LOS CRIMENES DE KISSINGER EN CHILE por

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LOS CRIMENES DE KISSINGER EN CHILE
"The Trial of Henry Kissinger"
Christopher Hitchens
Extractos en español de la edición en inglés, capítulos 5 y 6 sobre Chile
Traducción no oficial por Juan Albornoz
Edición de la versión en español por Pascale Bonnefoy
NOTA > El libro ha sido también publicado en español por
la editorial Anagrama, Barcelona, 2002, bajo el título "Juicio a
Kissinger”
CAPITULO 5: CHILE
En una famosa expresión de su desprecio por la democracia, Kissinger
una vez dijo que no veía razón por la cual se le debiera permitir a
cierto país "hacerse marxista" meramente por "la irresponsabilidad de
su gente." El país en cuestión era Chile, que, en la época de este
comentario, tenía una justificada reputación como la democracia
pluralista más evolucionada del hemisferio sur de las Américas.
El pluralismo se traducía, en los años de la Guerra Fría, en un
electorado que votaba un tercio conservador, un tercio socialista y
comunista, y un tercio demócrata-cristiano y centrista. Esto hacía
relativamente fácil mantener a los marxistas fuera de su turno en el
gobierno, y, comenzando en 1962, la CIA se había contentado --como lo
había hecho en Italia y otras naciones semejantes- con sólo financiar
a los elementos confiables.
En septiembre de 1970, sin embargo, el candidato de la izquierda ganó
las elecciones presidenciales por una leve mayoría de 36.2 %.
Divisiones en la derecha, y la adherencia de los partidos más
pequeños como los radicales y cristianos de izquierda, crearon una
certeza moral que el Congreso chileno, después del tradicional
paréntesis de sesenta días, confirmaría al Dr. Allende como el
próximo Presidente. Pero el nombre mismo de Allende era un anatema
para la extrema derecha en Chile, para ciertas poderosas
corporaciones con inversiones en Chile y Estados Unidos (notoriamente
ITT, Pepsi Cola y el Banco Chase Manhattan), y para la CIA.
Este desprecio se transmitió rápidamente al Presidente Nixon. Este
estaba relacionado personalmente con Donald Kendall, presidente de
Pepsi Cola, quien le había dado su primer cliente corporativo cuando,
como abogado joven, se había integrado a la firma legal de John
Mitchell en Nueva York. Una serie de reuniones en Washington durante
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los primeros once días del triunfo electoral de Allende básicamente
decidieron el destino de la democracia chilena. Después de
conversaciones con Kendall y David Rockfeller del Chase Manhattan
Bank, y el director de la CIA, Richard Helms, Kissinger se fue a la
Oficina del Presidente con Helms.
Las notas que tomó Helms demuestran que Nixon gastó muy poco aliento
en hacer públicos sus deseos. Allende no asumiría la Presidencia.
"Sin preocupación por los riesgos que pueda traer. No debe haber
participación de la embajada. Diez millones de dólares disponibles,
más si es necesario. Trabajo de tiempo completo -los mejores hombres
que tengamos- Hacer gritar a la economía. 48 horas para un plan de
acción".
Documentos desclasificados muestran que Kissinger, quien previamente
desconocía o no le importaba Chile, al cual había descrito
despreocupadamente como una daga apuntando al corazón de la
Antártica, tomó en serio esta oportunidad para impresionar a su jefe.
Un grupo fue organizado en Langley, Virginia, con el propósito
expreso de ejecutar una política de "doble vía" para Chile: una de
diplomacia abierta y la otra -oculta del Departamento de Estado y del
embajador en Chile, Edward Korry- una estrategia de
desestabilización, secuestro y asesinato, diseñada para provocar un
golpe militar.
Había obstáculos de corto y largo alcance para la incubación de tal
intervención, especialmente en el corto intervalo que existía antes
de que Allende asumiera su juramento de Presidente. El problema de
largo alcance era la tradición de los militares de no inmiscuirse en
la política en Chile, una tradición que los separaba de los países
vecinos. Tal cultura militar no podía degradarse de la noche a la
mañana. El problema de corto alcance radicaba en un hombre -el
General René Schneider. Como Comandante en Jefe, estaba claramente
opuesto a cualquier intervención militar en el proceso electoral. Por
lo tanto, en una reunión del 18 de septiembre de 1970, se decidió que
el General Schneider tenía que salir.
El plan era que fuera secuestrado por oficiales extremistas, de
manera de hacer aparecer al incidente como si elementos izquierdistas
y pro-Allende estaban detrás del complot.
La consiguiente confusión, esperaban, produciría pánico en el
Congreso, y en consecuencia, le negaría la Presidencia a Allende. La
cifra de US$50.000 fue circulada en Santiago para cualquier oficial u
oficiales suficientemente interesados en llevar a cabo esta tarea.
Richard Helms y su Director de Operaciones, Thomas Karamessines, le
dijeron a Kissinger que no eran optimistas. Los círculos militares
estaban divididos y titubeantes, o eran leales al General Schneider y
a la Constitución chilena. Como Helms lo anotó en un resumen de la
conversación: "Tratamos de dejarle claro a Kissinger lo escasa que
era la posibilidad de éxito." Kissinger le dijo firmemente a Helms y
Karamessines que debían seguir delante de todas maneras.
