desarrollo sostenible contaminacion y

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MEDIOAMBIENTE
RESEÑA Y PERSPECTIVAS
DANIEL AGUIRRE GARZÓN 20042005001
JUAN CAMILO SÁNCHEZ
JUAN ZÁRATE
HUMANIDADES II
PROFESOR JOSÉ IGNACIO PALACIOS OSMA
UNIVERSIDAD DISTRITAL
FRANCISCO JOSÉ DE CALDAS
FACULTAD DE INGENIERÍA ELECTRÓNICA
MAYO 3 DE 2005
INTRODUCCIÓN
Los recursos naturales se encuentran en un estadio en el que no pueden desperdiciarse a ritmo que el
hombre del siglo XX lo venia haciendo. Incluso en la actualidad es apreciado el que se conserven, y
parece haber nacido una especie de culto incipiente hacia su protección desde las perspectivas política
económica y social (incluyendo la religiosa).
En el contexto histórico podemos asociar la preocupación por el cuidado medioambiental al decenio
de los años sesentas del siglo pasado, haciendo referencia a la velocidad con la que la industria estaba
creciendo y la capacidad de la nueva maquinaria para propinar cambios a macro escala. De modo
que se plantearon varias soluciones teóricas que prometían o manifestaban una solución.
Así las cosas, a través del tiempo como sociedad hemos aprendido que los recursos están seriamente
bajo riesgo, varias organizaciones se han creado a escala global, varias cumbres se reúnen para
legislar y dar opinión acerca de los asuntos medioambientales, grupos han nacido que intentan
organizar a las sociedades para que promuevan un desarrollo sostenible y la ciencia ha permitido
crear varias tecnologías que minimicen el impacto de la contaminación.
Subsisten varios problemas asociados a la capacidad de nuestras organizaciones para defender los
recursos naturales. Entre ellos mencionaremos la sobrepoblación, la pobreza, la deficiente
distribución de los recursos económicos, y la corrupción política.
Con respecto a Colombia aludiremos a que si bien la legislación se creo con un propósito acertado, su
ejecución ha sido bastante insuficiente para subsanar todas las dificultades que afronta el país,
sumando a la violencia y la pobreza, la falta de tecnologías y métodos de conservación y sostenibilidad
suficientes.
OBJETIVOS
GENERALES
•
Mostrar los antecedentes que permitieron un crecimiento de la preocupación por el estado
ambiental del planeta y los factores principales sobre los que se cimentaron las críticas al
desarrollo del cuidado ambiental en aquel período histórico.
•
Repasar brevemente los principales problemas asociados a la contaminación del medio ambiente,
la extinción de las especies y la explotación de los recursos naturales por parte del hombre
•
Hacer un recorrido por la historia y el desempeño de las organizaciones que incentivan y
promueven el cuidado del medioambiente
•
Denotar las cumbres en las que han participado varios países con el fin de proponer y subsanar
los principales problemas medioambientales del mundo
•
Mostrar el funcionamiento y directrices de las organizaciones y grupos al cuidado del
medioambiente
•
Aportar al beneficio del conocimiento universitario sobre estos temas mediante una exposición y
la documentación a la cual hemos tenido acceso
ESPECÍFICOS
•
Analizar la viabilidad de los cambios propuestos a través de las diferentes cumbres que han
propuesto una salida a la crisis ambiental, como una gestion ambiental eficiente
•
Reparar sobre si las tecnologías de la sociedad de la información se amoldan a las necesidades de
una sociedad con problemas medioambientales y los posible s caminos hacia la estabilidad ambiental
como compromiso de una equidad social
•
Generar un ambiente de critica hacia los mitos y realidades de todo el periodo histórico expuesto con
respecto a la veracidad de las afirmaciones que suelen aceptarse generalmente hacia los temas
ambientales
•
Especificar algunas características de las normas ISO 9000 y 14000 y el protocolo de Kyoto
•
Mostrar algunos de los efectos del TLC sobre cuestiones atinentes a la fauna y la flora local
•
Reseñar los beneficios y dificultades ante el desarrollo internacional de tratados medioambientales
PERIODO HISTÓRICO Y CAUSAS DE LA CONTAMINACIÓN COMO
PROBLEMA PARA EL DESARROLLO DE LA HUMANIDAD
Como ya mencionamos antes, la preocupación por el medioambiente tiene sus inicios en la década de los
años sesentas. Estos son los principales factores que inquietaron a las generaciones de aquellas épocas:
1.
Dióxido de carbono: El rápido desarrollo industrial de los siglos XIX y XX ha provocado un
incremento de las emisiones procedentes de la combustión de combustibles fósiles, elevando el porcentaje
de dióxido de carbono en la atmósfera en un 28%. Este incremento ha llevado a algunos científicos a
predecir un escenario de calentamiento global que puede causar numerosos problemas medioambientales,
como la destrucción de los modelos climáticos y la fusión del casquete polar. Aunque es extremadamente
difícil atribuir los cambios globales de temperatura a la combustión de los combustibles fósiles, algunos
países están trabajando de manera conjunta para reducir las emisiones de dióxido de carbono procedentes de
estos combustibles. Una de las propuestas consiste en establecer un sistema para que las compañías que
emitan dióxido de carbono por encima del nivel establecido tengan que pagar por ello. Ese pago podría
producirse de diversas formas, como pagar una cantidad a una compañía cuyas emisiones de dióxido de
carbono sean inferiores al nivel establecido, comprar y preservar bosques, que absorben dióxido de carbono,
pagar para mejorar una planta de emisión de dióxido de carbono en un país menos desarrollado, para que
sus emisiones desciendan.
2. Destrucción de la capa de ozono: Las primeras evidencias sobre la destrucción -del ozono debida
a los CFC (cluoroflorocarbonos) se remontan a la década de 1970 y llevaron a la firma, en 1985, del
Convenio de Viena para la Protección de la Capa de Ozono, cuyo principal cometido era fomentar la
investigación y la cooperación entre los distintos países. Las pruebas llevaron a que, el 16 de septiembre
de 1987, varios países firmaran el Protocolo de Montreal sobre las sustancias que agotan la capa de
ozono con el fin de intentar reducir, escalonadamente, la producción de CFC y otras sustancias químicas
que destruyen el ozono. En 1989 la Unión Europea propuso la prohibición total del uso de CFC durante
la década de 1990. En 1991, con el fin de estudiar la pérdida de ozono global, la NASA lanzó el Satélite
de Investigación de la Atmósfera Superior, de 7 toneladas. En órbita sobre la Tierra a una altitud de
600 Km., la nave mide las variaciones en las concentraciones de ozono a diferentes altitudes, y
suministra datos completos sobre la química de la atmósfera superior. Como consecuencia de los
acuerdos alcanzados en el Protocolo de Montreal, la producción de CFCs en los países desarrollados
cesó casi por completo a finales de 1995. En los países en vías de desarrollo los CFCs se van a ir
retirando progresivamente hasta eliminarse por completo en el año 2010. En la Enmienda de Londres
(1990) se añadieron, a los calendarios de eliminación, otras sustancias destructoras del ozono, como el
metilcloroformo y el tetracloruro de carbono. Los hidroclorofluorocarbonos (HCFCs), menos
destructivos que los CFCs aunque también pueden contribuir al agotamiento del ozono, se están usando
como sustitutos de los CFC hasta el año 2030 en que deberán eliminarse por completo en los países
desarrollados; en los países en desarrollo la eliminación debe producirse en el año 2040, como se adoptó
en la segunda Enmienda al Protocolo de Montreal (Copenhague, 1992). En la Enmienda de Beijing
(1999), se hizo hincapié en la necesidad de reforzar los controles, no sólo de la producción de los
compuestos que afectan a la capa de ozono, sino a su comercialización. También se incidió en la
necesidad de adoptar medidas suplementarias para controlar la producción de los
hidroclorofluorocarbonos y de otras sustancias nuevas. Los CFCs y otras sustancias químicas que
destruyen el ozono pueden permanecer en la atmósfera durante décadas, por lo que Así, en septiembre
de 2003, el agujero en la capa de ozono sobre la Antártica alcanzó una superficie de unos 28 millones de
kilo metros cuadrados, inferior al récord registrado en el año 2000, cuando alcanzó 29,78 millones de
kilómetros cuadrados. A pesar de las dimensiones del agujero de ozono, los científicos prevén que, si las
medidas del Protocolo de Montreal se siguen aplicando, la capa de ozono comenzará a restablecerse en
un futuro próximo y llegará a recuperarse por completo a mediados del siglo XXI. De hecho, científicos
del Instituto Máx. Planck (Alemania) prevén que el agujero de la capa de ozono desaparecerá en 30 o 40
años. Esta misma consideración se hace desde la Organización Mundial de la Meteorología, que estiman
que la recuperación de la capa de ozono se producirá hacia el año 2050.
3. Lluvia ácida: es la precipitación, normalmente en forma de lluvia, pero también en forma de nieve,
niebla o rocío, que presenta un pH del agua inferior a 5,65. El problema de la lluvia ácida tuvo su origen
en la Revolución Industrial, y no ha dejado de empeorar desde entonces. Hace tiempo que se reconoce la
gravedad de sus efectos a escala local, como ejemplifican los periodos de smog ácido en áreas muy
industrializadas, así como su gran capacidad destructiva en zonas alejadas de la fuente contaminante.
La preocupación por la lluvia ácida quedó de manifiesto por primera vez en foros internacionales de
relevancia, como en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano celebrada
en Estocolmo (Suecia) en 1972 La lluvia ácida provoca impactos ambientales importantes. Ciertos
ecosistemas son más susceptibles que otros a la acidificación. Típicamente, éstos tienen normalmente
suelos poco profundos, no calcáreos, formados por partículas gruesas que yacen sobre un manto duro y
poco permeable de granito, gneis o cuarcita. En estos ecosistemas puede producirse una alteración de la
capacidad de los suelos para descomponer la materia orgánica, interfiriendo en el reciclaje de nutrientes.
En cualquier caso, además de los daños a los suelos, hay que resaltar los producidos directamente a las
plantas, ya sea a las partes subterráneas o a las aéreas, que pueden sufrir abrasión (las hojas se
amarillean), como ocurre en una buena parte de los bosques de coníferas del centro y norte de Europa y
en algunos puntos de la cuenca mediterránea. Además, la producción primaria puede verse afectada por
la toxicidad directa o por la lixiviación de nutrientes a través de las hojas. No obstante, existen algunos
casos en que se ha aportado nitrógeno o fósforo al medio a través de la precipitación ácida en los que la
consecuencia ha sido el aumento de producción ya que ese elemento era limitante.
Hay también evidencias incontrovertibles de daños producidos en los ecosistemas acuáticos de agua
dulce, donde las comunidades vegetales y animales han sido afectadas, hasta el punto de que las
poblaciones de peces se han reducido e incluso extinguido al caer el pH por debajo de 5, como ha
ocurrido en miles de lagos del sur de Suecia y Noruega. Estos efectos se atenúan en aguas duras (alto
contenido en carbonatos), que amortiguan de modo natural la acidez de la precipitación. Así, de nuevo,
los arroyos, los ríos, las lagunas y los lagos de zonas donde la roca madre es naturalmente de carácter
ácido son los más sensibles a la acidificación. Uno de los grandes peligros de la lluvia ácida es que su
efecto en un ecosistema particular, además de poder llegar a ser grave, es altamente impredecible.
4. Perdida de tierras vírgenes: La insaciable demanda de energía ha impuesto la necesidad de
explotar el gas y el petróleo de las regiones árticas, poniendo en peligro el delicado equilibrio ecológico
de los ecosistemas de tundra y su vida silvestre. La pluvisilva y los bosques tropicales, sobre todo en el
Sureste asiático y en la Amazonia, están siendo destruidos a un ritmo alarmante para obtener madera,
despejar suelo para pastos y cultivos, para plantaciones de pinos y para asentamientos humanos. En la
década de 1980 se llegó a estimar que las masas forestales estaban siendo destruidas a un ritmo de 20 h
por minuto. Otra estimación daba una tasa de destrucción de más de 200.000 Km. 2 al año. En 1993, los
datos obtenidos vía satélite permitieron determinar un ritmo de destrucción de casi 15.000 Km.
cuadrados al año, sólo en la cuenca amazónica. Esta deforestación tropical podría llevar a la extinción de
hasta 750.000 especies, lo que representaría la pérdida de toda una multiplicidad de productos:
alimentos, fibras, fármacos, tintes, gomas y resinas. Además, la expansión de las tierras de cultivo y de
pastoreo para ganado doméstico en África, así como el comercio ilegal de especies amenazadas y
productos animales podría representar el fin de los grandes mamíferos africanos. La deforestación es
la destrucción a gran escala del bosque por la acción humana, generalmente para la utilización de la
tierra para otros usos. Avanza a un ritmo de unos 16 millones de hectáreas al año y alcanza sus valores
más elevados en África y América del Sur. En Europa y América del Norte, la superficie forestal está,
en general, estabilizada o aumenta ligeramente, aunque la velocidad de transición del bosque antiguo a
otras formas de bosque es elevada. Según datos de la Organización de la Naciones Unidas para la
Agricultura y la Alimentación (FAO), en 2000, la cubierta forestal mundial alcanzaba una extensión de
3.870 millones de hectáreas, incluidos bosques naturales (95%) y plantaciones forestales (5%). Europa
(incluida la Federación Rusa) y América del Sur acumulaban el mayor porcentaje de bosques y dos
tercios de los bosques del mundo estaban situados en sólo 10 países (Rusia, Brasil, Canadá, Estados
Unidos, China, Australia, República Democrática del Congo, Indonesia, Angola y Perú). La zona
tropical concentraba la mayor proporción de los bosques (47%), y a ella le seguían las zonas boreal
(33%), templada (11%) y subtropical (9%). Todos estos datos se obtuvieron de los últimos inventarios
forestales y del análisis de más de 300 imágenes de satélite, dentro del programa Evaluación de los
Recursos Forestales Mundiales de la FAO. La deforestación no es lo mismo que la degradación forestal,
que consiste en una reducción de la calidad del bosque y que, en general, no supone un cambio en la
utilización de la tierra. La degradación de las formaciones vegetales se debe a la intervención humana y
puede deberse a numerosas causas, como la tala selectiva de especies forestales o la construcción de
caminos para arrastrar los troncos. Ambos procesos, deforestación y degradación, están vinculados y
producen diversos problemas, como pueden ser la erosión del suelo y desestabilización de las capas
freáticas, lo que a su vez favorece las inundaciones o sequías. También pueden ocasionar la reducción de
la biodiversidad (diversidad de hábitat, especies tipos genéticos), que es especialmente significativa en
los bosques tropicales. La cultura y el conocimiento de muchos pueblos habitantes de los bosques han
evolucionado a lo largo de los siglos muy ligados a los cuidados del bosque y van desapareciendo junto
con éste, al ser cada vez más restringido el acceso al bosque y ser mermados sus derechos tradicionales
por los gobiernos. La deforestación afecta al medio de vida de entre 200 y 500 millones de personas que
dependen de los bosques para obtener comida, abrigo y combustible. La deforestación y la degradación
pueden contribuir a los desequilibrios climáticos regionales y globales. Los bosques desempeñan un
papel clave en el almacenamiento del carbono. Si hoy la deforestación se considera un problema,
antiguamente se pensaba que contribuía al desarrollo nacional. El capital forestal fue liquidado y
reemplazado por otras formas de capital para generar alimentos, materias primas, energía o
infraestructuras. En las regiones templadas, la agricultura se ha basado en la eliminación de los bosques
aprovechando la fertilidad de sus suelos. A mediados del siglo XIV la mayor parte de las áreas boscosas
de Inglaterra ya estaban deforestadas. A mediados del siglo XVII en la península Ibérica había
desaparecido el 75% de los bosques. En la Europa continental y en América del Norte, la deforestación
se aceleró durante los siglos XVIII y XIX, con el fin de despejar tierras y dedicarlas a cultivos
alimentarios para abastecer a las ciudades industriales y hacer frente a las necesidades de combustible y
de materiales de construcción. Desde entonces, la creciente productividad agrícola ha permitido que
buena parte de las tierras agrícolas de las zonas templadas reviertan al bosque.
Los procesos de deforestación son, por lo general, más destructivos en los trópicos. La mayor parte de
los suelos forestales tropicales son mucho menos fértiles que los de las regiones templadas y resultan
sensibles al proceso de lixiviación, causado por la elevada pluviosidad que impide la acumulación de
nutrientes en el suelo. No obstante, las políticas coloniales se basaban en el supuesto, equivocado, de
que un bosque exuberante significaba suelos fértiles. Pretendían conquistar los bosques, sobre todo para
destinarlos a los cultivos comerciales y a la agricultura, y estas prácticas han dejado un legado de suelos
exhaustos. La deforestación tropical aumentó rápidamente a partir de 1950, debido al empleo de
maquinaria pesada y al crecimiento de las poblaciones humanas. Las tasas anuales de deforestación en
52 países tropicales prácticamente se duplicaron entre 1981 y 1990. La agricultura itinerante de tala y
quema, muy practicada por los pequeños agricultores de las regiones tropicales, fue la responsable del
45% de la deforestación en África y Asia durante la década de 1980. Tras unos pocos años de cultivo,
muchos suelos sólo pueden sustentar praderas y matorral, por lo que los agricultores tienen que
trasladarse a otros bosques que acondicionan para el cultivo, en este caso mediante la tala de la cubierta
vegetal y el fuego. Las explotaciones madereras constituyen una causa importante de deforestación en el
Sureste asiático, África central y, hasta cerca de 1990, África occidental. La tala suele dañar más árboles
de los que derriba. Los productores madereros del noroeste de América del Norte y de Siberia, a
menudo, reponen la cubierta arbórea por medio de plantaciones o dejan que el área se regenere
naturalmente por el proceso de sucesión, aunque, mientras se restablece la comunidad vegetal, se
produce la erosión y degradación del suelo. La deforestación con fines agrícolas en suelos no fértiles
sólo produce beneficios a corto plazo. No obstante, cuando está bien planificada, puede producir
beneficios sostenibles, como ocurre en algunas plantaciones de caucho y palma de aceite, que conservan
cierta estructura forestal favorable para el suelo. La deforestación motivada por la creación de
plantaciones de árboles ha sido significativa en el Sureste asiático y Sudamérica. Los silvicultores de
todo el mundo han talado bosques naturales para introducir plantaciones más rentables en la producción
maderera, pero hoy son más conscientes del coste social y ambiental que esta práctica supone. Dado que
a menudo contienen tan sólo una especie de árbol, todos ellos de la misma edad, no reproducen el
ecosistema del bosque original, que suele caracterizarse por la variedad de su flora y fauna en todas las
fases de desarrollo. En los bosques de coníferas del Norte y en los bosques templados de la Columbia
Británica, donde se talan cerca de 2.200 Km. cuadrados de bosque al año (aproximadamente un 1% del
total del bosque comercialmente viable de la provincia), se ha exigido, desde 1987, que las empresas
madereras replanten toda la tierra deforestada en el plazo de cinco años. También se están haciendo
esfuerzos por mantener la diversidad original de especies arbóreas, aunque los ecosistemas animales y
vegetales secundarios se ven necesariamente afectados. Dado que la repoblación en la Columbia
Británica sólo se abordó a una escala significativa a partir de mediados de la década de 1960, el
gobierno provincial afirma que la tala de bosques antiguos seguirá siendo necesaria durante al menos 50
años más, hasta que los nuevos plantones y retoños estén en condiciones de reemplazarlos. Esta
situación, que se reproduce a grandes rasgos en otros lugares de América del Norte y Europa, significa
que el área de bosque permanece más o menos estable, aunque la proporción de bosques antiguos
disminuya de día en día. La preocupación generalizada por la pérdida de estos bosques ha conducido a
muchas confrontaciones, como la de Clayoquot Sound en la isla de Vancouver en 1993, en la que fueron
detenidos más de 700 manifestantes mientras intentaban impedir la tala de árboles en áreas vírgenes de
bosque templado. La deforestación motivada por la creación de pastos fue una importante causa de
pérdida de masa forestal en los bosques brasileños y centroamericanos en las décadas de 1970 y 1980,
impulsada por programas gubernamentales para crear grandes ranchos. La quema regular de bosques
para mantener los pastos es común en el África seca. La deforestación que se realiza para obtener leña
constituye un problema en las áreas más secas de África, el Himalaya y los Andes.
La deforestación que se realiza para crear asentamientos, explotaciones mineras y petrolíferas es
localmente significativa, en especial los programas de reasentamiento puestos en práctica, hasta hace
poco, en Indonesia y Brasil, donde los habitantes de zonas superpobladas fueron reasentados por sus
respectivos gobiernos en superficies ocupadas por bosques. La construcción de carreteras y presas ha
tenido, como resultado directo, la deforestación. A menudo varios agentes actúan secuencialmente y
provocan la deforestación de una región. La construcción de carreteras incentiva la explotación
maderera, que abre el bosque a la explotación agrícola y a la recolección de leña. Alrededor de la mitad
de los bosques tropicales talados acaban siendo dedicados a la agricultura. Los incendios forestales, y
otras catástrofes naturales como los huracanes los temporales, también causan daños importantes en los
bosques. En la década de 1990, la zona occidental de los Estados Unidos, Etiopía, el Mediterráneo
oriental e Indonesia sufrieron graves incendios. Además de estas causas directas, existen otras causas
que facilitan que el proceso pueda ocurrir. Entre las causas subyacentes de la deforestación cabe destacar
el crecimiento demográfico, la pobreza, el comercio de los productos forestales o las políticas
macroeconómicas. Por otra parte, muchas políticas infravaloran, a todos los efectos, los bosques,
imponiendo costes muy bajos a su explotación, o sobrevaloran los beneficios de la deforestación para
otros usos, lo que se manifiesta en los subsidios concedidos para bajar los precios de los alimentos. Por
contraste, no ofrecen incentivos a largo plazo para cuidar los bosques. La falta de seguridad en lo que se
refiere a la propiedad de los bosques y a los derechos de uso de éstos favorece una conducta
explotadora. Ciertas políticas exigen incluso la deforestación como muestra de que el propietario ha
‘mejorado’ la tierra. La deuda comercial y oficial de muchos países en vías de desarrollo con los países
industrializados impone a los primeros la deforestación para obtener divisas a cambio.
Para hacer frente a los problemas forestales se han dictado leyes y reglamentos, que a menudo, los
grupos más poderosos consiguen rehuir. En los países pobres, se ha centrado la atención en los
programas de ayuda, en especial en el Programa Internacional para los Bosques Tropicales, que sin
embargo han resultado insuficientes para reducir la deforestación. No han abordado sus causas
fundamentales. Actualmente están surgiendo propuestas voluntarias, basadas en el mercado, como la
certificación forestal y el etiquetado de la madera, para favorecer a aquellos productos que provienen de
una gestión sostenible de los bosques. Además, cada vez se concede más importancia al desarrollo de
programas forestales nacionales.
5. Escasez de agua: Los problemas de erosión están agravando el creciente problema mundial del
abastecimiento de agua. La mayoría de los problemas en este campo se dan en las regiones semiáridas y
costeras del mundo. Las poblaciones humanas en expansión requieren sistemas de irrigación y agua para
la industria; esto está agotando hasta tal punto los acuíferos subterráneos que empieza a penetrar en ellos
agua salada a lo largo de las áreas costeras en Estados Unidos, Israel, Siria, los estados árabes del golfo
Pérsico y algunas áreas de los países que bordean el mar Mediterráneo (España, Italia y Grecia
principalmente). Algunas de las mayores ciudades del mundo están agotando sus suministros de agua y
en metrópolis como Nueva Delhi o México DF. se está bombeando agua de lugares cada vez más
alejados. En áreas tierra adentro, las rocas porosas y los sedimentos se compactan al perder el agua,
ocasionando problemas por el progresivo hundimiento de la superficie; este fenómeno es ya un grave
problema en Texas, Florida y California. El mundo experimenta también un progresivo descenso en la
calidad y disponibilidad del agua. En el año 2000, 508 millones de personas vivían en 31 países
afectados por escasez de agua y, seg ún estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS),
aproximadamente 1.100 millones de personas carecían de acceso a agua no contaminada. En muchas
regiones, las reservas de agua están contaminadas con productos químicos tóxicos y nitratos. Las
enfermedades transmitidas por el agua afectan a un tercio de la humanidad y matan a 10 millones de
personas al año. Durante la década de 1980 y a comienzos de la de 1990, algunos países industrializados
mejoraron la calidad de su aire reduciendo la cantidad de partículas en suspensión así como la de
productos químicos tóxicos como el plomo, pero las emisiones de dióxido de azufre y de óxidos
nitrosos, precursores de la deposición ácida, aún son importantes. En todo el mundo, más de mil
millones de personas no tienen acceso a agua potable. Para el fin del siglo se estima que un 80% de los
habitantes urbanos de la Tierra puede que no dispongan de suministros adecuados de agua potable. Sólo
una pequeña cantidad del agua dulce del planeta (aproximadamente el 0,008%) está actualmente
disponible para el consumo humano. Un 70% de la misma se destina a la agricultura, un 23% a la
industria y sólo un 8% al consumo doméstico. Al mismo tiempo, la demanda de agua potable está
aumentando rápidamente. Se espera que el consumo agrícola de agua aumente un 17% y el industrial un
60% en los próximos años. A medida que el agua potable es más escasa, hay mayores posibilidades de
que se convierta en una fuente de conflictos regionales, como ya está sucediendo en Oriente Próximo. El
suministro de agua potable está disminuyendo debido a las fuertes sequías que la mitad de las naciones
del mundo experimentan regularmente. Como consecuencia, la población, en constante aumento, extrae
agua de los acuíferos a un ritmo mayor del tiempo que tarda en reponerse por medios naturales, incluso
en países templados como Estados Unidos. En algunas ciudades costeras, como en Yakarta, Indonesia, o
Lima, el agua del mar se introduce en el interior de los acuíferos para llenar el vacío, contaminando el
agua potable restante. Muchos acuíferos subterráneos sufren contaminación procedente de productos
químicos agrícolas y los procedimientos de limpieza son costosos. La agricultura de regadío, beneficiosa
para muchos países que de otro modo no podrían obtener suficientes cosechas de alimentos, también
puede contaminar el suministro de agua si se utiliza en exceso. Al acumularse sales del suelo en las
aguas superficiales, éstas resultan inservibles para futuros usos agrícolas o domésticos.
