REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA. MINISTERIO PÚBLICO DESPACHO DE LA FISCAL GENERAL DE LA REPÚBLICA VICE FISCALIA ___ BIBLIOTECA CENTRAL "RAFAEL ARVELO TORREALBA" DOCTRINA DEL MINISTERIO PUBLICO (1972) CARACAS 2013 CONTENIDO Pág. PRELIMINAR, por la Lic. Carmen Celeste Ramírez Báez, Coordinadora de la Biblioteca Central “Rafael Arvelo Torrealba” del Ministerio Público. I PRELIMINAR La Doctrina del Ministerio Público (1972) que se incluye en este volumen fue extraída del Informe del Fiscal General de la República presentado al Congreso Nacional en el citado año, en el cual se recogen cincuenta y cuatro de las opiniones del Ministerio Público dictadas en ese año, sobre asuntos denunciados, estudiados e investigados en la Institución. Clasificada, bajo un léxico normalizado de terminología político legal para redes, por la División Información Institucional de la Biblioteca Central del Ministerio Público, constituye una fuente de información para los Fiscales del Ministerio Pública en su actuación ante los Tribunales de la República. Este trabajo está encomendado a la Abog. Rosa Rodríguez Noda [email protected], a cargo de la División Información Institucional, bajo la orientación de la Coordinadora. Con este volumen la colección de la Doctrina del Ministerio Público abarca 32 tomos que presentan la posición doctrinal de este Organismo en 36 años (1972-2008) de actuación de defensa del estado de derecho en el país, que a partir de 1999 se convierte en estado social, democrático, de derecho y de justicia al promulgarse la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. La Doctrina del Ministerio Público (1972-2008) y su separata la Doctrina del Ministerio Público sobre el Código Orgánico Procesal Penal (1996-2008) pueden consultarse también en la página web del Ministerio Público www.ministeriopublico.gob.ve /site Información (Doctrina)/ o en la Intranet http://Intranetmp.mp.gob.ve/ /site Normativas (Doctrina)/. Asimismo, se encuentra a disposición en CD, el cual puede obtenerse mediante solicitud formulada ante la Biblioteca Central del Ministerio Público. Lic. Carmen Celeste Ramírez Báez Coordinadora de la Biblioteca Central del Ministerio Público [email protected] Caracas: Marzo 2013. I DOCTRINA DEL MINISTERIO PUBLICO (1972) 1 001 TDOC REMI DEST UBIC TITL /sin identificar/ Fiscal General de la República Congreso de la República Ministerio Público MP FGR CR FECHA:1972 Ley de Amparo FRAGMENTO A excitación del Ministerio Público por mi representado, la Corte Suprema de Justicia en uso de la facultad que le confiere el artículo 148 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, dictó un Acuerdo con carácter obligatorio el 24 de abril de 1972, por el cual declara que la competencia de los Tribunales de Primera Instancia y Superiores, en lo Penal, de la República, a que se refiere la Disposición Transitoria Quinta de la Constitución, se limita exclusivamente al conocimiento del recurso de Habeas Corpus previsto en dicha norma; y que, en consecuencia, toda discusión que no esté apoyada en la competencia específica de dichos Tribunales o que invada la atribuida por la Constitución y las leyes, a otros órganos judiciales, constituye una usurpación o extralimitación de atribuciones. En fuerza de este Acuerdo del Supremo Tribunal de la República se puso coto a los abusos que venían cometiendo algunos Jueces Penales que se arrogaban atribución para resolver Recursos de Amparo de toda índole, violentando el orden jurídico. Ahora en cambio, aparece una situación anómala: la disposición contenida en el artículo 49 constitucional, de índole programática, no ha sido todavía desarrollada por el legislador ordinario, de manera que la voluntad del Constituyente ha quedado todavía en el vacío. Ningún Proyecto de Ley de Amparo ha sido presentado a la consideración de las Cámaras Legislativas, ni por el Ejecutivo ni por ellas mismas, ni por la porción de ciudadanos señalada en la Constitución. Por ese motivo el Despacho a mi cargo, en ejercicio del Ministerio Público cuya principal atribución es velar por el respeto de los derechos constitucionales, se compromete ante ustedes a redactar un Proyecto de Ley Orgánica de Amparo; para lograr que por alguna de las vías pertinentes, de acuerdo con el artículo 165 de la Constitución Nacional, sea enviado al Poder Legislativo, si fuere posible antes de que termine el mandato que ejerzo. A tal efecto he dado mis instrucciones a la Dirección de Consultoría Jurídica para que se ocupe, con la asesoría que fuere menester, de llevar a cabo tal cometido. Disposiciones legales contenidas en el documento: CR art:49 CR art:165 LOPJ art:148 DESC DESC DESC AMPARO HABEAS CORPUS LEYES FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.VII-VIII. 2 002 TDOC REMI DEST UBIC TITL /sin identificar/ Fiscal General de la República Congreso de la República Ministerio Público MP FGR CR FECHA:1972 Ley Orgánica del Poder Municipal: La elección del órgano deliberante no puede ser hecha por mandato constitucional sino por votación directa FRAGMENTO He leído con complacencia acerca del Proyecto de la Ley Orgánica del Poder Municipal, a que se refieren los artículos 25, 26, 27, 30 y 31 de la Constitución. Es otra Ley de urgente necesidad, porque vendría a darle cuerpo a las disposiciones de la Constitución. Dentro de esa materia el Ministerio Público tuvo oportunidad de enviar varios dictámenes a la Corte Suprema de Justicia durante el año, cuya esencia es la que sigue: cuando es creado un Distrito Municipal, en ausencia de la Ley Orgánica del Poder Municipal, la elección del órgano deliberante no puede ser hecha, por mandato constitucional, sino por votación directa: por lo tanto, son inconstitucionales algunas Juntas de Administración Municipal que para regir dichos Distritos, han creado determinadas Asambleas Legislativas. Hago votos porque esa Ley resulte sancionada dentro de la etapa de sesiones de este año. Disposiciones legales contenidas en el documento: CR art:25 CR art:26 CR art:27 CR art:30 CR art:31 DESC MUNICIPIOS FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, p.VIII. 3 003 TDOC REMI DEST UBIC TITL /sin identificar/ Fiscal General de la República Congreso de la República Ministerio Público MP FGR CR FECHA:1972 Ley de Carrera Judicial FRAGMENTO Acaba de celebrarse en esta ciudad una Tercera Asamblea Nacional de Jueces (pues la primera tuvo lugar en 1950 convocada por el Supremo Tribunal de la República). Concretaron ellos el viejo anhelo sobre el establecimiento de la Carrera Judicial. Ahora bien, en el Congreso se encuentra desde 1966 un Proyecto de ley de Carrera Judicial que fue redactada por una Comisión de más de 45 Jueces y otros eminentes juristas del país. A ella le hizo el Fiscal General de la República una serie de observaciones que envió al Congreso. Ese Proyecto debería ser objeto de las atinadas discusiones de ustedes. Dentro del sistema de la amovilidad de los funcionarios que establece nuestra Constitución, al preceptuar que el Gobierno de Venezuela es alternativo y señala la duración de los períodos constitucionales-, la carrera judicial constituye una necesidad social, porque asegura la independencia del Juez y su estabilidad, en tanto en cuanto observe buena conducta, administre con prontitud la justicia y revele tener una cabal competencia técnica. Pero esa Ley no puede amparar a los Jueces perezosos, a los incapaces, mucho menos a algunos que, por excepción, llegaren a ser deshonestos. El principio del derecho preferente del Juez a ser reelegido en sucesivos períodos constitucionales, que desde 1945 se ha establecido en la Ley Orgánica del Poder Judicial, aunado al de que no puede ser destituido sino mediante sentencia firme, deben ser ampliamente reglamentados en esa Ley para darles la vigencia efectiva que hasta el presente no han tenido. Al mismo tiempo, ella debe establecer todo un amplio sistema de Previsión Social de la Magistratura así como un Instituto de Especialización en cada una de sus ramas de competencia, y también un rígido sistema de disciplina que permita la rápida sanción del infractor, o su erradicación del Poder Judicial, pero con derecho a su defensa. Por encima de todo, debe evitarse que su elección esté influida por razones de índole política, porque ello sería destruir la independencia judicial. Lo importante es la más rigurosa selección de los aspirantes a ser Jueces, sea mediante concurso o de cualquier otra forma, ya que sólo con tal selección puede asegurarse la estabilidad del funcionario judicial; selección basada en antecedentes de honestidad, de capacitación, de idoneidad. DESC DESC DESC DESC DESC CARRERA JUDICIAL JUECES LEYES PRINCIPIO DEL DERECHO PREFERENTE DEL JUEZ PODER JUDICIAL FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.VIII-IX. 4 004 TDOC REMI DEST UBIC TITL /sin identificar/ Fiscal General de la República Congreso de la República Ministerio Público MP FGR CR FECHA:1972 Ley de la Corte Suprema de Justicia FRAGMENTO También me siento complacido en saber que se le dará prioridad en estas sesiones a la consideración de la Ley de la Corte Suprema de Justicia. Podría decirse que, por haberse prorrogado por tan largo tiempo la aplicación interina de la Ley Orgánica de la Corte Federal de 1955, la Sala Político-Administrativa compuesta por 5 Magistrados, viene actuando con distanciamiento de los propósitos del Constituyente. En efecto, la Carta, en su artículo 216, señala que las atribuciones señaladas en los ordinales 1° al 6° del artículo 215 las ejercerá la Corte en Pleno, pero que la ley Orgánica podrá conferir las atribuciones señaladas en los ordinales 2°, 3°, 4°, 5° y 6° a una Sala Federal presidida por el Presidente de la Corte, integrada por los Magistrados que tengan competencia en lo contencioso-administrativo y por un número no menor de dos representantes de cada una de las otras Salas. Es decir, que las importantes atribuciones de decidir sobre la inconstitucionalidad de las Leyes Estadales, Ordenanzas Municipales y Actos de los cuerpos deliberantes de los Estados y Municipios; la acción objetiva de colisión de leyes; la acción de nulidad contra los Reglamentos Ejecutivos, los Reglamentos Orgánicos y los actos de Gobierno, así como el antejuicio de mérito para enjuiciar a los altos funcionarios nacionales y Gobernadores, debería ser ejercida por la Sala Federal compuesta por no menos de nueve Magistrados, en las que estuvieren representadas todas las Salas. Más, durante 12 largos años, dichas atribuciones las ha venido ejerciendo la Sala PolíticoAdministrativa, compuesta sólo por cinco Magistrados, con ausencia de los representantes de las otras Salas; y pudiendo en aquella hacer mayoría apenas tres Magistrados. Teniendo la Corte Suprema de Justicia por encima de las demás atribuciones que le son conferidas por la Constitución y la legislación nacional, la función primordial de controlar la constitucionalidad y la legalidad de los actos del Poder Público, es plausible que en los proyectos que se estudian actualmente por las Cámaras se exija que sus Magistrados además de tener más de 30 años, hayan actuando en la judicatura, ejerciendo la profesión o prestando sus servicios en instituciones públicas o en la docencia por más de diez años. También debería establecerse claramente que hay posibilidad legal de la renovación del mandato de ellos; así como el derecho a la jubilación y a pensiones familiares para los deudos del fallecido. Estimo también plausible que se establezca que la inadmisibilidad de las demandas o recursos pueda ser declarada in limine litis, antes de iniciarse el procedimiento, por causales bien determinadas; pues así se agiliza aquél y no se dará el caso, como viene ocurriendo actualmente, de que se llegue a la sentencia, al cabo de largos meses y hasta de años, para resolver que la acción o el recurso intentado era inadmisible, también es conveniente que se imponga una multa cuando la acción o el recurso se consideran temerarios o evidentemente infundados. Varias observaciones me tomo la licencia de someter a la consideración de ustedes en esta materia: Primera: La supresión de la tercera instancia en los procesos penales fiscales, establecida desde el Código de Hacienda de 1867. Solamente en esos procesos es que existe en Venezuela la tercera instancia, suprimida en 1945 para los procesos militares y en 1948 para todos los demás, ordinarios o especiales. La tercera 5 instancia en los procesos penales fiscales rompe la armonía orgánica de la legislación procesal del país; repugna al principio de la especialización de los Jueces por la materia, perturba las eminentes funciones del Supremo Tribunal de la República, además de que alarga innecesariamente dichos procesos. Segunda: La conveniencia de restaurar la disposición de la Constitución Nacional de 1947. “al declarar con lugar el recurso de casación por infracción de ley, la Corte decidirá sobre el fondo de la sentencia casada”. Un prejuicio derivado de la primitiva concepción francesa de la casación y de sus consecuencias se haya convertido en un alarmante motivo de retardo en las causas y procesos. En 1957 se estableció el Tribunal Nacional de Reenvío en lo Penal; y el sistema, que ha dado buen resultado en la práctica, debería generalizarse para todas las materias, creando Juzgados de Reenvío dentro del mismo Supremo Tribunal, autorizados para aplicar seguidamente la doctrina legal establecida por el recurso de fondo declarado con lugar. Tercera: La doctrina de la Casación debe ser obligatoria. En los procesos penales, por falta de este precepto, es notoria la anarquía que existe en la aplicación de la legislación nacional pues muchos Tribunales Superiores no pocas veces se alzan contra la doctrina de la Casación en otros asuntos diferentes a aquél en que ésta fue dictada. El principio rector de la Casación desde 1876: uniformar la jurisprudencia en la aplicación de la legislación nacional, está en crisis. En manera alguna significaría la adopción de este precepto una invasión a la órbita de atribuciones del Poder legislativo, como se ha dicho. Cuarta: Exigir, como en otros países, que para ejercer la abogacía ante las Salas de Casación o para ejercitar la acción de inconstitucionalidad o contencioso-administrativa ante las Salas respectivas, el abogado debe estar especializado en la materia e inscrito como tal ante la Corte Suprema de Justicia pudiendo ésta verificar o revisar sus credenciales. Esto evitaría el cúmulo de demandas mal fundadas o temerarias que quitan precioso tiempo al Supremo Tribunal y también al Fiscal General de la República, quien debe dictaminar sobre ellas. Disposiciones legales contenidas en el documento: CR art:215-1 CR art:215-2 CR art:215-3 CR art:215-4 CR art:215-5 CR art:215-6 CR art:216 DESC DESC DESC DESC DESC DESC ABOGADOS CASACION CODIGO DE HACIENDA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA LEYES PROCEDIMIENTO PENAL FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.XI-XII. 6 005 TDOC REMI DEST UBIC TITL /sin identificar/ Fiscal General de la República Congreso de la República Ministerio Público MP FGR CR FECHA:1972 Modificación de normas procesales para acelerar el proceso penal FRAGMENTO Durante los ocho años precedentes ha sido obligada petición del Ministerio Público al Congreso en cada uno de los Informes del Fiscal General de la República, la de que sean sancionadas unas pocas pero eficientes modificaciones al Código de Enjuiciamiento Criminal que permitan lograr una mayor celeridad en el proceso penal. La trágica realidad es que la mayor parte de los juicios penales se engavetan en espera de la prescripción de la acción penal, lo que constituye un agravio al orden jurídico. Cada vez que ocurre uno de esos delitos que por sus características de ferocidad pavorizan a la opinión pública, los representantes de ésta solicitan durante cierto tiempo un procedimiento rápido y un aumento de la pena. Poniendo a un lado las exageraciones en que incurren esas opiniones, en el fondo no hacen otra cosa que respaldar las serias y objetivas solicitudes del Ministerio Público hechas al Congreso en cada uno de los últimos ocho años. La Comisión de Política Interior del Senado estudia, desde 1971, -cuando el último secuestro del niño Tauren-, un Proyecto de modificaciones al Código de Enjuiciamiento Criminal, una vez que descartó la sugestión de pasar dichos delitos a la jurisdicción especial militar. El Ministerio Público insiste en esas modificaciones, que son inaplazables y podrían reducirse a estos puntos: Primero: Hacer obligatorio el procedimiento correccional oral establecido en los artículos 412-D hasta el 412-O del Código de Enjuiciamiento Criminal. En esa modificación se señalaría de manera obligatoria que el juicio debe desarrollarse,- so pena de incurrir el Juez en sanción disciplinaria, en sesiones consecutivas, sin suspensión alguna hasta su terminación. Segundo: Los actos sumariales de la declaración informativa, la declaración indagatoria, el nombramiento de defensor, la lectura del expediente por el reo personalmente, o las nuevas declaraciones de éste, convendría realizarlos en un local especial del Establecimiento de reclusión. Esto evitaría uno de los factores que más influyen en la demora de los sumarios: el traslado de los enjuiciados de la cárcel al Tribunal por parte de las autoridades militares encargadas de la custodia. Tercero: Se extendería hasta por 15 días el lapso durante el cual los funcionarios de Policía Judicial deben poder el sindicado, detenido preventivamente por ellos, a disposición del Tribunal Instructor, pero siempre que haya emitido su opinión favorable el Fiscal del Ministerio Público; el cual, por su Ley Orgánica, debe vigilar la actividad de la Policía Judicial. La práctica ha enseñado que en casos complejos y graves, el lapso de ocho días, señalado actualmente, resulta insuficiente. 7 Cuarto: El expediente debe ser pasado directamente por el Cuerpo Técnico de Policía Judicial al Juez de Primera Instancia en lo Penal correspondiente, en su condición de Funcionario Instructor, para que resuelva si procede la libertad del detenido preventivamente o dicte el auto de detención. Es conveniente ir suprimiendo, en la medida de lo posible, la actuación de los llamados Jueces Instructores cuya intervención en la práctica del sumario es inocua pues se limita a reproducir las diligencias ya evacuadas por la Policía Técnica Judicial; mucho más si se tiene en cuenta que en la indagación sumaria hasta el auto de detención, lo que se necesita por encima de todo, son conocimientos científicos de la Criminalística, para la comprobación del hecho punible y para identificar al culpable, y esos conocimientos los tienen los funcionarios de la Policía Técnica Judicial y sólo algunos Jueces Instructores. Quinto: Sólo en casos verdaderamente justificados, podrá el funcionario de Policía Técnica Judicial tomar la declaración informativa del detenido preventivamente sin la presencia del Fiscal del Ministerio Público, quien tiene la función de garantizar los derechos de éste. Sexto: De la apelación del auto de detención debe conocer de preferencia a cualquier asunto, el Tribunal Superior dentro de un lapso de 48 horas, a lo sumo; si este lapso se sobrepasa incurrirá en una sanción disciplinaria que impondrá el Consejo de la Judicatura a excitación de un Fiscal del Ministerio Público o del Defensor. Séptimo: Podrán actuar, pero simplemente a prevención, o sea, para capturar al sindicado y evacuar aquellas pruebas irrepetibles, los funcionarios policiales de los Cuerpos de Seguridad o de las Policías Municipales. El expediente y el detenido por ellos deben ser puestos a disposición del Cuerpo Técnico de Policía Judicial o del Juez de primera Instancia en lo penal, seguidamente. Octavo: Durante el sumario no habrá reposición. Noveno: La reposición prevista en el artículo 69 del Código de Enjuiciamiento Criminal sólo podrá fundarse en hechos que justificadamente hubieren menoscabado el derecho a la defensa del reo, o se funden en incompetencia del funcionario judicial, o cuando la misma ley declare nulo algún acto. Décimo: El Juez que no dicte sentencia por orden de llegada del expediente, o que sobrepase el lapso legal, será pasible de sanciones disciplinarias impuestas por el Consejo de la Judicatura; éstas se aplicarán también por el Fiscal General de la República del Ministerio Público que no presente el escrito de cargos dentro de los tres días señalados, a menos que aquél considere que hubo motivos justificables para la omisión. Undécimo: El artículo 207 debe ser modificado para cortar de una vez por todas los abusos que se vienen cometiendo con los autos que declaran terminada la averiguación sumaria conforme al artículo 206. Esa modificación debe expresar claramente que los autos que dicten en ese sentido los Tribunales de Primera Instancia, sea como delegantes de los Tribunales de Instrucción, sea como Jueces de Causa, son apelables y deben ser consultados obligatoriamente con el Superior; y las decisiones de éste son susceptibles de ser recurridas ante la Sala de Casación. Duodécimo: En el artículo 374, para terminar con las corruptelas que en la práctica se vienen cometiendo y que han tenido como consecuencia la impunidad de muchos funcionarios públicos por delitos cometidos en el ejercicio de sus funciones, debe explicarse de una manera clara y precisa que el antejuicio de mérito no procede para el Ministerio Público, puesto que se trata de una garantía procesal a favor del funcionario para ampararlo de las 8 acusaciones de mala fe de los particulares inspirados por venganza, despecho o interés personal o político. El Ministerio Público actúa siempre de buena fe, con imparcialidad y objetividad, y por lo tanto, es absurdo interpretar, como se viene haciendo, dicho artículo, en el sentido de que esa garantía del antejuicio de mérito actúe también para coartar la libre acción de los Fiscales del Ministerio Público en el ejercicio de las acciones de acción pública. Disposiciones legales contenidas en el documento: CEC art:69 CEC art:412 CEC art:412-D CEC art:412-O DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC ANTEJUICIO DE MERITO BUENA FE CELERIDAD PROCESAL CODIGO DE ENJUICIAMIENTO CRIMINAL DECLARACION DERECHO DE DEFENSA DETENCION MINISTERIO PUBLICO PENAS POLICIA JUDICIAL PROCEDIMIENTO PENAL PROCEDIMIENTOS DISCIPLINARIOS REPOSICION SECUESTRO SUMARIOS FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.XIII-XVI. 9 006 TDOC REMI DEST UBIC TITL Dictamen Fiscal General de la República Corte Suprema de Justicia Ministerio Público MP FGR CSJ FECHA:19720211 Acción de nulidad por inconstitucionalidad del artículo 287 del Código de Procedimiento Civil FRAGMENTO I La abogada Norka Sierralta de Villarroel en ejercicio de la acción popular de inconstitucionalidad implícita en el ordinal 3° del artículo 215 de la Constitución, solicitó del Supremo Tribunal la nulidad del artículo 287 del Código de Procedimiento Civil por colidir con los artículos 59 y 61 de la Carta Fundamental; admitida la demanda en cuanto ha lugar en derecho, fue notificado el Fiscal General de la República el 7 de octubre de 1971. II El artículo 287 del Código de Procedimiento Civil establece: “No se obligará a la mujer honesta a concurrir al Tribunal para realizar ningún acto de prueba”. El artículo 61 de la Constitución reza: “No se permitirá discriminaciones fundadas en la raza, el sexo, el credo o la condición social”. “Los documentos de identificación para los actos de la vida civil no contendrán mención alguna que califique la filiación. No se dará otro tratamiento oficial sino el de ciudadano y usted, salvo las fórmulas diplomáticas. No se reconocerán títulos nobiliarios ni distinción hereditaria”. El artículo 59 de la Constitución preceptúa: “Toda persona tiene derecho a ser protegida contra los perjuicios a su honor, reputación o vida privada”. III Se emite la siguiente opinión: 1°- La Constitución, por consiguiente, ampara a la persona humana no sólo en su integridad física sino también en lo que atañe a su incolumidad moral. La norma anti-discriminatoria de la Ley Suprema sigue la trayectoria de la Constitución de 1947 y de las extranjeras recientes, con lo cual no hace sino consagrar en preceptos categóricos, una de las más positivas conquistas del pueblo venezolano: “mantener la igualdad social y jurídica, sin discriminaciones derivadas de raza, sexo o condición social”, como expresa el preámbulo de aquélla. 2°- La reforma del Código de Enjuiciamiento Criminal realizada en 1962 eliminó el último aparte del artículo 166, mantenido en los anteriores Códigos. 10 “La mujer honesta declarará en su habitación cuando lo pidiere el Tribunal debiendo éste acordar el traslado con tal fin”. En las reformas que dicho Código ha sufrido, a partir de 1954, fue suprimido el privilegio que el Código de 1926 le daba a la mujer honesta de declarar en su habitación, a donde con tal fin se trasladaba el funcionario judicial, o de pedir al Tribunal que acordare su traslado según la reforma de 1954; privilegio que fue suprimido, como se dijo, en la de 1962. El constante y creciente movimiento de la igualdad de la mujer con el hombre en todas las esferas de la actividad social, económica y jurídica, explica la supresión. Pero esa misma indetenible evolución hace que la disposición, al establecer una diferencia procesal entre el hombre y la mujer, de una parte, y entre la mujer honesta y la deshonesta, de otra parte, encierra una discriminación entre los dos sexos, así como también en los integrantes del sexo femenino otra discriminación entre las mujeres supuestamente honestas y las supuestamente deshonestas, la cual está fundada exclusivamente en la condición social, en abierta contradicción con lo preceptuado por el primer aparte del artículo 61 de la Constitución. 3°- El doctor Armiño Borjas, en 1926, en sus “Comentarios al Código de Procedimiento Civil Venezolano” (Edicición Biblioamericana de 1947, Tomo III, pp. 1999-200) expresa al acotar la disposición procesal de que se trata: “…En juicio escrito ha permitido conservar entre nosotros esta bella costumbre de vieja cortesía, que no existe ya en ninguno de los países donde el juicio es oral y que habrá de desaparecer por innecesaria y embarazosa a medida que la vida nacional vaya siendo menos hermética en el hogar, crezca la población y sea unánimente reconocida a los Tribunales el carácter augusto de verdaderps templos de la justicia…”. El jurista doctor Juan Carmona en su libro “Cuestiones Prácticas de Derecho Civil, Mercantil y Procesal”, 1968, en el Tomo II, p. expresa con referencia a la disposición del artículo 287 del Código de Procedimiento Civil que es un arcaísmo en nuestra legislación, pues nadie puede ver hoy como deshonroso para la mujer honesta el hecho de comparecer al templo de la justicia. La igualdad ante la ley, sanamente entendida, no es ni puede ser otra cosa que el derecho de los ciudadanos a que no se establezcan excepciones o privilegios que excluyan a uno de los que se conceden a los otros en paridad de circunstancias, que no se establezcan diferencias entre quienes se encuentran en las mismas condiciones y de allí que una disposición legal no puede jamás violar el derecho constitucional a la igualdad, estableciendo desigualdades entre los ciudadanos sin razón alguna que las justifique. Pues bien, aquella bella costumbre de vieja cortesía no tiene razón de ser ante las características diferentes de la sociedad contemporánea; y, por lo contrario, entorpece una buena administración de justicia; amén de que hiere el derecho que tiene toda persona a ser protegido en su reputación, ya que el juez que hace comparecer al Tribunal a una mujer, lo está ipso facto, estigmatizándola como mujer deshonesta. Dicha disposición es manifiestamente anacrónica en esta época caracterizada por la activa intervención de la mujer en toda clase de actividades públicas y privadas, científicas y profesionales, políticas, comerciales, culturales, etc. Las mujeres son aptas legalmente para desempeñar los más elevados cargos en la Administración Pública, en el Congreso o la Judicatura y gran número de ellas los desempeñan con brillo y acierto; pueden optar a todos los titulares científicos y ejercer cualquier profesión sin limitación alguna; actuar libremente en el ejercicio del comercio, de la industria y hasta ser Síndicos en las 11 quiebras, como bien lo declaró la inconstitucionalidad y consiguiente nulidad del artículo 970 del Código de Comercio que prohibía a las mujeres esa función aun cuando fuesen comerciantes. (Sentencia del 4 de marzo de 1965, en Sala Político-Administrativa). 4°- De otro lado, se observa que en la práctica procesal el precepto impugnado se ha convertido en un medio para evadir las obligaciones de rendir posiciones juradas o la de testimoniar, dada la extrema dificultad, que por razones del tránsito y de las distancias, en la época actual tienen todos los Tribunales para trasladarse a las casas de todas aquellas mujeres presuntamente honestas, violándose con ello la igualdad procesal, ya que la ley concede a un litigante lo que se le niega a otro; con mengua a un litigante del precepto fundamental contenido en el artículo 21 del Código de Procedimiento Civil: “Los Tribunales mantendrán las partes de los derechos y facultades comunes a ellas, sin preferencia ni desigualdades”. CONCLUSION En criterio del Ministerio Público si existe colisión entre el artículo 287 del Código de Procedimiento Civil y los artículos 61 y 59 de la Constitución. Disposiciones legales contenidas en el documento: CR art:59 CR art:61 CR art:61-p.apt CR art:215-3 CPC art:21 CPC art:287 CEC art:166 CCO art:970 SCSJSPA 04-03-1965 DESC DESC DESC DESC DESC DESC CODIGO DE PROCEDIMIENTO CIVIL DECLARACION IGUALDAD ANTE LA LEY MUJER NULIDAD RECURSO DE INCONSTITUCIONALIDAD FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.7-9. 12 007 TDOC REMI DEST UBIC TITL Dictamen Fiscal General de la República Corte Suprema de Justicia Ministerio Público MP FGR CSJ FECHA:19720302 Solicitud de nulidad del artículo 1° de la Ley de Reforma Parcial a la Ley Orgánica del Poder Municipal del Estado Falcón, y la nulidad de otros actos emanados de la Asamblea Legislativa de esa entidad, introducida por el Dr. Romualdo José Toledo Román y el Concejo Municipal del Distrito Carirubana del mismo Estado FRAGMENTO I ANTECEDENTES En la Gaceta Oficial del Estado Falcón, número Extraordinario del 18 de febrero de 1970, fue publicada la Ley de Reforma Parcial de la Ley Orgánica del Poder Municipal del Estado Falcón de fecha 10 de enero de 1970, conjuntamente con la Ley orgánica del Poder Municipal del Estado Facón, con las modificaciones establecidas en dicha reforma, mandada a ejecutar el mismo 10 de enero. El artículo 1° de dicha Ley de Reforma parcial de la Ley Orgánica del Poder Municipal del Estado Falcón y en lo concerniente a este asunto, dispone: “Se modifica el artículo 4° en la forma siguiente: Artículo 4°-… Parágrafo único: En caso de creación de nuevos Distritos la Asamblea Legislativa del Estado o en su defecto su Comisión Delegada, nombrará una Junta Administradora, hasta tanto el Consejo Supremo Electoral convoque a elecciones para elegir a sus respectivos concejales; dicha Junta estará integrada por siete principales y por siete suplentes; tendrá personería jurídica y las mismas atribuciones señaladas a los Concejos Municipales de conformidad con la presente ley”. El 20 de febrero de 1970 la Comisión Delegada de la Asamblea legislativa del Estado Falcón en sesión extraordinaria cuya acta tiene el N° 13, nombró a las personas que debían integrar la llamada “Junta Administradora del Distrito Carirubana”. El 7 de mayo de 1970 el abogado Romualdo José Toledo Román, actuando en su propio nombre en ejercicio de acción popular y como apoderado judicial del Concejo Municipal del Distrito Falcón del Estado Falcón, presentó ante la Sala PolíticoAdministrativa de la Corte Suprema de Justicia una demanda en donde solicita que el Supremo Tribunal de la República declare la nulidad, por inconstitucionalidad, del artículo 1° de la Ley de Reforma Parcial de la Ley Orgánica del Poder Municipal del Estado Falcón y del Parágrafo único del artículo 4° de la Ley Orgánica del Poder Municipal del Estado Facón modificada por aquella Ley de Reforma, y en consecuencia, la nulidad también del Acta N° 13 de la sesión extraordinaria de 20 de febrero de 1970, en la cual la Comisión Delegada de la Asamblea Legislativa del Estado Falcón procedió a nombrar a las personas que integran la “Junta Administradora del Distrito Carirubana”. La Sala Político-Administrativa de la Corte Suprema de Justicia admitió la demanda en cuanto ha lugar en derecho; y en el mismo día libró oficio de notificación al Fiscal General de la República. El asunto se tramita en el expediente N° 70-81 que lleva la Sala. 13 II RAZONES Y FUNDAMENTO DE LA DEMANDA Alega el actor en su libelo de demanda que: “mediante este procedimiento seguido por la Asamblea Legislativa del Estado Falcón, de modificar la Ley Orgánica del Poder Municipal del Estado Falcón para establecer el fundamento legal del nombramiento por dicha Asamblea Legislativa o su Comisión Delegada, de las autoridades municipales del Distrito Carirubana o de cualquier otro Distrito que se creare, se ha infringido a la Constitución Nacional en sus artículos 25 y 29, numeral 1°, porque se ha desconocido la Autonomía Municipal en cuanto a la elección de las autoridades municipales. Y también se ha infringido el artículo 4° de la Constitución que consagra el principio de la soberanía popular ejercida mediante el sufragio”. Asimismo, aduce el actor que la Asamblea Legislativa al modificar la Ley Orgánica del Poder Municipal del Estado Falcón se subrogó arbitrariamente la facultad de elegir los miembros del Concejo Municipal del Distrito Carirubana o de cualquier otro Distrito que se creare, con lo cual ha violado lo dispuesto en el artículo 119 de la Constitución, puesto que ha legislado sobre materia que escapa a su competencia y por lo mismo ha usurpado una autoridad que no le correspondía, ya que la Constitución Nacional establece como materia de la competencia de cada Estado la organización de sus Municipios y demás entidades locales y su división político-territorial, en conformidad con la Constitución y Leyes Nacionales; añade el actor que en concordancia con ese precepto de la Carta Magna está la Constitución del Estado Falcón al señalar la competencia de la Asamblea Legislativa de dicho Estado, la cual no comprende el nombramiento de las autoridades municipales que no pueden ser “nombradas” por nadie sino “elegidas” por el pueblo soberanamente, por lo cual la ley de Reforma Parcial de la Ley Orgánica del Poder Municipal en su artículo 1°, la Ley Orgánica del Poder Municipal en su artículo 4° y el acta N° 13 del 13 de febrero de 1970 de la Comisión Delegada de la Asamblea Legislativa, son violatorias de la Constitución en sus artículos 4°, 17° numeral 2°, 20 numeral 1°, 25° y 29° numeral 1°; violatorios también de la Constitución del Estado Falcón en su artículo 33 numeral 4; además de ser violatorias de la Ley Electoral en sus artículos 2, 67, 76 y otros. III ELEMENTOS LEGALES EN EL CASO A) De la Constitución Nacional: Artículo 4°- “La soberanía reside en el pueblo quien la ejerce, mediante el sufragio, por los órganos del Poder Público”. Artículo 17°- Número 2°- Es de la competencia de cada Estado: “2°- La organización de sus Municipios y demás entidades locales, y de su división política territorial, en conformidad con esta Constitución y las Leyes Nacionales”. Artículo 20.- Número 1°- “Son atribuciones de la Asamblea Legislativa 1°- Legislar sobre las materias de la competencia estadal;… Artículo 25.- “Los Municipios constituyen la unidad política primaria y autónoma dentro de la organización nacional. Son personas jurídicas, y su representación la ejercerán los órganos que determine la Ley”. Artículo 27:… “En todo caso la organización municipal será democrática y responderá a la naturaleza propia del gobierno local”. Artículo 29.- Número 1°- “La autonomía del Municipio comprende: 1°- La elección de sus autoridades”. 14 B) De la Constitución del Estado Falcón: Artículo 33-Numeral 4°- De las atribuciones de la Asamblea Legislativa---4°- Dictar la Ley de División Político Territorial del Estado y resolver acerca de la creación, supresión y modificación de los Distritos y Municipios del mismo; determinando sus denominaciones oficiales y sus límites, con sujeción a lo establecido en la Constitución Nacional y las leyes”. C) De la Ley Electoral de 31 de marzo de 1964, vigente para la fecha en que se modificó la Ley Orgánica del Poder Municipal del Estado Falcón: Artículo 2°- Las elecciones para Presidente de la República, Diputados al Congreso Nacional. Diputados a la Asamblea Legislativa de los Estados y miembros de los Concejos Municipales, se efectuarán de conformidad con la presente ley…”. Artículo 15.- En todos los Distritos, en los Territorios Federales y en el Distrito Federal se elegirá, para constituir los Concejos Municipales, el número de miembros que establezcan las Constituciones Estadales y Leyes Orgánicas respectivas”. Artículo 67.- El Consejo Supremo Electoral fijará la fecha para las elecciones mediante convocatoria que publicará en la Gaceta Oficial de la República de Venezuela…”. Artículo 76.- Parágrafo 2°- “En las elecciones municipales podrán postular candidatos las organizaciones o partidos políticos legalmente constituidos o cinco (5) ciudadanos mayores de veintiún (21) años…etc…”. IV ANALISIS DEL PROBLEMA PLANTEADO La Constitución, en su artículo 27, permite establecer diferentes regímenes para la organización, gobierno y administración de los Municipios, atendiendo a las condiciones de población, desarrollo económico, situación geográfica y otros factores de importancia, pero asimismo establece en el artículo 26 que la organización de los Municipios y demás entidades locales se regirá por la propia Constitución nacional, por las normas que para desarrollar los principios constitucionales establezcan las leyes orgánicas nacionales y por las disposiciones legales que en conformidad con aquéllas (Constitución y leyes orgánicas nacionales) dicten los Estados. En consecuencia, este nuevo régimen constitucional de los Municipios venezolanos le quitó a los Estados la facultad que tienen. O se han arrogado de dictar normas generales y exclusivas sobre organización municipal, mediante las Leyes Orgánicas del Poder Municipal; esa facultad corresponde ahora, en forma prepoderante, al Poder Legislativo Nacional, pues las leyes regionales no pueden contrariar, en primer lugar, lo que dispone la Constitución, y en segundo lugar, lo que lleguen a preceptuar las leyes orgánicas sobre la materia municipal. Ahora bien, como estas Leyes orgánicas no han sido dictadas todavía, no obstante que la Constitución tiene más de 11 años de vigencia, es necesario ceñirse a lo que dispone la Disposición Transitoria Constitucional Primera: “Mientras se dictan las leyes previstas en el Capítulo IV del Título I de la Constitución, se mantiene en vigencia el actual régimen y organización municipal de la República”. Disposición esta a la que se ciñe la Disposición Transitoria contenida en el artículo 185 de la vigente Ley Orgánica del Sufragio. Por consiguiente, hasta el presente ha debido mantenerse en vigencia el régimen y la organización municipales que existían en el Estado Falcón para la fecha en que fue promulgada la Constitución, o sea para el 23 de enero de 1961. Esos régimenes y organización municipales en el Estado Falcón, lo determinaban la Constitución Estadal que estaba en vigencia para aquella fecha y la Ley Orgánica del Poder Municipal del Estado Falcón de 13 de marzo de 1959. Esta última no mencionaba a las referidas Juntas Administradoras interinas de los nuevos Distritos que la Asamblea Legislativa llegare a crear en el ejercicio de la facultad señalada en el N° 4 del artículo 33 de la 15 Constitución Estadal, Juntas Administradoras que son nombradas por decisión de la propia Asamblea Legislativa del Estado, o de su Comisión Delegada, para actuar como órganos deliberantes del Municipio, con facultades de administración y de gobierno y con las mismas atribuciones señaladas por la ley a los Concejos Municipales. Por el contrario, el artículo 4° de la mencionada Ley Orgánica del Poder Municipal del estado Falcón de 13-3-1959, decía simplemente: “En la capital del Distrito funcionará un Concejo Municipal, compuesto de 7 miembros principales y 7 suplentes, todos los cuales serán elegidos en la forma y oportunidad que indique la Ley Nacional de la materia y durarán en sus funciones 5 años a partir de 2 de enero de la iniciación de cada período constitucional”. Ese régimen y administración municipales en el Estado Falcón establecidos, como se dijo, en la Ley Orgánica del Poder Municipal del Estado Falcón de 13-3-59, los cuales estaban vigentes para el momento de ser promulgada la vigente Constitución de la República, han siso alterados y modificados con la disposición del referido Parágrafo Unico del artículo 4° de la Ley Orgánica del Poder Municipal del Estado Falcón que fue sancionado con la reforma de esta Ley, ocurrida el 10 de enero de 1970, al crear un órgano denominado Junta Administradora de los nuevos Distritos que fueren creados, Junta Administradora que no tiene su origen en una elección popular directa por lo cual contraría abiertamente la autonomía política del Municipio consagrada en el artículo 27 en conexión con el 4° de la Constitución de la República, que establecen, el último: que la soberanía residen en el pueblo, quien la ejerce, mediante el sufragio, por los órganos del Poder Público; y el primero, el principio fundamental en materia de organización de los Municipios: que en todo caso ésta será democrática; es decir, según el propio Constituyente, “que en todo caso la elección del órgano deliberante tiene que ser por votación directa”. (opinión de la Comisión Bicameral de Reforma Constitucional, Diario de Debates del Senado, N° 16, p. 172; sesión del 5-10-1960), ya que “la organización democrática supone que el Gobierno del Municipio reside sobre los mismos ciudadanos que la integran”. (Diario de debates de la Cámara de Diputados del 24-10-60); “que los Concejos Municipales, los organismos representativos de los Municipios o de las Municipalidades, deben ser de elección popular” (Senador Leoni, Presidente del Senado y de la Comisión Bicameral de Reforma Constitucional, Sesión del 30-9-60). De lo que se desprende que esa alteración del régimen y organización municipales que estaban vigentes en el Estado Falcón para la fecha de la promulgación de la Carta Fundamental de la Nación, contraría y viola la Disposición Transitoria Constitucional Primera, que tiene valor de norma constitucional (art. 251 Const.); y, además por ser esa organización municipal contraria al sistema democrático ordenado en el artículo 4° de la Constitución y en el artículo 27 de la misma, infrigen esos primordiales preceptos. A este respecto, la Sala Político Administrativa de la Corte Suprema de Justicia en sentencia de fecha 14 de marzo de 1962, Gaceta Forense, Segunda Etapa, N° 35; año 1962 (Enero a Marzo) ha decidido lo que sigue: “Quiso el Constituyente, mediante la Disposición primera, dejar claramente establecido que los principios de organización municipal introducidos en la nueva Constitución permanecerían en suspenso “mientras se dicten las leyes previstas en el Capítulo IV del Título I de la Constitución” (o sean, las leyes orgánicas y estadales ya indicadas) y que, entretanto, “se mantiene en vigencia el actual régimen y organización municipal de la República”. “Según lo expuesto, es sólo cuando se dicten las citadas leyes orgánicas y las estadales referentes a la organización municipal, cuando dejará de tener vigencia el régimen que actualmente fija dicha organización. Pero ha de tenerse en cuenta, según se ha visto, que en primer término, y por su categoría preeminente, ha de ser promulgada, con antelación a las leyes especiales estadales, la legislación orgánica nacional que prevé la Constitución y a cuyas normas han de quedar aquéllas subordinadas”. 16 V OPINION DEL MINISTERIO PUBLICO Por los anteriores motivos se concluye: Primero: Que por cuanto la disposición del Parágrafo Unico del artículo 4° de la Ley Orgánica del Poder Municipal del Estado Falcón reformada en 10 de enero de 1970 en el cual se establece que en caso de creación de nuevos Distritos la Asamblea Legislativa del Estado o en su defecto su Comisión Delegada, nombrará una Junta Administradora hasta tanto el Consejo Supremo Electoral convoque a elecciones para elegir sus respectivos Concejales, Junta que tendrá las mismas atribuciones señaladas a los Concejos Municipales, altera y modifica el régimen y organización municipales que estaban vigentes para la fecha de la promulgación de la Constitución de la República, mantenidos por la Disposición Transitoria Constitucional Primera que tiene valor de norma constitucional, ésta ha sido infringida por la disposición legal citada, como también lo han sido los artículos 26, 27 y 4° de la Carta Constitucional. Se ha violado también la autonomía política municipal consagrada en el artículo 29 de la Constitución, la cual comprende “la elección” de sus autoridades, lo que debe entenderse que la ley nacional que debe dictarse para la organización del régimen municipal puede escoger entre la elección directa o indirecta de las autoridades administrativas, pero que en todo caso, o sea, tanto durante el régimen transitorio previsto en la Disposición Constitucional Primera o después de que se dicte la Ley Orgánica Nacional sobre el Municipio, la elección del Organo Deliberante del Municipio debe ser siempre por votación directa, por elección popular; en tanto que la Ley Orgánica del Poder Municipal del Estado Falcón, reformada, establece el “nombramiento” de las autoridades municipales deliberantes al regular una situación transitoria hasta tanto que el Consejo Supremo Electoral, de acuerdo con el artículo 67 de la Ley Electoral que estaba vigente para entonces, fijará la fecha de las elecciones de los integrantes del Concejo Municipal del Distrito Carirubana. Dentro del régimen transitorio establecido por la Constitución, los respectivos Concejos Municipales de los nuevos Distritos creados en los Estados con posterioridad a las últimas elecciones nacionales, han debido ser “elegidos” conforme a las previsiones de la Ley Electoral derogada, o, actualmente, de acuerdo a la Ley Orgánica del Sufragio, artículos 93 y 185. Segundo: Consecuencialmente, debe ser declarado nulo, por contrariar esos preceptos constitucionales, el acta de la Comisión Delegada de la Asamblea Legislativa del Estado Falcón, de fecha 20 de febrero de 1970, por el cual se nombró una Junta administradora del Distrito Carirubana con las mismas facultades de los Concejos Municipales, el cual consta en el Acata N° 13. Disposiciones legales contenidas en el documento: CR art:4 CR art:17-2 CR art:20-1 CR art:25 CR art:26 CR art:27 CR art:29-1 CR art:119 CR art:251 CEF art:33-4 LOPMEF art:1 17 LOPMEF LOPMEF LEL LEL LEL LEL LEL LOS LOS SCSJSPA art:4 art:4-pg.un art:2 art:15 art:67 art:76 art:76-pg.s art:93 art:185 14-03-1962 DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC ASAMBLEAS LEGISLATIVAS CONCEJOS MUNICIPALES DISTRITOS ESTADO FALCON LEYES MUNICIPIOS NULIDAD FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.9-13. 18 008 TDOC REMI DEST UBIC TITL Dictamen Fiscal General de la República Corte Suprema de Justicia Ministerio Público MP FGR CSJ FECHA:19720328 Recurso de nulidad de la Resolución contenida en el oficio N° HDA. 420-2676 del Ministerio de Hacienda, Dirección de Administración, interpuesto por la compañía Shell de Venezuela LTD., remitida a la Corte Suprema de Justicia por el Fiscal General de la República FRAGMENTO I ANTECEDENTES En fecha 19 de julio de 1971, la Sala Político-Administrativa de la Corte Suprema de Justicia admitió el recurso de nulidad por la Compañía Shell de Venezuela contra la Resolución del Ministerio de Hacienda, Dirección de Administración, de fecha 1° de marzo de 1971, comunicada por oficio N° HDA420-2676 a dicha empresa. La Sala ordenó la notificación del Fiscal General de la República, que se efectuó el 27 de julio de 1971. El procedimiento de esta demanda se tramita en el expediente N° 71-90 que cursa en el nombrado Tribunal. II CUESTION PREVIA DE INCONSTITUCIONALIDAD La actora manifiesta que la causa de la acción de ilegalidad que ejerce es la “manifiesta inmotivación del acto que impugna” contenido en el oficio de la Dirección de Administración del Ministerio de Hacienda ya señalado, en el cual se le notifica simple y escuetamente “que la Consultoría del Despacho, previo el estudio correspondiente, ha considerado procedente la emisión de la Planilla de Liquidación N° 2738 por Bs. 27.152, 14, se expidiera el 22-7-70, por concepto de reparos sobre derechos consulares…”. Señala que se declaró sin lugar el recurso administrativo que oportunamente opuso acto de liquidación de la planilla N° 2738, por concepto de reparos, sin “dar ninguna razón de orden jurídico o legal que justifique la no consideración del mismo”. Agrega: “De este modo, al proceder como lo hizo, el Ministerio de Hacienda desestimando el recurso que es medio legítimo de defensa, sin motivar su decisión, violó la disposición del artículo 68 de la Constitución, por cuya razón es nulo de absoluta nulidad el acto que se impugna…”. Se observa: Para algunos autores, la falta de motivación equivale a falta de fundamentación normativa y fáctica que acarrea su nulidad en razón de su 19 arbitrariedad. Para otros, no puede exigirse la motivación del acto fuera de los casos en que los textos la imponen o cuando surge necesariamente de su misma naturaleza; así, pues, no la constituyen en regla genérica. En nuestro Derecho Público no existe una disposición expresa que establezca un principio general sobre motivación de actos administrativos; sólo existen al respecto normas aplicables a casos concretos; así el artículo 420 de la Ley Orgánica de la Hacienda Pública Nacional dice que la multa que no sea aplicada por los Tribunales, se impondrá en virtud de resolución motivada que dicte el funcionario autorizado para imponerla; pero esto no puede ser aplicado al caso presente. Ahora bien, como no existe disposición expresa en relación con la forma que debe tener una Resolución Ministerial; hay que considerar el acto impugnado para ver si produjo indefensión. La Resolución HDA-420-2676, expresa: “Cúmpleme informarle que la Consultoría Jurídica del Despacho, previo el estudio correspondiente, ha considerado procedente la emisión de la Planilla de Liquidación N° 2738 que por Bs. 27.152,14 se expidiera el 22-7-70, por concepto de reparo sobre derechos consulares, por la cual solicitaron apelación mediante escrito fechado el 20 de agosto de 1970, según papel sellado H-1628375, suscrito por el Dr. Jacinto Colmenares P., en su carácter de mandatario de esa compañía… “En tal virtud se le remite nuevamente original y 6 copias de la mencionada planilla, a fin de que su valor sea enterado al Tesoro Nacional a través del Banco Central de Venezuela… Una vez cancelada deberán solicitar la correspondiente liberación de la División de Contabilidad de la Dirección de Administración de este Ministerio…”. Para rechazar la apelación que se hizo en contra de la Planilla de Liquidación N° 2738 del 22-7-70, La Resolución se fundamenta en el estudio que hizo de la misma la Consultoría Jurídica por lo cual la considera procedente, es decir la ratifica, y por ello la reenvía al contribuyente para su cancelación. La planilla de liquidación expresa como motivo de ésta lo siguiente: “Reparos de Derechos Consulares, causados y no pagados al Fisco Nacional por la mencionada firma como consta… De modo que los fundamentos o motivos de la Liquidación estudiados por la Consultoría Jurídica del Ministerio de Hacienda de base a la Resolución impugnada; en consecuencia, por tener los dos actos como fundamento los mismos hechos, o sea, los derechos consulares causados y no pagados, como consta de acta de fecha 7-7-69 y de Memorando N° HG-32F-100 de Coordinación Nacional de Fiscalización, no era necesario repetirlos en la Resolución para que el contribuyente conociera la causa o motivo de la confirmatoria de la liquidación. La Resolución impugnada, por ser un acto confirmatorio de la Liquidación, en todas y cada una de sus partes, no necesitaba repetir los mismos fundamentos del acto recurrido; le bastaba señalar que habiendo examinado aquéllos, consideraban procedente la Liquidación. Los hechos que examinó y que consideró suficientes como fundamento de la Liquidación son también los que sirven de motivo al acto confirmatorio, a la Resolución impugnada; y por ser del conocimiento de la recurrente no la colocaron en indefensión. De modo que no fue violado el párrafo aparte del artículo 68 de la Constitución que reconoce el derecho inviolable a la defensa en todo estado y grado del proceso; puesto 20 que se admitió, consideró y decidió el recurso administrativo jerárquico interpuesto. III CUESTION CONTENCIOSO FISCAL La cuestión controvertida sobre derechos consulares o venta consular, es la siguiente: A) Para la recurrente “los derechos consulares causados por la certificación de la factura consular, consisten en porcentajes sobre el monto total de la factura; que ese monto es el valor declarado en la factura consular; y que el valor de la factura consular es equivalente al valor de las mercancías o efectos importados en el puerto de embarque… “Por valor de la mercancía en el puerto de embarque, aduce que “debe entenderse su precio en ese lugar y que ese precio, salvo que medie simulación, es el facturado por el vendedor al importador de la correspondiente factura comercial, de donde se copia en la factura consular”. B) En cambio, para el Ministerio de Hacienda, según consta en el Acta de Inspección y Fiscalización del 7-7-69, inserta en el expediente del caso, que sirve de base a la Liquidación N° 2738 citada, “el valor de los efectos de importados por la empresa en el puerto de embarque (FAS) es mayor que lo declarado en las respectivas Facturas Consulares, debido a no haber incluido las comisiones, flete interno, embalaje, manejo y otros gastos que inciden en el valor de la mercancía a los efectos del cobro de los referidos derechos consulares, ocasionándose así los reparos diferenciales que se formulan y especifican en el cuerpo de la presenta acta”. Los dos criterios expuestos difieren en la apreciación del hecho o base imponible del tributo, en su expresión monetaria; por la interpretación que hacen de las normas legales atinentes, las cuales al respecto expresan lo siguiente: 1°- Ley de Aduanas. a) El artículo 13 de esta Ley impone a los embarcadores de mercancías que se importen por vía marítima, el deber de formular un documento que los ampare y que se denomina “Factura Consular”, donde deben aparecer los datos que señala este artículo y los demás que se indiquen en el Reglamento; (artículo 15 del Decreto N° 582, por el cual se dicta el Reglamento de Aduanas N° 19). La factura consular es un documento básico para la importación porque de él se desprende toda la tramitación aduanera. b) El artículo 16 de la misma Ley señala entre los datos contenidos en la factura consular, modificables por una sola vez antes de la llegada del buque al puerto de destino, el “valor de la mercancía”; ese valor es la expresión monetaria que sirve para la liquidación de los derechos consulares. 21 2°- Reglamento de Aduanas N° 19. El artículo 15 de este Reglamento señala que las facturas consulares deberán contener además de los datos exigidos por el artículo 13 de la Ley de Aduanas, entre otros referentes a cada bulto, “su valor en el puerto de embarque, expresado en moneda del respectivo país”. (N° 2, artículo 15). 3.-La Ley Orgánica del Servicio Consular. a) En su artículo 63, ordinal 1°, establece que por la certificación de los tres ejemplares de una factura consular se pagarán los porcentajes que se determinan calculados sobre “un monto total” de las mercancías. b) Por su parte, el artículo 65, estatuye que los derechos consulares a que se refieren los números 1° (antes citado), 2°, 3°, 4°, 5° y 6° del artículo 63 y cualesquiera otros derechos que se causen por motivo de la certificación consular de documentos de embarque, se pagarán en el puerto de su destino, por el consignatario, el dueño o el capitán del buque; y que para efectuar esta liquidación “se convertirá en bolívares el valor declarado en moneda extranjera en la factura consular al tipo de cambio corriente en Caracas para el día de la llegada del buque”. c) Y en el artículo 70, señala que para “la verificación de los valores de las mercancías en la factura consular, podrán los Fiscales de Hacienda exigir de los importadores la presentación de sus libros, correspondencia y facturas comerciales y demás documentos que sean pertinentes”. Como se evidencia de las disposiciones antes citadas, la base impositiva del tributo en referencia está dada por el valor de la mercancía contenida en la factura consular, o sea, su valor en el puerto de embarque, expresado en moneda del respectivo país, ya que los derechos consulares se deben calcular sobre el monto total de esa mercancía. ¿Cuál es el verdadero significado de valor de la mercancía en el puerto de embarque, monto total de esa mercancía? Este es el punto por dilucidar. ANALISIS DEL CASO La determinación de la base impositiva de los derechos consulares ha sido materia controvertida, porque los textos legales antes citados no distinguen lo que debe entenderse por valor o monto total de la mercancía en el puerto de embarque. La frase “su valor en el puerto de embarque” (Reglamento de Aduanas N° 19, artículo 15, N° 2°) pertenece a la terminología de la venta mercantil y designa una modalidad de ese negocio jurídico: la venta en “puerto de embarque” es la conocida como venta Fob, que significa “franco a bordo” (free on borad), y consiste en que el vendedor asume los gastos de la carga de la mercancía sobre la nave. La característica esencial de esta modalidad de la venta no es sólo que el vendedor asuma el transporte interno de la mercancía, sino también, y es lo más importante, que mediante la referida cláusula se compromete a realizar toda la tramitación necesaria y asumir todos los gastos que corresponden a la actividad de un embarcador, o sea, el remitente de mercancías por vía marítima. Así pues, la cláusula Fob obliga al vendedor a asumir obligaciones que no son las comunes o corrientes 22 del contrato de venta, o sea, la de un embarcador, como es poner la mercancía sobre el buque en el puerto de embarque. El documento de prueba la compraventa mercantil es el denominado factura comercial, en el cual aparece el precio de adquisición de la mercancía; y el que prueba los gastos que se han efectuado hasta poner la mercancía en el puerto de embarque es la factura consular porque el embarcador al formularla por octuplicado debe declarar el valor de la mercancía hasta su entrega, la que tiene lugar al recibirla el capitán del buque o su agente. Uno es el valor neto de la mercancía, o precio de adquisición, y otro su costo hasta el puerto de embarque, o como lo llamar el legislador “su valor en el puerto de embarque”. Esa distinción aparece en “Dictámenes de la Consultoría Jurídica del Ministerio de Hacienda”. Año 1941, Tomo I, pp. 23 y 24, donde se lee: “…solicita que el Despacho ordene practicar la liquidación de los derechos consulares correspondientes, tomando como base el valor declarado en la factura comercial que acompaña original, pues la Aduana de la Guaira les liquidó tales derechos teniendo en cuenta el valor declarado en la factura consular. Estudiada debidamente la solicitud, materia de este informe, esta Consultoría observa: La Disposición contenida en el artículo 65 de la Ley Orgánica del Servicio Consular, estatuye clara y categóricamente, que “para efectuar la liquidación de los derechos consulares se convertirá en bolívares el valor declarado en moneda extranjera en la factura consular al tipo de cambio corriente en Caracas, para el día de la llegada del buque”. De los términos del referido texto legal, se infiere lógicamente, que la Aduana procedió con estricta sujeción a la norma legal precitada al hacer el cálculo de los derechos consulares a la firma peticionaria…”. Todo lo antes expuesto revela: que el precio o valor de una mercancía según la factura comercial, es precio neto de venta, muy diferente al “valor en el puerto de embarque”, porque a éste se han sumado los gastos hechos por el embarcador hasta entregar la mercancía sobre nave, o sea, su valor real hasta que la reciba el capitán del buque o su agente en los muelles. El punto está ahora, en determinar los gastos que asume el embarcador, los que forman parte del costo total de la mercancía en el puerto de embarque, es decir, su valor en este sitio. Entre las obligaciones del embarcador o remitente está la de transportar las mercancías hasta el puerto de embarque, es decir, que asume el pago del “flete” interno, por cualquier clase de transporte hasta el puerto de embarque; además debe agregarse como gasto de transporte, si se ha causado: el embalaje, desembolso que el embarcador no efectúa en mercancías a granel; igualmente, pueden formar parte de los gastos hechos por el embarcador otras sumas que aquél invierta para poner la mercancía en el puerto de embarque; de modo que los gastos que efectúa un embarcador lo determinan las circunstancias específicas de cada caso. Puestas las mercancías en el muelle, el embarcador o remitente no tendrá más gastos, y pasará a hacer la declaración de la factura, y los derechos que esto cause; así como cualesquiera que se causen con motivo de la certificación consular de documentos de embarque se pagarán en el puerto de su destino por el consignatario, el dueño o el capitán del buque. Pero esos derechos constituyen un porcentaje sobre el monto total de la factura consular (N° 1, artículo 63, Ley Orgánica del Servicio Consular). Es esta Ley la que determina la renta consular cuya administración corresponde al Ministerio de Hacienda y es ella 23 la que determina que debe calcularse sobre el monto total de la factura consular; y no sobre la factura comercial de la compra-venta de la mercancía. Por ser el valor de la mercancía en el puerto de embarque un valor relativo de costo, que depende de los gastos que haga el embarcador hasta poner la mercancía en el muelle, es por lo que dicha Ley Orgánica del Servicio Consular establece la fiscalización señalada en su artículo 70, en la cual se toman como elementos para verificar los valores de las mercancías en la factura consular, dándole facultad a los Fiscales de Hacienda de exigir la presentación de los libros de los importadores, la correspondencia, las facturas comerciales, y los demás documentos que sean pertinentes. De modo que valor de la mercancía en el puerto de embarque es igual al valor de la factura comercial, o sea, su precio más los gastos realizados por el embarcador para colocar esa mercancía en el muelle, y dentro de esos gastos se incluye el de transporte, por cualquier medio, hasta el muelle y todos los demás que directamente se vinculan a ellos, es decir, los que se hacen para cumplir con la obligación de poner la mercancía en el puerto de exportación. Todo ello constituye el valor total de la factura consular que es la base para calcular el derecho consular. En el “Informe sobre el Sistema Fiscal de Venezuela”, presentado por la Misión Shoup, se dice, refiriéndose a los derechos consulares que: “La tasa se aplica a la cifra por el valor total de la factura, (se refiere a la consular), la cual representa el precio al por mayor de los gastos internos de transporte, pero no el flete marítimo”. Agrega el Informe de la Misión Shoup: “En términos generales el gobierno de Venezuela acepta la validez de las cifras que aparecen en la factura, y sólo se limita a efectuar algunas visitas de fiscalización a la sede de los importadores. Es probable que la tasa relativamente baja no produzca ningún fuerte incentivo para subestimar deliberadamente el precio, lo cual es difícil de ocultar en cualquier caso, salvo en las transacciones entre compañías afiliadas” (Ob. Cit. p. 469). Se ha hecho el análisis anterior partiendo de una venta Fob, pero es obvio que el vendedor puede no ser el embarcador y este último puede contratar con un empresario; pero ello no altera las conclusiones antes expuestas, sobre el valor de la mercancía en el puerto de embarque, o sea, el valor total de la factura consular que es el valor económico que sirve de base impositiva para el cálculo de los derechos consulares. En el caso presente, según el Acta de Inspección y Fiscalización, se verificó que el valor de los efectos importados por la recurrente en el puerto de embarque era mayor que lo declarado en las respectivas facturas consulares, porque se dejaron de incluir los gastos que en ella se señalan, efectuados con motivo del embarque o remisión de las mismas, despachadas por la “Asiatic Petroleum Corp” de Nueva Cork, para la Shell de Venezuela Ltd. Esta acta debe considerarse por ser levantada por un Fiscal con vista de los libros y comprobantes del contribuyente, hasta prueba en contrario, dichas sumas se agregan al costo total de las mercancías importadas para determinar su valor real en el puerto de embarque, que ha debido ser el monto total de la factura consular. Disposiciones legales contenidas en el documento: CR art:68 RMH N° 420-2676 24 LOHPN LADU LADU LADU RLADU RLADU LOSC LOSC LOSC LOSC LOSC LOSC LOSC LOSC DCJMH art:420 art:13 art:15-2 art:16 art:15 art:15-2 art:63-1 art:63-2 art:63-3 art:63-4 art:63-5 art:63-6 art:65 art:70 1941 DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC ACTOS ADMINISTRATIVOS ADUANAS COMPAÑÍA SHELL DE VENEZUELA DERECHOS CONSULARES DERECHO DE DEFENSA IMPORTACIONES MINISTERIO DE HACIENDA MOTIVO (DERECHO) NULIDAD RECURSO DE INCONSTITUCIONALIDAD REPAROS FISCALES FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.13-18. 25 009 TDOC REMI DEST UBIC TITL Dictamen Fiscal General de la República Corte Suprema de Justicia Ministerio Público MP FGR CSJ FECHA:19720310 Demanda de nulidad de varios actos efectuados por la Asamblea Legislativa del Estado Monagas y por su Comisión Delegada FRAGMENTO I ANTECEDENTES Por oficio N° 00101 fechado a 29 de febrero del corriente año y recibido el 1° de marzo, el Presidente de la Sala Político Administrativa de la Corte Suprema de Justicia, notificó al Fiscal General de la República de la demanda presentada ante dicho Supremo Tribunal por el doctor Luis Fernando Turmero Barrios, en la cual solicita la nulidad de varios actos emanados de la Asamblea Legislativa del Estado Monagas y de su Comisión Delegada; demanda que fue admitida por el Juzgado de Sustanciación el mismo día 29 de febrero y devuelta a la Sala a los fines de la correspondiente decisión debido a la urgencia que el caso reviste, ya que se trata de una controversia suscitada en el seno del Poder Legislativo del Estado Monagas. El asunto se tramita en el expediente N° 72-40. II CONSIDERACION PREVIA El Ministerio Público comparte el criterio expuesto por la Sala PolíticoAdministrativa de la Corte Suprema de Justicia en su auto de fecha 29 de febrero próximo pasado de que el caso reviste el carácter de urgente pues se trata, sin duda, de un problema que afecta el normal funcionamiento del Poder Legislativo del Estado Monagas, ejercido por la Asamblea Legislativa. Es la oportunidad de manifestar que se hace menester que el Estado dicte una adecuada reglamentación legal sobre la organización y funcionamiento de las Asambleas Legislativas, pues la ausencia de esta reglamentación da pie para que las pugnas partidistas, propias del pluralismo político que define el régimen democrático y representativo de Venezuela, las actividades de tan importantes órganos estadales, o adulteren o desvirtúen los fines que le han sido encomendados por la Constitución de la República. El Ministerio Público ha puesto especial consideración a la solicitud de previo pronunciamiento que al Supremo Tribunal hace el actor de que establezca que las autoridades de la Asamblea Legislativa del Estado Monagas son las personas que fueron designadas en la sesión de instalación de la Asamblea el 3 de noviembre de 1971, y también que establezca que el Contralor General del Estado Monagas es la persona que fue elegida por la Asamblea Legislativa el 6 de diciembre de 1971. Respecto a tal solicitud opina que ninguna disposición legal da facultad a la Corte para resolver con antelación solicitudes 26 como esa, que atañen directamente al fondo de la cuestión planteada; mucho más si se tiene en cuenta que no se trata de un caso de inconstitucionalidad directa, inmediata, sino más bien, de inconstitucionalidad indirecta, mediatizada por la ilegalidad, y fundada sobre la pretensión de que se actuó con extralimitación de atribuciones. III ACTOS LEGISLATIVOS IMPUGNADOS El actor solicita la nulidad de los siguientes actos, emanados unos de la Asamblea Legislativa del Estado Monagas, otros, de su Comisión Delegada, a saber: 1.- Designación por aquélla de los integrantes de la Comisión Delegada de la Asamblea Legislativa; 2.- Aprobación por la misma del informe presentado por la anterior Comisión Delegada; 3.- Designación hecha por la Asamblea de tres representantes de ella ante la Comisión otorgadora de Becas; 4.- De la clausura de las sesiones de prórroga; y, por otra parte, 5.- De la instalación de la Comisión Delegada de la Asamblea Legislativa y de la designación de su Presidente, Vicepresidente y Secretario; y por último 6.- De la destitución que hizo la Comisión Delegada del Contralor General del Estado, y de la designación de un nuevo Contralor, actos realizados el 10 de febrero de 1972. IV RAZONES E INSTRUMENTOS EN QUE SE FUNDA LA DEMANDA Que con violación de lo dispuesto en los artículos 7° y 8° del Reglamento Interior y de Debates de la Asamblea Legislativa del Estado Monagas, y en ausencia del presidente y de los Vice-Presidentes, del Secretario y del Subsecretario de la Cámara, el día 3 de febrero de 1972, aún vigente la prórroga de las sesiones ordinarias y por decisión unánime de los integrantes de la Asamblea se había resuelto el 2 de diciembre de 1971, ocho diputadosque constituían una mayoría absoluta- llevaron a cabo, después de haber designado un Director de Debates, una sesión ordinaria de la Asamblea Legislativa. Que le correspondía al Presidente de la Asamblea, en su defecto, al Vicepresidente, y a falta de éste, al Segundo Vicepresidente “convocar a las sesiones por realizarse y presidirlas”. Por lo que, al desconocer la autoridad conferida al Presidente, al Primer Vicepresidente y al segundo Vicepresidente, se extralimitaron en las atribuciones que tenían como miembros de la Asamblea Legislativa; provocándose la situación prevista en el artículo 119 de la Constitución conforme al cual “toda autoridad usurpada es ineficaz y sus actos son nulos”. La acción de nulidad la fundamenta el actor “en lo dispuesto por los artículos 117 y 119 de la Constitución de la República, concordantes con los artículos 19, 47 y 98 de la Constitución del Estado Monagas; en los artículos 7 y 8 del Reglamento Interior y de Debates de la Asamblea Legislativa del Estado Monagas y el artículo 4° de la Ley de Becas del Estado Monagas, toda vez que, al haberse violado las normas previstas en dicho articulado, los Parlamentarios que ejecutaban los actos cuya nulidad se solicita ante esa honorable Corte Suprema de Justicia, se extralimitaron en sus atribuciones y usurparon autoridad que no les ha sido legítimamente conferida, siendo 27 procedente la acción contenida en esta solicitud, de acuerdo con lo establecido en el ordinal 8° del artículo 4° de la Ley Orgánica de la Corte Federal”. V ELEMENTOS DE DERECHO Y DE HECHO Primero.- Los siguientes elementos legales tienen relevancia en la consideración del caso planteado por el actor: a) El artículo 19 de la Constitución del Estado Monagas (reformado el 24 de diciembre de 1968, publicada en la G.O. del Estado Monagas, número extraordinario de esa fecha) establece: “Las sesiones ordinarias de la Asamblea Legislativa comenzarán sin necesidad de previa convocatoria, el día primero de noviembre de cada año o el día posterior más inmediato posible y durarán treinta días… “En todo caso, la Asamblea Legislativa, con el voto de la mayoría absoluta de sus miembros, podrá prorrogar estos términos cuando ello fuere necesario”. b) El artículo 22 de la misma Constitución preceptúa: “La Asamblea se instalará con las dos terceras partes de sus integrantes, por lo menos… “Después de la instalación se podrá sesionar con la mayoría absoluta de sus Miembros incorporados, entendiéndose éste (sic) como el quórum ordinario”. c) El artículo 25 de aquélla estatuye: “El régimen parlamentario, la forma de celebración de las sesiones, el funcionamiento de las Comisiones y otra materia relativa al régimen de la Asamblea Legislativa no resueltos de manera expresa en esta Constitución, serán regulados en el Reglamento Interior y de Debates de la Asamblea legislativa”. d) El inciso 7° del artículo 39 de la mencionada Carta Estadal determinada: Son atribuciones de la Asamblea Legislativa: … “7°-Designar un Presidente y dos Vicepresidentes, quienes tendrán las atribuciones que esta Constitución y las que el Reglamento Interior y de Debates les señalen… e) El inciso 9° del mencionado artículo 39, señala también como atribuciones de la Asamblea Legislativa: “9° Remover los obstáculos que se opongan al ejercicio de sus funciones”; f) El artículo 45 tiene el siguiente texto: Durante el receso de la Asamblea Legislativa, funcionará una Comisión Delegada integrada por siete Miembros principales e igual número de suplentes:… g) El 47 reza: “Los integrantes de la Comisión Delegada serán electos por la Asamblea Legislativa por mayoría de votos, durante el período ordinario de sesiones o en el de su prórroga si se hubiere acordado”. h) y el 49 ejusdem: “La Comisión Delegada se instalará dentro de los tres días siguientes a la conclusión de las sesiones ordinarias o de la prórroga de éstas y su funcionamiento será determinado por el Reglamento”. 28 i) El inciso 11 del artículo 50 señala: “Son atribuciones de la Comisión Delegada:… “Juramentar al Gobernador del Estado, al Procurador y al Contralor”. j) El artículo 98 del Capítulo II sobre “Contraloría General del Estado” expresa: “El Contralor General del Estado y su respectivo suplente, serán elegidos cada dos años por la Asamblea Legislativa, dentro de los 10 primeros días de sus sesiones ordinarias. A falta absoluta del Contralor y su Suplente, la Asamblea Legislativa o la Comisión Delegada, designará un Contralor Interno quien ejercerá las funciones del cargo hasta completar el respectivo período. La Asamblea Legislativa o su Comisión Delegada podrá remover el Contralor general del Estado o a quien haga sus veces cuando a juicio de éstos hubiere cometido faltas que lo ameriten, lo que hará en sesión especial convocada al efecto”. k) El artículo 94 dice: “La Contraloría General del Estado es órgano auxiliar de la Asamblea Legislativa en su función de control sobre la Hacienda Pública Estadal (sic) y gozará de autonomía funcional en el ejercicio de sus atribuciones”. I) Por último, también trae la Constitución del Estado Monagas el siguiente precepto, artículo 23: “Los actos de la Asamblea diferentes a las leyes no estarán sujetos al veto, examen o control de otros Poderes, salvo lo que esta Constitución establece sobre extralimitación de atribuciones2. II) En el Capítulo II “De la Directiva de la Asamblea y del Personal de Secretaría” del Reglamento Interior y de Debates, se encuentran las siguientes normas del artículo 7°: “Son atribuciones del Presidente: 1°- Abrir, prorrogar, suspender y cerrar las sesiones… 5°- Dirigir el Debate conforme a este Reglamento… 12.-Autorizar en unión del Secretario, todos los actos de la Cámara con excepción de los que le estén atribuidos exclusivamente a este último”. “13.- Autorizar las Minutas y Actas de las Sesiones”. J) El artículo 9° dispone: Son atribuciones del Secretario: “10.-Asistir con puntualidad a todas las sesiones y al Despacho de la Oficina, cuidando de que también concurra el personal subalterno”. K) y el 10: “Son atribuciones del Subsecretario: 1) “Llenar las faltas temporales del Secretario. 2) “Acompañar al Secretario en las sesiones”. ñ) El 11 de dicho Reglamento dispone: “El Secretario y el Subsecretario durarán en sus funciones mientras no sean reemplazados por el voto de la mayoría absoluta de los Diputados presentes en la sesión en que se proponga la sustitución”. 0) En el Capítulo V “De las sesiones”, se encuentra el artículo 30, que dice: “La Cámara se reunirá todos los días hábiles a las siete de la noche y su duración no excederá de tres horas. Si a las 7 y 30 p.m. no hubiere sido posible abrir la sesión por falta de quórum, el cual no podrá ser menos de la mitad más uno de sus miembros incorporados, la Presidencia además de requerir a los ausentes su puntual asistencia, ordenará la publicación oficial de los que sin motivo justificado, dejaren de concurrir y hará constar su nombre en 29 el acta de la siguiente sesión”… Parágrafo tercero. “A excepción de los sábados, domingos y año nuevo, los jueves y viernes de la Semana Mayor, los de Fiesta Nacional y los que acuerde la Cámara por la decisión de las dos terceras partes de los Diputados presentes en la sesión, todos los demás días son hábiles para los efectos de este artículo”. p) El artículo 66 del mencionado Reglamento, determina: “Las decisiones de la Cámara quedarán sancionadas por el voto de la mayoría de los Diputados presentes, salvo las excepciones establecidas en la Constitución del Estado y en este Reglamento”. q) El artículo 1° del Reglamento Interior y de Debates designado por la Comisión Designada de la Asamblea Legislativa del Estado Monagas expresa: “La Comisión Delegada de la Asamblea Legislativa del Estado Monagas se instalará en la capital del Estado dentro de los tres días siguientes al término de las sesiones ordinarias de la Asamblea Legislativa, o de su prórroga” r) Y el artículo 2°; “La instalación se hará con la mayoría absoluta de sus Miembros en el local destinado al efecto”. rr) El artículo 9 dice: “La ausencia absoluta del Presidente y del Vicepresidente es motivo para que la Comisión Delegada designe nueva mesa directiva por el resto del período de las sesiones. En este caso la mayoría absoluta de los Diputados presentes designará un Presidente provisional, el cual convocará a los Suplentes legales respectivos. Procediéndose entonces al nombramiento de la nueva Mesa Directiva, todo de conformidad con este Reglamento. s) El artículo 17 establece: “Sin la presencia del Presidente, o de quien haga sus veces y de un número de Diputados que conjuntamente con aquél presenten la mayoría absoluta, carecen de calidez las sesiones de la Comisión Delegada… Igualmente es imprescindible la presencia del Secretario o en su defecto del Taquimecanógrafo. t) El artículo 27: “Las decisiones de la Comisión Delegada quedarán sancionadas con el voto de la mayoría de los Diputados presentes, salvo las excepciones establecidas en la Constitución del Estado y en el Reglamento de la Cámara”. u) La Ley de Becas del Estado Monagas, en su artículo 4° preceptúa: “A los efectos de la aplicación de la presente ley, se crea una Comisión otorgadora de Becas, integrada por el Secretario de Educación del Estado, el Presidente de la Federación Venezolana de Maestros, Seccional Monagas y tres (3) miembros más designados anualmente por la Asamblea Legislativa del Estado”. Segundo-Elementos de Hecho. a) Que, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 30 del Reglamento Interior y de Debates de la Asamblea Legislativa, ocho Diputados estuvieron presentes en el Salón Legislativo de la capital del Estado a la hora reglamentaria señalada en el mismo artículo, el jueves 3 de febrero del corriente año. b) Que, en esa misma oportunidad, hubo ausencia de todos los integrantes de la Mesa Directiva de la Cámara, o sea, de los Diputados que desempeñaban los cargos de Presidente y Primero y Segundo 30 Vicepresidentes; como también, del Secretario y Subsecretario de la Cámara; con incumplimiento por parte de aquellos Diputados funcionarios del Deber de asistencia estatuido en el mencionado artículo 30; y de su parte del Diputado Presidente, además, de su obligación de abrir la sesión ordinaria, señalada en el inciso 1° del artículo 7 del susodicho Reglamento Interior y de Debates de la Asamblea Legislativa. c) Que en esos mismos hechos,- presencia de los ocho Diputados y ausencia de los restantes 6, entre los cuales se encontraban los 3 que integraban la Mesa Directiva de la Cámara-, ocurrieron los días hábiles, jueves 3 y viernes 4 de febrero a las 7 de la noche; lunes 7 de febrero, a las 10 de la mañana y martes 8 de febrero a las 7 de la noche. Los anteriores hechos están demostrados con el resultado de las inspecciones oculares realizadas por el Juzgado de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, del Trabajo, del Tránsito y de Menores de la Circunscripción Judicial del Estado Monagas y Territorio Federal Delta Amacuro, que aparecen consignados ante la Sala y agregados al expediente de este asunto. d) Por la propia afirmación del actor, la copia de las convocatorias que hizo como Presidente de la Asamblea legislativa y de la Comisión Especial encargada de examinar la Memoria y Cuenta del Gobernador del Estado, consta que dicho Presidente de la asamblea Legislativa estuvo presente el día jueves 3 de febrero de 1972 en el Salón de Conferencias de la Asamblea Legislativa así como de su propósito de acudir el día siguiente 4 de febrero, al mismo local. e) Consta del acta de la inspección ocular efectuada por el Juzgado de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, del Trabajo, del Tránsito y de Menores de la Circunscripción Judicial del Estado Monagas y Territorio Federal Delta Amacuro realizada el día hábil jueves 3 de febrero de 1972 en el Salón de Sesiones de la Asamblea Legislativa del Estado Monagas, que dicha Asamblea sesionó a las 7 de la noche con asistencia de ocho Diputados, habiéndose designado un Director de Debates de la Junta Directiva y un Secretario ad hoc, quienes presentaron el juramento de ley, habiéndose propuesto, a las 7 y 21 p.m., la modificación del orden del día establecido en la última sesión, y señalándose como punto de ese orden, en primer lugar, el nombramiento de la Comisión Delegada, lo que fue aprobado por unanimidad. Y luego en el curso de la misma sesión fue designado por unanimidad de votos de los ocho Diputados presentes los integrantes de la Comisión Delegada de la Asamblea Legislativa del Estado Monagas. También se deja constancia en esa acta de inspección ocular, que se había convocado para la sesión del día siguiente a las 7 p.m. y que se publicarían los nombre de los Diputados inasistentes a la sesión que se acaba de celebrar. f) Del acta de otra inspección judicial ocular realizada el 4 del corriente en el mismo Salón de Sesiones de la Asamblea Legislativa del Estado Monagas, sobre el desarrollo de las actividades de ésta en la sesión que se llevó a efecto esa noche a partir de las 7, aparece que estuvieron presentes 8 Diputados y ausentes 6; que se ratificó el nombramiento de un Director de Debates y de un Secretario Especial, para esa sesión, por la ausencia de la Junta Directiva; que se leyó y aprobó el acta de la sesión anterior; que el Diputado doctor Jesús 31 Pérez Velásquez ratificó su renuncia como miembro de la Comisión de Becas; que el Diputado doctor Pérez Suzzarini propuso el nombramiento de los tres miembros de la Comisión de Becas que, conforme al artículo 4° de la ley de Becas, corresponde designar a la asamblea Legislativa, lo cual fue aprobado por unanimidad; habiéndose designado luego a dichos representantes de la Asamblea Legislativa en la Comisión de Becas. g) Consta también en el acta de esta última inspección ocular que en el curso de esa sesión, siendo las 7 y 32 p.m., el Diputado Luis González Prado expuso que, tomando en consideración que las sesiones ordinarias y las prórroga de las mismas se han tomado un tiempo demasiado largo sin precedentes en la historia política del Estado, propone, que “por ya no ser necesario el funcionamiento pleno de la Asamblea Legislativa se convoque la sesión de clausura de la prórroga de sesiones ordinarias para el próximo lunes 7 a las 10 de la mañana”; proposición que, habiendo sido apoyada, fue aprobada por la unanimidad de 8 votos. h) Del acta de otra inspección judicial ocular realizada el 7 de febrero de 1972 en el Salón de Sesiones de la Asamblea Legislativa del Estado Monagas, aparece que a las 10 a.m. se encontraban presentes 8 Diputados y ausentes 6; y que el diputador Doctor Pedro Aristimuño Hurtado propuso, una vez iniciada la sesión, que siendo el día fijado para la clausura de la prórroga de las sesiones ordinarias, como se había acordado el 4 de febrero, y existiendo un quórum de 8 Diputados, se acogieron al procedimiento legal pautado en el parágrafo Segundo del artículo 6 del Reglamento Interior y de Debates de la Asamblea Legislativa, lo que fue aprobado por unanimidad. Se eligió un Director de Debates y se designó por unanimidad un Diputado para que actuara como Secretario de la sesión, quienes prestaron juramento ante la Asamblea. En dicha sesión se dio cumplimiento a la decisión aprobada en la reunión anterior de proceder a la clausura de las sesiones de la Cámara. Se leyó la Minuta de la sesión de clausura, se aprobó por unanimidad con 8 votos y el Director de Debates declaró solemnemente clausurada la prórroga de las sesiones de la asamblea Legislativa del Estado Monagas y excitó a los Diputados integrantes de la Comisión Delegada a que concurran el día siguiente a las 11 a.m. a integrarse para cumplir con sus obligaciones. i) Del acta de otra inspección ocular llevada a efecto el día 8 de febrero de 1972 en el Salón de Sesiones de la Asamblea Legislativa del Estado Monagas, en la cual se dio constancia de que a las 11 de la mañana 4 Diputados se encontraban presentes en las sillas del salón; que a esa hora se constituyó la Comisión Preparatoria, por unanimidad de votos; se eligió Presidente y éste al Secretario, del seno de los miembros; quienes se juramentaron. Se aprobó por unanimidad que la elección de Directiva se hiciera públicamente; se eligió la Mesa Directiva y sus miembros presentaron juramento. Se acordó participar al Presidente de la Asamblea Legislativa la instalación; y que las sesiones ordinarias se realizaren los miércoles a las 7 de la noche, todo lo cual fue aprobado por unanimidad. Se convocó para una sesión ordinaria para el día siguiente miércoles 8, a las 7 p.m. y se fijo el Orden del Día; y para el día siguiente a una sesión especial a las 11 a.m. para designar las 32 j) Comisiones Permanentes. También aparece de una acta de inspección ocular realizada por el Juez Superior Segundo de la Circunscripción Judicial del Estado Monagas y Territorio Federal Delta Amacuro el 15 de Febrero de 1972, sobre el acta de la sesión extraordinaria de la Asamblea Legislativa celebrada el 2 de diciembre de 1971, que las sesiones ordinarias fueron prorrogadas “hasta por el tiempo que crea necesario”. VI CONSIDERACION DE LOS ANTERIORES ELEMENTOS El análisis de las pertinentes disposiciones de la Constitución del Estado Monagas y del Reglamento Interior y de Debates de la Asamblea Legislativa pone de manifiesto: a) La Asamblea Legislativa del Estado Monagas se compone de 14 Diputados y en la instalación de las sesiones ordinarias de 1971 contó con la presencia de todos ellos. La mayoría absoluta de sus Miembros incorporados, que constituye el quórum ordinario es, por lo tanto, de ocho Diputados. Según lo que dispone el artículo 22 de la Constitución del Estado Monagas “después de la instalación se podrá sesionar con la mayoría absoluta de sus Miembros incorporados, entendiéndose éste (sic) como el “quórum ordinario”. En consecuencia, habiendo existido en el Salón de sesiones de la Asamblea Legislativa el día hábil viernes 3 de febrero el quórum constitucional ordinario, aquélla podía sesionar, porque existía el requisito constitucional de fondo, necesario para ello. Ahora, existía también la circunstancia de hecho de que corresponde al Presidente de la Cámara abrir la sesión (inciso 1°, artículo 7°, Reglamento Interior y de Debates); y de que el Jueves 3 de febrero de 1972 estaba en la capital del Estado y había estado en el Salón de conferencias de la Asamblea Legislativa; había convocado a una Comisión Especial para que, con él, se reuniera allí, al día siguiente; no obstante lo cual, no asistió esa tarde ni al día siguiente a las sesiones ordinarias y regulares de la Cámara. El caso fáctico de que el presidente de la Cámara Legislativa asista al local de sesiones en la oportunidad reglamentaria pero que no se puede abrir la sesión por falta del quórum ordinario, está previsto en el Reglamento Interior y de Debates; mas no así el caso en viceversa, o sea, que existe en dicho Salón de Sesiones en la hora y día reglamentarios, la presencia del número de Diputados que constituye el quórum ordinario constitucional idóneo para sesionar, pero que falta el Presidente de la Cámara; más aún, que al mismo tiempo falten también el Primero y el Segundo Vicepresidentes, llamados a suplir las faltas accidentales o temporales del Presidente (artículo 8 del mismo Reglamento). Habrá entonces, imposibilidad jurídica para la Asamblea de sesionar por ausencia del Presidente, una de cuyas atribuciones es abrir la sesión, suspenderla por causa de una circunstancia cualquiera por corto tiempo, o definitivamente, cuando por acaloramiento de la discusión sufra alteración el curso regular del debate (inciso 1°, artículo 7°, y artículos 33 y 65, respectivamente, del Reglamento). El Presidente no es sino un mandatario de la Asamblea Legislativa, que dirige los debates, vela por la puntual asistencia a las sesiones de los demás Diputados, convoca a sesiones extraordinarias o especiales cuando lo 33 determina la propia Asamblea; dirige la actividad de la policía del cuerpo, nombra con la asesoría de la Mesa de las Comisiones de Trabajo Permanentes y Especiales y hace ejecutar el presupuesto de la Asamblea. Es nombrado por la Asamblea para que facilite el ejercicio de sus funciones, pero le está supeditado. Es así que ella puede revocar sus decisiones como lo establecen las siguientes normas legales: en el artículo 7° del Reglamento Interior y de Debates, los incisos 5°, en cuanto a la dirección del debate concierne, el 6°, en lo atajadero a la Cuenta de cada sesión, y el artículo 28, en lo relativo a la suspensión de una reunión de la Cámara en Comisión General; el Parágrafo Primero del artículo 30 en lo tocante a la prórroga de la sesión por un tiempo mayor que el señalado por el Presidente; el artículo 36 en cuanto a dar prioridad a otra materia aun de las no señaladas en el Orden del Día dispuesto por el Presidente con la asesoría de la Mesa Directiva; el artículo 37 que permite la revocatoria de la calificación de urgencia de un asunto hecha por el Presidente; el 38, que autoriza a la Cámara a revocar la decisión del Presidente respecto a la excusa por motivos justificados que hubiere presentando algún Diputado para desempeñar Comisiones; el Parágrafo Unico del 43 en lo relacionado a la negativa del Presidente a otorgar un permiso con goce de dietas; el parágrafo Unico del 55 en “cuanto a la llamada al orden al Presidente por infringir las reglas del Debate; el inciso 1° del artículo 59 que establece la apelación a la Cámara de la Resolución del Presidente sobre mociones de orden; y el artículo 65 relativo a la apelación ante el Cuerpo de la decisión del Presidente de suspender una sesión de haberse alterado el curso regular del debate, pudiendo la Cámara revocar esa decisión. Todo lo anterior lleva a la conclusión de que el Presidente de una Asamblea Legislativa estadal, y la Mesa Directiva en general, como mandatarios de la Asamblea para que faciliten su gestión, no tienen ni pueden tener facultad lícita para sustituir a aquélla en el ejercicio de sus funciones; o para pretender impedir el normal funcionamiento de la Asamblea ni siquiera entrabar, entorpecer o retardar ese mismo normal ejercicio de las funciones del Poder Legislativo del Estado. Si el mandatario que ellos reciben es más bien para facilitar dicho buen funcionamiento se rebelan contra él y deforman las funciones que le han siso encomendadas legalmente cuando tratan de entorpecer la buena y regular función de la Asamblea; por lo cual es obligación de ésta, constituida con la mayoría absoluta de sus miembros que constituyen el quórum ordinario constitucional, “remover los obstáculos que se opongan al ejercicio de sus funciones”. b) No existe plazo determinado para finalizar la prórroga que haya resuelto la Asamblea de sus sesiones ordinarias (última parte del artículo 19 de la Constitución regional), por lo cual corresponde a la propia Cámara, cuando lo juzgue conveniente, señalar un término a la prórroga que acuerde, o bien cuando hubiere resuelto la prórroga sin plazo determinado, ponerle cese cuando lo considera conveniente. Desde este punto de vista, la decisión de la Asamblea Legislativa, integrada por el quórum ordinario constitucional de una mayoría absoluta de sus miembros así haya sido en ausencia, no justificada, de su mesa directiva de clausurar la prórroga de las sesiones ordinarias de la Cámara, se considera que está ajustada a lo que ella misma acordó cuando decidió dicha prórroga. Si bien es cierto que los Diputados que actuaban en nombre de la Asamblea Legislativa del Estado Monagas por constituir ellos el quórum ordinario constitucional de una mayoría absoluta de los miembros, no infringieron 34 ninguna norma constitucional ni legal expresa cuando acordaron ponerle fin a la prórroga de las sesiones ordinarias, sin haberse pronunciado sobre la gestión del Gobernador del Estado, la cual, por imperativo de la Constitución Nacional (artículo 2° inciso 2°) debe ser aprobada o improbada anualmente en sesión especial, considera el Ministerio Público que es un deber de la Asamblea Legislativa dictar ese pronunciamiento antes de que comiencen las sesiones del año siguiente al que corresponde a la Memoria y Cuenta presentada por aquel funcionario, puesto que no sólo es una atribución, sino que es además el ejercicio de una función definidora del Organo Deliberante Estadal como lo es el examen y control de cualquier acto de la Administración Pública Estadal (párrafo aparte del artículo 19 de la Constitución Nacional y artículo 18 de la Constitución regional). c) La Asamblea Legislativa del Estado Monagas, está autorizada para designar a su Comisión Delegada sea durante el período de las sesiones ordinarias, bien en el transcurso del lapso de prórroga de éstas, como expresamente lo establece el artículo 47 de la Constitución regional. d) La Asamblea Legislativa está facultada para designar, sea en sesiones ordinarias o durante la prórroga de éstas, y llegada la oportunidad señalada en el artículo 4° de la Ley de Becas del Estado Monagas, a los representantes de ella en la Comisión de Becas. En consecuencia, habiendo sido designados tanto estos representantes a la Comisión de Becas como los integrantes de la Comisión Delegada, por la Asamblea Legislativa integrada por el quórum ordinario que prevé la Constitución estadal y en un día hábil para celebrar sesión ordinaria, esos nombramientos están ajustados a la ley, sin que pueda afectarlos el hecho de que los Diputados integrantes de la mesa Directiva hubieren dejado de asistir a esas sesiones, incumpliendo la obligación funcionarial que tenían de asistir puntualmente a ellas. Se considera que mal puede alegarse como causal de nulidad de esos actos el incumplimiento, por parte de los integrantes de la Mesa Directiva de la Asamblea, de una obligación impuesta por la Constitución estadal. VII REMOCION DEL CONTRALOR GENERAL DE ESTADO Y ELECCION DE UN CONTRALOR INTERNO Se ha considerado que la Comisión Delegada de la Asamblea Legislativa del Estado Monagas fue designada legalmente, y entre sus atribuciones está la que señala el párrafo aparte del artículo 98 de la Constitución del Estado Monagas: remover al Contralor General del Estado o a quien haga sus veces cuando a su juicio hubiere cometido faltas que lo ameriten, lo que harán en sesión especial convocada al efecto. De conformidad a lo dispuesto en el artículo 94 de la Constitución del Estado, el Contralor General del Estado es órgano auxiliar de la Asamblea Legislativa en su función de control sobre la Hacienda Pública Estadal y goza de autonomía funcional en el ejercicio de sus funciones; de acuerdo al artículo 92 de la misma Constitución, las funciones del Contralor dejan a salvo el control supremo de la Asamblea Legislativa o de su Comisión Delegada. Por último, según lo dispuesto en la segunda parte del párrafo aparte del artículo 100 de la Constitución del Estado Monagas: “El 35 Contralor o el Suplente estarán obligados a concurrir a la Asamblea Legislativa o a su Comisión Delegada cuando lo sean requeridos expresamente”. En consecuencia, no habiendo cumplido esta última obligación el Contralor General del Estado Monagas cuando fue requerido formalmente a comparecer ante la Comisión Delegada, procedió ésta constitucionalmente, cuando según su juicio, resolvió que había incurrido en falta grave y decidió discrecionalmente sobre su remoción como lo permitía la disposición del párrafo aparte del artículo 98 de la Constitución Estadal, motivando su decisión. Es decir, que independientemente de los móviles de la decisión, ésta fue tomada de conformidad con lo estatuido en la Constitución Estadal. Es oportuno que el Ministerio Público opine que sería muy conveniente que la Constitución del Estado Monagas directamente, o la Ley de Contraloría por delegación de aquélla, estableciera un procedimiento administrativo que pueden dar lugar a la grave sanción de remoción, dejando amplio margen para la defensa del imputado, de modo que la autonomía funcional del funcionario auxiliar del Poder Legislativo en el control de la administración estadal quedará mejor asegurada por la estabilidad en su cargo durante los dos años del período establecido en el artículo 98 mencionado. VIII Por los motivos y razones anteriormente expuestos es opinión del Ministerio Público que es improcedente la solicitud de nulidad que se ha analizado y así lo expresa a la Sala Político-Administrativa de la Corte Suprema de Justicia. En relación con el pedimento de que se declare que los Diputados que desempeñaban los cargos en la Mesa Directiva de la Asamblea Legislativa son los integrantes de ella, se opina que la Asamblea Legislativa, en los actos que han sido impugnados, nunca llevó a revocar tales nombramientos pues sólo elegía un Director de Debates para cada una de las sesiones que celebró, habiendo, más bien, participado al Presidente de la Asamblea Legislativa algunas de sus actuaciones, tal como la fijación de la fecha para la sesión de clausura de las sesiones; y habiéndolo excitado a concurrir a sus reuniones. Por otra parte, a los fines de la solicitud de nulidad y en relación con la Comisión Delegada, se observa que, a diferencia de lo que se establece en la mayoría de las Constituciones de los Estados, el Presidente de la Asamblea Legislativa del Estado Monagas por no establecerlo así su Constitución, carece del carácter de miembro nato de la Comisión Delegada. Disposiciones legales contenidas en el documento: CR art:2-2 CR art19-Prf.Apt CR art:117 CR art:119 CEMO art:18 CEMO art:19 CEMO art:19-Ult.p CEMO art:22 CEMO art:23 CEMO art:25 CEMO art:39-7 CEMO art:39-9 36 CEMO CEMO CEMO CEMO CEMO CEMO CEMO CEMO CEMO RIDALEM RIDALEM RIDALEM RIDALEM RIDALEM RIDALEM RIDALEM RIDALEM RIDALEM RIDALEM RIDALEM RIDALEM RIDALEM RIDALEM RIDALEM RIDALEM RIDALEM RIDALEM RIDALEM RIDALEM RIDALEM RIDALEM RIDALEM LBEM LOCF art:45 art:47 art:49 art:50-11 art:92 art:94 art:98 art:98 art:100 art:98-prf.apt art:1 art:2 art:7 art:7-1 art:8 art:9 art:10 art:11 art:17 art:27 art:28 art:30 art:30-pg.p art:33 art:36 art:37 art:38 art:43-pg.un art:55-pg.un art:59-1 art:65 art:66 art:4 art:4-8 DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC ASAMBLEAS LEGISLATIVAS BECAS CONTRALORIA ESTADO MONAGAS EXTRALIMITACION DE ATRIBUCIONES NULIDAD PARTIDOS POLITICOS RECURSO DE INCONSTITUCIONALIDAD REMOCION FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.18-27. 