Id. Cendoj: 35016370022012100446 Organo: Audiencia Provincial Sede: Las Palmas Sección: 2 Tipo de Resolución: Sentencia Fecha de resolución: 28/01/2012 Nº Recurso: 4/2012 Ponente: MARIA DEL PILAR VERASTEGUI HERNANDEZ Procedimiento: PENAL - PROCEDIMIENTO ABREVIADO/SUMARIO Idioma: Español SENTENCIA Ilmos. Sres. Presidente Dª Yolanda Alcázar Montero Magistrados D. Nicolás Acosta González Dª Mª Pilar Verástegui Hernández En Las Palmas de Gran Canaria, a veintiocho de enero de dos mil trece Visto ante esta Audiencia Provincial, Sección Segunda, de Las Palmas de Gran Canaria, el presente Rollo nº 4/12 dimanante de los autos de Sumario 1/12, procedente del Juzgado de Violencia sobre la Mujer nº 2 de Las Palmas contra Cosme , siendo parte el Ministerio Fiscal en representación de la acción publica y el referido procesado, representado por el Procurador de los Tribunales Don Carlos Sánchez Ramírez y asistido del Letrado Don Alfonso Alemán Negrín, y siendo Ponente la Ilma. Sra Dª Mª Pilar Verástegui Hernández, quien expresa el parecer de la Sala. ANTECEDENTES DE HECHO PRIMERO .- Celebrado el juicio oral, el Ministerio Fiscal, en sus conclusiones definitivas calificó los hechos como constitutivos de un delito de homicidio en grado de tentativa, previsto y penado en el artículo 138 del Código Penal, en relación con los artículos 16 y 72 del mismo texto legal, estimando responsable del mismo en concepto de autor a Cosme, concurriendo en el procesado la circunstancia modificativa de la responsabilidad criminal, agravante de parentesco, prevista en el artículo 23 del Código Penal, y solicitando se le impusiera la pena de diez años menos un día de prisión, con inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena, así como por aplicación de lo dispuesto en el art. 57 en relación con elartículo 48, ambos, del Código Penal, la imposición, como pena accesoria respecto del acusado, de la prohibición de aproximarse o comunicar con María Virtudes, a ella, a su domicilio, lugar de trabajo o cualquier otro que frecuente, a una distancia no inferior a 1000 metros e imposición de las costas procesales. SEGUNDO: La defensa del procesado, en sus conclusiones también definitivas, solicitó la libre absolución de su defendido, interesando, de manera subsidiaria, la condena del mismo como autor de una falta de lesiones del artículo 617 del Código Penal. HECHOS PROBADOS RESULTA PROBADO Y ASÍ SE DECLARA que el día 17 de enero de 2012, sobre las 23:20 horas, el procesado, Cosme, mayor de edad, y sin antecedentes penales, natural de Finlandia, se encontraba en la habitación que compartía con su esposa, María Virtudes, durante las vacaciones que ambos disfrutaban en Gran Canaria, en los Apartamentos DIRECCION000, en la CALLE000 nº NUM004 de esta ciudad. Tras manifestarle María Virtudes a su esposo su intención de separarse, el procesado le dijo a su esposa que eligiera si se mataba él o la mataba a ella, diciéndole a continuación que no se suicidaba porque no quería que ella viviera con el remordimiento de haberse él matado. Acto seguido, con el propósito de acabar con la vida de su esposa, procurándose para facilitar su ejecución de la previa ingestión de una gran cantidad de alcohol, en concreto absenta, que no afectó a sus facultades de entendimiento y voluntad, y tras decirle a su esposa que " sobrio no sería capaz de hacerlo, pero ebrio sí "; se sentó a horcajadas encima de María Virtudes, a la altura de su cintura, cuando ésta se encontraba tumbada en la cama, inmovilizándola con su propio peso y, utilizando una toalla que colocó alrededor de su cuello, presionó con fuerza con las manos, tratando de asfixiarla, tapándole también la boca. María Virtudes trató de defenderse, forcejeando y arañando al procesado, cayendo al suelo como consecuencia de dicho forcejeo. Una vez allí, el procesado nuevamente, y con idéntico propósito de acabar con su vida, se sentó encima de su espalda, cuando María Virtudes se encontraba boca abajo, y le tapó la boca hasta que la víctima, privada de oxígeno, perdió el conocimiento, huyendo el procesado del lugar, al acudir a la habitación el recepcionista del referido establecimiento, momento en el que María Virtudes recuperó el conocimiento. Como consecuencia de su acción, el procesado ocasionó a la víctima, eritema alrededor del cuello, tumefacción en la boca, arañazos en cara y cuello, equimosis y eritemas en muñecas y en ambas espinas iliacas, lesiones que no precisaron tratamiento médico o quirúrgico y por las que la ofendida no ha reclamado la indemnización que pudiera corresponderle. El procesado permanece privado de libertad por estos hechos desde el día 18 de enero de 2012, fecha de su detención, ingresando en prisión provisional el día 19 de enero de 2012. FUNDAMENTOS DE DERECHO PRIMERO. - Los hechos declarados probados son constitutivos de un delito de homicidio en grado de tentativa, de los artículos 138 y 16 del Código P enal, del que resulta ser autor directo y criminalmente responsable, el procesado Cosme. La acreditación de los mismos tiene lugar mediante la valoración de los testimonios depuestos en el plenario, así como de la prueba pericial y la documental. Concretamente, y como prueba de cargo suficiente para destruir el derecho a la presunción de inocencia, es