VI CICLO DE CONCIERTOS DE MÚSICA CONTEMPORÁNEA FUNDACIÓN BBVA BILBAO 2015-2016 2 de febrero de 2016 01 02 Martes, 2 de febrero de 2016 Fundación BBVA Edificio San Nicolás Plaza de San Nicolás, 4 Bilbao Fundación BBVA El programa de Cultura de la Fundación BBVA dedica especial atención a la música clásica, con énfasis en la composición del siglo xx y comienzos del presente. Pocas áreas de la cultura expresan de manera tan acabada como la música el equilibrio entre el mantenimiento de una rica tradición reactualizada y enriquecida permanentemente y de innovación radical, aportando ambas una componente esencial de la sensibilidad de nuestro tiempo. Y por ello forma parte central del programa de la Fundación BBVA. La tipología de actividades incluye las siguientes: • Concursos y premios, como son el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento y la Cultura, en la categoría de Música, y el Premio de Composición Asociación Española de Orquestas Sinfónicas (AEOS)-Fundación BBVA. • Ciclos de interpretación de música de los siglos xx y xxi, entre los que destacan el Ciclo Retratos, a cargo de PluralEnsemble, en el Auditorio Nacional de Música de Madrid; el Ciclo de Solistas, en la sede de la Fundación BBVA en Madrid (Palacio del Marqués de Salamanca); y el de Conciertos de Música Contemporánea, en la sede de la Fundación BBVA en Bilbao (Edificio de San Nicolás), bajo la dirección artística del compositor Gabriel Erkoreka. • Ciclo de conciertos teatralizados El Mundo de Ayer, que combina música, trabajo actoral y creación audiovisual, dirigido por el maestro José Ramón Encinar. • Formación académica de excelencia, a través de un programa de becas destinadas a la Joven Orquesta Nacional de España (JONDE), complementado con la creación de la Academia Orquesta Nacional de España-Fundación BBVA, un nuevo programa pedagógico en colaboración con la Orquesta y Coro Nacionales de España (OCNE), que hace posible la participación de músicos de la JONDE en conciertos de la OCNE, además del apoyo a la Cátedra de Viola Fundación BBVA Escuela Superior de Música Reina Sofía y a la Sinfonietta de Música Contemporánea de la misma escuela. • Ciclos de Jóvenes Intérpretes, desarrollados en las sedes de la Fundación en Madrid y Bilbao. • Grabaciones en audio y vídeo y difusión de la música de nuestro tiempo, señaladamente la serie NEOS-Fundación BBVA y la Colección de Compositores Españoles y Latinoamericanos de Música Actual, impulsada por la Fundación BBVA en colaboración con el sello Verso. Se desarrollan también proyectos singulares dedicados a la grabación en audio o en vídeo de la interpretación de artistas particularmente destacados, entre ellos los dos dedicados al maestro Joaquín Achúcarro (con Opus Arte y Euroarts), a obras o figuras emblemáticas, como Tomás Luis de Victoria (con la BBC), la Carta Blanca Ecos y sombras dedicada al maestro Cristóbal Halffter (con Koala Productions) y la grabación del estreno mundial de su ópera Lázaro (con NEOS), Panambí de Ginastera (con Deutsche Grammophon), las óperas Eugene Onegin de Chaikovski y Rigoletto de Verdi (con la Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera [ABAO]), Spanish Landscapes de Leticia Moreno (con Deutsche Grammophon), y Aura de Judith Jáuregui (con BerliMusic). • Entre las colaboraciones que la Fundación BBVA ha venido desarrollando en los últimos años, se encuentran las establecidas con la Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera (ABAO), el Teatro de la Maestranza de Sevilla, la Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid (ORCAM), la Orquesta Sinfónica de Madrid, el Teatro Real de Madrid, y el Gran Teatro del Liceo de Barcelona. • Encargos de composición a creadores españoles e internacionales en colaboración con el Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM), la ORCAM y la Orquesta Sinfónica de Euskadi, además de otros encargos directos. • Ciclos de conferencias y actividades orientadas a difundir y desvelar al público interesado el significado de la creación musical. La Fundación BBVA apoya también publicaciones de referencia en el ámbito de la música como la revista Scherzo. La actividad de la Fundación BBVA en otras áreas de la cultura incluye la serie El Quijote del siglo xxi: versión radiofónica y el programa sobre pintura contemporánea Punto de fuga, ambos en colaboración con Radio Nacional de España (RNE). La dedicación de la Fundación BBVA a la música y a la cultura le ha hecho merecedora de la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes así como la Medalla de Honor de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. 