Universitario - Escuela Sabática

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lección 2
5 al 11 de enero
La creación.
El origen del mundo
«Porque así dice el Señor, el que creó los cielos;
el Dios que formó la tierra, que la hizo y la estableció;
que no la creó para dejarla vacía, sino que la formó para ser habitada:
“Yo soy el Señor, y no hay ningún otro”».
Isaías 45: 18
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sábado
Génesis 1: 1, 2
Introducción
5 de enero
Algo surgió de la nada
Milton Wright fue un pastor que viajaba por todo Estados Unidos esparciendo el evangelio. En cierta ocasión, al regresar de uno de sus viajes, le trajo un
obsequio a sus dos hijos: un helicóptero de juguete que movía sus aspas gracias
a un elástico de caucho. Orville y Wilbur se gozaron mucho con aquel aparato y
después de jugar con él numerosas veces se empeñaron en construir uno parecido. Con el tiempo se fueron interesando cada vez más en la aeronáutica hasta
que en 1903 construyeron un avión con trozos de madera y lona. Dicho aparato
lo pusieron a prueba en un paraje llamado Kitty Hawk, en el estado norteamericano de Carolina del Norte. El mismo voló durante 12 segundos.*
Creer constituye una experiencia de fe y confianza en Dios.
Es increíble pensar en los rudimentarios inicios de la aviación, considerando
sus logros actuales. En el presente, la industria de la aviación representa una inversión de muchos miles de millones de dólares y los ingenieros están continuamente buscando mejorar la durabilidad y seguridad de los aeroplanos. Es increíble que
todo comenzó con unos pedazos de madera y de lona, y que llegó a ser un invento que revolucionaría la forma en que hoy nos desplazamos por todo el mundo.
Es fácil visualizar algo que se forma de dos elementos; pero Dios, a través de
su gran poder creó el mundo de la nada. Génesis 1: 2 afirma que «la tierra era
un caos total». Estaba en tinieblas, carecía de forma y no servía para nada. Sin
embargo, Dios creó un lugar que es una muestra de su gloria (Sal. 19: 1). El habló
y la tierra y todo lo que hay en ella fue creado. No tuvo que formular un plan
para luego conseguir los materiales necesarios. ¡Qué poderosa es la palabra de
Dios! (Isa. 55: 11).
Algunos creen que el sistema solar surgió de una nube de gas y polvo y que
el sol luego apareció, además de los planetas que se agruparon en torno a él.
Otros creen que hubo un cataclismo cósmico denominado big bang. Los científicos han intentado presentar diversas teorías respecto al surgimiento de la vida,
pero las mismas no son del todo convincentes.
Al estudiar la lección de esta semana, contemplaremos el grandioso poder de
Dios. Si observamos la naturaleza podremos ver que la creación no fue algo casual. Dios no creó a los animales sin que antes hubiera vegetación, tampoco creó
a las aves y a los peces sin antes crear la atmósfera y el mar. Esto nos muestra que
nuestro Dios es un ser de orden. No podemos explicar plenamente y en detalle el
proceso de la creación. Creer constituye una experiencia de fe y confianza en Dios.
* U.S. Sentinel Flight Commission, http: //www.centennialofflight.gov/essay/Wright_Bros/wright _family/
WR1.htm (consultado el 26 de diciembre del 2011).
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domingo
6 de enero
Logos
¡Dios me formó!
Génesis 1: 1-27; 2: 9, 16;
Salmo 51: 10
El Dios Creador (Gén. 1: 1-27).
«Así es también la palabra que sale de mi boca: No volverá a mí vacía, sino que
hará lo que yo deseo y cumplirá con mis propósitos» (Isa. 55: 11).
Después que nuestro Padre llamó a la existencia a los cielos y a la tierra, él comenzó a crear por medio de su palabra diferentes procesos que sustentarían la vida.
Él determinó que la luz brillara en la oscuridad, y eso aconteció. El sol, la luna y las
estrellas aparecieron exactamente cuando él lo ordenó. La tierra seca se formó, la
hierba brotó y los árboles con sus frutos comenzaron a presentar una abundante
cosecha. En respuesta a su mandato surgieron las criaturas acuáticas así como los
animales terrestres. Luego nuestro Salvador formó cuidadosamente al hombre y a
la mujer a su imagen y sopló vida en ellos. El término hebreo traducido como
«imagen» es selem. Dicha palabra encierra la idea de que Adán y Eva eran físicamente semejantes a Dios así como en su habilidad para «pensar como Dios». La imagen
de Dios se reflejaba en el ámbito de sus emociones. Dios es un ser de emociones.
