la educación basada en competencias y su grado de desarrollo en

Anuncio
LA EDUCACIÓN BASADA EN COMPETENCIAS Y SU GRADO DE DESARROLLO
EN ALGUNAS UNIVERSIDADES LATINOAMERICANAS:
CASO COLOMBIA, ARGENTINA
Portilla, Mónica Gabriela
Universidad Nacional de Cuyo
[email protected]
Resumen
La presente ponencia tiene como propósito reflexionar sobre las realidades educativas para la
Educación Superior, exponiendo algunas condiciones para analizar nuevos horizontes de los
sujetos y de la educación instalados y que surgen como requerimientos en los debates
académicos, en pos de otras dinámicas educativas a nivel local, nacional e internacional, a partir
del concepto de ‘dispositivo’ -término técnico esencial del pensamiento de Foucault. Forma parte
de un trabajo en curso, que una vez terminado permitirá contar con evidencia sobre la educación
basada en competencias y su grado de desarrollo, en algunas universidades colombianas y
argentinas. Para desarrollar esta reflexión se utilizará la metáfora “estaciones de tránsito”, las
cuales son: en primer lugar, las realidades latentes para la Educación Superior del siglo XXI; en
segundo lugar, un posible andamiaje del dispositivo: la sociedad de la información y el
conocimiento, el sujeto posmoderno, la educación para el siglo XXI y educación basada en
competencias; finalmente se presentan las preguntas e hipótesis que guían el estudio.
Palabras clave: Educación Superior – dispositivo – sujeto posmoderno – educación basada en
competencias
Introducción
Todos los cambios estructurales que se registran en las principales dimensiones de las
sociedades tienen su manifestación en las instituciones y prácticas académicas, lo cual implica
comprender mejor los flujos e interacciones entre escuela y sociedad, que son cada vez más
intensos y complejos (Tenti Fanfani, 2008). Esto requiere un esfuerzo de aprendizaje de nuevos
lenguajes y nuevos modos de ver la realidad. Para Tedesco (1996), la transición a la democracia,
la crisis del Estado-nación, la globalización de la economía, el impacto de las nuevas tecnologías
de la información, la crisis de las identidades políticas tradicionales, entre otros, son fenómenos
que obligan a redefinir el papel de la educación en la sociedad y, más específicamente, en la
formación del ciudadano.
Pensar en esas transformaciones que están permeando la educación, y más aún la
Educación Superior (ESU), sugiere referir al concepto de ´dispositivo´ -término técnico esencial
del pensamiento de Foucault- y plantear diferentes aristas que hacen parte de éste. Por tanto, el
propósito de esta ponencia es reflexionar sobre dicho concepto, situándolo en este nuevo contexto
de realidades educativas latentes.
Para Foucault (1978) un dispositivo es una red de relaciones entre elementos
heterogéneos
(discursos,
instituciones,
construcciones,
reglamentos,
leyes,
enunciados
científicos, disposiciones administrativas) que tiene una función estratégica dominante (en este
caso, la producción de individuos políticamente dóciles y económicamente rentables), cuyo
funcionamiento y objetivos pueden modificarse para adaptarse a nuevas exigencias. Esto supone
que se efectúa una cierta manipulación de relaciones de fuerza, con el fin de desarrollarlas,
bloquearlas, estabilizarlas o utilizarlas. Para Deleuze (1990), el dispositivo es una especie de
ovillo o madeja, un conjunto multilineal, compuesto de líneas de diferente naturaleza, que siguen
direcciones diversas y forman procesos en desequilibrio; esas líneas se acercan unas a otras y a la
vez se alejan. Según Agamben (2011), es todo aquello que tiene la capacidad de capturar,
orientar, determinar, interceptar, modelar, controlar y asegurar los gestos, las conductas, las
opiniones y los discursos de los seres vivos. Un dispositivo, por tener esa función estratégica
dominante, siempre está inscripto en un juego de poder.
Para desarrollar esta reflexión se utilizará la metáfora “estaciones de tránsito”,
asemejándolas a cada parada en donde llegan los viajeros y pasan de un lugar a otro por parajes
públicos, en donde pueden recoger las principales y diversas ideas de este camino educativo.
Estas estaciones de tránsito son: en primer lugar, las realidades latentes para la Educación
Superior del siglo XXI; en segundo lugar, un posible andamiaje del dispositivo: la sociedad de la
información y el conocimiento, el sujeto posmoderno, la educación para el siglo XXI y educación
basada en competencias; finalmente se presentan las preguntas e hipótesis que guían el estudio.
