantizar la libertad. La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999, en el articulo 2 consagra que “Venezuela se constituye en un Estado democrático y social de Derecho y de Justicia, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político”. Esta Constitución democrática compromete su existencia axiológica en el privilegio que le asigna a Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [117] los derechos humanos como derechos fundamentales caracterizados por la universalidad de sus titulares. La justicia social comprende el conjunto de decisiones, normas y principios considerados razonables de acuerdo al tipo de organización de la sociedad en general, o en su caso, de acuerdo a un colectivo social determinado. Comprende por tanto el tipo de objetivos colectivos que deben ser perseguidos, defendidos y sostenidos y el tipo de relaciones sociales consideradas admisibles o deseables, de tal manera que describan un estándar de justicia legítimo. Un estándar de justicia sería aquello que se considera más razonable para una situación dada. Razonable significa que determinada acción es defendible ante los demás con independencia de sus intereses u opiniones personales, esto es, desde una perspectiva imparcial; así, para justificar algo hay que dar razones convincentes que los demás puedan compartir y comprender. Rudi (1974), sostiene que el concepto “justicia social” se corresponde con la “justicia distributiva” de Aristóteles, en tanto que la noción de “justicia conmutativa” del estagirita, corresponde a la idea clásica de justicia, en la sociedades modernas. Algunos de los temas que interesan a la justicia social y a las políticas socio-económicas son la igualdad social, la igualdad de oportunidades, el estado del bienestar, la cuestión de la pobreza, la distribución de la renta, los derechos laborales, etc. Estado Democrático y Social de Derecho y de Justicia según Sentencia Nº 85 de Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela, Expediente Nº 01-1274 de fecha 24/01/2002: La Sentencia No. 85 de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia se trata de una decisión que ha producido un impacto en el orden jurídico y social del Estado venezolano, por cuanto dicha sentencia establece un nuevo paradigma de interpretación constitucional de los efectos del Estado Social de Derecho sobre el imperio de la autonomía de la voluntad de los particulares y el deber del Estado de proteger los intereses de los llamados débiles jurídicos, mediante el establecimiento y reconocimiento de las limitaciones a la voluntad contractual, lo que ciertamente, permitirá al Poder Judicial cumplir con su función de tutelar al débil como valor jurídico, pues no puede existir una protección constitucional a expensas de los derechos fundamentales de otros. [118] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 Por otra parte, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela no establece en su articulado una definición de lo que debe entenderse por Estado Democrático y Social de Derecho y de Justicia, es por ello que la Sala Constitucional como máximo y último interprete del texto Constitucional ha asentado criterio de lo que se debe considerar como Estado Democrático Social de Derecho y de Justicia, cuyo fin es la armonía de las clases, evitando que la clase dominante, por tener el poder económico, político o cultural, abuse y subyugue a otras clases o grupos sociales, impidiéndoles el desarrollo y sometiéndolas a la pobreza y a la ignorancia; a la categoría de explotados naturales y sin posibilidad de redimir su situación y que a través de una debida tutela judicial efectiva el Estado proporcionará Justicia, como valor supremo de todos los hombres en sociedad y fin último que justifica la existencia del Estado como modelo social democrático que garantiza la convivencia pacífica y armónica de los pueblos. Al respecto la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia venezolano ha establecido: ...sobre el concepto de Estado Social de Derecho, la Sala considera que él persigue la armonía entre las clases, evitando que la clase dominante, por tener el poder económico, político o cultural, abuse y subyugue a otras clases o grupos sociales, impidiéndoles el desarrollo y sometiéndolas a la pobreza y a la ignorancia; a la categoría de explotados naturales y sin posibilidad de redimir su situación. A juicio de esta Sala, el Estado Social debe tutelar a personas o grupos que en relación con otros se encuentran en estado de debilidad o minusvalía jurídica, a pesar del principio del Estado de Derecho Liberal de la igualdad ante la ley, el cual en la práctica no resuelve nada, ya que situaciones desiguales no pueden tratarse con soluciones iguales. El Estado Social para lograr el equilibrio interviene no solo en el factor trabajo y seguridad social, protegiendo a los asalariados ajenos al poder económico o político, sino que también tutela la salud, la vivienda, la educación y las relaciones económicas, por lo que el sector de la Carta Magna que puede denominarse la Constitución Económica tiene que verse desde una perspectiva esencialmente social. El Estado Social va a reforzar la protección jurídico-constitucional de personas o grupos que se encuentren ante otras fuerzas sociales o económicas en una posición jurídico-económica o social de debilidad, y va Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [119] a aminorar la protección de los fuertes. El Estado está obligado a proteger a los débiles, a tutelar sus intereses amparados por la Constitución, sobre todo a través de los Tribunales; y frente a los fuertes, tiene el deber de vigilar que su libertad no sea una carga para todos. …” (Sentencia Nº 85 de Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela, Expediente Nº 01-1274 de fecha 24/01/2002). En tal sentido, Combellas (1992) afirma que el Estado Social de Derecho, es el Estado en la procura existencial, es el garante de la satisfacción de las necesidades básicas para una vida digna, independientemente de las formas y modos de su relación con la economía, pero es imprescindible salvaguardar el rol del Estado como última instancia de garantía de la ejecución de la procura existencial, gracias a la protección y fomento de los derechos sociales y económicos. En efecto, se puede definir al Estado Social de Derecho como un conjunto de reglas y normas que establecen un marco adecuado para las relaciones entre las personas e instituciones, autorizando, prohibiendo y permitiendo acciones específicas en la interacción de individuos e instituciones; siempre bajo la preeminencia del interés social, los derechos humanos, la solidaridad y responsabilidad social, la justicia y la equidad. Es así como, los derechos sociales han cobrado una gran importancia en la organización social, política y jurídica actual, los cuales se han venido conceptualizando como expectativas o pretensiones de recursos o bienes dirigidos a satisfacer necesidades básicas de las personas y cuya reivindicación debe interesar no sólo a los miembros más vulnerables de la sociedad sino a todas las personas en general. Ahora bien, Molina (2006) señala que el Estado de Derecho es necesario para la democracia y para el desarrollo económico, por cuanto el Estado garantiza los derechos civiles y políticos de las personas; en el orden económico, el Estado ofrece seguridad jurídica a los inversionistas, pero se olvida este autor de la preeminencia del interés social, los derechos humanos, la responsabilidad social y la solidaridad como vías de alcanzar la justicia, es por ello que el rol del Estado como modelo social no sólo debe fundamentarse en orden de la legalidad para regular la conducta social, sino que debe buscar como fin la satisfacción de las necesidades básicas de la población en la procura existencial de la calidad de vida que todos las personas como seres humanos merecen, y todo ello se construye [120] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 en un Estado Social de Derecho, gracias a la protección y fomento de los derechos sociales y económicos, como parte de todos los derechos humanos del hombre. No se debe olvidar que el modelo de Estado denominado Estado Social de Derecho, es el producto de múltiples luchas sociales que a lo largo de la historia se han presentado; este modelo no representa un cambio total ni un modelo totalmente nuevo sino se trata de una variante de los modelos que hasta ahora venían siendo aplicados por los Estados modernos, donde se institucionaliza la transferencia parcial de derechos a favor de las clases desprotegidas en la búsqueda de revertir las desigualdades existentes entre unos grupos sociales y otros, en aras de mantener un equilibrio y resguardo de los derechos humanos de todos. En este sentido, Nikken (2006) señala que en la fijación de las fronteras de los deberes del Estado en materia de derechos humanos, pasaron por el reconocimiento previo de los derechos como inherentes a la dignidad de la persona humana, nunca habrían quedado establecidos sin las luchas sociales y las conmociones históricas que le han venido devolviendo al ser humano el lugar que nunca debió dejar de ocupar como sujeto axiológico ineludible frente al Estado. En consecuencia, bajo la premisa del Estado Social de Derecho y de Justicia, un juez puede resolver en justicia, pero no necesariamente tiene que ser en derecho. Este señalamiento nos demuestra que la justicia viene a ser la existencia de una pluralidad de personas, de intereses, de situaciones jurídicas, cuyas relaciones recíprocas importa poner en claro, comparar y conciliar; bajo este enfoque, la Justicia, es pues, por esencia, la solución de conflictos. Una Constitución es la representación de un “…fenómeno que hay que comprender y no escamotear…” (Morín, 1998, p. 139); se tiene que el contrato social plasmado en ella implica asociaciones de la vida y su evolución, mutaciones y accidentes. En el desarrollo de la vida Republicana de Venezuela, como se afirmó supra, las constituciones han sido trajes a la medida, mandados a cortar al tamaño del gobernante de turno. Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [121] La justicia como fundamento social y democrático de un estado social y de derecho La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela establece que Venezuela se constituye en un Estado Democrático y Social de Derecho y de Justicia, propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico a la justicia, la vida, la libertad, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y en general la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político. El Estado democrático, es el que fundamenta toda la organización política de la Nación en el principio democrático. El primer valor del constitucionalismo es la democracia, quedando plasmado el Estado democrático en los principios fundamentales del texto Constitucional, comenzando por la forma de ejercicio de la soberanía mediante mecanismos de democracia directa y de democracia representativa. Por ello el principio democrático aparece con un sentido cultural, como un principio de convivencia que está en los cimientos de la funcionalidad de las estructuras democráticas, pues sin esa conciencia de respeto, tolerancia y de convivencia, no existirá una verdadera democracia. Reflexiones finales Las funciones esenciales del Estado Social coinciden el Estado de Derecho, los pactos, tratados y convenios suscritos por Venezuela. Su finalidad radica en crear, conservar y comprometerse a materializar esos derechos para satisfacer las demandas y necesidades de sus habitantes para lograr el bienestar general. Por ello, la justicia, la educación, la salud, la seguridad social, el propender a un desarrollo integral de la sociedad y del individuo, el establecimiento y la protección de los derechos humanos, son funciones indelegables del Estado. Aquellas que pueden acometer con mayor eficacia y eficiencia en la medida en que se podría decir que son inherentes a la persona humana, es decir funciones que cuadran al Estado en virtud de los fines y medios que estén a su alcance, así como la mejor preparación de sus actores gubernamentales para ejecutar las tareas que la Constitución y las leyes de la República le emanan. [122] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 Por lo tanto, el Estado venezolano en tiempos de la modernidad, estimula a sus conciudadanos a fomentar el espíritu de solidaridad, responsabilidad y ponderación en sus acciones ante otros organismos que no se inscriben en la función social. En este sentido, el Ministerio Público mediante sus fiscales especializados en materia de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes cumpliendo su función deben avocarse a orientar y apuntalar a la sociedad hacia la protección de los derechos humanos, en el norte de enfatizar el ejercicio de los controles persuasivos a través del restablecimiento de las relaciones familiares. No basta establecer bases teóricas y leyes para el entendimiento de estos derechos, sino que debe ir más allá, hasta llegar a la función de educar, proteger, asistir y colaborar con aquellos ciudadanos y ciudadanas a quienes les han sido conculcados sus derechos humanos Pues en definitiva se trata de infantes, que de lo que se haga o deje de hacer a su favor le va a trastocar su vida como un ser social del país. En efecto, los órganos que integran el Sistema de Protección deben proteger las relaciones familiares, garantizando tanto a los progenitores como los hijos, y especialmente donde se encuentra involucrado el orden público y los intereses superiores protegidos por el ordenamiento jurídico; tomando siempre en cuenta el “interés superior del niño, niña y/o adolescente”, en tanto concepto jurídico indeterminado, el cual tiene por objetivo principal el que se proteja de forma integral al infante por su falta de madurez física y mental, pues requiere protección y cuidado especiales, incluso la debida protección legal, tanto antes como después de su nacimiento. A título ejemplificativo, el infante debe ser protegido contra toda forma de discriminación o castigo por causa de la condición, las actividades, las opiniones expresadas o las creencias de sus padres, tutores o familiares. Resulta necesario e imperante evocar que los derechos y garantías de los NNA son de orden público, irrenunciables, intransigibles, indivisibles, tal como están contenidos en la Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes, es pues, función del fiscal del Ministerio Público especializado en agotar los medios alternos para la resolución de conflictos, en aquellas materias que sea permitido (Responsabilidad de Crianza, Obligación de Manutención, Régimen de Convivencia Familiar), indagar sobre la realidad de los hechos e intentar las acciones legales para hacer cumplir estos derechos, teniendo como objetivo el restablecimiento de las relaciones familiares con respecto al infante que se trate. Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [123] Bibliografía Aftalion, Enrique y Vilanova, José (1994). Introducción al Derecho. Nueva versión con la colaboración de Julio Raffo. 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Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela Nro. 5.859 del 10 de diciembre de 2007. Ley Orgánica del Ministerio Público. Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela Nro. 38.647 del 19 de marzo de 2007. Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [127] El tipo penal y su relación con la tipicidad como elemento Yannis Carolina Domínguez Abogada de la Circunscripción Judicial del estado Zulia Abstract The present article has the purpose of present a short description about one of the elements of the crime as is the typicality, essential in the study of the Criminal Law, because this element by itself is the essence of the crime, which leads to the accurate application of criminal law on a concrete case, in virtue, of the functions that the typicality fulfills the task criminal, is the first step to consider when making the respective judgment of typicality juridical in the criminal area. It is necessary to delve into the study of the typicality and not to be confused with the criminal type, as they both concepts are not similar, the criminal type, it is not the element of the crime, has more to do with the criminal law, and application of the principle of legality. The criminal type, refers basically to the Ius Puniendi the State, to typify human behavior that it consider can be the object of penal tutelage, to be in possible breach juridical goods that society considers of significance for social peace and the common good. Thence, the present contribution arises as objective of differentiation between typicality as an element of the crime and the criminal type as legal formula to describe a punishable conduct, taking into account the recognized doctrinal considerations on the subject who have given their contributions to the development of the study of the Theory of Crime. Descriptors Crime, typicality, criminal type. Introducción La Teoría del Delito se constituye en un eje central del estudio del Derecho Penal, ya que con ella se desarrolla toda la dogmática de los elementos que integran al delito, meritoria función para poder determinar si una conducta es delictual, y que la misma pueda ser jurídicamente reprochable desde el punto de vista penal. En tal sentido, para desarrollar la Teoría del Delito, es menester conocer el concepto tipicidad como elemento del delito, así como su importancia al momento de garantizar un adecuado juicio punitivo, por cuanto, sin éste no hay delito, y sería imposible atribuir un hecho punible a una conducta que se someta a la consideración del campo jurídico penal, además que sin la existencia de un adecuado encuadramiento típico del delito, es decir, sin el elemento tipicidad, se imposibilita el conocimiento de las causas que originaron que un determinado individuo actuara de forma antijurídica. En el estudio de los elementos del delito, adentrarse en la “tipicidad”, es esencial en el estudio del Derecho Penal, ya que por sí sólo dicho elemento constituye la esencia del delito, lo cual conlleva a la acertada aplicación de la ley penal en un caso en concreto, en virtud, de las funciones que la tipicidad cumple en la tarea penal. Es importante conocer la tipicidad como elemento del delito, y no confundirlo con el tipo penal, ya que ambos conceptos no son similares, el tipo penal, no es elemento del delito, tiene que ver más con la ley penal, y la aplicación del principio de legalidad, al constituirse como afirma Zaffaroni (2004) “en fórmulas que usa la ley para señalar los pragmas conflictivos cuyas acciones amenaza con pena” (p.412). La tipicidad es la efectiva adecuación de la conducta humana desplegada y adecuada a las exigencias del tipo penal en sus elementos constitutivos. Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [133] Es necesario comprender la Tipicidad como elemento del delito, con el fin de que el sistema de administración de justicia penal sea eficaz, y sobre todo garantizador de un Estado democrático y social de Derecho y de Justicia, tal como se constituye nuestro Estado venezolano. Por ello, que el conocimiento de la técnica y la práctica de aplicación del elemento “tipicidad” en la conducta humana sometida a la consideración del Derecho Penal, por parte de los sujetos procesales y partes que deben intervenir en la relación jurídico-penal, es de suma importancia para garantizar un debido proceso penal, ya que va a evidenciar que el hecho imputado a una persona reúne los requisitos de determinación del tipo penal. Además, la tipicidad, en el caso específico de la sentencia condenatoria, es responsabilidad del juzgador, pues debe, establecer la comprobación de dicho elemento en el hecho juzgado, y emitir así un fallo revestido de garantías penales, evitando sentencias injustas, que van deslegitimando el Derecho Penal de acto, para convertirlo en un Derecho Penal del enemigo. 1. Breve reseña histórica del desarrollo de la tipicidad como elemento del delito La historia de la tipicidad es consecuentemente la historia del tipo penal, aunque no deben confundirse ambos conceptos, empero el tipo penal, da lugar al estudio de la tipicidad en el Derecho Penal como elemento del delito. En ese sentido, tenemos que el tipo era considerado antiguamente en Alemania como el conjunto de caracteres integrantes del delito, tanto los objetivos como los subjetivos. Esto es, incluyendo el dolo o la culpa. Era lo que para los antiguos escritores españoles del Derecho Penal consideraban “figura de delito”. De allí, que es necesario estudiar el desarrollo de la dogmática del tipo penal, para poder entender su diferencia con la tipicidad como elemento del delito, y por supuesto su propio desarrollo teórico, por cuanto de su elaboración doctrinaria podemos realizar el asertivo juicio de tipicidad a la conducta humana que se presente como eje que movilice la investigación penal. En tal sentido, siguiendo a Zaffaroni (1981), respecto a la evolución doctrinaria de la tipicidad, el mismo refiere que en el año 1906 aparece en Alemania la doctrina de Ernest Beling, quien fija por primera vez el concepto técnico del tipo, para el mencionado autor el tipo no es normativo, es sólo descriptivo. Para este jurista, toda conducta que no pueda incluirse en los tipos legalmente acuñados, aunque sea antijurídica [134] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 y culpable, representa lo atípico, esto es una conducta no punible. Posteriormente, el autor Max Ernesto Mayer, en su tratado de Derecho Penal 1915, asegura que la tipicidad no es meramente descriptiva, sino indiciaria de la antijuricidad, hasta antes de dicho momento, el tipo penal se confundía con la tipicidad, es el mencionado autor el que viene a delimitar el tema al respecto. En otras palabras: no toda conducta es antijurídica, (esto debido a las causas de justificación penal), pero si toda conducta típica es indiciaria de la antijuricidad; en toda conducta típica hay un principio de indicio de la antijuridicidad. Posteriormente, emerge la doctrina de Edmundo Mezger, quien modifica el concepto, y para quien la tipicidad es la ratio essendi de la antijuridicidad; es decir, la razón de ella, su real fundamento. No define al delito como conducta típica, antijurídica y culpable, sino como acción típicamente antijurídica y culpable. Opinión similar sustenta en Argentina el autor Sebastián Soler. Según Mezger, el que actúa típicamente actúa también antijurídicamente, en tanto no exista una causa de exclusión del injusto. El tipo jurídico-penal, es fundamento real y de validez (“ratio essendi”) de la antijuridicidad, aunque con la reserva siempre, de que la acción no aparezca justificada, en virtud, de una causa especial de exclusión del injusto, si tal acción no es antijurídica, a pesar de su tipicidad. Por ende, según Mezger, toda conducta típica es siempre antijurídica (salvo la presencia de una justificante), por ser en los tipos, en donde el legislador establece las prohibiciones y mandatos indispensables para asegurar la vida común de la sociedad. Muchos autores latinoamericanos, encabezados por Zaffaroni, sostienen que la teoría más acertada es la del “carácter indiciario de la antijuridicidad”, precisada por el autor Max Ernesto Mayer, ya que según la indicada teoría la tipicidad “es el más importante fundamento cognoscitivo de la antijuridicidad”, manteniendo separada a la antijuridicidad (por ser un juicio de desvalor) de la tipicidad (que es su objeto), ante lo cual, se aclara el concepto de delito, siempre que se tome en cuenta que la primera constituye el indicio que nos permite averiguar la segunda. Como apunta Zaffaronni (1981), “en tanto que el tipo es la descripción particularizada de una conducta prohibida, la tipicidad es la adecuación o subsunción de una conducta concreta con la particularizada Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [135] descripción legal, y antijuridicidad es la contradicción de la realización de esa conducta prohibida con el ordenamiento jurídico”. La teoría expuesta, es una de las más garantistas de un Estado de Derecho Social y de justicia, ya que en efecto todo órgano competente en el campo del sistema de administración de justicia, en la solución de todo caso penal, debe en primer lugar, verificar si la conducta humana sometida a su consideración encuadra o se subsume dentro de las exigencias contenidas en un tipo penal descrito en la ley respectiva, por lo tanto, si dicha labor de encuadramiento resulta positiva, la misma es indicadora (indicio) que la conducta además de típica podría ser antijurídica, pero en todo caso, asegura una individualización penal de la conducta humana bajo examen, ya que en un primer momento garantiza al ciudadano que el llamado realizado por el Ministerio Público como garante de la legalidad, es garantizadora del Estado de Derecho y no arbitraria (nos referimos por ejemplo, cuando el Ministerio Público hace el llamado de comparecencia para realizar un acto de imputación formal, o cuando en el decurso de una investigación se solicitan diligencias, tales como allanamientos, ordenes de aprehensión, entre otras), ya que el elemento fundamental de la acción, como es la tipicidad está presente en el caso concreto. Resulta, como síntesis de lo expuesto, que la tipicidad es la afirmación de la actuación del Ministerio Público y de los respectivos tribunales penales, ya que es imposible realizar una actuación dentro del campo de las funciones, atribuciones o facultades concedidas a los fiscales y jueces, sin en un primer momento no se demuestra la existencia del elemento tipicidad en los hechos atribuidos a la conducta humana sometida a la consideración, lo contrario sería arbitrariedad. 2.- Definición del tipo penal Zaffaroni (1981) refiere que, el tipo penal es un instrumento legal, lógicamente necesario y de naturaleza predominantemente descriptiva, que tiene por función la individualización de conductas humanas penalmente relevantes (por penalmente prohibidas). La definición antes señalada, se hace necesaria por cuanto en muchas ocasiones el tipo penal se confunde con la tipicidad, siendo que el tipo penal pertenece a un esquema selectivo llevado a efecto por el campo legislativo, que selecciona conductas que se consideran relevantes para [136] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 el Derecho Penal, y por tanto, para ser recogidas o plasmadas en la ley penal. Lo expuesto se hace más predominante aún en los sistemas legales que se rigen por el principio de legalidad, y como sabiamente expresa en indicado autor “Cualquiera que sea el sistema legal que exista, el tipo es imprescindible para averiguar qué es un delito… ”. (Zaffaroni, 1981, 167). Por ello, Zaffaroni, Alagia y Slokar (2004), refieren que: El tipo se puede definir como fórmulas que usa la ley penal para señalar los pragmas conflictivos cuyas acciones amenaza con pena. Para el poder punitivo es la formulación de la criminalización que habilita su ejercicio, por lo que se deduce que el derecho penal, debe proveer un sistema interpretativo limitador del ámbito de acciones típicas, a los fines de poder minimizar el poder punitivo de selección criminilizante. (p. 412). 2.1. Estructura del tipo Los elementos de la estructura del tipo penal, según los más destacados autores, entre ellos Santiago Mir Puig (2002), son tres, a saber: la conducta típica, sus sujetos y sus objetos. 1.- La conducta típica Siguiendo con el autor citado, este expone que toda conducta típica debe integrarse con los dos componentes necesarios de todo comportamiento: su parte objetiva y su parte subjetiva. En este elemento, se atiende a examinar si, una vez confirmada la presencia de un comportamiento, el mismo reúne todos los requisitos de un determinado tipo penal. Por ello, la parte objetiva de la conducta y la parte subjetiva de ésta, debe corresponder con la parte objetiva y subjetiva del tipo, para que concurra una conducta típica. En este sentido, tenemos que, la parte objetiva del tipo, abarca el aspecto externo de la conducta. En la parte subjetiva del tipo se halla constituida, siempre por la voluntad, sea esta consciente (dolo) o sin conciencia suficiente (imprudencia); y a veces por especiales elementos subjetivos, por ejemplo, el ánimo de lucro, en el delito de hurto. Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [137] 2.- Los sujetos de la conducta típica El tipo penal supone la presencia de tres sujetos que se encuentran en una determinada relación recíproca: el sujeto activo (quien realiza el tipo), el sujeto pasivo (el titular del bien jurídico penal atacado por el sujeto activo) y el Estado (llamado a reaccionar con una pena). 3.