preciso valorar la declaración de la víctima en el plenario, practicada con todas las garantías. Es reiterada la Jurisprudencia que analiza la declaración de la víctima y subraya su virtualidad para enervar el principio de presunción de inocencia, un resumen de la misma encontramos en la reciente sentencia del Tribunal Supremo, de fecha 9 de septiembre de 2009 que ha señalado sobre el particular; " ...Y en concreto, por lo que se refiere a la declaración de la víctima , debe recordarse, como hace la 409/2004, de 24 de marzo, la oportuna reflexión de STS nº esta Sala (STS de 24 de noviembre de 1987, nº 104/02 de 29 de enero y 2035/02 de 4 de diciembre) de que nadie debe padecer el perjuicio de que el suceso que motiva el procedimiento penal se desarrolle en la intimidad de la víctima y del inculpado, so pena de propiciar situaciones de incuestionable impunidad. Por ello es doctrina reiterada la que tiene declarada la aptitud de la sola declaración de la víctima para provocar el decaimiento de la presunción de inocencia ( SSTS 434/99, 486/99, 862/2000, 104/2002, 470/2003, entre otras; así como del Tribunal Constitucional, SSTC 201/89, 160/90, 229/91, 64/94, 16/2000, entre otras muchas ). No obstante, como apunta la STS de 13-7-2005, nº 975/2005 , debe ser valorada con cautela, pues se trata de un testigo que de alguna forma está implicado en la cuestión, máxime cuando su testimonio es la noticia del delito y con mayor razón aún cuando se persona en la causa y no solo mantiene una versión determinada de lo ocurrido, sino que apoyándose en ella, sostiene una pretensión punitiva. Es por eso que esta Sala se ha referido en numerosas ocasiones a aspectos relacionados con su valoración, que sin desconocer la importancia de la inmediación, pretenden la objetivación de la conclusión alcanzada mediante un razonamiento que exprese el proceso valorativo llevado a cabo por el Tribunal. En este sentido, valoración en conciencia no significa ni es equiparable a valoración irrazonada, y ese razonamiento debe expresarse en la sentencia. Sin embargo, hemos de establecer claramente que la jurisprudencia de esta Sala no ha venido a señalar la necesidad de cumplir unos requisitos rígidos para que la declaración de la víctima pueda ser valorada como prueba de cargo suficiente, de manera que si se demuestra su concurrencia haya de concluirse necesariamente que existe prueba y si no se aprecian, también necesariamente hubiera de afirmarse que tal prueba no existe. Simplemente se han señalado pautas de valoración, criterios orientativos , que permiten al Tribunal expresar a lo largo de su razonamiento sobre la prueba aspectos de su valoración que pueden ser controlados en vía de recurso desde puntos de vista objetivos. Así, se ha dicho que debe comprobarse que el testigo no ha modificado sustancialmente su versión en las distintas ocasiones en las que ha prestado declaración. La persistencia del testigo no ha de identificarse con veracidad, pues tal persistencia puede ser asimismo predicable del acusado, y aunque sus posiciones y obligaciones en el proceso son distintas y de ello pueden extraerse algunas consecuencias de interés para la valoración de la prueba, ambos son personas interesadas en el mantenimiento de una determinada versión de lo ocurrido. Pero la comprobación de la persistencia en la declaración incriminatoria del testigo permite excluir la presencia de un elemento que enturbiaría su credibilidad, lo cual autoriza a continuar con el examen de los elementos disponibles en relación con esta prueba. Igualmente ocurre respecto de la verificación de la inexistencia de datos que indiquen posibles razones para no decir la verdad , como puede ser la enemistad anterior, el odio, el deseo de venganza o similares, los cuales han de vincularse a hechos distintos de los denunciados, pues no es inhabitual que tales sentimientos tengan su origen precisamente en los hechos que se denuncian. Que no existan esas razones no supone que deba aceptarse necesariamente la versión del testigo, pero permiten excluir la existencia de motivos para no hacerlo. Estos dos aspectos, que deben ser comprobados por el Tribunal, permiten excluir la existencia de razones objetivas para dudar del testigo y hacen razonable la concesión de credibilidad. Aún cuando alguno de ellos concurra, puede ser valorado conjuntamente con los demás. Lo que importa, pues, es que el Tribunal que ha dispuesto de la inmediación, exprese las razones que ha tenido para otorgar credibilidad a la declaración del testigo. El tercer elemento al que habitualmente se hace referencia, viene constituido por la existencia de alguna clase de corroboración de la declaración de la víctima, especialmente cuando tal corroboración es posible dadas las características del hecho concretamente denunciado. No se trata ya de excluir razones para dudar del testigo, sino, dando un paso más, de comprobar la existencia de motivos para aceptar su declaración como prueba de cargo ". Pues bien, en el presente procedimiento la víctima ha merecido para la Sala absoluta credibilidad, tal y como a continuación se expondrá. La perjudicada declaró en el Plenario, manifestando que se encontraba en la isla con su esposo, de vacaciones, tratando de solucionar una situación de