El derecho de la consulta previa de los pueblos indígenas: el caso brasileño Defensoría del Pueblo de Perú Lima, Perú 25 y 26 de abril de 2013 El Compromiso de Brasil con los Tratados Internacionales de Derechos Humanos Brasil, desde la promulgación de las Convenciones de La Haya, en 1907 (ratificada en 1914) y especialmente con la suscripción de la Carta de San Francisco (1945) de la constitución de las Naciones Unidas, asumió ante la comunidad internacional el papel de corresponsable por la promoción de los derechos humanos. En ese proceso participó activamente en la promulgación de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre y en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, ambas de 1948. Y, más recientemente, ratifico la Convención Americana sobre los Derechos Humanos y reconoció la jurisdicción de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Brasil está vinculado a esta orden internacional de protección a los derechos humanos por fuerza de decisión de su propia Constitución, que determina que el Estado se regirá en sus relaciones internacionales con base en el principio de la prevalencia de esos derechos (art. 4º, II). Ese precepto se refuerza por las normas ampliativas del papel de derechos fundamentales constantes del §§ 2º al 4º del artículo 5º, reconociendo que Brasil es un Estado multiétnico y el gobierno de la mayoría no puede descuidar la defensa de las minorías. Eso conlleva una consecuencia extremamente importante para el análisis del Convenio 169 de la OIT: las leyes y actos normativos solo tienen validez si son compatibles, simultáneamente, con la Constitución Federal y con los tratados internacionales de derechos humanos incorporados al ordenamiento jurídico brasileño. La Procuraduría Federal de los Derechos de los Ciudadanos como Ombudsman brasileño1 Quiero registrar que, en Brasil, no existe la figura del ombudsman o defensor del pueblo, en los moldes de otras Constituciones iberoamericanas, porque el Continente brasileño insirió la defensa de los derechos fundamentales y de la ciudadanía entre las innúmeras atribuciones del Ministerio Público brasileño. El Ministerio Público en Brasil ejerce, al mismo tiempo, las funciones de fiscal de la ley y Defensor del Pueblo. Esa situación híbrida cuenta con ventajas, en especial, el uso de las atribuciones típicas del Ministerio Público ante el Poder Judicial para promover la implementación de derechos fundamentales, al mismo tiempo en que es posible promover la actuación extrajudicial, típico de las defensorías del pueblo y, con ello, evitar la demora y eventual fracaso del litigio judicial. Según la Constitución brasileña, compete al Ministerio Público velar por el efectivo respeto de los poderes públicos y de los servicios de relevancia pública a los derechos garantizados en la Constitución, promoviendo las medidas necesarias para su garantía (art. 129, II de la Constitución). 1 Estudio “La PFDC y las asociaciones internacionales de defensa de derechos humanos”, producido por los Procuradores de la República André de Carvalho Ramos y Luciano Loureiro Oliveira, peça que instrui el Procedimiento 1.00.000.014167/2011-63. La Ley Complementar 75/93 establece que cabe a la Procuraduría Federal de los Derechos de los Ciudadanos ejercer la defensa de los derechos constitucionales del ciudadano, y en su artículo 5º establece que compete al Ministerio Público la defensa de los derechos e intereses colectivos de la familia, los niños, los adolescentes y los mayores. Existe una Cámara de coordinación específica para atender a las comunidades indígenas y minorías, coordinada por la Drª Deborah Duprat, nuestra Viceprocuradora General de la República. Derecho a la Consulta Previa y el caso Belo Monte2 La consulta a los pueblos indígenas, en lo referente a las medidas administrativas y legislativas que puedan afectarlos, es la consecuencia lógica y necesaria de su autodeterminación, esto es, de la posibilidad de trazar para sí, libres de la interferencia de terceros, sus proyectos de vida. Otra consecuencia lógica de la autodeterminación de los pueblos indígenas es que la consulta sea previa. La consulta posterior, al consumarse el hecho sobre el que se pretende discutir, es una mera forma sin sustancia, incompatible con las libertades expresivas y la gestión del propio destino que les garantizan tanto la Constitución, como la Convención 169/OIT. La consulta previa e informada de los pueblos indígenas consta en la mayor parte de los documentos internacionales que, de alguna manera, les concierne. Y, además de ser una norma convencional, también es un principio general de derecho internacional. Los principios y el contenido básico de la consulta previa fueron elaborados por la Corte Interamericana de Derechos Humanos a partir de la “interpretación evolutiva” del artículo 21 de la Convención Americana, teniendo como parámetros las disposiciones de la Convención 169, la jurisprudencia del Comité de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas y los informes del Relator Especial de las Naciones Unidas sobre derechos humanos y libertades fundamentales de los pueblos indígenas. Recientemente la Corte Interamericana de Derechos Humanos decidió, de forma incisiva, en el caso Pueblo Kitchwa de Sarayaku versus Ecuador: (...) 