37 010 TDOC REMI DEST UBIC TITL Dictamen Fiscal General de la República Corte Suprema de Justicia Ministerio Público MP FGR CSJ FECHA:19720420 Demanda de nulidad contra actos de la Asamblea Legislativa del Estado Táchira FRAGMENTO I ANTECEDENTES La primera de las susodichas demandas, introducida el 14 de marzo de 1972 por medio de apoderado, por los Diputados a la Asamblea Legislativa del Estado Táchira, Carmen Morales de valera, José Teodosio Guerrero, Jose María Machado, los ciudadanos Miguel Antonio Márquez García y Luis Alberto Remolina; quienes actúan como Presidente, Primer Vicepresidente, Segundo Vicepresidente, Secretario y Subsecretario de la mencionada Asamblea, impugna como nulos varios actos, indicados en el libelo, “realizados por los Diputados Fabio Méndez Moncada Contreras Vitto, Saúl Sierquez Kuzmir y Reinaldo Uzcátegui, acompañados de los señores Gabriel Márquina Monsalve y José del carmen Márquez”. La otra demanda de nulidad, de fecha 20 de marzo, versa sobre la nulidad del acto de instalación el día dos de marzo del presente año de la Asamblea Legislativa del Estado Táchira y, en consecuencia, de todos los demás actos emanados de ella. Fueron admitidas ambas demandas el 23 de marzo y se ordenó tramitarlas en un solo expediente, lo que se efectuó el viernes 24 de marzo de 1972 a las 11 a.m. El asunto se tramita en los expedientes acumulados 72-61 y 7268 que cursan en el mencionado alto Tribunal. II FUNDAMENTO DE LA PRIMERA DEMANDA Señalan los actores que la Asamblea Legislativa del Estado Táchira se instaló el día 2 de marzo de 1972 conforme a los establecido en el artículo 23 de la Constitución del Estado con un quórum de 18 Diputados los cuales integraban la totalidad de sus miembros: habiéndose cumplido, por lo tanto, con lo preceptuado en el artículo 25 de la misma Constitución que exige un quorum especial para la instalación de, por lo menos, las dos terceras partes de los integrantes de la Asamblea; se procedió conforme a lo previsto en el artículo 1° del Reglamento Interior y de Debates de la Asamblea Legislativa; tomándose primero la Comisión Preparatoria presidida por el doctor Fabio Méndez Moncada, Presidente que había sido de las dos últimas sesiones ordinarias; y constatada la existencia del quórum constitucional se declaró instalada la Asamblea legislativa; y de conformidad a lo establecido en el artículo del citado Reglamento se eligió la Mesa Directiva cuya proclamación hizo el doctor Méndez Méndez Moncada; habiéndose designado una Comisión para 38 participar la instalación al Gobernador del Estado; que la sesión inaugural se desarrollo en forma pacífica y que todo ello consta en el acta N° 1 inserta a las páginas 3 a 9 del Libro de Actas de la Asamblea Legislativa. Manifiestan también que el 6 de marzo del corriente año, con la presencia de 17 Diputados se dio comienzo a la segunda sesión previamente convocada y después de haber sido aprobada el acta correspondiente a la sesión de instalación, el Diputado Fabio Méndez Moncada acompañado de 7 Diputados y de dos ciudadanos más, procedieron a reinstalar por separado la Asamblea Legislativa, designando otra Mesa Directiva; a partir de entonces no sólo desconocieron la autoridad legítima del Cuerpo que los actores dirigen legalmente, sino que han procedido por las vías de hecho a impedir el normal funcionamiento de la Asamblea Legislativa, cuya representación se arrogaron en forma arbitraria y que han “procedido a crear un aparente paralelismo en instituciones fundamentales del Gobierno del Estado Táchira, como son la Contraloría General del Estado, el Instituto Autónomo Estadal de Música y la Comisión de Becas y Ayudas de Estudios”. Fundamentan la acción en los artículos 117 y 119 de la Constitución de la República, en concordancia con los artículos 1°, 2°, 3°, 4° y 5° del Reglamento Interior y de Debates de la Asamblea Legislativa del Estado Táchira y piden que el Supremo Tribunal declare: a) Que la instalación de la Asamblea Legislativa tuvo lugar en forma adecuada a las normas legales; b) Que la Junta Directiva electa en la sesión inaugural del 2 de marzo de 1972 es la legal; c) Que es legítima la designación del Contralor General del Estado Táchira y de su suplente hecho en fecha 9 de marzo de 1972; d) Que es legítima la designación de los miembros del Directorio del Instituto Autónomo Estadal de Música, efectuada el 10 de marzo; y e) Que es legítima la designación del representante de la Asamblea Legislativa ante la Comisión de Becas y Ayudas de Estudios realizada el día 10 de marzo de 1972. III FUNDAMENTOS DE LA SEGUNDA DEMANDA El doctor Fabio Méndez Moncada, en la segunda demanda, expresa que el acto de instalación de la Asamblea Legislativa del Estado Táchira se efectuó con violación de la parte final del artículo 141 de la Constitución de la República, porque la ciudadana Carmen Morales de Valera se encontraba el 2 de marzo del presente año en el ejercicio del mandato popular de Diputada Principal al Congreso, sin haber solicitado y menos obtenido previamente su desincorporación formal de dicha Cámara, no obstante lo cual ejerció en esa misma fecha el otro mandato que había obtenido también por elección popular de Diputado Principal a la Asamblea Legislativa del Estado Táchira; y porque el ciudadano José María Machado, Diputado Suplente al Congreso y Diputado Suplente a la Asamblea Legislativa del Estado Táchira se encontraba igualmente el dos de marzo del año en curso en ejercicio del primero de dichos mandatos, como Diputados por el Estado Táchira al Congreso, pues suplía al Diputado Principal Fabio Méndez Moncada; y quien sin tampoco haber solicitado ni obtenido previamente su desincorporación formal de la Cámara de Diputados a la Asamblea Legislativa pues se incorporó a ésta en el acto de su 39 instalación, en suplencia de la Diputada principal Nelly H. de Azara. Aduce que en prueba de su afirmación en el acto de la sesión de la Cámara de Diputados del día 6 de marzo de 1972 aparecen ambos Diputados como “inasistentes”. Que por esos motivos el acto de instalación de la Asamblea Legislativa del Estado Táchira realizado el día dos de marzo de 1972 es jurídicamente ilegítimo por violatorio del artículo 141 de la Constitución de la República. El actor señala, además, que el acto de instalación inicial de la Asamblea Legislativa del Estado Táchira violó también el artículo 117 de la Constitución, pues al preferir el artículo 141 de ésta incurrió en extralimitación de atribuciones, y violó igualmente los artículos 14 y 8° de la Constitución del Estado Táchira en concordancia con el mencionado artículo 117 de la Carta de la República, porque la Asamblea Legislativa al permitir en el acto de su instalación, la compatibilidad del ejercicio de la función legislativa en el Poder Legislativo Regional con el ejercicio de la función legislativa en el Poder Legislativo Regional con el ejercicio de la función legislativa en el Poder Legislativo Nacional, por parte de dos de sus miembros, incurrió en “usurpación de atribuciones”, pues no ejerció “conforme a esta Constitución” el Poder Público de que está investida. IV CONSIDERACION PREVIA Como en la segunda de las demandas mencionadas, o contrademanda, intentada por el Diputado doctor Fabio Méndez Moncada, se esgrime una acción de inconstitucionalidad directa por la cual se insta a la Corte Suprema de Justicia en Sala Político-Administrativa a declarar la nulidad del acto de instalación del Cuerpo deliberante del Poder Legislativo del Estado Táchira porque violó disposiciones de la Constitución Nacional, debe dársele preferente atención; mucho más cuanto que de su resolución depende ineludiblemente el resultado de la demanda presentada por los ciudadanos miembros de la Directiva de la Asamblea Legislativa del Estado Táchira, que se fundamenta en infracciones legales, vale decir en infracciones a la ley constitucional de dicho Estado y del Reglamento Interior y de Debates de la Asamblea Legislativa, infracciones de las que los actores hacen derivar una violación indirecta a la Carta Fundamental de la República. Como lo ha expresado en otra ocasión, el Ministerio Público considera que ninguna disposición legal autoriza a la Corte Suprema de Justicia a suspender, por vía de previo pronunciamiento, como lo ha pedido el actor, de la segunda demanda, los efectos jurídicos del acto impugnado, y porque ello involucraría una opinión adelantada sobre el fondo del asunto planteado. V ANALISIS DE LA SEGUNDA DEMANDA En ella se aduce que al haber admitido la Asamblea Legislativa del Estado Táchira el ejercicio del mandato de legislador regional por parte de la Diputada Principal a la Asamblea, ciudadana Carmen Morales de Valera y del Diputado Suplente al mismo Cuerpo, ciudadano José María Machado, sin haber obtenido previamente cada uno de ellos su respectiva desincorporación al Congreso, la Asamblea Legislativa violó el artículo 141 de la Constitución e incurrió en extralimitación de atribuciones, por lo que el acto de instalación que 40 realizó es nulo. A.-La incompatibilidad en el ejercicio simultáneo de diversos mandatos legislativos de elección popular. Como disposición general atañadera al Poder Público el artículo 123 de la Constitución establece el precepto de la incompatibilidad en el desempeño a la vez de más de un destino público remunerado, precepto que, con ligeras modificaciones, lo habían estatuido también las anteriores Constituciones nacionales desde la de 1864. Dicha norma tiene por objeto garantizar una completa consagración de tiempo y de actividad a las funciones públicas y además impedir la monopolización de los cargos públicos por un reducido número de personas. Dicho artículo establece varias excepciones, delegando en la ley la determinación de los cargos académicos, accidentales, docentes, edilicios o electorales, cuyo desempeño es compatible con el de otro destino, como ya lo ha hecho, por ejemplo, el artículo 30 de la Ley orgánica del Sufragio en cuanto a los cargos electorales, aunque todavía no han hecho las leyes atinentes a los otros cargos que ellas sólo pueden exceptuar. Establece también esa norma prohibitiva del artículo 123 una sanción: la presunción legal de la renuncia del destino que se desempeña cuando se acepta otro, remunerado, que no sea de los exceptuados en la propia segunda parte del artículo. Por último, la segunda parte del artículo 123 crea dos excepciones a la aplicación de esa sanción: la primera: los casos previstos en el artículo 141; la segunda: cuando se trate de suplentes mientras no remplacen definitivamente al principal. En efecto, el artículo 141, coloca entre las Disposiciones Generales del primer Capítulo del Título constitucional dedicado al Poder Legislativo Nacional, permite, de una parte, que los Senadores y Diputados puedan aceptar determinados cargos políticos que enumera sin perder su investidura, siempre que se separen previamente de la Cámara, pudiendo reincorporarse a ella al cesar en aquellas funciones. De otra parte, delega en las leyes determinar la permisión de que los Congresistas puedan aceptar diversos mandatos de elección popular. Aún cuando esta permisión hecha por la ley, por delegación de la carta fundamental, de aceptar diversos mandatos de elección popular debe ser expresa sin que baste la no prohibición(y así lo ha sostenido el Ministerio Público en ocasión anterior), en realidad, se ha establecido en la nación una costumbre política, que ha sido sancionada por la práctica y por la doctrina parlamentaria, de considerar que tanto las Leyes Electorales anteriores de 1958 y de 1964, como la vigente Ley Orgánica del Sufragio, permitían y permiten tácitamente esa aceptación, que se deduce en la actualidad del artículo 103 de esta última. En consecuencia, bien puede una persona aceptar ya sea el cargo de Diputado o de Senador al Congreso conjuntamente con el de Diputado o Representante a una Asamblea Legislativa, (dado que actualmente las elecciones para esos cargos se realizan al mismo tiempo), pero esa aceptación “no autoriza el ejercicio simultáneo de los mismos” cargos electivos como lo establece la disposición final del artículo 141. De manera que, permitida tácitamente por la Ley del Sufragio, como se admite, que un Congresista pueda aceptar otro mandato de elección popular, él quedó expresamente excluido de la aplicación de la sanción de la tácita renuncia del 41 primer cargo, establecida en el artículo 123 de la Carta, “ya que nadie puede ser sancionado por lo que la propia Constitución admite”. En otros términos, el ejercicio del cargo de Senador o de Diputado al Congreso Simultáneamente con otro cargo de elección popular, remunerado o no, en los casos permitidos por la ley, no tiene una sanción expresa en la Constitución ni en ninguna otra ley específica, ni tampoco en los Reglamentos Interior y de Debates del Senado o de la Cámara de Diputados. La única sanción posible para el Congresista que infrinja la prohibición del artículo 41 de la Constituciónaparte de la moral- sería la que se impusiera en un juicio o queja de responsabilidad conforme a lo previsto en los artículos 12 y 15 de la antigua, olvidada, pero vigente Ley de Responsabilidad de Empleados Públicos de 7 de Junio de 1912. Esta incompatibilidad del ejercicio del cargo de Congresista en alguna de las Cámaras Legislativas simultáneamente con el de Diputado a una Asamblea Legislativa Estadal tiene el objeto de garantizar la eficiencia del trabajo parlamentario o impedir que se traduzca a manos de unas pocas personas la gestión de los Cuerpos deliberantes nacionales y estadales; sin desconocer, por otra parte, que en la gestión legislativa regional se adquiere la experiencia y la destreza necesarias para el mejor ejercicio de los cargos congresales y para la gestión de los asuntos nacionales. Más, ¿qué ha de entenderse por ejercicio del Cargo de Diputado o de Senador? En principio, por la incorporación del Congresista a la Cámara respectiva después de su previa calificación por la Comisión Especial que señalan los Reglamentos respectivos y luego de la jura legal, él asume las obligaciones inherentes al cargo que le imponen dichos Reglamentos; así por ejemplo, ningún Senador o Diputado dejará de concurrir a la Cámara sin justa causa de lo cual informará previamente al Presidente para obtener su permiso. Tampoco podrá excusarse de desempeñar las funciones que se le encarguen, a menos que exponga motivos justificados, a juicio de la Presidencia, de cuya decisión se puede apelar a la Cámara (artículo 31 de los respectivos Reglamentos). Para garantizar el cumplimiento de esta obligación en el acta de cada sesión se hará mención de los Congresistas que hayan asistido a ella, así como también de las inasistencias, indicando aquéllos que no hubieren asistido por tener licencia o permiso de la Presidencia (artículo 32 de los Reglamentos de ambas Cámaras); debe, además, estar presente a la hora señalada para la sesión (artículo 34 de los Reglamentos) asistir a las Comisiones Permanentes o Especiales de que hiciere parte; y cumplir las misiones políticas, culturales, científicas o de índole análoga, no remunerada, que le fueren encomendadas (artículo 33, citado). Asimismo, deberá asistir a las reuniones de las Cámaras en sesión conjunta, asistir a las comisiones del Congreso, y ningún miembro de éste podrá excusarse de desempeñar las Comisiones que se le encarguen, a menos que exponga motivos suficientes a juicio del Presidente del Cuerpo (artículo 43 del Reglamento del Congreso). Tales obligaciones caracterizan el ejercicio del mandato de Senadores o Diputado. Ahora bien, el artículo 141 en su párrafo aparte, establece la condición específica de separarse de la respectiva Cámara para aceptar algunos de los cargos políticos que enuncia el mismo artículo en el párrafo que lo encabeza. No señala, en cambio, tal condición específica como indispensable también para ejercer otro mandato de elección popular. Basta por lo tanto, que no haya 42 simultaneidad en el ejercicio de ambos. Lo que lleva a considerar las formas en que se suspende el ejercicio de las obligaciones inherentes al mandato de un congresista y las formas en que éste queda desincorporado o separado de la respectiva Cámara. Aquello puede ocurrir de dos modos: o mediante un permiso breve, por menos de 20 días, en el caso del Senador, y de 10 días en el caso del Diputado, que otorga el Presidente de la Cámara (artículo 33 del Reglamento Interior y de Debates de la Cámara del Senado y 33 del Reglamento Interior y de Debates de la Cámara de Diputados, respectivamente) permiso que puede extenderse hasta un lapso de 30 días cuando tuviere por causa el cumplimiento de una misión especial, no remunerada, en el caso del Senador. En cambio, la desincorporación o separación del Congresista de la Cámara respectiva ocurre en los siguientes casos: a) por licencias mayores de diez días, siempre, respecto a los Diputados (artículo 33, encabezamiento del Reglamento Interior y de Debates de la Cámara del Senado). Estas licencias mayores de diez días pueden ser por tiempo determinado o indefinido; b) por licencias menores de 10 días cuando así fuese solicitado por el Congresista (artículo 33 de los Reglamentos citados) y c) las ausencias sin permiso que se prolonguen por más de diez días (artículos citados). En estos casos, como se dijo, el Congresista queda desincorporado o separado de la respectiva Cámara y debe ser convocado el Suplente correspondiente; éste no lo reemplaza definitivamente, lo cual ocurre solamente en caso de vacante absoluta (artículo 10 de la Ley de Calificación de Senadores y Diputados); y el Congresista titular puede reincorporarse a la Cámara. Ahora bien, como la Constitución no exige la desincorporación o separación de la Cámara respectiva para poder ejercer otro mandato de elección popular en los casos en que lo permite la ley, es necesario concluir en lo siguiente: que todo permiso o licencia concedida a un Congresista, sea por el Presidente de la Cámara, sea por ésta misma, con o sin remuneración, y sin tomar en cuenta la duración de ellos, ya sea que lo desincorpore de la Cámara respectiva, o bien, que simplemente le suspenda del ejercicio de sus obligaciones por menos de 10 días, o por más tiempo tratándose de un Senador sea para ejercer una misión política o cultural; en todos esos casos, le estará permitido ejercer otro mandato de elección popular si es que lo permite la ley, siempre que no reciba simultáneamente dos remuneraciones. En todos estos casos analizados, no existirá la nota de simultáneamente dos remuneraciones. En todos estos casos analizados, no existirá la nota de simultaneidad en el ejercicio de ambos mandatos de elección popular permitidos por la ley, ni, por lo tanto, se incurrirá en la infracción del precepto constitucional contenido en la parte final del artículo 421. B.- Aplicación de los principios anteriores a los hechos del caso. En el expediente judicial de este caso existe una copia certificada del acta de la sesión de la Cámara de Diputados correspondiente al día 6 de marzo de 1972. En dicho acta aparece: “No concurren los Diputados…José María Machado…Carmen Morales de Valera…”. Esta mención en el acta de la inasistencia era obligatorio hacerla porque así lo dispone el artículo 32 del Reglamento Interior y de Debates de la Cámara de Diputados; sin que se hubiere indicado que la inasistencia era justificada por causa de permiso dado por la Presidencia, como lo exige también la mencionada disposición. 43 De la misma acta se lee, al referirse a la Cuenta que dio el Secretario, lo siguiente: “Telegrama de la ciudadana Diputada Carmen Morales de Valera, solicitando le sea concedido permiso para retirarse de las sesiones de la Cámara por tiempo indefinido” y más adelante se encuentra en la misma acta esta mención: “Leído y puesto en consideración el segundo número reservado de la Cuenta, la Cámara concedió el permiso solicitado por la Diputada Carmen Morales de Valera”. En consecuencia, aparece demostrado: a) que para el 6 de marzo de 1972 los Diputados José María Machado y Carmen Morales de Valera estaban considerados por la Cámara de Diputados como incorporados a ella y, por tal motivo, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 32 del Reglamento Interior y de Debates, se dejo constancia de su inasistencia en el acta de la sesión de ese día. b) Que en esta misma sesión la Diputada Carmen Morales de Valera quedó desincorporada o separada de la Cámara por haberle sido concedido permiso para retirarse por tiempo indefinido. c) Por otra parte, de la copia fiel del acta de la sesión de instalación de la Asamblea Legislativa del Estado Táchira que se encuentra en el expediente, aparece comprobado que el día dos de marzo de 1972 concurrieron a dicha sesión del cuerpo los Representantes Carmen Morales de Valera y José María Machado. En consecuencia, como dichos ciudadanos no habían solicitado permiso o licencia, ya fuera otorgado por el Presidente de la Cámara por un lapso menor a diez días que le hubiera suspendido el ejercicio de las obligaciones inherentes a los cargos legislativos nacionales que desempeñaban, o bien, otorgado por la Cámara de Diputados por un lapso mayor que los separa o desincorpora de ella, debe considerarse que para el día dos de marzo de 1972, en que se instaló la Asamblea Legislativa del Estado Táchira, a la cual concurrieron aquellos Diputados nacionales, éstos ejercieron simultáneamente los dos mandatos de elección popular con que estaban investidos e infringieron la norma prohibitiva contenida en la última parte del segundo párrafo aparte del artículo 141 de la Constitución; y dando causa para que los actos que hubieren realizado en aquella sesión con el carácter de Representantes a la Asamblea Legislativa del Estado Táchira por haberlos realizado en contravención a una norma prohibitiva constitucional, pudieran ser atacados de nulidad ante el Supremo Tribunal de la República. c.- Solicitud de nulidad del acto de instalación de la Asamblea Legislativa del Estado Táchira. El actor aduce que en el acto de instalación de la Asamblea Legislativa del Estado Táchira, realizada el día 2 de marzo del presente año, es un acto jurídicamente irregular e ilegítimo, por violación del artículo 141 de la Constitución de la República, lo cual fundamenta el hecho de que los Diputados en ese Cuerpo, señora Valera y machado “estuvieron incorporados” simultáneamente, a la Cámara de Diputados y a la Asamblea Legislativa del Estado Táchira, de modo que con “el ejercicio simultáneo de ambos mandatos” concurrieron a instalar la citada Legislatura el día de marzo del presente año. Afirma que la disposición mencionada de la Constitución tiene por destinatario no sólo a la persona que ha aceptado “diversos mandatos de elección popular”, sino también a los órganos en los cuales ha de ejercerlas, pues su finalidad es evitar la anarquía y la confusión en el desempeño de las funciones que corresponden a dichos órganos; alega que al instalarse la Asamblea 44 Legislativa con la preterición del citado artículo 141 de la Constitución, infringió también el artículo 177 de la misma, pues no se sujeto en el ejercicio de sus funciones a la limitación contenida en aquel dispositivo; e incurrió en extralimitación de atribuciones, pues la misma carece de la autoridad o poder para permitir el “ejercicio simultáneo” de dos mandatos de elección popular como así en efecto lo permitió, al admitir la incorporación de los Diputados Carmen Morales de Valera y José Martín Machado, sin que éstos, previamente se hubieran desincorporado formalmente de la Cámara de Diputados del Congreso de la República. Se observa: El acto de instalación de la Asamblea legislativa del Estado Táchira estaba sometido a requisitos y formalidades de procedimientos establecidos en las leyes de aquel Estado, primero, en la ley que organiza sus Poderes Públicos o Constitución del Estado Táchira de 21 de abril de 1964 y segundo, en el Reglamento Interior y de Debates de la Asamblea legislativa de 27 de noviembre de 1962. El artículo 22 de aquello prescribe: “La Asamblea Legislativa se reunirá en la capital del Estado en sesiones ordinarias o extraordinarias y podrá cambiar de sitio…etc.”; y señala el sitio de reunión. El artículo 23 estatuye: “Las Sesiones ordinarias de la Asamblea Legislativa del Estado Táchira comenzarán sin necesidad de previa convocatoria el día dos de marzo de cada año o el día posterior más inmediato posible y durarán 30 días. Dichas Sesiones ordinarias se reanudarán cada año el 15 de noviembre o el día posterior más inmediato posible, hasta el 15 de diciembre, ambos inclusive…”. Y señala el día del comienzo de las sesiones ordinarias y su duración; así como la fecha y término de su reanudación en el transcurso del mismo año. El artículo 25 reglamenta: “La instalación de la Asamblea Legislativa se efectuará con las dos terceras partes de sus integrantes, por lo menos…Después de instalada la Asamblea Legislativa podrá sesionar con la mayoría absoluta de sus miembros incorporados”. En este artículo se establece el quórum especial para instalarse; y el quórum corriente para sesionar, después de instalada. El artículo 27, expresa: “La Asamblea Legislativa elegirá de su seno un Presidente, un Primero y Segundo Vicepresidente para cada año de sesiones ordinarias y extraordinarias…”. Y establece la elección de su Mesa Directiva por la propia Asamblea Legislativa , después de instalada. El artículo 36 dice: “El ejercicio del Poder legislativo y el control de la administración estadal, corresponde a la Asamblea Legislativa; y son sus atribuciones: 1°- Calificar sus miembros y oír sus renuncias…”. 3°- Remover los obstáculos que se opongan al ejercicio legal de sus funciones”. Por su parte el Reglamento Interior y de Debates, anterior en fecha a la Constitución estadal, determina: Capítulo I “Disposiciones Generales”. Artículo 1°: 45 “Los Representantes se reunirán en la capital del Estado el día señalado para comenzar cada período de sesiones ordinarias o extraordinarias, a las 9 a.m., en el local designado para sus reuniones, con el objeto de instalar la Asamblea Legislativa, presididos por el presidente o el primero o Segundo Vicepresidentes de las últimas sesiones, pero si ninguno de ellos asistiere o se tratare de personal nuevo, por el Representante primero de la plancha que hubiere obtenido mayoría de votos. Si no hubiere quórum, se adoptarán las medidas que se crean convenientes al efecto y se llamará al respectivo suplente si a juicio de los presentes esté comprobada la imposibilidad de asistencia del principal y sin perjuicio de que éste haga uso del derecho de presentarse cuando lo tenga”. “El Presidente de la Comisión Preparatoria nombrará dentro o fuera de su seno, un Secretario ad hoc con quien autorizará los actos de dicha Comisión; y luego, procederá a examinar la credencial de cada uno de los Representantes, después de lo cual se le devolverá y al mismo tiempo se someterá la suya al examen de los mismos”. Artículo 2: “Al haber quorum legal en la Comisión Preparatoria, se procederá de inmediato a la elección de los funcionarios a que hubiere lugar y, acto seguido, a convocar para la sesión solemne de sesiones ordinarias o de extraordinarias, y para la sesión correspondiente en el caso de iniciación del segundo período ordinario”. El Capítulo II, “De los funcionarios de la Asamblea Legislativa del Estado y del personal de Secretaría”, expresa: “Artículo 3°-La Asamblea tendrá una Junta Directiva compuesta por un Presidente, un Primero y un Segundo Vicepresidentes; la elección de estos funcionarios se hará en una sola sesión, con el voto de la mitad más uno de los miembros y por votación secreta. De igual forma se elegirá un Secretario y un Subsecretario por cada período de sesiones”. Artículo 7°- El Presidente de la Asamblea, al tomar posesión de su cargo prestará la promesa legal en la forma siguiente: “Juro sostener y defender la Constitución de la República y la del Estado y cumplir fielmente con los deberes de mi cargo”. En la misma ocasión y en iguales términos, el Presidente tomará la promesa a los demás miembros de la Junta Directiva, a los representantes que se presenten por primera vez, al Secretario y Subsecretario”. El juramento de los nuevos funcionarios se limitará a la promesa de cumplir fielmente los deberes de su cargo respectivo”. Al analizar el acta de la sesión de instalación de la Asamblea Legislativa, se observa: a) Que ésta se reunió en la Capital del Estado (artículo 22 de la Constitución de esta Entidad Política). b) Que sus sesiones ordinarias comenzaron, con la instalación, el día dos de marzo del año 1972 (artículo 23 ejusdem). c) Que la instalación se efectuó con las dos terceras partes de sus integrantes, por lo menos (artículo 25 ejusdem). En efecto, ese día, a la hora señalada en el acta, 9:35 a.m., en el Salón de Sesiones de la Asamblea legislativa se reúnen 17 Diputados bajo la 46 Presidencia del doctor Fabio Méndez Moncada (actor en esta segunda demanda), en su carácter de Presidente de las últimas sesiones ordinarias (artículo 1° del Reglamento Interior y de Debates de la Asamblea Legislativa); quien después de verificar la existencia del quórum reglamentario aludido en el Acta era previsto en el artículo 25 de la ley constitucional del Estado, o sea las dos terceras partes de sus integrantes (de la Asamblea), por lo menos”, resulta claro que aquel número alcanzaba y rebasaba a las dos terceras partes del total de los 18 integrantes de la Asamblea Legislativa. Con la incorporación en esa misma sesión, después de instalada la Asamblea, pero antes de elegir la Junta Directiva (artículo 27 ejusdem), de la Diputada Principal Carmen Morales de Valera, “juramentada en anterior oportunidad”, se complementó el número total de 18 miembros de la Asamblea, quienes eligieron a los funcionarios de la Junta Directiva. Se observa, por lo tanto; que los requisitos sustanciales establecidos en la Constitución del Estado, para la instalación de la Asamblea: de lugar, fecha y quórum especial, se cumplieron en el acto. Además, es de notar que el Presidente de la Comisión Preparatoria, doctor Fabio Méndez Moncada, actor de esta segunda demanda de nulidad del acto de instalación, no hizo objeción alguna a la presencia del Diputado José María Machado, quien ejercía el mandato de Diputado al Congreso, en suplencia precisamente de él; de modo que la Cámara no supo, ni consideró, ni decidió nada respecto a la situación irregular en que se encontraba este Diputado. Tampoco dicho Diputado doctor Fabio Méndez Moncada, ni ningún otro Diputado presente, objetó la incorporación de la Diputada Principal a la Asamblea Legislativa señora Carmen Morales de Valera, ocurrido después de que se declara instalada la Asamblea, a las 9: 43 horas a.m., ni la Cámara, por lo tanto, supo alguna irregularidad en su ejercicio del mandato de Diputado Principal, ni consideró ni tomó decisión alguna respecto a esa objeción: solamente, se dejó constancia en acta de que había sido “juramentada en anterior oportunidad”. Luego se procedió a hacer por la Asamblea Legislativa ya constituida, y de su seno, la elección de los funcionarios de la Junta Directiva, mediante la emisión de 18 votos de los Diputados presentes, cuyos miembros prestaron el juramento ritual en la forma prescrita en el artículo 7 del Reglamento Interior y de Debates de la Asamblea, y luego de la jura de éstos a participar por medio de una Comisión, al Gobernador del Estado, la instalación e inicio de sus sesiones, al incorporar al Diputado Principal Saúl Suiger Kuzmir, y a señalar como fecha de la próxima sesión el día 6 de marzo. Tampoco durante el desarrollo de esta sesión de instalación se hizo objeción alguna en contra de la regularidad del mandato de aquellos Diputados. En consecuencia, cuando la Asamblea Legislativa del Estado Táchira, con el quorum especial de instalación que exige la Constitución del Estado, en el sitio y en la fecha por ésta señalados, a la hora indicada y conforme al procedimiento indicado en el Reglamento Interior y de Debates de ella misma, se instaló el 2 de marzo de 1972, como Cuerpo, hubiera manifestado su volunta de desconocer o preterir el cumplimiento de alguna disposición de la Carta Constitucional de la República. La norma contenida en la última parte del segundo párrafo aparte del artículo 141 de la Constitución: “La aceptación de diversos mandatos de elección popular, en los casos en que lo permitan las leyes, no autoriza el ejercicio simultáneo de los mismos”, establece una obligación de no hacer una prohibición, directamente para la persona del ciudadano investido con el 47 mandato de elección popular, más concretamente, para el mandato del Poder Legislativo Nacional porque aquella norma prohibitiva se encuentra ubicada en el Capítulo I “Disposiciones Generales”, del Título V “Del Poder Legislativo Nacional”, y como ende, la infracción a esa norma no puede realizarla directamente sino la persona física de un Congresista. Pero aún en la hipótesis de que mediante una acción específica de nulidad en contra de los actos realizados por los Diputados regionales que infringieron la prohibición del artículo 141 constitucional, se lograra obtener esa nulidad, el acto de instalación de la Cámara Legislativa no sufriría menoscabo o mengua, sino que mantendría su integridad jurídica, pues de haber la sustracción de un voto, el del Diputado Machado, pues la Diputada Valera se incorporó después de la instalación a los que emitieron los 17 Diputados que formaron el quórum especial exigido por el artículo 25 de la Constitución del Estado Táchira, para decidir la instalación quedarían 16 votos válidos, correspondientes a un número de Diputados superior al de las dos terceras partes de los integrantes de la Asamblea que alcanza a 12. Por los motivos expuestos es opinión del Ministerio Público que en el acto de su instalación, la Asamblea Legislativa del Estado Táchira, como Cuerpo, no infringió ninguna disposición constitucional, por lo cual su instalación es válida y regular; reserva hecha de las infracciones en que individualmente incurrieron dos de sus miembros. La actividad legítima de esta restantes 16 Diputados no puede sufrir mengua por la actividad irregular de los otros dos que desconocieron la norma constitucional. Esa actividad no tiene ninguna relación de dependencia con la de los otros dos, sino una vida autónoma nacida del hecho jurídico de haber realizado por un núcleo de Diputados, sano y hábil en derecho, o sea, por el quórum especial constitucional necesario para la instalación de la Asamblea. Esa actividad regular, hábil y sana, tendía al normal desenvolvimiento de las actividades jurídicas y políticas de los Poderes Públicos del Estado: entre las cuales aparecen con importancia relevante la instalación oportuna de la Asamblea Legislativa, que es el órgano legislador y que tiene el control sobre la administración pública regional. VI NULIDAD DE LA ELECCION RECAIDA EN LA DIPUTADA VALERA La demanda sostiene la nulidad del acto de instalación de la Asamblea Legislativa del Estado Táchira; y consecuencialmente, afirma también que todos los actos producidos por dicha Asamblea en el período de su legislatura son nulos. Esa es la petición que hace la Corte Suprema de Justicia en Sala Política-Administrativa. El Ministerio Público opina que el acto de instalación no es nulo porque no se dan los fundamentos invocados; infracciones de los artículos 141 y 117 de la Constitución. En cambio, es conveniente manifestar que la elección de la Diputada Carmen Morales de Valera-elección realizada como la de los demás integrantes de la Junta Directiva-, por la Asamblea Legislativa (artículo 27 de la Constitución del Estado) para Presidente de la Asamblea Legislativa y la aceptación del cargo por parte de esa Diputada, son anulables porque la Diputada Valera no estaba autorizada por la Constitución para ejercer simultáneamente dos mandatos de elección popular. Al incorporarse a la Asamblea Legislativa del Estado Táchira el 2 de marzo de 1972 sin haber obtenido previamente licencia del Presidente 48 de la Cámara de Diputados o de ésta, infringió la norma prohibitiva del artículo 141 de la Constitución y sus actos individuales pueden ser impugnados de nulidad, entre ellos su aceptación a la Presidencia de la Asamblea; a lo menos aquellos actos realizados por ella hasta el 6 de marzo de 1972 en que cesó su impedimento jurídico. Pero esa nulidad no ha sido pedida directamente. No se trataría de un caso de nulidad absoluta de un acto inexistente, del todo ineficaz como aquellos que se realizan con usurpación de autoridad (artículo 119, Constitución) o que violan o menoscaban los derechos garantizados por la Constitución (artículo 46 de ella); pues ella no había usurpado una autoridad que no tenía; simplemente, se había extralimitado en el ejercicio de una facultad que sí tenía pero que no podía ejercer en el momento. Sería, pues, un caso de anulabilidad con efectos para el futuro. Esta misma argumentación se aplica al Diputado José María Machado, con la única diferencia de que en la documentación enviada por la Sala Político Administrativa de la Corte Suprema de Justicia al Fiscal General de la República no existe ninguna prueba de que ese Diputado Suplente regional hubiera obtenido de la Cámara de Diputados, o de su Presidente, licencia o permiso para separarse de aquélla o para no asistir por menos de 10 días. ANALISIS DE LA PRIMERA DEMANDA Por cuanto se ha opinado que la Asamblea Legislativa del Estado Táchira se instaló mediante un acto regular pacífico y ajustado a los requisitos y normas de procedimiento estatuido en la Constitución del Estado y en el Reglamento Interior y de Debates de la Asamblea, sin que la integridad jurídica de dicho acto hubiera sido afectada por la conducta irregular de dos de sus integrantes, es necesario concluir que el acto de reinstalación de la Asamblea, efectuado por otro grupo de Diputados, desconociendo por sí y ante sí el anterior acto de instalación, no puede ser válido. El procedimiento regular político y jurídico, era el de haber hecho dentro del seno de la Asamblea Legislativa las objeciones pertinentes al ejercicio del mandato legislativo regional por parte de los dos Diputados, señora Valera y Machado; aun cuando se ha debido tener en cuenta que la Diputada Carmen Morales de Valera se hizo hábil para ejercer dicho mandato legislativo regional a partir del 6 de marzo de que la Cámara de Diputados le concedió una licencia por tiempo indefinido que la desincorporaba a ésta a convocar al suplente respectivo. Formuladas estas objeciones, lo regular, pacífico y jurídico hubiera sido solicitar de la Cámara que tomara una resolución basada en los hechos demostrados y que revocara, por remoción, la elección de Presidente de la Asamblea Legislativa recaída en la Diputada Valera, lo que bien hubiera podido hacer la Cámara, pues “los miembros de la Junta Directiva sólo podrán ser removidos de sus cargos por causa grave declarada por la Asamblea después de oírlos” (artículo 5° del Reglamento Interior y de Debates de la Cámara Legislativa); como también hubiera podido la Cámara reelegido, después del 6 de marzo de 1972 en que su impedimento constitucional había cesado. Por otro lado, no sólo los Diputados disidentes sino cualquier ciudadano tenían abierto el camino de solicitar ante la Corte Suprema de Justicia la nulidad de los actos individuales cumplidos por aquellos dos Diputados regionales cuyo ejercicio del mandato legislativo protestaban; como también la nulidad de la elección para Presidente de la Asamblea Legislativa de la Diputada Valera 49 porque cuando se realizó, ella no estaba capacitada para ejercer el mandato legislativo regional por la simultaneidad con el mandato legislativo nacional cuyo ejercicio aún tenía. Proceder en forma distinta a la de solicitar ante el órgano judicial competente, la nulidad de esos actos, o ante el propio Cuerpo la revocatoria, por remoción, de aquella designación de Presidente de la Asamblea en la persona de la Diputada Valera realizada el 2 de marzo de 1972, es desconocer la presunción de legalidad que tienen todos los actos estadales, que de ninguna manera pueden ser considerados nulos sino que han de valer hasta tanto sean anulados por el Tribunal competente. Lo contrario, mucho más si se acude a las vías de hecho, es tender a una situación de anarquía jurídica y hacerse justicia por sí mismo. Consiguientemente, si se reconoce que la Asamblea Legislativa del Estado Táchira se instaló válidamente el 2 de marzo de 1972, es una consecuencia lógica de ello el no reconocimiento como válida de la reinstalación de dicho Cuerpo por otro grupo de Diputados. VIII SOBRE LOS ACTOS CUMPLIDOS POR LA ASAMBLEA LEGISLATIVA DEL ESTADO TACHIRA EN LAS SESIONES POSTERIORES A LA DE INSTALACION Entre los documentos enviados al Fiscal General de la República en copia certificada por la Sala Político-Administrativa de la Corte Suprema de Justicia se encuentras las Actas, debidamente certificadas en su autenticidad, de las sesiones celebradas en su autenticidad, de las sesiones celebradas por la Asamblea Legislativa del Estado Táchira, bajo la Presidencia de la Diputada Carmen Morales de Valera, los días 6, 7 y 8 de marzo de 1972, aparece que el Secretario informó que había quórum, pero en el texto del Acta no se indica el número ni el nombre de los Diputados que formaban ese quorum: lo que es indispensable para poder determinar acerca de la validez o invalidez de esa sesión y de las decisiones tomadas en ella. b) En el Acta N° 4 correspondiente a la sesión del día 8 de marzo de 1972, aparece que concurrieron 10 Diputados: Carmen de Valera, que actuó como Presidente, y Teodosio Guerrero, José María Machado, Ricardo Méndez Moreno, Juan Enrique Serrano Méndez, Hugo Ramón Molero, Leonidas Sánchez Carrero, Gonzalo Castellanos Ostos, Pablo Contreras y Jesús Maldonado Vásquez. Comparando esta nómina con la de los Diputados que formaron el quórum en la sesión de instalación de la Asamblea, resulta que todos los que en aquélla aparecen concurrieron a esa primera reunión de instalación; y también, que, de esos 10 Diputados, 8 son principales y dos suplentes: José María Machado y Gonzalo Castellanos. c)Respecto a la sesión celebrada en el día 6, desde las 4 horas de la tarde hasta las 5 horas, es preciso tener en cuenta que los Diputados Carmen de Valera y José María Machado no podían ejercer el mandato de legisladores regionales; y en cuanto las celebradas en los días 7 y 8 de marzo, es también menester observar que el impedimento constitucional que tenía la Diputada Valera había desaparecido por la licencia o permiso que le dio la Cámara de Diputados en la noche del día 6 de marzo de 1972, después de las 6 y media 50 p.m., hora en que comenzó la sesión de ese día, para separarse de las sesiones de ella por tiempo indefinido. En cambio, ninguna prueba existe en el expediente de que el Diputado suplente a la Cámara de Diputados, José María Machado, hubiera recibido alguna clase de licencia, ya fuera de parte del Presidente de dicha Cámara, o de ella misma, motivo por el cual estaba imposibilitado constitucionalmente para ejercer el mandato de Diputado suplente en la Asamblea Legislativa del Estado Táchira. La actuación de ambos, en consecuencia, en la sesión de esta Asamblea celebrada el día 6 de marzo de 1972 era inválida: puede ser anulable por haber sido realizada contrariando una disposición prohibitiva de la Constitución de la República; y la actuación del Diputado Machado en las sesiones posteriores al día 6 de marzo de 1972, es también inválida, susceptible de ser anulada. d) De conformidad con lo dispuesto en la parte final del artículo 25 de la Constitución del Estado Táchira: “Después de instalada la Asamblea Legislativa podrá sesionar con la mayoría absoluta de sus miembros incorporados”, el quórum legal para efectuar válidamente las sesiones de la Asamblea Legislativa del Estado Táchira era de 10 Diputados, ya que en la sesión de instalación se incorporaron los 18 que integraban el Cuerpo. En consecuencia, cualquier sesión posterior de dicha Asamblea Legislativa que se hubiere realizado sin la presencia de 10 Diputados capaces constitucionalmente para ejercer el mandato de legisladores regionales es anulable por carecer del quorum legal. Como el Diputado suplente a la Asamblea Legislativa del Estado Táchira José María Machado, no podía constitucionalmente ejercer su mandato, la sesión de la Asamblea legislativa del Estado Táchira efectuada el día 8 de marzo de 1972 es anulable porque consta que se efectuó sin el quórum legal. Lo mismo debe decirse de todas aquellas sesiones, anteriores o posteriores a la del día 8, en que se compruebe que la presencia del Diputado José María Machado completaba el quórum legal de 10 Diputados; lo que resultará de las pruebas que prueban las partes o de aquéllas que la Sala Político-Administrativa de la Corte Suprema de Justicia solicite y haga evacuar de oficio. El Ministerio Público considera especialmente pertinente y necesaria la prueba de la manera como estuvo constituido el quórum de las sesiones de la Asamblea Legislativa del Estado Táchira correspondientes al día 9 de marzo de 1972, en la que fueron designados el Contralor General del Estado Táchira y su Suplente; y el día 10 de marzo de 1972, en la que se designaron los miembros principales y suplentes del Directorio del Instituto Autónomo Estadal de Música y del representante de la Asamblea Legislativa ante la Comisión de becas y Ayudas de Estudio; pues sobre esos hechos no existe ninguna prueba entre los documentos que le fueron enviados al Fiscal General de la República por la Sala Político Administrativa ni tampoco en el expediente de este asunto. Esas pruebas son indispensables para formar opinión acerca de la validez o invalidez de esas designaciones; lo que constituye una de las peticiones de la primera demanda; por lo cual el Fiscal General de la República, en nombre del Ministerio Público que está a su cargo y bajo su responsabilidad, pide a la recta Sala que tenga a bien uso de la facultad que le otorga el mencionado artículo 28 de la Ley Orgánica de la Corte Federal para hacer llevar esa prueba a los autos del expediente. 51 IX CONCLUSION Por las razones anteriormente expuestas: A.- El Ministerio Público considera que la instalación de la Asamblea Legislativa del Estado Táchira el día 2 de marzo de 1972 es válida. B.- Que por lo tanto no era un procedimiento jurídicamente regular, reinstalar separadamente dicha Asamblea Legislativa; ni acudir a vías de hecho para impedir su funcionamiento, sino plantear en el seno de ellas las objeciones legales pertinentes al desempeño simultáneo de dos mandatos de elección popular por parte de dos Diputados; pedir a la propia Asamblea Legislativa la revocatoria, por remoción, de la elección para funcionarios de la Junta Directiva en dichos Diputados; o bien, solicitar, ante el Tribunal competente, como después lo hizo, las acciones de nulidad pertinentes. C.-Que la validez de los actos realizados con posterioridad a esa sesión dependen de la existencia del quórum legal que hubiere existido para determinar el cual no debía contarse en la sesión celebrada el 6 de marzo de 1972 a los Diputados Carmen de Valera y José María Machado; ni a éste en las posteriores mientras no hubiera comprobado que había obtenido permiso del presidente de la Cámara de Diputados, o de ella misma, para separarse del ejercicio de sus funciones como Diputado Suplente incorporado a ella. D.- Que es necesario que la Sala Político-Administrativa de la Corte Suprema de Justicia solicita y haga evacuar de oficio las pruebas relativas a los Diputados que integran el quórum en las sesiones de la Asamblea Legislativa del Estado Táchira posteriores a su instalación el 2 de marzo de 1972. OBSERVACION FINAL El Fiscal General de la República reitera en esta oportunidad su opinión de que debe estudiarse con la ponderación propia de la gravedad del asunto la posibilidad constitucional de establecer una Reglamentación de Asambleas Legislativas de los Estados para evitar esos conflictos frecuentes que se proyectan desfavorablemente en la opinión pública nacional, y entorpecen las actividades de tan importantes órganos del Poder Público Estadal desvirtuando los fines que le han sido encomendados por la Constitución de la República. Es necesario también que sea prontamente sancionada la ley de la jurisdicción constitucional que determine, con cabal precisión, las normas y actos que son susceptibles de ser impugnados por medio de la acción de inconstitucionalidad en perfecto acoplamiento con las disposiciones del artículo 215 de la Constitución; y que señale un procedimiento rápido y sencillo con plazos determinados y prudentes dentro de los cuales el Fiscal General de la República deba informar y el Supremo Tribunal sentenciar; sin menoscabo de las características de brevedad, popularidad, gratitud e incaducabilidad propias de esa acción; y las excepcionalísimas ocasiones en que la Corte podrá suspender la aplicación de la norma impugnada o la ejecución del acto recurrido. 52 Disposiciones legales contenidas en el documento: CR art:41 CR art:117 CR art:119 CR art:123 CR art:141 CR art:141-p.f CR art:177 CR art:215 CETA art:8 CETA art:14 CETA art:22 CETA art:23 CETA art:25 CETA art:27 LOS art:30 LOS art:103 LOCF art:28 RIDALET art:1 RIDALET art:2 RIDALET art:3 RIDALET art:4 RIDALET art:5 RIDALET art:7 RIDALET art:22 RIDALET art:23 RIDALET art:25 RIDALET art:27 RIDALET art:36 DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC ASAMBLEAS LEGISLATIVAS BECAS CONTRALORIA ESTADO TACHIRA EXTRALIMITACION DE ATRIBUCIONES NULIDAD QUORUM USURPACION DE ATRIBUCIONES FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.27-39. 53 011 TDOC REMI DEST UBIC TITL Dictamen Fiscal General de la República Corte Suprema de Justicia Ministerio Público MP FGR CSJ FECHA:19721007 Acción de nulidad intentada por el Presidente de la República con un acto de la Asamblea Legislativa del Estado Táchira, por infracción de la Constitución FRAGMENTO Yo, infracristo, César Naranjo O., Fiscal General de la República, tengo a honra dirigirme a ustedes para expresarles de seguida la opinión del Ministerio Público que está bajo mi dirección, a mi cargo y responsabilidad, en el procedimiento de la solicitud de nulidad por infracción a la Constitución de un acto de la Asamblea Legislativa del Estado Táchira, promovida por el ciudadano Presidente de la República, procedimiento en el cual fue notificado el 23 de junio corriente, conforme al auto emitido por la Sala en fecha 22 del mismo mes. I ANTECEDENTES DE HECHOS El 23 de marzo de 1972 la Asamblea Legislativa del Estado Táchira, presidida por la Diputada Carmen Morales de Valera, libró de Acuerdo en el cual considera: 1°- Que el Gobernador del Estado había sido formal y oportunamente impuesto de la instalación e inicio del primer período de sesiones ordinarias de la Asamblea Legislativa correspondiente al año 1972. 2°- Que la Constitución Nacional, en el ordinal 3° del artículo 23, establece que es deber del Gobernador del Estado “presentar a la Asamblea Legislativa el informe de su administración durante el año inmediatamente anterior”. 3°- Que el ordinal 4°, artículo 67, de la Constitución del Estado Táchira, le impone la obligación de “presentar cada año a la Asamblea Legislativa el informe detallado de su gestión durante el año fiscal inmediatamente anterior, dentro de los cinco primeros días del primer período de sesiones ordinarias”. 4°- Que el Gobernador del Estado está en la obligación de cumplir y hacer cumplir la Constitución y las Leyes Nacionales y la Constitución y las Leyes del Estado y fue impuesto, mediante oficio N° 12 de fecha 7 de marzo de 1972, de la fijación de día y hora que hizo la Asamblea Legislativa para que concurriera a presentar el informe de su gestión político-administrativa correspondiente al año 1971. 5°- Que el Gobernador del Estado le comunicó el 9 de marzo de 1972, su negativa a presentar el informe anual, sobre su gestión político-administrativa y la orden que dio el Secretario General de Gobierno de que se abstuviera de presentar la correspondiente Memoria y Cuenta. y Acuerda: “Artículo 1°- Improbar la gestión político-administrativa del ciudadano Gobernador del Estado Táchira, correspondiente al año 1971 por desacato y antijurídica actitud frente a la Asamblea legislativa de esta Entidad Federal”. “Artículo 2°- Solicitar del ciudadano Presidente de la República, por órgano del ciudadano Ministro de Relaciones Interiores, la inmediata destitución del ciudadano 54 doctor Jorge francisco Rad Rached, como Gobernador de esta Entidad Federal de conformidad con lo previsto en el artículo 24 de la Constitución de la República”. B.- Por su parte, el Gobernador del estado informó el 5 de marzo de 1972 funcionan en el Estado, sesionando separadamente, dos directivas que dicen ser legítimas del Poder Legislativo Estadal y realizan actos y efectúan nombramientos diferentes; y que había recibido dos comunicaciones, fechas el día 7 de marzo en las que ambas directivas fijan el día 9 de marzo de 1972 para que el Poder Ejecutivo presentare el Mensaje y la Memoria y Cuenta, a ninguna de las dos y diferir el acto hasta cuando, a quien corresponda, defina la actual situación. Que en ese orden de ideas se enviaron las comunicaciones correspondientes. C.-El día 5 de abril del corriente año el doctor Alberto Palazzi, encargado del Ministerio de Relaciones Interiores, presentó a la Corte Suprema de Justicia, en pleno, un documento firmado por el ciudadano Presidente de la República, doctor Rafael Caldera, y refrendado por el susodicho encargado del Ministerio de Relaciones Interiores, en el cual el primero de los nombrados, en uso de sus atribuciones legales, ocurría ante el Supremo Tribunal de la República solicitando una declaratoria formal de inconstitucionalidad del acuerdo mediante el cual la Asamblea Legislativa del Estado Táchira, presidida por la ciudadana Carmen Morales de Valera, improbó la gestión político-administrativa del Gobernador de esa Entidad Federal y solicitó su destitución; Acuerdo que tiene fecha 23 de marzo del año en curso; que en la Asamblea Legislativa del Estado Táchira se había originado una situación confusa como consecuencia de la elección de dos Juntas Directivas distintas para ese Cuerpo. Que el Gobernador, para evitar que se le tachara de parcialidad se había obtenido de rendir su informe en espera de que se aclarara, sometido como estaba el conocimiento de la Corte Suprema de Justicia, en Sala Político Administrativa, ante la cual cursaban sendas demandas intentadas por los Presidentes de cada una de esas directivas. Que el acuerdo de la Asamblea Legislativa se fundamenta en la negativa del Gobernador del Estado Táchira “a presentar el informe anual sobre su gestión políticoadministrativa” y en la “orden dada por él al Secretario General de Gobierno, para que se abstuviera de presentar la correspondiente Memoria y Cuenta”, lo que acaeció el 9 de marzo de 1972. Considera el Presidente de la República que el motivo invocado en dicho Acuerdo para pedir la destitución del Gobernador “no entra dentro de los supuestos de hechos exigidos por el artículo 24 de la Constitución de la República, en concordancia con lo dispuesto en el ordinal 3° del artículo 23 ejusdem”. Explica, “como se puede observar, la improbación de la gestión del Gobernador se ha basado en un hecho que no pudo ser materia de la gestión del año 1971, hecho que será materia de la cuenta del año 1971”, pero “Se ha esgrimido como motivo para improbar la gestión político-administrativa del Gobernador correspondiente al año 1971”; “que los considerandos del Acuerdo no dejan lugar a dudas y asimismo la ratifica el artículo 1° cuando dice que se imprueba la gestión de desacato y antijurídica actitud frente a la Asamblea Legislativa de esta Entidad Federal”. Pero la Constitución exige que la aprobación o improbación recaiga sobre la gestión administrativa efectuada durante el año inmediatamente anterior. D.- En fecha 29 de mayo de 1972, la Corte Suprema de Justicia en Sala PolíticoAdministrativa declaró sin lugar la demanda de nulidad de los actos a que se refiere el actor, Diputado Fabio Méndez Moncada, emanados de la Asamblea Legislativa del Estado Táchira, presidida por la Diputada Carmen Morales de valera, e instalada el dos de marzo de 1972; y declaró también con lugar la nulidad de varios actos realizados por dicho Diputado Méndez Moncada en unión de otros. E.- Por auto de 13 de junio de 1972 la Corte Suprema de Justicia en Pleno, ordenó pasar la solicitud de nulidad, intentada por el presidente de la República y sus anexos a la Sala Político-Administrativa para que prosiga allí el curso legal de la causa. II EL DERECHO 55 A.- Disposiciones constitucionales y legalidad aplicables al caso 1.- La Constitución, en su artículo 23, al determinar las atribuciones y deberes del Gobernador del Estado señala entre éstos, en el inciso 3°, el de: “Presentar a la Asamblea Legislativa un informe de su administración durante el año inmediatamente anterior”. La Asamblea Legislativa del Estado, por su parte, tiene entre sus atribuciones; la indicada en el inciso 2° del artículo 20 de la Constitución: “Aprobar o improbar anualmente la gestión del Gobernador, en la sesión especial que al efecto se convoque”; Además, el artículo 24 de la Carta Fundamental preceptúa: “La improbación de la gestión del Gobernador acarreará su inmediata destitución en el caso de que esta última sea acordada expresamente y por el voto de las dos terceras partes de los miembros de la Asamblea Legislativa”. 2.- Por su parte, la Constitución del Estado Táchira establece: Capítulo II, “De las atribuciones de la Asamblea Legislativa” “Artículo 36.- El ejercicio del Poder Legislativo y el control de la administración estatal, corresponde a la Asamblea Legislativa y son sus atribuciones: “7°- Aprobar o improbar la gestión político administrativa del Gobernador del Estado y la Memoria y Cuenta que debe presentar el Secretario de Gobierno. La improbación de la gestión del Gobernador acarrea su inmediata destitución en el caso de que ésta última sea acordada expresamente y por el voto de las dos terceras partes de los miembros de la Asamblea Legislativa”. Capítulo III. “De las atribuciones y deberes del Gobernador del Estado” “4°- Presentar cada año, a la Asamblea Legislativa un informe detallado de su gestión durante el año fiscal inmediatamente anterior, dentro de los cinco primeros días del primer período de sesiones ordinarias”. B.- Naturaleza y requisitos de la destitución del Gobernador como consecuencia de la improbación de su gestión administrativa. En dictamen fechado a 20 de diciembre de 1971, enviado a la Sala PolíticoAdministrativa de la Corte Suprema de Justicia por el Fiscal General de la República al Congreso de 1972- Consultoría Jurídica p. 16) se expuso lo siguiente: “Las disposiciones de la Constitución vigente en esta materia, se enlazan con las previsiones de la de 1947, la cual, en el inciso 2° del artículo 131 otorgada a la Asamblea Legislativa la atribución de improbar la gestión del Gobernador del Estado, improbación que acarreaba de derecho su remoción así lo decidieran las dos terceras partes de los miembros de la Asamblea. Pero el precepto de la Constitución de 1961 es más exigente. En efecto, de la lectura del artículo 24 y del estudio de su formación tanto en la Comisión Bicameral de Reforma Constitucional como de las decisiones en las Cámaras Legislativas, se desprende que son indispensables para que la improbación de la gestión del Gobernador acarree la sanción política de su inmediata destitución, los siguientes requisitos: 1°- Que la Asamblea Legislativa acuerde la improbación del Informe que de su administración durante el año inmediatamente anterior ha debido haberle presentado el Gobernador del Estado; 2°- Que sea acordada expresamente la destitución del Gobernador como una consecuencia de dicha improbación. 3°- Que cada una de las dos proposiciones anteriores hayan sido acordadas por los votos de un número de la Asamblea Legislativa no menor del que representa las dos terceras partes de sus integrantes; y 4°- Que las anteriores decisiones sean adoptadas con motivo del examen del informe 56 que de su administración hubiera presentado el Gobernador; y en sesión especialmente convocada con tal fin. Los requisitos anteriores están expresos en el texto del artículo 24 de la Constitución y, sobre todo, aparecen evidentes en el proceso de elaboración de esa norma. En efecto, el Diputado La Riva Mata aclaró en el seno de la Comisión Bicameral de Reforma Constitucional que no bastaba la simple improbación del informe del Gobernador del Estado para la remoción de éste, sino que la Asamblea Legislativa debía decidir expresamente que tal improbación acarreaba la remoción. El Diputado Silva Torres, por su parte, expresó que debía consagrarse en el artículo correspondiente de la Carta que tal decisión debía adoptarse en una sesión expresamente convocada para ese fin, pues sería posible que una Asamblea Legislativa, sorpresivamente, discutiera sobre la improbación de la gestión del Gobernador; opiniones que fueron concretadas en el artículo que presentó dicha Comisión a la consideración del Senado (Ver: “LA Constitución de 1961 y la evolución constitucional de Venezuela”. Actas de la Comisión Redactora del Proyecto, Tomo I, pp.276 a 278 y también Diario de debates de la Cámara de Diputados, N° 20, p. 352”. En resumen: a) La improbación de la gestión administrativa del Gobernador es un juicio político. (Comisión Bicameral de Reforma Constitucional: 20-59; Diputado Caldera, Senador Pérez Guevara. 14 de noviembre de 1960, Diputado Orlando Tovar, e Informe de la Comisión para la Cámara de Diputados en la sesión del día 18 de noviembre de 1960: “El artículo 24 contempla el acto del juicio político del Gobernador por parte de la Asamblea Legislativa…” y Diputado Silva Torres, sesión de la Cámara el 21 de octubre de 1960). b) En consecuencia, es imprescindible que haya sido examinada la gestión del Gobernador para aprobarla o improbarla, conforme a la atribución que a la Asamblea Legislativa otorga el inciso 2° del artículo 20 de la Constitución Nacional. c) Esa gestión administrativa del Gobernador debe constar en el Informe de su administración durante el año inmediatamente anterior; que tiene el deber de presentar a la Asamblea Legislativa, conforme a lo determinado en el inciso 3° del artículo 23 de la Constitución Nacional. Normalmente, es el examen y análisis de dicho Informe los que llevan al Cuerpo Deliberante del Estado a aprobar o improbar la gestión gubernamental, pero en el caso excepcionalísimo de que el Gobernador se negare a presentar el Informe, el examen y análisis de la gestión administrativa de él deberá hacerse con vista a los documentos y demás pruebas que la Asamblea hubiera podido acopiar. d) La simple improbación del Informe del Gobernador no acarrea la remoción de éste. (Comisión Bicameral de Reforma Constitucional, sesión del 26 de octubre de 1959, Diputado La Riva, Senador Pérez Guevara). e) Cuando la improbación de la gestión del Gobernador va acompañada de un pronunciamiento expreso por parte de la Asamblea acerca de su inmediata destitución acarrea ésta, en vista de los gravedad de los hechos que se tomaron en cuenta para la improbación (C.B. de R.C. sesión del 26 de octubre de 1959; exposición Senador Pérez Guevara); y siempre que se hayan llenado los requisitos solemnes a que se refiere la letra ordinal que sigue. f) Ese pronunciamiento expreso debe ser hecho en la misma sesión convocada especialmente para examinar la gestión del Gobernador durante el año inmediatamente anterior. (Comisión Bicameral de Reforma Constitucional, 57 sesión del 26 de octubre de 1959: Diputado Silva Torres; sesión del 14 de noviembre de 1960: Pérez Guevara) y por el voto de las dos terceras partes de los miembros del Cuerpo Legislativo. (Mayoría verdaderamente calificada, según el Diputado doctor Orlando Tovar, C.B de R.C., sesión del 26 de octubre de 1959); porque se trata de un asunto de tal gravedad que necesitaba el asentimiento de una mayoría calificada que representara el peso de una opinión sensata, porque, no de otra manera podría llevarse a cabo una vida para la vida política del Estado como es la destitución de un Gobernador” Diputado Silva Torres, Sesión de la Cámara en 21 de octubre de 1960. g) Los presupuestos de hechos señalados en el artículo 24 de la Constitución Nacional no pueden ser variados por el Constituyente; porque se estaría usurpando la función de éste. En efecto, se trata de una institución excepcional de tan amplio alcance que, en la hipótesis de que el Gobernador fuera electo por sufragio general, se revocaría el mandato que en él hubiera depositado la soberanía del pueblo. (C.B. de R.C. Informe a la Cámara de Diputados en la sesión del 18 de noviembre de 1960: “La Comisión considera que la destitución del Gobernador debe acordarse por la Asamblea Legislativa tanto en el caso de que este funcionario sea designado por el Presidente de la República o lo sea por cualquier otro procedimiento que establezca la Ley prescrita en el artículo 22”). No puede equipararse por vía analógica la omisión o renuncia del Gobernador del Estado a presentar el informe de su gestión en el año inmediatamente anterior, con el examen o improbación de éste, o, excepcionalmente, en caso de renuncia a presentarlo oportunamente, con el examen, análisis e improbación de la gestión administrativa de él, realizada con vista de los documentos y demás pruebas acopiadas por la Asamblea; ni mucho menos, la Asamblea Legislativa podría imponer por vía analógica una sanción política tan grave como es la destitución orgánica del Gobernador. La violación de la Constitución Nacional por parte del Gobernador, al no presentar a la Asamblea Legislativa el informe de su gestión durante el año inmediatamente anterior, solamente podría dar lugar a un juicio de responsabilidad conforme a las disposiciones de la legislación vigente, en el cual el Gobernador tendrá derecho a su defensa h) Ese pronunciamiento acordado expresamente en la oportunidad y con el voto calificado, constitucionalmente, acarrea, como sanción política, la destitución del Gobernador”, según el Informe de la Comisión Bicameral de Reforma Constitucional en su sesión del 18 de noviembre de 1960, con relación a las proposiciones formuladas en la Cámara de Diputados). III ANALISIS DE LOS HECHOS CON VISTA DEL DERECHO APLICABLE Aplicando los anteriores preceptos jurídico-positivos al caso sometido a la Sala Político-Administrativa, se observa lo siguiente: 1°- El Gobernador del Estado Táchira no presentó, en el lapso que señala la Constitución del Estado, el informe de su administración durante el año inmediatamente anterior, como era su deber, según lo dispuesto en el inciso 3° del artículo 23 de la Constitución Nacional. 2°.- La Asamblea Legislativa del Estado Táchira no realizó el juicio político sobre el resultado del examen del Informe de la administración del Gobernador durante el año inmediatamente anterior que debía haberle presentado; o bien, en ausencia de ese Informe, el análisis de la gestión de él durante ese año anterior con vista de los documentos y demás pruebas que hubiera podido acopiar; y como consecuencia de tal análisis, improbar la gestión del Gobernador. 3.- En consecuencia, por no haber realizado ese juicio político, tampoco podía imponer la sanción política de acordar expresamente la destitución del Gobernador como consecuencia de la improbación de su gestión en el año inmediatamente anterior, ya 58 que ésta no fue examinada y analizada. 4.- En efecto, la improbación de la gestión político-administrativa del Gobernador del Estado Táchira correspondiente al año 1971, fue acordada por la Asamblea Legislativa del mismo Estado, según lo dice expresamente el artículo 1° del Acuerdo impugnador: “Por desacato y antijurídica actitud frente a la Asamblea Legislativa de esta Entidad Federal”. Ese desacato, es decir, la falta a la debida consideración y miramiento hacia la Asamblea Legislativa, a criterio de ésta lo constituyó la negativa del Gobernador a comparecer en la fecha que le había fijado y que se le comunicó para que se le presentara su informe anual. Este hecho, que ocurrió en marzo de 1972, y no en 1971, está, en consecuencia, desvinculado de la gestión del Gobernador del Estado durante el año inmediatamente anterior, o sea, 1971; y constitucionalmente, no es idóneo para dar motivo a la improbación de la gestión administrativa de aquel alto funcionario estadal durante ese año 1971. Luego, el fundamento que se da para improbar la gestión del Gobernador en el año 1971, nada tiene que ver con ésta, ni puede ser empotrado en las previsiones del artículo 24 de la Constitución. En el considerando 6° del Acuerdo Legislativo impugnado, se establece que el Gobernador del Estado, al no presentar oportunamente el Informe sobre su gestión político-administrativa en el año 1971, “violó el ordenamiento jurídico de la República y se colocó en incumplimiento de sus deberes como tal funcionario”, hecho este que constituye el “desacato y antijurídica actitud frente a la Asamblea Legislativa de esta Entidad Federal”, que motivó la improbación de la gestión político-administrativa del ciudadano Gobernador del Estado Táchira. La incongruencia entre esta situación de hecho y la descrita en el artículo 24 de la Constitución, conectada esta norma con la contenida en el inciso 3° del artículo 23 de la Carta Fundamental, es evidente. Por lo cual, ese Acto legislativo regional no de es obligatorio cumplimiento para el Presidente de la República. 5°- Por cuanto en el artículo 2° del Acuerdo improbatorio de la Asamblea Legislativa se invoca el artículo 24 constitucional para solicitar del Presidente de la República la inmediata destitución del Gobernador, ese acto de la Asamblea Legislativa colide con la mencionada norma por mala aplicación de ésta, ya que no corresponde sino que, al contrario, se aparta de la hipótesis de hecho en ella prevista. Este simple y grave motivo de fondo haría innecesario considerar el otro alegato del Presidente de la República acerca de que el texto de Acuerdo no aparece que se haya tomado en una sesión especial convocada para tratar de la aprobación o improbación de la gestión del Gobernador y que no se aocmpañó constancia de que todos los que lo suscribieron lo votaron afirmativamente ni de la incorporación regular de los suplentes que lo firmaron. Respecto a este hecho sólo existe en el expediente remitido en copia por la Sala Político-Administrativa del Supremo Tribunal, la afirmación de la Presidente de la Asamblea Legislativa del Estado Táchira hecha en escrito presentado personalmente a la Corte Suprema de Justicia el 4 de mayo de 1972 (folios 23 a 27) de que el Acuerdo de la Asamblea de fecha 23 de mayo del corriente año fue tomado por unanimidad “en sesión especial previamente convocada al efecto, con la asistencia de trece (13) Diputados que conforman más de las dos terceras partes del total de dieciocho (18) parlamentarios que integran la Cámara 2, de manera que, si la Sala Político Administrativa lo considera conveniente, podría solicitar, fundándose en el artículo 28 de la Ley Orgánica de la Corte Federal, copias certificadas de las sesiones correspondientes de la Asamblea Legislativa del Estado Táchira para comprobar el extremo de la fijación de oportunidad para la celebración de una sesión especial destinada a considerar la aprobación o improbación de la Gestión del Gobernador del Estado, y si en esta sesión especial fue acordada expresamente la destitución de él como consecuencia de la improbación de su gestión en el año inmediatamente anterior; como también la demostración del otro extremo relativo al hecho de que el grupo de Diputados suplentes que integraban junto a otros Principales las dos terceras partes de los miembros de la Asamblea Legislativa del Estado Táchira, que votaron expresamente por la destitución del Gobernador en esa sesión especial previamente 59 convocada, se había incorporado regularmente al Cuerpo Legislativo. IV CONCLUSION En consecuencia de los motivos antes expuestos, el Ministerio Público manifiesta a la Sala Político-Administrativa de la Corte Suprema de Justicia, su opinión de que el Acuerdo de fecha 23 de marzo de 1972 sancionada por la Asamblea Legislativa del Estado Táchira, en el cual se imprueba “la gestión político-administrativa del ciudadano Gobernador del Estado Táchira, correspondiente al año 1971”, “por desacato y antijurídica actitud frente a la actitud de éste, tomada en marzo de 1972 de no presentar su Informe a la Legislativa en la oportunidad que ésta le señaló, actitud que fue considerada por aquélla como antijurídica y como un acto de desacato, es decir, falta de la debida consideración y miramiento. En consecuencia, no habiéndose dado el presupuesto de fondo sobre el que se basa el precepto del artículo 24 de la Constitución, no obstante lo cual la Asamblea Legislativa del Estado Táchira lo invoca para fundamentar el Acuerdo impugnado, éste colide con dicho artículo 24 constitucional por mala aplicación y carece de todo valor legal, lo que es motivo para que así lo declare el Supremo Tribunal de conformidad con lo dispuesto en la atribución 4° del artículo 215 de la Constitución y en el primer párrafo aparte de inciso 10 del artículo 7° de la Ley Orgánica de la Corte Federal en conexión con la Disposición Transitoria Constitucional Decimoquinta. Disposiciones legales contenidas en el documento: CR art:20-2 CR art:23-3 CR art:24 CR art:215-4 CETA art:36-7 CETA art:67-4 LOCF art:7-10-prf.apt LOCF art:28 DIMP 20-12-1971 DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC ASAMBLEAS LEGISLATIVAS DESACATO DESPIDO ESTADO TACHIRA GOBERNADORES NULIDAD RECURSO DE INCONSTITUCIONALIDAD FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.39-45. 60 012 TDOC REMI DEST UBIC TITL Dictamen Fiscal General de la República Corte Suprema de Justicia Ministerio Público MP N° CJ FGR CSJ FECHA:19720721 Acción contencioso-administrativa de anulación de la Resolución N° 3 del 28-09-70 de la Junta Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación FRAGMENTO Tengo a honra dirigirme a ustedes, en mi carácter de Fiscal General de la República- por inhibición en el caso del titular- con el objeto de acusarles recibo de su oficio N° 55 del 31 de enero de 1972 con el cual remitió a este Despacho copias certificadas del Libelo y auto de admisión, relacionado con la demanda de nulidad de la “Resolución Número 3, del 28 de septiembre de 1970, de la Junta Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación”, introducida el 17 de mayo de 1971, por el doctor Luis Alvarez Domínguez actuando como apoderado judicial del doctor José Herrera Uslar. El 27 de enero del corriente año el Juzgado de Sustanciación de la Sala Político-Administrativa de la Corte Suprema de Justicia admitió la demanda en cuanto ha lugar en derecho y ordenó la notificación del Fiscal General de la República, acto que se efectuó el 8 de febrero del presente año. La referida Resolución N° 3 tiene como objeto. “Declarar como Monumento Histórico Nacional el trapiche y torreones así como la arboleda de mangos anexa, con su rueda, pertenecientes a la Hacienda “La Vega”, Avenida la Paz, Departamento Libertador del Distrito Federal”. El recurrente impugna la Resolución N° 3, ya señalada, alegando lo siguiente: 1°- Que la incorporación de los bienes ya especificados al patrimonio histórico de la Nación no se justifica y resulta improcedente, porque esos bienes no poseen el carácter, ya que ningún acontecimiento de relevancia se ha producido en relación con ellos para que ameriten su conservación, y, por lo tanto, no están llenos los extremos de Ley que justifiquen la susodicha declaración. 2°- Que en virtud de la declaración de incorporación se causa un perjuicio de tipo económico al recurrente y sus comuneros, porque de conformidad con la Ley de la materia ninguno de los bienes incorporados podrán ser transformados o alterados, y, por lo tanto, los propietarios no podrán “modificar las edificaciones afectadas para mejor aprovecharlas, ni pueden demolerlas, ni pueden cambiar su uso ni destino”, por lo que es forzoso “concluir que se les está afectando con una congelación de su propiedad”. 3° Que al no procederse previamente a una expropiación de los bienes incorporados se viola el artículo 99 de la Constitución Nacional, en concordancia con el artículo 55 de la Ley de Expropiación por Causa de Utilidad Pública o Social, incurriéndose en el supuesto previsto en el artículo 49 de la misma Constitución. 61 Añade que el derecho de propiedad está garantizado en el artículo 101 de la Constitución Nacional y que la confiscación de bienes cualquiera que sea su naturaleza está prohibida por el artículo 102 de la Ley Fundamental. En síntesis el recurrente considera que se han violado los artículos 99, 46 de la Constitución Nacional y 55 de la Ley de Expropiación por causa de Utilidad Pública o Social. Se observa igualmente, que la Resolución N° 3, de fecha 28 de septiembre de 1970, dictada por la Junta Nacional Protectora y Conservadora del patrimonio Histórico y Artístico de la Nación contiene un acto administrativo, cuya finalidad es producir un efecto jurídico, o sea declarar Monumento Histórico Nacional bienes propiedad de la comunidad que representa el recurrente; por lo tanto, ese acto crea una situación jurídica individualizada, por lo que el recurrente o cualquiera de los comuneros poseen interés personal, directo y legítimo para actuar. Se ha destacado la naturaleza jurídica del acto contenido en la Resolución N° 3, impugnada, porque el recurrente acumula en su escrito recursorio dos pretensiones para que sean examinados y decididas subsidiariamente. En primer lugar, alega que la Resolución N° 3, es inconstitucional, y en segundo lugar, solicita que se le declare “ilegal” por violar disposiciones contenidas en la Constitución Nacional y en la Ley de Expropiación por Causa de Utilidad Pública o Social. Para lograr esas pretensiones invoca dos recursos: el de inconstitucionalidad, establecido en el numeral 8° del artículo 7° de la Ley Orgánica de la Corte Federal, y el contencioso-administrativo de anulación señalado en el ordinal 9° del mismo artículo y Ley antes citados. Este último recurso lo ejerce el reclamante alegando vicios de inconstitucionalidad y de ilegalidad. CUESTION PREVIA INADMISIBILIDAD DEL RECURSO CONTENCIOSO Las decisiones de la Junta Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación son apelables según el artículo 9° de la Ley de Protección y Conservación de Antigüedades y Obras Artísticas de la Nación, que textualmente dice: “La decisión de la Junta por la cual se incorpore un monumento u obra artística al patrimonio histórico y artístico de la Nación es apelable por ante el Ejecutivo Federal”. En un principio fue el Ministerio de Relaciones Interiores, el superior jerárquico de la Junta, según lo estatuido por el artículo 5° de la Ley de la materia antes citada, pero a partir de la creación del Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes, a éste se le confirió entre sus atribuciones “el ejercicio de todas las atribuciones señaladas al Ejecutivo Nacional, por la Ley de Protección y Conservación de Antigüedades y Obras Artísticas de la Nación”, según lo establece la letra “q” del artículo 2°, de la ley del Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes, determinado ese mismo texto legal, en su artículo 4° que: El Instituto estará dirigido por un Presidente”. Este funcionario, consecuencialmente, pasaba a ser el superior jerárquico de la Junta. De modo que, para ante ese funcionario, o sea, el Presidente del Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes, es que ha debido haberse hecho la apelación, o recurso jerárquico. 62 Ahora bien, en el expediente del caso N° 71-116, que cursa en la Sala PolíticoAdministrativa de la Corte Suprema de Justicia, está inserto un documento de fecha 17 de diciembre de 1971, suscrito por el doctor Reinaldo Herrera Uslar y otros, mediante el cual se dirigen al Procurador General de la República para impugnar y rechazar la Resolución N° 3, en referencia. De la Procuraduría General de la República remitieron el antes señalado escrito al Ministerio de Educación, y este Despacho después de hacer un estudio de su contenido, lo envió al Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes, por considerar que: “La decisión de la Junta Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación es recurrible ante la misma Junta o mediante recurso jerárquico por ante la Presidencia del nombrado Instituto”. Igualmente, consta en el expediente N° 71-116, que por oficio N° P-1005 del 20-4-71, la Presidencia del Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes notificó al Ministerio de Educación que “La Consultoría Jurídica (se refiere a la del mismo Instituto) ha recibido instrucciones de estudiar detalladamente el caso, a fin de decidir sobre revisión de dicha medida”. En fecha 17 de abril del corriente año, y mediante oficio N° CJ-4787, el Fiscal General de la República solicitó información sobre el caso en referencia a la Presidencia del Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes, la cual al responder, en oficio N° 1467 del 17 de mayo de 1972, manifestó que “no habiéndose presentado la apelación (se refiere a la solicitud del doctor Reinaldo Herrera Uslar), por ante este Instituto, se consideró que no era procedente entrar a conocer el fondo de la misma”. De modo, que la Presidencia del Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes consideró que la apelación hecha por el doctor Reinaldo Herrera Uslar y otros es improcedente por no haber sido presentado por ante ese Instituto. Así pues, en el caso presentado no ha habido decisión de la autoridad superior de la Junta Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación, según lo establece la ley de la materia en su artículo 9°, siendo esa decisión la única que pueda impugnarse por medio del recurso contencioso-administrativo de anulación. En sentencia de la Corte Federal dictado el 5 de agosto de 1955, se expresa: “Por otra parte, es bien sabido que el recurso contencioso-administrativo contra decisiones del Poder Administrativo no puede intentarse sino cuando el interesado ha agotado la vía administrativa por medio del ejercicio del recurso jerárquico, que es precisamente la reclamación contra una decisión o un acto administrativo para ante el superior jerárquico, con el fin de que la revoque o modifique, por estimar que lesiona un derecho subjetivo o un interés legítimo del interesado y que trasgredir normas legales vigentes. Esa decisión de la autoridad superior en la respectiva escala, que causa estado, es la que puede impugnarse por medio del recurso contencioso-administrativo y, por lo tanto, lo que tiene que provocar el interesado, por medio de la apelación o reclamación para ante esa autoridad superior”. (Gaceta Forense N° 21, Segunda Etapa; 72). Es obvio que surge contra la pretensión del reclamante una verdadera excepción de inadmisibilidad. 63 OBSERVACION FINAL Es opinión del Ministerio Público que, al considerar inadmisible el recurso intentado por el reclamante, resulta innecesario analizar la cuestión de fondo que plantea el demandante. Ahora bien, como ya se ha señalado, el acto contenido en la resolución N° 3 de fecha 29 de septiembre de 1970, de la Junta Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación, es de carácter especial e individual, que interesa, únicamente, a la comunidad que representa el recurrente; por lo tanto, el recurso para impugnarlo ha tenido que ser el establecido en el ordinal 9° del artículo 7° de la Ley Orgánica de la Corte Federal, que según el criterio del Ministerio Público es inadmisible; y de ninguna manera, el consagrado en el ordinal 8° del mismo artículo y Ley, o sea, el de inconstitucionalidad que es idóneo para exigir la nulidad de actos de carácter general, no caducables, en cuyo procedimiento no hay que probar hecho alguno. Disposiciones legales contenidas en el documento: CR art:49 CR art:99 CR art:101 CR art:102 LECUPS art:55 LOCF art:7-8 LOCF art:7-9 LPCAOAN art:2 LPCAOAN art:4 LPCAOAN art:5 LPCAOAN art:9 RJNPCPHAN N° 3 28-09-70 SCF 05-08-1955 DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC EXPROPIACION JUNTA NACIONAL PROTECTORA Y CONSERVADORA DEL PATRIMONIO HISTORICO Y ARTISTICO DE LA NACION MONUMENTOS HISTORICOS NULIDAD PATRIMONIO HISTORICO PROPIEDAD RECURSO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO RECURSO JERARQUICO RECURSO DE INCONSTITUCIONALIDAD FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.46-48. DESC DESC 64 013 TDOC REMI DEST UBIC TITL Dictamen Fiscal General de la República Corte Suprema de Justicia Ministerio Público MP N° C.J.8.540 FGR CSJ FECHA:19720802 Acción contencioso administrativa de anulación de un acto administrativo del Concejo Municipal del Distrito Brión del Estado Miranda FRAGMENTO Tengo a honra dirigirme a ustedes, en mi condición de Fiscal General de la República, Encargado, con el objeto de acusarles recibo del oficio N° 145 del 21 de marzo de 1972, emanado del Juzgado de Sustanciación de esa Sala, acompañado de las copias certificadas del libelo y auto de admisión, relacionados con la demanda de nulidad del acto administrativo contenido en el oficio N° P-733 de la Cámara Municipal del Distrito Brión del Estado Miranda, de fecha 8 de octubre de 1971 introducida el 1° de febrero de 1972, por los doctores Alfredo López Velásquez y Gonzalo Vivas Bastidas, actuando como apoderados del ciudadano Antonio Barbaro Cattaneo. El día 13 de marzo del año antes citado dicho Juzgado de Sustanciación admitió la demanda cuanto ha lugar en derecho. El Fiscal General de la República fue notificado en fecha 23 de enero de 1972. Los antecedentes del caso son: El día 9 de septiembre de 1971, el Presidente del Concejo Municipal del Distrito Brión del Estado Miranda dictó la Resolución N° 10, mediante la cual impuso una multa de Bs. 30.000 al mencionado Antonio Barbaro Cattaneo con motivo de la construcción que efectuaba en Chirimena sin cumplir con los requisitos establecidos en la Ordenanza de Construcción vigente en ese Distrito; quien apeló del referido acto el 27 de septiembre de 1971, y la Cámara Municipal del nombrado Distrito le notificó mediante el oficio N° P-733, de fecha 8 de octubre de 1971, que había acordado rebajar el monto de la sanción a la cantidad de bs. 18.000,oo. Este acto reformatorio es la causa del presente recurso. El Ministerio Público, bajo mi dirección y responsabilidad, de conformidad con la Ley Orgánica que lo rige, pasa a emitir su opinión sobre las diversas cuestiones planteadas en el recurso interpuesto en los siguientes términos: I FUNDAMENTO DEL RECURSO El recurso señala como vicios de la decisión administrativa que impugna, lo siguiente: Primero.- Que dicho reformatorio de la multa original carece “de motivación de derecho, o sea, de instrumento jurídico en que pueda fundamentarse válidamente”, porque la Ordenanza de Construcciones en que se basó el Concejo Municipal del Distrito Brión para imponer la sanción es “inexistente”, “no tiene vigencia”, en razón de que ella no ha sido publicada en la Gaceta 65 Municipal como lo establece el ordinal 17 del artículo 22 del Código Orgánico del Poder Municipal del Estado Miranda. Segundo.- El recurrente, también, considera que el acto impugnado carece “de motivación de hecho” porque: no se señala si Antonio Barbaro Cattaneo (el recurrente) es el propietario o el director de la obra multada; ni se precisa la obra en referencia, ni su ubicación, señalándose, únicamente, que se trata de una construcción que efectuó el ciudadano Antonio Barbaro Cattaneo en Chirimena, y, por último, que la respuesta de la apelación sólo expresa que se consideró rebajar la multa a la cantidad de Bs. 18.000,oo y la forma de cancelarla. Así, pues, los alegatos del recurrente revelan que se impugna el acto administrativo invocando vicios de ilegalidad. II ANALIS DEL RECURSO Primero.-Validez formal de la Ordenanza de Construcciones. Según lo expuesto en el capítulo anterior, el recurrente considera que la Ordenanza de Construcciones no tiene vigencia porque para su publicación no se siguió lo establecido en el ordinal 17 del artículo 22 del Código Orgánico del Poder Municipal del Estado Miranda, que textualmente expresa: “El Prefecto aunque considere inconstitucional una Ordenanza, no puede negarse a ejecutarla, si transcurriesen cinco días continuos desde la fecha de su remisión sin que se hubiere devuelto el ejemplar con el correspondiente ejecútese, debidamente firmado y sellado, el Concejo lo pondrá en vigencia mediante un Acuerdo y ordenará su publicación en la Gaceta Municipal”. Al respecto se observa: El antes citado procedimiento para la validez formal de las Ordenanzas sigue cuando el Prefecto al recibir del Concejo Municipal los dos ejemplares que contiene aquel acto no devuelve uno de ellos al Organo deliberante con el correspondiente ejecútese, debidamente firmado y sellado. Es obvio, pues, que el referido proceso de promulgación y publicación atañe a una situación especial, o sea, cuando el Prefecto retarda el ejecútese; por lo tanto, ella no contempla la tramitación ordinaria o normal para la validez formal de las Ordenanzas, la que está señalada en el ordinal 16 del ya citado artículo 22, que dice: “Aprobada en su última discusión una Ordenanza, se copiará en un libro rubricado y foliado para tal fin, y se extenderán por separado dos ejemplares firmados por el Presidente y el Secretario, que se remitirán al Prefecto del Distrito para su ejecución. El Prefecto pondrá el ejecútese a uno de los dos ejemplares y lo devolverá al Concejo”. Ahora bien, la Ordenanza impuesta, fue sancionada el 14 de julio de 1970, lo que revela, evidentemente, que ese funcionario no se negó a ponerla en vigencia, y por lo tanto, no tenía que seguir el procedimiento pautado en el ordinal 17 a que se refiere el recurrente. Por otra parte, como en el expediente del recurso no aparece la fecha en que el Concejo Municipal del Distrito Brión remitió al Prefecto la Ordenanza de Construcciones, los días 13 que transcurrieron entre su sanción y la promulgación no revelan por sí solo retardo intencional por parte del nombrado 66 funcionario; aún más, el ejecútese estampado el 27 de julio de 1970, hace presumir que éste se efectuó en lapso legal, sin controversia entre las autoridades Edilicias y el Prefecto. Las anteriores consideraciones nos llevan a concluir que el caso presente no es aplicable, como pretende el recurrente, el procedimiento de promulgación estatuido en el ordinal 17 del artículo 22 del Código Orgánico del Poder Municipal del Estado Miranda, sino el que se siguió, o sea, el estatuido en el ordinal 16 del mismo artículo y Código citados. Resta por dilucidar en relación con este punto dos cuestiones: A) Si para la validez formal de la Ordenanza impugnada es impretermitible su publicación en la Gaceta Municipal, y B) si en el caso presente, tal publicación se realizó o no. Al respecto se observa: A) La validez o invalidez formal de una Ordenanza depende que en su tramitación se cumpla con todos los requisitos que condicionan su fuerza obligatoria, y los cuales deben ser establecidos legalmente. En el texto legal atinente a la organización del Poder Público Municipal del Estado Miranda, o sea, el Código Orgánico del Poder Municipal de dicha entidad-vigente de conformidad con la Disposición Transitoria Constitucional Primera-, no está expresamente establecido como requisito formal la publicación de las Ordenanzas, pero tal exigencia se deduce de varias de sus disposiciones, como la contenida en el ordinal 17 del artículo 22, ya transcrito y también de los siguientes artículos: “Artículo 24.- Son Funciones Municipales: … “6° Editar la Gaceta Municipal, la cual circulará todos los meses”. “Artículo 71.- Los Acuerdos y Resoluciones no necesitan el cúmplase del Prefecto. Cuando se trate de casos particulares o de aplicación de Reglamentos dictados en ejercicio de facultades y procedimientos que consten en las Ordenanzas las decisiones entrarán en vigencia desde que sean aprobadas por el Concejo. Cuando se trate de medidas de interés general, complementarias de las Ordenanzas, entrarán en vigor desde la fecha de su publicación en la Gaceta Municipal”. En un caso similar al presente y en relación con la materia de publicación de actos emanados de un Concejo Municipal, el Ministerio Público al analizar el artículo 19 de la Ley Orgánica del Poder Municipal del Estado Aragua, que en su contenido es igual al artículo 71 antes copiado, opino sobre el sentido y alcance de aquella norma lo siguiente: “Como vemos, la Ley Orgánica citada, exige como forma complementaria de los acuerdos y resoluciones que contengan medidas de interés general, complementarias de ordenanzas, que sean publicadas en la Gaceta Municipal, de circulación mensual, para que puedan entrar en vigor, es decir, para que sean obligatorias y oponibles; pero no somete a esa clase de publicidad los acuerdos y resoluciones sobre casos particulares, los cuales 67 son efectivos desde su aprobación. Haciendo por ahora abstracción de otros aspectos legales de la Resolución impugnada, observamos que ella trata de una medida de interés general, como la creación de una renta municipal, al establecer un gravamen sobre la entrada de subproductos de la ganadería, y que por lo tanto debía dársele toda la publicidad requerida para un acto de esa naturaleza; más aún, cuando la ley Orgánica lo exige para la resoluciones complementarias de ordenanzas. La publicación de los actos administrativos municipales con efectos general es impretermitible en razón de su obligatoridad y por cuanto que existe recurso de nulidad contra ellos en el artículo 215, ordinal 4° de la Constitución”. (Opinión de fecha 1° se septiembre de 1970 sobre nulidad de la Resolución del 30 de julio de 1969, dictada por el Concejo Municipal Ricaurte del Estado Aragua). Igualmente, en otra opinión emitida por el Fiscal General de la República se expresa: “De modo que por su carácter de ley local, su contenido general, las ordenanzas requieren siempre de mayor control por su ejecución, es decir, necesitan más del acto de promulgación y publicación”. (Opinión de fecha 9 de diciembre de 1970 sobre nulidad del Acuerdo del 22 de septiembre de 1966, dictado por el Concejo Municipal del Distrito Federal). Así, pues, este Despacho ha considerado que la publicación o publicidad de las Ordenanzas es requisito indispensable para su validez formal. B) En cuanto a lo alegado por el recurrente de que la Ordenanza impugnada no ha sido publicada, porque el Concejo Municipal del Distrito Brión no ha ordenado su publicidad en la Gaceta Municipal y porque “no existe tampoco ni ha sido creado, el órgano oficial denominado Gaceta Municipal del Distrito Brión”, es de señalar lo siguiente: Sí existe en órgano de publicidad denominado Gaceta Municipal del Distrito Brión del Estado Miranda; además en el Expediente Administrativo relacionado con este recurso, el cual forma parte del Expediente N° 72-23, que lleva la Sala Político-Administrativa de la Corte Suprema de Justicia, se encuentra anexa la “Gaceta Municipal de Distrito Brión. Estado Miranda. Número Extraordinario. Día 28, mes 7, año 1970. Sumario: Ordenanza sobre Construcciones y Ordenanza del Servicio de Aseo Urbano y Domiciliario”. Lo antes expuesto evidencia no sólo la existencia de la Gaceta Municipal del Distrito Brión del Estado Miranda, sino que en ella se publicó el día 28 de julio de 1970, la Ordenanza sobre Construcciones vigente. Segundo.- Motivación del acto impugnado. El recurrente también impugnó el acto administrativo por el cual le fue rebajada la multa, alegando que éste carecía de motivación de hecho. 68 En opinión del Ministerio Público emitida en fecha 27 de diciembre de 1971 sobre la solicitud de nulidad de la Resolución contenida en el oficio N° HDA-400-596 del Ministerio de Hacienda, se dice: “La motivación de un acto administrativo es la expresión o motivación de las causas o motivos, por los cuales se dictó, es decir, las circunstancias de hecho o derecho que en cada caso justifican su emisión. Para algunos autores, la falta de motivación equivale a falta de fundamentación normativa y táctica que acarrea su nulidad en razón de su arbitrariedad. Para otros no puede exigirse la motivación del acto fuera de los casos en que los textos la imponen o cuando surgen necesariamente de su misma naturaleza, así pues, no la constituyen en regla genérica. Como en nuestro Derecho Político no existe una disposición expresa que establezca un principio general sobre motivación de hecho de actos administrativos, se debe, por lo tanto, considerar cada caso para ver si el acto produce o no indefensión”. En el caso presente, el recurrente lo que impugna es el acto de fecha 8 de octubre de 1971, emanado de la Cámara Municipal del Distrito Brión, por el cual se rebaja la multa que le había sido impuesta mediante la Resolución N° 10 de fecha 9 de septiembre de 1971- El acto recurrido sólo rebaja el monto de la sanción y la ratifica sin entrar en ningún considerando, de lo que se deduce que mantiene los fundamentos y motivos que la originaron, por lo que el acto impugnado no necesitaba de nueva motivación. Si analizamos la Resolución N° 10, encontramos como fundamento y motivación lo siguiente: A.