6. Contaminación: La contaminación industrial de las aguas subterráneas sigue siendo un grave problema
en la mayoría de los países desarrollados. En todo el mundo se produce la infiltración de productos
tóxicos en el suelo y en las aguas subterráneas, procedentes de tanques de almacenamiento de gasolina,
vertederos de basuras y zonas de vertidos industriales. En Estados Unidos, uno de cada seis habitantes
bebe agua que contiene altos niveles de plomo, uno de los principales productos tóxicos industriales.
Aun cuando la calidad media del agua de los ríos ha mejorado en los últimos 20 años en la mayoría de
las naciones industrializadas, las concentraciones de metales pesados como el plomo se mantienen en
niveles inaceptablemente altos. Otra causa importante de la contaminación del agua potable es el vertido
de aguas residuales. En los países en vías de desarrollo, el 95% de las aguas residuales se descargan sin
ser tratadas en ríos cercanos, que a su vez suelen ser una fuente de agua potable. Las personas que
consumen esta agua son más propensas a contraer enfermedades infecciosas que se propagan a través de
aguas contaminadas, el principal problema de salud en países en vías de desarrollo. Además, la
contaminación producida por las aguas residuales destruye los peces de agua dulce, una importante
fuente de alimentos, y favorece la proliferación de algas nocivas en zonas costeras. La administración
del agua potable genera variados dilemas de carácter político y económico. Por ejemplo, a menudo los
ríos y las divisorias de aguas cruzan fronteras provinciales, estatales o nacionales, y los contaminadores
situados aguas arriba no tienen ninguna intención de realizar inversiones para disminuir la
contaminación que sólo beneficiarían sus vecinos aguas abajo. A menudo los países en vías de
desarrollo no pueden permitirse la construcción de costosas plantas de tratamiento de residuos como las
de los países desarrollados. Sin embargo, se han intentado sistemas más económicos, como los que
utilizan humedales y marismas para purificar las aguas residuales de forma natural. Los gobiernos y las
organizaciones medioambientales de todo el mundo estudian soluciones alternativas para la creciente
demanda global de agua potable.
ORGANIZACIONES OCUPADAS DEL CUIDADO DEL MEDIO AMBIENTE
1.
2.
3.
4.
5.
6.
organización de las naciones unidas para la agricultura y la alimentación (fao)
programa de naciones unidas para el medio ambiente (pnuma)
cab internacional (cabi)
unión mundial para la naturaleza (uicn)
fondo mundial para la naturaleza (wwf)
partidos verdes
ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LA AGRICULTURA Y LA
ALIMENTACIÓN (FAO)
Organismo especializado de las Naciones Unidas (ONU) cuya principal meta es la lucha contra el hambre a
nivel mundial. Según reza su constitución, sus objetivos específicos son “mejorar los niveles de nutrición y
la calidad de vida...y garantizar mejoras en la eficiencia de la producción y distribución de todos los
productos alimenticios y agrícolas... ” . La FAO tuvo su origen en una conferencia convocada en Virginia
por el entonces presidente de los Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, en mayo de 1943. Representantes
de gobiernos de 44 países se comprometieron entonces a fundar un organismo que se encargara de regular la
alimentación y la agricultura para terminar con el hambre. En 1945, la FAO se estableció como
organización permanente en Washington D.C. y celebró su primera sesión en Quebec, Canadá. En 1951 la
sede principal se trasladó a Roma, Italia. El órgano rector de las FAO es la Conferencia, formada por los
187 estados que hoy son miembros de la organización. Se reúne cada dos años para aprobar el programa de
trabajo y el presupuesto bianual, y es la encargada de elegir un Consejo de 49 estados miembros que
funciona como grupo de gobierno provisional. La Conferencia elige, además, al director general. El trabajo
se distribuye en ocho departamentos: Administración y Finanzas, Agricultura, Economía y Sociedad, Pesca,
Montes, Asuntos Generales e Información, Desarrollo Sostenible y Cooperación Técnica. Hoy cuenta con
más de 3.450 empleados, tiene cinco oficinas regionales, cinco subregionales, cinco de enlace y más de
78 oficinas en otros tantos países, además de la sede ubicada en Roma. La FAO desempeña hoy cuatro
funciones fundamentales: recopilar, analizar y difundir información de ayuda al desarrollo, contactando a
millones de personas con profesionales que tienen conocimientos y experiencia, publicando boletines,
informes, libros, CD-ROMs y revistas, y organizando foros electrónicos; compartir con países de todo el
mundo conocimientos especializados en materia de políticas agrícolas para el desarrollo rural; ofrecer un
lugar de encuentro entre los estados miembros, reuniendo a expertos de todo el mundo para forjar acuerdos
sobre las principales cuestiones alimenticias y agrícolas; y llevar el conocimiento al campo, sometiendo a
prueba las experiencias aplicadas en todo el mundo. La FAO proporciona la capacidad técnica para
desarrollar los proyectos, y en algunos casos los financia. En situaciones de crisis, trabaja junto con el
Programa Mundial de Alimentos y otros organismos humanitarios para garantizar los medios de
subsistencia del entorno rural. A partir de 1994 la FAO fue sometida a un proceso de reestructuración, con
el objetivo de descentralizar sus actividades, racionalizar procedimientos y reducir gastos. Ese año se
decidió que el organismo pondría más énfasis en materias como la seguridad alimenticia, trasladaría mayor
número de personal al campo, extendería los enlaces al sector privado y las organizaciones no
gubernamentales, nombraría más personal de los países en vías de desarrollo y garantizaría el acceso a las
bases de datos y documentos estadísticos de la organización. En 1999, tras una ronda de consultas con los
estados miembros, la Conferencia aprobó un marco estratégico para reorientar sus actividades hasta 2015, y
fijó como principal meta para esa fecha reducir a la mitad la proporción de personas que padecen hambrunas
en nuestro mundo.
PROGRAMA DE NACIONES UNIDAS PARA EL MEDIO AMBIENTE (PNUMA)
Es el organismo establecido en 1972 por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas
(ONU) para promover la cooperación internacional en materia medioambiental. Se ocupa del seguimiento
constante del entorno, enmarcado en un programa conocido como Vigilancia de la Tierra, así como del
análisis de tendencias, la recogida y difusión de información, la adopción de políticas que no dañen el medio
ambiente y de comprobar la compatibilidad de los proyectos con las prioridades de los países en vías de
desarrollo. Este Programa ha iniciado proyectos relacionados con los siguientes problemas: el estado de la
capa de ozono, el clima, el transporte y eliminación de los residuos, el entorno marino, el agua, la
degradación del suelo, la deforestación, la biodiversidad, el entorno urbano, el desarrollo sostenible, el
ahorro de energía, los asentamientos humanos y los temas demográficos, la salud, las sustancias tóxicas, las
leyes medioambientales y la educación. La financiación de sus actividades procede del presupuesto general
de la ONU, de las aportaciones realizadas por los estados miembros y de fondos de empresas privadas. El
dinero se destina de forma proporcional: un 20% para África, Asia, Latinoamérica, Asia occidental, Europa
y el Mediterráneo y un 80% para proyectos globales. Sin embargo no es una agencia de financiación. Sus
recursos se utilizan para poner en marcha programas, que a su vez consiguen fondos procedentes de otras
fuentes, como gobiernos y agencias medioambientales. Trabaja en estrecha colaboración con otros
organismos de la ONU, en especial con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la
Alimentación (FAO), la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura
(UNESCO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), y coopera con más de 6.000 organizaciones no
gubernamentales que se ocupan del medio ambiente. Su Consejo de Gobierno, formado por representantes
de 58 estados miembros, se reúne cada dos años, y el Comité Administrativo para la Coordinación realiza
una labor de enlace con otras agencias de la ONU y programas relacionados. La sede de la organización se
halla en Nairobi (Kenia).
CAB INTERNACIONAL (CABI)
Organización intergubernamental (en un principio se conocía como Oficina Agrícola de la Commonwealth)
establecida sin fines de lucro que recoge y difunde información científica, haciendo particular hincapié en la
agricultura, la silvicultura, la salud y los recursos naturales. Aunque está integrada por 36 países, cualquier
Estado puede ser miembro. La CABI, que se compromete a cubrir las necesidades de los países en vías de
desarrollo, fue fundada en 1929. La organización ha creado cuatro institutos científicos, cada uno de ellos
encargado de un campo de investigación independiente: entomología, micología, parasitología y control
biológico. Estos institutos llevan a cabo labores de investigación y proporcionan servicios de identificación
para determinar plagas, parásitos y organismos patológicos que afectan a las cosechas y a la ganadería. Esta
labor ayuda a los científicos de todo el mundo a realizar el control de plagas para maximizar la producción
de alimentos de forma económica y respetando el medioambiente. La organización mantiene también cinco
estaciones en Kenia, Malasia, Pakistán, Suiza y Trinidad y Tobago que responden a las necesidades
regionales. Una unidad especializada contribuye a planificar y producir programas de formación y material
didáctico. La CABI ha acumulado un inmenso banco de datos bibliográficos, disponible en CD-ROM que es
utilizado por cerca de 50 países subdesarrollados. Ha establecido también un centro para el desarrollo de la
tecnología de la información (CDTI), que tiene como objetivo acelerar el acceso a las comunicaciones y
ayudar a los científicos a evitar duplicidades en la investigación. El 90% de los ingresos de la CABI
proviene de las ventas de sus productos y servicios informativos a los países desarrollados. La sede de la
CABI se encuentra en Wallingford, condado de Oxfordshire, Inglaterra.
UNIÓN MUNDIAL PARA LA NATURALEZA (UICN)
La UICN es una organización internacional que trata de asegurar la protección de la integridad y la
diversidad de la naturaleza, permitiendo al mismo tiempo un desarrollo sostenible. La UICN (en inglés, The
World Conservation Union, IUCN), reúne más de 900 miembros, entre ellos representantes de varios
Estados, instituciones oficiales y organizaciones no gubernamentales (ONGs), con más de 140 países
representados. Tiene por lema: “un mundo justo que aprecia y protege la naturaleza”. Nació en 1948 en
Fontainebleau, con el nombre de Unión Internacional para la Protección de la Naturaleza, por iniciativa de
la UNESCO, de Francia y de Suiza. En 1956 tomó el nombre de Unión Mundial para la Conservación de la
Naturaleza y los Recursos Naturales y en 1991 se rebautizó como Unión Mundial para la Naturaleza.
En 1980 la UICN, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y el Programa de las Naciones Unidas para
el Medio Ambiente (PNUMA), en colaboración con la UNESCO y la FAO, crearon la Estrategia Mundial
para la Conservación (EMC). Ésta tiene como objetivo asegurar la protección de la biodiversidad y de los
ecosistemas, permitiendo al mismo tiempo su explotación dentro del marco de un desarrollo sostenible a
escala mundial. La puesta en práctica de esa Estrategia es objeto de un seguimiento por medio de
conferencias internacionales. La UICN tiene por misión “influenciar, alentar y ayudar a las sociedades del
mundo entero a conservar la integridad y la diversidad de la naturaleza, y asegurar que todo uso de los
recursos naturales sea equitativo y ecológicamente sostenible”. Su objetivo de protección de la naturaleza
pasa principalmente por la salvaguardia de las especies amenazadas, así como por la puesta en práctica de
acciones que tiendan a promover la utilización racional de los recursos naturales.
La UICN agrupa a diversas instituciones y comités, tanto en un plano internacional como nacional o
regional. Una asamblea general, el Congreso Mundial para la Naturaleza, se reúne cada tres años a fin de
establecer la política y los programas de la organización para los 3 años siguientes. El Consejo de la UICN
participa en la realización de la política y de los programas decididos, guiando la Secretaría Mundial,
encargada de su puesta en práctica (y que asegura igualmente las relaciones entre los miembros de la
organización). Por otra parte, existen 6 Comisiones: Comisión de Supervivencia de Especies (CSE);
Comisión Mundial de Áreas Protegidas (CMAP); Comisión de Política Ambiental, Económica y Social;
Comisión de Derecho Ambiental (CDA); Comisión de Educación y Comunicación (CEC) y Comisión de
Gestión de Ecosistemas (CGE). Las Comisiones están integradas por unos 10.000 especialistas.
Numerosos Comités Nacionales y Regionales, que constituyen la agrupación en una país o región de los
miembros gubernamentales y no gubernamentales que componen la UICN, completan el trabajo de esas
instituciones internacionales. La UICN realiza estudios destinados a estimar el nivel de la biodiversidad
actual y el estado de los medios naturales. En función de los resultados, pone en práctica estrategias de
protección específica y adaptada –principalmente creando parques nacionales o espacios protegidos o
incluso apoyando la puesta en práctica de legislaciones internacionales o nacionales que favorezcan la
protección del medio ambiente. La Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN es el inventario más
completo del estado de conservación de las especies animales y vegetales. La Comisión de Supervivencia de
Especies, integrada por unos 7.000 expertos, es la encargada de elaborar la Lista Roja, que tiene como
objetivo poner de manifiesto los problemas de supervivencia a los que se enfrentan multitud de especies, así
como concienciar y motivar a la comunidad mundial para que se establezcan las acciones de conservación
necesarias y se reduzca la extinción de las especies. Existen nueve categorías en el sistema de la Lista Roja
de la UICN para describir el grado de amenaza de un taxón: Extinto (EX), Extinto en Estado Silvestre (EW),
En Peligro Crítico (CR), En Peligro (EN), Vulnerable (VU), Casi Amenazado (NT), Preocupación Menor
(LC), Datos Insuficientes (DD) y No Evaluado (NE). Se consideran especies amenazadas de extinción las
que se encuentran en las categorías: Vulnerable, En Peligro y En Peligro Crítico. La inclusión en estas
categorías se hace atendiendo a 5 criterios que incluyen: tasa de disminución, tamaño de la población, área
de distribución geográfica, y grado de fragmentación de la población y la distribución.
La Lista Roja de 2002 contiene evaluaciones de más de 18.400 especies, 11.167 de las cuales están
amenazadas. De las 5.453 especies animales amenazadas, 1.137 corresponden a mamíferos, 1.192 a aves,
293 a reptiles, 157 a anfibios, 742 a peces y 1.932 a invertebrados. En la Lista 2002 figuran 5.714 plantas
amenazadas; sin embargo, sólo se ha evaluado un pequeño porcentaje de las plantas descritas en el mundo,
por lo que el número de plantas amenazadas debe ser mucho mayor. La Lista de especies de plantas se
compone sobre todo de árboles, ya que éstos han sido casi todos evaluados.
FONDO MUNDIAL PARA LA NATURALEZA (WWF)
El Fondo Mundial para la Naturaleza (en inglés, World Wide Fund for Nature, más conocido por las siglas
WWF, correspondientes a las primeras palabras de este nombre), organización internacional de voluntarios
dedicada al cuidado y conservación del mundo vivo natural. Fundado en Morges (Suiza), en 1961, por
iniciativa de un grupo de científicos, políticos y de varias organizaciones como la Unión Internacional para
la Conservación de la Naturaleza y los Recursos Naturales (UICN), en un principio se llamó Fondo Mundial
para la Vida Salvaje. La sede del WWF se halla en Gland (Suiza). Sus objetivos son impedir la degradación
del medio ambiente a través de un desarrollo sostenible, la conservación de los recursos naturales y el
mantenimiento de la diversidad biológica. La labor del WWF contribuye a poner de relieve importantes
cuestiones medioambientales, como el calentamiento global, la contaminación marina, la construcción de
carreteras, los residuos tóxicos, el desarrollo urbanístico, la sobreexplotación de los recursos naturales, la
desaparición de numerosas especies y el daño que todo esto puede infligir a la vida en la Tierra. La
organización hace particular hincapié en una labor educativa, con el fin de conseguir que niños y adultos
estén bien informados sobre el medio ambiente e influir en las decisiones nacionales e internacionales para
que se adopten políticas pertinentes y respetuosas con el entorno. En 2002 el WWF contaba con 28
organizaciones nacionales (en España, WWF/Adena), con oficinas en más de 50 países y con el apoyo de
más de 5 millones de personas. En 1997 gastó 223 millones de dólares en programas de conservación,
procedentes en su mayor parte de donaciones públicas. Desde 1961 ha desarrollado más de 13.000
proyectos en 157 países distintos. Además de apoyar los programas internacionales, cada oficina se ocupa
de organizar las campañas locales, e intenta encontrar soluciones estables a problemas específicos.
Las actuaciones del WWF a nivel internacional se articulan en torno a cinco ejes principales: bosques,
mares y costas, aguas continentales, especies y cambio climático. La organización publica anualmente un
informe titulado Living Planet Report, que tiene por objetivo analizar e informar sobre el estado de los
ecosistemas y la presión que sobre ellos ejerce la acción del hombre. Con frecuencia, las recomendaciones
del WWF son tenidas en cuenta en la toma de decisiones políticas ligadas al medio ambiente, tanto a nivel
nacional como internacional. Con este fin ha creado en Europa la European Policy Office (EPO), que
pretende que se integren los temas medioambientales a las políticas de la Unión Europea (UE). Por otro
lado, algunos de sus programas, como el Traffic International (llevado a cabo de manera conjunta con la
UICN), han ejercido una considerable presión ante los gobiernos en la reglamentación y control del
comercio de plantas y animales salvajes. Entre los logros obtenidos por la organización están el haber
salvado la Antártica de la explotación mineral, reintroducir animales extintos en sus hábitat naturales,
conseguir la protección legal de muchas plantas y animales, crear parques y reservas naturales para
salvaguardar zonas de gran riqueza biológica, y, por último, aunque no menos importante, incrementar la
concienciación ecológica entre los ciudadanos de todo el mundo. El WWF colabora con otras
organizaciones que apoyan los objetivos del Fondo y logra ayuda de gobiernos, grupos conservacionistas y
organismos culturales. Patrocina también programas educativos y de formación para ecologistas, profesores
y directores de parques, y realiza una labor de enlace entre el comercio y las asociaciones industriales para
mejorar las prácticas medioambientales.
PARTIDOS VERDES
Estos partidos son organizaciones políticas adheridas a un movimiento e ideología cuyo principal punto
programático es la defensa activa del medio ambiente. El color verde ha sido durante mucho tiempo el
símbolo de estos grupos ecologistas. Fue utilizado por primera vez como nombre de un partido político por
Die Grünen (Los Verdes), el partido verde alemán, en la década de 1980. La protección del medio ambiente
puede considerarse el objetivo principal de estos activistas, pero no el único, puesto que también mantienen
que la consecución de esta meta depende de que la sociedad modifique sus principales valores. Esta
concepción más amplia del término ‘verde’ aparece reflejada en el programa electoral que Die Grünen
presentó en 1983 y cuyas bases eran la ecología, la democracia popular, la paz y la justicia social.
Nacidos en la década de 1960 y situados en un principio fuera del sistema político, el objetivo de los
primeros movimientos ecologistas era la defensa de la naturaleza y la lucha contra la contaminación. La
progresiva toma de conciencia de la ruptura entre el hombre y el medio natural en una civilización
industrial llevó al surgimiento de una crítica política del progreso económico y de la sociedad de
consumo. A ello se sumó la crisis económica y petrolera de la década de 1970, que contribuyó al desarrollo
de programas de construcción de centrales nucleares contra las cuales lucharon sin descanso los ecologistas.
Desde entonces, éstos empezaron a organizarse y a tomar parte en elecciones locales o regionales para desde
estos organismos de poder intentar llevar a la práctica sus ideas. El primer partido que planteó una cuestión
relacionada con el medio ambiente en las urnas fue el United Tasmania Group (UTG, Grupo Unido de
Tasmania), que se presentó a las elecciones generales de Australia en abril de 1972. Los miembros del UTG,
indignados por la complicidad que a su parecer existía entre los restantes partidos políticos y la comisión
hidroeléctrica con respecto a los planes para inundar Lake Pedder, llegaron a la conclusión de que su única
opción era obtener poder presentándose a los comicios. Sin embargo, esta formación no consiguió ningún
escaño. A fin de perfilar el programa del grupo, el dirigente de la UTG, Richard Jones, escribió un libro
titulado New Ethics (Nueva Ética) que contenía una doctrina sobre la comunidad y la integridad política,
además de tratar el tema de la protección medioambiental. Un mes después se constituyó en Nueva Zelanda
el primer partido verde del mundo, cuyo nombre era Values (Valores). El primer partido verde europeo se
constituyó en Gran Bretaña en 1973, inspirado en las formaciones verdes de Nueva Zelanda y Tasmania.
Este grupo, conocido originariamente como People (Pueblo), pasó posteriormente a llamarse Ecology Party
(Partido Ecologista) y finalmente Green Party (Partido Verde). Sus fundadores estaban muy influidos por la
idea de que el aumento rápido de la población ponía a la tierra al límite de sus recursos y acabaría con su
capacidad para absorber la contaminación, así como por el debate surgido en la década de 1960 sobre los
límites al crecimiento. Uno de los resultados de esta discusión fue el Programa de Naciones Unidas para el
Medio Ambiente (PNUMA), creado en 1972 para promover la toma de conciencia internacional sobre los
problemas medioambientales mundiales. El grupo People extrajo las bases de su programa político del libro
Blueprint for Survival (Anteproyecto de Supervivencia, 1972), en el que se señalaba que determinadas
características principales de la sociedad podían mantenerse indefinidamente a la vez que se satisfacía de
forma óptima a todos sus miembros. Estas actuaciones eran la alteración mínima de los procesos ecológicos;
la máxima conservación de materiales y el ahorro de energía; un crecimiento de población cero; y un
sistema social en el que los individuos pudieran disfrutar de las tres primeras condiciones en lugar de
sentirse limitados por ellas. Estos principios se encuentran en los programas de la mayoría de los partidos
verdes actuales y están muy relacionados con el concepto de desarrollo sostenible, definido por el PNUE
como “el crecimiento que mejora la calidad de vida de los pueblos, sin rebasar la capacidad del planeta para
mantener la vida”. A medida que la preocupación por la degradación del medio ambiente crecía en los
países industrializados, los partidos verdes, especialmente los europeos, fueron entrando en su principal fase
de desarrollo. El número de votantes de estas formaciones aumentó progresivamente en Alemania, Austria,
Bélgica, Finlandia, Francia, Irlanda y Suiza. En toda Europa obtuvieron un número cada vez mayor de
escaños en municipios, gobiernos regionales y nacionales, y en las instituciones de la Unión Europea (UE).
Con ello se fue consolidando su consideración como una fuerza política pujante. El suizo Daniel Brélaz
pasó a ser el primer político verde elegido para un Parlamento nacional, en 1979. Los ecologistas
consiguieron 14 escaños en las elecciones de 1991. Pero desde entonces, el apoyo popular al movimiento
fue disminuyendo en Suiza hasta llegar a los 8 escaños obtenidos en los comicios de 1999, debido en parte a
que los asuntos medioambientales fueron pasando a las agendas políticas de otras formaciones, como la del
Partido Socialista. Cuatro candidatos verdes se hicieron con escaños en el Parlamento belga en 1981. En
España, durante la década de 1980, también surgieron numerosos partidos verdes, el más destacado de los
cuales fue Los Verdes. En marzo de 1995, el finlandés Pekka Haavisto fue el primer político verde que pasó
a formar parte de un gobierno nacional en calidad de ministro de Medio Ambiente y Planificación. En
Francia, Los Verdes asumieron también la cartera de Medio Ambiente en el gobierno de Lionel Jospin, tras
las elecciones anticipadas de 1997. En Alemania surgió uno de los partidos verdes más pujantes, Die
Grünen. En 1983, este grupo, liderado por la carismática Petra Kelly, consiguió el 5,6% de los votos, 27
escaños, en el Bundestag (cámara baja del Parlamento de Alemania). A partir de este momento, participaron
en el gobierno de varios estados alemanes (länder) formando parte de coaliciones con el Partido
Socialdemócrata Alemán (SPD). En las elecciones legislativas de 1987 obtuvieron 42 diputados, pero en las
de 1990 que siguieron a la reunificación el temor de muchos alemanes a una vuelta al pasado les llevó a
perder toda representación en el Bundestag. Este fracaso dio lugar a una serie de disensiones internas entre
fundamentalistas y partidarios de una realpolitik. El líder indiscutible de esta última corriente era Joschka
Fischer, antiguo ministro de Medio Ambiente y Energía del Estado federado de Hesse y figura emblemática
de la evolución del partido hacia una línea política más pragmática. En las elecciones al Bundestag de 1994,
Die Grünen, fusionados en 1993 con Bündnis 90 (Alianza 90, federación de movimientos que militaban por
los derechos humanos en la antigua República Democrática Alemana) se hicieron con el 7,3% de los votos.
