Cámara de Casación Penal sobre recurso Cossio

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CAUSA Nro. 12.181- SALA IV
COSSIO, Ricardo Juan Alfredo
s/recurso de casación
Cámara Nacional de Casación Penal
Año del Bicentenario
MARTÍN JOSÉ GONZALES CHAVES
Prosecretario de Cámara
REGISTRO NRO.
AUTOS Y VISTOS:
//la ciudad de Buenos Aires, a los
18
13.763
.4
días del mes de
agosto del año dos mil diez, se reúne la Sala IV de la Cámara Nacional de
Casación Penal integrada por el doctor Mariano González Palazzo como
Presidente y los doctores Gustavo M. Hornos y Augusto M. Diez Ojeda como
Vocales, asistidos por el Secretario de Cámara, Matías Sebastián Kallis, a los
efectos de resolver el recurso de casación interpuesto a fs. 60/73 vta. de la
presente causa Nro.12.181 del registro de esta Sala, caratulada: "COSSIO,
Ricardo Juan Alfredo s/recurso de casación"; de la que RESULTA:
I. Que el Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 4 de esta ciudad,
en la causa nro. 1313 de su registro, con fecha 23 de febrero de 2010, resolvió
rechazar la solicitud de embargo preventivo sobre la persona jurídica de “I.B.M.
Argentina S.A.” efectuada a fs. 1/15 del presente incidente por la Sra. Directora
de la Oficina Anticorrupción, creada en el ámbito del Ministerio de Justicia,
Seguridad y Drechos Humanos de la Nación (arts. 2 y 23 -según ley 11.179,
restablecido por ley 20.509 de fecha 28 de mayo de 1973- del Código Penal, arts.
18 y 19 in fine de la Constitución Nacional y art. 9 del Pacto de San José de
Costa Rica) (fs. 40/43 vta.).
II. Que contra dicha resolución, a fs. 60/73 vta., interpuso recurso
de casación la doctora Claudia A. Sosa, en su carácter de Directora de
Investigaciones de la Corrupción de la Oficina Anticorrupción - querellante en
autos-, el que fue concedido a fs. 74/75.
III. Que la impugnante encauzó sus agravios por la vía de lo
dispuesto en el inciso 1/ del art. 456 del C.P.P.N., bajo la alegación de que es
errónea la no aplicación resuelta por el “a quo”del art. 23 -tercer párrafo- del
C.P. (texto según ley 25.188 y siguientes) respecto de la persona jurídica de
I.B.M. Argentina S.A..
Cuestionó que el “a quo” le haya asignado naturaleza de pena
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accesoria al instituto del decomiso, al que esa parte vinculó la solicitud de
embargo preventivo respecto de la firma I.B.M. Argentina S.A. que viene
rechazada. Primero, porque la persona contra la que se pretende la medida
cautelar (y el eventual decomiso invocado como sustento) no se encuentra ni
podría encontrarse imputada en autos como partícipe del delito investigado por
ser una persona jurídica. Segundo, porque cuando, como en el supuesto de autos,
se persigue el decomiso de los bienes de la persona jurídica beneficiada por la
maniobra ilícita imputada a sus directivos, su fundamento esencial radica en el
principio de que la comisión de un delito no rinda beneficios y en el consecuente
deber de restituir las ganancias obtenidas de manera indebida. Principio éste que,
adujo, había sido incorporado por la jurisprudencia con anterioridad a la reforma
introducida al código penal por la ley 25.815.