crisis que atravesaba su matrimonio, señaló que habían tenido discusiones y se había hablado de terminar la relación, incluso antes del viaje. Expuso que el día de los hechos habían salido a comer, poniendo de manifiesto que ella apenas bebió alcohol, solo una copa de vino en la cena, y dijo no recordar si él había bebido durante la cena, manifestando que habían comprado alcohol, que tenían en el apartamento. Cuando llegaron al apartamento, y cuando ella estaba viendo la tele, él estuvo bebiendo el alcohol que habían comprado y en un momento dado se acercó a ella, cuando estaba viendo la tele, y le agarró diciéndole que tenía que elegir si verlo a él morir o ella muerta, diciéndole también que " sobrio no sería capaz de hacer esto pero ebrio sí ". Declaró Dª María Virtudes que el acusado le dijo que no quería que ella viviera con la conciencia de que él se había matado y que a continuación le puso una toalla en el cuello, ella intentó entonces escapar y cayó al suelo, boca abajo, momento en el que él se colocó sobre su espalda y puso la toalla y la mano sobre su boca y la tuvo así hasta que perdió la conciencia y él pensó que había muerto, añadiendo que cuando recuperó el conocimiento vio al recepcionista mirándola asustado desde la puerta. Declaró que mientras duraron los hechos trató de defenderse, arañó, pateó, y que cuando acabó todo fue gateando hasta al pasillo y apareció una persona que no conocía, que le acogió en su habitación. De este modo, ha podido comprobar la Sala que la declaración de la víctima resultó plenamente coincidente con lo declarado anteriormente, tanto en el Juzgado de Instrucción, (folios 63 a 66), como en la denuncia inicial, (folios 41 y 43), no solo relatando lo ocurrido, sino ofreciendo idénticos detalles en cuanto a las frases que le dirigió el acusado, las circunstancias en las que se desarrolló la agresión, y el modo en que finalizó la misma, sin que se observen contradicciones entre sus manifestaciones. Dicha declaración se prestó bajo los principios de inmediación, contradicción, publicidad y oralidad, y se corrobora además con los datos periféricos, informes médicos, y las declaraciones de los testigos, que a continuación se examinarán. La declaración de la perjudicada reúne así los requisitos exigidos por la constante jurisprudencia del Tribunal Supremo para otorgarle el valor de prueba testifical, esto es; persistencia en la incriminación, ausencia de incredibilidad subjetiva y verosimilitud avalada por corroboraciones periféricas. En primer lugar, como se ha dicho, es persistente, y se mantiene en lo esencial desde el primer momento, desde la denuncia inicial, coincidiendo en todos los detalles que ofrece de lo ocurrido. Puso de manifiesto el Letrado de la defensa que, pese a lo manifestado por la víctima, se había recogido en el informe médico forense, obrante la folio 69 de la causa, que Doña María Virtudes; " según refiere, fue agredida por su marido, en fecha 18.1.2012, que le arañó en el cuello ", pareciendo corresponderse dicho extremo con las manifestaciones de la víctima. Es preciso destacar que, a diferencia del resto de declaraciones de la víctima, de origen finlandés, y que no habla español, en las que se contó con intérprete, bien de finlandés, bien de inglés, el médico forense no contó con intérprete en el momento de la exploración, manifestando que habló en inglés con la víctima, pero sin que, al no contar con intérprete, pueda otorgarse la misma validez a lo que al parecer manifestó al Perito, sin que, por los mismos motivos, puede otorgarse valor a lo que parece ser que el procesado manifestó al forense, manifestando entonces recordar lo ocurrido y admitiendo la posibilidad de haber sujetado el cuello de la víctima con algún tipo de lazo, declaración que, como se ha dicho, también se presta sin la asistencia de intérprete y no puede por ello atribuirse a la misma especial relevancia; "Que según refiere, fue agredido el día 17 de los corrientes tuvo una discusión con su pareja. Estuvieron cenando y bebiendo vino, también licor de alta graduación y ron, no recuerda en que cantidad. Luego subieron al hotel y se enzarzaron en una pelea, no recuerda los detalles pero reconoce que situó sobre ella sujetándola sobre sus caderas y es posible que usara algún tipo de lazo para sujetarla del cuello. Ella también le arañó sobre todo en cuello y abdomen y le dio una patada en la pierna derecha" . (folio 90). De esta forma, no se aprecian contradicciones en el relato de Dª María Virtudes que, por el contrario, se mantuvo idéntico al prestado desde un primer momento. No se aprecia por la Sala ningún móvil espurio que pudiese motivar la denuncia interpuesta. Reconocieron ambos que el matrimonio atravesaba una situación de crisis, admitiendo el procesado que la denunciante le había manif estado ya su intención de poner fin a la misma, pese a ello, la perjudicada ha manifestado en todo momento que el procesado nunca le había agredido con anterioridad, y que era la primera vez que sucedían hechos como éste, sin que tampoco persiga la denunciante la obtención de un resarcimiento económico, cuando renuncia incluso a la indemnización que por estos hechos pudiera corresponderle. Pero es más, como se ha dicho, la versión ofrecida en el Plenario