Oposición y ocurrencia son terminos sinónimos

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CAMARA DE ACUSACION
Protocolo de Autos
Nº Resolución: 351
Año: 2014 Tomo: 4 Folio: 893-896
EXPEDIENTE: 1603464 - COLMENARES SERGIO ALEJANDRO P.S.A ESTAFA SAC.
1324934 S/ OCURRENCIA PRESENTADA POR LEONARDO DAVID SÁNCHEZ
CEBRERIRO CON PATROCINIO DEL DR. DIEGO A VALLILENGUA - INCIDENTE
AUTO NÚMERO: TRESCIENTOS CINCUENTA Y UNO.
Córdoba, veintiocho de julio de dos mil catorce.
VISTAS: Estas actuaciones caratuladas “Colmenares, Sergio Alejandro p.s.a.
estafa” (expte. “C”-15/14, SACM nº 1603464, Principal n° 1324934), radicados
por ante esta Cámara de Acusación con motivo del recurso de apelación
interpuesto por el Dr. Diego A. Vallilengua, en el carácter de letrado patrocinante
del querellante particular Leonardo David Sánchez Cebreiro, en contra del auto nº
1 de fecha 05/02/14 obrante a fs. 07/09 de estas actuaciones, dictado por el
Juzgado de Control en lo Penal Económico, que resuelve: “Rechazar por
inadmisible la ocurrencia deducida por el querellante particular”.
DE LAS QUE RESULTA: Que reunidos los Sres. Vocales a fin de dictar
resolución, acuerdan que emitirán sus votos en el siguiente orden: 1º) Dr. Carlos
Alberto Salazar; 2º) Dr. Ricardo Mario Iriarte; 3º) Dr. Eduardo Rodolfo Valdés.
Y CONSIDERANDO: A) En oportunidad de pronunciar su voto, el vocal Carlos
Alberto Salazar dijo: I) Gustavo Lezcano denunció (a fs. 01/03 del expediente
principal) que entregó su automóvil marca Ford, dominio FZA 214, para su
exhibición y venta a la agencia de automóviles Vettura S.R.L., propiedad de Sergio
Colmenares, suscribiendo una autorización con ese objeto, que transcurridos tres
meses remitió cartas documento reclamando la devolución del vehículo, pero no
recibió respuesta del denunciado y el comercio cerró. Agregó que desconocía si el
vehículo había sido vendido o no, pero que en caso positivo no se le entregó el
dinero de la venta. Al mismo tiempo solicitó que se admita su intervención en el
proceso como querellante particular.
II) Tras plantearse una cuestión de actuación entre el Fiscal de Instrucción del
Distrito III, Sexto Turno, quien entendía que se estaba frente a la supuesta
comisión del delito de defraudación por administración fraudulenta, y el Fiscal de
Instrucción en lo Penal Económico y Anticorrupción del 1er Turno, que postulaba
la del delito de estafa, el Fiscal de Cámara en lo Penal Económico resolvió que le
asistía la razón al fiscal del fuero especial), por lo que la causa se radicó en la
sede del primero de los fiscales referidos, quien imputó a Sergio Colmenares por
el delito de estafa y admitió a Gustavo Lezcano como querellante particular (fs.
15/23 y 27 ibídem).
III) Por su parte, Leonardo David Sánchez Cebreiro presentó en sede civil una
demanda en contra de Vettura S.R.L. procurando la transferencia del citado
automotor y pidió la citación de Gustavo Lezcano, por su carácter de titular
dominial, y de su cónyuge.
Ante ello, el abogado del querellante Gustavo Lezcano se presentó en esa causa
acompañando copia de ese expediente civil y solicitó el inmediato secuestro del vehículo
(fs. 30 y 33/100 ibídem).
IV) El Fiscal de Instrucción solicitó el allanamiento del domicilio de Sánchez
Cebreiro a fin de proceder al secuestro del automóvil, a lo que el Juez hizo lugar,
procedimiento que arrojó resultado negativo. Frente a ello, con fundamento en la
postura adoptada por el Juzgado de Control interviniente en otra causa, el
representante del Ministerio Público emplazó a Sánchez Cebreiro a poner a su
disposición el automotor a fin de “hacer cesar los efectos del delito” (fs. 104, 108,
109 y 112 ibídem).
V) El nombrado en último término se presentó por ante el Fiscal de instrucción
instando su participación como querellante particular y oponiéndose a dicha
decisión.
