Octubre 2011.Suspensión, Liquidación y Contencioso.

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Carlos Víctor Barquero Fernández, Licenciado en Derecho y Jefe del Servicio
de Asesoría Jurídica y Secretaría del OAR, en el supuesto que seguidamente se
planteará como objeto de Dictamen Jurídico, emite el siguiente:
OBJETO DE DICTAMEN
Se somete a Informe, por parte del Ayuntamiento de XXXXX, si solicitada la
suspensión de la efectividad de una liquidación de ICIO que ha sido recurrida ante la
Jurisdicción contenciosa, de quien se ha solicitado la suspensión de la eficacia del acto, el
propio ayuntamiento puede acordar la suspensión.
Al respecto se emite el siguiente
INFORME
PRIMERO.- En general hay que considerar, a los efectos de este informe, que el
privilegio de autotutela declarativa y de ejecutividad de los actos de la Administración
sujetos al Derecho Administrativo, implica que al poder la administración definir
derechos y crear obligaciones de forma unilateral y ejecutoria, sus decisiones son
inmediatamente “eficaces” creando en el destinatario de las mimas una obligaciones de
de cumplimiento inmediato.
Por ello, se ha de señalar que el art. 57.1 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre,
de Régimen Jurídico de las Administraciones Publicas y del Procedimiento
Administrativo Común, afirma que los actos administrativos se presumen “válidos” y
“eficaces” y producen efectos desde el momento en que se dicten, a no ser que se
disponga otra cosa.
La aplicación de este principio general, de presunción de legalidad y su
despliegue en las notas de ejecutividad y ejecutoriedad de todo acto administrativo –
cumplidos los requisitos de notificación o en su caso publicación que son circunstanciales
trámites que demoran la eficacia- ha de advertirse, no obstante, que la desvinculación
entre validez y eficacia (ejecutoriedad) no es absoluta, pues la validez es una ”presunción
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iuris tamtum”, y además, para que la validez opere, es necesario que el acto reúna unas
condiciones externas mínimas de legitimidad.
Los actos administrativos se presumen legítimos y validos, en la medida en que
emanan de una Autoridad que lo es igualmente legítima y por ello, cuando el propio
aspecto externo del acto desmienta su procedencia de una autoridad legitima, desaparece
al soporte mismo de la presunción legal. Así viene a ocurrir, cuando la autoridad es
manifiestamente incompetente, o cuando demuestra serlo al ordenar conductas delictivas
o imposibles o adoptasen decisiones con olvido total o absoluto de los procedimientos
legales.
Por ello, el examen de los actos dictados por el órgano del ayuntamiento
solicitante del informe, constatada su apariencia externa de validez nos lleva a sentar
como primera conclusión que estos son legítimos, validos y eficaces desde el momento
de su notificación y por tanto que gozan de las notas de ejecutividad y ejecutoriedad, que
en aplicación del principio de legalidad, nuestro ordenamiento jurídico previene para los
actos administrativos en general.
SEGUNDO.- En este apartado, específicamente, y sólo con la suspensión de la
ejecutoriedad del acto administrativo, conviene recordar las reglas que al respecto, se
vienen a deducir de sus normas de aplicación y de la doctrina jurisprudencial que las
interpreta y matiza.
a) En primer lugar, la suspensión de la ejecutoriedad de un acto administrativo,
sólo se contempla como excepcionalidad, nunca como regla general.
Se podría concretar –según las normas de la Ley de la Jurisdicción
contencioso-administrativo-, en que todo acto administrativo se ha de
ejecutar y sólo suspender cuando su ejecución implique daños de difícil e
imposible reparación. Y, por lo que se refiere a actos que supongan el
abono de una cantidad económica de la entidad y cuantía como la que es el
objeto de informe (2.410,10 €), difícilmente resultaría poder invertir la regla
general de ejecutividad, a favor de la regla excepcional fundada en daños de
difícil e imposible reparación, pues siempre el Ayuntamiento podría reparar el
daño patrimonial que causase la ejecución de su acto, si acaso la pretensión
del afectado prosperase obteniendo judicialmente una declaración de nulidad
de este acto, mediante la devolución de la cantidad que de aquel obtenga,
incluso con intereses.
b) No obstante lo anterior, el principio de “solvet et repete”, especialmente
aplicado a los actos de carácter fiscal, que se deduce de la regla general de no
suspensión, aunque se recurra y de ahí el carácter no suspensivo del recurso,
en ocasiones, y sin tener que fundarse necesariamente en el motivo de “daños
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de difícil o imposible reparación” se ha visto invertido en el sentido de fundar
motivadamente la suspensión de la ejecutoriedad en otros fundamentos.
Fundamentalmente, esta motivación y fundamento se ha de buscar en
interpretación que la jurisprudencia del Tribunal Supremo y del Tribunal
Constitucional hacen del contenido del art. 24 de la Constitución Española al
entender que la Tutela Judicial efectiva es un principio prevalerte al intereses
económico y recaudatorio, cuando se concreta, en las relaciones del
administrado y administración, no debiendo sufrir éste mas cargas de las
debidas ante aquella.