Tras las elecciones de 1998, donde recogieron el apoyo de un 6,7% del electorado, accedieron a las más
altas responsabilidades de gobierno en el gabinete de coalición dirigido por Gerhard Schröder y ocuparon
tres ministerios, Medio Ambiente, Sanidad y Asuntos Exteriores, este último en la persona del carismático
Joschka Fischer. Sus resultados en los siguientes comicios generales de 2002 les permitieron seguir siendo
socios en el gobierno de Schröder, donde ocuparon las carteras de Agricultura, Asuntos Exteriores y Medio
Ambiente. La mayoría de los movimientos democráticos de los antiguos países comunistas de Europa del
Este partieron de grupos ecologistas, tales como Ecoglasnot en Bulgaria, el Círculo del Danubio en Hungría,
la Biblioteca Ecológica en Alemania del Este y el Club Ecológico Polaco. Varios políticos verdes formaron
parte de los gobiernos de transición de Europa del Este u obtuvieron escaños cuando se celebraron
elecciones libres. Sin embargo, las formaciones verdes perdieron muchos votos cuando se hicieron patentes
sus dificultades para reformar el sistema social y económico. Incluso Die Grünen, vanguardia del
movimiento verde, se vio afectado como ya se ha dicho por esta situación en el periodo inmediatamente
posterior a la Guerra fría y llegó a perder sus 44 escaños en 1990. Los partidos verdes también despliegan su
actividad en Latinoamérica. El Partido Verde de Brasil cuenta con amplia tradición y tiene representación en
el Parlamento nacional. Lo mismo ocurre en México, donde el Partido Verde Ecologista se integró a la
Alianza por el Cambio, junto al Partido de Acción Nacional (PAN), en las elecciones de 2000 de las que
salió elegido presidente Vicente Fox Quesada. En los estados de África y Asia, especialmente aquéllos en
los que el acceso al poder político es complejo o imposible, el activismo de los ecologistas independientes
es el que ha logrado mayor repercusión política. En Estados Unidos, el candidato de los verdes a la
presidencia, Ralph Nadar, obtuvo el 1% de los votos en las presidenciales de 2000. En Japón, el Partido
Verde ha sido eclipsado por el Club Seikatsu, que promueve el consumo ‘verde’ y ha influido en la
producción agrícola y de bienes manufacturados. La política de los verdes inició una nueva fase en la
década de 1990. La movilización por los temas medioambientales no es percibida ya como una actividad
marginal. Las agendas políticas de los gobiernos otorgan una alta prioridad a estos problemas y los restantes
partidos políticos han adoptado medidas de crecimiento sostenible. El programa de los partidos verdes ha
evolucionado a lo largo de su historia y hoy propone soluciones globales para reformar la sociedad. En
muchos casos ello ha llevado a disensiones en su seno entre los fundamentalistas y los realistas quienes,
como en Alemania, se han lanzado a la conquista del poder y no rechazan a priori aliarse con grupos
socialdemócratas para conseguir sus objetivos. No obstante, su progresión electoral se ha visto frenada por
el hecho de que muchos partidos tradicionales, tanto de la derecha como de la izquierda, deseosos de
recuperar votos, han integrado a su discurso y a sus programas un cierto número de reivindicaciones
ecologistas. Por otro lado, algunos sistemas electorales discriminan a los grupos con poca base electoral.
Los verdes centran ahora su activismo en la búsqueda de nuevas políticas económicas que impulsen un
desarrollo económico más duradero y justo para los países en vías de desarrollo, promueven una ampliación
de la democracia a través de la participación activa de los ciudadanos en el control de las decisiones
científicas y representan también la voz disidente en asuntos de la máxima relevancia en la actualidad, como
el de la inmigración.
ESPECIES AMENAZADAS
Especies de plantas y animales en peligro de desaparición en un futuro inmediato. Según la Unión Mundial
para la Naturaleza (UICN), se consideran nueve categorías de estado de conservación de las especies, que
hoy constituyen un patrón internacional: (Ex) Extinta, (EW) Extinta en Estado Silvestre, (CR) En Peligro
Crítico, (EN) En Peligro, (VU) Vulnerable, (NT) Casi Amenazada, (LC) Preocupación Menor, (DD) Datos
Insuficientes y (NE) No Evaluada. Cuando se habla de especies amenazadas de extinción se consideran
aquéllas que se incluyen en las categorías: En Peligro Crítico, En Peligro y Vulnerable.
En España, la ley de la conservación de los Espacios Naturales y de la Flora y Fauna Silvestres (promulgada
en 1989) establece que el reconocimiento de especies amenazadas, tanto animales como vegetales, cuya
protección requiera medidas de protección, se realizará mediante su inclusión en un catálogo, el Catálogo
Nacional de Especies Amenazadas, donde se recogen las especies y subespecies en ‘peligro de extinción’ y
las de ‘interés especial’. La extinción es en realidad un proceso normal en el curso de la evolución. A lo
largo de todo el tiempo geológico, el número de especies que se han extinguido es mayor que el de las que
existen en la actualidad. Su lenta desaparición fue consecuencia de cambios climáticos y de la incapacidad
para adaptarse a situaciones como la competencia y la depredación; sin embargo, desde el siglo XVII, este
proceso se ha acelerado debido al impacto sobre los ecosistemas naturales de la explosión demográfica y de
los avances tecnológicos. Hoy en día, los cambios que sufre el medio ambiente son más rápidos que la
capacidad de la mayoría de las especies para adaptarse a ellos mediante selección natural.
En la Lista Roja de Especies Amenazadas de 2003, elaborada por la UICN, se incluyen 12.257 especies
amenazadas de extinción en todo el planeta, que corresponden a 5.483 especies animales y a 6.774 especies
de plantas. Según esta fuente, hay 1.130 mamíferos amenazados, 1.194 especies de aves, 293 reptiles, 157
anfibios, 750 peces y 1.959 invertebrados. En España están amenazadas unas 127 especies animales (de las
que 24 son mamíferos y 7 son aves) y, junto con Portugal, es el país europeo con más especies amenazadas.
En Latinoamérica, Ecuador es el país que cuenta con mayor número de especies en las categorías de En
Peligro Crítico, En Peligro y Vulnerable, 1.140 en total, seguido de Brasil con 663 y México con 542.
Algunas especies catalogadas como en ‘peligro de extinción’ en la península Ibérica son: el
quebrantahuesos, el águila imperial ibérica, la malvasía cabeciblanca, el lagarto gigante del Hierro, la foca
monje, el oso pardo y el lince ibérico, clasificado en la categoría de En Peligro Crítico. Entre los animales
que requieren una protección urgente y que tienen mayor riesgo de desaparición están los gorilas de África
central, la grulla de Siberia, los gansos enanos, los halcones, los porrones pardos y el águila imperial, entre
otros. De las especies que habitan en América Latina destacan: el delfín de la Plata, los ciervos de los Andes
meridionales, la nutria de Chile, el pingüino de Humboldt y el flamenco de los Andes, entre otros. En cuanto
a las plantas, sólo se ha evaluado un pequeño porcentaje de las especies vegetales descritas en el mundo, por
lo que el número de plantas amenazadas debe ser bastante mayor que las 6.774 que aparecen en la lista.
Las especies se extinguen o se ven amenazadas por diversas razones, aunque la causa primera es la
destrucción del hábitat. El drenaje de zonas húmedas, la conversión de áreas de matorrales en tierras de
pasto, la tala de los bosques (especialmente en los trópicos), la urbanización y la suburbanización, y la
construcción de carreteras y presas, han reducido notablemente los hábitats disponibles. Al producirse la
fragmentación de los hábitats en ‘islas’, la población animal se agrupa en áreas más pequeñas. En éstas, las
especies pierden el contacto con otras poblaciones del mismo tipo, lo que limita su diversidad genética y
reduce su capacidad de adaptación a las variaciones del medio ambiente. Estas poblaciones pequeñas son
muy vulnerables a la extinción, y para algunas especies estos hábitats fragmentados son demasiado
reducidos para que una población sea viable. Desde el siglo XVII, la causa de que muchas especies se hayan
extinguido o estén amenazadas ha sido la explotación de animales para la alimentación y elaboración de
otros productos. Por ejemplo, la aniquilación de ballenas de gran tamaño para obtener aceite y carne las ha
conducido al borde de la extinción; los rinocerontes africanos, sacrificados para obtener sus cuernos,
también están amenazados. El gran alce gigante se extinguió en el siglo XIX a consecuencia de una caza
excesiva, y el periquito de Carolina desapareció como especie debido tanto a su caza como a la destrucción
de su hábitat. La introducción de enfermedades, parásitos y depredadores frente a los que la flora y la fauna
nativa carecen de defensas ha provocado el exterminio o reducción importante de algunas especies. Por
ejemplo, la propagación accidental de una plaga eliminó los castaños de los bosques caducifolios de
Norteamérica. También el control de los depredadores e insectos tiene efectos adversos. El control excesivo
de los perros de las praderas ha extinguido casi por completo a uno de sus depredadores naturales, el turón
de pies negros. La contaminación atmosférica, del agua y del suelo son causas importantes de extinción, así
como la introducción de especies exóticas, la sobreexplotación directa de las especies y la intensa
agricultura. Los productos químicos tóxicos, sobre todo los hidrocarburos clorados, como el
diclorodifeniltricloroetano (DDT) y los bifenilos policlorados (PCB), se han concentrado en las cadenas
tróficas, afectando más a aquellas especies situadas al final de la cadena. Así, tanto el DDT como los PCB
interfieren con el metabolismo del calcio de las aves, lo que origina el reblandecimiento de las cáscaras de
los huevos y malformaciones en las crías. La contaminación y el aumento de la temperatura del agua han
provocado la desaparición de especies endémicas de peces de varios hábitats. Se han efectuado algunos
esfuerzos privados y gubernamentales dirigidos a salvar especies en vía de extinción. Una propuesta
inmediata es la protección de especies a través de la legislación. Además, son importantes los esfuerzos que
se realizan a través de los convenios internacionales, de las publicaciones de ‘listas rojas’ o catálogos de las
especies amenazadas, de diferentes proyectos como ARTEMIS (creación de un banco de semillas para
plantas en peligro), ZEPAS (Zonas de Especial Protección para las Aves); así como los acuerdos que se
obtienen en los diferentes congresos y cumbres, tanto a escala internacional como nacional.
Los esfuerzos internacionales se concretan en la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies
Amenazadas de Flora y Fauna Silvestres (CITES), ratificada por más de 150 países. Su propósito es reducir
la explotación de éstas mediante la regulación y restricción de su comercio. Sin embargo, en algunos países
la eficacia de estas leyes depende de la aplicación y apoyo que reciben de la población y de los tribunales.
Debido a que su aplicación no es totalmente estricta, a la negligencia de algunos segmentos de la sociedad
que consienten el comercio con especies amenazadas, y a que las actividades de cazadores furtivos y
traficantes sin escrúpulos facilitan este comercio, el futuro de muchas especies, a pesar de su protección
legal, es incierto. Los esfuerzos dirigidos a la conservación de especies también incluyen la repoblación de
la naturaleza con animales en edad de procrear, bien para restablecer su número (como en el caso del halcón
peregrino) o para aumentar la población natural (como en el caso de la grulla cantora). Gracias a la
reproducción en cautividad, por ejemplo, el número de ejemplares de cóndor de California se ha elevado de
27 en 1987 a unos 150 en 2000. Otro proyecto implica la determinación de los hábitats críticos que se deben
conservar para las especies amenazadas. Su protección puede llevarse a cabo mediante el establecimiento de
reservas, aunque su valor está limitado por el efecto isla. Las objeciones planteadas por algunos grupos con
intereses particulares hacen que la conservación de zonas para las especies amenazadas sea también difícil.
LEYES MEDIOAMBIENTALES
LEYES AMBIENTALES
Áreas de la legislación nacional, regional (como la de la Unión Europea) e internacional, orientadas a la
protección del medio ambiente. Los elementos claves de la legislación sobre el medio ambiente incluyen el
control de la contaminación producida por el ser humano y la protección de recursos naturales como la
fauna, flora y el paisaje, pero las fronteras exactas del problema son difíciles de delimitar y otras muchas
áreas de la legislación, como las referentes a la salud y a la seguridad en el trabajo, la planificación del uso
del suelo y la protección de la herencia cultural, tienen implicaciones ambientales. Hay ejemplos de
legislación sobre el medio ambiente que se remontan a los tiempos de los romanos y de la edad media que
hoy figuran en las leyes nacionales de casi cualquier país, aunque su alcance y grado de detalle varían
considerablemente. Constituye uno de los campos legislativos de más rápido crecimiento a nivel mundial.
Un área de la legislación medioambiental aborda los principios según los cuales quien daña el medio
ambiente queda sometido al pago de compensaciones, así como sobre quién puede solicitar una acción legal
ante los tribunales. Aunque importantes, tales principios pueden contribuir poco a impedir los daños al
medio ambiente, y la mayor parte de la legislación al respecto consiste, en la actualidad, en diversos tipos de
regulación por parte del gobierno. Se emplean varios tipos de enfoque legal que incluyen la prohibición o
restricción del uso de ciertas sustancias y la determinación de estándares para los productos. Probablemente,
el método más utilizado de regulación ambiental sea la exigencia de licencias u otras formas de autorización
para llevar a cabo ciertas actividades, como el vertido de efluentes en el agua o la eliminación de residuos.
La implantación eficaz de las leyes ambientales sigue siendo un problema en muchas jurisdicciones, y hoy
en día, se presta mayor atención al uso de mecanismos económicos, por ejemplo impuestos especiales, como
medio para reforzar o reemplazar sistemas más convencionales de regulación ambiental. A pesar de la gran
variedad de leyes que existen relacionadas con la conservación del medio ambiente, en muchas
jurisdicciones están surgiendo una serie de principios y tendencias comunes, reforzados por la creciente
cooperación internacional surgida en la década de 1970. La necesidad de prevenir los daños al medio
ambiente en origen se ve a menudo reforzada por el requisito de la Evaluación de Impacto Ambiental de las
nuevas propuestas y proyectos. El llamado principio de precaución surgió en la década de 1980 como
justificación de la regulación medioambiental, incluso en caso de que existieran dudas científicas acerca de
las causas exactas del daño al medio ambiente, y fue ratificado en la Cumbre sobre la Tierra celebrada en
1992. Hoy en día, en muchos países existen leyes que otorgan al público el derecho a acceder a la
información relacionada con el medio ambiente y a participar en la toma de decisiones respecto a cuestiones
que afecten a éste y, cada vez más, las constituciones contienen ciertos principios relacionados con el
mismo. La necesidad de garantizar una mayor consistencia entre las diferentes legislaciones sobre el medio
ambiente y lograr una integración más efectiva de las preocupaciones medioambientales en otros campos de
la ley, como el transporte y el comercio, continúa siendo un desafío.
EVALUACIÓN DE IMPACTO AMBIENTAL (EIA)
La EIA es un proceso formal empleado para predecir las consecuencias ambientales de una propuesta o
decisión legislativa, la implantación de políticas y programas o la puesta en marcha de proyectos de
desarrollo. La Evaluación de Impacto Ambiental se introdujo por primera vez en Estados Unidos en 1969
como requisito de la ٛ acional Environmental Policy Act (ley nacional de políticas sobre el medio ambiente,
comúnmente conocida como NEPA). Desde entonces, un creciente número de países (incluida la Unión
Europea) han adoptado la EIA, aprobando leyes y creando organismos para garantizar su implantación. La
Evaluación de Impacto Ambiental se ha aplicado sobre todo a proyectos individuales y ha dado lugar a la
aparición de diversas técnicas nuevas, como los estudios de impacto sanitario y los de impacto social. Los
avances más recientes incluyen el estudio de los efectos acumulativos y el estudio estratégico del medio
ambiente, conocido como Evaluación Estratégica Ambiental (EEA), que se ocupa de los estudios
medioambientales a nivel de políticas, programas y planes. El término Estudio de Impacto Ambiental
(EsIA) se usa a veces a modo de paraguas que abarca todos estos enfoques diferentes, pero se emplea
también como nombre alternativo de la EIA. En ciertos casos, se evalúan los impactos social y económico
como parte del proceso. En otros, las cuestiones sociales y económicas se evalúan por separado. Por
ejemplo, a la hora de seleccionar el trazado de una nueva autovía, se consideran aspectos sociales, como la
distancia a un hospital o a los centros educativos, pero fuera del EsIA. Una Evaluación de Impacto
Ambiental suele comprender una serie de pasos: 1) Un examen previo, para decidir si un proyecto requiere
un estudio de impacto y hasta qué nivel de detalle; 2) Un estudio preliminar, que sirve para identificar los
impactos clave y su magnitud, significado e importancia; 3) Una determinación de su alcance, para
garantizar que la EIA se centre en cuestiones clave y determinar dónde es necesaria una información más
detallada; 4) El estudio en sí, consistente en meticulosas investigaciones para predecir y/o evaluar el
impacto, y la propuesta de medidas preventivas, protectoras y correctoras necesarias para eliminar o
disminuir los efectos de la actividad en cuestión. El proceso suele implicar la contraposición de opciones, la
propuesta de medidas paliativas, la preparación de un informe (Declaración de Impacto Ambiental) y el
subsiguiente seguimiento y evaluación. Una vez finalizado un proyecto se realiza a veces un examen a
posteriori, o auditoria sobre el terreno, para determinar hasta qué punto las predicciones de la EIA se ajustan
a la realidad; es el seguimiento o control ambiental de las obras. En la comunidad empresarial existe un
creciente interés en la inspección previa de las prácticas orientadas a la determinación de objetivos
productivos, en especial en lo que se refiere a la eliminación de residuos y al uso de la energía. El término
auditoría medioambiental se aplica a la regulación voluntaria de las prácticas empresariales en función de
valores predeterminados de su impacto ambiental.
DESARROLLO SOSTENIBLE
Cuando hablamos de desarrollo sostenible hacemos referencia al desarrollo económico y social que permite
hacer frente a las necesidades del presente sin poner en peligro la capacidad de futuras generaciones para
satisfacer sus propias necesidades. Hay dos conceptos fundamentales en lo que se refiere al uso y gestión
sostenibles de los recursos naturales del planeta. En primer lugar, deben satisfacerse las necesidades básicas de
la humanidad, comida, ropa, lugar donde vivir y trabajo. Esto implica prestar atención a las necesidades, en
gran medida insatisfechas, de los pobres del mundo, ya que un mundo en el que la pobreza es endémica será
siempre proclive a las catástrofes ecológicas y de todo tipo. En segundo lugar, los límites para el desarrollo no
son absolutos, sino que vienen impuestos por el nivel tecnológico y de organización social, su impacto sobre
los recursos del medio ambiente y la capacidad de la biosfera para absorber los efectos de la actividad humana.
Es posible mejorar tanto la tecnología como la organización social para abrir paso a una nueva era de
crecimiento económico sensible a las necesidades ambientales. Durante las décadas de 1970 y 1980 empezó a
quedar cada vez más claro que los recursos naturales estaban dilapidándose en nombre del ‘desarrollo’. Se
estaban produciendo cambios imprevistos en la atmósfera, los suelos, las aguas, entre las plantas y los
animales, y en las relaciones entre todos ellos. Fue necesario reconocer que la velocidad del cambio era tal que
superaba la capacidad científica e institucional para ralentizar o invertir el sentido de sus causas y efectos.
Estos grandes problemas ambientales incluyen: 1) el calentamiento global de la atmósfera (el efecto
invernadero), debido a la emisión, por parte de la industria y la agricultura, de gases (sobre todo dióxido de
carbono, metano, óxido nitroso y clorofluorocarbonos) que absorben la radiación de onda larga reflejada por la
superficie de la Tierra; 2) el agotamiento de la capa de ozono de la estratosfera, escudo protector del planeta,
por la acción de productos químicos basados en el cloro y el bromo, que permite una mayor penetración de
rayos ultravioleta hasta su superficie; 3) la creciente contaminación del agua y los suelos por los vertidos y
descargas de residuos industriales y agrícolas; 4) el agotamiento de la cubierta forestal (deforestación),
especialmente en los trópicos, por la explotación para leña y la expansión de la agricultura; 5) la pérdida de
especies, tanto silvestres como domesticadas, de plantas y animales por destrucción de hábitat naturales, la
especialización agrícola y la creciente presión a la que se ven sometidas las pesquerías; 6) la degradación del
suelo en los hábitat agrícolas y naturales, incluyendo la erosión, el encharcamiento y la salinización, que
produce con el tiempo la pérdida de la capacidad productiva del suelo. A finales de 1983, el secretario general
de las Naciones Unidas le pidió a la primera ministra de Noruega, Gro Harlem Brundtland, que creara una
comisión independiente para examinar estos problemas que sugiriera mecanismos para que la creciente
población del planeta pudiera hacer frente a sus necesidades básicas. El grupo de ministros, científicos,
diplomáticos y legisladores celebró audiencias públicas en cinco continentes durante casi tres años. La
principal tarea de la llamada Comisión Brundtland era generar una agenda para el cambio global. Su mandato
especificaba tres objetivos: reexaminar cuestiones críticas relacionadas con el medio ambiente y el desarrollo,
y formular propuestas realistas para hacerles frente; proponer nuevas fórmulas de cooperación internacional en
estos temas capaces de orientar la política y los acontecimientos hacia la realización de cambios necesarios; y
aumentar los niveles de concienciación y compromiso de los individuos, las organizaciones de voluntarios, las
empresas, las instituciones y los gobiernos. El informe fue presentado ante la Asamblea General de las
Naciones Unidas durante el otoño de 1987. En el informe se describen dos futuros: uno viable y otro que no lo
es. En el segundo, la especie humana continúa agotando el capital natural de la Tierra. En el primero los
gobiernos adoptan el concepto de desarrollo sostenible y organizan estructuras nuevas, más equitativas, que
empiezan a cerrar el abismo que separa a los países ricos de los pobres. Este abismo, en lo que se refiere a la
energía y los recursos, es el principal problema ambiental del planeta; es también su principal problema de
desarrollo. En todo caso, lo que quedaba claro era que la incorporación de consideraciones económicas y
ecológicas a la planificación del desarrollo requeriría toda una revolución en la toma de decisiones
económicas. Tras la Comisión, el siguiente acontecimiento internacional significativo fue la Cumbre sobre la
Tierra. Se trataba de encontrar modos de traducir las buenas intenciones en medidas concretas y de que los
gobiernos firmaran acuerdos específicos para hacer frente a los grandes problemas ambientales y de
desarrollo. Los resultados de la Cumbre incluyen convenciones globales sobre la biodiversidad y el clima, una
Constitución de la Tierra de principios básicos, y un programa de acción, llamado Agenda 21, para poner en
práctica estos principios. Los resultados se vieron empañados por la negativa de algunos gobiernos a aceptar
los calendarios y objetivos para el cambio (por ejemplo para la reducción de emisiones gaseosas que conducen
al calentamiento global), a firmar ciertos documentos (había quien opinaba que el Convenio sobre la
Diversidad Biológica debilitaba las industrias de biotecnología de los países industrializados), o a aceptar la
adopción de medidas vinculantes (como en el caso de los principios forestales). En sus 41 capítulos, el
programa de acción contenido en la Agenda 21 aborda casi todos los temas relacionados con el desarrollo
sostenible que se puedan imaginar, pero no está lo suficientemente financiado. No obstante, la Cumbre fue un
trascendental ejercicio de concienciación a los más altos niveles de la política. A partir de ella, ningún político
relevante podrá aducir ignorancia de los vínculos existentes entre el medio ambiente y el desarrollo. Además,
dejó claro que eran necesarios cambios fundamentales para alcanzar un desarrollo sostenible. Los pobres
deben recibir una participación justa en los recursos para sustentar el crecimiento económico; los sistemas
políticos deben favorecer la participación ciudadana en la toma de decisiones, en especial las relativas a
actividades que afectan a sus vidas; los ricos deben adoptar estilos de vida que no se salgan del marco de los
recursos ecológicos del planeta; y el tamaño y crecimiento de la población deben estar en armonía con la
cambiante capacidad productiva del ecosistema. Diez años más tarde, la Organización de las Naciones Unidas
(ONU) convocó la Cumbre sobre Desarrollo Sostenible, también conocida como Río+10 por celebrarse una
década después de la primera Cumbre de la Tierra. Los acuerdos finales acordados en esta Cumbre, que reunió
en la ciudad surafricana de Johannesburgo a representantes de 191 países, incluyeron una Declaración Política,
que formula una serie de principios para alcanzar el desarrollo sostenible, y un Plan de Acción en el que
destacan los siguientes compromisos:
a) reducir a la mitad en 2015 la población que vive sin agua potable y sin red de saneamiento de aguas
residuales.
b) recuperar, en el año 2015, las reservas pesqueras “donde sea posible” y crear, antes de 2012, una red de
áreas marítimas protegidas. Este plan contempla la reducción de las capturas para devolver a niveles
saludables los caladeros de pesca.
c) reducir, significativamente, la pérdida de biodiversidad antes de 2010.
d) minimizar, antes de 2020, el impacto producido por la emisión de productos químicos al medio ambiente.