coincide no sólo con sus manifestaciones anteriores, sino con la versión de los hechos ofrecida por los testigos que declararon en el Plenario, el recepcionista del hotel, una vecina que auxilió a la víctima tras los hechos y los Agentes del Cuerpo Nacional de Policía que acudieron al lugar de los hechos y se corrobora con los informes médicos obrantes en autos. En primer lugar, si bien los testigos no han podido contar lo que ocurrió en el interior de la habitación, en cuanto el procesado y su esposa se encontraban solos, valiéndose aquel, precisamente, de esta circunstancia, sí que ofrecieron detalles que no hacen sino confirmar la declaración de la víctima, en relación a lo ocurrido inmediatamente después de lo sucedido. Así, en primer lugar, el recepcionista de los apartamentos, D. Eliseo, quien afirmó que recibió una llamada de la habitación de al lado porque había ruidos en la habitación del procesado y su esposa, y que cuando llegó, observó que la puerta estaba abierta y el procesado sentado, diciéndole que no pasaba nada, sin que en esa ocasión pudiera ver a la víctima. Subió por segunda vez, y vio como el acusado tenía agarrada a su mujer, cuando ésta estaba en el suelo, sin poder concretar por donde la agarraba, pudiendo ver como ella sangraba por el labio, manifestó que él iba bebido, violento y descontrolado y salió de la habitación. También la testigo, Doña Delia, hospedada en los mismos apartamentos, corroboró lo manifestado por Doña María Virtudes. Su intervención fue tras los hechos, cuando pudo ver a una chica pidiendo ayuda, en el pasillo de los apartamentos, ofreciéndole entonces Doña Delia que se refugiara en su habitación, manifestó que la víctima sujetaba una toalla en su cuello y le decía en inglés que él intentó matarme, intentó ponerme alrededor del cuello una toalla, que también le había manifestado que ella se quedó inconsciente un tiempo y que él la dejó, así como que le había dicho que solo podía hacer eso si estaba borracho. Declaró la testigo, que la víctima no le propuso que le hiciera fotos, sino que fue decisión de la propia testigo ya que normalmente hace fotografías no habituales y pensó que podría servir como prueba, ratificando así lo manifestando en el Juzgado de Instrucción (folios 106 y 107); "le sacó fotos a la víctima habiéndoselo sugerido a la víctima ". Del mismo modo, quedó clara para la Sala la imparcialidad de la testigo, al manifestar ésta, de forma contundente, que se limitó a auxiliar a la víctima el día de los hechos, acompañándola después a Comisaría y al Hospital, y que no conocía a la pareja con anterioridad, pese a que llevaba ya un tiempo en los apartamentos y que, tras lo ocurrido, no ha vuelto a tener ningún contacto con la víctima, dándose la circunstancia de que la testigo reside en Irlanda y la víctima en Finlandia. Los Agentes del Cuerpo Nacional de Policía nº NUM000 y NUM001 manifestaron que tras ser comisionados, se personaron en los apartamentos, pudiendo comprobar el primero de los agentes que la víctima tenía erosiones en cara y cuello, manifestando el Agente nº NUM001 que se encontraba nerviosa, asustada, y ambos que a través del recepcionista había manifestado que su marido había intentado asfixiarla, sin que observaran nada anormal en la habitación. También los Agentes que participaron en su detención, y, en concreto, el nº NUM002, declaró que tuvieron que dar una batida para detener al procesado, y lo encontraron en las inmediaciones, entendiendo el Agente que en un primer momento D. Cosme había subido a la azotea pero que, al comprobar que no podía saltar, volvió a salir por el edificio, resultando detenido cuando salía del hotel, manifestando en inglés al Agente que no quería más problemas. Dichos testimonios corroboran la declaración de la víctima, resultando también relevantes los informes médicos obrantes en autos. En concreto, a los folios 54 y 55 de la causa, obran los informes médicos de urgencias donde se aprecian las siguientes lesiones en Doña María Virtudes; " eritema alrededor del cuello, tumefacción en la boca, arañazos en cara y cuello, euimosis y eritemas muñecas, euimosis y eritemas en ambas espinas iliacas ...". Sobre dichas lesiones declaró el médico forense que examinó a la víctima, D. Pedro Enrique, recogiéndolas también en su informe; "policontusiones, escoriaciones a nivel de cuello, cara, muñecas y ambas espinas iliacas ", obrando en autos, al folio 89, un segundo informe, en el que sostiene además, a la vista de las fotografías obrantes en autos, un hematoma reciente, que afecta a la región anterior del cuello, siendo indicativo de utilización de algún tipo de lazo con el objeto de realizar la estrangulación. Dichas fotografías obran a los folios 80 y siguientes de la causa y en las mismas se reflejan las lesiones que recogen los facultativos en sus partes médicos, así como las cicatrices de las dos operaciones de la perjudicada, en el cuello y el costado. Se aprecian erosiones en el cuello cuya relevancia, en cualquier caso, es relativa, al manifestar en todo momento la víctima que el procesado le tapaba la boca con las manos, explicándolo con gestos claros en el juicio oral, lo que determinó que no pudiera respirar, y lo que además excluye cualquier error de interpretación en cuanto