Tenemos abundante evidencia de ello en la Biblia. Él ama a sus criaturas. Él no es
el Dios frío y apartado de los deístas. Él es un Dios activo que se mantiene en
contacto con sus criaturas.1
El Dios que provee (Gén. 1: 29; 2: 9, 16)
El universo entero testifica acerca de la ley de Dios. Parte de esa ley está relacionada con nuestra alimentación. Antes de que Dios creara a los animales y a los
seres humanos, él sembró comida para ellos. Para nosotros reservó «toda planta
que da semilla, que está sobre toda la tierra, así como todo árbol en que hay fruto
y da semilla. De todo esto podréis comer» (Gén. 1: 29). Las palabras de esta norma
revelan que no era la voluntad de Dios que los seres humanos mataran animales
para comerlos; o que los animales se devoraran unos a otros. Por lo tanto, la violenta destrucción de la vida por hombres y animales es el resultado de la entrada del
pecado al mundo.2
En la actualidad algunos estudios realizados en Estados Unidos confirman que
la alimentación original que Dios decretó para Adán y Eva es la mejor. Dichas investigaciones al ser tomadas en conjunto representan una poderosa evidencia de
que la alimentación vegetariana no solo es adecuada desde el punto de vista nutricional, sino que implica un riesgo menor de contraer algunas enfermedades asociadas a la alimentación occidental.3
El Dios que renueva (Sal. 51: 10)
Cristo conoce nuestras preocupaciones y se conduele. Él observa el desconsuelo del preso que yace olvidado y las lágrimas de una madre divorciada. Él re-
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conoce el temor que embarga el corazón de un alumno universitario que está fracasando en sus estudios. Él se preocupa por todos nosotros debido a que él fue
quien nos creó. Experimentar su salvación equivale a ser creado de nuevo.
El Espíritu renueva nuestras mentes y escribe
la ley de Dios en nuestros corazones.
Después que David cometiera adulterio con Betsabé, él se arrepintió y le suplicó a Dios que creara en él un corazón nuevo. El término hebreo que David
utiliza para «crear» es la misma palabra empleada en Génesis 1: 1; bara. Este vocablo únicamente se utiliza con relación a las actividades creadoras de Dios.4
Únicamente Dios pudo crear al mundo. Únicamente él puede crearnos de nuevo, renovarnos, cuando hemos pecado. Cuando el Espíritu Santo nos lleva a
arrepentirnos de nuestros pecados y aceptamos a Cristo como nuestro Salvador,
somos justificados y adoptados como hijos e hijas de Dios, librados de la servidumbre del pecado. Mediante el Espíritu nacemos de nuevo y somos santificados; el Espíritu renueva nuestras mentes y escribe la ley de Dios en nuestros corazones. Asimismo se nos concede el poder para vivir vidas santificadas. Al
morar en él nos hacemos partícipes de la naturaleza divina y obtenemos la seguridad de la salvación.5 Finalmente cuando él regrese para crear de nuevo al mundo, el ciclo de la creación y la salvación se completará.
PARA COMENTAR
¿Qué aspecto de la tierra nueva piensas que disfrutarás más?
1. Handbook of SDA Theology (Review and Herald).
2. Comentario bíblico adventista. Comentario sobre Génesis 1: 29.
3. The American Journal of Clinical Nutrition, Gary E. Fraser, «Vegetarian diets: what do we know of their effects
on common chronic diseases?» http: //www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2677008/?tool=pubmed
(consultado el 21 de diciembre del 2011).
4. Comentario biblico adventista. Ibíd.
5. Creencias de los adventistas del séptimo día. Creencia nº 10.
Vanessa Audiann Hunter, Baltimore, Maryland, EE. UU.