[... pp 57-64]
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Walter Isaacson, uno de los biógrafos de Kissinger, acepta sin
cuestionamiento un memo de Kissinger a Nixon después de su reunión
del 15 de octubre con Karamessines, memo en el que informa al
Presidente que ha "apagado" ( Nota del trad.: como en caso de un
motor) el complot de Viaux. Isaacson acepta de igual manera la
afirmación de que el asesinato por encargo de Schneider se realizó
esencialmente sin autorización.
Estas excusas y disculpas son lógicamente débiles como moralmente
despreciables. Henry Kissinger tiene responsabilidad directa por el
asesinato de Schneider, como los puntos siguientes lo demuestran.
1. Brian MacMaster, uno de los agentes de "falsa bandera"[N. de la
E.: con pasaporte de un tercer país] mencionado en el tráfico de
cables anteriormente, un agente de carrera de la CIA que usaba un
pasaporte falso de Colombia y que pretendía representar intereses
comerciales norteamericanos en Chile, ha hablado de sus esfuerzos
para hacer llegar dinero para silenciar los miembros encarcelados del
grupo Viaux, después del asesinato y antes de que pudieran implicar a
la Agencia.
2. El Coronel Paul M. Wimert, agregado militar en Santiago y
principal contacto de la CIA con el grupo de Valenzuela, ha
testificado que, después del asesinato de Schneider, el
apresuradamente recuperó dos pagos de US$50.000 que se habían
entregado a Valenzuela y su socio, como así las tres ametralladoras
"estériles". Después de hacer esto, viajó apresuradamente al
balneario chileno de Viña del Mar y tiró las armas al océano. Su
cómplice en esta acción, el jefe de la estación de la CIA, Henry
Hecksher, le había asegurado a Washington sólo unos días antes que ni
Viaux ni Valenzuela serían capaz de eliminar a Schneider y así
desencadenar el golpe.
3. Examinemos nuevamente el memo Casa Blanca/Kissinger del 15 de
octubre y la manera insistente de transmitirlo en forma literal a
Chile. En ningún sentido de la palabra, Kissinger "apaga" a Viaux. Si
tiene algún efecto, es de incitar a Viaux - un bien conocido y
jactancioso fanático- a redoblar sus esfuerzos. "Mantenga sus fuerzas
y su ventaja. Estaremos en contacto. La hora llegará cuando usted y
sus camaradas podrán hacer algo. Siguen contando con nuestro apoyo."
Este no es exactamente el tipo de lenguaje que se usa para desalentar
a alguien. El resto del memo habla en forma clara de la intencion de
"desalentar en cuanto a actuar solo," de "continuar alentándolo a
amplificar sus planes", y de "alentarlo a unir fuerzas con otros
complotados de manera que puedan actuar juntos antes o después del 24
de octubre" [cursivas del autor]. Las últimas tres estipulaciones son
una descripción enteramente exacta, por no decir, premonitoria, de lo
que Viaux hizo en efecto.
4. Consúltese nuevamente el cable recibido por Henry Hecksher el 20
de octubre, que se refiere a ansiosas preguntas emitidas "desde altos
niveles" acerca del primero de los fallidos ataques contra Schneider.
Thomas Karamessines, cuando fue cuestionado por el Comité de
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Inteligencia del Senado acerca de este cable, aseguró estar seguro de
que las palabras "altos niveles" se referían directamente a
Kissinger. En todas las comunicaciones previas desde Washington, una
simple mirada revelaría que este había sido el significado. Eso, por
si solo, es suficiente como para demoler la aseveración de Kissinger
de que había apagado la Vía Dos (y sus vías interiores) el 15 de
octubre.
5. Más adelante, el embajador Korry apuntó a lo que era obvio:
Kissinger estaba tratando de construir una coartada de papel en caso
que el grupo de Viaux fallara. "Su interés no estaba en Chile sino en
quién iba a ser culpado y por cuáles hechos. El deseaba que fuera yo
el que aguantara el "fuego". Henry no quería ser asociado con un
fracaso, y estaba empezando a crear una constancia para echarle la
culpa al Departamento de Estado. El me llevó donde el Presidente
Nixon para que yo dijera lo que tenía que decir sobre Viaux; lo que
quería era presentarme como el hombre blando."
El concepto de "negación" no era bien entendido en 1970 como lo es
ahora. Pero está claro que Henry Kissinger deseaba dos cosas
simultáneamente. El deseaba que se sacara del camino al General
Schneider por cualquier medio y empleando cualquier poder delegado
(Nunca se dio ninguna instrucción desde Washington estipulando que
Schneider fuera dejado ileso; las armas mortales fueron enviadas por
valija diplomática, y se seleccionaron cuidadosamente violentos
hombres para recibirlas.) Kissinger quería estar fuera de la escena
en caso de que el atentado fallara o fuera descubierto. Estos son los
motivos normales de cualquiera que solicita o induce/instiga un
asesinato.
