luces sobre un tiempo en gris

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EL DÍA, jueves, 30 de mayo de 2013
21
MANUEL IZQUIERDO
Montesinos, un gomero
reconocido en Tejina por su
labor de practicante 24/25
revista semanal de EL DÍA
«LUCES SOBRE UN TIEMPO EN GRIS»,
exposición bibliográfica sobre la represión del
franquismo en Canarias
Compilador: Daniel García Pulido
Textos: Biblioteca Universitaria de La
Laguna
In memóriam Lilia Plasencia
Rodríguez, antigua bibliotecaria de
la Escuela Técnica Superior de
Ingeniería Informática
“L
a memoria no
abre heridas...
Las abre el negarse a ver y pensar”. Palabras tan
cargadas de entereza y sapiencia como las esgrimidas por el filósofo
Emilio Lledó Íñigo (Sevilla, 1927) podrían muy bien servir de antesala para
la muestra conmemorativa del Día de
Libro 2013 que ha preparado con exquisito tesón y profesionalidad la Biblioteca Universitaria de La Laguna, centrada sobre una de las páginas más recientes y sensibles de nuestro pasado.
Su título, “Luces sobre un tiempo en
gris: exposición bibliográfica sobre la
represión franquista en Canarias”, ansía
condensar en ese sencillo lema inicial
el propósito e intención de brindar una
visión renovada, científica y detallada,
a través de un metódico análisis histórico, de una época que hasta la fecha
sigue permaneciendo confusa y desdibujada en el imaginario de la sociedad actual, plena de recuerdos deslavazados, de verdades a medias y afirmaciones sesgadas, convulsa por la mescolanza de vivencias que nos atañen
y nos circundan tanto por horizontes
sentimentales como políticos, por
senderos familiares o de amistades,
por todo un cúmulo de afinidades y
desavenencias, y puede que incluso
por motivos de índole sencillamente
humanitaria y universal.
Esta muestra permanecerá abierta
al público hasta finales de junio en las
instalaciones de la Biblioteca General y de Humanidades, en el campus
de Guajara, con ese objetivo palpable
de desprender esa “venda” que velaba
la visión ecuánime de unos hechos históricos que marcaron indefectible y
duramente la sociedad y la vida isleñas. La exposición bibliográfica efectúa un denso recorrido sobre ese ámbito
de sufrimiento y de miseria, de violencia política y censura ideológica,
que definió en líneas generales ese periodo de silencio, miedo y olvido, solo
rotos en tiempos recientes con el pro-
Presos condenados
en el Batallón 180 en
Aulef (Marruecos),
1939-1940. Entre
ellos Juan Régulo,
Ramón García Rojas,
los hermanos Mauro
y Eladio Martín Peña
y Manuel Machado
Mesa. (Foto facilitada
por la familia de
Jacinto Alzola).
ceso de recuperación de la memoria
histórica. En ese repaso, condensado
en un esfuerzo de síntesis merced al
trabajo del equipo académico vinculado a la exposición, el visitante de la
muestra puede detenerse en los prolegómenos y aconteceres de la Guerra Civil, que hunden sus raíces en la
propia II República en España, pasando
por las diversas caras que esa violencia
implícita al horizonte bélico imprimió
en todas las facetas del franquismo subsecuente, desde la vertiente político-ideológica, económica, educativa
o cultural hasta el papel de la mujer
o las manifiestaciones últimas del tardofranquismo y los acontecimientos
inmediatamente posteriores a la
muerte de Franco.
Aparte del evidente interés que suscita la temática seleccionada, al tratarse de un período de la historia
reciente de nuestras Islas, esta exposición se presenta como una magnífica oportunidad para conocer y acercarse a parte de los valiosos fondos
bibliográficos contemporáneos con los
que cuenta la Biblioteca de la Universidad de La Laguna, particularmente
en su Sala de Canarias, que constituye
el grueso de las obras expuestas y es
uno de los fondos de investigación más
importantes de nuestra biblioteca y
del conjunto del Archipiélago. Para cum-
plir ese objetivo y meta propuestos se
ha conseguido seleccionar un interesantísimo conjunto de obras y documentos que van desde estudios y publicaciones académicas a diarios personales, pasando por fuentes literarias de diversa índole –cartas, poemas,
apuntes...–, testimonios gráficos (fotografías, carteles, propaganda) y audiovisuales –con grabaciones orales de protagonistas–, así como una variada tipología de documentos personales, prensa,
revistas, materiales artísticos y objetos cedidos tanto por instituciones, particulares como testigos de los propios
acontecimientos estudiados. Merece
especial atención ese complemento
artístico de la muestra, con la exposición de serigrafías efectuadas por José
Luis Vega y Antonio Gamiz, junto a algunas pictografías de Eduardo Martinón,
todas ellas inspiradas en el universo
carcelario canario de la posguerra (Fyffes, Gando y La Isleta).
Frente a ese “periodo velado, ese
tiempo impuesto, de tristeza y sufrimiento, ese tiempo de silencio”, la
muestra bibliográfica anhela aportar
un haz de luz y de conocimiento científico que certifique aquella realidad
cultural, literaria y artística truncada
y afectada por la censura, panorama
que, a diferencia de otras sociedades
que han sufrido totalitarismos simi-
lares, durante muchos años ha permanecido “en gris, recubierto por la
pátina del olvido y del miedo”.
Estructurada en diez apartados expositivos, condensados a su vez en ocho
paneles temáticos, la muestra comienza
con unos breves apuntes sobre “La
Segunda República en Canarias (19311939)”, vitales a la hora de comprender el vigor represivo desatado tras el
comienzo de la Guerra Civil. Este paréntesis histórico previo se constituye en
una de las claves iniciales de la propia exposición al enfatizar la relevancia
de la etapa republicana como génesis de los ulteriores acontecimientos,
ya que, no en vano, estos años llevaron consigo ímplicamente una “movilización política, social y cultural sin precedentes en Canarias”. La sociedad insular vivió su primera experiencia realmente democrática, con un tenso enfrentamiento entre maneras muy
distintas de entender la cotidianeidad,
dicotomía que cristalizó en las elecciones de febrero de 1936, en donde
la coalición de partidos y sindicatos
de izquierdas, agrupados en torno al
Frente Popular, se impuso a las derechas católicas. Ese universo enfrentado explica cómo, al triunfar el golpe
de Estado militar en el Archipiélago,
pasa a la pág. siguiente®
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jueves, 30 de mayo de 2013, EL DÍA
EN PORTADA
® viene de la página anterior
la inmensa mayoría de los asesinatos
y las represalias recayeran sobre los
miembros de la citada organización
política del Frente Popular, quienes
habían puesto en cuestión el poder tradicional de las clases dirigentes y de
la Iglesia en Canarias.
El segundo de los bloques temáticos de la exposición se centra en “La
Guerra Civil en Canarias: retaguardia
y resistencia”, en un intento de reunir tanto obras, documentos como testimonios que relaten el papel desempeñado por Canarias en el estallido del
propio evento bélico como su desarrollo en el Archipiélago, definiendo
los focos de resistencia y las actividades
de los republicanos canarios en tierras
peninsulares. Es evidente que las pautas definitorias de la conflagración en
las Islas vienen determinadas por la
propia ausencia de conflicto bélico en
sentido estricto, aunque no exenta de
una durísima represión contra quienes habían pertenecido a los partidos
y sindicatos republicanos y de izquierda.