- Fundamento legal. La sanción que le fue impuesta al recurrente se basa en los siguientes artículos de la ordenanza de Construcciones: “Artículo 1°.- Para ejecutar construcciones, reconstrucciones, reparaciones y transformaciones de edificios públicos y privados, así como urbanizaciones y parcelamientos y en general, cualesquiera obra de arquitectura o ingeniería civil en zonas urbanas, suburbanas, playas de mar y de río que modifiquen o alteren la estructura de las edificaciones o terrenos en forma notable, en jurisdicción del Distrito Brión, se requiere autorización del Concejo Municipal”. “Artículo 6°.- Si se ejecutare algunas de las obras señaladas en el artículo 1° sin el permiso correspondiente, será suspendida, el propietario y el director de la obra será sancionado con multa que oscilará entre el 10% y el 40% de la obra ejecutada según la gravedad de la infracción. Parágrafo único.- El Concejo Municipal podrá ordenar la demolición parcial o total de dicha obra a costa del propietario sin perjuicio de aplicar las multas a que se refiere el presente artículo”. “Artículo 8°.- Las multas a que se refieren los artículos serán impuestas por el Presidente de la Cámara previo informe del Síndico Procurador Municipal. De dicha multa se podrá apelar por ante la Cámara dentro de los cinco días siguientes a la notificación de la misma. La Cámara conocerá de la apelación dentro de los 69 quince días siguientes de interpuesta. Parágrafo único.- No se dará curso a la apelación sin el previo depósito de la multa o fianza a la satisfacción por ante la Administración de Rentas Municipales. La multa deberá ser pagada dentro de los cinco días siguientes a la fecha que hubiese quedado firme. Si no fuere pagada dentro de dicho lapso se impondrá un recargo del 10% por cada día hábil de retardo”. B.- Causa o Motivo. La referida Resolución N° 10, textualmente expresa: “El Presidente del Concejo Municipal del Distrito Brión del Estado Miranda. En uso de las atribuciones que le confiere el artículo 8° de la Ordenanza sobre Construcciones vigente, y visto el informe N° SM-42 del Sindico Procurador Municipal, de fecha 8 de septiembre de 1971 referente a la construcción que efectúa o efectuó el ciudadano Antonio Barbaro Cattaneo en Chirimena sin cumplir los requisitos que dicha Ordenanza establece, dicta la siguiente Resolución N° 10. 1°.- Se impone al ciudadano Antonio Barbaro Cattaneo una multa de treinta mil bolívares (Bs.30.000,oo) equivalente al 20% del valor en que se ha estimado la obra ilegalmente ejecutada conforme a lo establecido en el artículo 6° de la Ordenanza sobre Construcciones. 2°.- Se ordena la paralización inmediata de la obra en construcción mientras el infractor no cumpla con los requisitos que le establece el artículo 21 (sic) de la Ordenanza sobre Construcciones, sin perjuicio de aplicar las otras medidas a que se refiere el Parágrafo Unico del artículo 6° de la misma. 3°.- La multa aquí impuesta deberá ser pagada en la Administración de Rentas Municipales de Higuerote dentro de los cinco (5) días hábiles siguientes a la fecha de la notificación al infractor de la presente Resolución, salvo que ejerza, dentro de ese lapso, el derecho de apelación que le confiere el artículo 8° de la misma Ordenanza. 4°,- Remítase copia de la presente Resolución al prefecto del Distrito Brión para efecto del cobro de la multa impuesta, al ciudadano Prefecto del Distrito Brión para hacer efectivo el cumplimiento de lo dispuesto en el número 2 de la misma.- Higuerote, a los nueve días del mes de sptiembre de mil novecientos setenta y uno.- Dios y Federación (Firma ilegible).El Presidente del Concejo Municipal (Sello Húmedo). Según el contenido de la antes transcrita Resolución, puede afirmarse que la multa le fue impuesta al recurrente en virtud de un acto motivado y de conformidad con normas expresas sobre la materia. Por otra parte, los hechos señalados en la Resolución N° 10, como motivos de la sanción, al ser conocidos del multado fueron base para ejercer el recurso de apelación en fecha 27 de septiembre de 1971, lo que evidencia que no se le colocó en indefensión. Por todo lo antes expuesto, es forzoso concluir que tampoco procede el alegato de inmotivación de hecho que aduce el recurrente. 70 III CONCLUSION Por las razones anteriores, el Ministerio Público que dirijo, es de opinión que esta acción contencioso-administrativa debe ser declarada sin lugar y por lo tanto se debe confirmar el acto administrativo municipal impugnado, aplicándole al actor, la condena en costas (artículo 25 de la Ley Orgánica de la Corte Federal). Disposiciones legales contenidas en el documento: CR art:215-4 COPMEM art:22-16 COPMEM art:22-17 COPMEM art:24-6 COPMEM art:71 LOCF art:25 LOPMEA art:19 RCMDBEM N° 10 OPMP 9-12-1970 DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC ASEO URBANO CONCEJOS MUNICIPALES CONSTRUCCION DEMOLICIONES ESTADO MIRANDA MOTIVO /DERECHO/ NULIDAD ORDENANZAS MUNICIPALES RECURSO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO SANCIONES LEGALES FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.49-53. 71 014 TDOC REMI DEST UBIC TITL Dictamen Fiscal General de la República Corte Suprema de Justicia Ministerio Público MP N° CJ 8686 FGR CSJ FECHA:19720809 Acción de inconstitucionalidad del artículo 423 del Código Penal FRAGMENTO Tengo a honra dirigirme a ustedes con el siguiente objeto: ANTECEDENTES En 6 de agosto de 1971, la doctora Sonia Sgambatti Araujo Defensora Pública de Presos de la Circunscripción Judicial del Distrito Federal y Estado Miranda, en ejercicio de la acción popular de inconstitucionalidad, solicitó de ese Supremo Tribunal de la República la declaratoria de nulidad del artículo 423 del Código Penal, por colidir con los artículos 58, 61 y 73 de la Constitución y fundó su demanda en las disposiciones de los artículos 46 y 215, inciso 3° de la misma. En 28 de septiembre de 1971 el Juzgado de Sustanciación de la Corte Suprema de Justicia admitió la demanda cuanto ha lugar en derecho, y el 30 del mismo mes y año fue notificado por oficio N° 481, el Fiscal General de la República adjunto al cual le fueron remitidas copias certificadas del libelo y del auto de admisión de dicha demanda. El Ministerio Público, bajo mi dirección y responsabilidad de conformidad con la Ley Orgánica que lo rige, pasa a emitir su opinión sobre las cuestiones planteadas en esta demanda de inconstitucionalidad: II DISPOSICIONES CONSTITUCIONALES Y LEGALES APLICABLES La disposición legal denunciada como violatoria de la Constitución es el artículo 423 del Código Penal, que establece: “No incurrirán en las penas comunes de homicidio ni en las de lesiones, el marido que sorprendiendo en adulterio a su mujer y a su cómplice, mata, hiere, o maltrate a uno de ellos o a ambos. En tales casos las penas de homicidio o lesiones se reducirán a una prisión que no exceda de tres años ni baje de seis meses. Igual mitigación de pena tendrá efecto en los homicidios o lesiones que los padres o abuelos ejecuten en su propia casa, en los hombres que sorprendan a un acto carnal con sus hijos o nietas solteras”. He aquí, por otra parte, el texto de los preceptos constitucionales que la actora señala como infringidos por la anterior disposición legal: “Artículo 58.- El derecho a la vida es inviolable. Ninguna ley podrá establecer la pena de muerta ni autoridad alguna aplicarla”. “Artículo 61.- No se permitirán discriminaciones fundadas en la raza, el sexo o la condición social. Los documentos de identificación para los actos de la vida civil no contendrán mención alguna que califique la filiación. No se dará otro tratamiento oficial sino el de ciudadano y usted, salvo las fórmulas diplomáticas. No se reconocerán títulos nobiliarios ni distinciones hereditarias”. “Artículo 73.- El Estado protegerá la familia como célula fundamental de la sociedad y velará por el mejoramiento de su situación moral y económica. 72 La Ley protegerá el matrimonio, favorecerá la organización del patrimonio familiar inembargable y proveerá lo conducente a facilitar a cada familia la adquisición de vivienda cómoda e higiénica”. 1.- ARGUMENTOS DE LA ACTORA. La actora sostiene que “ninguna situación personal puede fundar diferenciación en casos iguales y en la presente disposición que establece una desigualdad basada en el sexo, lo cual en nuestros días resulta totalmente anacrónico, además de que va en contra de los principios consagrados en nuestra Constitución. Estas disposiciones estaban ajustadas a los criterios que regían en épocas ya pasadas donde imperaban otras condiciones socio-culturales, pero en los momentos actuales no se justifica de manera alguna esta norma de uxoricidio por causa de honor que es auspiciadota de la muerte, pues el derecho a la vida es inviolable, artículo 58 de la Constitución, y es de todos sabido los abusos que se producen en estas normas que permiten mitigar tan sustancialmente el crimen de homicido”. 2.- En cuanto a la primera petición Se considera que la solicitud de nulidad del artículo 423 del Código Penal por colidir con el artículo 58 de la Constitución debe ser rechazada, porque la ley penal no ha establecido ni la impunidad para esta clase de homicidio, ni el derecho del marido a matar a su mujer adúltera y al cómplice, sino que considera el hecho como delictuoso o punible, aunque mitiga especialmente la pena que correspondería al autor; no se trata de una exención absoluta de responsabilidad penal sino de una mitigación notable de la pena para el caso de que el sujeto activo del delito sorprenda infraganti a su mujer en adulterio y que la muerte o lesión de ella o de su cómplice se ejecuten en el mismo momento. 3.- Respecto a la violación del artículo 61 constitucional Sin embargo, considera el Ministerio Público que la disposición contenida en el encabezamiento del artículo 423 del Código penal, cuya nulidad se demanda, sí establece un distingo o discriminación entre el marido y la esposa en una situación en la cual existe igualdad de motivos entre el hombre y la mujer; pues así como aquél puede sufrir la abnubilación de sus facultades mentales por causa de la gravísima injuria inferida por su esposa infiel, igualmente la mujer puede sufrir idéntica emoción violenta que la arrebate psicológicamente cuando sorprende al marido en un hecho que ofende en sus más caros sentimientos e intereses; mucho más si se atiende a la circunstancia de que la mujer es más sensible que el hombre en asuntos que atañen al amor y a la consideración que le es debida como esposa. Sin duda que tal diferencia en el tratamiento sólo revela reminiscencia de la época en que la esposa era considerada como una propiedad del marido, o éste como un señor del hogar; o producto de otra época, igualmente superada, en que las leyes eran hechas exclusivamente por los hombres. La mencionada disposición penal ha motivado justas críticas por parte de la doctrina venezolana. José Gil Fortoul, era su “Filosofía Penal”, París, 1891, consideraba monstruosa la disposición del artículo 357 del Código Penal de 1873 –vigente para la época- que era similar a la actual. Veinticuatro años después en 1915, el Diputado doctor Hermoso Tallería defendió en la Cámara la disposición legal, y aún más, pidió que se la convirtiera en causal de exención de responsabilidad, pues, según él “no debe castigarse como en el presente caso, verter sangre humana en resguardo de los sagrados fueros del honor, pues sabemos que es éste el único líquido con que es posible lavar las negras manchas del deshonor y el bochorno”. Frente a tan feudal criterio, el Diputado Doctor Planchart defendió la tesis correcta: “Lo que yo le encuentro duro al artículo que discutimos es 73 que solamente atenúa la pena al marido y no a la mujer. ¿Qué razones hay para esto? Yo quiero la misma atenuación de pena para la mujer que hiera o mata al marido o a su cómplice, sorprendidos en flagrante adulterio”. “La mente del legislador al atenuar la pena en los homicidios por causa de adulterio, no puede ser otra sino la consideración de que el acto se ha consumado en un instante de dolor intenso y de ira. No es el concepto del honor herido, porque tanto el hombre como la mujer tienen un concepto del honor y lo defienden a su manera. Por eso estoy porque la ley debe castigar con la misma pena al hombre como a la mujer”. “La mujer merece más atenuación de pena porque ella es todo sentimiento, toda pasión, en fin, todo corazón”. No triunfó entonces la tesis del doctor Planchart apoyado por el doctor Crespo Vivas. Cuaréntidos años más tarde, 1957, a la Universidad de México presentó el graduando Br. Gustavo J. Silva Pérez una enjundiosa monografía sobre “Uxoricidio por adulterio en el derecho penal venezolano”, entre cuyas conclusiones decía: “No somos partidarios de la discriminación contemplada en el artículo 423 del Código Penal patrio, que consagra como un derecho a matar y excluye por completo a la mujer de invocar el mismo beneficio que dicho artículo otorga al marido que mate, hiera o maltrate a su mujer o a su cómplice sorprendidos en flagrante delito de adulterio. Si se quiere mantener aún la fórmula del mencionado texto, que nos parece fuera de época antijurídica y anticientífica, concédase al menos el mismo beneficio a la mujer que en circunstancias tan terribles cometa homicidio en la persona de su marido o cómplice”. Posteriormente, en 1962, uno de los más sobresalientes penalistas venezolanos, el veterano profesor Dr. José Rafael Mendoza, en su “Curso de Derecho Penal Venezolano”, T.VI, pp.258 y 262, expresa: “Entiendo que no es justa, ni la diferencia entre adulterio de marido y mujer, ni el desconocimiento para la esposa de una excusa atenuante, porque, como dicen muchos autores, el mismo sentimiento, el mismo justo dolor, produce en la esposa el descubrimiento y comprobación del adulterio del marido, que en éste el de su esposa. En los últimos Códigos promulgados no se establece distinción en el sujeto activo”. La atenuante de sorpresa de adulterio se ha suprimido en algunos Códigos promulgados, no se establece distinción en el sujeto activo”. La atenuante de sorpresa de adulterio se ha suprimido en algunos Códigos a partir del concepto suizo de homicidio por pasión que se tipificó en el artículo 113…Esta disposición fue adoptada por el Código Penal Argentino, artículo 81, 1°, Brasil, 121, ordinal 1°…”. “…Una cuarta (teoría) sustenta que existe un menoscabo de la autoridad marital, y esta es la vieja concepción anacrónica y brutal de una potestad omnímoda conferida al marido, que hoy tampoco se aviene con la emancipación de la mujer. Incluso Manzini estima que la atenuación grande en la responsabilidad que concede el Código Penal en el uxoricidio es una pervivencia asombrosa de una provocación que deriva de un sentimiento de dominio, de preponderancia, de cínico egoísmo, pero no de amor”. Dos años más tarde, 1964, el modesto y sabio Profesor de Derecho Penal en la Universidad de los Andes, doctor Héctor Febres Cordero, en su obra “Delitos contra las personas”, Facultad de Derecho-Mérida: pp. 157 y 158, expone: “La disposición del Código Penal Venezolano, mantiene todavía una especie del derecho de matar otorgado al pater familia o al marido ofendido, prevaleciendo así las consideraciones de linaje señorial antes que las verdaderas que lo son de orden moral…se mantiene en cambio, el reconocimiento de la autoridad despótica del marido y el retroceso a la infancia de las sociedades. Cuando la mujer formaba parte del patrimonio familiar y, cuando la sola exigencia de su fidelidad era considerada como un atributo del derecho de propiedad”…”En la actualidad, la tendencia casi universal es, la del reconocimiento del principio de la igualdad de los derechos y obligaciones de los cónyuges y la sustitución del deber de obediencia absoluta hacia el marido por parte de la esposa en la mayoría de las legislaciones el adulterio se reprime con penas leves o no se considera como delito; a la mujer se le reconocen los derechos políticos en igualdad de circunstancias que al hombre y se le admite en casi todas las funciones de la vida social, asegurándosele así, una marcada independencia y autonomía. Y al no reconocérsele su igualdad ante la ley penal, cuando se trata de excusársele su 74 responsabilidad por haber delinquido bajo el influjo de un estado emocional de igual naturaleza y de la misma intensidad que el del hombre, se está cometiendo una marcada injusticia”. Pasados tres años, en 1967, los Profesores José Agustín Méndez (actual Magistrado de la Corte Suprema de Justicia, Presidente que fue de su Sala Penal) y Luis Jiménez de Asúa, presentaron por invitación del Senado un “Anteproyecto de Código Penal de 1967” (Publicaciones de la Secretaría del Senado de la República) y en la p. 60 expresan: “Ese uxoricidio por adulterio resulta anacrónico en los días que corren como sobra de un derecho de matar, concedido al varón enmarcado bajo la mínima penalidad de seis meses cuando exista un explicable y aprobado dolor por la infidelidad del cónyuge, actuará el artículo de homicidio por emoción violenta, que no hay razón para que no lo experimenten también las mujeres excluidas del homicidio privilegiado en el arcaico artículo 217. Hasta la España franquista, que en el Código de 1943 restableció una disposición mortícola que la República Española había suprimido en su Código de 1932, ha prescindido de ella en el vigente Código de 1963”. Dos años después, en 1969, el Primer Congreso de la Federación Venezolana de Abogados, celebrado el 16 de junio, entre sus conclusiones, aprobó la de: “que se eliminen del Código Penal las atenuantes por causa de honor”. En conclusión: La primera de las normas contenidas en el artículo 423 del Código Penal, en cuanto se refiere a excluir a la mujer de la atenuante extraordinaria de pena asignada exclusivamente al marido que comete un conyugicidio por el sexo en contra de la esposa. Dicha discriminación, criticada por los más calificados comentaristas del Código Penal venezolano en los últimos 91 años , no se ajusta al actual momento histórico social del país sino que es la pervivencia de una situación social ha tiempo desaparecida, en la cual al marido se le concedía un derecho absoluto y arbitrario con respecto a la esposa, y se consideraba a ésta jurídicamente incapaz, privada de muchos derechos y en estado se sujeción a la potestad marital. Muchísimo ha cambiado tal situación en la vida social y jurídica venezolana; la mujer ha adquirido plenitud de derechos civiles y jurídicos, se ha intensificado su participación en la vida política, económica, profesional, social y laboral de la Nación y ha cambiado su posición dentro de la familia; la mujer ejerce ahora todas las profesiones liberales en paridad de número con los hombres; ella es ahora Magistrado en Cortes Superiores y Juez en todos los rangos; ejerce el Ministerio Público al igual con el varón; es Embajadora y Cónsul, legisladora nacional y regional; edil, desempeña altos cargos ejecutivos como Ministro o Gobernadora, amén de que está en igualdad con los varones en los demás cargos administrativos; la mayoría de las mujeres trabajan fuera de la casa en empleos y oficios; y se dedican a la vida artística y profesional en igualdad de condiciones con el hombre. Por ese motivo la Constitución le ha reconocido igualdad jurídica con éste y al establecer con carácter de inmediata operatividad la cláusula antidiscriminatoria por razón del sexo, ha abolido cualesquiera anacrónica diferencia que todavía pudieran subsistir en la legislación ordinaria. Ahora bien, esa distinción en cuanto se refiere a la rebaja privilegiada de pena a favor del marido que mata a la mujer adúltera, rebaja que se niega a la mujer que puede sufrir el mismo huracán psicológico, la misma emoción violenta, al sorprender en adulterio a su esposo, constituye una evidente discriminación en contra de la mujer por razón del sexo y, como tal, es francamente inconstitucional, porque viola la norma del artículo 61 de la Carta. La igualdad de las personas de uno y de otro sexo, ante la Ley, sanamente entendida, es el derecho a que no se establezcan excepciones o privilegios que excluyan a la persona de un determinado sexo de lo que se concede al de otro sexo en paridad de circunstancias; a que no se establezcan discriminaciones por razón del sexo ante quienes se encuentren en las mismas condiciones. Los motivos anteriores mueven al Ministerio Público a considerar que sería procedente decretar la inconstitucionalidad 75 del precepto que encabeza el artículo 423 del Código Penal; y así lo manifiesto a la Corte Suprema de Justicia, en Sala Político-Administrativa, en mi condición de Fiscal General de la República, Encargado. Disposiciones legales contenidas en el documento: CR art:46 CR art:58 CR art:61 CR art:73 CR art:215-3 CP art:423 CPAR art:81-1 CPB art:121-1 DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC ADULTERIO CIRCUNSTANCIAS ATENUANTES DERECHO A LA VIDA DISCRIMINACION IGUALDAD ANTE LA LEY HOMICIDIO LESIONES MUJER RECURSO DE INCONSTITUCIONALIDAD UXORICIDIO FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.54-57. 76 015 TDOC REMI DEST UBIC TITL Dictamen Fiscal General de la República Corte Suprema de Justicia Ministerio Público MP N° CJ-8688 FGR CSJ FECHA:19720809 Acción de nulidad parcial de la Ley de reforma de la división político-territorial del Estado Falcón FRAGMENTO Tengo a honra dirigirme a ustedes, en mi condición de Fiscal General de la República, Encargado, con objeto de acusarles recibo del oficio N° 449 del 311-70, emanado del Juzgado de Sustanciación de esa Sala, y de las copias certificadas del libelo y auto de admisión relacionados con la demanda de nulidad parcial de la Ley de Reforma parcial de la Ley de División Territorial del Estado Falcón de fecha 18 de febrero de 1970, introducida por el doctor Iván Rodríguez Hidalgo, actuando en su propio nombre y en ejercicio de acción popular. El día 28 de octubre del año antes citado, el nombrado Juzgado de Sustanciación admitió la demanda en referencia en cuanto ha lugar en derecho, y ordenó la notificación del Fiscal General de la República, acto que se efectuó el día 9 de noviembre de 1970; quien, en uso de la atribución que le señala el artículo 11 y el inciso 1° del artículo 40 de la Ley Orgánica del Ministerio Público, emite de seguida su opinión sobre el asunto. I FUNDAMENTO DEL RECURSO La Asamblea Legislativa del Estado Falcón sancionó el 12 de diciembre de 1969 la Ley de Reforma Parcial de la Ley de División Territorial de dicho Estado, que fue mandada a ejecutar el 3 de enero de 1970 por el Gobernador del Estado Falcón, en la cual fue creado un nuevo Distrito, con el nombre de Distrito Carirubana, mediante la división del Antiguo Distrito Falcón de esa Entidad política. El actor en su libelo de demanda además de numerosos alegatos de tipo económico, histórico, geográfico, etc., concretamente demanda: “…pido respetuosamente a esa honorable Corte declare la nulidad por inconstitucionalidad de la Ley de Reforma Parcial de la Ley de División Territorial del Estado Falcón, por medio de la cual en su artículo 1°, crea el Distrito Carirubana del Estado Falcón”. El antes citado artículo expresa: “Artículo 1°- Se modifica el artículo 1° en la siguiente forma: “El Territorio del Estado lo componen los Distritos Municipales: Acosta, Bolívar, Buchivacoa, Carirubana, Colina, Democracia, Falcón, Federación, Mauroa, Miranda, Petit, Silva y Zamora, dentro de los límites que se establezcan en la presente Ley”… 77 El impugnante considera que la violación constitucional radica en que: “en la promulgación de Ley de reforma aludida se ha incurrido en la violación del artículo 17, ordinal 2° de la Constitución Nacional, porque la reforma se hizo en contravención a la propia Constitución que fija los límites del Poder Público y de las disposiciones de la Ley Electoral. De allí que el artículo 1° de la Ley de División Territorial del Estado Falcón colide con el citado artículo 17 ordinal 2° de la Carta Fundamental por no ceñirse, al crear el Distrito Carirubana, a la norma de que la organización de los Municipios y demás entidades locales debe hacerse de acuerdo con la Ley, para el caso la Ley Electoral…”. La norma constitucional aludida en la anterior transcripción y que considera infringida dice: “Artículo 17.- Es de la competencia de cada Estado: “2°- La organización de sus Municipios y demás entidades locales, su división político-territorial, en conformidad con esta Constitución y las leyes nacionales”. También considera el actor que se han infringido los artículos 117 y 119 ejusdem. En resumen, según los antes transcrito, el actor alega: 1°- Que la reforma de la Ley que se impugna fue hecha en contravención de los límites que fija la Constitución al Poder Público, o sea, con violación del principio de la constitucionalidad. 2° Que no se siguieron las normas de organización de Municipios y demás entidades locales de acuerdo con la Ley Electoral, es decir, se alega violación del principio de la legalidad. II ANALISIS DEL RECURSO A.- Sobre la alegada inconstitucionalidad: La Asamblea Legislativa del Estado Falcón sancionó y el Ejecutivo promulgó la Ley de Reforma que se impugna, en uso de la atribución que les confiere la Constitución para legislar sobre materia de competencia estadal (artículo 20, ordinal 1°), ya que lo atinente a la división político-territorial es de la competencia de cada Estado. En consecuencia, la Asamblea Legislativa del Estado Falcón actuó en el caso presente de conformidad con la Constitución en materia de su competencia. Cabe ahora verificar si el acto impugnado que se examina, no obstante de tener un fundamento constitucional, rebasó los límites que para ello se le señala al Poder Legislativo del Estado Falcón. La Constitución del año 1953, expresamente atribuía a la competencia de los estados “modificar su división político-territorial” (artículo 16, ordinal 2°); no lo expresa así la Ley Fundamental vigente, pero al señalar que es de la competencia de los Estados su división político-territorial, al proclamar que aquéllos son autónomos como entidades políticas (artículo 16), se deduce que en lo atinente a su división político-territorial conservan la facultad para modificarla. Si cada Estado tiene autonomía para modificar su división político-territorial, eso supone que es de su competencia dictar las normas que regulen esa facultad. Tal es la base de la atribución que las Constituciones de los Estados confieren a las Asambleas Legislativas para cambiar su división políticoterritorial. 78 La Constitución del Estado Falcón estatuye en su artículo 33, ordinal 4°, que es atribución de la Asamblea Legislativa: “Dictar la ley de División Territorial del Estado y resolver acerca de la creación, supresión y modificación de los Distritos y Municipios del mismo; determinando sus denominaciones oficiales y sus límites, con sujeción a lo establecido en la Constitución Nacional y las leyes”. La disposición antes transcrita revela los límites de la facultad que tiene la Asamblea Legislativa del Estado Falcón para modificar su división políticoterritorial, límites que no aparecen transgredidos en la Ley de Reforma Parcial que analizamos, ya que mediante ella se modifica un Distrito, Falcón, y se crea uno nuevo, Carirubana, se le da denominación oficial a la nueva entidad y se establecen sus límites, con sujeción a normas constitucionales. De esa manera se evidencia que no se ha violado, como pretende el actor, el artículo 17, ordinal 2° de la Carta Fundamental en lo concerniente a la modificación político-territorial promulgada por la Ley de Reforma Parcial analizada, porque todo ha estado subordinado a la competencia constitucional y respeto a la Constitución del Estado; por lo tanto, no se ha incurrido en incompetencia constitucional y por ende no se ha cometido usurpación de funciones como se pretende. B.- Alegatos de ilegalidad. El recurrente manifiesta que: “…el artículo 1° de la Ley de División Territorial del Estado Falcón colide con el citado artículo 17, ordinal 2°, de la Carta Fundamental, por no ceñirse, al crear el Distrito Carirubana, a la norma de que la organización de los Municipios y demás entidades locales debe hacerse de acuerdo con la Ley, para el caso la Ley Electoral. Al respecto se observa: a) En relación con la violación de la organización municipal. El régimen para la organización gobierno y administración de los municipios del Estado Falcón es aún el que regía para el momento en que se promulgó la vigente Constitución, o sea, el 23 de enero de 1961, en virtud de lo estatuido en la Disposición Transitoria Primera de dicha Ley Fundamental. Esa organización municipal que se mantiene en vigencia está regulada por la Constitución del Estado Falcón aplicable para el 23 de enero de 1961, y por la Ley Orgánica del Poder Municipal de ese Estado, de fecha 13 de marzo de 1959. Ahora bien, la Ley de Reforma impugnada en razón de su contenido no tiene ninguna relación con la materia de organización, administración o gobierno de entidades municipales. La Ley de Reforma Parcial que se ha analizado tiene como objeto, únicamente, determinar cuáles y cuántos son los Distritos Municipales y los Municipios del Estado Falcón; qué poblaciones y aldeas constituyen cada Municipio, y cuáles son los límites de los Distritos Municipales y Municipios, pero en nada se refiere a la organización de esas entidades políticas. En consecuencia, no puede existir, como en efecto no existe, colisión entre la Ley de Reforma Parcial de la ley de División Territorial del Estado Falcón y las leyes de ese Estado en materia de organización municipal. b) En relación con la Ley Electoral. La misma forma de razonamiento aplicada en el punto anterior es valedera aquí. En efecto, la Ley de reforma parcial de la ley de División Territorial del Estado Falcón, impugnada, no tiene por su contenido, ninguna relación con normas 79 sobre elección de autoridades municipales; por lo tanto, no debe ceñirse o subordinarse a la Ley Electoral, menos puede violarla. En relación con la violación de la Ley Electoral y la creación de la Junta Administradora del Distrito Carirubana, hechos alegados por el impugnante, se señala, que la opinión del Ministerio Público sobre esos puntos fue emitida en fechas 12 de agosto de 1971 y 5 de abril de 1972, y la cual es la siguiente: “PRIMERO”.- Que por cuanto la disposición del Parágrafo Unico del artículo 4° de la Ley Orgánica del Poder Municipal del Estado Falcón, reformada en 10 de enero de 1970, en el cual se establece que en caso de creación de nuevos Distritos la Asamblea Legislativa del estado o en su defecto su Comisión Delegada, nombrará una Junta Administradora hasta tanto el Consejo Supremo Electoral convoque a elecciones para elegir sus respectivos Concejales, Junta que tendrá las mismas atribuciones señaladas a los Concejos Municipales, altera y modifica el régimen y organización municipales que estaban vigentes para la fecha de la promulgación de la Constitución de la República, mantenidos por la disposición Transitoria Constitucional primera que tiene valor de norma constitucional, ésta ha sido infringida por la disposición legal citada, como también lo han sido los artículos 26, 27 y 4° de la Carta Constitucional. Se ha violado también la autonomía político municipal consagrada en el artículo 29 de la Constitución, la cual comprende “la elección” de sus autoridades, lo que debe entenderse que la ley nacional que debe dictarse para la organización del régimen municipal puede escoger entre la elección directa o indirecta de las autoridades administrativas, pero en todo caso, o sea, tanto durante el régimen transitorio previsto en la Disposición Transitoria Constitucional Primera o después de que se dicta la Ley Orgánica Nacional sobre el Municipio, la elección popular; en tanto que la Ley Orgánica del Poder Municipal del Estado Falcón reformada establece el “nombramiento” de las autoridades municipales deliberantes al regular una situación transitoria hasta tanto que el Consejo Supremo Electoral, de acuerdo con el artículo 67 de la Ley Electoral que estaba vigente para entonces, fijara la fecha de las elecciones de los integrantes del Concejo Municipal del Distrito Carirubana. Dentro del régimen transitorio establecido por la Constitución, los respectivos Concejos Municipales de los nuevos Distritos creados en los Estados con posteridad a las últimas elecciones nacionales, han debido ser “elegidos”, conforme a las previsiones de la Ley Electoral derogada, o, actualmente de acuerdo a la Ley Orgánica del Sufragio, artículos 93 y 185”. El Ministerio Público considera que, en cuanto se refiere a la organización del Distrito Municipal Carirubana se violó la Disposición Transitoria Primera de la Constitución; más, en relación con el objeto de la presente acción, como ya se ha expuesto, opina que no ha sido infringido el ordinal 2° del artículo 17 de la Carta, en lo atañedero a la modificación de la división político-territorial del Estado Falcón, ya que ésta- como se expresó cuando se discutía la Ley Suprema-, no debe ser confundida con la organización del régimen municipal (Diario de Debates de la Cámara del Senado N° 13, de 28 de septiembre de 1960, p. 129). 80 Disposiciones legales contenidas en el documento: CR art:4 CR art:17-2 CR art:20-1 CR art:26 CR art:27 CR art:29 CR art:117 CR art:119 CEF art:33-4 LOMP art:11-1 LOMP art:40 LDTEF art:1 LOPMEF art:4-pg.un LEL art:67 LOS art:93 LOS art:185 DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DISTRITOS DIVISION POLITICO-TERRITORIAL ESTADO FALCON GOBERNADORES LEYES MUNICIPIOS NULIDAD FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.58-61. 81 016 TDOC REMI DEST UBIC TITL Dictamen Fiscal General de la República Corte Suprema de Justicia Ministerio Público MP CJ-9.993 FGR CSJ FECHA:19721009 Acción de inconstitucionalidad del Decreto ejecutivo N° 328 del Presidente de la República sobre subsidio al consumo de la leche FRAGMENTO Cumplo en dirigirme a ustedes a fin de acusarles recibo del Oficio N° 90.423, de fecha 20 de octubre de 1971, emanado del Juzgado de Sustanciación de dicha Sala, y mediante el cual me remite copia certificada del libelo y del auto de admisión de la demanda de nulidad del Decreto Ejecutivo N° 328 del Presidente de la República, de fecha 23 de junio de 1970, demanda que fue introducida por el abogado Luis Esparza Bracho, el 30 de octubre de 1971, actuando en nombre propio y en ejercicio de la acción popular de inconstitucionalidad que fundamenta, en el artículo 215, número 6, de la Constitución. El Ministerio Público bajo mi dirección y responsabilidad, en conformidad con la Ley Orgánica que lo rige, se declara debidamente notificado, y pasa a emitir su opinión sobre la inconstitucionalidad invocada dentro de los términos siguientes: I. LOS HECHOS 1.- Mediante Decreto Ejecutivo de fecha 23 de junio de 1970, publicado en la Gaceta Oficial número 29.260 del 7 de julio de 1970, el Presidente de la República, fundado en la regla atributiva de competencia contemplada en el 190 (numeral 12) de la Constitución, en concordancia con el numeral 18 del artículo 136 de la misma, dispuso, entre otras medidas, las siguientes: a) Mantener el subsidio al consumo de la leche, y a tal fin, incluir en el Presupuesto del Ministerio de Fomento, la cantidad de CUARENTA MILLONES DE BOLIVARES. b) Que el pago del mencionado subsidio lo hiciera efectivo el Ministerio de Fomento, a través de las plantas deshidratadoras de dicho producto, que cumplan las condiciones previstas en los numerales 1°, 2° y 3° del artículo 2° del Decreto Ejecutivo número 328 considerado. c) Propiciar la consolidación de la pequeña y mediana empresa ganadera, y a este fin, que el Ministerio de Hacienda, el Ministerio de Fomento y el Ministerio de Agricultura y Cría, promovieran, de acuerdo con sendos representantes de la Organización de Productores e Industriales, la creación de un Fondo destinado a lograr el abaratamiento de los insumos al productor y la promoción institucional del consumo de leche, constituido con los aportes de las empresas industriales a través de las cuales se haría el pago del subsidio a la leche, y a los que a su vez hicieran los productores de leche destinada a la fabricación en polvo y que vendieran su producción a las empresas industriales respectivas. 2) En Resolución conjunta del 20 de julio de 1970, publicada inicialmente en la Gaceta Oficial número 29.371 de igual fecha, y después, nuevamente para rectificar error en imprenta, en la Gaceta Oficial número 29.307 del primero de septiembre de 1970, los Ministerios de Hacienda, Fomento y Agricultura y Cría, Por disposición del Presidente de la República, y en conformidad con lo establecido en el artículo 11 del mencionado Decreto Ejecutivo N° 328, dictaron las normas que habían de regir la constitución, estructura y funcionamiento del Fondo de que trata dicho Decreto Ejecutivo. En términos de esta Resolución, el Fondo debería adoptar la 82 forma de una Asociación Civil, sin fines de lucro, con personalidad jurídica y patrimonio propio, constituido este último con los aportes de los productores y de las empresas industriales a que se refiere el citado Decreto Ejecutivo, (artículo 11 literal g), y los aportes y demás activos fijos y líquidos que se mencionan en los numerales 2 y 3 de la misma Resolución; la Dirección del Fondo estaría integrada por representantes de los productores de leche, de los industriales de leche en polvo y del Ejecutivo Nacional, pero se aclara que la representación de este último tiene únicamente por objeto asegurarle la posibilidad de velar por el cumplimiento de los objetivos del Fondo y en ningún caso implicaría obligación alguna para la República, (numeral 5); las atribuciones del Directorio, del Presidente, y del Gerente del Fondo, serían establecidas en el Acta Constitutiva, Estatutos y Reglamentos Internos que se elaboren para su creación y funcionamiento (artículo 8), y tanto el patrimonio como los recursos del Fondo sólo podrán aplicarse al logro de los objetivos mencionados en el numeral 1° de dicha Resolución. A este fin se prepararía un presupuesto anual, en el que se especificarían las inversiones a efectuar en el período de su vigencia; la cantidad asignada en el mismo; para la promoción institucional del consumo de leche en polvo, no podría ser inferior a una tercera parte del monto total del presupuesto de gastos, y se destinaría, igualmente, una parte de presupuesto a efectuar aportes a los fondos y cooperativas que mantengan las asociaciones de productores de leche destinadas a la fabricación en polvo, para la adquisición de insumos de la producción lechera, con fines de su abaratamiento (artículo 9). 3) El 30 de septiembre de 1971, el abogado Luis Esparza Bracho, domiciliado en la ciudad y Distrito Maracaibo, Estado Zulia, actuando en su propio nombre, introdujo ante la Corte Suprema de Justicia, Sala Político-Administrativa, demanda de nulidad, por inconstitucionalidad, del Decreto Ejecutivo y de la Resolución mencionados, con fundamento en la presunta violación, por los actos citados, de las disposiciones contenidas en los artículos 46, 99, 117, 118, 119, 136 (numeral 18), 139 y 224 de la Constitución Nacional y en conformidad con el numeral 6, del artículo 215, y la Disposición Transitoria Décima-Quinta de la misma Constitución. 4) La demanda fue admitida por la Corte Suprema el 20 de octubre de 1971, y en el mismo auto de admisión se ordenó remitir copia certificada de éste y del correspondiente libelo, al Fiscal General de la República, a los fines de su notificación. II FUNDAMENTOS DE LA DEMANDA Según el resultado del examen de la demanda, el abogado actor considera debidamente fundada en la Constitución, la decisión de mantener el sub-sidio al consumo de leche (artículo 1 del Decreto Ejecutivo) y la orden consecuente de incluir, a este fin específico, dentro del Presupuesto del Ministerio de Fomento, la cantidad de CUARENTA MILLONES DE BOLIVARES, siendo facultad privativa del Presidente de la República, administrar la Hacienda Pública Nacional”. En cambio, es criterio del solicitante, que el numeral 18 del artículo 136 de la Constitución no puede servir de fundamento, como se invoca, al Decreto en referencia, pues de conformidad con lo establecido en dicha disposición, la conservación y el fomento de la producción agrícola, ganadera, pesquera y forestal, es de la competencia del Poder Nacional. Ahora bien, de acuerdo con el artículo 139 de la Constitución corresponde al Congreso legislar sobre las materias de la competencia nacional, por lo cual es evidente que las señaladas en el numeral 18 citado, están reservadas constitucionalmente al Congreso, y no “corresponden a la rama del Poder Ejecutivo”. De esto infiere el abogado actor, “por lógica y correcta interpretación”, que 83 el ordinal 18 del artículo 136 no puede servir de fundamento constitucional al Decreto Ejecutivo considerado. “Al proceder a dictarlo y a establecer por él una regulación jurídica sobre materia que no entra en la esfera de sus atribuciones constitucionales, sino que por el contrario está expresamente reservada y atribuida a la competencia del Poder Legislativo Nacional, el Presidente de la República ha realizado un acto de usurpación de funciones de otro Poder Público que lo invalida absolutamente y lo hace nulo de nulidad radical por violación de los artículos 117, 118 y 119 de la Constitución”. Por otra parte, se afirma en la demanda, “que algunas de las disposiciones del Decreto N° 328 constituyen una verdadera intervención del Ejecutivo Nacional en materia económica, sin que ello se fundamente en norma constitucional alguna, así como tampoco, en ninguna ley especial que le autorice, conforme a lo dispuesto en el ordinal 8 del artículo 190 de la Constitución. “Esta intervención en el campo económico llega hasta el punto de violar garantías y derechos individuales como aparece evidente del artículo 11, letra g) del Decreto mencionado”. En criterio del actor, el Decreto Ejecutivo impone a los productores de leche la obligación de hacer un aporte de medio céntimo de bolívar por litro de leche para la constitución del Fondo al que se refiere la letra a) del artículo 11 del mismo, aporte que se les descuenta y retira del precio de leche que venden, en el mismo acto de la operación de venta, y que podría entonces calificarse de “fuente de tributo”. El sistema constituiría igualmente una verdadera exacción al derecho de propiedad de los citados productores, sobre el crédito proveniente de la venta, derechos garantizados constitucionalmente, y que sólo está sometido a las restricciones y obligaciones que establezca la ley con fines de utilidad pública o de interés general, conforme al artículo 99 de la misma Constitución. Por último la constitución y regulación jurídica del mencionado Fondo, por vía de Decreto Ejecutivo, implicaría la creación de un verdadero servicio público, en violación de las condiciones de forma o de procedimiento previstas en la Constitución a tal efecto. Según el artículo 190 numeral 11 de esta última, el Presidente de la República sólo puede decretar la creación y dotación de nuevos servicios públicos, en casos de urgencia comprobada, en receso de las Cámaras Legislativas, y previa autorización de la Comisión Delegada, supuestos que no aparecen cumplidos, en el caso concreto. La naturaleza propia del servicio público se traduciría: a) en la finalidad del Fondo, que es la consecución de un cometido de política estadal; b) en la exclusión de todo espíritu de lucro; c) en la estructura y funcionamiento de su órgano de dirección integrado como está por un representante del Ejecutivo Nacional, cuya misión es velar por el cumplimiento de los fines del Fondo. III PEDIMENTOS 1) Por los fundamentos anteriormente expuestos, y por cuanto el Decreto Ejecutivo N° 328 del Presidente de la República estaría viciado de inconstitucionalidad y por tanto, afectado de “nulidad absoluta que lo invalida en su totalidad”; “por cuanto al adolecer de tal nulidad radical puede ser impugnado por acción principal ante la Sala Político-Administrativa de la Corte Suprema de Justicia, a objeto de que sea declarada su nulidad absoluta por el referido Tribunal”, en conformidad con el ordinal 6° del artículo 215 de la Constitución y la Disposición Transitoria Décima Quinta de la misma, el actor impugna el Decreto Ejecutivo N° 328 mencionado y solicita de la Corte Suprema de Justicia, la declaración de su nulidad absoluta. 2) En segundo lugar, y subsidiariamente a la decisión de nulidad, por inconstitucionalidad, que solicita por vía de acción principal, el actor impugna “subordinadamente” la validez de la Resolución conjunta del 20 de julio de 1970, emanada en los Ministerios de Hacienda, de Fomento y de Agricultura y Cría y publicada en la Gaceta Oficial N° 29.271 del 20 de julio de ese mismo año, por tener como base un “Decreto Ejecutivo absolutamente nulo e inválido, la cual la hace nula e ineficaz en sí misma y en sus efectos jurídicos”; y solicita 84 a la Corte Suprema de Justicia en su Sala Político-Administrativa, se “pronuncie expresamente también en su fallo sobre la nulidad absoluta de la Resolución mencionada”. 3) Asimismo, y por cuanto “en la Resolución Conjunta de los Ministerios de Hacienda (Número 86), de Fomento (Número 3.342) y de Agricultura y Cría (Número 163) de fecha 20 de julio de 1970, publicada en la Gaceta Oficial de la República de Venezuela, de fecha primero de septiembre de 1970, en su edición número 29.307, se establece la estructura jurídica del Fondo proabaratamiento de los insumos y de la promoción institucional del consumo de la leche” y se dictan las condiciones de su funcionamiento, tiene también como fundamento el referido Decreto 328. “el actor impugna también “subordinadamente”, la validez de dicha Resolución, por tener como “basamento el mismo Decreto Ejecutivo”, y solicita también a la Corte Suprema en Sala Político Administrativa, “se pronuncie igualmente en su fallo sobre la nulidad de la referida Resolución”. Conviene señalar que esta Resolución es la misma mencionada precedentemente por el actor (en su segundo pediento); publicada inicialmente en la Gaceta Número 29.271 del 20 del julio de 1970, fue nuevamente publicada para rectificar error de imprenta, en la Gaceta Número 29.307 del primero de septiembre de ese mismo año. El error se refiere a la omisión de la frase que figura añadida al numeral 2 del texto objeto de la segunda publicación…A los efectos de la declaratoria de nulidad que solicita habría bastado al actor con hacer mención de ambas publicaciones. Al separar una de otra, parece que se tratara de dos actos distintos, cuando en realidad se trata de una sola Resolución. En todo caso, y puesto que la validez de esta última, se hace depender de la validez del Decreto Ejecutivo número 328 del Presidente de la República, el examen de ambos pedimentos sólo sería procedente en la hipótesis de que la inconstitucionalidad invocada como vicio del mismo, resultara debidamente y plenamente demostrada. IV PROBLEMÁTICA JURIDICA De acuerdo a lo que resulta del examen del libelo de la demanda, la decisión de la Corte Suprema acerca de la nulidad del Decreto Ejecutivo denunciado, versaría esencialmente sobre la existencia de esta doble forma de inconstitucionalidad: a) la que resulta de la violación de normas y garantías expresamente contempladas por la Constitución y b) la usurpación de funciones, como vicio de incompetencia del orden constitucional. En ambos casos la sanción prevista por la Constitución es la nulidad absoluta y radical del acto denunciado, conforme resultaría de las disposiciones contenidas en los artículos 46, 117, 119 y 215, numeral 6 de la misma. La doctrina y la jurisprudencia nacionales distinguen, en efecto, tradicionalmente, entre estas dos formas de inconstitucionalidad de los actos de los Poderes Públicos y han precisado los supuestos de una y otra a los efectos del recurso jurisdiccional de nulidad, por vía de acción popular: En lo que concierne a la primera, o inconstitucionalidad propiamente dicha, el supuesto necesario es la violación manifiesta de alguna norma, principio o derecho expresamente garantizado o formulado por la Constitución, y por lo tanto, debe resultar siempre, sin necesidad de alegar o probar hechos, del antagonismo directo entre el contenido del acto que se impugna y la disposición constitucional infringida. De aquí la necesidad consecuente de que se exprese en el correspondiente libelo el artículo o artículos de la Constitución cuya violación se alega. En cuanto a la usurpación de funciones, ha sido definida por la doctrina como “el vicio que acompaña a todo acto emanado de una autoridad que, para dictarlo, incurre en una incompetencia constitucional, por ejemplo, la incompetencia que resulta cuando un órgano o funcionario del Poder Ejecutivo ejerce funciones atribuidas al Poder Legislativo, puesto que las funciones de ambos Poderes están definidas por la Constitución (Cf. Brewer Carías, Allan R., Las Instituciones Fundamentales del 85 Derecho Administrativo y la Jurisprudencia Venezolana”, Caracas, 1964, especialmente, págs. 61 y sgts.). Este vicio de usurpación de funciones supone entonces la violación de regla atributiva expresa de competencia constitucional, y se relaciona con lo que la antigua Corte Federal denominaba vicio de usurpación de poder, y en general, con la inconstitucionalidad que acompaña a todo acto de los poderes públicos dictado en violación de reglas contempladas en la Constitución, debido a “intervenciones o interferencias de un poder a otro”. (Brewer Carías, ob.cit). De acuerdo con esto, y teniendo en cuenta que tal como también lo han precisado la doctrina y la jurisprudencia nacionales, en el campo del derecho público la competencia no se presume, sino que supone atribución expresa (artículo 117 de la Constitución), la problemática jurídica planteada por la demanda de nulidad que se considera, consiste fundamentalmente en lo siguiente: a) En primer lugar habría que determinar si el Presidente de la República era o no constitucionalmente competente para dictar medidas tendientes a consolidar y a promover la industria o producción ganadera, y en general, para intervenir en materia económica y financiera sin apoyo en su texto de ley preexistente o en una autorización previa del Congreso; b) Sólo en la hipótesis afirmativa cabría entonces entrar a establecer si las medidas dictadas por el Presidente de la República encubren la creación de un servicio público y la imposición de nuevas obligaciones o contribuciones para los particulares, en violación de las reglas constitucionales que establecen las competencias, y las condiciones de forma y de procedimiento para la validez de tales medidas (artículo 190, numeral 18, 99 y 224 respectivamente de la Constitución). V. EL DERECHO 1.- La determinación de las Funciones Gubernamentales y el problema de la Repartición de Competencias entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo Nacionales. Como viene de indicarse, la tesis que sirve de fundamento inicial a la demanda, es que el artículo 139 de la Constitución, en concordancia con el número 8, artículo 136 de la misma, establece una regla atributiva de competencia a favor del Congreso, que excluye toda eventual intervención del Poder Ejecutivo en materias de la competencia nacional, que no esté fundada en un texto de ley preexistente o en una delegación del órgano legislativo. No habiéndose cumplido ninguno de estos requisitos, considera el actor que la disposición contenida en el último de los artículos citados (136, número 18) no puede servir de fundamento al Decreto Ejecutivo en cuestión, pues el Presidente de la República deriva aquí su poder de actuar, de la ley. Sólo el Poder Legislativo, que se ejerce por el Congreso, posee competencia constitucional para innovar en tales materias. En realidad, la conexión que pretender hacer el actor entre las reglas previstas en el artículo 136 y lo dispuesto en el artículo 139 de la misma Constitución, confunde dos cuestiones que poseen, cada una, su razón de ser y su sentido propios: la repartición de la autoridad territorial del Estado entre diversas unidades políticamente autónomas (descentralización del Poder Político), y la otra, ciertamente distinta, de la especialización o separación orgánica de funciones. El artículo 136 de la Constitución establece las reglas que delimitan el dominio de la competencia del Poder Nacional, por oposición al reconocido o atribuido a las diversas entidades que forman la estructura política compleja del Estado venezolano, es decir, se encuentra directamente ligado a la tradición, más nominal que real, de nuestro particular “sistema federativo”, y dentro del cual ha habido siempre jugar, no obstante, para una repartición de competencias, por materias, entre tres grupos de gobernantes: nacionales, estadales y municipales. El artículo 139, en cambio, se sitúa dentro del conjunto de las reglas que fijan la 86 organización, estructura y funciones de las distintas ramas entre las que se divide el Poder Nacional. Inspiradas en la teoría de la triple separación de poderes, estas reglas tienen por principal objeto definir las atribuciones y facultades de los gobernantes (en sentido amplio) en relación con las libertades y derechos reconocidos o garantizados a los gobernados, pero también tiene por efecto definir la competencia de cada órgano del Poder Nacional en relación con la de los otros órganos, de acuerdo a estos dos principios: especialización funcional (artículo 118: “Cada una de las ramas del Poder Público tiene sus funciones propias…”) e independencia orgánica (prohibición de interferencias o intervenciones entre los distintos poderes). Ambos aspectos son contemplados por el artículo 139, que no hace más que precisar el contenido y la extensión de la competencia atribuida al Congreso como órgano del Poder Legislativo. Conforme a lo ordenado en el artículo 138 de la misma Constitución, el “Poder Legislativo se ejerce por el Congreso, integrado por dos Cámaras…”. El artículo 139 sitúa este Poder dentro de los límites precisos, definiendo sus facultades y atribuciones, así como las materias u objetos a lo que ellas se aplican. De acuerdo a lo que resulta de los términos del mismo, corresponde al Congreso la facultad de legislar en todas las materias de la competencia nacional, y sobre el funcionamiento de las diversas ramas del Poder Nacional, la facultad de decretar amnistía y el control de la Administración Pública Nacional. “en los términos establecidos en la Constitución”. La finalidad de este artículo es disociar o separar el ejercicio del Poder Legislativo de los otros Poderes, y no como pretende el actor, consagrar una especie de confusión de funciones en las Cámaras Legislativas, o bien, un monopolio de las atribuciones del Poder Nacional a favor de las mismas. La función legislativa no agota la actividad del Estado, ni el Congreso posee un poder ilimitado o soberano del cual todos los demás no serían sino simples derivaciones. Los Tribunales y demás organismos administrativos son, como los legisladores, medios previstos por la Constitución para la realización de los fines del Estado, y a este título tienen sus funciones propias, que define la misma Constitución. Aun cuando el Congreso es competente para fijar las reglas que rigen el funcionamiento de las otras ramas del Poder Nacional, y puede eventualmente ampliar sus atribuciones (artículo 117: la Constitución y las leyes definen las atribuciones y facultades del Poder Público…), ello no significa que esté facultado para modificar las disposiciones constitucionales que organizan los distintos poderes, ni que pueda introducir cambio alguno en el ordenamiento constitucional de sus relaciones. El legislador debe respetar, en efecto, el equilibrio de poderes, característica de la estructura institucional del Estado, y al igual que los demás órganos, su actividad está sometida al principio de conformidad o de compatibilidad con la Constitución, so pena de una sanción eventual de nulidad. El control jurisdiccional de la constitucionalidad de las leyes asegura la vigencia del principio, además de que confiere, de hecho, a los jueces una primacía indiscutible sobre los demás órganos del Poder Público. El número o la importancia de las funciones atribuidas a los diferentes órganos, no depende por lo demás, de la naturaleza del Poder que cada uno de ellos detenta, tal como lo demuestra, en parte, el hecho de que el Legislativo incluya una limitación estructural, dividiendo al Congreso en dos Cámaras. Defendidas originalmente por Montesquieu, en el Espíritu de las Leyes (Libro XI), la triple separación de se encuentra históricamente y conceptualmente ligada a los valores e instituciones políticas de las viejas democracias del occidente europeo, y realmente se extrajo de ellas. Da por sentada la existencia de una oposición radical entre los intereses de los gobernados y el interés público o social que representan los gobernantes, y la necesidad, políticamente consecuente, de dividir, debilitar o controlar el poder político dentro de límites precisos, a fin de preservar la libertad y la igualdad de los ciudadanos, de la amenaza que para ellos implica una excesiva concentración del poder en un solo punto. Mediante la distribución de las funciones públicas entre tres poderes u órganos, cada uno de ellos debe estar en condiciones de controlar y equilibrar el crecimiento de los otros. 87 Es preciso, no obstante, cuidarse aquí de no confundir la distribución del poder político, con el control del poder. “La distribución del poder significa en sí un control recíproco de poderes. Cuando dos detentadores del Poder están obligados a cooperar en el ejercicio de una función, ninguno de ellos puede imponer al otro su opinión”. Tal es, en efecto, la primera consecuencia del principio de la independencia orgánica, dentro del mecanismo de separación de las funciones estructurales de gobierno. “La división de la función legislativa, entre dos Cámaras parlamentarias en el sistema bicameral, la exigencia de una confirmación del Senado para el nombramiento de ciertos funcionarios por parte del Presidente de la República, la aprobación del Congreso a los contratos administrativos o a los tratados públicos celebrados por el Ejecutivo, la necesidad de un referendo del Gabinete para determinados actos políticos del Jefe del Estado, la ratificación de las Asambleas estadales en las reformas parciales de la Constitución, todos estos son ejemplos de la función de control en virtud de la distribución constitucional de funciones, y según la cual un acto político sólo deviene eficaz cuando diversos detentadores del poder participan y cooperan en su realización… Ahora bien, distribución y control del poder político no son en todas las circunstancias idénticos. “El punto crítico de la función de control político yace en la posibilidad de exigir responsabilidad política. Existe responsabilidad política cuando un detentador del poder tiene que dar cuenta a otro detentador del poder sobre el cumplimiento de la fundón que le ha sido asignada, por ejemplo, el Gobierno al Parlamento, y el Parlamento al Gobierno, y, en último lugar ambos al electorado” (ibid). Cuando el ejercicio de una determinada función es confiada a la competencia exclusiva de un órgano del Poder Público, la función de control es atribuida a otro órgano perteneciente a una rama distinta de ese Poder. De este modo, el mecanismo de la separación de poderes asegura tanto el equilibrio como el control del poder, por un lado, distinguiendo entre diversas funciones que son distribuidas entre diferentes autoridades o poderes, y por el otro, sujetando o sometiendo el ejercicio de las funciones a cada órgano, a ciertas condiciones o límites preestablecidos cuyo control es confiado a los demás. Ahora bien, los instrumentos de limitación y las técnicas de repartición del Poder concebidas por Montesquieu, en el marco de su teoría sobre la tríada de poderes, no son totalmente iguales a las utilizadas hoy dentro de las maquinaria del Gobierno. La diferencial principal consiste en la dificultad que presenta actualmente el asegurar un control adecuado de la actividad de una Administración Pública cada vez más tecnificada y numerosa. “Al principio, lo temido y lo atacado fue el despotismo de la Corona, más tarde, el despotismo de los Parlamentos o del Congreso; en la actualidad, el problema principal al que atiende la división de poderes se refiere especialmente a la necesidad de controlar la actividad del poderoso cuerpo administrativo, en razón del peligro que entraña para la libertad del individuo permitir que la Administración, servidora principalmente del Ejecutivo, pueda llegar a realizar funciones legislativas y de administrar justicia. Es preciso entonces arbitrar medios para que la responsabilidad que incumbe a la Administración se personifique, y la Ley se convierta en una fuerza social. Este es el resumen y el contenido del moderno interés por la supremacía de la Ley con relación a la actividad administrativa, y es una consecuencia directa del desarrollo alcanzado por la acción o intervención del Estado, desde fines del siglo XIX” (hermann Finer, Teoría y Práctica del Gobierno Moderno, Editorial Tecnos, S.A., Madrid, 1964). No hay, nada que sea inherente de un modo absoluto a la naturaleza de los diversos poderes que justifiquen una determinada distribución de funciones. Legisladores, administradores y jueces constituyen simplemente los órganos diversos de un mismo poder formal de gobierno, cuyas atribuciones y facultades están definidas por normas preexistentes. Todos están sometidos a disposiciones legales y constitucionales, todos las invocan en el cumplimiento de sus deberes oficiales. Desempeñan funciones 88 diferentes, pero cuya existencia o finalidad se relacionan con las que desempeñan los demás. La dicotomía que se pretende establecer entre la actividad política (o legislativa) y la actividad administrativa o legal, pasa por alto el papel político que corresponde al Presidente de la República como Jefe del Estado, y la influencia que ejercen la jurisprudencia y la práctica administrativa así como los precedentes legales sobre la labor legislativa. La noción de un poder ejecutivo aislado de los otros poderes (legislativo y judicial) sólo aparece en doctrina a partir del momento en que se acepta o cobra vigencia política la necesidad de distribuir o dividir el Poder Político entre diversas autoridades y órganos, bien sea porque la exigencia de un control democrático conducía necesariamente a disociar el ejercicio de la función legislativa y ejecutiva, o bien porque la complejidad creciente de las tareas públicas había terminado por imponer una especialización orgánica de funciones. Poco importa la razón. Lo que realmente interesa destacar aquí es la noción de función ejecutiva y del proceso administrativo está ligada a la de la separación de poderes, elemento fundamental de la estructura institucional que caracteriza al Estado; que la relación entre la actividad política y la actividad administrativa o legal es, en gran parte, función de estos arreglos institucionales, y finalmente, que la razón de ser de estos arreglos institucionales sólo puede ser comprendida si se la relaciona con los objetivos y fines a los que atiende la acción del Estado en las diferentes materias atribuidas a la competencia de las distintas ramas del Poder Público, según la Constitución, pues los legisladores y demás funcionarios u organismos estatales son los medios previstos para realizar los fines del Estado, y en tanto sus funciones quedan definidas por la Constitución. Ahora bien, estos medios pueden construirse y organizarse de manera que alcance el fin perseguido mediante una acción coordinada. Tal es en efecto, lo que consagra el artículo 118 de la Constitución, cuando establece el principio de la colaboración funcional entre los órganos del Poder Público. Visto desde este ángulo, el problema de la determinación de las funciones propias de cada una de las ramas del Poder Nacional, se resuelve en una simple cuestión de repartición de competencia entre diversos órganos que colaboran entre sí para la realización de los fines del Estado. Como es sabido, el término “competencia” designa mejor que ningún otro la sumisión del Poder al Derecho, dentro de una concepción objetiva de las facultades y atribuciones de los órganos públicos, y se define, en derecho público, como “el poder o la facultad de actuar con efectos jurídicos conferida por el derecho objetivo a ciertas autoridades o agentes públicos para la realización de ciertos fines y dentro de ciertas condiciones o límites”. La tesis del actor, además de que se basa en una incorrecta aplicación de las reglas contenidas en el artículo 136 de la Constitución, se revela también en lo que concierne al problema concreto de la distribución constitucional de funciones entre las diversas autoridades públicas, en total contradicción con la misma Constitución, fundada como está su interpretación en una concepción estrictamente orgánica y en extremo restrictiva de la función administrativa o ejecutiva. De acuerdo a lo que normalmente se deriva de una concepción semejante, el poder ejecutivo, como lo indica la propia expresión, no sería más que el órgano ejecutor de las decisiones y órdenes de los otros (órganos), y en este sentido, un poder subordinado o dependiente, privado de toda facultad política, decisiva o discrecional. Al mismo tiempo, la tesis que sirve de fundamento, en criterio del actor, a toda regla de atribución o repartición de competencias en el sistema constitucional de 1961, es la inspirada en una separación o independencia absoluta de funciones de acuerdo al esquema simplista que caracteriza a la misma, cada una de las autoridades del Estado tiene sus funciones propias y exclusivas, y constituye por eso un poder diferente de los demás: la autoridad legislativa haría las leyes, el poder ejecutivo las ejecutaría, y el poder judicial juzgaría. 89 Ahora bien, es evidente que ambas concepciones, además de que no resistirían un análisis de fondo, carecen de apoyo científico sólido, y se revelan en contradicción con la realidad. Incluso en aquellos países donde el régimen de asamblea está más o menos instaurado, el Poder Ejecutivo no puede ser reducido a la idea de un poder subordinado, de autoridad secundaria, cuya misión consistiría únicamente en asegurar la ejecución de las leyes y decisiones de justicia, por aconsejable que esto pueda parecer desde el punto de vista de la ideología democrática. Igualmente, por lo que respecta a una interpretación inspirada en la teoría clásica de la separación absoluta de funciones o poderes, resulta innecesario demostrar hoy, que en la realidad política nunca se da, ni puede darse, una división de trabajo tan extremada. Por último, aunque la Constitución de 1961 consagra la distinción tradicional entre tres poderes, y señala expresamente que el Poder Legislativo se ejerce por el Congreso (artículo 138), y que a éste corresponde legislar sobre las materias de la competencia nacional y sobre el funcionamiento de las distintas ramas del Poder Nacional (artículo 139), la misión que toca cumplir al Congreso afecta en Venezuela no solamente a la función legislativa, sino también a otro tipo de funciones. Así por ejemplo, conforme al citado artículo 139, el Congreso ejerce el control de la Administración Pública, en los términos establecidos por la misma Constitución. Ahora bien, de acuerdo a lo que resulta del conjunto de disposiciones que especifican las condiciones y el alcance de ese poder, este último es de tal amplitud, que termina por constituir un real poder de intervención del órgano legislativo en la actividad gubernamental (ver por ejemplo lo dispuesto en los artículos 126, 128, numeral 2 del artículo 153 y en el artículo 160). Al mismo tiempo, basta un simple examen de los textos de la Constitución relativos a las atribuciones o facultades reconocidas al Poder ejecutivo, para comprobar inmediatamente que la función del mismo ya no puede ser reducida a la tarea de una simple administración de los recursos o medios puestos a su disposición por el Congreso, o a la ejecución de lo decidido por éste o por el Poder Judicial, sino que comprende una serie de tareas que implican una fuerte dosis de autonomía, y el ejercicio de un verdadero poder discrecional, en materias cuya complejidad real priva, en la práctica, de todo fundamento sólido, a una interpretación inspirada en el criterio orgánico demasiado restrictivo, de la función gubernamental. La misma expresión de función o de poder ejecutivo se revela hoy inadecuada pues evoca erróneamente una idea de un poder dependiente o subordinado al Poder Legislativo, y desprovisto de toda facultad política o discrecional. Ahora bien, tanto la doctrina como la jurisprudencia nacionales consagran desde hace años la existencia de actos de gobierno, cuya definición, por oposición a los actos administrativos propiamente dichos (la validez fundada en la ley), implicaría el ejercicio por parte del Ejecutivo, de poderes derivados directamente de la Constitución. Al mismo tiempo, el artículo 181 de la Constitución señala expresamente que el Presidente de la República es el Jede del Estado y del Ejecutivo Nacional; el artículo 191 de la misma indica igualmente que el Presidente de la República dará cuenta en su mensaje anual a las Cámaras de los aspectos políticos y administrativos de su gestión durante el año inmediatamente anterior; el numeral 3° del artículo 199 le atribuye el carácter de Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas Nacionales y la Suprema Autoridad Jerárquica en materia de Defensa Militar; el numeral 5 del mismo artículo le atribuye a la dirección de las relaciones exteriores de la República y la ratificación de los Tratados, y conforme a los numerales 6, 7, y 8, se le inviste del Poder para conceder indultos y adoptar medidas que considere necesarias para la defensa de la República, la integridad de su territorio y de su soberanía, en caso de emergencia nacional, medidas que incluyen desde la declaración del mismo estado de emergencia, hasta la restricción o suspensión de las garantías, en los casos previstos por la Constitución. Por último, el Poder de iniciativa o de impulsión (según la famosa expresión de Georges Scelle), que corresponde de un modo general al Ejecutivo en materias de la competencia nacional, se acompaña según un principio ampliamente reconocido por la jurisprudencia y la doctrina, de la facultad de promover todas aquellas medidas que 90 estime convenientes o necesarias para la realización de los objetivos económicos y sociales previstos por la Constitución o las leyes. Esta facultad se extiende hoy, no solamente a las cuestiones de seguridad o de sanidad sociales, sino también a todas aquellas medidas tendientes a asegurar la coordinación o la cooperación entre instituciones públicas o privadas, en el orden familiar, educacional, humanístico, cultural, económico, financiero y en general, en todos los dominios de la actividad nacional. El interés fundamental de esta observación es que ella nos sitúa, no frente a una doctrina abstracta, sino frente a la realidad del trabajo gubernamental. En una época en la que la intervención del Estado se extiende progresivamente a todos los dominios de la vida social, y la complejidad creciente de las tareas públicas, y la celeridad que impone a la acción de los gobernantes, un mundo en constante evolución histórica, exigen que las Administraciones Públicas acrecientes sus poderes o sus medios de acción; la concepción que se impone en doctrina del Poder Ejecutivo es aquella que lo define, no tanto por su aspecto orgánico o material, sino más bien por su contenido funcional, esto es, por el conjunto de tareas y funciones que le son reconocidos en el estado actual del derecho positivo. Ahora bien, es evidente que de acuerdo a lo que resulta de la misma Constitución, las funciones del Gobierno o de la autoridad ejecutiva, implican el ejercicio de diferentes tipos de actividad, que incluyen, desde la realización directa de una actividad política o administrativa, hasta la animación de tareas y la promoción institucional de empresas que son ejecutadas, bien por los particulares, o bien por servicios públicos autónomos o descentralizados. VI. LA CREACION DE NUEVOS SERVICIOS PUBLICOS El segundo argumento en que se apoya el alegato de usurpación de funciones, como vicio de inconstitucionalidad del Decreto Ejecutivo considerado, es que la creación del Fondo al que se refiere el artículo 11, letra g) de dicho Decreto, encubre un acto de creación de un nuevo servicio público descentralizado y autónomo, que se pretende hacer aparecer como una simple asociación civil. A.- ¿Cómo se establece el reparto de competencias concernientes a la creación y organización de un nuevo servicio público? Bajo la vigencia de la Constitución de 1953, el acto de creación de un servicio público se analizaba como un acto de gobierno, en cuanto constituía la expresión de una competencia exclusiva del Presidente, fundada directamente en la Constitución (atribución tercera del artículo 108), cuyo ejercicio dependía entonces únicamente de qué, que suponía además una cierta oportunidad, de la cual era también el Presidente de la República el único juez, bajo reserva de su responsabilidad. Esta situación fue modificada, como se sabe, por la Constitución vigente de 1961. De acuerdo a lo dispuesto en el numeral 11 del artículo 190 de la misma, en efecto, el Presidente de la República sólo puede decretar la creación y dotación de nuevos servicios públicos en caso de urgencia comprobada, durante el receso de las Cámaras Legislativas y previa autorización de la Comisión Delegada. De esta disposición, la doctrina administrativa ha inferido que la creación de nuevos servicios públicos es función que corresponde al Congreso, que la ejerce mediante ley formal. Esta opinión es conforme a la naturaleza que tradicionalmente se atribuye, en la teoría administrativa, el acto de creación de un servicio público. Así, por ejemplo, según Gastón Jéze, crear un servicio público es decidir que una actividad determinada de interés general debe ser satisfecha mediante el procedimiento del servicio público. Organizar un servicio público sería formular las reglas generales según las cuales se regirá la actividad de ciertas personas o deberán ser administrados ciertos bienes, o de un modo más preciso, decidir que haya servicio público puro y simple a cargo del patrimonio administrativo general, o servicio público con afección de recursos o de un 91 patrimonio propia)… La naturaleza jurídica de los actos de creación y organización de un servicio público sería así, según el autor citado, idéntica: los dos se sintetizan en el establecimiento de reglas obligatorias. “Es por eso que el acto que crea, organiza o suprime un servicio público es siempre una ley en el sentido jurídico material de la palabra”… A los argumentos anteriores se agrega el hecho de que todo servicio público implica una modificación de la situación jurídica de los gobernados, de su libertad de comercio, de industria, de su derecho de propiedad, y también, en ciertos casos, una competencia que pudiera ser ruinosa para los sectores privados interesados, pues es propio del servicio público consistir en prestaciones indirectas o directas para los particulares. El órgano normalmente competente, según la constitución, para dictar reglas de derecho, obligatorias, de carácter legislativo, es el Congreso, como órgano del Poder Legislativo Nacional. Sin embargo, el Ejecutivo, no sólo puede proponer nuevas leyes al Congreso o solicitar la modificación o revisión de las adoptadas por éste (artículos 163 y 173 de la Constitución), sino que ha sido dotado a su vez de un verdadero poder de decisión que implica, además de un poder normativo sustancial, la autonomía necesaria para determinar, discrecionalmente, las medidas que reclaman la ejecución o el cumplimiento de la Constitución y las leyes, así como la animación de ciertas tareas y la realización de determinadas actividades de interés general. Tal como resulta del examen de las disposiciones constitucionales y legales aplicables, ese poder de decisión se descompone en efecto, en tres elementos. En primer lugar, en un poder reglamentario, que la Constitución atribuye al Presidente de la República, en su calidad de Jefe del Poder Ejecutivo, para completar o desarrollar leyes preexistentes (artículo 190, número 10). En segundo lugar, es posible constatar la existencia de un poder para adoptar decisiones individuales, que el ejecutivo ejerce fundado directamente en la Constitución (indultos, por ejemplo: artículo 190, número 18), o bien, en ejecución de una ley preexistente. En tercer lugar, y por último, el estado actual de la práctica constitucional y del conjunto del derecho positivo, demuestra la existencia y el desarrollo de un cierto número de mecanismos o medios de acción bastante complejos, que están ligados a la idea de un poder de animación o de impulsión general del Gobierno (en sentido estricto: Presidente de la República y sus Ministros co-firmantes) para orientar la actividad de los individuos o grupos privados, en determinadas materias de la competencia nacional. Este poder no se traduce en la adopción de las decisiones obligatorias en estricto sentido, sino en iniciativas políticas o administrativas, pero que ejercen una indiscutible influencia sobre el comportamiento y la actividad de los particulares, y constituyen uno de los aspectos principales de la actividad gubernamental. En efecto, a diferencia de los reglamentos (que sólo pueden dictarse con fundamento en un texto de ley preexistente, que se trata simplemente de aplicar o de completar), ciertas decisiones individuales, y la mayoría de las medidas adoptadas para asegurar esa tarea de impulsión general, se apoyan directamente en la Constitución, y en tal sentido, se les califica dentro de la teoría de los actos administrativos, bajo la denominación común de actos de gobierno, o de actos políticos. Aun cuando estos últimos actos están igualmente sometidos al principio de “legalidad” que rige la acción del Poder Ejecutivo, ellos se fundamentan directamente en las disposiciones constitucionales que organizan las diversas ramas del Poder Público, y constituyen un simple resultado de la puesta en práctica de las competencias atribuidas por las mismas a los órganos respectivos. Velada durante largo tiempo por la artificial distinción entre el Poder Legislativo y el Poder Ejecutivo, la existencia de esta función gubernamental ha sido suficientemente demostrada en doctrina. Baste con indicar que tal noción es consagrada explícitamente por la misma Constitución de 1961 y confirmada diariamente por la práctica y por la jurisprudencia constitucional y administrativa, es decir, que hay 92 realmente una función gubernamental, que es la iniciativa, distinta de la función administrativa, que es la ejecución. B.- ¿Qué características permiten distinguir el acto de creación de un servicio público de un acto de promoción de una actividad o empresa de interés general? Como antes se expresó, es opinión dominante en doctrina que el acto de creación de un servicio público es siempre una ley en el sentido jurídico material de la palabra y en este sentido reúne él las dos características que normalmente sirven para calificar a un acto de decisión propiamente dicha: el carácter obligatorio y la distinción entre autores y destinatarios. La obligatoriedad, característica de las reglas jurídicas, resultaría aquí del hecho de que el servicio público, considerado desde el punto de vista estrictamente material, como actividad y no como estructura, supone la imposición de reglas obligatorias que se traducen en prestaciones legalmente exigibles por los particulares al Estado o a un ente público, y que deben ser realizadas ya sea a través de los organismos propios de la Administración, o bien, bajo su control, vigilancia o dirección, de un modo regular y continuo. Jéze…señala además, como índices evidentes, la sumisión de la actividad de que se trate, a reglas especiales relativas a las condiciones en que debe ser asegurada por los particulares ajenos al servicio, la imposición de ciertas cargas o contribuciones a determinadas categorías de individuos, especialmente la atribución de un poder para percibir contribuciones o tasas propiamente dichas destinadas a asegurar el funcionamiento del servicio. La atribución de este poder sería el signo más evidente de la existencia de un servicio público. Pero, conviene subrayar, que para el mismo actor, en sentido orgánico o institucional sólo podría ser calificada de servicio público, la estructura orgánica que realiza una actividad definida como servicio público en sentido material, en función del conjunto de signos señalados, y no por una característica particular. Se considera en cambio como no decisivos: a) la función del establecimiento por resolución de una autoridad pública; b) la aprobación por la Administración del Reglamento Interno del servicio; c) el nombramiento por el Ejecutivo de ciertos administradores o miembros de la dirección. Todos estos elementos se dan aisladamente o en conjunto, en los actos de creación de las llamadas expresas mixtas donde el Estado posee fuerte participación, o en los llamados institutos de utilidad pública. En igual plano se encuentran: la aprobación, el control o la inspección de las cuentas o de la administración de la institución respectiva por los agentes de la Administración Pública. En cualquier caso, es un hecho que no existe, por decir así, un criterio único en doctrina del servicio público, bien se le considere como estructura o bien, como actividad jurídica. Lo signos enumerados constituirían así características específicas o condiciones sine qua non. Pero no agotan su definición. Por consecuencia, la reunión de algunas de esas condiciones constituye un índice y no una prueba plena de la existencia del servicio público, cuya determinación sólo puede hacerse en función de todos los datos disponibles en el caso concreto. De igual modo, una actividad que se alejará sensiblemente de tales condiciones o rasgos característicos, no podría ser calificada de servicio público, aunque contara con alguno entre los más importantes. Ahora bien, el examen del Decreto Ejecutivo cuya inconstitucionalidad se invoca revela lo siguiente: a) El Presidente de la República se limita a ordenar a los Ministerios de Hacienda, Fomento y Agricultura y Cría, promover la creación de un Fondo, para lograr el abaratamiento de los insumos al productor y la promoción institucional del consumo de le leche, de acuerdo con sendos representantes de las Organizaciones de Productores y de Industriales. Se trata de una directiva de acción política (en el sentido que el término tiene cuando designa la elección entre diversos objetivos y el procedimiento o el medio utilizado para lograrlo de acuerdo al interés o la opinión de los gobernados en relación con determinado problema), y no de una decisión de la cual derivan obligaciones para terceros, o para los gobernantes o funcionarios de la 93 Administración; b) ninguna disposición del citado Decreto revela la existencia de normas impuestas directamente a los particulares, o el establecimiento de prestaciones obligatorias para el Estado en provecho de una categoría determinada de usuarios. La imposición de nuevas obligaciones o limitaciones a los particulares. Las consideraciones anteriores son aplicables a los argumentos invocados por el actor en relación con este último supuesto de incompetencia constitucional. Pero además, un simple examen del texto del Decreto Ejecutivo y de las Resoluciones conjuntas impugnadas, bastaría para demostrar la improcedencia del alegato de usurpación de funciones, en el caso concreto de la restricción de las garantías constitucionales cuya infracción se invoca. (Artículos 99 y 224). El Decreto Ejecutivo se limita a encomendar a los Ministerios de Hacienda, Fomento y de Agricultura y Cría la promoción de un fondo cuyo patrimonio estaría constituido inicialmente con parte del subsidio que el gobierno hace efectivo a través de los empresarios productores de leche en polvo. Este subsidio beneficia por igual a estos empresarios y a los productores de leche cruda destinada a su fabricación en polvo. El Gobierno se limita a canalizar su utilización e inversión en provecho de un objetivo de interés general (la conservación y el fomento de la producción ganadera), sin que eso imponga obligaciones determinadas a los particulares o comprometa las finanzas del Estado en una empresa determinada. Tal como se señala expresamente en el mismo Decreto, la participación de un representante gubernamental en la Dirección de la Asociación Civil así creada, no implica obligaciones para el Estado. Según resulta del texto mismo del Decreto, por último, la obligación eventual de los aportes, nacería del acuerdo que estaban llamados a lograr los Ministerios, citados, con los representantes de las organizaciones de productores e industriales del sector interesado. El Gobierno prevé los requisitos que tal acuerdo debe llenar, desde el punto de vista del interés público que le toca gestionar, y tales requisitos deben ser necesariamente considerados como simples condiciones impuestas a la colaboración del sector público con el sector privado. CONCLUSIONES 1.- Siendo el servicio público nada más que una de las manifestaciones de la actividad administrativa del Estado junto con la función ejecutiva propiamente dicha, las prestaciones no legalmente obligatorias y las negociaciones encaminadas a lograr la cooperación entre las instituciones públicas y privadas, el Decreto Ejecutivo en cuestión no ha creado un servicio público, y esto, por las razones siguientes: a) Los cometidos que son asignados como objetivos del fondo, son de dos órdenes: realización de un objetivo de interés general (conservación y fomento de la producción ganadera: numeral 18 del artículo 136 de la Constitución), y después de administración activa, pero sin constituir prestaciones obligatorias por parte del Estado. b) El Decreto del Presidente de la República se limita a encomendar a los Ministros de Hacienda, Fomento y de Agricultura y Cría, la promoción de un Fondo, en acuerdo con las instituciones privadas interesadas (organizaciones de productores y de industriales), cuyo patrimonio estaría constituido, de hecho, e inicialmente, con parte del subsidio que el Gobierno había decidido mantener en provecho de los industriales o fabricantes de leche en polvo. Los destinados de tal orden son los funcionarios administrativos, y no los particulares, pero además, su ejecución depende del acuerdo con estos últimos, y no de una decisión unilateral de dichos funcionarios, cuya labor es esencialmente de orden promocional. El acuerdo con los particulares 94 interesados no implica obligación alguna para el Estado. 2.- El Decreto Ejecutivo en cuestión no crea derechos ni obligaciones para los particulares. La obligación de hacer efectivo el aporte previsto para la constitución y financiamiento del Fondo, resultaría del acuerdo entre el Gobierno y las Organizaciones que representan a los productores e industriales interesados, esto es, tendría por causa jurídica el convenio mediante el cual se creó el Fondo, bajo la forma de una Asociación Civil, regida por: a) La ley, b) los estatutos, libremente convenidos por las organizaciones asociadas y finalmente, c) el acuerdo previo con el Ejecutivo, que somete al control de la Administración, la gestión de los recursos del Fondo. 3.- Se considera entonces como improcedente, en sus fundamentos y en su acción, la nulidad solicitada por el actor en relación con el decreto ejecutivo N° 328 del Presidente de la República, subsidiariamente, con las resoluciones o resolución a que se ha hecho referencia. Disposiciones legales contenidas en el documento: CR art:46 CR art:99 CR art:117 CR art:118 CR art:119 CR art:126 CR art:128-2 CR art:136 CR art:136-18 CR art:138 CR art:139 CR art:153-2 CR art:160 CR art:163 CR art:173 CR art:181 CR art:190-8 CR art:190-10 CR art:190-11 CR art:190-12 CR art:190-18 CR art:191 CR art:199-3 CR art:199-5 CR art:199-6 CR art:199-7 CR art:199-8 CR art:215-6 CR art:224 CR Disp.Tran.Q DP N° 328-art:1 DP N° 328-art:2-1 DP N° 328-art:2-2 95 DP DP DP DP DP DP DP RMHFAG N° 328-art:2-3 N° 328-art:2-5 N° 328-art:8 N° 328-art:9 N° 328-art:11 N° 328-art:11-a N° 328-art:11-g N°86, 3.342 y 163 DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC ALIMENTOS DIVISION DE FUNCIONES JEFES DE ESTADO LECHE NULIDAD PODER EJECUTIVO PODER LEGISLATIVO PODER NACIONAL RECURSO DE INCONSTITUCIONALIDAD SEPARACION DE PODERES SERVICIOS PUBLICOS SUBSIDIOS USURPACION DE FUNCIONES FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.61-74. 96 017 TDOC REMI DEST UBIC TITL Dictamen Fiscal General de la República Corte Suprema de Justicia Ministerio Público MP N° DC-10-127 FGR CSJ FECHA:19721018 Demandas intentadas por varias compañías anónimas dedicadas a la industria del petróleo contra la Ley sobre Bienes Afectos a Reversión en las Concesiones de Hidrocarburos, por supuestas colisiones con la Constitución FRAGMENTO Tengo a honra dirigirme a ustedes con el objeto de remitirles a continuación la opinión del Ministerio Público que está a mi cargo y bajo mi dirección y responsabilidad, sobre las demandas intentadas por varias Compañías Anónimas dedicadas a la industria del petróleo contra la Ley sobre Bienes Afectos a Reversión en las Concesiones de Hidrocarburos, por supuestas colisiones con la Constitución. I LAS DEMANDAS La Texas Petróleum Company, la Compañía Shell de Venezuela Limited, la Mene Grande Oil Company, obrando por medio de apoderados, demandaron ante la Corte Suprema de Justicia en pleno, la nulidad total de la Ley sobre Bienes Afectos a Reversión en las Concesiones de Hidrocarburos por colidir con disposiciones, que señalan, de la Constitución Nacional, también la Creole Petroleum Corporation introdujo demanda ante el Supremo Tribunal Nacional pidiendo la nulidad de los artículos 1, 2, 3, 4, 5, 6 y otros más de la mencionada ley, por colidir con los artículos 44, 69, 99, 101 y 102 de la Constitución. Admitidas dichas demandas por el Juzgado de Sustanciación notificó de ello al Fiscal General de la República el 1° de octubre de 1971. Posteriormente la Sinclair Oil Company y la Venezuelan Atlantic Refining Company introdujeron conjuntamente una demanda que les fue admitida con el mismo objeto de las anteriores, de lo que fue notificado el Fiscal General de la República; quien, en fecha 19 de octubre de 1971 solicitó al Supremo Tribunal Nacional que tuviera a bien ordenar, si lo consideraba procedente, la acumulación de autos para que se siguiera un solo procedimiento. El Tribunal así lo acordó el 20 de octubre de 1971. II LOS FUNDAMENTOS En general las varias Compañías mercantiles petroleras demandantes alegan que las disposiciones de la Ley sobre Bienes Afectos a Reversión en las Concesiones de Hidrocarburos, coliden con los artículos 44, 69, 99, 101, 102; 96, 98 y 103 de la Constitución. Con el artículo 44 porque éste establece que: “Ninguna disposición legislativa tendrá efecto retroactivo… Y lo alegan cuatro de las demandantes. 97 Con el 69, en cuanto dispone: “Nadie podrá ser juzgado sino por sus jueces naturales ni condenado a sufrir pena que no esté establecida por ley preexistente”. Y lo aduce solamente la Creole Petroleum Corporation. Con el artículo 96 que estatuye: “Todos pueden dedicarse libremente a la actividad lucrativa de su preferencia, sin más limitaciones que las previstas en esta Constitución y las que establezcan las leyes por razones de seguridad u otras de interés social”. Y es alegato de la Mobil Oil Company de Venezuela y de la Texas Petrolum Company. La infracción del artículo 99 cuyo texto es: “Se garantiza el derecho de propiedad. En virtud de su función social la propiedad estará sometida a las contribuciones, restricciones y obligaciones que establezca la ley con fines de utilidad pública o de interés general”. Ha sido denunciada por las siete Compañías petroleras demandantes: La del artículo 101: “Sólo por causa de utilidad pública o de interés social, mediante sentencia firme y paga de justa indemnización, podrá ser declarada la expropiación por cualquier clase de bienes…” Fue denunciada por seis de las actoras. El quebrantamiento del artículo 102: “No se decretarán ni ejecutarán confiscaciones sino en los casos permitidos por el artículo 250…” Lo arguyen seis de las empresas demandantes. El del artículo 103: “Las tierras adquiridas con destino a la exploración o explotación de concesiones mineras, comprendidas la de hidrocarburos y demás minerales combustibles, pasarán en plena propiedad a la Nación, sin indemnización alguna, al extinguirse por cualquier causa la concesión respectiva”. Lo señalan la Shell de venezuela Limited, la Mobil Oil Company de venezuela, la Venezuelan Sinclair Oil Company y la Venezuelan Atalantic Refining Company. II A.- SOBRE IRRETROACTIVIDAD DE LA LEY Las Constituciones venezolanas de 1830, 1857 y 1858 no establecieron este principio sino que lo dejaron a la competencia de la legislación ordinaria. La Constitución de 1864, a raíz del triunfo de la llamada Revolución Federal, lo estableció en una forma general, y desde entonces ha permanecido en las Cartas Fundamentales posteriores que han regido en el país. Su permanencia en la Constitución vigente fue materia de 98 controversia en el Congreso constituyente; se alegó que el principio debía mantenerse como “un asunto de orden público y práctico, y de conveniencia nacional inmediata”, “para impedir ninguna duda o ninguna incertidumbre sobre la estabilidad de las previsiones contenidas en el orden político nacional” (Sesión del Senado, 8 de julio de 1960. Intervención del Senador Escovar Salom). El Senador doctor Ambrosio Oropeza, quien en el curso de aquella controversia parlamentaria expuso conceptos que conviene recordar, dado la eminente autoridad moral y científica que se le reconocía, expresó: “El hecho de haber permanecido por tanto tiempo en vigencia como norma constitucional…es para mí la mejor demostración de que el precepto juega un papel de primera importancia en una concepción de derechos individuales periclitada, según la cual los derechos individuales serían como una especie de círculo cerrado, impenetrable a toda acción legislativa y a toda forma reguladora del Estado. Nosotros sabemos que ese concepto de los derechos individuales, ese concepto individualista de las prerrogativas ciudadanas ha sufrido en nuestro tiempo notables modificaciones. Hoy el Estado no se propone proteger la libertad irrestricta de las personas sino el bienestar económico del mayor número, sea por medios directos o por medios indirectos, limitando la omnipotencia de los derechos individuales. Por esa razón las viejas Constituciones, las del siglo pasado, las de principio de este siglo, establecían, por ejemplo, que el derecho de propiedad era la facultad para el propietario de usar y de abusar de las cosas que le pertenecían de la manera más irrestricta: hoy, por el contrario, se dice que la propiedad obliga, que está sometida a las restricciones que el legislador considera convenientes para que se cumpla una misión social, que la economía se dirige hacia el beneficio del hombre o como dice este mismo Proyecto de Constitución; que el Estado se propone distribuir equitativamente la riqueza entre todos los venezolanos con fines de justicia social. A mi me parece que la razón por la cual se elevó a rango constitucional el principio de la irretroactividad de las leyes, fue para proteger esa libertad económica absoluta durante un tiempo y en un mundo donde la libertad económica absoluta era la suprema ley”. En su obra “La Nueva Constitución Venezolana” 1961. Caracas, 1969, p. 234, señala la doble consideración que se tuvo en cuenta para mantener el precepto en la vigente Ley Suprema: la necesidad de fortalecer con una norma de superior jerarquía los derechos individuales económicos frente a la posibilidad de un gobierno de facto, y consolidar la confianza de los inversionistas nacionales y extranjeros. Pero el verdadero alcance del principio de la irretroactividad de la ley establecida en la Constitución de 1961, fluye de las conclusiones expuestas en el Informe que, con motivo de la controversia dicha, rindió la Comisión Bicameral de Reforma Constitucional al Senado en la sesión del día 14 de octubre de 1960 (Diario de Debates N° 21 de la fecha, p. 283), informe que está firmado por los Presidentes de las dos Cámaras Legislativas doctores Raúl Leoni y Rafael Caldera, que fue aprobado unánimemente y cuya conclusión es la siguiente: “La Comisión considera que no estando definido en la Constitución ni en las leyes lo que se entiende por efecto retroactivo, corresponde a los jueces y al propio Poder Legislativo hacer la interpretación del principio, interpretación que cada vez más atiende a las necesidades de la justicia social”. Ya no puede tener validez, por lo tanto, la inflexible interpretación conservadora que a la correspondiente disposición sobre la materia de la irretroactividad de la ley contenida en el artículo 90 de la Constitución de 1936, diera la extinguida Corte Federal y de Casación en sus sentencias fechadas a 15 de enero de 1938(Memoria de 1939. Tomo I, pp. 150 1 154); 9 de marzo de 1939 y 12 de diciembre de 1939 (Memoria de 1940, Tomo I., pp. 331.515). Bajo el imperio de la Constitución vigente en cuyo Preámbulo se declara que uno de los propósitos de ella es lograr la participación equitativa de todos en el disfrute de la riqueza, según los principios de la justicia social y fomentar el desarrollo de la economía al servicio del hombre”, no puede prevalecer una interpretación rígidamente conservadora de privilegios, nacidos bajo una concepción liberal del Estado, en 99 aquellos casos en que se la invoca “para conservar situaciones injustas en las cuales no se avenga el progreso social o el cambio dinámico a que se obligan las circunstancias históricas”, en contra de los derechos sociales del individuo o de las reivindicaciones estatales destinadas a proteger y fortalecer la economía nacional. La evolución de la jurisprudencia del propio Supremo Tribunal de la República, por medio de su Sala Político Administrativa, se nota en el siguiente extracto de una sentencia dictada en fecha 21.12.67: “Cuarto. Teniendo el carácter de normas de orden público las reguladoras de la propiedad en general y de la propiedad minera en particular, en cuanto se refieren unas y otras a su función social; y siendo, además, las segundas de derecho Público, el efecto fundamental de las mismas es su aplicación inmediata, puesto que son de derecho forzoso Es decir, la obligación de explotar, y de hacerlo en las condiciones racionales y técnicas que el Congreso previó, es exigible a los concesionarios a partir de la entrada en vigencia de la nueva ley que de manera expresa lo estableció, en los términos previstos por ella misma, sin que ello implique de ningún modo, aplicación retroactiva de dicha ley”. El legislador de 1971, diez años después de haber sido promulgada la Constitución, atento a las razones de justicia social que lo obligan en nombre del estado a “fortalecer la soberanía económica del país” (artículo 95, párrafo aparte de aquélla), quiso interpretar auténticamente el principio de la irretroactividad de la ley en el caso de la que está impugnada ante la Corte Suprema de Justicia, y con tales fines sancionó el artículo 20: “Las disposiciones de esta ley tienen carácter de orden público, y se aplicarán de manera inmediata a los actuales concesionarios de hidrocarburos”. Se trata, pues, de una ley de orden público, además de que todo lo referente a Hidrocarburos es de utilidad pública, cuyas disposiciones imperativas dictadas en resguardo y protección directa de los intereses generales de la comunidad, son de aplicación inmediata a su promulgación; que, por otra parte, reglamenta materias que pertenecen al Derecho Público, como son la Ley de Hidrocarburos, que no generan derechos contractuales propiamente dichos sino beneficios que están sujetos a las contingencias de las futuras reformas legislativas; y consideradas como de utilidad pública. B.