cartografía ecológica y caracterización de los ecosistemas del

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CARTOGRAFÍA ECOLÓGICA Y
CARACTERIZACIÓN DE LOS ECOSISTEMAS
DEL MUNICIPIO DE CARTAYA PARA LA
ELABORACIÓN DE LA AGENDA 21
Ayuntamiento de Cartaya
Agenda 21 de Cartaya
Figueroa et al.
SEGUNDO INFORME PARCIAL
Abril de 2004
AUTORES
Coordinador e Investigador principal: Dr. Manuel Enrique Figueroa Clemente
Equipo de investigación:
Dr. Jesús Manuel Castillo Segura (Director General)
Ldo. David Doblas Pruvost
D. Javier Rengel Oliva
Dña. Raquel Alejandre Sánchez
Dra. Teresa Luque Palomo (Directora de Proyecto)
Dr. Eloy Castellanos Verdugo (Director de Proyecto)
Dr. Carlos Javier Luque Palomo (Director de Proyecto)
Dr. Francisco Javier Jiménez Nieva
Dr. Alfredo Emilio Rubio Casal
Lda. Susana Redondo Gómez
Ldo. Antonio Agustín Álvarez López
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Agenda 21 de Cartaya
Figueroa et al.
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ÍNDICE
1.- RESUMEN
2.- INTRODUCCIÓN Y OBJETIVOS GENERALES
3.- MATERIAL Y METODOS GENERALES
3.1.- Identificación de subunidades ambientales
3.2.- Vegetación y flora
3.3.- Fauna
3.4.- Problemática de conservación y medidas de gestión ambiental
recomendadas
4.- UNIDADES AMBIENTALES I, IV Y VI. FLECHA DEL ROMPIDO, MARISMAS
MAREALES Y VERA DE CARTAYA
4.1.- Introducción
4.2.- Material y métodos
4.3.- Resultados
4.3.1.- Delimitación de subunidades y vegetación del Paraje Natural
‘Marismas del río Piedras y Flecha del Rompido’
4.3.2.- Flora del Paraje Natural ‘Marismas del río Piedras y Flecha del
Rompido’
4.3.3.- Fauna vertebrada del Paraje Natural ‘Marismas del río Piedras y
Flecha del Rompido’
4.3.4.- Usos antrópicos en las marismas mareales del Paraje Natural
‘Marismas del río Piedras y Flecha del Rompido’
4.3.5.- Problemática de conservación ambiental de las marismas del Paraje
Natural ‘Marismas del río Piedras y Flecha del Rompido’
4.3.6.- Recomendaciones de gestión ambiental de las marismas del Paraje
Natural ‘Marismas del río Piedras y Flecha del Rompido’
4.4.- Discusión y conclusiones
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5.- UNIDAD AMBIENTAL XI. RED FLUVIAL Y RIBERAS DE CARTAYA
5.1.- Introducción
5.2.- Material y métodos
5.3.- Resultados
5.3.1.- Subunidades y vegetación de la red fluvial de Cartaya
5.3.2.- Flora asociada a la red fluvial de Cartaya y sus riberas
5.3.3.- Fauna asociada a la red fluvial de Cartaya y sus riberas
5.3.4.- Usos antrópicos asociada a la red fluvial de Cartaya
5.3.5.- Problemática de conservación de la red fluvial de Cartaya
5.3.6.- Medidas de gestión ambiental recomendadas en la red fluvial de
Cartaya y sus riberas
5.4.- Discusión y conclusiones
6.- DISCUSIÓN GENERAL
7.- BIBLIOGRAFÍA
ANEXO I – Flora vascular de las marismas del Piedras y la red fluvial y sus riberas en
el Término Municipal de Cartaya
ANEXO II – Novedades sobre la playa y el cordón litoral del Término Municipal de
Cartaya
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1.- RESUMEN
Este Segundo Informe Parcial se centra en el análisis de la red fluvial y sus riberas y
las marismas mareales, Flecha del Rompido y vera de Cartaya. En los diferentes apartados de
introducción se pone de manifiesto la importancia, tanto ecológica como socio-económica, de
los diferentes ecosistemas y se exponen los objetivos específicos de cada capítulo.
Los resultados de este estudio confirman la importancia ecológica de las marismas
mareales y las riberas y cauces de Cartaya al ser hábitats de multitud de especies singulares,
algunas de ellas protegidas. En función de la biodiversidad de flora, fauna y vegetación se
establecen subunidades ambientales en cada una de las unidades ambientales analizadas. Las
subunidades ambientales de las marismas mareales configuran un mosaico dinámico de
manchas de vegetación, mientras que las subunidades de la red hidrográfica establecen
cuencas con diferentes atributos ecológicos tanto funcionales como estructurales.
Una vez analizada la flora, la vegetación y la fauna de las diferentes subunidades
ambientales se analizan los problemas de conservación principales y se establecen medidas de
gestión del territorio en pro de la mejora y conservación de los recursos naturales. En general,
el estado de conservación de las marismas mareales de Cartaya es bueno, mientras que los
cauces fluviales y sus riberas presentan un estado de conservación deficiente. Entre las
medidas de gestión medio ambiental destacan las encaminadas a aumentar el papel de
corredores ecológicos de los cauces y riberas y las que tienen como objetivo la eliminación de
especies invasoras en las marismas (Spartina densiflora) y las riberas fluviales (Eucalyptus
sp.).
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2.- INTRODUCCIÓN Y OBJETIVOS GENERALES
El Término Municipal de Cartaya presenta una heterogeneidad medio ambiental muy
elevada, como se puso de manifiesto en el Primer Informe Parcial de esta aplicación
científica. En gran parte esta heterogeneidad ambiental se debe a la influencia antrópica, ya
que el ser humano ha transformado el medio ambiente en Cartaya a lo largo de los siglos, y
principalmente en las últimas décadas. Esta transformación antrópica del medio ha afectado a
ecosistemas relativamente poco antropizados (playas, dunas, marismas, cauces fluviales y
pinares), a la vez que ha originado nuevos sistemas naturales con un alto grado de
antropización y que ocupan extensiones muy amplias, como los núcleos urbanos (los pueblos
de Cartaya y el Rompido, y la Urbanización ‘Nuevo Portil’) y las áreas agrícolas
(principalmente cítricos y cultivos protegidos bajo plástico) y forestales (bosques de
eucaliptos y pinos piñoneros). En paralelo a la fuerte influencia antrópica que ha recibido el
Término Municipal de Cartaya durante cientos de años se han conservado grandes
extensiones forestales, dunares y marismeñas que actualmente constituyen uno de los recursos
socio-económicos más importantes de la zona.
Este trabajo se centra en el estudio a nivel de especies animales y vegetales y de sus
hábitats y ecosistemas en el Término Municipal de Cartaya dentro del desarrollo de la
Agenda 21 local. El conocimiento de la estructura y función de los ecosistemas constituye una
pieza básica en cualquier modelo de gestión del territorio. El conocimiento del marco
medioambiental y los valores ecológicos, basados en el conocimiento de su estructura y
función, de un territorio permite generar modelos de desarrollo sostenibles compatibles con el
mantenimiento de nuestro patrimonio natural para generaciones futuras, base conceptual para
un desarrollo sostenible, en el marco de las alternativas de una Agenda 21.
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En el Primer Informe Parcial nos centramos en el análisis de la playa (Unidad
Ambiental II) y el cordón litoral (Unidad Ambiental III), mientras que los pinares de Cartaya
se analizan en otra aplicación científica concreta que se desarrolla en paralelo a esta. Nuestro
equipo de investigación tiene experiencia en este tipo de estudio en la zona al haber estudiado
detalladamente el vecino Término Municipal de Punta Umbría (Figueroa et al. 2002).
Los objetivos específicos de este segundo informe parcial son: (1) realizar una
cartografía ecológica de los ecosistemas, basada en la composición, estructura y sucesión de
la vegetación; (2) detectar enclaves críticos para la fauna; (3) plantear medidas de gestión
medioambiental para la conservación de los diferentes hábitats y especies encontrados en los
diferentes ecosistemas; (4) estudiar la incorporación de hábitats diversificados a los paisajes
agrícolas para disminuir el nivel de fragmentación e incrementar la conectividad entre
hábitats; y (5) establecer un catálogo de flora y fauna de Cartaya, así como de sus hábitats
más característicos.
Estos objetivos se centraron principalmente en dos ecosistemas de especial importancia
y estrechamente relacionados en Cartaya: los cauces fluviales (Unidad Ambiental XI) y las
marismas mareales (Unidad Ambiental IV). Además, junto a las marismas mareales se
incluyeron la Flecha del Rompido (Unidad Ambiental I) y la vera de Cartaya (Unidad
Ambiental VI). Todos estos ecosistemas poseen características muy singulares, las cuales les
confieren una importancia ambiental especial, al aparecer en ellos especies animales y
vegetales que no habitan en otras zonas.
Por otro lado, los cauces fluviales son ecosistemas lineales que pueden actuar como
corredores ecológicos entre manchas de calidad ambiental elevada a través de una matriz
menos conservada (Lonard & Judd 2002; Singleton et al. 2002). En el caso de que estos
elementos lineares no actúen en la actualidad como pasillos ecológicos, la restauración
ecológica toma una gran importancia si tenemos como objetivo la mejora de los mismos con
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el fin de que funcionen como corredores. En Cartaya la disposición de la red fluvial a priori la
señala como un elemento esencial en la vertebración del territorio al unir zonas de calidad
medio ambiental elevada del norte (pinares) y el sur (marismas mareales) de Cartaya.
3.- MATERIAL Y MÉTODOS GENERALES
En esta sección se exponen algunos aspectos generales sobre la metodología empleada
en el desarrollo de este estudio referentes a la identificación de subunidades ambientales, la
evaluación de la calidad medioambiental de las mismas y los muestreos de vegetación flora y
fauna vertebrada. En cada uno de los capítulos siguientes en los que se exponen resultados se
expondrán detalles metodológicos y técnicos si fuera necesario.
3.1. Identificación de subunidades ambientales.
La identificación de las subunidades ambientales de la red fluvial de Cartaya y las
marismas del río Piedras se realizó mediante fotointerpretación e interpretación de mapas
topográficos (escala 1:10000), complementados con muestreos de campo. Para su realización
se tuvieron en cuenta criterios ecológicos referentes principalmente a la vegetación y
actividades socio-económicas (Makhdoum 1992). También se incluyeron de manera
secundaria criterios adscritos a los ámbitos de la fauna, la geomorfología y el paisaje. Se
presenta a escala 1/50.000.
3.2. Vegetación y flora.
En cada subunidad ambiental se cuantificó la biodiversidad de especies vegetales,
como número de especies. La abundancia relativa de cada especie se estimó mediante una
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escala semicuantitativa de cobertura específica (C) en parcelas de 5 x 5 m respecto al total del
área ocupada por la vegetación: Muy poco abundante (C < 5 %), poco abundante (5% < C <
10 %), abundante (10% < C < 50%), muy abundante (C > 50 %). En cada zona de muestreo se
realizaron 5 parcelas (n = 5). Cada subunidad ambiental fue muestreada al menos en una
zona. Con estos resultados se calcularon diferentes índices de diversidad ecológica como el
Índice de Shannon.
3.3. Fauna.
Para el estudio de avifauna se dividió el Término Municipal de Cartaya en cuadrículas
UTM de 2,5 x 2,5 km, obteniendo un total de 30. El método de muestreo consistió en la
realización de 5 transectos y 5 estaciones de escucha por cuadrícula (Tellería 1986). Los
muestreos se realizaron a pie, durante las 3-4 horas siguientes a la salida del sol. Cada
transecto o recorrido tuvo una distancia mínima de 250 m y un esfuerzo mínimo de tiempo de
cerca de 10 minutos, con una velocidad constante de desplazamiento, parando tantas veces
como fue necesario para la correcta identificación de las aves. Se anotaron en una ficha de
muestreos en transectos todos los contactos visuales y auditivos a ambos lados de la línea de
progreso. Las estaciones de escucha se establecieron en zonas de hábitat homogéneo tomando
la posición geográfica (‘waypoint’) con un GPS (Sistema de Posicionamiento Global)
(Garmin, Etrex Vista, Taiwan) para localizar los puntos de muestreo en la cartografía y
muestrear en las mismas zonas en invierno. El tiempo de escucha en cada una de las
estaciones fue de 10 minutos, durante el cual se recogió todos los contactos visuales y
auditivos en una ficha, además de los datos generales de descripción del hábitat donde se
ubicó la estación en cuestión (unidad ambiental del Término Municipal de Cartaya en la que
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se encontraba, hábitat principal, hábitat secundario y vegetación, especies arbóreas, arbustivas
y herbáceas principales).
Las rapaces diurnas se muestrearon mediante recorridos en coche con 2 personas por
la red viaria del Termino Municipal de Cartaya. Se establecieron tres rutas de unos 25-30 km
realizadas a una velocidad constante de aproximadamente 20 km/h, parando las veces
necesarias para la identificación y ubicación de los ejemplares, así como en lugares
estratégicos con buena visibilidad. Los recuentos se realizaron desde las 12:00 a las 14:00
horas con unas condiciones meteorológicas favorables (Tellería 1986). En cada avistamiento
se anotó la unidad ambiental en la que se realizaba.
El muestreo de rapaces nocturnas se realizó mediante estaciones de escucha con
reclamo. En cada cuadrícula de 2,5 x 2,5 km se realizaron 2 estaciones de escucha separadas
una distancia de 1 km entre sí y procurando que distasen alrededor de 500 m del límite de la
cuadrícula. Se registraron las coordenadas geográficas mediante el GPS para la repetición de
los muestreos en invierno en los mismos puntos. El censo se realizó con la ayuda de los
cantos territoriales de las diferentes especies, poniendo en cada punto los cantos de cada
especie durante 5 minutos con 3 minutos de parada entre especies. Se empezó tras la puesta de
sol, anotando en las fichas las voces de los distintos individuos que respondían al reclamo. De
esta forma, se recogió la información sobre las aves nocturnas existentes en la zona, poniendo
los reclamos en el siguiente orden: chotacabras pardo, chotacabras gris, autillo, mochuelo,
búho chico, lechuza común y cárabo (Tellería 1986). En cada estación de escucha se anotó la
unidad ambiental en la que se realizaba.
Para el muestreo de las Marismas del Piedras se realizó un censo específico para
larolimícolas y acuáticas, estableciendo un circuito con 6 puntos de observación y 5 transectos
entre cada punto. Desde cada punto se realizó, durante la pleamar y bajo buenas condiciones
climáticas, un barrido con telescopio Nikon 20 x 60 anotando todas las observaciones. Los
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conteos de cada zona se realizaron con la máxima rapidez posible para evitar duplicaciones a
causa de los desplazamientos de las aves. Se realizó un conteo para la invernada (enero). Se
realizará también un censo en pleamar y otro en bajamar en las siguientes épocas: migración
prenupcial (marzo, abril), reproducción-estivales (mayo, junio) y migración postnupcial
(octubre).
Los mamíferos se muestrearon en una visita a cada cuadrícula de 2,5 x 2,5 km,
recorriendo los lugares idóneos para encontrar indicios, tales como arroyos, zonas de
substratos blandos, charcas, sendas, etc. La búsqueda de rastros y excrementos se realizó
invirtiendo un esfuerzo de unas 3-4 horas por cuadrícula y persona, dependiendo de las
características de esta. Se registraron todos los avistamientos, huellas y excrementos, así como
cualquier otro indicio encontrado (madrigueras, restos de comida, escarbaduras, etc.),
anotando en qué unidad ambiental se realizaban.
Además de los métodos anteriores, se utilizó como método complementario para la
detección de mamíferos y aves, y específico para reptiles y anfibios: el recorrido de las
principales carreteras para registrar los atropellos y localizar los puntos calientes o negros de
dichas carreteras. Estas, se recorrieron semanalmente y a baja velocidad (40 Km/h)
registrando todos ejemplares encontrados cuya identificación fue posible.
Los resultados de todas las fichas se incluyeron en una base de datos para su análisis
posterior. Los datos de los muestreos de campo se enriquecieron con las aportaciones de
guardas, agentes de la Consejería de Medio Ambiente, pastores y otros lugareños con buen
conocimiento de su patrimonio natural a los que entrevistamos en múltiples encuentros y
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cuya información fue de gran utilidad. Además, se completó el estudio mediante abundantes
consultas bibliográficas.
3.4. Problemática de conservación y medidas de gestión medioambiental
recomendadas.
Durante los muestreos de campo de fauna, flora y vegetación se tomaron notas sobre
los problemas de conservación que iban detectándose a modo de observaciones cualitativas
como la presencia de residuos sólidos, especies invasoras o la destrucción de hábitats.
En función de la problemática recogida y de los datos de fauna y flora se desarrolló un
conjunto de medidas para mejorar y conservar la calidad medioambiental. Todas estas
medidas fueron desarrolladas en base a la consulta de bibliografía científica y técnica
especializada.
4. UNIDADES AMBIENTALES I, IV Y VI. FLECHA DE EL ROMPIDO,
MARISMAS MAREALES Y VERA DE CARTAYA.
4.1.- INTRODUCCIÓN
Las marismas mareales costeras se encuentran en las proximidades de desembocaduras
de ríos, en bahías, en planicies costeras protegidas de corrientes intensas (Mitsch & Gosselink
1993). Se puede definir una marisma costera como una porción de terreno que limita con una
masa de agua salada, y cuya vegetación se compone principalmente de herbáceas y arbustos,
más o menos adaptados a la salinidad. Una de las características principales de estos
ecosistemas es que se encuentran sujetos a inundaciones periódicas como consecuencia de
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fluctuaciones del nivel de la masa de agua adyacente (Adam 1990). Estas inundaciones
periódicas suponen una barrera para la colonización de estos enclaves por ciertas especies. En
cambio, existen especies típicas de marisma perfectamente adaptadas a periodos de
inundación mareal (Castillo et al. 2000c).
Las marismas mareales son ecosistemas de gran importancia tanto ecológica como
socio-económica. Numerosos estudios llevados a cabo en marismas han puesto de manifiesto
que dichos ecosistemas son muy productivos y que son utilizados por numerosos organismos
con fines tróficos y reproductivos (Mitsch & Gosselink 1993). Además, desempeñan un papel
fundamental en el control de las avenidas fluviales, participan crucialmente en la dinámica
sedimentaria y controlan la calidad ambiental (Castillo 2001). Las características especiales
de las marismas hacen de ellas ecosistemas de gran relevancia. No sólo las características
abióticas (periodos de inundación, salinidad, etc.) confieren importancia a estos enclaves.
Además, hay que tener en cuenta a las especies que en ellas habitan. Las marismas de agua
salada ocupan la interfase entre la tierra y el mar y, por lo tanto, aparecen en ellas tanto
especies de origen marino como terrestre (Adam 1990), así como especies propias del
ecosistema en cuestión. Los hábitats de marisma, no son sólo el asiento vital de un conjunto
de especies vegetales que encuentran su biología restringida a dichos espacios, sino que sirven
de soporte vital de una variada fauna. En la comunidad vegetal predominan las especies
halófitas, aunque existen otras de amplia distribución que no presentan este carácter (Nieva
1996). El escaso número de especies capaces de tolerar las altas salinidades de estos
ecosistemas determina una vegetación poco diversa (Adam 1990). Muchas de estas especies
sólo encuentran un hábitat adecuado en las marismas mareales, de ahí la importancia que tiene
la conservación de estos ecosistemas. Por otra parte, numerosas especies de invertebrados
habitan las marismas mareales. Algunas de ellas tienen importancia económica, como Nereis
diversicolor, recolectado por los ceberos en las marismas del Golfo de Cádiz. También
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habitan estos enclaves numerosas aves, que encuentran aquí lugares propicios para la
alimentación y la reproducción. La riqueza ornitológica de las Marismas de Cartaya es
elevadísima, sobresaliendo especies como la espátula (Platalea leucorodia), catalogada como
‘Vulnerable’ por el antiguo ICONA (1992), encuentra en estas áreas lugares óptimos para su
reproducción, o el águila pescadora (Pandion haliaetus), catalogada como ‘En Peligro’
(ICONA 1992).
Un elevado número de espacios protegidos dentro de la Red de Espacios Protegidos de
Andalucía, son enclaves de marisma mareales, y concretamente en la provincia de Huelva
aparecen varios de estos espacios protegidos como son las Marismas de Isla Cristina, en el
Término Municipal de Lepe, las Marismas del Río Piedras, en el Término Municipal de
Cartaya, las Marismas el Odiel, en los Términos Municipales de Punta Umbría, Gibraleón y
Huelva, principalmente (Junta Andalucía 1990).
Las marismas mareales de Cartaya (Unidad Ambiental IV) se sitúan al suroeste de su
Término Municipal, ocupando la mayor parte del contacto de éste con el Término Municipal
de Lepe. Se encuentran incluidas dentro el Paraje Natural ‘Marismas del río Piedras y Flecha
de el Rompido’.
Acompañando a las marismas mareales, en la zona de transición hacia el interior, en el
contacto con zonas arenosas del cordón litoral aparece un ecosistema lineal denominado
‘vera’ que constituye un ecotono, zonas de encuentro de comunidades que se intergradan,
produciéndose la transición entre las comunidades de una manera gradual (Smith & Smith
2001). Así, un ecotono no es simplemente una frontera. El concepto supone la existencia de
interacción activa entre dos o más ecosistemas, lo que da como resultado que el ecotono tenga
propiedades no existentes en ninguno de los ecosistemas adyacentes (Odum & Sarmiento
1997). Debido a su localización los ecotonos suelen ser áreas con una alta diversidad
biológica, al incorporar especies provenientes de los ecosistemas fronterizos. Además, en
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otras ocasiones aparecen especies y comunidades propias de las zonas de transición, como
zonas de alcornocal en la Vera de Doñana (Fernández 1982). Las especies vegetales propias
de ecotonos suelen ser especies oportunistas, mientras que las animales suelen ser especies
que requieren dos o más tipos de comunidades vegetales, como una zona densa para criar y
claros abiertos para alimentarse. El aumento de la biodiversidad en los ecotonos se conoce
como el efecto borde, el cual aumenta con el contraste entre comunidades.
En algunos ecotonos, como la Vera de Cartaya, las condiciones abióticas y bióticas
determinan la aparición de franjas más o menos marcadas en la distribución de las especies
vegetales, estableciendo la llamada zonación de la vegetación. Este fenómeno de zonación de
la vegetación también puede observarse a simple vista en las marismas de Cartaya.
La vera de Cartaya está situada en la transición desde el cordón litoral (Unidad Ambiental
III), el pinar sabinar costero (Unidad Ambiental VII) y zonas de cultivos (Unidad Ambiental
XII) a las marismas mareales del río Piedras (Unidad Ambiental IV). Debido a esta
localización, la vera de Cartaya posee tanto características de estos ecosistemas costeros como
características propias. Por otro lado, es esperable que muestre niveles de biodiversidad más
elevados que los correspondientes a las unidades ambientales entre las que actúa de zona de
transición gradual o ecotono.
Al igual que las dunas costeras, las veras han sufrido un grave deterioro en los últimos
años en las costas andaluzas, donde por otro lado no son muy frecuentes. El desarrollo
urbanístico en estas zonas con gran valor paisajístico ha llevado a la destrucción de esta
‘fronteras entre ecosistemas’. Estos impactos ambientales de origen antrópico afectan de
manera especialmente grave a las zonas de transición entre ecosistemas, debido a que
normalmente suelen poseer forma alargada, con escaso desarrollo transversal, lo que facilita
los impactos que favorecen la fragmentación de los ecosistemas.
También en el Término Municipal de Cartaya se sitúa la mayor parte de la Flecha de El
Rompido. En ellas se integran varios ecosistemas, como la playa, el cordón litoral, parte de la
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vera y marismas mareales. Dadas las características, tanto geográficas como ecológicas, de este
elemento geomorfológico, la flecha ha sido tratada como una unidad ambiental independiente
(Unidad Ambiental I). Se trata de una zona especialmente expuesta a temporales que sufre ciclos
de erosión cada aproximadamente 6 y 10 años (Rodríguez-Ramírez 2003). Sin embargo, la
estrecha relación existente entre la Flecha de El Rompido y las marismas mareales y la vera de
Cartaya, todas ellas unidades ambientales integradas dentro del Paraje Natural ‘Marismas del
Piedras y Flecha de El Rompido’, nos ha llevado a tratarlas juntas en este capítulo. Este Paraje
Natural se extiende sobre unas 2595 hectáreas.
El objetivo principal de este capítulo fue analizar el estado de conservación de la Flecha
de El Rompido, las marismas mareales y la vera del Término Municipal de Cartaya. Para ello se
desarrollaron los siguientes objetivos parciales:
1. Estudio de la vegetación y la flora. El estudio de la vegetación nos proporciona
información sobre el estado de conservación de los ecosistemas y es básico a la hora
de analizar el estado de conservación en marismas mareales.
2. Estudio de la fauna. El estudio de la fauna nos proporciona una visión de la calidad
ecológica de las diferentes unidades y subunidades ambientales y de sus estados de
conservación.
3. Estudio de los usos del territorio. El ser humano ha desarrollado durante siglos una
estrecha relación con las marismas mareales, relación que ha conducido a la
modificación de las mismas y a afectado a la flora y la fauna. En este objetivo parcial
se identifican los usos actuales que el hombre hace de los recursos naturales de las
marismas mareales en Cartaya.
4. Estudio de la problemática de conservación. Tiene como objetivo la identificación de
las causas que provocan el deterioro de la calidad medioambiental para una vez
identificadas las causas intentar acabar con ellas para así finalizar de una manera
eficaz y segura con los problemas de conservación.
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5. Desarrollo de medidas de gestión ambiental. En función de la problemática de
conservación del Medio Ambiente y de las posibilidades de mejora de la calidad
medioambiental se sugieren diferentes medidas de gestión ambiental.
4.2.- MATERIAL Y MÉTODOS
En este capítulo se tratan todas las unidades ambientales que alberga el Paraje Natural
‘Marismas del Piedras y Flecha de El Rompido’: Unidad Ambiental I (la Flecha de El
Rompido), Unidad Ambiental IV (marismas mareales de Cartaya) y Unidad Ambiental VI (la
vera de Cartaya). Además, también se incluyen bosques de Pinus pinea y Eucalyptus, así
como otros ecosistemas como pastizales y dunas costeras que aparecen dentro de los límites
del Paraje Natural ‘Marismas del Piedras y Flecha de El Rompido’, concentrados
principalmente en la zona sur. El tratamiento conjunto de ecosistemas tan diversos se debe a
que mantienen una relación muy estrecha debido a la proximidad geográfica y a que se
encuentran incluidos en la misma figura administrativa de protección ‘Paraje Natural’. La
gestión de este enclave es directamente dependiente de la Consejería de Medio Ambiente de
la Junta de Andalucía.
4.2.1. Flora y vegetación.
Los datos aportados en este capítulo respecto a la vegetación están basados en el
estudio de Figueroa et al. (2003), que analiza la vegetación del Paraje Natural ‘Marismas del
Piedras y Flecha de El Rompido’ en su totalidad, incluyendo los Términos Municipales de
Cartaya y Lepe. En este sentido, hemos de exponer que no tiene cabida desde un punto de
vista ecológico y de gestión medioambiental tratar las marismas mareales de Cartaya dejando
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de lado las marismas mareales de Lepe, ya que ambas forman parte del mismo complejo
estuarino y se encuentran íntimamente relacionadas.
Tal y como estos autores exponen en el apartado de ‘Materiales y Métodos’, ‘la
elaboración del apartado de vegetación se llevó a cabo 6 fases:
1) Revisión bibliográfica
2) Cartografía previa y delimitación de unidades*
3) Trabajo de campo: Comprobación de los polígonos detectados y muestreos de la
vegetación *
4) Reelaboración de la cartografía definitiva de la vegetación*
5) Completar las bases de datos.
6) Redacción de la memoria de la vegetación del Espacio Natural.
* Las fases 2ª, 3ª y 4ª se elaboraron simultáneamente, con superposición parcial entre
ellas’.
4.2.2. Fauna de vertebrados.
Los muestreos de avifauna se realizaron desde mayo de 2003 a abril de 2004. Dada la
limitación temporal de este trabajo en lo que respecta a los muestreos de campo, nos
apoyamos igualmente en una base bibliográfica de la zona a la hora de describir y enumerar
las especies de aves presentes.
4.2.3. Problemática de conservación.
En esta sección se recogen los principales problemas de conservación de las marismas
mareales del Término Municipal de Cartaya, identificando en cada uno de las secciones
anteriores.
4.3.- RESULTADOS
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4.3.1. Delimitación de subunidades ambientales y vegetación del Paraje Natural
‘Marismas del río Piedras y Flecha del Rompido’.
La vegetación de las marismas mareales está constituida por comunidades emergidas,
no arbóreas, de plantas vasculares, fundamentalmente de fanerógamas y algas, sujetas a la
acción de la marea (Rubio 1985). La mayoría de los géneros de plantas de marismas son
perennes, no siendo posible dar una definición florística completa y satisfactoria de ellas. Casi
todas las especies que se encuentran en estos ecosistemas son halófitas (plantas capaces de
tolerar concentraciones salinas elevadas), pero existen también otras de amplia distribución,
que no presentan este carácter (Adam 1990).
El escaso número de especies capaces de tolerar las altas salinidades, da lugar a una
vegetación uniforme en amplias zonas geográficas. La vegetación de marisma presenta, por lo
general, una baja riqueza específica, estando dominadas por pocos géneros de halófitas
suculentas (Salicornia, Arthrocnemum, etc.) o por gramíneas tolerantes a la sal (Spartina,
Puccinellia, etc). En las marismas podemos encontrar diferentes asociaciones vegetales
dominantes, pero su estructura y funcionamiento son bastante similares en todo el mundo
(Mitsch & Gosslink 1993). La vegetación de marisma consiste, por tanto, en un relativo
pequeño número de géneros cosmopolitas (Sarcocornia, Salicornia, Spartina, Limonium, etc.)
(Long & Mason 1983). Las variaciones geográficas en las comunidades de marismas costeras,
están determinadas fundamentalmente por diferencias climáticas, relacionándose, en general,
el empobrecimiento de la diversidad florística con el incremento de la latitud y el disminución
de las temperatura (Rubio 1985).
Una de las características primordiales de la vegetación de marisma es su zonación en
relación con el régimen mareal y su posición altitudinal respecto a este (Ranwell 1972). Pero
la distribución vegetal no es un simple reflejo de este gradiente, ya que en una determinada
posición dentro de la marisma, puede existir una variación espacial, relacionada en general
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con características fisiográficas, ocasionado un mosaico complejo dentro de la zonación que
obedece a diversos factores ecológicos (Rubio 1985). Tradicionalmente se considera que las
marismas mareales presentan tres zonas bien delimitadas de fanerógamas y las comunidades
en que se estructuran, relacionadas con los niveles de la marea (Long & Mason 1983):
1.- Marisma baja, constituida por el área pionera o los niveles bajos (entre la marea
baja muerta media y marea alta media). Suele presentar una cobertura vegetal escasa con
extensas planicies intermareales de fangos desnudos y una biodiversidad muy baja con
especies capaces de tolerar periodos de inundación muy prolongados. En los niveles más
bajos de la marisma, sobre sedimentos recientes sometidos a un gran número de horas de
submersión, sólo un pequeño número de especies pioneras es capaz de vivir. En el caso de las
Marismas del Piedras, y en particular en las marismas mareales de Cartaya, normalmente la
especie fanerógama que aparece a cotas más bajas es Zostera noltii y en cotas algo más
elevadas Spartina maritima, que con su potente aparato radicular retiene grandes cantidades
de limo, que sobreelevan esta zona en relación con la anterior, formando un escarpe de
separación, que constituye el frente de avance de la marisma consolidada. En esta área, sin
protección, las mareas tienen gran facilidad de acceso e impacto, por lo que se produce una
gran extensión y dominancia de la etapa inicial constituida por Spartina maritima (Rubio
1985). En las zonas más elevadas colonizadas por Spartina maritima, aparecen individuos
dispersos de Sarcocornia perennis, que pueden llegar a desplazar a aquélla en algunos casos.
En estas zonas también pueden aparecer individuos pertenecientes a Salicornia ramosissima.