Desde el mismo 18 de julio de 1936 se
produjo la destitución de las autoridades que habían sido elegidas en las
elecciones de febrero, siendo las instituciones ocupadas por elementos militares y sus cargos políticos anejos, reintegrados a miembros de la burguesía,
de la terratenencia insular y de los grupos conservadores que se adhirieron
al nuevo régimen. En medio de ese proceso, se produjo el reclutamiento de
miles de jóvenes canarios, que fueron
enviados al frente de guerra peninsular.
De manera general, se puede decir
que este es el panorama político de las
Islas durante este período, a lo que hay
que unir la ausencia de una resistencia capaz de frenar el golpe. En Gran
Canaria, la resistencia se centró en la
zona norte, como también ocurrió en
Tenerife, donde además hubo contados
enfrentamientos en la capital. En La
Gomera se produjo “El Fogueo” de
Vallehermoso y en Santa Cruz de La
Palma tuvo lugar la “Semana Roja”,
intentos ambos de resistencia que fueron duramente reprimidos, sin olvidar que en la Península también se organizaron focos de resistencia de canarios, como el Batallón Canarias, al frente
del cual estaba el comunista gomero
Guillermo Ascanio.
El tercer apartado de la muestra bibliográfica, titulado “La represión política
durante la Guerra Civil: presos judiciales y su memoria”, concentra un cúmulo de obras y testimonios que describen el fenómeno represivo en distintas islas, junto con otras referencias que versan sobre figuras concretas
sometidas a procesos judiciales con
los distintos desenlaces que estos tuvieron (penas de cárcel, batallones de trabajo o fusilamientos) y obras relativas
a procesos incoados a organizaciones
sindicales en particular. Este apartado
reúne también un importante número
de testimonios de personas represaliadas a través de memorias, obras de
ficción y de la palabra cautiva generada
en las cárceles canarias durante la guerra y la posguerra.
El diputado Luis
Rodríguez de la
Sierra Figueroa y su
hijo Guetón, ambos
desaparecidos
durante la Guerra
Civil, junto con el
resto de la familia,
también
represaliada. (Foto
facilitada por la
familia)
Pintura realizada
por el artista
represaliado Felo
Monzón en 1938 en
la prisión de Gando.
(Familia de Jacinto
Alzola)
La represión política de los sublevados sobre los militantes republicanos y las organizaciones obreras comenzó desde el mismo día en que se
producía el golpe militar contra la República, el 18 de julio de 1936. En un primer momento se llevó a cabo un tipo
de represión más arbitraria, propia del
descontrol de esa primera etapa del
proceso golpista, donde muchos militantes de izquierda fueron asesinados
y se les hizo desaparecer sin dejar rastro alguno. En una segunda ola represiva, los republicanos y militantes de
izquierda detenidos comenzaron a ser
juzgados en los tribunales de guerra
de los sublevados sin ninguna garantía jurídica, siendo las acusaciones más
comunes los delitos de sedición, traición o rebeldía. Una vez establecidas
las sentencias, las penas podían tener
un carácter variado, dependiendo
de la participación de los procesados
en la etapa política anterior. Algunos
fueron condenados a varios años de
cárcel en los centros penitenciarios de
las Islas –caso de la prisión de Fyffes
en Tenerife–, otros enviados a los batallones de trabajadores forzosos –empleados, por ejemplo, en la construcción
del aeropuerto de Los Rodeos en La
Laguna–, a campos de concentración
–La Isleta y Gando, en Gran Canaria–,
y finalmente los que peor suerte corrieron fueron los sentenciados a ser
fusilados –63 en la provincia occidental
y 60 en la oriental–. Este bloque temático viene ímplicamente adjunto al apartado de “La represión política durante
la Guerra Civil: los desaparecidos”, que
se centra en el oscuro fenómeno de
las desapariciones llevadas a cabo en
Canarias durante el período de la Guerra Civil.
Bajo el epígrafe “Atrapados en azul:
fascistización, represión y supervivencia”, se muestra un conjunto de
libros, revistas y periódicos sobre el
aparato propagandístico del régimen, la Falange y la Iglesia, que
contribuyen a entender el papel de
ambas instituciones y de la sociedad
canaria en la construcción y aceptación de la cultura nacional-católica.
Asimismo, se incluyen en esta sección
algunos estudios sobre la autarquía y
la labor realizada por el Mando Económico en el Archipiélago. La dimensión económica de la represión, tanto
durante la guerra como en momentos posteriores, y la visión sobre la situación económica de las islas en esos años
se completa con trabajos académicos
sobre el racionamiento, el estraperlo
Rúbricas en el álbum de honor de la
Biblioteca Provincial y del Instituto
Canarias, del General Francisco GarcíaEscámez e Iniesta y de Fray Albino G.
Menéndez Reigada, obispo de Tenerife, en
su visita a la Universidad en el año 1943.
(Biblioteca de la Universidad de La Laguna).
y la emigración clandestina, motivada
esta última por tales condiciones de
escasez, pero debida también a la presión ejercida por las autoridades
franquistas sobre quienes habían
estado vinculados con el republicanismo.
Tras aquel periodo inicial de represión directa dio comienzo lo que los
historiadores suelen definir bajo el concepto de fascistización, proceso de incorporación de una serie de elementos
ideológicos y políticos que asimilaba
al régimen nacido del golpe de Estado
y de la victoria en la Guerra Civil en
sus primeros años con los regímenes
fascistas del momento. Esto se manifestó especialmente en el ámbito político con la creación de un partido único, FET y de las JONS, que contó a su
vez con estructuras organizativas
para las mujeres y los jóvenes, como
fueron la Sección Femenina y el
Frente de Juventudes. Los años de la
posguerra, con la aplicación de las políticas autárquicas de fondo y la creación del Mando Económico (1941-1946),
estuvieron caracterizados por sus
efectos negativos sobre una población
que pasó hambre y que, en muchos
casos, no tuvo más alternativa que trabajar intensamente en el campo o arriesgar sus ahorros para salir de manera
clandestina –en los primeros años– con
destino a América, fundamentalmente a Venezuela. No obstante, también
fue una etapa en la que se mantuvo
la represión policial y la vigilancia a
aquellos sospechosos de haber pertenecido o pertenecer en la clandestinidad a los partidos opositores, especialmente al Partido Comunista, siendo
las claves de la supervivencia y la represión cuestiones claves para entender
la etapa de posguerra en un contexto
internacional que mantuvo la incertidumbre sobre el futuro del régimen
de Franco.
A renglón seguido surge la sección
expositiva “La represión franquista en
el ámbito educativo y cultural”, donde se aborda, mediante una selección
de obras diversas, la actuación del nuevo
régimen sobre la enseñanza, que
afectó al magisterio, al profesorado universitario y, en menor medida, al alumnado, pero también a libros y bibliotecas escolares y al modelo de escuela
mixta de la República. Este apartado
contiene también una pequeña selección de obras y otros documentos relevantes sobre figuras de la literatura,
el arte y el periodismo canario que permite ilustrar la acción represiva en el
ámbito cultural. Estas personalidades
sufrieron sus efectos de manera diversa:
desde la muerte, la cárcel y el destierro
por su vinculación política directa o
de sus familiares con la República, hasta
los consejos de guerra o las multas por
su oposición al régimen o por publicar una determinada obra o artículo
periodístico.
Este apartado se adentra en el lenguaje de autores canarios censurados,
algunos de los cuales han sido considerados pioneros de la llamada
poesía social en España. No debe obviarse que la educación y el fomento
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EL DÍA, jueves, 30 de mayo de 2013
EN PORTADA
de la cultura habían sido un objetivo
primordial en las políticas reformistas de la Segunda República, en una
sociedad canaria con las mayores tasas
de analfabetismo de España y también
de Europa occidental. No obstante,
reformas como el fomento de la coeducación (niños y niñas en la misma
clase) y la naturaleza laica motivaron
que el proyecto educativo y cultural
republicano generaran una gran polémica con la Iglesia y las organizaciones católicas, que temían perder su tradicional influencia docente.