Sin embargo, Kissinger estaba más en necesidad del crimen que de la
posibilidad de negarlo. Sin tener que esperar que sus muchos
documentos secretos fueran entregados al público o que fueran
divulgados por orden judicial, podemos decir con cierta seguridad que
él es culpable prima facie de complicidad directa en el asesinato de
un oficial democrático en un país pacífico y democrático.
No hay una necesidad obvia de repasar el contínuo papel de la
administración Nixon-Kissinger en la subversión y desestabilización
económica y política del gobierno de Allende, y en la creación de
condiciones favorables para el golpe militar que ocurriría el 11 de
septiembre de 1973. Tal vez el propio Kissinger no estuvo ni más ni
menos envuelto en este esfuerzo que cualquiera otro alto oficial en
la órbita de seguridad nacional de Nixon.
El 9 de noviembre de 1970, Kissinger es autor del "Memorándum de
Decisión 93" del Consejo Nacional de Seguridad, que analiza la
política hacia Chile inmediatamente después de la confirmación de
Allende como Presidente. Se proponen varias medidas rutinarias de
acoso económico (recordemos las instrucciones de Nixon de "hacer
gritar a la economía") con cortes en ayuda y en inversiones. Más
significativamente, Kissinger propiciaba que se mantuvieran
"relaciones estrechas" con los líderes militares de los países
vecinos, para poder facilitar la coordinación de presión contra Chile
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y la incubación de oposición dentro del país. En cierto modo, esto
antecede las revelaciones que a la fecha se han hecho sobre la
Operación Cóndor, una conspiración secreta entre las dictaduras
militares a lo largo del continente, operadas con la indulgencia y
conocimiento de Estados Unidos.
El derrocamiento mismo del gobierno de Allende en un sangriento golpe
de Estado tuvo lugar mientras el Senado confirmaba a Kissinger como
nuevo Secretario de Estado. Allí falsamente le aseguró al Comité de
Relaciones Extranjeras que el gobierno de EE.UU. no había jugado rol
alguno en el golpe. Si uno fuera a escoger de un compendio
bibliotecario de información irrebatible y contraria a lo que
Kissinger declara, uno puede seleccionar el Informe de Situación Nº2
de la Sección de la Marina del Grupo Militar de EE.UU. en Chile, el
cual fue escrito por el Agregado Naval Patrick Ryan. Ryan describe su
estrecha relación con los oficiales envueltos en el golpe y alaba el
11 de septiembre de 1973 como "nuestro día D", observando con
satisfacción que "el golpe de Estado estuvo casi perfecto."
O, uno puede revisar la documentación desclasificada del Proyecto
FUBELT -el nombre código bajo el cual la CIA, en frecuente contactos
con Kissinger y el Comité 40, condujo operaciones encubiertas contra
el gobierno legalmente elegido de Chile.
Lo que llama la atención, y apunta a una complicidad mucho más
directa en crímenes individuales contra la humanidad, es el
microcósmico detalle con el cual Kissinger se mantuvo informado
acerca de las atrocidades de Pinochet. El 16 de noviembre de 1973, el
Asistente del Secretario de Estado Jack B. Kubisch entregó un
detallado informe sobre la política de ejecuciones de la Junta
Militar en Chile, el cual, como él le recuerda al nuevo Secretario de
Estado, "Usted solicitó por cable desde Tokio." El memo a Kissinger
continúa aclarando en varios estilos los primeros 19 días del
gobierno de Pinochet. Las ejecuciones sumarias, se nos dice,
totalizan 320. (Esto contrasta con el total anunciado públicamente de
100, y está basado en "un informe interno, confidencial preparado
para la Junta" al cual obviamente los oficiales de EE.UU. tienen
acceso.)
Mirando las cosas desde el lado positivo, "el 14 de noviembre
anunciamos nuestro segundo crédito CCC para Chile -US$24 millones
para la compra de maíz para animales. Nuestro compromiso a largo
plazo de vender dos destructores que no necesitamos a la Armada de
Chile ha recibido una respuesta razonablemente positiva de parte del
Senado. Los chilenos, por su parte, nos han enviado varios nuevos
pedidos de controvertido equipo militar."
Kubisch entonces plantea una pregunta inoportuna sobre dos ciudadanos
asesinados por la Junta -Frank Teruggi y Charles Horman -cuyos
detalles precisos de sus destinos fatales, más de un cuarto de siglo
después, sus familias todavía buscan. La razón de esta búsqueda puede
ser inferida de un comentario posterior de Kubisch, fechado el 11 de
febrero de 1974, en el cual informa de una reunión con el ministro de
relaciones exteriores de la junta, y subraya que él planteó el tema
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de los norteamericanos desaparecidos "en el contexto de una necesidad
de ser cuidadosos en prevenir que problemas relativamente pequeños en
nuestra relación vayan a hacer nuestra cooperación más difícil."