- SOBRE LA FUNCION SOCIAL DE LA PROPIEDAD El Código Civil de 1922 que rigió hasya 1942, y sus antecesores desde 1873, definieron la propiedad de la misma manera que el Código Napoleónico de 1804, imbuidos de un individualismo categórico sin vislumbre alguna de su carácter social. En 1923, el doctor Amenodoro Rangel Lamus había publicado en Trujillo su artículo sobre la función social de la propiedad, en el cual expresaba que el concepto quinitario de ella estaba en trance de desaparecer; tema sobre el cual hizo un estudio en 1931 en el Boletín de la Comisión Revisora de Códigos Nacionales, de la cual era Secretario; y Gil Fortoul propuso en dicha Comisión una limitación al concepto individualista de la propiedad; del 36 al 42 los doctores Joaquín Gabaldón Márquez, Efraín Ruiz Alfonso, Luis Alberto Colmenares y Luis I. Bastidas, abogan por el establecimiento de restricciones al derecho de propiedad, y los dos primeros porque se acoja en la ley el concepto de su función social; en el Código Civil de 1942, el Diputado Rafael Caldera logró que se adicionara, en la definición de la propiedad, a las restricciones de no hacer, las obligaciones de hacer, que podrían ser impuestas por la ley. En la Constitución reformada de 1945 se reconoce que la ley por razones de interés público y social puede limitar el derecho de propiedad además de establecer obligaciones al propietario; así como de prohibiciones para la adquisición, transferencia, uso y disfrute de terminada clase de propiedad, con el objeto de asegurar el derecho del Estado a racionalizar la producción. Aunque tímida, esa reforma correspondió a las necesidades del país y permitió al Congreso de 1945 aprobar la Ley de Reforma Agraria, destinada a transformar la 100 estructura feudal del agro venezolano y la distribución equitativa de las tierras. De 1945 a 1947 los doctores Rafael Ruiz Carrillo y Octavio lepage, trataron, en acuciosas monografías, el problema de la “Propiedad como Función Social” y de “Las restricciones a la propiedad en las Constituciones Modernas”, respectivamente; y en la Constitución de 1947, después de una polémica acerca de si debía establecerse que la propiedad es en sí misma una función social (Siso Martínez, Luis Lander, Blanco, Morales Carrero y Dubuc) o que tiene una función social y debe ceder cuando está en pugna con el interés social (Caldera, Fernández, La Riva Araujo y Pbro. León Rojas), prevalecó esta última tesis en la proposición de la Comisión Especial (Dubuc, Morales Carrero, Juan Bautista Fuenmayor) que resultó aprobada como artículo 65 de aquella Carta cuya redacción es la misma del 90 de la vigente, después de haber sido ratificada también por la Carta de 1953. De esa definición de la propiedad se desprende que, además de su función objetiva, como derecho inherente a la persona humana, que propende al desarrollo pleno de la personalidad, que provee a las necesidades de una vida decorosa que contribuya a mantener la dignidad de la persona y del hogar, función humanística a favor de todos los habitantes de la Nación, mediante una mejor repartición de la riqueza; la propiedad en Venezuela tiene también la función social de permitir al Estado la realización de la justicia social, de ahí que la Constitución autorice al Poder Legislativo para imponer todas aquellas obligaciones o contribuciones que se justifiquen por sus fines de utilidad pública o de interés general (artículo 99); para la protección de la economía nacional y para la elevación del nivel de vida del pueblo (artículo 223) así como para promover el desarrollo económico y la diversificación de la producción y para crear nuevas fuentes de riqueza y para fortalecer la soberanía económica del país (artículo 93); para lograr en fin, una equitativa participación de todos los venezolanos en el disfrute de la riqueza según los principios de la justicia social. (Preámbulo). III NATURALEZA JURIDICA DE LA CONCESION DE HIDROCARBUROS No es esta la ocasión de hacer un exhaustivo análisis de la naturaleza de la concesión, mas es indispensable hacer algunas consideraciones generales, pues, en base a ellas, se verá con mayor claridad el doble fundamento del principio de la reversión. Sería prolijo enumerar las diversas teorías que se han producido en la ciencia jurídica para tratar de dilucidar el arduo problema de definir en términos de derecho común la naturaleza de la concesión. Muchos juristas, incluso en nuestro país, habituados a la tradición romanista e influidos fundamentalmente por la concepción manchesteriana, pretender continuar interpretando diversas instituciones de derecho público, usando preceptos, cánones de interpretación y criterios jurisprudenciales aplicables al Derecho privado. Se pasa por alto un largo proceso de desarrollo del Derecho Administrativo, en virtual del cual se han independizando sus reglas y arquetipos. En un comienzo se la vio como un contrato en donde el Estado conserva un poder de preeminencia, dando lugar al surgimiento de una cualidad: reglas de carácter contractual y cláusulas llamadas del principe o impuestas por el concedente al concesionario, en razón de su poder de policia. Tal pretendida contractualización de la concesión parte de un supuesto equívoco. El Estado-policía reducía su función a empeñarse en el cuido y conservación de las reglas que aseguran bienestar para quienes controlan la actividad económica y las que preservan el orden público. Excepcionalmente, el Estado tenía bienes que le eran propios. Estos bienes podían ser dados en concesión, entendiéndola como un contrato de uso. El Estado patrimonialista o dominialista consideraba como suyos todos sus bienes, pues había una confusión entre el tesoro del Príncipe y los bienes de la Nación. Con la revolución burquesa el Estado deja de ser propietario para ser sólo un guardían del derecho ajeno. Hoy, con el surgimiento del Estado Social de Derecho y el Estado Empresario, esta concepción ha caído en desuso. En el Estado contemporáneo tales han sido las tareas que le han impuesto al 101 Estado las necesidades colectivas que día a día se ve en la necesidad de transferir a la administración centralizada muchas de sus funciones o bien a entes descentralizados, ajenos a la administración ordinaria o bien a particulares con la finalidad de que satisfagan exitosamente esos fines. Los distintos planteamientos hechos por los solicitantes en su pedimento de nulidad, de una manera o de otra, se refieren al carácter de la concesión de los hidrocarburos; luego es evidente que la respuesta que se dé a tal interrogante influirá decisivamente sobre la procedencia o legitimación del derecho de reversión. Para resolver el controvertido problema de la naturaleza jurídica de la concesión de hidrocarburos es preciso distinguir la naturaleza jurídica del derecho que se acuerda al concesionario sobre el yacimiento, del acto jurídico por el cual se rige el otorgamiento, control y fiscalización de la concesión. A diferencia de lo que ocurre en el derecho privado con la figura de la venta sometida a retracto, en el caso de las minas en general, el Estado nunca pierde su cualidad de propietario sino que, en razón de una ficción y con miras a facilitar el financiamiento para las concesionarias, se les acuerda un derecho real limitado por las previsiones que establezca la ley. Este derecho real les acuerda la facultad de extraer y aprovechar la riqueza contenida en el yacimiento. Para tales fines, las concesionarias realizan inversiones en construcciones e instalaciones en el yacimiento o fuera de él pero siempre indispensables para poder ejercer el derecho que se les acuerda. Por las razones antes dichas, parece indispensable hacer un breve recorrido por la doctrina y desentrañar así la cualidad de tan especial tipo de concesión. Como se aseveró, el Estado contemporáneo, definido como un Estado Social de Derecho, ha incrementado en tal medida sus funciones y tareas que la lista de actividades que pueden catalogarse como prestación de un servicio público excede en mucho a lo que se hubiera considerado hace varios años. Este ensanchamiento del campo de acción del Estado la obliga a descentralizarse y crear variados entes autárquicos o a confiar a particulares la gestión de algunos asuntos o la explotación de bienes que por su importancia le han sido atribuidos al Estado como bien lo afirma Waline, al examinar las orientaciones del moderno derecho francés, la mezcla de interés públicos con la gestión particular ha traído un desarrollo inusitado de un nuevo tipo de concesiones: la de obras públicas y las que tienen como fin la explotación de un bien de dominio público del Estado. El incremento de este tipo de actividades, en especial las últimas, las cuales cada vez más se subordinan a reglas fijadas unilateralmente por la administración, ha causado más de una polémica en la ciencia jurídica, pues ya no se trata del viejo contrato administrativo sino de una nueva forma de concesión que reúne características de la de servicio público y la de obra pública. Por otro lado, la teoría sobre el contrato administrativo ha igualmente desbordado los límites que el clasicismo privatista le imponía y hoy es un criterio compartido por la mayoría de los administrativistas que la naturaleza del contrato administrativo se ha independizado de las reglas que el Código Civil estatuye y se crea con valor autónomo la figura del contrato en la administración o para la administración. Es oportuno hacer una referencia en primer término a la teoría contractual y luego a la que se refiere a las concesiones en general como un acto decisional y unilateral de la administración; es además pertinente el estudio de este aspecto del problema, pues el artículo 126 de la Constitución pareciera asimilar la concesión de hidrocarburos a un contrato de interés nacional. En efecto dicha disposición dice: “…No podrá en ningún caso procederse al otorgamiento de nuevas concesiones de hidrocarburos ni de otros recursos naturales que determina la ley, sin que las Cámaras en sesión conjunta, debidamente informadas por el Ejecutivo Nacional de todas las circunstancias pertinentes, dentro de las condiciones que fijen y sin que ello dispense del cumplimiento de las formalidades legales”. Si se lee detenidamente la norma transcrita se observará que la referencia que se hace a las concesiones de hidrocarburos es que con el fin de que la ley que regule dicha institución no puede omitir la intervención del Poder Legislativo, dejando de ser atribuida exclusivamente del Ejecutivo el otorgamiento de concesiones, más 102 aún, suponiendo que fuera un contrato de interés nacional, ello en modo alguna significa que adquiera una intangibilidad superior a la Constitución y a la ley. Si en contratos de derecho privado, como en el de alquileres, puede sufrir alteraciones la voluntad de las partes por imposición legislativa, con mayor razón aún en aquellos contratos que, por su importancia para el interés nacional, se les reviste de solemnidades o formalidades especiales. Los contratos que celebra la Administración Pública como tal, son normalmente de adhesión, pues los contratantes con ella deben adecuarse a reglas previamente establecidas en leyes o reglamentos. La multiplicidad de contratos y su diversa naturaleza obligó a clasificarlos en varias categorías y a distinguir en cuanto a sus consecuencias la múltiple naturaleza de ellos. Gracias a la lenta pero cada vez más precisa construcción doctrinaria es fácil hoy advertir las diferencias que existen entre el contrato de derecho privado y el contrato administrativo. Se pueden considerar como características de éste las siguientes: a) la intencionalidad normativa: es decir, que para la interpretación de la voluntad de las partes basta el elemento objetivo definido en la norma legal o en el acto administrativo creador. Por ello, la condición exceptio non adimpleti contratus, no procede a menos que expresa y legalmente se la conasagre. b) Los objetivos del contrato: La búsqueda de una contraprestación que satisfaga recíprocas necesidades es el objetivo normal del contrato privado, en cambio la satisfacción de exigencias públicas es la meta del contrato administrativo. 3) La situación de predominio y prevalencia de la administración es la regla en la contratación administrativa, y, en consecuencia, su interpretación será siempre de índole extensiva a favor de la Administración. La situación de desequilibrio a favor de la administración no es una situación expresa, sino que implícitamente se la supone existente siempre que el sujeto Administración interviene en una relación jurídica. 4) La intervención unilateral del Estado o de la Administración es la regla y así surge lo que en la ciencia administrativa se ha denominado “el contrato exorbitante”. En razón a tal exorbitancia la ejecución de las decisiones administrativas es inmediata sin que sea necesario para ello acudir a los órganos jurisdiccionales, obligación que sí está en el deber de cumplir el particular contratante para impugnar el acto de la Administración. 5) La modificación unilateral del contrato en virtud de la legislación, o sea, por el ejercicio del poder soberano del Estado. Es decir que a la intangibilidad del contrato privado se opone a la mutabilidad del contrato administrativo, incluso teóricamente sin la participación del órgano administrador, por intervención autónoma del legislativo. Si bajo las premisas anteriores se considera como contrato administrativo cualquier tipo de concesión de hidrocarburos, no podría alegarse su violación si se altera su contenido, pues como ya quedó dicho, él es esencialmente vulnerable a la decisión del Estado y, por tanto, es por definición, tangible. La moderna ciencia de la administración, empero ha considerado necesario estudiar como conceptos autónomos ciertos tipos de concesiones por diversas razones, ya sea que se trate no sólo de dar al particular la participación en una actividad lucrativa, sino cuando también se considera que el cumplimiento de esa actividad es fundamental para el Estado. Esta aseveración se desprende de la letra de la ley. Es así que el artículo 1° de la Ley de Hidrocarburos considera toda la materia relativa a esas sustancias como “de utilidad pública”. Igualmente su texto establece sanciones para los casos en los cuales la explotación cedida no se realizare en los hechos, con lo cual ratifica el propósito de la concesión: cumplir un servicio de utilidad pública como es la extracción de la riqueza del yacimiento y su aprovechamiento. Es bueno señalar que autores venezolanos como el maestro Rufino González Miranda, pese a estar notoriamente influido por las corrientes privatísticas, asevera en su obra “Régimen del Petróleo”, p. 234, lo siguiente: (que) “siendo hoy el petróleo un elemento indispensable para la vida misma de la nación, pues se requiere para la defensa nacional y para el funcionamiento de los vehículos de motor que desempeñan el servicio público del transporte, en todo lo cual se atiende a verdaderas necesidades públicas, resulta que en la ejecución de tales concesiones puede llegar a efectuarse algunos servicios públicos, lo que debe originar en la medida de tal afectación, la aplicación de algunos 103 principios propios de los contratos administrativos de servicios públicos”. Es pertinente hacer notar como precedente doctrinario en nuestro país, la opinión emitida por el Procurador General de la Nación, Dr. Juan José Abreu, en informe presentado ante la Corte Federal y de Casación, con ocasión de la demanda intentada contra la Nación venezolana por la “Standard Oil Company of Venezuela”. En dicho informe se asentó que: “La concesión de hidrocarburos no es un contrato, ni desde el punto de vista teórico ni desde el práctico, fundándose en el Derecho Positivo venezolano. Tanto el concedente como el concesionario tienen forzosamente que someterse a determinadas condiciones legales inviolablesm la transgresión de una cualquiera de ellas anularía radicalmente el acto como efectuado con exceso de poder por parte de la Administración. Fuera de la estipulación de ventajas especiales para la Nación, el único punto en que hay libre juego en la voluntad es en el acto de solicitar por parte del futuro concesionario y en el acto de conceder por parte de la Administración; pero ambas-solicitud y concesión-tienen sus normas pautadas de antemano”. (Rufino González Miranda. “Régimen Legal del Petróleo”, p. 220). Igualmente señaló como elemento definidor de la concesión de hidrocarburos el elemento teológico que le sirve de sustratum, al afirmar que, “Si bien la ausencia de una verdadera libertad de contratación distingue netamente la concesión del contrato ordinario, la diferencia es todavía mayor si se la considera desde el punto de vista de la finalidad del acto. Esta no es otra en esencia que la utilidad pública, en un todo conforme con la declaración que hacen todas las leyes especiales de la materia. La finalidad de la concesión es radicalmente distinta de la finalidad de todo contrato ordinario. Por esta razón, principalmente, los autores más modernos niegan todo carácter de contrato a las concesiones que otorga la Administración Pública”. (ob. cit. p. 221 a 222). También es oportuno citar el criterio expuesto en 5 de agosto de 1936, respecto al carácter que tenía la Ley de Hidrocarburos, por el Ejecutivo Federal, representado por el Ministro de Fomento, cuando expresó a las compañías petroleras: Precisa distinguir entre Leyes de Derecho privado y las de Derecho Público. Las primeras, en cuanto supletorias de la voluntad de las partes, tienen de duración toda la vida del contrato y abren amplio campo de aplicación a la teoría de los derechos adquiridos. Las segunda cumplen funciones de un orden superior: no generan derechos contractuales propiamente sino simples beneficios sujetos a las contingencias de las futuras reformas legislativas”. (Comunicación de dos de diciembre de 1936 emanada del Ministro de Fomento, Dr. Néstor Luis Pérez al señor W.T.S. Doyle, Presidente de una empresa petro74lera extranjera). Opinión ampliamente compartida en el Voto Salvado de los Vocales de la Corte Federal y de Casación doctores Ybrahim García y Máximo Barrios. (Ver Memoria de la Corte Federal y de Casación. Año 1940. Tomo I, págs. 346 y 344). El profesor doctor Rufino González Miranda, al contrario, le da a la concesión de Hidrocarburos un carácter contractual en su obra “Estudios Acerca del Régimen Legal del Petróleo en Venezuela” (Caracas, 1958). En cambio el doctor Angel Demetrio Aguerrevere, en su obra “Elementos de Derecho Minero y Petrolero Venezolano” (Universidad Central de Venezuela. Facultad de Ingeniería. Caracas, 1957, p. 78), expone el siguiente concepto: “La concesión viene a ser un acto unilateral de la Administración Pública provocado por la acción del particular, ya fuere éste un denuncio que obliga al Estado a conceder, ya una solicitud simple. El acto del particular y el de la Administración no coinciden directamente, cada uno se refiere separadamente a la ley, es a través de ella que se propone el negocio jurídico de la concesión”. El profesor de Derecho Administrativo doctor Eloy Lares Martínez, en su obra “Manual de Derecho Administrativo” pone de relieve el carácter administrativo, que no contractual, de la concesión de hidrocarburos. Igualmente el profesor doctor José Román Duque Sánchez considera que la concesión tiene una naturaleza mixta, pero que no comparte más la naturaleza de una relación legal que de una simple decisión dentro de la autonomía de la voluntad. 104 En ese mismo sentido se pronuncia el doctor José Luis Bonnemaison, quien en su estudio “Consideraciones en torno a la Naturaleza y al Régimen de las Servidumbres Mineras” (Universidad de Carabobo, Valencia, 1965), manifiesta lo siguiente: “Y sobre este punto nos parece oportuno ratificar nuestro criterio de que la concesión minera no es en su naturaleza intrínseca un contrato, ya que el complejo jurídico que ella representa se consolida en un status legalmente preestablecido. No hay lugar, por lo tanto, a la creación de situaciones o normas jurídicas individuales que son las únicas que pueden nacer de una estructuración contractual”. El profesor Ezequiel Monsalve Casado, considera que la concesión es un acto complejo que combina caracteres de contrato y de un acto habilitante de la administración; y en su libro “Apuntes sobre Petróleo” (Imprenta Nacional 1948, pág. 65), expresa lo siguiente: “Ha faltado hasta el presente o sólo se ha manifestado tímidamente en forma aislada, la consideración suprema del interés público de la Nación. Este exige algo mucho más amplio que el interés fiscal y la aplicación posterior de los ingresistas, la formación de bienes que reemplacen la riqueza arrancada de la tierra; comprende la facultad que tienen la Nación de establecer formas de explotación, y obligaciones sustanciales y complementarias, procedimientos, y de modificarlos o derogarlos. Cuando este interés supremo de la Nación así lo reclame, busca el beneficio público que debe reportar la industria, traducido en mayor empuje económico nacional; estabilidad y saneamiento de las economías privadas, mayores ingerencias y responsabilidad del ciudadano en la formación de la riqueza y prosperidad pública”. Es oportuno también traer a recuerdo las siguientes expresiones del Ministro de Fomento, doctor Manuel R. Egaña, en su Memoria de actividades del Despacho presentada al Congreso de 1940: “Es difícil encontrar un ejemplo de una actividad económica tan evidentemente vinculada al interés público, como el de la industria petrolera en Venezuela. La importancia que ha adquirido, acaso no igualada en ninguna otra parte y por la otra, la concentración de su control en un reducido grupo de intereses, coloca a estas actividades industriales en una categoría especial. El Estado no sólo tiene el derecho sino que está en el deber de reglamentarlas y regularlas de manera de proteger los intereses de la comunidad venezolana”. El Fiscal General de la República en un dictamen enviado a la Sala PolíticoAdministrativa de ese Superior Tribunal en fecha 4 de julio de 1970, afirmó: “La estructura jurídica de la Ley de Hidrocarburos se funda en la mejor y más reciente tradición venezolana en materia de hidrocarburos. Según ella la concesión es un acto unilateral del Estado, facultativo para éste que se otorga mediante sendas acciones en las que colaboran entre sí los órganos del Poder Público en la rama Legislativa y Ejecutiva; acto unilateral que es facultativo para el Estado y que es provocado por la gestión del particular…”. El profesor doctor José Román Duque Sánchez considera que la concesión se aleja mucho de las características contractuales que algunos autores han pretendido atribuirle. Así, en su reciente libro “Manual de Derecho Minero Venezolano” (Universidad Católica “Andrés Bello”. Editorial Sucre. Caracas, 1967), expresa: “Por nuestra parte, y como profesor de la materia, creemos un deber consignar nuestra propia opinión al respecto. Sobre el particular pensamos que sobre todas esas características atribuidas a la concesión minera, priva un régimen esencialmente “legal”, que la sitúa fuera de la esfera de la autonomía contractual”. Verdad es que se podrían establecer analogías entre los contratos propiamente dichos y las concesiones. Por ejemplo, se afirma que concurren dos partes: el Estado y el concesionario; se aduce igualmente que el acuerdo de voluntades existe: el concesionario que expresa su consentimiento al solicitar la concesión y el Estado que lo hace al dictar su Resolución el órgano correspondiente, otorgando la concesión pedida; y también podrían advertirse otros elementos propios de los contratos. Pero al mismo tiempo, es necesario tener en cuenta otro elemento de mucha importancia en cuanto se refiere a la concesión de hidrocarburos: Cuando el Estado concede a un 105 particular la explotación de una riqueza cierta de tan capital importancia que está entre los bienes de su propiedad, tiene como objetivo fundamental propender al desarrollo económico de la Nación así como a la creación de una industria básica que esté bajo su fiscalización y que llegará a estar terminada la concesión, bajo su exclusivo control. Esta observación permite llegar a la aseveración de que las empresas concesionarias de hidrocarburos pueden ser consideradas como entes jurídicos que complementan las labores y fines de la Administración Pública venezolana. Esto explica que la disposición fundamental de la Ley de Hidrocarburos, desde la de 18 de julio de 1925, declara de utilidad pública todo lo referente a la exploración del territorio nacional en busca de petróleo, asfalto, gas natural y demás hidrocarburos; a la explotación de yacimientos de los mismos, cualquiera que sea su origen o colocación; a la manufactura o refinación, transporte por vías especiales y almacenamiento de las sustancias explotadas, y a las obras que su manejo requiera; actividades todas que se rigen por la ley especial; es por ello también que a partir de la ley de 9 de junio de 1922 el derecho para realizar aquellas operaciones se obtiene mediante concesiones, que en ningún caso confieren la propiedad del yacimiento; que el Ejecutivo Nacional tiene plenos poderes para otorgarlas o no; que el otorgamiento se hace a todo riesgo del concesionario, pues la Nación no sanea ni garantiza la existencia del mineral; es por ese mismo motivo expresado que desde la ley de 30 de junio de 1920, se estableció que esas concesiones son temporales y se exigió la aprobación del Congreso; es igualmente por la misma causa que desde el Reglamento de Carbón, Petróleo y Sustancias Similares de 9 de octubre de 1918 se estableció el derecho del Gobierno a recibir la mina con todos sus edificios, maquinarias y obras anexas; y más especialmente, referido a concesiones de hidrocarburos, que el artículo 62 de la Ley de Hidrocarburos y demás minerales combustibles, de 9 de junio de 1922, al tratar de la extensión de la concesiones, estableció el derecho de la Nación de readquirir, sin pagar indemnización alguna, las parcelas concedidas y de hacerse dueña, del mismo modo, de todas las obras permanentes que en ellas se hubieran construidos, como pozos y sus anejos, almacenes de depósito y edificios…; y es aquel mismo concepto del interés nacional involucrado en la concesión que hace el Estado a las empresas de Hidrocarburos, la explicación de que, desde la Ley de 21 de diciembre de 1938, se dice que la exploración, explotación, refinación y transporte de los productos hidrocarbonatos, los ejerce el Ejecutivo Nacional o por medio de concesiones que otorgue; las cuales en la actualidad sólo por excepción pueden ser otorgadas siempre que el Poder Legislativo lo autorice dentro de las condiciones que fije, además del cumplimiento de las formalidades leales. Más, para alejar cualquier duda es necesario recordar la Exposición de Motivos de la Ley de Hidrocarburos de 1946, invocada hace poco tiempo por el Fiscal General de la República ante la Sala Político-Administrativa en otro asunto: “La estructura jurídica del Proyecto es la que tiene mejor y más reciente tradición entre nosotros en materia de hidrocarburos: la concesión es un acto unilateral del Estado, facultativo para éste y provocado por la gestión del particular. Ella confiere un núcleo de derechos fijos y definidos, tales como el término de la concesión, el monto de las especies de los impuestos de hidrocarburos, los derechos preferenciales”. La Constitución vigente no permite dudar que se trata de un acto del Estado, en el cual interviene el Poder Legislativo que lo autoriza en las condiciones que fije, y el Ejecutivo que lo realiza conforme a la ley. IV LA REVERSION El derecho de reversión, en el caso de las concesiones de servicios públicos, se considera como un derecho tácito, implícito, del Estado, el cual si bien es cierto que puede ser renunciado expresamente por éste, bien en la ley, bien en la relación contractual que se celebre en el caso que ello fuere permitido por aquélla, no es 106 menos cierto que en caso de silencio de la ley ha de reputársele como existente. Ya se ha expuesto la naturaleza jurídica de la concesión de hidrocarburos; la cual no puede ser considerada como un contrato. Igualmente se llegó a la conclusión de que, o bien era la concesión de un servicio público virtual o bien, por su naturaleza, combinaba las características de acto de autoridad administrativa con acto de complementación privada y de concesión de servicios públicos; pero lo que importa señalar es que sin lugar a dudas toda la materia relativa a las concesiones de hidrocarburos es de evidente utilidad pública. El legislador le da tal carácter a las disposiciones relativas a esa materia en razón no sólo de los bienes que se comprometen sino a la naturaleza de la actividad que se realiza. El petróleo es un recurso natural no renovable sino perecedero. Cuando en una concesión forestal, que puede ser renovada, se obliga al concesionario a reponer el bien, se está estableciendo implícitamente la base de la reversión, es decir, que en las concesiones que versan sobre el uso de bienes del Estado es necesario garantizar la continuidad de la explotación. Esto es posible en materia de recursos renovables. Pero como no es posible reponer el petróleo del subsuelo, es necesario mantener abierta para el Estado la posibilidad de continuar su explotación si la concesión se llegare a extinguir. El derecho de reversión nada tiene que ver por tanto con el derecho de propiedad del Estado sobre el yacimiento y el derecho de accesión que en tal virtud el Estado tendría; es algo totalmente independiente, como bien afirmara uno de los opositores a la ley sobre Bienes afectos a la Reversión, el doctor Jorge Olavaria. No se trata de un concepto geológico sino de una realidad económica, es decir, que lo que se pretende no es proteger exclusivamente el bien, el cual sin ser explotado tiene un valor comercial ignorado, sino de garantizar la posibilidad de que el bien pueda ser explotado. Bien sabido es que en Economía Petrolera el pozo tiene un valor potencial de acuerdo a las reservas probadas en él contenidas, y un valor real basado en la posibilidad de extraer esa reserva. En Venezuela mucho se ha hablado acerca de la inmenza riqueza contenida en la faja bituminosa del Orinoco, sin embargo, la imposibilidad de extraerla con facilidad no le asigna ningún valor económico y no es considerado todavía como una reserva de nuestro petróleo. Es decir, que ha de considerarse la posibilidad de la explotación efectiva de la riqueza como una condición sine qua non para que pueda hablarse de concesión. Tanto es así que una de las causales fundamentales de caducidad dentro de las concesiones de servicio público o de las concesiones de bienes de utilidad pública o de bienes afectos al Estado, es la paralización de las actividades naturales inherentes a la prestación del servicio. Mal puede, por tanto, al extinguirse la concesión, considerarse que se ha extinguido el servicio. La extinción del servicio implícitamente se producirá si las compañías concesionarias y los entes concesionarios pudieren desmantelar todas las instalaciones y hacer por tanto, imposible la continuidad de la explotación por parte del Estado. Para garantizar por lo tanto que esta explotación pueda sucederse es indispensable el establecimiento del derecho a la reversión; por ello acertadamente y siguiendo las orientaciones del profesor Guido Zanobini, el dictamen de la Procuraduría General de la República considera “Que la reversión es una institución propia de las concesiones, es decir, consustanciada con estas últimas. Puede sostenerse que así como no se concibe la prestación de una actividad administrativa dada en concesión sin el control del Estado es imposible imaginar dicha figura sin reversión, esto es sin ese efecto que le es indispensable. Se trata de una afectación de los bienes del concesionario a la gestión pública cuyo ejercicio le ha sido encomendado; de allí, que un sector doctrinario haya llegado a considerar que el concesionario forma parte de la organización administrativa”. (Dictamen dirigido a la Corte Suprema de Justicia, pág. 21). Es indispensable hacer notar que el artículo segundo de la Ley de Bienes Afectos a Reversión con el fin de destacar la vinculación entre el derecho y la continuidad de la explotación, sufrió una modificación en la sesión del 17 de junio de 1971 a proposición del Diputado Sánchez Bernal en nombre de la Comisión de Minas e Hidrocarburos, la cual no era sólo de índole formal sino que estaba dirigida precisamente a poner de relieve este carácter esencial del derecho de la reversión en virtud de la naturaleza de 107 la concesión; en efecto, se agregó entonces al texto del proyecto lo siguiente: “en consecuencia debe conservar los bienes”, etc., etc., es decir, se considera el derecho a la reversión no como aquel en virtud del cual retorna al propietario la cosa que él puede usar como bien quiera, sino como el retorno de la actividad con el fin de que ésta se pueda continuar ejerciendo por el Estado. El derecho a la reversión no significa por tanto un regreso a la situación originaria del concesionario y del concedente; de allí que la mayoría de la doctrina contemporánea se muestre en desacuerdo con el empleo de este término si bien no ha encontrado un sustitutivo feliz. Algunos autores hablan de la transferencia del bien, otros autores prefieren hablar del derecho a la continuación de la gestión. En todo caso el problema no es semántico sino fundamental para determinar la naturaleza jurídica de la institución; se trata de que el Estado pueda continuar cumpliendo el servicio público que concedió y no de que le retornen la posibilidad de cumplir este servicio porque la actividad petrolera ha sido considerada como de utilidad pública por el Estado venezolano. No debe olvidarse por otro lado que en la reforma a la Ley de Hidrocarburos hecha en 1967 con la finalidad de consagrar la figura de los contratos de servicio, se estableció de una manera mucho más amplia y más clara el principio de la reversión. Una interpretación auténtica se hacía necesaria ya que la reversión no era una posibilidad remota sino que su efectiva aplicación estaba cercana en el tiempo. No puede impugnarse la actual ley en virtud de que los legisladores anteriores fueron imprevisivos, no se la puede condenar tampoco por el hecho de que los legisladores anteriores hubieran sido generosos con los intereses de las Empresas Petroleras. El derecho constitucional y legal del Estado a la reversión de todas las instalaciones necesarias para la actividad petrolera existía desde hace mucho tiempo, pero era imprescindible reglamentarlo como lo hizo el propio Legislador, desarrollando auténticamente las características y alcances de dicho derecho. Fue así que al establecer la ley sobre Bienes Afectos a Reversión en las Concesiones de Hidrocarburos el principio de que todas sus disposiciones son de orden público, ratificó la característica fundamental de que la reversión es una institución de derecho público, como lo venía sosteniendo la doctrina. Esclareció igualmente que el derecho del Estado a la reversión supone la existencia de un derecho de propiedad sobre todas las instalaciones que son necesarias para continuar la actividad petrolera cuando la concesión termina. Rechazó de una manera terminante la teoría circunstancial de la jurisprudencia de que el Estado sólo tenía una expectativa de derecho que se materializaba al fin del término de la concesión (Sentencia de la Sala Político-Administrativa de la Corte Suprema de Justicia de fecha 2 de diciembre de 1963). En consecuencia, ratificó, determinó y precisó el derecho o potestad del Estado de vigilar y controlar los bienes necesarios para la continuidad normal de la actividad petrolera al término de la concesión, puesto que sería un absurdo aceptar la pretensión de reducir los alcances del artículo 103 de la Constitución solamente a las tierras de la concesión, ya que ello significaría que la explotación y aprovechamiento de los Hidrocarburos, materia toda de utilidad pública, y ligados a un eminente interés nacional, desaparecerían al finalizar sus actividades los actuales concesionarios. Siendo el derecho de reversión el que tiene el Estado como poder concedente para apropiarse de todos los bienes del concesionario que se haya afectado al servicio (Fiorini), la extensión de este derecho se justifica por cuanto el Estado debe continuar satisfaciendo la necesidad colectiva que el concesionario cumplía, y, además, porque las ventajas que la concesión envuelve, así como los beneficios que de ella obtuvo el concesionario, son más que suficientes para pagar lo que fue el valor abstracto de tales bienes, ya que su valor contable debe ser cero, pues los balances de las Empresas concesionarias se castigan con una depreciación progresiva de tipo de activo fijo, lo que igualmente afecta el líquido que ha de entrar al tesoro público por concepto de impuestos. Existe, además, el principio de la unidad económica de la cancelación en virtud del cual todos los instrumentos, obras permanentes, aparatos y medios de transporte que se usen, están destinados a lograr el objeto de la concesión y resultaría absurdo pretender su división, que traería como consecuencia la suspensión del 108 funcionamiento normal de la obra. La reversión no es sólo una medida de carácter rentístico destinada a ahorrar al Estado una suma de dinero, sino también una garantía funcional de que al término de la concesión la obra puede seguir en actividad normal. De no ser así la concesión se convertiría en perpetua, ya que no habría la posibilidad de que al extinguirse, el Estado pudiera continuar con su explotación. La ley impugnada rechaza por otra parte, con toda justedad, la interpretación literal que pretende hacerse del artículo 133 de la Constitución, ateniéndose no solamente a las preeminentes necesidades de la Nación sino también al espíritu o intención del Constituyente, la cual quedó revelada cuando el Diputado Orlando Tovar en la segunda discusión del proyecto de Constitución aclaró lo siguiente: “Y no hay duda de que nuestro pueblo está interesado de que todos los bienes de la concesión una vez terminada la explotación redunden en el beneficio de todas las colectividades. De acuerdo a esta intervención del Diputado Tovar el término explotación se usa en sentido genérico para referirse a la actividad desplegada por parte del concesionario. La previsión constitucional y legal acerca del derecho de Reversión no tendría razón de ser si lo que hubiere de entregarse al Estado al extinguirse la concesión, fuera solamente lo que era de su propiedad, pues es natural que, no habiéndose cedido un derecho a usufructuar la cosa, una vez desaparecido este derecho por cualquier causa, el propietario readquiere su cualidad plena y puede así hacer uso de todos los atributos que tal derecho le acuerda. Quede claro entonces que las disposiciones relativas a la Reversión se consideran indispensables con miras a garantizarle al Estado la continuidad en la explotación normal del yacimiento del cual es propietario; de allí que se estimen inherentes a la concesión las instalaciones de distinto tipo que fueren necesarias para que el Estado pueda ejercer el derecho que cedió: Extraer y aprovechar la riqueza contenida en el yacimiento. En ningún momento el Estado cede el yacimiento, por tanto mal podrían devolvérselo. Sólo concede el derecho a usar de él, por lo que resulta absurda la pretensión de los demandantes de reducir la Reversión a aquello que era propiedad del Estado, pues se estaría aplicando sui generis para que al Estado nada le revertiera. Si el derecho de Reversión otorga al Estado la propiedad de todas las instalaciones necesarias para la continuidad de la normal explotación del yacimiento, nada debe pagar aquél cuando se le devuelve lo suyo. Si la ley hubiese establecido una indemnización, hubiere desnaturalizado el carácter de la concesión y habría creado la curiosa figura de una auto-expropiación. V INTERPRETACION La primera parte del contenido del artículo 4° del Código Civil, recoge fielmente la teoría interpretativa propugnada por la llamada escuela de la exégesis, con todas sus estérelis consecuencias: la ley queda inmovilizada indefinidamente en una época anterior, aquella en que fue sancionada. Esa disposición legal no puede ser aplicada en la interpretación de la Constitución. Pero tampoco fue necesario para emitir los conceptos anteriores que el Ministerio Público acudiera a la teoría de las escuelas del derecho libre ni siquiera a la de la función creadora del Juez. El Ministerio Público se ha limitado a interpretar un precepto constitucional, el del articulo 103 relativo a la Reversión en materia de concesiones de Hidrocarburos, en íntima concatenación con los otros principios constitucionales de la función social que tiene la propiedad y de la irretroactividad de la ley, teniendo como mira los fundamentos establecidos en el Preámbulo de la Carta. La Constitución de 1961- como bien dijo uno de sus más calificados redactores- encierra en su breve texto no sólo el presente sino una parte del porvenir. La Reversión, como institución de derecho público, existía en la ley desde el 9 de octubre de 1918 y en la Constitución de 1915. La ley ahora impugnada, se limita a reglamentar dicho derecho estatal mediante 109 una interpretación auténtica de él que se hacía imprescindible, tanto por la importancia excepcional de la industria de Hidrocarburos en la vida nacional que se revela por el alto grado de dependencia de Venezuela hacia el petróleo como por la proximidad del vencimiento de la mayor parte de las concesiones petroleras. Las demandas que alegan la inconstitucionalidad de la ley impugnada fundándose en el respeto absoluto del derecho de propiedad pasan por alto expresas normas constitucionales que establecen la regla de que aquélla debe cumplir una función social, de tal modo que la impregnan de un sentido ético y le da una dimensión moralizadora a las relaciones jurídicas económicas. Esta institucionalización del sentido social de la propiedad cambia los modos tradicionales de interpretación de ese derecho social, de tal modo que hoy resultan regla las restricciones a ella. Fue así que en la sesión del 30 de noviembre de 1959 de la Comisión Bicameral de Reforma Constitucional con ocasión de una proposición del Diputado Barrios en el sentido de establecer limitaciones a las actividades de los particulares cuando éstas, de una u otra forma, adquieren el carácter de servicio público, Los Congresistas Caldera, Leoni, Pérez Guevara y Tovar dejaron bien establecido el fundamento del régimen económico de la República ya que el derecho de propiedad absoluto no está en modo alguno admitido como regla y la función social como excepción sino lo contrario. El Senador Pérez Guevara, por ejemplo, consideraba innecesario establecer variadas limitaciones en diversos artículos de la Constitución por considerar que el legislador tenía amplía facultad para crearlas en razón de la función social de la propiedad. Por lo tanto, es infundado el alegato de los solicitantes de que la limitación que a la propiedad contuviere la ley sobre Bienes Afectos a Reversión en las Concesiones de Hidrocarburos excede los lineamientos constitucionales ya que la Carta Fundamental autoriza al legislador ordinario a crear todas las restricciones necesarias en búsqueda de la utilidad pública o del interés común; restricciones que pueden afectar distintos atributos de la propiedad. El hecho de que la ley impugnada limite las facultades de transmisión, enajenación y uso de aquélla no excede el marco constitucional. Por esos motivos, el Ministerio Público concluye que las demandas de inconstitucionalidad que han sido objeto de este dictamen deben ser declaradas sin lugar. Disposiciones legales contenidas en el documento: CR art:44 CR art:69 CR art:93 CR art:96 CR art:98 CR art:99 CR art:101 CR art:102 CR art:103 CR art:126 CR art:133 CR art:223 CR art:250 CC art:4 LBARCH art:1 LBARCH art:2 LBARCH art:3 LBARCH art:4 LBARCH art:5 LBARCH art:6 110 LHI DIMP SCFC SCFC SCFC SCSJSPA art:1 04-07-1970 15-1-1938 9-3-1939 12-12-1939 02-12-1963 DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC CONCESIONES CREOLE PETROLEUM CORPORATION DEMANDAS EXPROPIACION HIDROCARBUROS MOBIL OIL COMPANY DE VENEZUELA NULIDAD PETROLEO PROPIEDAD RECURSO DE INCONSTITUCIONALIDAD RETROACTIVIDAD DE LAS LEYES SERVICIOS PUBLICOS SHELL DE VENEZUELA LIMITED SINCLAIR OIL COMPANY STANDARD OIL COMPANY TEXAS PETROLEUM COMPANY VENEZUELAN ATLANTIC REFINING COMPANY FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.74-87. 111 018 TDOC REMI DEST UBIC TITL Dictamen Fiscal General de la República Corte Suprema de Justicia Ministerio Público MP FGR CSJ FECHA:19721017 Colisión de leyes con motivo de la aplicación del artículo 23 de la Ley de Carrera Administrativa y el artículo 6 de la Ley del Trabajo FRAGMENTO Tengo a honra dirigirme a usted con el objeto de acusarle recibo de su oficio N° 106, de fecha 24 de febrero de 1972 y de la “copia certificada del libelo y auto de admisión, relacionados con la denuncia de colisión de leyes introducida por el ciudadano Amable Socorro, con motivo de la aplicación del artículo 23 de la Ley de Carrera Administrativa y el artículo 6° de la Ley del Trabajo vigente”; presentada a la Sala de su digna presidencia por el ciudadano Amable Socorro, Secretario de Trabajo y Asuntos contractuales del Sindicato de Empleados del Ministerio de Agricultura y Cría, del Estado Táchira, asistido por el Abogado doctor Orlando Villafañe. El día 21 de febrero de 1972, el Juzgado de Sustanciación admitió la demanda en referencia cuanto ha lugar en Derecho y ordenó la notificación del Fiscal General de la República, acto que se efectuó el día 3 de marzo de 1972, quien en uso de la atribución que le señala el artículo 11 y el inciso 18 del artículo 40 de la Ley Orgánica del Ministerio Público, emite de seguida su opinión sobre el asunto. CUESTION PREVIA En el libelo el actor expresa: “Por cuanto de tal análisis (se refiere al Oficio N° JRP-0634, de fecha 15 de marzo de 1971, emanado del Ministerio de Agricultura y Cría, que se acompaña como anexo III al libelo), se desprende que existen colisiones entre el ya mencionado artículo 23 de la Ley de Carrera Administrativa y el artículo 6° de la Ley del Trabajo vigente, es por lo que pido a esa honorable Corte por vía de consulta y calificación cuál de estos dos es el que debe prevalecer. El pedimento anterior es de conformidad con el artículo 63 (sic) de la Ley de Carrera Administrativa vigente para que sea ese alto Tribunal quien dictamine toda vez que no han sido creados los Tribunales que determina la ley de Carrera Administrativa y de conformidad igualmente con los ordinales 5° y 6° del artículo 275 y el artículo 216 de la Constitución de la República”. El artículo 23 de la ley de Carrera Administrativa expresa: “Artículo 23.- Los funcionarios públicos sujetos a la presente Ley podrán organizarse sindicalmente para la defensa y protección de los derechos que esta Ley y su reglamento les confiere. Parágrafo Unico.- En cada organismo de la Administración Pública Nacional a cuyos funcionarios se aplique la presente Ley, dos directivos sindicales de los empleados públicos al servicio del mismo, tendrán derecho a que se les 112 otorgue permiso remunerado para el cumplimiento de sus funciones de dirigentes, de conformidad con el Reglamento”. El artículo 6° de la Ley del Trabajo estatuye: “Artículo 6°.- No estarán sometidos a las disposiciones de esta Ley y de su Reglamento los miembros de Cuerpos Armados ni los funcionarios o empleados públicos. Los obreros al servicio de la Nación, los Estados y las Municipalidades, quedarán protegidos mientras no sean objeto de legislación especial, por las disposiciones de esta Ley y de su Reglamentación en cuanto sean aplicables con la índole de los servicios que prestan y con las exigencias de la Administración Pública”. Ahora bien, el artículo 63 de la Ley de Carrera Administrativa dice: “Artículo 63.- Todos los actos administrativos dictados en ejecución de la presente Ley son recurribles por ante la jurisdicción contencioso administrativa, de conformidad con lo previsto en el artículo 206 de la Constitución Nacional”. Por otra parte, el artículo 64 de la antes citada Ley estatuye: “Artículo 64.- También podrá interponerse por ante la jurisdicción contenciosoadministrativa, recurso de interpretación acerca de las dudas que surjan en cuanto a la aplicación e interpretación de la presente Ley y su Reglamento, sin que el ejercicio de este recurso pueda ser motivo para la paralización de ninguna medida que las autoridades competentes puedan ordenar o ejecutar en uso de sus atribuciones legales”. En relación con lo antes expuesto, se observa: Pese a lo ambiguo de la parte petitoria del libelo, se observa que el ciudadano Amable Socorro no ejerce propiamente el recurso objetivo ejercitable por acción popular para instar a la Corte Suprema de Justicia en Sala PolíticoAdministrativa a que resuelva la colisión que existe entre dos diversas disposiciones legales, y de conformidad con lo estatuido en el ordinal 5° del artículo 215 de la Constitución y del ordinal 12° del artículo 7° de la Ley Orgánica de la Corte Federal, ya que más bien pide a la Corte Suprema de Justicia en su Sala Político-Administrativa que le resuelva por “vía de consulta” la duda que ocurre sobre cuál artículo debe “prevalecer” en el caso concreto a que se contrae el escrito que se analiza, es decir, que le formula una consulta. Ahora bien, la Ley que rige la actuación de la Sala Político-Administrativa de la Corte Suprema de Justicia, según la Disposición Transitoria Constitucional Decimaquinta, o sea, la Ley orgánica de la Corte Federal, no faculta a dicha Sala para resolver las dudas que ocurrieran con motivo de la aplicación de la Ley de Carrera Administrativa, ni tampoco así lo estatuye esta Ley. Según el artículo 64 de la Ley de Carrera Administrativa, el recurso de interpretación acerca de las dudas que surjan en cuanto a su aplicación e interpretación se interpondrá por ante la jurisdicción contenciosoadministrativa, la cual corresponde a la Corte Suprema de Justicia y demás tribunales competentes; pero hasta tanto se dicte la Ley de la jurisdicción contencioso-administrativa y se organicen los tribunales competentes; pero hasta tanto se dicte la ley de la jurisdicción contencioso-administrativa y se organicen los tribunales competentes, el Tribunal de la Carrera Administrativa creado por el artículo 70 de la Ley de la materia, tiene la facultad conforme a lo dispuesto en el artículo 64 número 4° del artículo 72 de conocer el recurso de interpretación, acerca de las dudas que surjan en cuanto a la aplicación e interpretación de dicha Ley y de su Reglamento. 113 Dicho Tribunal de la Carrera Administrativa creado por el artículo 70 de la Ley, fue constituido en fecha 14 de octubre de 1971, mediante Resolución N° 67 del Consejo de la Judicatura, la cual se publicó en la Gaceta Oficial de la República de Venezuela N° 29.636 del 15 de octubre de 1971. Como conclusión de todo lo expuesto, el Ministerio Público a mi cargo opina: Que la Sala Político-Administrativa de la Corte Suprema de Justicia no tiene facultad legal para resolver por vía de consulta las dudas que puedan presentarse sobre la aplicación e interpretación de la Ley de Carrera Administrativa, pues tal atribución debe ejercerla, mientras se dicte la Ley de jurisdicción contencioso-administrativa, el Tribunal de la Carrera Administrativa por las razones señaladas. Disposiciones legales contenidas en el documento: CR art:206 CR art:215-5 CR art:216 CR art:275-5 CR art:275-6 LCA art:23 LCA art:63 LCA art:64 LCA art:70 LCA art:72-4 LTR art:6 LOMP art:11 LOMP art:40-18 LOCF art:7-12 RCJ N° 67 14-10-1971 DESC DESC DESC DESC DESC DESC CARRERA ADMINISTRATIVA CONFLICTO DE LEYES FUNCIONARIOS PUBLICOS RECURSO DE INTERPRETACION SINDICATOS OBREROS FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.87-89. 114 019 TDOC REMI DEST UBIC TITL Dictamen Fiscal General de la República Corte Suprema de Justicia Ministerio Público MP N° CJ-7465 Nulidad por inconstitucionalidad de Presupuestaria del Estado Monagas FGR CSJ FECHA:19720615 la ley de Asignación FRAGMENTO Tengo a honra dirigirme a ustedes con el objeto de acusarles recibo de su oficio N° 00221 del 27 de abril de 1972, con el cual remitió al Despacho a mi cargo, copia certificadas del libelo y auto de admisión, relacionados con la demanda de nulidad de la “Ley de Asignación Presupuestaria a la Fundación para el Desarrollo del Estado Monagas”, introducida en 3 de abril del corriente año, por los doctores Octavio Urdaneta Giacoponi y Orlando Monagas. En 12 de abril del corriente año, el Juzgado de Sustanciación de la Sala PolíticoAdministrativa de la Corte Suprema de Justcia, admitió la demanda cuanto ha lugar en derecho y fui notificado en 27 del mismo mes. Esa ley impugnada fue sancionada por la Asamblea legislativa de dicho Estado en 20 de febrero de 1969, promulgada con el correspondiente “cúmplase” del gobierno del Estado Monagas del 22 del mismo mes. Alegan los actores la Disposición Transitoria Decimaquinta de la Constitución en concordancia con el N° 4 del artículo 215 de la misma, en cuanto a la competencia del Supremo Tribunal y fundan su acción de nulidad en que la susodicha ley estadal colide con los artículos 17, N° 3, 21 y 23 N° 4, de la Constitución Nacional. El Ministerio Público bajo mi dirección y responsabilidad, de conformidad con la Ley Orgánica que lo rige, pasa a emitir su opinión sobre las diversas cuestiones planteadas en el recurso interpuesto en los siguientes términos: ANALISIS DE LA ACCION DE INCONSTITUCIONALIDAD El artículo 17 de la Constitución en su inciso 3° establece: “Es de la competencia de cada Estado: 3°- La administración de sus bienes y la inversión del situado constitucional y demás ingresos que le corresponden con sujeción a lo dispuesto en los artículos 229 y 235 de esta Constitución”. Y el artículo 21 de la misma reza: “El Gobierno y la administración de casa Estado, corresponde a un Gobernador, quien además del Jefe del Ejecutivo del Estado, es agente del Ejecutivo Nacional en su respectiva circunscripción…”. La Sala Político-Administrativa de la Corte Suprema de Justicia, ha definido el concepto de administración, en sentido general, en sentencia de 30 de mayo de 1966, como “aquella actividad del Poder Público que tiende a conservar y promover los intereses generales, mantener el orden, proteger el ejercicio 115 normal del derecho y facilitar el desenvolvimiento de toda actividad libre dentro de la conveniencia social”. (Jurisprudencia de Ramírez & Garay, Tomo XIV, p. 629). La administración de los bienes del Estado y la inversión del situado constitucional y demás ingresos que le corresponden, con sujeción a lo dispuesto en los artículos 229 y 235 de la Carta Fundamental, son de la competencia de cada Estado, como se expresa en el inciso 3° del artículo 17 de la misma; el control de esa administración corresponde al Poder Legislativo estadal por medio de la Asamblea Legislativa conforme al primer aparte del artículo 19 de la Constitución. Y la sanción de la Ley de Presupuesto del Estado (inciso 3°, artículo 20, Constitución), pudiendo alterar las partidas del proyecto de dicha ley que le corresponde al Gobernador (N° 4, artículo 23), pero sin exceder en ningún caso la estimación de los ingresos del respectivo período hecho por dicho funcionario en el Proyecto (inciso 3°, artículo 2°). Dentro de la gestión que le corresponde realizar al Gobernador como Jefe del Ejecutivo del mismo y de la cual debe dar cuenta anualmente a la Asamblea Legislativa a los fines previstos en el inciso 2° del artículo 20 de la Constitución, dicho funcionario tiene la suprema dirección y la administración de la Hacienda Pública Estadal, y ésta la ejerce por sí mismo o por medio de los funcionarios y empleados de su dependencia que designa, conforme a lo dispuesto en el N° 2 del artículo 23 de la Constitución y con sujeción a lo dispuesto a las leyes estadales sobre Hacienda especialmente Presupuesto. Ahora bien, la “Ley de Asignación Presupuestaria a la Fundación para el Desarrollo del Estado Monagas” en sus dos únicos artículos establece: “Artículo 1°- En la Ley de Presupuesto de ingresos y Gastos Públicos del Estado se incluirá anualmente como aporte a la Fundación para el Desarrollo del Estado Monagas (FUNDEMOS), una partida equivalente a no menos de cinco por ciento (5%) del total de los ingresos estimados en dicha Ley de Presupuesto”. “Artículo 2°- La partida citada, será pagada por dozavos y se hará efectiva mediante recibos otorgados por el beneficiario”. A primera vista aparece que, al sancionar dicha ley, la Asamblea Legislativa excedió su función de control de la Administración Estadal y la facultad que le otorga el inciso 3° del artículo 17 de la Constitución de ejercer ese control previo mediante la sanción anual de la Ley de Presupuesto, pues que en el susodicho estatuto legal pretende ordenar, de una manera permanente, que cada año se incluya en la Ley de Presupuesto, como aporte a la Fundación mencionada, una partida del cinco por ciento (5%) del total de los ingresos estimados en dicha Ley de Presupuesto; al proceder en tal forma pasó por sobre la facultad constitucional que tiene el Gobernador del Estado de presentar cada año a la Asamblea Legislativa el Proyecto de Ley de Presupuesto (inciso 4°, artículo 23, Constitución), restringiendo dicha facultad; pues es en tal Proyecto de Ley de Presupuesto que el Gobernador debe presentar anualmente para su sanción a la Asamblea Legislativa, donde puede establecerse aquella previsión, si bien podría aprobar el Organo Deliberante Estadal, pero solamente cada año. De lo que se desprende que al sancionar la Ley de Asignación Presupuestaria a la Fundación para el Desarrollo del Estado Monagas, la Asamblea Legislativa de dicho Estado quebrantó las disposiciones del número 4° del artículo 23 de la Constitución y del número 3° del artículo 20 de la misma y, consecuencialmente infringe también el artículo 21 de la Constitución que confiere la administración de cada Estado al 116 Gobernador ya que le menoscabo esa facultad, una de cuyas expresiones es la de presentar cada año a la Asamblea Legislativa un Proyecto de Ley de Presupuesto, facultad que por esa Ley cuestionada quedaría restringida permanentemente en lo tocante a la asignación que pudiera el Gobernador incluir o no anualmente con destino para la Fundación del Desarrollo del Estado Monagas. Se deja a salvo cualquier opinión respecto a la constitucionalidad de delegar la administración de parte de los ingresos del Estado en una Fundación de carácter privado sometida a la supervigilancia jurisdiccional (artículo 21 del Código Civil), fuera del control de los órganos estadales y nacionales de control hacendario. OBSERVACION FINAL Es opinión del Ministerio Público, que al considerar que procede la acción de inconstitucionalidad directa de la Ley Estadal impugnada, resulta innecesario analizar las otras imputaciones de legalidad que hacen los actores, amén de que también considera que no deberían promiscuirse en una misma demanda la acción popular de inconstitucionalidad directa con la acción o recurso contencioso-administrativo por ilegalidad o abuso de poder, pues uno y otro tiene naturaleza, procedimiento y consecuencias diferentes. Disposiciones legales contenidas en el documento: CR art:17-3 CR art:19-p.apt CR art:20-2 CR art:20-3 CR art:21 CR art:23-2 CR art:23-4 CR art:215-4 CR art:229 CR art:235 CR Disp.Tran.Q LAPFDEM art:1 LAPFDEM art:2 CC art:21 SCSJSPA 30-05-1966 DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC ASAMBLEAS LEGISLATIVAS GOBERNADORES LEYES NULIDAD PRESUPUESTO RECURSO DE INCONSTITUCIONALIDAD SITUADO CONSTITUCIONAL FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.89-90. 117 020 TDOC REMI DEST UBIC TITL Dictamen Fiscal General de la República Corte Suprema de Justicia Ministerio Público MP N° C.J. 10.653 FGR CSJ FECHA:19721108 Demanda de nulidad de la Ley que creó el Instituto de Beneficiencia Pública y Bienestar Social FRAGMENTO Tengo el honor de dirigirme a ustedes, en mi condición de Fiscal General de la República, con objeto de acusarles recibo del oficio N° 379 del 29 de septiembre de 1971, emanado del Juzgado de Sustanciación de esa Sala, y de sus anexos, las copias certificadas del libelo y auto de admisión relacionados con la demanda de nulidad de la Ley que creó el Instituto de Beneficiencia Pública y de Bienestar Social del Estado Táchira introducida por el doctor Raúl Eduardo Zambrano Lozada, actuando en su propio nombre en ejercicio de la acción popular que le atribuye la Constitución. El 27 de septiembre de 1971, el nombrado Juzgado de Sustanciación admitió la demanda en referencia cuanto ha lugar en derecho, y ordenó la notificación del Fiscal General de la República, acto que se efectuó el día 30 del mes citado; y en uso de la atribución que me señala el artículo 11 y el inciso 10 del artículo 40 de la Ley Orgánica del Ministerio Público, emitido de seguida la siguiente opinión sobre el asunto. I FUNDAMENTO DE LA DEMANDA El impugnante solicita, en uso de la facultad que le confiere el ordinal 10 del artículo 7° de la Ley Orgánica de la Corte Federal, la nulidad de todo el articulado que creó el Instituto de Beneficencia Pública y Bienestar Social del Estado Táchira, sancionada mediante reforma por la Asamblea Legislativa de esa Entidad Federal el 3 de marzo de 1964. Fundamenta sus pretensiones en que dicha ley colide con el número 24 del artículo 136 de la Constitución Nacional, viola el artículo 119 de la misma y colide con lo ordenado en el primer aparte del artículo 230 ejusdem e igualmente denuncia la colisión con el número 17 del artículo 36 de la Constitución del Estado Táchira y la violación de este último. A juicio del actor: con la creación de la referida ley se usurparon funciones y atribuciones concedidas a otro Poder, tal usurpación de funciones vicia dicho acto administrativo al haber interferido la facultad que sólo corresponde al Poder Nacional”. Y finaliza sus pedimentos solicitando, que “…en el fallo recaiga disposición expresa acerca de la nulidad de la determinada Lotería del Táchira por ser ésta consecuencia de la promulgación de la Ley impugnada”. Se observa que para la fecha de presentación de la demanda que se analiza, el 21 de junio de 1971, la ley que mediante aquélla se impugna, o sea, la sancionada por reforma del 3 de marzo de 1964, ya había sido nuevamente 118 reformada el 18 de junio de 1965 y con posterioridad sufrió otra reforma el 31 de julio de 1972. II COMPETENCIA SOBRE LOTERIAS El actor solicita la nulidad de la ley que impugna, en primer lugar, porque considera que no está atribuida a la Asamblea Legislativa del Estado Táchira la creación de una lotería, ya sea- agrega-: “…bajo el mote de lotería o de instituto con apariencia de benéfico…”. Al respecto se observa: Al analizar la ley impugnada se encuentras las siguientes atribuciones que confiere al nombrado Instituto: a) “…la centralización, control y vigilancia de todo lo relacionado con las loterías, de beneficencia pública: “artículo 2°; b) que forman parte del patrimonio de dicho Instituto” …todos los ingresos por conceptos de venta de billetes de Lotería de Beneficencia Pública del Estado Táchira; los impuestos establecidos o que llegaren a establecerse sobre otras loterías y juegos legalmente permitidos; …(artículo 3°); c) “que el Directorio del Instituto de Beneficencia Pública y Bienestar Social del Estado Táchira, nombrará un Administrador general, el cual tendrá a su cargo todo lo relativo a la Administración de la Lotería del Estado Táchira”. (Artículo 8°); y d) que el Directorio del nombrado Instituto puede “Resolver todas las cuestiones relacionadas con la buena marcha de la Lotería”, y, también, “nombrar personas de reconocida solvencia y honorabilidad quienes se encargarán de la fiscalización y resultado de los sorteos”. (Artículo 9°). Las normas antes citadas revelan que entre los objetivos del Instituto en referencia se encuentra todo lo relacionado con juegos legalmente permitidos y con las loterías, especialmente la Lotería del Estado Táchira, cuya administración, explotación, control y vigilancia regula la Ley analizada. Así pues, es obvio que la Asamblea Legislativa del Estado Táchira legisló sobre materia de lotería al sancionar la ley impugnada. Ahora bien, la Constitución de la República en su Título IV “Del Poder Público”, Capítulo II, “De la competencia del Poder Nacional”, estatuye: “Artículo 136.- Es de la competencia del Poder nacional:…24.-La legislación… de loterías, hipódromos y apuestas en general”. Si tomamos en consideración que el principio de competencia de cada Estado es que a esas Entidades les está atribuido todo lo que no corresponda, de conformidad con la Constitución, a la competencia nacional o municipal (artículo 17 ordinal 7°), hay que concluir reconociendo que la materia de loterías no puede ser objeto de regulación por parte del Poder Estadal, porque ello está expresamente atribuido al Poder Nacional, según el ordinal 24, artículo 136 de la Constitución, antes transcrito en parte. Lo antes expuesto sirve para dilucidar dos cuestiones atinentes al caso presente: 119 Primera: Es inequívoco que la Asamblea Legislativa del Estado Táchira al crear el Instituto de Beneficencia Pública y Bienestar Social de esta Entidad, mediante ley del 13 de marzo de 1964, impugnada, le atribuyó a dicho Organismo, facultad sobre materia de loterías, especialmente, la administración y explotación de la Lotería del Estado Táchira, por lo que el nombrado Cuerpo deliberante legisló sobre materia en la que no tenía competencia constitucional, por ser de expresa reserva del Poder nacional lo referente a loterías. Por lo tanto, todo el articulado de la ley impugnada relativo a la materia de lotería colide con el ordinal 24 del artículo 136 de la Constitución de la República, norma ésta suprema. Consecuencialmente la Asamblea Legislativa del Estado Táchira al sancionar las referidas disposiciones sobre lotería usurpo funciones atribuidas a la competencia constitucional del Poder Público (ordinal 24, artículo 136) y violó así el artículo 118 de la Constitución. El Ministerio Público a mi cargo, ha mantenido el criterio de que es de exclusiva competencia del Poder Nacional legislar sobre loterías, así lo expuso, ante esa Sala por mediación del Fiscal Segundo ante la Corte Suprema de Justicia, con relación a la demanda de nulidad del Decreto N° 4, de fecha 13 de enero de 1970, dictado por el Gobernador del Estado Falcón, intentada por el apoderado judicial del Concejo Municipal del Distrito Miranda de ese Estado; en esa ocasión se dijo: “…la competencia sobre loterías que ya había sido otorgada al Poder Nacional por la Constitución de la República de Venezuela de 15 de abril de 1953, le fue ratificada al mismo Poder Nacional de la Constitución vigente, sin que estacomo lo hizo la de 1953- hubiera sancionado ninguna Disposición Transitoria para regir en el ínterin hasta que sea dictada la ley nacional sobre loterías. Por lo tanto, ni los Estados ni por la fuerza, tampoco, los Municipios, tienen ahora competencia sobre esas materias. Es por tal motivo que el artículo 30 de la Constitución no menciona- ni podría mencionar porque en sus propias disposiciones ella no se contradice- como materia de la competencia municipal a las loterías, hipódromos y apuestas en general; y por igual razón, dichas materias no pueden ser objeto de impuestos, tasas y contribuciones municipales. Empero, aun cuando tal situación jurídico-constitucional es sencilla, algunos Municipios en el país han venido quebrantando con insistencia la norma constitucional que otorga competencia exclusiva al Poder nacional para legislar sobre loterías; y se han atrevido, con ostensible usurpación de autoridad, a crear, mediante Ordenanzas, loterías que, de manera alarmante, se vienen extendiendo en el ámbito nacional. Esa evidente usurpación de autoridad de parte de los Concejos Municipales de algunos distritos de los Estados es ineficaz, como lo establece la Constitución, y los actos de esos Cuerpos son nulos, conforme a la propia orden de la Ley Suprema (artículo 119). Usurpación de la autoridad del Poder Nacional en que incidió el Concejo Municipal del Distrito Miranda del Estado Falcón al autorizar a la Junta de beneficencia creada por la Ordenanza promulgada el 2 de diciembre de 1969 para organizar una lotería llamada “Lotería Manaure del Estado Falcón”. Segunda: El actor solicita “…la nulidad de la determinada Lotería del Estado Táchira, por ser ésta consecuencia de la promulgación de la ley cuestionada”. En concreto se debe determinar si la nulidad de la ley impugnada acarrea la de 120 la referida Lotería como afirma el solicitante. Al respecto se observa: Ahora bien, cuando la Constitución de la República del 15 de abril de 1953, otorgó al Poder Nacional la competencia sobre loterías, lo que antes correspondía a los Estados y Municipios, estatuyó en su Disposición Transitoria Cuarta que, “…las loterías estadales y del Distrito Federal, continuarán en la misma forma en que han venido, hasta que se organicen los correspondientes servicios nacionales”. Con esta disposición quedaba expresamente resuelta la vigencia de la regulación sobre las loterías estadales preexistentes para el momento de promulgarse la Constitución antes referida. Aunque dicha previsión no aparece en la constitución vigente, que también otorga la misma competencia al Poder Nacional, ello no impide que se aplique el principio contenido en la Disposición Transitoria parcialmente transcrita. Así se deduce de la sentencia de la Corte Federal de fecha 7 de agosto de 1958, al comentar la ya varias veces mencionada Disposición Transitoria Cuarta. Dice dicha sentencia: “Tal disposición no hace sino coincidir con el criterio teórico y de principios que ha desarrollado esta Corte a través del presente proceso. No basta, en efecto, que al Poder Nacional haya sido atribuida por una nueva norma constitucional la función de legislar sobre una materia que estaba anteriormente dentro del ámbito legislativo de otra rama del Poder Público, para que todas las normas que esas otras ramas hubiesen dictado anteriormente hayan de incurrir en pleno derecho en el vicio de nulidad. Para que tal efecto se produzca es necesario que nuevas normas dictadas por el Poder Nacional declaren expresamente la derogatoria de las normas anteriores, o bien que, recayendo sobre unas y otras las misma materia, al surgir la colisión, entre la nueva ley y la vieja norma, prevalezca la nueva sobre la antigua, en acatamiento de un principio lógico de prevalencia de la nueva, en virtud de la competencia exclusiva atribuida a quien la dicta sobre la materia legislada”. (Gaceta Forense, año 1958, julio a septiembre, N° 21, página 119). El anterior criterio es acogido por la actual Sala Político-Administrativa de la Corte Suprema de Justicia en sentencia del 20 de diciembre de 1967, que expresa: “La Corte Federal en sentencia de fecha 7 de agosto de 1958, resolvió el conflicto…Al ratificar en esa oportunidad el criterio, ese Supremo Tribunal cree conveniente agregar que su ratificación no entorpece la circunstancia de que la Constitución de 1953 haya previsto como norma expresa el derecho transitorio la supervivencia de la legislación local hasta tanto el Poder Nacional legislara sobre la materia, en tanto que la de 1961 omitió una previsión similar. En efecto: las normas constitucionales sólo atributivas de competencia material como las implicadas en aquel proceso y en éste, carecen de posibilidad mientras no sean desarrolladas por la legislación subordinada. Luego, en defecto de ésta se impone la necesidad de mantener la estabilidad del acatamiento jurídico anterior sobre la materia”. (Santos López Trujillo Ortiz, Jurisprudencia Municipal 1936-1969; pág. 115.). En razón de lo antes señalado, se considera que si la ley impugnada además de crear el Instituto de Beneficencia Pública y Bienestar Social del Estado Táchira creaba la Lotería del Estado Táchira, la nulidad parcial de esa ley acarrea como lógica consecuencia de la referida lotería; pero si la nombrada Lotería fue creada con anterioridad a la Constitución de 1953 mediante legislación pertinente, entonces la ley impugnada sólo establecía para ella una 121 nueva reglamentación; es ésta la que se extingue y no la primitiva que la originó y reguló, la cual sobrevive hasta tanto el Poder Nacional dicte la legislación atinente sobre la materia de lotería. Lo antes expuesto se ha planteado en la forma dicha, porque en los anexos del caso recibidos por este Ministerio Público no se evidencia si la referida Lotería fue creada por anterioridad a la ley impugnada, ni en ésta se aclara esa situación. III OTRAS IMPUGNACIONES Además de las impugnaciones ya analizadas, el actor señala otras dos que son: Primera: Que la ley impugnada viola el numeral 17 del artículo 36 de la Constitución del Estado Táchira, el cual establece: “El ejercicio del Poder Legislativo y el control de la administración estadal, corresponde a la Asamblea Legislativa; y son sus atribuciones: 17.- Legislar sobre todas aquellas materias que no sean de la competencia del Poder Nacional o Municipal”. ¿ Cuál es la finalidad del numeral antes transcrito? Es determinar el ámbito de la facultad legislativa de la Asamblea Legislativa de dicho Estado. Como ya se ha señalado, la materia de loterías es de la exclusiva reserva del Poder Nacional, y por eso, la referida Asamblea Legislativa no podía legislar, como lo hizo, sobre dicha materia, aún más, teniendo la prohibición implícita del citado numeral 17. Por lo tanto, la Asamblea Legislativa del Estado Táchira violó también el referido ordinal 17; ilegalidad esa que se traduce en un problema de colisión entre la ley impugnada y el ordinal 24 del artículo 136 de la Constitución de la República. Segunda: Asimismo, el actor considera que la ley impugnada colide con lo ordenado “en el encabezamiento del artículo 230” de la Constitución la cual expresa: “Sólo por la ley, y en conformidad con la ley orgánica respectiva, podrán crearse institutos autónomos”. A juicio del actor, el Instituto de beneficencia Pública y Bienestar Social del Estado Táchira, creado por la ley cuestionada, tiene “todas las características de un Instituto Autónomo, con Administración y Patrimonio propios, funcionando con absoluta independencia, con plena autonomía, con absoluta libertad e independencia, con potestad única…”. El Ministerio Público a mi cargo, considera en virtud del análisis que se hace de la ley impugnada, que no es necesario entrar a considerar la naturaleza jurídica del referido Instituto por cuanto que la evidente nulidad parcial de la ley que lo creó hace inoperante al nombrado Instituto. CONCLUSIONES En resumen, la opinión aquí emitida se sintetiza así: 1°) La Asamblea Legislativa del Estado Táchira al sancionar la ley que crea el Instituto de Beneficencia Pública y Bienestar Social del Estado Táchira, o sea 122 la ley que crea la Lotería del Táchira, legisló sobre una materia que no era de su competencia –LOTERIA-, la que está atribuida por la constitución de la República, de modo exclusivo, al Poder Nacional, de lo que se infiere que dicha Asamblea usurpó funciones correspondientes a otra rama del Poder Público –la Legislación Nacional-; por lo tanto, violó el artículo 118 de la Constitución. Por otra parte, al sancionarse la citada ley, se violó también, el ordinal 17 del artículo 36 de la Constitución del Estado Táchira. 2°) La ley impugnada por regular materia de loterías colide con el ordinal 24 del artículo 136 de la Constitución, en consecuencia, es nulo todo su articulado atinente a la referida materia. 3°) Si la Lotería de Beneficencia Pública del Estado Táchira fue creada antes de promulgarse la Constitución del 15 de marzo de 1953, es legal su funcionamiento; pero no lo sería si su creación tiene fecha posterior a la vigencia de la referida Constitución. Disposiciones legales contenidas en el documento: CR art:17-7 CR art:30 CR art:118 CR art:119 CR art:136-24 CR art:230 CETA art:36-17 LOMP art:11 LOMP art:40-10 LOCF art:7-10 DP N° 4 13-01-1970 LCIBPBSET art:2 LCIBPBSET art:3 LCIBPBSET art:8 LCIBPBSET art:9 SCF 07-08-1958 SCSJSPA 20-12-1967 DESC DESC DESC DESC DESC ASAMBLEAS LEGISLATIVAS CONCEJOS MUNICIPALES CONFLICTO DE LEYES INSTITUTO DE BENEFICENCIA PUBLICA Y BIENESTAR SOCIAL DEL ESTADO TACHIRA LOTERIAS NULIDAD PODER NACIONAL USURPACION DE AUTORIDAD USURPACION DE FUNCIONES FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.91-95. DESC DESC DESC DESC 123 021 TDOC REMI DEST UBIC TITL Dictamen Fiscal General de la República Corte Suprema de Justicia Ministerio Público MP FGR CSJ FECHA:19720422 Se insta a la Corte Suprema de Justicia, Sala PolíticoAdministrativa, a dictar un acuerdo con carácter obligatorio sobre la incompetencia de los Juzgados Penales, de Primera Instancia y Superiores, para conocer de acciones o recurso de amparo, diferentes al amparo de la libertad personal FRAGMENTO Yo, infracristo, César naranjo O, Fiscal General de la República, en mi carácter de director del Ministerio Público que está a mi cargo y bajo mi responsabilidad, respetuosamente me dirijo a esa Recta Sala con el siguiente objeto: En varias oportunidades he manifestado en mis informes anuales al Congreso, la necesidad de que sea sancionada una Ley Orgánica de Amparo, que reglamente la garantía establecida en el artículo 49 de la Constitución; y al mismo tiempo, he expuesto la opinión del Ministerio Público de que, en conformidad con el espíritu que animó a los Constituyentes, la disposición contenida en dicho artículo 49 es de índole programática, y representa una posibilidad para ser desarrollada por el legislador ordinario y los mismos Constituyentes de 1961 reglamentaron exclusivamente, mientras fuera dictada la Ley respectiva, el ejercicio de la garantía de amparo de la libertad personal en la Disposición Transitoria Quinta, señalando el Juez competente, el procedimiento adecuado y los efectos de la resolución judicial. Esta opinión del Ministerio Público, compartida, además, por la mayor parte de la doctrina venezolana, tuvo consagración judicial de la importante sentencia dictada por la Sala Político-Administrativa de la Corte Suprema de Justicia, dignamente integrada por ustedes, el 14 de diciembre de 1970. Copia de dicha sentencia hice llegar a todos los Fiscales del Ministerio Público con las instrucciones de que en todo juicio de amparo del cual fueren notificados expresaran ese criterio. Sin embargo, todavía ocurren casos en los cuales algunos Jueces Penales-de muy buena fe- se creen autorizados por el artículo 49 de la Constitución para conocer de los juicios o recursos de amparo, distintos a los del amparo de la libertad personal. Por ejemplo, el Despacho a mi cargo ha tenido conocimiento de que recientemente el Juez Duodécimo de Primera Instancia en lo Penal de la Circunscripción Judicial del Distrito Federal y Estado Miranda ha conocido, tramitado y resuelto un recurso de amparo que le fue presentado en beneficio de carios profesores de la Universidad Central de Venezuela que se decían afectados en sus derechos académicos y administrativos por una sanción administrativa de la Facultad de Humanidades y Educación. La competencia de los Jueces de primera Instancia en lo Penal para conocer del amparo de la libertad personal y librar un mandamiento de Habeas Corpus 124 está fuera de toda duda, puesto que se trata de una disposición constitucional (Disposición Transitoria Quinta y artículo 251 de la Carta), aun cuando no aparezca expresamente en la disposición de la letra D del artículo 80 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, lo cual se explica fácilmente porque esta última disposición es anterior en fecha a la promulgación de la Ley Fundamental. Pero surge entonces la gravísima duda de si también los Jueces Penales de Primera Instancia de la República son competentes para conocer de las acciones o recursos de amparo en general o sea, de aquellos que tienden a lograr el amparo de cualquier otro derecho establecido en la Constitución o inherente a la persona humana; pero distinto al de la libertad personal. Por ese motivo, el Fiscal General de la República, usando de la facultad que le otorga el artículo 148 de la Ley Orgánica del Poder Judicial y por cuanto así le ha sido solicitado por el Dr. César José Ramos, actuando en su carácter de Asesor de la Comisión Electoral de la Universidad Central de Venezuela, insta respetuosamente a esa recta Sala para que, de conformidad con la atribución que otorga a ella el mencionado artículo 148, en conexión con la Disposición Transitoria Constitucional Décima Quinta, resuelve por medio de un Acuerdo con fuerza obligatoria la duda existente en algunos Jueces y ciudadanos sobre la competencia de los Jueces de Primera Instancia y Superiores en lo Penal de la República, para conocer de esta clase de acciones. Disposiciones legales contenidas en el documento: CR art:49 CR art:251 CR Disp.Tran.Q LOPJ art:80 LOPJ art:148 SCSJSPA 14-12-1970 DESC AMPARO COMPETENCIA JUDICIAL HABEAS CORPUS LIBERTAD FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.99-100. DESC DESC DESC 125 022 TDOC REMI DEST UBIC TITL Acuerdo Corte Suprema de Justicia /sin identificar/ Ministerio Público MP CSJ FECHA:19720424 Acuerdo obligatorio de la Corte Suprema de Justicia en la Sala Político Administrativa, de fecha 24 de Abril de 1972, que resuelve la consulta del Fiscal General de la República FRAGMENTO Visto el oficio N° CJ-5086, del 21 de abril del año en curso, en el cual el Fiscal General de la República, en ejercicio de la facultad que le otorga el artículo 148 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, solicita de la Corte que ésta, por medio de un Acuerdo con fuerza obligatoria resuelva “la duda existente en algunos Jueces de Primera Instancia y Superiores en lo Penal de la República” y se determine, en consecuencia, si dichos funcionarios son o no “competentes para conocer de las acciones o recursos de amparo, en general, o sea, de aquellos que tienden a lograr el amparo de cualquier otro derecho establecido en la Constitución inherente a la persona humana; pero distinto al de la libertad personal”, y visto igualmente el escrito de fecha 24 de abril de 1972, presentado por el Dr. Augusto León G., en su carácter de Presidente de la Comisión Electoral de la Universidad Central de Venezuela, asistido de abogado, en el cual adhiere a la solicitud del Fiscal General de la República e insta a esta Sala a que dicte “un acuerdo que dirima la cuestión de la competencia de los Jueces Penales de la República para librar mandamientos de amparo distintos al Habeas Corpus”, a cuyo efecto acompañó documentación relacionada con la tramitación de una solicitud de amparo presentada por varios profesores de la Universidad Central de Venezuela ante el Juzgado Duodécimo de Primera Instancia en lo Penal de la Circunscripción Judicial del Distrito Federal y Estado Miranda, el cual, según consta de autos en decisión del 17 de abril de 1972, declaró con lugar el mencionado recurso “interpuesto por los profesores: Aureliano Canchita, José Rafael Núñez Tenorio, Alexis Márquez Rodríguez, Gloria Cuenca de Herrera y Manuel Caballero” y “se ordena la restitución de todos sus derechos académicos y administrativos hasta tanto se dicte una decisión definitiva en sus casos”; e igualmente ordenó a la Comisión Electoral de la Universidad Central de Venezuela, reincorporar a los mencionados profesores al Registro Electoral “con toda la plenitud del goce y ejercicio de ese derecho, de acuerdo a lo tipificado en el artículo 4° único de la Constitución Nacional. La Corte Suprema de Justicia, en Sala Político-Administrativa, Considerando: Que en el caso que ha dado motivo a la consulta el Juzgado Duodécimo de Primera Instancia en lo Penal de la Circunscripción Judicial del Distrito Federal, a instancia de los profesores Aureliano Canchita, José Rafael Núñez Tenorio, Alexis Márquez Rodríguez, Gloria Cuenca de Herrera y Manuel Caballero, ordenó la restitución de todos los derechos académicos y administrativos a dichos profesores hasta tanto se dicte una decisión definitiva en sus casos e igualmente ordenó a la Comisión Electoral de la Universidad Central de Venezuela, reincorporarlos al Registro Electoral “con toda la plenitud del goce y ejercicio de ese derecho…”; 126 Considerando: Que los Jueces de Primera Instancia en lo Penal, no tienen otras atribuciones que las que, en razón de la materia, les confieren las leyes de la República, y, en particular, las señaladas en la Quinta Disposición Transitoria de la Constitución y en la letra D) del artículo 80 de la Ley Orgánica del Poder Judicial; Considerando: Que en sentencia dictada el 14 de diciembre de 1970, cuyos fundamentos se dan por reproducidos íntegramente en el presente Acuerdo, este Alto Tribunal decidió que en conformidad con el artículo 206 de la Constitución, corresponde solamente a esta Corte y demás Tribunales de lo Contencioso-Administrativo, conocer de la nulidad de los actos de la Administración Pública Nacional, Estadal o Municipal, y eventualmente suspender los efectos del acto administrativo impugnado, por vía de previo pronunciamiento, Acuerda: En uso de la facultad que le confiere el artículo 148 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, declarar que la competencia de los Tribunales de Primera Instancia y Superiores, en lo Penal, de la República, a que se refiere la Disposición Transitoria Quinta de la Constitución, se limita exclusivamente al conocimiento del recurso de Habeas Corpus previsto en dicha norma; y que en consecuencia, toda decisión que no esté apoyada en la competencia específica de dichos Tribunales o que invada la atribuida por la Constitución y las leyes, a otros órganos judiciales, constituye una usurpación o extralimitación de atribuciones. Disposiciones legales contenidas en el documento: CR art:4 CR art:206 ACSJ 24-04-1972 LOPJ art:80-D LOPJ art:148 DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC AMPARO COMPETENCIA JUDICIAL CONSULTAS CORTE SUPREMA DE JUSTICIA ELECCIONES EXTRALIMITACION DE ATRIBUCIONES HABEAS CORPUS PROFESORES UNIVERSITARIOS UNIVERSIDADES USURPACION DE ATRIBUCIONES FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.100-101. 127 023 TDOC REMI DEST UBIC TITL /sin identificar/ Fiscal General de la República Corte Suprema de Justicia Ministerio Público MP FGR CSJ FECHA:19720504 Competencia de los jueces de Primera Instancia en lo Penal para conocer de lo previsto en los incisos del artículo 367 del Código Penal FRAGMENTO Yo, infrascristo, doctor César Naranjo O., Fiscal General de la República, me dirijo respetuosamente a ustedes con el siguiente objeto: I El artículo 367 del Código Penal, ubicado en el Capítulo III “De los delitos contra la salubridad y alimentación públicas” del Título VII “De los delitos contra la conservación de los intereses públicos y privados”, del Código Penal, fue objeto en 1964 de una de las innovaciones de mayor significado que se le hicieron al mencionado estatuto legal; la reforma consistió en agregarle dos incisos, subdividido el segundo de ellos en varios apartes, en los cuales se describieron tipos de nuevos delitos, que contemplan todas las formas de tráfico, comercio, tenencia, adquisición y suministro, ilícitos, de los estupefacientes, así como el tener locales destinados a su consumo; y los cuales fueron sancionados con penas que alcanzan hasta los ocho años de prisión. Se consideró que la ubicación adecuada de dichas disposiciones era como apartes del artículo 367 del Código Penal, dado que si se contemplaban en nuevos artículos, la alteración de la numeración del articulado del Código traería modificaciones en las citas contenidas en todo su texto que harían por demás laboriosa la corrección de su texto refundido. Es de observar que el artículo 367 del Código Penal se venía refiriendo hasta dicha reforma de 1964, solamente a la puesta en venta de sustancias alimenticias o de otra especie, no falsificadas ni adulteradas, pero sí nocivas a la salud, sin advertir esta calidad, -delito leve que estaba sancionado con una pena de prisión de quince días a tres meses-, motivo por el cual el Código de Enjuiciamiento Criminal en su artículo 413 equiparaba su enjuiciamiento al de las faltas; que según el artículo 23 ejusdem, corresponde a la competencia de los respectivos Juzgados territoriales de Parroquia o de Municipio donde se hubieren cometido. Por otra parte, el referido artículo 413 proviene del Código de Enjuiciamiento Criminal de 1915; y no sufrió reforma en el de 1926, ni tampoco en las que se le hicieron a éste en 1954, 1957 y 1962; o sea, que la reforma del artículo 367 del Código Penal hecha en 1964, para incluir en su texto los delitos relativos a estupefacientes y sus modalidades, fue posterior a la sanción del mencionado artículo 413 del Código de Enjuiciamiento Criminal en 1915, por lo que es ilógico considerar que éste pudiera abarcar en su texto a estos nuevos delitos creados en 1964. Ahora bien, la atribución de competencia en los artículos 23 y 413 del Código de Enjuiciamiento Criminal a los Tribunales de Parroquia o Municipio para conocer de los juicios por faltas y por ciertos delitos (aquéllos que dicho estatuto considera como leves por la pena que les asigna), es especial; en cambio, la competencia judicial para conocer de los nuevos delitos que no pueden ser considerados como leves, ya que tienen asignados una pena de prisión hasta por ocho años debe ser la general; y no debe presumirse que aquella competencia especial pueda estar incluida en un texto 128 procesal anterior en tiempo a la reforma del Código Penal de 1964 que creó dichos delitos; amén de que esta inclusión sería incongruente con la característica de delitos no leves que tienen los que fueron creados en 1964 en los dos incisos de su artículo 367. Fue por tal motivo que la Sala Político-Administrativa a la que tengo honra de dirigirme, cuando resolvió un conflicto de competencia en auto de fecha 6 de diciembre de 1955, publicado en la Gaceta Oficial N° 27.911 del 10 de diciembre del mismo año, acordó que el Juez competente para conocer de los hechos delictuosos previstos en los apartes del artículo 367 del Código Penal, era el Juzgado Octavo de Primera Instancia en lo Penal de la Circunscripción Judicial del Distrito Federal y no el Juzgado Segundo de Parroquia del Departamento Libertador del mismo Distrito. II Ahora bien, la duda ha continuado en el ánimo de algunos Jueces, especialmente los de la Circunscripción Judicial del Estado Táchira; aun cuando la gran mayoría de los demás se inclina por considerar que en estos asuntos son competentes lo de Primera Instancia Penal. En un caso concreto, el Juzgado Superior Segundo Penal de aquella Circunscripción decidió en 24 de noviembre de 1966 que los Juzgados de Municipio son los competentes para conocer de esos delitos; y los Juzgados de Municipio de dicha Circunscripción, mediante una interpretación rigurosamente literal del artículo 413 del Código de Enjuiciamiento Criminal, conocieron en 1971 de 128 procesos por esos delitos, entre ellos de algunos que causaron alarma en la colectividad. Dada la gravedad que ha asumido tanto en el ámbito nacional como internacionalmente el dañino incremento de los delitos de tráfico, comercio, tenencia, suministro y adquisición, ilícitos, de estupefactivos, especialmente en los adolescentes, los jóvenes y los adultos jóvenes, es necesario que sean los Jueces de Primera Instancia en lo Penal quienes conozcan exclusivamente de esos hechos punibles, para que puedan estudiar detenidamente la personalidad de los encausados; los factores que los inclinan a este delito y las demás circunstancias de cada caso. Se hace menester, por lo tanto, un dispositivo legal o judicial que, de manera obligatoria y definitiva, resuelva las dudas e imponga que el conocimiento de los delitos sobre estupefactivos, descritos y sancionados en los apartes del artículo 367 del Código Penal, corresponde al conocimiento de los Jueces Penales de Primera Instancia. III He considerado que no sólo conveniente sino también muy necesario acudir a esa honorable Sala, para solicitar de conformidad con lo dispuesto en el artículo 148 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, que dicte un Acuerdo, con carácter obligatorio, como resultado de la siguiente consulta que le hago: Que cuando el inciso 1° de la letra D del artículo 84 de la Ley Orgánica del Poder Judicial establece: “Son atribuciones y deberes de los Jueces de Primera Instancia por razón de sus respectivas jurisdicciones:… D.-En materia penal: “1°.- Conocer en Primera Instancia de las causas en materia penal cuyo conocimiento no esté atribuido especialmente a otros Tribunal”. Incluye el conocimiento de los delitos que fueron descritos y sancionados en la reforma que se hizo en 1964 al Código Penal en los incisos 1° y 2° de su artículo 367. 129 Viceversa: Que cuando el inciso 1° del artículo 90 de la Ley orgánica del Poder Judicial dice: “Son atribuciones de los Juzgados de Municipio o Parroquias: … “2°.- Conocer de los juicios por las faltas y delitos cuyo conocimiento les atribuye el Código de Enjuiciamiento Criminal”. No incluye a los delitos descritos y sancionados, desde 1964, en los párrafos apartes del artículo 367 del Código Penal. Disposiciones legales contenidas en el documento: CP art:367 CP art:367-1 CP art:367-2 CP art:367-prf.apt CEC art:23 CEC art:413 LOPJ art:84 LOPJ art:90-1 LOPJ art:148 DESC DESC DESC DESC DESC ALIMENTOS COMPETENCIA JUDICIAL DROGAS JUECES SALUD PUBLICA FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.102-103. 