Tras el golpe militar, por tanto, uno
de los sectores más castigados por el
nuevo régimen fue el magisterio y, en
general, el profesorado y el alumnado
favorable a esa idea laica e igualitaria de la educación republicana.
Aproximadamente un 35% de las
personas que ejercían el magisterio en
Canarias fueron depuradas, lo que podía
suponer desde la sanción temporal hasta
la separación definitiva de la docencia. Muchos docentes y artistas sufrieron además penas de prisión, siendo
uno de los episodios más oscuros las
desapariciones de maestros tinerfeños como José Galán o Francisco Delgado Herrera, entre muchos otros; el
asesinato de poetas vanguardistas como
Domingo López Torres, o el fusilamiento
de maestros destacados políticamente como José Miguel Pérez o Manuel
Illada. Paralelamente a esta política represiva, el régimen instauraría un modelo de educación fundado en los principios del nacionalcatolicismo.
Bajo el apartado “Mujeres bajo el franquismo” figura una serie de obras que
revelan tanto el modelo de feminidad
promovido por el régimen como la vida
de las mujeres represaliadas o las que
se sitúan en el frente de lucha antifranquista, en lo que se configura como
una de las claves o llaves a destacar
en esta muestra bibliográfica: el papel
de todas aquellas mujeres que sufrieron de una manera muy especial la
imposición de un sistema que recortaba muchos de sus legítimos derechos
políticos y civiles e instauró como obligatorio un modelo de feminidad basado en la noción de las mujeres como
“ángeles del hogar”.
Si bien es cierto que los hombres
sufrieron la represión más encarnizada,
que llevó a muchos de ellos a la muerte
y a la desaparición en el más absoluto
anonimato, no es menos cierto que las
mujeres sufrieron también encarcelamientos, torturas, vejaciones, e incluso
desapariciones en algunos casos,
junto a los efectos derivados de la represión sobre los varones de sus familias,
aunque este haya sido un fenómeno
menos estudiado por la historiografía canaria. Las mujeres canarias jugaron un papel importante en la
lucha contra la represión y el fraquismo
que se dio a lo largo de las décadas de
los 60 y los 70 en Canarias, con un papel
fundamental en el movimiento de recuperación de la memoria histórica, como
lo demuestra el hecho de que estén
al frente de la mayoría de estas asociaciones.
A renglón seguido la exposición se
adentra en el tema “Oposición política y represión en el tardofranquismo”, exhibiendo diversas obras y documentos que analizan cómo a lo largo
de la década de los sesenta del siglo
pasado empezaron a aparecer públicamente algunas manifestaciones de
la lucha antifranquista en las Islas, organizadas en la clandestinidad, manifestaciones que sufren episodios de
represión. En este sentido, se incorporan obras que han estudiado estos
movimientos, algunas publicaciones
significativas que dieron cobertura a
la resistencia antifranquista y también
obras relativas al papel de destacadas
figuras de la oposición política al franquismo en Canarias.
En 1959 era ejecutado por garrote
vil Juan García “el Corredera”, figura
mítica de oposición al régimen, proceso que impulsó movilizaciones
posteriores en el Archipiélago. Con el
inicio de los años 60, en Canarias comenzó una etapa de oposición al régimen franquista promovido por la formación de nuevos movimientos como
Canarias Libre o el MPAIAC, pero también a partir de organismos políticos
de la etapa republicana que se volvían
a estructurar, caso del Partido Comunista. Esta oposición fue inmediatamente correspondida por la represión
de las autoridades de la dictadura. En
1962 fue detenida la cúpula dirigente del movimiento Canarias Libre en Gran Canaria, figurando entre
los apresados Fernando
Sagaseta. En ese mismo
año, Antonio Cubillo
huyó a Argelia ante la
posibilidad de ser reprimido a causa de su implicación en la defensa
jurídica de los obreros
tinerfeños, fundando
desde este país el
MPAIAC en 1964. En
1968 caía en los llamados “Sucesos de Sardina
del Norte”, en la localidad grancanaria de
Gáldar, la dirección
del PCE liderada por los
hermanos Gallardo,
El poeta Pedro
García Cabrera y la
escritoria Nivaria
Tejera en 1957 en La
Laguna. (Foto cedida
por Antonio Álvarez
de la Rosa)
Fondo del pozo del
Llano de las Brujas
(Arucas, Gran
Canaria), donde se
encontraron los
cuerpos de
veinticuatro
desaparecidos
durante la Guerra
Civil. (Tibicena)
siendo condenada a varios años de prisión en las cárceles peninsulares. A lo
largo de los años 70, momento de su
mayor auge contra las instituciones del
régimen en Canarias, muchos de los
militantes del MPAIAC serían detenidos.
En 1975 moría, a causa de las torturas realizadas por agentes de la dictadura, el militante comunista Antonio González Ramos en los sótanos del
Gobierno Civil de Santa Cruz de
Tenerife; y al año siguiente era asesinado a tiros el joven independentista
Bartolomé García Lorenzo, también
de la mano de la represión del régimen. El asesinato de Javier Fernández Quesada en el campus de la Universidad de La Laguna en 1977 y el intento de asesinato sobre Antonio Cubillo en 1978, por una dictadura en descomposición, cerraría este amplio
bagaje de la represión a la oposición
tardofranquista en Canarias.
Esta exposición se cierra con el apartado “La recuperación de la memoria histórica”, temática y objetivo que
en los últimos años ha cobrado máxima actualidad debido al debate
social generado a partir de la demanda
de reparación impulsada por las familias de las víctimas. En este apartado
se analiza la contribución realizada a
este movimiento tanto desde instituciones académicas y de investigación
como desde las diversas asociaciones
para la recuperación de la memoria existentes en Canarias. Se exponen referencias a dichas asociaciones y a la intervención de las universidades y otras
instituciones públicas en proyectos de
investigación orientados a la recuperación de fuentes orales y escritas,
así como a la exhumación de restos
en distintos enclaves de las Islas. Esta
sección, que cierra la muestra, se constituye en una llamada perentoria y necesaria hacia el movimiento de recuperación de la memoria histórica en Canarias y su papel relevante, especialmente
el de las asociaciones de familiares,
como impulsoras de tal movimiento,
y del papel jugado por las instituciones académicas, fundamentalmente
las universidades, brindando un apoyo científico y riguroso a este proceso,
unido al apoyo prestado a estos fines
por algunas entidades públicas (caso
de ayuntamientos, cabildos y el propio Gobierno canario, que en algunos
casos están poniendo los medios para facilitar la labor de investigación y
exhumación de restos de personas asesinadas). La consecución de una sepultura digna a estas personas víctimas de la fuerte represión desatada
en Canarias tras el estallido de la Guerra Civil merece de sobra todas estas
atenciones.