Cabe anotar que estos temas que se enuncian más para provocar una reflexión que con la
pretensión de dar respuestas en este documento.
La presente ponencia forma parte de un trabajo en curso, que una vez terminado
permitirá contar con evidencia sobre el grado de desarrollo de la educación basada en
competencias en algunas universidades colombianas y argentinas. El enfoque radica en la
exploración de lo divergente y lo convergente, lo semejante y lo antagónico, los encuentros y
desencuentros educativos, sociales, económicos, políticos y culturales, vividos en las últimas
décadas, y a partir de esto lo emergente: lo fáctico de estas relaciones.
Realidades latentes para la Educación Superior del siglo XXI
A partir del concepto de dispositivo se trazan recorridos y enlaces que permiten construir
un andamiajei (scaffolding) de realidades latentes para la ESU, exponiendo algunas condiciones
para analizar nuevos horizontes del sujeto y de la educación instalados y que surgen como
requerimientos en los debates académicos, en pos de otras dinámicas educativas a nivel local,
nacional e internacional. Cabe resaltar que “una realidad humana, social y dinámica, como es el
caso de la educación, debe ser comprendida a través de un entramado complejo de perspectivas,
metodologías, instrumentos y herramientas epistémicas que combinen las dimensiones de calidad
y cantidad” (Sobrinho et al., 2008, p. 91). Este contexto posibilita reflexionar, metafóricamente,
sobre una enredadera educativa, intentando identificar “líneas de visibilidad, de enunciación,
líneas de fuerzas, líneas de subjetivación, líneas de ruptura, de fisura, de fractura, que se
entrecruzan y se mezclan” (Deleuze, 1990, pp. 157-158).
A raíz de esto, una de las preocupaciones centrales consiste en identificar qué tan
isomórficas son la política y las Instituciones de Educación Superior (IES), cuáles son los nuevos
sentidos que adquieren y la manera como están asumiendo las decisiones para adoptar reformas
curriculares. Es claro que el análisis de la política pública educativa tiende a realizarse desde la
perspectiva del mercado y de la búsqueda de la mayor eficiencia de los recursos económicos, una
liberalización de la ley de demanda y oferta del mercado (ideas presentadas por autores como:
Buchanan, Friedman, von Hayek, citados por Montoya, 2013). Esto permite señalar que los
debates educativos han dejado de estar en manos de los grupos académicos en sentido estricto, y
muestran apertura a otro tipo de actores, con preocupaciones e intereses disímiles; hoy la
injerencia de organismos internacionales (e.g. BID, BM, OCDE, UNESCO, entre otros) está
definiendo los rumbos educativos.
Las cuestiones vinculadas a estos sucesos están atravesadas por varias aristas:
heterogeneidad, diversidad y masificación, acceso a la educación superior, comercialización y
mercantilización del sistema privado, gestión y financiación, cooperación internacional, sociedad
del conocimiento, innovación, investigación, ciencia y tecnología, TIC, formación por
competencias, créditos académicos, calidad, pertinencia y relevancia, aseguramiento de la
calidad, responsabilidad social, autonomía y libertad académica, acreditación y evaluación
(UNESCO, 1998; IESALC-UNESCO, 2008; Gazzola y Didriksson, 2008; Beneitone et al., 2007;
Asociación Colombiana de Universidades, 2008), las cuales tienen una alta carga semántica y,
por ende, consecuencias que determinan el tipo de praxis educativa que se realiza, porque detrás
de ellas existen objetivos y metas de economía política. Sobrinho et al. (2008) consideran que
“desde la sociedad, desde los gobiernos, y especialmente desde el mercado, se han producido
fuertes presiones para realizar importantes cambios en el significado mismo de la educación
superior, en sus funciones y atribuciones en el mundo de la economía global” (p. 92); en
consecuencia, los efectos de la política para la ESU y el impulso dado a las orientaciones de
mercado, como fin último y modo de supervivencia de las universidades, conlleva a introducir
acuciantes conceptos y nociones, cuya instalación y adopción podría resultar problemática y a
veces traumática (Vessuri et al., 2008).