Adujo que adquirió de buena fe el automóvil a Vettura S.R.L., que abonó la totalidad del
precio, contrató un seguro, le colocó un equipo de GNC y cubiertas nuevas y le efectuó
reparaciones. Agregó que la referida sociedad no cumplió con la obligación de efectuar
su transferencia registral, que la intimó para que lo haga, que inició el juicio civil con ese
fin y que la relación de Lezcano con Vettura como mandante y mandatario es ajena a su
persona.
Solicitó ser designado depositario judicial y, en subsidio, se le exija a Lescano la
contratación de un seguro, lugar de guarda y fianza, previa constatación del excelente
estado en que se encuentra el automotor (fs. 113/115 ibídem).
Como respuesta, el Fiscal de Instrucción admitió a Sánchez Cebreiro como querellante
particular y no hizo lugar a la oposición por entender que la resolución impugnada no
está expresamente prevista como tal ni le causa al peticionante gravamen irreparable (fs.
116 ibídem)
VI) Sánchez Cebreiro presentó escrito directamente ante el Juzgado de Control en
lo Penal Económico solicitando que se le diera trámite a la oposición denegada
por el representante del Ministerio Público (fs. 01/03 de estas actuaciones), a
quien a su vez puso en conocimiento de tal presentación (fs. 118 del principal).
En esta oportunidad, Sánchez Cebreiro agregó otros argumentos relacionados con los
hechos investigados y la calificación legal que correspondería asignarles.
VII) La Juez de Control en lo Penal Económico adoptó la decisión reseñada en los
vistos de esta resolución.
Fundamentó su postura en que el impugnante había escogido la vía de la ocurrencia, que
sólo está prevista para los arts. 93 y 333 del CPP. Agregó que, en el caso que se
entendiera que debe admitirse, igualmente es improcedente en razón de que el art. 338
del CPP sólo prevé la oposición a una resolución o requerimiento del fiscal de instrucción
en los casos que la ley autoriza, no siendo éste uno de ellos, y tampoco le causa a
Sánchez Cebreiro gravamen irreparable toda vez que sólo se ha ordenado la puesta a
disposición del vehículo, sin resolver sobre su destino concreto.
VIII) Este tribunal, desde el precedente “De la Fuente” (auto nº 104 de fecha
22/06/07, ex Sec. Nº 2), viene sosteniendo en forma reiterada que la oposición es
la única vía para cuestionar las decisiones adoptadas por el fiscal de instrucción
(sin perjuicio del control jurisdiccional previsto por el art. 333 del CPP para discutir
la aplicación de medidas coercitivas de la libertad, así como de la instancia de
nulidad regulada por los arts. 184 y ss) y que cuando la ley adjetiva se refiere a la
ocurrencia no habilita otra vía diferente a aquella, sino que, en suma, son
sinónimos.
Así, en aquella oportunidad se dijo que “oposición y ocurrencia no sólo son
términos con significado lingüístico equivalente y, por ende, se refieren a la misma
actividad impugnativa, sino que, además, la evidente intención del legislador ha
sido equiparar ambos conceptos ya que en el texto del art. 270 del código
procesal estableció expresa la relación entre la facultad de ocurrir y el artículo 338
que prevé la oposición (Cfr. Cafferata Nores – Tarditti, Código Procesal Penal de
la Provincia de Córdoba Comentado, Ed. Mediterránea, Córdoba, 2003, pg. 53).
En consecuencia, y de acuerdo a lo expresamente previsto por la ley de rito, son
materia susceptibles de oposición en la etapa de investigación fiscal preparatoria,
las siguientes: la resolución que ordene o deniegue la suspensión del ejercicio de
la acción penal por prejudicialidad penal o civil (arts. 9, 10 y 11); el rechazo a la
instancia de participación en el carácter de querellante particular (arts. 91 y 93); la
denegatoria al mantenimiento de libertad (art. 270); el rechazo a practicar
diligencias probatorias propuestas por las partes (art. 335); el archivo de las
actuaciones (art. 334); la prisión preventiva del imputado (art. 336); y el
requerimiento de citación a juicio (arts. 355 y 357)”, a lo que se agregó después
todo lo referido al canal impugnativo que se abre si el oponente demuestra que la
resolución le causa gravamen irreparable.
