nueva etapa de la integracion latinoamericana: mercosur, alca, alcsa

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NUEVA ETAPA DE LA INTEGRACION
LATINOAMERICANA:
MERCOSUR, ALCA, ALCSA
Aída Lerman Alperstein
Introducción
L
a actual etapa de internacionalización económica, denominada globalización no ha excluido, sino que por el contrario ha fomentado la regionalización, mediante la creación o profundización de los procesos de integración.
La conclusión de la Ronda Uruguay, tuvo como resultado un acuerdo de interpretación del artículo xxiv, que la diferencia del pasado que expresaba el
principio de Nación Más Favorecida como el Único principio plenamente consistente con la conclusión teórica del Libre Comercio, que era lo óptimo para
el mundo en su conjunto. Junto con esa interpretación teórica predominante, el
multilateralismo mundial regulado por el articulo xxiv del GATT, consideró a la
I~itegracióncomo una excepción, puesto que no sólo era opuesta a la liberalización universal, sino que en el mejor de los casos era un camino indirecto y
menos convincente.
Para la actual interpretación, los acuerdos de integración constituyen el
camino más rápido hacia el multilateralismo porque están acompañados de
normas comunes más claras fijadas por la Organización Mundial de Comercio
(OMC), que evitarán la conversión de los bloques regionales en cotos proteccionistas y cerrados.
Así las dos tendencias que hoy se presentan, globalización y regionalización no aparecen como procesos opuestos, sino complementarios y lo que
contribuye a ello, es la adopción por parte de Estados Unidos del articulo xxiv,
que representa un cambio de considerable significación, puesto que modifica
el equilibrio de fuerzas respecto al regionalismo en comparación con la situación vivida en los años sesenta. El ofrecimiento que hizo el expresidente Bush
de la Iniciativa para las Américas, en el sentido que las naciones latinoa-
mericanas se unan a Estados Unidos en una zona de libre comercio, proyecto
conocido como ALCA, es parte de esa decisión de dar una respuesta en del
marco regional, pero que muy bien podríamos insertarlo en la intención del país
del norte ue crear un bloque en el continente americano que sirva de contrapeso a la exitosa Unión Europea, a la que paradójicamente ayudó a crear,
no obstante su desconfianza de los acuerdos comerciales discriminatorios y
negociando el artículo xxiv para lograr que el GATT aprobara una unión imperfecta, pero que políticamente era provechosa para el objetivo de lograr la
estabilidad europea.
Es este nuevo contexto internacional, que forzó a una política nacional de
apertura y liberación comercial, donde los proyectos de integración tan anhelados y nunca logrados, tienen hoy finalmente posibilidades de concretarse.
En términos generales, el regionalismo aparece como el mecanismo mediante
el cual los gobiernos nacionales conducen la integración económica sin perder
la autonomía política para incidir en los flujos de comercio e inversión y con
ello evitar marginarse del escenario mundial (Cepal, 1996: 29).
El objetivo de este trabajo es abordar históricamente los proyectos de integración, centrándolos en el cono sur de América Latina, con el fin de comprender las causas por las cuales estos proyectos, algunos muy sugerentes, no
lograron consolidarse; y es en esta década cuando hay visos ciertos de conformar un Área de Libre Comercio Sudamericana, a partir del Mercosur, que si
tiene éxito puede transformarse a su vez en un poder negociador de gran
importancia frente al ALCA, impulsado por Estados Unidos.
Porque la magnitud y composición del comercio entre los países miembros
de un proceso de integración ha jugado y juega un papel determinante, abordaré el trabajo considerando la relación entre la política comercial nacional, la
inserción de los países en el mercado mundial y las principales propuestas de
los diversos proyectos de integración.