Spartina maritima, con la acumulación de sedimentos y, por tanto, la elevación del terreno,
actúa como facilitadora para la entrada de otras especies (Castellanos et al. 1994). En las
zonas de marisma baja el factor limitante para el crecimiento de las especies es el elevado
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número de horas de inundación. Pocas son las especies que pueden vivir tanto tiempo
sumergidas (Castillo et al. 2000).
2.- Marisma media, situada en los niveles inmediatamente superiores (entre el nivel de
marea alta media y marea alta viva media) donde aparece una flora más diversa y las
condiciones ambientales son potencialmente menos estresantes. La marisma media se
establece en las marismas de Cartaya a partir del nivel en el que aparece Sarcocornia
perennis, y cuando comienza a desarrollarse la red de drenaje, en partes altas y bordes de
esteros en los que suele aparecer Halimione portulacoides, que contribuye a la retención de
sedimentos y encajamiento del drenaje, lo cual favorece la sobreelevación de los márgenes de
los esteros y la sedimentación, apareciendo otras especies como la invasora Spartina
densiflora y Sarcocornia fruticosa.
3.- Marisma alta, situada en los niveles superiores (entre marea alta viva media y la
marea alta astronómica) donde las especies halófitas estrictas van siendo reemplazadas por
halófitas facultativas (Waisel 1972) o especies de hábitats no salinos que soportan
exclusivamente inmersiones poco frecuentes y de escasa duración (Rubio 1985). Por encima
de la marisma alta se encuentran los contactos periféricos de la marisma, que suelen ser
bastante marcados aunque cuando se trata de dunas lo son menos debido a la movilidad de la
arena, estableciéndose una zona ecotonal denominada ‘vera’ (Ranwell 1972). En las marisma
alta suelen aparecer tres franjas más o menos sucesivas de Arthrocnemum macrostachyum,
Limoniastrum monopetalum y Atriplex halimus, acompañadas de otras especies como Suaeda
vera, Juncus sp. y Frankenia sp. Este caso que hemos explicado es muy general y sufre
variaciones dependiendo del grado de madurez de la zona. Algunas especies como
Sarcocornia fruticosa o Halimione portulacoides pueden aparecer tanto en marisma media
como en marisma alta. En las zonas de marisma alta el factor más influyente en la formación
de las comunidades vegetales es la salinidad del sustrato (Ranwell 1972).
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La extensión y zonación de la vegetación de marisma en las distintas zonas
geográficas, depende de la amplitud mareal. La gran amplitud mareal de las marismas del
Piedras, superior a los tres metros, permite el desarrollo de marismas extensas a lo largo del
estuario en las que se dan zonaciones diversas de la vegetación. Como se comentado
anteriormente, la biodiversidad (nº de especies) crece con la elevación, ya que son pocas las
que pueden soportar las condiciones potencialmente muy estresantes de la marisma baja.
Las marismas del río Piedras son un caso típico de marisma mareal con salinidades
relativamente altas en comparación con ecosistemas vecinos. Además, las mareas que las
afectan poseen un régimen de marea con coeficientes altos, que dan lugar a inundaciones
diarias que afectan a gran parte de sus sectores, e inundaciones estacionales, que la cubren
casi en su totalidad. Estos dos elementos, inundación y salinidad, presentan gradientes que se
relacionan con la naturaleza heterogénea de los sedimentos y la microtopografía, siendo los
que condicionan fundamentalmente la vegetación (Rubio 1985). La vegetación de las
marismas del río Piedras está compuesta principalmente por especies de las familias
Quenopodiacea y Gramínea adaptadas a niveles altos de encharcamiento y/o salinidad. En la
primera familia destacan especies como Sarcocornia perennis, Sarcocornia fruticosa,
Salicornia ramosissima y Arthrocnemum macrostachyum; y en la segunda, predomina por su
grado de cobertura las especies del género Spartina (Luque 1996; Nieva 1996). Entre éstas se
encuentra Spartina maritima, especie en regresión en toda Europa (Ranwell et al. 1964; Adam
1990), catalogada como especie amenazada con la categoría de ‘vulnerable’ en otras regiones
españolas (Bueno 1997). La mayor parte de la extensión de estas marismas se ve afectada por
la inundación de las mareas durante dos pleamares cada día, lo que condiciona en gran
medida factores ambientales muy importantes para la vegetación que en ellas habita. Entre
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estos factores ambientales abióticos destacan el grado de oxigenación del sustrato, en la
marisma baja, y su salinidad, en la marisma alta (Adam 1990; Mitsch & Gosselink 1993).
Las subunidades ambientales del paraje Natural ‘Marismas del Piedras y Flecha de El
Rompido’ se caracterizaron basándose en las características de la comunidad vegetal. El
conocimiento de la estructura de los distintos grupos vegetales de la marisma es muy
importante, ya que estas comunidades juegan un papel decisivo en los ecosistemas acuáticos,
puesto que proveen de alimento (directo o por vía detrítica) y protección a macroinvertebrados y pequeños peces, que forman la base de las cadenas tróficas acuáticas. El
desarrollo y mantenimiento de grandes poblaciones de crustáceos, peces y aves depende, por
tanto, de los aportes de materia orgánica desde los medios productivos de la vegetación
(Rubio 1985). Además, para comprender el funcionamiento de la marisma, cómo se crea y
evoluciona el paisaje, hay que analizar la organización de la vegetación, es decir, la forma en
que se agrupan unas plantas con respecto a las otras, determinando los factores que la
presiden (Rubio 1985).
A continuación se describen brevemente las nueve subunidades ambientales
diferenciadas en el Paraje Natural ‘Marismas del Piedras y Flecha de El Rompido’ que
corresponden a las marismas mareales de Cartaya (Unidad Ambiental IV):
1.- Subunidad Ambiental IV-1, marismas sin vegetación. Agrupa a todas aquellas
zonas de marisma que no poseen cobertura vegetal y que la ausencia de vegetación posee un
origen natural. Estas fueron: fangos desnudos intermareales, pozas de marisma media,
cabeceras de caños mareales, caños mareales, arenas desnudas y lagunas litorales.
Las planicies intermareales asociadas a los bordes de la red de drenaje quedan al
descubierto durante las bajamares. La mayoría de estas planicies se encontraban en la zona sur
del Paraje. En general, son fangos limo-arcillosos muy húmedos de reciente deposición, por lo
que son poco consistentes. Normalmente, no existe vegetación fanerógama asociada, por
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presentar numerosas horas de inundación mareal. En las zonas más elevadas topográficamente
pueden observarse algunas veces fanerógamas halófilas formando muy pequeños rodales o
clones, como Sarcocornia perennis subsp. perennis y Spartina densiflora, pero siempre con
una presencia prácticamente despreciable. Constituye la fase más joven de la sucesión en las
marismas, pues posteriormente comienza a ser colonizada por especies pioneras y
colonizadoras de marisma baja.
Las pozas son pequeñas depresiones encharcadas de escasa profundidad (en torno a
20- 30 cm) que se encuentran principalmente en marisma media-alta. Suelen estar
encharcadas durante gran parte del año. En total ocupan poca extensión (3.12 hectáreas), sin
embargo, existen un gran número de ellas en el Paraje (233 pozas).
Las cabeceras de caños son ensanches que se suelen localizar en el extremo interior de
algunos caños que forman la red de drenaje de la marisma. La influencia mareal es
semidiurna, debiendo vaciarse y llenarse con cada marea. Este hecho la distingue de las pozas
donde sí queda retenida el agua. Sus cotas topográficas son muy bajas, por lo que sus
condiciones anaeróbicas impiden la proliferación de la vegetación. La siguiente fase
sucesional correspondería con la entrada de las primeras colonizadoras de fangos muy
mareales, como Spartina maritima o Sarcocornia perennis subsp. perennis. En las cabeceras
nace parte de la red de drenaje que engloba el propio Río Piedras y la intrincada red de
drenaje de fluye a lo largo de toda la marisma. El área ocupada por la red de drenaje del
Paraje esta en torno al 20 % de su superficie total (501.89 ha). Por esta red es por donde
circula el flujo y reflujo mareal, distribuyendo la materia y energía por todo el estuario.
Las arenas desnudas de procedencia mareal correspondieron con aquellas zonas de
playa y dunas donde no existía vegetación. Ocuparon una superficie de 87.5 ha, y se
localizaron mayoritariamente en la Flecha del Rompido (Unidad Ambiental I).
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Las lagunas litorales son masas de agua dulce o salobre, generalmente de tamaño
superior a las pozas y que no poseen influencia mareal. Su recarga es por aguas pluviales o
del freático. Se registraron solo 4 en el Paraje (0.76 ha), en la zona Sur de los Cabezos del
Terrón. No se encontró ningún tipo de vegetación acuática en ellas.
2.- Subunidad Ambiental IV-2, zonas antrópicas sin vegetación, como la anterior no
posee vegetación, pero la ausencia de cobertura es debida a la gran presión de origen
antrópico. Estas zonas fueron caminos, zonas residenciales y carreteras.
Los caminos son elementos más o menos lineales por donde puede circular un
vehículo, que a diferencia de las carreteras no están asfaltadas, y tienen un ancho inferior.
Aquí quedan englobados los caminos que existen entre las balsas de acuicultura y salinas.
Normalmente no existe vegetación en estos caminos debido al paso de vehículos.
Las zonas residenciales incluyeron edificaciones destinadas normalmente a
residencias. Se caracterizan por estar constituidas, generalmente, por casas con pequeñas
parcelas de vegetación ornamental o frutales a su alrededor. Existieron solo 10 zonas
residenciales en el Paraje Natural, y se localizaban de forma muy dispersa por el norte.
La red viaria asfaltada en el Paraje Natural ocupa una extensión de 4.5 ha y están
situadas casi en su totalidad en la zona Norte.
3.- Subunidad Ambiental IV-3, explotaciones industriales y áreas anexas en las
marismas mareales. En esta subunidad se incluyen salinas, canales y cubetas con drenaje
impedido, balsas de acuicultura, canales de bombeo.
Las zonas industriales incluyeron a los edificios y áreas relacionadas con
explotaciones como las salinas, acuicultura o antiguos aprovechamientos como la almadraba
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situada en la Flecha del Rompido. Esta unidad cubre escasa superficie dentro del Espacio
Natural (8.7 hectáreas).
En los canales y cubetas con drenaje impedido la presencia de vegetación fue nula. Se
incluyeron tramos de la red de drenaje y cubetas cuya conexión a la red de drenaje se ha visto
alterada, por lo que no conservaba la periódica y característica inundación de las zonas
mareales, llenándose de agua en las pleamares, pero no se vacían con las bajamares. Destacó
una balsa situada al este del Paraje, que supone el 96% aproximadamente de la superficie total
(23.64 ha), y que aunque hasta hace poco tiempo estaba sometido a la influencia mareal, hoy
en día se ha cerrado mediante unas compuertas en el muro perimetral, independizándola de las
mareas. Esta transformación será, según parece, para darle un uso para cultivos acuáticos.
Las balsas de acuicultura se encuentran la mayoría en la zona suroeste del Paraje,
ocupando cerca de 143 hectáreas (lo que corresponde al 6.5 % de la superficie del Paraje). No
se ha observado ninguna fanerógama en el interior de las balsas.
4.- Subunidad Ambiental IV-4, praderas de la fanerógama marina Zostera noltii. Esta
subunidad fue muy rara en todo el Paraje. Se situaba sobre fangos intermareales que se
encuentran prácticamente cubiertos por la marea durante todo el día. Se localizaron 3 núcleos,
dos en la punta del extremo distal de la Flecha del Rompido y el más grande en el cauce
principal del río, al norte de las Marismas de San Miguel. En total ocupaban 0.76 hectáreas.
5.- Subunidad Ambiental IV-5, vegetación de marisma baja. Incluyó todas aquellas
comunidades que se encontraban en las cotas topográficas más bajas de la marisma. Eran
zonas de gran influencia mareal, estando gran parte del día inundadas. Normalmente, en estas
unidades, las especies dominantes fueron Spartina maritima y Sarcocornia perennis subsp.
perennis. Todas las comunidades vegetales de esta unidad fueron halófilas, como praderas de
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Spartina maritima sobre fangos recientes intermareales, praderas de Spartina maritima con
quenopodiáceas en marisma media, quenopodiáceas en bordes de caños y praderas de
Sarcocornia fruticosa y Sarcocornia perennis subsp. perennis.
Las praderas de Spartina maritima sobre fangos recientes intermareales fueron una de
las comunidades más interesantes de la marisma, ya que es la asociación pionera o
colonizadora en las zonas más bajas de la marisma. La comunidad predominante está formada
por el geófito rizomatoso Spartina maritima. Esta comunidad se encuentra en cotas
topográficas muy bajas, por lo que soporta un gran número de horas la inundación. Junto con
S. maritima aparecía de manera poco frecuente Sarcocornia perennis subsp. perennis. Esta
comunidad estaba bien representada en el Paraje en cuanto a su frecuencia, apareciendo desde
las zonas más al Norte, hasta grandes extensiones en la Flecha del Rompido y a la entrada del
caño Tendal, ocupando más de 35 hectáreas.
Las praderas de Spartina maritima con quenopodiáceas en marisma media se situaron
a cotas topográficas algo mayores que la comunidad anterior. La especies dominante era S.
maritima que iba acompañada de Sarcocornia perennis subsp. perennis y Halimione
portulacoides, principalmente. Apareció en 309 polígonos y más de 40 hectáreas. La mayor
densidad de polígonos de esta unidad se encontró en la marisma del Catalán y al norte del
Paraje, en el caño de la Rivera y junto al cauce principal del río Piedras.
Las praderas de Sarcocornia fruticosa y Sarcocornia perennis subsp. perennis
presentaban un porte bajo. Además de las dos especies características, aparecían otras
acompañantes, pero con una baja presencia. La cobertura vegetal era cercana al 100 %. La
podemos encontrar muy repartida por todo el Paraje en zonas de marisma baja-media,
ocupando 16.41 hectáreas.
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6.- Subunidad Ambiental IV-6, vegetación de marisma media. Incluyó a las
comunidades que se encontraban en la marisma media. Fueron zonas con influencia mareal,
pero situadas en cotas topográficas más altas que la marisma baja. Esta unidad fue una de las
más abundantes y diversas teniendo en cuenta la cantidad de comunidades que agrupó. Todas
las comunidades vegetales de esta unidad fueron halófilas, como quenopodiáceas de porte
bajo, manto de Sarcocornia fruticosa, Spartina densiflora rodeando pozas, asociación de
Sarcocornia fruticosa con Halimione portulacoides, quenopodiáceas y plumbagináceas de
bordes de caños, praderas de Salicornia ramosissima, praderas interiores de Sarcocornia
perennis subsp. perennis, quenopodiáceas de porte alto en marisma media, juncal con
Halimione portulacoides (ocupando solo 0.08 hectáreas), quenopodiáceas con Spartina
densiflora, juncal con Spartina densiflora y quenopodiáceas, mar de Spartina densiflora,
halimional (Halimione portulacoides) con quenopodiáceas leñosas, halófilas de porte
mediano sobre marisma media y arbustos y herbáceas halófilas en bordes de caños.
Halófilas de porte mediano sobre marisma media. Esta comunidad se caracterizó por
ser una de las de mayor biodiversidad de las marismas mareales de Cartaya. Aparecían
especies abundantes como Sarcocornia fruticosa y Halimione portulacoides, diferentes
especies de Puccinellia y Limonium. Estas iban acompañadas de numerosas halófilas de los
géneros Arthrocnemum, Suaeda, Spergularia, etc. La cobertura vegetal fue alta, superando el
90 %. Aparecía bien representada en el Paraje (67.96 ha y 395 manchas), sobre todo en las
marismas del Prado y la marisma de San Miguel.
Quenopodiáceas arbustivas de borde de caño estuvo constituida por quenopodiáceas
arbustivas, con presencia de herbáceas y suelo desnudo en muy baja proporción. Los arbustos
no solían alcanzar los 30 cm de altura. Al ser una unidad que estuvo cercana a las bordes de
los caños, la materia flotante, normalmente necromasa vegetal, quedaba anclada en la
vegetación al ser transportada por las mareas, depositándose sobre ella. Esta fue la comunidad
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vegetal más abundante en todo el Paraje Natural. En concreto su extensión total fue de 243.66
ha, cerca del 10 % de la superficie del Paraje. Dominaron dos quenopodiáceas, Sarcocornia
fruticosa y Halimione portulacoides.
La comunidad de quenopodiáceas de porte alto presentó una cobertura cercana al 100
%, con alturas medias superiores a 50 cm. La especie más importante fue Sarcocornia
fruticosa; junto a ella, la especie de mayor relevancia era Arthrocnemum macrostachyum.
Esta unidad se encontraba muy dispersa por todo el Paraje en 50 manchas y 9.18 hectáreas.
La comunidad de arbustos y herbáceas halófitas en borde de caño fue una de las más
biodiversas y representativas de las marismas de Cartaya. Su hábitat se encontraba
principalmente próximo a los bordes de los caños, presentando una cobertura entre el 90 % y
el 100 %, y gran número de especies. Estaba compuesta por especies como Arthrocnemum
macrostachyum, Halimione portulacoides, Limonium ferulaceum e Inula crithmoides. Otras
especies características fueron Limoniastrum monopetalum y Sarcocornia fruticosa. Además,
aparecían dos acompañantes muy importantes por su escasa representatividad en todo el
Paraje, y en general en las marismas andaluzas, como son Artemisia caerulescens subsp.
caerulescens y Aster tripolium subsp. pannonicus. Solía localizarse en las marismas del Prado
y en las de San Miguel, en 551 manchas y una extensión de 70 hectáreas.
La comunidad de quenopodiáceas en borde de caño fue otra de las más frecuente del
Paraje, con una presencia de cerca de 1000 polígonos, ocupando el 7.17 % de la superficie
total. Normalmente las quenopodiáceas formaban ‘mantas’ continuas en los bordes de la red
de drenaje, alcanzando coberturas cercanas al 100 %. Las especies principales eran
Sarcocornia perennis subsp. perennis y Halimione portulacoides. La proporción de la
abundancia de estas dos especies fue muy variable de unos inventarios a otros. Junto a estas
dos especies, aparecía puntualmente Spartina maritima Esta comunidad formaría una de las
primeras fases sucesionales en las marismas mareales.
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La comunidad de Halimione portulacoides con quenopodiáceas leñosas fue
característica de zonas de marisma media-alta con baja influencia mareal. La especie
dominante de esta comunidad era Halimione portulacoides, junto con Arthrocnemum
macrostachyum. Junto a estas dos quenopodiáceas, Sarcocornia fruticosa aparecía como la
tercera especie dominante. La cobertura fue del 100 % prevaleciendo el estrato arbustivo
sobre el herbáceo. La altura media se encontraba alrededor de los 35 cm. La mayor extensión
la encontramos al oeste del Paraje, en el curso alto del caño de la Rivera y en el estero del
Molinillo, cerca de la carretera que une la población de Cartaya con El Rompido. Estatal se
extendía por 12.15 hectáreas.
La comunidad de halófitas de porte mediano se caracteroizaba por la presencia de
Sarcocornia perennis subsp. perenis, Inula crithmoides, y como acompañantes aparecen Aster
tripolium subsp. pannonicus y Artemisia caerulescens subsp. caerulescens. La mayoría de
esta unidad la encontramos en la marisma de San Miguel en 15 manchas con un total de 7.2
hectáreas.
En la marisma media aparecían tres comunidades invadida por el neófito
sudamericano Spartina densiflora:
La comunidad de quenopodiáceas con Spartina densiflora era relativamente frecuente
en el sur del Paraje en dos áreas concretas, en el ecotono entre la marisma y las dunas de la
Flecha del Rompido (en zonas de la vera de Cartaya), y junto a El Terrón. Aparecía en 25
manchas ocupando 6 hectáreas aproximadamente. La cobertura era del 100 %. Aparecían
quenopodiáceas como Sarcocornia fruticosa, Arthrocnemum macrostachyum y Halimione
portulacoides junto a la gramínea Spartina densiflora.
Además de esta comunidad aparecían zonas de Spartina densiflora rodeando pozas en
marisma media y ‘mares de Spartina densiflora’ donde el neófito ocupaba prácticamente el
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100% del espacio. Los mares de Spartina densiflora se encuentran principalmente en el sur
del Paraje, o bien en la Flecha del Rompido, o zonas cercanas a ella. Solamente existía un
polígono en el Norte del Paraje, junto a la vía verde litoral. Junto con Spartina densiflora,
aparecían Sarcocornia perennis subsp. perennis y Halimione portulacoides, principalmente.
Aparecieron en 20 manchas ocupando más de 5 hectáreas.
7.- Subunidad Ambiental IV-7, vegetación de marisma alta. Englobó a gran número de
comunidades vegetales, al igual que la anterior; concretamente once. Se trataba de
comunidades que poseían poca influencia mareal, ocupando las zonas más altas de la marisma
donde la inundación sólo ocurre en fuertes pleamares. Todas las comunidades vegetales de
esta unidad son halófilas, como halófilas sobre muros de marismas, cubetas hipersalinas,
quenopodiáceas de porte alto, comunidad halófila de marisma media alta con pastizal ruderal,
juncal predominante con quenopodiáceas, quenopodiáceas en bordes de cubetas y marismas
poco mareal, comunidad de Arthrocnemum macrostachyum y pastizal en marisma alta,
quenopodiáceas con Inula crithmoides acompañadas de pastizal, halimional con
quenopodiáceas de gran porte, gramíneas con quenopodiáceas de porte bajo en zonas
mareales y Puccinellia asociada a quenopodiáceas en marisma media
En las marismas del Río Piedras aparece un gran número de muros (suelo acopiado
formando estructuras largas, estrechas y elevadas, descritas anteriormente). Éstos son zonas
relativamente altas, por lo que la comunidad asociada está formada principalmente por
especies que no soportan grandes períodos de inundación mareal, y por tanto se refugian en
estas elevaciones. Una de las especies más frecuentes, y con una cobertura muy elevada,
generando a veces formaciones monoespecíficas es Limoniastrum monopetalum, arbusto
representativo de las zonas de marisma alta, muy independizadas de la acción mareal. Junto a
esta especie, aparecían otras acompañantes con menor cobertura (Arthrocnemum
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macrostachyum, Halimione portulacoides, Frankenia boissieri y Sarcocornia fruticosa).
También aparecían algunas herbáceas no halófilas, como Oxalis pes-caprae. La mayor
concentración de esta unidad la encontramos en las marismas del Prado. En total ocupaban
una extensión de 12.42 hectáreas.
Las cubetas hipersalinas son depresiones no muy extensas del terreno, con diferencias
topográficas de unos pocos centímetros, pero suficiente para que, con mareas relativamente
amplias acceda agua salada. Esta unidad se caracteriza por presentar normalmente grandes
extensiones de suelo desnudo. Constituyen elementos muy característicos en las marismas
mareales. Generalmente ocupan zonas de marisma media y alta. La especie dominante en esta
comunidad es Arthrocnemum macrostachyum, generalmente de pequeño tamaño. A veces, se
pueden encontrar grandes extensiones de esta especie sin encontrar otras acompañantes. Junto
a esta especie, coloniza las cubetas Salicornia ramosissima. Pueden aparecer otras especies,
pero en muy baja abundancia, como Suaeda maritima y Sarcocornia fruticosa. Encontramos
gran número de polígonos (289) de esta subunidad a lo largo de todo el Paraje, ocupando 34
hectáreas. En las marismas del Prado se localiza la mayor densidad de esta subunidad.
La comunidad halófila de marisma media alta con pastizal ruderal se caracterizó por
poseer un estrato arbustivo, compuesto por halófilas leñosas, que dominaba al herbáceo, que
no siempre aparece. Las especies de arbustos principales eran Sarcocornia fruticosa,
Cistanche phelypaea, Inula crithmoides, Arthrocnemum macrostachyum y Suaeda vera. En el
pastizal dominaban Plantago coronopus y Hordeum maritimus. Los dos únicos polígonos de
esta unidad se encuentran al norte del Paraje, en zonas de poca influencia mareal, junto al
cauce principal del río Piedras y una extensión de tan solo 0.15 hectáreas. Otros autores han
descrito como Arthrocnemum macrostachyum y Sarcocornia fruticosa colonizan zonas
elevadas con humedad edáfica relativamente elevada y concentraciones salinas altas (Rogel et
al. 2000; Rogel et al. 2001), lo que coincide con nuestros resultados.
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La comunidad de Arthrocnemum macrostachyum y pastizal en marisma alta se
establecía en zonas de marisma alta, sólo afectada por pleamares de alto coeficiente, donde
dominaba la presencia del estrato arbustivo, que alcanzaba hasta el 75% de cobertura, estando
el resto repartido entre pastizal y suelo desnudo. La especie predominante fue Arthrocnemum
macrostachyum, de porte medio y alto. Junto a esta especie, aparecía un pastizal minoritario
de Cotula coronopifolia y Spergularia sp., más frecuentemente, y Triglochin barrelieri, en
raras ocasiones. Esta comunidad se distribuía a lo largo de todo el Paraje. Su mayor superficie
la encontramos en las marismas del Prado y de San Miguel, ocupando en total 18.19
hectáreas.
La comunidad de quenopodiáceas con Inula crithmoides acompañadas de pastizal fue
muy poco frecuente, con únicamente 1 mancha de 0.34 hectáreas localizada en la zona norte
del Paraje, junto a la vía verde litoral. Aparecía en una zona de marisma media-alta, donde la
cobertura vegetal era del 100 %, ocupada esencialmente por halófilos de la familia
Chenopodiaceae. Las especies principales de esta comunidad eran Arthrocnemum
macrostachyum e Inula crithmoides. Junto a estas dos especies, también se encontraba la
especie Sarcocornia perennis subsp. perennis, que alcanzaba niveles de dominancia muy
cercanos a las otras dos especies.
La comunidad de Puccinellia y quenopodiáceas se caracterizó por la presencia de la
gramínea Puccinellia stenophylla, que formaba extensas praderas en zonas de marisma
media-alta. Junto a ella, aparecían otras especies características como Sarcocornia fruticosa,
Arthrocnemum macrostachyum, Halimione portulacoides, Limoniastrum monopetalum,
Limonium ferulaceum y el geófito Triglochin barrelieri. Se localizaba en su mayoría en las
marismas del Prado y en la marisma del San Miguel en 100 manchas y 8.71 hectáreas.
En los juncales predominantes con quenopodiáceas eran abundantes Juncus maritimus
y Juncus subulatus. Junto a los Juncus, Scirpus maritimus subsp. maritimus es el otro geófito
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que conforma la mayoría de la cobertura herbácea. Las quenopodiáceas más abundantes
fueron Sarcocornia fruticosa, Arthrocnemum macrostachyum y Sarcocornia perennis subsp.
alpini. Su hábitat característico correspondía con zonas independizadas de la influencia
mareal y con aportes de agua dulce, frecuentemente en zonas de transición entre la marisma
salada y zonas más salobres. Ocupaban 6.39 hectáreas en 44 manchas.
8.- Subunidad Ambiental IV-8, saladares y zonas de marisma independizada de la
marea con vegetación halófila. Fue la segunda subunidad en abundancia y diversidad de
comunidades. En esta subunidad se agruparon las comunidades que se localizaban en zonas
independizadas de la marea. Sus especies vegetales fueron principalmente halófilas y sus
hábitats se han independizado de las zonas mareales o bien son saladares interiores. Las
comunidades englobadas en los saladares y zonas de marisma independizadas fueron suelos
desnudos con quenopodiáceas y/o especies ruderales, suelos desnudos con halófilas de
marisma alta aclarada, juncales con pastizal y quenopodiáceas en marisma independizada,
suelos desnudos con leñosas de marisma alta y ruderales, halimionales con leñosas y juncales
en marisma alterada, vegetación de bordes de marisma y cultivos, arbustos y herbáceas
halófilas en bordes de marisma alterada, comunidad de marisma alta alterada con nitrófilas,
Spartina densiflora muy abundante con Limoniastrum monopetalum, quenopodiáceas de bajo
porte sin influencia mareal y abundante suelo desnudo, Sarcocornia fruticosa acompañada de
pastizal en zonas no mareales y praderas de Sarcocornia perennis subsp. alpini.
Las zonas de suelo desnudo con leñosas de marisma alta y ruderales presentaron una
cobertura vegetal escasa, sin superar el 25 %. Normalmente las especies presentes son
halófilas, debido a que el sustrato es salino o subsalino, y suelen tener un bajo porte. Esta
comunidad se distribuyó en zonas alejada de influencia mareal en 77 manchas (15.33 ha), ya
sea por estar sobre muros u otras elevaciones, o bien en áreas alejadas de la red de drenaje.
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Las especies más frecuentes fueron Arthrocnemum macrostachyum y Sarcocornia fruticosa
de porte muy reducido.
La comunidad de suelo desnudo con halófitas de marisma alta aclarada (cobertura
vegetal entre 30 % y el 40 %) fue característica de zonas de marisma alta y saladares
interiores. La vegetación existente estaba formada por halófilas leñosas, Arthrocnemum
macrostachyum principalmente. Era frecuente en la zona Sur del Paraje, entre las marismas
del Catalán y el inicio de la Flecha del Rompido, ocupando tan solo 6.3 hectáreas.
La comunidad formada por suelos desnudos con leñosas de marisma alta y ruderales
se caracterizó por la baja cobertura de vegetación (menor del 50 % aproximadamente). La
comunidad vegetal estaba formada por las leñosas Limoniastrum monopetalum,
predominantemente, y en segundo lugar por Arthrocnemum macrostachyum. Esta comunidad
era muy poco abundante, ya que solamente la representan 3 polígonos en todo el Paraje,
localizados al Sur del Espacio Natural (0.14 ha).
Los halimionales con leñosas y juncal en marisma alterada presentaban un drenaje de
alterado, debido a la existencia de compuertas y muros en la red de drenaje, que impidían el
normal encharcamiento de esta marisma. La cobertura de esta unidad fue del 100 % y el
estrato dominante era arbustivo. La especie dominante fue Halimione portulacoides. Junto a
esta especie aparecían varias plumbagináceas, como Limonium diffusum y Limonium
ferulaceum, con coberturas entre el 10 % y el 25 %. Además, aparecían otras quenopodiáceas
como Arthrocnemum macrostachyum y Sarcocornia fruticosa. También se registraron
geófitos, como por ejemplo Juncus subulatus, pero con cobertura baja. Esta comunidad
aparecía únicamente al norte del Paraje, en el arroyo de la Puentezuela junto al pueblo de
Cartaya.
La vegetación de bordes de marisma y cultivos se encontraba muy poco representada
en todo el Paraje. Solo 4 manchas ocupando 0.31 hectáreas. La especie dominante era
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Arthrocnemum macrostachyum, acompañada de Suaeda vera. La cobertura era del 100% y su
altura alcanzaba los 55 cm. Esta comunidad se encontraban en zonas altas independientes de
la marea, y asociada a muros.
La comunidad de arbustos y herbáceas halófilas en bordes de marisma alterada es
típica de zonas de borde altos de marisma, donde la acción de la marea comienza a
desparecer. Existen un gran número de polígonos de esta comunidad (32), donde Sarcocornia
fruticosa es la especie dominante. También era frecuente Limoniastrum monopetalum y
Polygonum equisetiformis. Finalmente, aparecían otras quenopodiáceas que las acompañan en
mayor o menor dominancia; entre ellas se encontraban Arthrocnemum macrostachyum y
Halimione portulacoides. La cobertura vegetal superior al 90 %, y una altura media de unos
35 cm, ocupando una extensión de 4.37 hectáreas.
La comunidad de marisma alta alterada con nitrófilas estaba formada por comunidades
de halófilas y nitrófilas, como consecuencia de la alteración antrópica del medio. Este tipo de
comunidad apareció en zonas independientes de marismas, normalmente en el ecotono que
separa la zona de marisma con otros tipos de comunidades. La especie predominante fue
Atriplex halimus, una de las especies nitrófilas más abundantes en las marismas. Junto a esta
especie aparecía Arthrocnemum macrostachyum. Entre otras acompañantes se encontraron
Plantago coronopus subs. coronopus y Mesembryanthemum nodiflorum. La vegetación
poseía una altura de 100-120 cm y una cobertura inferior al 60 %. Esta unidad fue minoritaria
en el Paraje, y se concentraba en la zona norte del Paraje Natural en 10 manchas y un total de
2.41 hectáreas. En algunas zonas esta comunidad formaba parte de la vera de Cartaya.