Es decir que, hace ya siete años, este tribunal indicó clara y expresamente que los tres
artículos del nuestra ley adjetiva que utilizan la palabra “ocurrir” en la etapa de la
Investigación Penal Preparatoria como modo de indicar que las partes poseen la facultad
de provocar la revisión de una decisión del fiscal de instrucción (es decir, los arts. 93, 270
y 335), no abren una vía impugnativa diferente a la de la oposición sino que,
precisamente, remiten a las disposiciones del art. 338 del mismo cuerpo legal.
Asimismo, en la causa “Barbero” (auto nº 505 del 24/11/11), es decir casi cuatro años y
medios después de aquél precedente y hace aproximadamente dos años y medio, este
tribunal agregó que “además de los citados arts. 93, 270 y 335 que aluden a la actividad
impugnaticia frente a resoluciones del fiscal de instrucción, el art. 325 también utiliza la
misma expresión pero en este caso se refiere a la prohibición de los oficiales y auxiliares
de Policía Judicial para proceder a la apertura de la correspondencia secuestrada,
quienes, por el contrario, deberán remitirla a la autoridad judicial competente o, en
supuestos urgentes, ocurrir a la más inmediata para que autorice su apertura. Surge así
que el término ocurrir es empleado como sinónimo de acudir o recurrir, significado que no
puede ser otro al utilizado en las demás disposiciones legales, pues una interpretación
diversa implicaría sostener la incongruencia del legislador. De este modo, al emplear el
término ocurrir, el código de procedimientos nos está indicando en qué casos se podrá
recurrir o acudir al juez, mas el trámite a aplicar está regulado en el art. 338 del mismo
cuerpo legal, que dispone que la impugnación debe deducirse ante el fiscal de
instrucción que dictó la resolución o el requerimiento cuestionado a fin de que éste se
pronuncie respecto a si mantiene o no su decisión. Sin embargo, conforme lo reseñado
anteriormente, el fiscal debe efectuar -previo a ello- el examen de admisibilidad de la
oposición interpuesta con el alcance dado supra. Así, en caso de que el fiscal de
instrucción estime admisible la impugnación deducida y decida mantener el criterio
exteriorizado en su resolución, deberá elevar las actuaciones al juez de control, quien
sólo en tal supuesto estará habilitado para resolver la oposición articulada. Por el
contrario, si la impugnación es presentada directamente ante él -cualquiera sea el
nombre que a ella se le asigne- fuera de los supuestos admitidos por el art. 333 del
C.P.P., no quedará abierta la vía impugnativa, lo que impedirá que el juez de control
pueda avocarse al conocimiento de la cuestión traída a su decisión” (los resaltados no
pertenecen al original).
Lo que se quiere remarcar con todo lo expresado anteriormente es que cuando una parte
desea hacer uso de su facultad impugnativa, por imperio de la ley debe hacerlo a
través del medio que ella le otorga, en las condiciones de tiempo y forma que se
determinan, todo bajo pena de inadmisibilidad (art. 449 ibídem). Obviamente, entre
las condiciones de forma se encuentra el requisito de interponer la impugnación ante el
órgano judicial que la misma ley ritual ordena. Así como de nada serviría interponer
directamente un recurso de casación ante el Tribunal Superior de Justicia o un recurso
de apelación ante esta Cámara de Acusación (en razón de que tanto el art. 474 como el
art. 461 ordenan que se presente “ante el tribunal que dictó la resolución”), tampoco las
partes pueden “elegir” en qué órgano judicial formulan la oposición a una resolución o
requerimiento del fiscal de instrucción, desde que el art. 338 del CPP obliga a hacerlo
“ante quien la dictó” (como expresamente lo recordó este tribunal en el precedente
“Barbero”, reitero, hace ya dos años y medio).
Cabe traer a colación aquí lo que también hace varios años se dijo en la causa “Grimaldi”
(auto n° 328 del 07/10/08), en el sentido que “la regla de taxatividad contenida en el art.
443 del CPP estipula que ‘las resoluciones judiciales serán recurribles sólo por los
medios establecidos’, lo que responde al sistema de recursos plasmado por el legislador
en el Libro Cuarto del código de rito, tendiente a evitar el entorpecimiento de la marcha
del proceso a través de la interposición anárquica de impugnaciones por las partes
intervinientes, lo que redunda en beneficio del principio de celeridad y de la garantía de
duración razonable del proceso de que goza el imputado (arts. 39 in fine de la
Constitución provincial, y 14.3.c. del P.I.D.C.P.)…” y que “el sistema progresivo de
recursos instaurado en nuestra ley ritual impide a las partes elegir a su criterio los medios
recursivos por los que pretendan poner en crisis la decisiones que los órganos judiciales
adopten en cada causa, evitando de esta forma que en cada ocasión se ingrese a un
sinuoso camino de desordenadas impugnaciones sin fin, en el que ninguno de los sujetos
procesales podrá asegurar que las resoluciones judiciales hayan adquirido firmeza”.