En este abanico de aristas, sobresalen los organismos y agencias de evaluación y
acreditación en América Latina, a partir de los años 90, los cuales se crean bajo el concepto de la
calidadii de la ESU. La evaluación y la acreditación intentan consolidarse como cultura para el
mejoramiento institucional y social. Actualmente, las universidades deben cumplir con
requerimientos de los organismos mencionados que, es de suponer, buscan procesos de
homogenización y estandarización; es preciso señalar que estos procesos funcionan como
instrumentos institucionalizados, que buscan garantizar la regularidad de las normas y las
acciones humanas, lo que conlleva a la estabilidad y el equilibrio entre la educación y la
economía política. En este contexto, Sobrinho et al. (2008) manifiestan:
(...) son muy grandes y graves los problemas y retos que nos toca enfrentar. Uno de los más importantes
desafíos consiste en la articulación de los procesos de evaluación basados en los conceptos de mejora,
emancipación, autonomía y libertad académica, con las prácticas de acreditación orientadas al control, a la
regulación, a la conformidad con normas externas. Como tendencia general, se observa un desplazamiento
de los procesos de autoevaluación y de las evaluaciones cualitativas focalizadas en la producción de
significados hacia los procesos de evaluación externa y acreditación (p. 109).
Esta problemática se puede atribuir a dos cuestiones que Montoya (2012) destaca: por un
parte, la pérdida de la autonomía universitaria y, por la otra, la intencionalidad del sistema
educativo y el peligro inminente que no forme personas y ciudadanos, sino que proporcione la
mejor instrucción útil para el mercado laboral. Todo eso, si el único interés es la sobrevivencia
del más fuerte y la construcción de la política social por la vía del “individualismo
metodológico”iii. Este autor ratifica que la política de calidad de la ESU por la vía de los procesos
de acreditación de la educación emplea dicho individualismo metodológico, porque parte del
presupuesto que la búsqueda de una mayor participación de la demanda educativa hará que las
universidades se articulen a los procesos de educación. La búsqueda egoísta de cada universidad
por mayores niveles de financiación lograría la mayor eficiencia del sistema educativo. Según
Aponte et al. (2008), los procesos de globalización y de interacción política y económica entre los
diferentes países, durante las últimas décadas, han llevado a las sociedades a proyectar su
desarrollo en términos de capacidad competitiva (nuevas prioridades, estrategias y alianzas),
armonizando el interés público con lo individual o privado. Por su parte, Landinelli et al. (2008)
destacan que se trata de:
“(…) un concepto de calidad que busca una refuncionalización pragmática de la educación superior y
sus paradigmas organizativos, donde los problemas centrales no serían ya los de talante universalista
vinculados a la democratización del acceso al conocimiento, la búsqueda de la excelencia académica y la
pertinencia social, sino los de la exclusiva valoración utilitarista de los procesos educativos y de las
titulaciones como instrumento para la persecución del éxito individual” (p. 160).
Es evidente que estas tendencias han provocado mutaciones en las dinámicas educativas
de las IES en Colombia y Argentina, en relación con las estructuras organizativas, funciones,
procesos, gobernabilidad y su lugar mismo en la sociedad. A continuación, se describe el impacto
educativo y social que han generado algunos hitos significativos, en la actual globalización.
Un posible andamiaje del dispositivo. Enredadera educativa
Un
posible
andamiaje
de
realidades
latentes
se
piensa
haciendo
alusión,
metafóricamente, a una planta enredadera, con un trayecto “rizomático”, término desarrollado
por Deleuze y Guattari (1994). Se hace esta selección metafórica por las mismas cuestiones
semánticas y porque, al ser parte de la naturaleza, nace, vive, se reproduce y algunas de sus hojas
o frutos mueren para comenzar otra vez el ciclo, apareciendo nuevas hojas con las mismas o
diferentes características. Este ciclo se entrelaza cada vez más, mientras más se estudie el
fenómeno. En la enredadera se instauran relaciones que confluyen para representar un todo y sus
partes, y esas partes contenidas en el todo, por lo cual, según Pascal (1973), es imposible conocer
el todo sin conocer las partes y conocer las partes sin conocer el todo.
Las aristas que se describen a continuación no son bivalentes, sino “cadenas de
variables relacionadas entre sí” (Deleuze, 1990, p. 155), entidades mixtas o mezclas producidas
en la misma enredadera.
La sociedad de la información y el conocimiento
La llamada “sociedad de la información y el conocimiento” está asociada a la
consideración del conocimiento como eje de la vida económica, concepto introducido por Hayek
y Machlup (citados por Grinberg, 2013); en esta misma línea, otros autores también aportan al
tema y hacen referencia a, la sociedad del conocimiento (Drucker, 1969), la tercera ola (Toffler,
1980), la sociedad de los mass media (Vattimo, 1989), el mundo del trabajo flexible (Carnoy,
2001), la sociedad red (Castells, 2004), la economía del conocimiento (Torrent, 2008; Vilaseca y
Torrent, 2005).