La comunidad de Sarcocornia fruticosa acompañada de pastizal en zonas no mareales
aparecía en zonas sin influencia mareal, de ahí la aparición del pastizal sobre suelos arenososlimosos de aporte aluvial. La cobertura vegetal de la unidad se encuentraba entre el 75 % y el
85 %. La comunidad incluida en esta unidad está compuesta por Sarcocornia fruticosa
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principalmente, cortejada por un pastizal con una baja abundancia. Se localiza en el norte del
Paraje y en la desembocadura del arroyo de la Puentezuela. Solo formaba 7 manchas y
ocupaba tan solo 1.54 hectáreas.
Las praderas de Sarcocornia perennis subsp. alpini no eran muy abundantes. Se trata
de praderas de bajo porte, situadas en marisma alta con muy poca o ninguna influencia
mareal. La cobertura vegetal era del 85 %. Como acompañantes podemos destacar
Arthrocnemum macrostachyum y Sarcocornia fruticosa. Pueden encontrarse en zonas
alejadas del cauce principal del río Piedras, sobre todo al sur de Cartaya, en las zonas más
interiores del caño de la Rivera y también en las marismas del Prado, cerca de los campos de
cultivos de Lepe, ocupando en total tan solo 5.1 hectáreas.
Los juncales en marisma alterada ocupaban casi 9 hectáreas en 11 manchas. ERan
muy diversos, dominando Juncus acutus. Junto a este geófito, aparecía un pastizal de
Cynodon dactylon y Scirpus holoschoenus. También encontramos pastizal típico de marisma
alta, como el formado por Cotula coronopifolia. Los encontramos en tres zonas; en los
‘Cabezos del Terrón’ (al Sur del Paraje), en el estero del Molinillo y en el caño de la Rivera
cerca del pueblo de Cartaya.
9.- Subunidad Ambiental IV-9, comunidades hidrófilas. Incluía a comunidades
formadas por especies netamente hidrófilas. Su hábitat característico corresponde con zonas
de gran influencia dulceacuícola, como consecuencia de la escasa influencia mareal frente a la
entrada de agua dulce proveniente del sistema de drenaje interior de la marisma. En estas
zonas, situadas alejadas de la acción mareal, la vegetación solía estar compuesta por carrizos
(Phragmites australis), eneas (Typha sp.) y tarajes (Tamarix sp.). La confluencia de la poca
acción mareal con los aportes de agua dulce, provoca la aparición de estas zonas que se
pueden catalogar como salobres. En esta subunidad aparecían comunidades de pastizales de
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Scirpus maritimus subsp. maritimus sobre marismas, comunidades hidrófila dulce,
cañaverales, juncales-jarales, arenas aluviales con escasa vegetación, vegetación hidrófila
sobre arenas aluviales y bosquetes de tarajes en borde de arroyo. Normalmente esta subunidad
aparecía situada entre los cauces fluviales (Unidad Ambiental XI) y otras subunidades de
marisma mareal.
Los pastizales de Scirpus maritimus subsp. maritimus sobre marismas presentaban una
distribución relacionada con los aportes de aguas dulce, por lo que aparecían en zonas
salobres más o menos independientes de la marea. La cobertura de la vegetación era muy alta,
y estaba formada por el geófito principal de esta asociación. Nos lo encontramos en las zonas
más interiores de las marismas del Prado y en los ‘Cabezos del Terrón’ en 26 manchas y 3.6
hectáreas.
Las comunidades hidrófila dulce se caracterizaban por localizarse en zonas inundadas
o cercanas a arroyos, con aguas salobres o dulces. Aparecíó en la desembocadura del arroyo
de la Puentezuela, o en las zonas más interiores del caño de la Rivera. La vegetación estaba
dominada por Phragmites australis y especies de Typha. Junto a ellas aparecían en menor
grado de dominancia la asociación diferentes especies de los géneros Scirpus, Juncus y
Ruppia.
Las arenas aluviales con vegetación escasa presentaban un pasto de escasa altura. La
cobertura vegetal era baja, no superior al 25 %, y el sustrato sobre el que se desarrollaba era
de origen aluvial. Esta unidad se encuentra casi toda en la zona norte del Paraje ocupando 7
hectáreas.
Los juncales – jarales aparecían en suelos encharcados en los ‘Cabezos del Terrón’.
Eran manchas sin arbolado, compuestas por Scirpus holoschoenus y Cistus salvifolius.
Ocupaban 6 hectáreas en 8 manchas.
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Algunas de estas subunidades ambientales de marismas mareales aparecían también
localizadas en las marismas situadas en la Flecha de El Rompido (Unidad Ambiental I).
Además de estas subunidades Figueroa et al.(2003) registraron otras comunidades
vegetales dentro del Paraje Natural ‘Marismas del Piedra y Flecha de El Rompido’ que no
eran propiamente comunidades de marismas mareales. Así, aparecían seis subunidades
propias de zonas de cultivos y zonas limítrofes (Unidad Ambiental XII):
1.- Subunidad Ambiental XII-1, cultivos herbáceos intensivos y bajo plásticos, en los
que dominaron los cultivos de fresas. Los cultivos de fresas se extendieron a lo largo de 28.30
ha, distribuidos en 11 manchas.
2.- Subunidad Ambiental XII-2, cultivos herbáceos de secano y regadío no bajo
plástico. Los cultivos de secano se distribuyeron en 20 manchas ocupando una superficie total
de cerca de 30 hectáreas. Los cultivos herbáceos de regadío son menos frecuentes, con 10
manchas ocupando 16.63 ha.
3.- Subunidad Ambiental XII-3, cultivos de cítricos y otros frutales. Son muy escasos
dentro del Paraje natural, con una superficie menor a las 20 ha. Además de cítricos aparecían
cultivos de otros frutales, principalmente melocotoneros, en 6 manchas y un total de 4.55 ha.
4.- Subunidad Ambiental XII-4, eucaliptales. Repoblaciones con eucaliptos situadas
principalmente en Lepe, cerca de las marismas de San Miguel ocupando 32 hectáreas.
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5.- Subunidad Ambiental XII-5, pastizales ruderales y de Cynodon dactylon. No
incluyó a los pastizales halófilos, nitrófilos o hidrófilos. Su composición dominante fue
especies integrantes de la familia de las gramíneas.
Los pastizales ruderales se encontraron principalmente al norte del Paraje. Su hábitat
fue totalmente independiente de la marea. En esta unidad aparecían numerosas especies de
gramíneas. Ocupaban 7.4 hectáreas distribuidas en 12 manchas.
Los pastizales de Cynodon dactylon únicamente aparecieron en dos puntos (1.39 ha),
uno pequeño situado al norte del cauce principal del Piedras, y el segundo, de mayor tamaño
localizado más al sur. Junto a Cynodon dactylon aparecía Senecio vulgaris en segundo lugar
en dominancia.
6.- Subunidad Ambiental XII-6, vegetación nitrófila. Este tipo de vegetación fue
característico de zonas de moderadas influencias antrópicas. En ella se incluyeron las
siguientes comunidades: vegetación ruderal, pasto acompañado con fuerte presencia de cardo
mariano y matorral nitrófilo de Dittrichia viscosa.
Las comunidades de vegetación ruderal se encontraban repartida por toda la marisma
en bordes de caminos en 12 manchas que ocupaban 12.37 hectáreas. Estaban integradas por
terófitas y geófitas bulbosas. La especie principal fue Oxalis pes-caprae.
El matorral nitrófilo de Dittrichia viscosa ocupó tan solo 0.55 hectáreas al norte del
Paraje, junto a la vía verde litoral. Junto a Dittrichia viscosa había un pastizal de gramíneas
muy desarrollado, que ocupa el 90 % de la unidad. Además, encontramos en baja cobertura,
pero siempre presente, de Scirpus holochoenus. Existía gran número de especies
acompañantes, entre las que destacaban varias especies de Cistus, Mentha suaveolens y
Plantago lanceolata.
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La Unidad Ambiental VI, la vera de Cartaya, presentó una sola subunidad ambiental
(VI-1) formada por vegetación de marisma sobre sustrato arenoso. Agrupó aquellas
comunidades formadas por halófilas y que se desarrollaban sobre sustrato arenoso como
halófilas con Spartina densiflora sobre arenales, halófilas en bordes de dunas, halófilas sobre
arenas, Spartina densiflora con halófilas sobre arenas, arenas con Arthrocnemum
macrostachyum de mediano porte, halimionales con quenopodiáceas de gran porte, matorrales
de Polygonum equisetiforme sobre arenas, muros de Suaeda vera con Arthrocnemum
macrostachyum sobre arenas, muros de Limoniastrum monopetalum en arenas y juncales con
ruderales sobre arenas.
La comunidad de halófilas sobre arenas fue la más extensa de esta subunidad,
entendiéndose por 26 hectáreas en 24 manchas. La especies más dominante fue Limoniastrum
monopetalum, seguida de las quenopodiáceas Arthrocnemum macrostachyum, Sarcocornia
perennis subsp. perennis y Suaeda vera. La mayoría de los manchas aparecían en la Flecha
del Rompido. El resto se localizaban en la Isla del Vinagre, ‘Cabezos del Terrón’ y marismas
del Prado.
La segunda comunidad más abundante de esta subunidad ambiental fue la de arenas
con Arthrocnemum macrostachyum de mediano porte, que ocupó casi 16 hectáreas en 24
manchas. Solía tratarse de zonas arenosas deprimidas próximas a la marisma, no mareales en
la mayoría de los casos. La presencia de suelo desnudo era predominante, siendo minoritaria
la cobertura vegetal, inferior al 50%. Estaba constituida exclusivamente por formaciones
mono-específicas de la especie Arthrocnemum macrostachyum, con una altura media de unos
35 cm. Se encuentra solamente en la Flecha del Rompido.
Los halimionales con quenopodiáceas leñosas de gran porte presentaban a Halimione
portulacoides
como
la
especie
más
abundante,
acompañada
de
Arthrocnemum
macrostachyum, principalmente. La cobertura era del 100 %. Aparecía en 55 manchas a lo
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largo de todo el Paraje en zonas de marisma alta con poca influencia mareal en 13.30
hectáreas.
Las halófilas en bordes de dunas formaba un cinturón de vegetación entre zonas
arenosas y la marisma propiamente dicha, donde el estrato arbustivo era el dominante. Las
especies más abundantes en esta unidad fueron principalmente Limoniastrum monopetalum y
Salsola brevifolia. La mayoría de los polígonos aparecían en la Flecha del Rompido, mientras
que el resto se localiza en los Cabezos del Terrón. La cobertura vegetal de esta unidad era
inferior al 50 % y ocupó un total de 7.41 hectáreas.
En la comunidad de halófitas sobre arenas era frecuente Salsola vermiculata, y la
geófita bulbosa Oxalis pes-caprae, que podía llegar a tener una cobertura del 50 %. Además
de estas dos especies dominantes, aparecían en menor proporción otras halófilas leñosas de
gran porte , Suaeda vera y Limoniastrum monopetalum. Se ubicaba principalmente en la
Flecha del Rompido. Además, se encontraba en otras zonas arenosas del Paraje, como son los
‘Cabezos del Terrón’ o la Isla del Vinagre, ocupando 8.16 hectáreas
También en esta subunidad aparecía una comunidad invadida por el neófito
sudamericano Spartina densiflora. Se trataba de halófilas con Spartina densiflora sobre
arenales. La especie característica con mayor dominancia fue Limoniastrum monopetalum.
Junto a ella, aparecían Sarcocornia fruticosa, Arthrocnemum macrostachyum e Inula
crithmoides. Además de estas especies, también se observan dos geófitos, Spartina densiflora
y Juncus acutus. Esta comunidad se solía distribuir en depresiones sobre arenas, donde puede
haber cierto nivel de encharcamiento, lo que puede provocar la variación de dominancia de las
especies presentes. Se localizó en el istmo de la Flecha del Rompido ocupando tan solo 1.2
hectáreas.
Los matorrales de Polygonum equisetiforme sobre arenas se extendían en 2.15
hectáreas al sur del Paraje. Dominaba en esta unidad el matorral calófilo, mientras que existía
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poco estrato herbáceo. La especie más abundante era Polygonum equisetiforme, junto con
Salsola brevifolia como especie minoritaria. Solamente existían dos polígonos de esta unidad;
el más extenso en la Isla del Vinagre, mientras que el otro, de menor tamaño, se localizaba en
los ‘Cabezos del Terrón’.
Los muros de Suaeda vera con Arthrocnemum macrostachyum sobre arenas
presentaban un matorral halófilo de gran porte, llegando a formar muros de vegetación. La
especie dominante era Suaeda vera. Además, estos muros estaban formados por
Arthrocnemum macrostachyum, Sarcocornia fruticosa y Halimione portulacoides. Junto a
estas especies, aparecía Suaeda maritima. La cobertura vegetal era del 100 %. Los muros
formados por Suaeda vera aparecían en su mayoría en la Flecha del Rompido y las marismas
del Prado.
Los muros de Limoniastrum monopetalum en arenas se distribuyeron en 17 manchas y
1 hectárea únicamente en la Flecha del Rompido. Se trata de un matorral desarrollado en
forma cinturones y muros en la base de las dunas. La especie dominante, Limoniastrum
monopetalum, formaba muros del 100 % de cobertura. Junto a ella, aparecían otras especies
características como la geófita bulbosa Oxalis pes-caprae, Salsola brevifolia y Suaeda vera.
Los juncales con ruderales sobre arenas aparecieron en el ecotono entre las zonas de
marisma salada y otras áreas como arenas o monte bajo. Se trataba de juncales bien
desarrollados con una cobertura vegetal del 100 % y con una altura de casi 150 cm. Dominaba
Juncus acutus asociado con Scirpus holoschoemus. Podían aparecer algunas especies como
Mentha suaveolens, pero no eran características.
También en el interior del Paraje Natural aparecía una subunidad ambiental
compartida por algunas zonas marginales del cordón litoral y principalmente representa en la
Flecha de El Rompido. Se denominó Subunidad Ambiental III-11, en el caso del cordón
litoral, y Subunidad Ambiental I-1, en el caso de la Flecha. Se trató de vegetación de dunas y
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arenales asociada próximas a marismas mareales. Agrupó las comunidades no halófilas
desarrolladas en dunas y arenales como arenas con colonizadoras primarias, pastizal sobre
arenas con matorral disperso, Juncus 100 % sobre arenas y retamales costeros (Retama
monosperma).
El retamal costero existente en el Paraje fue una de las unidades más extensas,
cubriendo más de 175 ha, lo que representaba el 6.7 % del área total del Paraje. Casi toda esta
unidad se encontraba en la Flecha del Rompido. Además, podemos encontrarla frente a la
Flecha, en los ‘Cabezos del Terrón’, en la isla del Vinagre y en la marisma del Catalán. La
especie principal era Retama monosperma, con cobertura vegetal de entre el 70-100 %.
Las arenas con colonizadoras primarias estaban muy extendida en el sur del Paraje en
la Flecha del Rompido. La especie más frecuente era Ammophila arenaria subsp.
arundinacea, una de las especies pioneras más importantes en la formación de dunas costeras.
También había una cobertura alta de especies como Artemisia crithmifolia, Lotus creticus y
Malcolmia littorea. Otras menos representadas eran Euphorbia paralias, Eryngium
maritimum o Pancratium maritimum. El estrato dominante era de tipo herbáceo y la cobertura
vegetal era baja, no superando el 40 %. Ocupaba más de 57 hectáreas en 17 manchas.
Los pastizales sobre arenas con matorral disperso eran característicos de zonas
arenosas, donde cobertura vegetal era inferior al 40 %. Las especies características eran
Ammophyla arenaria, Otanthus maritimus, Eryngium maritimus y Euphorbia paralias, entre
otras especies de dunas costeras. También aparecía Plantago coronopus subsp. coronopus.
Toda esta unidad se encontraba situada principalmente en la Flecha del Rompido, ocupando
más de 7 hectáreas en 22 manchas.
Finalmente, aparecieron incluidas en el Paraje Natural dos subunidades pertenecientes
al pinar – sabinar costero (Unidad Ambiental VII):
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1.- Subunidad Ambiental VII-7, jarales densos cercanos a marismas mareales, donde
predominaba Cistus crispus. Junto a esta especie aparecían Cistus monspeliensis y otras
especies de matorral como Rosmarinus officinalis. Esta comunidad la encontramos en zonas
independientes de marea. La mayor superficie de este tipo de jaral la encontramos al norte del
caño Tendal, al sur del Paraje, ocupando 6 hectáreas.
2.- Subunidad Ambiental VII-8, pinares costeros próximos a marismas mareales. Solo
aparecieron dos especies de pino, Pinus pinea y Pinus pinaster que solían aparecer en zonas
peri-marismeñas. Se registraron cinco tipos de pinares: bosques de Pinus pinea en alta
densidad sobre arenas, bosques de Pinus pinea en baja densidad mezclado con Pinus pinaster,
pinares - sabinares en dunas costeras, pinares con quercíneas y matorral denso y pinares con
Eucaliptus y matorral disperso.
Los bosques de Pinus pinea en alta densidad sobre arenas ocupaban 5.29 hectáreas en
12 bosquetes. Estos bosques se caracterizaban por la escasa cobertura de matorral. La mayoría
de la vegetación estaba formada por pasto anual. La especie herbácea más característica fue
Cynodon dactylon. Junto a esta especie y la gran cobertura de pasto terofítico que presenta
(aproximadamente el 70 %), Retama monosperma fue la única especie de matorral
característica que aparecía. Esta unidad se presenta en varias zonas del Paraje, desde el norte,
hasta la Flecha del Rompido. Existen varias herbáceas acompañantes, como Lupinus
angustifolius, Briza maxima o Malcolmia littorea. Entre el matorral acompañante se observan
algunas especies de Asparagus.
Los bosques de Pinus pinea en baja densidad mezclado con Pinus pinaster fue muy
parecida a la anterior en el estrato herbáceo. Sin embargo, la diferencia provino del estrato
arbóreo, que estuvo formado, no sólo por Pinus pinea, sino que también aparece Pinus
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pinaster. Nuevamente, existía una gran cobertura de pasto terofítico (70% - 80%). Esta unidad
estaba mejor representada que la anterior, y la encontramos casi en su totalidad en los
Cabezos del Terrón en 12 bosquetes que ocupaban 24.82 hectáreas.
Los pinares - sabinares en dunas costeras aparecían únicamente en dos polígonos (4.3
ha) de en los ‘Cabezos del Terrón’, cerca del caño Tendal. Las especies predominantes eran
Pinus pinea y Juniperus phoenicea subsp. turbinata. La cobertura del matorral era menor que
en otras unidades de pinares del Paraje.
Los pinares con quercíneas y matorral denso presentaban una cobertura vegetal del 80
%. Entre las quercíneas dominaba el alcornoque (Quercus suber). Se localizaban al oeste del
Paraje en Lepe, en concreto, bordeando el estero del Molinillo y en las zonas interiores de los
‘Cabezos del Terrón’ en 11 bosques que ocupaban más de 20 hectáreas. El matorral fue muy
diverso, siendo su especie más abundante Genista hirsuta. El resto del matorral característico
estaba compuesto por Cistus crispus, Lavandula stoechas y Cistus ladanifer. Además,
aparecían un gran número de acompañantes.
Los pinares con Eucaliptus y matorral disperso aparecían en su mayoría en los
‘Cabezos del Terrón’ y bordeando diferentes zonas de marisma con un total de 40.58
hectáreas. El estrato predominante de especies no arbóreas está conformado por herbáceas,
donde la especie dominante es Oxalis pes-caprae; junto a ella, aparecía un pasto de gramíneas
formado principalmente por Paspalum paspalodes. Finalmente, el matorral se componía de
Rubus ulmifolius.
En total fueron dieciocho las subunidades ambientales englobadas dentro del Paraje
Natural ‘Marimas del Piedras y Flecha del Rompido’, pertenecientes a 5 unidades
ambientales: marismas mareales, vera, cultivos, Flecha de El Rompido y Pinar – sabinar
costero.
4.3.2. Flora del Paraje Natural ‘Marismas del río Piedras y Flecha del Rompido’.
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A continuación se citan las especies vegetales muestreadas por Figueroa et al. (2003)
en los muestreos de las diferentes unidades y subunidades del Paraje Natural ‘Marismas del
Piedra y Flecha del Rompido’ ordenadas por familias. Además se añaden diferentes
comentarios, incluyendo algunos respecto a la localización en el Término Municipal de
Cartaya.
Aizoaceae
Mesembryanthemum nodiflorum L. Únicamente aparece en las marismas mareales.
Amaryllidaceae
Pancratium maritimum L. Aparece en zonas del cordón litoral, el pinar – sabinar costero y la
Flecha del Rompido.
Anacardiaceae
Pistacia lentiscus L. Coloniza el pinar - sabinar costero y los pinares interiores norte y sur.
Apiaceae
Eryngium maritimum L. Aparece en zonas del cordón litoral, el pinar – sabinar costero y la
Flecha del Rompido.
Araceae (Son muy frecuentes en los pinares de Cartaya)
Arisarum simorrhinum Durieu in Duchartre.
Arum italicum Miller subsp. italicum.
Asteraceae
Artemisia caerulescens L. subsp. caerulescens. Aparece en zonas del cordón litoral, el pinar –
sabinar costero y la Flecha del Rompido.
Artemisia crithmifolia L. Aparece en zonas del cordón litoral y la Flecha del Rompido.
Aster tripolium L. subsp. pannonicus (Jacq.) Soó. Únicamente aparece en las marismas
mareales donde es muy escasa.
Calendula arvensis L. subsp. arvensis. Frecuente en los pastizales ruderales.
Carlina racemosa L. Especie de pastizales, lugares abiertos y cultivos abandonados.
Cotula coronopifolia L. Coloniza marismas salobres y cauces fluviales.
Dittrichia viscosa (L.) Greuter. Especie ruderal que aparece a lo largo de prácticamente todas
las unidades ambientales de Cartaya.
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Helichrysum picardii Boiss. & Reuter in Boiss. Coloniza tanto los pinares y el cordón litoral
de Cartaya como la Flecha del Rompido.
Inula crithmoides L. Únicamente aparece en las marismas.
Phagnalon saxatile (L.) Cass. Coloniza campos incultos y antiguas huertas.
Senecio jacobaea L. En pastizal nitrófilos de zonas húmedas.
Senecio vulgaris L. Muy frecuente en pastizales ruderales.
Silybum marianum (L.) Gaertner. Frecuente en pastizales ruderales. Conocido popularmente
como ‘cardo borriquero’.
Tolpis barbata (L.) Gaertner. Frecuente en pastizales.
Brassicaceae
Cakile maritima Scop. subsp. maritima. Ünicamente coloniza el cordón litoral y la Flecha del
Rompido.
Diplotaxis virgata (Cav.) DC. Frecuente en campos incultos y pastizales.
Malcolmia littorea (L.) R. Br. Especie propia del cordón litoral, apareciendo también en el
pinar – sabinar costero y la Flecha del Rompido.
Borraginaceae
Echium gaditanum Boiss. Especie propia del cordón litoral, apareciendo también en el pinar –
sabinar costero y la Flecha del Rompido.
Cactaceae
Opuntia tuna (L.) Miller. Especie de ‘chumbera’ que suele aparecer en huertas abandonadas y
zonas limítrofes.
Cupressaceae
Juniperus phoenicea L. subsp. turbinata (Guss.) Ny. Especie característica del pinar – sabinar
costero.
Chenopodiaceae
Arthrocnemum macrostachyum (Moric.) Moris in Moris. Coloniza solo las marismas mareales
y la vera de Cartaya
Atriplex halimus L. Coloniza solo las marismas mareales y la vera de Cartaya.
Beta vulgaris L. subsp. maritima (L.) Arcangeli. Frecuente en pastizales ruderales.
Halimione portulacoides (L.) Aellen. Coloniza solo las marismas mareales y la vera de
Cartaya.
Salicornia ramosissima J. Woods. Habita solo en marismas mareales. Suele colonizar el
interior de las cubetas hipersalinas (Rubio-Casal 1999; Rubio-Casal et al. 2001) y es típica de
marismas altas (Davy et al. 2001).
Salsola brevifolia Desf. Coloniza solo las marismas mareales y la vera de Cartaya
Salsola kali L. Coloniza el cordón litoral de Cartaya y la Flecha del Rompido
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Salsola vermiculata L. Coloniza solo las marismas mareales.
Sarcocornia fruticosa (L.) A. J. Scott. Coloniza solo las marismas mareales.
Sarcocornia perennis (Miller) A. J. Scott subsp. alpini (Lag.) Castroviejo. Coloniza solo las
marismas mareales.
Sarcocornia perennis (Miller) A. J. Scott subsp. perennis. Coloniza solo las marismas
mareales.
Suaeda maritima (L.) Dumort. subsp. maritima. Coloniza solo las marismas mareales.
Suaeda vera J. F. Gmelin. Coloniza solo las marismas mareales. Ha sido descrita como una
halófita propia de zonas de marisma alta con humedad edáfica y salinidad relativamente bajas
(Rogel et al. 2000; Rogel et al. 2001). Esta zona alta de la marisma con abundancia de Suaeda
vera ha sido descrita con una alta diversidad de paseriformes en marismas inglesas (Brown &
Atkinson 1996).
Caryophyllaceae
Paronychia argentea Lam. Especie ruderal.
Spergularia fimbriata Boiss. & Reuter. Coloniza solo las marismas mareales.
Spergularia maritima (All.) Chiov. Coloniza solo las marismas mareales y la vera.
Spergularia salina J. & C. Presl. Coloniza solo las marismas mareales.
Cistaceae (especies de jaras propias de los pinares de Cartaya)
Cistus crispus L.
Cistus ladanifer L. subsp. ladanifer
Cistus monspeliensis L.
Cistus salvifolius L.
Cyperaceae
Cyperus capitatus Vandelli. Habita en el cordón litoral y la Flecha del Rompido.
Scirpus holoschoenus L. Aparece en los pinares de Cartaya, las marismas salobres y los
cauces fluviales.
Scirpus maritimus L. subsp. maritimus. Coloniza cauces fluviales y marismas salobres.
Equisetaceae
Equisetum ramosissimum Desf. Coloniza cauces fluviales y marismas salobres.
Euphorbiaceae
Euphorbia paralias L. Especie propia del cordón litoral y la Flecha del Rompido.
Fagaceae (Poco frecuentes en los pinares de Cartaya y zonas cultivadas)
Quercus rotundifolia Lam.
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Quercus suber L.
Frankeniaceae (especies propias de marismas mareales y la vera de Cartaya)
Frankenia boissieri Reuter ex Boiss.
Frankenia laevis L.
Frankenia pulverulenta L.
Fabaceae
Cytisus grandiflorus DC. Coloniza los pinares de Cartaya.
Genista hirsuta Vahl. Coloniza los pinares de Cartaya.
Lotus creticus L. Especie propia del cordón litoral y la Flecha del Rompido.
Lotus parviflorus Desf. Frecuente en pastizales sobre suelos arenosos.
Lupinus angustifolius L. Muy frecuente en pastizales ruderales y nitrófilos.
Trifolium repens L. subsp. repens. Abundante en pastizales.
Retama monosperma (L.) Boiss. Especie propia del cordón litoral, el pinar – sabinar costero y
la Flecha del Rompido.
Geraniaceae
Erodium cicutarium (L.) LHér. Habita en pastizales ruderales.
Iridaceae
Iris germanica L. Especie naturalizada que suele habitar en zonas húmedas y dulces.
Juncaceae (Colonizan cauces fluviales, la vera y marismas salobres. También aparecen
puntualmente en zonas húmedas de los pinares).
Juncus acutus L.
Juncus maritimus Lam.
Juncus subulatus Forsskal
Juncaginaceae
Triglochin barrelieri Loisel. Coloniza marismas mareales a cotas elevadas.
Lamiaceae
Lavandula stoechas L. Especie propia de los pinares de Cartaya.
Mentha suaveolens Ehrh. Coloniza zonas húmedas de pinares y cauces fluviales.
Phlomis purpurea L. Especie propia de los pinares de Cartaya.
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Rosmarinus officinalis L. Especie propia de los pinares de Cartaya y el cordón litoral.
Thymus carnosus Boiss. Únicamente aparece en el cordón litoral y la Flecha del Rompido.
Thymus zygis Loefl. ex L. En arenales costeros acompañando a Retama monosperma.
Teucrium fruticans L. Coloniza los pinares de Cartaya donde es muy escasa.
Liliaceae (especies propias de los pinares)
Asparagus acutifolius L.
Asparagus albus L.
Asparagus aphyllus L.
Malvaceae
Malva sp. Especies ruderales y nitrófilas.
Myrtaceae
Eucalyptus globulus Labill. Aparece en repoblaciones y establecido por reclutamiento
espontáneo.
Oleaceae
Phillyrea angustifolia L. Coloniza los pinares.
Orobanchaceae
Cistanche phelypaea (L.) Coutinho subsp. phelypaea. Ünicamente aparece en las marismas y
la vera.
Oxalidaceae
Oxalis pes-caprae L. Especies ruderal.
Plantaginaceae (Especies de ruderales)
Plantago coronopus L. subsp. coronopus
Plantago lanceolata L.
Plumbaginaceae
Armeria pungens (Link) Hoffmanns. & Link. Coloniza el cordón litoral.
Limoniastrum monopetalum (L.) Boiss. Coloniza las marismas y la vera.
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Limonium algarvense Erben. Solo aparece en las marismas.
Limonium angustifolium (Tausch) Degen. Solo aparece en las marismas medias.
Limonium diffusum (Pourret) O.Kuntze. Solo aparece en las marismas.
Limonium ferulaceum (L.) Chaz. Solo aparece en las marismas altas y la vera.
Limonium ovalifolium (Poiret) O. Kuntze. Solo aparece en las marismas.
Pinaceae
Pinus pinaster Aiton. Especie de pino poco frecuente; únicamente en pinares costeros.
Pinus pinea L. La especies de árbol silvestre más abundante en Cartaya
Poaceae
Ammophila arenaria (L.) Link subsp. arundinacea H. Especie característica del cordón litoral
y la Flecha del Rompido.
Arundo donax L. Especie abundante en los cauces fluviales.
Avena sterilis L. Especie ruderal y arvense.
Brachiaria sp. En pastizales ruderales.
Brachypodium distachyon (L.) Beauv. Abundante en pastizales.
Briza maxima L. Abundante en pastizales.
Briza minor L. Abundante en pastizales.
Cynodon dactylon (L.) Pers. Forma pastizales en zonas húmedas.
Dactylis glomerata L. var. hispanica (Roth) Koch. Abundante en pastizales.
Elymus elongatus (Host) Runemark subsp. elongatus. Abundante en pastizales.
Elymus farctus (Viv.) Runemark ex Melderis subsp. boreali-atlanticus. Especie característica
del cordón litoral y la Flecha del Rompido.
Holcus lanatus L. Abundante en pastizales.
Hordeum marinum Hudson. Pastizales sobre suelos salobres.
Imperata cylindrica (L.) Raeuschel. Habita en pastizales.
Panicum repens L. Aparece en pastizales.
Paspalum paspalodes (Michx) Scribner. Aparece en pastizales.
Phragmites australis (Cav.) Trin. ex Steudel. Coloniza marisma s salobres y cauces fluviales.
Suele habitar en marismas con salinidad baja (<10 partes por millar) y con una frecuencia de
inundación menor al 10 % (Chambers et al. 2003), capaz de soportar una fuerte acidez en el
sustrato (Fyson 2000).
Piptatherum miliaceum (L.) Cosson. Aparece en pastizales ruderales.
Polypogon maritimus Willd. subsp. maritimus. En pastizales sobre suelos arenosos húmedos.
Polypogon monspeliensis (L.) Desf. Aparece en pastizales.
Puccinellia convoluta (Hornem.) Fourr. Especie de marismas mareales.
Puccinellia stenophylla Kerguélen. Especie de marismas mareales.
Spartina densiflora Brongn. Invasora de marismas mareales y vera de Cartaza.
Spartina maritima (Curtis) Fernald. Únicamente coloniza las marismas baja y media.
Spartina patens. Especie muy poco abundante en las marismas mareales.
Polygonaceae
Polygonum equisetiforme Sibth. & Sm. Coloniza marisma y cauces fluviales.
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Polygonum maritimum L. Aparece en el cordón litoral y las dunas de la Flecha del Rompido.
Polygonum persicaria L. Coloniza marismas salobres, dulces y cauces fluviales.