Hago hincapié en estos temas porque no trata tanto de cómo se impugnan las
resoluciones judiciales sino de cuándo estas adquieren firmeza, en tanto el art. 148 del
CPP estipula que las resoluciones quedan firmes y en condiciones de ser ejecutadas en
cuanto no sean recurridas.
En cualquiera de los ejemplos dados supra, una vez transcurrido el plazo legal para
impugnar (quince días para el recurso de casación, tres días para la apelación y la
oposición) la resolución quedará firme y en condiciones de ser ejecutada. La previsión
del legislador de regular expresamente la sede en la que debe presentarse cada
impugnación no obedece a un mero capricho suyo, sino que busca dotar de orden y
celeridad al proceso penal, así como de contribuir a la seguridad jurídica, porque permite
a todos los sujetos procesales conocer de antemano a partir de qué momento las
resoluciones judiciales podrán ser ejecutadas por los órganos judiciales que
correspondan. Para decirlo específicamente, el fiscal podrá ejecutar las decisiones que
adopte cuando en el término de tres días no se presente oposición en la sede de su
fiscalía, sin necesidad de averiguar si en el algún otro órgano judicial se ha planteado
alguna clase de impugnación.
De más está aclarar que si el juzgado de control recibe un escrito por el cual una de las
partes pretende impugnar una resolución del fiscal de instrucción (que no sea de los
supuestos que habilita el art. 333 del CPP) no tiene que remitírselo este último porque en
materia de impugnaciones rige el principio dispositivo, lo que significa que el oponente,
recurrente o nulidicente tiene la carga procesal de llevar adelante su embate cumpliendo
con todos los requisitos que la ley prevé para el medio que corresponda. Más aun, no
sólo no está autorizado a colaborar con él o suplir sus omisiones, sino que tiene la
obligación de no hacerlo porque nunca un órgano jurisdiccional puede ayudar a una de
las partes de ese modo, en razón de que al hacerlo correría en detrimento de la
contraparte, lo que implicaría violar la garantía de imparcialidad que protege a todas
(excepto cuando se trate de una nulidad absoluta, de la aplicación del principio iura novit
curia o de las disposiciones que autorizan a los tribunales de recursos a favorecer la
situación del imputado cuando la impugnación haya sido presentada por el Ministerio
Público –art. 456, 2º párrafo, del CPP–).
Por todo lo anteriormente expuesto y, a riesgo de ser reiterativo, en función de la postura
que este tribunal adoptó hace ya siete años y ratificó con nuevos argumentos luego, se
concluye inexorablemente que la decisión del Fiscal de Instrucción obrante a fs. 116 del
expediente principal, quedó firme y en condiciones de ser ejecutada en cuanto el aquí
apelante no presentó en el término de tres días oposición en su contra en la sede de la
fiscalía que la dictó.
IX) Consecuencia inevitable de la conclusión a que se arriba en el punto anterior
es que el auto dictado por el Juzgado de Control es nulo, porque actuó
excediendo los límites de su competencia, dado que no tenía jurisdicción para
actuar en concreto la ley frente a ese caso.
Siendo ello así, y conforme a las previsiones de los arts. 185 –1er párrafo e inc. 1º, 2º
supuesto-, 186 y cc. del CPP, corresponde declarar de oficio la nulidad del auto del juez
de control por no haberse observado al momento de su dictado las disposiciones
concernientes a la capacidad del tribunal, lo cual afecta directamente la garantía
constitucional del debido proceso (Constitución Nacional, art. 18).
Conforme lo señala autorizada doctrina (CLARIÁ OLMEDO, Jorge A., Derecho Procesal
Penal, Rubinzal – Culzoni, Santa Fe, 2004, tomo II, páginas 220 -citado por AROCENA,
Gustavo A., La nulidad en el proceso penal, Mediterránea, Córdoba, 2002, p. 65- y 227),
a ésta debe entendérsela tanto en forma genérica, captada en la Constitución Provincial
y la LOPJ, referida a las condiciones generales para el legítimo ejercicio de la función,
como de modo específico, regulada en esas mismas normas y en las disposiciones
particulares del CPP, relacionada a las condiciones para actuar en el caso concreto.