Una primera generación de estos planteos fue presentada por Hayek y su discípulo
Machlup. Hayek señalaba que hay distintos tipos de conocimientos centrales para la vida social,
más allá del científico, tales como las habilidades prácticas, la experiencia, entre otros; proponía
que, si bien en la vida real nadie posee un conocimiento perfecto (condición central para el
funcionamiento del mercado), sí posee la capacidad y habilidad para buscar información. Estas
dos, según Hayek, constituyen los aspectos clave para tomar decisiones y planificar acciones.
Machlup, por su parte, acuña la noción de sociedad de la información. En sus aportes plantea que
el conocimiento siempre jugó un papel importante en los análisis de la economía, pero para la
gran mayoría el estado del conocimiento y su distribución en la sociedad constituía uno de los
tantos datos que se dan por sentados. Así, señalaba que más allá de la ausencia de teorización al
respecto en la literatura económica, el conocimiento siempre ha sido central. Este autor propone
que debería considerarse conocimiento a cualquier cosa que sea sabida por alguien; además, que
el conocimiento supone tanto su producción como su distribución, la información es
conocimiento sólo si es comunicada y utilizada (Grinberg, 2013).
Una segunda generación se asienta en los aportes de Drucker (1969), quien introduce el
concepto de sociedad del conocimiento y desde sus postulados teóricos explica que la
información que circula se interpreta y pasa a ser conocimiento y ese conocimiento se convierte
en un recurso clave, igual o más importante que los factores de producción ya conocidos como
los recursos naturales: la tierra, el capital y el trabajo, característicos de la sociedad agraria e
industrial.
Más adelante, Castells (2004) hace referencia al desarrollismo informacional o
informacionalismo y sustenta que la actual sociedad descansa en la utilización del conocimiento,
como su principal fuente de productividad. El paradigma de la red o paradigma informacional
permite la reutilización de la información generada, ya que los bits no se destruyen, sino que
circulan y se reutilizan. El intercambio de objetos pasa al intercambio de información.
Es importante señalar que la producción y transferencia de conocimientos, actualmente,
es una de las tendencias de la ESU. Para IESALC-UNESCO (2008), la reorganización del
conjunto de las esferas de la vida política, social y económica, por la intermediación de la
producción y la transferencia de nuevos conocimientos y tecnologías sobre todo relacionadas con
la informatización, las telecomunicaciones, así como en la biotecnología y en la nanotecnología,
configura la denominada sociedad del conocimiento. Esta tendencia hace referencia a un proceso
articulado, desde el conocimiento existente hacia el que se produce y recrea. Para esto, interviene
un conjunto de elementos y componentes del saber hacer y saber como: experticia, técnicas y
capacidades muy variadas, mecanismos, programas, instituciones, agencias y actores del proceso.
En este contexto, se ha despertado el interés de académicos e investigadores por
identificar las transformaciones que este nuevo tipo de sociedad basada en la información, ha
generado en la sociedad, la política, la cultura, la economía, de tal forma que en las últimas dos
décadas ya se cuenta con un conjunto creciente de investigaciones (Castells, 2004; Castillo, 2012;
Jorgenson et al., 2005; Jovanovic y Rousseau, 2006; Pilat, 2006; Torrent, 2004; Torrent, 2008;
Vilaseca y Torrent, 2006; entre otros) relacionadas con la sociedad de la información y el
conocimiento y, por ende, con las TIC.
Para tener más claro el panorama, es necesario señalar que la gestión de la información
y el conocimiento han transformado la sociedad y su entorno, lo que produce un complejo
escenario educativo que se convierte en la experiencia interactuante en la realidad, más aún
cuando este “conjunto de enunciados se articulan en las pedagogías de las competencias y las
formas de pensar el conocimiento y su transmisión en el siglo XXI” (Grinberg, 2013, p. 86).
El sujeto posmoderno
La sociedad de la información y el conocimiento ha ido configurando al sujeto en la
actualidad como sujeto posmoderno. Según Vattimo (1989), la llegada de los medios masivos de
comunicación fue tan importante que él marca este hito como el fin de la modernidad y el
comienzo de la posmodernidad. La información se hizo masiva, y con ella aparecieron muchas
cosas útiles y novedosas para la humanidad. El hombre pasó a conocer realidades muy distintas
de la propia, y esto contribuyó a que surgieran las ideas de emancipación y autonomía de los
modelos antiguos. Hoy los medios de comunicación son parte del eje de la sociedad.