Según la recurrente, aún bajo la vigencia de la ley 23.077, el art. 23
del C.P. permitía ordenar el decomiso de los bienes que resultaban el lucro del
delito, tanto respecto de los autores como en relación a quienes, sin serlo, se
habían visto beneficiados, por ejemplo, los mandantes o las empresas que
aquéllos representaban. Puntualizó que dicha tesis fue sustentada por el Fiscal
General subrogante, interviniente en autos, cuando al emitir su dictamen en
apoyo la solicitud de la parte querellante de la medida rechazada, señaló que
“aún con la anterior redacción del artículo 23 del C.P., ... el carácter penal del
decomiso puede ser objeto de discusión”, que “el decomiso puede constituir una
pena o un remedio de carácter civil, dependiendo de las características que
rodeen el procedimiento” y, finalmente, que, en su redacción actual, en cuanto
admite expresamente que recaiga sobre personas jurídicas “no importa[...] ya
una pena accesoria sino más bien una medida de corte civil destinada a
impedir el provecho derivado de hechos ilícitos.” (el subrayado obra en el
recurso).
Criticó que se haya descartado la aplicación del art. 23 en cita (texto
según ley 25.188), con la invocación del principio de irretroactividad de la ley
penal derivado del principio de legalidad (C.N., art. 18 y C.P., art. 2), en virtud
de que, en el caso, el destinatario del embargo solicitado no es ni podría ser
imputado en autos, dada su calidad de persona jurídica.
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Seguidamente, sostuvo que, desde la perspectiva que asume, “surge
el cuestionamiento acerca de si realmente era necesario que exista una ley
específica, en el orden penal, para determinar que de un delito no podía ni
puede nacer ningún tipo de derechos. Intuitivamente, la primera respuesta será
negativa; por lo tanto observamos que aquel planteo acerca del principio de
legalidad no tiene ningún asidero jurídico”.
“El fundamento de la respuesta al interrogante recién planteado
resulta claro si uno se remite a las disposiciones del Código Civil [...]. De su
extenso articulado se desprende el principio general que el derecho de
propiedad sólo existe en la medida en que la propiedad adquirida a través de
los medios que el derecho permite [...] La derivación lógica de este principio
es que quien se vio beneficiado económicamente con el producido de un delito,
nunca podrá considerarse dueño de las cosas que resultaron ser la ganancia del
delito y, por lo tanto, no podrá alegar ningún derecho respecto de las mismas”
(SIC).
A juicio de la recurrente, si bien la posibilidad de restituir los bienes
derivados de un delito surgía claramente de las disposiciones del Código Civil,
la gran trascendencia de la reforma del art. 23 (según ley 25.188) radica en que,
con ella, se habilitó a los jueces penales a perseguir directamente las ganancias
ilegítimas derivadas de un delito, aún cuando se encuentren en poder de terceros
como los mandantes o personas jurídicas cuyos dependientes, administradores
y/o representantes hayan cometido el delito. Puntualmente, adujo: “La gran
ventaja es que a través de esta posibilidad ya no hay necesidad, como única vía
lograr el recupero de activos, de instarse una acción civil de resarcimiento, ni
una acción de repetición de un pago obtenido por medios lícitos o una
declaración de nulidad de un acto administrativo; mecanismos que aún hoy se
mantienen vigentes, sin perder su virtualidad jurídica, pero que, en definitiva,
son independientes del decomiso y este último no excluye a los otros, como así
tampoco ello sucede del modo inverso.” Y, para el caso de que coexistan
acciones independientes contra los mismos activos, consideró que el orden de
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preferencia en la ejecución deriva del art. 30 del C.P..
Hizo reserva de caso federal.
III. Que celebrada la audiencia prevista por el art. 465 bis del
C.P.P.N., de la que se dejó constancia en autos, quedaron las actuaciones en
estado de ser resueltas. Efectuado el sorteo de ley para que los señores jueces
emitan su voto, resultó el siguiente orden sucesivo de votación: doctores
Augusto M. Diez Ojeda, Mariano González Palazzo y Gustavo M. Hornos.
Y CONSIDERANDO:
El señor juez Augusto M. Diez Ojeda dijo:
I. Conforme surge de los resultandos, más allá del encuadre
normativo asignado por el recurrente a su reclamo, la representante de la Oficina
Anticorrupción se queja porque el “a quo” rechazó la medida cautelar de carácter
patrimonial que había solicitado respecto de I.B.M. Argentina S.A., con el
estricto propósito de asegurar al Estado el recupero de las ganancias que habrían
sido indebidamente percibidas por la firma, en el marco de la maniobra ilícita
imputada en autos a sus administradores, que correspondería ante el eventual
dictado de una condena contra éstos para, de tal forma, reponer las cosas al
estado anterior a la comisión del delito.