06 PROGRAMA INTÉRPRETES PRIMERA PARTE: Plus-Minus Ensemble Fast Medium Swing Matthew Shlomowitz (1975) Mark Knoop, director, piano y sampler Vicky Wright, clarinete Roderick Chadwick, piano Tom Pauwels, guitarra Aisha Orazbayeva, violín Newton Armstrong, electrónica Tres Caprichos José María Sánchez-Verdú (1968) Critical Band (arreglo de Plus-Minus) James Tenney (1934-2006) SEGUNDA PARTE: Madrigale Aldo Clementi (1925-2011) DW23: …Loops for Dr. X Bernhard Lang (1957) COORDINACIÓN DEL CICLO Gabriel Erkoreka 07 Notas al programa 08 El eclecticismo como reflejo de una época Matthew Shlomowitz Fast Medium Swing La primera obra que escucharemos esta noche está firmada por el director artístico de Plus-Minus Ensemble, Matthew Shlomowitz, compositor heterogéneo y sin prejuicios que ha llegado a describir su música como la de «un hijo bastardo de Brian Ferneyhough y Philip Glass», figuras a priori irreconciliables en sus respectivas encarnaciones de la Nueva Complejidad y el Minimalismo. Nacido en Adelaida, Shlomowitz estudió con Božidar Kos en el Conservatorio de Sídney y más tarde con Brian Ferneyhough en la Universidad de Southampton, centro donde es profesor de Composición en la actualidad. A medio camino entre varias formas de concebir la creación musical, el talento de Shlomowitz terminó por germinar en un universo sonoro por el que transitan figuraciones obsesivas y ritmos quebrados, el ruido de la calle y de las músicas urbanas, y las combinaciones tímbricas casi imposibles, que mezclan, por ejemplo, una flauta de pico con una guitarra eléctrica en Free Square Jazz. Para ser honestos, su trabajo no puede describirse ciñéndonos estrictamente a lo sonoro, ya que Shlomowitz se siente irremediablemente atraído por las ramificaciones teatrales del fenómeno musical. En su pá- gina web se presenta como «compositor de música de concierto y piezas performativas», y muchas de sus obras contienen elementos que introducen pinceladas de humor absurdo en la ecuación musical. El cuerpo humano es otra de sus obsesiones y desempeña un papel fundamental en las interpretaciones de su música, que adquieren una dimensión coreográfica por la dificultad de una ejecución que requiere cualidades casi gimnásticas, pero también por movimientos y gestos que los intérpretes deben realizar expresamente mientras tocan, como levantar y bajar las cejas en contrapunto con un ritmo determinado. Según el portal Musicuratum.com, «este contrapunto consistente en movimientos gestuales pone de relieve hasta qué punto los más pequeños movimientos del cuerpo –de cuyas imágenes acústicas parece alimentarse a menudo esta música– son ya en sí mismos gesticulaciones, a veces incluso completos melodramas en miniatura». Fast Medium Swing, una creación de 2008 para piano, tres instrumentos y sampler, otorga al grupo la capacidad de decidir sobre varios aspectos fundamentales de la interpretación. En primer lugar, la elección de los instrumentos, que pueden ser cualesquiera, acústicos o enchufados, e incluso la combinación de varios «siempre y cuando estén equilibrados», puntualiza Shlomowitz. La 09 otra elección que queda abierta es la de los sonidos grabados que se lanzan en directo desde el sampler –habitualmente un ordenador– y que, según Shlomowitz, no deben ser musicales ni durar más de un segundo. El autor impone otra regla, y es que los dos grupos de cinco samples deben tener una conexión temática entre sí, por ejemplo, ser todos ellos sonidos de animales, de eventos deportivos, de objetos al caer o cualquiera otra ocurrencia. En consecuencia, Fast Medium Swing es una obra que con cada nueva interpretación se reinventa por completo en su apartado tímbrico y en sus connotaciones extramusicales. José María Sánchez-Verdú Tres Caprichos El algecireño José María Sánchez-Verdú es probablemente, junto con Mauricio Sotelo y César Camarero, el compositor español contemporáneo que más frecuentemente ha incorporado la guitarra a su producción. Si ya es significativo que el opus 1 de su catálogo, Tránsito (1989), sea una obra para guitarra sola, desde entonces Sánchez-Verdú ha acudido al instrumento en más de veinte ocasiones, bien sea con motivo de piezas solistas o