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lunes
7 de enero
Testimonio
Ni mancha de pecado,
ni sombra de muerte
Génesis 1
«Dios habló, y sus palabras crearon las obras del mundo natural. La creación
de Dios no es sino un almacén de medios, listos para que él los emplee instantáneamente para realizar lo que le plazca».1
«El Señor ha dado su vida a los árboles y las plantas de su creación. Su palabra
puede aumentar o disminuir el fruto de la tierra.
»Si los hombres abrieran su entendimiento para discernir la relación entre la
naturaleza y el Dios de la naturaleza, se escucharían entusiastas reconocimientos
del poder del Creador. La naturaleza moriría sin la vida de Dios. Sus obras creadas
dependen de él. Él derrama propiedades vivificantes sobre todo lo que produce la
naturaleza. Debemos considerar los árboles cargados de frutos como el don de
Dios, de igual forma como si él hubiera colocado el fruto en nuestras manos».2
«El huerto del Edén era una representación
de lo que Dios deseaba que llegara a ser toda la tierra».
«No solo el jardín del Edén, sino toda la tierra era sumamente hermosa al salir
de la mano del Creador. No la desfiguraban ninguna mancha de pecado ni sombra de muerte. La gloria de Dios “cubrió los cielos, y la tierra se llenó de su alabanza”. “Cuando alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos
de Dios”. De ese modo era la tierra un emblema adecuado de Aquel que es “grande
en misericordia y verdad”, un estudio propio para los seres creados a su imagen. El
huerto del Edén era una representación de lo que Dios deseaba que llegara a ser
toda la tierra, y su propósito era que, a medida que la familia humana creciera en
número, estableciera otros hogares y escuelas semejantes a los que él había dado.
De ese modo, con el transcurso del tiempo, toda la tierra estaría llena de hogares y
escuelas donde se estudiarían la Palabra y las obras de Dios, y donde los estudiantes
se prepararan para reflejar cada vez más plenamente, a través de los siglos sin fin, la
luz del conocimiento de su gloria».3
PARA COMENTAR
1. ¿Qué tres elementos de los creados por Dios antes que los seres humanos te
interesan más y por qué?
2. ¿En qué sentido estudiar la creación nos ayuda a entender mejor a Dios?
1. Exaltad a Jesús, p. 60.
2. El ministerio médico, p. 9.
3. La educación, cap. 2, p. 21.
20
Celia Lafaso, Nueva York, EE. UU.
martes
Génesis1: 1;
Salmo 33: 6, 9
Evidencia
8 de enero
La formación
del mundo
La Biblia proclama en forma consistente que Dios creó la tierra. Desde el mismo
principio de las Escrituras, Dios se presenta como el Creador de todo (Gén. 1: 1). El
Salmo 33: 6, 9 también confirma cómo ocurrió la creación: «Por la palabra del Señor
fueron creados los cielos, y por el soplo de su boca, las estrellas. Él recoge en un cántaro el agua de los mares, y junta en vasijas los océanos. Tema toda la tierra al Señor;
hónrenlo todos los pueblos del mundo; porque él habló, y todo fue creado; dio una
orden, y todo quedó firme». En el versículo 9, Dios es presentado en forma enfática
como el Creador, en contraste con cualquier otra deidad que pudiera reclamar una
capacidad creativa.1 Pablo puso en alto la verdad de la forma en que el mundo se
originó: «para nosotros no hay más que un solo Dios, el Padre, de quien todo procede y para el cual vivimos; y no hay más que un solo Señor, es decir, Jesucristo, por
quien todo existe y por medio del cual vivimos» (1 Cor. 8: 6). Luego en Colosenses él
añade: «porque por medio de él fueron creadas todas las cosas en el cielo y en la tierra» (Col. 1: 16). Más adelante, en el último libro de la Biblia leemos lo siguiente:
«Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, la honra y el poder, porque tú
creaste todas las cosas; por tu voluntad existen y fueron creadas» (Apoc. 4: 11).
Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria,
la honra y el poder».
El primer día de la creación Dios separó la luz de las tinieblas, poniendo en mar­
cha el ciclo de noches y mañanas, o días. Durante los próximos cinco días y en par­te
del sexto, Dios crea a un hermoso planeta para los seres humanos que él habría de
formar con sus propias manos (Gén. 2: 7). Para describir la creación de Adán se
utiliza el término yasar. El mismo significa «formó» e implica un acto de mol­
dear y modificar algo de acuerdo al diseño y apariencia relacionados al plan divino.