Al respecto, es pertinente señalar que, según se desprende de los
requerimientos de elevación a juicio, en concordancia con el procesamiento
firme dictado en autos respecto de los imputados, el objeto procesal se encuentra
vinculado a las irregularidades que habrían rodeado a la contratación celebrada
entre la Dirección General Impositiva y la U.T.E. I.B.M.-Banelco para la
provisión al organismo recaudador de los sistemas informáticos SIJyP y SITRIB,
en virtud de la cual la U.T.E. de mención habría obtenido una ganancia excesiva,
constitutiva del perjuicio patrimonial que la figura de defraudación en perjuicio
de la administración pública, imputada a sus administradores, exige como
requisito típico (C.P., art. 174, inc. 5/, en función del art. 173, inc. 7/).
Planteado así el caso, el análisis de la procedencia de la medida
cautelar reclamada por la parte querellante, con fundamento en el aseguramiento
del oportuno recupero de tal supuesta ganancia excesiva, comporta la necesidad
de determinar, liminarmente, cuál es la naturaleza jurídica de las ganancias en
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cuestión y correlativamente, la inherente a su recupero. Pues, esa base fácticojurídica es el presupuesto ineludible para dilucidar si existe y, en su caso, cuál
es el supuesto normativo que brinda sustento al recupero, cuyo aseguramiento
se pretende. Al respecto, desde ya anticipo, que, a mi juicio, el caso en examen
se adecua al supuesto de restitución previsto por el art. 29 del C.P., de
conformidad con las razones que infra expondré.
II. En función del esquema de estudio propuesto, comenzaré por
señalar que la ganancia excesiva que las empresas integrantes de la U.T.E.
I.B.M.-Banelco habrían percibido indebidamente, con motivo de la maniobra
ilícita investigada en autos, es el reverso del precio, presuntamente irrazonable,
pagado por la D.G.I. como contraprestación por la provisión de los aludidos
sistemas informáticos. En otras palabras, el importe dinerario que, con ese doble
carácter, habría quedado comprometido en la transacción constituye el objeto de
la transferencia patrimonial que habrían efectuado los agentes del organismo
recaudador imputados en autos, como consecuencia de la obligación abusiva que
le habrían hecho contraer previamente al ente con la suscripción de los contratos
correspondientes.
En ese orden de ideas, el monto dinerario correspondiente a esos
fondos delimita, por un lado, el alcance del perjuicio patrimonial que la figura
de defraudación en perjuicio de la administración pública, por la que fueron
requeridos a juicio los encausados, exige como requisito típico (C.P., art. 174,
inc. 5/, en función del art. 173, inc. 7/). Y, por otro lado, configura el objeto del
delito en cuestión .
Por tanto, en su calidad de objeto del delito, según lo anticipado,
ante el eventual dictado de una condena, podría ordenarse la restitución del
importe en cuestión, en los términos de lo previsto por el art. 29 del C.P..
A esta altura, es pertinente diferenciar la restitución de la suma en
juego como objeto del delito de la que, eventualmente, pudiera corresponder, en
concepto de indemnización. Pues, si bien ambas medidas comportan la
reparación del perjuicio ocasionado por el delito, la “restitución” no alcanza para
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su completa satisfacción, sino tan sólo para hacer cesar los efectos del delito,
mediante la reposición de las cosas al estado anterior. Mientras que la
“indemnización”, con sus distintos rubros componentes, sí lo hace.