Volvamos entonces, vía este desvío que tomamos, a la Operación
Cóndor. Esta fue una maquinaria de asesinatos que cruzaba fronteras
con el propósito de secuestrar, torturar e intimidar, acciones
coordinadas entre las policías secretas de Pinochet, Stroessner,
Videla y otros caudillos regionales. Esta internacionalización del
principio de los escuadrones de la muerte, sabemos ahora, ha sido
responsable por la muerte del General Prats y su esposa en Buenos
Aires, la muerte del general boliviano Juan Torres, y el atentado
contra Bernardo Leighton en Italia, por mencionar los casos más
sobresalientes. Una escuadra Cóndor también detonó la bomba que mató
en septiembre de 1976 a Orlando Letelier y su colega Ronni Moffitt en
Washington, DC.
Se ha establecido la complicidad del gobierno de EE.UU. en todos los
niveles de esta red criminal. Ha sido establecido, por ejemplo, que
el FBI ayudó a Pinochet a capturar a Jorge Isaac Fuentes Alarcón, fue
detenido y torturado en Paraguay y luego entregado a la policía
secreta chilena y hecho "desaparecer." Asombrosamente, los servicios
de inteligencia de EE.UU. prometió a los miembros de Cóndor vigilar a
los disidentes latinoamericanos en territorio estadounidense.
Estos y otros hechos han sido establecidos a través de comisiones de
"verdad y reconciliación", establecidas por las fuerzas pos dictadura
en los países del hemisferio sur. Stroessner has sido derrocado,
Videla está en prisión, y Pinochet y sus secuaces han debido rendir
cuenta en Chile. Estados Unidos aún no considera conveniente
establecer una comisión de verdad y reconciliación propia, lo cual
significa que está menos preparado hoy a enfrentar su responsabilidad
histórica que aquellos países que eran antes ridiculizados como
repúblicas bananeras.
Todos los crímenes citados anteriormente, y muchos otros, fueron
cometidos durante el "turno" de Kissinger como Secretario de Estado.
Todos ellos fueron y son punibles, bajo leyes locales o
internacionales, o bajo ambas. Es muy difícil alegar, por parte de él
o sus defensores, que fue indiferente o que no estaba al tanto de la
situación verdadera.
En 1999, un memorándum secreto fue desclasificado entregando atroces
detalles de una conversación privada entre Pinochet y Kissinger en
Santiago, Chile el 8 de junio de 1976. El encuentro tuvo lugar el día
antes de que Kissinger participara como orador ante la Organización
de Estados Americanos. El tema era los derechos humanos. Kissinger
intentó con cierta dificultad explicarle a Pinochet que los pocos
comentarios pro forma que haría sobre el tema no debían por ningún
motivo ser tomados en serio. Mi amigo Peter Kornbluh ha hecho el
servicio de comparar el Memorándum de Conversación con la descripción
del encuentro dada por el propio Kissinger en su tercer volumen de
apología "Años de Renovación":
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Memorias: "Una considerable cantidad de tiempo en mi diálogo con
Pinochet fue dedicada a los derechos humanos, los cuales, en efecto,
eran el obstáculo principal para llegar a relaciones estrechas entre
Chile y EE.UU. Yo resumí los puntos principales en mi discurso ante
la OEA que daría al día siguiente. Pinochet no hizo comentario."
Memorándum: "Trataré los derechos humanos en términos generales, y
los derechos humanos en el contexto mundial. Me referiré en dos
párrafos al informe de la Comisión de Derechos Humanos de la OEA
sobre Chile. Diré que el tema de los derechos humanos ha
obstaculizado las relaciones entre Estados Unidos y Chile. Esto es en
parte el resultado de las acciones parlamentarias. Agregaré que
espero que Ud. removerá estos obstáculos... No puedo evitar decir
ésto, porque al no hacerlo produciría una reacción en los EE.UU., lo
que llevaría a restricciones por parte del Congreso. El discurso no
está dirigido a Chile. Quiero hablarle acerca de esto. Mi evaluación
es que usted es una víctima de todos los grupos izquierdistas en el
mundo y que su pecado más grande fue que fue capaz de derrocar a un
gobierno que se iba convirtiendo en comunista."
Memorias: "Como Secretario de Estado, sentí que tenía la
responsabilidad de alentar al gobierno chileno en la dirección de una
democracia mayor a través de una política de entender los intereses
de Pinochet... Pinochet me recordó que 'Rusia apoya a su gente 100
por ciento. Nosotros los apoyamos a ustedes. Ustedes son el líder.
Pero Uds. tienen un sistema punitivo para sus amigos.' Yo volví a mi
tema de fondo: que cualquiera ayuda mayor por parte nuestra
dependería, realistamente, de avances en derechos humanos."
Memorándum: "Tiene mérito lo que usted dice. Esta es una época
curiosa en los EE.UU. Algo muy desafortunado. Hemos pasado por
Vietnam y Watergate. Tuvimos que esperar hasta las elecciones de
1976. Nosotros acogimos en forma positiva el derrocamiento del
gobierno pro-comunista aquí. Nosotros no estamos intentando debilitar
su posición."