Toda la fecunda labor de síntesis y
de conjunto que se observa en la exposición “Luces sobre un tiempo de gris”,
esa amalgama equilibrada de contenido y muestra, solo ha podido llevarse
a efecto gracias al trabajo del equipo
académico encargado del montaje y
contenidos de la exposición, conformado por Miguel Ángel Cabrera Acosta, Victorio Heredero Gascueña, Aarón
León Álvarez, Guacimara Ramos Pérez y Luana Studer Villazán, comisariado por la bibliotecaria Paqui Rivero
Cabeza, y con la colaboración inestimable del propio equipo de la institución, constituido por Paz Fernández
Palomeque, Liti García-Ramos Medina,
Silvia Molero Avilés, Candela Morales Méndez y Fátima Sáinz Sáinz. El
diseño estético de la exposición, a cargo
de Ismael García Pérez, ha otorgado
a la muestra ese punto de exquisitez
y calidad visual que tan ávidamente
reclaman quienes acuden a acontecimientos culturales de esta índole,
todo bajo la organización del Servicio
de Biblioteca de la Universidad de La
Laguna adscrito al Vicerrectorado de
Servicios Universitarios.
“Luces sobre un tiempo en gris” sueña con trasladarnos por momentos a
esos instantes trágicos de un ayer no
tan lejano, no tan aislado de nuestras
vivencias actuales, y quiere hacerlo
desde la promesa constante de una visión abierta, libre y liberadora de sensaciones y sentimientos. Sueña, en definitiva, con hacer ciertos y menos dolorosos, desde la perspectiva de la investigación histórica, de la documentación y del desagravio de los sentidos, aquellos versos de Borges que
afirmaban que “somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos”.
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jueves, 30 de mayo de 2013, EL DÍA
TRADICIONES
GOMEROS CON RELIEVE
MANUEL IZQUIERDO
MONTESINOS:
de Hermigua a Tejina
Texto: Oswaldo Izquierdo Dorta
E
l centro de salud de Tejina
se ha identificado con el
nombre de un gomero esforzado y generoso, de
un profesional de horario
y disposición permanentes: Manuel
Izquierdo Montesinos, desde ahora vinculado a la memoria y al corazón del
pueblo que más sabe de corazones.
En agosto de 2012, la Consejería de
Sanidad del Gobierno de Canarias, después de valorar su trayectoria profesional, tomó la decisión de reconocer
públicamente su labor, realizada durante más de 40 años como practicante
del 5º distrito de La Laguna, al poner
su nombre al centro de salud de Tejina.
Este homenaje recogía no sólo el reconocimiento oficial sino también el sentir de varias generaciones de tejineros.
Al 5º distrito, que comprende Tejina, Valle de Guerra, Bajamar y Punta del Hidalgo, se hallan adscritas más
de once mil personas, que son atendidas por nueve médicos nueve
enfermeras, una matrona, una trabajadora social y enfermería de enlace.
Al acto asistieron Juana María Reyes, directora del Servicio Canario de
la Salud, en nombre de la Consejería
de Sanidad del Gobierno de Canarias,
y Fernando Clavijo, como alcalde del
municipio de San Cristóbal de La
Laguna, acompañados de otras autoridades.
El alcalde lagunero realzó la trayectoria de aquellos profesionales que,
como el homenajeado, “han sabido situar el interés general por encima del
suyo propio, personas que han hecho
de la ayuda a los demás la base de su
trabajo”, y señaló que “Manuel Izquierdo Montesinos, el practicante,
fue una persona entregada a su pueblo, consciente de las dificultades que
soportaba la mayoría de sus vecinos
y fiel a una manera de entender el servicio público que ha sido modelo y
ejemplo para los que con su trabajo
aspiran a mejorar las condiciones de
vida de quienes viven a su alrededor”,
y que lo hizo “en una época de
dificultades económicas, en la que muchas familias apenas podían costearse el tratamiento y la mayoría de las
veces no cobraba”.
De las documentadas palabras del
regidor municipal, J. F. J. subraya las
siguientes: “En el año 1952 el destino
de Tejina, Valle de Guerra, Bajamar y
Punta del Hidalgo quedó para siem-
pre unido al nombre de Manuel Izquierdo”. (1)
Almudena Cruz destaca la creación
del “igualatorio”, “una especie de seguro
en el que, a cambio del pago de 10 pesetas mensuales, se tenía derecho a la
atención de los servicios del practicante”. (2)
Sobre su profesionalidad ha dicho
el periodista Domingo Barbuzano
que Manuel Izquierdo “ejercía su profesión de casa en casa sin tener que
ver a la hora que solicitaban sus servicios. Al principio lo hacía caminando
y siempre estaba de buen humor y con
ánimo de servir a todo el mundo, pero
especialmente a los más desfavorecidos,
a quienes a veces no les cobraba o los
atendía y les daba dinero de su bolsillo”. Y añade: “No había hora para
atender a un enfermo y pasaba hasta
noches enteras junto al mismo, solo
con una taza de café, hasta que veía
que estaba bien”. (3)
Si es justo destacar la entrega profesional de este practicante, también
lo es la de recordar el agradecimiento
de sus pacientes que se manifestaba
en frecuentes regalos de frutas y verduras.
Personalmente nos consta la importancia que tuvo su papel como mediador en conflictos familiares, tanto de
parejas como de herencias y otros similares. Cuando una mujer se le quejaba
de algún problema de esta índole, don
Manuel se entrevistaba de inmediato con el causante de la situación.
Para ello, lo citaba en su despacho o
iba a buscarlo a su casa o al bar y, apartándolo de los demás, lo abordaba con
un expresión muy suya: “Ven acá, chico:
¿por qué…?”. Y era tal el prestigio y
la autoridad que le reconocían sus con-
vecinos que, en la mayoría de los casos,
desempeñaba con eficacia ese papel
de “juez de paz” circunstancial.
Manuel Izquierdo Montesinos, don
Manuel para los tejineros, había nacido el 18 de agosto de 1924 en
Mayajigüa, Las Villas, provincia de Santa
Clara, Cuba, la tierra de promisión a
la que habían emigrado sus padres,
mi tío Pancho Izquierdo Plasencia, natural de Hermigua, y mi tía Susana Montesinos Montesinos, de Agulo. En el
pueblo de su madre nació la mayor,
Andreíta; en la Perla de las Antillas,
Paco, Sarita, Manolo, Rosita y Arsides;
y los dos más pequeños, Arnoldo y
Gerardo, en Hermigua, después de
regresar, en el nefasto año 1929, toda
la familia a La Gomera.
Manolito vivió en Hermigua y asistió a la escuela pública de Ibo Alfaro,
regentada por don José Manuel González. También pasó una temporada
en Agulo, en casa de sus abuelos maternos. Allí tuvo la oportunidad de tratar de cerca a su tío Domingo Montesinos, pianista solicitado por las sociedades de Hermigua y de Vallehermoso para los bailes de sus fiestas patronales, a las que se desplazaba en burro.
Don Domingo, personaje romántico,
de cabello largo y apasionada expresión artística, fue un bohemio amigo
de otros dos personajes entrañables,
presentes aún en mi memoria más remota: el destacado poeta Pedro Bethencourt, natural de Agulo, y Pascasio
Trujillo, que pasaba unas temporadas
empoyatado arriba, en la orilla vertical del monte; otras, en su casa de La
Playa; y el resto viajando por Europa.
La afición a la medicina le pudo venir
o, al menos, se vio propiciada por el
ambiente familiar: mi tío Pancho
Manolo, en primera
fila, en cuclillas, en
Arure, a mitad de los
años 30. A su lado,
un desconocido con
una guitarra y
Avelino Darias Mora
con una bandurria.