Antecedentes históricos de las relaciones comerciales y
proyectos de integración en el área de América del Sur
El desarrollo latinoamericano basado en la expansión de las exportaciones
nacia finales del siglo xix transformó a los países de la región en economías
que competían entre si, tanto porque en algunos casos exportaban prcductos
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similares como por el hecho de que los importados provenían de fuera de la
región, situacibn que impidió una vinculación más estrecha entre ellos. No obstante los países meridionales de América Latina, Argentina, Bolivia, Brasii,
Chile, Paraguay, Perú y Uruguay alimentaron entre sí un intercambio comercial
constituido por productos primarios: cereales, principalmente trigo y productos
tropicales, café, cacao y eventualmente yerba mate y otros como madera,
etcétera (Lerman, 1996a: 116).
La desorganización del comercio internacional que siguió a la crisis de
1929 tuvo hondas repercusiones en la region que sumado a las dificultades de
abastecimiento que produjo la segunda guerra, dio origen no sólo a un comercio más diversificado dentro de la región, modificando los patrones tradicionales, sino incluso a la idea de consolidar un proceso de integración económica
en el Sur, cuando en 1941, durante la Conferencia Económica Regional de los
países del Plata, se acordó "Recomendar el estudio de una unión regional
aduanera y su extensión a otros países limítrofes. Recomendar el aumento de
las mutuas adquisiciones de bienes de origen regional, estableciendo preferencia sobre los de igual naturaleza provenientes de otros países. Si los participantes denunciaren los instrumentos que tuvieren en vigor con terceras
potencias y que limitaren esta facultad, en los nuevos, deberán reservar su
derecho a otorgar la preferencia aludida. Tender a la creación de un fondo nivelador de cambios" (Cepal, 1954: 27). Esta decisión quedó, sin embargo, en
los papeles, ya que luego se produjo el ataque japonés a Pearl Harbor, seguido
de la conferencia de consulta lnteramericana de Río de Janeiro en 1942 que
generó posiciones opuestas por parte de la diplomacia de Brasil y Argentina.
Para el comienzo de los años cincuenta, el intercambio de mercancías
dentro de América Latina revelaba una acusada concentración, pues el 86%
de las exportaciones interlatinoamericanas provenían sólo de Argentina,
Brasil, Chile, Perú y Venezuela, y en cuanto a las importaciones, una parte
más o menos equivalente la adquirían también cinco países, Argentina,
Brasil Chile, Bolivia y Uruguay. Es decir, que como ocurre con el comercio
total exterior de América Latina que en gran parte es realizado por América
del Sur, también en su territorio se sitúa una elevada proporción del movimiento interlatinoarnericano.
Lo que se observa igualmente es la estructura tradicional del comercio en
el ámbito de los siete países meridionales de la región, puesto que son las materias primas, sobre todo de carácter alimentario las que primaban, si bien las
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PRODUCCION ECONOMICA
materias primas de interés industrial, como algodón, maderas, cobre, salitre,
nuevas producciones de hierro, estaban incorporadas y eran exportadas por
aquellos países deficitarios de alimentos. El comercio recíproco entre las republicas de la zona sur de América Latina ha sido dominado por los efectos de
la desigual distribución de las producciones alimenticias, entre los países abastecedores de alimentos y los que deben importarlos para satisfacer necesidades de la dieta de su población. Entre los países proveedores estaban
Argentina, Brasil, Perú y los importadores Bolivia, Chile y Uruguay.
El comercio de manufacturas dentro de la zona sur ofrecía una característica que revela un empobrecimiento notorio, especialmente en el número
de artículos que eran objeto de comercio, por las restricciones a la importación
que se adoptaban en general para proteger la diversificación de cada industria
nacional. Como resultado de ello, adquiría extensión el régimen que reserva
el mercado interno, con frecuencia indiscriminadamente, a la producción de
una multitud de artículos, muchos de ellos, procedentes de las industrias que
fabricaban en pequeña escala objetos destinados a servir a una demanda nacional inferior a la necesaria para una adecuada especialización. El debilitamiento del comercio intrazonal de manufacturas se manifestó en forma simultánea a la extensión que adquiría el régimen de limitación cuantitativa de
importación de productos similares a los de producción nacional, que en
variada medida aplicaban los principales paises de la zona, y también por el
hecho que los mismos países en su intercambio mutuo raramente participaban
en las cuotas exclusivas de importación de manufacturas que unos y otros
concedían a favor de los mercados europeos o norteamericanos, donde
colocaban ciertas exportaciones propias de salida difícil y a cambio aceptaban
excepcionalmente mercancías cuya importación no permitían habitualmente.