En resumen, debe entenderse siempre nulo el decisorio del órgano judicial que se
expide sobre una cuestión para la que no tiene debidamente habilitada su
competencia, por violar las normas concernientes a su capacidad para decidir en
el caso concreto, a tenor de las disposiciones contenidas en los arts. 185 –inc.
1º–, 186 –2º párrafo– y cc del CPP (en sentido similar se expidió este tribunal en
la causa “Denuncia formulada por Leyría”, auto nº 318 del 30/06/11).
X) Sin perjuicio de lo anterior y para satisfacción de la aquí impugnante
corresponde señalar que, tal como lo entendieron las dos instancias anteriores, la
decisión del Fiscal de Instrucción de ordenar a Sánchez Cebreiro la puesta a
disposición del vehículo no le causa gravamen irreparable.
En efecto, si bien inicialmente el representante del Ministerio Público dispuso esa medida
“a los fines de hacer cesar los efectos del delito”, de lo que podría interpretarse que su
intención era la de proceder a la restitución del automóvil a Lescano, no debe perderse
de vista que Sánchez Cebreiro ha solicitado que le sea entregado a él en calidad de
depositario judicial, lo que aún no ha recibido respuesta de parte del citado órgano
judicial. Sólo en caso que rechace esta petición tendrá habilitada la oposición porque
recién allí sufrirá esa especial clase de perjuicio.
Ahora bien, no puede soslayarse que la calificación legal que corresponde al hecho
investigado es uno de los puntos que deben analizarse para dirimir la cuestión y que la
actual de estafa de modo alguno puede afirmarse que esté consolidada porque, si no se
logra acreditar la intención inicial de Colmenares de perjudicar patrimonialmente a
Lescano, debería mutar hacia otras posibilidades entre las que emerge claramente la de
defraudación por administración fraudulenta, en la que el único modo en que se podría
hacer cesar los efectos del delitos sería a través del dinero correspondiente al precio de
venta del automotor, pero jamás con la restitución de éste (no debe olvidarse que, en los
hechos, Colmenares cumplió con parte de lo mandado por Lescano cuando le vendió el
auto a Sánchez Cebreiro).
Asimismo, sea cual fuere la determinación que tome el fiscal con relación a la entrega del
automóvil, al momento de decidir deberá tener en cuenta la postura asumida por el
Tribunal Superior de Justicia en la causa “Videla” (Sentencia nº 55 de fecha 01/04/11), en
el que tuvo en cuenta el cuadro controversial allí demostrado (equivalente al que aquí se
verifica) para concluir en que la discusión sobre el punto debía resolverse en sede civil,
más aún en este caso en que ya está interviniendo ese fuero, para no incurrir en un
despojo judicial injusto.
Por otra parte, no parece correcto que Lescano y Sánchez Cebreiro puedan ser, al
mismo tiempo, ofendidos penales por el único delito de estafa que actualmente se
atribuye a Colmenares, calidad que la regulación procesal exige para que puedan
participar en el proceso como querellantes particulares, rol que a ambos les ha concedido
el Fiscal de Instrucción. Ello sólo sería posible si también se estuviera investigando otro
hecho del que pudiera ser víctima Sánchez Cebreiro, pero se advierte que Colmenares
no ha sido imputado por ninguno.
XI) En definitiva, corresponde declarar la nulidad del auto impugnado y bajar las
presentes actuaciones a fin de que el Fiscal de Instrucción continúe con el trámite
de la Investigación Penal Preparatoria, en la que deberá tener en cuenta lo
expresado en estos considerandos. Así voto.
B) A su turno, el vocal Ricardo Mario Iriarte dijo: que compartía el criterio
sustentado por el vocal preopinante y se votaba en el mismo sentido.
C) A su turno, el vocal Eduardo Rodolfo Valdés dijo: que estaba de acuerdo con
las consideraciones vertidas por el vocal de primer voto y se expedía en el mismo
sentido.
De conformidad a la votación que antecede, el tribunal RESUELVE: Declarar la nulidad
del auto impugnado y bajar las presentes actuaciones a fin de que el Fiscal de
Instrucción continúe con el trámite de la Investigación Penal Preparatoria, en la que
deberá tener en cuenta lo expresado en los considerandos. Protocolícese, hágase
saber y bajen.
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