co y demográfico de los pequeños núcleos de población, ocupando

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co y demográfico de los pequeños núcleos de población, ocupando
nichos del mercado que no pueden ser cubiertos por empresas de
mayor tamaño que emplean a trabajadores asalariados. Una adaptación que sólo es posible desarrollando estrategias de diversificación de los negocios y de pluriactividad de los individuos que en
muchos casos desembocan en la autoexplotación, problema contemplado en los estudios de caso expuestos más adelante en los que
constataremos como entre los principales mecanismos de adaptación de las empresas familiares a las variabilidad del mercado destacan la incorporación cíclica de la fuerza de trabajo de reserva de
la familia a la labores de producción y la intensificación de la carga
de trabajo por individuo en los períodos que exigen aumentar la
producción de bienes o servicios.
IV.5. EL PROBLEMA DEL CALCULO DE LOS ACTIVOS
INDUSTRiAi.F.S Y TERCIARIOS
Según nuestras estimaciones, el número de trabajadores
industriales asalariados residentes en alguno de los veinticinco
municipios analizados ascendía en 1990 a ochenta y cuatro, y el
Tabla 101: Empleo en servicios públicos en 1990.
Adminishación
Municipio
B ocegu ill as
Cerezo de Abajo
Sep úl ve d a
N" de empleos
Ministerio del Interior
Ayuntamiento
15
2
Ministerio del Interior
15
Ministerio del [nterior
15
Ayuntamiento
7
Registro de la propiedad
2
Icona
2
Consejería de Agricultura de la Junta de Castilla y León
Ministerio de Sanidad
8
10
Resto de municipios Ayuntamientos
11
Total
87
Fuente: Elaboración propia (envevista con alcaldes y secretarios de ayuntamientos).
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de asalariados en servicios privados era de ciento dos. A ellos
debemos añadir los ochenta y siete trabajadores de servicios
públicos que se distribuían según muestra la tabla 101. Es decir,
el total de ocupados asalariados en la industria y los servicios residentes en la comarca era, en 1990, de 273 personas, cifra que
apenas representaba el 16.8% de la población activa.
En la misma fecha, el número de ocupados en explotaciones
agrarias cuyos titulares cobraron IC (personas que en teoría
obtienen sus rentas principales del trabajo en la explotación
agraria), ascendía a cuatrocientas cincuenta y seis personas.
Sumando ambas cifras obtenemos un total de setecientos veintinueve ocupados. Ahora bien, según el Padrón Municipal de
Habitantes de 1986, la población activa comarcal ascendía a mil
seiscientas veinticinco, cifra que no habría variado considerablemente en 1990. De todo lo anterior se desprende que existe una
gran diferencia entre el número total de activos, el número de
ocupados agrarios y el número de ocupados asalariados en la
industria y los servicios.
Como hemos repetido en numerosas ocasiones, nos encontramos en un territorio donde el grueso de los ocupados en la industria y los servicios son trabajadores autónomos. Para calcular el
número total de activos en industria y servicios debemos sumar el
número de trabajadores autónomos (titulares de licencias fiscales y
ayudas familiares) el de asalariados y el de parados, cifra esta última
que como vimos en otro momento no es demasiado relevante.
Ahora bien, nosotros conocemos el número de titulares personas
ñsicas de licencias fiscales que en 1990 residían en la comarca pero
no el número de ayudas familiares que trabajaban en las pequeñas
empresas de industria, construcción y servicios, y esto no impide
calcular con exactitud el número de activos no agrarios.
Por otra parte, en la comarca de Sepúlveda abundan las personas que trabajan simultáneamente en la agricultura, en un pequeño bar, en una tienda de comestibles y fabricando pan o bollos, de
forma que la clasificación sectorial de los activos no resulta operativa salvo en el caso de que se aplique exclusivamente a trabajadores,
asalariados o autónomos, que desempeñan una sola actividad laboral. Podemos conocer con un escaso margen de error la cifra de
asalariados en la industria y los servicios locales, pero el cálculo del
número de trabajadores autónomos, que como hemos visto son los
más abundantes en la comarca a tenor del número de licencias fiscales existentes, presenta grandes dificultades.
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A lo largo del trabajo hemos verificado la existencia de un elevado número de personas que poseen diferentes licencias fiscales
de industria, construcción, comercio, restauración y transportes
y frecuentemente explotaciones agrarias. ^Cómo clasificar a estas
personas que desempeñan varios trabajos a lo largo del año, de
la semana e incluso en un solo día?. ^Cómo clasificar a los ayudas
familiares que suelen desempeñar trabajos similares a los de los
titulares de los negocios?. ^Cuales deberían ser los criterios de
clasificación?.
En principio, podríamos manejar dos criterios para clasificar a
los pluriactivos, uno de carácter laboral y otro de económico. El
primero resulta de considerar el número de horas empleadas en
cada uno de los trabajos desempeñados por el individuo, de
forma que la actividad en la que inviertan más horas sea considerada la principal. Ahora bien, en la comarca de Sepúlveda la
pluriactividad surge precisamente como respuesta a la enorme
variabilidad de la demanda de bienes y servicios a lo largo del
año e incluso de la semana, que se traduce en una variación de
las horas de trabajo dedicadas a cada actividad según la estación
del año, según el mes e incluso según el día de la semana. En
verano, el propietario trabajador autónomo de una tahona dedica más horas a la elaboración de pan y bollos puesto que se ha
disparado el consumo con la llegada de los turistas y los Áeraneantes. Sin embargo, el mismo industrial trabaja muchas menos
horas en la tahona en invierno, porque la demanda es muy inferior. En este período, el mayor número de horas de trabajo
puede ser el dedicado a la explotación agraria, al pequeño
comercio o a la venta ambulante, razonamiento perfectamente
aplicable al analizar el trabajo a lo largo de la semana. Pero además, y tal y como se comprobará en el análisis de casos, las familias con titulares de licencias de industria y servicios funcionan
como auténticas unidades económicas, como pequeñas empresas, distribuyendo el trabajo entre sus miembros en función de
las necesidades de producción y la disponibilidad de mano de
obra, de tal forma que según la época del año, el mes o el día de
la semana los individuos desempeñan diferentes funciones productivas.