Rhamnaceae
Rhamnus lycioides L. subsp. oleoides (L.) Jahandie. Habita en los pinares de Cartaya.
Rosaceae
Rubus ulmifolius Schott. Coloniza tanto zonas húmedas de pinares como cauces fluviales y
marismas salobres.
Rubiaceae
Galium palustre L. var. elongatum (C. Presl) Lange. Habita en marismas salobres y dulces.
Ruppiaceae (plantas acuáticas de marismas)
Ruppia cirrhosa (Petagna) Grande
Ruppia sp.
Scrophulariaceae
Veronica anagalloides Guss. Coloniza marismas salobres y cauces fluviales.
Solanaceae
Datura stramonium L. Nitrófila y ruderal.
Solanum sodomeum L. Acompañante en dunas costeras.
Tamaricaceae (En marismas salobres y cauces fluviales, principalmente)
Tamarix canariensis Willd.
Tamarix sp.
Thymelaeaceae
Daphne gnidium L. Coloniza pinares.
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Typhaceae
Typha dominguensis (Pers.) Steudel. En cauces fluviales y marismas salobres.
Urticaceae
Urtica membranacea Poiret. Muy abundante en el cordón litoral y la Flecha del Rompido.
Zosteraceae
Zostera noltii Hornem. Ünicamente en marismas bajas.
Además de las especies registradas por Figueroa et al. (2003) hemos de citar la
presencia de Armeria gaditana Boiss, ya que es una especie propia de dunas costeras muy
escasa en las costas onubenses. Observamos una población en las dunas costeras situadas
junto a la marisma y el pueblo del Rompido, en el Paraje Natural. También aparece el híbrido
Sarcocornia perennis x fruticosa, a elevaciones intermedias entre las marismas baja y media
(Figueroa et al. 2003b).
Dentro de las especies del listado anterior, Figueroa et al. (2003) consideran de interés
especial seis taxones que, ‘por su rareza o escasa distribución, merecen una protección y
atención especial’. A continuación incluimos una breve descripción de cada uno de ellos:
1.- Spartina maritima (Curtis) Fernald. Es una planta típica de la costa atlántica de
Europa. En la Península Ibérica se desarrolla principalmente en los estuarios de la vertiente
atlántica. En las Marismas del Río Piedras y Flecha del Rompido aparecen extensiones
monoespecíficas de esta especie en buen estado de conservación. A partir de la cartografía
realizada por Figueroa et al. (2003) se ha cuantificado su área de ocupación en 0,75 km2,
principalmente en la zona sur de las marismas de la Dehesa, marismas del caño de la Rivera,
en las marismas del Catalán cerca de El Terrón y en la orilla derecha de la desembocadura del
rió Piedras en la Flecha del Rompido. Spartina maritima forma parte de las zonas
topográficamente más bajas de los estuarios andaluces. Vive sobre fangos intermareales, pero
siempre en suelos salinos y muy frecuentemente inundados por las mareas. También se puede
Agenda 21 de Cartaya
Figueroa et al.
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encontrar en zonas de marisma media, pero entonces su distribución es dispersa, mezclada
con las especies como Sarcocornia perennis subsp. perennis, Halimione portulacoides,
Puccinellia stenophylla, Suaeda maritima y Limonium angustifolium. En estas zonas su
abundancia es relativamente baja, al ser desplazada por otras especies. Spartina maritima
tiene la capacidad de favorecer la creación de nuevas zonas de marismas por medio de la
retención y acreción de sedimentos. Desde el punto de vista ecológico es fundamental su
papel como colonizadora primaria posibilitando los procesos naturales de sucesión por parte
de Sarcocornia perennis subsp. perennis. En este sentido, en las marismas de Cartaya se han
registrado evidencias de procesos de facilitación por Spartina maritima (Figueroa et al.
2003b).. Las poblaciones se encuentran amenazadas principalmente por la desaparición de su
hábitat por erosión. El principal agente de perturbación antrópico es el intenso oleaje
provocado por el tráfico marítimo. Las escasas poblaciones existentes, junto con la escasa o
nula viabilidad de sus semillas pueden derivar en una pérdida de diversidad genética. Estudios
de nuestro grupo de investigación sobre el estado de las poblaciones de esta especie en las
Marismas del Odiel indican que muchas poblaciones están en regresión por pérdida de hábitat
(Figueroa et al. 2000). Medidas que impidan la paulatina desaparición del hábitat de esta
especie son, en primer lugar, disminuir la velocidad de las embarcaciones que frecuenten la
zona para impedir que el oleaje genere taludes de erosión, en segundo lugar proteger con
pantallas o paneles de madera a modo de rompeolas, las zonas donde se estén formando o
haya taludes de erosión. La tercera medida pasaría por la prohibición de la captura de cebos
para pesca, de cangrejos, u otros recursos naturales en esta zona, intensificándose su
vigilancia. Por último, llevar a cabo transplantes de esta especie a áreas habitables con el fin
de contribuir a su expansión.
El hábitat donde se encuentra Spartina maritima está contemplado en la Directiva
Hábitat (Directiva 92/43/CEE) como Hábitat de Interés Comunitario: 1320 Pastizales de
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Spartina (Spartinion maritimi), aunque también podemos incluirlo en 1140 Llanos fangosos
o arenosos que no están cubiertos de agua cuando hay marea baja. Además, está clasificada
como “Especies sensibles a la alteración de su hábitat” en el Catálogo Regional de Especies
Amenazadas de la Flora del Principado de Asturias (Bueno 1997).
2.- Zostera noltii Hornem. Está presente en todo el litoral español, si bien en la
mayoría de los casos, en reducido número de poblaciones y de pequeño tamaño (Asturias,
País Vasco, Cantabria, Galicia, Andalucía, Mallorca, etc.). Se han encontrado tres poblaciones
de Zostera noltii en las marismas del Río Piedras y Flecha del Rompido, ocupando una
superficie de unas 0,75 ha, si bien la densidad es baja, pues no forma una pradera continua.
Vive en suelos fangosos, muy húmedos y de salinidad elevada. Su hábitat se reduce a las
cotas topográficas más bajas de las planicies fangosas intermareales, sin llegar a
profundidades superiores a 1.5 m durante una marea media, hecho que le confiere un interés
especial, al ser capaz de soportar numerosas horas sumergida. Debido al hábitat que ocupa,
uno de los factores de riesgo que presenta esta especie está en relación con el tráfico de
embarcaciones pesqueras y de recreo que transita por la marisma. La captura de cebos para
pesca, cangrejos, y otros recursos naturales, especies que se recolectan en las cotas
topográficas más bajas de las planicies intermareales, alteran el hábitat y las poblaciones de
Zostera noltii. Sería necesario acotar perimetralmente sus poblaciones concretas con el fin de
evitar el tránsito de embarcaciones y la captura de cebo en su interior y zonas próximas. Así
mismo, sugerimos la realización de trasplantes de Zostera noltii como medida para potenciar
su presencia. Zostera noltii está contemplada en el Plan de Acción para la Conservación de la
Vegetación Marina del Mar Mediterráneo del Convenio de Barcelona y está calificada como
Vulnerable en el Catálogo Regional de Especies Amenazadas de la Flora del Principado de
Asturias. El hábitat donde se encuentra Zostera noltii está contemplado en la Directiva
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Hábitat (Directiva 92/43/CEE) como Hábitat de Interés Comunitario: ‘1140 Llanos fangosos
o arenosos que no están cubiertos de agua cuando hay marea baja’.
3.- Aster tripolium subsp. pannonicus (Jacq.) Soó. Este taxón se encuentra en saladares
en el SO de la Península Ibérica y Baleares, rara en el litoral de Algeciras (Cádiz). Es un
taxón poco frecuente, que ha sido descrito en Andalucía en dos áreas; en la bahía de Algeciras
y en la costa onubense (Valdés et al. 1987). En las Marismas del río Piedras y Flecha del
Rompido es más frecuente observarla por las marismas de San Miguel y las marismas del
Prado. Se trata de un taxón que, en este Paraje, crece cercano a los bordes elevados de la red
de drenaje sobre suelos fangosos y salinos. Por tanto, ocupa niveles mareales relativamente
elevados. Generalmente, se encuentra formando parte de una de las comunidades con mayor
diversidad que se pueden encontrar en la marisma mareal, compuestas por Limoniastrum
monopetalum,
Halimione
portulacoides,
Sarcocornia
fruticosa,
Arthrocnemum
macrostachyum, Limonium angustifolium, Puccinellia stenophylla, Inula crithmoides y
Artemisia caerulescens, entre otras. Si bien esta comunidad es frecuente en la marisma no
siempre se observa a Aster tripolium en ella. La reducción de sus poblaciones puede venir por
un lado de la alteración de su hábitat. Se ha observado su desaparición en zonas que han
sufrido una alteración del régimen hídrico mareal de carácter antrópico donde aún están
presentes otras especies habituales de su comunidad. Y por otro, debido a la competencia
interespecífica con otras especies. Concretamente, la aparición de la gramínea invasora
Spartina densiflora en marismas mareales ejerce una fuerte competencia con las especies de
la citada comunidad. Para conservar su hábitat se debería evitar la alteración de la red de
drenaje natural. Por otro lado, en relación con la competencia con Spartina densiflora, se
propone la detención y erradicación de la expansión de esta última, pues se supone que con el
tiempo la gramínea podría extenderse por todo el estuario.
Agenda 21 de Cartaya
Figueroa et al.
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4.- Artemisia caerulescens subsp. caerulescens L. Ha sido descrita a lo largo del litoral
del Golfo de Cádiz y en las marismas de Doñana (Valdés et al. 1987). Esta especie se
encuentra en saladares y bordes mareales de marismas. Suelen vivir en la parte superior de los
taludes que bordean los canales de drenaje de las marismas, y que suelen tener cierto grado de
influencia mareal, pues necesitan suelos relativamente húmedos, sin encharcamiento
frecuente. Artemisia caerulescens generalmente se encuentra como acompañante en una
comunidad con alta diversidad específica, junto a Limoniastrum monopetalum, Halimione
portulacoides, Sarcocornia fruticosa, Limonium angustifolium, Inula crithmoides, Puccinellia
stenophylla y Aster tripolium, entre otras. Este taxón se localiza en las marismas del Piedras y
Flecha del Rompido en poblaciones muy dispersas, y con un bajo número de efectivos, que
oscila entre 2 a 5 ejemplares. Su área de ocupación potencial en las marismas es de unos 4,5
km2, y el número de individuos maduros no debe superar los 1800 en el área de estudio. La
modificación del régimen hidrológico mareal puede ser un hecho trascendental para su
conservación. La competencia interespecífica con la gramínea invasora Spartina densiflora
ejercería una fuerte competencia con las especies de la citada comunidad. Las medidas de
conservación pasan por conservar su hábitat natural, evitando la alteración de la red de
drenaje natural y eliminando a Spartina densiflora.
5.- Thymus carnosus Boiss. Especie endémica del suroeste de la Península Ibérica. En
España se localiza sólo en las costas de Huelva. Sus poblaciones suelen ocupar áreas extensas
en pinares y dunas litorales, próximas a marismas mareales. Generalmente con individuos
dispersos, suele estar acompañada de Armeria pungens, Artemisia crithmifolia, Malcolmia
littorea y Ammophila arenaria. Ha sido localizado en el límite SO del Paraje Natural de las
marismas del Piedras y Flecha del Rompido.
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Figueroa et al.
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Las poblaciones de Thymus carnosus se encuentran en zonas muy afectadas por la
expansión urbanística que no sólo provoca fragmentación en sus poblaciones sino también su
destrucción. Son zonas muy transitadas por veraneantes y bañistas con frecuentes vertidos de
basuras, poniendo en inminente peligro la viabilidad de esas poblaciones incluso en el interior
de áreas protegidas, y con acceso de vehículos hasta atravesar poblaciones como en el
extremo oeste de la Flecha del Rompido. Habría que evitar el aumento de la construcción en
estos espacios, así como ordenar, impedir y controlar el acceso de vehículos y personas a las
áreas ocupadas por esta especie. Se podría intentar la repoblación de más áreas interiores de la
Flecha donde desaparece rápidamente hacia el este. En la actualidad está calificada como
‘vulnerable’ por la Junta de Andalucía y ‘En Peligro’ por la UICN.
6.- Cistanche phelypaea subsp. phelypaea (L.) Coutinho. Está descrita a lo largo de
todo el litoral andaluz, en saladares, salinas y marismas saladas de áreas costeras del O y SO
de la Península Ibérica y del NO de África (VVAA 1980-2002). Coloniza bordes de caños.
Las especies más abundantes, dependiendo del tipo de zona, son Halimione portulacoides y
Limoniastrum monopetalum, mientras que en otro tipo de comunidades la especie más
abundante es Sarcocornia fruticosa, acompañada de una alta presencia de Halimione
portulacoides. Ambas comunidades poseen una elevada diversidad, apareciendo gran cantidad
de especies acompañantes; entre estas últimas podemos observar Limonium angustifolium,
Suaeda
maritima,
Spergularia
salina,
Puccinellia
stenophylla,
Arthrocnemum
macrostachyum, etc. Cistanche phelypaea subsp. phelypaea es un taxón raro. Aunque vive en
hábitats muy frecuentes en las marismas, como son los bordes de caños, su presencia es muy
baja. En las marismas del Piedras y Flecha del Rompido, cuando aparece, es de forma muy
aislada y con un efectivo de individuos muy escaso.
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4.3.3. Fauna vertebrada del Paraje Natural ‘Marismas del río Piedras y Flecha del
Rompido’.
4.3.3.1. Avifauna.
El Paraje Natural ‘Marismas del Piedras y Flecha del Rompido’ es un espacio natural
de gran importancia para las aves del entorno, situado en la desembocadura del río Piedras.
Las marismas del Piedras son el lugar de mayor concentración y riqueza de aves del Término
Municipal de Cartaya, con un total de 87 especies registradas en nuestro estudio. Entre las
aves censadas en la zona marismeña, hay 17 especies con alguna categoría de protección en
el libro rojo de los vertebrados de Andalucía (Tabla 4.3.4.1), de las cuales 6 son exclusivas de
esta unidad ambiental (sin incluir otras especies no detectadas en nuestro estudio pero citadas
en la zona anteriormente).
Además, la composición de especies varia a lo largo del año, encontrando grandes
concentraciones de algunas especies durante el invierno y pudiendo observar especies raras o
poco habituales en la zona durante las migraciones (prenupcial y postnupcial). En esta zona
húmeda, gran abundancia de aves encuentran sus recursos alimentarios necesarios para
permanecer en ella o reanudar sus migraciones.
La avifauna de las marismas de Cartaya está dominada por especies de limícolas y
láridos (gaviotas y afines), y la mayor parte de éstas no se encuentran en otros ecosistemas
presentes en el Término Municipal de Cartaya, al estar íntimamente asociadas a dicha unidad
ambiental.
Un buen lugar para observar los limícolas durante la pleamar, es desde el puente sobre
el río Piedras de la N-431, donde se concentran diversas especies de chorlitejos (Charadrius
sp.), correlimos (Calidris) y archibebes (Tringa), además de zarapitos reales (Numenius
arquata), andarríos chicos y grandes y cigüeñuelas (Himantopus himantopus), entre otros.
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Otro lugar de concentración durante la pleamar se encuentra junto a los cultivos acuícolas de
la marisma alta de San Miguel. Durante el invierno, se observan frecuentemente en los
esteros, canales principales y en la Ría del Piedras zampullines cuellinegros (Podiceps
nigricollis) y serretas medianas (Mergus serrator). Posados en los postes de madera situados
en el codo del río, se encuentran charranes patinegros y cormoranes grandes (Phalacrocorax
carbo) soleándose. Los cultivos acuícolas y el caño del Tendal son otros lugares donde se
concentran los limícolas durante la marea alta, formándose grandes bandos de archibebes
comunes (Tringa totanus) durante el invierno. Durante la marea baja se produce una
dispersión de los ejemplares de los lugares de concentración, apareciendo algunas isletas en
los canales que aprovechan las diferentes especies de limícolas (correlimos y chorlitejos
fundamentalmente), charranes patinegros (Sterna sandvicensis) y charrancitos (Sterna
albifrons).
En primavera, se reproducen en el interior de las balsas de cultivos marinos grandes
cantidades de laro-limícolos, entre los que destacan el charrancito (Sterna albifrons), la
avoceta (Recurvirostra avosetta), cigüeñuela (Himantopus himantopus) y el chorlitejo
patinegro (Charadrius alexandrinus). Existen citas de barnacla carinegra (Branta bernicla) y
havelda (Clangula hyemalis) invernando en la zona (Garrido Guil 1996).
Sobrevuelan las marismas del Piedras, principalmente en la ría y marismas aledañas,
importantes cantidades de láridos o gaviotas. La especie más común durante todo el año es la
gaviota patiamarilla o mediterránea (Larus cachinnans). Menos abundante en la zona es la
gaviota reidora (Larus ridibundus), reproduciéndose actualmente sólo de forma esporádica.
Sus poblaciones aumentan en invierno junto con otra especie de gaviota invernante en la
zona: la gaviota sombría (Larus fuscus). Esta gaviota, es la especie más abundante junto con
la patiamarilla.
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Existen en el interior del Paraje Natural una serie de pequeños bosques-islas de pinos
que acogen gran cantidad de paseriformes como jilgueros (Carduelis carduelis), verdecillos
(Serinus serinus), pinzones vulgares (Fringilla coelebs), mirlos (Turdus merula) o currucas
(Sylvia sp.). Una de las masas boscosas más importantes en cuanto a superficie y refugio para
algunas especies es la situada en los ‘Cabezos del Terrón’. Junto a esta, se encuentra el
complejo de las ‘Lagunas de Borreras’, donde se refugian y anidan en la vegetación palustre
asociada fochas comunes (Fulica atra), zampullin chico (Tachybaptus ruficollis), ánade real
(Anas platyrhynchos), cigüeñuelas (Himantopus Himantopus) y porrón común (Aythya
ferina). También se observan frecuentemente ardéidos como la garceta común (Egretta
garzetta), garcilla bueyera (Bubulcus ibis) o garzas reales (Ardea cinerea). Cruzando los
cultivos acuícolas en dirección a la Isla del Vinagre existe un bosquete de pinos con una
importante colonia de unas 200 garcillas bueyeras.
También se observan en las pequeñas lagunillas o charcas de la marisma de San
Miguel grupos de cigüeñuelas (Himantopus himantopus) y agachadizas comunes (Gallinago
gallinago) camufladas en las praderas de almajos. Además, encontramos en la marisma otras
especies ubicuas y propias de medios abiertos como la tarabilla común (Saxicola torquata),
bisbita común (Anthus pratensis), cogujada común (Galerida cristata), alcaudón real (Lanius
meridionalis), buitrón (Cisticola juncidis), abejarucos (Merops apiaster), etc.
A finales del otoño llegan importantes contingentes de algunos paseriformes
invernantes a la marisma como el petirrojo (Erytracus rubecula), el colirrojo tizón
(Phoenucurus ochruros), la lavandera blanca (Motacilla alba), el mosquitero común
(Phylloscopus collybita) o el pechiazul (Luscinia svecica). Se detectó un solo ejemplar de
pechiazul en la marisma de San Miguel en invierno. Esta especie es invernante en la zona y
se encuentra asociada a hábitats marismeños.
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Durante todo el año pueden verse con frecuencia espátulas (Platalea leucorodia)
recorriendo por sus márgenes los canales y esteros del Piedras con su característico
movimiento de cuello hacia un lado y otro removiendo el fondo en busca de alimento. La
especie se hace más abundante durante la estación reproductora, sobre todo tras el nacimiento
de los primeros pollos debido a las mayores distancias que recorre desde sus núcleos
reproductores de las marismas del Odiel.
Entre las rapaces diurnas, destacan 2 especies protegidas: águila pescadora (Pandion
haliaetus) y aguilucho lagunero (Circus aeruginosus). Además, es frecuente observar otras
rapaces como ratoneros comunes (Buteo buteo), cernícalos vulgares (Falco naumanni) y
águilas calzadas (Hieraaetus pennatus). Estas últimas son bastante raras en la zona.
Se observó un ejemplar de aguilucho cenizo (Circus pygargus) en verano
sobrevolando la marisma de San Miguel. Esta especie nidifica normalmente en cultivos de
cereal, aunque algunas parejas nidifican a veces en pastizales, vegetación palustre o marismas.
Sin embargo, es poco probable la nidificación de la especie en las marismas del Piedras ya
que sólo fue avistada en una ocasión. Es una especie vulnerable a la extinción.
El águila pescadora (Pandion haliaetus) fue observada en la mayoría de los casos en
los alrededores del embalse, con algunas observaciones en las marismas del Piedras.
El aguilucho lagunero (Circus aeruginosus) se distribuye por toda la marisma del
Piedras, avistándose más frecuentemente en las zonas con vegetación palustre de la marisma
alta. Es una especie en peligro de extinción según la UICN, localizada únicamente (dentro del
Término Municipal de Cartaya) en las marismas del Piedras.
Dentro de las rapaces nocturnas, se detectó la presencia de 4 especies: mochuelo
común (Athene noctua), cárabo común (Strix aluco), búho chico (Asio otus) y lechuza común
(Tyto alba). Es muy probable la presencia en la zona de la lechuza campestre (Asio
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flammeus), que sólo se avistó en la Flecha de El Rompido. La más abundante fue el mochuelo
común, presente en casi todas las manchas de pinos periféricas de la marisma. El resto de las
especies de rapaces nocturnas fueron escasas en la marisma.
Además de las especies registradas durante los muestreos de campo de nuestro estudio
en la Unidad Ambiental IV, se citan otras especies en las diferentes referencias bibliográficas
y censos consultados: pato colorado (Netta rufina), ánade rabudo (Anas acuta), avoceta
común (Recurvirostra avossetta), canastera (Glareola pratincola), aguja colipinta (Limosa
lapponica) y colinegra (Limosa limosa), correlimos gordo (Calidris canutus) y gaviota de
Audouin (Larus audouinii). De estas especies citadas en la zona, cinco tienen alguna categoría
de protección en el libro rojo: el pato colorado (Netta rufina), la avoceta común
(Recurvirostra avossetta), la canastera (Glareola pratincola), la aguja colinegra (Limosa
limosa) y la gaviota de Audouin (Larus audouinii).
En la Flecha de El Rompido fueron frecuentes los alcaravanes (Burhinus oedicnemus),
la perdiz roja (Alectoris rufa) y la urraca (Pica pica). En invierno hicieron aparición en gran
número especies como zorzales comunes (Turdus philomelos), bisbitas comunes (Anthus
pratensis) y mosquiteros comunes (Phylloscopus collybita). Se observó un ejemplar de críalo
(Clamator glandarius) en la base de la Flecha a principios de febrero, correspondiendo
probablemente a un migrador temprano. Además, la lechuza campestre (Asio flammeus) se
detectó en la Flecha del Rompido durante los muestreos de invierno.
4.3.3.2. Otros vertebrados.
En cuanto a los vertebrados terrestres no se llevaron a cabo censos específicos de
mamíferos, anfibios y reptiles. Sin embargo, se registraron numerosos avistamientos de
conejos (Oryctolagus cunniculus) en los ‘Cabezos del Terrón’ y zonas de matorral contiguas a
la marisma de San Miguel.
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También en los ‘Cabezos del Terrón’, existe una población de camaleones comunes
(Chamaeleo chamaeleon) según un estudio de la Junta de Andalucía (1990).
También se han encontrado rastros de nutria (Lutra lutra) en numerosos puntos de las
marismas de Cartaya. También se registró la presencia de la rata de agua (Arbicola sapirus),
de la cual se encontró un ejemplar atropellado en la carretera El Rompido – Cartaya junto al
caño de la Ribera. Estas dos especies aparecen protegidas por la Junta de Andalucía.
Finalmente, comentar que encontramos un ejemplar de tortuga boba (Caretta caretta;
perteneciente al Orden Quelonios) muerta en el primer corral de dunas de la Flecha de El
Rompido. Se encontró en avanzado estado de descomposición, por lo que no se pudo
determinar las causas de su fallecimiento. Es la especie de tortuga marina más común en las
costas andaluzas, ya que se reproduce en algunos lugares del Mediterráneo. Las amenazas que
acechan a esta especie son además de las redes, la pesca con palangre, que causa numerosas
víctimas de este arte pesquero. También se ven afectadas por ingestión de residuos sólidos. Su
conservación pasa por el estricto cumplimiento de la legislación pesquera y por la
concienciación de los pescadores. Un cambio en los materiales con los que se fabrican los
anzuelos de los palangres podría disminuir significativamente la muerte de estos animales
(Junta de Andalucía 2001).
4.3.4. Usos antrópicos en las marismas mareales del Paraje Natural ‘Marismas del
río Piedras y Flecha del Rompido’.
Las marismas mareales son ecosistemas de gran valor socio-económico como se ha
expuesto en la introducción de este capítulo. Desde hace siglos las ciudades se han establecido
en los estuarios. La proximidad al mar y la buena comunicación para el comercio fue uno de
los motivos para la construcción de puertos en estuarios. Ésta fue la razón principal para la
instauración de ciudades en las proximidades de las marismas mareales (Ranwell 1972). El
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caso del estuario del río Piedras no es una excepción, y en él podemos encontrar
asentamientos pesqueros como El Rompido.
La navegación es uno de los usos más importantes de las marismas mareales. Los
barcos utilizan las aguas de las marismas en sus desplazamientos. Desde el punto de vista
económico, los pescadores son uno de los gremios más importantes. Además de la flota
pesquera, otras embarcaciones hacen uso de las aguas de las marismas. Numerosos
particulares y turistas navegan por el estuario y disfrutan de los paisajes y enclaves singulares
del mismo. Existen numerosos aficionados a la navegación como actividad de recreo, y no es
raro observar pequeñas embarcaciones que utilizan las marismas como zonas de ocio. Otras
posibilidades de uso de la marisma es fomentar el desarrollo de escuelas de piragua, canoa y
pequeñas embarcaciones de vela.
La acuicultura es otra labor económica importante en las marismas mareales de
Cartaya en dos núcleos, uno situado junto a los ‘Cabezos del Terrón’ y otro en la marismas
alta de San Miguel. Se desarrolla principalmente en balsas de antiguas salinas tradicionales
abandonadas. Se podría aprovechar la existencia de estas actividades de acuicultura, así como
la puesta en marcha de salinas con métodos de explotación tradicional para promover el
turismo y diversificar así las actividades de los turistas en Cartaya.
Los ecosistemas marismeños atraen a los amantes de la naturaleza y en especial a los
ornitólogos (Adam 1990). La creciente afición por las aves hace que numerosos ornitólogos
elijan las marismas como zonas prioritarias a visitar. La riqueza de la avifauna de las
Marismas de Cartaya sirve como reclamo para numerosos seguidores de la vida de estos
animales. Especies tan escasas como la espátula (Platalea leucorodia) o el águila pescadora
(Pandion haliaetus), entre otras, pueden ser observadas en las marismas mareales de Cartaya.
Este privilegio debería de servir para concienciar a los gestores de la importancia que tiene la
conservación de una zona con tanto valor ecológico. Adam (1990) afirma que este tipo de
Agenda 21 de Cartaya
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‘turismo ecológico’ significa una fuente importante de ingresos para determinados
municipios.
Otra de las actividades productivas tradicionales desarrolladas en las marismas de
Cartaya es la recolección del cebo para pesca y marisqueo, en concreto el gusano poliqueto
conocido popularmente como ‘armiñoca’ (Nereis diversicolor). Son numerosos los
recolectores de este gusano en las marismas mareales. La captura de cebo es una actividad
tradicional en las y numerosos ceberos viven de este oficio. Pero hay que realizar una correcta
selección del sitio de recolección para evitar degradar la marisma. Existen numerosas zonas
donde el impacto de la recolección puede ser de muy baja intensidad, compatibilizándose con
la conservación de este espacio natural. Otros invertebrados también son recolectados con
fines económicos. El cangrejo Uca pugnax (conocido como ‘boca’) es recolectado en algunas
marismas de la zona para el consumo humano. Finalmente, la pesca es otra actividad que se
desarrolla en las marismas de Cartaya.
Desde hace siglos el ganado ha utilizado los enclaves de marisma para pacer.
Actualmente esta actividad es muy frecuente en el norte de Europa, el Este de Canadá y
Japón. Sin embargo, esta costumbre no está tan arraigada en el sur de Europa (Adam 1990).
Las cabras, las ovejas y los caballos son los animales que más suelen pastar en este tipo de
ecosistemas. En las marismas de Cartaya se ha registrado pastoreo a baja intensidad,
localizado puntualmente en la zona norte del estuario.
4.3.5. Problemática de conservación ambiental de las marismas mareales del Paraje
Natural ‘Marismas del río Piedras y Flecha del Rompido’.
Agenda 21 de Cartaya
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Las marismas son ecosistemas costeros de gran valor ambiental y son muy
susceptibles a pequeñas variaciones ambientales que pueden provocar la sustitución o
eliminación de comunidades biológicas (Castillo et al. 1997).
La subsidencia continental, una sedimentación vertical insuficiente, la subida del nivel
del mar y actividades antrópicas, como el tráfico de embarcaciones, un déficit de sedimentos
debido a la regulación del flujo de los ríos con pantanos y perturbaciones en el acarreo de
sedimentos por la deriva litoral debido a la construcción de espigones, han sido identificadas
como causas que provocan el deterioro de las marismas mareales (Castillo 2001). En la
mayoría de los casos, la erosión, junto a la ocupación y destrucción directa de hábitats por
cambios de usos, es el mecanismo principal por el que se producen más pérdidas en los
ecosistemas de marismas.
En las marismas mareales de Cartaya no se han registrado evidencias generalizadas
que apunten hacia la erosión como un problema importante en la conservación de estas
marismas, como si ocurre en las marismas de Punta Umbría y Huelva (Castillo 2001). Esta
menor erosión registrada en Cartaya probablemente se deba a la ausencia de tráfico de
grandes embarcaciones por sus canales, la no existencia de grandes avenidas fluviales debido
a la regulación del cauce de río Piedras mediante la presa, entre otras causas.
Los principales problemas en la conservación de las marismas de Cartaya detectados
durante este estudio son dos: (1) la invasión por parte del neófito sudamericano Spartina
densiflora; y (2) el vertido de plásticos provenientes de la agricultura y otros restos
inorgánicos, que afecta fundamentalmente a zonas de marisma alta y a la vera.
Spartina densiflora es una especie procedente de las marismas sudamericanas con alto
poder competitivo (Nieva 1996; Castillo et al. 2003). Esta especie clonal ha invadido grandes
extensiones de marismas en el estuario de los ríos Odiel, formando los conocidos
popularmente como ‘mares de Spartina’. En estas zonas Spartina densiflora provoca una
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disminución considerable de la biodiversidad y diversidad ecológica, ocupando prácticamente
la totalidad del espacio disponible y desplazando mediante competencia a especies autóctonas
(Nieva et al. 2001). En las marismas mareales de Cartaya la invasión de Spartina densiflora
no está aún muy desarrollada. Aparece invadiendo principalmente dos zonas, el sur junto a la
ría de El Rompido y al norte en la desembocadura del arroyo del Tariquejo y zonas próximas.
4.3.6. Recomendaciones de gestión ambiental de las marismas mareales del Paraje
Natural ‘Marismas del río Piedras y Flecha del Rompido’.
En vista de los resultados de este estudio, a continuación se exponen algunas medidas
de gestión de las marismas mareales de Cartaya encaminadas a su conservación.
1.- Lucha contra la invasión de Spartina densiflora. La invasión por parte del neófito
sudamericano Spartina densiflora es el problema de conservación más importantes en las
marismas de Cartaya. Es urgente la toma de medidas de gestión para luchar contra esta
invasión, entre las que podrían incluirse, tras experiencias pilotos en la zona, tratamientos
físicos (arrancarla directamente, cambios en la hidrodinámica) y/o químicos (herbicidas).
2.- Limpieza periódica de la basura inorgánica (plásticos, neumáticos, etc.) acumulada
normalmente en las zonas de marisma alta y la vera. No deben eliminarse los restos orgánicos
que también son acumulados en estas zonas ya que introducen heterogeneidad espacial
pudiendo originar hábitats para especies específicas de estas zonas alteradas. Este efecto ha
sido descrito en Aster laurentianus en marismas canadienses (Reynolds & Houle 2003) y en
Suaeda maritima (especie presente en las marismas del Cartaya) en Francia (Tessier et al.