2ª fila de izquierda a
derecha: los dos
primeros sin
identificar; Rosendo
Izquierdo Plasencia,
mi padre y tío de
Manolo; Casto Mora,
de Vallehermoso;
Ruperto Dorta
García, tío mío; José
Mesa Niebla, mi
padrino; y José Luis
Mesa (de pie, con
tirantes). Ignoro los
nombres de las dos
señoras y del niño
pequeño. /ARCHIVO
DEL AUTOR.
tenía habilidad para poner inyecciones y desinfectar y curar pequeñas heridas, para lo que era solicitado por sus
vecinos cuando llegaba el caso. Disposición que contagió a sus dos hijos
mayores, Paco y Manolo, que no tardaron en ser requeridos por don Gil
Méndez, médico que tenía despacho
en una casa próxima, para ayudarle
como enfermeros.
Allá por los primeros, turbios y difíciles años cuarenta, los estudios secundarios, y no digamos los universitarios, eran una utopía para más de
noventa y cinco por ciento de la población escolar de las Islas, que no tenían
centros oficiales ni colegiados de
bachillerato (La Gomera, El Hierro y
Fuerteventura), y las perspectivas de
futuro para esa inmensa mayoría se
limitaban a entrar en el seminario,
desear que algunos maestros formaran una academia y que los padres
pudieran pagar matrículas, libros y
mensualidades o emigrar clandestinamente a Venezuela. Como Manolo
quería estudiar y ninguna de las dos
primeras era posible para una familia de ocho hermanos muy seguidos,
tuvo la voluntad de no rendirse y el
ingenio de buscar otra alternativa,
menos frecuente, pero posible también: ir voluntario al servicio militar
para, desde esa situación, realizar los
estudios que pretendía. Sus cuatro hermanos varones tuvieron que emigrar:
Paco y Arnoldo a finales de los cuarenta, de manera furtiva y temeraria,
en el “Telémaco”, y Arsides y Gerardo
años más tarde de manera regular.
25
EL DÍA, jueves, 30 de mayo de 2013
TRADICIONES
La familia Izquierdo Gutiérrez./ FOTO CEDIDA
Manuel Izquierdo
Montesinos.
Manolo fue destinado a Sanidad, al
Hospital Militar de Santa Cruz de Tenerife, centro en el que trabajaban dos
ilustres gomeros, médicos cirujanos
y militares de alta graduación, don Victoriano y don Sebastián Darias Montesinos. Procedían estos de San Sebastián por los Darias y de Agulo por los
Montesinos y pertenecían a una brillante dinastía de la que también formaron parte sus hermanos: un canónigo, don Maximiliano; una farmacéutica, doña Pulqueria; y un notario.
Los doctores Darias Montesinos, que
eran primos de la madre de Manolo,
trataron siempre a este como a un familiar muy próximo y lo animaron y apadrinaron para que estudiara la carrera
de practicante. Para poder alcanzar esta
meta, realizó el Bachillerato elemental, previo para las carreras de grado
medio, en el Instituto Masculino de
Santa Cruz de Tenerife como alumno
libre (4) y, también en esta misma modalidad, se desplazó a Cádiz para superar las pruebas pertinentes y conseguir el título oficial de practicante, algo
similar a lo que actualmente se conoce
como ATS. Todo lo hizo al tiempo que
cumplía los cuatro años del servicio
militar y hacía prácticas en el hospital.
Después de un breve regreso a Hermigua, trabajó algún tiempo en la Clínica Llabrés y en el Hospital Civil. Posteriormente, tuvo la oportunidad de
elegir plaza en Güímar o en Tejina. Se
decidió por esta última y a ella dedicó,
en jornada disponible de 24 horas, toda
su vida profesional.
Allí trabajó los primeros años con
José Ascanio, médico gomero que tenía
a Manolo en gran estima y lo animó
a pedir Tejina; luego, con los siguientes: Fernando Rey, Andrés Quintela,
Herminio García, Antonio Balsalobre,
Asciclo Armas y Horacio Hernández.
De todos ellos guardaba gratos recuerdos.
Como practicante de Tejina permaneció, de manera ininterrumpida, desde 1952 hasta 1998, cuarenta y seis años;
toda su vida laboral. Murió el 17 de
febrero de 2001 y sus restos descansan en el cementerio de Hermigua,
como era su deseo.
Los inicios de su vida sentimental
se remontan a los años en los que trabajaba en el Hospital Militar y estudiaba la carrera. En esas fechas conoció a la que habría de ser su esposa,
en la casa de una amiga común, una
señora gomera llamada doña Lola, que
tenía alquilado un piso a los padres
de Chencha.
Chencha, Inocencia Gutiérrez Castañeda, fue su inseparable compañera,
una mujer encantadora, siempre con
la sonrisa en los ojos y la dulzura en
la palabra. Con ella se casó el 28 de
diciembre de 1951, unos meses antes
de incorporarse a Tejina. Natural de
El Hierro, era hija de Juan Gutiérrez
y de Nicolasa Castañeda, hermana esta
última del que fuera durante muchos
años presidente del Cabildo Insular de
la Isla del Meridiano Matías Castañeda.
Durante los primeros años el matrimonio ocupó una casa alquilada a doña
Herminia; luego compraron una en la
calle Tomás González Rivero, que ampliaron, acondicionaron y convirtieron en la vivienda definitiva de la familia.
En Tejina nacieron sus cinco hijos:
Francisco, María Anisia (Marisa), Eligio, Óscar y Manolo, a los que supo
inculcar el gran amor que sentía por
Tejina.
De las emotivas palabras pronunciadas por María Anisia, queremos destacar aquellas en las que subraya el
respaldo y la comprensión de su madre, y las que expresan los sentimientos
familiares de gratitud a la gente de
Tejina: “Todos sus hijos nos sentimos
orgullosos de la complicidad, unión
y diálogo que mis padres mostraron
en tiempos tan duros como los que vivieron. Siempre apoyándose, siendo
conscientes de que lo más importante,
junto con la familia, era la atención
a las personas que lo necesitaban, fuera
a la hora que fuera y el caso que se tratara. Nuestra familia nunca podrá agradecer al pueblo de Tejina el que hubiera tomado la iniciativa para reconocer a nuestro padre el trabajo que realizó, pero lo que sí podemos hacer es
seguir sintiendo al pueblo de Tejina
como parte de nuestra familia, como
a él le hubiera gustado”. (5)
Don Manuel atendía a los enfermos
en su despacho y a aquellos que no
se podían trasladar los iba a visitar a
su domicilio. Siempre le acompañaban el buen carácter, el humor, el optimismo, los medicamentos puntuales
y una inmensa generosidad.
Llegados a este punto, es de justicia recordar que en los dos primeros
tercios del pasado siglo, y con mayores motivos en épocas anteriores, la
labor de los médicos y practicantes
de nuestros pueblos fue heroica: a disposición día y noche; a pie, en burro
o, en tiempos más cercanos, en coche;
solos o acompañados de un familiar
del enfermo; con la luz del día o con
la de un farol; por estrechos y pedregosos caminos…
En el tiempo convulso y desnortado
que estamos viviendo, tan escaso de
referentes cabales para la formación
mimética de los más jóvenes, nos parece
oportuno rescatar y recrear la semblanza
de este profesional de trayectoria reconocida y valorada por sus conciudadanos y por las autoridades como modelo y ejemplo.
Hay personas que con esfuerzo, dedicación y honestidad dan los mejores
frutos a sus semejantes; que crean en
su entorno una aureola de reconocimiento que se traslada de padres a hijos
que las ennoblece y ennoblece a su pueblo y a su isla, como Manuel Izquierdo
Montesinos, que ha dejado un recuerdo
imperecedero en la memoria colectiva
y su nombre en una institución clave:
el centro de salud de Tejina.