La misma palabra es utilizada para describir la actividad de un alfarero (Isa. 29: 16;
49: 5; Hab. 2: 18). Dios forma crea diferentes cosas, entre ellas la luz (Isa. 45: 7), el
ojo humano (Sal. 94: 9), el corazón (Sal. 33: 15) y las estaciones del año (Sal. 74: 17).2
Cuando Dios creó a Eva, la Biblia utiliza un verbo que significa «edificar o construir». «La Costilla de Adán constituyó el material básico a partir del cual su compañera fue “formada”. La mujer fue formada para que acompañara al hombre. El
método de su creación constituyó el fundamento moral del matrimonio».3
1. Comentario bíblico adventista. Comentario sobre Génesis 2.
2. Ibíd.
3. Ibíd., p. 226.
Alice Madanhi, Ciudad del Cabo, Suráfrica
21
miércoles
9 de enero
Cómo actuar
Completa la solicitud
Génesis 1;
Salmo 139: 13-16
Dios formó nuestro mundo enteramente de la nada. La creación fue sencillamente un producto de la imaginación divina, de sus pensamientos e ideas. Cuando Dios habló, las varias partes del mundo surgieron de la nada. La tierra es una
expresión del pensamiento divino.
Dios también te formó. En el Salmo 139: 13-16, David relaciona su nacimiento con la creación relatada en Génesis 1. De la misma manera en que la tierra fue
creada por Dios en forma maravillosa y portentosa, así también te creó Dios.
El propósito de tu vida debe ser el mismo para el cual Dios te creó. En este punto cuentas con la materia prima de la que Dios te creó. Con la ayuda de Dios te corresponde cumplir con el cometido para el cual fuiste creado. ¿Cómo se logra esto?
Reconoce que Dios te creó. Este el paso más importante para alcanzar lo que Dios
tuvo en mente cuando te creó. Tu vida fue concebida en la mente de Dios en lugar
de ser una especie de rompecabezas, o de casualidad hereditaria El único fundamento y punto de partida en la vida consiste en reconocer que Dios es tu Creador
(Job 33: 4).
Únicamente el Creador conoce la razón para haberte creado.
Reconoce que Dios te creó con un propósito específico. Así como cada cosa creada
tiene un propósito, Dios tiene también un papel específico para ti. Tú estás específicamente capacitado o capacitada para alcanzar ese objetivo, por tanto será más
fácil para ti tener éxito antes que fracasar (Jer. 1: 5).
Pídele a Dios que te muestre cuál es tu propósito en la vida. Únicamente el Creador conoce la razón para haberte creado. Por tanto, acude a él con el fin de descubrir la razón de tu existencia. Trata de desarrollar una íntima relación con él. Habla
con él. Escúchalo. Si haces un esfuerzo para conocerlo, él estará más que dispuesto
a conocerte. Es únicamente a través de una relación con Dios que descubrirás lo
que se supones que hagas con tu vida. (Prov. 3: 5, 6).
Mantente en contacto íntimo con tu Creador. Cuando Dios te creó él tenía un
plan para tu vida. A diario, trata de entender lo que eres y lo que debes hacer y ser.
Podrás agradarlo y vivir plenamente al mantenerte en contacto íntimo con él
(Sant. 4: 8).
PARA COMENTAR
1. ¿Por qué piensas que Dios te creó?
2. ¿En qué sentido eres un producto del plan divino?
22
Benjamin Baker, Rockville, Maryland, EE.UU.
jueves
Apocalipsis 22: 5
Opinión
10 de enero
Alfa y Omega
Cuando todo sea hecho nuevo y estemos en el cielo, el mismo Dios será nuestra luz (Apoc. 22: 5). Desde el principio de todo, Dios nos ha estado proporcionado su luz y no se supone que tengamos ninguna otra. Lo primero que él creó en la
tierra fue la luz. Allí todo era perfecto y la presencia de la luz incluía esa perfección.
En Juan 1: 1-5, La luz de Dios es un símbolo de vida y la vida es el mismo Dios.
Dios nos concede su divina luz porque desea que todos caminen en ella.
Esa luz tiene el poder de iluminar a todos.