Asimismo, las políticas comerciales que adoptaban los gobiernos latinoamericanos en el pasado eran más o menos idénticas y obedecían al propósito
de asegurar a las exportaciones destinadas a los grandes centros mundiales
un tratamiento aduanero que no les significara gravámenes superiores a los
que regían para productos similares de otra procedencia. En compensación al
tratamiento acordado a lcs productos primarios de la región por los principales
compradcres, éstos obteniar-i la garantía reciproca de que S L : ~expcrtaciones
no serian objeto de derechos n;enos favorables que los mas bajos reconocidos
a otro estado para n~ercanciasiguales. Signo de la reciprocidad en !os convei-iios de comercio que ¡as repúblicas del sur y de ia region celebraban con na-
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ciones de Europa y Estados Unidos era la adopción por lo común de la fórmula
denominada de Mayor Favor, y es por esta razón que no lograron abrirse camino diversos intentos registrados para establecer preferencias regionales o
bilaterales de carácter amplio. La defensa del curso de las exportaciones primarias a los grandes centros consumidores predominaba en las preocupaciones de la política comercial.
Cuando en 1948 se creó el GATT, se introdujeron cambios dentro del
panorama de la política comercial al extender a todos los miembros del organismo los efectos de la cláusula de Nación más Favorecida, cláusula que
beneficiaba a una extensa lista de mercancías comprendidas en las negociaciones bilaterales entre los miembros del acuerdo. De la zona Sur se
suscribieron al Tratado: Brasil, Chile, Perú y Uruguay, no así Argentina, Bolivia
y Paraguay. En los que lo suscribieron parece haber predominado el criterio
de que dentro del conjunto de ventajas y limitaciones que ofrecía, se defenderían mejor a través de la participación en el acuerdo los respectivos intereses
nacionales y en especial los que nacen de la salvaguardia de las exportaciones
básicas a los grandes centros consumidores (Cepal, 1954: 24).
El comercio entre los países del Sur y más concretamente entre Argentina,
Brasil, Chile y Uruguay que representaba más de la mitad del intercambio intraregional en el periodo de posguerra, era regido por convenios bilaterales de
compensación que implicaba el empleo selectivo de controles cambiarios y
de comercio exterior. Las dificultades surgidas por los ajustes bilaterales condujeron a la declinación del comercio, por lo cual se llegó a finales de los años
cincuenta a proponer una Zona de Libre Comercio, y como todos los países
con excepción de Argentina se habían unido al GATT, se consideró necesario
asumir las reglas que este organismo fijaba. La decisión de establecer un arreglo limitado para el comercio regional se adoptó en 1958, en una reunión auspiciada por Cepal y cuando este organismo estaba proponiendo la creación
de un Mercado Común Latinoamericano, propuesta basada en tres conceptos:
preferencia comercial, reciprocidad y compensación multilateral en los pagos.
Respecto al sistema preferencial se aclaraba, que al disminuir la exagerada
protección entonces existente en los países se daría mayor estímulo al intercambio entre los países del área primero y más tarde a su comercio con el
resto del mundo. El obstáculo principal lo constituía la dimensión limitada de
los mercados nacionales que no permitía lograr los niveles de productividad
de los grandes centros industriales y que la elevada protección de los mer-
cados iría desapareciendo a medida que la política preferencial interconectara
dichos mercados. El comercio con el resto del mundo se intensificaría, pues la
ampliación de los mercados abriría el camino a las exportaciones de productos
industriales que por su costo elevado no eran competitivos internacionalmente.