2002) , entre otras muchas especies. Además la presencia de restos orgánicos en el sedimento
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puede provocar cambios en la comunidad de macro-invertebrados a pequeña escala (Rossi &
Underwood 2002).
Por otro lado, la alteración de estas zonas por la acumulación de restos orgánicos
podría haber favorecido el inicio de la colonización por parte de Spartina densiflora en zonas
puntuales, como ha sido descrito para Phragmites australis en marismas norteamericanas
(Minchinton 2002).
3.- Control de los perros sueltos que circulan por algunas zonas de las marismas
Cartaya. En algunas cercanas a asentamientos humanos, como las explotaciones de
acuicultura, existen perros sueltos. Estos animales pueden llegar a causar daños graves en
numerosas especies de la fauna marismeña.
4.- Instalación de un vivero de plantas de marisma. Actualmente existe una demanda
creciente de plantas de marisma para proyectos de creación y restauración de ecosistemas, y
son muy pocas las especies halófitas disponibles en los viveros convencionales. Las marismas
de Cartaya ofrecen grandes extensiones idóneas para la instalación de un vivero de halófitas.
Esta iniciativa pondría en valor los recursos naturales de este sistema de marismas, creando
unas instalaciones únicas, al menos, en el ámbito andaluz y de la Península Ibérica. La
instalación de este vivero debería realizarse tras un estudio de tallado sobre la localización
más idónea y sus posibles impactos ambientales.
5.- Control de las zonas de cultivo adyacentes a las marismas, con el objetivo de
impedir que éstas invadan zonas de marisma alta y vera. Es en estas áreas de marisma alta y
en la vera donde aparecen muchas especies singulares de halófitas que suelen sufrir de la
destrucción de su hábitat por actividades antrópicas cercanas. Deben colocarse postes de
Agenda 21 de Cartaya
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señalización y cartelería que delimitaran claramente las zonas de cultivo y las zonas de
marisma alta a conservar.
6.- Promoción del turismo relacionado con las zonas de marisma. Se podría
aprovechar la existencia de estas actividades de acuicultura, así como la puesta en marcha de
salinas con métodos de explotación tradicional, para promover el turismo y diversificar así las
actividades de los turistas en Cartaya. También pueden promoverse actividades recreativas y
deportivas como la pesca o la navegación. Además, la colocación de carteles de educación
ambiental en zonas de marisma informando de los valores ecológicos de este ecosistema y la
construcción de observatorios para las aves también mejorarían las infraestructuras para el
turismo en estas zonas.
7.- Creación de un centro de interpretación medioambiental de las marismas de
Cartaya. Esta medida está estrechamente relacionada con la anterior ya que este centro
constituiría un atractivo para el turismo, además de favorecer el acercamiento y conocimiento
de las marismas por parte de los habitantes de Cartaya. En este sentido se ha desarrollado una
iniciativa similar en el Término Municipal de Lepe con la creación del aula marina ‘El
Terrón’. Se trata de un centro de interpretación litoral cuyos patronos son la Mancomunidad
de Islantilla y los Ayuntamientos de Lepe e Isla Cristina.
8.- Promover el seguimiento de sistemas de gestión medioambiental en las diferentes
explotaciones de acuicultura instaladas en las marismas de Cartaya. Para ver las directrices de
estos sistemas de gestión consultar el manual de gestión ambiental de acuicultura litoral en
Andalucía (Junta de Andalucía 2002).
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9.- Desarrollar medidas en pro de la conservación de las cinco especies vegetales más
amenazadas de las marismas mareales de Cartaya. Estas cinco especies son Spartina
maritima, Zostera noltii, Aster tripolium subsp. pannonicus, Artemisia caerulescens subsp.
caerulescens y Cistanche phelypaea subsp. phelypaea. Entre estas medidas podría estar el
realizar trasplantes para la creación de nuevas poblaciones, la lucha contra la invasión de
Spartina densiflora y la restauración de la dinámica de inundación mareal en zonas alteradas.
También es importante el desarrollo de investigaciones científicas que profundicen en el
conocimiento de estas especies, actualmente muy limitado.
9.- Desarrollar medidas para conservación de las aves amenazadas de las marismas
mareales de Cartaya, y en concreto del aguilucho lagunero occidental (Circus aeroginosus) y
el chorlitejo patinegro (Charadrius alexandrinus), ambas catalogadas como ‘En Peligro’ por
la Junta de Andalucía (2001).
Finalmente, comentar, que para que estas medidas de conservación de la Naturaleza
llegaran a su fin, es esencial involucrar a la población en su desarrollo y mantenimiento,
haciéndola participes de las mismas. De esa manera los grupos sociales tendrían la
oportunidad de colaborar en la gestión de las marismas, haciéndoles pensar en su pasado y en
su futuro y ofreciéndoles la posibilidad de desarrollar una relación armoniosa y provechosa
con el medio ambiente.
4.4.- DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
En el Paraje Natural ‘Marismas del río Piedras y Flecha del Rompido’ se integran
principalmente 6 unidades ambientales de Cartaya: la Flecha del Rompido, el cordón litoral,
Agenda 21 de Cartaya
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la vera, las marismas mareales, el pinar – sabinar costero y los cultivos. En este capítulo se
han analizado todas conjuntamente ya que se integran en una misma unidad de gestión como
es el espacio protegido cuya gestión depende directamente de la Junta de Andalucía. Sin
embargo, en este capítulo nos hemos centrado en las marismas mareales al constituir el
ecosistema más abundante en el Paraje y ya que hemos tratado o trataremos las demás
unidades ambientales en capítulos independientes. Aún así, todas las unidades ambientales
presentes en el Paraje conformar un mosaico de hábitats estrechamente relacionados y muy
heterogéneo. En cada uno de estos hábitats que conforman el mosaico existen a su vez
microhábitats, condicionados por factores ambientales como la microtopografía, la anoxia y la
salinidad.
Las Marismas mareales son ecosistemas que suelen presentar una heterogeneidad
espacial muy acusada, debido a cambios topográficos que condicionan la influencia mareal y
determinan la existencia de gradientes ambientales muy acusados (Adam 1990). Estos
gradientes ambientales recorren la marisma desde los canales hacia las zonas interior más
elevadas, así como desde la desembocadura de los ríos hacia el interior. Esta heterogeneidad
ambiental se refleja en cambios en la composición de las comunidades vegetales con
variaciones micro-topográficas de tan solo unos pocos centímetros (Castillo et al. 2000c).
Esta heterogeneidad espacial ha sido puesta en evidencia en las marismas de Cartaya, donde
las comunidades vegetales cambian tanto a lo largo de los gradientes altitudinales como a lo
largo del cauce del río Piedras y sus afluentes. En las marismas situadas al sur dominaban las
especies halófitas casi exclusivamente, principalmente las familia Poaceae (gramíneas) y
Chenopodiaceae (Quenopodiáceas; géneros Salicornia, Sarcocornia, Arthrocnemum y
Suaeda, principalmente), mientras que en las situadas al norte abundaban especies glicófitas e
hidrófilas y las halófitas eran menos abundantes.
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Por otro lado, las marismas mareales no son sistemas estáticos. Todo lo contrario,
están sujetas un gran dinamismo que afecta desde al sustrato sobre el que se asientan hasta a
los seres vivos que en ellas habitan. Así, el desarrollo de las marismas está condicionado por
la dinámica sedimentaria. Conforme una marisma evoluciona se origina una red dendrítica de
drenaje, a través de la cual circula la marea (principal fuente subsidiaria de energía de estos
ecosistemas) (Rubio 1986). Esta influencia mareal es la característica ambiental principal y
condiciona la distribución espacial (zonación) y temporal (sucesión) de los organismos. En su
evolución natural a lo largo de un lento proceso, las marismas tienden a colmatarse, hasta que
finalmente acaban independizándose de la marea. Posteriormente, el lavado con agua dulce
provoca su desalinización, originando marismas de agua más o menos salobre, que en el
Término Municipal de Cartaya presentan un contraste estacional muy marcado debido a la
fluctuación de las precipitaciones del clima Mediterráneo. Una evidencia clara del dinamismo
de las marismas mareales es la creación continuada de nuevas marismas a lo largo de la
Flecha del Rompido, a su vez que se van colmatando con arenas.
Las marismas mareales costeras poseen un gran valor ambiental por tratarse de
ecosistemas muy limitados en su distribución, ya que sólo aparecen en zonas muy específicas.
No es de extrañar que casi todas las marismas andaluzas se encuentren incluidas en dentro de
algún Espacio Natural Protegido. Las marismas mareales de Cartaya son un sistema de gran
valor socio-económico. En ellas se desarrollan diferentes actividades productivas y
recreativas, como la pesca, el marisqueo, la captura de cebo, actividades portuarias, etc.
Además, debido a los valores ambientales, los ecosistemas de marisma son una riqueza
natural para municipios como el de Cartaya, ya que pueden llegar a ser punto de atracción de
un turismo ecológico de calidad. El Término Municipal de Cartaya tiene el privilegio de
contar grandes extensiones de marismas mareales. La existencia de este tipo de ecosistema en
un Término Municipal contribuye a engrandecer los valores ambientales del mismo.
Agenda 21 de Cartaya
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Son varios los cauces fluviales de la red fluvial de Cartaya cuyas cuencas fluviales
drenan zonas agrícola, como los arroyos del Tariquejo, del Legrete, de la Pozuela o del
Sorbijo. En algunas zonas de marisma cercanas a las desembocaduras de estos arroyos hemos
detectados evidencias indirectas de una aportación de nutrientes mayor de la habitual, como el
crecimiento sobredimensionado de diferentes especies vegetales de marisma. Probablemente,
las aguas de escorrentía y subterráneas acaben transportando a las marismas a través de la red
de drenaje nutrientes y otras sustancias provenientes de los campos de cultivo. De esta manera
las marismas mareales de Cartaya actuarían como sumideros biogeoquímicos y las zonas
agrícolas como fuentes, siendo la red fluvial un sistema comunicador. En este marco,
destacamos la capacidad de las marismas mareales para la depuración de aguas residuales.
Juncus sp. y Phragmites australis, ambas presentes en las marismas de Cartaya, han sido
descritas como especies depuradoras de aguas residuales ricas en materia orgánica (Abissy &
Mandi 1999; Luderitz & Gerlach 2002). Estos aspectos relacionados con los ciclos
biogeoquímicos serán desarrollados más profundamente en el Informe Final cuando tratemos
las áreas de cultivo.
Las condiciones abióticas tan especiales de las marismas mareales de Cartaya, como la
inundación mareal o la salinidad, favorecen la implantación de comunidades vegetales
características de estos sistemas. Son numerosas las especies vegetales y animales que
únicamente encuentran sus hábitats en estos enclaves marismeños. El mosaico de manchas de
vegetación que se puede contemplar en las marismas de Carataya es un ‘privilegio ecológico’
del que todos los habitantes del Municipio deberían de estar orgullosos.
Hemos puesto de manifiesto como el mosaico de hábitats de las marismas de Cartaya
alberga especies vegetales y animales singulares y de interés especial desde puntos de vista
ecológico y socio-económico.
Agenda 21 de Cartaya
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Entre las especies vegetales de las marismas de Cartaya destacan por su singularidad:
(1) Spartina maritima, una gramínea de enorme relevancia en los procesos ecológicos y que
se encuentra en recesión en toda Europa, siendo, sin embargo, muy común en Cartaya; (2)
Zostera noltii, como S. maritima una especie de marisma baja que estabiliza los sedimentos y
que también parece ser muy poco frecuente en las marismas andaluzas; (3) Aster tripolium
subsp. pannonicus, Artemisia caerulescens subsp. caerulescens y Cistanche phelypaea subsp.
phelypaea, tres especies propias de zonas de marisma media muy escasas en las marismas
andaluzas y que, sin embargo, son relativamente frecuentes en Cartaya. Los datos escasos que
se tienen sobre especies como las anteriormente mencionadas sugieren el estudio de las
mismas, con el fin de desarrollar estrategias efectivas para su conservación. La plantación en
parcelas piloto de estas especies de marisma favorecería su conservación.
En el caso de la fauna de las marismas de Cartaya, presenta especial importancia la
comunidad de aves. Las marismas proporcionan lugares para la reproducción y alimentación a
numerosas especies. Como todo humedal, las marismas costeras son habitadas por un gran
número de aves y, además, son utilizadas por muchas especies migratorias. Numerosos
grupos de aves se ven representados entre los integrantes de la marisma. Entre las aves de las
marismas de Cartaya aparecen 17 especies protegidas, cinco de las cuales únicamente habitan
en las marismas. Entre estas destacan por estar catalogadas ‘En Peligro’ por la Junta de
Andalucía: (1) el aguilucho lagunero occidental (Circus aeroginosus) que debería de ser un
símbolo para la conservación de los valores ambientales del Término Municipal de Cartaya; y
(2) el chorlitejo patinegro (Charadrius alexandrinus).
En general, el estado de conservación de las marismas mareales de Cartaya es bueno, a
pesar de que comienzan a ser afectadas por la invasión de la gramínea Spartina densiflora, su
mayor amenaza. Un problema como la erosión que es muy grave en estuarios vecinos como el
de los ríos Odiel y Tinto no es importante en el estuario del río Piedras.
Agenda 21 de Cartaya
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Sin embargo, es importante atajar cuanto antes el problema principal que amenaza a la
conservación de las marismas de Cartaya, la invasión por parte de Spartina densiflora.
Spartina densiflora es una especie procedente de las marismas sudamericanas con alto poder
competitivo (Nieva 1996; Castillo et al. 2003). Esta especie clonal ha invadido grandes
extensiones de marismas en el estuario de los ríos Odiel, donde muestra un rango ecológico
muy amplio (Nieva et al. 2001). Lo mismo se ha observado en las marismas de Cartaya,
donde coloniza desde zonas de marismas baja-media hasta las marismas más altas y la vera,
apareciendo tanto al sur como al norte del estuario. En algunas zonas del norte S. densiflora
llegó a formar los denominados localmente ‘mares de Spartina’, donde llega a ocupar
prácticamente todo el espacio disponible (Rubio 1987). En estas zonas Spartina densiflora
provoca una disminución considerable de la biodiversidad y diversidad ecológica,
desplazando mediante competencia a especies autóctonas (Nieva et al. 2001). Así, la invasión
de Spartina densiflora podría estar provocando la ausencia de especies típicas de zonas de
marisma media como las compuestas Aster tripolium subsp. pannonicus, Artemisia
caerulescens subsp. caerulescens,
Cistanche phelypaea subsp. phelypaea o Artemisia
crithmifolia y las plumbagináceas del género Limonium, como Limonium sinuatum. La
bundancia de S. densiflora en la zona norte del estuario donde desembocan varios arroyos
podría estar auspiciada por salinidades bajas que favorecen a esta especie (Nieva et al. 1999;
Nieva et al. 2003). En general, en las marismas de Cartaya la invasión del neófito
sudamericano no está muy avanzada lo que podría facilitar su erradicación. Aún así, es
imprescindible y urgente poner en marcha acciones directas para el control y la eliminación
de Spartina densiflora con el fin de conservar la biodiversidad de la zona.
Respecto a la distribución de las diferentes unidades ambientales en el Término
Municipal de Cartaya comentar el papel clave y esencial que muestran tanto la Flecha del
Rompido como las marismas y la vera en el mantenimiento del Cinturón Verde de Cartaya.
Agenda 21 de Cartaya
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Estos tres ecosistemas, acompañados de los pinares adyacentes, constituyen la zona oeste y
sur del Cinturón Verde, que en la zona este y norte se completa con los pinares de Cartaya.
Esto hace que la conservación de las marismas, la vera y la Flecha del Rompido sea esencial
en el mantenimiento de la conectividad ecológica y paisajísticas de Cartaya.
CONCLUSIONES:
1. Las Unidades Ambientales I (Flecha del Rompido), IV (marismas mareales) y VI
(vera), así como otros ecosistemas adyacentes incluidos en el Paraje Natural
‘Marismas del río Piedras y Flecha del Rompido’, como el cordón litoral, los pinares y
los cultivos, conforman un enclave único dentro del Término Municipal de Cartaya.
2. Sus características especiales, tanto bióticas como abióticas, y su elevada
heterogeneidad ambiental les confieren una gran importancia a nivel de la costa
andaluza.
3. Las Marismas de Cartaya y sus ecosistemas limítrofes son y pueden llegar a ser muy
importantes en el desarrollo socioeconómico del Municipio, en sectores como
turístico. En este sentido se ha detectado una falta de infraestructuras turísticas y
recreativas en las marismas.
4. En las marismas y la vera de Cartaya y la Flecha del Rompido aparecen una serie de
comunidades vegetales y animales que no se encuentran en ninguna de las otras
unidades ambientales del Término Municipal. Muchas especies son exclusivas de
estos ecosistemas y, por tanto, tienen un alto valor ecológico. Algunas de ellas podrían
encontrarse en regresión o son muy escasas a nivel andaluz y deberían llevarse a cabo
actividades para su conservación.
Agenda 21 de Cartaya
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5. En el caso de la fauna, las marismas mareales destacan por los invertebrados de interés
económico (el gusano Nereis diversicolor y el cangrejo Uca pugnax, por ejemplo) y
por la riqueza de la avifauna. Diecisiete especies de aves se encuentran protegidas bajo
alguna categoría. Multitud de especies utilizan las marismas mareales como refugio,
zonas de alimentación y zonas de reproducción.
6. Las especies vegetales más singulares fueron Spartina maritima y Zostera noltii en la
marisma baja, y Aster tripolium subsp. pannonicus, Artemisia caerulescens subsp.
caerulescens, Cistanche phelypaea subsp. phelypaea en la marisma media.
7. El principal problema de conservación de las marismas mareales y la vera de Cartaya
es la invasión por parte del neófito sudamericano Spartina densiflora. Deben tomarse
medidas urgentes con vistas a su erradicación.
5. UNIDAD AMBIENTAL XI. RED FLUVIAL Y RIBERAS DE
CARTAYA.
5.1. INTRODUCCIÓN Y OBJETIVOS
Los cauces fluviales poseen una gran relevancia ecológica. Entre sus funciones
ecológicas destacamos el ser hábitat de especies animales y vegetales singulares que no
colonizan otros ambientes (Townsend et al. 2004; Tsui & Hyde 2004). Tanto dentro del agua
como en las orillas del cauce se establece una gran variedad de microhábitats que son
ocupados generalmente por organismos específicos, siendo los ríos centros de biodiversidad.
Así, los cauces fluviales establecen en sus orillas mosaicos dinámicos de hábitats terrestres
y/o acuáticos (Tockner et al. 2003). A lo largo de los cauces fluviales varían espacial y
temporalmente muchas de sus características físico-químicas, como la temperatura (Arscott et
Agenda 21 de Cartaya
Figueroa et al.
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al. 2001), que a su vez determinan la distribución de los organismos. Las zonas riparias que
se establecen frecuentemente en los márgenes fluviales constituyen ecotonos laterales entre la
tierra y el agua. Así, la especificidad y singularidad de las comunidades vegetales y animales
de los cauces fluviales se debe principalmente a las características medioambientales tan
especiales que poseen estos ecosistemas marcadas principalmente por la presencia de agua.
Esta característica es especialmente importante en zonas bajo clima mediterráneo, como el
Término Municipal de Cartaya, donde se produce un periodo seco importante durante el
verano. En estos ambientes mediterráneos son muy abundantes los paisajes agrícolas y las
zonas riparias que atraviesan la matriz agrícola como elementos lineales son básicas para el
mantenimiento de la biodiversidad, tal y como ha sido puesto en evidencia en el suroeste de la
Península Ibérica (Corbacho et al. 2003).
Por otro lado, las llanuras de inundación adyacentes a los cauces fluviales actúan como
zonas amortiguadoras de las avenidas fluviales que pueden llegar a causar daños graves sobre
infraestructuras e incluso vidas humanas. Estas avenidas son frecuentes en los cauces fluviales
mediterráneos donde la marcada estacionalidad determina la existencia de lluvias torrenciales
durante parte del año. En estas zonas es importante tener en cuenta la naturaleza de las
actuaciones antrópicas en las cercanías de los cauces fluviales para no aumentar el riesgo de
inundaciones (Piegay & Bravard 1997). Los organismos autóctonos propios de los ríos que se
encuentran bajo clima mediterráneos están adaptados a las variaciones en el caudal
determinadas por la marcada estacionalidad climática, por lo que una modificación de estas
condiciones puede afectarlos negativamente y favorecer a especies exóticas invasoras
(Bernardo et al. 2003).
Además, los cauces fluviales son medio de transporte, almacenamiento y producción
de nutrientes y materia orgánica e inorgánica hacia lagos, marismas y masas oceánicas (Lucas
et al. 2002), conectando así las redes tróficas fluviales, estuarinas y marinas (Darnaude et al.
Agenda 21 de Cartaya
Figueroa et al.
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2004). De esta manera actúan como nexos de unión e interrelación entre diferentes
ecosistemas y cumplen un papel muy importante en los diferentes ciclos biogeoquímicos. En
este sentido, los cauces fluviales pueden actuar como medios de depuración natural de aguas
excesivamente cargadas de contaminantes como la materia orgánica. La capacidad de
depuración de un cauce depende de la carga contaminante de recibe (tanto de aspectos
cuantitativos como cualitativos de la misma) (Marti et al. 2004). Frecuentemente, el uso de
productos agroquímicos en zonas de cultivo adyacentes a los cauces fluviales, las aguas de
desecho de instalaciones ganaderas y núcleos urbanos, así como aguas provenientes de
centros industriales suelen ser el origen de una excesiva carga de nutrientes en las aguas (Kao
et al. 2003; Magner et al. 2004). Por otro lado, los ríos aportan los sedimentos necesarios para
la formación de las playas arenosas que constituyen el mayor atractivo de la costa onubense.
En este sentido de unión entre diferentes ecosistemas dentro del paisaje, los cauces
fluviales también son frecuentemente utilizados como corredores ecológicos por especies
animales y vegetales. El ejemplo más claro de este proceso sería la migración de los peces a
lo largo de los cauces fluviales. Pero los cauces fluviales también suelen ser utilizados por
mamíferos y aves que los usan como recorridos más o menos lineales para sus
desplazamientos (Kajak 1993). El Plan Director de Riberas de Andalucía (Junta de Andalucía
2003) identifica
a los cauces fluviales como ‘herrameintas de conectividad’ entre
‘poblaciones de flora y fauna silvestre facilitando el intercambio genético, y servir a su vez de
refugio y zonas de alimentación, sobretodo en aquellos espacios más antropizados’.
Además de las importantes funciones ecológicas, los cauces fluviales también
cumplen funciones socio-económicas destacadas, por ejemplo como atrayente de turismo de
calidad que busca Naturaleza bien conservada o el aporte de recursos hídricos para el
consumo humano, las industrias y la agricultura.
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Los ríos y, en general y por extensión, las zonas húmedas, constituyen uno de los
elementos del territorio más amenazados en cuanto a su propia esencia y existencia debido a
su elevado índice de vulnerabilidad frente a innumerables factores de origen antrópico
directos o indirectos: vertidos, cambios de usos de suelo, regulación de caudales,
canalizaciones, extracción de áridos, etc. (Argüelles et al. 2002). No son pocos los ríos y
arroyos europeos que han ido perdiendo parte de su funcionalidad en los últimos años, debido
fundamentalmente a la alteración de su cauce debido a la construcción de infraestructuras y a
la contaminación de sus aguas. Entre estas alteraciones está la pérdida de brazos secundarios
que recorren la llanura de inundación donde se establecen zonas riparias en las que habitan
especies que no lo hacen en el cauce principal (Schropp & Bakker 1998). Otros riesgos de
degradación de los cauces fluviales y las zonas húmedas asociadas a ellos es la competencia
que por los recursos hídricos ejercen los cultivos y las industrias, fundamentalmente (Brinson
& Malvarez 2002) o la introducción de especies exóticas animales (Hargrave & Gido 2004) y
vegetales (Templer et al. 1998). Por otro lado, dado el carácter marcadamente lineal de los
cauces fluviales, éstos suelen extenderse por áreas no muy amplias y en ellas suelen aparecer
especies con distribución muy limitada localmente, lo que les puede hacer especialmente
sensibles a la fragmentación del territorio.
Frente a esta degradación ecológica de los cauces fluviales se está desarrollando,
basada en conocimientos científicos, una tecnología orientada a la restauración de las zonas
húmedas degradas (Kao et al. 2003; Shields et al. 2003; Chen et al. 2004; Decamps et al.
2004). Para conservar los cauces fluviales también es importante una estrategia de gestión
integrada que tenga en cuenta todos los elementos que influyen en el cauce (usos del territorio
en zonas de cuenca, proyectos de urbanización ye infraestructuras, depuración de aguas
residuales, etc.) y que se realice a diferentes escalas espaciales y temporales con objetivos
parciales a corto, medio y largo plazo (Meybeck 2001).
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Algunos de estos hábitats fluviales, como los estanques temporales mediterráneos o
los ríos mediterráneos con caudal intermitente, están incluidos como hábitats naturales de
interés comunitario para cuya conservación es necesario designar zonas especiales de
conservación según la Directiva de Hábitat de la Unión Europea (1992). Además, el Plan
Forestal Andaluz establece la necesidad de conservar y proteger las riberas, la Agenda 21 de
Andalucía establece medidas para mejorar la calidad ambiental de las riberas a su paso por
núcleos urbanos y el Plan de Medio Ambiente promueve la recuperación de riberas
degradadas con el objetivo de potenciar su uso público.
Por otro lado, algunas de las especies que habitan en los cauces fluviales y sus orillas
aparecen protegidas por las administraciones y/o formando parte de las especies endémicas,
como Hydrocharis morsas-ranae, planta acuática protegida como ‘vulnerable’ que
únicamente ha sido registrada en Andalucía en aguas permanentes, dulces y tranquilas del
Parque Nacional de Doñana (Junta de Andalucía 2000b) o la nutria (Lutra lutra).
Dada la escasez de zonas húmedas (arroyos, ríos, marismas dulces, llanuras de
inundación, etc.) bien conservadas en la región mediterránea, muchas de ellas han sido
destruidas o degradas, y la importancia de las mismas, éstas deben ser protegidas
especialmente. Algunos cauces fluviales están siendo tratados especialmente en zonas
relativamente cercanas al Término Municipal de Cartaya, como es en caso del cauce del
Guadiamar y zonas aledañas en las que se ha establecido un corredor verde bajo la figura de
Paisaje Protegido.
En Andalucía, Huelva es una de las provincias andaluzas privilegiadas por la
existencia de un gran número de cauces fluviales que desde el Andévalo y las sierras norte
van a desembocar al océano Atlántico. Entre éstos destacan los ríos Guadiana, Piedras, Odiel
y Tinto y Guadalquivir y numerosos arroyos de menor entidad. El Término Municipal de
Cartaya, en concreto, es un enclave que cuenta con una elevada densidad de pequeños
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arroyos, tanto temporales como permanentes, y con el río Piedras en su frontera oeste,
embalsado al norte del Término. Algunos de estos arroyos desembocan directamente en la ría
del Piedras, como los arroyo Culata y del pino, mientras que la mayoría lo hacen en las
marismas del mismo río, entre los que destaca por su caudal el arroyo del Tariquejo. En el
Primer Informe Parcial de este convenio se consideró que los cauces fluviales y riberas de
Cartaya debían constituir, dada su importancia ecológica y socio-económica y su singularidad
eco-paisajística, una unidad ambiental específica, la Unidad Ambiental XI.
El objetivo principal de este estudio es analizar el estado actual de conservación de los
cauces fluviales del Término Municipal de Cartaya. Para ello se llevaron a cabo los siguientes
objetivos parciales:
1. Estudio de la vegetación y la flora asociada a los cauces fluviales. La composición
y riqueza de especies vegetales nos da una información esencial a la hora de
analizar el estado de conservación de las zonas húmedas, así como de su
vulnerabilidad.
2. Estudio de la fauna de vertebrados (aves, mamíferos y reptiles) asociada a los
cauces fluviales. La fauna de vertebrados es un componente muy importante a la
hora de establecer la calidad ambiental de un ecosistema, ya que su mantenimiento
es un elemento esencial para conseguir un equilibrio natural sostenible.
3. Estudio de los usos antrópicos a lo largo de los cauces fluviales. En esta sección se
analizan los usos que el hombre hace de los cauces y como éstos afectan a la
conservación del ecosistema.
4. Identificación de los principales impactos ambientales que recibe la red de cauces
fluviales de Cartaya y los problemas de conservación derivados de ellos.
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Finalmente, los datos recogidos en los muestreos de campo durante este estudio fueron
discutidos en relación a bibliografía científica actualizada y utilizando como fuente de
información básica el Plan Director de Riberas de Andalucía (Junta de Andalucía 2003) en el
que se analizan tres cauces fluviales y sus riberas en Cartaya: el río Piedras y los arroyos del
Tariquejo y el Sorbijo.
5.2. MATERIALES Y MÉTODOS.
5.2.1. Delimitación de la Unidad Ambiental XI. Cauces fluviales.
En esta unidad ambiental se incluyeron tanto los cauces fluviales como las zonas
próximas a los mismos incluidas en zona de uso público según la Ley del Agua (29/1985) en
su artículo nº 6 y el Real decreto 1/2001 de 20 julio. Ambas leyes establecen una franja de 5
metros de anchura a cada lado del cauce medido desde la máxima crecida en los últimos diez
años, denominada ‘Dominio Público Hidráulico’. Los cauces fluviales que discurrían en el
interior de las grandes masas forestales de Cartaya (pinar – sabinar costero y pinares interiores
sur y norte) no fueron incluidos en esta unidad ambiental, siendo tratados en las unidades
ambientales forestales en las que se integran. Entre estos destacan los arroyos de Culata, del
Pino y de la cañada Velasco, en el pinar – sabinar costero, y los afluentes del arroyo del
Tariquejo (cañada de Dos Hermanos y arroyos de Landerillo y Lolo), en el pinar interior
norte. Tampoco se incluyen en esta unidad ambiental las marismas del río Piedras protegidas
en bajo la figura de Paraje Natural que son tratadas en este informe como una unidad
ambiental específica debido a su singularidad e importancia. De esta manera en esta unidad
ambiental se incluyeron aquellos cauces fluviales y sus riberas que discurrían, al menos en la
mayor parte de su recorrido, a través de la matriz agrícola.
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5.2.2. Vegetación y flora de los cauces fluviales y sus riberas.
Todas las especies de la flora analizadas se presentan en el Anexo I, en el que se
comenta brevemente aspectos significativos de su biología, así como de su localización en la
red fluvial del Término Municipal de Cartaya. Nos centramos principalmente en el muestreo
de especies perennes, tanto macrófitos acuáticos, como árboles y otros arbustos. Para la
determinación y nomenclatura de las especies se siguió a Valdés et al. (1987). Los muestreos
de campo se realizaron desde noviembre de 2003 a abril de 2004.
En cada cauce se cuantificó la diversidad de especies vegetales, como número de
especies. La abundancia relativa de cada especie se estimó mediante una escala
semicuantitativa de cobertura específica (C) respecto al total del área ocupada por la
vegetación: Muy poco abundante (C < 5 %), poco abundante (5% < C < 10 %), abundante
(10% < C < 50%), muy abundante (C > 50 %).
5.2.3. Fauna de vertebrados asociada a la red fluvial y sus riberas.
Los muestreos de campo se realizaron desde mayo de 2003 a abril de 2004. En estos
muestreos se identificaron por visum las especies de vertebrados observadas, sus huellas, y sus
restos (excrementos, huesos, etc.) anotándose en la zona donde aparecían. Dada la limitación
temporal de este trabajo en lo que respecta a los muestreos de campo, nos apoyamos
igualmente en una base bibliográfica de la zona, relativamente completa en algunos casos y
escasa en otros, a la hora de describir y enumerar las especies de vertebrados presentes.
Nuestros resultados no aportan datos sobre la comunidad piscícola, centrándose en
mamíferos, aves, anfibios y reptiles.
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5.2.4. Problemática de conservación de la red fluvial.
En esta sección se recogen los principales problemas de conservación de los cauces
fluviales del Término Municipal de Cartaya, identificando en cada uno de las secciones
anteriores. Estos problemas se describen brevemente, intentando identificar sus causas y
consecuencias. Se adoptaron cinco calificaciones para describir el estado de conservación de
las diferentes subunidades ambientales de la red fluvial de Cartaya en función del estado de la
vegetación, flora y fauna, principalmente: muy deficiente, deficiente, aceptable, bueno y muy
bueno.