integrándolo en formaciones camerísticas de lo más diverso: tiene incluso un dúo para shakuhachi japonés y guitarra titulado Mizu no oto («ruido de agua»). El propio compositor ha 10 reconocido que es su instrumento predilecto y que le divierte mucho emplearlo en su trabajo creativo. Es más, se diría que a menudo transforma en guitarras los instrumentos que no lo son, como los de cuerda frotada (violines, violonchelos) que han de interpretar técnicas extendidas que los hacen sonar más como guitarras que como ellos mismos. La propia guitarra, por supuesto, se reinventa por completo en el imaginario sonoro de Sánchez-Verdú, recogiendo ecos del oud –el laúd árabe– y de otros instrumentos étnicos de cuerda pulsada. Los Tres Caprichos fueron un encargo del guitarrista alemán Jürgen Ruck, uno de los intérpretes más abocados a la nueva música para el instrumento y colaborador habitual de Sánchez-Verdú. Ruck quería dar forma a un programa en torno a los Caprichos de Francisco de Goya y encargó a varios compositores que escribieran para él algunas piezas para guitarra, caprichos musicales que, según las reglas del juego, debían escoger como punto de partida uno de los Caprichos del pintor. Sánchez-Verdú seleccionó en primer lugar El amor y la muerte (2003), un año más tarde El sueño de la razón produce monstruos y en 2005 cerró la trilogía con Volaverunt. El ciclo completo se estrenó en el Goethe-Institut de Madrid el 28 de octubre de ese mismo año. Cuando recibió las piezas goyescas que habían escrito compositores de estéticas muy diversas, Jürgen Ruck afirmó que «es obvio que sus piezas musicales son obras de arte muy propias, que siguen determinadas reglas intramusicales y no se agotan en las referencias a la obra gráfica. De igual modo, resulta fascinante, en mi opinión, observar cómo cada uno de los artistas ha reaccionado a su capricho». El capricho de Sánchez-Verdú parece materializarse a través de algunas contradicciones. En El sueño de la razón produce monstruos, por ejemplo, con su bandada de siniestros búhos que acechan el sueño de un durmiente, Sánchez-Verdú enfrenta el onirismo de la escena goyesca a una racionalización de la parte musical: «Se trata de una breve pieza en la que se articulan complejas sucesiones de materiales homogéneos que se presentan como fracturados, rotos –afirma el compositor–. Ciertas irregularidades del material nacen de una racionalización del discurso, como un mosaico sonoro». El segundo capricho, El amor y la muerte, se inspira en el aguafuerte que representa a una mujer sosteniendo en sus brazos a un hombre desfallecido. Según Sánchez-Verdú, «el amor y la muerte se reflejan en el material musical de esta pieza. Blanco y negro son sinestésicamente los colores y alturas sonoras para el amor y la muerte, de manera que dos mundos sonoros se confrontan». La pieza llega a su conclusión con una suerte de estilizada marcha fúnebre. Por último, Volaverunt se corresponde con la conocida estampa de una elegante dama flotando sobre tres brujas. La crítica de Goya apunta no a estas últimas, sino a la dama, pues dejó anotado que «el grupo de brujas que sirve de peana a la petimetra, más que necesidad, es adorno. Hay cabezas tan llenas de gas inflamable, que no necesitan para volar ni globo, ni brujas». Sánchez-Verdú se detiene en la imagen de la levitación y explica que «esta pieza se basa en un material que se desarrolla a través de la repetición y los ostinati». Ese movimiento continuo del material se confronta con una agógica que se aplica en una variación constante y progresiva. El efecto que arroja esta contradicción es la de «una música que vuela irregular pero constante». James Tenney Critical Band El compositor estadounidense James Tenney, fallecido en 2006, es célebre sobre todo por sus Postal Pieces, diez obras de pequeño formato y preciosa apariencia de tarjeta postal que fueron «enviadas» por el compositor a sus amigos entre 1965 y 1971, y que hoy en día se cuentan entre los objetos más codiciados por los coleccionistas de manuscritos y partituras gráficas. Pero detrás de estas amables postales musicales, casi anecdóticas dentro de su producción, había un compositor de gran bagaje científico que fue autor de libros y artículos muy influyentes sobre temas como 11 la acústica, la percepción o el uso de ordenadores en el ámbito de la composición. En este último campo, Tenney fue todo un pionero, pues