Sin embargo, la Cumbre de Johannesburgo decepcionó a las organizaciones no gubernamentales (ONGs) que
esperaban acuerdos concretos en otros aspectos como el aumento de las fuentes de energía renovables o la
lucha contra la pobreza.
La agricultura ha experimentado muchas revoluciones a lo largo de la historia desde su aparición hace entre
unos 8.000 y 10.000 años hasta la renombrada revolución agrícola, acaecida en Europa entre los siglos XVII y
XIX. A lo largo del siglo XX el entorno rural ha sufrido transformaciones en la mayor parte del mundo. Los
gobiernos han incentivado la adopción de variedades modernas para las cosechas y de razas modernas de
ganado, junto con recursos externos (como fertilizantes, pesticidas, antibióticos, crédito, maquinaria),
necesarios para que las primeras sean productivas. Han respaldado la creación de nuevas infraestructuras,
como programas de irrigación, carreteras y mercados, y han garantizado los precios y el mercado para la
producción agrícola. El proceso de modernización agrícola ha producido tres tipos distintos de agricultura:
1) la industrializada, 2) la llamada revolución verde y 3) todos los demás tipos: la de baja aportación exterior,
la tradicional y la no mejorada. Los primeros dos tipos han conseguido responder ante los recursos
tecnológicos, dando lugar a sistemas de alto rendimiento en la producción de alimentos. Están dotados de
acceso a carreteras, mercados urbanos, puertos y, a través suyo, a aportaciones externas, maquinaria,
infraestructuras de comercialización, transporte, instalaciones de procesado agrícola y crédito. Tienen buenos
suelos, un suministro adecuado de agua (bien por una pluviosidad regular o por medio de sistemas de
irrigación), acceso a variedades modernas de cultivos y razas de ganado y a productos derivados del petróleo y
maquinaria. En los países del Tercer Mundo, estos sistemas, que exigen grandes aportaciones del exterior, se
emplean en las grandes llanuras y deltas irrigados del sur, sureste y este de Asia, así como en partes de
Latinoamérica y el norte de África, y en otras zonas aisladas. Tienden a ser explotaciones de monocultivos y/o
animal único, orientadas a la venta, y comprenden los cultivos irrigados de arroz en las tierras bajas, el trigo y
el algodón; las plantaciones de plataneros, piñas, palma de aceite y caña de azúcar; las hortalizas en las
inmediaciones de los centros urbanos, y la cría intensiva de ganado y aves. Estas son las tierras de la llamada
revolución verde. Los científicos desarrollaron nuevas variedades de cereales básicos, consiguiendo que
maduraran antes, lo que permitía recoger dos cosechas al año, que fueran insensibles a la duración del día, lo
que facilitaba su cultivo en un gran abanico de latitudes, y que produjeran una mayor proporción de grano en
relación con la paja. Estas variedades modernas fueron entregadas a los agricultores junto con aportaciones, o
entradas, de elevado coste, que incluían fertilizantes inorgánicos, pesticidas, maquinaria, créditos y agua.
Como resultado, el rendimiento medio de los cereales se ha duplicado en 30 años. Tomando en consideración
el crecimiento de la población en el mismo periodo, la mejora ha sido de un 7% del total de los alimentos
producidos por persona. Este valor medio, no obstante, oculta diferencias regionales significativas: en el
Sureste asiático, la producción per cápita de alimentos ha aumentado cerca de un 30%, pero en África ha
descendido un 20 por ciento. Lo que es más, aún quedan unos 1.000 millones de personas en el mundo cuya
dieta no aporta suficientes calorías para trabajar, de las que 480 millones viven en hogares demasiado pobres
para obtener la energía necesaria para el crecimiento adecuado de los niños y para mantener una actividad
mínima por parte de los adultos. En los países industrializados se produjo una revolución similar. Los
agricultores se modernizaron, adoptando el uso de maquinaria, reduciendo la mano de obra, especializando los
cultivos y cambiando sus prácticas para obtener mayores beneficios. La presión en favor de incrementar el
rendimiento y el tamaño de las explotaciones ha hecho que las granjas mixtas tradicionales, un sistema muy
integrado en el que se generaban pocos impactos exteriores, hayan desaparecido casi por completo.
El tercer tipo de agricultura comprende todos los demás sistemas agrícolas y de subsistencia. Se trata de
sistemas de baja aportación externa y situados en tierras secas, tierras pantanosas, tierras altas, sabanas,
pantanos, zonas semidesérticas, montañas y colinas y bosques. En estas áreas los sistemas de cultivo son
complejos y diversos, el rendimiento de las cosechas bajo, y la vida de sus habitantes a menudo depende de los
recursos silvestres, además de la producción agrícola propia. Las explotaciones están muy alejadas de los
mercados, se encuentran en suelos frágiles o problemáticos, y es poco probable que los visiten los científicos
agrícolas o que sean estudiadas en los centros de investigación. Además su productividad es baja: el
rendimiento de los cereales es de sólo 0,5 a 1 tonelada por hectárea. Los países más pobres tienden a tener una
proporción más elevada de estos sistemas agrícolas. A mediados de la década de 1990, cerca de un 30 a un
35% de la población del planeta, entre 1.900 y 2.100 millones de personas, subsiste merced a esta tercera y
olvidada forma de agricultura. Aún así toda esta gente se encuentra hoy excluida de la política de desarrollo de
los gobiernos, que se concentra en tierras altamente productivas. A pesar de las mejoras realizadas en la
producción de alimentos, los desafíos no han hecho más que empezar. La población mundial alcanzará entre
los 8.000 y 13.000 millones de personas. Incluso recurriendo a las estimaciones más bajas, y dado el acceso
poco equitativo a los recursos que predomina en la actualidad, será necesario que la producción agrícola
aumente de forma sustancial para que se puedan mantener los niveles de nutrición actuales. Sin un crecimiento
muy considerable, las perspectivas de muchos habitantes de los países pobres son sombrías.
En los últimos 50 años, las políticas de desarrollo agrícola han tenido un éxito notable en potenciar las
aportaciones o entradas externas como medio para aumentar la producción de alimentos, lo que ha producido
un crecimiento llamativo en el consumo global de pesticidas, fertilizantes inorgánicos, piensos animales,
tractores y otras maquinarias. Estas aportaciones externas, no obstante, han reemplazado los recursos y
procesos naturales de control, haciéndolos más vulnerables. Los pesticidas han reemplazado a los medios
biológicos, mecánicos y de cultivo para controlar las plagas, las malas hierbas y las enfermedades; los
agricultores han sustituido el estiércol, el abono vegetal y las cosechas fijadoras de nitrógeno por fertilizantes
inorgánicos; la información para tomar decisiones de gestión procede de los proveedores comerciales y de los
científicos, no de fuentes locales; y los combustibles fósiles han reemplazado a las fuentes de energía
generadas localmente. La especialización de la producción agrícola y el declive asociado de la granja mixta
también han contribuido a esta situación. Los que antaño fueron valiosos productos interiores se han
convertido hoy en productos de desecho. El principal desafío al que se enfrenta la agricultura sostenible es
mejorar el uso que se hace de estos recursos interiores. Esto puede hacerse minimizando las aportaciones
desde el exterior, regenerando los recursos interiores más rápidamente o combinaciones de ambos. La
agricultura sostenible es, por lo tanto, un sistema de producción de alimentos o fibras que persigue los
siguientes objetivos de forma sistemática: 1) una incorporación mayor de los procesos naturales, como el ciclo
de los nutrientes, la fijación del nitrógeno y las relaciones plaga-depredador a los procesos de producción
industrial; 2) una reducción del uso de las aportaciones externas no renovables que más daño pueden causar al
medio ambiente o a la salud de los agricultores y consumidores, y un uso más metódico de las demás
aportaciones, de cara a minimizar los costes variables; 3) un acceso más equitativo a los recursos y
oportunidades productivos y la transición a formas de agricultura más justas desde el punto de vista social;
4) un mayor uso productivo del potencial biológico y genético de las especies vegetales y animales; 5) un
mayor uso productivo de los conocimientos y prácticas locales, incluyendo enfoques innovadores aún no del
todo comprendidos por los científicos ni adoptados por los agricultores; 6) un incremento de la autosuficiencia
de los agricultores y los pueblos rurales; 7) una mejora del equilibrio entre los patrones de pastoreo o
explotación, la capacidad productiva y las limitaciones ambientales impuestas por el clima y el paisaje para
garantizar que los niveles actuales de producción sean sostenibles a largo plazo; 8) una producción rentable y
eficiente que haga hincapié en la gestión agrícola integrada y la conservación del suelo, el agua, la energía y
los recursos biológicos. Cuando estos componentes se unen, la agricultura se transforma en agricultura
integrada, y sus recursos se usan con más eficiencia. La agricultura sostenible, por lo tanto, aspira al uso
integrado de una gran variedad de tecnologías de gestión de las plagas, los nutrientes, el suelo y el agua.
Aspira a una mayor diversidad de explotaciones en el seno de las granjas, combinada con mayores vínculos y
flujos entre ellas. Los productos secundarios o desechos de un componente se convierten en aportaciones a
otro. Al ir reemplazando las aportaciones exteriores por los procesos naturales, el impacto sobre el medio
ambiente disminuye. Los grandes desafíos a los que se enfrenta la agricultura sostenible en cada una de las tres
áreas agrícolas son muy diferentes. En la agricultura industrializada de Europa y América del Norte, se trata de
reducir sustancialmente el uso de aportaciones exteriores y los costes variables con el fin de mantener la
rentabilidad. Se podrían aceptar pequeñas reducciones en el rendimiento, dado el actual nivel de
sobreproducción. En las áreas de la llamada revolución verde, el desafío es mantener el rendimiento y el nivel
actual de sobreproducción reduciendo a la vez los daños al medio ambiente. En las tierras diversas y complejas
se trata de aumentar el rendimiento por hectárea sin dañar los recursos naturales.
La nuevas evidencias procedentes de granjas y comunidades de todo el mundo muestran hoy que la agricultura
sostenible es posible en estas tres regiones: 1) en las tierras diversas, complejas y pobres en recursos del
Tercer Mundo, los agricultores que han adoptado las tecnologías regeneradoras han duplicado o triplicado el
rendimiento de sus cosechas, a menudo con poca o ninguna aportación exterior; 2) en las tierras de
aportaciones elevadas y por lo general irrigadas, los agricultores que han adoptado tecnologías regeneradoras
han mantenido sus altos rendimientos, reduciendo sustancialmente las aportaciones exteriores; 3) en los
sistemas agrícolas industrializados, una transición a la agricultura sostenible podría significar un descenso en
el rendimiento por hectárea de un 10 a un 20% a corto plazo, pero resultaría rentable para los agricultores.
Todos estos éxitos tienen tres elementos en común. Han hecho uso de tecnologías que conservan los recursos,
como la gestión integrada de las plagas, la conservación del suelo y el agua, el reciclado de nutrientes, los
cultivos múltiples, la captación de agua, el reciclado de desechos, y así sucesivamente. En términos generales,
ha habido iniciativas por parte de grupos y comunidades a nivel local, así como cierto apoyo por parte de
instituciones gubernamentales y/o no gubernamentales. Con todo, en la mayor parte de los casos se trata de
iniciativas localizadas. No son más que éxitos aislados. Esto se debe a la ausencia de un cuarto elemento: una
política ambiental favorable. En su mayoría, las políticas existentes siguen favoreciendo activamente una
agricultura que depende de aportaciones y tecnologías exteriores. Estas políticas constituyen uno de los
principales obstáculos en el camino hacia una agricultura más sostenible. A pesar de la viabilidad de una
agricultura más sostenible, que beneficiaría a los agricultores, las comunidades rurales, el medio ambiente y la
economía nacional, siguen existiendo muchos obstáculos y amenazas. Muchas de las estructuras de poder
existentes se ven amenazadas por el cambio, y puede resultar imposible que todo el mundo se beneficie de ella
a corto plazo. Las amenazas surgen desde el nivel internacional hasta el local. A nivel internacional, los
mercados y las políticas comerciales han tendido a reducir el precio de las mercancías, disminuyendo los
beneficios de los agricultores y las economías. Sólo en los últimos 10 años los precios habían descendido, por
término medio, un 50 por ciento. Las empresas agroquímicas, por su parte, intentarán proteger sus mercados
de toda opción que implique una reducción en el uso de sus productos. A nivel nacional, hay que determinar
cuáles son las políticas macro y microeconómicas que siguen dificultando el desarrollo de una agricultura más
sostenible, y cambiarlas. En algunos casos esto resultará políticamente muy difícil, en especial cuando se trate
de poner en práctica unas reformas que deberían dar a los agricultores garantías para invertir en prácticas
sostenibles. La naturaleza burocrática de las grandes instituciones constituye una amenaza más. Les cuesta
trabajar de un modo que conceda poder a las comunidades locales, ya que esto supone perder parte del suyo.
De modo similar, la naturaleza conservadora de las universidades y las instituciones de enseñanza es un
obstáculo para la aparición de nuevos profesionales orientados hacia la agricultura sostenible. En su mayor
parte, éstas se muestran reticentes o incapaces sin más de formar a profesionales de la agricultura capaces de
trabajar con y para los agricultores. Por último, los propios agricultores se enfrentan a los costes que supone la
transición a prácticas y tecnologías agrícolas sostenibles y a su aprendizaje.
CUMBRES, ASAMBLEAS REUNIONES
LA CUMBRE DE LA TIERRA
En junio de 1992, la Conferencia sobre Medio Ambiente y Desarrollo de las Naciones Unidas, también
conocida como la Cumbre de la Tierra, se reunió durante 12 días en las cercanías de Río de Janeiro, Brasil.
Esta cumbre desarrolló y legitimó una agenda de medidas relacionadas con el cambio medioambiental,
económico y político. El propósito de la conferencia fue determinar qué reformas medioabientales era
necesario emprender a largo plazo, e iniciar procesos para su implantación y supervisión internacionales. Se
celebraron convenciones para discutir y aprobar documentos sobre medio ambiente. Los principales temas
abordados en estas convenciones incluyeron el cambio climático, la biodiversidad, la protección forestal, la
Agenda 21 (un proyecto de desarrollo medioambiental de 900 páginas) y la Declaración de Río (un
documento de seis páginas que demandaba la integración de medio ambiente y desarrollo económico). La
Cumbre de la Tierra fue un acontecimiento histórico de gran significado. No sólo hizo del medio ambiente
una prioridad a escala mundial, sino que a ella asistieron delegados de 178 países, lo que la convirtió en la
mayor conferencia celebrada hasta ese momento. Entre el 26 de agosto y el 4 de septiembre de 2002, diez
años más tarde de que tuviera lugar la primera Cumbre de la Tierra, se celebró en la ciudad de
Johannesburgo la Cumbre de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, conocida también como
Río+10. Asistieron representantes de 191 países y se acordó un Plan de Acción que incluía el compromiso
de reducir el número de personas que no tienen acceso al agua potable y a las redes de saneamiento de aguas
residuales, la defensa de la biodiversidad o la recuperación de las reservas pesqueras mermadas. La Cumbre
de la Tierra
CUMBRE DE RÍO
Conferencia sobre el medio ambiente y el desarrollo convocada por las Naciones Unidas. Heredera de la
Conferencia sobre el Medio Humano, que tuvo lugar en Estocolmo (Suecia) en 1972, se celebró, veinte años
después, la CNUMAD: Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, conocida
comúnmente como Cumbre de Río o Cumbre de la Tierra, celebrada en Río de Janeiro (Brasil) en junio de
1992. El objetivo de la Cumbre, a la que asistieron representantes de 172 países, fue el de establecer los
problemas ambientales existentes y proponer soluciones a corto, medio y largo plazo. Dentro de la agenda
de
trabajo
de
la
Conferencia,
se
aprobaron
los
siguientes
acuerdos:
1) Declaración de Río sobre Medio Ambiente y Desarrollo, también conocida como Carta de la Tierra:
una especie de Constitución ambiental mundial que define, a partir de 27 principios básicos, los derechos y
responsabilidades de las naciones en la búsqueda del progreso y el bienestar de la humanidad. Insiste, sobre
todo, en el desarrollo humano, la protección de los recursos naturales, así como en la necesidad de actuar en
favor
de
la
paz
y
en
contra
de
la
pobreza.
2) La Agenda 21: un programa de acción para lograr el desarrollo sostenible y afrontar las cuestiones
ambientales y de desarrollo de forma integrada a escala mundial, nacional y local. Incluye propuestas para
luchar contra la pobreza, la degradación de la tierra, el aire y el agua; para conservar los recursos naturales y
la
diversidad
de
especies;
y
para
fomentar
la
agricultura
sostenible.
3) Convenio sobre la Diversidad Biológica: un acuerdo para conservar la diversidad genética, de especies
y de ecosistemas, y equilibrar los beneficios obtenidos con el desarrollo de la biotecnología entre los países
ricos (investigadores y transformadores) y los pobres (suministradores de recursos naturales). El principio
que inspira el Convenio es que todos los Estados tienen el derecho soberano de explotar sus propios
recursos en aplicación de su propia política ambiental, teniendo en cuenta que las actividades que se lleven a
cabo bajo su jurisdicción no deben afectar a otros Estados. En el Convenio, la biodiversidad se define como
sinónimo de riqueza. Los objetivos, por tanto, de este Convenio son: conservar la diversidad biológica,
utilizar de forma sostenible los componentes de dicha diversidad, es decir, los recursos naturales vivos, y
conseguir una participación justa y equitativa de los beneficios derivados del uso de los recursos genéticos.
4) Convención Marco sobre el Cambio Climático: un acuerdo para estabilizar las concentraciones de
gases causantes del efecto invernadero en la atmósfera, hasta unos valores que no interfieran en el sistema
climático mundial. En 1997, en la tercera reunión de la Convención Marco sobre el Cambio Climático, se
aprobó el Protocolo de Kioto, un acuerdo que establece que los países desarrollados deben reducir sus
emisiones de gases de efecto invernadero en un 5,2% para el año 2012, respecto a las emisiones del año
1990. Sin embargo, este protocolo debe ser ratificado por al menos 55 países desarrollados cuyas emisiones
de
gases
de
efecto
invernadero
sumen
el
55%
del
total.
5) Declaración de Principios sobre los Bosques: el primer consenso mundial para orientar la gestión, la
conservación y el desarrollo sostenible de los bosques,esenciales para el desarrollo económico y para la
preservación de todas las formas de vida.
CITES
CITES, siglas de Convention on International Trade in Endangered Species of Wild Flora and Fauna
(Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Flora y Fauna Silvestres),
acuerdo internacional que regula el comercio de especies amenazadas de flora y fauna. Durante la década de
1960, se empezó a tomar conciencia de que la captura de especies animales y vegetales con fines
comerciales, bien de los ejemplares vivos o de productos derivados, unida a otros factores, como la
destrucción del hábitat, estaba contribuyendo al declive de muchas poblaciones silvestres. La CITES surgió
como un intento de conseguir que el comercio internacional de animales y plantas no supusiera una amenaza
para la supervivencia de las especies. En una reunión de la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN) que
tuvo lugar en 1963, se aprobó una resolución para crear una convención que regulara la exportación e
importación de especies exóticas. El 3 de marzo de 1973 se acordó, en una reunión de representantes de 80
países celebrada en la ciudad de Washington, el texto de la Convención sobre el Comercio Internacional de
Especies Amenazadas de Flora y Fauna Silvestres, también conocido como Convenio de Washington, o por
sus siglas inglesas CITES. El Convenio entró en vigor el 1 de julio de 1975. La CITES cuenta con 160
estados miembros, que se conocen como Las Partes. La Conferencia de las Partes (COP) se reúne cada dos o
tres años para estudiar la aplicación de la Convención. La Secretaría desempeña una función de
coordinación y asesoramiento. Además, existe un Comité Permanente, que se reúne una vez al año y se
encarga de supervisar la labor de la Secretaría y de los comités de trabajo (el Comité de Fauna, el Comité de
Flora y el Comité de Nomenclatura). La última reunión de la Conferencia de las Partes (COP12) se celebró
en Santiago (Chile), entre el 3 y el 15 de noviembre de 2002. Entre las decisiones adoptadas destacan la de
proteger la caoba de hoja grande (Swietenia macrophylla), la ballena Minke o rorcual aliblanco
(Balaenoptera acutorostrata) y la ballena Bryde (Balaenoptera edeni), así como la regulación estricta del
comercio de caballitos de mar. En la COP12 se decidió retirar la propuesta de reabrir la venta legal de
marfil, aunque se autorizó a tres países africanos la venta controlada de una cantidad limitada de esta
mercancía. La Convención proporciona distintos grados de protección a más de 30.000 especies, que están
incluidas en 3 apéndices, según el grado de protección que necesiten. En el apéndice 1 se incluyen las
especies que se encuentran en peligro de extinción: el comercio de estas especies está prohibido salvo en
circunstancias excepcionales. En el apéndice 2 se incluyen especies que no están en peligro de extinción,
pero cuyo comercio tiene que regularse para evitar que lleguen a estarlo. En el apéndice 3 se incluyen las
especies que están protegidas en algún país y que necesitan la cooperación de otros países para controlar su
comercio. En ocasiones, se incluyen en estos apéndices grupos enteros, como los primates o los cetáceos,
mientras que otras veces, sólo se incluye una subespecie o una población geográficamente aislada de una
especie. Para poder importar o exportar algún ejemplar de alguna especie incluida en los apéndices de la
CITES se necesita un permiso o certificado especial.
Convención de Ramsar
Acuerdo internacional sobre humedales, encaminado a garantizar la conservación y el uso racional de estos
ecosistemas. Este tratado fue aprobado el 2 de febrero de 1971 en la ciudad iraní de Ramsar y entró en vigor
cuatro años después Los humedales son “zonas de marismas, pantanos, turberas u otras superficies cubiertas
de agua, naturales o artificiales, permanentes o temporales, estancadas o corrientes, dulces o saladas,
incluidas las extensiones de agua marina cuya profundidad con marea baja no exceda de seis metros”. En
general, los humedales muestran una gran diversidad en función de su origen, localización geográfica,
régimen acuático y químico, vegetación dominante y características del suelo o sedimentos.
Aunque los humedales representan menos del 6% de la superficie del planeta, constituyen unos ecosistemas
muy productivos y desempeñan un papel decisivo en la regulación de los recursos hídricos. Proporcionan un
hábitat indispensable para gran número de anfibios, reptiles, peces, aves, mamíferos e invertebrados, y para
innumerables especies vegetales. Los principales órganos responsables de la aplicación de la Convención
son las Partes Contratantes o Estados firmantes (133 a finales de 2002), el Comité Permanente y la
Secretaría de la Convención (la Oficina de Ramsar). La Conferencia de las Partes Contratantes (COP), en la
que participan todos los Estados miembros de la Convención, se reúne cada tres años y se encarga de
elaborar las políticas de la Convención. El Comité Permanente se reúne anualmente y aplica las decisiones
aprobadas en la Conferencia. La Secretaría, que está localizada en la sede de la Unión Mundial para la
Naturaleza (UICN), se encarga de la coordinación permanente de la Convención. Un Grupo de Examen
Científico y Técnico (GECT) presta asesoramiento a los órganos mencionados. En la primera Conferencia
de las Partes Contratantes, celebrada en Cagliari (Italia) en 1980, se adoptaron los criterios para la
identificación de humedales de importancia internacional. En la quinta conferencia, que tuvo lugar en la
ciudad de Kushiro (Japón) en 1993, se estableció el Grupo de Examen Científico y Técnico. La octava
Conferencia de las Partes Contratantes (COP8) se celebró en Valencia (España), en noviembre de 2002,
bajo el lema “Humedales: agua, vida y cultura”. Durante este encuentro, Samoa y Palau se unieron
oficialmente a la Convención, y se acordó el objetivo de conservar 250 millones de hectáreas de humedales
para 2010. También conocida como Lista de Ramsar, la Lista de Humedales de Importancia Internacional
contaba, a finales del año 2002, 1.224 zonas húmedas de todas las regiones del mundo, seleccionadas por su
importancia en términos ecológicos, botánicos, zoológicos, limnológicos o hidrológicos.
Para establecer qué humedales deben ser considerados de importancia internacional, la Convención ha
elaborado una serie de criterios; por ejemplo, que sean humedales representativos, raros o únicos; que
contengan especies amenazadas; o que sustenten una población de 20.000 o más aves acuáticas.
Los países que se adhieren a la Convención de Ramsar deben designar por lo menos un enclave candidato a
incluirse en la Lista. España ratificó el Convenio de Ramsar el 20 de agosto de 1982, inscribiendo el Parque
nacional de Doñana y el Parque nacional de las Tablas de Daimiel como Sitios Ramsar. Otros humedales
incluidos en la Lista son el lago Nakuru en Kenia, el pantanal de Mato Grosso en Brasil, el Parque nacional
Palo Verde en Costa Rica, el Área de Protección de Flora y Fauna Cuatrociénegas en México o el Parque
nacional Laguna de la Restinga en Venezuela.