De una manera desagradable, Pinochet menciona dos veces el nombre de
Orlando Letelier, el dirigente opositor en el exilio en Washington,
acusándolo de engañar al Congreso estadounidense. La respuesta de
Kissinger, como se puede ver, fue disculparse por el Congreso (en una
especie de repetición de sus tácticas sobre Vietnam en París en 1968)
y sugerir que el dictador debía tener esperanzas que las cosas
mejorarían después de las elecciones que venían. Tres meses después,
una bomba en el automóvil de Letelier lo mata; aún hoy sigue siendo
la única atrocidad de esta naturaleza cometida en la capital de la
nación por agentes de un régimen extranjero. (Este notable incidente
está totalmente ausente de las memorias de Kissinger). El hombre
responsable de organizar el crimen, el agente secreto chileno,
General Manuel Contreras, ha testificado en un juicio que él no actuó
sin ordenes específicas y directas de Pinochet. Contreras permanece
en prisión, sin duda preguntándose porqué confió en sus superiores.
"Quiero que nuestras relaciones y nuestra amistad mejoren," Kissinger
le dijo a Pinochet (pero no a los lectores de sus memorias).
"Queremos ayudarlo, no debilitarlo." Al solicitarle a un asesino y un
déspota, cuyo gobierno él había ayudado a imponer, que ignorara sus
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próximos comentarios al Congreso de EE.UU. como simplemente un
apaciguamiento, Kissinger insultó a la democracia en ambos países.
También le dio la más verde de las luces a futuras acciones
transfronterizas como así al terrorismo interno, dos tipos de
acciones que no podían ser desconocidas para él. (En sus Memorias,
sin embargo, Kissinger hace mención de una agencia de inteligencia
antiterrorista).
Conspirando aún más con Pinochet en contra el Congreso de los EE.UU.,
el cual estaba considerando la enmienda Kennedy que cortaría la venta
de armas a países violadores de los derechos humanos, Kissinger
observó servilmente: "No sé si usted ha intervenido mi teléfono, pero
si lo ha hecho, debe haberme escuchado dar instrucciones a Washington
para [derrotar la enmienda Kennedy]. Si la derrotamos, le
entregaremos los F-5 tal como habíamos acordado".
El párrafo anterior vale la pena recordar. Es una buena clave para
descifrar la relación usual entre verdad y falsedad en sus pobremente
redactadas memorias. (Y este es un reproche enorme a sus editores en
Simon & Schuster, y Weinfeld and Nicolson). El párrafo debería servir
también como una urgente alerta a los miembros del Congreso y a las
organizaciones de derechos humanos, para reabrir las investigaciones
incompletas y otras que fueron frustradas, sobre los múltiples
crímenes de este periodo.
Finalmente, y leído a la luz del retorno a la democracia en Chile y
la decisión de las cortes de continuar en la búsqueda de la verdad y
la justicia, el párrafo repudia el insulto arrogante de Kissinger en
cuanto a la "irresponsabilidad" de un pueblo digno y humano, que ha
sufrido mucho más que el insulto verbal a manos de Kissinger.
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Mensaje: 6
Fecha: Mon, 10 Jun 2002 08:03:53 -0400
De: Instituto Cono Sur <[email protected]>
Asunto: LOS CRIMENES DE KISSINGER EN CHILE (II)
"El Juicio a Henry Kissinger" / "The Trial of Henry Kissinger"
por Christopher Hitchens, Verso, 2001 (Edición en Inglés)
Extractos en español de la edición en inglés, capítulos 5 y 6 sobre Chile
Traducción no oficial por Juan Albornoz
Edición de la versión en español por Pascale Bonnefoy
NOTA DEL MODERADOR: El libro ha sido también publicado en español por
la editorial Anagrama, Barcelona, 2002, bajo el título "Juicio a
Kissinger". - GFW
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CAPITULO 6: POS DATA SOBRE CHILE
Existe una regla en Washington que dice que cualquiera revelación
oficial contendrá material peor de lo que aún los más cínicos
comentaristas sospechan. En septiembre de 2000, la CIA entregó los
resultados de una investigación interna sobre sus actividades en
Chile, informe que había sido requerido por la Enmienda Hinchey. Y
aún los más duros críticos e investigadores fueron sorprendidos.
(Recibí el documento después de haber terminado este capítulo, y lo
dejo así para preservar el orden en que se hizo la revelación).
Reproduzco el título principal más abajo, para así preservar también
la prosa de la Agencia:
Apoyo para el Golpe en 1970. Bajo el "Track II" de la estrategia, la
CIA trató de instigar un golpe para prevenir que Allende asumiera la
Presidencia después de haber ganado por pluralidad en la elección del
4 de septiembre, y antes de que el Congreso confirmara su triunfo,
como lo requería la Constitución, ya que no había ganado por mayoría
absoluta. La CIA estaba trabajando con tres grupos distintos de
conspiradores. Los tres grupos dejaron en claro que cualquier golpe
requeriría del secuestro del Comandante del Ejército, René Schneider,
cuya firme actitud era que la Constitución requería que el ejército
permitiera que Allende asumiera el poder. La CIA estuvo de acuerdo
con la evaluación de los conspiradores. Aún cuando la CIA proporcionó
armas a uno de los grupos, nosotros no hemos encontrado evidencia
respecto de que los conspiradores o la CIA tuvieran la intención de
matar al general. El contacto con uno de los grupos de conspiradores
fue terminado tempranamente debido a sus tendencias extremistas. La
CIA proporcionó gas lacrimógeno, subametralladoras, y municiones a un
segundo grupo, que lo hirió mortalmente en el ataque. La CIA había
alentado a este grupo previamente a iniciar un golpe, pero suspendió
su apoyo cuatro días antes del atentado porque, según la evaluación
de la CIA, el grupo no podría llevarlo a cabo con éxito.