Personas como Manuel Izquierdo
Montesinos, prototipo de profesional
laborioso y constante; de esos gomeros que, dentro y fuera, logran que el
nombre redondo de la isla se pronuncie
con respeto y agradecimiento; de los
que hacen patria desde cualquier sitio
y profesión, a lo largo de toda una vida;
de los ensanchan las orillas y consiguen que percibamos La Gomera, más
allá de los pescantes del norte y de los
muelles del sur, como un gigantesco
acordeón que expande sus esencias
mucho más allá de sus fronteras físicas.
NOTAS
1. diariodeavisos.com (30 de agosto
de 2012)
2. La Opinión, 31-08-2012.
3. EL DÍA, 03-09-2012.
4. Actas de calificación escolar. Archivo
del Instituto Andrés Bello de Santa Cruz
de Tenerife.
5. Palabras de agradecimiento leídas
por su hija María Anisia en el acto de
homenaje.
26
jueves, 30 de mayo de 2013, EL DÍA
ARTE
Revista semanal de EL DÍA. Segunda época, número 879
PATRIMONIO HISTÓRICO-MONUMENTAL DEL PUERTO-CIUDAD DE
SANTA CRUZ DE TENERIFE
Esculturas que miran
al mar (y IV)
HERÁLDICA
del apellido de la
familia
FERNÁNDEZ
La capital tinerfeña está festoneada de esculturas expuestas al aire libre, algunas de las ellas de autores muy cotizados. El presente
trabajo propone un recorrido por aquellas que se encuentran cerca del mar o que tienen alguna relación con él , como las que se
encuentran en la Escuela de Náutica. Se trata de hacer una somera descripción de cada obra con sus datos más básicos, para mejor
conocimientro del público. Esta es la última entrega de una serie que ha incluido un total de 15 esculturas.
Textos: José Manuel Ledesma Alonso
CALLAOS
OLAS
E
stas tres piezas con
forma de callaos (piedras alisadas y redondeadas por efecto del continuo rozamiento producido
por el ir y venir del oleaje
sobre la costa) de 1 metro de
altura y 5x5, 2x2, y 4x2
metros de superficie, se
encuentran expuestas en el
espacio ajardinado de la autovía de San Andrés, a la entrada a la dársena del Este
del puerto de Santa Cruz de
Tenerife.
Su autor, José Antonio Zárate Lugo (La Orotava, 1954)
es un escultor que expresa
sus obras con formas y materiales sacados del paisaje insular, convirtiéndolos
en un motivo plástico y de
conocimiento y en un juego
de formas (piedras) y poesía (silencio).
En la construcción del ar-
E
“Callaos”, de José Antonio Zárate Lugo
mazón el autor utilizó acero
galvanizado cilíndrico, de 6
mm. de sección, recubierto
con una malla de aluminio
sujeta por 1.500 puntos de
unión.
Cuando las estructuras estaban emplazadas en su
ubicación, le aplicó mortero
base sobre la malla de aluminio, por medio de proyección mecánica y le añadió
una capa de mortero especial pigmentado, proyectado
a máquina y aplanado a mano.
ste espacio arquitectónico-escultórico, que representa
una superficie marina, levantado por la Autoridad
Portuaria de Santa Cruz de
Tenerife (diciembre de
1999) en la rotonda de la
dársena del Este, es obra de
Miguel Berroa Cerrajería,
profesor de Lenguaje Escultórico de la Universidad
Complutense de Madrid,
con la colaboración de los
arquitectos tinerfeños
Corona Bosch y Pérez Ama-
“Olas”, de Miguel Berroa Cerrajería
ral. La superficie de la rotonda, de 20 metros de diámetro, está cubierta de
enormes piedras cuyos pesos oscilan entre los 50 y
los 200 Kg. Estas piedras,
a la vez que conforman el
lecho oceánico, se utilizan
para calzar las 20 chapas de
hierro, de 7 metros de largo, 3,3 de ancho y 12 mm
de espesor, que imitan las
olas. Las láminas están
dispuestas de un modo
aparentemente anárquico.
Este grupo escultórico,
con una cota máxima de 3,5 metros, está dispuesto de manera que sea percibido por un espectador que tiene poco tiempo
para observarlo,
apenas unos segundos, puesto
que se encuentra
en un lugar de paso de vehículos.
A LOS HOMBRES QUE DIERON SU
VIDA POR EL MAR
E
“A los hombres que dieron su vida por el mar”
sta escultura, inspirada en motivos
y formas marinas, que se encuentra
en los jardines del Instituto Oceanográfico de Canarias, fue donada por su
autor, Carlos Ferreira de la Torre, con motivo de la inauguración del primer edificio,
en 1982.
Carlos Ferreira de la Torre –que nunca firmaba sus obras– nació en Valdemoro (Madrid)
en 1914 y falleció (1990) en el Puerto de la Cruz
(Tenerife), donde residía con toda su familia
desde el año 1970.
Esta obra de acero corten, de 8 metros de
altura, se ha trasladado al nuevo edificio,
inaugurado en octubre de 2011, situado al
margen derecho de la autovía de San
Andrés, en la zona ZEC del puerto de Santa
Cruz de Tenerife, debido a que el primitivo
inmueble tuvo que ser derribado (2009) por
los desprendimientos de enormes rocas procedentes de la montaña.
José Peraza Hernández
Apellido patronímico derivado del propio nombre de
Fernán o Fernando, muy expendido por la Península y
Canarias, sin que tengan relación entre sí los diversos
linajes
Muchos de los caballeros
de este apellido probaron su
nobleza en las órdenes militares españolas y Reales
Chancillerías de Valladolid
y Granada.
Don Alonso Luis Fernández de Lugo nació en Tenerife y fue tercer Adelantado de Canarias. Continuó en
América del Sur las conquistas de su padre, don Pedro, practicando con el emperador nueva capitulación o asiento. Se distinguió
notablemente en las guerras
de Flandes y Alemania y falleció en Gante en 1556.
El adelantado de Canarias
don Alfonso Luis Fernández
de Lugo y Hurtado de
Mendoza nació en Rivaldía
e ingresó en la Orden Militar de Santiago en 1577.
Don Pedro Fernández
Moreno y del Campo, juez
de Indias de la Ciudad de Cádiz natural de Tenerife,
probó su nobleza en la Orden de Santiago, en 1654.
Don Alonso Fernández de
Lugo y Cabrera nació en 1614
e ingresó en la Orden de Calatrava.
Armas
Algunos de Castilla: en campo de
azur, tres veneras de oro, bien
ordenadas y sumadas de tres flores
de lis, también de oro.
Otros de Canarias traen: en campo
de plata, un león de gules, con cinco
castillos de oro en la parte superior
y cinco calderas, también de oro, en
la parte inferior.
Bibliografía
–Nobiliario del Julio de Atienza. El
Solar Vasco-Navarro, de García
Garraffa, tomo III, pág. 292.
Enciclopedia General Heráldica
Hispana, d., y A. y A. García Carraffa.
por Lino Chaparro
D’Acosta
27
EL DÍA, jueves, 30 de mayo de 2013
FIESTAS
Texto: Nicolás Pérez García
D
esde la alborada dominical, el pueblo se pone en
marcha para dar color y alegría a la nueva cita floral
que irrumpe en honor
del Santísimo Sacramento. En el Corpus de Tacoronte se llegan a encontrar
detalles cotidianos que se repiten
desde el origen de la fiesta y han encendido la imaginación de los seguidores
que han recogido el testigo de sus mayores. De tal forma se consolida la idiosincrasia que define al vecindario que
toma parte activa en la confección de
las alfombras y tapices para adornar el
paso del Señor. El ajetreo que se vive
en el entorno de la plaza del Cristo y
en las calles que confluyen a ella es la
forja de un impulso creativo sencillo,
aunque muy sentido por quienes se afanan en conservar la tradición que juega
con los colores.