Jameson (1991) resume en cinco los rasgos constitutivos de la ideología de la
posmodernidad:
1. Una nueva superficialidad que se encuentra prolongada tanto en la teoría
contemporánea como en toda una nueva cultura de la imagen o el simulacro.
2. Debilitamiento de la historicidad. “La modernidad encuentra su final desde el
momento en que no es posible descubrir una visión unitaria de la historia”
(Vattimo, 1989, pp. 74-75).
3. Un subsuelo emocional totalmente nuevo.
4. Profundas relaciones de todo ello con una nueva tecnología.
5. Misión política del arte en el nuevo espacio mundial del capitalismo
multinacional avanzado.
Por su parte, Toffler (1990) presenta la radiografía de la actual realidad, la tercera ola,
comparándola con el mundo propio del capitalismo surgido de la segunda revolución industrial,
la segunda ola, y asumiendo que la sociedad agraria propia del Antiguo Régimen ha representado
-en esta metáfora de mareas- la primera ola. El punto de partida del discurso de este pensador se
encuentra en la sustitución de la sociedad masiva, y por tanto de las formas sociales amorfas y
pasivas propias de la domesticación capitalista, por otras múltiples realidades individuales,
plenamente diversificadas, el derecho posmoderno de ser uno mismo, o la lógica de la necesidad
personal en contra del discurso social, que, sin embargo, están lejos de recrear de nuevo el lazo
social; esta característica, de alguna forma definitoria de su pensamiento, será básicamente
consecuencia de la tecnología y de sus nuevos usos en pro de la individualidad.
La educación para el siglo XXI
En el presente, la fisonomía de la ESU en América Latina y el Caribe es muy diferente
de la que se revelaba hace unas pocas décadas. La evidencia muestra que las viejas estructuras
universitarias se han visto interpeladas por procesos sociales complejos e insospechados que han
obligado a replanteamientos estratégicos fundamentales (Landinelli et al., 2008).
La ESU para el siglo XXI, mediada por los cambios asociados a la configuración de una
sociedad del conocimiento y en este panorama, el papel de las IES, sugiere la integración de
modelos y métodos innovadores de enseñanza y aprendizaje, donde se utilice de forma pertinente
y eficiente los instrumentos y dispositivos pedagógicos del presente y del futuro (Vessuri et al.,
2008).
Empero, adoptar estos cambios y consolidar la integración no es tarea sencilla. Según
Mollis (2003), en la década de los 80, se fue instalando el malestar por el funcionamiento
deficiente de las universidades latinoamericanas, emergiendo la preocupación por los vicios y
defectos institucionales. Las IES pasaron a ser objeto de crítica en tanto se identificaban como un
lugar de imposición y obediencia, que respondía a la memoria, la rutina, la descontextualización,
la fragmentación, la repetición y que daba respuestas a las necesidades y requerimientos de las
sociedades agrarias e industrializadas. Para De Zubiría (2013), la institución educativa tradicional
no se corresponde con un mundo social y económico cada vez más flexible, global, incierto y
cambiante, es decir, no está articulada con el mundo actual.
En el marco de esta convergencia, en función de la adecuación entre lo que hacen las
IES y lo que la sociedad espera de ellas, Díaz Barriga y Lugo (2003) señalan que, al mismo
tiempo que se habla de la necesidad de dar respuesta a las demandas de la sociedad del
conocimiento y de entrar en una dinámica de internacionalización, autores que incursionan en el
tema del desarrollo curricular analizan con una fuerte preocupación asuntos como: la inequidad
en la calidad y oferta educativa, la masificación de la enseñanza, las acusadas deficiencias en la
formación de los alumnos, la obsolescencia y rigidez de los planes curriculares y de los modelos
de enseñanza, la incapacidad de las instituciones educativas de dar respuesta a las demandas de
un mercado laboral incierto y deprimido, las deficiencias o la falta de profesionalización de los
docentes, o el desconocimiento de las prácticas educativas reales que ocurren en las aulas como
resultado de las reformas curriculares.
Sin embargo, las respuestas que se ofrecen a los problemas antedichos, desde la
perspectiva de estudios curriculares son desemejantes, no sólo por los paradigmas distintos de los
cuales se parte, sino también por la lectura que hacen los autores del contexto educativo y su
adscripción o rechazo a las políticas educativas imperantes (ibídem).