5.3. RESULTADOS
Los cauces fluviales integrados en esta unidad ambiental se sitúan principalmente en la
zona central del Término Municipal de Cartaya, área ocupada por zonas de cultivos y el
núcleo urbano correspondiente al pueblo de Cartaya. Todos estos cauces fluviales
desembocan finalmente en las marismas mareales del río Piedras con las que se encuentran
estrechamente relacionados. Los cauces fluviales a tratar en esta unidad ambiental son:
1.- Destaca por la extensión del cauce y caudal permanente durante todo el año el arroyo del
Tariquejo, situado al noroeste y que discurre en paralelo al borde del pinar interior sur al cual
atraviesa en su tramo norte. Este arroyo nace en la sierra norte onubense.
2.- El cauce principal de Cartaya es el río Piedras, que aparece embalsado al noroeste del
Término Municipal. Esta regulación del cauce hace que durante los meses de verano el tramo
situado tras el embalse no aporte prácticamente agua a las marismas. En este capítulo se
analiza el tramo del río desde la salida del embalse hasta el Paraje Natural de las marismas del
Piedras.
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3.- Junto al arroyo del Tariquejo pero algo más al sur se encuentra el arroyo de Legrete, de
pequeño tamaño y que discurre completamente a través de terrenos agrícolas. Se trata de un
cauce temporal que llega secarse casi totalmente durante el estío veraniego.
4.- También finalizando en las marismas del Piedras junto al pueblo de Cartaya se sitúa la
desembocadura del arroyo de la Puentezuela al que vienen a unirse varios cauces fluviales
muy extensos que vienen a unirse justo antes de llegar a las marismas, los arroyos del Pozuelo
y del Pilar de la Dehesa. Estos dos cauces fluviales llegan a atravesar la autopista de Portugal,
alcanzando las inmediaciones sur del pinar interior norte donde nacen, y donde el arroyo del
Pilar de la Dehesa discurre por la cañada Alta de Pinillos. Son cauces estacionales que se
secan prácticamente en su totalidad durante el verano.
5.- Al sur del pueblo de Cartaya desembocan varios cauces fluviales que como en el caso
anterior se unen justo antes de alcanzar las marismas del Piedras. Se trata del arroyo del
Sorbijo, que nace en el núcleo este del pinar interior norte, y las cañadas consecutivas de los
Hornos y de Mogolla, que bordean al oeste el pinar interior sur, alcanzando la zona sur del
pinar interior norte sin llegar a atravesar la autopista a Portugal. Algunos de los afluentes al
cauce principal son estacionales y prácticamente no llevan agua en verano, aunque por el
curso principal el agua discurre todo el año tan solo en los años más lluviosos.
6.- Cuatro cauces menores estacionales que situados al noreste del Término atraviesan la
autopista de Portugal junto al Término Municipal de Gibraleón en la zona donde los pinares
interiores sur y norte se encuentran más próximos. De estos el más importante es el arroyo del
Lobo. Los cuatro cauces, que nacen en el pinar interior norte, llegan a unirse antes de alcanzar
el pinar interior sur y el Término de Gibraleón.
7.- Al sur del Sorbijo aparecen la cañadas de los Tejares y del Corchito, que discurren desde
el pinar – sabinar costero y el pinar interior sur hasta las marismas del río Piedras.
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8.- Al sur del Término Municipal y al norte del pueblo del Rompido se sitúa la cañada de la
Viga a lo largo del valle Frío y desemboca en el caño Tendal de las marismas del Piedras.
5.3.1.- Subunidades ambientales y vegetación de la red fluvial de Cartaya y sus
riberas.
La red fluvial de Cartaya incluida en la Unidad Ambiental XI presentó un nivel de
heterogeneidad ambiental alto, con un cauce permanente (el arroyo del Tariquejo) frente a
seis cauces estacionales de diferente extensión. Además de por la estacionalidad del cauce, la
heterogeneidad estuvo también condicionada por la geomorfología, y en concreto por el
sustrato sobre el que discurría el cauce, arenoso en la mayoría de los casos, y la topografía, así
como por los usos antrópicos de las zonas adyacentes a los cauces fluviales. Esta
heterogeneidad ambiental condicionó la presencia de especies vegetales y animales, algunas
de ellas de alto interés como la nutria (Lutra lutra).
Según la presencia, la diversidad, la singularidad y el estado de conservación de la
vegetación, la flora y fauna, en la red fluvial de Cartaya (Unidad Ambiental XI) se
diferenciaron 7 subunidades ambientales (ver Anexo de Mapas):
1.- Subunidad Ambiental XI-1, arroyo del Tariquejo.
2.- Subunidad Ambiental XI-2, arroyos estacionales centrales (arroyo del Legrete, la
Puentezuela y sus afluentes).
3.- Subunidad Ambiental XI-3, arroyo del Sorbijo y cañadas de los Hornos y de Mogolla.
4.- Subunidad Ambiental XI-4, arroyos estacionales del noreste.
5.- Subunidad Ambiental XI-5, río Piedras.
6.- Subunidad Ambiental XI-6, cañadas de los Tejares y del Corchito.
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7.- Subunidad Ambiental XI-7, cañada de la Viga.
A continuación se describen las características principales de estas subunidades
ambientales.
1.- Subunidad Ambiental XI-1, arroyo del Tariquejo. Este arroyo es el de mayor caudal del
Término, después de río Piedras, y circula por el borde este del núcleo oeste del pinar interior
norte al que atraviesa en su tramo superior junto al Término Municipal de Villanueva de los
Castillejos. Desemboca al norte de las marismas del río Piedras.
Su estado de conservación general fue bueno, destacando como problema de
conservación la presencia de ejemplares más o menos aislados de Eucaliptus sp. Respecto a
la vegetación cabe destacar la presencia de especies que únicamente aparecieron junto a
cauces fluviales y no lo hicieron en otras unidades ambientales, como los tarajes (Tamarix
sp.), el Scirpus maritimus y la leguminosa Dorycnium rectum. Esta última especie apareció
únicamente en esta subunidad ambiental, tratándose de una especie poco frecuente al sur de
Andalucía occidental (Valdés et al. 1987) (ver Anexo I para obtener más datos sobre esta
especie). También se registró la presencia de Cotula coronopifolia, especie de origen
sudafricano naturalizada en marismas salobres y cauces fluviales en Andalucía occidental
(Valdés et al. 1987). En total se registraron 16 especies vegetales (Tabla 8.3.1).
La presencia abundante de la Datura stramonium, una especie ruderal y nitrófilas,
podría indicar una eutrofización de las aguas de este arroyo provocada por el vertido de aguas
residuales aguas arriba en el Término Municipal de Villa Nueva de los Castillejos.
Es importante destacar la ausencia de árboles propios del bosque de ribera
pertenecientes a los géneros Populus y Salix. En el tramo más cercano a las marismas del río
Piedras, una salinidad relativamente elevada podría estar limitando la presencia de especies
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como Populus alba (Mesleard et al. 1991). La presencia abundante de Tamarix podría
apuntar hacia una salinidad algo elevada en el cauce, aunque otras especies como Typha sp.
indicarían que la salinidad no llegaría a ser muy elevada al menos durante gran parte del año.
Las especies de Typha necesitan salinidades menores de 10 g/l tanto para la germinación y el
crecimiento de las plántulas (Lombardi et al. 1997) como para el mantenimiento de los
individuos adultos (Glenn et al. 1995). Por otro lado, se ha descrito como el taraje (género
Tamarix) puede llegar a dominar sobre álamos y chopos (género Populus) y sauces (género
Salix) debido a su mayor tolerancia de la sequía y la salinidad, así como por tratarse de una
freatofita facultativa (vegetal dependiente del agua del nivel freático) en contraposición a las
especies arbóreas que son freatofitas obligadas (Smith et al. 1998). En este sentido, sería
posible que la ausencia de especies arbóreas en las orillas del arroyo del Tariquejo y otros
cauces fluviales en Cartaya esté influenciada por una posible sobre-explotación del acuífero
que limitaría la implantación de especies freatofitas obligadas.
En la zona de la desembocadura la vegetación propia del cauce antes descrita se
mezclaba con especies halófitas de las marismas del río Piedras como la invasora Spartina
densiflora, Arthrocnemum macrostachyum y Atriplex halimus (en las zonas más altas
alejadas del cauce), Salsola brevifolia y Halimione portulacoides, principalmente.
Respecto a la fauna destacó, frente a otras subunidades, la presencia de la nutria
(Lutra lutra) a lo largo de todo el cauce, y la cría durante la primavera-verano del chorlitejo
chico (Charadrius dubius), el abejaruco (Merops apiaster) y la lavandera blanca (Motacilla
alba). La presencia de la nutria podría estar determinada por la presencia de la extensa masa
forestal que constituye en pinar interior norte junto al cauce. En el arroyo del Sorbijo que
discurre principalmente entre zonas de cultivo, aún siendo de cauce permanente la nutria
quedó limitada a su zona de contacto con las marismas del Piedras. La cría del chorlitejo
chico podría estar condicionada por ser este cauce el único con márgenes extensos con cantos
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rodados, hábitat de cría de esta especie. Los abejarucos criaban en taludes prácticamente
verticales en las márgenes del arroyo. Esta fue la característica principal de la geomorfología
del cauce, la existencia de márgenes más o menos escarpados sobre pizarras, no presente en
otras subunidades cuyas márgenes mostraban una topografía prácticamente plana.
Durante el mes de mayo de 2004 se detectó la presencia de un campamento de
inmigrantes en las inmediaciones de la desembocadura de este arroyo en las marismas del río
Piedras. Los ocupantes de este campamento lavaban sus ropas directamente en el arroyo del
Tariquejo con detergentes y vertían basura de todo tipo en sus riberas.
2.- Subunidad Ambiental XI-2, arroyos estacionales centrales. Esta subunidad ambiental
incluyó a varios arroyos estacionales que desembocaban en las marismas del Piedras,
situados entre los arroyos del Tariquejo y el Sorbijo. En concreto eran el arroyo de la
Puentezuela, con sus afluentes de arroyos de del Pozuelo y del Pilar de la Dehesa y el arroyo
del Legrete localizado algo más al norte. Se trataba de arroyos estacionales que permanecían
prácticamente secos durante en estío veraniego a excepción de charcos aislados.
El estado de conservación general de esta subunidad fue deficiente debido
principalmente a la ocupación de las riberas por parte de los cultivos adyacentes. El estado de
conservación general de la vegetación fue también deficiente. No existía una cobertura
vegetal continua y los árboles de ribera estaban ausentes, excepto en zonas muy puntuales.
Los cauces aparecían normalmente encajonados debido a la excavación del cauce por los
agricultores. Los sedimentos extraídos del cauce eran depositados en sus márgenes para
evitar a así posibles eventos de inundaciones de los cultivos cercanos. Esta práctica limitaba
muy severamente la anchura del cauce y provocaba la alteración de la topografía y la
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vegetación de las riberas. Además, se registró la presencia de numerosos vertidos de plásticos
de agricultura y escombros, en menor medida, en todos los cauces.
En la vegetación destacó la presencia de varios ejemplares jóvenes de álamo blanco
(Populus alba) en el arroyo del Legrete en las cercanías del Paraje Natural y una hilera de
ejemplares adultos de álamo negro (Populus nigra) en la margen derecha del arroyo del Pilar
de la Dehesa en una huerta junto al pueblo de Cartaya.
3.- Subunidad Ambiental XI-3, arroyo del Sorbijo y cañadas de los Hornos y de Mogolla.
Esta subunidad ambiental incluye a tres cauces que bordean al oeste el pinar interior sur.
Algunos de los cauces son estacionales y prácticamente no llevan agua en verano, aunque por
el curso principal el agua discurre todo el año.
El estado general de conservación fue deficiente, destacando como problemas de
conservación principales la presencia de residuos (plásticos de invernadero) en el cauce y el
estrechamiento de la zona de influencia de los arroyos por la presión de las zonas de cultivo
adyacentes.
La vegetación fue muy similar a la observada en el otro cauce fluvial permanente de
Cartaya, el arroyo del Tariquejo. Sin embargo, aparecieron algunas especies que únicamente
lo hicieron en esta subunidad de la red hidrográfica de Cartaya. Entre estas destacó el álamo
blanco (Populus alba), que apareció a modo de individuos aislados o pequeños grupos en la
zona alta del cauce.
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Destacar en la fauna la presencia de la nutria (Lutra lutra) únicamente en la zona de la
desembocadura en las marismas del Piedras y la cría del galápago leproso (Mauremys
leprosa).
4.- Subunidad Ambiental XI-4, arroyos estacionales del nordeste. Esta subunidad comprendió
cuatro cauces menores estacionales situados al noreste del Término en la zona donde los
pinares interiores sur y norte se encuentran más próximos. De estos el más importante es el
arroyo del Lobo. Los cuatro cauces, que nacen en el pinar interior norte, llegan a unirse antes
de alcanzar el pinar interior sur y el Término de Gibraleón.
El estado de conservación general de esta zona fue aceptable.
5.- Subunidad Ambiental XI-5, río Piedras. Esta subunidad comprende el cauce del río
Piedras desde el embalse hasta el Paraje Natural, zona incluida en la Unidad Ambiental IV
‘marismas mareales del río Piedras’. En este tramo del río se mezclaban especies halófitas,
principalmente de marisma media y alta, con especies glicófitas, como Phragmites australis
o Typha sp. Esta vegetación se internaba por los barrancos del pinar interior norte sobre
pizarras, donde aparecía mezclada con especies propias del matorral mediterráneo como el
lentisco (Pistacea lentiscus). En las zonas más elevadas de las riberas eran frecuentes los
acebuches (Olea europaea) y en menor medida los alcornoques (Quercus suber). En general
el estado de conservación de la vegetación era bueno.
Se detectó la presencia de pastoreo en las riberas, así como vertidos de escombros y
basuras, incluyendo varios coches abandonados. Gran parte de las riberas aparecían invadidas
por el neófita sudamericano Spartina densiflora. Debido a estos problemas de conservación
el estado general de conservación de esta subunidad fue muy deficiente.
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6.- Subunidad Ambiental XI-6, cañadas de los Tejares y del Corchito. Esta subunidad se sitúa
al suroeste del Término Municipal de Cartaya e incluye a dos cañadas que desembocan
próximas en las marismas del Piedras después de discurrir desde las inmediaciones del pinar
interior sur por zonas cultivadas.
La zona de esta subunidad más conservada fue la desembocadura de la cañada del
Corchito en las marismas del Piedras. En esta zona se registró un bosquete de álamo negro
(Populus nigra). En la riberas aparecían especies de matorral mediterráneo noble, como el
lentisco (Pistacea lentiscus) y el mirto o arrayán (Mirtus communis), acompañando a la
vegetación propia de zonas húmedas. Aún así, parte de las riberas aparecían ocupadas por los
campos de cultivos adyacentes y la zona sufría una invasión importante de Eucalyptus
camaldulensis.
El estado de conservación general de esta subunidad fue muy deficiente, debido a la
ocupación de las riberas por zonas de cultivos y la excavación artificial de los cauces que
provocaba su encajonamiento. En la desembocadura de la cañada de los Tejares la ocupación
de la ribera se llevó a cabo por una edificación y un corral para ganado en una zona
claramente inundable. También se registraron vertidos puntuales de escombros.
5.3.3.- Fauna asociada a la red fluvial de Cartaya y sus riberas.
Como se expuso en la introducción de este capítulo, los ríos constituyen ecosistemas
complejos que pueden albergar gran variedad de especies y son, por tanto, soporte de una
compleja red de relaciones ecológicas. Ignorar esta realidad y considerar únicamente al río
como un canal que transporta una corriente de agua es una visión parcial y reduccionista de
una realidad fluvial mucho más compleja que la meramente hidráulica (Argüelles et al. 2002).
La importancia de los ríos y riberas para la fauna es indiscutible, como hábitat y refugio de
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multitud de especies, siempre y cuando posean un buen estado de conservación. Estos
sistemas cobran mayor importancia si cabe en las zonas cultivadas, donde podrían actuar
como refugio y corredores para la fauna aumentando la conectividad entre diferentes hábitats
y áreas forestales cercanas, como los pinares norte y sur del Término Municipal de Cartaya.
Nuestros muestreos han puesto de manifiesto como existe una gran cantidad de
especies animales asociadas a los cauces del Término Municipal de Cartaya, utilizando los
cursos de agua y su vegetación asociada de diferente forma: como refugio, zona de
alimentación, bebedero, lugar de reproducción y/o como corredor de desplazamiento. En este
sentido, se pueden diferenciar especies que realmente necesitan el agua y las que se
encuentran allí favorecidas por el tipo de vegetación asociada. Además, por sus condiciones
microclimáticas particulares (áreas más húmedas y frescas que su entorno) constituyen unos
excelentes corredores ecológicos que permiten la penetración de una fauna y flora procedente
de zonas más oceánicas y montanas hacia espacios más áridos y esteparios (Sterling 1996;
Mujica et al. 2002). La alteración y pérdida de los medios acuáticos constituye, además, una
de las principales causas de desaparición para los anfibios, especies muy sensibles a los
cambios y transformaciones del medio.
El río Piedras (Subunidad Ambiental XI-5) constituye sin duda el principal cauce
fluvial del Término Municipal de Cartaya. En su lecho alberga una elevada riqueza de
especies, fundamentalmente aves, gracias a la formación de marismas de carácter mareal en
su desembocadura. Durante la pleamar, abundantes limícolas de las Marismas del Piedras
desplazan aguas arriba sus zonas de alimentación. Se concentran también en las balsas de
cultivos acuícolas, donde se reproducen varias especies (véase el capítulo correspondiente a
las marismas mareales). Encontramos varias especies de fauna vertebrada amenazada que se
distribuyen a lo largo del cauce del río Piedras y sus marismas. Entre estos destacan el águila
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pescadora (Pandion haliaetus), el aguilucho lagunero (Circus aeruginosus) y la nutría
paleártica (Lutra lutra). Se encontraron numerosos rastros de huellas y excrementos en la
cabecera del río Piedras y sus afluentes, cerca del embalse. Existe una densidad alta, con 5.6
excrementos por km de cauce recorrido en la parte alta del río Piedras cercana a la salida del
embalse. La mayor parte de estos contenían restos de cangrejo rojo y en algunas ocasiones se
encontraron huesos de anfibios, conchas de pequeños gasterópodos, semillas y restos de
insectos. También hace acto de presencia el galápago leproso (Mauremys leprosa) en algunas
pozas del tramo cercano a la presa, donde se encuentra bien representado.
El arroyo del Tariquejo (Subunidad Ambiental XI-1), junto con el río Piedras, es el
único curso de agua que mantiene agua durante todo el año, lo cual le confiere una
importancia especial en Cartaya. Además, comunica el extremo norte de las Marismas del
Piedras con el pinar interior norte. En su lecho nidifican de forma exclusiva en la zona
algunas especies como el chorlitejo chico (Actitis hypoleucos) y la lavandera blanca
(Motacilla alba). Encontramos también lavanderas cascadeñas, otra ave ribereña. Esta especie
es migradora parcial, efectuando movimientos en otoño e invierno. El talud formado por el río
es utilizado por gran número de abejarucos (Merops apiaster) para el establecimiento de sus
nidos. Por su cauce campea la nutria paleártica (Lutra lutra), encontrando abundantes rastros
de huellas y excrementos desde su desembocadura en el Piedras hasta las canteras situadas al
norte del Término Municipal. Para ver la abundancia y distribución, se recogieron
excrementos a lo largo de su curso, método ampliamente utilizado para constatar la presencia
y estado de las poblaciones de este carnívoro. Se obtuvo un promedio de 1,3 excrementos por
km en el arrroyo del Tariquejo. La abundancia de huellas fue muy superior en el arroyo de
Cañada Dos Hermanos (afluente del arroyo del Tariquejo incluido en el pinar interior norte),
encontrando 7 excrementos en 1 km, indicando una abundancia relativamente alta para la
especie en Cartaya. También se encontraron numerosas huellas de meloncillo. Dentro de los
Agenda 21 de Cartaya
Figueroa et al.
98
reptiles se detectó la presencia de galápagos leprosos (Mauremys leprosa) soleándose en la
orilla y criando en arroyos estacionales.
Los cauces que discurren en su mayor parte por zonas de cultivos (Subunidades
Ambientales XI-2 y 3) se encontraban en un peor estado de conservación desde el punto de
vista de la fauna, mostrando zonas con una vegetación de ribera bastante degradada y
perdiendo su potencial función de corredor y refugio para la fauna. Existían algunas manchas
de vegetación palustre formada por tarajes y eneas en la Cañada de los Hornos y el arroyo del
Sorbijo (Subunidad Ambiental XI-3) donde nidifican y crían ciertas especies que poseen
mucha querencia hacia estas formaciones vegetales y que no se encuentran en otros hábitats
existentes en Cartaya. Los abrevaderos, fuentes y pilones de la matriz agrícola suponen
importantes núcleos para la presencia y reproducción de los anfibios. El Pilar de la Dehesa
constituye uno de los puntos importantes para este grupo. Además, se detectó la cría del
galápago leproso en algunas zonas con vegetación bien conservada de estos arroyos.
5.3.3.1.- Avifauna asociada a la red fluvial de Cartaya y sus riberas.
Además de especies más estrechamente ligadas a los cursos de agua como la lavandera
cascadeña o el andarrio chico, describimos a continuación otras especies que se encontraban
favorecidas o con algún grado de querencia hacia estos medios. Además de las citadas,
existen un elevado número de aves presentes en la zona que utilizan en mayor o menor
medida y se encuentran favorecidas por la existencia de cursos de agua con un estado de
conservación adecuado.
Entre las aves ligadas a la existencia de cursos de agua encontramos a la lavandera
cascadeña (Motacilla cinerea) que tolera cierta contaminación del agua pero es más sensible a
la desaparición de la vegetación de ribera.
Agenda 21 de Cartaya
Figueroa et al.
99
El andarrío chico (Actitis hypoleucos) presenta un patrón de distribución asociado a la
presencia de ríos y embalses. La transformación en terrenos agrícolas de las márgenes de los
cursos de agua, ocupados previamente por playazos y vegetación riparia, y las explotaciones
de áridos que invaden con frecuencia el propio cauce, causan también graves impactos sobre
esta especie (Hagemeijer & Blair 1997).
El chorlitejo chico (Charadrius dubius) se reproduce en distintos hábitats interiores,
fundamentalmente en las orillas de ríos con guijarros y piedras (Martí & Del Moral 2003).
Estos hábitats se encuentran bien representados en la zona de estudio, localizados en algunos
tramos bajos del arroyo del Tariquejo (donde se constató la cría de dicha especie) y en el río
Piedras.
La distribución de la golondrina dáurica (Hirundo daurica) también se encontró ligada
a la cercanía de valles fluviales y arroyos, detectando varios nidos bajo puentes de la zona
agrícola. Es una especie amenazada incluida en el libro rojo de los vertebrados de Andalucía.
En las manchas de tarajes, carrizos y eneas de la parte baja de la cañada de los Hornos
(tramo bajo del arroyo del Sorbijo) destacó la presencia del carricero tordal (Acrocephalus
arundinaceus). También se detectó al carricero común (Acrocephalus scirpaceus) en la
vegetación palustre del tramo bajo del arroyo del Sorbijo.
Otras especies (ya citadas en otros capítulos) asociadas a estos medios fueron el
ruiseñor bastardo (Cettia cetti), el ruiseñor común (Luscinia megarhynchos), el chochín
(Troglodytes troglodytes) y la oropéndola (Oriolus oriolus). Estas especies ocupaban los
márgenes de los ríos, canales y acequias con vegetación enmarañada de zarzas, juncos,
carrizos, eneas y tarajes. En el caso de la oropéndola, ocupó preferentemente zonas arboladas
frondosas y bien desarrolladas de los sotos ribereños y bosques en galería. También se
observaron mayores densidades de algunas especies como currucas y petirrojos en sotos
ribereños con sotobosque abundante.
Agenda 21 de Cartaya
Figueroa et al. 100
5.3.3.2.- Otros vertebrados asociados la red fluvial de Cartaya y sus riberas.
La culebra de escalera (Elaphe scalaris), aunque es una especie que ocupa todo tipo
de hábitats en ambientes mediterráneos de matorral y borde de bosque, en zonas de
vocación agrícola, es típico habitante de los sotos ribereños, pues precisa de cierta
cobertura vegetal y de lugares relativamente húmedos (Pleguezuelos et al. 2002).
Otras especies presentes en la zona que utilizaban frecuentemente los cauces fluviales
para sus desplazamientos fueron el meloncillo (Herpestes ichneumon), el turón (Mustela
putorius) y la nutria paleártica (Lutra lutra). La nutria se distribuyó principalmente por el río,
embalse y marismas del Piedras, además del arroyo del Tariquejo y afluentes del pinar interior
norte. Ocasionalmente, pueden ampliar sus zonas de campeo, realizando incursiones en el
pinar sur, a través de sus cauces temporales, y en la matriz agrícola por el tramo bajo del
arroyo del Sorbijo. Las mayores densidades se encontraron en los alrededores del embalse y
en el tramo alto del río Piedras. En resumen, su área de distribución en el Término Municipal
coincide con los arroyos y masas de agua permanentes (embalse, río y marismas del Piedras y
arroyo y afluentes del Tariquejo), ampliándose ocasionalmente a cauces temporales
conectados a los anteriores y que se adentran en los pinares y zonas agrícolas (tanto sur como
norte).
Se encontraron huellas de meloncillo en todos los arroyos y cauces del Término
Municipal. Su presencia y abundancia está influenciada por la preservación de ambientes
húmedos (Palomo & Gisbert 2002).
La rata de agua (Arvicola sapidus) es una especie siempre ligada al agua, las orillas de
ríos, arroyos y canales de irrigación, siempre que presenten caudales lentos y niveles
constantes. También se encuentran en charcas, lagunas y marismas (Junta de Andalucía
Agenda 21 de Cartaya
Figueroa et al. 101
2001). Es una especie vulnerable según la UICN que se detectó en el canal del Piedras, arroyo
del Tariquejo y en las orillas de algunos arroyos de la matriz de cultivos, como el arroyo de
Mogoya.
No se realizaron muestreos específicos para peces. No obstante, se detectaron anguilas
(Anguilla anguilla) escondidas bajo piedras en el arroyo del Sorbijo, a su paso por la matriz
de cultivos. Esta especie piscícola incluida en el libro rojo de los vertebrados amenazados de
Andalucía bajo la categoría de amenaza de “riesgo menor: casi amenazada de extinción”. Las
principales amenazas sobre sus poblaciones son: regulación de los cauces fluviales,
construcción de presas y sobreexplotación del estadio de angula.
Por último, citar al grupo de los anfibios (ver tabla adjunta) como el grupo con mayor
vulnerabilidad y querencia por los cauces de agua, ya que dependen de los medios acuáticos
para su reproducción. Los ambientes acuáticos donde se reproducen son principalmente
estacionales, como charcas, pozos, lagunas, y cursos de agua temporales o zonas de corriente
lenta.
Agenda 21 de Cartaya
Figueroa et al. 102
Vertebrados asociados a los cursos de agua y sus riberas en el Término Municipal de Cartaya.
Las especies protegidas se marcan en negrita.
ESPECIE
TIPO DE
CATEGORÍA DE
GRUPO
ASOCIACIÓN
PROTECCIÓN
Lavandera cascadeña
Aves
Hábitat
No amenazada
1
(Motacilla cinerea)
Andarríos chico
Hábitat
No amenazada
Aves
2
(Actitis hypoleucos)
Chorlitejo chico
Reproducción
Datos insuficientes
3
Aves
(Charadrius dubius)
Golondrina dáurica
Hábitat
Datos insuficientes
4
Aves
(Hirundo daurica)
Carricero tordal
Hábitat
No amenazada
Aves
5
(Acrocephalus
arundinaceus)
Carricero común
Hábitat
No amenazada
Aves
6
(Acrocephalus scirpaceus)
Ruiseñor bastardo
Hábitat
No amenazada
Aves
7
(Cettia cetti)
Ruiseñor común
Hábitat
No amenazada
Aves
8
(Luscinia megarhynchos)
Zarcero común
Hábitat
No amenazada
Aves
9
(Hippolais polyglotta)
Chochín
Hábitat
No amenazada
Aves
10
(Troglodytes troglodytes)
Oropéndola
Hábitat
No amenazada
Aves
11
(Oriolus oriolus)
Abejaruco
Nidificación
No amenazada
Aves
12
(Merops apiaster)
Aguilucho lagunero
Hábitat
En peligro de
13
Aves
(Circus aeruginosus)
extinción
Águila pescadora
Hábitat
En peligro crítico
14
Aves
(Pandion haliaetus)
1
2
3
4
5
1
Meloncillo
(Herpestes ichneumon)
Erizo común
(Erinaceus europaeus)
Turón
(Mustela putoris)
Nutria
(Lutra lutra)
Rata de agua
(Arvicola sapidus)
Culebra de escalera
(Elaphe scalaris)
Mamíferos
Mamíferos
Mamíferos
Mamíferos
Mamíferos
Ofidios
Corredor
No amenazada
Refugio
No amenazada
Corredor
No amenazada
Hábitat
Vulnerable a la
extinción
Vulnerable a la
extinción
Hábitat
Refugio
No amenazada
Agenda 21 de Cartaya
2
1
2
3
4
5
6
Galápago leproso
(Mauremys leprosa)
Ranita meridional
(Hyla meridionalis)
Rana común
(Rana perezi)
Sapo de espuelas
(Pelobater cultripes)
Tritón pigmeo
(Triturus pigmaeus)
Gallipato
(Pleurodeles waltl)
Sapo partero ibérico
(Alytes cisternasii)
Figueroa et al. 103
XX
Anfibios
Anfibios
Anfibios
Anfibios
Anfibios
Anfibios
Reproducción
xxxx
Reproducción,
hábitat
Hábitat
Casi amenazado
Preocupación menor
Reproducción
Casi amenazado
Reproducción
Vulnerable
Reproducción
Casi amenazado
Reproducción
Casi amenazado
5.3.4.- Usos antrópicos asociados a la red fluvial de Cartaya y sus riberas.
El conocimiento de los usos que del territorio desarrolla el ser humano es esencial a la
hora de una gestión integrada de los ecosistemas. En este apartado destacamos la ocupación
por parte de las zonas de cultivos adyacentes a los cursos fluviales a las riberas invadiendo el
espacio de uso público (Dominio Público Hidráulico) contemplado en la Ley de Aguas en la
mayoría de los tramos estudiados.
5.3.5.- Problemática de la red fluvial de Cartaya y sus riberas.
Los problemas principales para la conservación de la flora, la fauna y los hábitats de la
red fluvial de Cartaya y sus riberas detectados en este estudio fueron cuatro:
1.- Invasión por parte de los cultivos de la zona pública (Dominio Público Hidráulico)
del cauce. Fue un hecho muy común en las riberas de los cauces fluviales que discurrían por
Agenda 21 de Cartaya
Figueroa et al. 104
la matriz agrícola. Las vallas de delimitación de las fincas de cultivo llegaban hasta la misma
orilla de algunos cauces como la cañada de los Hornos, el arroyo del Sorbijo, la cañada de
Mogaya, el arroyo del Pozuelo o el arroyo del Pilar de la Dehesa. Esta ocupación provocaba
la destrucción total de la vegetación de ribera con el efecto negativo sobre la fauna
acompañante.
2.- Contaminación por residuos sólidos (plásticos, escombros y basuras). La
acumulación de plásticos fue especialmente abundante en el arroyo del Tariquejo (Subunidad
XI-1) y cauces temporales de la matriz de cultivo (Subunidades XI-2 y 3).
3.- Invasión de las riberas por parte de Eucalyptus sp. Se ha detectado en muchos
tramos la invasión de las riberas mediante reclutamiento espontáneo de especies de
Eucalyptus. Ha sido descrito como las aceites de E. globulus inhiben el crecimiento de hongos
acuáticos lo que provoca que las hojas de esta especie permanezcan durante mucho tiempo en
el agua sin descomponerse (Canhoto et al. 2002). También ha sido descrito como en los
bosques de Eucalyptus en California la biodiversidad de roedores es menor que en los
bosques autóctonos de robles, a pesar de que la biodiversidad vegetal y de otros grupos
faunísticos no disminuía (Sax 2002). La invasión de Eucalyptus también podría provocar la
bajada de los niveles freáticos perjudicando a especies freatofitas obligadas como los chopos,
álamos y sauces, tal y como ha sido descrito en zonas invadidas por Tamarix (Smith et al.