Igualmente se planteaba la necesidad de otorgar un tratamiento diferencial a
los países de desarrollo industrial incipiente, por medio de dos medidas: un
promedio más alto de derechos que el acordado como meta para los más avanzados y concesiones especiales que éstos otorguen para abrir sus mercados
a las exportaciones de manufacturas de aquellos países de incipiente industrialización (Lerman, 1996b: 37).
La fórmula de preferencia comercial que impulsaba Cepal en su propuesta
del Mercado Común Latinoamericano, contradecía no sólo la fórmula librecambista que propiciaba el GATT y Estados Unidos, sino los mismos intereses de
los gobiernos latinoamericanos, lo que explica entonces el carácter del proyecto presentado por los países del Sur, que contaba además con el apoyo de
los organismos internacionales.
La zona de libre comercio que se proponía, se adaptaba mejor al papel
secundario reservado a la integración regional en las estrategias y las políticas
de desarrollo vigentes, trazadas en función de dos órdenes primarios y prioritarios: la realidad nacional y la inserción en del sistema internacional, evitándose asumir cualquier compromiso que condujera a acceder o compartir
colectivamente alguna parte del poder nacional de decisión. Ello también
explica la ausencia de toda forma, por más embrionaria que ésta fuera, de
organización comunitaria supranacional.
La idea central que guió las disposiciones del Tratado de Montevideo de
1960 que instituyó la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC)
fue la liberalización y la expansión de los intercambios dentro de la región. Se
buscaba una zona de libre comercio que se perfeccionara en un periodo de
transición no mayor de 12 años y que eliminara los derechos aduaneros y otras
restricciones cuantitativas sobre el comercio. La desgravación ganó terreno
con rapidez solamente en los primeros años y para finales de la década de los
sesenta fue menos espectacular. Algunas de las razones que se han dado
para explicar este decaimiento fueron, por ejemplo: Que los países del cono
sur eran al momento del Tratado de Montevideo, los países de la zona que
detentaban el mayor porcentaje del comercio intrazonal, si bien con una tendencia a la baja en los últimos años de la década de los cincuenta, y que una
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vez alcanzado el objetivo de revertir esta tendencia en los primeros años de
vigencia del Tratado, se debilitó el impulso negociador y decayó por tanto todo
el programa de liberación comercial.
Igualmente, la elaboración de las primeras listas nacionales se vieron facilitadas por la inclusión de productos que ya eran objeto del comercio intrazonal,
sobre la base de antiguos acuerdos bilaterales y a medida que los compromisos de desgravación anual pasaron a exigir la inclusión en las listas de otros
bienes producidos internamente y a un nivel de rebajas que conduciría a la
competencia en cada mercado nacional de productos similares originarios de
otros países de la zona, las negociaciones se hicieron cada vez más difíciles.
Se negaba en los hechos uno de los propósitos primordiales que se perseguía
al preconizar la expansión del comercio intraregional y que era introducir
progresivamente la competencia en la industrialización entre los países de la
región.
Otra causa que se aduce es la desigual distribución de los costos y beneficios; mientras algunos países lograban importantes saldos positivos en el
comercio intrazonal, especialmente en manufacturas, otros resultaban con saldos negativos crecientes sin adecuadas compensaciones.
No obstante lo anterior, es dable reconocer que también hubieron efectos
positivos, como por ejemplo dos: uno, que "el comercio intrarregional medido
por las exportaciones creció once veces entre los años de 1960 y 1978, de
cerca de 800 a 8 mil 400 millones de dólares, en tanto las exportaciones hacia
el resto del mundo aumentaron en el mismo periodo casi 6 veces de 788 a 44
mil 600 millones de dólares", y dos, que para esos años el 60 por ciento del
comercio estaba constituido por bienes manufacturados, lo cual permitió ampliar mercados para la consolidación del proceso de industrialización de la
región, si bien éste se concentró en Argentina, Brasil y México único país fuera
del área sudamericana, que estaba incorporado a la ALALC (Lerman, 1996b:
67).