130 024 TDOC REMI DEST UBIC TITL Acuerdo Corte Suprema de Justicia /sin destinatario/ Ministerio Público MP CSJ FECHA:19720518 Acuerdo de la Corte Suprema de Justicia respecto a la competencia de los Jueces de Primera Instancia en lo Penal para conocer de lo previsto en los dos incisos del artículo 367 del Código Penal FRAGMENTO El Fiscal General de la República de la República, en escrito fechado el 2 de mayo del año en curso, se dirigió a la Corte para solicitar que ésta, en ejercicio de la atribución que le confiere el artículo 148 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, dicte un acuerdo con fuerza obligatoria donde declare: a) Que el inciso 1° de la letra D del artículo 84 de la citada ley “incluye el conocimiento de los delitos que fueron descritos y sancionados en la reforma que se hizo en 1964, al Código Penal, en los incisos 1° y 2° de su artículo 367”; y, b) Que el inciso 1° del artículo 90 de la misma ley “no incluye a los delitos descritos y sancionados, desde 1964, en los párrafos apartes del artículo 367 del Código Penal”. El máximo representante del Ministerio Público aduce las siguientes razones: Primero: Que el artículo 367 del Código Penal fue objeto de una modificación en el año de 1964 que consistió “en agregarle dos incisos, subdivididos el segundo de ellos en varios apartes, en los cuales se describieron tipos de nuevos delitos, que contemplan todas las formas de tráfico, comercio, tenencia, adquisición y suministro, ilícitos, de los estupefacientes, así como el tener locales destinados a su consumo; los cuales fueron sancionados con penas que alcanzan hasta los ocho años de prisión”. Segundo: Que “la ubicación adecuada de dichas disposiciones era como aparte del artículo 367 del Código Penal, dado que si se contemplaban en nuevos artículos, la alteración de la numeración del articulado del Código traería modificaciones en las citas contenidas en todo su texto que harían por demás laboriosa la corrección de su texto refundido”. Tercero: Que “el artículo 367 del Código Penal se venía refiriendo hasta dicha reforma en 1964, solamente a la puesta en venta de sustancias alimenticias o de otra especie, no falsificadas ni adulteradas, pero sí nocivas a la salud, sin advertir esta calidad, delito leve que estaban sancionando con una pena de prisión de quinde días a tres meses, motivo por el cual el Código de Enjuiciamiento Criminal, en su artículo 413 equiparaba su enjuiciamiento al de las faltas; que según el artículo 23 ejusdem, corresponde a la competencia de los respectivos juzgados territoriales de parroquia o de Municipio, donde se hubieren cometido”. Cuarto: Que 2el referido artículo 413 proviene del Código de Enjuiciamiento Criminal de 1915; y no sufrió reforma en el de 1926 ni tampoco en las se le hicieron a éste en 1954, 1957 y 1962; o sean que la reforma del artículo 367 del Código Penal hecha en 131 1964 para incluir en su texto los delitos relativos a estupefacientes y sus modalidades, fue posterior a la sanción del mencionado artículo 413 del Código de Enjuiciamiento Criminal en 1915, por lo que es ilógico considerar que éste pudiera abarcar en su texto a estos nuevos delitos creados en 1964”. Quinto: Que “la atribución de competencia en los artículos 23 y 413 del Código de Enjuiciamiento Criminal a los Tribunales de Parroquia o Municipio para conocer de los juicios por faltas y por ciertos delitos (aquellos que dicho estatuto considera como leves por la pena que les asigna), es especial; en cambio la competencia judicial para conocer de los nuevos delitos que no pueden ser considerados como leves ya que tienen asignados una pena de prisión hasta por ocho años debe ser la general; y no debe presumirse que aquella competencia especial pueda estar incluida en un texto procesal anterior en tiempo a la reforma del Código Penal de 1964, que creó dichos delitos; amén de que esta inclusión sería incongruente con la característica de delitos no leves que tienen los que fueron creados en 1964 en los dos incisos de su artículo 367”. Sexto: Que por tales motivos esta Sala Político Administrativa de la Corte Suprema de Justicia, al decidir un conflicto de competencia que se suscitó entre el Juzgado Octavo de Primera Instancia en lo Penal de la Circunscripción Judicial del Distrito Federal y el Juzgado Segundo de Parroquia del Departamento Libertador del mismo Distrito, en auto de fecha 6 de diciembre de 1966, (publicado en la Gaceta Oficial N° 27.911 del 10 de diciembre del mismo año), decidió que el conocimiento de los delitos previstos en los nuevos incisos del artículo 367 del Código Penal, correspondía a los Juzgados de Primera Instancia en lo Penal y no a los Juzgados de Parroquia o de Municipio. Séptimo: Que no obstante esa decisión, la cual ha sido acatada y obedecida por la mayoría de los juzgados de la República, en algunos de ellos aún subsiste la duda al respecto como lo demuestra el hecho de que el Juzgado Superior Segundo Penal de la Circunscripción Judicial del Estado Táchira, en sentencia dictada el 24 de noviembre de 1966, decidió que los juzgados de municipio son los competentes para conocer de estos delitos y como consecuencia de esa decisión los juzgados de municipio de dicha circunscripción, “mediante una interpretación rigurosamente literal del artículo 413 del Código de Enjuiciamiento Criminal, conocieron en 1971 de 128 procesos por esos delitos, entre ellos de algunos que causaron alarma a la colectividad”. Octavo: Que dada “la gravedad que ha asumido tanto en el ámbito nacional como internacionalmente de los delitos de tráfico, comercio, tenencia, suministro y adquisición, ilícitos, de estupefactivos, especialmente en los adolescentes, los jóvenes y los adultos jóvenes, es necesario que sean los jueces de Primera Instancia en lo Penal quienes conozcan exclusivamente de esos hechos punibles, para que puedan estudiar detenidamente la personalidad de los encausados, los factores que los inclinan a estos delitos y las demás circunstancias de cada caso”. Noveno: Que por lo tanto se hace menester “un dispositivo legal o judicial que, de manera obligatoria y definitiva, resuelva las dudas e imponga que el conocimiento de los delitos sobre estupefactivos descritos y sancionados en los apartes del artículo 367 del Código Penal, corresponde al conocimiento de los jueces penales de primera instancia”. Vistas tales razones y el criterio establecido en el fallo dictado el 11 de enero de 1966, en la ocasión de decidir el conflicto entre los Juzgados Octavo de Primera Instancia en lo Penal y Segundo de Parroquia de la Circunscripción Judicial del Distrito Federal y Estado Miranda, la Corte Suprema de Justicia, en Sala Político-Administrativa, en ejercicio de la atribución que le otorga el artículo 149 de la Ley Orgánica del Poder Judicial. Considerando: Que entre los delitos cuyo conocimiento corresponde a los juzgados de parroquia o municipio, se incluye el definitivo y sancionado en el artículo 367 del Código Penal que fue promulgado el 13 de julio de 1926, al tenor del cual el que hubiere puesto en venta 132 sustancias alimenticias o de otra especie no falsificadas ni adulteradas, pero sí nocivas a la salud, sin advertir esta calidad, será penado con prisión de quince días a trece meses; Considerando: Que en la reforma del Código Penal de 22 de junio de 1964, se mantuvo dicha norma con la redacción que había tenido hasta entonces, pero le fueron añadidos dos ordinales cuyo texto es así: “Será penado con prisión de cuatro a ocho años: 1°.- “El que ilícitamente comercie, elabore, detente y, en general, cometa algún acto ilícito de adquisición, suministro o tráfico de estupefacientes, tales como opio y sus variedades botánicas similares, morfina, diacetilmorfina, coca de hojas, cocaína, ecgomina, la planta llamada “marihuana”, sus derivados y sales y cualquier otra sustancia narcótica o enervante”. 2°.- “El que ilícitamente siembre, cultiva o realice cualquier acto de adquisición, suministro o tráfico de semillas o plantas que tengan el carácter de estupefacientes o drogas a que se refiere el ordinal anterior”. “El que, sin incurrir en los delitos previstos en este artículo, destine o deje que sea destinado un local para una reunión de personas que concurran a usar sustancias narcóticas o enervantes, será penado con prisión de dos a cinco años”. “Los que asistan al local para el uso de estupefacientes, serán penados con prisión de seis meses a dos años y no gozarán del beneficio de libertad bajo fianza”. “Las penas señaladas en este artículo serán aumentadas en una tercera parte si las sustancias estupefacientes se suministran, aplican o facilitan a un menor de 18 años o a quienes los utilicen para su tráfico”. “Cuando el culpable de alguno de los hechos previstos en este artículo haya cometido el delito por ejercicio abusivo de una profesión sanitaria o de cualquier otra profesión o de arte sujeta a autorización o vigilancia por razón de salubridad pública, la pena será aumentada entre un sexto y una cuarta parte; y se impondrá además, la pena accesoria de inhabilitación para ejercer su profesión o actividad por tiempo igual al de la pena después de cumplida ésta”. Considerando: Que en la mayor o menor severidad de la pena el factor que toma en cuenta el codificador patrio para determinar la competencia que, respectivamente, corresponde en materia penal a los juzgados de primera instancia y a los juzgados de parroquia o municipio; Considerando: Que es así mismo la levedad de la pena con que es castigado el delito previsto en el primer aparte del artículo 367 del Código Penal, el motivo por el cual el legislador atribuyó su conocimiento a los tribunales de parroquia o municipio, circunstancia esta que no concurre en lo que concierne a los delitos previstos en los ordinales añadidos a ese artículo en la reforma de que fue objeto en el año 1964; Considerando: Que al añadir al último de los artículos citados los dos ordinales transcritos, el legislador sólo tuvo en cuenta, además de la razón práctica anotada por el 133 representante del Ministerio Público, la conexidad que en razón de la materia existe entre la figura delictiva establecida en la primitiva parte del artículo y los hechos delictuosos contemplados en los dichos ordinales, por lo que no puede inferirse que su intención fuera extender la competencia excepcional atribuida a los tribunales de parroquia o municipio para conocer del delito previsto originalmente en el artículo 367, a hechos no comprendidos en éste para la fecha de su promulgación: Considerando: Que los Códigos Penal y de Enjuiciamiento Criminal actualmente vigentes- con ligeras modificaciones parciales- fueron discutidos y sancionados conjuntamente por las Cámaras Legislativas en el año 1926, por lo cual, al sancionar el artículo 413 del último de los citados Códigos e indicar en él el procedimiento a seguir y a los juzgados competentes para conocer del delito previsto en el artículo 367 del Código Penal, el legislador no pudo referirse a otra figura delictual que la definida y sancionada únicamente en esa misma oportunidad, en el referido artículado; Considerando: Que son deberes del Fiscal General de la República y de este Supremo Tribuna, respectivamente, velar por la recta observancia y por la uniforme aplicación de las leyes por parte de los tribunales, especialmente, en lo que concierne a la esfera de competencia de los mismos; y Considerando: Que la vigencia simultánea del ordinal primero de la letra D del artículo 80 de la Ley Orgánica del Poder Judicial y los artículos 23 y 413 del Código de Enjuiciamiento Criminal, en concordancia con el artículo 367 del Código Penal, es causa de que surjan razonables respecto de la inteligencia, alcance y aplicación de la ley, en cuanto concierne a la competencia respectiva de los juzgados de primera instancia en lo penal y de los juzgados de parroquia o municipio, en el caso concreto consultado, o sea, el enjuiciamiento de los delitos previstos en los dos primeros incisos del citado artículo 367, Acuerda: Declarar que la competencia especial atribuida a los juzgados de parroquia o municipio por el artículo 413 del Código de Enjuiciamiento Criminal para conocer del delito previsto en la primer parte del artículo 367 del Código Penal, no excluya la competencia de los juzgados de primera instancia en lo penal para conocer de los demás hechos delictuosos previstos en esta última disposición a partir de 1964, en conformidad con el artículo 23 del primero de los citados Códigos, en concordancia con el ordinal 1° letra D del artículo 80 de la Ley Orgánica del Poder Judicial. Disposiciones legales contenidas en el documento: CP art:367 CP art:367-1 CP art:367-2 134 LOPJ LOPJ LOPJ LOPJ CEC CEC SCJSSPA art:84-D art:90-1 art:148 art:149 art:23 art:413 11-01-1966 DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC ALIMENTOS COMPETENCIA JUDICIAL CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DROGAS JUECES SALUD PUBLICA TRIBUNALES FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.104-107. 135 025 TDOC REMI DEST UBIC TITL Oficio Fiscal del Ministerio Público Fiscal General de la República Ministerio Público MP N° CJ-77 FMP FGR FECHA:19720309 Atribuciones sumariales de un cuerpo policial del Ejecutivo del Estado FRAGMENTO Tengo el honor de dirigirme a usted, en la oportunidad de hacer del conocimiento de ese Superior Despacho lo siguiente: En esta Circunscripción Judicial, se encuentra funcionando un Cuerpo Policial denominado Servicios Especiales del Ejecutivo del Estado, y el cual no fue creado por ninguna Resolución o Decreto del Gobernador. Dicho Cuerpo, según información obtenida del Secretario General de la Gobernación, fue creado en base a la atribución que tiene el ciudadano Gobernador del Estado, de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 5° del Código de Policía de esta entidad, es decir, la que le da la facultad de organizar los Cuerpos Policiales. Ahora bien, el mencionado Cuerpo Policial, se ha arrogado facultades de instructor en el proceso penal y como órgano de Policía Judicial, ha procedido a instruir sumarios por delitos comunes y a practicar detenciones conforme a lo dispuesto en el artículo 75-H, del Código de Enjuiciamiento Criminal. En esta forma ya ha existido colisión con la Delegación del Cuerpo Técnico de Policía Judicial de esta ciudad, ya que al denunciarse un delito de acción pública, se presentan en el sitio de los hechos, algunas veces funcionarios de ambos Cuerpos, y hasta la presente fecha los Jueces de Instrucción de esta Circunscripción Judicial han venido declarando írritas las actuaciones prácticadas por los Servicios Especiales del Ejecutivo del Estado Bolívar. Por todo lo anteriormente señalado y en razón de que el criterio del ciudadano Fiscal Primero y del suscrito, es acorde en considerar que dicho Cuerpo Policial no es instructor en el proceso penal por no estar comprendido entre las autoridades a que se refiere el artículo 72- ordinal 5°- del Código de Enjuiciamiento Criminal, por no haber sido creado por ninguna Ley. Hago de su conocimiento también, que a partir del día 28 de febrero de 1972, por orden expresa del ciudadano Gobernador, se ha designado como Jefe del mencionado Cuerpo Policial, al ciudadano Mayor (G.N.) Armando Contreras Roa, quien también es el primer Comandante de la Policía Municipal del Distrito Heres. Ante esta situación planteada, es por lo que, solicitamos de esa Superioridad, instrucciones precisas a fin de ajustar nuestra opinión a la que tenga a bien emitir la Fiscalía General de la República, todo a favor de la unidad de criterio que debe orientar al Ministerio Público para el mejor desempeño de sus funciones… 136 Disposiciones legales contenidas en el documento: CPEB art:5 CEC art:72-5 CEC art:75-H DESC DESC DESC GOBERNADORES POLICIA SUMARIOS FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, p.111. 137 026 TDOC REMI DEST UBIC TITL Oficio Fiscal General de la República Fiscal del Ministerio Público Ministerio Público MP N° CJ-5307 FGR FMP FECHA:19720415 Las policías municipales y de los Estados no tienen carácter de funcionarios de instrucción, porque no se lo da una Ley Nacional, como exige el inciso 5° del artículo 74-A del Código de Enjuiciamiento Criminal FRAGMENTO Me dirijo a usted con el objeto de recibo de su comunicación de fecha 9 de marzo del corriente año, y de sus anexos en relación a cuyos particulares le informo lo siguiente: De conformidad con lo dispuesto en el inciso 24 del artículo 136 de la Constitución, es de la competencia del Poder nacional la legislación de procedimientos. En consecuencia, son las leyes nacionales las que pueden determinar los funcionarios que son instructores del proceso penal y las que pueden atribuir facultades instructoras a cualquiera otros funcionarios con el carácter de órganos de Policía Judicial. El Código de Enjuiciamiento Criminal en el inciso 5°, del artículo 72, determina que son instructores del proceso penal, entre otros: “Las demás autoridades y funcionarios que la ley designe” y en el inciso 5°, del artículo 74-A, señala como órganos de Policía Judicial a: “Las demás autoridades a las cuales, las leyes que regulan sus funciones, atribuyan facultades instructoras”. Las facultades instructoras no pueden ser atribuidas a los órganos de la policía estadal o municipal sino por una ley nacional, no por una ley estadal como el Código de Policía del Estado Bolívar, ni mucho menos por un acto del Ejecutivo regional. El Cuerpo Policial denominado “Servicios Especiales del Ejecutivo del Estado Bolívar” que según la información dada por usted fue creado en uso de la atribución que tiene el Gobernador del Estado de organizar los Cuerpos de Policía de acuerdo con las necesidades del Estado y conforme a lo dispuesto en el artículo 5° del Código de Policía del Estado Bolívar, por las razones expuestas anteriormente no tiene facultades instructoras en el proceso penal. La invalidez jurídica de las actuaciones que se hubieren realizado arrogándose la condición de funcionarios de instrucción debe ser declarada por los Jueces; y al Fiscal del Ministerio Público le corresponde, en pro de la estabilidad de los juicios y de la celeridad en la administración de justicia penal, solicitar de los Jueces de Instrucción que hagan evacuar prontamente, de nuevo, las actuaciones que hubieren llevado a cabo dichos funcionarios de policía. Como esta situación hace perder tiempo en la instrucción del sumario o imposibilita para hacer evacuar otra vez las llamadas pruebas “irrepetibles”, es necesario que los tres Fiscales del Ministerio Público se dirijan al Gobernador del Estado haciéndole ver la conveniencia jurídica de que los funcionarios de dicho Cuerpo Policial de Servicios Especiales no intervengan más en la instrucción de los sumarios en los procesos penales por la comisión de hechos punibles, cuya competencia corresponde solamente a los funcionarios judiciales y de Policía Judicial, de conformidad con lo preceptuado en los mencionados artículos 72 y 74-A del Código de Enjuiciamiento Criminal. La atribución del artículo 10 del Código de Policía del Estado: “Perseguir y aprehender las personas halladas en infraganti delito, así como también los instrumentos con que se ha cometido o intentare cometerse un delito, y los sujetos que sirvan para comprobar su perpetración”. 138 Es legítima, pues está sancionada en la disposición del artículo 183 del Código de Enjuiciamiento Criminal, reglamentaria del número 1°, artículo 60 de la Constitución, y corresponde a la naturaleza propia de una policía destinada a mantener el orden público y velar porque se cumplan las leyes que garantizan los principios fundamentales de la convivencia social (artículo 1°, Código de Policía del Estado Bolívar). La policía estadal debe dar parte sin pérdida de tiempo al Tribunal de Instrucción más inmediato o a la Policía Judicial (artículo 185, segundo párrafo aparte, Código de Enjuiciamiento Criminal). En cambio, el artículo 28 del Código de Policía del Estado Bolívar, que dice: “Las autoridades de policía con el carácter de Funcionarios de Instrucción que tienen por el Código de Enjuiciamiento Criminal, podrán acordar la detención de aquellos individuos sobre quienes recaigan sospechas fundadas, de haber cometido un delito o falta, especialmente si presumen que pueden ocultarse o fugarse. La detención se hará por escrito, con expresión del fundamento que la motiva, y una vez ordenada la detención, será instruida la averiguación correspondiente. Caso de aparecer fundados indicios, se pasarán las actuaciones al Tribunal competente para la continuación del juicio”. Incurre en un error manifiesto, pues el Código de Enjuiciamiento Criminal no da a las autoridades de policía estadales el carácter de funcionarios de Instrucción. Ese artículo 28 debe ser una disposición vieja del Código de Policía estadal que, probablemente, se refería a la del artículo 75 del Código de Enjuiciamiento Criminal de 1926, la cual, a su vez, venía desde el Código de 1882, cuyo texto era: “Las autoridades de policía, para evitar toda dilación, deberán abrir la inquisición sin perjuicio de avisarlo desde luego y de pasar las diligencias que practiquen a uno de los Jueces competentes”. Disposición que fue sustituida en la reforma que sufrió el Código de Enjuiciamiento Criminal en 1954 por el texto vigente que define las atribuciones de la Policía Judicial. Lo mismo puede decirse del artículo 238 del Código de Policía, pues la ley nacional no les da ningún carácter de Jueces de Instrucción. En conclusión: A) Las autoridades de Policía del Estado Bolívar no tienen facultades instructoras en el proceso penal; ni son funcionarios de instrucción. B) Los artículos 28 y 238 del Código de Policía del Estado Bolívar coliden con el Código de Enjuiciamiento Criminal en sus artículos 72 y 74-A, y especialmente con el siguiente precepto de la Disposición Constitucional Transitoria Sexta: “Sólo están facultados para tomar las medidas previstas en el artículo 60 de la Constitución, las autoridades de policía, que de acuerdo con la ley, tengan carácter de auxiliares de la Administración de Justicia”. C) En consecuencia, las diligencias sumariales que hubieren instruido las autoridades de Policía del Estado Bolívar, incluso los del “Servicio Especial del Ejecutivo del Estado Bolívar” carecen de validez jurídica. D) El Juez de Instrucción o el funcionario de Instrucción de la Policía Judicial debe hacerlas evacuar de nuevo. E) Los Fiscales del Ministerio Público, en ejercicio de su doble atribución de velar por la buena marcha de la administración de la justicia en los procesos penales (N° 20, artículo 42, Ley Orgánica del Ministerio Público), y de vigilar las actividades de los cuerpos policiales (N° 1° del artículo 6° de la misma Ley Orgánica) deben solicitar del Gobernador del Estado que dé sus instrucciones para que las autoridades de esos Servicios Especiales del Ejecutivo del Estado no interfieran la instrucción de averiguaciones sumarias por causa de la comisión de hechos punibles, porque ello es de la exclusiva competencia de los funcionarios de instrucción enumerados en el artículo 72 del Código de 139 Enjuiciamiento Criminal y de los Funcionarios de Policía Judicial señalados también en el artículo 74-A de dicho Código. F) En el caso de que los funcionarios de dichos Servicios Especiales estuvieren actuando en algún sumario, los Fiscales del Ministerio Público deben solicitar urgentemente, de esos funcionarios, que pasen el expediente de inmediato a un Juez de Instrucción, y a éste, que lo solicite para evitar dilaciones perjudiciales en el sumario. G) En caso de renuncia o contumacia de parte de los funcionarios de esos Servicios Especiales para atender a estar solicitudes, los Fiscales del Ministerio Público deben solicitar del Gobierno del Estado, en su carácter de autoridad de Policía que la dirige y vigilar en todo el territorio de la Entidad Federal (artículo 2°, inciso 1° del Código de Policía del Estado Bolívar) la aplicación de las correspondientes sanciones disciplinarias de los contumaces. Disposiciones legales contenidas en el documento: CR art:60 CR art:60-1 CR art:136-24 LOMP art:6-1 LOMP art:42-20 CEC art:72 CEC art:72-5 CEC art:74-A CEC art:74-A-5 CEC art:183 CEC art:185-s.prf.apt CPEB art:1 CPEB art:2-1 CPEB art:5 CPEB art:28 CPEB art:238 DESC DESC DESC DESC DESC FISCALES DEL MINISTERIO PUBLICO GOBERNADORES POLICIA POLICIA JUDICIAL SUMARIOS FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.112-114. 140 027 TDOC REMI DEST UBIC TITL Circular Fiscal General de la República Fiscales del Ministerio Público Ministerio Público MP N° CJ-7 FGR FMP FECHA:19720223 Vigilancia de la Ley de Arancel Judicial FRAGMENTO La Federación de Colegio de Abogados de Venezuela, a través de la Comisión que designó para estudiar la recta aplicación de las disposiciones de la Ley de Arancel Judicial en los Tribunales de la República, solicitó de la Fiscalía General su colaboración a fin de que los derechos que causan las actuaciones judiciales se mantengan estrictamente ceñidos a las normas de la referida Ley. En efecto, el cobro de cantidades superiores a las fijadas en ese estatuto, ocasionan graves perjuicios, pues, de una parte, rompe el orden jurídico que se basa en la fiel aplicación de la ley y del acatamiento a sus disposiciones por los ciudadanos y, especialmente, por los funcionarios o empleados judiciales; y, de otra parte, encarece la justicia en materia civil y mercantil, molestando además, el sentimiento de probidad de los abogados en ejercicio, quienes no pueden justificar ante sus clientes cobros que excedan de los fijados en la Ley de Arancel Judicial. La referida Ley es severa y rígida en la materia, al extremo que su artículo 62 establece: “Quienes infringieren las disposiciones contenidas en la presente Ley, una vez demostrada la infracción, serán sancionados con la destitución del cargo. Esta decisión no tendrá apelación”. La misma Ley da una intervención específica al Ministerio Público tanto en la recepción de las denuncias de infracciones a ella (artículo 60), como en cuanto a la intervención en toda averiguación que se abra en ocasión de las infracciones a la mencionada ley (artículo 63). Por otra parte, la doctrina del Consejo de la Judicatura ha expresado: (Sentencia del 20 de septiembre de 1971): “La Ley de Arancel Judicial crea o configura una falta o contravención autónoma contra la disciplina funcional de los funcionarios o empleados judiciales (artículo 61) acompañada allí mismo, de la condigna sanción, la más grave por cierto, como es la destitución del cargo, de la cual puede ser pasible disciplinariamente un funcionario o empleado judicial”. La misma Ley de Arancel Judicial atribuye a los organismos o funcionarios que determina la Ley Orgánica del Poder Judicial la competencia para imponer dicha sanción de destitución del cargo y manda a hacerlo “conforme al procedimiento que ella paute” (artículo 62). Ahora bien, el artículo 120 de la Ley Orgánica del Poder Judicial preceptúa: “Es de la competencia del Consejo de la Judicatura imponer las sanciones disciplinarias de los Jueces Superiores y de Primera Instancia…” y “corresponde a los Jueces Superiores la misma facultad respecto de los Jueces inferiores… de su jurisdicción”; y el artículo 132 señala que las faltas de los Secretarios, Alguaciles y demás empleados de los Tribunales serán 141 sancionados por el Presidente o por el Juez respectivo, según el caso, sin ulterior recurso”. Serán tanto aquel organismo como estos funcionarios en sus casos, a quienes usted deberá transmitir la denuncia de infracción a las disposiciones de la Ley de Arancel Judicial. En consecuencia, la actitud de los Fiscales del Ministerio Público en esta materia, debe ser: PRIMERO.- Poner el mayor celo para que la Ley de Arancel Judicial sea cumplida fielmente por los Jueces y los empleados judiciales en el territorio de esa Circunscripción Judicial. SEGUNDO.- Recibir toda denuncia emanada de los abogados en ejercicio o de cualquier particular y transmitirla sin demora al organismo o funcionario disciplinarios correspondientes. TERCERO.- Conforme a lo dispuesto en el inciso 5° del artículo 220 de la Constitución y en el inciso 6° de la Ley Orgánica del Ministerio Público, intentar directamente la denuncia ante esos organismos o funcionarios disciplinarios, cuando tuviere conocimiento de la infracción. CUARTO.- Intervenir activamente, con imparcialidad y objetividad en esos procedimientos disciplinarios. Disposiciones legales contenidas en el documento: CR art:220-5 LAJ art:60 LAJ art:61 LAJ art:62 LAJ art:63 LOPJ art:120 LOPJ art:132 DCJU 20-9-1971 DESC DESC DESC DESC DESC DESC ABOGADOS ARANCEL JUDICIAL CIRCULARES DEL MINISTERIO PUBLICO COLEGIOS DE ABOGADOS CONSEJO DE LA JUDICATURA JUECES FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.114-115. 142 028 TDOC REMI DEST UBIC TITL Oficio Fiscal General de la República Consejo de la Judicatura Ministerio Público MP N° CJ-1938 FGR CJ FECHA:19720207 Se debe exigir a todos los jueces penales de la República que eviten en la práctica el abuso de la concesión de locales ad hoc a determinados procesados pudientes FRAGMENTO Tengo a honra dirigirme a usted con el siguiente objeto: En dos ocasiones, 18 de julio de 1968 y 10 de mayo de 1971, el Fiscal General de la República se ha dirigido a los Fiscales del Ministerio Público de todas las Circunscripciones Judiciales con el objeto de exigirles la más estrecha vigilancia sobre el acatamiento por parte de los Jueces Penales, a las normas legales que rigen el traslado de los procesados a locales ad hoc, .casa de habitación o clínicas particulares-, ya que el relajamiento de dichas reglas legales por parte de algunos Jueces produce injustificadas consecuencias, como lo es la desigualdad entre las personas sometidas a juicios, ya que mientras los desposeídos de fortuna están siempre obligados, como es lo normal, a permanecer en la cárcel durante la secuela del juicio (excepción hecha de aquéllos a quienes se ha concedido el beneficio de la libertad provisional bajo fianza), otros, que son capaces de pagar los cuantiosos emolumentos que exige una clínica particular, evitan en tal forma el trato común que señala el Reglamento de Cárceles y que en una sociedad igualitaria debe ser común a todos los ciudadanos, amén de que, en la mayoría de los casos, por la necesidad que tienen los Cuerpos Policiales de no distraer unidades de su personal para dedicarlos exclusivamente a estas tareas de vigilar locales ad hoc, los procesados en ellos recluidos quedan sin la “inmediata y directa custodia de la autoridad pública” a que se refiere el artículo 326 del Código de Enjuiciamiento Criminal, que así resulta infringido. Por tales motivos, y con la mayor deferencia, solicito del Consejo de la Judicatura, de su digna presidencia, que estudie la posibilidad de dirigirse a todos los Jueces Penales de la República haciéndoles las consideraciones que estime conducentes con el propósito de evitar que en la práctica se abuse de la concesión de permanecer en locales ad hoc, -casas de habitación, Jefaturas Civiles, clínicas particulares-, a determinados procesados pudientes. Es oportuno reiterar al Consejo de la Judicatura, por la digna mediación de usted, el propósito de continuar una labor de cooperación en la función común a ambos organismos de velar por la buena marcha de la administración de justicia. Disposiciones legales contenidas en el documento: CEC art:326 DESC DESC DESC DESC DESC CONSEJO DE LA JUDICATURA FISCALES DEL MINISTERIO PUBLICO IGUALDAD ANTE LA LEY JUECES LOCALES AD HOC FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.115-116. 143 029 TDOC REMI DEST UBIC TITL Oficio Fiscal General de la República FGR Director de los Servicios de Inteligencia de las Fuerzas SIFA Armadas Ministerio Público MP N° CJ-4322 FECHA:19720417 Uso de armas por parte de las personas que las portan licitamente FRAGMENTO Me dirijo a usted con el objeto de hacerle conocer la opinión del Ministerio Público, bajo mi dirección y responsabilidad, en lo relacionado con el uso de armas por parte de los funcionarios de policía y, en general, de las Fuerzas Armadas. Los periódicos informan con alguna frecuencia de casos en que Agentes de Policía y otros funcionarios armados exceden el límite propio de sus funciones al disparar irreflexivamente sobre personas, sin mediar las fatales consecuencias de sus actos. El artículo 24 de la Ley de Armas y Explosivos determina con precisión aquel límite: “Las personas autorizadas para portar armas conforme a los artículos 21. 22 y 23, no podrán hacer uso de éstas sino para su legítima defensa o en defensa del orden público. Si hicieren uso indebido de dichas armas, quedarán sujetas a las respectivas sanciones establecidas en el Código Penal”. El artículo 282 del Código Penal establece: “Las personas a que se refieren los artículos 280 y 281 no podrán hacer uso de las armas que porten sino en caso de legítima defensa o defensa del orden público. Si hicieren uso indebido de dichas armas, quedarán sujetas a las penas impuestas por los artículos 278 y 279, según el caso, además de las penas correspondientes al delito en que usando dichas armas hubieren incurrido”. El Código de Justicia Militar, artículo 573, sanciona al militar que en actos de servicios o en el desempeño de una comisión relativa a él hiciere innecesariamente uso de armas o de otra violencia contra cualquier persona. El agente de policía y los militares en servicio por consiguiente, hacen uso legítimo de las armas que portan cuando repelen una violencia, vale decir, en legítima defensa; cuando tratan de vencer o quebrantar la resistencia que oponga algún individuo, o un grupo de particulares, contra órdenes de la autoridad legalmente dadas, o cuando actúan para prevenir y contener una violencia o ataque contra el orden público o contra las personas o las propiedades de los particulares; y además, para los militares, cuando no exista otro medio racional para cumplir la orden recibida. Las armas de fuego sólo pueden ser empleadas en “último extremo” por la policía, teniendo que recurrir primero, a medios menos mortíferos de reducción de la resistencia, así por ejemplo: el rolo; o chorros de agua aplicados con mangueras, o gases lacrimógenos, cuando la resistencia es colectiva, por ejemplo: en el caso previsto en el artículo 44 de la Ley de Partidos Políticos, Reuniones Públicas y Manifestaciones. 144 Es imprescindible, pues, que el uso de las armas, para vencer la resistencia opuesta, sea necesario, lo que supone un “comportamiento activo” del ciudadano o de los grupos contra el agente de policía, los militares en servicio u otros funcionarios armados. No basta la mera “desobediencia pasiva” ni la simple fuga del indiciado de haber cometido un delito, para hacer fuego contra partes vitales en su cuerpo. El Supremo Tribunal de la República ha emitido una doctrina que debe ser acatada por todos los tribunales de la misma: “No es función propia y obligada del Agente de Policía, por el hecho de serlo, la de disparar cuando a bien lo tenga y no cuando la necesidad lo obligue…”. (Sentencia del 16 de julio de 1951). Este criterio lo llevo a conocimiento suyo para que tenga a bien hacerlo conocer de sus subalternos; lo que hago no sólo como celador de la exacta observancia de las leyes, sino también en ejercicio de la atribución que me confiere la Ley Orgánica del Ministerio Público de “vigilar las actividades de los cuerpos policiales”. Disposiciones legales contenidas en el documento: LAE art:21 LAE art:22 LAE art:23 LAE art:24 CP art:278 CP art:279 CP art:280 CP art:281 CP art:282 CJM art:573 LPPRPM art:44 SCSJ 16-07-1951 DESC DESC DESC DESC DESC DESC ARMAS FUERZAS ARMADAS LEGITIMA DEFENSA MANIFESTACIONES ORDEN PUBLICO POLICIA FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.117-119. 145 030 TDOC REMI DEST UBIC TITL Dictamen Fiscal General de la República Gobernador del Estado Lara Ministerio Público MP FGR GEL FECHA:1972 Derechos económicos del autor FRAGMENTO I.- Disposiciones legales aplicables: La Ley sobre el Derecho de Autor que derogó el sistema proteccionista establecido en la Ley de Propiedad Intelectual de 1928, establece en su artículo I el ámbito de aplicación de la Ley, el cual comprende “todas las obras de ingenio” sin establecer ningún tipo de distingo. El artículo 5° de la citada Ley precisa los derechos que comprenden el llamado Derecho de Autor e igualmente separa los derechos que corresponden al autor, de los que tuviere el adquirente del objeto material al cual se incorpore cualquier obra del ingenio. El artículo 23 establece el derecho al autor para explotar su obra en la forma que le plazca y extraer de ella beneficios. El artículo 39 distingue, al referirse al derecho de explotación, dos derechos dentro de él: El Derecho de Representación y el Derecho de Reproducción. El artículo 40 en concordancia con los artículos 43, 44 y 25 definen los alcances del derecho de representación. Los artículos 61 a 54 regulan el funcionamiento de las entidades representativas de los autores; los artículos 65 a 70 regulan el contrato de representación. El artículo 114 establece una disposición transitoria en virtud de la cual las entidades autorales existentes para el momento de la promulgación de la Ley podrán seguir funcionando hasta tanto se dicte el Reglamento Ejecutivo correspondiente. II.- Derechos de las entidades autorales Los autores, ante la imposibilidad física de vigilar el uso que se haga de sus obras, en especial cuando se trata de creaciones musicales, se ha visto en la necesidad de agruparse en entidades autorales. La exposición de motivos al proyecto de Ley sobre el Derecho de Autor, establece la conveniencia de la existencia de las citadas entidades y auspicia un régimen de libertad de asociación, en contraposición al sistema monopolístico y estatista que se aplica en otros países. Así, en dicha exposición se asienta: “El derecho comparado demuestra que, a veces, se autoriza con tal objeto, una sola entidad de derecho público; a veces, se autoriza con tal objeto, una sola organización de derecho privado sometiéndola al control estatal; y a veces se admiten varias entidades privadas, controladas o no por el Estado. El Proyecto considera preferible en la materia, no crear antes de derecho público ni posiciones de monopolio, pero ante los grandes intereses patrimoniales y morales que están en juego, juzga necesario establecer la superintendencia estatal sobre las entidades privadas, a las cuales se concederá autorización para ejercer dicha actividad, de conformidad con la reglamentación de la Ley que dictará el Ejecutivo Nacional”, (pág.10). Es conveniente sin embargo, la existencia de una sola entidad por cada género, en beneficio del público y de los autores ya que varias entidades crearía confusión, entre los diversos autores de un mismo género. En el proyecto se establecía un artículo dentro de la sección correspondiente a las referidas entidades, en el cual se preveía la situación de las que existieran antes de la vigencia de la Ley. Dicha norma, sin ninguna modificación, fue trasladada posteriormente al Capítulo contentivo de las disposiciones transitorias. De conformidad con las reglas aplicables, artículo 114 de la Ley, las entidades autorales constituidas 146 antes de la entrada en vigencia de la Ley, pueden representar a los autores y fijar tarifas por el uso que se haga de los repertorios que representa, siempre y cuando, tales tarifas fueren publicadas con anticipación. En el caso que se consulta, consta avisos en los periódicos enviados por la Fiscal Primera del Estado Lara, que SACVEN, ha publicado las tarifas aplicables a los repertorios de las rocolas ubicadas en sitios públicos, por lo que la citada entidad, tiene cualidad para cobrar en nombre de los autores que representa y de acuerdo a la tarifa publicada por ella. Es pertinente observar, que sería recomendable que el Ejecutivo Nacional al reglamentar la Ley, fije pautas para la determinación de las citadas tarifas, pues la ausencia de limitación podría llevar a prácticas abusivas. Igualmente es conveniente, que en el citado reglamento se consagren disposiciones que regulen la distribución de los beneficios obtenidos por las entidades autorales, con el fin de salvaguardar los verdaderos derechos del autor. Igualmente es recomendable que el Ejecutivo al reglamentar la Ley, se asesorara con la CISAC (confederación Internacional de Sociedades de Autores y Compositores), con sede en París, organismo privado internacional que regula las relaciones entre las sociedades de 88 países. III.- El Derecho de representación En nuestra legislación se incurre en el mismo vicio de la reglamentación francesa sobre esta materia. Véase en efecto, que en ambos sistemas se denomina derecho de representación a lo que debiera ser más bien derecho de ejecución pública y derecho de transmisión, como lo consagra el Acta de Estocolmo del 14 de julio de 1967, al revisar el Convenio de Berna en su artículo 11 al decir: “Los autores de obras dramáticas, dramático-musicales y musicales gozan del derecho exclusivo de autorizar: 1) La representación y la ejecución pública de sus obras, comprendido en ello la representación y la ejecución públicas por todos los medios y procedimientos; 2) La transmisión pública por todos los medios, de la representación y de la ejecución de sus obras”. Es importante analizar lo que al respecto se ha establecido en la doctrina francesa, puesto que la propia Exposición de Motivos del proyecto de nuestra Ley asienta que: “De conformidad con la Ley francesa se señala el derecho de representación y el de reproducción como las dos subespecies del derecho de explotación correspondiente al autor”. Se definen ambos conceptos y se indican a título enunciativo sus principales formas. Por otro lado, el profesor PIERRE RECH en su obra “Le Droit D´Auteur. Une Nouvelle forme de Propieté”. (Libraire Generale de Droit et de Jurisprudente, París 1969), asienta que “El derecho de representación debe ampliarse en la misma medida en que aparecen nuevas formas técnicas de difusión. En lugar de hablarse de representación exclusivamente, se debiera agregar el derecho de transmisión, como algo autónomo”. (Págs. 160 a 167). Incluso la Ley alemana de 1965 habla del derecho de publicación en lugar del derecho de representación. En razón de lo dicho y de conformidad con los términos de la Ley, el derecho de representación vendría a ser no sólo al presentación al público de una obra, sino su divulgación o transmisión por cualquier medio que fuere. Esta definición extensiva del concepto de representación, tiene como su fundamento en la norma contenida en el artículo 42, de acuerdo con la cual se presume la ilicitud de cualquier representación hecha sin la autorización del autor. Esta disposición en concordancia con el artículo 43 revela que para el Legislador la representación no se define ni por el medio de divulgación que se usa, ni por el destino que se le dé a las obras. Véase que en el artículo 43 de la Ley, no se les quita a las excepciones en él contenidas, la denominación de representación. De conformidad con lo expuesto, véase lo que expresa la exposición de motivos del proyecto, pág. 22: “El proyecto indica a continuación, los límites puestos a los derechos de explotación. Se señala en primer lugar, las representaciones lícitas. Estas son las hechas en un círculo cerrado de personas- concepto que, en lo esencial, coincide con el círculo de personas íntimas 147 del artículo 120, ordinal 2° de la ley vigente- siempre que no se cobre por la entrada. Se agregan las representaciones públicas con fines de utilidad general sin provecho para ninguno de los participantes, a saber, ni siguiente para los ejecutantes; esta solución parece más realista que el sistema seguido en Francia, donde se considera violado el derecho de autor por tales representaciones, pero se autoriza para su organización a ciertas sociedades, contra el pago de un franco de retribución anual. (Ver Desvíos, Le droit d´auteur, 1950, n. 400)”. Más adelante el mismo proyectista ratifica el criterio amplio con que debe definirse el derecho de representación; así asienta: “Título III “De la explotación de la obra por terceros”, Capítulo II: De los principales contratos de explotación. Los principales contratos de explotación son el contrato de representación y el de edición. El concepto del primero es muy amplio, en consonancia con la amplitud del concepto de representación en el proyecto, e inclusive todos los casos en que el autor o sus derecho-habientes ceden en las condiciones que determinan, a una persona física o jurídica, el derecho de representar la obra”. En la jurisprudencia internacional encontramos casos parecidos al planteado y los cuales han sido resueltos fundamentándose en normas similares a las nuestras. Así por ejemplo, el Juzgado de Primera Instancia de Madrid decidió que: “La ejecución de obras por medio de gramolas, practicada ante los pasajeros congregados en el salón de un buque para recreo y atracción de los mismos, rebasa la órbita familiar y privada que expresamente exceptúa de sus prescripciones el citado artículo 19… y que siempre resultará que, constituyendo la ejecución musical uno de los varios elementos del confort de que la compañía rodea a su clientela, incluye en las condiciones de atracción de pasajeros a los barcos, representando ventaja notoria respecto a otras empresas competidoras que no cuentan con ese motivo de estímulo al que por tanto ha de atribuirse una participación siquiera sea imprecisa…”. (Normas Procesales de Especificación de Propiedad Intelectual, J. Morales Valverde. Industrias Gráficas Grasa, Barcelona 1971, págs. 76 y 77). Es todavía más aleccionadora en cuanto a la amplitud que debe concedérsele al derecho de representación, la sentencia dictada por el Tribunal Económico Superior de la República Federal de Croacia, Yugoslavia, del 5 de diciembre de 1955, que estimó procedente el pago de derechos por ejecución de obras por un receptor de radio. Igualmente el Tribunal Supremo de Dinamarca decidió en Sentencia del 10 de enero de 1972 que la ejecución de música en talleres, durante el trabajo que se efectúa en los mismos constituye una ejecución pública con el fin comercial o de rendimiento o mejoraras en el trabajo. De acuerdo a lo dicho habría que examinar, en el caso concreto planteado, si hay representación y si ésta se hace en un círculo cerrado de personas, de lo cual se desprende que en la interpretación de nuestra legislación vigente, incurrirían en representación aquellas empresas que suministran el servicio denominado “Ambiente Musical”, así como los usuarios de ese servicio. El derecho del adquirente de un disco, es evidentemente el de disfrutar de la pieza o piezas contenidas en él. Mas, por esta circunstancia no deja de ser representación, sólo puede realizarse sin autorización del autor, porque su uso no implica lucro. Es evidente por lo tanto, que si ese disco se coloca para ser oído en un sitio público y constituye además un atractivo y general igualmente beneficios adicionales, el autor debe tener una participación de dichos beneficios. Incluso varias empresas disqueras, tanto en Venezuela como en el extranjero (Acuerdo de Roma), pretenden que en su favor se considere un derecho conexo al derecho de autor, el uso que se haga de sus discos con fines comerciales. No es el caso entrar a conocer de esta controversia, mas su existencia revela y conforma, que en todo caso el autor tiene derecho a percibir beneficios cuando se hace uso de sus obras grabadas en discos, en sitios abiertos al público y de las cuales deriva el propietario del objeto usado para la transmisión (rocolas, pick-up), ganancias adicionales. Véase que nuestro legislador establece un régimen especial con relación a las radiodifusoras, y en el último aparte del artículo 67, limita las posibilidades de difusión de la obra que le ha sido dada por el autor. Para concluir es conveniente señalar que en artículo 51 establece la regla de que “La cesión 148 del Derecho de Representación no implica la del Derecho de Reproducción ni viceversa”. Disposiciones legales contenidas en el documento: LDA art:5 LDA art:19 LDA art:23 LDA art:25 LDA art:39 LDA art:40 LDA art:42 LDA art:43 LDA art:51 LDA art:61 LDA art:65 LDA art:66 LDA art:67 LDA art:67-Ult.ap LDA art:68 LDA art:69 LDA art:70 LDA art:114 LDA art:120-2 CBE art:11 STSD 10-01-1972 DESC DESC DERECHO DE AUTOR MUSICA FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.118-121. 149 031 TDOC REMI DEST UBIC TITL Circular Fiscal General de la República Fiscales del Ministerio Público Ministerio Público MP N° CJ-18 FGR FMP FECHA:19720821 Libertad bajo fianza FRAGMENTO Tengo el agrado de dirigirme a usted con el objeto siguiente: Vivamente preocupado el Ministerio Público que dirijo y está a mi cargo y responsabilidad, por la situación de crónico hacinamiento en que se encuentran los procesados recluidos en la mayor parte de los Internados Judiciales y Cárceles de la República, motivado principalmente al exceso de trabajo que abruma a los dignos Jueces Penales de Primera Instancia y Superior de las Circunscripciones Judiciales de la República, cuyo número no es proporcionado a la densidad actual de la población ni al incremento de la delincuencia con el apareamiento de nuevas formas de delitos, y preocupado también porque dicha situación pueda afectar el derecho constitucional a la libertad personal y a otros derechos judiciales reconocidos en convenciones internacionales a favor de los reclusos, vengo a darles las siguientes instrucciones que deseo sean cumplidas dentro de la mayor brevedad: PRIMERA.- Considera el Ministerio Público que aquellos detenidos en Establecimientos Carcelarios existentes en su jurisdicción, sentenciados a pena privativa de la libertad en primera instancia de proceso, y quienes esperan el fallo del Tribunal Superior y de hacerse el cómputo correspondiente, han cumplido ya la pena impuesta, tienen derecho a obtener el beneficio de libertad bajo fianza de cárcel segura de acuerdo con las prescripciones del inciso tercero del artículo 320 del Código de Enjuiciamiento Criminal, respaldado por la garantía sexta del artículo sesenta de la Constitución. En consecuencia, se servirá usted indagar prontamente en la población carcelaria de esa jurisdicción, cuáles de los reclusos se encuentran en tal situación procesal, con el objeto de proceder a solicitar directamente el respectivo Tribunal Superior el beneficio mencionado, siempre, por supuesto, que no exista en contra de ellos alguna de las excepciones señaladas en el mismo artículo 320 del citado Código. SEGUNDA.- Luego de un reflexivo estudio de la disposición contenida en el primer párrafo aparte del inciso 1° del artículo 320 del Código de Enjuiciamiento Criminal, el Ministerio Público ha cambiado la opinión que venía sosteniendo desde mediados de 1965 y se ha afirmado en la que les expongo de seguida: A diferencia de la situación procesal objetiva, descrita anteriormente en el encabezamiento de este mismo inciso 1°, del artículo 320, la cual solo toma en consideración el delito cometido, en abstracto, imputado al reo en el escrito de cargos por el Fiscal del Ministerio Público; la otra situación prevista en el siguiente párrafo aparte del propio inciso 1° de dicho artículo, al contrario, toma en cuenta las condiciones personales del reo, en concreto, que resultan de las diligencias que forman el sumario y de aquellas que se lleven a 150 cabo en la incidencia de solicitud del beneficio. En efecto, el Juez debe considerar para resolver dicha solicitud, principalmente, las condiciones personales del reo; y que ella, según la moderna doctrina de la Casación, desde 1953, de alevosía, premeditación o ensañamiento y que no sea reincidente, -índices todos de una mayor peligrosidad de aquél- y, además, el procesado debe llevar al expediente la buena conducta anterior al delito, como demostración de ausencia de peligrosidad. A estas consideraciones se aúna otra, aunque accesoria; que esa disposición legal no señale expresamente que se debe tomar en cuenta el límite superior de la pena imputada, como sí se expresa en la situación objetiva descrita en el encabezamiento del inciso 1°. Es un hecho notorio que el legislador en los últimos Códigos de Enjuiciamiento Criminal sancionados o modificados, después de 1915, ha querido ampliar la concesión del beneficio de la libertad bajo fianza; así lo dijo el proyectista de 1957; así lo demuestra la reforma que se llevó a efecto ese año y también la de 1962 con la extensión del beneficio a los delitos culposos por la que abogó el Maestro Borjas en 1918; en el mismo sentido se inspira la reforma de la Ley de reforma de la Ley de Tránsito Terrestre que permite conceder dicha libertad aun durante el sumario. Amplitud que también se encuentra en las legislaciones procesales de corte liberal de los principales países del mundo. El hecho de que sea indispensable la prueba de la buena conducta predelictual, y que ella, según la moderna doctrina de la Casación, desde 1953, puede ser apreciada por el Juez como circunstancia atenuante, no se compadece con la persistencia en sostener que en esta situación procesal debe ser tomado en cuenta el límite superior de la pena. De todos modos, la concesión de la libertad bajo fianza, en este caso, queda sometido al ponderado criterio de los rectos jueces penales, por ejemplo, en los casos de que el delito hubiera sido cometido en contra de una mujer encinta, y hubiera puesto en peligro la vida de alguna persona. Las consideraciones anteriores han llevado al Ministerio Público a la conclusión de que, cuando existan los extremos legales que atañen a la persona del procesado y la pena del delito imputado al reo, en la forma normalmente aplicable en el caso concreto, no exceda de tres años, es procedente la liberación bajo fianza. Además de los fundamentos jurídicos expuestos anteriormente, la nueva tesis del Ministerio Público se ampara también en razones de política criminal, pues si la privación de libertad durante todo el tiempo que dure el proceso por sí mismo, en la mayoría de los casos constituye un factor de desquiciamiento en el orden personal y en el familiar, el hacinamiento que sufren los reclusos actualmente en la mayoría de los establecimientos carcelarios, hace preferible evitar al detenido, dentro de los estrictos cauces legales, una reclusión injusta por indebidamente prolongada que lo perjudicaría moral, intelectual y físicamente, sin posibilidad alguna de rehabilitación o resocialización. Por demás está agregar que los requisitos legales que se impongan para acordar el beneficio deben dar garantía suficiente de que el liberado se presentará al Tribunal cuanto veces sea requerido por éste para el normal desarrollo del proceso, como también que si la sentencia fuera condenatoria, se podrá hacer efectiva la sanción penal privativa de libertad. TERCERA.-Vigilará usted porque cuando sea acordada la libertad de una persona, los Alguaciles o empleados de los Tribunales no cobren ningún emolumento por llevar la boleta a la cárcel, porque ese cobro sería inconstitucional y acarrearía la destitución del funcionario de acuerdo a lo establecido en el artículo 61 de la Ley de Arancel Judicial; lo que de ocurrir, 151 usted debe denunciar inmediatamente a los efectos del procedimiento disciplinario. Le doy, pues, instrucciones de sostener, con objetividad e imparcialidad, este nuevo criterio ante los respectivos Tribunales. Disposiciones legales contenidas en el documento: CEC art:320 CEC art:320-1 CEC art:320-1-p.prf.apt LAJ art:61 DESC DESC DESC DESC DESC DESC CIRCULARES DEL MINISTERIO PUBLICO LIBERTAD CONDICIONAL PENITENCIARIAS PRESOS PROCEDIMIENTOS DISCIPLINARIOS SUMARIOS FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.121-122. 152 032 TDOC REMI DEST UBIC TITL Oficio Fiscal General de la República Fiscal General de la República Ministerio Público MP N° CJ-143 FGR FGR FECHA:19720106 Plausible iniciativa de crear el cargo de trabajadora social al servicio de las Fiscalías del Ministerio Público en los Teques FRAGMENTO Me dirijo a usted con el objeto de acusarle recibo de su oficio N° 533, fechado a 24 del corriente, anexo al cual remitió la copia fotostática de la comunicación que dirigiera el Gobernador del Estado Miranda a usted y a la Fiscal Primero del Ministerio Público de esa Circunscripción Judicial referente a la inclusión en el Presupuesto Estadal para el año 1972, de una partida especial destinada al pago del sueldo de dos Trabajadores Sociales que, a tiempo completo habrán de prestar sus servicios técnicos respectivamente en las oficinas de usted y de la Fiscal Primero. Esos nuevos funcionarios serán para ustedes de utilidad extraordinaria como auxiliares eficaces en el cumplimiento de la nueva obligación que tienen los Fiscales del Ministerio Público por la Ley Orgánica: “Indagar las circunstancias personales y ambientales que permitan un mayor conocimiento de la personalidad del enjuiciado”, obligación legal que pone al Ministerio Público a tono con las más modernas orientaciones del Derecho Penal y del Derecho Procesal penal en el sentido de tratar que la sanción que se imponga al culpado se adopte de manera adecuada a sus condiciones personales; teniendo en cuenta y procurando desde el mismo pronunciamiento de la sentencia, la futura y más propia y eficaz readaptación a la sociedad del penado. Por otra parte, esa indagación hará imprescindible en los casos de suspensión del proceso, de sentencia suspendida, de sentencia condicionada y de medidas de seguridad, otros tantos nuevos institutos que prevén los Proyectos de Ley Especial y de Código Penal, actualmente sometidos a consideración del Congreso. Sírvanse ustedes, por consiguiente, utilizar los servicios de esos empleados técnicos, en la labor señalada, especialmente cuando se trate de procesados primarios y también cuando lo consideren necesario, en los juicios de divorcio. Dicha colaboración con la labor del Ministerio Público por parte, tanto del Gobernador como de la Asamblea Legislativa del Estado Miranda, es propia de funcionarios respetuosos del orden jurídico, que han hecho realidad en la práctica el principio constitucional de que los órganos del Poder Público deben colaborar entre sí en la realización de los fines del estado. Sírvanse presentar al Gobernador y a la Asamblea Legislativa del Estado Miranda, en nombre del Ministerio Público que está a mi cargo y bajo mi dirección, las gracias más cumplidas por tan encomiable cooperación, y en mi propio nombre mi gratitud por los conceptos que el primero de ellos emitió sobre mi persona. DESC DESC DESC MINISTERIO PUBLICO PRESUPUESTO TRABAJADORES SOCIALES FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, p.124. 153 033 TDOC REMI DEST UBIC TITL Memorando Consultoría Jurídica /sin destinatario/ Ministerio Público MP DCJ FECHA:19720209 Competencia internacional del tribunal extranjero en materia de exequatur FRAGMENTO I HECHOS Por ante el Tribunal de la Comarca de Funchal, Isla de Madeira, República de Portugal, el ciudadano Alfredo Justiniano Cámara, a quien se considera que reside en Caracas, Venezuela, intentó acción, con proceso ordinario, contra su mujer María Lizete Paula Escorcio, de oficios del hogar, vecina de la Calle del Aspirante Mota Freitas, N° 17, Parroquia de Santa María Mayor, ciudad de Funchal, solicitando con fundamento en el adulterio de su cónyuge, vida y costumbres deshonestas de ésta y otros aspectos que ofenden gravemente la integridad moral del solicitante, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 1378, párrafos a), e) y g), aplicable “ex vic”, del artículo 1792, ambos del Código Civil Portugués, que fuera decretado el divorcio entre ellos. Citada la reo, no contestó, admitida la causa, donde doctamente se decidió ser el Tribunal competente, y el proceso no adolece de nulidades; estando las partes de personalidad y capacidad jurídica, que eran legítimas, el actor representado por apoderado judicial y que no habían excepciones o cuestiones previas de oficio que conocer, se designó día para la audiencia de discusión y juzgamiento, lo que posibilitó responderse a la materia de hecho y se decidió. Quedó establecido que la demandada señora María Lizete Paula Escorcio, hizo una vida bastante disoluta, en especial de noche, en compañía de personas de reputación dudosa y también que ingreso el 2 de febrero de 1969 al Hospital de la Santa Casa de la Misericordia de Funchal, fue operada de urgencia y dio cuenta a luz una niña. Con fundamento en la vida y costumbres deshonestas de la cónyuge, María Lizete Paula Escorcio, se autorizó y decretó, para todos los efectos legales, el divorcio definitivo entre aquella y el actor Alfredo Justiniano Cámara, declarando disuelto el vínculo matrimonial que ambos contrajeron en fecha 9 de febrero de 1948, en la Conservaduría del Registro Civil de Funchal; se declara a María Lizete Paula Escorcio, la única culpable de la disolución del matrimonio. Se condena en costas a la demandada; se expresa, asimismo, que el Tribunal cumple con los artículos 101 y 103 de su Código de Registro Civil, y también con el artículo 549, ejusdem, y por haber una hija menor con el artículo 1412, numeral 2°, del Código de Procedimiento Civil. II EL DERECHO El artículo 747 del Código de Procedimiento Civil establece: “Sólo la sentencia dictada en países donde se conceda ejecución a las sentencias 154 firmes pronunciadas por poderes judiciales de Venezuela, sin previa revisión en el fondo, podrán declararse ejecutorias en la República. Tal circunstancia deberá probarse con instrumento fehaciente”. 1°.- A este respecto se observa que el artículo 409 de la Convención de Derecho Internacional Privado aprobado en la Sexta Conferencia Internacional Americana el 20 de febrero de 1928 y ratificado con enmiendas por Venezuela en 1932, llamado por acuerdo de la misma Conferencia “Código Bustamante”, en el Capítulo II del Título Séptimo, dedicado a las Reglas especiales sobre la prueba de leyes extranjeras” prescribe en su artículo 409: “La parte que invoque la aplicación del derecho de cualquier Estado contratante en uno de los otros, no distinta de ella, podrá justificar su texto, vigencia y sentido mediante certificación de dos abogados en ejercicio en el país de cuya legislación se trate, que deberá presentarse debidamente legalizada”. Este principio procesal de derecho internacional privado, aunque no es obligatorio para Venezuela con respecto a los países que no hacen parte o que no firmaron la Convención mencionada, es el seguido normalmente para cumplir con el requerimiento señalado en el citado párrafo aparte del artículo 747 del Código de Procedimiento Civil. Considera el Ministerio Público que, que aun cuando la Jurisprudencia sobre las formas en que deba hacerse esa certificación no ha sido uniforme, no debe adoptarse un criterio rigorista como el expuesto en sentencia de 15 de febrero de 1957 (“Gaceta Forense”, S.E. N° 15, pág. 90) sino más bien que, si dado el largo tiempo transcurrido desde que fue admitida aquella certificación, ocho años y nueve meses ha, creyera la Sala que la copia certificada presentada por el actor no es suficiente, bien podría, como auto para mejor proveer, solicitar de oficio por la vía diplomática antes de sentenciar, que el Estado de Portugal proporcione un informe sobre el texto, vigencia y sentido del derecho aplicable; o bien, si el Tribunal conoce éste, bien podría aplicarlo de oficio. 2°.- En cuanto a los requisitos exigidos por el artículo 748 del Código de Procedimiento Civil, se observa: a) Necesario es “Que la sentencia no verse sobre bienes inmuebles situados en Venezuela” (inciso 1°), mas, no aparece de la sentencia cuya ejecución se solicita, que ella verse sobre bienes inmuebles con tal ubicación. b) Requiérese también “Que se haya dictado por una autoridad judicial competente en la esfera internacional” y al respecto ha de tomarse en cuenta que en Venezuela es una norma positiva de derecho internacional privado en materia procesal, la de la sumisión expresa o tácita, de los litigantes, siempre que uno de ellos por lo menos, sea nacional al Estado o que pertenezca al Tribunal sentenciador o que tenga en él su domicilio y salvo el derecho local contrario. Esta norma rige entre los países que han suscrito el antes mencionado Código Bustamante en cuyos artículos 318 y 322 está sancionada. Respecto a países no firmantes del Código Bustamante, o a no americanos, en Venezuela se puede considerar como un principio de derecho internacional privado en relación con la competencia indirecta del Tribunal extranjero la mentada regla de la sumisión, conforme a lo dispuesto en el artículo 8° del Código de Procedimiento Civil, ya que, en efecto, ninguna norma legal expresa, fuera de las excluyentes como son la ya mencionada del inciso 1° del artículo 748 del Código de Procedimiento Civil y la del artículo 358 del Código de Comercio (“la jurisdicción que corresponde a Venezuela, según sus leyes, por contratos de seguros celebrados con compañías extranjeras, es irrenunciable en todo caso”), existe en Venezuela sobre competencia judicial en materia internacional de los tribunales extranjeros (competencia internacional indirecta) por lo cual bien puede admitirse como criterio sobre esta competencia la extensión de las normas positivas aceptadas por Venezuela en el Código Bustamante. Así lo ha admitido buena parte de las sentencias del Supremo Tribunal de la República que han condensado una jurisprudencia, la cual ha sido respaldada por la doctrina de nuestros 155 profesores. Así, por ejemplo, en una sentencia dictada el 21 de enero de 1947 por la Antigua Corte Federal y de Casación, sobre la Ponencia de su Presidente el profesor de Derecho Internacional Privado, doctor Lorenzo Herrera Mendoza, se lee: “Y si bien se acepta la prórroga o extensión de la jurisdicción por razón del territorio, así en el derecho procesal interno como en el internacional por fuerza de la autonomía de la voluntad de los litigantes; tal voluntad no es omnímoda; una de sus limitaciones de mayor relieve es la de que, por el respeto debido a la soberanía de cada Estado, no se permite extender, por voluntad particular, la jurisdicción de otro Estado, sino bajo la condición precisa de que uno de los litigantes, por lo menos, sea nacional del Estado o que el Juez pertenece o tenga en él su domicilio”. El 5 de febrero de 1955 la extinguida Corte Federal sobre ponencia del doctor Héctor Parra Márquez, ratificó la doctrina anterior, agregando: “…además, en el caso de sometimiento tácito del demandado éste debe apersonarse en el juicio y actuar en él, sin oponer la excepción delinatoris fori”. “Tal principio es admitido entre nosotros. Aparte de la jurisprudencia sentada por la Corte Federal y de Casación, hoy extinguida, Venezuela es signataria del Código de Derecho Internacional Privado o Código Bustamante, el cual, en sus artículos 318 y 322, sin que respecto de ellos hubiere hecho reserva alguna, nuestra nación, expresa textualmente:…”es de advertir en este punto que si bien Alemania no es signataria de este Código y él obliga solamente a las partes contratantes, no es menos cierto que como Ley de la República que es, expresa la mente de nuestro Legislador en lo atinente a la cuestión debatida sin que, por otra parte, exista entre nosotros disposición expresa que prohíba la aplicación de ese principio”. La anterior doctrina fue ratificada y ampliada en la sentencia de fecha 14 de mayo de 1957. La doctrina recibió con beneplácito la tesis sostenida en dichas sentencias: de “Excelente e importante decisión” calificó a la primera el profesor de Derecho Internacional de la Universidad Central de Venezuela doctor Joaquín Sánchez Covisa en “La eficacia de las sentencias Extranjeras de Divorcio”. Caracas, Julio de 1956, p. 21 y en “Anotaciones sobre la Competencia Procesal INTERNACIONAL Indirecta”, “Estudio Jurídico”; Universidad Central de Venezuela, 1957, p. 461; y el también profesor de la misma materia en la nombrada Universidad doctor José Muci Abraham, hijo, en “Conflicto de Leyes y Juicios de Exequátur, “Studia Jurídica”, p. 344, expreso: “…planteamiento de general aceptación científica y que por eso están revestidos de cuanto no puede someterse a polémica…”., “…estimación que nos merece el problema de la competencia internacional del Tribunal que dictó la sentencia objeto del exequátur, muy acertadamente analizado y resuelto por la Corte sentenciadora”. El doctor Luis Loreto, por su parte, ha opinado lo siguiente: “La Corte Federal en varias ocasiones se ha inspirado en la aplicación de nuestro derecho interno en la sabia doctrina que emerge de las normas de ese ilustre Cuerpo de Leyes (Código Bustamante), que se ha considerado como eminente expresión de saludar los principios internacionales”. (“Studia Jurídica”, Sentencia Extranjera, pág.214). Es de observar: 1°) que Venezuela no hizo ninguna reserva al artículo 318 del Código Bustamante que establece en primer término, como Juez competente para conocer de los pleitos a que dé origen el ejercicio de las acciones civiles y mercantiles de toda clase (inclusive, por tanto, las de divorcio), aquel a quien los litigantes se sometan expresa o tácitamente, siempre que uno de ellos, por lo menos sea nacional del Estado contratante a que el Juez pertenezca o tenga en él su domicilio y salvo el derecho local contrario; 2°) que el Poder Legislativo sancionó y el Ejecutivo promulgó la correspondiente Ley aprobatoria de esa Convención Internacional. En consecuencia, la competencia que en el derecho interno venezolano tienen los Jueces Civiles para conocer de los juicios de divorcio, fundada en el domicilio conyugal no es de orden público, ya que ha sido expresamente derogada por el poder público venezolano, mediante otra Ley del mismo rango del Código Civil, el cual no es una Ley Orgánica. En consecuencia, si se considera que la propia legislación venezolana admite para determinados países-aquellos que han firmado y ratificado el Código 156 Bustamante sin reserva en esta materia-, la derogatoria de la competencia, por otra parte, harto perjudicial para la parte más débil del matrimonio, la mujer, y que en la práctica provoca continuos fraudes procesales, nada empece para que por analogía con disposiciones de sus propias leyes y con respaldo en principios de derecho internacional privado condensado en dicho artículo 318 del Código Bustamante, se acepta también con respecto a otros países, el principio de la sumisión de las partes al juez extranjero competente, siempre que una de ellas, por lo menos, sea nacional del Estado o que el Juez pertenezca o tenga en él su domicilio. Esta admisión en nada afecta el orden público interno y se inspira en un amplio propósito de solidaridad internacional así como de equidad en el procedimiento de exequátur, sin menoscabar, en modo alguno, los intereses ni el prestigio de la soberanía nacional. Es conveniente recalcar que nuestras leyes no tienen ninguna norma expresa sobre la competencia en la esfera internacional del Tribunal Extranjero en materia de divorcio; que las normas sobre competencia venezolana en la esfera internacional están señaladas en las disposiciones de los artículos 88 y siguientes del Código de Procedimiento Civil; y las normas de exclusión de la competencia internacional de un Tribunal extranjero están en el artículo 748, inciso 1° del mismo Código. No se debe confundir la competencia procesal interna en materia de divorcio que corresponde al Juez del domicilio conyugal conforme al artículo 543 del Código de Procedimiento Civil, con la competencia procesal en materia internacional que para los Tribunales venezolanos está indicada implícitamente en los artículos 88 y siguientes; el domicilio del demandado. Confundir la competencia procesal interna con la competencia del Tribunal extranjero en materia internacional choca con la disposición del inciso 2° del artículo 748 del Código de Procedimiento Civil, que se refiere “a dos requisitos independientes y complementarios”. Según la interpretación de la doctrina, el Tribunal extranjero, “no obstante tener competencia internacional, arrebata la competencia a Venezuela…cuando un Tribunal venezolano que tuviere también competencia para conocer del asunto, ha entrado a conocer previamente de la causa. De acuerdo con esta interpretación, la segunda frase del precepto vendría a privar de eficacia a la sentencia extranjera por litis pendencia ante un Tribunal venezolano” (Joaquín Sánchez Covisa). Pues bien, en el caso presente, ambos cónyuges, demandante y demandado, son de nacionalidad portuguesa; contrajeron matrimonio en Portugal; allá formaron el hogar conyugal; allá vivió siempre la demandada; y allí ocurrieron los hechos generadores de la acción de divorcio. Por lo tanto, los requisitos para aceptar el principio de la sumisión voluntaria al tribunal extranjero están dados: ambos cónyuges son nacionales del Estado a que pertenece el Juez sentenciador, y la demanda tiene en dicho Estado su domicilio; por último, la demandada no opuso la excepción declinatoria de la competencia de dicho Tribunal. Por otra parte, el artículo 29 del Código Civil dispone que “el cambio de domicilio de una persona se realizará por el hecho de fijar en otro lugar el asiento principal de sus negocios e intereses, o ejercer en él habitualmente su profesión u oficio. El cambio se probará con la declaración que se haga ante las Municipalidades a que correspondan, tanto el lugar que se deja como el del nuevo domicilio. A falta de declaración expresa, la prueba deberá resultar de hechos o circunstancias que demuestren tal cambio”. La sentencia dice que “el matrimonio se efectuó civilmente el 9 de febrero de 1948; que el actor a 30 de Septiembre de 1952 emigró para el brasil y, posteriormente de allá embarcó para Venezuela”, “donde se encuentra a residir”. Desde la referida fecha de 30 de Septiembre de 1952 nunca más volvió a la isla; pero ella también dice que estos hechos están probados “por lo que resulta de la especificación y de las respuestas dadas al cuestionario; pruebas emanadas de las propias partes que no suple la manifestación que debe hacerse a las respectivas Municipalidades del cambio de domicilio del marido y de la sociedad conyugal, exigida por el artículo 29 del Código Civil. c) Sentencia cuya ejecutoria se pide, manifiesta que la demandada fue citada regularmente, en su propia persona; habiéndose dictado, con posterioridad, en 157 el juicio, un despacho saneador. Tuvo, por lo tanto, oportunidad para defenderse y se dio cumplimiento al requisito establecido en el inciso 3° del artículo 748 del Código de Procedimiento Civil. d) No se encuentra que la sentencia contenga declaraciones ni disposiciones contrarias al orden público, o al derecho público interior de la República, pues el divorcio vincular esta admitido en nuestra legislación y la causa que le sirvió de fundamento estriba en: “la vida y costumbres deshonestas del cónyuge”, “conducta de la rea (que) hace imposible que al autor vuelva a convivir con ella a menos que aceptase sus implicaciones, sometiéndose a ser objeto de desprecio. Está, por tanto, comprometida la posibilidad de vida común entre ellos”; esa causal se equipara a la prevista en el inciso 3° del artículo 185 del Código Civil; injuria grave que haga imposible la vida en común. e) Por último no hay pruebas ni indicio alguno de que en Venezuela se hubiera dictado sentencia firme sobre la misma materia, o de que, sobre ella, esté pendiente un juicio de divorcio. III En consecuencia, de las anteriores razones, el Ministerio Público considera que en el caso de que el actor de este juicio de exequatur salvara la deficiencia existente entre la prueba de que en Portugal se concede ejecución a las sentencias dictadas por el Poder Judicial de Venezuela sin previa revisión en el fondo, bien podría acordarse el exequatur solicitado. Salvo que la recta Sala quisiera, por analogía, y como auto para mejor proveer, aplicar al caso lo dispuesto en el artículo 410 del Código Bustamante: “A falta de prueba o si el Juez o el Tribunal por cualquier razón le estimaren insuficiente, podrán solicitar de oficio, antes de resolver, por la vía diplomática, que el estado de cuya legislación se trate proporcione un informe sobre el texto, vigencia y sentido del derecho aplicable”. Disposiciones legales contenidas en el documento: CCP art:1792-prf-a CCP art:1792-prf-e CCP art:1792-prf-g CRC art:101 CRC art:103 CRC art:549 CC art:29 CC art:185-3 CPC art:8 CPC art:88 CPC art:543 CPC art:747 CPC art:748 CPC art:748-2 CPC art:1412-2 CB art:318 CB art:322 CB art:409 CB art:410 CCO art:358 SCFC 21-1-1947 158 DESC DESC DESC DESC DESC ADULTERIO CODIGO BUSTAMANTE DIVORCIO EXEQUATUR PORTUGAL FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.127-131. 159 034 TDOC REMI DEST UBIC TITL Memorando Consultoría Jurídica /sin destinatario/ Ministerio Público MP CJ FECHA:19720519 Servicios de Policía según la Constitución FRAGMENTO POLICIA NACIONAL La Constitución vigente reserva al Poder Nacional, en el inciso 5° del artículo 136: “Los servicios de Identificación y la policía nacional”. POLICIA URBANA Y RURAL (ESTADAL Y MUNICIPAL) También los Estados y Municipios pueden organizar las fuerzas de policía; pero de conformidad con lo que disponga la ley nacional, pues así lo prescribe el artículo 134 de la Constitución. Esta policía de los Estados y de los Municipios debe limitarse a las materias urbanas y rurales; y las leyes estadales correspondientes determinarán cuáles de esas ramas se atribuyen a la competencia municipal. Tal es el régimen establecido en el inciso 5° del artículo 17 de la Carta Fundamental sobre la Policía Urbana y Rural. POLICIA JUDICIAL El artículo 210 de la Constitución establece que una ley determinará la organización se los servicios auxiliares de la justicia, lo que fue explicado en la Exposición de Motivos de la Carta: “así se pensó en la necesidad de una ley que regule los servicios auxiliares de la justicia que, como la Policía Técnica Judicial constituyen servicios de naturaleza especial”. En consecuencia, habrá una Policía Nacional que llama la doctrina policía administrativa, y de prevención o seguridad, la cual debe ser organizada conforme a una ley nacional; una Policía Judicial, auxiliar de la justicia penal, organizada también por una ley nacional especial y una Policía Urbana y Rural, según la denominación constitucional, con ramas de ella que corresponden a los Estados y a los Municipios, según la distribución que hagan las respectivas leyes de los Estados, las cuales, a su vez, deben ajustarse a los preceptos generales de la Ley de Policía Nacional. Ya en 20 de mayo de 1854 había sido dictado un Código de Policía Nacional cuyo artículo primero definía a la Policía como: “instituida principalmente para conservar el orden público, la libertad, la propiedad y la seguridad individual”. 160 Y cuyo artículo 2° la dividía en: “…administrativa, judicial y municipal y ésta puede ser urbana y rural”. II DE LA POLICIA NACIONAL La Policía Nacional hace cumplir los fines esenciales del Poder Nacional señalados en el inciso 2° del artículo 136 de la Constitución: la defensa y vigilancia de los intereses generales de la República, la conservación de la paz pública y la recta aplicación de las leyes en el territorio nacional. Una ley vigente, de fecha 30 de julio de 1938, puede considerarse todavía, a pesar de las modificaciones que ha sufrido como reglamentación del inciso 5° del artículo 136 de la Constitución actual, o sea, “Los servicios de identificación y la policía nacional”. Dicha ley define con propiedad que: “El Servicio Nacional de Seguridad es una Institución que tiene por objeto conservar la tranquilidad pública, proteger las personas y las propiedades; prestar el auxilio que reclamen la ejecución de las leyes y las disposiciones del Poder Judicial; intervenir en la averiguación de hechos delictuosos; perseguir y capturar a los delincuentes; prestar apoyo a las autoridades nacionales, estadales y municipales; identificar a las personas, y en general, cuidar que se mantenga el imperio de la ley y la estabilidad de las instituciones nacionales”. Esa Ley determina que el Servicio de Seguridad nacional estará a cargo de la Guardia Nacional y del Cuerpo de Investigaciones, organismos apolíticos y técnicos (artículo 2°). III La Ley de Organización Provisional de Policía En 3 de noviembre de 1948 fue promulgada la Ley de Organización Provisional del Servicio de Policía que sometía los servicios de policía municipal “destinados al mantenimiento del orden público” a la superior autoridad del Presidente de la República; y según la cual el Municipio fijaba el número y dotación de las Fuerzas de Policía destinadas al mantenimiento del orden público y la primera autoridad política y civil de la localidad nombraba los oficiales y agentes que las componían y ejercía su comando personalmente o por medio del funcionario que designara. Señalaba también que los integrantes de los Servicios de Policía Administrativa (sic) eran nombrados por el Concejo Municipal en la forma que éste estableciera (artículos 1° y 2°). Esta ley, sancionada bajo el impulso de un evidente interés político circunstancial, aun cuando no ha sido derogada expresa ni tácitamente por las Constituciones posteriores (pues si la de 1953 estableció la Policía como un servicio exclusivamente nacional, su Disposición transitoria Cuarta dejó el servicio municipal de policía en la forma que venía, hasta tanto fuera organizada nacionalmente), nunca ha sido aplicada, seguramente por causa 161 de la naturaleza política circunstancial de la época que inspiró su creación. IV NECESIDAD DE LA LEY DE POLICIA NACIONAL Más o menos cada diez años, durante los últimos 34 que tiene de promulgada la importante Ley Nacional de Seguridad, la policía nacional ha sufrido las consecuencias de los cambios políticos habidos en la Nación. En 1948 se promulga la Ley de Organización Provisional del Servicio de Policía, para sujetar a la Policía Municipal a la autoridad nacional; siete meses después, en 1949, se cambia el Cuerpo de Investigación por la Dirección Nacional de Seguridad; en 1958 se disuelve ésta y Venezuela queda sin policía, la seguridad por corto tiempo; en 1959, se creo la Digepol; en 1969, se sustituye ésta por la Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevencion /Disip/. Esos cambios han impedido una organización definitiva y una tecnificación progresiva y constante de la Policía Nacional; sin dejar de reconocer los esfuerzos que se han venido haciendo y que se hacen en la actualidad. Al comparar esta Policía Nacional, bajo sus distintos nombres, con la Guardia Nacional que legalmente es su colaboradora y la complementa, se pone de relieve la gran diferencia que existe a favor de ésta; por haber sido un cuerpo apolítico, técnico e institucional. En consecuencia, es de urgente necesidad que el Congreso, así como dictó la Ley Orgánica de Identificación (que derogó el Capítulo III de la Ley Nacional de Seguridad y los Decretos 367 y 409, emanados de la Junta Revolucionaria de Gobierno, respectivamente de 2 de julio y 29 de septiembre de 1946), dicte también una Ley de Policía Nacional. De esa manera habrá complementado la obra del Constituyente que en el inciso 5° del artículo 126 de la Carta Fundamental atribuye al Poder Nacional este servicio; y en el artículo 134 exige que en una Ley nacional establezca los principios fundamentales de la Policia Urbana y Rural de los Estados y Municipios. V NECESIDAD DE UNA POLICIA JUVENIL Una sección de la Policía Nacional debe ser de Policía Juvenil. En diversos Congresos internacionales de la INTERPOL ha sido recomendada la creación de esa sección dedicada exclusivamente a evitar la producción de hechos que incidan desfavorablemente sobre la conducta de los menores y jóvenes y los induzcan al camino de la delincuencia. Los problemas de los adolescentes, menores de 18 años, de los jóvenes y de los propios adultos jóvenes, son diferentes de los problemas generales con los que tiene que tratar la policía corriente. Esa policía juvenil debe estar integrada con personal técnico formado especialmente para estas labores; y ha de realizar una acción conectada directamente con el Consejo venezolano del Niño y con el Ministerio de la Cultura y la Ciencia y la Juventud. La policía corriente, en el trato, (y con el maltrato) a los adolescentes, jóvenes y adultos jóvenes, ha demostrado su impreparación para desempeñar aquella tarea; despierta recelos y hostilidades; agrava la situación psicológica y social 162 de éstos y, en definitiva, deviene en causa o factor de nuevas y peores perturbaciones sociales. En Sección especializada de la Policía Juvenil tanto los Agentes de ejecución como los funcionarios de mando y de coordinación, deben recibir una instrucción general sobre la delincuencia juvenil; deben ser cuidadosamente seleccionados y sometidos a una formación especial: cursos teóricos y períodos de prueba cerca de servicios ya especializados en la prevención de la delincuencia juvenil: Servicio Social, Tribunales de Menores. Esa enseñanza especial podría versar sobre problemas de Psicología General y Juvenil, Sociología, Derecho de Menores, Relaciones Públicas. Trataría de fomentar fuerzas constructivas para prevenir el delito juvenil, por ejemplo vinculado a los menores y jóvenes con los deportes y recreaciones, creando centros recreativos, tratando con los padres y representantes; inspirando confianza en los jóvenes, “desdramatizando” el comportamiento del menor, etc. Esa Policía Juvenil sería la colaboradora de los Jueces y de los Procuradores de Menores, en la vigilancia del cumplimiento exacto de las medidas legales de protección a los menores y a los jóvenes; y en ella debe dársele cabida a las mujeres policía; sin uniforme, cuya acción debe dirigirse especialmente a las muchachas menores de edad y a los niños. Esto es un asunto que merece un detenido estudio en lo que no puede improvisarse; que debería seguir las experiencias que en la materia han obtenido otros países, por ejemplo; los Juveniles Bureaus y los Juveniles Aid Bureaus de Estados Unidos; el cuerpo especial de Comisarios de Vigilancia creado por el Código de Menores de Brasil; la Policía Tutelar para Menores de México; las Policías de menores, de las Provincias de Santa Fe, Buenos Aires y de la ciudad de Rosario, en Argentina; la sección femenina de policía de Washinton; etc., etc. VI CARACTERISTICAS FUNDAMENTALES DE ESA POLICIA NACIONAL Primero.- Debe ser técnica, apolítica y de carrera. A.- Estos principios eran señalados en la exposición de motivos del proyecto de Ley Nacional de Seguridad de 1938 y fueron recogidos en una disposición, aún vigente, de dicha Ley: el artículo 2°. El mismo desiderátum se encuentra expreso, como principio de derecho positivo también, en los artículos 2° y 4° del Decreto Presidencia N° 15, del 19 de marzo de 1969, creador de la Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención. Artículo 2°.- “La Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención será un organismo profesional y técnico, tendrá jurisdicción en todo el territorio nacional y establecerá oficinas regionales”. Artículo 4°- “El personal de la Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención será venezolano, mayor de edad, de conducta intachable y egresado de un Centro especializado de adiestramiento o con suficiente formación profesional”. En cuanto a la preparación técnica, el Gobierno Nacional se ha preocupado por establecer escuelas de formación de detectives, la primera fue creada por el Presidente de la República, General Eleazar López Contreras, el 17 de 163 diciembre de 1936 (un año después de la creación en Estados Unidos de la Nacional Academy del F.B.I.), la cual funcionó en Villa Zoila, dirigida por el Teniente Coronel Aniceto Cubillán y de donde egresaron los primeros técnicos en criminalística de Venezuela, entre ellos el doctor José Roberto Vivas, doctor Vicente Zuloaga, Enrique Lozada, etc. Doce años después, el 15 de agosto de 1958, en cumplimiento de lo pautado en el artículo 9° del Decreto de la Junta de Gobierno de 20 de febrero de 1958, creador del Cuerpo Técnico de Policía Judicial, fue establecida la Escuela Nacional de Policía de 1968, aparece el Decreto Presidencial N° 1058 contentivo del Reglamento sobre el curso básico para la formación de detectives. Por último, el Ejecutivo Nacional, en Resolución Conjunta de los Ministros de Educación y de Justicia, N° 125, de 20 de julio de 1969, creó el ciclo de formación profesional para bachilleres en Ciencias Criminales, cuyos alumnos deben realizar pasantías, observaciones y prácticas en adecuados centros de experiencias, bajo un régimen de instrucción que responde a las necesidades de orden, disciplina y jerarquía propia de los cuerpos técnicos para el control del delito. Existe, pues, en la actualidad, una Escuela Nacional de Policía Judicial y normas oficiales para la formación de detectives. Esa escuela ha dado muy buenos frutos y ha contribuido a la tecnificación de numerosos detectives en actividad. Pero sería conveniente que en el campo de acción de esa Escuela Nacional abarcara a todos los ramos de la policía y no sólo a los de la Policía Judicial, aun cuando debería tener una sección dedicada a ella. No sólo deben darse curso de Criminalística, de Policía Científica, sino también inculcar firmemente en los alumnos el respeto a los derechos y garantías ciudadanas. 2. PROFESIONALIZACION Deben establecerse principios que impidan el ingreso o el egreso de ese Cuerpo por simples motivos de índole política. El caso de J. Edgar Hoover, recién fallecido, quien llegó a Director del Federal Bureau of investigations de Estados Unidos en 1924 en un tiempo llamado de “The Roaring Twenties”, cuando los Gangsters habían alcanzado la cima de su poderío. Ese Departamento de Policía Federal logró su extraordinario desarrollo y eficiencia gracias a su carácter profesional y apolítico; y a la rígida organización que le dio su Director, quien en el desempeño de sus funciones fue respetado por dos docenas de Ministros de Justicia y por ocho diferentes Presidentes de los Estados Unidos. La Ley debe establecer normas de ingreso a la carrera, de ascensos, de sanciones disciplinarias, de escalafón y jerarquización; de previsión social, etc. En una palabra, crear una carrera honorable y respetable para los jóvenes que desean prestar servicios a la Nación en las importantes funciones de velar por la seguridad pública, el respeto de las leyes, la defensa de las instituciones y la salvaguardia de las personas y de las propiedades. En resumen, que esa Ley de Policía Nacional propende al mejoramiento técnico, material y moral de la policía para hacer más eficaz la lucha contra la delincuencia; y a la educación de sus miembros para que actúen sólo dentro de los límites de sus propias facultades, interpretando cabalmente los principios constitucionales a fin de garantizar a los ciudadanos el efectivo 164 ejercicio de sus derechos. VII INSTITUTO DE CIENCIAS FORENSES En el Informe al Congreso presentado por el Fiscal General de la República en 1970, a las páginas 49 a 51, aparece una relación de la dramática situación en que se encontraban los servicios Médico-Forenses en el Area Metropolitana. El título VIII de la Ley Orgánica del Poder Judicial está dedicado a los Médicos Forenses como auxiliares de la justicia; impulsa la creación en las ciudades importantes de la República por el Ejecutivo Nacional de un servicio de Medicatura Forense constituido por un Médico-Jefe, Los Médicos Forenses, Médicos Autopsiantes, Expertos Químicos y demás empleados que sean necesarios; sus integrantes son de libre nombramiento y remoción del Ejecutivo; los Tribunales están obligados a recurrir a dichos funcionarios en los casos y actuaciones en que sean menester servicios de funciones de esa naturaleza; y tanto los Tribunales como los Médicos-Forenses deben atenerse para el ejercicio de sus respectivas funciones a las normas del casi centenario Código de Instrucción Médico-Forense de 1878. Las condiciones de trabajo de los Médicos-Forenses fueron calificadas de “dantescas” por el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas. Aquella relación y la eminente importancia de las funciones auxiliares de la justicia, en especial de la Justicia Penal y de la Policía en general, en la lucha contra el delito que prestan los servicios Médicos-Forenses, han aconsejado la creación de un Instituto de Medicina Legal, al igual del chileno “Instituto de Medicina Legal Dr. Carlos Ibar” o de los Institutos similares existentes en Brasil; del Instituto de Criminología de Quito; o del Instituto de Medicina Legal de Bogotá creado por Ley N° 42, de 17 de diciembre de 1945, que igualmente creó la Escuela de Médicos Legistas; el cual reside en un moderno edificio cuya construcción ordeno una Ley nacional. En Venezuela, aparte del desastroso estado de los servicios Médico-Forenses, se suprime del pensum de estudios de la Facultad de Derecho la materia de medicina Legal; sin embargo, hay que destacar la magnífica y abnegada labor de esos facultativos: toxicólogos, anatopatólogos; químicos, psiquiatras, etc. Convendría, por lo tanto, que en la Ley de Policía se creara, más bien que un Instituto de Medicina Legal, como aspiran los Forenses y auspicio el ex Director del Cuerpo Técnico de Policía Judicial doctor Rodolfo Plaza Márquez en su conferencia sobre “Legislación Policial” dictada el 27 de abril de 1971 en el Palacio de las Academias, un Instituto de Ciencias Aplicadas a la Justicia, al estilo del célebre Laboratorio del F.B.I. americano. Un Laboratorio que abarque las Secciones de Física y Química (exámenes de armas, toxicológicos, de cabellos y fibras; de metales, petrográficos, espectrofotométricos, etc.; de Documentos: escrituras a mano y mecanografiadas, falsificaciones y adulteraciones; cheques; cartas extorsivas, tintas, papeles, etc. Electrónica: relativa a los modernos equipos electrónicos y de comunicación radial; y de Archivo; de rayos X, etc. Laboratorio que preste servicios para la Policía Nacional, la Policía Judicial, la Policía Militar, las Policías Urbanas y Rurales de todo el país, para los Tribunales ordinarios y de jurisdicción especial; el Ministerio Público ordinario y militar; tanto en materia penal como en la civil; bien equipado y servido por personas de calificación científica que, además, y esto es imprescindible, tengan el entrenamiento de 165 detectives para que lleven su experiencia práctica, después de recibir intensos entrenamientos científicos al ejercicio de sus labores especializadas. VIII EL SERVICIO DE INFORMACION DE LAS FUERZAS ARMADAS (SIFA) El artículo 392 de la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas Nacionales dispone: “Los Reglamentos Militares y Navales se pondrán en vigencia por Resolución del Ministerio de la Defensa”. Y sobre esa base el Ministerio de la Defensa –Dirección de Gabinete- por disposición del Presidente de la República, puso en vigencia bajo el N° 183, en fecha 4 de mayo de 1964 el “Reglamento Interno del Servicio de Información de las Fuerzas Armadas”. En el artículo 1° de dicho Reglamento se dice que el Servicio de Información de las Fuerzas Armadas (SIFA), creado por Resolución N° 369, del 26 de julio de 1957, publicada en la Orden General N° 15, del 30 de agosto de 1957, es un Organo de Seguridad de las Fuerzas Armadas Nacionales y como Autoridad Militar, estará subordinado al Ministerio de la Defensa y no iniciará ninguna actuación sin su consentimiento. El artículo 100 del Código de Justicia Militar, citado, establece: “Además de los Jueces Militares de Instrucción son competentes para iniciar las primeras diligencias sumariales cualesquiera autoridades policiales o judiciales ordinarias a reserva de ser ratificadas o confirmadas tales actuaciones por los funcionarios judiciales ordinarios, a quienes se deban pasar las actuaciones a la mayor brevedad”. Las atribuciones del SIFA son las siguientes: 1°- Intervenir en toda averiguación de los delitos que sean competencia de la Justicia Militar. 2°- Instruir, como cuerpo auxiliar de los Tribunales Militares, las diligencias sumariales por los delitos y faltas previstos en el Código de Justicia Militar y Reglamento Militares. 3°- Practicar las detenciones preventivas a que hubiere lugar cuando así lo determine el ciudadano Ministro de la Defensa. 4°- Remitir al ciudadano Ministro de la Defensa, por órgano de la Dirección del Servicio de Justicia Militar, los expedientes que instruya, a los fines previstos en el ordinal 2° del artículo 163 del Código de Justicia Militar. El personal del SIFA tendrá la asimilación militar que disponga el Presidente de la República y estará sometido a las Leyes y Reglamentos Militares. El SIFA, por consiguiente, es un órgano de Policía Judicial, auxiliar de la Justicia Penal Militar. Está incluido bajo las previsiones del artículo 210 de la Constitución: “La ley determinará lo relativo a…la organización de los servicios auxiliares de la justicia…”. Y a lo dispuesto en el artículo 136, inciso 24: “la legislación de procedimiento…”, la cual corresponde a la reserva legal nacional. Amén de que, como el Código de Justicia Militar nada establece sobre los órganos específicos de Policía Judicial Militar, de conformidad con lo dispuesto 166 en su artículo 28: “las disposiciones sustantivas y procesales, civiles y penales, de derecho común, son supletivas del presente Código, en los casos no previstos por él y en cuanto sean aplicables”. Por modo que el presepto del artículo 75-A: “Salvo las disposiciones de leyes especiales, son órganos de Policía Judicial:… 5°- Las demás autoridades a las cuales las leyes que regulan sus funciones, atribuyan facultades instructoras”. Es aplicable a este caso de Policía Judicial Militar. La conclusión que se impone es que el SIFA, creado por una Resolución Ministerial (no publicada siquiera en la Gaceta Oficial de la República de Venezuela), con funciones de Policía Judicial Militar, carece de tales atribuciones porque éstas solamente le hubieran podido ser distribuidas por una ley nacional. Por lo que se impone que el Poder legislativo incluya esa Policía Judicial en el Código de Justicia Militar, lo que sería muy demorado; o bien introduzca en la Ley de Policía Judicial que está considerando actualmente las disposiciones necesarias para regularizar al SIFA, y darle las atribuciones de Policía Judicial Militar que actualmente no tienen. Por otra parte un Reglamento o Decreto Orgánico del Presidente de la República, podría darle al SIFA la naturaleza de una Policía Nacional de Inteligencia y Seguridad Militar. IX CODIGOS DE POLICIA ESTADALES Tradicionalmente, a partir de 1864, cada Estado tiene un Código de Policía. En 1955 hubo una tendencia a uniformar ciertas secciones de ellos. Dichos Códigos dedican un Capítulo primero a “La Policía en General”, en la que dan la definición de la Policía, por ejemplo: “La Policía es la rama de la Administración Pública que tiene por objeto hacer efectiva la ejecución de las leyes que garantizan el orden y la tranquilidad del Estado, el respeto a la propiedad y la seguridad de las personas, que la finalidad de la Policía es la conservación del orden público, la prevención de las causas que puedan alterarlo y su restablecimiento cuando sea interrumpido, así como también, la protección de las personas en el goce la de las garantías constitucionales; que por tanto sus funciones son preventivas y represivas o de seguridad. Que la policía se divide en Administrativa, Judicial y Municipal; y esta última se subdivide en Urbana y Rural”. Esa policía estadal es siempre uniformada; y existe la tendencia actual de poner a su frente a militares en servicio. X Disposición legal nacional vigente para todas las policías. El artículo 12, primer aparte, de la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas Nacionales, contiene la siguiente disposición: “En los Cuerpos de Policía Federal, de los Estados o Municipalidades, en las 167 Guardias de Cárcel, en los Resguardos y en cualquier otra dependencia que implique el uso de las armas, sólo se admitirán individuos que hayan prestado servicio efectivo en el Ejército o en la Armada con certificado de buena conducta”. Esta disposición que tiende a hacer más efectivo el cumplimiento de la Ley es reproducida textualmente en el artículo 14 de la Ley de Servicio Militar Obligatorio. Este precepto, puede llegar a ser un obstáculo en la vía de formar una Policía de Carrera, profesional, culta, respetuosa de los derechos de las personas. En Venezuela, por hábitos administrativos que no han podido ser desarraigados, los jóvenes que hacen servicio militar obligatorio provienen de las clases menos preparadas educativamente de la sociedad: generalmente campesinos y jóvenes desocupados y realengos de la ciudad. Los jóvenes de la clase media están exentos de ese servicio, sea porque estudian bachillerato, ya porque la propia ley exceptúa temporalmente a los bachilleres alumnos de universidades y de escuelas especiales. La Policía Metropolitana, por ejemplo, en un aviso publicado el domingo 14 del corriente hace un llamado a los jóvenes para que ingresen a sus filas, donde encontrarán una noble profesión respaldada por el Estado. Mas, para admitir a esos jóvenes, tendrá que acatarse aquella disposición que existe en dos leyes: que hayan prestado servicio efectivo en las Fuerzas Armadas. Sería conveniente que fuera estudiado detenidamente el asunto para decidir si es conveniente modificar en un sentido más elástico aquella disposición. XI Disposiciones generales que podrían incluirse en la ley nacional para que fueran obligatorias a las policías estadales y municipales. a) Una determinación precisa de las penas correccionales que pueden imponer los funcionarios de Policía, de la duración de la pena de arresto; y del procedimiento para imponer aquéllas. b) Que dichas penas sólo pueden imponerse por medio de una Resolución; la cual debe registrarse en un libro destinado al efecto; y después de haber oído sumariamente en el mismo acto al infractor. c) Que para ser autoridad de policía se deben llenar, determinados requisitos de competencia, de estudios, de ejercicio de la profesión; pues se trata de una carrera. Un jefe civil no podría, por el hecho mismo de serlo, autoridad de la policía. d) Normas para el ingreso, ascenso, retiro, jubilación; así como de previsión social. e) Que deben establecerse en las capitales de Estado Escuela Regionales de Enseñanza Policial. f) Una determinación precisa de la manera como la policía debe actuar en caso de manifestaciones no permitidas, peligrosas u hostiles; o en casos de desórdenes graves; por ejemplo: que no pueden usar las armas sino cuando se vean rodeados y amenazados en forma tal que sean atacados; o cuando se vean rodeados y amenazados en forma tal que peligre la vida o la seguridad personal; o una vez que hayan agotado todos los medios de conciliación, de persuasión y de seguridad para normalizar el orden alterado. 