a lo realmente sucedido. Sostiene la defensa que puede haber existido un error al traducir los términos asfixiar o estrangular; sin embargo, no se observó ninguna duda por parte de la intérprete, durante la declaración de Dª María Virtudes, y no se trata, en cualquier caso, de términos complejos o jurídicos que puedan inducir a error en cuanto a su interpretación, además, como se ha dicho, la víctima explicó perfectamente, con gestos, en el Plenario, como el procesado le tapaba la boca con la mano, impidiéndole respirar. Por último, presenta la víctima importantes hematomas en los costados, que se corresponden con la presión que el procesado ejerció mientras la sujetaba con ambas piernas, reflejándose también en las fotografías obrantes a los folios 85 y 86. Por otro lado, consta al folio 52 el informe de urgencias del procesado, en el que se describen herida inciso contusa en pabellón auricular y erosiones y arañazos múltiples en cara, cuello, piernas, abdomen , recogiéndose además dichas lesiones en el informe médico forense obrante al folio 90 de la causa. Pues bien, también dichas lesiones se corresponden con lo manifestado por la víctima, quien declaró que, mientras el procesado trataba de asfixiarla, ella se defendía, arañando y pateando a su marido, resultando por lo tanto relevante que éste presente erosiones y arañazos múltiples en su cuerpo. El procesado declaró en el Plenario, pero sin que en sus manifestaciones se observe la coherencia y la persistencia que sí se ha podido apreciar en las manifestaciones de la víctima. Así, declaró Don Cosme en el Plenario que se encontraba en Gran Canaria de vacaciones, donde había venido con su esposa para tratar de arreglar la situación de crisis que atravesaba la pareja. Declaró que en concreto, y en relación a la noche de los hechos, solo se acordaba del principio de la noche, pero no de lo que había ocurrido tras tomar alcohol. Declaró que habían ido a comer y tomaron alcohol en la cena, desconociendo la cantidad de alcohol que habían ingerido, pero sí que durante la cena había sido solo vino, resultando que el día anterior había comprado ron y absenta. Discutieron, y él se puso nervioso, tirando algún mueble, manifestándole Doña María Virtudes que ella no quería tener nada que ver con él, tiró a continuación los muebles y se bebió las dos botellas de absenta y de ron, pero negando haberle dicho a su esposa que lo hacía para acabar con su vida, ni que quería suicidarse, lo hizo solamente, señaló, para perder el conocimiento. Después de eso sus recuerdos se quedan en negro, y no recuerda haber estado encima de su mujer, pero sí que lucharon, y una aparición en la puerta, y que a continuación había subido y luego lo habían detenido. Manifestó que salió corriendo y se fue a la azotea, si bien desconoce el motivo. Declaró así mismo que no recordaba que lo explorara el forense, y que en cualquier caso no le dijo nada de lo que obra al folio 90. Preguntado por el reconocimiento de los hechos que hizo en comisaría, manifestó que no dijo nada de lo que se recoge en su declaración, sino que había sido un fallo del atestado, que lo firmó y solo le leyeron partes de aquí y allá, y que no se le tradujo bien, reconociendo ser cierto que preguntó si su mujer estaba viva pero que lo hizo porque al preguntar que si estaba bien no le contestaron nada, reconociendo la firma obrante al pie de su declaración en los folios 7 y 8 de la causa. Admitió que comunicó a la empresa que no iba a volver a trabajar pero que lo había hecho por ella, porque le decía que trabajaba mucho. Es preciso señalar, en relación a dichas contradicciones, que las mismas también se observan en su declaración en el Juzgado de Instrucción (folios 92 a 94), al manifestar el procesado, en su declaración, que la intérprete le había traducido los documentos, pero que al estar en estado de shock, no sabía lo que firmaba, manteniendo sin embargo en el Plenario, que no se le había leído, sino tan solo parcialmente. Por otro lado, la intérprete de finlandés fue la misma persona que asistió a la perjudicada en dependencias policiales, y manifestó Doña María Virtudes en el Plenario que no observó que la intérprete tuviera problema alguno para traducir, resultando llamativo que el reconocimiento efectuado coincida con lo manifestado por la víctima, admitiendo el uso de una toalla y admitiendo también que había agarrado fuertemente del cuello a su esposa para intentar asfixiarla, resultando difícilmente creíble que dichos extremos fueran mal traducidos por la intérprete para hacerlos coincidir con lo declarado por Doña María Virtudes. Finalmente, en relación a dicha declaración, se contó igualmente con la declaración del Agente del Cuerpo Nacional de Policía que intervino en la misma, con el nº NUM003, describiendo éste como el procesado había preguntado si su mujer estaba viva, quedando todos sorprendidos, detallando como D. Cosme, tras colocar las manos tras la cabeza y estirar los pies, adoptando una postura cómoda durante el interrogatorio, contó lo ocurrido, tal y como se transcribió. Lo expuesto permite afirmar, valorada en conciencia y analizada la prueba practicada, que ha quedado acreditado que el procesado realizó la conducta descrita en el relato de hechos probados y procede con ello dictar una sentencia condenatoria para el mismo, al haber sido desvirtuado el principio de presunción de inocencia. SEGUNDO.