A partir de comienzos de la década de los años setenta, los gobiernos de
la zona comenzaron a adoptar políticas comerciales, basadas en un sistema
de incentivos subsidiados, que contradecía los principios básicos del Tratado,
pero que intentaban mantener el modelo de industria sustitutiva con la intervención del Estado, cuando los signos de su deterioro eran ya evidentes. Para la
decada de los ochenta hizo eclosión la crisis económica y los gobiernos se
alejaron cada vez más, ahora explícitamente, de los ideales integracionistas,
momento en que ALALC se transformó en ALADI. El comercio intrarregional cayó
fuertemente como resultado de la crisis del sector externo, y la necesidad de
lograr saldos favorables en la balanza comercial para servir a la deuda externa
llevó a los países de la región a incrementar las exportaciones hacia los países
desarrollados y comprimir las importaciones, el objetivo de establecer una
Zona de Libre Comercio fue abandonado y se eliminó todo com- promiso que
implicara asumir metas específicas.
Además, el abandono de intentos integracionistas debemos contextiializarlo en un mundo donde las tentativas por formar zonas de libre comercio y
uniones aduanales por regiones se habian desplomado. Si bien el mundo se
vio realmente invadido en el decenio de 1960 por propuestas regionalistas en
el Atlántico Norte, el Pací.fico y América Latina, el regionalismo había muerto
prácticamente para finales del mismo, excepto la Comunidad Europea y la Asociación Europea de Libre Comercio, que habían sido las originales (Bhagwati,
slf: 82).
Como se apuntó, Estados Unidos receloso desde tiempo atrás de los convenios comerciales discriminatorios se abstuvo de recurrir al articulo xxiv y
permaneció indiferente a tales nociones. Si aceptó y apoyó la formación de la
Comunidad Europea en 1958 fue porque la visualizaba como una unión políticamente provechosa que serviría de valla a la expansión de la Unión Soviética.
En resumidas cuentas los proyectos de integración surgidos en América
Latina en la década de los años sesenta y que se prolongaron aun agonizantes
hasta los ochenta, no se profundizaron porque los gobiernos y sobre todo los
grupos económicos nacionales y trasnacionales insertos en el mercado nacional y del cual obtenían en esos años sustanciosos beneficios, no deseaban
someter la producción local a la competencia regional y mucho menos subordinar decisiones nacionales a otras de carácter supranacional. Como señala
Juan Mario Vacchino, los países de la región siguieron apegados a un esquema hacia adentro que trataba de responder a la tradicional vulnerabilidad
externa con mayores grados de autosuficiencia. Algunos de los intentos que
se realizaron para cambiar esta orientación e iniciar una transición hacia una
estrategia de desarrollo más orientada hacia el exterior fracasaron como consecuencia de la sólida red de intereses empresariales y de otros sectores conexos
que apoyaban el mantenimiento de políticas aislacionistas que aseguraban
posiciones hegemónicas en los mercados nacionales sin riesgos y sin inno-
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vaciones (Vacchino, 1996: 76), y porque los organismos internacionales,
donde Estados Unidos ejercían una influencia preponderante, no acordaban
con los acuerdos regionales a los que consideraban opuestos al multilateralismo de carácter global y si aceptó la consolidación de la Comunidad Económica Europea, fue como ya se afirmó por una determinación geopolítica.
A mediados de los años ochenta los países latinoamericanos comenzaron
a acompañar sus políticas de ajuste con la apertura de sus economías, En
parte por el convencimiento de que la sustitución de importaciones como estrategia estaba agotada, ligada a la obsolescencia del aparato productivo,
imposible de superar por el rezago tecnológico creciente que fomentó las
prácticas proteccionistas, y por otra por las exigencias de un entorno internacional caracterizado por tendencias globalizadoras y regionalizadoras que
podían propiciar la marginación del proceso. Es esta posibilidad de marginación la que impulsó, ahora sí, a los gobiernos apoyados por sectores empresariales, a revitalizar los acuerdos de integración económica, mecanismo
a través del cual se concluyó poder lograr una reinserción más dinámica en el
sistema económico internacional.