Al crear la luz, en el principio, Dios no tan solo se manifestó a sí mismo, sino
que también implementó un plan para que nuestro mundo fuera un lugar habitable. Dios ve el fin desde el mismo principio; él conoce nuestras necesidades; incluso antes que nosotros mismos las identifiquemos. Crear la luz fue el primer paso
en hacer de nuestro mundo un lugar habitable. Él sabía que íbamos a necesitar el
ciclo de luz y oscuridad con el fin de equilibrar y regular nuestra existencia. Él sabía
que las plantas que iba a crear en el tercer día, tanto en la tierra como en el agua,
necesitarían de la luz para llevar a cabo el proceso de fotosíntesis. Dios sabía que la
luz era fundamental para toda vida, por lo tanto fue lo primero que creó.
Nuestro Salvador y Creador también conocía la importancia de la luz en lo
que respecta a nuestra vida espiritual. Él sabía que una vez que el pecado hizo su
entrada, estaríamos desconectados de nuestra Fuente de vida. Él también sabía
que tropezaríamos al caminar en oscuridad. Por tanto, Dios envió a su Hijo, quien
es la vida: «y la vida era la luz de la humanidad» (Juan 1: 4). Esa luz tiene el poder
de iluminar a todos y «a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser
hijos de Dios» (Juan 1: 12).
PARA COMENTAR
1. ¿Cómo es que la luz representa la perfección divina?
2. La luz fue lo primero que Dios creó. ¿Cómo se integra la luz a nuestra regeneración espiritual?
3. ¿Cómo podemos recibir la luz espiritual que Dios anhela concedernos?
Gabrielle A. Baker, Caldwell, Nueva Jersey, EE. UU.
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23
viernes
11 de enero
Exploración
Bien construido.
Excelente diseño.
Génesis 1
PARA CONCLUIR
El relato bíblico de la creación, aunque ha estado presente en muchos debates
científicos, se considera más bien una historia. La misma presenta a Dios como al­
guien personal e íntimamente involucrado en la creación: formando y moldeando
al mundo y a sus moradores. Especialmente cuenta la forma en que Adán y Eva
fueron creados a la imagen de Dios. Imaginemos por un momento a Dios dando
un paso atrás para contemplar su obra creadora, sonriendo ampliamente y diciendo: «¡todo esto está muy bien!». Incluso al leer el relato, casi que podemos identificar la satisfacción, el entusiasmo y el amor en la voz del Señor. Él fue, y es, un buen
Creador.
CONSIDERA
• Dedicar algún tiempo para observar la obra de algún artista o «creador»; quizá un
artista «plástico”, un cocinero, un artesano o un maestro constructor. Observa lo
que hace en su trabajo y luego pregúntale acerca de su preparación, adiestramiento, materiales que utiliza; además del proceso creativo que implementa y de la satisfacción que siente acerca de los objetos y obras que ha creado. ¿En que sentido
se parece su obra creativa a la de Dios? ¿En qué se diferencia?
• Cantar o tocar el himno «El mundo es de mi Dios» (Himnario Adventista, nº. 92/65).
• Encontrar algún lugar que sea completamente oscuro y sin luces visibles, quizá un
sótano, un cuarto fotográfico, u otro lugar semejante. Dedica algunos minutos
para estar en ese lugar. Luego enciende una pequeña linterna o vela, para que se
disipen las tinieblas. Utilizando esa sencilla fuente de luz lee Génesis 1: 1-5; Mateo
5: 14-16; Juan 1: 1-14; Apocalipsis 21: 22-27.
• Modelar utilizando arcilla, barro u otro material algunas representaciones de objetos de la naturaleza. Si algunos de tus compañeros de la Escuela Sabática también
realizan este proyecto compara tus modelos con los de ellos. ¿Qué indican algunas
de esas creaciones respecto a sus creadores o creadoras?
• Preparar alguna comida o plato en unión de un grupo de amigos. Incluye una
variedad de frutas y hortalizas, según tus posibilidades. Disfruta la diversidad de
gustos, olores, colores, formas y tamaños.
PARA COMENTAR
Salmo 8; 139; 148.
Patriarcas y profetas, cap. 2; Chris Blake, Searching for a God to Love, cap. 4,
«God is Right Brained».
24
Nathan Brown, Melbourne, Australia
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