algunos interrogante

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Laboratorios de fabricación personal y comunitaria.
Ecosistemas socio-técnicos y nuevo modelo productivo; algunos interrogantes
José Pérez de Lama / Fab Lab Sevilla Universidad de Sevilla
Septiembre de 2015 / texto preparado para el encuentro Labmeeting 2015 Medialab Prado, Madrid
La Tercera Revolución Digital
Recientemente he asistido a varias reuniones con nuevos equipos municipales en diferentes
ciudades para hablar sobre el tema de los fab labs. Uno de los argumentos recurrentes es el de la
llamada tercera revolución digital y su hipotética aportación al desarrollo de un nuevo modelo
productivo, a la creación de empleo, etc. Este discurso, sin embargo, está en el límite de convertirse
en lo que los estadounidenses llaman un shibboleth – una palabra o expresión de un partido, secta o
creencia, generalmente considerada por otros vacía de significado real. En este caso, incluso por
algunos de los propios implicados en el movimiento... Quizás sea impaciencia, o falta de
adecuación entre lo que realmente está ocurriendo y lo que algunos esperábamos.
La idea de la nueva revolución digital, en cualquier caso, resulta bastante convincente. Dos
paralelismos principales, usados como una especie de ritornelo por los adeptos, resultan sin duda
verosímiles. El primero es el paralelismo que se hace con las dos revoluciones digitales precedentes,
la de la computación y la de la comunicación. Nadie puede poner en duda que la emergencia de la
computación (digital) cambió, y sigue cambiando, nuestra vidas de manera radical, y en especial los
sistemas productivo y económico. La influencia de la segunda, la de la comunicación – las redes de
Internet y los móviles es igualmente indudable. Quizás sea necesario subrayar que ambas
revoluciones se han compuesto entre sí, y que su potencial posiblemente deriva de esta
combinación. La hipótesis de la tercera revolución digital es que el paso de la fabricación analógica
a la digital – objetos “diseñados en pantallas” y producidos materialmente con máquinas
controladas por ordenador – tendrá efectos sobre nuestras vidas y sociedades de una relevancia
equivalente a las de las dos anteriores. Lo que no acaba de estar claro es cual será el sentido de estas
transformaciones. Como demostraron las “revoluciones” precedentes, el futuro no siempre suele ser
lo que esperamos...
El segundo paralelismo es el que se hace entre los primeros ordenadores, los de las décadas que van
de 1940 a 1980, y los actuales dispositivos de fabricación digital. Típicamente se comparan los
actuales fab labs con los PDP de los años 60, que empezaban a ser accesibles a las empresas de
vanguardia, pero que aún ocupaban prácticamente una habitación, y necesitaban de operadores
bastante especializados. La idea aquí es que los fabricators del futuro se asemejarán en algún
sentido a nuestros actuales smartphones: accesibles, ubicuos e integrados en redes en las que
ocurren los procesos e interacciones que hacen que nuestros dispositivos sean verdaderamente
útiles.
Fab labs y tecnologías libres
Un tercer paralelismo en este línea de la prospectiva, lo hemos hecho sectores más minoritarios
dentro del movimiento fab lab y maker. Sería el paralelismo con el desarrollo del movimiento del
software libre – que e inicia en la década de 1980 – con raíces sin duda muy anteriores -. Algunos
hemos especulado - y sin duda existen ya ciertos avances - con la idea de que podría llegar a
construirse una cultura productiva (y una economía) en torno al diseño y la fabricación de objetos –
y de máquinas – “libres” como en FLOS (Free / Libre Open Source).
Esta idea de libertad, que es interpretada de múltiples maneras, desde mi punta de vista nos interesa
en la medida en que pueda generar un entorno productivo más abierto, más convivencial y más
i
cooperativo, más centrado en el trabajo y menos en el capital que los modelos dominantes.
Hay sin embargo importantes barreras para que algo así pudiera llegara ocurrir – que quizás sean
insalvables. Una de ellas tiene que ver con las dificultades para desarrollar un ecosistema
suficientemente complejo en torno a la fabricación digital, generado desde redes de cooperación
libre y descentralizadas. Aunque existan los celebrados modelos de GNU-Linux, de Apache y tantos
otros proyectos, quizás la generación de cadenas eficientes capaces de competir con los modelos
más tradicionales en el ámbito de la producción material sea un proyecto más complejo e
inalcanzable. Está muy bien poderte hacer tus pequeños gadgets personalizados, pero a la hora de
comprarte una silla o una nevera sigue siendo más práctico, y mucho más barato, comprarla en
Ikea...