166. La obligación de consultar a las Comunidades y Pueblos Indígenas y Tribales sobre toda medida administrativa o legislativa que afecte sus derechos reconocidos en la normatividad interna e internacional, así como la obligación de asegurar los derechos de los pueblos indígenas a la participación en las decisiones de los asuntos que conciernan a sus intereses, está en relación directa con la obligación general de garantizar el libre y pleno ejercicio de los derechos reconocidos en la Convención (artículo 1.1). Esto implica el deber de organizar adecuadamente todo el aparato gubernamental y, en general, de todas las estructuras a través de las cuales se manifiesta el ejercicio del poder público, de manera tal que sean capaces de asegurar jurídicamente el libre y pleno ejercicio de los derechos. Lo anterior conlleva la obligación de estructurar sus normas e instituciones de tal forma que la consulta a comunidades indígenas, autóctonas, nativas o tribales pueda llevarse a cabo efectivamente, de conformidad con los estándares internacionales en la materia. De este modo, los Estados deben incorporar esos estándares dentro de los procesos de consulta previa, a modo de generar canales de diálogos sostenidos, efectivos y confiables con los pueblos indígenas en los procedimientos de consulta y participación a través de sus instituciones representativas. 167. Puesto que el Estado debe garantizar estos derechos de consulta y participación en todas las fases de planeación y desarrollo de un proyecto que pueda afectar el territorio Parecer de la Procuraduría General de la República en la Reclamación nº 14.404 – Supremo Tribunal Federal, Apelación TRF 1º región nº 0000709-88.2006.3.01.3903. 2 sobre el cual se asienta una comunidad indígena o tribal, u otros derechos esenciales para su supervivencia como pueblo, estos procesos de diálogo y búsqueda de acuerdos deben realizarse desde las primeras etapas de la elaboración o planificación de la medida propuesta, a fin de que los pueblos indígenas puedan verdaderamente participar e influir en el proceso de adopción de decisiones, de conformidad con los estándares internacionales pertinentes. En esta línea, el Estado debe asegurar que los derechos de los pueblos indígenas no sean obviados en cualquier otra actividad o acuerdos que haga con terceros privados o en el marco de decisiones del poder público que afectarían sus derechos e intereses. Por ello, en su caso, corresponde también al Estado llevar a cabo tareas de fiscalización y de control en su aplicación y desplegar, cuando sea pertinente, formas de tutela efectiva de ese derecho por medio de los órganos judiciales correspondientes. Conscientes de la importancia de este tema y con el principio la garantía de la participación social, el gobierno brasileño, a través del Grupo de Trabajo Interministerial (GTI), creado en 2012, que agrupa 22 entidades públicas que buscan promover el diálogo con los pueblos interesados a definir y orientar el proceso de reglamentación. El diálogo se construye mediante reuniones locales en que los segmentos interesados sugieren sobre el formato de la consulta, de manera que el texto del Reglamento es el resultado de un consenso. En la actualidad, está paralizado lo proceso de consulta en curso, aunque estaba previsto llevar a cabo encuentros regionales, reuniones, seminarios, estudios sobre el tema, finalizados por un encuentro nacional para consolidar el consenso y los desacuerdos entre las partes interesadas: los representantes de los pueblos interesados, expertos, instituciones públicas, sector privado y sociedad civil. En Brasil existe una enorme controversia constitucional sobre el decreto legislativo que autorizo el aprovechamiento hidroeléctrico de Belo Monte porque la vista de las comunidades afectadas, a las que se refiere el art. 231, § 3º, debe ser precedida de consulta previa e informada a las comunidades afectadas por fuerza de lo que establecen los artículos 6º y 7º de la Convención 169, de la OIT, promulgada por el Decreto nº 5.051, de 19 de abril de 2004. Artículo 6º 1. Al aplicar las disposiciones de la presente Convención, los gobiernos deberán: a) consultar a los pueblos interesados, mediante procedimientos apropiados y, particularmente, a través de sus instituciones representativas, cada vez que sean previstas medidas legislativas o administrativas susceptibles de afectarlos directamente. Art. 7º 1. Los pueblos interesados deberán tener el derecho de escoger sus propias prioridades en lo referente al proceso de desarrollo, en la medida en que este afecte a sus vidas, creencias, instituciones y bienestar espiritual, así como las tierras que ocupan o utilizan de alguna forma, y controlar, en la medida de lo posible, su propio desarrollo económico, social y cultural. Además, esos pueblos deberán participar de la formulación, aplicación y