III. Aclarado cuanto precede, corresponde recordar que el Título IV
del Capítulo I del Código Penal, según su específica denominación, se encuentra
dedicado a la reparación de los perjuicios ocasionados por el delito que puede
ser ordenada en la sentencia condenatoria. En ese marco, se inserta el art. 29 que,
ya en su redacción vigente al tiempo de comisión del hecho pesquisado en el sub
examine (texto anterior a la modificación introducida por la ley 25.188 -B.O.:
01/11/99-), contemplaba la “restitución de la cosa obtenida por el delito”
cuando “fuere posible” (inc. 2/). En su versión reformada, se mantuvo dicho
supuesto, con la explicitación del fundamento material de la medida: la
“reposición al estado anterior a la comisión del delito”, al cual prescribe deben
estar vinculadas finalmente las “restituciones y demás medidas necesarias”
(inc. 1/).
Fácil es advertir que, la actual redacción de la norma, en tanto hace
expreso el criterio teleológico al que corresponde apelar para definir el universo
de los bienes objeto de restitución, permite superar cualquier discusión, que
pudiera haberse planteado, en relación al alcance de la expresión “cosa obtenida
por el delito” prevista en la versión previa.
Por otra parte, es preciso destacar que ninguna de las dos fórmulas
de la disposición limitaba el alcance de los sujetos destinatarios de la medida a
los autores o partícipes del delito, aún cuando su condena fuera un presupuesto
necesario para ordenarla. Criterio que, a mi juicio, aparece como el directo
correlato de la finalidad propia del instituto. De ahí que la restitución sea
procedente tanto respecto de los sujetos declarados penalmente responsables por
el delito como en relación a quienes, sin haberlo sido, hubieran receptado el
objeto del delito. Categoría esta última que debe entenderse abarcativa de las
personas físicas y jurídicas, atendiendo al fin de la norma y ante la inexistencia
de un motivo razonable que justifique realizar un distingo.
Y, finalmente, que el beneficiario de la restitución, en las dos
versiones, será quien tuviera legítimo derecho sobre el bien objeto de restitución,
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sea que se trate de la propia víctima o de un tercero. En ambos casos, por
análogas razones, no corresponde diferenciar entre personas físicas y jurídicas
ni entre sujetos particulares o públicos.
En síntesis, teniendo en cuenta la finalidad, hoy expresa, de la
restitución y su ámbito de aplicación objetivo y subjetivo, a mi juicio, no caben
dudas respecto de se trata de una medida de naturaleza civil y no penal.
Consecuentemente, el principio de legalidad y, en particular, su derivado de
irretroactividad de la ley penal más gravosa, resultan ajenos a la materia en
cuestión (C.N., art. 18 y 75, inc. 22 -C.A.D.H.. art. 9-, C.P., art. 2).
Sin embargo, la distinción antes apuntada entre el supuesto de
restitución y el de “indemnización del daño material y moral”, también
contemplado por la disposición en examen, en sus sucesivas versiones (inc. 1/
e inc. 2/, respectivamente), justifica, a mi juicio, que no se hayan presentado
objeciones a la restitución de oficio pero que sí se haya polemizado sobre el
condicionamiento de la indemnización al pedido de parte (cfr. Terragni, Marco
A., comentario al artículo en examen, en “Código Penal y normas
complementarias. Análisis doctrinal y jurisprudencial” -David Baigún y Eugenio
R. Zaffaroni, directores-, T/ 1, Ed. Hammurabi, 1997, Bs. As., pág. 455).
En consonancia con el apuntado criterio, el art. 403 del C.P.P.N.
distingue ambos supuestos y sólo respecto de la restitución prevé que la
sentencia condenatoria podrá ordenarla “aunque la acción [civil] no hubiese
sido intentada” (3er. párr.).
Por lo hasta aquí manifestado, en cuanto al supuesto en examen
concierne, concluyo en que si los imputados resultaran condenados por el hecho
investigado, el tribunal interviniente podría, en los términos de lo previsto por
los arts. 29 -inc. 2/- del C.P. (texto anterior a la reforma de la ley 25.188) y 403
del C.P.P.N., oficiosamente, ordenar a las empresas integrantes de la U.T.E. que
intervino en la contratación la restitución a la D.G.I. -o al tesoro de la nacióndel importe correspondiente a las ganancias en exceso que, como objeto del
delito (C.P., art. 174 -inc. 5/-, en función del art. 173 -inc. 7/-), aquéllas hubieran
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obtenido. Es preciso aclarar que no encuentro obstáculo alguno para la
procedencia de tal restitución por la sola circunstancia de que la cosa obtenida
haya sido un bien fungible (dinero).