Esto repite la vieja decepción que hace la supuesta distinción entre
un secuestro y un asesinato, y nuevamente presenta la interesante
incógnita: ¿Qué iba a hacer la CIA una vez que tuviera al General
secuestrado? (Nótese también, la estudiada pasividad expresada en el
informe que "no hemos encontrado evidencia respecto de que los
conspiradores o la CIA tuvieran la intención de matar al general."
¿Qué satisfizo este extraño criterio?) Pero entonces, descubrimos que
esta pandilla supuestamente indisciplinada, tomaba sus instrucciones
seriamente:
"En Noviembre 1970, un miembro del grupo de Viaux que evadió captura
retomó contacto con la Agencia (CIA) y requirió asistencia financiera
en representación del grupo. Aún cuando la Agencia no tenía
obligación hacia el grupo, porque había actuado por cuenta propia, en
un esfuerzo para mantener el contacto anterior secreto, mantener la
buena voluntad del grupo, y por razones humanitarias, se le pasaron
US$35.000".
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"Razones humanitarias." Uno tiene que admirar la absolutamente
inventiva calidad de esta explicación. En la economía de 1970, 35.000
dólares en Chile eran una suma considerable que pagar. No era una
cantidad del tamaño que un jefe local de CIA pudiera desembolsar por
sí solo. Uno quisiera saber cómo el Comité 40 y su atento y cuidadoso
Jefe ("chairman"), Henry Kissinger, decidió que la mejor manera de
desasociarse de una pandilla supuestamente sin control era pagarle
una pequeña fortuna después de que hubiera cometido un asesinato a
sangre fría.
La misma pregunta se plantea en forma aún más aguda en otra
revelación hecha por la Agencia en el curso del mismo informe. Esta
es titulada "Relación con Contreras." Manuel Contreras encabezaba la
policía militar secreta de Pinochet, y en esa capacidad organizó la
muerte, tortura, y desaparición de innumerables chilenos como también
el uso de bombas y técnicas de asesinato a grandes distancias como en
el caso de Washington, DC. La CIA admite al comienzo del documento
que "tenía relaciones de liaison en Chile con el propósito primario
de obtener ayuda para recabar inteligencia sobre objetivos
exteriores. La CIA ofreció estos servicios de asistencia en
organización interna y entrenamiento para combatir la subversión y el
terrorismo en el extranjero, no en combatir a opositores internos del
gobierno."
Una prosa tan plana, basada en una distinción entre "amenaza externa"
y el asunto más sórdido de la disciplina dictatorial interna, invita
la pregunta- ¿qué amenaza externa? Chile no tenía enemigos externos
fuera de Argentina...
No; mientras Chile no tenía enemigos externos, la dictadura de
Pinochet tenía muchos, muchos adversarios externos, se podría decir.
Ellos eran los numerosos chilenos forzados a abandonar su país. Una
de las funciones de Manuel Contreras era cazarlos. Como el informe
señala:
"Durante el periodo entre 1974 y 1977, la CIA mantuvo contactos con
Manuel Contreras, quien más adelante llegó a tener notoriedad por sus
abusos a los derechos humanos. El núcleo que decidía las políticas
del gobierno de EE.UU. aprobó los contactos de la CIA con Contreras,
dada su posición como jefe de la principal organización de
inteligencia en Chile, como necesaria para lograr la misión de la
CIA, a pesar de las preocupaciones de que esta relación pudiera
exponer a la CIA a acusaciones de ayudar en la represión política
interna".
Después de algunas vacilaciones sobre distinguir sin diferencia
(entre tácticas policiales externas e internas), el informe de la CIA
dice con franqueza:
"Por abril 1975, los informes de inteligencia mostraban que Contreras
era el principal obstáculo a una política razonable de derechos
humanos dentro de la Junta, pero un comité inter-agencia ordenó que
la CIA continuara su relación con él. El embajador de EE.UU. le
solicitó al subdirector de la Central de Inteligencia [General
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Vernon] Walters que recibiera a Contreras en Washington con el
propósito de mantener buenas relaciones con Pinochet. En agosto 1975,
con la aprobación del comité inter-agencia, esta reunión tuvo lugar.
En mayo y junio de 1975, elementos de la CIA recomendaron establecer
una relación pagada con Contreras para obtener inteligencia basada en
su singular posición y acceso a Pinochet. Esta propuesta fue negada,
citando la política del gobierno de EE.UU. sobre relaciones
clandestinas con la cabeza de un servicio de inteligencia notorio por
sus abusos a los derechos humanos. Sin embargo, debido a un error de
horario en el intercambio de estas comunicaciones, un pago único (de
una sola vez) fue dado a Contreras".