1998).
4.- Alteración del régimen hidráulico. Esta alteración afectó principalmente al río
Piedras con la construcción del embalse al noroeste de Cartaya. Esta infraestructura alteró
totalmente la hidrodinámica de la zona, afectando directamente al funcionamiento de las
Agenda 21 de Cartaya
Figueroa et al. 105
marismas mareales y sus afluentes. Así, la mayor parte de sedimentos transportados por el río
son actualmente quedan retenidos en el embalse y no llegan alas marismas. El aporte de
sedimentos por los cauces fluviales es esencial para el mantenimiento de las marismas
mareales en un contexto de aumento generalizado del nivel del mar como el que nos afecta.
Finalmente, comentar la posibilidad, no cuantificada en este estudio, de contaminación
de aguas superficiales y subterráneas con biocidas y otros productos químicos como
fertilizantes. Éstos suponen la contaminación química de los suelos, charcas y arroyos y la
desaparición o rarefacción de las especies más sensibles de anfibios y reptiles (Junta de
Andalucía 2001). Las charcas y pozas temporales poseen gran importancia como lugares de
reproducción para algunas especies de anfibios como el sapo corredor (Bufo calamita) o el
sapo partero ibérico (Alytes cisternasii). Deberían impulsarse estudios científicos en este
sentido para cuantificar sobre el terreno esta posible problemática y desarrollar las medidas
correctoras oportunas.
5.3.6.- Medidas de gestión ambiental recomendadas en la red fluvial de Cartaya y
sus riberas.
En vista de los análisis de la vegetación, la flora, la fauna y ante la problemática de
conservación acompañante se recomiendan nueve medidas en la gestión ambiental en la red
fluvial de Cartaya y sus riberas:
1.- Deslinde y restauración de la zona de Dominio Público Hidráulico en los
principales cauces fluviales de Cartaya. Esta zona queda definida en la Ley de Aguas a cinco
metros desde el máximo de las crecidas en los diez últimos años. Con esta única medida se
Agenda 21 de Cartaya
Figueroa et al. 106
aseguraría la conservación de la vegetación de las riberas de Cartaya y con ella la
conservación y mejora de su fauna. Además, generaría una red de corredores ecológicos para
la fauna y la flora que unirían zonas de alta calidad ambiental en Cartaya, como bosques de
pinares y marismas mareales, a través de la matriz agrícola.
En la mayor parte de los casos la zona de Dominio Público Hidráulico está ocupada
por zonas de cultivos adyacentes.
Una vez deslindada la zona y eliminada la vegetación
de los cultivos deberá plantarse vegetación autóctona apropiada para impedir la erosión de los
márgenes del cauce y favorecer la recuperación de la vegetación y la fauna silvestre que
gradualmente se dará sin la participación antrópica.
3.- Limpieza periódica de los cauces fluviales y sus riberas para la recogida de
plásticos derivados de la agricultura y otros residuos como escombros.
4.- Eliminación de los ejemplares de Eucalyptus que crecen junto a los cauces
fluviales para facilitar el crecimiento de vegetación autóctona. En los casos que se trate de la
eliminación de ejemplares de gran tamaño deberá chequearse que no estén siendo utilizados
por aves para la nidificación, ya que diferentes rapaces protegidas los utilizan en este sentido.
Tras la eliminación de estas especies invasoras deberá plantarse vegetación autóctona para
impedir la erosión de los márgenes. El Plan Director de Riberas de Andalucía (Junta de
Andalucía 2003) apunta, entre las actuaciones principales de restauración de riberas, a la
eliminación de especies exóticas y su sustitución por especies autóctonas.
5.- Educación ambiental e instalación de cartelería de interpretación medioambiental.
Esta medida de educación ambiental debe llevarse a cabo en todas las subunidades, con el
Agenda 21 de Cartaya
Figueroa et al. 107
objetivo de acercar a los habitantes de Cartaya a los valores naturales de las riberas y
educarlos en pro de su conservación y apreciación positiva.
Además, cualquier actividad de restauración y/o mejora de las riberas de Cartaya
deberá ir acompañada de la participación de los grupos sociales implicados (Ej. agricultores)
y la instalación de cartelería de interpretación medioambiental donde se expliquen las labores
de conservación desarrolladas para hacer al ciudadano partícipe de ellas, lo que promoverá
que las respete. En este sentido el Plan Director de Riberas de Andalucía (Junta de Andalucía
2003) apunta hacia la creación de una Nueva Cultura del Agua que considere a los ríos y
humedales como cuerpos vivos, complejos y dinámicos y no simples colectores y
conductores del agua.
6.- Creación de la Reserva Natural Municipal ‘Arroyo del Tariquejo y afluentes’.
Debido al alto valor ecológico de la zona, se recomienda al Ayuntamiento de Cartaya la
creación, en el marco de la Agenda 21 local, de una Reserva Natural Municipal a lo largo del
arroyo del Tariquejo sus afluentes. En esta zona es abundante la nutria paleártica, entre otras
especies protegidas de fauna. Además, se trata del único cauce fluvial permanente y su
regulado de Cartaya. Con la creación de esta Reserva Natural Municipal se fomentaría la
conservación de los hábitats asociados a los cauces fluviales tan importante en zonas bajo
clima Mediterráneo como Cartaya, los cuales suelen estar muy alterados y degradados. Esta
zona debería incluir la cuenca de drenaje del arroyo del Tariquejo y sus afluentes. Con esta
medida se aseguraría la conexión entre los dos grandes núcleos del pinar interior norte que
actualmente aparecen fragmentados parcialmente.
Esta acción podría desarrollarse en coordinación con el Ayuntamiento de Villanueva
de los Castillejos por donde discurre el arroyo del Tariquejo antes de llegar a Cartaya. De esta
manera se aseguraría la conservación de la totalidad de su cauce. En las actuaciones
Agenda 21 de Cartaya
Figueroa et al. 108
comprendidas en la creación de esta reserva natural debería afrontarse la restauración activa
de las zonas más degradas e ir en paralelo con la potenciación de usos turísticos y recreativos
sostenibles relacionados con dicho cauce fluvial.
En este sentido el Plan Director de Riberas de Andalucía (Junta de Andalucía 2003)
apunta hacia la creación de ‘ríos indultados’ como cauces fluviales de alto valor ambiental en
los que no se permitan actuaciones que perturben su funcionalidad.
7.- Creación de la Reserva Natural Municipal ‘Cañadas de los Tejares y Corchito’. El
valor principal de esta zona de protección es que sirve como nexo de unión entre el pinar –
sabinar costero y el pinar interior sur y las marismas mareales del río Piedras. Ambos
ecosistemas presentan un valor ecológico y socio-económico muy elevado pero se encuentran
separados por zonas agrícolas poco conservadas y vías de comunicación que constituyen
barreras importantes para el movimiento de la flora y la fauna. No son pocas las especies que
se verían favorecidas por una comunicación fluida y dinámica de los pinares y la marisma.
Esta Reserva Natural Municipal debería englobar a la cuenca de drenaje de ambos arroyos
temporales. En esta zona se llevaría a cabo la restauración de las riberas degradas, la
conservación y creación de setos naturales con especies autóctonas en las zonas de cultivo y
la permeabilización de infraestructuras entre otras actuaciones en pro de la mejora de la
conectividad ecológica.
8.- Creación de la Reserva Natural Municipal ‘cañadas del noreste’. El valor principal
de esta zona de protección es el actuar como corredor ecológico entre el pinar interior sur y el
pinar interior norte que actualmente aparecen fragmentados por zonas de cultivos intensivos
y vías de comunicación. Esta Reserva Natural Municipal debería extenderse por la cuenca de
drenaje de los arroyos temporales de la zona. En este área se llevaría a cabo la restauración de
Agenda 21 de Cartaya
Figueroa et al. 109
las riberas degradas, la conservación y creación de setos naturales con especies autóctonas en
las zonas de cultivo y la permeabilización de infraestructuras entre otras actuaciones en pro
de la mejora de la conectividad ecológica.
Hábitats como los arroyos seleccionados para la creación de las tres Reservas
Naturales Municipales de la red fluvial de Cartaya (ríos mediterráneos con caudal
intermitente) están incluidos como hábitats naturales de interés comunitario para cuya
conservación es necesario designar zonas especiales de conservación según la Directiva de
Hábitat de la Unión Europea (1992). Además, el Plan Forestal Andaluz establece la necesidad
de conservar y proteger las riberas y el Plan de Medio Ambiente promueve la recuperación de
riberas degradadas con el objetivo de potenciar su uso público.
9.- Evitar actuaciones que fragmenten los cauces fluviales y sus riberas, como nuevas
presas o embalses. Dado el carácter lineal de los cauces fluviales, éstos son muy sensibles a
actuaciones que puedan disminuir la conectividad del territorio en sus inmediaciones. Por
esto deben evitarse actuaciones como la construcción de presas u otras infraestructuras en los
cauces o sus cercanías, ya que podrían impedir o alterar el desplazamiento de especies
vegetales y animales como la anguila, presente en la zona.
Para el diseño y puesta en marcha de estas acciones de gestión de la red fluvial y sus
riberas el Ayuntamiento de Cartaya debería trabajar junto con la Confederación Hidrográfica
del Guadiana de la cual depende directamente la gestión de los cauces fluviales situados en
Cartaya.
Agenda 21 de Cartaya
Figueroa et al. 110
5.4. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
Tal y como se ha expuesto en la introducción de este capítulo, los ecosistemas de
riberas fluviales poseen un gran valor medio ambiental, dada la distribución limitada de los
cauces fluviales y la especificidad de las comunidades vegetales y animales que albergan. En
Cartaya, estas comunidades son integradas por algunas especies animales protegidas como la
nutria paleártica, la rata de agua, la anguila, el águila pescadora o diferentes anfibios
dependientes de la zona húmedas. Entre las especies vegetales aparecen algunas que tan solo
lo hacen asociadas a los cauces fluviales como es el caso de la leguminosa Dorycnium rectum,
especie poco abundante en Andalucía occidental
El Término Municipal de Cartaya cuenta con una tupida red fluvial a lo largo de
todo su territorio. Estas riberas recorren normalmente el territorio de norte a sur desde las
masas de pinares hasta las marismas del Piedras. En su recorrido los cauces fluviales de
Cartaya atraviesan, además de las zonas de pinares, la matriz agrícola. El carácter lineal de
los cauces fluviales y sus riberas les confieren una de las características más importantes para
funcionar como corredores ecológicos uniendo a través de una matriz de calidad ambiental
baja (los cultivos en este caso) zonas de alto valor ambiental (los pinares y las marismas
mareales). En este sentido se recomienda la creación de dos Reservas Naturales Municipales
que actuarían a modo de corredores ecológicos: la primera situada al sur del Término en las
cañadas de Tejares y el Corchito para unir el pinar -sabinar costero y el pinar interior sur con
las marismas mareales, y la segunda al noreste del Término para unir el pinar interior sur con
el pinar interior norte.
En esta red de cauces y riberas el arroyo del Tariquejo, único curso de agua
permanente no regulado de Cartaya, y sus afluentes constituyen una zona de especial
importancia tanto por las especies que alberga como por su localización. Se sitúa entre el
Agenda 21 de Cartaya
Figueroa et al. 111
núcleo mayor del pinar interior norte y la matriz de cultivo, actuando como una barrera a
posibles efectos negativos que las explotaciones agrícolas pudieran ejercer sobre el pinar.
Además, une las dehesas y pinares de las primeras estribaciones de la sierra onubense, en el
Término Municipal de Villanueva de los Castillejos, con la zona costera. Por todo esto se ha
recomendado la creación de una Reserva Natural Municipal que incluya al arroyo del
Tariquejo, y sus afluentes, así como la cuenda de drenaje de los mismos.
Además del arroyo del Tariquejo aparecen en Cartaya otros cauces fluviales
temporales que atraviesan la matriz de cultivos y que en general muestran un estado
deficiente de conservación debido principalmente a la ocupación de la zona de Dominio
Público Hidráulico (DPH) por parte de los cultivos adyacentes. Esta ocupación lleva consigo
la destrucción de la vegetación y la eliminación de la fauna acompañante. En este sentido se
recomienda el deslinde de todos los cauces en cumplimiento de la Ley de Aguas y los 5
metros que establece la misma a cada lado de los cauces desde el máximo de inundación
media en los últimos diez años. Tras su delimitación las riberas deberán ser restauradas para
facilitar el asentamiento de la vegetación autóctona y la eliminación de especies invasoras
como los Eucalyptus. Con estas medidas se consolidarían los cauces fluviales de Cartaya
como corredores ecológicos y se aumentaría de manera importante los espacios de calidad
ambiental alta en el seno de la matriz agrícola, mejorando en general la calidad ambiental de
Cartaya. En el Plan Director de Riberas de Andalucía (Junta de Andalucía 2003) se establece
el deslinde del DPH como la primera medida de actuación en pro de la restauración de riberas
degradadas especialmente en los tramos bajos y en los situados aguas debajo de los embalses.
El estado deficiente de conservación, en general, de la vegetación de las riberas de
Cartaya recogido en este estudio coincide con los datos aportados en el Plan Director de
Riberas de Andalucía (Junta de Andalucía 2003). Este documento analiza diez puntos de
muestreo en el Término en los arroyos del Tariquejo (2 puntos), el Sorbijo (5 puntos) y el río
Agenda 21 de Cartaya
Figueroa et al. 112
Piedras (3 puntos). Tan solo en el tramo alto del arroyo del Sorbijo se registra un estado de la
vegetación bueno, mientras que todos los demás puntos muestran un estado de conservación
de la vegetación malo, excepto el localizado junto a la desembocadura del arroyo del
Tariquejo que mostraba un estado ‘regular’.
Como hemos comentado anteriormente el carácter lineal de los cauces fluviales
favorece que éstos actúen como corredores ecológicos para la flora y la fauna, pero a la vez
los hace más sensibles a la fragmentación del territorio. Esta fragilidad frente a los procesos
de pérdida de conectividad debe llevarnos a evitar cualquier tipo de actuación que influya en
este sentido, como podría ser la construcción de presas o embalses que impidan la libre
circulación de animales y plantas a lo largo del cauce y sus riberas. La fragmentación de los
cauces fluviales y sus riberas podría provocar el aislamiento reproductivo de poblaciones
animales y vegetales, acarreando problemas de conservación a medio y largo plazo, que
afectarían sobre todo a poblaciones de pequeño tamaño, debido a problemas de
autocruzamiento o “inbreeding”.
Es importante destacar la ausencia generalizada de árboles propios del bosque de
ribera pertenecientes a los géneros Populus y Salix en las riberas de la red fluvial de Cartaya.
Con los datos recogidos en este estudio no estamos en disposición de adelantar la/s causa/s de
esta ausencia por lo que son necesarios estudios más detallados para dilucidar este aspecto.
Sin embargo, es posible adelantar algunas hipótesis de trabajo: (1) en algunas zonas cercanas
a las marismas mareales una salinidad relativamente elevada podría estar limitando la
presencia de especies como Populus alba (Mesleard et al. 1991). La presencia abundante de
Tamarix podría apuntar hacia una salinidad algo elevada en el cauce, aunque otras especies
como Typha sp. indicarían que la salinidad no llegaría a ser muy elevada al menos durante
gran parte del año. Las especies de Typha necesitan salinidades menores de 10 g/l tanto para
la germinación y el crecimiento de las plántulas (Lombardi et al. 1997) como para el
Agenda 21 de Cartaya
Figueroa et al. 113
mantenimiento de los individuos adultos (Glenn et al. 1995); (2) También sería posible que la
ausencia de especies arbóreas en las orillas del arroyo del Tariquejo y otros cauces fluviales
en Cartaya esté influenciada por una posible sobre-explotación del acuífero que limitaría la
implantación de especies freatofitas obligadas. Se ha descrito como el taraje (género
Tamarix) puede llegar a dominar sobre álamos y chopos (género Populus) y sauces (género
Salix) debido a su mayor tolerancia de la sequía y la salinidad, así como por tratarse de una
freatofita facultativa (vegetal dependiente del agua del nivel freático) en contraposición a las
especies arbóreas que son freatofitas obligadas (Smith et al. 1998). Además, las plantas de
Tamarix muestran niveles de transpiración muy elevados que también podrían estar
conduciendo a la bajada del nivel freático afectando negativamente a otras especies
dependientes de él (Smith et al. 1998); (3) Finalmente, la ausencia de árboles en las riberas
podría derivarse de actuaciones de tala y quema de las mismas a las que los árboles de los
géneros Populus y Salix son más sensibles que los tarajes (Smith et al. 1998).
En las zonas donde el objetivo fuera crear un bosque de ribera con la presencia de
especies de los géneros Populus y Salix, la plantación de estas especies, si las condiciones de
la matriz abiótica fueran las adecuadas, podría impedir, mediante competencia
interespecífica, el crecimiento de especies potencialmente competidoras como Tamarix sp
(Sher et al. 2002). Según el Plan Director de Riberas de Andalucía (Junta de Andalucía
2003), al arroyo del Tariquejo le correspondería una vegetación riparia potencial con cuatro
bandas: la sauceda (género Salix) más cerca del cauce, a continuación la aliseda (género
Alnus), la fresneda (género Fraxinus) y el tamujar (formado por un arbusto espinoso de la
familia de las Euforbiáceas, Securinega tinctorea). En el arroyo del Sorbijo y afluentes dado
su carácter temporal tan solo aparecerían dos bandas, la fresneda próxima al río y el tamujar.
En otros cauces de estacionalidad muy marcada solo aparecería el tamujar. Sería necesario
estudios detallados en el campo mediante trasplantes pilotos para comprobar cuales son los
Agenda 21 de Cartaya
Figueroa et al. 114
factores ambientales que limitan la distribución de las especies de Populus, Alnus, Fraxinus y
Salix en las riberas de la red fluvial de Cartaya.
CONCLUSIONES:
1. La Unidad Ambiental XI, la red fluvial y las riberas de Cartaya, posee una alta
diversidad de especies tanto animales como vegetales y de hábitats exclusivos de esta
unidad ambiental.
2.
La red fluvial y las riberas de Cartaya es hábitat de especies protegidas de gran interés
ambiental y patrimonial como la nutria paleártica, el águila pescadora, la rata de agua
o el tritón pigmeo.
3. En red fluvial y las riberas de Cartaya se distinguen según su la localización,
vegetación y fauna 7 subunidades ambientales.
4. En general, el estado de conservación de la red fluvial de Cartaya y sus riberas es
deficiente, presentando la vegetación un estado de conservación malo. Destaca la
ausencia generalizada de especies arbóreas típicas del bosque de ribera.
5. Los principales problemas de conservación que afectan la red fluvial de Cartaya y sus
riberas son ocupación del Dominio Público Hidráulico por los cultivos adyacentes, la
invasión de Eucalyptus, la alteración del régimen hidráulico y la contaminación con
residuos sólidos (plásticos de agricultura).
6. La introducción de especies vegetales exóticas, el deterioro de la morfología dunar, el
vertido de escombros y su fragmentación. La mayoría de estos impactos ambientales
derivan directa o indirectamente de actividades antrópicas y en este estudio se
plantean medidas de gestión medio ambiental integrada para solucionarlos en la
medida de lo posible.
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Figueroa et al. 115
6.- DISCUSIÓN GENERAL
El turismo actualmente empieza a estar desengañado de las zonas costeras masificadas
alejadas de todo atractivo natural, al haber triunfado la Hipótesis de la Biofilia en nuestra
sociedad. En un futuro próximo, en forma generalizada, los turistas y visitantes desearán estar
en un medio natural, inmersos en la Naturaleza; este hecho ya aparece en forma clara, frente a
la vivencia de enclaves turísticos masificados y artificializados en grado extremo. Por ello, la
conservación del patrimonio natural de Cartaya, hermoso y biodiverso, único en gran medida
en el sur de la Península Ibérica debido a sus peculiaridades y extensión, compatibilizado con
la optimización de su uso público, incluso incluyendo todo el periodo anual, debería ser la
meta a lograr. Esta aplicación científica emanada de la sensibilidad ecológica del
Ayuntamiento de Cartaya y planteada desde la óptica más progresista de la sostenibilidad,
realizada con potentes herramientas ecológicas de diagnóstico, está permitiendo generar
planteamientos de desarrollo, uso y conservación acordes con el mantenimiento de nuestros
valores naturales en el marco de la Agenda 21.
En este primer Informe Parcial se establecen las bases para el estudio de los ecosistemas
del Término Municipal de Cartaya, identificándose en él un total de 14 unidades ambientales.
Además, dos de ellas, la playa el cordón litoral son analizadas en profundidad. El estudio
detallado de estas zonas, desde los puntos de vista de la vegetación, la geomorfología, los
usos antrópicos y la fauna, indica que ambas poseen una alta heterogeneidad ambiental. Esta
característica, aunque todavía con datos preliminares, parece ser una propiedad extensible a la
totalidad del Término Municipal de Cartaya. En él, aparecen ecosistemas muy diversos bajo
una influencia antrópica elevada, la cual habría contribuido y estaría contribuyendo a
aumentar la diversidad de ecosistemas y de hábitats dentro de estos.
Agenda 21 de Cartaya
Figueroa et al. 116
El cordón litoral y la playa poseen una gran importancia dentro d ela oferta turística y
recreativa de Cartaya, ya
la vez son ecosistemas que poseen valores ambientales muy
destacados, los cuales deberían ponerse en valor a la vez que se fomenta el respeto y la
conservación de los mismos. Ambas unidades ambientales forman una zona de transición
entre el medio marino y las marismas y las zonas interiores, donde destacan las formaciones
boscosas de pinares y pinar – sabinares. Son muchas las especies vegetales y animales que
habitan en estas zonas interiores y en la franja costera, por lo que estas zonas deben estar
necesariamente comunicadas. La fragmentación, provocada principalmente por la carretera
provincial que corre paralela a la costa es un obstáculo importante para animales como el
camaleón común. Además, la gestión de la zona costera más externa se realiza y se ha
realizado históricamente sin tener en cuenta sus relaciones con los bosques interiores.
Debemos cambiar esta forma de pensar y gestionar el territorio. Es esencial el mantenimiento
y la potenciación de conexiones entre la playa y la zona de dunas costeras con los pinares
costeros adyacentes. Sin embargo, en los últimos años la destrucción de estos pinares para
instalación de zonas residenciales y turísticas ha provocado y sigue provocando la separación
entre los pinares y la costa. En el sentido de restaurar esta conexión se plantea en este Informe
la creación de una Reserva Natural Municipal que se extienda en la zona más occidental del
cordón litoral, la playa y el pinar – sabinar costero, a lo largo y ancho de la cuenca del Arroyo
del Pino. En el marco de esta estrategia de conservación debería reducirse el efecto de
fragmentación creado por la carretera costera que atravesaría la reserva mediante la
instalación de pasos de fauna. Además, cualquier vía de comunicación que fuera a construirse
nueva en esta (cuenca del Arroyo del Pino) zona debería ir sobre pilares o contar con pasos de
fauna adecuados. Por otro lado, en la Reserva Natural Municipal se plantean labores que
fomenten la conservación de especies vegetales y animales presentes en la zona y de interés
ambiental especial, como el camaleón común, el tomillo carnoso o la clavellina de mar.
Agenda 21 de Cartaya
Figueroa et al. 117
Además, se plantea la posibilidad de introducir especies propias de ecosistemas costeros no
presentes en la zona, posiblemente porque fueron eliminadas por el hombre, y que también
poseen un interés ecológico elevado. Entre estas destacan el enebro marítimo y la camarina.
Entre todas las medidas de gestión ambiental expuestas a lo largo de este Primer
Informe queremos destacar aquí la importancia de la educación ambiental. Estamos
convencidos de que debe ser un punto clave en la estrategia del Ayuntamiento de Cartaya en
pro de la conservación de la Naturaleza. Los ciudadanos de Cartaya y sus visitantes deben
conocer los recursos naturales que les ofrecen sus ecosistemas y cómo estos funcionan, solo
así podrán respetarlos. En este sentido proponemos la creación de un servicio de guardas del
cordón litoral con funciones mixtas de ecuación ambiental, la instalación de cartelería
didáctica e informativa y la creación un centro de interpretación de la naturaleza junto a la
Reserva Natural Municipal. Estas acciones deberían estar incluidas en un programa local de
ecuación ambiental que acercase a los ciudadanos de Cartaya y sus visitantes a la Naturaleza.
En este sentido deben favorecerse las oportunidades de las visitantes de Cartaya para
interaccionar directamente con los diferentes elementos naturales de la zona, ya que ello
favorece el nivel de apreciación que poseerán respecto a los paisajes visitados, sobre todo en
ecosistemas paisajísticamente no muy llamativos como las dunas costeras o las marismas
(Múgica & DeLucio 1996).
También es importante destacar la importancia de los ecosistemas costeros analizados,
la playa y el cordón litoral de Cartaya, a nivel provincial e incluso regional. Por un lado
muestran características singulares que los convierten en lugares únicos en la costa del Golfo
de Cádiz. Entre estas características propias de los ecosistemas costeros de Cartaya analizados
hasta el momento destacan la presencia de un cordón dunar muy amplio en una ría protegida
tras una flecha arenosa como la de El Rompido, en el cual, además, desembocan dos arroyos
costeros, como los Arroyos Culata y del Pino. Esta citación ha originado la aparición de
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Figueroa et al. 118
formaciones vegetales y animales muy singulares, albergando especies protegidas que
encuentran en el Término Municipal de Cartaya uno de sus últimos refugios en la costa
española. Pero, además, los ecosistemas costeros de Cartaya parecen constituir un nexo de
unión muy importante entre las costas onubenses occidental y oriental. En este sentido, las
zonas dunares situadas tras la Flecha del Rompido podrían estar actuando: (1) como hábitat
para especies de alto valor ecológico, y a la vez (2) como puente de unión entre la costa más
meridional de Huelva (Términos Municipales de Punta Umbría, Huelva, Palos de Frontera,
Moguer y Almonte) y la más oriental (Términos Municipales de Lepe, Isla Cristina y
Ayamonte), salvando así parcialmente la discontinuidad que representaría la boca de la Ría
del Piedras.
En una visión general e integrada en el territorio vemos como es muy importante no
aislar las dunas de Cartaya de las zonas interiores del Término ni de las zonas costeras
adyacentes. Las zonas de playa y dunas costeras de Cartaya deben ser un puente que se
bifurque en dos direcciones. Por un lado, puente entre el mar y las marismas y los pinares y
por otro entre las costas occidental y meridional de Huelva. Para ello deben desarrollarse
políticas activas de gestión, puesta en valor y conservación de sus valores naturales. Como
hemos comentado anteriormente estos ecosistemas han venido siendo manipulados por el
hombre desde tiempos históricos por lo que no debemos asustarnos a la hora de actuar
directamente sobre ellos. Eso sí, debemos hacerlo conociendo lo mejor posible cómo
funcionan sus ecosistemas y en el marco de una política de desarrollo sostenible real, que
legue a las generaciones futuras al menos la misma calidad ambiental de la que disfrutamos
actualmente en Cartaya.
En el próximo Informe Parcial analizaremos los ecosistemas de la Flecha del
Rompido, playa, dunas y marismas, con lo que se completarán los ecosistemas litorales de
Cartaya.
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Figueroa et al. 119
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Anexo I - Flora vascular de las marismas del Piedras y la red fluvial y sus
riberas en el Término Municipal de Cartaya.
A continuación se enumeran por orden alfabético, según el nombre científico, las
especies vegetales superiores más relevantes detectadas en las marismas mareales y vera del
río Piedras en el Término Municipal de Cartaya, describiendo brevemente algunos aspectos
ecológicos, taxonómicos y de distribución.
1. Arundo donax. Conocida popularmente como ‘caña’. Especie sub-cosmopolita,
probablemente oriundo de Asia y naturalizado en Europa, perteneciente a la familia
Poaceae. Sus tallos alcanzan hasta 5 m de altura. Florece de agosto a abril. Esta
especie se ha utilizado en marismas de depuración de aguas residuales (Manios et al.
2002). Se trata de una especie invasora con efectos muy negativos en California donde
se intenta eliminar mecánicamente (Boose & Holt 1999). En la isla de Malta aparece
en riberas degradadas (Haslam 1997). Por otro lado, esta especie con metabolismo de
fijación del carbono C3 muestra tasas de fotosíntesis muy elevadas (Rossa et al.
1998). En cauces mediterráneos similares a los de cartaza la presencia de esta especie
en las orillas favorece la presencia de la nutria (Lutra lutra) al servirle como refugio
(Prenda & GranadoLorencio 1996). En las marismas mareales coloniza zonas
salobres, principalmente al norte del estuario, y en las riberas de Cartaya es bastante
frecuente, incluso en las zonas más degradas, apareciendo en todas las subunidades
ambientales.
Agenda 21 de Cartaya
Figueroa et al. 131
2. Aster tripolium L. subsp. pannonicus. Especie de la familia Compositae muy poco
frecuente en las marismas andaluzas donde habita en la marisma media y alta en el
borde de canales de drenaje. Las flores son violáceas y aparecen de octubre a
noviembre. Actualmente se está estudiando la inclusión de esta especie en el Catálogo
de Flora Silvestre Protegida de la Junta de Andalucía. Su presencia puede verse
limitada por la necesidad de afectación mareal (Bernhardt & Koch 2003), así como un
exceso de pastoreo (Schroder et al. 2002). Se trata de una especie capaz de soportar
salinidades relativamente elevadas con características de halófita, aunque no es capaz
de soportar la sequía (Ueda et al. 2003). En las marismas de Cartaya es relativamente
frecuente en comparación con estuarios vecinos como el de los ríos Odiel y Tinto,
aunque no llega a ser muy abundante en ninguna de sus zonas. La invasión de
Spartina densiflora podría poner en riesgo las escasas poblaciones de esta especie ya
que ocupa el mismo hábitat.
3. Artemisia caerulescens. Compuesta de tallos erectos de entre 10 y 60 cm,
normalmente blanco-tomentosas o glabrescentes. Las hojas son divididas y las flores
son amarillentas o rojizas. Florece en noviembre. Es una planta relativamente escasa
que se encuentra en las zonas de marisma alta.
4. Arthrocnemum macrostachyum. Especie perenne de la familia Quenopodiáceas,
popularmente conocida como ‘almajo’, con tallos crasos y erectos, divididos en
segmentos, fotosintéticos en sus extremos, que pueden llegar a más de 1 metro de
altura. Hojas ausentes. Es una especie poco vistosa, adaptada a la salinidad, como la
gran mayoría de las plantas que aparecen en la marisma. En otoño los tallos suelen
tomar una coloración purpúrea. Florece de abril a junio y las flores son poco
conspicuas. Las flores, de pequeño tamaño, se agrupan de tres en tres en estructuras
piramidales en la base de los segmentos fértiles, apareciendo seis flores por segmento.
Aparece en zonas de marisma alta, siendo la colonizadora primaria de las cubetas
hipersalinas (Rubio-Casal et al. 2001). Está especie es muy frecuente en la marisma
alta de Cartaya.
5. Atriplex halimus. Arbusto de la familia Quenopodiaceas, que puede alcanzar hasta los
2 metros de altura, pertenece la sección Obionopsis del género Atriplex. Con flores
unisexuales con cubierta rosada, hojas ovaladas verde glauco y tallos erectos. Florece
entre junio y julio. Es una especie muy frecuente hasta el punto de que no es raro
encontrarla como ruderal hacia las zonas interiores, aunque sus hábitats más naturales
son las marismas y saladares. En las marismas de Cartaya esta especie se suele
Agenda 21 de Cartaya
Figueroa et al. 132
encontrar en las zonas de mayor elevación, ya que no tolera la inundación mareal.
También es frecuente encontrarla en el borde de los caminos de cerca de la marisma
puesto que tiene bastante facilidad para colonizar las zonas más antropizadas.