168 Pero señalando que debe preceder siempre una notificación dada en alta voz o por alta voces, de que se van a emplear las armas; lo cual será precedido de toques de silbatos; notificación que debe ser repetida por lo menos, por dos veces, indicando que al tercer silbato se procederá a emplear las armas; que cuando esa notificación tercera, (sea por medio del silbato, de viva voz o por medio de altavoces) no resulte favorable, se deberá hacer previamente una descarga al aire; si aún así, no se restableciere el orden, se deberán utilizar sustancias químicas apropiadas como bombas lacrimógenas; rolos o garrotes; empuje de caballos o uso de mangueras y sólo en último extremo, podrá dispararse. XII CONCLUSIONES Sería conveniente: A.- Que el Congreso sancionara prontamente la Ley de Policía Judicial, cuyo Proyecto se encuentra actualmente para segunda discusión en el Senado. A esa Ley se refiere el artículo 210 de la Constitución. B.- En esa Ley de Policía Judicial debería incluirse el SIFA, órgano de policía judicial, auxiliar de la Justicia Militar. En tal sentido, convendría precisar mejor el inciso 8° del artículo 3° del Proyecto de Ley que está en el Senado, el cual se refiere a: “Los jefes y oficiales de los Cuerpos de Policía de Seguridad del Estado”. C.- Sería conveniente que el Congreso dictará una Ley de Policía Nacional, como lo prevé la Constitución en el inciso 5° del artículo 136. D.- Esa Ley debería organizar la Policía Nacional sobre el fundamento esencial de que debe ser un cuerpo apolítico, profesional, de carrera. La función de este cuerpo sería velar por la conservación del orden y la seguridad pública; llevar adelante una acción antidelictiva; y proteger el pacífico disfrute de los derechos constitucionales y de las instituciones democráticas. Convendría que esa Ley de Policía Nacional creara una Brigada de Policía Juvenil, especializada en los problemas de la juventud. E.- Convendría que esa Ley de Policía Nacional creara el Instituto de Ciencias aplicadas al delito, que abarcara el actual Servicio Médico-Forense. Ese Instituto estaría al servicio de todas las policías: Judicial, Nacional y Urbana y Rural. F.- Convendría que esa Ley de Policía Nacional estableciera la base fundamental de la Policía Urbana y Rural, sin menoscabo de la autonomía de los Estados y de los Municipios; en aplicación de lo dispuesto en el artículo 134 de la Constitución. G.- Convendría la formación de una Comisión Especial, integrada por representantes de ambas Cámaras Legislativas; de las diversas policías con jurisdicción nacional; de los jueces penales; del Ministerio Público; de las sociedades de Derecho penal y Criminológicas existentes, de una representación de las Policías Estadales; y del Centro Nacional de INTERPOL en Venezuela para que estudie el problema de la organización de la Policía Nacional y de las Policías Urbanas y Rurales de los Estados y de los Municipios… 169 Disposiciones legales contenidas en el documento: CR art:17-5 CR art:126-5 CR art:134 CR art:136-2 CR art:136-5 CR art:136-24 CR art:210 CPN art:1 CPN art:2 LOPP art:1 LOPP art:2 DP N° 15-art:2 DP N° 15-art:4 IFGR 1970., pp.49-51 LOFAN art:12-P.apt LOFAN art:392 RISIFA art:1 CJM art:100 CJM art:163-2 LSMO art:14 PLPJ art:3-8 DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC CODIGO DE POLICIA FUERZAS ARMADAS LEYES MEDICATURAS FORENSES PODER NACIONAL POLICIA POLICIA JUDICIAL POLICIA NACIONAL FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.131-139. 170 035 TDOC REMI DEST UBIC TITL Memorando Consultoría Jurídica /sin destinatario/ Ministerio Público MP CJ FECHA:19720525 La Policía Judicial en el Proceso Penal y sus problemas FRAGMENTO En los últimos tiempos se ha venido incrementando el interés por el estudio del Derecho Procesal Penal que muy poco había sido cultivado entre nosotros; en la actualidad existe un vigoroso movimiento a su favor, para escudriñar y analizar nuestro sistema procesal penal, caracterizado éste por la lentitud desesperante en que se desenvuelven los procesos: poco eficaces por tardíos a causa del tradicional sistema escrito al cual se aúnan las rutinas viciosas que una tradición impenetrable ha ido formando en el transcurso del tiempo; la opinión pública desea el procesal en el cual el representante del Ministerio Público convenza al Juez de la responsabilidad del reo, o éste o su defensor convenzan a su vez de la inocencia del primero. La sociedad exige, además, que sobre el delincuente recaiga una pronta sanción que extienda sus efectos intimidantes sobre todo el conglomerado. Desconoce el Código de Enjuiciamiento Criminal el estudio de la personalidad del procesado a quien el Juez Penal apenas si vislumbra, de lejos, una sola vez durante el proceso en la llamada audiencia del reo o acto de cargos; mantiene un caduco sistema de pruebas tarifadas sin que se haya hecho esfuerzo alguno (salvo en 1957 respecto a la prueba pericial), para dejar entrar en nuestro anacrónico sistema procedimental la apreciación crítica y razonada de las pruebas por parte del Juez; y no menciona el Código las pruebas científicas basadas en las experiencias de la moderna criminalística; aquéllas sin embargo se han venido imponiendo en la práctica procesal durante los últimos 5 lustros con el incontrtrastable valor experimental que, universalmente, han adquirido en el transcurso de este siglo; de tal manera que, aún antes de ser reglamentadas por el Código de 1954 las funciones de la Policía Judicial, los técnicos en investigaciones científicas,- cuyos primeros funcionarios se graduaron en 1938 en el Cuerpo de Investigación Criminal-, eran llamados constantemente por el Juez de Instrucción como auxiliares idóneos de la justicia penal, en materia de dactiloscopia, de balística, de manchas de sangre, de falsificación de documentos, de planimetría, de dictámenes psiquiátricos, etc. A manera anecdótica sobre la importancia que al estudio del Derecho Procesal Penal se le da en Venezuela, señalo que entre las Comisiones Permanentes de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales sobre 17 ramas del Derecho no existe ninguna que tenga por objeto el procedimiento penal. Pero en el país existe una inquietud general por esta disciplina, avivada por la crisis misma, honda y palpable, que sufre la justicia penal en Venezuela. 2.- INICIO DEL SUMARIO.- La mayoría de las veces el proceso penal comienza con la actividad instantánea de los funcionarios de la policía judicial, quienes actúan en calidad de instructores del sumario- delegados del Juez de Primera Instancia en lo Penal (art.72, inciso 4° y Parágrafo Unico, C.E.C./Código de Enjuiciamiento Criminal/)y como tales dictan el auto de proceder (art. 90 ejusdem). En efecto, la policía judicial está expandida en todo el territorio nacional (el solo Cuerpo Técnico de Policía Judicial, P.T.J., tenía para principios de 1971, 11 Delegaciones, 7 Seccionales y 17 puestos en el interior de la República) además, en aquellos lugares a los que no llega la acción de la PTJ se encuentran los órganos competentes de la Guardia Nacional que también tienen funciones específicas de Policía Judicial (art. 74-A, inciso 2°, 171 C.E.C.), en tercer lugar aunque sólo a prevención, actúan los funcionarios autorizados por el Código de Policía de la respectiva Entidad Política, y, por excepción, en casos muy especiales, actúa también como colaboradora la policía de seguridad, llamada en estos últimos tiempos Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención DISIP. En Venezuela es un precepto legal, -no existente en otros países-, que la policía judicial actúa por iniciativa propia (artículo 75 C.E.C.), derivado de aquel otro contenido en el párrafo aparte del artículo 2 del Código de Enjuiciamiento Criminal según el cual la acción penal es pública por su naturaleza, lo que permite a aquélla actuar de oficio, del mismo modo que lo hace el juez de instrucción (art. 90 C.E.C.) al tener conocimiento de la comisión de un hecho punible (notitia criminis como suelen decir). La Policía Judicial, por tanto, actúa al tener esa noticia, ya por denuncias sigilosas, en ocasiones anónimas; o bien por denuncia expresa e individualizada, oral o escrita, de alguna persona; e igualmente por el requerimiento que le haga el Fiscal del Ministerio Público (art. 92 Ley Orgánica del Ministerio Público). Por otra parte la Policía Judicial tiene la obligación de investigar los delitos e identificar y aprehender preventivamente a los presuntos culpables (artículo 75 C.E.C.); nadie, pues, más llamada que ella para iniciar el proceso, puesto que está diseminada en todo el territorio del país, ha sido dotada de un equipo completo de numerosos vehículos automotores que le dan una extraordinaria facilidad para movilizarse y patrullar en las calles, y está provista también de equipos modernos, de aparatos electrónicos de telecomunicación para el contacto rápido de sus funcionarios entre ellos mismos, con la oficina central y con otras autoridades amén de que sus funcionarios tienen gran experiencia adquirida en el conocimiento de personas y de lugares sospechosos así como el auxilio invalorable de un archivo general de delincuentes, de ex convictos, de personas meramente sospechosos; por todos esos motivos los funcionarios de la P.T.J. están en mejores condiciones para actuar de inmediato al producirse un hecho punible que los Jueces de Instrucción cuya labor por naturaleza y costumbre es sedentaria, rutinaria, de oficina, lenta en consecuencia, mientras que la actividad del funcionario policial es, al contrario, como consecuencia de su propia formación, fulmínea, presta, rápida, ágil; de ahí pues, que el Cuerpo Técnico de la Policía Judicial mantenga en todo el país, especialmente en las grandes ciudades, una constante, intensa, sostenida, eficaz y vasta actividad investigativa en millares de procesos, en la etapa inicial de sus respectivos sumarios. Todo esto explica la necesidad de conocer, desde el punto de vista legal, el origen de la Policía, sus características, cuáles son sus atribuciones legales y, desde el punto de vista práctico, la manera como funciona, su dependencia orgánica, por quién esta vigilada y sus relaciones con la Organización Internacional de Policía INTERPOL. 3.- UBICACIÓN DE LA POLICIA JUDICIAL.Es conveniente tener un concepto preciso de la ubicación de la Policía Judicial dentro del cuadro organizativo del Poder Público establecido en la Constitución vigente de 23 de enero de 1961: a) Policía Nacional. La Constitución reserva al Poder Nacional, en el inciso 5° del artículo 136: “Los servicios de identificación y la policía nacional”. Debe existir una Policía Nacional que aún no ha sido creada por la ley correspondiente. Este punto está muy claro en la Constitución, de tal manera que siempre me han extrañado las expresiones dadas a la prensa por funcionarios de relieve; acerca de que no es posible en Venezuela crear una Policía Nacional; al contrario, puesto que la Constitución expresa que corresponde al Poder nacional los 172 servicios de Policía Nacional y por cuanto “corresponde al Congreso legislar sobre las materias de la competencia nacional” (artículo 139, Constitución), bien puede dictar esa Ley de Policía Nacional que, en mi modesta opinión, es muy necesaria en el país; sin negar que también el Ejecutivo Nacional, que es otro órgano del Poder nacional, pueda, en ausencia de tal ley, dictar un Reglamento Orgánico sobre la materia, como lo ha hecho tanto un 1959 cuando fue creada la extinguida DIGIPOL como en 1970, al crear la DISIP. Dicha competencia del Poder nacional para crear la Policía Nacional está de acuerdo con la centralización progresiva de los grandes servicios públicos fundamentales como la Administración de Justicia y el Ministerio Público que se inició en la Constitución, modificada en 1945 y se completó en la de 1953 la cual establecía: “Artículo 60.- Es de la competencia del Poder Nacional lo relativo a:… “8°- Los servicios de seguridad y de identificación… Pero cuya Disposición Transitoria Cuarta estatuía también: “Cuarta.- Las Policías, los institutos municipales de crédito, las pensiones municipales y estadales y las loterías estadales y la del Distrito Federal, continuarán en la misma forma en que han venido hasta que se organicen los correspondientes servicios nacionales. La Policía Nacional es la que hace cumplir los fines esenciales del Poder Nacional señalados en el inciso 2° del artículo 136 de la Constitución: la defensa y vigilancia de los intereses generales de la República, la conservación de la paz pública y la recta aplicación de las leyes en el territorio nacional. Es la potestad,- que no poder-, de Policía. Una Ley Nacional de Seguridad, de fecha 30 de julio de 1938, vigente en parte todavía, se puede considerar, - no obstante las modificaciones que ha sufrido-, como una reglamentación del inciso 5° del artículo 136 de la Constitución actual), o asea, de “Los servicios de la policía nacional”. Esta comprende actualmente dos ramas: la policía de seguridad y la policía administrativa. LA POLICIA DE PREVENCION Y SEGURIDAD Un Decreto Presidencial de 17 de septiembre de 1936 creó la Escuela de Policía Nacional para la preparación de agentes de seguridad pública con el fin de formar un cuerpo de Seguridad nacional, con una organización de carácter y preparación profesionales, de formación científica para la profilaxia y estudio de la criminalidad. Después, por otro Decreto de 4 de agosto de 1937, se creó la Guardia Nacional y las Oficinas de Investigación y de Identificación de Extranjeros. Al año siguiente se dictó la mencionada Ley nacional de Seguridad según la cual el Cuerpo de Investigaciones era una organización de carácter civil que dependería en todos sus detalles del Ministerio de Relaciones Interiores (artículo 7°); que funcionaría por medio de las Oficinas Especiales creadas o que creare al efecto el Ejecutivo Nacional (artículo 17). El 26 de julio de 1941 el Ejecutivo nacional creó la Oficina Central de Investigación Nacional, a cargo de un Director Nacional de Investigaciones. Ese Cuerpo de Investigación fue reorganizado por Decreto N° 162 de la Junta Militar de Gobierno de 22 de junio de 1949 y quedó formado por la Jefatura y oficinas de Seguridad Nacional y demás Servicios de Investigación que funcionaban en el Distrito Federal, los Estados y territorios Federales, cuyas atribuciones señalaba el artículo 2° de dicho Decreto; el artículo 5° por su parte lo dividía en los siguientes servicios: Criminología, Extranjería; Político-Social; Laboratorio de Técnica Policial; Archivo y Escuela de Investigación Nacional. Después de los sucesos políticos del 23 de enero de 1958 y a consecuencia de los excesos delictivos en que incurrió la sección política de la Dirección de Seguridad Nacional fue dictado en Decreto N° 3, del día siguiente, por la Junta de Gobierno de la República de Venezuela que eliminaba del cuadro organizativo del Ministerio de Relaciones Interiores dicha Dirección. Para reemplazarla fue estructurado un incipiente Servicio Técnico Criminológico hasta que por Decreto N° 51, emanado del Presidente 173 de la República, de 29 de abril de 1959, fundado en la facultad del Ejecutivo Nacional sobre “la conservación del orden y la seguridad pública” fue creada la Dirección General de Policía, cuyo objeto era: “Ejercer y coordinar en todo el territorio nacional las funciones policiales destinadas a la conservación del orden y de la tranquilidad pública, de acuerdo con la competencia atribuida al Ministerio de Relaciones Interiores en el artículo 18 del Estatuto Orgánico de Ministerios, dejando a salvo las atribuciones legales de la Policía Técnica Judicial y de las Policías Municipales” (artículo 1°). La Digepol, por lo tanto, era la Policía Nacional de Seguridad, prevista en el inciso 5° del artículo 136 de la Constitución; policía preventiva, de seguridad, pero como también ejercía en la práctica funciones instructoras el Fiscal General de la República se dirigió al Presidente de la República el 16 de enero de 1967 sugiriéndole que, como esas funciones instructoras no le podían ser dadas sino por una ley, según el artículo 75, inciso 5°, del Código de Enjuiciamiento Criminal, se la identificara con el Cuerpo de Investigaciones previsto en la Ley de Seguridad Nacional y se la adscribiera a la Dirección General de Policía del Ministerio de Relaciones Interiores para que en lo sucesivo tuviera una raíz legal y sus actuaciones pudieran adquirir validez en los sumarios y no fueran declaradas nulas por los Jueces como venía aconteciendo. En Decreto N° 15, emanado del Presidente de la República de fecha 19 de marzo de 1969 se sustituyó la Dirección General de Policía por la Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención, cuyo personal debe egresar de un Centro Especializado de adiestramiento o con suficiente formación profesional y a la cual le fijaron las siguientes atribuciones: “Coordinar su acción antidelictiva con los demás cuerpos policiales; Proteger el pacífico disfrute de los derechos de conformidad con lo establecido en la Constitución y en las Leyes de la República; Velar por la conservación del orden y la seguridad pública, de acuerdo a la función atribuida al Ministerio de Relaciones Interiores en el artículo 18 del Estatuto Orgánico de Ministerios y en el Decreto N° 15 del 29 de abril de 1959; Y Asesorar al Ejecutivo Nacional en la formación de la política antidelictiva (artículo 5°). LA GUARDIA NACIONAL La Guardia Nacional es un organismo cooperador de los Cuerpos y Agentes Policiales de los Estados y Municipios, en los fines propios de éstos, y de los demás funcionarios y Cuerpos Policiales de la Nación en las actividades propias de estos últimos (artículo 8° de la Ley citada); y como Servicio Urbano, tiene también una atribución accidental, que es la de reforzar a las autoridades civiles de la Nación y a los policiales de los Estados y de las Municipalidades, cuando resulten insuficientes; sólo con el objeto de mantener el orden público (inciso d), del artículo 14); sin perjuicio, en cuanto a la forma de prestar esa cooperación, de conservar su autonomía (parágrafo único del artículo 8°, de la Ley citada). A ella, por Decreto-Ley N° 349, emanado de la Junta Revolucionaria de Gobierno, de fecha 22 de junio de 1946, se le dio una doble función, siendo la segunda de ellas: “Complementar la acción de seguridad de las Fuerzas Armadas Policiales en toda la extensión del territorio nacional, ampliándola en determinadas funciones”. Aparte de esta acción complementaria de la acción de la policía en todo el territorio nacional, la Guardia Nacional tiene a su cargo el Servicio Rural destinado a la vigilancia de los campos y lugares desguarnecidos que la requieran; el Servicio Vial, encargado de prestar vigilancia en los ferrocarriles, carreteras y en general, en las vías públicas y empresas de transporte; el Servicio de Sanidad, destinado a cooperar en todas las autoridades encargadas de los ramos de higiene, salubridad, asistencia social y calamidades públicas, el Servicio Urbano, de complementar la acción de las policías en toda la extensión del territorio nacional, el de Resguardo de Aduanas, marítimas, terrestres y aéreas (Ley Orgánica de la Hacienda Pública Nacional, Ley de 174 Aduanas y Reglamento del Resguardo de la Renta Aduanera); el Resguardo de Licores (Ley Orgánica de la Renta de Licores y Reglamento de la Misma); el de Guardería Forestal (Ley Forestal y de Aguas de 30 de diciembre de 1965); el de vigilancia externa de cárceles y demás establecimientos de reclusión (Reglamento de Cárceles de 14 de noviembre de 1952 y la Ley de Régimen Penitenciario; el de vigilancia de Caza y Pesca (Ley de la materia) y, por último, los servicios de protección industrial, vigilancia en los campos petroleros y mineros, custodia de valores y de explosivos. En una palabra, la Guardia Nacional en Venezuela constituye una auténtica Policía Nacional Administrativa, que en todo el territorio de la República extiende su acción de vigilancia y de protección en los más diversos ramos dependientes de los Ministerios de Relaciones Interiores, Hacienda, Defensa, Comunicaciones, Justicia y Agricultura y Cría; con la ventaja sobre muchos otros países, de que se trata de un único cuerpo policial, con carácter militar, con secciones especializadas en cada rama, provisto de una disciplina de gran capacidad de movilización y que goza de prestigio sólido en el país. Últimamente, conforme a Decretos Ejecutivos los oficiales de la Guardia Nacional son los Comandantes de la Policía Metropolitana (Area Metropolitana de Caracas) y de las principales capitales de Estados. La Guardia Nacional divide su actuación en tres grandes áreas: La Fiscal, la de Recursos Naturales y la de Seguridad. b) Policía Urbana y Rural También los Estados y los Municipios pueden organizar sus fuerzas de policía pero sujetándose a lo que dispone la ley nacional, pues así lo prescribe el artículo 134 de la Carta Fundamental. Esta policía de los Estados y de los Municipios debe limitarse a las materias urbanas y rurales; y las leyes estadales correspondientes determinarán cuáles de esas ramas se atribuyen a la competencia municipal. Tal es el régimen establecido en el inciso 5° del artículo 17 de la Constitución sobre la Policía Urbana y Rural. LOS CODIGOS DE POLICIA ESTADALES Interinamente esa Policía Urbana y Rural está regida por los Códigos de Policía que cada Estado tienen. En 1955 fueron unificadas ciertas secciones de ellos en escala nacional. Esa policial estadal viste siempre de uniforme y existe la tendencia actual de poner a su frente a militares en servicio, que actúan por comisión. La Policía Municipal del Distrito Federal se rige por la Ordenanza de Policía Urbana y Rural de 30 de Septiembre de 1926 y su Reglamento Parcial de 28 de octubre de 1909, Es ahora que ha venido organizándose para cumplir su papel de prevención del delito y de protección a la propiedad, a las personas y en la defensa del orden público, ya que las violencias y cambios políticos ocurridos en el país en 1945, que la hicieron desaparecer; la desorganización que tuvo el 1948 y diez años después en 1958, han impedido su normal desenvolvimiento. Es de hacer notar la buna labor que desde junio de 1961 a noviembre de 1964 cumplió la misión técnica de Carabineros de Chile. Convenios celebrados últimamente entre el Gobierno del Distrito Federal y el Estado Miranda, han creado la Policía Metropolitana, a cargo de un Oficial Superior de la Guardia Nacional en comisión. En resumen, dentro del régimen constitucional vigente (artículos 134, 17 y 30), existe, pues, una jerarquización: la policía municipal urbana y rural la determina una ley estadal, la cual a su vez señala la que corresponde especialmente al Estado; pero para legislar sobre uno y otro objeto deben los Estados ceñirse a las disposiciones fundamentales de la Ley nacional de policía, la cual puede también coordinar los distintos servicios policiales. 175 c) Policía de las Cámaras Legislativas El artículo 158, ordinal 3° de la Constitución, establece entre las atribuciones privativas de cada uno de los cuerpos legislativos la de: 3° “Organizar su servicio de policía”. Policía que tiene por objeto garantizar la plena independencia del Congreso, y guardar el orden en cada Cámara si éste llegare a perturbarse; que no obedece sino a la Cámara misma; y que nunca ha llegado a crearse. A ella se refería la Constitución de 1830 cuando establecía la Guardia Nacional. d) La Policía Judicial En tres disposiciones distintas la Constitución vigente se refiere a la Policía Judicial: 1) de una manera indirecta en el artículo 210 del Capítulo II “Disposiciones Generales” del Título VII: “Del Poder Judicial y del Ministerio Público”. Dice aquella disposición: “La Ley determinará lo relativo a la inspección del funcionamiento de los Tribunales a los medios de atender a sus necesidades funcionales y administrativas y a la organización de los servicios auxiliares de la justicia, todo ello sin menoscabo de la autonomía e independencia de los jueces”. Y la Exposición de Motivos del Proyecto de Constitución explica lo siguiente: “Por otra parte se pensó en la necesidad de una ley que regule a los servicios auxiliares de una Justicia que como la Policía Técnica Judicial constituyen servicios de naturaleza especial”. 2) En el Capítulo III “Derechos Individuales” del Título III “De los Deberes, Derechos y Garantías”, artículo 60, donde se declara que “la libertad y seguridad personales son inviolables”, y en consecuencia se regulan las condiciones de la prisión o detención; el último aparte del inciso 1° de ese artículo, preceptúa: “En caso de haberse cometido un hecho punible las autoridades de policía podrán adoptar las medidas provisionales, de necesidad o de urgencia, indispensables para asegurar la investigación del hecho y el enjuiciamiento de los culpables. La Ley fijará el término breve y perentorio en que tales medidas deberán ser comunicadas a la autoridad judicial, y establecerá además el plazo para que ésta provea, entendiéndose que han sido revocadas y privadas de todo efecto si ella no las confirma en el referido plazo…esta disposición se enlaza directamente con la Disposición Transitoria Constitucional Sexta que regía de manera interina hasta que la legislación ordinaria fijará los términos y plazos a que se refería el susodicho último aparte del ordinal 1° del artículo 60 de la Constitución, como lo hizo el Código de Enjuiciamiento Criminal en la reforma que empezó a regir al 27 de enero de 1962, La última parte de dicha Disposición Constitucional Transitoria preceptúa, y continúa en vigencia porque no tiene carácter transitorio: “Sólo están facultados para tomar las medidas previstas en el artículo 60 de la Constitución las autoridades de policía, que de acuerdo la ley, tengan carácter de auxiliares de la Administración de Justicia”. En estos dos últimos preceptos se ratifica la naturaleza de la Policía Judicial como auxiliar de la justicia y se preceptúa que las actuaciones de ella que toquen con el derecho inviolable de la seguridad y libertad personales, sólo pueden ser adoptadas como medidas provisionales, en los casos de haberse cometido un hecho punible, cuando sean de necesidad o urgencia, y además, cuando sean también 176 indispensables para asegurar la investigación del hecho y el enjuiciamiento del culpable. Sólo en estos casos excepcionales, y no como una facultad permanente y general, la Policía Judicial, como auxiliar de la Administración de Justicia, puede aprehender a sospechosos de haber tomado parte en la comisión de un hecho punible, o restringir su libertad y seguridad, todo dentro de los plazos y términos señalados en la Ley, es decir, en el artículo 75-H del Código de Enjuiciamiento Criminal. 4.-Antecedentes de la Policía Judicial. La Policía con funciones instructoras a prevención 1830 a 1959. Por ley 11 de mayo de 1825 dictada por el Congreso de Colombia cuya aplicación ordenó una Ley de Venezuela de 14 de octubre de 1830, correspondía a los Alcaldes Parroquiales 1830, correspondía a los Alcaldes Parroquiales (llamados en la Constitución de 1830 Jueces de Paz) y a los Alcaldes Municipales: “Aprehender a los delincuentes a prevención previa la sumaria información del hecho, o sin ella cuando fuere infraganti; practicar inmediatamente en este segundo caso el correspondiente sumario, y dar cuenta en ambos casos con remisión de uno y otro al Fiscal o Juez competente (artículos 153, N° 6 y 155)”. El Código de Procedimientos Judiciales de 19 de mayo de 1836 (Código Arandino) mantuvo esa facultad de los Jueces de Paz y Alcaldes Parroquiales en su artículo 1° de su Ley Unica sobre “El juicio criminal en tanto se establece la administración por jurados”, como también las leyes sucesivas sobre esta última materia. En 20 de mayo de 1854 se promulgó un Código Nacional de Policía, cuyo artículo 2° establecía: “La Policía se divide en administrativa, judicial y municipal y ésta puede ser urbana y rural” Su Ley III estaba destinada a la Policía Judicial: “Artículo Uno.- Los Jefes de Policía por sí y por medio de sus agentes; harán cuantas indagaciones y pesquisas sean conducentes a fin de descubrir todos los delitos cuya acción no esté reservada a los particulares y las culpas y contravenciones de cualquier especie que se comentan o intenten cometer dentro de los límites de su jurisdicción, y quienes son sus autores. Usarán para ello de discreción y sagacidad, y se valdrán de todos los medios que no les prohíban las leyes, la moral y la decencia. Cuando obtengan por resultados de sus averiguaciones que se ha cometido algún delito que merezca pena corporal, fuera de su jurisdicción, tienen el deber de dar inmediatamente aviso al jefe de policía del lugar, para que proceda a la indagación del hecho y prisión del delincuente”. “Artículo 2°- Cuando un Jefe de Policía haya descubierto por testimonio digno de crédito, o por otro indicio grave, quién es el autor de un delito, procederá por sí a formar la sumaria información del hecho y aprehender al delincuente, si aquel tuviere señalada penal corporal; y en todo caso dará inmediatamente cuenta a la autoridad judicial competente para que se proceda conforme a las leyes”. Dicha Ley daba también a los Jefes de policía judicial el gobierno, seguridad, orden y régimen de las cárceles, la visita de los establecimientos de castigo y la ejecución de las penas impuestas. El Código de Procedimiento Criminal de 19 de abril de 1863, - de efímera aplicación por el triunfo pocos meses después de la Revolución Federal. Traía estos artículos: “4° Las Autoridades de Policía pueden iniciar el procedimiento hasta arrestar al reo, pero deben pasar inmediatamente el sumario a la Autoridad Judicial respectiva”. “5°- Las diligencias practicadas por las Autoridades de Policía tienen valor en juicio; pero la judicial puede rehacerlas o ampliarlas”. 177 El Código de Enjuiciamiento Criminal de 1882 en su artículo 75, preceptuaba: “Las autoridades de policía, para evitar toda dilación, deberán también abrir la inquisición, sin perjuicio de avisarlo desde luego y de pasar las diligencias que practiquen a uno de los Jueces competentes”. Esta disposición que repetía la del artículo 282 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal de España de la misma fecha, perduró en nuestra legislación procesal penal durante 72 años. 1926.- En la reforma que en 1926 recibió el Código de Enjuiciamiento Criminal se intituló el Capítulo I del Título I: “Funcionarios de instrucción y policía judicial, sin que el correspondiente articulado hubiese variado, de tal modo que en su preceptiva quedó patente una omisión inexplicable. Posteriormente, en 1938, la Ley del Servicio Nacional de Seguridad, al crear este servicio le señaló, entre otros fines, el de “intervenir en la averiguación de hechos delictuosos” (artículo 1°), y, especialmente al Cuerpo de Investigación, el de “cooperar con el Poder Judicial en el descubrimiento y captura de los delincuentes de todo orden a cuyo efecto los funcionarios del Cuerpo de Investigación tendrán el carácter de funcionarios instructores del sumario conforme al artículo 75 del Código de Enjuiciamiento Criminal” (inciso d), artículo 19). Empero, este carácter de funcionarios de instrucción a prevención que, conforme al artículo 75 del Código Procesal Penal. Sólo les daba facultad para actuar para evitar toda demora, junto con el deber de pasar las diligencias a los Jueces competentes, fue rebasado en la práctica a medida que el cuerpo de investigación se organizaba, extendía sus funciones en todo el territorio nacional y superaba su preparación técnica, hasta el punto de que, en los últimos años, antes de 1954, en Caracas y en las capitales de Estado y poblaciones importantes, los sumarios eran iniciados y levantados casi en su totalidad por los funcionarios técnicos de Investigación. Esta situación fue expuesta por el suscrito en la Comisión Codificadora Nacional en Enero de 1950, señalando además los gravísimos inconvenientes, asaz conocidos y sufridos por Jueces y por los abogados en ejercicio, preponderancia del investigador sobre el funcionario judicial de instrucción; violación del secreto sumarial por las frecuentes informaciones a los periódicos, instrucción simultánea y paralela de dos sumarios: uno por la Seguridad, otro por los Tribunales; pérdida de tiempo porque los Jueces de Instrucción hacían ratificar todas las diligencias realizadas por los empleados de investigación; y lo que era más grave; detención de los sospechosos, prolongada e ilícita, amén de que, en la práctica, la instrucción de los sumarios se prolongaba mucho más del término señalado como máximo por el precepto de las Constituciones de 1936-1945 y de 1953. La situación se hacía más grave porque los funcionarios del Cuerpo de Investigación no tenían ningún nexo de dependencia hacia los funcionarios del órgano jurisdiccional ni hacia los del Ministerio Público, por lo que se hacía difícil a éstos poner coto a los excesos arbitrarios en que incurrían en sus actividades sumariales. Hubo de tenerse en cuenta que en los tiempos modernos es de imprescindible necesidad para la Justicia Penal la cooperación de una Policía Técnica, altamente especializada, que pusiera a disposición de los Jueces sus expertos y laboratorios químicos, sus dactiloscopistas, sus especialistas en balísticas, sus médicos-forenses y psiquiatras, etc. De ahí la necesidad que puso de relieve en sus deliberaciones la extinguida Comisión Codificadora Nacional y lo participó al Ministerio de Justicia, de que el Código de Enjuiciamiento Criminal creara y reglamentara las funciones de la Policía Judicial, estableciendo los límites de su actuación, la subordinación en que debía actuar con respecto al Poder Judicial y las sanciones en que podían incurrir sus funcionarios en caso de traspasar aquellos límites o de menospreciar las órdenes de los órganos jurisdiccionales, ampliando al mismo tiempo, las atribuciones que tenía el Cuerpo de Investigación por la Ley y el Decreto Mencionados, pues la verdad es que muchos de sus técnicos estaban mejor preparados para investigar los delitos de cualquier lego Juez distrital o municipal de las aldeas y pueblos venezolano. 178 A consecuencia de esta excitación hubo un Seminario en la Universidad Central sobre Policía Judicial, del cual salió un trabajo del doctor Michelle Tomaselli, el mejor escrito hasta hoy sobre la materia. La reforma del Código en 1954 A remediar aquella falla tendieron las adicionales que se le hicieron al Código de Enjuiciamiento Criminal de 1926, las cuales entraron en vigencia el 30 de octubre de 1954. “Con esta regulación- decía la Exposición de Motivos del proyecto ministerial- se aspira evitar los conflictos de competencia entre funcionarios de policía y autoridades judiciales y asegurar con la mayor prontitud las pruebas materiales del hecho, los datos que contribuyan a su comprobación y la inmediata detención de los indicios”. En los catorce artículos que en dicho proyecto regulaban la materia, se establecían las funciones de la policía judicial, los funcionarios que la integran, la forma de proceder, la obligatoria celeridad de sus actuaciones y el secreto que deben guardar ellas; los modos de actuar, la forma de obtener la declaración del presunto culpable, el personal técnico y auxiliar, las visitas domiciliarias, las misiones que deben contener las Actas que levantan, el carácter que tienen sus funcionarios de auxiliares de los Jueces, la fuerza probatoria de las actuaciones que realicen, la obligación de enviar inmediatamente las diligencias a las autoridades judiciales competente, y las sanciones disciplinarias que éstas le puede imponer. (Diario de Debates de la Cámara del Senado N° 27, de 21 de junio de 1954). Especial cuidado tuvieron los legisladores en el estudio y sanción del articulado del proyecto relativo a la policía judicial, fue así que, muy plausiblemente, la Cámara de Diputados modificó el artículo 78 del proyecto ministerial para determinar con toda precisión y rotundidad que la Policía Judicial debe estar subordinada a la autoridad judicial instructora, “fijando, de una vez por todas, cuál ha de ser la posición de dichos funcionarios en el escenario procesal y evitar roces de autoridades por pretendidas invasiones de sus propias atribuciones”. Igualmente, la Cámara de Diputados creyó necesario la fijación de un término prudencial para que las actuaciones fueran remitidas al Juez competente, pues le pareció que la expresión del proyecto “inmediatamente” podía prestarse a retardos y abusos en la práctica, quizás no tanto por mala fe sino por desidia o falta de preocupación en los funcionarios encargados de realizar las investigaciones. Fue por ello que en la segunda discusión del artículo 87 (artículo 75-H del Código Actual), quedó redactado así: Los Funcionarios de la Policía Judicial, deberán remitir al Juez competente en un término no mayor de 30 días, contados desde la fecha de la apertura de la averiguación, las Actas que han redactado sobre las diligencias y los instrumentos, armas y efectos que hayan asegurado. En la nota de remisión harán constar los testigos que no han declarado y la razón de la omisión y expresión si el presunto culpable ha sido o no detenido”. Ahora bien, ni el proyecto ministerial ni el artículo como tal como fue sancionado en la segunda discusión de Diputados, mencionaba al presunto culpable que hubiera sido detenido por la Policía Judicial. Esta omisión fue expresamente subsanada en la tercera discusión de la Cámara de Diputados, atendiendo a levados principios respetuosos de la garantía constitucional de la seguridad personal. En esa tercera discusión se le agregó lo siguiente: “En el caso de que el indiciado haya sido detenido preventivamente, lo podrán en el término legal a disposición del funcionario instructor, junto con las actuaciones que hubiera practicado, a los fines de la prosecución de las diligencias sumariales”. Precepto que, admitido también por el Senado, estuvo en vigencia hasta la reforma de 1962. 179 Las reformas de 1962 En esta reforma se acentuó más el carácter policial del sumario pues se incluyó entre los instructores del proceso penal, a los órganos de la policía judicial, en igualdad de condición jurídica con los Tribunales instructores, con las solas limitaciones que les imponen el Código de Enjuiciamiento Criminal y los Estatutos Orgánicos que los crean y regulan. Se les dio a los órganos de policía judicial el carácter de “delegados” por la Ley, del Juez de primera Instancia (parágrafo único del artículo 72), disposición insólita, pues se confunden en un mismo órgano designado por el Poder Ejecutivo, sometido funcionalmente a su autoridad jerárquica, las funciones netamente judiciales. El legislador tuvo en mente que “si es cierto que los órganos de la Policía Judicial no tienen los otros instructores ya que sólo pueden iniciar averiguaciones sumariales y llevar a efecto algunas actuaciones en procesos penales, la doctrina moderna los acepta como órganos instructores, aún cuando tengan una capacidad “minus plena”. Por ello el Código los incluyó en la enumeración de los instructores que hace el artículo 72. Y, “para propiciar el constante desarrollo de nuestro campo procesal y dada la posibilidad de que en un futuro fueren creados nuevos órganos con facultades instructoras, se incluyó un último ordinal, el quinto, permitiendo esa eventual circunstancia”. Además, el legislador en el artículo 74.A determinó con la mayor exactitud cuáles son los órganos de Policía Judicial, pues ellos “tienen funciones preponderantes en la iniciación de la averiguación sumaria, e inclusive en otras etapas del juicio penal”; se enunció en primer lugar, al Cuerpo Técnico de Policía Judicial, por considerar que “es el órgano por excelencia para asumir y desempeñar con eficiencia las funciones que están asignadas; en segundo término, se estableció a “los órganos competentes de las Fuerzas Armadas de Cooperación” para evitar que cualquier miembro de dicha Fuerza obrando aisladamente asumiera funciones de Policía Judicial, como con frecuencia venía ocurriendo; se incluyó en la enumeración a las autoridades que la Ley de Tránsito señala en materia de su competencia, para iniciar y proseguir, hasta cierta etapa, las averiguaciones de carácter penal, también a la Dirección de Extranjeros, y no aisladamente a los funcionarios de dicha Dirección, salvo que actúen como funcionarios de Policía Judicial en virtud de instrucciones precisas de ella; por último, se dejó la salvedad de que también son órganos de la Policía Judicial aquellas autoridades no enumeradas a quienes, sin embargo, las leyes especiales que regulen sus funciones les atribuyan funciones instructoras. Disposición que en el transcurso de los diez años pasados han provocado muchas dificultades porque cuerpos policiales, creados por Decretos orgánicos o por Resoluciones ministeriales y no por ley especial (antigua DIGEPOL /Dirección General de Policía/ y actual DISIP /Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención/ y SIFA /Servicio de Inteligencia de las Fuerzas Armadas/, respectivamente), asumen en la práctica funciones instructoras. Por cuanto bien pueden los funcionarios de Policía Judicial prestar su invalorable auxilio técnico a otros Jueces diferentes a los instructores –peritajes grafológicos y balísticos, por ejemplo- se estableció en el artículo 75 que: “también están subordinados a los otros Tribunales penales, cuando éstos requieran colaboración técnica para la estructuración y conservación de elementos probatorios”, se les dio facultad de solicitar, cuando fuere menester, ampliación o aclaratoria de las denuncias formuladas para tomar declaración a los testigos; practicar experticias de toda naturaleza con sus propios funcionarios o con la colaboración de técnicos e inspecciones oculares con el auxilio de prácticos, cuando fueren necesarios. Más aún, cuando el Juez instructor recibe el expediente de la Policía Judicial puede devolvérselo “a objeto de que complete las diligencias que le indique” por considerar el legislador que la Policía Judicial dispone de medios más expeditos que el Juez instructor para la ejecución de las referidas diligencias. Estas nuevas facultades dadas a la Policía Judicial en la reforma de 1962, han hecho que en la práctica predomine la acción instructiva de la policía sobre la del Juez de Instrucción; lo que acerca más la instrucción sumaria venezolana al “inquerito policial” 180 del Brasil, y lo aleja de los sistemas europeos; francés, italiano y español. CARACTERISTICAS DE LA POLICIA TECNICA JUDICIAL EN VENEZUELA a) Constituye un servicio de naturaleza especial, auxiliar de la Justicia Penal (Exposición de Motivos del artículo 210 de la Constitución). b) Está subordinado funcionalmente a los Jueces instructores durante el sumario, y también a los otros Tribunales penales durante todo el proceso cuando éstos requieran su colaboración técnica y, en general, al Poder Judicial (artículo 75 del Código de Enjuiciamiento Criminal y Segundo Considerando del Decreto Orgánico N° 48, de 20 de febrero de 1958). c) Esta sometida a la dirección de vigilancia de los Jueces de Primera )Instancia en lo Penal (artículo 85 de la Ley Orgánica del Poder Judicial). d) Está sometida a la vigilancia del Ministerio Público; la cual se ejerce, en general, sobre todos los cuerpos policiales, especialmente para evitar las detenciones arbitrarias y para propiciar el ejercicio de las libertades públicas (inciso 10 del artículo 6°, e incisos 3° y 4° del artículo 42 de la Ley Orgánica del Ministerio Público). e) Al Cuerpo Técnico de Policía, “subordinado en el ejercicio de sus funciones al Poder Judicial, competen actividades que deben distinguirse netamente de las que cumple la policía de seguridad o preventiva”. A estas autoridades policiales “al servicio de la justicia penal corresponde una actividad represiva de los delitos que solamente se cumple dentro de una órbita jurídica precisa cuando se ha cometido, o se presume haberse cometido, un hecho delictuoso y siempre con arreglo a las normas rígidas de la ley procesal” (Segundo y tercer Considerando del Decreto Orgánico N° 48, de 20 de febrero de 1958, creador del Cuerpo). f) Dicho Cuerpo Técnico de Policía Judicial, como auxiliar del Poder Judicial, es el llamado a defender a los ciudadanos contra el crimen, y el encargado de proteger el ejercicio de los derechos individuales y de garantizar el pleno goce de las libertades civiles (Considerando Tercero ejusdem). g) El Cuerpo Técnico de Policía Judicial es un organismo de carrera, cuyos funcionarios y empleados son inamovibles; reciben remuneración que determine la Ley, la que no podrá ser disminuida mientras permanezcan en sus funciones tienen un escalafón propio; deben ser venezolanos, mayores de edad, de conducta intachable; no pueden intervenir en política ni ejercer o participar en actos que afecten su seriedad, imparcialidad o buen nombre. El Reglamento Interno establece las normas sobre escalafón, ascensos y régimen disciplinario. Sólo el Director, Subdirector, Secretario General y Asesor Jurídico son de libre elección y remoción del Ejecutivo Nacional por órgano del Ministerio de Justicia; y todos los demás funcionarios son nombrados por concurso, previo dictamen de un tribunal examinador que recibe las pruebas de competencia o aprecia los títulos de los aspirantes (artículos 7°, 8°, 9°, 10° y 11° del Decreto Orgánico N° 48, del 20 de febrero de 1958, creador del Cuerpo). h) El Cuerpo Técnico de Policía Judicial es un Cuerpo de Policía Judicial especializado con las técnicas y prácticas de la criminalística o policía científica, especialmente en Medicina legal, química, estupefacientes, dactiloscopioa, fotografía, planimetría, grafotécnica, y balística. En la actualidad tiene también el servicio de psiquiatría forense, laboratorio de toxicología y el Laboratorio Policial engloba los antiguos departamentos de micro-análisis, Grafotécnica, Balística y Antropología Criminal. i) La Policía Judicial actúa de oficio, por denuncia, por orden de los Jueces o a requerimiento del Ministerio Público (artículo 75, Código de Enjuiciamiento Criminal y artículo 42, inciso 3°). j) Las diligencias que efectúa tienen fuerza probatoria, con las limitaciones expresadas en el segundo aparte del artículo 75-J del Código de Enjuiciamiento Criminal y además de conformidad con las de los artículos 276 y 24 del mismo. 181 PROBLEMAS QUE SUELEN PRESENTARSE Primero: La detención por la policía de personas sospechosas de haber cometido un hecho punible no sorprendidas infraganti. En el Congreso de Colegios de Abogados celebrados en Maracay en 1959 el doctor David Morales Bello presentó una ponencia en la cual sostenía que la Policía Judicial no podía detener a ninguna persona sino en los casos a que se refería el artículo 183 del Código de Enjuiciamiento Criminal, cuando, siendo el delito de los que merecen pena corporal, la persona era sorprendida infraganti. Tanto el Jefe Seccional de la Delegación de Maracay, doctor Torres Agudo, como el Consultor Jurídico de la P.T.J., doctor Luis Rodríguez, expusieron su opinión contraria basada en la disposición del artículo 75 del Código vigente para entonces, de 1957, según la cual la Policía Judicial debe investigar los delitos, identificar y aprehender a los presuntos culpables y asegurar las pruebas necesarias para la aplicación de la ley. El artículo 75-H del mismo obligaba a poner al detenido “en el término legal” a disposición del funcionario instructor. Este término legal, como aparece de las discusiones parlamentarias no era el otro que el indicado para las detenciones infraganti, de 48 horas, dentro de la cual el Juez debía ratificar o no la detención preventiva (artículo 186). Era una situación parecida a la llamada en Francia “Garde a vue”. No conozco ninguna sentencia de los Tribunales de Primera Instancia o Superiores que se hayan pronunciado por esta tesis; sin embargo, aún la sostienen algunos distinguidos abogados. En 1970 se realizó un Foro sobre ese tema en el Colegio de Abogados del Distrito Federal. De los cinco componentes de la mesa, sólo dos, los doctores Agustín Andrade Cordero y el suscrito nos pronunciamos en contra; incluso, un Juez Penal, el doctor Cumanare Navas, sostuvo también la tesis de que la Policía Judicial solamente puede detener en caso de un delito infraganti. Empero, tanto la letra del Código de Enjuiciamiento Criminal vigente desde 1962, como el propósito de los que movieron la reforma, y sobre todo, las discusiones del Proyecto de Constitución apoyan decididamente la tesis contraria. En efecto, el encabezamiento del inciso 1° del artículo 60 de la Constitución se refiere, precisamente, a un caso distinto al de detención infraganti. “Nadie podrá ser preso o detenido, a menos que sea sorprendido infraganti, sino en virtud de orden escrita del funcionario autorizado para decretar la detención, en los casos y con la formalidades previstas por la ley”. Esta disposición fue materia de amplia discusión en el Senado, en la Cámara de Diputados y en la Comisión Bicameral de Reforma Constitucional y al leer esas discusiones queda demostrado que fue voluntad expresa del Constituyente que la Policía Judicial, al haberse cometido un hecho punible, pudiera detener a una persona sospechosa aun en caso de no flagrancia. Así, por ejemplo, en la Cámara de Diputados el doctor Rafael Caldera, Vicepresidente de la Comisión citada, expuso que el problema práctico se complicaba extraordinariamente por la dificultad de fijar el concepto de flagrancia; se refirió a los detenidos con motivo del atentado al Presidente de la República que no lo fueron en flagrante delito, por más que se extendiera el concepto; hubieran sido detenidos infraganti si la autoridad los hubiera aprehendido en la Avenida Los Próceres, en el momento o algunos momentos después del atentado o en las zonas mediatas al lugar del acontecimiento, pero lo fueron algunos días después; Cabrera Sifontes, el principal responsable, fue capturado en Barquisimeto varios días después de la comisión del hecho. Aplicar allí el concepto de flagrancia resultaría demasiado lato y esperar un auto de detención judicial para la captura de un delincuente resulta tan contradictorio a la realidad de los hechos que estamparlo en el texto constitucional sería invitar a las autoridades a que, en defensa del orden público y social, violaran la Constitución. El Constituyente comprendió que las normas del proyecto podían prestarse al abuso y de allí que trató de solucionar el problema equilibrando la necesaria protección del orden público y social, la sinceridad del texto constitucional con la protección que los ciudadanos requieren. El Diputado Lozada sugirió que se estableciera en la misma Constitución los dos términos: el de la detención policial y el que tiene el Juez para revocar o confirmar la medida indicando 182 que dichos términos podían ser de ocho días cada uno; lo que en definitiva se adoptó en la Disposición Transitoria, pero dejando a la legislación ordinaria la fijación de esos términos y el señalamiento de la clase de medidas que podía tomar la policía. El Código de Enjuiciamiento Criminal, un año después, ratificó esos términos respecto a la detención, pero no autorizó ninguna otra medida de restricción de la libertad. En fin, después de leer las discusiones parlamentarias no puede caber ninguna duda de que la Policía Judicial está autorizada, constitucionalmente, para decretar la detención de un ciudadano dadas las siguientes condiciones: 1° “en caso de haberse cometido un hecho punible”, lo que expresamente se incluyó en el aparte del inciso 1° por el Senado, pues esa condición no estaba en el proyecto primitivo; por lo tanto no está autorizada para detener a personas sospechosas de cometer un delito; 2° debe hacerlo por orden escrita; necesariamente esa orden debe señalar el delito por que se procede y los motivos. Esa orden debe emitirse antes de la captura o inmediatamente después; su ausencia haría nacer responsabilidad en cabeza del funcionario que ordenó la aprehensión. En este particular los Jueces son muy leves al revisar los sumarios policiales; 3° la persona detenida debe ser puesta a la orden de la autoridad dentro del plazo que señala la legislación ordinaria, en el caso del artículo 75-H. Para terminar con este problema quiero dejar expuesta mi opinión personal- que entiendo es discutible- de que, todo acto de la autoridad policial se puede reclamar directamente ante el Juez de Primera Instancia en lo Penal, conforme a la delegación iure estampada en el parágrafo único del artículo 72 del Código de Enjuiciamiento Criminal. Segundo: La prohibición de salir del país, emanada de la Policía Judicial. Este problema ha sido también muy debatido en los medios forenses. En el informe del Fiscal General al Congreso, de 1966, p. 213, se encuentra el resumen de Memorandum N° 72, de fecha 1° de septiembre de 1965, que dice así: “A) La Policía Judicial no tiene, legalmente, esa atribución (artículos 75 a 75-K, inclusive del Código de Enjuiciamiento Criminal; Decreto de la Junta de Gobierno N° 48, de 20 de febrero de 1958; artículo 64 de la Constitución). B) Una orden de esa naturaleza constituye actualmente una extralimitación de atribuciones que puede acarrear al funcionario que la dicte responsabilidad disciplinaria (artículo 75-K del Código de Enjuiciamiento Criminal); responsabilidad civil (artículo 121, Constitución y 1145, Código Civil) y responsabilidad penal (artículo 204, Código Penal). C) La Constitución permite que la ley pueda dar esa atribución a la Policía Judicial (ordinal 1°, artículo 60, Constitución). D) Convendría que el Código de Enjuiciamiento Criminal diera tal atribución a la Policía Judicial y fijará el término breve y perentorio en que debe ser comunicada a la autoridad policial a los efectos señalados en el último párrafo aparte del ordinal 1° del artículo 60 de la Constitución. Considero que la doctrina de los Tribunales Penales y de Instrucción se inclina preferentemente en el sentido de esta opinión. Quiero mencionar en contra de ella el ilustrado estudio emanado del distinguido Comisario Jefe doctor Argimiro Soto Rivero, del Cuerpo Técnico de Policía Judicial, hoy Director de la Academia Nacional de Policía, publicado en la Revista “Policía Científica”. Esa autorización, debidamente condicionada, podría establecerse en la Ley de Policía Judicial que considera actualmente el Senado. Tercero: Sobre el secreto sumarial. En 7 de septiembre de 1965, el Fiscal General de la República dirigió al Ministerio de Justicia el siguiente oficio: 183 “Tengo a honra dirigirme a usted con el siguiente objeto: Los funcionarios del Cuerpo Técnico de la Policía Judicial tienen la costumbre de convocar a “rueda de prensa” para exponer que “el caso está terminado” y revelar las actuaciones sumariales por ellos realizadas. El artículo 75-B del Código de Enjuiciamiento Criminal establece: “Los funcionarios de la Policía Judicial y las personas que colaboren con ellos están obligados a guardar absoluto secreto con respecto a las diligencias del sumario en que hayan intervenido”. La extinguida Corte de Casación, en diferentes ocasiones dio instrucciones a las Cortes Superiores para que se dirigieran a los Jueces Penales ordenándoles que éstos exigieran a las autoridades de policía judicial que guardaren rigurosamente el secreto sumarial (P. ej. Gaceta Forense N° 17, julio-septiembre, pág. 91). El artículo 206 del Código Penal preceptúa: “Todo funcionario público que comunique o publique los documentos o hechos de que esté en conocimiento o posesión por causa de sus funciones y que deba mantener secretos, será castigado con arresto de tres a quince meses, y asimismo, todo funcionario público que de alguna manera favorezca la divulgación de aquéllos. De manera que en obsequio de la recta observancia de las disposiciones legales citadas, de cuya vigilancia estoy encargado constitucionalmente, me tomo la licencia de pedir a usted que estudie la conveniencia de dar las instrucciones pertinentes al Cuerpo Técnico de la Policía Judicial”. En la práctica esta disposición legal no se cumple sino que al contrario los funcionarios de policía judicial, a diario, revelan a la prensa todas las diligencias sumariales que realizan, a ciencia y paciencia de sus Superiores orgánicos los Jueces Penales, y de los Fiscales del Ministerio Público que deben vigilar sus actividades. Disposiciones legales contenidas en el documento: CR art:17 CR art:30 CR art:60 CR art:60-Encab CR art:60-1 CR art:60-1-ult.ap CR art:121 CR art:134 CR art:136-2 CR art:136-5 CR art:158-3 CR art:210 CEC art:2-prf.apt CEC art:24 CEC art:42-3 CEC art:64 CEC art:72-4 CEC art:72-pg.un CEC art:74-2-A CEC art:75 CEC art:75-5 CEC art:75-B CEC art:75-H 184 CEC CEC CEC CEC CEC LOMP LOMP LOMP LOMP EOM DP DO DO DO DO DO CPUR LOPJ CC CP CP OMP art:75-J art:75-K art:90 art:183 art:276 art:6-10 art:42-3 art:42-4 art:92 art:18 N° 15-art:5 N° 48-art:7 N° 48-art:8 N° 48-art:9 N° 48-art:10 N° 48-art:11 art:17-5 art:85 art:1145 art:204 art:206 07-09-1965 DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC CODIGO DE POLICIA DETENCION FLAGRANCIA FUERZAS ARMADAS PODER LEGISLATIVO PODER NACIONAL POLICIA POLICIA JUDICIAL POLICIA NACIONAL PROCEDIMIENTO PENAL PRUEBA SECRETO SUMARIAL SUMARIOS FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.139-152. 185 036 TDOC REMI DEST UBIC TITL Memorando Consultoría Jurídica /sin destinatario/ Ministerio Público MP CJ FECHA:19720928 Sentencia del Juez Nacional de Hacienda de la Circunscripción Judicial del Distrito Federal y Estado Miranda en el sumario abierto por una importación de maní FRAGMENTO 1.- El Juez decidió que se ha cometido la contravención descrita en el artículo 158 de la Ley de Aduanas; desde un punto de vista netamente jurídico se considera que la sentencia adolece de fallas, pues es el caso de autos no se aludió ni se trató de eludir la intervención de las oficinas aduaneras en la introducción al país de esa mercancía, ya que: a) Llegó a puertos habilitados; b) Los barcos respectivos traían la documentación básica, a saber: 1) Facturas consulares y sobordos, certificados por el respectivo Cónsul; 2) Conocimientos de embarques sellados por el respectivo Cónsul. 2.- El Juez afirma que se trató de engañar a las autoridades de aduanas con el supuesto de que la mercancía venía dirigida a una Entidad a la cual le eran exonerados los derechos. El Juez pasa por alto: Que mientras el consignatario no acepta la consignación en la aduana no puede existir ese engaño; que esas mercancías debían traer las listas previas; y que el contrabando previsto en el artículo 158 mencionado cosiste en eludir o tratar de eludir la intervención de la oficina aduanera, y no tratar de engañar a ésta; siempre que los documentos sean auténticos. 3.- Ante el Superior se podría solicitar: a) Que no hubo contrabando; b) Que, en consecuencia, no podía haber sido decretado el embargo para lo cual se necesita como condición sine qua non, la prueba suficiente de la comisión del contrabando (artículo 322 de la L.O.H.P.N.). c) Además que tampoco se podía decretar el embargo porque lo impedía la disposición del artículo 4° de la Ley de Aduanas y, en este caso no hubo instrucción expresa alguna en contrario del Ministerio de Hacienda. 186 4.- La apelación puede hacerla el representante del Ministerio Público; y también toda persona perjudicada por la decisión (artículo 381, L.O.H.P.N.); llama la atención que el Juez no haya cumplido con la obligación que le imponía el párrafo aparte del artículo 383 de la Ley Orgánica de la Hacienda Pública Nacional, de notificar previamente al Fiscal antes de declarar caído en pena de comiso el maní importado. II CONSECUENCIAS DE LA SENTENCIA a) El Juzgado declaró caídos en pena de comiso los embargos de maní. Si esta decisión queda firme constituirá el título de adquisición para la Nación y dicha mercancía pasaría a ser un bien nacional, (artículo 19, N° 1, Ley Orgánica de la Hacienda Pública Nacional). Ordenada como ha sido la consulta de tal decisión, ésta no es ejecutable todavía, de modo que aún no se puede considerar dicha mercancía como un bien nacional. b) En el caso que la decisión sobre el comiso quede firme, la Nación se hace propietaria de esos bienes; empero, es de preguntarse: ¿podrá disponer libremente de ellos sin el previo informe favorable de la Contraloría General de la República; en otros términos, prevalece la disposición del artículo 332, de la Ley Orgánica de la Hacienda Pública Nacional, sobre la del artículo 24 de la misma Ley? Salvo más autorizada opinión, se considera que no prevalece, pues la expresión: “disponer de ellos en la forma que juzgue más conveniente, inclusive la destrucción de los mismos”, se refiere solamente a la forma de disposición: donación, venta, permuta; o bien transferirlos gratuitamente al patrimonio de un Establecimiento Público o Instituto Autónomo; las tres primeras formas de disposición necesitarían, como enajenaciones que son, del previo informe favorable del Organismo de Control, no así la última, porque en este caso la Nación conserva el dominio eminente sobre dichos bienes, los cuales continuarían siendo bienes nacionales (artículo 19, N° 1, L.O.H.P.N.). No está por demás observar que, en la práctica, el Ejecutivo Nacional acostumbra disponer libremente de esos bienes caídos en comiso mientras no hayan sido incorporados a los bienes nacionales mediante la respectiva contabilización. c) El Ejecutivo nacional puede disponer de dichos bienes en la forma más conveniente aún antes de haberse dictado sentencia definitiva en el proceso en caso de que estén expuestos a pérdida, deterioro, corrupción o depreciación, conforme a lo dispuesto en el artículo 325 de la Ley Orgánica de la Hacienda Pública Nacional. En el caso de que el comiso sea declarado sin lugar por el Tribunal Superior, el Ejecutivo Nacional debe devolver los efectos que tenga aún en su poder, en el estado en que se hallen; o reintegrar el producto de las enajenaciones que hubiere hecho. 187 Disposiciones legales contenidas en el documento: LADU art:4 LADU art:158 LOHPN art:19-1 LOHPN art:24 LOHPN art:322 LOHPN art:325 LOHPN art:381 LOHPN art:383 DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC ADUANAS APELACION COMISO CONTRABANDO CONTRALORIA GENERAL DE LA REPUBLICA IMPORTACIONES MANI SENTENCIAS FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.152-153. 188 037 TDOC REMI DEST UBIC TITL Memorando Consultoría Jurídica /sin destinatario/ Ministerio Público MP CJ FECHA:19720113 Irregularidades del Banco Obrero en la venta de varios edificios de apartamentos a una persona jurídica privada FRAGMENTO Como estudio previo de los documentos señalados en el epígrafe nos permitimos hacer las anotaciones siguientes: I Venta pactada entre Banco Obrero y la Confederación de Ahorro y Crédito para Vivienda /Conacrevi/. A) Síntesis de la documentación enviada por el Banco Obrero. 1°.- Que la Corporación de Ahorro y Crédito para Vivienda CTV (CORACREVI) manifestó al Banco Obrero la posibilidad de obtener un financiamiento para adquirir un lote de apartamento propiedad de este Instituto. (Anexo A, p.1.). 2°.- Que el Banco Obrero, en fecha 18 de junio de 1970 (anexo “A-I”), ofreció vender a CORACREVI 180 unidades de viviendas en los edificios Nos. 17 y 18 ubicadas en el sector El Valle y en fecha 7 de diciembre de 1970 (anexo “A”), les ratificó esa oferta y les ofreció venderles, en la misma forma de pago (90% de su valor en el momento de la venta y el 10% restante a los días de pago inicial). 3°.- La operación antes señalada la considera legal la Consultoría Jurídica del Banco Obrero, porque, según expone, el Instituto está autorizado por la ley para: “a)…fomentar con los métodos que juzgue apropiados en cada caso, la construcción de barrios y de viviendas higiénicas y de bajo precio” (ordinal 1°, artículo 11 in fine); y b)…comprar, vender, permutar, dar y recibir hipotecas y hacer y aceptar daciones en pago” (ordinal 3°, artículo 11, in fine). (Memorándum N° 0234, p. 2). B) COMENTARIOS. Aunque el Memorando del abogado consultor del banco obrero N° 0234, del 3 de diciembre de 1971, califica de OFERTA a la negociación antes referida, consideramos que no es un simple oferta, sino una Promesa Bilateral de venta; pero como el Instituto entregó a CORACREVI los apartamentos, lo que no es usual en este tipo de contrato, aún más, lo autorizó para disponer de ellos, lo que CORACREVI hizo al arrendarlos con opción de compra, puede considerarse la negociación entre el Banco y CORACREVI como una venta a la que sólo falta darle efecto contra terceros mediante documento público. Ahora bien, como ya hemos señalado (véase; Informe para el Consultor Jurídico, fecha 15 de octubre de 1971), la Ley de Banco Obrero solamente permite vender al contado o a plazo, dar en arrendamiento puro y simple o con opción a compra venta, las casas de su propiedad a personas naturales, según el espíritu y propósito de sus artículos 11, 12 y 13, y también en virtud de lo dispuesto en los ordinales 1° y 8° del artículo 17 del Reglamento respectivo. Dicho en otra forma, la legislación del Banco Obrero crea una incomercialidad relativa sobre las vivienda propiedad de ese Instituto en relación con las personas jurídicas; no 189 crea una situación de “extra comercium” respecto a esas viviendas sino una prohibición legal que tiene como objeto evitar intermediarios o especulación con viviendas destinadas a clase obrera y pequeña clase media, es decir, las de menos recursos económicos. Por lo tanto, consideramos que los ordinales 1° y 2° del artículo 11, Ley de Banco Obrero, citado en el memorandum que se analiza, como fundamento legal de la negociación comentada, no son aplicables al caso por lo siguiente: Los dos ordinales citados no se refieren a contrato de venta de casos o viviendas de la propiedad del Banco Obrero ni a ningún otro tipo de sus contratos preliminares. El ordinal 1°, en la parte citada, solamente autoriza al Banco a fomentar con los métodos que juzgue apropiados la construcción de barrios y viviendas higiénicas y de bajo precio; en el caso presente la operación que realizó con CORACREVI no era de fomento o construcción de viviendas sino de enajenación de apartamentos ya construidos o en construcción, por el Banco Obrero. En el caso del ordinal 2° del mismo artículo, cuya parte final cita, tampoco se refiere a venta de viviendas sino a operaciones con créditos hipotecarios (comprar, vender, permutar, dar y recibir hipotecas) y a “hacer y aceptar daciones en pago”. En cuanto al ordinal 4° del artículo 19 de la Ley de Banco Obrero, también citada como fundamento legal de la negociación que analizamos, tampoco es aplicable, porque dicha disposición legal sólo autoriza a conceder préstamos garantizados con hipoteca de primer grado sobre inmuebles urbanos, a las asociaciones y sociedades que deseen construir casas a bajo precio y sin fines de lucro, y esta disposición no subsume al caso presente. Concluimos asentando, salvo mejor criterio, que la negociación que hemos analizado entre el Banco Obrero y CORACREVI, denomínesele oferta, promesa de venta o venta, está afectada de nulidad absoluta, por ser ilícita. II Carácter con que actúa CORACREVI A) Síntesis de la documentación enviada por el Banco Obrero. Que el Banco entregó los bloques 16 y 17, Parroquia El Valle, Sector “Cerro Grande”, Distribuidor Longaray a Coracrevi y la autorizó para disponer de ellos antes de que la venta se formalizara por documento público. El Banco Obrero considera que: CORACREVI ha actuado en su propio nombre y por su propia cuenta en los contratos…”, celebrados con los usuarios de los apartamentos de los citados bloques. Añade que de ninguna manera al celebrar esos contratos “haya actuado en nombre o por cuenta del Banco Obrero, sino que lo ha hecho en su propio nombre (como dueña material de los edificios) y también con el consentimiento del Banco Obrero (dueño “registral o formal de los mismos para ese momento). (Memorando N° 234; p.p. 1 y 3). La autorización del Banco Obrero para que Coracrevi pudiera disponer de las viviendas estaba condicionada a que ésta contrate “el correspondiente financiamiento y que éste contemple la posibilidad cierta de que el primer cierre y desembolso sea efectuado durante el primer trimestre del año 1971”. (Anexo “A”; p.2). B) Comentarios: Como la venta de los apartamentos entre Coracrevi y el Banco Obrero es ilícita, aquélla no podrá cumplir por sí con los usuarios a quienes arrendó con opción de compra; en consecuencia, habiéndose comprometido con autorización del Banco, su gestión no puede ser la de un dueño o propietario sino que el vínculo jurídico que lo liga es el de un administrador, por lo tanto, su actuación queda subsumida a la legislación que rige el Banco Obrero. 190 NOTA: En reunión efectuada el 14 de enero de 1972, el señor Eleazar Pinto, Presidente Encargado de la Corporación de Ahorro y Crédito para la Vivienda, CTV, (CORACREVI), manifestó que su representada ya cumplió con el Banco Obrero sus obligaciones pecuniarias, aun cuando éste no le ha hecho la tradición, mediante el otorgamiento del instrumento de propiedad, mora que atribuye a razones técnicas. Disposiciones legales contenidas en el documento: LBO art:11 LBO art:11-1 LBO art:11-2 LBO art:12 LBO art:13 LBO art:19-4 RLBO art:17-1 RLBO art:17-8 DESC DESC DESC DESC DESC BANCO OBRERO BIENES INMUEBLES NULIDAD PROPIEDAD VIVIENDA FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.152-155. 191 038 TDOC REMI DEST UBIC TITL Memorando Consultoría Jurídica /sin destinatario/ Ministerio Público MP CJ FECHA:19720510 Exigencia a aspirante a participar en licitaciones relativas a contratos de interés público de balance de actividades económicas, elaborado o certificado por un contador público colegiado por parte de algunos Institutos Autónomos y empresas del Estado Venezolano FRAGMENTO En fecha 20 de abril de 1971, la Asociación de Contadores de VenezuelaColegio Nacional de Técnicos en Contabilidad, representada por su presidente Adolfo París, asistido por el abogado Oswaldo Arévalo Monasterios, Asesor Jurídico de dicha Asociación, denunció por escrito que algunos Institutos Autónomos y Enpresas del Estado Venezolano (las cuales no hacen parte de la Administración Pública) exigen a los aspirantes a participar en licitaciones relativas a contratos de interés público, presentar un balance certificado por un Contador Público Colegiado, lo cual denuncian como violatorio del derecho a la libertad del trabajo e infracción de la delimitación de funciones del Poder Público. Dicha denuncia fue ratificada y ampliada mediante escrito presentado en fecha 12 de agosto de 1971. II Como punto previo, se ha analizado la competencia del Ministerio Público en relación con la representación dirigida por la Asociación de Contadores, Colegio Nacional de Técnicos en Contabilidad. Se invoca, para atribuirle, las respectivas normas de los artículos 218 de la Constitución, así como el 6° (ordinales 1° y 2°) y el 39 (ordinal 20) de la Ley Orgánica del Ministerio Público. El citado artículo 218 dispone: “El Ministerio Público velará por la exacta observancia de la Constitución y de las Leyes y estará a cargo y bajo la dirección y responsabilidad del Fiscal General de la República, con el auxilio de los funcionarios que determine la Ley Orgánica. Por su parte, el artículo 6°, ordinales 1° y 2°, de la aludida Ley Orgánica, establece. “Son atribuciones del Ministerio Público: 1° Velar por la observancia de la Constitución y de las Leyes en todo el Territorio Nacional; 2° Velar por el respeto de los derechos y garantías constitucionales…”. Lo que constituye una repetición del artículo 220, ordinal 1° de la Constitución: “Son atribuciones del Ministerio Público: 1° Velar por el respeto de los 192 derechos y garantías constitucionales…”. Y el artículo 39, ordinal 20, de la citada Ley Orgánica, estatuye: “Son atribuciones del Fiscal General de la República…20.- Intervenir por sí o por medio de los Fiscales del Ministerio Público o de sus auxiliares, en cualquier lugar del territorio nacional, en asuntos de su Ministerio…”. Son fundamentalmente dos las funciones que competen al Ministerio Público: a) Velar por la exacta observancia de la Constitución y de las Leyes y; b) Velar por el respeto de los derechos y garantías constitucionales. De tal manera que las demás atribuciones que la Constitución, La Ley Orgánica del Ministerio Público y las demás Leyes de la República señalan al Ministerio Público, están presididas por esas dos funciones primordiales, delineadoras de todo Estado de Derecho. Esa labor de vigilancia encomendada al Ministerio Público, debe manifestarse en un actuar, aun de oficio, cuando tenga conocimiento del incumplimiento o violación de la Constitución o de alguna Ley de la República, de tal magnitud que cause desmedro de ese orden jurídico, de ese Estado de Derecho que está encargado de vigilar. Tal ocurriría de violarse alguna garantía constitucional. La aludida representación, contiene dos denuncias: a) La violación de la garantía de la libertad del trabajo, consagrada en el artículo 84 de la Constitución; y b) La asunción por órganos del Poder Ejecutivo, de la función legislativa correspondiente al Poder Legislativo. Ante la gravedad de tales denuncias, el Ministerio Público debe intervenir en su carácter de vigilante del mantenimiento del orden jurídico por dos razones: a) No existe en el ordenamiento jurídico patrio, un procedimiento breve y expedito que permita a quien ha sufrido menoscabo de su libertad al trabajo; hacer restablecer esa situación jurídica infringida. Lo que existe en la Constitución (Disposición Transitoria Quinta), es el recurso de Habeas Corpus, únicamente para restablecer la vigencia de la garantía de la libertad personal, no siendo por tanto idóneo este recurso constitucional. b) La actividad de la Administración se manifiesta en actos, que son su expresión, su modo de ejercer la actividad que le es propia; y cuando tales actos administrativos no llenan los requisitos exigidos para su validez, no son verdaderos actos. Ello puede ocurrir cuando el órgano del cual emana determinado acto, no tiene competencia en razón de la materia, lo cual se denuncia por la Asociación solicitante. Y si bien es cierto que conforme al artículo 215, ordinal 7°, de la Constitución Nacional, la Corte Suprema de Justicia es competente para declarar la nulidad de los actos administrativos del Ejecutivo Nacional, no es menos cierto que el proceso de licitación es previo para algunos contratos administrativos, habría entonces que esperar su celebración y el interesado en demandar esa nulidad sería la Empresa licitante a quien la Administración hubiera rechazado como tal, no el Contador sin grado universitario cuya actuación profesional fue rechazada, pues el acto de rechazo no va dirigido a él, sino a la Empresa licitante. 193 III Dado que la denuncia planteada asegura que es en esta etapa de los contratos administrativos cuando se producen los hechos que la motivan, es necesario establecer la naturaleza jurídica de las licitaciones. Todo contrato, sea de Derecho Público o Privado, consta de dos etapas: formación y ejecución. Haciendo abstracción de lo relativo a la competencia del órgano para contratar, pues no es ese el problema planteado, debe limitarse a determinar si el contrato sometido a licitación es un acto simple o complejo. En aquél caso, se perfeccionaría al ser suscrito, pero cada acto previo a la celebración constituiría por sí mismo un acto independiente de los demás y del contrato mismo. Pero en este caso, no obstante perfeccionarse al ser suscrito, estaría formado por una serie de actos previos o etapas anteriores a su culminación, esto es, a su celebración, que integrarían al contrato mismo. Como premisa fundamental, debe quedar claro que el contrato de interés público celebrado por una entidad administrativa con atribuciones suficientes para hacerlo, constituye un contrato administrativo; y es a la luz de este principio como se examinará el problema planteado. Respecto a la formación del contrato sometido a licitación, tanto la propia Ley Orgánica de la Hacienda Pública Nacional, como en la Resolución N° 623, del 12 de agosto de 1964, que es un acto administrativo dictado por el Ministerio de Obras Públicas contentivo de las “Normas de Licitación de Obras Públicas Nacionales y Registro de Contratistas de Obras”, exigen el cumplimiento de una serie de requisitos previos a la celebración propiamente dicha del contrato. Así lo señala el doctor Eloy Lares Martínez (Manual de Derecho Administrativo, N° 147; pág. 269 y 270; 2ª edición, 1970); “En todos los países civilizados se han empleados diversos sistemas para escoger a los particulares o empresas privadas que han de contratar con la administración. Esos sistemas pueden reducirse a dos: la licitación y el trato libre…”. Se trata pues únicamente de elegir a la persona natural o jurídica que razonablemente aparezca más idónea para celebrar y ejecutar el contrato en ciernes. Es razonable suponer que el balance de un contador universitario es más idóneo para acreditar la capacidad económica de la empresa que él de un contador práctico; lo que no significa que el balance de éstos, es decir, la autoridad de éstos, no sea también respetable, competente, libre y lícita. Es éste un verdadero acto complejo, que se perfecciona con la efectiva celebración del contrato, siendo que antes de ello no existe acto administrativo alguno, que es el de la celebración del contrato. IV Por cuanto la denuncia versa acerca de esa etapa de los contratos, es necesario establecer cuál es el régimen venezolano de licitaciones. En ausencia de una Ley de Licitaciones, ellas se rigen por dos clases de normas: las contenidas en la Ley Orgánica de la Hacienda Pública Nacional (artículos 427 y 428) por una parte; y otra las establecidas en la Resolución N° 623, del 12 de agosto de 1964 dictada por el Ministerio de Obras Públicas. O “Normas de Licitación de Obras Públicas nacionales y Registro de Contratistas de Obras” (Gaceta Oficial N° 27.515, del 13 de agosto de 1964. 194 La citada Ley Orgánica, en su artículo 427, establece el principio de someter a licitación, en cuanto sea posible, los contratos para construcción de obras y los suministros y servicios que se propongan celebrar los Despachos del Ejecutivo exceptuando los contratos en que esté interesada la defensa nacional, los relativos a servicios técnicos y aquéllos cuyo monto no exceda de diez mil bolívares. Y el artículo 428 de la misma Ley, establece el procedimiento conforme al cual se han de llevar a cabo dichas licitaciones para el caso de que no exista otro procedimiento pautado en Leyes o Reglamentos especiales. Por su parte, la aludida Resolución Ministerial consagra la obligatoriedad del sistema de licitaciones para los contratos relativos a la ejecución de obras públicas, salvo algunas excepciones en atención al bajo monto de la obra o cuando lo justifica la seguridad del Estado o la defensa nacional. Establece asimismo el procedimiento a seguir. E igualmente, respecto de la capacidad económica de la Empresa, dispone que esta se determinará por lo que resulte del examen del último balance de la misma, así como de cualquier otro documento que lo ilustre o complemente (artículo). En la mencionada Ley Orgánica de Hacienda Pública Nacional, nada se establece acerca de que las empresas proponentes presenten o no balances económicos. Pero como quiera que es ese uno de los medios más idóneos para comprobar las condiciones económicas de la Empresa de que se trate, ella misma cuidará de presentarlo con los demás recaudos; y por su parte la Administración podrá exigírselo o recabarlo de la Administración General del Impuesto sobre la Renta. Con respecto a los procesos de licitaciones de obras públicas nacionales que el Ministerio del ramo lleve a cabo, se observa que la referida Resolución solamente exige la presentación de balance de sus actividades económicas, a las personas naturales o jurídicas que aspiren a inscribirse en el Registro de Contratistas para su participación en futuras licitaciones, pero que en ningún caso dicha Resolución señala que tal balance deba ser elaborado o certificado por un Contador egresado universitario. Por cuanto la Administración actúa dentro de un marco legal que no puede ignorar bajo ninguna circunstancia, le está vedado por tanto asumir más atribuciones que la conferida expresamente por el ordenamiento jurídico positivo. Aun cuando está en capacidad y tiene facultades suficientes para establecer condiciones que a su juicio hagan indudable la veracidad de las informaciones contenidas en una propuesta, no por ello puede obviar tal principio mediante el establecimiento de exigencias que excedan de sus atribuciones. V Se denuncia además, la violación de la garantía constitucional del derecho al trabajo consagrado en el artículo 84 de la Carta Magna. “Todos tienen derecho al trabajo. El Estado procurará que toda persona apta pueda obtener colocación que le proporcione una subsistencia digna y decorosa. La libertad del trabajo, no estará sujeta a otras restricciones que las que establezca la Ley”. Y los casos en los cuales se considera que se atacan los derechos de terceros, o se ofenden los de la sociedad, están señalados expresamente en el artículo 5° del Reglamento de la materia: 195 “A los fines indicados en el artículo 7° de la Ley del Trabajo considerarán que se atacan los derechos de terceros en los casos que señalan las leyes, y además en los siguientes: a) Cuando se sustituya una trabajador por otro en contravención a lo dispuesto en el artículo 233 de la Ley del Trabajo; b) Cuando se sustituya definitivamente por otro a un trabajador que haya sufrido un riesgo profesional, en contravención a lo dispuesto en el artículo 125 de la Ley del Trabajo. Y a esos mismos fines, dichas autoridades consideran que se ofenden los derechos de la sociedad en los casos que señalan las leyes, y además cuando declarada una huelga con las formalidades establecidas en el Título VIII de la Ley del Trabajo que se desempeñan, a los huelguistas, sin haber, puesto en mora legal a reanudar el trabajo. El aviso para poner en mora a los obreros huelguistas debe darse ante la respectiva Inspectoría del Trabajo, y el plazo que se fije en dicho aviso para la reanudación de labores no puede ser menor de los tres días previstos en el inciso d) parágrafo 2°, del artículo 28 de la Ley del trabajo. En todo caso queda a salvo lo previsto en el artículo 178 de la misma Ley”. De las normas antes transcritas se observa que, la circunstancia de no poseer título universitario no impide el ejercicio de la profesión correspondiente mientras no se establezca lo contrario mediante Ley dictada al efecto, en la cual se establecerán además las condiciones de su ejercicio y la posible obligatoriedad de colegiación. Así lo dispone el artículo 82 de la Constitución: “La Ley determinará las profesiones que requieren título y las condiciones que deben cumplirse para ejercerlas. Es obligatoria la colegiación para el ejercicio de aquellas profesiones universitarias que señale la Ley”. De los recaudos que se acompañan a la denuncia, se evidencia que entre las condiciones exigidas para participar como proponentes en licitaciones, las Empresas deben presentar un balance económico elaborado o certificado por un Contador graduado en alguna Universidad y Colegiado, y prefieren a éstos porque las considera más capaces, mejor preparados científicamente en la intricada ciencia de la contabilidad, pero no se les impide a los Contadores no graduados que sigan ejerciendo libremente; lo más que podrían ellos sería considerar ese acto como un hecho ilícito, lo cual es discutible; en todo caso ello no entra dentro de las atribuciones del Ministerio Público. Cualquier regulación de categoría sub-legal con que pretenda enmarcarse el ejercicio profesional, necesariamente es nula por incompetencia del órgano que la dicte, pues la facultad de la Administración de emitir normas de obligatorio cumplimiento por la generalidad de las personas que se encuentren en la situación regulada, tiene como límite frente a los administrados los derechos y garantías que establezca la Constitución. Uno de tales es el de la libertad del trabajo, que sólo podrá ser restringida en los casos previstos por la Ley, como antes se ha copiado, lo cual no sanciona en forma alguna la carencia del título universitario para el ejercicio profesional. Resulta imperativo resaltar en este punto, que toda libertad o garantía debe interpretarse en el sentido más lato o extenso concebido mientras no se la desnaturalice, en tanto que toda restricción no es susceptible de interpretación extensiva, por ser de derecho estricto. Estos son principios de derecho universalmente conocidos. Pero es que con esa exigencia que hacen los Institutos Autónomos, las Empresas Estadales, no se enmarca el ejercicio profesional, sino que uno de los Contratistas (el Instituto Autónomo o la Empresa del Estado) exige un requisito que considera conveniente a sus intereses y que el otro Contratista (la Empresa) está en libertad de aceptar o no. 196 Las consideraciones anteriores permiten llegar a la conclusión de que el Instituto Autónomo o la Empresa estatal no ha impedido el trabajo del Contador no universitario; ella prefiere para sus contratos de servicio que los balances presentados por los aspirantes a contratar vengan firmados por Contadores Universitarios, lo que es lógico, puesto que el Estado sostiene Universidades para formar profesionales, científicos y técnicos y sería por lo menos una negligencia, no preferir a los universitarios que gozan de una presunción derivada del título otorgado por la Universidad, sobre los Contadores no egresados de éstas, verdaderos prácticos de la profesión como lo son los Procuradores o agentes judiciales; pero esas medidas exclusivamente particulares, en cuanto se toman para cada caso de licitación no se pueden interpretar como que envuelvan una norma general obligatoria que impida el trabajo, de los Contadores o el libre ejercicio de su profesión. Es una generalización sofística y peligrosa. La segunda de dichas denuncias se refiere a la pretendida usurpación de funciones en que incurre la Administración al establecer requisitos de ejercicio profesional de Contaduría. Al efecto señalan los denunciantes que conforme al artículo 82 de la Constitución, será mediante Ley que determine las profesiones que requieren título, así como las condiciones que deben cumplirse para ejercerlas; y como quiera que compete al Poder Nacional, a través del Congreso, legislar, no puede desarrollar esa función otra rama del Poder Público; y al hacerlo el Poder Ejecutivo, está invadiendo la esfera de atribuciones del Poder Legislativo, con lo cual incurre en usurpación de funciones. Es principio de Derecho Público, que la actividad de la Administración debe estar enmarcada dentro de la legalidad; no puede hacer nada para lo cual no tenga expresa atribuciones. Así la función legislativa corresponde exclusivamente al Poder Legislativo y hay materias de tal importancia, que su regulación está reservada al Congreso. Tal ocurre con las Leyes en ejercicio profesional. Por tanto, no puede ningún Organo del Poder Ejecutivo ejercer tal atribución sin usurpar las que conciernen al Poder Legislativo, e infringir consecuencialmente el principio de la separación de poderes resumido en el artículo 118 de la Constitución. El acto por el cual se impone a las Empresas Contratantes que el Balance de su situación económica o mercantil esté redactado por un Contador Universitario, que no recae directamente sobre el Contador no Universitario sino sobre la Empresa. Es un acto del Organo de la administración que va a contratar (sea de la administración centralizada o de la administración delegada) aparentemente lógico en defensa de sus intereses que no tiene que hacer con la regulación de ejercicio de la profesión de Contador. Los Contadores no Universitarios quedan libres de seguir actuando sin que se les haya impuesto requisitos obligatorios. En cambio, la Ley de Ejercicio de la Medicina y de la Odontología si regulan la profesión al impedir el ejercicio a los que no tengan título universitario. Si bien es cierto que el Poder Ejecutivo tiene facultad para reglamentar las Leyes sin alterar su espíritu, propósito o razón, así como dictar reglamentos independientes, no es menos cierto que nada puede reglamentar acerca del ejercicio profesional de la Contaduría, por ser ésta una materia de la competencia del Poder Legislativo Nacional, pero en el caso en cuestión no existe reglamento alguno del Ejecutivo que regule la profesión de Contador. 197 VI CONCLUSIONES: A.- El Ministerio Público es competente para recibir, tramitar y pronunciarse acerca de toda denuncia de violación de la Constitución y de las Leyes de la República. B.- Los Contratos que previa licitación celebra la Administración son actos complejos y el proceso de licitación es sólo una parte de ellos, por lo que no puede pedirse su nulidad aislada. C.- Las normas de Derecho Positivo que regulen el proceso de licitaciones previo a los contratos administrativos, no autorizan a la Administración a regular incidentalmente el ejercicio profesional, ya que la competencia para regular el ejercicio profesional, está atribuida exclusivamente al Congreso; y mientras ello no se produzca, nada puede reglamentarse al respecto. En el caso planteado, la Administración no está regulando el ejercicio profesional de la Contaduría, ni ha dictado reglas generales obligatorias respecto a ese ejercicio y el preferir el balance de un Contador Universitario al de un Contador no Universitario no significa una regulación general y obligatoria del ejercicio de la contaduría como profesional y aún después de la manifestación de esa preferencia (por lo demás, aparentemente lógica) de parte de algunos órganos de la Administración Central o de la delegada, los Contadores no Universitarios quedan libres de ejercer su profesión. D.- En definitiva la actuación del Ministerio Público puede consistir en que el Fiscal General de la República se dirija al Congreso sugiriéndole la pronta sanción de una Ley que reglamente el ejercicio de la Contaduría, en la cual se reconozcan los justos derechos de los contadores que si bien no han egresado de Universidades tienen a su favor el crédito que les dan una práctica honesta y eficiente o la experiencia adquirida en ella, que carecen los recién egresados de una Universidad. Igualmente el Fiscal General de la República podría contestar a los denunciantes un oficio en los términos siguientes: “N° CJ, Caracas, ciudadanos doctores Adolfo París y Oswaldo Arévalo, Colegio Nacional de Técnicos de Contabilidad, Edificio Teatro Altamira.- 9° piso, N° 94.- Este plazo sur Altamira- Ciudad.- Me dirijo a ustedes con el objeto de acusarles recibo de sus representaciones de fecha 20 de abril y 12 de agosto de 1971, en relación de los cuales cúmpleme informarles que la situación planteada corresponde a la competencia del Congreso a los fines de la pronta sanción de un instrumento legal que reglamente el ejercicio de la profesión de la Contaduría, y en la cual se reconozcan los justos derechos que corresponden a los expertos contadores que, si bien no han egresado de Universidades, tienen a su favor el crédito que les da una práctica honesta y eficiente o la experiencia adquirida en ella, de que carecen los recién egresados de una Universidad; ya que entre las atribuciones que al Ministerio Público confieren la Constitución y la Ley Orgánica respectiva, no está la de intervenir directamente en esta clase se asuntos, que corresponde a otras ramas del Poder Público, pero en el sentido indicado me dirigiré al Congreso. Atentamente, César Naranjo O., Fiscal General de la República… En tal sentido el Fiscal General de la República ofició al Presidente del Congreso. 198 Disposiciones legales contenidas en el documento: CR art:82 CR art:84 CR art:118 CR art:215-7 CR art:218 CR art:220-1 CR Disp.Tran.Q LOMP art:6-1 LOMP art:6-2 LOMP art:39-20 LOHPN art:427 LOHPN art:428 LTR art:7 LTR art:28-pg.s LTR art:125 LTR art:178 LTR art:233 DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC ADMINISTRACION PUBLICA CONTADORES DERECHO AL TRABAJO EMPRESAS PUBLICAS INSTITUTOS AUTONOMOS LICITACION PUBLICA CONTRATOS DE INTERES NACIONAL MINISTERIO PUBLICO FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.156-161. 199 039 TDOC REMI DEST UBIC TITL Memorando Consultoría Jurídica /sin destinaratio/ Ministerio Público MP CJ FECHA:1972 Actividad comercial de la “Casa Propia” FRAGMENTO (A propósito de una denuncia). I ANTECEDENTES En fecha 28 de julio de 1972, los señores Francisco Sánchez Luzardo y Oswaldo Salom Olavez, se dirigieron al ciudadano Fiscal General de la República y expusieron, en síntesis, lo siguiente: Que ellos representan la empresa “SANCHEZ Y SALOM, C.A.”. (“Su Casa Propia”), cuyas actividades se habían iniciado en Punto Fijo el 2 de febrero de 1969 como una sociedad de hecho dedicada a ofrecer al público SORTEOS DE CASAS, actividad que continuaba la nombrada sociedad con gran éxito, de modo que habían instalado sucursales en Valencia, Maracay y Acarigua, habiendo rifado en las poblaciones antes nombradas, siguiendo el resultado de los sorteos de las respectivas loterías autorizadas administrativamente, trece quinta, logrando así- según declaran- “nuestro medio de sustento y el de nuestras familias, y el darle a una persona la oportunidad de obtener un hogar propio y convertir en realidad el sueño de todo individuo de tener su casa propia”. Igualmente, manifestaron que en Acarigua, después de haber “llenado los requisitos requeridos a nivel de Cámaras Municipales” para iniciar sus rifas de casas, fueron notificados por el Concejo Municipal del Distrito Páez el 26 de marzo de 1972 de que se les negaba patente que habían solicitado y que la “Municipalidad no está autorizada para la concesión de permisos para el funcionamiento de ese tipo de Loterías”, y que, además, están siendo investigados por el Fiscal del Ministerio Público de la Circunscripción Judicial del Estado Portuguesa, por lo que solicitaron una audiencia de la Dirección de Protección Social donde la doctora Elba Torres les habló del “…cierre inmediato de la Empresa y la devolución del dinero recaudado hasta el presente, lo que traería como resultado para la Empresa “SANCHEZ Y SALOM, C.A.” la quiebra”. Concretamente solicitan del Ministerio Público que les “…conceda la oportunidad de terminar todas nuestras actividades en las cuales estamos comprometidos con una gran colectividad, y para quedar solventes moralmente, ya que económicamente no estamos en condición de retribuir los dineros cobrados, por tratarse de que todo lo recaudado y nuestro capital está totalmente invertido…”. II DOCUMENTACION Además de la documentación que los representantes de “SANCHEZ y SALOM, C.A.”, anexaron a su comunicación antes citada, se solicitó por intermedio del Fiscal Segunda del Ministerio Público de la Circunscripción Judicial del Estado Falcón una 200 copia certificada del Acta y Estatutos de la nombrada compañía registrada en el Juzgado de Primera Instancia en lo Civil y Mercantil de la referida Circunscripción. Dicho documento se recibió el 3 de octubre de 1972. III EL PROSPECTO A este documento los promotores lo denominan “Póliza” (Véase el prospecto N° 3336, anexo), y sirve para anunciar los premios y condiciones y en su dorso parecen empresos los números correspondientes a la respectiva “Póliza”. Al examinar el prospecto se encuentra: 1°.- Que “SANCHEZ y SALOM, C.A.”, mediante la “Póliza” o prospecto ofrecen premios en dinero y en especies que son otorgados según el resultado de la Lotería del Táchira; seguramente se trata de la llamada oficialmente Lotería de Beneficencia Pública del Estado Táchira. Ni en el prospecto ni en su comunicación al ciudadano Fiscal General de la República se indica si existe alguna relación entre la empresa oferente y la referida Lotería. 2°.- Los premios ofrecidos son: A) Como primer premio, una QUINTA amueblada en SALA, COMEDOR y COCINA. Al respecto se observa: Este premio (“UN SUEÑO HECHO REALIDAD”, como lo pregona el prospecto) es, sin duda el mayor incentivo del sorteo ya que ofrece una solución individual a la crisis de vivienda que desde finales de la pasada Guerra Mundial vive el país; pero en el prospecto no se señala el valor de la quinta ofrecida ni del mobiliario, por lo tanto ello queda al libre arbitrio del oferente sin que el adquirente de la “Póliza” pueda conocer de antemano el valor en numerario de este premio. Es cierto que el prospecto indica el sitio en que estará situada la quinta ofrecida, pero esta unifica referencia no altera lo antes dicho sobre la inseguridad del monto de lo ofrecido. B) El segundo premio es un automóvil volkswagen, modelo 1972, Tipo 1300; así pues, aquí el objeto ofrecido está perfecta determinado en especie y clase, de modo que por la regulación legal de precios su valor es determinable. C) Además se ofrece en dinero Bs. 36.000,oo, repartidos en premios semanales. Ahora bien, estos premios se distribuyen a razón de Bs. 600,oo tres veces por semana lo que totaliza en ese lapso la suma de Bs. 1.800 y como ello se ofrece por 12 semanas, la suma ofrecida es en total la cantidad de bolívares 21.600,oo y no la anunciada en el prospecto de bs. 36.000. Se trata de un error de imprenta o es la evidencia de poca seriedad en los ofrecimientos. 3°) El prospecto dice que el valor de la “Póliza” es de Bs. 130 y que la emisión de éstas es de 5.000,00 unidades con 20 números enteros cada una; por consiguiente, los promotores se proponen recaudar hasta la cantidad de Bs. 650.oo, en cada sorteo, y como éstos se realizan, por ahora, en cuatro (4) ciudades, tenemos que en los proyectos de “SANCHEZ y SALOM, C.A.”, se encuentra el de recaudar cada doce semanas dos millones seiscientos mil bolívares (Bs. 2.6000.000,oo), para de ahí dar los premios. Dentro de ese supuesto el sorteo “SU CASA PROPIA”, se proyecta como un reto a la prosperidad. 