Esto no requiere mucho análisis gramatical. Un tiempo después de que
la CIA hubiese concluido que Manuel Contreras era el "principal
obstáculo a una razonable política de derechos humanos," se le da
dinero de los contribuyentes norteamericanos y es recibido por
autoridades de alto nivel en Washington. El memorándum de la CIA es
muy cuidadoso al declarar que, donde hay dudas, éstas son acalladas
por "la comunidad que dicta políticas del gobierno de EE.UU." y por
"un comité inter-agencia." También trata de sugerir, con un humor
inconsciente, que al cabecilla de un servicio de inteligencia foráneo
que asesina, se le dio una enorme coima por error. Uno se pregunta
quién fue castigado por este error, y cómo este error se le escapó al
Comité 40. El informe se contradice también declarando por un lado
que las actividades de Contreras eran opacas, y por otro:
"A un año del golpe, la CIA y otras agencias del gobierno de EE.UU.
estaban al tanto de la cooperación bilateral entre los servicio de
inteligencia de la región para seguir la pista de las actividades, y
en algunos casos matar a opositores políticos. Este fue el precursor
de la Operación Cóndor, un acuerdo de compartir inteligencia entre
Chile, Argentina, Brasil, Paraguay, y Uruguay, establecido en 1975".
Así que ahora sabemos: la internacionalización de los escuadrones de
la muerte fue entendida y aprobada por la inteligencia norteamericana
y sus amos políticos durante dos gobiernos. La persona de mayor
antigüedad responsable en ambas administraciones era Henry Kissinger.
Signifique lo que signifique el término "comité inter-agencia", y sea
lo que sea el Comité 40, o el "Comité Interagencia para Chile," las
huellas lo guían a uno a la misma fuente.
Al dejar el Departamento de Estado, Kissinger hizo un extraordinario
arreglo, donando sus documentos a la Biblioteca del Congreso, con la
sola condición de que permanecieran allí sellados hasta su muerte.
Sin embargo, su amigo Manuel Contreras cometió un error cuando mató a
la ciudadana norteamericana Ronni Karpen Moffitt con el auto bomba en
Washington, donde también fue muerto Orlando Letelier en 1976. A
fines de 2000, el FBI había obtenido una orden judicial para revisar
los papeles en la Biblioteca del Congreso. Al respecto, Kissinger
trató solamente a través de sus abogados. Era un comienzo, pero era
patético si se le compara a los esfuerzos de las comisiones de verdad
y justicia en "Chile, Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay," las
naciones nombradas anteriormente, las cuales han emergido después de
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años de dictaduras a las cuales Kissinger les había ofrecido su
amistad; estas naciones ahora buscan una contabilidad de esos hechos.
Ahora esperamos el momento cuando el Congreso de EE.UU. inaugure un
proceso semejante, y finalmente, mediante orden judicial, obtenga
todos los documentos escondidos que impiden la visión de crímenes
impunes cometidos en nuestros nombres.
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Mensaje: 7
Fecha: Mon, 10 Jun 2002 08:17:38 -0400
De: Instituto Cono Sur <[email protected]>
Asunto: EL JUICIO A HENRY KISSINGER Y SUS SOCIOS DEL CONO SUR
Con fecha 11 de septiembre, en el aniversario del golpe de estado que
derrocó al gobierno constitucional del presidente Salvador Allende,
se interpuso en Santiago de Chile la siguiente querella criminal ante
el juez Juan Guzmán Tapia (INGRESO CORTE 2182-98):
"BRUCE D. NESTOR, norteamericano, abogado, Registro número 13439 del
Estado de Iowa, Estados Unidos de Norteamérica, representante legal
de "NATIONAL LAWYERS GUILD - U.S.A"; GUSTAVO ADOLFO MEOÑO BRENER,
guatemalteco, Director de la Fundación RIGOBERTA MENCHÚ TUM I.A.P.;
BEINUSZ SZMUKLER, argentino, abogado, Presidente continental de la
ASOCIACIÓN AMERICANA DE JURISTAS; MARTÍN ALMADA, paraguayo, abogado;
LUZMILA ORTIZ DE FUENTES, viuda, empleada; RAQUEL ESPINOSA DE
ENRIQUEZ, viuda, dueña de casa; DORA GLADYS CARREÑO ARAYA, casada,
ingeniero agrónomo; LIDIA MIRTA CARREÑO ARAYA, labores de casa,
soltera; MÓNICA DEL CARMEN PILQUIL LIZAMA, comerciante, casada; JUAN
CARLOS CHAVEZ PILQUIL, soltero, estudiante; FERMIN MONTES GARCIA,
casado, asistente social; ANA MIRYAM TAMAYO MARTÍNEZ, casada, dueña
de casa; EDITH JUDITH MUÑOZ VELÁSQUEZ, casada, técnico parvularia;