Resulta evidente la dificultad de establecer una clasificación
de los activos en función del número de horas trabajadas, porque
para ello necesitamos realizar un examen de todas las actividades
laborales desempeñadas por cada uno de los individuos que tra-
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bajan en negocios propios, así como del tiempo de trabajo invertido en cada una de ellas. Pero además, la clasificación variaría
según la época del año, el día de la semana o el mes, puesto que
el mismo individuo podría ser activo industrial en verano, activ ^
en servicios los fines de semana y activo agrario en invierno, con
lo cual, a la dificultad que supone realizar la clasificación se añade su escasa operatividad.
El segundo criterio de clasificación, de carácter económico,
son los ingresos obtenidos en cada uno de los trabajos desempeñados por el individuo, en el sentido de que la actividad que proporcione el mayor volumen de rentas sea considerada su ocupación principal y determine el sector de actividad a que queda adscrito el trabajador. Pero obtener esta información a escala comarcal o municipal con un margen de precisión relativamente fiable
resulta una tarea colosal y casi siempre inabordable.
En el análisis de casos que presentamos en las páginas siguientes hemos podido comprobar que la mayoría de las familias que
gestionan varios negocios, sean estos explotaciones agrarias,
pequeñas industrias, comercios de alimentación o bares, no realizan una contabilidad diferenciada según las diversas actividades
desempeñadas. Varios factores explican este comportamiento. El
primero es la falta de cualificación de la mayor parte de los individuos que muchas veces no están capacitados para llevar una
contabilidad minimamente rigurosa de los ingresos obtenidos en
cada actividad desempeñada. El segundo, resulta del comportamiento de la familia como unidad económica que considera que
los ingresos de cada actividad son solo un componente de los
ingresos totales del grupo y, en consecuencia, los integra en una
caja común. El resultado final es un evidente desconocimiento de
los ingresos exactos generados por cada una de las actividades
económicas desempeñadas por cada individuo. Pero en cualquier
caso, y aunque pudiéramos conocer con exactitud cuales son los
ingresos obtenidos por un individuo en cada una de las actividades desempeñadas, nos encontraríamos de nuevo con que estos
son muy variables a lo largo del año. Es decir, en una determinada estación los ingresos principales pueden surgir de la industria,
en otra de la explotación agraria familiar y en otra del pequeño
comercio o del bar, de forma que el resultado del análisis volvería a ser que los individuos estarían clasificados en diferentes sectores de actividad económica según la época del año, e incluso
según el día de la semana, de manera que el criterio económico
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de clasificación vuelve a ser, al igual que el criterio laboral, sumamente costoso de aplicar y escasamente operativo.
El tiempo de trabajo invertido y las rentas obtenidas en cada
una de las actividades económicas desempeñadas por el individuo ya han sido utilizado como criterios de clasificación en la elaboración de registros y fuentes oficiales de datos. Este es el caso
del Registro de Titulares de Explotaciones Agrarias con derecho
al cobro de Indemnización Compensatoria, y los resultados son
espectaculares, puesto que en una comarca considerada eminentemente agraria, que según el Censo Agrario del INE contaba en
1989 con algo más de millar y medio de explotaciones agrarias y
con casi mil doscientos titulares cuya ocupación principal es el
trabajo en las explotaciones, solamente trescientos sesenta titulares cobraron IC, lo que significa que solo esa cantidad de titulares tenían su ocupación principal en la explotación. En mi opinión, de poder aplicar los criterios de clasificación señalados
sucedería lo mismo respecto al número resultante de ocupados
autónomos y ayudas familiares que trabajan exclusivamente en la
industria o en los servicios.
Las consideraciones anteriores nos llevan a concluir que la clasificación tradicional de la población activa por sectores de actividad no funciona en la comarca de Sepúlveda y muy probablemente tampoco en los espacios rurales donde, al•igual que en el
analizado, predomina el pequeño propietario agrícola, industrial
y comercial. Ahora bien, que la clasificación tradicional de la
población activa por sectores de actividad económica no funcione en esta comarca no significa que el mayor número de activos,
los autónomos pluriactivos, no integren uno o varios grupos
homogéneos con características y problemáticas específicas. Por
una parte se trata de trabajadores autónomos pluriactivos, sin
ingresos estables, sin cobertura por desempleo, con horarios de
trabajo muy variables a lo largo del año y de la semana y, en
numerosas ocasiones, con malas condiciones de trabajo. Por
otra, la mayoría, forman parte de hogares que funcionan como
verdaderas empresas que distribuyen el trabajo entre los individuos según el sexo y la edad en función de las necesidades de
producción, y que con frecuencia incorporan a miembros teóricamente inactivos como ancianos y niños a las labores de producción. En consecuencia, parece necesario abordar la elaboración de una nueva tipología de clasificación de la población activa en las áreas rurales que considere todos estos aspectos.
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