- Los objetos En este punto, debe distinguirse entre objeto material (persona o cosa) y el objeto jurídico. En el primer caso, se constituye por la persona o cosa sobre la que recae la acción del sujeto activo de la conducta típica. Con respecto al bien jurídico, este es sinónimo de bien jurídico, es decir, el bien objeto de la protección de la ley. No equivale al objeto material. Ejemplo: en el delito de hurto, el bien jurídico tutelado, es la propiedad sobre la cosa, y el objeto material, es la cosa hurtada. Sobre este punto, en específico respecto al bien jurídico protegido ahondaremos más tarde. 2.2. El bien jurídico protegido Con respecto a este punto, el autor Zaffaroni, (1981), expresa que: El orden jurídico tutela determinados entes, elevándolos a la categoría de bienes jurídicos…El derecho tiene interés en que algunos entes sean preservados, los valora positivamente: al hacerlo los hace objeto de interés jurídico…Estos objeto de interés jurídico (entes), que el legislador valora, los llamamos “bienes jurídicos”, y cuando el legislador considera que determinadas formas de afectación requieren una especial consecuencia jurídica, los tutela con una sanción penal y se convierten así en “bienes jurídicos penalmente tutelado (pp. 219-220). De manera que, el Derecho Penal moderno, se justifica como un sistema de protección penal de bienes jurídicamente relevantes para la sociedad. Por lo tanto, los intereses sociales que por su importancia pueden merecer protección del Derecho Penal, se denominan “bien jurídico tutelado penalmente”. En tal sentido, el Derecho Penal debe ser de carácter “fragmentario”, es decir, no ha de sancionar penalmente, todas las conductas lesivas de los bienes que el derecho protege, sino sólo las modalidades de ataque más severa o dañosa. [138] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 2.3. Elementos del tipo Según Santiago Mir Puig (2002), entre los elementos de la estructura del tipo penal en su formulación, los podemos precisar en: Subjetivos. Son características y actividades que dependen del fuero interno del agente, son tomados en cuenta para describir la conducta por eso estos elementos tienen que probarse. Precisamente las alocuciones: “El que a sabiendas...”, “El que se atribuya autoridad...” que usa el Código Penal para describir tipos delictivos, aluden a los elementos subjetivos de los mismos. Se debe probar que sabía, se debe probar que actuó como autoridad, etc. Normativos. Están en: 1) Cuando el legislador considera y describe conductas que deben ser tomados como delitos. 2) Cuando el juez examina el hecho para establecer su adecuación al tipo penal respectivo. Objetivos. Son los diferentes tipos penales que están en la Parte Especial del Código Penal y que tienen como punto de arranque una descripción objetiva de determinados estados y procesos que deben constituir base de la responsabilidad criminal. Constitutivos. Sujetos (activo y pasivo), conducta y objetos (material, jurídico). 2.4. Clasificación de los tipos penales Doctrinalmente, se han clasificados los tipos penales: según la finalidad de la conducta, existen tipos penales dolosos y culposos. En lo que respecta a los tipos dolosos se caracterizan por describir la conducta cuya finalidad coincide con la realización de todos los elementos constitutivos del tipo penal; en este caso, la finalidad en sí misma es el dato determinante de la prohibición; admite diferentes grados según se trate de dolo directo de primer grado, donde el autor persigue directamente la producción del resultado; dolo directo de segundo grado o de consecuencias necesarias, en el cual, el autor persigue un resultado que conllevará necesariamente la producción de otro; y el denominado dolo eventual, donde el autor no persigue directamente el resultado pero lo acepta en su voluntad al actuar de manera indiferente frente a la lesión del bien jurídico protegido. Los tipos culposos se caracterizan por describir una conducta que viola un deber de cuidado, determinando la producción del resultado típico, la Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [139] finalidad en sí misma, no es el dato determinante de la prohibición, sino la forma o modo de obtenerla. Asimismo, los tipos penales se suelen clasificar según: la forma de individualizar las conductas prohibidas; existen tipos penales activos y omisivos; los tipos activos se caracterizan por describir a la conducta prohibida merecedora de pena, por ejemplo: Art. 406 del Código Penal, referido al homicidio intencional; en cambio los tipos omisivos describen a la conducta debida, resultando prohibida y merecedora de pena toda conducta distinta de la debida, por ejemplo: la omisión de socorro o denegación de auxilio, previstos como delitos en el Código Penal venezolano. Por otra parte, los tipos penales contienen diferentes elementos entre los que cabe destacar los descriptivos, normativos y subjetivos que se caracterizan por su mayor o menor precisión, empero con la finalidad de identificar la conducta punible. A fin de comprender la tipicidad, se hace importante conocer y manejar dichas clasificaciones, por cuanto, para que una conducta sea típica, tienen que estar presentes todos y cada uno de los elementos del correspondiente tipo penal, los objetivos y los subjetivos. Es suficiente la ausencia de cualquiera de éstos para que esa conducta resulte atípica y, por lo tanto, no constituya delito. 3. Concepto de tipicidad Max Ernesto Mayer, en su Tratado de Derecho Penal (1915) asegura que la tipicidad no es meramente descriptiva, sino indiciaria de la antijuridicidad, en otras palabras no toda conducta típica es antijurídica. Con lo anterior este estudioso del tema nos refiere de manera sencilla que la tipicidad es un indicio para el encuadramiento del delito que se presume, por lo que con su existir se vislumbra una conducta antijurídica, es decir, que no todo indicio de una conducta típica es indiciaria de un delito, ya que deben concurrir los otros elementos del delito. La tipicidad, según Muñoz Conde (1996) consiste en la adecuación de un hecho cometido a la descripción que de ese hecho se hace en la Ley Penal. [140] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 Según, Rodríguez Morales (2006), la tipicidad es “la adecuación de la conducta a un determinado tipo penal, es decir, la posibilidad de subsunción de tal conducta a la descripción que de ella hace el legislador penal a los efectos de considerarla delictiva” (253). Expresa el referido autor, que la tipicidad como elemento del delito, es una cualidad que se atribuye a una acción o conducta, de allí que si la misma se verifica se habla de la existencia de una acción típica. Con lo expuesto, se hace preciso aclarar que tipo penal, juicio de tipicidad y tipicidad, no son conceptos que deban confundirse, ya que como muy bien lo expresa Zaffaroni (1981) el tipo penal es una figura que resulta de la imaginación del legislador; el juicio de tipicidad es la averiguación que sobre una conducta se efectúa para saber si presenta los caracteres imaginados por el legislador, y la tipicidad es el resultado afirmativo de ese juicio. Velásquez (2004) afirma que el juicio de tipicidad no es más que la valoración que se hace con miras a determinar si la conducta objeto de examen coincide o no con la descripción típica contenida en la ley. Tipicidad es la peculiaridad presentada por una conducta en razón de su coincidencia o adecuación a las características imaginadas por el legislador, esto es al tipo penal. Equivaliendo a la adecuación típica de la conducta. En otras palabras, la tipicidad es la resultante afirmativa del juicio de tipicidad. A los efectos de la imposición de una pena, no interesan las conductas antijurídicas y culpables, que no sean típicas penalmente, porque no están contempladas en el catálogo de delitos del Código Penal. Del universo de hechos ilícitos, el legislador penal, mediante la técnica del tipo legal, selecciona todos aquellos hechos que por la gravedad o la forma de afectación del bien jurídico protegido, considera merecedores de pena. Por esto el Derecho Penal, a diferencia de otras ramas del Derecho, es considerado como un sistema cerrado de ilicitudes en el que no cabe la extensión de la responsabilidad penal por medio de la analogía o de otra técnica de interpretación similar que no se ajuste a los contenidos expresamente establecidos en los correspondientes tipos penales; ello deviene, además del principio de legalidad en materia penal, lo cual constituye una garantía procesal en el Debido Proceso Penal venezolano. Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [141] 3.1. Funciones de la tipicidad La tipicidad es el elemento indiciario de la antijuricidad, razón por la cual hemos de atribuirle a la Tipicidad, un carácter delimitador y trascendental en el Derecho Penal moderno, por no haber delito sin existencia de tipo penal (nullum crimen sine lege, equivalente a nullum crimen sine tipo), empero la tipicidad como elemento del delito, es una cualidad que se atribuye a una acción o conducta humana descrita en la ley como delictiva, que al verificarse se habla de la existencia de una acción típica, lo cual limita al poder punitivo del Estado, por cuanto, si la acción o conducta humana sometida a consideración no es típica, no se puede hablar de conducta delictiva, es decir, que exista delito alguno, lo cual acarrea la terminación de la averiguación o investigación penal, sea mediante la figura de la desestimación o en su defecto del sobreseimiento de la causa (cardinal 2 del artículo 300 del Código Orgánico Procesal Penal), eso dependerá de la complejidad del caso en concreto. En este sentido, para el autor Luís Jiménez de Asúa (2009), refiere con respecto a la tipicidad que la misma tiene asignada una “Función predominantemente descriptiva que singulariza su valor, en el concierto de las características del delito y se relaciona con la antijurídica por concretarla en el ámbito penal, y tiene además, funcionamiento indiciario de su existencia” (350). Igualmente, es preciso en este estudio, hacer un esquema de las funciones de la Tipicidad en un Debido Proceso Penal, conforme a la doctrina al respecto, esbozada por Zaffaroni, y otros autores latinoamericanos, a tal efecto tenemos: 1. En primer lugar tiene una función garantizadora: Garantiza a los ciudadanos contra toda clase de persecución penal que no esté fundamentada en norma expresa dictada con anterioridad a la comisión del hecho, excluyendo de este modo la analogía o la retroactiva. Por ello: a) Evita que alguien sea juzgado sin que se verifiquen los requisitos legales, descritos en el tipo penal. b) El juez no podrá enjuiciar como ilícitos aquellos comportamientos que no se adecuen al tipo penal, aun cuando parezcan manifiestamente injustos o contrarios a la moral. [142] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 c) Garantiza aquel postulado democrático en virtud del cual es lícito todo comportamiento humano que no esté legalmente prohibido, es decir, el Principio de Legalidad. 2.- En segundo lugar tiene una función fundamentadora: Por cuanto, es presupuesto ineludible o fundamento de la responsabilidad penal, porque tanto la imposición de una pena como la aplicación de una medida de seguridad requiere que el sujeto activo haya realizado, en primer lugar, una acción adecuada al tipo penal, es decir, una acción típica. De allí que: a) Una conducta sometida a consideración del Derecho Penal, no puede ser calificada como delictiva mientras el legislador no la haya descrito previamente y conminado con sanción penal, y la misma se adecue a los requerimientos del tipo penal descrito en la ley. La ley penal describe hechos punibles sancionados con una pena. b) La tipicidad permiten diferenciar una figura penal de otra, por semejante que parezca, en aspectos atinentes a los elementos constitutivos del tipo penal respectivo (sujetos, conducta, objetos). Ej: el peculado doloso y el hurto calificado, constituyen formas ilícitas de apoderarse de alguna cosa ajena (Art. 52 L.C.C y artículo 452 CP). Se distinguen por la calidad del sujeto (funcionario público o cualquier persona) y respecto a la naturaleza del objeto material de la acción (bienes públicos y cosas muebles). c) La tipicidad, sirve de soporte para el instituto de la participación criminal, porque dada la naturaleza accesoria de ésta, sólo podrá ser considerado partícipe punible quien ha colaborado con el autor de una acción adecuada a un tipo penal respectivo. 3.- En tercer lugar tiene una función sistemática: La tipicidad ha servido para tender un puente entre la parte general y la parte especial del Derecho Penal, ya que la descripción de los tipos penales descritos en la ley sólo pueden completarse o interpretarse a través del juicio de la tipicidad. La tipicidad tiene una función primordial, particularmente porque es la peculiaridad presentada por una conducta en razón de su coincidencia Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [143] o adecuación a las características imaginadas por el legislador, esto es al tipo penal. Por ello es que el fiscal del Ministerio Público, así como el juez en el ejercicio de sus atribuciones legales, deban indagar si la acción del sujeto encuadra dentro de algún tipo legalmente descrito en el Código Penal (o ley penal especial); si no encuentra una perfecta adecuación, no pueden determinar que un hecho es un delito. Por eso, se dice que la importancia de la tipicidad estriba en que es la piedra angular del derecho penal. Por lo anterior se concluye que la tipicidad describe el delito para adecuarla en forma práctica a la Ley Penal, y así poder estar en aptitud de encuadrarlo en las conductas antijurídicas sancionables en dicha ley y plasmadas por el legislador. 