6. Cistanche phelypaea. Pertenece a la familia de las Orobancáceas, y como todas las
especies de dicha familia, es una planta parásita. Carece de clorofila y vive parasitando
a especies arbustivas de la familia Quenopodiáceas. Aunque todas las plantas de la
familia Orobancáceas son similares morfológicamente, Cistanche phelypaea es la
única que aparece en ecosistemas de marisma. Normalmente aparece en zonas altas
de la marisma aunque, en algunas ocasiones se puede observar en zonas medias, si
bien no tolera el encharcamiento continuo. Son plantas perennes, con tallos simples,
no ramificados, de hasta 70 cm de altura. Las hojas se encuentran imbricadas en el
tallo y, como ya hemos dicho anteriormente, carecen de clorofila, por lo que no son
verdes (son de colores pálidos). Las flores aparecen entre marzo y abril y adquieren un
tono amarillento que sobresale en las tonalidades verdosas de la marisma. Estas
tonalidades amarillentas de las flores hacen de Cistanche phelypaea una planta muy
llamativa en las marismas de Cartaya, donde es poco frecuente en marismas medias,
principalmente.
7. Cotula coronopifolia. Especie perteneciente a la familia compuesta naturalizada en
Europa y proveniente del sur de África. Suele colonizar marismas salobres donde
florece y fructifica de marzo a junio. Aparece en las marismas del Tinto y en la red
fluvial de Cartaya ha sido localizada en el arroyo del Tariquejo junto a su
desembocadura. También coloniza marismas salobres con cobertura vegetal escasa.
8. Cynodon dactylon. Gramínea ruderal rizomatosa. Apareció en las márgenes de la
mayoría de los arroyos de la red fluvial de Cartaya, así como en las marismas salobres
donde llegó a formar praderas. Se suele comportar como ruderal y nitrófila. Es una
especie con metabolismo de fijación de carbono C4 relativamente resistente a la
sequía bajo clima mediterráneo (Mamolos et al. 2001), siendo capaz de habitar en
zonas muy salinas donde su colonización es favorecida por Arthrocnemum
macrostachyum (Sadek & Eldarier 1995).
9. Equisetum ramosissimum. Especie sub-cosmopolita frecuente en toda Andalucía
occidental (Valdés et al. 1987), conocida popularmente como ‘cola de caballo’.
Esporota dos veces al año, de febrero a marzo y de septiembre a noviembre. En las
riberas de Cartaya es bastante abundante, alcanzando puntualmente coberturas muy
elevadas, como en algunas zonas del arroyo del Tariquejo. También coloniza
Agenda 21 de Cartaya
Figueroa et al. 133
marismas salobres, coincidiendo principalmente con la desembocadura de los
diferentes afluentes del río Piedras.
10. Frankenia boissieri. Especie perenne de la familia Frankeniáceas, con tallos erectos,
muy ramificados y leñosos en la base. Hojas ovadas con un pecíolo muy corto. Corola
rosada o violácea de entre 5 y 6 mm. Florece a inicios del verano y aparece en zonas
de marisma alta. En la vera de Cartaya es relativamente frecuente y también aparece
en zonas altas de las marismas. Se distribuye en el sur de la península Ibérica, noroeste
de África y en las Islas Canarias.
11. Frankenia laevis. Especie muy parecida a la anterior, se diferencia de ella en que los
tallos son decumbentes y de tonos grisáceos. Ocupa hábitats parecidas a la anterior.
Florece de marzo a noviembre.
12. Frankenia pulverulenta. Anual propia de marismas salobres, donde no suele ser muy
abundante, con hojas sub-redondeadas. Florece de marzo a junio. En Cartaya aparece
únicamente en sus marismas mareales.
13. Galium palustre. Especie bulbosa de la familia Rubiáceas propia de marismas y
herbazales húmedos. En Cartaya aparece principalmente en las marismas en zonas
salobres del norte del estuario.
14. Halimione portulacoides. Son matas perennes decumbentes, pertenecientes a la
familia Quenopodiáceas. Presentan hojas opuestas lanceoladas (con forma de lanza).
Las flores se encuentran en espigas laterales y terminales, son poco vistosas y suelen
aparecer entre los meses de mayo
y noviembre . Frecuentes en las marismas
andaluzas y también de las marismas de Cartaya en numerosas subunidades de
marisma baja, media y alta. Suele aprovechar la acreción producida por el
establecimiento de especies de marisma baja como Spartina maritima para entrar en
niveles algo más elevados. También es frecuente observar individuos de esta especie
en zonas con escasa influencia mareal (marisma alta) e incluso llega a aparecer en la
vera de Cartaya.
15. Inula crithmoides. Arbusto perenne de hasta 100cm de altura, perteneciente a la
familia de las compuestas. Es una planta muy peculiar ya que tiene las hojas crasas.
Las flores se disponen en capítulos, son amarillas y aparecen entre julio y noviembre .
Esta bella planta se encuentra en las zonas de marisma media-alta del Término
Municipal de Cartaya donde suele aparecer junto a Aster tripolium aunque llega a ser
algo más abundante.
Agenda 21 de Cartaya
Figueroa et al. 134
16. Juncus acutus. Especie perenne con rizomas gruesos y cortos y tallos fotosintéticos, de
la familia Juncáceas. Forma clones muy densos. Inflorescencia frecuentemente
compacta y parda. Es frecuente en Andalucía occidental (Valdés et al. 1987). En la
vera de Cartaya suele aparecer justo por encima del Juncus maritimus y en marismas
salobres del norte del estuario. También aparece en la mayor de las lagunas de El
Portil y en la vera del Término Municipal de Punta Umbría. En los pinares de Cartaya
coloniza las zonas más húmedas de los valles.
17. Juncus maritimus. Esta especie de la familia Juncaceae desarrolla tallos de hasta un
metro de altura. Florece de junio a agosto y sus flores son de color verde-amarillentas
(Valdés et al. 1987). Se trata de una planta que vive en zonas húmedas. Aparece tanto
en la vera, a alturas inferiores al Juncus acutus, como en marismas salobres.
18. Juncus subulatus. Especie propia de zonas húmedas que suele aparecer en los pinares
de Cartaya acompañando a otras especies glicófitas como Juncus acutus o diferentes
especies del género Carex en las zonas más húmedas y deprimidas. También coloniza
marismas salobres y la vera de Cartaya.
19. Limoniastrum monopetalum. Especie perenne propia de marismas altas y zonas de
transición entre arenales costeros y marismas mareales. Coloniza la desembocadura
del ‘Arroyo Culata’ y las marismas del Piedras, donde es más frecuente en la marisma
alta. También aparecer en la vera de Cartaya, siendo la especie de mayor porte. Sus
flores violáceas aparecen
entre mayo y julio. Es la especie de marisma mareal
andaluza que alcanza un mayor porte, pudiendo superar los 180 cm de altura, con
tallos muy ramificados. Crece en rodales circulares, los cuales crecen en altura en sus
zonas centrales. Se distribuye al Oeste del Mar Mediterráneo, tanto en Europa como
en África.
20. Limonium algarvense. Plantas perennes pertenecientes a la familia Plumbagináceas.
Los tallos no suelen sobrepasar los 60 cm. Las hojas se disponen en la base formando
una roseta y poseen forma de lanza. Florece de marzo a octubre y las flores son
pequeñas y adquieren tonalidades violáceas. Suelen aparecer en zonas de marisma
media-alta.
21. Limonium angustifolium. Plantas perennes pertenecientes a la familia Plumbagináceas.
Los tallos son erectos y pueden llegar a alcanzar el metro de altitud. Las hojas se
disponen en la base formando una roseta. Son hojas grandes, con forma de lanza
(lanceoladas) y persistentes en la antesis. Las flores aparecen en ramas fértiles que se
elevan sobre la roseta de hojas. No aparecen ramas estériles. Las flores son pequeñas y
Agenda 21 de Cartaya
Figueroa et al. 135
adquieren tonalidades violáceas. Florece de junio a noviembre . Esta especie encuentra
su hábitat adecuado en saladares encharcados. Normalmente pertenecen a las
comunidades de marisma media y, con menos frecuencia, se puede observar en
marisma media-baja.
22. Limonium diffusum. Especie perenne y glabra de la familia Plumbagináceas. Habita en
marismas medias y altas y en arenales costeros libres de la inundación mareal. Los
tallos son articulados, de hasta 30 cm y las hojas, en roseta basal, suelen estar ausentes
en la antesis. Los pétalos de color rosado – violáceo, aparecen soldaos en un tubo, con
un tamaño de entre 3 y 5 mm. Es una especie poco frecuente en las marismas de
Cartaya, donde aparece en algunos ganchos arenosos. También aparece en la vera,
siendo puntualmente muy abundante.
23. Limonium ferulaceum. Especie perenne y glabra de la familia Plumbagináceas, propia
de saladares de marisma media y alta (Valdés et al. 1987). Corola con pétalos
soldados de color rosado – amarillento. En la vera de Cartaya es bastante frecuente
cerca del borde superior.
24. Limonium ovalifolium. Coloniza marismas salobres y la vera de Cartaya. Florece de
junio a septiembre.
25. Mesembryanthemum nodiflorum. Perteneciente a la familia Aizoáceas, es una especie
anual que presenta como característica más destacada unas papilas hialinas, cristalinas.
Los tallos normalmente son decumbentes, aunque en algunas ocasiones aparecen
erguidos. Suelen ser tallos muy ramificados, no suelen sobrepasar los 30 cm y
adquieren frecuentemente tonalidades rojizas muy características. Las hojas crasas,
pequeñas y nunca superan los 4 cm. Florece entre marzo y julio. Las flores son poco
vistosas y tienen los pétalos blancos o amarillentos y más cortos que los sépalos. Estas
plantas suelen aparecer en las zonas de marisma alta y se observan con frecuencia en
zonas de sustratos arenosos También suele aparecer en suelos arenosos y salinos como
los de la vera de Cartaya.
26. Phragmites australis. Especie perenne, rizomatosa, de la familia Poaceae. Tallos de
hasta 4 metros de altura y hasta 2 cm de diámetro. Espiguillas pedunculadas,
comprimidas lateralmente, con 3-8 flores; la inferior y la superior masculinas o
estériles, las demás hermafroditas. Florece de octubre a febrero. Presente en bordes de
cursos de agua y lagunas y lugares húmedos (Valdés et al. 1987). Aparece en las
orillas de la mayor de las lagunas de El Portil en Punta Umbría. En Cartaya coloniza
Agenda 21 de Cartaya
Figueroa et al. 136
marismas salobres y es frecuente en las riberas de la red fluvial, incluso en zonas
alteradas.
27. Polygonum equisetiforme. Especie relativamente frecuente en marismas salobres,
comportándose como ruderal en zonas interiores. Florece de mayo a noviembre. En la
red fluvial de Cartaya y sus riberas ha sido localizado en las desembocaduras de los
arroyos en las marismas del río Piedras y en el interior del Paraje Natural.
28. Polygonum persicaria. Especie anual frecuente en zonas más o menos húmedas.
Florece de junio a noviembre en racimos densos terminales y laterales. En Cartaya
coloniza marismas salobres y riberas, donde no es muy frecuente.
29. Puccinellia stenophylla. Gramínea clonal de marismas mareales costeras. Tallos de
hasta 70 cm de altura que florecen de marzo a julio en panículas piramidales con
ramas patentes después de la antesis. Hojas filiformes con haz marcadamente papiloso.
Habita en marismas medias.
30. Puccinellia convoluta. Especie común en marismas mareales. Florece de abril a julio
en panículas estrechamente cilíndricas con ramas adpresas después de la antesis. En
Cartaya suele colonizar marismas medias.
31. Ruppia cirrhosa. Especie rara en estuarios y esteros de marismas mareales en
Andalucía occidental. Florece de junio a julio con estigma más estrecho que el ovario
y hojas de 0.5 a 1 mm de anchura (Valdés et al. 1987). Coloniza zonas encharcadas
permanentemente de los esteros de Cartaya donde es muy poco frecuente.
32. Salicornia ramosissima. Especie anual de la familia Quenopodiáceas, que germina con
las primeras lluvias del otoño, florece y fructifica de septiembre a noviembre,
muriendo tras la fructificación. No posee hojas y los tallos (fotosintéticos) son crasos y
divididos en segmentos. Muestra una alta variabilidad morfológica, y no suele superar
los 30 cm de altura. Las flores aparecen en segmentos fértiles en grupos de tres, con
forma piramidal. Coloniza las desembocaduras de los arroyos de Culata y del Pino y
las vecinas marismas del Piedras, donde coloniza una gran variedad de hábitats desde
la marisma baja a la marisma alta.
33. Salsola brevifolia. Arbusto glabro con tallo más o menos glauco y hojas alternas y
escamosas, crasas. Florece durante el verano. Es abundante en zonas de marisma alta y
a lo largo de la vera.
34. Salsola vermiculata. Arbusto relativamente frecuente en zonas de marisma alta. Hojas
con la base ensanchada y canaliculada, de margen hialino. Aparece en zonas de
marisma alta y en la vera de Cartaya.
Agenda 21 de Cartaya
Figueroa et al. 137
35. Sarcocornia fruticosa. Especie perenne de la familia Quenopodiáceas, con tallos
erectos, divididos en segmentos, crasos, fotosintéticos en sus extremos, más o menos
glaucos, alcanzando hasta 1 metro de altura. No posee hojas. Las flores se agrupan de
tres en tres, en forma piramidal, en segmentos fértiles. Coloniza las desembocaduras
de los arroyos de Culata y del Pino y las vecinas marismas del Piedras donde coloniza
un gran número de hábitats en la marisma media y alta.
36. Sarcocornia perennis subsp. perennis. Similar a Sarcocornia fruticosa, con tallos
crasos y articulados, pero en esta ocasión, son tallos rastreros de unos 30 cm de altura
y no erectos como en el caso anterior. Las hojas son opuestas y las flores, poco
vistosas, se disponen en ramas fértiles terminales. Normalmente florece de septiembre
a noviembre. Una de las diferencias con la especie anterior se encuentra en las
semillas. Mientras que en Sarcocornia fruticosa las semillas presentan pelos cónicos
rectos y cortos, en Sarcocornia perennis estos pelos son curvados o ligeramente
uncinados y largos. Se trata esta de una especie frecuente en todas las marismas
andaluzas. Suele aparecer en zonas de marisma baja y sigue a Spartina maritima en la
zonación. No suele alcanzar unos niveles tan bajos como Spartina maritima, pero
compite con ella en las zonas más elevadas en las que aparece esta gramínea. Algunos
estudios desarrollados en las Marismas del Odiel (Castellanos 1992) han puesto de
manifiesto que escasos centímetros de altura ( unos 15 cm) pueden excluir a
Sarcocornia perennis de las zonas en las que aparece Spartina maritima. Sarcocornia
perennis puede aparecer también en marisma alta mezclada con otras especies, aunque
en este tipo de enclaves, que suelen caracterizarse por ser lugares con cierta influencia
mareal de ciclos cortos, no es muy elevada su abundancia (Castellanos 1992).
37. Sarcocornia perennis subsp. alpini. Subespecie de tallos erectos que coloniza zonas de
marisma alta con cobertura escasa de vegetación y parcial o totalmente independizadas
de la acción mareal. En Cartaya no es muy frecuente. También aparece en el entorno
de Cartaya en las marismas del Tinto y en el entorno periurbano de la ciudad de
Huelva.
38. Scirpus holoschoenus. Se trata de una planta perenne, rizomatosa con apariencia de
‘junco’ y tallos redondeados que pueden llegar a medir un metro, perteneciente a la
familia Ciperáceas. Florece de mayo a noviembre, con flores agrupadas en
inflorescencias globulosas muy características. Aparece en zonas húmedas de los
valles del ‘Campo Común de Abajo’, en los borde del pinar interior sur y pinar
interior norte y en zonas más o menos húmedas del pinar interior norte. También
Agenda 21 de Cartaya
Figueroa et al. 138
colonizaba todos los cauces fluviales de la red de fluvial de Cartaya y las marismas
salobres dentro del Término Municipal de Cartaya.
39. Scirpus maritimus. Perennes, rizomatosas, con estolones tuberosos de distribución
cosmopolita y con tallos trígonos de hasta 80 cm. Hojas tan largas o más largas que
los tallos, generalmente con nervio central formando una costilla por el envés.
Inflorescencias formadas por grupos de espiguillas fasciculadas. Florece de abril a
junio. Frecuente en bordes de charcas, marismas salobres, lagunas, ríos y arroyos de
Andalucía (Valdés et al. 1987). Aparece en las orillas de la mayor de las lagunas del
Portil en la vecina Punta Umbría y en las marismas del Odiel y el Tinto. En Cartaya
aparece en todas las subunidades ambientales de la red fluvial y en las marismas
mareales de Cartaya en zonas salobres. En Brasil habita junto a halófitas en marismas
medias y bajas irregularmente inundadas (Costa et al. 2003). Las variaciones en la
salinidad del medio condicionan la dinámica anual de sus tallos (Lillebo et al. 2003) y
la producción de semillas puede disminuir en zonas donde su presencia se limite a
pocos clones debido a procesos de incompatibilidad (Charpentier et al. 2000).
40. Spartina maritima. Gramínea laxamente cespitosa con tallos de hasta 50 cm. Aparece
en las marismas de Punta Umbría en planicies intermareales sumergidas
periódicamente por las mareas. Florece de mayo a julio. Las semillas no son viables y
se reproduce mediante rizomas. Como se ha discutido ampliamente a lo largo de este
estudio, esta especie tiene una gran importancia ecológica, y se encuentra en regresión
debido a los fenómenos erosivos y la competencia con otras especies. Es frecuente en
las marismas baja y media de Cartaya donde sus poblaciones suelen mostrar un buen
estado de conservación. Si embargo, en estuarios vecinos como el del Odiel y el Tinto
la mayoría de las poblaciones sufren de erosión.
41. Spartina patens. Se trata de una especie propia de las marismas y dunas de la costa
este de Norte América (Seliskar 2003). Normalmente suele colonizar zonas salobres
(Hester et al. 2001). En estas zonas suele ser desplazada por la invasión de Phragmites
australis (Windham & Ehrenfeld 2003) Su presencia en el continente Europeo, y en
concreto en el suroeste de la Península Ibérica, aún no está clarificada. Podría tratarse
de una especie introducida y naturalizada que incluso llegase a comportarse como
invasora, o ser propia de estas zonas. En Galicia ha sido descrita como una especie
invasora que afecta negativamente a la biodiversidad de las marismas que invade,
llegando también a colonizar zonas de dunas litorales (SanLeon et al. 1999). En la
zona de estudio únicamente coloniza las dunas situadas en la base del acantilado,
Agenda 21 de Cartaya
Figueroa et al. 139
probablemente favorecida por el afloramiento de aguas de saturación. Junto con ella
aparecían especies glicófitas como Phragmites australis y Arundo donax. Esta especie
es capaz de tolerar pH ácidos, aunque es bastante sensible a sustratos anóxicos
(potenciales redox menores de –50 mV) (Anastasiou & Brooks 2003). En Andalucía
únicamente ha sido citada en las marismas del Guadiana, el Piedras y en la base del
acantilado del Asperillo. En Cartaya habita en marismas medias cercanas a zona
dunares y es muy poco frecuente, apareciendo a modo de clones más o menos
aislados.
42. Spartina densiflora. Especie perenne de gramínea de tallos erguidos y flores en
espigas terminales densas, introducida desde latitudes subtropicales de Suramérica.
Aparece en numerosos hábitats de marismas mareales saladas y salobres (Nieva 1996),
ocupando a veces la totalidad del espacio disponible formando los llamados
localmente ‘mares de Spartina’ (Luque 1996). No tolera las condiciones de anoxia y
largos periodos de inundación de las localidades de marisma baja. Se comporta como
una bio-acumuladora de metales pesados (Luque 1996). Coloniza las desembocaduras
de los arroyos de Culata y del Pino y las vecinas marismas del Piedras. Actualmente
está comenzando la invasión de este estuario, mientras que es muy común en el
estuario vecino del Tinto y el Odiel. Debe procederse lo antes posible a su
erradicación total de estas zonas debido a los problemas de conservación de la
biodiversidad tan graves que provoca.
43. Spergularia fimbriata.
44. Spergularia maritima. Especie perenne perteneciente a la familia Cariofiláceas. Posee
una raíz leñosa y gruesa. Hojas y tallos crasos. Flores rosadas de 4-5 mm. Dos tipos de
semillas en la misma planta: unas ápteras y otras aladas. Es una especie poco frecuente
en las Marismas de Punta Umbría.
45. Spergularia salina. Especie anual con hojas lineares y flores rosadas. Produce semillas
ápteras y aladas (Luque 1996). En las Marismas de Punta Umbría es abundante sobre
sedimentos ácidos depositados en las marismas producto del dragado de la Ría de
Huelva. En la Vera de Punta Umbría es poco frecuente.
46. Suaeda maritima subsp. maritima. Especie anual glabra de la familia Quenopodiáceas.
Hojas lineales grasas. Florece de octubre a noviembre, muriendo tras la fructificación.
Al igual que Salicornia ramosissima aparece en una gran variedad de hábitats, desde
marismas bajas, en el interior de poblaciones de Spartina maritima, a arenales costeros
como los de la Vera de Punta Umbría.
Agenda 21 de Cartaya
Figueroa et al. 140
47. Suaeda vera. Especie perenne y glabra, propia de zonas de marismas alta, donde suele
acompañar a Arthrocnemum macrostachyum, arenales costeros y zonas de campiña
baja. Las hojas son crasas y de pequeño tamaño (5-12*1-1.5 mm). Florece entre
Marzo y Julio.
48. Tamarix sp..
49. Tamarix canariensis.
50. Typha sp.
51. Typha dominguensis.
52. Triglochin barrelieri. Especie bulbosa de la familia Juncaginaceae. Hojas con vaina
membranosa de hasta de 35 cm de longitud * 0.3 cm de anchura. Flores verdosas en
inflorescencias de 10-15 cm sobre escapos de 30-40 cm. Florece y fructifica de Marzo
a Mayo. Suele aparecer en marismas salobres. En el Término Municipal de Punta
Umbría aparece en zonas de marisma alta próximas a la Vera de Punta Umbría, donde
es poco frecuente.
53. Typha dominguensis. Plantas de hasta 2 metros de altura. Perteneciente a la familia
Typhaceae. Vainas de las hojas generalmente atenuándose hacia el limbo o
ligeramente auriculadas. Inflorescencias femenina y masculina separadas por el eje
desnudo (Valdés et al. 1987). Flores femeninas terminadas en una espátula
amarillenta. Florece y fructifica de Julio a Noviembre. En arroyos, lagunas y marismas
saladas o dulces y eutrofizadas. Aparece en las orillas de la mayor de las lagunas de El
Portil, donde es muy frecuente.
54. Zostera noltii. Aunque tiene apariencia de alga es una fanerógama perteneciente a la
familia Zosteráceas. Se trata de una planta herbácea que suele vivir sumergida en
aguas salinas, apareciendo tanto en las marismas mareales como en los mares. Por
tanto, esta planta es una típica especie de marisma baja, siendo la primera en aparecer
en la zonación. Las hojas son lineares y las flores son diminutas y prácticamente
indistinguibles. Florece de junio a agosto. Ha sido citada como especie útil para la
prevención de la erosión (Castillo 2001) y va a ser propuesta por nuestro grupo de
investigación como especie a incluir en el Libro Rojo de Especies Amenazadas de
Andalucía. Es la única planta vascular que coloniza zonas de playa, en las
desembocaduras de los Arroyos de Culata y del Pino. También coloniza planicies
intermareales en las Marismas del Piedras.
Agenda 21 de Cartaya
Figueroa et al. 141
A continuación se enumeran por orden alfabético, según el nombre científico, las
especies vegetales superiores más relevantes detectadas en la red fluvial y riberas del
Término Municipal de Cartaya, describiendo brevemente algunos aspectos ecológicos,
taxonómicos y de distribución.
1. Arundo donax. Consultar en el apartado anterior referente a las marismas mareales.
2. Carex divisa. Perteneciente a la familia Ciperáceas, se trata de una especie rizomatosa
muy frecuente en suelos con encharcamiento temporal en toda Andalucía occidental.
Florece de febrero a junio. En los pinares de Cartaya es poco frecuente, habitando en
zonas bajas y húmedas del pinar interior norte (Subunidades IX-1 y –3). En la red
fluvial aparece bastante extendida en arroyos como el Sorbijo y la cañada de Hornos.
3. Carex hispida. Perteneciente a la familia Ciperáceas, se trata de una especie
rizomatosa frecuente en la región mediterránea en suelos encharcados de márgenes de
ríos y arroyos y en cunetas. Florece de abril a mayo. En el ‘Campo Común de Abajo’
coloniza las zonas más deprimidas, arenosas y húmedas de los valles del pinar –
sabinar costero y el pinar interior sur. En el pinar interior norte es menos abundante y
también coloniza zonas arenosas bajas y húmedas (Subunidad IX-3). En la red fluvial
de Cartaya es muy abundante localmente como en algunos tramos del arroyo del
Tariquejo.
4. Cotula coronopifolia. Consultar en el apartado anterior referente a las marismas
mareales.
5. Cynodon dactylon. Consultar en el apartado anterior referente a las marismas
mareales.
6. Datura stramonium. Especie ruderal y nitrófila procedente de América y naturalizada,
perteneciente a la familia Solanáceas. Fruto cápsula con espinas. Florece de mayo a
noviembre. En la red fluvial de Cartaya es frecuente en el arroyo del Tariquejo y
aparece de manera dispersa en otras zonas.
7. Dorycnium rectum. Especie de la región mediterránea perteneciente a la familia
Leguminosas que habita en bordes de arroyos y sotobosques húmedos. Aparece
diseminado por toda Andalucía occidental, aunque es bastante raro en el sur. Puede
alcanzar hasta 160 cm de porte. Los tallos son huecos y acanalados en el exterior.
Corola de estandarte y alas rosadas y quilla purpúrea. Florece y fructifica de abril a
julio. En el Término Municipal de Cartaya únicamente ha sido detectada en los
Agenda 21 de Cartaya
Figueroa et al. 142
márgenes del arroyo del Tariquejo (Subunidad Ambiental XI-1). En Nueva Zelanda
esta especie es utilizada para la conservación de suelos (Oppong et al. 2001) y
alimentación del ganado (Douglas et al. 1996).
8. Equisetum ramosissimum. Consultar en el apartado anterior referente a las marismas
mareales.
9. Eucalyptus sp. En Cartaya aparecen dos especies de Eucalyptus, E. globulus y E.
camaldulensis. Se trata de árboles de la familia Mirtáceas, introducidos en la
Península Ibérica como especies maderables. Desde las repoblaciones, estas especies
procedentes de Australia están invadiendo los pinares y las riberas de Cartaya, donde
se recomienda su eliminación y sustitución por vegetación autóctona.
10. Juncus acutus. Consultar en el apartado anterior referente a las marismas mareales.
11. Mentha suaveolens. Perteneciente a las familia Lamiaceae, esta planta aromática
ruderal es muy frecuente en las riberas de Cartaya. Se trata de una planta rizomatosa
que florece de julio a septiembre.
12. Nerium oleander. Especie conocida popularmente como ‘adelfa’ dependiente del agua
de los niveles freáticos. Pertenece a la familia Apocináceas. En Andalucía es frecuente
en barrancos y cursos de agua (Valdés et al. 1987). También se cultiva como planta
ornamental. Florece de mayo a septiembre. Está presente en las riberas de todas las
subunidades de la red fluvial de Cartaya.
13. Phragmites australis. Consultar en el apartado anterior de marismas mareales.
14. Polygonum equisetiforme. Consultar en el apartado anterior de marismas mareales.
15. Polygonum persicaria. Consultar en el apartado anterior de marismas mareales.
16. Populus alba. Árbol muy común en Andalucía y autóctono en el oeste de la cuenca
mediterránea (Roiron et al. 2004). Suele utilizarse en los núcleos urbanos como planta
de sombra. Se caracteriza por poseer un tronco de corteza blanca y hojas dentadas
densamente blanco-tomentosas por el envés. Florece de febrero a marzo. Es muy poco
frecuente en las riberas de cartaza, habiendo sido registrado ejemplares aislados en la
zona alta del arroyo del Sorbijo junto al pinar interior sur. Parece requerir niveles
medios de inundación, constituyendo un estadío intermedio en la sucesión de los
bosques de ribera en Croacia (Matic et al. 1999). Su distribución estaría limitada por
la salinidad en marismas salobres (Mesleard et al. 1991).
17. Rubus ulmifolius. Especie conocida popularmente como ‘zarza’. Muy abundante en
bordes de acequias, cauces y sotos de Andalucía. Sus frutos (zarzamoras) son
comestibles (Valdés et al. 1987). Se trata de un arbusto con tallos con aguijones
Agenda 21 de Cartaya
Figueroa et al. 143
falcados que florece de mayo a septiembre. En las riberas de Cartaya aparece en todas
las subunidades ambientales, llegando a ser muy abundante en algunas zonas.
18. Scirpus holoschemus. Consultar en el apartado anterior de marismas mareales.
19. Scirpus maritimus. Consultar en el apartado anterior de marismas mareales.
20. Spartina densiflora. Especie perenne de gramínea de tallos erguidos y flores en
espigas terminales densas, introducida desde latitudes subtropicales de Suramérica.
Aparece en numerosos hábitats de marismas mareales saladas y salobres (Nieva 1996),
ocupando a veces la totalidad del espacio disponible formando los llamados
localmente ‘mares de Spartina’ (Luque 1996). Coloniza las desembocaduras de los
Arroyos de Culata y del Pino, las marismas del Piedras y en la red fluvial aparece en
las desembocaduras de muchos de los arroyos, como el del Tariquejo, en las
marismas. Debe procederse lo antes posible a su erradicación total de estas zonas
debido a los problemas de conservación de la biodiversidad tan graves que provoca.
21. Tamarix sp. Este género agrupa a cuatro especies presentes en Andalucía occidental de
las cuales tres podrían estar presentes en Cartaya según sus mapas de distribución: T.
africana (la más frecuente), T. canariensis (poco frecuente en zonas salobres) y T.
gallica (poco frecuente en zonas salobres). (Valdés et al. 1987). Todas las especies
son conocidas popularmente como ‘taraje’. El taraje es muy abundante a lo largo de
todo el cauce de los arroyos del Tariquejo y el Sorbijo. También aparece en otras
subunidades ambientales de manera más puntual.
22. Typha sp. Este género presenta tres especies en Andalucía occidental: T. dominguensis
(la más abundante en zonas húmedas eutrofizadas), y T. angustifolia y T. latifolia
(ambas habitan en zonas húmedas no eutrofizadas, siendo la primera más frecuente
que la segunda). Este género es frecuente en la red fluvial de Cartaya, apareciendo en
todas las subunidades ambientales.
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Anexo II – Novedades sobre la playa y el cordón litoral del Término
Municipal de Cartaya.
Agenda 21 de Cartaya
Figueroa et al. 146
En este anexo se exponen las novedades encontradas en el análisis de la fauna de la
Flecha de el Rompido, la playa y el cordón litoral (Unidades Ambientales I, II y III,
respectivamente) desde la redacción del Primer Informe Parcial (septiembre de 2004).
Destacan entre estas novedades los registraos de nuevas especies de aves en los muestreos
invernales.
Las especies invernantes de aves más comunes en la playa fueron: el chorlitejo grande
(Charadrius hiaticula), el chorlitejo chico (Charadrius dubius), chorlito gris (Pluvialis
squatarola), aguja colinegra (Limosa limosa), zarapito trinador (Numenius phaeopus), charrán
patinegro (Sterna sandvicensis) y ostrero (Haematopus ostralegus). Estas especies se
encuentraban en forma dispersa y con pocos efectivos a lo largo de la playa, concentrándose
en pequeños grupos mixtos en las desembocaduras de los arroyos que dan a la ría del Piedras,
arroyos de Culata y del Pino.
Las poblaciones de gaviota patiamarilla o mediterránea (Larus cachinnans) y gaviota
reidora (Larus ridibundus), menos abundante, que sobrevolaban la playa aumentaron en
invierno respecto al verano. Además, se registró la presencia de otra especie de gaviota
invernante en la zona, la gaviota sombría (Larus fuscus). Esta gaviota, fue el ave más
abundante en la playa junto con la gaviota patiamarilla.
En el cordón litoral durante el invierno destacó la presencia abundante también de
algunos paseriformes invernantes como el petirrojo (Erytracus rubecula) y el mosquitero
común (Phylloscopus collybita).
Agenda 21 de Cartaya
Figueroa et al. 147
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