La segunda barrera, que quizás sea más bien un conflicto o una mixitificación, es que la
cooperación libre a medio plazo y en un marco global termine por servir más a los intereses de
siempre que a la emancipación de aquellos que comparten sus conocimientos y producciones; esto
es, que los defensores de la cultura libre estemos trabajando ingenuamente para “el enemigo”,
“regalando” nuestro trabajo, y que, como ya está ocurriendo – el caso de Makerbot quizás sea el
más conocido -, una serie de grandes empresas acaben apropiándose de la innovación distribuida y
más o menos informal, para copar el mercado con sus productos y servicios; consolidando un
ecosistema sociotécnico en el que los fabbers y makers tengamos un rol similar al que tenemos hoy
los usuarios en Google o Facebook: si alguien es muy brillante y tiene suerte, podría acabar
trabajando para ellos, mientras que la inmensa mayoría aportará valor a sus redes a cambio de
visibilidad y algún servicio o experiencia más o menos gratuita...
Ecosistemas de investigación y producción
En este panorama, que a los promotores de la cultura libre empieza a parecer sombrío, ¿cual puede
ser el papel de los fab labs o maker spaces - aparte del placer indudable de aprender y hacer uno
mismo -, y de generar hype en torno a las transformaciones tecnológicas y ofrecer medios para que
la gente se forme en este ámbito con la esperanza de desarrollar un prototipo verdaderamente
valioso, o de adquirir conocimientos o experiencias para incorporarse en el futuro a alguna gran
empresa de este sector emergente? El interrogante qye quiero plantear es si los fab labs y maker
spaces pueden verdaderamente contribuir a una democratización de las tecnologías y al desarrollo
de un nuevo modelo productivo que redunden en una cierta emancipación personal y comunitaria,
en alguna aportación a las economías locales, al empleo y autoempleo y a los ingresos de la
población, incluso redunden en ciertas consecuencias ecológicas benéficas...
En estos momentos tengo bastantes dudas. Desde luego pienso que no será algo natural si llegara a
suceder algo así – como han supuesto a veces los deterministas tecnológicos. Dada la potencia y la
determinación de algunos de los agentes implicados, y la candidez y precariedad de otros, veo más
bien un futuro dominado por las corporaciones y sus intereses ya conocidos. Para que sucediera otra
cosa – aunque fuera en una parte pequeña del “mercado” o de la producción de bienes y servicios,
como ocurre con el software libre – considero que sería necesaria una acción mucho más
intencional; una acción global que tuviera dimensiones reticulares y ecosistémicas - en dos sentidos.
Un primer sentido sería el de la construcción de un ecosistema de conocimientos y prácticas que se
extienda de las ciencias de los materiales, a la ingeniería de máquinas, el software, el diseño, la
ecología, la energía, la distribución, la difusión, lo jurídico... Este ecosistema además debería
focalizarse en responder a las necesidades fundamentales de la gente: energía, alimentación,
vivienda... En otro sentido se trataría de generar ecosistemas o redes de espacios productivos y de
consumo, ecosistemas propiamente productivos, - trabajando la cuestión de la escalabilidad como
una prioridad, para poder pasar de la producción de piezas únicas o series pequeñas a poder
ii
funcionar realmente a escalas locales (como sugería Murray Bookchin en los años 60)... Todo esto
parece verdaderamente ambicioso, difícil, y sería raro que pudiera suceder, cuando creo que ni
siquiera somos conscientes de su interés o necesidad... Aunque claro, siempre nos quedará ir por
detrás y hackear a las corporaciones...
Una incertidumbre final es la que se deriva del master plan de los fab labs. Cacharrear con plywood
y PCBs está muy bien, pero el objetivo de la red - ¿a cincuenta años vista? -, según puede leerse en
cualquier conferencia de su director, es programar materiales, fabricar el mundo a través de
procesos análogos a los de la biotecnología, molécula a molécula o célula a célula... Y uno se tiene
que preguntar: ¿Servirán para algo en ese nuevo contexto nuestros aprendizajes en los actuales fab
labs y maker spaces? ¿Serán los fabricators de este futuro biotecnológico convivenciales y
asequibles? ¿Inaugurarán finalmente un tiempo de post-escasez, o serán puestos al servicio del
biocapitalismo definitivo?
A pesar de todas estas dudas y preguntas sin respuesta, estoy convencido de que los fab labs,
tenerlos en nuestros comunidades, es importante. Estimo, sin embargo, que es necesario un nuevo
proyecto estratégico para tratar de decidir adonde nos gustaría que nos ayudarán a llegar... También
es cierto que sólo mientras seguimos trabajando iremos encontrando respuesta a estos interrogantes
que aquí planteo y a otros muchos que sin duda tendremos...
#referencias
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