4. Tipicidad y antijuridicidad El tipo tiene carácter descriptivo; la tipicidad encaja; la antijuridicidad es valorativa. El positivismo, del último tercio del siglo pasado y de comienzos del actual, origen de las bases del moderno concepto de delito, concibió la antijuricidad como referida únicamente a la componente objetiva (externa) de la acción. En el Derecho Penal moderno, la valoración que se hace en la antijuridicidad, es sobre la conducta desarrollada por el sujeto (valoración objetiva), se valora el impulso volitivo no el contenido de la voluntad, esta última es valorada subjetivamente dentro la culpabilidad. La tipicidad, como antes se indicó es indicio de la antijuridicidad. De allí, que una vez determinada la acción típica, no queda más que averiguar sin dicha conducta está o no justificada, es decir, si se verifican o no las causas de justificación penal, ya que en caso de verificarse una causa de justificación, estaríamos en presencia de una acción típica, pero jamás antijurídica, por lo tanto, no habría delito alguno que atribuir mediante el ejercicio de la acción penal. Mir Puig (2002) refiere que, “para que una conducta antijurídica constituya delito es preciso que sea penalmente típica, es decir, que se ajuste a algunas de las figuras de delito”. Expresa que no toda antijuridicidad es antijuricidad penal, las infracciones administrativas o [144] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 el ilícito civil son otras especies de antijuricidad. La antijuricidad penal requiere la tipicidad penal (principio de legalidad). El referido autor expresa respecto a la tipicidad como base de la antijuricidad penal: …la tipicidad no es un elemento independiente de la antijuricidad penal, sino precisamente uno de sus requisitos junto al de ausencia de causas de justificación. De ello se sigue que la tipicidad no es sólo “indicio” ni mera “ratio cognoscendi” de la antijuridicidad penal, sino presupuesto de la existencia (ratio essendi) de la misma. Ello no obsta a que el requisito de la tipicidad (como parte positiva del supuesto de hecho penalmente antijurídico) no baste para la antijuridicidad, que requiere además de la ausencia de causas de justificación (como parte negativa del supuesto de hecho antijurídico). La tipicidad es, pues, ratio essendi necesaria pero no suficiente de la antijuridicidad penal. Del mismo modo que no todo hecho antijurídico es penalmente típico, no todo hecho penalmente típico es antijurídico. (2002,131). Se puede establecer con dicha relación de la tipicidad con la antijuridicidad, los motivos por los cuales, dos conductas distintas pero con similares hechos puedan ser valorados de forma distinta. Ej: en dos homicidios si uno de ellos es en legítima defensa deja de ser antijurídica la conducta. 5. Aspecto negativo de la tipicidad: la atipicidad El autor Gristanti Aveledo (1997) establece que la Atipicidad es el aspecto negativo de la tipicidad, e implica una relación de inadecuación entre un acto de la vida real examinado en el caso en concreto y los tipos penales. Cuando no se integran todos los elementos descritos en el tipo legal, se presenta el aspecto negativo del delito llamado atipicidad. La atipicidad es la ausencia de adecuación de la conducta al tipo. Si la conducta no es típica, jamás podrá ser delictuosa. Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [145] Suele distinguirse entre ausencia de tipo y de tipicidad; la primera se presenta cuando el legislador, deliberada o inadvertidamente, no describe una conducta que, según el sentir general debería ser incluida en el catálogo de los delitos. En el fondo, en toda atipicidad hay falta de tipo, si un hecho específico no encuadra exactamente en el descrito por la Ley, respecto de él no existe tipo. En cuanto a la ausencia de tipicidad de la conducta porque no están dados los elementos objetivos, constitutivos del tipo penal, se pueden presentar diferentes situaciones, entre las que cabe destacar la falta o ausencia de tipo por inidoneidad del objeto, del sujeto activo o del pasivo (Ej: un homicidio de un cadáver) y la ausencia de resultado típico, en cuyo caso, podría quedar un remanente de tipicidad por tentativa, si se trata de un tipo penal doloso. Otro caso importante de atipicidad se presenta en aquellas situaciones en las que no existe un nexo causal adecuado entre la conducta y el resultado, como son los supuestos de aberración por desvío del curso causal, error en el golpe y en el objeto. En ciertos casos, la conducta resulta atípica de un tipo en particular, pero típica de otro que exige menos elementos (Ej: robo con relación al hurto). En cuanto a la ausencia de tipicidad de la conducta porque no están dados los elementos subjetivos, los casos más importantes son los de incapacidad psicológica para conocer los elementos objetivos del tipo penal (autismo) y de comportarse de acuerdo a este conocimiento; y los de error de tipo. Tratándose del error de tipo, si el autor yerra de manera invencible sobre alguno de los elementos constitutivos del tipo penal su conducta no sólo será atípica del correspondiente tipo doloso sino también del equivalente tipo culposo; por el contrario, si yerra de manera vencible, tomando en cuenta sus cualidades personales y demás circunstancias del hecho, su conducta atípica del tipo doloso puede ser calificada como típica del tipo culposo equivalente. De manera que, cuando el acto examinado no encuadra a la perfección en ninguno de los tipos legales o penales, previstos en la Ley Penal, se dice que ese acto es atípico y en consecuencia no constituye delito y por tanto no engendra responsabilidad penal. [146] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 En este contexto, es importante distinguir el error de tipo del error de prohibición; el error de tipo versa sobre los elementos constitutivos del tipo penal, el de prohibición recae sobre la antijuridicidad de la conducta. (Ej: el cazador que dispara a un hombre creyendo que apunta su arma a un oso no sabe que se trata de un hombre y, por lo tanto, no tiene la finalidad de matarlo (error de tipo); en cambio, la víctima de una agresión que dispara su arma contra la persona que considera es la autora del ataque, sabe que se trata de un hombre y quiere dirigir su conducta contra este hombre, pero considera que lo hace legítimamente o de forma no contraria a derecho porque no se da cuenta de que en realidad no es su agresor (error de prohibición). Conclusiones Por todo lo antes expuesto, es de vital importancia respetar el tipo legal o penal: bien sea para no castigar al que no adecua su conducta a la descripción típica, o para castigar al que sí reproduce ésta, es decir, para realizar el respectivo juicio de tipicidad. Estas situaciones, deben cumplirse pese a que al juzgador le parezca injusta una u otra decisión. Pero lo que no debe hacerse es vulnerar el tipo legal para castigar o no hacerlo, ya que esto convertiría en legislador al juez porque crearía una ley y habría un evidente vicio de inconstitucionalidad, causado por una obvia usurpación de funciones y en consecuencia sería un acto ineficaz y nulo, por autoridad usurpada y todo de acuerdo con el artículo 138 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. La teoría de la Tipicidad, no sólo consiste en que no se debe castigar a quien no encaje en la descripción típica del correspondiente Tipo Penal (delito), sino en que sí se debe castigar a todo aquel cuya conducta coincida con los hechos que tal descripción considera como criminosa. Al respecto es indispensable citar la enseñanza del padre de la teoría, Ernesto Beling, quien la desarrolló en 1906 en Alemania, y expuso: Para el jurista, toda conducta que no pueda incluirse en los tipos descritos por la ley -lo atípico-, por muy injusta y culpable que sea, es una conducta no penable; y, viceversa, la conducta típica es una conducta penable en la medida de la conminación penal adecuada a ella, en unión con los demás preceptos legales que afectan a la punibilidad. Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [147] Para el legislador, la acuñación de los tipos de delito no es, como fácilmente se puede comprender, manifestación de un capricho arbitrario. A través de ella ejecuta una valoración, que es doble: selecciona, de lo injusto culpable, lo merecedor o no de pena, según sea o no de tal manera injusto y culpable. Y una vez dentro de la zona de lo típico, forma con los tipos una escala de valores. Los tipos de delito son figuras normativas, tan normativas como ‘injusto’ y ‘culpabilidad’, dentro del círculo de las cuales se hallan situados. Es pertinente, también hacer esta cita doctrinaria: …La dogmática jurídicopenal, pues, averigua el contenido del Derecho penal, cuáles son los presupuestos que han de darse para que entre en juego un tipo penal, qué es lo que distingue un tipo de otro, dónde acaba el comportamiento impune y dónde empieza el punible. Hace posible, por consiguiente, al señalar límites y definir conceptos, una aplicación segura y calculable del Derecho penal, hace posible sustraerle a la irracionalidad, a la arbitrariedad y a la improvisación. Cuanto menos desarrollada esté una dogmática, más imprevisible será la decisión de los tribunales, más dependerán del azar y de factores incontrolables la condena o la absolución. Si no se conocen los límites de un tipo penal, si no se ha establecido dogmáticamente su alcance, la punición o la impunidad de una conducta no será la actividad ordenada y meticulosa que deberá ser, sino una cuestión de lotería. Y cuanto menor sea el desarrollo dogmático, más lotería, hasta llegar a la más caótica y anárquica aplicación de un Derecho penal del que –por no haber sido objeto de un estudio sistemático y científico– se desconoce su alcance y su límite.” (Gimbernat Ordeig, 1983, 27). Hay otra razón de suma importancia para que no deba ser vulnerada la Tipicidad Penal: esto conduce al “Derecho Penal libre” o “Derecho de Autor”, que no acepta ataduras al tipo legal y decide en forma arbitraria cuáles sujetos deben ser castigados y cuáles no deben ser castigados. Con ello, se hace menester indicar, que si se desbordan los límites de la Tipicidad, es decir, la adecuada Encuadrabilidad de la conducta cometida y el tipo penal descrito en la ley penal, la arbitrariedad reinaría en la aplicación de la Ley Penal. [148] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 Bibliografía Gimbernat, Ordeig. Estudios del Derecho Penal. Editorial Tecnos. Madrid-España, 1983. Grisanti Aveledo, Hernando. Lecciones de Derecho Penal. Vadell Hermanos Editores. Valencia, Venezuela. 1997. Jiménez de Asúa, Luis. La Ley y el Delito. Editorial Atenea, C.A. Caracas, Venezuela. 2009. Mayer, Max Ernesto. Tratado de Derecho Penal (1915). Mir Puig, Santiago. Derecho Penal. Parte General. 5 Edición. Editorial Corregrafic. S.L. Barcelona- España, 2002. Muñoz Conde, Francisco y García Arán. Derecho Penal Parte General. 2da edición. Valencia 1996. Rodríguez, Morales, Alejandro J. Síntesis de Derecho Penal. Parte General. Ediciones Paredes. 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Resumen El presente artículo es una breve exposición reflexiva sobre la tesis del Derecho Penal del Enemigo (DPE), expuesta por el Jurista Alemán Günther Jakobs; está enfocado en la verificación de su existencia, o tal vez, de su gestación dentro del sistema jurídico venezolano, específicamente en el ámbito de regulación jurídica y tratamiento operativo e institucional que reciben los delitos relacionados con el “narcotráfico” y con el consumo de sustancias estupefacientes y psicotrópicas en este país. Efectivamente, en una primera parte se intenta decantar las principales características del DPE, estudiando la forma en que el concepto ofrecido por Jakobs se transforma y amplia en el curso de su evolución hasta el presente, tomando en consideración aspectos elementales del derecho penal general como lo son los fundamentos de la pena, criterios de culpabilidad, la efectividad de la intervención penal y su juridicidad. Luego, se aborda desde una óptica enunciativa-descriptiva el tratamiento legislativo, jurisprudencial e institucional del narcotráfico en Venezuela, con la finalidad de obtener una idea global del régimen jurídico que este recibe en este país. En la última parte, el participante considera las descripciones hechas y las premisas que se desprenden de la tesis de Jakobs para integrarlas en un conjunto de conclusiones respecto a la existencia auténtica (o no) del DPE en Venezuela con especial atención al narcotráfico y su debida justificación. Finalmente se ofrecen las conclusiones y recomendaciones generales del tema. Descriptores Derecho penal, sociedad, enemigo, narcotráfico. Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [153] Abstract This article is a brief reflective-exposition about the thesis of the Criminal Law of The Enemy (CLE), exposed by the German Günther Jakobs; this is focused on the verification of its existence, or perhaps, of its gestation in the Venezuelan legal system. Especially in the field of legal regulations and operative and institutional treatment that is given to the drug-trafficking related crimes, and to the narcotics and psychotropic substances consumption in this country. In fact, in the first part of this paper, the author attempts to decant the main characteristics of the CLE by studying the way in which the concept offered by Jakobs transforms and widens itself in the course of its evolution to the present, considering elementary aspects of general criminal law, such as the foundations of penalty, criterions of guilt, and the effectiveness of the criminal law intervention. Then, the legal, jurisprudential and institutional treatment of drug trafficking in Venezuela is approached from a descriptiveenunciative perspective, in order to obtain a global idea of its juridical regime in this country. In the last part, the participant considers the descriptions made, as well as the premises that arise from the thesis of Jakobs, in order to integrate them into a set of conclusions about the authentic existence (or not) of the Criminal Law of The Enemy in Venezuela, with especial attention to drug trafficking and the justification of that. Finally, conclusions and recommendations are given. Descriptors Criminal Law, society, enemy, drug trafficking. [154] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 Introducción Derecho Penal del Enemigo (DPE) es la expresión introducida por Günther Jakobs en 1985, para referirse a las normas que en el Código Penal Alemán (StGB) sancionaban penalmente conductas, sin que se hubiere afectado el bien jurídico, pues ni siquiera se trataba del inicio de la ejecución de hecho punible. Estas normas no castigan al autor por el hecho delictivo cometido, sino por considerarlo peligroso. Como quiera que sea, la concepción de esta tesis a lo largo del tiempo ha sufrido variaciones por parte de su postulante como se intentara hacer notar en la primera parte de este artículo. Si se considera el trato que ordinariamente se le da a los delitos desde la óptica tanto sustantiva como adjetiva dentro de las principales agencias de la criminalización primaria y secundaria en el ámbito internacional, en el