- De tal delito resulta responsable, en concepto de autor, el procesado Cosme, por la participación directa, material y voluntaria que tuvo en su ejecución, con arreglo a los artículos 27 y 28 del Código Penal, tal y cómo quedó acreditado tras las pruebas practicadas en el acto del juicio oral, según lo expuesto en el fundamento que antecede. TERCERO. - Procede la aplicación, en el presente caso, de la circunstancia modificativa de la responsabilidad criminal, agravante de parentesco, prevista en el artículo 23 del Código Penal, que interesa el Ministerio Fiscal. Así, admitida la relación matrimonial que unía a las partes, particular que la defensa no ha cuestionado en ningún momento, es evidente que debe admitirse la aplicación de la agravante de parentesco. Así´, las Sentencias del Tribunal Supremo 1574/01 de 14 de noviembre , o 1025/01 de 4 de junio señalan que; " la regla general, en consecuencia, es que en las agresiones físicas entre parientes debe aplicarse la agravante de parentesco, máxime si existe la relación de convivencia, pues en estos casos concurre el incremento de disvalor de la conducta derivado para los familiares del mayor vigor o entidad del mandato que impide cualquier clase de maltrato, así´ como el aprovechamiento de la relación para una mayor facilidad en la comisión del hecho y la trasgresión del principio de confianza propio de la relación parental ". No concurre, sin embargo, circunstancia atenuante o eximente derivada del consumo acreditado de alcohol que, en la noche de los hechos, llevó a cabo el procesado y ello porque, como ha quedado probado con la prueba practicada, el consumo fue dirigido a facilitar la comisión del ilícito penal, tal y como el propio procesado manifestó a la víctima. El apartado 2 del artículo 20 del Código Penal, contempla como eximente la intoxicación plena por consumo de bebidas alcohólicas, junto a la producida por drogas u otras sustancias que produzcan efectos análogos, siempre que impida al sujeto comprender la ilicitud del hecho o actuar conforme a esa comprensión, exigiendo adema´s como requisitos que tal estado no haya sido buscado con el propósito de cometer la infracción penal y que no se hubiese previsto o debido prever su comisión. "Tales previsiones, relativas a la llamada actio libera in causa, excluyen la aplicación de la eximente en aquellos casos en los que el autor se ha colocado voluntariamente en una situación de ausencia de capacidad de culpabilidad mediante la ingesta de determinadas sustancias, con la finalidad de cometer el hecho en el estado resultante, siendo suficiente para ello el dolo eventual (STS no 854/1996, de 16 de noviembre), o incluso culposamente si es posible sancionar como imprudentes los hechos comprendidos en el concreto tipo delictivo. De lo anterior se deduce que es necesario en estos casos que el Juez instructor en la investigación, las acusaciones en su momento y el Tribunal en la sentencia, se preocupen de acreditar y reflejar, no solo si la ingesta es o no voluntaria sino especialmente si existen antecedentes que obliguen a pensar que el autor se situó´ en ese estado con la finalidad de cometer los hechos, o si, al menos, tenia razones para conocer su reacción en un determinado sentido tras el consumo de tales sustancias y a pesar de ello las consumió´" STS 631/04, de 13 de mayo. Pues bien, en el presente caso es preciso señalar, en primer lugar, que la prueba practicada no permite concluir que el efecto del alcohol ingerido imposibilitara al procesado para comprender la ilicitud de su conducta, o para actuar conforme a esa comprensión. En concreto, fueron los Agentes que procedieron a su detención, quienes manifestaron que el procesado olía a alcohol pero que no balbuceaba y que contestaba bien a las preguntas, sin que tampoco los informes médicos recojan consideración alguna en cuanto a un posible consumo de alcohol por el procesado. Por otro lado, se debe valorar que dicho consumo de alcohol se produce inmediatamente antes de los hechos denunciados, al tiempo que el procesado le dice a su esposa que bebía porque lo que iba a hacer no podía hacerlo sobrio, pero sí ebrio. De esta forma, no solo no resulta acreditada la afectación de las facultades del procesado sino que, por el contrario, lo que sí ha resultado probado es que el consumo de alcohol se hizo con la finalidad, precisamente, de cometer los hechos que aquí se enjuician, con lo que no resulta aplicable circunstancia eximente o atenuante alguna. CUARTO.