IMPACTO DE LOS COMBUSTIBLES FÓSILES EN EL MEDIO AMBIENTE
EFECTOS MEDIOAMBIENTALES DEL USO DE LOS COMBUSTIBLES
FÓSILES
A lo largo de los siglos XIX y XX, la actividad humana ha transformado la composición química del agua y
del aire en la Tierra, ha modificado la faz del propio planeta y ha alterado la vida misma. ¿Por qué este
periodo de tiempo, más que ningún otro, ha generado cambios tan generalizados en el entorno? Las razones
son múltiples y complejas. Pero sin lugar a dudas, uno de los factores más notables es la utilización de los
combustibles fósiles, que ha suministrado mucha más energía a una población mucho mayor que en
cualquier época anterior. Hacia 1990, la humanidad utilizaba una cantidad de energía 80 veces superior a la
que usaba en 1800. La mayor parte de dicha energía procedía de los combustibles fósiles. La disponibilidad
y capacidad de uso de esta nueva fuente de energía ha permitido a la humanidad aumentar los volúmenes de
producción y de consumo. De forma indirecta, esta fuente de energía ha provocado un rápido crecimiento de
la población al haber desarrollado el ser humano sistemas de agricultura mucho más eficaces, como, por
ejemplo, la agricultura mecanizada, basados en la utilización de estos combustibles fósiles. Las técnicas de
cultivo mejoradas originaron un aumento del suministro de alimentos que, a su vez, favoreció el crecimiento
de la población. Hacia finales de la década de 1990, la población humana era aproximadamente seis veces
mayor que la de 1800. Los cambios generalizados que han tenido lugar en el medio ambiente se deben
también a otros factores como, por ejemplo, el vertiginoso ritmo de urbanización o la velocidad igualmente
vertiginosa de la evolución tecnológica. Otro factor no menos importante es la creciente importancia que los
gobiernos modernos otorgan al crecimiento económico. Todas estas tendencias están relacionadas entre sí,
colaborando cada una de ellas al desarrollo de las otras y configurando todas ellas la evolución de la
sociedad humana en la edad contemporánea. Estas tendencias de crecimiento han replanteado las relaciones
entre el hombre y el resto de los habitantes de la Tierra. Durante cientos de miles de años, los seres humanos
y sus predecesores en la cadena evolutiva han ido modificando, tanto deliberada como accidentalmente, su
entorno de vida. Pero sólo en épocas recientes, con la utilización de los combustibles fósiles, la humanidad
ha conseguido provocar cambios profundos en la atmósfera, el agua, el suelo, la vegetación y los animales.
Provistos de combustibles fósiles, los humanos han alterado el entorno natural de forma como nunca lo
habían hecho en épocas preindustriales, provocando, por ejemplo, la devastación de hábitats y fauna y flora
naturales a través de los vertidos de petróleo. El hombre ha podido provocar los cambios medioambientales
de forma mucho más rápida acelerando antiguas actividades como la deforestación. Entre los combustibles
fósiles se incluyen el carbón, el gas natural y el petróleo (también denominado crudo), que son los residuos
petrificados y licuados de la acumulación durante millones de años de organismos vegetales en
descomposición. Cuando se quema el combustible fósil, su energía química se convierte en calórica, la cual
se transforma en energía mecánica o eléctrica mediante máquinas como motores o turbinas. El carbón
adquirió por primera vez importancia como combustible industrial durante los siglos XI y XII en China, ya
que la fabricación del hierro consumía grandes cantidades de dicho recurso. El primer aprovechamiento del
carbón como combustible doméstico comenzó durante el siglo XVI en la ciudad inglesa de Londres. A lo
largo de la Revolución Industrial, que se inició en el siglo XVIII, el carbón se fue convirtiendo en un
combustible fundamental para la industria, actuando de medio de propulsión de la mayoría de las máquinas
de vapor. El carbón fue el combustible fósil primario hasta mediados del siglo XX, cuando el petróleo lo
sustituyó como carburante preferido en la industria, el transporte y otros sectores. Las primeras
perforaciones de petróleo se efectuaron en Estados Unidos, concretamente en la región occidental de
Pennsylvania en 1859 y las primeras grandes extensiones plagadas de pozos de petróleo surgieron en el
sureste de Texas en 1901. Los mayores yacimientos de petróleo del mundo se descubrieron en la década de
1940 en Arabia Saudí y en la de 1960 en Siberia. ¿Por qué eclipsó el petróleo al carbón como el carburante
preferido? El petróleo presenta ciertas ventajas sobre el carbón, ya que produce mayor rendimiento que éste,
proporcionando más cantidad de energía por unidad de peso que el carbón y, además, provoca menos
contaminación y funciona mejor en máquinas pequeñas. Sin embargo, los yacimientos de petróleo son
menores que los de carbón. Cuando el mundo haya agotado las reservas de petróleo seguirá existiendo
abundante disponibilidad de carbón.
CONTAMINACIÓN ACTUAL DE LA ATMÓSFERA
La capa más alejada del entorno de vida de la Tierra es la atmósfera, una mezcla de gases que rodea al
planeta. La atmósfera contiene una capa muy fina de ozono que protege la vida en la Tierra contra la nociva
radiación ultravioleta procedente del Sol. Durante la mayor parte de la historia de la humanidad, el hombre
ha ejercido un impacto muy escaso sobre la atmósfera. A lo largo de miles de años el hombre ha venido
quemando de forma rutinaria elementos de la vegetación, provocando de forma intermitente una
contaminación del aire. En la edad antigua, la fundición de ciertos minerales, como el cobre, liberaban
sustancias metálicas que se desplazaban por la atmósfera desde el mar Mediterráneo hasta llegar incluso a
Groenlandia. Sin embargo, el desarrollo de los combustibles fósiles ha comenzado a amenazar a la
humanidad con una contaminación atmosférica mucho más grave. Antes de la generalización del uso de los
combustibles fósiles, la contaminación del aire afectaba normalmente en mayor grado a las ciudades que a
las zonas rurales, debido a la concentración de núcleos de combustión en los núcleos urbanos. Los
habitantes de las áreas urbanas de clima frío se procuraban calefacción quemando madera, pero los
suministros locales de madera se fueron extinguiendo rápidamente. Debido a la escasez de oferta, la madera
se fue encareciendo. El hombre comenzó entonces a consumir cantidades comparativamente menores de
madera, disponiendo de menor calefacción en las viviendas. La primera ciudad en solucionar dicho
problema fue Londres, en donde sus habitantes empezaron a utilizar carbón como combustible para la
calefacción de los edificios. Durante el siglo XIX había medio millón de chimeneas expeliendo humo de
carbón, hollín, cenizas y dióxido de azufre al aire londinense. El desarrollo de las máquinas de vapor
durante el siglo XVIII introdujo el carbón en la industria. El crecimiento derivado de la Revolución
Industrial se tradujo en un número mayor de máquinas de vapor, de chimeneas fabriles y, por consiguiente,
mayor contaminación atmosférica. El cielo comenzó a oscurecerse en los núcleos industriales de Gran
Bretaña, Bélgica, Alemania y Estados Unidos. Las ciudades que albergaban industrias consumidoras de
energía, como la siderúrgica, y edificios dotados de calefacción por carbón, estaban siempre envueltas en
humo y bañadas en dióxido de azufre. A Pittsburgh, en Pennsylvania, una de las mayores ciudades
industriales de Estados Unidos de aquella época, a veces se la definía como un “infierno con la tapa
levantada”. El consumo de carbón de algunas industrias era tan elevado como para contaminar el
firmamento de toda una región, como en el caso de la cuenca del Ruhr, en Alemania, y de Hanshin, un área
próxima a la ciudad japonesa de Osaka.
PRIMEROS CONTROLES DE LA CONTAMINACIÓN ATMOSFÉRICA
Los intentos de reducir los humos no resultaron eficaces hasta el decenio de 1940, por lo que los habitantes
de las ciudades y regiones industriales hubieron de padecer las consecuencias de una atmósfera cargada de
contaminación. Durante la época victoriana en Gran Bretaña no era infrecuente limpiar el polvo en el hogar
dos veces al día para eliminar la suciedad en suspensión. Los habitantes de las ciudades industriales fueron
testigos de la pérdida de numerosos pinares y especies naturales debido a los elevados niveles de dióxido de
azufre existentes y, además, padecieron unas tasas de neumonía y de bronquitis muy superiores a las de sus
antepasados, sus familiares residentes en otras regiones o sus descendientes.A partir de 1940, los
gobernantes de las ciudades y regiones industriales consiguieron reducir la contaminación atmosférica
causada por el carbón. San Luis, en el estado de Missouri, fue la primera gran ciudad del mundo que
concedió máxima prioridad a la eliminación de los humos. Pittsburgh y otras ciudades estadounidenses
siguieron su ejemplo a finales de la década de 1940 y principios de 1950. Londres adoptó medidas drásticas
a mediados de la década de 1950 después de que la llamada niebla asesina (killer fog), una situación crítica
de contaminación en diciembre de 1952, causara más de 4.000 muertos. Alemania y Japón hicieron ciertos
progresos en la lucha contra los humos durante el decenio de 1960, utilizando una combinación de salidas
de humos más altas, filtros y depuradoras de chimeneas y sustituyendo el carbón por otros combustibles.
Aún se continuaba la lucha contra los humos, las ciudades se vieron enfrentadas a problemas de
contaminación atmosférica nuevos y más complejos. A medida que se fueron popularizando los
automóviles, primero en Estados Unidos durante la década de 1920 y más tarde en Europa occidental y en
Japón durante las décadas de 1950 y 1960, las emisiones de los tubos de escape vinieron a sumarse a la
contaminación atmosférica procedente de chimeneas y salidas de humos. Los gases de escape de los
automóviles contienen diferentes tipos de sustancias contaminantes, tales como monóxido de carbono, óxido
nitroso y plomo. Por lo tanto, los automóviles vinieron, junto con las nuevas industrias como la
petroquímica, a complicar y agravar los problemas ya existentes de contaminación atmosférica en el mundo.
El smog fotoquímico, causado por el impacto de la luz solar sobre elementos contenidos en los gases de
escape de los automóviles, se convirtió en una seria amenaza para la salud en ciudades con abundante
insolación y frecuentes cambios de temperatura. Los peores smogs del mundo se producían en ciudades
soleadas y atestadas de coches, tales como Atenas (Grecia), Bangkok (Tailandia), la ciudad de México
(México) y Los Ángeles (Estados Unidos). Además de estos problemas de contaminación local y regional,
hacia finales del siglo XX la actividad humana comenzó a impactar directamente sobre la atmósfera. Los
crecientes niveles de dióxido de carbono en la atmósfera después de 1850, consecuencia principalmente de
la incineración de los combustibles fósiles, aumentaron la capacidad del aire para retener el calor solar. Esta
mayor retención térmica provocó la amenaza de un calentamiento global, un incremento generalizado de la
temperatura de la Tierra. Una segunda amenaza contra la atmósfera provenía de los compuestos químicos
conocidos como clorofluorocarbonos, que fueron inventados en 1930 y utilizados ampliamente en la
industria y como refrigerantes después de 1950. Cuando los clorofluorocarbonos ascienden a la estratosfera
(la capa más alta de la atmósfera), provocan una disminución del grosor de la capa de ozono, debilitando su
capacidad para frenar la nociva radiación ultravioleta.
CONTAMINACIÓN DEL AGUA
El agua siempre ha constituido un recurso vital para el hombre, al principio sólo como bebida, más tarde
para lavar y también para el regadío. Con la potencia proporcionada por los combustibles fósiles y la
moderna tecnología, la humanidad ha desviado los cauces de los ríos, ha extraído el agua subterránea y
contaminado las fuentes de agua de la Tierra como no lo había hecho jamás. El regadío, si bien ya era una
práctica muy antigua, sólo afectaba a regiones limitadas del mundo hasta épocas recientes. Durante el siglo
XIX, las técnicas de regadío se difundieron rápidamente, impulsadas por los desarrollos de la ingeniería y el
incremento de la demanda de alimentos procedente de la creciente población mundial. En India y en
América del Norte se construyeron enormes redes de presas y de canales. En el siglo XX se construyeron
presas aún mayores en los países mencionados, así como en Asia central, China y otros lugares. Después de
la década de 1930, las presas construidas para regadío también se aprovecharon para la producción de
energía hidroeléctrica. Entre 1945 y 1980 se construyeron presas en la mayoría de los ríos del mundo
considerados aptos por los ingenieros. Las presas, al suministrar energía eléctrica además del agua de
regadío, vinieron a facilitar la vida de millones de personas. Sin embargo esta comodidad tenía un precio, ya
que las presas modificaron los ecosistemas acuáticos que habían existido a lo largo de los siglos. En el río
Columbia, en el oeste de Norteamérica, por ejemplo, las poblaciones de salmones se vieron afectadas ya que
las presas bloqueaban las migraciones anuales de los salmónidos. En Egipto, donde una gran presa embalsó
el Nilo en Asuán en 1971, fueron muchos los humanos y animales que hubieron de pagar las consecuencias.
Las sardinas mediterráneas murieron y los pescadores de estas especies se quedaron sin ingresos. Los
agricultores tuvieron que recurrir a los fertilizantes químicos, pues la presa de Asuán impedía las crecidas
primaverales del Nilo y con ello el depósito de la capa anual de limo fértil sobre las tierras ribereñas del río.
Además, muchos egipcios que bebían agua del Nilo, que arrastraba una cantidad cada vez mayor de vertidos
de los fertilizantes, comenzaron a acusar efectos negativos en su salud. El mar de Aral, en Asia central,
también ha sufrido las consecuencias, ya que a partir de 1960 ha disminuido su nivel debido a que las aguas
que desembocaban en él habían sido desviadas para regar los campos de algodón. Las aguas fluviales por sí
solas no han bastado para cubrir las necesidades de la agricultura y las ciudades. Las aguas subterráneas se
han convertido en muchas partes del mundo en una fuente esencial de este elemento y a un precio muy
económico, ya que los combustibles fósiles facilitaron enormemente los bombeos. Por ejemplo, en las
Grandes Llanuras, desde Texas hasta los estados de Dakota del Norte y del Sur, surgió a partir de 1930 una
economía basada en el cultivo de cereales y la cría de ganado. Esta economía extraía agua del acuífero de
Ogallala, un vasto yacimiento subterráneo. Con el fin de satisfacer la demanda de agua potable, higiénica e
industrial de una población cada vez mayor, algunas ciudades como Barcelona (España), Pekín (China) y la
ciudad de México comenzaron a bombear aguas freáticas. Pekín y la ciudad de México comenzaron a
hundirse lentamente a medida que se bombeaba gran parte de sus aguas subterráneas. Al agotarse el
suministro de agua subterránea, estas dos ciudades se vieron obligadas a traer agua desde muy lejos. En el
año 1999, la humanidad utilizaba 20 veces más agua corriente que en 1800. No sólo ha aumentado la
utilización de agua, sino que cada vez un mayor porcentaje de ésta quedaba contaminado por el
aprovechamiento humano. Si bien la contaminación acuática venía existiendo ya desde hacía tiempo en las
aguas fluviales que cruzan ciudades, como en el caso del Sena a su paso por la ciudad francesa de París, la
era del combustible fósil ha modificado el alcance y la idiosincrasia de la contaminación acuática. La
utilización del agua ha aumentado actualmente y existe una variedad mucho más amplia de sustancias
contaminantes que enturbian las fuentes mundiales de suministro de agua. Durante la mayor parte de la
historia de la humanidad, la contaminación acuática ha sido principalmente biológica, ocasionada sobre todo
por los desechos humanos y animales. Sin embargo, la industrialización introdujo un número incontable de
sustancias químicas en las aguas del planeta, agravando así los problemas de la contaminación.
Esfuerzos para controlar la contaminación acuática
Hasta principios del siglo XX, la contaminación biológica de los lagos y ríos del mundo constituyó un
problema desconcertante. Más adelante, los experimentos consistentes en filtrar y tratar químicamente las
aguas dieron resultados positivos. En Europa y Norteamérica la depuración de las aguas residuales y el
filtrado del agua lograron garantizar un suministro de agua más limpia e higiénica. En épocas tan recientes
como la década de 1880 morían anualmente en la ciudad estadounidense de Chicago miles de personas por
enfermedades de propagación acuática, tales como la fiebre tifoidea. Sin embargo, hacia 1920, el agua de
Chicago ya no era portadora de ninguna enfermedad fatal. De todas formas, existen multitud de
comunidades en todo el mundo, especialmente en países pobres como India y Nigeria, que no pueden
económicamente invertir en tratamientos de aguas residuales y en instalaciones de filtrado. Al igual que
ocurrió con la contaminación atmosférica, la industrialización y los avances tecnológicos del siglo XX
provocaron un número cada vez mayor de formas de contaminación acuática. Los científicos inventaron
nuevos productos químicos que no existen en la naturaleza, algunas de las cuales resultaron ser de máxima
utilidad en la industria de la fabricación y en la agricultura. Desgraciadamente, otras demostraron ser
nocivos agentes contaminantes. A partir de 1960 las sustancias químicas denominadas bifenilos policlorados
(PCB) hicieron aparición en las aguas de Norteamérica en cantidades peligrosas, devastando y deteriorando
la vida acuática y los seres vivientes que se alimentan de dicha flora y fauna. A partir de 1970, las
legislaciones norteamericana y europea consiguieron reducir notablemente la contaminación del aire o la del
agua ocasionada por agentes aislados. Pero la contaminación no puntual, como los vertidos plagados de
pesticidas procedentes de las tierras de labor, resultaba mucho más difícil de controlar. La contaminación
acuática más grave se daba en los países más pobres donde seguía sin combatirse la contaminación
biológica, al tiempo que la contaminación química ocasionada por la industria y la agricultura no hacía sino
agravar la contaminación biológica. A finales del siglo XX China era probablemente el país más castigado
por una enorme variedad de problemas de contaminación acuática.
CONTAMINACIÓN DEL SUELO
Durante la era de los combustibles fósiles también la superficie de la Tierra ha experimentado una
transformación notable. Las mismas sustancias que han contaminado el aire y el agua se encuentran a
menudo latentes en el suelo, a veces en concentraciones peligrosas que constituyen una amenaza para la
salud humana. Si bien este tipo de situaciones sólo se solía dar en las proximidades de las industrias
generadoras de residuos tóxicos, el problema de la salinización, normalmente asociado al regadío, estaba
bastante más generalizado. Aunque el regadío siempre ha conllevado el riesgo de la destrucción del suelo al
anegarlo y salinizarlo (posibles causas de la destrucción de la base agrícola de la antigua civilización de
Mesopotamia en Oriente Próximo), los niveles de regadío modernos han intensificado este problema en todo
el mundo. En la década de 1990 los campos devastados por la salinización iban siendo abandonados a
medida que los ingenieros iban implantando el regadío en nuevas zonas. La salinización ha alcanzado su
grado máximo en las zonas secas donde se produce una mayor evaporación, tales como México, Australia,
Asia central y el suroeste de Estados Unidos. La erosión del suelo causada por la actividad del hombre ya
constituía un problema mucho antes de la salinización. La moderna erosión del terreno ha disminuido la
productividad de la agricultura. Este problema conoció su mayor agravamiento durante el siglo XIX en los
terrenos fronterizos abiertos a la colonización de los pioneros en países como Estados Unidos, Canadá,
Australia, Nueva Zelanda y Argentina. Los terrenos de pastos que jamás habían sido arados anteriormente
comenzaron a sufrir la erosión del viento, que alcanzaba dimensiones desastrosas en tiempos de sequía,
como ocurrió en la década de 1930 durante los tornados en Kansas y Oklahoma. La última destrucción
importante de pastos vírgenes se produjo en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) durante
la década de 1950, cuando el primer ministro Nikita Jruschov decidió convertir la zona norte de Kazajstán
en un cinturón de trigo. Los combustibles fósiles desempeñaron también un papel crucial en esta época, ya
que los ferrocarriles y los barcos de vapor transportaban el cereal y el ganado procedentes de estas zonas
hasta los mercados más remotos. Hacia finales del siglo XX los asentamientos de los pioneros se habían
desplazado desde las llanuras de pastos hacia las regiones tropicales y forestales en las montañas. A partir de
1950 los agricultores de Asia, África y América Latina fueron colonizando cada vez más terrenos en los
pequeños bosques cultivados. A menudo, dichos bosques, como los de Centroamérica y Filipinas, eran de
tipo montañoso y recibían lluvias copiosas. Para poder cultivar estas tierras, los agricultores tuvieron que
deforestar las laderas de las montañas, dejándolas expuestas a las lluvias torrenciales y haciéndolas
vulnerables a la erosión del suelo. Este tipo de erosión arrasó las tierras en los Andes de Bolivia, el
Himalaya nepalí y el norte de la India, así como las escarpadas zonas de Ruanda y Burundi. Las tierras
yermas no hicieron sino endurecer la vida de los agricultores en estas y otras zonas. El impacto de la erosión
del suelo no acaba con la pérdida del suelo. El terreno erosionado no desaparece sin más, sino que se
desplaza ladera y aguas abajo, depositándose en algún otro lugar. A menudo esta tierra ha quedado
almacenada en lugares poco apropiados, anegando embalses o cortando carreteras. Al cabo de muy pocos
años de finalizada su construcción, algunas presas de Argelia y China han quedado inservibles al quedar
obstruidas por la erosión del suelo originada aguas arriba.
FAUNA Y FLORA
La actividad humana ha afectado la flora y la fauna del planeta en no menor medida que el aire, el agua y el
suelo. A lo largo de millones de años la vida fue evolucionando sin grandes impactos por parte de los seres
humanos. Sin embargo, probablemente desde los primeros colonizadores de Australia y Norteamérica, la
raza humana ha ido provocando extinciones masivas bien por medio de la caza o bien por la utilización del
fuego. Con la domesticación de los animales, iniciada seguramente hace 10.000 años, la humanidad
comenzó a desempeñar una función más activa en la evolución biológica. Durante el siglo XIX y XX el
papel desempeñado por los seres humanos en la supervivencia de las especies ha aumentado hasta el punto
de que ciertas especies únicamente sobreviven porque los hombres lo permiten. Algunas especies animales
sobreviven en gran número gracias al hombre. Por ejemplo, en la actualidad hay unos 10.000 millones de
gallinas en la Tierra, entre trece y quince veces más que las que había hace un siglo. Ello se debe a que al
hombre le gusta comer pollo y las cría a tal fin. De forma análoga protegemos las vacas, las ovejas, las
cabras y algunos otros animales domesticados para poder sacar provecho de ellos. Las civilizaciones
modernas han asegurado asimismo de forma involuntaria la supervivencia de otras especies animales. Las
poblaciones de roedores se propagan debido a la enorme cantidad de alimento de que disponen, ya que los
humanos almacenan alimentos en exceso y generan mucha basura. Las ardillas se multiplican porque hemos
creado entornos suburbanos con muy pocos depredadores. Aun cuando el hombre moderno favorece, de
manera voluntaria o involuntaria, la supervivencia de algunas especies, sin embargo amenaza otras muchas.
La tecnología y los combustibles modernos han multiplicado notablemente la eficacia de la caza, hasta el
punto de poner en peligro de extinción a animales como la ballena azul o el bisonte de Norteamérica. Otros
muchos animales, en su mayor parte especies de los bosques tropicales, son víctimas de la destrucción de su
hábitat natural. De manera bastante inadvertida, y casi involuntaria, la humanidad ha asumido un papel
central en la determinación del destino de muchas especies y la salud de las aguas, el aire y el suelo de
nuestro planeta. El ser humano desempeña, por consiguiente, un papel vital en la evolución biológica. La
historia del medio ambiente de los dos últimos siglos ha sido la de una tremenda transformación. En apenas
200 años la humanidad ha provocado una modificación más drástica en la Tierra que la ocurrida desde la
aparición de la agricultura hace unos 10.000 años. El aire, el agua y el suelo de importancia vital para el
hombre están en peligro; toda la trama de la vida depende de nuestros caprichos. A grandes rasgos, el
hombre nunca ha gozado de tantos éxitos ni ha llevado una vida más placentera. La era de los combustibles
fósiles está alterando la condición humana en algunos sentidos hasta ahora impensables. Pero el hecho de si
hemos comprendido este impacto, y de si estamos dispuestos a aceptarlo, constituye un interrogante aún sin
respuesta.
Acerca del autor: John McNeill es profesor de Historia en la Universidad de Georgetown. Es autor, entre
otras muchas publicaciones, de Global Environmental History of the Twentieth Century.
Gestión ambiental
Gestión ambiental, conjunto de acciones encaminadas al uso, conservación o aprovechamiento ordenado de
los recursos naturales y del medio ambiente en general. Implica la conservación de especies amenazadas, el
aprovechamiento cinegético, el aprovechamiento piscícola, la ordenación forestal, la gestión industrial e,
incluso, la gestión doméstica. El concepto de gestión lleva implícito el objetivo de eficiencia, por lo que la
gestión ambiental implica aprovechar los recursos de modo racional y rentable aplicando criterios de
materia y energía. Se debe tender a una filosofía de ahorro y aprovechamiento sostenible (véase Desarrollo
sostenible). Es una disciplina muy reciente conceptualmente, si bien se ha venido realizando en una u otra
forma desde el momento en que el ser humano comenzó a aprovechar los recursos naturales, en un principio
en busca de un aumento de la cantidad de alimentos mediante la gestión del suelo. Dado que esta labor
implicaba la interacción con su medio ambiente, ya puede ser considerada como una forma de gestión
ambiental. No obstante, el sentido que se le otorga a este concepto en la actualidad es de un carácter más
conservacionista en relación con el medio ambiente; de hecho asimilamos la gestión ambiental a aquellas
acciones encaminadas a preservar el medio ambiente de la acción del ser humano, que tiende a
sobreexplotar y a degradar su entorno natural. Como se ha dicho, la gestión ambiental implica la práctica
totalidad de las actividades humanas, ya que transcurren o afectan al medio en mayor o menor grado, y está
supeditada a una ordenación previa del territorio y de los usos del mismo. Esta ordenación marca para qué
usos puede destinarse el suelo en función de su aptitud potencial como terreno agrícola, como poseedor de
minerales aprovechables, como suelo industrial en función de su escasa aptitud para un uso más directo,
como residencial en función de la existencia de agua disponible y de una climatología adecuada, o como
reservado en función de su valor natural intrínseco, entre otros. Una vez que se ha establecido la ordenación,
se diseña una estrategia para gestionar cada parte y uso. A la gestión más o menos productivista o
economicista, diseñada para la explotación y aprovechamiento del suelo, se superpone la gestión ambiental.