Desde los inicios de su poblamiento, ha ya más de cinco siglos, Tacoronte
se denominó “lugar” hasta 1834; luego se fue nombrando “pueblo” hasta
1911. Lo dicen los documentos. En aquel
1911 se recibió el decreto o cédula real
de Alfonso XIII concediendo al pueblo
el flamante título de “ciudad”. Pero Tacoronte siempre ha sido pueblo, conservando el sabor popular de su origen,
preservando su carisma agrario como
tal “comarca de la ladera”, enmarañado
de campos de labranza desde la medianía baja que mira al Atlántico hasta las
tierras altas cercanas al bosque.
Mencionamos el monte, del que desde antiguo dependía el quehacer agrícola y ganadero, suministrando los recursos indispensables de madera y aperos para el labrantío y la construcción
de viviendas. En la zona montuosa brotaba el agua que daba de beber al pueblo, cuyas canales de madera llegaban
hasta los enclaves de El Cantillo y Fuente
del Alcalde. Todavía hoy, el preciado
líquido sigue fluyendo en la Madre del
Agua, vital hontanar del “sagrado
bosque de las aguas”, como llamaban
al monte los antiguos moradores.
Entonces predominaban los terrenos
paniegos por todo el término, hasta que
los viñedos fueron ganando terreno.
Hay que remontarse al siglo XVI para
encontrar las raíces de la festividad que
se celebra en el Tacoronte de nuestros
días. Por aquella época, la ermita de Santa
Catalina y su feligresía luchaban enconadamente por conseguir plena
autonomía eclesial y así librarse de la
hegemonía del beneficio parroquial de
El Sauzal. Fue una dura y áspera contienda eclesiástica y vecinal llena de episodios problemáticos, rencillas y pleitos entre clérigos vecinos. La jurisdicción parroquial de San Pedro, erigida
con toda legitimidad desde 1533, acaparaba todos los servicios religiosos de
la comarca, contando con cofradías y
demás. Los capellanes y feligreses de
la zona de Acentejo estaban obligados
a ir a El Sauzal los días de precepto, mientras que en la ermita de Santa Catalina
solamente se podía decir alguna misa
CORPUS CHRISTI,
vivencias de un día especial
por un capellán movible que se mantenía de la limosna vecinal.
José Antonio Fernández de Ocampo
y Lugo (1717-1791), a quien podríamos
considerar el primer historiador de Tacoronte, reseña la visita, en 1578, del obispo
abulense don Cristóbal Vela, que rigió
la diócesis canaria entre 1574 y 1580.
Este prelado dejó un extenso mandato
sobre cómo había de desenvolverse la
vida religiosa en toda la comarca, quedando bien claro la rectoría eclesial del
beneficio de San Pedro. Pero las cosas
empezaron a cambiar. Una de las
mandas de monseñor Vela dice así:
“Yten que como los beçinos detacoronte
muestren al vicario obligacion firme de
ñora Santa catalina de tacoronte el primer domingo infra octaba del corpus cristi
en quince dias que sera el domingo
siguiente despues de aberse hecho la dha
fiesta enla yglª de nrâ Señora dela bitoria en çentejo y queelcura ebenefiçiado
deste benefiçio del Sauçal y el capellan
serbidor dela dha yglª de nra Señora dela
Vitoria sehallen presentes estedia enla
yglª de Santa catalina ala dha fiesta y
sopena de una dobla sino se hallaren presentes”.
A finales de este siglo XVI, la ermita
de Santa Catalina ya contaba con la cofradía del Santísimo Sacramento, cuya celebración principal era el Corpus
Christi, a más de la procesión cada ter-
quince doblas poco mas o menos sobre
haçiendas siguras para que deellos
sealumbre esirba el Santissimo Sacramtº.
y haçiendo Relicario deplata y lo demas
que fuere neçesario a contento del
vicario para que este deçentemente el
Santissimo Sacramento y puedan
ponerlo y tenerlo en la dicha yglª
desanta catalina guardando las condiçiones que enesta bisita tenemos
ordenado Reserbando como Reserbamos
el poder anidir [añadir] e quitar i
mudar enesto loque bien bisto fuere y
esto es loque depresente sus probeya e
mandaba Reserbando ensi quesiobiere
alguna que probeer en continuaçion dela
dicha visita lo hara”.
Después de esto, no pasaría mucho
tiempo cuando, siendo obispo don Fernando de Rueda, su vicario, el licenciado Castillo Maldonado, en 1585, entre
otras cosas autoriza la celebración
del Corpus Christi en la ermita de Santa
Catalina: “Primeramente sumd mdº [su
merced mandó] quela fiesta del corpus
cristi quese haga en esta dha yglª dese-
cer domingo de mes. Prueba de ello es
el mandato del vicario don Nicolás Martínez de Tejada durante su visita de 31
de julio de 1601:
“… continuando la visita delas ylesias
y Cofradias del dho Lugar visito la Cofradia del Sanctimº sacramento questa en
la yglesia de Santa Cathalina del dho lugar
y en ella hallo por mayordomos Salbador Ribero y Diego Hernandez los quales juraron en forma de derecho y prometieron decir verdad para tomar las
cuentas de todo el dho tpo [dicho
tiempo] que avian sido mayordomos”.
Sobre esta fiesta del Corpus que el
licenciado mandó celebrar en las tres
ermitas, un domingo en cada sitio, los
distintos párrocos o capellanes debían
asistir a las celebraciones con sobrepelliz,
túnica blanca que vestían los clérigos
en lugar del alba. El nombre deriva de
que usaban tal prenda encima de las
pieles o pellizas (de ahí “sobre-pelliza”,
sobrepelliz) con que se abrigaban en
tiempo de invierno.
Durante siglos, la celebración del Cor-
Alfombras del
Corpus Christi en
Tacoronte en los
años noventa.
pus se venía haciendo en el interior de
las iglesias con procesión claustral, hasta
que, avanzado el siglo XIX, se abre al
exterior y se populariza, circunstancia
que hace a la tradición más significativa con la participación del vecindario en la utilización de flores y otros productos naturales para adornar el paso
de la procesión. La costumbre trasciende
y con el paso del tiempo las calles se
convierten en senderos ataviados que
rezuman un ambiente activo y agradable,
sin que se pierda la esencia cristiana
en el escenario formado por un bonito
caleidoscopio floral y colorista.
A ras de calle, la suma de diferentes
ideas y perspectivas conducen a una
finalidad común, producto de labores
personales, simples y peculiares acorde
con el objetivo que se persigue. Familias y vecinos arracimados conforman
un cuadro humano dinámico y pintoresco en el camino de las acacias (antiguo Camino Nuevo, hoy Teobaldo
Power) entoldado de refrescante sombra, a veces bajo la sutil amenaza de
nubes perezosas que pueden traer llovizna. Ocurrió el año pasado cuando,
culminado el trabajo de alfombrado,
el Santísimo no pudo procesionar
debido a la inesperada lluvia. El monumento y la comitiva tuvieron que
detenerse en el interior de la iglesia de
Santa Catalina antes de salir por la puerta
traviesa norte del templo. No se
recuerda que alguna vez saliera la procesión por esta puerta. No es nada raro
que en el preludio del verano se encapote el cielo y llueva inesperadamente, lo que desluce el trabajo de las alfombras. Por un día, ese pequeño mundo
que es el pueblo, hace valer un encanto
especial del lugar, reviviendo la tradición y haciendo cercana la historia con
otros protagonistas, expresando su efímero arte en homenaje sincero, próximo
y natural hacia lo más profundo: el
Cuerpo de Cristo. Pues, sobre todo lo
demás, la misa solemne y la procesión
son los actos que tocan el alma de cada
cual.