La educación basada en competencias
Si bien el término competencia surge inicialmente de la formación para el empleo a
finales de los años 40, con el devenir de la sociedad del conocimiento se ha venido empleando
con mayor fuerza en el ámbito educativo para todos los niveles de formación: básica, media y
superior. Su conceptualización e incorporación a los propósitos formativos, a la definición de
perfiles profesionales y como recurso para la comparabilidad y movilidad de los estudiantes en
los sistemas educativos nacionales e internacionales, se debe en gran medida a los aportes de
organismos internacionales y la influencia de sus programas de cooperación en la formulación de
políticas nacionales y globales.
Actualmente, existe una plétora de acepciones alrededor del concepto de competencia,
que se han tejido en la sociedad en general y, en particular, en el ámbito educativo. A partir de las
decisiones en las políticas públicas en educación para los países de América Latina, se sitúa la
formación por competencias en el centro de la ESU, como un fin en sí mismo, tendiente a
consolidarse como un mecanismo que se aproxime a los procesos de homogeneización y
estandarización instalados desde los años 90, como una arista más de los fines de la política
neoliberal, lo cual corresponde a una mayor implicación de la sociedad en la educación, la cultura
de la calidad y la expansión de la globalización.
En la Conferencia mundial sobre la ESU (UNESCO, 1998) se profundizó en los
métodos educativos innovadores, en los cuales se percibe la necesidad de una nueva visión y un
nuevo modelo de enseñanza y aprendizaje basado en competencias, lo que implica una
renovación de los contenidos, métodos, prácticas y medios de transmitir el saber. Paralelamente,
intervienen los proyectos Tuning para América Latina, 2007, que contempla cuatro líneas de
trabajo: competencias genéricas y específicas, enfoques de enseñanza, aprendizaje y evaluación,
créditos académicos y calidad de los programas y 6x4 Unión Europea América Latina y el
Caribe, 2008, que consiste en seis grupos de trabajo, uno por cada profesión seleccionada y
cuatro ejes de análisis: competencias profesionales, créditos académicos, evaluación y
acreditación, y formación para la investigación y la innovación iv. Estos proyectos son
congruentes con el seguimiento de parámetros internacionales de educación, orientados a que la
ESU en todos los países se articule sobre un marco común de referencia.
Preguntas e hipótesis
Para desarrollar este estudio se realizará un análisis hermenéutico, a través de
descripciones cualitativas y narrativas analíticas, con el fin de crear nuevo conocimiento sobre el
problema identificado, determinando las categorías de análisis significativas asociadas a las
reformas educativas para el siglo XXI y a la educación basada en competencias, en algunas
Universidades en Colombia y Argentina, como estudio de casos.
El análisis se focaliza en responder el siguiente interrogante: ¿Cuál ha sido el grado de
asimilación en el discurso pedagógico de la educación basada en competencias dentro de las
reformas educativas para el siglo XXI en Colombia y Argentina? Y a partir de aquí identificar:
¿Qué características teóricas, académicas, prácticas se presentan en la política pública educativa y
los procesos de educación basada en competencias durante el siglo XXI? ¿Cuáles son las
transformaciones generadas en discursos y prácticas docentes por las reformas educativas para el
siglo XXI, en algunas universidades en Colombia y Argentina? ¿Cuáles son las características de
los discursos y prácticas docentes frente a los cambios exigidos por los procesos de reforma
educativa para el siglo XXI, en torno a la educación basada en competencias? ¿Cuáles son los
discursos y prácticas docentes relacionadas a la educación basada en competencias?
En armonía con estos planteos, las hipótesis son: a) La reforma educativa para el siglo
XXI en Colombia y Argentina y sus diferentes discursos y prácticas docentes presentan grados de
asimilación dependiendo del país y el tipo de universidad; b) La política pública educativa en
Colombia y en Argentina ha buscado procesos de homogeneización y estandarización, en los que
la educación basada en competencias es una arista de los fines de la política neoliberal; c) Al
interior de las universidades colombianas y argentinas los discursos y prácticas docentes se han
dejado permear frente a los cambios exigidos por los procesos de reforma educativa para el siglo
XXI, en torno a la educación basada en competencias; d) Hay diversidad de prácticas y discursos
en las universidades colombianas y argentinas relacionadas con la educación basada en
competencias.
Referencias Bibliográficas
Agamben, G. (2011). ¿Qué es un dispositivo? Sociológica, 26(73), 249-264.