- En cuanto a la calificación jurídica de los hechos, los hechos declarados probados son legalmente constitutivos de un delito de homicidio en grado de tentativa. La STS 397/2012, de 18 de enero , señala que " sobre esta cuestión del ánimo homicida la jurisprudencia de esta Sala viene considerando como criterios de inferencia para colegir el dolo de matar los datos existentes acerca de las relaciones previas entre agresor y agredido; el comportamiento del autor antes, durante y después de la agresión, lo que comprende las frases amenazantes, las expresiones proferidas, la prestación de ayuda a la víctima y cualquier otro dato relevante; el arma o los instrumentos empleados; la zona del cuerpo a la que se dirige el ataque; la intensidad del golpe o golpes en que consiste la agresión, así como de las demás características de esta; la repetición o reiteración de los golpes; la forma en que finaliza la secuencia agresiva; y en general cualquier otro dato que pueda resultar de interés en función de las peculiaridades del caso concreto ( SSTS. 57/2004 de 22-1 ; 10/2005, de 10-1 ; 140/2005, de 3-2 ; 106/2005, de 4-2 ; 755/2008, de 26-11 ; y 140/2010, de 23-2 ). Como señala el Tribunal Supremo, en auto de 26/02/2004 (nº de recurso 3015/2002 ), la aplicación del tipo penal de homicidio en grado de tentativa, dependerá del "juicio de valor" sobre la intención del sujeto activo que ha de llevar a cabo el Tribunal de instancia. Cuando se trata de distinguir el delito de homicidio, o asesinato imperfecto, del de lesiones consumado, la distinción ha de encontrarse en un sistema culpabilístico y de tipo voluntarista como el nuestro, en el "dolo", que en los primeros consiste en un "animus necandi" y en el último en "animus laedendi". Es precisamente el "dolo", como voluntaria y manifiesta intención del resultado, el elemento diferenciador de ambas figuras delictivas, pero salvo supuestos excepcionales por otra parte, en que el propio acusado reconoce haber actuado con deseo de matar, la intención homicida sólo puede obtenerse por inferencia de los datos y circunstancias que constan en el relato histórico, reveladores del ánimo homicida. Por la jurisprudencia se han establecido como signos externos de la voluntad de matar, entre otros, y como más significativos: a) Los antecedentes de hecho y las relaciones entre el autor y la víctima. b) La clase de arma utilizada. c) La zona o zonas del cuerpo a que se dirige la agresión. d) El número de golpes inferidos. e) Palabras que acompañaron a la agresión y la actividad anterior y posterior al hecho, del culpable. f) Las condiciones de lugar, tiempo y circunstancias conexas o concomitantes a la acción. g) La causa o motivación de la misma. h) La entidad y gravedad de las heridas causadas. Entre los criterios enumerados -que no integran una lista cerrada- ostentan un valor de primer grado, según la doctrina de esta Sala, la naturaleza del arma empleada, la zona anatómica atacada y el potencial resultado letal de las lesiones infligidas ( STS de 29 de marzo de 1999 )". En el presente caso, de la prueba practicada ha resultado acreditado el dolo homicida que, como elemento subjetivo imprescindible, se exige para la aplicación del artículo 138 del Código Penal, lo que permite concluir a la Sala que el procesado actuó con ánimo de matar a la víctima y no simplemente de lesionarla, hasta el punto de llegar a entender que había conseguido su propósito, cuando la víctima perdió el conocimiento. Así se desprende, en primer lugar, de la declaración de Doña María Virtudes. Declaró ésta en el Plenario que en todo momento tuvo claro que su esposo trataba de matarla, el procesado planteó a la víctima que tenía que elegir si verlo a él morir o ella muerta, diciéndole también que " sobrio no sería capaz de hacer esto pero ebrio sí ", también declaró Dª María Virtudes en el Plenario que su marido le decía, mientras la asfixiaba, que iba a acabar con ella, y que le apretaba muy fuerte, llegando la víctima a orinarse encima cuando perdió el conocimiento, añadiendo que ella pensó en todo momento que iba a matarla, e incluso que lo tenía planeado, al haberse despedido del trabajo con anterioridad. También la zona del cuerpo a la que se dirigió la agresión y la fuerza ejercida por el procesado, evidencian la existencia del ánimo de matar. Se acredita dicho extremo con los informes médicos obrantes en autos, ya analizados, en atención al tipo de lesiones que presentaba la víctima; " eritema alrededor del cuello, tumefacción en la boca, arañazos en cara y cuello, euimosis y eritemas muñecas, euimosis y eritemas en ambas espinas iliacas ...", (folios 54 y 55), recogidas también en el informe médico forense, "policontusiones, escoriaciones a nivel de cuello, cara, muñecas y ambas espinas iliacas ", y las fotografías que obran a los folios 80 y siguientes de la causa en las que se reflejan las lesiones que recogen los facultativos en sus partes médicos, así como las cicatrices de las dos operaciones de la perjudicada, en el cuello y el costado. Se aprecian erosiones en el cuello y manifestó en todo momento la víctima que el procesado le tapaba la boca con las manos, impidiéndole respirar, tal y como se ha expuesto en anteriores fundamentos. Los agentes ponen de manifiesto (folio 3 del atestado) y ratifican en el Plenario, que el recepcionista hacía funciones de intérprete y que les dijo la denunciante que su marido " la había agredido y la había agarrado por el cuello con intenciones de asfixiarla, presentando diversas erosiones en la cara y en el cuello así como manchas de lo que parecía ser orina en los pantalones... " Por último, no puede olvidarse que el procesado cesó en su acción cuando la víctima perdió el conocimiento, de tal forma que el agresor huyó pensando que había acabado con su vida, hasta el punto de preguntar en Comisaría, como manifestó el Agente nº NUM003, que si su mujer estaba viva. Y debe