trabajó junto a Max Mathews en los legendarios Bell Telephone Laboratories a principios de la década de 1960, desarrollando programas para la composición y la generación de sonidos por ordenador. En el terreno de los estudios sobre la percepción, a Tenney le interesaba sobremanera el tema de la afinación, al que dedicó una parte muy destacada de sus esfuerzos creativos. Critical Band (1988) pertenece a esa sección de su catálogo y aborda un fenómeno muy concreto de la psicoacústica, la «banda crítica». Simplificando, la banda crítica es la que marca el rango en que el oído humano comienza a distinguir dos frecuencias simultáneas. Si estas dos frecuencias están muy cercanas la una a la otra –digamos que 440 hercios y 442 hercios–, nuestra membrana basilar no logra interpretarlas correctamente y escuchará solamente una frecuencia, pero de una cualidad rugosa, con imperfecciones y batidos. Cuando las dos frecuencias se separen lo suficiente –440 hercios y 466 hercios, por ejemplo–, comenzaremos, entonces sí, a escuchar e identificar dos alturas diferentes. El punto exacto en que eso ocurriría es lo que denominamos la banda crítica. La pieza de Tenney es un experimento que consiste en moverse constantemente en los 12 límites de nuestra banda crítica. Se pone en marcha de manera espontánea del propio acto de afinación de los instrumentos participantes, sobre el tradicional La = 440 hercios. Acto seguido, todos establecen un unísono sobre esa nota, pero paulatinamente comienzan a oscilar geométricamente la frecuencia que emiten, es decir, la desplazan ligeramente por encima y por debajo de los 440 hercios, doblando cada vez la distancia del anterior intervalo. Durante la primera mitad de la obra las frecuencias siguen permaneciendo en los límites de la banda crítica y solo escucharemos una nota desafinada y oscilante, que quizá resulta incómoda, además de sonidos diferenciales que nacen del choque de frecuencias. Pero en el momento en que los instrumentos comiencen a cruzar la banda crítica todo se volverá luminoso y extrañamente consonante, aunque en realidad estemos escuchando una superposición de segundas menores y mayores, altamente disonantes en cualquier otro contexto. Critical Band es una propuesta que hay que escuchar con paciencia y buena disposición, que puede aportarnos una experiencia física fascinante si logramos introducirnos correctamente en su proceso evolutivo. Aldo Clementi Madrigale En su obituario de Aldo Clementi (19252011), Ivan Hewett, crítico de The Guardian, defendía que «Clementi fue el último superviviente de la gran generación de vanguardistas musicales italianos de la posguerra. También fue su miembro más tranquilo y más modesto, tanto en lo personal como en lo musical. Después de un comienzo vacilante, desarrolló una técnica que le permitió producir obras tan calmadamente coherentes en el sonido y en la técnica como un motete renacentista, y algunos dirían que igual de hermosas». Clementi estudió Composición con Alfredo Sangiorgi y Goffredo Petrassi, pero fueron los cursos de Darmstadt, a los que asistió entre 1955 y 1962, los que le llevaron a desarrollar, en la década de 1960, un estilo muy cercano a las técnicas de collage, muy en boga en la época y especialmente en Italia. No fue hasta los años setenta cuando Clementi, ya con cincuenta años, encontró una voz sumamente personal, probada y perfeccionada en una serie de obras que no eran nada más ni nada menos que sencillos cánones decelerantes, que Paul Griffiths admiró por «la simplicidad alejandrina de su solución a la confusión actual en la música». El propio Clementi describió sus obras como «de un contrapunto extremadamente denso, relegando las partes al vergonzoso papel de inaudibles, microorganismos cadavéricos». Su Madrigal, escrito en 1979 para piano a cuatro manos y cinta, refleja el interés por crear músicas que se autogeneran, con un planteamiento tan sencillo como poético: toda la obra es tan solo un loop que se repite durante diez minutos, pero diseñado con tal preciosismo tímbrico e impregnado de tanta melancolía que podríamos seguir escuchándolo, absortos, durante horas. La imagen que propone Clementi bien podría ser la de una caja de música que sonaría eternamente si no fuera porque el mecanismo va perdiendo su energía cinética. Música efímera y extremadamente frágil, pero cuyos círculos van penetrando sutilmente hasta lo más profundo. Bernhard