En una industria, por ejemplo, la gestión ambiental implica tanto aquellas acciones encaminadas a hacer el
medio ambiente laboral más sano y seguro para los trabajadores, mediante la prevención por ejemplo de
riesgos laborales, como las que tienen por objeto la reducción del consumo de energía y de materias primas
haciéndolo óptimo en relación con la producción. Así, el ahorro de energía que se puede obtener por el
empleo de maquinaria más eficiente, o el ahorro de agua que se conseguiría por el reciclado de la misma en
los procesos productivos, deben considerarse como objetivos de la gestión ambiental de la empresa. Por
ello, en muchas empresas se están instaurando sistemas de gestión ambiental destinados, en los casos más
sencillos, al ahorro de recursos tan habituales como el papel o la electricidad, consiguiéndose efectos
significativamente positivos económica y ambientalmente. En definitiva, se siguen los preceptos que marca
la norma ISO 9000 (véase Normas ISO 9000 y 14000) La introducción del concepto de gestión ambiental,
en su acepción más conservacionista, ha afectado a todo tipo de actividades humanas. Así, la misma
agricultura está dando un giro hacia sistemas de producción más respetuosos con el medio (lo que se ha
dado en llamar agricultura biológica o ecológica) reduciendo el empleo de sustancias agresivas y
potencialmente contaminantes, como ciertos tipos de abonos y pesticidas. Actividades que transcurrían en la
naturaleza con un escaso control, como la caza y la pesca, se han visto favorecidas por la mejora que
supone, tanto para la práctica de estas actividades como para la conservación de las especies, la instauración
de una gestión ambiental de tipo cinegético o piscícola, en la que se pretende obtener un aprovechamiento
sostenible de los animales salvajes sin hacer peligrar el equilibrio ecológico de las comunidades naturales.
La gestión de aquellos espacios protegidos por su valor natural se encuentra dentro de lo que podríamos
definir como la acepción más pura de la gestión ambiental. Así, es labor encomendada a los gestores
ambientales el cuidado y preservación de los espacios naturales y sus recursos biológicos y geológicos. La
conservación de las especies amenazadas, la organización de los usos dentro de los espacios naturales, son
objetivos de este tipo de gestión ambiental (véase Espacio protegido). La gestión ambiental puede también
llegar al hogar mediante el ahorro de energía, controlando la generación de residuos al evitarse, por ejemplo,
el uso excesivo de embalajes, utilizando productos detergentes poco contaminantes, y reciclando, en
cualquier caso, los residuos generados previa clasificación de los mismos (papel, vidrio, envases y
orgánicos). Otros aspectos de la vida cotidiana también pueden verse favorablemente afectados por la
aplicación de estos criterios de gestión como, por ejemplo, cuando se realiza la elección de un vehículo para
su adquisición: cada vez más los propios fabricantes se preocupan de que los componentes de los coches
sean reciclables y de que consuman menos combustible que, por otra parte, es un recurso natural no
renovable. Este modo de hacer gestión ambiental a escala familiar puede también reportar ahorros
importantes a la economía doméstica y mejorar la calidad general de vida. Los conceptos de conservación y
gestión del medio ambiente están indefectiblemente ligados, y esta conservación se ha convertido en
objetivo prioritario de las sociedades desarrolladas, como queda reflejado en el Acta Única Europea y en los
más recientes documentos constitucionales de los distintos países, como la Constitución Española; así, la
gestión ambiental, en su más amplio sentido, es una herramienta fundamental para la consecución de este
objetivo. Este sentido prioritario queda patente en el importante desarrollo habido en las últimas décadas en
lo relativo a instrumentos legislativos (normas) y ejecutivos (administraciones) con esa función específica
(por ejemplo, normativa sobre impacto ambiental y la creación de ministerios y consejerías de
medioambiente a nivel estatal y autonómico respectivamente). Véase también Gestión forestal.
Normas ISO 9000 y 14000
Normas ISO 9000 y 14000, normas que regulan la calidad de los bienes o de los servicios que venden u
ofrecen las empresas, así como los aspectos ambientales implicados en la producción de los mismos. Tanto
el comercio como la industria tienden a adoptar normas de producción y comercialización uniformes para
todos los países, es decir, tienden a la normalización. Ésta no sólo se traduce en leyes que regulan la
producción de bienes o servicios sino que su influencia tiende a dar estabilidad a la economía, ahorrar
gastos, evitar el desempleo y garantizar el funcionamiento rentable de las empresas. El organismo
internacional de normalización es la ISO (International Standards Organization), creado en 1947 y que
cuenta con 110 estados miembros representados por sus organismos nacionales de normalización, que en
España por ejemplo es AENOR (Agencia Española de Normalización), en Argentina el IRAM (Instituto
Argentino de Racionalización de Materiales) y en Estados Unidos el ANSI (American National Standards
Institute). Entre las normas que ha dictado esta organización se encuentran las recientes ISO 9000 e ISO
14000 que son independientes una de la otra, es decir, no por tener la calificación ISO 9000 se obtiene
automáticamente la ISO 14000. La ISO 9000 es el modelo de diseño-desarrollo del producto, su proceso de
producción, instalación y mantenimiento, es decir, es un sistema para asegurar la calidad. Este sistema
obliga a una estrecha relación entre el cliente y el proveedor; también interrelaciona cada una de las áreas de
la compañía o empresa y minimiza el factor de error en la toma de decisiones en toda la organización, ya sea
en situaciones habituales o especiales. Actualmente la ISO 9000 tiene más de 70.000 registros en todo el
mundo, lo cual evidencia que la comunidad de negocios internacional la ha adoptado como un sistema
válido, fiable y realizable. En 1993 la ISO comenzó en Ginebra el proceso de desarrollo de estándares de
manejo ambiental para las empresas dedicadas al comercio internacional, es decir, sistemas de protección al
medio ambiente que se pudieran aplicar en las empresas independientemente de condicionantes locales,
regionales o estatales, e incluso del tamaño de la organización. Esto significa que el esfuerzo realizado es
comparable en cualquier lugar del mundo. Por ello nace la ISO 14000, que es un sistema de estándares
ambientales administrativos. Los estándares pueden ser aplicados o implementados en toda la organización
o sólo en partes específicas de la misma (producción, ventas, administración, transporte, desarrollo, etc.).
No hay una actividad industrial o de servicios específica a la que aplicar esas normas. Su adopción obliga a
la empresa a intentar disminuir los costos ambientales a través de estrategias como la prevención de la
contaminación del agua y de la atmósfera. Lo primero que se debe conocer para optar a la calificación de
ISO 14000 es en qué fallos incurre la empresa para saber dónde se puede mejorar. Es decir, se hace casi
imprescindible que la empresa se someta a una auditoría ambiental que caracterice adecuadamente los
efluentes, por ejemplo. El costo de una auditoría varía dependiendo de la actividad, siendo mayor cuanto
más peligrosa o compleja es la actividad desarrollada (una empresa de curtidos que utiliza numerosos
productos altamente tóxicos, frente a una panificadora). Con los resultados de ésta se puede comenzar a
tomar las medidas correctoras para encuadrar al establecimiento dentro de la legislación sectorial vigente y
así poder optar a la calificación.
Agricultura biológica
Agricultura biológica, sistema de producción que rechaza o excluye en gran medida el uso de los
fertilizantes sintéticos, los pesticidas, los reguladores del crecimiento y los aditivos para el pienso (alimento)
del ganado. En la medida de lo posible, recurre a la rotación de los cultivos, los residuos de las cosechas, el
estiércol animal, las leguminosas, el estiércol verde, los residuos orgánicos y el control de plagas por medios
biológicos para mantener la productividad y labrar el suelo, aportar nutrientes para las plantas y controlar
los insectos, las malas hierbas y otras plagas. Los sistemas de agricultura biológica son muy utilizados en
los países subdesarrollados y en vías de desarrollo, en gran medida debido a problemas económicos y a la
falta de productos químicos. No obstante, cada vez son más ampliamente aceptados en los países
desarrollados como reacción a los sistemas de explotación intensiva o industrial. La agricultura biológica es
conocida con diferentes nombres en diferentes países, y los aproximadamente 16 términos que se emplean
para hacer referencia a ella incluyen agricultura biológica, agricultura regenerativa y agricultura sostenible.
Agricultura biológica es el término más utilizado en Europa, mientras que Estados Unidos y el Reino Unido
prefieren el de agricultura orgánica. También recibe el nombre de agricultura biodinámica aunque, en
sentido estricto, ésta forma parte de toda una filosofía que abarca la educación, el arte, la nutrición y la
religión, además de la agricultura. Rudolf Steiner, el filósofo austriaco fundador de la antroposofía, fue
también el fundador de la agricultura biodinámica. Buena parte del crédito del movimiento a favor de la
agricultura orgánica o biológica se le atribuye a lady Eve Balfour, nacida a finales del siglo XIX en el seno
de una acaudalada familia británica que, además de mostrar su talento como trombón de jazz y piloto,
manifestó gran interés por la agricultura. Sus trabajos de investigación en las décadas de 1920 y 1930
tuvieron gran importancia en el desarrollo de nuevas técnicas agrícolas que buscan promover relaciones
sostenibles entre el suelo, las plantas, los animales, las personas y la biosfera, con el fin de producir
alimentos sanos y otros productos, que protegen y potencian a la vez el medio ambiente. Aunque se emplea
en la mayoría de los países del mundo, los métodos de la agricultura biológica donde más se han
desarrollado ha sido en el norte de Europa; sin embargo, Austria dedica cerca del 6% de sus tierras
productivas a los cultivos biológicos, y la siguen Alemania, Países Bajos y Dinamarca. Los problemas
fundamentales de este sistema de cultivo se deben a la cantidad de normas y legislaciones diferentes y a la
vez exigentes sobre los mismos. Dado que las leyes varían de un país a otro, la cuestión podría solucionarse
con una buena información a los consumidores sobre los métodos utilizados. Sucede, además, que los
agricultores son poco exigentes con estas cosas. Se da el caso, por ejemplo, de que cereales que se cultivan
realmente sin abonos químicos han sido sembrados en un terreno que contenía residuos químicos de años
anteriores. Es decir, que para que esta agricultura sea válida de verdad, sería necesario realizar controles
regulares en todas las explotaciones biológicas con el fin de evitar el fraude.
ESPACIO PROTEGIDO
Espacio protegido, territorio que ha sido reservado para propósitos de conservación, ya sea por tratarse del
hábitat de una especie amenazada; por constituir un ejemplo representativo de un ecosistema natural
igualmente amenazado; por ser un espacio en óptimo estado de conservación desde un punto de vista
natural, ya sea por las comunidades biológicas que alberga o por la singularidad geológica del mismo; o por
constituir un territorio seminatural donde se ha logrado un equilibrio entre la conservación de los recursos
naturales y el desarrollo económico y social, como ocurre con numerosas áreas de dehesa del suroeste
europeo. Los espacios protegidos han existido desde la antigüedad como lugares reservados para el uso y
disfrute de la realeza y la clase dirigente, y eran dedicados muy especialmente al ejercicio de la caza, como
ocurría con el monte de El Pardo o La Albufera de Valencia, que eran zonas de caza reales. El primer
parque nacional que se creó en el mundo bajo el criterio moderno de conservación fue el de Yellowstone
(Estados Unidos) en 1872. En este caso fue la monumentalidad de sus paisajes la que motivó su creación.
En su Acta de Declaración se definió como "Parque público para beneficio y satisfacción del pueblo". A
este espacio protegido le sucedieron otros, tanto en los Estados Unidos como en otros lugares del mundo. En
España, el primer parque nacional se constituyó el 22 de julio de 1918 en tierras de Asturias y León: fue el
Parque nacional de Covadonga (actualmente Parque nacional Picos de Europa). Unos días más tarde, el 15
de agosto del mismo año, quedó constituido el segundo parque nacional español, el de Ordesa y Monte
Perdido, en Huesca. Existen diferentes categorías para los espacios protegidos que se definen de modo
particular en la legislación de los diferentes países. En España, existe una clasificación de estos espacios en
lo que se refiere a la normativa estatal, existiendo, además, figuras de protección propias de diferentes
comunidades autónomas. La legislación española diferencia cuatro tipos básicos de espacios protegidos: los
Parques, las Reservas naturales, los Monumentos naturales y los Paisajes protegidos. En su definición legal
(Ley 4/1989), "los Parques son áreas naturales poco transformadas por la explotación u ocupación humana
que, en razón de la belleza de sus paisajes, la representatividad de sus ecosistemas, la singularidad de su
flora, su fauna o de sus valores ecológicos, estéticos, educativos y científicos su conservación merece una
atención preferente". Los Parques nacionales y los Parques naturales corresponden a esta categoría. En
cuanto a las Reservas naturales, dice la Ley: "son espacios naturales cuya creación tiene como finalidad la
protección de ecosistemas, comunidades o elementos biológicos que, por su rareza, fragilidad, importancia o
singularidad merecen una valoración especial". Los "Monumentos naturales son espacios o elementos de la
naturaleza constituidos básicamente por formaciones de notoria singularidad, rareza o belleza, que merecen
ser objeto de una protección especial". Los "Paisajes protegidos son aquellos lugares concretos del medio
natural que, por sus valores estéticos y culturales, son merecedores de una protección especial". En algunos
casos podría parecer que no hay casi diferencia entre una figura de protección y otra, pero ésta existe en lo
referente a la gestión y usos que se permiten en los espacios así declarados. Actualmente, existe una
normativa (Directiva 92/43/CEE o Directiva de Hábitats) para todos los países de la Unión Europea (incluso
de aplicación en los que han solicitado su adhesión a ella), cuyos objetivos son la protección de los hábitats
y de la flora y fauna silvestres, y la creación de una red de espacios protegidos europeos denominada Red
Natura 2000.
Gestión forestal
Gestión forestal, sistema de intervención en los bosques, también denominado ordenación forestal u
ordenación de montes,cuyo fin es alcanzar objetivos predeterminados. La gestión del patrimonio forestal
tiene como finalidad proteger la base biológica sin olvidar la producción forestal, en especial la obtención
de madera. Esta producción suele basarse en la explotación sostenible, el flujo regular y continuado de
producción que el bosque en cuestión puede mantener sin perjuicio de su productividad.
La gestión forestal comprende actividades orientadas a garantizar la protección a largo plazo de los servicios
ambientales de los bosques, en especial su diversidad biológica, la conservación del suelo y de las cuencas y
la regulación climática. Algunos bosques se dejan en reserva para obtener de ellos estos servicios; en todo el
mundo, más o menos un 5% de los bosques se encuentran en áreas protegidas en las que no se explota
ningún producto, como son los parques nacionales y reservas naturales. Los sistemas de gestión forestal
tradicionales empleados en muchas áreas de bosque han permitido mantener el rendimiento de la producción
de muchos productos durante siglos. Por ejemplo, el procedimiento de explotación practicado en Gran
Bretaña desde la edad media gestionaba pequeñas superficies de bosque para la producción de carbón
vegetal y productos madereros a pequeña escala, como los materiales para cercados. Este tipo de
explotación suponía la tala y entresacado regular de árboles, pero garantizaba también la continuidad de
todo el ecosistema al limitar su uso a niveles que podían ser compensados por la regeneración gradual y
continuada. Muchas de estas áreas se encuentran hoy sometidas a presión económica y la deforestación va
en aumento. Los enfoques científicos empleados para llevar un bosque natural a un estado de rendimiento
sostenido a escala mucho mayor se desarrollaron en los siglos XVIII y XIX en Europa central.
La gestión forestal abarca diversas actividades relacionadas con la planificación, la explotación y la
supervisión: evaluación de la calidad del paraje, riqueza forestal y medición del crecimiento, planificación
forestal, provisión de carreteras e infraestructuras, gestión del suelo y el agua para preparar y mejorar la
zona, silvicultura (cuidado del bosque) para alterar las características del bosque (limpieza, entresaca, tala,
regeneración o plantación de árboles, y fertilización para obtener plantaciones de la especie, edad y tamaños
deseados), actividades de explotación, medidas de control del rendimiento para mantener la producción a
niveles sostenibles, y, por último, protección contra las plagas, las enfermedades, el fuego y las condiciones
climáticas extremas. El tiempo necesario para que estas actividades generen árboles maderables, es decir
con una talla y características que hacen que su madera sea aprovechable, recibe el nombre de turno de
corta; también se llevan a cabo talas selectivas intermedias o entresacas. Los grupos de árboles pueden ser
de la misma edad (en la mayoría de las plantaciones) o de edades diferentes (en la mayoría de los bosques
naturales). En Europa y Norteamérica la mayoría de los bosques están gestionados. Por el contrario, en los
países en vías de desarrollo, pocos lo están formalmente. Buena parte de la producción maderera sigue
procediendo de bosques naturales. Desde 1860 se ha experimentado con la tala selectiva, con la
regeneración y plantación de “enriquecimiento”, empleando principios que los bosques de Europa central
fueron pioneros en aplicar. No obstante, en la mayor parte de los lugares esto ha ocurrido esporádicamente,
ya que las condiciones suelen favorecer la deforestación. Las pérdidas debidas a la deforestación, en zonas
como la costa del Pacífico en Norteamérica o en los trópicos, han generado un estado de opinión favorable a
la gestión forestal.
Debido a esta presión, y dado que existe demanda de otros bienes y servicios de los bosques madereros, los
objetivos de la gestión forestal en la mayor parte de los países empiezan a ampliarse. Se hace hincapié no
sólo en la producción de madera, sino en el concepto, más amplio, de una gestión forestal sostenible, que es
lo que en la terminología forestal se enciende como ordenación de montes. Ésta cubre todo el espectro de
los objetivos relacionados con el bosque, desde su conservación hasta su explotación, y suele incluir
objetivos múltiples. Entre ellos pueden contarse la explotación de madera, la recolección de frutos, setas y
plantas medicinales, la captura de animales, la conservación del suelo y el agua, la conservación de la
biodiversidad y los fines recreativos y paisajísticos. Además, la gestión sostenible de los bosques supone
equilibrar las necesidades de hoy en día con las de las generaciones futuras. Esto otorga a los silvicultores
un papel más relevante en la toma de decisiones sobre el uso del suelo además de suponer una más amplia
participación de los grupos de interés no directamente relacionados con los bosques en la determinación de
los objetivos de la gestión forestal. La gestión forestal sostenible implica, por tanto, la gestión del
patrimonio forestal para satisfacer los objetivos económicos, sociales y ambientales definidos para el sector.
En ocasiones se emplean los estudios de impacto ambiental y el análisis coste-beneficio para contribuir a la
integración de objetivos, así como para escoger entre ellos cuando ésta no es posible. Los usos
incompatibles suelen asignarse a zonas separadas dentro del mismo bosque. Este tipo de distribución por
zonas es común en el Reino Unido; no obstante, se están desarrollando métodos para garantizar que todos
los bosques cubran los objetivos relacionados con el paisaje, la fauna y el uso recreativo.
En muchos países se están reevaluando los papeles que desempeñan los diferentes usuarios de los bosques.
Los departamentos forestales de los gobiernos buscan modos de compartir los derechos y responsabilidades
de la gestión forestal. Allá donde los recursos de los gobiernos son limitados y las poblaciones locales
dependen de forma especial de los bosques, se están desarrollando mecanismos para la gestión forestal
conjunta. En India, por ejemplo, hay multitud de maneras en las que las comunidades locales, el sector
privado y el gobierno pueden cooperar para repartir la carga, además de los beneficios, de la gestión
forestal.
Análisis de coste-beneficio
Cálculo de todos los costes y beneficios posibles asociados a un proyecto, utilizado para analizar si éste
debe ser efectuado o descartado. El análisis de coste-beneficio es muy usado para evaluar los proyectos que
realiza el sector público, porque no sólo tiene en cuenta los costes y beneficios económicos, sino también
los sociales, ambientales y territoriales que tendrá el proyecto. Es un análisis muy complejo puesto que no
existe ningún precio de mercado que mida los efectos no económicos. Por ejemplo: ¿cómo se pueden medir
los costes asociados con el aumento del riesgo de accidentes, el impacto ecológico, la destrucción de un
paraje natural o el aumento de la contaminación cuando se construye una carretera? ¿Cómo se pueden medir
los beneficios económicos que se podrán obtener gracias a esta nueva vía de comunicación? El análisis de
coste-beneficio se aplica para escoger entre distintas opciones, como por ejemplo, entre crear una nueva
autopista o un aeropuerto. Su principal virtud implica, a la vez, una seria complejidad técnica, pues la
diversidad de criterios que emplea obliga a explicitar los criterios que se usarán en la toma de decisiones.
Las empresas o compañías también utilizan este tipo de análisis. Además de calcular la viabilidad de un
proyecto en función de las distintas situaciones posibles, se tienen en cuenta otro tipo de factores, no
siempre calculables, como las reacciones de los trabajadores al tener que cambiar de lugar de trabajo o el
impacto sobre la imagen de la empresa.
Contaminación atmosférica
Contaminación atmosférica, contaminación de la atmósfera por residuos o productos secundarios gaseosos,
sólidos o líquidos, que pueden poner en peligro la salud de los seres humanos y producir daños en las
plantas y los animales, atacar a distintos materiales, reducir la visibilidad o producir olores desagradables.
Entre los contaminantes atmosféricos emitidos por fuentes naturales, sólo el radón, un gas radiactivo, es
considerado un riesgo importante para la salud. Subproducto de la desintegración radiactiva de minerales de
uranio contenidos en ciertos tipos de roca, el radón se filtra en los sótanos de las casas construidas sobre
ella. Se da el caso, y según recientes estimaciones del gobierno de Estados Unidos, de que un 20% de los
hogares del país contienen concentraciones de radón suficientemente elevadas como para representar un
riesgo de cáncer de pulmón. Cada año, los países industriales generan miles de millones de toneladas de
contaminantes. Los contaminantes atmosféricos más frecuentes y más ampliamente dispersos son el
monóxido de carbono, el dióxido de azufre, los óxidos de nitrógeno, el ozono, el dióxido de carbono o las
partículas en suspensión. El nivel suele expresarse en términos de concentración atmosférica (microgramos
de contaminantes por metro cúbico de aire) o, en el caso de los gases, en partes por millón, es decir, el
número de moléculas de contaminantes por millón de moléculas de aire. Muchos contaminantes proceden
de fuentes fácilmente identificables; el dióxido de azufre, por ejemplo, procede de las centrales energéticas
que queman carbón o petróleo. Otros se forman por la acción de la luz solar sobre materiales reactivos
previamente emitidos a la atmósfera (los llamados precursores). Por ejemplo, el ozono, un peligroso
contaminante que forma parte del smog, se produce por la interacción de hidrocarburos y óxidos de
nitrógeno bajo la influencia de la luz solar. El ozono ha producido también graves daños en las cosechas.
Por otra parte, el descubrimiento en la década de 1980 de que algunos contaminantes atmosféricos, como los
clorofluorocarbonos (CFC), están produciendo una disminución de la capa de ozono protectora del planeta
ha conducido a una supresión paulatina de estos productos.
La concentración de los contaminantes se reduce al dispersarse éstos en la atmósfera, proceso que depende
de factores climatológicos como la temperatura, la velocidad del viento, el movimiento de sistemas de altas
y bajas presiones y la interacción de éstos con la topografía local, por ejemplo las montañas y valles. La
temperatura suele decrecer con la altitud, pero cuando una capa de aire frío se asienta bajo una capa de aire
caliente produciendo una inversión térmica, la mezcla atmosférica se retarda y los contaminantes se
acumulan cerca del suelo. Las inversiones pueden ser duraderas bajo un sistema estacionario de altas
presiones unido a una baja velocidad del viento. Un periodo de tan sólo tres días de escasa mezcla
atmosférica puede llevar a concentraciones elevadas de productos peligrosos en áreas de alta contaminación
y, en casos extremos, producir enfermedades e incluso la muerte. En 1948 una inversión térmica sobre
Donora, Pennsylvania, produjo enfermedades respiratorias en más de 6.000 personas, ocasionando la muerte
de veinte de ellas. En Londres, la contaminación segó entre 3.500 y 4.000 vidas en 1952, y otras 700 en
1962. La liberación, como consecuencia de un accidente ocurrido en una fábrica de pesticidas, de unas 40
toneladas de isocianato de metilo a la atmósfera (junto con otras sustancias químicas como cianuro de
hidrógeno), durante una inversión térmica, fue la causa del desastre de Bhopāl, India, en diciembre de 1984,
que produjo, durante las primeras semanas, al menos 6.000 muertes (aunque posteriormente la cifra
ascendió a más de 16.000 víctimas mortales) y más de 500.000 afectados. Los efectos de la exposición a
largo plazo a bajas concentraciones de contaminantes no están bien definidos; no obstante, los grupos de
riesgo son los niños, los ancianos, los fumadores, los trabajadores expuestos al contacto con materiales
tóxicos y quienes padecen enfermedades pulmonares o cardiacas. Otros efectos adversos de la
contaminación atmosférica son los daños que pueden sufrir el ganado, los cultivos y los ecosistemas
forestales, como los provocados por la lluvia ácida en los bosques de coníferas del centro y norte de Europa.