Contrariamente, no se podría ordenar el pago de indemnización civil
alguna, en virtud de que se ha superado la etapa procesal prevista por el art. 93
del C.P.P.N., sin que nadie se hubiera siquiera constituido como actor civil.
IV. En atención a la conclusión expuesta en el acápite anterior, el
embargo de los bienes de las firmas integrantes de la U.T.E. de referencia
resulta, a mi juicio, por aplicación mutatis mutandi de lo prescripto por el art.
518 y siguientes del C.P.P.N., la medida cautelar prima facie idónea para
asegurar la oportuna restitución al Estado del importe dinerario que pudiera
haber constituido un pago en exceso, según lo antes explicado.
Sin embargo su efectiva procedencia quedará supeditada a la
constatación de los requisitos inherentes a su propia naturaleza. Por un lado, la
verosimilitud del derecho alegado. En relación a esta exigencia, es necesario
determinar la concreta cuantía de la ganancia en exceso que habría percibido la
U.T.E. de mención y con qué alcance debería responder cada una de sus
empresas integrantes. Y, por otro lado, el peligro en la demora para la
consecución del fin al que se encuentra ordenada la medida cautelar.
Extremos que no fueron siquiera analizados por el “a quo”, en
función de la posición asumida sobre la naturaleza jurídica y fundamento legal
del recupero definitivo de las ganancias (C.P., art. 23), que sirvió de marco para
su análisis del caso, siguiendo la invocación normativa efectuada por la parte
Oficina Anticorrupción en la solicitud rechazada.
V. En mérito a las precedentes consideraciones, propicio al acuerdo
HACER LUGAR PARCIALMENTE al recurso de casación articulado por la
Oficina Anticorrupción, en su calidad de parte querellante, sin costas, y,
consecuentemente, ANULAR la resolución de fs. 40/43 vta. y REMITIR las
actuaciones al tribunal de origen a fin de que emita un nuevo pronunciamiento
de conformidad con los parámetros antes esbozados.(C.P.P.N., arts. 471, 530 y
531).
Así voto.
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El señor Juez Mariano González Palazzo dijo:
Que, teniendo en cuenta las circunstancias del caso señaladas en el
voto precedente, adhiero a la propuesta de anular la resolución de fs. 40/43 vta,
con el objeto de remitir al “a quo” a fin de que emita un nuevo pronunciamiento
conforme los parámetros expresados.
Así voto.
El señor juez doctor Gustavo M. Hornos dijo:
Coincido sustancialmente con los argumentos expuestos en el voto
que lidera el acuerdo por lo que adhiero a la propuesta que allí se efectúa.
Por ello, en mérito del acuerdo que antecede, el Tribunal
RESUELVE:
HACER LUGAR PARCIALMENTE al recurso de casación
interpuesto a fs. 60/73 vta. por doctora Claudia A. SOSA, en su carácter de
Directora de Investigaciones de la Oficina Anticorrupción -querellante en autos-,
sin costas, y consecuentemente ANULAR la resolución de fs. 40/43 vta. y
REMITIR las presentes actuaciones al tribunal de origen a fin de que emita un
nuevo pronunciamiento de conformidad con los parámetros antes esbozados
(arts. 471, 530 y 531 del C.P.P.N.).
Regístrese, notifíquese y, oportunamente, cúmplase con la remi-sión
dispuesta, sirviendo la presente de muy atenta nota de envío.
MARIANO GONZALEZ PALAZZO
GUSTAVO M. HORNOS
Ante mí:
MARTÍN JOSÉ GONZALES CHAVES
Prosecretario de Cámara
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AUGUSTO M. DIEZ OJEDA
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