igualmente considerarse que, al llegar el recepcionista a la habitación, huyó el procesado de la misma, hasta que fue detenido, cuando trataba de salir del edificio, por los Agentes del Cuerpo Nacional de Policía. No existe por lo tanto para este Tribunal, tras la valoración de la prueba practicada, duda alguna de la intención del procesado, quien ejecutó todos los actos precisos para asfixiar a la víctima y la privó de oxígeno hasta hacer que aquella llegase a perder el sentido, su finalidad , en este contexto, no podía ser otra que la de acabar con su vida pues sólo a este fin está dirigida la acción ejecutada, y ello debe suponer la condena del mismo como autor de un delito de homicidio en grado de tentativa, y no de lesiones, que en todo caso, y dada la relación que une a las partes, serían constitutivas de un delito del artículo 153 del Código Penal, nunca de una falta del artículo 617, pero sin que, en el presente caso, tal y como se ha expuesto, se haya podido constatar otro ánimo en el procesado que el de acabar con la vida de la perjudicada. QUINTO.- De acuerdo con lo previsto en los artículos 62 y 66 del Código Penal la graduación de la pena deberá´ fijarse en atención a las circunstancias personales del delincuente y a la mayor o menor gravedad del hecho, teniendo en cuenta también que el artículo 62 permite la imposición de la pena inferior en uno o dos grados a la señalada por la ley para el delito consumado, atendiendo al peligro inherente al intento y a grado de ejecución alcanzado. En el presente caso, procede la rebaja de la pena en un solo grado. El procesado trató de asfixiar a la víctima, impidiéndole respirar, hasta el punto de orinarse ésta encima y perder el conocimiento, manifestando el médico forense en el plenario que la pérdida de control de esfínteres se corresponde con lo sucedido, con una presión de cierta intensidad, resultando además, señaló, que la circunstancia de apretar fuertemente el cuello de una persona compromete su vida. Y fue precisamente, la circunstancia de perder el conocimiento la víctima, lo que motivó que el procesado cesara en su acción, pensando que la había matado. Dentro de ese marco punitivo y a la vista de la pena que procede imponer conforme al articulo 138 Código Penal, de cinco a diez años de prisión, procede la imposición de la misma en su mitad superior, por aplicación de la circunstancia agravante de parentesco, considerando ajustada a derecho la pena de ocho años de prisión, dada la ausencia de antecedentes penales del procesado y la inexistencia de cualquier otra circunstancia que aconseje la imposición de una pena más grave. De conformidad con lo dispuesto en el art 56 del Código Penal procede imponer asimismo la pena de inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena. Con arreglo al art. 57 del Código Penal, y en atención a lo interesado por el Ministerio Fiscal, procede imponer al acusado la prohibición de aproximarse en una distancia inferior a 1000 metros a María Virtudes, a su domicilio, lugar de trabajo o cualquier lugar que frecuente, así como comunicarse con ella por cualquier medio, ambas prohibiciones por tiempo de dieciocho años, en atención a las circunstancias ya expuestas, la relación que une a las partes, y la gravedad de los hechos que aquí se enjuician. SEXTO.- Tal y como prevé el artículo 116 del Código Penal, toda persona criminalmente responsable de un delito o falta lo es civilmente del daño causado, si bien en el presente caso, al haber renunciado la víctima a la indemnización que pudiere corresponderle, no se interesó indemnización alguna por el Ministerio Fiscal, única parte acusadora, y no procede, por lo tanto, su fijación. SÉPTIMO.- De acuerdo con el artículo 123 del Código Penal las costas procesales se entienden impuestas por Ley al criminalmente responsable de todo delito o falta, por lo que procede su imposición al acusado. VISTOS los preceptos legales citados y demás de general y pertinente aplicación, F A L L O.- Que debemos CONDENAR Y CONDENAMOS, a Cosme como responsable penal, en concepto de autor, de un delito de homicidio en grado de tentativa, concurriendo la circunstancia agravante de parentesco, a la pena de ocho años de prisión, e inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena, así como la prohibición de aproximarse a María Virtudes, a su domicilio, lugar de trabajo o cualquier lugar que ésta frecuente, en una distancia inferior a 1000 metros, o comunicarse con ella de cualquier forma, durante el tiempo de dieciocho años , condenándole asimismo al pago de las costas procesales causadas. Para el cumplimiento de la pena impuesta le será de abono al penado el tiempo que hubiere estado preventivamente privado de libertad por esta causa. Notifíquese esta resolución a las partes, a las que se hará saber que contra la misma cabe interponer RECURSO DE CASACIÓN en el plazo de CINCO DÍAS, a contar desde la última notificación, con los requisitos previstos en los artículos 855 y concordantes de la Ley de Enjuiciamiento Criminal. Así, por esta sentencia, lo pronunciamos, mandamos y firmamos. PUBLICACIÓN.- Leída y publicada ha sido la anterior sentencia por la Ilma. Sra. Ponente estando celebrando audiencia pública en el día de la fecha, de todo lo que, certifico.