La fiesta del Corpus es un reclamo
para imbuirse del espíritu más tradicional de la ciudad, en el triángulo histórico donde nació el pueblo hace más
de cinco siglos: Santa Catalina, El
Calvario, plaza del Cristo. Un paisaje
singular lo conforma el Camino Nuevo,
trazado en el siglo XVIII para unir las
dos iglesias. En él se despliega la
frondosa pérgola de acacias por la que
se cuelan los rayos del sol entre el ramaje, cosa que agradecen los alfombristas, encorvados sobre sus dibujos.
A media tarde retorna la quietud con
el trabajo concluido a la espera del paso
procesional. El ceremonial concluye sobre
el gran tapiz de la plaza, en el descanso
que se corona del manifestador para
exponer el Santísimo a la adoración de
los fieles, consiguiente plática del
orador y bendición solemne. Culmina
la fiesta cuando las últimas luces de la
tarde se funden con el ocaso que anuncia un nuevo amanecer, mientras que
el sendero alfombrado se vuelve masa
irreconocible y en el ambiente se
siente la satisfacción del compromiso
cumplido.
28
jueves, 30 de mayo de 2013, EL DÍA
www.eldia.es/laprensa
Revista semanal de EL DÍA. Segunda época, número 879
¿EN QUÉ PUEDE AYUDAR UN
PSICÓLOGO EN LA EMPRESA?
Seleccionar al personal, mantener un buen ambiente laboral y guiar
y evaluar a los empleados son algunas de sus funciones
Texto: Raquel González Casanova,
psicóloga colegiada T-2147
Álvaro Cabrera Suárez,
psicólogo T-2378
C
uando hablamos de profesional de la psicología,
lo primero que se nos
viene a la cabeza es un experto que ayuda a enfocar
a las personas cuando tienen algún
bache en su vida, o el que las trata
cuando sufren alguna afectación en
su salud mental. Dicho de otra manera,
sabemos que es un profesional que estudia y trata el comportamiento humano,
tanto a nivel individual como en las
relaciones con otros. Pero más allá de
su papel clínico, el profesional de la
Psicología puede desempeñar muchas
otras funciones, por ejemplo, las que
puede llevar a cabo dentro de una organización. Pensemos en ello: ¿quién
mejor que este profesional del comportamiento para trabajar en un lugar
donde hay tantas interacciones como
en una empresa?
Selección de personal
Cuando hace falta alguien para cubrir
un puesto en una empresa, el profesional de la Psicología analiza las competencias que requiere el puesto, ya
sean los conocimientos y habilidades
o la personalidad que encaje mejor en
la empresa o en el grupo al que se va
a incorporar el candidato. Este proceso
se lleva a cabo con diversas técnicas
que el psicólogo escoge en función del
proceso selectivo a desarrollar. Entre
otras, se encuentran: el análisis del
puesto de trabajo, de la tarea o la realización de entrevistas personalizadas.
Todo ello tiene como finalidad filtrar
y tomar la mejor decisión a la hora de
seleccionar un candidato.
Un mal trabajo de selección puede
traducirse en tener que repetir una y
otra vez un proceso que cuesta tiempo
y dinero a la empresa. Este proceso no
se basa sólo en la selección, sino también en la realización de la correcta
acogida, una vez seleccionado el
candidato, en la que se invierte tiempo y dinero y esfuerzo para que el recién
llegado se adapte el puesto.
En muchas empresas dicha selección es realizada por personal que ha
demostrado valía dentro de la organización, pero que no está formado para
realizar una adecuada selección. Estos profesionales pueden intervenir
en el proceso de selección asesorando
al psicólogo desde su conocimiento
de la tarea y/o área de competencia,
pero dejarlos por completo a cargo de
la selección puede ser un riesgo para
la empresa. Las consecuencias de la
selección de un perfil inadecuado pueden ir desde un trato no adecuado a
los clientes a una pérdida de productividad o a la aparición de fallos
de contabilidad, entre otros.
El profesional de la Psicología pone
en contacto al candidato con los
objetivos individuales que se esperan
de él, la forma en que se le va a evaluar y la normativa interna de la organización.
Calidad de vida laboral
Cuando existe un problema de comunicación entre compañeros, mandos
intermedios y/o superiores, o no están claras las funciones de cada uno,
se producen falta de fluidez en el trabajo, fallos, conflictos y estrés. Por todo
ello, el psicólogo, dentro de la organización, trabaja estudiando las causas
que están originando estas situaciones, para establecer criterios de actuación y así conseguir que exista un buen
clima laboral.
Por otra parte, elabora el plan de prevención, detección e intervención dentro de la empresa para actuar frente
a un posible síndrome de “burn out”
o del quemado, en el cual el profesional
siente un agotamiento emocional, valora
negativamente su trabajo y a sí mis-
mo, lo que afecta a su habilidad en la
realización del trabajo y al tipo de relaciones que establece con las personas
a las que da servicio.
También el psicólogo estudia, elabora y establece planes frente al acoso
laboral o “mobbing”, el cual, si no se
interviene de forma rápida, puede dar
lugar, entre otras cosas, a pérdida de
personal valioso para la empresa, un
mal ambiente de trabajo, que decaigan la motivación y la creatividad, e
incluso gastos derivados de litigios.
Para este último caso, y para otras situaciones, se crea un sistema de normas
y reglamentos disciplinarios dentro de
la empresa.
A la hora de la promoción y el desarrollo profesional en la empresa, se estudian, proponen e imparten planes de
formación y motivación, y además se
establecen medidas de control de asistencia y evaluación de los empleados.
Una correcta evaluación del desempeño por parte del trabajador nos permite detectar rápidamente si se está
produciendo alguna irregularidad
que haya que corregirse o logros y avances que podrán ser tenidos en cuenta
para hacer carrera dentro de la organización. En este aspecto, el psicólogo
también guía al empleado por las distintas fases y requerimientos para avanzar en su carrera.
A nivel administrativo
El psicólogo laboral establece reuniones
periódicas con los sindicatos para conocer los diferentes problemas de los trabajadores y solucionar así todas aquellas reclamaciones que van surgiendo
en la empresa, además de la negociación
colectiva.
Por otra parte, lleva un control del
presupuesto de personal, mantiene contacto con los organismos competentes en materia laboral, está al día en
los aspectos legales y laborales y participa en todas aquellas comisiones necesarias para favorecer el buen clima
laboral (salud laboral, calidad, estrategias de comunicación, etc.). Todo
esto hace que sea el perfecto intermediario entre la empresa, los sindicatos y los trabajadores.
En conclusión, pasamos gran parte
de nuestra vida dentro de las empresas. En ellas nos relacionamos, trabajamos y nos desarrollamos como
profesionales. Es un ambiente cambiante, tanto por los distintos flujos
de trabajo y de personal como por la
influencia directa y recíproca entre lo
que pasa fuera de la empresa (familia, economía, política, etc.) y lo que
pasa dentro.
La importancia del profesional de
la psicología en la empresa radica en
gestionar los procesos que se suceden
diariamente en las plantillas para
conseguir una estabilidad necesaria
que permita el buen funcionamiento
de la misma.
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