Esta doctrina, en motivos y fundamentación, se ve favorecida y apoyada,
según supuestos concretos, por la concurrencia de la reiterada por la
jurisprudencia del TS en numerosos autos, conocida por doctrina “fumus
bonis iuris” o el buen olor del derecho o buen derecho. De forma tal que,
cuando un contribuyente plantea una petición concreta ante la Administración
y el órgano administrativo competente, aplicando el sentido común y la sana
crítica, entiende que la pretensión del contribuyente va a prosperar por el
“buen derecho” que alega, entonces, para no crearle mas cargas de las
debidas, debe invertir la regla general de no suspensión, por la regla
excepcional de suspensión.
TERCERO: Analizado el supuesto objeto de dictamen, a la vista de todo lo
anterior y en particular de la última doctrina (fumus bonis iruis) expuesta, es preciso
examinar la legalidad intrínseca del acto que se pretende suspender.
Al efecto, independientemente de si el devengo se produce, en este impuesto,
cuando se comienzan las obras o antes, lo que si es claro y nítido en las normas de
aplicación, es que el Ayuntamiento puede liquidar provisionalmente el mismo a tenor de
lo establecido en el art. 103 de la LRHL, pues se ha concedido la licencia de obras
correspondiente, y el artículo citado contempla dos supuestos para girar la liquidación
provisional, a saber, uno si se ha concedido la licencia y otro, distinguido por o
disyuntiva, no habiéndose concedido o denegado aún dicha licencia preceptiva, se inicie
la construcción, instalación u obra.
Por lo que, en lo atinente a la legalidad intrínseca del acto objeto de dictamen,
hay que concluir que liquidación provisional y desestimación de recurso son conformes a
derecho y en este caso, la doctrina “fumus bonis iuris” o de buen derecho sería aplicable
al acto de la Administración y no al contribuyente en la petición de suspensión que
formula.
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CUARTO.- Por último, es conveniente examinar el “procedimiento” de
recaudación de la liquidación, que actualmente se encuentra en periodo voluntario y que
la petición de suspensión no lo paraliza.
Sólo sería posible la paralización del periodo voluntario amparada en una
solicitud de aplazamiento de pago que conllevaría invariablemente el devengo de los
correspondientes intereses de demora así como la necesidad de aportar la
correspondiente garantía.
La no suspensión del periodo voluntario, en consecuencia, conlleva en caso de
falta de pago el vencimiento del plazo en voluntaria, el inicio del periodo ejecutivo con el
devengo de los correspondientes recargos e intereses de demora, vía en la que una
suspensión sin garantía sólo sería posible si se alegase error material, de hecho o
aritmético; o si se alegase pago, compensación, aplazamiento, suspensión o prescripción.
El RD. 520/2005, de 13 de mayo, por el que se aprueba el Reglamento General de
desarrollo de la Ley 58/2003, de 17 de diciembre, General Tributaria, en materia de revisión
en vía administrativa en su art. 23 y en lo que se refiere a la suspensión del acto impugnado,
establece que la mera interposición del recurso de reposición no suspenderá la ejecución del
acto impugnado para pasar a continuación a detallar los supuestos y condiciones en los que, a
solicitud del interesado, se podrá acordar la suspensión efectividad del acto impugnado, y los
casos en los que la suspensión acordada en vía administrativa, y siempre a petición del
interesado que deberá comunicarlo así a la administración dentro del plazo para interponer
recurso contencioso, surtirá efectos en dicha jurisdicción sin perjuicio de la decisión que
adopte el órgano jurisdiccional.
En el caso sometido a dictamen no consta se haya solicitado la suspensión en vía de
recurso por lo que difícilmente la administración se puede pronunciar sobre la suspensión a
producir en un momento posterior en el que la decisión corresponde únicamente al órgano
judicial que esta conociendo del asunto.
Por ello, estando sub-iudice la petición de suspensión, en el presente informe se
formulan las propuestas de resolución siguientes:
Primera: Paralizar actuaciones cobratorias en vía voluntaria, con exigencia o no
de aval o garantía por el importe de la cantidad liquidada, en tanto se pronuncia al
respecto el Tribunal, en evitación de prejuzgar la decisión judicial y producir un
incremento por apremio en la deuda liquidada.
Segunda.- Denegar la suspensión o paralización solicitada considerando la
liquidación conforme a derecho, no concurriendo las circunstancias necesarias para
estimar que su ejecución produciría perjuicios de difícil o imposible reparación.
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Tercero.- El acuerdo que se adopte deberá ser notificado al interesado,
motivándose dicho acuerdo en las fundamentaciones jurídicas expuestas en este
dictamen.
Badajoz, 10 de octubre de 2011
Fdo. Carlos-Víctor Barquero Fernández
Vº Bº EL GERENTE----------Fdo.: Manuel Cordero Castillo
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