201 4°) El prospecto analizado dice en su encabezamiento: “Su casa Propia, S.R.L., Sánchez y Salom. Vendedores exclusivos”, y en el ángulo superior del mismo se lee: “SU CASA PROPIA S.R.L.”. La sigla S.R.L., se utiliza comercialmente para indicar la existencia de una sociedad de responsabilidad limitada; pero es el caso que “SANCHEZ y SALOM, C.A.”, es una compañía anónima, y en su acta constitutiva se lee: “Hemos convenido en constituir como en efecto constituimos una Compañía Anónima que se regirá por las siguientes cláusulas: Primera: La Compañía se denominará “SANCHEZ y SALOM, C.A.”, y podrá utilizar las letras “S.S.” como distintivo o denominación comercial”. Por eso sorprenden las letras “S.R.L.” en el prospecto, lo que puede inducir a error sobre la personalidad jurídica de “SANCHEZ y SALOM, C.A.”. Aún más, “SANCHEZ y SALOM, C.A.”, para abrir sucursal en Acarigua ha tenido que cumplir con lo estatuido en el artículo 206 del Código de Comercio, o sea, la comunicación, registro y publicación de la compañía en esa jurisdicción mercantil, para dejar constancia de su personalidad jurídica, para los que traten con esa sucursal sepan el carácter y calidad de los representantes de la firma, por esto el hecho señalado reviste mayor importancia. 5°) En el punto siete de las “CONDICIONES” se estipula un plazo de caducidad al derecho de reclamar algún premio. 6°) El valor de la “Póliza”, como título transferible está condicionado a la autorización de la firma “SANCHEZ y SALOM, C.A.”, según el contenido del punto ocho de las “Condiciones”. 7°) Hay una condición resolutoria establecida en el punto nueve de las “CONDICIONES” basada en la falta de pago; además, aquí existe también una cláusula penal, ya que impone al suscritor la obligación de no reclamar el reintegro de lo que ha pagado en caso de resolución del contrato. IV EL CONTRATO El número 10 de las “CONDICIONES” impresas en la “Póliza” expresa: “Los premios se pagarán únicamente al titular del Contrato y a la presentación de la Póliza contentiva del número premiado, siendo el titular el lógico responsable de su pérdida o extravío”. No se ha tenido a la vista ningún ejemplar del referido contrato, si es que existe documento de esta naturaleza diferente a la “Póliza”. Es de suponer que dicho contrato contenga además de las cláusulas impresas que aparecen el prospecto o “Póliza”, otras específicas a cada relación contractual en particular. De ser así, dicho contrato tendrá preeminencia sobre las cláusulas impresas de la “Póliza”, pues contendrá el acuerdo de voluntad, intención y propósito de las partes de conformidad con los artículos 1133 y 1159 del Código Civil. V ASPECTO CONTRACTUAL En primer lugar hay que determinar la naturaleza jurídica de las relaciones entre “SANCHEZ y SALOM, C.A.”.y los adquirentes de las “Pólizas” para sorteos denominados “Su Casa Propia S.R.L.”. Al respecto se observa: Aunque la “Póliza” dice que la firma proponente se compromete a entregar en propiedad una quinta amueblada y un automóvil, además de otros premios en efectivo, al suscritor de la misma que hubiere cancelado su valor de Bs. 130, oo. Esa relación entre el oferente y el aceptante no caracteriza una venta, porque la contraprestación del referido precio en dinero no es la transferencia de la propiedad de una cosa o derecho, que es lo que caracteriza la esencia jurídica de la venta, sino que, 202 simplemente el adquirente de la “Póliza” a lo que tiene derecho es a participar en los “sorteos” expresamente determinados en el prospecto. La obligación para el oferente de entregar en propiedad los premios ofrecidos, nace el hecho casual e incierto de que uno de los veinte números que constituyen cada una de las 5.000 “Pólizas”, coincida con un determinado número premiado de los sorteos de la Lotería del Táchira. Tampoco puede confundirse la relación analizada con una venta aleatoria, donde también existe el hecho casual e incierto, porque en este tipo de venta el “alea” sólo determina las ventajas o pérdidas, pero la obligación del vendedor de transferir la propiedad de la cosa vendida es un efecto del contrato y no del hecho casual e incierto, como en el caso analizado donde la “suerte” de coincidir dos números es lo que origina la asignación de entregar en propiedad los premios. No existe venta en la relación analizada, pero sí un contrato que origina recíprocas relaciones ya señaladas (artículo 1133 C.C.) y este contrato es aleatorio porque para uno de los contratantes la ganancia o pérdida depende de un hecho casual (artículo 1136 C.C.). Como además de la casualidad como “causa debendi” de la obligación del oferente, es su aspecto económico el referido contrato aleatorio revela que es muy corto plazo el oferente trata de obtener sin ningún esfuerzo una ganancia desproporcional con la inversión que se hace, se está en presencia de un juego o de una apuesta (artículo 1801 C.C.). La característica esencia y distintiva entre el juego y la apuesta consiste en la actuación de las partes en el hecho que da origen a la ganancia o pérdida; pues en el primer caso hay siempre la intervención de los contratantes o algunos de ellos para provocar el acontecimiento que designa el ganador y origina la causa de la obligación de entregar lo prometido; en cambio, en el segundo, las partes, permanecen ajenas a ese acontecimiento. En el presente caso, ni “Sánchez y Salom, C.A.”, ni los suscritores de las “Pólizas” toman parte ni directa ni indirectamente en los sorteos que realiza la “Lotería del Táchira” para los adquirentes de sus billetes. Las partes en el negocio considerado permanecen pasivas y dejan que la casualidad decida quiénes de los suscritores aceptantes son los ganadores. En consecuencia, se concluye que la relación entre “Sánchez y Salom, C.A.” y los suscritores de las “Pólizas” es un contrato aleatorio de apuestas. VI ASPECTO LEGAL En el Acta constitutiva de la firma “Sánchez y Salom, C.A.”, se lee en su cláusula segunda: “La compañía tendrá como objeto la compra, venta , pudiendo además dedicarse a toda clase de actividad de lícito comercio”. Debemos considerar ahora si el contrato de apuesta que realiza como actividad propia “Sánchez y Salom, C.A.”, cabe entre las actividades generales de “lícito comercio” que le permite su constitución. La Corte Federal en sentencia de fecha 21 de diciembre de 1960, declaró: “Por consiguiente, pues, la apuesta constituye una figura jurídica contractual, y como tal, susceptible de realización normal dentro del campo civil y mercantil. Nada obsta, por consiguiente, a que cualquier persona natural o jurídica se dedique a la explotación del ramo de apuestas, con fines lucrativos, de la misma manera que puede dedicarse a la explotación de juegos lícitos, de loterías, de seguros, de sorteos y rifas, y de otros contratos aleatorios legalmente reconocidos por la Ley y que normalmente funcionen en todo el territorio nacional”. La anterior opinión de la Corte Federal adquiere todavía vigencia y fundamento legal en el artículo 136, ordinal 24, de la Constitución Nacional vigente que expresa: 203 “Artículo 136.- Es de la competencia del Poder Nacional… 24°- La legislación…de loterías, hipódromos y apuestas en general. De modo que según el criterio de la Corte Federal antes transcrito son necesarias dos condiciones para que funcione de modo lícito un negocio de apuestas: a) Que sea legalmente reconocido por la Ley, b) que normalmente funcione en todo el territorio nacional. Al respecto observamos: A) Reconocimiento legal: Lo constituye la autorización que para su funcionamiento le otorgue el Poder Público. Esa autorización la dará la legislación reglamentaria sobre apuestas señaladas en el artículo y ordinal antes transcrito, la cual es de la exclusiva competencia del Poder Nacional. Pero como dicha reglamentación sobre apuestas en general aún no ha sido dictada, no pueden las Municipalidades ni los Estados dar permisos para que funcionen negocios de apuestas, como el del caso considerado, porque el acto mediante el cual se otorgue tal autorización sería violatorio de los artículos 118 y 136, ordinal 24, de la Constitución, y por consiguiente, la actividad o explotación de apuestas carecería de toda licitud. B) Funcionamiento nacional. En el punto anterior ya se ha señalado este requisito, que consiste, simplemente, que siendo la reglamentación de apuestas en general facultad del Poder Nacional, al ser dictada tendrá vigencia en todo el territorio nacional donde dichos negocios podrán funcionar lícitamente. CONCLUSIONES Como resumen y conclusiones se señala: 1°) Por cuanto que el Poder Nacional, en su rama legislativa, aún no ha dictado la reglamentación atinente al funcionamiento de las apuestas en general como negocio lucrativo en el ámbito nacional, las apuestas que realiza “Sánchez y Salom, C.A.”, como giro normal de sus negocios son ilícitas. 2°) Si algún Concejo Municipal ha autorizado el funcionamiento de la explotación de las apuestas en referencia, tal acto es nulo por colidir con los artículos 118 y 136, ordinal 24 de la Constitución Nacional. 3°) Siendo el contrato de apuestas analizado de puro azar o suerte, no hay, por ser ilícito, acción alguna para reclamar lo que se ofrece como premio. 4°) Como los representantes de “Sánchez y Salom, C.A.”, manifestaron en la comunicación de fecha 18 de julio de 1972, que para ese día habían vendido las “Pólizas” y realizado todos los gastos, para “terminar” así todas sus actividades en ese ramo, sería conveniente investigar si aún continúan o no en la explotación de esas apuestas lícitas, para proceder conforme a las atribuciones legales del Ministerio Público. Disposiciones legales contenidas en el documento: CR art:118 CR art:136-24 CC art:1133 CC art:1136 CC art:1159 204 CC SCF art:1801 21-12-1960 DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC COMPRAVENTA CONTRATOS JUEGOS DE AZAR LOTERIAS PATENTES VEHICULOS VIVIENDA FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.161-165. 205 040 TDOC REMI DEST UBIC TITL Memorando Consultoría Jurídica /sin destinatario/ Ministerio Público MP CJ FECHA:1972 El Ministerio Público velador de la legalidad judicial FRAGMENTO Atribución-deber del Ministerio Público es velar por la celeridad y buena marcha de la administración de justicia y porque en los Tribunales se apliquen rectamente las leyes en los procesos penales y en aquéllos en que estén interesados el orden público y las buenas costumbres, atribución señalada en el inciso 2°, del artículo 220 de la Constitución y en el N° 4°, del artículo 6° de la Ley Orgánica del Ministerio Público de 16 de septiembre de 1970. Sin embargo, algunos jueces han pretendido desconocer el ejercicio de esta atribución. Atribución tradicional que, a partir de la Federación cuando la Justicia nacía y moría en cada Estado, las Leyes Orgánicas de Tribunales de los años anteriores a 1945, en que fueron nacionalizada la Justicia, estampaban en el artículo relativo al Ministerio Público regional. Así por ejemplo, la del Estado Lara de 1883 expresaba “Artículo 33: “Son funciones del Ministerio Público…4°- Informar al Ejecutivo del Estado y a la Corte Suprema de los obstáculos que embaracen la buena marcha de la Administración de Justicia y de las omisiones o faltas de los tribunales y funcionarios del ramo, proponiendo las medidas que deben adoptarse para corregirlos”. En cuanto a la Justicia Federal se refiere, en la Constitución Nacional de 1922 se introdujo la siguiente atribución del Procurador General de la Nación: “Artículo 114… “Velar personalmente o por medio de los empleadores de su dependencia en los casos y en la forma que paute la ley, porque en todos los Tribunales Federales, de los Estados y Municipios se apliquen rectamente las leyes en los procesos penales y en todos aquellos en que estén interesados el Fisco Nacional, el orden público y las buenas costumbres”. O sea, que el Procurador General de la Nación, a cuyo cargo estaba entonces el Ministerio Público, velaba no sólo por la buena marcha de la Justicia en los Tribunales Federales- existentes entonces-; sino también de los Tribunales regionales. Esta disposición se repitió en las Cartas de 1925, 28, 29, 31 y 36. En la reforma de 1945, en la cual se nacionalizaban la Justicia y el Ministerio Público, el artículo 118 era más amplio respecto a esa atribución pues se le agregó: “velar…y, en general, por la buena marcha de la administración de Justicia” y la Ley Orgánica del Ministerio Público de 3 de Septiembre de 1945, daba también esa atribución al agente del Ministerio Público Jefe de la Sección de Fiscalía, a los Fiscales Permanentes, los Especiales y los Agentes Especiales que en casos determinados nombrare el Procurador General. Atribución repetida en los mismos términos en el artículo 225 de la Constitución Nacional de 1947 pero referida ya no sólo al Fiscal General de la Nación a cuyo cargo estaba el Ministerio Público, sino a este mismo como órgano del Estado, es decir, que la atribución correspondía a aquel funcionario y a todos sus agentes auxiliares que determinaba la Ley. Y más luego en la Ley Orgánica de 1948 se dio tal atribución a la institución del Ministerio Público (artículo 1°). Además, traía un artículo comprensivo de ciertos deberes que tienen los Jueces respecto del Ministerio Público, pues si bien es cierto que existe independencia entre los primeros y los funcionarios que obran en representación de la Institución Fiscal, no es lo menos que entre ambas categorías de funcionarios tiene que existir la necesaria colaboración, para bien de los intereses 206 sociales. En tal virtud, los Jueces, de una parte, enviarán mensualmente al Fiscal General de la Nación, a los efectos de información y control una relación pormenorizada del número y estado de las causas penales que cursen en sus respectivos Tribunales y de las sentencias definitivas que dicten y, de otra, darán noticia inmediata al Fiscal del Ministerio Público de su jurisdicción, de todos los procesos que se inicien, en los cuales están interesados el Fisco Nacional, el orden público o las buenas costumbres. Cuando los Jueces se muestren negligentes en observar los deberes señalados, el Fiscal General de la Nación o los Fiscales del Ministerio Público, en sus casos, los excitarán a darles estricto cumplimiento y aún podrán dirigirse al superior jerárquico de los Jueces para que les impongan las correspondientes sanciones disciplinarias”. (Exposición de Motivos). El artículo 9° de la Ley de la Procuraduría de la Nación y del Ministerio Público de 19 de abril de 1955, que rigió hasta el 16 de Septiembre de 1970, en sus incisos 1° y 2° decía “Velar por la fiel observancia de la Constitución y de las leyes en todo el territorio de la República, y porque la Justicia de imparta en los Tribunales con celeridad y rectitud; a este efecto se valdrá de sistemas cónsonos con los recursos judiciales a su alcance. 2°- Velar por la recta aplicación de las leyes en los Tribunales de la República en todos los procesos penales y en aquellos otros en que estén interesados el orden público y las buenas costumbres”. La Ley Orgánica del Ministerio Público de 1970, posterior a la creación del Consejo de la Judicatura, acentúa aquella atribución de velar por la objetiva legalidad judicial, respetando siempre la independencia funcional de los Jueces. El Fiscal General de la República tiene la obligación de velar por el fiel cumplimiento de todas las disposiciones legales y reglamentarias relativas a la organización y funcionamiento de la administración de justicia; debe defender la independencia y autonomía de los Jueces en el ejercicio de sus funciones; y debe vigilar la buena marcha de la administración de justicia, especialmente en el sometimiento de los Jueces a los lapsos procesales. (Incisos 6°, 11 y 12 del artículo 6° de la Ley Orgánica del Ministerio Público). Tiene también la facultad de exigir a los Jueces penales de cualquier jurisdicción la remisión mensual de una relación del número y estado de los procesos que cursen en sus Tribunales, con datos especificados en cuadros estadísticos y copias de las sentencias que dicten (artículo 39). El artículo 137 de la Ley Orgánica del Poder Judicial de 1948 establecía esa misma obligación. En la práctica, desde hace más de veinte años, existe en el Despacho del Fiscal General de la República, (antes en el del Procurador General de la Nación) una Sección dedicada exclusivamente a la revisión de esas sentencias, para hacerles observaciones de índole jurídica que con el acatamiento debido son remitidas a los Jueces por intermedio de los Fiscales del Ministerio Público, las cuales, como es natural, tienen un carácter orientador, nunca vinculante; sección que durante ese lapso estuvo a cargo del eminente jurisconsulto doctor F. García Monsant; hoy jubilado. Los Fiscales del Ministerio Público, por su parte, deben velar por el exacto cumplimiento de los lapsos y términos legales; y en caso de inobservancia reiterada por parte de los Jueces, deben hacer la correspondiente denuncia al Superior respectivo o al Consejo Judicial. Tienen además la facultad de denunciar a los Magistrados Judiciales cuando incurren en faltas posibles de sanción disciplinaria. Además, “Velar porque la duración del sumario no exceda del término legal. A tal efecto tomarán las medidas conducentes”. (Inciso 5°, artículo 42, Ley Orgánica del Ministerio Público). Durante el año civil 1968, como aparece en el Informe presentado al Congreso por el Fiscal General de la República (pp.400 a 401), el Despacho de este funcionario recibió de los Fiscales del Ministerio Público 1.624 cuadros del estado de las causas penales; y ellos estamparon 6.864 diligencias en los expedientes de los procesos donde observaron retardos injustificados; amén de que el propio Fiscal les ordenó directamente hacer por escrito igual excitación de celeridad en otras 3.609 causas penales; 5 años después en 1971, los Fiscales estamparon 647 diligencias en 207 procesos sumarios pidiendo el cumplimiento del artículo 75-H del Código de Enjuiciamiento Criminal; y 4.585 diligencias en los diversos Tribunales de la República en aquellos procesos en los cuales observaron demoras o paralizaciones. Y el Fiscal General de la República dio instrucciones en 1.768 casos, directamente a los Fiscales del Ministerio Público para que exigieran de los Jueces que fueran subsanadas algunas demoras observadas en los procesos (Informe al Congreso el 4 de marzo de 1972. pp. 316-7). En cuanto se refiere a la prolongación indebida de la detención de un ciudadano que no obstante haber sido puesto a disposición del Juez Instructor, éste no le ha confirmado la detención ni ordenado tampoco su libertad, los Fiscales del Ministerio Público por propia iniciativa excitaron a los respectivos Jueces en 722 expedientes donde notaron tal retardo ofensivo a la libertad individual y por orden directa del Fiscal General de la República hicieron lo propio en 334 otras causas en estado sumarial. Esta vigilancia objetiva acerca de la celeridad de la justicia, y del acatamiento de los Jueces a las leyes procesales, que se refiere a la buena marcha de la administración de justicia, en nada hiere la independencia y autonomía de los Jueces en el ejercicio de sus funciones, por el contrario, contribuye a una más exacta observancia de la Constitución y de las leyes, atribución genérica del Ministerio Público pro justitia et legis custodie, que es una obligación también de los Magistrados Judiciales. Disposiciones legales contenidas en el documento: CR art:220-2 LOMP art:6-4 LOMP art:6-6 LOMP art:6-11 LOMP art:6-12 LOMP art:42-5 LPNMP art:9-1 LPNMP art:9-2 CEC art:75-H IFGR 4-3-1972 DESC DESC DESC DESC JUECES JUSTICIA LEGALIDAD MINISTERIO PUBLICO FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.166-168. 208 041 TDOC REMI DEST UBIC TITL /sin identificar/ José Miguel Tamayo Tamayo /sin destinatario/ Ministerio Público MP JMTT FECHA:1972 Términos o lapsos de la prescripción de la acción penal FRAGMENTO I.- INTRODUCCION El preciso señalamiento de los términos o lapsos de la prescripción de la acción penal, tema que consideramos de particular interés desde el punto de vista sustantivo y procesal, habrá de evitar la contradictoria y variante jurisprudencia que existe sobre la materia, a consecuencia de la cual delitos plenamente comprobados han quedados impunes por la declaratoria de la prescripción de la correspondiente acción penal, traduciéndose ello en desmedro de la Justicia y necesario estímulo para futuras conductas delictivas al no cumplir la pena su debida función intimidante. En virtud de ser la prescripción de la acción penal instituto de trascendental importancia, como que determina la extinción de la potestad punitiva del Estado, su más precisa regulación debe darla el texto de la ley a los fines de que la interpretación judicial de la disposición legal relativa a dichos términos o lapsos pueda presentar su mayor uniformidad. Pues bien, ante la futura reforma de nuestra legislación penal por la cual se ha pronunciado en forma reiterada la opinión pública venezolana así como el ciudadano Fiscal General de la República en sus informes anuales al soberano Congreso Nacional, creemos que las referencias legales, doctrinarias y jurisprudenciales que luego se mencionan pueden ser de alguna utilidad para la modificación del artículo 108 del Código Penal vigente de 1964. A tal fin nos permitimos insinuar se tome particularmente en cuenta la jurisprudencia de la Casación colombiana de los años 1954 y 1955 y la disposición del artículo 111 del Código Penal de Brasil vigente desde el 1° de agosto de 1970, citadas posteriormente, relativas a la consideración en casa caso concreto de las circunstancias modificativas de la penalidad y a la oportunidad procesal en la cual es Juez estime procedente declarar que la responsabilidad penal se ha extinguido por virtud de la prescripción de la acción penal. II.- SISTEMAS SEGUIDOS ACERCA DE LOS TERMINOS O LAPSOS DE LA PRESCRIPCION DE LA ACCION PENAL. Las legislaciones penales han adoptado a los fines de la regulación de los términos o lapsos de la prescripción de la acción penal dos sistemas: el primero, el de la pena en concreto, el cual toma en cuenta la penalidad aplicable en cada caso en particular; y el segundo, el de la pena en abstracto, o sea, el que toma en consideración la pena señalada en la ley para el respectivo hecho punible. Ahora bien, a los fines de indicar cuál de los citados sistemas es el adoptado 209 por el Código Penal Venezolano, pasemos a referirnos a la legislación, doctrina y jurisprudencia relativa a la materia. Así tenemos: 1.- Artículo 108 del Código Penal Venezolano. Dispone este artículo: “Salvo el caso en la ley disponga otra cosa, la acción penal prescribe así: 1°- Por quince años, si el delito mereciere pena de presidio que exceda de diez años. 2°- Por diez años, si el delito mereciere pena de presidio mayor de siete años, sin exceder de diez. 3°- Por siete años, si el delito mereciere pena de presidio de siete años o menos. 4°- Por cinco años, si el delito mereciere pena de prisión de mas de tres años. 5°- Por tres años, si el delito mereciera pena de prisión de tres años o menos, arresto de más de seis meses, relegación a colonia penitenciaria, confinamiento o expulsión del territorio de la República. 6°- Por un año, si el hecho punible sólo acarreare arresto por tiempo de uno a seis meses o multa mayor de ciento cincuenta bolívares o suspensión del ejercicio de la profesión, industria o arte. 7°- Por tres meses, si el hecho punible sólo acarreare pena de multa inferior a ciento cincuenta bolívares o arresto de menos de un mes”. 2°.- Antecedente legislativo italiano de la anterior disposición. El transcrito artículo 108 del Código Penal Venezolano encuentra su directo antecedente en el artículo 91 del Código Penal Italiano de 1889, el cual establece en su primer párrafo, ordinal 4°: “La prescripción, salvo los casos en los cuales la ley disponga otra cosa, extingue la acción penal:…4°- En los cinco años, si al imputado se ha debido infringir la reclusión o la detención por un tiempo no superior a cinco años”. 3°.- Doctrina italiana sobre la materia de referencia. A) Giuseppe Maggiore, Profesor de la Universidad de Palermo, en su Obra Derecho Penal, Volumen II, bajo el título Términos de Prescripción escribe a las páginas 364-365: “En nuevo Código establece el principio de que la prescripción se aplica basándose en la pena conminada en abstracto para el delito, según su nomen iuris (su denominación jurídica). En esto se aparta del Código anterior, que adoptaba como base la pena en concreto, esto es, la que habría debido infligirse en concreto, computadas todas las circunstancias objetivas y 210 subjetivas del delito. Este sistema, opuesto al fundamento de la prescripción, que es una renuncia del Estado traducida en forma imperativa, hacía que la prescripción dependiera del arbitrio del Juez, según la pena aplicada por éste; y en la práctica era inaplicable en el período tocante a la preparación o instrucción del proceso, en el caso el Juez no podía tener presente sino la pena en abstracto. Con mucha razón, pues, el nuevo Código adoptó el criterio de la pena en abstracto, con la fórmula “si se tratare de un delito para el cual la ley estableciere la pena…”. En nota agrega Maggiore: “En materia de prescripción, el artículo 157 del Código Penal vigente se diferencia del artículo 91 del Código Penal derogado, pues mientras el primero, con la locución “si se tratare de delito (o contravención) para el cual la ley estableciere la pena…”, conmensura el término prescripcional con la cantidad de la pena fijada por la ley (en abstracto), el segundo, en cambio, con la locución “si se hubiera tenido que infringir la pena…”, lo conmesuraba con la cantidad de la pena infringida en concreto. (Cas., 18 de abril de 1932, en “Giust.Pen.”, 1932, II, 845)”. B) VINCENZO MANZINI, Profesor de la Universidad de Turín, en su obra “Instituzioni di Diritto Penale Italiano”, editada en 1913 por Fratelli Bocca, en expresa referencia a la duración de los términos de la prescripción de la acción penal, nos dice en la página 140 lo siguiente: “La duración de los términos está fijada por el artículo 91 del Código Penal, según la pena que, sin la intervención de la prescripción, se ha debido infligir al imputado. La duración va de un máximo de veinte años (respecto al ergástulo) a un mínimo de seis, salvo las disposiciones especiales”. C) Michele Longo, profesor de Derecho y Procedimiento Penal en la Universidad de Nápoles, en su obra Commento al Codice Penale Italiano, editada en 1911 por Fratelli Bocca, al referirse a la citada disposición del artículo 91 del Código Zanardelli, en relación con el artículo 94 del mismo Código, escribe a la página 363, bajo el número 11: “El artículo 94 completa lo expresado claramente en el artículo 91: que el criterio regulador de la prescripción sea la pena concreta, y por esto, cuando un condenado sea sometido por cualquier remedio jurídico a nuevo juicio, la prescripción se medirá según la pena que deba infligirse en la nueva sentencia, con tal que resulte inferior a aquella infligida en la precedente. D) El Ministro Zanardelli, en su relación sobre el Proyecto de Código Penal, presentado en 1887, al referirse al citado artículo 94 del Código Penal Italiano de 1889, expresa: “El artículo 90 (luego 94 del Código) corresponde en sustancia al artículo 143 del Código de 1859, y reproduce una disposición que se encuentra en casi todos los Proyectos anteriores. Acaso pudiera considerarse que tal disposición es superflua, después de haber sido modificado el texto del artículo 87 (91 del 211 Código, que se refiere a la disciplina general de la prescripción); pero he creído conveniente conservarla, y extenderla a los casos de renovación del juicio en contumacia, para reafirmar más el concepto de que la prescripción se computa según la pena que concretamente habría sido aplicada al caso”. (G. Zanardelli, Relazione, LIII. IL CODICE PENALE ITALIANO E LA SUA GENERASI, 1890, P. 114. Cita tomada de la obra del doctor Ibrahim García intitulada Análisis Crítico el proyecto de Código Penal Venezolano.1958.Pág.404). 4.- Doctrina y Jurisprudencia colombiana sobre la materia en estudio. El renombrado penalista y criminólogo colombiano Luis Carlos Pérez, en su obra Tratado de Derecho Penal, Tomo II, Editorial Temis, Bogotá, 1967, escribe bajo el título Prescripción de la Acción Penal lo siguiente: “Si el delito perdura un tiempo más o menos largo en la memoria de los hombres, agitándolos en su sentimiento de inseguridad, y la prescripción obedece al principio de que el hecho cometido ha sido olvidado, síguese que la acción y la pena deben prescribir según la mayor o menor gravedad de ese hecho. Esta es la doctrina dominante, y es la que sigue nuestra ley. Para ello hay dos criterios analizados ya por la jurisprudencia: a) Tomar como término el máximo de la sanción conminada por el Código para el delito materia del proceso (por ejemplo, catorce años para el homicidio simple, según el artículo 362) y b) Adoptar la pena concreta e individualizada que hubiera de imponerse al infractor, dentro de las escalas previstas por la ley, teniendo en cuenta las agravantes y atenuantes del caso. Nuestro Código se inspira en el primero “porque no condiciona la prescripción al arbitrio y libertad del juzgador, sino al imperio de las normas legales, que garantizan una cierta y uniforme aplicación de tal fenómeno jurídico”. (Cas. Cits. De octubre 7 de 1954 y marzo de 1955, “G.J.”, ts. LXXVIII y LXXVIII y LXXIX, ps 1.017 y 902, respectivamente). Continúa el tratadista colombiano: “Artículo 105.- La acción penal prescribirá: En treinta años, para las infracciones que tengan señalada una privativa de la libertad de veinte años o más. En un tiempo igual al máximo de la sanción fijada en la respectiva disposición penal, para las infracciones que tengan señalada una pena privativa de la libertad mayor de cinco años y menor de veinte. En cinco años para los demás delitos”. “La palabra respectiva empleada en el inciso 2° se deriva de respecto, que quiere decir “razón, relación o proporción de una cosa a otra; y tiene además aquel vocablo estas acepciones: “que atañe o se contrae a una persona o cosa determinada”, según la Academia, explicación que tiene importantísimas consecuencias en lo tocante al cómputo del tiempo necesario para la prescripción de la acción, según lo vamos a ver en seguida”. Y bajo el título como se computa el tiempo para declarar prescrita la acción, escribe el renombrado tratadista Luis Carlos Pérez a la página 623 de su citada obra: “Si la respectiva disposición penal es la que se relaciona con el caso sub judice, es preciso tener en cuenta las circunstancias modificadoras, relacionando el máximo de la pena señalada con la que correspondería aplicar 212 al infractor, dada la índole específica de su acto. Es ésta, en síntesis, la doctrina que la Corte desarrolla así: “Para obtener el tiempo máximo que requiere la prescripción de la acción, es necesario acudir a las distintas disposiciones penales que alteran o modifican especialmente aquel máximo fijado por la respectiva norma general para el delito en concreto, porque aquéllas y ésta atañen o se contraen a la determinación de la pena extrema que la ley le asigna al hecho punible objeto del proceso”. “Tan evidente es esto, si se piensa que la sanción principal que merece el delincuente por su infracción no es sólo la contemplada en la norma genérica, sino la que resulte de combinar ésta con las otras que la complementan, cuando operan circunstancias calificadoras- objetivas y subjetivas- que le dan al delito una fisonomía particular. De no ser así, se dislocaría la naturaleza de las cosas y se rompería la unidad del delito, con la consiguiente arbitrariedad de multar el alcance de la prescripción, en cuanto que para reconocerla el legislador ha tenido primordialmente en cuenta la duración de la pena, por la mayor o menor gravedad del ilícito cometido y por los efectos sicológicos que éste causa en el conglomerado humano”. De esta manera, en un caso de homicidio simple cometido con provocación, la pena máxima imponible sería la del artículo 362 en relación con la rebaja del artículo 28; o sea, que esa pena máxima quedaría reducida a siete años de presidio. La acción prescribiría en este tiempo, según el inciso 2° del artículo 105. “Lo que prescribe-dice la Corte- es la acción que nace de un delito concreto o individualizado y no de un delito en su tipo genérico. Es claro que si del resultado de las operaciones aritméticas se obtiene un máximo de pena inferior a cinco años, la prescripción se cumple en esos cinco años, conforme a la parte final del artículo 105”. (25.Ibidem)”. 5.- Legislación y Doctrina brasileña sobre la materia en estudio. A) Bajo el epígrafe prescripción de la acción penal el Código Penal del Brasil, vigente desde el 1° de agosto de 1970, dispone en su artículo 111: “La prescripción de la acción penal, salvo lo dispuesto en el Parágrafo 1° de este artículo, se regula por el máximo de la pena privativa de libertad conminada al crimen, verificándose: I.- En veinte años, si el máximo de la pena es superior a doce; II.- En dieciséis años, si el máximo de la pena es superior a ocho y no excede de doce; III.- En doce años, si el máximo de la pena es superior a cuatro años y no excede de ocho; IV.- En ocho años, si el máximo de la pena es superior a dos años y no excede de cuatro; V.- En cuatro años, si el máximo de la pena es igual a un año, o siendo superior, no excede de dos; VI.- En dos años, si el máximo de la pena es inferior a un año. 213 Pronunciamiento de Sentencia Condenatoria de la cual solamente recurre el reo. Parágrafo 1°.- La prescripción, después de sentencia condenatoria de la cual solamente el reo haya recurrido, regúlase también, de ahí en adelante, por la pena impuesta y se verifica en los mismos plazos”. B) En la Exposición de Motivos del vigente Código Penal de Brasil de 1970, se dice bajo el N° 37: “En materia de prescripción, el proyecto expresamente elimina la prescripción por la pena en concreto, establecido que, después de la sentencia condenatoria de que solamente el reo haya recurrido, ella se regula también, de ahí en adelante, por la pena impuesta. Termínase, así con la teoría brasilera de la prescripción por la pena en concreto, que es técnicamente insustentable y que compromete gravemente la eficacia y la seriedad de la represión”. C) Aloysio de Carvalho Filho, Profesor catedrático de la Facultad de Derecho de la Universidad de Bahía, en su obra Comentaios ao Código Penal, 4° ed. 1958, bajo el título pena-base de la prescripción, escribe: “Cuando todavía no se conoce, por las conclusiones de la sentencia criminal, la pena realmente merecida por el acusado, el único elemento con el cual se cuenta, para el cálculo de la prescripción de la acción, es la pena prevista para el crimen en causa. Y como la pena prevista oscila entre un mínimo y un máximo, límite dentro de los cuales será al final conminada, de acuerdo con las circunstancias examinadas a fondo, es prudente determinar, como lo hace el Código, que la base para el cálculo es el máximo de la pena, en abstracto. No sería razonable tomar como base el mínimo, u otro cualquier término, inferior al máximo, cuando posteriormente, la condenación fuere en grado superior, quizá en el grado máximo. La regla del artículo 109 es clara en ese sentido. Viene del dec. N° 4.780, de 27 de diciembre de 1923”. (debe observarse que el autor se refiere al artículo 109 del Código Penal brasilero de 1940, antecedente del transcrito artículo 111 del vigente Código Penal de 1970). Disposiciones legales contenidas en el documento: CP art:108 CP art:157 CPB art:111 CPI art:91-p.prf-4 CPI art:94 DESC DESC DESC ACCION PENAL JUSTICIA PRESCRIPCION FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.171-175. 214 042 TDOC REMI DEST UBIC TITL /sin identificar/ Luis González Berti /sin destinatario/ Ministerio Público MP LGB FECHA:1972 Demanda de nulidad de varios artículos de la Ley sobre Bienes Afectos a Reversión en las Concesiones de Hidrocarburos FRAGMENTO “De la solicitud de fecha 12 de agosto de 1971 hecha por la Creole Petroleum Corporation a la Corte Suprema de Justicia para que declare la nulidad de las disposiciones de los artículos 1°, 2°, 3°, 4°, 5°, 6°, 7°, 8°, 9°, 10, 11, 12, 13, 14, 15, 16, 18, 19 y 22 de la Ley sobre Bienes Afectos a Reversión en las Concesiones de Hidrocarburos, por colidir con los artículos 44, 69, 101 y 102 de la Constitución Nacional, y cuya copia fotostática me ha sido enviada por ese alto Organismo a fin de que emita opinión acerca del contenido de la mencionada solicitud, procedo a expresarla en los siguientes términos: Ante todo, es bueno señalar, que del estudio de la citada solicitud de nulidad introducida por la Creole Petroleum Corporation, se aprecian a mi modo de ver, y así lo manifiesta expresamente la solicitante, cuatro puntos fundamentales en los cuales se apoya para motivar su petición de inconstitucionalidad, a saber: Primero: La intangibilidad de los contratos administrativos. Segundo: Violación del principio de irretroactividad de la Ley consagrado en el artículo 44 de la Constitución nacional, por lo que respecta a los artículos que la que la peticionaria indica, y que posteriormente serán objeto de análisis detallado. Tercero: Consagración de una confiscación violatoria de los artículos 99, 101 y 102 de la Carta Fundamental; y Cuarto: Implantación de jurisdicción especial, con violación del artículo 69 de la misma Constitución. Sin embargo, antes de entrar al análisis del contenido de los artículos de la Ley sobre Bienes Afectos a Reversión en las Concesiones de Hidrocarburos que la solicitante tacha de inconstitucionales, y de los respectivos artículos de la Constitución Nacional, que de haber sido violados, provocarían la nulidad de la múltiple disposiciones de la mencionada Ley de Reversión, creo que es necesario estudiar algunos postulados y principios básicos, acerca de lo que ha de entenderse por Reversión y sobre el alcance de tal figura. 215 I El Principio de la Reversión en las Concesiones de Hidrocarburos Este principio de derecho público es típico de las concesiones en general, pero donde interesa estudiarlo en esta oportunidad es referido a los hidrocarburos. No hace falta decir que es uno de los principios de mayor importancia que se da en los contratos administrativos, e igualmente uno de los más controvertidos en sus consecuencias y dificultad de aplicación en la práctica. La reversión se ha definido generalmente como aquella figura jurídica en virtud de la cual los bienes pertenecientes al concedente, juntamente con los del concesionario afectos a la concesión vuelven a manos de aquel, cuando por cualquier causa ésta llega a su fin. Es decir, en otros términos, que a la terminación de la concesión, bien por medios normales, como el vencimiento del plazo, bien por el medio anormal de la caducidad, todos los elementos puestos por el concesionario para la explotación o prestación del servicio, pasan a integrar el patrimonio del Estado, generalmente sin compensación alguna a favor de aquél, como señala un autor. No por ser figura jurídica de gran alcance, ha escapado a críticas su denominación, ya que reversión significa restitución de una cosa al estado que tenía, o devolución de ella a la persona que la poseía primero, y es claro que los bienes del concesionario no pertenecían antes al Estado. Los tratadistas al referirse a la figura de la reversión dicen, entre ellos Bielsa, que en no pocos contratos de concesión se dispone que al vencer el término de ellos los bienes del concesionario afectados al servicio público concedido, pasarán a ser propiedad del concedente. No se regula, como se comprende, en el contrato, el régimen de disposición de esos bienes. El principio de la afectación ya determina su régimen. Pero esas omisiones, con todo, generan cuestiones a veces insolubles. Sobre todo no hay principios uniformemente establecidos en las legislaciones. Si bien la propiedad es del concesionario, el Estado, por ley o por contrato al dar la concesión, puede regularla en el sentido de limitar la disposición de ella y aún constituir garantía hipotecaria. En tal caso la ejecución y venta de los bienes debe ser restrictiva, pues basta con la ejecución forzada de los ingresos pecuniarios producidos por la explotación. Sobre lo que acabo de transcribir, bien vale la pena hacer algunas observaciones: en primer lugar, hay que decir que entre nosotros el principio de la reversión es de vieja raigambre legislativa, como luego se verá, tanto en materia de minas como en hidrocarburos; en segundo lugar, que en las leyes consagratorias del principio no se regula su aplicación inmediata ni su alcance por imposibilidad natural, ya que el número, valor, etc., de los bienes del concesionario no se conocen generalmente en el momento del otorgamiento de la concesión; en tercer lugar, que el Estado puede reglarla de manera conveniente, atendiendo a la finalidad perseguida por el principio. Como fundamentos de la Reversión, se suelen señalar por la doctrina, en primer lugar, la naturaleza misma de la industria, pues “separados del conjunto de la empresa los elementos indispensables para la prestación del servicio, es obvio que ocurriría su paralización, es obvio que ocurriría su paralización, con graves consecuencias de orden económico y social”; en segundo término, la necesidad de continuar la explotación cubierta por la concesión por los fines de interés general que esa continuidad comporta; y en tercer lugar, los graves daños económicos para el concedente si éste hubiese de proveerse de nuevos 216 elementos o bienes para que la explotación o el servicio, pudiese continuar marchando. Entre los caracteres que como inherentes a la naturaleza del principio de reversión de adscriben, bien pueden señalarse entre otros, los siguientes: 1) Es inherente a la figura de la concesión: en verdad, no podemos concebir, dentro de nuestro régimen legal imperante para los minerales e hidrocarburos, que la concesión no tenga un límite predeterminado y no se opere ope legis la reversión. 2) Es un principio de orden público: este carácter tiene consecuencias de trascendental importancia como se verá más adelante, en especial en cuanto al aspecto de la irretroactividad proclamado por el artículo 44 de la Carta Fundamental: 3) Es por necesidad, de consagración un tanto genérica, en el sentido de que su aplicación y posterior desenvolvimiento reclaman a todas luces una reglamentación que permite su efectividad al término de la concesión; 4) Implica cesión o traspaso de bienes del concesionario a manos del Estado concedente; 5) La destinación o afectación de ciertos bienes a la concesión, determinan el régimen de estos: por lo tanto es preciso indicar mediante disposiciones legales posteriores cuáles serán los bienes incursos en la reversión y cuáles no; 6) Requiere el mantenimiento de la unidad económica concesión; pues de lo contrario se desvirtuaría el principio en su finalidad inmediata que es el de la posibilidad de que el Estado pueda continuar, bien por sí o bien a través de un concesionario, rindiendo beneficios a la colectividad; 7) Constituye una compensación que el concesionario a cambio de las ventajas que le reconoce el concedente, ha de dar a éste, ya que en la concesión no se contemple a sólo el beneficio económico, sino otra serie de facilidades de que disfruta el concesionario; 8) Es figura de eminente Derecho Público, bien de origen legal, como en los hidrocarburos y minerales o bien de origen contractual en otros campos de la actividad de la Administración Pública. Creo así haber sintetizado de la menor manera posible los principales caracteres de la figura en estudio; como puede observarse, la mayoría le son peculiares y le brindan un alcance de gran fuerza, en su aplicación. El principio en estudio no es nuevo dentro del campo jurídico universal, ni mucho menos priespeciales (concesiones ferrocarrileras, por ejemplo) pero de preferencia tiene vida contractual, pues en la mayoría de los Contratos de Administración se la hace surgir mediante cláusula especial. Históricamente sería imposible señalar el momento de su aparición dentro del campo del Derecho Público Universal, pero de lo que sí no hay duda es de su viejo abolengo, hasta el punto de que Canga Argüelles, al hablar de esta figura referida a la antigua legislación española la define de la siguiente manera. “Así se llama el derecho que tiene el soberano para devolver a su autoridad y patrimonio todos los pueblos, jurisdiccionales, rentas, hechos y derechos que se enajenaron de la corona”. Si remoto su origen, su alcance en aquella época era de una amplitud, que con el tiempo se ha ido empequeñeciendo hasta el punto de que hoy se discute su alcance y quiere reducírsele a un mínimun que 217 desvirtúa totalmente la finalidad del principio. Huelga decir, y es punto en el cual no interesa detenerse, que dentro de nuestra legislación, el principio ha sido proclamado a partir de 1887 de manera continua en trece instrumentos legales en materia de minas y otros tantos en materia de hidrocarburos, con más o menos la misma terminología y amplitud, sin incluir la consagración constitucional, que sólo aparece en 1947. Lo que sí interesa en esta oportunidad es ver el alcance que de acuerdo con la Constitución Nacional, la Ley de Hidrocarburos y las modernas corrientes doctrinarias, ha de atribuirse a la reversión. El artículo 103 de la Constitución vigente asienta: las tierras adquiridas con destino a la exploración y explotación de concesiones mineras, comprendidas las de hidrocarburos y demás minerales combustibles, pasarán en plena propiedad a la Nación, sin indemnización alguna, al extinguirse por cualquier causa la concesión respectiva. Por su parte la Ley de Hidrocarburos al establecer la reversión lo hace en el sentido de abarcar dos tipos de contratos de naturaleza administrativa, pero ambos referidos a la explotación de hidrocarburos. He aquí las dos disposiciones en referencia: Artículo 80.- En la parte pertinente: “en el caso de concesiones de explotación la Nación readquirirá sin pagar indemnización alguna, las parcelas concedidas y se hará propietaria del mismo modo, de todas las obras permanentes que en ella se hayan construido”. Y el artículo 3 letra d) numeral 5) que reza: “En los convenios se estipulará que las tierras y obras permanentes incluyendo las instalaciones, accesorios y equipos que formen parte integral de ellas y cualesquiera otros bienes adquiridos con destino al objeto de los convenios, sea cual fuere el título de adquisición, deberán ser conservados para entregarse en propiedad a la Nación, al extinguirse por cualquier causa los respectivos convenios”. Es de notar que si bien lo dispuesto por el artículo 80 de la Ley de Hidrocarburos se refiere a las concesiones, considero que la disposición del artículo 3 ejusdem, aplicable a los Contratos de Servicio, permite inquirir el espíritu de la ley al consagrar la reversión, pues es norma de recta interpretación que las disposiciones legales sobre determinada materia, en este caso contratos de Derecho Público, encaminados ambos al aprovechamiento de los hidrocarburos, no han de considerarse de manera aislada, sino como algo orgánico que refleja la mente e intención del legislador, en base a una interpretación sistemática. Hecha esta aclaratoria, es conveniente por demás destacar algunos de los aspectos fundamentales abarcados dentro del contexto de nuestra legislación, por la reversión, en cuya virtud, pasarán a propiedad de la Nación los siguientes bienes, al extinguirse por cualquier causa la concesión: a) Las tierras adquiridas con destino a la exploración y explotación de concesiones mineras, comprendidas las de hidrocarburos. b) Las parcelas concedidas en concesión. c) Todas las obras permanentes en ellas que se hayan construido. d) Las instalaciones, accesorios y equipos que forman parte integral de las obras permanentes. e) Cualesquiera otros bienes adquiridos con destino al objeto de los convenios, sea cual fuere el título de adquisición, que deberán ser conservados para entregarlos a la Nación. 218 Partiendo de los anteriores señalamientos necesario en fijarse en dos puntos de la mayor importancia para el estudio de la reversión: en primer término, en cuanto al alcance de la figura en su aplicación práctica, y en segundo lugar, la posibilidad de que el Estado tome determinadas medidas para hacer efectivo su derecho. Por lo que respecta al primer punto, o sea, al alcance de la reversión, hay que señalar los siguientes aspectos: a) La reversión al Estado de los bienes del Concesionario, es algo que emana de la misma naturaleza de la figura en estudio: no se entiende cómo el Estado pueda continuar operando bien o por sí o mediante otro concesionario, las concesiones que han vuelto a su poder, si estas se encuentran desprovistas de los elementos e implementos que permitan la realización por parte del Estado de su derecho y de su obligación de continuar prestando un servicio público a la colectividad en base a bienes que por declaratoria legal son de utilidad pública. b) En el mecanismo de la concesión se halla implícita esta obligación o carga para el concesionario, y gracia de ello, el Estado otorga a éste una serie de ventajas y privilegios hasta acordarle la expropiación de bienes. c) Los bienes que integran la unidad económica de la concesión no pueden por imposibilidad física, dividirse matemáticamente, hasta el punto de poder separar unos y otros sin que surja mengua en la prestación del servicio o finalidad de la concesión; de ahí que no se pueda hacer una separación física, por ejemplo, de la tierra y decir que lo revierte es únicamente la parcela, cuando en torno a ésta existen múltiples elementos que dan vida a la concesión que de otra forma quedaría desarticulada e inservible. d) Los términos usados por la Constitución de “tierras adquiridas con destino a las concesiones” y el de “obras permanentes”, han de interpretarse en un sentido racional y lógico; pues de lo contrario se caería en el absurdo de que el Estado reciba tierras y obras permanentes inútiles para los fines de la continuidad de la concesión; un sano criterio de interpretación teleológica, necesariamente ha de señalar que esas tierras y esas obras permanentes, han de pasar al Estado, con todo lo que sobre dichas tierras sirva a los fines de la concesión y a las obras permanentes con los elementos que las integran, por la misma razón. Raquítico sería un derecho que se concretase únicamente a los dos elementos señalados, desprovistos de aquellos implementos que los configuran y les dan la razón de ser efectos de la posterior utilización. e) Hay que señalar sin embargo, que el Legislador no fue ni ha sido muy feliz en la proclamación del principio de la reversión, y ello desde luego ha provocado dudas y discrepancias que parecen oscurecer el alcance y finalidad del postulado. En efecto, la forma de expresión del artículo 103 habla únicamente de tierras adquiridas con destino a la exploración o explotación de concesiones. Pero aquí cabe plantear algunas interrogantes: ¿Pretendió el Estado quedarse, al fin de la concesión únicamente con las tierras destinadas a ciertas operaciones parciales de tal concesión? Si así hubiera sido, hay que convenir entonces en que el Legislador incurrió en error por falta de sindéresis pues ¿qué 219 representarían para el Estado esas tierras?, donde por lógica, la exploración estaría en sus finales, de acuerdo a los principios de la técnica. Por otro lado, ¿cómo se entiende que el Estado se contente con ser dueño de tierras que seguramente fueron ya exploradas y de la sola actividad de explotación?, cuando al lado de estas dos fases iniciales de lo que es una concesión de hidrocarburos, existen otras como las de transporte, manufactura y refinación, mercadeo, etc., de mayor importancia y de mayor contenido económico que aquellas dos, que fundamentalmente sólo conllevan inversiones. Es de elemental justicia suponer que la intención del Legislador al consagrar el principio en la forma en que lo hizo no fue felizmente expresada, pero que tal intención no podía ser tan estrecha para no abarcar las otras fases y los otros elementos integrantes de la unidad económica concesión. ¿Qué recibiría entonces el Estado al finalizar una concesión? Bien pudiera decirse que una mínima porción, pues tampoco podría negarle al concesionario el uso de las tierras para el transporte, refinación, etc., operaciones que no estarían en manos del Estado sino del concesionario: tendríamos así un Estado que proclama un principio inútil, que en definitiva se reduciría a una mínima parte de la actividad que implica la explotación y aprovechamiento de los hidrocarburos. Esto constituiría un verdadero absurdo. Por su parte la Ley de Hidrocarburos al decir que en el caso de concesiones de explotación la Nación readquirirá, sin pagar alguna indemnización, las parcelas concedidas y se hará propietaria, del mismo modo, de todas las obras permanentes que en ella se hayan construido (artículo 80), incurriría en la misma impropiedad de expresión al referirse únicamente a la fase de la concesión ex explotación, pero añadiendo el nuevo elemento de las obras permanentes. Si el término explotación se entendiese como referido a una fase de la industria de los hidrocarburos, que cabe duda que en torno a él podría señalarse gran parte de lo que antes hemos dicho; pero en sana lógica, el término explotación hay que entenderlo en su significado integral, como el de aprovechar total y cabalmente alguna cosa; por ello, cuando la Ley de Hidrocarburos habla de concesiones de explotación hay que entender que se refiere a la totalidad de las operaciones que permiten el aprovechamiento de los hidrocarburos en todas sus fases. Sólo entendiendo el término explotación en su significación integral es como hay que interpretar las expresiones usadas tanto por la Constitución Nacional como por la Ley de Hidrocarburos, pues de lo contrario, el contenido y alcance mismo del principio en examen perdería toda importancia y en definitiva sería algo más que una inelegantia juris del Legislador. Por ello, repito, el término explotación no ha de entenderse de manera asilada, sino como la actividad omnicomprensiva sobre un producto o materia determinada. f) Las leyes de Minas y de Hidrocarburos siempre han hablado de obras permanentes, tal como lo hace la actual según acabamos de ver. Este es un elemento que proclama la ley, pero que necesariamente hay que interpretarlo en función de la lógica y de la finalidad perseguida por el principio de la reversión. Se ha discutido mucho lo que haya de entenderse por obra permanente; pero aquí no se puede interpretar el término “permanente” de manera aislada, como algo que permanece, que perdura, como algo que no puede desprenderse del 220 suelo porque pierde su integridad física: éste sería una interpretación, que dentro del contexto de la Ley y de los fines pretendidos por el postulado de la reversión, conduciría al absurdo. De ahí que se imponga una interpretación teleológica para desentrañar lo que el legislador quiso decir por obra permanente. En efecto, si sólo se tratase de aquello que no puede desprenderse del suelo sin que pierda una integridad física, lo que al final de la concesión recibiría el Estado, sería prácticamente nada, ya que hoy día la técnica permite levantar obras de gran envergadura, que pueden movilizarse de un sitio a otro sin que sufra su individualidad. Por ello, por obra permanente, en el sentido de la Ley, es preciso entender todos aquellos elementos materiales que están íntimamente relacionados con la vida misma de la concesión, que tienen un carácter notable de permanencia, pero sin que sea definitivo para su calificación el hecho de que puedan o no desprenderse del suelo sin perder su integridad física. Así, si aplicamos este criterio, no hay duda de que al hablar el legislador de obras permanentes no se refiere únicamente a aquellas obras perdurables que dejarían de ser si se tratase de desarraigarlas o movilizarlas; el concepto, por necesidad, ha de ser más amplio y por lógica, ha de abarcar todos aquellos elementos materiales, permanentes, que integrados a la concesión, permite el aprovechamiento de ésta. En consecuencia todos aquellos materiales que integran la concesión, han de calificarse como obras permanentes, que pasarán al Estado al finalizar por cualquier causa la concesión. De ahí que pueda concluirse, de manera general, que todo aquello que integre y constituya la unidad económica concesión, no embargante de heterogeneidad, ha de pasar a manos del Estado de manera gratuita y sin compensación alguna. II Delimitado así el alcance, inteligencia y efectos del principio de Reversión, creo conveniente hacer en breve síntesis, un recuento de los postulados fundamentales consagrados por la Ley sobre Bienes Afectos a Reversión en las Concesiones de Hidrocarburos, lo que permitirá analizar a la luz de los mismos los diversos planteamientos hechos por la empresa que solicita su nulidad. 1) Proclamación del principio de Reversión: En primer término la Ley que nos ocupa en sus artículos 1°, 2°, 20 y 21 consagra el principio de la Reversión de la siguiente manera: a) Señala los bienes objeto de la misma al decir de las tierras, obras permanentes, incluyendo las instalaciones, accesorios y equipos que formen parte integral de tales obras permanentes; y los otros bienes adquiridos con destino o afectos a los trabajos de exploración, explotación, manufactura, refinación, o transporte en las concesiones de hidrocarburos o al cumplimiento de las obligaciones que de ellas se derivan. b) Todos los bienes indicados son materia de utilidad pública. c) Establece una presunción juris tantum acerca de cualesquiera otros bienes corporales e incorporales adquiridos por los concesionarios. 221 d) Proclama de manera precisa el principio de la reversión al decir que los bienes indicados, pasan al patrimonio nacional, libres de gravámenes y cargas y sin indemnización alguna al extinguirse por cualquier causa las concesiones respectivas, y en consecuencia, deben ser conservados y mantenidos por los concesionarios en comprobadas condiciones de buen funcionamiento, según los adelantos y principios técnicos aplicables con el fin de asegurar la continuidad y eficiencia de las actividades concedidas y de garantizar el derecho de la Nación a reasumirlas en condiciones que permitan su adecuada prestación o ejecución. e) Proclama igualmente el carácter de orden público de la ley, pues según asienta, sus disposiciones tienen carácter de orden público y se aplicarán de manera inmediata a los actuales concesionarios de hidrocarburos. Esta declaración que hace el Legislador sobre el carácter de orden público de la Ley, es de suma trascendencia pues llega a individualizarla de manera inconfundible y hace que sus disposiciones sean de aplicación inmediata, tal como lo señala el artículo 20. Sobre esta declaración, bien puede señalarse lo siguiente: Sabido es que el único que puede hacer pronunciamiento de tal envergadura es el propio Legislador, quien es el árbitro competente para apreciar las circunstancias que dieron pie a tal declaración. En nuestro caso, el Soberano Congreso, frente a la magnitud de los problemas envueltos en la reversión, ante la crisis que podría plantearse a la Nación por la carencia de una regulación adecuada sobre los bienes integrantes de las concesiones, y finalmente, dadas sus facultades fiscalizadoras, juzgó conveniente y oportuno dictar una ley de aplicación inmediata por ser de orden público. Pues como lo enseña la jurisprudencia, corresponde al Congreso hacer el análisis de la eficacia de los medios arbitrados para alcanzar los fines propuestos; la cuestión de si debieron elegirse esos u otros procedimientos, son ajenos a los Jueces, ya que a éstos sólo incumbe pronunciarse acerca de la racionalidad de los medios elegidos por el Congreso, es decir, que éstos sólo deben examinar si son o no proporcionados a los fines de que el Legislador se propuso conseguir y, en consecuencia, decidir si es o no admisible la consiguiente restricción o limitación de los derechos individuales afectados. Los Jueces no pueden sustituir su criterio de conveniencia o eficacia económica o social al del Congreso de la Nación, para pronunciarse sobre la validez o invalidez constitucional de las leyes, especialmente de las que regulan trabajos, comercios o industrias. De modo pues nadie puede dudar o desconocer la declaración contenida en el artículo 20 de la Ley de Reversión, que le imprime características especiales que deben tener en cuenta los jueces que han de fallar sobre algunas de sus disposiciones que, desde luego, guardan perfecta relación con la gravedad e importancia de los fines perseguidos, que no son otros que la preservación del orden público y económico de la Nación. Como consecuencia inmediata de los principios proclamados, señala otras normas dispositivas que en realidad no hacen sino devolver los mismos; y así se tiene: 222 a) La prohibición de utilizar en las concesiones bienes de terceros, cualquiera sea el título por el cual posean o usen tales bienes, salvo en casos especiales, mediante autorización del Ejecutivo Nacional (artículo 3°). b) La conservación y mantenimiento de los bines por los concesionarios en la forma establecida por el establecido 2°, con la posibilidad para la Nación de seguir utilizándolos en los términos que establezca el Ejecutivo Nacional, al extinguirse por cualquier causa la concesión (artículo 4°). c) Prohibición para los concesionarios de efectuar sobre los bienes en cuestión, actos de enajenación, gravamen, destrucción, desmantelamiento, modificación y en general ningún otro acto de disposición, desafectación a la concesión o cambio de función o de lugar sin previa autorización del Ministerio de Minas e Hidrocarburos (artículo 8°). d) Efectos de la desafectación de los bienes, que pasarán a la Nación, con algunas modalidades previstas para el caso de que el concesionario haya de seguir utilizándolos (artículo 9°). e) Posibilidad de utilización por parte de concesionarios de bienes afectos a concesiones que se extingan (artículo 10). f) Alcance de la cesión de las concesiones, ya que ésta conlleva la de todos los bienes adquiridos con destino o afectos a ellas, y solidaridad consiguiente hasta consumarse tal cesión (artículo 11). g) Prohibición a ciertos funcionarios públicos de dar entrada, protocolizar, reconocer, autenticar y otorgar documentos en los cuales se pretenda efectuar actos de enajenación o gravamen o imponer carga sobre los bienes si no media autorización del Ministerio de Minas e Hidrocarburos. h) Registro y notas en el caso de extinción de concesiones, posteriormente a la publicación de tal extinción en la Gaceta Oficial (artículo 17). 2) Principio de Fiscalización: Los bienes a que se refiere la Ley en estudio, están sujetos al control y vigilancia de la Nación (artículo 5°). De este principio, base y fundamento de la propia Ley de Reversión, emanan algunas consecuencias inmediatas, que bien pudieran señalarse así: a) Obligación para el concesionario de informar al Ministerio de Minas e Hidrocarburos de todos los bienes que adquiera con destino a las concesiones que se afecten o que utilice cuando éstas sean de terceros (artículo 7°). b) Inventario de todos los bienes adquiridos por los concesionarios para la concesiones o que se encuentren afectos a las mismas, en el plazo de un año a partir de la vigencia de la Ley (artículo 23). 223 3) Principio de la obligación de la exploración: Los concesionarios tienen obligación de explorar, según los principios técnicos aplicables, las áreas que le han sido otorgadas en concesiones, a fin de determinar los yacimientos que allí pudieren existir (artículo 12). De este principio, el legislador ha creído conveniente señalar algunas consecuencias en la siguiente forma: a) Obligación de restituir áreas a la Nación cuando el concesionario no ha realizado la exploración de las otorgadas (artículo 13). b) No aplicación de lo relativo al ingreso al patrimonio nacional de bienes e instalaciones de concesiones añejas (artículo 14). c) Plazo de tres años, a partir de la promulgación de la Ley, para que los concesionarios cumplan con la obligación de explorar las áreas que tienen otorgadas (artículo 22). 4) Principio de restitución de concesiones antieconómicas: De acuerdo con este principio, el Ejecutivo Nacional en base al interés público, podrá exigir la restitución de los campos cuya explotación haya llegado a ser antieconómico, con todas las instalaciones, equipos y bienes afectos a la explotación de los mismos (artículo 15). 5) Principio de la Facultad de sancionar a los concesionarios: Las infracciones a la ley serán sancionadas con multas de cincuenta mil u un millón de bolívares (artículo 18). 6) Principio de apelación: Las multas serán apelables en un solo efecto para ante la Sala Político-Administrativa de la Corte Suprema de Justicia, dentro de los diez días hábiles siguientes a la publicación de las mismas en la Gaceta Oficial (artículo 19). Tales son los principios consagrados por la Ley sobre Bienes Afectos a Reversión en las Concesiones de Hidrocarburos, y por razones de claridad se ha creído conveniente señalar de manera individualizada, ya que la solicitante en su escrito los engloba de manera general en los cuatro alegatos fundamentales que señale al principio de este estudio. III Toca ahora entrar en el análisis de los cuatro planteamientos de la empresa, lo cual, en base a la forma y manera en que lo hizo, hay que estudiarlos igualmente de manera un tanto general y a las luz de los postulados legales, jurisprudenciales y doctrinales ya expuestos. Con todo, como algo previo, es necesario hacer alguna consideración sobre lo expuesto en el escrito de la empresa solicitante, acerca del carácter reglamentario de la Ley bajo estudio. En primer lugar, la peticionaria señala un aspecto de importancia, pero sobre el cual no pretende insistir, o sea, el hecho de que la Ley sobre Bienes Afectos a Reversión en las Concesiones de Hidrocarburos, es una Ley Reglamentaria. Acerca de esto pienso que la demandante tiene razón en el sentido de que desde el punto de vista de una correcta técnica legislativa, la materia de la Reversión para nada requería la Ley en cuestión, ya que en realidad en 224 verdad, los mismos fines y con mayor propiedad y prontitud se hubiesen obtenido si el Ejecutivo Nacional haciendo uso de su facultad reglamentaria, hubiese dictado el Decreto correspondiente. Sin embargo, como señalé, la peticionaria no insiste sobre este aspecto y en consecuencia, no hay razón para detenerse en consideraciones sobre él. Con todo, es bueno señalar el hecho de que tanto la Constitución Nacional en su artículo 103, como la Ley de Hidrocarburos en sus artículos 80 e de Explot. Y 81, establecen de manera inequívoca el principio de la reversión: en consecuencia, correspondía al Ejecutivo en base a su facultad reglamentaria, desenvolver los principios ya consagrados: el haber recurrido a regular la materia mediante la Ley, ha traído como consecuencia inmediata el hecho de que en materia de Reversión nos hallamos con tres instrumentos legales: la Constitución, la Ley de Hidrocarburos que es Ley especial y una tercera ley que tendrá que denominarse especialísima; en otros términos, el jurista se halla ante una Ley especial que desenvuelve principios consagrados por otra Ley especial, como si la ley de Hidrocarburos fuese a manera de Ley Orgánica, cuyos principios corresponde desenvolverlos a leyes especiales: Y a tido esto hay que agregar, la necesidad de que para la correcta aplicación de la ley de Reversión, se ve el Ejecutivo de dictar algunos reglamentos entre los cuales se han señalado próximo a dictarse, dos por lo menos. Empero, a pesar de las fallas señaladas y admitidas sin mayor preocupación por la demandante, nos hallaremos ante una verdadera Ley sancionada por el Soberano Congreso de la República, y cuya nulidad en la mayoría de sus artículos ha sido intentada por una empresa directamente interesada en la materia, es decir, una empresa con interés y cualidad para hacerlo. Señala la empresa como punto de partida y fundamento de su demanda de nulidad el hecho de ser titular de algunas de las concesiones de hidrocarburos otorgados bajo la vigencia de la Ley de Hidrocarburos de 13 de marzo de 1943 y de otras bajo la misma Ley con las correspondientes reformas de 29 de agosto de 1955 y 7 de agosto de 1967, y argumenta que en cuanto a reversión, los derechos y obligaciones emergentes de tales concesiones han de regirse por el artículo 103 de la Constitución Nacional y los artículos 80 y 81 de la Ley de Hidrocarburos. Hay que observar que la demandante no es muy clara ni precisa en su pedimento, pero a tenor de su exposición en este primer aspecto de su escrito hay que concluir que pretende rechazar la aplicación de la Ley de Reversión tal como fue aprobada por el Congreso Nacional, publicada en la Gaceta Oficial de la República de Venezuela N° 29.577, del 6 de agosto de 1971, en virtud de que sus concesiones fueron otorgadas de acuerdo con la Ley de Hidrocarburos y que en consecuencia el Estado al promulgar la Ley de Reversión está desconociendo derechos adquiridos en base a los contratos administrativos de concesión sobre hidrocarburos, y especialmente, en cuanto a los bienes que al final de las mismas han de revertir a la Nación. En otros términos la demandante reclama la aplicación de la Ley bajo cuya vigencia obtuvo las concesiones y, por tanto, en las mismas condiciones, esgrimiendo la intangibilidad de tales condiciones; intención que posteriormente aclara perfectamente el invocar la garantía de la Ley consagrada en el artículo 44 de la Constitución Nacional en relación con lo dispuesto por el artículo 104 de la Ley de Hidrocarburos que rige la materia de esas concesiones. 225 A los efectos de una mayor claridad en la exposición y siguiendo la forma de argumentación de la peticionaria, es conveniente ocuparse en primer lugar de lo que podría llamarse intangibilidad de las condiciones en que fueron otorgadas las concesiones. Pero para llegar a una conclusión al respecto, es preciso hacer diversas consideraciones que ponen de manifiesto la inconsistencia de tal intangibilidad a la cual la concesionaria pretende atribuir fuerza definitiva en su solicitud. Por ello, de momento hay que examinar las siguientes cuestiones fundamentales para llegar a formarse fundado criterio sobre este primer alegato. Así, es oportuno concretar que: A) Las Concesiones de Hidrocarburos se hallan dentro del campo del Derecho Público y, en consecuencia, se regirán por las disposiciones privativas de éste. B) Existe distinción entre Contratos de Derecho Público y de Derecho Privado y consecuencias que tal distinción se desprenden. IV A) Las concesiones de hidrocarburos se hallan en el campo del Derecho Público y, en consecuencia, se regirán por las disposiciones privativas de éste. Por sabido se tiene, y así es admitido por la mayoría de los autores que se ocupan de estudiar la ubicación de las concesiones, que éstas se encuentran dentro del ámbito del Derecho Público. Para fundamentar esta afirmación se suelen citar diversos argumentos que en esta oportunidad bien pudiéramos reducir a tres de manera especial: la utilidad pública de la industria minera; el carácter de servicio público que se reconoce a dichas concesiones y, finalmente, el interés nacional que en todo momento ha de prevalecer sobre el interés de los particulares. En primer término, me encargaré de la llamada utilidad pública de la industria minera: a este respecto basta recordar la declaratoria que de este principio hace el artículo 1° de la Ley de Hidrocarburos, cuando dice: “Todo lo relativo a la exploración del territorio nacional en busca de petróleo, asfalto, gas natural y demás hidrocarburos; a la explotación de yacimientos de los mismos, cualquiera sea su origen o colocación; a la manufactura o refinación, transporte por vías especiales y almacenamiento de las sustancias explotadas y a las obras que su manejo requiera, se declara de utilidad pública y se regirá por las disposiciones de la Presente Ley”. El legislador venezolano al hacer tal declaración quiso ser muy claro y preciso, dada la importancia que para la vida del país tiene todo lo referente a hidrocarburos. El alcance de esta declaratoria no deja lugar a dudas de que nos hallamos dentro del campo del Derecho Público, pues esa calificación imprime un sello inconfundible a los bienes o actividades a las cuales el Estado consagra como de tal categoría. Este postulado surge a la vida jurídica con todo su vigor cuando se trata de bienes o actividades encaminadas especialmente a beneficiar a la colectividad o como respuesta a necesidades primordiales experimentadas por la misma; y ante tales contingencias, el Estado está en la obligación de darles satisfacción, acordándoles un rango privilegiado frente a los demás bienes o actividades. 226 Pero aquí podría preguntarse, en primer término, qué es la utilidad pública y cuáles son las consecuencias que del principio se derivan. Autores hay, que señalan que la noción de utilidad pública no es susceptible de definición y ello por la complejidad misma del concepto que abarca en sí diversos elementos tales como el de interés general o interés nacional. Sin embargo, oponiendo el concepto de interés privado puede llegarse a una noción bastante aproximada de la misma y suficiente para mi intento, diciendo que significa todo aquello que se relaciona con la satisfacción de las necesidades colectivas o generales, las cuales tienen prelación dentro del orden jurídico social, prelación que se manifiesta en un régimen de distinto tratamiento de los bienes o de las actividades en relación con las necesidades de los particulares individualmente considerados. Este régimen a que forzosamente han de estar sometidos los bienes o actividades de interés general o colectivo, no puede ser otro que las normas que privan en el Derecho Público, ya que el Derecho Privado tiene por misión regular lo referente al interés particular o individual. Por otra parte hay que tener en mente que cuando normalmente se habla de utilidad pública, se está consagrando, como señala algún tratadista, de manera indubitable, la prevalencia o supremacía del orden público que en el presente caso, bien podría calificarse de orden público económico, por la capital importancia que tienen las riquezas del subsuelo sometidas al régimen de concesión, figura en la cual campea a sus anchas el principio de la utilidad pública, pues bien como lo señalo Ripert, al lado de la organización política del Estado, hay una organización económica tan obligatoria como aquélla: existe por consiguiente, un orden público económico. Consecuencia inmediata de la declaratoria de utilidad pública es la proclamación que hay un interés superior que ha de estar por necesidad lógica sobre todo otro interés y de que en la actuación de tal interés supremo toda otra actividad ha de ceder lugar, ya que la finalidad perseguida cual es el bienestar de la colectividad, no admite demoras ni trabas. Y para el desenvolvimiento y aplicación de un principio de tal envergadura resultan estrechos los viejos moldes del Derecho Civil, cuya normativa se desvela por resguardar el interés particular; sólo los postulados del Derecho Público son capaces de encausar y reglamentar dicho principio. Vista así, a grandes rasgos, la noción del principio de utilidad pública, hay que referirse a otro principio de no menor trascendencia y que igualmente campea dentro del campo del Derecho Público; me refiero al carácter de servicio público que se les reconoce a las concesiones. Este es otro de los factores que con mayor preponderancia se mueve dentro del campo del Derecho Público y referido a la materia de la explotación de las riquezas nacionales, alcanza características especialísimas, hasta el punto de constituir en la razón de ser de diversas actividades de tipo económico, que el Estado está en la obligación de realizar, bien por sí mismo o a través de los particulares, para la satisfacción de intereses colectivos. Cuando se dice que determinada actividad constituye o es un servicio público, se está diciendo a las claras que se trata de una actividad que sólo se encuentra en manos del estado el poder realizarla, y que tal realización no puede ser entrabada por los particulares ni soslayada por el propio Estado como representante de la colectividad a la cual ha de reconocer su derecho a recibir determinadas prestaciones de carácter privilegiado. 227 Múltiples son, como se sabe, las definiciones que de los servicios públicos se han dado, pero de todas ellas la más aceptada y completa la dada por Sayaguez Lazo, quien lo hace en la siguiente forma: “Conjunto de actividades desarrolladas por entidades estatales o por su mandato expreso, para satisfacer necesidades colectivas impostergables mediante prestaciones directa o inmediata a los individuos, bajo un régimen de derecho público”. Creo que después de la definición traída a colación, huelga todo comentario y se aleja toda duda acerca del régimen a que están sometidas las concesiones de hidrocarburos, totalmente excluidas de los dispositivos del Derecho Privado. Finalmente he de referirme al principio de interés nacional: desde luego uno se encuentra ante un concepto no perfectamente definido y que a primera vista pareciera confundirse con el interés general o colectivo, pero que en verdad tiene mayores alcances, ya que él abarca no sólo el interés general colectivo como algo referido a los individuos integrantes de determinada comunidad, sino a la vida misma de la nación como país soberano. Bien pudiera decirse que se trata de la síntesis suprema que encierra en sí todo otro interés por excelso que sea y surge a la vida jurídica cuando están en juego los supremos intereses nacionales: este principio es la razón de ser de medidas que de otra manera no se justificarían, tales como la de policía, higiene y salubridad, y la defensa de los recursos del patrimonio cuya sana explotación y ponderado aprovechamiento puede depender el futuro de la nación. Por sabido se tiene que los hidrocarburos, para señalar un caso concreto, representan para el país la base y el sustento de su economía, y que de no ser controlados por el Estado podrían en un momento determinado provocar una verdadera crisis económica de imprevisibles consecuencias. De ahí que como se verá más adelante, existe perfecta justificación para que determinado tipo de bienes se encuentren sometidos directamente el control del Estado, control desde luego que se manifiesta de diversos modos y maneras que le permiten tomar medidas que en un momento dado pueden y deben sobreponerse al interés individual de los particulares. Ello implica por qué la Constitución nacional consagra de manera expresa la aprobación del Congreso de contratos de interés nacional, tales como los referidos a los hidrocarburos y otros recursos naturales (artículo 126), creando con esto una especie de régimen especialísimo, dada la importancia de los recursos económicos en juego. Y al crear a favor del Estado este régimen especialísimo para determinados elementos fundamentales en la vida de los pueblos, se señalan igualmente atribuciones especiales al mismo Estado a fin de que pueda dar cumplimiento al precepto constitucional. Por tal razón Bonnard al referirse a tales atribuciones, señala: dado el carácter de esas atribuciones y las diferencias que existen entre ellas y las atribuciones que incumben a las actividades de los particulares, ha parecido que las reglas del derecho privado eran insuficientes para permitir al Estado cumplir sus atribuciones estadales, y que por estas razones se ha constituido al lado del derecho privado, otro derecho, el Derecho Público, compuesto de reglas relativas no sólo a la organización sino también a la actividad del Estado y de sus órganos”. 228 B) Distinción entre Contratos de derecho Público y de Derecho Privado y consecuencias que tal distinción se desprenden. Ubicadas las concesiones sobre hidrocarburos en el campo del Derecho Público, bueno es que me refiera a la manera en que el Estado se vale para la explotación de las riquezas naturales. Esto desde luego está señalado claramente en el artículo 3° de la ley de Hidrocarburos, el cual indica tres modalidades: directa y exclusivamente por el Ejecutivo Nacional; por medio de los Institutos Autónomos o Empresas del Estado en las condiciones que allí se establecen, y por medio de concesiones. Interesa en consecuencia definir lo que de acuerdo con nuestro ordenamiento jurídico y la doctrina admitida, ha de entenderse por concesión; en otras oportunidades he definido la concesión como un contrato de índole administrativa destinado al aprovechamiento de los recursos naturales celebrados entre el Estado y los particulares. Pienso que en esta definición, escueta si se quiere, se encuentran las características fundamentales que constituyen la concesión. Se trata en consecuencia, de un contrato de naturaleza administrativa celebrado entre el Estado y los particulares con una finalidad determinada: el aprovechamiento de las riquezas naturales. De estos aspectos el de que momento interesa destacar es el carácter de contrato administrativo de la concesión, que la coloca dentro del campo de Derecho Público sometiéndola al régimen específico de esta clase de contratos, con las consecuencias que del mismo se derivan y como se verá de seguida, revisten la mayor importancia en la materia de hidrocarburos. Copiosa por demás, y pudiera decirse que uniforme y constante, es la doctrina de los tratadistas de Derecho Administrativo cuando se refieren a las diferencias existentes entre los contratos de naturaleza administrativa y los contratos de Derecho Privado. Desde luego, no es mi propósito traer a colación mucho de lo dicho en tal sentido; pero de todos modos creo oportuno hacer mención siquiera de uno de estos criterios de diferenciación; y para ello recurriré a uno de los más socorridos, cual es el del fin perseguido al celebrar el contrato: cuando uno de estos contratos se perfecciona se están persiguiendo fines de utilidad pública, de interés colectivo, de prestación de un servicio público, del aprovechamiento de riquezas fundamentales para la vida del Estado, etc., en tanto que los fines o miras perseguidos en los contratos de derecho privado, son intereses individuales que sólo van a beneficiar a un particular o a lo más a un reducido grupo de particulares intervinientes en determinada relación jurídica. De ahí que uno de nuestros tratadistas haya podido decir que “basta que un contrato en que participe una entidad pública estatal se comprometa el contratista a realizar durante cierto tiempo una actividad dirigida a dar satisfacción a un interés general, para que aquél reciba la calificación de administrativo”. (Eloy Lares Martínez). Y en este sentido es muy apropiado recordar lo señalado por algunos tratadistas como Laufenburger y Sarria, cuando afirman que los servicios públicos no se convierten en públicos por definición. Cuando un servicio llegar a ser factor indispensable y general de la vida económica en todas sus manifestaciones, se transforma de explotación privada en servicio público, como lo enseña la historia del desenvolvimiento económico de los pueblos. Y este es el fenómeno que se presenta en la industria minera, y en especial con la explotación de minerales como el hierro, el carbón, etc.; ellos y sus derivados vienen a colmar una necesidad de carácter general, condicionando a 229 la vez el desarrollo y la prosperidad económica de un pueblo. Por tanto, no pueden esas actividades quedar sometidas a las normas del derecho privado, sino a la del derecho público, o sea, a un régimen jurídico especial que permita actuar con eficacia en un momento dado. Ya antes he señalado la importancia que tiene el correcto encuadramiento de la figura de la concesión dentro del campo del Derecho Público, pues ello conlleva a un régimen normativo que en definitiva está representado de manera muy precisa por las llamadas “cláusulas exorbitantes” del derecho común, que son las que diferencian con mayor intensidad los contratos administrativos de los de derecho privado. Establecida esta diferencia y sentada la conclusión unánimemente aceptada de que los contratos administrativos reclaman un régimen propio y peculiar, preciso es detenerse un tanto en algunas de las consecuencias que de tales postulados se desprenden, ya que a los contratos administrativos le son aplicables las reglas especiales que, en razón de las exigencias del interés general, han sido creadas por la jurisprudencia y la doctrina para regular la ejecución de tales contratos administrativos. Así se tiene: a) Posibilidad de modificación de tales contratos; b) Facultad y obligación de fiscalización por parte del Estado concedente de controlar el desenvolvimiento y cumplimiento de los contratos administrativos en su carácter de doctor de la riqueza nacional; c) Obligación de hacer uso en circunstancias especiales de facultades discrecionales para salvaguardar el orden público económico privativo de la Nación. 1) Posibilidad de modificar los Contratos Administrativos. En cuanto a la posibilidad de modificar los contratos administrativos, no hace falta decir que tanto la legislación como la doctrina y la jurisprudencia tienden siempre como es lo correcto a mantener la integridad del interés colectivo frente al interés particular, sin que por ello se llegue a desconocer a este último de manera radical, lo que podría expresarse diciendo que de manera general, el interés particular debe ceder antes el interés colectivo y, en ocasiones por vía excepcional, hasta ser sacrificado mediante las compensaciones a que hubiere lugar. Es fácil comprobar estas afirmaciones y para ello basta seguir la trayectoria del pensamiento de algunos legisladores que de manera concreta se han pronunciado sobre el particular y el de los tratadistas de Derecho Administrativo, tanto nacionales como extranjeros, cuyo criterio acerca de la posibilidad de que la Administración o el Estado pueda modificar unilateralmente los contratos administrativos, lógicamente dentro de ciertos límites, no deja lugar a dudas. Así, por ejemplo, el Código de Minas de la República de Colombia en su artículo 97 dispone lo siguiente: “Cuando quiera que sobrevengan imprevisibles y graves alteraciones de la normalidad económica o social, que cambien las bases u objetivos que tuvieron en cuenta al celebrar el contrato, la nación o el concesionario podrá pedir en primer término su modificación en forma equitativa y si esto no fuere suficiente, su terminación. Lo dispuesto en este artículo rige para las concesiones en vigencia”. Uno de nuestros autores patrios sobradamente conocido, dice textualmente: “la facultad de modificación unilateral tiene su fundamento jurídico en las exigencias de interés general de la comunidad, que son variables, por lo cual 230 en el curso de la ejecución de un contrato puede seguir la necesidad de introducir variaciones en las obligaciones contraídas por el contratista en el acto de la celebración del contrato. Aunque no se haya previsto en el contrato, la administración siempre tiene la facultad de modificación unilateral. El profesor De Laubadére sostiene, además, que la administración no puede válidamente renunciar en el contrato a prevalerse de ese poder. (Eloy Lares Martínez). Es cierto además que este mismo autor señala el hecho de que la modificación unilateral tiene numerosas limitaciones, tales como el respeto a las ventajas financieras, a los derechos patrimoniales, a la imposición de prestación de nuevos servicios, a la ejecución de obras nuevas o a la entrega de suministros nuevos, a una innovación de excesiva importancia, respecto de las estipulaciones contractuales, pero no se ve ninguna dificultad en que las modificaciones admisibles recaigan sobre los servicios o prestaciones impuestos al contratista que pueden ser aumentados, disminuidos o cambiados de forma o sistema. La doctrina argentina, con Bielsa a la cabeza no duda en afirmar que “el servicio público por definición satisface una necesidad colectiva, su causa es el interés público y ante esa consideración primordial el argumento contractual pierde importancia en el sentido de que no puede ser una traba al mejoramiento y perfección del servicio”, y por su parte este autor cita a Jéze, el cual afirma: “Si se pudiese admitir por un instante que, por efecto de los contratos de concesión, la voluntad de los concesionarios pudiera poner en jaque las decisiones tomadas por la Administración en un fin de utilidad pública, necesario seria condenar irremisiblemente el sistema de la concesión como contrario al interés general”. Y para terminar con este aspecto de la cuestión es estudio, creo conveniente citas las palabras del tratadista uruguayo Sayaguez Lazo, quien al referirse a las modificaciones de la Administración puede introducir en los contratos administrativos y que él denomina dirección del contrato, dice entre otras cosas lo siguiente: “ese poder de dirección supone la posibilidad de introducir unilateralmente modificaciones en el contenido del contrato. Esta posibilidad es más o menos amplia según los contratos y el grado de participación en la ejecución del servicio. En los contratos a largo plazo la potestad de introducir modificaciones que se admite con facilidad, alcanzo máxima amplitud cuando se funda en la alteración de las circunstancias de hecho que existían en el momento de celebrarse”. Y continúa más adelante: “la regla de que los contratos deben ejecutarse de buena fe no es exclusiva del derecho privado, es un principio general y por lo tanto rige también en el derecho administrativo. De ahí deriva que las potestades excepcionales que posee la administración para adecuar la ejecución de los contratos a los intereses públicos no pueden significar el desconocimiento de los derechos de quienes han contratado con ella. Esto se logra protegiendo el resultado económico que perseguía el contratante, es decir, usando la denominación generalizada en el derecho francés, la ecuación financiera del contrato”. Como conclusión de cuanto se ha dicho anteriormente sobre la posibilidad que tiene el estado para modificar unilateralmente los contratos administrativos y en consecuencia las concesiones, pueden establecerse los siguientes principios: 231 1) Es indiscutible la facultad que tiene el Estado para unilateralmente modificar los contratos de naturaleza administrativa. 2) Es necesario que tales modificaciones estén suficientemente motivadas en vista de situaciones que de mantenerse irían contra la finalidad de interés público o general perseguido precisamente mediante la elaboración de los referidos contratos. 3) De llegarse a perturbar el equilibrio económico del contrato, o, en otras palabras la ecuación financiera en perjuicio del contratante en base a las modificaciones introducidas, el Estado se halla en la obligación de dar compensaciones adecuadas al daño inferido por su decisión, y 4) Para el Estado constituye una verdadera obligación al recurrir a las necesarias modificaciones, cuando el interés público resulte perjudicado por mantener inalterada la situación contractual. 5) Facultades de Fiscalización de parte del Estado. El es el propietario de las riquezas del subsuelo que cede su explotación temporalmente a un particular no es privativo únicamente de nuestro ordenamiento jurídico; es el principio universal de aceptación con contadísimas excepciones que no hacen sino confirmarlo. Ahora bien, si se parte de este postulado, hay que convenir necesariamente que el Estado, dueño de tales riquezas, no llega en ningún momento a desprenderse de la propiedad que sobre las mismas tiene, y que sólo permite la explotación y aprovechamiento de ellas a particulares que con él celebran los correspondientes contratos administrativos denominados concesiones, cuya duración es variable pero perfectamente limitada en el tiempo. Por otra parte y como consecuencia de lo anterior, hay que admitir lógicamente que el Estado como doctor de la riqueza pública no puede desentenderse del bien o bienes cuyo uso ha cedido temporalmente a los particulares: de ahí la facultad de que está investido de vigilar y controlar el cumplimiento estricto del convenio celebrado con miras a satisfacer necesidades de carácter general. Pero en verdad, no sólo se trata de una mera facultad, sino que también de una verdadera obligación que asume frente a la comunidad en cuyo beneficio ha de explotarse y aprovecharse la riqueza que le pertenece: el Estado no puede soslayar el cumplimiento de esta obligación, pues estaría traicionando a la comunidad que representa. De acuerdo con la legislación venezolana sobre hidrocarburos, la facultad que tiene el Estado de fiscalizar las diversas operaciones de la industria petrolera se halla consagrado en el artículo 68 de la Ley, que en parte dice: El Ejecutivo Nacional tiene derecho de inspeccionar todos los trabajos y actividades relacionadas con la exploración, explotación, manufactura o refinación, transporte y manejo de las sustancias a que se refiere esta ley, a todos los fines previstos en ella y en su reglamento. Igualmente tiene derecho de fiscalizar las operaciones de los concesionarios que causen impuestos y la contabilidad respectiva y a efectuar los demás actos de fiscalización autorizados por las leyes. Por tanto, cuando la mencionada Ley de Hidrocarburos acuerda derechos a los mismos concesionarios y les impone deberes que cumplir, por contrapartida está imponiendo al Estado la obligación irrenunciable de velar por el 232 cumplimiento de lo estipulado. Se no se así, qué objeto tendría el derecho de fiscalización que le reconoce la propia Ley. Empero, si bien es verdad que en la mente de todos existe la idea de lo que ha de entenderse por fiscalización, éste ciertamente es un concepto complejo y tan difícil de definir como el de utilidad pública. Sin embargo creo que se puede llegar a una noción bastante aproximada, recurriendo a otros conceptos en los cuales debe apoyarse la misma. El concepto de fiscalización, función que por otra parte es inseparable del concedente de la concesión y en consecuencia indelegable, se configura y cristaliza en relación directa con otros factores que giran en torno al principio de interés colectivo, teniendo en cuenta que las concesiones no son simples actos jurídicos, sino que involucran operaciones técnicas de las que emergen consecuencias económicas de la mayor importancia. Así el derecho de fiscalización deberá atender a diversos elementos tales como la técnica, la economía, las situaciones imperantes en un momento dado y la importancia de la materia objeto del cuidado del Estado: estos factores, sin que sean los únicos, marcarán el alcance que en cada caso haya de darse a la fiscalización, teniendo como norte que el aprovechamiento de las riquezas naturales está exclusivamente destinado a satisfacer el interés general. Esto explica el conjunto de medidas que hoy nadie pone en duda y que puede y debe tomar el Estado en salvaguarda de los bienes de la colectividad explotados por particulares: la exigencia del fiel cumplimiento de lo pactado, pero de manera activa, ya que ese cumplimiento ha de estar a tono con las circunstancias cambiantes de la industria; la obligación de parte del concesionario de aplicar todos los adelantos de la técnica, el derecho del Estado de tomar determinadas decisiones cuando el interés nacional sufre o puede sufrir mengua, el señalamiento de sanciones, y tantas otras medidas necesarias dentro del espíritu del Derecho Público que rige la materia. Como se verá más adelante, este Derecho de Fiscalización va a reflejarse en medidas y decisiones que habrá de estudiar de manera individual al considerar lo dispuesto por la Ley de Bienes Afectos a Reversión en las Concesiones de Hidrocarburos. 3) Uso de facultades discrecionales: No es sorprendente tampoco que el Estado haciendo uso de las facultades de fiscalización haya de recurrir en ocasiones al empleo de medidas de tipo discrecional, siempre y cuando ello sea para salvaguardar el orden público económico de la Nación y los supremos intereses de la colectividad. Frente a la forma en que la Ley faculta al Estado para inspeccionar y fiscalizar según la norma del artículo 68 sin trazarle desde luego lineamientos precisos, lo que sería por demás imposible, nos hallamos sin género de dudas, antes las facultades discrecionales a las cuales tiene que recurrir forzosamente la Administración gracias a la obligación de preservar intereses nacionales: en otras palabras, la Ley consagra la norma pero deja a la apreciación del Estado el mejor uso y cumplimiento de la misma ya que la facultad discrecional, como señala un autor, es una función que consiste en dar flexibilidad a la Ley para adaptarla a circunstancias imprevistas, o para permitir que la Administración haga una apreciación técnica de los elementos que concurren en un caso determinado, o pueda, por último, hacer equitativa la aplicación de la Ley; el dominio de dicha facultad debe extenderse a aquellos casos en los cuales exista la posibilidad de muy variadas ocurrencias en que realmente concurran elementos cuya apreciación técnica no pueda ser regulada de antemano, o en 233 que, por último, el principio de igualdad ante la Ley quede mejor protegido por una estimación de cada caso individual. No hay que olvidar sin embargo, que en la Ley ha de conservarse un mínimo de competencia ligada que sea la salvaguardia de los derechos de los particulares, al lado de la competencia discrecional que es estrictamente necesaria para evitar un sacrificio de los intereses públicos esenciales, o en otros términos, el Estado en su actuación no puede rebasar el marco general del ordenamiento jurídico general nacional, cuando discrecionalmente dicta determinadas disposiciones de carácter obligatorio. No cabe duda, pues, que en la apreciación de ciertas circunstancias, especialmente dada la complejidad de la industria de los hidrocarburos, el Estado se ve en la necesidad de obrar en base a facultades discrecionales sin que ello quiera decir que esté autorizado para actuar de manera caprichosa e inmotivada, y esta necesidad también explica y aún más, justifica, algunas actitudes de la Administración que a primera vista pudieran producir la impresión de que se está atacando la legalidad con el establecimiento de ciertas medidas y la realización de ciertos actos. Sin embargo, no hay que ir muy lejos para hallar la raíz de estas medidas discrecionales, un tanto indeterminadas y de perfiles no muy precisos. Ante la urgencia de solucionar problemas y de mantener un debido control sobre aspectos y actividades de relevancia para la colectividad, el Legislador no ha dudado en consagrar de manera general la facultad del Estado “de dictar medidas para planificar, racionalizar y fomentar la producción y regular la circulación, distribución y consumo de la riqueza, a fin de impulsar el desarrollo económico del país. (Artículo 98 de la Constitución Nacional). Si se analiza el contenido y alcance de los diversos términos que emplea el Legislador en esta disposición constitucional, no hay duda de que en ocasiones puede llegarse a casos extremos, tales como a medidas de regulación de diversos elementos incorporados en la vida social, control sobre ciertas actividades de los particulares, etc., sin que pueda hablarse de ruptura o desconocimiento del precepto constitucional. Pero dentro de la gama de medidas que el Estado está facultado para adoptar en un momento dado, no debe olvidar éste que su norte está señalado por el interés de la comunidad y su límite demarcado por la extensión y alcance del problema o emergencia que ha de solucionar, pues desviarse de ese norte o traspasar esos límites, convertiría lo discrecional jurídico en arbitrario, y lo necesario y saludable, en vicioso y nocivo para la propia colectividad. Así se explica perfectamente que en algunas materias de capital importancia para la vida misma de la colectividad, como sucede con los hidrocarburos para la vida nacional, el Estado no sólo esta facultado, sino más bien debidamente obligado a tomar y dictar medidas que preserven la integridad y existencia del Estado venezolano. Admitir lo contrario, cuando existe justificación para dictar normas de suprema eficacia que vayan en beneficio de la colectividad, es de estar de espaldas a la realidad y permitir que factores de importancia relativa y sectorial, destruyan elementos de necesidad lógica imprescindibles para el mantenimiento del Estado. 