Derecho Comparado y especialmente en Venezuela, puede observarse que existe una evidente propensión al endurecimiento del ataque legislativo, jurisdiccional y operativo respecto a tipos penales de alguna manera “especializados”, relacionados con el narcotráfico. En efecto, se observa cómo, tanto en la legislación (desde la norma suprema hasta la más excepcional de las leyes) como en el trato jurisprudencial se han adoptado posiciones tajantes respecto a las drogas. Esto es comprensible si se considera que en la realidad histórica y actual de la sociedad venezolana las drogas, su consumo y tráfico, se han convertido no solo en un problema de salud pública sino que también se le llega a considerar dentro de la “conciencia colectiva” como un factor determinante-detonante de la miseria personal y concretamente de las tasas de criminalidad. Ello ha demandado un esfuerzo por parte de todas las instituciones estatales para combatir esta suerte de “flagelo social” que parece ir en avance. Para ello se están implementando una serie de medidas a nivel de determinados Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [155] órganos del poder público, sin duda cargados de buenas intenciones, que pretender obtener resultados satisfactorios en la lucha contra las drogas y en defensa de la sociedad. Ahora bien, pareciera que desde el punto de vista legislativo y jurisdiccional, no solo en Venezuela sino en el mundo, la puesta en marcha de una dura política criminal- antidrogas está marcando un sendero de retroceso en relación a los principios y postulados predominantes del Derecho Penal de nuestros días (garantías, mínima aplicación, ultima razón, lesividad, progresividad, humanización de las penas, resocialización del delincuente, etc.), ello se puede observar por ejemplo, cuando vemos que en la última reforma hecha al Código Penal (2005) se redujo la pena aplicable al delito de homicidio, mientras que en la última reforma legislativa en materia de drogas (que derogó a la Ley Orgánica Contra el Tráfico Ilícito y el Consumo de Sustancias Estupefacientes y Psicotrópicas, por un nuevo texto normativo llamado “Ley Orgánica de Drogas”) realizó un notable aumento en el nivel general de aplicación de las penas para la gran mayoría de los delitos en ella contemplados. Así también vemos que, por ejemplo, en el área procesal el Tribunal Supremo de Justicia, en su oportunidad abrió la posibilidad de que a los condenados por cualquier delito se les diera la posibilidad de progresar hacia beneficios legales y formulas alternas al cumplimiento de la pena, dejando sin efecto las disposiciones normativas que la obstaculizaban para ciertos delitos como el homicidio calificado; mientras que respecto a la materia de drogas se han hecho más rígidas las condiciones de obtención de tales fórmulas, hasta el punto de prácticamente anularlas, negándose a los condenados por delitos relacionados con el narcotráfico la oportunidad de progreso dentro del sistema penitenciario hacia su efectiva reinserción en la sociedad. Luego, cuando se trata de racionalizar esta tendencia de flexibilizaciónatenuación por un lado, y endurecimiento -maximización por el otro, nos encontramos precisamente con que el trato que recibe el narcotráfico actualmente, se aproxima, al menos en una visión “a priori”, a los postulados del llamado DPE introducido por el estudioso Alemán Günther Jakobs, y así se desprende de algunas opiniones críticas actuales sobre la legislación venezolana en esta materia. [156] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 En el presente artículo se busca contribuir a dar los primeros pasos sobre la verificación de una autentica existencia o no del denominado DPE en Venezuela; el mismo se encuentra estructurado en tres partes, la primera estudia la evolución o distintas fases por las que ha pasado la tesis del DPE por parte de su postulante, intentándose sintetizar, con el menor sacrificio posible de su esencia, sus postulados en una categoría denominada “características”. En la segunda sección se aborda desde una óptica enunciativa-descriptiva el tratamiento legislativo, jurisprudencial e institucional del narcotráfico en Venezuela. En la última parte, el participante tomará en cuenta las descripciones hechas y las proposiciones que haya logrado establecer en base a la tesis de Jakobs para integrarlas en un conjunto de conclusiones respecto a la existencia auténtica o no del DPE en Venezuela con especial atención al narcotráfico y su debida justificación; finalmente se ofrecen las conclusiones y recomendaciones generales del tema. El derecho penal del enemigo El concepto de DPE creado por Jakobs se vincula directamente al fin que el propio autor atribuye a la pena. En tal sentido, la distinción entre un Derecho Penal del Ciudadano y un DPE gira, a su vez, en torno a la diferencia entre el restablecimiento de la vigencia de la norma como fin esencial de la pena, por un lado, y la eliminación de peligros futuros (peligros que se entienden para la sociedad), por el otro; así pues, el Derecho Penal del Ciudadano tendría como fin el establecimiento de la norma mientras que el DPE se dirige al combate de peligros (Modolell Juan, 2006). En esencia, Jakobs distingue entre la “persona”, entidad titular de derechos y deberes capaz de emitir actos con significado en la sociedad, y el “enemigo”, individuo que representa una simple fuente de peligro contra la cual hay que defenderse. Consecuencialmente, solo en relación a la persona, a quien habría que tratar dentro de lo que se conoce como Derecho Penal del Ciudadano, se puede cumplir el fin que Jakobs atribuye a la pena, es decir, el simple restablecimiento de la vigencia normativa; esto implica, según sus observaciones, que la restricción de derechos que entraña la aplicación de un castigo respecto a las personas constituyen una mera confirmación de la norma y de ninguna manera podría estar fundamentada en la utilización de la persona como modelo o Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [157] ejemplo al grupo social de lo que podría ocurrirle a los sujetos infractores. La aplicación de una sanción, según este criterio, no pretende dar un escarmiento al resto de la población, pues el sujeto infractor como “persona” no representa un peligro real para la sociedad; aproximándose en este sentido a los postulados de Hegel en relación a la fundamentación meramente retributiva de la pena, de acuerdo a la cual se justifica su existencia sobre la base de la necesidad de restablecer la vigencia de la “voluntad general” representada en la norma jurídica; y que conlleva a la negación del posible efecto preventivo- especial del castigo. Ahora bien, frente al “enemigo”, como fuente de peligro para la población, el fin de la pena cambia radicalmente ya que su justificación radicaría entonces en “sacar de circulación” al delincuente, para anular los efectos de su acciones, incluso antes de que estas se verifiquen, por ejemplo, a través del adelantamiento de la intervención penal con fines preventivos respecto al enemigo que en esencia no es una “persona” y que por lo tanto solo debe buscarse su exclusión en pro del bienestar de la sociedad, incluso al margen de la jurídicidad, de ser necesario. Estas tajantes concepciones en Jakobs nacen como una descripción crítica de una realidad existente, pero a través del tiempo esta descripción ha sido matizada por el mismo autor, al punto de llegar a convertirse en una suerte de propuesta de respuesta justificada frente a las nuevas formas de delincuencia. Así lo expone cuándo, al referirse a la relación entre juricidad y efectividad, Jakobs Afirma que: “la efectividad de la reacción penal ante determinados fenómenos que requieren respuesta pudiera permitir, de cierto modo, apartarse más o menos de la juridicidad de la pena. Dicha eficacia sería necesaria con el fin de evitar la destrucción del ordenamiento jurídico” (Jakobs, 2003, p. 47). Evolución del alcance del concepto de derecho penal del enemigo Al estudiarse las distintas obras en las que Jakobs hace referencia directa al DPE, pueden observarse distintos significados del mismo. Así se tiene que, en un primer momento, el autor de esta tesis vincula el sentido de su concepto al régimen penal aplicable tradicionalmente a los inimputables (específicamente a niños y enfermos mentales), considerándose a estos como focos de peligro, seres frente a los que no es viable la existencia de expectativas de cumplimiento normativo y, por ende, incapaces de [158] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 comprender y merecer el “dolor penal” o castigo penal. De acuerdo con esto, puede decirse que Jakobs en sus primeras formulaciones no se aparta del todo de la idea clásica de “culpabilidad”. No obstante, al abordar la temática de la protección social, frente al peligro que pueden representar los inimputables, termina por justificar, si bien no la aplicación de castigos penales, el acuerdo de medidas de aseguramiento, argumentando que la población debe protegerse de aquellos como lo haría frente a los animales peligrosos o a los peligros naturales, para lo cual resulta idónea la aplicación la privación de la libertad o “custodia de seguridad”, por el carácter preventivo- especial que representan los efectos de estas. Sobre la base de estas ideas y sin apartarse demasiado de la clásica fundamentación “peligrosista” de las medidas de seguridad propias del antiguo Derecho Penal de los inimputables peligrosos; termina Jakobs por explicar que a estos últimos no se les toma en serio como personas, pues de lo contrario la sociedad esperaría de ellos el respeto a las normas (voluntad general), dejándose en evidencia, en esta etapa, la exclusión de tales sujetos del grupo social, negándoseles personalidad y constituyéndoseles en enemigos del orden jurídico. Posteriormente, Jakobs, en sus observaciones a la forma en la que se manifiesta la legislación penal reciente y las estrategias del Estado actual frente al delito, extiende las observaciones de su primigenia concepción del DPE a sujetos que en principio si serian imputables. Sus apuntes sobre tales medidas adoptadas por el Estado frente a cierto tipo de sujetos y conductas, que en principio surgieron como una fuerte crítica, marcaron las principales características de lo que actualmente comprende el concepto de DPE; estos rasgos giran en torno a ideas tales como el adelantamiento de la punibilidad como prevención de conductas potencialmente riesgosas, equiparándose ésta en términos de penalidad a los actos que si se llevaron a cabo, el abandono del Derecho Penal en pro de la construcción de una legislación “para la lucha” contra la delincuencia y, la supresión de garantías procesales al enemigo. Más adelante dentro de la senda evolutiva del concepto Jakobs, éste pasa de ser un crítico y observador a pronunciarse abiertamente sobre la justificación de la existencia de esta forma de combate de delincuencia. En efecto, puede notarse como de una simple descripción del fenómeno y su crítica, llega a pronunciarse en defensa de una reacción penal de este tipo. Pudiera interpretarse este cambio de posición de Jakobs en el sentido de que tanto la realidad jurídico-normativa como la realidad Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [159] político-criminal, deben guiar la labor del de los órganos que integran el sistema de justicia. No obstante, buen uso de la razón demuestra Modelell, cuando al tocar este punto, opina que en el mundo desde hacía tiempo no se veía una justificación tan “filosóficamente” elaborada de lo que incluso podría ser una reacción del Estado en el ámbito penal al margen del Derecho (Modolell Juan, 2006). De todo lo antes mencionado se desprende que dentro de la evolución de la tesis del DPE, Jakobs pasó de la “descripción” de una realidad a la defensa y justificación de su teoría como “programa” de reacción penal del Estado en la mayoría de sus proyecciones. Esta primera conclusión es fundamental para el curso del tema que plantea este trabajo. Características del derecho penal del enemigo Luego de haberse señalado las principales concepciones respecto al tema, es posible extraer los rasgos más uniformes que determinan la existencia general de un DPE (tanto en su aspecto descriptivo como en su aspecto orientador o programático, sin hacer distinción de ellos), es decir, sus características1, como consecuencias de una hipotética percepción de algo que de hecho existe y/o como propuesta de un programa de combate para el Estado: 1. La aplicación de sus preceptos discrimina entre “personas” y no “personas, siendo estas últimas el “enemigo” (distinción entendible respectivamente como ciudadanos-enemigos, en las tendencias más recientes de la tesis) de la sociedad en la medida en que lesionan gravemente el ordenamiento jurídico. 2. El enemigo no necesariamente es externo en términos de nacionalidad, sino que también puede hallarse en la 1 Para esto se tomaran en cuenta los aspectos de procedencia practica de la tesis en estudio, es decir, se determinaran solo premisas que a juicio del participante interesan a los efectos de las reflexiones de este artículo. De manera que se dejan a salvo otros rasgos característicos y objetos de crítica como los aspectos relativos a la justificación del Derecho Penal del Enemigo y las concepciones en torno a la función de las penas dentro del sistema penal de acuerdo a sus postulados, en la medida en que la falta de consideración de estos no afecte los objetivos de la investigación. [160] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 sociedad misma y puede obedecer a cualidades de la persona (peligrosidad) o al conjunto de actos que realiza en abstracto un grupo determinado por su categoría (todo el que observe una conducta que es repudiada de manera especial por la sociedad será catalogado como enemigo). 3. La existencia de un régimen jurídico excepcional para el trato exclusivo del enemigo en contraposición a un régimen que llamaremos “ordinario” para el trato del resto de los ciudadanos (o del resto de los delitos). 4. En la aplicación del Derecho Penal a los enemigos no se busca la protección propiamente dicha de los bienes jurídicos sino el restablecimiento de las normas jurídicas infligidas; la restitución del orden social vulnerado mediante una retribución desproporcionada de las consecuencias respecto al hecho individual o generalmente considerado (aunque con este último se consiga indirectamente la protección de algún bien jurídico que desde otra perspectiva justificadora del Derecho Penal podría estar siendo lesionado). 