Uno de los proyectos, que expresan la nueva ola de Regionalismo, llamado
Abierto por Cepal, es el Mercosur, cuyos miembros, Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, cuentan con una antigua experiencia en vínculos comerciales
(si bien no de la actual magnitud) dados por la cercanía geográfica y cultural.
Los objetivos que se propone esta Unión Aduanera, aún incompleta, es lograr
el perfeccionamiento de un mercado subregional integrado, manteniendo una
protección moderada con respecto a terceros, el mejoramiento de la competencia mediante la eliminación de aranceles y de barreras no arancelarias que
afectan el comercio intrarregional, la supresión de estos obstáculos que puede
ser gradual debe aplicarse a todos los bienes, con la sola exclusión de los que
componen las listas negativas de excepciones, reducidas listas de artículos no
incluidos en el libre intercambio.
El trato preferencial que contiene se basa en la negociación y adopción del
arancel externo común que está en vigencia desde principios de 1995, el logro
de una mayor eficiencia en la producción por la especialización pasando por
una distribución Óptima de recursos, incorporación de avances tecnológicos y
su correspondiente resultado en términos de cantidad y calidad de los bienes
producidos, una mejor posición para negociar en el plano internacional, lo que
resultaría beneficioso en términos comerciales y de inversión, además de
transformarse en una presencia más dinámica en los foros políticos internacionales.
El coeficiente de integración dentro del Mercosur pasó del 8.9 al 22 por
ciento entre 1990 y 1994 (Secretaría del Sela, 1996: 118), y como resultado
de un programa automático y lineal de desgravación arancelaria entre marzo
de 1991 y diciembre de 1994 se liberalizó sustancialmente el intercambio, y es
por esa apertura que el comercio entre los miembros del Mercosur que alcanzó
5 mil 100 millones de dólares en 1991, llegó a 15 mil 800 millones de dólares
en 1995, en tanto que su ponderación en las exportaciones totales de la agrupación se elevó del 11.1 al 22 por ciento (Cepal, 1996: 109).
La consolidación del Mercosur como una Unión Aduanera parece haber
originado un nuevo polo de convergencia en la parte austral de continente
cuando en junio de 1996 culminaron las negociaciones entre el Mercosur-Chile
y Mercosur-Bolivia, con el fin de establecer una zona de libre comercio entre
ambos, y se espera que los demás países andinos en forma individual o en
bloque llegarán a acuerdos similares con esta agrupación en un tiempo no
lejano. Si estas iniciativas prosperan se lograría crear el Área de Libre Comercio Sudamericana, propuesta que realizó Brasil y que fue retomada por el resto
de los países miembros.
Acompañando esta nueva dinámica de la integración subregional, surgió
en 1990 la propuesta del expresidente Bush de Estados Unidos para conformar
un Área de Libre Comercio que comprenda todo el hemisferio americano, que
se está materializando con la incorporación de México al Tratado de Libre Comercio de Estados Unidos-Canadá y con el ALCA, que se espera comenzará
a funcionar a más tardar en el año 2005. Sin embargo, el entusiasmo manifiesto
de los paises participantes de la Cumbre de Miami en 1994, parece estar
tomando visos más realistas y todo apunta a suponer que el proceso de negociación será más tortuoso de lo esperado.