234 V Si aplicamos estos principios generales de indiscutible validez al punto concreto esgrimido por la solicitante acerca de la intangibilidad de las condiciones en que fueron otorgadas las concesiones, no hay duda de que lo expuesto por ella no tiene fuerza para invalidar de inconstitucional los diversos artículos de la Ley sobre Bienes Afectos a Reversión en las Concesiones de Hidrocarburos. En efecto, como ya ha sido señalado, el Estado tiene facultad para dictar medidas modificatorias de las condiciones, pues para ello existen las razones fundamentales de prevalencia del interés colectivo sobre el interés particular y las de orden público económico. En realidad de verdad, el Estado venezolano al actuar en la forma que lo hizo promulgando una Ley en resguardo tanto del interés colectivo como del orden público económico, sólo ha hecho uso de la expresa facultad consagrada en el artículo 98 de la Constitución que le obliga a dictar medidas para planificar, racionalizar y fomentar la producción y regular la circulación, distribución y consumo de la riqueza a fin de impulsar el desarrollo económico del país. Y en verdad, ¿qué es lo que ha hecho el Estado con la Ley en cuestión? Sencillamente dictar una serie de medidas para salvaguardar riquezas nacionales que como es bien sabido son vitales para la vida misma de la Nación, medidas que por otra parte, sólo son desenvolvimiento y aplicación de principios contenidos en la Constitución (artículo 103) y en la Ley de la materia de hidrocarburos (artículos 80 y 81). Puede afirmarse que el Estado venezolano no ha modificado los contratos administrativos, que bien pudiera modificar, sino sólo ha reglamentado algunos aspectos en materia de reversión, precisamente en base a la función fiscalizadora inherente al ente público; la intangibilidad de los contratos originales se mantiene en todo su vigor, pues el núcleo de derechos y obligaciones integrantes de la concesión no ha sufrido mengua con las nuevas disposiciones legales. Y en materia reglamentaria, bueno es no olvidar que nuestra Constitución no reconoce derechos absolutos de propiedad ni de libertad, sino limitados por las leyes reglamentarias de los mismos en la forma y extensión que el Congreso, en uso de su atribución legislativa lo estime conveniente a fin de asegurar el bienestar social. Ahora, ¿cuál será el límite de esa facultad reglamentaria? Al respecto se ha dicho que tal facultad estará condicionada por la necesidad de armonía y orden con el ejercicio de los derechos; de defender y fomentar la salud, la moralidad, la seguridad, la conveniencia pública y el bienestar general: que la medida de los intereses y principios de carácter público a tutelar determinará la medida de las regulaciones en cada caso; y que además, la reglamentación legislativa no debe ser, desde luego, infundada o arbitraria, sino razonable, es decir, justificada por los hechos y las circunstancias que le han dado origen y por la necesidad de salvaguardar el interés público, comprometido y proporcionado a los fines que se procura alcanzar con ella. Hay que hacer hincapié en que cuando la Ley desenvuelve el principio de reversión de bienes al Estado, no está alterando ni modificando en modo alguno el conjunto de derechos y obligaciones constitutivas, integrantes de la concesión. El hecho de que se haya aclarado el alcance de los artículos 103 de la Constitución y 80 de la Ley de Hidrocarburos, no quiere decir que el Estado está desconociendo derechos a los concesionarios, pues, como se ha señalado, la reversión de bienes al Estado al extinguirse la concesión, es algo que surge de la naturaleza misma del contrato administrativo celebrado entre 235 el Estado venezolano y el particular. Por otra parte si bien es cierto que las concesiones de la solicitante se rigen por el artículo 104 de la Ley de Hidrocarburos, no es menos cierto que las condiciones fundamentales en que fueron otorgadas se mantienen; pero dado que el aspecto económico de tales concesiones se ha hecho por demás importante y vital para el país, la Ley de Reversión reglamenta aspectos básicos para la economía nacional, y ello en consecuencia, fuerza al Estado para tomar determinadas medidas precautelativas que tienen su base y fundamento en la facultad de fiscalización de que goza el Estado, sin que pueda legítimamente hablarse de modificación de la concesión. Sólo ha dictado normas para el resguardo y preservación de bienes que pasarán a su propiedad y disposición, al extinguirse la concesión, pero sobre los cuales se va configurando esa propiedad con el transcurso del tiempo desde el momento inicial del otorgamiento: en efecto, desde el primer momento los bienes que integran la unidad económica concesión y las que posteriormente se vayan afectando a ella, tienen un destino señalado por la Ley, en virtud del cual el Estado goza de una especie de privilegio sobre tales bienes; o en otros términos, el régimen de esos bienes está trazado ab initio. Así sobre este primer punto de la solicitud, hay que decir que la integridad original de la concesión se mantiene y que las medidas dictadas por el Estado contenidas en la Ley de la materia, en nada alteran las condiciones en que tales concesiones fueron otorgadas, por una parte; y por la otra, la legitimidad de las medidas precautelativas dictadas perfectamente cónsonas con la finalidad económica de la concesión y con el interés colectivo que están destinadas a satisfacer. Sostener lo contrario sería ir contra postulados elementales y generalmente admitidos, tanto por la legislación como por la jurisprudencia y la doctrina moderna. Sobre la legitimidad de esas medidas precautelativas bien puede citarse lo que al respecto señala un tratadista cuando asienta: estas medidas, que los gobernantes pueden tomar por sí, tienden a garantizar los derechos que para el Estado emanan de la reversión. Se trata de impedir el deterioro o la sustracción de elementos vinculados a la actividad de servicio público de la explotación minera. No deben confundirse estas medidas precautelativas con aquellas otras que de modo general se deben tomar para asegurar la eficaz prestación del servicio público. Las medidas precautelativas tienen un carácter de especialidad, ampliamente reconocido por la doctrina y por la jurisprudencia. Sin esta prerrogativa la administración quedaría inerme frente a la gestión dolosa o simplemente irregular del adjudicatario, concesionario o administrador delegado. Con ella se conjuran los daños de todo orden y en especial el proveniente del abandono o mal estado de la respectiva empresa, hechos de presumible acaecimiento, ya que al acercarse al final del plazo de explotación, se aminorá el interés por la eficacia de ésta y por la conservación de los elementos que la hacen realizable dentro de las normas de la técnica y los principios de la economía de uso. En todo caso, al concluir la concesión y verificarse la reversión, el concesionario está obligado a entregar al Estado la empresa de explotación del yacimiento mineral en condiciones normales. En algunas legislaciones sobre hidrocarburos se ha consagrado precisamente la facultad que tiene el Estado de dictar esta clase de medidas en resguardo de los intereses de la colectividad, y aún más, se ha establecido que “la nación podrá, en cualquier tiempo, interpretar las providencias conservatorias que le convengan para impedir que se perjudiquen o inutilicen, por culpa del 236 contratista, el campo petrolífero o sus instalaciones y dependencias”. (Código de Petróleos de Colombia). Sobre este primer argumento de la solicitante creo que hay que llegar a las siguientes conclusiones: a) Al dictar la Ley de Reversión, el Estado venezolano no ha modificado los contratos administrativos de concesión de hidrocarburos, celebrados con la Empresa Creole Petroleum Corporation, que se rigen y continúan rigiendo por la Ley de Hidrocarburos y en cuanto a reversión por el artículo 103 de la Constitución Nacional y 80 de la citada Ley de Hidrocarburos, en la forma en que el principio se halla desenvuelto en la Ley sobre Bienes Afectos a Reversión en las Concesiones de Hidrocarburos y en los Reglamentos que lógicamente surjan como necesarios para la aplicación de esta última Ley. b) La Ley sobre Bienes Afectos a Reversión como reglamentaria que es de principios constitucionales y legales, no tienen carácter modificatorio ni incide sobre lo esencial del conjunto de derechos y obligaciones integrantes de la concesión, ya que sus disposiciones constituyen sólo medidas precautelativas que el Estado no sólo está facultado sino obligado a tomar en resguardo del interés nacional con miras a preservar riquezas pertenecientes al patrimonio de la Nación. VI Como segundo planteamiento, la solicitante invoca el principio de irretroactividad de la Ley, a tenor de lo dispuesto por el artículo 44 de la Constitución Nacional. Pero en el presente caso, podrá hablarse de irretroactividad. ¿Será legítimo el argumento planteado? Para llegar a una conclusión sobre el particular creo útil y conveniente hacer un análisis de los diversos artículos señalados por la solicitante, en interés de ver si algunos de ellos peca contra el principio mencionado, sin perjuicio de que al final de este punto haga algunas consideraciones acerca del alcance del principio dentro del campo del Derecho Público, pues ello trazaría directrices al respecto que comprobarían con mayor intensidad, la conclusión a que se llegara sobre el alegato de la solicitante. Establecido que tanto el artículo 1° como el 2° de la Ley de Reversión en nada modifican las condiciones de las concesiones otorgadas como pretende la solicitante, examinaremos los demás artículos que indica como violatorios de la irretroactividad en el mismo orden planteado por ella. Así tenemos: Artículo 4.- Este artículo impone al concesionario el deber de que los bienes afectos a reversión deberán ser conservados y mantenidos por los concesionarios en la forma en que se determina en el artículo 2°, o sea, en buenas condiciones, por el derecho que la Nación tiene de seguirlos utilizando posteriormente. Lo dispuesto en este artículo no constituye novedad alguna, pues ya en otras legislaciones se ha dictaminado sobre el particular, previendo precisamente que al extinguirse la concesión, el Estado pueda continuar con la explotación de la misma. Esta afirmación puede comprobarse de manera patente, cuando por ejemplo, se estudia el Código de Petróleos de Colombia del año 1953, el cual en su artículo 33 dispone: “Terminado el contrato por cualquier causa, salvo lo dispuesto en el artículo anterior, el contratista dejará en perfecto estado de 237 producción los pozos que en tal época productivos, y en buen estado las construcciones y otras propiedades inmuebles ubicadas en el terreno contratado, todo lo cual pasará gratuitamente a poder de la Nación, con las servidumbres y bienes expropiados en beneficio de la empresa”. Antes legislaciones, bueno es decirlo, menos adelantadas que la nuestra, y en países de menos experiencia en materia petrolera, que ha tiempo dictaron normas como la transcrita, no deja de llamar a reflexión en cuanto a la legalidad de los alegatos de la solicitante, cuando en los actuales momentos el Congreso Nacional se decide a reglamentar principios desde tanto tiempo consagrados en la nuestra. Aquí nos encontramos con una característica medida precautelativa, pues sería inadmisible que el Estado no pudiera dictarlas cuando al fin de las concesiones los bienes afectos a reversión entraran definitivamente a su patrimonio. Y aquí hay que señalar que si al Estado se le otorga constitucionalmente la facultad de fiscalizar y controlar las riquezas nacionales, al dictar medidas destinadas a la conservación de esos bienes, en nada se está desconociendo el principio de irretroactividad, pues esta medida como otras consagradas en la Ley de la materia, son más técnico-económicas que de naturaleza legal; y ante esta clase de medidas, como asienta la doctrina y como más adelante se verá, no es dable hablar de irretroactividad. Si se admitiese que la medidas precautelativas conllevan aplicación retroactiva de la Ley, se establecería ante un ex abrupto jurídico universalmente rechazado: hoy la facultad fiscalizadora no se discute cuando incide sobre aspecto básicos del orden público económico de una nación. Artículo 5°.- Al declarar que los bienes afectos a reversión están sujetos al control y vigilancia de la nación, quien inspeccionará y controlará las actividades de los concesionarios en relación con tales bienes, nada nuevo está consagrado y lo mismo dicho para el artículo 4° puede aplicarse sobre el particular. Artículo 8°.- Este artículo, que impone una prohibición de realizar actos que pudieran llamarse de disposición sobre los bienes afectos a reversión si no media la autorización del Estado, no es sino consecuencia de la consagración que del principio de la reversión hacen tanto la Constitución como la Ley de Hidrocarburos, ratificado y reglamentado por el artículo 2° de la Ley de reversión. De no recurrirse a este tipo de medidas, cónsonas con el principio de la reversión, podría encontrarse el Estado, al extinguirse las concesiones, desprovisto de aquellos implementos que permitiesen la continuidad de las mismas, burlando así la aplicación del principio, contra toda lógica, se caería en el absurdo de consagrar el principio y no poder aplicarlo por la no existencia de bienes. Artículo 9°.- Dice que cuando ocurra la desafectación de bienes del servicio de las concesiones, pasarán en plena propiedad a la Nación. Aquí ciertamente se encuentra uno con el cumplimiento de una condición suspensiva, la propiedad de la Nación, que como arriba señalara, se establece ab initio sobre los bienes afectos a reversión, cristaliza al quedar éstos desligados de la concesión a la cual servían. En sana lógica estos bienes no podrán retornar al concesionario por el régimen que sobre ellos priva, y por otra parte el Estado tiene la obligación de preservarlos por tratarse de elementos pertenecientes al patrimonio nacional. Cómo podría ser de otro modo, si por imperativo de la Ley, todos esos bienes ligados inicialmente o 238 desligados posteriormente a la concesión, están afectos de reversión. Artículo 10.- Establece el derecho del concesionario a continuar usando los bienes cuando algunas de las concesiones se extinga o cuando se trate de concesiones ajenas y se extinga la principal. En ambos casos el Estado tiene el derecho de usarlos y beneficiarse de ellos proporcionalmente. Aquí se consagra el derecho del concesionario que emana de la concesión y el del Estado que surge del principio de la reversión: a medida que los bienes se van desligando de la concesión, van entrando al patrimonio del Estado en la proporción correspondiente. Nada nuevo añade esta disposición de la Ley de Reversión, que de manera automática se va configurando y haciendo efectiva la propiedad del Estado sobre tales bienes, que por otro lado, no son propiedad del concesionario por el Ministerio de la Ley. Artículo 15.- Señala la facultad del Estado, cuando así convenga al interés público, para exigir la restitución de los campos cuya explotación haya llegado a ser antieconómica para el concesionario, los cuales volverán a la Nación con las instalaciones, equipos y bienes afectos. La explotación de las concesiones tiene, entre otras, marcada finalidad económica para el concesionario y ciertamente por parte de éste, hay que decir que es su único móvil. Desde el punto de vista de la técnica no hay ninguna justificación para que el concesionario retenga en su poder la concesión que es antieconómica, y por ende, los bienes afectos a la misma sobre los cuales pende la propiedad del Estado. Desde el punto de vista técnico hoy es fácil saber cuándo un campo cuya explotación es antieconómica, debe ser abandonado, que es lo usual y corriente en estos casos, procedimiento al cual recurre el concesionario con frecuencia. Desde el punto de vista económico tampoco tiene justificación posible la retención de la concesión por parte del concesionario. Ahora bien, si el concesionario no tiene un legítimo y justificado interés en retener una concesión antieconómica y el interés público así lo reclama, no hay duda de que es procedente la actuación del Estado: aquí nos encontramos ciertamente con el interés público económico que tiene que imponerse sobre el interés particular del concesionario. En esos campos cuya explotación ha llegado a ser antieconómica existen bienes que el Estado tiene que preservar necesariamente. Esta actuación del Estado en modo alguno puede calificarse de violatoria del principio de irretroactividad, pues las concesiones se otorgan para que se exploten en beneficio de la colectividad y también en beneficio del concesionario. Pero si esa finalidad se ha perdido, si el bien concedido ha cambiado su destino por obra y gracia de las circunstancias, qué razones puede invocar el concesionario para tenerlo en su patrimonio con detrimento del interés colectivo. Qué derechos adquiridos podría haber violado la disposición de la Ley? Por lógica el concesionario en estos casos ha debido devolver al Estado un bien perfectamente inútil para él no sólo sin valor, sino precisamente antieconómico, y por otro lado poner en posesión al Estado de los bienes que por reversión le corresponden, y que están inmovilizados todos sin ninguna razón. ¿O podrán considerarse como bienes del concesionario los efectos de reversión? No cabe duda, pues, que el principio de irretroactividad no pudo haberse violado, y al contrario, podría hablarse de abuso de derecho por parte del concesionario por retención injustificada de bienes de la Nación. 239 Artículo 16.- En cuanto a esta disposición legal, que prohíbe a determinados funcionarios dar entrada, protocolizar, reconocer, autenticar u otorgar documentos en los cuales se pretenda efectuar actos de enajenación o gravamen o imponer carga sobre los bienes que han de revertir o menoscabar derechos de la Nación, hay que decir lo siguiente: Aquí, como en otros artículos examinados, se trata de medidas precautelativas y en modo alguno de actos o decisiones que choquen con el principio de irretroactividad. Y continúa la solicitante señalando los siguientes artículos como incursos en retroactividad: El artículo 3° que obliga a los concesionarios a no utilizar bienes de terceros en sus operaciones, salvo en casos especiales, previa autorización del Estado y en una proporción no mayor al diez por ciento del valor del activo neto de todos los bienes del concesionario. El artículo 4° que obliga a conservar y mantener los bienes de terceros que aquéllos que utilicen en sus concesiones para que la Nación pueda seguir utilizándolos. El artículo 6°, que establece la formación de un fondo de garantía. Estos artículos en realidad de verdad responde a medidas conservatorías que el Estado tiene facultad de tomar, como se ha visto, para asegurar el cumplimiento de las disposiciones de la Ley de Reversión. No se trata, como lo pretende la solicitante, de crear obligaciones no previstas en la Constitución ni en la Ley de Hidrocarburos. Ellas son consecuencia racional de la facultad de fiscalización inherente al Estado, cuando se trata de la conservación de bienes indispensables para la vida de la Nación. Como se verá más adelante, se trata de medidas quizá “heroicas” pero perfectamente valederas y legales, y que la doctrina ha calificado de recursos técnicos con el objeto de asegurar un status social. Señala además como afecto de retroactividad el contenido de los artículos 12, 13, 15 y 22. Es conveniente analizar estas disposiciones de la Ley para ver si puede hablarse de irretroactividad en algún momento. En primer lugar, la obligación de explorar que se impone a los concesionarios o de lo contrario a restituir las áreas concedidas (artículos 12 y 13), en nada constituye una obligación nueva, pues la obligatoriedad de explorar es algo que emerge de la naturaleza misma de la concesión. Se trata de una operación de tipo técnico que necesariamente ha de cumplir el concesionario, sin que la Ley se lo imponga, se desea hallar yacimientos a los fines de la explotación de los hidrocarburos. Sólo en base a una sabia exploración se llega a los hidrocarburos: se trata en verdad de una obligación de tipo técnico más que legal. No se compadece este señalamiento de la solicitante con las operaciones exploratorias que a diario realiza. El no explorar, por otra parte, conduciría a la no explotación de la concesión. El argumento esgrimido hace dudar un tanto de la seriedad de mismo, a la luz de la técnica y de la Ley. Es verdad que la actual Ley no trae como causal de caducidad la falta de explotación únicamente, pero es algo, como señalé, que está en la naturaleza de las cosas y que de no realizarse tal operación técnica habría una verdadera contradictio in terminis: se otorga una concesión para que se explote pero no se hace nada para lograrlo. Entonces, ¿cómo queda el concepto de concesión? Se justificaría, además, que el concesionario retuviese áreas ociosas, cuando la colectividad requiere el aprovechamiento de esas áreas, en aras de un interés general. ¿Podría admitirse que un concesionario, escudado en un 240 contrato de concesión, controlase el desenvolvimiento económico de parte de las riquezas nacionales? Ya se ha visto antes que el interés de un particular no puede prevalecer sobre el interés colectivo, y que el Estado debe velar por la integridad y satisfacción de este último. En segundo lugar vuelve a hacer referencia el artículo 15, acerca del cual ya se habló. En cuanto a la obligación para los concesionarios de explorar las áreas concedidas dentro de los 3 años siguientes a la fecha de la promulgación de la Ley (artículo 22), podríanse señalar las mismas razones apuntadas al hablar de los artículos 12 y 13. Es perfectamente compatible con la constitucionalidad el fijar un plazo para que el concesionario proceda a cumplir con la obligación de explorar. Hablar aquí de retroactividad constituye un pecado contra el concepto de irretroactividad que como se verá más adelante, no es un concepto absoluto y menos en el campo del Derecho Público. No se está legislando para el pasado, sino que se está señalando un plazo para el cumplimiento de una obligación previamente contraída: aquí a lo sumo sólo sería procedente hablar de “efectos inmediatos” de la aplicación de una nueva Ley como señala Roubier, pero en modo alguno de retroactividad de Ley. En verdad este señalamiento de la empresa deja mucho que desear al relacionarlo con la irretroactividad de la Ley en la forma en que lo plantea. En primer lugar, como se ha indicado se trata de verdaderas medidas precautelativas implícitas dentro de la facultad de fiscalización inherente al Estado en materias fundamentales para la vida nacional; en segundo lugar, cuando el artículo 20 de la Ley de Reversión consagra el carácter de orden público de sus disposiciones, el principio de irretroactividad que se pretende violado, deja de ser, pues por sabido se tiene, que frente a tal declaración no puede haber otro principio en los contratos de naturaleza administrativa, que pueda alegarse. Natural es que el Estado en casos de graves contingencias económicas para la nación, como en la presente oportunidad, tenga que hacer declaración de tanta importancia como la contenida en el citado artículo 20; y en tercer lugar, olvidar la solicitante que el establecimiento de las sanciones no es para aplicarse al pasado, sino para aquellas violaciones de Ley que surjan con motivo de incumplimiento de disposiciones de orden público; y aún puede agregarse sobre el particular, que se trata aquí de meras posibilidades de que se apliquen las sanciones: si el concesionario no viola las normas establecidas sobre la materia, la sanción contemplada no podrá aplicarse. ¿Entonces, sería legítimo hablar de irretroactividad en este caso, como lo pretende la solicitante? Si en el aspecto positivo, las expectativas de derecho no cuentan para la irretroactividad, en el aspecto negativo de las posibilidades, es obvio que tampoco puedan tomarse en cuenta. Como parece que la solicitante, sin mucho razonar sus argumentos, hace especial hincapié en el aspecto de la retroactividad de la Ley, que según ella afecta la mayoría de las disposiciones de la Ley en cuestión, deseo hacer algunas consideraciones sobre el principio de la irretroactividad de la Ley en el campo del Derecho Público, para comprobar aún más la debilidad de lo aseverado. A la luz de las consideraciones que siguen se ve con meridiana claridad que no hay violación del principio por ninguno de los artículos señalados, y que ni siquiera el Estado venezolano ha necesitado hacer uso de medidas extremas, aun cuando está en juego el orden público económico nacional. No hay razón para confundir medidas precautelativas como en el caso presente, con la aplicación retroactiva de la Ley: son dos cosas muy 241 diferentes y de alcance diverso, aunque como se verá, no pecaría en esta oportunidad el Legislador en el supuesto negado, de que hubiese aplicado la nueva Ley retroactivamente a algún aspecto de la materia regulada. Veamos: El principio de la irretroactividad que en el derecho privado ha sido y continúa siendo uno de los más debatidos, en el campo del Derecho Público adquiere matices y tonalidades que lo revisten de fisonomía propia. Es cierto que el principio de la no aplicación retroactiva de la Ley es de carácter universal, bien por declararlo así las Constituciones a través de leyes de rango inferior y en ocasiones como en nuestra Legislación, la consagración se hace tanto en la Carta Fundamental (artículo 44), como en el Código Civil (artículo 3°). Pero ello no empece para que el principio, si bien de consagración universal, sufra excepciones en su aplicación dentro del Derecho Público, y no es, en consecuencia, de alcance absoluto. Hay circunstancias y situaciones de orden económico-social que necesariamente imponen un límite a su observancia, pues no hay que olvidar, ni por un momento, que el orden público y el interés colectivo no pueden ni deben sufrir deterioros por la pretendida intangibilidad que la mayoría de los civilistas atribuyen a este principio. VII Como cuanto la solicitante afirma que la Ley de Reversión establece una confiscación y se viola por tanto, las garantías consagradas por los artículos 99, 101 y 102 de la Constitución Nacional. Es pertinente analizar con cierta detención esta afirmación, pues de ser valedera, ello sería suficiente para darle toda la razón a la solicitante. En primer término hay que decir que el artículo 99 citada garantiza el derecho de propiedad, pero a su vez señala la función social de la misma, en virtud de lo cual estará sometida a las contribuciones, instrucciones y obligaciones que establezca la Ley con fines de utilidad pública o de interés general. Todo lo que anteriormente he señalado sobre la utilidad pública, el interés colectivo y el interés nacional, incide directamente sobre esta afirmación de la solicitante. ¿Será, por ventura, que para la empresa, la industria de los hidrocarburos no es de suprema importancia para la vida nacional? Ya se ha establecido que el concesionario sabe, en cuanto obtiene la concesión, que todo aquello que forma el complejo económico de la misma, ha de pasar al Estado sin indemnización alguna y libre de todo gravamen. Luego el Estado, al consagrar este principio en el artículo 2° de la Ley de Reversión, en nada está lesionando el derecho de propiedad del concesionario. Olvida la concesionaria solicitante la segunda parte del artículo constitucional citado en cuanto a la función social de la propiedad por una parte, y por la otra, que hay razones de interés general que fuerzan al Estado a tomar determinadas decisiones que pueden llegar hasta desconocer derechos adquiridos sin quebrantamiento de Ley. Y olvida igualmente, que los contratos administrativos no se rigen por las normas del derecho privado sino que se desenvuelven y tienen vida dentro del campo del Derecho Público, donde la Administración goza de preeminencia y cuyas actuaciones deben estar encaminadas fundamentalmente a beneficio del interés general. La doctrina uniformemente sostenida prescribe que hay restricciones a la propiedad y a las actividades individuales cuya legitimidad no 242 puede discutirse en principio, sino en su extensión, como las que proponen asegurar al orden, la salud, la moralidad colectiva, el orden público económico de la Nación, etc. En el caso en estudio, el Estado venezolano en nada ha violado el derecho de propiedad de los concesionarios, pues sólo se ha limitado a imponer ciertas restricciones y limitaciones que no van contra la esencia del derecho concedido y que se justifican plenamente por la utilidad pública de que está investida la industria de los hidrocarburos; hay razones de intenso contenido social y económico para que el Estado reglamente el postuladote la reversión de las concesiones, sin desconocer los derechos básicos del concesionario. Ante la magnitud de los intereses en juego, sería inconcebible que el Estado no hubiese regulado el destino de la riqueza nacional de hidrocarburos, de la cual depende en altísimo porcentaje la vida económica de la Nación. Pretender, como pretende la concesionaria solicitante, que se ha violado el derecho de propiedad que la asiste sobre los bienes sujetos a reversión por las medidas que el Congreso ha dictado en preservación de lo que es de la Nación, es demostrar una ignorancia suprema en cuanto a los fines perseguidos por los contratos de interés público: el concesionario en nuestro caso, ignora que todo aquello que forme parte integrante de la concesión al terminar ésta por cualquier causa, pertenece al Estado. Y mal podría de otra manera, pues el interés público y nacional así lo exigen. En materia de tan elevado interés económico como es la industria de los hidrocarburos, la protección de los intereses económicos constituye para el Estado una obligación de carácter primario y tan ineludible como es la defensa de la seguridad, la salud o la moral pública. Ya no se trata de salvaguardar los intereses supremos de la comunidad amenazados por el aprovechamiento abusivo de una situación excepcional. Estas conclusiones, han quedado definitivamente incorporadas al derecho público. Ya no se considera discutible el poder del Estado para ejercer eficaz control sobre ciertas actividades o servicios que interesan en alto grado a la sociedad, y que por su naturaleza, o por las condiciones en que se prestan, constituyen necesariamente actividades o servicios privilegiados o excluyentes. Es preciso ser muy claro y terminante en el sentido de reiterar de que en el presente caso, el estado venezolano no ha violado el derecho de propiedad a la concesionaria, ni le ha arrebatado bienes que hayan entrado a su patrimonio, pues que ellos de antemano tienen trazado su destino, que no es precisamente el de volver a manos de la solicitante. Pero aún en el supuesto negado de que algunos derechos de propiedad o bienes de la concesionaria hubiesen sido apropiados por el Estado en base a la Ley de Reversión, ello estaría perfectamente justificado, ya que el derecho de propiedad es inviolable en tanto en cuanto su ejercicio no obste al bien común, fundamento de todo derecho individual y por ende anterior y superior a ellos, como ha señalado un autor. Se ha regulado el destino de unos bienes en manos del concesionario y cuya propiedad en última instancia, en base al contrato celebrado, recae en el Estado. Y a esto se quiere oponer el interés individual del concesionario sobre algo que no le ha pertenecido. Pero aún admitiendo que tales bienes fuesen del concesionario y que sobre ellos pudiese alegar justo título de propiedad, no podrá escapar a las limitaciones y restricciones que le impondría el interés colectivo. Por ello cuando la jurisprudencia y la doctrina se refieren al derecho de propiedad como derecho individual, señalan que no está menos supeditado 243 que cualesquiera de los otros de esa especie, en sus alcances y los modos de su ejercicio, o lo que requiera el orden público, puesto que todo derecho comporta en cuanto tal una relación con otro u otros que supone, a su vez, natural e indispensablemente, congruencia con el orden general de la comunidad, es decir, con aquellas exigencias de justicia a las que el régimen institucional de la sociedad política debe dar satisfacción para que la convivencia ordenada de quienes la integran sea por de pronto posible, y además, asegure y promueva lo que se llama el bienestar general o bien común. Para terminar la consideración de este aspecto invocado por la solicitante, creo oportuno traer aquí la jurisprudencia constante sobre la materia, que un fallo tribunalicio resume en los siguientes términos: “no hay inviolabilidad de la propiedad que prevalezca contra una urgencia de bienestar general. En presencia de esta última el imperio del poder administrador alcanza su plenitud. Ningún recurso judicial ha de obstarlo, porque en tales circunstancias es de la esencia de la autoridad administrativa ser Juez de las necesidades públicas”. Sobre la violación de los artículos 101 y 102 de la Constitución Nacional que invoca la solicitante, considero inútil entrar a considerarlos, ya que al quedar claramente demostrado que el Estado, mediante la Ley de Reversión, no ha violado el derecho de propiedad de la demandante, mucho menos ha podido incurrir en el grave vicio de la confiscación ni tenía tampoco por qué recurrir a la expropiación. Finalmente, y como último alegato, la solicitante señala el hecho del establecimiento de una jurisdicción especial para ciertas resoluciones que se dicten de acuerdo con el artículo 19 de la Ley de Reversión, lo que violaría el artículo 69 de la Constitución Nacional. En realidad de verdad no se comprende el alcance de este argumento, mucho más si se tiene en cuenta que la demandante habla de que la disposición legal priva al concesionario afectado de su derecho de demandar o ser demandado ante sus jueces naturales. Esto sólo merece dos observaciones: primera, que el Poder Legislativo está facultado para señalar las etapas del procedimiento que ha de seguirse en determinada materia; segundo, que la parte fundamental en materia de hidrocarburos, es decir, las decisiones de fondo sobre la misma, están encomendadas a la Sala Político Administrativa de la Corte Suprema de Justicia, lo que se ha mantenido en presente caso; y tercero, que no se ha establecido ningún tribunal especial o de excepción para los casos de las resoluciones que indica la solicitante. CONCLUSIONES: Creo que como conclusiones finales a que he llegado en base al estudio de la demanda de inconstitucionalidad intentada por la Creole Petroleum Corporation contra diversos artículos de la Ley de Bienes Afectos a Reversión en las Concesiones de Hidrocarburos, puedo señalar las siguientes, muy brevemente, y en el orden en que la solicitante hizo sus planteamientos: a) En cuanto a la intangibilidad de los contratos administrativos: Sobre este primer planteamiento hay que concluir que el Estado venezolano, al promulgar la Ley de Reversión, no ha violado los derechos fundamentales emergentes de los contratos de concesión celebrados por la Creole Petroleum 244 Corporation; sólo se ha limitado a reglamentar el principio de reversión consagrado tanto por la Constitución Nacional tanto como por la Ley de Hidrocarburos vigente, mediante medidas de carácter precauletativos o conservatorias que tienen su base y fundamento en la facultad de Fiscalización de que está investido el Estado, por Constitución y por Ley especial. El Estado no ha hecho uso en esta oportunidad, por no requerirlo así las circunstancias según su propia apreciación, de la facultad reconocida por el Derecho Público, de modificar las condiciones básicas de las concesiones otorgadas a la concesionaria, cosa a la que podría haber recurrido de haberlo estimado conveniente, dadas las altas finalidades perseguidas, o sea, el resguardo del orden público económico del país. b) Violación del principio de irretroactividad consagrado por el artículo 44 de la Constitución Nacional: Aun cuando el Estado venezolano, en aras del interés tanto general como nacional, podría hasta llegar a aplicar la ley de manera retroactiva, en esta oportunidad ha mantenido, por el contrario, incólume el principio constitucional. En efecto, al dictar las diversas disposiciones tachadas de retroactivas por la solicitante, no ha quebrantado ni desconocido legítimos derechos adquiridos de la concesionaria, pues al imponer ciertas modalidades mediante algunas de sus normas, sólo ha aplicado principios que, o bien emergen de la propia naturaleza y finalidad de la concesión, o sólo son arbitrios técnicos para garantizar el mantenimiento y conservación de bienes que ab initio están en el patrimonio nacional, o finalmente, dispositivos para garantizar la inviolabilidad de normas que se aplicarán necesariamente a la facta futura, y que en caso extremo, habría que calificar de “efectos inmediatos” de la aplicación de una nueva ley, pero nunca de retroactivo. c) Consagración de una confiscación violatoria de los artículos 99, 101 y 102 de la Constitución nacional: Sobre este planteamiento hay, necesariamente que concluir, que carece de base jurídica, por cuanto los bienes afectos de reversión, como integrantes de la unidad económica concesión están destinados a pasar al patrimonio del Estado venezolano en virtud del régimen especial que les atañe: desde el momento de la contratación, el concesionario tiene el conocimiento de que todo aquello que integre la concesión está bajo su uso y posesión, pero que la propiedad que se hace efectiva tan pronto se cumple la condición suspensiva, que en este caso, es la extinción por cualquier causa de la concesión. De modo pues, que el Estado venezolano en ningún momento ha sacrificado la propiedad de la concesionaria, siendo en consecuencia totalmente impropio hablar de confiscación, ni tener que recurrir a la expropiación como se pretende. d) Implantación de jurisdicción especial: Este planteamiento no se compadece con el régimen especial a que están sometidos los contratos de índole administrativa como son las concesiones. El legislador tiene facultad para señalar el procedimiento que ha de seguirse en las diversas situaciones, y en el presente caso, ni ha creado una jurisdicción 245 distinta a la consagrada para los aspectos fundamentales en materia de hidrocarburos, ni ha privado a los concesionarios del derecho de apelación de las resoluciones que el Ejecutivo Nacional dicte en virtud de la Ley de Reversión. Dejo así consignado mi criterio sobre la Ley sobre Bienes Afectos a Reversión en las Concesiones de Hidrocarburos, con motivo de la opinión que de manera honrosa para mí tuvo a bien solicitarme el ciudadano Fiscal General de la República, en oficio de fecha 19 de enero de 1972. Disposiciones legales contenidas en el documento: CR art:44 CR art:69 CR art:98 CR art:99 CR art:101 CR art:102 CR art:103 CR art:126 LBARCH art:1 LBARCH art:2 LBARCH art:3 LBARCH art:4 LBARCH art:5 LBARCH art:6 LBARCH art:7 LBARCH art:8 LBARCH art:9 LBARCH art:10 LBARCH art:11 LBARCH art:12 LBARCH art:13 LBARCH art:14 LBARCH art:15 LBARCH art:16 LBARCH art:18 LBARCH art:19 LBARCH art:20 LBARCH art:21 LBARCH art:22 LBARCH art:23 LHI art:1 LHI art:3 LHI art:3-d-5 LHI art:68 LHI art:80 LHI art:81 LHI art:104 CMC art:97 CPCO art:33 CC art:3 246 OMP 19-01-1972 DESC DESC DESC DESC CONCESIONES CREOLE PETROLEUM CORPORATION NACIONALIZACION NULIDAD HIDROCARBUROS PETROLEO PRINCIPIO DE OBLIGACION DE HIDROCARBUROS PRINCIPIO DE FISCALIZACION PRINCIPIO DE REVERSION PROPIEDAD NACIONAL RETROACTIVIDAD DE LAS LEYES FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.175-199. DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC 247 LA EXPLORACION DE 043 TDOC REMI DEST UBIC TITL /sin identificar/ Dirección de Control Funcionarios y Empleados /sin destinatario/ Ministerio Público MP de Responsabilidad de DCRFE FECHA:1972 No debe incluirse la declaración del procesado como elemento probatorio tendente a demostrar el cuerpo del delito FRAGMENTO En el escrito de cargos formulados contra la ciudadana I.D.G., el Fiscal incurrió en el error de incluir la declaración de ésta, o sea, de la indiciada, entre los elementos demostrativos del cuerpo del delito. Al respecto, se observa que de conformidad con el artículo 115 del Código de Enjuiciamiento Criminal, la declaración del procesado no puede señalarse para la comprobación de ese extremo legal; pues allí no se la menciona y sólo cuando tal confesión constituye un elemento probatorio que sirve únicamente para demostrar la responsabilidad del reo en el hecho averiguado y ello, cuando además de comprobado el cuerpo del delito concurran las circunstancias indicadas expresamente en el artículo 247 del mismo Código. Disposiciones legales contenidas en el documento: CEC art:115 CEC art:247 DESC DESC DESC DESC DESC CONFESION CUERPO DEL DELITO DECLARACION PRUEBA RESPONSABILIDAD PENAL FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, p.626. 248 044 TDOC REMI DEST UBIC TITL /sin identificar/ Dirección de Control Funcionarios y Empleados /sin destinatario/ Ministerio Público MP de Responsabilidad de DCRFE FECHA:1972 Si del análisis de las actas procesales no aparecen fundados indicios de la responsabilidad del procesado, debe el Fiscal del Ministerio Público abstenerse de formularle cargos FRAGMENTO En relación con los cargos formulados contra los ciudadanos J.E.R. y A.J.A.P., se observa que del contenido de ambos escritos no se desprende que en autos existan suficientes elementos de juicio que demuestren la culpabilidad de los referidos ciudadanos en la comisión de los delitos de lesiones y falsa atestación ante funcionario público, por los cuales se le procesa. En efecto, del análisis de las declaraciones y demás actas transcritas en los mencionados escritos, no aparecen fundados indicios de la responsabilidad de los referidos procesados, condición esta que exige expresamente el artículo 182 del Código de Enjuiciamiento Criminal para que un funcionario competente dicte auto de detención en contra de cualquier ciudadano. Por lo tanto, si los elementos constantes en cada uno de esos expedientes son sólo los señalados en esos escritos, ha debido manifestar más bien, a juicio del Despacho, que no existían méritos para formular cargos contra los procesados, pues conforme a lo establecido en el artículo 219 del citado Código “el Fiscal manifestará que no existen méritos para formular cargos contra el encausado cuando…los fundamentos del auto de detención o de sometimiento a juicio no fueren suficientes para dictarlo. Si por el contrario, en autos constan otros elementos que, adicionados a los mencionados sirvieron de base al Juez para dictar el auto de detención respectivo, han debido también ser indicados y transcritos sus partes esenciales en el escrito de cargos, por ser éste un requisito indispensable, los fundamentos de hecho y de derecho en que se fundamentó para señalar la responsabilidad de los procesados en la presunta comisión de los hechos enjuiciados. Disposiciones legales contenidas en el documento: CEC art:182 CEC art:219 DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC ACTAS PROCESALES CARGOS FISCALES CULPABILIDAD DETENCION FALSA ATESTACION LESIONES RESPONSABILIDAD PENAL FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, p.626. 249 045 TDOC REMI DEST UBIC TITL /sin identificar/ Dirección de Control Funcionarios y Empleados /sin destinatario/ Ministerio Público MP de Responsabilidad de DCRFE FECHA:1972 Cuando en un mismo proceso son enjuiciados dos o más sujetos por uno o varios delitos es necesario analizar por separado las circunstancias que conducen a la formulación de cargos contra cada uno de ellos, ya que en nuestro ordenamiento legal la acción penal es autónoma FRAGMENTO En relación con el escrito de los cargos formulados por los ciudadanos A.R.M. y A.S.R., se le observa que cuando en un mismo proceso son enjuiciados dos o más sujetos por uno o varios delitos, es necesario analizar por separado las circunstancias que conducen a la formulación de cargos contra cada uno de ellos; es decir, deben examinarse detalladamente los hechos imputados, sus características, los elementos que los identifican y todo aquello que sirva para la demostración de la responsabilidad de cada uno de los participantes en la comisión de los delitos imputados. En el escrito de cargos mencionado, el Representante Fiscal expresó que las infracciones criminosas que se atribuyeron a los procesados A.R.M. y A.S.R. encuadran dentro de las previsiones contempladas en los artículos 367, ordinal 1° y 301 del Código Penal, y en atención a estas disposiciones les formuló cargos a ambos y solicitó que para la aplicación de las correspondientes penas el sentenciador tuviera en cuenta lo establecido en los artículos 37 y 89 ejusdem, éste último por la concurrencia de hechos punibles y de penas. La Dirección considera oportuno recordarle que, de conformidad con nuestro ordenamiento leal ha quedado perfectamente establecido que la acción penal es autónoma, por lo cual en el presente caso el Fiscal no ha debido limitarse a formular cargos conjuntamente a los procesados sin indicar los elementos diferenciales que caracterizan a cada uno de los hechos punibles cometidos, ya que de lo contrario se incurre en un lamentable error, que no debe repetirse en posteriores oportunidades. Disposiciones legales contenidas en el documento: CP art:37 CP art:39 CP art:301 CP art:367-1 DESC DESC DESC ACCION PENAL CARGOS FISCALES RESPONSABILIDAD PENAL FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, p.627. 250 046 TDOC REMI DEST UBIC TITL /sin identificar/ Dirección de Control Funcionarios y Empleados /sin destinatario/ Ministerio Público MP de Responsabilidad de DCRFE FECHA:1972 No puede considerarse frustrado un hurto cuando el agente se ha apoderado de la cosa ajena FRAGMENTO En el presente escrito de cargos el Fiscal del Ministerio Público formuló cargos contra el procesado O.G.C. por el delito de hurto calificado en grado de frustración; tanto es conveniente ratificar ante el Ministerio Público el criterio que esta Dirección sostiene con relación a la figura de frustración en el hurto. Dicho criterio fue expuesto ante su Despacho en un Memorando con fecha 10 de septiembre de 1971. Existe delito frustrado cuando pese a haberse realizado todos los actos conducentes a la consumación no se ha podido verificar el evento por circunstancias imprevistas. El problema principal se centra, en uno de los elementos del delito, como lo es, la acción. ¿Cómo se concreta la acción en el hurto? ¿Cuándo queda consumado el delito? Enorme polémica se ha planteado entre los diversos tratadistas penales, sobre este hecho, del momento en que queda consumado el hurto y se han elaborado diversas teorías alrededor de este problema así: A) Para los romanos: La consumación en el hurto se da con sólo tocar la cosa ajena, con el solo hecho del contacto material con ella, con asirla. Esta teoría llamada de la Contrectatio, deriva del contacto (tocar con la mano); esta era la concretización de la acción en el delito de hurto. Esta tesis es inaceptable por ser radical y extrema. B) El maestro Carrara y Escuela Clásica sostienen que se considera consumado el hurto con la sola remoción (amotio) de la cosa del lugar donde se encuentre, o sea el paso de la cosa de la esfera de posesión ajena a la propia o a la de un tercero. Como podemos observar se habla de la remoción de la cosa del lugar en que se encuentre, no se refiere al lugar como aceptación topográfica sino en sentido jurídico, señalada por Manzini como “esfera de posesión”. C) Pessina por su parte considera consumado el hurto cuando el hurtador saca la cosa de la esfera de custodia del poseedor, aún cuando se encuentre todavía en la casa de éste, y explica que el momento de la consumación no es otro sino aquél en que la cosa ha quedado fuera de la esfera patrimonial de su detentador o poseedor, y en donde el momento decisivo para la determinación de la consumación del hurto es el paso de una cosa de una esfera patrimonial a otra. 251 D) Finalmente otros sosteniendo una teoría radical. Teoría de la Illatio, indican que el momento de la consumación del hurto es cuando el ladrón ha sacado la cosa hurtada fuera de la casa y la ha traspasado a lugar distinto y seguro. Esta teoría es insostenible por ser radical y extrema. Por otra parte, Jiménez de Asúa sostiene que se ha perfeccionado el delito cuando el hecho corresponde a todos los elementos constitutivos del tipo, o sea, cuando la previsión del tipo se convierte en realidad concreta. Y así en los delitos contra la propiedad sería inútil discutir sobre si la perfección radica en tocar la cosa o en moverla de lugar o en sacarla de la guardia del dueño. Y establece que sólo es perfecto el delito de hurto cuando el agente ha logrado tener en su poder la cosa, aunque sea sólo una fracción de segundo. El legislador venezolano, califica la acción del hurto en el término apoderamiento, con lo cual siguió la interpretación adoptada por el ministro Zanardelli en Italia, al presentar el proyecto de Código Penal que fue aprobado en 1889 ya que no obstante que nuestro legislador emplea también la expresión cosa sustraída en el primero y segundo apartes del artículo 453 y en los ordinales 4°, 5°, 6° y 11° del artículo 454 del Código Penal, ello hace deducir que existe una equiparación de los términos substracción y apoderamiento. En el presente caso el procesado no sólo se había apoderado de los seis gallos de pelea, propiedad del ciudadano P.Y.A., sino que los había sustraído sin el consentimiento de éste, pasando por lo tanto de la esfera de posesión de su verdadero propietario a la esfera de posesión del procesado; por tanto considera esta Dirección que ha quedado consumado el delito de hurto calificado según el artículo 455 ordinal 6° del Código Penal, por haber utilizado una vía distinta de la destinada ordinariamente al pasaje de la gente para trasladar la cosa substraída Había tenido lugar por consiguiente el apoderamiento de la cosa por el sujeto activo, quedando consumado el delito de hurto. Este criterio ha sido el mismo que han sustentado reiteradamente tanto los Tribunales de Instancia como la Corte de Casación Venezolana, así: “En cuanto al otro alegato expuesto por la defensa del procesado en el acto de cargos, de que el hurto de éste es frustrado ya que los agente de la Policía Judicial le decomisaron las cámaras fotográficas impidiendo así que la acción delictiva se consumara en su totalidad, faltando por la misma el aprovechamiento y lucro necesario para que se trate de un delito de hurto consumado, estando en consecuencia, dentro del supuesto de hechos contemplados por el artículo 80 en su aparte tercero del Código Penal”; el Tribunal no acoge dicho alegato por las razones que de inmediato expresan: Según los términos del artículo 453 del Código Penal comete delito de hurto: “Todo el que se apodere de algún objeto mueble, perteneciente a otro, para aprovecharse de él, quitándolo, sin el consentimiento de su dueño, del lugar donde se hallaba”. Por ende, son presupuestos legales del delito de hurto: a) El apoderamiento de algún objeto mueble del lugar donde se hallaba. Es el elemento objetivo; b) Que la cosa pertenezca a otra persona. Sujeto pasivo; y, c) Que el apoderamiento se haga, sin consentimiento de su dueño y para aprovecharse de la cosa hurtada. Es este el elemento subjetivo del delito. 252 Como puede apreciarse con la mera lectura del texto legal, para que se configure el delito en cuanto a este último elemento, no se requiere que el agente se haya aprovechado de la cosa, basta que el apoderamiento de ésta lo haga con la intención de aprovecharse: “para aprovecharse del objeto” dice el texto legal. De manera que, en el caso de análisis aparecen plenamente satisfechos los referidos presupuestos legales, por cuya virtud el procesado ha incurrido en el delito de hurto y son procedentes los cargos fiscales y así se declara. Por lo tanto se concluye: “En el delito de hurto, el elemento subjetivo se contrae al apoderamiento de la cosa con intención de aprovecharse de ella, sin que sea necesario para configurar el delito, que el agente haya obtenido efectivamente ese provecho; de modo que no puede alegarse frustración del hurto por la causa de la recuperación inmediata de la cosa” (Sentencia de Primera Instancia en lo Penal de la Circunscripción Judicial del Distrito Federal y Estado Miranda, de fecha 28-1-59). En sentencia de 25 de febrero, M. 1939, en un juicio contra R.H., S.P Y J.M., nuestra Corte de Casación establece: “…También enseñan la doctrina y la jurisprudencia que en cuanto al aprovechamiento no se necesita la comprobación de haberse realizado un provecho material ni que el sujeto pasivo del delito haya sufrido un daño efectivo; que no es preciso que el apoderamiento sea la causa inmediata del aprovechamiento, con tal que constituya una causa apta para hacerlo posible; que el provecho no debe ser necesariamente económico o de lucro, sino que bastaría también cualquier goce, placer o satisfacción de la cosa y que la intención de aprovecharse de lo sustraído y aun de lo ocultado, es inherente al hecho mismo del apoderamiento en el sentido de que sólo una prueba de voluntad contraria podría razonablemente excluir esa intención. Por último, se enseña que el delito existe ya como perfectamente consumado, desde el instante en que se haya verificado el apoderamiento, aunque momentos después el reo por cualquier circunstancia, haya tenido que dejar libres las cosas ya sustraídas y abandonadas”. (Memoria de la Corte Federal y de Casación de 1939, N° 6, páginas 31-32). Disposiciones legales contenidas en el documento: CP art:80-apt-t CP art:453 CP art:454-4 CP art:454-5 CP art:454-6 CP art:454-11 CP art:455-6 SPIPCJDFEM 28-01-59 SCSJSC 25-02-1939 DESC DESC CARGOS FISCALES HURTO FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.627-629. 253 047 TDOC REMI DEST UBIC TITL /sin identificar/ Dirección de Control Funcionarios y Empleados /sin destinatario/ Ministerio Público MP de Responsabilidad de DCRFE FECHA:1972 Caso de hurto agravado apreciado por el Representante del Ministerio Público, erróneamente, como aprovechamiento de cosa proveniente de delito FRAGMENTO En el considerando primero de su escrito de cargos, el Representante del Ministerio Público señala, que del estudio de las actas que integran el expediente no se encuentra plenamente demostrada la culpabilidad del procesado L.N.T. por el delito de hurto agravado, estimando para ello, que en autos solamente aparece en su contra el Informe de la Inspectoría del Tránsito del Departamento Vargas, en el cual el Agente de la Policía Municipal J.E.F. dejó contancia de que el ciudadano L.N.T. era el conductor del vehículo que produjo el accidente ocurrido el 30-12-69, donde resultó lesionado J.R.S., y la denuncia del ciudadano M.G.L., y la denuncia del ciudadano M.G.L., en la cual informó la desaparición de su vehículo marca Vauxhall en fecha 2312-69. Continúa luego afirmando el Representante Fiscal en la motivación de su escrito, que estos dos elementos tan sólo evidencian la comisión del delito de aprovechamiento de cosa proveniente de delito y no el hurto agravado que se imputa al procesado, por lo que formula cargos por la comisión de los delitos de aprovechamiento de cosas provenientes de delito y lesiones culposas graves, en perjuicio de J.R.S. y M.G.L., y pide para el procesado la aplicación de las sanciones establecidas en los artículos 422 ordinal 2° en relación con el artículo 417 del Código Penal, y el artículo 472 ejusdem en su encabezamiento Al respecto es de observarse, que el Representante del Ministerio Público no está en lo cierto, al afirmar, que tan sólo obran en contra del procesado L.N.T. los dos elementos probatorios que menciona en su motivación, pues como bien se puede apreciar, y se señala en el cuerpo del escrito de cargos en cuestión, al folio 55 del expediente aparece la declaración del ciudadano J.R.S., acompañante del procesado durante la noche de los sucesos y lesionado en el mismo accidente de tránsito mencionado, quien manifiesta, que el 23-12.69 salieron de la compañía La Previsora L.N.T., V y él, y se metieron en un bar, donde tomaron hasta tarde la noche, y de repente T, se presentó con un vehículo de color crema tipo pequeño y les convidó para que bajaran a La Guaira en él a seguir la farra lo cual hicieron el deponente y T., quien conducía el vehículo, del cual no sabe ni supo la procedencia. Esta declaración constituye un elemento indiciario más en contra del nombrado procesado; y de conformidad con lo establecido en el 2° aparte del artículo 261 del Código de Enjuiciamiento Criminal constituye una presunción grave en su contra, que si bien no le atribuye a éste el acto de apoderamiento del vehículo en cuestión en forma directa, lo señala como la misma persona que conducía el vehículo denunciado como desaparecido y lo mantuvo bajo su disposición hasta el momento del accidente como conductor del mismo. Se aprecia también en contra del procesado L.N.T., lo cual tampoco toma en consideración el Representante del Ministerio Público, que existe una manifiesta contradicción en las declaraciones rendidas por éste y lo manifestado por su acompañante J.R.S., muestras mientras aquél señala que bajaron a La Guaira en una cola que les dio un carro particular, cuyo conductor chocó contra el camión que estaba 254 estacionado, éste manifiesta que bajaron a La Guaira en un vehículo pequeño color crema que T. había llevado al sitio donde se encontraban tomando unas copas en Caracas, y el cual condujo hasta el momento del accidente; declaración o afirmación que coincide con lo señalado en el Informe de la Inspectoría del Tránsito y lo manifestado por el agente de policía J.E.A., en el sentido de que el procesado T. era el conductor del vehículo N° A9-8556 en el momento del accidente, y que resultó ser el mismo vehículo denunciado como desaparecido por el ciudadano M.G.L., por lo que de conformidad con lo previsto en el encabezamiento del artículo 261 del Código de Enjuiciamiento Criminal, deben considerarse tales declaraciones como plena prueba respecto a la tenencia del vehículo referido por parte del procesado L.N.T. Todo lo cual aunado al hecho también negativo, de que el procesado mencionado no ha justificado ni ha tratado de justificar en ningún momento la tenencia y procedencia del vehículo señalado, conlleva a establecer en su conjunto la responsabilidad de éste en la comisión del delito de hurto agravado, a tenor de lo dispuesto por el primer aparte del artículo 261 del Código de Enjuiciamiento Criminal, y no en el delito de aprovechamiento de cosas provenientes de delito como erradamente lo califica el Representante del Ministerio Público, pues para que se configure el delito, previsto y sancionado en el artículo 472 del Código Penal se requiere: la existencia previa del delito principal de que se trate, el que la persona que se aprovecha de la cosa o dinero proveniente del delito la adquiera, reciba o esconda o sirva de intermediario para ello; y que el autor del aprovechamiento no haya tomado parte en el delito principal pero que sepa que las cosas o el dinero objeto del aprovechamiento provienen de un delito. Pero en el caso que nos ocupa tales extremos del tipo legal no se han cubierto, pues si bien está evidente la comisión del delito de hurto del vehículo perteneciente al señor M.G.L., no así lo está el hecho de que el procesado L.N.T., hubiese adquirido o recibido este vehículo de ninguna persona, pues tal circunstancia no aparece representada en el expediente; así como tampoco puede derivarse del mismo su no participación en la antes señalada en la comisión del delito de hurto agravado, de acuerdo con los razonamientos anteriormente expuestos. Disposiciones legales contenidas en el documento: CP art:417 CP art:422-2 CP art:472 CEC art:261-Encab CEC art:261-2 CEC art:261-p.apt DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC ACCIDENTES DE TRANSITO APROVECHAMIENTOS DE COSAS PROVENIENTES DEL DELITO CULPABILIDAD HURTO LESIONES PRUEBA VEHICULOS FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.629-630. 255 048 TDOC REMI DEST UBIC TITL /sin identificar/ Dirección de Control Funcionarios y Empleados /sin destinatario/ Ministerio Público MP de Responsabilidad de DCRFE FECHA:1972 Errónea apreciación de un delito de homicidio frustrado y uno de lesiones personales como un delito continuado de lesiones personales FRAGMENTO El Fiscal del Ministerio Público en la parte petitoria de su escrito de cargos solicitó se sometiera al procesado J.E.A. a la pena correspondiente al artículo 415 del Código Penal, por ser responsable de las lesiones personales intencionales inferidas en las personas de E.A.R. y C.C.R.D.A. en concordancia con el artículo 90 ejusdem, por tratarse de un delito continuado, con la agravante específica a que se refiere el artículo 64 ordinal 1° ibidem. Ahora bien, del análisis del escrito de cargos sólo se desprende que en el presente caso el procesado J.E.A. agredió a C.C.R.D.A. y asimismo a E.A.R., y se observa que el Fiscal del Ministerio Público le formuló cargos al referido procesado por el delito de Lesiones Personales sin considerar que son dos los delitos que se juzgan, ya que son dos los hechos delictuosos que se han cometido en circunstancias de tiempo y lugar diferentes en perjuicio de diferentes personas, aun cuando se trata del mismo sujeto actor y por tanto existe una acumulación de autos, según lo que se desprende del artículo 63 ordinal 1° del Código de Enjuiciamiento Criminal. Tratándose como en efecto se trata de dos hechos perfectamente individualizados ha debido el Fiscal hacer un análisis de cada uno de los hechos independientes y formularle cargos al procesado por el delito de Lesiones Personales intencionales inferidas a E.A.R. y por el homicidio frustrado en la persona de C.C.R.D.A.; pues la subjetividad o intencionalidad de los hechos se determina a través de los siguientes elementos: 1) De las declaraciones de los dos agraviados y la del ciudadano T.A. a los cuales deba atribuírseles el valor de un indicio más o menos grave, a tenor de lo dispuesto en el artículo 259 del Código de Enjuiciamiento Criminal. Se le da esta valoración a los dichos de estos deponentes, a pesar de que son testigos inhábiles según lo dispuesto en el artículo 255 ordinal 3° del Código de Enjuiciamiento Criminal, en virtud de que lo dispuesto en la última parte del artículo 259 se infiere que se le puede dar a estas declaraciones en valor anteriormente referido cuando estas personas sean agraviadas o testigos presenciales. 2) De los dichos de los testigos presenciales D.V.S. y L.A.M., quienes afirman: D.V.S. …que E.A. empezó a darle patadas a la puerta y una vez que la abrió, entró a la casa con un cuchillo en la mano, yo al ver eso salí a la calle a dar gritos para que fueran a buscar la patrulla, porque yo lo que temía, era que 256 fueran a matar a (se refiere a C.C.R.D.A.) en mi casa, y: L.A.M. …que M.T. le dijo “mire L. aquí están matando a una señora”, me metí dentro de la casa y cuando llegué a la cocina, ví que el hombre tenía un cuchillo en la mano, y ya había apuñalado a la mujer, ya que los dos estaban bañados en sangre; en vista de eso procedí a meterle dos golpes a ese ciudadano para que soltara a la mencionada mujer de nombre C., no sé el apellido, cuando yo le metí los golpes, éste se fue hacia atrás, en eso la mujer salió corriendo y yo también para darle paso a que el señor saliera, ya que venía enfurecido. 3) Del examen médico-legal practicado por el Dr. H.F.O., en donde asevera haber apreciado en la ciudadana C.C.R.D.A. al reconocerla: “…lesiones inferidas en la región infraclavicular izquierda, seno izquierdo. Brazo izquierdo. Herida cortante en región infra-clavicular izquierda sin lesiones plano profundo. Herida contusa en seno izquierdo y herida cortante en oreja izquierda…”. Además de las amenazas de muerte proferidas por el ya nombrado procesado a la agraviada, así como también de las varias heridas inferidas por éste en su persecución, lo cual consta de las declaraciones de los ciudadanos ya mencionados. Por lo tanto, esta Dirección considera que en el presente caso no se da la figura del delito continuado, ya que como se estableció anteriormente, lo que se ha configurado son dos delitos, los cuales se hallan perfectamente determinados, cabalmente individualizados en sus acciones, en los sujetos pasivos, así como también en la cuantía, tiempo, lugar y demás circunstancias concurrentes. Habiendo por tanto en este caso acciones delictivas perfectamente individualizadas, tanto subjetiva como objetivamente y las cuales han producido más de un hecho delictuoso o criminoso, lo que se configura por tanto a juicio del Despacho es una concurrencia real de delitos: el de Homicidio Frustrado y el de Lesiones Personales. Los penalistas alemanes hablan de la homogeneidad del bien jurídico atacado, mostrándose la jurisprudencia alemana reservada en la apreciación de este tipo de delitos cuando el bien atacado tuviere un valor personal, en tanto que en los delitos contra los calores objetivos proceden con mayor liberalidad; y continúan estos mismos autores afirmando que cuando se trata de valores de la personalidad, como por ejemplo: la integridad física, la corporal, la vida, el honor, la reputación, la libertad de una persona, etc., no se puede hablar de delito continuado por estar en presencia de plurales sujetos pasivos. Nuestro Código Penal vigente en su artículo 99 dice que el delito continuado se da mediante actos ejecutivos de una misma resolución, expresión esta que fue tomada del Código Penal Italiano de Zanardelli de 1889; y atendiendo a los criterios subjetivo-objetivos del Código Penal Venezolano, los Tribunales han observado la siguiente regla: Cuando ha habido circunstancias tales que obligan a realizar otro tipo de conducta a la estructura mental esquematizada por el sujeto actor, que lo conllevan a un nuevo delinquir, se considera que este segundo acto no obedece al mismo designio criminoso que motivó la comisión del primero. Por tanto este despacho considera que en este caso no existe en estos dos hechos continuidad delictiva. Por otra parte, en lo que respecta al sujeto pasivo, Alimena opina que “la unidad del sujeto pasivo es indispensable cuando el delincuente no puede pasar de una ofensa de un sujeto a otro sujeto sin una particular determinación, lo cual se da en los delitos contra las personas”. En este caso, el delito de Lesiones Personales fue perpetrado en la persona de E.A.R. y el 257 de Homicidio frustrado en la persona de C.C.R.D.A.; por lo cual no hay identidad de sujetos pasivos siendo dicha identidad como lo expresó Alimena, indispensable en los delitos contra las personas. Observa finalmente el Despacho que el Fiscal del Ministerio Público solicitó para el procesado le fuera aplicada la agravante contemplada en el artículo 64, numeral 1° del Código Penal, pero de los autos no se desprende que el sujeto activo hubiera sufrido una perturbación mental como consecuencia de la embriaguez ni que tal estado de embriaguez en que se hallaba hubiera sido provocado por él mismo con el fin de preparar una excusa o de facilitarse la perpetración del delito. Al respecto existe jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia, en lo que asienta lo siguiente: “…Lo que el legislador ha querido en el artículo 64 del Código Penal es separar claramente la simple excitación producida por un pequeño exceso de las bebidas alcohólicas, estado en el cual el individuo si bien alegre y eufórico, aún no sufre la profunda perturbación de las facultades psíquicas que caracterizan el llamado segundo grado de la embriaguez, en el que las facultades morales sí están debilitadas y relajados los frenos inhibitorios de la voluntad. Es esta perturbación mental, característica de este grado de la ebriedad, a la que el Código reconoce como influyente en la determinación penal, en ningún caso para exonerar de ella, sino para atenuarla en mayor o menor grado (incisos 3° y 5°) para agravarla (inciso 1°), para mantenerla incólume (inciso 2°) o para que se tome respecto al agente determinada medida de seguridad (inciso 4°)”. (Sentencia dictada por la Corte Suprema de Justicia en fecha 31-7-53, G.R. N° 14). Disposiciones legales contenidas en el documento: CP art:64 CP art:64-1 CP art:64-2 CP art:64-3 CP art:64-4 CP art:64-5 CP art:90 CP art:99 CP art:415 CEC art:63-1 CEC art:255-3 CEC art:259 SCSJ 31-07-1953 DESC DESC DESC DESC ALCOHOLISMO CIRCUNSTANCIAS AGRAVANTES HOMICIDIO LESIONES FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.630-632. 258 049 TDOC REMI DEST UBIC TITL /sin identificar/ Dirección de Control Funcionarios y Empleados /sin destinatario/ Ministerio Público MP de Responsabilidad de DCRFE FECHA:1972 Si de las actas procesales surgen elementos probatorios que comprometen la responsabilidad de una persona en la comisión de un delito y sobre ello no ha habido pronunciamiento de los órganos jurisdiccionales respectivos, debe el Fiscal del Ministerio Público requerir de éstos tal pronunciamiento FRAGMENTO En el presente caso el Representante del Ministerio Público formuló cargos contra el procesado J.S.S., por la comisión de los delitos de Robo y Lesiones Personales leves, pidiendo para él las sanciones establecidas en los artículos 457 y 418 del Código Penal vigente, en su término medio, de conformidad con el artículo 37 ejusdem. Es de anotar que el Juez de Instrucción se limitó sólo a dictar auto de detención contra J.S.S. y no dictó ningún pronunciamiento con respecto a J.P.H. y que esta falta no fue subsanada por el tribunal de la causa ni por propia determinación ni por solicitud del representante fiscal, no obstante surgir de autos elementos probatorios que comprometen su responsabilidad. En efecto, el denunciante y agraviado V.D.J.F., señaló en su denuncia que fue interceptado por tres sujetos, quienes le acometieron a golpes y le despojaron de su reloj pulsera y de Bs. 5,00, y que luego de comenzar a pedir auxilio llegó una patrulla del Cuerpo Técnico de Policía Judicial y los detuvo; dicho éste corroborado en el informe policial presentado por el funcionario del Cuerpo Técnico Judicial O.P.A. quien además manifestó que procedieron a detener a los tres sujetos y se les decomiso un (1) reloj, marca “Nivada” de metal blanco y la cantidad de Bs. 5,00, siendo identificado uno de los detenidos como J.S.S., el cual manifestó ante el Cuerpo Técnico de Policía Judicial, luego de reconocer su autoría en el hecho, que luego de agarrar por el cuello al señor, le sacó el reloj y J. lo recogió del suelo; y J.P.H., en declaración rendida ante el Cuerpo Técnico de Policía Judicial, reconoce haber participado en el hecho, al manifestar que cuando iba pasando por la esquina de Quebrado, S. le tenía un gancho a un hombre, entonces él llegó y le quitó el reloj y Bs. 5,00 al portugués quien se puso a correr detrás de él, pero en ese instante venía una patrulla y lo detuvieron. La anterior confesión de J.P.H., no ratificada ante el Tribunal, adquiere el valor de un indicio más o menos grave a tenor de lo dispuesto en el artículo 248 del Código de Enjuiciamiento Criminal y aunada la misma a la declaración del procesado J.S.S., constituye de conformidad con lo establecido en el artículo 259 del mismo Código, un indicio más o menos grave en su contra; y el dicho del denunciante, corroborado por el referido informe policial, constituye en su conjunto indicios suficientes que conllevan a establecer la participación y subsiguiente responsabilidad del ciudadano J.P.H. en la realización del delito 259 de robo en referencia; participación que de acuerdo a lo que se evidencia del escrito de cargos en estudio se concretó a quitarle al agraviado V.D.J.F. el reloj y los cinco bolívares (Bs. 5,00) mientras el procesado J.S.S. ejercía violencias y amenazas en contra de aquél, facilitando de tal manera la realización del hecho delictivo, por lo que su conducta debe ser sancionada conforme a lo establecido en el artículo 457 del Código Penal en concordancia con el artículo 84 ejusdem en su ordinal 3. En virtud de lo anteriormente expuesto, este despacho considera que el Fiscal del Ministerio Público ha debido requerir el pronunciamiento de los órganos jurisdiccionales en cuanto a la participación de J.P. en la comisión del delito al cual nos referimos. Esta Dirección sobre este punto acoge el criterio del penalista Jiménez de Asúa, quien señala lo siguiente…”Si se ha aceptado la teoría tradicional de un delito único, al que casualmente se ligan las actividades de todos los que participan, es evidente que ha de imperar el principio de accesoriedad. Su cooperación al acto principal…”. Sin embargo, se debe recordar que si bien la accesoriedad se puede deducir de la identidad del tipo y de la cooperación de un mismo injusto que sirva de trámite, no se debe olvidar que la culpa es individual, debiéndose, para poder fijar la accesoriedad, tener presente la siguiente máxima: “…la participación es accesoria de un acto principal, pero se es sólo culpable de la propia culpabilidad y a nadie aprovecha la inculpabilidad ajena”. En el caso en referencia se observa que participación de J.P. es accesoria al acto principal y de la cual es responsable y por tanto su conducta antijurídica o delictuosa no puede quedar sin ser sancionada, como ocurre en el presente caso por falta de pronunciamiento de los funcionarios encargados de administrar justicia. Disposiciones legales contenidas en el documento: CP art:37 CP art:84-3 CP art:418 CP art:457 DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC ACTAS PROCESALES CARGOS FISCALES CONFESION COOPERADOR EN DELITO DETENCION LESIONES PRINCIPIO DE ACCESORIEDAD PRUEBA RESPONSABILIDAD PENAL ROBO FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.632-633. 260 050 TDOC REMI DEST UBIC TITL /sin identificar/ Dirección de Control Funcionarios y Empleados /sin destinatario/ Ministerio Público MP de Responsabilidad de DCRFE FECHA:1972 El Fiscal del Ministerio Público en su escrito de cargos sólo debe imputarle al procesado aquellos hechos que constituyan delitos de acción pública y los que por mandato expreso de la Ley, no obstante de ser de acción privada, puedan enjuiciarse como de acción pública; pero, debe abstenerse de formular cargos por aquellos de acción privada no excepcionados expresamente por la Ley FRAGMENTO Este Despacho considera que en el presente caso, el Fiscal del Ministerio Público ha procedido correctamente al formularle cargos al procesado J.R.S. por el delito de homicidio calificado al haber sido cometido por motivos fútiles e innobles, sin existir por tanto una proporcionalidad entre el móvil o las razones que llevaron al procesado a cometer el hecho y la gravedad del mismo, esto tomándose en cuenta la edad de la menor agraviada (16 meses). Así mismo se considera correcta la calificación en lo que respecta al delito de actos lascivos, delito sólo enjuiciable mediante la acusación ejercida por la parte agraviada o su representante legal, pero que luego de la reforma contemplada en el artículo 102 del Código de Enjuiciamiento Criminal, para la formación de la causa de los delitos contra la moral y las buenas costumbres, “Bastará la denuncia o información dada a cualquier funcionario de instrucción por la persona ofendida o por sus representantes legales o guardadores, si aquélla fuera menor entredicha o inhabilitada, sin perjuicio de lo que dispongan las leyes especiales…”. Ahora bien, consta en el escrito de cargos que el Juzgado del Distrito Cedeño tuvo información del rapto cometido en perjuicio de la menor M.R., información esta que tiende a sustituir la querella de acusación en lo que respecta al impulso inicial de la relación procesal; siendo además procedente recordar que en enjuiciamiento de los delitos a que se refiere el capítulo I del Título VIII del Libro Segundo del Código Penal no obstante ser de acción privada se procederá de oficio a su enjuiciamiento “Si el hecho hubiera ocasionado la muerte de la persona ofendida, o si hubiera sido acompañado de otro delito enjuiciable de oficio” (Art. 380, ordinal 1°, del Código Penal). No ocurre igual en lo que respecta al delito de Violación de domicilio, pues éste, siendo un delito de acción privada, no correspondiente a los delitos contra la moral y las buenas costumbres, encuadrará dentro del artículo 104 del Código de Enjuiciamiento Criminal que se refiere a aquellos delitos de acción privada que por su naturaleza, en los cuales se puede proceder a la averiguación sumaria como si fuera de acción pública en los casos en que se cometa conjuntamente con otro de distinta naturaleza o, cuando haya conexión entre estos delitos; pues, la disposición del artículo 104 sólo tiene efecto en lo 261 que respecta al inicio o apertura de la averiguación sumarial, requiriéndose luego la correspondiente querella acusatoria en contra del procesado, ya que el delito continúa siendo de acción privada; y ésta, es su diferencia fundamental con la norma del artículo 102 ejusdem luego de reformada y la cual abarca todo el período procesal posterior al inicio de la averiguación, no requiriéndose la acusación correspondiente para el enjuiciamiento del procesado. Es por esto que esta Dirección considera que en lo que respecta a este delito de Violación de Domicilio, el Fiscal del Ministerio Público no ha debido formular cargos por dicho delito, pues siendo la acción privada no era atribución del Fiscal entrar a considerarlo, ya que sólo debe referirse en su escrito de cargos a aquellos que sean de acción pública y a los que por mandato expreso de la ley, no obstante ser de acción privada, pueda enjuiciarse como de acción pública como es el caso de los contemplados en el Capítulo I, Título VIII del Código Penal ya mencionado; pues el delito de acción privada sigue conservando su autonomía, tanto en su esencia como en su naturaleza y por lo tanto requiriéndose para su procedimiento la correspondiente acusación o querella, salvo en los casos excepcionales que, en lo que respecta a esto último ha consagrado el legislador. Se considera por tanto que el Representante Fiscal no tenía cualidad ni interés para formular cargos por el delito de violación de domicilio, el cual debió ser expuesto en la querella de acusación que ha debido formular la agraviada o su representante legal; por lo tanto, el Fiscal del Ministerio Público ha debido opinar en la oportunidad de los cargos que ese delito, por ser de acción privada dependía para su substanciación de la acusación o querella de la parte agraviada y al faltar esta circunstancia debía abstenerse de formular cargos y solicitar el que cesara la causa por este delito. Armiño Borjas trae un maravilloso y extenso trabajo sobre esta materia, en el cual uno de los puntos que trata está el de si en realidad la naturaleza de los delitos de acción privada se transforma o desvirtúa y además se responde a la pregunta: Qué efectos produce respecto a la sustanciación del proceso, semejante procedimiento de oficio aplicado a la averiguación de los delitos de acción privada; Borjas se pronuncia por la tesis de la no conversión del delito y señala que “…sus efectos se limitan a permitir que se proceda a su averiguación de oficio o por denuncia, como se fueran de acción pública, pero en la sustanciación del proceso deberán observarse las formalidades que correspondan al enjuiciamiento de los delitos de acción privada…”. “La ley no autoriza el procedimiento de oficio en la averiguación de los delitos de acción privada en que nos ocupamos, sino para salvar la unidad del juicio y para evitar que la averiguación y esclarecimiento de los delitos de acción pública conexos con ellos, o cometidos conjuntamente con ellos haya de hacerse incompleta e ineficazmente por la necesidad impuesta a los funcionarios, de abstenerse de toda inquisición relativa a aquellos hechos, pero una vez que sea libre o dichos instructores el campo de la averiguación de todos los hechos que se relacionan con los delitos de acción pública, sin ningún embarazo, ni peligro alguno de impunidad podrían derivarse del ejercicio de sus derechos por las personas agraviadas, ni que de éstas respecto de los delitos de acción privada, cuya persecución está a merced suya, hagan aplicar las disposiciones legales que sean peculiares a su averiguación y castigo…”. 262 De lo expuesto se concluye que el Fiscal del Ministerio Público ha debido, conforme al ordinal 2° del artículo 220 del Código de Enjuiciamiento Criminal, opinar en la oportunidad de los cargos que ese delito, de violación de domicilio, es de acción privada y como se ha podido determinar a pesar de que la averiguación se ha hecho de oficio por estar conexo con un delito de acción pública, para la fase de sustanciación del proceso, deberán observarse las formalidades que corresponden al enjuiciamiento de los delitos de acción privada, y en ausencia de querella acusatoria por parte de los agraviados, el Fiscal a más de que no tendrá cualidad ni interés para formular cargos por el mencionado delito, ha debido abstenerse de formularlos y pedir que cesara el proceso en curso, específicamente por ese delito, según lo que se desprende del numeral 4° del artículo 310 del Código de Enjuiciamiento Criminal. Disposiciones legales contenidas en el documento: CP art:380-1 CEC art:102 CEC art:104 CEC art:220-2 CEC art:310-4 DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC ACCION PRIVADA ACCION PUBLICA ACTOS LASCIVOS ACUSACION CARGOS FISCALES HOMICIDIO MENORES QUERELLA RAPTO VIOLACION DE DOMICILIO FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.633-635. 263 051 TDOC REMI DEST UBIC TITL /sin identificar/ Dirección de Control Funcionarios y Empleados /sin destinatario/ Ministerio Público MP de Responsabilidad de DCRFE FECHA:1972 Formalidades que deben llenarse en todo escrito FRAGMENTO Nuestro Código de Enjuiciamiento Criminal, en su artículo 218, establece los requisitos y extremos que se han de satisfacer en el escrito de cargos, al señalar que se debe expresar en los mismos el hecho que se imputan al procesado, con la determinación de los elementos que sirvan a especificarlos según las pruebas de autos y explicando la calificación jurídica que, a su juicio, merezcan el hecho o hechos imputados, con cita de los correspondientes artículos del Código Penal. El escrito de cargos, por consiguiente, debe contener una parte expositiva, en la cual se resuman todas las pruebas que sirvan tanto para comprobar el cuerpo del delito como las que hayan a favor o en contra del procesado; una parte motiva, contentiva de las razones de hecho y de derecho que justifiquen la calificación fiscal y en la que se analizarán todas las circunstancias agravantes o atenuantes de responsabilidad penal, si las hubiere; y finalmente, la parte final en la cual se dará la calificación del delito con cita de los artículos del Código Penal que fueren aplicables. De todo ello se deduce que en primer lugar debe hacerse el análisis de los elementos tendentes a comprobar la corporeidad de la figura delictiva, para luego determinar los elementos que sirvan para demostrar la culpabilidad del procesado, fundamentos necesarios para que tenga lugar la aplicación de la pena correspondiente. Ahora bien, se observa que, lamentablemente, las expresadas formalidades no han sido cumplidas por la Fiscal del Ministerio Público. En efecto, después del resumen de pruebas, al cual nos referiremos en el capítulo siguiente, se refiere a los elementos que comprueban el cuerpo del delito, pero sin motivación alguna de las razones de hecho y de derecho en que se fundamenta para considerar que tales pruebas tienen el valor que le atribuye. Pero más grave aún es que luego pasa a calificar el hecho y formular los cargos, sin que en ningún momento analice y ni siquiera mencione cuáñes son los elementos que existen en autos a favor o en contra del procesado, omitiendo, por tanto, el estudio y la fundamentación de las pruebas de la culpabilidad, Es deber, pues, de la Fiscal del Ministerio Público, el expresar los fundamentos en que se apoya para dar por demostrado el cuerpo del delito, en forma razonada establecer cuáles de esas pruebas demuestran el hecho y el de incluir otro considerando con los elementos que existen a favor y en contra del reo y de acuerdo a su valor determinar si igualmente está demostrada la culpabilidad del procesado. Por otra parte, se observa igualmente en la totalidad de los escritos de cargos a los cuales se ha hecho referencia, que en el resumen de los hechos se limita a transcribir literalmente todas las declaraciones y respuestas dadas por los 264 testigos, agraviados e indiciados a los interrogatorios que le son formulados, lo cual abulta considerablemente el trabajo de Fiscal, además de que entra en una serie de detalles que en muchos casos nada tienen que ver con el hecho que se averigua. Del mismo modo, es de advertir que al transcribir en forma literal las respuestas dadas a los interrogatorios que a cada testigo hace al tribunal Instructor, lo hace sin copiar las preguntas, lo cual, en muchos casos, imposibilita tener conocimiento de lo que dice el testigo. En varias oportunidades expresa que el testigo respondió “No sé”, sin que se pueda establecer cuál es la circunstancia que desconoce el deponente. Conviene por tanto, que la Fiscal en lugar de hacer una transcripción al pie de la letra de la deposición del testigo, haga un resumen de la misma y exprese a qué se refiere el interrogatorio. Disposiciones legales contenidas en el documento: CEC art:218 DESC DESC DESC DESC DESC CARGOS FISCALES CUERPO DEL DELITO CULPABILIDAD FISCALES DEL MINISTERIO PUBLICO IMPUTABILIDAD FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.635-636. 265 052 TDOC REMI DEST UBIC TITL /sin identificar/ Dirección de Control Funcionarios y Empleados /sin destinatario/ Ministerio Público MP de Responsabilidad de DCRFE FECHA:1972 Deben analizarse debidamente los testimonios rendidos en los procesos penales para no darle mérito probatorio a elementos que carecen de tal valor FRAGMENTO En el escrito de cargos relacionado con el juicio seguido al ciudadano B.S., en particular, se observa que en el primer considerando de la parte motiva se expresa del cuerpo del delito de homicidio voluntario se encuentra plenamente comprobado con diversos elementos, entre las cuales se encuentran las testimoniales de los ciudadanos M.P., H.P., S.F., A.L., C.T.L., M.I.P.M., M.A.V., S.M. Y L.I.H.D.L., los cuales en ningún momento pueden servir para demostrar el cuerpo del delito. Ninguno de los testigos mencionados estaba presente en el lugar de los hechos y sólo pueden dar fe de circunstancias extrañas a la materialidad del hecho punible, tales como la búsqueda del presunto indiciado en las declaraciones de h.p. y s.f., una presunta confesión extrajudicial en la declaración de M.P., que simplemente no constituyen ningún elemento probatorio, como la deposición del testigo A.L. quien manifiesta que desconoce totalmente el hecho que se averigua por encontrarse trabajando fuera del lugar el día de los acontecimientos y así mismo la declaración de M.I.P.M., quien igualmente declara no saber nada. Sugiere por tanto este Despacho un mejor análisis de los testimonios rendidos en los procesos para no darle mérito probatorio a elementos que carecen de tal valor. DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC CARGOS FISCALES CONFESION CUERPO DEL DELITO DECLARACION HOMICIDIO PRUEBA TESTIGOS FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, p.636. 266 053 TDOC REMI DEST UBIC TITL /sin identificar/ Dirección de Control Funcionarios y Empleados /sin destinatario/ Ministerio Público MP de Responsabilidad de DCRFE FECHA:1972 Debe el Fiscal del Ministerio Público para calificar la gravedad de un hecho delictuoso o la existencia de una determinada agravante basarse en los informes rendidos por los expertos o en lo que lógicamente pueda deducirse de éstos o de las demás pruebas existentes en los autos FRAGMENTO Con relación al escrito de cargos presentado en el juicio seguido al ciudadano P.A.C., este Despacho observa que en el Informe presentado por la Medicatura Forense de la localidad, en torno al reconocimiento médico legal practicado al agraviado C.A.G., se señala que presentó “cicatriz visible en la frente, producida por herida recibida hace más o menos un mes, herida que curó en doce (12) días…”. Ahora bien, en tal caso, la Fiscal del Ministerio Público formuló cargos por el delito de lesiones personales menos graves, pidiendo la aplicación del artículo 415 del Código Penal. Este Despacho disiente de tal calificación, toda vez que como se desprende del informe médico antes citado, la herida dejó cicatriz visible en la frente, la cual fue apreciada por los Médicos Forenses a pesar de haber transcurrido un mes desde que le fue inferida al agraviado y de que ya había curado en doce días, como lo expresa el tantas veces mencionado informe. En virtud de tal circunstancia, el hecho debe encuadrarse dentro de la figura delictiva prevista y sancionada por el artículo 417 del Código Penal en el cual erróneamente lo encuadró el ciudadano Fiscal. Es de advertir, sin embargo, que no consta en el escrito de cargos si fue o no practicado un nuevo reconocimiento médico legal al lesionado, a fin de aclarar sobre la permanencia de tal cicatriz, pero en todo caso del primer informe se infiere que la cicatriz es notable y por tanto debe aplicarse el artículo 417 del ya mencionado Código Penal. Debe el Fiscal, no obstante, dirigirse en casos futuros y similares al Juez Instructor, para que dé instrucciones a los médicos forenses en el sentido de que cuando queda cicatriz, examinen nuevamente al sujeto pasivo del delito en fecha posterior a fin de no dejar dudas en cuanto a su permanencia, ya que el Representante del Ministerio Público debe velar por la legalidad del proceso. Por otra parte, en el mismo escrito de cargos que ahora se analiza y se comenta, pide la Fiscal la aplicación del aumento de pena previsto en el artículo 420 de la misma Ley Sustantiva Penal, en virtud de que el arma empleada en la comisión del delito es calificada de insidiosa. En ese sentido se advierte que como dice la Fiscal no consta en autos la experticia y diseño del arma, lo cual nos impide conocer sus características para darle el carácter de insidiosa o arma propiamente dicha, presupuestos de aplicación del citado artículo 420 del Código Penal. No existiendo tal experticia y diseño del instrumento, debemos recurrir a otros elementos de autos para determinar si se puede o no dársele la calificación aludida. A tal respecto, tenemos la 267 declaración del indiciado que expresa que se trataba de un cuchillo “…del uso de la casa…”. De tales elementos se evidencia que se trataba de un cuchillo de los que se suelen utilizar en el hogar, lo cual no se ve desvirtuado por elemento probatorio alguno, ya que como se expresó anteriormente, no se realizó experticia sobre el mismo. Por tales razones, no se puede establecer que se trata de un arma insidiosa o de un arma propiamente dicha, ya que se desconocen sus características y consecuencialmente, mal puede pedirse la aplicación de la agravante específica a la cual hemos referido. Disposiciones legales contenidas en el documento: CP art:415 CP art:417 CP art:420 DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC ARMAS CALIFICACION JURIDICA CARGOS FISCALES CIRCUNSTANCIAS AGRAVANTES LESIONES PRUEBA PERICIAL RECONOCIMIENTO MEDICO FORENSE FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.636-637. 268 054 TDOC REMI DEST UBIC TITL /sin identificar/ Dirección de Control Funcionarios y Empleados /sin destinatario/ Ministerio Público MP de Responsabilidad de DCRFE FECHA:1972 Para poder asignársele valor probatorio a algún documento o testimonio hay que tener en cuenta aparte del valor que tenga en sí, el que surja de la comparación con los otros elementos de autos FRAGMENTO En torno a los cargos formulados a los procesados G.S. por el delito de homicidio culposo, y H.C.G., por homicidio voluntario cada uno en su oportunidad, la Fiscal del Ministerio Público incluye dentro de los elementos comprobatorios del cuerpo del delito, las copias simples de las partidas de defunción de los agraviados en los respectivos procesos. Tratándose de copias simples, como lo señala el mismo escrito de cargos, mal podría dársele valor probatorio alguno, habida cuenta de que no se tiene la certeza de que realmente corresponda al original y no estando certificado ni firmado por persona alguna, por ser copia simple, no es posible apreciarlo ni siquiera como indicio. También en el escrito de cargos relacionado con el juicio seguido a los ciudadanos S.A.M. y V.R.M., se observa que se le asigna valor probatorio en la comprobación del cuerpo del delito a un elemento que carece del carácter indicado. En efecto, incluye el Fiscal dentro de las pruebas de la materialidad del delito el testimonio del ciudadano B.C., el cual nada tiene que ver ni guarda relación alguna con el delito que se imputa a los procesados. El testimonio en referencia incide sobre la pérdida de una libreta militar que corresponde al deponente y que apareció cerca del lugar del hurto, pero, no guarda relación con el hecho en sí ni siquiera en forma indirecta. Por tal razón no ha debido considerársele como elemento comprobatorio del cuerpo del delito. Iguales consideraciones son valederas para el escrito de cargos contra los procesados J.F.B., J.H.A.R. y M.A.S.C, en el cual se expresa: “El cuerpo del delito de lesiones personales ocasionadas al ciudadano R.S.P., se encuentra plenamente comprobado, con la existencia de los elementos que a continuación se expresan:… d) con la partida de defución, del occiso de autos… y…d) con la autopsia practicada al occiso de autos R.S.P., que consta a los folios 72 y 73 del expediente”. Ahora bien, el proceso se ventiló por las lesiones inferidas a R.S.P., quien posteriormente falleció por causas independientes de las lesiones que tiempo atrás había sufrido por parte de los procesados. La autopsia por consiguiente, se refiere a las causas de la muerte y no hace hincapié en las lesiones ya que el examen no se refería a tal circunstancia. No ha debido, pues, tomarse como elemento comprobatorio del cuerpo del delito de lesiones. e) En la pieza de cargos formulados al procesado R.V.G. por el delito de homicidio y lesiones culposas, encuentra también este Despacho fundamento para una serie de observaciones. De acuerdo al referido escrito, el indiciado declara que se dirigía de Chivacoa a Barquisimeto conduciendo el camión Internacional, cuando a la una de la tarde aproximadamente una camioneta que circulaba en sentido contrario se coleó y le llegó al camión que guiaba, resultando lesionados el conductor y su acompañante, muriendo al poco 269 tiempo el primero de los nombrados. Por su parte, el vigilante de tránsito que actuó en el lugar del suceso señala que no se encontraba presente en el momento en que ocurrió el hecho. Además, no arroja elemento alguno que pueda ser considerado en contra del presunto indiciado. Consta igualmente en autos las declaraciones del agraviado, D.D.J.Q., y de los testigos P.R. y R.R.L.L., así como la autopsia practicada al difunto, el reconocimiento médico legal del lesionado y la partida de defunción del occiso, al igual que la experticia y croquis del accidente. El mencionado agraviado manifiesta que venía en la camioneta conducida por la persona que resultó muerta con destino a Yaritagua por la carretera Panamericana cuando un camión que trataba de adelantar varios vehículos les chocó de frente. Sin embargo, los testigos presenciales P.R. y R.R.L.L., son contestes en cuanto a que vieron cuando la camioneta se coleó y chocó contra el camión, el cual circulaba correctamente. De acuerdo a las anteriores pruebas, no existe la pluralidad de indicios necesaria para la aplicación del artículo 182 del Código de Enjuiciamiento Criminal, razón por la cual fueron insuficientes los fundamentos para dictar el auto de detención al procesado, toda vez que el único indicio que surge en su contra para demostrar la culpabilidad es la declaración del agraviado D.D.J.Q. No era, por ende, procedente, a criterio de este despacho la formulación de cargos en contra del ciudadano R.V.G., sino que la Fiscal ha debido abstenerse de formulárselos a tenor de lo dispuesto en el artículo 219 de la mencionada Ley Adjetiva penal, habida cuenta que los fundamentos del auto de detención no fueron suficientes para dictarlo. Disposiciones legales contenidas en el documento: CEC art:182 CEC art:219 DESC DESC ACCIDENTES DE TRANSITO CARGOS FISCALES CUERPO DEL DELITO DETENCION HOMICIDIO LESIONES PRUEBA RECONOCIMIENTO MEDICO FORENSE TESTIGOS FUEN FUEN Venezuela. Ministerio Público Informe FGR, 1972, pp.637-638. DESC DESC DESC DESC DESC DESC DESC 270