A menudo los primeros efectos perceptibles de la contaminación son de naturaleza estética y no son
necesariamente peligrosos. Estos efectos incluyen la disminución de la visibilidad debido a la presencia de
partículas diminutas suspendidas en el aire, y los malos olores, como la pestilencia a huevos podridos
producida por el sulfuro de hidrógeno que emana de las fábricas de papel y celulosa.
La combustión de carbón, petróleo y gasolina es el origen de buena parte de los contaminantes atmosféricos.
Más de un 80% del dióxido de azufre, un 50% de los óxidos de nitrógeno, y de un 30 a un 40% de las
partículas en suspensión emitidos a la atmósfera en Estados Unidos proceden de las centrales eléctricas que
queman combustibles fósiles, las calderas industriales y las calefacciones. Un 80% del monóxido de
carbono y un 40% de los óxidos de nitrógeno e hidrocarburos emitidos proceden de la combustión de la
gasolina y el gasóleo en los motores de los coches y camiones. Otras importantes fuentes de contaminación
son la siderurgia y las acerías, las fundiciones de cinc, plomo y cobre, las incineradoras municipales, las
refinerías de petróleo, las fábricas de cemento y las fábricas de ácido nítrico y sulfúrico.
Entre los materiales que participan en un proceso químico o de combustión puede haber ya contaminantes
(como el plomo de la gasolina), o éstos pueden aparecer como resultado del propio proceso. El monóxido de
carbono, por ejemplo, es un producto típico de los motores de explosión. Los métodos de control de la
contaminación atmosférica incluyen la eliminación del producto peligroso antes de su uso, la eliminación
del contaminante una vez formado, o la alteración del proceso para que no produzca el contaminante o lo
haga en cantidades inapreciables. Los contaminantes producidos por los automóviles pueden controlarse
consiguiendo una combustión lo más completa posible de la gasolina, haciendo circular de nuevo los gases
del depósito, el carburador y el cárter, y convirtiendo los gases de escape en productos inocuos por medio de
catalizadores (véase Motor de combustión interna). Las partículas emitidas por las industrias pueden
eliminarse por medio de ciclones, precipitadores electrostáticos y filtros. Los gases contaminantes pueden
almacenarse en líquidos o sólidos, o incinerarse para producir sustancias inocuas.
Las altas chimeneas de las industrias no reducen la cantidad de contaminantes, simplemente los emiten a
mayor altura, reduciendo así su concentración in situ. Estos contaminantes pueden ser transportados a gran
distancia y producir sus efectos adversos en áreas muy alejadas del lugar donde tuvo lugar la emisión. El pH
o acidez relativa de muchos lagos de agua dulce se ha visto alterado hasta tal punto que han quedado
destruidas poblaciones enteras de peces. En Europa se han observado estos efectos, y así, por ejemplo,
Suecia ha visto afectada la capacidad de sustentar peces de muchos de sus lagos. Las emisiones de dióxido
de azufre y la subsiguiente formación de ácido sulfúrico pueden ser también responsables del ataque sufrido
por las calizas y el mármol a grandes distancias. El creciente consumo de carbón y petróleo desde finales de
la década de 1940 ha llevado a concentraciones cada vez mayores de dióxido de carbono. El efecto
invernadero resultante, que permite la entrada de la energía solar, pero reduce la reemisión de rayos
infrarrojos al espacio exterior, genera una tendencia al calentamiento que podría afectar al clima global y
llevar al deshielo parcial de los casquetes polares. Los informes publicados en la década de 1990 indican
que el efecto invernadero es un hecho y que las naciones del mundo deberían tomar medidas
inmediatamente para ponerle solución.
Muchos países tienen normas sobre la calidad del aire con respecto a las sustancias peligrosas que pueda
contener. Estas normativas marcan los niveles máximos de concentración que permiten garantizar la salud
pública, y controlan los niveles de emisión (lo que emite la fuente contaminante) e inmisión (lo que recibe el
organismo receptor, por ejemplo una persona). En ese sentido, se han establecido normas para limitar las
emisiones contaminantes del aire que producen las diferentes fuentes de contaminación. Sin embargo, la
naturaleza de este problema no podrá resolverse sin un acuerdo internacional. En marzo de 1985, en una
convención auspiciada por las Naciones Unidas, 49 países acordaron proteger la capa de ozono. En el
Protocolo de Montreal, renegociado en 1990 y 1992, se establecieron los calendarios de reducción
progresiva de los clorofluorocarbonos (CFCs) y las ayudas a los países en vías de desarrollo para realizar
esta eliminación. En diciembre de 1997 se celebró en Japón la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas
sobre Cambio Climático donde más de 160 países adoptaron el denominado Protocolo de Kioto. Este tratado
establece que los países industrializados deben reducir, antes del año 2012, sus emisiones de gases causantes
del efecto invernadero a niveles un 5% más bajos de los registrados en 1990. En diciembre de 1999, la
Comisión Permanente del Protocolo de Montreal anunció que la mayor parte de la producción de sustancias
que dañan la capa de ozono se había eliminado en los países industrializados, si bien no es el caso de los
países en vías de desarrollo, los cuales deben adaptar los sistemas de producción a las obligaciones que
marca dicho protocolo.
APÉNDICES
AGUCE INFORMATIVO
Alex Kirby
BBC, Especialista en Medio Ambiente
CLIMA CONTEMPORÁNEO: LA HUMANIDAD Y SU DESARROLLO
Los seres humanos somos una raza exitosa. Nuestro avance desde nuestro origen homínido nos ha colocado
en una posición casi dominante en el mundo, mientras que nuestra comprensión del mismo parece crecer de
forma acelerada. Los científicos sostienen que hemos entrado en una nueva era de la historia de la Tierra, la
Época Antropocena, en la que nosotros mismos nos hemos convertido en la principal fuerza del globo. Pero
muchos eminentes hombres de ciencia comparten la preocupación de que tal vez, nos hayamos vuelto
demasiado exitosos y que la presión -cada vez mayor- que los seres humanos ejercemos sobre los
ecosistemas terrestres, amenaza tanto nuestro futuro como el de otras especies. Como generación, nos
enfrentamos con problemas mucho más complejos que cualquier otra generación previa y algunos de estos
problemas no parecen tener solución alguna. La serie "Planeta bajo presión" investiga en profundidades seis
áreas que los expertos consideran críticas Todos estos problemas están relacionados y requieren urgente
atención, por lo tanto no tiene sentido elaborar una lista de prioridades. ¿Para qué preservar especies y
hábitat, por ejemplo, si el cambio climático terminará por destruirlos? Tampoco sirve desarrollar nuevos
cultivos si no hay aguas con que regarlos. Y además de estos seis problemas que ya hemos mencionado,
existe un séptimo: la población humana. Actualmente somos más de seis mil millones, y a decir por las
tendencias actuales, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estima que para 2050 esta cifra se
elevará a 8,9 mil millones. El crecimiento de la población significa que a pesar de que la proporción de
personas que viven en la pobreza continúa disminuyendo, el número absoluto de seres humanos en el
planeta va en aumento porque los niveles de fecundidad superan nuestros esfuerzos por mejorar sus
condiciones de vida. La pobreza es un factor importante porque deja a muchas personas sin otra opción que
explotar el medio ambiente. Los condena a vivir mal y morir prematuramente, dos cosas que podrían
evitarse. "Planeta bajo presión" intenta hacer preguntas más que encontrar respuestas.¿Qué estilo de vida
puede soportar nuestro planeta?¿Cuántos de nosotros podemos vivir con altos índices de consumo? ¿Cómo
podemos esperar que la gente pobre respete y cuide el medio ambiente cuando deben explotarlo para poder
sobrevivir? ¿El estilo de vida ecologista es un lujo que sólo pueden permitirse los ricos o es una necesidad
para todos? ¿Y qué podemos hacer cuando una gran parte de la sociedad nos dice que estamos en camino de
resolver los problemas, asegurándonos de que estos no nos están superando? En la opinión de algunos, no lo
estamos haciendo nada mal. Hoy en día hay más gente vive de forma más saludable y por más tiempo. El
futuro ofrece a un número cada vez mayor de personas un estándar de vida impensable incluso para la
generación que nos precedió. Pero sí es necesario reflexionar sobre las implicancias de nuestros éxitos y
reconocer sus puntos débiles. Vivir dentro de las posibilidades que ofrece nuestro planeta no significa
necesariamente abandonar lo que ahora es considerado como una necesidad para vivir confortablemente,
sino sencillamente compartirlo. El desafío con el que nos enfrentamos no radica en sentirnos culpables por
nuestros niveles de consumo u orgullosos por nuestros hábitos ecológicos, sino que consiste en reconocer
cada vez más que como raza, ganamos o perdemos la carrera todos juntos. El ingenio y la tecnología
continúan ofreciendo esperanzas para un mundo mejor. Pero lo que pueden proponer tiene un límite. No se
necesita ni ingenio ni tecnología para salvar a alrededor de 30.000 niños menores de 5 años que mueren
cada día a causa del hambre o de enfermedades que fácilmente podrían prevenirse. Y confrontar los
problemas más graves que amenazan al planeta es luchar por su sobrevivencia, y por la nuestra.
PLANETA BAJO PRESIÓN
Alimentación: Se estima que alrededor de 1 de cada 6 personas sufre hambre o
malnutrición.
Agua: Para 2025, dos tercios de la población mundial estará viviendo en zonas donde el
acceso al agua es un problema.
Energía: La producción de petróleo puede llegar a su punto más alto y los suministros
comenzar a decaer para 2010.
Cambio climático: Éste es el desafío ambiental más importante a medida que aumentan las
tormentas, inundaciones y sequías.
Biodiversidad: Muchos científicos creen que la Tierra está ingresando en la sexta gran fase
de extinción.
Contaminación: Los recién nacidos muestran indicios de sustancias químicas peligrosas en
sus cuerpos y se estima que 1 de cada 4 personas en todo el mundo está expuesta a
concentraciones insalubres de contaminantes.
Biodiversidad: la sexta ola
En este capítulo Alex Kirby, investiga el aumento creciente de los índices de extinción de
las especies.
Todas las criaturas con las que compartimos este planeta son importantes, más allá de lo
insignificantes que puedan parecer a simple vista. Tanto ellas como nosotros formamos
parte del tejido de la vida. Desde el inicio de los tiempos, la extinción ha progresado a un
ritmo que los científicos llaman natural. Actualmente, ese ritmo es mucho más veloz.
Muchos científicos creen que ésta es la sexta gran ola: la sexta extinción en masa que afecta
la vida en la Tierra. Nosotros no estuvimos presentes en ninguna de las olas de extinción
previas, pero ahora nuestra mera preponderancia hace que la ola actual pase casi
desapercibida. En medio siglo hemos más que duplicado nuestra población y ésta es una de
las razones más obvias por las que hay menos sitio para cualquier otra especie. Estamos
tomando sus hábitats para cultivar alimentos, sus alimentos para comerlos nosotros. Los
estamos explotando, comerciando, empujándolos a los márgenes de su existencia y más
allá. La elección es difícil: conservar las especies o alimentar a la comunidad, los dólares de
los turistas o los refugios de las tortugas. En 2003, el catálogo oficial de la Unión Mundial
para la Naturaleza (llamado Lista Roja) que enumera las especies de flora y fauna a punto
de desaparecer de nuestro planeta, señaló que más 12.000 especies (de 40.000 evaluadas) se
encuentran de algún modo en riesgo de extinción, incluyendo:
• 1 pájaro de cada 8
• 13% de las plantas con flores
• Un cuarto de todos los mamíferos
Nuestra destrucción del mundo natural ha sido comparada con la quema de las bibliotecas
medievales de Europa, antes de haber siquiera, catalogado sus contenidos. Muchas especies
nos mantienen vivos, purificando el agua, reciclando nutrientes y desperdicios y
polinizando cultivos. Las plantas y las bacterias llevan a cabo la fotosíntesis, que produce el
oxígeno que respiramos. Los árboles absorben dióxido de carbono, el principal gas
generado por la actividad humana que produce el efecto invernadero.
Pandas y microbios
Una especie de caracol tropical contiene toxinas prometedoras para tratar algunas formas de
cáncer e irregularidades cardíacas. Para aliviar el dolor, una toxina puede ser mil veces más
potente que la morfina. Pero cada año millones de estos caracoles son recolectados por sus
caparazones y sus hábitat están en peligro. Esta discusión pone en el tapete el tema de la
utilidad. Pero las criaturas que podemos ver y aquellas que podemos utilizar directamente,
son sólo la punta del iceberg. Lord May, presidente de la Sociedad Real (la academia
nacional
de
ciencias
del
Reino
Unido)
dijo:
"La
mayoría
de
20
los esfuerzos conservacionistas se concentran en los pájaros y los mamíferos, pero son las
pequeñas cosas las que manejan el mundo, cosas pequeñas como los microbios del suelo.
Ésas son las especies menos conocidas del mundo".
Red compleja
La recolección de castañas amazónicas constituye un negocio lucrativo en el Amazonas.
Pero cuando se intentó cultivarlas, el experimento no resultó exitoso, porque las castañas
producen una buena cosecha en el bosque pero no producen nada cuando están aisladas. En
los próximos 15 años, alrededor de un quinto de los bosques de África Central habrá
desaparecido, mientras que los bosques de Indonesia están en continuo retroceso. Sin
embargo algunas especies parecen no sólo no extinguirse sino que muestran exactamente la
tendencia contraria. En 1953 la población mundial era de alrededor de 2.500 millones de
personas, actualmente es de 6.000 millones. Asegurarse de que otras especies conserven sus
hábitats no es una cuestión sentimental. Es la única manera en la que podremos sobrevivir.
Escasez de agua: ¿se avecina una crisis?
La crisis provocada por la falta agua en el mundo es fácil de entender pero difícil de
resolver. La cantidad de agua en nuestro planeta es finita. El número de habitantes está
creciendo rápidamente y la utilización del agua crece aún en mayor medida. Un tercio de la
población mundial vive en países que sufren la falta de agua. Para 2025, se espera que esta
cifra aumente a dos tercios. Pero la cantidad de agua existente en el mundo es suficiente
para todos, para cubrir las necesidades básicas de todos. La Organización de las Naciones
Unidas señala que cada persona necesita un mínimo de 50 litros diarios para beber, bañarse,
cocinar y otros menesteres. En 1990, más de mil millones de personas no contaban con ese
mínimo. Proveer acceso universal a ese mínimo de 50 litros para 2015, implicaría menos
del 1% de la cantidad de agua que se usa hoy en el mundo. Sin embargo, parece un objetivo
lejano de alcanzar.
Contaminación y enfermedades
El consumo de agua en el mundo aumentó seis veces entre 1900 y 1995 -más del doble de
la tasa de crecimiento de la población- y continúa aumentando a medida que incrementa
tanto la demanda doméstica como industrial. La calidad es tan importante como la cantidad:
el aumento de la contaminación en ciertas áreas, hace que disminuya la cantidad de agua
utilizable. Más de cinco millones de personas mueren cada año por enfermedades
relacionadas con el agua, lo que equivale a diez veces más que el número de muertos a
causa de guerras en el mundo. Y los efectos colaterales de la falta de agua son preocupantes
como la perspectiva de que no haya suficiente agua para beber. El 70% del agua que se
utiliza en la actualidad en el mundo está destinada a la agricultura. Si la población sigue
aumentando (se estima que pasaremos de ser 6.000 millones a 8.900 millones para 2050),
se necesitará más agua para alimentarla. También se cree que incrementará el consumo a
medida que incremente la cantidad de gente que adopta un estilo de vida y una dieta
occidental (un kilo de carne -de una vaca que se alimenta con granos- necesita al menos 15
metros cúbicos de agua mientras que un kilo de cereales necesita sólo tres metros cúbicos).
Agua y pobreza
Los pobres son los que más sufren. La escasez de agua significa que en algunos casos habrá
que caminar distancias mayores para conseguirla, pagar precios más altos para comprarla,
generará además incertidumbre en cuanto a la disponibilidad de alimentos y el surgimiento
de enfermedades relacionadas por el consumo de aguas contaminadas. Pero lo que se
necesita para recolectar fondos para resolver el problema del agua en los países pobres es
precisamente más agua para desarrollar la agricultura y la industria. La Comisión sobre el
Agua respaldada por la ONU estimó en el año 2000 que se necesitarían unos US$100 mil
millones adicionales por año para resolver la escasez de agua en el mundo. Esto vuelve
irrelevante los US$20 mil millones que se necesitarán anualmente para 2007 para intentar
resolver los problemas del VIH/SIDA y, según la comisión, es un cifra tan alta que sólo
podrá ser recolectada con la ayuda del sector privado. Pero incluso si el dinero se puede
conseguir, gastarlo de una manera inteligente representa un desafío. En muchos casos, los
costos en términos del traslado de poblaciones y de los cambios irreversibles en los
ecosistemas vecinos son considerables. La utilización de aguas subterráneas es otra
solución
que
se
está
21
poniendo en práctica, pero significa vivir utilizando capital acumulado durante miles y
miles de años, reduciéndolo mucho más rápido de lo que se puede volver a llenar. A
medida que se explotan las aguas subterráneas, los ojos de agua en partes de China, India,
Asia occidental, la ex Unión Soviética y el oeste de Estados Unidos, se han ido reduciendo.
Soluciones técnicas
Las nuevas tecnologías pueden brindar ayuda, sobre todo limpiando contaminación y
haciendo que el agua sea más utilizable, y en el terreno de la agricultura, las plantas más
resistentes a las sequías contribuyen a un uso más eficiente del agua. La irrigación por
goteo disminuye drásticamente la cantidad de agua necesaria para los cultivos, los
rociadores de baja presión representan una mejora e incluso las construcciones de barro
para atrapar el agua de lluvia son de gran utilidad. Algunos países están ahora tratando el
agua desechada para que pueda reutilizarse -y hasta beberse- varias veces. La
desalinización hace que sea posible usar el agua de mar, pero el proceso requiere una gran
cantidad de energía y deja grandes cantidades de salmuera. Los optimistas dicen que el
"agua virtual" puede ser la solución (el agua contenida en los cultivos, que pueden
exportarse de los países ricos en agua a los más áridos). Pero las cantidades necesarias
serían inmensas y la energía requerida para transportarlos gigantesca. Y la energía
utilizable y económica será probablemente en breve un problema mayor que el del agua.
Cambio climático
En cualquier caso, no somos solamente nosotros los que necesitamos agua, sino las demás
especies con las que compartimos el planeta así como el ecosistema del cual ellas y
nosotros dependemos. El cambio climático también tendrá su impacto. Algunas áreas
probablemente se beneficiarán con el aumento de las lluvias, pero otras zonas se verán
negativamente afectadas. Es importante repensar cuánta agua realmente necesitamos si
queremos aprender a compartir los recursos de nuestro planeta. Mientras que las represas y
otros proyectos a gran escala desempeñan un papel importante en el mundo, también hay
un creciente reconocimiento del valor de utilizar el agua que ya tenemos de manera más
eficiente en vez de seguir extrayendo de ríos u otras fuentes de agua. Para millones de
personas en todo el mundo, encontrar el balance es una cuestión de vida o muerte.
La energía y el aumento de demanda
El principal problema en relación a la energía es que comienza a haber escasez en las
fuentes tradicionales de suministro. La Agencia Internacional de Energía (AIE) dice que la
demanda de energía en el mundo va a aumentar casi un 60% para 2030, en relación a los
parámetros de 2002, y que la mayoría del suministro aún dependerá de las reservas de
hidrocarburos. El 90% del transporte, además del acceso a la fabricación de alimentos,
medicamentos, químicos y toda la base de la vida moderna depende del petróleo. Expertos
de la industria petrolera estiman que las reservas actuales sólo servirán para cubrir las
necesidades de los próximos 40 años. Las opiniones sobre las perspectivas de encontrar
más yacimientos, que puedan ser explotados, son variadas. Los pesimistas pronostican una
caída en la producción dentro de los próximos 15 años, mientras que los optimistas creen
que los problemas llegarán luego de que transcurran unos 100 años. Creen, de todos modos,
que la suba de los precios puede estimular el desarrollo de fuentes alternativas de
generación de energía. El gas, una de las variables más frecuentes para reemplazar al
petróleo, tampoco perdurará de modo indefinido. Aún hay una importante disponibilidad de
carbón pero, por el momento, no se conoce ningún modo de utilizarlo no que provoque
altos niveles de contaminación.
Señales de alarma
No todas las personas, sin embargo, dependen del gas, petróleo o carbón. Cerca de un tercio
del total de la población mundial -que supera los 6.000 millones- no tienen electricidad u
otra fuente de energía moderna y otro tercio sólo tiene acceso limitado. Cerca de 2,5
millones de personas disponen sólo de leña u otro tipo de biomasa para producir energía,
que en general afecta al medioambiente y a la salud. Ese es el segundo problema, más allá
de que sea comprensible que quieran usar los beneficios de una fuente de energía barata
para mejorar sus vidas. Si cada habitante de un país en vías de desarrollo usara una cantidad
de
energía
similar
promedio
en
países
ricos,
el
consumo
22
de las naciones en desarrollo aumentaría ocho veces para 2050. Ya hay señales en ese
sentido. En la primera mitad de 2003, la venta de automóviles en China creció un 82% en
relación a los niveles de 2002. Eso implica el aumento del consumo de energía, que se
espera que se duplique para 2024. En la última década, el uso de petróleo en Estados
Unidos aumentó a cerca de 2,7 millones de barriles diarios, lo que supera el consumo de
India y Pakistán juntos.
Cruzando continentes
El lugar de donde proviene la energía es el tercer problema, ya que las fuentes suelen estar
lejos de los lugares de consumo. Un par de siglos atrás, se dependía del combustible que se
pudiera encontrar a una corta distancia del lugar de asentamiento. Pero, ahora, la energía
viaja largas distancias y llega a cruzar continentes enteros, además de fronteras políticas y
culturales. Estas distancias crean una variedad de desafíos, desde la inestabilidad política
que se pueda desprender a raíz de asuntos relacionados con el petróleo, hasta los riesgos
para el medioambiente que implica la existencia de oleoductos de gran longitud. Pero aún si
hubiera energía suficiente para abastecer a todos los que la requieran, seguiríamos frente a
otro problema: cómo usarla sin dañar el medioambiente.
Evaluando el costo
La amenaza más obvia es que la combustión de hidrocarburos está alentando el cambio
climático y el calentamiento de la Tierra. En la lista de costos hay que agregar la
contaminación del aire y el agua, los perjuicios a la salud, las lluvias ácidas, la
deforestación y la alteración de estilos de vida. El fenómeno envuelve a uno de los
máximos círculos viciosos del planeta. El acceso general a energía barata es esencial para
acabar con la pobreza. Pero las perspectivas de que eso sea posible no son muy alentadoras
y no debería ser así. Lo que debemos hacer es decidir que vamos a llegar a la meta y
diseñar un plan. Eso seguramente incluirá incrementar el uso de energías renovables y de
fuentes naturales inagotables, como el Sol y los mares.
¿Energía nuclear?
Una alternativa clave para los vehículos, que no genera contaminación, puede ser el
hidrógeno, del cual hay gran disponibilidad, ya que es uno de los componentes del agua.
Pero se necesita mucha energía para producir hidrógeno a partir del agua, por lo cual no se
va a convertir en una alternativa por sí mismo hasta que se disponga de una gran
infraestructura de fuentes de energía renovables para desarrollar el proceso. Algunos
analistas consideran que se va a necesitar energía nuclear para cubrir el paso de la situación
actual hasta el inicio del reino de las fuentes renovables. Un grupo de ambientalistas no ven
con mucho agrado esta posibilidad porque le temen a los peligros del desecho de basura
radioactiva y los riesgos de accidentes. La fusión nuclear -un nuevo método para conseguir
energía basado en la combinación de átomos más que en su separación- podría estar
disponible para 2040, pero ése es un plazo muy lejano. Sin embargo, podemos hacer un uso
más eficiente de la energía. Por ejemplo, se la puede usar para dos tareas a la vez, como
calefaccionar y hacer funcionar una planta industrial. Podemos instalar generadores de
energía en los techos de nuestras propias casas, con paneles solares o turbinas sensibles al
viento del tamaño de una antena satelital. Casi se puede decir que la crisis energética es
solucionable. Pero la salida requiere de un cambio muy significativo de mentalidad, tanto
en quienes se encargan del diseño de las políticas, como de los consumidores.
