Enviado por Carlos Garber / Junio 2004-07-02 Jorge M. Gondra, “JURISDICCION FEDERAL”, Edición de la Revista de Jurisprudencia Argentina S.A., Buenos Aires, 1944. Páginas 562-563, nota al art. 101 del Proyecto de Ley sobre Organización de los Tribunales Nacionales, del autor. Dicho artículo integra el Título Quinto (“Jurisdicción Apelada de la Corte Suprema”), Capítulo Segundo (“Recurso de Cercioramiento”). El Proyecto elimina totalmente el recurso de apelación ordinaria, y la nota explica las razones y los beneficios que supone que dicha reforma traerá para la tarea de la Corte en los términos que a continuación se transcriben: “En la actualidad la Corte Suprema interviene en las causas pertenecientes al fuero federal por apelación ordinaria en razón de la importancia de la causa, o por recurso extraordinario de igual modo que con respecto a las sentencias de los tribunales de provincia (ley 4.055, arts. 3 y 6). La práctica de este sistema ha probado su ineficacia, pues además de recargar innecesariamente al Tribunal con asuntos de escasa importancia, no ha podido evitar la anarquía de la jurisprudencia federal, como consecuencia de la actuación de ocho Cámaras Federales que resuelven las mismas cuestiones con carácter definitivo. “La calificación de las causas por razón del monto, es un criterio innecesario hoy día, que la capacidad e integridad de los miembros que componen las distintas Cámaras representan suficiente garantía a ese respecto. Y el recurso extraordinario, tal como ahora se lo aplica con relación a dichos tribu[página 563]nales, es también ineficaz, pues el carácter definitivo conferido a las decisiones que se pronuncian a favor de la validez de la cuestión federal, es lo que produce la desorientación de la jurisprudencia federal, en razón de los diversos criterios con que las distintas Cámaras han encarado idénticas cuestiones. Hace tiempo que los Estados Unidos advirtieron los inconvenientes del sistema, y lo abandonaron. Por ley del 23 de diciembre de 1914 se estableció que la Corte podía conocer aun en los casos en que la decisión se pronunciaba por la afirmación del derecho federal cuestionado; y por ley del 6 de septiembre de 1916 se extendió igual principio a los casos en que se cuestionaba la inteligencia de una disposición federal (Willoughby, “On the Constitution”, página 1265; Judicial Code, Tít. 28, art. 344). Ha llegado, pues, el momento de que nosotros encaremos igual reforma, aprovechando para ello la valiosa enseñanza que resulta de la experiencia norteamericana. “En este proyecto se adoptan plenamente los principios consagrados en dicho país. Se suprime la tercera instancia que establece la ley 4.055, dejando que las Cámaras Federales resuelvan con carácter definitivo todas las cuestiones de hecho, sea cual fuere el monto de la causa, y aunque en ella sea parte la Nación. En cambio, se le confiere más amplitud en el examen de las cuestiones federales, desde que puede revisar las sentencias, ya sean contrarias como favorables al punto federal en discusión. “A primera vista parecería que se aumentan las causas cuyo conocimiento correspondería a la Corte, pues son más las decisiones que se pronuncian a favor que en contra de las cuestiones federales que se plantean; pero ya se verá en el artículo próximo cómo se restringe la competencia del Tribunal en razón del cercioramiento. De ello resultará que en definitiva la Corte obtendrá una apreciable economía de trabajo”. Nota a la nota: El “recurso de cercioramiento”, arts. 101 y 102 del Proyecto Gondra, requisito de la “decisión adversa”, pero subordinando su procedencia a los siguientes requisitos: (1) Que la decisión recurrida resuelva una cuestión substancial sobre la cual aun no se hubiera pronunciado, pero debiera pronunciarse, la Corte Suprema; (2) Que resuelva una cuestión substancial en contradicción con las decisiones de la Corte Suprema; (3) Que la decisión del superior tribunal de la causa se halle en desacuerdo con la decisión de otro tribunal de igual rango o jerarquía; (4) Que la decisión aparezca dictada con transgresión de principios fundamentales inherentes a la mejor y más correcta administración de justicia (¿arbitrariedad?) .