Lang DW23: ...Loops for Dr. X Pocos compositores contemporáneos son tan controvertidos como Bernhard Lang, cuya música es amada u odiada con verdadera intensidad en los foros internacionales de la música contemporánea. En Europa lo acusan de minimalista, pero en Estados Unidos entienden demasiado bien que su música se mofa despiadadamente del minimalismo. Algunos encuentran fascinante su mundo sonoro, que mezcla el sonido de los instrumentos acústicos con los electrónicos y que emplea samplers, loopers, mesas de DJ y todo tipo de aparatos, con resultados tímbricos horrendos para otras opiniones. Hay quien disfruta de su discurso repetitivo en un sentido opresivo, tedioso, desafiante, pero no son pocos quienes lo encuentran insoportable. 13 La verdadera fuente de la discordia en Lang mana, seguramente, de su militante eclecticismo, una cualidad que aún hoy se observa con desconfianza en los círculos de la vanguardia: «En mi obra nada queda excluido, sino que todo se reúne de forma conjunta y armoniosa en un gran contrapunto –afirma–. Realmente es una visión de la sociedad». El eclecticismo es la estrategia de Lang para desentrañar los misterios de nuestra época. DW23: …Loops for Dr. X, encargada por Matthew Shlomowitz para Plus-Minus Ensemble, que la estrenó en 2014, se entronca en una larga serie de obras que Lang inició en 1997 en torno a la dicotomía Differenz/ Wiederholung (diferencia/repetición), un procedimiento inspirado en la «estética del loop» que surgió a raíz del desarrollo de la tecnología de sampleado y el videoarte experimental. Lang explica que «en esta pieza, es el trabajo y la voz de Boris Karloff la que está siendo transcrita y sobreescrita, todo ello como un spin-off de una película que hice con el artista austríaco Norbert Pfaffenbichler, Monolog II, un montaje de una hora de innumerables películas de Karloff, con Karloff como único actor, interpretando con y contra sí mismo. Siendo un gran fan de las películas de la Hammer y de las películas de terror basura en general, me pareció una buena idea crear un hommage al príncipe del cine de monstruos (“the worse they are, the better they are”: Frank Zappa)». 14 Los loops que utiliza, en sus muchas diferenciaciones, son para Lang una herramienta para «deconstruir esas visiones de terror» encarnadas por Karloff, siendo el primer paso de la deconstrucción la desaparición misma de la imagen en favor del sonido. La forma en que toda la obra emana de las declamaciones de Karloff es, en realidad, mucho más compleja de lo que podría inferirse de un desarrollo musical que a veces puede parecer absurdo y hasta irrisorio. Lang ha extraído con exactitud los patrones microrrítmicos de la declamación de Boris Karloff para dar forma al material instrumental y para determinar cuándo deben dispararse los samples. DW23: …Loops for Dr. X participa así del espíritu de un work in progress: proviene de una película hecha de fragmentos de otras películas y, una vez estrenada y grabada, Lang planea revestirla de nuevo con las imágenes originales y reelaborarla como pieza de videoarte. Mikel Chamizo © benedict-johnson Plus-Minus Ensemble Formado en 2003 por Joanna Bailie y Matthew Shlomowitz, es un colectivo con sede en Londres comprometido con la presentación de nuevas obras y de piezas del repertorio moderno que se han convertido en hitos. Se caracteriza por su interés por las piezas vanguardistas, conceptuales y experimentales con instrumentación abierta, como la pieza clásica Plus-Minus (1963), de Karlheinz Stockhausen, de la que el grupo toma su nombre. Ofrece conciertos regularmente en Londres en Kammer Klang y en la City University, transmitidos habitualmente por la BBC y ha actuado asimismo en los festivales Borealis (Bergen), Cut & Splice (Londres), Huddersfield, London Contemporary Music Festival, SPOR (Aarhus), Transit New Music Festival (Lovaina) y Ultima (Oslo). El grupo trabaja asimismo con estudiantes de Composición y ha ofrecido talleres y conciertos en la Universidad Bath Spa, Guildhall School of Music and Drama y City University en Londres y universidades de Durham, Huddersfield, Stanford y Southampton. Ha trabajado con compositores como Peter Ablinger, Laurence Crane, Johannes Kreidler, Bernhard Lang, Mauro Lanza, Trond Reinholdtsen, James Saunders, Alex Schubert, Jennifer Walshe y va a colaborar próximamente con Cassandra Miller. 15 Depósito legal: BI-127-2016 16