Rarámuris: corredores del alma

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LaAfición
SÁBADO 21 9 Noviembre de 2015
Por:
MENTE Y
Marién Estrada
CUERPO
E-mail: [email protected]
Twitter: @caminoamarillo7
Como el Caballo Blanco
Rarámuris:
corredores del alma
Sin entrenamientos ni equipo ni dietas sofisticadas, este grupo
indígena es capaz de cubrir jornadas ininterrumpidas de hasta
200 kilómetros para cruzar y sobrevivir en la Sierra Tarahumara
orrer es una de las actividades
deportivas más accesibles
y que más adeptos reúne
en la actualidad. Prácticamente, cualquiera y casi en
cualquier lugar puede hacerlo. Pero
más allá de los frutos inmediatos que
la mayoría de la gente busca, como
bajar de peso y estar físicamente en
forma, correr puede aportar muchos
más beneficios a nivel mental y por
qué no, hasta espiritual.
Los rarámuris, el pueblo que habita
la Sierra Madre Occidental, que une
Chihuahua, Durango y Sonora, y cuyo
significado: “pies ligeros” alude a su
ancestral tradición de correr, son
expertos en el tema.
De acuerdo con el antropólogo
William L. Merrill, autor de Las almas
Rarámuris, los mal llamados tarahumaras “creen que la vitalidad y fuerza
reflejan directamente la fuerza de
sus almas, que es también fortaleza
mental, ceremonial y fisica”.
Esta fortaleza y resistencia excepcionales los ha llevado a ganar el primero
y segundo lugares, a través de Silvino
Cubézare y Aurelio González, en el
ultramaratón celebrado en Costa Rica
en noviembre de 2012 y el primero y
el segundo del ultramaratón de Los
Ángeles en 1990. Los ultramaratones
son carreras que oscilan entre los 50
y los 600 kilómetros.
Para los rarámuris, éstos, que
podrían parecer grandes “logros”
para los chabochis o mestizos, son
solo consecuencia de un ancestral
estilo de vida.
Habituados a las duras condiciones
climáticas de la sierra, al escabroso
relieve del terreno y a las enormes
distancias entre una comunidad y
otra, estos caminadores de tiempo
C
El sanado de pies, ritual preparatorio
completo saben de la resistencia al
sufrimiento y a claudicar desde que
nacen.
Y así lo demuestran en su principal
actividad recreativa que para algunos
tiene mucho de místico: la rarajipa
o carrera de bola, que puede durar
hasta dos días, y en la que se patea
una pequeña bola de madera durante
distancias que pueden ir de los 80 a
los 160 kilómetros.
“No hay mayor gozo ni diversión
que el participar en un juego. El más
importante y que puede ser motivo de
reunión entre comunidades lejanas,
es la carrera de bola, o como originalmente es llamado: rarajípari, para el
caso de los hombres y ariweta para
las mujeres, aunque este último no
sea con bola sino con aros y palos”.
Cada mes algunas de las 7 mil comunidades indígenas de la región
se organizan para enfrentarse en la
carrera de bola. Cada comunidad tiene
entre 20 y 40 casas. La competencia
consiste en impulsar una pelota de
encino con los pies descalzos o con
huaraches durante un periodo de 20
horas o más.
Cuando llega la noche, niños y mujeres
con antorchas siguen a los equipos
formados por 10 personas (más 12
suplentes) para alumbrar el camino.
El premio son cortes de tela, vestidos,
blusas, cintos, animales y el propio
honor de la comunidad.
En la carrera, según coinciden sociólogos y antropólogos “se ven reflejados
valores como resistencia, estrategia,
habilidad, trabajo en equipo”, tal como
ocurre en su vida cotidiana.
Para los rarámuris esa resistencia
casi sobrehumana tiene razones más
sencillas: “resistimos tanto porque
comemos pinole y echamos aceite en
las piernas”. Y tal vez influya también
la importancia que le dan a tener “paz
en el alma y llevarse bien con Dios”,
y con la comunidad, que para ellos
es lo mismo.
El alma para este pueblo de pies
alados, a la que llaman iwigá, significa
aliento. “Para ellos, las almas están
inherentemente vivas y cada entidad
que posee almas está viva en tanto
sus almas estén presentes. Todas las
explicaciones para sus acciones y su
estado físico, mental y emocional
están apoyadas finalmente en sus
concepciones sobre la naturaleza y
actividad de sus almas”.
Este sentido místico-espiritual es el
mismo que motiva tanto los rituales
curativos y mortuorios, como el resto
de las actividades que son centrales en
la vida rarámuri, y aquí entraría, desde
luego, la fascinación por correr. LA
Cada año, la primera semana de marzo
corredores de todas las categorías se
reúnen en el poblado de Urique, en el sur
de Chihuahua, para participar en el ya
conocido Ultra Maratón Caballo Blanco.
A lo largo de 80 kilómetros en las barrancas de Urique, hombres y mujeres
de todas las edades y provenientes tanto
de la Sierra Tarahumara como del resto
del mundo, ponen a prueba su resistencia física y mental, corren por senderos
rocosos y estrechos, rodeados de desfiladeros, atravesando uno de los cañones
más hermosos y profundos del mundo,
con descensos hasta más de 600 metros y
ascensos de más de mil 800 metros; esta
carrera es reconocida internacionalmente
por su gran dificultad.
Los tarahumaras se han enfrentado a
corredores profesionales y reconocidos
mundialmente, e incluso así se siguen posicionando en los primeros lugares tanto
en la rama varonil como la femenil. En
los últimos dos años, de los primeros 10
finalistas ocho han sido rarámuris.
CARRERA MINIMALISTA
Inspirado en estilos de carrera como el del pueblo
rarámuri o algunas etnias africanas, el estilo minimalista se basa en una forma natural de correr. Durante
cientos de miles de años, los humanos corrieron
descalzos o con calzado muy básico, con un estilo
muy natural y eficiente. No fue sino hasta los años
70 cuando comenzaron a fabricarse zapatos amortiguados que, según estudios del doctor Lieberman
de la Universidad de Harvard, cambiaron el estilo de
correr a más de 80% de los corredores, debilitando
con su uso la musculatura natural del pie.
Al observar a los habitantes de la mayoría de poblaciones nativas, es posible observar que, aunque
ellos corren mucho más que los occidentales, suelen
tener muchos menos problemas de lesiones y corren
de una manera más eficiente.
Lo más importante de esta tendencia, cada vez más
aceptada, es correr sin dejar caer primero el talón —con
la pierna adelantada al cuerpo y recta— para lograr
un trote con una cadencia más rápida y con una mejor
postura corporal. Se debe aterrizar primero con el
antepié para conformar el arco plantar. Lo cierto es
que hay que atravesar un periodo de transición para
saltar de los tenis comunes a sandalias minimalistas
para evitar lesiones.
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