Esta conclusión se infiere por los resultados de la reunión del pasado mayo
en Belo Horizonte, donde se celebró la Tercera Reunión de Ministros responsables del comercio de los 34 países participantes de la citada cumbre y en la
cual los delegados del Mercosur insistieron en la necesidad de avanzar gradualmente en la conformación del ALCA por los profundos desequilibrios en los
sectores industriales y de servicios entre Estados Unidos, Canadá y América
Latina; además, se sostuvo que para alcanzar la integración comercial es prioritario derribar las barreras no arancelarias y después discutir la eliminación
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de los impuestos en general. Estados Unidos, por su parte, insistió en que la
eliminación de los aranceles debe encabezar el proceso de negociación, si
bien luego flexibilizó su posición en el sentido de aceptar discutir todos los
aspectos. En esta reunión se pusieron de manifiesto no sólo los dos puntos de
vista de cómo avanzar en la creación del ALCA, sino el hecho de que el Mercosur
jugó un papel trascendental como bloque, en las negociaciones frente a Estados Unidos, y ello fue posible, según mi interpretación, porque el Mercosur
tiene en su haber la firma en 1995 de un Acuerdo Marco lnterregional de
Cooperación con la Unión Europea, con el objetivo de arribar en el 2001 a una
Asociación más estrecha incluso en la faz política mediante el establecimiento
progresivo de una zona de libre cambio en el ámbito industrial, así como una progresiva liberalización recíproca de los intercambios agrícolas.
Conocido es que las relaciones comerciales y de inversión con la Unión
Europea ocupan el primer lugar para el Mercosur, seguidas por las que mantiene dentro del mismo esquema y en un tercer sitio con Estados Unidos.
Asimismo la constitución de un Área de Libre Comercio Sudamericana, dará
al Mercosur mayor juego para la negociación en ese escenario mundial de tires
y aflojes entre los dos megabloques, que nos lleva a recordar las antiguas querellas entre Europa-Gran Bretaña y Estados Unidos del siglo xix.
Conclusiones
Si los proyectos de Integración en América Latina tienen hoy posibilidad de
concretarse, es porque la etapa actual de internacionalización del capitalismo,
ya no considera al Regionalismo como un impedimento para el Multilateralismo. Por el contrario, hoy es complementario y puede, por tanto, ser el camino
más directo y eficaz para arribar a él.
Este cambio de postura lo expresa tanto la OMC como Estados Unidos, que
a diferencia del pasado, impulsa la Regionalización en el hemisferio, mediante
el Tratado de Libre Comercio y el ALCA. Además, como se mencionó en el trabajo, este nuevo contexto mundial, llevó a los estados nacionales latinoamericanos a adoptar la integración como el mecanismo más idóneo para evitar la
marginación del mercado mundial, que había comenzado varias décadas
atrás, cuando las exportaciones tradicionales (producción primaria) fueron
remplazadas por las manufacturas, con las cuales los países de la región no
podían competir, porque el modelo implementado a partir de la sustitución de
importaciones centrada en el mercado interno no lo posibilitaba. La solución
fue planteada por Cepal, por medio de la propuesta del Mercado Común Latinoamericano, incluso por ALALC, propuesta, sobre todo esta última, aceptada
por los gobiernos como una alternativa, en los hechos fue constantemente
boicoteada, porque ello hubiera implicado, como se afirmó en el trabajo, perder
los enormes beneficios acumulados por las empresas nacionales y trasnacionales en el mercado interno, además de que en el ámbito político la integración podía poner en peligro la soberanía nacional. En esta caracterización,
los gobiernos no estuvieron solos, sino que fueron apoyados por fuerzas políticas y sociales, tanto de izquierda como de derecha.
Hoy, sin embargo se afirma que "la regionalización es un proceso centripeto dirigido por fuerzas políticas con el fin de fortalecer la soberanía de los
estados que constituyen una región" (Cepal, 1996: 29).
Estamos entonces a las puertas de concretar el anhelado sueño de la Integración a partir de la profundización del actual modelo neoliberal, que ha posibilitado hasta ahora superar el estrecho marco de los mercados nacionales
con la desgravación de los múltiples aranceles que los protegían, pero que ha
generado al mismo tiempo un malestar tan enorme en amplios sectores de las
sociedades latinoamericanas que la regionalización-globalización es vista
como la responsable de esa situación. De lo que se trata es de reconocer aquellas ventajas que pueda ofrecer la integración y rechazar los aspectos que
tienen que ver con el carácter que esa integración-globalización está asumiendo.
NUEVA ETAPA DE...
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