Las aguas oscuras del cambio climático
Para Tony Blair, el primer ministro británico, el cambio climático es el reto más grande que
enfrenta el medio ambiente. Sir David King, su principal consejero en temas científicos,
dice que es una amenaza global mucho peor que la del terrorismo internacional. Muchos
científicos -aunque en esto no hay unanimidad- están de acuerdo. Ciertamente existe la
posibilidad de que el calentamiento global lleve a nuestro planeta por aguas oscuras y
desconocidas, aunque nadie sabe con exactitud cuán rápido puede ocurrir y quiénes serán
los más afectados. La vida en la Tierra es posible sólo porque existe un efecto de
invernadero natural, gracias al cual la atmósfera puede retener suficiente calor para que las
distintas especies puedan existir. El Panel Intergubernamental en Cambio Climático
(PICC), integrado por miles de científicos, ha dicho que los crecientes niveles de polución
industrial
están
aumentando
artificialmente
el efecto invernadero. Por esto, más y más calor se está acumulando cerca del planeta, en
lugar de escapar hacia el espacio. Según los científicos, los mayores culpables son los gases
producidos al quemarse combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón) y los cambios en el
uso de la tierra. El gas más vinculado al efecto invernadero es el dióxido de carbono (CO2).
Antes de la Revolución Industrial, las concentraciones de dióxido de carbono en la
atmósfera eran de entre 270 y 280 partes por un millón. Ahora, el nivel es de casi 380 y han
estado creciendo en 1,5 cada año.
Aumentan temperaturas
Según el PICC, la consecuencia de mayores índices de CO2 y otros agentes contaminantes
en la atmósfera, es que la temperatura promedio a nivel global aumentará. Esto significa un
clima impredecible, elevación en los niveles del mar y un posible sobrecalentamiento. De
seguir así, las predicciones científicas indican que para el año 2100 el nivel del mar habrá
aumentado entre 9 y 88 centímetros, mientras que las temperaturas serán entre 1,5 y 5,5
grados centígrados mayores que las actuales. Eso puede no sonar muy serio, pero hay que
recordar que en la última Edad de Hielo la temperatura era sólo entre 4 y 5 grados
centígrados más fría que hoy en día. Estas predicciones no conmueven a los escépticos.
Algunos de ellos dicen que la influencia del ser humano en el clima es insignificante.
Agregan que señalar de manera aislada al CO2 y otros gases de invernadero en lo que es un
sistema natural inmenso y complejo, no tiene sentido. Otros dicen que el sistema de
medición del PICC no es confiable. Incluso hay quienes aseguran que un mundo más
caliente será mejor para la mayoría. Estas personas dicen lo cierto al argumentar que aún
hay pocas certezas sobre el clima y la manera como podemos influirlo.
Evidencia
Sin embargo, muchos de los que alguna vez fueron escépticos han aceptado ahora que el
cima está cambiando y que tenemos que responder de alguna manera, sino tratando de
reducir ese cambio, al menos adaptándonos. Parte del problema es que la percepción del
cambio climático es ahora materia de ciencia ficción, gracias en buena parte a Hollywood y
a algunos grupos de presión que han alimentado un visión terrorífica que debe poco -si es
que algo- a la ciencia. Sin embargo, los datos que tienen respaldo científico son bastante
aleccionadores: ahora sabemos que las temperaturas promedio en la superficie global han
subido 0,6 grados centígrados en los últimos 140 años. En ese mismo período, los diez años
más cálidos han ocurrido desde 1990. Eso incluye cada año desde 1997. Las posibles
consecuencias también son aleccionadoras. Muchas regiones en las que el agua no abunda,
probablemente se verán más sedientas. Algunos países podrán producir mayores cosechas,
pero en otros terrenos verán reducida su producción. Asimismo, los altos niveles del mar
tornarán inhabitables muchas zonas costeras. Los patrones climáticos también podrán
cambiar, produciendo olas de calor, sequías, inundaciones y violentas tormentas. Algunas
agencias de ayuda han advertido que estos efectos combinados pueden poner en peligro los
intentos por lograr que los países más pobres salgan de su situación. También existe la
posibilidad de que las altas temperaturas liberen gas metano de la tundra ártica, lo que a su
vez acelerará el proceso de calentamiento global.
Efecto retardado
Si de alguna manera pudiéramos detener mañana todas las emisiones de gases que
provocan el efecto invernadero, el calentamiento continuaría por décadas o siglos. Lo que
hagamos hoy puede, literalmente, determinar cuánto tiempo puede durar la masa de hielo
de Groenlandia, aun cuando le tomaría unas centurias más desaparecer. La vida salvaje,
menos equipada para la adaptación que los humanos, también puede ser duramente
golpeada. Un estimativo indica que centenares de miles de especies podrían extinguirse
para el año 2050 por los cambios climáticos. Crear un consenso global sobre el tema es
algo muy difícil y no sólo por los costos económicos de reducir las emisiones de los
mencionados gases. El Protocolo de Kyoto -que compromete a las naciones más ricas a
reducir sus emisiones- es un paso pequeño pero necesario en la construcción de un sistema
internacional que enfrente el cambio climático, dicen sus defensores. Sin embargo, Estados
Unidos, el país responsable por una cuarta parte de las emisiones de gases de efecto
invernadero, se ha negado a firmar el tratado. El protocolo no exige a los países en
desarrollo que reduzcan sus emisiones. Sin embargo, naciones que se están industrializando
con rapidez, como China, pronto estarán contribuyendo de manera significativa a su
producción. Para estos países, la reducción en la emisión de gases
tendrá costos sociales significativos, pues disminuirá el crecimiento que alimenta el
desarrollo económico y crea empleo. A pesar de eso, una mirada prudente a la evidencia de
que se dispone -así sea sólo preliminar- sugiere que debemos transitar por el sendero de la
precaución. El doctor Geoff Jenkins, del Centro Hadley para la Predicción del Clima, en
Gran Bretaña, dice que "en las últimas décadas hay mucha más evidencia de la influencia
de los humanos sobre el clima". "Hemos llegado al punto en el que sólo la inclusión de la
actividad humana puede explicar lo que está sucediendo.” Eso es lo que está ocurriendo
ahora y lo que puede conducirnos a un mundo desconocido.
Colombia: el desafío de la biodiversidad
Siempre que se habla de biodiversidad se menciona a Brasil, el país con la mayor variedad
natural del mundo. A veces se olvida que en Sudamérica también está el segundo país con
mayor diversidad: Colombia. ¿Cómo defiende Colombia su diversidad biológica? ¿Qué
retos enfrenta? ¿Está incluido este tema en el tratado de libre comercio? ¿Qué se negocia
con Estados Unidos? La BBC conversó sobre estos y otros temas con Fernando Gast,
director del Instituto Humboldt, que promueve la conservación y uso sostenible de la
biodiversidad de Colombia.
A grandes rasgos, ¿cómo es la biodiversidad colombiana?
Colombia como país tropical y dada su geografía y posición en Sudamérica, tiene una
constelación de muchos ecosistemas que la hacen muy variada. Eso está definido por lo que
se conoce como las grandes regiones geográficas del país: costa sobre los mares Caribe y
Pacífico, tres cordilleras que hacen que la geografía sea muy variada. Eso es lo que hace
que Colombia sea tan rica en biodiversidad. Eso tiene grandes amenazas, porque gran parte
de la biodiversidad está en la región andina donde también está asentado entre el 70 y el
80% de la población colombiana, que la tiene que transformar para utilizarla. El reto no es
solamente la conservación de la biodiversidad, sino la conservación a través del uso de la
biodiversidad. Y en la biodiversidad pueden estar muchas de las alternativas de desarrollo.
Siempre se habla del Amazonas, pero Colombia tiene otros lugares extraordinarios como la
Sierra Nevada de Santa Marta. La Sierra Nevada tiene una particularidad geográfica muy
importante: pertenece a los Andes, pero está aislada de los Andes, es una montaña muy
cercana al mar, casi desde el nivel del mar hasta los cinco mil 300 metros de altura. Eso
hace que ahí se genere mucha biodiversidad. Además, su posición geográfica hace que esté
expuesta en un lado hacia la Guajira, hacia ecosistemas semisecos y secos, y hacia la parte
interior tenga ecosistemas de influencia tropical. Eso es lo que hace que Colombia sea tan
rica en biodiversidad. Todo eso da como consecuencia en el proceso evolutivo mucha
diversidad que se ha tenido que adaptar a esas condiciones. También tenemos el Chocó
geográfico, que es una zona de altísima pluviosidad. Es uno de los extremos del mundo en
los que llueve casi diez mil milímetros al año. Quiere decir que no llueve sólo dos o tres
días al año. También tiene gradientes desde la planicie aluvial del Pacífico hacia la
Cordillera Occidental, lo que hace que la zona sea bastante diversa y peculiar. Lo que
hemos encontrado en las investigaciones de los últimos años es que esos eran los
reconocidos sitios estratégicos de conservación de biodiversidad, pero también existen
sitios en los Andes, por los valles interandinos bastante profundos. Y recientemente hemos
estado trabajando en un proyecto en la Orinoquía colombiana, donde estamos encontrando
mucha más diversidad de la que se asociaría a un ecosistema que normalmente se cree son
sólo sabanas.
¿Cuáles son las principales amenazas contra la biodiversidad en Colombia?
Desde nuestro punto de vista, la poca conciencia que existe sobre la importancia de la
biodiversidad. Muchas de esas amenazas están relacionadas con los esquemas de desarrollo
que ha adoptado el país. Como no es conciente de la importancia que tiene la biodiversidad
para el desarrollo, copia modelos, copia tecnologías, los impone en el país y eventualmente
está sustituyendo la oportunidad que tendría la biodiversidad. Obviamente no es una tarea
fácil, el país necesita recursos para desarrollarse, necesita aprovechar sus potencialidades.
Se necesita un gran trabajo para conocer la biodiversidad y convertirla en un factor de
desarrollo.
25
¿Es suficiente la legislación que existe en Colombia?
Colombia en ese sentido ha tenido un papel protagónico en el mundo. El código de recursos
naturales es reconocido como uno de los mejores. Colombia ha tenido un papel líder desde
la cumbre en Río en Biodiversidad. Hemos implementado los compromisos
internacionales, el país tiene una política nacional de biodiversidad. Lo que sucede es que
eso no es suficiente frente a la realidad nacional.
¿Qué hace falta?
Que el país sea conciente del potencial que existe en la biodiversidad. Creo que muchas
veces, por estar apuntándole a lo inmediato, se descuida el futuro. Y uno de los temas
claros en ese sentido es el descuido a las inversiones en investigación.
En estos momentos se realizan las negociaciones del tratado de libre comercio entre
Colombia y Estados Unidos, ¿está incluido el tema de la biodiversidad?
Si. En el TLC la biodiversidad se convirtió en un punto central. El Instituto tiene ahí un
papel de órgano científico asesor del ministerio de Medio Ambiente. Estamos apoyando
principalmente en dos mesas de negociación: ambiental y derechos de propiedad
intelectual. En ese sentido el instituto tiene ventajas. Tuvo la oportunidad, en los últimos
dos años, de desarrollar una propuesta técnica de acceso a recursos genéticos para ser
presentada al Ministerio del Medio Ambiente, de manera que el país tenga un marco claro
de cómo va a regular ese acceso. Ese es uno de los temas centrales en un tratado de libre
comercio.
¿Cuáles son los retos del futuro para la biodiversidad?
Uno de los principales retos en el mundo es sencillamente convertir la biodiversidad en un
factor de desarrollo. Como lo dice el Convenio de Biodiversidad, "generar una distribución
justa y equitativa de los beneficios asociados". No solamente de los recursos genéticos, sino
en general. Sino, la biodiversidad estaría siendo destruida y lo que se estaría destruyendo es
el proceso evolutivo de miles y tal vez millones de años, que es irrecuperable.
El planeta y los alimentos
Cada vez es más la gente que come más y mejor, como nunca antes se había hecho. El
consumo de cereales ha aumentado más del doble desde 1970, y el de carne se ha triplicado
desde 1961. Lo mismo ocurre con los pescados. Entre 1950 y 1997, aumentó seis veces la
cantidad de peces capturados por el hombre. Pero nada de esto ocurrió por arte de magia,
sino gracias a una ayuda especial que se le dio a la naturaleza. El Instituto de Recursos
Mundial dijo, en 1999, que el uso de fertilizantes aumentó de modo muy significativo a
partir del 1984. Una de las grandes preguntas es si el mundo puede multiplicar sus cosechas
para proveer de alimentos a los 75 millones de habitantes extras que se incorporan cada año
al planeta.
Crecimiento de cultivos
Los logros recientes son impresionantes. Mientras la población global se duplicó hasta
alcanzar los 6.000 millones de personas, entre 1960 y 2000, la producción de alimentos
aumentó por encima de esa proporción. La cantidad de personas con malnutrición cayó de
un 37% a un 18%, entre la década del 60 y mediados de los 90. Pero podríamos tener
problemas para mantener esta tendencia. Para comenzar, la mayoría de las tierras más
fértiles para cultivos están en uso, con lo cual muchos agricultores tienen que recurrir a
tierras marginales. Además, los terrenos más ricos reciben un fuerte escarmiento: la
degradación de sus propiedades, que ya ha provocado una reducción de la productividad
agrícola del 13%, en los últimos 50 años. Por otro lado, muchos de los pesticidas de los que
ha dependido el aumento de los cultivos, están perdiendo su efectividad, a medida que las
plagas se hacen más resistentes. Otra limitación clave es el agua. El 17% de las tierras
irrigadas producen entre el 30% y el 40% de los cultivos, pero en muchos países irá
disminuyendo progresivamente la cantidad de agua disponible para la agricultura. La
biotecnología, en principio, puede ofrecerle al mundo cambios revolucionarios, como
producir plantas resistentes a sequías o variedades que resistan los ataques de pestes. Pero,
a la vez, despierta preocupación por el debilitamiento de recursos genéticos de miles de
variedades tradicionales que crecen en pequeñas comunidades en distintos lugares del
mundo. Nadie sabe cuáles pueden ser los posibles impactos del cambio climático en la
provisión de alimentos. Pequeños aumentos de temperatura podrían resultar beneficiosos
para el clima de países ricos, pero dejarían a las cosechas de los países de la zona de los
trópicos
en
una
situación
aún
más
precaria.
26
Muy poco espacio
Otro de los interrogantes concierne al alto costo para otras formas de vida afectadas por lo
que hemos hecho para asegurar nuestra propia provisión de comida. La cantidad de
nitrógeno disponible para las plantas es mucho más alto que su nivel natural. De hecho, se
ha duplicado, desde 1940. El exceso de nitrógeno proviene de los fertilizantes utilizados en
tierras cultivadas, de los excrementos de ganado y de otras actividades que lleva a cabo el
hombre. La consecuencia es que está cambiando la composición de especies de los
ecosistemas, reduciendo la fertilidad de la tierra, intensificando el cambio climático y
creando zonas en el Golfo de México y otras áreas cercanas a la costa, donde la vida se
vuelve más difícil. La magnitud de la porción de la Tierra que necesitamos para producir
nuestros alimentos está teniendo un impacto de importantes proporciones. Ya hemos
tomado cerca del 26% de la superficie del planeta (unos 3.300 millones de hectáreas) para
desarrollar actividades de agricultura y ganadería. Otros 500 millones de hectáreas se
destinaron a urbanizaciones. Las pérdidas del hábitat por la transformación de las
características naturales de los ecosistemas es la principal razón por las cual otras especies
están llegando al borde de la extinción. Se está pagando un pecio alto para garantizar la
provisión de alimentos, aunque no todos tienen asegurado su acceso a un plato de comida.
El aumento del hambre
Por el momento, no estamos camino a reducir a la mitad el hambre en el mundo, para 2015,
objetivo fijado en las llamadas "Metas de Desarrollo del Milenio", acordadas en el marco
de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Aunque la proporción de gente
hambrienta está disminuyendo, el aumento de la población hace que se incremente la
cantidad de personas sin acceso a una alimentación balanceada. En la década del 90, la
pobreza global bajó un 20%, pero el nivel de hambre creció y se incorporaron 18 millones
de personas al mundo de los que no pueden alimentarse de modo apropiado. De acuerdo a
la Organización para la Alimentación y la Agricultura (OAA), de la ONU, en 2003, cerca
de 842 millones de niños y adultos no tenían suficiente para comer. Un tercio de ellos vivía
en África subsahariana. El hambre y la malnutrición matan a 10 millones de personas por
año y 25 mil por día. Eso equivale a la pérdida de una vida cada 5 segundos. El mundo
produce lo suficiente para alimentar a toda la población. Pero, muchas veces, la comida no
está en el lugar apropiado, no puede almacenarse por mucho tiempo, o bien, la gente que la
necesita no dispone de los recursos necesarios para comprarla. Por eso, garantizar comida
para todos es más un tema político que científico.
Tratados internacionales ambientales
Tratados internacionales ambientales, parte del Derecho internacional relacionada con
cuestiones ambientales. Esta cuestión ha adquirido una creciente importancia en los
últimos años dada la creciente toma de conciencia, por parte de la opinión pública, de
que muchos problemas ambientales pueden traspasar las fronteras de los países, o tienen
un alcance tan global que no es posible hacerles frente sólo por medio de leyes de
alcance nacional. Los tratados y convenciones entre distintos países son hoy la principal
fuente de leyes ambientales internacionales. Desde comienzos del siglo XX vienen
firmándose tratados sobre lo que hoy llamaríamos cuestiones ambientales. Éstos
aumentaron en número y alcance a partir de la II Guerra Mundial. Entre los ejemplos
más importantes se encuentran la Convención Internacional para la Prevención de la
Contaminación por Petróleo de los Mares (1954), la Convención de París sobre la
responsabilidad de terceras partes en el campo de la energía nuclear (1960) y la
Convención Ramsar sobre humedales de importancia internacional (1971). La
Conferencia de Estocolmo sobre el Medio Ambiente, convocada por las Naciones
Unidas y celebrada en 1972, aumentó la conciencia política sobre la naturaleza global
de muchas amenazas al medio ambiente. Se intensificó la actividad internacional, lo que
llevó a la creación del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. A la
vez, la Comunidad Económica Europea (hoy Unión Europea) puso en marcha un
programa de iniciativas medioambientales. Los principales tratados sobre el medio
ambiente firmados desde la Conferencia de Estocolmo incluyen la Convención sobre el
Comercio Internacional en Especies amenazadas de Fauna y Flora (1973), la
Convención para la Prevención de la Contaminación del Mar desde estaciones situadas
en tierra (1974), la Convención sobre la Contaminación Transfronteriza a Larga
Distancia (1979), la Convención para la Protección del Nivel de Ozono (1985) y la
Convención para el Control de los Desplazamientos Transfronterizos de Residuos
Peligrosos y su eliminación (1989). En 1992 las Naciones Unidas convocaron una
Conferencia global sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (conocida como Cumbre
sobre la Tierra), que se celebró en Río de Janeiro. En ella se aprobaron dos importantes
convenciones internacionales, la Convención Marco sobre el Cambio Climático y la
Convención sobre Diversidad Biológica. A pesar de los muchos tratados internacionales
actualmente en vigor sobre el medio ambiente, su aplicación efectiva sigue siendo un
importante desafío para la comunidad mundial. El Tribunal Internacional de Justicia de
Naciones Unidas sólo puede desempeñar un papel limitado como árbitro de las disputas
entre los diferentes países. Las previsiones de los tratados internacionales suelen incluir
reuniones regulares de sus signatarios y mecanismos para obligar a los países a aportar
informes detallados sobre el cumplimiento de sus obligaciones. Cada vez es más
reconocida la importancia de la participación de las organizaciones no gubernamentales
en el proceso. Además de las obligaciones formales especificadas en los propios
tratados ambientales, se está haciendo un uso cada vez mayor de la ‘ley blanda’, en
forma de directivas, declaraciones, códigos deontológicos, y otras declaraciones de
principios. Al contrario de lo que ocurre con las obligaciones impuestas por los tratados,
éstas no son legalmente vinculantes para los países y son, por lo tanto, más flexibles y
fáciles de acordar. Aún así pueden tener una influencia significativa en la mejora de los
estándares internacionales de conducta. Dos ejemplos importantes, acordados en la
Cumbre sobre la Tierra de 1992, son la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y
el Desarrollo, y la Agenda 21, un extenso documento en el que se traza un programa de
medidas ambientales a tomar hasta los primeros años del siglo XXI.
CONTAMINANTE
PRINCIPALES FUENTES
COMENTARIOS
Monóxido de carbono
(CO)
Gases de escape de
vehículos de motor;
algunos procesos
industriales
Dióxido de azufre (SO2)
Instalaciones
Máximo permitido: 80 µg/m3
generadoras de calor y (0,03 ppm) en un año; 365
electricidad que utilizan µg/m3 en 24 hr (0,14 ppm)
petróleo o carbón con
contenido sulfuroso;
plantas de ácido
sulfúrico
Máximo permitido: 10 mg/m3 (9
ppm) en 8 hr; 40 mg/m3 en 1 hr
(35 ppm)
Partículas en suspensión Gases de escape de
vehículos de motor;
procesos industriales;
incineración de
residuos; generación de
calor y electricidad;
reacción de gases
contaminantes en la
atmósfera
Máximo permitido: 75 µg/m3 en
un año; 260 µg/m3 en 24 hr;
compuesto de carbón, nitratos,
sulfatos y numerosos metales,
como el plomo, el cobre, el hierro
y el cinc
Plomo (Pb)
Gases de escape de
vehículos de motor,
fundiciones de plomo;
fábricas de baterías
Máximo permitido: 1,5 µg/m3 en
3 meses; la mayor parte del
plomo contenido en partículas en
suspensión
Óxidos de nitrógeno
(NO, NO2)
Gases de escape de
vehículos de motor;
generación de calor y
electricidad; ácido
nítrico; explosivos;
fábricas de fertilizantes
Máximo permitido: 100 µg/m3
(0,05 ppm) en un año para el
NO2; reacciona con hidrocarburos
y luz solar para formar oxidantes
fotoquímicos
Oxidantes fotoquímicos
(fundamentalmente
ozono [O3]; también
nitrato peroxiacetílico
[PAN] y aldehídos)
Se forman en la
Máximo permitido: 235 µg/m3
atmósfera como
(0,12 ppm) en 1 hr
reacción a los óxidos de
nitrógenos,
hidrocarburos y luz
solar
Hidrocarburos no
metánicos (incluye
etano, etileno, propano,
butanos, pentanos,
acetileno)
Gases de escape de
Reacciona con los óxidos de
vehículos de motor;
nitrógeno y la luz solar para
evaporación de
formar oxidantes fotoquímicos
disolventes; procesos
industriales;
eliminación de residuos
sólidos; combustión de
combustibles
Dióxido de carbono
(CO2)
Todas las fuentes de
combustión
Posiblemente perjudicial para la
salud en concentraciones
superiores a 5000 ppm en 2-8 hr;
los niveles atmosféricos se han
incrementado desde unas 280
ppm hace un siglo a más de 350
ppm en la actualidad;
probablemente esta tendencia
esté contribuyendo a la
generación del efecto
invernadero
Conclusiones
En lo que se refiere al desarrollo sostenible debe quedar claro que es posible su
ejecución, siempre y cuando los `países se tracen ciertas metas fundamentales que
si bien satisfagan las necesidades básicas de la humanidad no afecten el ambiente
en forma negativa considerablemente
En segundo lugar, los límites para el desarrollo no son absolutos, sino que vienen
impuestos por el nivel tecnológico y de organización social, su impacto sobre los
recursos del medio ambiente y la capacidad de la biosfera para absorber los efectos
de la actividad humana. Es posible mejorar tanto la tecnología como la
organización social para abrir paso a una nueva era de crecimiento económico
sensible a las necesidades ambientales.
Para que las cosas cambien en materia ambiental a nivel legislativo y judicial en
los planes de crecimiento nacional y de desarrollo sostenible, debe hacerse un
énfasis sólido en lo que respecta al cumplimiento de las leyes, que no han de
quedar simplemente plasmadas en el papel sino constituir una fuente de ayuda en
la lucha contra las practicas malintencionadas contra el ambiente.
La Educación ambiental es un proceso que consiste en reconocer valores y aclarar
conceptos con objeto de fomentar las aptitudes y actitudes necesarias para
comprender las interrelaciones entre el hombre, su cultura y su medio físico. Esta
definición tiene más de 30 años pero aún mantiene su vigencia. El objetivo de la
educación ambiental no es sólo comprender los distintos elementos que componen
el medio ambiente y las relaciones que se establecen entre ellos, sino también la
adquisición de valores y comportamientos necesarios para afrontar los problemas
ambientales actuales, acercándose a la idea de un desarrollo sostenible que
garantice las necesidades de las generaciones actuales y futuras. Para conseguir un
enfoque ambiental en el comportamiento de la sociedad no es suficiente con una
información sencilla, como la que nos proporcionan los medios de comunicación, ni
una transmisión de conocimientos a la manera de la educación reglada tradicional.
De estas carencias y al mismo tiempo necesidades surge la educación ambiental.
BIBLIOGRAFÍA
Edgar González Gaudiano: Cómo sacar del coma a la educación ambiental
www,bbc mundo.com: protocolo de kyoto y actualidad ambiental
Luz Maria Nieto Caravelo: Ambientalismo ¿ser o no ser?
Convenio sobre la diversidad biológica
Pablo Villarroel v. Debates sobre desarrollo sustentable del sector forestal en la última
década
Kevin l. Clauson: El ambientalismo: una idolatría moderna
IFPRI : El medio ambiente y la tecnología de producción
Energía y medio ambiente
Marcos kaplan: La crisis ambiental, análisis y alternativas
BIBLIOTECA DE CONSULTA MICROSOFT ENCARTA
PNUMA: Mares y océanos, ¿vivos o muertos?
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