HERNÁN FEDERICO MUÑOZ VELÁSQUEZ, casado, contador auditor; HÉCTOR
ISMAEL MUÑOZ VELÁSQUEZ, casado, corredor de propiedades; MARÍA SONIA
MUÑOZ VELÁSQUEZ, casada, técnico parvularia; ANA INÉS MUÑOZ
VELÁSQUEZ, casada, educadora; ALEX MAURICIO MUÑOZ VELÁSQUEZ, casado,
microempresario; SERGIO FOILÁN MUÑOZ VELÁSQUEZ, casado, ingeniero;
JESÚS ZAZPE GUZMÁN, viuda, dueña de casa; FLOR EUGENIA HERNÁNDEZ
ZAZPE, casada, profesora; PATRICIA DEL CARMEN HERNÁNDEZ ZAZPE,
soltera, auxiliar paramédico; MARIA TERESA HERNÁDEZ ZAZPE, soltera,
secretaria; PEDRO ENRIQUE HERNÁNDEZ ZAZPE, soltero, constructor
metálico; FRANCISCO ANTONIO HERNÁNDEZ ZAZPE, casado, constructor
metálico; GLORIA DEL PILAR HERNADEZ ZAZPE, casada, técnico en
vestuario; CECILIA VERÓNICA HERNÁNDEZ ZAZPE, casada, dueña de casa;
JOSÉ MANUEL HERNÁNDEZ ZAZPE, casado, constructor metálico; VICENTE
RUFINO HERNÁNDEZ ZAZPE, casado, técnico electricista; JUANA ROSA
HERNÁNDEZ ZAZPE, casado, técnico en vestuario; PAULA ANDREA HERNÁNDEZ
ZAZPE, soltera, técnico en alimentos; todos domiciliados para estos
efectos en calle Phillips N° 40 Depto N°68, en autos criminales, rol
N°2182-98 (Operación Cóndor) a V.S. con respeto decimos:
Interponemos querella criminal en contra de Augusto José Ramón
Pinochet Ugarte, antes individualizado; Henry Kissinger, ex
secretario de Estado Norteamericano; Richard Helms, ex Director de
la CIA [A ESTE YA SE LO LLEVO EL MALO EN ENERO! - G.]; Vernon
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Walters, ex director adjunto de la CIA de USA; Jorge Rafael Videla,
ex presidente argentino; Hugo Banzer, ex presidente de la República
de Bolivia; Alfredo Stroessner, ex presidente paraguayo, actualmente
residente en el Brasil; Manuel Contreras Sepúlveda, Pedro Espinoza
Bravo, Eduardo Iturriaga Neuman, Mario Jahn Barrera Rolf, Juan
Viterbo Chiminelli Fullerton, todos individualizados en autos; Ramón
Camps ex jefe de la Policía de Buenos Aires; Ibérico Saint Jeant, ex
interventor de la Provincia de Buenos Aires; Sabino Augusto
Montanaro, ex ministro del interior durante el gobierno de Alfredo
Stroessner, actualmente residente en Honduras; Antonio Campos Alum,
Director de Asuntos Técnicos Ministerio del Interior de Alfredo
Stroessner; General(R) Alejandro Fretes Dávalos, ex funcionario de
Seguridad de la República del Paraguay; Francisco Bogado F.,ex
Director Asuntos Políticos del Departamento de Investigaciones del
Paraguay; Ricardo Bogado Silva, ex agregado militar de la República
del Paraguay en Chile; Rolando González Murdoch, ex embajador del
Paraguay en Chile; Rafael Rivas Velásquez, ex Director del Servicio
de Inteligencia Venezolano; y en contra de todos aquellos que
resulten responsables en la calidad de autores, cómplices o
encubridores de crímenes contra la humanidad, crímenes de guerra,
crímenes contemplados en tratados Internacionales, conspiración para
cometer asesinatos, secuestros, torturas, de asociación ilícita,
secuestro agravado, homicidio calificado y aplicación de tormentos,
cometidos por las policías de cada país, conjuntamente con la
Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), concretados y ejecutados
por la denominada Operación Cóndor en contra de CRISTINA MAGDALENA
CARREÑO ARAYA, ISMAEL CHÁVEZ LOBOS, DE FERMIN MONTES GARCIA, MARTÍN
ALMADA y su cónyuge CELESTINA PÉREZ DE ALMADA, JORGE ISAAC FUENTES
ALARCÓN; EDGARDO ENRIQUEZ ESPINOZA,MANUEL JORGE TAMAYO GÓMEZ; JUAN
HUMBERTO HERNÁNDEZ ZAZPE y LUIS GONZALO MUÑOZ VELÁSQUEZ [...]."
Patrocinan la querella los abogados Hugo Gutiérrez Gálvez, Juan
Bustos Ramírez, Hiram Villagra Castro, Eduardo Contreras Mella y la
habilitada en derecho Zunilda Parra Ayala.
Información disponible en el sitio ARCHIVO CHILE, Web del Centro Estudios “Miguel Enríquez”, CEME:
http://www.archivo-chile.com
Si tienes documentación o información relacionada con este tema u otros del sitio, agradecemos
la envíes para publicarla. (Documentos, testimonios, discursos, declaraciones, tésis, relatos caídos,
información prensa, actividades de organizaciones sociales, fotos, afiches, grabaciones, etc.)
Envía a: [email protected]
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de lucro. La versión electrónica de documentos se provee únicamente con fines de información y
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