Aponte, E., Mendes, M., Piscoya, L., Celton, D., y Macadar, D. (2008). Desigualdad, inclusión y
equidad en la educación superior en América Latina y el Caribe: tendencias y escenario
alternativo en el horizonte 2021. En: A. Gazzola, y A. Didriksson (Eds.). Tendencias de la
Educación Superior en América Latina y el Caribe (pp. 113-154). Venezuela: IESALCUNESCO.
Arnsperger, C., y Varoufakis, Y. (2006). What Is Neoclassical Economics? The three axioms
responsible for its theoretical oeuvre, practical irrelevance and, thus, discursive power.
Panoeconomicus, 53(1), 5-18.
Asociación Colombiana de Universidades (2008). Propuestas y acciones universitarias para la
transformación de la educación superior en América Latina: Informe final del Proyecto
6x4 UEALC. Bogotá: ASCUN.
Beneitone, P., Esquetini, C., González, J., Marty Maletá, M., Siufi, G., y Wagenaar, R. (2007).
Reflexiones y perspectivas de la Educación Superior en América Latina. Informe final –
Proyecto Tuning – América Latina (2004-2007). Bilbao: Publicaciones de la Universidad
de Deusto.
Bruner, J. 1978. The role of dialogue in language acquisition. In A. Sinclair, R., J. Jarvelle, and
W. J. M. Levelt (Eds.). The Child's Concept of Language. New York: Springer-Verlag.
Carnoy, M. (2001). El trabajo flexible en la era de la información. Madrid: Alianza Editorial.
Castells, M. (2004). The network society. A cross-cultural perspective. Cheltenham y
Northampton: Edward Elgar.
Castillo, R. (2012). Interacción entre innovación tecnológica y cambio organizacional, y
relaciones laborales de la era informacional. Magazín Empresarial, 8(16), 41-50.
De Zubiría, J. (2013). El maestro y los desafíos a la educación en el siglo XXI. Colombia:
Editorial REDIPE 825.
Deleuze, G. (1990). ¿Qué es un dispositivo? En: Michel Foucault Filósofo (pp. 155-163).
Barcelona: Gedisa.
Deleuze, G., y Guattari, F. (1994). Rizoma. México: Diálogo Abierto.
Díaz Barriga, F., y Lugo, E. (2003). Desarrollo del currículo. En: A. Díaz Barriga (Coord.). La
investigación curricular en México. La década de los noventa (pp. 63-123). México:
COMIE.
Drucker, P. F. (1969). The Age of Discontinuity. New York: Harper & Row.
Foucault, M. (1978). Vigilar y castigar. México: Siglo XXI.
Gazzola, A., y Didriksson A. (Eds.) (2008). Tendencias de la Educación Superior en América
Latina y el Caribe. Caracas: IESALC-UNESCO.
Grinberg, S. M. (2013). Sociedad de la información, tecnologías y pedagogías de las
competencias en la era del management. Hacia una genealogía. Controversias y
Concurrencias Latinoamericanas, 5(8), 86-98.
IESALC-UNESCO (junio, 2008). Declaración y plan de acción de la Conferencia Regional de
Educación Superior-CRES-. Colombia: IESALC-UNESCO.
Jameson, F. (1991). El postmodernismo o la lógica cultural del capitalismo avanzado.
Barcelona: Paidós.
Jorgenson, D. W., Ho, M. S., y Stiroh, K. J. (2005). Productivity (vol. III). Information
Technologies and the American Growth Resurgence. Londres: MIT Press.
Jovanovic, B., y Rousseau, P.L. (2006). ¿General Purpose Technologies? In: P. Aghion, y S.N.
Durlauf (Eds.). Handbook of Economic Growth (pp. 1182-1226). Amsterdam: Elselvier.
Landinelli, J., MacDowell, A., Mollis, M., Manigat, S., y Mato, D. (2008). Escenarios de
diversificación, diferenciación y segmentación de la educación superior en América Latina
y el Caribe. En: A. Gazzola, y A. Didriksson (Eds.), Tendencias de la Educación Superior
en América Latina y el Caribe (pp. 155-178). Venezuela: IESALC-UNESCO.
Ministros Europeos de Educación. Secretaria General del Consejo de Universidades (1999).
Declaración de Bolonia. En: Declaración conjunta de los Ministros Europeos de
Educación reunidos en Bolonia el 19 de junio de 1999. Madrid.