5. Como quiera que en sus pronunciamientos más recientes Günther Jakobs ha aclarado que cuando se dan supuestos de DPE en efecto el sujeto considerado enemigo pierde ciertos derechos fundamentales, como puede ser el derecho a la libertad de movimiento, pero eso no significa que pierda todos los derechos ni que aquellos que pierda sea en toda su intensidad. Puede hablarse entonces de una atenuación o recorte de garantías penales y procesales de manera exclusiva respecto de los enemigos como característica del DPE. El narcotráfico dentro del sistema penal venezolano Delimitación En general se usa la voz “sistema penal” para referirse a los procesos implicados en el ejercicio del control penal. De tal modo que no sólo suponen al conjunto de instituciones vinculadas directamente con el ejercicio del control penal estatal, sino a todas las relaciones que tienen Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [161] que ver con el ejercicio de tal control, estén o no formalizadas (Rosales Elsie, 2008). A su vez tenemos que la idea de control penal alude a las relaciones y procesos derivados de la facultad punitiva del Estado, esté o no esté dentro de los límites jurídicos, aunque en términos jurídicos esta facultad debe estar estrictamente supeditada a la legalidad conforme a la consustancial sujeción del Estado al derecho (propia de los estados constitucionales modernos). Con lo que cabe más allá del control formalizado, considerar al control punitivo no formalizado, es decir, que se incluye todo aquel que implique una punición (Restricción o supresión relevante de derechos humanos), así como a las atribuciones que de tal control haga quien no lo tiene formalmente asignado, incluso mediante vías delictivas y de mayor violencia (Tales son los casos de los escuadrones de la muerte o de las fórmulas primitivas de autodefensa). En este sentido, es preciso mencionar que esta sección del trabajo se limita a tocar únicamente el trato que reciben algunos de los delitos relacionados con droga en la legislación, jurisprudencia e instituciones venezolanas, con el único fin de abordar metódicamente el trato jurídico del narcotráfico y sus delitos conexos, solo dentro de la perspectiva del control penal formal del sistema penal venezolano y así llegar a conclusiones relevantes al objeto en estudio. De esta manera, se enuncian a modo de refrescamiento las disposiciones legales más importantes contenidas principalmente en la Ley Orgánica de Drogas, observando por supuesto el contexto constitucional de su desarrollo. Del mismo modo se mencionarán algunas disposiciones de otras leyes que guardan relación con el narcotráfico. Finalmente se sintetiza el trato jurisprudencial de la materia y se plantean conclusiones en torno a una perspectiva global del “sistema antidrogas” venezolano, y en base a ellas se trabajara la parte final de este pequeño artículo. • Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999) Artículo 271: En ningún caso podrá ser negada la extradición de los extranjeros o extranjeras responsables de los delitos de deslegitimación de capitales, drogas, delincuencia organizada internacional, hechos contra el patrimonio público de otros Estados y contra los derechos humanos. No prescribirán las acciones judiciales dirigidas a sancionar los delitos contra los derechos humanos, o contra el patrimonio público o el tráfico [162] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 de estupefacientes. Asimismo, previa decisión judicial, serán confiscados los bienes provenientes de las actividades relacionadas con tales delitos. (…) (Resaltado del autor) • Ley Orgánica de Drogas (2010) (LOD) Obligación Especial de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y los Servicios Aduaneros. (Órganos Especializados) Artículo 27. Los componentes de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y los servicios aduaneros deberán contar con unidades administrativas encargadas de la prevención y represión del tráfico ilícito de drogas, de acuerdo a su competencia, con particular atención cuando se encuentren en las zonas fronterizas. Programas Especiales Artículo 28. El órgano rector, diseñará y aplicará un plan operativo de seguridad y defensa, e igualmente creará un sistema integral de inteligencia, prevención y combate contra el tráfico ilícito de drogas, integrado por la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas, la Policía Nacional Bolivariana y el Ministerio Público, los cuales constituirán una fuerza de tarea especial para el control y vigilancia en las zonas que resulten vulnerables. Sanciones de orden administrativo Artículo 42. El Ministerio del Poder Popular con competencia en materia de salud, tendrá a su cargo la aplicación de las sanciones de orden administrativo para los infractores de las disposiciones correspondientes a estupefacientes y sustancias psicotrópicas. El Ministerio del Poder Popular con competencia en materia de industrias intermedias, tendrá a su cargo la aplicación de las sanciones de orden administrativo a los infractores de las disposiciones correspondientes a sustancias químicas controladas. Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [163] Medidas de Seguridad Social Artículo 130. El juez o jueza competente ordenará la aplicación del tratamiento de rehabilitación obligatorio, en un centro especializado, a las personas consumidoras y adicionalmente podrá aplicar separada o conjuntamente las medidas de seguridad social siguientes: 1. Re-inserción social. 2. Seguimiento. 3. Servicio comunitario. Delitos de mayor cuantía en términos de la pena aplicable Tráfico Artículo 149. Él o la que ilícitamente trafique, comercie, expenda, suministre, distribuya, oculte, transporte por cualquier medio, almacene o realice actividades de corretaje con las sustancias o sus materias primas, precursores, solventes y productos químicos esenciales desviados a que se refiere esta Ley, aún en la modalidad de desecho, para la producción de estupefacientes o sustancias psicotrópicas, será penado o penada con prisión de quince a veinticinco años (…) Fabricación y Producción Ilícita Artículo 150. Él o la que ilícitamente fabrique, elabore, refine, transforme, extraiga, prepare, mezcle o produzca las sustancias o químicos a que se refiere esta Ley, será penado o penada con prisión de quince a veinte años. Él o la que dirija o financie estas operaciones, será penado o penada con prisión de veinticinco a treinta años. Tráfico Ilícito de semillas, Resinas y Plantas Artículo 151. Él o la que ilícitamente siembre, cultive, coseche, preserve, elabore, almacene, realice actividades de corretaje, [164] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 trafique, transporte, oculte o distribuya semillas, resinas y plantas que contengan o reproduzcan cualesquiera de las sustancias a que se refiere esta Ley, será penado o penada con prisión de doce a dieciocho años. Si la cantidad de semilla o resina no excediere de trescientos (300) gramos o las plantas a que se refiere esta Ley, no superan la cantidad de diez (10) unidades, la pena será de seis a diez años de prisión. En caso de ser plantas de marihuana genéticamente modificada la pena será aumentada a la mitad. Él o la que dirija o financie estas operaciones, será penado o penada con prisión de veinticinco a treinta años. Sustracción y Sustitución Artículo 152. Los funcionarios públicos o funcionarias públicas, miembros de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, de los organismos de investigaciones científicas, penales y criminalísticas, policiales o de seguridad de la Nación, que durante el proceso de incautación o posterior a él, o encargados de su guarda y custodia, destruya, modifique, altere, sustraiga, sustituya o desaparezca, estupefacientes, sustancias psicotrópicas o sustancias químicas, a que se refiere esta Ley, será penado o penada con prisión de doce a dieciocho años. Él o la que durante el proceso de incautación o posterior a él, destruya, modifique, altere, sustraiga, sustituya o desaparezca estupefacientes, sustancias psicotrópicas o sustancias químicas a que se refiere esta Ley, será penado o penada con prisión de ocho a doce años. Artículo 167. Centinela Militar y el Consumo de Estupefacientes o Sustancias Psicotrópicas Él o la centinela militar que consuma estupefacientes o sustancias psicotrópicas o se encuentre bajo los efectos de las mismas, será penado o penada con prisión de uno a tres años, salvo las siguientes circunstancias: 1. Si el hecho se comete en campaña, sin estar frente al enemigo, con prisión de uno a cinco años. Si de sus resultas se ocasiona Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [165] algún daño de consideración al servicio, con prisión de seis a diez años. 2. Si el hecho se ejecuta frente al enemigo, los rebeldes o los sediciosos, con prisión de dos a seis años. Si de sus resultas se ocasiona algún daño de consideración al servicio, con prisión de ocho a dieciséis años. • Ley Orgánica Contra la Delincuencia Organizada y Financiamiento al Terrorismo (2012) Medidas Especiales sobre Negocios y Transacciones Artículo 19. Los sujetos obligados prestarán especial atención y crearán procedimientos y normas internas de prevención y control, sobre las relaciones de negocios y transacciones de sus clientes o usuarios con personas naturales y jurídicas ubicadas en países o territorios cuya legislación facilita el secreto bancario, secreto de registro y secreto comercial o no aplican regulaciones contra legitimación de capitales y financiamiento al terrorismo similares a las vigentes en la República Bolivariana de Venezuela o que las mismas sean insuficientes. Asimismo, sobre aquellas donde exista banca de paraísos fiscales, y zonas libres o francas o cuya situación geográfica sea cercana a los centros de consumo, producción o tránsito de drogas ilícitas y demás delitos tipificados en esta Ley. La Cooperación Internacional Artículo 75. La comunicación e intercambio de información con las instituciones gubernamentales de otros países a los fines de investigar y procesar casos provenientes de los delitos de delincuencia organizada y financiamiento al terrorismo, se referirá, entre otros, a los siguientes particulares: (omisis). 2. Información sobre tipologías o métodos para falsificar pasaportes u otros documentos, sobre el tráfico de personas, armas, drogas, legitimación de capitales y financiamiento al terrorismo, así como [166] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 información sobre el ocultamiento de mercancías en materia aduanera o cualquier otra actividad de los grupos de delincuencia organizada. (Resaltado del participante). Artículo 86: El Estado venezolano en atención a la cooperación internacional, adoptará las medidas que sean necesarias para autorizar el decomiso o la confiscación: (omisis) 2 .De estupefacientes y sustancias psicotrópicas, los materiales y equipos u otros instrumentos utilizados o destinados a ser utilizados en cualquier forma para cometer los delitos tipificados en esta Ley. (Resaltado del participante). El narcotráfico como delito de lesa humanidadjurisprudencia venezolana En fecha 28 de marzo del año 2000, con ponencia del Magistrado Alejandro Angulo Fontiveros, se dictó una sentencia en la cual se interpreta los artículos 29 y 271 de la Constitución de 1999 declarando a los delitos relacionados con droga como crímenes de lesa humanidad, en los términos siguientes: El hecho de que la novísima Constitución haya anatematizado esos delitos con su imprescriptibilidad y además con la incondicional extradición de los extranjeros que lo cometieren (pese a la negativa del cuarto aparte del artículo 6° del Código Penal y a que en algunos países se castigan tales delitos con la pena de muerte o con la cadena perpetua), se debe a que los conceptúa expresamente como delitos de lesa humanidad. La circunstancia de que la Constitución solamente haya incluido el tráfico de estupefacientes, no significa que el de psicotrópicos (LSD y “éxtasis”, por ejemplo) no sea susceptible de la imprescriptibilidad e incondicional extradición comentada, ya que tal omisión involuntaria configura un tan evidente como simple error de forma, vacuo de contenido substancial. La misma Constitución suministra la regla a seguir en estas situaciones: “ARTÍCULO 257 DE LA CONSTITUCIÓN: El proceso constituye un instrumento fundamental para la realización de Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [167] la justicia. Las leyes procesales establecerán la simplificación, uniformidad y eficacia de los trámites y adoptarán un procedimiento breve, oral y público. No se sacrificará la justicia por omisión de formalidades no esenciales.” (Resaltado de la Sala). En verdad, sí son delitos de lesa humanidad y por tanto de leso Derecho, ya que causan un gravísimo daño a la salud física y moral del pueblo, aparte de poner en peligro y afectar en realidad la seguridad social (por la violenta conducta que causa la ingestión o consumo de las substancias prohibidas) y hasta la seguridad del Estado mismo, ya que las inmensas sumas de dinero provenientes de esa industria criminal hacen detentar a ésta un poder tan espurio cuan poderoso que puede infiltrar las instituciones y producir un “narcoestado”: poco importa que sólo sea un Estado “puente”, o se crea o se finja creer que lo es, porque aun en ese caso se ha establecido que de allí se pasa siempre a estadios más lesivos: Estado “consumidor”, “productor” y “comercializador”. A sabiendas de que no es ortodoxo que una sentencia “justifique” la ley, ya que bastaría con invocarla; pero dadas las circunstancias y para únicamente hacer pedagógica referencia a los estragos de la cocaína en la salud física y moral, repárese en lo siguiente… (omissis). Este criterio2 fue ratificado por la Sala Constitucional en sentencia del mes de septiembre del año 2001 y posteriormente ha ampliado sus alcances como se evidencia en decisiones más recientes como la sentencia número 1082, del 25 de julio de 2012, en la que la misma Sala reiteró su criterio según el cual el narcotráfico es un delito de lesa humanidad y por lo tanto quienes estén siendo investigados o enjuiciados o ya hayan sido condenados por este ilícito no pueden gozar de los beneficios previstos en el Código Orgánico Procesal Penal (COPP), tal y como lo manda el artículo 