evaluación de los planos y programas de desarrollo nacional y regional susceptibles de afectarlos directamente. A este respecto, el Comité de Expertos de la OIT estableció, al examinar una reclamación en la que se alegaba un incumplimiento por parte de Colombia del Convenio nº 169 da OIT, que el requisito de consulta previa implica que esta debe llevarse a cabo antes de tomar la medida o realizar el proyecto que sea susceptible de afectar a las comunidades, incluyendo medidas legislativas y que las comunidades afectadas se involucren lo más rápido posible en el proceso. Al tratarse de una consulta previa a la adopción de una medida legislativa, los pueblos indígenas deben ser consultados previamente en todas las fases del proceso de producción normativa, y dichas consultas no deben restringirse a propuestas". En la región donde se pretende construir la UHE Belo Monte, viven pueblos indígenas, entre los que se encuentran aquellos aldeanos en las tierras indígenas Paquiçamba y Arara da Volta Grande del Xingú o Arara do Maia. Se estima que la reducción de los niveles de agua en el trecho acarreará impactos de todo orden: biológicos, sociales, culturales, etc. En este contexto, de una obra que afecta tan significativamente a los pueblos indígenas ubicados especialmente en Volta Grande del Xingú, la autorización del Congreso Nacional para su realización, sin ser oídas antes esas comunidades, ofende lo dispuesto en los artículos 6 y 7 de la Convención 169-OIT y de la jurisprudencia que se firmo en la Corte Interamericana de Derechos Humanos. De hecho, la atribución de la competencia al Congreso Nacional para la autorización de las iniciativas referidas en el mencionado precepto constitucional exprime la correcta valoración, hecha por el propio poder constituyente originario, de la gravedad de la decisión que las permite, llevando en consideración sus graves impactos sobre los pueblos indígenas atingidos, bien como la relevancia de la protección de los derechos fundamentales de los integrantes de esa minoría étnica. La concesión de la competencia en cuestión al Poder Legislativo resulta del juicio de que se trata de la instancia política más abierta a la deliberación democrática, ya que en sus procesos decisorios hay espacio para la discusión e intercambio de argumentos entre representantes de los más variados segmentos de la población brasileña. Caso Belo Monte y sus repercusiones jurídicas El Ministerio Público interpuso 12 procedimientos judiciales sobre el caso Belo Monte, entre los que destacan dos Acciones Civiles Públicas exclusivamente para garantizar la vista previa de los pueblos indígenas. La Procuraduría General de la República interpuso Acción Civil Pública solicitando la suspensión de las obras de la central hidroeléctrica de Belo Monte, sustentando que conforme la Convención 169 de la OIT y el artículo 231 de la Constitución Federal, los pueblos tradicionales impactados por los emprendimientos tienen derecho a la consulta previa. Argumentos que, de esa forma, al autorizar Belo Monte, el Congreso Nacional brasileño habría violado el derecho de los indios a ser escuchados en consulta pública sobre este emprendimiento. En la acción, propuesta en 2006, los procuradores del MPF argumentaron que el derecho a la consulta les es garantizado a los pueblos indígenas por parte de la Constitución Federal brasileña y también está previsto en la Convención 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), ratificada por Brasil en 2003. El 13 de agosto de 2012, el Tribunal Regional Federal de la Primera Región, en decisión unánime de su 5° Clase, reconoció que no se dio lugar a la audiencia previa necesaria de las comunidades indígenas afectadas por el proceso de concesión de licencia ambiental para la construcción de la Central Hidroeléctrica de Belo Monte. El Juzgado decidió que la violación al derecho de consulta previa de los pueblos tradicionales implica ofensa a la Constitución y al Convenio N° 169 de la OIT, ratificado por Brasil. El comando constitucional es claro al consagrar que “el aprovechamiento de los recursos, incluyendo los potenciales energéticos (…), en tierras indígenas puede llevarse a cabo únicamente mediante autorización del Congreso, luego de oír a las comunidades afectadas” (Artículo 231). Está exigencia también es prevista por el Convenio N° 169 de la OIT, al demandar la consulta previa a las comunidades indígenas afectadas “antes de emprender o autorizar cualquier programa de explotación de los recursos existentes en sus tierras” (Artículo 15). Además de inconstitucional, la inexistencia de audiencia previa constituye un ilícito internacional. Argumentó también la decisión de que la referida central hidroeléctrica “se encuentra en la Amazonia Legal, y su instalación causará interferencia directa en el mínimo existencial ecológico de comunidades indígenas, con consecuencias negativas e irreversibles en su buena calidad de vida e en el patrimonio cultural de sus tierras inmemoriales y tradicionalmente ocupadas”. En nombre de los principios del desarrollo sostenible, de