Mollis, M. (2003). Las Universidades en América Latina: ¿reformadas o alteradas? La
cosmética del poder financiero. Buenos Aires: CLACSO.
Montoya, M. (2012). Economía política, educación y desarrollo. Simposio de Investigación
Doctoral en Educación. Universidad Santo Tomás, Bogotá.
Montoya, M. (2013). Políticas Públicas en Educación, Sociedad y Cultura en América Latina.
Manuscrito inédito. Facultad de educación, Universidad de San Buenaventura, seccional
Cali.
Pascal, B. (1973). Pensamientos (vol. I). Buenos Aires: Biblioteca de Iniciación Filosófica
Aguilar.
Pilat, D. (2006). ¿The Impacts of ICT on Productivity Growth: Perspectives from the Aggregate,
Industry and Firm Level? In: M. Mas, y P. Schreyer (dir.). Growth, capital and new
Technologies (pp. 113-147). Bilbao: Fundación BBVA.
Pires, S., y Lemaitre, M. J. (2008). Sistemas de acreditación y evaluación de la educación
superior en América Latina y el Caribe. En: A. Gazzola, y A. Didriksson (Eds.),
Tendencias de la Educación Superior en América Latina y el Caribe (pp. 297-318).
Venezuela: IESALC-UNESCO.
Sobrinho, J., Stubrin, A., Martín, E., González, L. E., Espinoza, O., y Goergen, P. (2008).
Calidad, pertinencia y responsabilidad social de la universidad latinoamericana y caribeña.
En: A. Gazzola, y A. Didriksson (Eds.). Tendencias de la Educación Superior en América
Latina y el Caribe (pp. 87-112). Venezuela: IESALC-UNESCO.
Tedesco, J. (1996). La educación y los nuevos desafíos de la formación del ciudadano. Nueva
Sociedad, 146, 74-89.
Tenti Fanfani, E. (comp.) (2008). Nuevos temas en la agenda de política educativa. Buenos
Aires: Siglo XXI Editores.
Toffler, A. (1980). La tercera ola (Trad. A. Martin). Barcelona: Plaza & Janes.
Toffler, A. (1990). El shock del futuro. Barcelona: Plaza & Janes.
Torrent, J. (2004). Innovación tecnológica, crecimiento económico y economía del crecimiento.
Consejo de Trabajo, Económico y Social de Cataluña – CTESC. Barcelona: Generalitat de
Cataluña.
Torrent, J. (2008). ¿TIC, conocimiento y actividad económica. Hacia la economía del
conocimiento? En: S. Berumen, y K. Arriaza (ed.). Evolución y desarrollo de las TIC en la
economía del conocimiento (pp. 35-74). Madrid: Ecobook-Editorial del Economista.
UNESCO (octubre, 1998). La Educación Superior en el Siglo XXI: Visión y Acción. Conferencia
Mundial sobre la Educación Superior. Francia: UNESCO.
Vattimo, G. (1989). La Sociedad Transparente. Milán: Paidós.
Vessuri, H., Cruces, J. M., Ribeiro, R. J., y Ramírez, J. L. (2008). El futuro nos alcanza:
mutaciones previsibles de la ciencia y la tecnología. En: A. Gazzola, y A. Didriksson
(Eds.), Tendencias de la educación superior en América Latina y el Caribe (pp. 55-86).
Venezuela: IESALC-UNESCO.
Vilaseca, J., y Torrent, J. (2005). Principios de economía del conocimiento. Hacia una economía
global del conocimiento. Madrid: Pirámide.
Vilaseca, J., y Torrent, J. (2006). ¿TIC, conocimiento y crecimiento económico. Un análisis
empírico, agregado e internacional sobre las fuentes de la productividad? Economía
Industrial, 360, 41-60.
Notas
i
Bruner en 1978, con este término captura la idea de un soporte ajustable y transitorio, que se remueve cuando no es
necesario.
ii
Sobre el concepto de calidad, véase el capítulo 3: Calidad, pertinencia y relevancia social de Sobrinho et al. (2008)
y el capítulo 8: Sistemas de acreditación y evaluación de la educación superior en América Latina y el Caribe de
Pires y Lemaitre (2008).
iii
Cfr. teorías neoclásicas de Arnsperger y Varoufakis (2006).
iv
Los proyectos Tuning y 6x4 tienen sus antecedentes más cercanos en el Proyecto Tuning de la Unión Europea,
como resultado del trabajo integrado del proceso de Bolonia (1998), a través de la creación del Espacio Europeo de
Educación Superior (EEES).
Descargar