29 de la Carta Magna. A mayor abundamiento pueden mencionarse las sentencias números 1.485/2002, 1.654/2005, 2.507/2005, 3.421/2005, 147/2006, 1.114/ 2 La adopción de este criterio por parte del máximo intérprete constitucional, ha sido objeto de múltiples críticas, basadas en torno a una supuesta errada y superficial interpretación de la concepción de crímenes de lesa humanidad establecida en Estatuto de Roma de La Corte Penal Internacional. [168] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 2006, 2.175/2007, todas de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia entre otras, las cuales fueron ratificadas en sentencias recientes, como las números 1.874/2008, 128/ 2009 y 90/2012, dirigidas a confirmar la imposibilidad de conceder beneficio alguno a los delitos que atentan contra la salud física y moral del colectivo, como es el delito de tráfico de sustancias estupefacientes, en todas sus modalidades, por lo que se precisa, que a estos tipos penales no le es aplicable ninguna fórmula alternativa de cumplimiento de pena, ni algún otro beneficio de los establecidos en el Capítulo Tres del Libro Quinto, referido a la ejecución de la pena, del COPP, ni a la suspensión condicional de la pena prevista en el artículo 60 de la Ley Orgánica contra el Tráfico Ilícito y el Consumo de Sustancias Estupefacientes y Psicotrópicas (2005) y en el 177 de la vigente Ley Orgánica de Drogas, que es un beneficio que se concede en la fase de ejecución del proceso penal, y que sí puede proceder en los casos del delito de posesión ilícita, previsto en el artículo 34 eiusdem. Estudiando todas las disposiciones jurídicas transcritas anteriormente puede observarse que respecto al trato de los delitos relacionados con drogas existe una estructura más o menos uniforme caracterizada por: Leyes especiales que regulan ampliamente la materia de drogas de manera detallada y plenamente diferenciable de las disposiciones que ordinariamente se establecen frente a otras figuras delictivas (delitos contra las personas, la vida, etc.) por encontrarse en leyes formales concretas (descodificación). Delitos pechados con las más altas penas permitidas por el orden constitucional. Trato diferencial para los consumidores y simples traficantes, fabricantes, facilitadores entre otros. Aplicación obligatoria de “medidas de seguridad social” a los consumidores. Organismos e instituciones especializadas en materia de investigación y persecución a narcotraficantes (creados solo para combatir el narcotráfico y sus efectos), así como atribuciones. Además de imponer a los particulares la adopción de medidas de colaboración para la investigación y seguimiento de estos delitos Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [169] Regulación constitucional expresa en relación estos delitos. Desarrollo jurisprudencial tendiente a limitar algunos derechos y beneficios procesales en razón de la naturaleza de estos delitos. Marco jurídico penal de las drogas en venezuela y el derecho penal del enemigo Se procede en este punto a analizar las características globales del sistema jurídico penal contra las drogas (venezolano) respecto de las premisas que a efectos de este trabajo se establecieron como determinantes de la existencia del DPE en una sociedad; y en base a ello se intentara llegar a una aproximación acerca de si realmente puede hablarse de un DPE en lo que respecta al trato especifico del narcotráfico en Venezuela. 1. La distinción entre personas y no personas: la principal discriminación respecto a sujetos que se observa en la LOD se hace en base al consumo de sustancias, estableciéndose medidas de seguridad como sanción para los consumidores de droga y penas para el que incurra en el resto de los delitos. Pero ello no implica necesariamente que el sujeto activo pierda su cualidad de persona ante el ordenamiento jurídico por el simple hecho de incurrir en el ilícito (por mas grave que sea), ni mucho menos pierde, por lo menos oficialmente, facultades ni garantías procesales. Ahora bien, en lo que respecta a la imposición de “medidas de seguridad social” a los consumidores, tampoco puede equiparársele del todo al trato que Günther Jakobs en su primigenia postulación describió respecto de los “inimputables”, ya que su criterio en este aspecto se baso en la idea clásica de la culpabilidad, según la cual no pueden ser culpables aquellos frente a quienes no existan expectativas normativas a ser defraudadas (esto incluye especialmente a los niños y a los privados de conciencia); en torno a ello cabría preguntarse hasta que punto un adicto a las drogas tiene plena conciencia de lo que hace y ello complejizaría el asunto, debiendo necesariamente recurrirse a la casuística. Pero, como quiera que sea, en opinión del suscriptor de este articulo, la LOD [170] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 no castiga el consumo, y siendo este el justificativo para la aplicación de la medida de seguridad resultaría impropio hablar de “inimputabilidad”, prueba de ello es que la LOD permite expresamente la aplicación conjunta de medidas de seguridad social y penas, de manera que adicto no es, a los efectos de la ley, sinónimo de inimputable. 2. La cualidad del enemigo: en este sentido la viabilidad del narcotraficante como enemigo, al menos operacionalmente, encuadraría en el trato material que le da la legislación nacional a esta figura, ya que como se verifico existen disposiciones en la LOD y en la Ley Orgánica Contra la Delincuencia Organizada que permiten la persecución del narcotraficante no solo internamente sino fuera del territorio nacional de conformidad con actividades coordinadas con otras naciones, así mismo su investigación y seguimiento a nivel internacional y conjunto de disposiciones dirigidas a particulares para que contribuyan en dichas labores imprimiendo una sensación de peligrosidad respecto al infractor. Cabe mencionar que el fallo jurisprudencial (2000) analizado en el presente trabajo al considerar el narcotráfico como delito de lesa humanidad respecto de estos delitos establece que deben ser entendidos como tal entre otras cosas por “poner en peligro y afectar en realidad la seguridad social”. 3. Régimen jurídico excepcional para el trato exclusivo del enemigo: como se mencionó dentro de las características globales del régimen jurídico del narcotráfico en Venezuela, existe un gran desarrollo normativo, que bien sea como sistema o como estructura regulan de manera específica y detallada todos los aspectos relacionados con las drogas. Ahora bien, su desarrollo en cuerpos legislativos distintos al Código Penal no implica necesariamente que se haga en detrimento específico de garantías y derechos de los destinados a sufrir la consecuencias de la norma, es decir, no hay vinculación directa entre el sentido que Jakobs le da en su tesis a la normativa específica contra los enemigos y las disposiciones constitucionales, legales y jurisprudenciales bajo estudio, por lo menos no en su aspecto formal. Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [171] 4. En cuanto al fin esencial de la pena: de acuerdo al fallo jurisprudencial estudiado, el fundamento para considerar los delitos relacionados con droga como crímenes de lesa humanidad, es precisamente que el mismo atenta contra los bienes jurídicos relacionados con la salud fisiológica de la población, manifestando expresamente que “causan un gravísimo daño a la salud física y moral del pueblo, aparte de poner en peligro y afectar en realidad la seguridad social”. Por lo que debe entenderse, al menos desde la óptica constitucional, que el fin propio de las penas en esta materia está orientado a la protección de los bienes jurídicos constitucionales de la salud, la moral y el derecho a la “seguridad”. Ello difiere del carácter que la tesis bajo estudio le otorga a la finalidad de la pena, ya que, en el DPE esta consiste en la simple restitución de la vigencia de la norma, prescindiendo de la necesidad de protección a algún bien jurídico como requisito, mientras que el sistema jurídico penal venezolano toma como justificación la protección de bienes jurídicos. 5. Atenuación o recorte de garantías penales y procesales: como se dijo anteriormente, no existe dentro del ordenamiento jurídico venezolano una disposición que expresamente suprima garantías procesales o derechos en razón de la especial comisión de algún delito de los relacionados con drogas. Lo más próximo a ello podría observarse en que el desarrollo constitucional y jurisprudencial respecto de la no prescriptibilidad de los delitos relacionados con narcotráfico. En ese sentido la interpretación de los artículos 29 y 271 de la Constitución, por parte de la Sala de Casación Penal, ratificado posteriormente por la Sala Constitucional, ha servido de fundamento al resto de los tribunales de la República, especialmente los de ejecución penal, para negar la concesión de formulas alternas al cumplimiento de la pena, por considerarlas “beneficios” que la Constitución prohíbe expresamente otorgar a los narcotraficantes, pero ello obedece a cuestiones de política criminal, no de discriminación propiamente dicha, al menos no fuera de los parámetros legales. [172] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 Se concluye de esta manera que, sobre todo en la distinción de personas- no personas, desde la óptica programática de la tesis de Jakobs, ni la Constitución, ni la LOD, ni ciertamente ninguna otra normativa, califica como un real “enemigo” al narcotraficante, no en el rigor de las características elementales que se desprenden de la tesis de Jakobs. De manera que no podría hablarse en Venezuela desde el punto de vista dogmático-formal, de la existencia de un DPE respecto a ninguna categoría de ciudadanos. Lógicamente, no hay DPE sin enemigo. Pero el asunto no es tan sencillo, ya que si se deja de un lado el carácter justificativo-formal de la tesis bajo estudio, para enfocar la realidad desde un punto vista descriptivo, podría ser considerable la existencia “de hecho” o por lo menos la gestación de un enemigo “material” de la sociedad venezolana. Esta idea se sustenta en el hecho de que si bien es cierto que, como dogma, toda la normativa en Venezuela está inspirada y formulada en base a “la persona”, no es menos cierto que desde la norma suprema hasta las leyes especiales y la jurisprudencia, sin dejar por fuera instituciones dentro del Ministerio de la defensa, El Ministerio del Interior y Justicia y el Ministerio Publico, conforman una autentica estructura “antidrogas” que con el paso del tiempo podrían engendrar un autentico DPE en pro de la manifiesta tendencia a la “defensa social”. Debe pues prestarse atención sobre esto si se considera que la tesis de Jakobs como propuesta es inaceptable, en los términos de un Estado Social Democrático de Derecho y de Justicia. Conclusiones y recomendaciones Más allá de redundar en lo que se ha dicho en el desarrollo de este artículo podría puntualizarse sobre algunos aspectos y llegar a algunas conclusiones: El DPE como “programa” o “propuesta”, no es viable en Venezuela, pues el mismo contraría los más profundos principios constitucionales, desfigurando o pervirtiendo el concepto de persona y de ciudadano; ya que todo ser humano, independientemente de que incurra en conductas delictivas, de manera ocasional o habitual, sigue siendo una persona así como también un ciudadano. Y valga decir, que ni siquiera desde el punto de vista descriptivo Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [173] de la realidad jurídica (marco regulatorio las drogas) pudo demostrarse su autentica existencia en nuestro país. No es admisible una relativización de las garantías constitucionales frente a los supuestos “enemigos” de la sociedad. A pesar de los intentos de justificación de su postulante, no se puede racionalizar el uso del Derecho Penal al margen del Estado de Derecho, aun cuando se trate de crímenes muy graves (como los relacionados con el narcotráfico, aunque en el debate actual se habla también del terrorismo y delincuencia organizada). El Estado, en ningún caso puede actuar de manera semejante a un delincuente, en fin, no debe, el Estado convertirse en un enemigo de sus ciudadanos. Aunque en ciertos aspectos el aparataje jurídico penal creado contra las drogas en Venezuela pareció “rozar” o “aproximarse” al DPE, en realidad no es tal; se trata duras políticas criminales como un esfuerzo del Estado por rescatar a la sociedad y concretamente a sus ciudadanos de un problema de la sociedad misma, es decir, de algo que no es ajeno a ella, recurriendo a los mecanismos legales constitucionalmente permitidos para “educar” no solo al infractor sino al resto del conglomerado. El Estado venezolano no puede, nunca, perder de vista esta perspectiva en su lucha contra las drogas y otros delitos como el terrorismo y la delincuencia organizada; ya que si bien es cierto que los mismos representan un grave quebrantamiento al orden social proyectado por la Constitución, no es menos ciertos que sus responsables son también personas y que aunque socialmente se justifique la política de los órganos concernientes, no debe el mismo Estado permitir el desborde de su poder en pro de una ideología tan peligrosa para sí mismo, como la postulada por Jakobs. Para ello debe luchar (al menos en el campo jurídico) contra problemas como la “descodificación” de la leyes penales, la falta de unificación de criterios por parte de los órganos del poder judicial, y mantener el máximo control sobre órganos policiales y de investigaciones en materia de drogas. Aunque el endurecimiento en la lucha contra el narcotráfico sea una tendencia mundial, no debe la comunidad internacional legitimar, ni justificar conductas semejantes a las que los Estados Unidos de Norte América (el principal exponente del [174] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 DPE en la actualidad) ha mostrado respecto al terrorismo. No debe cerrarse esta reflexión sin hacerse mención obligada, en este punto, a los atropellos que al amparo de dicho país se han suscitado con ocasión a la “lucha contra el terrorismo”, contenida particularmente en la llamada “Patriot Act”, verificándose la grave violación a los Derechos Humanos de los detenidos en Guantánamo, lo que resulta a todas luces intolerable y que por fortuna ha sido públicamente denunciado y repudiado por gran parte de la comunidad internacional. Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [175] Bibliografía Jakobs, G. (2000). La Ciencia del Derecho Penal en el Presente. Trad. De Manso Porto. Universidad Externado de Colombia (2003). Derecho Penal del Ciudadano y Derecho Penal del Enemigo. Trad. De Cancio Meliá. Thomson Civitas, Madrid. Modolell, J. (2006) El “Derecho Penal Del Enemigo”: Evolución (¿O Ambigüedades?) Del Concepto y Su Justificación. Revista CENIPEC. 25. 2006. Rodríguez, A. (2008). Dogmática Penal y Crítica. Vadell Hermanos Editores. Caracas, Venezuela. Rosales, E. (2008). Sistema Penal Y Acceso A La Justicia. Publicación de la Universidad Central de Venezuela. Caracas. Sains, J. (2007). Lesa Humanidad y la Practica del Estado Venezolano. Centro De Estudios De Derechos Humanos Universidad Central De Venezuela. Caracas. Velázquez, F. (2005). Derecho Penal Liberal y Dignidad Humana. Editorial Temis. España. Referencias documentales Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999). Gaceta Oficial Nº 36.860. Ley Orgánica de Drogas (2010). Gaceta Oficial Nº 37.510. Ley Orgánica Contra el Tráfico Ilícito y el Consumo de Sustancias Estupefacientes y Psicotrópicas (2005). Gaceta Oficial Nº 38.337. Ley Orgánica Contra la Delincuencia Organizada y Financiamiento al Terrorismo (2012). Gaceta Oficial Nº 39.912. Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [177] Normas para la elaboración y presentación de los artículos en la revista del ministerio público 1. Características de los trabajos 1.1. Temas: Los trabajos a ser publicados en la Revista del Ministerio Público, deberán referirse a temas de actualidad, científicos – técnicos – jurídicos, que constituyen un aporte inédito a la construcción de la cultura de paz y el enriquecimiento de la cultura jurídica dentro de un espíritu didáctico y democrático. 1.2. Extensión y formato: Los artículos propuestos tendrán una extensión de 15 a 25 páginas (incluyendo notas, gráficos, cuadros, anexos y referencias bibliográficas), en papel tamaño carta, tipografía Arial o Times New Roman, tamaño 12, escritas a espacio y medio, márgenes derecho, izquierdo, superior e inferior de 3 cm. 1.3. Recepción: Los trabajos serán recibidos en la Escuela Nacional de Fiscales del Ministerio Público, ubicada en la calle Los Naranjos, entre las Avenidas Las Acacias y Los Samanes, Urbanización La Florida. Los autores consignarán dos copias del trabajo en versión impresa y la versión digital en un disco compacto. 2. Condiciones para la presentación 2.1. Consignación: Los trabajos impresos se consignarán en sobres cerrados. La versión digital se consignará en un disco compacto debidamente identificado con el título del trabajo. 2.2. Identificación: Los primeros folios deben estar separados de la encuadernación o engrapado y contendrán: Folio 1: a) Título del trabajo Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [181] b) Nombres y apellidos del autor c) Lugar de procedencia d) Breve reseña curricular, máximo 10 líneas e) Institución a la que pertenece, de ser el caso f ) Correo electrónico y números de teléfono de contacto. g) En la versión digital esta hoja será un archivo aparte, identificado con el nombre, DATOS DEL AUTOR. Folio 2 en adelante: a) Título del trabajo, en español y traducido al inglés b) Síntesis de máximo 10 líneas que describa el aporte científico académico del trabajo c) Resumen con una extensión de 200 a 250 palabras, en español y una traducción al inglés (se recomienda consultar traductores especialistas) d) Máximo cinco palabras claves o descriptores, igualmente traducidos al inglés e) En la versión digital este folio corresponderá a un archivo aparte con el nombre RESUMEN. 2.3. Cuerpo del trabajo: Debe estar engrapado o encuadernado, identificado sólo con el título. En la versión digital el nombre del archivo debe ser el título del trabajo o una parte de él que permita diferenciarlo fácilmente. 2.4. Imágenes y gráficos: Si el trabajo incluye imágenes, gráficas y/o tablas, además de estar insertadas dentro del trabajo en el lugar que les corresponde, deben entregarse en archivos aparte con extensión .jpg y en alta resolución. De existir dudas, consultar con el Comité Editorial [182] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 para la asesoría al respecto. El autor podrá ser contactado para solventar cualquier eventualidad que se presente. 2.5. Solicitud de publicación: Se debe anexar una carta dirigida al Comité Editorial de la Escuela Nacional de Fiscales, firmada por el o los autores, en la que se exprese la solicitud de publicación del artículo, la aceptación de las normas editoriales y la cesión de los derechos de publicación. 3. Evaluación y publicación de los trabajos 3.1. Arbitraje: Todos los artículos serán arbitrados bajo la modalidad Sistema Doble Ciego, por especialistas en las respectivas áreas de conocimiento. 3.2. Condición de recepción: Los trabajos recibidos deben presentarse únicamente de acuerdo a las presentes normas. De lo contrario, serán devueltos a sus autores o autoras para su correspondiente reestructuración. 3.3. Veredictos: Los veredictos posibles luego del arbitraje son: Publicación, Publicación sujeta a modificaciones, No publicación. La decisión se comunicará por escrito oportunamente, así como las modificaciones necesarias para la publicación, de ser el caso. La Escuela Nacional de Fiscales no está en la obligación de exponer las razones del veredicto. 3.4. Modificaciones: En los casos en que se requieran modificaciones para la publicación, el autor deberá realizar únicamente los cambios señalados en el arbitraje. 3.5. Causal de rechazo: Si se llegara a detectar algún tipo de plagio, será motivo suficiente para su devolución sin posibilidades de publicación. 3.6. Oportunidad de publicación: La Escuela Nacional de Fiscales evaluará la oportunidad de publicar los artículos aceptados en el número correspondiente, de acuerdo a la visión temática y a la política editorial de la edición respectiva. Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [183] 3.7. Permanente recepción: La recepción de los trabajos aspirantes a publicarse es permanente y serán custodiados en un banco de artículos al efecto. 3.8. Ejemplares a los autores y autoras: Recibirán cinco ejemplares de la Revista del Ministerio Público en el cual haya sido publicado su artículo. 3.9. Responsabilidad de opinión: El Ministerio Público no se hace responsable sobre las opiniones emitidas por los autores, lo cual estará explícitamente indicado en la publicación. 4. Normas metodológicas 4.1. Extensión y formato: Serán de acuerdo a lo mencionado anteriormente en el punto 1.2. 4.2. Estructura: Título, Introducción, cuerpo del trabajo separado en secciones, capítulos o similares, dependiendo de la naturaleza de la investigación, Conclusiones, Recomendaciones (si existieran), Anexos (de ser el caso), Referencias Bibliográficas. 4.3. Imágenes: Las imágenes, tablas y/o gráficas deben estar debidamente numeradas e identificadas con un titular descriptivo de su contenido. Igualmente, las abreviaturas y símbolos que se utilicen dentro de ellas deben ser explicadas. 4.4. Siglas y abreviaturas: La primera vez que se mencione instituciones, leyes y similares que aparezcan recurrentemente en el texto, se debe escribir su nombre completo y a continuación las siglas entre paréntesis. En adelante se utilizarán únicamente las siglas para referirse a dichas instituciones o leyes. Las abreviaturas diferentes a las de uso común (como etc., i.e., cfr., ibíd.) deben ser explicadas, bien sea al inicio del texto o en pie de página. 4.5. Citas y referencias bibliográficas: Se realizarán según las normas del Manual de Estilo APA (consultar Apéndice). [184] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 4.6. Notas al pie: Se utilizarán únicamente para incorporar información adicional a la exposición (no para colocar los datos de las obras citadas en el texto). 4.7. Recomendaciones a los autores y autoras Mantener la claridad, sencillez y concisión en la exposición escrita. Procurar la exactitud en el uso del idioma y en el lenguaje especializado. Utilizar fuentes confiables, de autores reconocidos o de revistas especializadas, tener en cuenta que este es uno de los criterios para el arbitraje del artículo. Evitar las referencias a trabajos no publicados o a comunicaciones personales, a no ser que sea indispensable. Utilizar citas y referencias sólo para apoyar ideas o hallazgos y procurar que su extensión sea la precisa para lograr el objetivo. Estas normas estarán sujetas a revisión permanente y las modificaciones se publicarán oportunamente, por lo que se recomienda a los interesados estar atentos a su lectura. 5. Contactos Información de contacto con la Escuela Nacional de Fiscales del Ministerio Público: Teléfonos: 58 212 - 7316512 / 7315213/ 7315339 Correo electrónico: [email protected] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [185] Apéndice Normas apa para referencias y citas bibliográficas 1. Referencias a otras obras a) Referencias no textuales: se trata de hacer mención de ideas de un autor sin recurrir a la cita textual, parafraseando o resumiendo el texto original o la visión general del autor hacia determinado aspecto. En este caso se debe colocar el apellido seguido del año de la publicación entre paréntesis. Ejemplo 1: También, si revisamos los manuales sobre metodología cualitativa en nuestra lengua, podremos constatar que el término estrategia no es el único que se utiliza para hacer referencia, por ejemplo, a la entrevista, el grupo de discusión o las historias de vida, sino que también se habla de técnicas (Valles, 1997), prácticas de investigación (Delgado y Gutiérrez, 1995), e incluso de métodos de investigación, en algunos casos. Ejemplo 2: Así, Tesch (1990) señala que es imposible construir una tipología clara y excluyente de categorías que permitan clasificar los diferentes tipos de investigación cualitativa (la autora identifica más de cuarenta tipos de investigación cualitativa) y nos propone dos formas posibles de organización: una, en función de la raíz disciplinar fundamental que orienta los métodos y procedimientos de investigación, y una segunda, en función de los objetivos de investigación, tal y como hemos visto en el capítulo anterior. b) Citas de menos de 40 palabras: se dejan incorporadas dentro del texto y entre comillas, seguidas del apellido del autor, el año de la Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [189] publicación y el número de página donde se encuentra el texto citado, entre paréntesis y separado por comas. Ejemplo 3: Asimismo, esta autora señala que las historias profesionales constituyen narraciones en torno a acontecimientos profesionales que más tarde se utilizan para formular preguntas o establecer inferencias sobre el grupo al que se hace referencia. Son útiles también para valorar la repercusión de las experiencias vitales y de formación en las prácticas profesionales. “También posibilita poner de relieve las diferencias de estructuras que utilizan los profesores con distinto grado de experiencia en torno a determinadas cuestiones educativas, o resolución de problemas en el aula” (Colás, 1997c, 283). También puede colocarse el autor y el año entre paréntesis antes de la cita y el número de página al final entre paréntesis. Ejemplo 4: Asimismo, esta autora señala que las historias profesionales constituyen narraciones en torno a acontecimientos profesionales que más tarde se utilizan para formular preguntas o establecer inferencias sobre el grupo al que se hace referencia. Son útiles también para valorar la repercusión de las experiencias vitales y de formación en las prácticas profesionales. Como señala Colás (1997), “También posibilita poner de relieve las diferencias de estructuras que utilizan los profesores con distinto grado de experiencia en torno a determinadas cuestiones educativas, o resolución de problemas en el aula” (283). c) Citas de más de 40 palabras: se separan del texto en un párrafo aparte, sin comillas y con el espacio de un tabulador a la izquierda y a la derecha. La tipografía debe ser más pequeña y el interlineado simple. Ejemplo 5: Como afirman Velasco y Díaz de Rada (1997) en relación a la investigación etnográfica: [190] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 El conocimiento puntual de las técnicas que utilizan los etnógrafos para conseguir sus datos y para procesarlos no es suficiente, si lo que se pretende es comprender la lógica de la investigación etnográfica, es decir, los propósitos y las propiedades epistemológicas que convierten el tratamiento de la información en una etnografía (p. 213). Al igual que el caso anterior, de no colocarse el nombre del autor y año de publicación antes de la cita, se debe hacer al final entre paréntesis: (Velasco y Díaz de Rada, 1997, 213) En el caso de más de un autor, se colocan los apellidos por orden alfabético, hasta tres autores. A partir de cuatro autores, se coloca el apellido del primero seguido de et al y el año de publicación: Ejemplo 6: Blanco et al (2002) señalan la importancia… 2. Bibliografía o Fuentes Consultadas Al final del trabajo se incorporará la lista de obras o fuentes consultadas, ordenadas alfabéticamente por autor, según los siguientes formatos: a) Publicaciones no periódicas (libros): Apellido, N (Inicial). (Año). Título del libro (cursivas). (Edición). Ciudad de la publicación, Editorial. b) Publicaciones periódicas (revistas, periódicos) Apellido, N (inicial). (Año). Título del artículo: Subtítulo (si tiene). Nombre de la publicación o revista (cursivas). Volumen de la publicación. Número de las páginas que comprende el artículo citado. c) Publicaciones electrónicas (revistas digitales) Apellido, N (inicial). (Año). Título del artículo: Subtítulo (si tiene). Nombre de la publicación o revista (cursivas). Volumen de la publicación. Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13 [191] Número de las páginas que comprende el artículo citado. En: dirección electrónica completa [Consultada el día/mes/año]. d) Artículos tomados de enciclopedias o compilaciones Apellido, N (inicial). (Año). Título del artículo. En: Título del libro (cursivas). Vol. X, número de las páginas que comprende el artículo. Ciudad de la publicación, Editorial. e) Leyes, decretos y resoluciones oficiales Nombre completo de la ley (Año). Título y número de la publicación en que aparece oficialmente. [192] Revista del Ministerio Público// Revista Científica Arbitrada// V Etapa Nº 13