la precaución y de la prevención, enfatizó que la inexistencia de audiencia pública podría resultar en la nulidad de la autorización concedida. Aunque tal decisión tomada por el Supremo Tribunal Federal sea revocada, la Comisión Interamericana (OEA) ya había usado la misma argumentación para determinar la suspensión de las obras de Belo Monte, en abril de 2011. El proceso se encuentra en el Supremo Tribunal Federal, donde se pretende suspender la eficacia del acuerdo proferido pela 5º Turma do tribunal Regional Federal de la 1º Región, habiendo recibido parecer de la Viceprocuraduría General de la República, Deborah Macedo Duprat de Britto Pereira, por el no conocimiento de la reclamación, ponderando que “todavía hay tiempo para que el Congreso Nacional promueva escuchar a esas comunidades y delibere adecuadamente. Sin embargo, a medida en que el emprendimiento avanza, más remota resulta esa posibilidad”. Específicamente en relación a la Central Hidroeléctrica de Belo Monte, el 11 de mayo de 2010 se entregó en el gabinete do Procurador General de la República el informe de la Misión Xingú – Violaciones de Derechos Humanos en la concesión de licencias de la Central Hidroeléctrica de Belo Monte, resultado de la misión realizada por el Relator Nacional del derecho humano al medio ambiente de la Plataforma Brasileña de Derechos Humanos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales (Plataforma DHESCA Brasil). Dicho Relator recibió denuncias, recopiló documentos, además de relatar audiencias públicas promovidas por el IBAMA en Belém, Altamira y otras dos localidades de Volta Grande del Xingú. Muestra “graves fallos e impactos irreversibles sobre la población que vive a orillas del río Xingú, particularmente los ribereños e indígenas”, además de solicitar respuesta sobre las medidas adoptadas por el Ministerio Público Federal en el sentido de frenar violaciones de los Derechos Humanos de las poblaciones impactadas. Las violaciones de derechos humanos en procesos de construcción de represas en el país fueron objeto de estudio y recomendaciones de otra Comisión Especial del CDDPH, compuesta por miembros del poder ejecutivo, representantes del Movimiento de los Afectados por las Represas, de la academia, de la Defensoría Pública de la Unión y del Ministerio Público Federal. Los trabajos desarrollados por esta Comisión dieron lugar a un informe aprobado por el Consejo en diciembre de 2010, que, con algunas salvedades del Ministerio de Minas y Energía y del Ministerio del Medio Ambiente, presenta, entre otras, las siguientes conclusiones: “Los estudios de caso permitieron concluir que el padrón vigente de implantación de represas propiciaron de manera recurrente graves violaciones de Derechos Humanos, cuyas consecuencias acaban acentuando las ya graves desigualdades sociales, traduciéndose en situaciones de miseria y desestructuración social, familiar e individual. Los estudios realizados permitieron identificar algunos de los factores que contribuyeron a las violaciones de los derechos de los afectados por las represas". En lo referente a los temas relacionados al derecho a la Consulta Previa, se destaca el siguiente factor: “Falta de información, esencial para la garantía del derecho a la participación democrática". Entre las muchas razones que acaban impidiendo que las informaciones pertinentes lleguen, de hecho, a los principales interesados, pueden mencionarse: la omisión o recusa de ofrecer a los interesados informaciones relevantes, como, por ejemplo, resultados de análisis catastrales o, incluso, la lista de familias y propiedades consideradas afectadas por parte de la empresa; falta de asesoría jurídica; uso de lenguaje inaccesible al público de no especialistas; aporte de informaciones contradictorias o, incluso, falsas; precariedad e insuficiencia de los estudios ambientales, amén de la falta de oportunidad efectiva para la participación, como la no ocurrencia de audiencias públicas o realización de audiencias y otros foros cuyo formato no favorece la participación popular efectiva. Es decir, que los pueblos indigenas de Brasil e de iberoamerica e las poblaciones negras tradicionales como los quilombolas en Brasil tien que ter assegurado tus derechos de manifestar-se em todas as faces do processo e que caso no concordem com os empreendimentos que causem impactos socioambientais en sus territorios possa dicer una palabra muy importante: NO Por fim, quiero agradecer a todos los parceros de FIO, en especial ao Defensor del Peublo de Peru, Eduardo Luna, ao secretariado General Tomas Dadic, a Cecilia Bernuy e Julia Unger por la invitacio y por todos los esfuerzos que hicieran para que a Procuradoria Federal de la Defensa de los Ciudadanos pudesse estar aqui em Lima para esta incrible oportunidade de cambio de ideas y experiencias sobre este assunto polemico e muy delicado que es o que nosostros defendores del pueblo pudemos hacer para tornar efectivo el derecho de los pueblos indigenas a la consulta previa. AURÉLIO VIRGÍLIO VEIGA RIOS PROCURADOR FEDERAL DE DEFENSA DE LOS CIUDADANOS